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LAS FORMULAS MAGICAS.


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CIENCIA JURIDICA

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1 1991

EDITORIAL REVISTA DE DERECHO PRIVADO


EDITORIALES DE DERECHO REUNIDAS
En una sociedad política moderna lí
1
que quiera evitar bien el fascismo
como producto de un sistema social
liberal-individualista-capitalista,
bien el estalinismo como producto
de un sistema social colectivista­
socialista, el derecho está por crear;
no existe todavía. Partiendo de esta
premisa, el autor expone critica­

1
mente y refiriéndose a ejemplos
concretos tomados del derecho na­
tural, civil, de la economía y de la
empresa, del trabajo, los proble­
mas jurídicos en general y la cues­
tión del «derecho» en particular.
Desenmascara así el carácter polí­
tico conservador del derecho exis­
tente y delinea la fisonomía de un
sistema jurídico finalmente demo­
crático. Wietholter es, sin duda, el
primer jurista que ha dado expre­
sión a la que luego se ha dado en
llamar negativismo juridico.
Rudolf Wietholter, nacido en 1929
en Solingen, estudió derecho en
Colonia, y se especializó en Bélgi­
ca y en América. Desde 1963 es
catedrático de derecho civil, dere­
cho mercantil y derecho de la eco­
nomía y director del Instituto de
Derecho de la Economía en la Uni­
versidad Goethe de Francfort. Es
autor de numerosos trabajos jurí­
dicos, sobre todo en materia de
sociedades anónimas y derecho in­
ternacional privado.

EDITORIALES UNIVERSITAT POMPEU FABRA

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DE DERECHO REUNIDAS BIBLIOTECA

Valverde, 32, 1.° • 280_04' Madrid • Apartado 4032


1000351208
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D. Adolfo Carretero Pérez
D. Manuel Cabo del Rosal
D. Alfonso Padilla Serra
D. losé L. Pérez de Aya/a
D. Fernando Sánchez Calero
LAS FORMULAS MAGICAS
DELA
CIENCIA JURIDICA
RUDOLF WIETHOLTER

LAS FORMULAS MAGICAS


DELA
CIENCIA JURIDICA

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UNIVERSITAT POMPEU FABRA
BIBLIOTECA

1000351208

EDITORIAL REVISTA DE DERECHO PRIVADO


EDITORIALES DE DERECHO REUNIDAS
/(
J..30
.. \XJ53 Sumario
f{tAf
1
A'11 Págs.
PRESENTACION A LA EDICION ESPAÑOLA .............................................,............... XJ

PREFACIO ........................................................................................................................................... xvu


ABREVIATURAS Y SIGLAS .................................................................................................... XXJ

l. RUPTURA DEL ENCANTAMIENTO DEL MUNDO DEL DERE-


CHO ...............................................· .. -·.· ................................................................................
II. EL MALESTAR HACIA EL DERECHO ............................................................. 19
III. LOS DERECHOS NATURALES COMO FORMULAS DE REDEN-
CION Y ALIBIS POLITICOS ..................................................................................... 37
IV. LA IMAGEN DEL HOMBRE EN EL DERECHO ......................................... 57
V. DE LA SEPARACION DE ESTADO Y SOCIEDAD CIVIL A LA
UNIDAD DE DERECHO Y POLITICA ............................................................... 77
VI. DE LA AUTONOMIA PRIVADA A LA «AUTONOMIA ADMINIS-
TRADA» ................................................................................................................................. 97
VII. DEL MATRIMONIO COMO INSTITUCION AL MATRIMONIO
COMO CONTRATO ........................................................................................................ 119

Traducción de Miguel Angel Extrernoz l. Divorcio en caso de cambio de religión ................................................... 139
2. Divorcio de acuerdo con la norma del§ 48 .......................................... 141
3. Divorcio en caso de enfermedad .................................................................. 143
© De la edición original
Rudolf Wierhólter Vlll. DEL DERECHO HEREDITARIO FAMILIAR A LA LIBERTAD DE
Rechtswissenchaf TESTAR ................................................................................................................................. 147
Fischer Bücherei GrnbH.
Frankfurt arn Main, 1968 IX. DE LA ECONOMIA PRIVADA DE MERCADO A LA «COOPERA-
CION» DE POLITICA Y ECONOMIA ................................................................... 173
© De la edición española
EDERSA, 1991 X. DE LA «COGESTION» AL PROBLEMA DE UN «NUEVO PACTO
1.S.B.N.: 84-7130-703-0 SOCIAL» ................................................................................................................................ 191

Depósito legal: M. 13641-1991 XL LA RELACION DE TRABAJO ENTRE CREACION JURISPRUDEN-


CIAL Y AUTONOMIA COLECTIVA ..................................................................... 211
Impreso por:
Ediciones Gráficas ORTEGA XII. LOS CONFLICTOS DE TRABAJO DE INSTITUCION DEL MER-
Av. Valdelaparra, 35. 28100 ALCOBENDAS (Madrid) CADO A INSTRUMENTO DE PARTIC{PACION POLITICA ................. 233

lX
Pl'esentación a la edición española

En toda época, desde la Antigüedad a nuestros días, -el complejo


mundo del Derecho, sus valores, principios y fundamentos, lo mismo
que su eficacia en la vida social, ha sido objeto de acerbas críticas pro­
venientes de los campos más diversos. Filósofos, arbitristas, economistas
o literatos han encontrado siempre en este campo un filón inagotable,
una fuente imperecedera de inspiración. Por otra parte, como es eviden­
te, estas críticas han contribuido a conformar, directa o indirectamente,
las que, para bien o para mal, han surgido en su propio terreno y que
también, en toda época, han llevado a cabo los juristas.
Pero cuando se critica al Derecho desde el propio campo jurídico, es
decir, intramuros, aunque al hacerlo se haga eco el que lo lleva a cabo
de la realizada fuera, no siempre suele hacerse una érítica total, sino que
es susceptible de ser graduada cuantitativamente: por ejemplo, se criti­
can las normas, o una regulación, pero no el sistema o sus fundamentos,
etcétera. Otras veces tiene, por el contrario, un significado cualitativo,
mucho más sutil y difícilmente comprensible desde fuera, como sucede
cuando se plantea una revisión o cualquiera otra apreciación de tipo
dogmático o metodológico. Finalmente, en el mundo del Derecho, como
en cualquiera otro, especulativo o práctico, que se halle sometido al flujo
de la Historia, la -crítica suele estar vinculada a la famosa «polémica en­
tre los antiguos y los modernos», de tanta trascendencia también en el
campo jurídico, en todo tiempo, y como de manera eminente aparece
con el Humanismo y con la Ilustración.
En cualquier caso, estas consideraciones preliminares y otras que
pudieran hacerse guardan relación con la presentación del libro del pro­
fesor Rudolf Wietholter, que, escrito hace unos años, nos ofrece ahora
«Edersa» en versión española. Un libro que por tratar de las «fórmulas
mágicas» de la Ciencia jurídica hace crítica de una serie de regulaciones
/ concretas que introducidas en la República Federal de Alemania, desde
su creación y en años sucesivos, son motivo de una meditación profun­
da que no se detiene en sus propios límites, sino que alcanza tanto al
sistema como a los propios fundamentos del Derecho y a la herencia
alemana que aquélla pretende recoger y continuar. Por eso, creo que es
XI
importante que se difunda su conocimiento entre los lectores en lengua lista, como el «usus modernus Pandectarum» de los siglos XVII y XVIII,
castellana, por más que algunas de las regulaciones criticadas, como el .inmediatamente anterior a la codificación.
estatuto de la filiación del divorcio y de la cogestión de la empresa, ha­ En segundo lugar, no parece que la obra que presentamos se inserte,
yan sido ulteriormente reformadas, ya que por ello no pierde interés el de alguna manera, en esa conciencia de crisis de la modernidad que es
planteamiento ni el desarrollo de la obra, aun en estos temas, en cuanto una constante de la historia del pensamiento europeo desde el desmo�
pone de relieve tanto los criterios que se ponen en juego al llevar a cabo ronamiento del Barroco y que, a todas luces, dilapidada la herencia de la
una ordenación, como la insuficiencia de los medios para realizarla Y Ilustración, se ha acentuado en el presente siglo. Crisis que afecta por
hacerla efectiva en toda su eficacia práctica. Por lo demás, en este breve igual a tirios y a troyanos, a conservadores y a progresistas. Lo que ha
espacio no voy a tratar de hacer una recensión del libro, lo que resulta­ llevado a algunos a pensar, más que en la superación de la modernidad,
ría impropio de una presentación, aparte de que cualquier lector atento a llegar a creer que ésta no ha sido más que una brillante ilusión y que
estará en mejores condiciones para sacar sus propias conclusiones. Me todavía nos hallamos, mucho más de lo que creemos, en plena Edad
limitaré por ello a hacer algunas reflexiones en relación con su plan­ Media, tratando de encontrar afanosamente un esperanzado Renaci­
teamiento fundamental, con la modesta pretensión de contribuir a pre­ miento. Pero si, de alguna manera, los hombres de nuestra generación
parar un ambiente favorable a su lectura. nos resistimos a creer que el mundo en el que hemos nacido está !!.ama­
En primer lugar, he de decir que la observación común, según la do a desaparecer, a hundirse en la decadencia, nuestro autor, aunque
cual, los juristas tienden a un cierto conservadurismo, casi de tipo cor­ participara de este sentimiento, como un rasgo propio de la temporanei­
porativo, que suele ser una realidad con la que tenemos que contar en dad de una época, es evidente que, en el planteamiento y en el desarrollo
las críticas que se hacen al Derecho desde dentro, se halla totalmente del presente libro, lo deja cuidadosamente a un lad9. Sus preocupacio­
ausente del planteamiento del presente libro, aunque algunos crean ver nes van por otros caminos y hacia otras metas, si bien, en cierto modo,
una manifestación de tal actitud a la hora de actuar la crítica sobre te­ al hacer su recurrido pueda encontrarse algún eco de tal sentimiento.
mas concretos. Pero como decimos no es éste el tono que domina, sino Por otra parte, yendo al fondo de la cuestión, lo que se pone de relie­
todo lo contrario, el aspecto de !.a obra. Tampoco entra de lleno, cosa que ve es la falta de fundamento del discurso jurídico. Como ha dicho Josef
uno podía imaginar tratándose el autor de un filósofo del Derecho, en el Pieper, en este mundo laboral de la productividad y de la eficacia, para
juego de !.a famosa «polémica entre los antiguos y los modernos» que que haya un poco de libertad es necesaria la «theoria». Cobrando así un
volvió a ponerse de moda, en nuestro tiempo, siguiendo las huell� de nuevo significado las palabras evangélicas: «sólo !.a verdad os hará li­
_
Martín Heidegger, aunque en un momento parece que va a surgir, si bres» (In, 8, 32), ya que en este nuevo significado también coinciden con
bien de manera incidental, como luego veremos. En una palabra, el pre­ una tradición filosófica con la que se encuentra el evangelista. Por lo
sente libro no entra en el juego dialéctico en(re conservadores Y progre­ demás, es evidente que la teoría se halla en el fundamento de las verda­
sistas, dando idea de una ruptura más profunda. Sin embargo, lo que en des jurídicas, es decir, en la cimentación de la «auctoritas» en la que
él se dice no puede sustraerse a una cierta trascendencia respecto del descansa el razonamiento jurídico. En cambio, muchas de las reformas
inevitable ritmo de la Historia, de tanta significación en el mundo del modernas en el campo del Derecho carecen de !.a fundamentación nece­
Derecho. Por más que esa antinomia no pueda entenderse mecánica­ saria. No sólo porque traten de alcanzar «resultados» directamente, en
mente, sino a través de una cadena de sucesivos redimensionamientos vez de poner los «medios» para que los ciudadanos, en el seno de una
que suponen otros espacios especul.ativos que hacen posible, en medio sociedad libre, puedan obtenerlos por sí mismos. Lo que, en los años
de los cambios y de los derrumbamientos, el mantenimiento o la con­ treinta, ya puso de relieve Gustav Radbruch, en·su crítica implacable de
servación de la continuidad de la «tradicion jurídica». En un tiempo, por la legislación nacional.socialista. Sino también porque, a veces, por su
ejemplo, la cr_ítica humanista, estrechamente vinculada a la polémica falta de coherencia interna consiguen, en la mayor parte de los casos, el
entre los antiguos y los modernos, salvó la tradición «iusnaturalista» del efecto contrario del que se proponen alcanzar. Eso, cuando no se trata
Derecho común, no «ratione imperii sed imperio rationis», haciendo po­ de regulaciones que no tienen nada que ver con las verdades jurídicas,
sible tras el retorno al «mos italicUSl>, tanto el Derecho natural raciona- pero que gozan formalmente de la eficacia de sus normas, tratándose de
XIlI
XII
propias «res artificialis» desde el punto de vista jurídico que tienen mu­ liberal-democrático es para nosotros todavía un objetivo, no un resul­
cho más que ver con las reglas de funcionamiento de otros ingenios tado>.
humanos, como las computadoras o los electrodomésticos. Por eso, dirá
el propio lose/ Pieper que «en medio de la sociedad humana tiene que Es aquí, al comienzo del desarrollo de este planteamiento inicial,
existir un espacio preservado en el que se acallen las exigencias de las donde aparece, como una manifestación del sentimiento de la crisis de
necesidades y de la seguridad de la existencia; un espacio que esté res­ la conciencia histórica del pueblo alemán, un eco de la polémica entre
guardado frente a los fines y sujeciones de lo práctico y a cuyo abrigo los antiguos y los modernos, al criticar las raíces de la concepción jurí­
puedan tener lugar la enseñanza y el aprendizaje sin ser molestados, dica instaurada en el pasado siglo en Alemania, por obra de ·la Escuela
como un preocuparse en general de nada más que la verdad». Una refle­ histórica y del Pandectismo. Lo que dicho con otras palabras, tuvo lugar
xión como esta, de naturaleza filosófica, nos hace comprender con toda en el tránsito del «Lehrsystem» al «Lebensystem» que supuso tanto
claridad la observación de un jurista francés contemporáneo, Christian como pasar de la teoría a la realidad sin ningún puente; situación que
Arias, cuando dice que la teoría es la mejor manera de combatir la arbi­ inmediatamente planteará una relación inadecuada enire la «balanza» y
trariedad. Motivos críticos de esta naturaleza u otros semejantes van a el «bastón», es decir, entre la «auctoritas» y la «potestas». Construcción
aparecer constantemente en la obra que presentamos, pero no podemos que, por artificiosa, se extiende, según el propio autor, a una concepción
decir q.ue se agote con ello el planteamiento que le sirve de base; Rudolf falsa del Derecho natural, acabando por crear ese malestar del Derecho
Wietholter procura, desde el primer momento, ir mucho más lejos. que el libro pone de relieve. Es natural que, en esta situación, o peor
aún, con los restos de tal construcción, no se está en condiciones favo­
Me alreverí,a a decir que el motivo central guarda relación con otra rables para asumir el reto de los nuevos tiempos, en los que se produce
observación preliminar que, en un libro memorable, hace el propio filó­ un desencantamiento generalizado de los valores jurídicos y del mundo
sofo alemán lose/ Pieper, cuando nos recuerda que: «muchas cosas, ne­ del Derecho. Crisis de la conciencia jurídica que va inserta y que se
cesarias y grandes, como el Derecho, están desamparadas por naturale­ acentúa, por ello, en una crisis de la conciencia nacional, con la que era
za. Han de ser defendidas por el poderoso, que tiene en esto no sólo su frecuente encontrarse en los autores alemanes de otras épocas y que se
quehacer, sino también su legitimación». Efectivamente, el problema había acallado en los años de la postguerra, con la ilusión de la brillante
que se nos plantea no es únicamente el de la necesidad de fundamentar recuperación económica, por eso este retorno a los antiguos temores de
la «auctoritas» en el seno del discurso jurídico, que afecta tanto a la Rudolf Wietholter t_ienen un cierto significado admonitorio, en un mo­
especulación teórica como a la legislación o a la jurisprudencia, sino que mento en que todavía el optimismo no dejaba ver esa espesa compleji­
trasciende a la relación misma entre «auctoritas» y «potestas», o dicho dad por donde se ha precipitado la vida jurídica de la Alemania actual,
de otra forma, entre los dos signos más característicos, la balanza y la acompañada de una peligrosa disociación, por otra parle, entre el senti­
espada, que constituyen el símbolo con el que se representa a la juslicia. mienlo jurídico y su realización práctica.
Pero, como decíamos inicialmente, no son los meros cambios jurídi­
cos los que llaman la atención en el presente libro, sino que tales cam­ Finalmente, ya que no debo entrar en cuestiones concretas, y un
bios constituyen un pretexto para criticar directamente a quien les reali­ poco al margen de ciertas consideraciones críticas, he de añadir que
za.· así cuando dice que se ha pasado del viejo Estado liberal, expresión buel'1:a parte del desencanto que, en nuestro tiempo, produce el Derecho
de un liberalismo apolítico, en el que destacaba la « neutralidad» del juris­ ha sido debido a que se le pide dema�iado y, sobre lodo, a que se le ha
ta y la independencia judicial al nuevo Estado social y democrático de pedido demasiado con los criterios de eficiencia y de exactitud que rige
Derecho, construido en medio de una sociedad pluralista e igualitaria en otros ámbitos de nuestro propio mundo. Precisamente en un tiempo
que, según el autor, no ha encontrado su verdadera forma jurídica. Lo en que la realización «more geometrico» del idealismo racionalista se ha
que expresa muy significativamente en el prefacio de la obra, cuando visto superada, o que han fracasado aparatosamente las prometedoras
refiere que un extranjero perspicaz ha descrito la situación alemana, esperanzas del historicismo. En un momento como este, en que se ha
calificándola de «una sociedad económica a la búsqueda de su forma vuelto a replantear toda la <itheoria» de las ciencias experimentales y de
política». Añadiendo seguidamente que <<un ordenamiento fundamental la física, desautorizando la anterior cientificación del pensamiento filo­
sófico, habría que volver a ese «espacio libre» que anteriormente evocá-
XIV xv
bamos para renovar los fundamentos del Derecho y de la �iencia políti­ Prefacio
ca, es decir, habría que filoso far so bre uno y o tro, renu� c! ando a la al­
quimia social Sin embargo, no ere? que las fórmulas magicas sean una
_
consecuencia necesaria del pluralismo de la sociedad mo�ern� Me pa­
rece que el pluralismo tiene un amplio jueg o en o tros ambllos, pero
incluso si pensáramos que el pluralismo se hallara en el fundamento de
_
la «potestas», para poder reconocerle como ta!, lendnamos que confor­
marnos con seguir el niisnw método que seguimos para reconocer todas
las cosas, es decir, tendríamos que acudir a los límites que ma:can su
contorno y estos límites nos llevarían d!rectament: � l «pacto soctab>, con «Una sociedad económica a la búsqueda de su forma política», así
_
lo que el propio pluralismo se hallana en condtczones de cump!ir la un extranjero perspicaz ha descrito la situación alemana. Un ordena­
misma función so berana en que apoyar su relación con la «auctontas». miento fundamental liberal-democrático es para nosotros todavía un
Dicho esto, dejo al curioso lector con las consideraciones que se ha­ objetivo, no un resultado. Perderemos muchas batallas, la inquietud es
cen al comienzo del libro con dos juicios famo sos que, modernament� , el primer deber de un ciudadano.
tendrían probablemente dificultades en relación con el derecho constt­ Estas lecciones han nacido puntualmente de esa inquietud: una in­
_
tucional a la tutela judicial efectiva y con un caso lomado de la reciente quietud que tiene sus raíces tanto en el amor por el derecho como en la
actualidad alemana, mucho más interesante. esperanza en una sociedad democrática. La miseria, plena de conse­
cuencias, es la minoridad del derecho, de los juristas y de la ciencia
Valladolid, marzo de 1991.
jurídica, imputable a estos mismos, que constituyen el hilo conductor
JOSÉ LUIS DE LOS Mozos de estas páginas. El derecho ha caído de los cielos más altos a la tierra.
Este ha muerto como fenómeno cultural dominante, al menos en aque­
llas forma que había asumido en el vértice de su evolución en el siglo
decimonoveno. Los grandes problemas de nuestra época tienen un «ni­
vel» jurídico distinto a aquel de los problemas del pasado. Para una
soctedad política moderna -una sociedad industrial por nácimiento y
un Estado social por índole-, que quiere evitar sea el fascismo, como
producto de un sistema social liberal-individualista-capitalista, sea el es­
talinismo como producto de un sistema social colectivista-socialista, el
derecho está todo por crear; no existe todavía. En esta situación, difí­
cilmente son superables las contradicciones sólo aparentes entre la fe
general en el derecho y el general sentido de sorpresa ante sus efectos.
No es largo el camino de la fe en el sometimiento total, de la sorpre­
sa a la· hostilidad. Como con el sometimiento al derecho se le ama de
forma equivocada, así con hostilidad se le odia de forma equivocada.
He aprendido de mi maestro Gerhard Kegel que desde el punto de vista
subjetivo el derecho y el jurista necesitan dos cosas: una mente recta y
un corazón caliente. Todavía el empeño, el amor y las buenas intencio­
nes se consideran simples «robirisonadas» morales, de donde objetiva­
mente están en juego relaciones políticas. Y es a éstos a quienes debe

XVII
XVI
responder el derecho. Pero hasta hoy no lo ha hecho a lo largo de su del derecho p�ra u�a sociedad liberal y democrática significaría sobre
amplia historia, frecuentemente interrumpida, que oscila entre [ex y t ?do una teona social a recabar y elaborar sobre la base de un empi­
rex, ratio y voluntas, veritas y auctoritas, idealidad y positividad, poder nsmo Y de �nas reflexiones críticas. Nuestra esperanza de realizar las
del derecho y derecho del poder. Debemos separar el poder político del trans(orm�c�ones necesarias en la sociedad y en el derecho forma parte
derecho, porque impide desarrollar su propio poder. No será roto el de ese optimismo, atenuado por una cierta resignación, que invade a un
encantamiento que cubre al derecho; éste seguirá siendo lo que siem­ __
no-político, que frecuentemente viene puesto en el índice como «inte­
pre ha sido: un alibí político y una premisa política. Las páginas que l �ctual liber�l» Y que no se contenta con hacer sólo teoría en la cátedra,
siguen tratan puntualmente de este desencantamiento, a través de la m en la praxis exclusivamente.
clarificación. No por último queremos contribuir a desenmascarar una
idolatría típicamente alemana: la idolatría del «General Doctor el Esta, Nuestra sociedad ha comenzado a descubrir el propio «interés» por
do» (Thomas Mann). el derecho. Difícilmente podrá encontrar ya hoy «su» derecho ya que
éste no _exi�te aún. La dis�a1;1cia entre lo que se pretende del d�recho y
Con estas reflexiones no entendemos ofrecer informaciones enci­ las realizac�ones de est_e último se abre a ojos vista. «Ninguna libertad
clopédicas y acríticas sobre materias jurídicas, sino exponer de modo a los enemigos de la libertad» es el grito de batalla que se lanza en
crítico, y con referencia a ejemplos concretos, los problemas jurídicos nombre �el derecho._ ��ro qué es la libertad, quién es su enemigo. El
en general y la cuestión «derecho» en particular. Hoy esto es más fácil derecho tiene la posibilidad y el deber -y esto significa en términos
en sentido negativo que no en sentido positivo. En efecto la jurispru­ concretos: nosotros tenemos la posibilidad y el deber- de abandonar
dencia alemana se encuentra en una hora cero, obviamente no privada este mu�do _en su co�plejo preindustrial, precientífico y predemocráti­
de su historia. La ciencia del derecho y el sistema jurídico no están co. Los s1gmentes cap1tulos tratarán de las condiciones de esta posibili­
preparados para lanzarse a la teoría científica, a la metodología de las dad y de este deber.
ciencias sociales (mejor: democráticas) ni se han desarrollado siguiendo Oberursel, primero de julio, 1968.
una dirección propia, insuficiente, finalmente, para lograr la unidad en­
tre jurisprudencia y teoría del derecho. Las dos zonas más críticas son
hoy la relación entre el derecho y sus reglas de comportamiento (esto R. w.
es, la orientación de la praxis hacia la teoría y el problema de una teoría
filosófica, moral, social, política del derecho) y la relación entre derecho
y la realidad (esto es, la valoración de los objetos hacia los objetos de la
valoración, el problema de una teoría del cono,;miento jurídico y del
concepto de ciencia jurídica).
Por el momento nos movemos entre círculos viciosos, fórmulas va­
cías, alibís y tabúes. Son una teoría política del derecho para la actual
sociedad política, para una sociedad que comprenda hasta qué punto
estamos empeñados en una «civilización del derecho» superada, que no
lograremos así estar a la altura de nuestros tiempos, sino que nos que­
damos congelados en la prehistoria. Las· consideraciones que siguen
tratan de la miseria del regreso, doblemente cargada de consecuencias
si consideramos la oculta y tácita transformación de nuestra constitu­
ción y de nuestra sociedad. Consecuentemente éstas no pueden consti­
tuir una introducción al sistema y a la ciencia jurídica, puesto que el
primero no existe ya y la segunda no existe todavía. Una teoría política
XVlll
XIX
Abreviaturas y siglas

ALR Allgemeines Landcsrecht Tribunal Federal de Trabajo


Bundesarbeitsgericht
BAGE Bundesarbeitsgerichtents Jurisprudencia Federal de Trabajo
cheidungen
BGB Bürgerliches Gesetzbuch Código civil
BGH Bundesgerichtshof Tribunal Federal de Casación
BGHZ Bubdesgerichtshof in Zivilsachen Casación en materia civil
BVerfGE Bundesverfassungsgerichts- Jurispruder'ícia constitucional
entscheidungen federal
DGB Deutscher Gcwerkschaftsbund Confederación sindical
FamRZ <<Zeitschrift zum gesamten Revista de derecho de Familia
Familienrecht»
GG Grundgesetz Ley fundamental
GWB Gesetz gegen Wettbewerbs- Ley contra la limitación de la
beschrii.ngungen concurrencia
HGB Handelgesetzbuch Código de comercio
NJW «Neue juristische Wochenschrift» «Nuevo semanaiio jurídico»
OLG Ochlandesgeiicht Tribunal superior regional
SPD Sozialdemokratische Partei Partido Socialdemócrata de
Deutschalands Alemania
StGB Strafgesetzbuch Código penal
TVF Tarifvetraggesetz Ley sobre la autonomía colectiva
UWG Gesetz gegen den unlauteren Ley contra la concurrencia
Wetbewerbs desleal
ZPO Zivílporzessordnung Ley de procedimiento civil

XXI
I
Ruptura del encantamiento
del mundo del derecho

Conocéis todos la historia del sabio rey y juez Salomón («y fue el
más sabio de todos los hombres», 1 Re 3,1 6-28):
Vinieron por entonces al rey, y se presentaron ante él dos mujeres
de mala vida. Dijo una de ellas: «Escucha, mi señor, yo moraba con esta
mujer en la misma casa y allí di a luz un niño. A los tres días dio tam­
bién ella a luz un niño. Habitábamos juntas y ningún extraño había
entrado en la casa; no había allí más que las dos.
El hijo de esta mujer murió una noche por haberse acostado sobre
él; y ella levantándose en medio de la noche me quitó de mi lado a mi
hijo, mientras tu sierva dormía, y púsolo a su lado, dejando al mío a su
hijo muerto. Cuando yo me levanté por la mañana para dar el pecho a
mi hijo, halléle muerto; mas mirándole atentamente a la mañana, vi que
no era mi hijo, el que yo había parido.»
La otra mujer dijo: «No, mi hijo es el que vive; es el tuyo el que ha
muerto.» Y la primera replicaba: «No, es el tuyo el que ha muerto y el
mío vive>l, y añadió: «Traedme una espada.» Trajeron al rey la espada, y
él dijo: Partid por el medio al niño vivo y dad la mitad de él a la una y la
otra mitad a la otra.
Entonces la mujer cuyo era el niño vivo dijo al rey, pues se le con­
movían todas las entrañas por su hijo: ¡Oh, señor rey! Dale a esa el niño,
pero vivo, que no lo maten. Mientras que la otra decía: Ni para ti ni para
mí, que le partan. Entonces dijo 'el rey: Dad a la primera el niño vivo, sin
matarle; ella es su madre. Todo Israel supo la sentencia que el rey había
pronunciado y todos temieron al rey, viendo que había en él una sabi­
duría divina para hacer justici�.
El juicio de Salomón se ha convertido en algo proverbial. Tal ��so
j_urídico forma parte en todo el mundo del patrimonio clásico de las
leyendas que se nos han transmitido. En el antiguo arte dramático chi­ dos («Los soldados llevan al niño, al niño querido, llevan al infeliz a la
no el «círculo de tiza», reelaborado y hecho famoso por Klabund, trata ciudad, la ciudad peligrosa. La mujer que lo había parido lo reclama en
el problema de las madres rivales. Bertold Brecht ha retomado a su vez juicio, la mujer que lo había cuidado se presenta en el juicio. ¿Quién
el tema-en El círculo de tiza caucasiano en 1944-45, en el cual cuenta la decidirá la cuestión, a quién será asignado? ¿Quién será el juez? ¿Un
historia de la pobre sierva Grusce Vachnadze y del juez de la gente hombre justo? ¿O un malvado? La ciudad ardía. En el tribunal se sen­
pobre Azdak. No quiero analizar la concepción brechtiana de la justicia taba Azdak. No tiene buen corazón. ¿Cuántas veces debo decirte que
de clase («La justicia es siempre administrada con la máxima seriedad: soy un hombre de pensamiento?»).
es muy delicada»; «el juez ha sido siempre un bribón, por consiguiente
Cuando la criada de la mujer del gobernador presenta la instancia
un bribón es ahora juez»; «y 'el derecho es una gata en un saco»). ¿Cuál
en el juez («Allí está junto a la noticia de que el niño ha sido llevado a
será, y sólo esto interesa en este lugar, el juicio del juez Azdak/Brecht
la montaña por una antigua sierva»), Azdak responde lacónicamente:
en la controversia enti-e las madres? Azdak no es un sabio Salomón, ni
«Será llevado, Alteza, a vuestras órdenes.» Entonces la criada: «Se dice
Ún rey. Era el escribano del pueblo y ha sido improvisado juez del pue­
que la persona en cuestión hace pasar al niño por su hijo.» Azdak siem­
blo por la revolución. Brecht da ampliamente prueba de sus cualidades
pre más lacónico: «Será decapitada, Alteza, a vuestras órdenes.»
de juez («Como el pan transgredía la ley para nutrir al pueblo; sobre el
abandonado por la ley ie empujaba al puerto; humildes y pobres con El día del proceso la mujer del gobernador y sus abogados corrom­
manos vacías, finalmente podían corromper. Este era Azdak. Setecien­ pen al juez; él no consulta al código, se sienta encima del estrado: «De­
tos veinte días pesó con su balanza alterada las demandas y quejas, y él creten algo por mí y profieran la acusación con palabras conmovidas»
habló de canalla a canalla. El brazo de la horca le protege y su leyenda («Los ligámenes de la sangre son más fuertes que todos los otros ligá­
la cola tiene el veneno»). menes. ¿Se puede arrancar a una madre el propio hijo? Excelentísimo
tribunal, ésta lo ha concebido en el sa11to éxtasis del amor, lo ha llevado
Ante él comparecen la mujer del gobernador, que había abandona­ en su seno, lo ha nutrido con su sangrt;,- parido con dolor. Excelentísimo
do al hijo en el momento de la revolución para buscar su propia solu­
tribunal, hemos visto también cómo el tigre salvaje, si es privado de su
ción y que ahora, que se han calmado las aguas, lo reclama, y la sierva
pequeño, vaga inquieto por los montes, consumándose finalmente has­
Grusce que huyendo había llevado al 'niño consigo [«Terrible es la ten­
ta convertirse en una sombra. La naturaleza misma...»). La sierva Grus­
tación de la bondad (...) Demasiado tiempo guardó el tierno hálito, los ce encuentra sólo dos breves palabras para responder al interrogatorio
puños cerrados. Finalmente por la mañana, la tentación le venció, y ella («_¿ <?ué cosa puedes responder tú, a todo aquello que está diciendo y
se levantó, se inclinó, suspirando cogió al niño y se lo llevó»]. Después lo d1�a el abogado?»): «Es mío.» Ella no tiene nada para corromper al juez,
había expuesto («Ahora te bañaré de nuevo y sé que no tengo pan para
lo msulta («No le tengo respeto, no le tengo más que por un ladrón o un
ti. Miguel, debemos separarnos». Porque me han liberado del pequeño, bandido con armado. Puedes hacer lo que te parezca. Puedes quitarme
estoy contenta. Porque libre y sola estoy alegre. Me siento robada. Me el niño, setecientos contra una, pero te digo sólo una cosa: para un
siento empobrecida) y había vuelto atrás a reclamarlo («a los pies del oficio como el tuyo se debería escoger sólo entre los usureros y los
glaciar Jabga-Tau, Grusce Vasdze decide adoptar al niño». «Ahora, pues­
ladrones de niños, por castigo, para obligarles a juzgar a sus semejan­
to que nadie te quiere, deberás tomarte conmigo, y tu día feliz en míse­ tes, que es peor que colgarlos de la horca»).
ro año deberás alegrarme»). Por amor del niño había contraído final­
mente un matrimonio ficticio («Porque la gente no chismorrea»; Miguel El juez Azdak: «El tribunal ha escuchado vuestra causa y no ha po­
me hace tener un montón de complicaciones. Han venido al encuentro dido establecer cuál es la verdadera madre del niño. En mi posición de
como árbol de peras al presente. He aquí lo que sucede si un cristiano juez estoy obligado a encontrar una madre para él. Deberá hacer una
se agacha a recoger un mendrugo de pan porque nada da por perdido. prueba. Scia, toma un trozo de tiza y traza un círculo en el suelo. Ahora
Miguel sería mejor si yo no hubiese andado perdida en el segundo co­ pon al niño en el centro. Poneos cerca del círculo, vosotras dos. Tomar
rral, aquel domingo de Pascua. Ahora nos quitamos de en medim>). La al niño por la mano; la verdadera madre debe tener la fuerza de tirar
mujer del gobernador hace buscar al niño y lo hace llevar por los solda- del niño fuera del círculo hacia ella.» La mujer del gobernador tira del

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niño fuera del círculo. Grusce lo ha dejado ir (el segundo abogado, an­ cológica de Salomón vuelve porque, para obtener un resultado dado,
tes del «duelo»: «Mi mandante no puede competir con la fuerza de esta lás mujeres son estilizadas como dos madres abstractas: una madre
persona, acostumbrada a los trabajos pesados.» El p� er abogado, buena que prefiere perder el hijo aun sacrificándolo y una sierva («por­
después: «¿Qué cosa decía? ¡Los lazos de la sangre!»). El Juez hace repe­ que lo ha aplastado en el sueño») que prefiere dos hijos muertos a uno
tir la prueba. Grusce. deja ir otra vez al niño y se desespera: «¡Se lo han vivo vecino a sí o a la madre. Bien y mal, justicia e injusticia, son los
llevado! ¿Debo hacerlo pedazos? No puedo. » conceptos que agitan apriorísticamente la cuestión. El resultado que se
Azdak: «De este modo el tribunal ha establecido quién es la verdade­ quiere obtener, bajo forma de decisión, o que se quiere presentar como
ra madre. » A Grusce: «Toma tu niño y quédatelo. Te aconsejo no per­ «bueno» o «justo», viene inmerso ya en las premisas que después son
manecer en la ciudad con él (...) Ahora me quitaré esta toga de juez: me introducidas en la cuestión. Lo que no está de acuerdo con las premisas
da demasiado calor hoy. No he nacido para hacer de héroe. » El que no es tomado en consideración. La eventualidad de que haya una ma­
cuenta la historia: «Y aquella tarde Azdak desapareció y no fue visto dre sin corazón que prefiere perder, torturar, incluso hacer pedazos, al
más. Pero el pueblo de Georgia no le olvidó y recordó el tiempo en el propio hijo, mientras que la que no es la madre ame al niño ajeno como
que Azdak era juez como una breve edad de oro, casi una �ra de j�sti­ si fuese suyo apenas perdido, y prefiera por consiguiente perderlo más
cia. Pero vosotros que habéis oído la historia del círculo de tiza meditad bien que hacerlo pedazos, viene excluido a priori por la cuestión.
la opinión de estos hombres antiguos: las cosas deben pertenecer a Lo mismo sucede -también en términos opuestos- con Azdak. La
quienes conviene, los niños a los corazones maternos, los carros a los madre, la mujer del gobernador, se salva sin pensar en el propio hijo.
buenos conductores, para que sean bien guiados, el valle a quien lo En una escena clave, durante el proceso, uno de los abogados se trai­
riega, para que dé frutos.» ciona, traicionándose así también él: «Es inaudito el ttatamiento que se
He elegido estas dos historias porque difícilmente podría encontrar­ reserva a esta mujer. Se le prohíbe el ingreso en el palacio de su mari­
se una introducción más fascinante al derecho. Los juicios de Salomón do. Se le cierran las entradas a sus aposentos; se le dice fríamente que
y Azdak simbolizan la amplitud de la concepción jurídica, y son al mis­ son de los herederos, y sin el niño no puede hacer nada, ni pagar a sus
mo tiempo símbolo de valoraciones erradas. En efecto, ambos jueces abogados.» El otro abogado, desesperado por esta incontrolada traición
-Salomón o Azdak- han pronunciado un juicio injusto y deberían ser del otro, añade rápidamente: «Naturalmente es exacto decir que el re­
llevados a su vez ante el juez. sultado del proceso decidirá también si nuestra noble cliente tendrá
derecho a disponer de las grandes propiedades Abasvili. Pero digo tam­
Salomón es un poderoso rey, un juez con una autoridad carismáti­
bién, porque en primer plano está la tragedia humana de una madre,
ca, reconocido y venerado incondicionalmente por el pueblo, en todas como Natella Abasvili, como bien se ha puesto de manifiesto en su des­
sus decisiones («porque vieron que en él estaba la sabiduría de Dios que
garradora deposición. También si Miguel Abasvili no fuese el heredero
pronunciaba el juicio»).
de la propiedad, sería siempre el hijo adorado, de mi cliente.» La madre
Azdak es un borracho, un juez que sólo tiene defectos, que es insul­ no quiere por consiguiente al hijo, sino el patrimonio del hijo. Por tanto,
tado por todos por sus sentencias; sin embargo, se arriesga a hacer na­ no es una «verdadera madre». Grusce no quiere los dineros (el juez
cer una pizca de justicia, aquella pizca brechtiana de una esperanza confisca todos los bienes para dedicarlos a un fin público), sino al mu­
más satisfecha, en un derecho también para los pobres, los deshereda­ chacho («Yo lo he tenido y él me conoce>J). Pero en realidad ésta no lo
dos, los humillados (<<En el sistema que han hecho, la humanidad es una quiere para sí, sino para la clase proletaria. Durante el debate el juez
excepción»). El mundo de Salomón es un mundo salvado, el de Azdak Azdak se dirige hacia ella (con una cierta cortesía): «He notado con la
no tiene salvación. El juicio de Salomón es preciso («Esta es su madre»), justicia. No creo que sea tu hijo, pero si fuese tuyo tendrías inmediata­
el de Azdak es impreciso («De este modo [?] el tribunal ha establecido mente un palacio, muchos caballos en la cuadra y muchos pordioseros
quién es la verdadera [?] madre»). El procedimiento de Salomón apa­ en las escaleras de la puerta y muchos soldados a su servicio y muchos
rentemente irracional, porque está especulativamente orientado cons­ postulantes en la antesala. ¿No es cierto? Así has de responder. ¿No
cientemente hacia la justicia de clase. El cuento de la especulación psi- quieres que sea rico?» El narrador responde: «Oíd esto que la airada

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muchacha pensaba no decía, si calzase zapatos de oro fino, cruel seria una luz deslumbrante de sublimaciones éticas y patéticas. Me refiero a
¡ay de mí! pisotearía al hermano y me reiría. Pesa demasiado llevar un aquel arte lleno de trucos, que consiste en manipular las cuestiones
corazón de piedra noche y día en el pecho, cuesta demasiada fatiga ser jurídicas de modo tal que éstas, casi por sí mismas, producen las conse­
poderoso y abyecto. De la fama habrá miedo un día, no del hermano cuencias jurídicas deseadas. En un examen más atento la historia del
afamado. Quizá la oscuridad les dará miedo, no la luz de lo creado.» iusnaturalismo se revela como una cadena de semejantes vuelcos del
Pero Grusce calla. Azdak: «Creo entenderte, mujer.» medio respecto del fin. El resultado jurídico deseado . viene enredado,
según premisas reales o normativas predeterminadas, en una cuestión
Si el sentido humanitario y de justicia son un cliché en el juicio de jurídica dada, para ser después desenredado por ésta. Es así que final­
Salomon, en el de Azdak son un politicum mente en nuestros días la humanidad ha oscilado entre orden y liber­
No querría disminuir con mis críticas las motivaciones de las deci­ tad, idealidad y realidad, intelectualizaciones y voluntarizaciones del
siones de los jueces, el contenido poético de las dos historias. Pero es derecho, y esto siempre en nombre de la justicia divina o terrena, del
evidente que un juez que predispone, obviamente sin quererlo en serio, derecho natural, de la esencia de las cosas, sin que, en numerosos ca­
un infanticidio, también si sólo lo hace como shock y test psicológico, sos, se haga traza de una real motivación. «Con las palabras 'orden ' y
olvidando todas las demás posibilidades, ciertamente menos espectacu­ 1ibertad ' el género humano será siempre arrastrado por el despotismo
lares, de aducir las pruebas, no es un juez que merece este título. Y es, o la anarquía y de la anarquía al despotismo» (Rivard, 1753-1 805). Nada
por otro lado, evidente que un juez como Azdak, que afirma: «En mi como el derecho es capaz de ofrecer, con fórmulas vacías, pero mági­
oficio de juez estoy obligado a encontrar una madre para un niño», se ca�, frecuentemente importantes, con meras tautologías (con vacía
hace culpable de la más grave presunción de que un juez puede hacer­ chachara), seductoras seudomotivaciones, que van de�de la ingenuidad
se culpable en el ejercicio del propio oficio. Pero dejemos perder. Los de aquella miseria que deriva de la pobreza espiritual hasta la gesta de
dos procesos y los juicios deben servirnos de símbolos. Estos indican un barón de Münchausen que se tira a sí mismo de los cabellos en un
ante todo el cambio y el camino recorrido por el derecho desde los cenagal. Una vez desenmascarados, tales juicios suenan así: esto o
tiempos de Salomón. Aquella fe en la sabiduría de Dios, encarnada ·en a_quello está prohibido porque está prohibido; Ticio es indigno de con­
un hombre llamado a juzgar, ha muerto. Para muchos ha muerto tam­ fianza porque da la impresión de ser indigno de confianza; el matrimo­
bién aquel Dios (Nietzsche), para algunos Dios es «otro» (Robinson), ni� es in��oluble porque es indisoluble; la financiación de los partidos
Dios no es, «actúa» (H. Braun). Examinaremos en un segundo momento es madffi1s1ble porque es inadmisible. Obviamente ninguna sentencia se
la relación entre religión y teología, por un lado, y derecho y jurispru­ expone así desnuda o cruda a las críticas. Hablaremos aún difusamente
dencia, por otro. «Hoy que por naturaleza humana se debe entender de los artificios detrás de los cuales se esconde la jurisprudencia.
el conjunto de todas las relaciones humanas» (Bertold Brecht con lla­ Salomón y Azdak tenían que trabajar con un caso de este tipo, hasta
mada a Marx), que todos los vínculos y los ordenamientos tradicionales el punto de que vengan avergonzadas toda la sabiduría de un Salomón
están rotos y nuestra suerte es la «lonely crowd» -una locura no sólo Y todo el sentido humanitario de un Azdak; que no se trata de juzgar los
solitaria, sino también asustada- con esperanzas destruidas, ideales hechos no «ma_!lipulables» de la vida de todos los días, lo demuestra en
traicionados, autoridades perdidas, debemos hablar de modo nuevo y nuestra época la «guerra de los siete años» entre dos madres por la
diverso también del derecho, de la ley, de la justicia, de modo más radi­ «posesión» de Angélica Kurtz. No es para maravillarse que en esta con­
cal, más sincero, pero también más cauto y humilde, de cuanto los ju­ troversia sean reclamados frecuentemente Salomón y Azdak. En la
ristas y no los juristas querrían admitir. No nos sirve la sabiduría psico­ prensa seria -no hablo. del Bild Zeitimg, porque requeriría una lección
lógico-especulativa de Salomón, ni la dialéctica política de Azdak. aparte- figuraban al final del proceso títulos como «Una decisión sa­
Las decisiones de Salomón y Azdak simbolizan también las principa­ lomónica» (aunque no se hubiese tomado en realidad ninguna decisión)
les enfermedades hereditarias y los pecados mortales del derecho y de o «Razón de Estado en el círculo de tiza» (aunque ningún juez hubiese
sus administradores: estos pecados, que no podremos poner suficien­ trazado el círculo y ningún Estado, como parte en la causa hubiera
temente en el índice, demasiado frecuentemente vienen proyectados a tirado directamente de la niña).

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nada y ejemplar», cualquiera que sea lo que ésta signifique. A fines de
El caso de Angélica Kurtz da luz so bre lo s entresijo s de la existencia
1957 Angélica vive con los padres del padre n atural, que no se interesa
de cada individuo y sobre toda la gama de contradicciones Y de co�­
por l a niña. Según el Código civil ( 1 .589, cap. II BGB) un hijo ilegítimo y
tr astes irremedia bles entre los intereses de un hombre y los de su pro­
su padre no son parientes. El padre es llamado «progenitor» (Erzeuger)
jimo, sin hablar de aquellos s ociales y políticos. En la realidad, pun�
por la ley y los jurist as. Esta es sin más un a concepción muy superada,
tualmente no hay una madre buena contrapuest� a aquella mal�, � 1
_ . pero de por sí no peligrosa. Consecuentemente ni los a buelos paternos
una mujer del go berna dor a una Grusce. Por con�1gu1ente, la d�c1s10n
son � bue!os, ni en la mejor de las hipótesis padres adoptiv9s. Por lo
resulta fatalmente más sobria, completamente pnvada de p oesia, ob­
<lemas el abuelo de la pequeñ a Angélica muere en 1962. En 1959 l a
viamente también más ar bitraria y, en todo caso , más discutible y me­
madre de Angélica se va a la DDR con un h ombre del que se ocupan las
no s convincente. To davía, por mal que pese, la justicia divina no ha sido
autoridades judiciales penales. Se casa con este hombre (es el padre de
tocada, los derechos eternos quedan inviolados, mientras se da dema­
la hija; «otra cortina»). Queda oscuro si este matrimonio contraído en
siado frecuentemente jaque mate a la ley vigente. Se ha bl a mucho de
Zittau, es «regular». En todo caso, en 1959 la madre quiere llevar a la
los derechos del h ombre, dem asia do, porque bajo éstos puede aún es­
hija a Zittau. Según el derech o que regula el status de los hijos ilegíti­
conderse l a política desnuda y cr uda. Esto es el nivel del derecho d�
mos en la República Federal -una nuev a ley de reforma está actual­
todos los días. Es a este nivel que esto debe dar buena prueba de s1
mente en discusión, mientras en la DDR el Códig o civil h a sid o modifi­
mismo, no en los breviarios, ni en las prédicas dominicales, en los ismos
cado ya en este punto- un hijo natural ocupa, respecto de la madre, el
filo sóficos o en las tor res de marfil sistemáticas.
mismo puesto del hijo legítimo ( 1.705 BGB). Todavía la madre no tiene
Si debemos realizar el derecho sobre la tierra, y no e� las estrellas, Y automáticamente la plen a patria potestad que se refiere a los progeni­

si fallamo s miles de veces ante este o bjetivo y nos refugiamos en los tores legítimos. Esta disposición constituye uno de los 'puntos más con­
sueños de un derecho justo o en actos de violencia, la culpa está en tr?vertidos de la reforma. Todaví a el juez tutelar puede atribuir la pa­
buena parte en la per manente crisis del de�� cho. Volverem�s más ade­ tna potestad a la madre natural ( l .707, párrafo segundo); esto sucede a
lante. En el contexto de nuestra introducc10n sobre Saloman Y Azdak, veces, pero no es la regla. Por norma, la patria potestad viene atribuida
el caso de Angélica Kurtz merecería ser profundiza�o. Muchos malen­ a un tutor. Según la ley sobre asistencia a menores (en la actual versión

tendidos y muchas críticas a las decisiones de los tnbunales dependen de 1961 ), hasta el nacimiento de un hijo ilegítimo viene confiada la tute­
del simple hecho de que el mundo jurídico y ) � di�ial es un m�ndo de� ­ la a la cor�espondiente oficina del lugar de nacimiento (esta institución
_ existe en Alemania desde 1922, a continuación de l a quiebra del sistema
conocido. Este mundo está basado en la d1v1s1on del trabaJO p ropio
como el mundo de la médicina, de la ingeniería, del comercio. No voy al de tutores privados). De esta patria potestad para la madre deriva el
ciruj ano ni sufr o anemia. Y no busco l a tela p ara mis camisas en un derecho -a su vez limitado- y el deber ( 1 .707, párrafo primero) de
banco. No acudiría a estas banalida des si no hubiera constantes confu­ proveer a la persona del hijo ilegítimo. Este término -no escandalizará
siones a propósito del mundo del derecho. Los d_ivers?� o bjetivos_ del en e_ste Y en ta�to_s º:r?s puntos, �el lenguaje anticuado, afectado, poc�
juez titular, del juez de cognición, del juez de la e1ecucion o del Tn?�­ realista, es decir, Jund1co- se refiere a la diferencia entre «cuidado del
nal de Casación -para quedarnos siempre en el caso Kurtz- son !�el­ patrimonio y cuidado de la persona». En esta última entran sobre todo
les de entender, pero en general privados de entender p ara el cnt1co. el sostenimiento y la educación, así como la elección del domicilio.
Nótese, no digo que las decisiones de to dos los tribunal� s no p1;1edan ser Así, en el caso de Angélica Kurtz, a la oficina de asistencia a meno­
equivocadas, hechas mal, «injustas». E� tal_ c_aso _ merecian ser 1m� ug:1a­ res corresp?_ndía la tutela, a l a madre el cuidado de la persona, y por
das. Per o l a crítica no debe poner la 1ust1c1a cieg amente en el md1ce, t anto tambien el derech o de elegir el domicilio de la hija, o sea de lle­
sólo porque un determinado resultado no le guste o no v aya de acuer­ var!� consigo a Zittau. Aho ra, si ya en los caso s «normales» las compe­
do con las propias tendencias e intenciones. tencias de la madre natural y de la oficina de asistencia a menores
Angélica Kurtz, nacida en Berlín Oeste en 1956 como hija_ ilegítima. esca pan a una coordinación armoniosa -y esto es un problema fun­
La madre núbil no es rica ni lleva, por lo que p arece, una vida «ar de- damental del derecho que regula el status de los ilegítimos y de su re-

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forma- esto sucede con mayor razón cuando la madre vive en la DDR. mental del buen funcionamiento de un ordenamiento jurídico no exis­
En efecto, en este caso el hecho se pobtiza. te, sin embargo, en la relación Alemania Occidental-Alemania Oriental.
La oficina de asistencia para menores de Berlín Oeste no tiene nada
La oficina de asistencia a menores acusa a la madre de actuar a que indagar en Zittau; ceder la tutela a las autoridades competentes de
incitación de las autoridades de la DDR; se abusaría del caso por moti­ la otra ciudad (reglamentación para nosotros habitual) significa cederla
vos políticos, para emplearlo como arma en la guerra fría en torno a a otra sociedad. Esto no es ciertamente un criterio válido para negar a
otros 2.000 muchachos cuyos padres, que viven en Occidente, buscan las madres sus propios hijos, ni siquiera si estas mismas se los hubieran
en vano desde hace tiempo hacer valer sus derechos en sus confronta­ negado antes durante muchos años a sí mismas. El punto ce�tral de la
ciones con las autoridades de la DDR. La madre de Angélica Kurtz, de decisión del juez tutelar tiene por tanto unívocamente, aunque no se
Zittau, es defendida en Berlín Oeste por el conocido abogado Kaul. Es haya abiertamente admitido, un carácter político: a falta de la posibili­
en este contexto cómo debe considerarse toda la serie de decisiones de dad de un conocimiento satisfactorio de la situación que permita de­
los tribunales. terminar el bienestar de los menores en Zittau, la niña quedará en Oc­
cidente. Nadie debería permitirse ofuscar el núcleo político de la cues­
La oficina de asistencia a menores había elegido ya en 1959 la única tión y sus enormes implicaciones. La relación entre República Federal y
vía posible para impedir a la madre llevarse a Angélica a la DDR: que­ DDR es mucho más rica que semejantes oscuridades de cuanto la ma­
brar el derecho a la elección del lugar de residencia. Según la ley, el yor parte de nosotros quiere admitir.
cuidado de la persona del hijo puede ser sustraído completament� o en
parte a la madre. El presupuesto es el siguiente ( 1.666, párrafo ? nmero En los principios del Estado de derecho entra el control de las deci­
BGB): <<Si el bienestar psíquico y físico del hijo es puesto en peligro por siones de los tribunales por parte de instancias superiores, en este caso
el hecho de que el padre o la madre abusen del derecho de cuidar � e su por parte del Tribunal regional y por el Tribunal de Apelación de Berlín
persona, abandonen al hijo o se hagan culpables de un com?o� am1ento (este último es llamado por razones históricas Kammergericht). El Tri­
deshonesto o inmoral, el juez titular debe tomar los procedimientos. ne­ bunal regional de Berlín Oeste reforma en 1962 la decisión del juez
cesarios para eliminar el peligro.>> El juez titular, que está constituido en titular. La motivación: falta de prueba de que el bienestar del hijo ven­
una sección de la pretura de Berlín, decide -en 1959 provisionalmente g a puesto en peligro por la madre; éste debe estar -en caso de duda­
y en 1962 definitivamente- sustraer a la madre el derecho específico a con la madre.
determinar el lugar de residencia de Angélica. La motivación: abuso del Esta sentencia golpea sin más en el signo, para que sus condiciones
derecho del cuidado de la persona; además la oficina de tutela no po­ funcionales sean realizadas, esto es, haya posibilidades de aducir efec­
dría cumplir su deber en la DDR. Cualquier actitud que se quiera asu­ tivamente la prueba relativa. En la relación Oeste-Este no se trata en el
mir frente a esta motivación, una decisión satisfactoria para todos es fondo de aducir pruebas, porque se procede sobre caminos distintos
impensable. La niña se siente a gusto con su abuela y no la quiere dejar. siguiendo los cuales se choca literalmente contra un muro. La decisión
Pero el derecho de la madre «prevalece», porque es una «madre verda­ del Tribunal regional no es, por tanto, un mero politicum, sino un hu­
dera» (o si se quiere definir el tipo jurídico que permite separar también manum -obviamente no apolítico.
a las madres naturales de sus hijos, en la hipótesis de que éstos corran
el riesgo de perderse «moral y físicamente»). He aquí, en este c�so, una Pero como la decisión política del juez tutelar no ha tenido del todo
trampa política. Normalmente la utilización de la cláusula del «bienestar en cuenta a la madre y sus derechos, así probablemente la decisión
del hijo» presupone un aparato burocrático uniforme_ :n un or�ena­ humanitaria del Tribunal regional no ·ha tenido en cuenta a la hija y sus
miento social considerado homogéneo. Cuando una of1cma de asisten­ derechos. Estos sus derechos no son, como había afirmado la critica
cia o un juez tutelar indaguen y decidan en Hamburgo o Munich, pue­ indignada en un concierto de cacofonías políticas, derechos futuros,
den ser acertados los presupuestos de la decisión, ya que la relación como por ejemplo el de poder vivir un día en Occidente libre o en el
madre-hijo permite en este contexto valoraciones bastante uniformes y Oriente no libre. En efecto, un hijo no nace para la Alemania Occidental
convincentes sobre el bienestar de este último. Tal presupuesto funda- o para la Alemania Oriental, sino que como ser humano hijo de seres

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humanos, con el derecho de poder decidir libremente -�o�o adul­ derecho privado) como derecho patrimonial. En efecto, según el artícu­
to- el ambiente político en que vivir. El hecho de que e�ta ultima c_on­ lo l.632, párrafo primero, BGB, el cuidado de, la persona del hijo com�
dición no sea realizada en la DDR no nos debe inducir preclmr a prende el derecho de exigir la entrega por cualquiera que lo tenga

adultos O muchachos el acceso a este país, a sustraer su hber�ad por igualmente consigo (mientras según el párrafo segundo del mismo ar­
. __ _ bien sus
amor a la 11bertad· Los llamados derechos del hijo son mas tículo 1.362 cuando un progenitor exige del otro la entrega del hijo, la
. ·
actuales derechos a su bienestar como hiJo. La dec1s · 10, n d el Tn'b una1 decisión se refiere al juez tutelar -y en tal caso la ejecución se desarro­
regional de Berlín Oeste viene confirmada en 1963 por el Tnbunal . de lla sin la intervención del oficial judicial-). Pero puesto que las autorida­
Apelación. Así ha establecido jurídica y �álidamen�e -en _efecto, un E des llamadas a la ejecución no pueden, y las oficinas tutelares no deben
tado de derecho no debería ofrecer mas de tres mstancia�- q�e a ra controlar el fundamento de la decisión (estos últimos consideran sólo el
madre corresponde el derecho a la determinación de la residencia. bienestar del hijo y a quien se refiere el derecho a cuidar del menor, y
En este punto Angélica Kurtz habría debido partir para Zitt�u !_o­ por tanto no examinan los motivos por los que, después del proceso y a
:
pesar de la decisión, los progenitores adoptivos y la oficina de asistencia
davía es típico del complejo mundo del derecho, basad� �n la dlVlsi?n
del trabajo, que casi ninguna decisión puede ser aut ?mati�amente :Jr para los menores dejan de reclamar al niño), nos encontramos en una

competencia corresponde a los jueces de la eJecucion, Y su ·t


cutada ni mucho menos se hace efectiva p�r el �ismo Juez. Aqm a

nizados según una completa jerarquía que va desde e� Tn una��asta \


org
e
tercera batalla judicial, que es generalmente la más importante: la ju­
risdicción contenciosa. Jurisdicción contenciosa quiere decir exposición
de la controversia entre las partes ante el juez, por el Tribunal regional
ayudante del oficial judicial; éstos deben respetar el iter P:º�esal Y :s­ y siempre con la asistencia obligatoria de abogados. El juez o los jueces
tar por tanto sujetos a múltiples controles. En e�tos procedrm1�ntos ��e­ -según las instancias- escuchan a ambas partes, controlan las prue­
_ bas y aplican las normas jurídicas a los hechos incontestados o contro­
cutivos viene controlada exclusivamente la tecmca d� la eJe�ucion.
•Cómo podría un oficial judicial -también en u�a simple pignora­ vertidos, pero comúnmente probados. Su objetivo principal es por con­
.
�ión- juzgar si el deudor es efectivamente tal? Es logico que t��os lo siguiente el de her y escuchar la exposición de los hechos, de valorar
procedimientos ejecutivos sean precedidos por la fase de la htis qu! las pruebas adoptadas y de elegir las normas jurídicas adecuadas (da
resuelven la controversia. mihi facta daba tibi ius). Estos no examinan espontáneamente («de ofi­
cio») toda la materia controvertida para determinar la «verdad», como
En el derecho alemán la ejecución de las decisione� de jueces tute­
sucede por ejemplo en el proceso penal. En otros términos: en el con­
lares es en la mayor parte de los casos facilitada. Por eJ�mplo, el ampa­
tencioso civil las partes se baten con ataques, defensas, contraataques,
ro coactivo en un instituto de reeducación viene confi�do a expertos
. etcétera, ante los jueces, sin que esto contribuya a esclarecer el asunto,
asistentes sociales y a las autoridades propuestas a 1 � as1ste_ncia de �e-
. los jueces pueden tener en cuenta, en sus decisiones, sólo esto que las
nores: el of1cm
· 1 JU
· d'ici·al no es competente para este tipo de mtervenc10-
partes exponen o pueden conceder sólo esto que las partes piden. En el
nes. proceso penal, al contrato el juez después del trabajo preliminar de las
La ejecución en «persona» -sit veniat verb s g r:nuy diverso autoridades que realizan las investigaciones (por ejemplo, la policía y el
o--: � � �
en la ejecución patrimonial que se refiere un oficial Jud1�ial. E� nues­ fiscal), examina a su vez todo el caso y controla que esto justifique o no
�_
tro caso, tal reglamento significa que Angehca Kurtz hab ª debido s�r una condena (en caso de duda, absolución, in dubio pro reo). En sus­
1: .
acompañada a la frontera por los colaboradores �e la 0�1cma de asis­ tancia es esta la diferencia fundamental, en el derecho alemán, entre
_ derecho público y privado: la relación entre cada individuo y la comu­
tencia a menores. Pero desdichadamente el Código civil, que a este
propósito está sin más anticuado y necesitado de r�formas, re�ula es:e nidad -derecho público (por ejemplo, derecho penal, derecho tributa­
procedimiento de modo diverso, y según la modalidad de la eJecuc!_ o� rio, relación entre cada individuo), derecho privado (por ejemplo, dere­
patrimonial. Aquí se expresa una característica fundamental del Codi­ cho civil, derecho mercantil)-. Tal diferencia crea un claro sistema de
go: el derecho patrimonial como sede de los intereses ce�trales de la coordenadas. Como veremos en seguida, en el derecho moderno, ex­
sociedad civil y la concepción de fondo del derecho (o comunmente del cluyendo quizá la jurisdicción, ésta está casi completamente des­
truida.
12
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Hay después en el derecho privado un sector �ue se qu�ere_ llamar BGH decide sólo de las c uestiones d e derecho, sin proceder al estable­
j urisdicción voluntari a ( a diferencia de la «conte� ciosa») -termino que cimiento de los hechos. Esto no obstante, la abuel a y la ciudad de Ber­
por lo demás tiene un significado sólo para qmen conoce a fondo �l lín (Oficina de asistencia para menores) pid en la revisión del proceso (y
origen de esta jurisdicción en el derecho romano-, que tra�� determi­ al mismo tiem po pres entan instancia contra la falta de ad misión del
nadas cuestiones de familia, de herencia, d� re��tr o. Tambien _en este recurso). El BGH rechaza ambas instancias en j ulio de 1 965. A conti­
sector rige el principio inquisitivo, no el dispositivo (que confi_a a las nuación los actores presentan recurso al Tribunal Constitucional fede­
partes la conducción del proceso). En las causas de tutela, por ej em plo, ral, sost eniendo la inconstitucionalidad del artículo 546 ZPO, porque tal
será el juez in prima persona el que examine la cosa que afecta al menor norma no admite el recurso para todos los casos.
sin limitarse a decidir, después de haber esc u�hado_ a l as part�s en cau­ El Tribunal Constitucional federal r echaza en diciembre de 1 965 el
sa , cuál de éstas está obligada a probar las afirmaciones propias Y con­ rec urso como totalmente infundado (sin ilustrar si los llamados «rec ur­
secuentemente si tiene razón en los procedimientos jurídicos a los que sos de B erlín» son lícitos). El Tribunal de C asación y el Tribunal Consti­
recurre. tucional no se han ocupado de Angélica Kurtz, sino exclusivamente -y
Volvemos al proceso Kurtz. P uesto que la ab�el a y la oficina de �si por lo demás no les quedaba otra cosa que hacer- d el problema j urí­
tencia para menores ni egan la hija a l a madre, esta debe ahora pedir ra dico aislado ac erca de la constitucionalid ad del artículo 546 ZPO, esto
entrega de la hija, según el artíc ulo 1 .362, párrafo prim �ro B?B: _ante el es, de una cuestión jurídico-política y jurídico-técnica de la disciplina de
_,
Tribunal region al de B erlín Oeste (est a vez en sed� de Jurisd1ccio_n con­ la revisión, que comprende una s eri e de probl emas irresueltos t ambién
tenciosa) que tiene l a com petencia exclusi�a (�egun una com plej a nor­ a causa del c asi inevitable sobrecargo de nuestro Tribunal de Casación.

ma sobre com petencias por mat eria y territorio). En este proc��o no se Y en 1 965 la prensa ha protestado violent amente: el BGH y el Tribunal
puede y no se debe discutir nuevamente del bienest ar de la mna. Esto Constitucional habían violado los derech os humanos y serían cómplices
ya ha ocurrido en tres instancia� de modo agotado: y es por tanto «cos de la deportación de niños, etc. También hombres políticos de altísimo
juzgad a». Ahora se trata exclusivam ente de exam_mar -cosa que mu� rango han par ticipado en este j uego. Ahora el c aso viene completamen­

chos críticos olvidan aposta O por ignoranc!a- s1 los demandados (la te politizado. Intervienen los minist erios region al es y federales de Justi­
. cia. La abuela y la oficina de asistencia para m enores recurren a la
abue1 a y 1a Oficma de asistencia de menores) tienen el derecho de negar la
· comisión para los derechos del hombre del Consejo de Europa en Es­
hija a la madre, a la cual ha sido adjudicado el pleno derecho de c_m· dar-
la. Cons ecuentemente el Trib unal r egional -como to�? oti:o tribunal trasburgo, la c ual no delibera y por tanto no d ecid e el caso . La madr e
de la j urisdicción contenciosa- puede decidir la cuestion solo resp��­ de Angélica Kurtz acaba por ad optar a la propi a hij a en la DDR (porque
diendo un sí O un no al requerimiento «de la madre de la � ?R». lnutil la madre natur al, a diferencia de la madre adoptiva, no tiene todos los
decirlo, no es posible individuar una �azón para ne�a_r la hija a la ,m derechos, está prevista semej ante adopción). Más t ard e, en el acto de la
dre, a menos que no se quiera recurrir_ al pathos po�tico (futura Per;� 1 adopción se c o mi enza a plante ar un probl ema qu e antes no se había
_ considerado o que se había olvidado. ¿«Nuestros» trib unales deben a pli­
da de la libertad). Así el Tribunal regional de Berlín �este decide en
1 964 que la actora pide justamente a l a hija, porque ti�ne el der� cho car el derecho de la Re pública F ederal o el de la DDR? (Se gún este
(establecido prec edentemente en tres instancias) determm_ar la re�1den­ último, la m adre tenía ahora m ayor razón jurídica para t ener a su hija .)
cia. El recurso de l a demandada viene rechazado po_r motivos �n-�logo ¿Nuestros tribunales deben reconocer la ad opción recurrida en la
por el Tribunal de Apel ación. Este tribunal no adr�ute_ una_rev1s1on_ de� DDR? Se prefiere eludir toda respuesta. La abuela y la oficina de asis­
Tr ibunal Federal de Casación (BGH). Esto es pos1b��• segun el a1;icu­ tencia para me nores no s e r esign an. Ulterior es intent os de obtener una
lo 546 ZPO, a condición de que el Tribunal �e apelacio? no se de�v1e de decisión diversa del juez tutelar fallan. En compensación el j uez de la
la j urisprudencia relativa del BGH y no atribuya una im portancia fun­ ej ecución (de Berlín Oeste) suspende por dos veces la ejecución forzosa

damental al c aso , que no recae en esta hipótesi� , �esde el momento en de la s entencia, porque s ería una <rjusticia hecha en una mesa de j uego»
que se trata del artículo 1 .632 BGB. Por consigmente, el rechazo del y «contr aria a los derechos hu manos». Con semej antes formulaciones el
rec urso por parte del Kammergericht es absolutamente c orrecto; el j uez de la ej ecución supera sin más su compet encia, con razón limitada.
Y j ustament e recibe una censura en un proceso disciplinar.
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El caso viene siempre más agigantado por la prensa, que lo explota
políticamente en todos los sentidos posibles e imaginables. Sabéis cuál b a d e ?rden indispensable d e nuestras reflexiones dedicadas al dere­
es el «final feliz». A finales de enero de 1967 Angélica Kurtz va a pasar, c�_ o. sera desen�antamiento del mundo del derecho, crepúsculo de los
según los acuerdos, dos «semanas de prueba» con la madre. La madre dioses y de los 1dolos, desmitificación, por amor del hombre y tamb· ,
concede a la niña «decidir ella sola». Después de dos semanas se decide del derecho, también como retorno a un campo que puede ser culti�:�
contra la madre y a favor de la abuela y vuelve a Berlín Oeste. ¿Una do por el derecho. Será siempre un campo suficientemente «amplio».
decisión feliz? ¿Una decisión de Salomón o de Azdak? ¿Quince días de­
ciden una guerra de siete años?
Dejemos aparte las complejas cuestiones jurídicas que, por lo de­
más, en los procesos no han jugado papel alguno, probablemente por­
que nadie las había entonces verdaderamente expuesto o considerado.
Esto es si en la relación entre la República Federal y la República De­
mocrática existe una especie de edad mayor por cuanto se refiere a los
derechos fundamentales también para los niños, comúnmente llama­
dos menores, un «derecho a la vida en el Occidente libre» y, por consi­
guiente, si es necesario, lejos de los padres y de la familia. Cualquiera
querría trazar un paralelo entre la mayor edad religiosa (desde el deci­
mocuarto año de vida completa, mientras ya desde el duodécimo año de
vida en adelante una educación religiosa diversa de la hasta ahora se­
guida no debería ser consentida contra la voluntad del niño) y la liber­
tad de fe, de conciencia y de confesión prevista en el artículo 4 de la
Ley Fundamental. ¿Qué diferencia enorme existe en la separación entre
Iglesia y Estado, a la cual se refiere la ley sobre la educación religiosa
de los hijos y la división de Alemania en Oeste y Este? ¿Qué se sentiría
al resolver como un problema jurídico la cuestión constitucional de la
mayor edad de un muchacho respecto a los derechos fundamentales?
Con el hijo sin nombre de la sentencia de Salomón, con el Miguel
Abascili de Bertolt Brecht y con la Angélica Kurtz del Berlín de nues­
tros tiempos he querido alzar sólo un poco el telón, en este capítulo
inicial, para dar una primera ojeada al mundo del derecho. Los casos
citados demuestran lo que el derecho puede hacer y lo que no puede
hacer. El derecho puede dar contribuciones poco poéticas, humildes,
sinceras, frecuentemente inútiles, llenas de lágrimas pero a fin de cuen­
tas siempre defectuosas y molestas para la vida terrena, que mire a la
«justicia» y un ordenamiento pacífico, utilizable, que mire a la «justicia»
y a la «razón» para cada mal y para el tiempo presente, pero no debería
ser envuelto en el sacrificio de los hombres que viven en el presente por
amor de un futuro casi siempre utópico o viceversa sin la esclavización
de hombres en nombre de un Dios, deber impuesto a todos, de un espí­
ritu universal o de una eterna razón natural. Por consiguiente, la pala-

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El malestar con el derecho

El malestar con el derecho constituye el hilo rojo de estas reflexio­


nes. Hablando del derecho, en el ámbito de la comprensión de la socie­
dad de hoy, no entendemos dar una ojeada enciclopédica y sistemática
a la materia jurídica moderna -seria del todo vano- ni encardinar,
casi partiendo de un punto crítico, externo al mundo jurídico actual,
este mundo del derecho: una semejante empresa podría revolverse sólo
a la búsqueda de los técnicos de la materia. Las sucesivas observacio­
nes sobre el derecho no se dirigen ni siquiera -por lo menos no en
primera linea- a «los más cultós entre aquellos que lo desprecian», a
aquellos que expresan un desinterés informado o un interés no infor­
mado. Con estos breves capítulos entendemos describir más bien,- con­
tribuyendo a superarlo, el aislamiento mortal en que el derecho hoy
vive, o mejor, en el que se hunde lentamente, desde el momento en que
ha perdido aquellas funciones y aquella eficacia que la sociedad política
les había atribuido y no viene mal tomado en serio como fenómeno
cultural: brevemente no es posible hacerse una idea del «derecho ac­
tual» partiendo de la idea de que este derecho tiene hoy de sí mismo,
porque casi siempre éste no es consciente de sí mismo. Nuestro dere­
cho no tiene conciencia de sí, y aquí oculta esta situación que no ayuda a
encontrarla. Para quedar en el ámbito de las imágenes: el «derecho»
enfermo tiene necesidad de médicos y hospitales, en esta situación es
imposible-que se cure por sí mismo y los remedios homeopáticos no
tienen ninguna esperanza .de éxito frente a estos síntomas. La divergen­
cia entre las expectativas y los resultados se convierte necesariamente
siempre en más aguda. Challenges y responses requieren perder para
siemprn todo equilibrio.
No se trata de la persistencia de un cierto tipo de malestar en las
confrontaciones del derecho que ha existido siempre; ni de lo extraño
del derecho al pueblo, de la expansión del poder jurídico en los sectores

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engañados, de un cultural lag entre los desarrollos de la realidad y del acusación _como <(el verdadero culpable»; describo el significado político
derecho tanto menos del temor «de una ascensión al poder por parte · de los fenomenos que se presumen apolíticos ante todo con una termi­
de los j�ristas», de una antipatía contra «los sacerdotes de la jus�icia». nología técnica. También los ciegos deberían ver y los sordos oír, que
Todos éstos son sólo síntomas que no revelan la enfermedad misma. un derecho, el cual estaba dirigido, en el modelo constitucional, para
Para individuada se necesita el coraje de reconocer hasta qué punto el ayudar a una sociedad que se consideraba apolítica -no ya exclusiva­
año 1945 ha creado, al menos en Alemania, una situación de Tabula mente civil, ya industrializada, pero todavía no democratizada. El hecho
rasa, una hora cero, si bien no privada de su historia. No nos hemos de que ni siquiera aquellos que tienen vista y oído no vean y no oigan
dado suficiente cuenta, en el calor de los trabajos de reconstrucción y demu�stra �ue estos órganos no pueden ser considerados responsables
en la manía de preguntar y remover al pasado más reciente y también -
de la situac1on actual. El mundo del derecho en su complejo se encuen­
a aquel un poco más lejano; no querríamos admitirlo todavía en un tra en un estado de minoridad imputable a sí mismo. La vía de salida es
primer momento y -a lo que parece- hoy no queremos reconocerlo. según Kant la iluminación. Si el mundo del derecho quiere añadir su
función en la sociedad, visto que la diagnosis de la enfermedad es la
«Para que la vida continúe después del Estado nazi es necesario una
revolución político-moral sobre una base espiritual» (K Jaspers). Pero
minoridad imputable a sí misma, la terapia debe ser: iluminación sa­ =
lida de esta minoridad. Al mismo tiempo el mundo del derecho -de­
no se ven trazas de ello, por lo menos en lo que se refiere al derecho.
seoso y capaz de tal iluminación- debe conocer -y si es necesario
Y aquí residen todas las causas del malestar en las confrontaciones con
prepar�r para c ?�ocer- e�actamente aquellas funciones que, en nues­
el derecho de hoy. En las páginas que siguen quiero demostrar, sobre la
tra soc1�d�d poht1ca, contnbuyen a la determinación del fundamento y
base de ejemplos sacados de la problemática jurídica moderna más
de los limites de los procesos jurídicos. Es de importancia vital para el
significativa, con qué deprimente descuido el mundo del derec�o ha
derecho, o mejor necesario para su supervivencia, que se individuen o
olvidado, después de 1945, primero los fundamentos, los contemdos y
deje q_ue se _indiqu�n l �s causas esenciales de su minoridad y de las de
los métodos y ahora el objetivo central de una «revolución espiritual»
su res1stenc1a a la ilummación.
también en el campo jurídico.

