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El proceso

ambiental

Derecho
Ambiental

1
El proceso ambiental
Morales Lamberti (2005) entiende el acceso a la justicia ambiental como la:
¿Cómo se puede
proteger el ambiente
por vía judicial?
¿En qué consiste el posibilidad de obtener la solución expedita y completa por
proceso ambiental? las autoridades judiciales de un conflicto jurídico de
naturaleza ambiental, lo que supone que todas las personas
están en igualdad de condiciones para acceder a la justicia y
para obtener resultados individual o socialmente justos (P.
187).

Dentro de ese gran campo del acceso a la justicia, el proceso ambiental es


uno de sus aspectos más relevantes junto con la cuestión de la legitimación
para accionar en defensa del medio ambiente.

Morales Lamberti (2005) hace referencia a las complicaciones que presenta


el acceso a la justicia en general, entre las que enumera el costo y tiempo
de litigio, las diferencias técnicas y económicas que muchas veces se
presentan entre los litigantes, entre otras. Particularmente, el acceso a la
justicia ambiental presenta dificultades adicionales, entre las que destaca:
la complejidad científico-técnica; la naturaleza de los intereses en juego,
que habitualmente son intereses colectivos y difusos, es decir, que
corresponden a muchas personas, que son en su mayoría indeterminadas,
etcétera.

En esta lectura comenzaremos explicando en qué consiste la acción


ambiental y quiénes son los legitimados para ejercerla conforme a los
intereses difusos en juego. Luego, nosreferiremos al amparo ambiental.

La acción ambiental: los intereses difusos y la


legitimación
Alsina (en Valls, 2016) define a la acción como el medio para ejercer “el
poder jurídico de pedir a un órgano jurisdiccional una sentencia para hacer
valer un derecho que se considera vulnerado” (p. 221). En otras palabras, la
acción judicial es “la facultad que tiene cada persona de promover la
protección jurisdiccional de un derecho subjetivo” (Garrone, 1993, p. 35).

Para ejercer esa acción se requiere poseer lo que se denomina legitimación


procesal (o personería jurídica), que consiste en la calidad jurídica o
atributo inherente a la condición de representante de alguien. Es la

2
capacidad legal para comparecer en juicio, con representación legal y
suficiente para litigar en interés de otra persona (Ossorio, 1974).

Valls (2016) sostiene que la legitimación requiere de tres elementos: 1) el


derecho: “o sea, una norma jurídica vigente que atribuya al actor el
derecho que pretende hacer valer” (p. 221); 2) calidad de parte:
legitimación activa y pasiva; 3) “interés en la intervención del órgano
jurisdiccional para evitar, resarcir o recomponer un perjuicio contrario a
derecho” (p. 221).Con respecto a este último elemento, es donde aparecen
los llamados intereses difusos.

Haciendo una revisión histórica, podemos decir que las Constituciones del
¿Qué son los intereses
siglo XIX (la nuestra es de 1853) son de corte individualista, solo reconocen
difusos? ¿Cómo se
receptan en la los derechos civiles propios de la persona, no incorporan los derechos
legislación? supraindividuales o colectivos propios de una conciencia solidaria que se
fue adquiriendo en las últimas décadas (Franza,2010). Este marco
normativo no da respuesta a la defensa del medio ambiente ante conflictos
que conciernen a grupos de personas.

Ante esto, la doctrina y la jurisprudencia comenzaron a tutelar el medio


ambiente a través de la protección de los intereses difusos, como medio
superador de la tradicional teoría del derecho subjetivo individual. Se
sostiene que son intereses difusos:

los que pertenecen idénticamente a una pluralidad de


sujetos, en cuanto integrantes de grupos, clases o categorías
de personas, ligadas en virtud de la pretensión de goce, por
parte de cada una de ellas, de una misma prerrogativa. De
forma tal que la satisfacción del fragmento o porción de
interés que atañe a cada individuo, se extiende por
naturaleza a todos; del mismo modo que la lesión a cada
uno afecta simultánea y globalmente a todos los integrantes
del conjunto comunitario. (Morales Lamberti, 2005, p. 192).

Esta nueva categoría impacta de manera directa en la legitimación procesal


como derechos de incidencia colectiva, habilitando “la posibilidad de
recurrir ciertos actos que lesionan no ya un interés legítimo, personal y
directo, según las reglas tradicionales, sino intereses sustanciales que
afecten a determinados grupos de personas o bien a la comunidad entera”
(Morales Lamberti, 2005, p. 192).

3
El caso “Halabi”

Ante esta realidad, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el


conocido fallo “Halabi”1del 2009, delimita con precisión tres categorías de
El tema está derechos en materia de legitimación procesal, a saber:
extensamente
explicado por Valls,
 Derechos subjetivos o individuales (intereses individuales): “son
quien hace referencia
a la postura de aquellos ejercidos por un titular. Son divisibles, no homogéneos y se
Marienhoff y sus caracterizan por la búsqueda de la reparación de un daño
críticas. esencialmente individual y propio de cada uno de los afectados” (Gil
Domínguez, 2009, p.2). La protección de estos derechos divisibles, no
homogéneos se encuentra consagrada en el primer párrafo del artículo
43 de la Constitución Nacional a través de la acción de amparo. Como
se expresó, el interés es individual y la legitimación también, por lo
que cada titular inicia una acción y obtiene una sentencia en un
proceso bilateral (Lorenzetti, 2014). Por ejemplo, a raíz de una
contaminación se afecta la salud de una persona.
 Derechos de incidencia colectiva que tienen por objeto bienes
colectivos (intereses colectivos):“son aquellos que pertenecen a toda
la comunidad, son indivisibles y no admiten exclusión alguna (por
ende, en ningún caso existe un derecho de apropiación individual
sobre el bien)” (Gil Domínguez, 2009, p.2). En este caso, el ejemplo
sería que a través de una contaminación se extinga una especie
animal, o lo es también la contaminación del aire.
 Derechos de incidencia colectiva referentes a intereses individuales
homogéneos (intereses individuales homogéneos):“son aquellos en
donde si bien se afectan derechos individuales enteramente divisibles,
existe un hecho único o continuado, que provoca la lesión a todos ellos
y que se identifica como una causa fáctica homogénea” (Gil
Domínguez, 2009, p. 2). Aquí, a raíz de la misma causa contaminante,
se afecta la salud de toda la población de una ciudad o región por
ejemplo.
 Al respecto, la Corte Suprema de Justicia en el caso “Halabi” expresó
que:

…en tales casos la demostración de los presupuestos de la


pretensión es común a todos esos intereses, excepto en lo
que concierne al daño que individualmente se sufre. Hay una
homogeneidad fáctica y normativa que lleva a considerar
razonable la realización de un solo juicio con efectos

1
Corte Suprema de Justicia de la Nación, “Halabi, Ernesto c/P.E.N. - ley 25.873 - dto. 1563/04 s/
amparo ley 16.986”, H. 270. XLII, (2009).

4
expansivos de la cosa juzgada que en él se dicte, salvo en lo
que hace a la prueba del daño.

