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La revolución cubana y TODAS LAS REVOLUCIONES SEMEJANTES son uno de los mitos

más incomprensibles del esfuerzo de algunos hombres para someter a los demás a la
esclavitud. Su sustento teórico es la filosofía marxista-leninista, ideología utópica y
fracasada que ha producido el mal más grande que conocen los siglos. Sus más de cien
millones de muertos en todo el mundo; la destrucción de las familias; los campos de
concentración; la desaparición de la propiedad privada con el consiguiente robo de los
bienes de los otros, bajo la premisa de dárselo a los proletarios, generando pobreza,
falta de motivación para luchar por algo, sumisión a los mandatos de un líder, casi
siempre despótico y vitalicio; las armas como solución a la “taimada” y temida invasión
o intervención del “imperialismo”; los controles de la economía, los transporte, la
salida del país, hasta el control ignaro de cada persona, las fracasadas reformas
agrarias y la general centralización en una persona o un grupo muy reducido de ellas,
de todo poder posible en una nación. En la práctica los regímenes comunistas son una
copia exacta de las estructuras de poder y sociedad, salvo la religiosa, de la baja edad
media. El líder es de hecho el rey, resume en su persona todo el poder efectivo, nada
se mueve sin su consentimiento y nadie osa contradecir sus órdenes. Una serie de
“nobles” que reciben el nombre, entre otros, de la “nomenclatura”, están “arrimados”
al poder y reciben dividendos y buena vida, siempre y cuando obedezcan sin chistar las
“líneas” emanadas del líder. Clase media no existe, fue eliminada de una u otra
manera por las políticas, amenazas y exilio que impuso el líder, lo que hay es un 80% o
más de “esclavos” de hecho y derecho que la infinitamente mentirosa propaganda del
gobierno del líder, llama proletarios liberados, el pueblo o cualquier otro nombre
inventado para hacer creer en su inconcebible liberación del poder “demoniaco” de los
burgueses. Pero ahora ese “pueblo” no tiene ni sindicatos ni contractos colectivos ni
prestaciones sociales ni posibilidad de tener algo a su nombre, sino que todo es
propiedad de un ente llamado estado del cual el único dueño es el omnipotente líder y
sus acólitos. El comunismo es “intrínsecamente malo” decía Pio XI en una celebre
encíclica:

"...la Iglesia católica no podía callar, y no calló. No calló esta Sede Apostólica, que
sabe que es misión propia suya la defensa de la verdad, de la justicia y de todos
aquellos bienes eternos que el comunismo rechaza y combate. Desde que algunos
grupos de intelectuales pretendieron liberar la civilización humana de todo vínculo
moral y religioso, nuestros predecesores llamaron abierta y explícitamente la atención
del mundo sobre las consecuencias de esta descristianización de la sociedad humana. Y
por lo que toca a los errores del comunismo, ya en el año 1846 nuestro venerado
predecesor Pío IX, de santa memoria, pronunció una solemne condenación contra ellos,
confirmada después en el Syllabus. Dice textualmente en la encíclica Qui pluribus: «[A
esto tiende] la doctrina, totalmente contraria al derecho natural, del llamado
comunismo; doctrina que, si se admitiera, llevaría a la radical subversión de los
derechos, bienes y propiedades de todos y aun de la misma sociedad humana». Más
tarde, uno predecesor nuestro, de inmortal memoria, León XIII, en la encíclica Quod
Apostolici numeris, definió el comunismo como «mortal enfermedad que se infiltra por
las articulaciones más íntimas de la sociedad humana, poniéndola en peligro de
muerte», y con clara visión indicaba que los movimientos ateos entre las masas
populares, en plena época del tecnicismo, tenían su origen en aquella filosofía que
desde hacía ya varios siglos trataba de separar la ciencia y la vida de la fe y de la
Iglesia". 1)

Y la realidad de esto se ha visto confirmada, sobre todo en el siglo XX. Pero lo


verdaderamente insólito es que todavía una gran parte de los seres humanos, creen en
las posibilidades reales de emancipación, libertad y realización de la felicidad en
regímenes de esta tremenda falsedad, retroceso y maldad que están implícitas en los
regímenes comunistas.

1) Encíclica Divinis Redentoris 4.

Desde que la historia registra el concepto de revoluciones -muchas de ellas sangrientas


y crueles- que buscan producir cambios sociales, políticos y económicos, para mejorar
las condiciones de vida de los más pobres, y que persiguen más libertad,
representatividad y autodeterminación, el balance demuestra que esos procesos, en su
mayoría, terminaron en grandes fraudes y con un costo muy elevado. Hubo revoluciones
contra el poder en Roma, Francia, Inglaterra, México, Rusia y China, para mencionar las
emblemáticas. Las excepciones fueron las revoluciones no sangrientas lideradas por
Gandhi, Mandela, Gorbachov y Walesa. Una muy especial fue la Revolución Industrial,
que después de 1750 cambiaría el mundo hacia una prosperidad que se ha mantenido.
Este cambio afirmó el capitalismo, donde la libre empresa, las iniciativas personales y
las oportunidades que solo brinda la propiedad privada, se hicieron cada vez más
presentes en los países más prósperos del planeta.

Revolución a sido Un fraude nacional.

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