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Diemut Mejer

Aspectos de la Justicia militar en el Estado nacionalsocialista

La Justicia Militar en el Estado Nacionalsocialista atrajo en los últimos años la mi-


rada de los investigadores.
Hans Filbinger, quien debió renunciar a su cargo en 1978 con motivo del juicio por
la muerte de un integrante de la Marina, declaró que hoy sería injusticia, lo que fue
entonces justo derecho.
En este artículo se hablará de las distintas publicaciones, que sobre el tema, apa-
recieron en los pasados años. En tanto enfocan terrenos diferentes, ellos se comple-
mentan mutuamente.

(1) Se trata del libro de Fritz Wüllner «LA JUSTICIA MILITAR Y LA DESDICHA DE LA
HISTORIOGRAFÍA». En su Prólogo e Introducción el autor rastrea la Monografía de
Schweling y Schwinge ("La Justicia militar alemana") refutando estas tesis que señalan
que en la Justicia Militar habrían primado los principios del Estado de derecho, en tanto las
influencias políticas en ella habrían sido menores que en otras esferas.
Especialmente crítico aparece Wüllner con la afirmación que ha juzgado excesi-
vamente benigna la Justicia Militar en la acción política delictiva (alevosía, alta traición,
espionaje). Dicha afirmación consideraría que el accionar de la Justicia militar en los paí-
ses ocupados de Europa Occidental (Bélgica, Francia)no resultó «especialmente dura».
El autor consideró esta afirmación contradictoria porque, como lo admiten Schwe-
ling y Schwinge, desde el invierno de 1941 «se habría tensado fuertemente la cuerda» y,
delitos referidos a "Raza y Honor" debieron ser castigados enérgicamente. Por eso la vi-
sión de Schweling y Schwinge es considerada falsa por el autor, porque contradice la cifra
que ambos proporcionan (3000 condenas de muerte ejecutadas en la parte ocupada de
Europa Occidental y 10000 -hasta 12000-, de ellos alrededor de 6000 en el territorio
ocupado del Reich). ¿Acaso «no es esto especialmente duro»? Wüllner rechaza igual-
mente la tesis de que hasta el año 1945 la moral de la tropa permanece «sin fisuras» y el
encauzamiento de los delitos contra la disciplina (deserción, cobardía) con el efecto medio
por parte de la Justicia de las Fuerzas Armadas ha retrocedido desde la crisis de 1941,
una tesis que aparece en total contraste con el concepto propugnado por SEIDLER,
porque la Justicia del terror nunca fue eliminada y la moral de la tropa en 1945 ha sido
mucho más débil que hacia el fin de la Primera Guerra.
Junto al libro de Schweling y Schwinge, Wüllner se ocupa de la influencia que tiene
en el investigador la pasión y lo hace en relación con la biografía de Erich Schwinge, que
siempre fue "sinónimo del optimismo": Desde 1932 Schwinge fue Profesor de Derecho
Penal en Halle, desde 1936 en Marburg y en 1940 en Viena, en 1941 fue nombrado en el
Consejo de Guerra influyendo su accionar sobre el mando militar de Francia y Ucrania.
Como abogado militar en jefe del Tercer Reich comentó el Código Militar a partir del año
1936, colaborando, además, en la "Revista de Derecho Militar". Se desempeñó en el cargo
de Auditor de Guerra y su actuación estuvo acompañada de numerosas sentencias de
muerte. El caso más extremo se presenta con soldados de alrededor de 17 años, que
fueron juzgados en 1944 por el Tribunal Militar de Viena -bajo la presidencia de
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Schwingen-, a raíz de acciones de pillaje y muertes; un juicio que, hasta para el


