Vous êtes sur la page 1sur 306

Página 1

Esta traducción fue hecha sin fines de lucro.


Es una traducción de fans para fans.
Si el libro llega a tu país, apoya al escritor comprando su libro.
También puedes apoyar al escritor con una reseña, siguiéndolos en redes
Sociales y ayudándolo a promocionar su libro.
¡Disfruta la lectura!
2
Página
Los autores (as) y editoriales también están en Wattpad.
Las editoriales y ciertas autoras tienen demandados a usuarios que suben
sus libros, ya que Wattpad es una página para subir tus propias historias. Al subir
libros de un autor, se toma como plagio.
Ciertas autoras han descubierto que traducimos sus libros porque están
subidos a Wattpad, pidiendo en sus páginas de Facebook y grupos de fans las
direcciones de los blogs de descarga, grupos y foros.
¡No subas nuestras traducciones a Wattpad! Es un gran problema que
enfrentan y luchan todos los foros de traducciones. Más libros saldrán si se deja de
invertir tiempo en este problema.
No continúes con ello, de lo contrario: ¡Te quedarás sin Wattpad, sin foros
de traducción y sin sitios de descargas!
3
Página
Moderadora
Julie

Traductoras
Fany Keaton Kyda Miry GPE
Liillyana Beluu Val_17
Arantza Florbarbero Annie D
MaJo Villa Dannygonzal Jeyly Carstairs
Indra Daniela Agrafojo Vane Farrow
Alessandra Wilde Sandry Jasiel Odair
Pau_07 Mae NicoleM
anita0990 Vane hearts Kells
Beatrix Mire Beluu
Marie.Ang Pachi Reed15 Julie
Janira Mary Warner

Correctoras
Valentine Rose Laura Delilah Dannygonzal
NicoleM Alessandra Wilde Beatrix
Pachi Reed15 Daniela Agrafojo Miry GPE
Laurita PI Bells767 Amélie.
Vane hearts Jadasa SammyD
Helena Blake Mary Warner Sandry
itxi Ana Vila Vane Farrow
4

Julie Janira Annie D


Página

Lectura Final
Julie

Diseño
Ana Avila
Sinopsis Capítulo 12
Prólogo Capítulo 13
Capítulo 1 Capítulo 14
Capítulo 2 Capítulo 15
Capítulo 3 Capítulo 16
Capítulo 4 Capítulo 17
Capítulo 5 Capítulo 18
Capítulo 6 Capítulo 19
Capítulo 7 Capítulo 20
Capítulo 8 Capítulo 21
Capítulo 9 Capítulo 22
Capítulo 10 Epílogo
Capítulo 11 Sobre el Autor
5
Página
Ellos no se han visto en seis años.
Ella siempre estuvo enamorada de él.
Él solo la veía como a una hermana pequeña.
Y ahora... regresó.

Brooklyn
Pensé que él era parte de un pasado lejano. Pensé que ya no sentía nada por
él, pero no estaba tan segura. Tenerlo en mi vida, por el tiempo que fuera, me hacía
ver las cosas de modo diferente. Tantas cosas cambiaron en los últimos seis años y
de alguna manera me había perdido a mí misma y olvidado por completo de mis
sueños.
Mi vida en casa sigue siendo un desastre, mi vida personal no era nada de lo
que se pudiera presumir y cuando veo lo exitoso que es, cómo se hizo realidad
todo lo que siempre había querido, no pude evitar sentirme carente en muchos
sentidos. Pero él está de regreso y me necesita. Yo sabía que era la única que
entiende esa parte de su vida, la única con la que está dispuesto a compartirla. Mi
corazón sigue latiendo demasiado fuerte y demasiado rápido por él y esta vez, los
dos somos adultos.
Tener una diferencia de edad de seis años no significa una mierda.
6

Nolan
Página

Regresar a Riverdale fue más difícil de lo que creí. Le había dado la espalda
a esa vida, pero siempre hubo una chica en mi cabeza. Pequeña B. Ahora ella no se
parece en nada a la niña de doce años que vi por última vez. Es una mujer joven,
hermosa y sexy. Yo no podía quedarme lejos. Hay algo que me atrae a ella y que va
más allá de mi necesidad de volver a conectar con ella, de tenerla de vuelta en mi
vida y llenar la parte vacía de mi pecho. Pero no podía olvidarme de la niña que
fue; no debería olvidarme de la niña que solía ser.
Al crecer con una madre drogadicta y sin nadie más, mi vecina, Brooklyn,
había sido mi único lugar feliz. Yo había cuidado de ella, y cuando me marché,
tuve que dejar detrás una gran parte de mí. No podía hacerlo de nuevo. La
necesitaba. Una vez más, ella es la única persona que quiero en mi vida, pero no
estaba seguro de si era por todas las razones correctas.
¿Había demasiados obstáculos en el camino?
7
Página
Prólogo
Traducido por Julie
Corregido por Valentine Rose

Pequeña B:
No puedo creer que esté haciendo esto. Nunca pensé que iba a ser tan idiota y
escribiría una carta para decirte esto. Es porque soy un cobarde y no puedo enfrentarte.
He pasado el último par de semanas pensando, imaginando tu rostro, la mirada en
tus ojos cuando te diga dos pequeñas palabras que nos separarán.
Me voy.
Nuestra amistad significa mucho para mí, y de verdad espero que la recuerdes. No
eres solo mi vecina pequeña, sino que eres mi mejor amiga y la brecha de seis años que nos
separa no cambia eso.
A pesar de que tu amistad, que tú, significan el mundo para mí, no puedo quedarme
más tiempo. Simplemente no puedo más. Tengo dieciocho años, me he graduado y ahora
tengo la universidad en mi futuro y por fin puedo seguir adelante. Ya no tengo que
centrarme en la mierda de mi madre, pues puedo construir mi propia vida. Mis sueños
están allí y tengo que aprovechar la oportunidad. Solo.
Tienes solo doce años, pero eres mucho más madura de lo que deberías ser. Me
conoces y estoy seguro de que, en el fondo, sabías que iba a hacer esto; irme sin mirar atrás.
Necesito esto, necesito un nuevo comienzo o de lo contrario no voy a ser capaz de pasar
página y seguir adelante.
Me rompe el corazón dejarte atrás con solo esta carta, pero no sé cómo hacerlo de
8

otra manera. No tengo ni idea, no sé a dónde voy con mi vida o si mis sueños se harán
Página

realidad, pero mi vida es un desastre y no quiero arrastrarte conmigo. Ya tienes suficiente


en tu vida con esa familia de hielo. No dejes que arruinen tu lado dulce y generoso. Te
mereces mucho más, mereces sonreír, tener a alguien a tu lado. Simplemente te mereces el
mundo.
Pero no estoy preocupado, en realidad no. Espero que encuentres un reemplazo en
poco tiempo para nuestras noches de cine, alguien que siempre esté ahí para ti, alguien con
quien vas a reír como antes. Te mereces a alguien que no esté jodido como yo, alguien que te
pueda mostrar lo increíble que puede ser la vida y, seamos sinceros, no soy el mejor para
hacer esto. Al menos, todavía no.
No me olvides demasiado pronto, pero nunca mires hacia atrás. Sigue adelante,
construye sueños, sueña en grande y persíguelos. Eso es lo que estoy haciendo yo y tal vez
un día, verás mi nombre en alguna lista de libros más vendidos.
Tu Gran No
9
Página
Traducido por Fany Keaton & Liillyana
Corregido por NicoleM

Brooklyn
Terminar un turno a las tres de la mañana era inhumano. Mis pies dentro de
unas zapatillas negras estaban matándome. Lo que no haría por un masaje en los
pies. Y en el cuello. Gruñí y bloqueé mi gastado y antiguo auto. Tomé mi bolsa y
caminé como una viejita hacia mi sencilla casa de un piso, en la cual mis padres no
se molestaron en dejar la luz del pórtico encendida para mi llegada tarde.
Me aseguré de no mirar a la casa de al lado. Mantuve mis ojos fijos en el
suelo y suspiré. No podía esperar a abandonar este vecindario. Me perseguían
demasiados recuerdos.
Subí los cuatro escalones hasta el pórtico y abrí la puerta, lista para tomar
una ducha e ir a la cama antes que mi mente vagara a lugares que no quería.
Retomé mi rutina. Tomé una ducha, no me molesté en secar mi largo cabello
castaño con mechones rojizos porque este julio, era uno de los más calientes de la
última década según los medios de comunicación local, caminé dentro de mi
habitación para ponerme el primer pijama que pudiera encontrar. Esta noche eran
10

pantalones cortos negros combinados con una descartada camiseta blanca que tiré
en la cama sin hacer esa mañana.
Página

Y luego, como todas las noche, fui a mi ventana desde donde podía ver la
casa de al lado. Abrí la ventana, consciente del dolor en mis brazos cansados
después de pasar horas cargando una bandeja. No podía dormir con las cortinas
cerradas.
Apenas me contuve antes de gritar. Allí, justo al otro lado de mi ventana se
encontraba un hombre al cual en realidad no podía ver en la oscuridad. Lo único
que pude notar fue que era alto con músculos sin grasa bajo sus ropas oscuras.
Debería cerrar las cortinas en vez de mirarlo. Después de todo, era bien sabido que
este vecindario no era ajeno a un traficante de drogas o dos. Pero me quedé en la
ventana, clavada en el acto. Había algo sobre él…
—¿Pequeña B?
Mi boca se abrió y negué con la cabeza. No era posible. Su voz sonaba más
profunda, pero con el mismo acento. No podía estar aquí. Se fue. Quiero decir, se
fue hace seis años. Y aun así, me llamaba Pequeña B.
Debería decir algo y jugar mi parte llamándolo Gran No, pero no podía. No
quería hacerlo y ni siquiera podía procesar su presencia aquí. Por lo que, abrí mi
ventana, el aire despejó mi mente y aclaré mi garganta. No debería sorprenderme
después de todo, pero lo hacía. Solo lo podía imaginar en mi mente como un chico
de dieciocho años, pero ahora es como un chico de veinticuatro años al cual ya ni
siquiera conozco. Todavía entumecida, intenté aceptar a este hombre como el chico
que solía conocer.
Su cabello castaño claro era abundante ahora y no corto como solía serlo. Un
suave mechón de cabello cayó sobre sus ojos color avellana que me estudiaban
atentamente. Su nariz era la misma, un poco demasiado grande para su rostro,
rompiendo su apariencia casi perfecta, mostrándole al mundo un hombre
extravagante que podría seducir a cualquiera, lo que sabía por hecho, con su
mandíbula firme, frente amplia oculta por su cabello ondulado libre de cualquier
producto para el cabello y sus cejas gruesas dándole un último toque a sus ojos.
Sus labios finos a penas se estrechaban en una sonrisa, pero cuando sí lo hacían,
era como si el mundo se pusiese al revés. Mis ojos captaron el aro en su labio
inferior. Me hallaba ahí cuando la obtuvo a los dieciséis.
Y entonces, el dolor que sentí a los doce cuando se fue regresó, pero ya no
era una niña ingenua. Volví a mirarlo a los ojos, fruncí el ceño y crucé los brazos
sobre mi pecho.
—Me llaman Brooklyn.
11

Suspiró y asintió. —Me recuerdas, ¿verdad?


Página

Solía ser tan seguro de sí mismo, a veces, incluso arrogante, pero ahora
sonaba inseguro. Me reí amargamente. Como si pudiera olvidarlo. —Eres Nolan
Bell, autor mejor vendido del New York Times, quien ha escrito como, cinco libros
hasta ahora.
Se apoyó en la ventana. Ahora nos encontrábamos casi a la misma altura.
Fue entonces cuando me di cuenta de cuánto crecí durante estos pasados seis años,
a pesar de que seguía siendo un poco más pequeña que él.
—Tenía la esperanza que siempre sería Gran No para ti.
Me incliné hacia adelante, sin impórtame si invadía su espacio personal.
—Soy Brooklyn y tú eres Nolan.
—Lo entiendo, pero… —Volvió a mirar a su antigua casa antes de mirar mi
habitación sobre mi hombro. Ya no es gris y rosa, si no negro y rojo. Pinté las
paredes de color rojo cereza al día siguiente de que se fue. Todo el mobiliario es
negro y el edredón de mi cama, casi en el suelo, era rojo con gigantescos puntos
negros. No había rastro de la Pequeña B que dejó atrás—. ¿Podemos ponernos al
día?
—¿A las tres de la mañana? —Suspiré y negué con mi cabeza ligeramente—.
Nolan, ¿qué haces aquí? —Era raro decir su nombre. Se sentía extraño en mi
lengua, pero supuse que se adaptaba a la situación muy bien. Mierda, era tan
doloroso verlo de nuevo. Mi corazón se apretó en el pecho.
Rompió el contacto visual y mordió el aro en su labio. Conocía este hábito.
Lo hacía cuando se sentía nervioso o enojado. Al menos, algunas cosas no cambian.
Como la forma en que me sentía cuando él hacía eso. Me sentí triste al saber que
algo le molestaba.
—Mi madre se está muriendo. Vine a encargarme de algunas cosas.
No sentí tristeza por la mujer, tan duro como pareciera. Por supuesto, no me
encontraba feliz, pero hizo sufrir a su hijo tanto que no podía sentir alguna pena
por ella. Pero por supuesto, Nolan se sintió mal y regresó aquí por ella. Pero nunca
por mí. La amargura ni siquiera cubría la forma en que me hizo sentir. Es un
desastre.
—Ya no vive aquí —respondí, apuntando hacia la casa de al lado.
—Lo sé. Aunque, quería ver si aún vivías aquí.
—No por mucho tiempo.
12

—¿A dónde vas? ¿La universidad? —preguntó con una sonrisa, tal vez
pensando sobre como solía decirle que quería ir a San Francisco a estudiar y luego
Página

viajar por el mundo.


—No iré. Voy a rentar un piso en un par de semanas, eso es todo.
—¿Y por qué no la universidad?
—Ya no me conoces. No soy la niña de doce años que dejaste atrás, las cosas
cambiaron. —Me tensé por un momento, sin encontrarme dispuesta a revelar nada
más. Ahora somos extraños. Él se aseguró de eso.
Asintió, observando mi cuerpo por primera vez. Me estremecí cuando lo vi
apretar los dientes. —Veo eso, Peq… —se detuvo a media frase—, Brooklyn.
—Escucha, Nolan, es tarde y estoy cansada. Trabajé hasta el cansancio esta
noche y necesito dormir. —Necesitaba terminar esta conversación y recuperar la
máscara de indiferencia que sentí deslizarse. Mi pecho comenzó a doler cada vez
más, como si permitir que el aire entrara a los pulmones fuera difícil.
—¿Quiz{ podamos ponernos al día luego? Solo… solo quiero saber si te
encuentras bien.
—¿No lo parece?
Se quedó en silencio durante unos pocos segundos, estudiando mi cara
cuidadosamente. —En realidad no.
Y se alejó hacia una brillante camioneta de lujo. ¿Y qué si no sonreía y reía
de verdad cada día? Mi vida era dura. Aprendí a dejar atrás mis sueños tontos y lo
aprendí por el camino difícil, de la única forma en que la vida podría enseñarte
estas cosas.
No todo el mundo tiene la oportunidad de seguir sus sueños.
13
Página
Nolan
Situé mi auto en el estacionamiento casi vacío del único razonablemente
agradable hotel en este agujero de pequeña ciudad. Tan pronto como el motor se
apagó, puse mi frente en el volante. Con mis dientes, tiré del anillo en mi labio
hasta que el pellizco se convirtió en dolor y exhalé.
Pequeña B cambió tanto en los últimos años. No es la misma pequeña niña
con mejillas regordetas y sin curvas. No es nada como la recordaba y todavía así
sabía que era ella. Se encontraba en casa, lo único bueno a lo que nunca renuncié
de mi pasado para seguir mis malditos sueños. Era demasiado cobarde como para
tratar de mantenerme en contacto con ella cuando sabía lo mucho que me
necesitaba.
Ya no sonríe cuando me mira a los ojos, ya no es esa niña activa que siempre
quería ver el bien, siempre optimista. En cambio, todo lo que vi fue a una mujer
cansada, incluso amargada. La vida fue una perra con ella mientras yo follaba a
chicas en la universidad y, luego la abandoné cuando tuve esa famosa llamada por
varias ofertas de libro.
Y algo más que me golpeó con tanta fuerza cuando la vi. Su belleza. Siempre
he sabido que se convertiría en una mujer hermosa, pero lo que vi…. joder, ni
siquiera quería pensar en ello. Fue la chica a la cual solía ver como mi hermana
pequeña. Al comentar, incluso en mi cabeza, sobre cómo era hace años y si recién
la conociera, hubiera hecho cualquier cosa para poder follarla.
Suspiré y me enderecé. Tomé mi teléfono, mis llaves y salí del auto. El aire
de la noche era caliente y pegajoso. Pasé una mano por mi cabello, apartando
algunas hebras alargadas que se pegaban a mi frente.
14

Odio esta ciudad, estas personas y todos los recuerdos que me persiguen. Lo
Página

malo excedió por mucho lo bueno y no funcionó muy bien con mi nueva vida. Con
cada paso podía imaginarme como el adolescente enojado intentando mantener a
su madre adicta a flote mientras se aseguraba que no utilizara todo nuestro dinero
en las drogas en lugar de comprar comida para mantenernos vivos. Nunca tuve
una infancia, y me dolió que Pequeña B dejó de tener una parecida a alguna una
vez que me fui, porque sabía que eso podría pasar. Y aun así, le di la espalda luego
de escribirle una jodida carta que nunca llegó de cerca a expresar como me sentí
verdalmente.
Me acerqué al hotel e hice un trato conmigo mismo. No dejaría Riverdale
hasta que Pequeña B estuviera de vuelta en mi vida, hasta que pudiera asegurarme
que su vida no sería la misma mierda que solía ser. Le debía eso al menos.
15
Página
Brooklyn
Casi no dormí. Ver a Nolan Bell anoche, o temprano esta mañana, fue
inesperado y alborotó muchos recuerdos que prefería mantener guardados. En un
momento de mi vida, él era el único que sabía todo sobre mí, la única persona a la
cual quería llegar. Tal vez me comporté como un perra fría, pero no sabía lo mucho
que me lastimó cundo me dejó hace seis años, dejando solo una carta para mí.
Nada más para resumir nuestra amistad, nuestro vínculo. Solo una maldita carta
que guardaba en el cajón superior de mi mesita de noche. Pero no le diría cuánto lo
extrañé el primer año, cuán horrible ha sido mi vida y cómo tuve que aprender,
sola, a construir un muro de hormigón alrededor de mí, marcando el definitivo
final de Pequeña B.
Tomé un sorbo de mi café en la ventana de la cocina, con los ojos fijos en mi
viejo auto destartalado. Ya han sido años desde que dejé de intentar ser la perfecta
hija para atraer la atención de mis padres siquiera por un minuto. La última vez
que los vi fue hace tres días, cuando me fui para mi turno nocturno en Lenny’s, el
bar local más agradable para estudiantes durante el día y más para adultos por la
noche. Por supuesto, apenas me reconocieron, como de costumbre. Nunca supe
nada más. Suspiré y puse mi taza vacía en el lavavajillas ya medio lleno.
Eché un vistazo a la casa de al lado que ahora era alquilada por una pareja
joven, pero para mí, siempre sería la casa de Nolan. La casa a la cual nunca quería
que entrara porque temía que viera a su madre drogada, desmayada en el sofá o
incluso peor, frenética por dinero para comprar más drogas en las calles. Todos los
días traté de evitarlo, pero hoy era diferente. Nunca pensé que vería a Nolan Bell
de nuevo y nunca imaginé que me sentiría como una perdedora si pasaba. A los
doce, tuve grandes sueños para el futuro, grandes sueños de salir de esta sofocante
16

ciudad, pero esos sueños se escabulleron después de algún tiempo. Podría culpar a
Página

su partida, pero sería una mentira. No me encontraba hecha para cosas más
grandes y esa era la dura verdad. Lo enfrenté, seguí adelante y me adapté.
Agarré mis llaves y salí. Tuve la tentación de esconderme, pero ni siquiera
sabía cuánto tiempo estaría aquí y en verdad, no era conocida por ser el tipo de
chica que da marcha atrás, y que Nolan estuviera devuelta no cambiaría eso.
Encendí el auto, encogiéndome ante el fuerte ruido que hizo. Un día, no
encendería, y estaría en un gran problema. Prendí la radio y me dirigí a Lenny, mi
segundo hogar, el lugar donde pasaba mis horas y una gran parte de mi tiempo
libre.
Nolan
Lenny’s no ha cambiado. Resoplé ante el letrero torcido sobre la puerta de
raqueta y la abrí. Parpadeé un par de veces mientras mis ojos se ajustaron a la
penumbra del bar.
Sacudí la cabeza y caminé hacia el mostrador, listo para ordenar una soda.
Las camareras y el cantinero eran nuevos, o algo nuevos para mí, pero nada más
parecía diferente. Pasé tantas horas en este bar durante mis años en la secundaria.
Mis amigos y yo disfrutábamos coquetear con chicas, incluso mujeres mayores, de
vez en cuando, mientras que Lenny nos dejaba beber una cerveza o dos.
—¿Gran No? ¡Me estás jodiendo, hombre!
Miré a mi derecha al oír el apodo que me dieron en la secundaria por ser
demasiado alto y musculoso tan joven, me reí ante mi viejo amigo, un tipo con el
que siempre salía en ese entonces, antes de dejar a todo el mundo. Mike, el hijo del
alcalde y un extraordinario mujeriego. Si hay un hijo de puta que sabía cómo tratar
mal a las chicas, era él.
Se quitó sus gafas y las puso sobre su cabeza a la vez que su sonrisa se
extendió ampliamente, mostrando los hoyuelos gemelos que hacía a las chicas
enloquecer con su culo engreído. Golpeó mi hombro y se sentó en el taburete junto
al mío. Señaló al cantinero por una cerveza y apenas le echó un vistazo.
Sus ojos marrones me analizaron, tomando nota de mi ropa cara, el mismo
tipo que él siempre ha llevado. Ya no era el mismo niño pobre.
—Bueno, mírate, Gran No. Todo exitoso y aceptándolo. ¿Cómo te va?
17

Me encogí de hombros y tomé un sorbo de mi soda. —Bien. Hago lo que


Página

siempre quise hacer así que no me quejo. ¿Y tú?


Hizo una mueca y tragó un tercio de su cerveza. Era respuesta suficiente
para estar consumiendo alcohol en un bar tan temprano en la mañana. —Trabajo
para mi padre y me mantengo lo más lejos posible. No quiero repetir el encontrarlo
en su oficina con otra mujer con las piernas abiertas en su puto escritorio mientras
le hace un oral. Me marcó de por vida.
Su padre siempre ha sido un verdadero hijo de puta. Mientras parecía ser el
mejor hombre para la mayoría de la ciudad que votó por él durante décadas, sabía
cuán jodido era en realidad. Probablemente por eso me vinculé con Mike desde el
principio. Ambos tenemos mucho menos que familias estelares.
—¿Cómo está tu madre?
—Probablemente también follando por su lado —respondió rápidamente,
con un tono más oscuro y sus ojos se perdieron en el líquido ámbar en su vaso.
Negó con la cabeza después de un tiempo y me sonrió otra vez—. Ahora que eres
famoso apuesto a que nadas entre coños.
Me reí ante sus palabras groseras. No cambió mucho en los últimos años y
era extrañamente reconfortante. Visualicé mi vida en Nueva York y sentí un hoyo
extraño en el pecho. Tenía todo lo que debería querer, todo lo que soñé y algo más,
pero aun así, la mejor palabra que podía utilizar para explicar esto sería que me
encontraba aburrido. Una vez que logras todo y no tienes más sueños, no queda
nada más. Ni siquiera construí nuevos sueños. Eso no significaba que no quería ser
considerado uno de los mejores en mi trabajo, pero la emoción, la motivación que
sentía desapareció casi por completo. En algún momento me perdí, o a partes de
mí.
—Me calmé con eso, Mike. Tal vez también deberías hacerlo.
Me miró de reojo y se rió un poco más, antes de inclinar la cabeza hacia un
lado. —Créeme, me calmé.
Le fruncí el ceño y tiré de mi anillo en el labio. Algo no me cayó bien. Lo
conocía demasiado bien como para no saber cuándo tenía algo bajo la manga que
no me haría feliz. Me preparé.
18
Página
Brooklyn
Abrí la puerta y entré en Lenny. Se encontraba lleno de estudiantes durante
las vacaciones de verano. Negué con la cabeza ante los dos chicos en un patético
intento de charlar con una de las camareras para darles una bebida más fuerte que
la que se les permitía. Lástima que escogieron a Laura porque incluso si esta chica
parecía ingenua e inocente con sus grandes ojos verdes y cabello rubio suave, era
una chica dura. Todos nos preguntamos si escupía en las bebidas de los que la
molestaban. De hecho, sabiendo que yo no era su persona favorita en el mundo,
nunca le pedí mis bebidas o comida. Tentar al destino no era exactamente mi idea
de diversión.
Saludé a Helen, una madre soltera, trabajadora y dulce. Se encontraba
esperando pacientemente por la orden de una pareja de ancianos que no parecían
que estarían listos en un corto plazo. Helen asintió hacia mí y se centró de nuevo
en sus clientes. Me debería enseñar un poco de paciencia, quizás eso incrementaría
las propinas de algunos clientes, los que no se encuentran interesados en mí por
llevar pantalones cortos ajustados y camisetas escotadas. No me dolería ser más
paciente con los clientes molestos conmigo por inclinarme a coquetear con ellos.
Y entonces, mientras me dirigía a la barra, mis ojos divisaron un cabello
oscuro y rizado, el mismo del cual disfrutaba tirar cuando me hallaba con él.
Sonreí y me dirigí hacia allá antes de darme cuenta con quien hablaba. Fruncí el
ceño y puse mi cara de juego. Nolan se encontraba sentado en el taburete junto a
Mike; debí haberlo sabido. Después de todo, cuando Nolan iba a la secundaria,
Lenny fue su lugar frecuentado; su lugar favorito para recoger a las chicas por lo
que escuché. Lleva unos vaqueros negros caros que colgaban bajo en sus estrechas
caderas y una camiseta de color verde oscuro con letras mayúsculas blancas "Ten
19

cuidado, que podría escribir un libro acerca de ti”. Me olvidé que podía ser un idiota a
Página

veces con sus camisetas. Rodé los ojos y caminé entre los dos chicos.
—Brooklyn, nena, ve quién está aquí —dijo Mike; su mano posesivamente
en mi culo. Eché un vistazo a la cara de Mike y reprimí el impulso de rodar los ojos
de nuevo. Le sonreía a su viejo amigo.
Todos los días, me pregunto por qué aún salía con este chico. Era bastante
guapo con el pelo oscuro y rizado, ojos negros y labios besables, y el chico tenía un
cuerpo hecho para atraer a las hembras, pero era demasiado molesto la mayor
parte del tiempo. Tenía diversión a su lado, pero él comenzaba a pensar que me
estaba enamorando y lo disfruta un poco demasiado para mi gusto. Salí con él al
principio porque sabía acerca de su fama de mujeriego y necesitaba la distracción.
Nolan perdió el poco color que tenía en sus mejillas mientras asimilaba las
palabras de Mike y su agarre en mi culo. Debe haber sido extraño verme con uno
de sus amigos, un hombre seis años mayor que yo. Jugó con sus dientes con el aro
en su labio inferior y asintió con la cabeza hacia mí.
—Nos vimos anoche —le dije con un encogimiento de hombros y se rió. Me
besó en el cuello y mientras normalmente no me importaban las demostraciones
públicas de afecto, sentir los ojos de Nolan me hizo sentir un tanto petulante e
inquieta.
—Mira quién está aquí toda crecida, Gran No —se burló hacia Nolan con su
apodo que sabía que nunca podría utilizar de nuevo. Ni siquiera recuerdo quién se
lo dio y porque se le quedó.
—Es lunes, Mike. ¿Qué haces aquí? —dije antes de que Nolan pudiera
responder. No quería saber nada de mí que viniera de su boca.
Mike miró su reloj, uno que su padre le compró, y gimió. —Me tengo que ir.
—Se inclinó hacia mí, me besó profundamente antes de despedirse de Nolan y
alejarse, poniéndose sus gafas de sol. Negué con la cabeza y me senté en el taburete
desocupado.
—Mike y tú, ¿eh?
Saludé a Dan, el cantinero y él me sonrió, ya vertiendo para mí una gran
taza de café, al igual que todas las mañanas cuando estaba aquí. —Aquí tienes,
linda —dijo con un guiño y me reí. Ese hombre era el doble de mi edad, pero le
encantaba coquetear con todo el mundo, a pesar que tenía un novio en casa.
Nolan frunció el ceño, pero se ocupó con su Coca-Cola. Tomé un sorbo de
mi café, con cuidado de no quemarme.
20

—Mike y yo, ¿y qué?


Página

Fue difícil no mirarlo. Me pasé una mano por el pelo, quitando algunos que
bloqueaban el frente de mis ojos. Incluso por la tenue luz de la barra, las mechas
rojas mezcladas con los marrones llaman la atención.
—No es uno de relaciones. —Tomó un sorbo de su vaso, moviendo su nuez
de Adán—. Y es demasiado viejo.
Me reí y agité la mano. Me giré hacia él en el taburete y entrecerré los ojos
marrones con sus queridos color avellana.
—No te engañes, Nolan, yo tampoco busco una relación. Estoy “saliendo”
con un hombre mayor que es un mujeriego porque quiero un poco de diversión. —
Miré a nuestro alrededor, en mi pequeño mundo en el cual ya no tenía un lugar—.
No soy ingenua, y ciertamente no soy inocente.
Se inclinó hacia mí, mirándome realmente, como si estuviera viendo las
cosas que mantengo ocultas y no solo viendo lo que era visible. —¿Qué pasó
contigo?
Me puse de pie lista para salir y escapar de su escrutinio. —Crecí sola.
Había dado dos pasos cuando su voz me detuvo. —Me gustaría mucho
ponerme al día, Pequeña B.
Cerré los ojos. Mi ira creció, pero no la dejaría libre. No quería mostrarle
cuánto me afectaba. Porque incluso ahora, enojada, herida y perdida al volver a
verlo, no podía simplemente ignorarlo. Nunca fui capaz de olvidarlo. —Vuelve
aquí esta noche a las ocho.
21
Página
Nolan
Pequeña B y Mike. Quería blanquear mis ojos y borrar esa imagen de mi
cerebro, incluso ahora, horas más tarde. La forma en que la besó como si estuviera
listo para follarla allí en el bar para que todo el mundo viera, me enfermaba. Si le
hacía esto a cualquier otra mujer no me importaría un carajo porque tendrían el
derecho de hacer lo que quisieran, pero ¿Pequeña B? Esa es otra historia.
En escuela secundaria, Mike hizo un deporte el tomar la virginidad de las
chicas y tirarlas después. Tuvo tríos, engañaba a todas sus “novias” y solo iba
hacia ellas cuando tenía que sacar sus problemas de su sistema. Hice lo mismo,
pero nunca fui a las chicas a las que admiraba o me importaban porque nunca
estuve jodido. En esta ocasión, Mike jugaba con la chica equivocada.
—Nunca creímos que volveríamos a verte, Gran No —dijo Leo, uno de mis
viejos amigos.
Lo miré de nuevo y traté de ignorar la urgencia de golpear el rostro de mi
viejo mejor amigo, cuyos ojos se iban demasiado a la piel de cada mujer que
pasaba por Lenny, teniendo en cuenta que se encuentra fuera del mercado. —No
pensaba exactamente en volver, para ser honesto.
—¿Por cuánto tiempo te quedas?
—No lo sé. Unos pocos días para comprobar a mi madre y luego regresaré a
Nueva York.
Los chicos asintieron solemnemente ante la mención de mi madre, pero
ninguno de los dos dijo nada. Han pasado seis años, pero todos sabemos cómo
metió la pata mi madre, y sigue siendo un tema delicado. Aún tenía que verla.
22

Tenía que ir hoy, pero en vez de eso me pasé el día caminando por la ciudad
mientras intentaba alejar la imagen de la mano de Mike en el culo de Pequeña B, y
Página

la lengua en su garganta.
—Bien, es bueno verte de nuevo —dijo Leo y levantó su botella de cerveza
en un brindis silencioso, inmediatamente seguido por los otros chicos e incluso
Mike quién dejó de comerse con los ojos a las mujeres durante unos minutos.
De repente, silbidos rompieron la habitual vida ajetreada del bar de noche.
Los silbidos de Mike eran ensordecedores. Entrecerré los ojos hacia él y luego seguí
su mirada cuando todos mis amigos sonrieron a algo detrás de mí y saludaron. Me
di la vuelta y, la vi. Pequeña B. Tenía una guitarra en la mano, sujetándola por el
cuello mientras se pavoneaba al improvisado escenario.
—¿Toca? —le pregunté a Mike quien se rió, asintió y luego no paró de
decirme lo caliente que era, cuán ardiente era.
La miré, sin poder apartar la mirada. Había tantas cosas que no sabía de ella
y de su vida. No solo era un músico ahora, si no que también era amiga de mis
viejos amigos, y follaba a mi antiguo mejor amigo.
No sabía nada de ella, aparte de su pasado.
23
Página
Brooklyn
Lenny se encontraba lleno, como siempre. En el bar, Nolan y algunos de sus
viejos amigos bebían y reían en voz alta; tenían la atención de todas las chicas que
se hallaban en el bar al acecho. Desde aquí, pude ver los ojos de Mike evaluar las
diferentes piernas en exhibición. Luché contra la risa. Ni siquiera me encontraba
segura de si me era fiel o no, y en realidad, no me importaba. Yo tomaba la píldora,
él se ponía un condón y eso era suficiente, ya que no me encontraba exactamente
en busca de compromiso.
Eché un vistazo a mi teléfono. Eran casi las ocho de la tarde. Agarré mi
guitarra, rasgueé rápidamente para comprobar si se encontraba afinada y entré,
dejando la trastienda de los empleados cerca del escenario. Algunos chicos
silbaron, Mike incluido, y los otros me saludaban. Sonreí y me senté en el taburete
frente al micrófono. Miré a Nolan quien se hallaba boquiabierto. Le dijo algo a
Mike quien se rió, asintió y respondió algo así como “es caliente”.
—Muy bien chicos, ¡tendremos otra noche en vivo de Jukebox! —dije con
una sonrisa, un pie en el suelo y el otro enganchado en una barra del taburete. Sin
mis tacones, nunca sería capaz de tocar el suelo en este taburete, además me
encantaban mis zapatos que dejaban al descubierto mis dedos cuando toco. No sé
por qué, pero usar tacones altos me hacía sentir más confianza. También sexy y no
era tan malo cuando tocaba en un bar frente, algunas veces, a un público ruidoso.
Aplausos me dieron la bienvenida y la adrenalina bombeó, electrizando
todo mi cuerpo. La noche en vivo de Jukebox era algo que se me ocurrió hace casi
dos años. Durante una hora podrían pedirme lo que quisieran y me respetaban.
Era muy divertido y la mayoría de las veces terminaba tocando los últimos éxitos
24

del rock, pop rock y, a veces, música country.


Página

—¿Primera canción, chicos?


Varias personas comenzaron a gritar títulos de canciones, pero entre todos
ellos una mujer chillaba tan fuerte que no podía ignorarla. —Radioactive de Imagine
Dragons.
Me reí en el micrófono cuando la mujer en sus veinte años perdió la mitad
de su cerveza en el suelo por la prisa y el entusiasmo. Sus amigos también se
rieron, pero no lucía fastidiada.
—Imagine Dragons será entonces. —Empecé con los primeros acordes y
sonreí suavemente, por fin relajándome.
Me encantaba estar bajo los focos, tener la atención de todas estas personas.
Nunca intenté alejarme cuando sentía docenas de ojos en mí. Cuando comencé a
cantar, entrecerré los ojos hacia Nolan, con mis cejas elevadas durante un par de
segundos. No se movió, ni siquiera bebió ni respondió a Mike, que le hablaba. No,
solo me miraba y escuchaba, exactamente igual que como solía hacerlo cuando era
niña y pasábamos tiempo juntos, hablando de todo y nada.
Tan pronto como terminé la canción, todos aplaudieron e incliné la cabeza
con un guiño a mi público. Seguí y seguí durante una hora antes de que pidiera
una última canción para terminar La noche en vivo de Jukebox. —Hurt de Trent
Reznor.
Voltee mi cabeza hacia la barra ante la voz de Nolan.
—No seas aguafiestas, hombre —protestó Mike. No tenía una pizca de gusto
musical.
—Nunca he tocado esa canción pero intentémoslo —le contesté antes de que
alguien pidiera otra cosa. Conocía muy bien esta canción, y aunque nunca la había
tocado aquí en Lenny, a menudo la tocaba en mi habitación. Nolan solía escucharla
muchas veces y siempre me conmovió. O tal vez me conmovía el ver su rostro
cuando la escuchaba. Tocarla me hacía sentir más cerca de él durante todos estos
años que pasé extrañándolo a pesar de todo.
Mis dedos se movieron sobre las cuerdas de la guitarra y cerré los ojos,
dejando que las palabras se filtraran en mi alma, puse mi dolor en la canción y dejé
que todo se fuera. Al final, tomé una respiración profunda y sonreí débilmente
ante todos los aplausos en el bar mientras me despedí y levanté.
No había dado ni dos pasos antes de que Nolan estuviera delante de mí. Su
rostro era cauteloso y no sabía lo que quería decirme, pero no esperé. Di un paso
25

hacia el lado y me dirigí directamente a Mike. Necesitaba una salida, un escape


Página

antes que todo se derrumbara dentro de mí.


—¿Lista para irte, nena? —me preguntó, mirando a Nolan como si hubiera
ganado esta ronda.
—Sí, vámonos.
Mike tiró un par de billetes y puso su brazo alrededor de mí, con su mano
en mi culo como siempre. Asintió hacia los chicos y salimos. Tuve que luchar
contra el impulso de mirar atrás porque no debería querer ver a Nolan después de
que él se fue sin decir una palabra. Era inútil revivir esto, sin embargo, nunca fui
capaz de dejarlo ir. No completamente.
26
Página
Nolan
Se fue con él sin mirar atrás. Y lo hizo a propósito. No sabía cuál era su
juego, pero no la dejaría jugar conmigo. Ni ahora, ni nunca. Me bebí la cerveza que
quedaba en mi botella, la puse con fuerza en la barra y asentí a mis amigos con la
mandíbula apretada.
Me puse de pie y agarré las llaves del coche del bolsillo de mis pantalones,
listo para conducir a su casa y tener una charla con ella. Tendría que escucharme
incluso si no quería. No era el tipo de hombre que aceptaba un no por respuesta.
Conduje por encima del límite de velocidad a su casa y estacioné varias
casas abajo por la calle, asegurándome de que no me viera venir. Cerré mi coche y
mantuve mis ojos en su casa mientras me acercaba, sin echar un vistazo a los
drogadictos y traficantes acampando. Esa puta calle era tan horrible como la
recordaba y odiaba pensar en Pequeña B volviendo a casa por la noche a solas
después de su turno de noche. Demasiadas cosas podrían salir mal para una mujer
sola en la noche.
Giré hacia su casa, porque no quería llamar a la puerta principal y enfrentar
a sus padres. Hasta donde sabía ni siquiera podrían estar allí. En vez de ello, fui a
la ventana en la planta baja y miré dentro. El dormitorio aún se encontraba oscuro,
lo que significaba que todavía no había vuelto. Salió del bar antes que yo. Con
Mike. Gemí cuando se me ocurrió lo que podían estar haciendo. Al final, otra cosa
que quería borrar de mi mente.
Traté con la ventana para ver si se abriría, lo que la hizo subir con facilidad,
y salté por ella. Me encontraba dispuesto a esperar aquí hasta que regresara. Con
suerte, Mike y ella no planearon tener una noche salvaje en su casa o eso me
27

sacaría de quicio. Era mi pequeña B, no su última cogida para disfrutar hasta que
Página

se aburriera. Vale más que eso. De hecho, se suponía que debería estar involucrada
con un tipo bueno, alguien dispuesto a hacer verdaderos planes para su futuro.
Eso es lo que pensé que encontraría.
Fui hacia su cama y me acosté, con los brazos cruzados bajo la cabeza y ojos
centrados en la puerta de su dormitorio.
Brooklyn
—Estuviste tan caliente esta noche, nena —dijo Mike. Se abrochó los
pantalones y se puso la camisa de nuevo. Hice lo mismo e intenté arreglar mi pelo,
el cual gritaba que me habían follado bien. Coloqué mi codo en la puerta del coche
y suspiré. Salía con un hombre mayor que tenía un trabajo y sin embargo, aquí
estábamos, teniendo sexo en su coche en lugar de en una cama como adultos.
—Ya sabes, después de que toco me gusta tener sexo —le contesté con
picardía. Apreté su fuerte muslo y manejó por el camino, listo para dejarme en mi
casa ahora que ambos teníamos lo que queríamos. No éramos muy patéticos, solo
nos utilizábamos el uno al otro.
—Pensé que fue el ver a tu primer amor.
Inhalé con desdén, pero en mi pecho, mi corazón se oprimió. —Nunca tuve
un flechazo con Nolan.
—Bebé, todos sabemos que tuviste un flechazo y es por eso que era tan
gracioso verlo tan sorprendido cuando se dio cuenta cuan cercana eras ahora con
sus viejos amigos.
Sabía qué era lo que Mike quería decir realmente por cercana. No es ningún
secreto que salí con varios de los amigos de Nolan y nunca nos llevamos mal.
Después de todo, era conocida por ser la chica con una fobia al compromiso, pero
que no era tan tímida con los chicos. La mayoría de las chicas me llamaban puta,
algunos chicos, fácil, pero en realidad solo era una adolescente a la cual le
encantaba divertirse sin poner sus sentimientos. No me importaba lo que la gente
pensara de mí. En su mayor parte.
28

—Sí, bueno, ya no me importa Nolan —le dije, aunque no estaba muy


convencida, porque si no me importaba, no debería sentir este dolor cuando
Página

pensaba en él, y seguro que ya no me sentiría enojada.


Mike detuvo el coche delante de mi casa, donde las luces se encontraban
encendidas en la sala de estar. Pero no en el pórtico, ya que nadie esperaba mi
regreso. Maldita sea, odiaba esa casa. Nunca se sintió como un hogar para mí y sin
embargo, nunca conocí ningún otro lugar.
—Seguro quiere jugar al hermano mayor.
Fruncí el ceño y miré a Mike. —¿Qué quieres decir?
—Gran No. Intentó advertirme esta noche. No le gusta que estemos follando
—respondió con una carcajada. Este chico nunca se tomaba algo en serio. Cuando
fue adolescente debió haber sido entrañable, pero pasando los veinticuatro años,
era... estúpido. Tenía suerte que su padre fuera un hombre importante por aquí y
el alcalde porque me preguntaba cómo encontraría un trabajo de verdad si fuera lo
contrario.
—La próxima vez, no te burles de él y dile que no es de su incumbencia. —
Abrí la puerta del coche y agarré mi guitarra antes de despedirme de Mike por
encima del hombro, sin mirar atrás.
La puerta principal no estaba cerrada con llave. Entré y no perdí el tiempo
yendo a la sala de estar donde podía oír el televisor. Mis padres probablemente
veían alguna película. Cada vez que entraba a esta casa, me sentía claustrofóbica,
atrapada. Me saqué los tacones y caminé descalza a mi habitación con los zapatos
en una mano y mi estuche de guitarra en la otra.
Abrí la puerta, lancé mis zapatos en una esquina y levanté la mirada. Me
quedé inmóvil, con la boca abierta. Nolan se encontraba en mi cama, esperándome.
29
Página
Pequeña B, 9 años
Traducido por Julie
Corregido por Pachi Reed15

Abrí la ventana del dormitorio y salí. La brisa nocturna me hizo temblar, pero no me
importaba. No me importaba porque necesitaba algo de tiempo fuera de la casa, lejos del
ruido de los gritos de mi madre y los intentos débiles de mi padre al tratar de calmarla.
Elevé mi mirada hacia el cielo, a las estrellas brillantes y más allá. La abuela me dijo
que Kelly, mi hermana mayor, se encontraba allí en algún lugar, mirándonos a todos. No
sabía si era cierto o no, pero la odiaba. Me refiero a Kelly. Nací un año después de su
muerte, pero cada día me mostraba que yo era deficiente como reemplazo. No me parezco a
ella, no era una buena estudiante como ella, no era tímida como ella, no practicaba deportes
como ella…
Miré mi pijama con corazones rosados y rojos, y me esforcé para contener mis
lágrimas. A nadie en casa le importaba saber si yo tuve un gran último día de clases, a
nadie en casa le importaba saber por qué tenía los ojos rojos debido a que Anthony Craig me
dijo fea delante de todos. Ni siquiera mis padres me amaban.
Sabía que las noches por aquí eran peligrosas, pero no tenía miedo. Me sentía
demasiado molesta como para preocuparme por algo más. Negué y me volví hacia mi
ventana, lista para ir a ver la Cenicienta, mi favorita de Disney, cuando una voz me
sobresaltó.
—No deberías estar sola afuera, niña.
Me di la vuelta, mientras mi pequeño corazón latía rápido en mi pecho. Nunca había
30

tenido tanto miedo. Allí, apoyado en la ventana de la casa de al lado, había un chico alto que
nunca había visto. Era mayor que yo, más alto que yo y muy… lindo. No era lindo como
Página

Anthony Craig o cualquier otro niño de la escuela, sino lindo como… bueno, no sé cómo
qué, pero sentía cosas graciosas en mi vientre. Con su corte de cabello tan corto y sus ojos
color avellana, tener un pijama tan infantil, me hizo sentir tímida por primera vez en mi
corta vida. Quería ser más alta, más bonita, más vieja, pero yo era solo una niña de nueve
años, con el cabello recogido en una coleta desaliñada y pijamas ridículos.
—No soy una niña —le contesté y pude sentir que mis mejillas se calentaban.
Sonaba como una bebé y lo odiaba.
Una pequeña sonrisa curvó sus finos labios y de repente supe lo que sentía. Me
encontraba en camino de tener un flechazo. Así como así.
—¿Cuál es tu nombre, entonces? —me preguntó con voz ronca, y haría cualquier
cosa para escuchar su voz un poco más.
Tragué saliva y me aclaré la garganta con nerviosismo. —¿Brooklyn? —Di un paso
hacia mi ventana. De repente, solo quería huir y esconderme.
—Bonito nombre —dijo y se pasó una mano por su muy corto cabello—. Soy Nolan,
pero todo el mundo me llama Gran No. Supongo que somos vecinos.
Nolan. Es un nombre mejor que Anthony. ¡Y tenía un apodo! Uno de verdad. No
podía apartar la mirada de su rostro, pero pronto un coche tocó la bocina frente a su casa.
Echó un vistazo al auto y empezó a alejarse antes de darse la vuelta por última vez. —No te
quedes afuera. No sabes quién podría estar por aquí. —Se despidió y comenzó a caminar de
nuevo—. Buenas noches, Pequeña B.
Atónita y distraída, volví a mi habitación. Yo tenía un apodo. Él me dio un apodo.
—Espero verlo mañana —susurré en mi habitación tranquila antes de cerrar mis ojos, lista
y con ganas de soñar con el chico alto de al lado.
31
Página
Traducido por Arantza & MaJo Villa
Corregido por Laurita PI

Brooklyn
—¿Qué haces aquí? —Enderecé mis arrugadas ropas. Me sentí cohibida
mientras sus ojos escanearon mi cuerpo con una mirada de desaprobación—. Y
deja de mirarme así. ¡No eres mi hermano mayor!
—En algún momento me consideraste justamente eso —replicó. Se puso de
pie y cruzó los brazos sobre su pecho, ocultando las letras en su camiseta.
Resoplé y puse mi guitarra contra el escritorio negro. Si tan solo supiera
cómo en realidad lo veía en ese entonces. Después de todo, todos parecían saber
cómo solía sentirme sobre él, menos él. Por supuesto. —No necesito tu aprobación
sobre con quién tengo o no sexo, Nolan.
Con su diente frontal dio un tirón al arete en su labio inferior. El metal
contra su diente provocó un pequeño y discreto tintineo. —¿Est{s…? Quiero decir,
¿de verdad sales con Mike?
Me encogí de hombros como si no fuera nada, pero no podía sostener la
mirada de sus ojos avellana. No quería ver la decepción que había ahí y ser
32

golpeada por el mismo dolor que resurgía cada vez que lo veía. ¿No podía… irse?
Página

—¿Por qué preguntas?


Dio un paso hacia mí, cerrando el espacio entre nosotros. Y todo en lo que
podía pensar era que se hallaba a la altura perfecta para acurrucar mi cara en la
curva de su cuello. Aclaré mi garganta, avergonzada de mis propios pensamientos.
No podía creer que mi pequeño y viejo flechazo por él hacía su reaparición.
—Porque me preocupo por ti.
Me tensé y reí en su cara, pero fue sin humor. Sus palabras avivaron mi
furia y enterré mi dedo índice en su pecho, ignorando la chispa que encendía mi
piel. —Te preocupas tanto que nunca me contactaste en seis putos años. —Le di la
espalda. No quería que viera todas las emociones agitándose en mi interior y
nunca fui muy buena escondiéndolas—. Entendí tu necesidad de irte. Entiendo
que nunca regresaras, porque de estar en tus zapatos yo habría hecho exactamente
lo mismo, ¡excepto conmigo! —Inhalé hondo para calmar mi errática respiración.
Me hizo a un lado para mirarme de nuevo. Frunció el ceño—. Pudiste haberme
enviado cartas. Sabías dónde encontrarme, Nolan.
Miró hacia abajo y asintió. —Fue muy duro saber que te dejé aquí sola con
tus padres. No sabía qué hacer y pensé que lo mejor sería dejarte vivir tu vida. Lo
más fácil. —Enderezó la espalda y sostuvo sus ojos en los míos.
—Estoy viviendo mi vida. Puede no ser lo que esperabas y puedes sentirte
todo lo decepcionado que quieras. No me importa.
—Vamos, Pequeña… —comenzó y se detuvo antes de terminar la oración—.
Puta mierda —murmuró—, ¿de verdad ya no te importo?
—Ha pasado demasiado tiempo para pretender que seguimos siendo
amigos. Somos extraños.
Lentamente, llevó una mano a mi rostro y escondió mi pelo detrás de la
oreja, erizando mi piel. Justo como cuando era una niñita y me tocaba o abrazaba.
Le dio una completa nueva definición a piernas tambaleantes y mariposas en mi
estómago. Me obligué a permanecer serena.
—Somos extraños, pero eso no significa que no podamos hablar un poco.
No tienes idea de con qué frecuencia me preguntaba qué estarías haciendo o cómo
te encontrabas. —Corrió las yemas de sus dedos a través de mi pómulo—. Por
favor, Brooklyn.
Mis ojos viajaron hacia abajo, a sus delgados labios y a su arete que me
volvía loca, pero me obligué a mirar a otro lado. No podía dejarle saber cómo su
cercanía afectaba a mis hormonas, no cuando él quería usar el mismo sobrenombre
33

que usaba cuando era una niña pequeña.


Página

—No hay mucho qué contar, sabes —repliqué débilmente, con mi voz más
suave. Se alejó y me sonrió, la misma sonrisa que me dio la vez que nos conocimos
hace casi diez años. La misma sonrisa que volteaba mi pequeño mundo de cabeza
y me enamoró. Y esta noche, su sonrisa me hizo recordar que esos sentimientos
nunca se fueron realmente. No, habían estados dormidos y enterrados, pero no lo
suficientemente profundo para no resurgir nunca. Estaba arruinada y destinada a
sufrir de nuevo debido a él.
—¿Cuándo aprendiste a tocar la guitarra? Estuviste asombrosa en Lenny. —
Sonreí e hice ademán de descartarlo. Era gracioso porque siempre amaba cuando
alguien me hacía un cumplido sobre algo, pero con Nolan siempre pensé que era
porque estaba siendo dulce, no necesariamente genuino—. No fue nada.
Tomó mi codo y me llevó a la cama. Se sentó y dio la vuelta para mirarnos
de frente. —¡Por favor! Sabes que eres buena —dijo y me rodó sus ojos con una
pequeña sonrisa.
Me reí entre dientes. —Sí, bueno, para responder a tu pregunta comencé con
la guitarra hace tres años. Antes de eso, tomé algunas lecciones de piano a los trece
y el canto vino naturalmente. Es un buen escape y a los chicos les gusta.
Se rascó la barbilla. —Chicos, ¿eh?
—Estoy segura que Mike se sintió feliz de contártelo.
—Me dijo que tenías citas con varios chicos. Varios de mis amigos.
—“Cita” es algo muy serio. —Jugué con el control remoto de la televisión—.
Tuve citas con algunos y con otros fue m{s… casual.
—No te juzgo.
—No siento que tampoco lo apruebes.
—En mi cabeza te imaginé con un novio de mucho tiempo o algo por el
estilo.
Me reí ante la idea. —No he conocido nunca a alguien capaz de llamar mi
atención el tiempo suficiente. Y créeme, no quieres saber todas las historias sobre
mi vida sexual.
Gruñó profundo desde su garganta. —¡Maldición! No digas la palabra sexo,
Brooklyn. —Se estremeció—. De verdad, no lo quiero imaginar. Sigo pasándola
mal reconciliando el recuerdo que tengo de ti a los doce con el cómo luces y cómo
34

eres a los dieciocho. Es… confuso.


Página

—Imagina todas las historias que he escuchado de las mujeres de esta


ciudad. Todas afirmando haber tenido el privilegio de haber sido folladas por ti.
—¡Tampoco digas follar! —Se levantó y se puso frente a mí—. Y era un
adolescente. Un chico.
Rodé los ojos y luché contra el ceño que amenazaba con aparecer. Odiaba
los estereotipos. —Supéralo, Nolan. Quieres conocerme mejor, entonces lidia con
ello. Nunca he sido tímida, ya lo sabes.
—Sí, pero en ese entonces eras demasiado joven para hablar sobre sexo.
—Tuve mi primer sueño húmedo la noche de mi duodécimo cumpleaños.
—¿¡Qué!?
No me sonrojaba con regularidad, pero sentí mis mejillas calentarse.
Cuando se trataba de Nolan, me sentía demasiado expuesta para mi gusto. O tal
vez era porque no sabía cómo comportarme con él desde que no era como otros
chicos. Siempre fue diferente para mí.
Se sentó de nuevo a mi lado y se rió nerviosamente cuando vio mi cara
sonrojada. —¿Era parte de ese sueño?
—¡Oh, cállate! —Lo empujé en el pecho, pero no hizo nada para calmarme—
. Eras el único chico que visitó mi cuarto. Para una joven es suficiente munición
para tener un dócil sueño húmedo, pero sueño húmedo a fin de cuentas.
Su sonrisa desapareció. Inclinó la cabeza hacia un lado. —Desde entonces,
¿cuántos chicos han entrado a tu cuarto?
—Nadie más. —Miré hacia otro lado. Nunca dejé a ningún otro chico entrar
a mi habitación o a mi casa. Nunca. No podía imaginar a nadie más aquí o
tumbado en mi cama como él solía hacer para nuestra noche de películas los
viernes. Nunca se perdió una desde que comenzamos a tenerlas. Este recuerdo me
hizo sonreír con tristeza. Extrañaba esos tiempos.
—Me alegra.
—¿Por qué?
Fijó sus ojos en los míos, intenso y firme. —Porque comenzaba a creer que lo
que teníamos significó más para mí que para ti. Egoístamente quiero saber que
eso… que era importante para ti.
De niña algunas veces acostumbraba abrazarlo, pero ahora no me atreví
incluso si ansiaba sus brazos a mi alrededor; la paz que sentía cuando sus brazos
35

me envolvían completa y mi cabeza descansaba sobre su pecho. Tenía en la punta


de la lengua decirle lo mucho que significó para mí y que me marcó profundo, sin
Página

importar quién me ufanaba ser hoy en día. Siempre escuchamos a las personas
decir que las cosas malas los formaron, pero sucede lo mismo con las cosas buenas.
Las cosas buenas eran tan poderosas como las cosas malas, tal vez más porque,
también, traían esperanza.
—Sabes eso, Nolan. —Parpadeé varias veces, temerosa de que la humedad
que sentía en mis ojos se convirtiera en lágrimas. La última vez que lloré fue
cuando leí su carta diciéndome adiós. No era alguien que llorara con facilidad—.
No tienes idea de lo mucho que me rompió el corazón cuando te fuiste.
El silencio creció entre nosotros, roto solo por el ritmo lento de nuestra
respiración. Mantuve los ojos en mis manos descansando en mis muslos.
—¿Me alejarías si te abrazara? —preguntó en un susurro, soplando con su
respiración en mi hombro desnudo.
Mi corazón latía salvajemente en mi pecho. Mi sangre hervía en mis venas y
no sabía cómo formar palabras. O pensamientos. Estaba siendo ridícula, pero
abrazarlo cuando tenía diez, once o doce era muy diferente incluso si lo perseguía.
En ese entonces, sabía que era inocente. Hoy, podría ser algo más, pero era
delirante pensar que podría. Nunca me vio de esa manera. Sentí una punzada de
decepción. Maldita sea, era patética cuando Nolan se hallaba involucrado.
—No te alejaré.
Su nuez de Adán saltó una vez y una sonrisa iluminó su rostro. Mis ojos se
posaron en su labio inferior perforado y una oleada de lujuria golpeó mi vientre
bajo. Aclaré mi garganta, sintiéndome incómoda con las imágenes que mi cerebro
conjuró.
Se acercó, borrando el pequeño espacio entre nosotros. Podía sentir la
mezclilla de sus pantalones azul claro y su firme muslo que había debajo contra mi
pierna desnuda. Quería cerrar los ojos y deleitarme con su presencia, con la
sensación de su cuerpo contra el mío, pero no lo hice. Mantuve mis ojos abiertos
mientras se inclinaba hacia mí y envolvía en sus brazos. Los músculos magros en
sus brazos se flexionaron, su desnuda y caliente piel tocaba la mía. Me sentía
desnuda en mi blusa sin mangas mientras sus brazos desnudos me hacían cosas
que nunca creí posibles.
—Relájate, Brooklyn. Soy solo yo —me dijo al oído; sus finos labios y arete
trazaron las palabras contra la sensible piel de mi oreja. Nunca me di cuenta antes
de cómo el oído podía ser tan erógeno. No podía creerlo. Me hallaba en los brazos
de Nolan seis años después de que se fue. Se encontraba aquí, en mi habitación.
36

Tomé una respiración profunda y el olor de su ropa limpia y la esencia que


Página

era únicamente suya me asaltó. Era arrastrada seis años atrás, antes de tener que
enfrentarme a la soledad que era mi vida. Antes de perder a mi mejor amigo. Pero
ahora, quería permanecer en sus brazos sin pensar sobre su partida o el futuro.
Envolví los brazos alrededor de su estrecha cintura e hice bolas su camiseta con
mis puños.
Se relajó contra mí y corrió su mano arriba y abajo por mi espalda, evitando
la parte que se hallaba desnuda gracias a que mi blusa se había levantado.
—Se siente diferente —dijo, separándose. Mordisqueó el arete en su labio
inferior.
Asentí y sonreí débilmente. Perder el calor y el peso de sus brazos a mi
alrededor me hizo sentir deprimida. Extrañaba esa clase de atención, de toque.
Mike y todos los chicos antes que él nunca me abrazaron simplemente porque no
les importaba. Si me abrazaban era con el propósito de tenerme desnuda minutos
después y aunque yo estaba completamente dispuesta, era difícil también cuando
no tenías a nadie que te diera un verdadero y cálido abrazo. Había olvidado cómo
se sentía el consuelo.
—Es diferente. Ambos somos adultos ahora.
Pasó su pulgar por mi mejilla derecha y me estremecí. —No te vi crecer,
estar nerviosa por tu primera cita o primer beso, antes de tu baile de graduación.
—El arrepentimiento en sus ojos suavizó un poco mi ira. No podía permanecer
enojada con él por mucho tiempo, no cuando podía ver el arrepentimiento
nadando en su mirada.
—No enloquecí por mi primera cita o mi primer beso y no fui a mi
graduación. Es muy patético.
Rió y rompió el último contacto de nuestra piel. Mi cara hormigueaba.
—Tampoco fui, pero ahora me arrepiento un poco.
—¿En serio? Sinceramente, yo no. Por lo que me enteré, la pareja de oro de
mi graduación se separó dramáticamente y un chico vomitó encima de uno de los
chaperones. Aparentemente el ponche estaba alcoholizado. —Fruncí los labios ante
el pensamiento del ridículo drama de secundaria mientras la pequeña sonrisa de
Nolan torcía de vuelta su boca hacia arriba—. Hablemos de algo más interesante.
Cuéntame lo que es ser un autor con gran éxito de ventas. Estás viviendo tu sueño.
Se encogió de hombros y puso más distancia entre nosotros, de alguna
37

manera arruinando el momento. —Escribo, me reúno con mi agente y publicista


con frecuencia, escribo un poco más, hago algunas entrevistas y escribo de nuevo.
Página

—No suenas tan emocionado. ¿Qué pasó?


