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De la Argumentación, Emilio Rivano 1

DE LA ARGUMENTACIÓN
EMILIO RIVANO
De la Argumentación, Emilio Rivano 2

INDICE

Prefacio : 3
PERSUADIR Y CONVENCER : 5
FORMA Y RAZON EN LA TRADICION LOGICA : 14
CUATRO LOGICAS PARA EL ANALISIS ARGUMENTAL : 19
APENDICE : 33
LECTURA DE UN 'NEORRETORICO' : 34
LA PERSPECTIVA ARGUMENTAL : 52
EJERCICIOS Y DESARROLLOS : 62
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS : 74
De la Argumentación, Emilio Rivano 3

Prefacio

Lo que llamamos argumentación y argumento no es un objeto definido del


conocimiento, sino un amplio espectro de posibilidades. De hecho, tampoco se trata de
una gama de objetos, en el sentido de entidades estáticas. Los argumentos pueden ser
vistos con más propiedad como actividades humanas, crecimientos específicos, y si bien
habrá en ellos ciertos elementos, rasgos y relaciones parcialmente en común, no
comparten nada esencial que deba elucidarse con insistencia. El intento de reducirlos
todos a un común denominador sólo deforma la realidad y produce gran confusión y
alienación. Por otro lado, los intentos esquemáticos, los modelos, los principios
explicativos, deben también ser tomados con cautela: como veremos, son ópticas
apropiadas para ciertos fenómenos argumentales, otros no. En forma general, en la
expresión "teoría de la argumentación", el término "teoría" debe leerse en primer lugar
en el sentido descriptivo. No se trata de una teoría explicativa de la argumentación, sino
de un dar cuenta de diversos aspectos y fenómenos en torno a esa variedad inagotable
que son las prácticas argumentales.

En este texto se exploran algunas posibilidades. Una referencia unificadora de


estas incursiones la constituyen las ideas de Stephen Toulmin sobre el argumento y la
lógica en su The Uses of Argument. Otro origen: Wittgenstein, particularmente en On
Certainty y Remarks on the Foundations of Mathematics. Otro bagaje heredado: las
ideas de mi padre, sobre el mismo tema y, en parte, elaboradas como comentarios a
Toulmin en su Lógica Práctica y Lógica Teórica, pero, en forma más extensa,
desarrolladas a lo largo de sus seminarios en Lund, entre 1979 y 1986. Otras fuentes
irán brotando por el camino.

Este libro surge de un curso que hemos dictado Gerardo Alvarez y yo para el
postgrado en lingüística de la Universidad de Concepción. Me alegra poder mencionar
en este espacio nuestro extendido intercambio en torno a la argumentación. El ha
introducido los temas y procedimientos de la así llamada neorretórica, que fluyen
inicialmente de la obra de Chaim Perelman y Lucie Olbrecht Tyteca. Lo que por mi
parte he presentado en dicho curso es básicamente lo que este libro contiene. El
resultado ha sido un contrapunto estimulante y productivo entre posiciones alternativas
y muchas veces encontradas, experiencia en la que también han participado y a la que
han contribuido tres generaciones de estudiantes y algunos colegas.

En el primer capítulo, "Persuadir y convencer", nos introducimos al amplio


campo de la argumentación por estas dos entradas clásicas. Estas se conciben por
doquier como propósitos, intenciones, logros, búsquedas del argumentador que
constituyen supuestos rasgos esenciales (rasgos definitorios, condiciones necesarias,
naturaleza, etc.) de toda argumentación. Es instructivo, entonces, repasar el significado
de estos términos, esbozar contextos obvios donde aplican, y desarrollar algunos
primeros comentarios. Estos últimos forman a veces un contrapunto con las definiciones
iniciales. Como se verá, "persuadir" y "convencer" no nombran nada esencial para toda
argumentación, ni tampoco algo necesariamente relevante. En primer lugar, los
términos son vagos y amplios, nada definido ni unificado se deja nombrar por ellos,
sino un conjunto abierto de posibilidades. Así, el tipo de convicción o persuasión, si
alguno, que buscan, por ejemplo, un cura con el sermón a su congregación, un informe
económico en la gerencia de una empresa, una madre al advertir a su hijo, un político al
argumentar contra un opositor, un deudo en un discurso fúnebre, un profesor al enseñar
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una materia, un vendedor al ofrecer un producto, etc. - ¿qué guardan éstos en común?
Por otro lado, los contextos múltiples de argumentación no son caracterizados por estas
funciones indefinidas de convencer o persuadir. Muchas veces, aquello simplemente no
está en juego; y cuando lo está, no lo está en términos de una función abstracta o
genérica, sino como algún propósito particular, algún logro específico, etc. y dar cuenta
de eso puede resultar importante o no para describir el contexto del caso.

En el segundo capítulo, "Forma y razón en la tradición lógica", se introduce el


argumento desde la perspectiva lógica. Esto constituye tanto una herramienta como una
referencia básica para todo estudio sobre el argumento y la argumentación. La lectura de
estos alcances elementales de la lógica, la disciplina que se ha encargado del argumento,
su estructura, su forma, elementos y relaciones, no requiere de conocimientos
especializados. En este capítulo también se introducen las ideas de Toulmin, como un
desarrollo específico que se desvía de la tradición.

El tercer capítulo contiene la aplicación de cuatro lógicas argumentales a un


breve texto argumentativo. Estas son cuatro maneras distintas de acercarse al
argumento. La primera, la lógica factual, es básicamente una aplicación del modelo de
Toulmin, es decir, la descripción de la forma y calidad justificatoria del argumento,
descripción que toma como centrales las dimensiones factuales del argumento, los
hechos y campos específicos desde donde surgen las argumentaciones. La segunda, la
lógica retórica, es el análisis del argumento desde los tópicos o lugares comunes. Como
se verá, estos tópicos se conciben como transiciones típicas establecidas en el colectivo.
De modo que, más que 'lugares comunes', se trata de procesos comunes que el retórico
emplea para mover a su audiencia. La tercera lógica es la elaboración de un juego
semiformalizado en el que se articula el tipo de argumento en cuestión. Así como las
otras lógicas, esta suerte de cálculo para el argumento aporta su propios elementos y
relaciones al análisis. Una cuarta lógica se aplica en ciertas disputas que vienen a
comentar las lógicas empleadas: se trata del esquema de los pros y los contras, un
esquema clásico para las discusiones.

El capítulo cuarto es una lectura comentada de un artículo de Charolles, a quien


catalogamos como un 'neorretórico'. Se contraponen aquí una manera neorretórica de
formatear el argumento y tratar el asunto de su definición, por un lado, con maneras,
ideas y aplicaciones a partir del modelo de Toulmin y también comentarios diversos
desde una postura antiesencialista, por el otro. Este capítulo concluye con ciertas notas
filosóficas, en las que se articula en forma más extendida esta postura y se aprecia el
contraste radical que ésta guarda tanto con la tradición, como con la percepción
cotidiana de ciertos temas que conectan con la argumentación, tales como
entendimiento, pensamiento, conciencia, forma, regla, definición, idea y conocimiento.
Estas notas son de clara inspiración wittgensteineana.

En el capítulo quinto se introduce la idea de perspectiva argumental como una


herramienta para dar cuenta de contextos donde encontramos posiciones argumentales
alternativas para un mismo asunto. Esto conjuga temas anteriores, tales como la noción
de garantía y campo argumental en Toulmin, la noción tradicional de pertinencia
argumental y la de estrategia retórica.

El último capítulo, "Fracaso de la racionalidad", plantea que el apoyo de las


garantías cotidianas, las premisas de uso generalizado, va muchas veces a dar al poder:
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el apoyo argumental, más allá de la academia, no suele ser racional, bajo estándares
tradicionales. El apoyo es un apoyo de hecho, no de derecho ante la corte de la razón.

Una primera lectura de este texto resultará seguramente más instructiva y menos
enigmática si se produce de acuerdo al orden dispuesto para sus secciones, de comienzo
a fin. El libro contiene una sección de ejercicios y desarrollos, los que son pertinentes
especialmente en conexión con ciertos capítulos y temas del cuerpo central. Esto se
marca en el texto para las excursiones en cada caso.

PERSUADIR Y CONVENCER

0. Sobre el argumento, propiamente, tratarán secciones posteriores. Por ahora interesa


discernir un par de matices discursivos. Se trata de los fenómenos relacionados con la
persuasión (y disuasión), por un lado, y los relacionados con la convicción, por el otro.
La distinción no es en absoluto tajante y sólo bajo ciertas consideraciones, y a veces
estipulaciones más o menos artificiosas, se logrará producir el efecto de una separación
clara entre ámbitos distintos. De modo que una distancia crítica ante las subsecciones
que siguen es necesaria. Los puntos se presentan como descripciones parciales y
postulados, pero todos ellos están sujetos a una discusión más extensa. El propósito
principal aquí es despertar el pensamiento en torno a estos temas.

1. Perspectiva gramatical. Una primera aproximación a la distinción entre 'persuadir' y


'convencer' la ofrece la gramática misma de estos términos. Se observará, por ejemplo,
que una persuasión se padece (como algo impuesto), mientras que una convicción se
tiene (como algo obtenido). El carácter pasivo del paciente de la persuasión contrasta
con el carácter activo del paciente de la convicción. De allí, por ejemplo, que si bien
podemos decir tanto (a) A ha persuadido a B, como (b) A ha convencido a B, el papel
de B en (a) difiere del papel de B en (b). Se trata de dos papeles distinos: en (a) B ha
sido persuadido, en cambio, en (b) B se ha convencido. Produce rechazo decir en (b)
que B ha sido convencido, como también produce rechazo decir en (a) que B se ha
persuadido. El objeto en (a) es un PACIENTE AFECTADO, en cambio en (b) el
objeto es un PACIENTE-ACTIVO, es decir, un PACIENTE AUTOAFECTADO o
REFLEXIVO.

Por otro lado, el papel de A también difiere en (a) y (b). Así, por ejemplo, si 'A
persuade', el acto de A tiene un carácter progresivo. En cambio, si 'A convence' el acto
tiene un carácter final. De modo que una afirmación como 'A está persuadiendo a B'
fluye mejor que una afirmación como 'A está convenciendo a B'. También contrasta el
carácter externo de la relación de persuasión con el interno de la relación de convicción:
en 'A persuade a B' cabe la posibilidad de que B no sea afectado internamente, no sea
persuadido. Mientras que en 'A convence a B' esa posibilidad queda excluida. En este
segundo caso, B ha sido afectado necesariamente.

Otra realización de este contraste gramatical entre 'persuadir' y 'convencer' se aprecia en


la naturalidad con que fluye una afirmación del tipo 'A fue persuadido en un primer
momento, pero luego cambió de opinión', en contraste con la secuencia más aberrante
'A se convenció primero, pero luego cambió de opinión'. La opinión parece ser algo
difícilmente transable, luego de producirse una convicción.
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1.1. Razón-emoción, contemplación-acción. A primera vista, puede decirse: La


convicción implica un proceso activo, racional y reflexivo, por parte del participante
paciente. La persuasión implica un proceso pasivo, irracional e irreflexivo, por parte del
participante paciente.

Podría decirse: La propuesta persuasiva apela a alguno, en una gama de mecanismos


psicológicos sin mediación protagónica de la razón. Las persuasiones tienen que ver con
nuestras emociones. La propuesta en una convicción, en cambio, apela a la razón, es
decir, hace un llamado a la revisión crítica, explícita, tanto del argumento o los
argumentos a favor, como los argumentos en contra de la propuesta o tesis.

Podría decirse: Sólo se logra la convicción en una audiencia despierta, mientras que se
logra la persuasión en una audiencia dormida. Pero aquí 'despierta' significa 'despierta la
razón', y 'dormida', 'dormida la razón'. Desde la perspectiva de las emociones habría que
decir: se logra la persuación cuando los motivos priman sobre las razones. Y ese, todo
indica, es el estado humano normal en la acción.

La persuasión tiene como finalidad la acción sin mediación protagónica de la razón. En


tanto el intento de convencer, si bien puede tener como finalidad la acción del otro, hace
escala, por así decirlo, en la revisión crítica del asunto. El intento de convencer está
mediatizado por la razón. Es en este estado contemplativo donde la convicción se
realiza. De modo que podremos convencernos de algo que implicaría obrar de un cierto
modo, y, sin embargo, no obrar así, por estar disuadidos de hacerlo, por ser motivos
nuestros más básicos incompatibles con nuestra convicción. Es el momento de las
racionalizaciones, es decir, la producción de razones ad hoc para neutralizar nuestra
convicción racional. Por otro lado, no podremos estar disuadidos o persuadidos de hacer
algo y al mismo tiempo no hacerlo por estar convencidos de obrar de modo distinto.

La convicción trae consigo un estado contemplativo, previo a un eventual acto en


consecuencia. La persuasión trae consigo en forma directa el acto consecuente.

(Bajo el término 'propaganda' se comprende una gama riquísima de formas de la


persuasión. Bajo el término 'ciencia' o 'conocimiento' se comprende una gama de formas
de la convicción. La propaganda es una práctica persuasiva. La ciencia es una práctica
racional. Esto no implica, claro, que no tengamos ciencia en la propaganda y
propaganda en la ciencia).

Lo anterior, sin embargo, da por sentado lo que se entiende por "racional" y "razón". Y
transforma en cosa tautológica el que la convicción nazca de un proceso racional.
Estos serán puntos críticos en desarrollos posteriores.

1.1.1. Una tesis pasa a formar parte del conocimiento de un individuo. Una propuesta
persuasiva pasa a formar parte de sus preferencias (tendencias y creencias superficiales).
De modo que, al ser exigidos, tendríamos que poder reproducir la explicitación de una
convicción. No así de nuestras persuasiones.

Tanto las tesis como las propuestas persuasivas afectan el sistema de actitudes del
individuo, es decir, el conjunto de inclinaciones.
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Tanto el agente de la persuasión como el de la convicción puede planificar la


formulación de sus propuestas. Pero mientras en el persuasor no se explicita este
proceso, en el convencedor sí se explicita.

Pero, ¿qué quiere decir 'explicitar' aquí? Porque tanto en el intento de persuasión
como en el de convicción tenemos la manifestación de un proceso. Todo está a la vista.
Uno apela a la aceptación intuitiva, emotiva, inmediata de los contenidos y la
propuesta; el otro, a la revisión crítica de los contenidos que justifican una tesis.

Se nos sugiere: La soltura con la que se aferra una propuesta por vía persuasiva
contrasta con la firmeza con que se aferra una propuesta por vía del convencimiento.
Las persuasiones, se dirá, van y vienen; las convicciones, en cambio, se quedan.

Sí, pero ¿dónde "se aferran"? ¿dónde "se quedan"? Porque si nuestra perspectiva es la
de los hábitos, tenemos razones de sobra para pensar que lo que se aferra firmemente
aquí a nuestra conducta son justamente las persuasiones, los argumentos retóricos, las
preferencias irreflexivas, las seducciones del mercado, etc. Es decir, lo anterior nadie
lo cuestionará desde una perspectiva platonizante, de dientes para fuera, y todos lo
rechazarán en la realidad, en lo que importa a nuestros actos cotidianos, en lo que
orienta nuestra conducta efectivamente, de dientes para adentro.

Entonces lo que se sugiere es que la convicción de la razón no se aferra a nosotros


como lo hacen las persuasiones, que se configuran en los ambientes de nuestras
emociones.

1.2. La audiencia. "Convincente" y "persuasivo" son términos relativos a una audiencia


particular. Serán entonces atributos justificados en la medida en que se produzca la
convicción y la persuasión en la audiencia. Así, Agustín nos dice que el interlocutor es
persuadido si:

le gusta lo que prometes, teme lo que anuncias como inminente, odia lo que censuras,
abraza lo que recomiendas, se arrepiente de lo que sea que presentas para su
arrepentimiento, se alegra de lo que dices es causa de alegría, simpatiza con aquéllos
cuya miseria tus palabras depictan, evita a quienes le adviertes evitar...y de cualquier
otro modo que tu elocuencia pueda afectar las mentes de tus auditores, no sólo
haciéndolos saber lo que debe hacerse, sino haciéndolos hacer lo que saben que debe
hacerse. (De Doctrina Christiana; citado en Burke, 1969:50)

Con 'persuasivo' se asocian los mecanismos retóricos del argumento. Pero la retórica y
la persuasión van mucho más allá de lo verbal. De modo que un abrigo de piel sobre
una dama podrá persuadir a un burócrata de atenderla bien, por resultarle verosímil que
se trate de una persona con influencia y poder, y esto último hacer muy posible una
consecuencia negativa, en caso de no tratarla bien, y posible una consecuencia positiva,
en caso de tratarla bien.

1.2.1. Un argumento podrá ser coherente, consistente, racional -de acuerdo a ciertos
criterios- pero no será por sí ni 'convincente' ni 'persuasivo', sino sólo relativo a una
audiencia. Una persona será convincente o persuasiva en la medida que así resulte su
argumentación. Lo que se implica con esta distinción entre argumento, por un lado, y
argumentación, por el otro, se irá decantando en el curso de estos desarrollos.
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Pero ¿no es un argumento convincente en la medida en que sea racional, es decir, en la


medida en que responda a las exigencias formales de la racionalidad, de la lógica? El
asunto es este: para una audiencia que considera la forma lógica del argumento como el
criterio fundamental de aceptación, obviamente un argumento formalmente correcto
producirá la convicción deseada. Esta es una audiencia de matemáticos, por ejemplo, o
de lógicos, o filósofos. Pero las audiencias son variadas y los criterios de aceptación
varían de audiencia en audiencia, de auditor a auditor. También varían estos criterios,
como veremos, de campo argumental a campo argumental. La caída de un cuerpo al
suelo podrá ser cosa probable para un filósofo o lógico, pero necesaria para un físico; un
caballo con alas será asunto posible para un lógico, pero imposible para un biólogo; un
terremoto convencerá a una tribu del poder de su airado curandero; un accidente bastará
para convencer a alguien de la verdad del Tarot; una manera de hablar será razón
suficiente a una audiencia para garantizar la credibilidad del orador; etc.

Digamos, por ahora, que el argumento encontrará una definición más técnica que la
argumentación (aunque haya en algunos autores modernos el intento de formalizar las
condiciones de toda argumentación, por ejemplo, en Charolles, 1980, texto que
comentaremos más adelante).

1.2.2. En Perelman (1983:§6) encontramos un desarrollo particular y de inspiración


aristotélica sobre pesuadir y convencer. Citemos brevemente en lo que importa a la
audiencia:

Nous proposons d'appeler persuasive une argumentation qui ne prétend valoir que
pour une auditoire particulier et d'appeler convaincante celle qui est censée obtenir
l'adhésion de tout être de raison. La nuance est assez délicat et dépend, essentiellement,
de l'idée que l'orateur se fait de l'incarnation de la raison. (Ibíd.:p.36).

(Proponemos llamar pesuasiva a la argumentación que no pretende validez más que


para una audiencia particular, y llamar convincente aquélla que busca obtener la
adhesión de todo ser racional. El matiz es leve y depende, esencialmente, de la idea que
el orador se haga de la encarnación de la razón).

Lo que se postula aquí, entre otras cosas, es un doble curso en la audiencia. Por un lado,
está la audiencia en cuanto objeto de persuasión del orador, por el otro, está el mismo
auditorio en cuanto realización del universal racional, i.e. objeto de convicción del
orador. El retórico podrá confiar tanto en la irracionalidad como en la racionalidad de su
audiencia, de acuerdo a lo que convenga en la argumentación.

No negaremos la vigencia de la distinción entre audiencia real y audiencia ideal en el


análisis clásico y como una distinción eventualmente pertinente para descifrar ciertas
argumentaciones concretas y aclarar ciertas confusiones. Sin embargo, como veremos,
el estatus de una eventual audiencia ideal es cuestionable. Es cierto que el orador puede
apelar a los cánones lógicos (conceptuales, semánticos, formales, etc.) del discurso en
un momento dado, pero la argumentación es específica: no es frecuente el caso, más allá
de los muros de la academia, en el que la argumentación se torne puramente "racional",
es decir, en el que la argumentación se defina, se decida, se aplique con exigencias de
racionalidad lógica ajenas al campo de argumentación del caso particular o
independientes de éste. Alguien podrá argumentar a la audiencia ideal que la causalidad
en la naturaleza es sólo probable, que es sólo probable que al chocar una bola de billar
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en movimiento con otra en reposo la primera le transmita movimiento a la segunda.


Algo así podrá ser probable para la audiencia ideal, pero esa es una audiencia de
vacaciones, como diría Wittgenstein. Cuando un asunto como qué ocurre con el
movimiento y los objetos se plantea, no son esos criterios de "racionalidad pura" los que
importan, sino los del campo específico de argumentación, sea éste, por ejemplo, un
asunto para físicos o una discusión entre muchachos en un salón de pool.

Por otro lado, como veremos, está en cuestión que dichos criterios de "racionalidad
pura" sean pertinentes en absoluto en las argumentaciones.

1.2.3. La ilusión de los rasgos definitorios. Cuando los términos 'persuasión' y


'convicción' aparecen en conexión con la argumentación, se implica por doquier que
éstos nombran algo constitutivo o definitorio, atributos o rasgos esenciales, condiciones
de adecuación, etc., de toda argumentación. Esa es una inercia que hay que combatir:
convencer o persuadir no son propósitos universales de toda argumentación. Los
propósitos que eventualmente participan en un contexto de argumentación son diversos
e incontables. Por otro lado, no es necesario que se tengan propósitos cuando se
argumenta. No es necesario incluir actos mentales, como los propósitos, en el análisis y
la descripción. También podríamos decir: lo que se entiende por 'propósito' requiere
criterios colectivos, intersubjetivos, externos, etc. de aplicación; no se trata de actos
mentales. Ese será un tema que desarrollaremos más adelante.

Revisemos mínimamente algunas especificaciones que den forma más concreta a estas
supuestas funciones de convencer y persuadir. Por ejemplo, 'convencer' es un verbo con
tres participantes: alguien convence a otro de algo. Piénsese en el otro: ¿de quién se
trata? Puede tratarse del interlocutor, o de una audiencia presente, o una audiencia
incierta (futura, remota, imaginaria), o ninguna audiencia (como cuando uno busca
razones para hacer o no hacer algo). Por ejemplo, un político disputa con otro opositor,
no para convencerlo, sino para convencer a los votantes. Pero no necesariamente: el
político puede buscar el ridículo de su opositor, o la lástima de (parte de) su audiencia, o
su ira. Son obviedades de la retórica y la dialéctica. Piénsese en la estratagema número
8 que recomienda Schopenhauer en su Dialéctica Erística :

Provocar la cólera del adversario, pues, en su furor, no será capáz de juzgar


correctamente y percibir su propia ventaja. Se irrita su cólera haciéndole, sin disimulo,
algo injusto, vejándolo y, sobre todo, tratándolo con insolencia.

Los propósitos específicos y sus tipos son incontables. A veces se está argumentando,
no para convencer al otro, sino para defenderse del otro. Otras veces, se argumenta
conjuntamente para encontrar una respuesta a un asunto. Otras, para lucirse. Otras, para
ocupar tiempo. Otras, para despertar sospechas. Otras, para instalar un rumor. Otras,
para hacer noticia. Es decir, 'convencer' no está en juego en estos casos.

Considérese ahora ese algo del marco básico de 'convencer': ¿de qué se trata? Aquí la
tradición insistirá que se trata de una tesis. ¿Qué es una tesis? Notemos que las
propuestas para la convicción son de carácter muy variado: opiniones, imperativos a la
acción, exhortaciones, admoniciones, evaluaciones, deseos, valoraciones, demandas de
todo tipo, imputaciones, calificaciones, explicaciones, definiciones, identificaciones. La
lista no termina, y bajo cada uno de los tipos mencionados se abre una nueva lista
abierta de miembros más específicos. Es decir, hablar de 'tesis' como un objeto de
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'convencer' es muy vago; aun no dice nada. Por otro lado, se aprecia en cada una de
estas entradas que su eventual participación en un contexto argumentativo dado no
necesariamente se produce como un objeto de convencer. Alguien puede argumentar
para despertar un deseo, o llamar la atención sobre una demanda, o sugerir una solución,
o mencionar una definición, o hacer una demanda, o acusar con una imputación, o
lograr un sentimiento de identidad, etc. ¿Qué se gana con reducir todas estas series a un
nombre común como es 'convencer a la audiencia de una tesis'?

1.3. Topologías de las disputas. Vale la pena mencionar, aunque sólo sea
superficialmente, las distintas formas dialógicas en las que se dan ciertas disputas o
argumentaciones. Tenemos aquí una gama amplia; de hecho, un conjunto abierto de
topologías dialógicas. Las disputas configuran prototipos de prácticas argumentales, al
punto que algunos teóricos conciben la argumentación sólo en función de cierto tipo de
disputa, típicamente, los alegatos a favor y en contra de una tesis ante una audiencia.