Comandante de las SS, Heinrich Himmler, apareció como duro, de suerte que los
acusados fueron absueltos (Caso Reschny)
El trabajo de Wüllner tiene, además, la particularidad de ser una de las escasas
Obras históricas de la época: el escritor relaciona las afirmaciones investigadas con su
original realidad, de suerte que resulta un entramado, que consta de los innumerables
contactos personales de los Juristas militares Schwinge y Schweling con los círculos so-
ciales de la Universidad, de la Administración, de la Justicia y Militar así como de las In-
formaciones que le facilitan "automáticamente" las carreras militares y profesionales. Como
estos contactos han sido logrados todavía durante la guerra Wül lner no omitió nada:
Schwinge regresó en 1945 a Marburg y trabajó allí como profesor hasta los años '60,
actuando temporalmente como rector. Semejante carrera le permitió ser Investigador, Juez
y funcionario de la Administración en la Epoca Nacionalsocialista. El libro es no sólo un
cuestionamiento, sino también una acusación contra Schwinge como juez militar e
historiador, en el cual le reprocha "apuntar a una falsa historia", "estafa fantástica",
"intenciones engañosas", "fraude", etc. Tales polémicas no son por cierto útiles, porque a
menudo resignan las auténticas causas, que consistiría en demostrar distorsiones, omi-
siones y mentiras en Schwinge.
En la parte principal describe el autor a la Justicia militar aliada en la Segunda
Guerra (I), el carácter y el número de procedimientos criminales de las FF.AA.
(WEHRMACHT)(II), el manejo de las Actas por el Tribunal de las FF.AA. (III), el balance de
las penas capitales (IV), la estadística criminal de las FF.AA. (V), casos aislados (VI) -por
ejemplo el Caso Reschny(pág. 406 y sig.)-, casos de deserción (VII) y descomposición de
la virtud militar (VIII), la "teoría" del "terror" y su efecto (también las ejecuciones) (IX) y,
finalmente, la ejecución criminal (X). En el centro se ubican algunos casos, en los cuales
Erich Schwinge participó ya como juez militar o como delator. La obra concluye con un
Apéndice documental, que contiene decretos de castigos impuestos por los militares y
sentencias de los consejos de guerra; culmina con un epílogo e índice de literatura,
personas y temas así como un catálogo de sentencias.
En conjunto el libro de Wüllner resulta una crítica destructiva de la Justicia militar en
el Estado Nacionalsocialista, exhibiendo a través de numerosos ejemplos la inclemente
dureza, con los que presume vinculados los delitos de las FF.AA.. La concepción y la
estructura de la totalidad de la obra no es científica; en ella el autor se autocita y califica a
sus estudios como Informe de Investigación. Mientras cada capítulo aparece sólo como
estado de la cuestión o casos -la investigación proveniente del Archivo de Viena, del
Archivo Federal y del Archivo Militar de la antigua República Democrática alemana en
Potsdam-, son dedicados extensos pasajes a la narración, a informar «como las cosas
son». En esa gráfica presentación de numerosos casos, que con tal minuciosidad todavía
nadie ha sabido explicar y valorar, reside el singular valor del libro. Aquello que desearía
conocerse de la vida cotidiana de la jurisdicción militar, de la maquinaria administrativa, de
la «atmósfera» de los Autos, del estilo lingüístico de esos tiempos, se encuentra subrayado
en esta obra. El estudio de Wüllner constituye, precisamente a causa del minucioso
informe de los hechos así como de la impresión de las sentencias y de las estadísticas,
una importante contribución para la correcta visión de la «no politizada» Justicia Militar de
las FF. AA.
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(2) El trabajo de FRANZ SEIDLER, profesor en la Universidad de Defensa Federal, se