En este capítulo buscaremos trazar sumariamente (y de ligar entre l. Con el derecho como autoridad, como potencia cultural autori­
sí) las líneas principales de desarrollo que han determinado tal males­ taria Y_ au�?rativ� e_s supervisada a pesar de la secularización y la
tar. Todas estas líneas nos reconducen a la relación entre el derecho, de em�nc1pac1on, la _ultima de las grandes autoridades prerracionales de
un lado, y la filosofía, la religión, la política, la Iglesia, el trono y el altar, Occidente, despues de que todas las otras fueran personales o colecti­
del otro. El trono y el altar están hoy perdidos como fortalezas d� una vas, cayeron al final de �a vida (Dios, rey, jefe de familia; pueblo, raza,
sociedad que se está emancipando. Hoy la sociedad debe crear y con­ estamento, clase; humamdad, Estado, Nación, Imperio; Iglesia, Occiden­
servar sola sus fortalezas. Esta se encuentra frente a un derecho que, te, Europa). No hay que maravillarse de que en el derecho continúe
por la conciencia que tiene de sí, está aún ligado al trono y al altar. expirand? algo más que un hálito de los tiempos míticos primordiales.
Semejante capacidad de supervivencia de un derecho hoy superado T:1°to m�s �uanto q':e los administradores del derecho (y no se trata
aparece por añadidura milagroso. Pero la apariencia engaña. Después sol� de «Junstas»), �nvados hoy de toda otra tutela «originaria» e indis­
de la secularización del Estado, el derecho ha podido sobrevivir a la cutible de su a�tondad, buscan frecuente y voluntariamente explotar
«destatalización» de la sociedad, como consecuencia de la industrializa­ los remanentes mstrumentos del encantamiento sobrevenido sólo en el
ción y sobre todo de la democratización de los últimos ciento ochenta derecho. El orden y la seguridad, el bien común, la libertad y la igual­
años, sólo porque se ha «despolitizado» junto a la sociedad civil. La dad, �a justicia, _la buena costumbre, la buena fe, representan -no ne­
«democracia en prueba» del período weimeriano está ligada al intento cesanamente, smo �o�encialmente- otros ejemplos de fórmulas mági­
de salvar esta concepción de un derecho apolítico y ha tenido hasta cas. N � puedo descnbir en pocas palabras el pasado, en la historia de la
ahora el coraje de presentarlo, después de 1945, prácticamente como _
evoluc10? _occidental, de las eras teológicas a las filosóficas y finalmente
«perseguido por el nazismo», mientras había debido de ser puesto bajo a las políticas modernas, esto es, de una originaria unidad entre dere-

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cho, moral, religión, cultura existente en todos los estadios primordia­
� «poder del derecho» (Dike). Con este <quicio sintético» que ha hecho
les, a la decadencia de semejantes concepciones unitarias en el curso . p?c � en el mundo de la filosofía, Hesíodo funda la justicia occidental
e
de la evolución de una sociedad que comienza por dividir el trabajo, (D1ka1osyne) como unidad entre madre e hija, entre poder y derecho,
hasta nuestros tiempos. Permitidme, en cambio, ilustraros con dos sig­ .
donde la prev�lenc1a de la madre al «derecho», a «una religión del dere­
nificativos símbolos jurídicos el cruce, todavía persistente, entre dere­ cho en el sentido de la justicia entendida como fuerza moral frente a la
cho, religión y metología: la balanza y el bastón.
�ual palidecen no sólo las potencias de la tierra, sino también las celes­
l . Todos conocéis la figura simbólica de la justicia con la espada y tiales, � menos que no traigan su legitimación de ésta que es la mayor
la balanza, frecuentemente con los ojos vendados (como por ejemplo la potencia de todas y la suma potencia de toda vida terrena y ultraterre­
existente en Frankfurt en la fuente de 1 6 1 1 en el Romerberg). La ma­ �a>! (W. Schonfeld). _Analizaremos en el próximo capítulo cómo esta «jus­
yor parte de las explicaciones que hoy se suelen dar son racionalizacio­ hcia» se ha _convertido en concepto filosófico -no jurídico-, porque el
nes de la era moderna. El símbolo mismo es antiquísimo: la justicia está �erecho P:Ivado y �l derecho público como lo entendemos hoy no exis­
siempre personificada por muchachas dotadas de atributos variables. t1an todavia; los gnegos han dado los natalicios en Occidente no sólo al
Si prescindimos de las personificaciones del antiguo Egipto, las prime­ '<. derech �», sino tamqién a la «filosofía» -en Platón y en Aristóteles-,
ras figuraciones griegas son Temis y Dike. Estas personificaciones nos mfluenc1ando, a través de estos autores, toda la evolución del espíritu y
ahorran largas explicaciones sobre la relación entre derecho y religión. por tanto también del derecho europeo.
Temis (Gaia-Temis) simboliza las antiquísimas y maternales fuerzas Dike se_ c_onvierte en el símbolo divino de todo esto que hoy llama­
del destino (la «madre-tierra», «naturaleza creadora de todas las cosas»). ,
namos qmza «��recho consuetudinario», mientras el derecho positivo
Esta simboliza los ordenamientos sagrados sobre los que se funda la _
huma�o, «no d1v100», viene llamado nomos. Dike cu�todia el derecho de
convivencia.entre los hombres -concretamente sobre todo entre estir­ la polis, fundado por Zeus; és�a simboliza todo esto que se refiere a
pes y familias (oikos y genos) y a los que está vinculada. En Temis la todo hombre segú n s':1 _«naturaleza» y establece la medida en la que le
«naturaleza» y el «derecho» se encuentran en la originaria unidad, aun _
a �ecta. L � seculanzac1on de la. concepción de Temis y Dike (el «ilumi­
íntegra. Como mujer de Zeus (= alianza entre cielo y tierra), Temis vie­ msmo gnego») funda estrictamente los dos cultos en la unidad de «Te­
ne colocada al -final de los tiempos por Homero entre los dioses del mis Y Dike», en el sentido del «segundo justicia». La desdivinación del
Olimpo. Así, el antiquísimo derecho sagrado y el más nuevo de la polis «derecho» encuentra en la «naturaleza», aunque ésta está desdivinizada
naciente, que se relaciona con Zeus para el reglamento de las asam­ (phisis), un subrogado del fundamento del derecho. El incipiente dua­
bleas del ejército y de los ciudadanos, forman una unidad en la persona lismo entre _d �recho-ph�is y derecho-nomos da lugar a las primeras
de Temis; esto corresponde en la práctica, en nuestra moderna termi­ formas �n�lísticas -en terminos modernos- de derecho natural y de­
nología, a la unión entre «derecho natural» y «derecho político». Estos .
recho h�stonco, derecho y ley, moral, moralidad y Estado. Al final de
conceptos modernos no se encuentran obviamente en el «pensamiento estos pnmeros desdoblamientos en la sofística griega (siglo v a.C.) que
jurídico» griego, pero facilitan la interpretación de los fundamentos ori­ el «derecho natural» domina la filosofía europea del derecho (cfr. Capí-·
ginarios del conocimiento jurídico filosófico-especulativo que nos ocu­ tulo ID).
pa hoy. Temis genera por Zeus las tres Horas (originariamente las tres
«estaciones>>: primavera, verano, invierno) que a continuación vienen El _encuentro entre el derecho-phisis y el derecho-nomos se concreta
llamadas por Hesíodo (en torno al 700 a.C.) Eunomia (orden), Dike (de­ por eJemp�o en Antígona. La Antígona de Sófocles y la Antígona de
recho) e Irene (paz). Algunos traducen Eunomia por ordenamiento le­ Jea � Anouilh rep!�s_ent �n a la vez dos modos jurídicos diversos perte­
gislativo, y Dike, por justicia, lo que demuestra hasta qué punto los necientes a dos c1v1hzacwnes diversas.
términos usados por nosotros y sus significados atribuidos son inade­
Sófocles
cuados. En todo caso Temis y Dike, madre e hija, se convierten en las
diosas del derecho que Hesíodo, el «primer europeo» (U. von Willamo­ CREONTE. ¿Y osaste actuar igualmente contra mi orden?
witz-Mollendork), entiende después como «derecho del poden> (Temis) ANTÍGONA. No fue Zeus a proclamarlo. Ni los dioses de la muerte han

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dado jamás semejante ley a los mortales. N? creo por lo d�más que _tu
orden fuese tan poderosa como para poder imponer a los d1os�s plegar­ que simbolizan y racionalizan las virtudes cardinales de la «justicia»,
sete, con su ley eterna y no escrita, ante ti, mortal. E�ta ley no nge ahora sobre todo la concepticón aristotélica de la justicia distributiva y con­
_
sí, ahora no, sino siempre, y nadie sabe cuando es as1. � _Pºr �sto que no mutativa. Estas concepciones reciben nueva savia eh el mundo germá­
quiero ser un dia castigada por los dioses por haber v1v1do vilmente te- nico, sobre todo con el símbolo de la espada, nacido de la concepción
miendo el ordenamiento humano. germánica de una relación inmediata entre poder-dominio y derecho.
El simbolismo balanza-espada viene finalmente consolidado por el arte
Anouilh del primer renacimiento. Por el contrario, el origen del símbolo de la
CREONTE. y tú arriesgas ahora la muerte porque he rechazado a tu venda es hoy oscuro. Nuestra concepción de una justicia que juzga sin
hermano este pasaporte irrisorio, este farfullamiento continuo �obre �us consideración para la persona y para su rango no es más que una ra­
despojos, esta pantomima de la cual por ti por primera vez habna sentido cionalización débil, también ciega. Teniendo los ojos abiertos se ve más
vergüenza y mal, si así fuese recitada. Es absurdo. y se toman decisiones más «justas». El origen de la venda seria quizá
ANT!GONA. Sí es absurdo. más correctamente atribuido a una caricatura que acusa a la justicia
CREONTE. ¿Por qué entonces haces este gesto? ¿Por los otros por de ser ciega. Así se ve, probablemente por primera vez, en el Narren­
aquellos que creen? ¿Para devolvérmelo en contra? schrift, de Sebastián Brandt (1494), donde un loco venda los ojos de la
ANTíGONA. No. ..
CREONTE. ¿Ni por los otros ni por tu hermano? ¿Por qmen entonces., justicia. La venda es un atributo popular-jocoso de la justicia, no «serio»,
ANTÍGONA. Por nadie. Por mí. en el sentido de la ciencia del espíritu.
CREONTE. Quiero salvarte, Antígona. Como veis, un largo camino frecuentemente poco claro conduce de
.. (...) No he
ANTíGONA. Sois el rey, podéis todo; pero esto no lo pode1s. la justicia entendida como unidad (de las dos diviniaades) de madre­
dicho «sí». ¿Qué crees que puede hacerme, vuestra política, vuestra fuer­ Temis e hija-Dike, a la justicia de nuestros tiempos entendida como
za, vuestras necesidades? Puedo decir imo» a todo esto que no m� gusta Y
soy el único juez. y vosotros, con vuestra corona, vuestros gu�rd1�s, vue_s­ «metro». ¿Y cuáles son hoy los criterios de tal metro? Los capítulos su­
_ cesivos ayudarán a explicarlo, aunque no de modo total.
tro aparato, podéis sólo hacerme morir, porque vosotros habe1s dicho «s1».

Estas escenas, representadas por primera vez r�s��ctivamente en 2. El bastón es el segundo símbolo que nos ayuda a interpretar
441 a.C. y en 1944, trazan el camino y siguen la condicion humana, a la aproximadamente las complejas conexiones de la civilización del dere­
cual ni siquiera el derecho escapa. En Anouilh no ha quedado �ada del cho y de su evolución.
conflicto entre la «ley» de los hombres y el «derecho» de los dioses de
Sófocles. El hombre ha llegado a una existencia absurd�. Puede renun­ Derecho y autoridad. La autoridad produce mandatos y obediencia,
ciar al sí coactivo, que destruye al hombre, sólo con un simple «no», que hace libre al poder. Auctoritas non veritas (a añadir facit legem; Hobbes
lo salva; esto es, con un no existencial. Volvamos a �a �a�anza d� la entendía con esta expresión que la actividad política bien organizada
justicia. Temis/Dike (la muchacha que representa la JUS�i�ia adq�1ere del que está por encima debe prevalecer sobre las convicciones jurídi­
una mayor prestancia por el hecho de �ue muc�os �<lentifican el signo co-éticas y sobre los valores tradicionales preestablecidos). «Autoridad,
astrológico de la virgen con Dike; por eJemplo, Ciceron une en las cons­ no mayoría» (F. J. Stahl, refiriéndose a la prevalencia del trono y el altar
telaciones la virgen y la balanza; el síi:n?olo de la e_spada falta en la era sobre los frutos de la Revolución Francesa y sus ideas). «La autoridad
, de la personalidad» (Adolfo Hitler); la cita completa, sacada de su dis­
romana) lleva, como diosa de la justicia, solo �l s1mbolo de la �sp��a.
Viceversa, la justicia, recibida en Roma exclusivamente como JUSt1�ia, curso del 27 de enero de 1932 al Círculo de los industriales de Düssel­
pero venerada formalmente sólo en el tiempo de Augusto y yost ':nor­ dorf, es: «Resumiendo: veo los principios claramente enfrentados: el
mente, no tiene en la mano, en la edad clásica, la espada, smo solo la principio de la democracia, que difunde prácticamente el principio de
balanza y el cuerno de la abundancia (al lado del cet�o). De�em�s la la destrucción. Y el principio de la autoridad de la personalidad, que
imagen de la bala!"}Za y de la espada, a la vez, a concepciones b1zantmas quiere definir el principio del éxito, porque todos los éxitos que la hu­
manidad ha conseguido, todas las civilizaciones humanas, son imagina-
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bles sólo sobre la base del vigor de este principio.» Estas tr es citas -que bastón �or ejemplo H ammurabi sobr e las tablas de la ley son otros
no han sido elegidas casualmente- sustituyen a un libro entero, muy tantos s11:1b ?los de una condición d e m ensajero, y por tanto de encar­
extenso, que debería tratar de l a historia de la autoridad y en particular gado, atn?mda a una autoridad derivada (en el caso del obispo, deriva­
de la relación entr e autoridad razonable y resp etada y la artificialmente da d� Cnsto,_ en el de Hammurabi de Marduk: la fuerza mágica del
producida y consumada. La autoridad divide los hombres en jefes y baston q�e Dios �a a Moi�és es clara en Exodo 4,17: «Coge con tu mano
súbditos (también extraviados), jueces y acusados (también condena­ _
este baston: con el obrar eis señales»).
dos), dominadores y dominados (también esclavizados), ricos y pobres
l ce ro no es más que una derivación del bastón del m ensajero, por
(también despojados). La autoridad es así fuente, m edio y fin de desi­ .� � _
gualdad. Si la justicia atribuye y distribuye las cosas con la espada y oficial publico y por c�nsiguiente por regente. El poder es siempre deri­
con la balanza, la autoridad es la mano que g uía la espada, que dispone vado «de l o alto», �s as1 m�nos atacable, incluso intocable y hereditario.
las pesas. ¿Pero quién es el autor? La historia enseña que «la caracterís­ El rey por la gracia de Dios es tal por el encargo de Dios y por tant o
tica más significativa de la autoridad es el arte de aparecer derivada, posee la au�oridad de Di os. El emperador apoyado por los soldados tie­
esto es, de enmascararse y esconderse de sí misma» (B. R ehfeldt). Esta
ne l_a a�t ondad de� «poder: de l as armas»; si ésta no rige, él crea nuevas
apariencia viene asumida por aquellos hombr es para los cuales «nada den:vac10nes: el Cesar se impone por sí mismo como Dios. El partido
_
es más insoportable que la libertad» (Dostoievsky) y en los cuales «el
gob1er�a segun la voluntad del pueblo , su lider o su presidente gobier­
deseo del poder» se une a la «inclinación a la obediencia», y t al unión na se�un la vol�1:tad del partido; éstos se aprovechan de la autoridad
puede a su v ez enmascarar a la autoridad -porque está casi siempre que, siendo anomma, es manipulable, por fin producibl e. El derech o
emana en nombre del pueblo; en los últimos cien años lo hemos visto
enmascarada- como or den, libertad, p az, b ien común, patria, comuni­
emanar también en nombre del r ey, en nombr e del pueblo alemán, en
da d y -last not least- derecho, justicia. La historia enseña también
aquí al horno auctor (B. Rehfeldt) que prefiere dedicar su autoridad: de non:i?re �e� d_er ech o (en n ombr�.de este último sólo en la zona de ocu­
los dioses, pue blo, espíritu universal, alma universal, espíritu nacional, pac1on bntamca de Alemania, después de 1 945).
partido, clases, c onocimiento, providencia, y -last not least- ley, legis­ El carácter derivado de la aútoridad, como activum del poder es
l ador. La «volunta d de la ley)> es la forma «secular» de la «voluntad de secundado por la misma índole del hombr e, de su tendencia a «anuÍar­
Dios», la interpretación y la administración de tal voluntad se refiere a se» en el «servicio», en los otros, en las «cosas superiore s». La «teología
los «sacerdotes» y esto por lo demás no sólo en la primerísima fase de la ?e la esperanzai>_ (J. �oltm�nn) y el «principio de la esperanza» (E. Bloch)
civilización del derecho. Nótese bien, no hablo aquí de una fe religiosa. Ilustran el estad10. mas reciente de las concepciones cristianas y marxi s­
No quiero «contestar» a nadie el Dios del Viejo y del Nuevo Testamento. ta d � est e aspecto de la naturaleza humana, que oscila entr e la auto­
Aquí se trata del D ios-deber para cada uno que, en virtud de esta fic­ cracia � el deseo de la � alvación, entre dominio y servicio, entre libertad
ción, constituye el punto de referencia de una enmascar ada autoridad Y segund�d «P o� cons1guient�, el rey encuentra su fuerza externa , jun­
_-
profana. to a su felicidad mterna, en D10s o en el Estado, el ministro l a encuentra
en el rey, así como el científico la encuentra en la verdad, en su idea»
Preguntaréis en este punto qué tiene que ver todo esto con el símbo­
lo del bastón. El bastón es aquel del viandante, del m ensajero y final­ (B. R eh �eldt). El rey_como primer servidor de su Estado, Juana de Arco
ment e del oficial público, puede ser una varita mágica o un bastón de c?mo eJecutor a de ord enes divinas que ha sentido, el juez como subor­
pastor, pero en todos los casos es símbolo de dominio. Hasta nuestros dmado a la ley (en la mejo� de las hipóte �is en una '.<subor dinación pen­
tiempos el juez ha llevado en los tribunales un bastón, reliquia de las sant�»),_ todas estas conex10nes son aqm claras, sin que sea necesario
varitas mágicas y símbolo de l p oder (la concepción mágico-r eligiosa del ultenor es com entarios. Termino aquí. El símbolo del bastón nos deb e­
der echo de la antigüeda d se refleja todavía hoy en el «recinto de los ría s ervir como símbolo de la mediación de la autoridad y de sus bue­
gritos» -que era originariamente una delimitación del suelo sagrado nas pro babilidades de enmascararse en el derech o;
del tribunal- y o bviamente también en el crucifij o colgado en todas las Resu �o es_tas relacio� es_ �sbozadas entre derecho y religión, dere­
s alas del Tribunal). El pastoral del o bispo como bastón del pastor y el cho Y m1tolog1a, mundo Jund1co y mundo sagrado, sin profundizar en

26 27
na de los dos reinos de Lutero con
particul ar en l a influencia de l a conce pción de l a historia universal su lex charitatis entendida como
nexo que une la l ey al Evang elio.
como juicio u niversal, de Dios om nisciente y omnipotente como j uez
univ ersal: las autoridades personales o impersonales de épocas prece­
La rel ación entre Estado y derecho
dentes parecen muert as como autorid ades profanas del poder, todavía en la era predemocrática
es, en toda nu�stra hi:5t_oria, pero en esto
muchas de ést as pueden ser fácil y rápidam ente recu peradas por el particular después d el medievo
�ev�la un ulterior motivo de malestar en l as confrontaciones del dere�
derecho, porque -de modo consecuente e inconsciente- el d erecho /º· Yf que el homb:e de ho
las cubre con s u autoridad y no ha permitido has ta ahora que esta
autoridad fuese pu esta en disc usión. A esto debe añadirse que el j urista
º. en as co_nfrontac1ones cony, elmápsoder
sensible (<<emancipado») emancipa-
y l a impotencia, del d·erech o de
) a _ 1m�otenc1a y del no d erecho del po
actú a en l a mayorí a de los casos como «instr umento de una vol untad _ d er, en breve de l a j ustici a y de la
�nJ ust1c1a en el mundo, no está dis
aj ena a él, como p ortavoz de una autoridad extraña, y es esta c ualidad puesto a aceptarlo como «destino»
m exorable.
la q ue lo hace así preci oso e irrenu nci able para el Estado y p ara sus
dirig entes. La esencia del jurista no es en realidad su capacidad d e que­ � �=t�:ropósit� debo renunciar a
escribir un libro entero
rer, sino la de aco ger u na voluntad ajena a él. «Toda s u educación mira hist r as] func1fnes �el derech
sobre la
o y de los juris tas en l
después de todo a llenarlo de una autoridad aj ena a él, a hacerlo se nsi­ tal» y sobre e pape que Jueg an a «esfera esta-
. . a lo s oj os de l as autorid
ble y dócil en las confrontaciones con ésta, no a reforzar su personali­ subd1tos. En l os reflej os del d erech ades d Ios
o en l a literatura los no
dad» (B. R ehfedt). Uno de los motivos principales del creciente mal estar � :n an¡robablemen�e l a m ás técnfco; n
que compro bamos que existe contra el derecho está en el hecho de que
hoy estos nexos n o existen -y esto es, por l o demás, m uy in dicativo,
� �
11
rn º· m1sm
sica y a mo erna sob
_ directa y fascinante vía d e accesi
o t1empo una confront
ación entre l a literat ura
clá-

re el derecho revel a que éste - co
casi más puesto s en discusión por lo s propios juristas que por otros: que cultural, no es hoy ya cen tro de aten m o fenóm
el derecho p retende as umi r, en su «mundo mágico» irreflexivo e irra­
ción. ¿Qué han hecho en la lit:�º
cional, la función de un profano subrogado en la religión; que el dere­ ���:sl�r queda:nos en los tiempos más recientes, l as relaciones ent
re ei
�J em¡10 l cul pa (Dostoie_vsky), el amor (Tolstoi), la liber-
cho y sus administradores no desarrollan una «conciencia de sí» en el tad (Schfu:rr ' e or en (�oethe), l a mor al, el p
cambiante ambien te social. Brevemente, el mun do del derecho conti­ o der y la graci a (Shake
pe�re): la cos! umbre (Sti.fter)? Los s­
núa vivi endo, aislado, una vid a de pre-em ancipación en una socied ad
_ tiempos del t riunfo del d er h
:� {u�� a � ;u erados en la li
�� �: � t��atura, como está n
de post- emancipación, llegando al máxim o a imponer, no a transmitir, _ s upera��s ��u��
o
.
r
. _n e un concep c10n s ubjet
iv a del derecho contra o
su Weltanschauung a un mundo ci rcundante «iluminado», emancipado; .
. de��mientos jur�d�cos o?jetivos. � r-
éste no ha tomado conciencia del paso de u na era idealista-filosófic o­ _ _ y a l o s poetas que hablabán de l a
u t 1
c -
burg uesa-liberal a otra pluralista-político-democrático-social; há logra­
s e e a s ic olítica (Büchn:�)
i ����;;t;�/�=v� :e�;?J� t�:i �r�����0� ��r:e te 1a «raz _
do asimilar a un Goethe, un Kant, un Hegel, pero no a Marx, Darwin, han subentrad o poetas que enm o�» (Heg el)
ascaran l erecho co
Freud y Hitler. Deberé limitarme todavía más a esbozar las otras razo­ (Dürrenmatt), Die Ehe des Herrn ' . . � � m hipocresía

l:�:l�;i�:�
o
nes principales de nuestro malestar haci a el derecho.
M s zp h
que hac en d es embocar el de
rech� :� �;a ;::���
��a tre), que l /escnb _ :
: en como terror silenci
� oso, abstracto, descono
ci­
II. Si el entrecruzamiento, jamás verdaderamente disuelto , entre �f:: ;� e}!afka) � que a pesar de todo no quieren a bandonar
t
un'a is p e u top1ca esperanza (Brecht)
derecho y religión se m anifiesta en particular en las «moralizaciones» . E sperand a God t es
también un «esp erar» o
eJ:f
irracional es de las decisiones jurídicas, esto es, en meros prej uicio s o en al derec ho· Esta p arte ?,
l't �a�·� l�d • d e la evoluc10n del arte
una dic tadura enm ascarad a, de una minoría , el entrecruzami ent o, por ;: : n c ia po r e�emplo � el arte dramát ico, es i
r ndicativo en
otro l ado sólido , e ntre el derecho y las antic u adas conce pc)on es del Es­ d a decadenc1a por ejem plo del arte . 1. . .
d
� _� rídi:��J! ��• de�:���
tado se revela esencialmente en el pensamiento j urídic6 del Estado e r d� decadencia de art j u
autoritario. No me ala rg aré en ilu strar hasta qué punto está n implica­ ;:!:�n �j ��r�:�: «c1e�o» y d e su
sustituc1on con una polític a «in-
das también en est e se�tor la religión y la teología, sobre todo l a doctri- cierta».

28
29
cratiza­
En la historia política los términos industrialización y demo c o «público», ni la sociedad cultural, conservadora, «privada», contribu­
ción representan la clave de la dec den i l Est d ab � l � Y de la yen en las tempestades de l a industri alización y d emocratizació n, y
-�
a c a e a o s u o

i n l, y n e t t bie de n n imient o, p or todo esto sin que el mundo de l derecho le ayude verdaderamente. L a
monarquía co nstitu c o a co s o a � � u �: ac

primera vez radicalís im , de n n ev h � t n � , t mbi � n en el de r echo. redacción de la Ley Fu ndam ental de B onn de 1 949 no es una obra
_ �
o u a a s o a

«La historia de Alem a ni a de l os u ltima s c ien ano s h a sid o s o b re t o do l a j urídica, sino política. La sociedad política de ho y tiene necesidad de su
búsqueda de una ut rid d y si siemp d n t ? d � f l . Aho­ derecho, de un derecho político que aún no posee. Y de aquí, y no tanto
_ �
re e u au o a a sa
a o a ca
_ h emos
ra podremos también a b a nd o na r t o da ulten or mve st g
� � c1 o n : ·· de la vieja tensión alemana, frecuentemente invoc ada en los tiempos
llegado al punto en que estáb amos ya en 1848: el obJet1vo final es �a pasados, entre el «derecho del pueblo» y el «derecho de los j u ri stas»,
auto determinación del p ueblo. No es una c osa
de poca monta Y_ sena entre el derecho c omo cultura de los notables de formación romanísti­
milagroso que n o lleg a s e . P e r o e s este milag ro el que, en nu�stra epoca, c a y el derecho como voluntad del pu eblo de formación germáni ca, que
pr xim d mente ½ br debe í p o der realizar» (Golo ag ota el malestar «po lític o» de hoy hacia el d erech o. El hech o d e que,
todo p ueblo a o a a � _ r a

Mann). El hecho de que el mundo J und1co no �aya h ast a a�ora colaba: c on todo esto nuestr:o dere cho tradicio nal en el curso del siglo XIX s e
rado suficientemente a la realización de este milagro constituye, por as1 haya despegado por cuanto se refiere a la conciencia que esto tiene de
decir, la componente profana de nuestro malest ar en relación con el sí, de su base so cial, es fruto de la c oncepción científica y d el concepto
derecho. de cultura que dominaban las universidades al emanas de aquel ti empo.
En esto reside otro motivo de nuestro malestar, porque la ficción de la
La responsabilida d de tal ine rc ia debe atribuirse, de uri lado, la .ª Universidad alemana «sustancialmente sana» se basa a su vez en ficcio­
victoria de la Escuela histórica de Savigny y Puchta, que ha denunciado nes más macroscópicas, que ac ab an por consolidar l a combinación en­
todo el siglo XIX y el esp íritu de la ciencia jurídica hasta nuestros �ías, tre el mundo j urídico «no iluminado» y el universitario, «inconsciente».
según la cual «to do derec ho» nac e d e «fuerz� s interiores» que �xphcan
_
silenciosamente sus e fectos -hablare mos aun- «no del arb1tno de un III. Consideraciones políticas, económicas, sociales no deben inte­
l egislador», y del otro de la es tructura que la universidad alemana �a resar « al j urista en cuanto t al» (B. Windscheid), según la concepción d e
asumido en los últimos ciento cincuenta años. L as dos c ausas estan la ciencia de los profesores alemanes del derecho: la administración no
estr ech amente conec tadas, fu ndan sus raíces en la actitud conserv ado­ debía referirse al derec ho administrativo, ni la e conomía al derecho
ra del idealismo alemán, en la filosofía kantiana y en las esp era�zas mercantil, ni la política al derecho público. Así l a pobreza, el poder, l a
políticas qu e una soci edad burgu� sa ponía e� 1� monarquía prusiana fama, el odio, la esclavitud, la explotación, etc., quedaban «fuera de
progresist a y consolidan «la autondad del �nnc1pe, de su � obleza, de considera ción» p ara el derecho, pero no c iertamente para l a p olític a.
sus funcionarios y de sus o ficiales, la autondad de la Iglesia, de la es­ Aquel «j urista en c uanto tal» domina ho y el c ampo j urídico, sob re todo
cuela y de la ciencia, la a utoridad de l as � radici on� s» (G. Mann): en una porque aquella misma ciencia j urídica domina aún nuestras universi­
_
palabra sol a, el <<Esta do autoritario ». Su ideal de J unsta es para el «� e­ dades, un círculo vicioso de reproducción del malestar en las c onfron­
recho público» el presidente de distrito-oficial de reserva �la descnp­ taciones c on el derecho y sus administradores.
ción del sín dic o de Kopenick en Zuckmayer no es una cancatura- Y,
por el «derecho pr iva do », el jurista-científico (en partic ular, el profesor), Queda �� hech o d e que el j urista qued a extrañ o a la re alidad y que el
. _
que tiene el monopo lio de la evo lu ción del derecho. El Estado y l a so ­ Junsta poht1co es el presupuesto indispensabl e, aunque h asta ahora j a­
ciedad se representan en estas dos p osiciones de l os j uristas. más logrado, de la existencia de una socied ad política. P or consiguiente,
no nos dejemos engañar ni siquiera por fos j uristas «liberales» del si­
En la esfera del Estado y en sus monopo lios p olíticos el derecho y el glo XIX, tan exaltados por sus colegas. Su lib eralismo se ref ería, en los
jurista son «ayu dantes de oficio», esp�r�tu del espíritu de sus «�atronos» límites en que viene ya rec ogido en 1 848 -después de 1� gran quie­
(trono y altar); e n la soc ie dad desp obt1z�d�, con sus mo�opohos c ultu­ bra-, a la constitución, no ya a un derecho liberal, y menos aún a un
rales, el derecho y los juristas son «intenonzados», sustra1dos al pres��­ der echo democrático o político. Alemania no h a c onocido j amás el
_ _
te político, lig ados al espíritu del pas ado. Ni el Est ado autontano poht1- abog ado «político » francés, ni al juez «político» anglo- americano.

30 31
No puede hacer aquí la historia de la Universidad alem��a y de la tituía, tanto en la nobleza y el ejército, el núcleo espiritual y socialmente
formación de los juristas: basten aquí algunas pocas prev1s1ones. Las dirigente. En 1 840 de cerca de 4.500 estudiantes de todas las universi­
Universidades, desconocidas en la antigüedad, existen a partir del me­ dades prusianas, 1.300 eran juristas, 1 .200 teólogos protestantes, 900
dievo. Su organización es debida originalmente a la Iglesia. El saber que médicos, 750 filólogos y filósofos, 400 teólogos católicos. Hoy los prime­
es transmitido, sobre todo en filosofí a y teología, tiene sus raíces en la ro� puestos vienen ocupados por los futuros enseñantes (30 96), econo­
tradición. Estas no contribuyen a formar la «clase» dirigente de la so­ mistas (20 96), estudiosos de ciencias naturales ( 1 5 96); estos estudiantes
ciedad general. Alemania participa sólo en el siglo XIV y posteriorme�te eran rarísimos o del todo inexistentes en la Universidad de Humboldt
en la segunda hornada de fundaciones de universidades de este tipo caracte�zada por la facultad filosófica y por sus interpretaciones y es�
(Praga, Viena, Heidelberg, Colonia). Estas jóvenes Universidades están peculac10nes, en las que todas las referencias políticas, económicas, so­
desde sus comienzos al servicio de los soberanos, que confían a éstas la ciales venían rechazadas como no científicas.
formación de los futuros funcionarios, teólogos, médicos para sus pe­
Una de las consecuencias más infelices de este desarrollo de la Uni­
queños territorios que entonces comienzan a desarro�larse Y entran :n
versidad en la antítesis, típicamente alemana, entre teoría y praxis, de­
su gran «crisis». Con el iluminismo, el racionalismo, la epoca de la razon.
­ trás de la cual se esconde la antipatía de la burguesía propietaria y
Esta época reestructura la sociedad, destruye el ideal de la «gran cul.t�
ción a las univers idades: la de la formac 10n cultural alemana contra todo aquello que es político, una sociedad que
ra» y da una nueva orienta
al final de los tiempos de Lutero había aprendido a conciliar fielmente,
profesional, en particular por cuanto se r �fiere a la _te�logía, e� derecho
Y a la vez racionalmente, la libertad externa con la libertad interior.
y la medicina (las universidades como «mmas academ1cas», mientras la
Otra consecuencia es la soberbia y la presunción (transformada hoy en
«ciencia» se concentra en las academias de los científicos en las cortes
malestar) de las «ciencias del espíritu» en las confrontaciones con las
de los príncipes).
«ciencias naturales» y después también en las confrontaciones con las
Con esta degradación a escuela técnica se revela el movimiento re­ «ciencias económicas» y en particular con las «ciencias sociales» (sobre
formador de Fichte, Schelling, Schleiermacher, Humboldt, la filosofía todo sociología y politología). Nuestro objetivo principal debe ser todo
del idealismo alemán. La fundación de la Universidad Humboldt en aquello que se pueda hacer si, bajo la influencia de la experiencia-límite
Berlín, en 1 8 1 0, recupera la imagen del hombre y de la socie1�d de la de las ciencias naturales (por ejemplo, en química genética, biología
edad clásica alemana. El ideal es ahora el hombre que part1c1pa con molecular, farmacia) y visto el peligro que amenaza hoy a toda la exis­
todo en el proceso del conocimiento científico y qu� por esto está pro­ tencia humana, las ciencias empíricas y normativas se unen, en una
_
fundamente formado en su carácter, en su personalidad, en su esencia, compleja unidad basada en la división del trabajo, para afrontar el ar­
no ya el técnico formado racionalmente y el ciudadano políticamente gumento central de nuestra época: conocimiento y desarrollo, análisis y
informado y activo. transformación de la sociedad humana. Y con esto no entendemos es­
peculación e interpretación, sino, y por último, acción política. Por este
Dada esta idea de la Universidad, con su ocaso debería de provocar punto de vista no tiene importancia alguna que, por ejemplo, la ciencia
el ocaso de la misma Universidad. Este es el mal institucional de la jurídica venga clasificada como ciencia social o como ciencia del espíri­
Universidad de hoy: debemos admitir que hoy nos falta una idea �omi­ tu, como ciencia empírica o normativa.
nante, una concepción unitaria de la vida, una idea d�� mundo v1� cu­
lante sin las cuales habrían sido posibles ni la concepc1on de la Umver­ El derecho debe dar su contribución propia, no antes que todas las
sidad del iluminismo, no la del idealismo. La exigua elite cultural Y la otras ciencias ni en dependencia de éstas. Pero hasta ahora no lo ha
tendencia individualista de la filosofía de comienzos del siglo pasado no hecho. Para salir fuera del círculo diabólico del mundo de los juristas
tenían previsto los desarrollos industrial.es y poHticos y sus consecuen­ conservadores-apolíticos y de su formación sería necesario realizar ur­
cias, no estaban en situación de hacer frente a éstas. Ciertamente la gentemente un preciso análisis sociológico y de psicología social de los
gran escuela de los científicos _de H� mboldt ha q�_edado �n� escuela mismos juristas, que, aparte de alguna investigación debida casi siem­
para altos funcionarios. El func10nano con formac1on academ1ca cons- pre a no juristas, hoy nos falta. A este propósito no se trata, en primer

32 33
lugar, de val orar la clase de j uristas en el interior de l a sociedad -que l . El d erech o h a caído, por así decir, de los cielos altísimos a la
han t enido en todos los tiempos ciertas oscilaciones-, sino de trazar un .
tierra. Como fenómeno cultural dominante h a muerto, al menos en la
marco preciso de todo esto que el jurista es, de todo aquello q�� �ace, for�a que h abía asumido en el siglo XIX y de la que hasta ahora no se
piensa y prueb a: se trata de examinar cómo se forman sus JUICIOS y ha liberado. Los grandes problemas de aquel período tienen una rele­
prejuicios, sus ideologías y utopias, en pocas pal abras: su mundo, hasta v�ncia bien diversa de aquella de los grandes problemas de nuestro
ahora aislado, y su estruc tura, su «espíritu del tiempo». En todo caso s1gl?. �l Estado d e derecho liberal-bur gués del siglo XIX era un Estado
las investigaciones más recientes nos han dado algún punto de apoyo de mst1t_uciones j��ídicas; el Estado de derecho democrátiq) de hoy es
A. Arndt, Berra, Dahrendorf, F eest, Forsthoff, Kübler, Küper, Meyer­ u�a soc1e�ad política. Para la moderna sociedad política el derecho no
Ladewig, Nitcherlich, Richter, R. Schmid, Zapf, Zw eigert, Zwingmann). existe, esta todo por crear. Las pérdid as causadas por la fricción entre
Resumo los resultados más relevantes: l a formación jurídica en la fa­ los aparatos burocrátic os y juridizados del Estado, de la ec onomía, de
c ultad que viene frec uentemente definida como «la facultad más no ­
1� �uhura, de un lado , y de los ciudadanos, de o tro , entre las preguntas
ble» es tan anticuada como el mismo derecho. El jurista no profundiza .
dmg1das al derecho y el no cumpli miento por parte del derecho,
en la autonomía espíritual y política de los j uicios, sino la interpretación
aumen� an const antem ente; el «mecanismo jurídico» es siempre más
de las normas jurídicas. No están en situación de afrontar los objetivos l�nt?, siempre m�n?:5 elástico , menos transparente y racional, por con­
planteados hoy por un mundo completamente «j uridizado», sob re to�o s1gmente no cred1bihdad y no suscita confianza.
_
porque no está en situación de afrontarlo po líticamente. Son tanto mas
fieles a la ley cuanto el Estado es más autoritario , y cuanto el Estado es 2. El der echo no ha encontrado un li gamen ni con l as ciencias del
más democrático, tanto más se encuentra liberado y por añadidura _se pr�sente, ni co� el mismo presente. Esto lleva su pa�te de culpa por «el
op one. El 50 96 de l os estudiantes de jurispr udencia son hijos de funcio­
abismo que existe entre la excesiv a seguridad d e sí mismo del hombre
narios y empleados del Estado . Los hij os de los obreros son extre�a­ mode�no y 1� falt a de derecho én el mundo moderno», por «el exceso de
damente pocos. Es exacto el j uicio de Dahrendorf según el cual los JU­ gratmtas afirmaciones j urídic�s y l a carencia de conciencia jurídica»
ristas, co mo «reserva más important e de la elite al emana, por su (A. Arndt).
extracción, formación, posición y su actit ud, no están preparados para
la constitución de l a libertad», como el de Mitscherlich, para el cual «el 3. No estamos en un «Occidente cristiano», ni en un Est ado cristiano
romántico sueño de grandeza» del desarrollo autónomo de la razón
con un derecho cristiano. Los relictos sagrad os d e nuestro derecho ha­
continúa conservándose «en ciertos principios de la teología Y sobre cen el presente demoníaco no menos que los relictos del Estado autori­
todo, para nuestra desgracia, en el pensamiento jurídico dominante, tario. Nosotros mismos somos responsables de nuestra cultura jurídica,
como error de la época; por tal razón este pensamiento ha contribuido _
d� l a fuerza de pers�as1ón, de la credibilidad del derecho y del cumpli­
prác ticamente b astante poco a la formación de una sociedad integrada,
�1ento de sus func10nes. D eb eremos finalmente sacar las consecuen­
pero a conservar mucho el estado de desintegración y de confusión». cias de dos «c ampañas emancipatorias» f allidas en Alemania: la Refor­
No es, por consiguiente, para maravillarse si, como informa el BGH ma y la Revolución Francesa.
en su rel ación anual de 1965, por ejemplo los jueces no muestran un Por ?�s veces la oportunidad de lo grar la libertad han sido falsea­
gran interés p or hacer carrera en los tribunale:5 supremos que �acen d�s, tra1�1onadas, explot adas por el poder (Contrarreforma , Restaura­
. _
hoy funciones eminentemente políticas, en particular en la s eccion p e­ c10n) Y, fmal�ente, reprimidas y alienadas (Idealismo y Romanticismo).
nal p olítica de BGH. A este ej emplo podrían seguir numerosos otros. El f� uto ha �id o l a «na ción retrasada» (H. Plessner), que en realidad no
H ablaremos a ún de l a obra realizada por el derecho entre 1 9 1 8-33 Y .
h a :5ido Jamas verdaderamente esb ozada. Nuestra oportunidad es, des­
1 933-45, y con mayor razón de la desarrollada después de 1945. pues �e una gener ación «escéptica» (S chesky) «privada de historia»
(Ch. Lutkens), la «g ene:ación d esprejuzgada» (Graf Blücher) de hoy, y
IV. Resumo los elementos esenciales de malestar en rel ación con el parece _qu� est a no qmere estar mirando có mo nuestra sociedad gira
derecho:
sobre s1 misma.
34
35
4 El malestar por el derecho es por tanto malestar porque busca­ lll ------------­
mos · un derecho del que tenemos necesidad, pero no logram� s encon­
_
trarlo para nosotros y para nuestro tiempo, porque aun no existe.
Los derechos naturales como fórmulas
de rescate y alibí político

Se cuenta que la emperatriz Catalina II de Rusia había tenido una


vez'el siguiente diálogo con el fisiócrata Le Mercier:
-¿Sabéis decirme cuáles son los modos mejores de gobernar bien un
Estado?
-Hay uno solo, Señora, la de ser justos, esto es, mantener el orden y
hacer respetar las leyes.
-¿Pero en qué fundamento se deben basar las leyes de un imperio?
-En uno solo, Señora, en la naturaleza de las cosas y de los hombres.
-Ciertamente, pero si se quieren dar leyes a un pueblo, ¿qué reglas
son las más indicadas?
-Señora, hacer o dar leyes es una misión que Dios ha reservado a sí
mismo. ¿Cómo puede creer un hombre tener derecho de prescribir leyes
a seres que no conoce del todo, o sólo de modo imperfecto?
-Entonces, ¿a qué nos lleva la ciencia de gobernar?
-Al estudio, a la individuación y a la explicación de las leyes que Dios,
creando el hombre, ha prescrito de modo evidente para su organización.
-Señor, ha sido un placer haberle visto y le deseo un feliz día.
Le Mercier habla aquí con tono y términos extremadamente autori­
zados, sin decir nada. Usa meras fórmulas vacías. Estas están muy di­
fundidas y se añaden a afirmaciones especulativas, a las creencias y a
los imperativos irracionales. Por consiguiente volvemos ampliamente a
la filosofía, teología y jurisprudencia. Combinando estas materias de
forma que se logre un fin preestablecido, se potencian las oportunida­
des y las pretensiones de las fórmulas vacías. Y es propio esto que su­
cede en el derecho natural: un derecho puesto por la misma naturaleza,
una naturaleza del derecho que parece eterna como la naturaleza de la
naturaleza. Las posibles combinaciones son a su vez infinitas, si «natu­
raleza» y «derecho» son privadas de un contenido vinculante y determi-

37
36
nable, representan a su vez grandiosas _fórmulas vacías. Y se trat� pre­ I. Los derechos naturales -y «toda misa y toda guerra nos proveen
cisamente de esto. No hay que maravillarse de que las concepciones de algunas novedades» (Jean-Paul)- nacen en el terreno de la crisis
iusnaturalistas dominen la filosofía y la teología del derecho, y esto como el pensamiento filosófico, la fe religiosa. El primer derecho natu�
porque el «derecho», como fenómeno cultural, es puesto en duda, t�da ral conocido por nosotros es el de los sofistas del siglo v a.C., cuando las
vez que el derecho no es ya aceptado incondicionalmente como destino guerras, los enfrentamientos entre las clases, la decadencia del feuda­
predeterminado, sino que es elaborado como objetivo confiado por el lismo, las democratizaciones, el escepticismo, el odio, el descontento
destino. A fin de que esto no haya sido puesto en discusión, no ocurran habían pr��arado el terreno a la «antítesis». El cosmos, organizado por
maniobras para conservarlo o para eludir toda amenaza. Epocas de _
el lagos 11v�no, el momsmo de la naturaleza (physis) y ley (nomos) vie­
este tipo eran las de los ordenamientos absolutos: el orden del cosmos y nen sustitmdos por el dualismo iusnaturalista entre derecho-physis y
de la polis, mediador en el mundo antiguo, como armonía preestableci­ derecho-nomos. Así ha sido creado el dualismo, desde el que desde en­
da, entre dioses y hombres y el orden del «medievo cristiano» mediador tonces se han servido de . modo diverso todos los derechos naturales:
en Cristo entre Dios y el mundo de los hombres. Pero apenas se co­ por eje� plo, como d �alismo entre derecho divino y profano, ideal y
mienza a hablar del derecho, éste entra en crisis y en discusión, los real, rac10nal y efectivo, filosófico y político, natural e histórico, etc. En
hombres se dividen en dos grupos que defienden o combaten el dere­ todos estos casos el dualismo viene concebido como jerarquía entre un
cho vigente. Ambos grupos deben andar, en sus argumentaciones, más derecho de rango «superior» y uno de rango «inferior», así que «natu­
allá de la situación existente, de otra forma el statu qua no puede ser ralmente» el de rango inferior debe respetar al superior o ceder ante
asegurado ni abolido. Ahora entra en las astucias de la razón que !as éste. Los mismos sofistas, maestros del «arte y de la habilidad política»
grandiosas fórmulas vacías, con mayor razón si los grupos adversanos por los nuevos jefes del pueblo ateniense, ponen, po,r motivos exclusi­
se sirven de las mismas fórmulas vacías, sean particularmente adapta­ vamente políticos, el nombre en lugar del cosmos, la política y el «dere­
das a esconder los verdaderos movimientos, revelar los cuales no con­ cho natural» en lugar de la filosofía y del «derecho divino». Para éstos el
viene a nadie, porque pondría necesariamente en evidencia el egoísmo «derecho» no tiene un origen divino, sino que deriva de una convención
del grupo. En la historia de Occidente el derecho natural (o más preci­ humana que todavía, en el ordenamiento jurídico vigente, está en con­
samente los derechos naturales), como alibís de los grupos, ha jugado traste con la naturaleza . del hombre. Estos atacan también la unidad
durante más de dos mil quinientos años un papel dominante. No existe entre derecho-physis y derecho- nomos, demostrando que tal unidad no
casi nada que no haya sido morivado o confutado en nombre del dere­ es más que un orden establecido por los hombres, esto es, un puro
cho natural, por cuanto el «iluminismo griego» (la sofística) -en con­ derecho-nomos, para contraponer a ésta una nueva concepción del de­
traste con el orden divino cósmico- había imaginado al hombre como
medida de todas las cosas y al «iluminismo europeo» revelándose al �e�ho-physis. Si el concepto del horno mensura puede ser explicado po­
hticamente, el nuevo concepto de naturaleza de los sofistas encuentra
medievo cristiano, había postulado el individuo autónomo como patrón una explicación científica, aquella de los progresos de la medicina grie­
y señor de su tierra y de su mundo. Este movimiento emancipatorio del ga. A la precedente filosofía de la naturaleza, que entiende por natura­
nombre que todavía hoy no ha concluido es irreversible. Realizar la leza todo el cosmos, subentra una nueva filosofía que considera la na­
existencia del hombre en una sociedad democrática es nuestro objeti­ turaleza del hombre y le enseña a actuar de modo justo («mente sana in
vo, y ninguna filosofía, teología o derecho nos puede eximir; consecuen­ corpore sano», relación entre constitución física y moral) y que opera el
temente ni siquiera el derecho natural puede resolver por nosotros. paso de la constitución natural de cada uno a la de los hombres en su
Para comprender esto -y nos debemos dar cuenta y no queremos con­ totalidad, esto es, de la ética individual a la ética social. Derivan necesa­
tinuar pasando, por amor a ilusorios sueños de orden y de esperanza de riamente nuevos modelos dualistas para et' «derecho natural».
seguridad, de tiranía en tiranía-, es útil dar una ojeada a las grandes
corrientes iusnaturalistas, en sus fórmulas vacías, en sus alibís y éxitos. 1 Según que la naturaleza del hombre o de los hombres venga
:
Estos tienen todos el objetivo o de estabilizar el orden existente o de con?1dera�a de modo «idealista» o «realista», que venga juzgada por la
moverlo o, por añadidura, de caIDbiarlo. Se revela así su inmediata razon (ratw) o por la voluntad o por los instintos (voluntas) (Welzel, del
función política. cual me declaro deudor de las partes esenciales de mi exposición, habla

38 39
que ,les compete y con la «idea», entendida como imagen originaria del
de derechos naturales «ideales» y «existenciales», otros h ablan de dere­ ser capaz de acceder a un saber infalible, inmu table (episteme), consti­
chos naturales intelectualistas y voluntaris tas; además todas las otra_s t uyen la espina dorsal de todos los derechos naturales «ideológicos>1 ac­
expos iciones u sa das están de tal modo apoy adas por preconceptos uru­ cidenta.les y al mismo tiempo de todos los que éstos han comportado,
laterales que no pueden ser comprendiqas más fácilmente). por ejemplo, la prevalencia de la ju sticia sobre Dios (esto q ue es j usto
gu sta a Dios); pero no es j usto sólo porque guste a Dios) o la teoría del
2. Según qu e la naturaleza del hombre esté orientada_ hacia ca�a� ­
Estado absoluto-autoritario con su pequeño e infalible grupo de diri­
terísticas comunes a todos los hombres o a los qu e se limitan a def1mr
gentes filósofos-reyes o el imperativo de actuar bien, porque es bueno
c ada vez al individuo singular (Welzel habla a propósito d�l contraste
frente a la falta o inexistente capacidad cognoscitiv a de la gran masa,
entre un derecho natural mítico-humanitario e individuahsta-r�v_olu­ esto es, la «moral de los patrones11. Falt a tiempo para mostrar en par­
c ionari o; pero también aquí la termin ologí a no j ueg a un papel dec1s1vo).
ticular que todo el mundo conceptual y apriorista de Platón no es más
En consecuencia los sofistas en sus especulaciones sobre la imagen que una abstracción de su mundo y de la concepción que tiene de él.
del hombre «al estado natural» llegan a la formulación de los de:echos H asta hoy esto no ha cambiado en el derecho natural. «Esto que llamáis
naturales del hombre como medida de cosas extremadam� nt� � 1versas espíritu de los tiempos no es en el fondo más que el espírit u de los
entre sí: algunos ven en el derec ho y en _el Estado el p°:nc1p10 de la señores» (G oethe, Fausto!). «Ved, noble señor, que la utilidad del Estado
felicid ad hu mana, otros por añadidura el fm; algunos consideran el de­ no aparece como ju sticia» (Schiller, María Estuardo).
recho una invención y un instrumento de los débiles; otros de los fuer­
tes, algunos cons ideran que la libertad y la i�u aldad son derechos natu­ En Aristóteles -aún más que en Platón- la j usticia como virtud
rales; otros que lo son la no liberta d y la desigualdad. Ya estos reclamo_s cardinal de los hombres se refiere a la actitud y al 'comportamiento
nos revelan cuál e s la ley de la naturaleza del derecho natural, su f�sc1-
ético espiritual del hombre, por consiguiente, según nuestra terminolo­
_ _ gía, en primer lugar a la «moral», no al «derecho» ( al derecho sólo en el
nación y a la vez su tremendum, es decir, su carácter de circulo vicioso:
sentido del deber ser). Al concepto de j usticia del primer Aristóteles
la naturaleza de esto que h a recibido antes: el concepto �e natural�za
es cada vez el de una persona o un grupo. Salta así a la vista su c�ac­ (semej ante al de Platón: concreción y mediación de la jerarquía de va­
ter de grandiosa fórmula vac ía: el derecho natural � orno oportumdad lores por l os hombres y por el Estado a través de la j usticia) sigue, una
para las ideologí as de la ofuscación, co�? m:�º velúculo, en pocas pa­ vez que se ha renunciado a la trascendencia política y son conquístados
l abras: como fórmula de resc ate y/ o alib 1 p olítico. el empirismo y la inmanencia, el concepto de justici a del. Aristóteles
tardío; j usticia no más como virtud cardinal con una orientación so­
u iera Sófocles ha lo�rado brehu mana, filosófico-divina, sino como concreción y mediación de la
II. Al relativismo de los sofist as, que ni siq
ales ((abs�lutos1> que mtr?­ «endomonia ética,1 como bien supremo del hombre.
superar, siguen los grandes derechos natur
mundo antiguo, el d� Platon
ducen nuevos sistemas, de un lado para el Materia y forma, idea y «naturaleza>1 (entendid a en este c aso como
o-cristi ano, el del apostol Pa-
y Aristóteles, del otro, para el mundo j udí fin de todas l as cosas; la natura leza en el sentido de «esto que es con­
blo. forme con la nat uraleza11 es consecuentemente una naturaleza qu e tie­
e político (politikos) Y
Platón se considerab a poeta (poietes), hombr ne en cuenta valores específicos que guían la mej or realización de to­
sabio (sophos). El fundamen
to poietico-político-filosófi�o de su ?�nsa­ das las cosas, sobre todo la justicia de lo bueno, bello y verdadero).
o- determma _tamb1en �u Nat uraleza, fin y valor se convierten así dialécticamente un todo uno
miento -lo bello, lo b ueno y lo verdader
concepción del derecho y del
Estado, la trinidad de sensualidad, coraJe, como por lo demá s los mismos derecho-physis y derecho-nomos, cus�
do (cl ases de artesanos, sol­ todiados y garantizados por el ordenamiento de l a polis; así el mismo
razón del hombre y la jerarquí a en el Esta
om? hombre �s . grande, el estado aparece el fin, el objetivo de la naturaleza humana y la j usticia
dados, gobernantes-filósofos). El Estad� c
ohzan el dom1mo de l� ra ­ se convierte a su vez en un fenómeno estatal o prev alentemente soc ial.
hombre como Est ado es pequeño, que simb
n la ju sticia como qumta­ El contenido de la virtud de la j usticia social parece la igualdad: más
zón más alta sobre los institutos más b aj os, co
hacen, cada vez, est o
esencia de esta j usta r�lac ión entre las clases que
41
40
, Y P?r �- El punto id ealista de la teoóa de las ideas de Platón y de la
olut�, "'.atei:iática, conmutativa
precisamente , de un l ado, l a ab� P sc pa � obJ e­
l � teona de la entelequia d e Aristóteles viene d esarrollado por la Estoa de
ica, dist ributiva. ara e � r
otro, la proporcionada, geométr l y, p dn xis tir tam­ los modos, que han determinado la ulterior evol ución del derecho na­
n de derecho y o a e
ción de que dada l a i dentificació
e

del Estado, Ari ó t el es i n � r o � u ce una t ural, d es p ué� del h ndimiento político de las polis griegas, sojuzgadas

bién una i�j usticia d e las l eyes
st
d l p hs � sub­ por Macedoma y mas tarde por Roma; por u n l ado, a l a polis y al Esta­
der echo natural: el derecho
1 ne
e a o �
nuev a conce pción de lm e v hdo , con­ do les ent_r� l a ley 1;1niv ersal d e la razón , la polít ica es sustituida por l a
(un d erecho gene r ent a
dividido en un derecho natural
a

el c?�­
independiente m ent e del h e cho d
_ q1;1
e e cosmopolít1ca, comienza el tiempo del trinomio l ey universal (lex aeter­
forme a l a natural eza, que rige iv (= dete r ci on na -el nu evo no1:1os como orden del mismo ser y d el d estino), ley na­
d erecho l egis� o � na
venga reconocido o no) y en un
at
_
tu al z a pod :ian ser diversas).
tu�al ([ex naturalzs) y ley humana ([ex humana o {ex temporalis), esta
positiva de cosas qu e se gú n la na r e _
ento metodol og1- ult1;11:a llam �da a�ora tesis, por otro l ado inicia l a fuga d e la no libertad
r
ten ido de este último
viene enriquecido por el mstr um
nt e esto que política hacia la libertad espiritual de las ideas, de las virtudes desmun­
era que l a diferenci a � �
co de la equi dad. Arist óteles consid o es , por cons1�me�te �
ntre darizadas, de 1�� principios filosóficos. La filosofía humanitaria y de
raleza y esto que no l
es conform e a l a natu sm re­
gislador», es «evidente». As1 �eJ a auto rres po� sabilidad �oral del hombre anclada en la conci encia, que
_
«derecho nat ural» y «derecho l e v ez _m�s �orno u n es la esenc�a de l e�t01c1 smo , vi ene p ro p agad a con la d espolitización de
sistema se revel a una _
solver el problema principal. Su de l a ex1stenc1a extenor, bajo el peso de l a dictadu ra y del despotismo y
s fas i ant� po� l a d1al ectica�
gran dioso complejo -todavía má _ � � aun mas de meras for - mu encuentra en éstas su ju st ificación.
e prmc1p1 0,
círcul os viciosos, de peticiones d
las vacías. al eza, de- IV. Según la conc epción jurídica griega, el d erecho es «o una fun ­
onformidad con la natur
Si l a natural eza en el sentido de c itiv , d e l a j us­ ción de l as verdades eternas d e l a razón o una afirm a¿ión vital instint i­
dos v al ores (en d efi n a
pende (como función) de d etermina y l ur aleza va d el pod er. En ambos casos se sobreent iende la naturaleza específica
e por sí solo constitu en a nat
ticia entendida como igualdad) qu del acto de voluntad. En el derech o natural id eal l a voluntad no es más
e p ende (co mo funció _ � n ) d p u ?tos de
y si, por ot ro l ado, l a justicia d re tod d1 tnb t 1va que que la ejecutor a de las ideas posibles, preestablecidas siempre por el
ad conmutativa y sob
o s u
refe renci a de la iguald , i l a na­ !og�s, en . el derecho natural vitalista ést a desaparec e del t odo con el
pueden individu� � � d s s o en
constituyen l a j usticia, pero que no q 1cos Y de los mstm to ciego» (Welzel). Occidente de be sólo al cristian ismo l a voluntad
ocráticos, de l os olig ar �
tural eza (diversamente de los dem s g c l ra Y au tónoma. «El Di os de la Biblia es creador del m undo y l egislador de
mpo, Aristótel es quiere juzg ar e un u tu
aristocráticos de su tie si t m s p sta los h?mbres... Pablo es el Apóstol de la libertad absoluta, no vinculada,
ente). Al menos l s e a e re
habilidad el círculo vicioso es evid
e
s gú los v lo s, de D1?s» (Welzel). El Dios d e la Biblia no está ligado, como el de Platón,
r l a natur al ez n a re
de modo ' excel ente no a det ermina _
a e

ri stótel es había c d
� � � na o r ig uro s a­ � las 1de�s et ernas de la razón. Su justicia es gracia libre y misericordia
sino por el contrario, cosa que A
o
etermmo mas la natura­
h_bre (�pistola a los Romanos 9,15): «Doy misericordia a quien da mise­
l t l z . Así no d
mente, los val ores según a na ura e a
la n�o�dia y tengo compasión con quien tiene compasión ». Al Dios de l0s
bó los v�l ores �e l a natural eza e?
l eza según los valores, sino que rec a 1 mp lo, o l g JUS­ cnstianos no conducen ni el conocimiento ni la ciencia, sino el amor y
ltado. Si, po n o ra
cual l os había precedentemente ocu
r e e
l a fe _(Romanos 3 28: «Porqu e creemos que el hombre es just ific ado por
m v l p r poderla d es pués reconocer como :
t ificar l a esclavitu d c
a or a a
o o
s­ medio d� la fe sm l as obras de l a Ley»; 13,10: «La caridad es el pleno
l eza, reconozco simplemente la e _
modo de ser conforme a la n atura p a j ific d sp u és cumphm1ento d e l a ley». El logos universal no es más la «razón » de Dios
l a natural ez ar ust ar e
clavitud como status conforme a
a
s i no 1 p alabra de Dios (Juan 1 , 1 : «En principio era el V er bo y el Verb�

como valor. , e ra Dios»), la voluntad de Dios. El mundo encuentra en Jesucristo la
val or y natu ral eza, fin e intención _
Se destacan así los sortilegios con d c_ertidumbre que la just ici a de este Dios no es l a just icia de un ciego
s, ser y deber ser. De los_ tiemp os e
supuesto y obj eto, ratio y volunta e­
tirano.
y el derecho han p erfeccionado ult
Arist ótel es l a filosofía, l a teología t o de K nt h ?n l a filoso�ía idealista ant igua y en el cristianismo «voluntarista»
gico. Sólo l a crít ica del conoci"'. ie�
a a
riormente este arte má enas. estanya escondidas aquell as fuerzas y tensiones fundamentales que do-
nat ural y a t ales bruJ
puesto fin a este tipo de derecho
43
42
minan nuestra civilización occidental cristiana, en la que el derecho Y la ma Lex positiva). Como reglamento humano no es vinculante para la
justicia son orientables hacia la razón y/ o la voluntad: en la práct�� a conciencia del hombre si no corresponde a los principios generales evi­
hacia un conocimiento constreñido con vínculos o hacia una creac10n dentes de la lex aeternae. Como la voluntad de Dios mismo está vincu­
libre. La voluntad de Dios y su ley, el espíritu universal y su ley, la razón lada a su razón, tiene su raíz en su ·sabiduría -la sede de las ideas
universal y su ley, se convierten así en sistemas controvertidos a los q� e eternas (y sobre la que Tomás funda después la total inmutabilidad de
se refiere el derecho terreno, son los «valores», las columnas de los sis­ las leyes naturales)-, así la razón es siempre superior a la voluntad, la
temas. ·Cómo puede todo esto ofrecernos un sostén en un mundo en el voluntad obedece necesariamente los valores reconocidos; si ésta quie­
que ni hios, ni el espíritu universal, si la razón universal ?obierna t_odas re una cosa «equivocada», esto quiere decir que el esfuerzo intelectual
las cosas? La humanidad obviamente ha buscado fundir las tens10nes no ha sido suficiente. Formulando <<políticamente» esta relación se llega
fundamentales de la antigüedad y del cristianismo en una nueva uni­ al siguiente resultado: por ejemplo, la libertad se convierte en un víncu­
dad. Después de las primeras intuiciones del neoplatonis�o, se lle�� al lo de la razón «adminjstrada». La realización de valores es por consi­
punto culminante con San Agustín. Agustín funda la doctn?a pl�to�1ca guiente un acto «conforme a la razón» que puede ser deducido del de­
de las ideas, la tripartición del derecho de la Estoa y el Dios cnst1�n? cálogo y de la naturaleza del hombre. Con estas dos directrices centra­
atribuyendo las ideas al espíritu de Dios y transformando el orden divi­ les para un justo comportamiento Tomás se enreda en los círculos
no de la creación y de la conservación en lex eterna, cuyo enganche viciosos típicos del derecho natural. No resuelve la contradicción ínsita
subjetivo, en la conciencia humana, es la lex naturalis y �l objetivo, �n en el hecho de que (el decálogo siendo parte del derecho natural inmu­
la ley civil, es la [ex temporalis. Esta última _tiene fuerza ��nculante solo table) específicos mandatos de Dios lo violarían (como, por ejemplo, la
si deriva de la lex aeterna. Agustín deja abierta la cuest10n de los con­ orden dada a Abraham de sacrificar a Isaac); hecho qi.;e demostraría la
flictos entre razón y voluntad (el espíritu de Dios abraza, según �l, a prevalencia de la voluntad de Dios sobre las eternas verdades de la
ambas), cuestión que, en el vértice de la Escolástica, Tomás de Aqumo, razón. Tomás se limita a postular la prevalencia de la razón sobre la
que se basa en esto aun en Aristóteles, resuelve unívocamente a f_avor voluntad de Dios (Dios pone al derecho, porque es derecho; pero éste
de la razón. «El intelectualismo griego se ha impuesto al voluntansmo no es derecho sólo porque Dios lo ha puesto). En el concepto de natura­
paulino» (Welzel). leza el círculo vicioso se manifiesta aún más claramente que en Aristó­
Quedando fiel a la tradición aristotélica, Tomás liga «dialécticamen­ teles. «Si esto que es conforme a la naturaleza» está orientado hacia
te» derecho y naturaleza. La triplicidad del der�cho, a la cual � e �ñade aquellos valores que vienen realizados en el ser de la naturaleza y reco­
la ley de la revelación (lex divina), es concebida del modo siguiente: nocidos por la razón estos valores no pueden ser deducidos de tal natu­
[ex aeterna es la creación según el orden divino en que la natu�aleza es raleza. Pero sucede precisamente esto. La esclavitud que Tomás justifi­
-como en Aristóteles- realización de los valores, así que no puede ca con el derecho natural puede ser entonces individuada, del mismo
existir un dualismo entre el ser y el deber ser- («eus et bonum conver­ modo que la libertad, en la naturaleza, como conforme a la naturaleza
tuntun>), pero existen sólo una manifestación imperfect� o fa�sos valo­ y como valor que se realiza en ella misma. En realidad, Tomás recono­
res, el hombre participa, en virtud de su razón, por c� s1 � ecir «doble­ ce el mundo de los valores cristianos de su tiempo; y ésta es una profe­
mente» en la realización de los valores supremos s1gmendo la lex sión de fe que como tal debe ser respetada, pero es también un recono­
aeterna. La lex naturalis es la «participación intelectual de la criatura cimiento político. Transforma el mundo de estos valores en una realiza­
dotada de razón en la ley universal, esto es, la ley universal considerada ción de la naturaleza y por consiguiente en naturaleza, y deduce
en su validez por la naturaleza dotada de razón» (Welzel). Tomás es el después de la naturaleza el mundo de los valores: esto es un juego de
primero que hace una neta distinción entre ley como no:ma de la ra­ prestigio, y un alibí político, que no tiene por qué ser respetado.
zón, establecida por los hombres (sólo ésta es lex natur� lts} y la ley per La filosofía como alibí se manifiesta todavía más claramente en el
similitudinem, como fuerza que guía a todas las otras cnaturas (esta ley concepto iusnaturalista de conciencia. Tomás de Aquino ha reconocido
forma parte de la lex aeterna); entre la norma humana de ley natural Y por primera vez, a propósito del lado subjetivo del comportamiento
ley natural privada de razón. La lex humanum (Tomás también la lla- humano justo, el principio de la autonomía ética de la personalidad,

44 45
distinguiendo según la tradición escolástica entre la capacidad infalible, cho m�t �ral : la sol a _voluntad de Dios crea el derecho y la justicia; ést a
ínsita en la razón, de conocer los principios del derecho natural y la no _est � hgad a a l�s ideas eternas; existe a lo máximo un solo real impe­
conciencia individual que puede fallar al deducir cada un a de las deci­ rativo ms �aturahst a, l a prohibición de odiar a Dios; no existe una !ex
siones del conocimiento y considerando autónoma la conciencia que se aeterna, m una rela ción entre las normas de la naturaleza y las del de­
equivoca sin culpa. Ciertamente este ámbito de autonomía se hunde del recho; todos «l �s valores del comportamiento social son exclusivamente
todo, si la cap acidad objetiva de conocer al menos todos los principios valores _de la vid a terrena, pero no se refieren a la relación entre hom­
del derecho natural no admite errores excusables, si la dogmática de la bre Y Di�s» (H. Welz�l); lo individual y experiment able, no lo general y
evitabilidad de los errores dej a, en una conciencia que puede errar, lo ?educ1ble, determma� el I?u?do divino y humano; la inteligenci a
poco espacio a los errores sin culpa y si -y éste es un punto en el que (mas e_xact amente l a razon practic a) y la autoridad (esta última basad a
nos esc andalizamos- sólo los judíos y los paganos pueden cometer e �clus1vamente en el consenso y en la elección) deberán ser las líneas
errores sin ser culpables: el hombre «s antificado» mediante el bautismo _
d1rectnces d � la s normas sociales. En este sistema jurídico viene legiti­
no puede errar. Los «herejes» pueden ser por consiguiente obligados a mado por primera vez el positivismo, porque el derecho positivo no
creer, los no creyentes pueden ser perseguidos con guerras y pueden queda �ara una �u �ci_ón derivada del derecho natural, sino que ocupa
ser muertos si no obedecen a la religión. En esto Tomás sigue el princi­ su propio sector Jund1co no derivado.
pio de Agustín: «lo que cuenta no es que una persona venga obligada,
sino sólo aquello a lo que viene obligado». Los herejes y los esclavos son La d !sput_a sobre l_os universales entre los idealistas aristotélico-to­
.
la piedra de toque del derecho natural de la escolástica. Al hereje reli­ mistas (1dealist �s-reabstas, ll amados realistas sin más) y los nominalis­
gioso, que por lo demás será combatido también por Calvino -y esta tas (conceptu�hst as) constituye l a disputa clave de la escolástica. El
vez un nombre del derecho natural protestante- sigue el moderno �raduado dechve ?e los más altos_ principios en el meélievo tardío abre
«hereje del Estado» (H. Welzel). Se revela así el único gran hilo conduc­ fmalmente el cammo a la alternativa de destruir el derecho natural 0
tor: antilibertad y destrucción del nombre en nombre y bajo la aparien­ llenar de nuevos _ contenidos un derecho natural ahora «l aico». Kant da
cia de la libertad. Quien administra la verdad absolut a transforma has­ el golpe de gracia al derecho natural. Los juristas de la razón, desde
ta la aniquilación a quien duda de la verdad en una aplicación del Hobbes a Puffendorf, proveen a la secularización y al renacimiento de
derecho. Por amor de la autoridad, el derecho se convierte en la invo­ un derecho natur�l laico. El pensamiento de la Reforma y de las cien­
_
lucración de la autoridad convertida en poder. «Porque el vencedor tie­ cias naturales realiza una mediación entre las dos alternativas.
ne la verdad, el vencido es hereje» (F. W. Weber). «Y si no quieres ser mi
hermano, te rompo la cabeza», es la versión no filosófic a de est a filoso­ V. Lutero �a preparado el camino a l a secularización del derecho
fí a que, en fuerza del derecho, «sistematiza» a cualquiera que tenga una natural en particular con l a teorí a de los dos reinos, según el cual el
opinión diversa o como «sinvergüenza» que no quiere entender o como derecho es una cosa terrena, separando radicalmente fe y gracia, de un
«cretino» que no puede entender. En nombre del derecho la intoleran­ lado, � las �obr_as de l a ley», de otro. El jurista Calvino ejercita una in­
cia y la deshumanización destruyen la tolerancia y la humanidad. A las fl_uenc1a mas directa sobre el derecho natural que cuanto hubiera po­
tiranías de los derechos naturales «divinos» es seguida las tiranías de los dido h acerlo el teólogo Lutero. Pero para ambos la voluntad de Dios
derechos naturales «profanos». ¿ 1 945 ha puesto término a todo esto? vale como regl a suprema de l a ley y de la justicia y la revelación es la
¿Qué puede sostenernos en un mundo en el que el derecho supremo suprema fuente del c?nocimiento. C alvino h a sustituido por primera
.
(derecho natural) divino y el derecho profano asientan y esta bilizan en vez las formu�ac10nes msn aturalistas-teológicas de la autonomía divina
el trono las tiranías? con formulac10n�s pur?�ente jurídicas: a la omnipotencia divi ria sub­
entra la soberama bod1ma ?a, Dios se _c�nvierte en el princeps /egibus
La principal contraposición voluntarista a la tesis de Tomás se rela­ _ _
solutus. _Este complejo de formulas Jund1co-técnicas permite más tarde
ciona con las posiciones de dos franciscanos, el escocés Duns Scoto y el
inglés Guillermo de Ockam. El amor de Dios, por Dios y por los hom­ transfenr el poder atribuido a Dios en el dios terreno, el Estado· el So-
berano absoluto nace en la tierra.
bres, que en ellos prevalece sobre el intelecto, domina también su dere-

46
47
Una influencia aún mayor que la de la Reforma teológica ha sido �Jeitos Y querellas; pero el verdadero anillo no se puede identificar...
ejercida por la «reforma» de las ciencias naturales y de la filosofía, de casi como hoy no se puede identificar la verdadera religión.
Galileo y Descartes, de Lutero y Calvino, sobre la escisión entre Dios y
ada uno señala las vías del propio amor incorruptible y libre de pre­
mundo, creer y saber, entre la «naturaleza» filosófica y la naturaleza . .�
J mc10s.
«creadora de la conciencia». Si a su tiempo Aristóteles había sustituido
a la trascendencia divina la inmanencia divina ahora se h a abierto la TEMPLARIO. La rel!gión es también partido, y también
-:- _ quien se cree
vía a la inmanencia humana-terrena de los sucesos de la naturaleza. perfectamente 1mparc1al es sm sospecharlo realidad parcial.
Esto que es interpretable como conforme a la naturaleza viene ahora
El horizonte político del nuevo mundo del derecho natura
sustituido de la ley natural empíricamente verificable; al derecho natu­ l está
formado por sanguinarias y crueles guerras religiosas y civiles
ral filosófico-teológico se añade el jurídico-político, al teólogo «el filóso­ . La sed
fo políticamente y el jurista filosofante» (H. Welzel), a la ratio como
?e ?�den Y de paz indíca la razón humana a buscar sistemas políticos y
JU�1d1� os_ q_u� pu:den quedar libres de las tiranías del domin
categoría de la metafísica teleológica se añade la ratio como categoría _ io de la
r�ligion, m1c1a as1 la especulación sobre el status origin ario
de la fuerza de juicio sintética y analítica (la clara et distincta perceptio de la huma­
mdad, antes de q_i:e comenzaran todas las diferencias polític
de Descartes); a la «naturaleza del hombre», como entelequia aristotéli­ as y religio­
s�s la especulacron sobre los contratos originarios entre homb
co-tomista, se añade la «naturaleza del hombre» como empirismo; a los '. res que
v1V1an en el estado de naturaleza.
principios supremos del derecho natural los más modestos principios
iusnaturalistas, adaptados al derecho de todos los días (que llegan fi­ Según que se considere esta naturaleza humana buena, mala o indi­
nalmente, en el caso de Pufendorf, a ocho volúmenes de extensión), a la ferent�, nacen de estas especulaciones los sistemas políticos de la no­
lex eterna se añade una ley racional profana (el punto culminante de marqma absoluta (por ejemplo, Hobbes), de la monarquía constitucio­
este desarrollo idealista del derecho natural viene conseguido con Gro­ nal _(L ?cke) o de la _soberanía popular (Rousseau). Imágenes del hombre
cio y Leibniz), a la revelación de la voluntad de Dios la «voluntad del _
opt1m1s !as o pes1m1stas caracterizan los sistemas de organización políti­
Estado» (el vértice de este desarrollo del derecho natural voluntarista ca. Aqm se observa una vez más que los resultados de las especulacio­
viene dado por Hobbes y Rousseau). Este proceso de transformación nes son una abst:acción sacada del concepto que los «especuladores» se
introduce el último gran intento de «recabar de la determinación gene­ forma� del propio n:i undo. �Esto que llamáis espíritu de los tiempos y
ral de la esencia del hombre de los contenidos jurídicos materiales, ge­ _
en reali�ad e� el e�pmtu propio de los señores». No hacen excepción a esta
neralmente válidos» (H. Welzel): el iluminismo, el racionalismo, la época regla m Platon, m Hobbes, ni Tomás de Aquino, ni Rousseau.
de la razón. Natan el Sabio, de Lessing, simboliza los dos mundos del
derecho natural y la victoria del nuevo derecho sobre el viejo: La rama ide�lista del nuevo derecho natural, auspiciado que no
creado por GrocJO (1 583-1 645), él se reconduce el desarrollo de la natu­
PATRlARCA.-¿Quién dice esto? Nadie, sin duda, debe renunciar a hacer raleza d_�l hombre a la naturaleza de las cosas y, por consiguiente, lá
uso de la razón de la que el buen Dios nos ha dotado ... donde sea necesa­ concrec1on de las argumentaciones iusnaturalistas, encuentra su cul­
-rio. ¿Pero es siempre necesario? ¡No! Por ejemplo, mandó el Señor, sir­ men e � Gottfri �d "".ilhelm Leibniz (1646- 1 7 1 6), que desarrolla aun una
viéndose de uno de sus ángeles ... también se podría decir de uno de sus vez mas en la h1stona -por ahora por última vez- los fundamentos de
ministros, se digna revelarnos el medio para dar un notable incremento al un � teoría idealista del derecho natural con una pureza y coherencia
bien de toda la cristiandad, a la prosperidad de la Iglesia, ¿quién tiene el casi perfectas» (H. Welzel).
derecho de indagar, a la luz de la rázón, con el decreto de aquellos que ha
creado? ¿De juzgar las eternas leyes de la celeste magnificencia con las En el curso d� la vida ha cambiado radicalmente sus concepciones,
_
mezquinas reglas del vanidoso honor? ha combatido v�olentamente sus tesis precedentes («este que quiere
NATHAN.-¿Qué significa pueblo? aquello porque tiene derecho a todo es justo»; stat pro ratione voluntas
¿El cristiano y el judío serán también cristiano y judío antes que hom­ -vale sea para la ley divina como para la profana), se ha casi trans­
bres? formado de un Santo voluntarista en un Pablo intelectualista, que pre-

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fiere fundar el derecho natural sobre la sabiduría y no sobre la volun­ Leviatán como pura cons'titución de los ciudadanos para tutelarse a sí
tad de Dios. Por la «naturaleza de las cosas» y por las «eternas verdades mísmos, pero esto es ineficaz frente a las fuerzas políticas de su tiempo
de la razón» deduce, en sus últimas obras, cada metro de la justicia, en Y con mayor razón en las épocas sucesivas. Hobbes había entendido
la complejidad de un sistema más platónico-antiguo que en la de un que el derecho tenía necesidad de una nueva determinación, pero no
derecho cristiano. El derecho es así privado de empirismo, esto saca su ha mostrado cómo debía suceder.
vida de la sola razón, de que la teología se convierte casi en matemáti­
cas. En semejante sistema idealista, que renuncia a servirse del truco Lo ha intentado Rousseau ( 1 712-1778). Que quiso deducir de las
aristocrático-escolástico de los círculos viciosos entre derecho y natura­ «fórmulas m�gicas» de la volonté particuliere, de la volonté générale y
leza, el hombre resulta en definitiva si se sacan todas las consecuencias, de la volante des tous, para todos los casos, el justo equilibrio entre
superfluo para el derecho como Dios mismo. ?mnipotencia y fines del Estado, problema que Hobbes había dejado
Salta a la vista la total inutilidad de tal concepción jurídica. No hay irresuelto. El ordenamiento jurdico justo nace, casi como en un parale­
que maravillarse de que los iusnaturalistas «voluntaristas», no Leibniz, logramo de fuerzas, del interés individual del interés de la comunidad
hayan llegado a ser influyentes. EJ más ilustre de ellos es Hobbes (1588- de la voluntad individ1.,1al y de la social. ¿Un bello sueño? Una utopí�
1679), «el caso ideal de una doctrina iusnaturalista existencial», <da más que opera con homúnculos racionales, formalizados e idealizados. Si
importante teoría existencial complementaria del derecho natural idea­ Hobbes había sobrevalorado el realismo de su construcción formal so­
lista» (H. Welzel). Hobbes conoce la literatura internacional sobre el ins­ brevalorando a la vez los componentes idealistas del derecho, Rousseau
tinto del hombre por el poder, cree que en el dogma del pecado original sobrevalora su construcción formal poco realista e infravalora las fuer­
de la Reforma, y comprende los movimientos y las formas de manifes­ zas reales del derecho. A caballo entre el siglo XVII y el XVIII el espíritu
tación de las guerras civiles y religiosas de su tiempo, sobre esta base �uropeo entra, bajo la influencia de las ciencias naturáles y del raciona­
llega a individuar por primera vez, el objetivo principal del derecho, no lismo, en su gran crisis que, junto· al comienzo del hundimiento del de­
ya en ordenamientos ideales irreales, sino en la realización de un dere­ recho natural, origina también su último y más grande éxito político:
cho dotado de efectividad , a sentir que el derecho es aquel valor su­ los fundamentos de los derechos políticos de la libertad y del hombre
premo de la convivencia humana que diversamente de la filosofía, de la que son después acogidos por la Revolución Francesa, por la declara­
teología, del arte y de la cultura no debe ser o quedar «ideal», •sino que ción de indepe�dencia americana, por las codificaciones prusianas,
debe regular una realidad social. Por cuanto ésta pueda ser impuesta francesa y austnaca. De lo que nos ocuparemos detenidamente en otro
desde el punto de vista ideal, ésta es siempre mejor que la «miseria o el capítulo. La primera sistematización del Estado de derecho liberal-bur­
terror de una guerra civil o de un estado de naturaleza privado de leyes gués conduce al derecho y a su punto culminante: en el siglo XVIII como
o de poder coercitivo». Del instituto del poder y del miedo de los hom­ derecho racial, completamente secularizado, y en larga medida tam­
bres nace el Estado como sociedad civil fundada en la tutela y en la bién privado de metafísica, en el siglo XIX como derecho «burgués» des­
obediencia, que garantiza la vida y la autoconservación de la humani­ politizado, antes «histórico» y después puramente positivo.
dad, el orden y la paz. Todas las medidas de valor de la sociedad no Este desarrollo viene favorecido en Alemania por Samuel Puffen­
consisten en verdades eternas, sino en la misma voluntad del Estado. dorf (1632-1694), que -luterano fiel y creyente- combate al mismo
No hay valor que no esté establecido y por consiguiente realizado por la tiempo con el esfuerzo de toda su persona y existencia, la escolásti­
voluntad del Estado. Aucloritas non veritas facit legem El Estado es el ca católica y protestante. Niega la idea racional de una naturaleza
nuevo Dios, un dios absolutamente autónomo, infaliblemente justo en humana independiente de Dios y supera así -porque no deduce de la
cuanto que es incondicionalmente libre de su voluntad, todavía es libre v?l�ntad de Dios un complejo y normativo sistema mundano, sino que
sólo en la buena voluntad -y es este el punto de ruptura de todo el d1stmgue claramente entre religión y ética/derecho, entre fe y compor­
sistema, la bondad y sabiduría de Dios «vinculan» por consiguiente tamiento, el mismo derecho natural y sus posibilidades, porque el de­
también al Dios-Estado-. Bien es todo esto que es indispensable al bie­ recho no viene ya más deducido de la naturaleza, porque seas con­
nestar del pueblo. Resulta evidente la intención de postular el Estado- forme con la naturaleza y los valores humanos, sino de la experiencia
so 51
do de raizéz, o al menos privado de un punto válido de apoyo. Encon­
humana que proveerá ella sola de las directrices adecuadas para el
tramos sólo las corrientes y las escuelas; los reflejos de los respectivos
comportamiento humano, para la vida individual y social-. En Puffen­
momentos culturales. Encontramos sobre todo -y esto en una escuela
dorf el derecho nace de la incapacidad (imbecillitas) humana de la ne­
todavía hoy dominante- la disolución del derecho en sistemas de valo­
cesidad del hombre de organizarse en sociedad (socialitas), que forman
res irracionales e idealistas, o sea, en perjuicios sin tolerancia por posi­
parte de la humanitas y encuentran en la libertad e igualdad de todos
ciones diversas y sin derivaciones utilizables. Encontramos, no por úl­
los hombres, como formas de manifestación de la dignidad humana, los
timo, también la disolución del derecho en teologizaciones de tipo
supremos principios de organización jurídica.
católico y -más raramente- protestante, del neotomismo hasta el neo­
En esta fase de muerte y renacimiento, al mismo tiempo, del derecho aristotelismo, también un derecho basado en la fe en l.a revelación.
natural son desarrolladas �n vía de principio todas las fuerzas que des­ Encontramos la disolución del derecho en la teoría de la responsabili­
de entonces determinan nuestra cultura jurídica. Estas continúan osci­ dad totalmente formalizada (Kelsen, la escuela de Uppsala). Encontra­
lando entre la idealidad y la posibilidad de cada derecho, �orno habían mos finalmente también el consiguiente neovoluntarismo, la disolución
hecho hace dos mil años los derecho naturales, sólo que ahora ya no del derecho en un «concepto concreto del orden». Carl Schmitt, el Hob­
son derecho natural. El planteamiento de Hobbes -el derecho como bes del fascismo, es su precursor; sus conceptos de orden son Estado­
instrumento de organización de la realidad- conduce al positivismo movimiento-pueblo, en el que el Estado no tiene ya el monopolio políti­
del siglo XIX, que en el estadio final extremadamente político, pero que co, sino que se convierte en el órgano del «Führer en movimiento». No
se presume apolítico, de la «ley es ley» («en el derecho positivo se agota hay que asombrarse si, después de 1933, un ordenamiento jurídico
la esencia del derecho»), hará del derecho un absurdo político desacre­ «más allá del iusnaturalismo y del positivismo» se ha convertido en la
ditado como función social o como función cultural. Después de Hob­ palabra de orden para un «verdadero derecho natúral» que unía la
bes y Puffendorf, y frente a las exigencias reales del siglo, no hay más normatividad y la positividad, el derecho a la ley, el poder al derecho.
espacio para un derecho natural entendido propiamente como derecho. Temis y Dike se encarnan en Adolfo Hitler, el «Führer del movimiento»:
Los conceptos del derecho natural, que no podían servir de normas, es más o menos así como se concreta este derecho natural («El terreno
volverán a la ética y a la filosofía de las cuales en su momento habían sobre el que se plantea la justicia no puede ser otro que aquel en que se
partido. El idealismo alemán (Kant y Hegel) redefinión la posición del funda la existencia de la nación», dijo Adolfo Hitler en la presentación
derecho y de la ética: el primero (Kant) formalizándolos ambos de for­ del programa de gobierno del 23 de marzo de 1933; el gobierno «debe
ma un tanto «idealística» que al contacto con la vida empírico-política afirmar brutalmente y sin miramientos con nadie que las ideas que re­
anduvo completamente perdido; el segundo (Hegel) plasmándolos con conoce justas se apoyan en la autoridad efectiva de la fuerza del Esta­
su especulación dialéctica de modo que en la unidad de razón Y reali­ do», decía Hitler en un discurso del 1 2 de abril de 1932. Idea y voluntad
dad (conceptos eternos y mutaciones históricas, ser y deber ser, liber­ eran las palabras preferidas por Hitler. Idea y voluntad son las bases de
tad y vínculo, comunidad e individuo, ética social iusnaturalista mate­ los derechos naturales idealistas y voluntaristas.
rial y ética individual formal de Kant, antigüedad y cristianismo) quedó
Y ¿cómo se podría concebir hoy el derecho en un mundo en el que
al fin un solo punto fijo: el Estado como realidad de la idea ética y a la
la libertad es considerada como una maldición y a la vez una condena
vez como realidad de la libertad racional concreta. Ciertamente, un Es­
de la libertad (Sartre), en la que, en virtud de la partida del justo medio,
tado entendido como «espíritu del pueblo>), no como Leviatán tiránico.
la esencialidad es permitida sólo en casos límites? Si el derecho servía
Después de Kant y Hegel, después del hundimiento del idealismo al Estado de derecho liberal burgúés del siglo XIX como garantía de la
alemán, el mundo del derecho ha conocido a Marx, Darwin, Freud, Hit­ libertad de los ciudadanos, por consiguiente para garantizar la existen­
ler, sin ocuparse sin embargo hasta hoy verdaderamente de ellos. El cia humana, hoy el derecho no mira siquiera a la situación existencial
derecho cultural ha quedado y quedará muerto como derecho, pero de los hombres. En nuestra época «al derecho no se le puede espetar ya
está vivo y vivirá como filosofía, todavía sin haber logrado hasta hoy su propia dignidad. El Derecho y al Estado deben reducirse a simples
dar una impresión convincente. El derecho natural parece estar priva- fórmulas técnicas para la organización del cuidado de las necesidades

