Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
ÍNDICE
Apocalypse Now---------------------------------------------------------------pág. 30
Reflexiones y conclusiones--------------------------------------------------------pág. 34
Bibliografía-----------------------------------------------------------------------págs. 35-36
SINOPSIS
Cuando hablamos de Richard Wagner, hablamos de una de las figuras más influyentes
y enigmáticas de la historia de la música, un personaje adelantado a su tiempo que
intentó, a través del arte, despertar y alterar la conciencia de una sociedad gris,
industrializada y con múltiples males de la que se llegó a decir que pertenecía a un
mundo en el que Dios había muerto.
De orígenes humildes, desarrolló desde joven un interés por diferentes artes entre los
que se incluiría la poesía y la música, lo que en conjunto le llevaría a ser un autor muy
polivalente, ya que crearía y desarrollaría sus óperas desde todos los puntos posibles,
elaborando él mismo la música y el texto.
A lo largo de su vida, Wagner compone un total de trece óperas completas, que irá
elaborando desde su juventud, pasando por una etapa de floreciente romanticismo,
hasta culminar en el año 1882 con el estreno de su última obra, Parsifal. En este
estudio nos centraremos en una de las obras más conocidas del autor, un conjunto de
cuatro óperas relacionadas entre sí y agrupadas bajo el título de “El Anillo del
Nibelungo”, y más concretamente en su ópera “Die Walküre” donde encontramos el
famoso movimiento titulado “La Cabalgata de las Valquirias”, conocida pieza
musical que da comienzo al tercer acto de la ópera y que, dando muestra al legado de
Wagner, ha sido utilizada en múltiples obras audiovisuales modernas como sintonía
para representar valores de fuerza, superioridad y poder en comunión con una calma
existencial.
Autores como Francis Ford Coppola darán a esta “Cabalgata de las Valquirias” un
nuevo éthos o significado a través del cine, ya que probablemente la escena
cinematográfica más conocida en la que aparece esta pieza se encuentra en
“Apocalypse Now”, donde escuchamos la obra mientras un conjunto de helicópteros
bombardean las costas de Vietnam en plena guerra.
En lo que a lo social y político se refiere, este siglo está fuertemente influido por la
revolución francesa, evento que cambió la historia de los regímenes políticos en
Europa. Y es que es en esta época cuando se empieza a vislumbrar la caída de las
grandes monarquías, para ser sustituidas por los primeros esbozos de sistemas
democráticos. Ya no estamos ante un sistema absolutista, sino ante uno en el que al
rey se le da el papel de déspota ilustrado en colaboración con lo que se denominaría
como “clase dominante”, y es en esta comunión donde se decide sobre el futuro de la
nación que antes era gobernada de forma autoritaria.
A lo largo del siglo XIX, Alemania pasó por toda una serie de cambios de particulares
características, ya que el hecho de que Francia e Inglaterra mantuvieran el liderazgo
en lo que a revoluciones y avances se refiere hizo que en la comunidad germana se
desarrollasen una serie de ideas de carácter nacionalista, motivadas también por la
derrota frente a las tropas napoleónicas.
El contexto general de este siglo será el perfecto abono para la obra de Richard
Wagner.
Nueve meses después de la muerte de Carl, y coincidiendo con el día en que Goethe
cumplía 65 años, su madre Johanna se unió en matrimonio con Ludwig Geyer, un
pintor, actor y dramaturgo de la época que sería sin duda alguna el primer instructor e
influencia del pequeño Richard y que llevaría a la familia a cambiar de residencia a la
ciudad de Dresde. La influencia de Geyer y de sus hermanas Rosalie (actriz) y Klara
(cantante) fue clara, ya que Richard se interesó por el teatro, la poesía y la música
desde muy pequeño, aunque sus primeras pasiones se encaminaban más hacia la
escritura que hacia lo sonoro.
En 1821, a la edad de ocho años, Wagner fue partícipe de la muerte de Geyer, lo que
sería uno de los desencadenantes de la profunda crisis de identidad del autor a lo largo
de su juventud. Fue una persona repleta de dudas existenciales que comenzaron por
desconfiar incluso de lo que sabía hasta entonces acerca de sus propios orígenes.
“¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Cuál es mi realidad?”, todas estas preguntas eran
comúnmente repetidas en su cabeza, ya que los cambios de nombre por los que tuvo
que pasar para poder ingresar en ciertas escuelas le llevaron a plantearse todas estas
cuestiones acerca de un pasado del que el autor apenas tenía recuerdo ni
conocimiento.
