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DE LA ARGUMENTACIÓN
EMILIO RIVANO
De la Argumentación, Emilio Rivano 2
INDICE
Prefacio : 3
PERSUADIR Y CONVENCER : 5
FORMA Y RAZON EN LA TRADICION LOGICA : 14
CUATRO LOGICAS PARA EL ANALISIS ARGUMENTAL : 19
APENDICE : 33
LECTURA DE UN 'NEORRETORICO' : 34
LA PERSPECTIVA ARGUMENTAL : 52
EJERCICIOS Y DESARROLLOS : 62
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS : 74
De la Argumentación, Emilio Rivano 3
Prefacio
Este libro surge de un curso que hemos dictado Gerardo Alvarez y yo para el
postgrado en lingüística de la Universidad de Concepción. Me alegra poder mencionar
en este espacio nuestro extendido intercambio en torno a la argumentación. El ha
introducido los temas y procedimientos de la así llamada neorretórica, que fluyen
inicialmente de la obra de Chaim Perelman y Lucie Olbrecht Tyteca. Lo que por mi
parte he presentado en dicho curso es básicamente lo que este libro contiene. El
resultado ha sido un contrapunto estimulante y productivo entre posiciones alternativas
y muchas veces encontradas, experiencia en la que también han participado y a la que
han contribuido tres generaciones de estudiantes y algunos colegas.
una materia, un vendedor al ofrecer un producto, etc. - ¿qué guardan éstos en común?
Por otro lado, los contextos múltiples de argumentación no son caracterizados por estas
funciones indefinidas de convencer o persuadir. Muchas veces, aquello simplemente no
está en juego; y cuando lo está, no lo está en términos de una función abstracta o
genérica, sino como algún propósito particular, algún logro específico, etc. y dar cuenta
de eso puede resultar importante o no para describir el contexto del caso.
el apoyo argumental, más allá de la academia, no suele ser racional, bajo estándares
tradicionales. El apoyo es un apoyo de hecho, no de derecho ante la corte de la razón.
Una primera lectura de este texto resultará seguramente más instructiva y menos
enigmática si se produce de acuerdo al orden dispuesto para sus secciones, de comienzo
a fin. El libro contiene una sección de ejercicios y desarrollos, los que son pertinentes
especialmente en conexión con ciertos capítulos y temas del cuerpo central. Esto se
marca en el texto para las excursiones en cada caso.
PERSUADIR Y CONVENCER
Por otro lado, el papel de A también difiere en (a) y (b). Así, por ejemplo, si 'A
persuade', el acto de A tiene un carácter progresivo. En cambio, si 'A convence' el acto
tiene un carácter final. De modo que una afirmación como 'A está persuadiendo a B'
fluye mejor que una afirmación como 'A está convenciendo a B'. También contrasta el
carácter externo de la relación de persuasión con el interno de la relación de convicción:
en 'A persuade a B' cabe la posibilidad de que B no sea afectado internamente, no sea
persuadido. Mientras que en 'A convence a B' esa posibilidad queda excluida. En este
segundo caso, B ha sido afectado necesariamente.
Podría decirse: Sólo se logra la convicción en una audiencia despierta, mientras que se
logra la persuasión en una audiencia dormida. Pero aquí 'despierta' significa 'despierta la
razón', y 'dormida', 'dormida la razón'. Desde la perspectiva de las emociones habría que
decir: se logra la persuación cuando los motivos priman sobre las razones. Y ese, todo
indica, es el estado humano normal en la acción.
Lo anterior, sin embargo, da por sentado lo que se entiende por "racional" y "razón". Y
transforma en cosa tautológica el que la convicción nazca de un proceso racional.
Estos serán puntos críticos en desarrollos posteriores.
1.1.1. Una tesis pasa a formar parte del conocimiento de un individuo. Una propuesta
persuasiva pasa a formar parte de sus preferencias (tendencias y creencias superficiales).
De modo que, al ser exigidos, tendríamos que poder reproducir la explicitación de una
convicción. No así de nuestras persuasiones.
Tanto las tesis como las propuestas persuasivas afectan el sistema de actitudes del
individuo, es decir, el conjunto de inclinaciones.
De la Argumentación, Emilio Rivano 7
Pero, ¿qué quiere decir 'explicitar' aquí? Porque tanto en el intento de persuasión
como en el de convicción tenemos la manifestación de un proceso. Todo está a la vista.
Uno apela a la aceptación intuitiva, emotiva, inmediata de los contenidos y la
propuesta; el otro, a la revisión crítica de los contenidos que justifican una tesis.
Se nos sugiere: La soltura con la que se aferra una propuesta por vía persuasiva
contrasta con la firmeza con que se aferra una propuesta por vía del convencimiento.
Las persuasiones, se dirá, van y vienen; las convicciones, en cambio, se quedan.
Sí, pero ¿dónde "se aferran"? ¿dónde "se quedan"? Porque si nuestra perspectiva es la
de los hábitos, tenemos razones de sobra para pensar que lo que se aferra firmemente
aquí a nuestra conducta son justamente las persuasiones, los argumentos retóricos, las
preferencias irreflexivas, las seducciones del mercado, etc. Es decir, lo anterior nadie
lo cuestionará desde una perspectiva platonizante, de dientes para fuera, y todos lo
rechazarán en la realidad, en lo que importa a nuestros actos cotidianos, en lo que
orienta nuestra conducta efectivamente, de dientes para adentro.
le gusta lo que prometes, teme lo que anuncias como inminente, odia lo que censuras,
abraza lo que recomiendas, se arrepiente de lo que sea que presentas para su
arrepentimiento, se alegra de lo que dices es causa de alegría, simpatiza con aquéllos
cuya miseria tus palabras depictan, evita a quienes le adviertes evitar...y de cualquier
otro modo que tu elocuencia pueda afectar las mentes de tus auditores, no sólo
haciéndolos saber lo que debe hacerse, sino haciéndolos hacer lo que saben que debe
hacerse. (De Doctrina Christiana; citado en Burke, 1969:50)
Con 'persuasivo' se asocian los mecanismos retóricos del argumento. Pero la retórica y
la persuasión van mucho más allá de lo verbal. De modo que un abrigo de piel sobre
una dama podrá persuadir a un burócrata de atenderla bien, por resultarle verosímil que
se trate de una persona con influencia y poder, y esto último hacer muy posible una
consecuencia negativa, en caso de no tratarla bien, y posible una consecuencia positiva,
en caso de tratarla bien.
1.2.1. Un argumento podrá ser coherente, consistente, racional -de acuerdo a ciertos
criterios- pero no será por sí ni 'convincente' ni 'persuasivo', sino sólo relativo a una
audiencia. Una persona será convincente o persuasiva en la medida que así resulte su
argumentación. Lo que se implica con esta distinción entre argumento, por un lado, y
argumentación, por el otro, se irá decantando en el curso de estos desarrollos.
De la Argumentación, Emilio Rivano 8
Digamos, por ahora, que el argumento encontrará una definición más técnica que la
argumentación (aunque haya en algunos autores modernos el intento de formalizar las
condiciones de toda argumentación, por ejemplo, en Charolles, 1980, texto que
comentaremos más adelante).
Nous proposons d'appeler persuasive une argumentation qui ne prétend valoir que
pour une auditoire particulier et d'appeler convaincante celle qui est censée obtenir
l'adhésion de tout être de raison. La nuance est assez délicat et dépend, essentiellement,
de l'idée que l'orateur se fait de l'incarnation de la raison. (Ibíd.:p.36).
Lo que se postula aquí, entre otras cosas, es un doble curso en la audiencia. Por un lado,
está la audiencia en cuanto objeto de persuasión del orador, por el otro, está el mismo
auditorio en cuanto realización del universal racional, i.e. objeto de convicción del
orador. El retórico podrá confiar tanto en la irracionalidad como en la racionalidad de su
audiencia, de acuerdo a lo que convenga en la argumentación.
Por otro lado, como veremos, está en cuestión que dichos criterios de "racionalidad
pura" sean pertinentes en absoluto en las argumentaciones.
Revisemos mínimamente algunas especificaciones que den forma más concreta a estas
supuestas funciones de convencer y persuadir. Por ejemplo, 'convencer' es un verbo con
tres participantes: alguien convence a otro de algo. Piénsese en el otro: ¿de quién se
trata? Puede tratarse del interlocutor, o de una audiencia presente, o una audiencia
incierta (futura, remota, imaginaria), o ninguna audiencia (como cuando uno busca
razones para hacer o no hacer algo). Por ejemplo, un político disputa con otro opositor,
no para convencerlo, sino para convencer a los votantes. Pero no necesariamente: el
político puede buscar el ridículo de su opositor, o la lástima de (parte de) su audiencia, o
su ira. Son obviedades de la retórica y la dialéctica. Piénsese en la estratagema número
8 que recomienda Schopenhauer en su Dialéctica Erística :
Los propósitos específicos y sus tipos son incontables. A veces se está argumentando,
no para convencer al otro, sino para defenderse del otro. Otras veces, se argumenta
conjuntamente para encontrar una respuesta a un asunto. Otras, para lucirse. Otras, para
ocupar tiempo. Otras, para despertar sospechas. Otras, para instalar un rumor. Otras,
para hacer noticia. Es decir, 'convencer' no está en juego en estos casos.
Considérese ahora ese algo del marco básico de 'convencer': ¿de qué se trata? Aquí la
tradición insistirá que se trata de una tesis. ¿Qué es una tesis? Notemos que las
propuestas para la convicción son de carácter muy variado: opiniones, imperativos a la
acción, exhortaciones, admoniciones, evaluaciones, deseos, valoraciones, demandas de
todo tipo, imputaciones, calificaciones, explicaciones, definiciones, identificaciones. La
lista no termina, y bajo cada uno de los tipos mencionados se abre una nueva lista
abierta de miembros más específicos. Es decir, hablar de 'tesis' como un objeto de
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'convencer' es muy vago; aun no dice nada. Por otro lado, se aprecia en cada una de
estas entradas que su eventual participación en un contexto argumentativo dado no
necesariamente se produce como un objeto de convencer. Alguien puede argumentar
para despertar un deseo, o llamar la atención sobre una demanda, o sugerir una solución,
o mencionar una definición, o hacer una demanda, o acusar con una imputación, o
lograr un sentimiento de identidad, etc. ¿Qué se gana con reducir todas estas series a un
nombre común como es 'convencer a la audiencia de una tesis'?
1.3. Topologías de las disputas. Vale la pena mencionar, aunque sólo sea
superficialmente, las distintas formas dialógicas en las que se dan ciertas disputas o
argumentaciones. Tenemos aquí una gama amplia; de hecho, un conjunto abierto de
topologías dialógicas. Las disputas configuran prototipos de prácticas argumentales, al
punto que algunos teóricos conciben la argumentación sólo en función de cierto tipo de
disputa, típicamente, los alegatos a favor y en contra de una tesis ante una audiencia.
En las prácticas jurídicas, por ejemplo, nos encontramos con configuraciones clásicas de
disputa ante un juez. Aquí las partes se enfrentan y el tribunal autorizado (el juez o
jueces, o un jurado) determina el resultado de la disputa. Este fallo se obtiene luego de
un proceso argumental adicional en el que se cotejan las posturas enfrentadas y se llega
a una resolución a favor de uno u otro lado en el asunto. Los propósitos o los motivos
que llevan a las disputas son incontables: demandas de todo tipo, cuestiones de derecho,
de legalidad, de perjuicio, de responsabilidad, de deber. Idealmente, en las prácticas
jurídicas el proceso debe ser justo: ambas partes de la disputa deben tener la
oportunidad de exponer y ser escuchados y considerados igualmente. En la realidad, sin
embargo, como se sabe, se dista mucho de lograr un procedimiento justo. Idealmente, el
juez juzga de acuerdo a un código o conjunto de normas, leyes y definiciones.
