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Daños
En un mismo hecho dañoso –como puede ser la mutilación de piernas por accidente
laboral- va a generar daño patrimonial consistente en el daño emergente (gastos
hospitalarios, prótesis) y el daño moral, consistente en la minoración subjetiva sufrida, el
detrimento en su forma de sentir y pensar.
Daño Emergente
Lucro cesante
Perdida de chances
Es el ya ocurrido al tiempo en que se dicta la sentencia. Son los perjuicios presentes o los
que haya sufrido la víctima. Por ejemplo, los gastos médicos.
Daño futuro
Daño inmediato
Resulta del curso natural y ordinario de las cosas; el daño mediato resulta de la conexión
de un hecho con un acontecimiento distinto.
El daño es previsible
Regulación del daño moral en el derecho privado argentino. El nuevo Código Civil y
Comercial
En el Código Civil derogado, conforme la reforma de la ley 17711, el art. 522 expresa “En
los casos de indemnizaciones por responsabilidad contractual el juez podrá condenar al
responsable a la reparación del agravio moral que hubiere causado, de acuerdo con la
índole del hecho generador de la responsabilidad y circunstancias del caso”. Dicho artículo
fue introducido para todos aquellos casos de reparación por incumplimiento contractual
–obligacional-, es decir que, en este supuesto, cabe la preexistencia de una convención
entre partes, y de ella deviene el nacimiento de obligación concreta, cualquiera sea su
naturaleza.
Legitimación
En el art. 1741 del CCC queda claramente establecida una ampliación en la legitimación
para reclamar la reparación de las consecuencias no patrimoniales, lo que marca una
clara diferencia con el sistema anterior. Señala, en primer lugar, al damnificado directo
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(víctima del daño) como regla en cuanto hace a la legitimación, pero incluye, en caso de
muerte o padecimiento de una grave discapacidad, según las circunstancias y a título
personal, a los ascendientes, descendientes, cónyuge y quienes convivían recibiendo trato
familiar ostensible.
2. En caso de que la víctima subsista. Si bien, por regla, en este caso la legitimación
está limitada al damnificado directo, la novedad es que se admite la posibilidad de reclamo
no sólo ante el deceso de la víctima, sino también ante el sufrimiento de una “gran
discapacidad”.
El CCC, en su art. 1741, pone punto final a las diferentes interpretaciones que se formulan
en el ámbito doctrinario y jurisprudencial, no sólo en cuanto al término "herederos
forzosos", sino también respecto de la posibilidad de aplicar el art. 1079 del actual código
en determinados casos particulares. Se ha sostenido, y con adecuada razón, que no es
justo excluir el resarcimiento del daño no patrimonial a quienes no revisten la calidad de
herederos forzosos.
En relación con el monto indemnizatorio, éste es claro y concreto; el art. 1741 afirma que
debe establecerse teniendo en cuenta las satisfacciones sustitutivas y compensatorias.
Esto resulta problemático por iguales razones a las expuestas más arriba: la textura
abierta del lenguaje. El juez debe fundamentar de manera adecuada y conforme a la ley
para el supuesto en que no considere las mencionadas satisfacciones. El monto no debe
guardar una correspondencia o relación de proporción con la entidad del daño
patrimonial, pero el magistrado, al tiempo de sentenciar, debe valuar una acentuada
apreciación de las circunstancias del caso que puedan procurar las sumas que se otorguen
por este daño.
En todos los casos, por la aplicación de los principios de prueba, el daño moral debe
probarse, en principio, por quien lo alega, sin más consideraciones respecto de su origen.
Dada la dificultad de producir una prueba directa sobre el perjuicio padecido, que es
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interno y que no implica necesariamente las lágrimas o una exteriorización estereotipada,
se considera que la prueba es indirecta y que surge de los indicios y las presunciones
hominis, teniendo en cuenta el evento dañoso y las características del caso. De tal modo
puede determinarse la existencia del daño moral, la magnitud o, en su caso, la inexistencia
de este.
En cuanto a la carga de la prueba del daño moral, en el nuevo Código, conforme el art.
1744, se impone que todo daño deba ser acreditado por quien lo invoca, excepto
imputación o presunción legal o notoriedad (son ejemplo de esta presunción los gastos
médicos del art. 1746 del CCC).
Con base en ello, la carga probatoria del daño moral recae invariablemente sobre el actor,
quien deberá acreditarlo mediante demostración activa cuando se afecte un bien de
naturaleza patrimonial. Opuestamente, cuando la afectación recaiga en un bien de
entidad extrapatrimonial (art. 1740, segundo supuesto del CCC), estará asistido por una
presunción hominis, que deberá ser desvirtuada por el accionado si pretende contrarrestar
la pretensión ejercida.
Para lograr arribar a la determinación de la entidad del daño moral, se debe tener en
cuenta la gravedad objetiva del daño sufrido por la víctima. Esto se logra considerando la
modificación disvaliosa del espíritu, en el desenvolvimiento de sus capacidades de sentir,
querer y entender, y de su estado anímico. Todos estos elementos deben ser ponderados
prudencialmente por el magistrado.
El CCC regula la antijuricidad en el Art. 1717 donde expone que: “cualquier acción u
omisión que causa daño a otro es antijurídica si no está justificada”.
El CCC se inclina por la antijuricidad material según la cual la simple violación del
neminem laedere implica ilicitud, salvo que la conducta o perjuicio se encuentre
justificado.
Una postura considera que el acto ilícito civil requiere de la imputabilidad de la conducta
del agente, es decir que la ilicitud es subjetiva. La razón por la cual participan de estas
ideas se funda en la suposición de que, si la ilicitud no requiriera la voluntad del sujeto,
los actos ilícitos no debieran ser incluidos en la categoría de actos voluntarios en el Código
Civil. Tanto en la norma de Vélez como en el actual art. 1717 del CCC, se hace alusión a
la responsabilidad civil desde su función resarcitoria de un daño injusto. Esto no quiere
decir que el acto involuntario no pueda ser ilícito. En el nuevo Código, se dispone en el
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art. 1750: “Daños causados por actos involuntarios”. El autor de un daño causado por
un acto involuntario responde por razones de equidad. Se aplica lo dispuesto en el art.
1742. El acto realizado por quien sufre fuerza irresistible no genera responsabilidad para
su autor, sin perjuicio de la que corresponde a título personal a quien ejerce esa fuerza.