Miró por mi ventana hacia su vieja casa, de repente lejano. —Vivir tu sueño
es maravilloso, pero cuando no tengo a nadie de mi pasado con quien compartirlo,
rápidamente pierde su atractivo. Amo escribir más que nunca, pero mi vida se
encuentra… vacía. Algo falta.
Fruncí el ceño ante sus palabras, sorprendida por el panorama que pintaba.
No solía ser solitario o alguien que no viviera con plenitud su vida. Ahora que
todo fue acorde a sus grandes planes de vida, en verdad no lo entendía. —No
puedo creerlo. Estoy segura de que tienes muchos amigos en Nueva York.
Me miró de nuevo muy serio. —Tengo amigos, tuve muchas novias, pero
nadie sabe de dónde vengo. Creo que ese es mi problema.
Sostuve sus manos entre las mías y las apreté. —No tienes que cortar el
contacto con tu pasado nunca m{s. Espero… espero que no vuelvas a sacarme de
tu vida cuando regreses a Nueva York. —Mi corazón tomó velocidad de nuevo,
golpeando contra mi caja torácica. No podía creer que le dijera algo así.
Entrelazó nuestros dedos, algo que jamás hizo antes. Mi corazón dio una
voltereta en mi pecho. —No cometeré el mismo error. Necesito a mi pequeña
Brooklyn en mi vida. Siempre me has hecho mantener los pies sobre la tierra.
Tiré con suavidad de sus manos. —Ya no soy tan pequeña.
Se encogió de hombros. —Siempre lo serás para mí.
Forcé una sonrisa en mi rostro e hice un gesto hacia el televisor. No era una
noche de viernes, pero en verdad necesitaba alguna película para quitar el dolor y
la decepción que sus palabras crearon en mi interior. Jamás me vería como una
mujer joven. Ese era el gran problema cuando tu mejor amigo es seis años mayor
que tú. Y él era el único capaz de hacer que mi corazón aleteara de esta forma.
Sabía que sería el único capaz de mantenerme interesada a largo plazo, pero eso no
pasaría. Al menos, se hallaba de regreso. Por ahora.
38
Página
Nolan
Vi como sus grandes ojos se agitaron hasta que por fin se cerraron. Un largo
suspiro escapó de sus labios cuando dejó que el sueño la superara. Su cabello con
mechones marrones y rojos envolvía su rostro suave, mostraba la femineidad a lo
largo de los años. Su juventud era obvia, pero había algo en ella que la hacía más
madura de lo que debería ser. Y eso me hacía imposible apartar mi mirada de su
forma profunda de dormir.
Debería sentirme culpable por encontrarme en su cama, por estar con ella de
esta forma teniendo estos pensamientos en mi cabeza; pero la culpa se encontraba
oculta. Solo la confusión y la tristeza se hallaban ahí, desgarrándome.
Me burlé de mis propios pensamientos y me froté los ojos cansados. Sabía
que estar en Riverdale me jodería mucho, pero jamás habría pensado que sería más
que el dolor por no haber visto crecer a la Pequeña B, por no ser parte de su vida.
Era mucho más que eso.
La miré de nuevo y dejé que mis ojos se perdieran a lo largo de su cuerpo,
su cuerpo muy adulto y femenino. Tragué saliva y apreté mi mandíbula hasta que
dolieron mis dientes. Todavía la pasaba mal al pensar en ella y en Mike. En ella o
en cualquier chico para ser honesto. Solo imaginarlos tocándola me hacía querer
vomitar mis tripas. Debería haber estado con un buen tipo, alguien que adorara el
suelo por el que camina, no jodiendo con chicos por ahí solo detrás de ella porque
estaría dispuesta a abrir sus piernas.
Parecía que nada era como pensamos. No mentí cuando dije que ahora era
difícil para mí que tenía todo lo que siempre deseé y más. De alguna forma, el
dejar todo atrás me alcanzó y me golpeó mucho más fuerte ahora que me hallaba
39

de regreso en la vida de la Pequeña B. Ella es mi pasado, ha sido mi motivación


Página

por mucho tiempo, y su convicción, su fe en mí y mi talento me empujaron con


mucha más fuerza para ir tras mis sueños. Pero ahora, solo tenía gente nueva para
compartir mi éxito y nadie que supiera de donde venía, que supiera y hubiera sido
testigo del desastre por el que tuve que pasar para llegar a dónde me encontraba.
Y ahora, me hallaba en la cama de Brooklyn, mirándola como un canalla y
esa pieza perdida casi estaba por fin lista para volver a encajar a donde pertenecía.
Casi.
Sin embargo, una cosa era segura, no cometería el mismo error. ¿Brooklyn y
yo? Esto significaba más que cualquier premio de escritura, contratos y regalías de
autor que jamás recibiré. Era mi pasado y debería ser mi presente y mi futuro. Era
mi mejor amiga incluso a pesar de que nuestra amistad era de todo menos
convencional.
Me moví acercándome a su calor y dejé que mi brazo desnudo la tocara.
Ignoré la piel de gallina en mi cuerpo, la forma en la que mi corazón dio un vuelco
y cerré mis ojos. Debería volver a mi hotel, lo sabía, pero no me importaba un
bledo.
40
Página
Brooklyn
Gemí. El sol me golpeaba directamente en el rostro. Anoche olvidé cerrar las
cortinas. Me moví un poco y me quedé congelada. Mi cabeza no se encontraba
pegada a la almohada como pensé por primera vez, sino a un pecho firme. Una ola
de pánico se apoderó de mí antes de que me relajara. Solo podía ser una persona.
Abrí los ojos y observé dormir a Nolan. Anoche hablamos por un largo
tiempo después de que miráramos a Los Vengadores en la televisión. Es probable
que en algún momento me quedara dormida viendo otra película. El por qué me
encontraba pegada a su cuerpo con mi cabeza en su pecho y mi mano en su
estómago duro mientras uno de sus brazos se hallaba alrededor de mi cadera era
un completo misterio, pero no dormía así de bien tan a menudo.
Su rostro lucía relajado. Sus labios delgados se encontraban ligeramente
abiertos y el pequeño aro en su labio inferior captaba un rayo de sol, haciendo
resplandecer a la plata. Sus cejas gruesas no ocultaban la forma de sus ojos
cerrados. La piel en sus mejillas se encontraba más oscura y anhelaba recorrerla
con mis dedos, o mejor aún, sentir su piel en mi cuello. Su cabello se hallaba por
todos lados, muy sensual en este desorden. Sabía que me encontraba sesgada, pero
a mis ojos él era perfecto.
No sabía cuánto tiempo lo miré dormir, pero cuando abrió sus ojos color
avellana y los posó en mis ojos, me tensé. Con su mano libre, frotó sus ojos
somnolientos por el sueño y sonrió. —Buen día. —Su voz fue un gruñido para mis
oídos, y lo sentí por todas partes.
—Buen día. —Acomodé mi barbilla en su pecho y sin apartar la mirada de
su rostro hermoso. No me movería hasta que me lo pidiera. Necesitaba esta
41

cercanía con él y por primera vez en años me sentía bien al despertarme. No le


Página

temía a este nuevo día. Me sentía feliz. Era tan f{cil…


—¿Por qué me miras de esa forma? —preguntó, y su mano se tensó por un
segundo en mi cadera.
—Por ninguna razón. —Moví mi mano hacia su pecho y, en el camino, sus
abdominales se contrajeron.
Me alejó de forma abrupta, obligándome a sentarme con él. Con la barba
ocultando partes de sus mejillas no me encontraba segura, pero parecía estar
sonrojado. —No deberías tocar a un hombre de esa forma en la mañana —dijo con
voz áspera, ocultando su entrepierna con la mano.
Lo miré boquiabierta por un segundo antes de que me doblara de la risa.
Pero lo que no sabía era que tenía más que ver con mi entusiasmo y vértigo que
con el humor de su situación. Sabía que no solo era yo, pero darme cuenta que
tenía una erección en mi habitación y que tuvo que alejarme cuando mi mano tocó
ligeramente su pecho fue suficiente para hacerme sentir mareada.
—Brooklyn no es gracioso. Joder, es vergonzoso.
Me calmé y tomé algunas respiraciones profundas para obligarme a respirar
de nuevo de forma normal. —Cálmate, Nolan. No va a sorprenderme, ya lo sabes.
—Preferiría que lo hiciera.
—¿Y eso por qué?
—Porque cuando pienso en Mike tocándote, quiero golpearlo hasta hacerlo
papilla. Ese es el por qué. —Sus ojos color avellana se hallaban serios y no
ocultaban nada acerca de su disgusto por mi vida sexual. La vergüenza me
embargó y ya no sabía qué pensar. Antes de que Nolan regresara a mi vida, no me
importaba lo que las otras personas pensaban de mi vida. Ni siquiera me
importaba lo que hacía Mike cuando no me encontraba con él pero por primera
vez consideraba todo.
Jamás fui una estudiante brillante —tal vez porque me parecía imposible
permanecer concentrada por tanto tiempo todos los días— pero tampoco era una
tonta. Era fácil entender por qué vivía de la forma en la que lo hacía y Nolan
siempre fue bueno para leer a las personas.
Me encantaba estar bajo los reflectores, amaba llamar la atención y adoraba
llevar a que un hombre se arrodillara por su deseo hacia mí. Necesitaba todo eso
porque carecía de cualquier atención en casa, así que la busqué en otro lugar. ¿Era
42

una razón lo suficientemente buena para dormir con alguien que ni siquiera me
importaba? No. ¿Eso significaba que tenía problemas con mis padres? Sin duda.
Página

¿Debería sentirme avergonzada? En verdad no, porque no odiaba mi vida y no fue


fácil tener una vida con la que me pudiera sentir en paz. Lidiaba con lo que me
tocó e incluso si Nolan había peleado contra viento y marea, yo no era una
luchadora.
—Si es porque est{s preocupado de que él vaya a hacerme sufrir…
—Ese ni siquiera es el punto —me interrumpió con dureza. Respiraba a
través de su nariz y exhaló—. ¿En verdad conoces a estos chicos? Recuerdo
algunas de las charlas que tuve con ellos en la secundaria y odio pensar en que…
Me levanté y caminé hacia mi tocador. Lo abrí y me di vuelta para ver a
Nolan frunciéndome el ceño. —¿Qué te dijeron de mí hasta ahora?
Palideció un poco, pero recordé que eso pasaba cuando se sentía muy
enojado o a punto de perder los estribos. Su rostro no se enrojecía, en su lugar
palidecía. —Nada que necesites saber.
Caminé los pocos pasos que nos separaban y coloqué mis manos en sus
hombros tensos. —Te dijeron que disfrutaba del sexo, mayormente el sexo duro,
que no tenía muchos tabúes y que no era pegajosa. Las otras chicas… —Le di unas
palmaditas a su hombro izquierdo—. La diferencia con las otras chicas es que en
verdad soy su amiga. No van a difundir ninguna tontería acerca de mí.
Se mordió el labio perforado y negó con su cabeza. —Y ¿no te molesta lo
que dicen?
—Dicen la verdad. No veo por qué debería ofenderme. No es como que
estuvieran describiendo nada gráfico.
Su ceño se pronunció más. Se alejó de mí, evitando mirarme a los ojos. ¿Le
repugnaba? —No deberíamos hablar de sexo.
—Nolan, el sexo es parte de la vida.
Gruñó y caminó hacia mi ventana. —Pero no tenemos que hablar de ello. —
Abrió la ventana—. Cuando un chico habla de sexo, a menudo tiene una imagen en
su cabeza y contigo delante de mí es... no es correcto.
—¿No es correcto? ¿Solo porque no puedes olvidar la mierda de doce años
que era? No te preocupes, Nolan, no te voy a saltar encima —le respondí de forma
mordaz. No debería sorprenderme ni dolerme, pero lo hacía. Ridícula de mí, pero
esperaba que al despertar en los brazos del otro me viera como un hombre ve a
otra mujer por una vez. Solo por esta vez.
—¿Qué? ¿Brooklyn, preferirías que tratara de follarte? ¡Mierda! —Levanta
43

las manos—. Tengo que irme, te veo después.


Página

Me lo quedé mirando mientras salía por la ventana y corría a su camioneta


brillante estacionada a dos casas por la calle. No miró ni una sola vez hacia atrás
antes de alejarse en su auto, y no supe cómo fuimos de estar riéndonos a pelear en
menos de diez minutos después de que abriera sus hermosos ojos y me observara
con esa dulzura que había echado de menos.
Por encima de todo, era difícil ser rechazada por el único hombre que era
importante para mí. Jamás puse todo sobre la mesa, pero sabía que no cambiaría
nada además de traer más incomodidad a esta vieja y renovada amistad. Nos
encontrábamos en un terreno inestable e iba a ser jodidamente duro descubrirnos
el uno al otro de nuevo.
44
Página
Nolan
Me paseé por mi habitación de hotel. Solo me tomó cinco pasos para ir a la
ventana y cinco de regreso para llegar hasta la puerta, caminando alrededor de la
cama. Pero no veía nada en absoluto, nada más que mis pies golpeando el suelo.
Pero lo que sentía era otra cosa. Mi corazón parecía demasiado grande para
mi pecho, mis pulmones se encontraban en llamas, pero lo peor se hallaba en mis
pantalones. Todavía me encontraba duro como la mierda. Dejé la habitación de
Brooklyn hace media hora y continuaba duro. En este punto, no podía ignorar el
hecho de que es algo más allá que una simple erección mañanera, y es por eso que
no podía hacer nada. Demonios, si me masturbaba…
Me detuve justo en el medio de la habitación, delante de la puerta del baño
y maldije en voz baja. Necesitaba que mi polla regresara a la sumisión y solo había
una cosa que faltaba; una ducha fría.
Rápidamente me desvestí, manteniendo mis ojos alejados de mi polla y
caminé hacia la ducha. Tan pronto como el agua helada golpeó mi cabeza y bajó en
cascada por mi espalda, gemí, cerrando los ojos con fuerza.
—No me jodas —murmuré e ignoré el teléfono celular sonando desde mis
pantalones que había dejado en el piso justo afuera del baño. Conocía ese tono de
timbre en particular, un timbre que fue elegido especialmente para esta persona.
Lo que el agua no había enfriado ya, ese tono, esa llamada, terminó el
trabajo.
45
Página
Pequeña B, 9 años
Traducido por Indra
Corregido por Vane hearts

Estaba toda sudada. Odiaba estar enferma. Me dolía tanto la garganta que apenas
podía beber el vaso de agua que mi madre trajo hacía una hora, justo antes de irse con mi
padre. A ellos no les importaba que mi fiebre siguiera alta ni que mi dolor de cabeza fuera
tan doloroso que no podía dormirme. Y estaba tan cansada.
Me acurruqué en mi cama y apreté encender en el control remoto para comenzar La
Bella y la Bestia por tercera vez consecutiva. Amaba esa película de Disney. Y el castillo. Y
la inmensa biblioteca. Y todas las canciones.
Sorbí por la nariz y dejé caer unas cuantas lágrimas. Anna, una niña de la escuela,
había estado enferma la semana pasada y cuando volvió el lunes nos contó cómo sus padres
la cuidaron, acurrucándose con ella en el sofá, poniendo una compresa fría en su frente,
besándola en las mejillas. Mis padres me llevaron al médico, compraron mis medicinas, me
las dieron con un vaso de agua y luego salieron. Era viernes por la noche después de todo.
Mi ventana se abrió y apareció la cabeza de Gran No. Me sonrió y pasó una mano
entre su cabello rapado donde se derretían rápidamente algunos copos de nieve. —Escuché
que estás enferma, Pequeña B. ¿Puedo entrar?
Y de repente mi dolor de garganta, dolor de cabeza y fiebre valieron la pena. Asentí
y aparté mi largo cabello marrón que se pegaba a mi frente sudada. Él trepó hacia adentro y
46

se sentó en mi cama. Dejó una bolsa de papel marrón y centró toda su atención en mí. Llevó
una mano a mi frente. Su palma se sintió helada en mi piel caliente. Suspiré y cerré los ojos.
Página

—¿Quieres que te deje dormir, Pequeña B?


Abrí mis ojos y vi su rostro preocupado. —¿Puedes quedarte un ratito? No quiero
estar sola. Mi mamá y papá se fueron —grazné, y mi voz hizo que se encogiera.
Se inclinó hacia mí y me besó suavemente en la frente. Fue la primera vez que un
chico me besaba en la frente. Me estremecí y sentí más caliente. —Traje algunos DVDs. Me
dijiste que querías ver esa película de Disney, Mulán.
—¿La compraste para mí?
Pasó su mano fría desde mi sien hasta mi mejilla con una sonrisa suave. —Claro.
Sabes que ya no estoy muy interesado en películas de Disney, pero por ti, Pequeña B, lo
haría.
Se levantó, quitó el DVD de la Bella y la Bestia y puso el de Mulán. Caminó de
vuelta a la cama y se acostó a mi lado. Abrió un brazo y me atrajo a su pecho. Podía oír su
corazón latiendo constante y suavemente, mientras el mío latía rápidamente.
—Gracias.
Apretó mis brazos y me acurruqué más cerca. No tenía a mis padres, pero tenía a
Gran No y no lo cambiaría por nada en el mundo. —La noche del viernes que viene yo
escogeré la película. ¿Trato?
Sonreí contra su pecho mientras la película comenzaba. —Trato.
47
Página
Traducido por Alessandra Wilde
Corregido por Helena Blake

Brooklyn
Cuando vives en un pueblo pequeño, pronto te das cuenta que nunca
puedes estar solo y cualquiera sería capaz de encontrarte fácilmente. Sin embargo,
eso era lo único que anhelaba por una vez; estar sola. No quería que la gente de
por aquí me saludara ni intercambiara unas palabras conmigo, pero fue una
tontería de mi parte pensar que eso iba a suceder.
Después de que Nolan se fue de mi dormitorio, me fui a dar un paseo y
terminé en un banco en el parque, absorbiendo los rayos calientes del sol. Mi piel
era cálida y hormigueaba, y tan solo por unos minutos, me pude olvidar de todo y
simplemente disfrutar de la vacuidad de mi mente. Solo un poco.
No había padres ignorándome, tampoco tenía una patética vida amorosa, ni
a Nolan de vuelta en mi vida para confundir mi mente y mis emociones. No había
nada más que el calor del sol, los pájaros cantando en los árboles cercanos y el
débil sonido de los coches que pasaban no muy lejos de donde estaba sentada. Era
relajante.
48

—Por lo menos, algunas cosas no han cambiado.


Página

Abrí los ojos de repente a su voz profunda alterando mi paz temporal. Mi


corazón se fue y con él, el aire en mis pulmones. Nolan se hallaba de pie frente a
mí. Sus dos manos en los bolsillos y sus ojos color avellana fijos en mí. Era igual al
Nolan que recordaba no importaba si era mayor y vestía ropa cara.
—¿A qué te refieres?
Él miró a su alrededor y se sentó a mi lado, con cuidado de no tocarme.
Contuve la ola de palabras apunto de liberarse de mis labios sellados. Sería inútil
señalar que hace seis años se sentaba cerca de mí con su gran brazo envolviendo
mis hombros.
—Solías venir aquí con tu bicicleta después de la escuela cuando algo te
molestaba. —Era extraño tenerlo aquí hoy y que todavía supiera esas cosas sobre
mí. Aparté una abeja de mi cara y suspiré—. Me encantaría saber lo que piensas,
Brooklyn. Tienes ese profundo ceño en la cara.
Me reí, pero sonó mal y lo sentí tensarse a mi lado. Su hombro chocó contra
el mío y solo ese pequeño toque, muy inocente, me robó el aliento. Y entonces,
procedente del dolor y la angustia que sentí hace tantos años, la ira se apoderó de
mí.
—Deberías perderte, Nolan. Nos engañamos anoche. Ya no somos amigos,
no tienes derecho a juzgarme o a mi vida, y no estoy segura de querer ponerme al
día contigo, no después de la forma en que te fuiste.
Él gruñó y se mordió el aro en su labio, volviendo su piel blanca en un rojo
furioso. —¿Qué quieres que haga para solucionar este problema? ¡Maldita sea! Sé
que la cagué, Pequeña B, pero tenía dieciocho años. Mi vida era un desastre, odiaba
a mi madre y todo en lo que podía pensar era en ser libre de todo esto. El único
inconveniente eras tú, pero sabía que serías lo suficientemente fuerte como para
reemplazarme. Dime que lo entiendes. Ayer por la noche fue genial, ¿no?
No podía apartar la mirada de su rostro. Él no era el tipo de chico, de
hombre, que se abría con la gente, pero conmigo siempre fue diferente. Ahora, sus
ojos color avellana brillaban, inflexibles y suplicantes, rogándome que lo aceptara.
El aro en su labio saltaba dentro y fuera de su boca, e incluso a través de mi
irritación, la lujuria hizo una aparición para joder un poco más con mis emociones
desordenadas. —Entiendo tus razones para irte. Ese ni siquiera es el punto. —
Suspiré y aparté la mirada, sin ver realmente a la niña corriendo alrededor de su
madre, que estaba en el teléfono riendo. Todo lo que podía sentir era a ese hombre
49

que había sido mi mundo una vez. Durante los últimos cinco años más o menos,
siempre sentí que tenía cierto control sobre mi vida, pero esta cosa con Nolan me
Página

hacía sentir como la niña de doce años que dejó atrás—. No tienes ni idea de lo que
sentí cuando leí tu carta. No tienes ni una jodida idea.
Tomé una respiración profunda para calmarme. Mis pulmones ardían, al
igual que yo. Quería gritar, vociferar e incluso abofetearlo, pero era solo mi dolor
manifestándose.
—Dime. —Puso una mano vacilante en mi hombro y me estremecí. Incluso
mi cuerpo me traicionó. Jodidamente perfecto.
—No quieres saber, Nolan. Todo está en el pasado.
—No está en el pasado, si se interpone entre nosotros y una nueva amistad.
Háblame, Pequeña B.
Me mordí la lengua y parpadeé para alejar las lágrimas que se aproximaban
rápidamente al oírlo decir mi apodo. Nunca había estado tan emocional antes de
que regresara. Era un lío de emociones y odiaba sentirme tan débil, sentir mucho a
la vez. —Creo que eres el único que no sabe que te amaba en ese entonces. —Miré
su cara. Él abrió la boca para decir algo, pero las palabras no salieron. Sacudió la
cabeza y sus ojos color avellana me penetraron—. Sabía que nada podría suceder,
pero estaba enamorada y cuando leí tu carta fue como si mi mundo muriera o algo
así. No tenía a nadie que se preocupara más por mí, no había noches de cine a las
que esperar con ansias, nadie con quien hablar si algo andaba mal. Mi corazón se
rompió por primera vez. La única vez, de verdad. Y luego, golpeé mi ventana. —
Volteé mi palma izquierda hacia arriba. Sus ojos se perdieron en un camino sobre
mi piel antes de que sus dedos rozaran la intrincada cicatriz ahora más blanca que
rosa.
—¿Tú te hiciste esto?
Me encogí de hombros y me alejé. Ese día fue el peor de mi vida y me quedé
con una marca en mí misma para recordarlo. Seguí la cicatriz con mi dedo y
bloqueé las emociones agitándose en mí. Mi corazón ya latía con la suficiente
rapidez. ¿Quién hubiera pensado que sería tan difícil decirle a un chico que había
estado enamorada de él cuando era una niña?
—Estaba enojada y herida, Nolan. No supe lo que hacía hasta que fue
demasiado tarde.
Una brisa tímida trajo el pelo enmarañado a sus ojos color avellana y él no lo
apartó. Dio la bienvenida a la oportunidad de ocultar su mirada que mantenía un
fuego de remordimientos que quise extinguir. El remordimiento era inútil. Estaba
en el pasado y era hora de que lidiara con ello. El verlo después de tantos años me
50

abrió los ojos en cierta manera.


Página

—¿Qué pasó después? —preguntó, con voz baja y un poco estrangulada.


Suspiré y me encogí de hombros con desdén. —No recuerdo mucho. Mis
padres me llevaron al hospital y me dieron puntos de sutura.
Sacudió la cabeza y se pasó una mano por el cabello, empujando algunos
mechones que terminaron hacia arriba, en la parte superior de la cabeza. Le hacía
parecer más joven, incluso si la luz en sus ojos y la forma en que se mantenía
gritaban que era mayor. —Eso no fue lo que quise decir. —Puso una mano en mi
antebrazo y apretó con suavidad—. ¿Cómo fue tu vida? No me dejes fuera, por
favor.
—¿Por qué? —Mantuve mis ojos fijos en los suyos. No retrocedería, no
escaparía de su escrutinio. Nunca lo hice y no empezaría ahora—. No creo...
—Deja esta mierda ahora —espetó. Su agarre se apretó en mí antes de que
se apartara y pusiera un poco más de espacio entre nosotros en el banquillo. Sus
ojos se estrecharon en mí—. No quiero jugar al gato y al ratón contigo. No somos
niños y no podemos ignorar el pasado. No quiero pasar mi tiempo persiguiéndote
y sabemos que no soy del tipo paciente. Nunca perseguí a nadie y no voy a
empezar ahora, así que cede un poco y aparenta que deseas pasar algún tiempo
conmigo mientras estoy aquí.
—Y cuando hayas terminado aquí podrás volver a tu fantástica vida en
Nueva York sin mirar hacia atrás, ¿verdad? —Crucé los brazos sobre mi pecho.
Traté de calmar mi respiración, pero fue en vano. ¡Era exasperante!
—No cometeré el mismo error dos veces.
Solté un bufido. Increíble. —¡Eres tan egocéntrico! No recuerdo que fueras
de esa manera. —Mi voz fue más suave y lo sentí. Me ablandaba. Quería creer que
podía tenerlo de vuelta en mi vida, aunque fuera solo por un par de llamadas
telefónicas al año. Sería mucho más de lo que alguna vez pensé que podría tener.
Él me sonrió y se rió entre dientes. —Eras demasiado joven. Traté de
protegerte de mi lado idiota.
Nos quedamos en silencio, mirándonos el uno al otro. No sé lo que veía en
mí o lo que pensaba, pero yo trataba de asociarlo con el recuerdo que tenía de él y
me di cuenta de que no le hacía justicia. O tal vez él cambió más de lo que pensé.
Antes de que pudiera decir otra palabra, su teléfono sonó. Meneé la cabeza
cuando reconocí la canción. Era una canción de Katy Perry. Se encogió y se sonrojó
un poco. —Yo no puse esto en mi teléfono.
Arqueé una ceja, pero no dije nada. Él respondió su nuevo iPhone con el
51

ceño fruncido. —Hola, Lena.


Página

No pude oír nada pero quería hacerlo. ¿Quién era esa Lena? ¿Su novia?
Ante ese pensamiento, un nudo se retorció en mi vientre. No podía tener una novia
seria. Yo era joven, pero recordaba que nunca estuvo muy interesado en las chicas
que veía casualmente. O con las que follaba.
—No lo sé todavía. Voy a ver a mi madre hoy. —Escuchó lo que Lena decía
y mantuvo los ojos frente a él, sin mirarme. Eso fue extraño—. No te pido que lo
entiendas. —Tiró del cuello de su camiseta verde—. Escucha... No, escucha, tengo
que irme, pero te llamaré más tarde. Sé que te molesta, pero es algo que tengo que
hacer y me quedaré el tiempo necesario. No es como que no puedo escribir donde
quiera. —Con la mano libre se masajeó la sien y respiró hondo, pero se cuidó de no
soltar el teléfono. Al parecer, no quería que Lena supiera que se hartó de ella—. Sí,
adiós. Yo también. —Colgó y puso su teléfono en el bolsillo de sus pantalones
vaqueros, sin mirarme una sola vez o romper el silencio.
—¿No vas a decirme quien es esa Lena? —le pregunté, reuniendo mi mejor
voz desinteresada.
Me miró, pero no pude descifrar su mirada. —Es mi novia.
Asentí, pero me era difícil mantener la compostura. No me sentía bien. Me
sentía... celosa. Sí, supuse que eran celos, porque el dolor mezclado con rabia solo
podía ser eso. También significaba que mi enamoramiento ridículo por Nolan no se
hallaba exactamente terminado. Después de seis jodidos años todavía lo quería,
pero ahora era diferente. Todavía había una brecha de seis años en edad, todavía
vivíamos de maneras muy diferentes, pero esta vez era tanto una mujer como él
era un hombre y ya no era una niña inocente. Pero aun así, nada podría suceder y
aunque lo sabía en mi cabeza, mi corazón tenía que ponerse a al día, y rápido.
—¡Guau! Nolan Bell tiene una novia. ¿Quién hubiera pensado que este día
llegaría? —le dije en broma, tratando de ignorar con todas mis fuerzas el dolor que
me causaba esa maldita palabra.
Él se rió entre dientes y mordió su aro. —Lo sé. Soy un adulto ahora.
—¿Cuánto tiempo has estado con ella? —Debía tener un deseo de muerte o
ser masoquista. No había otra razón para profundizar en esta charla.
—Siete meses. La conocí una vez en la oficina de mi editor. Ella hacía una
pasantía allí. —Seguía mordiendo el aro en sus labios. No le gustaba esta charla
tampoco.
—¿Ella sabe de mí o de tu madre?
—No sabe que mi mamá era una drogadicta, pero sí que está enferma. —
52

Volvió la cabeza hacia mí—. Pero nunca le he dicho a nadie acerca de ti aparte de
Página

mi editor, que ahora es uno de mis amigos más cercanos.


—Soy como un secretito sucio sin la parte sucia —murmuré y me levanté,
lista para volver a casa a cambiarme antes de mi turno de noche. Quería tomar una
siesta y descansar de todo esto. Era demasiado emotivo para mí.
Me agarró la mano, la que tenía la cicatriz, para detenerme. Se puso de pie
también y su ceño se profundizó. —Nunca le hablé de ti, porque me dolía cada vez
que hablaba de ti. ¿Quieres la verdad? —Su voz era cada vez más fuerte, sus
palabras volaban más rápido de su boca, la misma que no podía dejar de mirar—
. Siempre que hablaba acerca de ti con mi editor, terminaba borracho y loco. Por
eso nunca hablo de ti. Me duele. Dejarte me dolió demasiado porque eres un
pedazo de mí.
No debería tomar esto como una declaración de amor porque no lo era. En
todo caso se trataba de una declaración de amistad. Me decía que me consideraba
como de la familia y eso me conmovió profundamente, pero también destruyó
todos los sueños que pensé habían muerto hace seis años. Uno de estos sueños era
acerca de él, de él y de mí.
—Entonces mantente en contacto. Es tu última oportunidad, Nolan. No
quiero sentirme dolida de esa forma nunca más. Tengo suficiente en mi plato.
Soltó mi mano y ya sentía la pérdida de su mano, su calor. Tomó su teléfono
y me lo dio. —Pon tu número de celular y nunca te dejaré de nuevo.
Asentí y rápidamente guardé mi número. Ya, una astilla de esperanza tuvo
lugar en mi corazón y me odiaba a mí misma por ello. No estaba tan saturada que
no tenía esperanza alguna, pero sabía que no había razón para exponer mi
corazón, y tenía miedo de que con Nolan fuera uno de esos casos.
—¿Y ahora qué? —pregunté. Sonaba muy similar a la niña que dejó atrás, la
que siempre lo buscaba por consejos para todo. Algunas cosas nunca cambiaban.
—Ven conmigo a ver a mi madre.
Decir que eso me sorprendió era un eufemismo. Me aparté el pelo y traté de
idear algo para salir de esto, pero nada me vino a la mente, no cuando me
suplicaba con la mirada, no después de ver la punta de su lengua humedeciendo
sus labios. Sin saberlo, me ganaba cada vez más. Sabía lo mucho que odiaba a su
madre. Lo había lastimado mucho y decir que tenía una adicción no era excusa, no
cuando se suponía que debía cuidar de su propio hijo. —¿Por qué?
—No quiero verla.
—No vayas, entonces. No le debes nada, Nolan.
53

—Una vez me dijiste que ella seguía siendo mi madre.


Página

—Era una niña y recuerdo lo que me contestaste.


—No vas a venir conmigo —respondió y sus hombros se encorvaron.
Suspiré y sacudí la cabeza. No podía negarle nada. Eso apestaba en
proporciones épicas. —Muy bien, cállate y vámonos antes de que cambie de
opinión.
Justo cuando empezaba a caminar hacia la salida del parque, se inclinó hacia
mí y me besó en la sien. El aro en su labio era sorprendentemente cálido, pero la
suavidad o sus labios me afectaron. Eso y el hecho de que las mariposas se agitaron
en mi vientre. Otra vez.
54
Página
Nolan
Caminar con mi Pequeña B de nuevo hacia mi coche era algo extrañamente
familiar y sin embargo algo que nunca pensé que experimentaría de nuevo. En ese
mismo momento, y a pesar de que me sentía apunto de vomitar por saber a quién
estaba a punto de enfrentar, también sabía que era un bastardo con suerte. Dejé a
esta chica cuando sabía que me necesitaba y en lugar de mandarme a la mierda, me
dejó entrar poco a poco de nuevo. No merecía esto, pero no le daría la espalda de
nuevo. No podía. Había algo en ella que me hacía imposible dejarla ir. No
importaba qué, realmente era una parte de mí, la mejor.
En mi bolsillo, vibró mi teléfono. Era un mensaje de texto y no tenía
necesidad de comprobar quién era. Lena. No sabía por qué le escondí el hecho de
que tenía una novia a Pequeña B y los otros. Lena y yo éramos sólidos, de verdad.
Ella era una buena chica y del tipo de chica para siempre. De cierto modo, que mi
vida con ella choque con mi pasado en Riverdale me hizo temblar. Pero si quería a
Brooklyn de nuevo en mi vida, no tenía elección y ambos lados de mí necesitaban
encontrar una forma de mezclarse.
Pero no me perdí la rigidez en ella cuando le contesté la llamada o cuando le
hablé de Lena. Lo peor fue que una inyección de adrenalina corrió por mis venas
cuando vi un destello de algo en sus ojos. Es jodido, y sin embargo, han pasado
años desde que me sentí tan vivo, tan en sintonía conmigo mismo. No jugaba a ser
el buen novio, el autor exitoso, el hombre sin pasado traumático real. Era el yo,
jodido, herido y lleno de fallas que pensé desaparecido en los últimos años.
—Sabes —dijo en voz baja Brooklyn, rompiendo el silencio cómodo entre
nosotros—. Creo que Lena es una chica con suerte de tenerte. Estoy feliz por ti.
55

Fingí una sonrisa, y empujé el botón de apertura de la llave del coche, sin
Página

saber lo que me hicieron sus palabras. Era un volcán a punto de estallar y lo que
saldría no sería lava, sino las emociones desatadas y me asustaba enfrentarlas.
—Y estoy feliz por ti si quieres estar con Mike y si él te trata bien. —Las
palabras quemaron mi boca dolorosamente. Eduqué mi rostro para no mostrar la
amargura y el odio que sentía.
Se rió y abrió la puerta del pasajero, pero justo antes de subir, me miró por
encima del hombro, una sonrisita descarada en sus labios carnosos. —Mentiroso.
Y cuando se subió en mi camioneta, mis ojos se posaron en su culo en forma
de corazón y por supuesto, mi polla decidió saludar. Mierda.
56
Página
Pequeña B, 10 años
Traducido por MaJo Villa
Corregido por Vane hearts

Habían pasado meses desde que conocí a Gran No, y nunca me invitó a su casa. Una
vez, me dijo que su madre no se sentía bien y que era mejor que me mantuviera alejada,
pero no me encontraba segura de qué quería decir con eso. Sabía que jamás me invitaría a ir
a su casa, pero quería ir. Deseaba ver su habitación de niño grande y compararla con la
habitación del hermano mayor de Clara. La suya tenía mujeres casi desnudas en sus paredes
y el olor era horrible. Estaba segura de que la de Gran No era diferente. Y quería mostrarle
mi calificación de inglés. Obtuve una A y fue porque él me ayudó. Tenía que decirle gracias.
Con mi prueba en la mano y mi casco bajo el brazo, golpeé la puerta principal. No
hubo respuesta pero sabía que él se encontraba en casa. Podía escuchar la música saliendo
de su habitación. Mordí mi labio y miré hacia atrás a mi casa. Mis padres no se encontraban
allí y no quería estar sola. Golpeé de nuevo y esta vez alguien abrió la puerta.
Mi sonrisa se desvaneció cuando vi a la mujer cernirse sobre mí con un cigarrillo
casi terminado. El olor desagradable hizo que mis pulmones quemaran y tosí dos veces. Su
cabello castaño claro era un desastre alrededor de su rostro muy delgado y anguloso. Pero
fueron sus ojos los que me asustaron. Eran rojos, lucían hinchados y brillaban con una luz
extraña. Pero no era por llanto, su nariz no se hallaba roja como la mía cuando yo lloraba.
Su camiseta era demasiado grande en su cuerpo también flaco, y mis ojos se detuvieron en
el interior de su codo. Allí había marcas, azules y rojas cerca de sus venas muy verdes
57

azuladas. Eso no se veía bien. Tragué saliva y empecé a temblar. ¿Quién era ella?
Página

—¿Quién eres? —me preguntó en torno a su cigarrillo. Algo de ceniza cayó cerca
de sus pies descalzos.
—No… ¿Nolan está aquí? —tartamudeé lentamente. No podía apartar la mirada de
sus ojos fríos.
Resopló y se alejó, chocando una vez con la pared antes de desaparecer en la cocina.
Todavía me encontraba en la puerta y no estaba segura de si debía entrar o no. Apreté mi
agarre en mi prueba y en mi casco, y entré. La casa había sido hecho igual que la mía, pero
aquí todas las cortinas se encontraban cerradas. Era tan oscuro que casi perdí el rumbo;
estaba al revés en comparación con mi casa, para encontrar la habitación de Gran No. La
puerta se hallaba cerrada, pero cuando escuché algo caer y maldiciones en voz alta viniendo
de la cocina, no dudé. Gimoteé y abrí la puerta.
Gran No leía en su cama y cuando me vio allí, apagó su música y corrió hacia mí.
Me metió en su habitación y cerró la puerta detrás de mí. Sus ojos hermosos me revisaron
de la cabeza hasta los pies y me abrazó. —¿Qué haces aquí? Te dije que no vinieras,
Pequeña B —dijo en mi oído.
Lo abracé en respuesta con mi casco y mi prueba todavía en mis manos. Fui torpe,
pero ahora me sentía mejor. —Quería mostrarte mi prueba de inglés y decirte gracias.
Se alejó y forzó una sonrisa. Sabía que no era su sonrisa verdadera porque ésta no
me hizo sentir algo divertido en mi pecho. —¿Qué te dijo ella? Puedes decírmelo.
Negué con la cabeza. —Nada, pero ella no está bien. Creo, creo que se cayó en la
cocina pero…
Antes de que terminara mi oración, él salió corriendo. Coloqué mi prueba y mi casco
en su cama y salí, siguiendo el sonido de su voz. —¿No puedes hacer ni un jodido esfuerzo?
¡Hay una niña pequeña en la casa, demonios!
Cuando la cocina quedó a la vista, brevemente cerré los ojos. La mujer sacó de su
brazo una jeringa. Odiaba las jeringas. Lentamente parpadeó varias veces, muy despacio e
intentó hablar pero nada salió de su boca.
—¿Gran No? —lo llamé en un susurro. Me encontraba pegada a la pared de color
crema, congelada.
Se dio la vuelta y el dolor que vi en su rostro me dolió. Odiaba verlo triste. —Ve a
mi habitación, Pequeña B. Regresaré, no te preocupes.
Cuando no me moví, me pidió que me fuera de nuevo y finalmente escuché. Corrí a
su habitación y oí cada uno de los sonidos en la casa. No podía ver lo que hacía, pero me
encontraba segura de que él ayudó a su mamá a llegar a su habitación. Me senté en su cama
y un par de minutos después entró, con el fantasma de una sonrisa en su rostro. Intentaba
58

ser el Gran No fuerte que conocía, pero estaba triste.


Página

Se sentó a mi lado y me tomó en sus brazos. Colocó su barbilla en la cima de mi


cabeza y escuché su corazón latiendo rápido, tan rápido como el mío. —Jamás debiste haber
visto eso. Lo siento.
Agarré su gran brazo. —Ella es tu madre y se encuentra enferma. Está bien.
Me abrazó con más fuerza y suspiró. —Pequeña B, nada está bien. Es mi madre y
eso es lo que me duele más.
Traducido por Indra
Corregido por Vane hearts

Brooklyn
—¿Estás seguro de que quieres verla? —le pregunté cuando se volvió obvio
que no dejaría la comodidad de su auto en el corto plazo. Estábamos estacionados
frente al nuevo edificio, el mismo al que me gustaría mudarme lo más pronto
posible.
Había tres edificios de dos pisos de apariencia muy moderna con paredes
blancas y, puertas y pasamanos gris oscuro. Estos edificios habían sido construidos
hace dos años para personas que no tenían un montón de dinero. No había mucho
que decir sobre los apartamentos de una sola habitación, pero por lo menos no se
hallaban en la parte mala de la ciudad y por eso quería tanto vivir ahí.
Nolan negó con la cabeza y cerró los ojos. Sus cejas se juntaron como si
estuviera sufriendo. Pero no era solo una ilusión. Yo sabía que él estaba sufriendo.
Apreté su mano en el volante e ignoré la punzada que sentía cada vez que nuestra
piel se tocaba.
A pesar de su dolor, sonrió, abriendo los ojos color avellana para mirarme.
59

Con su rostro relajado, como lo estuvo alguna vez. Pasó la mano por el vello en su
Página

barbilla y rió sin humor. —Tengo veinticuatro y de todas maneras en este


momento me siento como de cinco.
—Sabías que no iba a ser fácil, pero volviste cuando te lo pidió. Quizá
también necesitas este cierre.
Su mirada no vaciló y la intensidad en ella me hizo estremecer. No sabía qué
era lo que veía en mí, pero mi cuerpo reaccionó ante su mirada. Tuve que luchar
contra la necesidad de retorcerme en mi asiento.
—Creo que volví porque necesitaba verte. Mi madre fue solo una excusa —
murmuró tristemente antes de tomar una respiración profunda y salir del auto.
Parpadeé unas cuantas veces. Mi corazón martilleaba dolorosamente en mi
pecho. Ningún chico debía decir algo así a una chica que solía estar perdidamente
enamorada de dicho chico, a una chica que seguía afectada por él. Tomé la manilla
de la puerta y empujé.
Nolan se hallaba parado en mi lado, su atención puesta en el edificio frente
a nosotros. Su madre estaba ahí, en uno de esos pequeños apartamentos y se estaba
muriendo. No sabía qué hacer con esto. Por un lado, vi como ella lo lastimó y la
odiaba por eso, pero por otro lado... ¡Se estaba jodidamente muriendo! No merecía
esto incluso si yo quería pensar que era la recompensa por su estilo de vida. Era
una mujer débil, alguien que estuvo en una relación de mierda y había estado
demasiado perdida para ser una madre. No era realmente cruel, o por lo menos
eso es lo que esperaba por el bien de Nolan.
—Estamos aquí ahora, Nolan. Subamos —dije, rompiendo el silencio. Tomé
su codo y lo llevé a las escaleras. Él me detuvo antes de que pusiera un pie en el
primer escalón.
—Vive en la planta baja. Aparentemente, ya no puede subir escaleras. Se
mudó hace un par de meses. —Su voz era apagada, pero por lo menos ahora
caminaba en la dirección correcta.
A pesar de ser un momento jodidamente cargado para Nolan, no pude
evitar estar horrorosamente consciente de mi mano envuelta alrededor de su codo,
tocando con mis dedos el lado exterior de su músculo. Era una persona horrenda.
¿Quién en su sano juicio estaría concentrado en eso cuando estaba a punto de ver a
una mujer muriendo?
Se detuvo frente a una puerta con una placa señalando que era el 1C.
Asintió para sí mismo, probablemente convenciéndose de tocar, sin suerte. Apreté
60

su brazo y con mi mano libre toqué fuertemente la puerta. El dolor en mis nudillos
Página

por el metal fue atroz, pero no dije nada.


Antes de que pudiera mirarlo, la puerta se abrió con su madre. Edna Bell.
Pero no se veía como la Edna Bell que yo recordaba. Habían sido un par de años
desde que la vi alrededor del pueblo, pero aun así, alguien no podía cambiar tanto.
Era obvio que el cáncer se cobraba su cuota con ella.
Los ojos de la mujer no estaban fijos hacia arriba como solían estarlo cuando
se encontraba bajo la influencia de su substancia de elección, pero se veían extintos.
Me dio escalofríos. Su vestido verde colgaba de su cuerpo flaco y me asustó que se
pudiera romper con la más ligera brisa. Se veía así de frágil. Incluso los huesos de
sus hombros se asomaban a través de la ligera tela. Ya no tenía cabello, pero estaba
oculto por un bonito pañuelo que tenía un patrón verde y blanco. Su rostro pálido,
demacrado, lucía estirado y seco, pero sus delgados labios sin color formaron
lentamente una sonrisa cuando se dio cuenta de quien estaba frente a ella.
Nolan no se movió, pero tomó mi mano cuando se abrió la puerta. Sus
largos dedos envueltos alrededor de mi delgada mano apretaban y apretaban más
mientras pasaban los segundos. Choqué mi hombro contra el suyo para sacudirlo
de su estupor, pero no resultó. Se mordía el anillo de su labio, con su cuerpo tenso
y su ceño más fruncido que antes, pero eso era todo.
—Hola, señora Bell —dije, respirando en silencio otra vez. Mi voz sonó
ruidosa en el callado corredor. Yo no debería incluso estar ahí en ese momento.
Debería ser algo de madre/hijo y no un momento madre/hijo/amiga.
Sus ojos abandonaron a su hijo y su sonrisa se desplomó un poco. Cruzó los
delgados brazos sobre su pecho y yo le agradecí en silencio por usar algo con
mangas largas. No quería ver más de su cuerpo enflaquecido. —Hola, Brooklyn.
No sabía que ustedes dos se habían mantenido en contacto. —Su voz temblaba,
pero no podría saber si era por la emoción o por su salud.
—No fue así, pero es una larga historia. Quizá tendríamos que entrar, usted
no debería tomar aire frío. —Nunca había sido tan amable con ella, nunca.
Las cejas de Nolan se levantaron. Solo necesité un vistazo a sus ojos para
saber que pensaba lo mismo. La señora Bell se disculpó y nos guió a su pequeña
sala de estar donde el sofá, el sillón, la mesita de café y el mueble con la televisión
encima llenaban todo el espacio. Sobre la mesa de café había una taza con un poco
de té aún caliente. El olor me dio nauseas, pero no dije nada mientras me sentaba
en el sofá con Nolan. El seguía sujetando mi mano y no estaba lista para alejarme.
—Lamento el olor, pero este té ayuda con las náuseas —dijo mientras se
terminaba rápidamente el té.
61

El silencio cayó de nuevo y se volvió más incómodo. En el transcurso hacia


Página

acá nunca pensé que sería así. Imaginé a la señora Bell emocionada por ver a
Nolan, imaginé a él siendo un desastre de emociones y no este chico extrañamente
controlado. Imaginé llanto y gritos, pero en cambio teníamos silencio. Era como la
incomodidad de mi propia casa. Mis padres y yo apenas hablábamos, y cuando lo
hacíamos era sobre el clima, literalmente, y más a menudo veríamos a cualquier
lado menos uno al otro.
Choqué con mi hombro el de Nolan y lo miré fijamente mientras su madre
observaba su taza vacía en su regazo. Se veía tan pequeña y un poco patética para
ser honesta, tan horrible como pudiera sonar. Él agitó la cabeza hacia mí, pero
cuando traté de jalar mi mano, apretó su agarre y volteó a ver a su madre. La
forma en la que la miraba fijamente cambió de precavida a llena de dolor en un
parpadeo. Fue inquietante y me afectó. Era la misma mirada que le recordaba de
hacía años cuando pasaba tiempo conmigo. Era torturada y no podía ni siquiera
imaginar lo que había tenido que pasar y nunca me dijo. Yo había sido demasiado
joven en ese tiempo.
—¿Querías verme? —le preguntó lentamente, su voz más profunda de lo
usual. ¿Era por cómo se estaba sintiendo? ¿Era porque había estado callado por los
últimos minutos? No sabía y no me importaba porque fue su tono de voz lo que
me dolió. Se le notaba el miedo. Estaba asustado de ser herido otra vez, y eso
despertaba algo en mí. Quería protegerlo de todo, justo como hizo él cuando yo era
niña.
—Sí, yo... —La señora Bell suspiró y puso su taza en la mesita de café,
encogiéndose cuando se movió—. Me alegra que hayas vuelto.
—No sé por qué lo hice —respondió rápidamente. Tiró de su aro labial con
los dientes. El sonidito de la plata chocando contra sus dientes era muy rítmico,
justo como un rápido latido.
—Quizás es porque necesitas escucharme decir que lo siento.
Soltó mi mano e inmediatamente sentí su pérdida, la pérdida de su calor. Se
inclinó hacia adelante, sus codos sobre sus rodillas y sus ojos nunca dejando los de
su madre. Nunca lo había visto así. —Eso no cambiaría una maldita cosa.
Ella asintió y mordió un poco su labio inferior, exactamente de la misma
forma en que Nolan siempre lo hacía con su aro labial. Nunca antes había visto las
similitudes entre ellos, pero en ese momento exacto podía verlas. —Tienes razón.
Debería haber hecho algo antes y no tienes idea de cuánto lo lamento, Nolan.
Él alzó una mano y se levantó, sacudiendo sus músculos abultados. —Todo
eso es basura. Estás muriendo y quieres irte en paz. Pues felicitaciones. Estoy de
62

vuelta, me viste y ahora me voy. Vámonos, Brooklyn.


Página

—Nolan... —empecé, observando el rostro de su madre desmoronarse en


tanto trataba de mantener sus lágrimas a raya. No podíamos dejarla cuando estaba
tan perturbada. ¿Y si algo le sucedía?
—Lo que sea —me interrumpió y salió hecho una furia antes de que pudiera
decir nada más, dejándome sola con su madre.
Nolan
Un borrón. Todo a mi alrededor era un borrón. Pero en mi interior, diablos,
en mi interior era otra historia diferente.
Mi respiración era irregular, lo único que podía oír a través del zumbido de
mis oídos. Mis miembros temblaban mientras golpeaba el suelo volviendo a mi
auto. Apreté mis dedos alrededor de la llave y agradecí el dolor. Era leve, solo un
pequeño pinchazo en mi palma, pero suficiente para ayudarme a concentrarme en
algo más que el infierno que me quemaba por dentro.
¿En qué mundo pensé alguna vez que sería buena idea visitarla? Ella solo
había traído dolor a mi vida, incluso cuando era solo un niño pequeño incapaz de
valerme por mí mismo. Lo único que le importaba había sido su siguiente dosis. Y
ahora, ahora que tocaba la puerta de la muerte, trataba de enmendar las cosas.
Pero era jodidamente tarde. Demasiado tarde.
Subí a mi auto y trate de tomar aliento mientras encendía el auto. Todavía
temblaba violentamente, pero en ese momento no podía decir si era de rabia o todo
ese dolor que pensé había superado hacía tantos años. Era como el resto, lo guardé
lejos, pero nunca se fue y ahora volvía por venganza.
Todas las veces que tuve que levantarla del piso porque estaba demasiado
drogada, todas las veces que tuve que conseguir más dinero para pagarle a sus
vendedores antes de que vinieran por nosotros, todas las veces que tuve que
mentirle a mis profesor cuando querían verla, todas las veces que solo quería un
jodido padre que estuviera ahí para mí me inundó de repente. Y me golpeó duro.
Muy duro.
Apreté mi mandíbula y alejé las lágrimas que no quería derramar por esa
63

mujer, mientras apretaba a fondo el pedal y aceleraba. Solo verla por unos cuantos
Página

minutos derrumbó mi fachada exterior duramente adquirida, bien practicada,


madura y estable. Ahora, solo quedaba el hombre dañado que era al crecer.
Y para añadírsele a todo, Brooklyn se puso de su lado. No del mío. No
podía creer que la apariencia enferma de mi madre la engañara. ¡La escogió a ella!
Mi ceño se frunció más y alejé el apretado sentimiento que surgió en mi pecho al
pensarlo. La necesitaba, pero ella se había quedado. Hace seis años nunca hubiera
hecho eso. Nunca.
Brooklyn
Cuando el sonido de su auto alejándose rápidamente se desvaneció, me giré
hacia su madre. Lloraba silenciosamente.
—Él entrará en razón —le aseguré con una sonrisa forzada.
Sacudió la cabeza y secó su rostro con manos temblorosas. —Es probable
que contigo, pero no conmigo. Le hice mucho daño.
—Lo sé, pero tiene un buen corazón. No podrá mantenerse enojado y sabe
que las segundas oportunidades son importantes.
—Ni siquiera estoy pidiendo una segunda oportunidad —dijo. Tomó el
gran suéter negro del sillón y se lo puso. Hacía calor ese día y no sabía cómo ella
podía estarse congelando. ¿Era un efecto secundario del tratamiento?—. Es muy
tarde para una segunda oportunidad y no hice nada para merecerla. Lo descuidé y
lo hice pasar por demasiado desde que cumplió seis.
—¿Entonces por qué lo contactaste?
Sus ojos se clavaron en mí, congelándome. Determinación como nunca vi
brotaba de ella. —Quería darle la oportunidad de seguir adelante al fin. No quiero
que tenga ningún arrepentimiento o pregunta después de que yo muera. Eso lo
carcomería y no quiero esa clase de vida para él. Es brillante, hermoso, exitoso y
solía ser un niño increíble. Estoy segura de que ahora es un hombre increíble.
De repente era difícil tragar. Esa era la cosa más desinteresada que había
oído; palabras reales y sinceras, y nunca pensé que oiría algo como eso viniendo de
ella. Pasé años despreciándola por lo que le hizo a Nolan, pero ahora podía ver la
mujer que la droga se robó.
64

Me levanté y forcé una sonrisa en mi rostro mientras mi dolor y los


Página

problemas salían a la superficie al pensar que incluso una drogadicta podía


mostrar un instinto maternal cuando mi propia madre nunca y probablemente
jamás lo haría. —Haré que vuelva.
—¿Por qué harías eso si nunca mantuviste contacto con Nolan? —preguntó.
—Significa demasiado para mí como para darle la espalda y continuar mi
vida sin él. Fue mi mejor amigo y familia por años antes de que se fuera. No puedo
olvidar eso. No quiero que siga sufriendo debido a su pasado.
Ella no podía levantarse, pero al mirarme sentí como si se estuviera
elevando sobre mí. Podía ver a través de mí, entendió lo que yo no decía en voz
alta. Siempre lo he amado.
—Tiene suerte de tener tu amor, cariño. Espero que no lo malgaste debido a
mí y a su padre.
Me encogí y caminé hacia la puerta. Con mi espalda hacia ella, dije—: No
importa. Él no me ve de esa manera. Tiene una novia en Nueva York.
—Vive sin arrepentimientos, Brooklyn. Ese es el mejor consejo que te podría
dar alguna vez.
Justo antes de salir de su pequeño apartamento, miré sobre mi hombro,
insegura de qué hacer con sus palabras. En vez de decir algo, agité mi mano y
busqué mi teléfono. Era demasiado temprano para llamar a mi “novio” para que
me rescatara, y apuesto que solo me colgaría, pero no era demasiado temprano
para llamar a Nolan. No quería caminar por una hora para volver a casa. Aún tenía
que trabajar esa noche y estaría caminando lo suficiente en el bar.
65
Página
Pequeña B, 10 años
Traducido por Julie
Corregido por Pachi Reed15

—¿Por qué lloras, Pequeña B?


Levanté la mirada y vi que Nolan atravesaba mi ventana. No quería que me viera
llorar porque mis padres no querían oír hablar de lo que pasó en la escuela. No les
importaba, no me amaban y yo no quería que Gran No supiera al respecto. No quería ser
esa niña ante sus ojos.
Se arrodilló frente a mí, con sus grandes manos descansando en mis muslos. Mi
corazón dio un vuelco y sentía cosas divertidas en mi barriga otra vez. Negué, pero no me
alejé. —Habla conmigo. Ya sabes cómo odio verte llorar. —Su suave voz hizo que las
lágrimas cayeran más rápido.
Abrí los brazos y los llevé alrededor de su nuca, enterrando mi rostro húmedo en su
cuello. Olía a gel de baño y humo, y me sentía segura contra él porque sabía que se
preocupaba por mí. Él siempre se preocupaba por mí.
—Un chico me robó el almuerzo en la escuela y se burló de mí.
Gran No me apartó un poco, pero no quería que lo hiciera. Enterré mis dedos en sus
hombros con más fuerza. Se mordió el aro en el labio y su ceño se profundizó. Estaba
enfadado. —¿Nadie le dijo a tu maestra?
Negué, con mis ojos muy abiertos. —¡No soy una chismosa! —Sollocé y me aparté
66

el cabello de la frente. Mi flequillo estaba creciendo demasiado, pero no quería pedirles a mis
Página

padres que me llevaran a tener un corte de cabello. Siempre se quejaban cuando les pedía
algo. Odiaba pedir algo.
—Tú o tus amigos deberían haberle dicho a alguien. ¿Quién es este chico?
Una vez más, sacudí la cabeza. Conocía a Gran No. Si sabía quién era, iría ver a los
padres del niño y yo no quería que él hiciera eso. —No va a hacerlo de nuevo.
—¿Tus padres saben al respecto?
—Mamá tiene un dolor de cabeza y papá no quiere hablar, creo.
—Maldito modelo a seguir mi culo —murmuró, y me hizo reír. Me sonrió
tímidamente. No le gustaba decir malas palabras delante de mí, él creía que era malo para
mí o algo así—. Dame el nombre del muchacho, Pequeña B. Si nadie le dice algo, va a
molestarte de nuevo y no quiero que vuelvas a llorar por un chico. Ni siquiera si un chico
hace cosas estúpidas para llamar tu atención.
—Él no quiere llamar mi atención.
Se rió y negó, con sus ojos color avellana fijos en mí. —Dios, eres tan joven. —Se
puso de pie y me miró—. ¿Su nombre?
Rodé los ojos. No se detendrá. Era tan terco a veces. —Cole Troscky.
Bufó. —Conozco a su hermano mayor. —Sacó su celular del bolsillo de sus vaqueros
y comenzó a marcar un número antes de mirarme, con el ceño aún más pronunciado—. Él
es mayor que tú, ¿no?
Asentí. —Tiene doce.
Llevó el teléfono a la oreja y esperó unos segundos antes de que el hermano de Cole
le atendiera. Quería ocultarme y nunca volver a la escuela. Mañana todos sabrían que le
dije a alguien. —Hola, Nick, llamaba por tu hermano pequeño. —Escuchó un segundo
antes de interrumpir—: Sí, molestó a alguien en el almuerzo de hoy y la intimidó. —Se
acercó a la ventana y la cerró cuando el viento se volvió más frío—. Me preocupo por esta
niña así que dile que se mantenga alejado de Brooklyn Powell. —Se rió y negó, aliviando la
tensión—. Ella es mi vecina.
Vecina. Eso es todo lo que era, cuando solo una de sus sonrisas con hoyuelos era lo
que siempre esperaba con ansias para que iluminaran mi día. Era su amiga pequeña, y
aunque doliera ser solo eso, por lo menos significaba algo para alguien.
Colgó y volvió a estar al lado de mi cama, elevándose por encima de mí.
—Entonces, Pequeña B, ¿lista para nuestra noche de películas?
67

Asentí con una gran sonrisa mientras hacía un poco de espacio en mi cama para él.
Tenía a Gran No solo para mí por un par de horas, mucho más de lo que nunca me dieron
Página

mis padres.
Traducido por Pau_07 & Vane hearts
Corregido por Itxi

Brooklyn
Por supuesto que Nolan no contestaría. En serio, ¿qué demonios fue eso?
Me hallaba más allá de molesta y solo quería que el día de hoy terminara. Por
tercera vez, revisé la hora en mi teléfono. No tenía el tiempo para caminar de
regreso a casa antes de mi turno si quería estar allí a tiempo. Podía darle un beso
de despedida a una ducha caliente y ropa limpia.
Negué con la cabeza y cogí los auriculares de mi iPod y lo encendí.
Necesitaba un poco de música de ritmo fuerte y rápido para calmarme. Cantaba
una canción de Shinedown que me gustaba, pero fue cuando alguien tocó la bocina
que presté atención a mi entorno. Grité, salté detrás de un viejo árbol al lado de la
carretera y miré alrededor.
—¿Qué fue eso? —preguntó Nolan, crispando sus labios.
Su gran camioneta de lujo se encontraba en medio de la carretera, con las
ventanas bajadas. Las cejas de Nolan estaban en lo alto de su frente y parecía
divertido. Para ser honesta, debo haberle dado todo un espectáculo cuando salté
68

fuera de la carretera.
Página

—¿Qué haces aquí? Te llamé varias veces, pero no contestaste —dije


después que decidí ignorar su pregunta. Puse mi iPod en el bolso y me dirigí a su
coche con toda la dignidad que todavía me quedaba, que no era mucha.
—Lo siento por eso. Sube, te llevaré a casa.
Abrí la puerta y tan pronto como me senté en su coche, disfruté el chorro de
aire frío del aire acondicionado. Suspiré. Nolan todavía me miraba, pero su
diversión ya no era visible. En cambio, cuando se mordió el aro del labio
nerviosamente, sabía que le preocupaba que le derramara mierda loca. No haría
eso. No con él, por lo menos.
—¿Te sientes mejor?
Se encogió de hombros y se alejó en dirección a mi casa. Sus ojos no salían
de la carretera, aunque fuera por un segundo. —Fue un error ir allí.
—Deberías volver a verla. Ella no es...
—Para ya mismo, Brooklyn. —Me miró y retrocedí en mi asiento cuando vi
sus ojos más oscuros que el color avellana. Nunca he visto esa mirada en sus ojos.
Nunca—. Es mi madre y yo soy el que tuvo que vivir con ella. No finjas que lo
sabes todo.
Miré hacia afuera y me di cuenta de que estábamos en frente de mi casa. Los
coches de mis padres se encontraban aparcados en la acera y temía entrar, pero no
quería quedarme en este coche. No cuando Nolan estaba así. Le miré por última
vez, sintiendo la pared entre nosotros una vez más.
—Está bien. Solo hazte una pregunta: ¿Vas a tener algún remordimiento una
vez que muera?
Me fui a casa sin esperar respuesta. Después de todo, necesitaba pensar un
poco, detenerse en ello. Lo conocía, él podría dar la impresión de tener un muy mal
temperamento a veces, pero era más que eso. Podía pasar horas o incluso días
pensando en algo, analizando y diseccionando. Estaba segura de que eso ayudó a
su carrera y que por eso sus libros de suspenso eran tan ampliamente aclamados
por sus detalles y complejidad. No es que alguna vez haya leído uno...
69
Página
Nolan
¿Vas a tener algún remordimiento una vez que muera?
La pregunta de Brooklyn y su voz hicieron eco en mi cabeza mientras la veía
caminar a su casa, balanceando sus caderas tentadoramente a cada paso. Un peso
pesado cayó sobre mis hombros porque no tenía que reflexionar sobre esta
cuestión para encontrar la respuesta.
Sí, tendría remordimientos. Muchos, muchos remordimientos. ¿Cómo no
iba a tenerlos? Pero no podía hacer nada para evitar que estos surgieran. Pero más
que nada, quería protegerme, porque cuando la enfrentara, me desharía.
Brooklyn me miró por encima de sus delgados hombros justo antes de
cerrar la puerta detrás de ella y mis entrañas se retorcieron. Mierda. ¿Qué me
hacía? No se suponía que pensara en ella de esa manera, que la imaginara como
una mujer, como una mujer muy atractiva. Me está haciendo algo, algo con lo que
tenía dificultades para comprender. ¡Es la pequeña B! Maldición. No es una mujer
que debería querer en mi cama. Pero...
Y como si fuera una señal, mi teléfono empezó a sonar. La voz de Katy Perry
invadió mi coche y la culpa se apoderó de mí, congelándome las entrañas. Tomé
una respiración profunda y respondí, alejándome de la casa Powell.
—Hola, nena.
—¿Nolan? Te he llamado ya dos veces. ¿Qué ocurre? —La voz de Lena
sonaba molesta, pero también preocupada. Desde que dejé Nueva York había
estado encima, mandándome mensajes de texto y llamando cada pocas horas,
como para comprobarme o algo así. No me da ningún espacio para extrañarla. En
70

cambio, la mujer en mi mente era la equivocada.


