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UNIVERSIDAD PRIVADA DE TACNA

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

TEMA: DERECHO SUCESORIO EN LAS UNIONES DE HECHO

INTEGRANTES:
 Bryan Escalante Manrique
 Yeltsin Coayla Carpio
 Lucero Vicente Cusihualpa
 Marilyn Vera Martínez
 Liliana Aycaya Aquino

DOCENTE: Dr. Edgar Arias Cutipa

MATERIA: Derecho Civil VII Sucesiones

CICLO: X

TURNO: NOCHE “C”

TACNA – PERU
2018

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INDICE
INTRODUCCION
DEDICATORIA
CAPITULO I
1. SUCESION DEL CONYUGE O DEL SOBREVIVIENTE DE LA UNION
DE HECHO
1.1. SUCESION DEL CONYUGE
1.2. COYUGE HEREDERO DE TERCER ORDEN
2. DERECHO SUCESORIO DEL CONYUGE INDEPENDIENTE A SU
DERECHO A GANANCIALES
3. CUOTA HEREDITARIA DEL CONYUGE SOLO O EN CONCURRENCIA
CON DESCENDIENTES O ASCENDIENTES DEL CAUSANTE
4. DERECHO DE USUFRUCTO DEL CONYUGE RESPECTO DE LA
TERCERA PARTE DE LA HERENCIA
5. ¿EN QUE CASOS EL CONYUGE NO RESULTA SER HEREDERO?
5.1. MUERTE DEL CAUSANTE DENTRO DE LOS 30 DÍAS DE
CELEBRADO SU MATRIMONIO
5.2. CÓNYUGE SEPARADO POR CULPA SUYA
5.3. CÓNYUGE DIVORCIADO
6. DERECHO SUCESORIO DEL CÓNYUGE PUTATIVO
7. DERECHO SUCESORIO DEL CÓNYUGE PUTATIVO

CAPITULO II: LEY N° 30007 Y EL DERECHO DE HERENCIA


PARA LAS UNIONES DE HECHO
1. UNION DE HECHO Y EL DERECHO DE HERENCIA
2. ¿ERA NECESARIA LA NORMA SUCESORIA ENTRE LOS
INTEGRANTES DE UNA UNION DE HECHO?
3. LA UNION DE HECHO Y EL CONCUBINATO
4. GANACIALES Y HERENCIA, Y SOCIEDAD DE BIENES Y HERENCIA
5. ¿CUANDO ESTAMOS ANTE UNA UNION DE HECHO QUE GENERE
HERENCIA?
6. REQUISITO DE LA VIGENCIA DE LA UNION DE HECHO AL
MOMENTO DEL
7. UNIONES DE HECHO INSCRITAS EN EL REGISTRO PERSONAL O
RECONOCIDAS POR LA VIA JUDICIAL
8. FALLECIIMIENTO DE CUALQUIERA DE SUS MIEMBROS PARA
GENERAR HERENCIA

CAPITULO III
1. SUCESIÓN DE PARIENTES COLATERALES
2. SUCESION DE LOS HERMANOS DEL CAUSANTE

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3. SUCESIÓN DELOS PRIMOS HERMANOS, TÍOS ABUELOS Y
SOBRINOS NIETOS DEL CAUSANTE
4. SUCESION DE LOS TIOS Y SOBRINOS DEL CAUSANTE
5. PATRIONIO HEREDITARIO A FAVOR DEL ESTADO
6. ¿ES EL ESTADO UN SUCESOR?, ¿CON QUÉ TÍTULO HACE SUYO
EL PATRIMONIO DEL CAUSANTE?
CONCLUSIONES
BIBLIORAFIA

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Dedicado a nuestros padres que se esfuerzan
cada dia para darnos un mejor futuro y a
nuestros profesores por su paciencia y
consejos…

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INTRODUCCION

La unión de hecho abarca un conjunto de múltiples y heterogéneas realidades


humanas, cuyo elemento común es el ser convivencias (de tipo sexual) que no
son matrimonio. Se caracterizan precisamente por ignorar, postergar o aun
rechazar el compromiso conyugal. De esto se derivan graves consecuencias; por
ejemplo, la unión de hecho en el derecho sucesorio no presentaba, hasta hace
poco, ningún cuestionamiento, y era unánime señalar que los convivientes no
heredan. Empero, a nivel normativo, los prejuicios que obedecieron al concepto
cerrado de familia y al matrimonio han quedado de lado a partir de la Constitución
de 1993, la cual, siguiendo la tendencia de los tratados internacionales, otorga
tutela amplia aun cuando no medie una unión matrimonial. La sucesión de la
legítima de los concubinos que establece la ley 30007 reconoce una situación
jurídica social que va en aumento y que el Estado se encuentra obligado a
proteger a los miembros de la unión de hecho propia, ya que genera vínculos
afectivos, filiales y patrimoniales, materializándose el principio-derecho de la
igualdad entre el matrimonio y la unión de hecho, ambas como manifestación de
otra institución importante como es la familia. Esta ley trata de demostrar que el
matrimonio no se ha convertido en una institución en desuso, sino más bien
reconoce que las personas, como sujetos de derecho, tienen el derecho de
decidir si quieren casarse o no, siendo lo fundamental que el hogar perdure,
basado en lazos de amor, respeto y fidelidad, y no solo por la existencia de un
papel firmado que las une.

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CAPITULO I
1. SUCESION DEL CONYUGE O DEL SOBREVIVIENTE DE LA UNION DE
HECHO

1.1. SUCESION DEL CONYUGE

Es un heredero privilegiado, pues termina siendo heredero de tres


órdenes, así hereda en concurrencia con los descendientes, también lo
hace con los ascendientes, y si no existiera ninguno de los dos primeros
ordenes, le ha herencia se defiere exclusivamente a si favor.

Obsérvese que en el caso del cónyuge del causante, la fuente de su


sucesión no está en el parentesco, sino en la institución matrimonial, que
es fuente generadora de derechos y obligaciones reciprocas entre los
cónyuges, y dentro de estos derechos, aparte de los alimentos, uno de los
más importantes es la sucesión, esto es, su derecho a heredar al cónyuge.
De modo que el marido hereda a su mujer, como la mujer hereda a su
marido.

El derecho hereditario del cónyuge implica reconocer la trascendencia e


importancia de la sociedad conyugal que nace con el matrimonio. Ahora
bien, para que la sucesión del cónyuge se de, es necesario que a la
muerte del causante haya existido el vínculo matrimonial, pues si este ya
había desaparecido (por ejemplo por el divorcio), ya no hay herencia, en
tanto que ya no existiera matrimonio, sin perjuicio de los matrimonios
pautativos, que nuestra ley le da un trato singular en la norma recogida en
el artículo 827 del Código Civil, que más adelante analizaremos.

1.2. COYUGE HEREDERO DE TERCER ORDEN

Aparentemente es un heredero de tercer orden, sin embargo y tal como


ya lo hemos señalado, el cónyuge concurre con los hijos, con los otros
descendientes, los padres y con otros ascendientes del causante, y

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también si no existieran ninguno de los dos primeros ordenes, entonces
el cónyuge se convierte en heredero único del causante.
Resulta evidente que se trata de un heredero privilegiado, pues a su
derecho de ser heredero de tres órdenes, se le suma otros derechos que
la ley le reconoce, como son los casos del derecho de habitación del
cónyuge su persiste, el de usufructo cuando concurre con descendientes
del causante, derechos que analizaremos más adelante.

2. DERECHO SUCESORIO DEL CONYUGE INDEPENDIENTE A SU


DERECHO A GANANCIALES

El código Civil de 1936 consignó dos normas (artículos 704 y 765),


referidas al cónyuge en concurrencia con hijos del causante, precisando
que si los gananciales del cónyuge llegaban o excedían la cuota
hereditaria, entonces perdía esta y se quedaba exclusivamente con sus
gananciales.