En las prácticas jurídicas, por ejemplo, nos encontramos con configuraciones clásicas de
disputa ante un juez. Aquí las partes se enfrentan y el tribunal autorizado (el juez o
jueces, o un jurado) determina el resultado de la disputa. Este fallo se obtiene luego de
un proceso argumental adicional en el que se cotejan las posturas enfrentadas y se llega
a una resolución a favor de uno u otro lado en el asunto. Los propósitos o los motivos
que llevan a las disputas son incontables: demandas de todo tipo, cuestiones de derecho,
de legalidad, de perjuicio, de responsabilidad, de deber. Idealmente, en las prácticas
jurídicas el proceso debe ser justo: ambas partes de la disputa deben tener la
oportunidad de exponer y ser escuchados y considerados igualmente. En la realidad, sin
embargo, como se sabe, se dista mucho de lograr un procedimiento justo. Idealmente, el
juez juzga de acuerdo a un código o conjunto de normas, leyes y definiciones.
Idealmente, también, la deliberación es pertinente al tipo específico de disputa. Sólo
entonces cabe decirse que la sentencia resuelve jurídicamente el caso. Las soluciones
salomónicas, entonces, no son prototipos de resolución jurídica, aunque sí terminan con
la disputa: partir un bebé por la mitad ante la demanda de dos mujeres por su
maternidad, dándole una mitad a cada una, no es una resolución jurídica. Sin embargo,
no es el uso de poder lo que descalifica a Salomón como juez, en este sentido. En un
sistema jurídico, propiamente, la autoridad del juez es rasgo constitutivo, como también
el poder tácito del juez de contar con un aparato que haga efectiva la resolución del
caso. El problema con esta solución salomónica es que no es pertinente a la disputa del
caso: las mujeres, las partes disputantes, no estaban alegando por una distribución
equitativa de los quilos del bebé, o sus miembros, sino por su maternidad integral. De la
pertinencia que guardan la deliberación y sentencia de un juez con la disputa del caso se
dice que es asunto de la lógica. Como veremos (e.g. infra, "Forma y Razón en la
Tradición Lógica": 3; 3.1.), la reverencia que el jurista hace a la lógica debe examinarse:
lo que está en uso en la deliberación justificatoria no es la lógica formal o teórica, la
lógica de corte matemático, a pesar de que la opinión generalizada en esta materia es
que es justamente esa lógica la que finalmente establece esta pertinencia, sino una
lógica aplicada o práctica, una lógica factual, como la llamaremos, en la que los
criterios de adecuación no vienen de las alturas teóricas y formales de esta disciplina,
sino de los campos mismos desde donde surgen los alegatos y argumentos.

Otras formas básicas de la disputa, y emparentadas con las anteriores, se dan en las
negociaciones: las partes argumentantes se hacen mediatizar por un intermediario que
no tiene facultades para fallar, sino que cumple la función de facilitar el diálogo y
De la Argumentación, Emilio Rivano 11

apunta a la negociación o el compromiso de las partes para alcanzar un acuerdo entre


éstas. Se puede decir que las partes de una negociación son también jueces en la disputa:
la conclusión del proceso de negociación, el compromiso o acuerdo, es un constructo de
los disputantes, un acuerdo mutuo.

Parecidas a estas últimas son las consultas a mediadores terapéuticos de todo tipo
-familiares, sentimentales, sexuales- en las que el mediador puede ser un profesional
entrenado para estos efectos, o un virtuoso natural, o un curandero espiritual, o un
charlatán, o un amigo que pasaba por ahí, cuyo papel básicamente es el de ser el
receptor espejo de las demandas y quejas de las partes con vistas a alcanzar, en primer
lugar, una visualización o reflejo de los intereses y características en conflicto, y, luego,
eventuales soluciones por medio de la terapia del caso.

Múltiples casos dialógicos cotidianos también se enmarcan en topologías de disputa.


Aquí puede haber jueces, como una pequeña audiencia de amigos que aplaude o ríe a
favor de uno u otro en un bar, o en una fiesta, o en la casa, o simplemente un tercero
cualquiera que toma el papel de mediador o de juez en una disputa entre dos.

1.3.1. Antigüedad y neoevolucionismo. Vale recordar, por último, algunas formas


clásicas de disputas sofísticas de la Grecia Antigua. Resaltan los dissoi logoi, o
argumentos de doble curso: es posible argumentar a favor o en contra de cualquier tema.
Los sofistas, primeros educadores sistemáticos de occidente, entrenaban a sus alumnos
en el arte de la discusión desde esta posibilidad del pro y el contra. El propósito de esta
educación era práctico: se trataba de preparar al alumno en el arte de la interacción
pública, de modo que pudiera hablar con propiedad y salir con ventaja de los
incontables contextos confrontacionales de su vida. Son los sofistas, entonces, los
primeros teóricos de la argumentación y los tratados aristotélicos posteriores de retórica
y dialéctica son, en buena medida, logros de esta tradición. Así, en su Retórica,
Aristóteles nos señala que la retórica es útil porque hace posible defender los contrarios,
es decir, defender posiciones encontradas con respecto a un mismo tema. Citemos:

...de las demás artes, ninguna saca conclusiones contrarias sino sólo la dialéctica y la
retórica, pues ambas tratan igualmente de los contrarios. (I,1:1355a)

Demás está decir que la herencia socrática, ética, orienta todo el texto. Así, en el mismo
desarrollo, concluye:

No es que sean iguales los objetos contrarios de que se trata, sino que siempre lo
verdadero y lo bueno son naturalmente de razonamiento mejor tramado y más
persuasivo. (ibíd.)

Un comentario obvio con respecto a esto último se refiere al supuesto que trae: lo bueno
y lo verdadero, como puntos absolutos de referencia (objetos preestablecidos, etc.).
Justamente este supuesto es lo que estaría en cuestión desde que se puede argumentar
razonablemente en pro de contrarios. El punto es que las posiciones encontradas se
adjudicarán ipso facto la verdad y el bien, y no hay criterios que no sean argumentales
(de 'campo argumental', como veremos) para determinar lo verdadero y lo bueno: lo
verdadero, lo bueno, lo bello, es lo que triunfa, lo que se instala como tal en la disputa, y
en la interacción y convivencia, en general. Por cierto, calificativos como "sofista",
"demagogo", "retórico", han pasado al vocabulario de lo dislógico, lo repudiable, lo que
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debe combatirse o al menos advertirse para no ser afectado. Un logro nada despreciable
de la vertiente socrática del pensamiento. Pero la lucha se plantea muchas veces por
establecer quién es el demagogo del caso, y esto lo determina una audiencia, audiencia
que, más veces que no, se deja llevar en esto por el demagogo del caso. Estos temas
serán abordados en desarrollos posteriores.

Con Sócrates, la forma de la disputa es particular: su técnica consistía, en parte, en


interrogar insistentemente a su interlocutor sobre la definición de los términos
empleados y las implicaciones de los conceptos, comprobando incoherencias, paradojas,
contradicciones, aporías en las tesis por éste planteadas. El propósito de Sócrates no era
práctico, como con los sofistas. No se trataba de obtener una ventaja relativa y
contextual en la argumentación; se trataba nada menos que de la búsqueda de la verdad.

Ya sabemos cómo reaccionó la sociedad ante una exigencia así, algo análogo a cómo
reaccionara siglos después ante la exigencia de amor de un Jesús. En ambos casos, se
trataba de absolutos problemáticos. Podemos esbozar interpretaciones encontradas sobre
lo que les ocurre a estos personajes: se trata de un mecanismo de castración social ante
empresas vacías, disfuncionales; se trata de un mecanismo de reacción social ante
empresas liberadoras, revolucionarias. ¿Cómo, si no a través de argumentos para uno u
otro lado, podrá inclinarse el juicio sobre la adecuación de una u otra postura?

Peor aun: muchas veces no hay criterios externos (objetivos, intersubjetivos, etc.) para
determinar o evaluar las disputas. Detallemos un poco más una tercera interpretación,
más acorde con los enfoques neoevolucionistas de la cultura. En Sócrates, por ejemplo,
tendríamos una figura que encarna programas para el comportamiento humano
(instrucciones para la acción) tales como ciertos conceptos de justicia y de razón (y los
comandos de base que imponen estos programas en la acción): "sé justo", "condena la
injusticia", "actua de acuerdo a la razón", "juzga bajo cánones racionales", etc. Estos
programas se enfrentan a otros en el caldo cultural de la Grecia de Sócrates, otros
aparentemente más primitivos, más arraigados en la sociedad, otros tales como "busca
tu propio bien", "busca tu placer inmediato", "elimina al otro si ofrece peligro,
oposición". Estos últimos programas se encargan de matar a Sócrates. Por otro lado, los
programas "socráticos" no mueren porque muera una de sus máquinas. Muy por el
contrario: una de sus estrategias consiste en convertir estas derrotas parciales en victoria
final, asunto de táctica y estrategia, digamos. Porque al cometer la sociedad injusticia a
Sócrates, de acuerdo a sus propias predicciones y caracterizaciones, ésta no hace sino
confirmar a Sócrates en tanto alternativa de vida, de coherencia, estabilidad,
predecibilidad, valor. La lucha de los programas no se da en el marco temporal de una
generación humana, sino en la dimensión histórica.

Otro tanto podría decirse de la figura de Jesús. Y considerando la siniestra historia de la


Iglesia Católica, bien cabría concebir esta secta como un grupo de infiltrados: se trata de
simulacros de cristianos. La programación "cristiana" tiene tal éxito que los programas
precedentes opuestos y enemigos terminan por adaptarse, acomodarse al nuevo formato,
por pura conveniencia, supervivencia, parasitismo. Así podemos ver la figura de
Constantino y lo que ocurre en Roma con la transición al cristianismo. Desde la
perspectiva neoevolucionista, se trataría de estrategias de disfraz: la programación
precristiana del Imperio se pone piel de cordero para soportar la tormenta de los nuevos
rebaños. Tipos de efectos sociales y psicológicos de esto: ambigüedad, contradicción,
doble curso en las interpretaciones y en la acción, hipocresía, esquizofrenia, etc. Ahora
De la Argumentación, Emilio Rivano 13

bien, como se dijo, esta línea interpretativa neoevolucionista, enfrentada a otras


perspectivas de interpretación, se adjudica ipso facto la verdad (adecuación, validez,
etc.) de sus contenidos. Y no hay criterios externos para determinar cuál óptica es la
correcta. Luego, no se puede hablar de 'correcto' en este contexto. Se trata de ópticas
alternativas. Los nuevos tiempos traen ópticas particulares: son los nuevos cuentos de la
ciencia humana sobre la humanidad.

1.4. La demostración. La demostración es el establecimiento de la conclusión deseada


a través de un proceso inferencial. En forma más generalizada, por 'demostración' cabría
entenderse el acto a través del cual se logra la convicción. Estos actos demostrativos son
formas varias para establecer una certeza o creencia, típicamente, actos verbales a favor
o en contra de alguna propuesta, afirmación, opinión, exhortación, orden, etc., o para
alcanzar una tesis, para establecer una distinción, para revelar una aporía, etc. Los
medios y propósitos específicos son incontables. Por otro lado, los actos demostrativos
no necesitan ser hablados, pueden ser actuados (actuación, mímica, gesticulación,
danza, movimientos), indicados (mostración), escritos o señalizados de alguna manera
(lenguajes visuales y tactiles - e.g. dibujo, vestuario, maquillaje, caricia) o simplemente
realizados (manufactura, culinaria, etc.). Estos actos aparecen inscritos en lo que
siguiendo a Wittgenstein podríamos llamar juegos del habla: contextos varios donde el
entendimiento humano está operando. Es decir, un acto demostrativo no es algo que se
defina a priori como tal, sino que acontece como tal en un contexto humano dado. Por
razones que no podremos sino sugerir por medio de la expresión "alienación de la
cultura letrada de Occidente", la demostración se ha asociado desde siempre con los
medios verbales -"argumentales"- de la comnunicación humana.

Entre otras, el término 'argumento' nombra una variedad de formas en las que se
manifiestan intentos de demostración. Estas formas pueden ser caracterizadas en
términos generales con la bipartición propuesta-fundamento. Es decir, algo se propone o
afirma (una fórmula del saber, una fórmula para la acción, una fórmula para la
valoración, una fórmula para la evaluación) y aquello que se propone se basa en otras
cosas. El argumento es la unidad propuesta-fundamento. Es frecuente, mas no en este
estudio, usar los términos 'argumento' o 'razón' para designar la parte 'fundamento' de
este constructo. Se habla, por ejemplo, de un argumento o razón a favor de una tesis, en
el sentido del fundamento que la avala.

Del fundamento de un argumento se dice que es el apoyo racional de la propuesta:


aceptado el fundamento, la propuesta queda firme en nuestra convicción.

¿Por qué queda firme? ¿Qué se entiende por apoyo racional? Esas son cuestiones de
cuyo planteamiento se desprende un elemento paralizante: cualquier respuesta
satisfactoria estaría implicando lo que se proponen explicar. En todo caso, son
preguntas que más vale enfrentar luego de haber revisado algunos modelos explicativos
sobre el argumento.

Notas

- Un argumento es un todo de partes. El mecanismo que opera en el argumento ha sido


estudiado con éxito desde Aristóteles (Primeros Analíticos). En Toulmin (1958), como veremos,
tenemos una reformulación del modelo aristotélico o silogístico, una suerte de puesta en escena
del silogismo (en la escena jurídica o justificatoria). Nada parecido tenemos con respecto a la
argumentación, sino el conglomerado de esquemas argumentales en la Retórica de Aristóteles,
De la Argumentación, Emilio Rivano 14

que reformulan Perelman y Olbrecht-Tyteca (1958). También en Aristóteles, en Tópicos y en


De Refutaciones Sofísticas, tenemos, por un lado, una revisión de los tópicos o lugares comunes
que pueden servir de puntos de partida en la argumentación y, por el otro, la revisión de las
falacias o argumentos fallidos con apariencia de validez, lo que también se trata en Perelman y
Olbrecht Tyteca (ibíd.) y que encuentra tratados muy instructivos en Schopenhauer (1864) y
Rivano, J. (1966).

- Para una visión general de la persuasión, especialmente desde la perspectiva de las actitudes y
normas de conducta, ver Reardon (1981/91).

- Ver también Ehninger (1974:cap.I) para un desarrollo afín al de esta sección, pero en términos
de influencia sobre creencias y conductas.

- Observemos, finalmente, que la subsección 1.1. contiene un argumento implícito -que cabría
calificar de realismo lingüístico- en términos de un procedimiento que deriva fenómenos reales
a partir de propiedades lingüísticas. Cabría revisar tal implicación, empresa que no
emprenderemos acá, pero que puede servir como ejemplo de argumento. La referencia obvia es
el argumento conocido como la hipótesis de Sapir y Whorf, como también el supuesto básico de
toda filosofía lingüística.

FORMA Y RAZON EN LA TRADICION LOGICA

1. Sólo cabe especular sobre el tipo de hecho o fenómeno que es la convicción por vía
argumentativa. Estamos ante una variedad concreta de fenómenos. No se trata de la
convicción, como algo que se repite idéntico cada vez que resulta apropiado nombrar así
el hecho. Las convicciones varían de acuerdo a los contextos específicos en los que
emergen. Algo logra afectar en nosotros una percepción clara (intuición lógica, razón
humana, hábito de regla, conocimiento subsidiario...) de la firmeza que une ciertas
proposiciones que aparecen en contextos comunicativos diversos. Las proposiciones del
caso son de cualquier índole (de tipo cognitivo (del saber), volitivo (imperativos a la
acción), valorativo (juicios estéticos, éticos), religioso (de creencias)); en ellas, una
cierta firmeza une la secuencia total en cada caso. Podemos ver en la secuencia (que
siempre cuenta con un grado de elipsis) una apelación implícita a una regla del lenguaje.
Esta apelación puede ser formulada así: "si aceptas esto (fundamento), tienes que
aceptar esto otro (propuesta), basado en las reglas pertinentes del lenguaje para este
caso". Aquí "regla del lenguaje" quiere decir "regla de uso" i.e. norma de cómo
funcionan las premisas y conclusiones en una situación comunicativa particular.

1.1. Sobre esos múltiples contextos comunicativos comentaremos más adelante. Es


sobre las formas de la convicción y, en especial, las formas de las proposiciones
cognitivas que llevan a la convicción que trataremos ahora. La disciplina encargada en
Occidente de las formas válidas del argumento es la lógica. En lógica, se entiende por
'argumento' un constructo simbólico que representa el conjunto de elementos y
relaciones que participan en la formación de las proposiciones-tesis (principalmente
proposiciones cognitivas).

(La lógica es un ejemplo clásico de metalenguaje, por lo que se filtrará una ambigüedad
en el uso del término 'argumento': se entenderá por argumento tanto el complejo mismo
que se produce en una argumentación, como el constructo simbólico que se usa para
representarlo. Es más, la teoría lógica se elevará, desde su despegue en Aristóteles, a
De la Argumentación, Emilio Rivano 15

alturas insospechadas, hasta llegar a concebir el argumento como formas universales de


validez, con realidad propia, independiente de la experiencia. Este es un tema que
Toulmin resalta en su Introducción (1958:2-3) y se comenta y desarrolla en Rivano J.
(1984))

La lógica comienza en Aristóteles como 'la ciencia de la demostración', como la


episteme de la apodeixis. (Aristóteles: Primeros Analíticos en el Organon. Ver Toulmin
íbid.:1-2; Van Eemeren et al. 1987:Cap.2; Rivano, J. 1984). Aquí cabe todo un
desarrollo acerca de la apodeixis en los tiempos de Aristóteles y en sus textos y de cómo
la lógica ha pasado de ciencia de la argumentación, como concebiblemente la concebía
Aristóteles, a la disciplina formal que es hoy, a una rama de las matemáticas. Porque en
Aristóteles la argumentación es la actividad de la que se nutre la lógica (llamada
'análisis' en los textos griegos): hay una episteme o ciencia, que tiene por objeto de su
saber esa práctica (praxis) que es la apodeixis (argumentación, demostración,
justificación, son conceptos indistintos en este origen). No hay una escisión entre la
ciencia, su objeto, la realidad, y la técnica o arte, así como se manifiesta en lógica
moderna. En esta última el objeto de la lógica son las formas lógicas, entidades
abstractas, sin conexión clara con la realidad, más bien, de una supuesta realidad lógica
propia (a priori, trascendental, etc.). Esto, sin duda, no deja de deberse al logro formal
que es la teoría del silogismo en Aristóteles.

2. El argumento: forma y validez. La lógica se autodefine como un medio de


verificación argumental: la lógica está encargada de establecer la validez de los
argumentos. Un argumento es una secuencia de proposiciones (afirmaciones), una de las
cuales, la conclusión, se propone como una consecuencia lógica (lógicamente
deducible) de otras, las premisas. Veamos ejemplos:

(A) p1 Marcelo Ríos es un lingüista o Noam Chomsky es un tenista

p2 Marcelo Ríos no es un lingüista

c luego, Noam Chomsky es un tenista

(B) p1 algunos lingüistas son chomskistas

p2 algunos psicólogos son lingüistas

c luego, algunos psicólogos son chomskista

Tenemos en A(p1) una disyunción general: alguien es L u otra persona es T. En A(p2)


tenemos un hecho particular, un dato: ese alguien no es L. Dada la disyunción general y
el dato particular se concluye en A(c) que esa otra persona es T. Los argumentos,
entonces, producen propuestas, a saber, que ciertas conclusiones se obtienen de ciertas
premisas. Es tarea de la lógica establecer los tipos de argumentos que producen
conclusiones válidas. En lógica, esta tipología es algo que se obtiene por vía de la forma
argumental, independientemente de los contenidos específicos de la proposiciones
constituyentes.

2.1. Validez y verdad. Para responder a la pregunta "¿qué es una argumentación


válida?" cabe distinguir entre 'validez de un argumento', por un lado, y 'verdad de su
De la Argumentación, Emilio Rivano 16

conclusión', por el otro. No todo argumento válido produce conclusiones verdaderas


(e.g. (A) arriba) y no todo argumento que produce conclusiones verdaderas es válido
(e.g. (B) arriba). Hay, entonces, argumentos válidos con premisas falsas (A) y
argumentos inválidos con premisas verdaderas (B).

La validez de un argumento es asunto distinto de la verdad de las proposiciones


constituyentes (premisas, conclusión). En lógica, de un argumento se dice que es válido,
es decir, que su conclusión se extrae lógicamente (sin otra mediación que el
entendimiento) de las premisas, no que es verdadero.

En un argumento válido, si las premisas son verdaderas, también lo es la conclusión,


necesariamente.

Obviamente, de las combinaciones posibles destaca el argumento que es tanto válido


como verdaderas sus premisas:

(C) todo organismo es mortal

las bacterias son organismos

luego, las bacterias mueren

La lógica moderna se limita a estudiar validez. Es tarea de otras disciplinas la de obtener


premisas verdaderas (confirmadas). Es decir, la premisa general, o premisa mayor
"todos los organismos son mortales" no se establece por lógica. Será asunto,
eventualmente en este caso, de la biología establecer la verdad de una generalización
así.

2.2. Inferencia. También podemos decir: La lógica estudia las condiciones bajo las
cuales ciertas conclusiones pueden ser establecidas o inferidas en forma válida a partir
de ciertas premisas. La inferencia es el transcurso de esta operación lógica. Así,
entonces, podemos reformular un argumento como (C) arriba en una secuencia
condicional: el esquema (C) es equivalente al enunciado "si todo organismo es mortal, y
las bacterias son organismos, entonces, necesariamente, las bacterias mueren". Hemos
transformado (C) en un enunciado condicional de la forma "si...entonces...", donde el
lugar del antecedente lo ocupan las premisas y el del consecuente la conclusión.

La lógica, desde esta perspectiva, puede ser descrita como la teoría de la inferencia y de
la relación de consecuencia en la que la inferencia se basa.

2.3. Forma. Al desarrollar su teoría de la inferencia, entonces, la lógica considera los


argumentos sólo con respecto a su forma, no su contenido: la validez de los argumentos
no sólo es independiente de la verdad de sus premisas, sino de los contenidos mismos
en cuestión, de los infinitos tópicos que pueden argumentarse.

No se pretende entregar un test de validez para cada argumento con tópico distinto. La
validez, por el contrario, se comprende como validez formal (universal), y las
condiciones para la inferencia válida son condiciones formales de la inferencia válida.
De la Argumentación, Emilio Rivano 17

La lógica se limita a aquellos argumentos cuya validez depende exclusivamente de su


forma lógica y de la forma lógica de la proposiciones que los componen. El argumento
enunciado pasa a considerarse como una instancia de las formas argumentales válidas
correspondientes.

2.3.1. Si bien no existe acuerdo o descripción satisfactoria de lo que se entiende por


forma lógica, bastará comparar A' y B' para percibir los rasgos centrales del asunto:

(A') llueve o brilla el sol p o q

no llueve no p

luego, brilla el sol luego q

(B') todos los lingüistas son chomskistas todos los M son P

todos los fonólogos son lingüistas todos los S son M

todos los fonólogos son chomskistas todos los S son P

donde p y q denotan proposiciones y S, P, y M denotan clases.

Las anteriores son formas válidas de inferencia. Llénense los espacios variables en las
distintas fórmulas con cualquier contenido idóneo y se obtendrá un argumento
formalmente válido.

3. Toulmin: lógica de hecho y de derecho. Toulmin (1958) reformula la figura


silogística en términos de ciertos casilleros funcionales que toda buena argumentación
justificatoria debe articular. Si la forma lógica constituía la columna vertebral de la
evaluación del argumento desde la tradición lógica, la forma jurídica, el proceso
justificatorio en los tribunales, constituye la norma para la evaluación del argumento en
el modelo de Toulmin.

Toulmin formula la función de la premisa mayor en términos de lo que él llama


'garantía'. Una garantía es una regla general, una licencia que me permite ir de un caso
dado, un hecho o algo que se da como verdadero, a una conclusión. Esta función de lo
dado, del hecho, que Toulmin llama 'dato', corresponde a la premisa menor en la versión
silogística. Por ejemplo, yo sé que todos los chilenos menores de edad necesitan una
autorización de sus padres para salir del país. Esa es una garantía, un principio general.
Al momento de enfrentarme a un dato, un hecho como la salida de un menor, puedo
afirmar (concluir, instruir, ordenar, demandar, sentenciar, sugerir, etc.): necesita
autorización de sus padres. Pasé del dato a la conclusión por vía de la garantía. La
garantía, por su parte, deriva de un 'apoyo' o 'respaldo', que es la base empírica (trátese
de un código legal, una teoría científica, un estudio estadístico, una costumbre
arraigada, etc.) desde donde surge la garantía. La función de apoyo, entonces, es una
categoría relativamente novedosa en el esquema argumental.

Por otro lado, la función de apoyo algo recuerda al tekmerion, es decir, la categoría que
nos remite a los fundamentos, razones o base empírica para una opinión, creencia, tesis,
etc., categoría que circula en Grecia en forma generalizada ya en la era de los sofistas.
De la Argumentación, Emilio Rivano 18

La garantía es una licencia formal, una instrucción automática que me permite extraer
conclusiones. Pero su sentido, su lugar de origen, sus modalidades, campo específico de
donde surge, es el apoyo, que ya corresponde a otra dimensión. En el apoyo está toda la
información pertinente para la garantía. En este caso, el apoyo es el texto legal, el
código donde se establecen las normas jurídicas que estipulan los requisitos para la
salida de un menor del país. Allí encontraremos excepciones y otras cualificaciones a la
norma general que formula la garantía. Estas cualificaciones deberán reencontrarse en la
conclusión: la conclusión está siempre cualificada en función del apoyo del argumento
del caso. Así, por ejemplo, el código contempla casos de niños sin padres, o casos de
padres imposibilitados para emitir la autorización, etc. Todo eso deberá aparecer en la
conclusión del argumento, de ser necesario.

