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Universidad Nacional del Nordeste

Facultad de Humanidades

Profesorado y Licenciatura en Letras

Seminario de Literatura Española II


MONOGRAFÍA FINAL

Las (des) memorias de Luys Forest. El motivo helénico de los


lotófagos en La muchacha de las bragas de oro de Juan Marsé

Profesor: Rafael Costarelli

Alumna: Belén Alejandra Maidana


Las (des) memorias de Luys Forest. El motivo helénico de los lotófagos en La muchacha de las
bragas de oro de Juan Marsé

“En la playa, con el bote que me regaló mi padre.


Sus remos siguen batiendo en mi memoria.
Pintando en la quilla puede leerse el nombre que le puse,
Loto.”
(Marsé 2016: 91)

INTRODUCCIÓN:

Esta monografía nace a partir de la propuesta de trabajo del Seminario de Literatura


Española II, que inició primeramente como un planteamiento a partir de la intertextualidad y la
literatura comparada de la relación de una obra clásica grecorromana con El quijote de la Mancha,
novela española del siglo de oro. Esta afición personal por lo clásico, me llevó sin embargo a
enfrentarme a una obra más moderna como lo es La muchacha de las bragas de oro de 1976 de
Juan Marsé.

La elección por la obra de Marsé y no la de Cervantes, tiene que ver por la relación
menos manifiesta que presenta La muchacha de las bragas de oro con una obra griega, en
comparación con El Quijote de la Mancha, donde quizá es mucho más fácil establecer una
vinculación con la literatura grecorromana1.

Sin embargo, la lectura de la novela de Marsé no se realizó con el objetivo primero


de buscar una relación con otra literatura. De hecho, la primera lectura que uno hace de la obra no
necesariamente nos conecta directamente con la mitología griega, aunque es explícita la palabra que
aparece. En una lectura un poco más ingenua, la primera mención de la palabra Lotófagos se pierde
y pasa como desapercibida y sin gran importancia. De todas maneras, este vocablo que nos
transporta a la mitología griega directamente, queda resonando en la mente del lector que se
pregunta en primera instancia ¿qué significa la presencia de los lotófagos en una novela española
de 1976? ¿Tiene sentido ese elemento mítico inserto en la obra de Marsé? ¿Por qué?; ¿está
vinculado con la obra homérica?; ¿Con qué fin es utilizado un motivo helénico?; ¿qué representa?
¿tiene relación con el contexto histórico político de la novela? ¿Por qué si la obra refiere a la
memoria aparece un elemento relacionado con el olvido?

1
En cuanto a esta vinculación, existe la obra El Quijote y los clásicos grecolatinos de Arturo Marasso, que
representa un amplio estudio sobre el tema.

2
Todas estas preguntas pueden empezar a ser respondidas a partir de una lectura más
profunda y más consciente, dónde empieza a tener forma el elemento mítico en sí, porque comienza
a verse la “irradiación” de la primera mención de la palabra lotófagos como si fuera un sol que va
construyendo sentido a lo largo de la obra, a partir de esos rayos que se vislumbran en el texto.

Partiendo de la mención explícita del mito odiseico de los lotófagos que se narra en
Odisea canto IX, 82-104, en primer lugar, nos transportaremos a la fuente antigua para establecer
una red de sentido a la presencia del motivo helénico en el nuevo contexto de producción, teniendo
en cuenta el papel que ocupa la memoria en la novela de Marsé.

Es evidente que la presencia de los motivos clásicos en las artes y en la vida social
se mantiene viva aun en el presente. Este hecho particular de recurrir permanentemente a la
universalidad del mito produce la “re-visitación”2, que causa variadas actualizaciones a partir de las
diferentes versiones de él. La vigencia de los mitos abrió múltiples puertas a nuevos replanteos,
según las percepciones de diversos autores, a lo largo de la historia y siguen sirviéndose de ellos
como fuente de recursos, argumentos, temas, imágenes, cambiándolos, condicionándolos o
reconstruyéndolos a modo y conveniencia artística individual y personal según lo que buscan lograr.

De acuerdo a esto, y teniendo en cuenta la naturaleza de las memorias que intenta


reconstruir el protagonista Luys Forest y la carga semántica que adquiere en el contexto de
producción de la obra nos centraremos en analizar cómo este elemento mítico se construye como un
elemento fundamental para la construcción de la arquitectura de la obra de Marsé. A partir del
proceso de semiosis que puede realizar el lector considerando al elemento mítico como un signo
que hay que descifrar / otorgar significado dentro de la novela.

El mito de los lotófagos es una gran metáfora del olvido que adquiere sentido a lo
largo de la obra a partir de las (des)memorias que reconstruye Forest. Como así también, el periodo
de crisis en España, como contexto de producción resulta fundamental para otorgarle significado.
Los escritores de la época comienzan a indagar el pasado escribiendo sobre el paso del tiempo y el
peso de la memoria como forma de explicar y explicarse esa historia pasada. Lo que va a llevar a
relacionar la construcción de la autobiografía de Forest como una forma de evitar el efecto de los
lotófagos y en dónde el papel de Mariana resulta fundamental para desentrañar la historia que
cuenta su tío y vincular todo esto con el olvido y plantearse finalmente, si ¿Forest realmente quiere
evitar el efecto lotófago?

2
“Re-visitación”: Término utilizado de Molina María Jimena (2012) “El hombre frente a sí mismo:
especularidad y autoanagnórisis en La belleza del mundo”. Monografía inédita.