Implica una violación a la ley que causa daño a otro y que obliga a la reparación a quien
resulte responsable en virtud de imputación o atribución legal del perjuicio. En el
ordenamiento jurídico argentino, la ilicitud constituye un elemento del acto ilícito
independiente de la culpa.
El principio alterum non laedere, es decir la prohibición de dañar a otro, tiene base
constitucional y fue plasmado en la concepción de antijuridicidad del nuevo Código. Como
consecuencia de ello, es antijurídica toda conducta comisiva u omisiva que cause un daño
a otro, sin que medie una causa de justificación.
a) La creación de un riesgo a través de una actividad socialmente válida puede ser lícita.
Sin embargo, no lo es el daño que se pueda generar.
La conducta antijurídica puede ser positiva o negativa. En el primer supuesto, los actos
pueden tratarse de comisión de una actividad que se encuentra prohibida, por ejemplo,
causar lesiones a otra persona. Por el contrario, puede suceder que el ilícito consista en
la omisión de una conducta que ordena la ley (v. g., omitir prestar auxilio).
Los factores de atribución pueden ser subjetivos u objetivos. Dentro de los subjetivos
encontramos la culpa y el dolo. Mientras que los más relevantes dentro de los objetivos
son el riesgo creado, la garantía, el deber calificado de seguridad y la equidad.
El CCC por su parte recepta el Art. 1721 sobre los factores de atribución donde expone
que: “La atribución de un daño al responsable puede basarse en factores objetivos o
subjetivos. En ausencia de esta normativa, el factor de atribución es la culpa.”
Factor subjetivo
Artículo 1724. Son factores subjetivos de atribución el dolo y la culpa. La culpa consiste
en la omisión de la diligencia debida según la naturaleza de la obligación y las
circunstancias de las personas, el tiempo y lugar. Comprende la imprudencia, negligencia
y la impericia en el arte o profesión. El dolo se configura por la producción de un daño de
manera intencional o con manifiesta indiferencia por los intereses ajenos.
La culpa
Todas ellas pueden estar presentes, en tanto pueden combinarse entre sí.
Valoración de la conducta. Cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno
conocimiento de las cosas, mayor es la diligencia exigible al agente y la valoración de la
previsibilidad de las consecuencias. Cuando existe una confianza especial, se debe tener
en cuenta la naturaleza del acto y las condiciones particulares de las partes.
El dolo
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El dolo es uno de los factores de atribución subjetivo (art. 1724 del CCC). El dolo se
configura por la producción de un daño de manera intencional o con manifiesta
indiferencia de los intereses ajenos. Tiene 3 acepciones:
Efectos
Existen supuestos en los cuales el daño sólo resulta jurídicamente resarcible en tanto y
en cuanto el autor del evento haya actuado con dolo. Sin perjuicio de las consideraciones
precedentes, el dolo genera efectos propios en numerosas situaciones:
No debe confundirse la dispensa anticipada con la renuncia del derecho de reclamar daños
y perjuicios por parte del acreedor, una vez operado el incumplimiento doloso.
El art. 1726 del nuevo Código establece que “son reparables las consecuencias dañosas
que tienen nexo adecuado de causalidad con el hecho productor del daño. Excepto
disposición legal en contrario, se indemnizan las consecuencias inmediatas y las mediatas
previsibles. Se introduce así el factor previsibilidad para éstas últimas, que no estaba en
el texto del art. 901 del Código de Vélez, respecto de las consecuencias mediatas.
Introduce el nuevo Código otra novedad en materia de consecuencias derivadas de los
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contratos, al establecer la previsibilidad, donde, de acuerdo con el art. 1728, se responde
por las consecuencias que las partes previeron o pudieron haber previsto al momento de
su celebración. Aquí, la relevancia está en la previsibilidad de las partes al momento de la
celebración del acto contractual o la posibilidad de haberlas previsto.
Pero, si existe dolo del deudor, la responsabilidad se fija tomando en cuenta estas
consecuencias al momento del incumplimiento. Es decir, además de las consecuencias
previstas al momento de la celebración, se le agregan las consecuencias dañosas al
producirse el incumplimiento, lo que cobra importancia en los contratos de duración.
Cuando se cualifica a la conducta del deudor como "culposa", éste debe las consecuencias
previsibles al tiempo de celebración o nacimiento del contrato; en tanto, cuando existe
dolo del deudor, se extiende la reparación hasta las consecuencias previsibles al tiempo
del incumplimiento.
Si bien la norma refiere al dolo del deudor, resulta aplicable al dolo del acreedor, de
acuerdo con lo convenido contractualmente, con respaldo en el art. 1716.
Prueba: El dolo no se presume; por el contrario, el mismo debe ser alegado y probado.
Dicha tarea corresponde a quien invoca su existencia. Se aplican en esta temática los
principios generales, admitiéndose inclusive la prueba indiciaria o de presunciones, lo
cual es cosa distinta que decir que el dolo se presume.
Dolo concurrente en cuanto concurren, en el evento dañoso, ambas conductas, por parte
de víctima y victimario, deben ser analizadas ambas conductas en el caso concreto a los
fines de la eximente de responsabilidad civil. En caso de concurrencia de culpa, la víctima
con el dolo del demandado, éste último absorbe el hecho culpable o no de la víctima. De
ese modo se considera que el sindicado como responsable ha sido el único causante del
daño. En la concurrencia del dolo de la víctima y del demandado, procede la reparación
del daño causado teniendo en cuenta la incidencia de cada conducta dolosa en la
producción del resultado.
Factor objetivo
Artículo 1722.- Factor Objetivo. El factor de atribución es objetivo cuando la culpa del
agente es irrelevante a los efectos de atribuir responsabilidad. En tales casos, el
responsable se libera demostrando la causa ajena, excepto disposición legal en contrario.
Art 1722: El factor de atribución es objetivo cuando la culpa del agente es irrelevante
a los efectos de atribuir responsabilidad. En tales casos, el responsable se libera
demostrando la causa ajena, excepto disposición legal en contrario.
El art. 1723: “Responsabilidad objetiva. Cuando de las circunstancias de la obligación,
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o de lo convenido por las partes, surge que el deudor debe obtener un resultado
determinado, su responsabilidad es objetiva”.