La anterior es una presentación simplificada del modelo argumental de Toulmin.


Volveremos a aplicar e insistir sobre el modelo en desarrollos posteriores. Se observará
que la figura es la silogística, pero ahora en un terreno específico. La conclusión no
aparece como algo ya contenido en las premisas, sino como algo con valor práctico,
informativo; un aporte con sentido, no una mera tautología o redundancia. No es sólo la
forma argumental lo que está operando para dar validez al argumento, sino los
contenidos mismos del argumento en cuestión. Es en la dimensión de los hechos,
dimensión explícita en las funciones de apoyo y dato del modelo, donde el argumento se
articula.

3.1. Ya hemos advertido que la pertinencia de las deliberaciones y las sentencias con
respecto a los casos particulares se ha tratado tradicionalmente en derecho como asunto
de lógica. El modelo de lógica implicado, sin embargo, es de corte formal: es la lógica
de los lógicos, la lógica teórica, la que finalmente avalaría la pertinencia del caso.

Toulmin ha levantado un modelo de análisis argumental basado en las prácticas


jurídicas, basado en el tipo de proceso justificatorio de los argumentos que se ventilan
en los tribunales. En este modelo, la lógica de corte matemático es reemplazada por una
lógica práctica o fáctica, que mejor se aplica a los argumentos así como éstos de hecho
se dan y tienen curso en las argumentaciones. El alegato real nunca es formal, sino
sustancial: las categorías del caso se rigen por los criterios específicos de aplicación del
campo argumental en curso. Por lo demás, esto siempre ha sido así: los argumentos
apelan a los criterios específicos de las cuestiones tratadas, no a criterios universales y
abstractos. Así, por ejemplo, un juez debe determinar si es posible que un cuerpo
humano salga con vida y aparentemente sin daños luego de una caída de 100 metros. El
juez consulta a un experto. El fisiólogo asegura al juez que aquello es imposible, que la
estructura ósea del cuerpo humano no puede resistir una caída así, etc. La categoría de
'imposible' está siendo usada desde criterios específicos para el asunto. No se trata de un
imposible a secas, en abstracto. No hay nada de contradictorio en decir "cayó de una
altura de 100 metros y se paró y siguió su camino". Pero nuestro juez no está interesado
en la categoría de imposible en términos puramente formales, el imposible sin materia
alguna, sin aplicación específica, el imposible de las matemáticas. El juez no ha llamado
a un matemático o a un lógico para consultar sobre el significado formal de la categoría
de imposible. No hay nada de contradictorio o imposible, formalmente, en que una
persona caiga 100 metros y siga tranquilamente su camino. No es inimaginable que así
ocurra. Sin embargo, en los argumentos reales, no es el asunto formal, abstracto,
inmaterial, lo que está en juego, sino algo concreto y específico. Eso es imposible como
hecho fisiológico, no como mera posibilidad conceptual o formal.
De la Argumentación, Emilio Rivano 19

En sus desarrollos críticos, Toulmin ha insistido en esta dimensión práctica de los


argumentos, haciéndonos ver lo que siempre hemos practicado, a saber, que los asuntos
que nos ocupan al argumentar son asuntos reales, sustanciales. Su intento es a la vez un
intento de devolver la lógica al terreno práctico del que nace, a ser una ciencia de la
práctica argumental (una episteme de la apodeixis). La lógica, nos sugiere, es
jurisprudencia generalizada.

***

(Ver "Analítico-sintético" en Ejercicios y Desarrollos)

CUATRO LOGICAS PARA EL ANALISIS ARGUMENTAL

1. En este capítulo se aplican y comentan cuatro lógicas o gramáticas argumentales, es


decir, cuatro maneras diferentes de describir el fenómeno argumentativo. También
podríamos hablar de cuatro perspectivas hacia el fenómeno, o dimensiones del mismo.

El texto argumentativo donde articularemos tres de estas lógicas es una comunicación


firmada por la tesorera y el presidente de una junta vecinal (ver Apéndice), en la que se
solicita a los vecinos que aumenten en 1.000 pesos la cuota mensual que éstos pagan
por concepto de vigilancia del lugar. Lo que interesa acá, en primer lugar, es el párrafo
que comienza con la frase "Desde hace dos años" y termina con la frase "para exigirles
aún más en sus obligaciones". Citemos la parte relevante:

Desde hace dos años que nuestros Vigilantes Privados reciben la misma remuneración,
en consecuencia que el IPC anual fue del orden del 17%. Considerando que ellos, como
cualquier persona, sufren de apremiantes necesidades, solicitamos a usted autorizar el
aumento de su cuota mensual en $1.000 (mil pesos), lo que además nos respaldará para
exigirles aún más en sus funciones.

En este párrafo se encuentra la argumentación central del texto. Otros aspectos, como el
intento de obtener un compromiso formal a través de la puesta de nombre, número de
carnet de identidad, dirección, suma a aumentar, y finalmente, la entrada más fuerte,
firma del vecino en cuestión, serán dejados de lado.

Las lógicas o gramáticas que articularemos serán: (a) lógica factual, (b) lógica retórica y
(c) lógica semántica. Una cuarta lógica de la argumentación será aplicada en las
"disputas" de las lógicas retórica y semántica. Es decir, esta cuarta lógica no se aplica al
texto argumetativo recién citado, sino a las lógicas que analizan dicho texto. Sin
embargo, la exposición de esta cuarta lógica, más allá de lo que diremos aquí, quedará
implícita. Se trata del esquema de los pros y los contras sobre un tópico (tema),
esquema clásico de la disputa sofística clásica y académica en general, y expuesto
últimamente por Naess (1960). Su aplicación es tan obvia que no requiere mayor
explicación. En breve, se trata de la posibilidad de tomar dos posiciones frente a un
tema, una "pro" (a favor), y la otra "contra" (en contra). Cada posición puede pasar a ser
tema, de modo que para cada posición se abren dos opciones, una "pro" y una "contra".
Y así sucesivamente. El número y tipo de posiciones que se puede tomar es
indeterminado. En términos de los contextos de habla que se dejan modelar por la
De la Argumentación, Emilio Rivano 20

perspectiva del pro y el contra, destacan, por un lado, la variante desimplicada, pro y
contra (pro et contra), donde alternamos como participantes libremente entre los
argumentos a favor y los argumentos en contra de una tesis, sin habernos definido
inicialmente por uno u otro lado, y, por el otro, la variante interesada, pro o contra (pro
aut contra), donde cada participante ha definido su posición a favor o en contra de una
tesis que se debate. Desde una perspectiva más individualizante, destacan, por un lado,
el contexto donde la revisión de los argumentos es pro et contra, i.e. desimplicada, y,
por el otro, el contexto donde la revisión de los argumentos se efectúa con vistas a
definir una posición, i.e. pro aut contra, sopesando los argumentos a favor y en contra
entre sí con vistas a llegar a una definición.

***

(Ver "Pro, Contra..." en Ejercicios y Desarrollos)

I. LOGICA FACTUAL

1. Llamaré 'lógica factual' al análisis de los textos argumentativos a partir del modelo de
Toulmin (1958), debido a la prevalencia que aquí tienen los 'Datos' y el 'Apoyo' del
argumento, categorías que nos remiten a la dimensión de los hechos. Pero la aplicación
será algo distinta a las que encuentro en Toulmin. En especial, tenemos
encadenamientos argumentales, y la propuesta de dividir el argumento principal en
"caso", por un lado, y "sentencia" o "juicio", por el otro. También difiere esta aplicación
en la no codificación de los Apoyos para el caso que analizamos: en Toulmin la
codificación del Apoyo se da por apego al modelo jurídico, donde el Apoyo nos remite
siempre a un código (estatutos, leyes, textos constitucionales), rigidez innecesaria en la
aplicación generalizada del modelo. (Desarrollos introductorios a Toulmin (1958) se
encuentran en e.g. Rivano, J. 1984; Toulmin et al, 1979; van Eemeren et al, 1987;
Atienza, 1993).

2. Esquema de análisis. El texto argumentativo en cuestión consta de dos argumentos,


uno de los cuales es principal. El argumento principal puede ser analizado como un
argumento en dos partes: el caso y la sentencia, respectivamente. Esquematicemos:

ARGUMENTO PRINCIPAL

(1) Caso o alegato (esquema de razón):

G: Remuneración debe incrementar de acuerdo al IPC

(=Potencial de consumo del sueldo debe mantenerse)

(aludida en "ellos, como cualquier persona, sufren de apremiantes necesidades" i.e. 'las
necesidades básicas son constantes')

A: (implícito) Funcionamiento de mecanismo salarial

D2: El IPC anual ha incrementado en un 17%

D1: Remuneración de vigilantes no ha incrementado durante dos años


De la Argumentación, Emilio Rivano 21

C: Remunaración de vigilantes debe incrementar en 2X17%

(2) Juicio o sentencia (esquema de acción):

G: Remuneración de vigilantes debe incrementar (=Conclusión de alegato)

D: Usted es quien paga la remuneración de los vigilantes

C: Usted debe pagar incremento

ARGUMENTO SECUNDARIO

("el aumento de su cuota mensual...nos respaldará para exigirles aún más en sus
funciones")

G: Exigencia laboral puede aumentar si remuneración aumenta

A: (implícito) Norma y procedimiento laboral

D: Aumentaremos remuneración (=Conclusión de argumento principal)

C: Podremos aumentar exigencia laboral

2.1. Es obvio que el modelo permite una variedad de versiones en su aplicación. Otra
versión de lo mismo es, por ejemplo (para el argumento principal):

Argumento Principal

caso:

G: salarios de todos deben seguir el IPC

A: justicia económica básica/necesidades básicas constantes

D: salarios de los vigilantes no han seguido al IPC

C: los vigilantes deberían aumentar su salario de acuerdo al IPC

auto-sentencia:

G: todos los salarios deben seguir el IPC

D: nosotros pagamos el salario de los vigilantes

C: nosotros debemos pagar el salario de los vigilante de acuerdo al IPC

Trabajaremos con la primera versión, esbozada en 2.

2.2. Explicaciones. En los cuadros anteriores, hemos llenado los casilleros funcionales
del esquema de Toulmin. Estos son: Garantía (G), Apoyo (A), Dato (D) y Conclusión
De la Argumentación, Emilio Rivano 22

(C). Como se aprecia, una Garantía es una licencia, un permiso que nos dice "si esto,
entonces también esto otro", o "todos los x son también y". La Garantía es en su
naturaleza puramente formal. Un Apoyo, en cambio, es el cuerpo de contenidos desde
donde emana la garantía. El Apoyo nos remite al mundo empírico, al mundo sustancial,
a investigaciones, a un código, a un texto, a supuestos sociales, a normas sociales que
todos aceptan. La Garantía formula una implicación o generalización a partir de un
Apoyo, estableciendo así un puente para pasar de un dato específico a una conclusión.
El Dato es un hecho puntual del mundo empírico, una información parcial que se
subordina a la generalización formulada en la Garantía. Dado el dato y aceptada la
Garantía, estamos autorizados a operar con la Conclusión. La Conclusión aparece como
un enunciado justificado en el esquema. Por otro lado, el esquema deja al descubierto
los fundamentos de la justificación, por lo que abre las propuestas al examen crítico.
Comentemos, por el momento, el argumento principal.

En el texto en cuestión, la Garantía del argumento principal es "los sueldos deben


reajustarse de acuerdo al costo de la vida" (o, lo que es lo mismo, "todos los sueldos se
reajustan al son del IPC" o "si ud. recibe un sueldo, entonces su sueldo se reajusta",
etc.). La fórmula específica para nombrar la Garantía poco importa. Importa, sin
embargo, para reflejar en forma clara las relaciones lógicas del argumento en cuestión,
mantener constantes los valores de las posiciones una vez fijos éstos. Especialmente,
deben mantenerse constantes o al menos identificables la formas del sujeto y el
predicado de la garantía (o el antecedente y el consecuente de la Garantía), ya que de
allí se desprende el aspecto formal de la conclusión (el hecho de que allí reencontremos
al predicado o al consecuente de la garantía). La fórmula empleada aquí para nombrar la
Garantía es REMUNERACION DEBE INCREMENTAR DE ACUERDO AL IPC.
Como vemos, reencontramos este predicado en la Conclusión, que es
REMUNERACION DE VIGILANTES DEBE INCREMENTAR EN 2X17% (=DE
ACUERDO AL IPC).

Una Garantía se sustenta en un Apoyo, que es la base concreta desde donde surge la
Garantía. El Apoyo, como hemos dicho, se constituye por conglomerados de hechos
reconocidos, estatutos, códigos, otras normalizaciones más o menos explícitas en la
comunidad. Lo que constituye un Apoyo varía de acuerdo al campo argumentacional:
en ciertos argumentos, un Apoyo es un estudio estadístico, en otros, estudios
antropológicos, en otros, estudios psicológicos, mediciones, observaciones, registros,
opiniones y creencias aceptadas. La Garantía es una Conclusión generalizante a partir
del Apoyo. (La Garantía es como un billete, el Respaldo es su valor en el sistema
económico: Usted puede comprar con este papel-billete (G); porque así se lo permite el
sistema económico del lugar (A)).

2.2.1. Lo anterior resume las funciones del "caso" o "alegato" en curso en el texto en
cuestión. Al alegato le sigue una sentencia, también empaquetada en forma argumental.
En la sentencia entra la Conclusión del alegato, reformulada ahora como Garantía y otro
Dato, a saber, el hecho de que es cada uno de los vecinos que con su mensualidad
determina el sueldo de los vigilantes. Esto da lugar a la sentencia o Conclusión final, ya
en la dimensión de la acción: usted debe pagar el incremento. Se observará que la forma
argumental no ha cambiado significativamente al ir de alegato a sentencia. Pero el
contenido de la sentencia es un llamado a la acción, mientras que el alegato se mantiene
en un terreno contemplativo. El movimiento que une al alegato con la sentencia es
"reflexione y luego obre en consecuencia", fórmula que captura un movimiento que
De la Argumentación, Emilio Rivano 23

aparece como central en la argumentación en general, de acuerdo al modelo lógico


tradicional y también lógico-factual.

2.2.2. Aplicación recursiva del modelo y fórmulas conectivas como criterios de


adecuación. No comentaremos mayormente los apareamientos o correspondencias que
cabe establecer entre el texto mismo, por un lado, y las funciones del esquema
argumental, por el otro. El tema requiere de un desarrollo de envergadura. Necesitamos
un instrumento que realice el tránsito entre trozos del texto original, por un lado, y los
contenidos de las funciones argumentales en el esquema, por el otro. También se
requiere un instrumento que coteje la forma argumental del texto original en relación a
la forma del esquema analítico.

Por ejemplo, ¿cómo leo o extraigo del texto en cuestión la Garantía del caso? La
sugerencia en el esquema es que ciertos trozos del texto aluden a la Garantía. De modo
que la Garantía REMUNERACION DEBE INCREMENTAR DE ACUERDO AL IPC,
sería aludida por el trozo "ellos, como cualquier persona, sufren de apremiantes
necesidades", interpretada como "las necesidades básicas son constantes" (por lo que no
podemos retroceder en capacidad de consumo, etc.). Pero se advertirá que esto es aún
muy débil como para configurar un método para establecer las correspondencias en cada
caso. Básicamente, el anterior es un procedimiento de paráfrasis, en donde, si es
necesario, se reformula el contenido del texto argumental para que cumpla con las
demandas del esquema teórico. Hasta allí, bien. Pero, ¿cuáles son los criterios para
determinar la validez de las paráfrasis? Este hilo de consideraciones tiene el aspecto
clásico de un infinito insuperable de objeciones.

Un método para establecer la paráfrasis es la aplicación del mismo esquema argumental,


esta vez para este otro propósito. Es decir, un uso recursivo del modelo. Así, podemos
parafrasear (en forma analítica, por puro entendimiento del lenguaje) el enunciado
"cualquier persona sufre de apremiantes necesidades" en términos de "las necesidades
básicas son iguales para todos" y de allí, dado lo que sabemos sobre el costo de vida y
los sueldos, y dadas ciertas premisas sobre el tipo de justicia que debe organizar estas
materias, podemos saltar a la conclusión "los sueldos deben mantener su capacidad de
consumo" o, lo que es lo mismo "los sueldos deben aumentar de acuerdo al IPC", que es
la Garantía del argumento principal. Se observará que esta manera de establecer la
paráfrasis que aparece en el esquema argumental es en sí un argumento, por lo que está
expuesta al tipo de exigencias y revisión que el modelo de lógica factual permite e
impulsa. Esta recursividad en el análisis, entonces, es un procedimiento para el
establecimiento de la interpretación argumental, como también para su evaluación.

2.2.2.1. Por otro lado, un criterio para la adecuación formal del esquema vis-à-vis el
texto argumental se presenta en el uso de los conectores lógico-discursivos. Por
ejemplo, en el texto que analizamos nos encontramos con la fórmula [...la misma..., en
consecuencia que...], i.e. "...nuestros vigilantes reciben la misma remuneración, en
consecuencia que el IPC anual fue del 17%". Es decir, tenemos acá una de las variantes
que organizan la disparidad, la incongruencia, etc. del los contenidos (otras variantes
son [..., pero...], [..., y sin embargo...], [...igual, en cambio...], [...igual, siendo que...],
etc. (Los espacios son llenados por contenidos proposicionales). De modo que una
fórmula del desequilibrio aparece en el texto. Esto se conjuga con la discrepancia
expresada en el esquema argumental (del alegato del Argumento Principal) entre el
De la Argumentación, Emilio Rivano 24

Dato1 y la Garantía. Es decir, tenemos en las fórmulas conectivas lógico-discursivas un


criterio de adecuación para la forma argumental del esquema analítico.

Otra fórmula en el texto es [considerando que..., ...] i.e. "Considerando que ellos, como
cualquier persona, sufren de apremiantes necesidades, solicitamos a usted autorizar el
aumento...", es decir, una fórmula para ir de antecedente a consecuente, lo que se aparea
bien con los pasos que damos desde las Garantías, tanto en el alegato como en la
sentencia, a la conclusión de la sentencia.

De modo que cabe quizás esperar un cierto éxito en un instrumento que aparee fórmulas
conectivas textuales con forma argumental en el modelo.

3. Comentarios. Interesa rescatar del modelo de Toulmin las funciones de Garantía y


Apoyo. Sobre todo esta última es una función que no aparecía en tratamientos lógicos
anteriores (la función de Garantía, la premisa mayor en la tradición, en cambio, sí
aparece en críticas clásicas al silogismo). El modelo de Toulmin, puede decirse,
reformula el esquema silogístico tradicional, que es formal, en la dimensión de los
datos, las licencias y los apoyos a esas licencias. Es, sobre todo, en virtud de este último
casillero funcional que se percibe el carácter sustantivo del modelo de Toulmin: el
apoyo nos remite al campo específico de argumentación, donde encontraremos la base
material desde la que emana la garantía, y las cualificaciones específicas que la
conclusión trae.

También podemos decir que el modelo de Toulmin apunta a la función general de


"convencer" por medio de la razón, función muchas veces central en la argumentación.

También hereda de la lógica tradicional el modelo de Toulmin lo que ésta tiene de


característico cuando se trata de su aplicación más obvia en textos argumentativos, a
saber, la demanda por la coherencia interna del texto. Esto es algo que, como veremos,
el modelo retórico, por ejemplo, no soluciona en forma clara o directa.

La lógica factual es a la vez una herramienta de análisis como una herramienta para la
intervención argumental. Es una herramienta para la descripción lógica de un texto
argumentativo, a la vez que es una herramienta para montar y desmontar argumentos.
(Este rasgo de utilidad, de poder ser elemento en la práctica misma del argumento, es un
rasgo que no se da con la misma fuerza y del mismo modo en otras lógicas
argumentales).

Por otro lado, hemos dejado sin mayor comentario el argumento secundario. Hay poco
que agregar al análisis del mismo. Pero se desprende del modelo de lógica factual la
disparidad temática entre el argumento principal y el secundario. Queda al descubierto
el carácter irrelevante de este segundo argumento en términos argumentales. Es decir,
en términos de una lógica factual, el argumento secundario poco importa a la sentencia
del caso (la Conclusión del argumento principal). Más bien parece este segundo
argumento contradecir al primero, lo que el modelo deja ver claramente. Así, el primer
argumento nos dice que no es más que justo que se les aumente el sueldo a los
vigilantes; pero el segundo nos dice que, haciéndolo, podremos exigirles más. Es obvio
que esta mayor exigencia no se justifica y contradice lo establecido en el primer
argumento. Porque si el aumento es justo, es justo por el trabajo realizado, no por
trabajo adicional. Esto último nuevamente transformaría la situación en injusta.
De la Argumentación, Emilio Rivano 25

Como veremos, lo anterior es tanto una fuerza de la lógica factual, a saber, el hecho de
que nos permite detectar imparidades y otras incongruencias del texto, como una
debilidad suya, a saber, que no alcanza a darnos cuenta del papel real del argumento
secundario en cuestión en la secuencia total. Volveremos sobre esto en lo que sigue.

II. LOGICA RETORICA: la argumentación a través de los tópicos

1. En este capítulo se esbozará un modelo de lógica retórica. Las referencias más obvias
para un desarrollo así son Aristóteles (Retórica; Tópicos) y Agustín (De Doctrina
Christiana, Libro IV), este último sugerido por una lectura de Burke (1969: A Rhetoric
of Motives), texto que se recomienda igualmente como una visión penetrante del motivo
retórico en el pensamiento de Occidente. Un clásico es también la Dialéctica Erística de
Schopenhauer (1864), que a la vez es una introducción a los Tópicos. Un tratado
igualmente aplicado, pero crítico, más actual y próximo es el Contra Sofistas de Rivano,
J. (1966). Una línea más reciente de análisis, con puntos afines a lo que aquí se propone,
se da en estudios sobre "lógica natural" (Maier (ed.), 1989: Norms in Argumentation).
También en la así llamada nueva retórica (e.g. Perelman & Olbrecht-Tyteca, 1958 y
Charolles, 1980) encontramos esta dimensión en el análisis, entrelazada, a veces
confusamente, como veremos, con un análisis de corte lógico convencional.

2. Esquema de análisis. Por ahora interesa introducir una primera aplicación del
modelo y comentar las categorías empleadas. Estas aparecen en mayúsculas, marcando
así su estatus de complejos coordinados. Por ejemplo el tópico MISERIA →
SIMPATIA, nombra el proceso común de despertar un cuadro de miseria un
sentimiento de simpatía en quien percibe el cuadro. El cuadro nos conduce a la
simpatía. El esquema que sigue es (el esqueleto de) un análisis de la estructura
argumental del texto en cuestión, en el plano retórico que nos interesa:

MOVIMIENTO PRINCIPAL

TOPICOS METAS

(antecedente) (consecuente) (logro en audiencia)

MISERIA → SIMPATIA OBTENER SIMPATIA

INJUSTICIA → JUSTICIA EXIGIR

JUSTICIA

PEDIDO → ENTREGA OBRAR ENTREGA

MOVIMIENTO DE CIERRE

PROYECCION POSITIVA → DESEO SATISFACERSE

2.1. Términos del análisis. Por "tópicos", o "lugares comunes", entendemos la gama de
normas establecidas o "garantías" sociales de todo orden (estético, ético, protocolar,
regulativo...), que funcionan en la organización social. (Esto difiere de la manera como
Aristóteles desarrolla los tópicos, pero se inspira en ese desarrollo, combinándolo con la
De la Argumentación, Emilio Rivano 26

noción de "garantía" en Toulmin y "norma" en análisis social). Así, en el movimiento


principal nos encontramos primeramente con el tópico MISERIA → SIMPATIA, es
decir, alguien nos pinta un cuadro de miseria, el que lleva como concomitante suyo el
sentimiento de simpatía: la audiencia entiende el cuadro de miseria en la medida en que
entiende que a la miseria le corresponde la simpatía. Un segundo tópico en este
movimiento principal es INJUSTICIA → JUSTICIA, es decir, la injusticia se percibe
como un estado de desequilibrio que debe equilibrarse. Concluyendo el primer
movimiento, tenemos el tópico PEDIDO → ENTREGA, es decir, un par obvio de
coordinación de acciones. En el movimiento de cierre tenemos la proyección de algo
positivo (la posibilidad de que los vigilantes cumplan más y mejor), lo que se coordina
con el deseo de que se cumpla la proyección.

Otros ejemplos de tópicos, en este sentido, son CONSEJO SABIO →


ACATAMIENTO; SITUACION PENOSA → PENA; PELIGRO → EVASION;
PELIGRO → TEMOR; PERSONAJE RIDICULO → RISA; RIDICULO →
VERGÜENZA; PERSONAJE PATETICO → LASTIMA, etc. También implicaciones
conversacionales, como EXPRESION DE DESEO o de PROBLEMA →
SUGERENCIA DE ACTO DE SATISFACCION o de SOLUCION, pueden constituirse
como tópicos en una situación retórica. Las secuencias de aperturas, cierres y otras
secuencias dialógicas mecanizadas, como SALUDO INICIAL → SALUDO
RESPUESTA; INTRODUCCION DE TOPICO → SEGUIDILLA; SALUDO FINAL
→ CIERRE, etc., pueden también constituirse como tópicos argumentales. Es decir, los
tópicos son normas sociales que vinculan un par de entidades, vinculación que permite
establecer o inferir de una de ellas la otra y manipular el vínculo en la comunicación
persuasiva.