3
ESTADO DE LA CUESTIÓN:

Existen números estudios en relación sobre a La muchacha de las bragas de oro de Juan
Marsé. Si bien, ninguno trabaja de forma específica el motivo helénico como un leit motiv, resultan
fundamentales para el sentido que le damos al elemento mítico. De esta manera, es pertinente
destacar en primer lugar a Ruiz Ventemillo en “Si te dicen que sí, antídoto contra la lotofagia”,
donde se estudia a dos novelas de Marsé (Si te dicen que caí y La muchacha de las bragas de oro)
como un medio para recuperar y restaurar una memoria, perdida por la represión y la propaganda
franquista. Para este autor, las novelas estudiadas funcionan como una herramienta para denunciar
la injusticia social y principalmente un “antídoto” contra la lotofagia, es decir contra el problema
del olvido.

En cuanto al tema del género autobiográfico como medio para analizar el entrecruzamiento
del presente y el pasado, destacamos el trabajo de Cifre Wibrow (2011) denominado "Conflicto
entre memorias y entre generaciones: La muchacha de las bragas de oro de Juan Marsé y Stille
Zeile sechs de Monika Maron". En este artículo, la autora toma la noción de autobiografía como un
ejercicio de construcción del pasado a través del relato de la propia vida. Además, la forma de
manipulación del recuerdo es estudiado a partir del significado que se le atribuye a la memoria en
España con Marsé y en Alemania con Maron, es interesante destacar que la autora es una de las
pocas que dedica un apartado con el título “Un país de lotófagos (comedores de la flor del olvido)”,
que es pertinente para el estudio del papel de Mariana en la novela, ya que se aborda a la obra cómo
todo lo referido a la historia del pasado se pierde en el imaginario de la nueva
generación.Explicando a esto en términos psicológicos como un problema generacional entre padres
e hijos y muestra que tanto en lo público como en lo privado existe ese miedo por recordar el
pasado. La muchacha de las bragas de oro es para esta autora un diagnóstico cultural, donde
concluye que la ficción es un instrumento más eficaz que la memoria a la hora de volver sobre el
pasado.

Para establecer la relación de la obra con un elemento de la mitología griega, destacamos el


trabajo “Idealismo y parodia. Los cometidos complejos de la mitología clásica en la narrativa de
Rafael Sanchez Mazas, Luis Goytisolo, Juan García Hortelano y Juan Marsé” de García Jurado
(2011). Si bien el autor no toma al elemento mitológico desde la perspectiva de este trabajo, es
importante porque realiza un estudio sobre diferentes novelistas españoles que van desde 1936 a
1984, contrastando el uso paródico e irónico de la mitología en las novelas españolas a partir de los
60 y el uso idealizado y sublime que hace un novelista de los años 30 al 40. García Jurado no se

4
centra en la presencia o no de los mitos griegos o la literatura grecorromana sino más bien sobre la
consideración de la propia intención del uso de los mitos clásicos que aparecen explícitamente a
partir de cuatro criterios: a) intención de los mitos; b) hechos específicos de nominalismo, c)
presencia explícita o no de la literatura clásica como fuente mitográfica y d) aparición de elementos
pictóricos. En cuanto a la presencia de elemento mítico de los lotófagos, en este trabajo se hace
referencia a este como reforzador de la parodia que preside toda la novela y antes de conectar
directamente con Homero, García Jurado considera que el remitente inmediato es Joyce. También
hace referencia a una posible conexión de las bragas de oro de Mariana con la lluvia de oro del mito
de Dánae, sin embargo no lo analiza en profundidad. Para concluir el trabajo afirma que Sánchez
Maza está más cerca del Idealismo y que Marsé junto a los demás novelistas de la parodia del
elemento mitológico.

Por último, pero no por ello menos importante, la investigación que no podemos obviar es
la tesis doctoral de “La novela de Juan Marsé: Análisis de las tendencias narrativas” de Gudín
Vázquez (1999) porque representa un amplio estudio de la trayectoria y narrativa de Juan Marsé y
se enfoca principalmente en dejar a la vista hasta qué punto es posible establecer una conexión entre
las circunstancias vitales de autor y algunos de los temas y motivos presenciales en sus novelas. El
autor se propone que el lector conozca en profundidad la producción novelesca de Marsé y se
concentra concretamente en a) la indagación de la biografía del autor para ver la relación vida y
literatura; b) descripción de la narrativa de Marsé en el contexto de la novela de su tiempo; c)
analizando los textos en su doble vertiente de las tendencias y los procesos narrativos y d)
estudiando los universos narrativos de las obras del escritor barcelonés. También es destacable el
amplio panorama sobre el estado de arte que hay en la tesis en relación a la novelística de Marsé y
la mención a los diversos enfoques sociológicos que existen en relación al autor, es decir, se trata de
un estudio integrador, ya que recoge la mayoría de las opiniones y estudios recogidos. El quinto
capítulo de esta tesis es el más interesante para el trabajo que nos ocupa, ya que se dedica a los
relatos biográficos, la memoria, a la reflexión sobre la escritura y entre otras cosas a La muchacha
de las bragas de oro, lo cual es fundamental para análisis de nuestro trabajo.

5
DESARROLLO:

Nuevamente una obra literaria se sirve de un elemento helénico para resemantizarlo en un


nuevo contexto en el que adquiere un sentido particular. Una de las características que le atribuye a
los mitos Kirk (año) es la intemporalidad, esto quiere decir que un mito puede ser utilizado en
cualquier tiempo y adquirir un nuevo sentido. Al respecto, García Jurado dice:

“La mitología, con su mundo intemporal de héroes, sirve, en definitiva, como


contrapunto paródico a la anodina vida burguesa, de manera que el propio
culturalismo que conlleva el uso de la mitología clásica y, unido a ella, de la
literatura grecolatina, se convierte en uno de los posibles juegos literarios que
intervienen la compleja textura de la novela contemporánea” (GARCÍA JURADO
2001: 65).

