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Lógicamente, los argentinos “somos pobres hombres llenos de pretensiones y de

inepcia, miserables pueblos ignorantes, inmorales y apenas en la infancia. Somos una raza
bastarda que no ocupa sino embaraza la tierra”.
Pero vosotros creeréis que la cosa corre con los demás, por ejemplo si sois judíos. ¡Oíd
esto, camaradas de la DAIA, que no lo ha dicho Errecarte Pueyrredón sino el cerebro, el gran
cerebro, el único cerebro! “... El pueblo judío esparcido por toda la tierra, ejerciendo y
acumulando millones, rechazando la patria en que nacen y mueren... Ahora mismo, en la
bárbara Rusia, como en la ilustrada Prusia, se levanta el grito de repulsión contra este pueblo
que se cree escogido y carece del sentimiento humano, de amor al prójimo, de amor a la tierra,
del culto del heroísmo, de la virtud, de los grandes hechos donde quiera que se produzcan”. Y
en otra parte: “¡¡Fuera la raza semítica! ¿O no tenemos derecho, como un alemán, ni
cualquiera, un polaco, para hacer salir a estos gitanos bohemios que han hecho del mundo
una patria?”
Pero esto de los semitas corre también para los árabes (¿creían los "turcos" que se la iba
a llevar de arriba?). Los árabes "son una canalla que los franceses corrieron a bayonetazos
hasta el Sahara".
Ni los árabes, ni siquiera todos los alemanes; se dice que vendrán aquellos alemanes
del Volga, que son católicos y que efectivamente después vinieron: "Estarían pronto a
embarcarse con destino a estas playas cantidad de estos bípedos, razas que están más abajo de
los pueblos más atrasados del mundo." ¿Creéis que se salvarán los irlandeses, sobre todo esos
que andan por ahí disfrazados de ingleses y entreverados en los negocios anglosajones? ¡Que
oigan los irlandeses!
"La chusma irlandesa organizada por los curas. El irlandés llega a los Estados Unidos
'borracho e ignorante'. Muchedumbres groseras, ignorantes, atrasadas, las únicas a ese grado."
De esta gente desciende vuestro admirado John Fitzgerald (los dos, el que voló a las Malvinas
y aquel a quien hicieron volar en Dallas los admirados anglosajones) : "'Fanáticos, ebrios,
semisalvajes". "Si vinieran aquí en diez años quedaría reducida la Argentina a la condición de
Irlanda: pueblo por siglos ignorante, fanatizado”. El personaje que estoy citando vio en los
Estados Unidos unos vagones rústicos, ordinarios, e inquirió para qué se los utilizaba, le
respondieron que para transportar negros y europeos, y le aclamaron que "europeos quería
decir inmigrantes recién llegados, irlandeses" : se tranquilizó, "negros e irlandeses".
"...Se dirá sórdido como un judío, falso como un griego, sanguinario, inmoral como un
argentino."
Supondréis que esto lo ha dicho una señera gorda, de las que suelen concentrarse en la
calle Austria y Santa Fe para pedir la reaparición del modelo racial que admiran.
¡No! ¡Esto es de Sarmiento! ¡El Gran Sarmiento!
Está en toda su obra disimulado por los profesionales del sarmientismo, en la raíz de
las ideas básicas que para la mesocultura divulga la intelligentzia. Y así Sarmiento es
reverenciado por los descendientes de irlandeses y alemanes del Volga, por los descendientes
de judíos y árabes, de italianos y españoles, todos conformes en el racismo de Sarmiento.
Porque de todos modos ellos están un escalón más alto que los criollos: y les basta aunque de
arriba ... como en el gallinero. Para esa gente la cuestión es ser más que alguien; no importa
ser menos...
Puedo ahorraros la verificación tomo por tomo, página por página de estos dichos,
porque el repertorio de las ideas sarmientinas están admirablemente resumidas en el libro de
Roberto Tamagno "Sarmiento, los Liberales y el Imperialismo Inglés", A. Peña Lillo, editor.
Tomadlo juntamente con las obras completas del "maestro" y verificad cita por cita. Y
encontraréis mil más que no transcribo porque toda la obra es eso: sandeces injuriosas sobre
La
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todos los pueblos que sin los beneficios de la raza anglosajona y su cultura, no han podido
desarrollar la "bóveda craneana" a semejanza de los habitantes de los Estados Unidos.7
LA RAZA SUPERIOR
En cambio la raza anglosajona es la “primera en el mundo por su energía el por su
trabajo o por las instituciones libres que ha dotado a la humanidad”, y es rasgo de “godismo
recelar de Inglaterra o hacer ironía con la amistad inglesa”.