Es en este sentido, también, que se emplea el término "meta" para designar el logro
general de la inserción en cualquier tópico: el orador inserta a su audiencia en un tópico,
o lugar común de transferencia, para conducirla a una meta particular.

La meta es la última etapa de la figura básica. La meta es una consecuencia del


consecuente del tópico. Nótese que el tópico del argumento de cierre PROYECCION
POSITIVA → DESEO, parece funcionar de consecuente a antecedente. Pero eso no es
así. Lo que aquí se llama antecedente y consecuente no se refiere a una relación lógica
(implicación), o cronológica-abstracta, sino al uso de un par adyacente en un orden
determinado, una cronología concreta. En este caso, lo que tenemos es la provocación
de un deseo a través de una proyección positiva. El par análogo a otros como
PROMESA-NECESIDAD y COMPROMISO-SOLICITUD: la PROYECCION
(PROMESA, COMPROMISO) de algo positivo, en el contexto del caso, pasa a ser
conectada con un DESEO (NECESIDAD, SOLICITUD) de eso mismo.

La evaluación posterior del DESEO es cosa abierta. Es decir, lo que pensemos del
DESEO, una vez suscitado éste, una vez llevados nosotros a este lugar del tópico en
cuestión, es asunto aparte. Lo que se quiere en este caso es que la audiencia busque
satisfacer el deseo proyectado (que los vigilantes cumplan más y mejor) a través del
pago del aumento. Pagar o no pagar está en control de la audiencia. Lo que está fuera
del control de los participantes, sin embargo, es que se produzca el par retórico en el
contexto del caso, es decir, que se produzca la conexión: Entender el mensaje del caso
implica, entre otras cosas, producir la parte adyacente (e implícita) del par en cuestión.
De la Argumentación, Emilio Rivano 27

El auditor de neustro ejemplo participa en el tópico cuando va de la PROYECCION


POSITIVA (la representación en la que los vigilante cumplen más y mejor) a su
DESEO (al deseo de que se realice tal situación). El argumento retórico, entonces, es un
ordenamiento particular de tópicos ante una audiencia con vistas a obtener metas
particulares, una de las cuales aparece como la meta principal (lo que define al
movimiento que la contiene como principal).

Este ordenamiento particular viene en unidades llamadas "movimientos retóricos".


Estos son ciclos implícitos. Son, luego, "movimientos" tanto en el sentido más puntual
de "mover a la audiencia", como en el sentido global de pauta rítmico-retórica. Se
advertirá que lo que se denomina aquí "movimiento principal" y "movimiento de cierre"
corresponde a lo que en el análisis factual se llamó "argumento principal" y "argumento
secundario", respectivamente, para el texto argumental en cuestión.

3. Disputa. Pro1. El análisis retórico expuesto tiene la obvia ventaja de ser simple, tanto
por lo cotidiano de los conceptos que emplea, como en la sencillez de la configuración
básica: los tópicos son vinculaciones obvias, reconocidas por todos; las metas en cada
caso también aparecen como algo obvio y de fácil identificación. En análisis apela en
buena medida a nuestra competencia social y a nuestra intuición de los significados.

3.1. Contra1. Por otro lado, sin embargo, el análisis retórico expuesto requiere de algún
algoritmo para mapear trozos del texto de hecho, por un lado, en funciones retóricas
como las expuestas, por el otro (o viceversa). Así como se nos presenta el análisis
retórico, el algoritmo está implícito, apela a la intuición, al entendimiento de lo que
ocurre en un texto y contexto, pero queda fuera del análisis. Esa es a la vez su fortaleza
y su debilidad: por un lado, apela a principios tan obvios que no requieren de mayor
explicación (cualquier intento de explicitar sería más engorroso que lo explicitado), por
el otro, queda el análisis expuesto a un rechazo difícilmente apelable, porque no hay
sistema del que se deduzca, ni normas de aplicación.

3.2. Contra-contra1. Esto último, en todo caso, no aparece como algo totalmente
irremediable. En primer lugar, los tópicos no requieren de un sistema formal que los
ampare, sino, más bien, de consideraciones y estudios de carácter antropológico
(etnografía humana, micro-sociología, psicología social, etc.). La primera objeción, sin
embargo, se presenta como de dudosa solución: ¿cómo, en el análisis, pasar del texto
argumentativo a las funciones topicales?

3.3. Pro2. En un sentido, el análisis retórico es una suerte de interpretación de la


situación argumentativa en otro nivel: nos entrega un cuadro de lo que está sucediendo
en el plano de las normas establecidas, las intenciones individuales y los efectos
buscados. El cuadro se articula en "movimientos" retóricos, mecanismos que explican el
funcionamiento del contexto argumental en cuestión.

Aquí hay un contraste en el que vale detenerse, a saber, entre el diseño de lógica factual
expuesto y el de lógica retórica que exponemos. Porque, como se ha visto, lo que se
denomina en esta última "movimiento principal" y "movimiento de cierre", corresponde
a lo que en el análisis factual se llamó "argumento principal" y "argumento secundario",
respectivamente. Pero al indagar ya no principalmente sobre los contenidos de estos
movimientos o argumentos, sino sobre su relación, vemos que bien poco es lo que el
análisis factual puede decirnos, más allá de que se trata de una adyacencia argumental
De la Argumentación, Emilio Rivano 28

con poca relación pertinente, en términos del rigor del análisis en cuestión (esto último,
sin embargo, apunta a la vez a una ventaja del análisis factual, como habíamos visto y
volveremos a ver). En este punto, en cambio, el análisis retórico tiene aparentemente
más que ofrecer. Porque los movimientos y combinaciones de movimientos en una
amplia gama de discursos argumentales extra-académicos responden a principios
retóricos, no de rigor argumental. Ese es el caso del texto que analizamos. De modo que
podemos indagar sobre el principio rítmico-retórico que sustenta la combinatoria en
cuestión (los movimientos principal y de cierre del caso), principio que en términos
retóricos parece obvio en nuestro caso: la meta de lograr que la audiencia "obre la
entrega" (aumente en 1.000$ su cuota) se logra mejor en el contexto del caso si el
argumento termina con una audiencia "satisfecha" (este es, claro, un supuesto -implícito
y seguramente inconsciente- del argumentador). Es decir, el movimiento de cierre
aparece allí para "dorar la píldora", o como "señuelo", o como "incentivo", etc., algo no
muy alejado de sus parientes en el mercado de los productos comerciales, que para
atrapar a un comprador prometen "dos productos por el precio de uno", etc. Resulta aún
prematuro establecer la forma final del principio en cuestión, sobre todo, en caso de
tratarse de un principio retórico más general, lo que parece obvio. Desde la perspectiva
de la audiencia, en todo caso, la conexión general en juego vincula a "dar" con "recibir",
y desde la perspectiva del argumentador "pedido" con "promesa". En términos más
dramáticos, el vínculo final de los movimientos se establece entre "sacrificio" (la
entrega) y "recompensa" la proyección o representación positiva del futuro.

(Una diferencia interesante para una tipología del texto argumental se presenta en la
posición del anzuelo en el texto: en el texto que estudiamos, el anzuelo viene en el
primer movimiento, y el señuelo en el segundo. Esto parece adecuado al tipo de texto en
cuestión. Es muy frecuente, por otro lado, el texto argumental que presenta el señuelo al
frente y el anzuelo atrás (el orden propio de la pesca). El orden anterior parece ir bien
con el tipo de contexto en el que ocurre: un mensaje escrito y una situación práctica y
formal. Pero todo ésto requiere un desarrollo en sí)

3.4. Contra-Pro2. Por otro lado, estos principios rítmico-retóricos que unifican los
movimientos argumentales en un texto tendrán que analizarse desde una perspectiva y
con herramientas aún no establecidas en el análisis.

3.5. Contra-Contra-Pro2. Parece, sin embargo, prometedor atacar el problema desde la


pespectiva de principios retóricos, es decir, una suerte de licencias, leyes, o, para usar el
término de Toulmin, garantías, pero esta vez, implícitas, que establecen pasos
adecuados para ciertas metas, ya no intra-argumentales, sino trans-argumentales, o
totales.

El estudio de estas garantías nos lleva tanto a la sociología como a la psicología, en


disciplinas como la etnografía del lenguaje, la antroplogía social, teorías de la acción y
teorías de la cognición.

3.6. Contra2. Por otro lado, el análisis retórico deja poco juego a una crítica que
podríamos llamar constructiva. Es decir, se constata la forma maquiavélica de la
argumentación, pero no hay mucho juego para una revisión de la fuerza argumental del
texto, la relación entre razones y conclusión. La lógica factual, por ejemplo, permite
ejecutar en forma automática preguntas sobre los Apoyos y las Garantías. Por ejemplo,
el Apoyo a la Garantía REMUNERACION DEBE AUMENTARSE DE ACUERDO
De la Argumentación, Emilio Rivano 29

AL IPC es FUNCIONAMIENTO DE LA ECONOMIA SALARIAL. Esa es la función


de dependencia que rige a la garantía y aparece explícita en el análisis. De este modo,
estos casilleros quedan ipso facto expuestos a la revisión. Cabe, por ejemplo,
cuestionarse estas premisas en un sistema económico de "libre mercado" como el
chileno, donde la economía salarial se establece en acuerdos entre empleador y
empleado con una mínima regulación estatal. De modo que la Garantía no es tal, no
estando el Apoyo que supuestamente la sustentaba:

-¿cómo que la remuneración debe aumentar de acuerdo al IPC?

-Bueno, es lo justo y así funciona la asignación de salarios en el país.

-¿De dónde sacó usted éso? No sabe que vivimos en una economía de libre mercado,
donde, entre otras cosas, los sueldos se regulan con el solo acuerdo entre empleador y
empleado?

Es decir, el análisis factual ha explicitado la Garantía del argumento y revelado su


Apoyo. De este modo quedan éstos expuestos a la revisión con los hechos, así como los
concibe el auditor. El análisis factual se presenta como más práctico en este sentido.

También, claro, en este mismo modelo factual, los Datos quedan a la vista como tales,
de modo que uno puede visualizar lo que se está tomando como evidencia o hecho:

-Bien, los sueldos de los vigilantes no han subido, pero mi cuota ha subido tres veces en
estos dos años ¿que ha pasado con el dinero de la diferencia si no ha ido a dar a los
sueldos de los vigilantes?

Esta última intervención argumentativa constrasta Dato (del argumentador) con Dato
(del argumentado). Esto último no es posible en el análisis lógico-retórico. Este no tiene
casilleros para los Datos con los que se construye el argumento.

3.7. Contra-Contra2. La utilidad del análisis retórico como instrumento crítico se da en


su propia dimensión. En la medida en que el modelo identifica a los tópicos con lo que
opera en un argumento dado, puede quien así los identifique juzgar lo adecuado de los
mismos para la situación del caso. Es decir, en la medida en que se identifiquen los
tópicos, se está en posición de no ser movido inadvertidamente por ellos, sino,
propiamente, convencido de su adecuación o inadecuación retórica en el contexto del
caso. Un instrumento así es de la mayor utilidad, en general en este mundo retorizante
en que vivimos, y en particular en culturas como la chilena, donde la mala retórica es el
pan de cada día.

III. LOGICA SEMANTICA

1. El argumento como juego. La lógica semántica opera a través de significados


lingüísticos. Deberá, entonces, seleccionar los vínculos semánticos principales del texto
y articular estos vínculos en un metalenguaje. En el desarrollo que sigue, el
De la Argumentación, Emilio Rivano 30

metalenguaje lo constituye un cálculo semigráfico y semiformal muy simple. El cálculo


no pretende ser más que una ilustración elemental de análisis lógico semántico. Nos
detendremos sólo en el argumento principal. Específicamente, articularemos la parte
que se corresponde con el caso o alegato del análisis factual. El argumento secundario
se constituye como otro juego, a saber, uno en el que el grado de exigencia se regula por
el monto de la remuneración. No parece problemática la unificación de ambos juegos en
uno que los coordine y contenga. No será necesario tal intento, sin embargo. Revisemos
el argumento principal, para luego pasar a desarrollar el juego o cálculo que lo articula:

ARGUMENTO PRINCIPAL

p1 ELLOS QUEDAN ATRAS EN SUELDO

(p2 NOSOTROS PERMANECEMOS (O AVANZAMOS) EN SUELDO)

r1 TODOS NECESITAN PERMANECER EN SUELDO

c ELLOS NECESITAN AVANZAR (PARA PERMANECER) EN SUELDO

Este es un esquema inferencial donde participan en forma principal los significados


"quedar atrás", "permanecer" y "avanzar". Se observará que la premisa 1 (p 1, arriba)
corresponde al Dato 1 en el esquema de lógica factual. La regla (r1), por otro lado,
corresponde a la Garantía del alegato en el esquema factual. La premisa 2 (p2) no tiene
correspondencia clara en el esquema factual. Se trata de una premisa aparentemente
superflua, en el sentido que en nada parece alterar la conclusión del caso. Sin embargo,
el contraste entre "ellos" y "nosotros" es parte del juego en cuestión (y "juego" es un
buen término para referirse al objeto de este análisis). La premisa 2 ejerce presión sobre
la conclusión y corresponde, en este sentido, al aspecto generalizante de la Garantía del
esquema de lógica factual en contraste con lo particular y contrafactual del Dato 1 en el
mismo esquema. Es decir, pone en relieve el contraste entre "ellos" y el resto.

1.1. Semántica del imperativo de no quedarse atrás. Desarrollemos una


formalización de los vínculos semánticos implicados en el esquema. Para ello,
diseñaremos un juego total, o cálculo, donde lo anterior se deduzca como teoremas de
axiomas. Es decir, formularemos un juego semántico donde inscribir al argumento en
cuestión.

En principio, el mismo cálculo puede aplicarse a contextos donde aparecen expresiones


como "hay que echarle pa'delante", "hay que tirar pa'arriba", "más o menos", "ni bien ni
mal", "me estoy quedando atrás", etc. Es decir, contextos varios de equilibrio. Veamos
las reglas del juego:

Cálculo: elementos

movidas o funciones: quedar atrás/permanecer/avanzar

regla de formación: una movida por tiempo

regla máxima: no quedar atrás


De la Argumentación, Emilio Rivano 31

individuos: n {a, b, c...}

posiciones

secuencia básica: [ni(f) en t1 y ni(f) en t2] = [un individuo cualquiera (una función
cualquiera) en un tiempo determinado y el mismo individuo (la misma u otra función)
en un tiempo determinado y posterior al anterior)

semántica (funciones)

quedar atrás: ←

permanecer: -

avanzar: →

regla

máxima: computar (-) o (→ ) después de cada movida

equivalencias

(→ ) + (← ) = (-)

(→ → ) + (← ← ) = (-)

etc.

(--) = (-)

(-→ ) = (→ )

(-← ) = (← )

teoremas

i. si a(← ) en t1, entonces (→ ) es imperativo para a en t2

ii. si a(-) en t1, entonces (-) o (→ ) para a en t2

iii. si a(→ ) en t1, entonces (← ), o (-), o (→ ) para a en t2

iv. si a(← ) en t1 y a(← ) en t2, entonces (→ → ) es imperativo para a en t3

Ejemplo:

a= Pedro

y se cumple la secuencia: a(← ) en t1, i.e. Pedro ha queda atrás en t1


De la Argumentación, Emilio Rivano 32

luego, Pedro debe obtener (→ ) en t2

pero, Pedro obtiene (← ) en t2

luego, Pedro debe obtener (→ → ) en t3 (para obtener (-))

(Conviene ver el cálculo expuesto como una suerte de luche simple: lugares
cuadrangulares por los que se avanza, se retrocede, o en los que se permanece. Una
movida por tiempo y la máxima de fondo "no se quede atrás".)

2. Disputa. Pro1. Es obvio que la forma del cálculo se presta bien para la programación
de inteligencia. Es decir, un autómata podría incorporar una comprensión así y aplicarla
luego a situaciones varias.

2.1. Contra-Pro1. Pero esto último requiere de un mecanismo para interpretar la


situación dada como instanciación del juego en cuestión. Es el problema de aparear el
contexto original con el cálculo. Ese no es asunto simple. Como vemos, el juego no es
un cálculo a partir de significados expresos en el texto en cuestión, sino de significados
que ya constituyen una interpretación del texto. Estos son "permanecer", "avanzar",
"quedarse atrás". ¿Cómo hacer que un autómata ejecute tal interpretación a partir de un
texto que no emplea esos términos (u otros remotamente sinónimos)?

2.2. Contra-Contra-Pro1. Una posibilidad es que un cálculo así esté preprogramado en


el autómata para aplicarse en contextos económicos. De modo que el autómata reconoce
términos económicos e intenta una aproximación como la del cálculo que posee. Otras
pistas también podrían guiar a este autómata en su búsquea de una interpretación
adecuada.

2.3. Pro2. Como vemos, la complejidad argumental aquí se reduce a la instanciación de


una posición en el juego. De modo que será adecuada cualquier interpretación que
refleje esta posición. Así, los juegos posibles que interpreten adecuadamente la
situación del caso son una gama abierta. Una reducción así, lejos de ser reduccionista,
es flexible a varias interpretaciones, emparentadas en rasgos esenciales, como son el
punto de equilibrio implicado en el juego y la máxima de que la balanza no se cargue de
un lado (sino más bien, del otro). Esta apertura de juegos posibles parece no sólo
psicológicamente amistosa (por una supuesta variedad de estilos cognitivos), sino
también sociológicamente recomendable: la continuación del contexto (que es social)
puede favorecer una interpretación, sobre otra. Y la continuación del contexto que ha
seguido puede favorecer una tercera interpretación, o bien volver a la alternativa, etc.
Todas estas combinaciones se hacen comprensibles desde la perspectiva de cálculos
semánticos alternativos para contextos dados.

2.4. Contra1. La lógica de este juego es tan general que articula una gama de
situaciones isomorfas. De modo que el mismo cálculo interpreta situaciones que
obviamente difieren, si bien no en ciertos rasgos formales definidos, sí en aspectos no
formalizados por el cálculo y otros no-formalizables. Por ejemplo, y sin ir más lejos, el
cálculo sirve para analizar un juego que se parece algo al luche, así como se comentó
anteriormente en 3. Obviamente el contexto argumental que analizamos y un juego así
tienen poco en común, por más que compartan ciertos rasgos formales. Es decir, los
rasgos formales que comparten no parecen los importantes, porque, así como están
De la Argumentación, Emilio Rivano 33

articulados en el cálculo, identifican situaciones muy dispares. El autómata va a


interpretar de igual forma una jugada de luche y un texto argumentativo como el que
analizamos. Eso parece aberrante. ¿Explica o simplifica nuestro cálculo el argumento
que se propone articular?

2.5. Contra-Contra1. Jamás prometí un jardín de rosas. Este es el aspecto reduccionista


del tratamiento argumental por vía de un cálculo semántico, para bien y para mal.

IV. COMENTARIO FINAL

Hemos aplicado y comentado cuatro lógicas argumentales. Dos posibilidades se abren


de inmediato ante esta pluralidad analítica: (a) Las distintas lógicas pueden ser
integradas en una teoría unificada sobre argumentación. Un proyecto así es simpatético
con la idea de que la argumentación es un fenómeno al que corresponde una teoría. (b)
Cada perspectiva teórica, cada lógica, queda en su ámbito de aplicación. Esta alternativa
parece simpatética con una idea de la argumentación no como un fenómeno, sino como
una multiplicidad de fenómenos (o multiplicidad de dimensiones, etc.), cada cual
merecedor de estudio aparte, eventualmente con herramientas teóricas distintas.

Las anteriores no son las únicas posibilidades. Bien puede darse el caso que las cuatro
lógicas expuestas sean unificables en una teoría (algo que parece factible), pero aun así
ser verdadero que la argumentación no es un objeto, sino una multiplicidad de objetos
de estudio (algo que parece obvio). Otras combinaciones también son posibles.

En forma más general, los estudios más elementales en el ámbito de la argumentación


revelarán que un argumento es un fenómeno multidimensional, abierto a distintos
instrumentos de análisis. Cada instrumento define un objeto del conocimiento. Por otra
parte, los argumentos son una variedad de fenómenos, no una categoría o género
aristotélico, no un universal abstracto que se realiza siempre idéntico en la realidad del
discurso argumentativo. Los argumentos constituyen un universal de diferencias, una
familia de miembros distintos, para evocar la analogía de Wittgenstein, miembros que
presentan a veces ciertas similitudes, pero otras veces no. Y, sobre todo, miembros de
una familia que cambia y en la que nuevos miembros aparecen.

***

(Ver "Funciones argumentales" y "Análisis argumental" en Ejercicios y Desarrollos)

APENDICE

CONCEPCION, ABRIL DE 1996

Señor(a)

___________________________

PRESENTE

Estimado Vecino(a):
De la Argumentación, Emilio Rivano 34

Desde hace dos años que nuestros Vigilantes Privados reciben la misma remuneración,
en consecuencia que el IPC anual fue del orden del 17%. Considerando que ellos, como
cualquier persona, sufren de apremiantes necesidades, solicitamos a usted autorizar el
aumento de su cuota mensual en $1.000 (mil pesos), lo que además nos respaldará para
exigirles aun más en sus funciones.

Agradeceremos nos devuelva, con el Vigilante, la colilla adjunta indicando el nuevo


valor de su cuota.

En espera de su colaboración, le saludan cordialmente,

[firma] [firma]

MCP GB

Tesorera Presidente

___________________________________________________________

NOMBRE: R.U.T.

Dirección:

Me comprometo a pagar una cuota mensual de $ ______

____________________

FIRMA

LECTURA DE UN 'NEORRETORICO':
Algunos comentarios y desarrollos en torno a "Las formas directas e indirectas de
la argumentación" de Charolles, M. (Pratiques, 28, 1980. En versión española de
G. Alvarez, 1996).

0. Los comentarios que siguen se sucederán en forma discontinua, atacando secciones


del artículo en cuestión y desarrollando perspectivas divergentes. Quizás la crítica más
constructiva o destructiva en torno al artículo se encuentre en los desarrollos sobre el
concepto de "medios" o argumentos en Charolles, crítica que aplica el modelo de
Toulmin para aclarar la estructura argumental de los textos en cuestión (infra, sección
2.). La estructura que Charolles propone para estos textos parece menos adecuada.

A partir de 2.1.1. y en forma más total en la sección filosófica, ya libre del artículo que
usamos de punto de partida, se desarrolla más cabalmente la postura crítica que
caracteriza a este artículo, postura que cuestiona nuestros hábitos instalados de razonar
y trabajar en temas como el análisis, los actos mentales, la conciencia, la idea y el
conocimiento.
De la Argumentación, Emilio Rivano 35

1. Características de la argumentación. En una apertura definitoria (siguiendo a


Perelman, quien, a su vez, sigue a Aristóteles) se nos dice:

Convengamos en que hay argumentación cada vez que un agente... produce un


comportamiento destinado a modificar o a reforzar las disposiciones de un individuo...
con respecto a una tesis o conclusión (Charolles, 1980:1)

Pero, ¿diremos que hay argumentación cuando alguien nos inyecta una droga con vistas
a favorecer cierta comunicación e inducir nuestra aceptación de ciertas tesis? ¿Y qué
diremos de alguien que propina a su interlocutor un fuerte recto a la mandíbula para
demostrar la tesis "yo soy más fuerte que tú"? ¿Estamos ante casos de argumentación?
Parece obvio que no, y, sin embargo, son tipos situacionales que caen bajo la
descripción inicial. Estamos ante tipos de "comportamientos destinados a modificar las
disposiciones de individuos con respecto a una tesis". Aristóteles, luego de definir la
retórica como la capacidad de aplicar los medios para persuadir en cada caso, ya se
refería a estos límites:

De los argumentos retóricos, unos son sin arte y otros propios del arte. Llamo sin arte a
los que no son logrados por nosotros, sino que preexisten, como los testigos,
confesiones en tormento, documentos y semejantes; objeto del arte, los que mediante el
método y por nosotros pueden ser dispuestos, de manera que es preciso de aquéllos
servirse, éstos inventarlos. (Retórica:I,2:35 (en la versión de Tovar: 1953. Ver tb.
Rivano, J. 1986:I,2)

Se nos dice:

... Toda conducta argumentativa supone la puesta en marcha, por un agente-


argumentador, de medios para alcanzar un fin que es el de "provocar o aumentar la
adhesión de una audiencia a las tesis que se presentan para su asentimiento" (Perelman,
C. 1977. L'empire rhétorique. Paris:Vrin)". (Charolles, 1980:1)

Ya vemos que los "medios" argumentativos no son asunto irrestricto. Pero acá el énfasis
está en el "fin": provocar o aumentar la adhesión a una tesis. ¿Supone toda conducta que
llamaríamos "conducta argumentativa" o "argumentación" este fin? Parece obvio que
no. Los propósitos que puedan motivar conducta argumentativa en los individuos son
asunto abierto. Alguien puede argumentar para hacerse odioso; otro para ocupar un
tiempo que conviene ocupar; otro para solucionar un dilema; otro para enseñar un
método de indagación; otro para lograr adhesión a la tesis contraria a la que se defiende;
otro para lucirse; otro para convencer a un juez, no de la tesis, sino de su estatus legal...