Idealmente, también, la deliberación es pertinente al tipo específico de disputa. Sólo
entonces cabe decirse que la sentencia resuelve jurídicamente el caso. Las soluciones
salomónicas, entonces, no son prototipos de resolución jurídica, aunque sí terminan con
la disputa: partir un bebé por la mitad ante la demanda de dos mujeres por su
maternidad, dándole una mitad a cada una, no es una resolución jurídica. Sin embargo,
no es el uso de poder lo que descalifica a Salomón como juez, en este sentido. En un
sistema jurídico, propiamente, la autoridad del juez es rasgo constitutivo, como también
el poder tácito del juez de contar con un aparato que haga efectiva la resolución del
caso. El problema con esta solución salomónica es que no es pertinente a la disputa del
caso: las mujeres, las partes disputantes, no estaban alegando por una distribución
equitativa de los quilos del bebé, o sus miembros, sino por su maternidad integral. De la
pertinencia que guardan la deliberación y sentencia de un juez con la disputa del caso se
dice que es asunto de la lógica. Como veremos (e.g. infra, "Forma y Razón en la
Tradición Lógica": 3; 3.1.), la reverencia que el jurista hace a la lógica debe examinarse:
lo que está en uso en la deliberación justificatoria no es la lógica formal o teórica, la
lógica de corte matemático, a pesar de que la opinión generalizada en esta materia es
que es justamente esa lógica la que finalmente establece esta pertinencia, sino una
lógica aplicada o práctica, una lógica factual, como la llamaremos, en la que los
criterios de adecuación no vienen de las alturas teóricas y formales de esta disciplina,
sino de los campos mismos desde donde surgen los alegatos y argumentos.
Otras formas básicas de la disputa, y emparentadas con las anteriores, se dan en las
negociaciones: las partes argumentantes se hacen mediatizar por un intermediario que
no tiene facultades para fallar, sino que cumple la función de facilitar el diálogo y
De la Argumentación, Emilio Rivano 11
Parecidas a estas últimas son las consultas a mediadores terapéuticos de todo tipo
-familiares, sentimentales, sexuales- en las que el mediador puede ser un profesional
entrenado para estos efectos, o un virtuoso natural, o un curandero espiritual, o un
charlatán, o un amigo que pasaba por ahí, cuyo papel básicamente es el de ser el
receptor espejo de las demandas y quejas de las partes con vistas a alcanzar, en primer
lugar, una visualización o reflejo de los intereses y características en conflicto, y, luego,
eventuales soluciones por medio de la terapia del caso.
...de las demás artes, ninguna saca conclusiones contrarias sino sólo la dialéctica y la
retórica, pues ambas tratan igualmente de los contrarios. (I,1:1355a)
Demás está decir que la herencia socrática, ética, orienta todo el texto. Así, en el mismo
desarrollo, concluye:
No es que sean iguales los objetos contrarios de que se trata, sino que siempre lo
verdadero y lo bueno son naturalmente de razonamiento mejor tramado y más
persuasivo. (ibíd.)
Un comentario obvio con respecto a esto último se refiere al supuesto que trae: lo bueno
y lo verdadero, como puntos absolutos de referencia (objetos preestablecidos, etc.).
Justamente este supuesto es lo que estaría en cuestión desde que se puede argumentar
razonablemente en pro de contrarios. El punto es que las posiciones encontradas se
adjudicarán ipso facto la verdad y el bien, y no hay criterios que no sean argumentales
(de 'campo argumental', como veremos) para determinar lo verdadero y lo bueno: lo
verdadero, lo bueno, lo bello, es lo que triunfa, lo que se instala como tal en la disputa, y
en la interacción y convivencia, en general. Por cierto, calificativos como "sofista",
"demagogo", "retórico", han pasado al vocabulario de lo dislógico, lo repudiable, lo que
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debe combatirse o al menos advertirse para no ser afectado. Un logro nada despreciable
de la vertiente socrática del pensamiento. Pero la lucha se plantea muchas veces por
establecer quién es el demagogo del caso, y esto lo determina una audiencia, audiencia
que, más veces que no, se deja llevar en esto por el demagogo del caso. Estos temas
serán abordados en desarrollos posteriores.
Ya sabemos cómo reaccionó la sociedad ante una exigencia así, algo análogo a cómo
reaccionara siglos después ante la exigencia de amor de un Jesús. En ambos casos, se
trataba de absolutos problemáticos. Podemos esbozar interpretaciones encontradas sobre
lo que les ocurre a estos personajes: se trata de un mecanismo de castración social ante
empresas vacías, disfuncionales; se trata de un mecanismo de reacción social ante
empresas liberadoras, revolucionarias. ¿Cómo, si no a través de argumentos para uno u
otro lado, podrá inclinarse el juicio sobre la adecuación de una u otra postura?
Peor aun: muchas veces no hay criterios externos (objetivos, intersubjetivos, etc.) para
determinar o evaluar las disputas. Detallemos un poco más una tercera interpretación,
más acorde con los enfoques neoevolucionistas de la cultura. En Sócrates, por ejemplo,
tendríamos una figura que encarna programas para el comportamiento humano
(instrucciones para la acción) tales como ciertos conceptos de justicia y de razón (y los
comandos de base que imponen estos programas en la acción): "sé justo", "condena la
injusticia", "actua de acuerdo a la razón", "juzga bajo cánones racionales", etc. Estos
programas se enfrentan a otros en el caldo cultural de la Grecia de Sócrates, otros
aparentemente más primitivos, más arraigados en la sociedad, otros tales como "busca
tu propio bien", "busca tu placer inmediato", "elimina al otro si ofrece peligro,
oposición". Estos últimos programas se encargan de matar a Sócrates. Por otro lado, los
programas "socráticos" no mueren porque muera una de sus máquinas. Muy por el
contrario: una de sus estrategias consiste en convertir estas derrotas parciales en victoria
final, asunto de táctica y estrategia, digamos. Porque al cometer la sociedad injusticia a
Sócrates, de acuerdo a sus propias predicciones y caracterizaciones, ésta no hace sino
confirmar a Sócrates en tanto alternativa de vida, de coherencia, estabilidad,
predecibilidad, valor. La lucha de los programas no se da en el marco temporal de una
generación humana, sino en la dimensión histórica.
Entre otras, el término 'argumento' nombra una variedad de formas en las que se
manifiestan intentos de demostración. Estas formas pueden ser caracterizadas en
términos generales con la bipartición propuesta-fundamento. Es decir, algo se propone o
afirma (una fórmula del saber, una fórmula para la acción, una fórmula para la
valoración, una fórmula para la evaluación) y aquello que se propone se basa en otras
cosas. El argumento es la unidad propuesta-fundamento. Es frecuente, mas no en este
estudio, usar los términos 'argumento' o 'razón' para designar la parte 'fundamento' de
este constructo. Se habla, por ejemplo, de un argumento o razón a favor de una tesis, en
el sentido del fundamento que la avala.
¿Por qué queda firme? ¿Qué se entiende por apoyo racional? Esas son cuestiones de
cuyo planteamiento se desprende un elemento paralizante: cualquier respuesta
satisfactoria estaría implicando lo que se proponen explicar. En todo caso, son
preguntas que más vale enfrentar luego de haber revisado algunos modelos explicativos
sobre el argumento.
Notas
- Para una visión general de la persuasión, especialmente desde la perspectiva de las actitudes y
normas de conducta, ver Reardon (1981/91).
- Ver también Ehninger (1974:cap.I) para un desarrollo afín al de esta sección, pero en términos
de influencia sobre creencias y conductas.
- Observemos, finalmente, que la subsección 1.1. contiene un argumento implícito -que cabría
calificar de realismo lingüístico- en términos de un procedimiento que deriva fenómenos reales
a partir de propiedades lingüísticas. Cabría revisar tal implicación, empresa que no
emprenderemos acá, pero que puede servir como ejemplo de argumento. La referencia obvia es
el argumento conocido como la hipótesis de Sapir y Whorf, como también el supuesto básico de
toda filosofía lingüística.
1. Sólo cabe especular sobre el tipo de hecho o fenómeno que es la convicción por vía
argumentativa. Estamos ante una variedad concreta de fenómenos. No se trata de la
convicción, como algo que se repite idéntico cada vez que resulta apropiado nombrar así
el hecho. Las convicciones varían de acuerdo a los contextos específicos en los que
emergen. Algo logra afectar en nosotros una percepción clara (intuición lógica, razón
humana, hábito de regla, conocimiento subsidiario...) de la firmeza que une ciertas
proposiciones que aparecen en contextos comunicativos diversos. Las proposiciones del
caso son de cualquier índole (de tipo cognitivo (del saber), volitivo (imperativos a la
acción), valorativo (juicios estéticos, éticos), religioso (de creencias)); en ellas, una
cierta firmeza une la secuencia total en cada caso. Podemos ver en la secuencia (que
siempre cuenta con un grado de elipsis) una apelación implícita a una regla del lenguaje.
Esta apelación puede ser formulada así: "si aceptas esto (fundamento), tienes que
aceptar esto otro (propuesta), basado en las reglas pertinentes del lenguaje para este
caso". Aquí "regla del lenguaje" quiere decir "regla de uso" i.e. norma de cómo
funcionan las premisas y conclusiones en una situación comunicativa particular.
(La lógica es un ejemplo clásico de metalenguaje, por lo que se filtrará una ambigüedad
en el uso del término 'argumento': se entenderá por argumento tanto el complejo mismo
que se produce en una argumentación, como el constructo simbólico que se usa para
representarlo. Es más, la teoría lógica se elevará, desde su despegue en Aristóteles, a
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2.2. Inferencia. También podemos decir: La lógica estudia las condiciones bajo las
cuales ciertas conclusiones pueden ser establecidas o inferidas en forma válida a partir
de ciertas premisas. La inferencia es el transcurso de esta operación lógica. Así,
entonces, podemos reformular un argumento como (C) arriba en una secuencia
condicional: el esquema (C) es equivalente al enunciado "si todo organismo es mortal, y
las bacterias son organismos, entonces, necesariamente, las bacterias mueren". Hemos
transformado (C) en un enunciado condicional de la forma "si...entonces...", donde el
lugar del antecedente lo ocupan las premisas y el del consecuente la conclusión.
La lógica, desde esta perspectiva, puede ser descrita como la teoría de la inferencia y de
la relación de consecuencia en la que la inferencia se basa.
No se pretende entregar un test de validez para cada argumento con tópico distinto. La
validez, por el contrario, se comprende como validez formal (universal), y las
condiciones para la inferencia válida son condiciones formales de la inferencia válida.
De la Argumentación, Emilio Rivano 17
no llueve no p
Las anteriores son formas válidas de inferencia. Llénense los espacios variables en las
distintas fórmulas con cualquier contenido idóneo y se obtendrá un argumento
formalmente válido.
Por otro lado, la función de apoyo algo recuerda al tekmerion, es decir, la categoría que
nos remite a los fundamentos, razones o base empírica para una opinión, creencia, tesis,
etc., categoría que circula en Grecia en forma generalizada ya en la era de los sofistas.