Como es de observar, nuestros legisladores confundieron dos derechos


que por naturaleza y fuente de donde provienen, son distintos, esto es, el
derecho hereditario y el derecho a gananciales, confusión que trajo como
consecuencia situaciones injustas cuando se producía esta concurrencia
de sucesores. Este precedente llevó a que los legisladores del Código
Civil de 1984 hicieran el distingo entre estos derechos, y así tenemos
como el articulo 730 precisa que la legitima del cónyuge, es independiente
del derechos que le corresponde por concepto de gananciales
provenientes de la liquidación de la sociedad de bienes del matrimonio.

De no haber existido la confusión entre gananciales y cuota hereditaria,


no hubiera sido necesario la vigente norma del artículo 730, pues no
resulta lógico ni jurídico confundir un derecho hereditario con una
participación en una sociedad de gananciales.

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3. CUOTA HEREDITARIA DEL CONYUGE SOLO O EN CONCURRENCIA
CON DESCENDIENTES O ASCENDIENTES DEL CAUSANTE

Ha quedado establecido que el cónyuge es un heredero de tres órdenes,


en vista de que concurre con los descendientes del causante y también
con sus ascendientes, y si no existen ninguno de ellos, entonces al
cónyuge sucesor le corresponde la herencia en su totalidad.
Si el cónyuge concurre con hijos del causante, sean o no del cónyuge
heredero, entonces le corresponde una cuota igual a la de un hijo. Al
respecto, el artículo 822 del Código Civil refiere que el cónyuge que
concurre con hijos o con otros descendientes del causante, hereda una
parte igual a la de un hijo, lo que en términos sencillos, implica que si a
una sucesión concurren el cónyuge con tres hijos del causante, la
herencia se dividirá en cuatro partes, esto es, que cada uno de los
herederos recibirá el 25% del patrimonio hereditario.

Ahora bien, si el cónyuge concurre con otros descendientes del causante,


entiéndase nietos, biznietos, el mismo dispositivo legal comentado, señala
que el cónyuge siempre recibirá una cuota igual a la que le corresponde
a un hijo, lo que significa que si a una sucesión concurren cónyuge con
nueve nietos del causante, descendientes que procedan de tres hijos de
este, que no resultaron hábiles para heredarlo, entonces la herencia se
dividirá en cuatro partes, un 25% le corresponde al cónyuge heredero; y
los otros 75%, se dividirán en tres partes, o dicho en otras palabras, los
descendientes heredan por estirpes (número de personas que
descienden de un sujeto), cada una de estas recibirá lo que le hubiera
correspondido al ascendiente inhábil. Obsérvese de ello la estricta
aplicación del artículo 822 del Código Civil, esto es, el cónyuge hereda
como si fuera un hijo del causante.

Si el cónyuge hereda con ascendiente del causante, el artículo 824 señala


que al cónyuge le corresponde una parte igual a cada de uno de los
ascendientes, sin precisar si se trata de padres del causante u otros

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ascendientes más lejanos. Ahora bien, ya hemos dejado sentado nuestra
disconformidad con la norma, cuando el cónyuge concurre con
ascendientes más lejanos del causante, en particular con abuelos, o
puede darse el caso de bisabuelos, pues a mayor número de
ascendientes termina perjudicando el derecho del cónyuge. Así, por
ejemplo, si el cónyuge concurre con los cuatro abuelos del causante, le
corresponderá un quinto de la herencia; y si fuera el caso, poco probable,
de que concurra con los 8 bisabuelos del causante, al cónyuge le
corresponderá un noveno de la herencia. En estos dos supuestos, se
advierta lo injusto del trato, en tanto que esos ascendientes del causante,
son parientes del él, pero en un grado más distante; sin embargo,
terminan equiparándose a otro heredero, que por provenir su designación
de un matrimonio, es considerado un sucesor privilegiado.

Si el cónyuge resulta ser el único heredero, en vista de que no le ha


sobrevivido al causante no descendiente ni ascendiente, o estos no tienen
derecho a ser sucesores (inhábiles), entonces la herencia en su integridad
le corresponderá. Así, lo reconoce expresamente el artículo 825 del
Código Civil cuando señala: “Si el causante no ha dejado descendientes
ni ascendientes con derecho a herederar, la herencia corresponde al
cónyuge sobreviviente”. Hace bien el legislador al precisar descendientes
o ascendientes sin derecho a herederar, pues pueden sobrevivir al
causante descendientes o ascendientes, pero estos han sido
desheredados o han sido excluidos por indignidad, o han renunciado a la
herencia, supuestos estos en los que se da la inhabilidad para herederar.

4. DERECHO DE USUFRUCTO DEL CONYUGE RESPECTO DE LA


TERCERA PARTE DE LA HERENCIA

El código Civil 1936 ya traía este derecho a favor del cónyuge supérstite,
cuando concurría con descendientes del causante, habiéndolo fijado en
una cuarta parte de la herencia. Actualmente el Código Civil de 1984, al
seguir el mismo criterio, reconoce al derecho del cónyuge, pero termina

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fijando el usufructo ya no en una cuarta parte, sino en una tercera parte
de la herencia. En efecto, el artículo 823 del Código Civil señala
textualmente “En los casos del artículo 822 (alude a la concurrencia con
descendientes del causante). El cónyuge puede optar por el usufructo de
la tercera parte de la herencia, salvo que hubiere obtenido los derechos
que le conceden los artículos 731 y 732 del Código Civil” (referidos al
derecho de habitación vitalicio sobre la casa conyugal).

Este derecho de usar y disfrutar de la tercera parte de la herencia, se da


solo cuando el cónyuge concurre con descendientes del causante, mas
no con ascendientes. Quizás se ha señalado a los descendientes, en tanto
que su número puede ser muy alto, y entonces el cónyuge se vería
perjudicado, al ver que su cuota se reduce significativamente al concurrir
con ellos, por ejemplo, que el cónyuge concurra con 9 hijos del causante,
entonces su cuota que le corresponde será la de un décimo de la
herencia, puesto en ese caso, le convendría no la décima parte, más si
gozar del tercio de toda la herencia. Empero, esto no se da cuando el
cónyuge concurre con los ascendientes del causante, que siendo realista,
a lo más podría darse la concurrencia con 4 ascendientes, en donde su
cuota, como ya lo hemos visto, se reduce a un quinto de la herencia, por
ello, creemos que esta es la razón que ha llevado al legislador, a precisar
que el derecho nace ante la concurrencia con descendientes y no
ascendientes.

Entiéndase que se trate de un derecho, lo que significado que el cónyuge


tiene la facultad, la opción, la potestad de ejercer el derecho de usufructo,
por lo tanto, no se trata de una imposición al conyugal heredero. Ahora
bien, si el cónyuge elige esta opción, la del usufructo, entonces pierde su
cuota hereditaria, a diferencia del derecho de habitación del cónyuge
supusiste, figura que esta regulada en los artículos 731 y 732 del Código
Civil, en la que no hay opción, en puridad, sino que se trata de un derecho
adicional, por cuanto el cónyuge ejerce el derecho de habitación y
conserva su derecho hereditario.

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Cabe preguntarnos ¿Por qué no es opción en el derecho de habitación y
si lo es en el usufructo; porque si se elige el usufructo ya no participa de
la sucesión en la calidad de heredero?

Tratando de responder a la pregunta, debemos ubicarnos en los


contextos en los que se da el derecho de habitación y el de usufructo. En
el primer caso, se trata de gozar de un solo bien, el cual está referido a la
casa habitación; mientras que en el usufructo el goce está referido a la
tercera parte de todo el patrimonio hereditario. En el derecho de
habitación, razones de índole personal y sentimental, llevan a considerar
la posibilidad de que el cónyuge su persiste, siga viviendo sin solución de
continuidad en el inmueble que también es de propiedad de este cónyuge
(al menos cuando se trata de una sociedad de gananciales); mientras que
en el usufructo, la tercera parte del patrimonio está referido a la masa
hereditaria que deja el causante.
Por otro lado, el derecho de habitación se va a dar tanto en la sucesión
testamentaria como en la intestada, mientras que el usufructo solo está
referido a la sucesión legal.