1.1. Volvamos al artículo. El punto 1. de la sección I introduce ciertas características


que "toda conducta de argumentación presenta" (ibíd.:1). Por otro lado, vemos en el
punto 2. (ibíd.:2) que estas características caracterizan a la vez situaciones no-
argumentativas. El ejemplo es el de la situación de "coerción". La pregunta se plantea,
entonces: "¿Qué distingue, realmente, una situación de argumentación de, por ejemplo,
una situación de prohibición?" (ibíd.:2). De hecho, es fácil imaginar situaciones
alternativas caracterizadas por las características en cuestión: piénsese por ejemplo, en
un par de ajedrecistas jugando; dos equipos de fútbol enfrentados; un torturador y su
víctima; una situación de blufeo en una partida de póker... Las características de
"situación", "participantes", "objeto", "fin", y "medios" se cumplen en todas. Claro, los
De la Argumentación, Emilio Rivano 36

participantes cambian, son argumentantes en el caso de la argumentación. Pero


justamente esto era lo que tenía que caracterizarse. Lo mismo ocurre con los medios:
son argumentos en la situación de argumentación y eso es lo que había que caracterizar
en primer lugar.

Por otro lado, Charolles nos dice que la situación de coerción difiere "aparentemente"
de la de argumentación en un "matiz bastante grande": en la primera "alguien impone a
alguien hacer o no hacer una cosa" (ibíd.:2), mientras que en la segunda no se daría
explícitamente este intento: "el que argumenta pretende actuar sobre las.. convicciones
de otro que...estima que son las motivaciones del comportamiento que desea modificar"
(ibíd.:2)

Más adelante, especificando aquel "aparentemente", nos encontramos con que la


coerción es "el horizonte de toda argumentación" (ibíd.:3):"el que argumenta, si bien
reconoce al otro el derecho a decidir en última instancia, hace sin embargo todo lo que
puede para obligarlo a decidir en el sentido que él quiere... Crear en el otro una adhesión
obligada, provocar la evidencia que compele, forzar el acuerdo, imponerlo, esa es en
suma la aspiración del que argumenta" (ibíd.:3).

Nótese que el término 'obligación' está empleado aquí con toda ambigüedad: tenemos
como polos más o menos claros de esta ambigüedad la obligación física, como cuando
se dice que alguien fue obligado a hablar bajo tortura, por un lado, y luego la obligación
racional, como cuando decimos que alguien fue obligado a obrar de una cierta manera
por sus convicciones, o como cuando decimos que de ciertos principios se sigue
obligadamente cierta conclusión. Es esta segunda variante la que implicaría la
argumentación, en una primera acepción. Pero en las palabras de Charolles los polos se
mezclan: "la coerción es el horizonte de toda argumentación", "crear en el otro una
adhesión obligada", "forzar el acuerdo, imponerlo".

1.2. Tenemos funciones múltiples para las actividades que llamamos 'argumentación':
llegar a una decisión en un asunto; aclarar algo; confrontar aspectos de un asunto;
solucionar algo; obrar algo; recorrer un asunto en forma dialógica (argumentativa,
dialéctica); exponer un asunto en forma dialógica; paralizar un asunto en forma
dialógica; antagonizar en un asunto; antagonizar sobre un asunto; lograr una experiencia
mística a través de la forma argumentativa aporética (Sócrates, Lao Tse); brillar a través
de la argumentación; jugar a argumentar en cualquiera de las formas anteriores y
cualquier otra forma; argumentar para entretener; argumentar para entretenerse;
argumentar para mantenerse despierto; para molestar... Y dentro de cada una de estas
incontables funciones de los juegos de habla que llamamos argumentaciones, la gama
de formas específicas de la actividad en cuestión es ilimitada.

Con Charolles nos encontramos ante un intento de reducir la argumentación a


características (supuestamente esenciales o universales). Está pensando en un tipo de
actividad argumental, un tipo de funciones que aparecen en una rama de esta familia de
juegos lingüísticos que es la argumentación. Pero el intento no es el de describir esa
rama, esas funciones, sino de caracterizar la familia entera por las características de
aquel miembro idealizado. De allí la tensión entre sus descripciones y la realidad
argumental.
De la Argumentación, Emilio Rivano 37

2. Análisis argumental. Consideremos el ejemplo de texto argumentativo en la sección


3. del artículo (:4-8). Es una carta de los profesores de lenguas clásicas de un liceo
francés a los apoderados cuyos hijos entran a optar por diversas líneas de estudio, entre
ellas, lenguas clásicas. Resulta provechoso contrastar una aplicación a partir del modelo
de Toulmin con la manera como Charolles describe el argumento.

Lo que interesa aquí tiene que ver con los argumentos mismos del texto. La carta dice:

¿Porqué escoger el latín?

El latín es útil para la formación del niño;

(A) -porque es el fundamento de la lengua francesa y facilita su estudio en el plano del


vocabulario, de la gramática y de la literatura.

(B) -porque es indispensable para una buena comprensión de nuestra historia, de


nuestras leyes, de nuestras costumbres.

(C) -porque es un instrumento de formación intelectual, que desarrolla, paralelamente


con las matemáticas, la capacidad de razonamiento, el espíritu de análisis y de síntesis,
como lo demuestra el éxito de los latinistas en los cursos de ciencias.

(D) -desde un punto de vista más práctico, hay que saber que estas lenguas pueden ser
escogidas como materia optativa en el bachillerato. (ibíd.:4-5)

En el análisis argumental de Charolles se responde a la pregunta sobre "por qué caminos


de apariencia lógica este montaje de buenas razones llega a la conclusión deseada."
(ibíd.:7). Estos caminos de apariencia lógica serían:

"Para pasar de

- los argumentos : "El estudio del latín es

A1: importante culturalmente, y

A2: ventajoso escolarmente"

-a la conclusión :

C: "Haga estudiar una de estas lenguas a su hijo"

estamos obligados a introducir por lo menos las dos premisas siguientes:

P1: "Lo que es importante y ventajoso para todos lo es en particular para su hijo" y

P2: "Ud. desea que su hijo sea culto y que tenga éxito en los estudios"

premisas que no figuran explícitamente en la carta. Pero es indispensable recurrir a ellas


para reconstruir el esquema deductivo (teórico) que subyace en el razonamiento de los
De la Argumentación, Emilio Rivano 38

firmantes. Al leer el texto, no se nota que este razonamiento está incompleto, porque el
lector suple inconscientemente la ausencia de P1 y P2..." (ibíd.:7-8)

Los puntos que intentaremos establecer son los siguientes: (a) los argumentos que da
Charolles no son los argumentos del texto ante nosotros, (b) las premisas que da
Charolles no son las relevantes para los argumentos del texto, (c) no sabemos nada
sobre lo que el lector pueda suplir inconscientemente, (d) se desprende que el camino
lógico (argumentativo) por el que se establecen las conclusiones no es el señalado por
Charolles.

2.1. Hemos asignado letras mayúsculas a los argumentos en la carta citada para
referirnos a ellos en forma breve. Revisemos los argumentos secuencialmente y de
acuerdo al formato de Toulmin:

Argumento A:

Garantía: el conocimiento de los fundamentos históricos de una lengua facilita el


estudio de esa lengua en su estado actual (semi-explícita)

Apoyo : no se explicita

Dato : el latín es el fundamento de la lengua francesa

Conclusión: el estudio del latín facilita el estudio de la lengua francesa.

Argumento B:

Garantía: el conocimiento del fundamento histórico de una lengua es indispensable


para una buena comprensión de la historia de la comunidad que habla esa lengua (semi-
implícita)

Apoyo : no se explicita

Dato : el latín es el fundamento histórico de la lengua francesa

Conclusión : el conocimiento del latín es indispensable para una buena comprensión de


la historia del pueblo francés

Argumento C:

Garantía: todo instrumento de formación intelectual desarrolla la capacidad de


razonamiento

Apoyo : éxito de los latinistas en los cursos de ciencias

Dato : el latín es un instrumento de formación intelectual

Conclusión : el latín desarrolla la capacidad de razonamiento


De la Argumentación, Emilio Rivano 39

Argumento C2: Garantía: si algo mejora el rendimiento escolar, entonces aquello es


un instrumento de formación intelectual

Argumento C2:

Apoyo : (no se explicita, pero la garantía aparece prácticamente como una definición
estipulativa (una regla de uso lingüístico)

Dato : el latín mejora el rendimiento escolar

Conclusión : el latín es un instrumento de formación intelectual

Los anteriores son tres de los argumentos esgrimidos abiertamente en la carta en


cuestión (la carta contiene seis argumentos marcados como principales; el argumento C 2
es subsidiario). Ahora bien, se observará que en el original antecede a la lista de
argumentos la afirmación "el latín es útil para la formación del niño". Esta afirmación
aparece (está enmarcada) como la conclusión que se desprende de la totalidad
argumental que le sigue: la forma es "el latín es útil porque...", donde el casillero vacío
lo llenan en el texto cada uno de los argumentos que hemos revisado. De modo que
luego de resolver los argumentos particulares (aquellos que llenan los puntos
suspensivos de nuestra fórmula), cabe explicitar el macroargumento donde se insertan.
Esto se hace insertando cada conclusión obtenida en el lugar del Dato en el macro-
argumento correspondiente. Tenemos, entonces, que de los argumentos A, B y C se
obtienen los siguientes macro-argumentos:

Macro-Argumento A:

Garantía : lo que facilita las cosas es útil

Apoyo : (implícito y definitorio)

Dato : el estudio del latín facilita las cosas

Conclusión : el estudio del latín es útil.

Macro-Argumento B:

Garantía : conocer lo indispensable para la comprensión de algo es útil

Apoyo : (implícito)

Dato : conocer latín es indispensable para una buena comprensión de la historia...

Conclusión : conocer latín es útil

Macro-Argumento C:

Garantía : todo aquello que desarrolla la capacidad de razonamiento es útil

Apoyo : (implícito)
De la Argumentación, Emilio Rivano 40

Dato : el latín desarrolla la capacidad de razonamiento

Conclusión : el latín es útil

Los tres últimos macro-argumentos nos colocan en posición para la conclusión final a la
que apunta el texto argumentativo en su totalidad, a saber, la exhortación a escoger los
cursos de lenguas clásicas. El argumento que podemos llamar 'total' en este sentido es:

Garantía : lo útil es imperativo (=debe hacerse)

Apoyo : (implícito (sentido común))

Dato : el estudio del latín es útil

Conclusión : el estudio del latín es imperativo

Estamos ahora en posición de contrastar el análisis argumentativo de la carta propuesto


por Charolles, por un lado, con el análisis esbozado aplicando el modelo de Toulmin,
por el otro. Retomemos lo que nos decía Charolles:

Para pasar de

-los argumentos: "El estudio del latín es

A1: importante culturalmente, y

A2: ventajoso escolarmente"

-a la conclusión:

C:"Haga estudiar una de estas lenguas a su hijo"

estamos obligados a introducir por lo menos las dos premisas siguientes:

P1:"Lo que es importante y ventajoso para todos lo es en particular para su hijo" y

P2: "Ud. desea que su hijo sea culto y que tenga éxito en los estudios"(ibíd.:7)

Vemos, en primer lugar, que los argumentos A1 y A2 propuestos por Charolles no están
en el texto. Lo que está en el texto son los Argumentos A, B y C, ya expuestos.

Que el latín sea importante culturalmente no está siendo argumentado (conclusión o


tesis), ni aparece como dato en algún argumento particular, ni como premisa tampoco.
Que el latín es ventajoso escolarmente aparece como un apoyo a una garantía en un
argumento (C principal) y como dato en otro (C2 subsidiario), pero no como tesis o
conclusión. La conclusión "haga estudiar una de estas lenguas a su hijo" es (una versión
de) la conclusión final, pero no a partir de los argumentos dados (A1 y A2) por medio
de las premisas dadas. Las premisas P1 y P2 no tienen ninguna relación con la
conclusión (C): no hay nada que nos permita pasar de P1 y P2 a C. Los argumentos que
Charolles propone son:
De la Argumentación, Emilio Rivano 41

Garantía (P1) : lo que es importante y ventajoso para todos, lo es también para su hijo

Dato (A1 y A2) : el latín es importante y ventajoso

Conclusión (C) : haga estudiar una de estas lenguas a su hijo

II

Garantía (P2) : ud. desea que su hijo sea culto y tenga éxito en los estudios

Dato (A1 y A2) : el latín es importante y ventajoso

Conclusión : haga estudiar una de estas lenguas a su hijo

Lo anterior muestra lo irregular de la descripción argumental propuesta por Charolles


para el análisis del texto en cuestión. No sólo tenemos problemas de cohesión textual,
algo que podríamos suplir fácilmente, sino, además, de coherencia en la relación lógica
que se describe. Cabe enfatizar que esta no es una incoherencia en el texto
argumentativo que se analiza, sino en la descripción de ese texto: las conclusiones del
texto (la carta original) se siguen en forma lógica de sus premisas. Las conclusiones de
los Argumentos A, B y C se siguen en forma lógica. También las conclusiones de los
Macro-Argumentos A, B y C se siguen en forma lógica de sus premisas. Y también la
conclusión final del Argumento Total del texto se sigue en forma lógica. (Esto no quiere
decir que los argumentos de la carta en cuestión queden exentos de toda crítica:
justamente el modelo lógico descriptivo que aplicamos, el modelo de Toulmin, permite
ver cómo tanto el Apoyo como la Garantía son funciones generalmente implícitas en la
argumentación. Sobre todo la ausencia de la función de Apoyo se presta para iniciar la
crítica argumental)

Para llegar a una conclusión como "hay que estudiar lenguas clásicas", necesitamos
premisas tales que el predicado de la conclusión esté contenido en una de las premisas.
De otro modo no se establece la relación conclusiva que es lo característico del
argumento. Necesitamos otra premisa, además, que importe un aporte particular. Eso es
lo que el Argumento Total propuesto expone:

Garantía : lo útil es imperativo (=debe hacerse)

Apoyo : (implícito)

Dato : el estudio del latín es útil

Conclusión : el estudio del latín es imperativo

Señalemos que este Argumento Total está evocado en el texto original por la expresión
"el latín es útil para la formación del niño porque]...". Todo el texto, la carta, apunta
hacia él, pero el argumento no aparece formulado más explícitamente. Algo más
explícitamente aparecen los Macro-Argumentos del texto, aquellos que establecen al
latín como estudio útil. Justamente esta conclusión aparece formulada lingüísticamente
De la Argumentación, Emilio Rivano 42

para todos ellos. Los argumentos más explícitos son A, B y C, que sí se formulan más o
menos completamente en forma lingüística (aunque la función de Apoyo brilla por su
ausencia en casi todos ellos), desde los cuales se recogen las conclusiones parciales que
son luego integradas como datos en los macro-argumentos correspondientes.

El análisis anterior establece que (a) los argumentos que Charolles señala no son los
argumentos del texto ante nosotros y que (b) las premisas que Charolles ofrece no son
las relevantes para los argumentos del texto.

2.1.1. Quedan aún por revisar afirmaciones como que uno, como lector, "suple
inconscientemente la ausencia" de las premisas en cuestión. Se refutó ya que se trate de
las premisas que Charolles propone. Pero el punto subsiste de si como pacientes de la
argumentación suplimos inconscientemente algo a ésta.

Aquí el supuesto de que parte Charolles es que la inferencia es un proceso o actividad


mental, a veces inconsciente. Es lo que se implica si se habla de "suplir algo
inconscientemente". Pero también se pretende que el paciente de la argumentación
construye la forma del argumento (en forma consciente o inconsciente). Es decir, se
pretende que la comprensión de un texto argumentativo, como el texto en cuestión,
implica esta actividad mental que es la reconstrucción del argumento.

Lo anterior multiplica en forma incierta (en todo caso, innecesaria) el número de


unidades en la descripción. Propongo que la inferencia se vea como una práctica
lingüística, más que como un proceso mental. Porque sobre procesos mentales, nada
sabemos (y todo puede ser dicho).

El análisis (descripción) argumental no necesita reflejar algún estado o proceso mental


(empresa dudosa, como se dijo), sino sólo las dimensiones prácticas, pragmáticas,
sociales del argumento: las unidades descriptivas no son etapas o formas del
pensamiento, sino lugares de sentido común (=social), es decir, espacios que la práctica
argumental revela.

En nada importa al análisis argumental cómo reaccionan las mentes de los participantes
de la argumentación, sino sólo cómo se desempeñan estos con respecto al juego
argumental que los vincula, qué argumentación se produce, cómo reaccionan ellos (no
sus mentes). Resulta confuso hablar de "el esquema deductivo (teórico) que subyace en
el razonamiento de los firmantes" o de "reconstruir" dicho esquema. Porque esto nos
lleva a pensar en un universal abstracto, un esquema interior, un esquema de la razón, a
priori. Es como si los participantes de la argumentación activaran tal esquema al
argumentar, tanto al producir como al percibir argumentación. Tenemos, además, todos
los juegos posibles con lo consciente y lo inconsciente: "los autores hacen como si no
valiera la pena explicitar estas especies de axiomas. Ahora bien, no es en absoluto
inocente hacer creer que P1 es evidente..."(ibíd.:8) ¡Pero sobre esto nada sabemos! No
sabemos qué intenciones hay; no sabemos qué grado de inconsciencia hay. Podemos
especular sobre la manipulación verbal en general, o argumental en algún caso. Pero
estamos entonces en un plano más allá de la desripción y el análisis. Tampoco estamos
en la crítica, entendida como la aplicación de algún rigor sobre el texto. Citemos un
pasaje más para ilustrar nuevos riesgos con la incorporación de actos mentales al
análisis:
De la Argumentación, Emilio Rivano 43

Vemos así cómo la argumentación es un montaje que pone de relieve las cosas que es
bueno decir, y evita, esconde lo que podría ser explotado en un sentido desfavorable.
Eso ocurre, por ejemplo, con el argumento "hagan estudiar latín o griego a sus hijos, si
no, nosotros nos quedamos sin trabajo", que podemos imaginar en esta situación, y que,
por supuesto, los autores de esta carta no consideran bueno decir. (ibíd.:7)

La primera cláusula nos habla de una estrategia retórica: un montaje que resalta lo
bueno y oculta lo malo (para el montador del argumento). Pero, nuevamente, estamos
ante un rasgo de un juego posible, no ante toda argumentación.

Pero ¿cómo saber qué es lo que está ocurriendo en una argumentación en el plano de las
intenciones y estrategias efectivas?

Se nos dice "podemos imaginar en esta situación un argumento "hagan estudiar latín o
griego a sus hijos para que no nos quedemos sin trabajo". Pero aquí no hay criterios:
podemos imaginar cientos de otras razones (entre ellas, las esbozadas en la carta de los
profesores). En todo caso (y aplicando una distinción vaga, pero instalada en la
bifurcación más visible entre lo neutro (intersubjetivo) y lo interesado), "peligramos
quedarnos sin trabajo" es más un motivo que una razón en este contexto. Pero nada nos
es dado saber sobre eventuales motivaciones en este caso. Por otro lado, los motivos son
aspirantes a causa final, pero la causa no necesita ser un motivo: una (suerte de) causa
formal de la carta puede ser una orden del Ministerio de Educación a formular ciertos
llamados en forma argumental.

En todo caso, cuando se argumenta en el tipo de contexto en cuestión, se dan, en primer


lugar, razones a favor o en contra de una tesis, no motivos ni causas involucradas en la
producción de la tesis. No se puede argumentar a favor del estudio del latín aludiendo
como razón que "el Ministerio de Educación así lo ordena". Esto no quiere decir que no
podamos usar el dato "el Ministero de Educación ordena..." en alguna argumentación.
Pero, a menos que se den explicaciones, no será dato relevante para sostener la tesis
"estudie latín". De igual modo, con la eventual motivación "hagan estudiar latín o
griego a sus hijos, si no, nosotros nos quedamos sin trabajo", tampoco se argumenta a
favor de la tesis "estudien latín"; pero no porque se esté ocultando algo, sino porque esa
motivación no es parte del juego argumental (es una movida fuera del juego, una jugada
descalificable, etc.). No se trata de una jugada neutra o desinteresada en el juego:
simplemente no pertenece al juego en cuestión.

Si describiéramos los múltiples juegos argumentales en términos de múltiples


gramáticas argumentales, tendríamos que decir que una movida así (la enunciación de la
motivación en cuestión) es agramatical con respecto a la gramática del caso.

Por otro lado, la cita que comentamos también trae una lección de coherencia textual
(que aquí funciona como mecanismo retórico). Se nos dice:

Eso ocurre, por ejemplo, con el argumento "hagan estudiar latín o griego a sus hijos, si
no, nosotros nos quedamos sin trabajo", que podemos imaginar en esta situación, y que,
por supuesto, los autores de esta carta no consideran bueno decir. (ibíd.)

Pero si todo el constructo "hagan estudiar latín o griego a sus hijos, si no, nosotros nos
quedamos sin trabajo", no es más que algo que "podemos imaginar", es decir, un
De la Argumentación, Emilio Rivano 44

constructo de Charolles, es obvio que no podemos achacarles a los autores de la carta el


que no consideren bueno decirlo.

Ya dijimos en forma general que no necesitamos actos mentales en el análisis. Mucho


menos necesitamos imaginar los objetos que entretendrían a estos actos mentales. Y
mucho menos aún afirmar manipulaciones de todo esto como algo objetivo en la
comunicación.

2.1.2. Lo que tenemos son prácticas lingüísticas diversas que llamamos


argumentaciones y argumentos. Se hacen argumentos de todo tipo. Y es en la práctica
de este quehacer que tenemos las formas o esquemas argumentales. No hay nada
subyacente aquí; todo está en la superficie. Decir que "el razonamiento está incompleto"
en este contexto es confuso: la práctica argumental es lo que es: no le falta nada (en el
sentido moralizante; sí puede no tener esto o lo otro en términos comparativos, desde la
perspectiva de un modelo, de esquemas alternativos).

Los supuestos no son esquemas de la razón, sino cosas que se dan por sabidas por todos
(muchas veces, normas colectivas, rara vez formuladas, sobre qué se vincula con qué).
Los supuestos no son manipulaciones en el argumento, sino la base misma desde donde
se argumenta. Pero ésta no es una base espiritual, o de la razón, etc., sino una base
colectiva: usted puede tomar esto como algo dado. Se lo acepta el colectivo (o una parte
del colectivo). Eso es lo que está implícito. Partimos de algo que no está en cuestión, lo
que nos autoriza a inferir otras cosas. (Inspirado en Wittgenstein (On Certainty), diría
que es algo que no se mueve, pero en torno a lo cual se mueve el argumento. Las
Garantías (autorizaciones) y Apoyos implícitos tienen muchas veces este carácter de ser
ejes argumentales).

3. La argumentación como universal concreto (o familia de juegos del lenguaje).


Otros comentarios surgen a partir de la seción 4 (y subsecciones) del artículo (ibíd.:8-
11). Aquí nos encontramos con el establecimiento de las "condiciones de legitimidad" y
"condiciones de adecuación" de la argumentación:

...reformularemos la idea que argumentar es tratar de crear en el otro una especie de


obligación de pensar algo, diciendo que el que argumenta (a) QUIERE que el
argumentario (b) CREA algo que designaremos con @. Lo que escribiremos como: [a
argumenta a b sobre @ = a quiere que b crea @ en t1] (ibíd.:8)

Ya lo hemos dicho, en las actividades que llamamos argumentaciones nos encontramos


con múltiples propósitos: "llegar a una decisión en un asunto; aclarar un asunto;
confrontar aspectos de un asunto; resolver un asunto; recorrer un asunto en forma
dialógica (argumentativa, dialéctica, etc.); exponer un asunto en forma dialógica;
paralizar un asunto en forma dialógica; antagonizar en un asunto; antagonizar sobre un
asunto; lograr una experiencia mística a través de la forma argumentativa aporética
(Sócrates, Lao Tse); brillar a través de la argumentación; jugar a argumentar en
cualquiera de las formas anteriores y cualquier otra forma; argumentar para entretener;
argumentar para entretenerse; argumentar para mantenerse despierto..."

Por otro lado, "creer" para contextos, por ejemplo, de argumentación política (en la
asamblea, en la reunión pública), no está en cuestión, sino, más bien "obrar": el
argumentador trata, en estos contextos, que su audiencia obre de acuerdo a una tesis, no
De la Argumentación, Emilio Rivano 45

que crea en la tesis (puede obrar por motivos diversos: conveniencia, temor, convicción,
dogmatismo, imitación, rebeldía, etc.). Lo que el argumentador busca en estos contextos
argumentales se refiere a acciones. Más cercanos a la letra de la fórmula que
comentamos ("la letra", porque, como hemos visto, con estas fórmulas se pretende
abarcar toda argumentación) se ubica una cierta rama de contextos argumentativos
religiosos, donde el propósito central es entregar una cierta interpretación del mundo.
En ese sentido, podríamos hablar de "creer". Pero también aquí habría que llevar el
análisis al plano social: se trata de axiomas globales de interpretación y también
axiomas de identidad colectiva: "nosotros somos los que creemos en esto"; y "esto" se
refiere a un constructo lingüístico, algo concreto, no una idea inmaterializada o algo
místico.