De la Argumentación, Emilio Rivano 18
La garantía es una licencia formal, una instrucción automática que me permite extraer
conclusiones. Pero su sentido, su lugar de origen, sus modalidades, campo específico de
donde surge, es el apoyo, que ya corresponde a otra dimensión. En el apoyo está toda la
información pertinente para la garantía. En este caso, el apoyo es el texto legal, el
código donde se establecen las normas jurídicas que estipulan los requisitos para la
salida de un menor del país. Allí encontraremos excepciones y otras cualificaciones a la
norma general que formula la garantía. Estas cualificaciones deberán reencontrarse en la
conclusión: la conclusión está siempre cualificada en función del apoyo del argumento
del caso. Así, por ejemplo, el código contempla casos de niños sin padres, o casos de
padres imposibilitados para emitir la autorización, etc. Todo eso deberá aparecer en la
conclusión del argumento, de ser necesario.
3.1. Ya hemos advertido que la pertinencia de las deliberaciones y las sentencias con
respecto a los casos particulares se ha tratado tradicionalmente en derecho como asunto
de lógica. El modelo de lógica implicado, sin embargo, es de corte formal: es la lógica
de los lógicos, la lógica teórica, la que finalmente avalaría la pertinencia del caso.
***
Desde hace dos años que nuestros Vigilantes Privados reciben la misma remuneración,
en consecuencia que el IPC anual fue del orden del 17%. Considerando que ellos, como
cualquier persona, sufren de apremiantes necesidades, solicitamos a usted autorizar el
aumento de su cuota mensual en $1.000 (mil pesos), lo que además nos respaldará para
exigirles aún más en sus funciones.
En este párrafo se encuentra la argumentación central del texto. Otros aspectos, como el
intento de obtener un compromiso formal a través de la puesta de nombre, número de
carnet de identidad, dirección, suma a aumentar, y finalmente, la entrada más fuerte,
firma del vecino en cuestión, serán dejados de lado.
Las lógicas o gramáticas que articularemos serán: (a) lógica factual, (b) lógica retórica y
(c) lógica semántica. Una cuarta lógica de la argumentación será aplicada en las
"disputas" de las lógicas retórica y semántica. Es decir, esta cuarta lógica no se aplica al
texto argumetativo recién citado, sino a las lógicas que analizan dicho texto. Sin
embargo, la exposición de esta cuarta lógica, más allá de lo que diremos aquí, quedará
implícita. Se trata del esquema de los pros y los contras sobre un tópico (tema),
esquema clásico de la disputa sofística clásica y académica en general, y expuesto
últimamente por Naess (1960). Su aplicación es tan obvia que no requiere mayor
explicación. En breve, se trata de la posibilidad de tomar dos posiciones frente a un
tema, una "pro" (a favor), y la otra "contra" (en contra). Cada posición puede pasar a ser
tema, de modo que para cada posición se abren dos opciones, una "pro" y una "contra".
Y así sucesivamente. El número y tipo de posiciones que se puede tomar es
indeterminado. En términos de los contextos de habla que se dejan modelar por la
De la Argumentación, Emilio Rivano 20
perspectiva del pro y el contra, destacan, por un lado, la variante desimplicada, pro y
contra (pro et contra), donde alternamos como participantes libremente entre los
argumentos a favor y los argumentos en contra de una tesis, sin habernos definido
inicialmente por uno u otro lado, y, por el otro, la variante interesada, pro o contra (pro
aut contra), donde cada participante ha definido su posición a favor o en contra de una
tesis que se debate. Desde una perspectiva más individualizante, destacan, por un lado,
el contexto donde la revisión de los argumentos es pro et contra, i.e. desimplicada, y,
por el otro, el contexto donde la revisión de los argumentos se efectúa con vistas a
definir una posición, i.e. pro aut contra, sopesando los argumentos a favor y en contra
entre sí con vistas a llegar a una definición.
***
I. LOGICA FACTUAL
1. Llamaré 'lógica factual' al análisis de los textos argumentativos a partir del modelo de
Toulmin (1958), debido a la prevalencia que aquí tienen los 'Datos' y el 'Apoyo' del
argumento, categorías que nos remiten a la dimensión de los hechos. Pero la aplicación
será algo distinta a las que encuentro en Toulmin. En especial, tenemos
encadenamientos argumentales, y la propuesta de dividir el argumento principal en
"caso", por un lado, y "sentencia" o "juicio", por el otro. También difiere esta aplicación
en la no codificación de los Apoyos para el caso que analizamos: en Toulmin la
codificación del Apoyo se da por apego al modelo jurídico, donde el Apoyo nos remite
siempre a un código (estatutos, leyes, textos constitucionales), rigidez innecesaria en la
aplicación generalizada del modelo. (Desarrollos introductorios a Toulmin (1958) se
encuentran en e.g. Rivano, J. 1984; Toulmin et al, 1979; van Eemeren et al, 1987;
Atienza, 1993).
ARGUMENTO PRINCIPAL
(aludida en "ellos, como cualquier persona, sufren de apremiantes necesidades" i.e. 'las
necesidades básicas son constantes')
ARGUMENTO SECUNDARIO
("el aumento de su cuota mensual...nos respaldará para exigirles aún más en sus
funciones")
2.1. Es obvio que el modelo permite una variedad de versiones en su aplicación. Otra
versión de lo mismo es, por ejemplo (para el argumento principal):
Argumento Principal
caso:
auto-sentencia:
2.2. Explicaciones. En los cuadros anteriores, hemos llenado los casilleros funcionales
del esquema de Toulmin. Estos son: Garantía (G), Apoyo (A), Dato (D) y Conclusión
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(C). Como se aprecia, una Garantía es una licencia, un permiso que nos dice "si esto,
entonces también esto otro", o "todos los x son también y". La Garantía es en su
naturaleza puramente formal. Un Apoyo, en cambio, es el cuerpo de contenidos desde
donde emana la garantía. El Apoyo nos remite al mundo empírico, al mundo sustancial,
a investigaciones, a un código, a un texto, a supuestos sociales, a normas sociales que
todos aceptan. La Garantía formula una implicación o generalización a partir de un
Apoyo, estableciendo así un puente para pasar de un dato específico a una conclusión.
El Dato es un hecho puntual del mundo empírico, una información parcial que se
subordina a la generalización formulada en la Garantía. Dado el dato y aceptada la
Garantía, estamos autorizados a operar con la Conclusión. La Conclusión aparece como
un enunciado justificado en el esquema. Por otro lado, el esquema deja al descubierto
los fundamentos de la justificación, por lo que abre las propuestas al examen crítico.
Comentemos, por el momento, el argumento principal.
Una Garantía se sustenta en un Apoyo, que es la base concreta desde donde surge la
Garantía. El Apoyo, como hemos dicho, se constituye por conglomerados de hechos
reconocidos, estatutos, códigos, otras normalizaciones más o menos explícitas en la
comunidad. Lo que constituye un Apoyo varía de acuerdo al campo argumentacional:
en ciertos argumentos, un Apoyo es un estudio estadístico, en otros, estudios
antropológicos, en otros, estudios psicológicos, mediciones, observaciones, registros,
opiniones y creencias aceptadas. La Garantía es una Conclusión generalizante a partir
del Apoyo. (La Garantía es como un billete, el Respaldo es su valor en el sistema
económico: Usted puede comprar con este papel-billete (G); porque así se lo permite el
sistema económico del lugar (A)).
2.2.1. Lo anterior resume las funciones del "caso" o "alegato" en curso en el texto en
cuestión. Al alegato le sigue una sentencia, también empaquetada en forma argumental.
En la sentencia entra la Conclusión del alegato, reformulada ahora como Garantía y otro
Dato, a saber, el hecho de que es cada uno de los vecinos que con su mensualidad
determina el sueldo de los vigilantes. Esto da lugar a la sentencia o Conclusión final, ya
en la dimensión de la acción: usted debe pagar el incremento. Se observará que la forma
argumental no ha cambiado significativamente al ir de alegato a sentencia. Pero el
contenido de la sentencia es un llamado a la acción, mientras que el alegato se mantiene
en un terreno contemplativo. El movimiento que une al alegato con la sentencia es
"reflexione y luego obre en consecuencia", fórmula que captura un movimiento que
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Por ejemplo, ¿cómo leo o extraigo del texto en cuestión la Garantía del caso? La
sugerencia en el esquema es que ciertos trozos del texto aluden a la Garantía. De modo
que la Garantía REMUNERACION DEBE INCREMENTAR DE ACUERDO AL IPC,
sería aludida por el trozo "ellos, como cualquier persona, sufren de apremiantes
necesidades", interpretada como "las necesidades básicas son constantes" (por lo que no
podemos retroceder en capacidad de consumo, etc.). Pero se advertirá que esto es aún
muy débil como para configurar un método para establecer las correspondencias en cada
caso. Básicamente, el anterior es un procedimiento de paráfrasis, en donde, si es
necesario, se reformula el contenido del texto argumental para que cumpla con las
demandas del esquema teórico. Hasta allí, bien. Pero, ¿cuáles son los criterios para
determinar la validez de las paráfrasis? Este hilo de consideraciones tiene el aspecto
clásico de un infinito insuperable de objeciones.
2.2.2.1. Por otro lado, un criterio para la adecuación formal del esquema vis-à-vis el
texto argumental se presenta en el uso de los conectores lógico-discursivos. Por
ejemplo, en el texto que analizamos nos encontramos con la fórmula [...la misma..., en
consecuencia que...], i.e. "...nuestros vigilantes reciben la misma remuneración, en
consecuencia que el IPC anual fue del 17%". Es decir, tenemos acá una de las variantes
que organizan la disparidad, la incongruencia, etc. del los contenidos (otras variantes
son [..., pero...], [..., y sin embargo...], [...igual, en cambio...], [...igual, siendo que...],
etc. (Los espacios son llenados por contenidos proposicionales). De modo que una
fórmula del desequilibrio aparece en el texto. Esto se conjuga con la discrepancia
expresada en el esquema argumental (del alegato del Argumento Principal) entre el
De la Argumentación, Emilio Rivano 24
Otra fórmula en el texto es [considerando que..., ...] i.e. "Considerando que ellos, como
cualquier persona, sufren de apremiantes necesidades, solicitamos a usted autorizar el
aumento...", es decir, una fórmula para ir de antecedente a consecuente, lo que se aparea
bien con los pasos que damos desde las Garantías, tanto en el alegato como en la
sentencia, a la conclusión de la sentencia.
De modo que cabe quizás esperar un cierto éxito en un instrumento que aparee fórmulas
conectivas textuales con forma argumental en el modelo.
La lógica factual es a la vez una herramienta de análisis como una herramienta para la
intervención argumental. Es una herramienta para la descripción lógica de un texto
argumentativo, a la vez que es una herramienta para montar y desmontar argumentos.
(Este rasgo de utilidad, de poder ser elemento en la práctica misma del argumento, es un
rasgo que no se da con la misma fuerza y del mismo modo en otras lógicas
argumentales).
Por otro lado, hemos dejado sin mayor comentario el argumento secundario. Hay poco
que agregar al análisis del mismo. Pero se desprende del modelo de lógica factual la
disparidad temática entre el argumento principal y el secundario. Queda al descubierto
el carácter irrelevante de este segundo argumento en términos argumentales. Es decir,
en términos de una lógica factual, el argumento secundario poco importa a la sentencia
del caso (la Conclusión del argumento principal). Más bien parece este segundo
argumento contradecir al primero, lo que el modelo deja ver claramente. Así, el primer
argumento nos dice que no es más que justo que se les aumente el sueldo a los
vigilantes; pero el segundo nos dice que, haciéndolo, podremos exigirles más. Es obvio
que esta mayor exigencia no se justifica y contradice lo establecido en el primer
argumento. Porque si el aumento es justo, es justo por el trabajo realizado, no por
trabajo adicional. Esto último nuevamente transformaría la situación en injusta.