Página

Forcé una sonrisa en mis labios. —Estuve un rato con mi madre. Lo siento,
nena. Te dije que el estar de vuelta aquí sería un desafío.
—Tal vez deberías volver a casa. No sé por qué te pones tanta presión
cuando es obvio que no eres feliz en Riverdale. Y tienes un libro que escribir. No
puedes desviarte.
—¡Lo sé, de acuerdo! —Dejé escapar un poco de mi frustración, con mi voz
más dura de lo que debería haber sido. Maldita sea, era un imbécil. Ella es una
gran chica, paciente y dulce conmigo, y todo lo que hacía era hacerle desplantes.
¿Qué coño pasaba conmigo en estos días?—. No me voy a quedar por mucho
tiempo.
Suspiró suavemente en el teléfono. —No entiendo por qué me mantienes
fuera de esto. —Su voz sonó pequeña, de repente, casi en un susurro.
Mi culpabilidad aumentó. —Yo... no quiero... —Maldije en voz baja, no muy
seguro de cómo simplemente terminar la frase—. Mi pasado no tiene nada que ver
con mi vida en Manhattan. Eso es todo.
—Pero te fuiste a visitar a tu madre. Es importante, ¿no?
Tragué inquieto mientras un nudo se formaba en mi garganta. —Lena...
—Soy tu novia, Nolan. ¿No significa algo?
Me detuve frente al único restaurante en Riverdale, un establecimiento viejo
en quiebra que pasó de generación en generación de la familia Finley. Me quedé
mirando la pintura crema escamada y las letras desvanecidas sobre la puerta que
decía “Comida de Finley”. —Por supuesto que sí. Por favor, solo dame unos días
más. Hablaremos cuando vuelva, ¿de acuerdo?
Se quedó en silencio por unos momentos, haciéndome preguntar si por lo
menos me escuchó. Curiosamente, la idea de que de alguna manera se estuviera
distanciando de mí no fue tan difícil como pensé. Finalmente, su voz suave, con un
tono más agudo de lo habitual rompió el silencio. —Supongo que sí. ¿Me llamas
luego?
—Llamaré. Me detuve en el restaurante de aquí para escribir un rato.
—Eso es bueno, muy bueno. —Ahora sonreía, estaba seguro de ello. Sus
palabras ya no tenían el tono de decepción y tristeza. Por lo menos, me las arreglé
para tranquilizarla. Si tan solo pudiera convencerme de que no todo colapsaba a
mi alrededor, eso sería maravilloso—. Hablaré contigo más tarde. ¡Te amo! —
chirrió.
71

—Yo también —murmuré automáticamente y apagué el teléfono. Agarré el


Página

maletín del portátil del maletero y caminé hasta el restaurante. Había muy pocos
clientes, unas cuantas ancianas manteniendo una charla de chismes y un
adolescente coqueteando con la chica detrás del mostrador.
Sin decir palabra, me instalé en una pequeña mesa y encendí mi portátil,
tratando de evitar las dudas, las emociones arremolinándose en mi interior. Ya me
había retrasado bastante como para dejar esto de lado por más tiempo. Se suponía
que debía enviar las primeras cincuenta páginas a mi agente y editor antes de irme
a Riverdale. Ni siquiera escribí treinta páginas todavía. Nunca me había ocurrido,
pero por primera vez en todo el tiempo que podía recordar, tenía miedo del
bloqueo del escritor.
Cerré los ojos un minuto, intentando resolver mis nervios y encontrar la
calma que necesitaba para escribir eficientemente. Pero solo tenía una imagen
detrás de mis párpados cerrados. Brooklyn y su sonrisa descarada.
Gruñí y me froté los ojos.
72
Página
Brooklyn
—Dos cervezas de barril, por favor, Elena —pedí a la camarera, una mujer
de pocas palabras. Era nueva en la ciudad y ni siquiera sabía de dónde venía.
Cuando le hacía una pregunta, respondía con evasivas, lo que me resultaba
bastante extraño. Pero aparte de ser una persona cerrada, parecía bastante normal,
con su cabello castaño ondulado, ojos marrones y apenas usaba maquillaje.
Asintió y me dio las cervezas. Regresé a la mesa y se las entregué a los
hombres. Les di un guiño y cuando me di la vuelta, Nolan se encontraba allí,
mirándome expectante.
—¿Tienes un minuto? —preguntó con una suave sonrisa a la que no podía
decir que no, no cuando todo en mí se calentaba en su presencia.
—Toma una mesa y me reuniré contigo en un segundo.
Cuando se alejó, hice algo por lo que no podía ser regañada. Le eché un
vistazo a su trasero en los vaqueros y... eso se veía bueno. Me abaniqué, y Lisa, la
camarera que trabajaba esta noche, se rió de mí. Era una niña pequeña y curvilínea.
—¿Te parece bien que me tome mi descanso ahora? Solo cinco minutos.
—Por supuesto. Diviértete con él —dijo con una sonrisa adornando su boca
mientras terminaba de limpiar una mesa.
El bar no se encontraba muy lleno esta noche y me sentía agradecida por
ello. Me hallaba demasiado cansada para correr durante horas y esperaba que
pudiera ser capaz de salir pronto. El inconveniente era que no iba a hacer muchas
propinas esta noche. Pero no se puede tener todo.
Me senté frente a Nolan y esperé a que dijera algo, pero en lugar de eso, me
73

miraba como si fuera la primera vez que me veía. Pensé en mover la mano en
Página

frente de su cara, pero sería demasiado incómodo y esa no era mi idea de


diversión.
—Pensé en lo que dijiste antes. —Suspiró y se recostó en su silla—. Tendría
remordimientos, pero no puedo exactamente gritarle cuando se ve tan... ¡Quiero
decir, se está malditamente muriendo!
Agarré una de sus manos y la apreté. Tal vez hacía esto para consolarlo,
pero sería una mentira si no fuera porque también quería tocarlo. Me enamoraba
de nuevo y rápido, o tal vez nunca dejé de sentir algo por él. Todavía no tenía
esperanza, pero al menos, podía tocarlo un poco.
—Quiero decirte algo, pero sé que vas a enojarte conmigo y no quiero que lo
hagas —dije después de unos segundos de silencio.
Inclinó la cabeza a un lado y puso su mano sobre la mía. Sentía cosquilleos.
—Dime.
—En toda esta tormenta de mierda con tu mamá, tienes suerte en una cosa.
—Su mano debajo de la mía y la de arriba se tensaron, pero continué—: Ella te
ama. Es algo que no tengo con mis padres. No me gritan, no me han hecho pasar
por lo que tú has pasado, es cierto, pero me dan la espalda. Nunca me han dicho
que me aman y sé que tu mamá te ha dicho que te ama. Nunca tuve a alguien para
hablar en casa y aunque tu madre se hallaba fuera a menudo, hablaba contigo.
Fuiste querido cuando te tuvo, yo no. Soy la hija que mis padres decidieron tener
con la esperanza de ser algún tipo de reemplazo de mi hermana mayor muerta, y
cuando me miraron por primera vez, y vieron que me faltaba todo lo que era Kelly,
me rechazaron. No tienes idea de lo que es el no saber lo que se siente ser amado.
—Mi voz se quebró un poco, pero la aclaré. No lloraría por esto. Era mi vida y tuve
que tratar con ella. No es que tuviera alguna opción, pero quería abrir los ojos de
Nolan. No quería que sufriera una vez que su madre se haya ido. Merecía hallar
algún tipo de paz de su pasado.
—Ellos te aman, Pequeña B. Tienen que hacerlo. —Levanté la mirada y mi
aliento se quedó atrapado en mi garganta. Había tanta emoción en su rostro y era
dirigida directamente a mí—. No saben cómo expresarlo después de haber perdido
a Kelly. Y sabes lo que se siente ser amado. Te amo, Pequeña B.
Mi corazón dio un vuelco. Quería que sus palabras significaran mucho más.
Deseaba que estuviera enamorado de mí, Brooklyn Powell, no que sienta amor
fraternal por la Pequeña B. Pero en cierto modo, tenía razón; yo sabía lo que se
74

sentía porque él estaba unido a mí, profundamente. Le sonreí.


Página

—Se ven muy cómodos por aquí.


Nolan me soltó la mano y se giró a su derecha donde se hallaba Mike,
frunciendo el ceño hacia él. —Estábamos hablando.
Mike me miró y sus ojos marrones podrían haber matado. Nos perforaron.
Le fruncí el ceño, sintiendo la molestia inundándome. Al ver a Mike todo
amenazante contra Nolan, se podría pensar que yo era suya. Miré a Nolan y lo vi
listo para salir, lo que me enojó aún más. Por supuesto, no estábamos teniendo un
momento, pero nuestra conversación era importante, significativa, y ahora actuaba
como si no fuera correcto.
—Relájate, Mike. Solo hablábamos —contesté con desdén, y voz indiferente
mientras quemaba un agujero en su rostro. Desde que Nolan volvió, Mike siempre
se encontraba terriblemente cerca de mí, mostrándose continuamente y odiaba eso.
No quería ser utilizada para fastidiar a Nolan. Estaba harta.
—¿Y las manos juntas? —Me arqueó una ceja antes de que sus ojos oscuros
volvieran a su viejo amigo, abiertamente desafiante.
Nolan levantó las manos y se puso de pie. Antes de que pudiera ponerme al
día con mi propio movimiento, mi mano se disparó y lo obligué a volver a su silla,
ni una vez quitando la mirada de mi “novio”.
—Quédate aquí. Tengo que hablar con Mike.
—Eso está bien, me tengo que ir así que... —Se detuvo, su rostro desprovisto
de cualquier rastro de su agitación anterior. La única revelación de que apartó su
molestia era la forma en cómo tiraba con los dientes su pequeño anillo de labio.
Negué con la cabeza y lo inmovilicé con una mirada. —Quédate.
No esperé su respuesta y llevé a Mike al exterior. Empezaba a relajarse
cuanto más espacio poníamos de Nolan. Saludé a mis compañeros de trabajo que
parecían más interesados en mi pequeño drama que en los clientes impacientes
cuando me acerqué a la puerta principal y salí al aire caliente de verano.
Mike me detuvo con una mano en el hombro antes de que pudiera caminar
más lejos en el estacionamiento. Su agarre era flojo, pero se sentía apretado de
repente, justo como era esto entre nosotros. Lo aparté y di la vuelta para mirarlo.
—¿Qué fue eso? —Mi voz era mortalmente calmada y me conocía bastante
bien como para saber que no presagiaba nada bueno. Mi enojo calmado no era algo
con lo que se debería jugar.
75

Miró de regreso al bar, donde un par de chicos se iban, riéndose como locos,
Página

rompiendo la noche tranquila con sus risas estridentes.


—No me gusta la forma en que se miran el uno al otro, Brooklyn.
No pude evitar la burla que salió de mi boca. ¿La forma en que nos mirábamos
el uno al otro? —¿De verdad? ¿Con eso vienes? —Bajé mi camisa que se hallaba
sobre mi cintura.
Su boca se torció en una sonrisa poco atractiva y era bastante espeluznante
en la noche. —¿De verdad crees que me olvidé de lo que sentías por él? Siempre
has estado babeando a sus pies, y ahora es como si estuvieras rogándole que te
folle. No soy alguien que comparte a su chica. —Con cada una de sus palabras se
acercaba a mí, invadiendo mi espacio personal y obligándome a dar unos pasos
hacia atrás.
Empujé su pecho, pero no se movió. Bajo mis manos sentí su montón de
músculos. —¡No soy tu chica, Mike! ¡Ni siquiera me llevas a tu casa a follarme! —
Moví mi mano de él a mí—. No somos nada más que una conveniencia y ambos lo
sabemos. No me gustas, probablemente actúes a mis espaldas, y antes del regreso
de Nolan nunca te importó lo que hacía cuando no estábamos juntos. Entonces,
¿qué es?
—¡No puedo creerlo! —gritó, con su compostura disipándose—. Hemos
estado durmiendo juntos durante los últimos siete meses. ¡Siete meses! ¿De verdad
crees que no significa nada para mí?
—¿Qué quieres de mí, Mike? No voy a ignorar a Nolan solo porque quieres
que lo haga.
Su risa sonó seca entre nosotros. —Por supuesto que no. Él es tu Gran No, el
que siempre has querido, el que has anhelado por años, el que secretamente
esperas que abra los ojos y te quiera. No pienses que soy un gran idiota, Brooklyn.
Mi corazón dio un vuelco y miré el concreto agrietado del aparcamiento
justo al lado de la carretera que dividía nuestra pequeña ciudad en dos partes, y
mientras Mike y yo estábamos en el mismo lado en este momento, nunca habíamos
estado más lejos. Era como si el camino fuera la infranqueable carretera y nosotros
estuviéramos en lados opuestos.
—Ya no lo amo. Fue hace seis años.
—¿Oh, de verdad? —dijo con incredulidad y no podía culparlo. Para mis
propios oídos, no sonaba casi nada convincente—. Entonces quédate conmigo.
Me quedé mirando su rostro una vez más, en silencio y lentamente. Mike
76

era un hombre atractivo, tanto así que yo sabía que podía tener a cualquiera, y su
familia era muy conocida. Tenía dinero, un trabajo seguro y no era un mal tipo,
Página

incluso si actuaba como un idiota a veces, pero en el fondo, era un buen tipo. Pero
en este punto, ahora que Nolan se encontraba aquí, empezaba a ver las cosas con
nuevos ojos. No era que tuviera la esperanza de atraer a Nolan a mi cama, tenía
una novia estable y yo era solo su Pequeña B, pero me hizo recordar lo que yo solía
soñar, lo que solía ser.
—No puedo. No somos buenos el uno para el otro.
Bajó la mirada y asintió lentamente. —Sabía que dirías eso. Ni siquiera lo
sabes, pero cada vez que insinué algo más entre nosotros, diste marcha atrás y
nunca luché por ti. —Levantó la mirada y vi toda la lucha dejando su cuerpo, sus
ojos perdiendo su chispa enojada y siendo sustituida por tristeza—. Metí la pata y
pensé que te quedarías, pero ahora está Nolan.
—No estoy tratando de...
—No quiero oír sobre eso, Brooklyn. —Suspiró y sacó las llaves del coche de
sus pantalones cortos—. Por primera vez empezaba a sentir algo por una chica que
no está disponible emocionalmente. Qué suerte la mía.
De repente, me resultaba difícil tragar. Nunca pensé que romper con Mike
sería difícil o incluso doloroso. Siempre vi esta cosa entre nosotros como algo
conveniente, fácil, y sabía que terminaría tarde o temprano, pero nunca imaginé
que él empezara a sentir algo más por mí. No cuando soy tan cerrada. Acerca de
esto, Mike tenía razón. Cada vez que sentía a un hombre acercarse de una manera
u otra más allá de las cosas físicas, me encerraba en mi misma, y la mayoría de las
veces ni siquiera me daba cuenta de ello.
—Lo siento.
Se encogió de hombros, empezando a alejarse y dirigiéndose hacia su coche
aparcado más lejos en el estacionamiento. Momentáneamente perdí la noción de él
cuando un coche pasó por la carretera, cegándome con sus luces. —Yo también lo
siento, porque esta cosa con Nolan va a hacerte daño.
Y subió a su coche caro, sin perder un segundo antes de que se alejara,
dejándome con sus palabras de despedida resonando en mi cabeza y un zumbido
en mis oídos. ¿Por qué mis sentimientos por Nolan seguían allí, dentro de mí? ¿Por
qué? Cerré los ojos, intentando ahuyentar a las manchas dejadas por las luces del
automóvil.
Negué con la cabeza y me dirigí hacia el interior, y en cuanto mis ojos se
posaron en él, mi mundo volvió sobre su eje. Mierda. Realmente suspiraba por él.
Hasta seis años después. Levantó la vista de su botella de cerveza vacía de la que
77

quitó la etiqueta y sus ojos color avellana me calentaron. Un hormigueo comenzó


Página

donde no debería haber ninguno. Él tenía novia. El dolor podría hacerme tropezar
si no me sujetaba mejor. Negué con la cabeza. Necesitaba volver al trabajo.
Me senté en la silla que desocupé hace unos minutos. Era difícil mantener
los ojos fijos en él mientras veía preguntas arremolinándose en ellos. Pasó una
mano por su cabello y lo dejó aún más desordenado. Junté las manos debajo de la
mesa mientras una intensa necesidad de correr mis dedos por sus rizos rebeldes
aparecieron en mi interior, quitando la parte sensible de mí que era muy
importante en este momento.
—¿Problemas en el paraíso? —me preguntó finalmente, su voz más fría de
lo que esperaba.
En una ridícula forma en que solo una mujer se puede sentir, me encantaba
que odiara el hecho de que salía con Mike. Era irracional y ni siquiera relevante
porque él solo lo odiaba porque sabía cómo Mike podría faltarle el respeto a las
mujeres. No había nada más y sin embargo... Mi sangre corría alocadamente en mi
cuerpo, y me sentía viva. Maldita sea, me sentía tan viva cada vez que me hallaba
cerca de él. ¿Cómo es que ignoré eso estos últimos días? Nolan siempre sería
Nolan. Era mi debilidad, mi mayor sueño todavía demasiado lejos de alcanzar.
—Se acabó.
Su anillo de labio salió de la boca y mis ojos no podían apartar la mirada,
menos aun cuando su lengua apareció y pasó sobre el labio inferior. —¿Rompiste
tú?
Asentí y me levanté. —Tengo que volver al trabajo.
Asintió distraídamente, perdido en sus pensamientos. Cuando éramos más
jóvenes, lo recordaba teniendo esa mirada cuando se perdía en su escritura. Pero
regresó al presente cuando tomé la botella de cerveza vacía. —¿A qué hora sales
mañana de trabajar?
—Hmm... A las seis. ¿Por qué?
—Noche de películas, pero esta vez en mi habitación. —Sus ojos no
vacilaron mientras mi corazón trató de estallar fuera de mi pecho. Llevé mi mano a
mi pecho y rasqué con inquietud.
No debería darle importancia a esto. Después de todo, tuvimos incontables
noches de cine y ésta no sería diferente. Pero siempre fue en mi habitación, en casa
de mis padres. Nunca fue en otro lugar, nunca en una habitación de hotel y ahora
ambos éramos adultos. Adultos. Mentalmente me burlé de mí misma. Sí, correcto.
78

Como si él me viera como un adulto.


Página

—Está bien. Es una cita. —Y nunca quise que mis palabras fueran más
ciertas, a pesar de su divertida risa al escucharme.
Pequeña B, 10 años
Traducido por Arantza
Corregido por Julie

Vi a Gran No besando a una chica más temprano. No era la primera vez, pero se
sintió diferente y no me gustó cómo me hizo sentir. Era doloroso en mi pecho y no quería
verlo. Terminé la última oración de mi tarea —no me gustaban mucho las matemáticas— y
agarré mi conejo de peluche. Era blanco con grandes orejas y fue Granny quien me lo dio
hace tiempo. Era demasiado grande para conservar un conejo de peluche y no quería que
Gran No lo viera, pero justo ahora necesitaba a Conejito-Orejón.
Lo presioné contra mí, pero no era como cuando Gran No me abrazaba cuando
estaba triste. Conejito-Orejón no podía abrazarme también. Me encogí de hombros y volví a
ponerlo bajo mi cama antes de sentarme de nuevo.
Un par de minutos después, mi ventana se abrió desde el exterior. Miré y cuando vi
a Gran No entrar en mi habitación se me hizo un nudo el estómago, pero era diferente a lo
normal. Me sentía triste porque esa niña era más grande que yo, y más bonita. Y él la besó
y presionó su cuerpo contra el de ella.
—Hola, Pequeña B. ¿Cómo estuvo tu día?
Me encogí de hombros y encendí la televisión. Era una película antigua, una en
blanco y negro con gente cantando. —Estuvo bien.
—¿Qué está pasando? ¿Pasó algo malo en la escuela? ¿Un niño te molestó? —me
79

preguntó dulcemente. Puso un dedo bajo mi barbilla y volvió mi cara hacia él.
Página

Sus labios lucían más rojos de lo normal y sus ojos estaban más brillantes y todo fue
obra de ella. La odiaba. Ni siquiera la conocía, pero…
—Nada. —Me alejé y bajé la mirada a mi cama rosa con gris, tan infantil. Gritaba
niña de diez años de edad.
—No me mientas, Pequeña B.
Alcé la mirada y mordí mi labio inferior. Su voz era severa y él no era así conmigo
nunca. Nunca. No quería que se molestara y se fuera.
—Te vi besando a una chica. ¿Es tu novia?
Sus cejas se alzaron y él se rió entre dientes, sacudiendo su cabeza. —No es así.
—Pero te vi con ella.
Él suspiró y tomó una de mis pequeñas manos en una de las suyas, más grande. —
Eres demasiado joven para entender eso, pero ella no significa nada. Tú eres la única niña
en mi vida, Pequeña B, y eso no cambiará.
Mi corazón se aceleró y sentí algo muy divertido de nuevo. Sonreí y miré a otro lado
cuando sentí mis mejillas calentarse. Él se rió entre dientes de nuevo y yo amaba ese sonido.
Era solo para mí.
80
Página
Traducido por anita0990
Corregido por Laura Delilah

Nolan
Observé de nuevo mi reloj y maldije por lo alto en la silenciosa habitación.
—¡Mierda!
Ni siquiera eran las tres de la tarde y ya me volvía loco. Usualmente, cuando
estaba escribiendo podía pasar días encerrado en mi apartamento. Días. Aquí, unas
pocas horas adentro y ya sentía la necesidad de salir y hacer algo.
Agarré las raíces de mi cabello y tiré hasta que mi cuero cabelludo comenzó
a doler. Cerré los ojos y me encogí cuando el bajo pitido que indica la entrada de
un nuevo correo electrónico sonó desde mi ordenador portátil en mis rodillas. Una
hora antes fue Lena preguntándome cómo iba mi escritura y lo que planeaba. No le
respondí. Desde que llegué a Riverdale apenas había escrito quince páginas. Ni
siquiera quería pensar en estas páginas porque estaba bastante seguro de que
apestaban. Y tan lejos como iban mis planes, no tenía ganas de hablarle de
Brooklyn y nuestra noche de cine. Abrir esa lata de gusanos ahora traería un
desastre. Era mi maldita culpa teniendo en cuenta que nunca hablé de mi vida en
81

Riverdale con ella.


Página

Suspiré y abrí mi bandeja de entrada para ver un correo electrónico de mi


editor y buen amigo. Hice clic para abrirlo y me preparé.

De: Trey Jordan <T.Jordan-editor@gmail.com>


Para: Nolan Bell <nolan.Bell.author@gmail.com>
Nolan:
¡Pon tu cabeza de vuelta en el juego! ¿Qué está sucediendo, hermano? Sé que tienes
un ajetreado horario de escritura y estoy seguro que sientes la presión, pero no es nada
nuevo para ti. Sé que te suceden muchas cosas en estos días y estoy seguro que es duro estar
de vuelta en casa, pero recuerda que tienes trabajo por hacer. Has firmado un contrato. El
jefe está sobre mi espalda y ya no sé por cuanto más voy a poder seguir comprándote tiempo
antes de que comiencen a buscarte ellos mismos.
Si necesitas hablar de algo, sabes que me encuentro a una llamada de distancia.
Mientras tanto, envíame lo que tienes y lo revisaré todo. De esa manera vamos a
tener algo para los peces gordos por si se convierten en un problema.
Cuídate, hermano.
Trey Jordan.

Sacudí la cabeza, respondiéndole rápido con un breve correo electrónico y el


archivo ligero. Ahora no me importaba una mierda y ese era el problema. Todo lo
que tenía en mi maldita cabeza eran pensamientos de mi madre moribunda y de
Brooklyn, a quien encontré demasiado sexy y fascinante para mi propio bien. Cerré
la tapa de la computadora portátil, la dejé caer en la cama junto a mí y caí hacia
atrás, contra la cabecera. Me mordí el labio inferior hasta que se volvió doloroso.
Mi sangre hervía en mis venas y mi polla comenzó a endurecerse. En pocas horas
Brooklyn estaría aquí en mi habitación, en mi cama. En mi maldita cama. Y Lena...
Ella no sabía nada acerca de Brooklyn. Nunca pensé que sería así de idiota.
Me froté los ojos y traté de vaciar mi cabeza. Ese desastre podía esperar.
Tenía un libro para escribir y no se iba a escribir solo. Me senté de nuevo, cogí mi
portátil y tan pronto como mis ojos se posaron en el archivo abierto, un sudor frío
salió de mi piel. Físicamente no podía escribir una sola palabra. Nada. Ni una
jodida cosa.
Cerré los ojos y de inmediato me imaginé los labios llenos de Brooklyn
separados en un gemido, con los ojos vidriosos y las pupilas dilatadas, con las
82

mejillas sonrojadas y su cuerpo... Su cuerpo caliente, al descubierto solo para mí.


Página

En una época, ella había sido mi motivación para escribir más y más, para
creer en mi talento y sueños. Ahora, era la razón de mi bloqueo y no tenía ni idea
de cómo hacerlo mejor.
Brooklyn
Miré por última vez en la cocina, donde mis padres cocinaban en silencio.
Mi padre era un hombre alto y desgarbado, casi demasiado delgado para estar
sano y sus arrugas lucían pronunciadas en su rostro angular. Su pelo era ahora casi
todo gris y siempre me sorprendió la forma en que parecía estar envejeciendo ante
mis propios ojos. Las preocupaciones no eran buenas para una persona, y él
siempre estaba preocupado por mi madre.
Mi mamá movía algo en una sartén, probablemente algunas verduras, y sus
ojos se hallaban perdidos en sus pensamientos. Los anillos oscuros bajo sus ojos
mostraron el poco sueño que había tenido y lo cansada que estaba, tanto emocional
como físicamente. Su rostro lucía casi irreconocible basándose en las fotos de la
época en que Kelly continuaba viva. Su belleza la abandonó, dejando atrás solo la
sombra.
Pasé muchos días resintiéndome con ellos durante los últimos años, que, al
verlos ahora, no podía evitar sentirme culpable. Ellos carecían en gran medida de
habilidades para ser padres, pero eso no significaba que no podía ser compasiva.
Cuando Nolan se fue, se llevó con él mi compasión y comprensión. Ahora, todo se
encontraba de vuelta.
En el fondo de mi corazón, todavía quería sacudirlos, hacerlos darse cuenta
de que tenían otra hija en frente de ellos, pero no estaba más en primer plano. Me
sentía triste por nuestra familia y decepcionada de no ser lo que esperaban que
fuera cuando decidieron tener otra hija.
Nunca miraron en mi dirección mientras los observaba y con un suspiro,
salí de la casa. Alguien tocó la bocina y me sobresaltó tanto que tuve que sujetarme
83

del espejo lateral de mi coche o de lo contrario estaría tumbada en el descuidado


Página

césped en frente de mi casa. Con mi corazón latiendo rápido, miré hacia arriba, con
mi mano picando por agarrar el spray de pimienta que siempre mantenía en mi
bolsillo. Cuando se vive en un lugar así, era necesario. Pero cuando mis ojos se
posaron en la gran Cayenne aparcada en la acera de enfrente, me relajé y reí de mi
idiotez.
Saludé, me dirigí a la camioneta de lujo, y subí sin pensarlo dos veces.
Incluso con sus vidrios polarizados, conocía a la única persona en esta pequeña
ciudad con un coche así.
—Estás nerviosa esta noche —señaló Nolan mientras se alejaba.
Lo observé por el rabillo del ojo. Con su oscura camiseta azul y relajados
pantalones vaqueros, se veía bien. Me encogí por dentro cuando mi corazón se
aceleró. Era una causa perdida. Incluso a los dieciocho años reaccionaba a Nolan
como solía hacer cuando era niña. Pero ahora, tenía algunas imágenes en mi cabeza
de lo que quería hacerle y lo que quería que él me hiciera, y eso me tenía muy
nerviosa. Por suerte, hacía el suficiente calor como para que si me ruborizaba, él
pudiera pensar que era debido a ello.
—No me gusta andar en la noche por aquí. —Toqué uno de los muchos
botones para hacer más frío el aire acondicionado—. Una vez tuve que utilizar mi
spray de pimienta con un drogadicto cuando iba de regreso a casa después de un
turno hasta tarde.
Su cabeza se movió con rapidez, sus ojos color avellana severos. —¿Qué
pasó?
—No mucho. El chico intentaba meterse en mis pantalones o algo y estaba
un poco enérgico. Se hallaba muy drogado así que… Tú sabes.
Asintió con rigidez y finalmente aparcó delante del pequeño hotel, el mejor
de los dos de por aquí. En el silencio del coche, me quedé quieta, esperando que se
moviera. Ira irradiaba de él. Solía ser muy protector conmigo y cuando sabía que
algo malo me pasaba, se ponía muy tranquilo. Hasta que abría la boca y mostraba
su enojo.
—No puedes quedarte allí si trabajas turnos hasta tarde, Pequeña B.
Puse los ojos en blanco, incluso si me emocionaba el volver a nuestras viejas
costumbres. Y de todas formas, quería trazar un nuevo camino en nuestra relación
aunque sabía que tenía una novia. Mi entusiasmo murió. —El mes que viene voy a
tener suficiente dinero para vivir en el nuevo complejo donde vive tu madre. No te
preocupes.
Negó con la cabeza y abrió la puerta. Hice lo mismo y salté fuera. Apenas
84

tuve tiempo suficiente para cerrar la puerta del pasajero antes de que él estuviera
Página

frente a mí, elevándose por encima. El anillo de su labio atrapó un rayo de luz de la
lámpara de la calle y me costó desviar la mirada de su boca. Su ceño se profundizó.
—¿Cuánto necesitas?
Era mi turno para fruncir el ceño cuando capté el significado subyacente. No
era alguien que aceptaba compasión; era una chica independiente. Levanté mi
mano entre nosotros y di la vuelta para caminar hasta el hotel. —No es asunto
tuyo, Nolan.
—¡Claro que sí! —gritó detrás de mí, sus pasos más largos que los míos. En
otras tres zancadas se hallaba a mi lado—. No voy a permitir que te quedes allí si
hay un tipo...
—¡Detente! —Cogí su brazo y lo obligué a mirarme a la cara—. Nunca voy a
tomar dinero de un chico, aunque ese chico seas tú. O cualquier persona, para el
caso. ¿Hemos pasado seis años separados y ahora quieres pagarme un nuevo lugar
para vivir? ¿Tu novia siquiera sabe que existo?
Su rostro se suavizó. Me agarró del codo y me empujó hacia el vestíbulo del
hotel, ignorando el hombre detrás del mostrador que obviamente se hallaba muy
aburrido si me basaba en sus párpados pesados. En el ascensor, Nolan me soltó y
suspiró, cerrando los ojos.
—No quería decir que no puedes cuidarte tú sola, Brooklyn. Solo estoy
preocupado.
—Estoy bien. Sé que mi vida puede parecer patética y que no es para nada
lo que esperabas encontrar, pero está bien. Me las arreglo.
Volvió la cabeza hacia mí y llevó una mano a mi mejilla. Su pulgar acarició
mi mejilla suavemente y lo sentí en mi interior. Con sus ojos mirando a los míos,
dijo—: Tu vida no es patética, pero deberías tener una vida que no sea algo que
tengas que atravesar porque tienes que hacerlo. Deberías disfrutarla; deberías ser
feliz y no solo manejar el día a día. Quiero más para ti, Pequeña B.
El sonido de la apertura del elevador rompió el momento antes de que
pudiera decir algo. En un comienzo, él se apartó de mí, casi como si lo quemara. Se
aclaró la garganta y me condujo por el pasillo tranquilo y limpio. Sacó la tarjeta de
la habitación de su bolsillo y se detuvo frente a la habitación 407. Fácilmente, abrió
la puerta y me dejó entrar antes de seguirme hacia el interior.
No era muy amplia, pero sí acogedora. Las pesadas cortinas verdes estaban
cerradas, la cama matrimonial, en lo que parecía ser el mismo material que las
85

cortinas, se hallaba perfectamente hecha y no había ropa en el suelo. En la esquina


Página

izquierda había una puerta cerrada, que probablemente llevaba al cuarto de baño.
Un gran aparador estaba en la pared junto a la cama y cerca del pie de la cama, un
televisor moderno de un tamaño respetable y un reproductor de DVD esperaban
para nuestra noche de cine.
Pero incluso si mis ojos recorrieron toda la habitación, no pude dejar de
mirar hacia la cama. Mi piel se puso de gallina e ignoré mis pensamientos salvajes.
Estaba siendo ridícula, una vez más.
Pasó la noche en mi habitación, en mi cama, conmigo en sus brazos y no
ocurrió nada. Debería tener eso en mente. Y tenía que recordar que él no estaba
soltero. Puede que no fuera una chica inocente cuando se trataba de chicos, pero
nunca fui detrás de uno que se encontraba en una relación. Era una de mis reglas.
—Uh... ¿Qué película elegiste? —pregunté vacilante mientras él me miraba
fijamente observar su habitación.
—El Origen.
—Gran película —respondí distraídamente, asintiendo varias veces antes de
darme cuenta de lo loca que me veía.
—¿Te preocupa que estemos en una habitación de hotel?
—¡No! ¿Por qué? —dije, medio gritando, así que no sonó muy convincente.
Me senté en la cama y forcé las imágenes de clasificación R fuera de mi cabeza.
Nunca antes había estado tan obsesionada con el sexo. Nolan definitivamente no
era bueno para mi salud mental. No cuando todo en mí rogaba por un poco de su
atención, no cuando mi corazón se llenaba de sentimientos que pensaba habían
desaparecido.
Inclinó la cabeza a un lado, evaluándome en silencio. Se unió a mí en la
cama, pero en el otro lado. Cogió el mando a distancia de la mesita de noche y
encendió la televisión y el reproductor de DVD. —No te preocupes, no te voy a
morder. —La risa en su voz era inconfundible.
Refunfuñé y él se rió deliberadamente mientras nos acostamos uno al lado
del otro. Los créditos de apertura comenzaron y decidí guardar silencio. Siempre
odiaba cuando se reía de mí. Crucé los brazos sobre mi pecho y sentí que mi labio
inferior sobresalía. ¡Oh mierda! ¡Estaba haciendo puchero! Se rió entre dientes a mi
lado, chocando con su fuerte hombro el mío suave.
Volví la cabeza para mirarlo y no pude evitar la risa construyéndose en mi
86

interior. Me reí con él y dejé que me arrastrara contra su cuerpo mientras su brazo
izquierdo serpenteaba bajo mi cuello y alrededor de mi hombro. Su mano bajó por
Página

mi brazo derecho y no pude luchar contra el escalofrío que me sacudió. Con mi


lado izquierdo aplastado contra él, me quemaba por dentro. No me atreví incluso a
traer una mano a su pecho. Sería demasiado tentador para explorar con mis dedos,
trazando las crestas de sus músculos magros.
Todo en él me tentaba, gritando mi nombre y haciéndome creer que su
cuerpo era mío para descubrir. Me encantaba ver las arrugas alrededor de sus ojos
mientras se reía. Me encantaba el pequeño hoyuelo en su mejilla cuando su boca se
rompía en una amplia sonrisa, la sonrisa que me hizo olvidar mi propio nombre.
Me encantaba su pelo largo, algo que nunca había visto antes. Me encantaba todo
acerca de él, incluso sus defectos.
Me deleitaba en la sensación de su cuerpo presionado contra mí, en la forma
en que sus dedos trazaban patrones en mi piel suave. Por mi vida, que no podía
concentrarme en la película, incluso con el magnífico Leonardo DiCaprio.
No podía apartar la mirada de su rostro, ahora viéndose serio, pero todavía
suave. Mis dedos hormigueaban, queriendo tocar su cara, sentir su piel bajo mis
dedos, pero obligué a mis manos a no moverse. El rechazo de Nolan sería un golpe
demasiado duro; una píldora difícil de digerir, aunque sabía que sería lógico.
Después de todo, seis años no eran algo que él pasaría por alto; mucho menos
ahora que sabía que su corazón pertenecía a otra persona.
Suspiré y me acurruqué en su pecho un poco más. Bajo mi oído, su corazón
latía más rápido, solo un poco, pero lo suficiente para hacer que el mío se acelerara
demasiado. Cerré los ojos e inhalé suavemente, tomando su olor y reteniéndolo.
¿Por qué todavía me afectaba tanto? ¿Qué estaba mal en mí para estar tan colgada
por él? No podría ser saludable, no cuando era unilateral, y sin embargo, me hizo
sentir viva estar tan cerca de él. Me hacía sentir viva el hecho de saber que estaba
de vuelta en mi vida.
—¿Estás cansada? —me preguntó suavemente, con voz ronca. ¿Era eso por
estar tan callado los últimos veinte minutos?
Su voz sonaba como el pecado, y el hormigueo de mis dedos subió por mis
brazos y por mi pecho hasta asentarse más bajo de mi estómago, en un algún lugar
que no debería pensar si quería mantener mi compostura y no arruinar nuestra
amistad, que todavía se hallaba en terreno inestable. Y para ser honesta, no quería
que supiera que sentía un cachondo y enfermo amor cada vez que me encontraba
cerca de él. Eso ya era lo suficientemente inquietante en mi cabeza.
Miré a su cara sin dejar el calor reconfortante de su pecho contra mi mejilla.
87

Cuando sus ojos se hallaron con los míos, mi aliento tartamudeó. En la oscuridad,
Página

solamente rota por el resplandor de la TV, sus ojos color avellana se veían más
oscuros de lo que eran y me quemaron aún más, causando escalofríos en todo mi
cuerpo.
—No estoy cansada —mi voz era apenas un susurro, tímido entre nosotros.
Mis mejillas se pusieron calientes y quería esconderme debajo de una de sus
grandes almohadas, escondiéndome para evitarlo a él y lo que estuviera pensando.
¡Era tan obvio que yo era como una colegiala con un flechazo!
—¿Qué ocurre entonces?
—Nada —suspiré de nuevo y observé su rostro, bebiéndolo, sabiendo que
era lo más cerca que jamás estaría—. Nada de nada.
Sus cejas bajaron sobre sus ojos y llevó una mano a mi cabeza, corriendo
desde mi sien hasta mi mandíbula suavemente, muy lentamente. Tuve que luchar
para no cerrar los ojos y gemir —me hallaba así de perdida en él— pero no quería
romper el contacto visual.
Y me rompí. Mi control se fue por la ventana, mi conciencia se calló, mi
lógica se fue. Porque ahora me arrastraba hacia arriba, con mi rostro cada vez más
cerca del suyo, mis ojos clavados en sus labios entreabiertos con asombro. Cuando
tomé una respiración profunda, me inundó la cabeza su olor picante y masculino.
Mis pechos rozaron sus pectorales. Fue apenas un toque allí, pero me sacudió toda,
enviando el mensaje más pecaminoso a mi núcleo caliente. Su cuerpo se puso
rígido, su ceño se profundizó, pero no se movió. Sus brazos estaban ahora a lo
largo de su cuerpo y no me acercaba hacia él, pero no tampoco me empujaba. ¿Por
qué no? ¿Qué significaba?
Podía sentir su respiración en mi cara, sobre mis labios en espera, como una
promesa del más increíble beso de mi vida, del tipo que recuerdas incluso cuando
estás vieja, arrugada y lista para expirar tu último aliento. Seguía manteniendo mi
peso sobre mis manos, mi cuerpo casi suspendido sobre él mientras continuaba
congelado, probablemente preguntándose qué hacía, sin pensar ni una sola vez lo
que verdaderamente ocurría en mi mente trastornada. A decir verdad, en ese
momento no sabía ni lo que pasaba conmigo. Solo estaba actuando, olvidándome
de pensar y ser razonable.
Entonces, cuando no pude esperar más, cuando no pude contener ese
zumbido dentro de mí que me conducía al borde de la cordura, bajé yo misma,
solo un poco. El roce de mis pechos contra su pecho se convirtió en un contacto
completo, y su olor me abrumó por completo. Cerré los ojos y dejé que todo se
fuera.
88

Mis labios entraron en contacto con los suyos, algo que soñé durante años,
Página

durante casi una década, si era honesta. Sus labios eran flexibles, el anillo en sus
labios perfectamente colocado para que fuera interesante tirar de él, cosa que hice.
Cuando mis dientes tiraron la cosita plateada, se estremeció y me calentó a un
ritmo rápido. Todo en lo que podía pensar era en el calor de sus labios suaves, la
manera en que encajaban tan maravillosamente mientras lo persuadía para abrirlos
un poco más, lo suficiente como para dejar que mi lengua se deslizara adentro y lo
probara. Necesitaba probarlo, era necesario para completar esta fantasía mía.
Quería sentir más de esta urgencia increíble construyéndose dentro de mi cuerpo,
haciéndome casi temblar, casi gemir descaradamente.
Tiré del anillo en su labio una vez más y él abrió la boca. Deslicé mi lengua
dentro de su boca lentamente, deleitándome con la sensación de finalización, como
si trajera más satisfacción que cualquier cosa física que había experimentado antes.
Y lo hacía. Era mucho más de lo que esperaba, incluso si no nos tocábamos con
algo más que las bocas y mi pecho contra el suyo.
Mi lengua encontró la suya perezosa y lentamente, y lo perdí de nuevo.
Gemí ante la humedad, ante la intensa necesidad que era casi dolorosa dentro de
mí, ante las ganas de convencerlo a perder el control. Pero fue un error, porque tan
pronto como ese sonido salió de mi boca, me apartó bruscamente, rompiendo el
contacto de nuestras bocas, dejándome increíblemente fría y con ganas.
Mi respiración era fuerte y rápida, y era todo lo que podía oír por encima de
mi corazón latiendo rápido. La televisión podría haber estado en silencio o en voz
alta para todo lo que me importaba; era lo mismo. Bajo mis dedos, la tela áspera de
la ropa de cama borró el sentimiento de su presencia contra mí. Nolan respiraba
rápido, pero mis latidos palpitaban muy fuerte en mis oídos como para oírlo. Solo
lo sabía por la forma en que su fuerte pecho subía y bajaba rápidamente, casi tan
rápido como el mío.
No podía notar por su piel si se sonrojaba o no, pero sus ojos decían algo
que no quería reconocer. Las preguntas se arremolinaban en sus ojos color
avellana, preguntas que no quería contestar, preguntas que no podía responder así
como mi propia mente se encontraba revuelta. ¿Qué hice?
Se mordió el anillo de su labio y mis ojos no se lo perdieron. Maldita sea, yo
quería tirar de él una y otra vez. Cerré los ojos y me elevé; aumentando el espacio
entre nosotros cuando era obvio que no iba a volver a mí, incluso para hablar de
cómo había cruzado la línea. Y me dolía, me dolía más de lo que esperaba. Fue
como un puñetazo en el estómago, casi demoliéndome. Crucé los brazos y me alejé
de él. No quería enfrentarlo cuando me miraba de esa manera, cuando existía ese
vergonzoso silencio entre nosotros.
89

—Tengo que irme. —Tan pronto como las palabras salieron de mi boca,
Página

corrí a la puerta y me fui, sin mirar atrás para ver si me seguía o no. Una cosa era
segura, nunca me llamó. Ni una sola vez. Me dolió un poco más. Nunca había sido
tan duro vivir con la soledad.
Por primera vez desde que tenía doce años y Nolan se fue, las lágrimas
obstruyeron mi garganta y cayeron sobre el muro de mis párpados. Era inútil
tratar de mantenerlas a raya, no cuando me sentía tan devastada, tan avergonzada
y con el corazón tan roto, tan patético como sonara. Estaba con el corazón roto.
Pequeña B, 10 años
Traducido por Julie
Corregido por Pachi Reed15

—¿Cómo fue? —me preguntó Gran No una vez que me subí al coche de su madre,
el que él manejaba ahora que tenía su licencia.
Me reí. —¡Fue grandioso! —Bajé el volumen de la radio—. Bailamos y reímos y fue
muy divertido. Caleb recibió muchos regalos.
Asintió, pero no sonrió. Perdí la mía. —Eso está muy bien, Pequeña B.
Me incliné hasta donde me permitió el cinturón de seguridad y lo miré, viendo la no
tan sonriente cara de Gran No. Me mordí el labio inferior, preocupada. Tal vez su madre no
se encontraba bien. —No pareces muy feliz.
Me miró rápidamente, aunque no mucho, porque seguía conduciendo hacia nuestra
calle. —No hay nada de qué preocuparse. ¿Bailaste con un chico? —preguntó de forma
juguetona, con una sonrisa que no era la suya suave y habitual. No me gustaba mucho esto.
—¿Es por tu mamá?
Suspiró y detuvo el coche frente a un semáforo en rojo. —No quiero hablar de ella.
—Odio cuando te ves triste —murmuré en voz baja. Me concentré en la luz roja
encendida encima del coche, esperando a que se vuelva verde y deseando recuperar mi buen
estado de ánimo, pero no fue así. No podía ser feliz cuando sabía que Gran No estaba
sufriendo.
—Entonces dime cómo fue el cumpleaños de Caleb.
90

Lo miré cuando empezó a conducir de nuevo una vez que el semáforo se puso verde.
Página

Se relajó un poco más, pero pude ver en sus ojos la tristeza que odiaba. Y estaba mordiendo
el aro en su labio. Nunca era bueno cuando hacía eso.
—Bailé con Caleb y fue muy divertido. Todos estuvimos saltando y cantando —le
contesté, y mi sonrisa regresó lentamente.
—Ten cuidado, Pequeña B. Los niños pueden ser imbéciles con las chicas y no
quiero que ninguno te haga llorar nunca. Ellos no se merecen tus lágrimas.
Me reí y le di un puñetazo en el hombro que parecía más grande que el mes pasado
con mi puño pequeño. —No es como si me gustara Caleb. —Rodé los ojos. Si él supiera a
quién amaba…
—Sí, bueno, ten cuidado. Ya casi tienes once años y eres bonita. Los chicos van a
andar detrás de ti y voy a tener que ahuyentarlos.
—Como si uno de ellos quisiera besarme —me burlé y entrecerré los ojos cuando él
se rió entre dientes.
—Joder, eres tan joven, Pequeña B.
91
Página
Traducido por Yure8 & Jasiel Odair
Corregido por Laura Delilah

Brooklyn
Cerré los ojos y respiré el olor a tierra en el pequeño aparcamiento frente al
hotel. Dejé caer las lágrimas; después de todo, no había testigos. Con los ojos aún
cerrados llevé una mano a mis labios traidores hormigueando. Mi piel era apenas
sensible, pero lo suficiente como para hacerme saber que no era un sueño raro.
Besé a Nolan, y me apartó.
Se liberó un sollozo, destrozando mi pecho y triturando mi corazón.
¡Maldita sea! Era tan tonta para pensar inconscientemente que un beso cambiaría
las cosas para mejor. Mis labios no eran mágicos, no podían hacer que su novia y
sus sentimientos por ella desaparecieran. Mis labios no podían cambiar la forma en
que me veía. Siempre sería su Pequeña B, nada más y quizás ahora menos que
había estropeado todo.
—No deberías caminar a casa. Es peligroso. —Su voz vino detrás de mí,
vacilante.
Rápidamente me sequé las lágrimas, pero no dejaban de salir. Tenía un
92

depósito de lágrimas acumuladas por los últimos seis años. Iba a ser difícil
Página

detenerlo. Pero no quería mostrarle cuan afectada me encontraba.


—Brooklyn, mírame —dijo en voz baja y puso una mano en mi hombro.
Me tensé, al sentir su mano sobre mí y al usar mi nombre completo y no mi
apodo de la infancia. Me enderecé y dejé que me diera la vuelta. No miré hacia
abajo para escapar de su atenta mirada. Tenía los ojos inyectados en sangre, ¿y
qué? Mis mejillas estaban húmedas, ¿y qué?
La preocupación y la incertidumbre en su rostro me mataron. Traté de
poner un poco de espacio entre nosotros, pero su mano en mi hombro me detuvo
mientras me apretaba. No podía escapar.
—Quiero ir a casa —dije, y mi voz se quebró en la última palabra, porque
los dos sabíamos que nunca quise volver a casa. Sin embargo, en ese mismo
segundo, mi casa era mejor que esto.
El viento barrió un mechón de mi cabello y cayó en mi cara, ocultando mi
ojo izquierdo. De inmediato y muy dulcemente, Nolan apartó el mechón detrás de
mi oreja. Rápidamente se apartó de mí; no me tocó más. La brecha entre nosotros
se sentía como el Gran Cañón.
Bajó la mirada a sus zapatos de moda. Se pasó una mano por su pelo
desordenado y suspiró. Este sonido fue doloroso para mis oídos y quería rogarle
que olvidara y siguiera adelante, pero era imposible. Yo no podía olvidar, así que
¿por qué debería pedírselo a él?
—Háblame. Di algo, cualquier cosa —imploró en voz baja, como si estuviera
tratando de domar a un animal salvaje.
—No hay nada que decir.
Levantó la mirada y bajó las cejas sobre sus ojos. —¿Por qué me besaste?
Abrí la boca para decir algo, pero la cerré rápidamente. Era una pregunta
muy simple y debería ser fácil de responder para mí, pero no lo era. —Solo llévame
a casa.
—No antes de que me digas qué fue eso de allí —dijo él, señalando al hotel
por encima del hombro.
La chispa en sus ojos me decía que no debería evitar esto o de lo contrario
nos quedaríamos en el parqueadero para siempre. —No sé, Nolan. Fue... una
urgencia, supongo.
93

Sacudió la cabeza y caminó delante de mí durante unos segundos, con sus


Página

ojos de regreso al suelo, con los pies pateando una piedrita en el aparcamiento casi
desierto. —Pequeña B, que...
—¿Nolan?
Sus ojos se abrieron cuando lo llamó la voz de una mujer. Nos dimos la
vuelta y había una mujer con una sonrisa brillante. Tan pronto como recibió un
buen vistazo de Nolan, corrió y se lanzó hacia él, con los brazos fijados alrededor
de su cuello y sus labios finos en los suyos.
Di un paso hacia atrás, abriendo mis ojos un poco más. Esto no puede ser
verdad. Ella no podía ser su novia. Él la empujó suavemente, la sorpresa todavía
en su rostro.
—Quería darte una sorpresa, cariño —dijo con una risa, y su voz dulce
terminó el trabajo de poner fin a mi sufrimiento.
Con su largo y suave pelo rubio, su pequeña y tonificada estructura, se
encontraba lo más cerca a la perfección como podía ser cualquiera persona y yo me
sentía carente de todo. No lucía como ella, no era pequeña como ella, no tenía los
ojos azules claro como los suyos y no tenía a Nolan. Ella tenía un trabajo en Nueva
York, sabía a dónde iba, era estable y la odié en el acto.
Nolan me miró con alguna especie de miedo. Ella siguió su mirada y me
sonrió, pero era más tensa. No esperaba encontrar a su novio a solas en la
oscuridad con una chica desconocida y podía entender su comportamiento frío
hacia mí.
—¿Quién es tu amiga?
Una vez más, se sobresaltó. Sus ojos color avellana se fueron de ella a mí
varias veces antes de suspirar. —Es Brooklyn Powell. Solíamos ser vecinos.
Vecinos. Bien. Ni siquiera amigos. Ni siquiera pudo murmurar la palabra
amigos a su chica. Solté un bufido y la saludé con la mano, forzando una sonrisa
en mi cara que era todo menos convincente.
—Creo que ustedes tienen un montón para ponerse al día. Encantada de
conocerte. —Me di la vuelta, pero después de solo dos pasos, me detuve.
—Déjame llevarte a casa.
—Oh, cariño, estoy segura de que puede encontrar el camino de vuelta.
Después de todo, ella vive aquí y te extrañé —dijo ella, con su voz dulce.
94

Escalofríos recorrieron mi espina dorsal. Tenía que irme. Si tuviera que


escucharlos besándose vomitaría por todas partes. O cometería un asesinato.
Página

Empecé a caminar de nuevo y salí del aparcamiento. Pude oírles discutir detrás de
mí, pero no quería escuchar lo que decían exactamente.
Después de cinco minutos caminando hacia casa, el coche de Nolan redujo
la velocidad a mi lado. La ventana se deslizó hacia abajo y no pude evitar mirarlo.
Se encontraba solo en el coche, suplicándome con sus ojos que subiera mientras
mantenía la boca cerrada. ¿Qué podía decir, realmente? Fue un desastre antes de
que su novia llegara aquí, así que ahora... No había palabras.
Miré a mi alrededor y vi a un grupo de chicos que lucían peligrosos cerca de
un edificio que debería haber sido destruido hace un tiempo. No me gustaba estar
sola afuera cuando ya era de noche, ni cuando no me encontraba en la seguridad
de mi coche. Abrí la puerta del pasajero del auto de Nolan y subí.
En cuanto me abroché el cinturón de seguridad, Nolan condujo en dirección
a mi casa. El silencio pesaba entre nosotros, haciendo que el aire fuera pesado. Me
sentía como si estuviera asfixiándome, pero lo oculté. La voz de su novia no paraba
de sonar en mi mente y apareció un dolor de cabeza. Era demasiado en un día,
demasiado dolor y demasiado desgaste emocional.
—No sabía que iba a venir —dijo, rompiendo el silencio con su voz suave.
Su agarre se tensó sobre el volante, sus nudillos se volvieron blancos—. Lo siento.
Negué con la cabeza. Si tan solo pudiera llamar a Mike de nuevo, solo para
pensar en otra cosa, para distraerme, pero no sería justo para él. Nunca sería ese
tipo de chica.
—Es tu novia. No hay nada que lamentar.
El coche se detuvo frente a mi casa, donde las luces brotaban fuera de las
ventanas de la sala donde mis padres se encontraban probablemente viendo la
televisión. Como de costumbre, la luz exterior estaba apagada. Más abajo en la
calle, un grupo de borrachos o drogados pasaban el rato en frente de una casa
donde la música perturbaba la noche tranquila. Por una vez, no había nadie
traficando drogas o algo ilegal. Probablemente ya se encontraban de fiesta por la
calle con sus clientes.
—Tenemos que hablar de lo que sucedió. Necesito entender.
Abrí la puerta y justo antes de salir del coche, me enfrenté a él con una cara
seria. —No hay nada que entender. Tienes a tu novia esperándote; tienes una vida
esperándote de vuelta en Nueva York. Solo soy la misma niña obsesionada contigo
y nada más. Soy tu antigua vecina.
95

—¡Espera! —Su mano salió disparada y agarró mi muñeca antes de que


Página

pudiera escapar—. Eres más que mi antigua vecina y lo sabes. —Pasó la mano libre
por su cabello y tiró del anillo de su labio con los dientes—. No sabía qué decirle
y... no sé. Mierda, realmente no sé. —Terminó con un preocupado suspiro que
resonó en mí.
Las lágrimas estaban a punto de caer de nuevo, ya que todo se encontraba
borroso. Nunca había llorado como un bebe antes. Me aparté de su agarre en mi
muñeca y pasé un dedo por mi antigua cicatriz. —No debí haberte besado. —La
palabra lo siento no salió de mis labios, atrapada en mi garganta. Decir lo siento
traicionaría cómo me sentía verdaderamente y aunque me arrepentí de la manera
en que me apartó, por lo menos lo besé una vez. Al menos actué en base a mis
sentimientos y disculparme por eso era imposible.
—¿Por qué lo hiciste? —De repente su voz era más tranquila, casi como si
temiera que alguien nos escuchara. Sus ojos no se apartaron de mí, probándome
para responder y poner todo sobre la mesa y exponerme a ser herida. Pero no
había malicia en sus ojos brillantes, solo preguntas y miedo.
—¿Por qué crees, Nolan? —espeté, con mi cuerpo rígido—. ¡Nunca he
dejado de amarte!
Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, cada latido más fuerte y más
doloroso en mi pecho. Mis pulmones se encontraban ardiendo y mi garganta dolía
del llanto. Trataba calmarme. Pero Nolan no aliviaba mis nervios. ¡Por supuesto
que no! En cambio, él palideció y frunció el ceño.
—Pero... eres Pequeña B.
Y él terminó el trabajo de darme mi primer desamor real. Cuando se fue
hace seis años, no estaba con el corazón roto porque nada pasó del lado de la
amistad. Me sentía dolida porque perdí el único amigo en mi vida que me quería,
mientras que ahora, realmente puse mi corazón en la mano para escuchar que solo
era Pequeña B. Seis años demasiado joven, su amiguita con la que nunca tuvo
siquiera una onza de atracción por ella. Pero ahora era una mujer.
Asentí. No había nada que decir. Ni porque lo amara con todo lo que tengo
sería suficiente para convencerlo de amarme. No funcionaba de esa manera. Lo
sientes o no. Él no lo sentía...
Me di la vuelta y salí del coche, corriendo a casa y abriendo la puerta con las
manos temblorosas, fallando en la cerradura tres veces, el ruido contra el panel de
madera. Detrás de la puerta y en el interior de la casa, dejé que las lágrimas
cayeran de nuevo y los llantos finalmente liberados resonaron en el pasillo. Me
96

dejé deslizar hacia abajo por las baldosas frías, con mis rodillas contra mi pecho y
Página

mis brazos alrededor de las piernas.


Mi madre dobló la esquina con mi padre tras ella. Ambos se detuvieron
cuando sus ojos se posaron en mí, derramando mi corazón por algo que era
previsible. Compartieron una mirada antes de que mi madre se acercara a mí y se
arrodillara frente a mí, con sus ojos siempre tan tristes y su cara más vieja antes de
lo que debería haber sido.
—¿Estás herida? —me preguntó en voz baja, con una preocupación extraña
en su voz que me rompió un poco más.
—No... Im…Importa —hipé y escondí el rostro en mis brazos. Me sentía
agradecida por mi pelo largo que me daba la coartada perfecta—. Él no me quiere,
ustedes tampoco. ¿Qué hay de malo en mí?
—Brooklyn —susurró ella entrecortadamente y me miró. Mi padre ahora se
encontraba detrás de ella con una de sus manos ásperas en su hombro mientras
lloraba en silencio, con los ojos fijos en mí—. No digas eso.
Me puse de pie de repente y me alejé, dándoles la espalda, al igual que ellos
habían hecho todos estos años. —Olvídenlo —murmuré sobre el hombro mientras
abría la puerta de mi dormitorio. En el interior, tomé mi guitarra y comencé a tocar
melodías aleatorias mientras mis lágrimas seguían cayendo. Las lágrimas cayeron
sobre mi guitarra y alimentaron mi toque un poco más, hasta altas horas de la
noche, cuando me dormí con la guitarra en mis brazos. Mi último sueño fue
contraproducente. Aprendí algo esa noche; nunca sueñes sobre alguien. No se
podía contar con nadie, no podías esperar por más, por algo mejor cuando tu vida
no iba a ser así. Nolan estaría siempre fuera de mi alcance, no importa qué, no
importa cuándo. Ya era hora de superarlo, superarlo a él.
97
Página
Nolan
Bloqueé mi auto y lentamente caminé de regreso al hotel, pasando junto al
hombre dormido en el escritorio. Lena probablemente se paseaba en mi cuarto,
enojada. Tenía todo el derecho a estarlo. Vino aquí para sorprenderme, me halló
con otra chica en el estacionamiento y la dejé para llevar a esa otra chica a casa.
Pero no podía permitir que Brooklyn caminara sola a casa por la noche. No es
seguro y... yo necesitaba entender. Ella me besó. Sus malditos labios estaban sobre
los míos. Y gimió. Gimió en mi boca.
Gruñí cuando el ascensor se abrió en mi piso. Me froté los ojos y me dirigí a
mi habitación. Mis propios pies parecían pesados como el hormigón. Mi garganta
se cerró y mi corazón, mi corazón martilleaba en mi pecho desde que Brooklyn
yacía en mis brazos.
Tomé una respiración profunda y llamé a la puerta. Dejé mi llave con Lena
cuando fui detrás de Brooklyn. Unos segundos después ella abrió la puerta,
vestida solo con un negligé negro. Es una chica hermosa. Sería una mentira si
dijera que no fue lo que me atrajo de ella meses atrás, pero ahora no se sentía nada.
Solo confusión y miedo. Me encontraba completa y absolutamente perdido.
—Me empezaba a preguntar cuándo regresarías. —Dio la vuelta y caminó
hacia la cama. Se sentó sobre ella y silenció el televisor antes de que colocara el
mando a distancia en la mesita de noche.
No sabía qué hacer. Por lo general, estaría besándola y preguntándole cómo
fue su día y cosas por el estilo, pero ahora dibujaba un espacio en blanco. Me aclaré
la garganta y dejé caer mis llaves en los muebles al lado de la televisión. Me quité
los zapatos y fui a la cama, justo en frente de ella.
98

Me miró; su expresión no muy placentera, como de costumbre. No podía


Página

culparla. Sus ojos eran oscuros, los labios fruncidos en una línea recta. Le aparté un
mechón rubio de la cara, pero cuando mis dedos entraron en contacto con su piel,
no había ningún zumbido, chispa ni cualquier atracción. Nada. Ninguna maldita
cosa.
Me tensé y miré hacia otro lado. Envolvió su pequeña mano alrededor de mi
muñeca. —¿Nolan? ¿No me extrañaste?
Conecté mis ojos con ella y sabía lo que quería, lo que ella esperaba. Sexo.
Aparté la mirada y asentí, pero era un movimiento rígido. No podía. No podía
cuando todavía saboreaba a Brooklyn en mi boca, todavía sentía la suavidad de sus
labios contra los míos y la forma en que sus pechos llenos se presionaban contra mi
pecho. Ahora, frente a mi novia, mi pene estaba flácido, sin respuesta.
—Estoy muy cansado. Me encuentro estresado con el libro.
—Sé cómo puedo ayudar a relajarte. —Me sonrió y me guiñó un ojo.
Para este punto estaría listo, pero no esta vez. Honestamente, no podía
recordar cuando el sexo había sido emocionante, esa cosa que no podía resistir
más. Había pensado que era normal en una relación que llevaba más tiempo que
un par de meses. Ahora sin embargo... me hallaba jodidamente perdido.
Me incliné y presioné mis labios en los de ella y profundicé el beso cuando
su lengua se deslizó a lo largo de la costura de mis labios. Pero no sentí mucho. Lo
rompí y forcé una sonrisa cansada.
—Lo siento, nena.
Se encogió de hombros como si todo estuviera bien, pero vi el borde duro en
sus ojos. Fue fugaz, pero estuvo allí, no obstante. Una vez más, no la culpaba. —
¿Quién era esa Brooklyn? Quiero decir, nunca has hablado de ella antes.
Me tensé y di la vuelta para quitarme la camisa, asegurándome de que no
pudiera ver mi cara. Me sentía tan incómodo que no estaba seguro de lo que ella
sería capaz de leer. —Te lo dije. Solíamos ser vecinos. Tenía una vida familiar
difícil y ya que la mía no era mucho mejor, la cuidaba cuando podía.
—¿Mantuviste el contacto con ella?
Sacudí la cabeza y me quité los pantalones, dejándome mis bóxers. Me di la
vuelta y me encontré a Lena subiendo a la cama, tratando de mostrar su culo
respingón apenas cubierto por la tela transparente. Pero aun así, no pasó nada en
mis bóxers y Lena lo vio enseguida.
99

—Tenía doce años cuando me fui. Estoy tratando de ponerme al día con ella
y ver cómo la vida la está tratando. Eso es todo.
Página

Resopló y apagó la luz antes de que yo diera un paso hacia mi cama. —Si
sigue por aquí, no creo que debas perder el tiempo, Nolan. Tienes un libro por
escribir y una buena vida en Manhattan.
Apreté los dientes y no dije nada. Me subí a la cama y Lena se arrastró
conmigo, acurrucándose contra mi lado. Pasó un brazo por encima de mi
estómago, acariciándome con sus dedos. Ni siquiera se levantó la piel de gallina,
pero mi corazón se apretó en mi pecho, dolorosamente.
Lena besó mi pecho suavemente y suspiró. Tentativamente, pasé un brazo
alrededor de ella y mantuve los ojos abiertos y fijos en el techo. No podía relajarme
ni calmar mi mente. No podía quedarme aquí, ahora no.
Horas más tarde, cuando sentí a Lena dormida, me acomodé mejor en la
cama, alejándola lentamente de mí y acostándola de nuevo en mi almohada. Ella se
movió, gruñó un poco, pero no se despertó.
100
Página
Brooklyn
—Despierta. Brooklyn, despierta.
Alguien sacudió mi hombro. Quería darle una bofetada a esa persona,
gritarle por despertarme de un sueño tranquilo. Gemí en mi almohada suave,
tratando de enterrar mi cara en ella, pero la persona molesta todavía me sacudía,
con más fuerza ahora.
Mi cara picaba por todas las lágrimas que siguieron cayendo, pero lo ignoré
cuando vi a Nolan en mi cama, esperando a que retomara mi juicio. Parpadeé
varias veces, sin estar segura si debía confiar en mis ojos o no.
Por encima de su hombro, pude ver mi ventana abierta con las cortinas
moviéndose con la luz de la noche en el viento exterior. Regresó, pero ¿por qué?
No me moví de mi posición en la cama, pero no quité mi mirada de él. Era
imposible para mí ignorarlo, no cuando se encontraba en mi habitación en medio
de la noche.
En la oscuridad, no podía ver gran parte de su rostro además de sus ojos y
la forma general de la cara. Sin embargo, conocía tanto su cara que era como mirar
fijamente la luz del día. Pero, los rayos del sol no me calentaban, no, eran sus
manos y brazos en mi hombro.
—¿Qué haces aquí? —susurré con voz ronca por el sueño. Sin quitar su
mano de mi brazo, usé mi mano libre para frotarme los ojos con la esperanza de
hacer desaparecer mi sueño—. Es tarde... o temprano. Lo que sea.
—No quiero perderte de nuevo —dijo, y su voz sonaba muy decidida. Se
inclinó más cerca de mi cara y cuando sentí su respiración avivar mi cuello y mi
101

clavícula, la piel de gallina apareció por toda mi piel—. ¿Pequeña B?


