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RESUMEN
Con éste propósito, la autora ha tomado como punto de partida presentar en éste
documento un análisis de los principales y más destacados aspectos involucrados
en la reforma efectuada por el Código General del Proceso a las normas del
Código de Procedimiento Civil frente a la demanda y su contestación, bajo una
óptica de carácter teórico, general y descriptivo; máxime cuando por estar
relacionado con el ejercicio de la profesión de abogado, el estudio de las
disposiciones contempladas en la reforma introducida a través del Código General
del Proceso respecto a la demanda y su contestación ocupa un lugar importante
en la formación educativa desarrollada en las facultades de Derecho.
ABSTRACT
The article of which gives bill this document looks for to give and to know the most
important components in the reform introduced by the General Code of the
Process in front of the Code of Civil Procedure in the environment of the demand
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and of its answer, like want that these they translate the procedural basic acts of
origin, genesis and development of all process, to the point of being in them the
foundations and essential supports to build the structural scaffolding of the
procedure. It, without forgetting, clearing the comparative analysis that has had
inside the juridical procedural classification the handling of these topics from the
validity of the Code of Civil Procedure promulgated is in 1970. In it offers of that
pointed out, the author has taken as central axis to present in this document an
analysis of the aspects involved in the reformation made by the General Code from
the Process to the dispositions of the Code of Civil Procedure in front of the
demand and her answer; it, under a theoretical, general and descriptive optics of
character; maxims when to be related with becoming of the exercise of lawyer's
profession, the study of the dispositions contemplated in the reformation introduced
through the General Code of the Process occupies a preponderant place in the
educational formation developed in the law schools.
Keywords: Reform, General Procedural Code, Code of Civil Procedure, claim and
defense, basic procedural steps, origin and development of the process.
INTRODUCCIÓN
Por estos días uno de los temas más recurrentes en el ámbito jurídico está
relacionado con la entrada en vigencia e inicial aplicación de la Ley 1564 de 2012,
por medio de la cual se promulga el Código General del Proceso. Ésta norma
propone la vigencia gradual de nuevas normas jurídicas que producen destacadas
modificaciones en el ordenamiento procesal; tal circunstancia naturalmente
despierta interés hacia su conocimiento, especialmente en los sectores judicial,
académico e investigativo, por cuanto es necesario enterarse de las
modificaciones establecidas por la nueva Ley en vigencia, para promover la
reflexión en torno a determinar si brinda o no solución a las necesidades que en
materia de descongestión y de acceso a la administración de justicia, desde hace
mucho tiempo han permanecido sin satisfacción en el sentir de los ciudadanos.
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De igual forma, la Ley 1564 de 2012 constituye una norma jurídica promulgada
bajo la inspiración que produce la cultura del siglo XXI, sin embargo, ésta norma
no es ajena al análisis crítico destinado a encontrar puntos de acierto y desacierto;
por ello, la necesidad de conocimiento propia de la labor educativa amerita un
estudio de la norma al margen de la opinión individual que cada uno pueda llegar
a formarse acerca del tema, motivo por el cual en éste artículo se ha tomado como
punto de referencia el estudio de los principales aspectos involucrados en la
reforma efectuada por el Código General del Proceso a las disposiciones que
rigen la presentación de la demanda y su contestación, por ser estos aspectos
básicos y esenciales del procedimiento que se encuentran directamente
relacionados con el ejercicio cotidiano de la profesión de abogado.
El Código General del Proceso está inspirado en adoptar un procedimiento oral con
el fin de que predomine la inmediación y la concentración en el proceso por
audiencias; estableciendo el plazo de un año para la primera instancia y de seis
meses para la segunda instancia. La norma propugna por una mayor visibilidad del
juez frente a la comunidad jurídica, debido a la mayor inmediación en la conducción
de las diligencias y práctica de pruebas.
El Código General del Proceso tiene la intención de legitimar los procesos, generar
unas decisiones mucho más rápidas, de fondo y efectivas, así como flexibilizar en
gran medida el derecho procesal (2013, párrafos 2,3,5 y 6).