El joven Wagner recibió algunas lecciones de piano en Dresde (en la escuela Wetzel),
pero posteriormente se trasladó a la escuela Kreuz donde comenzó a desarrollar su
potente talento como escritor y poeta, lo que junto a su recién nacida obsesión por la
dramaturgia clásica de Grecia le llevaría a terminar creando su primera gran obra
registrada históricamente, `Leubald´, una mezcla de influencias donde encontramos
como principales referentes a autores tales como Shakespeare, Goethe o Kleist. En
esta época de su vida, el joven Wagner poseía ya un pensamiento muy completo, y no
se contentó únicamente con la realización del texto, así que decidió añadirle música a
su obra, por lo que recuperó sus lecciones de música. Entre 1827-1828 empezó a
estudiar composición y armonía con Müller y fue durante estos años cuando Wagner
decidió finalmente dedicar su vida a la música como principal actividad.
Esta decisión fue promovida por un cúmulo de circunstancias (Wagner se vio
tremendamente inspirado por las sinfonías séptima y novena de Beethoven, autor que
sería su principal influencia musical) que culminarían en la representación de la obra
Fidelio por parte de la soprano Wilhelmine Schröder-Devrient, que le impresionó e
inspiró tanto que decidió, a partir de entonces, dedicar su vida a la composición.
Fuentes más estrictas aseguran que este hecho en realidad no sucedió, ya que no fue la
representación de Fidelio a la que el autor asistió, sino a la del Romeo de Bellini. Sea
cual fuere la verdad, se sabe de igual forma que el autor quiso dejar constancia de la
gran influencia que fue para él Beethoven como creador, algo que queda muy claro
para aquellas personas que conozcan su música.
En ellos se cuenta que Wagner trabajó únicamente el contrapunto con Weinlig, sin
embargo, se sabe que la capacidad musical del joven compositor sorprendió tanto a su
maestro que decidió arreglar y publicar su Sonata para piano en Si Bemol, lo cual es
una clara evidencia de que Wagner ya había trabajado con otros estilos, e incluso, con
la obra de otros compositores tales como Wolfang Amadeus Mozart. Durante su más
temprana juventud, el autor compondría algunas obras de carácter sinfónico y
realizaría sus primeros intentos de componer en estilo operístico.
Aunque es cierto que toda la música del joven Wagner estaba claramente influenciada
por la música y las composiciones de Beethoven, la influencia del compositor de
principios del siglo XIX perdió fuerza cuando Wagner encontró su más grande
motivación musical para componer en la ópera, un estilo que le permitió aunar dos de
sus más grandes pasiones; la música con la poesía y el texto. Es en este estilo musical
donde el compositor alcanzará su mayor genialidad.
Uno de sus primeros intentos de componer este estilo fue a partir de su libretto Die
Hochzeit, el cual empezó a adaptar musicalmente en 1832, pero debido a que el texto
de la obra no agradó para nada a su hermana Rosalie, el joven Wagner rompió el
libretto y dejó a un lado su composición, ya que creía que iba a ser un auténtico
fracaso.
La primera obra que se estrenó de Wagner fue una obra instrumental en 1832, su
Sinfonía en Do, una de sus pocas obras de estas características, que fue únicamente
interpretada tres veces.
El joven Wagner, lleno de dudas y deudas, se casó ese mismo año con la actriz Minna
Planer, poco después de mudarse a Könisberg tras el fracaso de su primera ópera.
Pero no tardaría mucho en comenzar a tener problemas amorosos; los constantes
traslados y deudas de Wagner sumados a la infidelidad de Minna hicieron que la
relación tuviese un carácter notablemente tormentoso y ruin que acabaría terminando
con la pareja un tiempo después.
Las deudas llovían al compositor y le obligaron a huir del país, con destino a París,
aunque antes pasaría algo de tiempo en la ciudad británica de Londres. En su viaje
hacia esta ciudad sufrió duras tormentas que le inspirarían a componer una nueva
ópera titulada “El Holandés Errante”.
Wagner creía que, en la ciudad francesa, sus obras gozarían de mayor éxito del que
estaban teniendo en su país natal, y que si conseguía traducir sus obras al idioma
autóctono, le proporcionarían una mayor cantidad de ingresos que le ayudarían a
sobrellevar sus gastos. Es por esto que Wagner trabajó duro en sus óperas Rienzi y El
Holandés Errante, pero para su sorpresa, su estancia en París no le trajo más que
amargura, ya que sus obras fueron nuevamente rechazadas, lo que llevo a Wagner a
seguir acumulando deudas e incluso a pasar breves periodos de tiempo en la cárcel
debido a estas. Intentó vender fragmentos de su obra “El Holandés Errante” a
algunas editoriales francesas, pero estas se negaron a comprarlos, llevando al
compositor a tener que vender las mismas por una ridícula cantidad de dinero al
director de ópera Léon Pillet.