Página

Me aparté de las manos calientes y me senté en la cama, con la espalda


contra la pared fría. Todavía llevaba la misma ropa y empezaba a ser bastante
incómodo. Empujé cuidadosamente mi guitarra más lejos al otro lado de la cama y
lo miré.
Incluso si estaba preparada para sentir mi corazón rompiéndose de nuevo al
verlo, no era nada comparado con el golpe que recibí en mis tripas. Frente a la
única persona que significó mucho para mí, cuando esa misma persona me aplastó
tanto que fue increíblemente doloroso y patético, lo que no era yo en absoluto.
—No me llames así.
En mi réplica fría, él suspiró y miró a mi techo sin ver mucho de él ya que
mi habitación seguía en la oscuridad. —Eres mi pequeña B, incluso si no quieres
oírlo en este momento.
—Sabes cómo me siento, Nolan, así que no vengas aquí y uses tu pequeño
apodo para mí para hacerme recordar lo que ya sé. Soy tu amiga pequeña, la amiga
pequeña muy joven con quien piensas que puedes jugar al hermano mayor. Ten un
poco de respeto por mí y a mis sentimientos, y vuelve con tu novia. Estoy segura
de que calentó tu cama, esperándote. —Mi respiración dificultosa salía fuera de
control, al igual que mi ira aumentaba rápidamente. Quería darle una bofetada y
besarlo, todo al mismo tiempo y era bastante inquietante para decir lo menos.
—No seas tan... —No terminó la frase, gimiendo con algún tipo de
frustración cuando sus ojos estuvieron fijos en los míos de nuevo—. Soy seis años
mayor que tú.
—¿Estos seis años son una brecha muy grande para ti? ¿O es tu forma de
suavizar el golpe en lugar de hacer alarde de tu novia?
—Incluso si estuviera soltero, aún habrían seis años separándonos. ¡Joder!
Me acuerdo de la primera vez que te vi en tus pequeños pijamas mientras yo
esperaba que me recogieran para una fiesta y no podía olvidar esa niña. Estos seis
años son un gran problema.
Asentí, luchando contra una nueva oleada de lágrimas. Era difícil estar
enojada con él cuando trataba de explicarse con su voz suave y la desesperación en
sus ojos. Yo sabía que quería tenerme en su vida, pero en este momento yo solo
quería estar lejos.
—Estamos en un callejón sin salida porque no puedo olvidar mis
sentimientos por ti.
—No puedes amarme. —Negó con la cabeza, sus ojos ahora en mi guitarra.
102

Puso una mano sobre mi rodilla todavía cubierta por mis vaqueros—. Solo estás
buscando a alguien seguro, alguien que te conoce y sabe cuánto daño te hizo el
Página

comportamiento de tus padres, y soy ese alguien. No es amor, Pequeña B.


Con fuerza, lo empujé lejos, pero mis manos no permanecieron más de dos
segundos en contacto con su pecho. Apenas se contuvo antes de caer al suelo. Todo
su cuerpo se puso rígido, con los puños apretados. Bien, estaba furioso.
—¡No seas condescendiente conmigo! —Señalé su cara con mi dedo
índice—. En lugar de tratar de analizarme, deberías mirarte en el espejo porque no
eres lo bastante hombre para hacer frente a tu madre y hablar con ella mientras que
sigue viva. Además, creo que tu novia necesita una actualización de tu vida o ella
va a dejar tu trasero y luego, entenderás lo que es amar a alguien que no te quiere
de la misma manera.
—Yo... yo no quiero pelear contigo.
—Vete entonces.
Se puso de pie y caminó hacia la ventana, pero antes de irse, antes de que
todo ese día quedara en el pasado para no ser desenterrado, tuve que preguntarle
algo. Con mi estómago en la garganta, me armé de valor.
—¿Qué sentiste cuando te besé?
Se quedó paralizado, pero no se giró. Sus puños continuaban cerrados a los
costados de su cuerpo. —Perdido. Me sentí jodidamente perdido.
103
Página
Pequeña B, 11 años
Traducido por Beatrix
Corregido por NicoleM

Fuera, en el calor del verano, no podía apartar la mirada de Gran No. Nos
encontrábamos en la hierba, bronceándonos. Usaba mi primer traje de baño, uno a rayas
azul y blanco, y me sentía adulta. Pero era el pecho desnudo de Gran No que hoy me hizo
sentir casi tímida a su alrededor.
Su pecho resplandecía a causa del ligero brillo de sudor después de dos horas fuera.
Con sus ojos cerrados y su alborotado pelo recién cortado, parecía casi más joven. Pero era
tan grande, tan alto en comparación con los chicos de la escuela. Y era mucho más guapo.
—¿Pequeña B?
Me sobresalté y reí con nerviosismo. Dios, esperaba que no supiera lo que pensaba.
Hice a un lado algunas de las trenzas que se aferraban a mi frente sudorosa.
—¿Cómo supiste que querías tener tu primer beso?
Abrió los ojos de repente y se sentó. Su frente se hallaba llena de preocupación
mientras sus ojos me evaluaban. Su aro en el labio desapareció en su boca.
—¿A quién quieres besar?
Crucé los diminutos brazos sobre mis, todavía, invisibles tetas e intenté no pensar
en lo mucho que ardían mis mejillas y lo horrible que debería lucir. Incluso si llevaba un
104

traje de baño, no era adulta.


Página

—¡A nadie!
Sonrió con tristeza y rió.
—Estás creciendo demasiado rápido, Pequeña B. Prefería cuando te encontrabas
obsesionada con las películas de Disney.
Arrugué la nariz y escondí mi mortificación con una sonrisa forzada. Cada vez que
me hablaba, me recordaba cuán pequeña era para él, como una hermanita o algo así, y
aunque me encantaba que fuéramos tan cercanos, me encantaría que me viera como una
chica poco a poco creciendo hasta ser una mujer.
—Sí, bueno, ha pasado un tiempo. Muchas gracias.
Agarró mi hombro flaco y me acercó a él. Su palma caliente hormigueaba contra mi
piel.
—No hagas pucheros. —Revolvió mi pelo juguetonamente—. Así que dime, ¿quién
es el chico afortunado?
¡Me hallaba atrapada! Piensa en un nombre. Piensa en un nombre. ¡Date prisa!
—¡Caleb! —solté de repente cuando el primer chico de la escuela apareció en mi
cabeza. No era tan cercana a Caleb, pero era bastante lindo. Gran No nos ha visto juntos
después de la escuela un par de veces estas últimas semanas—. Ah... sí, Caleb. Supongo...
supongo que es, ya sabes, dulce.
—Entonces de verdad estás interesada en alguien —dijo lentamente, casi como si
tratara de absorber la noticia. Pero al ver el aspecto arrugado de su rostro, uno pensaría que
probó una limonada sin azúcar—. Eso es tan raro.
—¿Por qué? —pregunté con timidez. Me estiré en frente de mí y agarré la botella
de agua que había traído conmigo hace media hora. Tomé un sorbo y suspiré por el líquido
frío.
—Simplemente lo es. —Se encogió de hombros, pero fue obligado. Lo conocía y se
encontraba molesto.
—Ya sabes que mi amiga Maddie ya besó a un chico en la escuela.
—Esa no es ninguna razón para besar a alguien. No debes hacerlo solo porque los
otros lo hacen.
—¿Y si cada vez que lo veo me pregunto cómo se sentiría tener sus labios contra los
míos? ¿No crees que signifique que debería hacerlo? —Si al menos fuera simple, si solo la
persona que quería besar fuera más joven y no seis años mayor. Obligué a mis ojos a no
permanecer demasiado tiempo en sus labios rosados.
105

Sus mejillas se volvieron de color rosa y no tenía nada que ver con el sol, lo sabía. Se
Página

sentía incómodo y eso me hizo sentir más incómoda.


—Bueno, entonces, creo que ya sabes que quieres tu primer beso. Solo tienes que...
eh, ir con este chico Caleb. —Sonrió y deslizó uno de sus grandes brazos alrededor de mis
hombros—. Pero no crezcas demasiado rápido. Quiero mantenerte conmigo un poco más de
tiempo, Pequeña B.
Yo también, Gran No. Quiero mantenerte un poco más. Te quiero mucho más.
Necesito mucho más. Me acurruqué más cerca de él y disfruté de su cercanía.
Traducido por Marie.Ang
Corregido por Alessandra Wilde

Brooklyn
De alguna manera, en lo que fue de ayer, debí haber perdido todos mis
sentidos. Supuse que era lo único que tenía en común con Nolan. Todo este dolor
que aún sentía, llegó a mí de la forma más extraña porque me encontraba aquí,
teniendo algún tipo de horrible té apestoso con la madre de Nolan. Solo por un
impulso cuando pasé conduciendo por su edificio, me estacioné y llamé a su
puerta.
—Dime, Brooklyn, no estás aquí solo para tomar un té conmigo. Sé que no te
agrado mucho después de lo que le hice a mi hijo —dijo con una voz temblorosa
que era más un signo de su debilidad que de algo más.
Bajé mi taza de té e intenté sonreírle sin encogerme al ver los huesos
salientes de su cuerpo. Era una maravilla que aún estuviera con vida y viviendo
sola cuando la veías. —Sé que Nolan es bastante exigente contigo ahora, pero estoy
segura de que vendrá por aquí pronto.
106

—Espero que no sea demasiado tarde.


—No lo será. Él es más fuerte de lo que se da crédito. —Miré la manta
Página

escocesa envolviéndola, engullendo su pequeño cuerpo—. Pero tienes razón; estoy


aquí porque tengo algo que preguntarte.
Sus ojos vidriosos brillaron un poco y tiró de mi corazón. Solo porque quería
preguntarle algo, era feliz. Era tan simple como eso y bastante triste. Cuan sola
debía sentirse a diario… Y se extinguió algo de mi odio hacia ella de todos esos
años en que veía a Nolan destruido por la adicción de ella.
—Pregunta lo que quieras.
—¿Qué solía decirte él sobre mí?
Tomó otro sorbo de su horrible té y puso la taza en la mesita de café antes
de acomodarse un poco más en su manta. Con sus ojos color avellana, exactamente
iguales a los de su hijo, me evaluó con una chispa divertida en ellos.
—Lo amas, ¿verdad? —Ante mi dubitativo asentimiento, su sonrisa se
amplió—. Nunca hablamos mucho, pero las pocas veces que lo hicimos, siempre
me decía que eras una mujercita increíble, muy madura para tu edad, muy dulce y
amable y que serías una hermosa mujer algún día. Debo decir que tuvo razón. —
Suspiró y su respiración se volvió un poco más dura como si acabara de correr—.
Cuando decía tu nombre, su sonrisa era la más brillante.
Respiré hondo, tratando de prevenir la nueva arremetida de lágrimas. Mis
ojos se encontraban lo suficientemente inyectados de sangre de por sí. —Debería
estar feliz, pero para ser honesta esto confirma lo que ya sabía. Él siempre me vio
como una hermana barra amiga.
—Es diferente ahora. Ambos son adultos.
—Dile eso. —Me reí sin humor y miré al viejo reloj en la pared. Tenía que
irme si no llegaría tarde para mi turno—. Y no es de sorprender si no sucede nada
entre nosotros. Tiene novia, después de todo.
Me puse de pie y cuando intentó acompañarme a la puerta, la detuve con
una mano en su hombro. Suspiró, derrotada, pero obedeciendo. No le quedaba
mucho tiempo.
—No subestimes tu conexión con mi hijo. Y sé tú misma. Sé que él tiene un
lugar especial en tu corazón.
Ser yo misma. Si solamente recordara lo que era ser yo misma. Soy una
jodida camarera en un bar de mierda en un pueblito en medio de la nada. No iba a
ninguna parte. No tenía nada que darle además de yo misma y mi corazón, y él me
rechazó.
107

—Pero, ¿cuál es mi lugar en su corazón? —murmuré.


Página

Le dije adiós con la mano y dejé su pequeño apartamento, sin sentirme


tranquila de ninguna manera. Esperé que me diera un poco de tranquilidad, pero
fue una tontera. De hecho, no estaba segura de lo que buscaba. Quizá me aferraba
a mi última unión con él, a su pasado, la única cosa que me quedaba mientras su
novia tenía su presente y su futuro.
Nolan
—Lena, estoy tratando de concentrarme. —Suspiré de nuevo y me pasé una
mano por el cabello, apartando la mirada de mi computadora portátil para mirarla.
Con sus manos en las caderas y su ceño profundamente establecido en su
rostro. Era una maravilla que no estuviera tratando ya de arrancarme uno nuevo.
Me había estado jodiendo desde que despertamos y ya no me quedaba paciencia
hoy.
—Estoy empezando a pensar que no eres feliz de que esté aquí contigo.
Saqué la portátil de mis rodillas y me puse de pie. Caminé hacia ella y
agarré sus manos. Era difícil seguir mirándola cuando mis pensamientos seguían
volviendo a la noche pasada y Brooklyn. La culpa me carcomía, pero no tanto para
confesar todo. —Me alegra que estés aquí, pero sigues molestándome para escribir,
Trey también lo hace, y es difícil, de acuerdo. No puedo concentrarme en ese
maldito libro y es exasperante. Eso es todo.
Su ceño fruncido se profundizó, pero asintió. Se levantó de puntillas y me
besó, pero lo rompí casi de inmediato antes de que pudiera intensificarse. Planté
un beso en su frente y me retiré a la cama, protegiéndome con mi computadora en
mis rodillas.
—No sé lo que pasa, Nolan, pero espero que te abras a mí en algún punto.
Es obvio que tienes un pasado difícil y que se encuentra unido a este pueblo, pero
tienes novia ahora, ¿recuerdas?
—Lena, yo…
108

Alzó una mano y se llevó las llaves de mi auto sin preguntar. —No puedo
permanecer dentro. Voy a explorar este pueblito y dejarte escribir. Con suerte,
Página

estarás de mejor humor más tarde.


—Podemos recoger algo para comer esta noche si quieres. ¿Qué dices? —
ofrecí distraídamente, tratando de compensar incluso aunque no me encontraba de
humor para salir o siquiera hablar para el caso.
—Eso está bien. —Me envió una sonrisa y salió; sus tacones repiqueteaban
en el suelo haciéndome encogerme.
Cuando la puerta se cerró tras ella, gemí y escondí la cara detrás de mis
manos. ¿Qué mierda andaba mal conmigo? Fui a donde Brooklyn mientras mi
novia dormía en nuestra cama la pasada noche y no le dije nada. Y ahora que salió
de la habitación, por fin podía respirar otra vez. Era suficientemente malo lo que
sucedió con Brooklyn sin actuar como un bastardo infiel de nuevo. Nunca he
engañado en toda mi vida y sabía que debería decirle a Lena lo que sucedió, pero
había algo que me retenía. No era la culpa, no era el miedo de perderla… era algo
más y ni siquiera podía precisar qué.
Sin embargo, el resultado final era el mismo. Brooklyn me besó. Ni siquiera
tenía que cerrar los ojos para sentir sus labios en los míos y saborearla en mi boca.
Continuaba aquí, tan vívida, tan excitante.
109
Página
Brooklyn
A pesar de que no me gustaba del todo mi trabajo —después de todo, nadie
soñaría con estar atrapada en un trabajo sirviendo a gente que se encontraba
borracha la mayor parte del tiempo—, tenía su brillo. No tenía que estar muy
concentrada, no como tenía que estarlo un cirujano o un importante director
ejecutivo. Tomaba las órdenes de los clientes, las traía a sus mesas con un poco de
charla y eso era todo. El lado deprimente era que mi mente aún se hallaba pegada
en los eventos de ayer y en mi pequeña conversación con la señora Bell.
—Hermosa, alguien quiere verte —me llamó el barman mientras traía unas
botellas de cerveza vacías. Fruncí el ceño y miré la barra en donde señalaba él.
Miré el reloj sobre la barra y maldije. Por una vez, no me importaría trabajar
un poco más, pero mi turno estaba a punto de terminar. Suspiré y caminé hacia
ella, esa chica que no conocía en absoluto y aun así odiaba verla solo porque tenía
al hombre que yo quería.
Con su ropa muy estilosa —ajustados vaqueros azul oscuro y una frívola
blusa azul—, se veía fuera de lugar aquí. No tenía que mirarme para saber cómo
lucía con mis pantalones cortos y mi camiseta roja con un hombro caído.
Comparada a ella, era obvio que me hallaba en el lugar correcto y sin embargo, no
quería estar aquí.
Tenía una sonrisa un tanto lobuna y al verla, titubeé un poco. Era pequeña y
no tenía demasiadas curvas como yo, pero se alzaba como si pudiera acabar
conmigo en cinco segundos. Con mis emociones esparcidas por todo el lugar, no
sería una gran amenaza.
110

—Hola, Brooklyn. Sé que est{s… —Miró alrededor del bar, sus profundos
ojos azules valorando a un par de tipos borrachos medio despatarrados en el bar
Página

antes de volver a centrarse en mí—… trabajando, pero me gustaría hablar un poco


contigo.
—Claro —respondí, sentándome en el taburete junto a ella. Mantuve mi
cuerpo enfrentando el de ella y no al bar.
Con sus ojos fríos en mi cara, sin pestañear, pensaba que era intimidante,
pero no funcionaba conmigo. Para ser honesta, ni siquiera me importaba lo que
pensaba de mí, o por qué quería hablar conmigo ya que no era nadie para mí. No,
lo que me preocupaba era algo más. ¿Y si le contó a Nolan algo que haría que se
fuera pronto? Porque entonces, nos separaríamos sin otra palabra mientras yo
había estropeado todo por actuar por mis sentimientos.
—¿Sabías que él nunca me contó de ti antes de ayer?
Asentí. —Es porque probablemente no hay mucho que decir. —Mi corazón
se apretó en mi pecho ante mis propias palabras. Era doloroso.
—Y aun así, pareces significar lo suficiente para él como para ponerlo de un
humor extraño, por cualquiera que sea la razón. —Jugueteó un poco con su copa
de ginebra y agua tónica; los cubos de hielo repiqueteando ruidosamente contra el
vidrio—. Hemos estado saliendo por siete meses; hasta hablamos sobre mudarnos
juntos. No quiero que su estadía aquí destruya todos nuestros planes. ¿Sabes lo
que quiero decir?
Era buena con su voz y sonrisa dulce, pero sus ojos la traicionaban. Era una
pobre excusa de una mujer, ni una sola vez diciéndome que no quería perder a
Nolan porque lo amaba, solo diciendo que tenía planes con él. Cuando mi rabia
empezó a elevarse, respiré hondo. Después de todo, no era de mi incumbencia. Y
ella podía muy bien tener sentimientos por él por todo lo que sabía. Pero me lo
restregaba de la manera equivocada.
—Entonces, ve a desempeñar el papel de la novia perfecta y habla con él. No
debes gastar tu tiempo conmigo aquí. —Me puse de pie y gimoteé cuando sus uñas
perfectamente arregladas se clavaron en la piel sensible de mi muñeca. Intenté
alejarme, pero tenía un agarre de muerte.
—No eres material para una novia. Solo eres una zorra aquí, una chica que
abre las piernas fácilmente a cualquier chico que le muestra interés porque tiene
algunos problemas de padres. Nolan no está interesado en eso.
Me incliné hacia su rostro, mi nariz cerca a la de ella, tanto que pescaba un
rastro de su perfume, el que era Shalimar si no me equivocaba. —Entonces, no hay
111

necesidad de preocuparse. No te metas conmigo, muñeca.


Me miró y liberó mi muñeca antes de ponerse de pie e irse con la espalda
Página

rígida y la cabeza en alto. Incluso miró con desdén a una dulce pareja de ancianos,
que entraban al bar por su copa semanal de vino tinto. Perra.
—Pensé que la golpearías cuando te agarró —me dijo Elena, su dulce voz lo
suficiente relajante para soltarme ligeramente.
—Odio a las mujeres como ella. Siempre piensan que son mejores que otros
y sin embargo, siempre tratan de intimidar a la gente.
Puso una reconfortante mano en mi hombro desnudo y lo apretó con una
sonrisa en su rostro. —No dejes que te afecte. De todos modos, ¿quién es?
—La novia de Nolan Bell —respondí con un resoplido. Todavía era difícil
dejar que la palabra novia saliera de mi boca cuando todo lo que quería era
olvidarla, olvidar que él no era soltero, olvidar que estaba enamorado de alguien
más.
—¿Su novia? —Se rió, meneando la cabeza—. Diablos, las cosas han
cambiado. —Cuando atrapó mi mirada oscura, se puso seria—. Lo siento; debe ser
difícil para ti.
—Es mi suerte el que todos sepan lo que siento por él. —Abatida, le sonreí y
me fui hacia la puerta principal, lista para irme ahora que las chicas que hacían el
siguiente turno se hallaban aquí. Cuando empujé la puerta para abrirla, mis ojos
aterrizaron en mi muñeca en donde las furiosas marcas eran visibles.
Sin pensarlo dos veces, sin sopesar los pros y contras, pesqué mi teléfono
celular del bolsillo de mis pantalones cortos.
Asegura la correa. ¡Si ella me toca de nuevo, no terminará bien! Odio
cuando alguien me agarra por la fuerza.
Y presioné enviar. Puse mi teléfono de regreso en mi bolsillo y caminé hacia
mi auto, lista para ir a casa y esconderme en mi cuarto. No quería desempeñar el
papel de la mariposa social, no quería ir de fiesta. A mitad de camino a mi casa,
sentí que mi teléfono vibró contra mi muslo, pero lo ignoré. Si había algo que
nunca hacía era revisar el teléfono mientras conducía. Tener una hermana que
murió en un accidente automovilístico me hacía muy cautelosa una vez que me
encontraba detrás del volante de un auto.
Estacioné en la acera y salí, sin mirar a ningún lugar más que directo a la
casa. Una vez dentro, no intenté comprobar en qué parte de la casa se hallaban mis
padres y fui directo a mi habitación. Con las manos temblando por los nervios,
tomé el teléfono y abrí el mensaje.
112

¿Qué hiciste? Ella quería conocerte, eso es todo.


Típico. Tan típico. Lo que sea que le haya contado, le creyó a la chica con la
Página

que se acostaba en vez de a la que proclamó como su “mejor amiga”. El sexo con
los hombres siempre prevalecerá. Lo sabía, pero dolía viniendo de Nolan.
Por supuesto, tenía que ser yo, ¿no?
Apagué el teléfono antes de ir por una ducha, esperando que calmara mis
nervios. El agua caliente era una de las mejores medicinas. Tan pronto como cayó
en mi piel, gemí, liberando algo de la tensión en mis hombros, espalda y cuello. No
aparté el cabello que se pegaba a mi rostro mientras el agua caía como una lluvia
pesada.
Con las palmas contra las baldosas, dejé que mi cabeza colgara entre mis
hombros y cerré los ojos, concentrándome en las gotas cayendo de mi barbilla y
nariz. Justo ahí, si lloraba mis lágrimas se mezclarían con el agua, haciendo fácil
ignorarlas, ignorar el hecho de que mostraba una debilidad que no solía mostrar.
Podía pretender que no lloraba o que no me sentía pulverizada por las palabras de
Nolan a mi mensaje.
Cuando mis dedos empezaron a arrugarse, corté la ducha y me envolví en
una gran toalla negra. Con otra más pequeña, sequé mi cabello y lo peiné, ni una
vez mirándome en el espejo sobre el lavabo, ni siquiera cuando la bruma se disipó.
No quería ver mis ojos rojos, sería una prueba de mi debilidad y enfrentarla no
estaba en mi agenda.
Apagué la luz y caminé lentamente hacia mi dormitorio en la semi-
oscuridad. Cuando sentí que mi toalla empezaba a caerse, la aseguré con la mano
mientras que encendía la luz en el cuarto. Cuando vi a alguien de pie en frente de
la ventana, grité y llevé mi mano libre hacia mi boca.
Ahí, con una chispa de furia en los ojos, Nolan me esperaba. Sus ojos
notaron mi casi desnudo ser en toda su gloria y se movieron nerviosamente a sus
pies. Al menos, también lo tomé por sorpresa.
—¿Qué haces aquí? —Cerré la puerta detrás de mí—. Deja de colarte en mi
dormitorio, es molesto.
—Apagaste tu teléfono. ¿En realidad piensas que dejaría una discusión así?
Me conoces mejor que eso.
—¿Puedes al menos girarte? Me gustaría ponerme algo de ropa.
Se cruzó de brazos sobre el pecho, su camiseta verde tensándose en los
hombros y se inclinó contra la muralla, justo junto a la ventana. —No.
113

—¿No?
—No —confirmó firmemente.
Página
Pequeña B, 11 años
Traducido por Julie
Corregido por NicoleM

—¿Me trajiste un regalo?


Se rió y tiró suavemente de mi coleta alta.
—Es navidad, Pequeña B.
Me sonrojé, bajando la mirada al pequeño regalo envuelto en papel rojo brillante,
inspeccionándolo más de cerca; había diminutos copos de nieve aquí y allá. Desde que
conocí a Gran No, siempre me daba algo para navidad, pero por lo general era un DVD o
una tarjeta hecha con una foto de ambos, sus regalos nunca fueron envueltos como éste. Era
diferente e hizo que el corazón se me acelerara en el pecho.
—No lo mires, ábrelo —me instó. Su sonrisa era amplia y perfecta, y era la que yo
tanto amaba, la que siempre buscaba cada vez que lo miraba.
Con una risita, rompí la envoltura de papel y encontré una cajita de color negro.
Fruncí el ceño y la abrí. Mi respiración se detuvo por completo y mis manos apretaron su
agarre en la cajita sin que me diera cuenta hasta que mis pequeños nudillos se pusieron de
un color blanco raro. Allí se encontraba la pulsera más bonita que había visto en mi vida.
Era delgada y plateada con un amuleto en forma de corazón hecho de una piedra púrpura.
—Es una amatista. Sé que tu color favorito es el rojo, pero un rubí es demasiado
114

caro —explicó, con su voz más apresurada de lo que me hallaba acostumbrada.


No podía apartar la mirada de la pulsera. Tenía miedo de que desapareciera.
Página

—Me encanta. Es tan hermosa —le dije con asombro.


Suavemente, tomó la caja de mis manos y cogió el brazalete. Lo miré y esbocé la
sonrisa más grande que jamás tuve. Incluso me hizo doler las mejillas. Extendí la muñeca
izquierda y él la abrochó; tuvo éxito después de cuatro intentos y muchas maldiciones en
voz baja.
No quería decir ni una palabra, solo quería mirar la pulsera que brillaba bajo la luz
proveniente de la lámpara en mi mesita de noche. ¡Y la pequeña piedra era tan perfecta!
Una amatista. Tenía una amatista.
—Gracias, Gran No. Es perfecta —dije, rompiendo el silencio. Pero lo que no dije
fue “tan perfecta como tú”. Aún era demasiado joven para él, pero sabía lo que debía y no
debía decir. Mientras tanto, podría amar mi pulsera, la primera vez que un niño o un
hombre en este caso, me había regalado una joya.
—No tan perfecta como tú, Pequeña B. Nunca olvides eso. Eres mi niña perfecta. —
Me abrazó de lado, con los ojos perdidos en sus pensamientos, oscureciéndolos con lo que
estaba segura eran tristes recuerdos.
Me acurruqué en su pecho, sosteniendo mi muñeca con la pulsera contra mi regazo.
—He oído hoy en la televisión que la perfección no existe y estoy segura que no soy
perfecta.
Me besó la parte superior de la cabeza y suspiró.
—La perfección es lo que uno compensa para serlo y para mí, eres perfecta. Nadie va
a ser tan perfecta como tú.
—Entonces, tú también eres mi perfección.
Se rió de mis palabras, pero lo que no veía eran mis mejillas sonrojadas. Lo que no
sabía eran mis verdaderos sentimientos hacia él. Era mi perfección con todas sus
imperfecciones. Era mi sueño, más que ir a la universidad en San Francisco. Tan tonto
como sonaba, era mi mayor sueño.
115
Página
Traducido por Janira
Corregido por Daniela Agrafojo

Brooklyn
Decir que me quedé atónita era un eufemismo. No podía apartar la mirada,
y él no se movía. De repente, mi estado de casi desnudez me hizo sentir tímida, lo
cual era muy raro. Nunca era tímida con mi cuerpo alrededor de un chico. Aunque
nunca había estado desnuda delante de Nolan.
Cada gota de agua que caía de mi cabello húmedo y bajaba por mi cuello me
hacía ansiar un toque que no fuera el del agua. Si hubiera cerrado los ojos, habría
podido ser capaz de imaginar los dedos de Nolan pasando a lo largo de mi piel,
sacando un gemido de mí, en lugar de las gotitas de agua. Pero mantuve los ojos
abiertos y mis brazos apretados a mi alrededor para evitar que cayera mi toalla.
—Estoy casi desnuda —señalé de nuevo, segura de que había perdido la
cabeza. O tal vez le importaba una mierda y ni siquiera sentía que fuera una mujer
en absoluto. Sería tan mortificante. Como si no fuera suficiente que me rechazara
cuando lo besé.
116

Sus ojos dejaron mi rostro brevemente, pero el tiempo suficiente para dejar
un rastro caliente por mi cuerpo. Debería disfrutar del ligero rubor que apareció en
Página

su rosto cuando su mirada se topó con mis piernas desnudas aún húmedas de la
ducha, pero solo me hizo querer esconderme. Sin embargo, no quería que sus ojos
regresaran a mi rostro, pero lo hicieron.
—¿Y qué? No me encuentro aquí para comerte con los ojos, Brooklyn.
—¡Claro que no! —Me burlé, y la tensión corrió por mi cuerpo—. Quieres
pelear conmigo porque me atreví a cuestionar la honestidad de tu perfecta novia.
—Es una chica dulce y no puedo…
—Imaginar que me haría algo, mientras que yo no soy más que un volcán.
¿Es correcto? —Terminé por él con veneno en mi voz. Extendí mi muñeca hacia
adelante. Incluso con poca luz y con él al otro lado de la habitación, sabía que
podía ver las marcas de furia en mi piel hechas por las uñas de la perra.
Los ojos de Nolan se oscurecieron y sus labios se apretaron. Un músculo se
tensó en su barbilla. Hice un movimiento para esconder mi muñeca bajo mi otro
brazo, pero él caminó hacia mí y me detuvo. Con dedos suaves, tomó mi mano y
examinó más de cerca mi muñeca, sus ojos no se perdieron ni un rasguño.
—¿Qué pasó?
Me alejé y me senté en la cama, cuidando de mantener mi toalla a mi
alrededor. —Quería decirme que no estás disponible, o alguna mierda como esa.
—No puedo creer que hiciera algo así.
Entrecerré los ojos hacia él. —¿Insinúas que es mi culpa?
—No, para nada —dijo. Sacudió la cabeza y se sentó a mi lado. Había un
pequeño espacio entre nosotros, suficiente para no tocarnos y, sin embargo, lo
bastante cerca para sentir la calidez viniendo de él. O tal vez, era un truco de mi
mente, lo que era posible—. Simplemente, es tan amable. Nunca alza la voz.
—¿Le preguntaste que pasó? Digo, por lo menos espero que dudaras de sus
palabras cuando te dijo que fui mala con ella.
—Pequeña B…
—¡Detente! —Me volví ligeramente para míralo—. No uses ese tonto apodo
para aplacarme. Lo entiendo, es tu novia, la amas y toda esa mierda, pero me has
conocido desde que tenía nueve años y solo la has conocido los últimos siete meses
más o menos, y prefieres creerle inmediatamente en lugar de escuchar lo que yo
tenía que decir.
117

—Me dijiste que ya no te conozco. Joder, incluso Mike me dijo que


cambiaste, quizá demasiado.
Página

—Eso es gracioso. —Me reí sin humor—. Crecí, pero no significa que me
convirtiera en una especia de gran perra odiosa, Nolan.
—Lo siendo, bien. —Suspiró y respiró profundo—. Estoy seguro de que
vendrá y se disculpará. No es fácil para ella descubrir todo mi pasado así.
Lo miré boquiabierta y negué. —Guau, realmente estás enamorado.
—¿Por qué dices eso? —Mordisqueó el aro de su labio y me frunció el ceño.
—Porque le encuentras todo tipo de excusas. Solo espero que te ame tanto
como tú la amas, lo cual me es difícil de creer.
—¿Qué quieres decir? —Su ceño se profundizó.
Me encogí de hombros. —Nada. Deberías regresar y hablar con ella. No
quiero estar entre ustedes. —Tragué el nudo en mi garganta—. Tienes cosas que
solucionar con tu madre y tu novia demandante. ¿Yo? —Señalé mi pecho—. Tengo
que trabajar mucho para ahorrar el dinero suficiente para mudarme. Tenemos
vidas muy diferentes y en este momento están chocando.
Se giró más hacia mí, sus ojos clavados en un lado de mi rostro. —Dime si
me equivoco, pero parece que me estás alejando porque ella está aquí.
—Sabes cómo me siento respecto a ti. Es… doloroso verlos juntos.
Silencio cayó entre nosotros, cargado de tensión. Mi pecho, estómago, todo
mi cuerpo se hallaba adolorido. Era duro verlo, imaginarlo compartiendo la cama
con otra mujer, imaginar sus labios en los de alguien más.
—¿Cómo sabes que lo que sientes por mí es amor verdadero? —preguntó;
su voz era apenas un susurro, como si tuviera miedo de mi respuesta.
—Siempre pienso en ti, mi corazón late fuerte cada vez que estamos juntos,
quiero tocarte, besarte y aun si me siento locamente enojada contigo, quiero estar
en tus brazos, porque allí es donde me siento completa. Todo es muy cliché, pero
es como sé que lo que siento por ti es real y sé que esta mierda no desaparecerá.
Bajé la mirada a mis rodillas desnudas y mentalmente deseé que se fuera.
¿Cuántas veces tenía que desnudarle mi alma? ¿Cuántas veces sería capaz de pasar
por el mismo rechazo y humillación? Era demasiado para mí. Creía que era una
mujer fuerte, del tipo que se recuperaba después de ser derribada, pero él rompía
mi corazón una y otra vez.
118

—No bajes la mirada —susurró suavemente. Su aliento me acarició la piel


del hombro hasta el codo. Con sus dedos, atrajo mi cara a la suya—. Nunca
Página

deberías bajar la mirada.


Me encontraba tan cerca de él, tan cerca de sus labios, tan cerca del pequeño
aro en su labio inferior que enviaba mensajes pecaminosos a mi cabeza cada vez
que lo miraba. Aún podía sentir la suavidad de sus labios contra los míos y, sin
embargo, era un recuerdo que quedaría en el pasado, para no ser experimentado
otra vez. El rastrojo en su rosto probaba que ya no tenía dieciocho años; era todo
un hombre, un hombre que ansiaba saborear. Sus ojos tan suaves y siempre alertas
cuando se dirigían a mí, me miraban como si fueran a encontrar algo escondido en
mi rosto, pero yo no era un misterio. Ya no. Quería sentir los suaves mechones de
su cabello en mis palmas, quería saber cómo sería besarlo con fuerza, escucharlo
gemir debido mí, escucharlo gruñir por mí. Pero todo estaba obligado a quedarse
en mis fantasías.
Tomé una respiración profunda y solté el aire lentamente, tratando de
componerme mientras mis pensamientos obstinados me ponían toda excitada, otra
vez. Era demasiado vergonzoso sentir una atracción cuando la otra persona solo
sentía cariño fraternal.
—Por favor, vete. No puedo hacer esto en este momento.
—¿Hacer qué?
—Resistirme a ti, olvidar lo que quiero.
Sus ojos cayeron a mis labios antes de volver a mis ojos, pero volvieron con
preguntas, incluso esperanza. Y antes de poder preguntar qué era, Nolan se inclinó
más cerca de mí, de mi rosto. Contuve el aliento, y no me atreví a moverme. De
hecho, no me hallaba segura de poder seguir controlando mis miembros. Nuestras
narices casi se tocaban y nuestros ojos seguían trabados en los del otro.
Sin pensarlo, me humedecí los labios con la punta de la lengua y los ojos de
Nolan se oscurecieron. Mi corazón se encontraba caliente en mi pecho, inflándose
con cada latido. Tragué saliva y esperé, segura de que no era lo que yo quería que
fuera.
Pero sí era lo que quería que fuera.
Con una última mirada caliente y dura, cerró los ojos y llevó sus labios a los
míos y todos mis pensamientos me abandonaron a la vez. Solo con el primer roce
de sus labios contra los míos. Sus labios eran calientes y suaves, pero decididos.
Fue quien dirigió y estuve más que contenta de dejarlo.
Succionó con suavidad mi labio inferior, mordiéndolo cuidadosamente con
119

los dientes. Eso envió hormigueos por todo mi cuerpo, y tuve que aferrarme a sus
hombros fuertes y firmes bajo mis dedos. Abrí la boca y halé una vez del aro en su
Página

labio. Lo que pasó después fue el mejor sonido que escuché alguna vez. Gimió tan
profundamente que no pude mantener en silencio mi gemido en respuesta. Me
rodeó con sus brazos, su antebrazo desnudo rozando lentamente mis brazos antes
de que sus manos calientes aterrizaran en el área de piel desnuda en mi espalda.
Me estremecí.
Su lengua se deslizó dentro de mi boca y bailó con la mía, primero despacio,
luego se volvió frenética, más desesperada. Me sentía sobrecargada, a punto de
explotar y no quería que terminara. No quería mi próximo aliento más que besarlo
una y otra vez.
Pero él rompió el beso y nos miramos, ambos sin aliento. Quité mis manos
de sus hombros y él alejó sus manos de mí. Sus labios estaban rojos y un poco
hinchados. Nos besamos. No, él me besó. ¡Me besó!
Llevé una mano a mi boca, mis dedos trazando los labios distraídamente
mientras sentía las marcas dejadas en mi rostro por su barba. Nunca había sido
besada así. Era como si hubiera tratado de devorarme, como si fuera un beso único
en la vida. Y cuando vi sus ojos volverse duros y su rostro cerrarse a cualquier tipo
de emoción, supe que lo era.
—Supongo que solo fue un error, ¿cierto?
Asintió rígidamente antes de levantarse. Pero incluso si trataba de ocultarlo
al ser tan distante, sabía que ese beso lo afectó. Sabía que lo disfrutó. Aún podía oír
su gemido en mi cabeza y me hacía querer tenerlo en mi cama, pero era inútil.
Tenía novia.
—Solo quería probar que no significa nada, que no te veo de esa manera.
Solo fue un beso, nada más que un simple beso.
—La próxima vez, mírame cuando mientas. —Me paré y señalé la ventana
abierta—. Ahora ve con tu novia. Ve a dormir con ella para probarte que la amas y
que ese beso no fue nada. Mantén los ojos cerrados ante el hecho de que en
realidad no me ves como la niña de doce años que dejaste hace más de seis años.
¡Ve y convéncete!
Sacudió la cabeza, pero no dijo nada y eso fue peor. Lo miré mientras se
alejaba y ni una vez me miró sobre el hombro. Ni una vez. Así como así, regresó
con la mujer que compartía su vida. Y yo me quedé sola.
Me hundí en la cama. Con mis codos en mis rodillas y la cabeza en mis
manos, intenté con todas mis fuerzas no imaginarlo teniendo sexo con su novia.
Imaginarlo besándola como me besó, imaginarlo tocándola de la manera que
120

soñaba que me tocara a mí era demasiado. Sin embargo, esa era su vida y Lena lo
había visto en su punto más vulnerable, completamente desnudo junto a ella,
Página

mientras le hacía el amor.


Me levanté y dejé caer la toalla. No me quedaría aquí castigándome con
imágenes de Nolan con esa perra. Agarré la primera prenda que pude encontrar,
peiné mi cabello húmedo en un moño alto desordenado y cogí mi guitarra con su
estuche. Conocía el lugar perfecto para calmarme.
Nolan
Conduje lejos, demasiado rápido. No sabía a dónde iba, no tenía un destino
en mente, pero necesitaba alejarme de Brooklyn. Quité la humedad de mis labios,
maldiciéndome en silencio.
Mi pecho todavía se sentía agitado y mis miembros seguían débiles por el
beso. Aún podía sentir el olor de su gel de baño, algo frutal y fresco. En mis oídos,
aún podía escuchar el sonido que hizo cuando la besé. En mis pantalones, estaba
duro como una jodida roca, mi polla presionaba contra la cremallera de mis
pantalones.
Puse una mano en mi entrepierna, apreté mi erección y gemí. —¡Joder! —
Mis caderas se lanzaron hacia arriba y el sudor cubrió mi frente. Me encontraba tan
malditamente excitado, listo para venirme en mis pantalones como si tuviera trece
años.
Traté de alejar todos y cada uno de los pensamientos de mi cabeza, traté de
olvidar cuan caliente, cuan fascinante lucía con solo una toalla y cuanto quería
lamer las gotitas cayendo de su cabello, pero no funcionó. Todo seguía volviendo a
la misma maldita cosa.
Brooklyn me besó y me desvié de mi camino al devolverle el beso.
Quería probarnos algo pero fracasé. Ese beso, ese maldito beso fue como
ningún otro. Cualquier maldita cosa que significara, fue como ningún otro. No
había estado pensando en Lena, e incluso ahora ella era solo un pensamiento vago,
distante. Tampoco pensé en Brooklyn como Pequeña B. Pensé como un hombre
piensa en una mujer sexy.
121

No quería a mi novia, pero me hallaba hambriento por Brooklyn. ¿Qué clase


de jodido hombre era?
Página
Pequeña B, 11 años
Traducido por Kyda
Corregido por Daniela Agrafojo

De puntillas, toqué el cristal de la ventana. Miré alrededor, asegurándome de que


nadie me viera llamando a la ventana de Gran No. No quería que mis padres supieran que
salí de mi habitación tan tarde en la noche. Aunque no estuvieran allí para mí, no querían
que nada malo me ocurriera. Lo sabía de alguna forma.
La alcoba de Gran No se hallaba oscura, pero él debería estar aquí. Sabía que a su
mamá no le había ido muy bien esta semana y me preocupaba que Gran No no estuviera allí
para nuestra noche de películas. Nunca se la perdía. Jamás.
Seguí tocando hasta que mis nudillos dolieron. Miré mis dedos y me encogí. Mi piel
normalmente pálida se veía furiosamente roja después de tocar y tocar. Quizá había salido
con sus amigos grandes después de todo. Abatida, me di la vuelta, y mis ojos bajaron al
césped verde oscuro que lamía mis pies desnudos.
Luego, detrás de mí, la ventana se abrió lentamente. Volteé y sonreí ampliamente,
pero no duró cuando vi a Gran No. Corrí a su ventana, con mis ojos grandes de miedo. Se
veía horrible. Su ojo izquierdo se veía hinchado y morado, su labio superior se encontraba
cortado, probablemente por el anillo de su labio inferior, y su ceja izquierda se hallaba
inflamada con una pequeña cortada con sangre seca. Luego, miré sus manos y nudillos que
estaban todos raspados. Algo muy malo había sucedido.
122

—¿Quién te hirió? ¿Qué pasó? —Lloré febrilmente, mis manos ahora contra el
cristal de la ventana.
Página

Medio me sonrió, extendiendo una mano para ayudarme a entrar. Tuve que saltar
para llegar lo suficientemente alto para entrar; aún era muy pequeña para su ventana,
aunque hubiera crecido bastante estos últimos meses. Cuando Gran No me ayudó a
ponerme de pie dentro de su habitación iluminada solo por la lámpara de noche, se encogió y
llevó una mano al costado derecho de su caja torácica.
—Cálmate, Pequeña B, no es nada. —Caminó lentamente de vuelta a su cama y se
sentó cuidadosamente, de la misma manera que lo haría un hombre muy viejo. Odiaba verlo
con tanto dolor—. Me metí en una pelea con un idiota.
—¿Quién? —Todavía me hallaba de pie cerca de su ventana. Podía contar con mi
mano cuántas veces había estado en su habitación y cada vez me sentía fuera de lugar de
alguna manera. Eso era lo que me hacía darme cuenta de que había partes de él y su vida
que se encontraban fuera de mi alcance.
—Mike. Ese maldito ya no cree que es el hijo prodigo —dijo oscuramente antes de
pasar una mano por su cabello despeinado—. Debo dejar de maldecir contigo o pronto
estarás maldiciendo alrededor de la ciudad.
—Pensé que Mike era tu amigo —respondí con el ceño fruncido, sin decir nada con
respecto a las maldiciones. Nunca maldecía, y algunos niños en la escuela pensaban que era
presumida, pero no me importaba. Sabía que Gran No no estaría feliz si estuviera usando
palabras como maldito, joder, o demonios. No quería decepcionarlo.
—No quiero hablar de eso. —Se movió en la cama para apoyarse contra la pared en
la cabecera de la cama. Cuando estuvo arreglado, liberó una respiración profunda y cerró
los ojos.
—¿Por qué no quieres hablar al respecto?
—Porque son cosas de mayores, ¿de acuerdo? Tienes qué, ¿once? No entenderías.
Inhalé sonoramente, y cubrí mi pecho aún plano con mi mano donde mi corazón
latía dolorosamente; no era rápido ni nada, solo doloroso, como si cada latido estuviera
quemando mi interior. Después de todo, tenía razón, solo tenía once. Era una niña, una
inocente niña pequeña que quería jugar a ser grande con él. Eso era cierto, pero él sabía que
tampoco era como los otros niños de once años en la escuela. Sabía todo acerca de la vida en
mi hogar, todo de mí.
—¡Abre tus ojos, no tengo nueve, Nolan!
Los abrió ampliamente cuando su nombre de pila dejó mis labios. No podía siquiera
recordar la última vez que dije Nolan, si es que alguna vez lo hice. Para mí, era Gran No.
123

Pero no en este preciso momento. Y por primera vez, ambos le elevamos la voz al otro. Dolió
tanto. Quería sus brazos a mi alrededor y nuestras silenciosas y tranquilas noches de
películas, no esto. Si eso era lo que sw sentía ser un adulto, tal vez no valía la pena después
Página

de todo.
—Lo… Lo siento —tartamudeó y le dio golpecitos al pequeño espacio en la cama a
su lado. Por supuesto, no podía resistirme cuando me miraba de esa manera. Con ojos tan
grandes y suplicantes, brillantes bajo la tenue luz, ni siquiera sentí cuando comencé a
caminar hacia él y me senté—. No quiero pelear contigo, no contigo, Pequeña B. Realmente
lo lamento.
Apartó de mi rostro un poco de mi aburrido cabello marrón y me estremecí
discretamente cuando las puntas de sus dedos tocaron mi oreja. Mi rostro se calentó y
desvié la mirada de la suya muy observadora.
—Odio cuando usas mi edad en mi contra y lo sabes —musité en el espacio vacío de
su alcoba. Me pregunté si su mamá estaba en la cocina o en su habitación. O probablemente
se encontraba allá afuera con las otras personas comprando drogas. Desde esa vez cuando la
conocí, siempre había tenido miedo, insegura de qué decir o si debería verla a la cara. Y
detestaba cómo le había hecho daño a Gran No una y otra vez.
—Lo sé, pero todavía eres una niña. Tengo diecisiete, Pequeña B, y pronto me iré a
la universidad, mientras tú ni siquiera estarás en secundaria aún. Hay cosas de las que no
puedo hablarte, pero eso no quiere decir que signifiques menos para mí. Si acaso, me
importas mucho más que cualquier otro en esta maldita ciudad.
—No quiero pensar en ti yéndote.
—¿Por qué? No es como si nunca más fuéramos a vernos.
Me encogí de hombros y parpadeé para alejar las lágrimas que querían brotar de mis
ojos. —Te extrañaré.
Agarró mi barbilla y llevó mi rostro hacia el suyo. Se veía tan serio, casi enojado.
—No estés triste por mí. No merezco ninguna de tus lágrimas.
Mi garganta se cerró y fue imposible emitir una palabra. En lugar de eso, tiré mis
brazos alrededor de su cuello y acurruqué mi rostro en su hombro. Se tensó y aunque estaba
hiriéndolo, no dijo nada. En vez de eso, suspiró y envolvió sus brazos a mi alrededor,
protectoramente, y se sintió como en casa. No quería pensar en él marchándose el próximo
año. En este momento, se hallaba aquí. Y me encontraba en sus brazos.
124
Página
Traducido por Kyda & NicoleM
Corregido por Bells767

Brooklyn
Podía olvidarme de mi retiro calmado y silencioso. A unos pocos metros de
donde había estacionado mi viejo vehículo una fogata estaba ardiendo brillante y
alta con personas felices bebiendo y comiendo s’mores cerca. Puse mis llaves en el
bolsillo de mis pantaloncillos y dejé mi guitarra en el asiento trasero. No quería
arriesgarme a que derramaran cerveza barata en ella.
Reconocí a la mayoría de los asistentes a la fiesta. Algunos eran de mi
secundaria, otros mayores y unos pocos obviamente pasaron por allí y decidieron
unirse a una vieja buena fiesta de fogata con música pop sonando en el fondo
desde un automóvil.
—¿Brooklyn?
Giré a mi izquierda y vi a Mike apoyado contra un árbol solitario con un
vaso rojo en la mano. Si estaba de pie significaba que aún no se encontraba ebrio. A
salvo, caminé hacia él, sin estar segura de estar siendo inteligente. No pretendía
125

discutir con él; tenía suficiente desastre en mi vida por el momento.


—¿Qué haces aquí? —preguntó mientras me acercaba a él. Tomó de su
Página

cerveza lentamente y sus ojos se deslizaban sobre mis piernas desnudas demasiado
exhaustivamente para ser inocente.
—Quise venir por algo de paz. No sabía que habría una fiesta.
Cuando este lugar no estaba invadido por una fiesta, era lindo. Era aislado
de nuestro pequeño pueblo y en la noche podías ver miles sobre miles de estrellas
brillando en el cielo oscuro. Era hermoso, tranquilo y un lugar al que iba cuando
necesitaba un escape.
—Sabes que es la tierra de mi familia, ¿cierto?
—Mierda, lo olvidé, Mike. —Qué idiota. Pasé una mano a través de mi
cabello e hice un movimiento para irme, pero Mike me detuvo con un agarre gentil
de mi mano.
—Puedes quedarte, está bien.
Se alejó y terminó su cerveza de un trago; sus ojos ahora me evitaban.
Escaneó la fiesta a unos pocos metros y no pude evitar notar que él no estaba de
humor para festejar. Ni siquiera hablaba con sus amigos que coqueteaban y bebían
en el otro lado del fuego.
—¿Cómo estás?
Se rió y me miró de vuelta antes de ver hacia arriba, sus ojos se perdieron en
el grueso follaje del árbol en el que estaba recostado. —Estoy cuestionando cosas,
pensando lo mal que te traté y cómo… —Tomó una respiración profunda, y miró
el suelo—. Cómo te quiero de vuelta a pesar que no tiene sentido quererlo.
Por primera vez desde que lo conocí, lo vi vulnerable. No era como el otro
día cuando rompí con él y estaba humillado y aplastado, sino que era como si
estuviera perdido. De repente, quería consolarlo, dejar de ser una perra con él.
Pero si lo abrazaba le daría algún tipo de falsa esperanza. No quería arriesgarme.
—Juro, Mike, que nunca imaginé que te habrías apegado tanto a mí. Nunca
lo mostraste.
Asintió y aplastó el vaso en su mano. —Lo sé. Fui un idiota contigo y actué
como un maldito inmaduro. Me enseñaste una lección que no olvidaré. ¿Quién
habría sabido que tú serías la que me obligara a madurar? La edad es solo un
número a veces.
Quería reírme de eso.
¿Quién sabría que el hombre equivocado abriría sus ojos y vería las cosas a
126

mi manera? La edad es solo un número y no define a las personas y las relaciones,


al menos no siempre. Pero Mike no era al que quería, incluso si no fuera el idiota
Página

que había pensado era. Podía ser un chico decente si quería.


—Díselo a Nolan.
Mike se encogió pero lo tomó con calma. —Escuché que su novia está en el
pueblo y fue una perra contigo.
—Al menos tú piensas que no lo empecé —comenté agridulcemente. Pateé
una piedrita y desapareció en un arbusto oscuro.
—Tú no eres de las que se meten en peleas.
—Nolan pensó que fui yo quien atacó. Esa perra lo tiene envuelto en su
dedo meñique.
Mike negó con su cabeza y finalmente me miró a los ojos y no pude ignorar
su buena apariencia. Podría haber sido más fácil si lo amara también. Apestaba
estar tan ciega por Nolan y tenerlo metiéndose tanto con mi cabeza y mis
sentimientos.
—Esa chica es una elección conveniente. —Me sonrió, pero no llegó a sus
ojos oscuros que enviaron una chispa afligida en mi dirección—. La manera en la
que te ve… no es como solía hacerlo cuando aún eras una niña. Es diferente, pero
no quiere reconocerlo.
—¿Te molesta hablar de esto?
Se encogió de hombros y sonrió tristemente. —No es el tema más fácil para
mí, pero me doy cuenta que no podemos ser algo más que amigos. Continúa.
—Lo besé y me apartó. Peleamos, vino a mi casa y me besó antes de irse
enojado conmigo.
Sus cejas se dispararon hacia arriba, altas en su frente. —Tienes pelotas.
—La última vez que me revisé allá abajo no habían pelotas.
Su sonrisa volvió y esta vez llegó a sus ojos. —Recuerdo chequearlo
también.
Me reí y él conmigo. Era bueno ver su lado llevadero. —En serio, es
desesperante.
—Piénsalo en esa forma; él también te besó. Eso quiere decir algo.
—Para probar que no significaba nada, que nada sucede y que no siente
nada.
127

—No puede besarte y sentir nada. —Negó con su cabeza—. Está perdido.
Tiene que verte como una adulta, una mujer que está en sintonía con sus
Página

sentimientos tanto como con sus necesidades. Eso no es fácil cuando han estado
separados por seis años. Dale algo de tiempo y no dejes que esta chica te moleste.
—¿Quién sabría que serías genial con los consejos sobre relaciones?
Se rió y sin darme cuenta de lo que quería hacer, me abrazó, largo y duro.
Pasó ambas manos de arriba abajo por mi espalda y rozó su mejilla prolijamente
afeitada contra mi rostro. Llevé mis manos a sus brazos, insegura de dónde
colocarlas. Era cómico cuán torpe podía ser con un chico que había tocado
mientras estaba desnuda sin pensarlo dos veces.
—Debo irme o intentaré hacer algo estúpido contigo. No estoy de humor
para una fiesta. —Me soltó y me miró largo antes de darse la vuelta y caminar
hacia su vehículo estacionado en algún lugar del mar de automóviles.
Nunca pensé que me arrepentiría de nuestro tiempo juntos, pero Mike me
llegaba de alguna manera. Ya no quería estar con él y nunca lo amé, pero nos
entendíamos el uno al otro y conectamos de cierta forma.
Miré alrededor y decidí irme. Tampoco estaba de humor para una fiesta y
necesitaba reagruparme y pensar en lo que Mike había dicho. Quizá tenía razón,
tal vez no debería rendirme ahora. Después de todo Nolan me besó también, y lo
afectó. Mientras tanto, debería pensar en mi prioridad. Rentar un lugar. Nolan
estaría en el pueblo por unos pocos días mientras yo tenía que vivir aquí, tenía que
construirme una vida para mí misma aunque no fuera el tipo de vida que había
soñado.
Quería que Nolan me viera como alguien mayor, una adulta y era hora de
que actuara como tal. Tener mi propio apartamento era el primer paso y, para ser
honesta, necesitaba salir de la casa de mis padres. Empezaba a sentirme inquieta y
pelear con ellos no haría ningún bien para ninguno de nosotros.
Caminé de vuelta a mi vehículo, con pasos eran determinados. No me iba a
sumergir compasión por mí misma, especialmente por un hombre y no quería
sentirme perdida como lo había hecho cuando Nolan se fue. Me hirió lo suficiente
para que durara toda una vida. Tenía que parar. ¡Ahora!
128
Página
Nolan
Miré alrededor del bar, pero era obvio que Brooklyn no estaba allí. Mantuve
un ojo en la puerta que guiaba al área de empleados, pero aún no había señal de
ella.
—Oye, ¿estás buscando algo?
Me volteé hacia el bar y fruncí el ceño al barman que recordé coqueteaba
con ella cuando la vi aquí por primera vez. —¿Brooklyn trabaja hoy?
Sus ojos oscuros se entrecerraron hacia mí con lo que supuse era sospecha.
Mis puños se apretaron a mis costados. Si ese idiota no abría su maldita boca en el
próximo minuto…
—No, se tomó un día libre. Eres ese autor, ¿verdad?
Suspiré y me apoyé más pesadamente sobre el bar. ¿Dónde estaba? —Sí,
escucha, ¿sabes dónde podría estar? He intentado en su casa, pero no está allí.
—¿Qué quieres de ella?
Lo fulminé con la mirada y me acerqué más al rostro del pendejo. Era más
viejo que yo, pero aparentemente no tenía ningún escrúpulo en coquetear con una
chica de dieciocho años. Eso no me parecía bien. —No es de tu incumbencia.
Arrojó un paño sobre su hombro y cruzó los brazos sobre su pecho. Quería
intimidarme, pero tenía al menos cinco kilos más que él y estaba más que inquieto
a este punto. Si quería meterse conmigo, no me importaba volver a mis viejas
costumbres de adolescente y dañar su rostro con mis puños.
129

—Lo es si tratas de meterte con esa chica. Lo preguntaré de nuevo, ¿qué


quieres de ella?
Página

—Oh, por favor, paren esa mierda ustedes dos. —Elena, una de las meseras,
interrumpió con una rodada de sus ojos. Era un par de años más joven, pero aún
cuando estábamos en secundaria juntos nunca pasamos el rato. Empujó al barman
del camino y comenzó a verter cerveza de tarro en una jarra—. No vendrá hoy. No
creo que nadie aquí sepa dónde está, para ser honesta. ¿Quieres su número?
Suspiré y finalmente liberé mis puños. Mordisqueé el anillo de mi labio y
negué con mi cabeza. —Ya lo tengo. Pero gracias. —Me alejé del bar, pero Elena
me llamó de nuevo antes que me diera la vuelta para marcharme.
—No sé cuáles son tus intenciones con ella, pero ten cuidado. La han
lastimado lo suficiente.
No sabía cómo responder a eso. Por supuesto, todos la estaban protegiendo,
y me encontraba feliz de saber que tenía personas que le cuidaban la espalda, pero
también era difícil. Hace años, había sido el único cuidándola, no estas personas.
Ahora, ellos la protegían de mí.
Mis ojos cayeron al suelo sucio y me alejé. Eso debería convencerme de
dejarla sola, y detener este desastre, pero no pude. Tenía que verla. No podía
detenerme, no podía permanecer lejos. Que Lena estuviera aquí no sirvió de nada.
Todavía quería a Brooklyn. Bueno, quería verla, por lo menos. Como si verla fuese
todo lo que realmente quería...
Agarré mi teléfono de mis pantalones y lo miré, sin saber qué escribirle.
Llamarla se hallaba fuera de discusión. No tenía idea de qué decir y no confiaba en
mí mismo en este momento. Un mensaje parecía más fácil, más seguro.
Mi teléfono vibró en mis manos y mi maldito corazón me traicionó. Pero no
era un mensaje de ella, era de Lena. Mis dedos se apretaron alrededor de la maldita
cosa y maldije en voz baja.
¿Dónde estás?
Abrí mi carro y salté dentro, rápidamente escribiendo un mensaje. Pero no
era para Lena.
130
Página
Brooklyn
—Felicidades, señorita Powell —me dijo el corredor de bienes raíces, la
señora Kinley, después de darme las llaves de mi apartamento nuevo, la llave de
mi independencia.
Le sonreí, intentando mantener la calma a pesar de que me encontraba a
reventar de felicidad. Durante el último año y medio he estado soñando con el día
en que sería capaz de pagar el alquiler y ese día llegó, a pesar de que tendría
dificultades para pagar por la comida. Debería haber sido más paciente, pero unas
semanas más parecían demasiado tiempo cuando todo era un desastre. Necesitaba
el control sobre algo.
—Gracias —le contesté en el umbral de mi apartamento de un dormitorio
amueblado con sencillez, un piso sobre el de la madre de Nolan—. Y gracias por
ayudarme con el propietario.
—Es mi tío y conozco a tu jefe. Es un pueblito, puede ser una maldición,
pero sé que eres muy madura para una chica de dieciocho años. Estoy segura de
que no habrá ningún problema. —Sonrió dulcemente y se despidió antes de que
sus tacones sonaran por las escaleras, dejándome sola.
La vista no tenía nada de especial, pero para mí era la cosa más hermosa que
jamás había visto. Los árboles eran frondosos y maravillosos en el otro lado del
camino que cruzaba nuestro pequeño pueblo, la hierba que definía los límites del
estacionamiento era de un verde intenso, brillando bajo el sol de la tarde. Aquí no
tendría que preocuparme por volver tarde después de mi turno en el bar, no
tendría que enfrentar a mis padres y el vacío que crearon alrededor de sí mismos.
131

—¿Brooklyn? ¿Qué haces aquí, chica? —me dijo alguien desde abajo. Me
incliné hacia adelante en la barandilla e ignoré el vértigo que sentí al mirar hacia
Página

abajo.
La madre de Nolan se encontraba allí, protegiendo sus ojos del sol con una
mano. La saludé y grité—: ¡Bajaré enseguida! —Me giré y cerré mi apartamento
por primera vez. El orgullo me llenó al ser lo suficientemente valiente para hacer
que las cosas sucedieran y tomar las riendas de mi propia vida.
En el piso de abajo encontré a la señora Bell en su puerta y mi sonrisa no
desapareció incluso cuando noté las sombras negras debajo de sus ojos. Ver a
alguien enfermarse más y más cada día era inquietante.
—¡Soy su nueva vecina!
—¿Qué?
Señalé por encima de nosotras. —Acabo de firmar los papeles del alquiler
del apartamento.
—Vamos adentro y me cuentas todo. Incluso compré un té que debería ser
más de tu gusto —dijo, invitándome dentro con una sonrisa estirando sus labios
agrietados y delgados. Era evidente que se sentía sola mientras una nueva energía
parecía zumbar dentro de ella por tener un invitado. Me carcomió pensar lo que
había sido la vida de esta mujer. Se hallaba hecha de errores, sufrimiento y un hijo
distanciado. Fue entonces que me di cuenta cuán corta podría ser la vida y cómo
todo podría dar la vuelta en un rápido descenso.
—Déjame hacer el té y ve a sentarte —le dije y no pudo pelear. Se
encontraba demasiado débil para eso. Su sonrisa fue de divertida a agridulce.
Cinco minutos después, me hallaba en el viejo sofá y ella en su sillón, ambas
bebiendo nuestros té, el mío con olor y sabor mucho mejor que el suyo. —Ya era
hora de que me fuera de la casa de mis padres.
—¿Tuviste una pelea con ellos? —me preguntó con preocupación genuina,
se sintió raro darme cuenta de que la señora Bell no sabía de mi vida y de la
frialdad de mi vida hogareña.
—Para eso tendríamos que hablar. —Tomé un sorbo de mi té y parpadeé
cuando mis ojos se humedecieron cuando me quemé la lengua. O quizás era algo
más, pero no quise pensar en ello—. Mis padres nunca mostraron interés en mí.
Me llevaron al médico cuando lo necesitaba, pero nunca me abrazaron o leyeron
historias para dormir. Y no me refiero a besos y decirme que me amaban —dije
bajando la mirada al líquido ámbar en mi taza de té azul y blanca.
132

—Me enteré de lo de tu hermana mayor. Murió en un accidente de auto,


¿verdad?
Página

Asentí y levanté la mirada hacia ella. —Unos meses más tarde decidieron
tener otro hijo. Tal vez pensaron que podrían reemplazar a Kelly y que eso
disminuiría su dolor, pero me tuvieron y soy lo opuesto a ella.
—¿Qué quieres decir? —preguntó suavemente. Fue bueno tener a alguien
dispuesto a escuchar sin ser entrometido. Cuando era una niña tuve a Nolan y
ahora a su madre. Nunca habría imaginado que estaría hablando con ella. Había
odiado a esta mujer, guardado rencor, durante tantos años...
Suspiré y me encogí de hombros a regañadientes. Ese recuerdo siempre era
difícil para mí, porque ocurrió un par de meses después que Nolan se fuera y me
encontraba herida y sola para enfrentarlo. Nunca le conté a alguien sobre ello.
—Cuando tenía doce, oí a mi madre llorando y a mi padre intentando
consolarla en la sala de estar. No se suponía que los escuchara. Era tarde y tenía
escuela al día siguiente, pero los oí de todos modos. —Me mordí el labio y obligué
a mi corazón a calmarse. No debería afectarme de esa manera después de tanto
tiempo—. Ella dijo que yo no era su Kelly.
La señora Bell dejó su taza de té en la mesa de café junto a su correo sin
abrir. Se inclinó hacia adelante e intentó ocultar su dolor cuando se movió, pero lo
vi de todos modos. Tosió dos veces antes de tomar una respiración profunda y
pasó. Cuando su palma húmeda tocó mi mano aún agarrando fuertemente la taza,
dejé caer una lágrima. Era seguro mostrarle que me lastimaba que mis padres
fueran tan distantes. Era seguro, porque sabía que no tenía a quien contarle.
—Se están perdiendo a una hija increíble, chica. No lo olvides y créeme
cuando digo que lo lamentarán. Cometí muchos errores con mi hijo, me arrepiento
de cada uno y haría cualquier cosa por recuperar todos esos años. Sentirán lo
mismo que yo y espero que no sea demasiado tarde para todos ustedes.
—No estoy conteniendo el aliento. Perdieron a su hija, la única que amaban
mientras crecía. Era una gran chica por lo que escuché. Fue la mejor estudiante
cuando se graduó de la escuela segundaria, no le gustaban mucho las fiestas, en su
lugar estudiaba duro para ganar becas e ir a una universidad de la Ivy League.
Tuvo un par de novios que eran buenos chicos... —Bebí un poco más de té—. No
soy así.
—¿Cómo eres entonces? Dime.
—Apestaba en la escuela, porque odiaba estar sentada durante horas y hacer
133

las tareas cuando llegaba a casa. Disfruto de las fiestas, bailar y divertirme. Me
encanta salir con chicos y no tengo ni idea de qué hacer con mi vida. No estoy
Página

motivada como ella y no soy linda como ella.