De la Argumentación, Emilio Rivano 25
Como veremos, lo anterior es tanto una fuerza de la lógica factual, a saber, el hecho de
que nos permite detectar imparidades y otras incongruencias del texto, como una
debilidad suya, a saber, que no alcanza a darnos cuenta del papel real del argumento
secundario en cuestión en la secuencia total. Volveremos sobre esto en lo que sigue.
1. En este capítulo se esbozará un modelo de lógica retórica. Las referencias más obvias
para un desarrollo así son Aristóteles (Retórica; Tópicos) y Agustín (De Doctrina
Christiana, Libro IV), este último sugerido por una lectura de Burke (1969: A Rhetoric
of Motives), texto que se recomienda igualmente como una visión penetrante del motivo
retórico en el pensamiento de Occidente. Un clásico es también la Dialéctica Erística de
Schopenhauer (1864), que a la vez es una introducción a los Tópicos. Un tratado
igualmente aplicado, pero crítico, más actual y próximo es el Contra Sofistas de Rivano,
J. (1966). Una línea más reciente de análisis, con puntos afines a lo que aquí se propone,
se da en estudios sobre "lógica natural" (Maier (ed.), 1989: Norms in Argumentation).
También en la así llamada nueva retórica (e.g. Perelman & Olbrecht-Tyteca, 1958 y
Charolles, 1980) encontramos esta dimensión en el análisis, entrelazada, a veces
confusamente, como veremos, con un análisis de corte lógico convencional.
2. Esquema de análisis. Por ahora interesa introducir una primera aplicación del
modelo y comentar las categorías empleadas. Estas aparecen en mayúsculas, marcando
así su estatus de complejos coordinados. Por ejemplo el tópico MISERIA →
SIMPATIA, nombra el proceso común de despertar un cuadro de miseria un
sentimiento de simpatía en quien percibe el cuadro. El cuadro nos conduce a la
simpatía. El esquema que sigue es (el esqueleto de) un análisis de la estructura
argumental del texto en cuestión, en el plano retórico que nos interesa:
MOVIMIENTO PRINCIPAL
TOPICOS METAS
JUSTICIA
MOVIMIENTO DE CIERRE
2.1. Términos del análisis. Por "tópicos", o "lugares comunes", entendemos la gama de
normas establecidas o "garantías" sociales de todo orden (estético, ético, protocolar,
regulativo...), que funcionan en la organización social. (Esto difiere de la manera como
Aristóteles desarrolla los tópicos, pero se inspira en ese desarrollo, combinándolo con la
De la Argumentación, Emilio Rivano 26
Es en este sentido, también, que se emplea el término "meta" para designar el logro
general de la inserción en cualquier tópico: el orador inserta a su audiencia en un tópico,
o lugar común de transferencia, para conducirla a una meta particular.
La evaluación posterior del DESEO es cosa abierta. Es decir, lo que pensemos del
DESEO, una vez suscitado éste, una vez llevados nosotros a este lugar del tópico en
cuestión, es asunto aparte. Lo que se quiere en este caso es que la audiencia busque
satisfacer el deseo proyectado (que los vigilantes cumplan más y mejor) a través del
pago del aumento. Pagar o no pagar está en control de la audiencia. Lo que está fuera
del control de los participantes, sin embargo, es que se produzca el par retórico en el
contexto del caso, es decir, que se produzca la conexión: Entender el mensaje del caso
implica, entre otras cosas, producir la parte adyacente (e implícita) del par en cuestión.
De la Argumentación, Emilio Rivano 27
3. Disputa. Pro1. El análisis retórico expuesto tiene la obvia ventaja de ser simple, tanto
por lo cotidiano de los conceptos que emplea, como en la sencillez de la configuración
básica: los tópicos son vinculaciones obvias, reconocidas por todos; las metas en cada
caso también aparecen como algo obvio y de fácil identificación. En análisis apela en
buena medida a nuestra competencia social y a nuestra intuición de los significados.
3.1. Contra1. Por otro lado, sin embargo, el análisis retórico expuesto requiere de algún
algoritmo para mapear trozos del texto de hecho, por un lado, en funciones retóricas
como las expuestas, por el otro (o viceversa). Así como se nos presenta el análisis
retórico, el algoritmo está implícito, apela a la intuición, al entendimiento de lo que
ocurre en un texto y contexto, pero queda fuera del análisis. Esa es a la vez su fortaleza
y su debilidad: por un lado, apela a principios tan obvios que no requieren de mayor
explicación (cualquier intento de explicitar sería más engorroso que lo explicitado), por
el otro, queda el análisis expuesto a un rechazo difícilmente apelable, porque no hay
sistema del que se deduzca, ni normas de aplicación.
3.2. Contra-contra1. Esto último, en todo caso, no aparece como algo totalmente
irremediable. En primer lugar, los tópicos no requieren de un sistema formal que los
ampare, sino, más bien, de consideraciones y estudios de carácter antropológico
(etnografía humana, micro-sociología, psicología social, etc.). La primera objeción, sin
embargo, se presenta como de dudosa solución: ¿cómo, en el análisis, pasar del texto
argumentativo a las funciones topicales?
Aquí hay un contraste en el que vale detenerse, a saber, entre el diseño de lógica factual
expuesto y el de lógica retórica que exponemos. Porque, como se ha visto, lo que se
denomina en esta última "movimiento principal" y "movimiento de cierre", corresponde
a lo que en el análisis factual se llamó "argumento principal" y "argumento secundario",
respectivamente. Pero al indagar ya no principalmente sobre los contenidos de estos
movimientos o argumentos, sino sobre su relación, vemos que bien poco es lo que el
análisis factual puede decirnos, más allá de que se trata de una adyacencia argumental
De la Argumentación, Emilio Rivano 28
con poca relación pertinente, en términos del rigor del análisis en cuestión (esto último,
sin embargo, apunta a la vez a una ventaja del análisis factual, como habíamos visto y
volveremos a ver). En este punto, en cambio, el análisis retórico tiene aparentemente
más que ofrecer. Porque los movimientos y combinaciones de movimientos en una
amplia gama de discursos argumentales extra-académicos responden a principios
retóricos, no de rigor argumental. Ese es el caso del texto que analizamos. De modo que
podemos indagar sobre el principio rítmico-retórico que sustenta la combinatoria en
cuestión (los movimientos principal y de cierre del caso), principio que en términos
retóricos parece obvio en nuestro caso: la meta de lograr que la audiencia "obre la
entrega" (aumente en 1.000$ su cuota) se logra mejor en el contexto del caso si el
argumento termina con una audiencia "satisfecha" (este es, claro, un supuesto -implícito
y seguramente inconsciente- del argumentador). Es decir, el movimiento de cierre
aparece allí para "dorar la píldora", o como "señuelo", o como "incentivo", etc., algo no
muy alejado de sus parientes en el mercado de los productos comerciales, que para
atrapar a un comprador prometen "dos productos por el precio de uno", etc. Resulta aún
prematuro establecer la forma final del principio en cuestión, sobre todo, en caso de
tratarse de un principio retórico más general, lo que parece obvio. Desde la perspectiva
de la audiencia, en todo caso, la conexión general en juego vincula a "dar" con "recibir",
y desde la perspectiva del argumentador "pedido" con "promesa". En términos más
dramáticos, el vínculo final de los movimientos se establece entre "sacrificio" (la
entrega) y "recompensa" la proyección o representación positiva del futuro.
(Una diferencia interesante para una tipología del texto argumental se presenta en la
posición del anzuelo en el texto: en el texto que estudiamos, el anzuelo viene en el
primer movimiento, y el señuelo en el segundo. Esto parece adecuado al tipo de texto en
cuestión. Es muy frecuente, por otro lado, el texto argumental que presenta el señuelo al
frente y el anzuelo atrás (el orden propio de la pesca). El orden anterior parece ir bien
con el tipo de contexto en el que ocurre: un mensaje escrito y una situación práctica y
formal. Pero todo ésto requiere un desarrollo en sí)
3.4. Contra-Pro2. Por otro lado, estos principios rítmico-retóricos que unifican los
movimientos argumentales en un texto tendrán que analizarse desde una perspectiva y
con herramientas aún no establecidas en el análisis.
3.6. Contra2. Por otro lado, el análisis retórico deja poco juego a una crítica que
podríamos llamar constructiva. Es decir, se constata la forma maquiavélica de la
argumentación, pero no hay mucho juego para una revisión de la fuerza argumental del
texto, la relación entre razones y conclusión. La lógica factual, por ejemplo, permite
ejecutar en forma automática preguntas sobre los Apoyos y las Garantías. Por ejemplo,
el Apoyo a la Garantía REMUNERACION DEBE AUMENTARSE DE ACUERDO
De la Argumentación, Emilio Rivano 29
-¿De dónde sacó usted éso? No sabe que vivimos en una economía de libre mercado,
donde, entre otras cosas, los sueldos se regulan con el solo acuerdo entre empleador y
empleado?
También, claro, en este mismo modelo factual, los Datos quedan a la vista como tales,
de modo que uno puede visualizar lo que se está tomando como evidencia o hecho:
-Bien, los sueldos de los vigilantes no han subido, pero mi cuota ha subido tres veces en
estos dos años ¿que ha pasado con el dinero de la diferencia si no ha ido a dar a los
sueldos de los vigilantes?
Esta última intervención argumentativa constrasta Dato (del argumentador) con Dato
(del argumentado). Esto último no es posible en el análisis lógico-retórico. Este no tiene
casilleros para los Datos con los que se construye el argumento.
ARGUMENTO PRINCIPAL
Cálculo: elementos
posiciones
secuencia básica: [ni(f) en t1 y ni(f) en t2] = [un individuo cualquiera (una función
cualquiera) en un tiempo determinado y el mismo individuo (la misma u otra función)
en un tiempo determinado y posterior al anterior)
semántica (funciones)
quedar atrás: ←
permanecer: -
avanzar: →
regla
equivalencias
(→ ) + (← ) = (-)
(→ → ) + (← ← ) = (-)
etc.
(--) = (-)
(-→ ) = (→ )
(-← ) = (← )
teoremas
Ejemplo:
a= Pedro
(Conviene ver el cálculo expuesto como una suerte de luche simple: lugares
cuadrangulares por los que se avanza, se retrocede, o en los que se permanece. Una
movida por tiempo y la máxima de fondo "no se quede atrás".)
2. Disputa. Pro1. Es obvio que la forma del cálculo se presta bien para la programación
de inteligencia. Es decir, un autómata podría incorporar una comprensión así y aplicarla
luego a situaciones varias.
2.4. Contra1. La lógica de este juego es tan general que articula una gama de
situaciones isomorfas. De modo que el mismo cálculo interpreta situaciones que
obviamente difieren, si bien no en ciertos rasgos formales definidos, sí en aspectos no
formalizados por el cálculo y otros no-formalizables. Por ejemplo, y sin ir más lejos, el
cálculo sirve para analizar un juego que se parece algo al luche, así como se comentó
anteriormente en 3. Obviamente el contexto argumental que analizamos y un juego así
tienen poco en común, por más que compartan ciertos rasgos formales. Es decir, los
rasgos formales que comparten no parecen los importantes, porque, así como están
De la Argumentación, Emilio Rivano 33
Las anteriores no son las únicas posibilidades. Bien puede darse el caso que las cuatro
lógicas expuestas sean unificables en una teoría (algo que parece factible), pero aun así
ser verdadero que la argumentación no es un objeto, sino una multiplicidad de objetos
de estudio (algo que parece obvio). Otras combinaciones también son posibles.