Este autor considera importante determinar si el mito del cual se sirve Marsé en su novela
se lo trata como motivo de recreación, de inspiración o una simple anécdota como una referencia de
erudición irónica. En primera instancias podemos suponer que en La muchacha de las bragas de
oro Marsé se apropia de un mito de la Odisea de Homero para mostrar quizá de manera un tanto
encubierta el papel que cumple la memoria con respecto a la historia de España, teniendo en cuenta
que esta obra es una novela que se escribió en un período de crisis en España y presenta el uso de
un elemento mítico que configura su arquitectura.

La muchacha de las bragas de oro trata sobre las memorias de Luis Forest, un viejo
falangista, que intenta rescribir estas memorias para “limpiar su pasado” a partir de una
autobiografía para alivianar una conciencia que pesa en lo que afecta a ciertos sucesos que “afean”
lo que él quisiera convertir en un glorioso pasado. Para esto, está el personaje de su sobrina Mariana
-que en realidad es su hija- que ayuda a lograr tal propósito. El papel de Mariana resulta
fundamental, ya que actúa como voz correctora de lo que Forest escribe.

En esta novela, aparece un elemento que pasa desapercibido pero que resulta fundamental
para el sentido de la novela en relación con las memorias de Forest. El mito de los lotófagos se
utiliza como una metáfora que se construye de acuerdo a las (des)memorias3 que intenta reconstruir
el protagonista Luys Forest. Memorias que desde un principio, el protagonista se encarga de
explicar su veracidad:

3
Se opta por el término “des-memorias” de acuerdo a la naturaleza de esas memorias, recordemos que Forest
las construye como le hubiera gustado que suceda y no cómo es.

6
“Escribes tu autobiografía, ¿no?

– Pero no hablo de cómo soy ni cómo fui, sino de cómo hubiese querido ser. ”
(Marsé 2016: 14).

En primer lugar, debemos tener en cuenta el contexto en el que escribe el autor que nos
ocupa. Los novelistas de la época que rodea a Juan Marsé toman conciencia de la importancia
histórica del momento en que viven y por lo tanto existe una indagación en el pasado personal y
colectivo y escriben sobre el paso del tiempo y en consecuencia del peso de la memoria, que se
convierte en un facultad de privilegio y castigo a la vez (maines, p.5). Gudín Vásquez (1999, 325)
explica al respecto que en la época corre de forma paralela una revisión y explicación de los años
vividos en donde se mezcla dentro de la propia indagación en el pasado, la voluntad de explicar y
explicarse, pero sobre todo de entender y entenderse.

De acuerdo a esto, en esta novela se entrecruza vida y literatura. La vida de Marsé tiene
mucha relación con la de Luys Forest como con la mayoría de sus novelas donde crea universos
novelesco relacionados con su infancia y su experiencia “marcado por la presencia de un actitud de
odio y resentimiento hacia la realidad de que se ocupa” (Gudín Vásquez 1999: 341). Hay una gran
preocupación en la novela por la historia y el tema central de esta será la revisión del pasado.

La muerte de Franco en 1975 marca real y simbólicamente el inicio en España de una serie
de transformaciones políticas, sociales y culturales. Marsé como novelista, no toma partido
ideológico cuando en su obra hace referencia a la guerra civil, más bien después de la finalización
de esta se convierte en un territorio mítico, en un marco cronológico de actuación para los
personajes o una simple marca en el pasado de los que quieren indagar en su intimidad. La ficción
autobiográfica se convierte así en el punto de partida para una reflexión literaria sobre la identidad.
Identidad que en La muchacha de las bragas de oro se da como un ejercicio de construcción del
pasado a través del relato de la propia vida, gobernado por los intereses del presente de Luys Forest.

Teniendo en cuenta que la novela es presentada “como memorias escritas por encargo o por
aquellas que protagonizaron la vida política y cultural del franquismo eran proliferado
especialmente en los primeros años de la democracia, apoyada en su difusión editorial y en las
expectativas creadas entre un público que necesitaba en aquellos actos conocer la verdad de lo
sucedido en el pasado inmediato” analizaremos cómo en las muchachas se da desde una vertiente
ficticia pero utilizando como una gran metáfora el motivo de los lotófagos para contar esas
memorias.

7
El mito de los lotófagos. De Odisea a La muchacha de las bragas de oro

El mito de los lotófagos aparece en Odisea canto IX, versos 82-104, cuando Odiseo narra
sus aventuras a pedido de Alcínoo. El episodio inicia de la siguiente manera:

“Allí durante nueve días fuimos arrastrados por vientos mortales sobre el ponto
abundante en peces, y al décimo arribamos a la tierra de los lotófagos, quienes se
nutren con flores.

Allí bajamos a tierra, hicimos provisión de agua y mis compañeros tomaron su


almuerzo junto a las veloces naves. Cuando nos habíamos hartado de comida y
bebida, entonces yo envié a mis compañeros para que indagaran qué hombres había,
de los que se alimentan de pan en el país, elegí a dos varones y les di como tercer
compañero a un heraldo.” (Odisea, IX, Vv. 82-90)4

Los lotófagos5 son los hombres comedores de loto, ahora bien, lo importante no radica en
qué es lo que comen sino en el efecto que provoca alimentarse de esta flor: el olvido equiparable a
la muerte:

“Y al punto marcharon y se encontraron con lotófagos. Más los lotófagos no


pensaban la muerte los compañeros, los nuestros, sino que les dieron a comer loto,
y de ellos, el que comía el dulce fruto del loto ya no quería volver a informarnos ni
regresar, sino que preferían quedarse allí con los hombres lotófagos, pastando loto y
olvidándose del regreso” (Odisea, IX, Vv. 91-96).

