Vous êtes sur la page 1sur 3

Curso: Psicología de la Felicidad

LECTURA N°5

DEL CEREBRO PREPROGRAMADO A LA CAPACIDAD DE ESCULPIR NUESTRO


PROPIO CEREBRO: LA AUTOPROGRAMACIÓN CEREBRAL COMO CLAVE DE
LA NEUROFELICIDAD
Autora: Manuela Martínez Ortiz
La neurociencia actual es la siguiente: ¿Hasta qué punto mi cerebro me viene ya
preprogramado y yo soy el cuerpo que lo porta o si, por el contrario, yo tengo la
posibilidad de ir autoprogramándolo a lo largo de mi vida siguiendo mis deseos e
intereses? Es decir, ¿está en mis manos poder autoprogramar mi cerebro para ser
feliz?
¿Qué nos dice la genética en la actualidad?: que si bien no podemos alterar la
información contenida en los genes si podemos influir en la utilización que hacemos
de esta información, lo que ha dado lugar a la recientemente denominada ciencia de
la Epigenética, acuñada por Conrad H. Waddington en 1953. ¿Quiere decir que el
ambiente e incluso yo misma puedo influir en el uso que hago de mi información
genética? Parece que sí. En la actualidad la epigenética nos está revelando cómo la
información genética contenida en el ADN de cada individuo es traducida, utilizada,
de forma diferente según nuestras propias experiencias. Pero seguimos
haciéndonos la pregunta original: ¿Aun sabiendo ya que no estoy determinada
genéticamente y que puedo utilizar mi información genética de forma diferente según
mis experiencias, acaso controlo yo estas experiencias?
¿Qué relación guarda la genética con el cerebro? Muy sencillo, el cerebro es el
resultado en su estructura y su función de la actividad de nuestros genes. Es a partir
de las instrucciones que ellos contienen como fabricamos los materiales
estructurales y funcionales necesarios para todo nuestro cuerpo y su actividad.
Entonces ¿podemos activar en mayor o menor medida, y de forma específica,
nuestros genes para “esculpir” nuestro cerebro a lo largo de nuestra vida? ¿A partir
de cuándo? ¿Desde la formación del cigoto? obviamente no. ¿Desde cuándo?
Quizás como nos dice el profesor Plomin: desde que vamos eligiendo nuestro
ambiente, ese que va a interactuar con nuestros genes para influir en el producto
final: nosotros. y ¿Cómo? ¿Es necesaria mi consciencia, mi voluntad, o vamos
eligiendo el ambiente de forma automática, preprogramada? ¿Dónde está mi libertad
en esta nueva ciencia de la epigenética? ¿Dónde está mi capacidad de autoesculpir
mi propio cerebro? Y ¿Dónde está mi libertad de elegir que quiero ser feliz?

¿Qué significa “esculpir nuestro propio cerebro”? Mejor aclaremos este concepto
ante aclaremos este concepto antes de seguir. Para ello es necesario que pasemos
ahora al mismo cerebro en cuanto a neuronas, sinapsis, redes neuronales y
funciones. Sabemos que nacemos con muchas más neuronas de las que
acabaremos teniendo cuando nuestro cerebro se haya desarrollado totalmente.
Además, durante la ontogenia tiene lugar la reducción de las sinapsis o conexiones
entre las neuronas, especialmente entre aquellas cuyas conexiones son

1
Curso: Psicología de la Felicidad

relativamente inactivas, proceso que continua hasta la adolescencia. Esta reducción


en las sinapsis no utilizadas y la mejora de la conducción en las neuronas activas da
lugar a un cambio en la estructura del lóbulo frontal y el consiguiente aumento en la
eficacia de su funcionamiento. Este proceso ocurre sobre todo entre los 7 y 16 años
y es dependiente del uso que se le dé a las neuronas y a sus sinapsis.

De tal manera que ya sabemos que nacemos con una estructura cerebral provisional
y que es la utilización que hagamos de este programa lo que va a ir esculpiendo su
forma. Pero ¿ya interviene en este proceso escultor mi voluntad, mi libertad? No del
todo. El desarrollo del cerebro está regulado por los genes, que interactúan con las
experiencias de la vida, especialmente durante la infancia temprana. La organización
y la capacidad funcional del cerebro humano dependen de un juego extraordinario y
una secuencia de desarrollo y de experiencias ambientales que influyen en la
expresión del genoma.

Podemos considerar que existen tres tipos de procesos en el desarrollo del cerebro:
1-El proceso determinado por los genes, 2-El proceso que necesita de experiencias
específicas para llevarse a cabo, y 3-El proceso que depende totalmente de las
experiencias. En el primer caso, los genes determinan las conexiones sinápticas con
las que nacemos y cuáles de ellas sobreviven a los primeros años y cuales no está
regulado por el ambiente, es decir, por la información que recibe el cerebro. En el
segundo caso, ciertos procesos del desarrollo cerebral necesitan de una
estimulación ambiental específica. La naturaleza de estos estímulos ambientales
está genéticamente determinada. Si estos estímulos no tienen lugar, por ejemplo, el
niño no es estimulado por sus cuidadores (cogerles, hablarles, respuesta con la
mirada, etc) ello dará lugar a la eliminación de determinadas conexiones sinápticas
genéticamente establecidas y, con ello, a permanentes déficits cognitivos.
Finalmente, otro fenómeno consiste en que nuevas conexiones pueden formarse si
se reciben determinados estímulos ambientales. Así, el cerebro no solo codifica
información y controla las respuestas conductuales, sino que también es cambiado o
modificado estructuralmente por la experiencia.