Sobre esto último, nace una inquietud: ¿Por qué el derecho de usufructo
sobre la tercera parte del patrimonio hereditario, solo cabe en la sucesión
legal y no es posible en la sucesión testamentaria? Intentemos dar una
respuesta a esta pregunta; entendemos que ello es así, en tanto que en
la respuesta a esta pregunta; entendemos que ello es así, en tanto que
en la sucesión testamentaria, rige el principio de respetar la voluntad del
testador, siempre y cuando no vaya contra las normas imperativas; en
cambio, en la figura de la legitima los respectivos herederos forzosos son
amparados por normas de orden público, no existiendo la menor
posibilidad de ir contra ellas ni pactar contra estas normas. En
consecuencia, en una sucesión testamentaria con presencia de
legitimarios (que lo son los descendientes, ascendientes y cónyuge), los
derechos de estos son intangibles, no es posible limitarlos, no obstante,

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esta limitación si se da en el caso del usufructo de la tercera parte, en
tanto que el cónyuge sobreviviente tendría derecho a usar y disfrutar de
la tercera parte de todo el patrimonio hereditario, patrimonio que como
sabemos pertenece a todos los legitimarios, entonces el derecho de
usufructo terminaría limitando estas cuotas legitimarias que no podrían
ser dispuestas por los descendientes, o si fuera el caso, por los
ascendientes que concurran con el cónyuge.

En la sucesión legal, es cierto que también encontramos a los herederos


forzosos, sin embargo, aquí es la ley la que estaría imponiéndose al pleno
ejercicio de los derechos de los otros herederos que concurriesen con el
cónyuge, herederos que como claramente lo señala la ley, se trata solo
de los descendientes y no ascendientes.

Tampoco se puede recortar estos derechos legitimarios, y así cualquier


disposición que mengue la legítima no surtirá efecto. Empero, el usufructo
comentado, si fuera posible aplicarlo a la sucesión testamentaria, estaría
recortando estos derechos legitimarios aunque temporalmente, pues no
le permitiría a los herederos forzosos que concurran con el cónyuge del
causante, ver satisfechas sus cuotas hereditarias, en tanto que los bienes
que representan esas cuotas, tendrían que soportar la carga del
usufructo.

Por último, decimos, que no debe ser de aplicación el usufructo de la


tercera parte del patrimonio en la sucesión testamentaria, pues este
usufructo terminaría violentado la voluntad del testador, quien no podría
testar libremente, ya que la existencia de esta derecho obligaría al
testador en el momento de testar, a considerar este derecho como
limitante a su libre voluntad de disposición, sobre todo, el patrimonio
hereditario.

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Por las consideraciones señaladas, creemos que el derecho de usufructo
sobre la tercera de la herencia solo debe tener presencia en la sucesión
legal.

La opción del usufructo de la tercera parte del patrimonio hereditario,


como resulta obvio, termina afectando el derecho de los demás
herederos, a quienes se les suspende el derecho de pedir participación,
en tanto que continúe el derecho de usufructo, que como sabemos tiene
la calidad de vitalicio. En tal merito, los herederos solo mantienen la nuda
propiedad de los bienes, hasta que se extinga el derecho, el cual sucede
cuando muere el cónyuge beneficiario del derecho o renuncia a este. En
estos supuestos los herederos procederán a adjudicarse dichos bienes.

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 732 del Código Civil, si el


derecho de usufructo recae en la casa habitación que fue hogar conyugal,
entonces sin perjuicio de conservar su calidad de usufructo, ahora ese
bien, va a tener también la calidad de patrimonio familiar, l que va a
significar mayor garantía para el cónyuge beneficiario. Así el inmueble no
va a poder ser embargado, ni rematado, ni hipotecado, ni mucho menos
vencido por nadie, prerrogativas que se concedan a los bienes afectados
como patrimonio familiar.

Está claro el trato preferente que da el legislador al heredero, cónyuge del


causante.

5. ¿EN QUE CASOS EL CONYUGE NO RESULTA SER HEREDERO?

Por lo general, a la muerte del cónyuge le sucede su consorte, a quien se


le denomina el cónyuge supérstite, sin embargo, hay determinados
supuestos, en los que, sin identificarse con los casos de indignidad o
desheredación, el cónyuge sobreviviente se ve privado de participar de la
herencia de su causante. Son las siguientes:

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5.1. MUERTE DEL CAUSANTE DENTRO DE LOS 30 DÍAS DE
CELEBRADO SU MATRIMONIO

Como medida de prevención y con la finalidad de evitar matrimonios


interesados, el artículo 826 del Código Civil establece que la sucesión que
corresponde al viudo o la viuda, no procede cuando encontrándose enfermo
dentro de los 30 días siguientes salvo que el matrimonio hubiese sido
celebrado para regularizar una situación de hecho. En efecto, se trata de
cautelar los intereses del cónyuge próximo a morir, y por ende igualmente
los intereses de los futuros sucesores, librándolos de la persona que se
acerca al cónyuge enfermo, con el propósito de que vía la celebración de un
matrimonio, pueda luego tener acceso a su patrimonio.

La norma bajo comentario precisa el motivo por el cual se impide al cónyuge


supérstite heredar, y lo refiere a la situación de enfermedad que padecía el
cónyuge, como la causante del deceso, por cierto, dentro de los 30 días de
celebrado el matrimonio, lo que nos lleva a afirmar que si el deceso se
produjo dentro de este lapso, pero por causa diferente a la enfermedad, o no
existe tal enfermedad en el momento de la celebración del matrimonio, y aun
así se produce el deceso, entonces no opera esta suerte de prohibición a
suceder.

El artículo en mención contempla una excepción a la norma y la refiere en


estos términos “… salvo que el matrimonio hubiese sido celebrado para
regularizar una situación de hecho”. En efecto, la norma se pone en el
supuesto de una convivencia precedente, esto es, un concubinato en el que
no hay impedimentos entre los concubinos, y por ello, la celebración del
matrimonio. Pues bien, puestos en ese escenario, resulta pertinente afirmar
que no hay un interés subalterno detrás de la celebración del matrimonio, en
función de que ya no exista toda una vida en común entre ellos.

Resulta interesante plantearnos la situación del cónyuge que al casarse con


el enfermo, ignoraba este hecho y ajeno totalmente a cualquier otro intereses
que no sea la institución matrimonial, con la mejor buena fe, lleva a delante
el matrimonio, y se produce el deceso de su cónyuge por la misma
enfermedad que padecía al celebrarlo, pero ignorada por el otro consorte, y
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el deceso se produce dentro de los 30 días de celebrado el matrimonio,
entonces ¿también quedaría privado de la herencia de su consorte?
Aparentemente el articulo 826 persigue fundamentalmente privar de un
beneficio patrimonial al cónyuge interesado, sin embargo, no hay elemente
de referencia que nos permita una interpretación contraria.

5.2. CÓNYUGE SEPARADO POR CULPA SUYA

Aquí encontramos una norma sancionadora, en tanto que si al producirse el


deceso del causante, este se encontraba separado legalmente (no
divorciado) de su consorte por culpa de este cónyuge, entonces la sanción
para el cónyuge culpable es la pérdida del derecho hereditario.

En efecto el artículo 343 del Código Civil ubicado en el libro de Familia, refiere
“el cónyuge separado por culpa suya pierde los derechos hereditarios que le
corresponden”. Repárese que la norma alude no al divorcio, sino a la
separación legal, que como sabemos tiene como efectos no al rompimiento
del vínculo matrimonial, más si la suspensión de la vida en común y el fin de
la sociedad de gananciales, por lo tanto, siguen siendo conyugues, pues
continua vigente el matrimonio, con todos sus efectos, sin embargo uno de
estos efectos como es el derecho hereditario, se perderá por la culpa del
cónyuge que incurrió en alguna de las causales inculpatorias de la separación
legal que prevé el artículo 333 del Código Civil

Esta pérdida debe comprender no solo lo que habría recibido en su calidad


de heredero, sino igualmente lo que le hubiera correspondido de haber sido
instituido por el testador como legatario. Sobre el particular, las normas a
aplicar seria el articulo 343 bajo comentario y el articulo 772 del Código Civil,
referid a la caducidad del legado, sin embargo, si la institución de legatario
se hace con posterioridad a la sentencia de separación, entonces el legado
no se perderá, pues la voluntad del testador se ha expresado cuando ya era
conocida la inconducta del cónyuge, e incluso podemos considerar una
suerte de perdón del testador.