Sin embargo, no hay en nuestro derecho una ley que


reglamente el ejercicio efectivo de las denominadas acciones
de clase…

Este aspecto resulta de gran importancia porque debe


existir una ley que determine cuándo se da una pluralidad
relevante de individuos que permita ejercer dichas acciones,
cómo se define la clase homogénea, si la legitimación
corresponde exclusivamente a un integrante de la clase o
también a organismos públicos o asociaciones, cómo
tramitan estos procesos, cuáles son los efectos expansivos
de la sentencia a dictar y cómo se hacen efectivos.2

Entonces, para la tutela de los derechos subjetivos o individuales, tenemos


una acción en la que la legitimación está en cabeza del titular de ese
derecho. Los derechos de incidencia colectiva que tienen por objeto bienes
colectivos3 y los referentes a intereses individuales homogéneos, según el
artículo 43 de la Constitución Nacional, cuentan para su tutela con una
acción colectiva donde los legitimados activos son: el afectado, el Defensor
del Pueblo y las asociaciones que propendan a esos fines colectivos. Pero
como expresó la Corte Suprema en el caso “Halabi”, en nuestro país no
contamos con una regulación de las acciones de clase para instrumentar la
acción colectiva de los derechos individuales homogéneos(Gil Domínguez,
2009). Ante esta situación, la misma Corte estableció de forma pretoriana
los requisitos para la procedencia de este tipo de acciones colectivas.
Siguiendo la enumeración realizada por Gil Domínguez (2009), entre los
requisitos generales se destacan:

a) la existencia de un hecho único o complejo que causa una


lesión a una pluralidad relevante de derechos individuales;
b) la pretensión debe estar concentrada en los efectos
comunes y no en lo que cada individuo puede peticionar,
por ende la existencia de causa o controversia se relaciona
con los elementos homogéneos que tiene esa pluralidad de
sujetos al estar afectados por un mismo hecho; c) es exigible
que el interés individual considerado aisladamente no

2
Corte Suprema de Justicia de la Nación, “Halabi, Ernesto c/P.E.N. - ley 25.873 - dto. 1563/04 s/
amparo ley 16.986”, H. 270. XLII, p. 7-8, (2009).
3
Corte Suprema de Justicia de la Nación, “Halabi, Ernesto c/P.E.N. - ley 25.873 - dto. 1563/04 s/
amparo ley 16.986”, H. 270. XLII, p. 7-8, (2009).

5
justifique la promoción de una demanda solamente como
acción individual, no obstante c') la acción colectiva resultará
de todos modos procedente en aquellos supuestos en los
que cobran preeminencia otros aspectos referidos a
materias tales como el ambiente, el consumo o la salud o
afectaciones de grupos que tradicionalmente han sido
postergados, o en su caso, débilmente protegidos, por
cuanto en dichas circunstancias la naturaleza de estos
derechos —a pesar de su singularidad— excede el interés de
cada persona, y al mismo tiempo, pone en evidencia la
presencia de un fuerte interés estatal para su protección
(entendido como el de la sociedad en su conjunto) y d) el
carácter erga omnes de la cosa juzgada, el cual es inherente
a la propia naturaleza de la acción colectiva en virtud de la
trascendencia de los derechos que por su intermedio se
intentan proteger (salvo en lo que hace a la prueba del daño,
los que deberán dilucidarse en procedimientos especiales o
en la ejecución de la sentencia). (P. 4).

Antes de terminar este apartado, cabe agregar que los derechos de


incidencia colectiva, además de estar reconocidos en el artículo 43 segundo
párrafo de la Constitución Nacional, se incluyeron expresamente en el
artículo 14 del Código Civil y Comercial sancionado en el año 2014.

El amparo ambiental

El artículo 43 incorporado a la Constitución Nacional con la reforma de


1994introdujo la figura del amparo individual en el primer párrafo y la
figura del amparo colectivo en el segundo, también llamado amparo
ambiental, a través del cual se protegen los derechos de tercera generación
(ambiente) y los derechos de incidencia colectiva en general (Morales
Lamberti, 2005).

El artículo 43 expresa en la primer parte:

Toda persona puede interponer acción expedita y rápida de


amparo, siempre que no exista otro medio judicial más
idóneo, contra todo acto u omisión de autoridades públicas
o de particulares, que en forma actual o inminente lesione,
restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad
manifiesta, derechos y garantías reconocidos por esta
Constitución, un tratado o una ley. En el caso, el juez podrá

6
declarar la inconstitucionalidad de la norma en que se funde
el acto u omisión lesiva.

Podrán interponer esta acción contra cualquier forma de


discriminación y en lo relativo a los derechos que protegen
al ambiente, a la competencia, al usuario y al consumidor,
así como a los derechos de incidencia colectiva en general, el
afectado, el defensor del pueblo y las asociaciones que
propendan a esos fines, registradas conforme a la ley, la que
determinará los requisitos y formas de su organización.4

Entonces, conforme al segundo párrafo del artículo transcripto, la acción


del amparo de los derechos de incidencia colectiva que protegen, entre
otros, los derechos al medio ambiente, consiste en un medio “para
alcanzar en forma rápida y expedita una medida precautoria que, de estar
sujeta a las condiciones de una acción ordinaria podría convertir en
irreparable el daño producido” (Morales Lamberti, 2005, p. 196). Esta
acción procede “cuando el Estado o los particulares afecten el derecho a la
salud o el equilibrio ambiental” (Morales Lamberti, 2005, p. 196).

Los legitmados activos, es decir, quienes están habilitados para interponer


la acción son: a) el afectado: es quien, aún no habiendo sido dañado, se
halla en el ámbito potencial de ser dañado, a diferencia del damnificado,
que es aquel que ha sufrido un daño; b) el defensor del pueblo; y c) las
asociaciones que propendan a los fines mencionados en el artículo. Esta
legitimación activa se amplía en el útlimo párrafo del artículo 30 de la
ley25.675 (Ley General del Ambiente), al establecer que “…toda persona
podrá solicitar, mediante acción de amparo, la cesación de actividades
generadoras de daño ambiental colectivo.”5 Además, la doctrina entiende
que conforme al artículo 41, cualquier habitante de la Nación tiene
legitimación suficiente para accionar judicialmente en defensa del derecho
a un ambiente sano, equilibrado y apto para el desarrollo humano. Como
vemos, se trata de una amplia gama de legitimados activos para interponer
la acción en defensa de los derechos de incidencia colectiva.

Encontramos también unaamplia legitimación pasiva, es decir, contra


quién va dirigda la acción. En este sentido, siguiendo con la lectura del
artículo 41 de la Constitución Nacional, se impone el deber de cuidado del
ambiente a todos los habitantes como así también a las autoridades
públicas.

4
Artículo 43. Constitución de la Nación Argentina. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Recuperado dehttps://goo.gl/NVXWuR
5
Artículo 30. Ley 25.675. (2002). Ley General del Ambiente. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado dehttps://goo.gl/75jNXA

7
Otro de los aspectos a destacar es la imprescriptibilidad de la acción: esto
es consecuencia del hecho de quel el derecho de los habitantes a un
ambiente sano no se extingue (Morales Lamberti, 2005). Además, el
carácter colectivo del bien tutelado trae aparejado que las consecuencias
favorables de la acción no queden constreñidas al interés del accionante,
sino que se extienden a todos, por lo que la sentencia tendrá un carácter
ergaomnes. En esta línea, el artículo 33 de la Ley General del Ambiente
dispone que “la sentencia hará cosa juzgada y tendrá efecto erga omnes, a
excepción de que la acción sea rechazada, aunque sea parcialmente, por
cuestiones probatorias”6.

Para reflexionar

“No se legisló aún un proceso especial para el ambiente ni se creó un fuero


especial” (Valls, 2016, p. 281). A partir de lo estudiado en esta lectura y de
esa afirmación de Valls, consideramos necesario seguir pensando, como
juristas, qué características debería tener un proceso ambiental
adecuado.Para ello, debemos conocer “la estructura, características y
dinámica de la ‘controversia ambiental típica’” (Valls, 2016, p. 281), tal
como se desenvuelven en el marco normativo actual.

6
Artículo 33. Ley 25.675. (2002). Ley General del Ambiente. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de: https://goo.gl/75jNXA

8
Referencias
Constitución de la Nación Argentina. (1994). [Sancionada por el Congreso
General Constituyente el 1° de mayo de 1853, reformada y concordada por la
Convención Nacional Ad Hoc el 25 de septiembre de 1860 y con las reformas de
las Convenciones de 1866, 1898, 1957 y 1994]. Recuperada de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/0-4999/804/norma.htm

Corte Suprema de Justicia de la Nación, “Halabi, Ernesto c/P.E.N. - ley 25.873 -


dto. 1563/04 s/ amparo ley 16.986”, H. 270. XLII, (2009).

Franza, J. (2010). Manual de Derecho de los Recursos Naturales y Protección del


Medio Ambiente. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas.

Garrone, J. (1993). Diccionario Jurídico. Buenos Aires: Abeledo Perrot.

Gil Domínguez, A. (2009). Derechos colectivos y acciones colectivas. Publicado en


La Ley. Pp.s/d. LA LEY 20/05/2009, 20/05/2009, 1 - LA LEY2009-C, 1128. Cita
Online: AR/DOC/1749/2009

Ley 25.675. (2002). Ley General del Ambiente. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos
/75000-79999/79980/norma.htm

Lorenzetti, R. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Comentado. Santa Fe:


Rubinzal Culzoni.