diferencia de la obra de Wüllner y de otros estudios histórico-militares, porque no tiene la
pretensión de ser una expresión objetiva de la Historia de la Justicia de las FF.AA.:
A tal tarea el escritor se rehusa explícitamente, porque "el historiador describe en
perspectiva, tendenciosamente, con prevención o subjetivamente"; en realidad, él desearía
transmitir las sentencias de los Consejos de Guerra desde la mirada "del que castiga", es
decir, partiendo del centro ejecutor de la condena. El destino de los individuos, que
precisamente y con claridad aparece en Wüllner en primer lugar, no tiene rol alguno en
Seidler, porque él se orienta hacia los trabajos cotidianos de las FF.AA. para mostrar así el
funcionamiento burocrático.
Desde el comienzo su obra se diferencia por el insignificante lugar que reserva a
las cifras: esquiva referir el número de sentencias de muerte de los Consejos de Guerra
como medida de valoración de la Justicia Militar, pues la exactitud numérica no aclara
nada. Seidler explica, que muchos de los delitos castigados también habrían merecido
para un Tribunal Civil del Crimen la pena capital, que un "importante número" de senten-
cias habrían sido conmutadas con el tiempo, mientras que la pena capital habría derivado
en condena a prisión o habría sido reemplazada por libertad vigilada: Soldados vivos son
más útiles que soldados muertos. La medida más severa fue la guardia en campos de
detención, situados dentro del campamento del ejército. Por otra parte también la Justicia
Civil condenaría a los soldados a trabajos pesados, por ejemplo en la construcción o
reparación de calles.
El autor valora a la Justicia militar que actuó con prudencia en las sentencias que
debió pronunciar. Seidler constató en la marcha posterior de la guerra, en todo coincidente
con Misserschmidt y Wüllner, «la aplicación de castigos crueles» (también penas de
muerte y absoluciones).
La «maquinaria de la Justicia militar» trabajó con «burocrática perfección», sin
«rivalidades, hasta el final, por motivos de competencia». Pero nunca podrá llegar a ha-
cerse un balance correcto del «terror», porque las sentencias quedaron registradas con
imprecisión.
Junto a la sección «Castigos en las FF.AA.», el autor inserta sus desempeños
cerca de la ejecución de castigos en el apartado "Ejecución criminal (condenas) en las
FF.AA." y "Naturaleza del Derecho de las Waffen-SS", ambas de singular importancia. La
ejecución criminal (condenas) en las FF.AA. reconoce cuatro tipos de castigos: arresto
disciplinario, reclusión de extrema seguridad, correccional y cárcel.
Con el encarcelamiento, cuya consecuencia sería la pérdida de la dignidad militar,
el sentenciado sería eliminado de las FF.AA. y sería transferida a la esfera civil la deter -
minación del tipo de castigo. Seidler se refiere también a la vida de los condenados a
trabajos forzados, entendidos éstos como medidas correctoras, y llega a hacerse per-
ceptible -como ocurre en la esfera de la Justicia Civil- la excesiva fatiga de la burocracia en
administrar la injusticia y racionalizar la arbitrariedad.
Los condenados debían ser conducidos, según informe del Jefe de psiquiatras de
Inspección de Sanidad Militar, Prof. Wuth -dictamen que cambia la prueba aportada por
psicólogos de las FF.AA.- a «brigadas especiales» de los ejércitos auxiliares, en el Servicio
de Defensa, para ser allí purgados los delitos disciplinarios.

En el Informe de Wuth los inadaptados al servicio militar debían ser conducidos a


campos de concentración. El círculo de los «inadaptados» era ilimitado; para ellos los
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´grupos de sentimientos asociales y antisociales´, que no tuvieran ´sentimientos ni cre-


encias´, eran pocos. Los inadaptados graves´, continúa el Informe, podrían ir a las briga-
das especiales, es decir, todos tanto holgazanas, negligentes, anti y asociales, así como
los denominados psicópatas. Los dos grupos constituían las imbecilidades en grado leve;
finalmente alcohólicos, ´locos´, ´melancólicos´ e histéricos mentales y físicos, no se in-
cluyen en esta sección, sino que se derivan a sanatorios.

Estas exageradas definiciones aparecen como increíbles, cuando se considera que


aunque seducen, la praxis pesó poco en semejantes expresiones.
El autor se refiere en la última sección, a la Jurisdicción especial de las SS -para
allegados o familiares de la SS-, establecida en noviembre de 1939: Estos tribunales de -
penden de las SS-Führer, los que podían tener la atribución de una Judicatura y se en-
cuentran subordinados en la vista disciplinaria al Jefe del Tribunal Central de las SS (y a
los amos del Tribunal del Círculo). El presidente llevó la actuación y dictó sentencia solo,
como también lo hizo en los fallos anteriores (arrestos, elevación de pruebas, etc.); los
jueces asesores tenían sólo la función de recomendar. Para las investigaciones los activos
oficiales penales de las SS tuvieron la competente colaboración del servicio activo del
ejército, quienes incluso limitaron el accionar del presidente. Preceptos del Derecho penal
militar sólo encontrarían «análoga» aplicación en el acto del juicio. En todas las sentencias
Himmler se reservaba el derecho de rescisión. Delitos horrendos de familiares de las SS
podían ser castigados con la misma severidad que correspondería a delitos insignificantes:
como el que podría corresponder a delitos contra el «santo derecho de propiedad»; delitos
de moralidad (comercio sexual con extranjeras, homosexualidad, entre otros), así como
actos protagonizados por alcohólicos, soportaron iguales castigos. En tanto "delitos
infamantes" se imponía la expulsión de las SS, cárcel, pena de muerte, pero también
reclusión en campos de concentración. El ascendiente educativo de los superiores fue
muy remarcado; porque se creía que la "irreprochabilidad del Führer" constreñía a la
"sucesión natural."
El libro de Seidler atrapa por su precisión documental; su mérito principal se en -
cuentra en ambas partes al describir particularidades de a ejecución del castigo en las
FF.AA. y en las Waffen-SS. Como el autor de la Justicia militar, en general no emite juicios,
deja algo perplejos a los no expertos en el tema.

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