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5.3. CÓNYUGE DIVORCIADO

Ha quedado claro que la fuente del derecho hereditario del cónyuge es el


matrimonio, en consecuencia, si ya no existe matrimonio, en este caso
porque ha concluido por divorcio, entonces tienen que cesar sus efectos, y
uno de ellos es el derecho hereditario. En esa medida no será necesario
regular una situación de esta naturaleza, sin embargo, en una norma que
para nosotros resulta ociosa, el Código Civil en el libro correspondiente a
Familia, en sus artículos 353, señala; “Los cónyuges divorciados no tienen
derecho a heredar entre si” norma incluso con mala redacción pues si existe
divorcio, ya no tienen calidad de cónyuges.

6. DERECHO SUCESORIO DEL CÓNYUGE PUTATIVO

Al analizar la calidad de heredero del cónyuge, señalamos que era requisito


básico para gozar de tal calidad, que al abrirse la sucesión, haya estado
vigente el matrimonio del cónyuge heredero con el causante, pues si así no
fuera, porque se produjo el divorcio, o porque se declaró nulidad o
anulabilidad de este, entonces, en el caso de divorcio, se habría perdido el
derecho hereditario, por cuanto el cónyuge dejo de serlo en el segundo caso,
ante el supuesto de la invalidez, no habría nacido el derecho hereditario.

Ahora bien cabe preguntar cuál es la situación del cónyuge que contrajo
matrimonio civil de buena fe, que luego se declara su nulidad por la existencia
de un impedimento matrimonial absuelto. Pues bien este tema trata el artículo
827 del Código Civil, tema al cual llamaremos derecho sucesorio del cónyuge
putativo, en estricta aplicación de la norma contenida en el artículo 284 del
Código Civil, que alude a los efectos del matrimonio declarado nulo, cuando
uno o los dos cónyuges actuaron de buena fe.

En doctrina, se conoce como matrimonio putativo a aquel que se celebra


violentando impedimentos matrimoniales, sin embargo, si uno o los dos
cónyuges han actuado de buena fe, esto es, ignoraban que existía
impedimentos y por lo tanto creían, suponían que se estaban casando
válidamente, en esa circunstancia, se señala que el matrimonio surtirá efecto

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para aquel que lo contrajo de buena fe, como si fuera un matrimonio que ha
terminado por divorcio.

Preguntemos respecto a los efectos del matrimonio putativo, como se aplican


en el plano sucesorio, y siempre en la idea de proteger al que actuó de buena
fe.

Sobre el particular, tenemos el artículo 827 que señala que el cónyuge que
contrajo de buena fe un matrimonio que posteriormente es declarado nulo,
por haber sido celebrado con persona que estaba impedida de contraerlo, no
afectara sus derechos sucesorios respecto de aquel, con quien contrajo el
matrimonio (causante), salvo que el primer cónyuge sobrevivía al causante,
pues en ese caso será este quien herede. Pongamos un ejemplo que grafique
la aplicación de este artículo, si María se casó con Juan, sin saber que este
era casado con Ana e impedido de volver a contraer matrimonio, en tanto que
no se divorcie de ella, y al morir Juan y no sobrevivir Ana, entonces será
María quien termina heredando a Juan, pero si Ana sobrevive a Juan, será
esta quien lo herede, desplazando a María, En este caso, nos parece injusta
la norma al apartar al cónyuge que contrajo matrimonio de buena fe no solo
porque se estaría dejando de aplicar el artículo 284 del Código Civil ya que
comentado, si no que se estaría sancionando a una persona que, pese a
haber actuado de buena fe, lo que implica haber sido engañado y
sorprendido, no le alcanzan efectos de un matrimonio al que llego sanamente.

CAPITULO II

LEY N° 30007 Y EL DERECHO DE HERENCIA PARA LAS UNIONES DE


HECHO

1. UNION DE HECHO Y EL DERECHO DE HERENCIA

LA LEY N° 30007 del 16 de abril del 2013, promulgada el 17 de abril del 2013
, otorga derechos sucesorios entre los concubinos, lo que ha acaparado el
interés de la ciudadanía en general, por tratarse de un tema que afecta a un
porcentaje muy alto de población peruana, que ha fundado familia, no sobre
la base de matrimonio, sino de una comunidad de vida, en las que compartan

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mesa, lecho y techo, asumen responsabilidades propias de una familia
matrimonial, pero que no han formalizado legalmente su unión.

Ahora bien, la citada Ley, que en materia sucesoria pone a los concubinos a
la par de una pareja matrimonial, no los denomina como tal, aun cuando en
el fondo lo sean, sino que llama unión de hecho a esa relación, pero no
cualquier unión de hecho recibe este beneficio, sino solo aquellas que
cumplen los requisitos legales que se encuentran en el articulo 326 del
Código Civil, normal que describe estas uniones de hecho. En consecuencia
estarían comprendidos en la ley anterior, las uniones de hecho
heterosexuales, con una vida en común continua, permanente,
ininterrumpida de 2 o mas años, y que no exista impedimento matrimonial
entre ellos, debiendo sumarse a estas exigencias que la unión de hecho este
inscrita en el registro personal, o en su defecto exista reconocimiento judicial.

En el derecho sucesorio, existe una exigencia para aquello que pretendan


concurrir a una sucesión, y así en el caso de los cónyuges como ya lo hemos
referido, para que cada uno de ellos, el sobreviviente puede heredar, debe
haber existido el matrimonio cuando ocurre el deceso del causante, es decir,
cuando se abrió la sucesión. Esto responde a que la herencia entre cónyuges
tiene como fuente el matrimonio no obstante, en el caso de los miembros de
una unión de hecho, también la existencia está dada, si es que al fallecer uno
de los integrantes de esta unión, existo la comunidad de vida, en otras
palabras el sobreviviente estuvo viviendo con el que ahora es el causante.

Esta exigencia la consigna la Ley N° 30007 cuando señala, en su artículo 2.


Lo siguiente: “Para que la unión de hecho da lugar a derechos sucesorios, es
requisito que reúna las condiciones señaladas en el artículo 326 del Código
Civil y se encuentre vigente al momento del fallecimiento de cualquiera de
sus miembros”.

2. ¿ERA NECESARIA LA NORMA SUCESORIA ENTRE LOS


INTEGRANTES DE UNA UNION DE HECHO?

No cabe duda de que la familia peruana, no se funda solo en el matrimonio,


aun cuando ello es lo deseable, sino igualmente en uniones de hecho que se
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comportan como sociedades conyugales, pero que no tienen respaldo
matrimonial. Estas familias cada vez van creciendo más y según los últimos
datos estadísticos como el que aparece en el Decreto Supremo 005- Mindes
referido al Plan Nacional de Apoyo a la Familia, que nos trae una cifra de
25.7% de familias que se declaran concubinarias. Sin embargo, como
sabemos y constatamos en la realidad, esa cifra puede y d hecho es mayor.

Hasta antes de la Ley, estas uniones de hecho solo tenían reconocimiento


constitucional, para equiparar la sociedad de bienes que se genera dentro de
esta unión de hecho con las normas de la sociedad de gananciales que nace
a propósito en un matrimonio, equiparidad que les permite dividir los bienes
comunes en partes iguales cuando fenece la unión de hecho. Sin embargo,
nuestra legislación no contempla otros derechos a favor de la unión de hecho
o concubinato regular, y menos el de la herencia tema que fue materia de
discusión por mucho tiempo, sobre todo, porque es público y notorio que
estas familias no formalizadas legalmente cumplen todos los deberes que se
dan dentro del matrimonio como la comunidad de vida la cohabitación, la
asistencia entre ellos no hay intereses contrapuestos sino todo lo contrario,
pues ambos se identifican y componen una estructura familiar sólida.