La condición de legitimidad que comentamos está diseñada a partir de un tipo de


propósito argumental, a saber, el de 'imponer una tesis a través de la argumentación'.
Pero los contextos que "imponer" permite son diversos. En alguno de ellos podremos
decir que "a quiere que b crea en la tesis en cuestión" (y no me parece que quepa llamar
a esto "condición" de la argumentación en cuestión). Pero ¿qué decir de un debate
público entre dos políticos? Se trata de "imponer una tesis a través de la
argumentación", pero el contexto mejor se describe como una pelea de box, que como
un intento de "hacer creer".

El punto es que una descripción así sólo capta algo que aplica a un tipo de actividad
argumental. Pero el número de tipos de actividad argumental es indeterminado. Ya
vemos, con los diversos propósitos expuestos, que la condición de Charolles no logra
ser condición general de la argumentación.

Pero lo principal es percibir que no puede lograrlo. El problema está en ver en la


argumentación una suerte de universal abstracto: una entidad que puede ser
comprendida en fórmulas generales. Charolles nos dice: éstas son condiciones que se
cumplen en toda argumentación. Están, por así decirlo, detrás de toda argumentación.
Son los principios de la argumentación, los rasgos esenciales, etc.

Pero la argumentación, si bien aparece en singular y sustantivada cuando se la nombra


como objeto de indagación, se refiere a una gama indeterminada de actividades, en
general, lingüísticas. Ningún conjunto de características o condiciones relevantes
logrará abarcar esta familia de actividades que llamamos argumentación. La
argumentación es un universal de diferencias (o en la diferencia), no un universal
abstracto. O, mejor aun, cuando hablamos de argumentación, nos referimos a
actividades particulares altamente complejas y específicas. Una familia de incontables
miembros.

Por otro lado, el intento mismo de reducir la familia argumentativa a una lista de rasgos
esenciales es una actividad de dudoso valor. Por lo pronto, queda a la vista que no es
una actividad descriptiva.

3.1. Volvamos a citar:

Las condiciones de adecuación que proponemos aquí no pretenden ser exhaustivas. Su


formulación puede ser discutible....
De la Argumentación, Emilio Rivano 46

1. Si a argumenta a b sobre @, entonces a cree que b no cree @ en tx..

2. Si a argumenta a b sobre @, entonces a cree posible que b crea @...

3. Si a argumenta a b sobre @, entonces a cree posible que b crea @...con razón


(ibíd.:9-10)

(Aquí, la nota 3 de Gerardo Alvarez, en su versión del artículo de Charolles, apunta en


la dirección que me parece indicada: "Esta condición [1.]...merece ...restricciones.
Puede darse el caso en que a argumenta...con b [y] comparte sus mismas
convicciones...") (ibíd.:9)

En forma más radical: no sabemos lo que "a" cree y no interesa. "a" argumenta. Eso es
todo. "a" puede creer que "b" es un tarado irremediable o un genio inalcanzable. Aun
así, si "a" argumenta, allí hay argumentación. "a" puede estar argumentando ante un
pariente en estado de coma, ante una tumba, ante una montaña, ante un ser imaginario,
como un dios, en medio de una turba humana, en un asilo de locos, con un taxista
sordo... El argumento ocurre, no porque cumple con ciertas condiciones previas, sino
porque se crea como argumento. El argumento, cuando aparece como tal, crece, es una
'forma de vida'.

3.1.1. A propósito de la condición 3 nos dice Charolles:

Esta condición va más allá que la anterior y precisa que no se discute con alguien que
uno estima incapaz de determinarse por el uso de su pensamiento (ibíd.:10)

Pero, obviando que "discutir" está en lugar de "argumentar", ¿necesitamos estimar al


otro como 'capaz de determinarse por el uso de su pensamiento' para argumentar? Jamás
argumentaríamos con niños, si nos detuviera esta consideración. Tampoco un psiquiatra
argumentaría con ciertos pacientes. O algún marido con su esposa y viceversa. Algo así
simplemente no está en juego cuando argumentamos.

3.1.2. Se nos dice:

A estas tres condiciones esenciales se pueden agregar diversos corolarios que anuncian,
por ejemplo, los efectos probables que una conducta argumentativa produce sobre
aquellos a quienes se dirige. Así tenemos 4:

4. Si a argumenta a b sobre @, entonces es probable que b crea que a cree @. Cuando


alguien argumenta a otro sobre un tema, éste tiene tendencia a pensar que aquel adhiere
a @ (ibíd.:10)

De nuevo, se está pensando en un tipo de argumentación, a saber, un tipo dentro de una


gama de argumentación convictiva (propuestas sobre lo que debe creerse). Pero en ese
tipo de argumentación no cabe decir que el interlocutor de la argumentación 'tiene
tendencia a pensar que el argumentador adhiere a su tesis'. No se trata de una tendencia:
cualquier otra cosa cambiaría el tipo de argumentación. Es decir, el contexto referido es
tal que la tesis propuesta es una convicción en el proponente. Podemos partir de esa
base. Si no lo es, el contexto ya sería otro. Pero que no lo sea no es asunto mental, sino
externo: se requiere del argumentador que se comporte como si la tesis fuera su
De la Argumentación, Emilio Rivano 47

convicción, nada más. Ahora bien, que "el argumentador se comporte como si la tesis
fuera su convicción" sólo quiere decir que se comporta así en el juego argumentativo en
cuestión:

Esta fórmula (que podríamos llamar "de sinceridad") tiene un carácter condicional,
porque puede ser entendida en el sentido de "a no puede argumentar a b sobre @ en
modo adecuado si a no cree en @." A veces se utiliza esta condición para descalificar
una conducta argumentativa. Por ejemplo, Jacques Chirac vio su imagen seriamente
dañada cuando insistía públicamente sobre "dejar de fumar" y se difundió el rumor de
que él fumaba enormemente (ibíd.:10)

La manera abstractizante se ve en la primera cláusula. Nos movemos libremente por


sobre los juegos lingüísticos específicos donde las expresiones tienen sentido: "no se
argumenta adecuadamente si no se cree en la tesis propuesta". Pero, ese no es el punto.
Porque en el contexto de propuesta prescriptiva que consideramos, la cuestión de la
convicción viene dada como parte del todo: podemos partir de esa base. Cualquier otra
cosa cambia el juego en cuestión (cambia las reglas del juego).

Pero en la cita se pretende un argumentador fuera de un juego específico. Es un


argumentador ideal, inexistente, general, universal... un argumentador que puede saltar
de un juego a otro sin solución de continuidad. Está en todos los juegos, sin estar en
ninguno.

Porque acá se nos dice que mejora su argumentación en la medida que crea lo que
argumenta. Pero el contexto en cuestión es tal que se parte de la base que cree lo que
argumenta. Pero "creer" aplica al juego argumental del caso, no en el sentido de algún
estado mental en el individuo, sino en el sentido de que su conducta argumental tiene
que manifestar ciertas propiedades. Por ejemplo, no podrá decir tanto "hay que dejar de
fumar", como "aunque, por otro lado, fumar es bueno porque...", etc. Allí nos
encontraríamos en otro juego argumental. Y no se está en libertad de jugar series de
juegos argumentales a la vez, sino, en general, sólo uno.

Ese es un efecto del análisis en abstracto. Se está pensando en la posibilidad de que


alguien que no cree en una tesis prescritpiva, aun así argumente a su favor. Bueno, si se
comporta en todo como si estuviera convencido de la adecuación de la tesis, poco
importa lo que crea. Por otro lado, si demuestra no creer en la tesis, el contexto
argumental ya no es el mismo. Se pasó a un contexto donde la tesis prescriptiva
defendida no es necesariamente convicción de nadie.

En la cita vemos un ejemplo de problema de congruencia que tienen los políticos:


porque el público siempre busca en las conductas de los políticos actos incompatibles
con las tesis imperativas o prescriptivas que proponen. Lo cierto es que nada hay de
contradictorio en argumentar contra el cigarrillo, por un lado, y fumar, por el otro.

Es un hecho que muchos adictos hablan a públicos variados en contra del objeto de su
adicción. En ese contexto, no sólo no se les exige congruencia entre conducta y
convicción: es justamente parte del contexto que ellos sean adictos y hablen contra la
adicción.
De la Argumentación, Emilio Rivano 48

No hay, a priori, nada de contradictorio entre el argumento contra el cigarrillo, por un


lado, y el hábito de fumar, por el otro. Pero "a priori" no es la modalidad de los
contextos pragmáticos. En un congreso de especialistas de la salud, no es contradictorio
que tenga el hábito de fumar quien exponga sobre los daños orgánicos que produce el
cigarrillo y llame a la toma de medidas al respecto. Pero en política las exigencias son
otras. Y es justamente probable que ante exigencias de este tipo, un político en apuros
reenmarque el argumento inicial, cambie de campo argumental y recurra a otros
contextos para neutralizar la demanda: "el argumento es válido, en términos de salud,
independientemente de lo que yo practique al respecto". Así, recupera en parte su
imagen, pero sólo al costo de tener que cambiar el juego argumental inicial, de moral-
político a práctico-médico, quedando así fuera del campo de autoridad propio.

En esto se relacionan los políticos con curas y sacerdotes de todo tipo. Los curas
católicos, por ejemplo, pagan con un voto de castidad (y otros) la legitimidad de sus
argumentos morales. Es decir, el cura argumenta en el ámbito del imperativo moral, y
su conducta está castrada de impropiedad en este ámbito. La impropiedad aquí es el acto
sexual. Es el acto que no podrá achacársele a un cura en contra de su argumentación,
justamente porque fornicar es al cura en su argumento, lo que fumar es a Chirac en el
suyo. (Por otro lado, a diferencia de los argumentos políticos, que siempre siguen a los
tiempos, los argumentos católicos mismos están castrados, en el sentido que sólo
apuntan a ciertas conclusiones pre-establecidas en las doctrinas de la institución)

Esa es la garantía que proporciona la institución católica al público con respecto a sus
sacerdotes argumentadores: no se preocupe, acá están todos castrados, usted puede dejar
a nuestro cuidado su harén de consideraciones morales, con toda confianza.

4. Notas filosóficas (variaciones a la Wittgenstein).

Podemos decir: allí donde ocurre el argumento hay argumentación. Pero el argumento
no es una forma, sino una variedad de formas argumentales. Esta variedad puede
concebirse como topologías argumentales. Estas topologías son espacios colectivos: se
hacen en el código común.

Las formas argumentales no son diseños pre-establecidos, sino formas de vida, cosas
que ocurren (crecimientos específicos).

La argumentación ocurre en un espacio de posibilidad argumental. Pero el espacio no


tiene características esenciales, rasgos definitorios, condiciones de verdad, etc. No
podemos formular características esenciales de la argumentación. Lo que hacemos
entonces es formular características de algunas argumentaciones concretas.

"La argumentación ocurre en un espacio de posibilidad argumental" es lo mismo que


decir "la argumentación ocurre".

La argumentación es la práctica del argumento. Pero el argumento no está, por así


decirlo, listo y esperando ser activado, como una suerte de mecanismo previo.

...
De la Argumentación, Emilio Rivano 49

La tendencia es pensar que uno construye cosas de acuerdo a formas previamente


establecidas. Como si la realidad existiera antes de existir. Son nuestros "hábitos
platónicos".

Pero Platón no hace más que formular una concepción instalada, que tiene un
rendimiento evolutivo apropiado. Creer que todo está diseñado de antemano hace
posible ver la forma como la causa. Es una certeza dudosa, pero sólo si se duda la
premisa del diseño previo. Y eso no se duda, porque es una premisa para el
conocimiento: el conocimiento es posible por medio de ella.

El conocimiento es volver al diseño previo, reformularlo. La realidad no es más que una


realización de ese diseño.

(Lo mismo opera con la perspectiva teleológica: allí, en vez de un diseño previo
tenemos un diseño posterior, un diseño al que se tiende. Es una especie de causa
después del efecto)

Pero no hay tal diseño previo: el diseño se produce en la realización, no antes, ni


después.

...

Tenemos la experiencia de argumentaciones varias. Poseemos la competencia de


argumentar, en el sentido de poder argumentar con alguien, o sobre algo. Más o menos
así como sabemos jugar ajedrez. Pero "sé jugar ajedrez" quiere decir "puedo hacerlo".
Es decir, no concebimos lícito que una persona nos afirme "sé jugar ajedrez, pero no sé
mover las piezas". Eso sólo puede significar algo así como que la persona no tiene
manos y necesita de otro que las mueva bajo sus instrucciones. (Es decir, como
cualquier otro: puede jugar, si tiene manos para mover las piezas.)

Es decir, "saber argumentar" significa "poder hacer argumentos". El conocimiento no es


algo que esté pasivo, esperando, como "el genio en el fondo del alma" en el poema de
Bécquer, "ser arrancado". No podemos decir "toda esta música está allí, inscrita en las
posibilidades del harpa". No. La música está afuera o no está.

El instrumento musical se construye, no de acuerdo a algún diseño previo. Se construye


en un espacio de posibilidad: las características de los materiales, los intrumentos y el
medio. Pero no hay un diseño previo, sino aquel que se crea cuando se crea el
instrumento.

Pero ¿qué cuando el diseño se traza previamente en un papel...?

Sí, pero entonces hablamos de un dibujo, ésa es la realización. Ya no estamos hablando


de un instrumento. ¿Se va a pretender que previo al dibujo también había un diseño
mental del intrumento? (Y "mental" aquí significa "inmaterial")

Eso es lo que confunde: pensar que hay diseños mentales previos a su materialización.
Pero las formas no son otra cosa que esas distintas materializaciones. Las formas no
están inscritas en el alma. Y si no están inscritas allí, el alma, entendida como el lugar
de las formas universales, no existe.
De la Argumentación, Emilio Rivano 50

La música se crea, no de acuerdo a algún diseño previo, un conjunto de formas inscritas


en el instrumento en cuestión. El espacio de posibilidades musicales no es algo previo,
a priori, sino posterior: la música se crea cuando el instrumento se toca.

Pero entonces las partituras para una ópera ¿no son música?

No, son notaciones musicales. Instrucciones para tocar los instrumentos.

Pero tenemos la imagen de un Beethoven sordo escribiendo notas y murmurando


sonidos disonantes...¿No está allí la música inscrita en los papeles, en su pura forma, sin
un instrumento?

Pero entonces ya no hablamos de música, sino de una notación musical.

Sí, pero Beethoven "escuchaba la música sin tener que oírla".

¿Qué quiere decir eso? Acaso que "la sentía sin tener que oírla". Claro, la veía en el
papel (no estaba ciego). Ver tambien es un sentido. No, escuchaba la música en su oído
interno, como cuando escuchamos sonidos varios y lenguaje en nuestros sueños, sin
mediar ondas de sonido para este efecto.

Yo puedo llamar a eso "escuchar", pero no puedo usar ese significado en toda la
variedad contextual que puedo usar "escuchar" sin ese significado.

Pero ¿no podemos "leer música", en el sentido de percibir la música, pero sólo por
acción de la partitura musical?

Podemos llegar a dominar los medios, tanto la notación como los sonidos, de modo que
la asociación entre estos sea recíproca: veo notas cuando escucho música y escucho
música cuando veo notas. Así logro "escribir música". Pero ese es un caso de
especialización muy particular; y "ver" y "escuchar" tienen un significado muy
particular aquí. Y, claro, sólo aplica a un tipo de notación: si la notación musical está en
chino ya no logramos "leer música" de la notación. Y tampoco logramos entonces ver
notación musical china al escuchar música. Pero para nuestra audición, lo que llamamos
'música', lo mismo da que sea un chino o un italiano quien toque el instrumento.

Tengo la idea de una película. La tengo entera en mi cabeza. El resto no importa. Es la


pura materialización de estas imágenes mentales.

¡Pero eso no es una película!

Tengo el puente hecho. Está en mi cabeza. El resto es montar la obra, pero ya está todo
resuelto en términos de diseño y materiales.

Pero, aparte de que no puedo cruzar sobre una idea, como cruzo sobre un puente, ¡qué
curioso tendría que parecer el que necesitemos coordinación de acciones, instrumentos
de cálculo, mapas, sistemas de diseño técnico, maquinaria especializada, etc. y lenguaje
cotidiano para lograr hacer el puente!
De la Argumentación, Emilio Rivano 51

Es para comunicar la idea, el diseño mental, al otro, porque no tenemos habilidades


telepáticas...

Entonces, un hombre primitivo ¿también puede tener la idea de una película (con puntos
de cámara, tomas y lentes, iluminación, sonido, etc.), o el diseño de un puente en su
cabeza? Porque el diseño es previo a su materialización...

Previo, pero no independiente. La idea no es independiente de la técnica...

Lo que se propone es que la idea no es abstracta, sino concreta. No es que haya una
dependencia entre idea y técnica: la idea y la técnica van juntas como el río por su
cuenca. No hay nada antes de la materialización (la conducta, etc.) que nos sirva como
punto de partida.

Pero aquí parece haber una contradicción, una falta a las definiciones mismas: "idea
concreta" es como decir "el cemento abstracto". De eso se trata: de traer la noción de
idea al mundo de lo concreto, recuperarla de las alturas de lo inmaterial en que se
encuentra, rodeada de otros espíritus, y ubicarla en el lugar que le corresponde. La idea
no es un dios u otro espíritu. La idea es el sentido en las cosas, en los hechos, en las
conductas. Traer la idea a la cosa es misión desalienante.

Pero el río estaba ya en el diseño total. Entre las infinitas posibilidades de


materialización, dadas las condiciones, el río tenía necesariamente que producirse. Justo
ese río, en ese lugar, etc. La existencia del río estaba trazada en todos sus rasgos
esenciales, antes de existir el río.

Uno vuelve y vuelve a pensar en las condiciones como algo previo al hecho,
determinándolo. Como si el hecho y sus condiciones fueran cosas distintas: las
condiciones, junto con las leyes del universo, determinan el mundo en su totalidad. Esa
es la tentación. Pero las leyes no son algo previo a lo que ocurre, algo necesario
(Hume). Hay que decir "las leyes se dan con los hechos" y no "los hechos se dan por las
leyes". No se está realizando una existencia ya trazada.

Pero: yo suelto una piedra y ésta cae. Y cae de acuerdo a una ley, dadas ciertas
condiciones...

Ese es un dios metido en la ciencia.

Pero no, suelto la piedra y ésta cae, y de allí yo extraigo una ley (que formulo con
condiciones, y donde incluso tengo que apelar a nociones oscuras como "fuerza", etc.).
Y esa ley me sirve para esto y aquello. Y de pronto deja de servirme. La cambio. Pero
no por una mejor, sino por otra, que me sirve cuando la anterior no me sirve.

Pero, necesariamente, tiene que haber una verdad que abarca todo lo posible y lo real;
principios que contienen el universo, en pura idea. El universo no es un caos aleatorio,
sino que se rige por leyes físicas que dictan lo posible y lo imposible, lo necesario y lo
probable.

Insistimos en pensar que nuestros constructos intelectuales pueden expresar la causa del
universo, su forma previa, su diseño, su dios. Pero cuando estos constructos realmente
De la Argumentación, Emilio Rivano 52

están en función, sus contextos les dan un sentido concreto: no es el universo, sino esta
o aquella reacción química, la construcción de un cohete, el cálculo de un eclipse, el
peso de las papas, convencer a un interlocutor de algo específico.

LA PERSPECTIVA ARGUMENTAL

74.- Sorprendido el sofista y obligado a ceder sobre el punto en cuestión, pone


frecuentemente en juego una figura en que es hábil; consiste ésta en abrir la perspectiva
y mostrar subsumida la cuestión que importaba bajo un principio donde se reduce a
mero detalle, y así insignificante. Te dice, por ejemplo: "Nada humano es perfecto", o
"Todos somos cobardes", o "La verdad es el todo formado con los errores". En tales
casos, llevado del abstraccionismo y de la admiración por los grandes principios, cedes
y olvidas; de manera que pasan en el vehículo de la fraseología las proposiciones
específicas sobre la inutilidad del cambio y la necesidad de la explotación. (Rivano, J.,
1966:62)

1. Perspectiva. Los diversos actos argumentativos o esquemas inferenciales cotidianos


pueden revisarse con provecho a través de la noción de perspectiva argumental.
Podemos entender por perspectiva todo fenómeno vinculado con garantías alternativas
para un mismo asunto. La categoría de "garantía" se recoje del modelo de Toulmin
(1958), pero se entiende en forma más amplia, como ley inferencial, premisa mayor,
norma tácita, supuesto del caso, etc. Es decir, el pivote principal en una cadena o
secuencia argumental. El fenómeno de la perspectiva se inscribe principalmente en la
dimensión dialógica de la argumentación. Se vincula, luego, con los aspectos dialécticos
del argumento, así como lo ha entendido la tradición. La noción de topos en Aristóteles
es un origen obvio para lo que aquí se entiende por perspectiva, pero la noción tiene una
articulación distinta acá y es más amplia. El fenómeno de la perspectiva argumental
también se relaciona con lo que la tradición filosófica y crítica ha estudiado bajo rótulos
como "falacias" y "argumentos retóricos" (también desde Aristóteles, en De Sophisticis
Elenchis). Una visión general del desarrollo clásico se encuentra en Van Eemeren et al.
(1987: Cap. 2). Ya hemos mencionado la Dialéctica Erística de Schopenhauer (1864), y
el Contra Sofistas de Rivano, J. (1966), ambos, colecciones instructivas -y esta última,
generosa- de figuras sofísticas, la primera, presentada como un manual para ayudar al
sofista, la segunda, como un manual para defenderse de él. También se relaciona con la
perspectiva argumental la noción de la pertinencia argumental, que habíamos esbozado
en los primeros desarrollos de este texto en conexión con las prácticas jurídicas,
específicamente la deliberación y la sentencia de un juez ante una disputa.

1.1. En contextos dialógicos, la perspectiva puede darse como un conflicto de


perspectivas. Aún muy en lo general: ante una perspectiva inicial, el interlocutor podrá
tomar la misma perspectiva o tomar otra perspectiva que puede o no estar en conflicto
con la inicial. Esto puede resultar en un cambio o diferencia de garantía dentro del
mismo campo argumental (toma de perspectiva alternativa en el campo), como también
de un cambio del campo mismo de la argumentación (toma de perspectiva desde otro
campo).

1.2. Considérese la gama de excusas del tipo "Siento haberme atrasado. Me agarró el
taco de las seis" (el ejemplo lo encuentro en Fearnside y Holther, 1959:106,
reformulado aquí para un desarrollo distinto). Esta es una familia de incontables
De la Argumentación, Emilio Rivano 53

miembros. Vamos a suponer un contexto del tipo reunión de trabajo (es decir, un
acuerdo formal sobre la hora de encuentro). Para la intervención indicada el esquema
inferencial o argumento implícito puede ser esbozado así:

i.

Una persona atrasada será excusada por una razón adecuada

El taco de las seis es una razón de atraso adecuada

Yo me atrasé en el taco de las seis

Luego, seré excusado

La premisa mayor o garantía del esquema (i.e. "una persona atrasada será excusada por
una razón adecuada") recibe todo el apoyo de la cortesía, sociabilidad, humanismo, etc.
Pero el humanismo tiene su límite. Concretamente, el límite de ser uno el afectado (ser
quien paga humanismo, no quien lo cobra). Es claro que el dato o premisa menor "yo
estuve en el taco de las seis" bien podría subordinarse a otra garantía:

ii.

Una persona puntual anticipa atrasos anticipables

El taco de las seis es un atraso anticipable

Fulano se atrasó en el taco de las seis

Luego, Fulano no es una persona puntual

Es obvio que i. es la perspectiva natural del atrasado, mientras que ii. lo es del afectado.
(Resulta más bien una figura del humor patético el que argumenta como en ii. para sí
mismo, en primera persona. Alguien que sistemáticamente reflexiona como en ii. en
torno a su quehacer diario no sobrevivirá por largo tiempo, más allá del alero de su
madre, claro. El humor usa muchas veces de estas pautas argumentales en un individuo
para presentarlo como un pesimista irreparable: nos causa risa la representación de este
tipo de auto-reproche sistemático).

Un apoyo para la premisa mayor en ii. ("una persona puntual anticipa atrasos
anticipables") nos llega de la definición misma de "persona puntual". Pero obviamente,
esta garantía tiene apoyo en nuestra experiencia cotidiana, en primer lugar.

En la variante inofensiva de un contexto como el anterior, ambas perspectivas conviven,


la una (i.) explícita, la otra (ii.) en silencio. Pero hay variantes de conflicto (como
cuando quien espera es la Reina de Inglaterra) y allí más vale tener una razón menos
expuesta que i. para la excusa del caso (algo así como "me cayó una teja en la cabeza y
fui a dar al hospital...¡ve el chichón, Su Alteza!").

1.3. Campo argumental. Se observará que la garantía en i. tiene que ver con el tópico
"persona atrasada" (el sujeto de la premisa mayor de i.), mientras que la garantía en ii.
De la Argumentación, Emilio Rivano 54

tiene que ver con el tópico "persona puntual" (el sujeto de la premisa mayor de ii.). El
campo de argumentación es el mismo, pero las perspectivas son distintas.