Morales Lamberti, A. (2005). Instituciones de derecho ambiental. Córdoba: M.E.L.

Ossorio, M. (1974). Diccionario de ciencias jurídicas, políticas y sociales. Buenos


Aires: Heliasta.

Valls, M. (2016). Derecho ambiental. Buenos Aires: Abeledo Perrot.

9
Daño
ambiental

Derecho
Ambiental

1
Daño ambiental
¿Qué es el daño Valls desarrolla de manera extensa y detallada las cuestiones relativas al
ambiental? ¿Cuáles daño ambiental y la responsabilidad que surge de él.
son sus
características? ¿Cuál En esta lectura haremos referencia al marco teórico y normativo general.
es el régimen
aplicable? ¿Cómo es la
Comenzaremos describiendo las características del daño ambiental y su
responsabilidad por diferenciación con el daño común, para luego, hacer un breve repaso por el
ese daño producido? marco legal atinente a la cuestión, sin adentrarnos en legislaciones
particulares.

Características y distinciones
Es importante comenzar con un breve repaso de las características más
importantes del daño ambiental, teniendo en cuenta que sus
particularidades lo apartan del daño clásico, lo que justifica la búsqueda de
soluciones diferentes.

En esta línea, el daño ambiental no cumple con los requisitos del daño
jurídico común, resarcible y reparable, el cual es cierto, concreto, directo,
personal y diferenciado. El daño ambiental, por el contrario, es incierto,
indirecto o reflejo, impersonal, de causalidad difusa. En este sentido, Mario
Valls (2016) postula como características sobresalientes las siguientes:

 Los daños ambientales generalmente se exteriorizan lentamente. Esto


dificulta que el perjuicio se advierta, permitiéndole al responsable
disfrutar de los beneficios por un período prolongado hasta que se
reclame y proceda a la ejecución de la sentencia favorable.
 Sus consecuencias pueden ser de una gravedad tal que haga imposible
la reparación y el resarcimiento.
 Relacionada con la anterior, el autor postula que la reposición de las
cosas al estado anterior suele ser difícil, antieconómica o imposible.
Por ello, las normas hacen especial hincapié en la prevención del daño.

La doctrina se refiere al daño ambiental como bicéfalo o bifronte, debido a


que causa tanto daños colectivos como individuales. De esta manera, se
diferencia entre el daño ambiental per se o de incidencia colectiva y el
daño a los individuos a través del ambiente.
En palabras de Morales Lamberti (2008):

…Es posible con la misma acción, causar dos daños


jurídicamente distintos: por un lado el daño ambiental

2
colectivo, cuya obligación de restauración por parte de los
responsables es debida en forma permanente e
imprescriptible frente a la colectividad; y del otro, el daño a
la persona o cosa material con motivo del mismo daño
ambiental… Corresponde así, distinguir entre el daño
causado a las personas o a sus bienes, incluso a través del
daño al ambiente, del daño causado al ambiente mismo o
daño ambiental puro. (Morales Lamberti, 2008, p.12).

Sabsay y Di Paola (2003), entienden que es una distinción que permite


analizar las características particulares de cada tipo de daño. De esta
manera, en el caso del daño al ambiente, se trata de un menoscabo al
medio en general, afectando la calidad de vida de los seres vivos, los
ecosistemas y demás componentes bióticos y abióticos. En cambio,
respecto al daño individual o clásico, el perjuicio es producido a las
personas o sus cosas, a través del deterioro del ambiente.

Desde otro punto de vista, Mosset Iturraspe, Hutchinson y Donna (1999)


distinguen tres supuestos distintos dentro del concepto genérico de daños:

 Por un lado, el caso en el que se ocasiona un daño patrimonial a un


tercero como consecuencia de un daño ambiental (responsabilidad
civil).
 Por otro, los casos en que es responsable el Estado. Se trata de
responsabilidad administrativa, ya sea por conducta legítima o por una
conducta ilegítima.
 Finalmente, encontramos a los casos de responsabilidad por daños
ambientales colectivos, en los que el daño se le hace a la comunidad.

Marco normativo

Constitución Nacional

Pablo Lorenzetti (2015-a) destaca que se trata de un tipo de daño que


posee mención expresa en la Constitución Nacional. Esto tiene como
consecuencia principal que debamos considerar especialmente el bloque
de constitucionalidad al resolver un caso sobre daño ambiental.

La cuestión del daño ambiental tiene jerarquía constitucional a partir de la


incorporación de la llamada cláusula ambiental en la reforma del año 1994.
El primer párrafo in fine del artículo 41 expresa que “el daño ambiental
generará prioritariamente la obligación de recomponer, según lo

3
establezca la ley”1.La Constitución no se detiene a dar un concepto de daño
ambiental, por ello, lo repasaremos más adelante según la definición de la
Ley General del Ambiente.

Respecto a la obligación que surge como consecuencia del daño ambiental,


podemos decir que recomponer supone restablecer la alteración
ocasionada, volver las cosas al estado anterior a la producción del daño.
Respecto al término prioritariamente, no hay acuerdo en la doctrina si se
trata de una opción o de una obligación, pero la mayoría entiende que solo
cuando la recomposición es técnica o fácticamente imposible se puede
hablar de indemnización sustitutiva (Rosatti, 2007).

En relación a las responsabilidades que surgen de ese daño ambiental,


destacamos, siguiendo a Marta Juliá, el deber de todos los ciudadanos de
preservar el ambiente en primer lugar. La segunda referencia es la
responsabilidad que se configura frente al daño ambiental en particular, lo
que genera la responsabilidad de recomponer según establezca la ley. En
tercer lugar, otro tipo de responsabilidad está asociada a la obligación de
proveer el derecho que tienen las diferentes autoridades (ejecutiva,
legislativas y judiciales en los diferentes niveles de gobierno: nacional
provincial y municipal), lo que les genera una responsabilidad frente al
mandato constitucional. “Aquí identificamos tres actores diferentes: los
habitantes frente al deber de preservar, los habitantes y sus actividades en
general frente a la producción de un daño al ambiente, los funcionarios
frente al incumplimiento del mandato.” (Juliá, Foradori, Perez Cubero,
2015, p. 24).

Ley General del Ambiente N° 25.675

En su artículo 4 establece el principio de responsabilidad, que dispone que


“el generador de efectos degradantes del ambiente, actuales o futuros, es
responsable de los costos de las acciones preventivas y correctivas de
recomposición, sin perjuicio de la vigencia de los sistemas de
responsabilidad ambiental que correspondan”2.

Luego de fijar la política general, esta ley dedica un capítulo especial a la


temática del daño ambiental, particularmente del colectivo. El artículo 27
in fine define al daño ambiental perse o daño ambiental de incidencia
colectiva:

1
Artículo 41. Constitución de la Nación Argentina. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Recuperado dehttps://goo.gl/NVXWuR
2
Artículo 4. Ley 25.675. (2002). Ley General del Ambiente. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado dehttps://goo.gl/75jNXA

4
“Se define el daño ambiental como toda alteración relevante que modifique
negativamente el ambiente, sus recursos, el equilibrio de los ecosistemas, o los
bienes o valores colectivos”3.

Si analizamos los elementos de esta definición, lo primero que nos


preguntamos es: ¿qué significa una alteración relevante y negativa al
ambiente?

Gran parte de la doctrina considera que la capacidad autoregenerativa del


ecosistema constituye una variable de especial importancia a la hora de
determinar si existe daño ambiental (Sabsay y Di Paola, 2003, p.2).

Rosatti (2007) entiende que no existe una única línea divisoria susceptible
de diferenciar todas las hipótesis de relevancia e irrelevancia en materia de
daño ambiental, y propone dos parámetros divisorios como mínimo: una
de ellas absoluta y ocurre en caso de pérdida de biodiversidad, y la otra
ponderada, en caso de alteración de ecosistemas, recursos, bienes o
valores colectivos.

Con respecto a que se trate de una alteración negativa del ambiente,


tenemos que tener presente, como se expresó en el módulo 1, que no todo
es negativo y por ello es válida la aclaración.