Clasificación
• el riesgo y el vicio (designaciones, éstas, que son las más difundidas en la doctrina
y jurisprudencia) de las cosas y de las actividades riesgosas o peligrosas por su
naturaleza, por los medios empleados o por las circunstancias de su realización
(arts. 1757, 1758, 1733 inc. “e”);
• la indemnización de equidad (art. 1742) y los daños causados por los actos
involuntarios (arts. 1750);
• la garantía (aludiendo al fun6rtdamento de las responsabilidades indirectas) (art.
1753), en la responsabilidad contractual objetiva (art. 1723) y en la responsabilidad
profesional por resultado (art. 1768);
• la responsabilidad del grupo en caso de actividad peligrosa y la responsabilidad del
grupo en caso de autoría anónima (arts. 1762 y 1761);
• la del dueño y ocupante de un edificio por las cosas arrojadas o caídas (art. 1760);
• el daño causado por animales (art. 1759);
• el daño derivado de los accidentes de tránsito (art. 1769);
• la responsabilidad de los padres y de los tutores, curadores y otras personas
encargadas de los menores e incapaces (arts. 1754, 1755, 1756);
• la de los titulares de los establecimientos educativos (art. 1767);
• la responsabilidad del principal por el hecho del dependiente (art. 1753);
• la responsabilidad por los hechos de quién se sirve para el cumplimiento de sus
obligaciones (art. 1753).
• Pero a lo largo del Código se observa también la aplicación de factores de
responsabilidad objetiva, en enumeración no exhaustiva la doctrina (Galdos 2012)
señala algunos de estos otros supuestos:
• en la responsabilidad del tomador en el contrato de leasing (art. 1243);
• en el transporte de personas por los daños causados a las personas (art. 1286);
• en el transporte de cosas, el transportista se exime probando la causa ajena en caso
de pérdida o deterioro de las cosas transportadas y del equipaje del pasajero, salvo
los objetos de valor extraordinarios y los efectos que el pasajero lleva consigo (arts.
1286 y 1293);
• La responsabilidad del hotelero, conforme las normas del depósito necesario (arts.
1369, 1370, 1371, 1372), por los daños o pérdida de los efectos introducidos en el
hotel, en el vehículo guardado en lugares del establecimiento o puesto a disposición
por el hotelero y en las cosas dejadas en los vehículos, salvo "caso fortuito o fuerza
mayor ajena a la actividad hotelera" (arts. 1369, 1370, 1371, 1372, 1373, 1374,
1375 y concs.). Las normas del depósito necesario se aplican a "los establecimientos
y locales asimilables": "los hospitales, sanatorios, casas de salud y deporte,
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restaurantes, garajes, lugares y playas de estacionamiento y otros establecimientos
similares que presten sus servicios a título oneroso".
• En los casos de ruina o por daños que comprometen la solidez de la obra, y los que
la hacen impropia para su destino, el constructor se libera si prueba la causa ajena
(art. 1373); y no es causa ajena el vicio del suelo ni de los materiales (art. 1273); esa
responsabilidad es extensible al subcontratista, proyectista, director de obra, y
cualquier profesional ligado al comitente, según la causa de los daños (art. 1274
inc. c).
• el fiduciario responde sobre la base de la responsabilidad objetiva de los arts. 1557
y concs. cuando no contrató el seguro obligatorio contra la responsabilidad civil que
cubra los daños causados por las cosas objeto del fideicomiso, o cuando la cobertura
de riesgos o montos resulte irrazonable (art. 1685).
La teoría del riesgo. Distintas vertientes. Aplicaciones. Artículos 1757 y 1758 del Código
Civil y Comercial
La teoría del riesgo tiene origen en el derecho francés de fines del siglo XIX, y adquirió
gran reconocimiento a partir de la primera mitad del siglo XX. Esta doctrina intenta
proveer una explicación a la responsabilidad civil basada en el riesgo; sin embargo, se
advierten diferentes líneas de pensamiento:
a) La teoría del riesgo creado. Según esta teoría, quien es dueño o se sirve de cosas o
realiza actividades que, por su naturaleza o modo de empleo, producen riesgos potenciales
a terceros, debe responder por los daños que ellas ocasionen. En consecuencia, el factor
de atribución que rige es objetivo y es una contrapartida del riesgo creado.
c) La doctrina del acto anormal. De acuerdo con esta línea de pensamiento, quien
incorpora a la sociedad un riesgo no debe responder objetivamente por todas las
consecuencias perjudiciales que deriven de él, sino por aquellas que excedan la
“normalidad”.
Este factor de atribución sigue el camino marcado en el Código Civil derogado, que tenía
aplicación en materia de daño involuntario (art. 921). Conforme la norma derogada, los
daños involuntarios, en principio, no generan responsabilidad civil. Sin embargo, existen
dos excepciones:
Contenida en el art. 907 del CC, se funda en el principio del enriquecimiento sin causa.
La norma reza:
• cuando por los hechos involuntarios se causare a otro algún daño en su persona y
bienes, sólo se responderá con la indemnización correspondiente, si con el daño se
enriqueció el autor del hecho, y en tanto, en cuanto se hubiere enriquecido.
• La segunda excepción constituye la indemnización de equidad contemplada en el
texto agregado por ley 17711 al art. 907 del CC. Dicha norma expresa: “Los jueces
podrán también disponer un resarcimiento a favor de la víctima del daño, fundados
en razones de equidad, teniendo en cuenta la importancia del patrimonio del autor
del hecho y la situación personal de la víctima”.
El Código Civil y Comercial recepta esta línea de pensamiento, en tanto, por regla, los
daños involuntarios no generan responsabilidad civil, salvo lo dispuesto por los arts. 1750
y 1742 del CCC.
Según en el art. 1750 del CCC, se determina que el agente dañoso responde por "equidad"
si el daño fue causado por un "acto involuntario" (conf. art. 260 del CCC) y se reenvía al
art. 1742, que establece las características para tener en cuenta por el juzgador para fijar
la indemnización.
El art. 1750 del CCC, por reenvío al art. 1742, prevé en forma similar a lo preceptuado en
el art. 907 del Código Civil derogado para los daños causados por actos involuntarios, en
el que se faculta al juez a disponer un resarcimiento a favor del damnificado, fundado en
razones de equidad; la indemnización debe tener como base, para su fijación, el patrimonio
del autor del hecho, la situación personal de la víctima y las circunstancias del hecho, es
decir que el juzgador deberá balancear ambos patrimonios, el del agente dañoso y el del
damnificado, y, al sopesar ambos, si el del deudor del daño causado involuntariamente lo
amerita, podrá trasladar a la víctima una parte para cubrir al menos parcialmente el
perjuicio sufrido, cumpliendo así con la meta equitativa de la norma en los arts. 1742 y
1750 del CCC.