Son estas razones las que han llevado al legislador a promulgar la Ley N°
30007, empero no será extraño que comience a criticarse esta norma, en
tanto que en lo que se refiere a herencia u el régimen social de sus bienes,
es idéntico al matrimonio, entonces no faltaran quienes terminen
preguntándose si esta equiparidad de derechos de los concubinos con los
cónyuges, va a terminar desincentivado, desmotivando a las parejas a
celebrar matrimonio, en tanto que los mismos derechos de los cónyuges los
tendrían los concubinos, y en parte, pueden tener razón pero pierden de vista
que el matrimonio es una institución natural, necesaria e importante dentro
de toda sociedad, reconocido por los diversos instrumentos legales
nacionales e internacionales, como la Constitución Peruana, cuando en su
artículo 4, impone al Estado la obligación de promoverlo, por otro lado,
convenciones como la Declaración Universal de Derechos Humanos, el
Pacto internacional de Derechos Civiles y Políticos lo reconocen como una
institución natural por la que se funda familia.
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19
No se puede dudar de que es en el matrimonio, en donde la procreación de
los hijos viene respaldada por una serie de garantías en cuanto a la filiación,
que no tienen los nacidos de una unión de hecho, sumando a ello, tenemos
razones de índole moral y religioso que sustentan la institución matrimonial
como necesaria e indispensable en toda sociedad, además de reconocer que
siempre ha existido, y ha sido fuente estable y segura de fundar familia.

El derecho a heredarse entre concubinos ya existe en legislaciones de


Bolivia, Ecuador; y en Centroamérica: México, El Salvador, Panamá, entre
otros, por ello, no debe llamar la atención la promulgación de esta ley, que
viene a modificar sustantivamente la legislación sucesoria, en particular, las
instituciones de la sucesión intestada y legitima.

3. LA UNION DE HECHO Y EL CONCUBINATO

La constitución de 1979, que fue la primera que la recogió describe la unión


de hecho entre un hombre y una mujer, que viven como casados sin estarlo,
y compartiendo los deberes y derechos propios del matrimonio igualmente,
la constitución de 1993 la denomina unión de hecho y no la califica como
concubinato.

La unión de hecho vendría a ser el género, pues pueden haber uniones de


hecho propias o regulares, en las que se cumplen las exigencias legales para
serlo y obtener los beneficios que la ley depara, pero igualmente coexiste con
ellas las uniones de hecho impropias, en los que no se satisfacen las
exigencias legales, y por ende, no les alcanza beneficio alguno. Según
nuestra Constitución, la unión de hecho implica vida en común, cohabitación
entre un hombre y una mujer, quienes asumen la responsabilidades propias
del matrimonio, en donde se dan las características de la comunidad de vida
como permanencia, estabilidad, singularidad, notoriedad.

Ahora bien, en doctrina, a esta unión de hecho se le denomina concubinato,


término que deriva de concubena, que etimológicamente significa dormir
juntos. El concubinato que reúne todas las características que exige la
Constitución en su artículo 4 y el Código Civil en su artículo 326, goza de los
beneficios que otorga la ley, y que se circunscribían a la equiparidad de la
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sociedad de bienes que se generan en el concubinato y el régimen de
sociedad de gananciales, y hoy, con la ley Nº 30007, también el derecho a
heredar entre sí.

4. GANACIALES Y HERENCIA, Y SOCIEDAD DE BIENES Y HERENCIA

El artículo 230 del Código Civil establece con meridiana claridad la distinción
entre gananciales y cuota hereditaria, en función del precedente que fue el
Código Civil de 1936, que confundió a ambos derechos, al señalar que si los
gananciales superaban la cuota hereditaria del cónyuge, entonces perdía
esta cuota y se quedaban con los gananciales. Hoy, la confusión ha sido
superada por el artículo 730, norma que igualmente debe ser aplicada en el
caso de los concubinos.

Los gananciales aparecen como el resultado del trabajo de los consortes


dentro del matrimonio, culminado este, si existen ganancias, estas deben ser
repartidas en partes iguales, pues son ellos los que han generado estas
ganancias llamadas gananciales. Por otro lado, la cuota hereditaria es un
derecho que nace con el matrimonio, y hoy con la unión de hecho, como
reconocimiento a esta familia fundada en el matrimonio o en la unión de
hecho, a la par que se reconoce el derecho hereditario a los hijos respecto
de sus padres y viceversa, también se reconocen el derecho hereditario
reciproco entre los cónyuges, o si fuera el caso entre los concubinos. Por lo
tanto se trata de dos derechos que tienen fuentes diferentes y no admiten
semejanzas, y por ello, ha hecho bien el Código Civil al consignar una norma
como el artículo 730 teniendo en cuenta el precedente legal de 1936.

Aun cuando resulte reiterativo, el artículo 730 igualmente es de aplicación a


las uniones de hecho, en el que uno de ellos ha fallecido, y en consecuencia,
al sobreviviente de esta unión le corresponde no solo los gananciales sino
también la cuota hereditaria.

5. ¿CUANDO ESTAMOS ANTE UNA UNION DE HECHO QUE GENERE


HERENCIA?

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Tal como lo hemos mencionado, esta unión de hecho tiene que ser una
relación heterosexual, que viven como casados sin estarlo. Vivir como
casados implica una vida en común compartiendo techo, lecho y mesa,
comunidad de vida permanente, continua e ininterrumpida, adicionándose a
ello, singularidad exclusiva y excluyente entre los convivientes, pública y
notoria, no a ocultas, sino a vista de todos. Dentro de esa comunidad de vida
se dan los deberes propios del matrimonio, es decir, surgen los deberes de
cohabitación, fidelidad y asistencia.

A todas estas características debe sumársele una comunidad de vida con


permanencia de dos o más años, y que no exista impedimento matrimonial
entre los convivientes, esto es, si ellos decidieron casarse, no habría
problema alguno para regularizar legalmente la situación. Estas
características están contenidas en el artículo 326 del Código Civil, que
termina siendo modificado por la ley bajo comento, precisamente para aludir
al derecho de herencia entre los integrantes de esta unión de hecho.

Tal como lo hemos mencionado, el código no utiliza el término concubinato,


sin embargo, no cabe duda de que se esté refiriendo a esta institución, y más
propiamente, al concubinato llamado regular o en estricto sentido (strictu
sensu). En legislaciones extranjeras a esta unión de hecho se le denomina
matrimonio de hecho, matrimonio no formalizado, convivencia y concubinato.

Queda claro que la Ley Nº30067, no alcanza a las uniones de hecho


impropias, irregulares o como llama la doctrina concubinato lato, en tanto
que en estas uniones existe impedimento matrimonial entre ellos o la vida en
común no alcanzó los dos años como mínimo, o la convivencia no ha sido
permanente y continua. A estas uniones de hecho, la acción de
enriquecimiento indebido cuando uno de ellos se ha enriquecido a costa del
compañero durante la vigencia de la vida en común. En este supuesto, el
concubino agraviado puede demandar solicitando una indemnización.

6. REQUISITO DE LA VIGENCIA DE LA UNION DE HECHO AL


MOMENTO DEL FALLECIIMIENTO DE CUALQUIERA DE SUS
MIEMBROS PARA GENERAR HERENCIA.

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Haciendo un símil con el matrimonio en cuanto a los derechos hereditarios,
diremos que para que procesa la sucesión entre los cónyuges, es necesario
que cuando se abra la sucesión, momento preciso de la muerte de uno de
ellos, debe estar vigente el matrimonio, institución que precisamente termina
en este acto por el deceso.