Con éste objetivo, en lo relacionado con la dinámica del impulso procesal y frente
a los actos procesales, el Código General del Proceso busca acoger los adelantos
en tecnologías de la información y la comunicación, promoviendo el uso de
internet para la publicación y difusión de los actos procesales entre los diferentes
actores del procedimiento, junto con la utilización de documentos electrónicos para
desarrollar las actuaciones procesales, la práctica de pruebas y la consulta del
expediente, lo cual naturalmente tiene incidencia en los actos iníciales del
proceso, al fomentar una nueva cultura respecto a conductas como presentar la
demanda, notificar el auto admisorio de la misma y contestar el libelo.
Esto último se explica por la gran expansión y acogida que han tenido los avances
logrados en materia tecnológica (principalmente en el área de la informática), de
donde no puede siquiera escapar el Derecho, en la medida en que al nutrirse éste
de la realidad social, le resulta imposible desconocer los efectos condicionantes
que la informática tiene en la forma bajo la cual se comunica la sociedad
contemporánea. Sobre el particular, Gutiérrez Ocampo (2012) manifiesta lo
siguiente:
Esta Ley no solo prevé la oralidad sino también el uso adecuado de las nuevas
tecnologías de la información y las comunicaciones con lo que se espera tener muy
pronto litigios en línea, expedientes digitales y permitirle a las partes y a sus
apoderados enterarse de las decisiones judiciales y remitir memoriales sin
necesidad de realizar desplazamientos hasta los juzgados. (2012, párrafo 3).
De ahí que, como lo plantea Ríos Álzate (2012), la norma se propone modernizar,
actualizar y unificar los procedimientos, fortalecer la oralidad (que ya estaba en
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Así las cosas, concluye la Corte que no toda contribución previa al acceso a la
administración de justicia es inconstitucional. Sin embargo, al abordar el estudio de
razonabilidad y proporcionalidad de la medida (en escrutinio riguroso), encuentra
que si bien el arancel persigue fines legítimos, la forma en que fue regulado en la
Ley 1653 de 2013 no satisface el subprincipio de idoneidad o la adecuación de la
medida para alcanzar el fin propuesto; no resulta necesaria, pues existen medios
alternativos menos lesivos para el acceso a la administración de justicia, tales como
las sanciones por temeridad o, incluso, una regulación del arancel distinta, tal como
la que previamente estableció el propio Legislador en la Ley 1394 de 2010.
Finalmente, la medida sí representa una intensa afectación para los principios de
equidad y progresividad del tributo, y para el acceso a la justicia. (COLOMBIA, Corte
Constitucional, Sala Plena, Sentencia C – 279/2004, p. 19).
Por otra parte, y de acuerdo con el alcance literal de la disposición (es decir, el
numeral 4º del artículo 84 CGP), solo se deberá adjuntar copia del pago al arancel a
la demanda si a ello hubiere lugar. Pero como la regulación del arancel contenida en
la Ley 1653 de 2013 ya no existe, y fue este ordenamiento el que previó su pago
previo a la decisión del proceso, entonces la norma resulta inaplicable pues remite a
normas que no hacen parte del ordenamiento. Esa situación no es un argumento a
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A su vez, se observa que la Ley 1564 de 2012 modifica el numeral 1 del artículo
78 del C. de P.C. al disponer que el juez se abstendrá de librar el oficio a la
entidad donde reposa la certificación de la existencia y representación del
demandado, en el caso en que el demandante podría obtener el documento
directamente o por medio de derecho de petición, a menos que se acredite haber
ejercido este sin que la solicitud se hubiese atendido. Esta modificación, en criterio
de la autora, tiene como propósito dotar de responsabilidad en materia de
obtención de prueba a las partes al imponerles el deber de agotar los mecanismos
que estén a su alcance para la consecución de la prueba, actitud con la cual se
busca impedir que se promueva un injustificado desgaste del aparato jurisdiccional
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en detrimento del correcto y ágil avance del proceso; aquí existe una gran
diferencia del C. de P.C. en donde acorde con el texto del numeral 1 del artículo
78, para librar el oficio solamente bastaba la simple indicación del demandante de
no poder adjuntar la prueba, motivo por el cual se infiere que la nueva disposición
viene a ser más rigurosa al limitar en gran medida la intervención del Juzgado con
el propósito de obtener una prueba documental.