Como señaláramos antes, el CCC, en su art. 261, preceptúa qué se considera "acto
involuntario", disponiendo que es: 1) el acto de quien al momento de realizarlo está privado
de razón, 2) el acto ilícito de la persona menor de edad que no cumplió 10 años y 3) el acto
lícito de la persona menor de edad que no cumplió 13 años. Como observáramos, este
último supuesto difiere del actual régimen, que exige como mínimo los 14 años cumplidos
para ser responsable directo por actos lícitos (conf. arts. 921 y 1076 del CCC).
Versa el artículo 1750: “Daños causados por actos involuntarios. El autor de un daño
causado por un acto involuntario responde por razones de equidad. Se aplica lo dispuesto
en el artículo 1742” Por su parte, el art. 1742:
Atenuación de la responsabilidad.
Consecuencias
El CCC sigue los criterios más consolidados sobre el principio de causalidad adecuada y
la extensión y simplificación de la responsabilidad a las consecuencias inmediatas y
mediatas.
Artículo 1726.- Relación causal. Son reparables las consecuencias dañosas que tienen
nexo adecuado de la causalidad con el hecho productor del daño. Excepto disposición
legal en contrario, se indemnizan las consecuencias inmediatas y mediatas previsibles.
• legítima defensa;
• estado de necesidad;
• ejercicio regular de un derecho o el cumplimiento de una obligación legal;
• asunción de riesgos
• consentimiento del damnificado.
Clasificación
El primer párrafo del artículo 10 del CCC establece que “El ejercicio regular de un derecho
propio o el cumplimiento de una obligación legal no puede constituir como ilícito ningún
acto”. Idéntico es el texto del art. 1071 del Código derogado.
La norma implica que el ejercicio regular de un derecho, dentro de los límites reconocidos
por el ordenamiento jurídico, se considera un obrar lícito. En consecuencia, en principio,
la causación de un daño a un tercero, en esas circunstancias, no sería indemnizable.
Esta causa de justificación de carácter genérico aparece igualmente en el art. 10 del CCC.
Asimismo, individualiza ciertos supuestos del Código Penal, el cumplimiento de un deber,
el ejercicio de una autoridad o cargo (art. 34 inc. 4 del CP) y la obediencia debida (art. 34
inc. 5 del CP). En los supuestos mencionados, la ley impone una determinada conducta
al agente, y por tal razón, quien la ejecute sin incurrir en excesos está justificado.
Estado de necesidad
En el inc. “c” del art. 1718 se hace referencia al estado de necesidad que se configura
cuando se causa un mal menor para evitar un mal mayor, según la clásica definición. El
inciso contempla la posibilidad de que el juez conceda una indemnización de equidad.
Legítima defensa
La actual norma del CCC la regula expresamente como causa de justificación y exime de
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responsabilidad a quien causa un daño: en legítima defensa propia o de terceros, por un
medio racionalmente proporcionado, frente a una agresión actual o inminente, ilícita y no
provocada; el tercero que no fue agresor ilegítimo y sufre daños como consecuencia de un
hecho realizado en legítima defensa tiene derecho a obtener una reparación plena.
Si bien la incluimos en este punto, referido a las causales de justificación que obstan la
antijuridicidad, la asunción de riesgos no es causal de justificación, y el legislador se
encargó de dejarlo claro.
Respecto de las eximentes vinculadas con el factor subjetivo de atribución, se admiten las
siguientes.
• La causa de inimputabilidad.
Eximen de responsabilidad: el error de hecho esencial (art. 265 del CCC), el dolo y la
violencia o intimidación (arts. 271 y 276 del CCC). Cuando se comprueba alguna de
estas circunstancias, el acto no posee intención ni libertad, respectivamente,
eliminándose la voluntariedad del acto, sobre la cual se asienta el reproche de
culpabilidad.
La necesaria relación causal que debe existir entre la conducta y el daño puede verse
suprimida o aminorada en sus efectos por la presencia de factores externos. En el primer
caso hablamos de interrupción del nexo causal, mientras que en el segundo nos
encontramos frente a una concausa. En el caso de interrupción del nexo de causalidad,
el sindicado como responsable se verá eximido de responsabilidad civil, ya que él no habrá
sido el autor de este. En el supuesto de la con-causalidad, ésta aminorará la
responsabilidad civil del sindicado como responsable, ya que el daño no será causado
solamente por el actuar del mismo, sino por la concurrencia de su actuar con otro factor
(concausa). En efecto, la ausencia total o parcial de relación de causalidad generará la
ausencia total o parcial de responsabilidad civil.
Conforme lo expuesto, la responsabilidad civil puede ser excluida total o parcialmente por
ciertas circunstancias que se agrupan bajo la denominación de “causa ajena” y son: el
hecho de la víctima, el hecho del tercero por quien no se deba responder y el caso fortuito
o la fuerza mayor. El nexo causal se interrumpe en forma total o parcial cuando se
demuestra que el daño obedece al hecho de un tercero extraño por el cual el agente no
debe responder. En dicho caso, la atribución material del menoscabo se realiza respecto
del tercero.
Esta eximente aparece expresamente legislada en el art. 1731: “Hecho de un tercero. Para
eximir de responsabilidad, total o parcialmente, el hecho de un tercero por quien no se
debe responder debe reunir los caracteres del caso fortuito”.
Conforme la norma, el hecho de tercero constituye una causa ajena por la cual el agente
no debe responder. El tercero por quien no se debe responder debe ser una persona
distinta del responsable presunto (demandado) y de la víctima. Puede ser una persona
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física o jurídica, de carácter público o privado.
Artículo 1718
Art. 1718.- Legítima defensa, estado de necesidad y ejercicio regular de un derecho. Está
justificado el hecho que causa un daño:
• Resarcitoria
• Preventiva
• Punitiva
A) Función Resarcitoria. Natura – Especie.
La reparación del daño consiste en el cumplimiento de una obligación a cargo del
responsable y a favor del damnificado, que tiene por objeto resarcir el daño injustamente
al acreedor. La reparación constituye, en una perspectiva netamente jurídica, el
restablecimiento del equilibrio preexistente que fuera alterado por el evento dañoso y el
cumplimiento de la justicia y equidad.