Poco después, y considerando París como una causa perdida, decidió volver a su
patria y se trasladó a la ciudad de Dresde, donde intentaría de nuevo promocionar sus
obras.
A pesar de sus fracasos económicos, el autor siguió trabajando en su ópera Rienzi,
consiguiendo terminar esta a finales de 1840. Con la colaboración de varios conocidos
suyos y una carta de recomendación por parte de Meyerbeer, el compositor consiguió
que esta obra fuese aceptada en el Teatro de la Corte Real de Dresde, la cual se
estrenó en Octubre de 1842 y a pesar de su estilo parisino y su larga duración,
consiguió que Wagner empezase a gozar de cierta fama y mejora económica.
Wagner dirigió la ópera por primera vez el 7 de Febrero de 1843, y a pesar de utilizar
un estilo todavía tradicional, sentó las bases de la arquitectura musical de Wagner,
mostrándose en ella los primeros bocetos del Leitmotiv asociados a personajes o
hechos dentro del drama. Aunque no tuvo tanto éxito como Rienzi, bien es cierto que
el compositor empezaba ya a gozar de un puesto establecido dentro del mundo de la
música.
La idea de la música como elemento que refleja la propia historia será muy
característica de Wagner, ya que el compositor trabaja con una idea contraria a la de la
ópera italiana, donde se compone la música con el fin de ser aquello a lo que se llega a
través del texto. Para Wagner, la música es el elemento mediante el cual nos hace
llegar el drama.
En una época en la que parecía que todo empezaba a florecer, empezaron a surgir
movimientos políticos y revueltas en torno a la idea de rechazo de una nueva
constitución por parte del rey, movimientos en los que se dice que Wagner tomó
partida, asumiendo ciertos papeles activos en el lado más progresista de los mismos.
Pero al poco tiempo, las revueltas fueron controladas y se terminó con ellas, lo que
llevó a que se emitiesen órdenes de arresto contra los personajes más importantes de
las mismas. Por supuesto, una de las órdenes iba dirigida a Richard Wagner, lo que le
llevó a tener que huir del país dirección Suiza, pasando nuevamente por París.
El compositor estuvo en esta situación de exilio durante los siguientes once años de su
vida.
Esto se dio gracias a que el propio Wagner, antes de partir, dejó la obra en manos de
su buen amigo Listz, y le pidió que intentase sacar la obra adelante, palabras que Listz
tomó en consideración, consiguiendo que la obra viese la luz en Weimar el 28 de
Agosto de 1850.
Durante su exilio en Zúrich, Wagner recuperó un libretto que había escrito él mismo
en 1848 bajo el nombre de “Siegfrieds Tod” y decidió proseguir la historia,
incluyendo tiempo después una segunda parte que tituló “Der Junge Siegfried”,
donde hablaría de la juventud del personaje de su primera historia. Entre los años
1848 y 1856 Wagner terminó de esbozar y completar el ciclo que tenía en mente, el
cual constaba de las dos obras mencionadas anteriormente junto a otros dos nuevos
libretos que el compositor tituló “Die Walküre” y “Das Rheingold”. En 1856 aparcó
este círculo operístico por más de diez años para dedicarse a una nueva ópera que
tenía en mente, titulada “Tristan und Isolde”.
Su vida económica era un desastre por aquel entonces, y a ello se unió su vida
amorosa cuando en 1862 Wagner y Minna (bastante enferma) se separaron, aunque
Richard siguió apoyando económicamente a esta hasta su muerte en 1866.
Desde 1862 a 1864, la vida de Wagner fue un absoluto desorden; el compositor hacía
lo que podía para pagar deudas, viajando de un lado a otro.
Cuando parecía que toda esta situación iba a acabar con él, recibió una convocatoria a
Múnich por parte de Ludwig II, quién había accedido al trono ese mismo año, a la
edad de 18 años. La carrera del compositor tomó un giro sorprendente a partir de este
momento.
Durante esta etapa fue cuando Wagner estableció su relación con el joven filósofo
alemán Friedrich Nietzsche, quien se declaró fiel admirador del compositor tras asistir
a las representaciones de varias de sus óperas. La pareja mantuvo una asidua amistad
hasta que, por temas de ideología, la relación entre el compositor y el filósofo acabó
resultando en una fogosa enemistad, ya que Nietzsche se alejó fuertemente de las
ideas de su antiguo amigo.
Tras prácticamente trece años de abandono a su obra más importante, Wagner decidió
en 1869 recuperar la composición de “Sigfrido” y con ella el ciclo del “Anillo del
Nibelungo”, por lo que entre 1869 y 1974 Wagner terminaría de elaborar el que fue su
mayor proyecto.