Se sentó de nuevo en su sillón, respirando más fuerte que antes; sus
pulmones tenían una dificultad para respirar que me dio escalofríos, y no de la
buena clase. —Déjame decirte algo —dijo con voz suave; sus parpados parecían
pesados—, tienes razón cuando dices que no eres linda, porque eres una joven
hermosa. No eres tímida acerca de ti misma y se nota. Tienes esa chispa que llama
la atención de la gente y eso es mejor que ser simplemente linda. —Me sonrió y eso
me dio calor—. ¿Y el hecho de que no te gustaba la escuela, disfrutas las fiestas y
los chicos y no sabes qué hacer con tu vida? Chica, no significa nada. Tienes
dieciocho. Tienes tiempo para averiguarlo y establecerte. Mientras seas razonable e
inteligente en tus elecciones por ahora, no veo por qué deberías sentirte inferior en
comparación con tu hermana. —Se rió y tosió un poco más—. Por supuesto, eso
viene de una ex drogadicta que se está muriendo de cáncer. No estoy segura de
que mis palabras sean sabias.
Reí a pesar de mí misma. —Lo siento que tomara tanto tiempo conversar.
¿Cuánto tiempo ha estado limpia?
Se puso sería, pero se encontraba muy cansada. —Casi tres años. Cuando fui
a rehabilitación compré los libros de Nolan, los leí y me dieron ganas de luchar. Mi
chico vivía su sueño y yo no era parte de él; eso fue incentivo suficiente. —Bostezó
y me puse de pie.
—Debería tomar una siesta. ¿Necesita algo mientras estoy aquí?
Negó con la cabeza y me apretó la mano cuando me encontraba de pie a su
lado, acomodando el chal que se caía por sus hombros flacos. —No, cariño,
adelante. Seguro que tienes cosas que hacer ahora con tu apartamento. Vuelve
cuando quieras. Es bueno tener un poco de compañía, y me hace sentir más cerca
de Nolan.
—¡Si al menos no fuera tan terco!
Se rió mientras salí de su apartamento, sintiéndome renovada y triste. Era
una gran mujer. Le costó tener un cáncer para abrirme los ojos y darle una
oportunidad. Nada era blanco o negro, y la señora Bell no era del todo mala
tampoco. Había sido débil, pero mostraba algo de fuerza ahora que se encontraba
en su lecho de muerte. Y luchaba por su hijo, incluso cuando no estaba dispuesto.
¿Dónde te encuentras? Sé que no estás trabajando y que no estás en tu
habitación.
134

Nolan. Por supuesto que me enviaría un mensaje, pensando que me hallaría


a su entera disposición. Leí otra vez su mensaje y puse mi teléfono de nuevo en mi
bolsillo sin responder. Piensa otra vez, amigo. Ya no sería la niña tonta que tomaría
Página

todas las piezas de él que podía. Me hallaba herida y él necesitaba saberlo, incluso
si pensó que me engañaba a mí misma cuando dije que estaba enamorada de él. No
era tan buena como su novia, pero estaba segura de que ese beso en mi dormitorio
significaba algo más que un simple beso.
Pequeña B, 12 años
Traducido por Julie
Corregido por Jadasa

—¡Tenemos que celebrar, Pequeña B! ¡El próximo otoño voy a estudiar en Nueva
York! —repitió Gran No por tercera vez. Mi sonrisa comenzaba a desmoronarse ya que me
era muy difícil mantenerla cuando solo sentía ganas de llorar.
Estaba feliz, pero no podía respirar cuando pensaba en el próximo año sin él aquí
todos los días. Quería abrazarlo y nunca soltarlo, pero era imposible. Y necesitaba alejarse
de su madre. Lo sabía.
—Felicidades —dije con voz temblorosa. Su atención volvió a la carta que seguía
aferrada en sus manos. Leyó las mismas palabras una vez más y me hizo sonreír verlo tan
feliz. De repente, me sentí mayor que de doce años. Las cosas avanzaban, yo crecía y Gran
No estaba a punto de iniciar la siguiente etapa de su vida y nos separaríamos porque no
podía permanecer tal como ahora.
Se rió de nuevo y volvió a mirarme, todavía sentada en mi cama con mi libro de
matemáticas abierto al lado de mi cuaderno. Cuando vio mi sonrisa no tan auténtica como
antes, incluso aunque algunas cosas se le escapaban, me leía como un libro abierto; se sentó
junto a mí y me tomó entre sus brazos sin decir una palabra. Sabía cómo me sentía.
—Alégrate por mí, Pequeña B. Y un día después de que obtengas tu título en la
universidad de San Francisco, podremos vivir uno al lado del otro nuevamente. No voy a
dejarte fuera de mi vida tan fácilmente.
Deslicé un brazo alrededor de su estrecha cintura y lo sostuve, mis dedos jugando
135

con el botón negro de su camisa. —Será tan diferente y eso me asusta.


Página

—¿Por qué?
—Sé que tengo doce y que piensas que solo soy una niña, pero sé que cambiará, que
no seremos tan unidos. En algún momento no lo compartiremos todo, tendremos a otras
personas y no seremos... nosotros, ¿sabes? —murmuré en voz baja contra su pecho, que se
agrandó los últimos meses. Nunca dejaba de crecer y ampliarse más. Nunca lo alcanzaría.
—Por primera vez creo que me doy cuenta de que estás creciendo —respondió
suavemente. Su voz retumbó en su pecho contra mi oído y me acurruqué más cerca. Cerré
mis ojos y absorbí su cercanía. Una vez más, maldije estos seis años que nos separaban.
—Espera y verás, en muy poco tiempo estaré en la escuela secundaria y...
—Ni siquiera pienses en terminar tu frase mencionando chicos. La última vez que
hablaste sobre uno, pensé que tendría que arrancarme los oídos —dijo con un gruñido que
me hizo reír contra su pecho—. Por cierto, ¿alguna vez lo besaste? ¿A Caleb?
Mi corazón dio un vuelco y me congelé. —No.
—¿A alguien más? —preguntó; sus manos recorrían de arriba abajo mi espalda en
lo que debería ser un alivio, pero era desesperante. No podía describir lo que sentía cuando
el calor tomaba el control de mi cuerpo de esa manera, cuando mi vientre se anudaba así. La
primera vez que sucedió fue hace un par de semanas, la noche después de mi cumpleaños,
cuando tuve un sueño extraño con Nolan. Fue muy preocupante y aún no sé por qué tuve
un sueño. Era tan... adulto y travieso. Solo de pensarlo me hizo sonrojar nuevamente.
—No, nunca he besado a un chico, aún.
—Bien.
—¿Bien?
—Sí, eso significa que todavía no tengo que preocuparme por ese tipo de cosas. Pero
ten cuidado, los chicos pueden ser unos idiotas.
Levanté mi mirada y vi que bajó la suya hacia mí. Sus ojos color avellana se veían
suaves y eran tan hermosos. Tan perfectos. —Los chicos ya son idiotas. Creen que son tan
geniales y que siempre debemos mirarlos o algo así. Puf.
Su sonrisa se ensanchó y besó la cima de mi cabeza. —Vamos a salir de aquí y a
comer algo antes de ir al cine. Tenemos que celebrar y mañana no hay escuela.
Aparté mis oscuros pensamientos acerca del próximo año y di un salto para ponerme
mis zapatillas. Cuando dejé a Gran No, me sentí fría y sola. No podía explicarlo, pero algo
ya había cambiado y no como lo soñaba. Se encontraba más cerca de alejarse.
136
Página
Traducido por Beluu & Pau_07
Corregido por Mary Warner

Nolan
Ella no contestó ninguno de mis mensajes. Me hallaba estacionado enfrente
de la única tienda de comestibles del pueblo, y durante la última hora las personas
habían estado observando mi auto con sospecha y curiosidad. Era muy bueno que
los vidrios estuvieran tintados, ya que alguno de ellos podría haber pensado que
sería una buena idea tratar de entablar conversación, dado que todos consideran
que me conocen ahora que me mudé desde Riverdale y era bastante conocido. Qué
chiste. Esas mismas personas habían advertido a sus hijos sobre mí hace unos años,
principalmente por el problema con las drogas de mi madre.
Mantuve mis ojos en mi teléfono. Las únicas veces que se encendió fue
cuando Lena me llamó o mandó mensajes. En un momento tuve que contestarle.
No se creyó mi débil excusa sobre estar absorto en mi escritura, pero al menos dejó
de atormentarme.
—Contesta el maldito teléfono, Brooklyn. Vamos. —Mi rodilla rebotaba, mis
manos se hallaban húmedas y pegajosas en mis muslos.
Daba vueltas con miedo por su bienestar y disgustado al pensar sobre ella
137

con alguien más. Con un tipo. ¿Podría estar con Mike?


Página

Tomé mi teléfono, preparado para llamarlo, pero decidí no hacerlo. Si no se


encontraba con él, no quería tener que responder sus preguntas. Ni siquiera podía
ordenar las cosas en mi maldita mente, por lo que debatir sobre ello con alguien
más se hallaba fuera de cuestión. En su lugar, le escribí otro mensaje y dejé salir mi
enojo y mi frustración. Mi dedo se sacudió mientras golpeé enviar y mi estómago
cayó en picado.
¿Dónde estaba?
Brooklyn
¿Dónde estás? ¡Contesta, maldita sea!
Diez minutos más tarde llegó otro mensaje.
Lo siento, pero estoy comenzando a preocuparme. Te mandé seis mensajes y
todavía no hay respuesta. Por favor, dime que estás bien.
Dudé con este mensaje. Me rogaba, y sabía que iría a ver a mis padres si no
le contestaba, y mientras que ellos le dirían que me mudé, no me entusiasmaba la
idea de Nolan con mis padres. Él guardaba resentimiento con ellos, y todo podría
volverse desagradable bastante rápido si no había nadie allí para hacer de
mediador.
Estoy viva y me encuentro bien.
Corto y directo al grano. No le enviaría ningún otro mensaje, por lo menos
no esta noche. Me acurruqué más profundo en la manta sobre mi nuevo sofá. Miré
repeticiones de algunas series en la televisión. Decidí calentarme con un personaje
de ficción sexy en lugar de mi muy real Nolan Bell.
Mi teléfono vibró de nuevo en la mesa de café y suspiré. Si hubiera sido más
fuerte, lo hubiera ignorado y observado el episodio hasta el final, pero cuando
Nolan se hallaba preocupado, mi fuerza era breve. Un hecho que fue confirmado
cuando tomé mi teléfono antes de que siquiera hubiera terminado de vibrar. Débil,
era demasiado débil.
Mierda, estaba a punto de ir a preguntarle a tus padres.
Me lo imaginé. Volví a mirar la pantalla de la televisión, disfrutando del
138

hombre semidesnudo caminando por allí y siendo el cabrón sexy que era. Pero ya
no me interesaba.
Página

¿Dónde estás? ¿Estás con un tipo?


Eso llamó mi atención. Mi sangre comenzó a correr más rápido por mis
venas, mis dedos comenzaron a hormiguear y mi pecho se apretó. Incluso ahora,
intentaba leer más en sus palabras de lo que en realidad había. Pero no podía
evitarlo.
Dímelo.
Parpadeé y me descongelé. Ya no podía escuchar la televisión, o a la pareja
discutiendo fuera, o al perro ladrando en el piso de abajo. No escuchaba nada más
que el zumbido en mis oídos y el latido de mi corazón.
No es tu problema.
Recibí su respuesta instantáneamente, mientras mantenía mis ojos pegados
al teléfono, ansiosa. Era patético, pero no había nadie que pudiera verme.
¿Quién es? No juegues conmigo. Te lo juro, no quieres hacer eso.
—¿Por qué crees que puedes jugar a caliente y frío conmigo, mientras tu
chica calienta tu cama? —dije en voz alta a mi apartamento vacío.
Pensé que no te importaba de esa manera, no debería molestarte si paso el
día en la cama con un hombre.
Me mordí la uña del pulgar pintada con esmalte púrpura que comienza a
descascararse. Quizá fui demasiado lejos con ese mensaje, pero ahora que ya lo
había enviado, no podía hacer nada más que esperar por su respuesta. Nuestra
amistad solía ser buena, la única cosa buena en nuestras vidas para ser honesta,
pero ya no era lo mismo.
Deja de provocarme y contesta. ¿Quién. Es?
El aturdimiento me invadió. Era como cualquier otra chica, me encantaba
volver loco a un chico. Y aun así, me enojaba. Esos sentimientos ardiendo dentro
consumiéndome eran difíciles de seguir. Esos últimos años había sido insensible a
mis sentimientos. Sentía cosas, las disfrutaba, me enojaba o me ponía triste, pero
era monótono, como si lo hubiera pasado por un filtro. Más ahora, el filtro
desapareció y todo se acentuó.
Déjame sola y ve con tu novia.
Casi inmediatamente, Nolan me envió su respuesta.
139

Necesito verte. Necesito saber con quién estás. Yo… te necesito.


Página

Sin pensarlo dos veces, sin preguntarme los pros y los contras, escribí un
mensaje rápido con mi dirección y nada más. Y luego, comencé a volverme loca.
Corrí a mi pequeño baño y me peiné el pelo con los dedos, maldiciéndome por no
haberme puesto maquillaje. Maldiciendo mis viejas ropas, mis pantalones cortos y
la vieja camiseta negra que era demasiado corta y mostraba demasiada piel sobre
la cintura. Era obvio que no era sofisticada como su novia, y luego del truco que
ella había hecho, debería estar agradecida. Pero era Nolan…
Diez minutos más tarde, unos golpes en la puerta me sobrecogieron. Tomé
una respiración profunda y la mantuve por cinco segundos, antes de soltarla lenta
y suavemente. Con mi mano en la perilla, sacudí la cabeza, sintiéndome
ridículamente nerviosa. Había hecho que Nolan se pusiera como loco, e incluso
aunque me encontraba enojada con él, no quería pelear. Después de todo, era mi
amigo más viejo y más cercano.
Abrí la puerta lentamente, echando un vistazo por la pequeña abertura
antes de ver el aro en su labio y luego sus ardientes ojos color avellana. Lucía
furioso. Me alejé, abriendo la puerta en mi retirada. Él no esperó para entrar, sus
ojos pasando por el pequeño apartamento y los escasos muebles antes de volver a
enfocarse en mí.
—¿Dónde está el tipo? ¿Todavía en la habitación? —preguntó ásperamente,
escupiendo las palabras en mi rostro.
Nunca lo vi así, al borde del abismo. Eran tan… tan intimidante. Cerró la
puerta de una patada sin siquiera fijarse si era la puerta lo que pateó. Parpadeé con
el sonido, pero no me moví. No me lo iba a permitir mientras sus ojos se clavaban
en mí.
—No hay ningún tipo —susurré cuidadosamente, mi voz temblando ahora
que el remordimiento reemplazó al enojo.
—¡No me mientas! —gritó, con su rostro poniéndose rojo. Era visible incluso
bajo su barba de dos días. Las esquinas de sus ojos se estrecharon y el aro
desapareció momentáneamente en su boca antes de volver a su lugar y captar la
luz de la única lámpara encendida en la mesa de madera barata.
Di un gritito, pero me recobré rápido, ya que mi enfado volvió con toda su
fuerza. —¡No hay nadie aquí! ¡Es mi apartamento! Eso es lo que estuve haciendo
hoy. Mudándome.
Nuestras respiraciones se oían rápidas y duras en contraste con la
tranquilidad de la sala de estar. Ni siquiera el ruido de la televisión podía
140

cubrirlas. Cuando registró mis palabras, su rostro comenzó a perder el color rojo y
las líneas se aliviaron un poco.
Página

—Pero… pero en tus mensajes… —se calló, sus ojos rogándome por una
explicación, pero una cosa era obvia; odiaba pensar sobre mí con alguien más.
¿Qué significaba eso? ¡Qué mierda significaba eso!
—No dije nada en mis mensajes. Tú llegaste a tus propias conclusiones y
estabas enojado pensando sobre mí con alguien m{s…
—Para —dijo, apretando su mandíbula.
—Tocando a otro hombre…
—Detente.
—Durmiendo…
Corrió hacia mí y agarró mis hombros sacudiéndome una vez, no tan duro,
pero suficiente para hacerme parar. —Déjalo —susurró, su voz profunda y oscura.
Mi columna hormigueó mientras una nueva ola de calor se estrechaba contra mi
vientre. Nuestros ojos se engancharon de nuevo y no me moví. No quería perder el
calor de sus manos, o su olor, almizcle y olor limpio masculino, o su cercanía—. No
digas nada.
—Pero…
Me calló de la mejor manera posible. Me besó ferozmente, el aro de su labio
contra mi piel suave y su lengua delineando mis labios exuberantes lenta y
exhaustivamente, hasta que los abrí luego de recuperarme de la confusión. La
primera ola de placer me golpeó de lleno, haciéndome gemir sin restricciones.
Cuando su lengua se encontró con la mía en el baile más vertiginoso jamás
conocido, me aferré a sus hombros, cerrando la pequeña distancia entre nosotros.
Mis pechos, pesados con deseo, rozaron su pecho firme de forma tentadora, un
roce tan leve que me hizo retorcerme. Pero cuando él profundizó el beso un poco
más y dejó a sus manos pasear por mis hombros y mi espalda hasta llegar al lugar
donde las yemas de sus largos dedos rozaban mi trasero, olvidé todo lo que
sucedía y que debería ser mejor persona y parar esta locura.
En su lugar, me froté más firmemente contra su pecho, dejando que la
fricción enviase chispas a través de mi cuerpo. Ya no era simple deseo. Era
necesidad cruda, carnal y primitiva y tan, tan buena, que otro gemido escapó de mi
boca para mezclarse con su aliento mientras él rompía el beso y me llevaba hasta
que mi espalda quedó contra la puerta.
Me besó de nuevo antes de que pudiera orientarme, y gemí cuando pasé mis
141

dedos por su cabello ondulado, tirando duro de los mechones mientras mi lengua
se batía en duelo con la suya. Con mis labios y dientes capturé su aro antes de
Página

mordisquear su labio inferior, que era ligeramente más lleno que el superior.
Deslizó una mano detrás de mi cuello para evitar que escapara de sus besos
devastadoramente calientes, como si cualquier persona cuerda fuera a intentarlo.
Su otra mano acarició mi cintura, la yema de su dedo calentando mi piel con
hormigueos calientes que pedían algo más. Luego, cuando su lengua rozó mi
paladar y gemí mientras una de mis manos aterrizaba en su culo duro y perfecto,
su mano libre se metió debajo de mi camisa y pasó por mis costillas para posarse
justo debajo de mis pechos. Pero la quería en ellos, quería que me tocara en todos
lados para liberar el fuego dentro de mí. Lo quería más de lo que jamás había
querido a nadie. Más de lo que pensé que alguna vez querría a alguien. Mucho,
mucho más.
Rompió el beso y abrió lentamente sus ojos, que ahora eran vidriosos. No
sabía cómo me veía, pero él disfrutaba mirando mi boca y mis ojos. Parecía listo
para arrancar las ropas de mi cuerpo. Sus ojos eran vidriosos y calientes en mí, tan
oscuros que ya ni siquiera parecían color avellana. Sus labios eran rojos e
hinchados, tan tentadores que era difícil no devorarlo. Era hermoso de una manera
pecaminosa, incluso aunque hermoso no era la mejor manera de describir a un
hombre que parecía estar listo para abalanzarse sobre ti para follarte hasta quedar
sin sentido.
Bajó la vista al bulto en mi camisa donde su mano se encontraba antes de
fijar sus ojos en los míos de nuevo. Y entonces los dos volvimos a la realidad. A la
realidad que rechacé cuando había puesto sus manos en mí. Se alejó rápidamente y
sacudió la cabeza, cerrando sus ojos para no mirarme. Me hizo sentir barata.
Mordí mi labio inferior que comenzaba a temblar mientras los sollozos
brotaban del mismo lugar en mi vientre que había estado ardiendo hace segundos.
—Yo… yo no…
—Ahórratelo —lo interrumpí con un tono de voz frío que me sorprendió.
Cruzó los brazos sobre su pecho, escondiendo sus manos temblando—. Solo vete y
vuelve a Nueva York, o ve a ver a tu madre antes de que muera. Pero déjame sola
en lugar de jugar conmigo. No te dejaré jugar conmigo de esta manera, porque sí
tengo un poco de respeto por mí misma, y parece que soy más madura de lo que tú
eres.
Tomó una respiración honda y la dejó salir lenta y ruidosamente mientras
mantenía sus ojos en mí, con vergüenza escrita por todas sus expresiones. —No
quería ser irrespetuoso, pero estaba preocupado.
142

—¿Preocupado? ¿Por eso cuando me encontraste tuviste que besarme con


todo? ¿Así reaccionas cuando te preocupas? ¿Aunque sea escuchas lo que dices?
Página

—Para esa mierda, Pequeña B.


Reí sin humor y volví al sofá antes de sentarme, mis piernas temblando todo
el tiempo. —Y ahora te escondes detrás de un tonto apodo que me pusiste cuando
tenía nueve años. —No podía verlo más, se hallaba detrás de mí respirando duro,
y era más fácil mantener la compostura e ignorar un poco más cuán herida me
sentía por la manera en que se encargaba de las cosas. Pero había algo que no
podía ignorar, una pregunta, para ser específica. ¿Amaba a su novia si me besaba
de esa manera?
—¿Qué quieres que diga?
—Nada. Solo vete. —Parpadeé un par de veces para alejar las lágrimas
brotando de mis ojos, pero no funcionó y dos lágrimas solitarias se deslizaron
silenciosamente por mis mejillas—. Hay algo entre nosotros que es más que
amistad y lo sientes, pero no quieres admitirlo y estás hiriéndome. No dejaré que
me dañes de esta manera, incluso si dejarte ir hace que sienta que me estoy
asfixiando.
Podía oírlo caminar, probablemente dirigiéndose a la puerta. Me puse
rígida, pero luché contra el impulso de llamarlo, de rogarle que se quedara
conmigo y me amara, porque no puedes pedirle a alguien que enfrente sus
sentimientos, si fuera amor y no solo deseo lo que él sentía. Pero no se fue. Rodeó
el sofá y se sentó a mi lado, con su cuerpo tan rígido como el mío.
Observaba sus manos cruzadas en el regazo, con ojos preocupados. Odiaba
verlo tan preocupado, pero sería fácil si solo me dijera la verdad sobre cómo se
sentía. —No quiero dejarte —susurró con voz quebrada, como si le resultara difícil
sacar esas palabras que hacían que mi corazón latiera más rápido.
—¿Y por qué es eso?
Fijó sus ojos en los míos y regresó esa conexión chisporroteante,
quemándome y probablemente quemándolo también. No podía ser de un solo
lado, no cuando era tan consumidora. —No lo entenderías.
—Pruébame.
—Cuando pienso en ti, te recuerdo con coletas de caballo, corriendo y
riendo por algo tonto, o esa vez cuando me preguntaste sobre besar a un chico
cuando yo había estado follando a cada chica que me quisiera. Esa es la laguna que
no puedo sacar de mi memoria y no entiendo cómo puedo quererte tanto, querer
tenerte debajo de mí, retorciéndote, jadeando mientras me empujo dentro de ti.
143

Eres hermosa, sexy y perfecta, pero tienes dieciocho y te conozco desde que eras
una niña.
Página

—Y tienes una novia a la que amas.


Se encogió a mi mención de ella, pero no dijo nada para contradecirme.
Debería estar encantada o en el séptimo cielo al saber que me deseaba tanto, pero
era mi cuerpo el que quería. No a mí. —Tengo novia.
—No te preocupes, no le diré.
—Lo sé, no eres así.
Nos quedamos en silencio y fue duro, frío y pesado, con todas las cosas no
dichas e inexploradas. Eso fue todo, mi única oportunidad de estar con él, aunque
sea por una noche, se había ido. Tal vez era lo mejor. Hubiera sido mucho más
difícil hacer el amor con él y ser dejada sola para hacer frente a las consecuencias.
Besarlo ya era suficiente complicado porque a partir de ahora siempre compararía
los besos con los pocos que me dio. ¡Así que dormir con él! Esa clase de conexión
pondría un hueco en mí y no necesitaba otro.
—Solo vete, Nolan. —Cerré los ojos cuando eso aguijoneó mi corazón tan
duro—. Por favor.
—Mírame —pidió en voz baja.
Abrí los ojos y me concentré en su hombro en lugar de su rostro. —¿Puedes
salir y ponerle fin a esto? Duele demasiado.
—Dime que esto no significa que me estás tachando de tu vida.
—En este momento, necesito un poco de tiempo para calmarme. Llámame
dentro de unas semanas.
—¿Semanas?
—¿Qué crees? Nolan, he estado enamorada de ti durante la mayor parte de
mi vida. ¿Crees que es fácil de hacer frente? Me mata pensar en ti en tu cama con
tu novia, pero no tengo nada que decir acerca de ello. Necesito tiempo.
—No pasó nada.
—Eso es lo que tú...
—Desde que te vi de nuevo, no pasó nada con ella. No puedo... no lo sé.
—¿La amas?
—Pensaba que sí, pero no es nada comparado con esto contigo y ni siquiera
144

sé lo que es.
—¿Nolan?
Página

Se levantó bruscamente y se dirigió a la puerta. —Debo irme —murmuró,


de espaldas a mí cuando de repente salió de mi pequeño apartamento sin mirar
hacia atrás. Huyó. Está asustado. Y tal vez nada está perdido, después de todo.
Nolan
No podía permanecer lejos de ella.
Era inútil ignorar ese jodido hecho. Sí, era difícil olvidar nuestra diferencia
de edad, sí, tenía novia y sí, pensaba que era jodido lo que pasaba entre nosotros y
estaba disgustado conmigo por ella, pero yo... Es imposible para mí resistirme a
ella, no quererla.
Nunca había deseado otra mujer tan ferozmente, tan abrumadoramente.
Está ligada a mí, a mi pasado y todo lo que me había convertido. No podía pensar
en mi carrera sin pensar en ella, no podía mirar alrededor de mi apartamento en
Manhattan sin desear haber visto su cara cuando lo compré. Y ahora, ahora que
tuve una probada de ella no podía besar o tocar a mi novia sin pensar en Brooklyn
o comparar con lo que esa que esa chica que conocí durante años me hacía sentir
con solo una maldita mirada, una ligera caricia de sus manos y un roce de sus
labios carnosos. Y la forma en que jugaba con mi perforación...
Ese solo pensamiento me hizo titubear mientras hacía mi camino de regreso
al hotel después de estacionar. Mi polla saltó en contra de mi cremallera y gruñí.
Cerré mi mandíbula, asentí al hombre en la recepción y me dirigí hacia el ascensor.
Durante todo este tiempo, seguía tratando de alejar los pensamientos de Brooklyn,
su sabor, los sonidos que había hecho y su olor. No necesitaba esa mierda cuando
estaba a punto de enfrentar a mi muy enojada novia.
Me detuve delante de la puerta y sacudí la cabeza, sintiéndome finalmente
ablandar. Brooklyn me puso duro, pero el ver a Lena me hizo desinflar. Había
tocado un nuevo fondo.
145

Abrí la puerta y di solo un paso antes de que Lena frunciera el ceño y


suspirara.
Página

—Finalmente regresaste. ¿Dónde estabas?


Me apoyé en la puerta y dejé que mi cabeza colgara entre mis hombros. No
podía mantenerlo en secreto. Ni siquiera sabía qué decir. Mierda, seguía besando a
otra chica cuando me hallaba en una relación comprometida. Lena se merecía algo
mejor que eso a pesar de que el último par de meses habían sido difíciles entre
nosotros. Se merecía algo mejor y pensaba que yo era mejor que eso.
—Estaba con Brooklyn.
Se burló y regresó a su portátil con un ceño fruncido en el rostro. Al parecer,
no tenía que preocuparme por apartarla y el sexo. Ella, obviamente, tampoco tenía
el humor para ello.
—No veo lo que ves en esa chica. Ella es una pequeña basura de ciudad por
todas partes.
—No hables así de ella, Lena. No sabes una mierda —devolví.
—Veo la forma en que te mira, eso es suficiente para mí. Y no dejas de
abandonarme para pasar tiempo con ella. En serio, Nolan, ¿qué te pasa aquí?
Froté mi cuello, pero la tensión no se aliviaba. —Necesito una ducha. —Y
eso fue todo. Me dirigí al baño, sintiendo los ojos de Lena en mi espalda mientras
mis pensamientos iban de nuevo a ese último beso con Brooklyn y cómo, en mis
entrañas, me arrepentí de no tocar su pecho.
Mi pene se endureció inmediatamente. Me quité la ropa y salté bajo el agua
tibia, mi mano a la deriva hacia el sur por si sola hasta que agarré en un puño mi
dura longitud y me bombeé a mí mismo. Mis dientes se hundieron en mi labio
inferior para mantener dentro el rugido creciente que venía de muy dentro de mí
mientras mi fantasía tomaba forma detrás de mis párpados cerrados. Mis dedos se
cerraron alrededor de mi polla y me movía más rápido. Mi respiración se hizo más
entrecortada. Mis muslos se tensaron y mis abdominales se flexionaron. Estaba tan
cerca. Tan jodidamente cerca.
En silencio, en voz baja, murmuré un nombre y no era el nombre de la chica
esperando en la otra habitación.
En mi mente, imaginé los sonidos de Brooklyn mientras se acercaba y
sacudía mi mano, yendo y viniendo.
Algo tenía que cambiar.
146
Página
Pequeña B, 12 años
Traducido por florbarbero
Corregido por Julie

—¿Por qué no quieres dejarme leerlo? —Me quejé e hice un puchero en su cama. Él
escribía en su cuaderno viejo en el escritorio. Había pasado dos horas observándolo escribir,
y ahora sus nudillos se encontraban blancos por sostener la lapicera demasiado tiempo.
Estos últimos meses había pasado mucho tiempo escribiendo y me encantaba observarlo
incluso si nunca me dejaba leer sus historias.
—Porque no es adecuado para tu edad y no está terminado —respondió de forma
distraída mientras volvía a leer algo. Negó con la cabeza y cerró su cuaderno antes de
lanzar su lapicera sobre el escritorio. Rodó y cayó, pero no le importó. Se masajeó el cuello y
fue a sentarse a mi lado en la cama grande.
—Siempre molestas con mi edad —murmuré antes de que me acostara, con mis ojos
ahora en el techo agrietado.
—Estoy trabajando en una película de suspenso, Pequeña B. Está lejos de ser el
dulce Harry Potter.
—Cállate, la gente muere en Harry Potter —repliqué, notando demasiado tarde
cuán aniñada sonaba. Me sonrojé, pero no traté de ocultarlo. Era inútil.
Se rió y me tomó en sus brazos; los dos acostados en su cama sobre las cubiertas
147

ahora arrugadas. —Eres linda. Tal vez algún día leas mis libros después de que los compres
en una tienda.
Página

—¿Qué? ¡No me los darás gratis! ¡O me los dedicarás! —Podía ver su cara por la
esquina de mi ojo y él parecía divertido.
—Debería dedicarte todos. Tú eres mi fan número uno después de todo.
—No puedo esperar a ver sus libros en las tiendas. ¡Va a ser tan increíble!
—No te pongas demasiado entusiasta, Pequeña B. Tengo que conseguir un agente
para eso y luego un editor. Podría tardar una década antes de que suceda.
—No va a tomar mucho tiempo.
—¿Por qué dices eso? Todavía tienes que leer mis cosas.
—Creo en ti.
Su corazón latía un poco más fuerte y más rápido en mi oído y me apretó más, su
gran mano envuelta alrededor de mi hombro, enjaulándome protectoramente. Me encantaba
estar tan cerca de él, como si el mundo pudiera terminar a nuestro alrededor, pero nada
pudiera tocarnos. Sabía lo tonta que era por pensar de esa manera, pero me hacía sentir
bien, aunque solo sea por un par de minutos.
—No te voy a decepcionar.
Me reí y le di un puñetazo a la ligera en su vientre plano. —No podrías
decepcionarme incluso si quisieras.
—¿Por qué no eres mi hermana?
Me dolió que me recordara cómo me veía. Hermana. Cubrí mi dolor con una risa
temblorosa y cerré los ojos. Eso fue duro, pero al mismo tiempo, lo tenía en mi vida y sin él,
mi vida no sería tan grande. Tenía amigos, pero no era como Nolan. Lo que teníamos era
especial y aunque no era lo que quería, era mucho más de lo que esperaba cuando lo conocí
hace años fuera de mi ventana.
—El futuro autor más vendido —susurré contra su pecho y él se rió, besando la
parte superior de mi cabeza.
148
Página
Traducido por Dannygonzal & Yure8
Corregido por Ana Avila

Brooklyn
—¿Y sueles tocar en el bar?
—Una vez al mes. Tuve que convencer a mi jefe, además vio que le atraía
mucho a la multitud. Pueden pedirme que toque cualquier canción y eso dura de
treinta minutos a una hora. Es divertido y una forma de no sentir que me consume
mi pasión y que logro hacer lo que amo más que solo tocar en casa.
La señora Bell asintió con una sonrisa tranquila. Tan pronto como me vio
subir las escalas después de mi turno, me pidió que viniera y que tomara algo de té
con ella. Nunca había bebido tanto té en mi vida como en la última semana, y al
mismo tiempo, nunca fui tanto a orinar, pero al menos, mantenía mi estómago
plano a pesar de comer más comida chatarra de lo usual.
Tuve que pasar el día analizando exageradamente lo que sucedió la noche
anterior con Nolan. Por supuesto, tenía que demostrárselo a sí mismo, pero saber
que corrió de regreso a su novia, hacía estragos en mí. Apenas dormí y estuve
149

gruñona todo el día, sin ganar muchas propinas. Pero cuando la señora Bell me
pidió que me le uniera, no pude negarme. Y al escuchar su trabajosa respiración de
Página

hoy, no me arrepiento.
—Eso es genial. Me gustaría escucharte tocar algún día, pero no estoy en
condiciones para ir al bar.
—Le daré una actuación privada —dije con una sonrisa.
—Eres una buena chica, Brooklyn. —Tosió y su respiración se volvió más
pesada, más ruidosa, con un silbido más fuerte. Algo no estaba bien—. Yo… —
Tosió un poco más, incapaz de murmurar otra palabra.
Saqué mi teléfono con manos temblorosas. —¿Quiere que llame al 911? Solo
asienta si es así. —Ante su débil asentimiento y una nueva ronda de tos, marqué
aturdida, dándole información a la amable señorita que trataba de usar una voz
suave para calmarme y mantenerme lo suficientemente cuerda como para ayudar.
Ni siquiera cinco minutos después, golpes en la puerta me incitaron a
moverme y a dejar el lado de la señora Bell, quien apenas y colgaba de su
consciencia. Era obvio que no respiraba correctamente. Abrí la puerta y encontré a
dos paramédicos, dos hombres maduros.
Los dejé entrar después de unas rápidas palabras y los observé tomar sus
signos vitales, los cuales no se encontraban bien. Los latidos de su corazón iban
demasiado rápido por sus nervios al sentirse sofocada. Le pusieron una máscara
de oxígeno y le hablaron todo el tiempo, explicándole que necesitaban llevarla al
hospital.
El más alto me guió hacia la pequeña cocina por el codo, su autoritaria pero
reconfortante mano. —Señorita, ¿es su madre?
—Mmm, no, no. Es mi vecina y una amiga de mi madre. ¿Usted cree que
estará bien? —pregunté, mis ojos incapaces de apartarse de su delgada presencia
mientras el otro médico verificaba de nuevo sus signos vitales empezando a
mejorar con la ayuda de oxígeno.
—Está muy enferma. De acuerdo a la información que tenemos, su cáncer se
halla en su etapa terminal y este tipo de episodios no terminarán. En el hospital la
monitorearán por unos días, le modificarán la medicina y la mantendrán con
oxígeno. Quizá debería llamar a su familia.
Nolan. ¿Debería llamarlo? —¿Puedo ir en la ambulancia? Llamaré una vez
esté instalada.
Asintió y los seguí. En poco tiempo estábamos en la ambulancia y tuve su
150

delgada y fría mano en la mía. Me miró con lágrimas no derramadas y miedo.


Sabía exactamente cuál era su miedo. Quería hablar con su hijo antes de irse.
Página

Apreté su mano.
—Estoy aquí. —Pero no era al que necesitaba.
Parpadeó y asintió. Una lágrima cayó y la sentí en mis huesos.
—Disculpe. —Detuve a una joven enfermera con una alta cola de caballo.
Ella desaceleró y me sonrió con los labios cerrados. Se veía cansada, pero ero lo
suficientemente amable como para no ignorarme—. ¿Sabe cuándo la señora Bell
estar{ en su habitación? Sé que le est{n haciendo unos ex{menes pero…
—Estará de regreso en una hora más o menos. Puedes ir y conseguir algo
para comer o beber si quieres.
Le agradecí y la dejé regresar a su trabajo mientras una enfermera mayor le
señalaba el pasillo. Me senté de nuevo en la incómoda silla en la fría sala de espera
donde una pareja de ancianos esperaba silenciosamente y una joven mujer lloraba
abrazando un animal de peluche perteneciente a un niño, tal vez su hijo.
Era un hospital pequeño considerando que nuestro pueblo no era grande,
pero aún era un escalofriante hospital de todas maneras, y yo me encontraba sola
tratando con algo difícil. Me sentía cansada después de mi largo turno de hoy, de
mal humor y con miedo, además no sabía qué decir si llamaba a Nolan. Era un
desastre.
Volví a ponerme de pie y caminé por el pasillo hacia una parte solitaria de la
clínica. Con suerte, a nadie le importaría que hable desde aquí. Agarré el teléfono
de mi maleta de cuero marrón y busqué el número de Nolan.
Después de tres timbres terriblemente largos, su voz retumbó en mi oído
con cautela—: Llamaste.
No esperaba que el deseo me golpeara tan brutalmente en ese preciso
momento, pero lo hizo. Apreté el agarre en mi teléfono y miré a mi alrededor. Un
doctor caminaba cerca, enfocado únicamente en su portapapeles.
—Escucha, no tiene nada que ver con lo que pasó. Estaba con tu madre hace
una hora y no se sintió bien. Comenzó a toser mucho así que llamé al 911. Le
colocaron oxígeno, lo que pareció ayudar.
151

Podía escucharlo respirar, pero eso era todo. Pero luego oí un movimiento,
el vago sonido de su ropa. —¿Dónde estás? ¿En el hospital?
Página

—Sí. No la regresarán a su habitación por una hora; deberías venir, Nolan.


Se está poniendo peor e incluso si hay mierda pasando por tu cabeza sobre tu
pasado, no puedes perder este precioso tiempo.
—No me presiones. Sabes que es difícil para mí.
Me incliné contra la pulcra pared. Algunas veces era tan terco. —Lo que sea.
Me quedaré. —Y colgué sin esperar su próxima excusa. Tenía que convertirse en
un hombre y rápido si no quería vivir el resto de su vida con el peor de los
remordimientos.
Regresé al escritorio de la enfermera en donde otra llenaba algunos
formularios. Levantó la mirada con el ceño fruncido dañando su cara madura
demasiado arrugada alrededor de su boca. Enfermera alegre.
—¿Podría decirme en dónde puedo tomar café?
Señaló al otro lado del pasillo sin una palabra más antes de enfocarse de
nuevo en sus archivos. Esa mujer no era una a la que quisiera enfrentar de nuevo o
me encontraría siendo tan desagradable como ella.
Me di la vuelta y fui a tomar unos dólares de mi cartera para ponerlos en la
máquina. Después de un minuto, regresé a la sala de espera con mi café en la
mano. Por supuesto, sabía horrible, pero la calidez era bienvenida. Me sentía muy
fría. Debieron ser los nervios.
La mujer con el animal de peluche ya no se encontraba allí, pero la pareja
mayor aún conversaba en voz silenciosa. La única vez que fui enviada al hospital
fue cuando me quebré el brazo a los siete años. No había estado aquí en mucho
tiempo, pero fue el suficiente para hacer que le tuviera miedo a todo lo clínico. El
olor, las personas, toda la tristeza… era demasiado para mí. Y hoy no era la
excepción mientras esperaba noticias, sabiendo que sin importar qué, la señora Bell
moriría en poco tiempo. Me bebí la última gota de mi insípido café pero me
sorprendí cuando alguien puso una mano sobre mí; una enorme y cálida mano que
conocía muy bien.
—¿Sigues aquí? —me preguntó suavemente. Se arrodillo frente a mí,
colocando su rostro al mismo nivel que el mío. Sus ojos tristes y perdidos—. No
tenías que esperar.
Me encogí de hombros, miré sobre el suyo y fruncí el ceño. Su novia se
encontraba aquí, arrugándome el ceño, arruinando su sofisticada buena apariencia.
—No podía dejarla sola. —Sacudí la cabeza y lo miré otra vez, tratando de olvidar
152

que la trajo aquí. Sin embargo no me debió haber sorprendido. Después de todo, se
supone que también compartes las cosas malas con la persona que te acompaña.
Página

Deberían estar aquí para apoyarte.


—Gracias —dijo, y era en serio. Su mano se retiró y se puso de pie. Hice lo
mismo y asentí hacia su novia, pero no respondió. Era mayor que yo y aun así, yo
mostraba más madurez que ella. Perra loca—. ¿Cuál es la habitación?
—No lo sé todavía. Se supone que vendrán una vez terminen con los
exámenes. El doctor te lo dirá entonces. —Coloqué mi bolso en mi hombro y el
teléfono en mi cartera.
—Espera. —Me detuvo y agarró mi muñeca antes de que pudiera dar la
vuelta—. No te vas a ir, ¿no?
Miré rápidamente a su novia, quien profundizó incluso más su ceño. —No
estás solo, no te preocupes. Actualízame sobre su estado y mañana me pasaré para
verla.
Me alejé y cuando la pasé, me miró con desprecio, miré atrás, hacia Nolan, y
esta vez él lo vio. Le entrecerró los ojos, pero yo no le hice caso. No importaba en
este momento.
—Yo lo cuidaré —susurró con sarcasmo solo para que yo la oyera; me
tambaleé un poco ante el significado entre líneas, pero no le di la satisfacción de
mostrarle lo herida que me sentía. No quería pelear y no lo haría. Jugué mi parte y
él conocía mis sentimientos. La pelota se hallaba en su campo.
153
Página
Nolan
Tan pronto como Brooklyn desapareció de mi vista, le entrecerré los ojos a
Lena nuevamente. Me frunció el ceño. No debería sentir que defiendo y me pongo
del lado de Brooklyn, pero ¡joder! Brooklyn no merece ninguna mierda que venga
de Lena. Debería ser el único con quien estuviera enojada.
—No es su culpa si tenemos problemas, Lena.
Se burló de mí y se sentó en la primera silla disponible en la sala de espera.
Su caro bolso cayó a sus pies y cruzó sus pequeños brazos. —Es curioso porque
desde que regresó a tu vida las cosas han sido peores entre nosotros.
Suspiré y me senté a su lado; mis dientes jalaron nerviosamente del aro de
mi labio. —Seamos honestos, Lena. —Se giró hacia mí, sus ojos perdiendo su borde
afilado—. Los últimos dos meses han sido extraños.
Alejó su mirada y sacudió la cabeza, lentamente. —No sé de qué hablas,
Nolan. Solo quiero que vayamos a casa.
Me enfoqué en las idas y vueltas de los doctores y enfermeras por el pasillo,
inseguro de qué esperar. Todo era un desastre. Cerré brevemente los ojos y un
caleidoscopio de imágenes explotó detrás de mis párpados. Brooklyn, mi madre,
Lena, el libro que no fui capaz de terminar…
Puse mis codos en los muslos y me cubrí la cabeza con las manos. —Lena…
—¿Qué? —La vacilación en su vocecita me hizo pensar.
—Nada. —Negué con la cabeza y me incorporé. Cuando Brooklyn me llamó
estaba a punto de decirle todo a Lena, pero ahora… Estamos en el jodido hospital y
154

yo a punto de ver a mi madre moribunda. Tragué saliva espesa ante la idea de


enfrentarme a ella nuevamente. La última vez que hablamos seguía grabada en mi
Página

mente, con dolor. En realidad, su sola mención era dolorosa.


—¿Señor Bell?
Me puse de pie y me encontré cara a cara con un médico, probablemente el
único encargado de mi madre. Parecía estar en sus cincuenta con su estructura
media, las discretas arrugas alrededor de sus ojos y su cabello canoso.
—Sí. ¿Tiene algunas noticias?
Frunció el ceño tras sus gafas gruesas mientras leía de nuevo su
portapapeles—: La señora Bell está sedada, pero sus signos vitales se encuentran
mejor. El nivel de oxígeno en su sangre aumenta lentamente sobre el noventa por
ciento. La presión de su sangre en este momento aún es baja, pero es entendible
considerando su medicación.
—Ella no est{… no…
El doctor sonrió tristemente y quise darle un puñetazo. No necesitaba su
compasión, ni su falsa preocupación. ¡Ni siquiera sabía qué hacía yo aquí!
—El episodio ha terminado en este momento. Estará mejor mañana, pero
creo que su cansancio y su total debilidad no pueden ser ignorados.
Lena puso una de sus delicadas manos sobre mi brazo y me tensé. No
quería sentir su consuelo. Ella no entendía una maldita cosa. No sabía lo que mi
madre me hizo. Nunca ni siquiera supo qué clase de crianza tuve hasta hace
algunos años. Debí haberle contado todo cuando comenzó a volverse serio entre
nosotros, pero siempre mantuve mi vida pasada en privado.
Me aclaré la garganta. —Ya veo. ¿Puedo verla?
Asintió. —Por supuesto, señor Bell. Puede visitarla por unos minutos, pero
como dije, está dormida. —Me dio el número de habitación y se dio la vuelta
después de un rígido asentimiento.
—Espérame aquí, Lena. No tomará mucho.
—¿Qué? Nolan, he estado esperando contigo.
La miré fijamente, sintiendo mi ceño profundizarse. —¡Mi madre se está
muriendo aquí, Lena! ¡Dame algo de espacio!
Retrocedió, sus ojos enviando dagas. —En serio hay algo mal contigo,
Nolan. No sé si es esa Brooklyn o estar aquí en Riverdale, pero eres un idiota.
Giró y se alejó, y ni siquiera le pregunté a dónde iba o cómo regresaría al
155

hotel. No la necesitaba aquí y era todo un desastre como para preocuparme por
alguien más. Todo se derrumbaba y yo también.
Página
Brooklyn
Los golpes en la puerta y luego en la ventana al lado de la puerta principal
me despertaron de mi raro sueño en el que miraba la espalda de Nolan; nunca fui
capaz de ver su rostro. Parpadeé en la oscuridad y me di la vuelta hacia el lado
izquierdo. Le di un vistazo al reloj de alarma. ¡Eran las dos de la madrugada! ¡Qué
demonios!
Una nueva ronda de golpes me asustó. Esta vez eran más ruidosos, casi
desesperados. Quité la delgada manta de mi cuerpo y me puse de pie. Adormilada
con sueño, salí de mi pequeña habitación y crucé la sala para abrir la puerta un
poco, asomándome para ver quién podría estar lo suficientemente loco como para
tocar mi puerta a las dos de la mañana.
—Necesito verte. Por favor —me pidió Nolan en un tono angustiado tan
pronto como giré el pomo.
Sin pensar o cuestionar mi cordura, lo dejé entrar. Se veía muy mal. Aros
oscuros bajo sus brillantes ojos color avellana le daban una apariencia de tortura,
su frente estaba dañada con líneas de preocupación y su boca no tenía el arco
seductor en el que podía pasar horas pensando. No, en cambio se encontraba
endurecida en una línea recta. Su barba se veía más oscura y su cabello era un
desastre, esta vez no era a propósito. Tenía la misma ropa y su camiseta se hallaba
arrugada por todas partes.
Se inclinó contra la puerta cerrada y cerró los ojos. Esperé sin hacer ningún
sonido, sin decir ni una palabra. Necesitaba algo de consuelo y no lo alejaría, no
cuando tenía una buena idea de la clase de desorden que debía tener en su cabeza
156

en este momento. Su madre siempre había sido su punto débil, y ahora que se
enfrentaba con ella y con perderla… podía imaginar lo que debía ser para él.
Página

—Le dieron algo para dormir cuando terminaron sus exámenes. Estaba
dormida cuando la vi. —Su voz era cruda y baja; oí cuán perdido se sentía. ¿Pero
por qué vino a buscarme? Se encontraba con su novia cuando me fui, ella debería
ser la que lo sostuviera ahora que lo necesitaba.
—Es lo mejor. Se sentía cansada cuando regresé ayer del trabajo. Necesita
descansar para estar mejor.
Sus ojos se abrieron de golpe y bufó. —¿Estar mejor? No me digas que crees
esa mierda.
—Quise decir mejor para regresar a casa. No soy idiota, vi lo mal que ya está
—respondí imparcialmente, tratando de no mostrar ningún signo de ira o
irritación. Tenía que mantener en mi cabeza que él no se sentía bien y que no tenía
nada que ver conmigo… o nosotros.
—Lo siento —dijo con un suspiro. Sus hombros se encorvaron y sus ojos se
alejaron en la oscuridad del apartamento únicamente iluminado por la luna. Tenía
que comprar cortinas, pero si quería comer este mes, tendría que esperar un
poco—. Aquí estoy, vine a ti a mitad de la noche y te ataco verbalmente.
—Está bien, entiendo. —Me removí un poco, mientras el silencio se
establecía entre nosotros—. ¿Quieres algo para beber?
—Eres menor de edad, así que apuesto a que no tienes un trago fuerte —dijo
con una sonrisa forzada. No hizo nada para suavizar las arrugas de preocupación
en su cara y me dolió.
—No creo que emborracharnos aquí sea una buena idea —señalé con una
sonrisa temblorosa, tratando de mantener a raya las imágenes de nosotros
besándonos, empujándome contra la pared.
Se acercó al sofá y se sentó torpemente. Apoyó los codos en las rodillas y la
cabeza entre sus manos. Al verlo de esa manera me dieron ganas de abrazarlo,
pero no me atreví. Me dirigí hacia el otro lado del sofá y me senté, cuidando de
mantener un espacio respetable entre nosotros. Solo para estar segura de que no
haría algo de lo que podría arrepentirme.
—Pensé que nunca querrías abrirme la puerta por la forma en que te fuiste
del hospital —murmuró en sus manos, con su voz amortiguada por las palmas.
—Puedes contar conmigo, ya lo sabes.
Se enderezó y sus ojos me atravesaron. Me estremecí y me maldije por no
157

llevar algo que me cubriera más. Solo llevaba una camiseta sin mangas de color
gris-azul claro y un pantalón negro. Era muy consciente de la cantidad de piel que
mostraba.
Página

—Pero te fuiste. —Sus dedos estrujaron su cabello.


—Debido a que no te encontrabas solo. Era más fácil.
—Más fácil para ti.
Asentí. —Sí, para mí. Siempre cuidaré de ti de una manera u otra, pero
tengo que cuidarme también. No soy una mártir, Nolan, así que cuando duele
demasiado, tomo distancia. —Jugué con el extremo de un par de hilos rojos,
entrelazándolos entre mis dedos. Siguió el movimiento, su manzana de Adán
flotando mientras bajaba lentamente su mirada, acariciando cada centímetro de
piel desnuda. Sentí fundirse mis huesos y me asusté. Esta intensidad, mientras
todo se encontraba sin resolver, me asustaba demasiado y odiaba eso.
—No quiero hacerte daño, pero cuando me llamaste, estábamos hablando.
—No te disculpes por llevar a tu novia al hospital. Es perfectamente
comprensible.
—Pero fue horrible contigo cuando ayudaste a mi mamá. No debió ser así y
lo siento. —Suplicaba con sus ojos para que entendiera y, aunque una parte de mí
lo hacía, lo que más me molestaba eran ellos juntos. Pero lo oculté.
—Detente. Es una perra conmigo porque se siente amenazada o algo así. Sin
embargo, es ridículo. ¿Verdad? —No debería preguntar algo como eso, sonsacando
algo cuando no debería estar tan concentrada en ello.
—No tanto —respondió en voz baja.
Mi respiración se detuvo y una roca apareció en mi garganta. Mi piel se
erizaba y se calentaba mientras mi corazón bombeaba más sangre, siempre más y
más rápido, haciéndome incluso marearme más de lo que ya estaba.
—¿Qué quieres decir?
—No estoy seguro, Brooklyn, pero te deseo y no puedo quitármelo de la
cabeza.
Mientras mi cuerpo vibraba con aprobación, mi corazón se apretó
dolorosamente en mi pecho. Retomando lo que pasó entre nosotros de tal manera
que no era fácil para mí escuchar. Enteramente me pongo en exposición, sin
restricción alguna, lista para ser herida y llenada de cicatrices, pero no parecía
suficiente.
—¿Eso es todo lo que quieres? ¿Sexo?
158

Negó con la cabeza y se aclaró la garganta antes de juguetear con el borde


Página

de su camiseta. —No sé. Cuando me fui de Nueva York tenía una novia dulce y me
encontraba feliz con ella, empezando a hacer planes para el futuro mientras
trabajaba en mi próximo libro. Fue un poco tenso, pero nada que no pudiera
manejar. Y ahora... ahora todo está al revés.
—¿Querías mudarte con ella o proponerle matrimonio? —Mi corazón latía
más lento ahora, pero sentía cada latido del corazón en cada célula de mi ser. Pum-
pum, pum-pum, pum-pum.
Firme, porque él no era de los que eluden las respuestas, mantuvo sus ojos
en mí. —Sí a ambos.
Es curioso cómo crees que tu corazón no puede estar más dividido, pero
termina más destrozado que antes. Nunca fui golpeada por un coche, pero si
tuviera que adivinar, estaba bastante segura que no sería más doloroso. Y con el
dolor que sentía, no podía tomar un analgésico. Apreté la mandíbula y agradecí mi
control sobre mis sentimientos.
—Entonces concéntrate en eso, en tu futuro con ella. Si pensabas en ello,
significa que la amas profundamente. No dejes que tu pasado te detenga o se meta
con tu vida. El pasado tiene que permanecer en allí.
—La vida no es tan simple.
—No es simple. —Junté las manos en mi regazo, entrelazando mis dedos
para tratar de encontrar un poco de consuelo—. Debes hablar con tu madre
mañana y volver a tu vida en Nueva York tan pronto como sea posible y todo
volverá a la forma en que se supone que debe ser.
—¿Y tú? ¿Nosotros?
—Estaré bien. Mi vida se encuentra aquí. —Respiré hondo—. En cuanto a
nosotros, no hay un nosotros, realmente no. Tratamos de ponernos al día, te conté
cómo me siento y eso es todo. Estoy segura de que algo podría haber sido grande
entre nosotros, pero perdimos nuestra oportunidad. Eso pasa.
—No debes conformarte con menos de lo que puedes esperar o soñar,
Brooklyn. Podrías estudiar música en la universidad y podríamos mantener el
contacto.
—Solo... dejémoslo ahí. —Estaba tan jodidamente cansada de todo. Pensar
en mi futuro no era algo que quería en mi plato ahora mismo—. No quiero hablar
de mi vida o cualquier otra cosa. Vuelve con tu novia y habla con ella. Es a quien
realmente quieres.
159

—¿Cómo puedes saberlo? Te besé, tengo celos de pensar en ti con otra


persona, odiaba verte con Mike... Joder. ¿Qué significa?
Página

—Nada si tienes novia. O un momento de debilidad si realmente quieres


ponerle una etiqueta.
—Me estás apartando cuando apenas ayer me llevabas hacia ti. ¿Por qué?
—No quiero pasar mi vida esperando algo de ti que no me puedes dar. La
vida es demasiado corta. He pasado años enamorada de ti. ¡Años, Nolan! No
puedo hacerme esto nunca más.
Asintió y tiró con sus dientes su anillo del labio. Sin mi consentimiento, mis
ojos se posaron en él y mis labios se estremecieron. Me obligué a mirar hacia otro
lado; a la puerta.
—Supongo que debería irme ahora —dijo vertiendo con firmeza y tristeza
sus palabras y calmando un poco mi herido corazón. Por lo menos, aunque no era
nada comparado con lo que sentía por su novia, se sentía triste por irse. Se puso de
pie y caminó hacia la puerta, lentamente, tal vez esperando que lo detuviera, pero
no lo hice. ¡Oh! Quería, pero no lo hice. Le di una salida y la tomó. No sería la
única luchando por nosotros para que algo suceda.
Justo antes de que la puerta se cerrara detrás de él, un sollozo se me escapó,
tomándome por sorpresa. La puerta se estrelló contra la pared y Nolan corrió de
nuevo, sus ojos ardiendo en mí mientras reducía el espacio entre nosotros.
160
Página
Pequeña B, 12 años
Traducido por Daniela Agrafojo
Corregido por Jadasa

Observar a Gran No con su amigo era diferente. Él era diferente. Su rostro era
difícil de leer, sus ojos tenían el aburrimiento que nunca veía cuando solo éramos nosotros
dos y maldecía mucho.
—Mantenlo apto para niños, Mike —le dijo Gran No a su amigo con músculos aun
más grandes que él. Gran No me saludó, todavía sentado en la silla de su escritorio lleno de
libros de textos y papeles sin orden aparente.
Mike se rió y le dio un puñetazo en el hombro. —Estoy seguro de que escuchó cosas
peores contigo.
—Tiene doce malditos años. —Gran No fulminó con la mirada al tipo y encendió un
cigarrillo. Nunca fumaba a mi alrededor y cuando el humo me golpeó, fue como si mis
pulmones ardieran. Incluso me dolían los ojos. Y el olor era horrible.
—Entonces, ¿por qué está ella aquí? —le preguntó Mike como si no estuviera en la
misma habitación. Era la tercera vez que lo veía y no me agradaba mucho.
Le fruncí el ceño, pero ninguno miró en mi dirección. —Porque me encontraba aquí
antes que tú, idiota.
Ambos chicos me prestaron atención inmediatamente, e intenté ocultar mi urgencia
de llevar una mano a mi boca y disculparme. En vez de eso, me enderecé y desafié a ese tipo
a que diga algo. Tenía doce y ellos dieciocho, pero no había razón alguna para tratarme de
161

esa manera. Y nunca dejaba que nadie me intimide, ni siquiera un poco.