La noción de "campo de argumentación" servirá como un expediente para referirse a la


afinidad o falta de afinidad entre garantías argumentales con respecto a un cierto asunto.
La categoría está esbozada en Toulmin (1958), pero mientras en este autor los rasgos
del campo se recogen de los tipos de datos, apoyos y conclusiones del argumento, aquí
prestaremos más atención a la garantía o premisa mayor de los argumentos en conexión
con la noción de perspectiva argumental. La determinación de un campo argumental se
mantendrá más o menos vaga en concordancia con una diversidad considerable en los
argumentos del campo en cuestión. Es claro que no estamos aquí frente a una gama de
casos claramente delimitados. Tampoco estamos ante una gama finita. Es más razonable
entender el campo de argumentación como el producto de un tema genérico (digamos,
el género del que el tópico es especie) y un cierto ángulo argumental, que es el juego
entre un lugar desde donde se generan garantías en el campo argumental en cuestión y
una forma argumental caractarística. En la definición anterior hay que enfatizar la
noción de "producto". Como veremos, no debemos confundir el tema genérico (el
tópico general) con el campo argumental.

En el ejemplo que atendemos, el campo argumental es de razones cotidianas de atraso y


de justificación de excusa en el tipo de contexto en cuestión. Otras razones dentro del
mismo campo de justificación cotidiana -y que conforman esquemas argumentales
análogos en el contexto del caso- son del tipo "se me paró el reloj"; "no di con la
dirección"; "tenía la dirección equivocada".

Obviamente, el campo está inscrito en una cultura particular. Se trata del atraso (la falta)
y la excusa (la meta) no sólo en un contexto determinado, sino en un lugar social
determinado y una cultura determinada. El atraso es falta en relación a un contexto,
ámbito social y cultura. Lo mismo vale para la excusa que se busca obtener de la
audiencia. Distinto es el campo de argumentación con respecto al tópico "persona
atrasada" (o al género "atrasos-puntualidad") desde una perspectiva cosmológica como
la siguiente: "Siento haberme atrasado. Pero ¿quién no se atrasa alguna vez?" (o la
variante más humilde "...a todos nos pasa"). Aquí ya no estamos en un campo de
razones cotidianas para el atraso. Es cierto que el tipo de giro es frecuente (ya
Aristóteles, en Tópicos, señalaba este esquema de subordinación género-especie: "lo
que aplica a todos también aplica a uno", no totalmente desemparentado al esquema
jerarquizante: "si los dioses cometen errores, qué queda para mí..."), pero no se están
aduciendo razones cotidianas para explicar el hecho (el dato, la premisa menor "yo me
atrasé"), sino que se recurre a una garantía general que implica tolerancia generalizada
ante las faltas humanas. Ya no se trata de explicar (decir) por qué llegué atrasado y de
allí, a través de la garantía, pasar a una conclusión que justifique y realice la excusa (que
es la meta de estos movimientos argumentales), sino simplemente de justificar el atraso
apelando a una garantía general, sin mediación de un dato explicativo. Aquí el
argumento es:

iii.

Lo que es hábito común debe ser aceptado (excusado)

Es hábito común que la gente se atrase


De la Argumentación, Emilio Rivano 55

Debemos aceptar (excusar) los atrasos de la gente

y subordinado anterior, el argumento que busca la excusa concreta es:

iii'.

Debemos aceptar (excusar) los atrasos de la gente

yo me atrasé

se me debe aceptar (excusar) mi atraso

El encadenamiento es coherente y enmarca la intervención "siento haberme atrasado.


Pero ¿quién no se atrasa alguna vez?". Sin embargo omite la explicación (causa o razón)
del hecho, instancia muchas veces clave para lograr la excusa.

Por lo anterior se hará más obvia la distinción entre campo argumental, por un lado, y
tópico del argumento, por el otro: estamos tanto en i. como en ii. y en iii. ante el mismo
tópico general (o tema genérico o asunto a tratar); en i. y ii. tenemos perspectivas
distintas dentro de un mismo campo; en iii. estamos en un campo distinto de
argumentación. El salto de campo se produce, en esta ocasión, en virtud de la forma del
argumento. Lo anterior también mostrará que la determinación de lo que constituye un
campo argumental dado no es en absoluto asunto claro.

1.3.1. Ejemplifiquemos más. Podemos imaginar otro campo argumental operando sobre
el tópico "persona atrasada" en el contexto del caso. Supongamos una excusa del tipo
"Siento llegar atrasado; es que tuve una premonición de fatalidad saliendo de la casa y
esperé hasta que esa energía negativa pasara". Estamos en terreno subjetivo y mágico.
El punto se podrá centrar en si se está o no dispuesto a aceptar la magia como un campo
legítimo para la creación de garantías en torno al tópico "persona atrasada". Estas no
son razones cotidianas para explicar el hecho "llegué atrasado", si bien el argumento
está diseñado para obtener la excusa. Pero aquí la cadena de argumentos es muy débil,
por descansar sobre una garantía que muy poco apoyo tiene más allá de ciertos círculos:

iv.

Los presentimientos fuertes deben obedecerse

Una premonición de fatalidad es un presentimiento fuerte

Una premonición de fatalidad debe obedecerse

iv'.

Una premonición de fatalidad debe obedecerse

Tuve un premonición de fatalidad al salir

No salí en ese momento


De la Argumentación, Emilio Rivano 56

La premisa mayor ("los presentimientos fuertes deben obedecerse") simplemente no


recibe la aprobación de la audiencia cotidiana en el tipo de contexto dado (citas a
reuniones de trabajo). Y esta aprobación es finalmente el apoyo de las garantías
cotidianas (normas sociales de todo tipo, prejuicios establecidos, formas sancionadas
para el comportamiento, etc.) en los distintos contextos.

1.3.1.1. No totalmente desvinculado con el anterior, pero gozando de mayor prestigio y


legitimidad, encontramos un campo alternativo en lo psicológico: "siento haber llegado
tarde, pero una angustia enorme me sobrevino antes de salir y tuve que esperar en casa".
Aquí hay subjetividad, pero no hay magia. O, por lo menos, así alegarán los psicólogos.
Desde Freud, la razón psicológica ha ganado fuerza como alternativa cotidiana de
explicación y justificación. Seguramente, sin embargo, y por razones que no cabe
especificar, será normal omitir una razón así y mentir con una alternativa cotidiana para
el contexto esbozado.

Tenemos, entonces, perspectivas distintas para fenómenos eventualmente idénticos,


como una premonición de fatalidad, por un lado, y una angustia, por el otro.

2. Tipos humanos. Los fenómenos vinculados con la noción de perspectiva son de


variada índole. Tenemos, por ejemplo, al político que cambia de campo dependiendo de
la audiencia: ante una audiencia de empresarios sus argumentos giran sobre la premisa o
garantía de las bondades del libre mercado y la salud económica que implica la
competencia como principio organizador social. En la población marginal, sus
argumentos giran sobre la premisa de lo injusto de la actual distribución de las riquezas
y lo necesario de instalar un sistema de equidad social. Es lo que se alega cuando se
acusa a los políticos de cínicos, mentirosos y estafadores. El político es un táctico del
argumento en general, y de la perspectiva en particular. Si por cínico se califica a quien
cambia de perspectiva de acuerdo a la audiencia, independientemente de la coherencia
mutua entre estas perspectivas, entonces, claro, el político no sólo es cínico, sino que, al
parecer, no puede dejar de serlo, a menos que abandone la política, o, mejor dicho, la
política lo abandone a él.

Tenemos toda la tipoplogía humana que surge a partir de considerar la perspectiva


argumental como una destreza comunicacional del individuo: está el que se identifica
con cualquier perspectiva que se le plantee; está el que no se orienta en términos de qué
perspectiva es pertinente o relevante al asunto; el que no se orienta en términos de qué
perspectiva es conveniente para la meta del caso; el que siempre se ubica en una
perspectiva alternativa a la inicial; el que cambia locamente de perspectivas; el que
nunca cambia de perspectiva; el que está dispuesto a cambiar perspectiva, bajo ciertas
condiciones; el que cambia de perspectiva de acuerdo a la audiencia. Lo anterior, claro,
es asunto de grados y proporciones: desde que participa en argumentaciones, cada
individuo posee o padece un poco de todo esto. El oportunista, el conformista, el
hombre de principios, el desubicado, el terco, son epítetos que encuentran una
formulación particular y ajustada desde la perspectiva del argumento, en general, y el
fenómeno de la perspectiva argumental, en particular.

3. Esquemas argumentales. Desde el fenómeno de la perspectiva argumental podemos


ordenar distintas estrategias argumentativas que desde la Retórica de Aristóteles han
pasado a la conciencia académica. El argumento ad hominem, por ejemplo, se traduce
en un cambio de campo. El campo hacia lo personal es una movida que se aceptará
De la Argumentación, Emilio Rivano 57

como pertinente en muchos contextos (incriminatorios, por ejemplo): los rasgos


morales, psicológicos, de carácter de una persona pueden importar a una audiencia que
tiene que evaluar lo que la persona dice. La argumentación ad hominem crea criterios de
confianza (o desconfianza) para la audiencia. Obviamente, el ataque personal es un
arma de doble filo, porque quien lo usa para atacar a un adversario puede transformarse
en víctima en el próximo turno dialógico ("usted acusa a los congresales de consumir
drogas, pero para hacerlo contrata a un criminal que construye la evidencia ¿cómo
podemos confiar en usted?"), o bien quedar expuesto por vía de la negación ("usted está
mintiendo con respecto a mi persona, y si miente con respecto a mi persona ¿cómo
podremos creerle con respecto a lo demás?"), o pasar a ser catador directo de su propio
veneno ("¡Usted es un chismoso! ¡Vea cómo se compromete con rumores sobre mi
persona!")

En alguna medida opuesto al argumento ad hominen está la argumentación por


autoridad o ipse dixit. La argumentación por autoridad involucra una tercera persona
cuyas palabras o acciones (relatadas) avalan la garantía o la conclusión del argumento
en curso. La movida constituye un cambio de campo, pero con la apariencia de ser
perspectiva dentro del campo en cuestión. Los ejemplos van desde políticos y dictadores
que buscan palabras convenientes de estadistas prestigiosos o Padres Fundadores hasta
el réclame de la pasta de dientes que muestra un dentista uséndola con sus niños. La
fórmula es "Si lo dijo Gran Fulano, tendrá que ser así" o "si lo hace Gran Experto, así
tendrá que hacerse". El cambio de campo, entonces, también es hacia lo personal, pero
esta vez de una tercera persona consagrada explícita o implícitamente. Por otro lado,
mientras ad hominem es una movida de ataque personal con contenido dislógico, ipse
dixit es simplemente un soporte desde la autoridad, con contenido eulógico. Ipse dixit es
frecuente en el terreno académmico: "Como lo señala Aristóteles...". Y si lo dice
Aristóteles, ¡quién va a dudar del ipse dixit!

***

(Ver "Perspectiva argumental" en Ejercicios y Desarrollos)

1. Lógica y alienación. La apelación a la razón, lo racional, lo lógico, lo válido de


acuerdo a los criterios de validez del experto en el campo de las inferencias, el lógico, el
geómetra, el matemático, como autoridades máximas para la legitimación del
argumento en cualquiera de sus esferas, comienza a entrar en crisis en Occidente
después del Renacimiento, cuando la duda hace su entrada triunfal en el pensamiento,
hasta llegar a constituir un método de pensar; cuando entra en cuestión la autoridad de
Roma, y el catolicismo, a punta de lanza y espada, deja de ser la ideología total de
europa; cuando en astronomía, por ejemplo, ya no eran los criterios del geómetra de
corte aristotélico los que dictaban los movimientos de los cuerpos en el espacio, sino el
astrónomo, luego de observaciones y mediciones pertinentes al campo específico de su
especialidad; cuando la imprenta comienza a distribuir en forma masiva los contenidos
y formas de los productos intelectuales de la época; cuando las técnicas y artes, el
pensamiento, la filosofía, las ciencias, se apartan del dominio de la teología... El reinado
de la lógica, lo racional de acuerdo a los criterios formales, inmateriales, inicia así un
proceso de recogimiento y lucha en los centros del poder intelectual de europa, luego de
2000 años de prestigio inapelable en Occidente. Acaso los últimos grandes destellos en
este proceso de decadencia del imperio de la lógica formal, destellos que no dejaron de
cegar buena parte de la comunidad académica e intelectual de Occidente en su
De la Argumentación, Emilio Rivano 58

momento, los encontramos en autores como Frege, Russell y el Wittgenstein del


Tractatus.

Lo que se entiende por razón, lógica, validez argumental, proposición, conocimiento,


desde esta tradición académica, se rige por las exigencias argumentales de disciplinas
formales como la lógica, la geometría, las matemáticas en general. El éxito aun vigente
de este movimiento en pro de la razón formal como criterio absoluto de validez puede
evaluarse al considerar la medida en que una argumentación cualquiera, en cualquier
ámbito discursivo, pueda alegarse en términos de racionalidad formal, y rechazarse en
términos de falta de racionalidad formal. Lo exitoso del alegato por vía de los aspectos
formales del argumento en esferas distintas a la de las matemáticas y otras disciplinas
formales, entonces, es materia empírica.

Para el lógico, sin embargo, aun hoy, el valor de la evaluación, o estudio, o análisis
formal del argumento cualquiera no tiene relación con un eventual éxito en el mercado
real donde se transan los argumentos. Los criterios de validez los recoje el lógico de su
propia disciplina. Si bien trata sobre el argumento en general, cualquier argumento, los
distintos campos argumentales donde aparece el argumento no contribuyen en nada a su
evaluación. El lógico se encuentra desligado de los criterios locales del argumento, los
criterios del campo en cuestión. Su disciplina es el estudio del argumento cualquiera,
entendiendo ese 'cualquiera' no como 'ése y ése y ése...', sino ningún argumento en
particular. El argumento en abstracto, el argumento que es pura forma y no materia.

El grado de aplicación de los criterios formales de la lógica, cada vez que se argumenta
en la infinita gama de campos argumentales, en el contexto social en general, es asunto
empírico, asunto para investigaciones con muestras generosas y convincentes. Para
nuestros propósitos inmediatos, podemos confiar en nuestra experiencia e intuición para
establecer que este grado es mínimo más allá del campo argumental de las disciplinas
formales, especialmente las matemáticas: el argumento se articula, opera, se rige de
acuerdo al campo argumental específico.

1.1. Pero cabe aquí considerar un punto nada despreciable: si bien los criterios de
aplicación en cada ámbito argumental son propios, cada vez que la argumentación se
torna reflexiva -y salen al camino asuntos como el de la "verdad", la "validez", la
"conclusividad", los "criterios", y toda la gama de fenómenos, nociones y términos que
la lógica ha transformado en dominio propio (incluyendo aquí al mismo "argumento")-
nos encontramos con el obvio expediente de acudir a la lógica por ayuda, de atender al
arbitraje de la lógica en el asunto, o lo que más asemeje la autoridad lógica en el
momento (aunque para las circunstancias del caso, haya que conformarse con alguien
que haya cursado el cuarto medio).

La argumentación parece paralizarse ante este cambio de campo argumental hacia los
fundamentos mismos de la argumentación. La alienación lógica está operando allí con
toda su fuerza. Los participantes quedan suspendidos hasta nueva orden. O peor aún,
pueden autosuspenderse por supuesta incompetencia en la materia. Cuando ocurren
estas cosas, claro, hay que admitir que la lógica tiene sus alcances. (Algún paralelo
cabrá esbozar aquí entre lógica y gramática: porque también la Academia de la Lengua
aparece como una autoridad a la que todos, llegado el momento de la parálisis
discursiva, hacen profundas reverencias, pero pocos atienden en el uso cotidiano del
lenguaje, sino en ámbitos muy reducidos).
De la Argumentación, Emilio Rivano 59

Fuera de esta eventual parálisis alienante, concordaremos en que los criterios formales
para la evaluación argumental tienen una aplicación restringida al ámbito de las
disciplinas formales y escasa en otros ámbitos del contexto social general donde se
argumenta.

La argumentación se rige más bien por patrones sustanciales, no formales. Las formas,
eventualmente reducidas y de carácter invariable, no son más que casilleros que de
diversos modos se gestan a partir de los contenidos argumentales. Son estos últimos lo
variable, lo que realmente está ocurriendo en una argumentación dada, lo que da la
forma particular al argumento y desde donde la validez argumental se determina. La
forma del argumento no suministra la orientación absoluta para determinar la validez
del mismo. La validez se determina a través de los aspectos sustanciales del argumento:
el campo argumental, los criterios de aplicación del campo, los apoyos específicos a las
garantías del caso, con todas sus cualificaciones, los datos y sus apoyos.

De modo que la apelación a la racionalidad por vía de la forma, una racionalidad


deductiva, pura, sólo tiene curso en ciertos ámbitos, y sólo en virtud de constituir en
esos ámbitos lo sustancial del asunto: no hay proyección universal -hacia la humanidad,
etc.- para lo racional, así como lo ha entendido y aun entiende buena parte de la
tradición filosófica de Occidente, y así como aun se reproduce en proporción
importante, muchas veces implícitamente, en los programas educativos oficiales.

Pero si la apelación a la racionalidad no es más que una alienación -más allá del campo
matemático- el estatus de un supuesto humanismo a través de la razón ha quedado en
entredicho. Si por racional entendemos lo que la tradición lógica ha llegado a establecer,
no sólo no hay racionalidad en los asuntos del hombre, sino que, desde nuestra
perspectiva, no podría haberla. No hay curso para un humanismo racional.

2. Racionalidad de hecho, no de derecho en la corte de la razón. En Toulmin, así


como en el segundo período de su maestro Wittgenstein, antes que él, encontramos un
autor que reacciona contra la tradición formalista: la tradición ha seguido un derrotero
sin ninguna incidencia en la argumentación real, el modo concreto como se estructuran
y establecen las conclusiones. En particular, en Toulmin tenemos el desarrollo de un
modelo para evaluar el argumento justificatorio, modelo que se extrae de las prácticas
jurídicas.

El intento de Toulmin contiene lo central del esquema silogístico tradicional,


complementado con casilleros que mejor responden a lo que ocurre en situaciones
justificatorias. Cuando se justifica una opinión, juicio o afirmación, no basta con
generar una conclusión a partir de un par de premisas, una de las cuales, la mayor,
funciona como puente entre la menor y la conclusión. El argumento justificatorio
requiere especialmente de un apoyo para la premisa mayor. El casillero funcional de
apoyo nos remite a los criterios de aplicación del campo en cuestión e impone las
eventuales cualificaciones que van a modificar la conclusión. El apoyo argumental nos
asegura que el argumento está anclado en un campo y apela a criterios de aplicación
para la gama de términos que van a estructurar el argumento y, sobre todo, la
conclusión, criterios que pueden hacerse explícitos. La noción de campo argumental y
la de apoyo son entradas sustanciales y locales para el argumento. Ambas nos remiten al
asunto mismo que trata el argumento en cuestión y nos exigen derivar de allí los
criterios para evaluar el argumento.
De la Argumentación, Emilio Rivano 60

El modelo de Toulmin -en lo que importa a los alcances que el mismo autor visualizó
para éste- no es incompatible con el proyecto humanista de la razón: desde que se tienen
criterios firmes de aplicación, desde que el argumento pertenece a un campo donde los
apoyos son claros y de ellos se extraen las cualificaciones del caso, desde que hay
exigencia de pertinencia argumental, estamos en un terreno aún firme de racionalidad.

Por otro lado, cuando salimos a la calle, a la vida cotidiana e intentamos aplicar el
modelo para la evaluación de los argumentos así como se dan en el diario vivir, nos
encontramos con un panorama bien distinto. El modelo aún es un lente fino para
distinguir la realidad, pero la realidad que emerge está bien lejos de una racionalidad de
corte lógico, así como lo entiende la tradición, y bien lejos de la racionalidad jurídica,
así como la pretende Toulmin.

En particular, los argumentos semi-implícitos y trans-verbales (i.e. no necesariamente


verbalizados) de la vida cotidiana obtienen una muy pobre evaluación bajo las
exigencias toulmianas: por ejemplo, cuando un prejuicio funciona como garantía, ¿cuál
es su apoyo? Acá el humanista, y Toulmin, seguramente, nos dirá que no tiene apoyo y
que justamente ésto queda al descubierto si aplicamos el modelo (un efecto ilustrativo,
pedagógico, terapéutico, crítico del mismo). El prejuicio implica el uso de una garantía
que carece de apoyo, se nos dirá, y que no es pertinente. Y se nos dirá esto porque se
está concibiendo la función de apoyo en términos de la racionalidad tradicional, la
racionalidad lógica: el apoyo es un apoyo racional y pertinente para el asunto. Pero,
aplicando fríamente la noción de apoyo, en una extensión que seguramente poco
agradará al humanista y al mismo Toulmin, pero que parece evidente y corresponde a
una versión desimplicada de los hechos, ¿no cabría concebir el apoyo de un prejuicio
como el número de personas que lo suscriben, el arraigo real del mismo, la fuerza
concreta del prejuicio en la comunidad del caso?

Si es así -y me parece adecuado proyectar la noción de apoyo a la dimensión de las


normas sociales y del poder en el contexto del caso- no hay más que tirar la esponja de
la racionalidad pura: lo que queda es una racionalidad que perfectamente podría ser
irracional, de acuerdo a criterios formales y tradicionales (incluyendo aquí los criterios
que se desprenden del modelo de Toulmin), una racionalidad que es lo que es y de la
que cabe realizar descripciones parciales.

De paso, lo anterior no sólo es abandonar el terreno establecido por la tradición como


propiedad incuestionada del lógico, sino que implica un rechazo a la posibilidad misma
de hacer una ciencia del argumento: el estatus de los estudios argumentales estaría en el
nivel de las descripciones, no las teorías.

Si le abrimos la puerta a la jurisprudencia como modelo de racionalidad, nos


encontramos con dos opciones obvias: 1) se aplica el modelo en forma generalizada,
exigiendo racionalidad de corte jurídico en cada ámbito, en forma más o menos
dictatorial (así como la lógica exige racionalidad formal en cada ámbito; así como una
dictadura controla arbitrariamente el código de las garantías pertinentes para cualquier
ámbito (con el simple apoyo de la fuerza), o 2) se aplica como modelo descriptivo, de
modo que, dadas las nociones de campo argumental, criterios y apoyo, nos vemos
inmersos en un mundo relativo, donde los campos determinan los criterios y donde las
garantías reciben distintos tipos de apoyo, dependiendo del campo y el contexto en
cuestión. Sobre todo, nos encontramos con que la pertinencia se transforma en asunto
De la Argumentación, Emilio Rivano 61

relativo y de grados. Si se acude a Salomón para que resuelva un entuerto, no se espere


pertinencia semántica u otra, sino el despliegue desinhibido de una personalidad con
poder.

La racionalidad ya no es una, sino muchas. Y no hay una pauta evaluativa para la


racionalidad o validaez o adecuación de los argumentos, sino muchas. La legitimidad de
los argumentos, en última instancia, queda restringida al contexto del caso, al campo en
cuestión, a lo que de hecho vale como argumento último en una disputa.

La interminable gama de campos argumentales no es necesariamente compatible en sus


criterios de aplicación, por lo que no hay curso a una racionalidad común, unificada.

Desde que el apoyo se concibe como aquello que legitimiza una garantía, el apoyo nos
lleva directamente al tema del poder. Y aquí por poder entendemos tanto la capacidad
de fuerza física y capacidad de apropiación, como toda la gama de campos de prestigio,
las autoridades establecidas y sus doctrinas y funcionamientos, las religiones oficiales,
los tabúes, los prejuicios de la sociedad, en fin, toda la gama de instancias de fuerza
cuya legitimidad viene de su sola presencia y peso en la sociedad. Estas fuerzas operan
por doquier como apoyos argumentales, pero no representan una base racional para el
argumento. Estas instancias de fuerza constituyen muchas veces marcos de referencia
incuestionables. Son apoyos irracionales en la argumentación. Pero las garantías se
extraen de éstos en forma automática. Este tipo de apoyo no es racional, no es
justificatorio ante "la corte de la razón", no es pertinente: es un apoyo por la fuerza, sea
ésta física, técnica, por el prestigio, la tradición, la religión, el prejuicio, el tabú, la
doctrina oficial, etc.

Desde que el apoyo se articula como aquello que legitimiza una garantía, la racionalidad
de la razón queda marginada a un segundo plano, y el poder, establecido o emergente,
despliega su propia y protagónica racionalidad.

Todo indica que, en última instancia, las únicas racionalidades estables son las que se
apoyan en el poder, en la institución, en la fuerza de lo que se constituye como forma
particular de existencia y coexistencia, por más caprichosa que ésta sea. La racionalidad
es pertinente sólo en el sentido de contar con la fuerza requerida, sea esta la fuerza de la
costumbre, de la inercia social, del temor, del conglomerado humano, o simplemente la
fuerza acaso más desnuda de la supremacía física o técnica.

Creo que es Georgias que le dice a Sócrates algo así como lo siguiente: estas cosas son
ardides que inventan los débiles para neutralizar a los fuertes. Pues bien, aquellos
débiles han tenido cierto éxito evolutivo en el caldo social y ahora son fuertes, en
muchos ámbitos. No eran las razones, entonces, lo que movía a los débiles a esgrimir
argumentos, sino motivos: apoderarse de las técnicas de apropiación y del control de las
garantías argumentales en los ámbitos discursivos de la sociedad y así hacerse de poder
para enfrentar al fuerte y matarlo.
De la Argumentación, Emilio Rivano 62

EJERCICIOS Y DESARROLLOS

ANALITICO-SINTETICO (elaboro aquí parcialmente a partir de Naess,


1971:cap.III)

1. Enunciados (juicios, proposiciones) analíticos y sintéticos.

Definición estipulativai: Por desplazamiento de una nave se entiende el peso del


volumen de masa que desaloja.