Wagner decidió ubicar el teatro en la localidad de Bayreuth, por lo que se mudó allí
con su familia y puso la primera piedra del edificio. A pesar de sus intentos de
recaudar dinero para la financiación del mismo, el proyecto pudo únicamente salir
adelante gracias a la aportación económica de rey Luis II, quien en 1874 donó una
gran cantidad de dinero para su construcción, proceso que llevó dos años
aproximadamente.
En ese mismo año construyó su propia casa, donde terminó su aclamada tetralogía,
que finalmente vio la luz en 1876, estrenándose tres veces seguidas en su teatro de
Bayreuth. Debido a su enorme costo, esta obra dio grandes pérdidas, por lo que
Wagner tuvo que dirigir una serie de conciertos en Londres para recuperarse
económicamente.
Tras este primer festival de Bayreuth, Wagner empezó a sufrir problemas de salud
(relacionados con el corazón), lo que hizo que tuviera que residir un tiempo en Italia,
momento en el que aprovechó para retomar un antiguo libretto a partir del cual
desarrolló su última gran obra, “Parsifal”, una ópera basada en clásicas leyendas
bretonas que el autor compondría entre 1877 y 1882, y que resultó ser el último drama
wagneriano. En 1882 se estrenó en su teatro de Bayreuth, y se cuenta que en su última
representación, el propio Wagner dirigió a la orquesta durante el tercer acto.
Tras dieciséis representaciones de esta ópera, las cuales fueron dificultosas para el
compositor debido a varios ataques cardíacos que sufrió a lo largo de 1881 y 1882,
Wagner decidió retirarse a Venecia para realizar un intento de recuperar su salud, pero
encontrándose ya muy deteriorado, sufrió una crisis cardíaca el 13 de Febrero de 1883
que le provocó la muerte.
La figura de Richard Wagner, no sólo como músico, sino como artista total, capaz de
aunar en sí una serie de capacidades artísticas e ideológicas, ha sido un elemento
clave para el desarrollo del pensamiento contemporáneo, ya que en él se vislumbra un
importante contenido filosófico.
Wagner consideraba su obra como algo más que música, y esto era debido a que sus
óperas y dramas musicales eran una mezcolanza de música, política, poesía y
filosofía, lo que él mismo llamaría “arte total”.
Se sabe que Wagner se interesó por la filosofía desde joven, realizando varios intentos
de bañarse en este tipo de conocimiento mediante la asistencia a clases y cursos
relacionados con la materia, motivado por su tío, filólogo al que habitualmente
escuchaba hablar acerca de estos temas.
Esto provocaba en Wagner un gran interés, lo que le llevó a verse influido por el
pensamiento del Dr. Weiss durante unos años, aunque más tarde fue disuadido de este
tipo de ideas cuando decidió dedicarse al campo de la música.
Uno de los primeros acercamientos que tuvo Wagner a la filosofía fue a través de
Feuerbach, quien influyó en el pensamiento del compositor en su pronta juventud, y
encaminó las ideas de Wagner hacia un pensamiento sensualista y sensible en el que
el amor era algo estéticamente superior a lo terrenal.
Esta visión del amor idílico fue desapareciendo gradualmente del autor, motivado por
su propia y desestructurada vida amorosa. Poco a poco fue evolucionando hacía una
ideología cercana a la de la filosofía de Schopenhauer, que resultó ser la corriente
filosófica que más influyó en él a lo largo de su vida.
Otra de las ideas filosóficas más importantes de la obra de Wagner es el hecho de que
este realiza un intento de revivir un esteticismo propio de la cultura clásica griega,
pero bajo su visión de autor romántico, por lo que no se trata de un retorno a la cultura
clásica en sí, sino de una renovación de la cultura alemana propia de una mentalidad
de un compositor completamente adelantado a su época, que sin embargo sabía
encontrar en la filosofía y estética clásicas una magia o punto de partida ideológico
del que coger diversos ideales para elaborar sus propias obras. Esto está
estrechamente relacionado a la idea del romanticismo en la música, que estaba en
gran parte influenciado por una idea clásica, donde se realizaba un intento de alcanzar
lo superior, razón por la cual no todo el mundo sería capaz de entender el arte en su
grado más elevado.
Todo esto tiene mucho que ver con el hecho de que Wagner revive en gran medida en
su persona la figura del genio clásico, aquel que es capaz de aunar en sí una gran
cantidad de saberes.
WAGNER Y SCHOPENHAUER
Toda esta influencia filosófica surgió a partir del encuentro de Richard con un libro de
Schopenhauer, más concretamente con “El Mundo como Voluntad y Representación”,
libro que el compositor consideró el encuentro intelectual más importante de su vida,
influyendo este severamente en él desde su primera lectura. Se dice que convirtió esta
obra en su libro de cabecera, y que empezó a realizar un seguimiento exhaustivo de
toda la trayectoria del filósofo alemán.