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existenciales en una existencia de la masa alienada. El positivismo mo­ los derechos naturales -exclusivamente como instrumento de la lucha
derno se convierte en una teoría jurídica complementaría del existen­ de clases-. Pero los derechos naturales han sido siempre peligrosas
cialismo y este último se acerca, en este sentido, a determinar corrien­ armas políticas en las luchas por el poder, sobre todo entre la Iglesia y
tes de la filosofía del derecho protestante» (H. Welzel). Examinaremos el Estado, entre burguesía y feudalismo, hasta el siglo XIX; el arma, aho­
en los próximos capítulos si ésta es una definición que agota nuestra ra poco cortante, ha sido tirada al camino. La historia de los derechos
cultura jurídica actual. No es posible responder a este problema con naturales demuestra también cuán poco han contribuido al desarrollo
una sola frase. de la cultura jurídica -no se han añadido criterios de justicia nuevos a
La humanidad está toda junta al final de una cadena vieja de más l?s de_ �ristóteles que había entendido la justicia como igualdad (la legi­
de dos mil años, de sueños y esperanzas acerca de una medición entre t1mac10n de los derechos del hombre de la era moderna en realidad no
la idealidad y la realidad del derecho. Pero ni siquiera uno de los suelos, se basa ya en el derecho natural, sino en las victorias de la misma so­
ni siquiera una de las esperanzas, se han realizado, ni en nombre de las ciedad política)-, porque todas las fuerzas contemplaban la conserva­
ideas eternas, ni en nombre de Dios. Somos libres de crear nuestro de­ ción del orden existente. Esta historia demuestra también que, aunque
recho, de tomar justas decisiones y de dar a éstas justas motivaciones. -hasta el fin de los tiempos- vengan postulados valores derivados del
Un largo camino conduce de la unidad jurídica de lo eterno Bueno, carácter idealista-absoluto, se trata en realidad de la alienación de una
Verdadero, Bello, al mundo jurídico de nuestros días, basado en algo concepción personal de la civilización y de sus desarrollos.
que no es apriorístico, ni político, frecuentemente hipócrita. Las ficcio­ La opinión que Platón tenía de los hombres de su tiempo se ha con­
nes, los juegos de prestigio, los trucos del derecho natural han sidó des­ vertido en el sistema platónico, la fe de Pablo se ha convertido en una
enmascarados, pero no por esto nuestro derecho está a salvo; sus obje­ imagen del mundo paulina, el querer político-eclesiástico de Tomás de
tivos apenas han sido formulados, están irresueltos. Toda presunta Aquino es el tomismo. «Cada pueblo considera que el derecho natural
ética material de los valores ha sido hasta hoy sólo una autoridad en­ es lo que éste ha construido» (Grocio). «Temo que la naturaleza es sólo
mascarada sin criterios útiles; toda ética formal de los valores ha sido, un primer hábito, como el hábito es una segunda naturaleza» (Descar­
viceversa, sólo un criterio sin una autoridad útil. La imposibilidad de tes). Por consiguiente, «esto que llamáis el espíritu de los tiempos, no es
separar el ideal y la vida -en ningún caso podemos ahora prescindir de en el fondo más que el espíritu propio de los señores».
Hegel y Marx- y el descubrimiento de la historicidad de toda existen­
cia humana, excluyen irrevocablemente el derecho natural de nuestro La historia de los derechos naturales se nos presenta así como una
mundo y nos ofrecen a la vez la única posibilidad de desarrollar y de historia de fórmulas de rescate y de alibís políticos.
interpretar el derecho: esto es, un politicum. Un derecho «ideal» es uto­
pía, viceversa el derecho «legislativo» no es de por sí «derecho». No
tenemos motivo para llevar luto por la muerte del «derecho natural».
Las tiranías de las ideas de Platón es tanto más insoportable cuanto
más la revelación de la voluntad de Dios, en la interpretación de Pablo
y Lutero, está privada de empeños y vínculos para un «gobierno terre­
nal». La especulación aristotélica-tomista sobre la naturaleza había es­
condido la pretensión de la Iglesia de dominar en los conflictos políticos
y sociales. El derecho natural del iluminismo, «el protestantismo del de­
recho», había combatido en nombre del individuo y de la burguesía, el
feudalismo y la escolástica, para negar después de su victoria (esto es,
el Estado de derecho liberal y el capitalismo privado), en nombre de la
libertad, el fruto de la victoria de la nueva clase que ahora reivindicaba
a su vez los propios derechos, el proletariado. Sería excesivo interpretar

54 SS
IV
La imagen del hombre en el derecho

El hombre, «imagen de la divinidad que se había creído ya cercaní­


simo al espejo de la verdad eterna», lleno de confianza en el progreso y
en la «razón y ciencia, suprema fuerza del hombre» (Goethe, Fausto I),
ha perdido la fe en sí mismo. No es «único» (M. Stirner), y ni siquiera
nada; «reducido por Auschwitz e Hiroshima» (A. Arndt), está a la bús­
queda de sí mismo. La revolución copernicana le h a hecho que falte la
tierra bajo sus pies, como centro de su ser, la revolución darwiniana ha
demostrado su cercanía del animal, la freudiana ha introducido en el
Ego racional el Es del inconsciente. Todos sus valores no son ya tales
(Kierkegaard) o se han cambiado (Nietzsche). Como sujeto ha sido pen­
sado así en lo alto y puesto en el centro del cosmos por Kant, el resul­
tado fue el superhombre; como objeto ha sido planificado por Hegel, el
resultado fue el super-Estado. Había removido las informaciones de
Marx y Freud. El relato de todos sus errores fue presentado al hombre
del fascismo en todas sus formas. Las historias universales entendidas
como evolución racional hacia un futuro sereno, como «progreso en la
conciencia de la libertad-libertad del ciudadano ético en un Estado ra­
cional (Hegel) o libertad del hombre no más alienado por la producción
y el consumo en una sociedad sin dominio (Marx), no son ya los dog­
mas de un credo profano, sino, en el mejor de los casos, subsisten aún
como esperanzas. Los interrogantes primordiales del hombre, como
¿qué soy?, ¿qué debo hacer?, no encuentran respuesta; la antropología y
la ética han llegado a un punto de ruptura, como el hombre mismo.
¿Por qué imagen del hombre se puede hacer guiar, en esta situación, el
mundo del derecho? ¿Qué reglas de comportamiento puede, debe, de­
bería dar al hombre?
Para plantearse tales preguntas aunque sólo sea de «modo correcto»,
con la prespectiva de respuestas convincentes y útiles, debemos hacer
cuentas, sincera y radfcalmente con la temporalidad y la finitud del

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hombre, que ·nos impiden hablar de su esencia, de su dependencia de derechos de libertad y del hombre y su realización no han sido secula­
las leyes extrañas o viceversa de su no responsabilidad. Desde que Lu­ rizadores del «derecho natural cristiano», sino que se han debido a la
tero, Hegel o Marx han colocado al hombre como hombre en el tiem­ lucha contra este último. «La imagen cristiana del hombre», la afirma­
po, está huyendo de esta libertad refugiada en la temporalidad y sólo ción de la dignidad, de la tolerancia y del amor, son debidas al derecho
una clarificación permanente podrá obstaculizarse tal fuga, poniendo natural «liberal» no al «autoritario» (Wieacker).
barreras al camino. En esta fuga entra también en el mundo del dere­
cho la remoción de la responsabilidad por el derecho: por ejemplo, la Pero también la esperanza en un derecho natural libre de toda teo­
concepción por la que la democracia de Weimar pereció al conceder el logía, capaz de ofrecer un medio mágico que nos ayudase · a superar
derecho y la libertad también a sus enemigos que su justicia haya sido nuestro pasado y nuestro presente, como, por ejemplo, el contenido en
paralizada por la crítica a la justicia. Esta es una ideología de la remo­ l �s fórm�las propuestas después de la guerra por G. Radbruch («injus­
.
ción que cambia las causas por los efectos. La democracia de Weimar ticia segun la ley» y «derecho además de la ley»), se revela sin más como
pereció no ya a causa de sus numerosos enemigos, sino porque no ha­ '.1na_ fdeología de remoción. Tal esperanza es una peligrosa y potente
bía encontrado bastantes amigos, por ejemplo en las Universidades y en Ilus10n. Esta crea la apariencia de un «anclaje» de las actividades jurídi­
los Tribunales. Su justicia no ha sido desacreditada por la crítica al cas en las cosas «más altas», valoradas con metros inmutables. Esto
derecho, sino ha sido criticada porque desacreditaba al derecho. Esta distrae la atención del hombre de la propia responsabilidad por «su»
ideología de la remoción en gran estilo prefiere atribuir al derecho y a derecho y contra su responsabilidad ante «e1> derecho. Sin embargo,
la libertad la responsabilidad de la existencia de Hitler y, más precisa­ este derecho no existe. Creer en esto significa en realidad debilitar la
mente, para no considerar la responsabilidad misma del derecho y la responsabilidad humana por el derecho y ofrecer alibís ilusorios a la no
libertad. ¿Cuándo entendemos «que sobre la tierra no puede haber jus­ responsabilidad. Desde este punto de vista, los nazis han violado, profa­
ticia si no hay hombres justos?» (A. Arndt). No puede haber ni derecho, nado «el derecho», han abusado, pero se trata de un punto de vista que
ni libertad, ni orden, si no los establecemos nosotros, no hay una fuerza afecta al nazismo más que el derecho.
extraña a la que podamos atribuir la responsabilidad, no sirve abando­
No concentremos la atención sobre el derecho, sino sobre los hom­
narse a Dios ni alejarse de él. La crisis general del hombre, que así
bres, que acabamos de ver afectados por el conflicto interno, porque
frecuentemente viene hoy puesta en causa, no es una consecuencia de
nuestra existencia técnica es más veloz que la moral o intelectual
la «secularización», sino, por el contrario, de no secularización. Si consi­
(A. Arndt). «No será suficiente decir que la quiebra de nuestra razón
deramos cuán difundida está la ignorancia de estos fenómenos, com­
frente al 1itmo y, por consiguiente, a la dificultad de nuestra existencia
prenderemos también por qué es típica de nuestro tiempo la búsqueda
económica y política es total, también si sufrimos las crueles conse­
de un sólido baluarte contra el totalitarismo, contra la pérdida del «jus­
cuencias con un sentido de catástrofe permanente. Esta desproporción
to medio», contra la inhumanidad, por ejemplo, en un retorno a los
por la que el hombre de una misma época, en cuanto hombre técnico,
derechos naturales sagrados o profanos. Ambas corrientes pretenden
se ha transformado a través de la época, en cuanto hombre técnico, se
-hoy como ayer- garantizar los derechos del hombre. La concepción
ha transformado a través de la máquina, en una medida hasta ahora
del derecho natural de la escolástica es falsa y ha sido descalificada por
inconcebible, el patrón del tiempo, mientras no puede incrementar me­
la historia. Todos los estudiosos con un minimo de capacidad de juicio
cánicamente su intelecto a su moral y debe permanecer en este sentido
objetivo concuerdan en este punto. Los derechos de libertad e igualdad
un hombre natural, representa uno de los problemas jurídicos decisivos
política de nuestros tiempos se han afirmado en contra de la resistencia
que están en la base de la crisis y que explican la fuga del hombre
violenta de los derechos naturales escolásticos de ambas confesiones,
d_esintegrado en su coherencia interior, hacia una totalidad externa, po;
que eran interpretados también como «pecados» contra la justicia y la
eJeI?plo a la del Estado, sin justificarla sin embargo. Porque no es ya
razón de Dios, tanto que en su oposición al iluminismo, a la democrati­
posible resolver con la técnica los problemas de la vida mecanizada (el
zación y al socialismo, han preferido apoyar el absolutismo y el totalita­
tráfico, la economía), sino planificándola, y porque el hombre, que en
rismo más que a los derechos del hombre. La idea humanitaria de los
su humanum verdadero y propio no puede ser tecnificado, queda en

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perdida, si se afirmase de manera absoluta una nueva fe en la reden­
todo esto un anacronismo, se ha pensado en planificar al hombre mis­
ción, si nos encadenase un nuevo determinismo, un nuevo mesianismo.
mo, transformarle en objeto, en máquina, en una parte del mecanismo;
Por consiguiente, los intentos de Moltmann y Bloch de crear una felici­
y no debemos eludir por fanatismo humanista, que el hombre, necesa­
dad humana «para aquellos que sufren», una dignidad humana para
riamente deseoso de encontrar una nueva unidad consigo mismo, se
«aquellos que están degradados y ofendidos» (así E. Bloch en Natu­
encuentre su regalo con esta cura milagrosa y tenga miedo de perderse
en la libertad de una democracia, en cuanto democracia que equivale
rrecht und menschliche Würde) tienden más a utopías profanas que no
a un preciso estadio final, son llamados para que el hombre se cuide del
para él a desorden, ya que no se ha llegado aún a resolver el problema
político-jurídico central de nuestra época» (A. Arndt). hombre de modo más humano, de aquellos que están necesftados, an­
gustiados, explotados, «alienados», no son promesas; éstos reconocen
Una sociedad, una constitución, un derecho adecuado a la finitud y que hasta hoy la teología y la filosofía han interpretado, pero no modi­
a la temporalidad del hombre -este es nuestro objetivo-, pero los ficado el mundo. «Filosofía del florecer» sería un término inadecuado
hombres, nosotros hombres, caemos y nos encorajinamos ante esto. para definir estas corrientes, cargadas de concepciones apriorísticas;
Esta es la imagen del hombre en nuestra época. Una «constitución de la pero se entiende «desvelar» al hombre, se siente que es indispensable
libertad» por estos hombres y para estos hombres no se ha de hacerse hacerlo: clarificación, salir del estado de inmadurez, del letargo, de la
-dicen unos-; una constitución de la libertad es posible -dicen los adaptación y del conformismo, de la angustia (Freud) y «del dejarse
otros-. Si Dios y su poder existen, hay que abolirlo -así dicen unos-; guiar por el exterior» (Riesman), por la pasividad de la remoción, por la
si Dios y su poder no existen, hay que inventarlo -dicen los otros-. La pereza y la bellaquería. Quizá es ya la última oportunidad, antes de que
historia nos ha enseñado que la afirmación de los postulados religiosos el hombre-máquina» (N. Wiener) llegue, a pesar de todo, del hombre;
integrales cae en la hipocresía spcial y en la tiranía ineológica, mata la antes de que las fricciones, los cambios y contactos qúe la genética y la
libertad en germen. La afirmación de postulados de libertad total des­ biología molecular han comenzado ya a descubrir en el hombre, nazca
emboca en sociedades igualitarias y en la tiranía de la virtud, mata toda -después del derecho inhumano de la medicina inhumana y de la téc­
fe y al final a la misma libertad. La unión entre los postulados de la nica inhumana- el hombre inhumano como producto final. Todos los
religión y los de la libertad potencia la tiranía, porque de ésta nace ne­ interesados deberían darse cuenta en este punto de cuáles sean los ob­
cesariamente «la fe en la redención», un «mesianismo político» (J. L. Tal­ jetivos que se agotan desde el punto de vista científico, filosófico, teoló­
mon), una religión totalitaria. A fin de que no exorcizemos al demonio gico, jurídico, en una palabra: político. Pero, al menos en el derecho, no
jurídico de la fe en la salvación, seremos siempre tiranizados por un se ve trazas de ello. Su imagen del hombre es inexacta, como lo es su
mesianismo «escolástico», «fascista», o «comunista». realidad, su filosofía, sus métodos.

Con esto el hombre no es condenado a vivir sin fe y sin esperanza. La imagen del hombre de nuestro ordenamiento jurídico es, si se
«La esperanza es el correspondiente psíquico de la apertura biológica asumen las definiciones de sus administradores, la de una personalidad
de la naturaleza humana» (A. Mitscherlich). Así que no hay que maravi­ libre y responsable, que vive en la comunidad y está vinculada a la ley
llarse si una de las corrientes filosóficas más relevantes de nuestra épo­ moral absoluta. En un examen más preciso de esta imagen del hombre
ca implica el desarrollo de una filosofía existencialista «negativa>), de una se destaca el de la persona vinculada por la moral «cristiana occiden­
filosofía existencialista «positiva>) (K. Jaspers), de la «hermenéutica exis­ tahl, sobre todo, por la confesión católica, pero éticamente autónoma y
tencial» (M. Heidegger), del «nuevo humanismo» (J. P. Sartre); de la de­ dotada de inteligencia, de Kant; también la del «alma bella y soberana»
sesperación del «vacío del hombre» «al principio de la esperanza» de Schiller, caracterizada por «belleza y dignidad». Pero esta imagen no
(E. Bloch) y de la <<teología de la esperanza» (J. Moltmann). Se ha inten­ tiene mínimamente en cuenta la falta de realización de todas las condi­
tado hablar de una «escatología política», capaz de dar luz a una antro­ ciones del ideal humano de Kant y Schiller, como no tiene en cuenta las
pología política como a una ética política, que podrían ambas ayudar al condiciones materiales de la existencia humana de nuestros tiempos;
derecho a dar una nueva orientación a su imagen del hombre. Cierta­ sin considerar después la absurda pretensión de vincular una sociedad
mente, la oportunidad de encontrar esta orientación sería bien pronto posterior a la Reforma,y a la emancipación a la ética aristotélico-tomis-

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ta. Visto que el mundo del derecho persiste en el estado de inconscien­ propósito un sistema duradero. La forma más alta de la teoría es posi­
cia en el estado de minoridad imputable a este mismo, no hay que ble sólo en el ámbito no empírico, la ciencia «pura» es, por tanto, la
m¡ravillarse si los problemas centrales de nuestra existencia humana Y «metafísica» («filosofía primera», «filosofía teórica»). Viceversa, el «ac­
social vienen abordados y tratados por las ciencias «iluminadas» de la tuar» (la praxis) forma parte sólo de los objetos del conocimiento de la
democracia, sobre todo de la historia moderna, de la sociología y de la «filosofía segunda>>, de la filosofía práctica a la que se añade, como ter­
politología, cuyo trabajo no viene por norma considerado, ni retenido cera, la filosofía poética. La teoría del justo comportamiento es aquella
corno «legítimo» por la jurisprudencia. Tendría la obligación de traba­ ética que no es ni la ética individual, ni la ética platónica -Aristóteles
jar, pero no desarrolla el trabajo propio, critica a aquellos que lo des­ no estaba políticamente interesado-, sino la ética social. La é'tica no es
arrollan, el hecho de que lo desarrollan y el modo en que lo desarrollan. objeto de la ciencia, porque su objeto no puede ser lo «inmutable», sino
el comportamiento humano sujeto a cambios. Viceversa, la ética no es
Pero ya que no se puede pensar que el mundo del derecho sea he­ ni siquiera el objeto de la techne (ésta no es el <<arte» en sentido propio,
cho exclusivamente por rebeldes inteligentes que no quieren compren­ sino la capacidad de crear algo de «racional»; para Aristóteles se trata
der, o de perezosos imbéciles, se debe suponer que esto haya sido con­ de una categoría relativamente la menos importante de la creación
denado, por lo que parece, por un ejército entero de «brujas malas», a humana). La ética es más bien el objeto de la praxis, más precisamente:
un sueño de la bella dormida en el bosque. Por lo que se refiere a la «un justo comportamiento» es una actividad (energeia) del alma «con­
relación entre derecho y realidad, entre filosofía del derecho y ética del forme con la virtud» a fin (telos) de lograr la felicidad (en daimonia). El
derecho, entre teoría jurídica y praxis jurídica, la bruja -mala, obvia­ comportamiento ético (moral) no es por consiguiente «la buena volun­
mente no en el sentido de la fábula- es Kant. El ha determinado el tad», sino «la elección de esto que es bueno» (B. Snell), es una cuestión
cambio, hasta ahora profundo, de la función del derecho, en tanto que, de comportamiento y de actitud.
siguiendo su sistema, sus conceptos y métodos, el derecho no está hoy
en situación de vivir en la realidad y con la realidad y es inutilizable por De Aristóteles en adelante -y hasta el siglo XIX- esta teoría del
ésta; el derecho interpreta, sobre la base de tal concepción, esta reali­ <�usto comportamiento» forma parte, en la sistemática filosófica de la
dad como «extraña al derecho», «ciega en las confrontaciones con el filosofía práctica, no de la teórica, ni de la «estática». En la teoría del
derecho», <<hostil a éh>. Se llega a una «crítica cultural» por obra de la «justo comportamiento» entran a continuación de la ética (= la teoría
jurisprudencia. Se trata ciertamente de una crítica inocua, en cuanto del justo comportamiento de cada hombre), la economía (= la teoría
privada de un cierto objetivo, pero es un signo de la infundada autosu­ del justo comportamiento en las sociedades menores, sobre todo en la
ficiencia del mundo del derecho, y esto es naturalmente otro daño para familia), la política (= teoría del justo comportamiento en las socieda­
nuestra cultura. des menores, sobre todo en la familia), la política (= teoría del justo
comportamiento en las sociedades mayores, «civiles», en el «Estado»).
Antes de Kant, la ética, la moral (los conceptos son originariamente Desde los tiempos de Aristóteles, la philosophia practica, llamada tam­
idénticos: ethos/griego = ética; mos/latin = moral) habían determina­ bién philosophia moralis, es tenida en menos cuenta que la filosofía
do, a través del derecho natural, también el derecho «positivo». Detrás teórica (teoría del conocimiento, lógica), porque no permite por sí un
de todo esto hay una larga tradición, fundada sobre todo en Aristóteles. conocimiento, sino sólo un conocimiento en función de la elección
Ya la unidad platónica de bueno, verdadero y bello es expresión de la consciente de una acción (entre otras muchas posibles). El conocimien­
concepción fundamentalmente unitaria que los griegos tenían del ser y to (filosofía teorética) se refiere a objetos que poseen un ser, indepen­
sus valores y de la prevalencia de lo racional sobre lo irracional. El dientemente del comportamiento del hombre. Por el contrario, el ac­
núcleo de la «ética» está formado por la belleza y la bondad (Kalokaga­ tuar (filosofía práctica) se refiere propiamente a la actividad del hom­
thia). La «virtud» más alta -la justicia- es por consiguiente, según bre. En la filosofía práctica entra -siempre hasta el siglo XIX- el dere­
nuestra terminología, un fenómeno unitario ético-estético; política, éti­ cho natural como medida del justo comportamiento.
ca, poética no pueden ser separadas. Un filósofo, literalmente, es al­
guien que quiere conocer todo y saber hacer todo. Aristóteles crea a

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Del modo en que este sistema ha sido concebido se pueden r�� abar comportamiento que ahora entran a formar parte de la «política» (de­
algunos conceptos que han tenido un gran relieve en la evoluc1on del recho constitucional y político, derecho administrativo y administra­
derecho antes y después de Kant: ción).
1 . El derecho natural como norma y medida del derecho, como 3. La política relegada a la filosofía práctica (en el sentido de cien­
mecanismo de guía y de preparación de la normación jurídica, no es un cia de la polis, de la policía y, finalmente, de «ciencias políticas») pierde
problema jurídico, sino filosófico, o, más precisamente, un problema de hoy referencia a la «moral pública», a la «economía», al «derecho» y,
la filosofía práctica, de la unidad de «ética» y «política», esto es, un pro­ finalmente, a la misma filosofía práctica, de la misma manera que el
blema de moral pública (= civilización política). No es el «derecho» que concepto de filosofía viene teorizado y el concepto de economía viene
crea las normas jurídicas, sino la elección de la acción justa. confinado a las «ciencias naturales» exactas (como consecuencia de la
influencia de Descartes y Bacon).
2. La unidad de teoría legislativa, administrativa, financiera y eco­
nómica del Estado territorial antes de la Revolución Francesa y de La «filosofía política» (= «ciencia política»), que después Aristóteles
Kant debería quebrar ·-al menos como disciplina universitaria-, no había provisto de las directrices para el comportamiento práctico de la
apenas la ética comenzó a subjetivarse, y la ética socia� a t� ansform_ars� comunidad política, en el contexto de la economía y de la ética, muere
en ética individual, ética del «sentimiento», «de la conc1enc1a». Esta md1- por consiguiente de una muerte «apolítica», por voluntad del «moderno»
vidualización fue lograda, después de algún apunte en la Estoa, en la concepto de ciencia y de filosofía. Porque todo aquello que había que­
ética de Pablo y Agustín, y llega a realizarse en tiempos de la Reforma dado de la ciencia política en la ciencia y en la filosofía eran sólo las
de modo radicalmente «cristiano», en Puffendorf de modo radicalmen­ teorías del «poder político» que no consideraban las' intenciones y los
te «profano». Se produce así la escisión entre religión y filosofía prácti­ fines de la actividad política, sino las instituciones (no la organización,
ca, entre la ética cristiana y la profana, entre fe y comportamiento. En ni las funciones, ni la praxis política real, sino sólo el «modo de mante­
vía de principio es puesto por el derecho natural como derecho sólo ner» posiciones de poder), de la unidad de moral pública, derecho natu­
en cuanto los principios directivos del comportamiento pueden ser de­ ral y actividad política nace una teoría general del Estado (originaria­
rivados de modo vinculante por una orden normativa interior, «más mente, derecho natural público; a la teoría del Estado se añade, después
alta». Por consiguiente, en Puff endorf no hay más esto, y ni los «jutistas la separación entre Estado y sociedad, la «teoría social» de la cual se
de la razón» sólo en los límites en que se postula una general «razón desarrolla una «sociología» apolítica, los intentos de resucitar una «cien­
universal». Kant hace más profunda la escisión entre ética y filosofía cia general del Estado» en el siglo XIX, han fallado todos) y un derecho
p ráctica, separando rigurosamente la moralidad de la legalidad. Con del Estado, que ahora contemplan sólo las «formas jurídicas», como por
esto, según Kant, puede haber espacio para el derecho natural sólo si ejemplo el soberano absoluto como órgano del Estado, entendido como
viene entendido como teoría de los principios directivos del comporta­ persona jurídica, la actividad del Estado como sistema de leyes, delega­
miento que tienen una orientación «económica» o «política». Este espa­ ciones y actos administrativos, las posiciones de los ciudadanos como
cio viene después sustraído al derecho natural por el liberalismo eco­ sistema de derechos públicos subjetivos. Nace además una «ciencia po­
nómico, por la escuela histórica del derecho y por el concepto de lítica» que no se propone ya el fin del comportamiento «moral» y de las
filosofía del idealismo alemán. Viene destruida así la filosofía práctica. «formas político-jurídicas», sino el de la «producción» de formas organi­
La economía y el «derecho» se convierten en una «arestion privada» en zativas, y que por consiguiente no opera más de modo «práctico-disléc­
el Estado de derecho burgués liberal: el derecho es exclusivamente «de­ tico», sino que piensa de modo «poético-teórico» (W. Hennis). La «cien­
recho privado» (derecho privado, derecho procesal, derecho penal), el cia política» se transfiere por consiguiente de la filosofía práctica a la
derecho «público» queda en un primer momento en la facultad de filo­ filosofía poética, de la cual degenera en «teoría organizativa técnica»,
sofía (lo exigía Savigny a propósito de la Universsidad Humboldt) y se después de que Kant había destruido la «estética» para darle una nueva
convierte más tarde en un derecho institucional apolítico y enriquecido orientación. Kant retenía que su Estado era posible hasta para un pue­
por elementos de derecho civil, liberado por todas las categorías del blo de diablos, incluso «inteligentes». Según él, una buena constitución

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del Esta do no depende de la «moralidad» de un pueblo, sino que, por el No es posible imaginar en el mund o o fuera de éste algo que pueda
contrario, es por l a Constitución del Estado por la que se debe preten­ ser considerado ilimitadamente bueno, sino l a buena voluntad
de r «en primer lugar l a buena formación moral de un �ue�l?»- Es�� es
La acción que es realizada en la base a un deber no extrae su valor
el Estado de derecho kantiano que se b asa en la em anc1pac10n pohtica,
moral de l a íntención que con ésta debe ser perseguida, sino de l a má­
jurídicamente ya anticipada, de la sociedad civil, el Estado �e las inst�­
. xima según la cual ha sido adoptada, no depende de l a re alidad del
tu ciones j urídic as, un Estado legislativo, no basado en l a act1V1dad poh­
objeto de l a acción, sino sólo del principio del querer, según el c ual tal
tica, en la economía, las finanzas y la administración, un Estado que
ac ción, al prescindir de todos los objetos de la c apacidad volitiva, ha
como Estado de derecho no tiene más que el objetivo de garantizar la
sido realizada.
sociedad civil formada por personas morales autónomas, en que no son
los objetivos y los fines políticos a constituir el dere_cho, sino l as «gara? ­ El deber es la necesidad de cumplir una acción por respeto a l a ley.
tías de la libertad», en que el «bien común», una <<Vida honesta», la «vir­ El imperativo categórico (del deber) es por tanto uno solo: actúa sólo
tud» (según la terminología clásica) vienen sustituidos por la libertad: según aquella máxima que te permite al mi smo ti empo querer q ue ésta
que es, sin embargo, sólo una libertad formal. Nos asusta hasta �ue se convierta en una ley general.
punto hemos perdido entonces la sensibilidad por acciones y o�gam�a­
_ La autonomía de la voluntad es aquella cualidad de la voluntad por
c iones entendidas como elementos fundamentales de la filosofia prac­
la que esta última se convierte en ley por sí misma (independientemen­
tica, y por consiguiente también de la política del derecho; si hablamos
te de la c ualidad de los objetos de l a voluntad). El principio de la auto­
de Estados autoritarios, dictatoriales, totalitarios, en efecto, tomamos
en consideración l as formas organizativas, las instituciones de las for­
nomía es este: hacer sólo aqu ellas elecci ones que permiten comprender
las máximas de la propia elecc ión al mismo tiempo como ley general.
macione.s de l a voluntad, no la realidad moral.
Estas leyes de la libertad son ll am adas, para disting uirlas de las leyes
4. Pero más relevante aún que estos particulares es l a convicción natur ales, leyes morales. Cuando se refieren a l as acciones externas,
de que l a «política del derecho>> ha sido siempre y d�b�rá _v?lve r a s_e: éstas vienen llamadas jurídicas; pero si se pretenden motivar por l a ac­
una cuestión de filosofía práctica, esto es, de una razon 1 und1ca Y pohti­ ción sol a, éstas son éticas, y en tal caso se dice: l a coincidencia con la
ca práctica, que por tanto el derecho es una jurisprudencia que un� primera determina l a legalidad; con l a seg und a, la moralidad de la ac­
ciencia del derecho, que el comportamiento humano, que debe contn­ ción.
buir a garantizar l a convivencia entre los hombres, debe bu scar sus
estímulos en la unidad de «ética» y «política», que lo que cuenta es la El derecho es la quintaesencia de l as condi ciones en l as que el arbi­
praxis, hacia la cual se debe orientar hoy una nu eva «ciencia polític a», trio de una persona p ueda coincidir con el arbit rio de ot ra persona se­
l a «psicologí a social» y la «filosofia moral», para citar sólo alg unas de 1� gún l a ley general de la l ibertad.
materias, no menos «que la jurisprudencia, la política del derecho» (= la
Sería presuntuoso si quisiese criticar en pocas palabras la teoría éti­
moderna filosofía del dere¿ho) -y que ning una de éstas puede existir ca y jurídica de Ka nt. Me limitaré sólo a considerar las consecuencias.
independientemente de las otras. Con brevedad, ligar las disc�p�1_1�s
normativas y empíricas en una completa unidad basada en la d1v1s1on En virtud de la influencia que K ant h a ejercido en el id eali smo y en
del trabajo, para mediar «teoría» y «praxis», es un objetivo q ue debe s�r el romanticismo alemán, interrumpe l a investigación, que ha durado
afrontado por cada una de las disc iplinas con métodos orientados hacia más de dos mil años, de principios éticos objetivos, que viene reempla­
una útil teoría científica. zada por la moralidad subjetiva del hombre entendido como «carácter
inteligible», la ética del comportamiento es s ustituid a por l a ética rigu­
Hemos visto que la influen cia ejercida por Kant es decisiva para la rosa del p ens amiento. La úni ca mediación entre moral y derecho en el
ruptura con todas las tradiciones espirituales en l a época de las grandes mundo data de la moralidad, se bas a en el imperativo categórico, que
evoluciones en Europa, en el siglo XVIII. Cito las expresiones de Kant todavía no puede ofrecer para el comportamiento prácti co mayores di­
que en este contexto parecen más relevantes (los subrayados son míos): rectrices que las que no han ofrecido ya los sistem as de círculo cerrado

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de los derechos naturales. Con el imperativo categórico casi todo com­ de la ciencia); esto es, que, en los casos en que debe adquirir algo a
portamiento puede ser legitimado como «moral». Ciertamente, hay que otros para vivir, lo adquiera sólo vendiendo lo que es suyo, no permi­
recordar que el derecho no ha interesado a Kant de modo particular. tiendo a los otros usar de sus fuerzas: que no sea siervo de nadie de
Así, el imperativo categórico ha acabado por favorecer, a través de la fuera de la comunidad.
escuela histórica del derecho de Savigny, la conservación de las rela­
ciones humanas y la evolución de la razón del derecho a ciencia del Como vemos, el Estado de derecho de Kant no contempla toda la
derecho y al rígido positivismo jurídico: población, sino sólo a la burguesía, poseedora y culta. El dere.cho se
disuelve en las esferas de libertad de determinados grupos de hombres
«El status de los ciudadanos, entendido exclusivamente como status que el «Estado» tutela con el derecho procesal y penal, esta es su única
jurídico, está basado a priori en los siguientes principios: función en el campo del derecho. En tal Estado de derecho no hay
l. La libertad de cada miembro de la sociedad, como ser humano. lugar para una «moral pública», el Estado de derecho se convierte en el
2. La igualdad de los miembros de la sociedad, en cuanto súbditos. fondo en una mera reacción a las violaciones de la libertad. Kant no ha
3. La autonomía de cada miembro de una comunidad como ciu­ separado el derecho de la moral, sino sobre la base de sus conceptos de
dadano.►> derecho y de moral. Ha regulado las relaciones entre sí de modo tal que
no es posible individuar alguna conexión. Ha separado el derecho de la
Estos principios no son leyes dadas por un Estado ya existente, sino filosofía, sobre todo porque no ha dejado lugar a la filosofía práctica;
que son leyes que por sí solas hacen posible la instauración de u_u Esta­ además ha separado el derecho del «arte» y la filosofía de la «estética».
do conforme a los principios de la razón pura del derecho «extenon► del Con esto ha sustraído al derecho todos los fundamentqs que en una
hombre. comunidad política constituyen las fuentes de su vitalidad.
l. La libertad como ser humano, cuyo principio, constitutivo de
una comunidad, describiré con la siguiente formulación: nadie puede Si Kant ha abierto, con una orientación totalmente nueva desde el
obligarme a ser feliz a su manera, según su concepción del bienestar punto de vista filosófico, el camino al Estado de derecho burgués, lo
del hombre, sino que cada uno puede buscar la propia felicidad eli­ mismo que h a hecho Adam Smith en economía y Friedrich Karl von
giendo aquel camino que le parece mejor, respecto a la libertad (esto es, Savigny (1 779-186 1 ) en el derecho. Esta trinidad continúa determinan­
este derecho), es otra forma de perseguir objetivos análogos; una liber­ do hoy el mundo «burgués» del pensamiento contemporáneo. Para po­
tad que puede coexistir -según una posible ley general- con la liber­ dernos hacer una idea de las proporciones de este «mundo burgués»,
tad de todos. vale la pena echar una mirada sobre los desarrollos del período cÓm­
prendido entre 1800 y 1850. La población de Prusia, que es particular­
2. La igualdad como súbdito, que se podría formular así: cada mente indicativa, aumentó en aquel período de 1 0 a 1 6 millones de
miembro de una comunidad tiene poderes coercitivos en las confron­ habitantes; la de Alemania, de 23 a 36 millones. En torno a 1 800 más del
taciones de otro miembro; ni está excluido el jefe de la comunidad 80 por 100 de la población prusiana vivía de la agricultura o dependía
(porque no es su miembro, sino el creador y administrador), el cual es de ella indirectamente. Cerca del 50 por 1 00 de la renta nacional prove­
el único que tiene el derecho de obligar a los otros, sin estar a su vez nía de la industria. Entre 1 800 y 1 850 el número de los «trabajadores»
sujeto a una ley coercitiva. no agrícolas aumentó en Alemania de apenas 80.000 a cerca de un mi­
llón; «fuentes» de la clase obrera eran la liberación de los ciudadanos, la
3. La autonomía de un miembro de la comunidad como ciudada- ruptura de los estatutos corporativos, la disminución de las empresas
no, esto es, como legislador... La cualidad indispensable (del ciudadano =­ artesanales, debida a la creación de grandes empresas industriales y
citoyen),· prescindiendo de la natural (no debe ser ni menor ni mujer), agrícolas, y el incremento «natural» de la población, seguido de la aboli­
consiste sólo en el hecho de que sea patrón de sí mismo (sui iuris), que ción de los límites y vínculos a los que la institución del matrimonio
tenga por consiguiente alguna propiedad capaz de darle para vivir (se estaba sujeto, a la elevación del standard de vida y la disminución de la
puede tratar también de un artista, de un maestro de las bellas artes o tasa de mortalidad. Berlín contaba en 1 800 con 1 50.000 habitantes, casi

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1 / 6 de la población que vivía en Londres, el mismo número de habitan­ �ibertad ?e la propiedad, que jurídicamente ha producido la desapari­
tes que París había tenido ya en el siglo xvm. A comienzos del siglo XIX ción del sistema feudal; libertad contractual, que ha llevado a la defensa
se pueden individuar esencialmente dos clases «sociales»: la de los lati­ de la libre concurrencia; libertad de testar, que ha hecho frecuentemen­
fundistas feudales y la de los nobles de las ciudades, de un lado, y de te posible la acumulación y la conservación del capital, se convertirá así
otro, la de los artesanos, comprendiendo ambos el relativo «personal en aquellos g�and�osos ejes del Estado de derecho liberal-burgués, que,
auxiliar». Una «clase media», una alta y pequeña burguesía, no existía asegurando lzfe, lzberty, property, aseguraban al mismo tiempo el pleno
todavía como «clase social», pero existían grupos, agrupados por la cul­ desarrollo del capitalismo .privado «burgués». Un Estado de derecho
tura y los intereses culturales, y un estrato de población que no forma­ creado todo lo más para el 20 ó 30 por 100 de la población.
ba parte ni de la nobleza, ni del «pueblo», aquel «hermoso núcleo medio
pudiente» (Goethe hacía entrar en él a los empleados, los comerciantes, �ablaré e � los capítulos sucesivos más detalladamente de la impor­
los fabricantes, «sobre todo las mujeres y las hijas de tales familias, t�nc!a de Sav1gny pa�a el derecho de los siglos XIX y xx. Aquí bastan las
_
también los párrocos rurales»), «en los que está colocada la inteligencia s1gmentes cons1deracwnes: la escuela histórica a la cual se refiere nues­
culta y la conciencia jurídica del pueblo» (Hegel). Las clases de la «bur­ tra «cult�ra jurídica» �frece -por primera vez en la historia de la juris­
guesía» y del «proletariado», que a continuación denominarán el cuadro prudencia- una motivación de la cientificidad del derecho. El «dere­
de la población (la «clase de los trabajadores que nada tienen», según cho» se convierte así en una «ciencia del derecho». En efecto la
von Stein), se forman sólo en el curso del siglo XIX, sobre todo en su «historicidad» del derecho en la escuela «histórica» del derecho n� es
segunda mitad. Hacia el fin del siglo el 70 por 1 00 de la población de historia �e! derecho, sino una legitimación científica, filosófica, filológi­
_
Alemania forma parte de la clase asalariada; cerca del 20 por 100, del ca e h1stonca del derecho del tiempo. Esta nueva orientación del dere­
artesanado, y sólo el 3-5 por 1 00, de la gran y pequeña burguesía, como cho hacia la cientificidad no es más que expresión y 'realización de la
se deduce de las estadísticas elaboradas, para establecer los datos rela­ cultura cie�tífica de su tiempo, a la cual Kant había dado la explicación
tivos a las empresas y a las tasas. Ya en los años cuarenta del siglo Y que fue mterpretada por la concepción universitaria de Humboldt
pasado, cerca de los 2/3 de los trabajadores varones son proletariados �ich�e, Schleier�acher y Schelling; este es el «espíritu del espíritu» deÍ
-en el sentido que entonces se atribuía al término- o en fase de «pro­ 1deahsmo aleman y de sus modelos culturales («espíritu» entendido
letarización», gente que vivía en condiciones económicas tan limitadas co� o rea)izació� de ideas morales). «Lo que se contempla hoy mirando
hacia atras, se siente 9.ue corta la respiración.» ·De este sentiº
que bastaba una mínima situación de crisis para caer en la miseria. - e do habra
nac1•do una nueva Hélade o el Estado totalitario ideologizado? (F. Wieac-
Basten estos pocos datos para hacernos una idea de la realidad so­ 1'-er). �ant, pero ta��ién Hegel, están en el origen de esta concepción
cial del siglo XIX, y es en esta realidad, y por ésta, cuando . nace el pen­ .
de la c1enc1a del espmtu, de esta transformación de la «ciencia» en filo­
samiento filosófico dominante (Kant) como obra de una filosofía que s?fía. El «individuo filosófico» (Schiller) es el tipo de hombre caracterís­
deduce sus imperativos no ya del hombre «empírico» -Kant lo consi­ tico d� :sta nueva tendencia espiritual, el Brotgelehrte 1 (Schiller) es la
deraba determinado en su complejidad en sentido causal-, sino del _ _
expres1on de la v1eJa tendencia hacia la utilidad.
hombre «inteligible», abstracto. En esta realidad nace el pensamiento
económico dominante de una filosofía económica «liberal» (A. Smith), La «ciencia del derecho» no estuvo todavía en situación de realiza
r
que no admitía la formación de monopolios, carteles y grupos ni siquie­ tan pretencioso programa idealista. Esta no era antes una ciencia
del
ra de sociedades por acciones, fuera de los sectores de la construcción derec ho. �ara estar al día con las «ciencias del espíritu» y tambié
_ n con
de canales, caminos y ferrocarriles y seguros. Es en esta realidad en la la Umve:s1dad (� umboldt, Schelling y Schleiermacher querían
-:- confi­
que nace el pensamiento jurídico dominante de una doctrina del dere­ nar a te�logos, Ju�1stas y médicos en escuelas especializadas)-,
_ la juris­
cho (Savigny) que traduce a Kant y Smith en términos jurídicos. Sa­ prudencia deb1a ligarse al «espíritw> de la facultad filosófica que
domi­
vigny ha creado los ejes del sistema jurídico: el derecho subjetivo como n_aba toda la �niversidad y que estaba a su vez determinada e
influen­
quintaesencia de las esferas de libertad kantiana y la actividad jurídica ciada por las ciencias clásicas de la antigüedad, por las interpretacion
es
como técnica de realización de la autonomía privada de los ciudadanos. 1
Literalmente «el hombre que estudia por el pan».

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filosóficas y por las especulaciones filosóficas. Esta encontró tal liga­ El peso �ue Savigny y su escuela histórica del derecho, que -según
-
men en la división «clásica» entre idea y materia, entre forma y sustan­ la concepc10n moderna- era completamente ahistórica, han tenido so­
cia, entre el concepto jurídico filosófico, vinculado a la cultura de la bre el actual mundo jurídico, no puede ser nunca bastante destacado
época, y al sistema jurídico orgánico completo, entendido como ciencia Kant X Savig?y han creado los fundamentos de un derecho -ciego ;
jurídica, por un lado, y la materia jurídica históricamente determinada, t �mbien hostil- en las confrontaciones con la realidad de los últimos
_
como objeto de la ciencia, del otro. Para Savigny y sus alumnos, la c1en_to cmcuenta/ ciento ochenta años. La imagen del hombre de Kant y
jurisprudencia es una ciencia histórica, porque transmite «el conoci­ Sav1gny es una de las componentes principales de la imagen del hom-
miento de un dato objetivo» (este dato objetivo es la «ley»); esta es ade­ bre que domina hoy el derecho.
más una «ciencia meramente filológica>, porque, por ejemplo, el juez
debe sólo individuar y aplicar las «reglas de la ley» que vienen ilustradas ?tra comp_onente pr!ncipal ha nacido de la defensa contra las impli­
por la ciencia jurídica, pero no puede decidir «arbitrariamente»; la ju­ cac10n�s políticas y sociales de la ética formal y del Estado de derecho
risprudencia es finalmente también una ciencia filosófica, porque la hurgues. Se trata de la jerarquía de valores extrajurídicos de las <mor­
«elaboración sistemática», entendida como «objetivo general de la cien­ mas de la ley moral», que valen «independientemente del hecho de
cia jurídica», crea la «unidad» por las «conexiones internas» del orde­ aquellos a los que se dirig_en y de los que pretenden respeto, las respe­
namiento jurídico. «Pero en ningún caso», dice Savigny, «el derecho del ten Y las reconozcan efectivamente», una jerarquía a la cual se reclama
Estado» (por el que entiende «la exposición sistemática de la constitu­ sobre todo el �GH (en las cuestiones de derecho civil y de derecho
ción del Estado») «puede entrar en el concepto de jurisprudencia». Ve­ penal): Est � «sistema de valores predatados e intocables», que valen
remos a continuación cómo, en el ámbito de la doctrina de las fuentes «por_ �rn, sera_ tratado más detalladamente en el contexto del derecho de
del derecho, sobre todo a propósito de la formación del derecho con­ famil1�: La «idea» ha sido tratada en la jurisprudencia 'Y en la doctrina
suetudinario, es atribuido a la ciencia jurídica el monopolio de la evolu­ d: la etica de los valores antikantiana y material de Max Scheler y Nico­
ción del derecho, un monopolio que se esconde detrás de la «concep­ la,_ Hartmann, que han intentado, ligándose a una vieja tradición de
ción jurídica de todos los bienpensantes», la cual no ha perdido todavía mas de dos mil años, motivar las reglas de comportamiento morales
_
su función de fórmula mágica; un monopolio para una ciencia jurídica consideradas generalmente vinculantes. En la filosofía de Scheler y
que, encontrándose, por culpa propia, en la necesidad de convertirse y Hartmann se habla de «un orden eterno>> de «valores éticos absolutos»
perpetuarse como una ciencia del espíritu, a cualquier costa, se ha he­ con una «existencia objetiva» y una <�erarquía precisa» (por ejemplo, e�
cho cada vez más abstracta hasta perder todo contacto con la realidad Sch :l �r todo 1 � que es sagrado está por encima de lo «espiritual», lo
_
política del Estado y de la sociedad de su tiempo, para caer después «espmtual» esta por encima de lo «vital»), que no pueden ser relativiza­
-después de la quiebra del idealismo- en el más riguroso positivismo dos, Y que pue?en �er no sólo reconocidos, sino conocidos, si �o con la
(«la ley es la ley»). Naturalmente hay que apreciar, como la otra cara ayud � �� las ciencias naturales, al menos con la experiencia espiritual
del idealismo jurídico de Savígny, su actitud «corporativa-conservado­ («sens1b1lidad para los valores»). El extremo y sumo punto de referencia
ra», que lo ha inducido a dirigirse políticamente (en polémica con Thi­ de este orden de valores es en Scheler el «plano divino de la salvación»·
bant) contra la legislación «absolutista-reformista» y «democrático-ce­ en Hartmann, «el amor por lo más remoto», «el amor por el hombr�
sarista» de Prusia y Francia, porque temía «por motivos políticos la futuro como puede ser concebido por aquel que vive en la idea».
victoria de una reforma democrático-igualitaria del derecho, de la Cada cual en el mundo es libre de seguir a Scheler y Hartmann
Constitución y de la sociedad», todas las citas son de F. Wieacker). La pero n_ingu�o _e� libre, en este nuestro mundo contemporáneo y finito:
lucha en el campo del derecho entre el conservadurismo feudal (Sa­ de aplicar Jund1camente a cualquiera esta filosofía como «normas ex­
vigny) y el emergente «liberalismo» nacional (Thibaut) se convierte en traju_ríd !cas de la ley moral». Y esto sucede todos los días. Entra por
realidad en «una lucha en torno a la conservación o transformación de cons1gu1ente en el objetivo de la clarificación permanente de nuestra
la situación jurídica y social tradicional y era determinada por el juicio s�ciedad enma�carar todas las nuevas formas de derecho natural. que
que se tenía sobre las ideas de la Revolución Francesa (W. Wilhelm).
m el protestantismo, ni menos el ateísmo, el humanismo, etc., recono-

72 73
cen para aquel que es: la idea del derecho «del Occid�?te cri�ti�o», una existencia temporal, finita, de hombres que viven en comunidad,
_
prevalentemente de confesión católica, y/ o la especulac1on filosofica, Y que sean lo más maduros posibles y vivan en una sociedad lo más ma­
comúnmente la pretensión de grupos particulares de presentar las pro­ dura y abierta posible. En los capítulos sucesivos hablaremos de estas
pias ideas como absolutas a un mundo que a su vez está lleno de relati­ condiciones, relativamente a los problemas jurídicos específicos de los
vidad· brevemente una tiranía de las ideas, una ideología, una intole­ que nos ocuparemos. El hilo conductor de la investigación será la histo­
ranci� y, por consiguiente, también una violación de la Constitución. ricidad de toda existencia humana que da lugar a experiencias y fuerza
Como vernos, la imagen del hombre en el derecho, impuesta por una de organización, la impone o la disuade, y el objetivo político ha impues­
parte del mundo jurídico al mundo circunstante, es una mezcla de tra­ to la convivencia y que ha sido definido, en sus contornos, por la
dición cristiano-occidental y ética material, que se había propuesto su­ constitución de nuestra ley fundamental según la cual debemos reali­
perar la ética formal de Kant, «aquella fórmula terriblemente soberana zar un Estado democrático, social de derecho.
en todo su vacío» (Scheler). Esto que expresa, esta mezcla no es la dia­
léctica concordantia di.scordantium, sino la total renuncia a toda refe­
rencia a la realidad, y este es el pecado original del _derecho. No es sólo
el hecho de que no se tome nota de Marx, Darwin, Freud y Nietzsche,
sino que se ignoran totalmente los descubrimientos de las nuevas cien­
cias sociales modernas, sus papeles, las reacciones, la adaptación, los
conflictos, la manipulación del hombre y de los grupos. Se ignoran
además los descubrimientos de las nuevas ciencias naturales, sobre
todo de la ciencia del comportamiento, de la medicina social y de la
biología molecular. El hecho de que en el código genético del nombre
puedan ser acumuladas diez mil unidades de informaciones heredita­
rias, en el pensamiento (es decir, en el ácido ribonucleico) diez mil uni­
dades de información; que según la engranación y la programación, las
diferencias entre el hombre y el animal se reducen a diferencias cuanti­
tativas, no cualitativas; que a la manipulación física se añade la espiri­
tual y psíquica: bien, todo esto nosotros los jesuitas lo ignoramos; com­
partimos como aquel buen ciudadano del Fausto I: <(No hay nada más
bello, en los días de reposo, que conversar sobre la guerra, cuando muy.
lejos allí en Turquía los pueblos se encuentran. Estoy en la ventana,
acabo de beber mi copita y contemplo las naves que van ya por el río;
después, por la tarde, vuelvo tranquilo a casa bendiciendo la paz y los
tiempos de paz.» Y nosotros juristas ¿qué bendecimos? La autonomía
de la personalidad. El hombre es autónomo, incluso· aquel hombre que
no pueda ser autónomo y que no quiere serlo.
Y entonces, ¿cuál debería ser la imagen del hombre en el derecho?
No eludo este problema y respondo: semejante imagen del hombre no
existe, como no existe la concurrencia, la moralidad, la justicia, el dere­
cho. Ciertamente, podemos formular condiciones que deberían ser re­
alizadas o abolidas, para que pueda ser realizada su existencia aquí,

74 75
v_________________
De la separación del Estado y sociedad civil
a la unidad de derecho y política

«¡Seguridad y tranquilidad! ¡Orden y libertad!»


Con estas palabras los ciudadanos, en el primer acto del Egmont de
Goethe, hacen un brindis a la «salud civil». Esto es todo un programa,
típico del «mundo civil», sino también del mundo d�l derecho civil.
«Esto no se refiere sólo a enorme cantidad de pequeñas normas jurídi­
cas, sino a la gran masa del derecho, que puede ser considerada como
fundamento del derecho civil, sobre todo la doctrina de la... segurjdad
de la propiedad.»
«Lo que contaba para los nobles príncipes alemanes no era que los
súbditos fueran puestos bajo su yugo o que sintieran constantemente
las espuelas y las riendas del malvado caballero; ellos deseaban más
bien que, bajo el gobierno de sabias y estables leyes, gozaran de la me­
recida tranquilidad y vivieran, posiblemente sin obstáculos y sin ser
molestados, su vida honesta, fiel y tradicional.
Las citas son de Antón Friedrich Justus Thibaut ( 1 772-1840) que ha­
bía publicado en 1 8 1 4 el famoso programa «De la necesidad de un de­
recho civil general para Alemania», que provocó a su vez el programa
aún más famoso, «de la vocación de nuestro tiempo para la legislación
y la ciencia jurídica» ( 1 8 14) de Friedrich Carl van Savigny ( 1 779-186 1).
En estos escritos, que constituyen el comienzo del derecho civil «mo­
derno», no se encuentran, sin embargo, tales citas sobre «orden y liber­
tad» como sobre la seguridad y la tranquilidad. Es este el espíritu del
derecho civil de entonces: una vez que la seguridad y la tranquilidad
están garantizadas, el orden y la libertad vienen por sí mismos. El orden
es el sistema mismo de las libertades garantizadas: el hecho de que
todos los ciudadanos sean igualmente libres constituye el orden de su

77
vos del Estado de derecho, social y democrático de nuestros días tal
mundo civil. El orden no es el presupuesto, sino la consecuencia de las
disti�ción, tie�e más inconvenientes que beneficios, porque la sociedad
libertades civiles. Así razona el mundo del derecho civil liberal. Hoy .
particular política moderna no es ni una sociedad privada ni una socie­
concebimos el derecho civil al modo contrario: el «orden» no es una
dad feudal.
consecuencia de la libertad civil, sino su presupuesto. Así razona el
mundo del derecho civil político. El �echo de que hoy el derecho civil sea considerado parte del dere­
No es fácil comprender hoy el «derecho civil», que refleja los mo­ cho �rivado (llamado por lo demás derecho privado general, para dis­
.
mentos centrales de la evolución del derecho con sus luces y sombras. tmgwrlo del derecho privado especial, esto es, del derecho mercantil
En los tres capítulos sucesivos explicará sobre la base de ejemplos típi­ del der�cho de �ropiedad intelectual, etc.) -mientras el derecho públi�
cos y actuales, el espíritu, el clima y los métodos del moderno derecho co consiste, segun nuestra concepción, sobre todo en el derecho consti­
civil, esto es, las relaciones patrimoniales y de trabajo, contractuales y tucion �l adm_i nistr�tivo, penal y procesal- puede satisfacer quizá una
'.
extracontractuales, las del derecho de familia, dedicando una parte es­ super�1cial _exigenc1� ?e sistematicidad y puede determinar concepcio­
pecial al divorcio, los problemas centrales del derecho de sucesión, te­ nes aun mas superficiales, pero en realidad obstaculiza la comprensión
niendo en cuenta en particular la disciplina de los hijos ilegítimos. de los procesos y de los problemas jurídicos más que la favorece. El
.
s1stem� �e c<:_orden�das q�e _está en la base de esta concepción (dere­
.
En este capítulo me dedicaré a los modelos fundamentales del dere­ cho publico - relaciones Jerarquicas entre la generalidad y el indivi­
cho civil. duo; der�cho privado = equiparación entre todas las personas jurídi­
cas) no tiene fundamento. Por ejemplo, en el caso de financiación con
La subdivisión del derecho en derecho público y derecho privado es �ago de intereses de la industria minera por parte de1 Bund ·está en
antiquísima y surge, como otras muchas subdivisiones típicas del dere­ Ju�go el derecho público (por �jemplo, el derecho administratfvo) o el
cho civil, en el derecho romano. Hasta la época clásica (que culmina en privado (�erecho de crédito)? Es evidente que, desde el momento en
los siglos II y III d. C.) los romanos habían subdividido las instituciones
que semeJante caso se refiere al sector del balance que la economía
jurídicas según las personas, cosas y tipos de acción, hasta que uno de .
nac10nal en gene�al, a la política de las crisis económicas y de la coyun­
los juristas clásicos más famosos, Ulpiano, creó la subdivisión definitiva .
tura �• por consiguiente, a la «generalidach de las personas jurídicas
en derecho público (ius publicum que se refería sobre todo al culto y la (por eJemplo, la República Federal, el «Rationalisierungsverband» de las
actividad de los sacerdotes y los oficiales públicos) y derecho privado
i�dustrias mineras d�l Ruhr, la Bergbau-AG, etc.), de este modelo jurí­
(ius privatum, en el que entraban: el ius natura/e, «lo que la naturaleza dico no se puede derivar un sistema jurídico estable. En los sectores del
ha enseñado a todos los seres», por ejemplo, el derecho matrimonial; el
<<?erecho del trabajo», del «derecho de la economía» y del <<derecho so­
ius gentium, que es común a todos los pueblos -aquí se trataba en c�al», que no �ueden ser entendidos ni en el sentido del derecho público,
particular de la relación entre el ciudadano romano y el no romano m en el sentido del derecho privado, se revela la decisiva superación
dentro del Imperio (en el año 88 d. C. la ciudadanía romana fue confe­ histórica de los modelos hoy superados.
rida a todos los itálicos, en el 2 1 2 a todos aquellos «que pertenecían al
imperio romano»); y finalmente, el ius civi/e, el derecho propio de los También �quella corriente de pensamiento que después ha aportado
ciudadanos romanos, cives). al derecho civil moderno, sobre todo al código civil de 1 896 (en vigor
desde el 1 de enero de 1 900), está hoy superada por la historia: el dere­
Esta subdivisión refleja en doble status del hombre como individuo
cho civil entendido como derecho de la burguesía, de la sociedad civil o
y como miembro de la comunidad, y se convierte en tanto más clara
burguesa, no en el sentido de un consciente derecho de estado o clase
cuanto más claras son las distinciones entre estas dos condiciones. El
sino como derecho del sustrato nacional que sostenía y determinaba aÍ
culmen de la distinción ha sido conseguido con el modelo del Estado de
«Estado» y la «s��iedad» del siglo XlX. Si no se comprenden los procesos
derecho del siglo XlX, mientras la imposibilidad de una clara distinción
de transformacion, sobre todo de los últimos doscientos años, no se
ha sido demostrada sobre todo por el feudalismo, por el primer medie­
pueden comprender ni siquiera las funciones de nuestro actual derecho
vo hasta comienzos del ochocientos. Dadas las condiciones y los objeti-
79
78
en general, y del civil en particular. Me limitaré a esbozar brevemente 4. La disminución de la autoridad del clero, sobre todo en virtud
las conexiones y los hilos conductores más importantes �e tal evolu­ de la Reforma, disuelve la confianza y la fe; la instauración de los orde­
ción, reservándome explicarlo mejor en los capítulos sucesivos sobre la namientos vigentes como ordenamientos «queridos por Dios» e inmu­
base de ejemplos singulares. tables son puestas en duda, también por la influencia de la investiga­
ción científica.
La sociedad corporativa feudal, que había caracterizado sobre todo
el medievo, se distingue por el estricto entrecruzamiento entre los víncu­ 5. El «buen derecho de un tiempo» (tradiciones, costumbres, usos)
los de los status y los ordenamientos sociales: cada individuo vivía ex­ se disuelve; el derecho consuetudinario es sustituido por el derecho co­
clusivamente en aquel determinado ordenamiento social en el que ha­ dificado, el corporativo cede al mandato del soberano. Esta transfor­
bía nacido. La Iglesia, la ciudad y el latifundio eran las columnas del mación viene mediatizada por la llamada recepción del derecho roma­
ordenamiento político, basado en «la tierra y el dominio» (O. Brunner). no, detrás del mal se esconden cambios incisivos en la administración
En torno al 1600 vivían en el territorio del Deutsches Reich cerca de 20 fura!, pero sobre todo la formación de un nuevo núcleo de juristas bu­
millones de hombres, los cuales, después del periodo de colonización rócratas, libre de viejos vínculos corporativos e instruido en el derecho
del Oriente y bajo la presión de continuas epidemias, parecían consti­ romano en las escuelas italianas, junto a la idea de una continuación
tuir, en un examen superficial, un organismo social estático y estanca­ del imperio romano en el imperio alemán. El derecho romano se con­
do. En realidad los presupuestos de todas las crisis de la sociedad cor­ vierte así, más por sus cualidades racionales que por la susodicha «con­
porativa y las causas de su transformación y reconstrucción deben cepción imperial», en «derecho común» generalmente vigente.
individuarse en este «otoño del medievo». Las más importantes son:
Todos estos síntomas de crisis revelan transformaciones sociales,
l . La autoridad «estatal» de los soberanos aumenta en desventaja
que, eliminando los viejos objetivos organizativos, quedan irresueltos,
del Reich y crea, por ejemplo, con los desequilibrios entre la tutela jurí­
tienden a crear instancias organizativas de tipo nuevo. Tal desarrollo se
dica y las continuas venganzas, un general sentido de inquietud e inse­
manifiesta en el llamado <(Viejo Estado territorial alemán», que entre los
guridad en la ciudad y en el campo.
siglos XIV y XVII, en forma de Estado policía y Estado administrativo
2. Desde el momento que la población se concentra en las ciudades asume el objetivo de garantizar la paz, el orden, el bienestar y el dere­
aumentan los problemas organizativos. Es cierto que en el siglo XV, se­ cho. Esto es un Estado absoluto, soberano, aunque no libre de conflic­
gún las estadísticas efectuadas sobre 3.000 ciudades, sólo 200 contaban tos entre las clases sociales, de un lado, y el Emperador y el derecho, de
con más de 1 .000 habitantes; de ellas 40 con más de 2.000. Pero los otro. Es un Estado conservador, a juzgar por sus formas y por los me­
derechos de libertad de que se gozaban en éstas («el aire de la ciudad dios empleados, pero progresista por lo que se refiere a los fines. La
hace libres»), la atmósfera «comercial» y su poder político (alianza con ciencia de la policía representa el marco general en el interior del cual
el poder del soberano contra el régimen feudal y alianza con la Iglesia y se desarrollan la actividad legislativa, administrativa, financiera y eco­
los latifundistas contra el soberano), crearon, junto a un diverso modo nómica. Esta representa la unidad clásica de ética, política y economía
de vivir, también un nuevo clima, que no por último contribuyó a pre­ de la filosofía aristotélica práctica, de la que hemos ya hablado antes.
parar el terreno a las sucesivas revoluciones y evoluciones de los «ciu­ Este Estado territorial de vieja estampa, en el cual la administración
dadanos». Tal convivencia determinó nuevos objetivos organizativos, representa el instrumento primario y el bien común el fin principal; que
sobre todo en el campo edilicio, de tráfico, de salud pública, de comer­ separa la economía de la corte de la del Estado y prepara el mercanti­
cio, de ferias y mercados. lismo (economía comercial y monetaria), acaba por absolutizar sus fi­
3. El desarrollo de la técnica bélica y la reestructuración de los nes hasta el punto de que el Estado autoritario y de policía, absoluto,
ejércitos disminuyen poco a poco la influencia de la nobleza, haciendo representa la vigilia de las revoluciones burguesas, con sus jerarquías
al mismo tiempo ineficaces los derechos planteados como tutela de la que se manifiestan también en el modo de vestirse y que vinculan las
población rural (sin que por esto disminuyan también las obligaciones elecciones matrimoniales, con sus impuestos para la industria y el co­
de servicio y de trabajo en las confrontaciones de los nobles). mercio, con las barreras entre los grupos y las clases. En pocas pala-

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80
nidad, el hombre en cuanto tal, por naturaleza, es una totalidad autó­
o no- sofocó
bras el Estado de bienestar y de la virtud -iluminado noma, pero es también un miembro inseparable de la sociedad política,
biene star y la virtud , al mism?
con 'ta coacción y con la educación el que a su vez constituytI una totalidad autónoma. El hombre no es con­
ó el sentid o de la autoo rgaru-
bienestar y a la misma virtud; esto sofoc cebible ni exclusivamente como .algo privado -según la concepción
zación social. cristiana radical- ni exclusivamente como ciudadano -como en la po­
los olítico-i:·ü­ lis precristiana el hombre homme (hombre privado) y citoyen (ciuda­
Jena y Auerstedt acaban por convertirse en los ;ímbo p
es mtroduc1da dano)-. La problematici.dad de las relaciones entre las dos posic;iones y,
litares del fin de esta época alemana. La nueva epoca
lismo , que ��lini­ por consiguiente, también la problematicidad de las relaciones entre
por las nuevas corrientes: en filosofía, por el r� ciona
por el merc antl�s?'1o sociedades humanas y sociedades políticas constituyen desde los tiem­
nará en Kant y será por él superado; en econom1a, _
Smith ; en política, pos de Rousseau el objeto central de todas las teorías de la sociedad y
tardío, que será desarrollado y superado por Adam
rollad o hasta el fondo del Estado. El mismo Rousseau resuelve el problema con la identifica­
por el Estado corporativo, que será de_spu�s desar dere­
en dere ho, por el ción de todas las voluntades particulares de los individuos (volonté de
pero no superado por el Estado const1tuc1on�l; �
cho racional individualista, que será despues perfe ccion ado p � no
ro tous) con la voluntad general (volonté générale) en el contrato social
superado por la Escuela Histórica de Savigny. Estos � punte s deJ �n ya (contrat social). Su teoría es el hilo conductor de la praxis de la Revolu­
del ochoc iento s: una filoso ­ ción Francesa. El «tercer estado», que es entendido desde el comienzo
entrever los problemas de la prime ra mitad ere­
conse rvado ra y un � de la Revolución como «la nac;ión menos la nobleza y el clero», es el
fía liberal y una economía liberal, una política
econorma, la
cho conservador. Mas precisamente la filosofía vence en sustrato popular de la democracia soberanaabsoluta según la concep­
política vence en derecho; la filosofía de � la conom ía se h �ce liberal, 1 � ción rousseauniana. Lo que une a esta sociedad política burguesa son
política del derecho se hace iliber al; la socie dad corp ? rat1v � no era h­ los idénticos intereses económicos. El Tercer Estado (el'Cuarto no exis­
a, mient ras la socied ad libera� b�r­ te todavía) desarrolla todo el trabajo útil (agricultura, comercio, artesa­
bre, pero no debía proveer a sí mism
libre pero deb prove er a s1 mis­ nado, industria, formación y cultura). La nobleza y el clero lo explotan,
guesa, subdividida en clases, se hace '. �
micam ente libera l, en la es�era sin hacer algún servicio útil.
ma; la nueva época es filosófica y econó _
en que el Estado no está autorizado a actuar (el dogm a � el lazs �ez fazre), Hasta qué punto este fundamento económico determina la sociedad
en que es necesa no una mterven­ burguesa, resulta evidente si se escuchan voces que son totalmente
pero no es liberal en la esfera social
de interv ención y tutela en los burguesas y que apoyan las innovaciones. Por ejemplo, la de Federico II
ción (pretensiones postmercantilistas
y de la indus tria); la nueva épo�a en una «orden de gabinete de su Magestad» de 1 700, que, con espíritu
sectores del comercio, del artesanado
es política y jurídicamente libera l por lo que se refier � _a l � esf _ � social
er iluminista, promueve la elaboración de un amplio código civil «moder­
interv encio nes (la asp!fa c1on hacia una no» para Prusia (que entró en vigor en 1 794). En ésta se lee entre otras
en que no están permitidas
unita rio), pero no es libera l en 1 � esfe_ra cosas: «cuando hayamos logrado, y no hay duda que lo lograremos,
constitución y con un derecho _ _
del Estado que «interviene» (resta uració n y resist en : !ª a la const ituc1 �n, nuestro objetivo final, el de un mejor reglamento procesal y de leyes
ica del derec ho). �� aqui algun as cont �ad1c­ mejores, las cosas se simplificarán hasta tal punto que muchos juristas
apoyo de la escuela histór
antagomsmos
ciones particularmente evidentes, que part1c1pan en los perderán su actitud misteriosa y deberán renunciar a las sutilezas, y
liberal burgués,
funda�entales de la estructura del Estado de derecho todo el viejo cuerpo de abogados será superfluo. Liberemos así a nues­
d o acomp�­
que sustituye el Estado corporativo absoluto det��minan � tros fieles súbditos de un gran peso y podremos sostener mejor a los
sociales, econo-
ñando hasta el siglo xx, todos los desarrollos pohticos, hábiles comerciantes, fabricantes y artistas que se volverán ciertamen­
micos y jurídicos. te mucho más útiles al Estado». En Francia el conde Henri de St. Simon
r el con­ (1 760-1825) había ya constatado que el Estado podía prescindir fácil­
En este punto hay que dar alguna explicación para ilustra mente de unos cuantos miles de príncipes, sacerdotes y funcionarios,
texto en el que suceden estas evoluciones. mientras que habría dado un enorme paso atrás, en el plano de la com­
Con Rousseau la filosofía política ha tomado claramente conciencia petencia internacional, si hubiese perdido el mismo número de comer­
por primera vez de la doble posición que el hombre ocupa en la comu- ciantes, técnicos y estudiosos.
83
82
Es imposible, por consiguiente, juzgar la posición del hombre y del L fil o ofía _del d erecho de He gel liga dialécticamente la sociedad
. _ � _ �
ciu dadano independientemente de las teorías j urídicas contractuales y c1�1l, mdiv�d ualista con la generalidad política del Estado. Si Kant había
racionales -y éstas a su vez no pueden ser comprendidas-, indepen­ deJado abie:10 co ?scientemente el futuro del hombre , porque de otra
dientemente de las ideas cristianas del hombre como criatura a imagen for�a �abna vemdo a menos su lib ertad y, por consiguiente, también
de Dios. Viceversa las conexiones económicas de los intereses que dan su d1gmdad, Hegel, en su filosofía d e la historia, ve en esta última el
en el subconsciente. <<progres� en la conciencia de la lib ertad». Para él están los pensamien­
Este fundamento se manifiesta claramente en la Declaración de de­ tos Y las id eas, n_o los hombres, para «elevan> la lib ertad y la conciencia
rechos de l hombre y d el ciudadano de 1789, que constituyen hoy día que e� �omb �e tiene d e sí; el espíritu obj etivo -el espíritu del pueblo y
el espmtu umversal- como fase del espíritu que anticipa el del espíritu
los derechos fundamentales democráticos. En la misma Revolución
Francesa el espíritu originario vino un poco a menos. ab�oluto, se d_esarrolla �egún necesidades deterministas, que, como
umdad d e realidad y ra�on, pueden ser individuadas y utilizadas por el
_
En Alemania las concepciones del derecho natural y del derecho hombre solo �n su cualidad de fuerzas «administradoras del espíritu ».
racional no eran uniformes. Estaban en liza las teorías democráticas y
las liberales. Ha acabado por afirmarse la teoría lib eral, a través de Los sucesores de Hegel se han limitado a ligarse O a sus conclusio­
Inglaterra y la Revolución americana, del equilibrio entre las asociacio­ ?es que en Hegel son provisionales y muchas veces gravemente mal
nes civiles y el poder gubernativo mediante la división de poderes, la mterpretad �s, o a su método. Procediendo por el primer camino se des­
representación y la participación de los ciudadanos en el Gobierno. En arr�lla, s�gun la concepción de un Estado autónomo y omnípotente , el
filosofía esta teoría ha sido afirmada por la filosofía del Estado de dere­ acio ?ahsmo ex�r�mo para el cual la libertad podía ser concebida en
f '.
cho de E. Kant: el Estado viene entendido como asociación d e hombres a meJor �e las hipotesis, como P.rincipio regulador apolítico (autono�ía
som etidos a las l eyes; el mismo derecho es la quintaesencia de las con­ en i:n�tena de derecho privado) o como derechos públicos s ubjetivos
_
diciones en las que el arbitrio de cada individuo puede ser conciliado «dmgido_s_ c�ntra el Estado», así que no hay verdadero espacio para la
con el de otro individuo, según una general l ey de libertad. La teoría concepc1on i�snaturalista y kantiana de la libertad. Procediendo por el
democrática, sobre todo la francesa, de la sociedad política, absoluta, �egundo ca�mo se llega a Carlos Marx, que a Hegel, transfiriendo de la
dire cta, no tenía posibilidad alguna de afirmarse-, porque las tiranías d e idea a la reali�ad, s:1stituye el espíritu del pueblo por las clases del pue­
la virtud de la segunda fase de la R evolución Francesa sembró miedo y blo Y, par� �1tar sol? el resultado más relevante en el contexto de la
. ,
porque, en el absolutismo iluminado, sobre todo en el de observancia sociedad civil, rompi� l � mediación hegeliana entre Estado y sociedad.
prusiana y austriaca, la mayor parte de los males, contra los cuales se Para Marx la contrad1cc1ón entre existencia privada (civil) y política (es­
había dirigido la Revolución Francesa, venía considerada superada. Se t�tal) ?º puede �er mediata, sino sólo enmascarada. El burgués (= pro­
podría decir que el absolutismo iluminado estaba ahora rápido para pietano de med10s d e producción), como ciudadano político, no sería
transformarse gradualmente, de modo no revolucionario, en el Estado verdaderamente un ser político, sino sólo una abstracción de sí mismo
como hombre privado egoísta. Hombre y ci udadano, derecho del hom­
de derecho y constitucional de sello lib eral-b urgués.
1
br� d �recho d �I ciudadano no serían más, que antes de los mismos
El hecho de que el elemento dominante de esta transformación pnvile¡�10s exclu s1vam_ente burgueses. La emancipación revolucionaria
gradual bajo la palabra de orden «libertad» no haya sido del todo la se hab1a cerrado a la identificación d el b urgués como el hombre «cito­
libertad, aunque en la filosofía kantiana la autonomía moral del hom­ yen»; el autor de _ la necesaria emancipación revolucionaria, la única
bre, la unidad de cada libertad humana habría constituido la idea cen­ «cl �se representativa de la generalidad» seria el proletariado. Por consi­
tral de la dignidad del hombre y a la vez el derecho fundamental y nte, según Marx, la lib ertad es un obj etivo a realizar, no una reali-
principal de cada existencia humana, depende esencialmente de tres ra��
corrientes de pensamiento qu e domínaran cada ulterior evolución: en
filosofía, la de H egel; en política, la de Wilhelm von H umboldt; en j uris- E� lib eralismo político -y no sólo el de Wilhelm von Humboldt­
prudencia, la de Savigny. considera el «Estado» exclusivam ente como medio para un fin.