***
APENDICE
Señor(a)
___________________________
PRESENTE
Estimado Vecino(a):
De la Argumentación, Emilio Rivano 34
Desde hace dos años que nuestros Vigilantes Privados reciben la misma remuneración,
en consecuencia que el IPC anual fue del orden del 17%. Considerando que ellos, como
cualquier persona, sufren de apremiantes necesidades, solicitamos a usted autorizar el
aumento de su cuota mensual en $1.000 (mil pesos), lo que además nos respaldará para
exigirles aun más en sus funciones.
[firma] [firma]
MCP GB
Tesorera Presidente
___________________________________________________________
NOMBRE: R.U.T.
Dirección:
____________________
FIRMA
LECTURA DE UN 'NEORRETORICO':
Algunos comentarios y desarrollos en torno a "Las formas directas e indirectas de
la argumentación" de Charolles, M. (Pratiques, 28, 1980. En versión española de
G. Alvarez, 1996).
A partir de 2.1.1. y en forma más total en la sección filosófica, ya libre del artículo que
usamos de punto de partida, se desarrolla más cabalmente la postura crítica que
caracteriza a este artículo, postura que cuestiona nuestros hábitos instalados de razonar
y trabajar en temas como el análisis, los actos mentales, la conciencia, la idea y el
conocimiento.
De la Argumentación, Emilio Rivano 35
Pero, ¿diremos que hay argumentación cuando alguien nos inyecta una droga con vistas
a favorecer cierta comunicación e inducir nuestra aceptación de ciertas tesis? ¿Y qué
diremos de alguien que propina a su interlocutor un fuerte recto a la mandíbula para
demostrar la tesis "yo soy más fuerte que tú"? ¿Estamos ante casos de argumentación?
Parece obvio que no, y, sin embargo, son tipos situacionales que caen bajo la
descripción inicial. Estamos ante tipos de "comportamientos destinados a modificar las
disposiciones de individuos con respecto a una tesis". Aristóteles, luego de definir la
retórica como la capacidad de aplicar los medios para persuadir en cada caso, ya se
refería a estos límites:
De los argumentos retóricos, unos son sin arte y otros propios del arte. Llamo sin arte a
los que no son logrados por nosotros, sino que preexisten, como los testigos,
confesiones en tormento, documentos y semejantes; objeto del arte, los que mediante el
método y por nosotros pueden ser dispuestos, de manera que es preciso de aquéllos
servirse, éstos inventarlos. (Retórica:I,2:35 (en la versión de Tovar: 1953. Ver tb.
Rivano, J. 1986:I,2)
Se nos dice:
Ya vemos que los "medios" argumentativos no son asunto irrestricto. Pero acá el énfasis
está en el "fin": provocar o aumentar la adhesión a una tesis. ¿Supone toda conducta que
llamaríamos "conducta argumentativa" o "argumentación" este fin? Parece obvio que
no. Los propósitos que puedan motivar conducta argumentativa en los individuos son
asunto abierto. Alguien puede argumentar para hacerse odioso; otro para ocupar un
tiempo que conviene ocupar; otro para solucionar un dilema; otro para enseñar un
método de indagación; otro para lograr adhesión a la tesis contraria a la que se defiende;
otro para lucirse; otro para convencer a un juez, no de la tesis, sino de su estatus legal...
Por otro lado, Charolles nos dice que la situación de coerción difiere "aparentemente"
de la de argumentación en un "matiz bastante grande": en la primera "alguien impone a
alguien hacer o no hacer una cosa" (ibíd.:2), mientras que en la segunda no se daría
explícitamente este intento: "el que argumenta pretende actuar sobre las.. convicciones
de otro que...estima que son las motivaciones del comportamiento que desea modificar"
(ibíd.:2)
Nótese que el término 'obligación' está empleado aquí con toda ambigüedad: tenemos
como polos más o menos claros de esta ambigüedad la obligación física, como cuando
se dice que alguien fue obligado a hablar bajo tortura, por un lado, y luego la obligación
racional, como cuando decimos que alguien fue obligado a obrar de una cierta manera
por sus convicciones, o como cuando decimos que de ciertos principios se sigue
obligadamente cierta conclusión. Es esta segunda variante la que implicaría la
argumentación, en una primera acepción. Pero en las palabras de Charolles los polos se
mezclan: "la coerción es el horizonte de toda argumentación", "crear en el otro una
adhesión obligada", "forzar el acuerdo, imponerlo".
1.2. Tenemos funciones múltiples para las actividades que llamamos 'argumentación':
llegar a una decisión en un asunto; aclarar algo; confrontar aspectos de un asunto;
solucionar algo; obrar algo; recorrer un asunto en forma dialógica (argumentativa,
dialéctica); exponer un asunto en forma dialógica; paralizar un asunto en forma
dialógica; antagonizar en un asunto; antagonizar sobre un asunto; lograr una experiencia
mística a través de la forma argumentativa aporética (Sócrates, Lao Tse); brillar a través
de la argumentación; jugar a argumentar en cualquiera de las formas anteriores y
cualquier otra forma; argumentar para entretener; argumentar para entretenerse;
argumentar para mantenerse despierto; para molestar... Y dentro de cada una de estas
incontables funciones de los juegos de habla que llamamos argumentaciones, la gama
de formas específicas de la actividad en cuestión es ilimitada.
Lo que interesa aquí tiene que ver con los argumentos mismos del texto. La carta dice:
(D) -desde un punto de vista más práctico, hay que saber que estas lenguas pueden ser
escogidas como materia optativa en el bachillerato. (ibíd.:4-5)
"Para pasar de
-a la conclusión :
P1: "Lo que es importante y ventajoso para todos lo es en particular para su hijo" y
P2: "Ud. desea que su hijo sea culto y que tenga éxito en los estudios"
firmantes. Al leer el texto, no se nota que este razonamiento está incompleto, porque el
lector suple inconscientemente la ausencia de P1 y P2..." (ibíd.:7-8)
Los puntos que intentaremos establecer son los siguientes: (a) los argumentos que da
Charolles no son los argumentos del texto ante nosotros, (b) las premisas que da
Charolles no son las relevantes para los argumentos del texto, (c) no sabemos nada
sobre lo que el lector pueda suplir inconscientemente, (d) se desprende que el camino
lógico (argumentativo) por el que se establecen las conclusiones no es el señalado por
Charolles.
2.1. Hemos asignado letras mayúsculas a los argumentos en la carta citada para
referirnos a ellos en forma breve. Revisemos los argumentos secuencialmente y de
acuerdo al formato de Toulmin:
Argumento A:
Apoyo : no se explicita
Argumento B:
Apoyo : no se explicita
Argumento C:
Argumento C2:
Apoyo : (no se explicita, pero la garantía aparece prácticamente como una definición
estipulativa (una regla de uso lingüístico)
Macro-Argumento A:
Macro-Argumento B:
Apoyo : (implícito)
Macro-Argumento C:
Apoyo : (implícito)
De la Argumentación, Emilio Rivano 40
Los tres últimos macro-argumentos nos colocan en posición para la conclusión final a la
que apunta el texto argumentativo en su totalidad, a saber, la exhortación a escoger los
cursos de lenguas clásicas. El argumento que podemos llamar 'total' en este sentido es:
Para pasar de
-a la conclusión:
P2: "Ud. desea que su hijo sea culto y que tenga éxito en los estudios"(ibíd.:7)
Vemos, en primer lugar, que los argumentos A1 y A2 propuestos por Charolles no están
en el texto. Lo que está en el texto son los Argumentos A, B y C, ya expuestos.
Garantía (P1) : lo que es importante y ventajoso para todos, lo es también para su hijo
II
Garantía (P2) : ud. desea que su hijo sea culto y tenga éxito en los estudios
Para llegar a una conclusión como "hay que estudiar lenguas clásicas", necesitamos
premisas tales que el predicado de la conclusión esté contenido en una de las premisas.
De otro modo no se establece la relación conclusiva que es lo característico del
argumento. Necesitamos otra premisa, además, que importe un aporte particular. Eso es
lo que el Argumento Total propuesto expone:
Apoyo : (implícito)
Señalemos que este Argumento Total está evocado en el texto original por la expresión
"el latín es útil para la formación del niño porque]...". Todo el texto, la carta, apunta
hacia él, pero el argumento no aparece formulado más explícitamente. Algo más
explícitamente aparecen los Macro-Argumentos del texto, aquellos que establecen al
latín como estudio útil. Justamente esta conclusión aparece formulada lingüísticamente
De la Argumentación, Emilio Rivano 42
para todos ellos. Los argumentos más explícitos son A, B y C, que sí se formulan más o
menos completamente en forma lingüística (aunque la función de Apoyo brilla por su
ausencia en casi todos ellos), desde los cuales se recogen las conclusiones parciales que
son luego integradas como datos en los macro-argumentos correspondientes.
El análisis anterior establece que (a) los argumentos que Charolles señala no son los
argumentos del texto ante nosotros y que (b) las premisas que Charolles ofrece no son
las relevantes para los argumentos del texto.
2.1.1. Quedan aún por revisar afirmaciones como que uno, como lector, "suple
inconscientemente la ausencia" de las premisas en cuestión. Se refutó ya que se trate de
las premisas que Charolles propone. Pero el punto subsiste de si como pacientes de la
argumentación suplimos inconscientemente algo a ésta.
En nada importa al análisis argumental cómo reaccionan las mentes de los participantes
de la argumentación, sino sólo cómo se desempeñan estos con respecto al juego
argumental que los vincula, qué argumentación se produce, cómo reaccionan ellos (no
sus mentes). Resulta confuso hablar de "el esquema deductivo (teórico) que subyace en
el razonamiento de los firmantes" o de "reconstruir" dicho esquema. Porque esto nos
lleva a pensar en un universal abstracto, un esquema interior, un esquema de la razón, a
priori. Es como si los participantes de la argumentación activaran tal esquema al
argumentar, tanto al producir como al percibir argumentación. Tenemos, además, todos
los juegos posibles con lo consciente y lo inconsciente: "los autores hacen como si no
valiera la pena explicitar estas especies de axiomas. Ahora bien, no es en absoluto
inocente hacer creer que P1 es evidente..."(ibíd.:8) ¡Pero sobre esto nada sabemos! No
sabemos qué intenciones hay; no sabemos qué grado de inconsciencia hay. Podemos
especular sobre la manipulación verbal en general, o argumental en algún caso. Pero
estamos entonces en un plano más allá de la desripción y el análisis. Tampoco estamos
en la crítica, entendida como la aplicación de algún rigor sobre el texto. Citemos un
pasaje más para ilustrar nuevos riesgos con la incorporación de actos mentales al
análisis:
De la Argumentación, Emilio Rivano 43
Vemos así cómo la argumentación es un montaje que pone de relieve las cosas que es
bueno decir, y evita, esconde lo que podría ser explotado en un sentido desfavorable.
Eso ocurre, por ejemplo, con el argumento "hagan estudiar latín o griego a sus hijos, si
no, nosotros nos quedamos sin trabajo", que podemos imaginar en esta situación, y que,
por supuesto, los autores de esta carta no consideran bueno decir. (ibíd.:7)
La primera cláusula nos habla de una estrategia retórica: un montaje que resalta lo
bueno y oculta lo malo (para el montador del argumento). Pero, nuevamente, estamos
ante un rasgo de un juego posible, no ante toda argumentación.
Pero ¿cómo saber qué es lo que está ocurriendo en una argumentación en el plano de las
intenciones y estrategias efectivas?
