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Razonamiento y silogismo

El razonamiento es un proceso mental del que, partiendo de una verdad conocida, se


obtiene otra, en virtud de una estrecha conexión entre ambas. También podemos llamarlo
inferencia, una combinación ordenada y concatenada de juicios.

El razonamiento supone dos elementos esenciales:


 Obtención de una verdad desconocida.
 Dicha verdad se obtiene por su enlace y conexión con otra verdad.
Inferencia deductiva: Es el razonamiento que obtiene un juicio particular a partir de una
verdad universal o más general.

Ejemplo:

Todo hombre es mortal,


Sócrates es hombre,
por lo tanto, Sócrates es mortal.
Inferencia inductiva: Es el razonamiento que obtiene un juicio universal partiendo de juicios
particulares.

Ejemplo:

La pelota cae,
la piedra cae,
todos los objetos caen.

Inferencia mediata: Es el razonamiento que pasa de una verdad a otra por medio de
una o varias verdades intermedias.

Ejemplo:

Todo cuerpo tiene cantidad,


la mesa es un cuerpo,
la mesa tiene cantidad.
Inferencia inmediata: Es aquella que pasa de una verdad conocida a otra desconocida, sin
intermediarios.

Ejemplo:

Ningún hombre es árbol,


ningún árbol es hombre.
silogismo
Todos las aves vuelan,
el cóndor es un ave,
por lo tanto el cóndor vuela.

En este ejemplo, el nexo que hay en los dos primeros juicios (llamados antecedentes) y
el último juicio (llamado consecuente), es tal que de los antecedentes se sigue
necesariamente el consecuente.
El silogismo consta de tres proposiciones. De las dos primeras, la de mayor extensión se
llama premisa mayor; la de menor extensión, premisa menor; la tercera proposición recibe el
nombre de conclusión. En el silogismo hay, como materia de las proposiciones, tres términos
llamados mayor, menor y medio.
 El término mayor es predicado de la conclusión, se representa por P.
 El término menor es sujeto de la conclusión, se representa por S.
 El término medio se repite en las premisas y no aparece en la conclusión, se representa por
M

Falacias y otros tipos de razonamiento

Una falacia (del latín fallacĭa), significa conforme al diccionario de la Real Academia
Española, un engaño, fraude o mentira con el que se intenta afectar a alguien.1

Dentro de la lógica, dícese de razonamientos falaces en un silogismo refiriéndose a la


argumentación de naturaleza mentirosa. Su uso, no implica que la conclusión a la que se
llega sea falsa. Lo que lo hace falaz es la incorrección del razonamiento en sí. Todo
razonamiento falaz es inválido, es decir que sus premisas no garantizan la verdad de su
conclusión, pero en ocasiones pueden ser muy sutiles y persuasivas, y puede hacer falta
mucha atención para detectarlas.

Para crear un razonamiento válido se parte de una serie de premisas para,


mediante mecanismos válidos, llegar a una conclusión. Un ejemplo de falacia es
este:

Premisa 1: Los perros son bonitos.


Premisa 2: Doggy es bonito.
Conclusión: Doggy es un perro.
El siguiente ejemplo es el mismo que el anterior, pero al cambiarle un simple
elemento deja de ser tan persuasivo.

Premisa 1: Los perros son bonitos.


Premisa 2: El Everest es bonito.
Conclusión: El Everest es un perro.
La conclusión puede llegar a ser verdadera de manera casual. En este caso
podría coincidir que hubiese un perro al que llamasen Doggy o El Everest. Aún
acertando, el razonamiento seguiría siendo una falacia, ya que esto no depende
de la conclusión, sino del razonamiento en sí mismo.
Considérese ahora la siguiente variante humorística de la falacia de la
ambigüedad:

Una hamburguesa es mejor que nada.


Nada es mejor que la felicidad eterna.
Por tanto, una hamburguesa es mejor que la felicidad eterna.Otro ejemplo
podría ser:

Premisa 1: Si hay más queso entonces habrá más agujeros.


Premisa 2: Si hay más agujeros entonces habrá menos queso.
Conclusión: Si hay más queso entonces habrá menos queso.
Generalmente los razonamientos falaces no son tan claros como los ejemplos
anteriores. Muchos de ellos involucran causalidad, que no es una parte de la
lógica formal. Otras utilizan estratagemas psicológicas como el uso de relaciones
de poder entre el orador y el interlocutor, llamamientos al patriotismo, la moralidad
o el ego para establecer las premisas intermedias (explícitas o implícitas)
necesarias para el razonamiento. De hecho, las falacias se encuentran muy a
menudo en presunciones no formuladas o premisas implícitas que no son siempre
obvias a primera vista.

Falacias en los medios de comunicación y la política


Las falacias se usan frecuentemente en artículos de opinión en los medios de
comunicación y en política. Cuando un político le dice a otro «No tienes la
autoridad moral para decir X», puede estar queriendo decir dos cosas:

Usar un ejemplo de la falacia del ataque personal o falacia ad hominem, esto


es, afirmar que X es falsa atacando a la persona que la afirmó, en lugar de
dirigirse a la veracidad de X.
No ocuparse de la validez de X, sino hacer una crítica moral al interlocutor (y de
hecho es posible que el político esté de acuerdo con la afirmación). En este último
caso, la falacia consiste en evadir el tema, dando solo una opinión, no relevante,
sobre la moralidad del otro.

Es difícil, por ello, distinguir falacias lógicas, ya que dependen del contexto.
Otro ejemplo, muy extendido es el recurso al argumentum ad verecundiam o
falacia de la autoridad. Un ejemplo clásico es el ipse dixit (‘él mismo lo dijo’)
utilizado en la Antigüedad para conservar intacto el pensamiento de Pitágoras. Un
ejemplo más moderno es el uso de famosos en anuncios: un producto que
deberías comprar/usar/apoyar solo porque tu famoso favorito lo hace.
Una referencia a una autoridad siempre es una falacia lógica, aunque puede ser
un argumento racional si, por ejemplo, es una referencia a un experto en el área
mencionada. En este caso, este experto debe reconocerse como tal y ambas
partes deben estar de acuerdo que su testimonio es adecuado a las
circunstancias. Esta forma de argumentación es común en ambientes legales.
Otra falacia muy usada en entornos políticos es el argumentum ad populum,
también llamado sofisma populista. Esta falacia es una variedad de la falacia ad
verecundiam. Consiste en atribuir la opinión propia a la opinión de la mayoría y
deducir de ahí que si la mayoría piensa eso es que debe ser cierto. En cualquier
caso muchas veces la propia premisa de que la mayoría piense eso puede ser
falsa o cuando menos dudosa ya que, en muchos casos, dicha afirmación no
puede ser probada más que con algún tipo de encuesta que no se ha realizado.

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