84 85
Tal objetivo es «la dignidad» (Von Humboldt). Según Humboldt, la damentales del liberalismo político alemán: la industrialización y la
seguridad sería «la única cosa que cada individuo no puede lograr sólo creación del núcleo socioeconómico dirigente, también la formación
con sus propias fuerzas». «Considero seguro a los ciudadanos de un cie�tífica y el núcleo dirigente de los intelectuales, la palabra de orden
Estado, si no son molestados por intervenciones extrañas en el ejercicio es libertad para el hombre y para el empresario, no ya una comunidad
de los derechos, que les competen, que se refieren a su persona o a su política para todos, como objetivo de todos. El hombre prevalece sobre
propiedad; la seguridad es, por consiguiente -si la expresión no es de­ el ciudadano.
masiado breve y por tanto poco clara-, la certidumbre de la libertad
garantizada por la ley.» La sociedad civil, y con mayor razón el Estado, perdería de vista la
p�rsonalidad singular, cueta y erudita, sin hablar después de las condi­
Según Humboldt, finalmente, los reyes no habían sido a lo largo de c1�ne� sociales y económicas reales, esto es, humanas. El .liberalismo,
la historia otra cosa que «guías en la guerra o jueces en tiempo de pav>. afirmandose en la economía y en la cultura, plasma y sostiene la nueva
La seguridad vendría a ser «el bienestar negativo de los ciudadanos», aristocracia económica y espiritual. que tiene relaciones de parentesco
proveer al cual sería el único objetivo del Estado. El Estado es un Esta­ Y amistad con la aristocracia estatal, sino está ligada directamente a
do de la necesidad y de la razón (en el sentido de Hegel) y un Estado ésta. El conflicto entre estas dos aristocracias, que pareció inevitable,
«guardián nocturno» (como lo ha definido después con ironía Lassalle). fue evitado por su alianza en el momento en el que el «cuarto estado»
Consecuentemente la sociedad civil no es más que un amasijo político planteó la cuestión social en el siglo XIX.
de individuos que son libres de hacer o no hacer todo aquello que quie­
ran, salvo limitar la igual libertad de los otros individuos, a los que en el La Asamblea Nacional de Francfort concluye este desarrollo. Su
bien y en el mal están ligados y este ligamen está «asegurado>> por el quiebra fue a la vez la quiebra de la tentativa de unir el poder sobre
derecho. La sociedad no ejercita la función política en cuanto sociedad, todo al espíritu, no al dinero: de sustituir esto al poder político el poder
del espíritu. El Parlamento de la Iglesia de San Pablo manifiesta en
sino la función po\ítica pasada, mediante las elecciones y la representa­
1 848 el dilema de la sociedad civil; éste se compone de 550 diputados: el
ción a determinados individuos (ciudadanos). Esta sociedad civil a\e­
l ? por 1 00 maestros, oficiales y sacerdotes; el 20 por 1 00 juristas que
ma�a des\)o\ifü.ada no "Quede ser com"Qrendida si no se conocen \a acti-
eJercitan la profesión libre (nobles, el 1 5 por 1 00; comerciantes e indus­
\ud ':l \a conó.enc\.a de\ \<'.tercer "Es\aÓ.O)) en t>..\eman\.a. triales, el 6 por 100; obreros y pequeños empleados, el O, 1 O por 1 00).
t\ �"t'o.\\ l).e�an()�() ec()n{)m\c() ':I �()c,\a\ I).� \a'ou."t�u.e�\.a '\)"t()'\)\e\ar\a e
Esta �ociedad es fuerte, «consciente de la propia clase», pero apolíti­
\n�\�\l).a \\() \-\a \"tan�\()"tfü'o.l).() e\ '\)'o.\le\ �()C-\.'o.\ I).�\.e"tC-e"t \½.\'o.\).() e\\ \la­
rn. El miedo de los �tentados revolucionarios por parte del «proletaria­
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J rnntra la «segundad» y el <(Orden» burgueses, considerados y expre­
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nenc\a \)0\1\\ca ue\ \u\eran'\smo o,_ue \.m\)\.u\.6 o,_ue a\a ema\\C\"\)a.Óh\\ " _prcsup ��sto de la perspnalidad, de la cultura, de la educación, y
a::iip114� tamb1en del «pueblo» y de la nación, transformó el liberalismo
ritual siguiese la política.
�li�mo nacional e hizo en el slogan <(trono y altan> todo lo que se
El Estado autoritario de impronta luterana educó a la hu 1 1:ulo como emancipación de la burguesía del trono y del altar.
alemana en una «rigurosa y apolítica honestidad, laboriosidad �
tabilidad» (G. Ritter). ultado» fue el Estado de derecho liberal burgués con su cons­
\ -.u derecho de voto para las tres clases, con una garantía
Entre el soberano y el súbdito no hay lugar para una sociedad dt·. la vida, de la libertad, de la propiedad; fue <da unidad, el
tica. En Alemania el iluminismo, el insnaturalismo y el racionali�mo
': la lib�rtad», no '.<libertad, igualdad, fraternidad»; fue igual li:
dieron lugar a procesos de transformación política, sino a evolu \ hhl.'ral igualdad, hbertad en el derecho y a través del derecho,
filosóficas. El idealismo y el romanticismo sustituyeron a la rcn,I lad en el Estado y a través del Estado; por consiguiente, igual­
La burguesía propietaria e instruida, que se consideró, aunque en d derecho y ante el derecho, pero no igualdad de derechos, de
tido apolítico, el «Estado general» de la sociedad, realizó las taMu ,tdc:-, de participación.

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Por consiguiente, la libertad y la igualdad vienen determinadas de doctrina de la patria potestad», de la seguridad de la propiedad, del
modo formal o mejor, en sentido negativo; éstas constituyen derechos sistema hipotecario, del derecho hereditario, de la prescripción. Thibaut
de defensa, dirigidos contra el Estado, no derechos de participación po­ consideraba que la doctrina de la propiedad, del derecho hereditario de
lítica en la cosa pública. las hipotecas, de los contratos y de todo esto que entra en la parte ge­
En la segunda mitad del siglo XIX se desarrolla, sobre la base de neral de la ciencia jurídica podía ser fácilmente unificado, porque re­
estos puntos, una concepción dominante: la única alternativa a la liber­ presentaban «sólo una especie de pura matemática jurídica».
tad del Estado de derecho liberal-burgués es la anarquia; ninguna liber­ Savigny se opuso a esta tendencia a unificar el derecho y la derrotó.
tad sin «responsabilidad» (esto es, sin autoridad), libertad como «orden Las tesis centrales de su escrito, que contiene unas 160 páginas, son:
de la sociedad». Así, el liberalismo alemán «elimina» los contenidos ius­
naturalistas de la libertad, sentidos aún por Kant, absohítizándolos y 1 . El verdadero origen del derecho es «la común opinión del pue­
separándolos en libertad, de la propiedad, de la libertad de controlar, de blo, las mismas necesidades interiores que excluyen la posibilidad de
heredar y de testar (a lo que después se añadieron la libertad industrial, producciones jurídicas casuales y arbitrarias», es «la conciencia común
empresarial y de competencia), a depender contra el «Estado». del pueblo»; más tarde, Savigny le llamará «espíritu del pueblo». «La sín­
tesis de estas opiniones es que todo derecho nace del modo que habi­
De este modo esto crea una relación, aunque indirecta, entre Estado tualmente se define, poco correctamente, como derecho consuetudina­
y sociedad, semejante a la que Hegel había creído poder instaurar. La rio que es producido sobre todo por la costumbre y por la opinión
crítica de Marx golpea este dualismo aún más que la de Hegel. popular, después por la jurisprudencia: siempre por fuerzas interiores
El liberalismo h a acabado por transformar el derecho civil en dere­ que operan silenciosamente, no por el arbitrio de un legislador» (a pro­
cho del laisser faire, esto es, esencialmente en no derecho, en un dejar pósito, cfr. Radbruch: «Así imagina el nacimiento del derecho que goza
correr, asegurado y garantizado por el derecho. sobre todo de sus beneficios»). «A medida que la civilización se desarro­
lla, las actividades del pueblo se diferencian, y esto que una ve1. se ha
El Estado se convierte en un Estado de instituciones y de formas
hecho por toda la comunidad, se refiere ahora a todas las corporacio­
jurídicas, Estado de derecho legislativo y administrativo; el derecho se
nes. Hoy también los juristas aparecen como un cuerpo en sí mismo. El
convierte en «disponible» (llamado «derecho dispositivo») o fue relegado
derecho elabora ahora la propia terminología, toma una dirección cien­
a funciones secundarias y a la tutela procesal.
tífica y así como una vez vivió en la conciencia del pueblo, ahora es
La ciencia del derecho de Savigny, de la escuela histórica, es ciencia confiado a la conciencia de los juristas, por los cuales el pueblo está
jurídica (en el sentido de la filosofía del tiempo: cfr. cap. IV), no juris­ hoy representado en esta función.» (Savigny considera la estricta cone­
prudencia. xión entre el derecho y la vida del pueblo -habla aquí de «derecho
natural» y de «elemento político»- y considera realizable sobre todo
Esta ha creado la imagen del derecho civil moderno. La polémica ya
«en una constitución republicana» la «vida científica del derecho, que es
mencionada entre Thibaut y Savigny señala el comienzo.
una vida aparte» -a este propósito habla de derecho «teórico» y ele­
Thibaut: «Yo soy de la opinión de que nuestro derecho civil (por el mento <<técnico»-, es confiada por él sobre todo a los Estados monár­
que entiendo siempre sólo el derecho privado, el derecho penal y el quicos.)
proceso) tiene necesidad de una transformación rápida y radical y que
2. Hay que excluir, como contenido del derecho, un «derecho ra­
los humanos no podrán ser felices en sus relaciones civiles si todos los
cional general» (a prescindir de «una opinión presuntuosa, pero comple­
gobiernos alemanes no se unen en el esfuerzo de elaborar un código
tamente privado de fundamento»). Porque en la ciencia jurídica «todo
civil válido para toda Alemania y sustraído al arbitrio de cada gobier­
depende de la perfecta ubicación de los principios fundamentales» y
no.» Thibaut aspiraba a un código unitario «el más gran don del cielo»
esta ubicación ha constituido la grandeza de los juristas romanos; y
como subrogado jurídico de la unidad nacional entonces inalcanzable.
porque el «seguir las tradiciones» y una lenta y constante evolución per­
«El fundamento de todo el derecho civil» era para él sobre todo «la
fectamente orgánica ha creado el derecho romano «desde el interior»,
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el cual, después de su recepción, «ha estado en vigor en toda Alemania tural y, en el plano intelectual, son sustituidas en los procesos índirectos
como derecho civil general, con el nombre de derecho común»; en mi de producción jurídica por una «subrogación del espíritu popular, re­
opinión había que reintroducir o conservar la misma unidad entre el presentada por la conciencia jurídica de los juristas. Para Savigny los
derecho común y el derecho de cada uno de los Estados que entonces juristas eran sobre todo profesores universitarios y jueces cultos; el
existían en Alemania: considera que esta fuente de derecho es suficien- ideal del jurista es la personalidad plasmada por la ciencia, en el sentido
te y excelente porque la ciencia jurídica hace su deber, lo que además de la filosofía cultural de un Humboldt, no el hombre universal políti­
sólo puede ser «hecho por ella». co-práctico de los nacionalistas ni el hombre natural de Rou$seau ni el
carácter moral de Kant y Schiller. No analicemos ni siquiera si, dada
3. Savigny rechaza la codificación prusiana (de 1 794) francesa ( de esta imagen del jurista y de la ciencia, ligarse al derecho romano clási­
1 804) y austriaca (de 1 8 1 1) del derecho civil, el «code civil» francés. «La co, como ha hecho Savigny, es «orgánico», desde el momento que se
revolución había destruido, junto a la nueva constitución, también trataba de un derecho determinado por juristas del Estado, autoritarios
buena parte del derecho civil, en ambos casos por odio ciego contra las e irracionales, alejados de la historia y de la filosofía (F. Schulz), que
cosas existentes y por absurdas y excesivas esperanzas en un futuro podían apoyarse en una oligarquía política. El carácter dominante de la
vago e incierto, para realizar una situación bien determinada, conside­ escuela histórica del derecho de Savigny es conservador y antiliberal y
rada como ideal.» «Pero para Alemania, a la que la maldición de esta profundamente apolítico.
revolución no había golpeado, el mismo código que había dejado atrás
con un bello paso, Francia, constituía un paso adelante hacia la situa­ Resumiendo: la abolición de la sociedad corporativa alemana abso­
ción de la Revolución, y era por tanto todavía más pernicioso y desas­ lutista y feudal no ha llevado a una sociedad civil política con su dere­
troso que para la misma Francia» (en 1828, en el prefacio a la segunda cho civil y su derecho político, sino a un Estado de dérecho formalmen­
edición de su obra Savigny atenuó un poco su juicio sobre los juristas te liberal, más precisamente a un dualismo entre Estado autoritario po­
franceses, pero no sobre la Revolución). lítico, constitucionalmente vinculado, y una «sociedad» apolítica, orien­
tada hacia el principio del laissez faire, representada por una burguesía
Si es justo este juicio sobre los tres códigos nuevos, sólo vale para
propietaria y culta. Conforme al derecho civil era un derecho del laissez
confirmar mi opinión de que nuestra época no tiene talento alguno
faire, garantizado contra toda íntervención del Estado sobre la libertad
para e�prender la elaboración de un código.
de la vida, de la persona y del patrimonio. Este modelo de derecho civil
4. Estás conclusiones de Savigny: «Estamos de acuerdo en el fin. se ha convertido en ley general en el Código civil de 1 896 / I 900. Sobre ta
Queremos la fundación de un derecho seguro, seguro contra .la inter­ estela de los desarrollos de la época se ha transformado silenciosamen­
vención del arbitrio y la injusticia.» «Yo individúo el justo medio en una te cada vez más en un derecho de clase, que en las batallas de la indus­
ciencia jurídica que procede orgánicamente y que puede ser común a trialización y de la democratización no podía fundirse por medio de
toda la nación.» integración y resolución de los conflictos sociales, económicos y, por
consiguiente en último análisis, políticos, «cada uno es faber sui, de la
La escuela histórica del derecho, que ha dado su impronta a nuestra propia fortuna».
ciencia jurídica y continúa hoy influenciándola, no había recibido en su
derecho histórico (más precisamente en el derecho orgánico de un Pero esta fortuna es diversa para quien posee el yunque y para el
pueblo histórico), ni el intelecto kantiano, ni la razón hegeliana, ni el que no tiene nada. «¡Vía libre al hombre capaz!» ¿Pero qué sucede si el
concepto de alma de Schelling, ni el concepto de religión de Schleier­ camino es equivocado por algún otro, si se ha cerrado la educación a la
macher. Su idea de derecho es como su concepto espiritual de pueblo, «capacidad»? La libertad es <da libertad de la zorra libre en el gallinero»
una concepción cultural en el sentido del espíritu de Weimar, Herder, (R. Garaudy), es la libertad del «burgués del Estado», no libertad del
Humboldt, Goethe. Dejemos aparte profundizar si todo esto es compa­ «ciudadano», en el interior de la sociedad, esta es la libertad de la mora­
tible con la idea de fuerzas «populares» creadoras del derecho, de aque­ lidad autónoma del hombre, no la libertad de la legalidad política del
llas fuerzas que poco a poco desaparecen en el proceso histórico y cul- ciudadano; es libertad liberal no democrática. El modelo del derecho

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a_ut�determina y se provee, por consiguiente, también jurídicamente a
civil de la época idealista-filosófico-burguesa-liberal de ayer no se ade­ s1 .m1smo.
cua, por consiguiente, a nuestra actual época pluralístico-democrático­
social. 2. Como individuo dotado de su voluntad: ejercita el poder de su
v_oluntad _en una determinada esfera de domirúo (derecho subjetivo);
En el derecho civil nos sirven hoy nuevos modelos. Franz Wieacker sm empuje de la voluntad no entra en una relación voluntaria o invo­
habla de la sustitución de la ética formal del deber por la ética material luntaria con varios individuos.
de la responsabilidad. Personalmente defirúré este objetivo como politi­
zación del derecho civil. A propósito, el término político debe entender­ 3. Sobre la base de su propiedad: sin la propiedad, de objetos o de
se como objetivo final del buen ordenamiento de una comunidad, para dinero (más allá de la propia fuerza-trabajo), no puede ser realización
la que la imagen del hombre, la historicidad de la existencia y la consti­ de la propia libertad; sólo si puede disponerse de bienes diversos de la
tución son los hilos conductores y los instrumentos metodológicos propia persona, el hombre se realiza voluntariamente («arbitrariamen­
principales. Obviamente también el derecho civil laboral es político, te»); viceversa, si sufre de limitaciones quiere decir que está privado de
pero no en el sentido del concepto que este mismo tiene de la política y una «personalidad civil» (Kant); para este autor la condición principal
que éste le reconduce a la estatabilidad y concibe sólo como medio no de la existencia como ciudadano era, en cuanto a la libertad e igualdad,
como fin. la autonomía del hombre (cfr. cap. IV). Sólo la propiedad puede garan­
tizar una libertad sustancial, y no sólo formal.
La politización del derecho civil tiende a la unidad política del orde­
Ni para Kant, ni para Hegel, ni para Savigny, el objetivo del derecho
namiento jurídico y, por consiguiente, no puede apoyarse en los dua­
Y del Estado es el de crear un ordenamiento en el que cada uno sea tan
lismos entre Estado y sociedad, entre derecho privado y público. Pero libre como permite la idea. Nuestro objetivo es el de considerar al
el hecho de que tales dualismos dominen hoy nuestra conciencia jurí­ hombre en su realidad y garantizarle en la libertad.
dica, complica notablemente el trabajo del jurista, que privado de una
teoría social, aparece necesariamente como irracional, casual, ciego, No basta afirmar la idea de la dignidad de la persona libre. «La dig­
contradictorio. Podemos describir programas y objetivos -por ejem­ nidad del hombre es intocable. Respetarle y protegerle es deber en
plo, el de una libertad positiva (sustancial) en lugar de negativa (for­ cada poder del Estado» (art. 1 -2, párrafo l .º GG). No debemos creer que
mal), o el fin de la seguridad para todas las clases y los estratos del la dignidad del hombre sea preconcebida, aunque por realizar. Esta se­
pueblo, de la igualdad de oportunidades y de participación-, pero es ría siempre filosofía no política. Debemos crear esta dignidad allí donde
difícil indicar el camino que a tales objetivos conduce. El modo más falte.
fácil para afrontar hoy estos problemas es el de alejarse, en sentido
Para el filósofo Schiller, la dignidad era un fenómeno estético-filosó­
crítico, de los medios y fines hasta ahora utilizados. Pero a tal fin hay
fico que formaba parte de la unidad de razón y sentimiento («como la
que tomar ciertamente conciencia de los fundamentos y de los méto­
gracia es la expresión de una bella alma, así la dignidad es la expresión
dos del derecho civil hasta ahora existentes. Esto vale particularmente
de sentimientos elevados»); (la gracia está en la libertad de sentimientos
para la imagen del hombre al cual el derecho civil ha quedado fiel has­
arbitrarios, la dignidad en dominar aquellos instintos involuntarios).
ta hoy. Este tiene hoy una orientac�ón metafísico-especulativa, parte del
Más tarde el realista Schiller dirá a propósito de la dignidad del hom­
concepto de hombre, no del hombre real. El hombre del reino del espí­
bre: «No habléis más, os lo ruego. Dadles de comer, dadles un aloja­
ritu determina -en Kant como en Hegel y particularmente en Sa­
miento. Cuando hayáis cubierto la desnudez, la dignidad vendrá por sí
vigny- el hombre objeto del derecho civil.
misma.►) Bertold Brecht no se ha recatado de poner a la luz «el objetivo
Es moralmente autónomo y, por consiguiente, libre, es una «perso­ político de esta dignidad». «Cómo hago para ser bueno si la vida es así
nalidad infinita» (Hegel). En el derecho civil este hombre abstracto vive de difícil»; «Porque con un estómago vacío y los pies desnudos se persi­
en virtud de su libertad: guen pocas cosas»; «Primero comer, después la moral»; «¿Para qué sirve
la libertad? No es cómoda, sólo para quien en la abundancia vive una
l . Como individuo privado y autónomo: se realiza libremente, se
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vida agradable»; «El derecho del hombre es a ser feliz, en esta tierra, ofrecen por primera vez garantizar y crear una libertad más allá de
porque sólo aquí se desarrolla su breve vida, se es partícipe de cual­ todos los conceptos kantianos. Hablaremos en los próximos capítulos.
quier placer que ofrece el mundo, de tener el pan para comer, no una
«¡Seguridad y tranquilidad! Orden y libertad», este era 'el brindis a la
piedra». Este es el derecho desnudo y crudo del hombre en esta tierra.
Pero demasiadas veces hasta hoy, no se ha sentido decir que alguno <<salud civihl en el Egmont de Goethe. Añadamos: a la salud civil liberal.
haya tenido esto que le corresponde, Jamás! ¿Quién no ha querido te­ ': ¿cómo podría ser hecho un brindis a la «salud civil política?» «·Segu­
1
ndad Y tranquilidad! ¡Orden y libertad! Para todos los hombres.»
ner una sola vez aquello que le corresponde? Pero la realidad es di­
versa.
Por consiguiente, debemos sustituir gradualmente los fundamentos
filosóficos, irreales (¡las ideas!), del derecho civil con fundamentos polí­
ticos, realistas (¡el poder!). Esto vale en particular para la autonomía
privada, el derecho subjetivo, para la personalidad y la propiedad. Da­
remos algunos· ejemplos concretos en el próximo capítulo.
En síntesis, «politizar el derecho civil►> significa superar el aislamien­
to de un sector jurídico que se apoya en fundamentos falsos o inca­
paces de corregirlos. Derecho privado, democracia, Estado social, Esta­
do de derecho, no son tantas partes aisladas de la civilización .del
derecho moderno, sino sólo aspectos de una evolución unitaria, y de la
democratización interior, material de una sociedad política organizada
en un Estado social de derecho que se encuentra en una fase del paso
de la sociedad individualista-liberal a la sociedad pluralista-social.
Esto no quiere decir del todo que la libertad deberá desaparecer de
nuestro mundo; al contrario, ésta comenzará sólo entonces a penetrar
gradualmente. Ciertamente no en sentido filosófico (como el de Schi­
ller: «Nadie tomará la parte de otro, deberá tener confianza sólo en sí
mism0>l), sino en el contexto político, extremadamente complejo. La
autonomía y la dignidad del hombre no son hoy los presupuestos, sino
la consecuencia de un buen ordenamiento, no son instituciones priva­
das, sino instituciones políticas. Por tanto, este programa no puede ser
alternativo: o liberalismo o Estado asistencial, si no acumulativo: una
existencia digna del hombre en la libertad y libertad a través de una
existencia del hombre digna. Libertad y dignidad del hombre se trans­
forman de valor filosófico en un hecho político. Por consiguiente, no
patronos y siervos como en Schiller, sino: ni patronos ni siervos. Es en
estos objetivos, y éstos no están ciertamente exentos de esperanzas
utópicas, en los que entrevemos la posibilidad de sustituir el Estado
autoritario institucional de tipo alemán con una sociedad política fun­
dada en la cooperación de tradición europea occidental. La democrati­
zación y la transformación en sentido pluralista de la sociedad nos

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95
VI
De la autonomía privada a la «autonomía
administrada»

«Ya hace años que me sirvo de mi nariz para oler, ¿pero está demos­
trado que haya derecho?»
Así se expresa con ironía Schiller. El jurista que responda se encuen­
tra embarazado, a menos que quiera eludir el problef)1a con varias pa­
labras. Es natural que tenga el derecho de oler y, por tanto, natural que
pueda protestar contra quien me tapase la nariz. Pero más allá de estas
banalidades terminan las cosas (<naturales». ¿Quien me contagiase su
resfriado violaría un derecho? ¿Qué derecho? ¿Mi derecho a la nariz o
el derecho de la nariz, el derecho de la salud o a la salud como derecho,
el derecho a la personalidad o el derecho de la personalidad? ¿Con esto
he violado mi derecho o el derecho en general? ¿Cuáles son los concep­
tos exactos de ambos? ¿Los he violado sólo yo? ¿Y es el derecho o soy
yo quien soy verdaderamente violado? ¿El resfriado representa una vio­
lación?
¿Es necesario que haya querido un resfriador (acto doloso), o basta
para condenarlo el hecho de que haya podido o debido evitar que yo
me resfriase (acto culposo)? ¿Entonces, quien tiene un resfriado tiene la
obligación de quedarse en casa para no ser responsable de resfriar a
otro? ¿En aquel caso recibirá todo el salario? Yo compro una camisa.
Llegado a casa compruebo que tiene dos mangas izquierdas. Una man­
ga ha sido cosida al revés. Deseo otra camisa, quizá quiero también que
me devuelvan mi dinero, porque entretanto he visto la camisa en otra
tienda más barata. El comerciante no acepta ni lo uno ni lo otro. Quiere
reexpedir la camisa al productor. ¿Qué (<voluntad prevalecerá»? ¿Lo que
cuenta es la voluntad y por qué? ¿Tengo el derecho de cambiar, de
sustituir, o sólo de hacerla arreglar?

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Todos estos interrogantes contemplan los problemas centrales del algo, o que pueden pretenderlo en el sentido de que le es permitido?
derecho civil patrimonial: ¿cómo jurídícamente se ha organizado el «sis­ ¿Derecho significa que algo será hecho por mí o simplemente que no se
tema de necesidades» (Hegel) que permite el aprovisionamiento del debe hacer nada? ¿El derecho a la vida es positivo, en el sentido de que
hombre inserto en una comunidad? El modelo-base es individualista. me hace vivir; que me garantiza la vida, o es negativo, en el sentido de
Nuestro sistema jurídico se basa -como modelo- en el desarrollo de que me deja vivir, esto es, que no me mata? ¿Quizá sólo la propieqad
todos los individuos y sólo de los individuos. Los dos conceptos clave, está garantizada de esta fama positiva, pero no la vida ni la salud? ¿O
estríctamente conectados, del derecho civil patrimonial son, por consi­ viceversa, también la propiedad es «sólo» un derecho a la propiedad?
guiente: personalidad y autonomía privada, autodeterminación jurídica. ¿Qué es la propiedad? ¿Mi derecho (Anspruch) al salario, mi fuerza-tra­
Esta se funda, desde el punto de vista técnico-jurídico, sobre el llamado bajo? ¿Y qué quiere decir que «la propiedad impone obligaciones»? Tal
derecho subjetivo y sobre el llamado negocio jurídico. Para explicar sus expresión no puede ser ciertamente considerada como el seguro obliga­
funciones debo hacer una disgresión. torio del automóvil. Quizá ni siquiera como deber del propietario del
automóvil, porque de otra forma la formulación sería diversa (semejan­
En los primeros artículos de la Ley Fundamental de Bonn se en­
te a la del art. 6, GG), Su uso (art. 14) iluminará más fácilmente las
cuentran formulaciones notablemente divergentes. «La dignidad del
ideas: se puede tratar sólo de una propiedad entendida como «derecho»
hombre es intocable» (art. 1 , párrafo primero). «Cada uno tiene derecho que al mismo tiempo impone una obligación al propietario. ¿En las con­
al libre desarrollo de su personalidad» (art. 2, párrafo primero). i<Cada
frontaciones con quién? ¿Y qué 'Significa que <<su uso debe al mismo
uno tiene derecho a la vida y a la integridad física» (art. 2, párrafo se­
tiempo servir, etc.»? ¿Debe o puede servir (en sentido categórico o hipo­
gundo). «La libertad de la persona es inviolable» (art. 2, párrafo segun­ tético)?
do). «El cuidado de la educación de los hijos son un derecho natural de
los padres y un deber que le.s incumbe. La comunidad estatal vigila su Pongo fin a estos interrogantes que pueden crear confusión, pero
actividad» (art. 6, párrafo segundo). «Todos los alemanes tienen derecho que tienen un gran relieve en la praxis jurídica y ayudan a comprender­
a elegir libremente la profesión, el lugar de trabajo y los lugares de la mejor.
preparación y de perfeccionamiento profesional» (art. 12, párrafo pri­
Una concepción jurídica que parte de una unidad racional, y ya
mero). «La propiedad y el derecho hereditario están garantizados... La
dada de «derecho» y «moral» conoce una sola unidad, de otra forma,
propiedad impone obligaciones. Su uso debe servir al mismo tiempo al
inseparable, de «derechos» y «deberes», normas del deber ser que miran
bien de la colectividad» (art. 1 4, párrafos primero y segundo).
a la realización de valores generalmente vinculantes. En semejantes sis­
¿Por qué la Ley Fundamental no habla de un derecho a la dignidad temas el ordenamiento jurídico está orientado sobre todo hacia los de­
humana y del derecho al desarrollo de la personalidad? ¿Por qué no es beres y constituye un conjunto de imperativos y prohibiciones. Los su­
intocable el hombre en vez de la dignidad? ¿La personalidad es algo premos imperativos de Ulpiano eran: honeste vivere, nominem bedere,
que tengo o algo que soy? ¿Jurídicamente la expresión mi padre es qui­ suum cuique tribuere. «El hombre en el derecho» no es aquí el sujeto
zá diversa de la de mi mujer? ¿Qué significa aquí «nulo»? «Todos» tiene del derecho autorizado a avanzar pretensiones globales, sino el hombre
un significado diverso de «cada hombre» o de «cada uno» (esta última que vive en ordenamientos sociales específicos en los que el «derecho»
expresión se ha usado, por ejemplo, en los arts. 9, párrafo tercero, y 1 7, interviene de modo extremadamente vario. Es hombre en el interior de
GG). ,En el caso que así fuese, ¿una sociedad por acciones tendría de­ los estados y de las clases, hombre con (y en un) status (en términos
recho al desarrollo de su personalidad? ¿Qué distingue la personalidad clásicos: status libertatis, status familiae, status civitatis). Y es a resultas
de la persona (expresiones del art. 2)? El «derecho natural» (art. 6) es de su status cuando el derecho le atribuye el suyo.
más o menos que el derecho en general? ¿Su actividad del artículo 6 se
Esta concepción jurídica cambia completamente con la llegada del
refiere a la educación o al derecho y deber de la educación (hay una
derecho natural y del derecho racional, en particular en los siglos XVll y
diferencia)? ¿Por qué las madres tienen Ansprüche (pretensiones) y no
XVIII. La nueva concepción del mundo, profundamente individualista,
Rechte (derechos)? ¿Derecho significa que pueden materialmente pedir
plantea que el hombre en cuanto tal es el centro del ordenamiento ju-

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rídico -por encima de los grupos y por encima del mismo derecho-, El núcleo de los ordenamientos jurídicos y estatales iluministas está en
pero se mueve en un primer momento exclusivamente por «deberes la distinción entre los status «asociales» naturales y racionales y los sta­
naturales»: deberes en las confrontaciones con Dios, deberes consigo tus políticos y sociales en virtud del contrato social; está en la doble
mismo, deberes con los demás (así, en Puffendorf). Estos sistemas jurí­ condición de hombre y ciudadano; no tiene relieve alguno que tales
dicos naturales y racionale� dan lugar a amplísimos catálogos de debe­ ordenamientos pertenezcan a una monarquía absoluta o representen la
res; el derecho es subdividido en derecho «innato» y derecho «adquiri­ primera fase evolutiva de una democracia absoluta a una soberanía
do» y en otras obligaciones correspondientes. popular. A pesar de todos sus derechos naturales, el hombre como ciu­
Por derecho innato se entiende todo lo que distingue al hombre, dadano puede estar en gran medida privado de derechos civiles. Como
desde el nacimiento es del todo independiente de la voluntad de los ser humano está libre como cualquier otro ser humano, pero esto no es
otros hombres del mundo animal y de la naturaleza inanimada, mien­ de derecho positivo; como ciudadano puede no ser libre, en cuanto in­
tras el derecho adquirido está fundado en los contactos con el prójimo, serto en una jerarquía corporativa de la sociedad, contra la cual sus
en la sociabilidad (a este propósito consultar por todos Ch. Thomasius). derechos naturales no lo defienden.
El arte de la construcción sistemática logra su punto culminante con
La ecuación derechos del hombre - derechos del ciudadano, dere­
Wolf. Saca las consecuencias de la distinción de Thomasius entre debe­
chos de participación a la vida de la comunidad política, a disposición
res y derechos, más precisamente: entre deber <<exterior» = derecho y
de todos los hombres que se «constituyen» en tal sociedad. Si una seme­
deber «interior» = moralidad, sistematizando el ordenamiento jurídico
jante concepción de los derechos fundamentales encuentra hoy nota­
sobre la base de derechos y deberes, a los que corresponden cada vez
bles dificultades y hostilidades, esto depende del desarrollo del derecho
deberes jurídicos externos. Wolff individua un número increíble de de­
y del Estado en el siglo XIX. En Alemania, diversamenté de lo sucedido
rechos «naturales», en parte extremadamente bizarros (derechos del
en las revoluciones francesa y americana, las posiciones del hombre no
hombre en sentido apolítico), como, por ejemplo, el derecho a la felici­
han sido identificadas con las del ciudadano.
dad. Por lo demás, contra estas construcciones jurídicas, que hoy nos
parecen extrañas, se dirige la ironía de Schiller. La separación entre estado natural (status naturalis) sin un derecho
Como vemos, de este modo «natural» completamente privado de positivo vinculante y estado social (status moralis) sin un derecho natu­
toda vinculabilidad jurídica, se puede recabar cualquier derecho de la ral ha logrado su punto culminante en el «Derecho general de los Esta­
«racionalidad» individualista y de las especulaciones acerca ·de la «natu­ dos prusianos» de 1 794 (Allgemeines Landrecht für die prenssischen
raleza humana». Se trata en el fondo sólo de consideraciones sobre el Staaten [ALR]). Este derecho consistía en una amplia codificación para
hombre, y es a esta tradición de construcciones especulativas no vincu­ el Estado corporativo absoluto, basada en derecho naturales generales.
lantes a la que se pueden atribuir las concepciones, aún vivas, de un Con esto en Prusia, el hombre espiritualmente, moralmente e religio­
derecho a la patria, a la educación, a la asistencia, etc. Este origen del samente libre, se convierte al mismo tiempo en súbdito no libre, apolíti­
derecho natural y racional es el origen de muchos de nuestros actuales co. Tiene derecho a pensar lo que quiera, pero debe obedecer (en tal
«derechos fundamentales». Se trata de derechos del hombre debidos a sentido, Suárez remitiéndose a Kant). En virtud de la ALR, en el absolu­
un reconocimiento, originariamente del todo apolítico, de una naturale­ tismo iluminista prusiano el hombre vive de modo diverso como hom­

tienen «semblantes humanos». Es la concepción jurídica del siglo xvm


za humana siempre igual y, por tanto, atribuidos a todos aquellos que bre, habitante, miembro del Estado, súbdito, persona y ciudadano del
Estado.
que determina el espíritu de la Ley Fundamental, no el derecho del Los parágrafos 82-85 del prefacio a la ALR pueden darnos una idea
hombre según el cristianismo (la sociedad cristiana admitía «patronos» de la jerarquía de las fuentes del derecho:
y «esclavos»).
§ 82. «Los derechos del hombre derivan de su nacimiento, de su
Los derechos del hombre inalienables e irrenunciables no eran del estado y de las acciones y sucesos, a los que las leyes han ligado deter­
todo derechos en el sentido del ordenamiento jurídico «positivo», civil. minados efectos.»
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§ 83. «Los derechos generales del hombre se fundan en la libertad recho, es, según la ALR prusiana, el hombre moralmente libre, dotado
natural de perseguir el bien propio, sin violar los derechos de otros.» de razón. La introducción de tal capacidad jurídica del hombre ha sido
en efecto un éxito grandísimo. Para nosotros la capacidad jurídica de
§ 84. «Los particulares derechos y deberes de los miembros del Es­
todos los hombres es hoy algo tan obvio, como que nuestro código civil
tado dependen de las relaciones personales en que cada uno se encuen­
tra con los otros y con el Estado.» se limita a indicar cuando éste comienza (inmediatamente después del
nacimiento, según el § l ; en derecho penal incluso se inicia antes, «en el
§ 85. «Los derechos y deberes que se agotan por las acciones y los momento del nacimiento», § 2 1 7 StGB). El concepto de persona, es to­
hechos prescribirán para todos por las leyes.» davía hoy oscuro. La vieja hipótesis según la cual derivaría de persona­
Las normas posteriores nos ·informan de la correspondencia entre re (referido a persona como máscara de actores a través de la cual se
derechos y deberes. oye la voz) es inexacta. La teología escolástica medieval ha usado el
término persona para indicar la particular naturaleza de la trinidad di­
§ 88. «El titular de un derecho es autorizado a ejercitarlo en los vina padre, hijo y espíritu santo. «Persona» refiriéndose a persona en el
Ümites establecidos por la ley.» sentido de «máscara» toma un determinado papel y una determinada
§ 89. «Cuando las leyes atribuyen un derecho, prestan también los función del hombre, por ejemplo, en el derecho. Antes de la ALR el
medios sin los cuales éste no podría ser ejercido.» término persona se ha empleado en un sentido jurídico no específico en
el derecho canónico y en el natural (persona moralis como entidad «ca­
§ 90. «Quien tiene un derecho está autorizado a procurarse todas paz de querer» podía ser también una asociación, una fundación, etc.,
las ventajas que puede obtener ejercitándolo en los límites de la ley.» que hoy llamamos persona jurídica, para diferenciarla de la persona
§ 92. «Del derecho de uno se sigue el deber de otro de prestar o «física», aunque correctamente esta última, como persona jurídicamen­
tolerar lo que el ejercicio del derecho requiera.» te relevante sea una persona jurídica, mientras la llamada persona jurí­
dica es en realidad exclusivamente una persona ficticia; en la termino­
La ALR prusiana era un código nacido del espíritu del derecho ra­ logía francesa y española la persona jurídica es llamada persona moral).
cional y, en amplia medida, del sistema kantiano, sobre todo por lo que Persona en el sentido de «hombre en el derecho» es la formulación mo­
se refiere a la correspondencia entre derechos y deberes, como funda­ derna del zoom politikon aristotélico, del ser que sólo en la comunidad­
mento rigurosamente individualista de las relaciones humanas en los polis se convierte verdaderamente en «hombre».
ordenamientos jurídicos de las relativas corporaciones. La suma de las La fusión, filosóficamente unívoca, entre persona, derecho y liber­
comunidades parciales y de las corporaciones es la «sociedad civil». tad que domina el derecho moderno es debido a Kant. Sus principios
El primer parágrafo del primer título de la parte primera de la ALR lógicos de la legislación -libertad del hombre, igualdad del súbdito,
nos informa sobre la posición del hombre en el interior de esta «socie­ autonomía del ciudadano- han sido ya mencionados en otro capítulo.
dad civil»: «El hombre es llamado persona, en cuanto goza de determi­ La libertad de la voluntad es para Kant la autonomía moral, la cualidad
nados derechos en la sociedad civil.» de la voluntad de ser ley por sí misma. «Actúa de modo que el usar la
humanidad, sea entre persona, sea en la de otro, lo hagas como un fin
En la ALR se usa por primera vez en Alemania, en sentido jurídica­ en sí mismo, nunca como medio.» «Pero esto que constituye la condi­
mente correcto, el término persona en el sentido de capacidad jurídica. ción para la que sólo alguna cosa p·uede ser un fin en sí mismo, tiene no
Aquí el hombre no es ya considerado en virtud de sus deberes, de su sólo un valor relativo, un precio, sino también un valor intrínseco, una
status, sino como «titular» de derechos y deberes. Ciertamente, ésta no dignidad. Ahora la moralidad es la única condición en que un ser dota­
es una capacidad jurídica total -ésta se logrará después de 1807, a do de razón puede ser un fin en sí mismo; porque sólo ésta permite ser
continuación de las reformas prusianas-, pero el hombre se ha con­ un legislador en el reino de los fines. Por tanto, la moralidad y la huma­
vertido en sujeto jurídico, sólo después de haber llegado a ser un ser nidad, en los límites en que son capaces, son las únicas cosas en tener
moralmente independiente. Una persona, entendida como sujeto de de- una dignidad. Pero fa misma legislación, que por sí sola determina los

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pi :�ad; el propietario puede disponer a su placer; <<pero consigue auto­
valores, debe tener una dignidad, un valor incondicionado e incompa­ rnat1camente que semejante objeto pueda ser sólo una cosa material
rable para el que sólo la palabra respeto puede expresar el sentimiento (en las confrontaciones con la cual no se hace ningún esfuerzo), razón
que le compete y que todo ser dotado de razón debe nutrir en sus con­ por la cual un hombre puede ser patrón por sí (sui iuris), pero no pro­
frontaciones. La autonomía es la causa de la dignidad de la naturaleza pietario por sí mismo (sui dominus) (no puede disponer a placer de sí
humana y de toda naturaleza dotada de razón.» mismo) y mucho' menos de otros hombres, porque de su persona es
La libertad (como «mío y tuyo interior») es para Kant «el único dere­ responsable frente a toda la humanidad»;
cho originario que se refiere a todo hombre en virtud de su naturaleza b) «la voluntad de otro en las relaciones con una determinada ac­
humana». Todos los otros derechos (como «mío y tuyo exterior») están ción»; en tal caso, el hombre posee la promesa contractual de otro: de­
basados en «actos jurídicos», a menos que no estén ya comprendidos en recho personal (la capacidad de inducir otro, <<según las leyes de la li­
el principio de libertad, como, por ejemplo, la igualdad. A' propósito, bertad, a una acción dada»); no hay «transferencia» sin «contrato»
todos los derechos deben ser entendidos como «capacidad moral de («acto de las voluntades combinadas de dos personas»); para las cosas
vincular a los otros». <<Todos los deberes son deberes jurídicos, deberes es necesaria una «señal» (en virtud de la cual el derecho personal se
para los que es posible una legislación exterior, o deberes de la virtud, convierte en derecho real);
para los que esto no es posible» (en cuanto se refieren a un fin que es al e) »el status de otro respecto de mí»; en tal caso, el hombre posee
mismo tiempo deber). Kant responde así a la pregunta de porqué toda en fuerza de la «sola voluntad», por ejemplo, la mujer, el hijo, la servi­
moral es fundada en deberes, no en los derechos correspondientes: dumbre, como derecho hacia personas en forma real (derecho a la po­
«Conozcamos nuestra propia libertad (de la que derivan todas las leyes sesión de un objeto externo, como de una cosa, y al uso del mismo
morales y, por tanto, también todos los derechos y deberes) sólo a tra­ como persona, o sea: «el derecho del hombre a tener como suya una
vés del imperativo moral que es un principio que establece los deberes persona fuera de sí misma»); aquí no se trata de un «derecho real, y ni
y del cual puede ser desarrollada a posteriori la capacidad de vincular siquiera de un mero derecho en las confrontaciones con una persona»,
los otros, el concepto del derecho.» sino de «un derecho que va más allá de cada derecho real y personal,
esto es, del derecho a la naturaleza humana en nuestra propia persona»
El derecho privado es subdividido por Kant como sigue: «derecho (con esto Kant -que habla en otro lugar del «derecho de la humanidad
natural» (teoría jurídica sistemática recabada de principios a priori) y sobre la propia persona»- entiende la relación objetiva entre «ley» y
«derecho positivo» (estatutario; la voluntad de un legislador; el derecho «deber», como el deber jurídico perfecto en las confrontaciones consigo
natural, que es después tratado aparte por Kant, es, a su vez, subdividi­ mismo; «la humanidad» es el hombre cuya personalidad totalmente in­
do en «derecho natural verdadero y propio» (derecho privado, en el que dependiente de las condiciones físicas [homo novmenom]). El matrimo­
es posible sólo un derecho provisional) y en derecho civil (derecho pú­ nio es entonces «la unión de dos personas de sexo diverso por la pose­
blico, que, con las leyes, asegura lo «mío y tuyo»; sólo en esto es posible sión recíproca y duradera de las realidades propias de su sexm>.
un derecho definitivo):
Con esta definición -que había sido siempre escarnecida-, Kant
1 . Lo mío jurídico exterior es todo lo que uso (mediante el ejercicio quiere obtener que el hombre, que gozando del sexo se degrada en
del arbitrio, entendido corno poder, potentia), por parte de otros serían objeto y viola así «el derecho de la humanidad en la propia persona»,
violaciones arbitrarias; la condición subjetiva de ello es la posesión. evita la violación del deber. El matrimonio es necesario, «según las leyes
de la razón pura», y es al mismo tiempo necesariamente monogárnico.
2. Los objetos externos de tal poder (posesión) pueden ser sólo: Según Kant hay efectivamente una diferencia entre la expresión «mi
a) <<una cosa (material) fuera de mí»; en tal caso, el hombre posee padre» (un ligamen físico, en el sentido de yo tengo un padre) y la ex­
el objeto mismo: derecho real (derecho sobre una cosa), que se refiere a presión «mi mujer» (relación jurídica de pertenencia).
las relaciones entre personas, no entre personas y cosas ( esta última
3. De la razón pura consigue por lo demás también la prohibición
expresión es admisible sólo en sentido figurado); una posesión «según la
del suicidio. «Destruir el sujeto de la moralidad en la propia persona
sustancia» (todos los derechos sobre una determinada cosa) es la pro-

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significa destruir la misma existencia �e la moral�dad, que es un fi� en ventor)? Vemos rápidamente que aquí se trata del hombre y de la per­
_ sona en el derecho. Aquí se manifiestan los efectos de una determinada
sí misma; disponer de sí mismo �orno simple me?10 para un fm arbitra­
rio significa degradar la humamdad en la propia persona (horno nov­ consideración sociocultural de ciertos hombres -del «pensador y poeta
rnenon), a la cual el hombre (horno phenornenon) ha sido confiado alemán» espiritualmente creativo- también bajo el aspecto económico
para ser conservado.» y político. El artista está por encima del técnico, el científico por encima
del práctico: esta sociedad ha acuñado la imagen de una personalidad
4. Para Kant el hombre es persona, por cuanto contempla sus de­ que -por error- está puesta en la base de la Ley Fundamental. Los
beres en las confrontaciones con los otros, y es personalidad («huma­ límites de la tutela jurídica «individualista, que ciertamente debía ga­
nidad»), por cuanto contempla los deberes en las relaciones consigo rantizar rigurosamente la vida privada de todos, pueden ser hoy co­
mismo, una personalidad cuyá moralidad constituye la dignidad del rrectamente individualizados sólo si se corrige primero esta errada
hombre, de cuya autonomía es el fundamento. concepción de la personalidad, orientada exclusivamente hacia valores
Esta concepción filosófica ha entrado a formar parte de la Ley Fun­ ético-filosóficos. Es de esta dimensión social de la tutela de la persona­
damental de Bonn y ha constituido al mismo tiempo la base de tan lidad de la que se siguen también las implicaciones políticas de la con­
discutido «derecho general de la personalidad». cepción de los derechos fundamentales. Profundizaremos a continua­
ción este argumento.
La dignidad del hombre del artículo 1 GG es, por añadidura, inter­
Cuando caen las orientaciones puramente espirituales del concepto
pretada como un general derecho de la personalida�. y e� entendid�,
de personalidad, surge naturalmente también el problema de la legiti­
ciertamente por error, como derecho natural (como s1 la circunstancia
midad del concepto mismo ¿No son suficientes los conceptos de hom­
que, también sin el artículo l GG, el hombre y su «dignidad» s�rían
_ bre y ciudadano? De estos conceptos han partido los derechos «natura­
naturalmente el supremo «valor del derecho», pudiese constltmr la
les» y «políticos», sin haber sido todavía acogidos en Alemania.
prueba de que se trata de un derecho natural).
¿Pero no ha llegado por fin el momento de acogerlas? Por ejemplo,
Es oscuro como deba ser entendido un semejante derecho de la la concepción que el hombre como hombre jurídico y el hombre como
personalidad. ¿Como derecho de la, a la, o sobre la person��dª?• � 1e­ criatura de Dios, como miembro de una comunidad y en cuanto tal,
recho que agota la personalidad? Es ya oscura la concepc1on Jund1ca deberían ser también terminológicamente distintos, no me convence.
de hombre, persona, personalidad. Por lo demás, el concepto de perso­ Esta concepción está históricamente condicionada y no logra liberarse
na es identificado con capacidad jurídica -pero así la persona se con­ de tal condicionamiento. El hombre como «alma inmortal» y eomo ciu­
vierte en superflua como concepto jurídico-, y lo de la personalidad es dadano de la República Federal no es un problema terminológico, sino
interpretado como desarrollo de la persona, como «realización particu� antropológico. Ciertamente el hombre es un ser que existe por sí mismo
_
lar de la imagen del hombre, lograda con el desarrollo creativo de s1 y que ya por esto es digno de consideración, pero al mismo tiempo, si
mismo» (Hubmann). Esta concepción es deducida esencialmente del no está ligado a los otros hombres, él no es ya hombre; tiene, por tanto,
_
derecho de autor; por lo demás, toda la nueva ley sobre derechos de valor sólo si vive en comunidad. Y le es propio la «inhumanidad» contra
autor de 1 965 se ha convertido en un himno a la personalidad de éste la cual se revuelven en particular los artículos 1 y 2 de la Ley Funda­
(«el autor es el creador de la obra», así el § 7 de la ley). Sin ei:nbar�o, mental, que hablan de la dignidad y desarrollo del hombre. Por .consi­
históricamente los derechos de autor (la tutela de la obra del mgemo) guiente, por amor del hombre, por amor de todos los hombres que vi­
se han fundad� sobre todo en la propiedad, más que en la personalidad; van, por ejemplo, en la República Federal, debemos sustituir también
por lo demás, propiedad y personalidad ·son conceptos estrictamente en este caso al pensamiento filosófico la acción «política» en el sentido
unidos como los de personalidad y espíeitu. ¿No se debería tutelar del más amplio.
mismo modo, análogamente a la personalidad del autor, también la del
empresario, del trabajador, del propietario (tal tutela ha sido ya gar�­ En apariencia, parecería que la componente filosófica de los concep­
tizada, también si dentro de ciertos límites hoy muy discutidos, al m- tos jurídicos sea eliminada por el tiempo, desde Savigny en adelante.

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cepción de Kant, la «voluntad» hacia Hegel. Pero el concepto kantiano
Savigny, ei" duro adversario del derecho natural, no era filosófico.
de poder se refiere al deber y el concepto hegeliano de voluntad a la
Todavía él es dominado por la filosofía del idealismo alemán, aunque
idea de la libertad (el derecho es «la existencia del concepto absoluto
no se haga partícipes a los particulares. La concepción kantiana de la
de la libertad consciente de sí»). El «poder» de Kant sin su moral y 1�
derivación de todo derecho de la libertad moral de cada individuo sin­
«voluntad» de Hegel sin su filosofía de la historia quedan elementos
gular coincidía con sus ideas. Para Savigny, el hombre, la persona y el
extraños a una ciencia jurídica privada sea de una moralidad rigurosa
sujeto jurídico confluyen en la general capacidad jurídica.
como de una filosofía especulativa. Consecuentemente el derecho sub­
<(Cada hombre -y sólo el hombre singular- es jurídicamente ca­ j �tivo, como poder de la voluntad, puede desarrollarse y conse�varse
paz.» Partiendo de esta tesis niega la capacidad jurídica de las personas solo en un período histórico que no avanzaba en el fondo pretensión
jurídicas colectivas, aceptándolas sólo como personas puramente ficti­ alguna en las confrontaciones de tal concepto. Y fue éste el liberalismo
cias; por lo demás, para su mentalidad individualista era contrario a los burgués. En éste el derecho civil se convierte en el derecho del egoísmo
grupos intermedios. legí�imamente privado e individualista. El derecho privado del poder de
Sav1gny ha formalizado definitivamente el derecho sustrayéndole su
Todavía más que Kant, Savigny distingue el derecho de la morali­
sustancia ética. No profundizamos aquí en detalles sobre su clasifica­
dad. El derecho serviría a la moralidad, pero no en cuanto realiza sus
ción de los derechos subjetivos; pero es importante destacar que imagi­
mandatos, sino en cuanto permite su realización. La tesis de Savigny se _
ha afirmado. Consecuentemente él fue el primero en instaurar un sis­ �a _u� sistema de poderes jurídicos autoritarios en los que los objetos
Jund1cos formaban casi círculos concéntricos, en el centro de los cuales
tema jurídico hecho de derechos, no de deberes. Porque para él el de­
se coloca el hombre como sujeto jurídico.
recho no tiene una existencia autónoma, sino que representa la vida del
hombre, considerada desde un aspecto determinado, al pensador <<or­ Queda un circulo interior de «derechos originarios», que no son de­
gánico». Todo derecho le debe aparecer como relación orgánica entre r�chos subjetivos: el (<dominio» sobre la prop;a persona, sobre la propia
los hombres. vida. En este sector Savigny niega los derechos, sobre todo porque se
preocupa de la consecuencia de deber reconocer un derecho al suici­
A propósito, Savigny define el concepto de relación jurídica como
dio. También bajo este aspecto parece que haya malentendido tanto a
esfera de «dominio autónomo de la voluntad individual» (las relaciones
Kant como a Hegel. En realidad, sus «derechos originarios» personales
jurídicas son subordinadas a su vez a las instituciones jurídicas). Las
son por tanto no-derechos, éstos delimitan una zona libre del derecho.
zonas de libertad en el interior de las relaciones jurídicas determinan
los derechos subjetivos, los derechos en «sentido subjetivo». ·El derecho La concepción de Savigny se ha afirmado aún más. Se debe a él el
subjetivo como «poder de la voluntad» es entonces el pilar principal del que todavía hoy falte el reconocimiento de un derecho general de la
sistema jurídico civil. Las esferas de la libertad humana reguladas de per�onalidad. Prescindiendo de la esfera interna, libre del derecho, en
tal modo -es evidente la afinidad jurídica con el imperativo categóri­ Sav1gny los derechos subjetivos están en una esfera intermedia del de­
co- se convierten en los fundamentos de la autonomía individual en el recho de familia, que abraza derechos y no derechos (por consiguiente,
derecho privado, caracterizada por el dominio de los sujetos jurídicos es todavía discutido el modo de garantizar, por ejemplo, en derecho
-cosas (derechos reales, propiedad) y otras personas (derecho de obli­ n:iatrimonial. una tutela contra ilícitos), hasta el derecho de las obliga­
gaciones)- y ejercitada en las declaraciones de voluntad y en los nego­ c10nes, al derecho real y hereditario, en el que son establecidos los ple­
cios jurídicos. Estos fundamentos constituyen el objeto de la ciencia nos poderes sobre las cosas (relación de propiedad) o sobre «acciones»
jurídica dogmática alemana del siglo XIX, le asignan una posición de de otras personas (relación jurídica obligatoria).
guía y entran después a formar parte del Código civil. El origen de estos
El poder de la voluntad, como oportunidad real de dominar a los
«fundamentos» es introducir en el mundo contemporáneo la mala
comprensión, por parte de Savigny, de los dos filósofos principales de
otros, separado de premisas filosóficas, entraba siempre y cada vez con
más frecuencia en crisis, que todavía no ponían en discusión las condi­
su tiempo, Kant y Hegel. En su concepto de poder de la voluntad como
centro del derecho privado, el «poden> estaba orientado hacia la con- ciones políticas de existencia, en el marco del liberalismo.

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l. Con el hundimiento del idealismo y con el paso al naturalismo, cunstancias (expropiación), como dominio de la persona sobre las cosas
en la segunda mitad del siglo XIX, el concepto de voluntad comienza a (no '-como en Kant- relación entre personas) simboliza todo el siste­
oscurecerse: un enfermo mental o un recién nacido no eran considera­ ma. Las filosofías de la libertad y de la personalidad de Kant, Hegel y,
dos capaces de querer, y eran todavía capaces jurídicamente; consecuen­ sobre todo, del joven Fichte se habían ya orientado hacia la propiedad,
temente la capacidad jurídica como subjetividad jurídica no podía ya sin que en el derecho se recogiese nada más que una traza formal. Es
quedar ligada al poder de la voluntad; el derecho subjetivo debía trans­ contra la propiedad que actúa el socialismo (Prondhon: «la propiedad es
formarse o morir. un robo», refiriéndose a la renta, a la cual no se contribuye COI\ el pro­
pio trabajo). Finalmente, el comunismo/marxismo, que se relacione sea
2. La concepción del poder separado de todo deber fue desenmas­ filosóficamente (libertad) sea políticamente (igualdad) al nexo entre
cado, en las tempestades de la industrialización y de la democratización, trabajo y propiedad, liga las relaciones de propiedad existentes a las
como construcción sin consistencia: la esencia de la relación jurídica no relaciones de producción, sociales y políticas, y las interpreta como or­
era la posición de tener derecho, sino la de la obligación (del deudor, del ganización de una sociedad dividida en clases a la que el Estado sirve
propietario, o del mismo empleador). Partiendo de la concepción del de «comité de negocios)> compuesto por la clase burguesa. Este conflic­
deber existía también la posibilidad de admitir un derecho general de la to no está todavía resuelto. El liberalismo, que en su vértice llega hasta
personalidad, sin que esto implicase el reconocimiento de un derecho al identificar el derecho con el propio concepto de libertad (Rotteck), lo
suicidio. había sólo apartado por un período demasiado largo.
3. Si de tal modo los «deberes» en las relaciones con el prójimo se
han puesto en primer plano -esto vale con mayor razón en cuanto a 5. Mientras detrás del derecho subjetivo de Savigny había como
los grupos intermedios, los grupos de interés económico, que se pusie­ consecuencia política la garantía y la conservación dé las relaciones
ron en el centro de la actividad política, también si su «derecho» no existentes, en la segunda parte del siglo pasado el derecho se convierte
podía ser ahora entendido en sentido individualista-, por otra parte, en «manipulable>► al consentir una transformación -no socialista- de
frente a la rigurosa distinción entre derecho y moral, para este «deber» las relaciones sociales. Porque en derecho civil se atenía esencialmente
no había en el fondo más espacio. Los «deberes» giraban en el vacío en a la concepción de fondo individualista, el derecho del trabajo, el dere­
el derecho y devenían superfluos deberes jurídicos, en la práctica eran cho de la economía y el derecho social se desarrollaron de modo autó­
sustituidos por la coerción jurídica, detrás de la cual se desarrolló el nomo. Pero en el mismo derecho civil un nuevo modelo fue puesto en
poder social para afirmarse según las reglas del Estado liberal. Conse­ la base del derecho subjetivo: el poder de la voluntad fue sustituido por
cuentemente en el siglo XIX el derecho civil no ofrece más apuntes por­ el «interés jurídicamente tutelado►> (por todos R. V. Jhering). Con tal
que en la cuestión social a los derechos correspondían deberes sociales cambio se miraba a una deformalización del derecho privado que será
(el principio «la propiedad impone obligaciones» es, por tanto, inade­ ahora estructurado por los fines, no por las formas. Es cierto que se
cuado). En lugar de la obligación hay ahora abuso de derechos, y se ha podía tener en cuenta también en el derecho privado del poder social y
hecho imposible fijar y enumerar los criterios para establecer en qué político, pero no se le podía encuadrar en éste, no era posible politizar el
consiste, también para un sistema que concibe los derechos subjetivos derecho privado de este modo. En la monarquía constitucional el sis­
como núcleo esencial del derecho. (Este es el terreno sobre el cual ha tema de coordenadas del «derecho público» y del «derecho privado» se
nacido la fórmula de la correspondencia entre derecho y responsabili­ había convertido en el fundamento inamovible de toda concepción ju­
dad.) rídica. Los «intereses» protegidos por Jhering quedaron en gran medida
en lo que el dereclto subjetivo de Savigny había sido: derechos de do­
4. La concepción del poder en el derecho privado individualista se minio, un sistema de autorizaciones.
añadía sólo a aquella situación jurídica que ha asumido los caracteres
del derecho subjetivo en la concepción jurídica burguesa: a la propie­ 6. Desde el punto de vista técnico-jurídico, el Anspruch (preten­
dad. La propiedad entendida como dominio exclusivo, ilimitado, sus­ sión) se separa del derecho subjetivo en general (B. Windscheid Ans­
traíble sólo detrás un adecuado resarcimiento y en particulares cir- pruch = poder de exigir un hacer o un no hacer a otro), razón por la

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que la existencia del derecho subjetivo parece siempre menos justifica­ la evolución del derecho, sino de las modernas estructuras económicas
da. Desde entonces se ha discutido y escrito muchísimo sobre el dere­ de la producción y del aprovisionamiento en general. La tutela del
cho subjetivo, pero en el fondo el resultado ha sido siempre el mismo: cliente no consiste en la libertad contractual, sino en la garantía de las
para éste ya no hay lugar, pero somos tan aficionados a él. La mayor cualidades establecidas en las condiciones generales del contrato, con­
parte de nosotros está también asustada por la «politización» del dere­ tratos de masas «prefabricados» y siempre iguales, sobre todo a causa
cho privado sucedida durante el nacionalsocialismo, que identificaba la de la standardización y de la razionalización. Se discute en el mundo
nación con los connacionales (se había ya esbozado un código popular jurídico si las condiciones generales tenían carácter contractual o nor­
con <<la sangre alemana, el honor alemán y la pureza de la estirpe ale­ mativo. Pero esta discusión es fútil. Estos contratos estándar entran, así
mana» como fundamentos del derecho del pueblo alemán; se habría como la autonomía colectiva de las asociaciones patronales y de los
comportado todavía una vez una distinción entre la capacidad jurídica sindicatos de trabajadores, en la «delegación legislativa a favor de los
de los connacionales y la de los extranjeros). particulares» (ésta debería de ser la fórmula exacta en la terminología
El hecho de que el derecho haya sido nazificado entre 1933 y 1945 del derecho civil liberal) o en la «autonomía controlada de los grupos y
debe constituir, en mi opinión, sólo una razón más para democratizarlo de las asociaciones» (así, en la terminología del derecho civil político).
hoy (sea desde el punto de vista del Estado de derecho, sea desde el del Hoy por hoy tal control se refiere casi exclusivamente a los tribunales,
Estado social) para prevenir, también mediante el derecho, un nuevo que deciden, esencialmente con la ayuda de las llamadas cláusulas ge­
totalitarismo. Pero hoy por hoy se habla muy indirectamente y con nerales, si las condiciones generales de los contratos son, en el caso
poca claridad. Esto depende de la ausencia de una «teoría jurídica» y individual, contrarias a la buena costumbre, a la buena fe o inicuas.
del estado de conocimiento y conciencia del mundo del derecho. Algu­ Las cláusulas generales son normas generales en blanco, sin un con­
nos estudiosos modernos (sobre todo J. Esser, L. Raiser, F. Willcker) tenido preciso. Métodos y armas semejantes están anticuados, pero no
parten de la función y del análisis de la jurisprudencia respecto a un poseemos más modernos. Naturalmente no está en juego la buena cos­
sistema jurídico que ahora la sostiene sólo formalmente o elaboran las tumbre, sino el poder del mercado, la estrategia de las ventas, en pocas
instituciones jurídicas de un nuevo modelo jurídico y social. palabras: la política económica.
Querría explicar con algunos ejemplos el funcionamiento del «dere­
cho privado» hoy. Quien compra a crédito, entra por norma en relaciones de financia­
ción más bien complejas, sin darse cuenta. El cliente se limita a firmar
l . Si la camisa que he comprado tiene una manga cosida al revés, modelos ya impresos, recibe la mercancía y paga después los intereses.
según el BGB (§ 459 y s.) puedo o anular la compra (restituir la camisa El fondo jurídico está casi siempre constituido por normas que regulan
y pedir la restitución del dinero) o exigir una reducción del precio. En las relaciones de compraventa entre el vendedor y el cliente, las rela­
general, las negociantas acogen por comodidad tal exigencia o reexpi­ ciones de crédito entre el instituto de financiación y el cliente y las
den la camisa al productor para hacerla reparar. No se habla del Códi­ relaciones de garantía entre el instituto de financiación y el vendedor.
go civil. Los contratos se apoyan en las condiciones generales del con­ ¿Pero qué sucede si la mercancía presenta algún defecto, si el contrato
trato. de compraventa se esfuma? Según el derecho civil (condiciones genera­
les de los contratos y Código civil), la operación de venta y la operación
No se puede comprar, por ejemplo, un nuevo auto sin aceptar ex­ de mutuo son dos cosas distintas y separadas. El cliente debe continuar
presamente tales condiciones. Si el cambio de marcha no está en su restituyendo el dinero al banco, quizá sin que el vendedor les restituya
lugar, esto es reparado, pero la máquina no es restituida; ni es bajado el a su vez el precio de adquisición con la debida concreción y a su debido
precio. Sin explicar los particulares en este lugar, una cosa resulta evi­ tiempo. La jurisprudencia ha intervenido en este sector y considera hoy
dente: no hay trazas de la autonomía privada. Uno de los contratantes las operaciones de venta y de mutuo un nuevo tipo de venta financiada,
plantea las condiciones que, según el modelo de la autonomía, deberían que no es mencionada en el Código civil. Consecuentemente, si el ven­
ser concordadas por ambas partes. Este fenómeno no depende sólo de dedor no cumple el contrato del modo debido, el adquirente no debe

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resituir el dinero recibido en préstamo, aunque desde el punto de vista fastidio del cual el individuo no sabe defenderse. Como en derecho pe­
jurídico se trate de dos relaciones contractuales distintas y separadas. nal, ·a sí también en derecho privado, la inmoralidad está en sustancia
muerta desde hace tiempo como medio de valoración y sería sustituida
2. El método que juega hoy un papel relevante en la interpretación con la ilegalidad, porque el solo derecho -sin reenvío alguno a conce­
del moderno derecho civil consiste en considerar el derecho privado siones de valor extrajurídicas y extremadamente pluralistas- establece
partiendo del punto de vista de la constitución. Pero tal procedimiento los metros de una buena organización de la convivencia. ¡Aquel que nos
no es ciertamente metodológicamente «impecable», dado que se basa q_uiere no es la moral, sino la public policy!
en los viejos fundamentos sistemáticos. La fórmula mágica sustitutiva
es entonces: «eficacia en las confrontaciones con terceros de los dere­ 4. El derecho general de la personalidad se ha afirmado a pesar y
chos fundamentales». Se sostiene que estos últimos no deben valer sólo en contra del Código civil. Y ciertamente con razón. Hay sólo que pre­
para la relación entre el individuo y el Estado, pero también en las rela­ guntarse por cuál de tantas cosas que éste protege es verdaderamente
ciones entre individuos; ciertamente con cautela, con límites y muchas digna de tutela. Esto no puede ser ya comprendido como poder autori­
excepciones, pero así debería ser ervia de principio. Este método de­ zado ni como interés protegido. Este tutela al hombre como tal. Por
muestra claramente que la distinción, hasta ahora practicada, aunque tanto, su esfera humana turbada es «privada» y, por tanto, más eficaz
superada, entre derecho público y privado no es eliminada, sino conti­ debe ser su tutela. Viceversa, la esfera turbada es «comercial» y «políti­
nuada. En realidad, los derechos fundamentales no pueden ser exclusi­ ca» y no se justifica una tutela que se basa en el derecho de la persona­
vamente derechos de defensa del individuo en las confrontaciones con lidad. Que se refiere a una violación de su personalidad porque, en una
el Estado (que es hoy la misma sociedad política democrática, en la transmisión televisiva, es indicado como espía de la última guerra cuya
cual cada individuo participa), pero son también expresión de aque!;.a víctima h a sido condenada a muerte, o porque en el gestionar de un
posición jurídica que se refiere a todo individuo porque pueda partici­ ganado de bueyes no quiere atenerse a las regl.1ls de la asociación de los
pamos. Pero en tal caso, por ejemplo, el empleado de una farmac,ia no ganaderos, o porque un diario le describe, apostando hechos verdade­
puede negarse -ni siquiera apoyándose en los derechos fundamentales ros, como político corrupto -casos todos que se han verificado en la
(la conciencia)- de vender medios anticonceptivos; siempre puede de­ historia de nuestra jurisprudencia-, no se refiere del todo a esferas
jar el puesto de trabajo y emplearse en una pastelería. Viceversa, el dignas de tutela, de la existencia humana privada, que debe quedar no
miembro de una asociación deportiva o la empresa que forma parte de turbada, sino a intereses sociales, económicos, políticos. Una concep­
una asociación patronal tiene obviamente -también sin apoyarse en ción errada nace en este campo, como en tantos otros, más difícil el
los derechos fundamentales- derecho a igual tratamiento, porque éste trabajo de jurista. Una concepción más correcta en materia de las insti­
es un principio político de justicia de primer plano en el derecho de los tuciones de la existencia política y privada podría indicarnos las líneas
grupos y de las asociaciones en una época en que el individuo no puede directivas para una nueva orientación. La tutela de la personalidad no
hacer valer los propios intereses sin estar representado y quedaría de es ciertamente una pía ilusión, sino que no es necesario esconder detrás
otra forma desprovisto. de éste la lucha económica o la libertad de imprenta, no es necesario
justificar con ésta la comercialización de la dignidad humana. Vicever­
3. También en el derecho de las cláusulas generales penetran sólo sa, una extensión de la tutela de la personalidad del sector puramente
lentamente las ideas modernas. Si el BGB declara inmoral (en el sentido espiritual-creativo a·una tutela efectiva de los «ofendidos y humillados»,
del art. 1 UWG) el anuncio «gasolina de primera calidad» de un distri­ de aquellos que «trabajan y llevan todos los pesos», sería un objetivo
buidor sin marca, o la expedición de mercancías no pedidas, no se trata meritorio para el ·derecho.
del todo de la «moralidad», sino del «orden público» de la República: en
el caso de la gasolina de marca, se trata de asegurar, desde un punto de 5. En el derecho extracontractual al resarcimiento por daño (el
vista económico-político, la venta llamada «a dos bandas» de artículos llamado ilícito civil), que hoy procede por «dos caminos» diversos (la
de marca que funciona sólo si queda secreta. En el caso de la expedi­ responsabilidad por culpa y la llamada responsabilidad objetiva, sin
ción de mercancías no pedidas, se trata, en política económica, de un culpa), ha cambiado casi todo, como en el derecho contractual, en el

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que la autonomía privada se ha sustituido por la autonomía de los gru­ desarrollos más recientes muestran una cierta tendencia hacia una
pos. La responsabilidad por culpa (Schuldhaftung) forma parte del libe­ responsabilidad directa del productor hacia el consumidor final, sobre
ralismo, como el derecho subjetivo y la autonomía privada. En el mo­ todo, por cuanto se refiere a los daños corporales. Pero esto no puede
derno derecho privado, que plantea libertad individual, se tiende a ser motivado con el «derecho civil», como no puede ser motivado con la
establecer un resarcimiento en casos de daños o lesiones socialmente exoneración de la responsabilidad del trabajador. El problema no se
inaceptables. resuelve ni siquiera con un corte limpio (del «Estado social») del mundo
El modelo del ilícito civil del BGB era típico del ordenamiento social gordiano de los entrecruzamientos de las relaciones de seguro y asis­
de las pequeñas ciudades que vivían de la agricultura y del artesanado, tencia. Este entrecruzamiento se ha producido por una lenta evolución
en que se tenían relaciones contractuales con los otros, pero era fácil del derecho, sobre todo en la jurisprudencia, y de una constante «ela­
evitar los daños; el riesgo de sufrir un daño es centuplicado en nuestra boración» de la situación jurídica en la doctrina, y finalmente del desa­
sociedad de masas (en éstas el hombre -y ¿qué hombre?- se ha con­ rrollo del sistema del seguro. Ahora sólo los técnicos pueden entender
vertido en masa, o más bien la masa -¿cuál masa?- se convierte en los detalles; por lo demás, toda la «oficina» del derecho puede ser así
hombre). Hay dos sectores particularmente característicos en los que considerada y descrita, pero los profanos no entienden nada.
resulta evidente la nueva orientación de la concepción jurídica de la Estos dos ejemplos muestran que hay que reemplazar el derecho
responsabilidad. Se trata de las llamadas «responsabilidad civil del pres­ hoy anticuado. Estos han sido sacados de dos sectores muy indicativos
tador de trabajo» y «responsabilidad civil del fabricante o vendedor del del derecho; la sociedad del siglo XIX vivía -como modelo- del trabajo
producto». independiente y de un aprovisionamiento de bienes a un solo ciclo; vi­
a) Los prestadores de trabajo deben responder a los empleadores, ceversa, la sociedad de nuestro siglo vive -como modelo- del trabajo
como viceversa, los empleadores a los prestadores de trabajo (desde el subordinado y de un aprovisionamiento de bienes de más ciclos.
punto de vista del ilícito civil). como cada uno de nosotros responde al 6. En el derecho patrimonial las columnas del viejo sistema (dere­
prójimo. En la relación entre empleador y prestador, un complejo sis­ cho subjetivo y autonomía privada) se han caído, pero no están hundi­
tema de seguros sociales ha sustituido desde hace mucho tiempo las das, lo que hace hoy más difícil el trabajo.
relaciones meramente privadas. El prestador de trabajo debe responder
de eventuales daños causados a las máquinas y bienes -o en ciertos Por tanto, cada uno tiene derecho al libre desarrollo de la personali­
casos también de daños a la persona de los colegas- (cubiertos en dad (art. 2 GG), esto significa correctamente que cada uno tiene el de­
primer lugar por la seguridad social). En casos de daños leves, aquellos recho de desarrollar por sí mismo, y esto es un derecho que no debe
«que pueden recaer sobre todos nosotros», semejante obligación de re­ entenderse como «dominio», ni como «interés», no como derecho subje­
sarcimiento parece injusto frente a la realidad del trabajo y del derecho tivo (ni privado, ni público), sino como derecho del hombre y del ciuda­
del trabajo de nuestra época. Esta decisión no es, sin embargo, una dano. El derecho a la patria debería ser, por tanto, la patria como dere­
simple decisión política, sino es a su vez el resultado de desarrollos y cho internacional, del mismo modo en que por ejemplo el derecho a la
conflictos extremadamente complejos. El prestador es liberado de su educación es, en términos correctos, «la educación como derecho de los
responsabilidad: los gastos son sostenidos por dos seguros, las primas ciudadanos» (R. Dahrendorf).
son pagadas por el empleador / empresario.
Y no puede haber un derecho de la nariz, ni un derecho en las con­
b) Quien produce la mercancía defectuosa debe responder al com­ frontaciones con mi nariz, como no puede haber un derecho a mi nariz,
prador. Pero hoy entre el productor verdadero y el adquirente final hay ni uno que «nazca» de mi nariz; la misma nariz no puede ser un dere­
toda una cadena de distribuidores. El sistema de garantías de los con­ cho. En definitiva, no me sirve para oler, sino huelo. Quien me lo impide
tratos de compraventa (individuales) es hoy inadecuado. Por cuanto se no viola ni el derecho en general, ni mi derecho en particular, sino sólo
refiere a los daños a la salud o corporales, los resarcimientos son toda­ a mí, y yo tengo plenamente razón si exijo que no se me moleste ni se
vía más complejos y menos seguros (recuérdese la talidomida). Los me haga daño ulteriormente.
1 17
1 16
Difícilmente Schiller habría podido tener esta respuesta en su época.
Pero lo que es peor es que probablemente no la recibiría ni siquiera VII
hoy. Del matrimonio como institución
al matrimonio como contrato

«Un cónyuge puede pedir la disolución de la relación matrimonial


(Aufhebung) si en el momento de contraer matrimonio ha caído en el
error acerca de las cualidades personales del otro cónyuge, que, si hu­
bieran sido conocidas anteriormente y consideradas en relación a la
esencia del matrimonio, le habría inducido a no contraer matrimonio»
(§ 32, párrafo primero, de la ley del matrimonio). Aufhebung (disolu­
ción) no significa ni nulidad del matrimonio (§§ 1 6 s. de la ley citada, en
base a la cual se ha roto el matrimonio inválidamente contraído, me­
diante sentencia con eficacia retroactiva: por ejemplo, en caso de vicios
de forma o de incapacidad de actuar, bigamia, etc.), ni divorcio (§§ 4 1 s.
de la ley que prevé la disolución de un matrimonio válidamente con­
traído mediante sentencia, sin eficacia retroactriva). Aufhebung es, más
bien, la disolución de un matrimonio inválidamente contraído por obra
del juez, sin eficacia retroactiva. Este curiosum de una «anulación» (es
decir, matrimonio inválido) con efecto de divorcio (es decir, matrimo­
nio válido) simboliza el conflicto entre diversos principios jurídicos so­
bre los que se asienta todo el derecho de familia y, por consiguiente, el
derecho matrimonial: el principio contractual (concepción contractual)
y el institucional (concepción del status). De un lado está el matrimonio
entendido como contrato, como partnership personal consensual, con
todas las libertades previstas por el derecho contractual; por otro, el
matrimonio entendido como institución como status comunitario su­
perpersonal sin las libertades previstas por el derecho contractual; aquí
nace el disentimiento. La concepción que se apoya en el principio con­
tractual permitiría la impugnación del contrato matrimonial -con
efectos retroactivos- en caso de error, engaño, amenaza, etc. (después
de la disolución, el hombre y la mujer serían considerados y tratados
como si no hubieran ·estado jamás casados; en cada caso, como en el
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régimen de la nulidad, se haría una excepción para los hijos -§ 1.59 1, y en particular aquel conjunto de normas que regula los ilícitos «no son
párrafo primero, 1 BGB- para no hacerlos a posteriori ilegítimos). Vi­ invocables».
ceversa la concepción que se apoya en el principio institucional permi­ Las causas de disolución del matrimonio permiten al que tiene el
tiría, en caso de error, engaño, amenaza, etc., una disolución del vínculo derecho sólo pedir la disolución con efectos para el futuro. Sin la diso­
matrimonial con efectos sólo para el futuro (después de la «separación» lución judicial nadie puede avanzar pretensiones fundándolas en la
el hombre y la mujer serian considerados y tratados corno dos perso­ posibilidad de una futura disolución. Esto sucedería si el actor obtuvie­
nas que hasta entonces estaban casadas). se la restitución de los alimentos, porque «de tal modo obtendría prác­
Esta distinción sirve para introducir la polémica en torno a la natu­ ticamente los efectos de la disolución del matrimonio antes de la sen­
raleza del matrimonio y permite valorar las consecuencias prácticas. tencia de disolución». Por consiguiente, el BGH decide: porque la sepa­
Para explicar mejor el problema cito una decisión del BGH de 7 de ración personal comporta las mismas consecuencias que el divorcio,
junio de 1967 (BGH 248,82): las partes en causa estaban casadas. Vivían «para el período en que el matrimonio subsiste valen los principios que
por separado desde el 1 de julio de 1954. En un primer momento la regulan los efectos patrimoniales del matrimonio».
acción de disolución del actor había sido rechazada. Después de la Considero que tal decisión es errónea. En este caso no se trata del
condena por falsa deposición de un testigo interrogado en aquel juicio, todo de anular el matrimonio con efecto retroactivo, desde el punto de
la sentencia que había rechazado la acción de disolución del matrimo­ vista del derecho patrimonial. con la consecuencia de que la mujer de­
nio fue revocada a instancia del actor. Por sentencia de 1 8 de febrero bería restituir todos los alimentos; lo que cuenta es exclusivamente el
de 1962 el matrimonio fue disuelto; por error del actor acerca de las hecho de que la mujer -admitido que haya ciertamente neutralizado
cualidades personales de la mujer y la demandada fue reconocida cul­ la primera acción aprovechando la falsa deposición-, se ha procurado
pable. Tal decisión pasó a ser ejecutada. El actor pide la restitución de los alimentos de modo ilícito y culposo, retrasando durante varios años
los alimentos pagados a la demandada durante el período de separa­ la sentencia de disolución. Rechazar la petición de restitución de los
ción, sosteniendo que tiene la obligación de resarcirlo. De la sentencia alimentos, que la demandada había recibido sólo porque, por engaño y
con la que el matrimonio ha sido disuelto resultaria que la mujer había culpa suya, el matrimonio no ha sido disuelto en el primer juicio, no
basado el matrimonio en una mentira y engaño y se había, durante el significa tutelar el matrimonio, sino premiar la mentira. No profundi­
matrimonio y el primer juicio, aprovechado conscientemente del falso zamos en los detalles si la sentencia es justa o injusta. He iniciado con
testimonio. Aprovechar de la subsistencia formal del matrimonio hasta esto este capítulo, porque prueba dos tendencias típicas del derecho de
la sentencia de disolución constituiría un abuso. Además, la demandada familia:
habría recurrido la sentencia que le atribuia los alimentos, como resul­
taría de los actos procesales que son citados singularmente. He aquí los 1 ) Los fundamentos de la decisión son asumidos de modo acrítico.
hechos. Los aporto íntegramente de la sentencia para demostrar la in­ 2) Los resultados de la decisión son favorables al matrimonio
suficiencia de la narrativa aportada por la sentencia del BGH, que juzga como «institución», y contrarios al matrimonio entendido como
el derecho sin competencia para examinar los hechos. «contrato».
El Landgericht de Berlín, el Kammergericht y el Bundesgerichtshof No se puede tomar juridicamente posición sobre la Aufhebung sin
han rechazado la demanda, aunque el § 826 del Código civil establezca: aclarar el significado que hoy día se concede a una disolución del ma­
«El que violando las reglas de las buenas costumbres ocasiona dolosa­ trimonio (Aufhebung como anulación) sin alguna eficacia retroactiva
mente daño a otros, está obligado al resarcimiento del daño.)> (equiparación a los efectos del divorcio). Originariamente el BGB pre­
El motivo decisivo por el que la acción ha sido rechazada por el veía sólo la «impugnativa» del matrimonio. Con la ley del matrimonio
BGH es este: «Las consecuencias de una violación de los deberes que se de 1 938 la impugnativa fue sustituida por la separación personal (en
deduzcan del matrimonio» son «regulados exclusivamente por las nor­ consideración a la «anexión» de Austria, el derecho patrimonial que re­
mas del derecho familian>, razón por la cual «el derecho de obligaciones visado y reelaborado era una ley unitaria, grangermánica). Detrás de