Los ideales del filósofo fueron una gran influencia para sus posteriores obras “Tristan
e Isolda” y “El Anillo del Nibelungo”, y Wagner se declaró fiel admirador de la obra
de Schopenhauer, la cual le proporcionaría un pensamiento que sería el hilo conductor
de su mentalidad durante un tiempo prolongado.
Desde una edad temprana, Nietzsche había mostrado interés por la música de Wagner,
pero es a partir del encuentro con el mismo que la obra del compositor empieza a
tomar más relevancia en su pensamiento. Al principio el joven filósofo relacionaría
esta música con la filosofía de Arthur Schopenhauer, de la que él mismo era seguidor.
La impresión que causó este en Wagner llevaría al compositor a invitarle a su
residencia, la cual empezó a visitar con relativa frecuencia.
Nietzsche no tardó mucho tiempo en entrar a formar parte del proyecto que intenta
renovar la ópera alemana, inscribiéndose en este movimiento con varios de su
primeros escritos, los cuales realizan un intento de aunar el pensamiento clásico
griego con la sociedad moderna, pudiendo ver en ellos una clara influencia del
pensamiento wagneriano, donde se revive la clásica unión entre texto y música. Este
acercamiento al pensamiento del compositor y al pensamiento clásico, hizo que el
joven Nietzsche se convirtiese en un personaje un tanto discorde y polémico para sus
contemporáneos.
Aunque el filósofo estaba claramente influenciado por las ideas de Wagner, fue
lentamente variando su pensamiento hacia uno más crítico con la sociedad que se
estaba desarrollando, donde Europa se dirigía a un racionalismo pesimista propio de
la decadencia de la tragedia griega, retomando la idea de Sócrates. Esto fue un
momento fatídico para el filósofo, ya que empezó a vislumbrar el advenimiento de
una pérdida en la fuerza vital, de una decadencia que empezaría a notar también en la
música de Wagner, por lo que se fue alejando del movimiento al que tiempo antes se
habría sumado con gran interés.
En su primera etapa, Nietzsche veía la música de Wagner como una posible salvación
del pueblo alemán y su idea cristiana, pero diversas acciones posteriores del
compositor le llevaron a cuestionar su obra hasta el punto en el que se convirtió en un
detractor de la ideología que este proponía a la sociedad.
El filósofo relacionará el formato y las ideas de este proyecto con ideas contrarias a
las dionisíacas que él mismo defendía que había tenido la música de Wagner, relación
que poco a poco fue descartando para incluir a este espectáculo y al desarrollo del
drama musical wagneriano en la categoría de lo decadente, propio del desarrollo de
una sociedad que no buscaba hallar un camino espiritual hacia el avance sino más
bien un retroceso al simple desenlace de un drama romántico y destructivo.
Tras esta etapa, Nietzsche se alejó de Bayreuth para empezar a escribir su primera
crítica hacia Wagner, mientras que este comenzó a escribir su última ópera, Parsifal,
en la que dio un giro cristiano que hizo que Nietzsche intensificase más aún su crítica,
puesto que esta conversión religiosa sentó tremendamente mal al filósofo.
La mayor crítica del filósofo hacia Wagner llegaría posteriormente a la muerte del
compositor, donde realizó un exhaustivo desarrollo del tema en obras como “Así
Habló Zaratustra” , obra en la cual Nietzsche utilizó nombres metafóricos para
referirse a su figura y a la filosofía romántica pesimista, una clara manifestación de su
idea de superación del lenguaje en cuanto que símbolo carcelario de la propia
expresión humana.
Nietzsche no describiría este alejamiento como una enemistad hacia las ideas del
compositor o de Schopenhauer, sino como una superación de estas ideologías arcaicas
en aras de alcanzar nuevas metas ideológicas propias de la modernidad, donde se
dejase atrás este tipo de lenguaje que condiciona el avance de la humanidad a un
nefasto encierro. La superación de esta ideología sedante llevaría, según el filósofo, al
despertar de la conciencia, con un ser humano independiente y no condicionado,
atento y vivo.
1)-“Die Feen” (Las Hadas): esta ópera se trata de la primera de las trece de Wagner, y
nos cuenta una historia inspirada en La Donna Serpente de Gozzi, donde un joven
compositor de apenas veinte años (la ópera fue compuesta en 1833) se basa en el
estilo musical de Carl Maria Von Webber para ofrecernos una obra donde empieza a
vislumbrarse su estilo de madurez, con un primer acercamiento al leitmotiv y a las
largas secuencias melódicas y armónicas. La obra fue estrenada en 1888,
posteriormente al fallecimiento del compositor. Se trata de una obra que ha caído
prácticamente en el olvido, siendo muy pocas veces representada en la actualidad.