Caracteres:
En nuestra legislación existen dos sistemas para la reparación del daño: a. la forma
específica o también denominada in natura; b. por equivalente o en dinero. Ambos
aparecen contemplados en nuestro Código Civil y Comercial en el Art. 1740.
Artículo 1740.- Reparación plena. La reparación del daño debe ser plena. Consiste en
la restitución de la situación del damnificado al estado anterior al hecho dañoso, sea por
el pago en dinero o especie. La víctima puede optar por el reintegro específico, excepto que
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sea parcial o totalmente imposible, excesivamente oneroso o abusivo, en cuyo caso se debe
fijar en dinero. En el caso de daños derivados de la lesión del honor, la intimidad o la
identidad personal, el juez puede, a pedido de parte, ordenar la publicación de la sentencia
o de sus partes pertinentes a costa del responsable.
Artículo 1710.- Deber de reparación del daño. Toda persona tiene el deber, en cuanto
de ella dependa de:
Artículo 1711.- Acción preventiva. La acción preventiva procede cuando una acción u
omisión antijurídica hace previsible la producción de un daño, su continuación o
agravamiento. No es exigible la concurrencia de ningún factor de atribución.
Procede contra actos u omisiones antijurídicas, por lo que el hecho generador debe ser,
en principio ilícito. Podría no estar excluido el caso de acto lícito dañoso o con
potencialidad dañosa, aunque deber ser apreciado más restrictivamente.
Podemos definirlas como: sumas de dinero que los tribunales mandan a pagar a la víctima
de ciertos ilícitos que se suman a las indemnizaciones por daños y perjuicios realmente
experimentado por el damnificado que están destinadas a punir graves inconductas del
demandado y a prevenir hechos similares en el futuro.
La pena privada tiene gran vinculación con la idea de prevención, pero también con la idea
de punición y pleno desmantelamiento de los efectos de los ilícitos. Dada la gravedad de
estos últimos, requiere más que la indemnización de los perjuicios causados. Pizarro y
Vallespinos (2013, 246) señalan algunos supuestos:
Las tres funciones del derecho de daños fueron limitadas a dos. Allí decíamos que la nueva
norma describe claramente que las funciones de la responsabilidad civil son la prevención
y el resarcimiento. Esto nos lleva a preguntarnos qué sucedió con la función punitiva.
La función punitiva del derecho de dañoso representada por la llamada sanción pecuniaria
disuasiva. En efecto, el Congreso de la Nación eliminó del Proyecto la figura de la sanción
pecuniaria disuasiva al modificar el texto del art. 1708, suprimir el anterior art. 1714 y
proceder a mantener en lo esencial el texto del art. 1715 originario (referido a la punición
excesiva), transformándolo en los actuales arts. 1714 y 1715.
Aspectos que regulan los arts. 1714 y 1715 del Código Civil y Comercial
Los denominados daños punitivos son definidos como sumas de dinero que los tribunales
mandan a pagar a la víctima de ciertos ilícitos que se suman a las indemnizaciones por
daños realmente experimentados por el damnificado, que están destinados a punir graves
inconductas del demandado y a prevenir hechos similares en el futuro. En nuestro país
tenemos una sola experiencia respecto de los daños punitivos y está contemplada en el
art. 52 bis de ley 24.240, que reza: Daño punitivo. Al proveedor que no cumpla sus
obligaciones legales o contractuales con el consumidor, a instancia del damnificado, el
juez podrá aplicar una multa civil a favor del consumidor, la que se graduará en función
de la gravedad del hecho y demás circunstancias del caso, independientemente de otras
indemnizaciones que correspondan. Cuando más de un proveedor sea responsable del
incumplimiento responderán todos solidariamente ante el consumidor, sin perjuicio
de las acciones de regreso que les correspondan. La multa civil que se imponga no podrá
superar el máximo de la sanción de multa prevista en el art. 47, inc. b de esta ley.
Con respecto al hecho generador, la norma establece la posibilidad de imposición de daños
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punitivos al proveedor “que no cumpla sus obligaciones legales o contractuales con el
consumidor”, pareciera significar que cualquier incumplimiento contractual o legal daría
lugar a la posibilidad de imponer este tipo de pena pecuniaria. Esto no debe ser así. La
laxitud de la norma genera gran inseguridad y una respuesta desproporcionada para
algunos casos (v. g., incumplimientos contractuales culposos) donde no parece lógico el
uso de los daños punitivos, ni ha sido la figura concebida en el derecho comparado para
tales supuestos. Así es que la doctrina ha reinterpretado (contra legis) la norma,
considerando –con mejor criterio- que no puede bastar el sólo incumplimiento; es
necesario que se trate de una conducta grave que manifieste dolo o culpa grave.
Por otro lado, se sostiene que debe existir un daño para la aplicación de los daños
punitivos. Esta interpretación surge de la palabra “damnificado” empleada por la norma,
que supone la existencia de un “daño” para que se erija el “acto ilícito punible”.
Respecto del monto de la multa, encontramos el art. 47, inc. “b” de la ley 26361, que
pareciera querer subsanar la situación al dejar establecido un parámetro dentro del cual
deben estar fijados los daños punitivos. Se predica la inconstitucionalidad de la norma.
Con respecto al destino de la multa, es la víctima quien lo percibe. Cuestión que ha sido
también criticada, por cuanto hubiera sido preferible que el destinatario sea el estado.
Otro punto de la ley es la pluralidad de responsables, ya que la ley establece que, en caso
de que más de un proveedor sea responsable por el incumplimiento, responderán todos
solidariamente por la multa.
Esta responsabilidad compromete al propio autor del hecho dañoso, ya sea que el daño lo
cause a través de la utilización de su cuerpo o de una cosa que está bajo su dominio.
Cuando el daño es causado por dos o más personas, el sistema de responsabilidad civil
toma partido en beneficio de quien sufre los perjuicios, si los mismos se produjeron por la
violación directo de la obligación de no dañar (alterum nom laedere), ya que determina
que cada uno de los agentes implicados es responsable por el todo.
El cómplice es solidario en la reparación de los daños porque claramente esta figura tiene
un compromiso anterior con el delito, conoce el hecho que se está por realizar, y aunque
su cooperación sea menor que la del autor el sistema equipara su responsabilidad en
materia de responsabilidad civil.
El encubridor es el sujeto que nada ha prometido antes, pero que luego de la ejecución
del ilícito ayuda a eludir las investigaciones de la autoridad o a sustraerse de la acción de
ella, u omite denunciar estando obligado a hacerlo (art 277 Código Penal). Para que
responda frente al damnificado, es menester analizar la causalidad adecuada que aporta
en la producción de los perjuicios.