Un inglés que llegó a San Juan por razones mineras “ayudó mucho a levantar el tono
de la sociedad regenerada”. “Gloria a Dios son los Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y
Norte de Europa”. Es natural entonces que confíe a ojos cerrados en la “gloria de Dios”, y se
explica que siendo Ministro argentino en la República del Norte propuso un tratado de
arbitraje con la misma en que el árbitro sería ¡la Suprema Corte de Estados Unidos!, lo que no
7 Percibo aquí que los vascos se le han quedado en el tintero al "maestro ciruela", y los lectores pueden imputarme
un
malicioso ocultamiento. Recordemos esto. "Los países del mediodía de Europa nos traen poco en costumbres y
civilización
que adelante la nuestra. Sólo por una fuerte educación común puede evitarle que los hijos de vascos, italianos y
españoles,
desciendan a los hábitos industriales, a la incurria y la barbarie de nuestras masas ya que en falta de instrucción
corren
parejos."
Ya que estoy en el tema agregaré que en el racismo de nuestra intelligentzia, antirracista, vascos e irlandeses
salen
bastante bien librados. Esto no ocurre por obra de “el maestro” sino por la prosperidad frecuente de los
descendientes de
vascos e irlandeses que ha hecho olvidar que en su origen eran gente muy inferior, cosa que en materia de
ilustración no es
muy descaminada, pues los inmigrantes originarios de estos dos pueblos estuvieron constituidos en general por
pastores.
Fue en la época de la lana, entre el 60 y el 80, cuando la explotación de los ovinos, por razones que se han dicho
antes,
desplazó a los vacunos de la cercanía de los puertos, haciendo que aquellos ocuparan las mejores tierras. Los
ovejeros,
técnica que los gauchos desconocían, recibían los piños "al tercio", de manera que en poco tiempo y pese a la
tradicional
honradez vasca e irlandesa, sus majaditas fueran más grandes que las de los patrones —que eran las víctimas de
las
epidemias pues las de los vascos y las de los irlandeses parecían vacunadas—. Pronto, con el importe de la lana
pudieron
comprar campos que todavía no habían recibido la fuerte valorización que trajo la expansión agropecuaria. Se
trataba de
gente muy rutinaria que no salía del campo y sólo se preocupaba de que éste y las majadas se estirasen.
Los hijos se encontraron de pronto dueños de grandes propiedades justo en el momento en que empezaba la
valorización, y rápidamente incorporados como propietarios, después sus nietos como profesionales, al nivel de la
"gente
decente" en la estructura social tradicional, máxime en cuanto se trataba de dos pueblos muy católicos, celosos de
la
legitimidad del vínculo matrimonial y por consiguiente de la condición exigida en la filiación. Su ascenso
correspondió a una
época de permeabilidad social y así respecto de ellos se marginó el racismo por el acostumbramiento.
Tampoco tuvieron la resistencia del criollo, porque practicaban actividades ganaderas marginales para éstos, y
sobre todo porque no fueron comerciantes, que eran los que suscitaron más resistencia por la posición de ventaja
que
llevaban. Además, desligados de sus países de origen en cuanto no representaban naciones oficialmente
existentes, tuvieron
una adaptación rápida en sus hijos (especialmente los vascos). Quedó aquello de “Hijo del país con gorra 'e vasco"
que
acredita su rápida adaptación porque a diferencia de sus padres, dominaron inmediatamente la técnica del caballo,
cosa que
aquellos no lograron (con 50 años de América y a caballo, un vasco siempre parecerá una bolsa de papas y no un
jinete).
Los irlandeses sufrieron una diversión. Como la colectividad inglesa era económicamente fuerte pero no numerosa,
por la comodidad del idioma y para evitar más contactos con "nativos”, se les abrió el acceso a la misma y gran
parte de los
descendientes de irlandeses se anglicanizó rápidamente, casi como si fueran intelectuales nativos.
Recuerdo que para el año 17, durante la primera guerra mundial, participé en los festivales que la Cruz Roja
Irlandesa hacía en favor de los aliados, cosa que, a pesar de mi ignorancia de entonces, común a todos los hijos de
la
enseñanza oficial y la cultura libresca y periodística al “usum delfini”, me dejaba perplejo: por un lado los diarios
informaban
de la revolución sinfeinista, de la huelga de hambre del alcalde de Cork, que murió en su ayuno, y del fusilamiento
de un
filántropo de reputación mundial, Sir Rogert Cassement, héroe dela Revolución Irlandesa. Y por el otro, estos
irlandeses me
resultaban devotos de su majestad Británica. Es que éstos, al incorporarse a las clases altas como ingleses,
abandonaban la
posición de sus padres que habían emigrado en aquella terrible época en que la población de Irlanda que a
principios del
siglo XIX era de 8 millones de habitantes, bajó la cuarta parte den 50 años, por el hambre y la emigración
consiguiente. La
época también en que eran pocos los irlandeses alfabetos –Sarmiento nos lo explicará por el catolicismo y la
barbarie

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