El artículo 28 establece la responsabilidad objetiva de quien causare el


daño ambiental, reafirmando el criterio constitucional de la recomposición
al estado anterior como prioridad; solo en caso de no ser técnicamente
factible, se deposita una indemnización sustitutiva en el Fondo de
Compensación Ambiental.

Siguiendo con el factor de atribución de responsabilidad, el artículo 29


establece que:

la exención de responsabilidad sólo se producirá acreditando


que, a pesar de haberse adoptado todas las medidas
destinadas a evitarlo y sin mediar culpa concurrente del
responsable, los daños se produjeron por culpa exclusiva de
la víctima o de un tercero por quien no debe responder.

La responsabilidad civil o penal, por daño ambiental, es


independiente de la administrativa. Se presume iuris tantum

3
Artículo 27. Ley 25.675. (2002). Ley General del Ambiente. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado dehttps://goo.gl/75jNXA

5
la responsabilidad del autor del daño ambiental, si existen
infracciones a las normas ambientales administrativas.4

Como surge de este artículo, se trata de un factor de atribución objetivo y


las eximentes son mucho más estrictas que en el daño común regulado en
el Código, puesto que el autor debe acreditar el hecho exclusivo de la
víctima o un tercero y, a la vez, que adoptó todas las medidas destinadas a
evitar el daño.

En el artículo 30, de manera coherente con lo normado en el artículo 43 de


la Contitución Nacional, la Ley General del Ambiente presenta como
legitimados activos para iniciar acciones sobre daño ambiental al afectado:
al Defensor del Pueblo y a las asociaciones no gubernamentales de defensa
ambiental. También otorga dicha capacidad al Estado nacional, provincial o
municipal.

Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación

Como propuesta superadora del modelo anterior, el Código Civil y


Comercial de la Nación (CCyCN) sancionado en 2014actualiza la
responsabilidad civil conforme a los acontecimientos actuales. En esta
nueva normativa se recepta expresamente el derecho de incidencia
colectiva, por lo que cobra especial protección el daño al medio ambiente.
Además, y en lo que importa especialmente a nuestra materia, reconoce
que el derecho de daños tiene un fin primordialmente preventivo, lo que
vuelve imperante que se impida la provocación antes de que sea luego
subsanado.

La responsabilidad civil se ubica en el Libro Tercero (Derechos personales),


Título V (Otras fuentes de las obligaciones), Capítulo I (Responsabilidad
civil). Esta nueva normativa regula el régimen de responsabilidad,
atribuyéndole una doble función: preventiva y reparadora (artículo 1708).
De este modo, se amplían las funciones del derecho de daños,
revitalizando el sistema y haciéndolo más compatible con los caracteres
del daño ambiental. En otras palabras, se comprenden dos etapas del
daño: actuar ex ante para impedir su producción, continuación o
agravamiento (prevención) y, una vez acaecido el hecho, se presenta la
función resarcitoria (Lorenzetti, 2015-b).

4
Artículo 29. Ley 25.675. (2002). Ley General del Ambiente. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado dehttps://goo.gl/75jNXA

6
La función preventiva es uno de los aspectos más innovadores del nuevo
Código y, más aún, si lo pensamos en lo que a daño ambiental
específicamente se refiere. En palabras de Cafferatta (2014):

Desde la óptica de la especialidad, todo el instrumental


jurídico ambiental está orientado para evitar la consumación
del daño. Cuando se actúa después de que ocurrió el hecho
dañoso la solución tardía es inútil, porque el daño ambiental
es expansivo, multiplicador, continuo o permanente, por ello
es plausible toda decisión que se ubique ex ante (y no ex
post), que opere sobre las causas y las fuentes de los
problemas. (P. 34).

Siguiendo el orden de los artículos, el artículo 1710 se refiere de manera


genérica al deber de prevención del daño, y luego el artículo 1711 a la
acción preventiva en los siguientes términos: “La acción preventiva
procede cuando una acción u omisión antijurídica hace previsible la
producción de un daño, su continuación o agravamiento. No es exigible la
concurrencia de ningún factor de atribución.”5 En cuanto a los legitimados:
serán quienes acrediten un interés razonable (artículo 1712).

Por otro lado, el Código se refiere a la función clásica y mayormente


desarrollada del derecho civil: la función reparadora o resarcitoria en la
Sección 3 a 11 (artículos 1716 a 1780).Para hacer el análisis de la normativa
en este punto, seguiremos a Vera (2015) al distinguir entre: daños a través
del ambiente (aquél derivado de un daño ambiental pero que afecta
intereses individuales) y daño ambiental propiamente dicho o daño
ambiental colectivo (aquél que afecta directamente al ambiente como un
todo común e indivisible). Esta distinción surge del artículo 1737, cuando al
conceptualizar daño expresa: “Hay daño cuando se lesiona un derecho o un
interés no reprobado por el ordenamiento jurídico, que tenga por objeto la
persona, el patrimonio, o un derecho de incidencia colectiva.”6

1) Daño a través del ambiente


El artículo 1716 establece: “La violación del deber de no dañar a otro, o el
incumplimiento de una obligación, da lugar a la reparación del daño
causado, conforme con las disposiciones de este Código.”7 Luego, se

5
Artículo 1711.Ley 26.994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la
Nación Argentina. Recuperado dehttps://goo.gl/QzO0oO
6
Artículo 1737.Ley 26.994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la
Nación Argentina. Recuperado dehttps://goo.gl/QzO0oO
7
Artículo 1716.Ley 26.994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la
Nación Argentina. Recuperado dehttps://goo.gl/QzO0oO

7
establece un criterio amplio de antijuridicidad: “cualquier acción u omisión
que cause un daño a otro es antijurídica si no está justificada”8.

En lo que a factores de atribución se refiere, el Código regula tanto


objetivos como subjetivos (artículos 1721, 1722, 1724).

Respecto a la relación causal, el Código mantiene la teoría de la causalidad


adecuada. El artículo 1726 expresa: “Son reparables las consecuencias
dañosas que tienen nexo adecuado de causalidad con el hecho productor
del daño…”9.

2) Daño ambiental colectivo


Como se expresó, este tipo de daño tiene sus raíces directamente en el
artículo 41 de la Constitución Nacional y se encuentra conceptualizado en
el artículo 27 de la Ley General del Ambiente. Se debe tener en cuenta
que,al tratarse de un daño colectivo, su regulación tiene ciertas
particularidades propias de la indivisibilidad del bien a proteger.

Lamentablemente, el anteproyecto poseía una norma integral que


regulaba todo el proceso colectivo, pero luego el Poder Ejecutivo, al
modificar el artículo 14 y suprimir la categoría de derechos individuales
homogéneos, suprimió también esta regulación.En consecuencia, el daño
ambiental colectivo sigue rigiéndose por la Ley General del Ambiente y la
jurisprudencia (Vera, 2015), por lo que remitimos a lo dicho up supra.

Para complementar
Luego del recorrido realizado, podemos distinguir dos funciones de la
responsabilidad ambiental. Por un lado, la función preventiva receptada en
los principios precautorio y preventivo de la Ley General del Ambiente y en
los artículos 1711 a 1713 del Código Civil y Comercial de la Nación. Por otro
lado, la función resarcitoria o reparadora, regulada en la Ley General del
Ambiente, y que puede consistir en: 1) recomposición total; 2)
recomposición parcial más indemnización subsidiaria; 3) indemnización
sustitutiva.

En esta lectura solo se hizo referencia al marco normativo general


receptado en la Constitución Nacional, la Ley 25675 y el Código Civil y
Comercial. A los fines de profundizar sobre estos temas, te invitamos a

8
Artículo 1717.Ley 26.994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la
Nación Argentina. Recuperado dehttps://goo.gl/QzO0oO
9
Artículo 1726.Ley 26.994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la
Nación Argentina. Recuperado dehttps://goo.gl/QzO0oO

8
estudiar la bibliografía obligatoria, en donde Valls (2016) hace un
minucioso análisis de la responsabilidad por daño ambiental, el principio
contaminador-pagador y las cosas materiales que dañan el ambiente. En
este último punto (Sección X del Capítulo V), Valls profundiza sobre los
distintos regímenes de los residuos, haciendo alusión a las leyes de
presupuestos mínimos de residuos domiciliarios (N° 25.916) y residuos
industriales (N° 25.612) y a la ley de residuos peligrosos (N° 24.051), entre
otras.