Sobre éste tema, en el régimen del artículo 78 explica López Blanco (2005), lo
siguiente:
Ante todo es requisito indispensable, para poder aplicar el citado artículo 78, que “en
la demanda se diga que no es posible acompañar la prueba de la existencia o de la
representación del demandado”, como se deduce de la clara redacción del inciso
primero de la norma, no es menester allegar prueba alguna que sustente esa
manifestación por conllevar negación indefinida; basta la simple aseveración de la
imposibilidad. (2005, p. 480).
En similar sentido, se aprecia que la nueva redacción del inciso final del numeral
segundo del artículo 82 brinda una solución (requerir al demandante para que en
el término de cinco (5) días señale quién tiene la representación so pena de
rechazo de la demanda) con la cual se superó el vacío legal que dejaba el numeral
segundo del artículo 78 del C. de P.C. frente al evento en que la persona requerida
afirmaba no tener la representación legal ni conocer quién la tenía, ya que la
anterior disposición del C. de P.C. no ofrecía solución expresa a ésta hipótesis, la
que se obtenía acudiendo a la analogía, a la jurisprudencia y a la doctrina
especializada. Sobre el particular, en el régimen del artículo 78, López Blanco
(2005) explica la solución aplicable, en los siguientes términos:
Hasta aquí la norma es clara; empero, nada dice acerca de la hipótesis de que la
persona señalada por el demandante como representante legal, niegue esa calidad.
La pregunta es obligada, ¿en éste evento qué debe hacerse?. Dos son las
soluciones, según se trate del representante de una persona jurídica o del
representante de un incapaz. Si se trata del representante de una persona jurídica
respecto de la cual no se ha probado su existencia – la citación se hace
precisamente para que con la contestación presente prueba acerca de esas dos
calidades (existencia y representación) – y el citado niega ser el representante,
obviamente no está obligado a allegar ninguna prueba, pues se trata de una
negación indefinida; el juez tendrá que aceptarla y proceder a dictar un auto en que
revoque el admisorio de la demanda, pues no puede adelantarse un proceso, y
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mucho menos tenerlo por iniciado cuando se presenta esta situación. Si se trata del
representante de un demandado incapaz, caso en el cual no hay necesidad de
acreditar su existencia por tratarse de una persona natural, si la persona indicada
como representante de ese incapaz niega tal calidad, el juez, antes de revocar el
auto admisorio de la demanda, debe poner tal manifestación en conocimiento del
demandante, con el fin de que, si lo estima pertinente, pida el emplazamiento del
representante. Si no lo hace dentro del término de notificación de ese auto,
entonces el juez debe revocar la providencia admisoria de la demanda, revocarla de
plano no sería acertado, por cuanto para pedir el emplazamiento y decretarlo, se
requiere la aceptación de la demanda, siendo innecesario revocar cuando está
pendiente la posibilidad de proveer en forma idéntica. (2005, pp. 481 y 482).
figura para otras clases de procesos que estaban excluidos conforme al tenor
literal de lo dispuesto en el artículo 81 del C. de P.C (como lo es el caso de los
procesos ejecutivos y de investigación de paternidad o de maternidad), pues el
citado artículo 81 limitaba la figura únicamente para el caso de los procesos de
conocimiento.
