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Uniones Químicas

Si bien la mayoría de los elementos tienden a combinarse unos con otros, los elementos clasificados en el grupo VIII de la
tabla, llamados gases raros, nobles o inertes, son una excepción. Éstos no reaccionan y sus átomos se encuentran al estado
libre en la naturaleza. Los químicos buscaron en la configuración electrónica de los gases nobles la explicación a su inercia, o
incapacidad de reaccionar. Encontraron que los gases nobles tienen su último nivel electrónico completo, esto es: con el
número máximo de electrones admisible para ese nivel. El resto de los elementos, pertenecientes a otros grupos de la tabla
periódica, posee su último nivel incompleto. Concluyeron, entonces, que lo que determina que un átomo sea inestable y
reaccione con otros es la “necesidad” de completar su nivel electrónico más externo. Al formar una unión química, un átomo
inestable “consigue” el número de electrones que le confiere la estabilidad. Esta explicación se conoce como “teoría del octeto
de Lewis”, dado que, en muchos casos, ocho es el número de electrones del último nivel con el cual un átomo se hace estable.
Cuando un átomo se enlaza con otro tiende a adquirir la configuración electrónica del gas noble más cercano en la tabla
periódica.
Los electrones de la última capa electrónica de un átomo, responsables de la reactividad química del mismo, se denominan
electrones de valencia (éstos no deben confundirse con el “número de valencia” que definiremos más adelante).
Las uniones o enlaces químicos interatómicos se clasifican en dos tipos fundamentales: iónicos y covalentes. Los enlaces
covalentes pueden ser polares o apolares.
El tipo de enlace que se establezca entre los átomos depende de una propiedad llamada electronegatividad. La
electronegatividad mide la capacidad de un átomo de atraer electrones. Cada elemento tiene un valor de electronegatividad
(que figura en la tabla periódica). La diferencia de electronegatividad entre los átomos que interaccionan determina el enlace
que se establece entre ellos, según la siguiente escala:
Las uniones iónicas ocurren cuando reaccionan un metal, como el sodio y un no metal, como el cloro. Los metales son
elementos con baja electronegatividad (electropositivos) y tienen tendencia a ceder electrones, mientras que los no metales
tienen una electronegatividad alta (electronegativos) y tienen tendencia a captar electrones.
Al encontrarse un átomo de sodio con uno de cloro, éste atrae el electrón de valencia del sodio. Así, el cloro adquiere el
electrón que le faltaba para estabilizar su nivel 3. Al mismo tiempo, el sodio, despojado de su electrón, queda con dos niveles
electrónicos. Ahora, su nivel 2 pasa a ser el más externo, quedando estabilizado con sus 8 electrones. Como consecuencia de
la cesión de un electrón del sodio al cloro, tanto uno como otro se convierten en iones.

Un ión es una partícula con carga eléctrica. El sodio se transforma en un catión (ión con
carga positiva), pues conserva sus 11 protones, pero posee solamente 10 electrones. El
cloro, por su parte, queda convertido en un anión (ión con carga negativa), pues posee 17
protones y 18 electrones. Como las partículas de carga opuesta se atraen, el catión sodio
y el anión cloruro (nombre del anión derivado del cloro) permanecen juntos, formando un
compuesto iónico: la sal cloruro de sodio (sal de mesa). La fuerza que los mantiene
unidos se denomina enlace iónico. En otras palabras, las uniones iónicas se dan siempre
entre un elemento metálico y otro no metálico.

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A diferencia de los enlaces iónicos, en los cuales un átomo cede electrones y otro los
capta, en los enlaces covalentes se dan entre elementos no metálicos, los átomos
comparten pares de electrones. Por ejemplo, los átomos de Hidrógeno que forman las moléculas de H2 (gas hidrógeno)
establecen entre sí una unión covalente.

Dado que los átomos de Hidrógeno poseen 1 electrón en su nivel 1, alcanzan la estabilidad con 2 electrones, que es el número
máximo admitido por ese nivel, adoptando así la estructura del Helio, el gas noble
más cercano (Z =2). A cada átomo le falta un electrón para estabilizarse, pero como
tienen la misma electronegatividad, el electrón no es cedido por ninguno de ellos.
Por lo tanto, se forma un par de electrones que se comparte entre ambos núcleos.
El par de electrones compartido mantiene juntos y estables a los átomos formando
una unión covalente.

En el caso del gas oxígeno (O2), los átomos que forman la molécula comparten dos pares de electrones, dado que los átomos
de Oxígeno tienen 6 electrones de valencia en el nivel 2, el cual se satisface con 8 electrones.

Como se desprende de los casos anteriores, en las uniones covalentes pueden ser
compartidos uno o más pares de electrones, lo que permite clasificarlas en simples,
dobles, etc.

Valencia: El número de valencia o la valencia de un elemento químico es el poder o capacidad de combinación que éste tiene
con respecto a otro, es decir, el número de uniones que puede establecer. Si se tratare de uniones covalentes, la valencia es el
número de pares electrónicos que comparte, y si se tratare de uniones iónicas, el número de electrones que cede o recibe.

Uniones metálicas: Los metales reciben o ganan electrones para alcanzar la estabilidad. Estas partículas negativas se
encuentran en constante movimiento, razón por la cual la mayoría de los metales, en estado sólido a temperatura ambiente,
son buenos conductores de la electricidad. Los dos iones se mantienen fuertemente unidos .En otras palabras, las uniones
metálicas se dan siempre ENTRE ELEMENTOS METALES. Por ejemplo, entre átomos de cobre, hierro, etc.

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