9
Referencias
Cafferatta, N. (2014) Derecho ambiental en el Código Civil y Comercial de la
Nación. Recuperado de http://www.nuevocodigocivil.com/derecho-ambiental-en-
el-codigo-civil-y-comercial-de-la-nacion-por-nestor-a-cafferatt/

Constitución de la Nación Argentina. (1994). [Sancionada por el Congreso


General Constituyente el 1° de mayo de 1853, reformada y concordada por la
Convención Nacional Ad Hoc el 25 de septiembre de 1860 y con las reformas de
las Convenciones de 1866, 1898, 1957 y 1994]. Recuperada de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/0-4999/804/norma.htm

Juliá, M., Foradori, M. y Perez Cubero, M. (2015). La responsabilidad ambiental


en el nuevo orden jurídico ambiental de Argentina. En Cuaderno de Derecho
Ambiental, nºVII: Responsabilidad ambiental. Pp. 17-46. Recuperado de
http://www.acaderc.org.ar/ediciones/cuaderno-de-derecho-ambiental-vii

Ley 26.994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de


la Nación Argentina. Recuperado de:
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/235000-
239999/235975/norma.htm

Ley 25.675. (2002). Ley General del Ambiente. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de:
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/75000-
79999/79980/norma.htm

Lorenzetti, P. (2015-a). La función preventiva de la responsabilidad civil y el daño


ambiental en el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación. Recuperado de
http://www.nuevocodigocivil.com/la-funcion-preventiva-de-la-responsabilidad-
civil-y-el-dano-ambiental-en-el-nuevo-codigo-civil-y-comercial-de-la-nacion-por-
pablo-lorenzetti/

Lorenzetti, R. (2015-b). Código Civil y Comercial de la Nación Comentado. Buenos


Aires: Robinzal-Culzoni.

Morales Lamberti, A. (2008). Estudios de Derecho Ambiental. Córdoba: Alveroni.

Mosset Iturraspe, J., Hutchinson, T., y Donna, E. (1999). Daño Ambiental. Buenos
Aires: Rubinzal-Culzoni.

Rosatti, H. (2007). Derecho Ambiental Constitucional. Santa Fe: Rubinzal-Culzoni.

Sabsay, D., Di Paola, M. (2003). El daño ambiental colectivo y la nueva ley general
del ambiente. En Anales de Legislación Argentina. Boletín informativo N° 32. Pp.
1-9. Buenos Aires: Ed. La Ley.

Valls, M. (2016). Derecho ambiental. Buenos Aires: Abeledo Perrot.

10
Vera, A. (2015). Responsabilidad por daños en materia ambiental en el nuevo
Código Civil y Comercial. En: L. Devia (Dir.), Avances del nuevo código civil y
comercial en los aspectos ambientales (pp.s/d). Buenos Aires: Albremática.

11
Leyes de
presupuestos
mínimos

Derecho
Ambiental

1
Leyes de presupuestos
mínimos
En varias lecturas anteriores hemos hecho referencia a los presupuestos
¿Qué es el llamado
mínimos de la política ambiental argentina, particularmente a la Ley
federalismo
ambiental? ¿Cuál es la General del Ambiente N° 25.675 que establece los presupuestos mínimos
división de de gestión ambiental. Pero no nos hemos preguntado aún: ¿qué son los
competencias entre presupuestos mínimos ambientales? A partir de allí, ¿cuál es la división de
nación y provincias competencias entre nación y provincias en temas ambientales?, ¿cuáles
conforme al dictado de
son las leyes de presupuestos mínimos en Argentina?
presupuestos mínimos
de protección
ambiental? Valls (2016) se refiere, en distintos puntos del capítulo V, directamente a
las leyes de presupuestos mínimos sectoriales (de residuos industriales y
domiciliarios, de gestión de PCBs, de gestión ambiental de aguas, bosques
nativos, etc.). Por ello, aquí haremos hincapié en las discusiones
doctrinarias en torno al concepto de presupuesto mínimo ambiental, pero
antes, a lo que significa el federalismo ambiental y la distribución de
competencias en la temática. Al final, se enumerarán las leyes de
prespuestos mínimos vigentes en nuestro país.

Federalismo ambiental1: distribución de competencias

“Nuestra Constitución con la reforma de 1994 operó un cambio fundamental sobre


nuestro sistema federal al modficar el esquema de reparto de competencias
legislativa, administrativa y judicial en materia ambiental” (Esain, 2011, p. 735).

Nuestro país adopta para su gobierno la forma federal según lo establece el


artículo 1 de la Constitución. Esto implica que la competencia para legislar
se encuentra dividida entre una autoridad central y varias locales (Esain,
2011). Podemos preguntarnos: ¿cómo se distribuye la competencia en
materia ambiental entre la nación y las provincias? En otras palabras, ¿qué
le compete a la nación y qué a las provincias?

Para dar respuesta a ese interrogante, comenzaremos con lo establecido


por el artículo 121 de la Constitución Nacional, conforme al cual, las
provincias conservan todo el poder no delegado por la Constitución al
gobierno federal.

1
Denominación utilizada por Quiroga Lavié en Quiroga Lavié, H. (1996). El estado ecológico de
derecho en la Constitución Nacional. En La Ley, T.1996-B, sección Doctrina, p. 950-960.

2
Con la reforma de 1994 se incorpora, como ya estudiamos, el artículo 41 a
la Constitución, que en el tercer párrafo establece:

“Corresponde a la Nación dictar las normas que contengan los presupuestos


mínimos de protección, y a las provincias, las necesarias para complementarlas,
sin que aquéllas alteren las jurisdicciones locales”2.

Entonces, ¿cómo se interpreta el juego de las dos normas constitucionales?


Lo dispuesto por el artículo 121 constituye la regla –las provincias
conservan todo el poder no delegado, por ende la jurisdicción legislativa
ambiental es provincial (Morales Lamberti, 2005)-, mientras que el artículo
“¿Hasta dónde puede
el Estado federal 41, tercer párrafo, marca la excepción para la temática ambiental –la
legislar presupuestos delegación efectuada a la nación es acotada al dictado de presupuestos
mínimos? mínimos ambientales, sin alterar las jurisdicciones locales-.
¿Cuál es el límite del
Como solo nos referimos a la competencia para legislar en materia
deslinde y la relación
entre ambos campos ambiental, podemos decir que se trata de competencia concurrente entre
competenciales? nación y provincia, pero de una concurrencia especial, ya que ambas
esferas de gobierno se complementan.
¿Puede el Estado
federal avanzar con
Llegados a este punto, estamos en condiciones de preguntarnos: “¿Hasta
esta atribución sobre
la competencia de las dónde puede el Estado federal legislar presupuestos mínimos? ¿Cuál es el
provincias?” (Esain, límite del deslinde y la relación entre ambos campos competenciales?
2011, p. 739). ¿Puede el Estado federal avanzar con esta atribución sobre la competencia
de las provincias?” (Esain, 2011, p. 739).

Seguiremos a Esain para intentar dar respuesta a esos interrogantes. En


primer lugar, este autor explica que “la concurrencia complementaria
implica exclusividad, aunque sólo aplicable a la función parcial con la que
cada orden concurre a la función total de legislar la materia ‘protección
ambiental’” (Esain, 2011, p. 740). En otras palabras, la concurrencia de las
dos esferas de gobierno para legislar sobre la misma materia se hace desde
el complemento, lo que implica competencias exclusivas. En este sentido,
las normas provinciales excluyen a las normas nacionales de su ámbito de
actuación exclusivo, que es el de complementar las normas de
presupuestos mínimos.

En ese marco, el principio de supremacía federal, que deriva del artículo 31


de la Carta Magna, se pone de manifiesto en los siguientes supuestos: 1)
las normas de presupuestos mínimos de protección ambiental dictadas por

2
Artículo 41. Constitución de la Nación Argentina. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Recuperado de https://goo.gl/NVXWuR

3
el Congreso Nacional obligan a las provincias a complementarlas; 2) en
caso de que las normas locales protejan en menor medida al ambiente,
pueden ser declaradas inconstitucionales por violar el piso mínimo,
inderogable y supremo que importan las leyes de presupuestos mínimos
(Esain, 2011).

