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Prismas - Revista de Historia Intelectual

ISSN: 1666-1508
revistaprismas@gmail.com
Universidad Nacional de Quilmes
Argentina

Lempérière, Annick
La historia político-intelectual, de Francia a América Latina
Prismas - Revista de Historia Intelectual, vol. 11, núm. 2, diciembre, 2007, pp. 197-201
Universidad Nacional de Quilmes
Buenos Aires, Argentina

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=387036798013

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La historia político-intelectual,
de Francia a América Latina

Annick Lempérière

Université Paris I Panthéon-Sorbonne / CNRS-EHESS

En Francia, el país en donde me toca desem- La historia intelectual, así como la aun más
peñar mi quehacer de historiadora, si bien minoritaria historia de los conceptos,2 se ha
existe un elenco de historiografía intelectual desarrollado en Francia principalmente en tor-
cualitativamente nutrido, ésta no ocupa, des- no a la historia política o, más exactamente,
de una perspectiva cuantitativa o de sociolo- “de lo político”. Como bien se sabe, floreció
gía universitaria, mucho espacio en calidad en el controvertido terreno histórico de la
de campo académicamente reconocido. La Revolución Francesa,3 para luego desplegarse
inmensa mayoría de los historiadores o des- hacia el problemático devenir de la moderni-
conocen del todo su existencia o bien la con- dad política en Francia a lo largo de dos
sideran con indiferencia en el mejor de los siglos.4 El “Centre Raymond Aron” de la
casos, con recelo y suspicacia en el peor: EHESS* ha sido desde hace años su principal
¿será verdaderamente historia la historia inte- espacio académico; otro lugar fue el de la
lectual? ¿Pertenece de plano al oficio del his- Fondation Saint-Simon (un think tank cuya
toriador? La historia intelectual raras veces convocatoria iba mucho más allá del círculo
se anuncia como tal. Los autores que la prac- de los historiadores). Sus representantes más
tican y reivindican lo hacen dentro del texto conocidos publicaron y publican en revistas
mas no en la portadilla o la solapa de sus que no son principalmente las del oficio histo-
libros. Que yo sepa, no existe en todas las riógrafo, sino publicaciones de alcance más
universidades francesas una cátedra que general y con visos a problemas contemporá-
ostente esta denominación, y pocos o ningu- neos (por ejemplo Le Débat) sin omitir una
no son los seminarios de investigación que se publicación periódica creada ad hoc y motu
dediquen a la dimensión intelectual del trans-
curso de la historia humana.1 2 Principalmente representada en Francia por Jacques

Guilhaumou, historiador especialista en la Revolución


Francesa.
3 François Furet, Penser la révolution française, París,

Gallimard, 1978.
1 Se organizó en 2002-2004 en la Universidad París-VIII 4 Representada principalmente por los nombres de

un seminario de “Historia intelectual”, probablemente Pierre Rosanvallon, Pierre Manent, Marcel Gauchet,
el único de su género por la amplitud de sus propósitos Bernard Manin. Entre los “antepasados intelectuales”
(“de l’antiquité au XIXe siècle”). El seminario fue con- de esta corriente se puede mencionar, sin pretender
cebido por dos historiadoras de renombre, Claudia exhaustividad, a Raymond Aron y Claude Lefort.
Moatti y Michelle Riot-Sarcey. * École des Hautes Etudes en Sciences Sociales.