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tal sustitución no se escondía más que la concepción nacionalsocialista no hace del todo valer directamente la ilegitimidad de su hijo -por lo
del matrimonio como «célula originaria de la vida del pueblo». «Ni si­ demás no podría hacerlo, porque los plazos han vencido-, pero sí el
quiera el matrimonio puede ser fin en sí mismo, sino que debe servir a adulterio de su mujer. De conformidad con esta incomprensible línea
un fin superior, a la prolificación y conservación de la especie y de la se ha desarrollado la jurisprudencia: por ejemplo, el Tribunal de Apela­
raza. Este es su único significado y objetivo» (Adolf Hitler en Mein ción de Colonia (decisión de 28-XI-1966, N. J. W. 1967, 1 090) ha deter­
Kampf). Así, la campaña conducida por la mística nazi contra la con­ minado recientemente que el padre no tiene derecho, ni siquiera como
cepción contractual liberal-individualista ha destruido también la im­ resarcimiento, al reembolso de los alimentos pagados, ni siquiera en la
pugnación del matrimonio. Surge entonces la duda de si las normas hipótesis en que el abogado, por su negligencia, haya dejado pasar los
sobre la separación personal son inconstitucionales en cuanto violan la plazos dentro de los que andaba propuesta la acción para contestar la
libertad. De acuerdo con Thilo Ramm, considero que lo son. Al mismo legitimidad del hijo. Aquí entra en juego la tutela del hijo inocente o se
tiempo parece claro que bajo esta «concepción comunitaria del derecho trata exclusivamente de tutelar el abogado culpable2•
matrimonial familiar se esconden también otras razones. En cuanto a
la ideología nazi, sobre todo el derecho natural católico hace de padrino Otra cuestión semejante (decisión de 2 1 -XII-1966, BGH2 46, 3 19):
a las concepciones «antiliberales» del derecho vigente, que tiene muy según el BGH, si un hombre ha sido condenado al pago de los alimen­
oscuro por culpa de afirmaciones dogmáticas o no motivadas. tos por un hijo nacido fuera del matrimonio, no puede pretender, en el
caso de que a continuación viniese determinada su paternidad, el reem­
A qué absurdos esto puede conducir se muestra, por ejemplo, en un bolso de los alimentos hasta entonces pagados, ni del hijo ilegítimo, ni
caso de derecho familiar resuelto de modo conforme a la tesis ya cita­ del verdadero progenitor. Además, el BGH rechaza aplicar por analogía,
da del Tribunal de Casación. Según el § 1 .593 BGB la ilegitimidad de un al presunto padre natural, el § 1.709, párrafo segundo ' del BGB. Esta
hijo nacido durante el matrimonio o dentro de trescientos dos días de norma prescribe: «si la madre o un pariente materno obligado al man­
su disolución o anulación «puede ser hecha valer sólo si la legítimidad tenimiento presta tal mantenimiento al hijo (se entiende al hijo ilegíti­
ha sido contestada y si la ilegítimidad ha sido declarada por sentencia mo), el derecho al mantenimiento del hijo en relación al padre se trans­
dictada por un juez». fiere a la madre o a este pariente». Con esta norma es aplicada la regla
del § 1 .709, párrafo segundo, según el cual el padre, según el § l.589,
No quiero juzgar en este lugar la sustancia de la norma; según ésta párrafo segundo BGB, no viene considerado pariente del hijo ilegítimo,
un hijo nacido durante el matrimonio es un hijo legítimo. Para atacar la debe proveer al mantenimiento aun antes que la madre y los parientes
legítimidad es necesario respetar determinadas formas y sobre todo de él, que obviamente son todos los parientes del hijo ilegítim9 y tienen,
términos. Si éstos no son observados, el hijo quedará legítimo con todos por consiguiente, la obligación de proveer a su sostenimiento. Nada
los efectos que esto comporta. Consecuentemente el padre legítimo que más obvio, por consiguiente, que esta norma por analogía a la relación
a pesar de esto no es el verdadero progenitor no puede ni siquiera exi­ entre el padre verdadero y el presunto que en un primer momento
gir que este último le reembolse, por ejemplo, las sumas gastadas para paga sólo por error. Semejante razonamiento es cierto más adecuado
el mantenimiento del hijo, si no ha cuestionado la legitimidad y si la para aquel para quien el presunto padre viene obligado a pagar co­
declaración no ha sido establecida por sentencia del juez. Esto es cohe­ múnmente. Esta solución se impone tanto más cuanto que el Tribunal
rente. Pero hoy el BGH llega a negar al padre legítimo (decisión de de Casación haya aplicado el § 1 .709, párrafo segundo, por analogía, al
4-V-1966, N. J. W. 1966, 1 913), una vez que hayan corrido los plazos, marido de la madre del hijo, de quien no es progenitor, también a aque­
hasta el derecho de reclamar el hecho dé que su hijo ha nacido de un llos que, contrayendo sucesivamente matrimonio con la madre legíti­
adulterio para obtener el divorcio (aduciendo evidentemente las opor­ ma, en determinadas condiciones, el hijo nacido fuera del matrimonio
tunas pruebas) y pretender que el matrimonio venga disuelto también a haciéndolo suyo (§§ 1.719, 1 .920 BGB).
causa del adulterio cometido por la mujer. Según el BGH, una investi­
gación de este género implicaría la posibilidad de hacer valer implíci­ Para la motivación del BGH se refiere una vez más erróneamente a
tamente, de un modo inadmisible, la «ilegitimidad», en realidad el padre la consideración de que, en el § 1.709, párrafo segundo, y en los otros

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casos por ésta examinados, se trataría de relaciones de parentesco, o de l. La reglamentación juridica de los bienes patrimoniales entre
relaciones al menos consideradas tales por la ley, mientras el progenitor cónyuges presenta varias alternativas. Si falta un acuerdo preciso los
no legítimo no vendria considerado pariente del propio hijo; el «paren­ cónyuges viven, por cuanto se refieren al régimen de bienes, en el sta­
tesco natural» no vendría considerado tal por el derecho (obviamente tus de la llamada Zugewinngemeinschaft. Jurídicamente esta última no
en derecho penal esto vale ilimitadamente: las relaciones sexuales entre es una comunión de bienes, sino una división que prevé exclusivamente
el verdadero progenitor y la hija ilegítima constituye incesto, mientras el objetivo de conservar los bienes en los limites de lo posible y en de­
una relación sexual entre el padre legítimo -pero no verdadero- y la terminadas circunstancias, el consentimiento de un cónyuge y poderes
propia hija no lo es. Detrás de todo esto se esconde una específica con­ de disposición por el otro (la norma más importante y más discutida es
cepción del parentesco y sobre todo del matrimonio. ¿Pero qué tienen en este contexto el § 1.365 BGB). La «comunión» se realiza, bajo el as­
que ver el matrimonio y el parentesco con el reglamento de las cuentas pecto del Zugewinn, sólo aquello se disuelve la comunión entre los cón­
(= acción de regreso) entre el padre presunto que pagó en un primer yuges: esto es, sobre todo, con la muerte y con el divorcio. En caso de
momento y el verdadero progenitor que viene individuado sólo a conti­ muerte el Zugewinn {la diferencia entre el valor de los bienes en el
nuación? La respuesta es simple y clara: nada. momento de la celebración del matrimonio y el valor de los mismos en
la disolución) viene esquemáticamente compensado «aumentando con
La figura jurídica descrita confundirá quizá al profano; le podría ser
una cuarta parte la herencia que por ley corresponde al cónyuge so­
incluso imposible individuar a primera vista los elementos comunes a
breviviente» (§ 1.371 BGB, en conexión con el § 1.931 BGB). En caso de
las otras hipótesis, la tutela y la conservación del matrimonio y <le los divorcio, se da lugar a una compensación aritmética (§§ 1.372 y s. BGB).
hijos legítimos contra un vaciamiento directo o indirecto mediante las
El punto débil de esta solución se manifiesta en todos,aquellos matri­
pretensiones de resarcimiento. El bien jurídico tutelado es en cada caso monios en los que el propio cónyuge que sobrevive h a hecho aumentar
la institución del matrimonio, una institución que todavía, por cuanto
el patrimonio durante el matrimonio, de forma que el sistema del dere­
se refiere al régimen de la Aufhebung, ha nacido exclusivamente del
cho hereditario viene notablemente turbado. Todavía tal efecto puede
patrimonio espiritual nazi y que privilegia a los hijos legítimos en las ser evitado regulando la sucesión con el testamento. El punto débil, en
relaciones con los ilegítimos.
la hipótesis del divorcio, viene a la luz en todos aquellos casos en los
Como demuestran los casos ahora citados, no hay nada más erró­ que, durante el matrimonio, nada se h a adquirido, y todavía el patri­
neo que creer que toda concepción institucional del derecho de familia monio inicial del marido no ha sufrido pérdidas porque la mujer cola­
equivalga al de la Iglesia Católica y que toda concepción contractual bora gratuitamente, por ejemplo, en el negocio del marido, evitando así
sea una concepción liberal laica. Debemos distinguir mejor las varias el empleo de mano de obra cualificada. En la jurisdicción más reciente
opiniones, entre sí muy diversas, de los complejos procesos de estratifi­ se han comenzado a afirmar soluciones de compromiso que no se re­
cación que en el derecho de familia han favorecido y conservado hasta fieren al derecho de familia, ni, en particular, al régimen de bienes ma­
hoy el estricto entrecruzamiento entre derecho, religión y política, entre trimoniales, sino que, refiriéndose exclusivamente al derecho patrimo­
Estado e Iglesia. La clave más idónea para entender el mundo mágico nial, «constituyen» pretensiones de compensación según el «derecho de
del derecho de familia la da el examen de aquel específico complejo de obligaciones» (fundadas en este último, o en el derecho del trabajo o en
normas que, en el interior del derecho general, constituye el derecho de el derecho de sociedades). Ahora parece, sin embargo, que el BGH bus­
familia, esto es, la individuación del elemento decisivo, que distingue la ca destrozar otras tendencias, considerando la colaboración entre cón­
concepción contractual de la institucional. A tal fin no basta con des­ yuges, en principio, gratuita. Personalmente considero que esta actitud
cribir los desarrollos más recientes, por cuanto esto puede conducir a del BGH es deplorable en cuanto va unilateralmente en daño de la mu­
preciosos resultados parciales. Determinaré brevemente dos tendencias jer y también porque, sin motivación alguna, pone el derecho de familia
para concentrarme a continuación esencialmente en el divorcio (trata­ por encima del derecho que regula el contrato de trabajo y las relacio­
ré el derecho de los hijos en el capítulo sucesivo en conexión con los nes de sociedad.
problemas del derecho hereditario).

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2. La tutela del matrimonio agota, desde el punto de vista del dere­ Evidentemente los problemas jurídicos vienen considerados y re­
cho matrimonial, y por consiguiente también el derecho de familia, ex­ sueltos más como problemas matrimoniales que no como problemas de
clusivamente derechos y deberes que la «comunión de vida conyugal» dos cónyuges. Hay que profundizar ulteriormente este aspecto.
impone a los cónyuges. Si, por ejemplo, un marido acoge a su- amante Para comenzar hay que poner de relieve de momento la paradoja
en casa o en la oficina, la mujer tiene derecho al «restablecimiento de la por la que el derecho de familia no es entendido del todo como derecho
comunión conyugal». Obviamente tal derecho no puede ser nunca real de la familia. La historia. La historia de la familia -la investigación
y satisfactoriamente actuado, porque la ejecución forzada es imposible histórica sobre la cuestión es aún muy reciente, porque existe -sólo des­
o inútil en la esfera personal: el hecho es que no se puede reintegrar la de hace cien años (se inició en Alemania con Muterrecht, de J. J. Bacho­
mentalidad o moralidad conyugal. Por consiguiente, al cónyuge «ofen­ fen ( 1 86 1 ), y con El origen de la familia, de la propiedad privada y del
dido» no quedaría, a fin de cuentas, más que el divorcio. La jurispru­ Estado, de F. Engels ( 1 884)- es la historia de su disolución, esto es, una
dencia «resuelve» el problema, siguiendo una opinión muy difundida en historia de emancipación, así como la historia del derecho familiar en la
la doctrina, de moqo no demasiado satisfactorio, y recurriendo a los historia de la jurisdicción de las relaciones originariamente extrajurídi­
medios del ilícito civil: el mismo matrimonio se convierte en un cierto cas, es una historia de secularización. Esta evolución puede ser cultiva­
modo en un derecho tutelado por el derecho civil (§ 823, párrafo pri­ da sobre la base de tres relaciones antagónicas:
mero, BGH), cuya violación comporta, según las normas generales, un
derecho al cese de los actos desleales o un derecho al resarcimiento por l. Relación entre Iglesia y Estado.
daños. Todo esto parece progresista. Pero considerándolo bien se des­ 2. Relación entre hombre y mujer.
cubrirá que la «evasión» del derecho de familia, o sea el reclamo al
derecho de obligaciones, que en otros casos queda rigurosamente per­ 3. Relación entre derecho constitucional político y 'derecho privado
dido, sirve a la tutela del matrimonio sólo en los límites en que la tu�ela civil.
se concede a uno solo de los cónyuges. En todo caso el derecho de
familia prevé la posibilidad de obligar a un cónyuge, con penas y san­ Trazado el derecho de la familia en la prehistoria. La ciencia y la
ciones, a una actitud conforme a la «idea del matrimonio». Una sanción especulación han acumulado a propósito, en el último siglo, una canti­
-indirecta- es al menos según la concepción de la jurisprudencia la dad de informaciones sobre el paso de la promiscuidad de los grupos a
«pérdida» del derecho al divorcio del cónyuge culpable en las relaciones la convivencia en las cabañas y a la relación entre las parejas, de la que
con el cónyuge inocente que se opone al divorcio. se desarrolló el matrimonio cristiano occidental monogámico. Después
F. Engels, el socialismo pone el acento sobre todo en la conexión entre
Como vemos, mientras en el primer grupo de casos (indemnización monogamia, indisolubilidad y patriarcado, de un lado, y división ·del
por la actividad de colaboración) vienen ignorados aquellos aspectos trabajo en la sociedad y propiedad privada, del otro.
que florecen en el derecho de familia hasta sancionar el status matri­
monial, también en ámbitos extraños al derecho de familia, en el se­ El término familia viene usado sólo desde el siglo XVI en el sentido
gundo grupo de casos (tutela del matrimonio) se introducen expresa­ en que lo entendemos hoy. Originariamente la familia era constituida
mente criterios extraños al derecho de familia, para sancionar el status, por la servidumbre y los esclavos, así como originariamente por Ehe
y el derecho a un status matrimonial, también en el ámbito de éste. La (m<;itrimonio) se entendía ley, y s�lvo que su significado se reducía, este
concepción opuesta, para la que en el primer grupo de casos la atribu­ término viene referido a la relación jurídica entre marido y mujer.
ción de la indemnización para la colaboración correspondería a la exi­
Aunque en los tiempos históricos, aquel que en un primer momento
gencia de tutela del cónyuge que colabora a una actividad rediticia,
domina la escena no es la familia, sino la tribu, el clan, el casado («no
mientras en el segundo la no aplicación de los criterios del ilícito co­
desear la casa de otro»; «no desear la mujer de tu prójimo», «no desear su
rrespondería a la idea de libertad, y tendría en cuenta el carácter pri­
casa, ni su campo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno y
vado de las relaciones matrimoniales entre dos seres humanos, no ha
nada de cuanto es suyo»).
encontrado acogida, al menos en la jurisprudencia.
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Hoy la familia es jurídicamente o «relación matrimonial» (promesa (Tomás de Aquino), la biología moderna ha descubierto al hombre
de matrimonio, relaciones personales y patrimoniales, divorcio), o rela­ como mujer incompleta. Desde el punto de vista sociocultural (nos he­
ción de parentesco (paternidad legítima y natural o paternidad artificial mos convertido en una sociedad sin padre (A. Mitscherlich). La natura­
-adopción-, también mantenimiento), o todavía «relación de tutela». leza de la mujer y el ser femenino han perdido su función de alibí para
el papel del macho. Las autoridades paterna y materna se han desvane­
En la relación Iglesia-Estado las tensiones se agotan en el hecho de cido. Del patriarcado al partnership: esta es la palabra de orden. El ma­
que la ((desintegración» y la «disolución» de las originarias relaciones trimonio es buscado por la lonely crowd, como zona de tutela y de
tribales y el nacimiento de la organización estatal moderna han sido defensa, en que la coerción autoritaria no puede más que destruir todo
históricamente mediatizadas por la Iglesia, la cual en su seno los geme­ esto que es amor, la esperanza y el miedo defienden. El desarrollo de la
los derecho y religión para administrarlos. sociedad basada en la división del trabajo ha hecho entrar a la familia
En la relación mujer-marido, palabras de orden como (<cuestión de en sí misma. Como regla hoy en su interior, la familia se limita a «con­
la mujer», «emancipación» e <dgualdad de sexos» determinan la relación sumir» puntos, ya no a «producir» puntos. Los intereses personales
de tensión, ayer más hoy. A propósito de la problemática de si era de­ como fundamento de la coexistencia se han impuesto a los intereses
masiado largo el desarrollo en torno a fórmulas absurdas como aque­ económicos. La individuación y la privatización en otros términos, la
llas que hacen referencia a conceptos de igualdad (<mecánica» u «orgá­ despolitización y la desobjetivación de la familia comportan, en cuanto
nica»; y a propósito de la igualdad «mecánica», se llega a preguntarse sublimación de la intimidad, también graves peligros: libre de los víncu­
seriamente si no fuese oportuno hacer depender la prevalencia del los matrimoniales, libre de los vínculos de clase y núcleo, libre de víncu­
hombre o de la mujer de la altura de la persona (de un parecido punto lo, de decisiones, la familia se «reduce» al amor entre los cónyuges, en­
de vista se podría, por ejemplo, resolver el problema de la prevalencia tre padres e hijos, un vínculo tan tenue cuanto determinante para la
del nombre al casarse un señor Müller y una señorita Lehmann en socialidad de todos los interesados, que, sin embargo, no puede ser cul­
Müllmann. Igualdad de la educación de los hijos significaría, en el caso tivado ya en una época -si no es en las obligaciones de mantenimien­
de que la madre quiera mandar al hijo al colegio, mientras el padre to- en que la vida sexual no es identificada ya con la vida matrimonial
querría tenerle en la escuela elemental; los sostenedores de la igualdad y en que se intenta abolir toda discriminación entre hijos legítimos e
«orgánica» prefieren descubrir la «natural propensión del hombre a to­ ilegítimos, en una época que da testimonio «de la circunstancia de que
mar decisiones y la natural propensión de la mujer a obed�cer, como si el derecho matrimonial se funda siempre inmediatamente en la base
se tratase de leyes naturales». En realidad, también en el caso de igual­ natural de la figura matrimonial» (relación sexual y relación padres e
dad de los sexos se trata, como en las relaciones entre Iglesia y Estado y hijos) (Radbruch). Nadie osará afirmar que la emancipación y la secu­
entre derecho constitucional y derecho privado, siempre y sólo del ac­ larización han hecho «libres» e «iguales» totalmente al hombre y la mu­
tual grado de emancipación y de laicización del hombre. jer, cualquier cosa se quiere entender por libres e iguales. Pero una
cosa es segura al final: la evolución del matrimonio y de la familia from
La humanidad ha recorrido un largo camino por lo que se refiere a status to contract (así Summer Maine) se ha reducido, sobre todo la
las relaciones entre los sexos y entre padres e hijos, del matriarcado y sustancia jurídica, que quizá es limitada ya hoy, del derecho de familia,
del derecho de la madre al patriarcado y al derecho del padre, hasta el al mero derecho al mantenimiento. En compensación se ha aumentado
actual estado «abiertm> de la familia y el matrimonio, que muchos con­ la sustancia moral y en un mundo pluralista y secularizado, éste no
sideran una crisis, otros una disolución, y todos en todo caso una revo­ puede ser ya identificado con una sustancia religiosa o eclesiástica, li­
lución y transformación, una situación que nadie puede regular ya beral o socialista, nacionalista o transpersonalista. La politización de la
normativamente de un modo generalmente vinculante. sociedad y del derecho" civil ha comportado mediante la pluralización
también efectos de privatización, y esto significa, no por último, que la
La evolución ha desenmascarado muchos prejuicios, tabúes, consi­
oportunidad de la libertad y de la realización de la personalidad puede
deraciones religiosas, ideologías, sobre todo la de la natural superiori­
concretarse para todos, mientras se creen y/ o conserven las condicio-
dad del hombre. En el puesto de la mujer como masculus ocasionatus

128 129
nes en un Estado social y de derecho. Estas condiciones son hoy el derecho»: el § 1.353, párrafo primero, es ciertamente superfluo y en
problema central del derecho matrimonial y del complejo de normas todo caso está privado de contenido.
que regulan el status de los hijos, en los que el hombre y la mujer como Los manuales y los comentadores definen el matrimonio como la
cónyuges y padres no cumplen ya funciones vinculantes por lo general, unión jurídicamente reconocida, contraída en una forma determinada
prescritos por el matrimonio, el Estado o Dios. El derecho se limita a entre un hombre y una mujer, a fin de llevar· duradera e inseparable­
garantizar la posibilidad de realizarse a sí mismo a través del propio mente una vida común.
matrimonio y en la propia familia.
Pero esto no es más que un «vacío» que cada uno querría llenar con
Querria ilustrar estas condiciones después de señalar algunas co­ la propia concepción. Personalmente considero que la esencia del ma­
rrientes del derecho familiar y matrimonial, sobre todo refiriéndome al trimonio -como el concepto de naturaleza- puede ser un concepto
ejemplo del divorcio.
filosófico, pero no jurídico. Esta esencia puede desvelar sólo que cada
En la ley sobre el matrimonio se habla frecuentemente de la esencia vez que es introducido en ella, no nos hace comprender ni conocer
del matrimonio y de· una unión conforme a la esencia del matrimonio. algo. Hoy por hoy es imposible definir jurídicamente el matrimonio,
Pero la ley no define ni el matrimonio, ni su esencia, ni su objetivo. Para como es imposible definir la imagen del hombre o la justicia. El dere­
una confrontación nos referimos brevemente a las leyes precedentes. cho debe permitir la realización extrajurídica y debe limitarse, por lo
demás, a reglamentaciones parciales. Esta concepción es una de las
Los §§ l y 2 del primer título del segundo libro del Preussisches
consecuencias de la evolución del derecho matrimonial, que en Occi­
Allgemeines Landrecht decían: «El objeto principal del matrimonio es la
dente ha determinado el paso del derecho laico unitario al derecho ca­
procreación y educación de los hijos»; «Un matrimonio puede ser váli­ tólico unitario y después al derecho laico pluralista, que a su vez no
damente contraído también con el objetivo de una asistencia recí­ realiza, sino que permite un derecho confesional pluralista.
proca».
Hasta el siglo XII, las concepciones cristianas del matrimonio logra­
El § 4 del Allgemeines Bürgerliches Gesetzbuch austriaco de 18 1 1
ron afirmarse sólo dentro de limites muy restringidos. Sólo posterior­
establecía que: «Las relaciones familiares están fundadas en el contrato mente se ha desarrollado la concepción jurídica católica de la naturale­
matrimonial. En el contrato matrimonial dos personas de sexo diverso
za sacramental -en el caso de cristianos bautizados--: del matrimonio
declaran legalmente su voluntad de vivir en una comunidad insepara­
válidamente contraído y consumado (los mismos cónyuges ofrecen y
ble, de procrear los hijos, de educarlos y de prestarse vuestra asisten­ reciben el sacramento). Tal tesis está en vigor como dogma estable des­
cia.»
de el concilio de Trento ( 1 545-1 563). Otras características «esenciales»
El art. 159 del Zivilgesetzbuch suizo de 1907 establece: «Mediante la del matrimonio son la unicidad (monogamia) y la indisolubilidad; su fin
celebración del matrimonio los cónyuges se ligan en una comunidad primario es la procreación y educación de los hijos; fines secundarios
conyugal. Estos se empeñan recíprocamente en salvaguardar a la vez son la asistencia recíproca y el remedium concupiscentiae. Las teorías
esta unión y proveer juntos a los hijos. El uno debe al otro fidelidad y de los fines y de las características del matrimonio no son teorías con­
asistencia.» fesionales, sino derecho natural (y más precisamente un llamado dere­
cho natural secundario, imitable);. por tanto, no se fundan en la teolo­
El art. 143 del Código civil italiano de 1942 establece que: «El matri­
gía, sino en la antipología cristiana y filosófica. La teología moral
monio impone a los cónyuges la obligación recíproca de la cohabita­ católica parece acercarse en este período a la concepción personalista
ción, de la fidelidad y de la asistencia.» del matrimonio. El Concilio Vaticano II se atiene a la concepción del
El BGB (§ 1353, párrafo primero) usa una fórmula también más matrimonio como institución creada por el vínculo matrimonial (el acto
breve: «Los cónyuges se comprometen recíprocamente a vivir juntos personalmente libre, pero irrevocable, con el que se realiza la «dona­
como marido y mujer.» Estas normas reflejan el paso de una época ción» y «aceptación recíproca» de los cónyuges), fundado por Dios, tute­
iusnaturalista, afincada en el derecho racional, a la actual «fuga del lado por leyes propias, cimentado en el orden divino y sustraído al arbi-

130 131
trio humano (en particular, la constitución pastoral sobre la Iglesia en Desde el siglo XII, la Iglesia introduce, en lugar de sólo el consenti­
el mundo moderno Gaudium et Spes). miento de los cónyuges (solus consensus facit nuptias) y/ o de la cele­
bración del matrimonio por obra de un laico, después de lo cual se
Las Iglesias ortodoxas afirman el carácter sacramental del matri­ dirige a la iglesia para recibir la bendición del sacerdote, la celebración
monio cristiano, pero niegan la indisolubilidad; la Iglesia anglicana nie­ del matrimonio por obra del mismo sacerdote.
ga el carácter sacramental, afirmando la indisolubilidad.
Pero el matrimonio no es contraído en virtud de este rito, sino en
La «intervención» del Estado en el derecho matrimonial «canónico», virtud del consensus de los cónyuges, los cuales, desde el concilio tri­
en los tiempos modernos, tiene tres motivos inspiradores: dentino en adelante, se convierten ellos mismos en ministros del sa­
1 . La concepción protestante del matrimonio: el matrimonio no es cramento. El sacerdote ejercita una asistencia activa. Las nuevas ten­
un sacramento; el mismo status matrimonial es un «estado divino y dencias de reforma, de las que se ocupa el Concilio Vaticano II, miran a
beatífico», subordinado al orden de la creación divina, pero es también una mediación del sacramento por obra del sacerdote, que hace aumen­
un «hecho exterior y profano, como el vestirse y el nutrirse, la casa, y tar el riesgo para los matrimonios mixtos de convertirse en concubina­
como tal sujeto a la autoridad profana» (Lutero), y no forma parte del tos privados de sacramento.
orden de redención de Cristo. Las Iglesias protestantes no pretenden
Las Iglesias protestantes han desarrollado sólo a partir del siglo XVIII
hasta hoy un sindicato religioso en materia de legislación matrimonial
los principios jurídicos precisos para regular el matrimonio. Por norma
-a diferencia de la Iglesia católica que atribuye al Estado sólo la com­
esto venía concebido como declaración de consenso ante el sacerdote y
petencia para los matrimonios entre personas no bautizadas y para los
los fieles, mientras la celebración del matrimonio por 9bra del sacerdo­
efectos estrictamente civiles de los matrimonios cristianos- y son mu­
te ha considerado un acto constitutivo y la bendición una consecuencia
cho más «laicos» en las cuestiones del contrato matrimonial y del divor­
de las nupcias, así que el matrimonio se transformó de contrato en
cio.
«acto» del sacerdote, sólo los reglamentos modernos del matrimonio (de
2. El galicanismo, que en la Francia católica distingue claramente 196 1 y 1 963) han abandonado esta praxis. Fundamento del matrimonio
entre contrato matrimonial y sacramento matrimonial, confiando la re­ es hoy el consentimiento de los cónyuges, que constituye el matrimonio
glamentación jurídica del contrato al Estado, así es como en un país y debe ser, expresado una sola vez, en el ámbito de la validez en el
católico, puede afirmarse una legislación estatal sobre el matrimonio. derecho alemán, ante el oficial del estado civil. El matrimonio civil es
3. El derecho natural y racional que se declara contrario al sacra­ válido para la concepción protestante, mientras el matrimonio en la
iglesia no es más que servicio divino, proclamación del status matrimo­
mento y favorable al contrato matrimonial civil y domina la legislación
laica moderna. nial como inalterable orden divino, reconocimiento de este orden por
parte de los esposos, también bendición.
Por tanto, el matrimonio civil no puede ser configurado en Alemania
como matrimonio cristiano occidental -término conciliar que no tiene El matrimonio civil ha encontrado su forma moderna -después de
significado preciso-. Ciertamente, la polémica en torno a éste no está algún avance en varios Estados alemanes- en el Reich alemán con la
agotada, pero en el fondo no ha tenido nunca verdaderamente lugar. ley sobre el estado personal de 1875, que fue inequívocamente fruto del
En el centro de la discusión actual están los efectos de la falta de clari­ Kulturkampf: el principio de la inderogabilidad del matrimonio civil
dad de las concepciones de fondo y de las premisas, sobre todo en la (era inventado en el siglo XVI en Holanda por los disidentes, que enton­
disciplina normativa que se refiere al contrato matrimonial y al divor­ ces eran los católicos, y se afirmó en Francia después de la revolución).
cio. Según la formulación originaria de la ley sobre el matrimonio, el
Por lo que se refiere al contrato matrimonial, la «piedra de escánda­ oficial del estado civil «unía» a los esposos con efecto constitutivo
lo» es el principio de la inderogabilidad del matrimonio civil, la relación (= concepción protestante). De la entrada en vigor del BGB ( 1896/ 1 900),
entre el matrimonio civil y el religioso. la actividad del oficial del estado civil se ha convertido en sólo declara-

132 133
tiva, el matrimonio civil es contraído exclusivamente en virtud del con­ puede ser infringido sólo si la vida conyugal logra límites que hacen
senso de los esposos (esta concepción es hoy común a protestantes y imposible la realización del matrimonio y lo hacen aparecer intolera­
católicos). Esta modificación de 1896 (BGB) ha sido una de las concep­ ble». Con todo el respeto para el BGB, semejante afirmación no corres­
ciones hechas a la Iglesia católica, para que el partido de centro no ponde a la letra del derecho vigente, y aún menos corresponde a su
º
amenazara con hundir todo el derecho de familia (por ello, el primer «espíritu». De por sí la cuestión de si el matrimonio es disoluble o no, es
capítulo del cuarto volumen del BGB -que se inicia en.el art. 1 .297- desde el punto de vista del derecho civil, un falso problema. El matri­
habla de matrimonio civil y no simplemente de matrimonio, aunque tal monio puede ser, en vía de principio tan revocable, como que está en la
añadido esté sustancialmente privado de todo sentido; jurídicamente realidad temporal. Nos podremos declarar en quiebra como pueblo, si
hay un solo tipo de matrimonio: el civil). la mayor parte de los matrimonios no fuese <!Íntegra». El matrimonio
roto no es más que la excepción, y es en vía de principio, sólo por estas
La lucha contra la inderogabilidad del matrimonio civil es llevado excepciones, por las que hay divorcio. Pero la afirmación citada por el
adelante hoy también con argumentaciones constitucionales (libertad Tribunal de casación es más bien una simple descripción de las relacio­
en el sentido del art._ 4 GG). Las Iglesias protestantes no están empeña­ nes de vida efectivamente existentes: el BGH entiende la propia afirma­
das directamente en esta batalla, pero aseguran a la Iglesia católica su ción en sentido normativo, como debe ser, no en sentido descriptivo,
«apoyo fraterno». El punto de vista católico no se dirige directamente como ser.
contra el Estado, sino que se agota en preocupaciones teológicas: desde
el período en que no todos los matrimonios sacramentales desarrollan Las posiciones que las dos mayores Iglesias existentes en Alemania
plenamente su carácter sacramental, porque, por ejemplo, no se han adoptan frente al divorcio son bien conocidas. La Iglesia católica consi­
observado las prescripciones canónicas. dera que todos los matrimonios válidamente contraídos (también los no
cristianos) sean, ya según el derecho natural, indisolubles (refiriéndose
Por lo demás, la precedencia -también en el tiempo (en el sentido en particular a Marcos 10,9-12; Lucas 16, 18; Efeso 5,32; Romanos 7,2).
de que antes se va al municipio que a la iglesia)- del matrimonio civil Esta concede además la anulación de matrimonios inválidos de perso­
sobre el religioso, establecida por el párrafo 67 de la ley sobre el estado nas bautizadas y no bautizadas en determinados casos, la separación
personal, o la falta hoy de sanción, y ha sido abolida de hecho y sin personal de lecho y mesa. Las Iglesias protestantes reconocen el divor­
suscitar escándalo. cio (disolución del vínculo) (apoyándose en particular en Corintios 7, 15;
Yo -que soy de confesión protestante- estoy decididamente a fa­ Mateo 5,32 y 19,9), pero -a continuación de desarrollos dogmáticos,
vor del llamado matrimonio civil facultativo: o ante el oficial del estado extremadamente controvertidos después de la Reforma- en el fondo
civil o ante el sacerdote (evidentemente con el correspondiente registro sólo como solución humana de emergencia. En la concepción prot�s­
civil), porque en éste hay del todo envueltos intereses estatales de cierta tante el matrimonio es un status, un ordenamiento divino que puede
relevancia. Pero con mayor razón sostengo que en la disciplina del di­ ser, sin embargo, violado por el hombre; esta «libertad» de violación
vorcio debería afirmarse un derecho laico, vinculante para todos los forma parte de la profesión de fe, así como del punto de vista teológico
ciudadanos, en grado de tener en cuenta las exigencias de todos. Como es tomada en consideración una sola causa de divorcio (esto es, la libe­
el Estado no debería poder monopolizar el derecho matrimonial, así la ración del vínculo matrimonial allí donde la continuación del matrimo­
Iglesia (o las Iglesias) no deben monopolizar el derecho al divorcio. Este nio constituye para la persona un_peligro más grave que la separación)
resultado no llega por vía legal, sino que es conseguido de hecho. Por y el divorcio tiene un solo significado declarativo, no constitutivo (el
ejemplo, la sección penal, en una sentencia sobre lenocinio, ha hecho matrimonio está ya muerto antes de ser disuelto); teológicamente cada
pasar la concepción católica del matrimonio como «orden moral» dado divorcio representa un alejamiento de Dios, desde el momento que la
e inmutable. La cuarta sección civil del Tribunal de casación, que es indisolubilidad del matrimonio forma parte del ethos que el hombre
competente en materia de divorcio, ha reconocido en la sentencia del que obedece a Dios debe realizar. Usando una fórmula más drástica
30 de octubre de 1963 (BGHZ 40, 239) como «principio base del dere­ podemos afirmar que no existe un derecho evangélico al divorcio, sino
cho matrimonial civil la indisolubilidad del matrimonio o principio que sólo un derecho evangélico a volverse a casar; sólo en el nuevo matri-

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monio y en su reglamentación por obra de la Iglesia se revela la con­ da feliz desde ningún punto de vista. Se prevén reformas, pero éstas
cepción protestante del matrimonio. Esta puede ser definida hoy en están lejanas.
términos más vagos que rigurosos. El derecho matrimonial protestante
La piedra de escándalo del § 48 de la ley sobre matrimonio es el
no puede ser comprendido si no se conoce su encuentro con la concep­
derecho de oposición al divorcio, previsto por el párrafo segundo, y la
ción «idealista>), «ética» del matrimonio, típico del idealismo alemán (so­
interpretación de este párrafo por obra de la sección cuarta de lo civil
bre todo de Fichte), para el cual la destrucción de un matrimonio,
del BGH. Tal derecho de oposición impide que una persona separada
como relación ética, comporta el dívorcio, como deber ético, mientras
por más de tres años le venga concedido automáticamente el divorcio.
la continuación de un matrimonio moralmente destruido venía consi­
derado inmoral, casi como concubinato meramente legal. Fíchte ha in­ En la praxis la interpretación ha transformado la oposición al divorcio
fluenciado la concepción del matrimonio de Karl Marx y Friedrich En­ por «insanable compromiso de las relaciones conyugales» sin culpa,
gels (mejor «el amor sin matrimonio» que un «matrimonio sin aman>). previsto en el § 48, casi en un derecho a la indisolubilidad.

La disciplina actual del divorcio conoce tres grupos de motivos de La realidad del divorcio depende de muchas circunstancias, pero no
dívorcio: ciertamente de la formulación de las reglas sobre el divorcio, como re­
velan la historia y, en particular, la estadística, del régimen del divorcio
1 . La destrucción por culpa del matrimonio (§ 42 de la ley sobre el y la experiencia de otros países. Paralelamente a la introducción de
matrimonio = adulterio; § 43 = disgregación culposa por grave ofensa mayores dificultades al divorcio en el BGB de 1900, los divorcios
al cónyuge o por comportamiento deshonroso o inmoral). aumentaron constantemente (y esto también allí donde antes el divor­
2. La destrucción imputable a enfermedad contagiosa o que susci­ cio era más fácil), pasando de nueve divorcios sobre 1 00.000 habitantes
te repugnada o enfermedad mental, §§ 44-47. en 188 1, a 26 en 1914. Después de 1938 los divorcios aúmentaron nota­
blemente (punto culminante: 89 divorcios sobre 100.000 habitantes en
3. El venir a menos la comunión conyugal por efecto de una sepa­ 1 939), pero ciertamente no a causa de la disciplina del dívorcio, sino por
ración trienal o de un «compromiso insanable», § 48). razones que están individuales en el ámbito humano y social.
Estas normas tienen una larga y movida historia. Con la primera Considerando las causas de nulidad, anulación, divorcio y recursos
reglamentación unitaria el BGB introdujo «facilidades al cfivorcio» res­ rechazados, obtenemos, respectivamente, las siguientes cifras:
pecto al derecho sajón hasta entonces generalmente vigente, pero «ma­ 1950 800 750 85.000 4.500
yores dificultades al divorcio» respecto al prusiano y -también en me­ 1960 200 250 49.000 2.000
dida menor- respecto al derecho francés (vigente en Renania y en 1965 100 200 59.000 2.000
Baden). Para el BGB sólo la culpa constituía un válido motivo de divor­
cio (con la excepción sólo de la enfermedad mental). La ley sobre el En referencia a las normas sobre el divorcio, los divorcios pueden
matrimonio de 1938 introdujo finalmente el motivo del «compromiso ser subdivididos como sigue:
insanable)> -además del de la culp_a-, abriendo así el camino al § 48 § 44/46
Año N. divorcios § 42/43 § 48
de la actual ley. Tal introducción sirvió obviamente a la concepción
nacionalisLa del derecho, sin agotar ésta. Se volvía a los proyectos del
período de Weimar, que entonces no habían sido aprobados a causa de 1950 85.000 74.000 600 10.000
la oposición de los partidos de centro. 1960 49.000 45.000 400 3.500
1965 59.000 55.000 400 3.000
La actual versión del § 48 surge en la ley de modificación del dere­
cho familiar de 196 1 , necesaria por la actitud de la jurisprudencia del Por cuanto se refiere la duración del matrimonio, por ejemplo, en
Tribunal de casación, que después de la guerra se había hecho más 1965, en el caso de divorcios por culpa de un cónyuge, el mayor núme­
rígido en materia de matrimonio; tal disciplina no puede ser considera- ro contemplaba matrimonios de duración de 2-5 años (2 1 .000 sobre

136 137
55.000); en el caso de los divorcios por «insanable compromiso», eran casos el hombre asume toda la culpa (según la sentencia), y esto de­
afectados matrimonios que habían durado al menos 15 años ( 1 .500 so­ pende de la táctica procesal en caso de divorcios convencionales, no de
bre 3.000, de los que 650 duraron 2-6 años). la realidad. Entre los recursos rechazados, cuatro quintos han sido
planteados por hombres. Sea desde el punto de vista absoluto como del
Considerando el número de hijos (en 1965), en 23.000 de 59.000 ca­
relativo, el divorcio es más frecuente en los estratos populares menos
sos no estaban envueltos hijos menores; en 20.000 casos, un hijo; en
pudientes (condiciones de vida y de subsistencia inadecuadas); en los
2.000 casos, cuatro o más hijos menores.
núcleos más ricos el divorcio consensual es más frecuente cuando no
Bajo el aspecto de «matrimonios mixtos» (entre dos de las confesio­ sucede que la riqueza del marido consiste exclusivamente (en el caso
nes principales): 1 15.000 de los 490.000 matrimonios contraídos en 1965 que falte un patrimonio intestado a la mujer) en el salario.
eran «matrimonios mixtos» (en el 50 por 1 00 de los casos entre una
Para dar ulteriores informaciones sobre jurisprudencia elegiré aque­
mujer protestante y un hombre católico, para el restante 50 por 100 él
llas figuras que son jurídicamente más interesantes y significativas: el
era protestante ella católica); de los 59.000 divorcios de 1965 sólo 7.000
divorcio en caso de cambio de religión, o a continuación de una larga
se referían a matrimonios mixtos católico-protestante y protestante-ca­
separación, en caso de oposición de la otra parte, en caso de enferme­
tólico (para una confrontación: 27.000 divorcios de matrimonios protes­
dad mental.
tantes correspondían 13.000 divorcios de matrimonios católicos).
Estas cifras demuestran que: 1. Divorcio en caso de cambio de religión
1 . Que la gran mayoría de divorcios es constituida por divorcios l. Por sentencia de 6 de abril de 1 960 el Tribunal de Casación (BGH
consensuales (cerca del 90 por 1 00), que vienen «enmascarados» por 2, 33, 145) ha tomado posición sobre la adhesión de una mujer casada a
«divorcios por culpa de uno de· los cónyuges»; en estos casos el mante­ la nueva Iglesia católica (NAK). El marido se había cuidado de la fe de
nimiento viene regulado convencionalmente (frecuentemente se re­ la mujer y de su frecuencia de acudir a la iglesia (por lo demás, él
nuncia recíprocamente), una de las partes asume la culpa (frecuente­ mismo había ido con ella al culto evangélico), pero afirmó después en el
mente el «caballero», el marido). proceso de divorcio que la mujer había destituido las bases espirituales
2. Los casos en que el recurso es rechazado se refieren casi siem­ y religiosas del matrimonio, violando así los deberes «morales y éticos».
pre al § 48. En estos casos se tienen las discusiones más fuertes. Se trata Semejantes situaciones y actitudes son típicas y dan prueba de los lími­
frecuentemente de matrimonios de «funcionarios estatales», en que el tes del juicio de un tribunal. Por norma, un cambio de fe u o�ro hecho
marido que está envejeciendo quiere «sustituir» a la mujer, que a su vez decisivo en la evolución de una persona no es precedente, sino poste­
envejece, por una más joven, y en que la mujer por miedo a perder la rior a la disgregación del matrimonio. El BGH afirmó, entre otras cosas,
manutención, se opone al divorcio. que un cambio de fe religiosa no representa «en sí una culpa» (el recur­
so de la mujer con posterior contrarrecurso del marido se basa en el §
3. La nulidad y la anulación juegan prácticamente un papel muy 43); en vía de principio cada cónyuge tendría plena libertad confesional;
secundario; lo mismo que el reglamento previsto por los §§ 44-46. pero la mujer podría caer «en culpa» en las relaciones con el marido y
en el matrimonio -:-el BGH reenvía a propósito al Tribunal superior del
4. Los matrimonios sin hijos corren riesgos mayores; en el caso de
matrimonios con hijos se trata frecuentemente de matrimonios que Land, y no decide por consiguiente- omitiendo «cumplir los objetivos
habían sido contraídos sólo a fin de legitimar un hijo, que de otra forma morales fundamentales que la vida les había asignado» (unión de los
cónyuges), en cuanto, antes de abandonar la «común fe evangélica», no
sería ilegítimo; por lo demás, los matrimonios contraídos entre personas
habría preparado suficientemente al marido y no habría tenido sufi�
particularmente jóvenes o ancianas están más expuestos al divorcio.
cientemente en cuenta sus exigencias, induciéndolo a considerar la
5. Otras estadísticas demuestran que cerca de dos tercios de aque­ propia actitud «una falta de respeto para su dignidad personal y para su
-
llos que piden el divorcio son mujeres y que en la gran mayoría de los posición de marido».-

138 139
Esta decisión ha sido con razón violentamente criticada. En sustan­ En estas dos decisiones aparece claramente la aversión en las con­
cia esto deduce la «culpa» de dos circunstancias insignificantes: el ma­ frontaciones con las sectas religiosas, una aversión que se «condensa»
rid� y el matrimonio. La libertad de autodeterminarse de la muj� r se jurídicamente en una imagen cristiana del matrimonio, utilizada des­
convierte así en una violación de sus deberes, por lo que -segun la pués como parámetro para medir la «culpa».
concepción del BGH- su recurso puede ser rechazado.
2. Divorcio de acuerdo con la norma del § 48
ll. En la decisión, aún más discutida, del 24-X-1962 (BGHZ 38, 3 1 7), I. .Los casos en que -frecuentemente por las situaciones· creadas
se trataba del recurso (basado en el § 43) de un marido contra la mu­ después de la segunda guerra mundial- los cónyuges viven separados
jer, que se había adherido a los Testigos de Jehová. El Trib�al superior más de 25-30 años, y el hombre convive muchos años con otra mujer
de Celle había concedido el divorcio por culpa de la muJer. El BGH con la que ha tenido hijos, pero no tiene -según el BGH- el derecho
reformó la decisión, sosteniendo que la culpa no estaba suficientemen­ de divorciarse a causa de la oposición de la mujer, se han resuelto por
te demostrada. Esto hace depender el derecho fundamental de la liber­ el BGH de modo inaceptable. Me refiero sobre todo a las sentencias de
tad de fe «del orden de los valores», en consideración del contenido 2 1 -XII-1 962 (BGHZ 39, 134), de 27-II-1963 (BGHZ 39, 1 9 1 ) y 7-X-1964
moral de fondo, así como no se habría tutelado «cualquier elección re­ (BGHZ 43, 65). Es cierto que el BGH declara, en la sentencia de 1 974, a
ligiosa», sino sólo la que se habría formado en los pueblos civilizados propósito del criterio sobre el que se ha fundado la decisión: «El juez no
modernos, sobre la base de determinadas concepciones morales de debe aceptar como medida, para la valoración que de él se espera, una
fondo, en el curso del desarrollo histórico. En la base de la ley funda­ concepción ética particularmente elevada ni una vida particularmente
mental de la República Federal hay la conciencia ética de la comunidad heroica, sino �ólo el sentido ético y la conciencia moral que se puede
de derecho, para la que toda actividad humana, en cuanto referida a esperar, en cada ocasión, del cónyuge en cuestión, teniendo en cuenta
los valores y no indiferente respecto a éstos, está subordinada a la exi­ su formación moral y su educación, también su carácter.» Pero en rea­
gencia (de un devenir y) de un querer moral generalmente válido. Re­ lidad el BGH trata rápidamente de llev...ar cada carácter concreto a la
conociendo esta exigencia y queriendo darle eficacia, se deberla dar medida apenas pasa al examen práctico del caso. «A continuación hay
espacio a las fuerzas vitales que producen sus efectos sobre el desarro­ que determinar además qué suerte habría tenido el matrimonio si él
llo de la comunidad hermana y que realizan valores, y se debería re­ cónyuge culpable hubiese cumplido en raras veces sus deberes. En este
chazar las fuerzas, que viven además en ésta, pero niegan y destruyen punto el juez debe determinar el decurso hipotético del matrimonio.
los valores. Pero no parece estar frente a un problema indisoluble. El juez debe
individuar el significado de las circunstancias concretas que han influi­
El BGH no lo dice expresamente, pero da a entender bastante que do en el matrimonio. En concreto, basándose en la común experiencia
clasifica a los Testigos de Jehová entre las fuerzas que niegan los valo­ de la vida, debe moverse desde el presupuesto de que el actor no se
res. Con el matrimonio y con el vínculo que obliga a ambos cónyuges a habría comportado diversamente de cómo lo habria hecho cualquier
la unión, la vida de ambos vendría fundada «en una nueva base eco­ otro ser humano en idéntica situación. Por consiguiente, el Tribunal
nómica social, biológica, espiritual y moral, que como tal goce de la debe establecer si podía esperarse de un marido, con carácter semejan­
tutela del ordenamiento. Cada cónyuge asume la obligación de hacer te al del actor y con la misma madurez moral, que salvase, en circuns­
todo lo posible por permitir al otro construir su vida sobre esta nu_eva tancias adversas, el propio matrimonio, o si las circunstancias descritas
base y desarrollar su personalidad, conforme al orden moral, y reahz�r bastaban a inducirlo a renunciar, sin que jurídicamente se la pudiese
su destino de ser humano. Por consiguiente, no tiene derecho a hundir considerar culpable. Si de tal valoración resulta que el matrimonio se
estos fundamentos con una acción culposa». Con esto el BGH esta­ habría mantenido vivo por otro hombre con el mismo carácter y en las
blece prácticamente que la mujer tiene el deber de atenerse para siem­ mismas circunstancias, se debería deducir que la destrucción del ma­
pre al status qua (matrimonio como institución añadida, colocada al trimonio es imputable a la conducta del actor.» Con esto se ha introdu­
lado de los cónyuges). cido una medida que normalmente, en el derecho civil, viene recogida
140 141
para juzgar la omisión y justamente no es considerada una medida OLG, que el recurso de la mujer (con oposición del marido) no está
idónea para determinar una culpa, sino un riesgo. fundado, en cuanto los cónyuges no estarían obligados a buscar reali­
zar la unión también a costa de sacrificios o renuncias. Esto es sin más
II. En semejantes casos los alimentos a la mujer juegan un papel exacto, pero parece que el BGH tiene una idea particular de los límites
decisivo. Así el BGH en sentencia del 1 2-VII- 1 962 (BGHZ 37, 386) decla­ de este esfuerzo.
ró que la oposición de una mujer de 65 años fuese fundada, aunque
declarase querer mantener el matrimonio, después de más de treinta y
cinco años de separación, sólo para no perder la pensión del marido (el 3. Divorcio en caso de enfermedad
marido convivía desde 1947 con otra mujer con la que había tenido dos
hijos). Esto no se puede justificar con la disciplina del divorcio. ¿Es jus­ �stos casos son raros, pero dramáticos, y no pueden ser resueltos
to que se busque tutelar los intereses de la mujer, pero el legislador casi nunca por seres humanos, del modo que, una vez más, el BGH lo
debería proveer «priyilegiándola» respecto a la nueva mujer o institu­ considera posible.
yendo una seguridad social para las mujeres privadas de pensión? En
este punto se plantea un problema de política social, que no debería ser l. Muy indicativa es la sentencia de 30-X- 1963 (BGHZ 40, 239) en
confundida con una política antidivorcista. qu� e_l BGH a�epta el concepto de «verdadero marido» y sostiene en la
�racttca la tesis de la indisolubilidad del matrimonio. El verdadero mo­
tivo de la decisión es el hecho de que el cónyuge no ha previsto hasta
m. Por sentencia de 8-XII- 1 965 (BGHZ 44, 359), el BGH ha recha­ ahora la recuperación de la mujer, que es esquizofrénica, en un lugar
zado una demanda de divorcio basada en el § 48 (después de haberla
que no sea �na «casa para enfermos mentales». Me paréce que en este
rechazado ya una primera vez en 1 949), a la que la mujer se oponía por
motivos religiosos; sólo «si el matrimonio hubiese sido anulado por la �unto es evident': � ue la �xigencia de la asistencia, que debería ser rea­
h �ada _ por la pohtica social del Estado, se ha impuesto al derecho al
Iglesia», habría estado dispuesta a renunciar a su oposición. El BGH
d1vorc10.
empieza la investigación para hacer determinar si la convenida se sen­
tía vinculada sólo a la religión propia (en tal caso divorcio) o también al II. En la sentencia de 7-X-1 964 (BGHZ 43, 324), el BGH introduce
marido (en tal caso nada de divorcio). Querría saber qué había respon­ en el derecho familfar un concepto de culpa semejante al del derecho
dido la mujer, seguramente asistida por un abogado, oponiéndose al penal, en cuanto, e� el caso de abuso de medicamentos y de alcohol
divorcio por «razones de conciencia», en el posterior interrogatorio ante ( �e trataba de l a muJer), el examen de la vida realizado antes se conver­
el Tribunal superior del Land. :rn en el elemento decisivo en el que fundar el juicio. Jurídicamente es
�nter �sante, en esta decisión, el hecho de que el § 48 es considerado
IV. En una decisión de 2-XI- 1 966 (FamRZ 1967, 2 10), hecha famo­ maphcable cada vez que se presente también la figura prevista por los
sa en las revistas satíricas, el BGH ha establecido que está prohibido §§ 44, 45, 47. El resultado es que, en definitiva, el divorcio es más difícil .
«mostrar en las relaciones sexuales disgusto o indiferencia». Para la Personalmente considero que tal concepción es infundada.
conclusión de tal decisión debe probarse, pero las argumentaciones que ill. Por sentencia de 30-VI- 1 965 (BGHZ 44, 1 07), el BGH, en con­
la sostienen asustan. _
traste con los P:n :os, ha rec ?�ocido, en el caso de una mujer enferma
_
d_e esclerosis mult1pl �, Ja pos1?1lidad de una comunión espiritual, dedu­
V. La sentencia de 22-11- 1967 (NJW 1967, 1080) presentaba un _
ciendo de la concepcion propia del matrimonio como «relación de vida
caso clásico de «incompatibilidad de carácter» que había llevado a la basada en derechos y deberes morales» la obligación jurídica de «sufrir
quiebra una unión demasiado frágil. El marido tenia un carácter me­ a 1 � v_ez las consecuencias de la enfermedad como una suerte común»,
lancólico, esquivo, patriarcal, terco y presuntuoso; la mujer era socia­ practicam �n_t� un derecho y un deber «a hacer el bien y a ser buenos».
ble, vital, generosa. Se habían casado sólo en consideración a un emba­ A esta dec �s10n debe objetarse sobre todo (aparte el hecho de que el
razo. El BGH rechaza la petición, porque considera, al revés que el OLG se ha informado en el diccionario sobre la esclerosis múltiple) que

142 143
ninguno de los jueces había hablado personalmente con la mujer, tencia moral del matrimonio y de la familia, pero no debería obstaculi­
mientras todos habían encontrado sólo grandes y bellas palabras sobre zar· la posibilidad. Viceversa el derecho laico no es un instrumento ad­
la comunión espiritual entre los cónyuges, palabras presumiblemente misible para realizar concesiones eclesiásticas, cuando ni siquiera la
demasiado grandes y hermosas para el actor. Iglesia está en situación de realizarlas sola.
Concluyo para dar verdaderamente una idea del status juridico y El camino que el derecho matrimonial y familiar laico debe abrirse
del grado de conciencia de la jurisprudencia necesitaría por lo menos el entre un vago pluralismo de valores («la satisfacción sin inhibiciones
espacio de un libro entero. Pero debo limitarme a unas pocas observa­ produce la infelicidad, pero del mismo modo le produce la inhibición
ciones conclusivas. sin satisfacción» Mitscherlich) y una imagen heroica del hombre es cier­
tamente muy estricta, pero sólo así esto podrá garantizar lo que nuestro
1 . El BGH es hostil al divorcio y lo hace más difícil por motivos a la ordenamiento jurídico promete a todos los ciudadanos: la libertad de
larga, insostenibles en un ordenamiento pluralista y laico. La jurispru­ realizarse por sí mismos en una existencia digna del hombre.
dencia ha creado una imagen del matrimonio que se acerca a la católi­
ca, pero que no ·está completamente libre de la concepción institucional
que tiene claras raíces nacionalsocialistas, sin que el BGH se haya quizá
dado cuenta de este origen.
2. La jurisprudencia entiende el matrimonio como «relación de
vida ética» sin sacar consecuencias jurídicas. Como en derecho · penal,
aunque se debe constatar que en un derecho laico no hay lugar para
una culpa moral. Un derecho laico debe dejar plena libertad a las con­
cepciones morales, pero no las debe activar. Hoy no pueden existir
normas éticas generalmente vinculantes. Un derecho laico debe dar
una orientación contractual a la concepción del matrimonio, enten­
diéndolo como libre unión entre dos personas privadas. Una concep­
ción semejante no es ni individualismo ilimitado ni socialismo. Una
concepción emancipatoria y laica del matrimonio no es presupuesto de
la desintegración y de la disolución del matrimonio y de la familia, sino
una de las consecuencias de recientes desarrollos que claramente no
tienen causas socialistas o individualistas, sino industriales y capitalis­
tas.
3. El divorcio no es un problema aislado, sino estrictamente conec­
tado con el derecho matrimonial, con el derecho procesal matrimonial,
con el derecho a los alimentos y frecuentemente con el de la pensión.
Es de aquí de donde debemos partir. Pero en el moderno derecho del
divorcio dominan la hipocresía, la inmoralidad, la táctica de la mentira
y de la calumnia, una moral ambigua; la aplicación del derecho des­
acredita al ordenamiento jurídico.
4. Un derecho laico no puede constreñimos a una determinada
concepción del matrimonio, sino sólo en la mejor de las hipótesis, a
conservar una cierta moralidad conyugal. Esta no puede «crear» la exis-

144 145
v11___________
Del derecho hereditario familiar
a la libertad de testar

Primer caso. En 1 8 1 9 en Küssnacht (Suiza) moría el lugarteniente


célibe J. M. A. Amstutz. El gobierno español, al servicio del cual había
combatido, le debía casi 30.000 francos. El gobierno suizo se ocupó de
la exacción del crédito finalmente cuando fueron pagados 20.000 fran­
cos, lo fueron hacia finales del siglo. ¿A quién correspondían? Algunos
de los herederos del teniente, difunto desde hacía ochénta años, no pu­
dieron ser encontrados. Un cuarto de la suma fue depositado en una
determinada oficina. En 1955 .-después de algunas declaraciones de
muerte presunta- esta parte de la herencia fue devuelta a otros des­
cendientes de los herederos originarios; estos últimos eran ya difuntos
en 1 860, lo que no facilitó ciertamente la distribución. El número de los
herederos crecía constantemente, cada una de las cuotas se hacían
cada vez más exiguas, finalmente en 1967 fue distribuido el último
franco. El porcentaje más exiguo ascendía a 1 /2.625 de la herencia:
¡9 francos y 1 O centésimas! (del Neue Züricher Zeitung del 5 de abril de
1967).
Segundo caso. En 1 954 muere el tornero Carl N. Había nacido en 1881
y estaba casado en 1904 con Gretchen Z., nacida en 1 885. En 1946 el
matrimonio fue disuelto por adulterio del marido con la señora X, na­
cida en 1903. La señora X había vivido, tanto antes como después del
divorcio con el cónyuge, había contribuido al mantenimiento de la pa­
reja con su salario, que ascendía a 80 marcos a la semana y había sido,
según sus mismas palabras, sobre todo después del divorcio, en ((rela­
ción de amistad» con la ex consorte del señor N. En un testamento
redactado en agosto de 1945 (ocho meses antes del divorcio) el tornero
había nombrado a su sobrino único heredero, dejando a la ((amante» X,
durante su vida natural, el usufructo de la propiedad. Después de la

147
ta, sin que con esto sea establecido a quien pertenece jurídicamente la
muerte del causante, el sobrino, como heredero, exige que la señora X
suma correspondiente; tal cuestión no se refiere ni a la banca ni a la
le ceda el inmueble (BGHZ 20, 7 1 ; sentencia del 15 de febrero de 1956).
Caja de Ahorros. Aquí se trata de la relación entre sucesión y causa de
Tercer caso. La tía X lega una libreta de ahorros a nombre de la muerte y sucesión entre vivos.
sobrina de siete años ( 1 0.000 marcos), no se lo dice a nadie y conserva El actual derecho hereditario es una mezcla de concepciones jurídi­
la libreta junto a los documentos personales. Después de su muerte las cas romanas y germánicas, que constituye a fin del siglo XIX un sector
tres hijas, que a falta de un testamento son las herederas, exigen entre autónomo, con desarrollos jurídicos culturales extremadamente dife­
otras cosas también la libreta. La madre de la sobrina, a la que se ha renciados y complejos, y -al menos aparentemente- mucho menos
dejado la libreta pretende la suma para la hija, mientras las otras partes afectado por las más recientes y profundas transformaciones verifica­
pretenden la división en tres partes iguales de la suma, como relictum das en los otros sectores del derecho civil. Si se supera la primera im­
del total de la herencia (BGFí: 46, 198; sentencia de 9 de noviembre de presión, se descubrirá pronto que también en este caso la apariencia
1966). engaña.
Los casos representan los problemas-standard del derecho heredi­ Del derecho romano derivan los caracteres «individualistas» del de­
tario y revelan en conjunto los altos y bajos. recho hereditario (construido sobre la persona del heredero), del dere­
En el primer caso hay que preguntarse cómo se justifica el hecho cho germánico los caracteres genéricamente «colectivistas» (familiares
que de las personas, que probablemente no saben nada del antepasado o tribales) (en primer plano está la herencia). Naturalmente estas dife­
difunto (en este caso desde hace ciento cincuenta años), hereden de él, rencias están desarrolladas solo en tiempos históricos. Está demostrado
mientras es sólo el gobierno el que ha logrado con una acción política que antes reinaba un status sin derecho hereditario; «lá regulación de la
obtener el pago de las sumas debidas. Pero aquí se trata en general del herencia» forma parte del ordenamiento familiar y tribal, en que no
fundamento y de los límites del derecho de sucesión de los padres, si la existe ni «libertad de disposición» ob mortis causam (la muerte es la
parentela es lejanísima y si el patrimonio hereditario es exclusivamente «causa de la sucesión»), ni propiedad individual (la cual es también el
«mérito» de la «generalidad». producto cultural de una evolución conectada a la división del poder y
del trabajo).
En el segundo caso «vence» el sobrino o el amante, según la opinión
Así, por ejemplo, en el ámbito de la validez del derecho germánico,
que se tenga de la «inmoralidad» y, por consiguiente, de la «nulidad»
donde inicialmente toda propiedad estaba vinculada a la «casa», a la
(138 BGB) del testamento. Si a la señora X corresponde el usufructo
tribu, a la familia -aparte de los bienes personales, que como sabemos
vitalicio, la propiedad no tiene prácticamente valor actual para el so­
se colocaban en los sepulcros, venían enterrados junto al difunto-; la
brino durante este tiempo. Viceversa la señora X considera el usufruc­
evolución de la sucesión en los bienes de propiedad del de cujus apare­
to una compensación por todos sus servicios. Consecuentemente, aquí
ce estrictamente conectada con el gradual alejarse y disolverse de los
se trata de la relación entre «propiedad de familia» y «resarcimiento del
ligámenes estrictos que unían la comunidad familiar o tribal, pro�eso
amante».
en el curso del cual la propiedad común, de los grupos y de las tnbus,
En el tercer caso, a falta de un testamento -y una libreta de aho­ se transformó lentamente en propiedad individual, inicialmente sólo
rros no es obviamente un testamento- todo lo dejado pertenece a los por la duración de la vida y finalmente también como �ro�iedad
herederos. Además, en caso de muerte, la intitulación de una libreta de transmisible a causa de la muerte. El primer «derecho hered1tano» es­
ahorros a nombre de tercero está privada de eficacia jurídica. Si l a taba comúnmente estrechamente ligado a la concepción tribal: sólo los
señora X hubiese consignado l a libreta a l a sobrina antes de morir, la parientes heredan, no existen las disposicione!- de úl�ima _volunta� (así,
situación, en cambio, habría sido jurídicamente distinta. Tácito, en Germanía (et nullum testamentum). «El bien sigue la via de
la sangre»; «los herederos se procrean, no se eligen»; «los hereder?s se
¿Puede considerarse esto un elemento decisivo? La banca o la Caja
generan, no se designan»; «quien quiere morir feliz y contento, deJe los
de Ahorros puede efectuar el pago a quienquiera que presente la libre-
149
148
bienes propios al justo heredero». El relictum se adquiere inmediata­ esto es, el derecho hereditario, con formas, reglamentaciones y efectos
mente en el momento de la muerte, no hace falta «tomar posesión»; peculiares. Y es propiamente éste su carácter peculiar para hacer al
toda herencia pasa automáticamente por el momento de la muerte al derecho hereditario, de un lado, extremadamente interesante para el
heredero o a los herederos, sin que haya necesidad de actos de transfe­ jurista, y, por otro, a causa de sus fundamentos anticuados y supera­
rencia y de adquisición («al muerto sucede el vivo»; el ejemplo paralelo dos, otro tanto inadecuado: para el profano el derecho hereditario es
en el derecho público; el rey ha muerto, viva el rey). De otra parte, el todavía más incomprensible que los otros sectores del derecho.
derecho germánico prevé la sucesión especial: _el relictum no viene de­ Las disposiciones de última voluntad han sido reconocidas gracias a
vuelto globalmente a los herederos, sino que viene subdividido según la la influencia de la Iglesia. A ésta es debida la concepción por la cual un
naturaleza de los bienes (por ejemplo, armas y utensilios, bienes mue­ determinado porcentaje de lo legado no podría transmitirse ni a los
bles e inmuebles). A continuación tal diferenciación se convertirá en parientes, ni ser de libre disposición; se trata de la llamada kirchlicher
fundamental en el derecho feudal: distinción entre «bien libre» y «bien Freiteil (cuota «libre», referente a la Iglesia). Esta última no aumenta
_
feudal». Bien pronto se desarrollaron también las diferencias de trata­ totalmente al modo pagano de enterrar una parte de los haberes junto
�iento entre hombre y mujer, hijo e hija, hijo primogénito y ultimogé­ al muerto, sino a la concepción de la patrística -sobre todo de San
mto, e�c. Es sobre este sistema sobre el que se funda la función política Agustín- de la salvación del alma. Según esta tesis, por ejemplo, una
del pnmer derecho hereditario: conservación y reforzamiento de la cuota igual a la que corresponde a un hijo (o una cuota fija) correspon­
autoridad tribal y familiar. de a la Iglesia como auténtica cuota legítima (se trata de una cuota de
Las disposiciones de última voluntad (testamento, etc.) son recono­ la herencia, no ya -como sucede también hoy- de un crédito de dine­
. ro en la confrontación del heredero o herederos!). Con el ,desarrollo de
�1das en un p �rí�do sucesivo y _ sólo gradualmente. En su origen «son
mstrumentos mdirectos» (por eJemplo, la adopción como fundamento estas cuotas «libres», de los testamentos, de los pactos sucesorios en el
<<artificial» de la parentela) que permitían quedar formalmente en el medievo, fue abolido el concepto de la exclusiva destino del patrimonio
ámbito de la sucesión legítima. De este mismo modo se introduce la del grupo familiar. Las disposiciones de última voluntad no equivalen,
d?n�ci �� con efecto decorrente de_l momento de la muerte como nego­ sin embargo, aún al reconocimiento de la libertad de testar en sentido
_ moderno, esto es, como poder de emitir una declaración de voluntad,
c10 Jund1co entre vivos, que no se refiere mínimamente al «derecho
here?itario»; no se trata en efecto de una donación por causa de muer­ no sólo libre, sino también privada, sin que haya necesidad de respetar
te, m por tanto de derecho hereditario. Esta distinción constituye hoy determinadas formas o de la presencia de testimonios.
uno de los problemas más controvertidos del derecho hereditario:
cómo distinguir un negocio entre vivos en que la producción de sus Por tanto, partiendo del derecho germánico y del derecho canónico,
efectos �s re�nviada al momento de la muerte («mi patrimonio te per­ se ha pasado gradualmente del patrimonio tribal comunitario al patri­
t�necera en virtud de 1:uestro actual y recíproco acuerdo negocia!, pero monio individual, después a la transferencia de la propiedad, estableci­
solo cuando muera» -igualmente nace el vínculo también si los efectos da entre vivos para el caso de muerte y «a causa de la muerte», y final­
se produjeran a mi muerte) de un negocio de muerte en que la muerte mente a la libertad de predisponer, sea puramente, sea en parte, este
tránsito de propiedad. La tradición germánica en el medievo, seguida­
repr�sente con?ición de existencia del vínculo «mi patrimonio será tuyo
en v1rt�d de m1 actual voluntad negocia!, sino sólo en el caso de que me mente a la recepción, se funde con la tradición romana. Según las más
s?�rev1vas»-; ac�u�lm�nte no estoy del todo vinculado, los efectos ju­ recientes opiniones, los romanos habían elaborado ya la idea del testa­
nd1cos se produciran solo en el momento de mi muerte. De las dona­ mente a la libertad de predisponer, sea-totalmente, sea en parte, este
ciones entre vivos, para el caso de muerte, derivan finalmente donacio­ de la inmortalidad de la voluntad (como el siglo XIX, en razón de su
nes que s erá? e_fi�aces sólo en caso de muerte. El derecho que regula individualismo, entonces tuvo el gusto de sostener), aunque como
_ consecuencia técnico-jurídica del derecho que regula los negocios ju­
los negoc10� Jund1cos oh mortis causam (por ejemplo, testamentos, pac­
tos sucesorios testamentos conjuntos) se ha convertido, por consiguien­ rídicos. En el derecho romano plenamente desarrollado la sucesión
te, gradualmente en un sector particular del ordenamiento jurídico: testamentaria ocupaba por añadidura el primer puesto. El derecho

150 151
hereditario era en la práctica un derecho de patricios que, en cualidad en el caso de la llamada sucesión especial). Al derecho romano evolu­
de ciudadanos propietarios y libres, se cuidaban en los actos de última cionado se refieren la mayor parte de los principios técnicos del dere­
voluntad de sus pertenencias, mientras los pobres no dejaban bienes, cho hereditario, sobre todo la neta distinción entre la sucesión a título
sino sólo hijos. Es por este mundo social que ha sido cortado sobre la universal (= heredero como sucesor en las relaciones; el heredero -o
medida la gran variedad de las elaboradísimas formas jurídicas roma­ los herederos- sustituyen en todas las posiciones jurídicas del de
nas del derecho hereditario. Sólo cuando faltaba un testamento (los cuius) y la sucesión a titulo p articular (legado entendido como atribu­
pactos sucesorios no existían en el derecho romano), intervenían la su­ ción de crédito, los legatarios son acreedores del heredero; sin un acto
cesión legítima que coherentemente era una sucesión intestada, esto es, negocia! de éste no adquieren nada).
sin testamento.
Pero el derecho hereditario moderno ha estado influenciado, sobre
Como consecuencia de todo esto estamos todavía hoy dominados todo, por el iusnaturalismo iluminista, más que por el derecho canóni­
por la idea de que la sucesión legítima debe prácticamente reflejar la co. En esta época se afirmó el principio de que la sucesión «voluntaria»
voluntad testamentaria del testador «medio», «normal», el cual se atiene (testamento, pacto sucesorio, testamento conjunto de los cónyuges)
a las reglas de la sucesión legítima propiamente porque no entiende fuese lo «natural» y que la sucesión legítima se debiese considerar
establecer nada distinto de cuanto se encuentra en las usuales disposi­ como· una especie de testamento tácito, presunto. Esta concepción re­
ciones de última voluntad. Tal visión, influenciada por el derecho ro­ presenta el coronamiento del principio de la autodeterminación c!el
mano, domina consecuentemente también la interpretación y valora­ hombre: el individuo dotado de razón provee de modo racional y autó­
ción de un testamento (se recurre, por ejemplo, como criterio auxiliar a noma también para la suerte de las pr(?pias relaciones después de la
la sucesión legítima en todas las hipótesis en que el testador no ha dis­ muerte.
puesto en términos unívocos; un testamento viene considerado tanto
más «inmoral» cuanto más se aleja de la «usual» sucesión), y así, en El BGB hunde sus raíces puntualmente en esta concepción. Ligando
último análisis, las actuales soluciones iuspolíticas elegidas en materia la sucesión universal a la libertad de sucesión (comprendida la de re­
de sucesión legítima (como, por ejemplo, el derecho de sucesión del hijo chazar la herencia y sustraerse al pago de las deudas), el BGB ha roto
ilegítimo). Al principio jurídico que situaba en primer plano la forma­ así la hegemonía q.e la sucesión «voluntaria», ya que a la sucesión legí­
ción y la conservación del patrimonio familiar correspondía una neta tima pertenece el primer lugar (ésta debe ser excluida mediante expre­
orientación hacia formas de sucesión legítima que garanticen estos ob­ sas disposiciones de última voluntad), pero tal preeminencia es sólo una
jetivos más bien que hacia la plena realización de la particular voluntad apariencia, no una realidad. En efecto, la sucesión legítima está orien­
del de cuius. Estas distinciones y discusiones han pasado a segundo tada hacia la imagen-guía del bonus testator y de la bona testatrix, esto
plano, en el curso de los últimos cien años, sino reviven ahora a propó­ es del «normal» testador. Todavía una vez más la idea de fondo del
sito de los derechos del cónyuge supérstite y del hijo ilegítimo. BGB de la autonomía privada del individuo libre domina el derecho
hereditario, así como el derecho civil de los actos entre vivos. Esto es
Ni siquiera el derecho romano conocía la libertad de testar en el que determina el modelo del derecho hereditario no es la tribu, la fami­
sentido moderno del testamento completamente privado, ológrafo, sin lia, el «casado», sino la libertad de querer, de tal forma que usando una
testigos -libertad que es sólo fruto de la evolución habida en Fran­ fórmula un póco exagerada, se puede bien decir que el derecho heredi­
cia y se refiere presumiblemente a los actos sellados por la nobleza, tario no es una parte ni .un apéndice del derecho familiar, sino una
previstos por el derecho feudal, sin alguna semejanza con las formas parte y un apéndice del derecho de las obligaciones; no representa, por
testamentarias romanas, germánicas y canónicas-, pero estaba vincu­ consiguiente, una disciplina restrictiva como, por ejemplo, la inspirada
lado a determinadas formas y a determinados limites. Es al derecho por la concepción institucional, sino un derecho liberal que regula de
romano al que debemos el principio de la sucesión universal que domi­ modo dúctil la circulación del patrimonio. Así, todas las controversias
na aún hoy en nuestro derecho: todo el patrimonio se devuelve global­ actuales del derecho hereditario son atribuidas al dualismo entre status
mente a los herederos, esto es, no se subdivide en varios grupos (como y contrato, entre institución y autonomía, entre orden robado y orden

152 153
creado autónoinamente. La polémica en tomo al derecho familiar propiedad. Esta función del derecho hereditario de «coronar» y hacer
como ordenamiento de una institución o, viceversa, como derecho que «duraderos» los dos fundamentos del derecho civil liberal -la propie­
regula las relaciones personales entre los cónyuges y las relaciones de dad privada y la autonomía privada- revela al mismo tiempo la di­
parentela continúa así también en los debates sobre el derecho heredi­ mensión política de tal derecho: su «suerte» está estrictamente ligada a
tario, que a su vez viene entendido o como ordenamiento de una insti­ la suerte de la propiedad y de la autonomía (cfr. art. 14 GG). Son estas
tución (derecho hereditario de la familia y comunidad) o como derecho amplias libertades liberales a constituir el sistema sucesorio «occiden­
de disponer privadamente, arbitrariamente, libremente, respetando al­ tal», no ya aquellos poderes dispositivos secundarios presentes también
gunos límites (cuota de reserva). en los ordenamientos «orientales». Por los demás, las libertades expre­
sadas en el derecho sucesorio radican en gran parte en el sentido y en
Las contradicciones fundamentales del derecho hereditario moder­
las aspiraciones del actuar humano: la experiencia enseña que sin un
no son, por consiguiente:
derecho hereditario libre disminuye el incentivo para el trabajo y el
1 . . El problema del encuadramiento de la libertad de testar entre sentido de la autorresponsabilidad; en tal caso, la «colectividad>!, la sola
concepciones individualistas y no individualistas. autorizada a «heredar», sufriría todas las desventajas de la abolición de
tal derecho.
2. La relación entre familia patriarcal y familia conyugal en la su­
cesión legítima (derechos de los padres, de un lado, y del cónyuge su­ Todavía no se necesita pedir que, si no se abolen o limitan las líber­
pérstite, del otro). . tades previstas por el derecho de las sucesiones, sus contenidos cam­
bien. El vaciamiento de la propiedad privada, la transformación, por
3. La relación entre derechos de los parientes «lejanos», de un lado,
ejemplo, de un patrimonio inmobiliario en una más ségura inversión
y los de la colectividad (del «Estado»), del otro.
mobiliaria (por ejemplo, títulos), las tendencias a la concentración eco­
En cuestión de principios el BGB ha decidido a favor de que preva­ nómica y a la de la propiedad, la sustitución del artesano, que proveía a
lezca la autonomía privada. Por consiguiente, no individúa limites y sí mismo, con el «empleado» provisto de seguridad social, minan prácti­
compromisos en determinadas ideas de deber (la concepción del testa­ camente los modelos del derecho sucesorio.
dor como «administrador fiduciario», que media entre los ascendientes l . Como el patrimonio real se transforma en crédito, así la vieja
y los descendientes era una de las ideas preferidas del derecho nacio­ usanza de proveer a los parientes mediante la herencia viene sustituida
nalsocialista), pero prevé sólo determinados derechos hereditarios inde­ por la previsión social (por ejemplo, del seguro de vida, donaciones en­
rogables (cuota de reserva: §§ 2303-38 BGB); tales derechos todavía no tre vivos, etc.). El negocio jurídico entre vivos sustituye a su vez al ne­
representan un auténtico derecho de sucesión, esto es, derecho de reci­ gocio jurídico ob mortis causam; el derecho hereditario viene necesa­
bir una parte del relictum, pero atribuyen un crédito de dinero (que riamente privado de sus funciones. En 1 882, el 26 por 1 00 de las
asciende a la mitad de la cuota establecida en la sucesión legítima). «personas que devengaban» eran profesionales libres; el 6 por 100 eran
Y esto es un derecho en las relaciones con el heredero o herederos. funcionarios y empleados; el 57 por l 00, obreros. En 1 966, el 1 1 por 100
A esto se añaden algunos criterios generales de control para valorar la eran profesionales libres; el 5 por 100, funcionarios, y el 27 por 100,
licitud de las disposiciones de última voluntad (en particular al § 138 «empleados» (obreros el 48,5 por 1 00).
BGB: nulidad por inmoralidad).
2. En el caso de un patrimonio constituido por una empresa, la
Por consiguiente, hoy todo el derecho hereditario es sobre todo un subdivisión prevista por el derecho hereditario pone seriamente en pe­
derecho privado liberal, esto es, el derecho de los intereses patrimonia­ ligro la empresa. Que la sucesión hereditaria en la propiedad se con­
les privados. Esto consiente transmitir la propiedad privada a sucesores vierte en la sucesión hereditaria en la empresa (más precisamente su
privados. En virtud de esta su función, esto es, en grado de proveer cesión en las funciones empresariales). Consecuentemente se debe ele­
económicamente sea a las necesidades de la descendencia, sea a la gir entre más herederos potenciales el sucesor del empresario. También
realización de fines altruistas, sea a la concentración capitalista de la en este sentido los negocios jurídicos entre vivos -por ejemplo, cláusu-

