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Su origen en Chile data de los 70 (1975 entra en vigencia DL-825) y durante los últimos 20
años, el IVA ha sido el impuesto que más recauda, representando prácticamente la mitad
de los ingresos tributarios fiscales (aprox. 48%-49%). En Chile remplazo a un impuesto a
las compraventas que se aplicaba en cascada, llevando a grandes distorsiones económicas
y que según se cree presentaba altísimas tasas de evasión, que se cree incluso pueden
haber llegado al 80%.
El IVA demostró resolver más eficazmente estas distorsiones como la problemática de
alteración en los precios relativos de los bienes y de organización de la producción. Acotó
los espacios para la evasión y la elusión, y ofreció ventajas para que la administración
tributaria ejerciera una mejor gestión y control con menores esfuerzos.
Pero el IVA no está exento de críticas. Una objeción tradicional es su supuesto impacto
negativo sobre la equidad. El argumento apunta a que un IVA uniforme y generalizado
afecta proporcionalmente más a las familias con menores ingresos, pues las familias de
mayores ingresos destinan parte de sus rentas al ahorro, lo que no está alcanzado por el
IVA y, por ende, su carga relativa resulta menor. Argumento que puede ser cierto si uno
piensa en un solo periodo tributario, pero que pierde validez si se piensa que el ahorro
hoy financiará un mayor consumo gravado por el IVA mañana
En esa línea, los modelos de IVA han contemplado la aplicación de exenciones y de tasas
reducidas para ciertos bienes y servicios con intención de aminorar la regresividad.
Solución no exenta de problemas pues puede tender a beneficiar ciertos sectores
productivos.
Más aun existen argumentos que apuntan a valorar la capacidad recaudatoria de los
diseños generalizados del IVA –tasa universal, sin exenciones- porque permiten financiar
sustantivamente el gasto público, cuyo efecto progresivo supera ampliamente el efecto
regresivo del cobro.
(Un indicador relacionado con esto es el C-eficiency, donde Chile destaca junto Nueva
Zelandia)
Conclusión: El IVA es un impuesto poco distorsionador, muy eficiente en la recaudación y
de baja distorsión. La tasa que presenta Chile de 19% es muy cercana a la de los países de
la OECD que está alrededor del 18%, pero presenta un menor número de exenciones que
explican su alta participación recaudatoria. No parecería razonable aumentarlo aun
cuando puede ser atractivo desde el punto de vista de los ingresos fiscales por ser
considerado poco progresivo y muy impopular.
Una posible mejora a la transparencia del sistema impositivo se podría lograr haciendo
explicito en los precios a público cuanto corresponde a IVA y cuanto al valor del bien
mismo. Esta característica del IVA de venir “incluido” en los precios ha sido utilizado por
algunos para defender al impuesto a la ventas en EE.UU., pues se argumenta que el
comprador tiende a olvidar cuanto de su ingreso se “va” en pago de IVA pues esta
“oculto” lo que facilita continuos aumentos de este impuesto, mientras que el impuesto a
las ventas en EE.UU. es explicito y se recarga sobre el precio publicado.
Impuestos a la renta:
El impuesto a la renta en Chile es un impuesto integrado, donde el impuesto pagado por
las empresas (primera categoría) constituye un crédito para el impuesto personal sobre
los retiros de los dueños. Los impuestos a la renta han ido creciendo en importancia
relativa, pasando de representar un 23% de la recaudación fiscal en el periodo 93-98 a casi
el 40%% en los últimos 5 años. En lo que va del 2011 se aprecia una participación aun
mayor de los impuestos a la renta producto en parte de la tributación de la gran minería
del cobre.
Los impuestos al ingreso son considerados por la OECD (avalados en la extensa literatura)
como los más perjudiciales para el crecimiento económico, en particular el impuesto de
primera categoría, que reduce la inversión al incrementar el costo de capital y disminuir la
disponibilidad de recursos al interior de las empresas.
En cuanto a los impuestos personales (segunda categoría y GC) estos presentan tasas
marginales bastante elevadas que alcanzan el 40% nivel similar al de Suiza y Francia e
incluso mayor a los EEUU. La diferencia de tasas entre las personas y las empresas
pretende fomentar la reinversión, el ahorro y el crecimiento económico, castigando el
consumo a través de las altas tasas a las personas. Una meta que parece muy razonable
en un país que desea alcanzar el desarrollo y que para ello aspira a tasas de inversión del
28% del producto, lejanas del 23% actual.