Enunciado analíticoii (positivo): A mayor desplazamiento de una nave, mayor el peso de


la masa desalojada

Df. un enunciado es analítico cuando su verdad o falsedad depende exclusivamente


de reglas lingüísticas. (Es decir, nos basta ser hablantes para saber que el enunciado es
verdadero)

Df. un enunciado es sintético cuando no es analítico. (Es decir, no basta con ser
hablante para saber si el enunciado es verdadero o falso).

Comentario: El enunciado analíticoii tiene la apariencia de ser un enunciado sintético (o


empírico o sustancial), es decir, un enunciado que nos dice algo sobre la realidad, un
enunciado informativo, que puede ser verificado o falsificado por los hechos. Pero esto
no es así. Este enunciado es analítico. Su adecuación está en función a la definición
estipulativai. El enunciadoii no es más que una consecuencia lingüística del la
definicióni. Muchas veces, los argumentos no hacen más que concluir en forma analítica
(e.e. 1.4 infra), aunque el argumentador y su audiencia pretendan estar diciendo y
oyendo algo novedoso y sustancial. Veamos ejemplos de esto.

1.1. Ejercicio: Gatos por liebres (analítico por sintético). Los enunciados que siguen
tienen el aspecto de ser sintéticos, es decir, tienen el aspecto de ser enunciados que nos
dicen algo sobre la realidad (y no ser una mera explicitación de una regla lingüística, o
una convención, o una estipulación). Sin embargo, no lo son, necesariamente. Comente
cada uno.

a. la naturaleza humana permanece inalterable

b. el agua limpia hierve a 100 grados Celsius, bajo 760 mm de presión.

c. la democracia verdadera implica un sistema equitativo de distribución de recursos

d. la inteligencia superior es poco frecuente

e. la verdadera democracia es el libre mercado y la libertad de oportunidades para todos.

Pauta: en (a) se afirma algo para lo que no hay criterios establecidos. Una vez
establecidos los criterios, cae de suyo lo que de éstos se siga. Por ejemplo, que por
humano se va a entender al mamífero bípedo hablante que somos. Definido así, esa
De la Argumentación, Emilio Rivano 63

naturaleza permanece inalterable. O alguien postula la identidad del alma en el


individuo a lo largo de su vida como rasgo inherente. Esa premisa ya contiene lo que (a)
dice. Por otro lado, si los criterios son genéticos, un enunciado como (a) pasa a ser
empírico: hay que investigar con técnicas de observación en qué medida la naturaleza
genética humana permanece inalterable a lo largo de su evolución.

De modo que los enunciados son analíticos o sintéticos en relación a un conjunto de


reglas lingüísticas, criterios de adecuación para establecer algo. No podemos juzgar los
enunciados sin estos criterios, en abstracto. Por ejemplo, el enunciado "me gusta y no
me gusta" desde criterios lógicos tradicionales aparece como una contradicción: la cosa
no puede ser y no ser. Desde otros criterios, psicológicos o simplemente cotidianos, por
ejemplo, no resulta en absoluto contradictorio un enunciado así: a alguien le puede
gustar y no gustar una persona. Es perfectamente normal que así ocurra, tanto por la
multiplicidad de aspectos de personalidad y otros rasgos personales, como por los
cambios de la persona en un lapso de tiempo: "me gusta por esto, pero no por esto otro".

En (b) tenemos un caso especial: resulta que la escala Celsius se define justamente a
partir del punto de ebullición del agua en las condiciones mencionadas. Esa temperatura
se determina como 100 grados Celsius. De modo que el enunciado es analítico.

En (d) tenemos un tipo de enunciado que no deja de frecuentar el discurso académico:


se trata de las mediciones estadísticas. Muchas veces, el instrumento de medición
ordena necesariamente las fecuencias bajas en los extremos. De modo que "superior" e
"inferior" en estas mediciones son, por definición, frecuencias bajas.

1.2. Los enunciados analíticos, más que informar, desarrollan el potencial deductivo de
una lengua. Este potencial se aplica en la organización tanto social como del
conocimiento: en las leyes, normas, regulaciones y relaciones conceptuales. Por
ejemplo, un carabinero observa una infracción de tránsito; exceso de velocidad,
digamos. De allí el proceso sigue un curso establecido: una vez definida la persona
como presunto infractor a la norma, los pasos son semiautomáticos: se detiene al
individuo, se le exije identificación y otros documentos, se le cuestiona sobre los
hechos, se le cita ante un juez, se le multa, etc. Es decir, una vez definido o categorizado
alguien como infractor a una norma, las definiciones del caso se encargan de buena
parte del proceso.

1.3. Los enunciados de la lingüística son sintéticos, aunque su objeto sea 'la regla
lingüística'. Las reglas que describe la lingüística tienen que investigarse, con vistas a
establecer su validez.

Las definiciones estipulativas no son ni analíticas ni sintéticas, y no son ni verdaderas ni


falsas. Sólo dicen que ciertas expresiones equivalen a otras. De modo que estas
definiciones constituyen reglas lingüísticas. La característica analítica de un enunciado
puede ser establecida apelando a ellas.

1.4. Inferencias analíticas.

a.

el Papa es un hombre
De la Argumentación, Emilio Rivano 64

todos los hombres son mortales

luego, el Papa es mortal

b.

el agua ha alcanzado los 100 grados

100 grados es la temperatura que tiene el agua al hervir

luego, el agua está hirviendo

c.

Copérnico nació en 1473

la Edad Media es el período entre 500 d.c. y 1500 d.c.

luego, Copérnico nació en la Edad Media

d.

todos los peces viven en el mar

el uso de 'todos' implica existencia plural

luego, hay peces

Df. una inferencia es analítica cuando puede ser transformada a un enunciado


analítico de la forma "si...., entonces....", donde la premisa o premisas están en el
antecedente y la conclusión en el consecuente.

Ejercicio: transforme los esquemas argumentales anteriores en enunciados


condicionales de la forma "si...y dado que...entonces...".

1.5. Comente el siguiente desarrollo del Contra Sofistas:

22. Construir implicaciones es siempre fácil; descubrirlas ya es otra cosa. Tú puedes


aceptar de estas últimas, en general, como doctrinas que debes examinar con cuidado.
Algunas veces la implicación es obvia, aunque es difícil hacerla depender de un
principio seguro. En esto, bastará una pizca de atención para atinar prudentemente. Si,
p.ej., te dicen que -todo el resto de la condiciones constante- la variación de la demanda
influye en la oferta, nada podrás objetar, siempre que no quieran fundar esta ley en
algún principio lógico supremo o una justicia inmanente. Si, por el contrario, se dice
que la inflación arruina a los rentistas, verás sin esfuerzo que la idea de inflación
comprende la idea de ruina de los rentistas casi como el triángulo comprende sus
ángulos. (Rivano, J., 1966:30)
De la Argumentación, Emilio Rivano 65

PRO y CONTRA; GARANTIA; RAZON y MOTIVO (cfr. Naess, ibíd.:cap.V).

Se le ha insinuado a Ernesto (su mamá y su tía Julia) que se dedique exclusivamente a


los estudios y que deje de juntarse con los amigos, que no se vea tanto con la polola y
que deje la banda de rock... Ernesto considera el imperativo DEBO CONCENTRARME
EXCLUSIVAMENTE EN LOS ESTUDIOS UNIVERSITARIOS desde una
perspectiva aprendida en un curso de argumentación, sufrido hace poco. Ubica los
argumentos a favor a un lado de la balanza, y los argumentos en contra, al otro:

PRO:

1. Así sacaré la carrera antes

2. obtendré ingresos regulares antes

3. obtendré una posición social antes

CONTRA:

1. pero perderé mis actividades favoritas

2. me transformaré en un tonto fome

3. sufriré más

En este punto, Ernesto no sabe qué hacer: la balanza está equilibrada, o, peor aun,
parece pesar más del lado de los argumentos a favor del temido imperativo, lo que poca
gracia le causa... Pero aquí recuerda Ernesto las líneas de un poema que repetía en su
niñez: "en este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del
cristal por que se mira". Y mientras resaborea esta última frase, "... todo es según el
color del cristal por que se mira", Ernesto recuerda también algo que había captado en el
curso aquel, sobre cómo los argumentos a favor podían transformarse en argumentos en
contra (y viceversa, aunque aquello no le venía a la memoria en este momento). Con
este impulso, Ernesto ataca nuevamente al odioso imperativo, produciendo argumentos
que transforman los argumentos a favor en argumentos en contra:

CONTRA-PRO:

1.1. si termino antes, tendré que salir a buscar trabajo antes

2.1. cuando obtenga ingresos regulares, mis padres me dirán que aporte o me vaya

2.2. cuando obtenga ingresos regulares, mi polola querrá casarse!!

3.1. obteniendo una posición social, me lleno de hipocresía

Satisfecho del resultado (y reconociendo una nueva dimensión de su curso de


argumentación), Ernesto ha decidido no dedicarse exclusivamente a los estudios
universitarios y ha recuperado la felicidad... por el momento.
De la Argumentación, Emilio Rivano 66

Desarrollo: Esbozo del esquema básico del modelo pro y contra.

Discusión: razón vs. motivo: el argumento como astucia, ardid; la razón como
racionalización; la razón al servicio de la voluntad.

Ejercicio: establezca las garantías que juegan en los pros y los contras de Ernesto.
¿Qué funciones están involucradas en los contra-pros de Ernesto?

FUNCIONES ARGUMENTALES

1. Aplicando el esquema de Toulmin, determine las funciones argumentales que


desempeñan las distintas afirmaciones en los siguientes argumentos.

Nota 1: En este ejercicio la discusión se centra en distinguir entre función discursiva,


por un lado, y función argumental, por el otro. Todas las formas afirmativas aparecen
en las distintas posiciones discursivas: premisa, conclusión, supuesto. Pero en términos
argumentales, no hay paralelo. También podríamos hablar de dinámica argumental,
por un lado, y topología del argumento, por el otro.

Nota 2: Cabe distinguir entre enunciado o afirmación, por un lado, y función


argumental, por el otro. En un argumento, una afirmación cumple una función
argumental determinada. Una misma forma afirmativa -en tanto forma desligada del
argumento, abstracta- puede cumplir cualquiera de las funciones argumentales en un
argumento real. Veamos un ejemplo (cfr. Van Eemeren et al. Cap.4):

1. Santiago es la capital de Chile

entonces,

2. el presidente es nombrado en la capital de Chile

[implícito: 3. el presidente es nombrado en Santiago]

II

2. el presidente es nombrado en la capital de Chile

entonces,

1. Santiago es la Capital de Chile


De la Argumentación, Emilio Rivano 67

[implícito: 3. el presidente es nombrado en Santiago]

III

3. El presidente es nombrado en Santiago

entonces,

1. Santiago es la Capital de Chile

[implícito: 2. el presidente es nombrado en la capital de Chile]

IV

1. Santiago es la Capital de Chile

entonces,

3. El presidente es nombrado en Santiago

[implícito: 2. el presidente es nombrado en la Capital de Chile]

2. el presidente es nombrado en la capital de Chile

entonces,

3. el presidente es nombrado en Santiago

[implícito:1. Santiago es la capital de Chile]

VI

3. el presidente es nombrado en Santiago

entonces,

2. el presidente es nombrado en la capital de Chile

[implícito: 1. Santiago es la capital de Chile]

Comentarios: vemos que la función veritativa varía de acuerdo al argumento en


cuestión. Así, de hecho, el presidente es nombrado en Valparaíso. Pero esta verdad
(este hecho) contradice distintas funciones dependiendo del argumento de fondo. Así,
en I y II contradice a 3, que funciona como garantía (premisa mayor). En III y IV
contradice a 2, que funciona como garantía. En V y VI contradice a 3, que funciona
como dato.
De la Argumentación, Emilio Rivano 68

PERSPECTIVA ARGUMENTAL

1. Perspectiva. En contexto "acuerdo formal" (como reunión de trabajo, etc.):

"Siento haberme atrasado. Me agarró el taco de las seis"

Desde una perspectiva, el esquema inferencial o argumento implícito aquí puede ser
esbozado así:

i.

Una persona atrasada será excusada por una razón adecuada

El taco de las seis es una razón de atraso adecuada

Yo me atrasé en el taco de las seis

Luego, seré excusado

Desde otra perspectiva, así:

ii.

Una persona puntual anticipa atrasos anticipables

El taco de las seis es un atraso anticipable

Fulano se atrasó en el taco de las seis

Luego, Fulano no es una persona puntual

2. Cambio de campo argumental:

"Siento haberme atrasado. Pero ¿quién no se atrasa alguna vez?" (o la variante más
humilde "...a todos nos pasa").

Aquí el argumento es:

iii.

Lo que es hábito común debe ser aceptado (excusado)

Es hábito común que la gente se atrase

Debemos aceptar (excusar) los atrasos de la gente

y subordinado anterior, el argumento que busca la excusa específica:

iii'.
De la Argumentación, Emilio Rivano 69

Debemos aceptar (excusar) los atrasos de la gente

yo me atrasé

se me debe aceptar (excusar) mi atraso

2.1. Otro campo argumental:

"Siento llegar atrasado. Es que tuve una premonición de fatalidad saliendo de la casa y
esperé hasta que esa energía negativa hubiese pasado"

iv.

Los presentimientos fuertes deben obedecerse

Una premonición de fatalidad es un presentimiento fuerte

Una premonición de fatalidad debe obedecerse

iv'.

Una premonición de fatalidad debe obedecerse

Tuve un premonición de fatalidad al salir

No salí en ese momento

Ejercicio: Diseñe perspectivas alternativas y cambios de campo para una situación de


escusa de atraso. Piense en otras situaciones que puedan activar este tipo de análisis.

3. Comente el siguiente desarrollo en el Contra Sofistas:

31.- Cuando haces un argumento, por ejemplo, sobre el abuso de la fuerza, muchas
veces escucharás que dice el adversario: "Pero, allí hay un supuesto reconocido, a saber,
que el hombre tiende a sojuzgar al hombre". Y si tú dejas que el adversario siga su
juego en esto, llegará insensiblemente a los protozoarios y rematará en el núcleo que
ejerce violencia sobre los electrones. Y terminarás edificado con principios cósmicos
que transformarán el abuso de la fuerza en un pelo de la cola. Para no caer en esto, cede
los supuestos cuando sea legítimo pero sin perder de vista el punto; porque, mídelo
bien, tú rechazas el abuso de la fuerza; y si el mundo -como lo presenta tu contrincante-
es inconsistente con tu rechazo, no vaciles en rechazar el mundo. (Rivano, J., 1966:41)

4. Comente la estratagema 19 de la Dialéctica Erística de Schopenhauer:

Si el adversario solicita expresamente que presentemos alguna objeción contra un punto


concreto de su tesis, pero no encontramos nada apropiado, hay que enfocar el aspecto
De la Argumentación, Emilio Rivano 70

general del tema y así atacarlo. Por ejemplo, si hay que decir por qué una determinada
hipótesis física no es creíble, hablaremos de la incertidumbre general del saber humano
ilustrándolo con todo tipo de ejemplos.

ANALISIS ARGUMENTAL

Los siguientes son algunos argumentos en torno a la acusación constitucional de 1997


en contra del entonces presidente de la Corte Suprema de Chile, Servando Jordán.
Jordán fue acusado insitucionalmente en la Cámara de Diputados por iniciativa de la
UDI, Unión Democrática Independiente, y en forma protagónica por el diputado Carlos
Bombal. En el libelo se le acusa de irregularidades que lo calificarían como un agente
protector del narcotráfico. El resultado de la comisión que se constituyó para informar a
la Cámara fue tres en contra de la acusación y dos a favor. En el pleno se rechazó la
acusación, también por un voto. La parte acusadora se proclamó un cierto triunfo por el
resultado de la votación.

I ARGUMENTOS GENERALES (DEFENSIVOS)

(Fuente: "La Defensa de Jordán". Entrevista de Raquel Correa. El Mercurio. 6 de julio


de 1997)

1. Gustavo Fiamma: "Está en peligro el Estado de Derecho, el principio de la


independencia del Poder Judicial y, lo que es más grave, los ciudadanos de este país....
Está en peligro porque al amedrentarse a los jueces de la forma en que se está haciendo,
ya no tendrán la independencia necesaria para resolver casos en que se enfrentan
particulares con el Estado. En esta situación estarán más proclives a fallar en favor del
Estado por temor a ser acusados constitucionalmente."

(Nota: "peligro" es un término relativo: lo que es peligroso para algunos no lo es para


otros. Del lado de los legisladores atacantes un argumento paralelo puede esgrimirse:
los ciudadanos están en peligro, porque ante un juez parcial (que abandona sus
deberes sustantivos) no tienen ninguna posiblidad de apelación. El peligro no es una
propiedad constitutiva, sino término relacional.)

2. Fidel Reyes: "Hemos sido colegas en la Universidad: él es profesor de Derecho


Penal. Además, es un entrañable amigo mío. Le tengo mucha admiración y respeto. Es
un hombre que se ha dedicado en forma notable a la administración de justicia. Pese a
los escasos recursos con que cuentan los magistrados, jamás se ha apartado del camino
de la rectitud. Goza de una acrisolada honestidad."

[Ejercicio: Analice los argumentos anteriores de Fiamma y Reyes, tanto desde una
perspectiva retórica como de acuerdo el modelo de Toulmin].

3. Fidel Reyes: "Este libelo, además de inconstitucional, pretende deshonrar a uno de


los poderes fundamentales de un Estado democrático, como es el Poder Judicial. Y
pretende crear una nube gris sobre la honestidad de los más altos magistrados"
De la Argumentación, Emilio Rivano 71

(Nota: "dar" y "quitar honra" tambián es asunto relativo. El otro lado podría
argumentar que el libelo pretende honrar el poder fundamental de un pueblo de
enjuiciar a sus autoridades, a los Poderes del Estado.)

4. Raquel Correa: "¿Creen que se trata de una campaña? ¿Que Bombal lo hace para su
candidatura a senador o que actúan para socavar las instituciones propias de un Estado
de derecho democrático? ¿O no se tratará simplemente de querer limpiar la casa?"

5. Fidel Reyes: "Yo creo que es la partitocracia. Hoy los partidos políticos son la
institución más despretigiada que existe. Como una manera de tener importancia ante la
opinión pública y destacarse han buscado a una pesona tan importante como Servano
Jordán para sobresalir."

II ARGUMENTOS ESPECIFICOS (DEFENSIVOS)

1. Raquel Correa: "En el caso del narcotraficante colombiano Correa Ramírez, el libelo
destaca anomalías como que, después de denegada la libertad, en el último día de plazo
se presenta la reposición y es aprobada por el mismo tribunal que la había rechazado."

2. Gustavo Fiamma: "Lo que se está cuestionando aquí es el otorgamiento de la libertad


provisional. Porque si todas estas condiciones se hubieran producido igual pero no se
hubiera otorgado la libertad, no habría acusación constitucional."

(implicando: el legislativo no está facultado para cuestionar las sentencias, fallos o


decisiones preliminares del Poder Judicial)

3. Fidel Reyes: "Y el tribunal superior tiene perfecto derecho para conceder libertad
provisional de acuerdo con el mérito del proceso. La facultad está concedida por la
Constitución: artículo 19 número 7 letra e"

(implicando: existe la facultad para conceder o no conceder; este es un caso donde se


ejerción esa facultad. El apoyo está referido explícitamente)

4. Raquel Correa: "La acusación dice que Jordán quebrantó el orden jurídico porque se
constituyó en un tribunal paralelo o especial al inmiscuirse en el sumario interrogando a
los dos actuarios querellados."

(es decir, "por su cuenta", implicando, acaso, "con motivos personales")


De la Argumentación, Emilio Rivano 72

5. Fidel Reyes: "Esta situación se vio en el pleno de la Corte Suprema y el pleno


encomendó al presidente Jordán conversar con ellos."

→ (implicando: se lo encargó el pleno de la corte)

6. Raquel Correa: "Eso ocurrió posteriormente."

(es decir, "no ocurrió así", "eso es falso")

7. Fidel Reyes: "El artículo 79 de la Constitución entrega a la Corte Suprema la


superintendencia directiva, correccional y económica de los tribunales. Lo que podría
haber sido notable abandono de sus deberes es que sabiendo que hay funcionarios
judiciales que pudieran estar involucrados en hechos irregulares no hiciere nada. Y no
se constituyó en un tribunal paralelo: no ejerció función jurisdiccional sino el control de
la disciplina de los funcionarios. Son facultades administrativas."

(implicando: si nada hibiese hecho la Corte Suprema, entonces podría alegársele


abandono de deberes. Nótese que una Corte difícilmente podrá incurrir, cua Corte, en
esta falta: desde que se constituye para fallar o decidir algo está, ipso facto,
cumpliendo con su deber. En esta argumentación el giro que importa es la
identificación que se establece entre Jordán y la Corte Suprema.)

(Nótese aquí operando en forma implícita pero sistemática la distinción entre motivo y
razón: acaso en el plano de las razones, es decir, pasos jurídicos, etc., el camino de la
acusación es arduo y, eventualmente, estéril. Pero se implica sistemáticamente una
motivación personal para obrar Jordán como lo hizo en cada paso. El paso en sí no
constituye una falta a la razón jurídica; es el motivo del paso el que subyace la
acusación. Pero ¿puede el legislativo cuestionar los motivos sin demostrar las razones
(i.e. sin demostrar los atropellos a las razones jurídicas)?

Por otro lado, el referido artículo 79 formula la excepción del caso. Precisamente
puede corresponderle al Senado intervenir en este tipo de "contiendas". Vid. infra IV,
Artículo 79, último párrafo)

III ARGUMENTOS ESPECIFICOS (INTERPRETATIVOS (por el control de la


garantía)

Fuente: "Deberes de los notables" de Pilar Molina. El Mercurio. 13 de julio de 1997.

1. Para los acusadores "la única arma de nuestro ordenamiento jurídico que permite
perseguir la responsabilidad política de los supremos... es a través del notable abandono
de sus deberes. La Constitución enuncia este concepto como causal de juicio político...

Pero el texto constitucional omite definir el concepto."


De la Argumentación, Emilio Rivano 73

2. "Los deberes (son) aquellas obligaciones formales y adjetivas inherentes al cargo de


los supremos, como son, concurrir a sus despachos, realizar ciertas visitas a las cárceles
y dictar sentencias". (En recurso de protección en favor de Jordán)

3. Jorge Ovalle: "Los altos magistrados no son acusables políticamente, salvo por el
incumplimiento de sus deberes funcionarios".

4. Definición en la acusación de la UDI del concepto "notable abandono de deber" en el


texto constitucional: "La infracción ante la inobservancia de cualquier obligación o
deber que pesa sobre un supremo, sea éste de carácter adjetivo o formal o bien
sustantivo y de fondo...los Ministros de la Corte Suprema tienen el deber de asegurar el
ejercicio, cautela y vigencia real de los derechos esenciales que emana de la naturaleza
humana, y ... el descuido de tales deberes -aun por negligencia o simple ignorancia-
debe ser entendido como un notable abandono de sus deberes"

IV ARTICULOS CONSTITUCIONALES RELEVANTES

Artículos relevantes de la Constitución de Chile para este debate, en especial en lo que


toca a los términos "sustancial" y "notable abandono de deberes", como también a la
"superintendencia correccional" en una

situación de este tipo:

ARTICULO 48.- Son atribuciones excusivas de la Cámara de Diputados:

...

2) Declarar si han o no a lugar las acusaciones que no menos de diez ni más de veinte
de sus miembros formulen en contra de las siguientes pesonas:

...

c) De los magistrados de los tribunales superiores de justicia y del Contralor General


de la República, por notable abandono de deberes (ibíd. págs 38-9)

ARTICULO 76.- Los jueces son personalmente responsables por los delitos de cohecho,
falta de observancia en materia sustancial de las leyes que reglan el procedimiento,
denegación y torcida administración de justicia y, en general, de toda prevaricación en
que incurran en el desempeño de sus funciones.

Tratándose de los miembros de la Corte Suprema, la ley determinará los casos y el


modo de hacer efectiva esta responsabilidad. (Constitución política de la República de
Chile, 1980. pág.54)

ARTICULO 79.- La Corte Suprema tiene la superintendencia directiva, correccional y


económica de todos los tribunales de la nación. Se exceptúan de esta norma el Tribunal
Constitucional, el Tribunal Calificador de Elecciones, los tribunales electorales
De la Argumentación, Emilio Rivano 74

regionales y los tribunales militares de tiempo de guerra. Los tribunales contencioso


administrativos quedarán sujetos a esta superintendencia conforme a la ley.

Conocerá, además, de las contiendas de competencia que se susciten entre las


autoridades políticas o administrativas y los tribunales de justicia, que no
correspondan al Senado. (ibíd. pág. 55)

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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Aristóteles. Primeros Analíticos

---Retórica

---Tópicos

---de Refutaciones Sofísticas

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Jurídica. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales.

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indirectas de la argumentación", 1996. Ms. Universidad de Concepción.)

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Traité de l'Argumentation: La Nouvelle Rhétorique. Hay traducción al espeañol en
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De la Argumentación, Emilio Rivano 75

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---1986. Retórica para la Audiencia. Ms. Universidad de Lund.

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