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 11, 2007, pp. 197-201


proprio –La Pensée politique– que sólo alcan- sus representantes– a la vez con la historia
zó cuatro (muy densos y notables) números. cultural y con la politología.
Sus libros tuvieron una benévola acogida en la Por cierto, cada historiografía nacional tie-
acreditada colección “Bibliothèque des histoi- ne sus especificidades y son muchos los fac-
res” de Gallimard y en dos o tres otras casas tores que pueden dar cuenta del poco caso que
editoriales parisinas de renombre. se hace de la historia intelectual por parte de
Sin duda, la historia intelectual no es en la historia académica francesa. No viene al
ningún país del mundo occidental una rama caso analizarlos pormenorizadamente en estás
central y un referente ineludible del quehacer páginas, pero sí cabe mencionar brevemente
historiográfico común y corriente. Sin em- las difundidas representaciones de la corpora-
bargo, en comparación con Alemania, Ingla- ción que remiten tanto al “oficio del historia-
terra y los Estados Unidos, e incluso España dor” (le métier d’historien) como a los objetos
e Italia, la situación de la historia intelectual historiográficos considerados como legítimos.
en Francia es paradójica. Sus escasos repre- A lo largo de las últimas cinco o seis décadas,
sentantes ocupan u ocuparon posiciones aca- y a pesar de las mutaciones que han conduci-
démicas nada periféricas –la EHESS, en donde do de la hegemonía de la historia socioeconó-
François Furet (1927-1997) fungió como pre- mica a la de la historia de las mentalidades y,
sidente entre 1977 y 1985 y donde se encuen- en nuestros días, a la de la historia cultural e
tra el Centre Raymond Aron; el Collège de historia de las representaciones, algo no ha
France, en donde Pierre Rosanvallon ocupa cambiado en la “mentalidad media” de los
desde 2002 una cátedra denominada “Histo- historiadores: el historiador inventa (“constru-
ria moderna y contemporánea de lo políti- ye”) sus objetos y se ocupa prioritariamente
co”.5 Sin que por ello sus aportes dejen de ser de “la sociedad”, de los hechos y los procesos
marginados o ignorados no sólo por los sociales, trátese de grupos, de representacio-
demás historiadores –con llamativas excep- nes o de prácticas. Además, a pesar de que se
ciones de las cuales hablaré más adelante–, difundió ampliamente la noción rupturista de
sino también por el conjunto de los canales “historia-problema”, se conservó un rasgo
por los cuales, en Francia, se difunden los común entre la concepción del quehacer del
saberes historiográficos entre los estudiantes historiador propia de la “École des Annales” y
y dentro de los libros de texto. Es muy pro- la del historiador de la “historia-relato” o “his-
bable que, en el ambiente historiográfico toria-batalla”:6 la omniciencia y la omnipo-
francés, la historia intelectual todavía se con- tencia del historiador sobre el pasado. Sea
funda perezosamente con la historia de las porque pretende que su relato sea el reflejo
ideas. En su lugar, y con afanes cada vez más “objetivo” de los hechos del pasado, o porque
hegemonizantes, se ha desarrollado una his- afirma que “la historia es hija de su tiempo”,
toria cultural preferentemente vertida hacia el historiador siguió siendo básicamente un
las prácticas, los lugares y los vectores de la “genealogista”, quien busca en el pasado
cultura de masas, así como una historia de los exempla (la vieja “historia patria”, ya difunta)
intelectuales que comparte fronteras porosas o, según un presentismo más o menos reflexi-
–considerando las posiciones académicas de vo, antecedentes y génesis de la sociedad
actual. Los innegables refinamientos que han

5 Su conferencia inaugural (28 de marzo de 2002), titu-


lada “Pour une histoire conceptuelle du politique”, fue 6Llamada también, despectivamente, “histoire événe-
publicada por Le Seuil en 2003. mentielle”, casi sinónima de “histoire politique”.

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venido enriqueciendo el oficio a lo largo de Podemos escuchar también a Marcel Gauchet,
las décadas, respecto de la elaboración de las cuando evoca la experiencia revolucionaria
fuentes, de las metodologías y de los enfo- de 1789-1799:
ques, no impiden que la escritura de la histo-
ria implique casi siempre, aunque no sea Jamais, sans doute, dans l’histoire, les princi-
intencionalmente, cierta dosis de anti-intelec- pes n’auront été placés avec cette fermeté au
tualismo. Mientras los que siguen las leccio- poste de commandement; jamais l’objectif de
nes de Furet y Rosanvallon nunca dejan de fond n’aura été posé et poursuivi avec cette
lado la densidad concreta de lo social, los intensité […] et cela pour produire une série
especialistas de la historia social, o cultural, de régimes mort-nés, intrinsèquement anti-
suelen ignorar soberanamente cualquier apor- politiques, ou bien inapplicables […] ou bien
te conceptual procedente de la historia inte- voués tantôt au dysfonctionnement, tantôt à
la trahison de leur raison d’être quand on les
lectual. Tal situación es, sin duda, una parte
a vus en pratique.9
del problema de la “historia hecha migas”.7
La concepción que la historia intelectual
se hace de la “historia-problema” presenta De estas citas, que se podrían multiplicar, se
una diferencia notable con la anterior. Dejo desprenden algunas características de la his-
aquí la palabra a P. Rosanvallon: toria político-intelectual en el contexto fran-
cés: 1° es una historia especialmente adapta-
No pienso que el presente sea únicamente el da a la comprensión de los períodos de crisis
resultado final de una evolución de la que el y rupturas, provocadas por el “pensamiento”
historiador debería revelar el mecanismo y la “experiencia” revolucionarias; 2° es una
secreto, considerando el pasado como la historia antideterminista y antiteleológica,
matriz de un desarrollo. Mi interés por el tra- una historia de la indeterminación y de la
bajo histórico sobre la política es muy dife- incertidumbre; más que el porvenir del pasa-
rente. Lo que me interesa es restituir al pasa- do ya prescrito por el presente, le interesan
do la dimensión de presente que tenía los proyectos, experiencias, logros y fracasos
entonces. Lo que me interesa es re-compren- de los actores históricos cuando actúan refle-
der, es dar vida a la experiencia política del xivamente. Historia de los momentos en que
pasado. […] Hay que abordar el pasado a
la sociedad se inventa a sí misma, se vuelve
partir de la experiencia de los actores y tener
hacia sí misma e intenta instaurar un poder de
en cuenta sus medios de acción, sus sistemas
de representaciones y contradicciones… Por sí misma sobre sí misma, en que inventa su
tanto, se trata de restituir de alguna manera a libertad, a menudo a duras penas y sin garan-
ese pasado su dimensión de indeterminación. tías respecto a la irreversibilidad del proceso.
Mientras que la historia genealógica desem- Quienes, figurando como excepciones
peña un papel opuesto: sigue siempre el hilo entre los historiadores franceses, se interesan
de una supuesta necesidad.8 más de cerca en la historia político-intelectual
y la historia de los conceptos políticos, son los