Además, como ya se hizo referencia, resulta fundamental el principio de


complementariedad para entender el funcionamiento del esquema
competencial en la materia, establecido por el constituyente. En este
sentido, la incorporación del tercer párrafo del artículo 41 es una gran
novedad para el reparto de competencias clásico que separa las dos
esferas políticas, introduciendo el denominado “federalismo de
concertación o federalismo cooperativo” (Esain, 2011, p. 745).

Siguiendo a Esain (2011), el esquema funcional de esta relación


competencial complementaria sería el siguiente:

 La Constitución Nacional establece que la nación debe dictar las normas


que contengan los presupuestos mínimos de protección del ambiente.
Esto le corresponde de manera exclusiva y excluyente a la autoridad
federal.
 Pero como solo se establece un piso mínimo y no se agota la regulación
total de la materia, el constituyente estableció que las provincias tienen
la función competencial para complementar esas normas nacionales.
Esta función es exclusiva y excluyente de la autoridad provincial.

Lo que las hace complementarias es que ambos sectores


llamados de manera exclusiva deben concurrir a la
formación de un sistema unificado, que supone una
regulación global de la materia, la que se articulará con
normas de ambas procedencias, las que se deben presentar
de manera sistmémica, no contradictoria o no fragmentada,
unitaria, coordinada y coherente; ya que todo el complejo
normativo deberá estar destinado a los mismos sujetos y
aplicado por los mismos órganos (administrativos y
judiciales). Esto es lo que implica el complemento: dos
funciones exclusivas pero que son llamadas a formar un todo
sistémico. (Esain, 2011, p. 746).

Una de las cuestiones más discutidas en la doctrina es la delimitación del


quántum de esa delegación que las provincias hicieron a la nación. Uno de
los límites más fuertes a esa delegación es el artículo 124, que expresa:
“Corresponde a las provincias el dominio originario de los recursos

4
naturales existentes en su territorio”3. Entonces, los presupuestos mínimos
dictados por la nación no pueden alterar el dominio ni la jurisdicción de los
recursos naturales, cuya titularidad corresponde a las provincias. Sabsay y
Di Paola (2002) consideran que de la combinación de las disposiciones
contenidas en los artículos 41 y 124 se induce que la delegación se efectuó
con ciertos límites, entre ellos, que no conduzca a un vaciamiento del
dominio que tienen las provincias sobre sus recursos naturales. Además,
cabe decir que esta delegación de competencias es de excepción, ya que si
se hubiera querido delegar la legislación de la temática ambiental al nivel
federal, se hubiera incluido en el artículo 75 entre las atribuciones del
Congreso.

Figura 1: La distribución federal en Argentina

Fuente: Adaptado de Seterra, 2017: https://goo.gl/AgDfOj

Presupuestos mínimos ambientales4


Pero al final, ¿qué siginifica presupuestos mínimos?

Al comienzo existía relativo acuerdo entre los doctrinarios, juristas y


abogados sobre el significado del concepto de presupuestos mínimos. Ello
se perdió con la sanción de las primeras leyes de presupuestos mínimos
nacionales en el año 2002.No existe un definición constitucional explícita

3
Artículo 124. Constitución de la Nación Argentina. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Recuperado de: https://goo.gl/NVXWuR
4
Para el desarrollo de este apartado se tomó como base el libro: Julia, M.,Foradori, M., y Ulla,
M.(2016). Los presupuestos mínimos y el nuevo orden jurídico ambiental en Argentina: conflictos,
debates y disputas en el campo político jurídico 2014-2015. Córdoba: Advocatus.

5
que aclare (o no) el panorama de lo que entendieron los convencionales
constituyentes por presupuesto mínimo.
Al respeto, Marta Juliá (2005) expresa:

Existen por lo menos tres posiciones claramente


diferenciadas sobre el alcance del concepto de presupuesto
mínimo incorporado en la Constitución.

1. Una posición restrictiva donde el alcance de este


concepto está limitado un piso o umbral fijado por valores o
límites equiparables a estándares y no puede regularse nada
mas bajo el concepto de presupuesto mínimo.

2. Una posición intermedia que si bien es coincidente


en la necesidad de fijar limites y valores entienden que el
concepto puede albergar algunos principios y la formulación
de instrumentos de gestión uniforme y en algún caso la guía
de objetivos políticos mínimos.

3. Una posición amplia que comprende que es una


verdadera delegación de la temática ambiental y por lo
tanto bajo el rubro de presupuestos mínimo podría incluirse
menos la legislación común que está delegada a la Nación,
todos los aspectos. (P. 102).

En base a esa clasificación, Bec y Franco (2010) entienden que el tercer


párrafo del artículo 41 constituye el sustento legal de la posición restrictiva,
mientras que el artículo 6 de la Ley General del Ambiente es fiel a la
posición amplia. Esta ley establece:

Artículo 6: Se entiende por presupuesto mínimo, establecido


en el artículo 41 de la Constitución Nacional, a toda norma
que concede una tutela ambiental uniforme o común para
todo el territorio nacional, y tiene por objeto imponer
condiciones necesarias para asegurar la protección
ambiental. En su contenido, debe prever las condiciones
necesarias para garantizar la dinámica de los sistemas
ecológicos, mantener su capacidad de carga y, en general,
asegurar la preservación ambiental y el desarrollo
sustentable.5

5
Artículo 6. Ley 25.675. (2002). Ley General del Ambiente. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado dehttps://goo.gl/75jNXA

6
Otra definición importante es la que expresa la Resolución del Consejo
Federal del Medio Ambiente (COFEMA) 92/04:

Se entiende por presupuesto mínimo al umbral básico de


protección ambiental que corresponde dictar a la Nación y
que rige en forma uniforme en todo el territorio nacional
como piso inderogable que garantiza a todo habitante una
protección ambiental mínima más allá del sitio en que se
encuentre. Incluye aquellos conceptos y principios rectores
de protección ambiental y las normas técnicas que fijen
valores que aseguren niveles mínimo de calidad. La
regulación del aprovechamiento y uso de los recursos
naturales, constituyen potestades reservadas por las
Provincias y por ello no delegadas a la Nación. En
consecuencia el objeto de las leyes de presupuestos
mínimos debe ser el de protección mínima ambiental del
recurso y no el de su gestión, potestad privativa de las
provincias.6

Como podemos observar, los distintos conceptos normativos no aclararon


la cuestión sobe el contenido y alcance de los presupuestos mínimos. La
mayoría hace referencia a una norma de base, común, umbral, piso o límite
mínimo de protección ambiental para la toda la nación. El mayor problema
deviene al preguntarnos por el alcance o quántum de dicho presupuesto.
Una postura amplia considera que puede regularse la temática ambiental
en general, mientras que desde una postura más limitada entienden el
concepto de presupuesto mínimo con un alcance parcial, considerando que
solo puede regularse sobre ciertas temáticas ambientales, de acuerdo a
una concepción restrictiva del ambiente.

La mayoría de estas
Leyes de presupuestos mínimos
leyes de presupuestos
mínimos se encuentra Resulta curioso que, aunque con la reforma de 1994 se incorporaron los
desarrollada en presupuestos mínimos en la Constitución Nacional, recién en el año 2002
diferentes secciones
se sancionaron las primeras cinco leyes de presupuestos mínimos.
de la bibliografía
obligatoria. Te Actualmente, las leyes vigentes en Argentina son:
invitamos a estudiar el
material.  Ley de Gestión Integral de Residuos Industriales y Actividades de
Servicios N° 25.612 (29/07/2002).
 Ley para la Gestión y Eliminación de los PCBs N° 25.670 (19/11/2002).
6
Resolución 92/04. (2004). Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental. Consejo Federal de
Medio Ambiente. Recuperada de: https://goo.gl/iKGfy1

7
 Ley General del Ambiente N° 25.675 (28/11/2002).
 Ley de Gestión Ambiental de Aguas N° 25.688 (03/01/2003).
 Ley Régimen de libre acceso a la Información Pública Ambiental N°
25.831 (07/01/2004).
 Ley Integral de Gestión de Residuos Domiciliarios N° 25.916
(07/09/2004).
 Ley Protección Ambiental de Bosques Nativos N° 26.331 (26/12/2007).
 Ley de Control de Actividades de Quema N° 26.562 (23/11/2010).
 Ley Régimende Presupuestos Mínimos para la Preservación de
los Glaciares y del Ambiente Periglacial N° 26.639 (28/10/2010).
 Ley Sistema Federal de Manejo del Fuego N° 26.815 (16/01/2013).
 Ley de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental para la Gestión
de los Envases Vacíos de Fitosanitarios N° 27.279 (11/10/2016).