Además, se aprecia que la nueva norma de la Ley 1564 de 2012 elimina el inciso
final del artículo 82 del C. de P.C. en donde se consagraba que en el evento de
existir una indebida acumulación podría considerarse subsanado el defecto
cuando no se propusiera oportunamente la respectiva excepción previa. Sobre el
funcionamiento de ésta modalidad en el artículo 82 del C. de P.C., López Blanco
(2005) afirma lo siguiente:
El inciso final del artículo 82 establece una norma que viene a constituir un caso
especial de saneamiento de nulidad, al advertirse que si las pretensiones son
susceptibles de tramitarse por el mismo proceso y el juez es competente para
conocer de todas ellas, aun cuando no se cumplan los requisitos adicionales, es
decir, que provengan de la misma causa, versen sobre un mismo objeto o deban
valerse específicamente de las mismas pruebas, será admisible la acumulación y se
decidirán las pretensiones en proceso único si el demandado no propuso la
correspondiente excepción previa, con lo cual se viene a establecer un evento
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Igualmente ha sido adicionado el artículo 107 del C. de P.C. con un inciso donde,
para vanguardia con los adelantos técnicos actuales, se advierte que “Los
Despachos que cuenten con medios técnicos podrán utilizarlos para recibir
memoriales en los términos que acuerde el Consejo Superior de la Judicatura”, lo
que abre, desde el aspecto legal, la posibilidad de remitir al juzgado peticiones que
no deban estar necesariamente contenidas en los memoriales escritos en papel
común que deben ser presentados en la secretaría del despacho. Así, por ejemplo,
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si un juzgado cuenta con servicio de internet, sería viable remitir por vía correo
electrónico los memoriales, al igual cómo se puede hacer vía fax o por cualquier otra
medio que se implemente a futuro. Sin embargo, queda en manos del Consejo
Superior de la Judicatura la implementación y reglamentación del sistema, debido a
que son varios los aspectos que deben quedar precisados para efectos de impedir
innecesarias controversias, pero de manera muy especial, se debe regular lo que
atañe con la certeza de la fecha de presentación de la solicitud, lo que es
trascendental para la interposición de los correspondientes recursos. (2007, p. 220)
Aquí, vale la pena referir que desde antes de la promulgación de la Ley 1564 de
2012, la Corte Constitucional había permitido y autorizado la utilización de los
medios electrónicos y mensajes de datos como instrumentos para la presentación
de las demandas, declarando la constitucionalidad de tales herramientas
tecnológicas, acorde con los siguientes planteamientos de la sentencia C – 012 de
2002:
Lo que se pretende es que en los términos del artículo 85 del C.P.C. se le de al tema
de la jurisdicción, el mismo tratamiento que en el caso de rechazo de la demanda se
deriva de la falta de competencia en materia civil, circunstancia ésta última que con
precisión ha sido clarificada por la legislación, la doctrina y la jurisprudencia. De allí
que, un tratamiento de esta naturaleza en el caso de la jurisdicción, signifique para
las partes y para el engranaje jurídico, certidumbre de la calidad respecto de quien
debe ser el juez de la causa, generando confianza judicial para los intervinientes en
un proceso, sin afectar los derechos del demandante y sin extender en el tiempo sus
atribuciones en detrimento de los derechos del demandado. (COLOMBIA, Corte
Constitucional, Sala Plena, Sentencia C – 662/2004, p. 45).
Además, no puede desconocerse que ésta subregla jurisprudencial fue definida y
completada para el caso del rechazo de la demanda por falta de jurisdicción,
estableciendo la remisión de la demanda con sus anexos a la correspondiente, en
la sentencia C – 807 de 2009, en donde la Corte Constitucional refirió lo siguiente:
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En tal sentido, la Sala considera que dicha medida ha de consistir en establecer que
los rechazos por falta de jurisdicción serán tratados análogamente a como se
tramitan los rechazos por falta de competencia. Tal medida es una solución que
permite armonizar los derechos en conflicto. Por consiguiente, la Sala no declarará
inexequible el aparte de la norma demandada, sino que condicionará la
interpretación de la misma y en tal sentido se declararan exequibles las expresiones
'en los demás casos, al rechazar la demanda se ordenará devolver los anexos, sin
necesidad de desglose', contempladas en el penúltimo inciso del artículo 85 del
Código de Procedimiento Civil, bajo el entendido de que en los casos de rechazo de
la demanda por falta de jurisdicción, ésta se enviará al juez competente y con
jurisdicción, de forma análoga a como se hace en los casos de rechazo de la
demanda por falta de competencia. (COLOMBIA, Corte Constitucional, Sala Plena,
Sentencia C – 807/2009, p. 57).