Pluralidad de responsables: Se responsabiliza por el daño a los autores y a todos los que
cooperan al resultado dañoso como ser: consejeros, cómplices, instigadores, participes
necesarios.
Las concurrentes.
• Obligación solidaria: pluralidad de responsable con causa única. El que pago puede
repetir contra los que no pagaron.
• Obligación concurrente: pluralidad de causas. El que no tuvo la culpa puede repetir
contra el responsable directo si él se hizo cargo de la indemnización.
Caracterización
• subordinados;
• hijos;
• delegados en el ejercicio de la responsabilidad parental;
• tutelados, curados y personas internadas.
El art. 1753 del CCC es claro al determinar que el principal responde objetivamente por
los daños causados por su subordinado. Es decir que no se tiene en cuenta la conducta
del principal en el hecho, ya que ella es ajena al factor de atribución objetivo (conf. art.
1722 del CCC). Ahora bien, la cuestión radica en discernir cuál es el factor objetivo de
atribución de la responsabilidad civil del principal por el hecho del subordinado.
Entendemos que el factor de atribución objetivo en la responsabilidad del principal por el
hecho del dependiente lo constituye la garantía, esto es, que el comitente garantiza que,
si el dependiente causa un daño en ejercicio o con ocasión de las funciones
encomendadas, él responderá ante el damnificado, sin perjuicio de la responsabilidad civil
directa del propio agente dañoso, según el art. 1749 del CCC.
Entre los requisitos para que se torne procedente esta responsabilidad, se encuentra:
Con la nueva norma queda claro que el principal podrá eximirse de responsabilidad,
además de poder demostrar que no era su dependiente el que causó el daño, que no existía
entre él y éste relación de dependencia y que no había vínculo entre la función
encomendada y el daño, porque éste había sido ocasionado fuera del ejercicio de la misma
o fuera de la ocasión, que el perjuicio se debió a una causa ajena que interrumpió total o
parcialmente el nexo adecuado de causalidad, por la causa ajena (el "hecho del
damnificado", el "caso fortuito" o el "hecho de un tercero" (Sagarna,2014).
El damnificado podrá accionar contra el principal, quien responde por el hecho del tercero,
como contra el dependiente causante del perjuicio, quien responde en forma directa. La
víctima no se verá obligada de accionar contra el dependiente para responsabilizar al
responsable indirecto, es decir puede hacerlo sólo contra el principal, pero deberá
demostrar la responsabilidad civil del responsable directo para hacer responsable al
indirecto.
Acción de regreso del principal contra el subordinado
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Ante la ejecución de la sentencia contra uno de los coobligados, se posibilita la acción de
regreso del que afrontó la indemnización contra el otro obligado en la medida del
resarcimiento afrontado por él.
Responsabilidad del deudor por los auxiliares que utiliza en el cumplimiento de las
obligaciones
El deudor responde por la culpa de los dependientes y auxiliares que introduzca para
ejecutar la prestación por él debida. Con el título “Actuación de Auxiliares. Principio de
Equiparación”, el nuevo Código incorpora en forma expresa el principio general de la
responsabilidad obligacional por el hecho ajeno, cuestión no tratada en el texto de Vélez e
incluida en todos los proyectos de reforma elaborados en el último cuarto de siglo. El deber
de responder aparece, por un lado, como consecuencia de la inejecución –o ejecución
defectuosa- de las obligaciones asumidas, o bien por el perjuicio originado a otro durante
el desarrollo de las prestaciones.
Los padres no se liberan, aunque el hijo menor de edad no conviva con ellos, si esta
circunstancia deriva de una causa que les es atribuible.
Los padres no responden por los daños causados por sus hijos en tareas inherentes al
ejercicio de su profesión o de funciones subordinadas encomendadas por terceros.
Tampoco responden por el incumplimiento de obligaciones contractuales válidamente
contraídas por sus hijos.
Introducción. Denominación.
La responsabilidad de los padres entre si es solidaria (así lo expresa el propio art. 1754) y
no concurrente, debido a que ellos, sean de distinto o mismo sexo, responden por una
única causa fuente, esto es, por ser los progenitores del causante del perjuicio (conf. arts.
827 y 833 del CCC).
Pero la responsabilidad conjunta de los padres y del hijo causante del daño resulta
concurrente frente al damnificado.
Es por ello por lo que los padres no pueden liberarse de responsabilidad civil demostrando
su falta de culpa en el hecho, pues se trata de una responsabilidad basada en un factor
de atribución objetivo.
Los padres no se liberan, aunque el hijo menor de edad no conviva con ellos, si esta
circunstancia deriva de una causa que les es atribuible.
Los padres no responden por los daños causados por sus hijos en tareas inherentes al
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ejercicio de su profesión o de funciones subordinadas encomendadas por terceros.
Tampoco responden por el incumplimiento de obligaciones contractuales válidamente
contraídas por sus hijos.
La responsabilidad paterna se extingue por haber llegado el hijo a la mayoría de edad (art.
25, 1er párr., CCC), como también si el menor se emancipa por matrimonio (art. 27, 1º y
2º párr., CCC).
Esta responsabilidad cesa si el hijo menor de edad es puesto bajo la vigilancia de otra
persona, sea en forma transitoria o permanente (conf. art. 1755, 1er párrafo, del CCC).
Pero, razonablemente, los padres no se liberan si el hijo no convive con ellos debido a una
causa que les es atribuible (conf. art. 1755, 2º párrafo, del CCC).
La responsabilidad paterna desaparece por los daños causados por los hijos en tareas
inherentes al ejercicio de su profesión (si la ejercen antes de cumplir la mayoría de edad
a los 18 años, porque posteriormente a esa edad se extingue esa responsabilidad) o de
funciones subordinadas encomendadas por otros (conf. art. 1755, 3er párrafo, 1ª parte,
del CCC), siendo responsables, en este último supuesto, estos terceros, en función de lo
previsto en el art. 1753 del CCC.
Asimismo, la responsabilidad de los padres desaparece por los perjuicios provocados por
los hijos menores en el incumplimiento de obligaciones contractuales válidamente
contraídas por ellos (conf. art. 1755, 3er párrafo in fine, del CCC). Si el contrato no reúne
este requisito, los progenitores continúan siendo responsables.