Ahora bien, si se trata de un matrimonio vigente, pero que este por diversos
motivos la pareja no vive junta, ello resulta irrelevante, pues aun así el
sobreviviente termina heredado a su consorte fallecido, tal es así, que nuestro
Código Civil en su artículo 827, a propósito de matrimonio putativo, solo
concede herencia a la cónyuge putativa, si es que la primera cónyuge no
sobrevive al causante, pero si le sobrevive, será ella quien resulte siendo la
sucesora.

Este trato legal a propósito del matrimonio, aparentemente no es aplicable al


caso de la unión de hecho, pues la exigencia legal está dada en cuanto a que
el derecho sucesorio solo se va a dar, cuando al fallecer el concubio, su
compañera estuvo viviendo con él, ergo, si no es así, y pese a haber estado
conviviendo por mucho tiempo y satisfaciendo las exigencias legales del 326,
no podría heredar. Sin embargo, este trata nos parece que puede llevar a
seria injusticias, pues pueden darse casos, de parejas concubinas con
reconocimiento e inscripción, pero que sin culpa del concubino sobreviviente,
no se encontraban viviendo juntas cuando ocurre el deceso, antes esta
situación, no podría heredar, si aplicamos el texto frío de la norma. Por ellos
creemos que la interpretación de la norma debe ser extensiva para
comprender estos casos.

Creemos que lo que busca la norma es proteger a estas parejas concubinas,


mediante el reconocimiento del derecho sucesorio, en tanto que han probado
esta unión de hecho, independientemente de que al ocurrir el deceso del
causante, estén viviendo juntas o no, salvo el caso de comprobado
abandono, supuesto en el cual, los interesados tienen derecho a acudir a la
vía judicial para impugnar el reconocimiento de esta unión de hecho, y no
solo por el abandono, sino por cualquier otra causal de indignidad o
desheredación que aparte al posible sucesor de la herencia.

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7. UNIONES DE HECHO INSCRITAS EN EL REGISTRO PERSONAL O
RECONOCIDAS POR LA VIA JUDICIAL

Se trata de una exigencia legal para gozar del derecho de herencia, que
busca identificar a las uniones de hecho que hayan cumplido con los
requerimientos sustantivos para ser consideradas como tales, es decir, la
comunidad de vida de dos a mas años y la no existencia de impedimento
patrimonial entre los concubinos. Ahora bien, al ocurrir el deceso del
concubino o concubina, el sobreviviente debe tener inscrita en el registro
personal la unión de hecho o la sentencia judicial que le haya reconocido.

En cuanto a la inscripción en el registro personal, la Ley N° 26662 modificada


por la Ley N° 29560, de competencia notarial, establece el procedimiento
para obtener esta inscripción registral, el que se resume en lo siguiente:
solicitud de ambos concubinos pidiendo que se reconozca e inscriba en el
registro personal su unión de hecho, acompañando los documentos
pertinentes que acrediten tal unión y dos testigos que dan fe de ello.

Como es de observarse, el petitorio dirigido al notario implica que existe


consenso entre los concubinos para el reconocimiento de esa unión de
hecho, de lo cual inferimos que no es posible tal reconocimiento en esta vía
notarial, cuando se solicita unilateralmente. El notario manda publicar esta
solicitud, y vencido el término de la publicación (15 días), y al no haber
oposición, el Notario levantara acta con el reconocimiento de la unión de
hecho y mandara una parte al registro personal para su inscripción.

En cuanto al reconocimiento judicial, ello implica un conjunto de intereses,


pues estamos ante una unión de hecho, admitida por uno y negada por el
otro; por ello, se acude al Poder Judicial para que resuelva ese conflicto de
intereses. Actuadas las pruebas pertinentes, si el el juez considera probada
la existencia de esta unión de hecho, la reconoce como tal, y la resolución
que quede con carácter de consentida, se inscribirá igualmente en el registro
personal. Sin embargo, sin existencia de conflicto, también se puede acudir
a la vía judicial para el reconocimiento de la unión de hecho, cuando habiendo
fallecido uno de ellos, no se haya inscrito la citación de unión.
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En este orden de ideas, la Ley contempla la situación de que, al fallecer el
causante no exista ni inscripción registral por la vía notarial, ni por la vía
judicial, en esa circunstancia, la Ley N° 30007 señala expresamente lo
siguiente “El integrante sobreviviente puede solicitar el reconocimiento
judicial de la unión de hecho, si antes del fallecimiento del causante, no se
hubiera realizado la inscripción registral”.

Tal como ya hemos mencionado las modificaciones que introduce la ley bajo
comento, están referidas a la sucesión entre concubinos, en el ámbito de la
sucesión legal e igualmente en la institución de la legitima, e indirectamente
también tiene que ver con la sucesión testamentaria, aun cuando la ley no lo
mencione, y ello es así, en función de que al convertirse el concubino en
legitimario, es decir, heredero forzoso (así lo domina el Código), es un
sucesor que de todas maneras hereda, salvo causales de desheredación, y
en esa medida, la persona que desea testar, y tenga una compañera o
compañero según el caso, deberá considerarlos a ambos, según se trate, y
no hacerlo, implicaría entrar al terreno de la preterición, que significa, no
considerar un heredero forzoso dentro del testamento, dando lugar al
derecho del preterido a interponer acciones legales para que se reconozca
su derecho.

Diversos Códigos del continente habían concedido el derecho hereditario a


los concubinos, y el Perú, era uno de los países faltantes en el reconocimiento
de la herencia entre los integrantes de una unión de hecho. Ahora bien, ello
se da en un contexto en el que el Tribunal Constitucional, órgano supremo de
intérprete de la Constitución, venia emitiendo resoluciones y otorgando
derechos diversos a los concubinos, en tanto que forman familia, y merecen
por lo tanto la protección del Estado, tal como lo reconoce el artículo cuarto
de nuestra Carta Magna, derechos como reconocer las diferentes formas
familiares (familias monoparentales, familias ensambladas, familia
concubinarias); derechos pensionarios a favor del sobreviviente de la unión
de hecho, cuando el compañero o compañera ha fallecido; derechos a no
ser discriminados los hijos afines con los biológicos, cuando todos ellos viven
formando una nueva identidad familiar (familia ensamblada).

CAPITULO III
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1. SUCESIÓN DE PARIENTES COLATERALES

Sostenía el maestro Jorge Eugenio Castañeda al comentar el Código Civil de


1936, que al morir una persona, la ley llamaba en primer lugar a las personas
que descendían de él, esto es, a sus posteros, u si no los habían entonces
llamaba a sus ancestros: personas de donde venía el causante, todo ello, sin
ignorar la calidad de heredero del cónyuge supérstite, y si no existían
descendientes y ascendientes, entonces la sucesión se abre hacia los lados,
esto es, se colateraliza, llamándose a los parientes consanguíneos de
segundo, tercero y cuarto grado con respecto al causante. Estos parientes
colaterales son los que van a recoger la herencia, y dentro de estos los
parientes que para los efectos sucesorios van solo hasta dentro de estos
parientes que para los efectos sucesorios van solo hasta el cuarto grado, se
aplica la regla sucesoral: que el pariente más próximo en el grado al causante
excluye al más remoto, regla que la encontramos en el artículo 828 del
Código Civil y se ve reafirmada en el artículo 816, que enumera los órdenes
hereditarios, y así al no existir los tres primeros ordenes hereditarios, y así al
no existir los tres primeros ordenes hereditarios, la ley llama a los hermanos
del causante, quienes ocupan el cuarto orden, en su calidad de parientes
colaterales de segundo grado con respecto a este, y de no haberlos, entonces
se convoca a los tíos y sobrinos, que ocupan el quinto orden, al ser parientes
colaterales de tercer grado, y por último, en defecto de todos ellos, se llama
a los primos hermanos, sobrinos nietos y tíos abuelos de este, todos ellos
parientes colaterales del cuarto grado de consanguinidad respecto del
causante, y que ocupan el sexto y último orden hereditario.