Odiseo, narra su acción frente a lo que sucedió en la tierra de los lotófagos, haciendo
referencia a lo agravante del efecto, pues a sus compañeros comer esta flor le provoca una
sensación de olvido y abandono de nostalgia, y con ello se esfuma el deseo del volver a casa, lo que
representa el anhelos más importante del viaje y el de la Odisea en sí:

“Pero yo a las naves los conduje a la fuerza, aunque lloraban, y ya en las cóncavas
naves los arrastré y até bajo los bancos. Después ordené a mis otros fieles
compañeros que se apresuraran a embarcar en las rápidas naves, para que ninguno
comiera del loto y se olvidara del regreso. Y rápido embarcaron y se sentaron sobre

4
Traducción de Marta Alesso, profesora e investigadora de la Universidad Nacional de La Pampa y
Universidad Nacional de Buenos Aires, Inédito.
5
Este vocablo etimológicamente viene del griego λωτόφαγος “el que come loto”; formado de λωτος “loto” y
del sufijo “fago” del griego φαγος que quiere decir el que come.

8
los bancos, y en hilera sentados batían el canoso mar con los remos.” (Odisea, IX,
Vv. 97-104)

El elemento mitológico lotófagos emerge como elemento extranjero6, en la novela


española La muchacha de las bragas de oro de Juan Marsé como una metáfora que adquiere sentido
a lo largo de la obra. La primera mención del motivo helénico se hace presente en el bote del jardín
de Forest:

“Cuatro amplios escalones de ladrillo rojo, alabeados y mohosos, subían desde esa
puerta vidriera que daba al jardín bajo una frondosa rama de eucalipto. Al fondo,
más allá del viejo almendro, yacía entre la alta hierba un bote con el casco
desfondado, roída la borda y remos a la ventura y rotos. Alguien, probablemente el
amigo de su sobrina, ese retraído y diabólico fotógrafo al que aún no había oído
pronunciar una palabra desde que llegó, lo habría arrastrado hasta allí desde el
cobertizo para pintarle en la quilla un gran ojo almendrado e inocente de dibujo
escolar, azul y sin párpado, y un nombre (sugerido sin duda por Mariana) en letras
también azules: Lotófagos.” (Marsé 2016: 23)

El motivo de los lotófagos es decir, de los “comedores de la flor del olvido”, en la novela
se presenta como un juego entre el choque que produce los recuerdos “no admisibles” por Forest y
las mentiras para enmendarlos. De acuerdo a Gudín Vásquez, la memoria acumula y conserva,
generalmente, de forma deformada, los datos del pasado. Pero, se debe distinguir, dos tipos de
memoria: la involuntaria y la voluntaria. La primera es aquella que fluye de forma espontánea sin
interrupciones a manera de “flash” o retrospección y se recuerda en intervalos. La segunda, surge
desde la razón y la voluntad, y suscita las imágenes del pasado que son significación práctica en el
presente y “persiguen el autoconocimiento. Forest hará uso de esta segunda memoria que
finalmente conducirá a la primera en muchas ocasiones. Los lotófagos entra en relación de este
juego, donde Forest revisa su pasado a través de la evocación de la memoria y además, se verá a la
novela, desde un punto de vista externo al personaje, como una novela contra la reconversión
ideológica de “aquellos que se han despojado de su camisa azul para caminar con los tiempo”,
como expresa Gudín Vásquez.

6
Franco Carvahal, T (1994) expresa en su libro Literatura comparada que “un texto literario no siempre es
puro, acarrea elementos extranjeros”, utilizando el término “elemento extranjero” a todo aquel que se hace
presente en el nuevo texto pero que corresponde a otro anterior, como el caso del elemento mitológico. Estos
elementos pueden ser detectados a través de tres leyes del hecho comparatista: la emersión, flexibilidad e
irradiación.

9
García Jurado sostiene que antes de haber una relación de Homero con Marsé por el motivo
helénico, existe una conexión con la obra Ulises de James Joyce. Idea totalmente posible, teniendo
en cuenta que además de los lotófagos aparece la mención al jabón que en varias ocasiones se
presenta en la obra de Marsé tal como en la de Joyce. Sin embargo, más allá de determinar si la
influencia es en mayor o menor medida de Joyce y Homero, lo que nos interesa es la recurrencia del
leit motiv como parte constructora del sentido de la obra de Marsé en relación a esa “memoria de
arena” (Marsé 2016: 10) de la que hace mención Luys Forest y por eso recurrimos a la fuente
antigua.

Elemento mitológico como metáfora:

La novela La muchacha de las bragas de oro se configura así como un melancólico análisis
de los mecanismos que explican por qué el discurso revolucionario sobre el pasado fue perdiendo
fuerza y tempo7 durante los años críticos de la transición hasta quedar reducido un lejano eco que
se diluye en las galerías de la memoria.

Cifre Wibrow explica esto en términos psicológicos como un problema generacional entre
padre e hijos. Habla de una reflexión desarrollada en las muchachas sobre la amnesia transicional
como reacción postraumática de la sociedad española frente al franquismo. De hecho el
protagonista “parecía haberse propuesto vivir de manera que el mundo no pudiera hablar de él ni
alcanzarle: no recibía visitas ni correspondencia ni cultivaba forma alguna de contacto con el
pueblo” (Marsé 2016: 10)

Forest recurre a la memoria para que manifestar su preocupación por el pasado y


remendarlo a través de los cambios que realiza en su autobiografía, pero también para que en el
presente no olviden el pasado, esa generación a la que pertenece Mariana actúa con la misma
indiferencia que ella cuando el tío le pregunta sobre el significado de lotófagos. El intenta que
“recuerden” y no caigan en los efectos de los lotófagos, pero él a su vez se alimenta de ese olvido
cuando esos recuerdos no lo beneficiaran en el presente “había que confiar siempre en la
reinversión de la historia”, decía Forest. Si la función del novelista es descubrir la realidad sin
falsearla, el deber es “recordar” y no tener el efecto de los lotófagos. Forest se escandaliza un poco
al ver rebautizado su bote en el jardín:

7
Término utilizado por Gudin Vásquez.

10
“¿De dónde sacaste el libro de poemas con estrellas en la portada?- Ella no dijo
nada y su tío añadió-: ¿Crees que pudo ser Elmyr? Le gustaban esas bromas. Pintó
el ojo azul en el bote y lo bautizó, fue ella, ¿verdad?