7 François Dosse, L’histoire en miettes. Des Annales à


la “nouvelle histoire”, París, La Découverte, 2ª ed., Revista de libros de la Fundación Caja Madrid, No.
2005. Cabe añadir que en otras latitudes, no es menor la 125, mayo de 2007, p. 14.
fragmentación de la historia asociada al anti-intelectua- 9 Marcel Gauchet, La Révolution des pouvoirs. La sou-

lismo, por factores del todo distintos, llámense cultural veraineté, le peuple et la représentation, 1789-1799,
studies, gender, black, indian, post-colonial studies… París, Gallimard, 1995, en las páginas tituladas “La
8 Javier Fernández Sebastián, “Historia intelectual y Révolution française: expérience politique, expérience
democracia”, Entrevista con Pierre Rosanvallon, de pensée”, 7-18 (p. 8).

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que se dedican al estudio de los procesos his- primera aparición como en el espacio peculiar
tóricos de otras áreas –áreas que, no siendo de las sociedades hispanoamericanas. A su
europeas, son llamadas “culturales” con visos vez, la historicización de los conceptos clave
a una política cientifica específica–.10 de la modernidad política lo llevó, entre otras
Tratándose de América Latina, quien primero cosas, a desempolvar las interpretaciones de
se aproprió la historia político-intelectual fue nociones históricas tales como caudillismo,
François-Xavier Guerra cuando, al estar reali- caciquismo, o pronunciamiento. Y por último,
zando su investigación sobre la Revolución la perspectiva conceptual y conceptualizante
de 1910 en México,11 encontró en su camino que adoptó Guerra desde el principio lo llevó
Penser la révolution française, que vino a a ubicar la revolución hispánica y las inde-
rematar conceptualmente la reflexión que pendencias en el marco espacial que era el
había conducido previamente en torno al suyo, el continental e incluso atlántico, no en
papel de los actores (tanto colectivos como el estrecho espacio delimitado por las fronte-
individuales) en el proceso de movilización ras de las naciones que nacieron del proceso.
política e ideológica que precedió a la revolu- Trasplantada a América Latina, la historia
ción.12 Como bien lo recuerda Elías Palti,13 político-intelectual à la française, cuyo rasgo
Guerra fue, también, quien operó en la histo- sobresaliente era haber desarrollado sus pers-
riografía latinoamericanista una revolución pectivas dentro de un marco espacial estricta-
copernicana respecto del cuadro interpretati- mente nacional, se volvió transnacional.
vo de la revolución hispánica, de las indepen- Dicho muy rápidamente y a manera de
dencias, y del porvenir de la modernidad polí- conclusión, se desprende de lo anterior que la
tica en Hispanoamérica. “Del ciudadano historia intelectual no sólo construye y des-
podríamos decir lo que Tertuliano decía del cubre objetos historiográficos que le son pro-
cristiano: no nace, se hace”:14 trátese de los pios, sino que también implica y provoca
conceptos de soberanía y pueblo soberano, cambios importantes en la manera de escribir
opinión pública, ciudadanía, o nación, uno de y concebir la historia. Para quienes, entre los
los grandes aportes de Guerra fue el de recon- cuales me cuento, no se satisfacen con las
textualizarlos, tanto en el propio tiempo de su perspectivas “posmodernas” y no renuncian a
tratar de “comprender” la historia y explicitar
su sentido (no teleológico), la historia inte-
10 A raiz del V Congreso de Historia de los Conceptos lectual, sea en su vertiente más política o más
(Vitoria y Bilbao, 30 de junio-2 de julio de 2003), Jean-
Frédéric Schaub y Claudio Ingerflom organizaron en la
cultural, ofrece recursos y motivos para no
EHESS, en 2004-2006, un seminario de reflexión sobre desalentarse del todo frente a la extrema frag-
“los conceptos políticos”, que reunió a historiadores y mentación del campo historiográfico, espe-
etnólogos especialistas de China, del Imperio otomano,
de África, América Latina, Francia, los Estados Unidos. cialmente preocupante tratándose de la histo-
11 François-Xavier Guerra, Le Mexique de l’Ancien ria continental de América Latina. Cabe
Régime à la Révolution, París, L’Harmattan, 2 vols., recordar que la última síntesis –intelectual-
1985.
12 F. Furet, op. cit. mente estimulante– escrita por un historiador
13 Elías J. Palti, El tiempo de la política. El siglo XIX a solas sobre la historia del continente fue la
reconsiderado, Buenos Aires, Siglo XXI, 2007, pp. 44-51. de Tulio Halperin Donghi, cuya primera edi-
14 François-Xavier Guerra, “El soberano y su reino.