Sin embargo, la última revolución en la neurociencia nos dice que el cerebro, tanto
en su estructura como en su actividad, no es algo fijo que no se puede modificar sino
que, por el contrario, es muy moldeable, lo que se denomina neuroplasticidad. En
otras palabras, ahora sabemos que el cerebro no es “hard-wired” sino que es “soft-
wired” por las experiencias que vamos teniendo a lo largo de nuestra vida, más allá
de la infancia. Así, el cerebro está cambiando continuamente. La plasticidad
neuronal o neuroplasticidad es la capacidad que tiene el cerebro para formar nuevas
conexiones nerviosas, a lo largo de toda la vida, en respuesta a la información
nueva, a la estimulación sensorial, al desarrollo, a la disfunción o al daño. La
neuroplasticidad es conocida como la “renovación del cableado cerebral”.
La principal forma en que nuestro cerebro se desarrolla a lo largo de toda nuestra
vida es por la generación de conexiones sinápticas. Cada segundo se producen
miles de nuevas conexiones sinápticas, formando nuevas redes neuronales o
fortaleciendo otras ya existentes. La capacidad para crear nuevas neuronas puede
incrementarse mediante el esfuerzo mental. Las nuevas neuronas van a parar a las
zonas del cerebro que más utilizamos.

2
Curso: Psicología de la Felicidad

El cerebro cambia constantemente por efecto del entrenamiento y la experiencia, y


la plasticidad continua toda la vida, si bien con menor vigor que en los primeros
años. Nunca es tarde para aprender.

Se sabe ahora, que la genética es responsable del 10 % de las redes hebbianas,


pero que el 90% restante se forma bajo el influjo de otros dos factores que, a
diferencia del primero, pueden ser variados por la voluntad: las experiencias de vida,
y los conocimientos adquiridos. De tal manera que las redes neuronales pueden ser
cambiadas a voluntad.

La neuroplasticidad puede ser positiva o negativa. La positiva se encarga de crear y


ampliar las redes Hebbianas. Por el contrario, la neuroplasticidad negativa se
encarga de eliminar aquellas redes que no se utilizan. De tal manera que para que la
neuroplasticidad o neuromodelación sea posible, debe producirse tanto la formación
de nuevas redes Hebbianas como el fenómeno inverso, o sea que si una red
Hebbiana no se usa, debe ir, poco a poco perdiendo sus neuronas que la componen,
hasta desaparecer.

En la actualidad sabemos que la formación de nuevas redes hebbianas depende de


una estructura cerebral modular conocida como corteza prefrontal. También
sabemos que podemos utilizar la corteza prefrontal, de forma voluntaria, para
producir los dos tipos de neuroplasticidad mencionados: la positiva y la negativa. De
tal manera que son los lóbulos prefrontales los que constituyen la base de la
neuromodelación consciente de nuestras redes Hebbianas. Ellos nos permiten una
capacidad única en la naturaleza: el poder decidir nuestro propio destino.

Sabemos que la corteza prefrontal es la parte del cerebro que se desarrolla más
tardíamente (más o menos completa su maduración a los 25 años, de ahí el
concepto de mayoría de edad). Es desde ella desde la que vemos y nos
comportamos en el mundo, hacemos planes y proyectos, y entendemos nuestra
vida.

¿Puedo autoprogramar mi cerebro para ser feliz? ¿Puedo esculpir mi propio cerebro,
si me lo propongo, para que su funcionamiento me produzca la sensación de
felicidad? Sí, es posible. Tan solo necesito utilizar mi corteza prefrontal para
desarrollar nuevas redes neuronales y eliminar o amortiguar otras con la finalidad de
que las primeras aumenten mi felicidad y las segundas dejen de impedírmela.

En mi opinión, la ciencia nos va aportando conocimientos sobre las posibilidades de


la naturaleza humana, los mecanismos sobre los que podemos trabajar para
moldearla. Pero, la finalidad de este conocimiento, su utilización, no nos lo da la
ciencia sino la cultura social. Es importante, necesario, que sepamos lo que
queremos ofrecer a nuestros descendientes y después, solo después, utilizaremos
las herramientas que la ciencia nos aporta.

Fuente:https://www.researchgate.net/profile/Manuela_Martinez2/publication/279846380_Del_cerebro_
Preprogramado_a_la_capacidad_de_esculpir_nuestro_propio_cerebro_la_Autoprogramacin_cerebral
_como_clave_de_la_Neurofelicidad/links/559b9eb508ae5d8f39382be2.pdf

Vous aimerez peut-être aussi