3)-“Rienzi”: Esta ópera fue la primera en gozar de cierta fama, viendo la luz en 1842.
Escrita por el propio Wagner, se trata de una obra de enorme amplitud en lo que a
elementos musicales se refiere ya que, aunque alejada del estilo más wagneriano, está
conformada por una gran cantidad de partes (arias, ballet…) que la acercan al estilo
de la grand ópera. Está realizada de esta forma con el fin de ser aceptada por el
público parisino de la época.
1)- “Der fliegende Holländer”: esta cuarta ópera de Wagner se encuentra dividida en
tres actos (aunque fue ideada para ser representada sin descanso) y nos cuenta la
historia de un capitán de barco condenado a vagar por el mar, pudiendo únicamente
pisar tierra una vez cada siete años para reencontrase con su amada. Basada en un
libro de Heinrich Heine, fue estrenada en 1843 en Dresde. Con esta obra da comienzo
a un período más maduro en su música y sus historias.
2)-“Die Walküre”: segunda parte de esta tetralogía, esta ópera de tres actos se basa en
la mitología de los países del norte de Europa para obtener su personaje de la
Valquiria. Fue estrenada en 1870 y se trata de una de las óperas más celebradas de
Wagner a lo largo de la historia, debido ello quizá a que en su interior se encuentra la
melodía más conocida del compositor, la denominada como “Cabalgata de las
Valquirias”.
3)-“Siegfried”: tercera parte de esta tetralogía, se trata de una ópera en tres actos
estrenada en el festival de Bayreuth en 1876 que narra la historia del personaje
Sigfrido. A día de hoy sigue siendo una de las óperas más representadas a nivel
mundial, aunque no se lleva el podio dentro de las óperas wagnerianas. Fue la ópera
que más tardó en escribir el compositor, debido a que abandonó su desarrollo por más
de diez años hasta que pudo ser recuperada, y con ello la tetralogía del anillo, gracias
a Luis II.
Últimas óperas:
1)”Tristan und Isolde”: se trata de una ópera de tres actos considerada como una de
las más importantes del compositor, que fue inspirada fuertemente por la visión
filosófica e ideología de Arthur Schopenhauer, pero de la que también se dice que
obtuvo como fuente de inspiración su romance con Mathilde Wesendonck. Se trata de
una de las obras operísticas más importantes jamás compuestas, y fue una gran
inspiración para toda la música clásica del siglo XX debido a sus avanzados juegos
con los elementos musicales.
La obra se estrenó en 1865 en Múnich, dirigida por Hans Von Bülow.
2)- “Die Meistersinger von Nürnberg” : esta ópera es la única comedia escrita por
Wagner en su etapa de madurez, siendo considerada su obra más calmada y digerible,
a pesar de su larga duración (aproximadamente cuatro horas y media). Fue una obra
con la que el compositor intentó ganar algo de dinero, construyéndola de forma que
fuese lo más sencilla posible para el público general, aunque la música en ella
contenida es bastante elaborada y otorga, de nuevo, una gran importancia a los grupos
de canto o coros.
La obra vio la luz el 21 de Junio de 1868 en Múnich.
3)- “Parsifal”: se trata de la última ópera de Richard Wagner, donde el compositor da
un giro cristiano muy criticado por personajes como Nietzsche.
Basado en un poema medieval, el “Parzival” de Wolfram von Eschenbach, la obra
narra la historia de Parsifal y su camino hasta que hace renacer el templo levantando
el grial. Con su estreno en el festival de Bayreuth en 1882, Wagner concluye un largo
recorrido musical y operístico que finalizará con su muerte en 1883.
La ópera “Die Walküre” ocupa el segundo lugar en la tetralogía de “El Anillo del
Nibelungo”, representado tras el prólogo “Das Rheingold”. Esta obra se estrenó en
Múnich el 26 de Junio de 1870 y ha sido representada de forma separada al resto del
anillo en numerosas ocasiones.
Sin embargo, Wagner pondrá a las valquirias como hijas de Wotan y la diosa Erda, y
aunque su función sea muy parecida a la de la leyenda original, esta vez defenderán a
los muertos de la patria alemana, llevando a los más valientes guerreros al reino de
Walhalla.