Para finalizar
Luego del recorrido realizado, podemos afirmar que en Argentina
encontramos leyes de presupuestos mínimos ambientales a nivel nacional
y tenemos la ley general y varias sectoriales. Luego, encontramos sus
respectivas (o no) normas provinciales complementarias, tanto generales
como sectoriales.

8
Referencias
Bec, E., y Franco, H. (2010). Presupuestos mínimos de protección ambiental.
Tratamiento completo de su problemática jurídica. Buenos Aires: Cathedra
jurídica.

Constitución de la Nación Argentina. (1994). [Sancionada por el Congreso


General Constituyente el 1° de mayo de 1853, reformada y concordada por la
Convención Nacional Ad Hoc el 25 de septiembre de 1860 y con las reformas de
las Convenciones de 1866, 1898, 1957 y 1994]. Recuperada de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/0-4999/804/norma.htm

Esain, J. (2011). El federalismo ambiental. Reparto de competencias legislativas en


materia ambiental en la Constitución Nacional y en la Ley General del Ambiente
25675. En N. Cafferatta (Dir.), Summa Ambiental Tomo I (pp. 735-770). Buenos
Aires: Abeledo Perrot.

Juliá, M. (2005).La discusión del concepto de presupuesto mínimo en el marco de


un nuevo orden ambiental político, jurídico e institucional. Revista de Derecho
Ambiental, nº1, pp. 99-111.

Ley 25.675. (2002). Ley General del Ambiente. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/75000-
79999/79980/norma.htm

Morales Lamberti, A. (2005). Instituciones de derecho ambiental. Córdoba: M.E.L.

Sabsay, D., Di Paola, M. (2002) El federalismo y la nueva ley General del


Ambiente. En Anales de Legislación Argentina, Boletín informativo Nº 32. Pp. 47-
54. Buenos Aires: La Ley

Valls, M. (2016). Derecho ambiental. Buenos Aires: Abeledo Perrot.

Seterra (2017). Juego de Mapas [Imagen captura de pantalla]. Recuperado de:


http://online.seterra.com/es/vgp/3081

9
Créditos de
emisión

Derecho
Ambiental

1
Créditos de emisión
¿En qué consisten los Bienvenidos a la última lectura. Aquí comenzaremos abordando
créditos de emisión? someramente en qué consisten los mercados de derecho de emisión, que
¿Los mercados de se encuentran explicados por Valls (2016) en la bibliografía obligatoria. Por
emisiones? ¿Los bonos ello, haremos mayor hincapié en los mecanismos estatales de protección
de carbono? ¿Qué son
las normas ISO?
ambiental y, particularmente, en los tributos ambientales y beneficios
fiscales ecológicos, como otros de los instrumentos económicos de gestión
ambiental.

Mercado de emisiones
Coincidimos con Vergés (2009) al expresar que el mercado de derechos de
emisión consiste en:

un mecanismo de mercado –comercio de derechos de


emisión- ‘diseñado’ y organizado por los poderes públicos,
en el marco de un acuerdo internacional, como pieza central
de la regulación económica/medio-ambiental sobre
actividades que generan una externalidad negativa: emisión
de cantidades importantes de dióxido de carbono; el
principal gas responsable del efecto invernadero (P. 1).

Las externalidades La pregunta que el autor se hace en su texto es: ¿qué hacemos con la
ambientales son un emisión de CO2, que constituye una externalidad negativa para las
tipo de externalidades empresas? Entre las primeras opciones se encuentran: que la empresa
o efectos externos (industria) internalice ese costo social a través del pago de un tributo de
que, desde el punto de acuerdo a la cantidad emitida, o bien que legalmente se prohiban dichas
vista económico,
deberían cuantificarse emisiones obligando a la industria a adoptar las medidas necesarias a tal
e incorporarse en el fin. Respecto a dichas opciones se plantean algunos inconvenientes: por un
análisis costo- lado, como la emisión de dióxido de carbono es un problema a nivel global,
beneficio de cualquier el impuesto debería ser universal con las complicaciones que conlleva, y
actividad. La por otro lado, neutralizar la contaminación en origen no es una meta fácil
contaminación
ambiental que de cumplir (Vergés, 2009).
produce la emisión de
gases de efecto En respuesta a ello, y con el fin de reducir las emisiones de gases de efecto
invernadero constituye invernadero a nivel mundial, el Protocolo de Kyoto (de la Convención
una externalidad Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático ya estudiada)
negativa. (Delacámara,
G. 2008, recuperado compromete a los Estados firmantes a establecer legalmente la obligación
dehttps://goo.gl/bA0ix de reducir en una determinada cantidad las emisiones de CO2 en su
4) territorio.

2
Entonces, ¿en qué consiste el llamado mercado de emisiones? Nos parece
adecuado transcribir la explicación de Vergés (2009), quien en un esquema
simplificado expresa:

Los objetivos al diseñar un ‘mercado de emisiones de CO2’


es facilitar la consecución de las reducciones anuales por
parte de cada país, y con el menor coste posible para las
industrias afectadas.

El mercado de derechos de emisión de CO2 surge en un


país cuando la normativa legal no solo establece esos límites
de emisión para cada industria-empresa y un impuesto por
Puedes consultar el
cada tonelada emitida de más, sino que además convierte
Protocolo de Kyoto a
esos tonelajes máximos autorizados en un derecho (sic) para
través del siguiente
esas empresas: La empresa ‘i’ tiene entonces el derecho a
enlacehttps://goo.gl/j
pKsJJ y profundizar a
emitir ‘ix’ toneladas de CO2 al año Es decir, le han sido
través de las lecturas asignados Derechos de Emisión2 (DE) por esas ix Tn
que se encuentran en equivalentes de CO2. Si emite más, o bien deberá comprar
el aula abierta. DE a otras empresas para cubrir el exceso, o bien pagar el
correspondiente impuesto por la diferencia. Y si, por el
contrario, demuestra que ha emitido menos, la diferencia
son unos DE que no ha utilizado, y que, como cualquier otro
derecho, puede transferir, vender, a otra empresa. ¿Qué
empresa pagará por ese ‘derecho a emitir’, por ejemplo, 500
Tn? Una que vaya a emitir 500 Tn. más de CO2 de las que
tiene autorizadas y que le salga más a cuenta comprar esos
derechos por un precio determinado que pagar el impuesto
correspondiente (P. 3).

Ese mercado de derechos de emisión, que surge del Protocolo de Kyoto a


nivel internacional, es más complejo que el esquema anterior. Intervienen
muchos factores, como ser: cuestiones políticas que determinan la
aplicación o no del Protocolo, un trato diferente entre los países
desarrollados y subdesarrollados, el nivel de cumplimiento y marco
normativo de cada Estado signatario del Protocolo, entre otros (Vergés,
2009).

3
Mecanismos Estatales de Protección Ambiental
(MEPA)1
Los MEPA son todos aquellos instrumentos que pueden adoptar las
Administraciones, en el ejercicio de su función pública, para preservar el
medioambiente.

Se han elaborado numerosas clasificaciones en torno a estos instrumentos,


de hecho hay prácticamente tantas como estudiosos sobre el tema. En este
caso, siguiendo a Salassa Boix (2010) clasificaremos a estos mecanismos
según el grado de autonomía que poseen los sujetos a quienes van
destinados y la conducta que el ordenamiento jurídico espera de ellos. En
base a este criterio, encontramos básicamente instrumentos restrictivos y
permisivos.