Acción de la víctima
El damnificado podrá accionar tanto contra el progenitor como contra el hijo menor, mayor
de 10 años, por el daño causado por éste, por lo que resulta innecesario demandar a este
último para tener por responsable al primero (conf. art. 1773 del CCC); aunque, si se
pretende ejercer la acción contra el hijo, tendrá que demandárselo para garantizar su
ejercicio del derecho de defensa en juicio.
Una cuestión problemática implica la responsabilidad paterna por los daños causados por
los hijos, si mediare "plan de parentalidad" previsto en el art. 655 del CCC. Según la
opinión de la doctrina que venimos siguiendo (Sagarna, 2014) el plan de parentalidad
resultará inoponible ante los damnificados de daños por los hijos.
Las eximentes respecto al quiebre del ligamen causal son iguales, pero difieren las otras
excusas liberatorias en uno y otro supuesto.
En el art. 1756, 1er párrafo, del CCC, se incluye la responsabilidad de los "delegados en
el ejercicio de la responsabilidad parental", "tutores" y "curadores" por los daños causados
por las personas bajo ese ejercicio, bajo tutela o curatela. Si bien, en esta hipótesis, se
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mantiene la responsabilidad objetiva de los delegados en el ejercicio de la responsabilidad
parental, de los tutores y curadores, se anexa como eximente de responsabilidad la
posibilidad de demostrar que les ha sido imposible evitar el daño, imposibilidad que no
puede surgir de haber ocurrido el hecho dañoso fuera de su presencia (art. 1756, 2º
párrafo, del CCC). También podrán eximirse de responsabilidad acreditando la
intervención total o parcial en el hecho de una causa ajena (arts. 1729, 1730 y 1731 del
CCC). El art. 1756, 3er párrafo, del CCC trae como novedad la responsabilidad civil de los
establecimientos que tienen personas internadas transitoria o permanentemente, los que
responden por la negligencia en el cuidado de estas que ocasionaron daños por ese
descuido.
Art. 1757. Hecho de las cosas y actividades riesgosas. Toda persona responde por el
daño causado por el riesgo o vicio de las cosas, o de las actividades que sean riesgosas o
peligrosas por su naturaleza, por los medios empleados o por las circunstancias de su
realización.
Síntesis:
Se les confiere el mismo régimen que al de la responsabilidad por riesgo o vicio de la cosa
Responden por el ejercicio de las actividades riesgosas o peligrosas quien las realiza, se
sirve u obtiene provecho de ellas.
Dentro del marco legislativo vigente, las pautas que aporta el nuevo CCC, en materia de
daños derivados de las cosas, se integran al sistema de protección jurídica de los
consumidores, junto a la Constitución Nacional (arts. 42 y 43) y a la ley especial 24240 y
sus normas modificatorias.
Artículo 40 bis. — Daño directo: es todo perjuicio o menoscabo al derecho del usuario o
consumidor, susceptible de apreciación pecuniaria, ocasionado de manera inmediata
sobre sus bienes o sobre su persona, como consecuencia de la acción u omisión del
proveedor de bienes o del prestador de servicios. Los organismos de aplicación, mediante
actos administrativos, fijarán las indemnizaciones para reparar los daños materiales
sufridos por el consumidor en los bienes objeto de la relación de consumo. Esta facultad
sólo puede ser ejercida por organismos de la administración que reúnan los siguientes
requisitos:
• La norma de creación les haya concedido facultades para resolver conflictos entre
particulares y la razonabilidad del objetivo económico tenido en cuenta para
otorgarles esa facultad es manifiesta;
• Estén dotados de especialización técnica, independencia e imparcialidad
indubitadas;
• Sus decisiones estén sujetas a control judicial amplio y suficiente
Acerca del derecho del consumidor. -Muchas veces, los productos y servicios concebidos
para satisfacer en mayor o menor grado las necesidades y exigencias de los consumidores,
se tornan inaptos para su destino debido a ciertas deficiencias que pueden presentar,
entre las que se distinguen normalmente tres tipologías básicas de peligrosidad:
En caso de que la legitimación pasiva sea plural (de modo simultáneo, compartido o
sucesivo) todos responden concurrentemente frente al damnificado (art. 1758 del CCC),
salvo que la solidaridad esté establecida por ley (art. 40, ley 24240).
De acuerdo con el art. 1765 la Responsabilidad del Estado se rige por las normas y
principios del derecho administrativo nacional o local según corresponda.
La responsabilidad del Estado se rige por las normas y principios del derecho
administrativo nacional o local según corresponda, por lo que cada provincia e incluso
cada municipalidad podrían regular su propia responsabilidad patrimonial. El CCCN no
es aplicado ni siquiera subsidiariamente.
Art. 1764 - Inaplicabilidad de normas. Las disposiciones del Capítulo 1 de este Título
no son aplicables a la responsabilidad del Estado de manera directa ni subsidiaria.
Art 1765 - Responsabilidad del Estado. La responsabilidad del Estado se rige por las
normas y principios del derecho administrativo nacional o local según corresponda.
1766- Responsabilidad del funcionario y del empleado público. Los hechos y las
omisiones de los funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones por no cumplir sino
de una manera irregular las obligaciones legales que les están impuestas se rigen por las
normas y principios del derecho administrativo nacional o local, según corresponda.
Como complemento de los artículos del Código Civil que remiten a las normas de derecho
administrativo, se dictó una ley marco que rige la responsabilidad estatal:
Artículo 1° — Esta ley rige la responsabilidad del Estado por los daños que su actividad
o inactividad les produzca a los bienes o derechos de las personas. -La responsabilidad
del Estado es objetiva y directa. -Las disposiciones del Código Civil no son aplicables a la
responsabilidad del Estado de manera directa ni subsidiaria. -La sanción pecuniaria
disuasiva es improcedente contra el Estado, sus agentes y funcionarios.
Artículo 6° — El Estado no debe responder, ni aun en forma subsidiaria, por los perjuicios
ocasionados por los concesionarios o contratistas de los servicios públicos a los cuales se
les atribuya o encomiende un cometido estatal, cuando la acción u omisión sea imputable
a la función encomendada.
Artículo 10. — La responsabilidad contractual del Estado se rige por lo dispuesto en las
normas específicas. En caso de ausencia de regulación, se aplica esta ley en forma
supletoria. -Las disposiciones de la presente ley no serán aplicadas al Estado en su
carácter de empleador.