Sobre éste tema, en relación con la reforma efectuada por la Ley 1395, López
Blanco (2011) expone lo siguiente:
Con la saludable adición se corta de tajo toda discusión sobre el tema y el juez que
rechaza la demanda debe disponer su remisión al que estime es llamado a conocer
del proceso, sin que importe que sea de otra rama de modo que siempre la
actuación inicial subsiste con los efectos destacados de que esa demanda
interrumpió los términos de prescripción y de caducidad. (2011, p.p. 27 y 28).
informática, dispone que el traslado del libelo puede hacerse mediante la entrega
de la demanda por medio de mensaje de datos, con lo cual se evidencia la
originalidad de la reforma al propiciar el uso de herramientas tecnológicas
destinadas a agilizar la comunicación entre las partes; posibilidad que el Código
de Procedimiento Civil no mencionaba ni contemplaba en el artículo 87 al no
existir implementación real de recursos informáticos dentro de los procesos
judiciales, la cual era apenas optativa para contados Despachos Judiciales, según
se explicó anteriormente.
De igual forma, se aprecia que la nueva disposición del artículo 93 de la Ley 1564
de 2012 modifica la manera en que se contaba el término del nuevo traslado de la
reforma de la demanda al demandado, al condicionar el inicio de dicho término de
traslado sólo hasta pasados tres (3) días desde la notificación; suspensión la cual
no tenía operancia en la redacción del numeral 4 del artículo 89 del C. de P.C., en
donde el nuevo término de traslado de la reforma de la demanda empezaba a
contar a partir del día siguiente del acto de notificación de la providencia donde se
acepta la reforma del libelo. Sobre el tema, López Blanco (2005) manifiesta lo
siguiente:
Una vez admitida la reforma, el auto correspondiente ordena correr traslado de ella,
por la mitad del término señalado para el de la demanda, auto que se notifica por
estado y se entiende surtida bien para el demandante si actúa en nombre propio o
para su apoderado si lo hace por su intermedio, de manera que no opera en éste
evento la notificación personal. No obstante, cuando la reforma consiste en incluir
nuevos demandados, en ésta hipótesis, el traslado será por la totalidad del término y
la notificación se hará como disponen los artículos 318 a 320 a los nuevos
demandados, pues debe entenderse que sólo con los que ya tienen esa calidad
basta la notificación por estado y por un lapso más reducido. (2005, p. 533).
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Así mismo, la nueva disposición que promueve la Ley 1564 de 2012 introduce un
inciso final al citado artículo 90 del C. de P.C. que busca dotar de mayores
facultades a las propias partes e interesados al permitir que a través de un
requerimiento escrito que el acreedor formule al deudor, se pueda interrumpir el
término de prescripción solamente por una vez, con lo cual, en criterio de la
autora, se elimina el formalismo y “tramitomanía” que inspiraba al C. de P.C. al
disponer en el artículo 489 el trámite innecesario de la diligencia previa tendiente a
constituir en mora al deudor previo a librar mandamiento de pago en el proceso
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ejecutivo, pues estas formalidades las elimina la Ley 1564 de 2012 bajo la premisa
de celeridad procesal que inspira a la reforma.
Este aspecto lo destaca Beltrán Sierra (2014), quien en torno al tema manifiesta:
De manera general queda claro que bajo el criterio de imprimir celeridad al proceso
y eliminar algunos trámites judiciales, el Código General del Proceso con la nueva
regulación sobre la interrupción de la prescripción, introduce modificaciones al
Código Civil y al Código de Procedimiento Civil sobre la constitución en mora del
deudor, la cesión de créditos, la constitución en mora al asignatario para que declare
si acepta o repudia la herencia y sobre la notificación al demandante personalmente
o por estado para que ella opere tanto en los procesos de conocimiento como en los
procesos ejecutivos, modificaciones éstas que podrán acelerar algunas actuaciones
judiciales iniciadas por los acreedores con disminución notoria de aquellos requisitos
que para la operancia plena de las instituciones jurídicas ya mencionadas se habían
establecido por el Código Civil, modificaciones que habrán de ser examinadas con
la experiencia que de su vigencia se derive. (2014, p. 187).