2) Tras los acontecimientos del primer acto, llegamos a un segundo acto que
comienza con el encuentro de Wotan con su hija Brunilda (Valquiria) y la orden
del dios a su hija de proteger a Sigmundo en el combate. Una demanda de
adulterio para la pareja por parte de la diosa Fricka pondrá a Wotan contra las
cuerdas. Este hecho lleva a Wotan a sentirse desesperado y a contarle a su hija
Brunilda la verdad sobre su nacimiento. El dios narra que tanto ella como sus
hermanas valquirias son las encargadas de colectar las almas de los valientes
guerreros caídos en el fulgor de la batalla con el fin de formar un ejercito para
evitar que Alberich se apoderase del anillo mágico. El anillo está en esos
momentos en posesión de Fafner, el cual se convierte en un dragón y decide
instalarse en medio de un bosque. Debido a la necesidad de contar con un héroe
para arrebatar el anillo a Fafner y a la demanda por adulterio de Fricka, Wotan se
ve obligado a ordenar el asesinato de su hijo Sigmundo. Cuando la hija de Wotan,
Brunilda, llega hasta Sigmundo para asesinarle, esta se ve sorprendida por el valor
de este cuando se niega a ir con la valquiria con tal de no abandonar a su amada,
hecho que hace que la valquiria, impresionada, decida proteger al valiente
guerrero. En este momento, Hunding entra a escena para intentar matar al
guerrero, pero la protección por parte de la valquiria hace que Sigmundo no tenga
problemas con su oponente. Wotan hace acto de presencia para destruir la espada
de Sigmundo, lo que hace que Hunding acabe con su vida mientras Brunilda huye
con la espada y Siglinda. Wotan observa el cadáver de su hijo y mata a Hunding,
tras ello, procederá la persecución de Brunilda.
La pieza “La Cabalgata de las Valquirias” da comienzo con una serie de escalas
ascendentes en la sección de cuerda que se van repitiendo entre octavas cada compás
mientras son intercedidas por la sección de viento madera, que va realizando trémolos
entre las escalas realizadas por la cuerda. Esto se repite durante los primeros cuatro
compases, y posteriormente se suma a esta estructura, en la sección de viento metal,
uno de los principales motivos de la cabalgata.
Este motivo está presente a lo largo de toda la exposición del tema (compases 1-45) y
actúa de base para el desarrollo posterior del resto de la orquesta, que a partir del
compás 9 empieza a realizar juegos rápidos con escalas para posteriormente llevar el
motivo a lo más alto de la orquesta, añadiendo instrumentación, desarrollando el tema
y elevándolo a su máximo esplendor a partir del compás 13, donde comenzará a sonar
la archiconocida melodía por encima del resto de los instrumentos. El motivo
principal de la obra es un motivo breve pero representativo del concepto Leitmotiv en
todo máximo esplendor.
Se trata de una pieza compuesta en 9/8 con un tempo bastante rápido, donde podemos
ver significativos cambios tímbricos y dinámicos (aunque el forte es lo más utilizado).
Wagner concibe esta pieza con una estructura de armazón, y no se enfoca en destacar
instrumentos solistas, sino que la compone a partir de secciones enteras de
instrumentos con el fin de dotar a esta obra de una mayor sensación de poder, una idea
muy influyente que hará que la música de Wagner sea una de las principales creadoras
de la idea de muro sonoro.
Entre golpe y golpe de orquesta va realizando intersecciones en las que tanto el viento
como la cuerda realizan trémolos y escalas que van en crescendo hasta el golpe, y
poco a poco estas intersecciones van reduciendo su duración hasta que los choques
orquestales son prácticamente continuos, para posteriormente realizar un último
crescendo que nos llevará a una reexposición del tema principal de las Valquirias.
Previo a realizar esta última exposición del tema, realiza un compás recordatorio de la
introducción del motivo, para posteriormente mostrar de nuevo el tema en tonalidad
de Fa Bemol Mayor , que Wagner repetirá en un par de ocasiones, aunque la segunda
vez que lo toca incluye un fuerte acompañamiento de percusión.
La fama de esta obra no se quedó en su época, sino que trascendió a los tiempos
resultando ser una pieza bastante utilizada en el mundo audiovisual moderno.
Diversas películas, spots publicitarios e incluso campañas sociales la han utilizado
como sintonía musical.
Algunas de las películas más conocidas que han utilizado la cabalgata son:
Estas son algunas de las películas que han utilizado esta pieza para el desarrollo de su
trama. Ahora procederemos a analizar la música de Wagner en el contexto de la
película “Apocalypse Now”.
APOCALYPSE NOW
Apocalypse Now, dirigida por Francis Ford Coppola y basada en el libro El corazón
de las Tinieblas de Joseph Conrad, posee probablemente la escena más memorable en
la que aparece `La cabalgata de las valquirias´ de Richard Wagner, titulada como “El
vuelo de las Valquirias”.
Para realizar esta misión, el capitán Willard deberá subir a bordo de un pequeño barco
con algunos compañeros. La evolución de las relaciones entre ellos a lo largo de los
días y de los kilómetros de río descendidos será uno de los principales puntos de
interés de la película, ya que en ella se nos muestra cómo diferentes personas sin
relación alguna entre sí tienen que sobrellevar esta situación en un contexto bélico
completamente desorganizado y salvaje.