“-Pensamos que no te molestaría.


-Pues claro.- Vio la pastilla de jabón saltando de sus manos-. ¿Sabes lo que quiere
decir Lotófago?
- Consultaré el diccionario.
Mariana seguía dándole la espalda, rociándose, mientras buscaba con los ojos el
jabón del césped.
- Ese bote me lo regaló mi padre cuando cumplí trece años- dijo Forest-. Junto a los
remos…
- Quémalos de una vez.
-Las artes de pesca no se queman jamás, sobrina, deberías saberlo. Trae mala
suerte. Junto a los remos, ahí está el jabón.
- Gracias.” (Marsé 2016: 89)

Es interesante el motivo helénico que retoma Marsé en su obra porque resulta contradictorio
ya que para él como la función del novelista fue descubrir la realidad sin falsearla, defendiendo
alguna causa. El mismo autor expresó “Como hacen la mayoría de los escritores de mi generación,
yo intento dejar bien clara una denuncia de la sociedad española actual, llamando la atención sobre
las estructuras que hay que revisar que hay que echar abajo por inservibles” (Olmos García 1963:
222).

En La muchacha de las bragas de oro, Marsé desarrola el tema de la memoria que


retrocede en el pasado para analizarlo, averiguar la realidad historia y denunciar prinicalmente a
quellos que pretenden justificar su pasa fascista. Forest se inventa un pasado como a él le hubiera
gustado que fuera. A diferencia de sus compañeros (los lotófagos) revisa esa memoria y pretende
transformarla u olvidarla. Y acá aparece Marsé, no perdona a los lotófagos y trae al presente la
realidad del pasado, siempre termina por evidenciar “la verdad verdadera” de los protagonistas. Y
por eso, Ruiz Ventemillo denomina a la obra como un antídoto contra la lotofagia de un hombre y
unas memorias concretas.

11
Los lotófagos y la memoria

Escribir sus memorias para Forest significa salvarse: “la nueva posibilidad de salvarse le
alcanzó como el rayo” (Marsé 2016: 21). Pero para eso, necesita cambiar ese pasado que tanto le
atormenta, y lo hará principalmente a partir de dos detalles (cambios en las narraciones sobre el
bigote y el emblema) que le son necesarias para encontrarse.

De todas maneras, Forest es consciente de que no puede eliminar su pasado y casi al inicio
de la obra el narrador cuenta

“Aunque inviertas la página, se dijo el historiador, seguirá siendo la 69.


En su mano enjuta y tabacosa, la prestigiosa pluma tachó cinco líneas
mecanografiadas y luego se deslizó sigilosamente hacia la blanca orilla del folio,
llevando ya el cáncer en su tinta” (Marsé 2016: 22)

Marsé está preocupado por la “verdad verdadera” por eso llama la atención el tema de lo
lotófagos. Como dijimos anteriormente, Ruiz Ventemillo (año, pag) considera a La muchacha de
las bragas de oro junto a otras obras del autor como “una píldora contra el olvido de los
sufrimientos de un pueblo y una acusación contra quienes lo infligieron”. Por eso Forest quiere
evitar el efecto que produce la flor y por eso emprende la tarea de recordar, de la misma manera en
que Odiseo arrastra a sus compañeros de esas tierras para que no olviden su principal anhelo.

La muchacha de las bragas de oro inicia en 1976 (fecha en que data la carta que escribe
Mariana a su amiga Flora), momento de máxima intensidad en España debido a la tensión que
provoca la muerte del dictador, porque por un lado se destruye definitivamente el régimen y por
otro, aparece la memoria de los vencidos que aún parece como si fuera a ocupar violentamente su
espacio en la esfera pública para convertirse en memoria oficial, tras el fin de la represión. De
hecho, este es, según Cifre Wibrow el convencimiento del que parten los personajes de la novela de
Marsé al inicio de la obra: “creen que todo lo que ha estado retumbando obsesivamente durante
cuarenta años en las bóvedas de la memoria está a punto de salir a la luz; que los recuerdos
reprimidos, o suprimidos, perdidos durante cuarenta años en los negros túneles del tiempo, van a ser
finalmente objeto de escrutinio público” (Cifre Wibrow 2011: 3). Sin embargo, esta salida del
oscuro túnel va a ser detenida.

La novela de Marsé da entrada al género autobiográfico donde se entrecruza el presente y el


pasado. La ficción autobiográfica se convierte así en el punto de partida parar una reflexión literaria

12
sobre la identidad. Una identidad como ejercicio de construcción del pasado a través del relato de la
propia vida, el cual se encuentra gobernado por los intereses del presente.

Luys Forest, es en la novela un escritor falangista que trabajó durante años en los Servicios
de Prensa y Propaganda del régimen, pertenece a los sectores más perjudicados por el abrupto
desmoronamiento del sistema. Confrontando con la evidencia de que todo lo que fue seguro durante
cuarenta años ha de dejado de serlo, a lo que reacciona con un “espectral sentimiento de irrealidad”
con el fin de contrarrestar, en la medida de lo posible, este estado de cosas.

“Así, al introducirse en las memorias la segunda falacia (la fecha, el lugar y la


ocasión en que se afeitó el bigote para siempre), Luys Forest se adentró sin remedio
en el juego de buscarse así mismo en el otro recuerdo sin fechas, espectral y frágil,
sostenido con invenciones, de lo que pudo haber sido y no fue. Quiso creer, en un
principio, que era una simple licencia poética, coqueterías autobiográficas de interés
relativo (…) pero no tardó en darse cuenta que todas apuntaban a la misma
dirección, y eso le reveló la verdadera naturaleza de tales artificios: se trataba de un
ajuste de cuentas con el pasado, que no cesaba de importunarle”. (Marsé 2016:22)

El protagonista es consciente del poder de los discursos para organizar datos verificables e
inverificables de la realidad. Como cronista de la Victoria8 y hagiógrafo de la figura de Franco sabe
que cualquier reputación personal es rectificable a voluntad por quienes controlan los medios de
información y que cualquier noticia aunque sea sólo un rumor adquiere carácter de real con solo
aparecer publicada unas cuantas veces y como sabio de estos conocimientos los utilizará en
beneficio propio. Se servirá, entonces, del discurso memorialísticos “como de un afilado escalpelo
con el que extirpar y cortar de raíz todas aquellas facetas de su pasado que representan una amenaza
para su prestigio actual (y futuro)” (Cifrew Wibrow 2011: 4).

La muchacha de las bragas de oro inicia con dos líneas reveladoras del manuscrito de
Forest: “Hay cosas que uno debe apresurarse a contar antes de que nadie le pregunte”. (Marsé 2016:
9). El protagonista deja en evidencia que adelantarse a las preguntas que podrían plantearles sus
memorias, que se construyen como un discurso en contra de la pregunta, corren peligro y se valdrá
de esfuerzo por la conformación de tales respuestas a fin de eliminar cualquier tipo de interrogación
e indagación. Además, la mentira y el olvido consciente se convierten cosas fundamentales para el

8
Mariana cuando habla del lado periodístico de Forest, se refiere así:”Se te consideraba el más testimonial, un
lince de las actualidades…” (Marsé 2016: 159)

13
memorialista pues el mismo confiesa “no hablo de cómo soy no cómo fui, sino del cómo hubiese
querido ser”. (Marsé 2016: 14)

De todas maneras, hay una cierta intención por parte del protagonista con respecto al
presente, el quiere que las generaciones venideras no olviden ese pasado oscuro de España, pero a
su vez el está embebido en alguna medida por ese efecto y modifica el pasado de acuerdo a lo que le
hubiera gustado que pase. De esta manera, construye sus memorias de manera arbitraria. Y deja en
claro los dos niveles que se dan en la obra, por un lado la ficción creadas en su memoria y por otro
la realidad que intenta ocultar. Estos niveles no se dan de forma paralela sino que entran en relación
pues Forest dice “Recuerdo con más precisión al hombre que hubiese querido ser (ficción) que al he
sido (realidad)9. No intento reflejar la realidad, sino rectificarla” (Marsé 2016: 160)

Ante la confesión acerca de la naturaleza de la memoria en sí, es llamativo lo que sucede


después. Forest cada vez que entra en relación con el bote o el ojo del bote Lotófago entra es un
estado de amnesia y sensación de olvido. Como lo podemos ver en estos dos ejemplos:
1) “- Lo que siento son esos baches de la memoria que me obligan a corregir
tanto…”

“Al cruzar la galería, con el rabillo del ojo detectó el otro ojo azul que le espiaba
entre los tallos verdes, en el jardín, mientras sus dedos notaban una ausencia: la
sensación otra vez, de haber olvidado en alguna parte un cigarrillo encendido o una
copa sin terminar” (Marsé 2016: 29)

2) “Fue Tecla, cuando entró a limpiar la cocina, la que descubrió la gran humareda
y el café derramado. Mao ladraba en el umbral del desastre. La vieja sirvienta
pudo ver a Forest vagando por el fondo del jardín, junto al cobertizo, pero no
pensó que el culpable fuera él (un hombre con su cabeza), sino su sobrina esa
loca olvidadiza. (…)
Forest, sentado en el césped, la espalda recostada en el Lotófago y el bastón cruzado
en sus rodillas, no contestó al saludo de Tecla, ni siquiera la miró. Durante una
hora, no se movió de allí ni cambio de postura. No se había afeitado y las gafas le
colgaban a un lado de la cara, la patilla enganchada en la oreja”. (Marsé 2016: 185)

9
Los paréntesis son míos.

14
El papel de Mariana en las memorias de Forest
Existe en las memorias de Forest tachaduras, correcciones, enmiendas que revelan los
choques entre los recuerdos no admisibles y las versiones que inventa el protagonista para
suplantarlo, “son cicatrices de una operación quirúrgica destinada a purgar la memoria” dice Cifre
Wibrow, donde se intenta no dejar rastros de los episodios más sucios y problemáticos. Intentará
desvincularse a como dé lugar del régimen, eliminará y inventará recuerdos que nunca tuvieron
lugar, corrompiendo con una memoria ya de por sí distorsionada por el paso del tiempo y los
olvidos engañosos e irá avanzando una mentira tras otra, Forest se justificará explicado que solo esa
“licencia poética” de los escritores

“- ¿Y por qué haces esto? ¿Qué sentido tiene?


-Una licencia poética.
- Ya. ¿Hay otras chorraditas poéticas en las memorias? Forest se levantó y empezó
a pasear, excitado por algo.
- Te habrás dado cuenta- dijo- que esta pequeña falacia sostiene retrospectivamente
la otra, la que me permite enmascarar una vivencia real que hoy quisiera olvidar: la
causa de mi cojera. Fue, efectivamente, una heroica herida de guerra. Pero yo
preferiría que fuese por atropello: tengo derecho a rectificar mi vida. (Marsé 2016:
118)

El papel de Mariana se transforma en un vehículo transmisor de las preguntas que


inevitablemente habrían de aflorar en el nuevo presente democrático, se convierte en la explicación
de por qué esas preguntas no llegarán a ser formuladas ni tan siquiera por parte de las generaciones
más jóvenes a la vez que será quien nos informará en la novela que todas esas memorias no son
verdaderas:

“Encendió la lámpara, cogió los papeles y paseó los ojos soñolientos por los
últimos injertos a mano, una caligrafía diminuta y astillada. Llamó su atención una
larga nota al margen que serpenteaba en busca del espacio inferior en blanco, y que
transmitía una forma sibilina de crispación, una tensión agazapada. De algún modo,
detectó la falacia antes de empezar a leer. La nota, que ampliaba la referencia a un
episodio con la fecha corregida, era conceptual y confusa…” (Marsé 2016: 25)

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Los comentarios de Mariana, que generalmente aparecen entre paréntesis, producen el
desfase existente entre lo que dice Forest y lo que calla, y pregunta acerca de las dimensión moral
de tales reajustes. Evitar ser interrogado no le sale y finalmente Mariana va acumulando una
pregunta tras otra, con cuestiones superficiales pero que están en relación con episodios que el
memorialista oculta cuidadosamente y que son importantes. Al interrogar al protagonista con
preguntas incómodas y poniendo en duda sus explicaciones, Forest termina abatido por sus propios
recuerdos.

Mariana representa a una generación muy alejada del pasado del protagonista. Representa el
presente alejado del pasado fantasmal que envuelve a Forest. Según Labrador (2009), Mariaa
representa una juventud trasgresora, que se enfrentó al viejo mundo edificado por sus padres y le
declaró la guerra, pero no en el marco de una acción política institucional, sino a través de la
negación de los roles preestablecidos, a través de una contracultura de la provocación del destape de
la droga y de los estupefacientes. De hecho, este es el camino que condujo en el terreno de lo
político a la automarginación, y en el ámbito privado a la adopción de actitudes de indiferencia
como las que toma el personaje de Mariana en la novela.

En este contexto, situada en los movimientos contraculturales de signo libertario que


proliferan por aquellos años en España, la figura de la joven representa la relación de desencanto de
su generación con la anterior y la “insatisfacción generada por el carácter no rupturista de la
transición” (Cifrew Wibrow 2011: 7), lo que indujo a la generación de Mariana a no plantear las
preguntas que parecían inevitables y al temor de enfrentarse a sus propios fantasmas. A fin de
reprimir lo que temían de sí mismo, Cifrew Wibrow se refiere a esto como “los vínculos
heredados”, por lo tanto se convierte como lo dice La muchacha de las bragas de oro en lotófagos,
es decir en “comedores de la flor del olvido”. Forest, se refiere a los jóvenes en un diálogo con
Mariana:

“-Lo malo de los jóvenes –suspiró su tío – es que no sabéis perdonar. Serví a la
causa que creí justa con las armas, eso fue todo.
- Con las armas y con la pluma, tío. No sólo disparate contra la libertad, también la
enterraste en versos y novelas, pesadísimas por cierto” (Marsé 2016: 116)

El protagonista quiere evitar el efecto de los lotófagos y deja en claro “a mí sólo me


interesa evocar la juventud perdida…” pero después dirá “las cosas no son como son sino como se
recuerdan” (Marsé 2016. 117) .

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Resulta interesante destacar lo que Cifrew Wibrow explica acerca del papel de Mariana, que
no se limita solamente a hacer aflorar esas preguntas que inevitablemente en algún momento
afloraría en el nuevo presente democrático sino que proporciona la explicación de por qué esas
preguntas no llegaron a ser formuladas ni siquiera por parte de las generaciones más jóvenes y de
los sectores más contestarios de la sociedad española del momento10.

El escritor finalmente aparece como el burlador burlado, creyendo inventar, no ha hecho


más que reactivar recuerdos olvidados y reprimidos, que afloran en forma de intuición casi
fantasmal. Dejando atrás ese objetivo de “justificarse” con el que inició, queda abandonado a la
corriente de un imaginario propicio para que los recuerdos reprimidos afloren como “imágenes
submarinas”, pero más fiables que los inventos reconstruidos a partir de los datos conservados de su
memoria.
¿Por qué, después de haberlo planeado y meditado tanto, soy tan descuidado y
perezoso respecto al objetivo que me propuse con estos injertos ficticios? ¿Por qué,
en cambio, me afano hasta la náusea y la tortura en conseguir dotar de alguna
realidad estas invenciones? ¿No será que empieza a importarme menos la
justificación pública del ayer infamante que la mera posibilidad de reinvertir la
historia, lograr que el río del pasado –turbio o cristalino, a quién puede ya
importarle- remonte el curso hasta su feunte y me devuelva todo aquello a lo que
renuncié un día o me fue arrebatado…?
Sólo así podía explicarse, pensaba, la insistencia de algunas imágenes -
precisamente aquellas que nunca alcanzaron a tener vida y se había quedado en
deseos, a pesar de lo cual se movían en la memoria como peces en el agua –en
brillar más que otras”. (Marsé 2016: 152)

La ficción acaba siendo reivindicada como un instrumento más eficaz que la memoria a la
hora de volver sobre el pasado, la misma Mariana lo advierte:

“-Bueno. Tu obra parece tener dos vertientes muy diferenciadas. De un lado, la


crónica de las posguerra. Es la que te dio prestigio y dinero pero a mí no me gusta,
está llena de loas triunfalistas, de basura ideológica y de embustes.

-Vale.

10
Teresa Vilarós (1998) expresa que esa sociedad española optó por la tendencia a desdramatizar el pasado,
revisitándolo con ironía, como una farsa o como una tragicomedia.