154 1 55
combinación entre derecho de los actos de última voluntad y el de la
las estatutarias, transferencia anticipada del patrimonio- entran en co­ regla entre negocios entre vivos.
lisión con las disposiciones hereditarias. Volveremos más adelante so­
bre el problema. Parece que en consideración del hecho de que por vía normal las
funciones sociales y políticas del derecho hereditario resulten vacías,
3. Hoy el hombre consume los propios haberes, no ya porque los sus fundamentos sean hoy menos discutidos que los fundamentos de
gaste egoístamente, sino porque después de haber provisto a los cónyu­ los otros sectores del derecho civil. Pero puesto que el derecho heredi­
ges y a los hijos (desde los estudios hasta el seguro de vida), no está ya tario parece transformarse nuevamente en un «derecho de los Lores»,
más en situación de crear un patrimonio conspicuo. En 1961 (último el debate sobre los límites de la sucesión privada y sobre las contra­
censo de gran estilo), sobre 20,6 millones de personas que perciben una puestas pretensiones del Estado parece inevitable. Este juega un cierto
renta, 2 1.000 tenían una renta anual bruta de 36.000-50.000 marcos; papel -si no el más importante- en la Sozialpolitik. La exclusión de la
15.000 superaban los 50.000 marcos. Sólo 60.000 de los 3,3 millones de colectividad de la herencia de un patrimonio que, en muchos casos, no
personas, que pagaban lo máximo previsto por el impuesto sobre la habría podido ser formado sin su intervención (de las subvenciones a
renta, tenían una renta anual superior de 100.000 marcos. las facilidades de pago de las tasas, al «plano verde» y a la general «poli­
ticidad de la economía», uno de los efectos de ella es también la «pro­
4. Cada una de las generaciones proveen hoy por sí mismas -ade­ piedad sin mérito»), es un problema insalubre y finalmente indiscutido.
más de los parientes a su cargo- en una medida bien distinta a la de Concepciones, acogidas anteriormente, como la de que el derecho he­
antes. La sociedad de consumo incrementa las pretensiones de consu­ reditario privado (e ilimitado) derive necesariamente de la propiedad
mo. Pero la misma movilidad en el interior de una generación y entre (como «derecho inmortal») o de la personalidad (teoría de la migración
generaciones destruye la simple posibilidad de una simple sucesión en­ del alma en el derecho hereditario»), o de la libertad (como autonomía
tre parientes. La «suerte de los Buddenbrock» golpea �n la segunda; ter­ «infinita»), o de la familia, corren el riesgo -justamente- de impedir la
cera, cuarta generación (después de 1870 y en particular de�pues de abolición total del derecho hereditario, sin lograr, sin embargo, justifi­
1 948), sobre todo las estirpes de los fundadores; pero tamb1en en el car la ilimitada sucesión privada. Se pueden hacer distinciones entre el
__ tradicional patrimonio familiar y los bienes patrimoniales que toda
caso de las pequeñas propiedades, la segunda o tercera generac1on no
tienen en cuenta, por ejemplo, una casa heredada en el norte de Al�­ nueva generación produce por sí misma; todavía -dejando aparte a la
.
mania, si su vida se desarrolla en el sur. Los patrimonios vienen liqm­ agricultura- es raro encontrar hoy esta forma de propiedad familiar; y
dados, no traspasados. también en la agricultura se delinea hoy el paso de la «factoría►> a la
«empresa», esto no son ya las funciones del propietario, sino las del em­
Obviamente la estricta unión entre propiedad, autonomía privada Y presario las que necesitan de un sucesor, pero esto es ya un problema
derecho hereditario ha dado vida también a los sistemas diversos del que no se refiere al derecho hereditario privado. En nuestra época, que
individualismo liberal de nuestro derecho vigente. Los «no individualis­ está fundamentada en el trabajo, que no propende a socializar global­
tas», de los jacobinos a los primeros socialistas franceses, de Hegel y del mente ni la propiedad, ni el derecho hereditario, que no reconoce la
_
manifiesto comunista al decreto revolucionario ruso de 1 9 1 8 y a ciertos «familia», ni como institución superior, ni como «linaje» compuesto de
políticos socialistas de nuestra época, quieren abolir la propiedad y el numerosos núcleos familiares, se sitúa sobre todo la cuestión de la po­
derecho hereditario. La experiencia de Rusia ha demostrado que las sición que el derecho hereditario privado ocupa también hoy en el ám­
esperanzas de abolir el derecho hereditario no �ue�en rea�izarse. Tal bito político. Hoy no es propiamente posible dar una respuesta exhaus­
abolición ha fallado en Rusia: el derecho hereditano ha sido poco a tiva sin la ayuda de una teoría constitucional, social y iusprivatista. En
poco reintroducido (ciertamente en l� s límites est�b!ecidos por el régi­ todo caso una reforma del derecho hereditario no es posible indepen­
_
men de propiedad). Para hacer participar la colectividad (e� Estado! de dientemente de la del derecho patrimonial. En la medida en que la pro­
_
la herencia, se tiende, por consiguiente, hoy, a la elaborac1on de siste­ piedad y la autonomía privada constituyen nuestro ordenamiento en
mas de impuestos de sucesión, sin conocimiento de los cuales no es zonas «privadas», esto es, apolíticas, la libertad de testar sin control con-
posible comprender el derecho h ereditario moderno y, sobre todo, la
1 57
156
tinúa a prevalecer, en el derecho hereditario, sobre la tendencia a afir­ sólo como extrema consecuencia de la id�ología liberal; esto es, como
mar una concepción mixtificante y liberal de la familia y de la «morali­ rechazo del derecho de sucesión del Estado.
dad», aunque en el ordenamiento jurídico no exista la «familia», sino
sólo específicas relaciones conyugales, de parentela y asistencia, y aun­ El sistema tiene por efecto:
que no sea la «moralidad» a proveer el parámetro jurídico, sino la liber­ l. Hacer a la sucesión independiente de la eventual premoriencia
tad de los contratos sociales, garantizados por la Ley fundamental, por de parientes que por sí habrían tenido derecho a la sucesión, pero que
tanto la moralidad social, no las opiniones individuales. no podrían ser tomados en consideración a causa del § 1 .923 BGB (el
Partiendo de este punto vale la pena dar una ojeada al derecho vi­ heredero debe ser vivo en el momento de la muerte del de cuius).
gente que regula la sucesión legítima y la testamentaria. 2. De hacer así que el principio de la sucesión por estirpe, distinto
La sucesión legítima interviene en la hipótesis en que no haya lugar del de la sucesión por «cabeza», produzca la equiparación de las fami­
sucesión testamentaria (según el derecho vigente, a diferencia del ro­ lias numerosas a las familias con pocos hijos (así, por ejemplo, los so­
mano, es posible el concurso de la sucesión legítima con la testamenta­ brinos del hijo A del difunto heredarán una mitad de lo dejado, mien­
ria). Se podría delinear un sistema del orden de la sucesión legítima tras la otra mitad pasa enteramente al sobrino único del hijo B del
sobre la base de los grados de parentela o de lineas de parentela (líneas difunto, en el caso en que A y B sean a su vez difuntos; en efecto, A y B
ascendentes, descendentes, colaterales). El BGB ha unido todos los sis­ se encuentran en vida, recibirían cada uno la mitad); lo que contesta
temas posibles e imaginables, creando el llamado sistema de parentela este resultado, reclamándose, a la igualdad, confunde el derecho de su­
(§§ 1 .924 y s.): cada grado de sucesión reúne cada vez a todos los pa­ cesión con la política demográfica.
rientes descendientes de un común padre (parens = el progenitor). He­ 3. De hacer que la herencia caiga casi siempre en las manos de
rederos legítimos de primer grado son consecuentemente los descen­ generaciones más jóvenes (los sucesores de primer grado reciben todo
dientes.directos del difunto (por ejemplo: hijos, sobrinos, etc.; un vivo y y excluyen completamente a los sucesores de segundo grado).
heredero descendiente legítimo excluye cada vez de la herencia a los
herederos sucesivos; además, para determinar la elección del heredero 4. De crear, en ciertas circunstancias, situaciones de comunión ex­
está finalmente en tercer grado, el orden de descendencia y, sólo segui­ tremadamente alargadas (ya en el tercer orden puede suceder que una
damente, el grado de parentela); herederos de segundo grado son los cuota de la herencia ascienda a sólo 1 /256).
padres del de cuius y sus descendientes (por ejemplo, hermanos, her­
El sistema de la sucesión legítima tiene su significado clásico en vir­
manas, sobrinos de primer grado, sobrinos de segundo grado, etc.); he­
tud del gradual aumento de la cuota que se refiere al cónyuge ·supérsti­
rederos de tercer grado son los abuelos del de cuius y sus descendien­
te. En las épocas precedentes el derecho no conocía un derecho de su­
tes (por ejemplo, tíos, primos, etc.), y así hasta el infinito. El sistema de
cesión de este último (esto es prácticamente un derecho de sucesión de
sucesión legítima está construido de tal forma que toda persona tiene
la mujer). En particular, las mujeres eran consideradas «miembros»
un heredero legítimo. Pero en la práctica ya en el cuarto o quinto gra­
temporales de la tribu y familia del marido. Su tutela «sucesoria» se
do, tales búsquedas quedan sin resultado. Entonces se presenta como
desarrolló sólo poco a poco; de modestas cuotas, apenas necesarias
heredero el «fisco» (= el Estado como particular, «el Estado es el primo
para la supervivencia, a derechos de usufructo y de mantenimiento a la
de todo el mundo»).
actual preeminente posición sucesoria. En la concepción moderna no
Este sistema alemán es tanto más complejo cuanto controvertido. se trata más de asegurar, desde el punto de vista, del derecho de obli­
La ilimitada del orden de sucesión ha sido justificada -ciertamente sin gaciones, la subsistencia del cónyuge supérstite, pero de una cuestión
razón- con la «idea de familia». Ciertamente, cualificar como herede­ de orden y justicia que va regulada con el derecho hereditario: mujer y
ros parientes lejanísimos significa confiarse el puro azar, su derecho de marido son los miembros de un nuevo núcleo familiar; después de la
sucesión equivale a una lotería (cfr. el primer caso, citado al comienzo desintegración de la familia patriarcal, los cónyuges constituyen el nú­
del capítulo). En realidad, el sistema del BGB puede ser considerado cleo más íntimo, también en la sucesión legítima. Obviamente esta con-

158 159
cepción puede llevar a resultados insatisfactorios en algún caso: por
sobrina (§§ 238 s. BGB); un semejante artificio presupone todavía que la
ejemplo, cuando el patrimonio de la familia del marido se transforma
banca participe efectivamente en la estipulación de tal contrato y no se
mediante un breve matrimonio en patrimonio de la familia de la mujer.
limite a escribir un nombre sobre la libreta de ahorros. En verdad sería
Sólo un testamento puede evitar semejantes inconvenientes.
oportuno que cualquiera que coloque una suma de dinero en una libre­
Con la sucesión «voluntaria» (pacto de sucesión, testamento conjun­ ta deje a la banca unívocas disposiciones para el caso de muerte, esto
to de los cónyuges) nos adentramos en el corazón de la problemática es, indique expresamente el beneficiario-acreedor de tal dinero (los he­
de la reglamentación de los negocios jurídicos. En otras palabras, se rederos o aquellos a los que la libreta ha sido dejada.
trata del grado de vincularidad de las disposiciones con las que una
persona dispone del propio patrimonio. El hecho de que alguno haga La praxis jurídica ha desarrollado también por otro camino cons­
testamento a mi favor no me da ningún derecho; en efecto, hasta el trucciones jurídicas extremadamente elaboradas, que combinan todos
último momento puede quedar «desheredado»: esto es, correctamente, los elementos posibles e imaginables, teniendo así en cuenta en cuanto
disponer de otro modo. Estas disposiciones de última voluntad consti­ posible por el caso concreto, sea del punto de vista del derecho heredi­
tuyen negocios jurídicos unilaterales, no bilaterales. Hoy todavía -y tario, sea del fiscal. Volveremos después sobre esto.
este ulterior aspecto de la evolución tiene grandísima importancia prác­
Con el moderno derecho de testar se ha resuelto hoy también el
tica- las disposiciones de última voluntad vienen cqmúnmente predis­
problema de la forma. A pesar de las fuertes oposiciones (del BGB), se
puestas, antes de la muerte, mediante acuerdos y contratos entre vivos.
ha afirmado definitivamente el testamento ológrafo, privado, sin testi­
Por ejemplo, la reorganización de la empresa Krupp no habría sido po­
gos y casi sin formalidad de respetar. Pero no se debería sobrevalo­
sible sin el acuerdo de renuncia a la herencia entre el titular del patri­
rar la práctica. Quien debe disponer de un patrimonio ' considerable y
monio Alfred Krupp y su heredero Arndt Krupp. ¿Quién confiaría en
está interesado, más que en ahorrar tasas, en peculiares cláusulas, re­
efecto en trabajar por toda la vida y sin recibir compensación, por
curre al especialista para testar «públicamente» (testamento notarial).
ejemplo, en una fábrica o en una empresa? En estos casos viene en
En realidad, las argumentaciones adoptadas en general contra el tes­
ayuda el ordenamiento jurídico:
tamento ológrafo (esto es, el testamento de propio puño y letra) -que
1 . Con instituciones que producen sus efectos mediante el derecho frecuentemente sería poco claro y requeriría ser falsificado o sustraí­
hereditario (es decir, sólo después de la muerte), pero al mismo tiempo do- revelan no tanto la aversión contra este tipo de testamento, cuan­
también mediante instrumentos contractuales (vinculantes ya ínter to contra la libertad de testar en general: se considera que la sucesión
vivos). A éstos pertenece ante todo el contrato sucesorio (un contrato legítima esté «bien ponderada» para todos («papá BGB nada mejor»). En
entre vivos a causa de muerte) y también el testamento conjunto de los verdad, también el testamento notarial puede ser fruto de un impulso
cónyuges (cuyo efecto vinculante es tal que, después de la muerte del momentáneo y no estar necesariamente «bien ponderado». En el ámbito
cónyuge, el otro no puede cumplir su cometido fácilmente por las «dis­ de la autonomía no existe un control sobre el carácter «bien pondera­
posiciones conjuntas», esto es, de las disposiciones aparentemente dis­ do)> del contenido de los actos. Libertad de testar significa libre elección
tintas y separadas, pero en realidad estrictamente conectadas). del testador. El de cuius dispone libremente de los propios bienes. To­
2. Dejando mucha libertad a los llamados negocios jurídicos «para davía el BGB ha predispuesto para el testamento tales y tantas trampas
(por ejemplo, la forma, la fecha, etc.) que cerca del 25 por 100 de
el caso de muerte»: el de cuius coloca a un vivo los fundamentos para
estos testamentos son considerados inválidos por defectos formales; no
la sucesión en el momento de la muerte. Por ejemplo, el BGH ha deci­
sería suficiente, por ejemplo, la indicación «Navidad», como fecha, por­
dido, en el tercer caso citado al comienzo del capítulo, a favor de la
que no sería claro si se trata del primero o del segundo día de Navidad.
sobrina (esto es, contra la tía), aunque la abuela no hubiese hecho tes­
Recuerdo estas circunstancias, porque con el pretexto de la forma se
tamento y no hubiese, ni siquiera viva, alguna donación a favor de la
han convertido en posibles controles sobre el contenido, que no se po­
sobrina; el BGH había cualificado o «reconstruido» el depósito en la
banca como contrato estipulado entre la banca y la abuela a favor de la drían justificar en un ordenamiento fundado en la autonomía privada.
Si el contenido me «gusta)>, entonces estoy tentado, como juez, de ce-
160
161
rrar los ojos ante ciertas carencias formales; si el cont��do «n� me una mujer herede de un hombre con el cual ha vivido, sin haberse
gusta», estoy tentado de ser particularmente severo tamb1en coi: d1sp�­ casado, no constituye violación de la buena costumbre. Quien piensa
siciones formalmente válidas. Esto es, dicho en pocas palabras, madm1- diversamente, no sitúa en el primer lugar el derecho hereditario, sino el
sible. matrimonio. El BGB no ha juzgado el negocio jurídico, sino «las inten­
ciones deshonestas del testadon>. Así no sólo ha introducido en el derecho
Otra oportunidad de control es activada a través de las normas
privado un «derecho penal de intenciones», exigiendo una específica
sobre la interpretación y sobre la nulidad de impugnabilidad de los tes­
«moralidad» en una época que no conoce una moralidad gener�lmente
tamentos. De modo que se manipula el § 138 BGB (nulidad por inmora­
fuera de lugar, privilegiando el derecho de sucesión familiar respecto al
lidad), demuestra claramente cómo la autonomía privada viene comba­
derecho hereditario producido por la autonomía. El resultado es así
tida y destruida en nombre de un presunto «orden de valo:es» No
_. que el BGH «revoca» el divorcio rehaciéndose el derecho hereditario. El
obstante, en el mismo reglamento como en el derecho hered1tano se
hecho de que la mujer divorciada haya vivido por largos años a expen­
establece la cuota legítima es implícita que finalmente los cónyuges y
sas del amante y el hecho de que el testador tenía la libertad y el dere­
parientes más cercanos, que por ley tienen derecho a una parte de la
. cho de decidirse, también por cuanto mira a la sucesión, contra la mu­
herencia, pueden ser por lo demás «desheredados». Los tnbunales no
jer y a favor de otra mujer, son problemas que el BGH no se ha siquiera
deberían ser libres de llamar a esta libre elección (= autonomía) una
planteado. Esto ha tutelado la imagen que esto tiene del matrimonio, no
«violación de la buena costumbre>> sólo porque la piensan («valoran» de
la esfera de libertad de un ciudadano.
forma distinta que el difunto).
En este campo el monopolio de la valoración se refiere al testamen­ Para darnos una idea del modo en que el mundo legislativo del de­
recho hereditario viene en la praxis deformado, transformado, alienado
to. En realidad también aquí se revela la tendencia de nuestro derecho
toda vez que no corresponde a la realidad de hoy, esbozaré brevemente
a tratarnos de incapaces y autonombrarnos «tutores». Semejantes con­
troles sobre un derecho auténticamente privado quieren decir sólo que algunos casos típicos -con estos signos no entiendo dar consejos prác­
ticos-, esto no es posible sin recurrir al especialista para cada caso
de los ciudadanos libres vienen tratados como incapaces. Viceversa, en
particular, pero querría dar alguna luz sobre las transformaciones de
el derecho civil político, no privado, semejantes controles serian nece­
los modelos del derecho hereditario.
sarios -obviamente no para hacer incapaces a los ciudadanos, sino
como solución de los conflictos políticos-, pero propiamente en este l . El 2.269 BGB establece: «si los cónyuges han establecido en un
campo faltan del todo y son insuficientes. Por consiguiente, en el se­ testamento conjunto, en que se nombran alternativamente herederos,
gundo caso planteado al principio del capítulo, el BGB ha ju�ga�o el que después de la muerte del superviviente lo dejado por amoos pasará
testamento, en mi opinión injustamente inmoral y, por cons1gmente, a una tercera persona, en caso de duda se debe presumir que esta ter­
nulo. Este considera que recompensar una mujer por su «abandono cera persona ha sido nombrada heredero de todo lo dejado por el cón­
sexual» haciendo testamento con ventaja de la propia amante significa yuge que muere por último». Esta norma ofrece un auxilio exegético
disponer de modo inmoral. No quiero discutir en particular el funda­ para los testamentos conjuntos (admitidos sólo entre cónyuges, § 2.265
mento jurídico de tal tesis -personalmente no alcanzo a verla-, deseo, BGB): esto es, en la relación entre cónyuges e hijos -esta es la situa­
sin embargo, delinear que el BGB puede decidir en tal sentido sólo por­ ción típica- en caso de muerte de un cónyuge, el superviviente no es
que considera decisiva la fecha de la redacción del testamento. En efec­ sólo el heredero primario (mientras los hijos son sólo herederos secun­
to, en aquel tiempo (1945) el testador estaba todavía casado. En el mo­ darios), sino el cónyuge supérstite es también heredero único (los hijos
mento de la muerte él estaba divorciado y, por consiguiente, no más son, por consiguiente, «desheredados», por cuanto mira el primer caso
adúltero. De lo demás, dada la motivación, el BGH no habría podido de herencia, su posibilidad de heredar se concentra por consiguiente en
tomar una decisión distinta, ni si el testador, una vez divorciado, hubie­ el segundo caso). Esta regla da al cónyuge supérstite la prevaléncia so­
se casado con su amante sin modificar la fecha del testamento. Reten­ bre los hijos. El resultado corresponde ciertamente al caso normal. Sólo
go que la decisión del BGH es comúnmente errónea. El hecho de que que en la praxis no se encuentra ninguna de las dos alternativas que el

162 163
2.269 BGB prevé, porque son demasiados complejas y sobre todo des­ nos llevan a un período en que una empresa comercial venía con la
ventajosas desde el punto de vista fiscal (dos casos de herencia). En la coo'peración personal entre los socios. Hoy en la práctica se han afir­
praxis notarial los testamentos vienen por tanto redactados de modo mado reglamentos privados (de dudoso fundamento jurídico) que per­
que los hijos se conviertan en herederos después de la muerte del pri­ miten, según las exigencias, adhesiones de nuevos socios y recesos en
mer cónyuge, mientras el cónyuge supérstite recibe el derecho de usu­ casos de muerte y que hacen posible la continuación de·la sociedad con
fructuar en vida las rentas (salvo ciertas cláusulas para el caso de un uno de los herederos (aunque según el derecho hereditario sólo todos
nuevo matrimonio, etc.). Así gira en el vacío no sólo el 2.269 BGB, sino los herederos hereden a la vez todo). En contraste con el rigurqso prin­
casi toda la sucesión, extremadamente compleja, entre los primeros y cipio de la sucesión universal del derecho romano, aquí reemergen las
los segundos herederos (§§ 2. 100-2.146 BGB), que no ha tenido nunca sucesiones especiales, mientras el principio del paso inmediato al mo­
mucha popularidad. mento de la muerte puede ser en la práctica abolido a favor de una
administración fiduciaria del patrimonio (por parte del ejecutor testa­
2. Un empresario (de una empresa media) tiene una mujer y cua­
mentario, nombrando un procurador, etc.) que difiere la consignación
tro hijos (una hija casada y una soltera, un hijo mayor de edad y el otro
de la cuota expectante a los herederos (por ejemplo, hijos menores),
menor). El hijo mayor será el sucesor en la empresa y para eso se pre­
sino desde el punto de vista jurídico, al menos del económico. No po­
para profesionalmente. El caudal potencial del empresario consiste
demos considerar todos los particulares, sino tales desarrollos demues­
principalmente en el patrimonio invertido en la empresa y vinculado a
tran esencialmente una cosa: cómo todo el derecho civil, también el
ésta. Si quiere asegurar el sostenimiento de la mujer y de las hijas, la
derecho hereditario es cortado a su medida por las transferencias de
sucesión legítima no es suficiente (ésta destruiría la empresa). Pero
derechos, mientras la praxis requiere pasos de funci9nes. Aquel que
nunca la sucesión testamentaria podría resolver estos problemas por sí
viene golpeado en primer lugar por la muerte de un empresario no es
sola. De las normas que se deben combinar -también para ahorrar
su patrimonio, sino la función de empresario, que hasta ahora desarro­
impuestos- hay actos de transferencia inter vivos, que se refieran a una
lla y que no puede ser asumida por un heredero cualquiera, sino sólo
determinada parte del patrimonio o bien de cuotas sociales (la empresa
por otro empresario, así que el empresario tiene necesidad sobre todo
se convierte en efecto a lo más tardar en este momento en una socie­
de un sucesor-empresario, sólo en segunda línea él puede proveer a
dad comercial), con contratos matrimoniales (separación de bienes en­
una igual distribución del patrimonio entre los herederos.
tre la hija casada y el marido), así como con la obligación de los hijos
no casados (establecidos en pactos sucesorios o en testamento) de regu­ La sociedad industrial que se está «refeudalizando», se procura el
larse análogamente en caso de matrimonio (y asegurando todo esto ordenamiento jurídico que le coloca, si es necesario, también contra el
ulteriormente con una mutua renuncia a las cuotas legitimas) y final­ derecho «legal», y esto en gran parte legítimo. En efecto, el legislador no
mente con acuerdos parasociales, si el empresario ya antes ha dirigido logra mantener el paso con los procesos de envejecimiento de sus leyes.
la empresa con la ayuda de otras personas (también parientes).
Sobre la medida y sobre la distribución de las «transmisiones de la
3. En las empresas que son administradas en la forma de socieda­ propiedad» nos informa la estadística de los impuestos de sucesión. Del
des comerciales (en particular sociedades de nombre colectivo y socie­ 1953 al 1962 (cada año alrededor de 650.000 fallecimientos) se produ­
dades de comandita, pero también sociedades de responsabilidad limi­ cen cerca de 320.000 sucesiones sujetas al impuesto sobre la herencia
tada), casi todo el ordenamiento sucesorio «funciona». En efecto, en (éste golpea, además de a las sucesiones ob mortis causarn, también a
caso de muerte de un socio las sociedades personales vienen disueltas las donaciones entre vivos), de las cuales (pongo entre paréntesis las
(§§ 1 3 1 , 1 6 1, 177 BGB), porque son fundadas en el vínculo personal que sucesiones ob mortis causam) cerca de 1 30.000 ( 1 1 5.000) de un valor
corre entre los socios fundadores (diversamente de las sociedades por inferior a 5.000 marcos, cerca de 1 50.000 (125.000) de un valor entre
acciones). La constante amenaza de la desintegración de la empresa en 5.000 y 50.000 marcos, y sólo 42.000 (30.000) de valor superior a 50.000
cada caso de muerte de un socio impediría la elección de estos tipos marcos. Mayor es el valor y más se reduce el número de las adquisicio­
sociales para las empresas. Los fundamentos jurídicos de este modelo nes ob mortis causam Según las clases de contribuyentes (relación en-
164 165
tre el que recibe y el decuius), se trataba en 22.000 (de 50.000) casos de la sociedad no ha sido aún realizado. A fines de 1966 ha sido presentado
cónyuges e hijos; en 6.000 (4.000) casos, de descendientes de los hijos; un proyecto preliminar, y desde 1967 existe además un proyecto gu­
en 8 1 .000 (73.000) casos, de padres, abuelos, bisabuelos, hermanos; en bernativo de una «ley sobre la posición jurídica de los hijos ilegítimos».
56.000 (50.000) casos, de yernos y nueras, suegros, sobrinos; en 107.000 El BGB los había «discriminado» sino en aquella medida que era carac­
(94.000) casos, de personas distintas de las citadas. Llama la atención el terística de las orientaciones jurídicas anteriores (no sin embargo del
número elevado de personas no pertenecientes a la familia. El valor derecho germánico/ alemán precristiano, las desventajas que el dere­
complejo de todas las sucesiones se elevaba a 1 0.000 millones (7,3 mil cho ofrece a los ilegítimos son esencialmente obra de la Iglesia que a
millones). El impuesto de sucesión se elevaba en total a 850 millones causa de la propia concepción del matrimonio y con el fin de tutelado
(700 millones) de marcos, esto es, una media de 85 millones anuales. combatía severamente los nacimientos extramatrimoniales). El BGB
Para una mejor confrontación: la suma de los impuestos sobre las en­ había motivado esta disciplina reclamando la «santidad y alto significa­
tradas se elevaba en 196 1 a 13.000 millones, de los cuales 9.000 millones do del matrimonio» y estaba obsesionado por el temor de que una ple­
de retenciones sobre salarios y estipendios. Otra confrontación: la me­ na igualdad entre legítimos e ilegítimos pudiese comportar «el peligro
dia del impuesto anual sobre la herencia se eleva a cerca del doble del de favorecer la inmoralidad y el concubinato». Según Conrado Zwei­
impuesto anual sobre la cerveza. gert, hoy semejantes consideraciones «podrían encontrar consentimien­
to sólo en un círculo de solteronas de provincias, por una serie de emo­
Quiero ilustrar, conclusivamente, cómo se plantean por el legislador
ciones que no tienen interés». Personalmente estoy de acuerdo con
los problemas de derecho hereditario en el momento en que -frecuen­
Zweigert, pero temo que la mayoría -también de juristas- no piense
temente sólo a continuación de constantes presiones- se decida a me­
así. Generalmente la reforma de los derechos de los hijos ilegítimos va
ternos mano con referencia al caso de la actual reforma de la disciplina
adelante según el estilo de lo «verdadero es que ... sin embargo», y los
del estado de los hijos ilegítimos y, en particular, de su posición suceso­
«sin embargo» miran siempre a la familia «regulan>.
ria.
En 1966 han nacido, por otra parte, un millón de hijos legítimos y Considero aquí sólo una parte de la reforma, aquella perteneciente
cerca de 40.000 hijos ilegítimos (el porcentaje de los hijos ilegítimos es al derecho hereditario (esto es, a los problemas de la sucesión legítima
el 4,6 por 100 de todos los nacimientos; en 1946 tal porcentaje era 1 6,5 del hijo ilegítimo en las confrontaciones del padre y de sus parientes, en
por 1 00; en 1950, 10 por 1 00). Las causas de este retroceso han de bus­ las confrontaciones de la madre están previstos ya todos los derechos
carse en los diversos métodos anticonceptivos, en la mayor posibilidad de sucesión, obviamente un padre puede hacer testamento a favor del
de casarse y en los matrimonios entre jóvenes. Cerca de 1 / 4 de las hijo ilegítimo, sino esto sucede muy raramente, y está además bajo el
madres no tienen aún 20 años en el momento del nacimiento del hijo control del § 138 BGB). Las opiniones divergen. La mayoría es contraria
ilegítimo, y cerca de la mitad tiene entre 20 y 30 años. El porcentaje de a semejantes derechos de sucesión y a la instauración de una cuota
los nacimientos ilegítimos es mayor en las grandes ciudades (son nota­ legítima, pero quiere mejorar al derecho al mantenimiento del hijo. Vi­
bles también las diferencias regionales: en Baviera, por ejemplo, el por­ ceversa una fuerte minoría quiere reconocer al ilegítimo una cuota le­
centaje se eleva al l l,6 por 100; en Renania-Westfalia, al 5,2 por 1 00). gítima. Sólo una pequeña minoría apoya la instauración de los plenos
Cerca del 60 por 100 de las madres de los hijos ilegítimos son obreras, derechos de sucesión para los hijos ilegítimos.
el 20 por 100 «empleadas». Casi el 40 por 1 00 de los hijos ilegítimos
viene legitimado a posteriori por el matrimonio entre los padres. Ade­ El proyecto preliminar de 1966 no ha seguido alguna de estas opi­
más, gran parte de las adopciones anuales (cerca de 8.000) se refiere a niones, pero ha elaborado una combinación, ciertamente demasiado
los ilegítimos. completa, entre derecho de mantenimiento, cuota de legitimidad y de­
recho sucesorio: en concurrencia con los descendientes legítimos no
El principio constitucional (art. 6, párrafo V, GG), por el cual el legis­ existe ni un derecho de sucesión, ni una cuota legítima para el hijo
lador debe crear para los hijos ilegítimos «las mismas condiciones de los ilegítimo, sino sólo un mejoramiento de los derechos de mantenimiento
hijos legítimos por el desarrollo físico y psíquico y para su posición en (la crítica general: puesto que el 1,85 por 100 de las personas casadas

166 1 67
tienen hijos, quedan sólo los padres solteros, el mejoramiento del dere­ Según la opinión de una mayoría, no puede servir de motivación del
cho de mantenimiento gira en el vacío, puesto que la mayoría de los mismo estado jurídico, y por consiguiente de rechazo de toda innova­
padres ilegítimos tienen menos de 30 años en el momento del nacimien­ ción. La concepción de la «obra de una vida» es ciertamente exacta si
to, y el hijo debería tener cerca de 40 años en el momento de la muerte consideramos el matrimonio como tal, pero no puede ciertamente con­
del padre), en cuanto a la consorte del padre muerto sin tener legítimos, templar a los hijos legítimos. Por lo demás, ni siquiera en el caso de
el hijo ilegítimo reconocido hereda un cuarto (en concurrencia con los estos últimos, la sucesión legítima es hecha depender de la condición de
herederos de segundo grado heredará una mitad, y frente a aquellos de que éstos hayan vivido o no en la comunidad familiar y hayan colabo­
tercer grado, recibirá todo). rado o no a la construcción de esta «obra de una vida». La valoración
de los «intereses comunitarios» y de la «obra de una vida laboriosa» no
No está previsto un derecho de sucesión del hijo ilegítimo en rela­ es posible en la sucesión legítima, sino sólo en la testamentaria.
ción con los parientes paternos. El proyecto motiva tal disciplina con la
idea de estricta comunidad familiar, como principio fundamental de la 3. El núcleo del problema es, por consiguiente, la relación entre la
sucesión legítima, sobre todo de primer grado. sucesión testamentaria potencial («media») (y ésta es en el derecho
alemán la sucesión legítima) y la sucesión testamentaria actual (indivi­
El proyecto gubernativo de 1967 trata al hijo ilegítimo en sí en prin­ dual). Es evidente que hoy desde el punto de vista de la norma el hijo
cipio como a los hijos legítimos, pero ha insertado un aspecto particular ilegítimo no está próximo al padre. Esta es la consecuencia de la con­
para el caso de concurrencia entre un hijo ilegítimo y los descendientes cepción sociocultural del matrimonio y de la familia. Por esto, normal­
de primer grado o el cónyuge supérstite: en este caso éste no tiene de­ mente el padre se cuida de la mujer y de los hijos legítimos de modo
rechos de sucesión iguales a los de aquellos otros, pero recibe, en lugar
distinto (mejor) que del hijo ilegítimo, y está libre de haGerlo, también
de la cuota legítima, un derecho al equivalente en dinero a hacer valer
desde el punto de vista hereditario. Las relaciones de vida se reflejan en
frente al heredero o herederos. El proyecto gubernativo se ha dejado
los testamentos. Ahora la sucesión legítima se ha convertido en un sis­
guiar esencialmente por la norma constitucional del artículo 6, párra­
tema en el que, como hay una planificación ya entre los vivos -y los
fo V, GG, y sólo en consideración al estricto ligamen familiar ha negado
hijos ilegítimos no entran en estas planificaciones-, los principios fun­
a los hijos ilegítimos los plenos derechos de sucesión.
damentales del derecho hereditario se realizan exclusivamente en el
Puedo trazar sólo a grosso modo mi posición personal: reglamento de las cuotas legítimas, desde el momento que reina para
los demás la libertad de disponer a voluntad del propio patrimonio. De
l . El imperativo constitucional (art. 6, párrafo V, GG) mira al des­
esto se sigue que en este campo no libre los hijos ilegítimos deben tener
arrollo psicológico y a la posición social de los hijos ilegítimos, ambos
plenos derechos de descendientes. En el futuro el principio de la des­
objetivos no pueden ser logrados con el derecho hereditario. Por norma
cendencia no hará más distinciones entre hijos legítimos e ilegítimos.
los hijos ilegítimos tienen 40-50 años en el momento de la muerte del
En cada caso el de1-echo a la parte legítima referente a los ilegítimos es
padre.
constitucional y está también postulado por la ley fundamental, mien­
2. En el derecho hereditario la polémica viene llevada adelante con tras ningún reglamento con el que se ha querido regular el sosteni­
mucho ethos y pathos. Los enemigos de la sucesión ilegítima destacan miento de esto podrá corresponder al postulado constitucional del tra­
que hoy la sucesión legítima no se apoya en el principio de la descen­ tamiento igual.
dencia, sino en la comunidad de vida vivida en la intimidad familiar, en
la que crece la «obra» del de cuius y por lo cual viene después conti­ 4. Por consiguiente, el pleno derecho de sucesión de los hijos ilegí­
nuada. Permitidme decirlo: esto es pura ideología. La sucesión legítima timos no puede ser contestado ni en base a la Constitución, ni en base a
no está determinada por la «comunidad de vida», sino por el matrimo­ la idea de que semejante paso constituya una «revolución social» (pala­
nio y la descendencia. La concepción comunitaria no es más que la bra vacía), o no corresponda a la «convicción jurídica» de todas las per­
circunscripción jurídica del matrimonio y de los hijos legítimos y por­ sonas (otro término sin significado como hemos visto), sino sólo sobre
que no hace más que formular el actual estado jurídico. la base del ordenamiento fundamental del derecho hereditario, esto es,

168 169
sobre la base de la autonomía testamentaria y de la sucesión legítima hasta su muerte.» Esta mentalidad no pertenece al pasado. Pero no re­
no libre. El proyecto gubernativo no ha tenido suficientemente en presentativa del derecho. Hagamos que no permanezca en donde se ha
cuenta esta relación y difícilmente habrá individualizado en éste un establecido y no se convierta en una amenaza allí donde todavía no ha
problema decisivo. Ni siquiera el artículo 6, párrafo V, GG, en el que tal llegado.
proyecto concentra excesivamente la atención, puede cambiar este or­
denamiento fundamental del derecho hereditario, sino más bien debe
respetarlo. En el derecho hereditario privado debe orientarse la solu­
ción legislativa hacia un testador medio, recabado empíricamente, no
normativamente.
S. El significado práctico de la diferencia entre proyecto guberna­
tivo que no limita la libertad de testar (en ninguna dirección: obviamen­
te el padre puede hacer testamento a favor del hijo ilegítimo, deshere­
dando al legítimo) y la propuesta que, a falta de un testamento, el hijo
ilegítimo debería recibir más de la legítima, mientras, según mi opinión,
no debería tener nada de ésta, no debe ser sobrevalorada: los hijos ilegí­
timos que no vienen ilegitimados, ni adoptados por el padre y que
-como suele suceder- no están cerca de él, recibirán, normalmente,
en todos los testamentos la parte mínima (legítima) que se refiere a
ellos. ¿Por qué se debería tratar peor a los padres ignorantes que a los
padres sagaces que se desembarazan, por medio del testamento, de to­
das las obligaciones que tienen en relación con sus hijos ilegítimos?
Además, es necesario considerar que en la gran mayoría de casos no
hay nada que heredar.
6. Habría, además, que considerar si la opinión aquí sostenida
debe, como yo sostengo, limitarse al primer grado de sucesión.
7. Por consiguiente, si no se decide limitar la libertad de las dispo­
siciones de última voluntad o a favorecer a los hijos ilegítimos en el
derecho hereditario respecto de los legítimos, hay que partir en cada
caso de los principios del derecho hereditario para encontrar una solu­
ción equitativa. Esto sería conforme a la Constitución, también porque
en cada caso el postulado de la Constitución puede ser realizado sólo
en última instancia por el mismo derecho hereditario. Ciertamente la
solución propuesta por mí «conserva» los prejuicios socioculturales so­
bre los hijos ilegítimos, pero se considera que tal «conservadurismo» no
mira en primera línea a una legislación moderna, sino al uso que pre­
sumiblemente se hace de la autonomía privada. Pero partir del BGB
para informar, educar y hacer conscientes a los padres de hijos ilegíti­
mos significaría partir del punto más erróneo posible. «Quien no se en­
riquece mediante el matrimonio o la herencia, quedará en pobre diablo

170 171
IX ___________
De la economía privada de mercado
a la «cooperación» de política y economía

En 1 935 la producción mundial de acero alcanzaba a 100 millones


de toneladas, en 1 9 5 1 llegaba ya a 200, en 1959 a 300, en 1 964 a 400 y
hoy alcanza a casi 500 millones. Hacia el fin de la segunda guerra mun­
dial los países productores de acero eran apenas dos docenas, hoy son
más de 70. La producción de aceFO es una cuestión de r,restigio político.
La República Federal de Alemania participa con 35 millones de tonela­
das (la firma productora más importante, la «United States Steel», pro­
duce la misma cantidad por sí sola). Para una confrontación deben
considerarse estos datos: CECA, 85 millones de toneladas; URSS, casi
100; USA, 1 25; Japón, 50.
Estas cifras indican ya en parte el problema que constituirá el fondo
del capítulo sobre el problema de la «constitución económica»: el signi­
ficado económico y, por tanto, político de la producción industrial. Si
en 1 9 6 1 había alrededor de 235 obreros y empleados para producir
1 .000 toneladas de acero lamir.ado al mes, mientras en 1 967 bastaban
160, etc.; si en el mismo período medio disminuye el 10 por 100; si la
rentabilidad y los precios alteran irremediablemente la concurrencia
entre los aceros de los distintos países; si la política alemana y de otros
países consiste en subvencionar el carbón que absorbe millones de
marcos, y según la concurrencia radical con la energía atómica; si el
triángulo mágico de las racionalizaciones impositivas del sistema de las
inversiones solicitadas por la industria y por el desarrollo de las nuevas
potencialidades productoras se mueve como un círculo vicioso que
provoca siempre mayor desequilibrio entre la oferta y la demanda de
acero (y esto se debería continuar en muchas páginas más para ilustrar
los ligámenes e interdependencias del mundo de la economía), resulta
evidente que nos encontramos frente a una economía privada en el

173
sentido tradicional. Hoy se tiende a esconder esta desprivatización sidera aquí el cambio estructural de la economía de la energía que con
(= politización) de la economía detrás de un triángulo mágico: concen­ todas sus implicaciones sociales y económicas es un politicum de pri­
tración, concurrencia, cooperación. En Alemania cerca de 30 producto­ mer orden. La política económica y la política social se disputan la pri­
res de acero (en realidad son sólo una docena de grupos que, mediante macía, los intereses entran en conflicto. Las soluciones propuestas ni
fusiones, contratos de participación y prácticas comunitarias, se unen se cuentan. Muy diferentes en sus particularidades -y en parte aven­
en consorcios siempre más grandes, extendiéndose más allá de los tureras- todos buscan una cívica sociedad (normalmente un ente de
confines del país) han constituido cuatro oficinas regionales del acero, derecho público) formada por todas las empresas. Casi todos declaran
que vienen exaltadas por los interesados como «nueva forma organiza­ buscar los objetivos de la iniciativa privada, de conformidad con la
tiva de la concurrencia», como reacción típicamente empresarial y pro­ economía de mercado, de «ayudarse a sí mismo», aunque ninguno de
pia de una economía de mercado», aunque ni la concurrencia, ni la estos planes deje de lado una ayuda financiera externa -la del Esta­
economía de mercado, según el significado convencional de estos tér­ do-, de una activa política de precios, de intervenciones y de una vas­
minos, puedan justificar lo acaecido. Por lo demás, estas «oficinas del tísima política estructural (que se refiere una vez más al Estado).
acero» constituyeron una fase transitoria de breve duración. En la bús­
queda de los principales intereses vienen consideradas como un intento Pero sólo pocos entienden que aquí se está delineando la tendencia
de resolver la crisis industrial «con las propias fuerzas», para que la a una socialización que se refiere exclusivamente a las pérdidas, quizá
política económica preserve la industria del acero de toda «deforma­ también a la instauración de «pensiones estatales para la industria del
ción de la concurrencia». En otros términos: para que el Estado preser­ carbón». Casi todos están de acuerdo de que esto ha ido demasiado
ve la industria del acero contra la actual y futura situación del mercado lejos con una gran desproporción entre las ventas y la extracción. Se ha
mundial y contra la situación completa de la economía interna, falta «vendido» siempre todo lo que se ha producido -si es necesario con la
entonces, a la vista la función del Estado, la politización de la economía. ayuda de las subvenciones-, pero no se ha producido sólo lo que resul­
taba vendible. Una mala política, privada de directrices y una economía
Pero hay otros sectores que pasan por una crisis estructural más obtusa o egoísta (y aquí me refiero también a los sindicales), se funden
profunda y demuestran mejor su politización. El ejemplo más indicati­ entonces en una combinación que no puede ser definida ni como «eco­
vo lo provoca la industria del carbón. También aquí el triángulo mágico nomía privada de mercado», ni «economía desprivatizada», ni menos
de la relación entre racionalización, inversión y potencialidad produc­ «política económica» o «economía política». En tanto se da el hecho de
tora hizo posible que a pesar de la disminución de empresas mineras y que el Estado concede las ayudas sin control, y frecuentemente sin po­
de trabajadores de la minería se aumentara la producción anual hasta der controlar la efectiva necesidad, y el hecho de que pague sin poder
200 millones de toneladas, pero ésta no podía ser absorbida por el mer­ «gobernar» es uno de los fenómenos preeminentes de las modernas re­
cado. Es discutible si la hipótesis de que el mercado puede absorber laciones entre Estado y economía, que pueden ser definidos -según el
100 o al menos 80 millones de toneladas al año corresponda a una valo­ punto de vista- de normatizaciones parciales, capitalismo de Estado,
ración realista. Las subvenciones alcanzaron también hasta 10 marcos cooperación, «pacto marco», «acción concertada», sin que de tales defi­
por tonelada de carbón extraído (para la producción de energía eléctri­ niciones resulten claras el proceso real y su peso económico y político.
ca). El saneamiento de la industria minera alemana es uno de los prin­
A tal fin, ocurriría una concepción de la relación entre los sucesos polí­
cipales temas políticos de nuestros días. El gobierno federal presentó
ticos y los económicos -he aquí el problema clave de nuestra épo­
una serie de proyectos de ley para la «modernización y el saneamiento
ca- y, por tanto, una teoría de la constitución del Estado y de la socie­
de la industria del carbón alemana y de las regiones en que extrae el
dad.
carbón», que miran sobre todo al empleo del carbón en las centrales
eléctricas y en la industria del hierro y del acero (que podrán trabajar a El concepto de constitución económica, que es el tema de este capí­
menor costo con otras fuentes de energía) y que vienen «flanqueados» tulo, sirve para esconder estos problemas de fondo. Al contemplar más
por otras providencias (impuesto sobre el petróleo, limitación de impor­ cerca esto, que no es más que una fórmula vacía, un remedio extremo
tación de carbón, racionalización de la capacidad productora). Se con- a la falta de una teoría constitucional y de una teoría jurídico-económi-

1 74 1 75
ca, que deberían ser ambas teorías políticas para explicar nuestra so­ una constitución económica determinada en base a la Ley Fundamen­
ciedad y su derecho. tal,- es el de considerar los conflictos políticos y económicos meros pro­
blemas de aplicación del derecho y de transformar la democracia poco
Pero puesto que no se ve traza de ello, el eslogan «constitución eco­ a poco en «Estado judicial totab>, de conferir rango constitucional a esto
nómica» es más que nunca inidóneo para darnos indicaciones precisas, que debería ser confiado al libre juego de las fuerzas políticas, cuyo
sin un esquema sistemático, y menos una explkación consciente de la resultado implica la responsabilidad sobre todo del parlamento y del
actual situación jurídica. Las afirmaciones contrarias lanzan sólo humo gobierno. El Tribunal Constitucional federal ha rechazado con justicia
a los ojos. conferir rango constitucional a un modelo económico políticó, econó­
Por tanto, con referencia a este sector del derecho están sólo en mico nacional o cristiano.
situación de referir tendencias, direcciones y apuntes generales. Para El fruto de estas consideraciones es este: el derecho de la economí�
facilitar la .comprensión de las diversas conexiones, me referiré sólo · es un derecho político. La actividad normativa es conscientemente
brevemente a los conceptos generales.
transformada en un instrumento organizativo político (por ejemplo,
l. El derecho del trabajo y el derecho de la economía se encuen­ cuando el legislador pone círculos de precio a los artículos de marca).
tran, casi corno discursos en el centro de las nuevas esferas jurídicas Se cancelan así los confines clásicos entre los poderes políticos (legisla­
que recuerdan la impronta de las revoluciones y evoluciones, empresas tivo, ejecutivo y jurisdiccional). Por ejemplo, la ley que nombra un co­
e industriales y reestructuran al mismo tiempo todo el derecho tradi­ mité de expertos o la «ley de estabilización» no se encuadran más en los
cional. sectores clásicos. Materialmente, éstas son formas de «gobiernos», «pla­
nos», «perspectivas políticas», no decisiones normativas en el sentido
2. Después de la Primera Guerra Mundial, con la palabra de orden tradicional, bajo las que basta subsumir los hechos. Todo esto demues­
«derecho de la economía» se concreta todo lo que los desarrollos y las
tra el embarazo y la fundamental incapacidad del <iderecho» (en sentido
tendencias políticas, económicas y sociales de los siglos xvm y XIX ha­
convencional) de responder a las exigencias modernas. El derecho civil
bían preparado desde hace mucho tiempo; la gestión política de toda la
del primer Ochocientos -punto culminante del desarrollo de la cultura
economía en interés general; ésta señala al mismo tiempo el fin del pro­
jurídica- era un derecho dispositivo, sólo un medio auxiliar que venía
ceso de separación entre Estado político y sociedad apolítica, que había
en ayuda del ciudadano cada vez que no podía disponer automática­
caracterizado la evolución política del siglo XIX.
mente, colocado ante el derecho procesal y penal como sanción en el
3. La utopía del liberalismo económico -el equilibrio del mercado, caso de falta de cumplimiento de una obligación asumida o impuesta, y
conseguido sin la intervención del Estado- ha muerto hoy; pero se ante el derecho público como posibilidad del Estado de intervenir en la
continúa galvanizando el cadáver, un proceso que, más que revelarse, esfera privada de los ciudadanos (pero esto sólo en virtud de una ley).
se esconde detrás de concepciones como las de «intervención», «liber­ A estos dos contenidos se superpone hoy la «política», que no se agota
tad» de formación de los grupos económicos, «reglamento-marco». del todo en las leyes-marco y en la política exterior, pero como política
económica, social, financiera, envuelve inmediatamente los problemas
4. Pero el verdadero mal es la tendencia a pensar en términos de
centrales de nuestra sociedad constituida corno comunidad política. El
«modelo», al menos en los límites en que no es sólo un punto para en­
derecho como forma es transformado . conscientemente en derecho
contrar una solución, sino una receta con pretensiones jurídicas. El or­
como función, como instrumento, dada la concepción que los juristas
denamiento jurídico de nuestra vida económica no es «monolítico» y no
tienen del derecho y la viscosidad de los términos, nuestra cultura jurí­
obedece a un modelo preciso.
dica penetra sólo lentamente en el mundo moderno. No hay que extra­
S. No puede haber espacio para nuestro ordenamiento jurídico, ñarse si en el fondo es imposible hacer comprensible esta cultura a los
para un específico derecho constitucional de la economía que -análo­ profanos con pocas palabras.
gamente al derecho constitucional político- ponga normas y reglas de
rango supremo. El pr,incipal peligro, el error de cada tendencia a poner Una concepción muy difundida (llamada neoliberalismo) ama defi-

1 77
176
nir la propia visión de la teoría como ordenamiento económico, que a la que, como el barón de Münchhausen, �e tira �olo de _lo� cabellos por el
vez es entendido como teroría social. Este ordenamiento económico es
«pantano» liberal clásico. Se dice que este esta constitwdo por la auto­
claramente distinto de la política económica y a cualquier otro tipo de
nomía privada y por el sistema de negocios jurídic_os; estos d?s elei:nen­
polítiq1.. Esto es definido como ordenamiento jurídico a fin de recabar
tos se han desarrollado -para evitar los inconveruentes del liberalismo
un gran número de normas inmediatamente aplicables. Así, por ejem­
formal- sobre el eje de las ideas fundamentales del derecho privado Y
plo, para sanear la industria del carbón una decisión puntual (por
han sido «funcionalizados», esto es, puestos al servicio de la libre concu­
ejemplo, sobre la relación entre las ganancias posibles y el riesgo de
rrencia (libertad contractual, libertad de iniciativa priv�da, lib�rt�d de
pérdidas de las empresas mineras, de un lado, y el importante de las
la propiedad) y, por consiguiente, tranformados Pº; la �bertad e �gual­
subvenciones de otro) es avanzada como aplicación del derecho vigen­ dad formales en libertad e igualdad reales. He aqw realizado el circulo
te, antes de que una ley haya puesto la norma correspondiente. De tal vicioso. Todas estas concepciones se fundan en una tácita premisa, la
modo, la organización política acaba por ser una mera ejecución de de que un derecho privado político con una orienta�ión análoga a l� del
normas. El legislador, que debería ser políticamente responsable de la common law norteamericano que todavía no existe en Alemama, Y
propia actividad, está vinculado a un sistema de normas que no se iden­ nuestras reglas jurídicas sobre la concurrencia no están _adaptadas para
tifica del todo con la Ley Fundamental (es claro que está comúnmente
crearlo. Hay que, sin embargo, poner al fuego las conex10�es �?-tre esta
vinculado a esta última; que no se trata de un derecho constitucional concepción del derecho privado, entendido como «constituc10n» de la
de la economía, sino de uh auténtico derecho constitucional, esto es,
sociedad civil en vía de principio autónomo frente al Estado, en el que
político), pero, dada la falta de significado político de la fórmula «orde­ la cívica concurrencia impone los límites necesarios y posibles al jueg?
namiento económico liberal» (o también: «economía social de merca­ de las fuerzas de otras formas libres, es la traducción j�dica del neoli­
do»), acaba por quedar <<suspendido en el aire», sin otro fundamento beralismo económico de la llamada escuela de Friburgo (sobre todo de
fuera de sí mismo y sin responsabilidad política alguna. W. Eucken); ambos son considerados los modelos puros, privados _d�
El término «economía social de mercado» debería ser ahorrado sofisticaciones, como la única alfernativa posible a la economía plamfi­
-dada su inocencia-. La economía social de mercado era en el mo­ cada del «socialismo» y se arrogan para sí todo el espíritu liberal d� la
mento de su nacimiento ( 1 948-1949), por ejemplo, en el programa de tradición democrática occidental, como atribuyen a los adversanos,
Ahlen de la CDU, casi una concepción económica global, porque enton­ sostenedores de la otra alternativa, toda la iliberalidad de la falsifica­
ces, dadas las experiencias políticas, nadie creía ni osaba creer, frente al ción oriental de la democracia. Esta concepción se asienta esencialmen­
caos sobre todo del Rhin, que la industria siderúrgica pudiese ser re­ te -prescindiendo de la actitud maniquea- en la ��paraci��' hoy su­
construida en los viejos términos de la economía privada. Bajo la ban­ perada, entre Estado y sociedad, en una co�cepci�n apolí!ica de la
.
dera de la economía social de mercado han viajado, sobre el mar de las «economía» considerada como parte de la sociedad civil autonoma del
vicisitudes de posguerra, acciones políticas y económicas extremada­ Estado. Se trata de Adam Smith con el añadido de una ley contra las
mente diversas. limitaciones de la competencia. El hecho de que tal concepción, a pes�r
de la aparente falta de una teoría política, sea de extrema_ relevancia
El proyecto de transformar después, bajo el gobierno de la gran política, aunque esto no se admita, resulta evident� _para qm�n se �aga
coalición, la economía social de mercado na'íf en una economía socíal una idea también aproximativa de los efectos políticos del liberalismo
de mercado «iluminada» no le confiere del todo un mayor contenido
económico. El poder político es usurpado por el poder económico, tanto
político y jurídico: una fórmula vacía como tantas otras.
más cuanto la política concurrencia! y sus resultados son jurídicame�te
El «ordenamiento económico» trazado por la constitución económi­ sancionados, esto es, cuando el reclamo al «Estado fuerte», entendido
ca se revela como un régimen de libre concurrencia, y este último, a su como árbitro y regulador del libre juego de las fuerzas, encuentra Y
vez, un sistema de derecho privado fundado en el modelo concurren­ puede encontrar escondido en la realidad.
cia!. Obviamente, también el llamado sistema de derecho privado es un
Esto significa que en una democracia un «Est�do fuerte» �s re�l� ­
ri-iodelo artificial, privado de base política y de toda responsabilidad, .
mado por la «sociedad»; en ésta, como consecuencia de la leg¡t1mac1on
1 78
1 79
en el último decenio por el triángulo mágico concentración-concurren­
y el control democrático, se refieren a las reglas externas de tal juego y
cia-cooperación y, por otro, la debilidad de los instrumentos sanciona­
no al juego mismo. Este «Estado» es el que permanece como el Estado
dores previstos por la GWB. Porque la ley es sustancialmente inaplica­
constitucional burgués del siglo XIX; no es la democracia del estado so­
ble a la economía de transportes, agricultura, aprovisionamiento {luz,
cial el derecho al que tendía la Ley Fundamental de Bonn. Es aquí don­
gas, agua), economía de los seguros y de la banca, «mercado de traba­
de se cierra el círculo vicioso. La escuela neoliberal (según la cual la
jo», ésta mira sobre todo al sector productivo, que busca defenderse,
constitución económica -descrita casi siempre como ordenamiento
sobre todo, de la crisis coyuntural, contra los excesos de la concepción
económico- se identifica con el sistema jurídico privado tradicional
y una mejor cooperación sean la vía justa para seguir en el futuro. Sus
«enriquecido» por el derecho de concurrencia) con su constitución eco­
postulados son en gran parte afirmados.
nómica acaba así por desatender la constitución política expresada por
la Ley Fundamental. Ni ésta puede considerarse neoliberal en cuanto Según el § 1 de la GWB, son ineficaces todos aquellos contratos que
su proyecto de economía concurrencia! garantizada por el derecho es son estipulados por empresas o asociaciones patronales a fin de perse­
en la práctica irrealizable. Para juzgar hay que conocer a fondo la dis­ guir un objetivo común..., en los límites en que están las condiciones del
ciplina efectiva de la concurrencia y sobre todo las condiciones de sus mercado para la circulación de las mercancías o la rentabilidad. Esta
victorias y sus derrotas. No es posible profundizar en este lugar. Para cláusula general prohíbe como cuestión de principio los llamados
hacer comprender las conexiones, describiré brevemente la orientación «acuerdos de cartel». La ley no define el concepto de concurrencia, y
de la ley contra la limitación de la concurrencia (GWB) y los resultados ninguna definición positiva ha parecido hasta ahora coincidente. Se
se su aplicación, también las más recientes tendencias del derecho de la considera hoy generalmente que la concurrencia puede ser definida
economía. sólo en sentido negativo, creando las reglas que establezcan lo que las
El primero de enero de 1968, la GWB estaba en vigor desde hacía empresas no pueden hacer. La misma escuela neoliberal admite que la
diez años. Tal aniversario fue el punto de partida de una serie de análi­ GWB de 1957, poniendo en la base de sus reglamentos el concepto de
sis retrospectivos y futuros. La ley ha sido frecuentemente etiquetada concurrencia elaborado por W. Eucken (según el cual éste presupon­
como «ley fundamental de la economía social de mercado». Tal consti­ dría que nadie influya en los datos del mercado, así como que concu­
tución económica no sólo revela la mixtificación de este concepto, sino rrencia y monopolio deberían ser considerados en clara antinomia), no
que también llama la atención por el hecho de que la GWB no !:!S ni una lo ha definido ni podrá hacerlo. En otras palabras, en los últimos diez
ley contra. las concentraciones ni una ley contra los acuerdos de coope­ años, la GWB ha sido gradualmente provista de una nueva concepción
ración, sino quiere obtener exclusivamente que mercados específicos de la concurrencia, por lo demás descrita como concurrencia funcional
sean mantenidos abiertos para la «concurrencia necesaria y· posible». (también llamada, según el modelo americano, workable competition).
Esto sucede .en cuatro direcciones: Según esta nueva concepción, que parte realísticamente del presupues­
l . Prohibición o control de limitaciones horizontales de concurren­ to de que los datos del mercado pueden ser creados y ·cambiados por
cia (carteles). los interesados, los mercados concurrenciales y los monopolistas (por lo
demás oligopolíticos), no aparecen ya en una relación de rigurosa anti­
2. Prohibición o control de limitaciones verticales de la concurren­ nomia. La monografía jurídica más completa sobre el concepto de con­
cia, por ejemplo precios vinculados, pactos de exclusiva, otros vículos currencia (R. Knópfle) dice que representa un himno al monopolio. Por
obtenidos mediante el uso de patentes. lo demás, también en una monografía de economía política sobre el
3. Control sobre los abusos de las empresas dominantes en el mer­ tema de la concurrencia (E. Katzenbach) se pone completamente de
cado. parte de la tesis neoliberal, para la cual el objetivo de la política concu­
rrencia! sería garantizar al empresario la más amplia libertad de acción
4. Prohibición o control de toda otra medida de discriminación. económica, considerando verdadero objetivo de la política concurren­
Los resultados de esta disciplina pueden ser valorados de modo jus� cia! la mayor eficiencia económica del sistema (según Katzenbach, la
to sólo si se consideran de un lado los cambios estructurales sufridos concurrencia funciona de modo óptimo en los grandes oligopolios).

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redimensiona pronto la impresión del tamaño del trabajo desarrollado.
Pero, independientemente de estas nuevas tendencias, la Oficina Fe­
Prescindiendo de la circunstancia de que la Oficina de Carteles elimina
deral de Carteles y los tribunales han tenido ocasión de intervenir rara
como norma el precio vinculado sólo para aquellos productos para los
vez en el sentido del § 1 GWB, porque consideran que tal norma sea
que tal vinculo se ha hundido en el mercado, en realidad en este sector
violada �ólo si las cartelizaciones antijurídicas constituyen el objeto
se va actuando una transformación radical del sistema: la concentra­
verdadero y propio, y no sólo las consecuencias de los convenios y de
los contratos -en este caso, la teoría liberal de la forma tiene la su­ ción del «poder de la demanda» -cadenas comerciales y de venta, co­
premacía sobre la teoría política de la función-, y obviamente es casi operativas para la adquisición de mercancías, etc., la venta de artículos
de marca que se hace por dos vías distintas (la misma tableta ·de choco­
siempre imposible aducir las pruebas relativas. Los más eficaces intere­
late es vendida o como artículo de marca en un negocio especializado,
ses no tienen hoy necesidad de un contrato de cartel (como demuestra
donde costará x, o como mercancía anónima en el supermercado, don­
no sólo el hecho de que los carteles admitidos son sólo 200, sino sobre
de c?stará y)- y la influencia de la publicidad (gastos publicitarios que
todo que tal número no ha aumentado casi después de la ley de 1965,
se disparan). En pocas palabras: la «revolución comercial», que no en­
que facilitaba los carteles). A pesar de la existencia de algún recurso
mejor, hasta 1966, una vez sólo ha sido ignorada por los tribunales una cuentra los mercados, sino que los produce, entre otras cosas, siempre
resalta más la prevalencia de las desventajas sobre las ventajas, sobre
acusación por violación de la prohibición de cartel a petición de la Ofi­
todo en el ámbito de los precios vinculados. El gobierno federal ha de­
cina Federal.
cidido desde hace tiempo abolir el precio vinculado de la segunda
También, a propósito del control de las empresas que dominan el mano, pero necesita todavía, por consideraciones coyunturales, hacer
mercado (§ 22 GWB) la discrepancia entre el texto de la ley, las afirma­ pública su decisión. La Oficina Federal ha establecido en su relación
ciones verbales y la praxis jurídica es notable. Dominar el mercado sig­ anual en 1966 que la abolición de los precios vinculadós no ha llevado a
nifica para una empresa que ésta «no tiene concurrentes o no está co­ la prisión o insolvencia a empresas productoras de artículos de marca,
múnmente expuesta a una concurrencia relevante». La Oficina Federal sino a pérdida de ventas en negocios especializados a favor de las gran­
de Carteles puede intervenir sólo si la empresa abusa de su posición. des cadenas comerciales, en particular grandes almacenes y supermer­
Por tanto, a pesar de los numer9sos procesos, la Oficina no ha interve­ cados. El resultado sería que los precios del consumo habrían subido el
nido poco, aunque haya establecido la existencia de cerca de 2.500 sec­ 30 por 100, mientras que así no se ha observado un aumento del precio.
tores de la producción en los que operan menos de 20 productores im­ Para citar un ejemplo para el cuarto grupo de limitaciones a la con­
portantes. Sólo en 1967 la Oficina tomó el primer procedimiento por currencia prohibida por la GWB, señaló la dificultad de perseguir las
abuso de posición monopolista: Pero, diversamente de lo que se podía discriminaciones más allá de los vínculos horizontales o verticales y del
pensar, no fue golpeada la industria del carbón, ni la del acero o la de abuso de poder sobre el mercado. Tal dificultad se manifiesta actual­
los plásticos, de los electrodomésticos, de los periódicos, sino la de las mente, por ejemplo, en el conflicto entre la Oficina Federal de Carteles
máquinas para la fabricación a mano de etiquetas. ¡La montaña parió y la industria productora de cigarrillos. La Reemtsma estuvo en Litigio
un ratón! La lucha de David contra Goliat -la de la Oficina Federal con la Oficina Federal por la transformación de su sistema de ventas, y
contra las grandes compañías petrolif eras- a causa de los precios de la hay también otras empresas del mismo sector que se adhirieron. Para
gasolina en 1967, que había llevado a interrogatorios espectaculares en el futuro, tal empresa pasó a realizar sólo determinados negocios espe­
la Oficina misma, fue interrumpido antes de iniciar los consorcios, que cializados directamente y a precio de fábrica, con la detracción de es­
poco antes habían declarado imposible bajar los precios de la gasolina, peciales descuentos, mientras los restantes negocios recibirían los ciga­
bajaron. En este punto, la metáfora de David y Goliat se transforma en r�illos sólo a través del comercio al pormenor, a precios vinculados y
otra metáfora, en la de la liebre y el puerco espín. sm descuentos. Según la Oficina Federal de Carteles, este nuevo siste­
ma constituye una discriminación en el sentido del § 26, párrafo segun­
La mayor parte de la actividad, desarrollada por otra parte con éxi­
do, del GWB («las empresas dominantes del mercado no pueden obs­
to, de la Oficina Federal de Carteles se refiere a los precios circulados y
taculizar de modo desleal, ni directa ni indirectamente, otras empresas
a las exclusivas de venta. Mirándolo bien, también en este sector se
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en un movimiento de negocios que sólo es accesible a empresas del intentos de politizar el poder económico y de someterlo a un efectivo
mismo tipo, y no pueden tratarla directa o indirectamente, .,in una jus­ control político.
tificación objetiva, diversamente a otras empresas del mismo tipo»). La
Reemtsma reclamó la diversidad de las posiciones de los comerciantes Pero todo esto rara vez explosiona en un conflicto abierto. Al con­
trario, las tendencias evolutivas, que se alejan de la concurrencia y se
respecto de los resultados comerciales obtenidos. Aquí se ha puesto a
acercan a la concentración y a la cooperación, vienen sentidas, sobre
discusión nada menos que la función misma del comercio en general, y
todo, por los neoliberales, que no logran dominar los desarrollos reales
es evidente que ningún tribunal podrá resolver el problema sobre la
de la economía ni proponen instrumentos jurídicos adecuados a fa reali­
base de una norma jurídica.
zación de su diseño económico, como revoluciones sociales o «colectivi­
Muy indicativas para la valoración de la GWB y de la Oficina Federal zaciones» no liberales. En este punto resulta evidente que en la base de
son las consideraciones hechas por el presidente de la Oficina con oca­ la rigurosa doctrina de la concurrencia hay miedo a determinadas for­
sión del décimo aniversario de la ley y de la propia Oficina. Sus obser­ mas de democratización de nuestra sociedad política. Pero tal demo­
vaciones se resumen así: cratización entra exactamente en el plano y en los objetivos de la Ley
Fundamental de Bonn.
l. La GWB debería existir gracias a un proyecto económico, no
político. En realidad, el concepto rigurosamente neoliberal de concurrencia
resulta ya superado por el desarrollo de la economía, aunque tal evob­
2. La GWB debería caracterizarse por un «desequilibrio de fondo»,
ción no ha sido aún suficientemente puntualizada teóricamente.
en cuanto no tendría en cuenta las limitaciones de la concurrencia reali­
zadas a través de las concentraciones y porque dejaría demasiado es­ El fundamento de este desarrollo está sobre todo en fa tendencia, la
pacio a las excepciones. concentración y en otras formas de cooperación económica. La con­
3. Los reglamentos procedimentales serían insuficientes para per­ centración es considerada, según una concepción muy difundida, la
mitir a la Oficina desarrollar un trabajo eficaz. suerte inevitable de nuestra economía (¡la tecnocracia!). Juega un pa­
pel muy· importante no sólo la formación de bloques económicos me­
Para el presidente, el elemento determinante de toda política concu­ diante «la absorción de una industria por parte de otrai>, sino también la
rrencia! es la garantía de la libertad del individuo empresario; en su formación de grupos por parte de empresas comunitarias, la formación
opinión, la planificación global por obra del Estado deberla limitarse a de consorcios parciales y también de aquellos sistemas feudales que
intervenciones a nivel macroeconómico. De otro lado, reconociendo vienen formados por una empresa «grande» con miles de trabajadores
que el control de las prohibiciones y de los abusos ha sido insuficiente, fijos (son, por ejemplo, decenas de miles los trabajadores de la industria
recomienda, por ejemplo, prohibiciones temporales del aumento de los eléctrica o automovilística que sólo en apariencia son económicamente
precios por los oligopolistas, que deberían valer hasta que no se diere independientes). El productor de hortalizas, que se encuentra comple­
una justificación objetiva del aumento de los precios, así que en el caso tamente en manos de una sola fábrica de conservas, ve su posición de
de abusos de posición dominante sobre el mercado, la carga de la libre empresario probablemente a una luz muy diversa del científico
prueba se invertiría. La industria ha planteado semejantes propuestas que considera aquí sólo las formas externas más que las posiciones rea­
como el control de precios y el comisariado de precios, y ha hecho valer les. La inexisencia de la apqliticidad del poder económicamente con­
la circunstancia de que «actualmente no existiría ni podría existir» un centrado -y no sólo el ·de los gigantes de la industria, que, a través de
dominio total en uno de los mercados económicos relevantes. La pro­ inversiones en la investigación y en la tutela de las patentes, monopoli­
puesta del presidente era inconciliable con su posición neoliberal, pero zando juntos en el mercado el mismo «progreso»- resulta evidente si
demuestra que, sin los desarrollos proyectados, la impotencia del órga­ se piensa en la concentración de la prensa. El hecho de que un diario de
no de control en las relaciones con la economía es total. De este modo, cada cinco de los que se venden en la República Federal es el Bild-Zei­
la propuesta desemboca en las tendencias más recientes del derecho de tung, expresa sólo un aspecto del problema. El hecho de que la agencia
la economía, que -aunque sólo implícitamente- constituyen todos los de prensa alemana reciba cada día cerca de 800.000 noticias (caluladas

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en palabras) de las que reproduce sólo dos mil o tres mil palabras, reve­ añadidura el principio de la prohibición de concurrencia entre los so­
la la verdadera dimensión de la problemática a cualquiera que tenga cios. Y es que esto es lo que sucede hoy, sin que se pueda ejercitar un
presente cuán pocos son los diarios aún autónomos y cuántos son <<de­ control eficaz, por ejemplo cuando se utiliza la forma de las empresas
pendientes» de una rédacción común de las noticias, y hasta qué punto comunitarias para realizar un fin consorcial o cuando se utiliza la tan
el periodista está condicionado por esta realidad. El problema Springer difundida GmbH y Co. KG (una sociedad en comandita con socio co­
no es un problema político, sino una cuestión política que se refiere a la manditario y a la vez una sodedad de responsabilidad limitada, de
información, la comunicación y la prensa de toda la República Federal: modo que se acumulen ventajas del estatuto de las sociedades persona­
la expropiación no resolverá probablemente el problema alli donde se les y de las sociedades de capitales), que tienen frecuentemente gran
trata de las estructuras mentales de las redacciones, que en la era de éxito, como la forma más varia, más elástica y más «liberal» para toda
las masas producen también un periodismo de masas; sin embargo, la empresa que se encuentre más allá de la pequeña empresa y más acá
mediación dialéctica de las necesidades estandarizadas de los lectores de la gran empresa.
como causa y efecto de los contenidos de los periódicos. La propuesta
de «expropiación» afronta el problema del Bild-Zeitung de la misma En esta evolución se revela la orientación, completamente unilate­
forma superficial que el Bild-Zeitung afronta el lector. El problema de­ ral, de la GWB hacia la contraposición entre contrato de cambio (o su
terminante no es la concurrencia y la concentración económicas, sino prohibición de carteles) y contratos con comunión de fin y para la pres­
la concurrencia y la concentración políticas. Ya hoy sucede que parti­ tación de servicios (el derecho de las sociedades queda en principio
dos, iglesias, diputados, sindicatos, son -justamente- mantenidos de excluido de la influencia del GWB). A la vez en este dilema se destaca la
por vida como instituciones mediante subvenciones. ¿Mañana tocará la inadecuación de una teoría jurídica que no ha sido desarrollada hasta
misma suerte a una «prensa seria>►? ¿O existirán consejos de prensa, el fondo; nuestro derecho continúa orientándose hacia 'las formas jurí­
consejos de radio y televisión? ¿O sólo los diarios que pertenezcan ex­ dicas, no ya hacia las funciones, creando así contradicciones siempre
clusivamente a los periodistas que en ellos escriben? Es fácil entender mayores y siempre más insoluples; la distancia entre derecho y realidad
que aquí no se trata de una constitución económica a aplicar, sino de la aumenta siempre más. Finalmente esta situación jurídica demuestra
estructura de la vida política de nuestra sociedad que debemos todavía que la GWB, porque no controla los sectores jurídicos más importantes
crear. (como el derecho de sociedades y el de servicios), no es de todo una ley
fundamental de la economía, con ordenamiento económico con rango
También la cooperación -el astro de las más modernas recetas- se constitucional. En pocas palabras, la GWB es un tigre de papel.
desarrolla actualmente, desde el punto de vista político más que del
jurídico, no tanto como «progreso controlado», como más bien como El hecho de que hasta ahora aparezca tanto en la industria -sobre
fruto espontáneo. Aquí no se llegan a estipular contratos de distribu­ todo en la industria de la producción- induce a considerarle como una
ción exclusiva a causa del GWB, se puede eludir fácilmente la ley revis­ fiera peligrosa que no depende de los obstáculos reales que la GWB o la
tiendo las formas del derecho societario o del derecho que regula el Oficina Federal de Carteles oponen a la industria, pero sólo desde su
estado de los representantes comerciales. Transforma el vendedor ex­ preocupación como «una nueva política económica» con una nueva ins­
clusivo en su representante comercial (lo mismo sucede según el dere­ trumentación jurídica y con una actitud más rigurosa de la Oficina Fe­
cho vigente, de modo difícilmente contestable, en la relación entre los deral de Carteles puede comenzar a «crear serios obstáculos». En otras
grandes grupos petrolíferos y sus vasallos, los distribuidores y las ofici­ palabras: las crecientes y siempre más frecuentes reacciones de la in­
nas), porque según el derecho mercantil y el de obligaciones, el repre­ dustria contra la GWB y la Oficina Federal de Carteles mandan las raí­
sentante comercial puede quedar vinculado en cuanto participa direc­ ces en el miedo de la politización de la economía que el mismo neolibe­
tamente de las ventas. De otra parte el que desea legalizar tales ralismo -aunque por motivos completamente diversos- rechaza, pero
vínculos, transforma al «concurrente» que debe estar vinculado, me­ que -cuanto de modo inarticulado y poco consciente- constituye el
diante un contrato de sociedad, en su partner, porque en el derecho de tend decisivo de nuestra época. Sólo si tal politización logran, se podrá
sociedades -y sobre todo en el de las sociedades personales- rige por presumiblemente evitar el peligro de un totalitarismo político. La cues-

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tión es si como tal politización tendrá lugar, no es, sin embargo, un mica de la gran coalición transformó el triángulo mágico de la econo­
problema jurídico, sino aún más un objetivo político. La gran mayoría mía nacional -estabilidad monetaria, plena ocupación, equilibrio de la
ve la solución más bien en una teoría social democrático-pluralista (una economía exterior- en un cuadrado mágico: el crecimiento económico
comisión capitalista socialista) que no en una teoría social democrático­ se añadió a los otros objetivos del mismo rango político. La «ley a favor
uronista (socialista «pura»). Esto equivale a un rechazo de todo modelo de la estabilidad y del crecimiento económico» de 8 de junio de 1967
«coherente» y de toda estrategia política científicamente y lógicamente introdujo por primera vez en vía normativa «el equilibrio de la econo­
incontestable, pero representa probablemente a fin de cuentas la vía mía en su totalidad» como línea directriz de todas las decisiones políti­
más liberal. co-económicas y político-financieras a nivel federal y regionaf, recono­
ciendo el derecho de la economía como auténtico derecho político.
La falta de una elaboración teórica de los desarrollos actuales re­
percute también en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional fede­ Por otra ley también del 8 de junio de 1967 se modificó la Ley Fun­
ral en materia de «odenamiento económico». La posición del Tribunal damental (art. 109, párrafo 2.º). Esta estableGe que el Bundy los Lander
está llena de conflictos internos. Quien considera este Tribunal Supre­ deben tener en cuenta, al determinar su presupuesto económico, las
mo una instancia que se debe limitar a aplicar el derecho planteado por exigencias del equilibrio económico en su totalidad. El cuadrado mági­
otras instancias, minusvalora la función y la relevancia política de la co se ha convertido así en una norma constitucional. ¿El objetivo del
jurisprudencia y en particular de la constitucional. El Tribunal es Tribunal Constitucional es, sin embargo, una política económica anticí­
ciertamente la coronación del sistema de garantías jurisdiccionales del clica o cíclica? ¿Serán las decisiones que establezcan la inconstituciona­
Estado de derecho, pero éste ejerce unívocamente una jurisdicción po­ lidad de un porcentaje de desocupados, de un determinado déficit en el
lítica y cumple también una función legislativa en cuanto, con sus deci­ comercio exterior, de una determinada tasa de inflación, de un deter­
siones concreta la constitución. Hay numerosas cláusulas generales de minado ensayo de crecimiento anual? ¿La reestructuración contempla­
las que el legislador se sirve hoy tan voluntariamente, refugiándose en rá entonces de constitución o la jurisdicción o el derecho en general?
ellas para permitir compromisos políticos, que revelan el carácter de la Puesto que las premisas teóricas no están claras, no es posible dar una
jurisprudencia que, en sus decisiones sobre amplias cláusulas genera­ respuesta a estos interrogantes. Pero una cosa parece segura: la llama­
les, no se limita a aplicar las normas, sino que las pone. No se deberían da economía de mercado globalmente planificada no es el modelo de
alzar cortinas de humo sobre estas circunstancias, porque de otra for­ un ordenamiento constitucional de la economía, como no lo era la eco­
ma el aspecto correlativo de este tipo de jurisprudencia política -la nomía social de mercado. En contraste con la oposición muy difundida,
discusión política sobre tal jurisprudencia y sobre los límites de la res­ la llamada «nueva política económica» no dará paso a una nueva cons­
ponsabilidad política del legislador y de la jurisprudencia- permanece titución económica. La economía es y permanece como parte de la vida
ofuscado. Las tendencias de nuestro Tribunal Constitucional a conce­ política que es regulada por la Ley Fundamental. Por ejemplo, la políti­
der un vasto espacio político al legislador, declarando los actos políticos ca de incremento productivo es prevista en nuestra constitución políti­
inconstitucionales sólo si no pueden ser justificados desde el punto de ca, no en una constitución económica distinta y separada de la primera.
vista del derecho constitucional (test negativo) y no cuando no corres­ Las otras dos tendencias principales son hoy:
ponden a una específica concepción constitucional (test positivo) tiene
un inmediato significado político, porque son sancionadas en vía judi­ 1 . El desarrollo de la planificación, de planes, proyectos, líneas di­
cial las normas que han sido puestas cada vez por la voluntad de la rectrices, orientaciones que se avanzan en la institucionalización de
mayoría parlamentaria. Este sistema queda entonces como poco per­ consejos de expertos y de comités consultivos (hasta los comités de
suasivo, ya que por si el juego de las fuerzas políticas no funciona, mu­ ciencias y de institución pública) que en los programas de acción nor­
cho menos es posible legislar ordenadamente. Nuestro sistema consti­ mativa u orientativos (desde los planes del MEC al plan verde). El plan
tucional no considera al Tribunal la suprema instancia de decisión de la en cuanto a los mercados y su larga medida hasta el lugar de los mer­
política económica y social. Bajo el influjo de una «nueva política eco­ cados, no equivale a una economía administrativa central, sino que es
nómica», esta problemática resultará más evidente. La política econó- expresión de los nuevos esfuerzos orientadores del pluralismo político.