Francis Ford Coppola decidió grabar esta inmensa escena cinematográfica para
situarla en el punto más álgido de su obra Apocalypse Now, un elemento muy
contrastante con el resto de la película que el director coloca antes de que los hechos
narrativos se suman en una profunda oscuridad.
La escena comienza cuando el general Kilgore decide hacer sonar la pieza de Wagner
“La cabalgata de las Valquirias”, música que dice usar para asustar a los enemigos y
prepararles para una inevitable tragedia.
Tras esto, comenzamos a ver cómo los dos bandos se preparan para el combate,
coincidiendo todos los cambios de plano con los choques musicales de la pieza. La
sincronización de la escena con la música es tal que, de hecho, las primeras bombas
lanzadas hacia la aldea coinciden con la aparición del tema principal de la pieza.
Durante toda la escena, vemos como los americanos bombardean desde el aire a los
asiáticos al son de la música, lo que crea en el espectador una sensación de dilema
moral bastante extravagante, plasmado también en la actitud del general Kilgore a lo
largo del evento, que se halla completamente tranquilo y no parece tener miedo a
nada, incitando incluso a sus compañeros a practicar surf simultáneamente a la
tragedia que están viviendo, una loca genialidad de guión que muestra la
insensibilidad por la que son imbuidas las personas que experimentan cara a cara el
mal humano.
CAMBIOS DEL ÉTHOS DE LA MÚSICA A TRAVÉS DEL CINE
Con el nacimiento del cine y su popularización, donde a menudo las grandes obras
cinematográficas son la mayor de las influencias ideológicas para una sociedad visual
como la nuestra, observamos un curioso fenómeno en lo que a la utilización de la
música clásica en el séptimo arte se refiere.
Se trata del cambio de éthos o significación de muchas de las obras musicales clásicas
por el hecho de haber aparecido en conocidas películas. Y es que es innegable que
para muchos de nosotros, si no para la mayoría, es una tarea casi imposible escuchar
algunas obras musicales clásicas y no relacionarlas a conocidas escenas del cine.
El dictador tenía una obsesión bastante notable por la música de Wagner y jamás se
hartaba de escuchar su obra. Se dice que había memorizado la biografía del
compositor y algunos de los pasajes de sus óperas. Se sabe también que la esposa del
hijo del compositor, Siegfried, mantuvo una relación amistosa con el dictador.
El hecho de que Adolf mantuviese contacto con la familia Wagner y apoyase los
círculos que promovían las obras del compositor hizo que tanto descendientes del
mismo como su propia familia apoyasen al dictador durante la guerra.
La atracción de Hitler por el arte fue muy importante en su relación con la obra de
Wagner, siendo este el compositor más oído a lo largo del III Reich.
Se dice también que las marchas nazis y su forma de estructurarse estaban
ampliamente influenciadas por la idiosincrasia de la ópera wagneriana.
Siendo Hitler un fiel admirador de Wagner, pero este último un desconocedor del
primero, se sigue a día de hoy discutiendo sobre las implicaciones de la música del
compositor en el nazismo, debatiendo sobre si se debe separar o no al compositor de
todo este movimiento, puesto que en vida jamás se cruzo con tal ideología, algo que
deja serias dudas sobre si este lo hubiese apoyado.
REFLEXIONES Y CONCLUSIONES
Cuando hablamos de Richard Wagner, hablamos de una de las figuras más influyentes
y enigmáticas de la historia de la música, un personaje adelantado a su tiempo que
intentó, a través del arte, despertar y alterar la conciencia de una sociedad gris,
industrializada y con múltiples males y problemas de la que se llegó a decir que
pertenecía a un mundo en el que Dios había muerto.
A lo largo de estas páginas hemos analizado la vida del compositor, sus influencias
filosóficas, políticas y artísticas, sus obras y posteriormente su pieza individual más
conocida, pudiendo ver cómo esta ha influido en el arte a través de los tiempos,
adoptando nuevos significados a través del cine.
También hemos podido ver cómo la propia esencia del compositor ha adquirido
diferentes significados a lo largo de los años, significados que ni él mismo quizá
hubiera imaginado.
Es probable que la obra de Wagner sugiriese en sí misma una idea de poder y epicidad
nacionalista alemana. Aún así, considero que su arte fue radicalizado en cuanto a los
valores que representaba a niveles que al propio compositor se le escapan de las
manos, moldeando la obra de un ser humano que no puede ya levantarse para objetar
el éthos futuro que adquiera su figura, sino limitarse a observar como, bajo nuevas
percepciones, sigue poniendo banda sonora al curso de la historia.
Y como todo sueño del que se despierta, para bien o para mal, ya no hay vuelta atrás.
Bibliografía: