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Cátedra Fanlo
DNI 32919314
16 de noviembre de 2017
Consignas:
-Waldo Ansaldi (1993), “¿Un caso de nomenclaturas equivocadas? Los partidos políticos
después de la ley Sáenz Peña, 1912-1930”, en Waldo Ansaldi et. al. Argentina en la paz de
Capítulos 6, 7, 8 y 9, pp-138-221
siguientes textos:
1- El sistema político argentino es definido por Ansaldi (1993) como medio de articulación
entre la sociedad civil y el Estado, que funciona con dos lógicas diferentes: la mediación
corporativa y la partidaria. Este sistema político si bien es, para el autor, mucho más fuerte
que su sistema de partidos, se trata, a partir de 1912, de un sistema político joven, recién
propulsado por la Ley Sáenz Peña y con una debilidad general.
Una vez aplicada la reforma de 1912, las diversas corrientes políticas existentes en el país
se lanzarán a la carrera por conquistar a las mayorías. Sin embargo, dentro del sistema
político argentino de las primeras décadas del siglo XX, las “mayorías” no eran tales. El
sistema político argentino permitía el sufragio de habitantes de tan sólo un puñado de
provincias. Ningún habitante de los llamados “territorios “nacionales tenía derecho a voto y
tampoco las mujeres: existía un sesgo en el sufragio por etnia y género. Quedaba, por lo
tanto, una parte de la sociedad excluida en su capacidad de expresar intereses.
La propia conformación de los partidos políticos esta una muestra de la debilidad del
sistema político, ya que los partidos tienen fuertes contradicciones tanto en su estructura
social como en su expresión política. Ansaldi reconoce a un partido con alcance nacional
(el radicalismo) y distingue también una corriente fragmentada pero con presencia en todo
el territorio electoral: el conservadurismo. Este fracasa al intentar agruparse, por lo cual
queda diseminado aunque extendido a lo largo de todo el país. Esto es clave para
comprender el análisis que realizará Rock sobre el origen la Liga Patriótica Argentina. Es
este conservadurismo, que si bien en ese momento no constituía un partido unificado, logró,
luego de la “Semana trágica”, surgir como una importante fuerza contrarevolucionaria y
plantarse en la escena política del país, sin formar parte del gobierno. Así se cristaliza la
vieja rivalidad nacida en 1890, entre democráticos y conservadores.
Recapitulando, según Ansaldi podemos encontrar dos características principales del sistema
político argentino del período analizado. En primer lugar, un sistema político en donde gran
parte de la sociedad civil queda excluida por las condiciones del sufragio. Por otro lado, la
inexistencia de partidos de origen clasista, deja sin real representación a una gran parte de
la población trabajadora argentina, aunque el radicalismo se comporta de manera
pragmática, por momentos apoyando las huelgas y dando concesiones en pos de verse
beneficiado en las urnas.
Es en esta forma en que se relacionan Estado y movimiento obrero en las múltiples huelgas
de las décadas 10 y 20, donde puede verse la debilidad de la mediación democrática del
sistema político argentino. De alguna forma, podemos observar las huelgas como un
proceso lineal, con acrecentamiento de fuerzas, con puntos cúspides (la Semana trágica, los
incidentes en la Patagonia), que demuestran sucesivamente la incapacidad del gobierno
radical para dar una respuesta concreta y definitiva a la problemáticas obreras. Si bien es
cierto que hubo diversos y profundos eventos de coyuntura internacional que percutieron en
el bienestar económico de los asalariados, el gobierno intentó pero sin triunfar, llevar a
cabo una política de contención que terminó siendo insuficiente.
El pragmatismo del gobierno a la hora de resolver los conflictos obreros, nos hace remitir a
las observaciones de Ansaldi sobre la dificultad de encasillar a los partidos políticos en sus
múltiples aspectos. Al no haber una base realmente clasista ni una identificación clasista, le
resultó prácticamente imposible al gobierno radical comprender a la masa obrera más allá
de su interés particular de acrecentar votos en las urnas. Señala Rock “En la mayoría de los
casos, sin embargo, todo lo que los obreros obtenían era aliento moral: en muy raras
instancias el gobierno superó dicho marco”. (Rock, 1977, p. 141)
Tal como deja ver el análisis de la huelga de basureros municipales del ´17, el apoyo en
realidad por parte del gobierno era para los “sindicalistas”, y existía una tolerancia cero con
los socialistas. Sólo al interceder la FOM, el gobierno dio el brazo a torcer, dejando claro
qué tanta influencia tenía el sindicalismo en Yrigoyen.