Se nos dice "podemos imaginar en esta situación un argumento "hagan estudiar latín o
griego a sus hijos para que no nos quedemos sin trabajo". Pero aquí no hay criterios:
podemos imaginar cientos de otras razones (entre ellas, las esbozadas en la carta de los
profesores). En todo caso (y aplicando una distinción vaga, pero instalada en la
bifurcación más visible entre lo neutro (intersubjetivo) y lo interesado), "peligramos
quedarnos sin trabajo" es más un motivo que una razón en este contexto. Pero nada nos
es dado saber sobre eventuales motivaciones en este caso. Por otro lado, los motivos son
aspirantes a causa final, pero la causa no necesita ser un motivo: una (suerte de) causa
formal de la carta puede ser una orden del Ministerio de Educación a formular ciertos
llamados en forma argumental.
Por otro lado, la cita que comentamos también trae una lección de coherencia textual
(que aquí funciona como mecanismo retórico). Se nos dice:
Eso ocurre, por ejemplo, con el argumento "hagan estudiar latín o griego a sus hijos, si
no, nosotros nos quedamos sin trabajo", que podemos imaginar en esta situación, y que,
por supuesto, los autores de esta carta no consideran bueno decir. (ibíd.)
Pero si todo el constructo "hagan estudiar latín o griego a sus hijos, si no, nosotros nos
quedamos sin trabajo", no es más que algo que "podemos imaginar", es decir, un
De la Argumentación, Emilio Rivano 44
Los supuestos no son esquemas de la razón, sino cosas que se dan por sabidas por todos
(muchas veces, normas colectivas, rara vez formuladas, sobre qué se vincula con qué).
Los supuestos no son manipulaciones en el argumento, sino la base misma desde donde
se argumenta. Pero ésta no es una base espiritual, o de la razón, etc., sino una base
colectiva: usted puede tomar esto como algo dado. Se lo acepta el colectivo (o una parte
del colectivo). Eso es lo que está implícito. Partimos de algo que no está en cuestión, lo
que nos autoriza a inferir otras cosas. (Inspirado en Wittgenstein (On Certainty), diría
que es algo que no se mueve, pero en torno a lo cual se mueve el argumento. Las
Garantías (autorizaciones) y Apoyos implícitos tienen muchas veces este carácter de ser
ejes argumentales).
Por otro lado, "creer" para contextos, por ejemplo, de argumentación política (en la
asamblea, en la reunión pública), no está en cuestión, sino, más bien "obrar": el
argumentador trata, en estos contextos, que su audiencia obre de acuerdo a una tesis, no
De la Argumentación, Emilio Rivano 45
que crea en la tesis (puede obrar por motivos diversos: conveniencia, temor, convicción,
dogmatismo, imitación, rebeldía, etc.). Lo que el argumentador busca en estos contextos
argumentales se refiere a acciones. Más cercanos a la letra de la fórmula que
comentamos ("la letra", porque, como hemos visto, con estas fórmulas se pretende
abarcar toda argumentación) se ubica una cierta rama de contextos argumentativos
religiosos, donde el propósito central es entregar una cierta interpretación del mundo.
En ese sentido, podríamos hablar de "creer". Pero también aquí habría que llevar el
análisis al plano social: se trata de axiomas globales de interpretación y también
axiomas de identidad colectiva: "nosotros somos los que creemos en esto"; y "esto" se
refiere a un constructo lingüístico, algo concreto, no una idea inmaterializada o algo
místico.
El punto es que una descripción así sólo capta algo que aplica a un tipo de actividad
argumental. Pero el número de tipos de actividad argumental es indeterminado. Ya
vemos, con los diversos propósitos expuestos, que la condición de Charolles no logra
ser condición general de la argumentación.
Por otro lado, el intento mismo de reducir la familia argumentativa a una lista de rasgos
esenciales es una actividad de dudoso valor. Por lo pronto, queda a la vista que no es
una actividad descriptiva.
En forma más radical: no sabemos lo que "a" cree y no interesa. "a" argumenta. Eso es
todo. "a" puede creer que "b" es un tarado irremediable o un genio inalcanzable. Aun
así, si "a" argumenta, allí hay argumentación. "a" puede estar argumentando ante un
pariente en estado de coma, ante una tumba, ante una montaña, ante un ser imaginario,
como un dios, en medio de una turba humana, en un asilo de locos, con un taxista
sordo... El argumento ocurre, no porque cumple con ciertas condiciones previas, sino
porque se crea como argumento. El argumento, cuando aparece como tal, crece, es una
'forma de vida'.
Esta condición va más allá que la anterior y precisa que no se discute con alguien que
uno estima incapaz de determinarse por el uso de su pensamiento (ibíd.:10)
A estas tres condiciones esenciales se pueden agregar diversos corolarios que anuncian,
por ejemplo, los efectos probables que una conducta argumentativa produce sobre
aquellos a quienes se dirige. Así tenemos 4:
convicción, nada más. Ahora bien, que "el argumentador se comporte como si la tesis
fuera su convicción" sólo quiere decir que se comporta así en el juego argumentativo en
cuestión:
Esta fórmula (que podríamos llamar "de sinceridad") tiene un carácter condicional,
porque puede ser entendida en el sentido de "a no puede argumentar a b sobre @ en
modo adecuado si a no cree en @." A veces se utiliza esta condición para descalificar
una conducta argumentativa. Por ejemplo, Jacques Chirac vio su imagen seriamente
dañada cuando insistía públicamente sobre "dejar de fumar" y se difundió el rumor de
que él fumaba enormemente (ibíd.:10)
Porque acá se nos dice que mejora su argumentación en la medida que crea lo que
argumenta. Pero el contexto en cuestión es tal que se parte de la base que cree lo que
argumenta. Pero "creer" aplica al juego argumental del caso, no en el sentido de algún
estado mental en el individuo, sino en el sentido de que su conducta argumental tiene
que manifestar ciertas propiedades. Por ejemplo, no podrá decir tanto "hay que dejar de
fumar", como "aunque, por otro lado, fumar es bueno porque...", etc. Allí nos
encontraríamos en otro juego argumental. Y no se está en libertad de jugar series de
juegos argumentales a la vez, sino, en general, sólo uno.
Es un hecho que muchos adictos hablan a públicos variados en contra del objeto de su
adicción. En ese contexto, no sólo no se les exige congruencia entre conducta y
convicción: es justamente parte del contexto que ellos sean adictos y hablen contra la
adicción.
De la Argumentación, Emilio Rivano 48
En esto se relacionan los políticos con curas y sacerdotes de todo tipo. Los curas
católicos, por ejemplo, pagan con un voto de castidad (y otros) la legitimidad de sus
argumentos morales. Es decir, el cura argumenta en el ámbito del imperativo moral, y
su conducta está castrada de impropiedad en este ámbito. La impropiedad aquí es el acto
sexual. Es el acto que no podrá achacársele a un cura en contra de su argumentación,
justamente porque fornicar es al cura en su argumento, lo que fumar es a Chirac en el
suyo. (Por otro lado, a diferencia de los argumentos políticos, que siempre siguen a los
tiempos, los argumentos católicos mismos están castrados, en el sentido que sólo
apuntan a ciertas conclusiones pre-establecidas en las doctrinas de la institución)
Esa es la garantía que proporciona la institución católica al público con respecto a sus
sacerdotes argumentadores: no se preocupe, acá están todos castrados, usted puede dejar
a nuestro cuidado su harén de consideraciones morales, con toda confianza.
Podemos decir: allí donde ocurre el argumento hay argumentación. Pero el argumento
no es una forma, sino una variedad de formas argumentales. Esta variedad puede
concebirse como topologías argumentales. Estas topologías son espacios colectivos: se
hacen en el código común.
Las formas argumentales no son diseños pre-establecidos, sino formas de vida, cosas
que ocurren (crecimientos específicos).
...
De la Argumentación, Emilio Rivano 49
Pero Platón no hace más que formular una concepción instalada, que tiene un
rendimiento evolutivo apropiado. Creer que todo está diseñado de antemano hace
posible ver la forma como la causa. Es una certeza dudosa, pero sólo si se duda la
premisa del diseño previo. Y eso no se duda, porque es una premisa para el
conocimiento: el conocimiento es posible por medio de ella.
(Lo mismo opera con la perspectiva teleológica: allí, en vez de un diseño previo
tenemos un diseño posterior, un diseño al que se tiende. Es una especie de causa
después del efecto)
...
Eso es lo que confunde: pensar que hay diseños mentales previos a su materialización.
Pero las formas no son otra cosa que esas distintas materializaciones. Las formas no
están inscritas en el alma. Y si no están inscritas allí, el alma, entendida como el lugar
de las formas universales, no existe.
De la Argumentación, Emilio Rivano 50
Pero entonces las partituras para una ópera ¿no son música?
¿Qué quiere decir eso? Acaso que "la sentía sin tener que oírla". Claro, la veía en el
papel (no estaba ciego). Ver tambien es un sentido. No, escuchaba la música en su oído
interno, como cuando escuchamos sonidos varios y lenguaje en nuestros sueños, sin
mediar ondas de sonido para este efecto.
Yo puedo llamar a eso "escuchar", pero no puedo usar ese significado en toda la
variedad contextual que puedo usar "escuchar" sin ese significado.
Pero ¿no podemos "leer música", en el sentido de percibir la música, pero sólo por
acción de la partitura musical?
Podemos llegar a dominar los medios, tanto la notación como los sonidos, de modo que
la asociación entre estos sea recíproca: veo notas cuando escucho música y escucho
música cuando veo notas. Así logro "escribir música". Pero ese es un caso de
especialización muy particular; y "ver" y "escuchar" tienen un significado muy
particular aquí. Y, claro, sólo aplica a un tipo de notación: si la notación musical está en
chino ya no logramos "leer música" de la notación. Y tampoco logramos entonces ver
notación musical china al escuchar música. Pero para nuestra audición, lo que llamamos
'música', lo mismo da que sea un chino o un italiano quien toque el instrumento.
Tengo el puente hecho. Está en mi cabeza. El resto es montar la obra, pero ya está todo
resuelto en términos de diseño y materiales.
Pero, aparte de que no puedo cruzar sobre una idea, como cruzo sobre un puente, ¡qué
curioso tendría que parecer el que necesitemos coordinación de acciones, instrumentos
de cálculo, mapas, sistemas de diseño técnico, maquinaria especializada, etc. y lenguaje
cotidiano para lograr hacer el puente!
De la Argumentación, Emilio Rivano 51
Entonces, un hombre primitivo ¿también puede tener la idea de una película (con puntos
de cámara, tomas y lentes, iluminación, sonido, etc.), o el diseño de un puente en su
cabeza? Porque el diseño es previo a su materialización...
Lo que se propone es que la idea no es abstracta, sino concreta. No es que haya una
dependencia entre idea y técnica: la idea y la técnica van juntas como el río por su
cuenca. No hay nada antes de la materialización (la conducta, etc.) que nos sirva como
punto de partida.
Pero aquí parece haber una contradicción, una falta a las definiciones mismas: "idea
concreta" es como decir "el cemento abstracto". De eso se trata: de traer la noción de
idea al mundo de lo concreto, recuperarla de las alturas de lo inmaterial en que se
encuentra, rodeada de otros espíritus, y ubicarla en el lugar que le corresponde. La idea
no es un dios u otro espíritu. La idea es el sentido en las cosas, en los hechos, en las
conductas. Traer la idea a la cosa es misión desalienante.