Reflexiones sobre la génesis del ciudadano en América ción en castellano se remonta a 1968,15 o sea
Latina”, en Hilda Sabato (coord.), Ciudadanía política
y formación de las naciones. Perspectivas históricas de
América Latina, México, El Colegio de México-
Fideicomiso Historia de las Américas-Fondo de Cultura 15 Tulio Halperin Donghi, Historia contemporánea de

Económica, 1999, pp. 33-61 (p. 33). América Latina, Madrid, Alianza, 1968.

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en plena hegemonía del estructuralismo his- des schémas et des catégories par rapport
toriográfico. Si bien no es deseable ver reins- auxquels repérer les éléments du paysage
talarse un estructuralismo aunque fuera de trop confus de son âme.16
nuevo cuño, sí lo es dotarse de los útiles inte-
lectuales federadores y de las metodologías No está de más añadir que, tratándose del
ad hoc que permitan construir un relato de “alma” de América Latina, antes de ponerle
los dos últimos siglos de la historia de nombres y conceptos historiográficos es
América Latina: un relato conceptualizado de indispensable escuchar primero cuidadosa-
los problemas que las sociedades latinoame- mente lo que ella misma nos cuenta, que
ricanas encontraron, identificaron y trataron “Apolo” tenga la figura de las Luces, del
de superar para afirmarse como sujeto à part liberalismo, de la democracia o del marxis-
entière de la historia contemporánea. mo-leninismo. El segundo triunfo es que,
Entre otras promesas y logros de la histo- atenta tanto a la historia de los conceptos
ria intelectual, quisiera mencionar dos que como a la reflexividad de los actores sobre
me parecen especialmente importantes res- su actuación histórica, la historia intelectual
pecto de la posibilidad de futuras visiones de implica que el historiador no se rehúse a re-
conjunto y sintéticas sobre la historia latino- pensar, en empatía con los actores de cada
americana. El primer triunfo es que, si quie- período, los desafíos colectivos y a gran
re ser consecuente consigo misma, la histo- escala a los cuales se enfrenta cualquier
ria intelectual se obliga a revisar todos los sociedad desarrollada. Desde este punto de
conceptos, nociones y categorías de análisis vista, la historia intelectual proporciona un
historiográficos existentes respecto de Amé- antídoto a la fragmentación que procede,
rica Latina. Por fuerza la historia intelectual entre otras causas, del abuso de la micro-
tiene que ser “revisionista”. Se trata de una historia y de la inflación de los estudios de
etapa obligatoria en el camino hacia la defi- caso resultante de la representación de lo
nición de la identidad, o más bien de las social como un mosaico de grupos discretos
identidades históricas sucesivas y/o simultá- y de identidades yuxtapuestas e irreducti-
neas de América Latina, empezando por su bles. Que la empresa sea sumamente difi-
llamada condición “colonial” y “poscolo- cultosa y hasta utópica no le resta atractivo
nial”. Se trata de una tarea complementaria y legitimidad. 
de la otra más obvia, que consiste en conti-
nuar y ampliar la investigación en torno a los
conceptos y lenguajes propios de los actores.
En palabras de un gran historiador de la
Antigüedad romana:
16 Paul Veyne, “L’histoire conceptualisante”, en
Jacques Le Goff y Pierre Nora (dirs.), Faire de l’his-
Pour dire positivement ce qu’Horace pensait toire, vol. I: Nouveaux problèmes, París, Gallimard,
d’Apollon, il faut trouver des mots, inventer 1974, ed. de bolsillo “Folio Histoire”, p. 106.

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