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En años posteriores, durante la era del guano y luego, bajo los gobiernos
consecutivos, la institución reaparecerá con algunos cambios. El gran salto
ocurriría en la segunda década del siglo XX, cuando se instaura la Contraloría
General de la República, por el decreto supremo dado en septiembre de 1929.
Todo esto cambio con la llegada del primer presidente del Perú, José de la Riva,
quien ordeno que no circularan más el papel de moneda y que todos los pagos
que se hiciesen fueran en moneda de plata o cobre.
El estado vivía con deuda que no amortizaba y créditos que no exigía y los gastos
públicos desde 1833, en la burocracia contrastaban el exceso de empleados y
deficiencias del servicio.
Los difíciles primeros años
Los costos de la corrupción política y administrativa durante los inicios de la
república fueron altos para el país. En su intento por calcular la dimensión de
este infortunio, el especialista en historia económica Alfonso Quiroz refiere que
el periodo caudillista, comprendido entre los años 1822 y 1839, se caracterizó
por tener un amplio número de gestiones por tener un amplio número de
gestiones publicas deshonestas. A juicio del estudioso, estas no fueron más que
la continuación de las modalidades coloniales, pero en el marco de la extrema
carencia fiscal, la inestabilidad política e institucional, y el abuso de los derechos
de la propiedad de extranjeros y nacionales. Según refiere, los caudillos militares
se apropiaron de las haciendas y los bienes que habían sido expropiados, e
hipotecaron los pocos ingresos fiscales y aduaneros del estado para financiar
sus campañas militares. Además, otorgaron por amistad o soborno los contratos
destinados a abastecer al ejército, hundiendo en la miseria la ya endeudada
hacienda pública. Se puede decir, entonces, que esta época los procesos de
control fueron nulos.
Con la intención de frenar este proceder, una ley dada el 2 de enero 1840 decidió
la reinstalación de tribunal mayor de cuentas, que había tenido un papel decisivo
durante la colonia.
Años de corrupción
Aunque el gobierno de castilla fue exitoso, hubo cuestionamientos pues no se
llevó un registro y control exacto de los pagos del estado a los esclavistas como
compensación por cada liberado, estas indemnizaciones que se financiaron con
dinero proveniente de la exportación del guano, provocaron grandes pérdidas de
dinero pues hacendados estafaron al fisco con una contabilidad inexacta,
sobornando a los funcionarios encargados de la tarea, teniendo una labor muy
pobre.
La republica aristocrática
En 1895 se inició el gobierno civil y democráticamente elegido de Nicolás de
Piérola, dando inicio al periodo que Basadre llama república aristocrática, y que
se desarrolló hasta el año 1919. Con otra visión, Emilio Valdivia contreras, autor
del libro manual del sistema nacional de control y auditoria gubernamental,
incluye este lapso en lo que ha llamado una época de estado fomento, en la que,
según define, los gobiernos buscaron desarrollar las actividades políticas,
económicas, sociales y administrativas. Como sustento de su afirmación
menciona la creación del ministerio de fomento y obras públicas y la dación de
la ley de contabilidad de los ministerios, que data del 30 de octubre de 1895.
Esta norma fue dada por el congreso como un intento de implementar un sistema
más apropiado para la buena administración de las rentas públicas y de definir
claramente las responsabilidades de quienes las tenía a su cargo.
El Perú se incorporó a la moderna corriente capitalista que primaba a nivel
internacional en ese entonces, tres principios pasaron a regir la vida económica
nacional: el patrón de oro, el libre comercio y el presupuesto equilibrado.
El oncenio y la contraloría
En 1914 el estallido de la primera guerra mundial provoco una nueva crisis en la
economía peruana, entonces los agentes económicos empezaron a esconder la
moneda de oro y a generar el debilitamiento de la vida comercial, el
incumplimiento de las obligaciones, el retiro de los depósitos bancarios, la caída
de las cotizaciones bursátiles y hasta el colapso de la bolsa.
También disminuyeron las exportaciones y las importaciones, la planilla publica
creció y el dinero para el pago era insuficiente, los impuestos de algunos
productos se incrementaron.
En el segundo gobierno de José Pardo hubo un boom de azúcar esto trajo
consigo una bonanza para los propietarios de las haciendas azucareras mas no
a la economía nacional, pues el presupuesto seguía trayendo déficit y fueron
necesario tomar medidas de emergencia que consistía en aplicar impuestos a
las exportaciones de azúcar, algodón, lana, oro, plata, cobre y petróleo.