—¡Pequeña B! —me regañó Gran No tras recuperar su compostura. Pero vi su boca
Página

torciéndose un poco hacia arriba. En realidad no se hallaba molesto.


Pero fue Mike quien me sorprendió más. Se rió. Reclinando su cabeza y cerrando los
ojos, su risa era libre y contagiosa. Me reí entre dientes y me relajé. Finalmente. Se calmó y
me miró de vuelta, enfocándose en mi rostro antes de darse la vuelta hacia nuestro amigo.
—Es encantadora. Va a ser guapa. Apuesto a que será difícil de perseguir. ¿Listo
para eso, Gran No?
Su única respuesta fue un gemido y llevó su cigarrillo de vuelta a su boca antes de
que sus ojos se encontraran con los míos, fijos y sin parpadear. Daría cualquier cosa que
tuviera para saber qué pensaba, pero era imposible y lo odiaba. ¿Pensaba en lo joven que
era? ¿Pensaba en los próximos años cuando estaríamos separados? ¿En qué pensaba?
—Ella tiene más sentido que el de confiar en dos imbéciles como nosotros —
respondió después de un rato y sentí sonrojarme ante la palabra con i.
—Por lo menos aún es bastante inocente —se rió Mike cuando vio mi rostro
sonrojado; de pronto quise irme y encerrarme dentro del consuelo de mi habitación. Ahí, no
me sentiría tan fuera de lugar, no sentiría la brecha entre Gran No y yo como la sentía
cuando sea que estaba con uno de sus amigos.
—Odio cuando hablan sobre mí como si no estuviera en la misma habitación.
—Lo lamento, Pequeña B —se disculpó Gran No con una sonrisa arrepentida.
Mike se mofó pero no dijo nada. En vez de eso, se puso de pie y agarró las llaves de
su auto que se encontraban cerca del pie de la cama. —¿Seguro que no vienes esta noche?
Shannon estará ahí.
Gran No sacudió su cabeza y puso la colilla del cigarrillo en el cenicero sobre la
mesita de noche. —No estoy de humor.
Mike se encogió de hombros y asintió. Despidiéndose con un gesto sobre su hombro,
salió y suspiré. Gran No me escuchó en el silencioso cuarto y se rió. Con su mano izquierda,
palmeó el colchón para que me uniera a él como solíamos hacerlo. Corrí y salté a su lado,
con una enorme sonrisa en mi rostro. Pero cuando olí el humo y el tabaco en él, me encogí.
—Prefiero cuando hueles a gel de baño y a ti, que a eso.
Bajó su mirada hacia mí y pasó un brazo sobre mis pequeños hombros. —¿No te
gusta que fume? —preguntó con voz suave, algo que nunca usaba frente a nadie más. Mi
Gran No se hallaba de vuelta y solo para mí.
—Lo odio. Y es malo para ti.
—Entonces no fumaré de nuevo —respondió tranquilamente y besó mi frente—. No
quiero decepcionarte, mi Pequeña B.
—No puedes decepcionarme.
162

—¿Cómo es eso?
—Simplemente no puedes.
Página

Reclinó su cabeza contra el poste de la cama y cerró sus ojos. —No lo sabes. Mira a
mi madre. No siempre había sido así.
—Es diferente. Tienes tus sueños y mientras los tengas, lo harás estupendamente.
—Es extraño a veces lo mayor que suenas. Es duro recordar siempre que eres mucho
menor.
Era una de las mejores cosas que me hubiera dicho alguna vez. Mi corazón se hinchó
y mi sonrisa no podía ser más grande.
Traducido por Beatrix
Corregido por Laurita PI

Brooklyn
Acunó mi cara entre sus grandes manos y sus ojos atravesaron los míos. Las
lágrimas caían por mi cara quedando atrapadas por sus manos, pero no estaba
llorando. Tan pronto como regresó dentro de mi apartamento, se detuvieron. Pero
no sabía que hacía aquí y por qué me miraba de esta manera, como si una gran
batalla arrasara en su interior.
Sus palmas eran suaves y cálidas contra mis mejillas, sus dedos largos y
tiernos cuando suavemente rozaron mi mandíbula y el comienzo de mi cuello,
justo debajo de las orejas. Quería tocarlo, sentir su piel bajo mis dedos y trazar las
líneas de su rostro tan marcado por los acontecimientos recientes, pero no lo hice.
Ya era lo suficiente adicta a él. Si lo tocaba, no me detendría.
—No llores. —Exhaló muy cerca de mi cara. Si se acercaba un poco más
sentiría sus labios avanzando sigilosamente contra los míos—. Cuando lloras, es
como un puñetazo en mis entrañas.
163

—No debes tocarme —le dije, pero a pesar de mis palabras, no traté de
alejarme de su toque. Una lágrima corrió a mi labio superior y la probé con la
Página

punta de mi lengua. Los ojos de Nolan se oscurecieron cuando la siguió, sin


apartarse de mi boca. Pude ver la carne de gallina por la piel del cuello y en los
antebrazos—. ¿Nolan?
Lentamente, como si le costara hacerlo, levantó la mirada y alcanzó con sus
ojos los míos. Cuando me encontré con su mirada color avellana, su intensidad me
noqueó. Dejé de respirar, o así pareció mientras me perdí observándolo. No era
nada, tan solo una mirada ligeramente entrecerrada y, sin embargo, chisporroteaba
entre nosotros; cambió la atmósfera de este momento, envió la atracción y el deseo
arriba de la lista. Solo una mirada.
—Entonces, apártame —dijo con una voz tan ronca que mi cuerpo, de
inmediato, respondió a él. El deseo caló en mi vientre, y mis pechos se sentían
demasiados llenos, rogando por su atención que ni siquiera buscaba.
—Bien, apártate —repliqué con lentitud; mi voz salió baja y bañada con esa
necesidad que él era el único que despertaba con tanta intensidad. Pero detrás de
mis palabras, deseaba que se quedara, para que tal vez, me tocara aún más, que se
acercara. Sabía que estaba mal, sabía que era una traición a su novia y odiaba
pensar en mí como “la otra chica”, pero era Nolan. Mi Nolan.
—¿Sabes que tiene los labios más besables que vi en mi vida? —preguntó,
bajando lentamente la mirada, concentrándose en mis labios como si estuviera
contemplando saborear caramelos. Maldita sea, era caliente. Los lamí de forma
consciente y él acopló su respiración, seguido por un gemido desde lo más
profundo de la garganta, y fue suficiente para que me agarrara a sus antebrazos
mientras sus manos seguían en mi cara. Piel con piel. El toque de la cara o
antebrazos era inocente en sí mismo, pero no tanto cuando nuestros pensamientos
colgaban entre nosotros, dando a estos pequeños toques un significado totalmente
diferente, otra implicación—. Son exuberantes, gruesos, y ruegan que los muerda
hasta que gimas mi nombre y me dejes saborearte. —Nuestra respiración salía
entrecortada y todo mi cuerpo vibraba como nunca antes. Iba demasiado lejos,
pero se sentía tan bien... Sus palabras... nunca esperé que hablara así, al menos no a
mí—. Estás jugando conmigo, Brooklyn.
—No tienes idea de lo que quiero hacer contigo —susurré sin aliento, sin ver
nada más que a él. Dejé que mis manos recorrieran unos centímetros más de sus
antebrazos, calentando su piel un poco más. Se estremeció y apreté mi agarre sobre
él, por miedo de perder lo que esto fuera—. Y no debes saberlo si quieres dejar mi
apartamento antes de que el sol se ponga.
Llevó su frente contra la mía y respiramos el mismo aire, despacio para
164

tratar de hallar la compostura. Pero era imposible para mí mientras se encontraba


tan cerca de mí. —Me estás arruinando.
Página

—Tú me arruinaste.
Debería haberlo obligado a apartarse, pero no fue así. En cambio, tan poco a
poco que me pregunté si no era un truco de mi mente, llevó su boca a la mía. La
rozó con sus suaves labios y su aro apenas tocándose y toda mi cara se estremeció.
Antes de que se apartara y terminara el beso, pasé las manos por sus brazos y
agarré sus hombros inmovilizándolo allí, contra mí. Intensifiqué el contacto de
nuestros labios y fui más allá cuando pasé la lengua por su labio inferior para
morder el aro de su labio. Abrió la boca con un gemido silencioso y tomó la
iniciativa, decidido y sin vergüenza.
Su lengua abundó mi boca, imitando lo que tanto nosotros queríamos hacer
con otra parte de él. Profundicé los dedos en sus suaves mechones de pelo,
contundente cuando la desesperación me golpeó como un camión de remolque. No
podía tener suficiente de él y, sin embargo, traté de pegarme a su cuerpo, con mis
pechos turgentes alineados contra su pecho firme. Sus manos me acariciaron a lo
largo de la espalda, por mi pelo, donde tiró con fuerza para inclinar mi cara y
profundizar el beso. Dejé escapar un profundo gemido.
Rompió el beso y recorrió sus labios y su lengua a lo largo de mi mandíbula,
pellizcando y mordisqueando el camino hasta que llegó a mi cuello, justo detrás de
la oreja, donde era sensible. Pero no se detuvo ahí. En cambio, volvió a su
exploración y besó a lo largo de mi clavícula y hacia abajo en la curva de mis
pechos, con el cuello examinó mi suave piel de la manera más deliciosa. Si antes
pensaba que le quería, no era nada comparado con lo mucho que lo deseaba ahora.
Era incluso doloroso y duro. Devastador.
—Nolan —le rogué, pero en este momento no sabía si le pedía que se
detuviera o que hiciera más. Una cosa era segura, aunque mi sentido común me
abandonó, no quería que él me dejara.
—Te sientes tan bien —dijo entre besos mientras sus labios volvieron a
encontrar mi boca con la misma intensidad—. Estoy muy duro.
Me contoneé acercándome a él. Necesitaba sentirlo, sentir la prueba de su
deseo por mí, encontrar algún tipo de alivio. Agarró mis caderas y me ayudó a
sentarme en su regazo y en un rápido movimiento, me aplastó contra su cuerpo,
incluso más cerca que antes. Y sentí todo. Todo. Estaba duro contra mí, justo donde
lo ansiaba y cuando le sentí a través de sus pantalones, una oleada de placer me
derribó sin piedad. Gemí en su boca y tiré del aro de su labio, agarrando otra vez
165

sus hombros, su camiseta en mis puños.


Página

—Te necesito —jadeé entre besos. Sus manos me exploraron de nuevo


mientras me retorcía contra él, sintiéndolo entre mis piernas. Cada vez que nos
conectamos, nos quejábamos y gemíamos, compartiendo el mismo aliento y
miradas calientes. Su mano derecha tembló cuando por fin llegó a mi pecho. Tiré
mi cabeza hacia atrás y cerré los ojos, arqueándome. Sus hábiles dedos jugaban con
mi pezón firme, y suspiré, mordiéndome el labio inferior para evitar que otro
gemido escapara de mí—. Es tan bueno.
—¿Que estamos haciendo? —murmuró contra mi garganta mientras me
besaba allí, tan acaloradamente como antes. Su mano nunca salió de mi pecho. Con
la otra mano, me guió a moverme contra su dura longitud, sin detenerse nunca.
Dudas comenzaron a infiltrarse, disminuyendo mi placer. De hecho, ¿qué
hacíamos? —Esp... espera, espera. ¡Nolan! —Lo dije primero débilmente, pero más
contundente cuando parecía estar demasiado lejos de oírme. Me congelé y me
imitó a continuación, con una mano en mi culo y la otra en el pecho. Levantó la
mirada; sus mejillas de color rojo brillante con la lujuria, los ojos vidriosos y los
labios hinchados. Se veía como sexo andante y muy atractivo, pero lo que yo veía
ahora era a su novia rubia. Podría tratar de olvidarla tanto como quería, pero no
desaparecería y me respetaba más que esto, más que dejar que alguien me usara de
esa manera, incluso si era Nolan—. ¿Qué pasa con ella?
Parpadeó y la lujuria de sus ojos se borró. No me necesitaba para deletrear
su nombre, sabía a quién me refería. Aflojé los puños y solté la camiseta. Se arrugó
en los hombros y por alguna razón loca, me centré en ella. Se apartó de mi pecho
aún cubierto con mi camiseta, pero mantuvo su mano en mi culo. Entre mis
piernas, lo sentía tan duro como antes, anhelaba moverme contra él una vez más y
sentir los tan abrumadores disparos de placer, pero no era yo. No era tímida con
los chicos, disfrutaba el sexo tanto como cualquiera, pero no sería la que estuviera
entre dos personas. Menos aún cuando eran una pareja. Ya había ido demasiado
lejos.
—¿Qu... yo...? —tartamudeó y aumentó la presión sobre mis caderas cuando
traté de poner distancia entre nosotros—. No te muevas. —Apretó su mandíbula y
frunció el ceño como si le doliera. Su respiración salió en bocanadas, las fosas
nasales se ensancharon durante un minuto después de que me soltó y me senté en
el sofá, a su lado. Estuvo a un segundo de perder su control y, ante mis ojos, no
podría ser más perfecto. Sus defectos solo me tentaban más. Pero no así.
166

Los hormigueos en mi cuerpo se habían ido. Crucé las piernas en mis


tobillos y levanté las rodillas. Las rodeé con los brazos por un poco de consuelo. Se
Página

acomodó en sus vaqueros y suspiró, sin mirarme. —Al menos no me digas que no
es nada porque soy demasiado joven o alguna mierda para tranquilizarte.
Se rió enigmáticamente y mordió el aro del labio. Desapareció en su boca
antes de dejarlo sobresalir cuando se aclaró la garganta. —Es tan jodidamente
confuso.
—Y tú no estás libre.
Asintió y me miró por el rabillo del ojo, pero lo vi porque lo miraba
embelesada. —Y existen los asuntos con mi madre y todavía tengo que terminar un
libro que debo enviar a mi editor en dos semanas a más tardar. Mi vida es un
desastre.
Puse la barbilla en mi rodilla, todavía girándome para enfrentarle, o a su
perfil. —La vida en general es un desastre, pero te entiendo. —Traté de relajar mi
cuerpo que se tensó tan pronto como me pude recuperar. Pero no funcionó. En este
momento, me sentía demasiado nerviosa—. No te preocupes, no voy a hacer una
escena. Solo... Simplemente no vuelvas aquí solo por un polvo asegurado. No estás
soltero y no puedo hacer esto.
—Nunca te haría eso a ti, Pequeña B. —Se encogió ante mi seudónimo y casi
trajo una sonrisa a mi cara—. Brooklyn, quiero decir. —Pasó una mano por su
mejilla cubierta con una barba de tres o cuatro días, tan caliente en él—. Y...
supongo que tengo que hablar con Lena.
—Buena suerte.
—Sé que no te gusta, y tienes tus razones, lo entiendo, pero te juro que no es
una mala chica.
Era difícil de creer que habíamos pasado de la más caliente sesión de mi
vida a hablar de su novia. Me encontraba en la dimensión desconocida. Lo peor era
que ni siquiera se daba cuenta de lo difícil que era para mí, lo doloroso que era.
Parecía que lo escondía mejor de lo que pensaba.
—Tal vez, pero estoy segura de que no te ama como debe.
Entonces me miró, mucho tiempo sin decir una palabra. Su mandíbula
seguía apretada, pero sus hombros se encorvaron como si sostuviera el peso del
mundo sobre ellos. —¿Porque crees que yo la amo cómo debería? Me acabo de
enrollar contigo, Brooklyn.
—¿Tratas de decirme que no la amas? —pregunté, aumentando una
167

esperanza dentro de mí, haciendo mi corazón flotar en mi pecho y mis pulmones


tomando más aire en ellos.
Página

—Debo ir a hablar con ella —eludió y no sabía qué significaba. Podría ir en


ambos sentidos. Se puso de pie y se sonrojó cuando vio mis ojos aterrizando en su
entrepierna, donde era obvio que seguía excitado. El bulto era impresionante, y
también, me hizo sonrojar. Se apartó de mí, y ahora, miraba su culo redondo; firme
y alto, abrazado por sus peligrosos vaqueros de marca cara.
Con el estómago en la garganta y un bulto por el que era difícil dejar que mi
voz pasara, hablé—: Dime que no vas a tener sexo con ella esta noche. —No
debería pedírselo, pero pensar en él con ella desnuda y caliente era demasiado. No
sabría si lo hizo con ella tan pronto como regresara a su habitación de hotel, pero
me gustaría tener su palabra como garantía. Confiaba en él y necesitaba esto.
—Te dije que no pasó nada con ella desde que te vi de nuevo —respondió
sin volverse—. No te puedo sacar de mi cabeza y lo que pasó aquí no va a ayudar.
—¿Y qué?
—No sé, Brooklyn. No tengo todas las respuestas. Es jodido, estoy jodido y...
¡no sé!
Una nueva lágrima bajó sigilosamente y apreté los brazos alrededor de las
piernas, tratando de aliviar mi temblor. No funcionó, pero por lo menos, me estaba
viniendo abajo en silencio sin que se diera cuenta. —Vete de una vez.
Asintió y se fue. La puerta se cerró detrás de él y cerré los ojos, sola. Detrás
de mis párpados, lo vi otra vez con el deseo por todo su rostro y su increíble
cuerpo, oí sus bajos gemidos y lamentos, sentí el fantasma de su toque en mí.
Todavía se encontraba conmigo, y sin embargo, se hallaba demasiado lejos. Ido. Y
nunca lo tendría. Lo sabía, pero caía de nuevo una y otra vez.
168
Página
Nolan
Nunca tuve una gran opinión de mí mismo. Siempre pensé que sería un
puto desastre, que estaría decepcionado como siempre por la vida y la gente. Pero
en este momento, lo sabía. No era un buen hombre, no estaba en mis cabales.
Salía con una chica por la que no sentía mucho o nada pero teniendo en
cuenta el tiempo que había pasado a su lado imaginaba el siguiente paso con ella,
siguiendo su ejemplo y sus no tan velados consejos. Eso en sí mismo era bastante
malo, pero por un tiempo me engañé a mí mismo, pensando que era amor lo que
suponía era la calidez y el apego que sentía por Lena. Pero no lo era o de lo
contrario no habría sido todo Brooklyn estos últimos días, no habría sentido ese
tipo de loca atracción.
Quería a Brooklyn.
¿Lo peor?
No era solo por el sexo, aunque estaría mintiendo si dijera que no era el
centro de mis prioridades. No; la quería a mi lado, apoyándome, reconfortándome,
ayudándome con mi madre. Brooklyn siempre fue mi lugar feliz y con los años la
naturaleza de mis sentimientos hacia ella había cambiado. Pero no sabía si era
mejor o no. En este punto, apenas podía imaginarla como una niña pequeña. Todo
lo que podía ver era la joven en que se convirtió.
169
Página
Pequeña B, 12 años
Traducido por Sandry
Corregido por Julie

—¿Dónde está Mike? —pregunté falsamente indiferente. Quería asegurarme de que


Mike no interrumpiera y arruinara nuestra noche. Él ha estado mucho por aquí estas
últimas semanas que constantemente me sentí como una sujeta velas. Era molesto.
—En una cita —respondió él distraídamente mientras seguía escribiendo en su
cuaderno, de estilo antiguo—. Si se le puede llamar una cita —añadió en voz baja, pero lo
escuché y me dio curiosidad.
—¿Qué quieres decir?
Se congeló a mediados de la palabra y se dio la vuelta para mirarme a la cara, con su
espalda ahora contra la mesa y su cuaderno abierto. Su bolígrafo negro seguía en su mano y
jugueteó con él. Al parecer, no era algo de lo que estuviera cómodo de decirme. Quería saber
aún más.
—No lo vas a dejar pasar, ¿verdad? —Sonriendo, suspiró—. No tiene novia y no
quiere una. No está más que... saliendo con una chica esta noche y... uhm... Joder, ¿cómo te
lo puedo decir?
—No soy tan tonta, lo puedo entender.
—No es eso, Pequeña B. —Se tiró del anillo de sus labios antes de aclararse la
170

garganta—. A veces los chicos quieren una sola cosa con chicas de las que no se preocupan,
pero las encuentran atractivo. —Ante mi falta de reacción y por mi ceño fruncido, se
Página

sonrojó—. La va a llevar a una cita para tener sexo con ella después.
Mi boca se abrió en una O perfecta, pero ningún sonido salió de ella. ¿Cómo podía
una chica permitir que un hombre la utilizara de esa manera? Mike era tan... despreciable.
Incliné la cabeza hacia un lado y mantuve los ojos sobre Gran No, que ahora miraba el
bolígrafo en su mano como si fuera lo más interesante, como si ese maldito bolígrafo fuera
una cosa rara.
—¿Tú también haces eso?
Sus mejillas se sonrojaron un poco más y tuve mi respuesta. No me gustó, incluso
odié ese lado de él. No era como si alguna vez hubiéramos hablado de su vida privada, pero
creía que era más considerado. Mi error.
—Soy un hombre, Pequeña B, y tengo dieciocho. Ya lo verás, supongo.
—¿Y Mike hace eso a menudo? Quiero decir, las chicas ahora deben saber que no
está interesado de verdad.
Se centró en mí y entrecerró los ojos. —Dime que no estás enamorada de él.
Sorprendida, me eché hacia atrás en su cama. Mi espalda golpeó el poste de la cama
y me encogí cuando un trozo de madera me dio en la espalda. —¿Qué? ¡No! Por supuesto
que no. ¿Estás loco?
Mantuvo los ojos fijos en mí, sospechoso, y me dieron ganas de arrastrarme debajo
de las sábanas y esconderme. —Haces muchas preguntas sobre él y cuando se encuentra
aquí te fijas mucho en él.
—Es porque él siempre está por aquí estos días. Y no voy a ignorarlo. Es tu amigo
después de todo.
—Espero que me estés diciendo la verdad porque él es demasiado viejo para ti y no
es un buen chico. Sácate cualquiera de esas ideas de la cabeza.
—¿Estás escuchando lo que digo? ¡Mike no me importa! —Me puse de pie con las
piernas temblorosas y me puse las zapatillas de deporte, sin atarlas, porque me llevaría
demasiado tiempo. Necesitaba salir, necesitaba un poco de aire fresco. Siempre se trataba de
la edad. Me volvía loca.
—Oye, ¿a dónde vas? —gritó tras de mí cuando abrí la ventana.
—A casa. Odio cuando eres tan condescendiente como si lo supieras todo. —Saqué
una pierna al otro lado de la ventana y le miré por última vez—. Y creo que Mike es un
idiota con tanto encanto como un gato callejero. Tal vez deberías ser tú el que abriera los
171

ojos y vea que vales más que nada de esto.


Página

Salté por el otro lado y volví a mi habitación donde se hallaba encendido el televisor,
pero en silencio. Era perfecto para ayudarme a ver lo suficiente cuando volvía por la noche.
Agarré las cortinas para cerrarlas, pero Nolan se encontraba en su ventana. Me saludó, y a
pesar de mi disgusto y decepción, le devolví el saludo. No podía quedarme enfadada con él,
pero por una vez, me sentí como si tuviera la sartén por el mango. Él podría ser seis años
mayor, pero no era siempre el hombre maduro que quería creer que era.
Traducido por Mae & Florbarbero
Corregido por Dannygonzal

Brooklyn
—¿Cómo se siente? —pregunté usando mi voz más suave. Tuve que
esconder mi temor y preocupación al verla en la cama del hospital, tan pequeña y
delgada en su bata. No estaba conectada al oxígeno; una enfermera me dijo que se
lo quitó esta mañana. Pero la intravenosa todavía se encontraba en su brazo y evité
mirarla. Si algo odiaba, eran las agujas.
—Cansada, pero mejor. Lamento haberte metido en esto —se disculpó con
una sonrisa triste. Empujó el tubo en su brazo y se sentó en su cama—. Me dijeron
que ayer por la noche te quedaste hasta que llegó Nolan.
Tomé la silla junto a la cama y puse mi bolso a mis pies. —Espero que no le
importe que me haya ido, pero se encontraba dormida y él estaba con su novia. No
nos agradamos mucho.
—No es sorprendente si están detrás del mismo hombre —dijo con una
risita que sacudió todo su cuerpo. Tenía miedo de que se rompiera o tuviera otro
172

episodio como la noche anterior.


—Eso, y que es una perra —dije sin pensar—. Oh Dios mío, lo siento.
Página

Hizo un gesto con la mano, como diciendo que no era nada, pero tenía que
tener más cuidado. La señora Bell sabía lo que sentía por su hijo así que estaba
bien, pero no podía dejar que mi lado amargo surgiera en público, no si quería
mantener algo de crédito cuando se trataba de Nolan. Mis sentimientos
unilaterales se habían humillado lo suficiente, sin necesidad de que todo el mundo
lo supiera. Por lo menos, Nolan sentía algo por mí, pero era simplemente deseo y
el deseo era mecánico, fácil de iniciar y fácil de terminar.
—Todavía tengo que conocerla. La enfermera me dijo que Nolan estuvo en
mi habitación la noche anterior, pero estaba dormida y hoy no volvió. Al parecer,
llamó dos veces para pedir noticias sobre mí. Supongo que es un primer paso.
—Está angustiado. —Crucé las piernas y disfruté del aire acondicionado que
refrescaba la habitación pintada de un blanco riguroso—. Pasó por mi casa después
de dejar el hospital y está bastante perdido. Tal vez no vuelva antes de que sea
dada de alta, pero vendrá a verla.
—Hay una posibilidad de que no vuelva a casa.
—¿Qué quiere decir? Me dijeron que estaba mejor.
—Lo siento, cariño, pero estoy demasiado débil. Mi oncólogo quiere que
vaya a un centro no muy lejos de aquí, a media hora tal vez, es para enfermos
terminales.
—Tiene que ser caro.
—Lo es, pero guardé un poco de dinero de mi padre. Me lo dejó cuando
murió y aunque perdí la mayor parte en drogas, debería tener suficiente para
pagarlo por el poco tiempo que me queda.
Me estremecí, enfriándome hasta los huesos. Hablaba de su muerte, casi
como si hablara de la lista de la compra. ¿Era una especie de negación retorcida? —
Sé que es muy precipitado, pero...
—¿Cuánto tiempo me queda? —terminó por mí. Asentí y ella enderezó los
hombros huesudos, aferrándose a su dignidad y fue doloroso verlo—. Unas pocas
semanas a lo mejor. Mis resultados regresaron esta mañana y no son buenos, así
que probablemente menos que eso.
—¿No tiene miedo? —susurré, casi demasiado cohibida para pronunciar las
palabras en voz alta.
173

—Lo desconocido es alarmante, pero no es como si nos pudiéramos escapar


de ello. Tengo más miedo de lo que vaya a pasar con mi hijo.
Página

—Es ridículo, pero no sé qué decirle. Lo cliché se siente muy inútil.


—Estás aquí y significa mucho para mí. Me odiabas por lo que hice a Nolan
y sin embargo tienes un corazón lo suficientemente grande como para darme una
oportunidad. Se necesita algo que no tienen muchas personas.
Sonreí y, me sentí feliz y muy triste. Fue agridulce e inquietante, pero sobre
todo, sentí alivio al considerarme como la chica que solía ser y no como la versión
hastiada en la que empezaba a convertirme. Era calmante, relajante.
—Nolan solía decirme que tenía el corazón más dulce al ser capaz de
permanecer muy atenta y dulce cuando en mi casa todo era amargado y molesto.
—Él tenía razón. Entonces, ¿cómo lo llevas ahora que su novia está aquí?
Fruncí los labios y me encogí de hombros. —No del todo bien. Mi educación
tiene sus límites y ella es uno de ellos. —Miré la hora en mi teléfono celular. Eran
casi las cinco. Tenía que irme si quería llegar a tiempo para mi turno de la noche en
el bar.
—¿Tienes planes?
—Lo siento, pero tengo que ir a trabajar. Trabajo a las seis y aún tengo que ir
a mi apartamento y cambiarme de ropa. Debí haber venido antes, pero dormí hasta
tarde y luego tuve que ir de compras y fui a cambiar mi dirección en la oficina de
correos. Corrí todo el día.
—No te preocupes, cariño. Ve a trabajar. No quiero que te metas en
problemas por mi culpa.
Me levanté y agarré su mano. Siempre estaba fría. —Vendré mañana por la
mañana. Podría ser un poco tarde. Termino mi turno en una hora loca.
—No tienes que hacerlo.
—Lo sé, pero quiero. Si Nolan viene... —Me mordí el labio inferior—. Solo
dígale que me llame si necesita hablar.
Asintió y no pidió ninguna explicación, aunque debió sentir curiosidad.
Apreté su mano por última vez y salí, tomando una respiración profunda en el
vestíbulo del hospital. No le presté ninguna atención a las personas a mi alrededor,
en su lugar, me centré en la salida por delante de mí.
Tan pronto como el aire exterior me golpeó con su calor, respiré mejor.
Tomé mi teléfono y rápidamente escribí un mensaje.
174

Ven a ver a tu mamá. Está muy débil y no le queda mucho tiempo.


Página

Necesitas respuestas y ella las tiene. No es la misma de antes y además es tu


madre. Eres más fuerte que esto. Creo en ti y siempre lo haré.
Le di enviar y tomé las llaves del auto en la mano, subí a mi destartalado
auto lista para dirigirme a casa a cambiarme antes de ir a trabajar. Había hecho mi
parte; entrometerme en cosas que realmente no tenían nada que ver conmigo, pero
tal vez, solo tal vez las cosas se resolverían antes de que conduzcan a un mayor
arrepentimiento.
Nolan
Volví a leer el mensaje de Brooklyn y finalmente apagué mi teléfono. Por
una vez, hoy escribí mucho. Necesitaba alejarme de todo, y escribir ese maldito
libro era el menor de los dos males. Pero se necesitó un mensaje para descarrilarme
nuevamente.
—¿Terminaste? —me preguntó Lena mientras cerraba la tapa de su portátil,
con sus ojos estrechados en mí.
Asentí y apagué el mío. Me froté las sienes adoloridas y me levanté de la
cama, estirando la espalda y las piernas. Me devané los sesos ideando algo para
romper la tensión entre nosotros, pero no se me ocurrió nada. Quedaban
demasiadas cosas sin decir.
—Ayer, apenas murmuraste una palabra, y hoy ni siquiera hablas. Es
molesto, Nolan.
—¿Entonces por qué sigues aquí, Lena? —Me di la vuelta y me enfrenté a
ella todavía sentada en su lado de la cama. Sus ojos se abrieron y el dolor que vi no
me calmó. Realmente algo tenía que pasar—. Podrías haber vuelto a Manhattan y
esperarme.
Apartó el portátil de sus rodillas y se levantó. Era una chica menuda y sin
embargo me cubrió con su furiosa mirada a los pies de la cama. Arremetía contra
ella cuando aquí yo era el imbécil. Ni siquiera podía besarla, además la engañaba y
besaba a alguien que debería estar fuera de los límites.
—¿Eso es lo que quieres? Estoy segura de que tu preciosa Brooklyn estaría
encantada si yo no estuviera cerca.
175

—Lena... —Suspiré y aparté la mirada, avergonzado de mí mismo. Nunca


Página

estuve en una posición así—. ¿No ves?


—¿Ver qué?
Respiré profundo y me obligué a mirarla. Le debía mucho. —No es ella, soy
yo. —Mordisqueé mi aro. Mi corazón se apretó en mi pecho. Era difícil ser el malo
de la película, hacerle daño a otra persona. Lena era una gran mujer, pero tal vez
no para mí. Nuestra relación decayó desde hace un tiempo, y lo ignorábamos—.
Soy yo el que va tras ella. Necesito verla y...
—Cállate, Nolan.
—Necesitas saber.
Sacudió la cabeza y cruzó sus brazos pequeños sobre el pecho. —De verdad
no quiero saber. Se suponía que nos iríamos a vivir juntos el próximo mes. ¡Incluso
hemos hablado de matrimonio!
Su voz no se rompió, no vaciló. Parecía molesta, pero no excesivamente
emocional. Tal vez lo vio venir, tal vez Brooklyn tenía razón y Lena no estaba tan
unida a mí como debería. Pero era duro de todos modos. Nunca tuve una relación
duradera y era difícil dejarla ir. Ni siquiera en un nivel emocional, sino en relación
a todos los recuerdos acumulados a lo largo de los meses. También daba miedo,
porque entonces Lena no sería un obstáculo para Brooklyn y yo.
—Lo sé, lo siento.
—No me importa si lo sientes. ¿Qué tiene ella que no tenga yo, eh? No va a
ninguna parte, Nolan.
—No puedo explicarlo. ¿Crees que es fácil decirte esto? Honestamente,
Lena…
—Ahórramelo. —Levantó una mano y empezó a recoger su ropa, tirándola
en su maleta. Sus movimientos eran duros, rápidos y desordenados, pero no
intenté detenerla. No dije una palabra más.
La miré fijamente, sin pestañear y sin saber cómo me sentía. Me avergoncé
de lo mal que la traté estos últimos días, me sentía aliviado de que todo terminara,
y asustado y eufórico de lo que significaba para Brooklyn y para mí, pero aun así,
no sabía si era una buena idea ir hacia ella. Pronto volvería a Manhattan y vería a
Lena de nuevo. No sabía en dónde estaría con Brooklyn para ese entonces.
—¿No me vas a detener?
Levanté la mirada y la vi en la puerta, su maleta en la mano izquierda, su
176

bolso en la derecha.
—¿Eso es lo que quieres?
Página

—Sí, Nolan. He puesto mucho en nuestra relación y teníamos planes.


Tragué saliva. —No puedo, Lena. Yo... no puedo ser ese hombre para ti.
Su mandíbula se tensó visiblemente y se dio la vuelta, dejando la habitación
del hotel con rigidez y cerrando la puerta con fuerza tras ella. Me senté en la cama
y finalmente tomé una profunda y liberadora respiración. Mis hombros se sentían
significativamente más ligeros aunque mi vida todavía era un desastre. Pero al
menos una cosa parecía ir en la dirección correcta; finalmente dejé a Lena.
Le eché un vistazo a mi teléfono para ver la hora y decidí ir al hospital.
Llamé dos veces al principio del día para obtener información actualizada sobre mi
madre, pero Brooklyn tenía razón. Necesitaba respuestas y ya no tenía mucho
tiempo para ellas.
Cogí las llaves y me fui, esta vez no me sentí culpable por no invitar a Lena,
por no hablar con ella, porque necesitaba alejarme. Fui un idiota y me despreciaba
por mi comportamiento hacia ella, pero también hacia Brooklyn, pero al menos por
fin hice algo.

Tuve un par de minutos antes de que las horas de visita terminaran, pero
me quedé congelado frente a la puerta cerrada. Sabía que se encontraba en esta
sala, viéndose débil en su cama de hospital, probablemente esperando por mí.
Todo esto me hizo sentir físicamente enfermo. Mi estómago se retorció, mi corazón
latía dolorosamente en mi pecho constreñido y mis músculos dolían de estar tan
tensos.
Pero tenía que tocar y entrar. Tenía que hablar con ella. Ni siquiera era por
ella, sino por mí. Realmente necesitaba poner mi feo pasado a descansar y dejar de
fingir que ya era así.
Apreté los puños y finalmente encontré la fuerza para golpear.
—Pase —llamó desde el interior, con la voz más débil que cuando la visité el
otro día con Brooklyn.
Dudé, con mi mano sobre el pomo, pero finalmente abrí la puerta. Mi madre
se encontraba bajo las sábanas de hospital tan delgadas como papel, envuelta en
177

un feo suéter gris. Su cara tenía más color que cuando la vi dormida la noche
anterior, pero todavía se veía enferma.
Página

—¿Nolan? —El impacto en su voz me golpeó. Por supuesto que no me


esperaba. Tantas cosas habían cambiado y la división entre nosotros era tan ancha
que no sabía qué debería decir.
Entré y cerré la puerta, con mis ojos ahora fijos en el suéter feo que llevaba.
—No sé qué decir. —Vacilante, llegué a la cama.
Se aclaró la garganta y fue a poner una mano sobre la mía, pero la retiré
justo antes de que me pudiera tocar. No estaba preparado para ninguna muestra
de afecto de su parte. Ella hizo demasiado.
—Yo... —Su voz se quebró, pero se aclaró la garganta de nuevo—. Me alegra
que estés aquí. Sé que no quieres volver a verme y lo entiendo.
—Entonces, ¿por qué insistes en verme? Incluso Brooklyn sigue diciéndome
que te visite.
Sonrió con tristeza y jugó con la sábana. —Sabe que necesitas esto. Tienes
suerte de tenerla, Nolan. No dudó en poner tu felicidad ante la suya y sus
sentimientos por ti son muy reales y profundos; no es algo que le dé a muchos.
Apreté la mandíbula y la miré. —No creo que quieras jugar ese juego.
—¿Que juego? Yo no…
—No sabes nada sobre Brooklyn y yo, no sabes nada de mi vida hoy, y no
mucho más de ella cuando todavía me encontraba aquí en Riverdale. ¡Estabas
jodidamente drogada!
—Tienes razón, pero tengo ojos y ahora estoy limpia. Vi la forma en que
interactuaron cuando me visitaron en mi apartamento y hablé con Brooklyn de ti.
Me estoy muriendo, Nolan, pero no estoy ciega.
—Detente.
—No quiero que tengas remordimientos. Por Brooklyn y... y por mí.
Tragué el creciente nudo en mi garganta y parpadeé con fuerza para
empujar las lágrimas pinchando en mis ojos. —Nunca voy a entender por qué
amabas a tus medicamentos más que a tu propio hijo. No veo cómo podrías hacer
esto bien. —Me levanté y me di la vuelta, listo a colapsar.
—¡Nolan! —gritó mi nombre, pero no me detuve. Abrí la puerta y salí
corriendo mientras dejaba caer las primeras lágrimas. Necesitaba escapar de las
miradas indiscretas, escapar de ella. Corrí hacia las escaleras, sin pasar por el
ascensor lleno de gente. Necesitaba escapar antes de dejar salir el grito agonizante
178

que se construía en mis entrañas. Verla no cambió nada.


Página
Brooklyn
Estaba tan cansada que casi me sentía borracha mientras subía por las
escaleras que conducían a mi apartamento. Todos mis músculos gritaban en
agonía. Mis ojos tenían dificultades para permanecer abiertos. Era un milagro que
hubiera sido capaz de llegar a casa sin un rasguño. Pero a las dos de la mañana,
por suerte había muy pocos autos en las carreteras.
Finalmente llegando a mi departamento, mis llaves hicieron un ruido
ensordecedor en la quietud de la madrugada y me encogí, temerosa de que mis
vecinos las oyeran. Después de todo, las paredes no eran tan gruesas.
—¿Estás borracha?
Grité y frenéticamente traté de agarrar mi spray de pimienta que se quedó
atascado en el bolsillo de mi pantalón corto. ¡Bolsillo de mierda! A este ritmo podría
haber sido violada o asesinada... o ambas cosas.
—¡Cálmate! —me amonestó el hombre, y mi mente cansada finalmente lo
reconoció. Me hundí en la pared, con mis manos colgando al lado de mi cuerpo
mientras mis llaves caían al suelo. Mi spray de pimienta nunca salió de mi bolsillo.
—¿Estás loco, Nolan? ¡Son más de las dos de la mañana! —susurré entre
respiraciones irregulares. La adrenalina ahora bombeaba a través de mí y el
cansancio fue relegado a un segundo plano. Cogí las llaves de mis pies y me
acerqué a él. Estaba apoyado en mi puerta, casual y, sin embargo, la tensión en sus
hombros contaba otra historia. Al igual que el rojo en sus ojos. No parecía
demasiado bien.
—Llamé al bar y me dijeron que terminaste alrededor de las dos.
179

Sacudí la cabeza y abrí la puerta. Entré y encendí las dos lámparas a cada
Página

lado de mi pequeño sofá. El resplandor amarillento me hizo entrecerrar los ojos,


pero no dije nada. Si él estaba aquí significaba que necesitaba hablar y no sería tan
fría como para apartarlo.
Lo vi entrar y sentarse en el sofá. Sus pasos eran pesados, los hombros
tensos y los ojos enrojecidos. —¿Estás bien?
—La vi —respondió con una voz plana que me puso en alerta máxima.
Mantuvo sus ojos sobre las manos, agarrando sus fuertes muslos con una
desesperación que me ablandó un poco más.
Rápidamente rodeé el sofá y me senté a su lado. Si no hubiéramos
distorsionado todo con nuestro extraño comportamiento, le habría dado un abrazo
feroz en este momento. En cambio, puse una mano en su antebrazo, tratando de
darle un poco de mi fuerza. —¿Quieres hablar de ello?
—No hay mucho que decir. —Suspiró y se soltó los muslos. Se recostó en el
sofá y atrapó mi mirada. Cada vez que me miraba a los ojos, mi aliento se quedaba
atrapado en mi garganta y me estremecía—. Pero hablamos de ti.
Me reí con timidez y me aparté. No podía tocarlo demasiado tiempo, no
cuando mi mente era asaltada por imágenes que no debería incluso tener en mi
cabeza. Un mosaico de las mejores fotos de mis fantasías con Nolan como el
protagonista masculino.
—Apuesto a que es mi principal defensora —le dije, tratando de reunir mi
mejor tono de broma, pero fue plano. Quería saber acerca de su novia, y lo que le
dijo la otra noche. Y si él no quería hablar sobre eso, deseaba saber cómo se sentía
después de ver a su madre. Por la expresión de su rostro, lo afectó aún más de lo
que pensé.
—Me dijo que soy afortunado por tener a alguien en mi vida que siempre ha
estado ahí para mí, incluso después de todos estos años. Me dijo que no muchas
personas pueden decir que tienen un amigo que pondrá la felicidad de los otros
antes que la propia. —Sus ojos nunca dejaron los míos y, aunque oí sus palabras,
me costaba procesarlas—. También me dijo que soy un tonto por estar con Lena,
cuando es obvio que no tengo una conexión real con ella, no como la que tengo
contigo.
Me aclaré la garganta. —¿Quieres casarte con Lena? —le pregunté sin
aliento. Eso me mantuvo despierta toda la noche; mi corazón podría ser destruido
para siempre en función de su respuesta. Apreté mis manos con fuerza.
180

Respiró profundo, con el ceño fruncido. —Pensé que quería. Ya no.


Solté el aliento y parpadeé para ahuyentar las lágrimas de alivio que
Página

amenazaban con caer. —¿Ella lo sabe?


—Ahora sí. —Respiró profundo y tiró del anillo de sus labios antes de
hablar otra vez, dejándome hecha un lío de nervios—. Antes de ir al hospital,
estaba en el hotel y finalmente le dije que todo había terminado. Ella se fue.
—¿Así que...?
—Así que... —comenzó antes de agarrarme la mano y entrelazar nuestros
dedos. La calidez de su toque ahuyentó el miedo frío que sentía—. No sé qué
pensar sobre lo que hay entre nosotros. Todavía es difícil darme cuenta de que
creciste y que eres la mujer a la que deseo tanto. No sé a dónde va esto o si va a
alguna parte, pero te necesito en mi vida. Había olvidado cómo me tranquilizas,
cómo traes algo de paz en mi vida cuando todo lo demás es un lío y necesito eso.
Te necesito tanto que haría cualquier cosa para mantenerte en mi vida, si quieres
estar en ella.
La última vez que algo así sucedió, fue en uno de mis sueños. Nunca en un
millón de años se me ocurrió pensar que me diría algo parecido, pero tenía que
enfrentar la realidad. Nos besamos, después de todo, incluso casi tuvimos sexo y
era la realidad, una realidad que me asustaba. Cuando lo único que deseaste la
mayor parte de tu vida finalmente sucede, no puedes evitar el sentir un miedo
abrumador. Él era la única persona capaz de lastimarme, y ya lo hizo en el pasado.
Y se iría pronto, volvería a su vida en Nueva York, mientras que yo todavía sería
una maldita camarera en una ciudad pequeña de la que nadie ha oído hablar. No
podía disfrutar de una sencilla aventura porque Nolan era cualquier cosa menos
una aventura. Mi corazón se hallaba completamente involucrado y una vez que mi
cuerpo lo estuviera, estaría perdida. No podría ser algo casual con él y eso era lo
único posible para nosotros.
Me aparté e ignoré el apretón del corazón en mi pecho. Aparté la vista de
sus ojos color avellana, los que pasé años anhelando, los mismos que siempre
fueron tan suaves y comprensivos conmigo, pero que ahora me mostraban algo
más; deseo y lujuria.
—No tienes ni idea de cuánto tiempo he esperado oír algo como esto, pero
ahora...
—También lo sientes, Brooklyn. Tienes que sentir esta atracción entre
nosotros.
—Para ti es solo atracción, pero para mí es mucho más. No es solo sobre
sexo y lo mucho que quieres dormir conmigo, se trata de lograr estar tan cerca de ti
181

como sea posible, exponerme totalmente y no solo estoy hablando de mi cuerpo.


Página

Se inclinó más cerca de mí, tratando de cerrar el espacio entre nosotros y


haciendo que mi corazón aletee. Era innegable; me miraba como un hombre a una
mujer, pero ahora que lo tenía, tuve una revelación de la realidad. Era fácil soñar y
tener esperanza, pero no podía olvidar la vida real y los obstáculos. Por otra parte,
ni siquiera estaba segura de lo que sentía Nolan.
—Entre nosotros no puede ser solo sexo —dijo, su voz profunda y sus ojos
oscuros por nuestra proximidad. Su respiración sopló en mi cara y la piel de
gallina apareció en mi piel. Me estremecí, pero no traté de ocultarlo—. Tenemos un
pasado y está obligado a hacer las cosas más complicadas.
Incliné mi cabeza, nunca alejando la mirada de su rostro, pero era muy duro
no centrarme únicamente en sus labios entreabiertos. —¿Cómo te sientes por mí?
Necesito saberlo y prepararme.
—¿Prepararte para qué? —preguntó, inclinándose un poco hacia atrás. Sus
cejas se arquearon mientras el anillo de su labio desaparecía en su boca, la misma
boca que anhelaba cada vez más.
—Para tener mi corazón roto.
Con su mano libre, tomó mi cara, levantándola solo un poco. Nuestros ojos
se encontraron de nuevo, con más intensidad. Yo sabía que él veía todo sobre mí,
todo, y era a la vez emocionante y aterrador. No podía ocultarlo aunque quisiera y
la belleza de esto era que yo sabía qué vio en mí, y sea lo que sea, no correría. Él
siempre me aceptó como era, con mis defectos y cualidades.
—No voy a romper tu corazón, porque se rompería el mío —susurró, con
sus palabras acariciándome. Cerré los ojos y levanté mi mano de mi regazo,
colocándola en su pecho, sobre su corazón que latía rápidamente.
—Ahí es cuando me acuerdo de que eres un escritor. Nadie más habla así —
dije en voz baja, bromeando para romper el gran momento y encontrar un poco de
compostura cuando lo único que quería era estar en sus brazos y nunca soltarme.
Volví a abrir los ojos cuando su pulgar trazó mi mandíbula deteniéndose justo
debajo de mi labio inferior.
Sus ojos ardían en mí, quemando mis labios en la forma más deliciosa
mientras mi respiración se aceleraba cada vez más. —Yo nunca hablo así. —Su
sonrisa iluminó su rostro, haciéndome casi olvidar que tenía los ojos enrojecidos
por llorar, que enloqueció después de ver a su madre y que en todo este lío, la
situación entre nosotros era la parte más fácil.
—Prométeme que serás honesto conmigo, incluso si sabes que me va a
182

doler. No quiero... —Suspiré y me alejé. Necesitaba un poco de espacio entre


nosotros—. Tengo sentimientos por ti y sé que no los compartes. No quiero que me
Página

hagas creer que hay más de tu parte de lo que realmente es.


Se puso rígido y su rostro se endureció. —No soy esa clase de jugador,
Brooklyn. Todo esto es raro para mí porque nunca pensé que sentiría esta atracción
por ti. Pensé que me sentiría como un hermano mayor cuando te viera de nuevo,
pero no es así, y esto es complicado. E incluso si no significa nada para ti, la
diferencia de edad me molesta. Pero todo esto no quiere decir que no sienta algo
por ti. Eres la persona más importante en mi vida, incluso después de seis años.
Una sonrisita estiró mis labios. Era pequeña y sin embargo, por dentro me
sentía repleta de felicidad, pero quería mantenerla encerrada en el interior para
evitar que se me escapara. En mi vida, nada fue fácil, nada fue hermoso así que
ahora que tenía esto, a nosotros, quería cuidarlo dentro de mí.
—Así que, ¿Qué haremos ahora? —le pregunté, entrelazando mis dedos en
mi regazo. Quería agarrarlo y besarlo apasionadamente, además sabía que ahora
no había nada que nos parara de ir más lejos y anhelaba hacerlo, pero no quería
arruinar las cosas por ir demasiado rápido. Había esperado durante tanto tiempo
que deseaba que fuera lo más cercano a la perfección posible. No quería
arrepentirme.
Se rió y mordió el aro de su labio; sus ojos escanearon mi cara muy a fondo.
El aire crepitaba de nuevo y la piel de gallina se extendió por mi piel. —Creo que
debería invitarte a una cita adecuada. Cena y una película o algo así. ¿Qué piensas?
—Una cita con el famoso Nolan Bell —susurré en voz baja. Se sentía
surrealista. Durante mucho tiempo pensé que nunca lo volvería a ver y aquí estaba
yo, a punto de ponerme de acuerdo para ir a una cita. Si se trataba de un sueño,
tenía la esperanza de nunca despertar y permanecer en esta bruma dichosa, mucho
mejor que mi realidad.
—No, Brooklyn, una cita conmigo, Nolan. Solo yo —dijo con voz ronca,
profunda y cruda. Sus ojos color avellana sobre mí, traspasaron mis huesos y aún
más profundo. Me estremecí y lo dejé agarrar mi mano. Él entrelazó los dedos y su
calor me invadió una vez más—. No quiero que pienses en mí como un escritor.
—¿Por qué? Era tu sueño.
—Sí, pero en estos dos últimos años, la gente ha empezado a pasar el rato
conmigo por mis conexiones, piensan que es una vida glamorosa o alguna mierda
así, cuando en realidad me quedo encerrado casi todo el tiempo escribiendo. No
183

quiero manchar esto entre nosotros.


Apreté sus dedos entre los míos y sonreí con tristeza. Incluso los sueños
Página

tienen su lado negativo y me hizo sentir triste saber que sufría por su éxito. Golpeé
con mi hombro el suyo. —Debo confesar algo, entonces.
—¿Algo vergonzoso? ¿Escandaloso?
—Limpia la sonrisa pícara de tu cara, no es lo que piensas. —Me reí, pero
rápidamente perdí la sonrisa—. Todavía tengo que leer tus libros. Nunca compré
siquiera uno. Era demasiado doloroso ver tu sueño hecho realidad y no ser una
parte de ello, así que nunca llegué a comprarlos.
Sus cejas se alzaron y se pasó una mano por el pelo ondulado. —Es raro
pensar que eres la única persona que me importaba de aquí y que eres una de las
pocas personas en el pueblo que nunca ha leído ni un solo libro mío.
—¿Estás enojado?
—Por supuesto que no. Me sorprende, pero no debería. Es comprensible. —
Se quedó en silencio, sus ojos perdidos. El anillo de su labio se balanceaba dentro y
fuera de su boca, y la plata capturaba la luz débil, haciendo que me costara alejar la
mirada—. Cada vez que escribo, pienso en ti. Deberías comprobar las dedicatorias
la próxima vez que vayas a una librería.
—¿Me los dedicaste? —le pregunté; mi corazón hizo un salto mortal en el
pecho. Mi aliento quedó atrapado por un segundo en mi garganta y mi voz salió en
una corta ráfaga.
—En todos mis libros. Siempre has sido mi inspiración, de una manera u
otra. —La mirada que me dio fue directo a mi corazón y dejó una marca que nunca
se desvanecerá. Fue tatuada en mi corazón, en mis huesos, a través de mi alma.
Solía estar tatuado en mis recuerdos, y ahora fue más allá de eso, sin saber siquiera
qué tan permanente me marcó. Me incliné más cerca, inhalando su aroma, tratando
de imprimir en mi interior el olor a ropa limpia, su champú a limón y la loción de
afeitado que nunca olvida y que siempre llevaré conmigo. Cerré los ojos y me dejé
sentir lo cerca que estaba de mí. Su mano en la mía era suave, cálida y significaba
algo más que el simple gesto que veía un espectador. Era abrasador. La
proximidad de su cuerpo, de su fuerte muslo casi tocando el mío.
—Voy a besarte, Brooklyn. No puedes mirarme así... Solo déjame besarte.
Asentí sin murmurar una palabra mientras mi garganta se cerraba por la
necesidad que escuché en su profunda voz, una necesidad tan fuerte como la mía,
avivándola aún más. Sus labios entraron en contacto con los míos en un segundo,
184

el anillo de su labio rozando mi labio inferior fue la persuasión perfecta que


necesitaba para abrir mis labios y dejar que su lengua bailara con la mía. Fue
Página

intenso, hermoso y tan caliente que pensé combustionaría espontáneamente.


Tomó mi labio inferior entre los suyos y succionó una vez antes de morderlo
suavemente. Gemí y profundizó el beso, chocando mis pechos con el suyo firme.
Necesitaba más contacto, necesitaba estar más cerca, sentirlo contra mí. Colocó su
mano en mi cabello y tiró de él para inclinar mi cabeza y devorarme mejor.
¡Maldito calor! ¡Mierda!
Agarré sus hombros con fuerza, como si estuviera cayendo. Había
enloquecido por la lujuria y no sabía qué más hacer. ¿Debería romper el beso o
dejar que se desarrolle un poco más hasta el punto en el que estaríamos
quitándonos la ropa de nuestro cuerpo? Pero antes de tomar una decisión, Nolan
rompió el beso y respiró profundamente; sus ojos oscuros por el deseo, los labios
rojos e hinchados por nuestro épico beso. Incluso sus mejillas estaban ligeramente
rojas bajo su creciente barba.
—Tengo que irme o no detendré esto. Besarte me da ideas...
Me mordí el labio inferior y sus ojos parpadearon. Su mano mantenía
apretado mi cabello y la otra jugaba en la cadera con el dobladillo de mi camiseta.
Nos encontrábamos cerca de deslizarla y realmente lo quería.
—Tal vez no estaría tan en contra de estas ideas —le susurré.
Sacudió la cabeza y puso un poco de distancia entre nosotros. Sacó sus
manos de las mías y suspiró dolorosamente. —No digas cosas como esa. Es
peligroso.
—¿Peligroso? —Me reí y crucé los brazos sobre mi pecho, tratando de
serenarme e ignorando todos los signos reveladores de cuán excitada estaba.
—¿Cuando estoy tan excitado? Sí, es peligroso. Todo lo que quiero es dejarte
en ropa interior y luego arrancarla con mis dientes. Eso es lo que está en mi mente
en este momento.
—¿Por qué no lo haces? —le pregunté en voz baja, analizando todas las
contradicciones dentro de mí. No era virgen y, sin embargo, estaba tan asustada de
que no fuera bueno para él, de que no fuera lo suficientemente bueno para él. He
oído tantas historias sobre su vida sexual desde que era un adolescente...
—Porque te juré que no rompería tu corazón. Quiero hacer las cosas bien y
tenemos que ir a una cita antes de hacer cualquier otra cosa. Mereces más que a mí
actuando según mi deseo solo porque te quiero. Debería ser más, y lo será. Te voy
a dar más que esto.
185

Me besó en la mejilla y se quedó un momento más antes de levantarse e irse.