Uno vuelve y vuelve a pensar en las condiciones como algo previo al hecho,
determinándolo. Como si el hecho y sus condiciones fueran cosas distintas: las
condiciones, junto con las leyes del universo, determinan el mundo en su totalidad. Esa
es la tentación. Pero las leyes no son algo previo a lo que ocurre, algo necesario
(Hume). Hay que decir "las leyes se dan con los hechos" y no "los hechos se dan por las
leyes". No se está realizando una existencia ya trazada.
Pero: yo suelto una piedra y ésta cae. Y cae de acuerdo a una ley, dadas ciertas
condiciones...
Pero no, suelto la piedra y ésta cae, y de allí yo extraigo una ley (que formulo con
condiciones, y donde incluso tengo que apelar a nociones oscuras como "fuerza", etc.).
Y esa ley me sirve para esto y aquello. Y de pronto deja de servirme. La cambio. Pero
no por una mejor, sino por otra, que me sirve cuando la anterior no me sirve.
Pero, necesariamente, tiene que haber una verdad que abarca todo lo posible y lo real;
principios que contienen el universo, en pura idea. El universo no es un caos aleatorio,
sino que se rige por leyes físicas que dictan lo posible y lo imposible, lo necesario y lo
probable.
Insistimos en pensar que nuestros constructos intelectuales pueden expresar la causa del
universo, su forma previa, su diseño, su dios. Pero cuando estos constructos realmente
De la Argumentación, Emilio Rivano 52
están en función, sus contextos les dan un sentido concreto: no es el universo, sino esta
o aquella reacción química, la construcción de un cohete, el cálculo de un eclipse, el
peso de las papas, convencer a un interlocutor de algo específico.
LA PERSPECTIVA ARGUMENTAL
1.2. Considérese la gama de excusas del tipo "Siento haberme atrasado. Me agarró el
taco de las seis" (el ejemplo lo encuentro en Fearnside y Holther, 1959:106,
reformulado aquí para un desarrollo distinto). Esta es una familia de incontables
De la Argumentación, Emilio Rivano 53
miembros. Vamos a suponer un contexto del tipo reunión de trabajo (es decir, un
acuerdo formal sobre la hora de encuentro). Para la intervención indicada el esquema
inferencial o argumento implícito puede ser esbozado así:
i.
La premisa mayor o garantía del esquema (i.e. "una persona atrasada será excusada por
una razón adecuada") recibe todo el apoyo de la cortesía, sociabilidad, humanismo, etc.
Pero el humanismo tiene su límite. Concretamente, el límite de ser uno el afectado (ser
quien paga humanismo, no quien lo cobra). Es claro que el dato o premisa menor "yo
estuve en el taco de las seis" bien podría subordinarse a otra garantía:
ii.
Es obvio que i. es la perspectiva natural del atrasado, mientras que ii. lo es del afectado.
(Resulta más bien una figura del humor patético el que argumenta como en ii. para sí
mismo, en primera persona. Alguien que sistemáticamente reflexiona como en ii. en
torno a su quehacer diario no sobrevivirá por largo tiempo, más allá del alero de su
madre, claro. El humor usa muchas veces de estas pautas argumentales en un individuo
para presentarlo como un pesimista irreparable: nos causa risa la representación de este
tipo de auto-reproche sistemático).
Un apoyo para la premisa mayor en ii. ("una persona puntual anticipa atrasos
anticipables") nos llega de la definición misma de "persona puntual". Pero obviamente,
esta garantía tiene apoyo en nuestra experiencia cotidiana, en primer lugar.
1.3. Campo argumental. Se observará que la garantía en i. tiene que ver con el tópico
"persona atrasada" (el sujeto de la premisa mayor de i.), mientras que la garantía en ii.
De la Argumentación, Emilio Rivano 54
tiene que ver con el tópico "persona puntual" (el sujeto de la premisa mayor de ii.). El
campo de argumentación es el mismo, pero las perspectivas son distintas.
Obviamente, el campo está inscrito en una cultura particular. Se trata del atraso (la falta)
y la excusa (la meta) no sólo en un contexto determinado, sino en un lugar social
determinado y una cultura determinada. El atraso es falta en relación a un contexto,
ámbito social y cultura. Lo mismo vale para la excusa que se busca obtener de la
audiencia. Distinto es el campo de argumentación con respecto al tópico "persona
atrasada" (o al género "atrasos-puntualidad") desde una perspectiva cosmológica como
la siguiente: "Siento haberme atrasado. Pero ¿quién no se atrasa alguna vez?" (o la
variante más humilde "...a todos nos pasa"). Aquí ya no estamos en un campo de
razones cotidianas para el atraso. Es cierto que el tipo de giro es frecuente (ya
Aristóteles, en Tópicos, señalaba este esquema de subordinación género-especie: "lo
que aplica a todos también aplica a uno", no totalmente desemparentado al esquema
jerarquizante: "si los dioses cometen errores, qué queda para mí..."), pero no se están
aduciendo razones cotidianas para explicar el hecho (el dato, la premisa menor "yo me
atrasé"), sino que se recurre a una garantía general que implica tolerancia generalizada
ante las faltas humanas. Ya no se trata de explicar (decir) por qué llegué atrasado y de
allí, a través de la garantía, pasar a una conclusión que justifique y realice la excusa (que
es la meta de estos movimientos argumentales), sino simplemente de justificar el atraso
apelando a una garantía general, sin mediación de un dato explicativo. Aquí el
argumento es:
iii.
iii'.
yo me atrasé
Por lo anterior se hará más obvia la distinción entre campo argumental, por un lado, y
tópico del argumento, por el otro: estamos tanto en i. como en ii. y en iii. ante el mismo
tópico general (o tema genérico o asunto a tratar); en i. y ii. tenemos perspectivas
distintas dentro de un mismo campo; en iii. estamos en un campo distinto de
argumentación. El salto de campo se produce, en esta ocasión, en virtud de la forma del
argumento. Lo anterior también mostrará que la determinación de lo que constituye un
campo argumental dado no es en absoluto asunto claro.
1.3.1. Ejemplifiquemos más. Podemos imaginar otro campo argumental operando sobre
el tópico "persona atrasada" en el contexto del caso. Supongamos una excusa del tipo
"Siento llegar atrasado; es que tuve una premonición de fatalidad saliendo de la casa y
esperé hasta que esa energía negativa pasara". Estamos en terreno subjetivo y mágico.
El punto se podrá centrar en si se está o no dispuesto a aceptar la magia como un campo
legítimo para la creación de garantías en torno al tópico "persona atrasada". Estas no
son razones cotidianas para explicar el hecho "llegué atrasado", si bien el argumento
está diseñado para obtener la excusa. Pero aquí la cadena de argumentos es muy débil,
por descansar sobre una garantía que muy poco apoyo tiene más allá de ciertos círculos:
iv.
iv'.
***
Para el lógico, sin embargo, aun hoy, el valor de la evaluación, o estudio, o análisis
formal del argumento cualquiera no tiene relación con un eventual éxito en el mercado
real donde se transan los argumentos. Los criterios de validez los recoje el lógico de su
propia disciplina. Si bien trata sobre el argumento en general, cualquier argumento, los
distintos campos argumentales donde aparece el argumento no contribuyen en nada a su
evaluación. El lógico se encuentra desligado de los criterios locales del argumento, los
criterios del campo en cuestión. Su disciplina es el estudio del argumento cualquiera,
entendiendo ese 'cualquiera' no como 'ése y ése y ése...', sino ningún argumento en
particular. El argumento en abstracto, el argumento que es pura forma y no materia.
El grado de aplicación de los criterios formales de la lógica, cada vez que se argumenta
en la infinita gama de campos argumentales, en el contexto social en general, es asunto
empírico, asunto para investigaciones con muestras generosas y convincentes. Para
nuestros propósitos inmediatos, podemos confiar en nuestra experiencia e intuición para
establecer que este grado es mínimo más allá del campo argumental de las disciplinas
formales, especialmente las matemáticas: el argumento se articula, opera, se rige de
acuerdo al campo argumental específico.
1.1. Pero cabe aquí considerar un punto nada despreciable: si bien los criterios de
aplicación en cada ámbito argumental son propios, cada vez que la argumentación se
torna reflexiva -y salen al camino asuntos como el de la "verdad", la "validez", la
"conclusividad", los "criterios", y toda la gama de fenómenos, nociones y términos que
la lógica ha transformado en dominio propio (incluyendo aquí al mismo "argumento")-
nos encontramos con el obvio expediente de acudir a la lógica por ayuda, de atender al
arbitraje de la lógica en el asunto, o lo que más asemeje la autoridad lógica en el
momento (aunque para las circunstancias del caso, haya que conformarse con alguien
que haya cursado el cuarto medio).
La argumentación parece paralizarse ante este cambio de campo argumental hacia los
fundamentos mismos de la argumentación. La alienación lógica está operando allí con
toda su fuerza. Los participantes quedan suspendidos hasta nueva orden. O peor aún,
pueden autosuspenderse por supuesta incompetencia en la materia. Cuando ocurren
estas cosas, claro, hay que admitir que la lógica tiene sus alcances. (Algún paralelo
cabrá esbozar aquí entre lógica y gramática: porque también la Academia de la Lengua
aparece como una autoridad a la que todos, llegado el momento de la parálisis
discursiva, hacen profundas reverencias, pero pocos atienden en el uso cotidiano del
lenguaje, sino en ámbitos muy reducidos).
De la Argumentación, Emilio Rivano 59
Fuera de esta eventual parálisis alienante, concordaremos en que los criterios formales
para la evaluación argumental tienen una aplicación restringida al ámbito de las
disciplinas formales y escasa en otros ámbitos del contexto social general donde se
argumenta.
La argumentación se rige más bien por patrones sustanciales, no formales. Las formas,
eventualmente reducidas y de carácter invariable, no son más que casilleros que de
diversos modos se gestan a partir de los contenidos argumentales. Son estos últimos lo
variable, lo que realmente está ocurriendo en una argumentación dada, lo que da la
forma particular al argumento y desde donde la validez argumental se determina. La
forma del argumento no suministra la orientación absoluta para determinar la validez
del mismo. La validez se determina a través de los aspectos sustanciales del argumento:
el campo argumental, los criterios de aplicación del campo, los apoyos específicos a las
garantías del caso, con todas sus cualificaciones, los datos y sus apoyos.
Pero si la apelación a la racionalidad no es más que una alienación -más allá del campo
matemático- el estatus de un supuesto humanismo a través de la razón ha quedado en
entredicho. Si por racional entendemos lo que la tradición lógica ha llegado a establecer,
no sólo no hay racionalidad en los asuntos del hombre, sino que, desde nuestra
perspectiva, no podría haberla. No hay curso para un humanismo racional.
El modelo de Toulmin -en lo que importa a los alcances que el mismo autor visualizó
para éste- no es incompatible con el proyecto humanista de la razón: desde que se tienen
criterios firmes de aplicación, desde que el argumento pertenece a un campo donde los
apoyos son claros y de ellos se extraen las cualificaciones del caso, desde que hay
exigencia de pertinencia argumental, estamos en un terreno aún firme de racionalidad.
Por otro lado, cuando salimos a la calle, a la vida cotidiana e intentamos aplicar el
modelo para la evaluación de los argumentos así como se dan en el diario vivir, nos
encontramos con un panorama bien distinto. El modelo aún es un lente fino para
distinguir la realidad, pero la realidad que emerge está bien lejos de una racionalidad de
corte lógico, así como lo entiende la tradición, y bien lejos de la racionalidad jurídica,
así como la pretende Toulmin.