2. SUCESION DE LOS HERMANOS DEL CAUSANTE

Ha quedado claro que la sucesión de los hermanos solo es posible en efecto


de los tres primeros ordenes hereditarios, lo que equivale a decir que, si no le
sobrevive al causante, hijos u otros descendientes, ni padres u otros
ascendientes ni cónyuge, recién en este supuesto la ley convoca a los
hermanos del causante, quienes ocupan el cuarto orden hereditario. Sin
embargo, dentro de estos, pueden existir hermanos del causante de padre y
madre (hermanos germanos), y hermanos de padre o madre (llamados

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medios hermanos), en ese sentido, cabe preguntarse si la ley los trata a todos
por igual, o si hace distingos entre ellos.

Al respecto recordaremos que el Código Civil de 1936 señalaba que los


hermanos que heredaban eran los legítimos e ilegítimos y la cuota era la
misma para ambos, así se desprende del artículo 763 que, en la parte
pertinente señalaba “…faltando los abuelos , toda la herencia se divide por
igual los hermanos…” Nótese que, en ningún momento, se hizo diferencia
alguna respecto a la cuota de los hermanos, sean enteros o medios hermanos,
sin embargo, actualmente, el artículo 829 del Código Civil si hace el distingo,
al señalar que en los casos de concurrencia de hermanos de padre y madre
con medios hermanos, los primeros reciben el doble que los segundos.

Sobre el trato legislativo dado, cabe preguntarse porque la diferencia, cuáles


han sido las razones que han llevado al legislador a establecer un trato injusto,
si se considera que tanto los hermanos enteros como los medios hermanos
respecto al causante, se encuentran en el mismo grado de parentesco, esto
es, son parientes consanguíneos colaterales de segundo grado, entonces
diríamos que a un mismo grado un mismo derecho, Romulo Lanatta trata de
explicar ello y señala que se presume mayor afecto entre los hermanos de
doble vinculo; sin embargo, ello es muy subjetivo.

Ahora bien, el artículo 829 se inspira en legislaciones alemana y española,


específicamente en el artículo 949 del Código Civil español que refiere “si
concurrieran hermanos de padre y madre con medios hermanos, aquellos
tomaran doble porción que estos en la herencia”. Empero, habría que ser muy
cuidadoso en la incorporación de normas extranjeras en nuestra legislación,
por cuanto se trata de medios distintos, como que las legislaciones responden
a la realidad propia de cada país.

Sobre el tema en mención guardamos distancia con el artículo 829 del Código
Civil, pues no participamos del trato desigual en la concurrencia a la herencia
de hermanos del causante, más bien lo vemos como una suerte de norma
sancionadora respecto de los medios hermanos que no tienen ninguna
responsabilidad de esa situación.

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Los hermanos pueden concurrir solos o con un sobrino del causante, e
igualmente con un sobrino de ellos, y esto sucede en los casos de
representación sucesoria ante los supuestos de premoriencia, renuncia e
indignidad de uno de los hermanos del causante. En ese supuesto, sus
descendientes lo representan y concurren con los otros hermanos del
causante, quienes heredan por cabeza; y los descendientes del representado,
por estirpe.

3. SUCESIÓN DE LOS TIOS Y SOBRINOS DEL CAUSANTE

No existiendo los cuatro primeros órdenes de herederos legales, la Ley


convocará a los parientes colaterales del tercer grado respecto del
causante, es decir, a los tíos y sobrinos de este, quienes ocupan el quinto
orden hereditario, y en cuanto a las cuotas, estas son iguales para todos
los que concurran. Repárese que la regla del artículo 829 no se aplica a
estos herederos de quinto orden, en tanto que esa diferencia de tratos que
constituye una restricción de derechos, no puede extenderse, por vía de
interpretación, a los otros colaterales. Por lo tanto, abierta la sucesión de
una persona, si a esta no le sobrevive ninguno de los cuatro primeros
órdenes de herederos, entonces la herencia corresponderá a los parientes
colaterales de tercer grado que existan, sin distinción alguna y con cuotas
iguales, y si le sobrevive al causante un tío (hermano de su padre) y un
sobrino (hijo de su hermano),la herencia se dividirá en dos partes; y si solo
le sobrevive un sobrino, la herencia en su totalidad le corresponderá a este
único sucesor.

4. SUCESIÓN DELOS PRIMOS HERMANOS, TÍOS ABUELOS Y


SOBRINOS NIETOS DEL CAUSANTE

En estricta aplicación del artículo 236 del Código Civil, que señala los
efectos del parentesco y los extiende solo hasta el cuarto grado de
consanguinidad en la línea colateral, la sucesión legal contempla un sexto
orden de herederos, que se refiere al parentesco colateral de cuarto grado,
que son los primos hermanos, los sobrinos nietos y tíos abuelos del

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causante, y si todos ellos sobreviven al causante, lo suceden con cuotas
iguales. Debemos señalar que, luego de este sexto orden hereditario, no hay
más parientes con derecho a la herencia; por ello, de no sobrevivirle al
causante ninguno de estos parientes, El patrimonio dejado por este pasará
a poder del Estado.

5. PATRIMONIO HEREDITARIO A FAVOR DEL ESTADO

El título no parece el más adecuado para designar al que debe quedarse


con los bienes, derechos y obligaciones de una persona que ha muerto, sin
la existencia de herederos hábiles para heredarlo, En este caso, se señala
que estamos ante un supuesto de herencia vacante, en tanto que no hay
sucesores conocidos que reclamen el patrimonio, por lo que pasará a
poder del Estado. Por ello, cuando se abre una sucesión y no hay
interesados que reclamen este patrimonio, nuestra normatividad legal
señala que este pasará a poder del Estado.

En efecto, cuando el causante no deja herederos hábiles para sucederle,


entonces el patrimonio del de cujus corresponde al Estado, a esta
transmisión del patrimonio a favor del Estado, el Código la denomina
sucesión del Estado, sin embargo; este término no parece el más adecuado,
discutiéndose si el Estado es un sucesor más del causante, o si reúne los
requisitos que debe tener todo aquel que se considere sucesor. En estas
exigencias no se detienen nuestros legisladores, pues aparentemente ellos
creen estar ante la presencia de una suerte de séptimo orden de heredero
legal, como es de verse del libro de sucesiones, que a continuación de los
seis órdenes de herederos legales, se regula la sucesión llamada del
Estado.

En doctrina se suele distinguir entre herencia vacante y yacente. Al


respecto, Lanatta definía la herencia vacante como el conjunto de bienes,
derechos y obligaciones dejados por el causante, cuando no ha otorgado
testamento disponiendo de ellos, ni tiene descendientes, ascendientes,
cónyuge o parientes colaterales hasta el cuarto grado de consanguinidad

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llamados a sucederle, o si los tiene, no se presentan o han renunciado a
la herencia, o la han perdido por indignidad o desheredación. En cambio,
La herencia yacente, se refiere al conjunto de bienes que se encuentran a
disposición del llamado, que en algún momento con su aceptación
pueden ,hacer caer la yacencia. Holgado Valer a propósito de sus
comentarios al Código Civil de 1936, la refirió como un estancamiento
económico de la sucesión hereditaria por falta de aceptación.

Con respecto al término vacancia de la herencia, este ha sido criticado,


pues como señala Doménico Barbero no hay vacancia de la herencia, si
el término quiere decir falta de destinatario, aludiendo a la no presencia
de sucesores del causante , ya que en esta hipótesis, el patrimonio
terminará siendo del Estado, último destinatario.

En el Perú, la Ley de Competencia Notarial N° 26662, sigue usando el


término herencia vacante, como es de verse del artículo 41, que se ubica
en el título de sucesión intestada y que en su parte pertinente señala: "...En
caso de herencia vacante, notificará a la Sociedad de Beneficencia pública
…”

6. ¿ES EL ESTADO UN SUCESOR?, ¿CON QUÉ TÍTULO HACE SUYO EL


PATRIMONIO DEL CAUSANTE?