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2. La cooperación no sólo en economía y en política, sino de la
política (Estado) y de la economía. Que no se trata sólo de dirigismo
persuasivo (M. Bullinger), ni de partnertship social, ni de la acción con­
x________________
De la «cogestión» al problema
certada en general, sino de una fase de transición, no fácilmente con­
trolable; a causa de la falta de una compenetración teórica constitucio­ de un «nuevo pacto social»
nal, juridica y económica, y de la cual, por tanto, se puede sólo levantar
acta. No se debe infravalorar el hecho de que ésta comporta una pro­
funda transformación de nuestra tradicional concepción del sistema. Si
los grandes productores de petróleo estipulan con el «Estado» un lla­
mado acuerdo de autolimitación ·en el mercado del petróleo para apo­
yar la política estatal del carbón, vemos definirse formas de coopera­
ción que a su vez están suspendidas en el aire: el acuerdo no es un
cartel (al menos no en el sentido tradicional), éste no está sometido al
control de la Oficina Federal de Carteles (y por primera vez el Ministe­ El concepto de disciplina constitucional de la iniciativa privada
rio de Economía ha ordenado a la Oficina no intervenir). Por otro lado, asume la iniciativa económica privada, la constitución y el derecho en
tal acuerdo no entra en los objetivos de control del Parlamento, ni del una fórmula eurística que cubre concepciones, ilusiones y programas
Tribunal Constitucional. extremadamente diversos. En un cierto sentido se envuelven en esta
fórmula la cogestión, la democracia económica, la reconciliación entre
Estas tendencias demuestran hasta qué punto la creciente tendencia capital y trabajo, la democratización de la sociedad; pero el jugo de la
a la politización de la economía, que por otro lado se añade a una so­ fórmula no es sólo esto. Al considerar mejor se descubrirá que detrás
ciedad política, transforma las estructuras de la constitución, del dere­ del slogan «disciplina constitucional de la iniciativa privada» se esconde
cho y de la economía, estando todo suspendido en el aire. Como no se -en ciertos aspectos- nada' menos que la República Federal de Ale­
puede definir la concurrencia sin definir el «sentido» de la actividad mania.
económica en general,. la respuesta presupone naturalmente una defi­
nición del sentido de la sociedad humana -sin la «comprensión» políti­ La disciplina constitucional de la iniciativa privada se encuentra to­
ca y teórico-social de las nuevas transformaciones que se están seña­ davía en fase de discusión. Se discute, si los tiempos están maduros
lando-. Pero a este propósito el derecho es el menos adaptado, menos para abandonar este estadio y pasar a acciones concretas. En este capí­
dispuesto y menos preparado de todas las disciplinas implicadas. El de­ tulo, que ofrece informaciones sin la pretensión de un análisis y de una
recho es tradicionalmente un no-ordenamiento de la economía (más prognosis completa -a este propósito seria necesario, en el estado ac­
precisamente: una parte del ordenamiento de la vida política de la so­ tual, una monografía más amplia-, querria considerar sobre todo esta
ciedad misma). Como en el siglo XIX la política fue juridificada, después evolución, esto es, si se trata todavía de una discusión o de una elección
ha sido economizada, para garantizar la seguridad del orden, la libertad práctica.
y la igualdad burguesas, así en el siglo XX es nuestro objetivo politizar el Quien se ocupa de tal derecho se adentra rápidamente en la más
derecho y la economía conforme a las exigencias que una sociedad grande confusión política y juridica. Para algunos se trata de salva­
democrática exige de sí misma. Si es cierto que con un slogan no es guardar valores sagrados; para otros, de comenzar a creerlos. Esto se
posible lanzar correctamente luz sobre un objetivo, es cierto que una deriva, sea como imperativo, sea como prohibición, del Estado de dere­
breve fórmula puede servir para hacerlo entrever, como si viviese ilu­ cho democrático y social. El valor y la dignidad del hombre, la Biblia y
minado por un momento por una lámpara: desde el (neo) liberalismo el Papa, la democracia y el orden público de la República Federal. el
apolítico al (neo) pluralismo político, que no es el pluralismo del laissez­ derecho natural y vidente son llamados más como defensores que
faire. Que tal pluralismo sea posible y realizable es el problema politico como adversarios. Como un experto boy scout intente orientarse en el
número uno de nuestra sociedad. Personalmente continúo esperando bosque de las polémicas y de las ideologías. Las esperanzas de obtener
que lo sea.
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informaciones más atendibles en los congresos y en los cambios de 2. Supongo que el estado actual de la cogestión es de todos cono­
opinión son demasiado frecuentemente nulas. Se necesitaría una «cons­ cido. Según la ley de 1952 (Betriebsverfassungsgesetz), la influencia de
titución del congreso» para evitar que los grupos de opinión se compor­ los empleadores se concentra esencialmente en el consejo empresarial
ten el uno en relación con el otro como un púgil que lanza un golpe a (Betriebsret); si se trata de una sociedad por acciones, un tercero de los
un fantoche atado de pies y manos para sentirse después vencedor y miembros del consejo de vigilancia (Aufsichtsrat) es constituido por re­
hacerse aplaudir. presentantes de los trabajadores (de ellos, dos por lo menos pertene­
Naturalmente no es fácil referirse, ciertamente sine ira et studio, a cientes a la empresa). Según la ley sobre la cogestión de 195 1 . (Mitbe­
un sector instatn nascendi que requiere al mismo tiempo una toma de stimmungsgesetz), para la industria metalúrgica (minera, del hierro y
posición y una decisión precisa. Esta dificultad es evidenciada por el del acero) el consejo de vigilancia está compuesto no sólo cl,e las socie­
hecho de que ninguno de estos conceptos indispensables al debate en dades por acciones, sino también en las de responsabilidad limitada que
curso tiene significado unívoco: Estado de derecho y Estado social, de­ tienen al menos 1.000 adheridos y a los sindicatos que dan al derecho
mocracia, propiedad y libertad, capital y trabajo, economía social de minero el 50 por 100 de los representantes de los trabajadores (de ellos,
mercado, concurrencia, derecho de la economía y ordenamiento cons­ dos por lo menos pertenecientes a la empresa); para estas sociedades
titucional de la economía, empresa privada y empresario: quien quiera está previsto, además, obligatoriamente, un director laboral en el conse­
intervenir en la discusión deberla presentar una monografía sobre cada jo de administración.
uno de estos vocablos, de otra forma sus tesis vendrán rápidamente
Este reglamento valió, con alguna limitación, hasta la ley imperativa
confundidas, rechazadas y dadas de lado, y casi siempre con razón.
de la cogestión de 1956 (llamada Holding-Novelle), también para los
La clave más idónea para la comprensión de la maquinaria del or­ centros decisorios de los grupos industriales que controlan las llamadas
denamiento jurídico de la empresa es hoy ofrecida por el debate en sociedades metalúrgicas cuando las ventas a estas últimas superen la
torno a la cogestión. Es imposible, y además superfluo, aportar todos mitad de las ventas de la sociedad controlada. La cogestión metalúrgica
los particulares. Basta exponer las concepciones de fondo de las princi­ es sólo una exigua parte de la economía nacional. Su forma, la llamada
pales partes en causa. cogestión cualificada, es fruto de una determinada evolución histórica.
Después de la segunda guerra mundial, las industrias del carbón, del
1 . La historia de la evolución de la cogestión es grande, si bien no
determinante. El siglo XIX conoció la cogestión como problema «corpo­ hierro y del acero, consideradas industrias claves de gran relieve políti­
co, estaban dominadas por una mentalidad patronal típicamente capita­
rativo» (integración del proletariado en la sociedad cristiana a través de
la caridad social, la educación, la conciencia de sí mismo, la· medita­ lista. Pero entretanto han entrado en grave crisis y las nuevas industrias
clave de gran relieve político -química, eléctrica, petróleo y gas,
ción); el siglo XX abrió el camino, después de la primera guerra mun­
dial, al «orden profesionahl (el programa de los sindicatos cristianos), a la automovilística- no conocen del todo la cogestión ampliada. A esto se
añade el hecho de que, a causa del cambio estructural de la industria
democracia de los consejos y a la democracia económica socialista (el
programa de los sindicatos no cristianos). Hoy no se habla más de estos metalúrgica (concentración, reducción de ventas a continuación de la
redimensión de la producción hacia la llamada «industria de transfor-
primeros pasos, prescindiendo de alguna excepción. La sospecha de
qu� las reivindicaciones sindicales para la cogestión contienen hoy reli­ . mación», etc.), el ámbito de la cogestión cualificada se reduce siempre
qmas de las esperanzas revoluciones marxistas-socialistas, de la lucha más. El caso del grupo Rheinische Stahlwerke llevó a la ley de 1967,
de clases y de la destrucción de nuestra sociedad está infundada. Tales muy discutida, que prolongó la duración de la cogestión cualificada en
reliquias no están del todo en la base del actual movimiento para la los grupos «desirurgizados» de dos a cinco años (en la Rheinische
cogestión, así como, por otro lado, no es el punto de vista patriarcal del Stahlwerke la cogestión duraba quince años).
«aquí m�ndo yo» el que determina el rechazo de la cogestión por parte Las cuatro llamadas oficinas del acero y el proyecto de crear una
del ambiente empresarial. Ambas direcciones no están muertas, pero sociedad minera unitaria, repropusieron el problema de la cogestión
no son representativas. cualificada. En los procesos de concentración empleados y trabajado-
192 193
res han mantenido la cogestión cualificada a través de convenios de de la empresa (elegidos por el consejo de la empresa o por los conseje­
derecho privado; y es sobre estos acuerdos y no sobre la ley en los que ros) y la otra mitad por representantes sindicales (mitad por represen­
se funda el 50 por 100 de las cogestiones realizadas por los trabajado­ tantes del sindicato industrial competente y la otra mitad representan­
res. Además, los procesos de concentración internacional, en conexión tes de la confederación sindical). Además, es obligatoria la presencia de
con el proyecto de crear una llamada sociedad por acciones europeas un director de trabajo en el consejo de administración. La composición
(prácticamente una especie de sociedad supranacional en el interior de de las asambleas generales queda inmutable.
la CEE), plantea gravísimos problemas; pues los otros Estados miem­ Expongo aquí ahora las argumentaciones principales de los· sindica­
bros no conocen una cogestión del tipo adecuado. tos a favor de_ la extensión de la cogestión (significativo es el escrito
3. Los sindicatos (se trata en general de los llamados «sindicatos Mitbesstimmung-eine Forderung unserer Zeit presentado por la Comi­
libres») después de la segunda guerra mundial han cancelado sus pro­ sión Aktion Mitbestimmung en la que por primera vez la concepción
gramas de cogestión entendida como «etapa de la lucha de clases en el sindical de la cogestión es ampliamente expuesta y motivada.
camino hacia el socialismo» y como «expresión de una ingenua con­ 1. Transformación de la economía y de la sociedad con el objetivo
fianza en un partnership armónico» y la reivindican hoy como medio de hacer participar en igual medida a todos los ciudadanos en la for­
para (<hacer participar a todos los ciudadanos en medida igual a la for­ mación de la voluntad económica, cultural y política; pero de la con­
mación de la voluntad económica, cultural y política». Las reivindica­ cepción del trabajador como factor productivo justamente remunerado
ciones sindicales deberían ser valoradas en la versión en que son hoy en el mercado de trabajo según la concepción del hombre en el am­
propuestas por los sindicatos. Quien exalta las viejas posiciones y rei­ biente de trabajo (complemento del proceso de democratización de la
vindicaciones sindicales, por ejemplo, el paso del programa de Munich vida política con la democratización de la vida econórcica y, a la vez,
de 1949 al de Düsseldorf de 1963, o las tomas de posición individuales opción a favor de un nuevo ideal, el de una política responsable en el
de sindicatos o individuos, olvidando la línea generalmente seguida, _no interior de la democracia, contra la lucha de clases militantes y la sim­
contribuye ciertamente a la solución de las dificultades. Lo mismo vale ple reivindicación salarial, que renuncia completamente a toda influen­
naturalmente para los enemigos de la cogestión. Es obvio que ni los cia sobre la actual estructura organizativa social y económica).
amigos ni los enemigos de la ·cogestión pueden pretender que sus ac­
tuales concepciones reflejen situaciones eternas y vinculantes, y es ob­ 2. Con el resultado de la cogestión ampliado, que se refiere a las
vio que aquellos que cuenta no es más que uno de los grupos luche y sociedades de capital, se entiende transferir la cogestión cualificada que
venza, mientras el otro conceda y pierda, es sólo la buena organización en el ámbito de las empresas metalúrgicas ha dado buena prueba de sí
política de la República Federal Alemana a la que todos están llamados (desarrollo de la producción y pacificación social a pesar de la crisis,
a colaborar. mejoramiento en el sector de las informaciones, concesión de una ma­
yor esfera de libertad para los trabajadores, consolidación de la seguri­
4. Los progresos sindicales relativos a la cogestión buscan la intro­ dad social, libertad de pasar de una meta a otra, atenuación de los con­
ducción de la cogestión cualificada (una cogestión con el modelo de las flictos salariales) en todas las grandes empresas económicas en que la
metalúrgicas) para la solución de los problemas de la economía o, más función empresarial se ha automatizado y se ha instaurado la colabo­
concretamente, a la extensión de tal cogestión calificada a todas las ración entre numerosos grupos sociales, económicos y políticos y que
empresas que tienen forma jurídica de sociedad de capital y que sean se han desarrollado hasta convertirse en organismos económicos y so­
grandes empresas. En todas las empresas en las que se introdujo el régi­ ciales; o mejor, instituciones sociales, cuyas acciones deban ser legiti­
men de cogestión, el consejo de vigilancia se compone de miembros madas por los intereses del capital y del trabajo, porque ambos igual­
que representan de modo paritario al empresario-capital y al trabaja­ mente son necesarios para la realización de la función productiva (y
dor-siodicato, y de una persona neutral elegida por el mismo consejo de porque la vida de los trabajadores depende, aún más de la de los pro­
vigilancia. La representación de los trabajadores se compone de un pietarios de capital, económicamente y socialmente de aquellos orga­
«miembro externo» y, por lo demás, por una mitad de los trabajadores nismos que están en las grandes empresas).

194 195
3. La subordinación del poder de dirección de la empresa por el Enumero a continuación los argumentos principales contra la ex­
consentimiento de los directos interesados (trabajadores y propietarios tensión de la cogestión, desde el punto de vista de sus adversarios (sig­
del capital) representa una integración democrática de los trabajado­ nificativa, al respecto, sobre todo la toma de posición «cogestión eco­
res. La defensa de sus intereses -como siempre sucede- hace necesa­ nómica y sociedad liberal», publicada a fines de 1965 por el grupo de
ria la representación y la organización, que podrán ser eficazme1:-t e trabajo Mitbestimmung y presentada por la Asociación nacional de los
realizadas sólo por representantes externos (sindicales), no por los m­ empleadores alemanes, también Mitbestimmung in der Bundesrepublik
ternos (consejos de empresa), porque la cogestión de los representantes Deutschland Tatsachen und Forderungen, presentado en el verano de
de los dependientes quedaría demasiado débil e ineficaz; la función de 1966 por el Instituto Alemán de Industria.
estos últimos no es, además, tanto política, corno ligada a la tutela del
trabajo. l . En una economía de mercado el control del poder_ económico
consiste en la distribución y en la subordinación del mismo al sistema;
4. Argumentos contra las principales objeciones a la extensión de todo esto sucede por obra del mercado (el control viene ejercido sobre
la cogestión cualificada: todo por el mismo consumidor), también a través de la aplicación de las
leyes de control (por ejemplo, de la ley contra las limitaciones de la
a) La teoría de la conflictividad (o sea, sindicatos en el exterior, no concurrencia), de los gobiernos, de los tribunales y de la Oficina Fede­
en el interior de las empresas) se basa en un concepto de conflicto fal­ ral de Carteles; también por el mismo Estado (o al menos por el poder
so, porque trata de la lucha de clases, y olvida el hecho de que las público en general); pero éste no debe ser confiado a un grupo (a los
grandes empresas modernas están caracterizadas más que por los con­ sindicatos a los que está inscrito sólo como exiguo porcentaje de los
flictos, también por cooperación y la integración. trabajadores, por ellos representados); el poder económico, en los limi­
b) No se debe temer la influencia de los «funcionarios sindicales», tes en que existe, es neutralizado ya por el mismo sistema económico,
porque al lado de éstos se encuentran un número igual de representan­ también por lo que se refiere a su influencia política.
tes del personal y porque entre los representantes de los sindicatos in­ 2. Extendiendo la cogestión, la posición de los sindicatos es refor­
dustriales y del DGB no existe relación alguna de dependencia. Además, zada hasta convertirse en un poder económico y sindical autónomo y
la eventual concentración de más mandatos de vigilancia en un mismo centralizado, y por tanto, un factor de poder libre de controles; esta
grupo de sindicalistas es imposible por el hecho de que un representan­ concentración del poder destruye necesariamente la autonomía del
te de los trabajadores no puede ejercer más dos mandatos. contrato colectivo, porque el modelo que está en la base dé tal autono­
mía está fundado en el equilibrio entre las fuerzas de los partners socia­
e) La cogestión no viola la propiedad privada y no es un subrogado
les.
de la socialización. La propiedad no tiene, en las grandes empresas, la
función de plantear un bien bajo el dominio exclusivo de un propietario 3. La economía democratizada y la economía social de mercado se
individual, sino sólo la de indicar qué personas participan en el benefi­ excluyen. La economía social de mercado, que ha dado buena prueba
cio; esta función queda inalterada. No es posible hablar de subrogación de sí misma, se basa en el reconocimiento de la autonomía privada, de
de la socialización, porque la cogestión es postulada independientemen­ la propiedad privada de los medios de producción y en la autónoma
te de las relaciones de propiedad. dirección de la empresa, legitimada por la propiedad que, por otro lado,
comporta también obligaciones sociales; todos estos principios son des­
d) La cogestión no pone fuera de juego ni la autonomía del contra­
truidos por la extensión de la cogestión.
to colectivo, porque tiene una función completamente diversa: coges­
tión = elección, vigilancia, control y participación en la dirección de la 4. No está del todo demostrado que la experiencia de la cogestión
empresa; autonomía del contrato colectivo = reglamentación regional en la industria metalúrgica haya sido más favorable que otras formas,
de las condiciones salariales y de trabajo sin referencia a la situación de no cualificadas, de cogestión; la posición del director laboral (miembro
una empresa. del consejo de administración y, al mismo tiempo, dado el modo en que

196 1 97
es elegido, condicionado por los sindicatos) es particularmente contro­ si tal programa se concilia sólo parcialmente con nuestro mundo basa­
vertido; viceversa, se ha demostrado que el régimen ordinario de la co­ do ·en la decisión del trabajo y en el derecho de las sociedades comer­
gestión ha dado buenos resultados. ciales y comporta implícitamente una total transformación, un «futuri­
ble», de nuestro mundo empresarial. Pero, por otro lado, no hay que
S. 'La democratización de la economía, en el sentido de la extensión engañarse sobre esto, al igual que todos los programas idealistas de una
de la cogestión, comporta entre otras cosas que: cierta importancia, se pide demasiado la imagen ideal del hombre de
a) la empresa no llega a desarrollar de modo satisfactorio su ver­ nuestra época.
dadera función social, la de servir al consumidor y producir bienes in­
dispensables a la economía del pais; 2. Los adversarios de tal programa no comparten una concepción
de este tipo. Su argumento más frecuente, la referencia a la constitu­
b) el mercado del capital nacional e internacional, la competitivi­ ción democrática y liberal de la economía social de mercado y sus
dad internacional de la economía alemana. También la integración éxitos, se revela como una fórmula vacía. Ni de éstos debemos asom­
económica de Europa son: brarnos. La carga de la prueba de la conveniencia de la cogestión cuali­
ficada grava sobre los sindicatos. Quien quiera transformar un status
6. La reivindicación de derechos iguales para el capital y para el no debe poder convencer a las instancias decisorias; quien quiera con­
trabajo está privada de sentido, porque ya se ha realizado. El trabaja­
servar puede demasiado frecuentemente limítarse a la resistencia pasi­
dor está integrado, desde el punto de vista político, como ciudadano, y
va y llega hasta exaltarlo con tonos patéticos e invocaciones éticas.
desde el punto de vista social y económico, gracias a la organización
social de la empresa y a la autonomía colectiva de los partners sociales. 3. No se debería dar paso a los argumentos formalistas. Natural­
Una integración debida a una cogestión ampliada equivale a la integra­ mente el problema no se resuelve simplemente extendiendo la coges­
ción de los sindicatos y sus representantes, no sin embargo de los tral;>a­ tión del sector metalúrgico a todos los sectores de la economía de
jadores. Integración de los trabajadores significa desarrollo de su per­ modo que todos gocen de igual "tratamiento. El argumento de que si la
sonalidad en todos los sectores del Estado, de la cultura y de la cogestión en aquella industria hubiese faltado habría sido ya abolida, es
economía (partnership social), desarrollo de la autorresponsabilidad a poco realista. Este tipo de «prueba» (en sentido técnico) no puede ser
través de la instrucción y la formación profesional, garantía de las con­ por lo demás fácilmente adoptado, como" es difícil demostrar lo contra­
diciones esenciales económicas y sociales de su existencia, garantía de rio; es decir, que la cogestión cualificada tenga dados buenos resulta­
acceso a la propiedad, mejoramiento de las posibilidades de promoción dos. Algo sirve un sondeo de opinión como el desarrollado en 1966 por
social. el Instituto Unmid entre 2.000 trabajadores, a petición de la Asociación
Sería presuntuoso pretender tomar brevemente posiciones sobre Nacional de Empresarios, ya que los resultados no nos convencen, a
todas estas cuestiones y lograr al mismo tiempo ser convincente. Pero causa de algunas demandas formuladas de modo tendencioso. En todo
permítaseme avanzar algunas tesis que espero darán un poco de luz al caso, la encuesta de opinión pública, que puede registrar pero también
problema: producir la formación de la opinión, es un fenómeno aparte. La opinión
de 2.000 trabajadores -considerada aisladamente- no puede ser un
l . La concepción de los sindicatos es, por su estructura y sus obje­ criterio válido para establecer el juicio político del pueblo, como es irre­
tiv9s sociales y políticos, un programa político fascinante y coherente. levante la opinión de 2.000 ciudadanos sobre la pena capital, sobre la
Este programa tendrá sin más futuro, porque tiene en cuenta tenden­ democracia de Bonn, sobre el rendimíentQ de nuestros partidos. Por
cias evolutivas totales. Afronta los principales problemas de nuestra motivos análogos se debería finalmente renunciar al argumento según
época -la politización de la economía que hemos esbozado en el capí­ el cual los sindicatos, dado el número de sus miembros, no serían re­
tulo anterior- sin dejarse bloquear por las cuestiones de hoy. El inten­ presentativos del mundo del trabajo. Nuestra democracia es, según la
to de coger los frutos de doscientos años de revoluciones y de reformas Ley Fundamental, una democracia representativa, no una democracia
políticas e industriales tiene algo de grandioso. No hay que asombrarse plebiscitaria, esto es, ligada al «oficio», al gobierno, a los partidos, a los

198 199
grupos de interés. Es aquí que ocurre que la formación de la voluntad verdaderas d·ecisiones. Los consejos empresariales no bastan para ga­
es la que tiene necesidad de aprobación y de control, no del consenso rantizar a los sindicatos una verdadera influencia en las empresas indi­
del cien por cien de los interesados. Es el falso concepto de democracia viduales, sobre todo cuando los consejos de empresa no pertenezcan a
el que, con placer y según el resultado que se quiera obtener, se apoya una organización sindical. No menos importante en este contexto es, sin
o se opone a Rousseau o a Tocqueville, o a la Ley Fundamental, que embargo, la rélación entre sindicatos individuales industriales y la con­
enturbia el debate sobre la cogestión y casi todos los otros debates polí­ federación sindical. A nivel de una empresa: cogestión por parte de los
ticos. Es cierto que en la idea de la representación se esconden, en consejos de empresa y de los sindicatos de industria; a nivel interem­
nuestra época, problemas extremadamente graves, porque el parla­ presarial: cogestión de estos mismos sindicatos industriales, mediante la
mentarismo, los partidos, los grupos, el «gobierno» no resuelven satis­ autonomía colectiva, también convenios y transacciones de contenido
factoriamente sus funciones, tanto que la misma democracia represen­ político-social entre los representantes de los empleadores y los trabaja­
tativo-parlamentaria está en crisis. dores a expensas de la generalidad, de la mano pública y de quien paga
las tasas, sino también -y este aspecto es muy importante- de los
4. Viceversa, aquellos que no están directamente esforzados en partidos políticos que se encuentran en cada momento en la oposición
tomar partido por los sindicatos o por los empresarios deberían aportar en los parlamentos de los Liinder y del Bund con todas las consecuen­
corajudamente y abiertamente nuevos argumentos a la discusión, ar­ cias políticas que se derivan -comprendidas las de política el�ctoral-;
gumentos que, como es comprensible, son frecuentemente olvidados se entiende así hasta qué punto la actividad del DGB es red . 1cida por
por los principales interesados. los sindicatos de la industria a una mera actividad cultural y : jemás se
Para los sindicatos se trata hoy de desarrollar una nueva concepción convierte en clara la razón por la que el mundo empresarial -iene con­
de su función, desde el momento en que -como sucede en los momen­ fianza en la actual organización social de las empresas, 'especialmente si
tos de alta coyuntura- se ha logrado la plena ocupación y que la parti­ las «contestaciones» parlamentarias y gubernamentales les son favora­
cipación del trabajador al producto social mediante el salario se ha bles, también en la cogestión cualificada.
convertido en un resultado casi institucionalmente y funcionalmente
S. Para profundizar todos los argumentos sería necesario al menos
automático y desde el momento que -en los períodos de baja coyun­
tura- la «acción concertada» y «el acuerdo marco» entran en la tra­ un libro. Considero que ninguno de los argumentos adoptados por las
dicional resolución de los conflictos. La cogestión en las grandes em­ dos partes hace referencia a todas las consecuencias y postulados de
modo concreto.
presas es un problema existencial para los sindicatos, porque las
transformaciones en la esfera estatal social y económica han envuelto a a) Si en el mundo empresarial se habla de control del poder me­
los mismos ámbitos políticos en que son tomadas «las decisiones claves». diante el mercado, mediante el Estado y mediante leyes, resulta eviden­
En la República de Weimar el Parlamento era todavía un centro de te que se hace una gran confusión entre poder, mercado y Estado.
formación de la voluntad, pero la invocación de especiales parlamentos Aparte del hecho de que el mercado no llega del todo -o sólo en
económicos (por ejemplo, el consejo económico del Reich) no tardó mínima parte- a romper el poder, en realidad no se trata de la parti­
mucho. La despolítización de los partidos políticos, el desarrollo de la cipación en el mercado, de la producción de bienes y útiles, sino ex­
democracia de los grupos, la importancia de las grandes empresas clusivamente de la circunstancia de que cuanto sucede en las grandes
como sustrato social de la existencia de vastos estratos de la población empresas -sean poderosas o débiles, ricas o pobres- envuelve no sólo
plantearon la formación de la voluntad del Parlamento a los grupos de toda la existencia económica, social y política de los trabajadores,
poder, así se comenzó a hablar �e un nuevo tipo de federalismo. Hoy proveedores y clientes dependientes de ella inmediatamente, sino la
las más importantes decisiones políticas son tomadas en las empresas, existencia de todo el pueblo. La República Federal Alemana es una
en sus organizaciones, en los sindicatos industriales, en los partidos, en economic republic. La relación entre los grandes sucesos políticos y
los gobiernos, en los comités de expertos antes de la ratificación parla­ económicos, la relación entre Estado, economía y sociedad es el pro­
mentaria. Se trata de hacer presión sobre tales comités que tomaron las blema número uno, aún no resuelto, del siglo xx. En una época en que

200 201
hemos estado empeñados en los conflictos Este-Oeste y en la ayuda a tener algunos modelos del «derecho público de la empresa privada»,
los países en desarrollo, los hechos económicos son al mismo tiempo sino que los contiene. Si se quiere obtener un progreso en el control de la
hechos políticos. Por tanto, el problema del poder político de las gran­ actividad de las grandes empresas, no se puede ciertamente partir del
des empresas no se refiere a la posición económica, por ejemplo, de la capital y del trabajo, sino de los intereses de la República Federal Ale­
fábrica Hoechst SpA o de la VW SpA, o la influencia que puedan ejer­ mana en sus relaciones políticas, económicas y sociales óptimas. El he­
cer en el Parlamento, sino el peso político de las 300-500 empresas más cho de que los sindicatos jueguen un papel importante como represen­
importantes que concentran en sus manos una gran veta de la vida tantes legítimos de tales intereses es evidente, pero éstos no pueden ser
política alemana. definidos como los únicos representantes drl interés nacional, ni siquie­
ra si se parte del punto de vista de que el nuestro es un pueblo de
La cogestión, bien entendida, no tiene nada que ver con una deter­ trabajadores. Bajo este aspecto algunas formulaciones de los sindicatos
minada empresa en cuanto tal, sino sólo con la empresa como parte de nos parecen, en verdad, poco modestos.
las instituciones sociales y políticas que dominan nuestra existencia. Si
el control político y la dirección necesaria a una cogestión funcional y c) Si es cierto que una cogestión verdadera no puede basarse ni en
eficaz pudieran ser ejercidas por los parlamentos políticos, los consejos el con(licto ni en la conciliación entre capital y trabajo, es también cier­
económicos o instituciones superempresariales análogas, no habría más to que ésta no permite por sí una combinación del derecho del trabajo
espacio para la cogestión ampliada. Pero no es así. con el derecho de las sociedades. La cogestión es un cuerpo extraño sea
al derecho del trabajo como al derecho de sociedades. Buscar justificar
b) Viceversa, la «reconciliación» entre capital y trabajo constituye un semejante resultado recurriendo a conceptos «sagrados» como el del
sin más la base de la autonomía colectiva, de la actual organización derecho de la economía o el derecho social o, por añadidura, ·el de la
social de las empresas y, en mi opinión, también de la institución del constitución económica o del «ordenamiento constitucional de la em­
director laboral, no sin embargo de la cogestión modificada en el conse­ presa» es una solución falsa. S� una solución política, que recabe con­
jo de vigilancia. La integración política y social del trabajador en el senso, debiese comportar una nueva estructuración de los consejos de
mundo del trabajo y en su organización, y la inserción del cuarto estado vigilancia o de los consejos de administración o de las asambleas -y
en la totalidad de los procesos de dirección, control y aprobación en el habría muchas razones que justificarían tal innovación- sería lícito
interior de una comunidad democrática -el programa de la democra­ llamar tal resultado constitución de la economía, de la iniciativa eco­
tización- no puede ser ciertamente realizada añadiendo al consejo de nómica privada o de algún otro modo; por lo demás, un abuso del con­
vigilancia de una sociedad de capital nuevos representantes del sindica­ cepto de constitución no ha hecho jamás mal a nadie (constitución de
to industrial competente o del DGB, también «un ulterior miembro». No la industria, constitución de la familia); se trataría del resultado de de­
es relevante el hecho de que así se introduciría un cuerpo extraño en el cisiones políticas tomadas en el ámbito de los problemas principales del
consejo de vigilancia; los representantes de los bancos, los empresarios siglo XX (relación entre hechos políticos y económicos, relación entre
amigos y algún otro se encuentra en el consejo de vigilancia como re­ Estado, economía, sociedad), respecto a los cuales la concepción de los
presentante de determinadas relaciones de negocios y sociales, no tie­ sindicatos, su papel político, la integración del trabajador como ciuda­
nen ciertamente que envidiar -en cuanto a la «ajenidad»- a los repre­ dano, la legitimación del management (actualmente sustraído al control
sentantes sindicales. Ni es relevante el hecho de que el consejo de también de la gran masa de propietarios de capital) constituirían sólo
vigilancia no es más que un órgano que dirige la política de empresa, problemas parciales (que no merecen ser resueltos como tales, ya que
como debería ser según el modelo sindical para permitir la realización una solución deberá referirse al problema· total o debería ser al menos
de los plenos perseguidos por la cogestión. El punto decisivo es, en mi orientada hacia éste). También aquí es fácil individuar cuál debería ser
opinión, que el «capital» y «el trabajo» no son más que dos esferas de la verdadera función de una teoría social y jurídica, que todavía falta.
intereses, indudablemente importantes, pero nada más que esto. El
concepto de «público», tan frecuentemente citado -y que no designa d) Los argumentos que son sostenidos por los adversarios de la
más que la misma res pública-, no se añade a éstos, como parecen sos- cogestión, propiedad privada de capitales, autorresponsabilidad de los

202 203
empresarios, economía social de mercado y constitución liheral, no de­ e) Aunque el problema de si los sindicatos -entendidos en toda su
berían requerir una crítica científica. Por cuanto se debe rechazar toda complejidad- pueden quedar libres de todo control político (en consi­
arbitraria identificación de la actividad sindical con el interés nacional, deración de su peso económico y político, que aumentará notablemente
la identificación no menos arbitraria de ciertos valores supremos de la si la cogestión cualificada es realizada), debe ser afrontado indepen­
generalidad con los objetivos políticos de un grupo específico es, por dientemente del debate sobre la cogestión.
añadidura, fatal. La propiedad privada no está ya envuelta cuando se Estos son -frecuentemente en cuanto a la agricultura y a las em­
trata de grandes empresas con cuotas de participación atomizadas; ta­ presas públicas- el último de los grandes grupos de poder modernos
les cuotas son reguladas por el derecho de obligaciones, no por el dere­ que hay en larga medida libre de controles. Una vez que los sindicatos
cho real: se trata de simples derechos de crédito. Por lo demás, no sería se desarrollan desde organizaciones de tutela de los trabajadores a
del todo equivocado definir los procesos �ctuales, sea de� de el pu�to de grupos políticos de primer rango, y este desarrollo es legítimo, una vez
vista político-social, sea, según la doctrina de la propiedad p�vada, que el big business asume obligaciones políticas, en interés de toda la
como fenómenos de desprivatización. La propiedad (de los medios de nación, y que es sometido a checks and balances, el problema comienza
producción) entra en los grandes tabúes de nuestra época y en ) as c� n­ a surgir también para los sindicatos. En muchos otros Estados el go­
cepciones jurídicas más retrógradas. Esta puede ser comprendida sol? bierno puede intervenir en el plano político; está prevista también la
mediante un análisis de las conexiones históricas y sociales Y las relati­ composición coactiva de las divergencias. Todo poder público, que esté
vas categorías conceptuales. Sólo poco a poco se comienza a t?mar exento de control, resulta a la larga insoportable. Pero indudablemente
conciencia de la conexión -sobre todo política- entre las funciones aquí tocamos todavía los problemas fundamentales de nuestra estruc­
del trabajo, de la propiedad y de la libertad; en realidad, P?: ejemplo, tura constitucional, según la cual los sindicatos constituyen, en el ámbi­
también la cogestión de los trabajadores podria basarse, utilizando los · to de la autonomía social, casi un «partido» que representa inmediata­
argumentos de los adversarios de la cogestión, en el conc��to _ de p�o­ mente los intereses de los trabajadores, una especie de representación
piedad de los trabajadores, y ciertamente, el riesgo -t�mb1e� fmanc1e­ del Cuarto estado fuera de un Estado constitucional constituido en vía
ro- de aquellos que invierten su trabajo es del todo sem�J_ante al de de principio por el Tercer estado. Desde este punto de vista la «coges­
aquellos que invierten su capital. En abstracto, la responsab1hdad de los tión» podría ser entendida como primer punto hacia un control social
empresarios, tan frecuentemente invocada, no es ciertamente un ar­ de nuevo tipo. Al mismo tiempo la relación entre partidos «socialistas» y
gumento privado de relieve, pero en la realidad los �randes managers sindicatos, y más en general entre los partidos parlamentarios y los
no deberían hablar de su responsabilidad de modo diverso del coman­ «partidos» no parlamentarios, demuestra cuán grave es la ausencia de
dante de una decisión del secretario de un ministerio, del presidente de una teoría constitucional a la altura de nuestra época y que no puede
un liceo, o de un profesor universitario. ser sustituida por un parlamentarismo históricamente superado, cons­
En las grandes empresas no se trata de la responsabilidad de «em­ truido exclusivamente sobre la base de un Estado de derecho burgués.
presarios-propietarios» privados, sino de la selección y del contra� ?e Durante muchos años la idea de una disciplina constitucional de ini­
_
dirigentes públicamente eficientes por parte del empresano-adm1ms­ ciativa privada, más allá del derecho a la cogestión, que no era sólo un
tradores. En la gran empresa la función del empresario está separada truco para superar las dificultades del derecho del trabajo y del dere­
de la «propiedad». Como la constitución liberal, también la economía cho de las sociedades, ha quedado a la sombra del debate sobre la co­
social de mercado es un organismo total alimentado por fuentes ex­ gestión.
tremadamente heterogéneas y no tiene nada que ver con los represen­
tantes sindicales en el consejo de vigilancia. Nuestra situación econó­ l . La iniciativa privada ha fascinado desde hace tiempo a juristas,
mica no es fruto de una receta mágica, sino de innumerables actos economistas, políticos y sociólogos. Este interés ha producido preciosí­
realizados por innumerables personas en todos los sectores de nuestra simos trabajos preliminares, no sin embargo concretas y modernas
vida. concepciones. Falta hoy una moderna reglamentación de la iniciativa
privada. Hace ya cien años que el derecho de la empresa oscila entre

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concepciones objetivas y subjetivas. La verdad no está, en este caso, en 3. Desde entonces no se han presentado más propuestas concre­
una vía media, ya que se sabe que la vía del medio significa renuncia, tas · de reforma. Es cierto que algunos representantes ae la ciencia y
abandono, sino en un derecho de la economía moderna en que se fundan de los sindicatos tienen presentado verbalmente y por escrito sus opi­
en un único cuadro las cambiantes condiciones del Estado, de la socie­ niones, pero el DGB sobre todo ha considerado que los tiempos no es­
dad, de la economía y que reestructure los sectores hoy superados, del taban maduros para elaborar completamente un proyecto. Según al­
derecho privado y público determinando el campo de la autonomía gunas propuestíiS el ordenamiento de la empresa debería contemplar
privada, de la concurrencia y de la cooperación, y también de las inter­ sólo grandísimas empresas con al menos 20.000 dependientes,. un pre­
venciones públicas y de la organización política. supuesto de 750 millones de marcos (en otras contribuciones se habla
· Todo sumado, en la economía capitalista avanzada, que requiere de 500 millones) y con un giro de negocios de 1,5 miles de millones de
enormes capitales y comporta grandes riesgos, la evolución determina marcos (según otros, 1 .000 millones), independientemente de su forma
necesariamente un planteamiento de la disciplina jurídica de las socie­ jurídica. En la República Federal existen cerca de 50 empresas de este
dades comerciales, que gestionan una empresa, de la disciplina jurídica tipo. Es por esto que en el ambiente sindical se piensa en la introduc­
de las mismas empresas gestionadas, de modo a dar, al mismo tiempo, ción de una asamblea de empresa -en sustitución de la general- en la
relevancia y poder representativo a todos los intereses pluralistas exis­ que las decisiones sean tomadas por representantes de los accionistas,
tentes en el interior de la empresa, entendida como unidad económico­ de los trabajadores, de los sindicatos y del poder público, también de
social. El derecho de las sociedades no tiene esta capacidad. De aquí el un consejo de empresa -al lado el consejo de vigilancia o en sustitu­
debate actual sobre la relación, todavía oscura, entre el derecho de las ción de éste- compuesto, como el consejo de vigilancia de las indus­
sociedades entendido como derecho comercial (como derecho que re­ trias metalúrgicas, en régimen de cogestión. Por cuant9 se refiere a las
gula las relaciones interempresariales entre empleadores y trabajado­ empresas muy grandes, rio está claro si habrá asamblea general de ac­
res) y el derecho de la empresa (como derecho político de la «constitu­ cionistas y junto al consejo de la empresa un consejo de vigilancia y
ción» de «entes» socioeconómicos de alto relieve). Tanto más la empresa cuál será la relación entre estos órganos, si es preferible introducir un
se separa del concepto de empresario y del de patrimonio real, y es órgano unitario como órgano de base y de control, o si la pluralidad o
funcionalizada en el sentido del poder económico (uno de los puntos los intereses deben contemplar sólo el órgano de base (asamblea de la
culminantes de esta evolución ha sido afectado por la ley contra las empresa), de modo que el consejo de empresa conserve carácter ho­
limitaciones de la competencia de 1957). Tanto más la teoría de la «em­ mogéneo y pueda fundirse con la dirección.
presa en sí» se revela sustancialmente exacta, y la misma «gran empre­ 4. Pero por el momento todos estos particulares son irrelevantes.
sa» madura para ser asumida en el debate en torno a un moderno «de­
El punto decisivo es que casi todas estas concepciones miran a la rees­
recho constitucional» de la empresa.
tructuración de las grandes y muy grandes empresas por cuanto se
2. Un comité de estudio del Deutscher Juristentag ha presentado refiere a la organización, la orientación de los intereses y el modo en
algunos análisis para la reforma del derecho de la empresa, proponiendo que operan, su responsabilidad: su posición de buenos e importantes
un modelo -para el caso de que la cogestión y la cláusula del bien ciudadanos. La dificultad que tal técnica comporta no debe ser minus­
común fueran introducidas en el derecho de sociedades- que va más valorada. Los problemas principales no tienen todavía carácter jurídico.
allá de las instituciones tradicionales del derecho de las sociedades y de Por el contrario, el jurista hace más vial que bien cuando defiende los
las grandes empresas (se orientaba entonces hacia empresas de 60 mi­ sagrados confines del sistema y cuando evita afrontar jurídicamente
llones de marcos de capital accionarial y con 10.000 trabajadores): la los problemas políticos. La transformaci(m hoy difundidísima de los
asamblea general es sustituida por una asamblea de representantes de problemas l?olíticos (que deberían depender de la libre confrontación de
los accionistas, dos representantes de los trabajadores y un represen­ las fuerzas políticas) en problemas de aplicación del derecho, mixtifica
tante del interés público. La dirección de la empresa está dividida entre la relación entre política y derecho, también porque aprieta la opinión
el consejo de administración (también aquí hay la representación pro­ pública haciéndola creer que el problema técnico está ahora «en bue­
porcional de los intereses) y el grupo de dirigentes por éste nombrado. nas manos». El secreto de un futuro ordenamiento de la empresa con-

206 207
siste en evitar toda institucionalización que mixtifique los problemas excluida. Estos han sido definitivamente superados por la evolución po­
políticos transformándolos en problemas jurídicos, y, por otro lado, en lítico-parlamentaria. El paso del constitucionalismo a la democracia
dar forma jurídica a los problemas que se presentan políticamente ma­ parlamentaria ha eliminado el dualismo entre Parlamento y Gobierno,
duros por una decisión. Una buena organización política deriva exclu­ sustituyéndolo con el dualismo entre partido de gobierno y partido de
sivamente de una buena política, y no ya de una aplicación del derecho. oposición, y ha sustraído, con la apertura de los partidos que así están
Por lo demás, nos salve el cielo de los «consejeros televisivos» burocrá­ en situación de mediar en todos los intereses y al mismo tiempo «despo­
ticos y presuntuosos de toda gran empresa. litizarlos» (este es hoy el problema político primario del estado de los
partidos), fundamento de la tesis de un parlamento de expertos que
S. Si los adversarios de la cogestión no tienen en cuenta los postu­ flanquee al parlamento político. En los parlamentos políticos no se en­
lados de la democracia moderna (no se trate de la democratización de cuentran ya profanos, sino expertos. Al menos esto es en cuanto se re­
la empresa X o Y, sino de nuestra vida pública y política, que actual­ fiere al parlamento moderno: que tal expectativa venga después de­
mente es determinada en buena parte por las grandes empresas) de­ fraudada es otro problema. Se entiende que los partidos políticos y el
pende del hecho de que éstas identifiquen erróneamente la comunidad parlamento no logran asumir las funciones (como, por ejemplo, en la
política moderna con un mixto entre la concepción rusoniana del Esta­ CEE, sino en el ámbito de un partido), se reabre nuevo espacio para los
do y el constitucionalismo del siglo XIX; si, viceversa, inculpan injusta­ consejos económicos. También un consejo de empresa, en el fondo,
mente a los sindicatos de identificarse arbitrariamente con el bien co­ acabaría por ser un pequeño consejo económico. La cogestión y el or­
mún, sin legitimación ni responsabilidad verdaderamente democráticas denamiento de la empresa, sin embargo, tienden sólo a la reestructura­
(con consecuencias que no gravan al sindicato, sino al pueblo entero), ción de una empresa individual. La democracia polític� de una comu­
entonces es evidente que el problema de la cogestión no sólo no está nidad que depende de la economía requiere el control político de todos
suficientemente maduro para pasar de la fase teórica a la práctica, sino los procesos directivos y de toda la planificación de la economía en su
que, con esta palabra de orden, los problemas son afrontados desde un totalidad. Y una cogestión «superempresarial» plantea con mayor razón
punto de vista errado o de modo parcial. El peligro mayor de la petrifi­ el problema (político) de los objetivos político-sociales de los sindicatos.
cación de los modelos de cogestión hasta ahora experimentados consis­
6. El «derecho constitucional de la empresa» aparece, como slogan,
te probablemente en su función de alibís, de «inocuo subrogado de la
apto para sugerir direcciones para la creación de nuevos y complejos
revolución» (F. Bohm): la cogestión crea la ilusión de que muchos con­
mecanismos democráticos, si se quiere tomar en serio la .democratiza­
flictos objetivos de nuestra sociedad (que sólo gradualmente podrá
ción -la legitimación y la responsabilidad por toda actividad política­
convertirse políticamente en pluralista) han sido pacificados. La cues­
mente relevante- de nuestra vida social.
tión de si «derecho público de la empresa» sea el justo término de la
discusión es, en definitiva, una cuestión de alternativas, también sin Este es uno de los objetivos principales que debemos afrontar y re­
querer entrar en el mérito de las soluciones extremas (socialismo radi­ solver al final. Entretanto no se debería olvidar que no basta dar vida a
cal). instituciones, sino que es necesario crear una justa relación entre la
esfera estatal, la sociedad, la economía, la representación de los intere­
La publfcidad se impone ahora casi por sí misma, y es un elemento ses, la división de poderes, el federalismo. El «derecho constitucional de
central del ordenamiento de la empresa. Esta ha sido exaltada por la la empresa» tiende a fundar un federalismo de tipo nuevo que respete
nueva ley de sociedades por acciones, que, por lo demás, ha afrontado los fenómenos del status y de la feudalización, en que las grandes em­
sin resolverlos muchos otros aspectos parciales de la disciplina jurídica presas tienen un papel político análogo al de las ciudades y ·de los entes
del presupuesto, de la publicidad, de las sociedades coligadas. En tanto, públicos y corporaciones, y permite pasar de una democracia goberna­
el dilema de la dirección pública consiste, ayer como hoy, en el hecho da a una democracia gobernante en la que ni individuos ni grupos de
de que esto, de un lado, presupone una aplicación pública activa y efi­ poder puedan dominar solos la vida política económico:social.
ciente y un clima adecuado, por otro, debería a su vez crearlos. Hoy por
hoy una solución basada en consejos económicos puede ser sin más El gobierno federal, y también el SPD, han nombrado comisiones de

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encuesta y de estudio para la cogestión. Habrá que ver si tales comisio­
nes establecen un consenso político en torno a las instituciones más XI
importantes y si será posible liberarse de todo peso muerto para afron­ La relación de trabajo entre creación
tar los problemas reales. Si todo esto no se realiza, continuarán organi­
zándose congresos, avanzándose encuestas y contraencuestas, sin otro
jurisprudencia/ y autonomía colectiva
resultado fuera del de hacer la atmósfera polí_tica más cargada, hiriente
y repugnante.
También en este sector los problemas son complejos y están sin re­
solver. Naturalmente no se debe uno resignar ante la complejidad: la
resignación serían un alibí y una fuga. Pero los problemas complejos no
pueden resolverse simplificándolos y proponiendo soluciones parciales
y falsas con la excusa de haber obtenido algún resultado político y jurí­
dico. Aquí está en juego nuestra sociedad política y democrática en su El derecho del trabajo es el derecho especial de los trabajadores
totalidad, y la dirección que ésta deberá seguir eligiendo entre «capita­ subordinados. Esta es la definición tradicional: en ella se esconde un
lismo» y «socialismo». dilema. ¿Cómo es posible un derecho especial para el trabajo, cuando el
trabajo constituye la base de la existencia humana? El derecho general
se refiere (al menos según la concepción tradicional y el sistema jurídi­
co) no ya a nuestra existencia real, sino a una existencia ideal.
La concepción de la libertad propia del idealismo alemán ha trans­
formado el derecho (como derecho civil) en derecho a la autonomía
privada; en las condiciones de la sociedad económica del capitalismo
privado burgués, el derecho ha sido transformado a su vez en el curso
del siglo XIX, en derecho de dominio, en_ derecho de la contraposición
de clases, de «capital» y «trabajo». Todavía el derecho del trabajo como
derecho especial puede ser comprendido sólo si se consideran todas las
conexiones históricas y sociales y todas sus categorías, y no ya anali­
zando las conexiones y las categorías del derecho en general, ni del
privado ni del público. Es esta paradoja la que determina la posición
actual del derecho del trabajo.
El derecho del trabajo como derecho especial de los trabajadores
subordinados manifiesta la falta del final de los procesos emancipato­
rios («subordinación») y revela, a la vez, a través de la imprecisión ter­
minológica (ya que el «empleadon> no da trabajo, sino que lo concede)
los presupuestos sociales de tal subordinación (el empleador da trabajo
en el sentido de que da ocasión de trabajar).
El moderno derecho del trabajo es un fruto del modo de producción
capitalista-industrial. El derecho del trabajo preindustrial era o derecho
real (por ejemplo, en el derecho romano en el que los esclavos, los tra­
bajadores -casi siempre no libres-, eran simples objetos de derecho;
210 211
el romano «libre» no <<trabajaba») o derecho corporativo (sobre todo en La autonomía privada del derecho del trabajo del siglo XIX se con­
el derecho germánico de los «dependientes» -por ejemplo, de los sier­ vierte, en el código de las actividades económicas independientes de
vos- y de los <<independientes» -ciudadanos, artesanos, comercian­ 1 869 (antes para sólo el Norddeutsche Bund, y luego para todo el
tes-). La diferencia principal entre el modo de producción precapitalis­ .Reich), un principio jurídico fundamental. Al derecho de propiedad y a
t_a y el capitalista industrial está en la relación entre trabajadores y me­ la libertad contractual se agrega la libertad de la iniciativa económica
dios de producción. Tales relaciones forman el núcleo central del privada. El 105 de tal código establece «la organización de las relaciones
marxismo. Karl Marx afirmó, en términos económicos el concepto filo­ entre quien desarrolla una actividad económica independiente y los
sófico& trabajo de Hegel, que tenian entonces la economía política trabajadores es, dentro de los límites impuestos por las leyes del Reich,
moderna y ha considerado que el dominio del capital sobre el trabajo, objeto de libre convención». Hoy las «limitaciones» que el · Estado se re­
que deriva del poder de disponer jurídica y politicamente de los medios serva imponer han llegado a dimensiones tales que no queda casi nada
de producción -y por consiguiente el contraste entre las clases y la de la convención libre entre el empleador individual y prestador singu­
lucha de clases-, hicieron, en las condiciones objetivas de las relacio­ lar. El moderno derecho del trabajo se ocupa sobre todo de las limita­
nes de producción existentes, irrevocables y duraderas; la alienación ciones, y no ya de libre acuerdo. Esto hunde sus raíces en el derecho
del hombre, cuya sería el trabajo, cesaría sólo con la transformación, que regula el status político y no ya en el que regula el contrato priva­
tanto radical cuanto necesaria, de las relaciones de producción. La do. En el sistema jurídico del siglo XIX la libertad del prestador era la
concepción de Hegel y de la economía política criticada por Marx, se­ del proscrito: el obrero vivía literalmente como decía. Engels, que lo
gún el cual el trabajo sería el creador de toda cultura, lleva a Engels a había vivido en la práctica, y Marx, que lo había teorizado, de la escudi­
la conclusión de que el movimiento obrero es el heredero legítimo de la lla que le venía concedida, sin poder influir en tal sisteµia.
filosofía alemana. Después de Hegel y Marx el trabajo no ha sido ya el
Aun el BGB (de 1896 / 1 900) preveía un solo tipo de contrato para
tema central de la filosofía. Tal tema ha encontrado una cierta reso­
todo el sector del trabajo regulado por el derecho privado: el contrato
nancia en los economistas y en los sociólogos, no en los juristas. El de­
de obra (en el primer proyecto estaban previstas siete normas, en el
recho de la sociedad civil, para la cual el trabajo, constituyendo, en
segundo -a continuación de duras críticas- dieciocho; el derecho vi­
cuanto a la propiedad y a la cultura, uno de los fundamentos de la
gente es establecido por los §§ 6 1 1-630 BGB). Según la concepción
conciencia existencial, no era una prestación subordinada, retribuida a
dogmática, tal contrato es -conforme a las fuentes del derecho roma­
efectuar a favor de otros, sino un servicio entendido como actividad
no- alquiler de obra (contrato de arrendamiento): uso de un inútil a
creativa -frecuentemente con raíces cristianas-, ha podido desarro­
cambio de una compensación; por consiguiente, el contrato de obra no
llarse, conservando la imagen de un derecho de los ciudadanos libres e
es en la práctica otro que la utilización de un hombre a cambio de una
iguales, sólo por medio de una concepción unitaria del derecho del tra­
compensación. En 1 880 una sentencia -RGZ 3, 1 79 ( 1 8 1)- se refirió
bajo: trabajo como objeto de contratos basados en la autonomía priva­
explícitamente a la afinidad entre la prestación de un servicio y el
da, acuerdos libres sobre trabajo y salario. Sólo los funcionarios públi­
arrendamiento de una cosa, motivando de tal modo, con el derecho de
cos quedan (todavía hoy) excluidos de tal concepción del derecho. El
arrendamiento, el rechazo a las pretensiones de un empleador, rechazo
funcionario no presta su obra a un empleador privado y no recibe un
que de otra forma no habría podido motivar, según el derecho enton­
salario; no viene licenciado y su relación de trabajo no es regulada por
ces vigente, si, por ejemplo, se hubiese hecho referencia al complejo de
el derecho de obligaciones; hace, durante la vida natural, «servicios pú­
normas que regula compraventa; dado que la situación no estaba regu­
blicos» y «fidelidad al soberano» y recibe en cambio asistencia y previ­
lada por una ley, habría sido bastante coherente referirse por analogía
sión social. En la disciplina del empleo público han sido elaboradas, por
a esta última (venta de un servicio a cambio de una compensación). La
obra del Estado moderno, concepciones jurídicas feudales típicas del
especulación dogmática destaca, en decisiones como esta, las relacio­
antiguo derecho germánico. Entre los funcionarios y los «trabajadores»
nes sociopolíticas. Una vez más el derecho civil destaca -también en el
están todavía hoy los «empleados». Sólo en nuestros días las diferencias
derecho del trabajo- su carácter de derecho patrimonial. Quien tiene
de clase se han atenuado, al menos desde el punto de vista jurídico.
la existencia asegurada por la propiedad y por la cultura (instrucción)
Serán incluso más pronto empleados que obreros.
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lo apreciará de modo diverso por quien, privado de propiedad y cultu­ tral de la· cuestión. Un ordenamiento y una ciencia jurídica que conser­
ra, vive del trabajo subordinado. van la separación entre Estado y sociedad y, por consiguiente, entre
derecho privado y público, separación que no se justifica de ningún
El derecho del trabajo, como derecho que regula el trabajo subordi­ modo en base a las ciencias democráticas de nuestra época, no puede
nado, no puede ser plenamente reconducido a las categorías del dere­ obviamente resolver problemas reales con fórmulas vacías. Prescin­
cho civil, ni siquiera como «fruto de evolución» del derecho civil. Ya diendo de la nazificación del derecho del trabajo después de 1933, la
que se trata de un derecho que determina la existencia de la persona quiebra de la concepción autónoma de tal derecho no es un� demos­
humana, no de un complejo de normas que regulan las formas del in­ tración de su absorción en el sistema del derecho civil (o, si se prefiere,
tercambio de mercancías; de intereses existenciales, no patrimoniales; del derecho público), sino sólo la contraprueba de la falta de una teoría
del ordenamiento social y de los derechos del hombre; no de la regla­ moderna aparece necesaria, si es cierto que el derecho del trabajo es
mentación del movimiento de las mercancías, ni del derecho real expresión del proceso histórico de la lucha de clases para la emancipa­
(Heinz Potthoff); de un derecho en el que la libertad no puede ser lo� ción (temporalmente) -o quizá definitivamente- suspendida, dirigida
grada individualmente, sino sólo socialmente. contra aquellas condiciones sociales e institucionales que se reflejan
Ya en consideración de estos apuntes y principios -que hemos des­ todavía en la concepción tradicional del derecho civil y del derecho
arrollado sólo brevemente-, todos los intentos de anclar el derecho del público.
trabajo moderno al derecho civil vienen acogidos con escepticismo y No hay que asombrarse si, análogamente a cuanto sucede en el
sospecha. Obviamente es sólo un juego de palabras hablar, en este caso, campo del derecho de la economía, también en el campo del derecho
de «derecho privado», en vez de derecho civil. Objetivamente esta co­ del trabajo los juristas y la jurisprudencia aparecen totalmente desar­
rrección terminológica: no ha cambiado nada. En cuanto en la base de mados, aunque corresponda a estos dos campos expresar nuestro
estos intentos está el temor de que de otra forma el derecho del trabajo mundo jurídico democrático. El mismo intento de utilizar singulares
se vería transformado en derecho público, tal concepción, si bien erra­ instituciones de derecho privado, como adecuadas a las exigencias del
da, puede ser considerada inocua y privada de consecuencias prácticas derecho del trabajo, es poco convincente. Y ciertamente, en general, se
y tiene un inmediato significado poütico: es el anclaje del derecho del trata de cláusulas generales, instituciones y conceptos jurídicos (como
trabajo en el derecho privado con la plena conciencia de las implica­ el derecho general de 1a personalidad, o la delegación constitutiva en el
ciones históricas y poüticas que están conectadas a una concepción sentido de los 3 1 5, 3 1 6 BGB, etc.) que no son específicamente privatis­
privatista de un mundo del trabajo que no está constituido ya por el tas y han sido introducidos sólo recientemente en el derecho privado, a
derecho privado. De tal concepción jurídica se recaba fácilmente la pesar de su espíritu «clásico» (del siglo XlX).
concepción de la sociedad burguesa, con todas las consecuencias que
ésta comporta para las relaciones entre el Tercer y el Cuarto Estado. Esta nueva orientación del derecho privado entra en el fenómeno
típico de la politización del derecho civil, del que he hablado en los
Las motivaciones que vienen absolutamente adoptadas para justifi­ capítulos precedentes. Es, por consiguiente, histórica y sist�máticamen­
car tal fundamento privatista del derecho del trabajo son a este respec­ te incorrecto acercar aquel derecho del trabajo al derecho civil, al cual
to muy indicativas. Se trata esencialmente de referencias a las «degene­ no corresponde ciertamente el objetivo de revitalizar las viejas distin­
raciones» de la teoría jurídica nazi, también de la constatación de que ciones de un sistema superado.
hasta ahora todos los intentos de operar, más allá del derecho privado y
público, con un nuevo tipo de derecho «social» han quebrado y ni si­ Me refiero todavía a la tendencia difundida y orientar el derecho del
quiera la configuración de un tercer sector jurídico (por ejemplo, con trabajo hacia el espíritu y el sistema del derecho privado burgués,
auxilio de una concepción de la relación de trabajo como «relación co­ porque éste revela no sólo la fuga de los objetivos � lant� ados por el
munitaria fundada en el derecho de las personas») ha ofrecido un sóli­ derecho moderno, sino un tren específicamente reaccronano. No es po­
do y moderno fundamento al contrato de trabajo. Tales argumentos sible cubrir el actual derecho del trabajo que regula la vida al menos
han sido convincentes e irrelevantes, ya que no afectan al núcleo cen- del 80 por 100 de nuestros ciudadanos, sobre la base de un derecho

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superado. Y ciertamente, si esto no puede ser entendido como derecho de una posible armonía d e los intereses, más allá de todo conflicto. En
privado burgués, no puede ser concebido ni siquiera como derecho pú­ realídad, tal ideología se limita a enmascarar específicas estructuras de
_
b��co. A causa de los cambios en las relaciones políticas y sociales, tam­ dominio (y no me refiero exclusivamente a la de los empleadores), de las
b1en este concepto ha sufrido una profunda transformación estructu­ cuales necesitaría discutir honestamente para entenderse. También en
ral. Por consiguiente, no es útil ni correcto referirse en este contexto al el derecho del trabajo la ideología nazi servía sólo para enmascarar
carácter publicista del Gesetzbuch der Arbeit der Deutschen Demokra­ «ordenamientos autoritarios y totalitarios>> (véase, por ejemplo, el re­
sischen Republik (de 1 96 1 ). En ambas Alemanias el derecho, como el glamento de las tarifas por obra del Estado en lugar de los convenios
Estado y la sociedad, no puede ser inmediatamente comprendido, sin colectivos; la comunidad empresarial con un jefe y su séquito, y con los
un profundo conocimiento de sus fundamentos. La democracia socia­ fiduciarios en lugar de los consejos de empresa).
lista, a la que aspira la DDR, pretende mediar también en el sector del Puesto que en la República Federal no existe un Estatuto de los tra­
trab�jo, en la unidad de los intereses individuales y sociales; para ésta el bajadores y puesto que los fundamentos juridicos del trabajo subordi­
salano no_ �s ya lo qu� co�-responde -comúnmente insuficiente- por nado inexistentes en el derecho civil han sido sustituidos, en el curso de
la prestac10n de trabaJo, smo una adecuada participación para aquella los últimos cien años, puntual pero no completamente, por leyes de tu­
parte del producto social completo que es devuelta al consumo· el tra­ tela del trabajo (que contemplan, por ejemplo, el despido, el puesto de
bajo Y el s�lario se convierten en problemas sociales y económicos de trabajo, la enfermedad, la vejez, las vacaciones, el horario de trabajo,
los que se tiene plena conciencia. Viceversa, el complejo de normas que los menores de edad, las mujeres y, en particular, las madres, los muti­
r:gula el contrato de trabajo en la República Federal está privado no lados), el derecho que regula actualmente el contrato de trabajo puede
solo �: la b� se ?e una adecuada teoría y metodología juridica, sino que· ser comprendido sólo si se conocen las dos fuerzas principales que lo
tamb1en es md1ferente a los influjos de un modelo político unitario y dominan: la llamada reglamentación colectiva y la creación extralegis­
global. No hay que engañarse si ésta aparece a la vez llena de contra­ lativa por obra del juez. La contraposición entre reglamentación indivi­
dicci�nes in�ernas y externas, de incoherencias. Tanto menos hay que dual y colectiva del trabajo está muy difundida, pero es inexacta y no
engan�rse s1, frente a su carácter aparentemente anárquico, dominan tiene sentido. El derecho que regula el trabajo individual (contrato de
las clausulas generales y las teorías mixtas. La relación de trabajo, trabajo y tutela del trabajador) no es derecho contractual, sino derecho
c?�º contr�to de trabajo, no obedece a las reglas (por lo demás, dispo­ social verdadero y propio, porque establecido por la sociedad (sindica­
sitivas) destmadas a regular el estricto entrecruzamiento de intereses tos y asociaciones patronales como partnerts sociales que estipulan
r�cíprocos, que está en la base, según el BGB, del derecho de las oblíga­ convenios económicos colectivos; y por el reglamento social de las em­
c�ones, y del derecho real burgués, hechos a medida para el cambio de presas, también del ordenamiento de la empresa cogestionaria) y por
bienes y para la responsabilidad de las deudas, pero vive de la buena fe las leyes del Estado (tutela del trabajo frecuentemente solicitada por el
Y de la obligación de fidelidad del prestador y de la obligación de asis­ reglamento expresado por el convenio económico colectivo). Y, por otra
tencia del empleador. parte, el reglamento colectivo del trabajo no constituye un sector autó­
El complejo de normas que regula el contrato de trabajo es una nomo, sino que integra la disciplina que regula las relaciones individua­
mezcla de derecho de los intercambios y derecho de las asociaciones, les del trabajo.
de dere�ho de las obligaciones y de derecho de las personas. El hecho En este capítulo, cuyo tema general es el contrato de trabajo, trataré
de que :ste P?r naturaleza es esencialmente derecho del poder (así para sólo algunos de los principales problemas de esta forma de derecho
Hugo Smzheimer uno de los grandes pioneros del derecho del trabajo) social (en el capítulo siguiente trataré del complejo de normas que re­
pasa ?ºY a segundo plano. Trataré en seguida de la función política de gula los «conflictos de trabajo», aunque esta subdivisión pueda parecer
las clausulas generales y de estas teorías mixtas. En éstas sobreviven los un tanto arbitraria; y ciertamente no intento decir que el derecho que
resto� de una cul�ura jurídica fundada en el feudalísmo agrario e in­ regula el contrato de trabajo sea «derecho de la paz del trabajo»).
dustnal Y comer�i�l y �obre todo la concepción cristiano-protestante
. _
del servic10, tarnbien la ideología de la esperanza, típicamente alemana, Si la escena del derecho del trabajo es dominada por la disciplina

216 217
.. cole�tiva y por el derecho jurisprudencial, el ámbito de libertad que el te, también en este caso intervienen frecuentemente leyes especiales,
derecho concede resulta súbitamente claro, aparte de ciertas implica­ indemnizaciones, seguros, convenios colectivos, acuerdos interempre­
ciones político-sociales. Se habla, por consiguiente, de autonomía social sariales, esto es, mecanismos correctivos. De otra parte -y esta opinión
(de las asociaciones de empleadores y prestadores de trabajo), conside­ es de 1 923 aceptada por la jurisprudencia-, no se aplica directamente
rándola, por lo demás, como una especie de continuación de la auto­ la disciplina del BGB, sino «los principios desarrollados en la jurispru·
nomía individual (privada) en el plano de las asociaciones, casi como dencia y en la doctrina. Estos últimos se basan en los conGeptos genera­
una garantía de las relaciones entre dos contratantes igualmente fuer­ les del derecho del trabajo y en los principios de nuestra constitución
tes a nivel de grupos, dado que la autonomía privada no garantiza la económica, que dominan a su vez el derecho del trabajo vigente. En
igualdad en el plano individual. Esta concepción del countervailing po· primera línea rige el principio según el cual es el empleador el que se
wers (J. K. Galbraith), muy difundida en el derecho del trabajo y de la acoge al riesgo de empresa (así, el Tribunal Federal del Trabajo en una
economía, no es del todo errada, pero desde el punto de vista político Y decisión de principios de 1 957). De tal principio nos interesan particu­
jurídico es extremadamente peligrosa. Pero sobre esto volveremos a larmente la motivación y las excepciones. La motivación se funda sobre
continuación. todo en el llamado concepto de tutela: el prestador debe estar en linea
con el principio tutelado, ya que la satisfacción de sus necesidades exis­
Para citar un ejemplo aparentemente inocuo, en cuanto aparente· tenciales dependerán de su posibilidad de trabajar para otros. Las ex­
mente apolítico, desde este ámbito de libertad que viene concedido a la cepciones a tal principio vienen formuladas en estos términos: ningún
organización de las relaciones de trabajo, me referiré brevemente a la riesgo puede ser puesto a cargo del empleador si la imposibilidad es
teoría del llamado riesgo de empresa que forma parte del complejo de imputable al trabajador (por ejemplo, huelga), o si la so,breveniencia de
normas que regula el contrato de trabajo. Según el derecho general de la empresa viene puesta en peligro por el pago de los salarios (por
las obligaciones que regula los contratos de prestaciones (§§ 275, 323 ejemplo, riesgo de quiebra). Ambas excepciones vienen a su vez jurídi­
BGB), «el deudor es liberado de la obligación de efectuar la prestación, camente deducidas por conceptos recabados por cláusulas generales: la
si ésta se ha convertido en imposible por causas sobrevenidas y no im­ primera, por el concepto de ámbito del riesgo (del empleador o presta­
putables a él»; si también el acreedor no es responsable de la ocurren­ dor del trabajo); la segunda, por el concepto de comunidad (cuando
cia de tal circunstancia, el deudor pierde el «derecho a exigir la contra· está en peligro la existencia misma de la empresa, los empleadores y los
prestación». A pesar de la pretensión de regular todos las relaciones prestadores de trabajo se encuentran prácticamente en la misma bar­
obligatorias que derivan del contrato, esta disciplina está dictada exclu­ ca). Naturalmente también aquí el diablo ha puesto el pie. Pero interesa
sivamente a medida de la venta de mercancías, del contrato de com­ individuar los fundamentos y las consecuencias del llamado principio y
praventa. En la hipótesis en que es vendida por 5.000 marcos una má­ las excepciones. La «desindividualización» del contrato de trabajo (su
quina usada; y ésta es a continuación destruida por un rayo, de� pués �e reglamentación fuera del derecho civil), la única que, por lo que parece,
_
. la conclusión del contrato de compraventa y antes de la cons1gnac1on está en situación de tutelar eficazmente al trabajador, es en realidad
(así que ninguna parte debe responder de la imposibilidad de la presta­ una «colectivizacióm>, no ya sobre el presupuesto de una contraposición
ción), el vendedor no resarce al comprador y, por otro lado, no recibe ni de los intereses de los trabajadores a los de los· empleadores, sino en el
siquiera el precio. Esta regla que aparece en vía de principio obvia, liga sentido de la compenetración de los intereses de ambos, empleadores y
los riesgos de las partes: ninguna contraprestación sin prestación. En la prestadores, en el ámbito de un complejo social de rango superior, el
disciplina de la relación contractual de trabajo no se encuentra una organismo productivo de la empresa. En los años veinte la ciencia del
específica reglamentación legislativa del riesgo por la imposibilidad de derecho del trabajo ha puesto claramente de relieve el significado polí­
las prestaciones o de las contraprestaciones. Vale la regla general con­ tico de tal orientación jurídica, pero lo hace raramente. Aparte del he­
tenida en los §§ 275 y 323; por consiguiente, el obrero que no puede cho de que la jurisprudencia actúa políticamente cuando decide sobre
efectuar la prestación, por ejemplo, porque un incendio, un corte gene­ cuestiones que no están reguladas en las leyes, desarrollando y aplican•
ral de energía eléctrica, una decisión del Estado, la falta de materias do en la práctica una teoría política sin después deber responder en el
primas, etc., paraliza el trabajo, pierde el derecho al salario. Obviamen- plano político, ésta cristaliza jurídicamente una concepción de las rela-

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ciones entre prestador y empleador que no puede solamente ser rígida, para la doctrina del derecho del trabajo. Uno de los críticos más agu­
ya que estas relaciones no vienen planteadas y resueltas una vez por dos, más lúcidos y más coherentes de la jurisprudencia del Tribunal
todas en el plano político (y por consiguiente ni siquiera en el jurídico), Federal del Trabajo es el profesor Thilo Ramm de Giessen. Es uno de
sino están perennemente en discusión. En esta discusión participan di­ los pocos que continúan aquella tradición del análisis verdaderamente
recta (por ejemplo, mediante convenios colectivos) e indirectamente crítico del derecho del trabajo iniciada en los años veinte y que fue
(por ejemplo, ejerciendo una cierta influencia en la organización social después literalmente destruida por los nazis. Siendo más liberal que
de las empresas y en el ordenamiento de la empresa), sobre todo los socialista, Thilo Ramm ha criticado al Tribunal Federal en numerosas
partnerts sociales, término tan vacío como inadecuado. cuestiones:
1 ) por situarse, en las decisiones relativas a los conv�nios colec­
Por fin un problema particular y oportunamente neutro, como pue­
tivos, más aUá de las partes contrata�tes, sustituyendo la autonomía
de parecer el del riesgo, revela el carácter de compromiso político de
social con principios de orden público, que no estarían del todo legiti­
un derecho del trabajo, que no es concebido por los empleadores y
mados por el derecho vigente;
prestadores de trabajo de la República Federal de Alemania, como ins­
trumento de la lucha de clases, pero -independientemente de la huel­ 2) por interpretar el derecho de cogestión empresarial de los traba­
ga- como derecho a la lucha, o mejor: como producto de la libertad de jadores, y de sus representantes en sentido estricto, siguiendo todavía
lucha. Es sólo en estos términos, histórica y socialmente condicionados, una vez más criterios de orden público;
cómo el derecho del trabajo puede ser comprendido y aplicado con 3) por no haberse atenido, en materia de asunciones obligatorias, a
criterios suficientemente modernos. También, aunque aquí no se con­
la Constitución y a la ley, sino a la instancia política;
cibe el derecho del trabajo exclusivamente como producto transitorio
de una fase determinada de la conquista revolucionaria socialista de la 4) por haber, todo sumado, puesto «el orden (público) más allá de la
sociedad por parte del Cuarto Estado, se opondrá doblemente a las libertad».
tendencias rnixtificadoras que transforman el derecho del trabajo en
Thilo Ramm ha sido violentamente atacado, no tanto por el conte­
derecho de la conservación de las estructuras de clase y confunden el
nido de su crítica -que no ha sido hasta ahora confutado-, cuanto
derecho del trabajo con la tutela del trabajo, destruyendo toda posibili­
por la dureza de su tono. Si una crítica dura, objetivamente necesaria,
dad de que el prestador del trabajo asuma una posición de sujeto
n_o es la virtud principal de nuestra sociedad, que -más que pensar­
-mientras es a esta posibilidad a la que se refiere todo el derecho del
s:ente dema�iado en términos de libertad, armonía de intereses y misti­
trabajo- y perpetuando así la posición del trabajador subordinado
cismo del bien común, es cierto que la jurisprudencia ha renunciado
como objeto.
del todo a toda verdadera discusión. A falta de una teoría y de una
Una vez disipada la niebla, sobre el contenido y función de las varias metodología, la jurisprudencia es una de nuestras ciencias más acríti­
decisiones en materia de derecho del trabajo, se puede desarrollar gran cas. Personalmente considero que el análisis y la crítica de Thilo Ramm
parte de los problemas políticos y sociales más generales de nuestra son exactas. Analizando un sector, él ha lanzado luz sobre la «estructu­
sociedad, que debe encontrar aún la vía hacia una democracia social si ra» _ de la _conciencia del derecho y de aquellos que lo administran y lo
quiere seriamente realizar la libertad, la igualdad y la fraternidad. Si aplican sm haber desenmascarado las teorías políticas y sociales que
nuestra sociedad, que hasta ahora no ha realizado jamás una revolu­ están en la base. Este objetivo debe ser aún afrontado.
ción, tiene todavía hoy esta situación abierta, pero no está presente en
Entretanto hay que tener firme que la jurisprudencia toma decisio­
la conciencia de todos. Obviamente hay que analizar a fondo toda la
nes_ políticas, sobre todo en mate�ia de derecho del trabajo, porque no
jurisprudencia, sobre todo del Tribunal Federal de Trabajo, antes de
aplic � la ley y el derecho, sino que realiza actos políticos bajo la apa­
arriesgar un juicio sobre las teorías políticas y sociales, por las que se
nenc1a de afirmaciones jurídicas; esto no sucede conscientemente (sino
deja guiar el tercer poder, que, sólo aparentemente, usa argumentacio­
en virtud de una mentalidad jurídica que produce determinados efec­
nes exclusivamente jurídicas en materia de trabajo. Lo mismo vale
tos políticos), no se puede decir que tales decisiones políticas han sido
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hasta ahora puestas en discusión o hayan tenido consecuencias concre­ ha cambiado la posición del «Estado» respecto a los partnerts sociales.
tas. En todo caso, el efecto típico del derecho -esto es, de aprestar las Nuestro Estado no es aquel de 1 87 1 , 1919, 1933, ni siquiera el de 1949,
formas para las relaciones patrimoniales y establecer sanciones por la sino una sociedad política tan democrática como social (obviamente no
falta de cumplimiento de las obligaciones asumidas o impuestas- no entiendo estos términos en el sentido técnico del partido socialdemó­
ha sido jamás planteado como en el derecho del trabajo y de la econo­ crata alemán). Este «Estado» que no «quiere» ser radicalmente capitalis­
mía. El derecho del trabajo ha nacido de la lucha de clases. Esto indica ta, ni radicalmente socialista, puede quizá ser «neutral» frente a la
la posición y el grado de emancipación logrado por el Cuarto Estad�, Y autonomía social de los empleadores y prestadores de trabajo, puede
revela sólo las etapas de la liberación del proletariado con los prop10s dejar que su sistema jurídico venga destruido por las luchas emancipa­
medios y con la propia fuerza. Sobre el eje de estos desarrollos, la opor­ torias o puede jurídicamente reprimir la tendencia emancipadora de
tunidad de hacer valer los derechos de los trabajadores están no tanto los trabajadores hacia la autodeterminación. No tiene sentido respon­
en el derecho cuanto en la ejecución social (H. Sinheimer), en la organi­ der a tales interrogantes, porque no tiene sentido proponerlos en estos
zación y en la lucha del proletariado. La aproximación al derecho del términos (aunque frecuentemente se pretenda que lo tenga). El único
trabajo no llegará si se asume una perspectiva diversa de la histórica. problema central que es razonable plantear es la cuestión de si -tam­
De otra forma el derecho del trabajo quedará siempre lo que uno quie­ bién con la ayuda del derecho del trabajo y del derecho de la econo­
ra que sea: una mezcla de derecho contractual de tipo liberal-individua­ mía- puede realizarse una evolución social pluralista en sentido políti­
lista y con formas de asistencia y organización social de carácter con­ co, es una reforma de la sociedad que nos ahorra un desarrollo
servador. totalitario, sea como producto de su quiebra, sea como consecuencia
de una llamada revolución. También los sindicatos se orientan hoy ha­
No es posible ilustrar en este lugar las etapas del proceso y el alter­
cia una reforma social, y no ya hacia una revolución socialista. Por
narse de las orientaciones políticas con aquellas exclusivamente socia­
les y económicas, la relación entre el movimiento sindical y los partidos consiguiente, hoy depende nuestra sociedad de que se aferre a la única
oportunidad político-pluralista.
políticos (sobre todo socialistas) y, finalmente, la destrucción del mo­
vimiento obrero después de 1933 (después de una primera fase de Es en este contexto en el qué se debe encuadrar el derecho del tra­
despolitización causada por el cambio de las relaciones sociales y del bajo, la función de la jurisprudencia en materia de derecho del trabajo
imprevisto aumento de empleados queraramente eran socialistas). La que opera esencialmente sin leyes (aparte de la Constitución), la liber­
dirección económica de los intereses sindicales comienza sólo ahora a tad y la responsabilidad de los partnerts sociales y del Estado, en su
reconquistar una perspectiva política, bajo el empuje de la creciente función de gobierno. Aquellos jueces que no dependen de la ley y se
politización de la economía y de la sociedad. Esto obliga a los sindica­ sustraen conscientemente o no a este vínculo no aplican el derecho,
tos, actualmente privados de una verdadera y propia teoría sindical, sino lo ponen, actuando políticamente, no jurídicamente. Este modo de
afrontar el problema central de los últimos cien años: el de la posibili­ actuar se convierte en tanto más evidente cuanto que el legislador
dad de «realizar el socialismo mientras el capitalismo esté todavía vivo» moderno recurre, por necesidad o por razones de compromiso, a las
(W. Sombart). Es en virtud de la dimensión colectiva del derecho del cláusulas generales. Entonces se produce, en la mentalidad y en las de­
trabajo -que históricamente equivale para los trabajadores a una fase cisiones, una· jurisprudencia que no tiene más fundamento teórico ni
de transición hacia el socialismo y para los empleadores a un regreso, a metodológico. Correspondería a la doctrina analizarla, pero ésta no está
un abandono del constitucionalismo liberal social- que surge el pro­ ni siquiera en situación de crear los presupuestos para tales análisis. Se
blema político de la organización jurídica del proceso de emancipación cierra así el círculo vicioso, porque de esto se trata. Este tipo del «dere­
política. cho del juez» puede funcionar sólo en el ámbito de la justicia de clase,
La lucha para una «constitución>> de la economía, para un nuevo que es consciente o no. En una justicia de clase consciente el juez debe
estatuto de la empresa, también el debate sobre el estado de necesidad, seguir, en sus decisiones, las órdenes de la clase dominante; en una
revelan los límites que tiene hoy y el jurista y el derecho en general. justicia de clase inconsciente las clases dominan la mentalidad del juez.
Y es precisamente en nuestros días cuando se entiende hasta qué punto Salta doblemente a la vista cuál puede ser el efecto político de una