Sobre el tema de la fijación del término en criterio del juez, dice la Corte
Constitucional en la sentencia C – 662 de 2004 lo siguiente:
Con todo, si pasado el tiempo prudencial fijado por el juez, y las partes, - esto es
cualquiera de ellas o ambas-, no convocan el tribunal de arbitramento como
corresponde, es evidente que el efecto interruptor de la prescripción y de la de la no
operancia de la caducidad cesa para el demandante, en beneficio del demandado
(COLOMBIA, Corte Constitucional, Sala Plena, Sentencia C – 662/2004, pp. 45 y
46).
La medida que establece el precepto acusado encubre una sanción – la pérdida del
derecho de acción – que se muestra como razonable en relación con las personas
que al acudir a la jurisdicción abandonan los deberes que le señala el orden jurídico
para el ejercicio de sus derechos, o incurren en manifiestos errores en el ejercicio de
los mismos. Sin embargo, en virtud de la forma indiscriminada y genérica como está
prevista la consecuencia gravosa contemplada en el precepto acusado, ésta se
impone también al demandante diligente que ha ejercido su acción jurisdiccional en
tiempo, que no ha dado lugar a la declaratoria de la nulidad, y que sin embargo
debe soportar un menoscabo desproporcionado de sus derechos, por lo que la
consecuencia procesal que la norma impugnada hace recaer sobre el demandante
diligente, resulta desproporcionada cuando el error en la selección de la
competencia y/o la jurisdicción no le es imputable a él de manera exclusiva, sino
que puede ser el producto de múltiples factores, que escapan a su control, como
pueden ser las incongruencias de todo el engranaje jurídico, o las divergencias
doctrinarias y jurisprudenciales existentes en materia de competencia y jurisdicción.
La imposición de una carga desproporcionada en el sentido señalado, vulnera los
postulados fundamentales contemplados en los artículos 228, 83 y 229 de la
Constitución Política, en cuanto menoscaba las posibilidades de un debido proceso
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De igual manera, en el numeral 5 del artículo 96, se aprecia que la nueva norma
establece la posibilidad de incluir la dirección electrónica para notificaciones,
aspecto que no había sido tenido en cuenta dentro del numeral 5 del artículo 92
del Código de Procedimiento Civil; ello desde el punto de vista de la autora, con el
objeto de propiciar la implementación del uso de las herramientas tecnológicas
con miras a favorecer la comunicación ágil de los actos procesales.
Así mismo, puede verse que la regulación del numeral segundo del artículo 96
busca implementar en el procedimiento civil y aquellos que siguen sus directrices
por remisión analógica, el requisito que se había contemplado para la contestación
de la demanda en el Procedimiento Laboral, donde desde la Ley 712 de 2001 se
exigía al demandado manifestar claramente los hechos que se niegan y los que no
le constan, indicando en forma precisa y unívoca las razones de su respuesta, so
pena de presumir cierto el respectivo hecho.
Además, la nueva norma añade un inciso final en donde se busca reglamentar los
efectos de la omisión de la falta de juramento estimatorio para el caso de la
contestación de la demanda. Aunque el Código General del Proceso enuncia dicho
juramento como un requisito obligatorio de la contestación de la demanda, la Ley
1564 de 2012 consagra que su omisión impide considerar la respectiva
reclamación del demandado, excepto que concrete la estimación juramentada
dentro de los cinco (5) días siguientes a la notificación del requerimiento que para
tal efecto le haga el juez; aspecto que el Código de Procedimiento Civil
reglamentaba de forma distinta en la modificación que al artículo 211 efectuó la
Ley 1395 de 2010, en donde solamente se dejaba al juez la facultad oficiosa de
ordenar la regulación en aquellos casos en los cuales considerara que la
estimación es notoriamente injusta o sospechara fraude o confusión.
