Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Cuando un niño tiene 4 o 5 años hay un área que le cuesta mucho dominar: el
autocontrol. Se frustrará con frecuencia, no será capaz de aplazar las
gratificaciones, ni esconder su enfado cuando su hermano coge la porción más
grande de pizza o cuando le rompe un juguete sin querer.
Los niños más pequeños presentan estas conductas porque las áreas cerebrales
relacionadas con el control de los impulsos y las emociones aún no están
completamente maduras. Es sobre los 7 años cuando este tipo de conductas
empiezan a asentarse con solvencia, siempre y cuando, eso sí nos guíen también
en esta habilidad.
Decía Mark Twain que ayudar a una persona a conseguir lo que quiere puede ser
fácil, pero el problema es que en este mundo casi nadie sabe lo que quiere
exactamente. Es una ironía, es cierto, pero pocas cosas son tan complejas como
lograr conocernos a nosotros mismos en profundidad y poder actuar entonces en
consecuencia.
La motivación que uno mismo se dedica le insta a ser mejor cada día, a
focalizarse en lo que es importante para desplegar mejores recursos y adecuadas
emociones para alcanzar los objetivos que se propone.
Empatía
Es importante matizar este último detalle. Aunque nos repitan a menudo que
empatizar es ser capaces de ponernos en los zapatos ajenos, conviene recordar
que esta maravillosa habilidad no nos servirá de nada si nos diluímos en el otro, si
nos limitamos a ser solo “esponjas emocionales”.
Hay que saber leer las emociones, hay que descifrar gestos, matices, tonos de
voz, pero debemos también mantener esa compostura sabia y firme con la que
responder en consecuencia, siendo la mejor ayuda, el mejor facilitador.
Conclusión: Ser empáticos con los compañeros puede ser algo bastante bueno
en la atmosfera de compañerismo, preocuparse por lo demás por problemas o
situaciones complicadas casi siempre suele ser reciproco, si todos fueran
empáticos en nuestra universidad no existirá faltas, como falta de respeto entre
compañeros o profesores, todos ayudarían a los demás cuando se necesitara.
Habilidades sociales
Conclusión:
Para concluir, aunque en un principio estos cinco componentes de la Inteligencia
Emocional nos puedan parecer áreas diferenciadas y con una serie de dinámicas
exclusivas en las que aprender a ser solventes, cabe decir que no es del todo así.
Son 5 piezas de un puzzle, son 5 raíces de un mismo árbol. Son arterias que dan
vida a ese corazón que habita en nuestro cerebro y que nos permite a fin de
cuentas, sentirnos más competentes, más felices.
-Daniel Goleman-