Como analiza Rock, es en el transcurso de las huelgas de la década del ´10 donde se van
dejando ver los verdaderos intereses del gobierno. Había un frío cálculo detrás de cada
intervención, siempre buscando disolver el conflicto y nunca perdiendo de vista, en primer
lugar, la relación con el gran capital extranjero. El vínculo con la élite conservadora iba
tornándose de esta forma, cada vez más áspero. Era cada vez mayor el resentimiento de la
elite al acercamiento del gobierno en muchas de las huelgas obreras.
Esta hostilidad tuvo un punto crítico en el ´19, cuando surge la Liga Patriótica Argentina,
bajo el control de los grupos conservadores. La forma en que nació deja ver qué tan alta era
de la debilidad del sistema político. La LPA surge como una contramovilización de las
huelgas del ´19. La “Semana trágica” dejó ver la incapacidad del Estado para contener el
movimiento obrero. Esta movilización masiva, si bien fue espontánea y desorganizada,
representó para el gobierno radical un problema incontenible, a tal punto que la clase
conservadora consideró “necesaria” su participación frente a la ineptitud del gobierno
nacional. Así, era clara la insolvencia del gobierno como mediador democrático en dos
aspectos: ya sea para dominar la movilización de los trabajadores, conteniendo los
problemas sociales y económicos que estaban aquejando a la Argentina posguerra, o ya sea
evitando la contra movilización, donde la élite conservadora aprovecha y hace nacer un
movimiento que crecerá y será clave para dar el golpe militar del ´30.
La base de sustentación de poder que había perdido el radicalismo parecía haber sido de
alguna forma absorbido por la Liga Patriótica. El sistema político argentino demostró su
honda imposibilidad de contener tanto a la movilización como a la contra movilización. El
constante pragmatismo de la clase dirigente en función de sus propios intereses y no de la
clase trabajadora terminó repercutiendo en su legitimidad. Sostiene Rock “La aparición de
esta organización paramilitar modificó en forma sensible el equilibro y distribución del
poder político” (Rock, 1977, p. 181). La LPA creció rápidamente, alcanzando a ser un
verdadero movimiento de masas, incluyendo sectores de la élite, la clase media, el clero y
las Fuerzas Armadas. En relación inversa a que crecía el movimiento, vacilaba el poder del
gobierno, tal es así que a principios de los 20, ya era un dócil instrumento con una casi
inexistente capacidad de mediación. La división del partido en el ´24 es provocada por su
fuerte tensión entre base y dirección del movimiento de masas, remarcando la propia
indefinición que subsistía internamente. Las contradicciones intrínsecas del radicalismo,
sumadas al debilitamiento del sindicalismo, dejaron en claro que el sistema político
argentino estaba en un momento de gran incapacidad, cuestión que fue aprovechada por las
fuerzas militares y conservadoras para dar el golpe del ´30.
2- Con el fin del segundo gobierno peronista, comenzaba en Argentina en 1955 una etapa
de disyuntivas sociales, políticas y económicas. Las fuerzas políticas que se alternaron en
el poder en este período, demostraron su incapacidad de imponerse sobre las otras y de
hallar un consenso duradero en pos de un proyecto democrático estable para el país.
En el abrupto pasaje del peronismo, un modelo político que existió durante diez años, a
una insurrección política militar que tomó como principal medida proscribir el peronismo,
apuntando en realidad a su erradicación, la clase trabajadora argentina no sólo se vio
desprovista de quien fue su líder durante diez años, sino que tuvo que soportar el
desmantelamiento de muchas de las medidas económicas y sociales que se habían llevado a
cabo.