Los instrumentos restrictivos, también llamados directos o administrativos,


se incluyen dentro de las prácticas de obligación, control y sanción de las
administraciones públicas. Se trata de todas aquellas medidas que ejercen
una acción directa sobre los contaminadores mediante un conjunto de
disposiciones que, de no cumplirse, genera la aplicación de sanciones.

Los instrumentos permisivos, también llamados económicos o de mercado,


otorgan un mayor grado de discrecionalidad, ya que de entre todas las
opciones posibles se permite al administrado elegir la que mejor se ajusta a
sus intereses económicos. Estas medidas pueden ser positivas, negativas o
mixtas, según se procure incentivar o desincentivar (o ambas
simultáneamente) a los particulares a la realización o no de ciertas
actividades contaminantes.

Dentro de los instrumentos permisivos, destacamos el sistema fiscal que


puede proteger al medio ambiente, a través de tributos ambientales o
beneficios fiscales ecológicos, según se incremente la presión fiscal de los
contribuyentes que realicen actividades anti-ecológicas (desincentivo) o se
alivie la carga tributaria en el caso de actividades pro-ambientales,
respectivamente (incentivo).

1
Para el desarrollo de este apartado se tomó como base el artículo:Foradori, M., y SalassaBoix, R.
(2015). La educación ambiental y la fiscalidad ambiental: puntos de encuentro. En:Llamosas, E.,
García Cima, E., Lascano, C., Seleme, H., Rey Caro, E. (Com. Ed.) (2015)Anuario XV (2013-2014) del
Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociales de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional
de Córdoba (pp. 89-106). Buenos Aires: La Ley.

4
Tributos ambientales

Los tributos ambientales, como medidas permisivas negativas, se pueden


definir como aquellos gravámenes que no tienen como finalidad esencial
obtener recursos, sino desalentar la realización o utilización de conductas o
bienes que atentan contra el medio ambiente, más allá de la asignación
presupuestaria de los fondos recaudados (Salassa Boix, 2013-b).

Gravando conductas contaminantes se busca que sus


generadores "internalicen" los costos sociales que producen
las externalidades negativas que recaen sobre la sociedad.
Al elevar (internalizar) los costos que implican ciertas
actividades y bienes comunes, los tributos ambientales
permiten disminuir su realización y utilización promoviendo
la aplicación de procesos ecológicamente más eficientes
(Foradori y SalassaBoix, 2015, p. 95).

En otras palabras, la aplicación de este tipo de instrumentos de política y


gestión ambiental provoca en los productores industriales y prestadores de
servicios la necesaria búsqueda de tecnologías más limpias en beneficio del
ambiente y, asimismo, la socialización de los costos ambientales.

Entre las características que se desprenden de la definición antes


mencionada, destacamos:

Pertenencia a la categoría de tributos: Más allá que su


finalidad principal sea de carácter intervencionista, los
gravámenes ambientales pertenecen al género amplio de
"tributos" y, dentro de éste, a la sub-especie de "tributos
con fines extra-fiscales". De forma que, al igual que
cualquier otro gravamen, se trata de una relación
obligacional impuesta por la ley, que nace con la realización
del hecho imponible, momento en el cual se genera la
posición de sujeto pasivo en el contribuyente y la de sujeto
activo en el fisco.

Finalidad principal de carácter extra-fiscal: Los tributos


ambientales adoptan como finalidad principal el desaliento
de conductas o bienes anti-ecológicos y como finalidad
secundaria la obtención de recursos económicos. Esto
quiere decir que no se despoja al gravamen de su finalidad
recaudatoria, sólo que ésta se ve eclipsada por el objetivo

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primordial del tributo (regulador). Para que exista una
verdadera finalidad ecológica el gravamen tiene que poseer
una entidad tal que altere sensiblemente las alternativas de
los posibles agentes contaminantes. Es decir que no basta
con la mera sujeción de una actividad o bien contaminante
sino que la presión tributaria tiene que ser de una cuantía
tal que al contribuyente no le dé prácticamente lo mismo
agredir el medio ambiente que no hacerlo. […]

Ausencia de naturaleza sancionatoria: Si afirmamos que


un tributo con fines ultra-fiscales conserva su finalidad
recaudadora y que se aplica sobre conductas tolerables por
la sociedad pero es conveniente su morigeración, nunca
podrá tener naturaleza sancionatoria. El rechazo hacia una
situación que se tolera pero que se desea disminuir (no
eliminar) encaja mejor en la noción de tributo que en la de
sanción. El binomio infracción-sanción no se muestra del
todo adecuado para regular tales situaciones (Foradori y
SalassaBoix, 2015, p. 95-96).

Beneficios fiscales ecológicos

No son pocos los juristas que confunden a los tributos ambientales con los
beneficios fiscales ecológicos, pero la diferencia entre ambas medidas es
evidente, no solo en su concepción, sino también en su funcionamiento.
Antes de mencionar sus diferencias, es importante remarcar como
característica común que ambos constituyen instituciones del Derecho
Tributario y tienden al cuidado del ambiente.

La distinción estriba en que mientras los tributos


ambientales persiguen desmotivar a los administrados en la
realización de conductas anti-ambientales (desalentando el
consumo desmedido del agua, la utilización excesiva de los
automóviles, etc.), los beneficios fiscales ecológicos
procuran alentar la realización de conductas pro-
ambientales (promoviendo la utilización de energía limpia, el
uso de vehículos menos contaminantes, etc). El quid de la
cuestión gira en torno a la función, disuasoria o persuasoria,
que refleja cada medida (Foradori y SalassaBoix, 2015, p. 97).

Vale la pena aclarar, que los beneficios fiscales ecológicos no son tributos
sino ventajas que se incorporan a éstos. Tales ventajas son de las más
variadas y pueden implicar la anulación, reducción o incluso el

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aplazamiento del cumplimiento de una deuda tributaria (Salassa Boix,
2013-a).

A raíz de ello, definimos a los beneficios fiscales ecológicos como aquellas


ventajas que otorga el sistema fiscal por medio de las cuales se dispensa,
disminuye o difiere la carga tributaria de los sujetos pasivos encargados de
afrontar el gravamen.

Te invitamos a visitar
las siguientes páginas:
Para finalizar
- ISO:
En esta lectura se hizo un repaso por los instrumentos económicos de
https://goo.gl/bcTi3B
gestión ambiental, entre los que se encuentran los mercados de emisiones,
- IRAM: los tributos ambientales y los beneficios fiscales ecológicos.
https://goo.gl/NCbCJ2
Les quedará estudiar la acreditación de la buena conducta ambiental a
través de las normas ISO y la certificación de productos ecológicos.

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Referencias
Foradori, M., y SalassaBoix, R. (2015). La educación ambiental y la fiscalidad
ambiental: puntos de encuentro. En:Llamosas, E., García Cima, E., Lascano, C.,
Seleme, H., Rey Caro, E. (Com. Ed.) (2015)Anuario XV (2013-2014) del Centro de
Investigaciones Jurídicas y Sociales de la Facultad de Derecho de la Universidad
Nacional de Córdoba (pp. 89-106). Buenos Aires: La Ley.

SalassaBoix, R. (2013-a). La fiscalidad extrafiscal de los tributos. Algunas notas


sobre los tributos medioambientales. EnE. Arroyo (Dir.), Estudios de Derecho
Tributario. Córdoba: Advocatus y Ciencia, Derecho y Sociedad (UNC).

SalassaBoix, R. (2013-b). La protección ambiental a partir del Derecho fiscal. En:


M. Juliá (Dir.), La investigación jurídica en políticas públicas ambientales(pp.31-
49). Córdoba: Narvaja.

SalassaBoix, R. (2010). Thegovernmentmechanisms of environmentalprotection.


En 3rd International Workshop onUncertainty in Greenhouse Gas Inventories.
Proceedings, pp. 251-258.Lviv (Ucrania): LvivPolytechnicNationalUniversity.

Valls, M. (2016). Derecho ambiental. Buenos Aires: AbeledoPerrot.

Vergès, J. (2009). El Protocolo de Kyoto y el Mercado de Emisiones de CO2;


Regulación Mediante Mercado para una Especial Externalidad Negativa. En J.
Vergès (2009). ¿Nueva Regulación o fundamentalismo de mercado?, p. 1-12.
España: BEG: researchgroup in Business-Economy-and-Governments.

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