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mentalidad social conservadora de los jueces en una sociedad demo­ tas» leyes, se comenta por sí solo. En este contexto no se ha hablado
crática-parlamentaria empeñada (también en el derecho) en reformas casi de la garantía de la independencia del juez. Esta garantía no ha
sociales: de un lado, a través de la «aplicación del derecho», dominan sido creada a favor del juez, sino a favor de la sociedad y del pueblo,
aquellos «ambientes» conservadores que no logran ya hacerse valer en que debían de ser protegidos de tal modo contra la justicia arbitraria de
el plano político (democrático-parlamentario); del otro, este dominio se los soberanos absolutos. Dada su función, en una sociedad democráti­
sustrae a todo control político. Es evidente que de tal modo los proce­ co-pluralista, ésta es legítima sólo si el juez permanece vinculado a la
sos de formación y de clarificación de las premisas asumen para los ley que hace de un proceso político. Para nosotros esta ley es sobre
juristas una función inmediatamente política. Para un estrato de fun­ todo la ley fundamental de Bonn. También a propósito de esta proble­
cionarios (y tales son los juristas) que por tradición tienen una mentali­ mática de la independencia, falta una verdadera y propia teoría jurídica
dad social conservadora, las exigencias de cogestión (que en efecto es y, por cuanto se refiere a la doctrina de la separación de poderes que
una sustitución de los sistemas de los consejos, que han quebrado tanto está en la base, falta una teoría política.
desde el punto de vista político como del político-económico y a conti­
nuación se han afirmado sólo en un plano político-social -véase los Es en este contexto que querría afrontar algunos aspectos estricta­
co�ités de empresa- y tienen una orientación cada vez más conser­ mente actuales del problema central del derecho, que regula el moder­
vadora) y las luchas sindicales significan sólo agitación, desorden, revo­ no contrato de trabajo, esto es, la llamada autonomía colectiva de los
lución, un peligro para el bien común; mientras para otro tipo de fun­ partnerts sociales. El «significadm> y los límites de la facultad de acuerdo
cionarios bien dispuestos en relación con las reformas sociales, éstas de las partes de un contrato colectivo tueron planteadas en la sección
significarían progreso, emancipación hacia la autodeterminación, un de derecho del trabajo del Deutsche Juristentag tenido en Essen en
nuevo tipo de organización social y ordenamiento jurídico. Obviamente 1966. Pero sea el significado que los límites han qúedado oscuros.
tanto el uno como el otro deben tenerse en cuenta la constitución, las También aquí el legislador calla. La ley relativa de 1 949, la Tarifver­
leyes, los ámbitos de autonomía. Todavía sin una teoría social y sin un tragsgesetz (TVG), contiene once parágrafos.
método interpretativo, andará adelante a ciegas haciéndose guiar por Nuestra Constitución sanciona (en el ámbito de los derechos fun­
prejuicios e ilusiones, también por los procesos reales y luchas siempre damentales) en el artículo 9, párrafo tercero: «El derecho de constituir
inmanentes a nuestro ordenamiento político y constitucional, en suma, asociaciones para la conservación y el mejoramiento de las condiciones
la mera voluntas también por una ratio critica. de trabajo y económicas está garantizado para cada individuo y para
Describiré brevemente también estas conexiones para demostrar todas las actividades. Los convenios que busquen limitar ·o impedir este
con qué facilidad, bajo la cobertura de un slogan como comunidad derecho son nulos e ilegítimos como todos los procedimientos dirigidos
empresarial, paz económica, bien común, se puede afirmar tanto el in­ a tal fin.» Así se tutela -y a este propósito están todos de acuerdo­
terés capitalista del beneficio y del dominio, cuanto el socialista de la sólo la libertad de coalición como derecho fundamental inviolable.
liberación del hombre. Quien habla de comunidad empresarial puede Todo lo demás es puesto a discusión, sobre todo en los siguientes as­
referirse tanto a la disciplina de los trabajadores como a la distribución pectos:
de la plusvalía entre los obreros. La paz económica se convierte en 1 ) por lo que se refiere a la relación entre posibilidad de interven­
tranquilidad y orden, libertad y ·seguridad del capital para los unos, del ción en la autonomía colectiva del legislador ordinario y las del legisla­
trabajo para los otros. La ideología comunitaria nazi poseía una totali­ dor constituyente. En este punto entran en conflicto la concepción mo­
dad superior (esto es, el mismo fascismo): asistencia sólo para quien nística del Estado y la de la sociedad pluralista. El significado de este
obedece. conflicto para el fundamento y los límites (de la constitución) del esta­
El reverso de la medalla de la actividad política de la jurisprudencia, do de necesidad es evidente;
que es el de la politización de la justicia, no puede ser profundizado en 2) por cuanto se refiere a la relación entre autonomía colectiva y
este lugar. La concepción de ciertos hombres políticos que no aprueban ordenamiento de la empresa. Aquí entran en conflicto la concepción de
ciertas decisiones, según la cual al juez no se le habrían dado las «jus- los partnerts sociales «militantes» y la de la organización pacífica de la

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empresa; se reflejan también las concepciones favorables o desfavora­ fundamento jurídico y al encuadramiento sistemático. Alguno la hace
bles de los sindicatos, también las diferencias entre los sindicatos de la derivar de la «realidad constitucional» (H. Kruger), otros del «contexto
industria y el DGB; general de nuestra constitución económica» (K. H. Biedenkopf). Si se
quiere dar un fundamento <degislativo», considero que el artículo 9, pá­
3) por cuanto se refiere a la interpretación de la fórmula «condi­ rrafo tercero GG (no el art. 2 GG, como muchos sostienen), abraza,
ciones de trabajo y económicas». Las condiciones políticas quedarian además de la libertad de coalición, la misma autonomía colectiva, por­
siempre excluidas. ¿Pero es posible hacer tal distinción? ¿Quién decide? que sólo puestas juntas estas dos libertades determinan la posición
«El convenio para la tutela de la racionalización», por ejemplo, que es conquistada históricamente por el movimiento obrero. En todo caso la
actualmente promovido por la IG Metall, es un nuevo tipo de cogestión autonomía tarifaria es sólidamente -aunque implícitamente- anclada
político-económica y político-empresarial que supera hasta ahora los en la ley fundamental.
límites impuestos a la cogestión. Los sindicatos pueden realizar -va­
liéndose del derecho a contraer convenios colectivos económicos­ Todavía más controvertida es la construcción jurídica de tal auto­
programas políticos para la formación y redistribución de la renta. Es nomía. Mediante el contrato económico colectivo, las partes contratan­
fácil entender que estos problemas no pueden ser resueltos en términos tes plantean las normas jurídicas, como resulta claro por el TGV. Lo
jurídicos. La solución depende en última instancia de la fuerza política que ellas establecen entre sí vale para cada contrato de trabajo entre el
de quien busca realizar tales programas. empleador y el prestador de trabajo cuando pertenezcan a las asocia­
ciones contratantes del contrato colectivo. Se habla y se discute duran­
Recientemente el Tribunal Constitucional alemán ha tomado posi­ te mucho tiempo sobre esta normativa (legislación), obra de los part­
ción en dos ocasiones, sobre el concepto de coalición y sobre la capaci­ nerts sociales («sin legislador»). Considero que tal polémica es inútil,
dad de presentarse como parte contratante de un convenio colectivo porque el problema viene planteado a partir de un punto de vista erró­
económico. En la primera decisión la disposición al conflicto de trabajo neo. El contrato económico no puede ser comprendido ni recurriendo a
no ha sido considerada -al menos para el caso de una asociación de los medios clásicos del derecho civil (la llamada teoría de la representa­
sirvientes católicas- un presupuesto de la capacidad de constituirse ción o del mandato), ni con los clásicos del derecho público (la llamada
parte contratante de un convenio colectivo económico, como sindicato delegación legislativa a las partes contratantes de un convenio econó­
en el sentido del artículo 2, párrafo primero del TVG; la segunda deci­ mico colectivo). A la concepción privatista se opone la «legislación» de
sión ha considerado la capacidad de presentarse como parte contratan­ los partnerts sociales, la representación -confiada sobre todo a los sin­
te en un convenio colectivo económico. Estas decisiones plantean un dicatos- de todos los miembros que en virtud de la coalición determi­
gran número de problemas que no pueden tratarse en este lugar. Lo nan el contrato autónomamente, mientras no lo podría hacer como in­
que nos interesa es sobre todo el modo en el que el tribunal concibe la dividuo. A la construcción publicista se opone el hecho de que los
función de la coalición y de la autonomía colectiva, esto es, como obje­ prestadores de trabajo coaligados en sindicatos no han recibido como
tivo para organizar y pacificar la vida laboral en el interés general, con concesión sus derechos (legislativos), sino que se han conquistado lu­
el «fin de regular en interés público mediante convenios colectivos eco­ chando duramente contra la sociedad constituida y contra el poder so­
nómicos ... y, en definitiva, de garantizar así la paz social de la comuni­ cial. Por lo demás, ¿cómo se podría concebir la delegación de un dere­
dad», las cuestiones de aquel sector de trabajo que no ha sido regulado cho (más correctamente: de una libertad) reconocido y garantizado por
en las leyes del Estado; por consiguiente, una coalición debería ser for­ la Constitución? ¿Quién está por encima del constituyente? Al contem­
mada libremente, no debería tener adversarios y debería estar organi­ plar mejor, detrás de las formulaciones de los problemas, se esconde
zada en un plano supraempresarial; ésta debe reconocer, finalmente, su una concepción anticuada de los contratos, de las normas y sobre todo
encuadramiento en el vigente derecho. Con todo el respeto es permitido de las leyes, una concepción que puede ser erradicada sólo si se consi­
preguntarse si nuestro Tribunal Supremo no ha planteado el problema dera la historia del concepto de ley desde Rousseau hasta hoy y se
de forma demasiado ahistótica, apolítica. encuadra en el contexto más amplio de una teoría de las fuentes de los
derechos democráticos. Estos problemas contemplan la teoría de la
La llamada autonomía colectiva es oscura, por cuanto se refiere al
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constitución y de la legislación en una sociedad pluralista para la cual Por consiguiente, después de haber visto rechazar la contribución de
una reglamentación obra de los partnerts sociales no representa nada solidaridad por parte de los trabajadores no organizados, los sindicatos
anómalo. La autonomía de las partes contratantes en la determinación buscan estimular el interés en la organización privilegiando a los traba­
de las condiciones económicas de un convenio económico colectivo no jadores organizados (hoy sólo el 30 por 100 de los trabajadores está
es ni un convenio privado, ni legislaciones entre los trabajadores orga­ inscrito en los sindicatos, mientras en 1950 era el 40 por 1 00). Las fluc­
nizados en los sindicatos contratantes y los que toman partes política­ tuaciones perjudican no sólo el estado patrimonial (los sindicatos son
mente en la formación del derecho y de nuestra sociedad. hoy «grandes empresarios» en varios sectores, no viven ya sólo de las
contribuciones de sus miembros), sino el grado de legitimación y de
Entre los problemas prácticos, que a causa de los fundamentos con­
representatividad de . su actividad.
trovertidos son con mayor razón extremadamente discutidos, nos inte­
resa sobre todo la cuestión actual de las llamadas cláusulas diferencia­ La cláusula diferencial, por consiguiente, no es tanto un problema
les de los convenios colectivos económicos. En pocas palabras, los técnico inherente al derecho del trabajo (es sobre este falso problema
sindicatos establecen con los empleadores, mediante un convenio co­ sobre el que las discusiones se han concentrado demasiado), sino un
lectivo, que sus inscritos sean tratados con ventaja con respecto a los problema político. Esto ha sido justamente puesto de relieve sobre todo
no inscritos. El Gran Senado del Tribunal Federal del Trabajo ha deci­ por F. Gamillscheg (favorable a las cláusulas diferenciales) y W. Zolner
dido, en la sentencia de 28/29 de febrero de 1967, que ha sido precedi­ (contrario a ellas). Gamillschef afirma la licitud de tales cláusulas des­
da de una amplia discusión doctrinal, que en los convenios colectivos tacando el partnertship de las partes contratantes y la función repre­
no se puede hacer distinción delegada, ni autonomía originaria, sino sentativa de los sindicatos que impediría a los empleadores tratar a los
que es un medio para los pertenecientes a los otros sindicatos o no trabajadores organizados del mismo modo que a los no organizados,
inscritos en sindicatos. La motivación de tal decisión no ha sido aún porque de otra forma los sindicatos perderían la capacidad de desarro­
publicada. llar una función determinada. Zollner motiva la ilicitud de tales cláusu­
El 14 de febrero de 1968 el Tribunal Federal ha decidido -en con­ las con la relación entre legitimación y representación de los sindicatos,
traste con la jurisprudencia tradicional- que las llamadas cláusulas que «impondría a los sindicatos crear un derecho que vaya aplicado a
efectivas son inadmisibles en los convenios económicos (según estas todos los trabajadores, sin la mediación de las asociaciones».
cláusulas el aumento del salario concordado es añadido por entero a la Considero que toda argumentación diversa de estas últimas es irre­
indemnización hipertarifaria efectiva). También esta decisión es signifi­ levante. Esto vale sobre todo para las argumentaciones contra las cláu­
cativa. Ambas afectan duramente a la posición sindical en la política sulas diferenciales que se refieren a la llamada libertad negativa de coa­
salarial. A este propósito no se trata sólo del hecho de que -y hasta qué lición, la cual, según la opinión dominante, estaría tutelada también
punto- los trabajadores no organizados (parásitos, oportunistas) se por el artículo 9, párrafo tercero GG (= libertad de no adherirse a una
puedan valer de hecho de las conquistas sindicales. Por norma y no coalición). Se sostiene a propósito que quien no pudiese lograr determi­
sólo en los períodos en que se han pagado salarios hipertarifarios, los nados privilegios sin adherirse a una organización se vería constreñido
trabajadores no organizados reciben los mismos salarios que los traba­ a adherirse a ella para gozar de los privilegios; esto estaría en contraste
jadores organizados sindicalmente; y esto sucede por razones inheren­ con la libertad de asociación. En esta argumentación -que ocupa hoy
tes a la situación del mercado de trabajo, de psicología empresarial, un puesto central- se manifiesta no sólo una curiosa concepción anti­
pero también en consideración a la situación concurrencial y, no por liberal y autoritaria, sino además una concepción de los derechos fun­
último, a la técnica de contabilidad de la oficina pagadora. Pero el pro­ damentales que es absolutamente errónea. La libertad negativa de
blema tiene raíces bien profundas. Se trata de la posición de la organi­ asociación no es la otra cara de la libertad positiva de asociación, como
zación de los prestadores de trabajo, porque cuanto más se logre la muchos sostienen, sino el sector parcial de un determinado ámbito de
plena ocupación, la participación en el producto social (simetría social, libertad que queda, una vez que se ha definido la libertad positiva de
directrices salariales) y los otros objetivos de la lucha organizada, dis­ asociación. En el derecho del trabajo las asociaciones son la base ele­
minuye el interés de los organizados en la organización y en la lucha. mental de la libertad de cada prestador de trabajo; en ellas los trabaja-
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dores determinan sus relaciones de trabajo; esta libertad viene garanti­ También aquí vale todo cuanto hemos ya constatado en otras oca­
zada por el hecho de que sin la organización los trabajadores estarían siones: la politización de los sindicatos es necesaria_ y esto requiere
en desventaja. No se trata de obligaciones y de presiones, sino natural­ esencialmente procesos de enseñanza y de aprendizaje para la forma­
mente de un apoyo. ¿O quizá los despojos del movimiento obrero debe­ ción de una conciencia política de los trabajadores. Entre los problemas
rían morir por haber aportado demasiado victorias (a causa de la indo­ irresueltos de nuestra sociedad se deben contar, además de las relacio­
lencia y del desinterés de los trabajadores, debidos a los frutos de las nes Estado-sociedad, Estado-economía (también Estado-Iglesia), tam­
luchas sindicales que han sido ampliados a todos)? Aquí se manifiesta bién el de Estado-partner.ts._$ociales. Esto va encuadrado en el problema
en realidad sólo el interés elemental de los sindicatos a sobrevivir. más amplio de las relaciones entre Estado y asociaciones (los sindicatos
La argumentación de Zollner es en el fondo fruto de una concep­ no tanto como los partidos políticos, pero más que los otros «grupos de
ción según la cual la función de los sindicatos (como partnerts sociales) interés») y, por tanto, en la problemática -que debería ser ulteriormen­
es parangonable a la de una organización legislativa del Estado (casi te profundizada- si, y de qué modo es posible realizar y conservar
bajo forma de un segundo «sistema de seguridad social» que se refiere funcionando un pluralismo político que no es solo, como pluralismo del
a los salarios y las condiciones de trabajo); el efecto despolitizador es laissez faire, una continuación del liberalismo en el plano sindical, y
evidente. Pero también la tesis de Gamillscheg acaba por despolitizar asegurarlo, dado su innegable fragilidad, como toda esclerotización y
los sindicatos desde el momento en que, en su opinión, su existencia y totalitarización autoritaria. Es aún más evidente que este objetivo polí­
su función representativa vienen en definitiva garantizadas por los em­ tico no puede ser asumido sobre la base de un modelo unitario. Quien
pleadores de trabajo y sus asociaciones: establece, en consideración de las contradicciones de fondo, que esto
es a priori insoluble, deja una puerta abierta. No hay t,ema de dominio
Personalmente considero que la cláusula diferencial es jurídicamen­ en el cual se puedan reconducir tan fácilmente y con tan buen merca­
te admisible, pero políticamente un error que se basa en un punto do las contradicciones propias como el de una sociedad descentraliza­
erróneo. Los sindicatos que actúan exclusivamente para los propios da, pluralista en los intereses, que hace igual confianza a la coopera­
inscritos pierden la legitimación de su mandato político; si quieren con­ ción, las cooperativas y la democratización social, que no está libre del
servar tal legitimación deben actuar por todos. Este dilema puede de­ dominio, ni de las luchas y para la cual la orientación hacia el bien
terminar una situación en que los sindicatos se encuentran en el deber común puede significar, si se quiere evitar los mitos y los alibís políti­
de representar, con un porcentaje de miembros organizados, todos los cos, sólo una orientación hacia los sistemas mágicos (como el de la ple­
trabajadores, pero no pueden hacerlo por falta de fuerza organizativa y na ocupación, estabilidad monetaria, balanza de pagos con el exterior,
de militancia. En este punto interviene entonces el legislador, que no crecimiento económico). La esperanza de que se logre realizar esta ma­
está sin embargo en situación de asumir su objetivo, a menos que no gia es sola capaz -y lo debe ser- de guiar nuestra acción, quizá más
quiere convertirse en esclavo de los empleadores; debería crear ex novo por convicción humana que por convicción científica.
un sindicato fuerte. La solución sería un sindicato subvencionado por
el Estado, como institución democrática análoga a la de los partidos, los
diputados, las iglesias (y en el futuro quizá la prensa), también subven­
cionados por el Estado. La cláusula de diferenciación se revela, sin
embargo, un nuevo instrumento de lucha (importantísimo también en
vista de los nuevos objetivos organizativos que surgirían para los sindi­
catos en el ámbito de la cogestión ampliada), si bien, si se considera la
decadencia del movimiento obrero y la despolitización de los trabaja­
dores (también el total cambio estructural de los trabajadores sobre la
base de la revolución técnica y de la automación), ésta constituye para
el movimiento un intento de actuar sobre el objeto menos adecuado.

230
231
XII
Los conflictos de trabajo de institución
del mercado a instrumento
de participación política

Las acciones colectivas de los «obreros molestan a los ciudadanos pa­


cíficos, causando una seria pérdida de tiempo y de trabajo». Así decía
un prefecto francés en agosto de 1830. En la base de este juicio está la
mentalidad de una sociedad i<burguesa» para la cual el obrero, así como
el menor, tiene una necesidad de guía firme y de asistencia racional
para salvarse de los excesos v de la revuelta; pero está 'también el dere­
cho de una sociedad burguesa en la que el trabajo goza de la misma
libertad que la propiedad. Detrás de esta mentalidad y detrás de este
derecho se esconde a su vez el contraste entre clase dominante y clase
dominada. Todos están ahora de acuerdo en este punto.
Tal concordia formal no significa todavía comprensión de conteni­
dos. En nuestra sociedad la mentalidad descrita está todavía viva, como
está vivo el derecho que se corresponde con ella. Como entonces se
decía que el obrero «turbaba» la paz «burguesa» no trabajando, por
ejemplo, porque se dedicaba al alcohol (aunque no se dedicaba al alco­
hol porque las condiciones del trabajo le indujeran), así hoy se dice que
el «sindicato>) con sus iniciativas continúa turbando el orden público (no
es el desorden el que provoca las acciones sindicales). Tal psicología
social muestra la hostilidad de nuestra sociedad hacia las luchas del
trabajo. «Las luchas del trabajo (huelgas, etc.) son indeseables, porque
dañan la economía nacional y comprometen la paz social en la que la
generalidad de la gente está interesada.»
Así se expresa el Gran Senado del Tribunal Federal del Trabajo en
una conocida decisión de principio del 28 de enero de 1955 (BAGE I .
291-3 1 7 (300]). E l Tribunal del Trabajo no h a explicado hasta ahora, ni
en este lugar ni en otro, qué se debe entender por «daño para la eco­
nomía nacional» y, sobre todo, por «interés general» (¿qué es el interés y

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..

qué es la generalidad?), también qué es paz s�cial. La e�uiparación pueden ser comprendidos de modo objetivo. Pero es esto lo que no
formal entre huelga (arma principal del trabaJador) y cierre (arma sucede, al menos por lo que se refiere a nuestro derecho. El complejo
principal de los empleadores) nos hace olvidar casi que los términos de normas que regulan actualmente las luchas del trabajo es un pro­
«indeseable» y «conflicto de trabajo» se refieren exclusivamente a la ducto de la jurisprudencia y de la doctrina, no de leyes ordinarias y sólo
huelga; en la práctica no hay cierre (el llamado cierre ofensivo, ent�n­ en algún caso de normas constitucionales (del Bund y de los Liinder).
dido con el significado que le atribuyen la jurisprudencia y la doctnna Que nadie se deje influenciar, al formarse una opinión, por la esta­
dominante), que no es precedido por la huelga. Es fácil, con el reclamo dística de las huelgas. Esta es sin más significativa y denota una ten­
a la huelga como modelo típico del conflicto de trabajo, despertar en la dencia a la paz social. En 1965 se desarrollaron huelgas en veinte em­
conciencia general la idea de la agitación y de la destrucción, las ruinas presas, que han causado una pérdida de 48.500 jornadas laborales y
del mundo novelesco de Zola. El término conflicto de trabajo evoca han afectado a 6.250 trabajadores (de los que 4.500 habían tomado par­
entonces, en una conciencia adecuadamente manipulada, la idea de la te en huelgas conclusivas en una semana o menos). En 1966, sobre 205
ley del más fuerte, de la faida (no guerra de todos contra todos, sino empresas, 27.000 jornadas laborales perdidas, 196.000 trabajadores
guerra de una parte contra la generalidad), la idea de fenómenos socia­ afectados (pero en general -hecha excepción de 26- se ha tratado de
les históricamente superados (sobre todo a causa de los desarrollos que huelgas de pocas horas). Estas cifras nos engañan sobre el verdadero
han transformado los ordenamientos jurídicos en ordenamientos de significado de la lucha del trabajo y sobre la problemática política y
paz) y, por tanto, inútiles y ya por esto intolerables y consecuentemente, jurídica, y esto es tanto más peligroso y lleno de consecuencias cuanto
en definitiva, inadmisibles (o sea, en términos jurídicos, ilegales). Del más la «reglamentación» jurídica «creada» en los períodos de alta co­
connubio entre este modelo típico y tal terminología puede nacer (tam­ yuntura, queda petrificada y, por tanto, «vinculante». Si �sta «reglamen­
bién, ser desviada o destruida) una conciencia por la cual la lucha por tación>> es «liberal», ésta debe dar buena prueba de sí mismo en los
la democracia se convierte en un ataque contra la democracia y la con­ períodos de crisis, de recesión económica. Si es «iliberal», ésta agrava la
servación de la no democracia se convierte en defensa de la democra­ crisis: la huelga, que ya en los períodos de alta coyuntura es considera­
cia. da «agitación», «guerra», «revuelta» y es, por tanto, jurídicamente limi­
Conflicto de trabajo significa guerra, renuncia a la paz; de tal modo, tada, parece entonces por añadidura un estado de necesidad. Pero con
ilusiones y sueños son proyectados en la realidad, el derecho interna­ mayor razón, no hay que engañarse si los sindicatos son los «naturales»
cional sobre el derecho del trabajo, una conciencia tal, ofuscada por la enemigos de toda reglamentación fundada en el estado de necesidad y
ideología de la armonía y de la tranquilidad, es incapaz de comprender luchan por una justa concepción de la democracia. Ya esta perspectiva
el pasado, el presente y las futuras posibilidades del derecho del traba­ demuestra que en los conflictos importantes lucha política y lucha del
jo. Guerra y paz son conceptos falsos, no sólo desde el punto de vista trabajo son inseparables. Volveremos a hablar de la llamada huelga po­
psicosocial, sino del político y jurídico, y caracterizan el clima político y lítica.
jurídico del trabajo subordinado. Particularmente indicativo me parece Es cierto que se está polemizando desde hace tiempo en torno a la
-casi como reverso de la medalla- el hecho de que no se habla de un cuestión de si el complejo de normas que regula la lucha del trabajo
derecho de competencia (que a su vez es mixtificado o «embellecido» es representa o puede representar un derecho o más bien una libertad
la mejor de las hipótesis, considerándolo una competencia deportiva jurídicamente garantizadas (el consejo parlamentario del que emanó la
que obedece a particulares reglas preestablecidas) y de la libertad del Ley Fundamental de Bonn se decidió a propósito del derecho de huelga
empresario (libertad de iniciativa económica privada). Otro ejemplo y de la libertad de huelga, y acabó por renunciar a una reglamentación
muy indicativo: el derecho a la batalla de las ideas es un derecho a la explícita, si bien ésta estaba originariamente prevista); pero todo esto
libre manifestación del pensamiento, es libertad de imprenta. No hay no tiene sentido. Se trata de categorías conceptuales típicamente ale­
traza de la guerra mala y de la paz buena. Como vemos: sólo si se mira manas. La lucha del trabajo puede ser concebida como derecho sólo si
más allá de la fachada política y jurídica y si se lanza luz sobre sus se sustituye la concepción tradicional del derecho (especialmente la del
causas más recónditas, el derecho que regula los conflictos de trabajo derecho fundamental garantizado por la constitución), con una con-
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cepción moderna, integrando los derechos fundamentales liberales, in­ co- como «lucha en torno a los salarios» en el «mercado del trabajo».
dividualistas, con derechos fundamentales sociales, creando derechos Esta concepción está orientada unilateralmente hacia la lucha de los
fundamentales políticos. trabajadores, hacia la huelga, ya que éstos deben «pasar al ataque» si
quieren superar el status quo salarial; si la productividad aumenta, el
Personalmente considero que la cuéstión, que ha avanzado sobre crecimiento del producto social va en un primer momento exclusiva­
todo la doctrina, de si el derecho (y no la libertad) de huelga está garan­ mente a favor de los propietarios de los medios de producción. En tal
tizado por la constitución de Weimar, o sólo ha entrado en vigor gra­ concepción aparece evidente, al mismo tiempo, la superioridad psicoló­
cias a la Ley Fundamental de Bonn, es en el plano jurídico absoluta­ gica de los «empleadores» que por sí solos pueden influenciar la pro­
mente irrelevante. Y ésta queda tal cual también cuando se refiere a la ductividad, «manipular» y también esconder el crecimiento. Quien afir­
circunstancia de que la Carta Social europea ya de 1961 (ratificada por ma que la lucha del trabajo es verdaderamente paritaria, debe examinar
la República Federal Alemana en 1964) menciona ya el derecho de también todos los otros instrumentos de lucha que están· a disposición
huelga expresamente en el artículo 6, párrafo cuarto. Aparte de las limi­ del empleador y del cual la generalidad no tiene del todo conciencia.
taciones admitidas, la posición de la huelga (del conflicto de trabajo) es Cito, por ejemplo, las oportunidades psicológicas de influenciar la opi­
unívocamente determinable y limitable en base al derecho alemán (so­ nión pública, que -y sobre todo por esto se distinguen de las análogas
bre todo, el constitucional), y no importa si como «derecho fundamen­ oportunidades de los trabajadores- son tanto más eficaces cuanto más
tal» o «libertad fundamental». la generalidad de las personas está ya de por sí orientada en tal sentido
No por ello el conflicto de trabajo es una mera cuestión de poder o puede ser al menos fácilmente inducida. Así, la imagen del mundo
.que como tal prevalece sobre el derecho. Este, que es lucha por el po­ que se refleja, por ejemplo en el Bild y Die Welt, puede fácilmente com­
der, es un conflicto jurídicamente lícito y garantizado, pero no es analí­ pensar las huelgas de un año entero. Por lo demás, los anuncios publici­
ticamente regulado por normas. Desde el punto de vista, una huelga no tarios de los periódicos no son ciertamente financiados sólo por sus
es voluntad de poder, de un poder libre del derecho, sino el poder jurí­ trabajadores y sus representantes. Las estructuras mentales y las es­
dico de querer: que no actúa en contraste con la ley, los huelguistas tructuras de la voluntad juegan un papel importante también entre las
pueden (y esta es, en particular, sólo una formulación típica del Estado relaciones entre «Estado» y «economía», o mejor, dado el contexto en el
de derecho; la formulación típica de un Estado social sería, en ciertos que tratamos este problema, entre una burocracia autoritaria y la eco­
casos, «deben») luchar, ya que -según la concepción liberal-burgue­ nomía de los «empleadores», en la que el monopolio de los juristas cons­
sa- con los medios de lucha éstos compensan en el «mercado» de los tituye un factor no menos influyente de la misma conciencia jurídica.
salarios la efectiva falta de poder y su disparidad, o -según la concep­ El significado y la orientación política del derecho y de los juristas son
ción histórico-política, en mi opinión, correcta- han vencido tales lu­ así sacados una vez más a la luz.
chas, primero, en el plano político y, después, en el constitucional, que Quien se refiere al concepto de los «precios de mercado» para defi­
refleja a su vez una situación dada conflictiva histórica y social. nir la lucha del trabajo en el ámbito del derecho del trabajo no describe
Además, la estadística de las huelgas no está en situación de abrazar correctamente nuestra sociedad y sus ordenamientos, porque perma­
los varios tipos y las varias formas de lucha en el trabajo distintas a las nece en el ámbito del derecho patrimonial individualista-burgués y no
huelgas y al boicoteo, sino otras eficaces. Si ni puede recabar al máxi­ se da cuenta que el derecho del .trabajo determina la existencia misma
mo, en sentido negativo, una impresión general del obrero público de del hombre y es un derecho social colectivo que no tiene nada que ver
una sociedad dada a propósito de las luchas del trabajo. Bajo este as­ con el derecho civil burgués.
pecto una estadística aparentemente imponente y graduable puede es­ Aquí no se trata de datos de mercado «objetivos» (por ejemplo, las
conder una situación «dinámica», o «quietista» mucho menos agradeci­ reivindicaciones salariales), sino de la «integración» y de la «emancipa­
da y mucho menos controlable. ción» de los trabajadores subordinados (como «colectividad de intere­
No existe ninguna ley que defina los conflictos de trabajo. Por lo ses») que han sepultado, reprimido, temporalmente abandonado o «ven­
demás, ésta viene entendida -de un modo absolutamente no jurídi- dido» las esperanzas originarias en su sociedad socialista. Obviamente,

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como hemos ya señalado en el capítulo anterior, el intento de crear un
ordenamiento social sobre el que el Cuarto Estado sea casi integrado suele contraponer otra, más restringida, sostenida por el Tribunal de
en la constitución social del Tercer Estado, plantea una gran cantid8:d casación en materia civil (BGH 2, 14, 347, sobre una huelga de los tipó­
de contradicciones, cuya consideración permanece como un importante grafos en conexión con la emanación de la ley sobre la organización
objetivo político. La referencia al mercado según la concepción liberal, social de la empresa): «Sólo una medida que turba la paz entre emplea­
para definir el concepto de lucha del trabajo, no sólo es falso, sino polí­ dores y trabajadores al objeto de inducir a la contraparte social a acep­
ticamente peligroso. Lo que nos induce a considerar el derecho del tra­ tar determinadas exigencias referentes a las condiciones de trabajo»
bajo como parte del derecho de la economía, allí donde este derecho es podría ser definida conflicto de trabajo.
entendido, en la mejor de las hipótesis, en sentido neoliberal; todo esto La discusión sobre la definición (del conflicto de trabajo en sentido
en un período en que es indispensable superar -y se ha comenzado . amplio o en sentido estricto) no está privada de reflejos prácticos. Se
ya- esa concepción. La consecuencia de este planteamiento falso de trata ante todo de determinar las competencias jurisdiccionales. Se­
un derecho del trabajo ya de por sí falso es que éste es en la práctica gunda concepción más amplia, la competencia corresponde en última
doblemente despolitizado: de un lado, como relación individual entre instancia siempre al Tribunal Federal del Trabajo; en base a la concep­
empleador y trabajador; de otro, como parte integrante de la mediación ción restrictiva -dado que el concepto sea entendido en sentido estric­
entre producción y consumo sobre los llamados mercados libres. Por to-, sobre todo al Tribunal Federal del Trabajo, y para el resto al BGH
consiguiente, no es sólo un error, sino que es también peligroso intro­ (en materia civil). Esto es extremadamente importante, no sólo a causa
ducir en el derecho del trabajo apuntes y consideraciones que hagan de la presencia de profanos en el ambiente de las contrapartes sociales,
referencia específicamente al derecho de la economía y, sobre todo, a pero no basta para poner verdaderamente a juego el,problema.
la legislación antitrust. Siempre toca al derecho de la economía plegar­
se al derecho del trabajo, no viceversa. Pero ni siquiera con tal concep­ Los usos y costumbres terminológicos no son de gran ayuda. Es
ción jerarquista se lograría establecer un cuadro de referencia unitario cierto que, más específicamente, por lucha de trabajo se entiende la
para la politización del nuestro ordenamiento jurídico. Consideraré huelga (= abstención colectiva del trabajo proclamada al objeto de lo­
también en este problema a propósito de la relación entre el derecho grar un fin dado) y el cierre (exclusión colectiva de los trabajadores,
público de la empresa privada, orientado hacia el derecho de la econo­ promovida con el fin de lograr un fin dado), pero casi más el boicoteo
mía y el derecho de los conflictos de trabajo. (= puesta en el bando del adversario según un plan dado y para obte­
ner un fin dado); el boicoteo es prácticamente una excomunión profa­
Según la opinión general, desde el punto de vista jurídico, «toda tur­
na; esto, como concepto y medida, juega en el derecho de la economía
bación colectiva de la paz del trabajo con medios de lucha colectivos» un papel bien importante, pero no en el derecho del trabajo; el Tribunal
puede ser considerado conflicto de trabajo. Y a propósito, no nos afir­ Federal del Trabajo entiende por lucha del trabajo sólo la huelga y el
maremos más en la inadecuación de los términos «turbación» y <<paz». cierre. Pero también estos conceptos más específicos son imprecisos y
La mejor parte -que es también la parte mejor- de nuestro derecho jurídicamente no utilizables; por lo demás, no son definidos en la ley. Se
del trabajo ha nacido de esta turbación de la paz. Sin la guerra del habla, por ejemplo, de huelga de consumidores, de profesores, o de
trabajo, los trabajadores subordinados no serían quizá ya los esclavos huelga de hambre, sin referirse específicamente a la lucha del trabajo;
explotados de los comienzos de la industrialización, pero no serían más lo mismo vale para el término «cierre», que juega un papel importante,
que un objeto tutelado por un Estado caracterizado por la iniciativa sobre todo, en la legislación antitrust. El término técnico originario del
privada y por la «libertad del empresario». Sólo la huelga ha obligado a derecho del trabajo se ha «emancipado» hasta entrar en el lenguaje
las empresas a la racionalización, a adaptarse al mercado, a entrar en común. Las definiciones de las varias medidas de lucha recuerdan el
concurrencia entre sí. ¿Sería, entonces, oportuno unir la huelga a la ley vocabulario inglés: strike, lock out (cierre), boycott (nombre de un fac­
contra las limitaciones de la concurrencia y exaltarla en función anti­ tor irlandés que en 1 880 fue puesto fuera de la liga para que nadie
trust? trabajase y hablase más con él).
La definición de los conflictos de trabajo es muy amplia. A éste se le He aquí el problema que se esconde detrás de esta polémica sobre la
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1
definición: si en el centro del concepto de conflicto de trabajo se escon­ Esta discusión política sobre la concepción del derecho del trabajo
de el contrato económico colectivo como objetivo de la acción colectiva de los años veinte ha sido rápidamente superada por las discusiones
(también la modificación de la reglamentación c�:mtractual), todas las técnicas, apolíticas de los laboralistas sobre el problema de si las luchas
luchas que no están orientadas hacia tal contrato no son conflictos de que (y en cuanto) violan contratos laborales vigentes (y, en efecto, la
trabajo y -no siendo de por sí ilícitas- no están comprendidas en la situación jurídica de entonces era esta, porque la huelga y el cierre
«libertad de lucha del trabajo» prevista por la Constitución: por ejemplo, presuponían la disolución de los contratos de trabajo, que, sin embargo,
la huelga política (cuyo verdadero adversario no es, según la opinión no siempre sucedía, ni podía ser hecha correctamente) constituyen o no
general, el empleador, sino el mismo legislador), la huelga demostrativa, una «violación del derecho»; sobre la base de la concepción, que inter­
de advertencia (que no mire a una nueva reglamentación contractual), pretaba el derecho y los conflictos de trabajo en sentido individualista o
la huelga salvaje (que no es organizada por el Sindicato). Si, viceversa, colectivista, obviamente toda huelga y todo cierre (también la huelga
en el centro del concepto de lucha de trabajo no está el convenio eco­ política o la huelga salvaje) eran luchas del trabajo.
nómico colectivo, sino el ejercicio colectivo de cualquier influencia en La superposición de una tesis, que a su vez ha perdido todo funda­
la contraparte, entonces, por lo que parece, los tipos de huelga corres­ mento más tarde en la jurisprudencia moderna del Tribunal Federal
pondientes a tal objetivo son luchas de trabajo y como tales garantiza­ del Trabajo, que entiende el conflicto de trabajo en sentido colectivista,
das por la Constitución. La definición más amplia parecería, sin embar­ a una tesis caída hoy en el olvido, es hoy una tesis compartida por la
go, la más moderna, más liberal, más democrática. Pero contemplándola mayoría de los laboralistas. Pero como si no fuera bastante arrastrar
mejor no es del todo así, y es ciertamente, según la opinión dominante un peso muerto, el verdadero perjuicio es la función que tal concepción
en Alemania, casi incontestada (sobre todo, por la jurisprudencia), que superada ha asumido hoy: la definición amplia (todo es lucha del traba­
parte de la norma de la definición más amplia, sobre todo de las huel­ jo) está mezclada con la definición restringida (sólo la lucha salarial es
gas políticas y «salvajes», no serían legitimas, en el sentido del conflicto lucha del trabajo) de modo tal que, por efecto de un verdadero y propio
de trabajo (viceversa, éstos están legitimados en ciertos casos refirién­ sortilegio, hoy sólo lo que corresponde a la definición más restringida
dose al ((derecho de resistencia política>>). Por el contrario, muchos de­
es jurídicamente admisible (aunque desde un punto de vista meramen­
fensores de la definición más restringida consideran legitimo la huelga te conceptual, las posibilidades serían más amplias). Esto significa, en
política y salvaje (sobre todo, en los años veinte). términos políticos, que el conflicto de trabajo viene limitado sustrayén­
Originariamente la discusión en torno a la definición debe haber dole gran parte de sus elementos (huelgas salvajes, demostrativas y de
sido una discusión terminológica: asumiendo el concepto en el sentido advertencia, políticas) y __de sus actores (trabajadores no organizados
más amplio no todo aquello que, desde el punto de vista terminológico, sindicalmente, o trabajadores organizados en sindicatos sin placet sin­
corresponde al concepto de conflicto de trabajo es jurídicamente admi­ dical). Esta limitación no rechaza ni la posición histórica ni política con­
sible, mientras asumiéndolo en el sentido más restrictivo, no todo aque­ quistada por los trabajadores con la lucha del trabajo, ni la relativa
llo que no corresponde desde el punto de vista terminológico al concep­ garantía de la Ley Fundamental de Bonn.
to de lucha del trabajo es jurídicamente inadmisible. En efecto es así.
Esta discusión recuerda las polémicas de los años veinte sobre la defi­ Para analizar mejor este proceso de despolitización del derecho del
nición exacta del derecho del trabajo en general. Los «liberales», que trabajo que atraviesa el ordenamiento social y la constitución de nues­
renunciaban a priori a todos los objetivo� socialistas de los trabajado­ tro Estado, profundizó ante todo los aspectos esenciales de la «regla­
res, invocaban un conflicto de trabajo <<puro» (lucha salarial), casi como mentación» de los conflictos de trabajo, como se presentan sobre todo
una institución de mercado. Los «socialistas» consideraban el «derecho en la jurisprudencia y en la opinión pública prevalente. Porque se des­
del trabajo» sólo una etapa en el camino de la sociedad socialista, que arrollan sólo raramente bajo forma de huelgas y de cierres, no es fácil
no tendría necesidad ya de normas reguladoras del contrato de trabajo ilustrar fácilmente el estado actual de la doctrina. Trazaré un breve
y de la misma lucha del trabajo; consecuentemente no daban tanto perfil (sin hablar del derecho vigente en los Liinder individuales).
peso a la definición en sí misma como a la idea más rigurosa, en tanto
· que liberal, que se escondía bajo la definición restrictiva. l . La garantía constitucional del conflicto de trabajo es objeto de

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discusión, pero generalmente reconocida. Esta es deducida del artículo e) constituyen una violación dolosa o culposa «de cualquier otro
20 del párrafo tercero GG (como «instituto conexo» -concepto creado derecho de otro» (§ 823, párrafo primero, BGB); «por algún otro dere­
por K. Renner- a la libertad de coalición y a la autonomía colectiva), cho» se entiende el llamado «derecho a la instalación y al ejercicio de
en parte también de los artículos 18, 20, 2 1 , 28 GG, también del contex­ una empresa comercial o industrial»; sólo si tal violación es socialmente
to <<general de los principios fundamentales de nuestro ordenamiento adecuada, ésta no es ilegal; la adecuación social determina ilicitud de
económico y social» (por ejemplo, el Tribunal Federal del Trabajo), o una acción según su relación con el ordenamiento que regula la convi­
«de la evolución histórica en general desde 1869 hasta hoy..., y de la vencia humana; sólo las acciones que «se desarrollan en el ámbito de
opinión jurídica general» (también el Tribunal Federal). La garantía se los ordenamientos ético-sociales, históricos, que regulan la vida de la
refiere sólo a la lucha del trabajo prevista por el derecho del trabajo, comunidad», son socialmente adecuados, todos los otros son inadecua­
allí donde, por razones de «paridad en la lucha», la huelg� es equipara­ dos, y por tanto ilegales; lo es, por ejemplo, una huelga que no se desa­
da al cierre. Los conflictos de trabajo políticos no son tutelados por la rrolle «contra los empleadores ... y no se refiera a la reglamentación con­
Constitución. Por lo demás, la garantía se refiere sólo al núcleo o con­ tractual de las condiciones de trabajo» o resulte socialmente inadecuada
tenido esencial de la lucha del trabajo, no a todas sus formas de mani­ por los medios con los que se ha llevado adelante o por los objetivos
festación, que como tales no están sustraídas a la reglamentación legis­ que persigue o a causa de la desproporción entre medio y fin (así,
lativa. Finalmente, la garantía constitucional se refiere al conflicto de BAGE 1, 291 s. [300)); por esta definición del Tribunal Federal del Tra­
trabajo sólo en el ámbito del ordenamiento jurídico vigente que esta­ bajo podemos deducir la siguiente regla: una huelga es socialmente
blece en qué limites es legal o ilegal. adecuada cuando no es socialmente inadecuada.
2. Son en todo caso ilegales las luchas que son llevadas adelante 6. Las luchas del trabajo son reguladas según los principios de los
por funcionarios del Estado, también, según una opinión muy difundi­ derechos colectivos (sociales) y, por tanto, en el caso de huelga legal, los
da, las de los empleados y trabajadores en el sector de los servicios trabajadores no cometen un ilícito civil, aunque hayan omitido comu­
públicos. nicar la rescisión del contrato; dado que en las luchas sociales los em­
pleadores y los trabajadores están considerados en un plano de pari­
3. Son además ilegales las luchas que violan un contrato económi­
dad, también el cierre es lícito (resolución del contrato de trabajo sin
co colectivo (la llamada «obligación de respetar la tregua»); a propósito,
preaviso): en tal caso, la reasunción depende de un nuevo acto de vo­
el Tribunal Federal del Trabajo, en la sentencia de 3 de octubre de 1958
luntad del empresario, o sea, de su «poder discrecional» que no deberá,
(BAGE 6, 321-79) sobre la huelga de los metalúrgicos en Schleswig­ sin embargo, ser «ejercido de modo que constituya abuso evidente».
Holstein de 1956/7, ha considerado una medida de lucha no sólo la
huelga, sino también las acciones preparatorias. 7. En definitiva, «las luchas del trabajo son generalmente indesea­
bles ... , pero dentro de ciertos límites lícitos» y reconocidos como ultima
4. Son además ilegales las luchas que violan las normas que regu­
ratio (así, BAGE 1, 291 s. [300]).
lan la organización social de la empresa («obligación de mantener la
paz», sobre todo según el § 49 de la ley sobre la organización social de la Con respecto a que esta concepción de la lucha del trabajo no es
empresa). «socialmente adecuada». Haré sumariamente la crítica:
5. Son, después, ilegales todas aquellas luchas del trabajo que in­ l. El grado de garantía constitucional de la lucha del trabajo y de
dependientemente de las violaciones citadas: las posibilidades del legislador de intervenir depende, sobre todo, de la
interpretación política de la Constitución. Por cuanto se refiere al dere­
a) concretan una figura penal (de la violencia física y moral Y'de la
cho del trabajo, en mi opinión, la opinión dominante atribuye a la lucha
violación de domicilio a la alta traición);
del trabajo límites constitucionales demasiado estrictos, mientras traza
b) «causan dolosamente daños a otros violando la buena costum­ límites demasiado poco rigurosos, por cuanto se refiere a las posibili­
bre» (§ 826 BGB); dades de intervención del Estado. Con palabras de orden del tipo «bien
común», <(Salvaguardia del ordenamiento constitucional» y ley «moral»,
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el pensamiento jurídico estatalizante, tan difundido en el derecho con_�­ 3. La concepción manifestada por el Tribunal Federal del Trabajo
titucional y en el derecho público (véase, sobre todo, F?rsthoff, H. Kru­ a propósito de la huelga de los metalmecánicos en Schleswig-Holstein,
ger, W. Weber), invierte por añadidura las «competencias» del Estado Y por añadidura ha invertido la relación jurídica entre lucha del trabajo y
de la sociedad (comprendidas las asociaciones patronales y obreras), de tregua sindical.
guisa que las libertades de coalición y de reivin�icación salarial Y de
Considerando los mismos preparativos como medidas de lucha (e
conflicto de trabajo se convierten sólo en excepciones, y no en reglas, ·
interpretando el reglamento colectivo ya entonces de modo erróneo),
sobre todo en las presuntas situaciones de emergencia que son de_spués
esto empuja demasiado adelante el frente de defensa del ordenamiento
las políticamente decisivas, y que en realidad constituyen situaci?nes
jurídico e interviene además en el derecho de coalición interno, prolon­
normales en las que el ordenamiento debe dar buena prueba de s1. De
gando así la limitación inconstitucional del derecho del trabajo iniciada
tal modo es posible difuminar, aparentemente de modo legítimo y legal, en la jurisprudencia y en la doctrina en 1 952 con la huelga de periódi­
las libertades políticas que están constitucionalmente tuteladas contra
cos, con ocasión de la ley sobre la organización social de la empresa. La
toda amenaza de despolitización. Estas tendencias están estrictamente
huelga de periódicos de 1 955 (que políticamente fue un fracaso para los
ligadas a la disputa entre «monistas» y «�lur_alistas» �n torno al concepto
sindicatos y, desde el punto de vista táctico, todo lo más una obra
de Estado a los límites de un Estado-arbitro (casi neutral), capaz de
maestra), la huelga de los metalmecánicos de Schleswig-Holstein en
dictar ley�s, por encima de los grupos y de las fuerzas sociales. La pr� ­
1956/7 (cerrada con escasos resultados) y la jurisprudencia relativa en
tensión de limitar la garantía constitucional a las luchas del trabaJO materia de derecho del trabajo han caracterizado hasta hoy el «clima»
«puras» (con exclusión de las llamadas luchas políticas) está privada de
jurídico y político y han hecho más claros los «frent;s» adversarios,
fundamento. Esta es orientada unilateralmente por la ideología del Es­ también por cuanto se refiere a la «opinión pública», así como que hay
tado de derecho liberal y no tiene en cuenta la orientación hacia un siempre que esperar que el modelo constitucional encuentre algún con­
Estado social, hacia una democratización antitotalitaria y material (so­ senso.
cial) de nuestra sociedad.
4. El sector más oscuro y controvertido del derecho a las luchas
2. El problema de la ilicitud de las luchas de trabajo de los funcio­
del trabajo es el relativo a la jurisprudencia sobre el ilícito. La valora­
narios públicos y también de los dependientes de los servicios políticos ción penal (por ejemplo, violencia física o moral u otra traición) depen­
debería ser reexaminado por las bases. Pero esto es imposible sin una de de preconceptos que pueden ser desenmascarados sólo con una va­
radical resistematización de la disciplina del empleo público. En espera loración política y constitucional de la lucha del trabajo. Un derecho al
de esto se necesitaría considerar con mucha cautela la tesis de la ilici­ conflicto de trabajo como derecho político a la resistencia contra un
tud. A este propósito juega un papel importante no sólo la totalidad y la régimen inconstitucional (que señala el sutil confin entre la alta traición
amplitud de la disciplina del pleno empleo (en 1966, de 27 millones de y la traición de la Constitución, de un lado, la salvación del Estado, y de
trabajadores, el 5 por 100 eran funcionarios, el 27 por 100 emplead�s el la Constitución, de otro) ha sido «reconocido» por el Tribunal Constitu­
'.
48 por 100 obreros, el 1 1 por 100 profesionales libres), de los serv1c1�s cional Federal, sobre todo en consideración de la garantía constitucio­
en general y la dilatación de las funciones de los entes d_e derecho p�­ nal anclada en la jurisdicción constitucional, pero sólo dentro de ciertos
blico, pero también la inadecuación histórica y la casualidad de la dis­ límites, tan estrictos (como derecho de emergencia a fin de conservar o
tinción entre funcionarios, empleados, obreros o entre «servicio públi­ de restaurar el ordenamiento jurídico, con tal de que la ilegalidad que
co» y «trabajo p�ivado». En general, los empleados de la administración se combate sea evidente y con tal de que todos los medios jurídicos
municipal podrían <<permitirse» hacer huelgas más fácilmente que no puestos a disposición del ordenamiento ofrezcan así escasas posibil�da­
los trabajadores adeptos a la nitidez urbana o a los transportes. Pero des de remedio a esta situación que la resistencia adecua como ultima
esto no es jurídicamente relevante. Si se decidiese resanar la industria raliQ) que en la práctica no existe del todo como derecho, sino en la
del carbón constituyendo una empresa pública o una empresa del Es­ mejor de las hipótesis, sólo como riesgo de la responsabilidad política.
tado, no se podría ciertamente abolir en este sector el d�recho a la
lucha del trabajo. La valoración civilista del conflicto de trabajo como ilícito civil debe

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por ejemplo, en ocasión de una batida de caza, o porque él mismo se
encuadrarse en la compleja técnica jurídica de la tutela de los bienes
tira delante de una máquina para suicidarse (objetivamente ha cometi­
jurídicos, que no puede ser comprendida si no se conocen plenamente
do un acto ilícito, aunque no sea plenamente culpable (en el caso del
los fundamentos y las transformaciones de nuestro ilícito civil. Además,
incidente de caza no ha actuado con dolo, en lo del suicidio ni siquiera
para ilustrar, también bajo este aspecto, el significado político de lo que,
con culpa y, según una opinión difundida y en mi opinión justa, no ha
según la opinión dominante, es nuestro «ordenamiento jurídico vigen­
actuado ni siquiera de modo objetivamente contrastante con el dere­
te», simplificaré los problemas.
cho). Tal diferencia es advertida, por ejemplo, por el profano_ Ettore
En los casos extremos un sistema de tutela de bienes (vida, libertad, Gonzaga, príncipe de Cines talla, en Emilia Galloti de Lessing, después·
propiedad, etc.) que es situado en el ilícito civil puede o basarse en una de haber importunado a Emilia en la iglesia: «Estoy extremadamente
sola norma (por ejemplo, «quien causa culposamente un daño a otros lo mortificado. Sí, Emilia, merezco este rechazo tácito. Mi comportamien­
debe resarcir») o sobre una serie de figuras típicas para cada hipótesis to de esta mañana no puede justificarse, sino como máximo disculpa­
de daño. do.» Volviendo a nuestro tema es factible constatar que la posición pri­
La primera dirección que parece comportar posibilidades de am­ vilegiada de los derechos absolutos clásicos ha caído como han caído
las sutilezas dogmáticas sobre el concepto de acto ilícito. El ilícito civil
pliación se ha adoptado en Francia; la segunda, para la que hay que
inventar siempre nuevas normas para adecuarse a nuevos desarrollos, privado, que se ha emancipado del derecho penal y no puede ya vivifi­
es el seguido por el derecho romano hasta el derecho común alemán carse de la teoría de este último, se ha convertido en el derecho de la
del siglo XIX. El BGB ha buscado una vía media (ni norma general, ni economía, del trabajo, etc., uno de los sectores jurídicos más complejos
figura típica), /',Obre todo con lo.s §§ 823 y 826. A propósito, en el § 823, y más importantes; se trate del poder, de la lucha, del dinero, de la
párrafo primero, se indican -casi bajo forma de derechos absolutos­ libertad. Esto significa sobre todo que ningún bien jurídico, y con ma-
los bienes que constituyen prácticamente la base de la civilización de yor razón ninguno de aquellos bienes que se han envuelto en la lucha
los bienes jurídicos, así como toda violación de éstos justifica automáti­ social permitida por la ley, merece hoy por sí una tutela jurídica absolu­
camente el juicio de ilicitud; mientras en el segundo párrafo del mismo ta; más bien es necesario que la misma ilicitud de un hecho venga mo­
parágrafo se indican aquellos bienes que son tutelados exclusivamente tivado · positivamente, abiertamente y claramente para cada caso.
contra determinadas violaciones. El sistema es completado por el § 826 La jurisprudencia sobre el ilícito en los conflictos de trabajo no sólo
que, desde el punto de vista del objeto tutelado, es extremadamente ignora este desarrollo, sino que lo defiende, revitalizando categorías y
amplio (todo daño), mientras desde el punto de vista de la actividad conceptos que están superados y muertos. Esto sucede, por ejemplo,
prohibida es muy estricto (sólo un daño doloso o derivado de un com­ cuando, a propósito de las luchas de trabajo, se promueve «la empresa
portamiento contrario al bien común); tal disposición ha constituido así mercantil o industrial» por el empleador con derecho absoluto en el
un punto de referencia para todos los bienes dignos de tutela que no sentido del § 823, párrafo primero, BGB, para el que toda violación -en
podían ser protegidos por otro camino. Este sistema se funda en la po­ otros términos, toda huelga- es, en un primer momento, prohibidos
sibilidad de distinguir entre bienes tutelados en sentido «absoluto» y como actos ilícitos y se inventa sólo a posteriori una justificación plau­
bienes tutelados sólo en sentido «relativo» por norma del § 823, primero sible (que, dado el sistema, es siempre una excepción) refiriéndose a la
y segundo párrafo BGB. Los bienes culturales clásicos eran las liberta­ adecuación social. Con este doble resultado: en un período en que los
des de la sociedad liberal-burguesa: life, liberty, property. A propósito, la derechos absolutos están muriendo, se postula un derecho absoluto,
dogmática alemana ha trazado las líneas de demarcación estrictamente jamás antes conocido, a favor de los empleadores, legalizando el con­
sutiles, buscando sobre todo distinguir entre la antigüedad en sentido flicto de trabajo sólo en vía excepcional; a través del ilícito civil, se des­
objetivo (violación y daño) y en sentido subjetivo (culpabilidad). Tal dis­ truye el fundamento y la garantía histórica, política y constitucional de
tinción no es ciertamente inútil. Por lo demás, también el profano en­ la lucha del trabajo. Este doble resultado se ha preparado a continua­
tiende que hay diferencia entre matar un hombre en estado de legítima ción de la huelga de periódicos, sobre todo el de poderes jurídicos de
defensa (la necesidad no conoce leyes: está justificado no obstante que los trabajadores, como el de H. C. Nipperdey, y ha sido después desarro-
haya violado un bien jurídico) y el matarlo porque se ha equivocado,
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liado ·por el Tribunal Federal del Trabajo, cuyo primer presidente fue a) La fórmula mágica de la adecuación social forma parte de las
precisamente Nipperdey. Todavía algo más, considero que este doble cláusulas generales. El problema principal de tales cláusulas -también
resultado es simplemente insostenible. desde el punto de vista político- es su carácter instrumental: éstas es­
tán en sí vadas y no producen resultado alguno; el hecho es que son
La llamada adecuación social no está en situación de desarrollar las tomadas como pretexto; pero ¿por quién, con qué intenciones, con qué
funciones que le son atribuidas como causa de justificación, ni -en el efectos? El signíficado de estas cláusulas para la relación entre ley y
caso que se llegue a superar la concepción falsa de la actividad econó­ juez ha sido ya examinado en el capítulo precedente. Tal relación incide
mica privada como derecho absoluto- de convertirse en categoría ju­ profundamente en las estructuras de la vida constitucional, ·estatal y
rídica idónea para motivar la ilicitud en el caso individual. Esto no es social. Las cláusulas generales tienen también un significado político, el
más que una mera fórmula vacía, privada de cualquier contenido. Se­ de nacer en principio de compromisos políticos o de conflictos irresuel­
gún la formulación explícita del Tribunal Federal del Trabajo, todo lo tos. Ahora el derecho del trabajo representa por añadidura un eldorado
que no es socialmente inadecuado es socialmente adecuado. Las refe­ de conflictos irresueltos y compromisos políticos. En términos más
rencias a la ((Organización histórica de la convivencia humana», a la concretos, sobre todo, los conflictos irresueltos no son resolubles me­
ética social, etc., no sirven para llenar de contenidos tal fórmula, sino diante categorías jurídicas, pero deben ser superados por los interesa­
que se limitan a describir el problema con otras palabras: se trata más dos en el plano social y político. Sus victorias o desafíos, sus compromi­
bien de motivar la legalidad o ilegalidad de las luchas del trabajo. Quien sos son jurídicamente sancionados, cuando se llegue a decidir la lucha
afirma que una huelga política, «salvaje», es ilegal porque es socialmen­ en el Tribunal. De este modo la fórmula mágica de la adecuación social
te inadecuada, dice en realidad: «Esta huelga es ilegal porque es ilegal.>) estabiliza -de modo sólo aparentemente jurídico-. Las relaciones de
Por tanto, con la fórmula de la adecuación social no se resuelve, sino poder sociales. No se trata de una decisión jurídica ver-dadera y propia.
que se describe un problema (y además con una terminología inferior y Si a la adecuación social, como criterio del juicio de licitud o de ilicitud
superflua). La fórmula misma tiene sus raíces en el derecho penal, se­ de las luchas del trabajo, se añade un segundo criterio, sacado de la
gún una opinión muy difundida, tiene la función específica de restringir jurisprudencia del Tribunal Federal del Trabajo, y la opinión jurídica, a
las figuras y limitar, por tanto, la punibilidad. Por ejemplo, el médico la relación de poder social se añade la conciencia de aquellos que ad­
que opera a un paciente no comete una lesión personal ilícita, sino que ministran la opinión jurídica, a pesar de los juristas, sobre todo dé los
actúa, según la definición de muchos penalistas, de modo socialmente jueces supremos y de algunos expertos profesores. Ambos principios
adecuado (desarrollando la función de médico). Pero en el derecho del producen inmediatamente sus efectos en las hipótesis de la llamada
trabajo -como por lo demás en todas las normas «privadas>) sobre el huelga política y salvaje.
ilícito civil- tal fórmula no es sólo inútil, sino que -en contraste con
su función originaria- amplía por añadidura la figura del ilícito civil y, b) Según la opinión dominante, la huelga política es ilegal, porque
por tanto, la posibilidad de exigir un resarcimiento de daños. Así, la no es socialmente adecuada (pero puede estar al máximo justificado,
libertad de la lucha del trabajo se convierte en un acto ilícito en vía de des<.le el punto de vista constitucional, como derecho político de resis­
principio resarcible. Falta aquí el tiempo para explicar en los particula­ tencia, lo que, como ya se ha dicho, no sucede en la práctica). Obvia­
res hasta qué punto tal fórmula está conectada con una específica mente la inadecuación social no basta para motivar la ilegalidad. La
mentalidad; con la ideología del orden de la que se recaban los resulta­ motivación se basa, admitido que sea dada, esencialmente en dos tipos
dos que, después de haber sido bien escondidos en la fórmula sobre la de argumentación: de un lado, en la afirmación de que los conflictos de
adecuación social, son después aparentemente redesarrollados por esta trabajo sean luchas de reivindicación para los contratos, así que todo
última. Para expresarme con cautela: esta ideología del orden no se aquello que no puede formar el objeto de un convenio económico co­
identifica con la constitución de Bonn. lectivo no podría ser ni siquiera objeto de una lucha de trabajo; por
otro lado, en la afirmación de que la competencia de las decisiones políti­
Explicaré brevemente, sobre la base de la casuística más ímportan­ cas no se referiría a los partners sociales, sino al legislador.
te, los resultados que la fórmula de la adecuación social está en situa­
ción de proveernos. En realidad a ambas argumentaciones les faltan una motivación;

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por lo demás, se añade la tesis de una «obligación de mentalidad políti­ éxito cuando han desarrollado una huelga política a propósito de la ley
ca», de los partners sociales, pero con esto se olvida completamente el sobre la cogestión en el ramo metalúrgico, mientras han sido infruc­
hecho de que, por ejemplo, la mentalidad política de los sindicatos es tuosas las huelgas políticas desarrolladas con ocasión de la aprobación
un internum que se han autoimpuesto, nacido de la transformación de de las leyes sobre el ordenamiento social de la empresa. Pero tampoco
los sindicatos con un preciso programa político en sindicatos unitarios, en estos casos interviene el derecho.
no una obligación hacia el exterior.
Por lo demás, la misma ley sobre la cogestión demuestra que es
Querríamos un largo discurso para ilustrar la relación entre conflic­ prácticamente insostenible e inútil distinguir entre las partes en conflic­
tos de trabajo y convenio económico colectivo. El hecho de que nos _
to (empleadores como destinatarios de la lucha = huelga prevista por
limitemos a considerar tales luchas en el ámbito de los convenios colec­ el derecho del trabajo, legislador como destinatario de la lucha = huel­
tivos no sólo deriva de raíces liberal-individualistas (que fueron plan­ ga política). Esta imposibilidad es ilustrada también en Lisistt:� ta de
teadas en los años veinte y son definitivamente consolidadas después Aristófanes: la huelga de las mujeres es una lucha por la paz pohtica de
de 1 945), y de una concepción ahistórica de los sindicatos, además Atenas. La ley sobre la cogestión nace de un convenio entre las partes
-y esto es, en mi opinión, el punto central- de este modo se ignora sociales, que fue ratificado por el Parlamento, a continuación d� las
completamente la politización del trabajo y de la economía que carac­ enérgicas intervenciones del canciller Adenauer. Por otro lado, ¿que se­
teriza nuestra sociedad, nuestra constitución y nuestro derecho. La ría un convenio para la (tutela de la) «racionalización», como el que la
lucha por las «condiciones de trabajo y económicas» y la lucha por las IG Metall quería introducir en el convenio económico colectivo (por el
(<condiciones políticas» son -al menos hoy- inseparables. El mismo cual es lícito hacer huelga), si no una decisión política -normalmente
Tribunal Federal del Trabajo que habla tanto de los «daños a la econo­ perteneciente a la esfera estatal- que incide en la estruct�ra social,
mía nacional»; del interés de la generalidad, de la paz social, que hace presentada con un nuevo traj_e? La función de los partners s�ciales en la
los conflictos de trabajo «indeseables», los juzga implícitamente por «legislación» es así evidente. La «legislación» no es monopolizada por el
aquello que son: un politicum. Y esto no sólo porque éstas son siempre Parlamento, pero a su vez permite a una pluralidad de sujetos. Se trata
luchas políticas, sino también porque, viceversa, la lucha por la trans­ de las condiciones asistenciales de una democracia social moderna, de
formación política de la sociedad es siempre a la vez lucha del trabajo o las posibilidades racionales y controlables de «conciliar» la movilidad
al menos podría serlo; y entonces hay que reexaminar a fondo el gene­ social, la libertad personal y la transformación política. El problema
ral descrédito de las luchas del trabajo políticas (en otras palabras: las principal es cómo garantizar estas condiciones, desde el momento que
huelgas políticas). No es cierto que así se abrirían las puertas a un Esta­ la democracia parlamentaria tradicional no las garantiza ya. Desde el
do sindical, ni que se desacreditaría el «legislador político». Las huelgas punto de vista jurídico la huelga política puede ser considerada sól� en
políticas que se han desarrollado desde 1 9 1 8 en adelante demuestran este contexto. Desde el punto de vista político esto depende exclusiva­
que el reconocimiento de un derecho a la huelga política puede quedar mente de la «situación» completa de la misma sociedad política.
completamente privado de consecuencias políticas, como puede serlo,
el no reconocimiento de tal derecho. La huelgas políticas que se han El problema no es, sin embargo, tanto establecer si los sindicatos y
desarrollado en determinadas ocasiones, Kapp-putsch, por ejemplo, fue los trabajadores pueden hacer una huelga política, sino, admitido que
un acto de salvajismo nacional; el hecho de que con ocasión del golpe ya lo ha consentido, están en situación de hacer una huelga política. E�
de Estado de Von Papen y de la toma del poder por Hitler no se desa­ el centro del interés -también jurídico- no hay por tanto huelga poh­
rrollase alguna huelga política ha constituido una catástrofe nacional. tica, sino acciones y posiciones de los trabajadores y de sus asociacio­
Pero éstas son no sólo consecuencias del derecho a la huelga, sino so­ nes.
bre todo de la posición de los trabajadores y de los sindicatos a una e) La «huelga salvaje» que, según la opinión dominante, no es so­
sociedad política, a consecuencia del clima, de la mentalidad y de la cialmente adecuada, y por tanto es ilegal, resulta «incivil» ya desde el
situación de esta misma sociedad. punto de vista terminológico. Su general descrédito, q�e a la vez coI?­
Después de la segunda guerra mundial, los sindicatos han tenido porta para los sindicatos un monopolio para los conflictos de traba30,
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autonomía colectiva, lanzan nueva luz sobre el reciente esfuerzo de los
depende sobre todo del hecho de que se saquen conclusiones erradas -sindicatos de recuperar por otro camino la influencia perdida (el poder
de específicos textos legislativos (§ 2 TVG: las partes contratantes de un sustraído): a través de la cogestión. Tal planteamiento plantea a su vez
convenio económico colectivo son los «sindicatos» (el ordenamiento de una cuestión exquisitamente política. De un lado, hay el peligro de que
1 9 1 8 hablaba todavía de «asociaciones de trabajadores»); pero aquí está se continúe ignorando la problemática típicamente liberal y típicamen­
en juego sólo aquel compÍejo de normas que regula el contrato econó­ te alemana de la esfera social existente entre el «Estad0>) y los «sujetos
mico colectivo, no ya el derecho a la lucha; además, sería necesario privados» (que una vez eran las personas físicas, pero hoy s_on también
estudiar a fondo la historia política de la TVG, que nació del derecho las empresas, despolitizando así una zona en la que las relaciones socia-
impuesto por las fuerzas de ocupación después de 1945, donde se ha­ · les de poder se están apenas desarrollando. Por otro lado, hay la opor­
blaba, políticamente de modo perfectamente consciente, de sindicatos tunidad de crear una sociedad política que traiga su vida política de los
sin atribuir a éstos por ello el «monopolio de la lucha». Aquí niega la «agregados>) sociales y no venga sólo «administrada» por un vasto «par­
libertad de luchar a los trabajadores no organizados u organizados en tido popular» y una fuerte burocracia estatal.
asociaciones que no desean participar en la lucha del trabajo (por
ejemplo, por motivos de interés que no deben necesariamente identifi­ En este contexto el contraste entre los principios del «ordenamiento
carse con los intereses de los trabajadores organizados), viola su liber­ de la empresa» y la «autonomía colectiva» adquiere un notable relieve.
tad de coalición (comprendidas las «instituciones conexas») y «despoliti­ Según una opinión muy difundida, la autonomía colectiva se contrapo­
za» el movimiento obrero. De tal modo se crea prácticamente un ne necesariamente desde el punto de vista jurídico al derecho de la
seguro contra la huelga a favor de los empleadores (los sindicatos tie­ empresa (se sostiene que los partners sociales que son «integrados» en
nen dinero, mientras las otras organizaciones de trabajadores no lo tie­ la empresa forman en ésta prácticamente una «gran coalición» y cesan
nen), volviendo los derechos de tutela de los trabajadores contra ellos: ta· de ser las contrapartes sociales presupuestas del modelo de la autono­
organización sindical no ha sido nunca y no es ni siquíera una obliga­ mía colectiva). El peso político de esta concepción resulta evidente si se
ción, un monopolio obligatorio, nadie debe ser obligado a adherirse a la crea un nexo entre los límites de la autonomía colectiva y los límites
organización. La huelga «salvaje>> no es en la práctica un problema eco­ derivados del ordenamiento de la empresa: la despolitización de la
nómico o político, sino su desaprobación jurídica es un politicum autonomía colectiva podrá aumentar a continuación a la introducción
de tal ordenamiento o ser -al menos en parte- neutralizada.
dj El problema de si tratando la huelga y el cierre del mismo modo
se logra realizar la paridad de los partners sociales en la lucha y si en Cuál de las dos tendencias se afirmará en el futuro depende no, por
praxis la jurisprudencia y la doctrina tratan del mismo modo la huelga último, de la cuestión de si el ordenamiento de la empresa se convertirá
y el cierre debería ser discutido aparte. No se puede profundizar en este o no en un «subrogado de la socialización». Quien lo considera (y lo
lugar las conclusiones que se saquen en la jurisprudencia y la doctrina teme) preferirá la despolitización de los partners sociales en el sector de
de la concepción, por sí misma moderna y correcta, de la lucha del la autonomía colectiva (y ofrecerá el argumento jurídico que el orde­
trabajo como fenómeno que pertenece al derecho colectivo. Aquí entra namiento de la empresa comprime la autonomía colectiva); quien no lo
en causa la compleja relación entre contrato individual de trabajo y la considera (o teme) «se apoyará» en el ordenamiento de la empresa para
acción sindical colectiva. ganar la oportunidad de la repolitización (sin dar argumentos jurídicos
si es honesto).
5. Querría destacar algunas tendencias recientes y explicar cómo
el problema de los conflictos es transferido del derecho del trabajo a bj Los ulteriores desarrollos estarán encuadrados -y también a
otros sectores del ordenamiento jurídico, cuyas funciones jurídicas y este propósito hay buenas probabilidades de obtener uria correcta
políticas son oscuras: concepción del ordenamiento de la empresa- en la llamada «nueva
política económica» con directrices salariales, acciones concertadas,
a) Las tendencias a la limitación de la libertad de lucha, sobre todo simetrías sociales, convenios marco. Estos «mentalizan» la autonomía
por lo que se refiere a la limitación a los conflictos de naturaleza eco­ colectiva, entendida ·en el sentido tradicional, porque se convierte así en
nómica y contractual, que implica una tendencia! restricción de la
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posible calcular y planificar la cuota del producto social que será de- causa y efecto del clima político de una sociedad que oscila entre la
vuelta a los salarios y esto tanto más eficazmente cuanto más los part­ sociedad estructurada y l_a sociedad abierta, entre capitalismo y socialismo.
ners sociales renuncian a la lucha. Tales tendencias sustraen a los sin­ En esta situación la posición y creación de los sindicatos es determinan­
dicatos la posibilidad de lograr, a través de la política contractual, una te para la democracia. Constituyen la más importante organización
redistribución patrimonial. democrática en el interior de nuestra sociedad que debe todavía orga­
Los nuevos mecanismos utilizables para pasar del «salario» como nizarse democráticamente.
recompensa establecida por el mercado, que no puede ser ciertamente . El derecho referente a los conflictos colectivos desemboca, por tan­
condicionada, sino sólo conquistada con la lucha de los trabajadores, to, desde todos los puntos de vista y en el derecho constitucional, en que
a la participación en los beneficios recabado por el aumento de la la Ley Fundamental es la ley cívica de la que se pueden recabar solucio­
producción cogestionada por los trabajadores, existiría hoy sólo en las nes jurídicas y a la que los juristas (sobre todo los magistrados) pueden
grandes empresas. estar todavía «vinculados». Por lo que se refiere a los sindicatos, y más
e) Dadas las estructuras cambiantes del «trabajo» y de las «clases» en general a aquellos que están envueltos en los conflictos colectivos,
y también del «capital» -se añade ahora la ciencia como nuevo y casi todo depende de su fuerza y voluntad de no cerrar el progreso, en to­
más importante factor productivo-, cambian también las condiciones dos los sentidos, sino de hacerlo andar hacia adelante; es este el objeti­
de integración y emancipación de los trabajadores subordinados a los vo y a la vez la oportunidad de todos nosotros.
que sólo la autonomía colectiva y la lucha del trabajo han procurado
aquellas libertades que la propiedad había siempre garantizado a los
empleadores. Hoy tales libertades no dependen tanto de una aislada
política salarial «cartellizada» o de aisladas luchas por la conquista de
determinados intereses colectivos, cuanto más de la participación -por
lo menos así debería ser en una sociedad política pluralista-; se trata
entonces de encontrar una constitución política para una semejante so­
ciedad pluralista.
d) Por cuanto se refiere a la misma sociedad, el cambio estructural
de la autonomía (social) colectiva resulta no menos importante. Esto
ofrece ocasión de evitar, o al menos de controlar, eventuales convenios
entre grupos de partners sociales a expensas de terceros (de la mano
pública, de los consumidores, de los contribuyentes). Aquí tocamos sin
embargo, una vez más, un problema inherente al derecho constitucio­
nal y más en general al derecho del Estado; de un lado, la función de la
«publicidad» y, de otro, las relaciones entre el Estado y las asociaciones.
El acuerdo entre los grupos juega un cierto papel también en el
complejo de normas que regula los conflictos colectivos. Después de la
huelga de metalúrgicos de Schleswig-Holstein, los empleadores vencie­
ron en el proceso por resarcimiento de daños. Valoraron los daños en
90 millones de marcos, pero luego renunciaron a tal reivindicación.
e) A su vez, la superación del antiguo dualismo entre empleadores
y trabajadores en la autonomía social y en los conflictos colectivos es

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