El Código Civil de 1936 señalaba que cuando no hay herederos legales de


los indicados en el título anterior (referencia a los órdenes ele herederos
legales), y una vez cumplidos los trámites señalados en el artículo 1219 del
Código de Procedimientos civiles (Código de 1912), la herencia se
declaraba vacante. Al comentar esta norma, Jorge Eugenio Castañeda
señalaba, que la Beneficencia (Estado), recibe los bienes no iure hereditatis
sino iure ocupationis, por el dominio eminente que el Estado tiene sobre
los bienes sin dueño, esto es, no los recibe como un heredero más, porque
no lo es, le falta las notas distintivas que caracterizan a los sucesores, mas
sí le corresponde el patrimonio que se encuentra sin dueño conocido.
Además, como decía Echecopar, el Estado reivindica en tales

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circunstancias la propiedad de la herencia vacante y alega ser dueño
originario de cuanto existe dentro del territorio, porque merced a sus leyes
protectoras, se mantiene el derecho de propiedad a favor de los
particulares. También refiere que hay una razón de necesidad social que
este patrimonio pase a poder del Estado, pues si no fuera así, no se
cumpliría el fin de destinar esos bienes para el bien común, sino que
pasarían a manos de quien tenga la oportunidad de poseerlo con fines
exclusivamente privados, particulares e individualistas.

Al respecto, Planiol y Ripert refieren que el Estado puede, en determinados


casos, apoderarse de bienes comprendidos en una sucesión, pero no
hereda en el sentido estricto de la palabra. En este mismo orden de ideas,
Collin y Capitant reconocen que, según la mayoría de juristas, el Estado
recibe los bienes en virtud de su derecho de soberanía, pero no como titular
de un derecho sucesorio. .

Por nuestra parte, creemos que el Estado a través de las beneficencias


públicas, o juntas de participación social, hace suyos los bienes, derechos
y obligaciones del causante, pero no como heredero, porque no lo es, no
tiene las características del sucesor, que como sabemos lo es por el
llamamiento que se hace de él, sea por convocatoria del mismo causante, o
sea por la convocatoria legal, sobre la base del parentesco, o del matrimonio,
mas sí tiene derecho a quedarse con este patrimonio sin titular, para
destinarlo al bien común, no permitiendo que pasen a manos particulares
que le darán uso exclusivo en provecho propio. Sin embargo, el legislador
del Código Civil de 1984 aparentemente lo considera como si fuera un
sucesor más, en este caso, de séptimo orden, pues como es de verse de
su regulación, lo trata después del título V que está referido a los herederos
de cuarto, quinto y sexto orden, que como sabemos son los parientes
colaterales del causante, y a continuación de ellos en el título sexto, alude
a la sucesión del Estado y de las beneficencias públicas. .

El único artículo que se ocupa de este tema, es el numeral 830 , que en su


versión original señalaba que, a falta de sucesores testamentarios o
legales, el juez que conocía del procedimiento de declaratoria de herederos,

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adjudicaba los bienes a los correspondientes organismos del Estado.
También determinaba que en el caso de predios rústicos e instalaciones,
maquinaria y ganado que la integren, la adjudicación debería hacerse al
organismo al que competa, y que en lo que respecta a los demás bienes,
se adjudicaban a la beneficencia pública del lugar del último domicilio que
tuvo el causante, o de la capital de la República, si estuvo domiciliado en el
extranjero; además, señalaba la obligación de la entidad adjudícante, de
pagar las deudas del causante hasta donde alcancen el valor de los bienes
adjudicados, señalándose como honorarios al gestor de la declaratoria, el
40% del valor neto.

Este artículo fue modificado por la Ley N° 26680, por ello, actualmente el
artículo 830 señala que, a falta de sucesores testamentarios o legales, el
juez o notario que conoce el proceso, nótese que se ha incluido al notario,
a quien por Ley N° 26662 se le ha dado competencia notarial, entre otros
asuntos, para conocer procesos de sucesión intestada. En este caso, el
juez o el notario adjudicará los bienes que integran la masa hereditaria a
la Sociedad de Beneficencia Pública, o a falta de esta, a la junta de
participación social del lugar del último domicilio del causante en el país, o
a la sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana, si estuvo domiciliado
en el extranjero.

Repitiendo lo referido en el artículo 830 en su versión original, se señala que


es obligación de la entidad adjudicataria pagar las deudas del causante si
las hubiera, hasta donde alcance el valor de los bienes adjudicados. Esto;
en función y al principio de la responsabilidad limitada que debe alcanzarles
a los sucesores. Es cierto que no estamos ante un sucesor típico, pero sí
ante alguien que recibe el patrimonio del causante.

En cuanto a los honorarios del gestor de herencia, en tanto que el 40% que
se le asignó era muy alto, hoy se ha reducido al 10% del valor neto de los
bienes adjudicados, el que será abonado por la entidad respectiva, con el
producto de la venta de dichos bienes u otros, mediante la adjudicación
de alguno de ellos.

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Tema de utilidad sobre ,esta sucesión, es la hipótesis referida a los
acreedores del causante que no tienen sucesores conocidos, entonces, ya
manera de inquietud, podemos formular la pregunta, ¿si estos acreedores
para poder realizar su crédito, tienen que esperar a que la beneficencia
haga suyo este patrimonio, o es que tienen alguna otra vía mucho más
expedita para hacer- lo? Sobre el particular, creemos que estos acreedores
no tienen que esperar ello, pues a tenor de lo dispuesto en el libro de
Familia a propósito de las curatelas especiales, encontramos el artículo
599 inciso primero del Código Civil, referido a los derechos sucesorios
inciertos. En ese supuesto, cuando nadie se presenta a reclamar la
herencia, los acreedores pueden pedir al juez el nombramiento de un
curador de bienes, y solicitarle, de conformidad con lo señalado en el
numeral 603 del Código Civil, el pago de sus créditos. En efecto, este artículo
señala: "Corresponde al curador de bienes la representación en juicio. Las
personas que tengan créditos contra los bienes podrán reclamarlos del
respectivo curador"

CONCLUSIONES

A nivel normativo, los prejuicios que obedecieron al concepto cerrado de la familia y al


matrimonio han quedado de lado a partir de la Constitución de 1993, la cual, siguiendo la
tendencia de los tratados internacionales que hoy protegen a la familia, otorga tutela amplia
aun cuando no medie una unión matrimonial, e incluso “promociona el matrimonio bajo dos

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fines: promover que las uniones de hecho se aproximen al matrimonio y garantizar el derecho
al matrimonio sin limitar la preocupación del Estado a la familia conyugal”

Se podría indicar que las uniones de hecho propias en nuestro país están reguladas a nivel
normativo en forma completa, ya que tienen regulación normativa contemplada en el Código
Civil de 1984, incluyendo las modificatorias conforme a la Ley 30007, la Constitución Política de
1993, Ley 26662 para la vía notarial, y en al ámbito registral con la dación de la Directiva 002-
2011-SUNARP-SA, Res. 088-2011-SUNARP-SA y el Precedente del XLLV Pleno Registral.

Respecto de la sucesión de la legítima de los concubinos, no tiene ni debe entenderse que su


propósito es desalentar el matrimonio, sino reconocer una situación jurídica social que va en
aumento, situación jurídica social que es una manifestación de la institución jurídica de la
familia. Además, el Estado se encuentra obligado a proteger a los miembros de la unión de hecho
propia, ya que generan vínculos afectivos, filiales y patrimoniales. D este modo se materializa el
principio-derecho de la igualdad entre el matrimonio y la unión de hecho, ambas como
manifestaciones de otra institución importante, como es la familia.

BIBLIOGRAFIA

 Benjamín Aguilar Llanos/Manual de derechos de sucesiones primera


edición noviembre 2014

Página
34
 http://www.repositorioacademico.usmp.edu.pe/bitstream/usmp/1082/1/9.
pdf
 http://www.unife.edu.pe/publicaciones/revistas/derecho/lumen_9/1.pdf

Página
35

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