De especial importancia son las adiciones que se efectúan al artículo 97. En primer
lugar se revive la posibilidad de alegar la prescripción extintiva bajo la modalidad de
excepción previa, que estaba prevista en el texto original del inciso final del artículo
97; empero el decreto 2282 de 1989 la eliminó debido a los problemas que
surgieron en torno a la naturaleza jurídica de la providencia que resolvía acerca de
la misma cuando la declaraba probada, lo que generó polémica acerca de si era
auto o sentencia y cuáles eran los recursos procedentes. Con la reforma, de nuevo
se permite que se alegue la prescripción extintiva por la parte demandada bajo la
modalidad de excepción previa, lo que ahorra ingentes esfuerzos a todos los
intervinientes en el proceso, por ser frecuentes los casos en los cuales la misma se
estructura con nitidez desde el comienzo de la actuación por no ser usualmente
27
Ahora bien, en los dos primeros incisos, se observa que el artículo conserva en su
mayor parte los requisitos y condicionamientos para la proposición de excepciones
previas, dotando al precepto de una redacción más sencilla que permite una mejor
comprensión e interpretación; aunque se eliminó la posibilidad que otorgaba el C.
de P.C. para solicitar la práctica de la prueba consistente en el dictamen de un
perito no susceptible de objeción, limitándose entonces a la posibilidad de obtener
únicamente la práctica de dos testimonios.
Sin embargo, en el numeral 2 del artículo 101 de la Ley 1564 de 2012 radican las
mayores variaciones que se hicieron a la disposición del Código de Procedimiento
Civil. Allí se contempla la existencia de la audiencia inicial del proceso, en donde
tiene lugar la decisión de las excepciones previas que requieran la práctica de
pruebas. Para el caso de las excepciones que no requieran la práctica de pruebas,
se contempla que el juez las debe decidir con anterioridad al momento en que se
desarrolle la audiencia inicial.
Desde ésta perspectiva, en criterio de la autora, son muy importantes las reformas
que se efectuaron, por ejemplo, a los artículos 78, 98 y 99 del C. de P.C. con las
que se hace factible evitar que las partes promuevan un injustificado desgaste del
aparato jurisdiccional o entraben la celeridad del proceso, como ocurría con el
manejo que se daba a las excepciones previas en el C. de P.C., donde para el
trámite de un aspecto accesorio a la esencia del derecho sustancial reclamado y al
substrato de la controversia se presentaban todas las etapas básicas de un
procedimiento declarativo – traslado, pruebas, decisión, recursos y segunda
instancia–.
coherente con la idea de celeridad y agilidad del proceso que inspira a la Ley 1564
de 2012, el hecho de prolongar el debate y el análisis de aspectos procesales
relacionados con cuestiones de forma, tales como por ejemplo, la existencia de
cosa juzgada, caducidad de la acción o prescripción extintiva hasta el momento en
que se profiera la sentencia, por cuanto ha de observarse que giran alrededor de
circunstancias las cuales ya están bien definidas desde el mismo momento de
realizar la audiencia inicial del proceso, motivo por el cual no se aprecia razón
atendible para justificar su análisis sólo hasta el momento de proferir sentencia.
REFERENCIAS
Arnedo Jiménez, John Edinson. “Vigencia del Código General del Proceso”.
[En línea 2012]. Extraído de:
http://practicajuridicacolombiana.blogspot.com/2012/07/vigencia-del-codigo-
general-del-proceso.html. En fecha (23 de Mayo de 2015)
Gutiérrez Ocampo, Elkin de Jesús. “Nuevo Código General del Proceso. Ley 1564
de 2012”. [En línea 2012]. Extraído de:
https://gybjuridicos.wordpress.com/2012/09/27/nuevo-codigo-general-del-proceso-
ley-1564-de-2012/. En fecha (23 de Julio de 2015)
López Blanco, Hernán Fabio. (2003). “La Ley 794 de 2003 y Las Reformas al
Código de Procedimiento Civil”. Editorial Dupré Editores, Bogotá D.C.
Ríos Álzate, José. (2012). “El Código General del Proceso”. En línea 2012].
Extraído de: http://www.occidente.co/el-codigo-general-del-proceso/. En fecha (23
de Mayo de 2015).