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-En cambio, tus libros de relatos y tus novelas que tuvieron menos aceptación, me
encantan. Es extraño: cuando pretendes ser testimonial no resultas verosímil, no te
creo, y cuando inventas descaradamente, digamos cuando mientes sin red,
consigues reflejar la verdad.” (Marsé 2016: 160)

Esto significa que las contradicciones entre el relato donde se denuncia las falsificaciones
autobiográficas construidas por el protagonista y el relato metaliterario donde se toma a la memoria
como un medio nada fiable para la reconstrucción del pasado se construye como un proceso de
escritura que opera como traducción de la memoria, es decir de imágenes en palabras. Gudín
Vásquez expresa que las obra de Marsé se trata de una novela donde introduciendo una historia de
ficción dentro de la historia que se cuenta o a través del empleo de un personaje-escritor plantea la
invención novelesca como forma de penetrar la realidad oculta tras la apariencia (1991:54), se
trata de mostrar la confusión entre lo imaginado y lo real tan característica del pensamiento
posmoderno, y su condición es metafictiva en esta medida. A su vez, Amell considera que a no
sólo sus personajes quienes no saben diferenciar entre ficción y realidad sino los lectores que se
adentran en este mundo novelesco donde ambos conceptos se entremezclan.

Sin embargo, pese a los esfuerzos de Forest y ante las preguntas de Mariana y su “memoria
asmática”, la verdad emerge y el protagonista se ve cada vez más asfixiado por el pasado

“Pero en aquel laberinto de refugios ruinosos donde se había extraviado, la


laboriosa ficción ya no podía hacerle la menor concesión a la veleidosa realidad, ya
no era capaz de respetarla ni confirmarla por más tiempo.” (Marsé 2016: 191)

El viaje al interior del pasado para liberarse fracasa para el protagonista por el fallo de la
memoria, por las contradicciones de los recuerdos y por la presencia perturbadora de Mariana que
actúa como un filtro de la versión que Forest pone ante sus ojos. Estas memorias son en realidad
desmemorias, Forest recuerda, pero prefiere olvidar y el cae ante a los efectos de la flor de loto y
queriendo transformase cuando le conviene en un lotófago, pero no lo logra, no puede borrar ese
pasado que tanto lo atormenta y termina

“Media hora después, las dos Marianas subieron a buscarle y le encontraron


arrodillado en el suelo del estudio, llorando como un niño sobre harapos azules y la
vieja pistola, un enredo de herrumbre y de moho. Efectivamente, había una bala en
la recámara. Pero el arma estaba escasquillada y no se disparó”. (Marsé 2016:191)

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CONCLUSIONES:

Para finalizar este trabajo podemos decir que nuevamente un motivo clásico toma un nuevo
sentido en otro contexto. Este elemento helénico es revisitado en la novela española de Juan Marsé
La muchacha de las bragas de oro, a través de las memorias que construye Forest. Los lotófagos se
construye como una metáfora del olvido. Olvido que el protagonista quiere evitar, olvido que él
mismo intenta y el mismo olvido que lo llevará a su verdadero pasado.

Forest se convierte en un comedor de la flor de loto. Teniendo en cuenta la naturaleza de


las memorias que reconstruye y la carga semántica que adquiere en el contexto de producción de la
obra, contribuye a las diferentes actualizaciones que sufre el elemento mítico.

El elemento parece no tener una importancia considerable cuando el lector ve por primera
vez la palabra Lotófagos, sin embargo, hemos visto que su valor se da a medida que avanza la obra
a partir de la arbitrariedad por parte del protagonista en construir su autobiografía. Retomando la
imagen del sol, que mencionamos en la introducción, y a partir del trabajo realizado, podemos decir
que el elemento mitológico se presenta como un sol oscuro, es decir que irradia oscuramente. Los
lotófagos se convierte en un punto de irradiación, por lo tanto, se manifiesta en la mención del
elemento, pero como un sol oscuro “contamina” toda la novela de forma oculta (está, pero no se
ve).

El mito de los lotófagos en esta forma de “sol oscuro” aporta una imagen y una metáfora
para pensar la significación de la novela. Sirve para pensar la dinámica recuerdo- olvido en la
construcción de la memoria de acuerdo al conflicto que se genera. Mariana es fundamental para el
tratamiento que se le da al elemento mítico. Es ella en gran medida la que a través de sus
observaciones produce los choques que se dan entre la memoria voluntaria e involuntaria de Forest.
A través de la irradiación “secreta” se percibe la presencia del elemento sin la necesidad de hacerlo
explícito, es decir, no necesita desarrollar todo el mito para comprenderlo, tan solo se llena de
sentido con el tratamiento que se le da a la memoria.

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BIBLIOGRAFÍA:

a) Corpus literario
Marsé Juan (año) La muchacha de las bragas de oro.

Homero. Odisea. IX, 82-104.

b) Corpus crítico

AMELL, S. (1988) “Presencia de Cervantes en la novela española actual”. En RILCE IV.

GUNDÍN VÁZQUEZ, J. L. (1999) La novela de Juan Marsé: Análisis de las tendencias


y de las técnicas narrativas. Tesis doctoral. Universidad Nacional de Educación a distancia.
Facultad de Filología.

RUIZ VENTEMILO, JESÚS. "Si te dicen que si, antídoto contra la lotofagia". Durhan
University. pp 11-141.

CIFRE WIBROW, PATRICIA. "Conflicto entre memorias y entre generaciones: La


muchacha de las bragas de oro de Juan Marsé y Stille Zeile sechs de Monika Maron". En:
Iberoamericana, XI, 41 (2011), 7-23, Universidad de Salamanca.

GARCÍA JURADO, F. (2001) “Idealismo y parodia. Los cometidos complejos de la


mitología clásica en la narrativa de Rafael Sánchez Mazas, Luis Goytisolo, Juan García
Hortelano y Juan Marsé. Revista: Estudios Clásicos Nº120. Universidad Complutense.

MAINER, José Carlos. (2002) “Novelistas españoles del siglo XX (IV) Juan Marsé. En:
Boletín Informativo de la Fundación Juan March, 320.

OLMOS GARCÍA, F. (1963) “La novela y los novelistas españoles de hoy”. Cuadernos
americanos 4, pp. 211-233.

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