Una de sus aristas más relevantes, se da en relación con la fuente o hecho generador de
dicha responsabilidad, que en concordancia a la unidad código, ésta puede ser el
incumplimiento de una obligación de origen legal o contractual por parte del profesional
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o la simple violación de un deber genérico de no dañar a otro. Pero en este tipo de
responsabilidades, generalmente, el antecedente que da pie al daño es un contrato. Y es
justamente en el ámbito contractual donde asume relevancia la clasificación de las
obligaciones de medios y de resultado, pues determinará la aplicación de un factor
subjetivo u objetivo de atribución
-Conforme a la norma (Art 1768), que asimila la actividad de los profesionales liberales a
las “obligaciones de hacer” (Consiste en la prestación de un servicio o en la relación de un
hecho, en tiempo, forma y modo acordado por las partes. Art 744), la responsabilidad, por
regla es subjetiva, excepto que se haya comprometido un resultado concreto.
El profesional promete un hacer que consiste en una diligencia conforme a las reglas de
la profesión, sin que pueda asegurar un resultado; de allí que la imputación sea subjetiva
y pueda liberarse probando su falta de culpa. En cambio, si promete un resultado, la
imputación es objetiva. Entonces, en la obligación de medios, opera el factor subjetivo, y
se rige por los principios generales de la culpa. No obstante ello, los profesionales, debido
a su conocimiento, tienen un deber mayor de previsión y prudencia, tal como regula el
art. 1725. De ahí que podemos generalizar algunos deberes profesionales que constituyen
estándares y pautas de conducta que deben valorarse conforme el caso concreto:
• Deber de actuación profesional diligente. Tiene que ver con la forma en que el
profesional presta el servicio.
• Deber de informar. Se relaciona con el deber de comunicar determinada
información al cliente (asesorando, aconsejando o advirtiendo).
• Deber de confidencialidad. Implica no revelar a tercero nada relacionado al
cumplimento de la obligación asumida.
• Obligación de seguridad. Arbitrar los medios para evitar daños al cliente, en
el cumplimiento de la obligación.
Cuando los sujetos propietarios y titulares registrales del bien, transfieren la posesión del
rodado por un precio en dinero (compraventa) y omiten inscribir dicha tradición, no se
produce la transferencia del bien, sino una promesa de transferencia. Por lo cual, el titular
sigue siendo responsable civilmente ante los terceros. Esto conforme a lo dispuesto por el
art. 1757 del CCC, que responsabiliza concurrentemente al dueño y al guardián del
automotor por los daños causados y sin perjuicio de las acciones de regreso
correspondientes.
Ahora bien, la normativa especial en la materia concluye en forma idéntica, en que hasta
tanto se inscriba la transferencia el transmitente será civilmente responsable por los
daños y perjuicios que se produzcan con el automotor, pero AGREGA una causal de
liberación, que es discutible y criticada por la desprotección que implica para la víctima.
Se trata de la comunicación de venta, comúnmente llamada “denuncia de venta”, que
cuando es previa al hecho dañoso, equipara la situación al supuesto de eximente por
tercero por quien no debe responder, y se reputará que el automotor fue usado en contra
de su voluntad.
El Art 1769 establece que a los daños causados por la circulación de vehículos deberán
aplicarse las disposiciones referidas a la responsabilidad derivada de la intervención de
cosas.
ART 1760. Cosa suspendida o arrojada - Si de una parte de un edificio cae una cosa, o
si ésta es arrojada, los dueños de dicha parte responden solidariamente por el daño que
cause. Sólo se libera quien demuestre que no participó en su producción.
La norma comprende dos supuestos en los que la relación causal es alternativa, ya que,
si la cosa ha caído o ha sido arrojada desde uno de los departamentos, los demás dueños
y ocupantes no han participado en la producción del daño. Abarca tanto la caída como
que sea arrojada, respondiendo a la tendencia de que los daños sean tratados de una
manera uniforme, cualquiera fuere la fuente de donde provengan, hecho de la cosa o hecho
del hombre.
El nuevo Código no incluye recaudos vinculados al lugar donde caiga la cosa, por lo que
resulta aplicable a quienes transiten o se encuentren en un terreno no sujeto a
servidumbre de tránsito, siempre que el tránsito o estancia sean legítimos. -Se alude a
dos responsables: el dueño, por su vinculación dominial con el lugar del que ha partido la
fuerza dañadora, y el ocupante, en cuanto es la persona que ostenta el control del lugar.
Eximentes
Se libera quien demuestre que no participó en la producción del daño. Ello significa el
establecimiento de una presunción en favor de la víctima que ha sufrido el daño por la
caída de una cosa desde un edificio, de que los autores son los ocupantes y de que los
dueños deben responder de manera solidaria con aquéllos. Esa presunción se extingue si
el determinado autor prueba que no participó en la producción del daño. De lo dicho
surge claramente que este tipo de responsabilidad es objetiva y que el eximente se
encuentra en la causalidad y no en la falta de culpa. Se exime el sindicado como
responsable acreditando que su inmueble no se encuentra en la parte de la cual provino
la cosa que ocasionó el daño. -La identificación del sujeto causante del daño determina
que deje de ser un supuesto de responsabilidad colectiva.
ART 1762 Actividad peligrosa de un grupo- Si un grupo realiza una actividad peligrosa
para terceros, todos sus integrantes responden solidariamente por el daño causado por
uno o más de sus miembros. Sólo se libera quien demuestre que no integraba el grupo.
En un sentido jurídico, el grupo deber ser, además de una realidad numérica, una realidad
cualitativa; no consiste en la mera yuxtaposición de personas, pues media "pertenencia"
de cada una al conjunto a través de un lazo de cohesión, más o menos definido. Es decir,
además de pluralidad se requiere cierto nivel de interacción o comunicación (voluntaria o
subconsciente) que posibilita, así sea de manera virtual, una suerte de influencia, control
o contagio recíproco.
Surge entonces una "unificación" o "legitimación" o "ligamen" entre los integrantes, que
autoriza a imputar a todos el factor de riesgo que el grupo genera. Puesto que, a través de
la participación en el grupo, el individuo participa en el riesgo descripto a la actividad
colectiva.
La responsabilidad de todos los miembros del grupo es solidaria y sólo se eximirá quien
demuestre que no integraba el grupo. Esto es así, porque no es posible acreditar la relación
de causalidad en forma directa hacia uno de los integrantes, sino que se le atribuye la
responsabilidad a la actuación grupal por ser creadora de riesgo para terceros.