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En lo referente al requisito establecido por el 4° párrafo del art.

76

bis del C.P. – consentimiento del fiscal – la Procuración General de la Nación

cuenta con diversas instrucciones generales (de acatamiento obligatorio para los

fiscales de la nación, como medio para la consecución del principio de “unidad de

actuación” relevado en la Ley Orgánica del Ministerio Público – todo lo cual se

desarrollará más adelante –) que sientan las bases de la actuación de sus

integrantes a los efectos de dictaminar sobre la concesión o no del beneficio que

nos compete.

En efecto, la resolución PGN 86/04, destinada a “fijar claramente la

política institucional del organismo, a los efectos de evitar posibles confusiones

interpretativas respecto del criterio a seguir por parte de los señores magistrados

respecto de la aplicación del instituto previsto en el art. 76 bis y sgts. del Código

Penal”, señala que “la denominada ‘tesis amplia’ no sólo se ha mostrado como

una respuesta racional frente al grave congestionamiento que viven casi todos

los órganos jurisdiccionales en donde se celebran juicios orales, sino que además

evita la estigmatización del delincuente primario no reiterante, favorece

notoriamente el acercamiento de la víctima a la resolución del conflicto, y mejora

las posibilidades para que todos los operadores del sistema penal, incluyendo a

los fiscales, puedan concentrar sus mayores esfuerzos en llevar a juicio aquellas

causas de mayor gravedad”.

Destaca entonces cuáles son los particulares razones que podría

tener cualquier fiscal a la hora de disponer su consentimiento en pos a la

concesión de esta medida alternativa de solución del conflicto penal. Todos los

efectos mencionados se insertan en un ámbito de razonabilidad – en consonancia

con lo antedicho – con el fin de que el dictamen fiscal resulte en definitiva el más

ajustado al caso concreto; manteniendo, sin perjuicio de ello, invariable el

camino en lo que hace a la coherencia y unidad de actuación en defensa de la

legalidad y los intereses generales de la sociedad, conforme la tarea que le

compete a cada fiscal.

Todo ello se refuerza en la Resol. PGN 130/04, en la que recuerda

que las razones de política criminal que fundamentan la inserción en el CP del

instituto de la probation, son “la decisión de descongestionar el sistema judicial,

la conveniencia de canalizar racionalmente la selectividad intrínseca que todo

modelo de enjuiciamiento genera, la necesidad de utilizar pautas objetivas y


predeterminadas y, consiguientemente, de adoptar soluciones alternativas para

delitos leves, logrando mayor eficacia en la persecución de los hechos punibles

de mayor gravedad o cometidos bajo modalidades de crimen organizado”.

Con este sentido, y en definitiva echando mano al principio de

oportunidad, instruye a los sres. Fiscales para que en los casos en que se solicite

la concesión del beneficio previsto en el art. 76 bis del C.P. se ajusten a lo

dispuesto por la Resol. PGN 24/001.

Ahora bien, este criterio de oportunidad que en principio parecería

resultar muy amplio, resultó acotado en atención a lo dispuesto por la Resol. PGN

97/09.

Allí se destaca que la Resol. PGN 86/04 “ha sido utilizada como un

medio para mejorar la capacidad de los operadores del sistema de administración

de justicia penal… para que puedan concentrar sus mayores esfuerzos en la

realización de juicios orales de aquellas causas de mayor gravedad y

trascendencia”. Por consiguiente, este último es el parámetro sobre el que – en

principio – pendería la concesión del beneficio: la evaluación de la gravedad y

trascendencia de la causa.

Indica a renglón seguido que pueden existir motivaciones de

política criminal que hicieran necesario establecer excepciones a la concesión del

beneficio en cuestión, todo ello sin dejar de lado como base mínima de excepción

las pautas del art. 76 bis del CP y con el sentido de brindar a lo menos cierta

seguridad jurídica (orientada a los ciudadanos pero, primordialmente, a los

fiscales por aquella pauta rectora que fuera ya mencionada, relativa a la

necesidad de mantener incólume el principio de “unidad de actuación”). Así,

expresa que es recomendable que los fiscales, al evaluar un pedido de probation,

se opongan a la concesión del beneficio en los casos en que:

“a) se trate de un hecho que requiera de la realización del debate

por la conveniencia de control de los actos de gobierno por parte de la

ciudadanía…

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En principio, resulta irrelevante a los efectos de este caso dar cuenta de los términos de esta
resolución, ya que al haber sido dictada inmediatamente después del conocido plenario “Kosuta”,
versa sobre la “conveniencia de adoptar un criterio amplio del instituto… por considerar que era el
más adecuado a los fines político-criminales que inspiraron su creación y, asimismo, el que mejor
refleja la línea de política criminal que esta gestión ha fijado para la actividad de este Ministerio
Público”. No es, entonces, motivo del debate que por el presente se plantea.
b) se vea afectada la obligación del Ministerio Público Fiscal de

velar por el impulso de la acción penal, particularmente en aquéllos supuestos en

que deberá llevarse a cabo el juicio oral y público con respecto a otros imputados

a los cuales no les corresponda el beneficio, y en los que el agente fiscal,

considere que su otorgamiento pueda debilitar la acusación…”.

No resultaría justo fundar una oposición en ninguno de estos

parámetros, teniendo en cuenta que el caso sub examine no se subsume de

modo alguno en las premisas que nos brinda la Resolución. En efecto, es factible

que se deje sin efecto la realización del debate cuando nos enfrentamos a hechos

como el que nos compete, a saber: una presunta evasión tributaria simple, por

montos que aún no han sido determinados (sepa V.S. que inclusive se encuentra

en trámite la causa administrativo tributaria en la que también está en discusión

el valor del campo comercializado), con imputados que han prestado total

colaboración al proceso y, en definitiva y tal como surge al momento, con nula

necesidad (i) de control de los actos de gobierno por parte de la ciudadanía; ni

de (ii) proseguir con la acusación penal.

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