Y aunque la meta del sistema parece razonable todavía tiene espacio para
perfeccionamientos que eliminen ciertos abusos del sistema e inequidades que
favorecerían a los ahorrantes cuyos ingresos provienen del capital en desmedro de
aquellos cuyo ingreso proviene del trabajo.
Los impuestos a productos específicos (más las tasas especiales que pertenecen a la Ley
del IVA pero que en estricto rigor son un impuesto especifico) representan en la
actualidad (2005-2010) alrededor del 10% de la recaudación tributaria, donde destacan
combustibles y tabacos con alrededor del 8.5%
En general se podría decir que los impuestos a productos específicos que sobreviven en
Chile se enfocan en corregir externalidades (con algunas excepciones) y en gravar
productos de lujos. El intentar corregir externalidades es definitivamente un componente
de un sistema tributario eficiente y moderno, lo que obviamente apunta en la dirección
correcta, definitivamente menos claro es que la magnitud de los gravámenes responda
realmente a la magnitud de las externalidades que se desea corregir.
Los ejemplos más claros de estos impuestos “pigouvianos”, cuya magnitud debiese ser
revisada, corresponden a alcoholes, tabacos, bencina y diesel. Informes de la OECD, entre
otros, siguieren que si se desea realmente corregir las externalidades (de congestión y
contaminación) producidas por los combustibles debiese aumentarse considerablemente
el impuesto, cosa obviamente impopular. Más aun el impuesto de 27% adicional para los
licores parece ser arbitrario y se requería de estudios para determinar una magnitud
adecuada, al igual que con el tabaco, vale la pena mencionar que los países OECD
presentan impuestos bastante superiores para estos “males”.
Un impuesto que debiese ser revisado pues parece no responder a lógica económica
alguna, es aquel que grava a las bebidas analcohólicas con una tasa del 13%, y que
probablemente persiste por su fácil recaudación y los 160 millones de US que anualmente
trae al fisco.
Uno de los impuestos más cuestionados, parece deber su existencia a resabios de una
época pasada. No hay lógica económica tras su existencia y definitivamente debiese ser
revisado en un futuro “perfeccionamiento” tributario. Más aun termina encareciendo las
operaciones de crédito y el funcionamiento de las empresas pequeñas.
Pese a todo lo anterior no debe olvidarse que en los últimos 10 años ha representado más
del 3% de los ingresos tributarios fiscales, lo que indudablemente dificulta su eliminación.
Como es de esperarse en un país cada vez más abierto a los mercados mundiales, los
impuestos al comercio exterior (aranceles, derechos de internación, etc.) han ido
paulatinamente representando un porcentaje menor de los ingresos tributarios. En el
periodo 93-98 representaban el 12.5% de la recaudación mientras que en los últimos 5
años no superan el 2%. Aunque el arancel general establecido por le es el 6%, el arancel
promedio bordea el 1% debido a los tratados que Chile ha establecido. La eliminación
total de los impuestos al comercio exterior parece poco probable pues es aun utilizada
como moneda de cambio en la negociación de nuevos tratados comerciales
internacionales. Por lo que aunque la ley contemple arancel, de facto este tenderá a
seguir desapareciendo.
%
2000 recaudación
1- Impuesto al valor agregado 49,3%
2- Impuestos a la renta 25,0%
3- Impuestos a productos específicos 12,3%
4- Impuestos al comercio exterior 9,2%
5- Impuestos a los actos jurídicos 3,6%
6- Impuestos varios 1,4%
Fuera de la notable y ya mencionada disminución de la participación de los impuestos al
comercio exterior y actos jurídicos, va le la pena destacar el aumento en participación del
impuesto a la renta. De ese aumento alrededor de un punto porcentual se debe a
aumentos en la recaudación proveniente de impuestos personales, mientras la mayor
parte se debe a impuesto de primera categoría, impuesto adicional, impuesto actividad
minera y tasa 40% empresas estatales (DL Nº 2.398 de 1978).
También vale la pena destacar que entre 2008-2010 alrededor del 15% de los ingresos
tributarios chilenos fueron percibidos en moneda extranjera, correspondiendo
principalmente a impuesto a la renta.