Y yo hice algo que trajo una sonrisa aún más grande a mi cara. Le di un vistazo a
Página

su culo.
Pequeña B, 12 años
Traducido por Julie
Corregido por Jadasa

No me gusta pensar en la partida de Gran No. Todavía tenemos un par de meses,


pero cada vez habla más sobre Nueva York. Es feliz a pesar de que su madre volvió a
consumir heroína. Tiene esperanzas porque ya casi se ha terminado. Debería sentirme
alegre por él, pero no podía evitarlo; odiaba esto. Nunca se lo diría, pero cada vez me era
más difícil.
Hice una bola de papel con el que intentaba finalizar mi tarea de inglés y coloqué mi
cabeza entre las manos. Necesitaba un poco de aire fresco. Me puse de pie y salí, ignorando
el silencio de la casa. Mis padres seguían en el trabajo y no me gustaba estar sola en esta
casa. Era... no lo sabía, sombría.
Recogí las llaves que dejé sobre la mesa en la cocina y salí, cerrando cuidadosamente
la puerta detrás de mí. Respiré hondo, disfrutando de la suave brisa y del olor del aire
después de que ayer llovió todo el día.
—¿Estás bien, Pequeña B?
Volteé hacia la casa de al lado y encontré a Gran No a punto de abrir la puerta
principal. Aún llevaba su mochila.
—Estoy bien. Solo estoy harta de trabajar en mi tarea.
Bajó su mochila contra la puerta que seguía cerrada y se acercó de nuevo con una
sonrisa divertida. —¿Ya te estás rebelando?
186

—Ahora soy una pre-adolescente —respondí en broma, pero también quería que
viera que estaba creciendo. Una vez más. Lo mismo de siempre, lo de siempre.
Página

—Lo sé —dijo, y su sonrisa se desvaneció cuando comenzó a fruncir el ceño—. Voy


a enloquecer cuando empieces a salir con los chicos de tu escuela.
Curvé mis labios en una sonrisita y mi corazón se agrandó. —¿Y eso por qué?
—Soy un chico y sé cómo pensamos. Todos somos pervertidos cuando llegamos a la
pubertad. —Se apoyó contra la pared junto a mí mientras intentaba ocultar su disgusto,
pero lo conocía lo suficiente como para notar el enojo en su voz.
—Estoy segura de que las chicas no son mejores.
Sus ojos se estrecharon sobre mi rostro y me hizo reír. —Tú no.
—Haré lo que quiera y ni siquiera estarás allí para presenciarlo por lo que...
—¿Intentas hacerme enojar?
—¿Está funcionando? —pregunté mirando los zapatos cuando mis ojos se pusieron
borrosos. No quería llorar ni pelearme con él; pero, de un modo retorcido, intentaba reunir
pruebas de que aún se preocupaba por mí y lo seguiría haciendo una vez que estuviera en
Nueva York.
Sin decir una palabra, me atrajo hacia él y me abrazó con fuerza. Vio a través de mí.
Con mi cara en su pecho firme, dejé que mis lágrimas cayeran. Rodeé su cintura con mis
brazos escuálidos y lo abracé. En la boca de mi estómago, sabía que cambiaría.
Besó la cima de mi cabeza. —No sé cómo demostrarte lo mucho que me preocupo por
ti. No soy como tu familia, nunca te rechazaré.
Esperaba que fuera la verdad.
187
Página
Traducido por florbarbero & Kells
Corregido por Beatrix

Nolan
Cálmate, joder.
Seguí repitiéndome estas palabras mientras me preparaba para mi cita con
Brooklyn. No podía creer que iba a una cita con ella. Terminé de secar mi cabello
con una toalla y salí del cuarto de baño, con las manos girando a mis lados. Parecía
un niño otra vez.
Quería que fuera una buena noche para ella, demostrarle que era real. Fui
inconsistente desde que volví a su vida y tenía que demostrarle que no era así. Se
merecía saber que no estaba jugando, que quería más de ella que solo su cuerpo.
Por eso, tenía que dominar también lo duro que me ponía cerca de ella.
Gemí, poniéndome rápidamente algo de ropa y agarré mis llaves y el
teléfono, mirando nerviosamente alrededor de mi habitación para asegurarme de
que no olvidaba nada. Maldita sea, estaba oxidado. Ni siquiera sé lo que debo o no
hacer durante nuestra cita. Con Lena, es triste decirlo, jamás fui a una cita. En
188

realidad no. La última vez que fui a una cita adecuada fue cuando tenía catorce
años. Después de eso, mi interés solo era echar un polvo. Pero Brooklyn era
Página

diferente.
Estaba fuera de mi juego aquí y, sin embargo, a pesar de que era un manojo
de nervios, me encontraba emocionado. Sin mi relación con Lena en el camino,
empezaba a ver más allá de nuestra diferencia de edad y podía admitir que me
gustaba sin sentir vergüenza o disgusto. Quería todo con Brooklyn; su amistad, ese
lazo que era inquebrantable, su cuerpo, su corazón, sus sentimientos y a ella. Solo
pensaba en eso cuando no estaba con ella y me sentía afiebrado cuando la tenía
entre mis brazos. Nunca sentí algo con alguien más y tampoco quiero sentirlo por
nadie más.
Pero era tan aterrador. Tan jodidamente aterrador.
189
Página
Brooklyn
Iría a una cita con Nolan Bell. Incluso en mi mente me costaba creerlo. Toda
la noche me retorcí y giré en mi cama, pensando en lo que pasaría, si me besaría de
nuevo, si se detendría de nuevo. Nunca estuve tan excitada, tan emocionada en mi
vida.
Me comprobé por una última vez y reí de mí misma. Mis mejillas estaban
rosadas y los ojos brillantes. Había pasado un tiempo desde la última vez que lucí
tan viva. Los vaqueros negros ajustados y la blusa sin mangas chocolate que tenía
eran lo suficientemente buenas y perfectas para nuestra cita misteriosa. Después de
todo, Nolan me envió mensajes de texto y todo lo que me dijo es que estuviera lista
a las siete.
Me mordí el labio inferior mientras los latidos de mi corazón se
incrementaban, siguiendo el ritmo perfecto del tic tac del reloj en mi pequeña
cocina. Junté las manos sobre las rodillas, tratando de dejar de temblar. Me sentía
como en una primera cita, la que tienes cuando eres una adolescente y todo es
completamente nuevo y tienes todas estas expectativas burbujeando en tu interior.
Solo esperaba que esta cita fuera mejor que la primera que tuve en mi temprana
adolescencia.
Entonces, en medio de mis pensamientos preocupados, un llamado a mi
puerta me sobresaltó. Me puse de pie y corrí hacia la puerta. Tomé una respiración
profunda, forcé una máscara de calma en mi cara y fracasé miserablemente. Mis
mejillas se sentían calientes. Tomé una última respiración profunda y abrí la
puerta.
190

Solo verlo en mi puerta era impresionante; llevaba un blazer negro, una


camisa gris apretada debajo y unos vaqueros negros que abrazaban sus caderas
Página

perfectamente. Me hizo perder el hilo de mis pensamientos. Tomé una respiración


profunda y un ligero aroma a colonia me golpeó, enviando mensajes pecaminosos
a través de mi cuerpo. Incluso su cuello y el anillo de labios lucían sexy.
Sus ojos color avellana acariciaron la longitud de mi cuerpo, lenta y
cuidadosamente. Me acariciaba con solo una mirada como si nada cubriera mi piel.
Mordió su perforación antes de que sus ojos se posaran en los míos, brillantes y sin
embargo oscuros.
—Bella no alcanza a describirte, Brooklyn —dijo, con una voz más profunda
de la que esperaba y mi cuerpo respondió inmediatamente. Mis pechos se sentían
más pesados en mi sujetador de encaje y otras partes de mí se volvieron muy
sensibles, de repente.
Suavemente, corrió dos dedos a lo largo de mi mandíbula en un suave toque
y dejé de respirar por completo. Obligué a mis ojos a no cerrarse, pero era difícil.
Quería deleitarme con el toque de su piel suave en la mía, con su calor, su
disposición a tocarme sin ser coaccionado para hacerlo. Entonces, cuando pensaba
que se alejaría, dejó que sus dedos sigan el camino de mi cuello expuesto hasta mi
clavícula. Sabía que miraba mi pulso frenético, pero no quería ocultar el efecto que
tenía sobre mí.
—Tenemos que irnos antes de que arruine nuestra cita —dijo más para sí
mismo que para mí. Se apartó y me sonrió, pero pude ver que era difícil para él
detenerse y me alegró. No pude evitar sonreír.
—No se arruinaría.
—Estoy feliz de saber que tienes tanta fe en mis habilidades —respondió
con una risa cuando cerré la puerta detrás de mí.
Topé mi hombro contra el suyo, registrando lo bien que se sentía y lo
increíble que sería agarrar sus hombros mientras él hacía cosas pecaminosas
conmigo. —Cállate. —Se sentía tan fácil, tan correcto estar con él. Escribíamos un
nuevo capítulo en la historia de nuestra relación y creo que era mi favorito—. ¿A
dónde vamos? No es como si tuviéramos un montón de opciones por aquí. —Nos
dirigimos hacia el auto, chocando hombros cada pocos pasos, y nuestras manos
rozándose suavemente una contra otra.
—Reservé en Papa Joe. ¿Está bien? —me preguntó, cuestionándose a sí
mismo mientras abría la puerta del coche para mí. ¿Quién sabía que Nolan Bell era
tan caballeroso? Seguro nunca antes escuché que fuera así ni fui testigo de ello.
—Me encanta y lo sabes. La comida italiana sigue siendo mi favorita. —Le
191

sonreí mientras subía en su elegante auto, y las mariposas en mi vientre


revoloteaban. Recordó que la comida italiana era mi favorita.
Página

Se acercó rápidamente a su lado del auto y condujo hacia el restaurante que


se hallaba cerca de la escuela primaria. —Una vez me dijiste que querías tener una
primera cita en este restaurante. Supongo que tuviste muchas desde entonces, pero
no sé... pensé que sería una buena idea.
—Es una idea fabulosa, Nolan.
Asintió, pero no me miró. De hecho, estaba sentado tan recto y sus manos
tan apretadas alrededor del volante que me pregunté qué pasaba. Parecía estar
muy bien en mi puerta.
—¿Estás nervioso? —Al no ver ninguna reacción, le pregunté—. ¿Nolan?
Suspiró y se rió tímidamente, pasando una mano por su cara; su garganta
capturó mi atención cuando abrí la puerta y se iluminó. Es deliciosamente atractivo y
atrae a todas mis partes femeninas, haciéndome rogar en silencio que su rostro sin afeitar
haga su magia en mi piel. Me retorcí en mi asiento, cerrando las piernas con más
fuerza mientras fantaseaba. ¡Era una pervertida a veces!
—Es extraño ir a una cita contigo. Escuché... —Suspiró de nuevo y dejó caer
su mano de nuevo en el volante.
—Déjame adivinar —empecé, con mi voz más molesta que avergonzada.
Después de todo, no debería estar avergonzada de mí. Tomé esas decisiones,
decisiones que no lamento, aunque él estuviera avergonzado—. Oíste que era fácil
follarme en la primera cita por lo que no sería tan difícil para ti. O mejor aún, que
tuve tantas citas que no importa lo que hicieras no me extrañaría nada.
Aparcó delante del pequeño restaurante, la luz de neón rojo relámpago de
Papa Joe iluminando al coche y a nosotros. Ninguno de los dos se movió y no sabía
qué decir ni qué hacer. Era tan frustrante estar con el chico de tus sueños y sin
embargo tener tantas cosas ridículas en el medio.
—Estoy preocupado porque no sé lo que esperas de esta cita o de mí.
Brooklyn, no estoy acostumbrado a las citas. —Me miró, pero se giró rápidamente
lejos, con los ojos fijos en la puerta del restaurante—. Durante años, fui la clase de
chico que trata de anotar lo más rápido y fácil posible. Incluso con mi ex no intenté
demasiado. Ella hizo todo el trabajo. Todo lo que hice fue tomar las cosas a la
ligera. —Él respiró hondo—. Esta es la primera vez y estoy asustado.
—¿Y tratas de decirme que mi pasado no te molesta?
—Es tu pasado. No me gusta pensar en esos chicos. Odio pensar en ello, pero
no me estás juzgando así que, ¿por qué debo juzgarte?
192

Negué con la cabeza y forcé una sonrisa en mi cara. —Hagamos de cuenta


que te creo.
Página

—Brooklyn...
—¡No, por favor! No quiero arruinar esta noche. No deberíamos estar
hablando de ese tipo de cosas. Quiero divertirme, disfrutar de la cena contigo y
simplemente ponerme al día con lo que eres ahora. Es lo que me importa esta
noche.
Él asintió y apagó su auto antes de salir y rodearlo para abrir la puerta, con
una suave sonrisa en su cara. Pero esa sonrisa no borraba las líneas nerviosas
alrededor de sus ojos y boca. Salí del auto y agarré su mano antes de que caminara
hacia el restaurante.
Tiré de su mano y se detuvo inmediatamente, deteniendo su cuerpo a un
suspiro del mío. Era una noche húmeda y caliente, y su calor ardía entre nosotros,
llamando a mi tacto, a mi cuerpo. Era potente, embriagador.
Lentamente, miré hacia arriba de su pecho fuerte oculto por una camisa
apretada y me detuve un poco en su boca que se abrió cuando su respiración se
hizo más fuerte, más rápida en tanto mi examen se hacía más profundo. Sus labios,
delgados pero muy suaves, atractivos, rogando por que los toque, los bese. Sus
mejillas lucían teñidas de rosa. ¡Era tan malditamente lindo! Y caliente. Entonces,
sus ojos color avellana capturaron los míos. La intensidad de su mirada, la forma
en que sus pupilas estaban dilatadas, todo me decía que él quería comerme, y
hombre, ese tipo de mirada era lo más caliente. Esa anticipación, esa exaltación al
pensar en lo que haría, cómo reaccionaría a sus toques, besos... hacía que mis
rodillas se debilitaran. Apreté mi agarre en su mano, segura de que si lo soltaba me
derrumbaría al suelo por el deseo. ¡Solo por una maldita mirada! Este hombre era
bueno. O tal vez estos años de frustraciones reprimidas jugaban conmigo, mi
cuerpo y mis hormonas.
Con mi mano todavía en la suya, cerré el pequeño espacio entre nosotros e
incliné mi cabeza solo un poco, sin romper el contacto con sus ojos. Todavía no. En
este punto, ni siquiera estaba segura de que si seguía respirando. Mis oídos
zumbaban y me sentí mareada y podría ser mi falta de oxígeno, pero estaba segura
de una cosa; mi corazón latía a un ritmo loco mientras mi cerebro se encontraba
completamente apagado. Tan cerca, pude ver el anillo oscuro alrededor de sus
ojos, la forma en que sus cejas gruesas tan bien diseñadas le daban fuerza sus ojos.
Incluso podía ver las diminutas arrugas formadas por todas sus sonrisas, sonrisas
que solía darme casi todos los días.
193

Propulsada por mi deseo ciego, me coloqué de puntillas y llevé mi mano


libre a su hombro fuerte, apretando el músculo sólido allí, rogándome arañarlo con
Página

las uñas. En mi cabeza, maldije al material de la camisa que me impedía contactar


su piel. Mis dedos solamente tocaban la costosa camisa suave, pero detrás de ella,
su calor me quemaba y la definición de sus músculos tomaba mi atención, aunque
no podía apartar la mirada de sus ojos.
Aturdida, posé mis labios en los suyos, suave y lentamente, como para
imprimir la sensación de su boca en la mía, solo el tiempo suficiente para que
resistiera la cena sin tener que subir a la pequeña mesa y devorar a su rostro. Eso
sería demasiado incluso para mí. Me gustaba tener la atención de la gente a mi
alrededor, pero eso sería una exageración. No hay necesidad de actuar como loca.
Cuando sus labios comenzaron a moverse contra los míos, iniciando la
danza más fascinante que a menudo daba lugar a más, dejé de pensar en dónde
estábamos y la tensión que había entre nosotros. Lo sentí. Sentí su barba recortada
raspando mi piel, sentí la picadura de la pequeña pieza de metal de sus labios y
luego, cuando sus labios presionaban más a fondo mi labio inferior, la punta de su
lengua húmeda trazó la costura de mis labios, pidiendo más. Pero no tuvo que
mendigar por mucho tiempo. Me tenía envuelta alrededor de su dedo y hasta
ahora no era tan malo. Abrí la boca y lo encontré a mitad de camino, rozándolo con
mi lengua, haciéndome suspirar, casi gemir. Un sonido bajo se le escapó y apretó
mi agarre en su hombro.
De repente, cuando pensé que el beso terminaría, levantó su mano para
mantenerme anclada a sus labios, recordándome que pasé años soñando con lo
que haría con otras partes de su cuerpo, partes aún escondidas, pero muy duras
contra mi vientre plano. Su mano se adentró en mi pelo, apretando sus dedos
detrás de mi cabeza. Este movimiento era posesivo, dominante y muy caliente. Y
exactamente lo que necesitaba sin siquiera saberlo.
Esta vez, cuando su lengua rozó ligeramente mi boca antes de mordisquear
mi labio superior, gemí. Traté de presionarme con más fuerza contra él, queriendo
sentirlo contra mí, sentir su deseo, su necesidad de estar conmigo, como yo lo
necesitaba. Dolía desearlo tanto.
Él rompió el beso, pero mantuvo sus labios sobre los míos. —No hagas ese
tipo de sonido.
Abrí los ojos, mareada y sin querer salir de esta burbujeante lujuria, aunque
estaba dispuesta a jugar un poco. —Tal vez quiero ponerte de rodillas por la
lujuria.
La mínima fricción en mis labios era molesta y muy emocionante, jugando
con mi frustración y mi deseo: besarlo hasta el punto en que no nos importara
194

incluso si estamos en público. Tan sucio como sonaba, este hombre me daba ideas
perversas.
Página

Tiró lo suficiente mi pelo para hacerme jadear. —No juegues con fuego,
Brooklyn. No quiero verte quemada —dijo, con sus labios aún sobre los míos, el
anillo de sus labios añadiendo algo peligroso. Sus ojos color avellana lucían
oscuros mientras trataba de mantener algún tipo de control.
—No sería la única —le susurré, y mi cara hormigueaba cuando su
respiración rozó mi piel sensible. En este punto, estaba sonrojada.
Él asintió y me soltó, dando un paso hacia atrás y luego dos más. Tan cliché
como sonaba, el frío invadió mi cuerpo, ahuyentando el hormigueo ahora que su
calor no me rodeaba. Esa transición fue difícil. Crucé los brazos sobre mi pecho.
—Entremos. Creo que los clientes consiguieron suficiente espectáculo por
una noche —dijo con una voz ronca, señalando al pequeño restaurante donde
algunas personas nos observaban descaradamente, con la nariz casi tocando el
enorme ventanal. Las ciudades pequeñas apestaban.
Se aclaró la garganta y, fallando en ocultarlo, se ajustó la erección que era
evidente en sus pantalones. Volví la cabeza hacia un lado y dejé que mi cabello
ocultara mi sonrisa victoriosa.
Sin decir una palabra, entré al restaurante con una seguridad en mi paso
que nunca sentí antes.
Antes de que pudiera abrir la puerta, Nolan corrió, agarró la manija y la
abrió con una sonrisa que califiqué como sexy. Cuando sonreía así, solo podías ser
atraída hacia él, con los ojos pegados al pequeño añillo de plata escondido en su
boca, esa pequeña cosa que te provocaba mordisquearla entre besos profundos. No
podía mantener mi mente por ese camino ni un minuto más. Podría complicarse si
tuviera que participar en una conversación con él.
Le devolví la sonrisa y entré con Nolan detrás. Tan pronto como levanté la
vista a un hombre alto y muy delgado, abrió los brazos y se acercó a mí. Sus
arrugas eran como las líneas de cada emoción que tuvo en su vida, algunas malas y
muchas buenas. Alrededor de sus ojos, sus arrugas lo hacían parecer estar siempre
sonriente, lo que no estaba lejos de la verdad, ya que era bien sabido que el señor
Cullpeper o Pepper como siempre fue apodado, era un hombre afable. Sin
importarme si su atuendo de cocinero estaba sucio, me introduje en sus brazos y
abracé su cuerpo delgado. De cerca, olía como una fabulosa receta italiana y reí
antes de que me alejara, manteniendo sus enormes manos sobre mis hombros
195

delgados, sus profundos ojos marrones mirando mi cara para ver si me hallaba
realmente bien.
Página

—Ha pasado demasiado tiempo, dulzura —me amonestó con su vozarrón,


atrayendo la atención de los clientes que comían en las pocas mesas pequeñas
esparcidas alrededor. Su única camarera, su prima, era mucho más grande que
Pepper, y me saludó antes de centrarse de nuevo en un anciano que obviamente
era un cliente difícil. Pobre Tania.
—Lo sé, Pepper, pero he estado trabajando más turnos para pagar un nuevo
lugar.
Sus cejas gruesas se arquearon, acentuando las tres líneas que la marcaban.
—¿Estás haciéndolo sola?
—No te preocupes, estoy bien. —Aplaqué su preocupación y me alejé de él
antes de volver al lado de Nolan, que estaba extrañamente silencioso, con sus ojos
analizando la escena como si estuviera almacenando algún tipo de información
solo para usarla más tarde en uno de sus libros—. ¿Te acuerdas de Nolan Bell?
—¡Oh! —Pepper rió de buena gana y extendió su mano con las venas
abultadas. Los hombres se dieron la mano antes de que los ojos de Pepper se
desviaran a nuestras manos. Su sonrisa se ensanchó aún más antes de que negara
con la cabeza—. He leído todos tus libros, jovencito. Tienes algo de talento.
—Gracias, señor. Parece que conoce bien a Brooklyn.
Pepper nos llevó a una mesa en la esquina más alejada del restaurante, no es
que el lugar fuera grande, pero al menos nadie se encontraba sentado justo al lado
de nosotros, y nos dio los menús. —Ella trabajó aquí el año pasado.
Nolan mantuvo sus ojos en mí después de que me ayudara con mi silla y fue
a sentarse frente a mí. —Pensé que solo habías trabajado en el bar.
Negué con la cabeza. —Necesitaba más dinero, así que tomé un par de
turnos aquí.
—Es una luchadora. Y gracias a su bello rostro, muchos jóvenes regresaron a
Papa Joe —dijo Pepper antes de disculparse y regresar a la cocina.
—Bello rostro, ¿no?
—Algo así. —Sonreí tímidamente; los recuerdos del año pasado regresaron.
Decir que el año pasado fue bastante salvaje sería una subestimación. Todos
atravesamos un período así. Para algunos es cuando son adolescentes, mientras
que para otros era más adelante una vez que están a punto de asentarse. Casi todo
196

se hallaba fuera de mi sistema ahora.


Frunció el ceño y miró las comidas apetitosas que aparecían en los menús.
Página

La rigidez en sus hombros y la forma en que sus manos formaron puños en el


menú hizo evidente que se sentía molesto.
—Nolan, no me digas que estás celoso o alguna mierda así. ¡Es ridículo y no
estabas aquí!
Dejó el menú y encontró mi mirada, sus ojos brillantes bajo las suaves luces
del restaurante. —Necesitabas dinero por lo que te encontrabas esclavizada en un
bar y aquí después de un día en la escuela, mientras yo disfrutaba de más dinero
de lo que podía necesitar. Ese es mi problema. No se trata de con quién follaste,
coqueteaste o con quien estabas.
Me incliné sobre la mesa, con mi cara más cerca de la suya. —Tú no eras
responsable de mí ¿y esa cosa con el dinero? Todo fue mi culpa. Cometí un error y
tuve que pagar por ello. Literalmente. —Me aseguré de mantener mi máscara fría,
no dispuesta a entrar en mis errores y profundizar en alguna parte de mi pasado
de la que no me encontraba tan orgullosa.
—Cuéntame. —Su voz tenía una nota de no querer mentiras. Incluso todo
su rostro parecía inaccesible y cuando la camarera vino a tomar nuestras ordenes,
no se relajó.
Me entretuve un poco tomando un sorbo de agua, pero no pude jugar por
más tiempo. Bajo la mesa, su pierna rebotaba a un ritmo rápido el cual solo él
podía escuchar. —Conocí a un chico y él me hizo pensar que quiz{ podríamos…
no lo sé. —Me reí, pero sin humor. En mi pecho, una opresión que pensé que había
desaparecido hace unos meses regresó, junto con la amargura que aborrecía.
—¿Lo amabas? —me preguntó con un tono de voz en blanco, sus ojos ahora
abatidos, concentrados en sus manos mientras jugaba con su tenedor.
—Estaba en camino, pero no me enamoré. Supongo que esperaba que él
fuera el que me hiciera olvidarte a ti y a estos sentimientos ridículos que tenía por
un chico que no me veía más que como su hermana. Y como una tonta de diecisiete
con un chico mayor, perdí todo mi sentido común por un momento.
Tomó una respiración profunda y levantó la vista, sus ojos almendrados
taladraron en mí. —¿Y cuánto es por un momento para ti?
—Un verano. Era solo una aventura de verano. —Ignoré el nudo en mi
garganta y alejé los recuerdos, la angustia que sentí, el miedo que experimenté por
toda una semana, pensando que tendría que enfrentar algo que alteraba mi vida.
197

—Pasamos años separados y aun sé cuándo no estás diciendo algo. ¿Qué no


me dices? —Bajó uno de sus tenedores y tomó mi mano, entrelazando nuestros
Página

dedos y apretando. Mi piel era más pálida que la suya y más suave, pero se veía
perfecta en contraste con la mía. Incluso su muñeca gruesa era perfecta para mí,
tan varonil pero lo suficiente para no ser intimidante.
Me encogí de hombros y mordí mi labio. —Este chico me desilusionó. Sabía
que estaría aquí solo por un verano, pero la manera en que se fue…
—Ni siquiera dijo adiós.
—Lo hizo, pero no me gustó la forma en que lo hizo.
—¿Y qué te hizo para apartarte y hacer dos trabajos además de la escuela?
—Le debía dinero a un chico y se lo di porque me preocupaba por él. —Me
aparté, forzándolo a soltar mi mano—. No quiero hablar de esto, Nolan. Solo deja
el tema.
—Por ahora, pero no para siempre.
Asentí e intente sonreír, pero era difícil mientras mis emociones luchaban
dentro. Apreté los dientes y por fortuna, Pepper se acercó y rompió la tensión que
podía ser cortada por un cuchillo.
—Escalope a la milaise para ti, cariño, y lasaña para usted, señor Writer. —
Después de que colocara los platos se fue a dar la bienvenida a nuevos clientes con
una sonrisa agradable.
Ajo, basilico y tomates olían tan bien que no pude hacer nada con el suspiro
que se me escapó. Era poco, pero eso no quería decir que no me gustara mi comida.
No por mucho menos. Comida, y quiero decir buena comida, era muy importante.
Nolan se rió y empezó a comer con seriedad, asintiendo con el primer
bocado. Pepper era muy buen cocinero. Era muy bien sabido por aquí que
sobrepasó a su padre, y sí, nunca expresó algún interés por ir a trabajar a algún
restaurante de renombre en Nueva York o cualquier otra ciudad. A menudo decía
que no iba a cortar sus raíces solo por dinero y cierto renombre ostentoso. Me
encantaría sentir lo mismo por este pueblo, pero no lo hago. No siento como si
tuviera alguna raíz aquí con lo que se identificaran mis padres. Podría dejar esta
ciudad sin pensarlo dos veces si tuviera un trabajo esperándome lejos de aquí.
—Había olvidado el sabor de la comida de Pepper. Es demasiado buena —
dijo entre bocados y me reí por su entusiasmo.
—Es un genio. Cuando trabajé aquí, siempre se aseguraba de que comiera
198

apropiadamente. Estaba determinado a hacerme más regordeta.


—¿Regordeta? —Dejó de comer con el tenedor a medio camino.
Página

—Me dijo que a los hombres le gustan las mujeres con más curvas, algo de
carne y no piel y huesos. —Me reí por el recuerdo y tomé otro bocado de mi plato,
saboreando la carne que casi se fundía con mi lengua.
—Eres delgada, pero no eres piel y huesos. Debería ir a examinarse la vista
—respondió con una sonrisa, vertiendo un poco de agua en nuestros vasos en
tanto Tania, la camarera, ponía la música. No sabía qué era, pero me hacía pensar
en Italia mientras las palabras italianas se elevaban más alto, pero no lo suficiente
para impedir el hablar.
—Creo que solo tiene miedo de que no estuviera comiendo en casa. Puede
ser una verdadera madre cuando lo dejas.
Sonrió y tomó otro bocado de su casi terminada lasaña. Nos quedamos en
silencio mientras disfrutábamos nuestra comida y el ambiente, trabando las
miradas entre cada mordisco, sonriendo más y más, a veces incluso con malicia.
Sus ojos cayeron a menudo a mi escote. ¡Tan típico de hombres!
—Hablé con mi madre el otro día —dijo, rompiendo el silencio relajante.
Fruncí el ceño y tragué mi último bocado, lista para escucharlo con atención.
No era propio de él hablar de lo que le resultaba doloroso. No era fácil para mí
hablar de esto tampoco. No era de las que disfrutaban una conversación profunda,
significativa. Pasé años solo buscando diversión, pero Nolan fue mi excepción.
—¿Cómo te fue? Quería visitarla hoy, pero tenía que regresar a la casa de
mis padres para traer mis últimas cosas mientras estaban en el trabajo y después ya
terminaron las horas de visita.
Empujó hacia un lado nuestros platos vacíos y tomó mis manos en las suyas,
palma contra palma. La punta de sus dedos acariciaron la tinta en mis muñecas y
la piel de gallina apareció sobre todo mi antebrazo y el resto de mi cuerpo en una
pequeña ola.
—No tienes que visitarla, Brooklyn.
—Lo sé. Pero quiero hacerlo. —Recorrí mis dedos sobre su palma, mis uñas
suavemente trazando las líneas exteriores de su palma cerca de las muñecas—. ¿De
qué le hablaron?
—No mucho, ya sabes. Se disculpó de nuevo, diciéndome que quería ayuda
para hacer frente a lo que hizo. Mierda como esa.
—¿Le crees?
199

Rodó los ojos y apretó su agarre en mis manos, sin estar listo para romper
nuestra unión física. Era algo bueno porque disfrutaba este momento inocente sin
Página

tocar demasiado. —Dime cómo alguien puede ser genuina cuando ni siquiera
recuerda la mitad de las cosas por las que se disculpa.
—Tu madre ya no se la pasa drogada, está enferma e intentando compensar.
Es genuina en sus acciones incluso cuando no es capaz de enumerar todas las cosas
que hizo y como te olvidó, pero estoy bastante segura que no es lo que buscas en el
fondo. ¿Entonces qué es lo que quiere?
De repente soltó sus manos y se enderezó en la silla, mordiendo el anillo en
su labio y pasando una mano por su barbilla sin afeitar. —No vayamos allí esta
noche.
—Tú eres el que lo sacó a colación. Crece y comparte esto conmigo. ¡Soy tu
chica ahora! —susurre-grite, inclinándome más sobre la mesa, y mi cabello evitó
entrar entre nuestros vasos vacíos por alguna especie de milagro.
Me observó y se paró de un salto. Sacó su billetera del bolsillo y caminó
hacia Tania que se encontraba en la caja registradora. Ni una vez se volvió a verme.
Estrellé mi mano contra la mesa. Los vasos, tenedores y cuchillos hicieron algunos
ruidos de traqueteo contra los platos vacíos. La gente me observaba ir pisoteando
hasta la puerta, pero no me importó. No, de hecho, quería sacarles el dedo medio,
pero me las arreglé para conservar un poco de dignidad. No le dije una palabra a
Tania mientras caminaba por la caja registradora o a Pepper que se hallaba
mirando desde la puerta de la cocina al lado izquierdo del restaurante. Me detuve
al lado del auto de Nolan, esperándolo porque no tenía muchas opciones.
Me recosté contra el lado de la puerta del pasajero y dejé que el frío metal se
filtrara por mi blusa delgada. Un temblor recorrió mi espina y cerré los ojos.
Odiaba esto. ¿Hacer una escena como esta? No era yo, no usualmente.
—Súbete, está abierto. —Su voz salió fría, más fría que el metal del auto
traspasando el material de mi blusa. No esperó mi respuesta y encendió el auto.
Me subí, abroché el cinturón y crucé los brazos como si estuviera haciendo
pucheros como un niño pequeño. —Estás siendo una molestia en el culo.
Gruñó y apretó más fuerte el volante. Incluso tomó una curva demasiado
rápido y muy bruscamente. —Eres un dolor en el culo.
—Entonces, estamos muy metidos en los culos.
200

Por la esquina de mi ojo, vi sus labios temblar y el aro de su labio salir de su


boca. —Estás loca —dijo finalmente, con una sonrisa en su voz.
Página

Me relajé y descrucé los brazos. Incliné la cabeza contra el asiento y dejé que
el rico rugido del auto me arrullara. —Ambos lo estamos. Mira como de bien salió
nuestra noche.
Se detuvo y observé afuera. Regresamos a mi edificio, estacionados en un
parqueo vacío donde solo había un par de lámparas. Sí, una noche de mierda. Solo
hubo una ventaja; un buen beso épico. Pero para mí, no era suficiente como
considerar esta cita como exitosa.
—Lo siento. —Se volvió hacia mí y pasó las puntas de sus dedos por mi
brazo desnudo—. Debí actuar como un adulto y sin embargo, cada vez que se trata
de ella me siento como el mismo chico molesto con el mundo que fui entonces. Me
reprimo. —Se recostó contra la puerta.
—Lo entiendo, Nolan. —Jugué con la parte superior de mi blusa, torciendo
mis dedos el tejido barato de la blusa que compré en una tienda de segunda mano
hace un par de semanas—. Tampoco soy mejor cuando se trata de mi jodida
familia, pero la próxima vez, no te desquites conmigo. Es más fácil para mí decirte
que hacer, pero eso no significa que voy a decirte que te equivocas. No atribuyo los
mismos sentimientos a la situación y quiero ser capaz de ayudarte.
—Es un desastre —murmuró y sacudió la cabeza—. La mayoría del tiempo
ni siquiera sé que pensar sobre ella. Pasé estos últimos años intentado olvidarme
de ella.
Me dolió el corazón por él. Mi familia jamás me hizo lo que su madre a él,
pero de alguna manera, me imaginaba cómo se sentía. Fue doloroso ser el niño
rechazado por problemas que crean los adultos. Ambos nunca pedimos nacer, pero
nos encontrábamos aquí, muy vivos, y cuando alguien decidía tener un hijo, tenían
que hacer lo mejor posible para él. Era un deber, una responsabilidad y cuando
alguien lo olvidaba, era el niño quien sufría. No era justo, pero en la vida, nada era
justo. Tienes que lidiar lo mejor posible de acuerdo a lo que se te ha dado e intentar
nunca repetir los errores de tus padres.
—Duele cuando en realidad ves dentro de ti y te enfrentas a tus necesidades
o expectativas, pero no puedes evitarlo para siempre. —Abrí la puerta del pasajero
y salí del auto. Inhalé y cerré la puerta más fuerte de lo que quería. Mi frustración
parecía aún correr a través de mí.
Saqué las llaves de mi bolso y empecé a caminar hacia el edificio cuando
otra puerta del coche fue cerrada, rompiendo la tranquilidad de la noche.
Sorprendida, me volví y observé a Nolan correr hacia mí, congelada en el medio
del estacionamiento con las llaves enredadas en mis dedos.
201

Acunó mi cara entre ambas manos, sus grandes palmas y largos dedos
Página

abarcaban toda mi cara para inclinarla hacia arriba. Me sentí frágil y querida al
mismo tiempo, y no era algo que me soliera pasar. Su piel parecía fría contra mi
calor, y temblé.
—No quiero terminar la noche contigo enojada —susurró bruscamente, sus
ojos ahora únicamente concentrados en mis labios hormigueando por la intensidad
de su mirada.
—Estamos bien —Mi respiración era entrecortada, viniendo poco a poco
mientras mi corazón latía rápido, golpeando en mi pecho.
Tiró del aro de su labio con sus perfectos dientes blancos. —Nos quiero
mejor que bien.
Entonces, antes de que pudiera responder, antes de que mi cerebro pudiera
empezar a formar una oración, la boca de Nolan estaba en la mía, demandante.
Abrasadora. Dejé escapar un gemido de mis labios y enrollé mis brazos alrededor
de sus hombros. Cuando su lengua empezó a bailar con la mía, haciéndome
temblar y trayendo olas calientes de puro deseo hacia mi estómago, llevé una de
mis manos hacia su nuca y lo tiré sin motivo. Gruñó y rompió el beso. Ambos
respirábamos alto y rápido, nuestros ojos trabados en el otro, y nos quedamos con
nuestros cuerpos ardiendo juntos. Contra mis suaves curvas sentí su firmeza, y los
contornos externos de sus músculos, músculos en los que enterré mis dedos y mi
boca. Cerré mis ojos y lamí mis labios, lista para disfrutar lo último de su sabor.
—Déjame quedarme esta noche. —Su voz no dejó ninguna duda de lo que
decían sus intenciones. Fue claro, listo para reclamarme y olvidar todo lo demás.
Era caliente. ¿Qué mujer con la cabeza cuerda no disfrutaría de un hombre dulce
con comportamiento de macho alfa?
—Solo si estás seguro. No quiero que te vayas mañana porque dudas de
nosotros.
Me sonrió de lado y besó la parte superior de mi cabeza antes de soltarme,
pero me mantuvo atada a su mano. —No podría estar más seguro. ¿Y tú?
En ese momento exacto supe que nos hallábamos en algo más, otra parte de
nuestra vida, otro camino. Sería diferente a partir de ahora y eso me golpeaba
dulcemente porque no importaba que pasara al final, no me arrepentiría ni me
quedaría con preguntas sin respuestas. Era el momento para abrazar esto con los
brazos abiertos e ignorar la cita de mierda que tuvimos. En un marco más grande,
no era nada, pero esto, ¿ahora? Era todo, era mi todo.
202

—Sígueme, entonces —susurré con la boca junto a la suya.


Página
Pequeña B, 12 años
Traducido por Vane hearts
Corregido por Jadasa

—¿Puedo preguntarte algo? —Ya no observaba la tele, sino a Gran No que comía
un poco de chocolate, mientras sus ojos nunca dejaban la pantalla viendo una película de
acción de algún actor del que no podía recordar el nombre. Me encontraba bastante segura
de que Gran No eligió esta película más por la bella actriz rubia que la historia, que era
básicamente inexistente.
Tragó su bocado y mis ojos se fijaron en su manzana de Adán, subiendo y bajando.
Me gustaba verlo hacer casi cualquier cosa, a menos que una chica estuviera en la mezcla, e
incluso comer lo hacía bien. Mis amigas en la escuela estaban celosas de mí cada vez que lo
veían recogiéndome y yo, disfrutaba de ello.
Se encogió de hombros y me miró con una sonrisa que llegó a sus ojos. —Sabes que
puedes. ¿Qué ocurre?
—¿De verdad crees que seré capaz de salir de esta ciudad e ir a la universidad?
Su sonrisa desapareció y en su lugar su ceño se instaló, oscureciendo sus, de otra
manera, ojos claros. —Estoy seguro que te irás si es algo que realmente quieres y si trabajas
en la escuela. Pero, Pequeña B, solo tienes doce. Tienes años para que eso ocurra. Una mala
calificación no arruinará tu futuro.
Me concentré de nuevo en la televisión, sin querer pensar demasiado en mi horrible
D en álgebra. Cuando recibí mi copia de vuelta, tuve que esconderme en el baño de chicas
porque mis lágrimas no se detenían. No era una buena estudiante como Gran No. No podía
203

concentrarme lo suficiente, quedarme quieta el tiempo suficiente y no me gustaba estudiar


demasiado. Pero quería ser lo suficientemente buena para hacer como Gran No y salir de
Página

aquí. Quería ir a San Francisco porque se hallaba muy lejos, en la otra costa y se sentía
bien. Al igual que una aventura.
—No soy como tú, Gran No —dije en un suspiro, sin mirarlo de nuevo.
Agarró mi mentón suavemente y giró mi rostro hacia él. —No, porque eres tú
misma y eres perfecta. No dudes de ti. En realidad, no es la forma en que normalmente eres.
—Todos tenemos nuestros días malos. Incluso cuando una solo tiene doce años
como te encanta destacar todo el maldito tiempo.
Soltó mi mentón y se rió entre dientes, pero parecía forzado, casi tímido. Jugó con su
anillo en el labio, entre su índice y el pulgar. La piel alrededor se puso roja. —Necesito
recordar la edad que tienes. Siempre suenas mucho más madura.
—¿Y sientes la necesidad de protegerme porque…?
—Es el papel de un hermano mayor, ¿no?
No sabía qué decir a eso, pero mi silencio fue suficiente respuesta, porque volvió a
ver la película mientras aún me encontraba boquiabierta con los ojos fijos en él.
Siempre lo vi como mi mejor amigo mientras en secreto oraba por más algún día,
pero si hubo una cosa en la que nunca pensé fue, en él como un hermano sustituto.
Odiaba estos seis años que creaban un invisible y, sin embargo, muy presente
obstáculo entre nosotros. Detestaba sentirme tan joven a su lado. Aborrecía ese día que me
hizo cuestionar mis planes para el futuro. Despreciaba que mis padres, una vez más, no se
dieran cuenta de que no me sentía bien. Hoy lo odiaba todo, incluso esta noche de cine con
Gran No. Cerré los ojos y esperé que el sueño me salve y termine el día pronto. Incluso si
eso significaba estar cada vez más cerca del día en que Nolan se iría a la universidad.
204
Página
Traducido por Mire
Corregido por Miry GPE

Brooklyn
Abrí la puerta de mi apartamento, con mi corazón acelerado y mis manos
temblando ligeramente cuando la enormidad de lo que iba a suceder me golpeó
justo en el pecho, y muy bajo en mi vientre, haciendo obvio lo mucho que me
encontraba en la lujuria. Estaba a punto de tener sexo con Nolan tras años de
fantasear con él.
Busqué algo que decir mientras encendía una lámpara y me daba vuelta
para mirarlo caminar en mi pequeña sala de estar, y él se acercó arrogantemente
hacia mí. Sus ojos me devoraban, asimilando mi cuerpo en una lectura lenta e
intencionada, empezando en mis ojos y bajando hasta que llegó a mis pies en
tacones altos.
Una vez que estuvo satisfecho, cerró el pequeño espacio entre nosotros y
estrelló su boca en la mía. Sus manos fueron a mi culo para atraerme mejor contra
él. Su dura longitud contra mi estómago me excitó aún más, algo que nunca pensé
posible. Solté mis llaves y cayeron al suelo, el ruido metálico amortiguado por la
205

alfombra vieja. Enrollé mis brazos con fuerza alrededor de él, con una mano
peligrosamente cerca de su trasero mientras la otra se encontraba explorando su
Página

espalda, más musculoso de lo que pensaba.


Cuando mordisqueó mi labio inferior, me sentí como en caída libre. Arañé
su espalda y gruñó antes de que me levantara bastante contra él. Sin pensar pero
con ansiedad, envolví mis piernas alrededor de él.
—Dormitorio —murmuré contra sus labios mientras me atacó de nuevo,
incluso con más vigor—. La puerta de la izquierda.
—Muéstrame el camino —dijo, con su voz ronca en mi cuello mientras me
besaba, su lengua apenas rozando mi piel, pero lo suficiente para hacerme poner la
piel de gallina.
Suspiré más fuerte y jugué con su cabello mientras me dejaba deslizarme
por la longitud de su cuerpo. Cada centímetro de su cuerpo se frotaba contra mí,
dándome una idea de qué esperar sin sus ropas, y no estaría decepcionada.
Sin mirar a dónde iba, pero manteniendo mis ojos en él, lo llevé a mi
habitación, chocando una sola vez en la pared antes de que pateara la puerta y
encendiera la luz. Quería ver todo de él y no solo usar mi imaginación por una vez.
No quería perder ni una cosa.
Me costó apartar mi mirada de sus labios, rojos e hinchados por la fuerza
con la que nos besamos. Pero cuando tiró de mi mano, ya no quería simplemente
mirarlo, deseaba tocarlo. No, quería que me tocara más.
Me acerqué de buena gana y me fijé contra él. Mis pechos pesados frotaron
su firme pecho, mis pezones duros y doloridos por ser tocados, ansiosos de ser
liberados de mi sujetador suave. Suspiré y me puse de puntillas justo cuando bajó
su cabeza y capturó mis labios.
Soltó mi mano y puso las suyas en mi cuerpo, arrastrándolas sensualmente
de mis hombros a mis caderas, rozando con sus pulgares el borde exterior de mis
pechos. Apreté mis manos en su cabello.
—Si quieres que esto se detenga, dilo antes de que empiece a sacar tu ropa
—murmuró lentamente entre besos. Luego, se centró mucho tiempo en explorar mi
cuello, sin perder medio centímetro, dejando que su pescuezo rozara mi piel. Evité
liberar un gemido cuando sus labios y piercing tocaron un área en la que me hizo
temblar las rodillas—. Dime ahora si estás lista para mí.
Me reí y puse algo de distancia, lo suficiente para desabotonar mi blusa, un
206

botón a la vez, con mis ojos retándolo a mirar, desafiándolo a tocar mi piel sedosa.
Corrí una uña por mi estómago, en la curva de mis pechos antes de dejar que mi
Página

blusa cayera a nuestros pies.


Inhaló, se inclinó hacia delante y amasó mi pecho izquierdo antes de
comenzar a besar el otro. Mi cabeza cayó hacia atrás mientras mi boca se abrió con
un gemido ridículamente alto. No podía quedarme callada, no podía mantener
todas estas sensaciones reprimidas dentro. No cuando su piel caliente en la mía me
hacía temblar. No cuando su boca y lengua me ponían caliente y una piscina de
deseo humedecía mis bragas, tanto que me sonrojé y me retorcí contra él. Esto
realmente sucedía.
—Nolan… —Hice un puño con el dobladillo de su camisa en mis manos. La
quería fuera, pero no quería que dejara de tocarme y besar mi cuerpo, aunque sea
por un par de segundos. Lo necesitaba tanto, que era doloroso.
Dio un paso atrás y en un movimiento enérgico, se quitó la camisa y la tiró
lejos, en algún lugar de mi pequeño dormitorio. Bebí su pecho desnudo, el bulto de
sus pectorales y el contorno de sus abdominales firmes. Él era perfecto, más que lo
que podía recordar de cuando todavía era adolescente. En este momento, era todo
un hombre, líneas duras y fuerza, y tan listo para abalanzarse sobre mí.
Con manos temblorosas, lo toqué, tracé los músculos visibles. La ligera capa
de pelos me hizo preguntarme cómo se sentirían contra mis pechos desnudos, pero
fue la piel de gallina que apareció en su piel que llegó a mí y lo besé en su pectoral
izquierdo, justo por encima de su corazón. Un gemido brotó de su garganta y
adentró una mano en mi cabello, tirando de este para acceder mejor a mi boca
mientras desabrochaba mi sujetador en un movimiento rápido de su mano libre.
La pequeña pieza de seda falsa cayó entre nosotros y entonces los dos nos
quedamos desnudos de la cintura para arriba. Me atrajo hacia él y ambos
suspiramos ante el primer contacto piel con piel. Sus labios se posaron en mí otra
vez y gemí en su boca cuando su lengua jugó con la mía, persuadiéndola en una
danza furiosa que me dejó sin aliento y mareada una vez más.
—Eres maravillosa, Brooklyn. —Apartó mi cabello, su movimiento tan
suave y dulce que me hizo preguntarme quién era en el dormitorio; ¿el chico
controlador y dominante que me dejaba ver cuando me besaba o el chico dulce y
minucioso que era en este momento?—. ¿Sabes lo mucho que te deseo?
—No lo suficiente para no parar.
Me miró, de repente pensativo. Inclinó su cabeza y pasó una mano por mi
columna, causando un escalofrío en mí, moviendo sus deliciosas manos sobre mi
207

cuerpo. —Tengo miedo y no es algo a lo que estoy acostumbrado.


Fruncí el ceño y acaricié su mejilla sin afeitar. —¿Acerca de tu desempeño?
Página

Porque la primera vez no siempre es la mejor. Solo quiero estar contigo, sentirte en
mí.
Él se rió entre dientes y se sonrojó un poco antes de que me diera un beso en
los labios. —Créeme, sé que puedo hacerte sentir bien. Incluso podría hacerte rogar
para que se detenga o mejor aún, a nunca detenerlo si quisiera. —Atrapó mi cara
entre sus grandes manos e inclinó mi cabeza en alto—. Tengo miedo de que no
pueda darte todas las cosas que querrás de mí. No quiero ser tu mayor
arrepentimiento.
—No es el momento de pensar, Nolan. Todo lo que quiero es tu boca y tus
manos en mí. Te quiero en mi cama y eso es todo lo que importa esta noche. No
vamos a hablar de mierda más profunda en este momento. —No quería que nada
se interpusiera entre nosotros, nunca más.
Asintió y me besó, su lengua pidiendo la entrada para profundizar el beso
tanto como fuera posible. Así que para no caer al suelo, arañé sus hombros y siseó
de dolor, pero luego, cuando estuve a punto de pedir disculpas, gimió y me besó
con más fuerza, empujando sus caderas y su dura longitud en mí. Pero lo quería
más abajo, no en mi estómago.
—No-Nolan —tartamudeé cuando asaltó mi pecho de nuevo—. ¡Oh, Dios!
—Busqué a tientas su cinturón, el botón y la cremallera de sus pantalones; mis
dedos hormigueaban tanto que perdí el botón dos veces antes de que cediera. Era
como una virgen despojando a un hombre por primera vez y era la cosa más
hermosa que haya sucedido. Todo parecía nuevo, cada beso, cada toque y cada
sonido necesitado que ambos hacíamos. Era nuevo, no porque nunca hubiéramos
dormido juntos, sino porque era significativo, aunque sabía que los sentimientos
de Nolan no eran tan fuertes como los míos.
Me quité los zapatos y luego se hizo cargo de mis pantalones antes de que
pudiera librarme de los suyos y fui dejada en ropa interior ante sus ojos. No quería
ocultar mis pechos o meter mi estómago. Nunca fui consciente de mi cuerpo, sabía
que no estaba a punto de desanimarlo, y quería que en realidad me viera, como
siempre quise que me viera, como una mujer. Era una mujer, una de verdad y él se
hallaba a punto de devorarme, de estar dentro de mí. Maldita sea, solo de pensar
en él dentro de mí me hacía temblar con anticipación.
Se mordió el aro en sus labios, haciéndolo tintinear contra sus dientes antes
que una sonrisa diabólica, que nunca le vi, se levantara en sus labios. Mis entrañas
se estremecieron y mis bragas se pusieron aún más empapadas. Presioné mis
208

muslos con más fuerza, pero no alivió mi deseo carnal.


—Eres perfecta —dijo con una voz más profunda de lo habitual. Eso acarició
Página

mi piel y sonreí, sintiendo un rubor arrastrándose sobre mi cara. Su mirada volvió


a su descubrimiento y se detuvo en donde supe que lo haría una vez que lo viera:
mi pequeño tatuaje. Hace un año decidí conseguir un tatuaje, un pequeño lazo rojo
en la parte inferior de mi estómago—. Joder —gimió y cerró sus ojos como si le
doliera—. Es caliente.
Me reí y cerré la brecha entre nosotros, dispuesta a deshacerme de sus
pantalones. Se encontraba demasiado vestido. Sus pantalones se hallaban abiertos,
apenas sostenidos sobre sus estrechas caderas; el frente mostraba su impresionante
erección solo oculta por su bóxer blanco. Si tuviera una cámara... Ni siquiera
debería terminar el hilo de mis pensamientos o enloquecería.
Tan pronto como estuve lo suficientemente cerca para que él me agarrara,
atacó mis pechos, mirándolos con algún tipo de veneración, bastante divertido si
no encontrara el brillo perverso en sus ojos tan excitante. Puse mis manos debajo
de su pantalón, justo en su culo apretado. Sus músculos se tensaron bajo mis
palmas y su respiración se incrementó. Mi corazón se aceleró, bombeando sangre
más rápido. Me mordí el labio inferior antes de empezar a besar la parte redonda
de su hombro ancho, y empujé sus pantalones hacia abajo hasta que cayeron,
uniéndose al resto de nuestra ropa a nuestros pies.
Besó mi clavícula, saboreando mi piel con la punta de su lengua y lo mordí
ligeramente en la piel de su hombro mientras un gemido encontraba su camino
para salir de mi boca. Era una sobrecarga de sensaciones y sentimientos, todos
chocando y estallando. Giró sus dedos en mi ropa interior y la bajó, con sus
movimientos impacientes y tan ansiosos mientras encontraba mi boca de nuevo.
Traté de despojarlo de su ropa interior, dispuesta a explorar la prueba de su deseo
por mí, pero tuve un mal rato. Rompió el beso y se desnudó. Se paró, desafiante y
desnudo delante de mí, con su polla dura y preparada para mí. Su pecho firme y
perfectamente musculado, pero no demasiado, subía y bajaba rápidamente. Su
rostro se encontraba tenso mientras el deseo salvaje luchaba con su lado cuidadoso
en sus ojos. Me robó el aliento y no lo quería de regreso.
Extendí la mano y toqué su polla. Tan pronto como mis dedos se apretaron
alrededor de su dura y gruesa longitud, cerró los ojos y gimió. Los músculos de su
cuello aparecieron mientras empecé a acariciarlo, mirando su rostro. Sus cejas se
fruncieron y sus fosas nasales se agrandaron. Su anillo del labio desapareció en su
boca cuando mordió la carne de su labio inferior. Bombeé más rápido y jugué solo
un segundo con la punta de su polla ya brillante. Gimió dolorosamente y aplastó
209

su boca en la mía en un beso abrasador que me distrajo de la tarea en mano.


Literalmente.
Página

Rompió el beso, separó mis piernas y empujó dos dedos dentro de mí, tan
tortuosamente lento que gemí, y mi agarre en su polla se apretó un poco más,
haciéndole sisear en lujuria. Todo lo que sabía era que se trataba de pura felicidad.
La forma en que sus dedos se movían constantemente, pero con fuerza dentro y
fuera de mí, la forma en que nuestra respiración era dificultosa, la forma en que
mis pezones estaban endurecidos y atraparon su atención una vez más, y en ese
momento se decidió a utilizar su mano libre para jugar un poco más conmigo.
No parecían los juegos previos. Se sentía como el sexo en sí mismo.
Gemí en su cuello y acuné sus bolas en mi otra mano, todo el rato sin parar
el movimiento de bombeo a lo largo de su longitud gruesa, esa misma que ansiaba
dentro de mí, esa con la que fantaseaba, pero mis fantasías nunca estuvieron cerca
a lo que realmente era.
Apartó mis manos, sacó sus dedos de mí a la vez y me miró, con sus ojos y
cara mostrando nada más que seriedad. Y tal vez algo parecido a la lujuria
enloquecedora, algo que casi me preocupó, pero que, por encima de cualquier otra
cosa, me impulsó más a él.
—Cama. Ahora —murmuró y me empujó hacia la cama hasta que caí sin
gracia en ella. Los resortes de la cama rechinaron y reí. Maldita sea, sería ruidoso
aquí. Esperaba que las paredes no fueran tan delgadas como se veían o los vecinos
pasarían una noche ruidosa.
Me acosté y lo vi arrastrarse sobre mí, deslizando su mirada por mi cuerpo,
desde mis pies hasta mis ojos absorbiéndolo. Su polla tembló tan pronto como
aterrizó en mi cadera y me mordí los labios, lista para rogarle que me tomara.
Besó mis pechos, los tomó y pellizcó mis pezones hasta que escuchó mi
gemido resonar en la habitación y entonces, hizo un camino de besos más arriba.
Se tomó un cuidado adicional en mi cuello y detrás de mi oreja izquierda antes de
volver a mis labios. Tiré con mis dientes de su anillo del labio y agrupé su cabello
en mi puño derecho; acuné su culo con mi otra mano, empujando su cadera hacia
mí.
—¿Tienes condón? —preguntó con voz tensa, soplando aire en mi oído
izquierdo mientras jadeaba, listo para que esto suceda. Apoyó su peso en sus
antebrazos para no aplastarme, pero ahora lo quería cerca. No me importaba si me
aplastaba hasta el punto de no poder respirar. Él ya había tomado mi aliento.
—Cajón superior —contesté, señalando débilmente a la mesa de noche.
210

Extendió el brazo y abrió el cajón con una urgencia que lo hizo temblar un poco.
Movió las cosas en mi cajón hasta que agarró el paquetito de aluminio. Su mirada
Página

regresó a mí con una intensidad salvaje que me hizo inhalar aire de nuevo. Él era
mucho más intenso de lo que nunca imaginé que fuera cuando se trataba de sexo.
Abrió el paquete de aluminio y se puso el condón, todo el rato sin alejar su
mirada de la mía, incluso cuando estuve distraída con la forma en que sus
músculos sobresalieron durante unos segundos mientras se enfundaba a sí mismo.
Abrió mis piernas y ellas fueron voluntariamente, abriéndose hasta que enjaulé su
cintura entre mis muslos y llevé ambas manos a su culo, poniendo la presión
suficiente para hacerle saber que no quería esperar más. Me hallaba tan lista para
él que era indecente, incluso para mí.
Podía sentir su polla dura en mi entrada, burlándose de mí pero sin darme
lo que necesitaba. Le fruncí el ceño y ¡el idiota sonrió! Era malo y aún más caliente.
Pero pronto, cedió y se bajó a sí mismo, guiándose hacia mí y empujando. Duro.
Gemí y arañé su culo apretado, cerrando mis muslos alrededor de su
cintura. Cerré los ojos y dejé que las sensaciones me llenaran. No se movió,
esperando a que me acostumbrara a él o tal vez tenía miedo de perder el control.
Respiraba más duro en mi oído y su férreo control en mi cabello no cedía.
—Brooklyn —murmuró mi nombre con esa voz ronca suya que me hizo
temblar. Empezó a moverse entonces, lento al principio pero pronto rápido y duro,
ni una vez arrepentido ni cuestionando esto. Solo dejó ir todo y era más que
increíble.
Cuando empezó a moverse, mis gemidos se hicieron más fuertes y más
frecuentes. No sabía por dónde agarrarlo, por dónde aferrarme mientras sus
embestidas se hicieron aún más implacables y las olas de finalización me
golpeaban más y más. Me encontraba caliente por todas partes, nuestro sudor se
mezclaba, nuestros cuerpos se deslizaban uno contra el otro. Nuestra respiración
era ruidosa, casi ahogando los sonidos de nuestros cuerpos en movimiento y el
chirrido de la cama. Mis oídos empezaron a zumbar, mis ojos se cerraron en su
propio acuerdo, todas mis extremidades y músculos empezaron a contraerse.
—Abre los ojos. Ahora —me ordenó y obedecí sin pensarlo. Su voz se atascó
en su garganta cuando contraje mi vientre, a punto de explotar. Sus ojos ardientes
se clavaron en mí. Su mandíbula se contrajo, acentuándola. Sus labios eran una
línea muy fina y el aro un pequeño destello en la habitación iluminada por una
lámpara. Sus fosas nasales se agrandaron otra vez y sus movimientos se hicieron
más erráticos.
—Nolan, Nolan... No pares.
211

Sacudió la cabeza y aceleró antes de que agarrara mis caderas y metiera un


brazo debajo de mí para cambiar el ángulo, empujando mis caderas hacia arriba,
Página

sus dos grandes manos acunaron con fuerza mi culo mientras empujaba dentro de
mí sin descanso, y el sudor cubría cada vez más su cuerpo y el mío.
Arqueé mi espalda un poco más y dejé escapar un pequeño gemido
mientras un orgasmo me golpeó con toda su fuerza, haciendo imposible hacer más
de un sonido. Mis ojos se cegaron y una lágrima se escapó de mi ojo derecho. Tan
pronto como mi orgasmo se apoderó de mí, Nolan siguió con dos empujes más,
rugiendo mi nombre mientras sus manos me apretaban incluso con más fuerza,
casi hasta el punto de dolor. Sus ojos cerrados con fuerza, su boca abierta y sus
mejillas rojas; era la perfección.
Me encontraba floja, tumbada en el colchón y Nolan trataba de recuperar el
aliento mientras intentaba no poner todo su peso sobre mí. Pero empujé hacia
abajo su espalda hasta que estuvo sobre mí, su pecho y caderas en pleno contacto
con las mías. Podía sentir su corazón latiendo tan rápido y duro como el mío, y
suspiré. Me sentía agotada y tan feliz como nunca lo estuve.
Se apartó para bloquear su mirada con la mía. Su rostro no se hallaba tan
relajado como esperaba ni tan feliz, y eso me preocupó al instante. Un nudo se
apretó en mi pecho.
—¿Estás bien? —Sacudió la cabeza y apartó un poco de cabello de su cara—.
¿Estuvo bien?
Fruncí el ceño y me las arreglé para sonreír al mismo tiempo. —¡Claro! Fue...
Nolan, fue la cosa más increíble que podría esperar. ¿No lo crees?
Apartó un poco de cabello de mi cara sudorosa, sus dedos tan suaves en mi
piel que apenas los sentía. —Fue intenso y tan bueno que... —Se calló—. No me
esperaba que se sintiera tan intenso. Me vuelves loco, Brooklyn. Hay algo en ti que
no sabía que era... De hecho, no sabía que nada como esto existía antes. Me haces
necesitarte en el nivel más primario, y sin embargo, me siento obligado a
protegerte de todo. Está jodiendo mi cabeza.
Pasé una mano por su mandíbula apretada. —Cuando se trata de estas
cosas, la mayoría de las veces no hay lógica. No trates de ponerle una etiqueta a
esto y simplemente disfruta del paseo.
Sonrió y se relajó antes de darme un beso en los labios, profundizando el
beso en una danza dulce y lenta antes que lo rompiera para deshacerse del condón.
Se levantó y salió hacia el pequeño cuarto de baño en el pasillo. Puse un brazo
sobre mis ojos y respiré hondo. Miedo repentino se arrastró dentro, justo en el
borde de esta dicha que navegaba. Traté de ignorarlo, sabiendo que era mi corazón
212

enviándome una advertencia porque en este momento, no lo protegía. Lo llevaba


en mi manga y sin saber muy bien en qué medida, Nolan tenía un buen agarre en
Página

él y un movimiento equivocado podría romperlo, y a la vez, mis últimos sueños.


Nolan
Tomó un tiempo, pero finalmente la respiración de Brooklyn se igualó. Sus
labios entreabiertos en mi pecho me mantuvieron despierto, incapaz de apartar mi
mirada de su hermoso rostro. De hecho, no quería cerrar los ojos. Quería quedarme
allí, sentir su desnudez en mi contra. Nunca sentí algo como esto por una mujer, y
aunque sabía que tener sexo con Brooklyn sería diferente de lo que experimenté
hasta entonces, no estuve completamente preparado para el tsunami de emociones
que se estrellaron en mí. Vulnerabilidad como nunca conocí, pasión como nunca
imaginé y una necesidad de protegerla, mucho más intensa de lo que alguna vez
sentí por ella, me invadió por completo. Y el placer... Joder, el placer de hallarme
dentro de Brooklyn era indescriptible. Ella era mi perfección y eso me asustaba
extremadamente.
Tragué densamente y jugué con su cabello, apartando algunos mechones de
su rostro, relajada por el sueño profundo. Así, con ella en mis brazos, los dos
desnudos en su cama, todo parecía fácil, posible. Me hacía tener esperanza, creer
que por una vez algo bueno podía salir de Riverdale, pero he sido quemado
demasiadas veces en esta ciudad. Debería tratar de protegerla, pero no podía en
este punto. Nos encontrábamos demasiado lejos para tomar las cosas con calma.
Perderla no era una opción. Nunca la fue, pero ahora... ahora no dejaría que
sucediera. Cometí un error hace seis años cuando me fui, pero nunca lo haría de
nuevo. Ella sostenía la mejor parte de mí en sus manos y yo ni siquiera sabía que se
la había dado. Solo pasó, y estando tan cerca de ella, estando dentro de ella y
sintiendo, viendo todo lo que tenía para ofrecer selló el acuerdo. Pero maldita sea...
estos sentimientos me asustaban. Mucho.
213
Página
Pequeña B, 12 años
Traducido por Sandry
Corregido por Jadasa

No podía apartar la mirada del reluciente cuerpo de Gran No. Cortaba los jardines
del barrio, con el fin de ganar algo de dinero para su traslado a la universidad en la ciudad
de Nueva York dentro de unos meses. Me reí nerviosamente ante la ventana de la cocina.
Hace diez minutos se sacó su camiseta roja y ahora tenía una vista perfecta de su
pecho y de los riachuelos de sudor sobre su piel, volviéndolo aún más impresionante de lo
habitual. Incluso mi amiga Anna babeó conmigo en mi cocina, hasta que su madre vino a
recogerla para llevarla a lo de su padre.
Era fascinante mirarlo y verlo moverse tranquilamente, su impresionante cuerpo
comparado con el de los chicos de mi edad. Simplemente mirarlo hacía que mi estómago se
sintiera raro y que mis mejillas ardan.
Apagó la máquina e intentó secarse la frente con su antebrazo, antes de utilizar su
camiseta que colgaba de uno de sus bolsillos traseros. Lo miré boquiabierta y giré con
brusquedad. Me sentí aún más extraña de lo habitual; no estoy segura de que eso fuera
normal, sentirme tan rara mientras miraba a alguien. De hecho, ni siquiera estaba segura
de que eso fuera normal, el observar a un tipo tan obsesivamente. No cuando tienes al
menos doce años. Me sonrojé un poco más y bebí un poco del té helado que preparé
anteriormente, y los cubitos de hielo tintinearon en lo alto del vaso.
Negué con mi cabeza y me recogí el cabello en una cola de caballo apretada. Hoy
hacía tanto calor que ansiaba sentir un poco de aire fresco sobre mi cuello y no el sudor
214

cubriendo toda mi piel. Todavía era principios de primavera, y sin embargo, parecía verano.
Golpes en la puerta me trajeron de vuelta al presente. Fruncí el ceño y fui
Página

cautelosamente hasta la puerta. No me gustaba abrirla cuando me encontraba sola en casa.


Incluso durante el día. Por ejemplo, hace tres días la policía arrestó a dos chicos en nuestra
calle que se involucraron con drogas. ¡Durante el día! Nunca sabías qué espera al otro lado
de una puerta cerrada y era una de las pocas cosas que mis padres me enseñaron y Gran No
siempre me lo recordaba, como si pudiera olvidarlo.
—¿Quién es? —pregunté, comprobando para ver si no olvidé llavear las dos
cerraduras de la puerta. Eso era algo que tendía a hacer de vez en cuando. No era muy
inteligente de mi parte.
—Tu vecino sediento, Pequeña B. ¿Tienes algo para beber?
Salté para abrir la puerta, con mi sonrisa brillante y grande. Gran No me miraba
con diversión mientras se colocaba de nuevo su camiseta. —Hice un poco de té helado.
—¡Genial! —Entró y me siguió hasta la cocina, donde agarró la jarra y un vaso
para servirse un poco. Tan pronto como tomó un sorbo, gimió y cerró sus ojos—. Joder,
tenía sed. Ese calor es una putada. —Me reí y tomé otro sorbo de mi vaso, previamente
abandonado. Volvió a abrir sus ojos e hizo una mueca—. Lamento eso, Pequeña B. No
prestaba atención.
—¿Sabes qué? Me encantaría echarle un vistazo a lo que estás escribiendo. Debe ser
interesante por la manera en que hablas.
No podía decir si era solo porque el calor había hecho mella en él o si se sonrojaba de
verdad, pero de repente se veía muy avergonzado. —Sí, digamos que deberías ser mayor.
—¿Me dejarás leer algo de lo que escribiste?
Frunció los labios y negó con su cabeza antes de que pasara una mano a través de su
alborotado cabello sucio. —Nah. Solo estoy tonteando. Y no es broma, Pequeña B. Lo que
estoy escribiendo no son historias para niños. Algunas escenas no son para ti.
Solté un bufido y me di la vuelta. No quería mostrarle el daño que me hacían sus
palabras. —Toma otro vaso si quieres. Tengo algo de trabajo que hacer en mi habitación.
Y me alejé, sin sentir ni una vez la necesidad de mirar hacia atrás. Me cansaba la
misma historia de siempre. Por otra parte, él ponía más y más distancia entre nosotros, y
tenía miedo de lo que podría significar eso.
215
Página
Traducido por Pachi Reed15
Corregido por Amélie.