Si bien el derrocamiento del Perón se llevó a cabo por un grupo de fuerzas políticas que se
unió bajo la nomenclatura del anti peronismo, enunciándose en pos de la democracia, estos
grupos presentaban objetivos muy diferentes y rápidamente fueron dividiéndose, dejando
ver en cada uno sus principales objetivos políticos y económicos.
La inestabilidad política que se dio en este período se conformó entonces en torno a una
compleja red de fuerzas contrarias que se disputaban el poder. Tal como relatamos
anteriormente, una vez que el objetivo de derrocar a Perón fue concretado, el frente
antiperonista fue resquebrajándose para dejar ver las verdaderas identidades de cada uno de
los grupos que componían este frente. El movimiento antiperonista estaba formado por dos
bloques, el militar y el netamente antiperonista. A medida que se fue haciendo evidente las
dificultades que habría para instaurar un nuevo orden legítimo, los militares se alejaron
cada vez más de la tendencia en pos de la democracia bajo la cual habían realizado el golpe
del ´55.
Al mismo tiempo, el bloque antiperonista encontraba en su interior tres corrientes, el
populismo reformista, orientado más a integrar e incorporar a la masa obrera y por ende
continuar con algunas de las medidas del peronismo, el desarrollismo y el liberalismo,
totalmente opositor al modelo industrial peronista, y en medida el más crítico en todos los
aspectos del movimiento.
No podemos dejar de destacar el papel del sindicalismo peronista que, si bien expulsado de
la participación institucional, conformaba una importante fuerza desestabilizadora desde la
subversión. Por medio de otros grupos que funcionaban como intermediarios, fueron
desestabilizando tanto el aspecto económico como en el político. Por lo general el gobierno
militar prefería no reprimir, temiendo consecuencias inmanejables, lo cual corroía en
alguna forma su autoridad.
Los forcejeos políticos, sobre todo entre el sindicalismo y el gobierno militar, pegaron de
lleno en el aspecto económico. La inestabilidad política repercutió profundamente en el
aspecto económico, haciendo que sea imposible lograr un crecimiento sostenido. El
sindicalismo entorpecía las medidas tomadas por el gobierno militar y por ende continuaba
favoreciendo el estancamiento económico. Cabe destacar que esta lucha de fuerzas se dio a
lo largo de todo el período analizado, y la relación entre inestabilidad política y
estancamiento económico fue profunda, influenciado por el constante entorpecimiento que
los grupos políticos se hacían entre ellos con el fin de perjudicar la imagen del grupo en el
poder.
Así, la estabilidad política tuvo sus momentos más críticos en las intervenciones militares
directas. En todo el período las fueras militares influyeron sobre el Estado, pero sin duda
donde más lo hicieron fue con el golpe del ´66.
Cuando el gobierno de Frondizi procuró llevar a cabo las medidas correspondientes, en pos
de un aumento de las inversiones extranjeras, era observado de cerca por los grupos
militares. Los militares vislumbrarán el tema del desarrollo, de la modernización como
vital, sobre todo, para la seguridad nacional. En el marco de la guerra fría las influencias de
estas se hacían sentir y pegaron de lleno en el Ejército Argentino. A todo esto, se le suma la
Revolución cubana, una revolución social de grandes magnitudes alcanzada por un país
“subdesarrollado”.
En este aspecto, la doctrina de la seguridad nacional fue instigada por Estados Unidos con
el fin de evitar la propagación de movimientos comunistas. Los países “de la periferia”
fueron invitados a participar en la defensa del “enemigo interno” a fin de detener el avance
del comunismo y permitir el modernismo. La verdadera Nación se constituiría en la unión
de las diferentes fuerzas del país, incluida las Fuerzas Armadas, para poder constituir un
desarrollo industrial competente.
El desarrollismo fue fuertemente criticado por los liberales. A tal punto, que Altamirano
remarca “La cuestión, por último, halla eco también en las filas del ejército argentino,
anudada con el tema de la seguridad continental y el atractivo creciente que ejerce, no solo
entre los militares, el proyecto de una modernización por vía autoritaria” (Altamirano,
1998, p. 80). El liberalismo había perdido influencia, sin embargo, ostentado por las
Fuerzas armadas, tenía un fuerte poder, tal como lo demostró el inicio de un nuevo golpe de
Estado en la Argentina.
Bibliografía