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Sistemas de control en la república.

Con la llegada de la república y los revuelos de la independencia del Perú


respecto de España, el tribunal mayor de cuentas no sobrevivió como institución
y sus funciones fueron objeto de profundas reformas. Como una manera de
aplacar el desorden inicial producido por la independencia en el rubro, el
libertador san Martin transformara al tribunal en la contaduría mayor de cuentas,
mientras que simón bolívar creara la contaduría mayor provisional, con sede en
Trujillo.

En años posteriores, durante la era del guano y luego, bajo los gobiernos
consecutivos, la institución reaparecerá con algunos cambios. El gran salto
ocurriría en la segunda década del siglo XX, cuando se instaura la Contraloría
General de la República, por el decreto supremo dado en septiembre de 1929.

Todo esto cambio con la llegada del primer presidente del Perú, José de la Riva,
quien ordeno que no circularan más el papel de moneda y que todos los pagos
que se hiciesen fueran en moneda de plata o cobre.

Pasados los tiempos iniciales de la anarquía política de los primeros años de


vida independiente, se producen cambios, en 1821 San Martín sustituyo el
antiguo nombre por la contaduría mayor de cuentas, en 1824 se crea la
contaduría mayor provisional.
Nueva foja tribunal de cuentas

Hacia fines del virreinato e inicios de la vida independiente del Perú, la


organización del tribunal mayor de cuentas, tal como hemos visto en el capítulo
anteriores, había sido objeto de algunos cambios que buscaban hacer más
eficiente su trabajó.

Dada en Madrid el 14 de noviembre de 1820 al entonces virrey del Perú, había


establecido que dicho organismo estaría representado por una sola persona, el
contador mayor, quien tendría el apoyo de los oficiales de libros, los oficiales
primeros de glosa, los contadores resultas, los contadores ordenadores y los
contadores supernumerarios.
Los juicios de residencia
El 28 de octubre de 1882, en un primer intento por asegurar la responsabilidad
en el ejercicio de la función pública, la junta gubernativa promulgo una ley según
la cual todo funcionario estaría sujeto a juicio de residencia, el cual era un
procedimiento judicial al derecho castellano e indiano, consistía que, al término
del desempeño de un funcionario público, se revisaba su actuación y todos los
cargos que hubiese en su contra. El encargado de dirigir el proceso era la
persona nombrad para sucederlo. Los gobernantes de las provincias que fueran
señalados por la población tendría que ser investigados, y si resultaban
culpables de haber infringido las leyes serian declarados inhábiles para ejercer
cualquier cargo estatal.
Un gobierno tras otro
Los años posteriores a bolívar estuvieron marcados por la anarquía y la sucesión
de revoluciones y golpes de estado. La precaria situación económica peruana no
mejoro sino hasta mediados del siglo XIX. La inestabilidad fue el caldo de cultivo
para el debilitamiento de la moral en el ámbito de la recaudación. Los constantes
cambios en las leyes que buscaban mejorar el sistema, terminaron
complicándolo. Paradójicamente, no existió entre las oficinas de gobierno una
que llevara eficientemente las cuentas de entradas y gastos estatales. Esto solo
cambiaria en 1840, cuando se restableció el tribunal de cuentas.

En 1830 se quiso poner en vigencia un sistema de contabilidad doble, pero esta


no prospero por la oposición de los funcionarios y la propia inestabilidad política.
El desorden era tal que cada establecimiento fiscal trabajo de una manera
diferente.
Nuevas normas para el control

El 22 de febrero de 1835, Felipe Santiago Salaverry, otro caudillo militar, tomo el


poder por la fuerza e inicio en el país un nuevo gobierno dictatorial.
Justificándose en la necesidad de moralizar la administración pública y de
justicia, y al fin de frenar la delincuencia que reinaba en lima, uso el azote y la
horca, así como los juicios sumarios. Entre las medidas que tomo figura la
publicación mensual de todos los ingresos y gastos del estado. Igualmente, al
mismo estilo de bolívar, impuso la pena de muerte para los funcionarios públicos
que dispusieran de los fondos de la hacienda para su provecho.

El estado vivía con deuda que no amortizaba y créditos que no exigía y los gastos
públicos desde 1833, en la burocracia contrastaban el exceso de empleados y
deficiencias del servicio.
Los difíciles primeros años
Los costos de la corrupción política y administrativa durante los inicios de la
república fueron altos para el país. En su intento por calcular la dimensión de
este infortunio, el especialista en historia económica Alfonso Quiroz refiere que
el periodo caudillista, comprendido entre los años 1822 y 1839, se caracterizó
por tener un amplio número de gestiones por tener un amplio número de
gestiones publicas deshonestas. A juicio del estudioso, estas no fueron más que
la continuación de las modalidades coloniales, pero en el marco de la extrema
carencia fiscal, la inestabilidad política e institucional, y el abuso de los derechos
de la propiedad de extranjeros y nacionales. Según refiere, los caudillos militares
se apropiaron de las haciendas y los bienes que habían sido expropiados, e
hipotecaron los pocos ingresos fiscales y aduaneros del estado para financiar
sus campañas militares. Además, otorgaron por amistad o soborno los contratos
destinados a abastecer al ejército, hundiendo en la miseria la ya endeudada
hacienda pública. Se puede decir, entonces, que esta época los procesos de
control fueron nulos.
Con la intención de frenar este proceder, una ley dada el 2 de enero 1840 decidió
la reinstalación de tribunal mayor de cuentas, que había tenido un papel decisivo
durante la colonia.