Desde que el apoyo se concibe como aquello que legitimiza una garantía, el apoyo nos
lleva directamente al tema del poder. Y aquí por poder entendemos tanto la capacidad
de fuerza física y capacidad de apropiación, como toda la gama de campos de prestigio,
las autoridades establecidas y sus doctrinas y funcionamientos, las religiones oficiales,
los tabúes, los prejuicios de la sociedad, en fin, toda la gama de instancias de fuerza
cuya legitimidad viene de su sola presencia y peso en la sociedad. Estas fuerzas operan
por doquier como apoyos argumentales, pero no representan una base racional para el
argumento. Estas instancias de fuerza constituyen muchas veces marcos de referencia
incuestionables. Son apoyos irracionales en la argumentación. Pero las garantías se
extraen de éstos en forma automática. Este tipo de apoyo no es racional, no es
justificatorio ante "la corte de la razón", no es pertinente: es un apoyo por la fuerza, sea
ésta física, técnica, por el prestigio, la tradición, la religión, el prejuicio, el tabú, la
doctrina oficial, etc.
Desde que el apoyo se articula como aquello que legitimiza una garantía, la racionalidad
de la razón queda marginada a un segundo plano, y el poder, establecido o emergente,
despliega su propia y protagónica racionalidad.
Todo indica que, en última instancia, las únicas racionalidades estables son las que se
apoyan en el poder, en la institución, en la fuerza de lo que se constituye como forma
particular de existencia y coexistencia, por más caprichosa que ésta sea. La racionalidad
es pertinente sólo en el sentido de contar con la fuerza requerida, sea esta la fuerza de la
costumbre, de la inercia social, del temor, del conglomerado humano, o simplemente la
fuerza acaso más desnuda de la supremacía física o técnica.
Creo que es Georgias que le dice a Sócrates algo así como lo siguiente: estas cosas son
ardides que inventan los débiles para neutralizar a los fuertes. Pues bien, aquellos
débiles han tenido cierto éxito evolutivo en el caldo social y ahora son fuertes, en
muchos ámbitos. No eran las razones, entonces, lo que movía a los débiles a esgrimir
argumentos, sino motivos: apoderarse de las técnicas de apropiación y del control de las
garantías argumentales en los ámbitos discursivos de la sociedad y así hacerse de poder
para enfrentar al fuerte y matarlo.
De la Argumentación, Emilio Rivano 62
EJERCICIOS Y DESARROLLOS
Df. un enunciado es sintético cuando no es analítico. (Es decir, no basta con ser
hablante para saber si el enunciado es verdadero o falso).
1.1. Ejercicio: Gatos por liebres (analítico por sintético). Los enunciados que siguen
tienen el aspecto de ser sintéticos, es decir, tienen el aspecto de ser enunciados que nos
dicen algo sobre la realidad (y no ser una mera explicitación de una regla lingüística, o
una convención, o una estipulación). Sin embargo, no lo son, necesariamente. Comente
cada uno.
Pauta: en (a) se afirma algo para lo que no hay criterios establecidos. Una vez
establecidos los criterios, cae de suyo lo que de éstos se siga. Por ejemplo, que por
humano se va a entender al mamífero bípedo hablante que somos. Definido así, esa
De la Argumentación, Emilio Rivano 63
En (b) tenemos un caso especial: resulta que la escala Celsius se define justamente a
partir del punto de ebullición del agua en las condiciones mencionadas. Esa temperatura
se determina como 100 grados Celsius. De modo que el enunciado es analítico.
1.2. Los enunciados analíticos, más que informar, desarrollan el potencial deductivo de
una lengua. Este potencial se aplica en la organización tanto social como del
conocimiento: en las leyes, normas, regulaciones y relaciones conceptuales. Por
ejemplo, un carabinero observa una infracción de tránsito; exceso de velocidad,
digamos. De allí el proceso sigue un curso establecido: una vez definida la persona
como presunto infractor a la norma, los pasos son semiautomáticos: se detiene al
individuo, se le exije identificación y otros documentos, se le cuestiona sobre los
hechos, se le cita ante un juez, se le multa, etc. Es decir, una vez definido o categorizado
alguien como infractor a una norma, las definiciones del caso se encargan de buena
parte del proceso.
1.3. Los enunciados de la lingüística son sintéticos, aunque su objeto sea 'la regla
lingüística'. Las reglas que describe la lingüística tienen que investigarse, con vistas a
establecer su validez.
a.
el Papa es un hombre
De la Argumentación, Emilio Rivano 64
b.
c.
d.
PRO:
CONTRA:
3. sufriré más
En este punto, Ernesto no sabe qué hacer: la balanza está equilibrada, o, peor aun,
parece pesar más del lado de los argumentos a favor del temido imperativo, lo que poca
gracia le causa... Pero aquí recuerda Ernesto las líneas de un poema que repetía en su
niñez: "en este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del
cristal por que se mira". Y mientras resaborea esta última frase, "... todo es según el
color del cristal por que se mira", Ernesto recuerda también algo que había captado en el
curso aquel, sobre cómo los argumentos a favor podían transformarse en argumentos en
contra (y viceversa, aunque aquello no le venía a la memoria en este momento). Con
este impulso, Ernesto ataca nuevamente al odioso imperativo, produciendo argumentos
que transforman los argumentos a favor en argumentos en contra:
CONTRA-PRO:
2.1. cuando obtenga ingresos regulares, mis padres me dirán que aporte o me vaya
Discusión: razón vs. motivo: el argumento como astucia, ardid; la razón como
racionalización; la razón al servicio de la voluntad.
Ejercicio: establezca las garantías que juegan en los pros y los contras de Ernesto.
¿Qué funciones están involucradas en los contra-pros de Ernesto?
FUNCIONES ARGUMENTALES
entonces,
II
entonces,
III
entonces,
IV
entonces,
entonces,
VI
entonces,
PERSPECTIVA ARGUMENTAL
Desde una perspectiva, el esquema inferencial o argumento implícito aquí puede ser
esbozado así:
i.
ii.
"Siento haberme atrasado. Pero ¿quién no se atrasa alguna vez?" (o la variante más
humilde "...a todos nos pasa").
iii.
iii'.
De la Argumentación, Emilio Rivano 69
yo me atrasé
"Siento llegar atrasado. Es que tuve una premonición de fatalidad saliendo de la casa y
esperé hasta que esa energía negativa hubiese pasado"
iv.
iv'.
31.- Cuando haces un argumento, por ejemplo, sobre el abuso de la fuerza, muchas
veces escucharás que dice el adversario: "Pero, allí hay un supuesto reconocido, a saber,
que el hombre tiende a sojuzgar al hombre". Y si tú dejas que el adversario siga su
juego en esto, llegará insensiblemente a los protozoarios y rematará en el núcleo que
ejerce violencia sobre los electrones. Y terminarás edificado con principios cósmicos
que transformarán el abuso de la fuerza en un pelo de la cola. Para no caer en esto, cede
los supuestos cuando sea legítimo pero sin perder de vista el punto; porque, mídelo
bien, tú rechazas el abuso de la fuerza; y si el mundo -como lo presenta tu contrincante-
es inconsistente con tu rechazo, no vaciles en rechazar el mundo. (Rivano, J., 1966:41)
general del tema y así atacarlo. Por ejemplo, si hay que decir por qué una determinada
hipótesis física no es creíble, hablaremos de la incertidumbre general del saber humano
ilustrándolo con todo tipo de ejemplos.
ANALISIS ARGUMENTAL
[Ejercicio: Analice los argumentos anteriores de Fiamma y Reyes, tanto desde una
perspectiva retórica como de acuerdo el modelo de Toulmin].
(Nota: "dar" y "quitar honra" tambián es asunto relativo. El otro lado podría
argumentar que el libelo pretende honrar el poder fundamental de un pueblo de
enjuiciar a sus autoridades, a los Poderes del Estado.)
4. Raquel Correa: "¿Creen que se trata de una campaña? ¿Que Bombal lo hace para su
candidatura a senador o que actúan para socavar las instituciones propias de un Estado
de derecho democrático? ¿O no se tratará simplemente de querer limpiar la casa?"
5. Fidel Reyes: "Yo creo que es la partitocracia. Hoy los partidos políticos son la
institución más despretigiada que existe. Como una manera de tener importancia ante la
opinión pública y destacarse han buscado a una pesona tan importante como Servano
Jordán para sobresalir."
1. Raquel Correa: "En el caso del narcotraficante colombiano Correa Ramírez, el libelo
destaca anomalías como que, después de denegada la libertad, en el último día de plazo
se presenta la reposición y es aprobada por el mismo tribunal que la había rechazado."
3. Fidel Reyes: "Y el tribunal superior tiene perfecto derecho para conceder libertad
provisional de acuerdo con el mérito del proceso. La facultad está concedida por la
Constitución: artículo 19 número 7 letra e"
4. Raquel Correa: "La acusación dice que Jordán quebrantó el orden jurídico porque se
constituyó en un tribunal paralelo o especial al inmiscuirse en el sumario interrogando a
los dos actuarios querellados."
→
De la Argumentación, Emilio Rivano 72
(Nótese aquí operando en forma implícita pero sistemática la distinción entre motivo y
razón: acaso en el plano de las razones, es decir, pasos jurídicos, etc., el camino de la
acusación es arduo y, eventualmente, estéril. Pero se implica sistemáticamente una
motivación personal para obrar Jordán como lo hizo en cada paso. El paso en sí no
constituye una falta a la razón jurídica; es el motivo del paso el que subyace la
acusación. Pero ¿puede el legislativo cuestionar los motivos sin demostrar las razones
(i.e. sin demostrar los atropellos a las razones jurídicas)?
Por otro lado, el referido artículo 79 formula la excepción del caso. Precisamente
puede corresponderle al Senado intervenir en este tipo de "contiendas". Vid. infra IV,
Artículo 79, último párrafo)
1. Para los acusadores "la única arma de nuestro ordenamiento jurídico que permite
perseguir la responsabilidad política de los supremos... es a través del notable abandono
de sus deberes. La Constitución enuncia este concepto como causal de juicio político...
3. Jorge Ovalle: "Los altos magistrados no son acusables políticamente, salvo por el
incumplimiento de sus deberes funcionarios".
...
2) Declarar si han o no a lugar las acusaciones que no menos de diez ni más de veinte
de sus miembros formulen en contra de las siguientes pesonas:
...
ARTICULO 76.- Los jueces son personalmente responsables por los delitos de cohecho,
falta de observancia en materia sustancial de las leyes que reglan el procedimiento,
denegación y torcida administración de justicia y, en general, de toda prevaricación en
que incurran en el desempeño de sus funciones.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
---Retórica
---Tópicos
Burke, Kenneth. 1969. A Rhetoric of Motives. Univesity of California Press. (1a. ed.
1950: Prentice-Hall, Inc.).
Ehninger, Douglas. 1974. Influence, Belief and Argument. Glenview, Illinois: Scott,
Foresman and Company.
Fearnside & Hother. 1959. Fallacy : the counterfeit of argument. USA: Prentice-Hall.
Perelman, Chaim & Lucie Olbrecht Tyteca. 1958. La Nouvelle Rhétorique: Traité de
l'Argumentation.Hay varias ediciones, e.g. 1976, Bruxelles, l'Université de Bruxelle:
Traité de l'Argumentation: La Nouvelle Rhétorique. Hay traducción al espeañol en
Gredos, 1990.
De la Argumentación, Emilio Rivano 75
Toulmin, Stephen. 1958. The Uses of Argument. Cambridge University Press: N.Y.
van Eemeren, Frans, Rob Grootendorst & Tjark Kruiger. 1987. A Handbook of
Argumentation Theory. Holanda/USA:Foris Publications.