Primeros intentos de control


El periodo de gobierno de Ramón Castilla se inició en 1845, fue el primer
presidente que completo los años de mandato y como establecía la constitución
vigente, la de 1839, decretaba. Castilla, además, obtuvo los réditos iniciales de
la explotación del guano, lego de décadas de pobreza desde la instalación de la
república. En su libro anual del sistema nacional de control y auditoria
gubernamental, Emilio contreras celebra el afán del mariscal por ordenar la
economía nacional, y destaca que el primer presupuesto con que conto en el
Perú fue el que incluyo las cuentas de ingresos y egresos de sus primeros años
de gestión.
Basadre, al resumir el significado histórico de catilla, dice de el: gobernó cinco
años y volvió a gobernar después por siete años más. En esos doce años se
puso al Perú de pie, fue otro Perú.

Años de corrupción
Aunque el gobierno de castilla fue exitoso, hubo cuestionamientos pues no se
llevó un registro y control exacto de los pagos del estado a los esclavistas como
compensación por cada liberado, estas indemnizaciones que se financiaron con
dinero proveniente de la exportación del guano, provocaron grandes pérdidas de
dinero pues hacendados estafaron al fisco con una contabilidad inexacta,
sobornando a los funcionarios encargados de la tarea, teniendo una labor muy
pobre.

El ultimo tribunal de cuentas


Consciente de la importancia que la contabilidad y la administración tiene para
la economía de un país, pardo busco sistematizar ambas actividades y organizar
la hacienda. Creo las direcciones de contribuciones, contabilidad, crédito y
guano, y administración general, como dependencia del ministerio de hacienda.
Mediante un decreto del 4 de abril de 1866 otorgo una nueva estructura al
tribunal y mayor de cuentas, dando tareas específicas a los vocales, al fiscal y a
los contadores, y modificando los procesos de modo que los tramites fueran más
rápidos, edificases y económicas.
A partir de 1919 cuando inicio su gobierno Augusto Leguia se emprendieron una
serie de cambios fiscales, como la ley orgánica, que otorgan actividades,
mientras tanto el tribunal mayor de cuentas no cumplía con sus funciones de
organismo fiscalizador.
En 1992 llegaron al país noticias de que un ente fiscalizador había tenia buenos
resultados en estados unidos gracias a un control oportuno del equilibrio
presupuestal y de la economía en los gastos públicos. Surgiendo así una lluvia
de críticas sobre el tribunal mayor de cuentas.

Una posguerra difícil


Durante toda la década de los años 20 del siglo pasado, el Perú luchaba por
mantener su estabilidad política y económica. Los sucesivos gobiernos, con más
o menos aciertos, la habían buscado desde 1883, cuando el tratado de ancón
puso fin a la guerra del pacifico.

La republica aristocrática
En 1895 se inició el gobierno civil y democráticamente elegido de Nicolás de
Piérola, dando inicio al periodo que Basadre llama república aristocrática, y que
se desarrolló hasta el año 1919. Con otra visión, Emilio Valdivia contreras, autor
del libro manual del sistema nacional de control y auditoria gubernamental,
incluye este lapso en lo que ha llamado una época de estado fomento, en la que,
según define, los gobiernos buscaron desarrollar las actividades políticas,
económicas, sociales y administrativas. Como sustento de su afirmación
menciona la creación del ministerio de fomento y obras públicas y la dación de
la ley de contabilidad de los ministerios, que data del 30 de octubre de 1895.
Esta norma fue dada por el congreso como un intento de implementar un sistema
más apropiado para la buena administración de las rentas públicas y de definir
claramente las responsabilidades de quienes las tenía a su cargo.
El Perú se incorporó a la moderna corriente capitalista que primaba a nivel
internacional en ese entonces, tres principios pasaron a regir la vida económica
nacional: el patrón de oro, el libre comercio y el presupuesto equilibrado.

El oncenio y la contraloría
En 1914 el estallido de la primera guerra mundial provoco una nueva crisis en la
economía peruana, entonces los agentes económicos empezaron a esconder la
moneda de oro y a generar el debilitamiento de la vida comercial, el
incumplimiento de las obligaciones, el retiro de los depósitos bancarios, la caída
de las cotizaciones bursátiles y hasta el colapso de la bolsa.
También disminuyeron las exportaciones y las importaciones, la planilla publica
creció y el dinero para el pago era insuficiente, los impuestos de algunos
productos se incrementaron.
En el segundo gobierno de José Pardo hubo un boom de azúcar esto trajo
consigo una bonanza para los propietarios de las haciendas azucareras mas no
a la economía nacional, pues el presupuesto seguía trayendo déficit y fueron
necesario tomar medidas de emergencia que consistía en aplicar impuestos a
las exportaciones de azúcar, algodón, lana, oro, plata, cobre y petróleo.

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