Brooklyn
Observar a Nolan dormir era pacífico y algo que nunca pensé que haría. No
es que las otras veces cuando se quedó dormido en mi habitación no contara, pero
era diferente. Por un lado, en ese entonces tenía la ropa puesta.
En este momento, la ligera sábana apenas lo cubría, dejando una cadera
para que mis ojos vean. Su pecho con poco vello allí me hizo babear, pensando en
cómo tuve mis manos y boca en él, trazando cada uno de sus músculos. Sonreí y
llevé una mano a mi boca, con cuidado de no reír cuando una corriente de vértigo
me hizo sentir inquieta. Su cabello estaba todo revuelto y se pegaba hacia arriba en
lo alto de su cabeza, probablemente por las innumerables veces que había jugado
con él en la agonía de la pasión. La parte trasera de su cuello lucía incluso más
oscuro hoy ante la luz brillante de los primeros rayos del sol que se filtraban a
escondidas a través de las cortinas cerradas a medias. La mejor parte era la mano
que tenía en mi estómago, sus dedos rozando mi piel desnuda, como para tener un
agarre perfecto en mí y mi cuerpo. Como para mantenerme en la cama, a su lado,
216

lo más cerca posible.


Su respiración era tranquila, profunda y lentamente calmándome para
Página

volver a dormir. Empecé a cerrar los ojos cuando un tono estridente me sobresaltó.
Nolan parpadeó y se sentó antes de gemir y frotarse los ojos. Se parecía a un niño
que tenía dificultades para mantener sus ojos abiertos. Muy lindo, pero cuando el
chico estaba caliente y desnudo en la cama contigo, lo único que podías hacer era
babear.
—Creo que viene de tus pantalones —le dije con una pequeña sonrisa.
Me miró y asintió, todavía mudo. Apartó la sábana y se puso de pie, sin
siquiera la más mínima consciencia de su cuerpo. Buscó en sus pantalones y justo
antes de que su teléfono dejara de sonar, lo encontró y respondió con un gruñido,
sin siquiera comprobar quién llamaba.
—Más vale que sea bueno, Paul. —Se volvió hacia mí y me sonrió hasta que
sus ojos se agrandaron y su rostro se relajó—. ¿No me digas? —Se pasó una mano
por su desordenado cabello y lo miré de pies a cabeza—. ¿Hoy? Pero… —Suspiró y
sonrió—. Está bien, de acuerdo. Debo ir. —Colgó y rió, con sus ojos bailando en
alegría, y me hizo sonreír a cambio.
—¿Qué está pasando?
Volvió a la cama y se sentó a mi lado, su lado presionado contra mi pierna
cubierta. Yo no trataba de ocultar mis pechos desnudos y de inmediato lo notó. Sus
ojos se clavaron en mis pezones endurecidos y la luz en sus ojos se volvió traviesa
inmediatamente mientras una tonalidad rosada aparecía en sus mejillas.
—¿Nolan?
Parpadeó y miró hacia arriba. —No vas a creer esto. —Levantó su teléfono y
lo agitó entre nosotros mientras una emoción tensa surgía en él, poniéndome
nerviosa sobre lo que iba a decirme. La última vez que algo así sucedió, era cuando
me anunció que fue aceptado en la universidad de Nueva York—. Paul es mi
agente y me avisó que mi primer libro fue escogido para ser llevado al cine. Solo
necesita mi firma y va a ser un hecho. Ellos ya tienen un equipo para comenzar a
audicionar.
Lo miré boquiabierta y me arrojé encima, los dos cayendo al piso conmigo
sobre él, ambos desnudos bajo la cruda luz de la madrugada. Me aparté un poco
cuando su risa resonó. —¡Una película, Nolan! ¡Mierda!
Dejó caer su teléfono y me abrazó con fuerza, respirando en mi pelo. —Es
una locura —susurró cerca de mi oído, su aliento rozando mi hombro y espalda.
217

—Estoy tan orgullosa de ti.


Me soltó de su abrazo y bloqueó sus ojos conmigo, arqueando sus cejas en
Página

una pregunta silenciosa hasta que empezó a morder el aro de sus labios. Alejó el
pelo de mi rostro y pasó sus dedos por mi mandíbula. —¿En serio?
—Por supuesto, Nolan. Eres un autor reconocido, ganaste múltiples premios
por tus libros, te construiste una vida fuera de este infierno ¡y tendrás tu primer
libro hecho en una película! ¿Cómo podría no estar orgullosa de lo que has logrado
en solo seis años? —Dibujé círculos en el lado izquierdo de su boca con la punta de
mi dedo índice. Sus músculos se hincharon y me sonrió perezosamente.
—Sin embargo, nunca has leído las dedicatorias en mis libros.
Arrugué la nariz y gemí antes de esconder mi rostro en su pecho sexy. —No
tengo ninguna excusa más, lo sé.
Se rió y me agarró la cabeza para bloquear mis ojos con los suyos. —¿Estás
bien? —Su voz salió seria y sus ojos me miraron como un halcón, como para no
perderse ni una cosa que pudiera cruzar por mi rostro.
Sabía que él hablaba de lo que pasó entre nosotros anoche. Y de nuevo, dos
veces, más adelante. —No tengo ningún remordimiento y estoy muy feliz en este
momento. Nunca me he sentido tan feliz. ¿Te arrepientes de ello?
Sacudió la cabeza y apretó su agarre en mí, incluso si debía ser incómodo
estar en el suelo con todo mi peso sobre él. —Nunca me arrepentiría de algo tan
bueno contigo, Brooklyn. —Acarició mi cabello—. Fue increíble.
Besé su pecho y le sonreí, sintiendo una nueva horda de mariposas despegar
en mi estómago. —Bien.
—Tengo algo que decirte.
—Suéltalo —le susurré, incapaz de evitar el ceño fruncido endureciendo mi
cara. Incluso mi cuerpo se tensó.
—Tengo que volver a Nueva York.
Me senté y puse de pie. Necesitaba un poco de espacio, un tiempo para
lograr que mi corazón volviera a su latido normal. Las mariposas se desplomaron
y su caída fue dolorosa, despertando lo que había sentido antes cuando se fue hace
seis años. Pero, sobre todo, estaba enojada porque solo por un pequeño momento,
incluso sabiendo que mis sentimientos por él no eran nada comparados con el
cariño que sentía por mí, esperaba más. No me amaba, sentía lujuria y me
mantenía en su corazón debido a los viejos tiempos y yo lo sabía, pero mi lado
ingenuo y lleno de esperanza sacó lo mejor de mí y anoche solo selló lo que más
218

ansiaba. Pero él se iba de nuevo. Otra vez.


—Excelente. No pensé que sería tan rápido, pero al menos me lo dices cara a
Página

cara esta vez —le dije, mis palabras más cortantes de lo que quería. Yo iba más por
distante y sarcástico, pero no podía manejar ni eso, no cuando quería darle una
bofetada y gritarle por hacerme esto. Pero él no hizo nada malo. Era tan frustrante
y para nada parecido a cómo me imaginaba que se desarrollaría esta mañana.
Se levantó y trató de agarrar mis brazos, pero me aparté y escondí mi
cuerpo, poniéndome una bata de baño que olvidé en mi habitación la noche
anterior después de que me preparé para nuestra cita. Su cara se endureció y cruzó
sus fuertes brazos sobre el pecho, ni siquiera tratando de ponerse sus bóxers que se
hallaban en el suelo justo a sus pies.
—No juegues esa maldita carta conmigo, Brooklyn. Solo tengo que ir a
Nueva York para firmar unos papeles para la película. Eso es todo.
Apreté mis dientes y resoplé. Era difícil mirarlo y enfrentarlo, pero no me
escondí por más tiempo. —¿Y regresarás aquí? ¿Por qué?
Hizo un gesto en el aire entre nosotros. —¿Por qué más piensas? Ya estoy de
vuelta y estamos tratando de arreglar las cosas. No quiero tenerte fuera de mi vida,
no importa lo que pase en el futuro. Y est{ el asunto con mi madre… simplemente
tengo demasiadas cosas aquí que resolver antes de volver a Nueva York para
siempre. Tengo que irme un par de días, eso es todo.
Quería creerle, dejar en paz el tema y simplemente disfrutar de esta mañana
con él, pero no podía. No cuando había un riesgo de que cancelara su regreso una
vez que estuviera allí. Su vida en Nueva York era muy diferente de la que tenía
aquí. Estamos en diferentes velocidades, diferentes fases en nuestras vidas y solo
ahora me daba cuenta de lo que significaba realmente. Yo tenía dieciocho años y en
su mayor parte me hallaba muy perdida, sin tener ni idea de qué hacer conmigo
misma. Él era un autor exitoso listo para embarcarse en otra aventura que estaba
lejos de mi alcance. Maldita sea, yo vivía en un pequeño apartamento y comía
comida barata solo para poder pagar mis cuentas cuando él tenía más dinero del
que yo podría llegar a tener.
—Da igual.
—¿Qué se supone que significa eso? —Se agachó y agarró sus bóxers,
poniéndoselos rápidamente antes de acercarse a mí, obligándome a inclinar mi
cabeza para mantener el contacto visual. Sin mis tacones yo era bastante baja en
comparación a él.
—Significa que da igual.
Sus fosas nasales se dilataron y el aro de sus labios desapareció en su boca
219

unos segundos. —Vuelvo en un par de días porque quiero estar contigo. No me


voy porque quiero dejarte el día después de que tuve sexo contigo, pero tengo que
Página

hacerlo.
¿Entonces por qué no me pedía que fuera con él? Incluso aunque no podía
permitirme no trabajar durante dos días completos, quería que me pidiera que lo
acompañara. Quería la ilusión de que tenía una elección. —¿Qué quieres que diga?
—Que lo entiendes y no estás molesta. —Ahuecó mi mejilla izquierda. Su
mano temblaba ligeramente y cerré mis ojos—. Quiero que me abras la puerta
cuando vuelva. Quiero que me beses cuando abras tu puerta. Y quiero que me
envíes mensajes y respondas mis llamadas mientras estoy fuera.
Me besó en la frente, luego la punta de mi nariz y finalmente mis labios. No
profundizó el beso. En cambio, me dejó tomar la iniciativa y no podía no
profundizarlo. Me dolía el corazón en el pecho. Envolví mis brazos alrededor de su
estrecha cintura y deslicé mi lengua en su boca, saboreándolo de nuevo. Pronto,
rompí el beso y sonreí con amargura.
—¿Cuándo te vas?
Suspiró y jugó con las mangas de mi bata de baño, tirándola hasta que uno
de mis hombros quedó descubierto. Se inclinó hacia mí y me besó, pasando sus
labios y lengua sobre mi piel expuesta, y piel de gallina se extendió por todo mi
cuerpo. Nunca dejaba de sorprenderme cómo respondía a su toque.
—Lo antes posible. Tengo que estar listo en mi habitación de hotel, pagar
por ello y luego voy a conducir directamente a Nueva York. Tengo una reunión
esta tarde con mi agente para ver todo. No quiero parecer un idiota delante de
estas personas que eligieron mi libro.
Asentí y dejé que la piedra aplastara mi estómago. El desayuno que había
anhelado cuando abrí mis ojos ya desapareció. Solo deseaba volver a dormir y
esperar el mayor tiempo posible antes de que tuviera que prepararme para mi
turno de mediodía en el bar. Sin embargo, la vida no estaba esperando.
—Deberías irte, entonces. Tengo que arreglarme para el día. Y me gustaría ir
a ver a tu madre después de mi turno.
Frunció el ceño y me dejó alejarme. —¿Estamos bien?
Asentí y forcé una sonrisa en mi cara entumecida. No era doloroso sonreír
en sí, sino que no era genuina y lo sentía en cada fibra de mi cuerpo. Odiaba
mentir, esconder cosas. No era mi estilo, pero era como cualquier otra chica o
mujer cuando se trataba de la persona que tenía tu corazón. No quería ahuyentarlo
con mis pensamientos, miedos y resentimientos. Después de todo, era una gran
220

oportunidad para él y no tenía derecho a arruinarlo al actuar como una colegiala


con problemas de confianza, incluso si estos temas eran muy reales.
Página

Agarró mi mano y besó mis nudillos antes de darse la vuelta y vestirse, listo
para salir. Lo llevé a la puerta en silencio y dejé que besara mis labios, pero no le
permití profundizarlo. En cambio, lo abracé con todas mis fuerzas y lo vi conducir
en su coche, alejándose del estacionamiento y regresando a su vida.
Cerré mi puerta y fui directamente a tomar una ducha y solo cuando el agua
caliente golpeó mi adolorido y tenso cuerpo, dejé caer las lágrimas, mezclándose
con el agua como para no verlas caer aunque las sentía derramarse libremente de
mis párpados cerrados. Y sucedió algo que nunca pensé posible.
Me arrepentí de dormir con Nolan.
221
Página
Nolan
Tan pronto como estuve en mi coche después de pagar el hotel por mi
estancia y me preparé para salir, marqué a Paul, mi agente. Él no podía haber
escogido un peor momento. Justo el día siguiente de que Brooklyn y yo nos
acostáramos tenía que volver a Nueva York.
—¿Nolan? ¿Estás en camino? —me preguntó Paul con su voz habitual de
negocios. Dudaba que el hombre supiera cómo divertirse y relajarse. Pero a pesar
de que era serio hasta la medula y me molestaba a veces, también era muy bueno
en su trabajo.
—Sí, estoy a punto de salir de Riverdale. Debería estar allí esta noche. —
Miré brevemente la señal de tráfico, la cual señalaba los límites extremos de la
pequeña ciudad. Conducir tanta distancia era más difícil de lo que esperaba y trajo
de regreso el recuerdo de la última vez que tomé ese mismo camino, dándole la
espalda a mi ciudad natal y a Brooklyn. Pero no era lo mismo en esta ocasión,
volvería pronto.
—¿Qué fue lo que apagó tu entusiasmo? Te encuentras en la cima de tu
juego y estás a punto de firmar para hacer una gran adaptación de película para tu
libro. ¿Por qué no estás emocionado?
Suspiré y relajé mi agarre en el volante. Me pasé una mano por mi mejilla y
me encogí cuando la barba raspó mi palma. Ni siquiera me tomé el tiempo para
afeitarme con mi prisa. Y no me tomé el tiempo para tranquilizar a Brooklyn. Me
sentía horrible por dejarla tan pronto después de nuestra noche juntos, así que solo
podía adivinar cómo se debía sentir ella ahora.
222

—Sabes que lo estoy... —Me quejé y sacudí la cabeza—. Es solo el momento.


—Hmm... —Tarareó en el teléfono—. Tu editor me dijo acerca de tu madre.
Página

Pero no es como si te fueras por más de unos pocos días.


—La mujer se está muriendo, así que sí, los pocos días importan, Paul —
solté, desatando un poco la tensión que llevaba. A pesar de que mi madre era
todavía un problema y me hallaba perdido en lo que respectaba a ella, lo que me
molestaba en este momento no era la mujer que me dio la vida. Era la que me hizo
recordar lo que era sentirse vivo.
—Eh... sí, por supuesto. Lo siento, Nolan. —Suspiró en el teléfono con lo que
supuse era cansancio—. Este es un gran contrato, eso es todo lo que estoy diciendo.
—Lo sé, lo sé. —Eché un vistazo a la pantalla de mi teléfono, pero no había
un nuevo texto. Era una estupidez, acababa de dejarla, pero me hubiera gustado
ver un mensaje suyo. Necesitaba saber lo mucho que no quería que me vaya, lo
mucho que iba a extrañarme. Ya pensaba como una mujer ahora—. No puedo
agradecerte lo suficiente por conseguirme este contrato, Paul, pero sucede mucho
en estos momentos y unos días más hubiera sido genial.
—Si pudiera darte esos días, lo haría, pero están esperando para ir a Los
Ángeles pronto y empezar a escoger los actores para tu película. Una vez que den
luz verde, es un negocio rápido.
—Sí, bueno, no puedo quedarme mucho tiempo. Te lo estoy diciendo ahora,
tengo que volver a Riverdale en dos días, tres máximo.
—Nolan…
—Te lo digo, Paul. Yo no hago demandas a menudo, así que escucha lo que
estoy diciendo. Vuelvo a Riverdale en dos o tres días. Ni un día más tarde.
¿Entiendes?
Paul se quedó en silencio durante largos segundos hasta que aceptó de mala
gana. Ni siquiera contuve la respiración; él sabía que no podía decir nada más. Se
le pagaba un porcentaje por lo que hacía, y no al revés.
Colgué y encendí la radio. No me iría por mucho tiempo y luego... luego
Brooklyn y yo volveríamos a lo que teníamos. No me quedaría lejos y arriesgaría lo
que teníamos, porque perderla no era una opción. Necesitaba recordárselo y eso no
era algo que podía hacer por teléfono.
223
Página
Brooklyn
—¿Es que ya no dices hola?
Miré hacia arriba y vi a Mike en una mesa, solo y bebiendo una cerveza de
barril mientras comía una hamburguesa con queso y papas fritas. Como de
costumbre, él usaba ropa casual pero aun así con clase para el trabajo y su pelo era
todavía un caos de rizos castaños que le daban un encanto juvenil; lo cual fue lo
primero me atrajo hace casi ocho meses. Sonreí y miré alrededor para asegurarme
de que nadie necesitara algo antes de sentarme frente a él.
—Lo siento. Supongo que es uno de esos días en que tengo mi cabeza en mi
culo. —Enderecé mi cola de caballo y sacudí algunas migajas de la mesa.
Agarró un par de papas fritas y las dejó caer en su boca, sus ojos marrones
en mí. Es curioso lo diferente que lo encontraba ahora que no estábamos juntos.
Parecía más maduro, más hombre, incluso ahora no trataba de tener algún tipo de
raro juego de seducción. Como si eso fuera lo que yo esperaba de él. Por supuesto,
todavía era un jugador que disfrutaba de mirar los bienes de las mujeres y que no
le gustaba el trabajo con su padre. Pero aun así, él no era el idiota que lo consideré
solo porque así se me era más fácil de tratar. Lo había subestimado y me sentía
culpable por ello.
—¿Problemas en el paraíso ya? —preguntó, pero la sonrisa que trataba de
ocultar hizo aparición y reí, divertida a pesar de mí misma. El idiota se alegraba de
que no todo fuera flores y arco iris entre Nolan y yo. Mezquina venganza, pero me
divertía de cualquier manera, porque no venía de un mal lugar.
—Ya sabes, creo que no estoy hecha para una relación real.
224

Se encogió de hombros y tomó un sorbo de su cerveza. Su labio superior se


hallaba húmedo por el líquido y lo lamió. Aparté la vista, de alguna manera no
Página

estando segura si debía mirarlo y sentir un poco de atracción aunque fuera muy
leve en comparación con lo que sentía cuando estaba con Nolan. Pero aun así,
Mike era un hombre magnífico que sabía seducir. Incluso cuando no lo intentaba
exactamente. Después de todo, tenía que estar en su ADN, ya que se conoce
comúnmente cómo su padre disfrutaba follar con cualquier mujer, menos su
esposa.
—No creo que esa sea la cuestión. He oído que algunas personas vieron a
Gran No yéndose.
—Tenía que volver a Nueva York por unos días. Me dijo que regresaría.
Vació su vaso y cruzó los grandes brazos sobre el pecho. —No lo crees.
—La última vez que se fue, esperó seis años para poder volver.
Sacudió la cabeza y suspiró. —Era diferente. Todos sabemos lo jodido que
era para él vivir con su madre. Y ustedes dos están empezando algo, así que no
creo que quiera dejar todo eso así de sencillo. Sé que a mí no gustaría hacerlo... —
Se fue apagando.
—Nunca hablábamos de esa manera cuando estábamos juntos.
—No, nosotros follábamos. Tú no querías hablar conmigo, querías que te
entumeciera, que te hiciera olvidar todo.
Apreté los labios, sin saber qué hacer con esto. Él me pintaba de una manera
que me hizo sentir avergonzada, pero era la verdad y lo acepté. Si tan solo Mike
fuera el chico idiota que pensé que era, no me sentiría mal por hacerle daño.
—Si te hace sentir mejor, Nolan ya logró hacerme llorar. Tú nunca lo hiciste.
—No quiero verte triste ni que llores. Pero si lloraste, significa que te
preocupas por él. Tú no te preocupabas por mí.
Fruncí el ceño y agarré una de sus grandes manos; manos que uno nunca
imaginaría que le pertenecían a un tipo que nunca las utilizaba para trabajo
manual. Trabajaba detrás de un escritorio, pero tenía el cuerpo de un chico que
trabaja al aire libre. Él hizo un buen uso del único y pequeño gimnasio en nuestra
ciudad.
—Eres mi amigo, Mike. Por supuesto que me preocupo por ti, pero no
exactamente en la forma que a ti te gustaría.
Respiró hondo y se apartó. Se levantó, puso algo de dinero sobre la mesa y
225

llevó una mano a mi hombro. —No te preocupes. Nolan no puede permanecer


lejos de ti, no ahora que te tiene. Eres el tipo de mujer por el que un hombre haría
Página

lo que sea. Volverá.


Lo vi alejarse después de que se despidió del barman, y su arrogancia captó
la atención de un par de mujeres.
Reflexioné sobre lo que dijo Mike por el resto de mi turno, manteniendo una
mirada pensativa en mi rostro y no la sonrisa coqueta que solía llevar para ganar
más propinas de los clientes.
Miré el reloj encima de la barra, casi completamente oculto por las botellas
de colores y suspiré mientras me desataba mi delantal, ganándome unos silbidos
de chicos un par de años mayor que yo. Los saludé, marqué mi salida y no perdí
tiempo en subir a mi auto y alejarme. Necesitaba hablar con alguien acerca de
Nolan, e incluso si ese alguien no fuera la mejor persona que me iluminara sobre
él, no tenía nadie mejor a quien recurrir.
226
Página
Pequeña B, 12 años
Traducido por Janira
Corregido por Jadasa

—Solía querer crecer, pero ya no tanto —dije después de un tiempo, rompiendo el


silencio en el auto de Gran No. Una vez más, me recogió del colegio, algo que hacía cada vez
más. Le pregunté por qué no le gustaba que regresara a casa en bicicleta, me dijo que no
quería que estuviera sola cuando algo podría ocurrirme y no le gustaba la idea de que
pasara el rato en la escuela después del día; cuando era obvio que algunos chicos me
miraban muy de cerca. Era ridículo, porque ningún chico siquiera me pidió salir o intentó
besarme. Nadie.
Se detuvo en una luz roja y apagó la radio, girando hacia mí. Su cabello ahora un
poco más largo, pero sabía que pronto se lo cortaría. Una vez me dijo que era porque odiaba
oler el humo de los cigarros de su madre, cuando solo fumaba cigarros.
—¿Qué ocurrió?
—Nada en particular.
La luz cambió a verde. Aceleró el motor de su auto destartalado y se dirigió hacia
nuestra calle, siempre era muy cuidadoso cuando me hallaba en el auto. —Pequeña B. —Su
tono severo me hizo estremecer. Odiaba cuando usaba esa voz de hermano mayor.
—Es una mierda, eso es todo. —Me encogí de hombros y pateé mi mochila—.
Cuando creces las cosas ya no son divertidas. Tienes todas esas responsabilidades y pierdes
el contacto con la gente.
227

—Primero que nada, no uses palabras como mierda. Siento que soy quien te enseñó
todas las malas palabras. —Puse mis ojos en blanco y abrí la ventana después de soltar la
Página

cola de caballo que hice apresuradamente esta mañana—. Y segundo, ser adulto también es
genial. No porque tengas responsabilidades no puedes divertirte y tienes que olvidarte de tu
pasado. Es diferente, eso es todo.
—Díselo a nuestros padres.
Se detuvo en la acera enfrente de su casa y miró a nuestras casas, apenas una valla
separaba nuestros patios. —¿Vas a contarme qué sucedió?
Agarré mi mochila, pero no intenté salir del auto. —Se suponía que mis papás se
reunirían con mi consejero estudiantil. Llamaron para cancelar y me quedé sola con mi
consejero, quien pasó una hora haciéndome preguntas sobre mis padres y mi hermana
muerta. ¡Como si la extrañara, cuando nací después de su muerte! ¿Crees que es normal
que mis padres ni siquiera me dijeran que no vendrían y que lo descubriera mientras
esperaba sola, junto a un chico que se sabe que es un matón y quien intentó burlarse de mí
porque soy pequeña y no tengo ropa bonita o tetas? —resoplé y me bajé del auto; coloqué mi
mochila sobre mi hombro huesudo y caminé hacia mi casa vacía.
Gran No corrió y me abrazó por detrás por un minuto entero. Besó la cima de mi
cabeza y me soltó. Me di la vuelta para mirarlo, parpadeando para contener las lágrimas
listas para caer. Odiaba a mi familia.
—Un día mejorará y no importa qué, no seremos como nuestros padres. No
cometeremos los mismos errores.
—No lo sabemos. Eres el mayor, eres quien debería decirme que la vida es
imprevisible.
—Creo que para ser una niña, no tienes la suficiente inocencia y esperanza.
Necesitas a alguien que te llene con sueños y algunos conceptos ingenuos sobre la vida.
Todos necesitamos una pequeña dosis de eso.
Miré alrededor y mi mirada se posó sobre un chico, tres puertas más abajo,
comprando algo de hierba a un hombre alto y delgado, muy conocido aquí por ser un
traficante y además, un idiota. En la distancia, un par de perros ladraban fuertemente
mientras un bebé lloraba a todo pulmón y una pareja se gritaba en los escalones de su
puerta. Volví a mirar a Gran No y no tuve que expresar en voz alta mis pensamientos. Era
difícil soñar cuando eres de por aquí.
228
Página
Traducido por Mary Warner & Beluu
Corregido por SammyD

Brooklyn
—¿Cómo se siente hoy? —le pregunté a la señora Bell, con voz calma.
Escondí mis preocupaciones al verla tan pálida y débil. Solo pasaron dos días y sin
embargo podía ver cuanto más débil lucía. Era un poco extraño ver a alguien
desvanecerse no lento, sino rápidamente.
Sus labios agrietados formaron una sonrisa llena de dolor. —He estado
mejor, pero eso no es una sorpresa. Me alegra verte, Brooklyn.
Traje la silla más cerca de su cama y me senté con mi bolso en las rodillas.
Puse mis llaves en el bolso y le di mi completa atención. —Quería verte ayer, pero
perdí las horas de visita.
Sacudió la mano a modo de restarle importancia y se sentó más recta.
Frunció sus cejas y parecía que fue por el dolor. La intravenosa no debía ser tan
eficiente si presentaba tal dolor cuando se sentaba. Tosió antes de respirar
profundo.
229

—No tienes que visitarme, no es algo por lo que te debas sentir forzada,
cariño.
Página

—No me importa y para ser honesta, quiero hablar de Nolan. Sé que es


complicado entre ambos, pero necesito hablar de él con alguien y no conozco a
nadie de su vida en Nueva York.
Colocó su delgada mano sobre la mía. El contraste entre mi piel bañada por
el sol y la suya pálida era inevitable, pero lo que me llamó la atención fue la
diferencia entra la mía, que lucía con vida y grande a comparación con la suya. Sus
huesos eran tan visibles. Su piel parecía estirada sobre ellos.
—Siempre estoy dispuesta a hablar de mi hijo, aunque no pueda decir que
lo conozca del todo bien. Me he perdido tanto, y no hablo solo de los últimos seis
años. Me he perdido mucho más que eso.
Miré el monitor manteniendo un registro de sus latidos y otras cosas de las
que no sabía nada. El pitido era regular y me trajo confort.
—Se fue a Nueva York esta mañana.
—¿Se fue? —Tosió varias veces. Me puse de pie y serví agua en un vaso de
plástico. Se lo di y lo tomó en sus temblorosas manos, tomando lentos sorbos entre
ataques de tos. Era doloroso de oír.
—Solo por unos días. Tenía que regresar a firmar algunos papeles porque se
hará una película de su primer libro —dije la última parte con una sonrisa, incapaz
de no sentirme orgullosa de él.
—¿En serio? —Sacudió la cabeza y llevó una mano a su corazón con una
sonrisa cariñosa en su rostro demacrado—. ¿Cómo tuve un hijo tan exitoso? Nunca
lo impulsé en la dirección correcta.
Me senté de vuelta en la silla. —Recuerdo que él me dijo que le leía cuentos
en su niñez. Estoy muy segura que su amor por los libros y las historias vienen de
usted. Ha tenido un gran impacto en su vida y no todo es negativo.
—Y solo tienes dieciocho años. Brooklyn, suenas como una persona mayor.
Incluso suenas más mayor que mi hijo.
Sonreí y me reí entre dientes. —Es fácil cuando no es algo que me incluya.
Tan pronto como tenga que afrontar mi futuro, mi vida amorosa o hablar de la
relación con mis padres, soy completamente una chica de dieciocho años.
Sorbió algo más de agua y puso el vaso en la mesita de noche. —Siempre ha
sido más fácil hablar de la vida de otros. —Se cruzó de brazos después de ajustar
230

su bufanda que casi se caía de su cabeza—. ¿Te molesta que se haya ido?
—Tuvimos nuestra primera cita anoche así que…
Página

Asintió, pensativa. —¿Disfrutaste esta cita? —Mi única respuesta fue


sonrojarme y reír rápidamente, tosiendo un poco más—. Creo que tengo mi
respuesta.
—No puedo creer que hable de esto con su madre. —Negué con la cabeza y
sonreí tristemente.
—Oh, cariño, no te preocupes.
Asentí y me incliné más cerca a la cama, más curiosa que nunca. —¿Qué le
dijo cuándo la visitó el otro día? Debe haberle dicho algo impactante porque dio un
vuelco de ciento ochenta grados. Me refiero a que nunca pensé que me hubiera
invitado a una cita.
—Solo lo ayudé a darse cuenta lo que se perdería y como los
arrepentimientos fomentan demonios que solo se lo comerían. Y obviamente no le
importaba esa otra mujer. ¿La forma en cómo fue contigo cuando se aparecieron en
mi apartamento? Fue un milagro cuánto tiempo se resistió a ti, querida. Hay algo
raro entre ustedes, algo que la mayoría de nosotros nunca encuentra, sino que solo
soñamos sobre ello.
Mi corazón se calentó ante su descripción de Nolan y yo. Pero mis miedos
de perderlo de nuevo se hallaban justo ahí, muy cerca, causándome dolor. La
última vez que Nolan se fue, yo era una ruina y me tomó un largo tiempo
encontrar una semblanza de balance. Ahora, con lo que pasó entre nosotros, no
podía desentrañar en cual estado me sumergiría. —Espero eso. No quiero salir
herida de nuevo. Pero no sé cómo puede funcionar con él en Nueva York y yo
aquí.
—No pienses en el próximo paso. Vive el presente y disfrútalo.
Bostezó y sus pestañas empezaron a cerrarse. Apreté su mano. —La dejaré
descansar. Volveré pronto, señora Bell.
—Eres una dulzura. —Y se durmió, su boca medio abierta y la respiración
más fuerte de lo normal. La miré una última vez y salí del hospital. No me
encontraba cerca de hallar algo de paz, pero al menos se alivió mi preocupación.
231
Página
Nolan
Estacioné en el aparcamiento subterráneo de mi edificio y apagué el motor.
Cuando el silencio me envolvió, suspiré y sentí irse la tensión en mis hombros.
Agarré mi teléfono y comprobé la hora. Ya era tarde. El día pasó en una bruma de
encuentros, con mi agente besando mi culo, algún pez gordo de mi publicista y
extenuantes discusiones con respecto al contrato para la película. No tuve ni
siquiera cinco minutos para hacer pis sin un asistente capturándome y trayéndome
de vuelta a la sala de conferencias.
Encendí la alarma del carro y me dirigí al elevador, listo para llamar a
Brooklyn finalmente. Froté mi sien y me regañé. Ni siquiera le mandé un mensaje.
Permití que este torbellino me envolviera y aquí estaba…
El elevador se abrió y alcé la vista, listo para entrar, pero me detuve en seco.
¿Cuáles eran las probabilidades?
—¿Nolan? Ya regresaste. —Lena hizo un puchero con sus labios, sus ojos se
aventaron a mi izquierda. Fruncí el ceño y froté mi sien de nuevo, esta vez
sintiendo el dolor de cabeza tomando vuelo.
—Uhmm… Estoy aquí por unos días. Tengo reuniones.
Asintió y ahí fue cuando vi las cajas en sus brazos. Desde la cima podía ver
unas cosas que sabía eran suyas.
—Me detuve por aquí para tomar lo último de mis cosas… Yo… dejé la llave
en tu buzón.
—Sí, de acuerdo. —Me encogí. Odiaba esa incomodidad y ese sentimiento
232

crepitando de vuelta. No me sentía orgulloso de mí ni de como manejé la situación


con Lena y Brooklyn. Tampoco me gustaba ver a Lena tan… bueno, la palabra que
Página

venía a mi mente era extraña.


Apretó su agarre en la caja, haciendo que sus nudillos se pusieran blancos.
—¿Eso es todo? —Me miró y, entonces, quise una cosa: escapar. Pero aún me
bloqueaba el elevador. Y honestamente, me merecía cada pizca de su furia—. No
puedo creer que dejaras que una basura como esa chica arruinará todo lo que
tratamos de construir. ¿Qué harás cuando le abra las piernas a alguien más?
Apreté mis dientes y mis puños, y conté hasta cinco antes de abrir la boca.
Lena podía gritarme, insultarme, tratarme como basura, pero no tenía derecho a
decir una cosa sobre Brooklyn. Con mi sangre aún ardiendo, forcé a mi mandíbula
a relajarse. —Ella no es la única a la que debes culpar. Seguí volviendo a ella. Yo…
—Suspiré y sacudí la cabeza—. No la culpes.
—¿Cómo no puedo culparla? —Bufó—. Estaríamos viviendo juntos ahora si
no fuera por ella. Yo no habría… —Sacudió la cabeza de nuevo y caminó alrededor
de mí, sin mirar de nuevo en mi dirección—. Ya no importa.
—¿De qué hablas? —Siguió caminando—. ¿Lena?
Se detuvo y apenas me miró sobre su hombro. —Nada. No pasa nada.
La vi alejarse a su pequeño carro, rápidamente depositando su caja en la
maleta. Mi ceño se profundizó y mantuve mis ojos en su carro mientras se alejaba
del estacionamiento. Había pasado meses con Lena y la conocía muy bien. Algo no
se encontraba bien. Un mal sentimiento tomó residencia en mi estómago, pero
decidí ignorarlo. Por ahora.
Primero, necesitaba escuchar la voz de Brooklyn. La extrañé todo el día.
Rápidamente entré al elevador justo antes de que la puerta se cerrara y presioné el
botón a mi piso. Alejé cualquier pensamiento de Lena y en vez de eso conjuré los
recuerdos de la pasada noche con Brooklyn. No tomó mucho tiempo para que mi
cansancio se convirtiera en excitación. Solo ella tenía ese efecto sobre mí.
233
Página
Brooklyn
Me acurruqué en mi sofá con un gran vaso de té helado lista para una noche
solitaria de ver series de televisión. Podía haber ido a alguna fiesta cuya anfitriona
era una chica con la que fui a la escuela secundaria, pero no quería. No es como si
estuviera interesada en enredarme con algún chico al azar o si necesitara escapar
de la casa de mis padres. Tenía mi propio lugar ahora en donde podía relajarme.
Tan pronto como empezó el primer episodio de Sons of Anarchy, mi teléfono
señaló un texto recibido. Mi corazón empezó a latir salvajemente. No había tenido
noticias de Nolan desde que se fue esta mañana. Ni siquiera un mensaje de texto
para decirme que llegó bien a Nueva York. Me sentía más decepcionada que
molesta, más triste que nerviosa. Era como cualquier otra mujer esperando una
llamada en el día después, y Nolan se encontraba en camino al fracaso en esta
“prueba”. Y muy rápido.
Agarré mi teléfono y tragué algo de té helado para refrescarme. No tenía
sentido, pero retrasó el resultado un poco.
Estoy de vuelta en casa. ¿Qué haces? Quiero escuchar tu voz.
Me derretí y releí el mensaje con una sonrisa brillante. De repente, mis
hombros no se sentían tan pesados, el bulto en mi garganta despareció y mi
estómago hacía piruetas.
Llámame ahora.
Presioné enviar y ni siquiera un minuto después, mi teléfono sonó y pude
ver el nombre de Nolan en la pantalla. Como una colegiala enferma de amor solté
una risita y respiré profundo para componerme antes de llevar el teléfono a mi
234

oreja.
Página

—Eres una mandona. —Sonaba cansado, pero podía imaginarlo con una
suave sonrisa en sus labios tentadores. Maldita sea, ya extrañaba sus labios.
—No llamaste ni mandaste un mensaje en todo el día. ¿Qué esperabas? —
respondí con una falsa voz fría. Por dentro, me reía.
Lo único que se podía escuchar en el teléfono era su respiración hasta que se
aclaró la garganta. —Lo siento. Quedé atrapado en el tráfico cuando llegué así que
fui directamente a la oficina de mi agente y entonces no noté la hora. Fue un día
intenso.
—Solo bromeaba. Apuesto a que fue intenso.
—Sí…
Fruncí el ceño y le bajé el volumen al televisor. Sin embargo algo se sentía
raro en su voz. Al principio pensé que era porque se hallaba cansado, pero ya no
me sentía segura. Mis preocupaciones regresaron y apreté mi agarre en el teléfono.
—¿Algo fue mal?
Respiró profundo, y exhaló lenta y dolorosamente. —Vi a mi ex y estuvo
muy rara.
—¿Cómo que la viste?
—No te molestes, Brooklyn.
—No me molesto, Nolan. Solo trato de entender que pasó para que la vieras
cuando se supone que pasaste la tarde con tu agente. Por todo lo que sé, ella no
trabaja para tu agente, sino para tu publicista.
—Se encontraba en mi apartamento llevándose lo último de sus cosas.
—¿Y?
—¿Y qué?
Rodé mis ojos y tomé un sorbo de té helado, tratando de calmarme lo más
pronto posible antes que dejara salir mi perra interna. No era necesario hacer una
gran escena de esto. Por otra parte, nosotros ni siquiera abordamos el tema de ser
exclusivos o le pusimos etiqueta a lo que pasaba entre nosotros. Él rompió con su
ex y no la amaba, pero se preocupaba por ella y eso dejó un mal sabor en mi boca.
Odiaba pensar en cuan cercana ella había sido a él.
—¿Qué dijo que te hizo pensar que se encuentra extraña?
—Nada en realidad. Lucía triste e hizo un comentario sobre ti, pero no fue
235

más allá de eso.


Mordí el interior de mi boca, pero no podía dejarlo sin más y no reaccionar.
Página

En primer lugar no me gustaba dejar un tema y en segundo, odiaba a esa mujer. —


¿Trataste de confortarla?
—¿Insinúas algo aquí? Porque si no confías…
—¡Oh cállate, Nolan! No estuve allí, ¿esa perra me amenazó y quieres que
esté bien con eso? Han pasado medio año juntos y pensabas mudarte con ella y
pedirle matrimonio. ¿Cómo crees que me siento el día después de tener sexo
contigo?
Respiraba audiblemente, demasiado rápido. Mis ojos se aguaron, pero no
dejé caer las lágrimas. No por esto cuando era tan ridículo. Él no hizo nada malo y
sabía que no era de los que falta el respeto al punto de ir a mis espaldas para ver a
su ex o cualquier otra chica para el caso.
—Te juró que no hice nada. Le dije que no tenía sentido culparte de todo y
que si tenía todo, debería irse. Y se fue. Eso es todo.
Me calmé ante su voz suave y su tono sincero. Tal vez jugaba conmigo y no
se encontraba bien después de ver a su ex, pero quería creer que me puso antes que
ella. Necesitaba que alguien me pusiera primero por una vez.
—No debí ponerme así contigo. Odio que hayas tenido que irte tan pronto
y... —me callé.
—¿Qué? Dime o siempre vamos a estar pelando por cualquier estúpidez.
Háblame.
La suplica en su voz ahuyentó la rabia en mí. Si era honesta, no era solo la
rabia la que carcomía, era el miedo también. Me mordí el labio y dudando, le dije
la verdad.
—Quería que me pidieras que fuera contigo. Es ridículo, lo sé.
Gimió en el teléfono y se aclaró la garganta. —No lo hice porque siempre se
pone tenso cuando menciono tu trabajo o dinero por lo que pensé que sería mejor
no decir nada. Pero si puedes venir, dímelo y te arreglaré algo para mañana a
primera hora. Solo dime, Brooklyn.
Temblé ante la forma que dijo mi nombre, como en un susurro. Era como
poner bálsamo sobre una quemadura, tan relajante después del dolor. —No puedo,
pero quería oírte pedirlo. Es algo de chicas, supongo.
—Nunca dominé el dialecto de chicas. —Se rió entre dientes y dejé salir una
236

lamentable sonrisa.
La tensión en mi cuerpo me abandonó lentamente y me hundí más en el
Página

sofá. —Vamos a hablar sobre la reunión con tu agente. ¿Cómo fue?


—Genial —dijo con una nueva emoción en su voz—. Me explicó el contrato,
lo que negoció y me dio una copia del guión. ¿Puedes creerlo? Es una locura. Y si
lo quiero, puedo ir a alguna de las audiciones o ellos me enviarán el video de
muestra.
—Es como un sueño, ¿no? Es muy distinto a cuando escribiste historias
cortas en trozos de papel con un bolígrafo barato.
—Ha pasado mucho a través de los años.
Es verdad. Un montón ha pasado a través de los años. Algunas cosas
buenas, otras malas. Tuve un montón de mierda en mi camino pero fue mi culpa y
tuve que lidiar con las consecuencias mientras él se construyó una vida, haciendo
sus sueños realidad mientras los míos se perdieron en el viento. Mi entusiasmo
empezó a menguarse por lo que decidí cambiar el curso de mis pensamientos y
enfocarme en mañana y sus planes.
—Mañana te encuentras con el director ejecutivo, ¿verdad?
—Sí, y con un montón de personas que van a trabajar en la película. Vamos
a almorzar pero creo que va a tardar un rato así que no voy a poder volver hasta
pasado mañana.
—Está bien, lo entiendo. Concéntrate en tu carrera. Es más importante.
—No es más importante, Brooklyn.
Me aclaré la garganta, sintiendo mi corazón latir más rápido mientras mis
mejillas comenzaban a sonrojarse, calentando mi rostro. —Vi a tu madre hoy —
solté, sin siquiera pensar sobre cuál sería su reacción. Siempre era algo complicado
cuando se trataba de él y su madre, pero me hallaba a punto de arruinar su
entusiasmo.
—¿Cómo se encuentra? —preguntó en un tono apagado, como si ya no
supiera cómo sentirse.
—Débil. Tose un montón y sufre. Supongo que era de esperarse.
—¿Hablaron sobre mí?
—Por supuesto. Necesitaba que alguien me dijera que te preocupas por mí y
que vas a volver.
Rió y lo escuché abrir lo que pensé era una cerveza. Tomó un sorbo y cerré
mis ojos, imaginándolo en su sofá en un apartamento moderno e impecable en
237

Nueva York con la ciudad brillando afuera.


Página

—No estoy listo para renunciar a nosotros.


Dejé de respirar a la palabra “nosotros”. Nosotros. ¿Éramos un nosotros? —
¿El sexo fue tan bueno para ti? —bromeé con una risa gutural, casi escupiendo mi
té congelado encima de mí.
—No me digas que ya te cansaste. Te encontrabas lista para abalanzarte
sobre mí esta mañana —susurró bajo al teléfono; su voz aterciopelada pulsó todos
los botones correctos.
Crucé mis piernas pero eso no ayudó al dolor creciendo por él. —No sigas
con ese juego.
—¿Qué juego?
—Ese juego en el que tratas de seducirme por teléfono, pero no haces nada
al respecto —le respondí, mi voz más ronca que antes sin siquiera proponérmelo.
Mis pezones se endurecieron bajo mi camiseta.
—Si crees que no estoy listo para el sexo telefónico contigo, Brooklyn,
piénsalo de nuevo. Extraño escuchar tus gemidos y mi nombre cuando te vienes.
Mierda, estoy duro de solo pensarlo.
Me tragué un gemido y dejé mi vaso en la mesita. Me sonrojé un poco más
al pensar a dónde iba todo esto. Se sentía como territorio inexplorado, y era tan
malditamente excitante.
—Deberías ver lo que me hacen tus palabras.
—Dímelo —gimió por teléfono, su voz acariciándome y la piel de gallina
estallando por mi piel expuesta. Cerré mis ojos de nuevo para disfrutar de los
cambios en su voz, los ligeros gruñidos saliendo de su garganta mientras me
imaginaba su cuerpo con poca ropa, o mejor aún, con ropa fácil de quitar.
—Mis pezones se encuentran duros y no tengo puesto un corpiño. Amaría
que me tocaras, Nolan. —Mordí mi labio inferior. Me debatía entre reír y suspirar.
Puede ser que no fuera virgen y hubiera tenido sexo con algunos hombres dado
que perdí mi virginidad a los quince, pero nunca llegué a tener sexo telefónico. Me
sentía traviesa, y me encantaba.
—No tienes idea de lo que le haría a tus pezones hasta que me rogaras que
te tomara —respondió con un gruñido, su respiración ligeramente más ruidosa que
hacía unos minutos. La mía también se aceleró, mi piel ya caliente e hipersensible.
238

Reaccionaba tan rápido simplemente a su voz—. Imagina mis manos en tus


coquetos pechos redondos debajo de tu camiseta, imagina mis dedos provocando
tus pezones hasta que gimes mientras te beso hasta dejarte sin sentido. —Su voz se
Página

oía baja y profunda por el deseo. Su pasión se encontraba peligrosamente cerca de


consumirme, incluso a través del teléfono. La noche anterior todavía se encontraba
muy fresca, y la memoria me animó.
Puse el teléfono en altavoz torpemente, sin preguntarme qué hacíamos.
Después de todo, era una adulta viviendo sola y mi nuevo novio se hallaba al
teléfono. No era algo tan raro.
Cerré los ojos para sumergirme en nuestra pequeña burbuja y dejé a mis
manos viajar a mis senos pesados y adoloridos esperando por cualquier tipo de
estímulo. Comencé lentamente, subiendo mi camiseta, mis dedos deslizándose
sobre mi piel suave hasta que alcancé mis pechos redondos. Reí silenciosamente
por mi descaro y ahuequé ambos senos, mis dedos provocando a mis pezones
duros, tirando de ellos hasta que el dolor ligero desató olas de deseo ardiente en mi
vientre, empapando mis bragas. Mi respiración se atascó audiblemente en mi
garganta, y la de Nolan se volvió más errática.
—Dime que te estás tocando.
Tragué y me aclaré la garganta, sin parar ni una vez, ni abriendo mis ojos.
No quería enfrentarme al vacío de mi apartamento y romper el encanto de esta
fantasía. Era demasiado bueno para parar. —Estoy tocándome, y se siente
malditamente bien.
—Me matas —dijo, en parte bromeando y en parte serio.
—Entonces quítate el pantalón y la camiseta, Nolan. Imagíname lamiendo
tus abdominales, besando tus pectorales y mordiendo tu cuello mientras tocas mis
pechos —respondí suavemente entre jadeos mientras ansiaba liberar algo de la
tensión acumulada que este experimento creó en mí. Únicamente quería empujar
uno o dos dedos dentro de mí mientras lo escuchaba contener sus gemidos. Dios,
podía imaginármelo.
—Mierda —murmuró antes de que lo escuchara quitarse la ropa. El ruido
del cierre fue como música para mis oídos. Esta vez gemí, incapaz de contenerme
por más tiempo, y tampoco queriendo hacerlo—. Comienza a deslizar una de tus
manos hacia abajo por tu cuerpo, Brooklyn. Quiero que toques tu clítoris
lentamente, bebé. Muy lento, solo suficiente para que te sientas caliente para más,
para rogar por más. Quiero que me ruegues. —Su voz se volvió más urgente, más
ronca, y me estremecí.
Seguí sus instrucciones, y tan pronto como la yema de mi dedo tocó mi
239

clítoris sensible, gemí su nombre, sin aliento. —Envuelve tu mano alrededor de tu


polla, Nolan. Comienza lento, pero provoca la punta con tu pulgar. —Sabía que
Página

seguía mis órdenes, pero no hacía ningún sonido. De hecho, no podía oírlo
respirar—. Déjame oír cuán bien se siente.
Gimió y finalmente pude oír su respiración dura y entrecortada. Comencé a
presionar más fuerte en mi clítoris pero necesitaba más. Mi sangre vibraba en mis
venas, en mis sienes. Mi corazón latía rápido, pero me encontraba privada, y era
malditamente bueno.
—Nolan… —prolongué su nombre mientras me tensaba. Mis muslos
comenzaron a apretarse alrededor de mis muñecas por voluntad propia. Mi cuerpo
me traicionaba descaradamente.
—¿Qu… qué quieres? —tartamudeó entre jadeos que era incapaz de
esconder por más tiempo, y que me condenaran si eso no lo hacía mucho más
fascinante—. Dime qué quieres que te haga.
—Más. Quiero más.
—Ruega, bebé —respondió con el deseo oscuro que vi acechando la noche
anterior. En mi cabeza podía ver sus ojos oscureciéndose, mirándome con el
pecado escrito por todo su rostro. Incluso podía sentir la fuerza de su cuerpo, el
calor de sus grandes manos en el mío.
—Por favor, Nolan —susurré suspirando. En mi vida, por muy corta que
fuera, jamás rogué por sexo, nunca lo necesité, y me lo estuve perdiendo. Mi
cuerpo entero se tensó mientras le dejaba tomar el control.
Gimió y lo oí acelerar sus movimientos a través del teléfono, y ni siquiera
traté de liderar el juego o pelear por algo de control. —Eso es. Comienza con un
dedo en tu coño y luego, cuando comiences a mover tu dedo más fuerte, añade
otro. Y quiero oír mi nombre saliendo de tus labios, Brooklyn. Imagina que es mi
polla dentro de ti, empujando largo y duro. Una. Y. Otra. Vez.
Jadeé mientras empujaba un dedo y me dejaba llevar. Nuestros gemidos se
volvieron más ardientes, más precipitados. No sabía si era su nombre lo que salía
de mí o sonidos inarticulados. Lo mejor no era la forma en que mis dedos se
sentían dentro de mí, listos para aliviar algo del deseo por él, sino su voz
rogándome que no parara, alentándome a gemir más alto, a ir más rápido hasta
que ambos explotamos. Mi espalda se arqueó contra el sofá y mis piernas se
enderezaron mientras cabalgaba mi orgasmo, mis párpados cerrados firmemente y
mi boca abierta en un último gemido que me desgarró. Un segundo más tarde,
Nolan me siguió y ambos nos quedamos en silencio, respirando rápido al teléfono
pero sin decir ni una palabra.
240

Todo en mí se hallaba difuso, incluso mi visión era borrosa y no estaba


segura de que en verdad hubiera sucedido. Pasé de enojada, a asustada, a
Página

totalmente necesitada de Nolan en el transcurso de un día. Y ahora me hallaba


medio desnuda en mi sofá con mi mano todavía en mis bragas y mi cuerpo
agotado y cubierto por una capa de sudor.
—¿Brooklyn? —me llamó, con su voz dudosa y mucho más profunda de lo
usual.
Parpadeé y acomodé mi ropa. —¿Sí?
—Eh… ¿Te encuentras bien?
—Fue bueno, ¿no es así? Es decir, nunca hice algo como eso —balbuceé y
apreté mis labios, sintiéndome estúpida por hablar sin pensar y dejar salir mis
dudas. No tenía experiencia, y no sabía qué pensar porque allí se hacía obvio que
él tenía más años en el juego.
Rió y el profundo sonido viniendo desde el otro lado del teléfono me hizo
sonreír. Si tan solo pudiera acurrucarme con él en este momento. Extrañaba sus
brazos alrededor de mí. La noche anterior me mantuvo cerca de él, conectados de
alguna u otra manera, aunque fuera una mano sobre mí.
—Fue fantástico, y es incluso mejor ahora que sé que nunca lo has hecho con
nadie más. Es todo mío.
—Eres un tipo posesivo. Nunca conocí este lado de ti. —Me senté en el sofá
y bebí el resto del té congelado que ahora se encontraba más caliente que frío.
—Yo tampoco. —Se aclaró la garganta y tomó un sorbo de algo, tal vez la
cerveza que dejó cuando comenzamos a entrar en territorio travieso—. No es una
sorpresa que sea diferente contigo. Eres mi excepción, la única persona a la que
jamás podría olvidar, la única a la que no puedo resistirme, que es capaz de ver
todo de mí y todavía quedarse a mi lado, queriéndome incluso más.
—Nolan…
—No digas nada, Brooklyn. Digamos buenas noches ahora, mientras aún
estamos bajo el resplandor del sexo. Te llamaré mañana por la mañana.
—Buenas noches, entonces.
—Buenas noches —susurró y cortó.
Dejé mi celular en la mesa de café, insegura de qué pensar sobre sus
palabras. ¿Cómo no ser optimista? ¿Cómo no desear más que tan solo buen sexo y
química indiscutible con el pasado entre nosotros? ¿Cómo no ir a la cama sin soñar
241

con la maldita imagen perfecta del amor agrandándose a una familia propia algún
día, con niños que lucirían como una mezcla de los dos? ¿Cómo?
Página

Para la chica que había pasado la mayor parte de su vida deseando esto, era
imposible no imaginárselo. No podía, y bajo la cobija de la noche me permití soñar,
dejé que mi corazón se inflara con las posibilidades y dejé que mi mente vagara.
Solo por esta noche.
Nolan
Hice una bola con mi camiseta y sequé mi estómago, demasiado perezoso
para levantarme y tomar una ducha. No le dije a Brooklyn, y quizá debería haberlo
hecho porque sabía que todavía dudaba de mí y de nuestra relación, pero el sexo
telefónico fue una primera vez para mí también.
Sonreí y tomé otro sorbo de mi cerveza, feliz y relajado. Estaría todavía más
feliz con Brooklyn aquí, en mis brazos, pero sabía que la vería en un par de días.
Todo lo que quería era terminar aquí y volver a Riverdale, volver a ella. Es algo
loco cómo la mujer correcta puede hacerte ver las cosas de manera diferente,
restablecer tus prioridades.
Mis ojos aterrizaron en el guión de la película en la mesa de café y reí. Hace
un año, quizás un poco menos, ya habría estado leyéndolo, probablemente
llamaría a Trey, mi editor y amigo, para tomar unas cervezas y festejar, pero ahora
era distinto.
Tragué lo último de mi cerveza y me paré, la camiseta sucia en mi mano, y
caminé a mi habitación y al baño privado. Brooklyn cambió todo en mi vida.
Cambió todo de mí. Era mi línea de vida, y era algo alarmante.
Tenía veinticuatro años y estaba asustado de lo que ella me hacía, a mi
corazón… a mi vida entera. Pero lo valía.
242
Página
Pequeña B, 12 años
Traducido por Alessandra Wilde
Corregido por Jadasa

—¿Podemos cancelar nuestra noche de películas? —le pregunté a Gran No, dándole
mis ojos de cachorro cuando comenzó a fruncir el ceño.
Era raro querer cancelar un tiempo a solas con él, ahora que siempre enloquecía al
pensar en que pronto se iría a la universidad, pero tenía que tratar de poner un poco de
distancia entre nosotros. Era mi mejor amigo, la persona que admiraba, pero también podría
estar por mi cuenta. Era el momento adecuado para experimentar, y una parte de mí quería
ser la chica que no lo buscaba.
—¿Por qué? ¿Tienes algo mejor que hacer? —me preguntó con una sonrisa falsa.
Sus palabras eran más mordaces de lo que me encontraba acostumbrada cuando se dirigía a
mí.
—¿Es eso tan imposible? —respondí irritada. Crucé mis pequeños brazos sobre mi
pecho plano y levanté mi mentón—. También tengo amigos.
—Sí, y son mocosos de doce años. ¿Cómo es que tienes algo que hacer un viernes
por la noche?
Rodé los ojos y me senté a su lado en mi cama. —Es solo que una chica está teniendo
una fiesta por su cumpleaños. Me invitaron y quiero ir.
—¿Sus padres estarán allí?
—Sabes que odio cuando actúas como mi hermano.
243

—Alguien tiene que cuidarte, Pequeña B. Contéstame ahora.


Página

—Sí, sus padres estarán allí. Invitó solo a las niñas y se supone que dormiremos ahí.
—¿Y es el viernes? —Asentí y lo vi suspirar. Sus hombros se hundieron y pasó una
mano por su frente—. ¿Necesitas que te lleve hasta allí?
—Mi padre lo hará. Supongo que es parte de todo lo de vernos como una familia
normal. Es todo una tapadera, pero no me quejo.
—Ya veo, no me necesitas. ¿Intentas enviarme un mensaje?
—¿Qué quieres decir? —Meneé la cabeza, pero no fui muy convincente. Sentí que
me ruborizaba bajo su escrutinio.
—No sé qué estás haciendo, Pequeña B; pero si quieres ir, entonces tendremos
nuestra noche de cine al día siguiente de tu gran fiesta. —Se levantó, besó la cima de mi
cabeza y trepó a través de mi ventana.

Dos horas después de que mi padre me dejara en la fiesta, llamé al celular de Gran
No desde el teléfono fijo de los padres de Lucy. No quería quedarme aquí. Respondió
después del tercer timbre e inmediatamente se preocupó al oír mi voz temblorosa. Ni
siquiera dudó en recogerme, y en menos de veinte minutos me encontraba en el auto de
Gran No dirigiéndonos de vuelta a casa.
—¿Qué sucede?
Me encogí de hombros y me di la vuelta alejándome para ocultar una lágrima que
caía. —Cometí un error. No debí haber ido.
—Esa es una maldita excusa, Pequeña B. Explícate ahora.
Se detuvo frente a su casa y se dio la vuelta hacia mí. Suspiré y lo imité. —Prefiero
nuestra noche de cine, pero pensé que debería intentar algo más.
Acunó mi mejilla y sonrió; la tensión se aflojó. Su mano era cuidosa sobre mí y muy
amable, pero causó que mi estómago hiciera esa cosa extraña cosa que siempre hacía cada
vez que Gran No se encontraba cerca de mí.
—Odié cuando decidiste cancelar nuestra noche de películas y aún más cuando no
me dijiste que te llevara hasta allá. Me sentía inútil y que no formaba parte de tu vida. —
Alejó su mano de mi rostro—. Sentí celos de tu padre.
—¿Qué?
Sacudió la cabeza, una sonrisa brillante tirando de sus labios. —Lo sé, malditamente
loco. Estamos tan jodidos y somos tan co-dependientes.
244

No me hallaba segura de a qué se refería con co-dependientes, pero seguro que no


actuábamos normalmente. Por suerte, no buscaba la normalidad. Buscaba algo único y
Página

Gran No era único para mí.


Traducido por Miry GPE & Vane hearts
Corregido por Ana Avila

Nolan
—No puedo creer que en cuestión de días hayas despachado a Lena y
empezado con otra mujer. ¿Estás explorando tu vena salvaje?
—Trey.
Soltó su risa estruendosa, con la cabeza echada atrás. Me encontré mirando
fijo su mohawk falso, ahora teñido de púrpura. El hombre era una excentricidad,
una adición extraña a la editorial. Se encontraba a finales de sus veintes, tenía más
tatuajes y piercings que nadie que hubiera conocido y le gustaban los libros.
Cualquiera y todo tipo de libros. Una vez, me dijo que le gustaba leer novelas
románticas de vez en cuando.
—¿Qué? —preguntó una vez que se calmó.
—Es diferente. Ya te conté sobre ella.
Su sonrisa se desvaneció y asintió, evaluándome estrechamente con sus ojos
azules. —Sé que siempre ha estado en tu mente, pero no me di cuenta de que era
245

tan serio.
Página

Me encogí de hombros y me pasé una mano por el rastrojo en mis mejillas.


Trey y yo nos volvimos muy buenos amigos con los años, pero nunca hablábamos
sobre mierda significativa. Nunca le pregunté por qué no sentaba cabeza o por qué
nunca lo veía con una mujer, y a su vez, nunca me preguntó respecto a mi vida
amorosa. Siempre fue consciente de mis conquistas, esperando a que hablara de mi
pasado, mi madre y Brooklyn, entonces Pequeña B para mí.
—Ni siquiera puedo comenzar a explicar cómo es cuando estoy a su lado.
Sus cejas se curvaron, moviendo el aro de plata en su ceja derecha. —¿Sabes
lo que harás? Quiero decir, puedes escribir en cualquier lugar.
—No volveré a Riverdale para siempre. Hay demasiados recuerdos. No
puedo... ugh.
—Te escucho. —Suspiró y tocó el lado de su cabeza, casi totalmente
afeitada—. Pero, ¿qué pasa con ella?
—No la abandonaré. No otra vez. Simplemente no puedo, hombre.
—Escucha, no la conozco y no sé mucho sobre tu vida ahí, pero ten cuidado.
Si esta chica te importa, si ha estado enamorada de ti por tanto tiempo, podrías
romperla. No lo arruines.
Fruncí el ceño y me levanté, listo para conducir de regreso a Riverdale, de
regreso a Brooklyn. Estos últimos días fueron locos y buenos, no obstante no se
hallaba ahí, conmigo. Sentí su falta cada maldito segundo de cada día. Me rasqué
el pecho, justo sobre mi tenso corazón en el tórax.
—Es la persona más importante en mi vida, Trey. Siempre lo ha sido.
Pero no dije que no le haría daño porque no podía saberlo. No sabía lo que
deparaba nuestro futuro y todo podía salir mal. Así era la vida.
Se puso de pie y asintió hacia mí, con una sonrisa estirando sus labios. —
Nunca te visto tan... no sé, feliz y relajado. El sexo debe ser bueno, ¿eh?
Lo golpeé en el hombro y me giré antes de que pudiera ver la sonrisa en mi
rostro. El calor invadió mi cara y sabía que me sonrojé. Era una locura, pero
Brooklyn seguía haciéndome ruborizar como un virgen.
—Está bien, lo entiendo. —Rió de nuevo, y golpeó mi hombro de forma
juguetona antes de salir ondeando su mano como despedida por encima del
hombro—. Llámame cuando regreses y me envías esas últimas cincuenta páginas
la próxima semana.
—Sí, sí —dije en voz baja, tomé mi maleta y llaves, listo para salir y volver a
246

mi mujer. No podía esperar para sentir su boca en la mía, para saborearla.


Necesitaba mi dosis de Brooklyn.
Página

No sabía qué o cómo haríamos que nuestra relación funcionara, pero no la


dejaría ir. La tenía y no podía estar sin ella. Era mi motivación, mi sueño. En
realidad, empezaba a comprender que era mi todo. De repente, mientras subía al
auto para regresar a Riverdale, no parecía tan temible. Era emocionante.
Brooklyn
Estaba inquieta, caminando alrededor de mi apartamento, escuchando con
atención todos y cada uno de los sonidos que provenían de estacionamiento. Me
comportaba como una verdadera chica, desesperada por ver a su novio después de
tres días de separación. Debía encontrarme bastante patética, pero en este punto
me hallaba demasiado lejos como para que me importara. Quería ver a Nolan de
nuevo, y estaría aquí en cualquier momento.
Luego, el sonido de un auto aparcando, seguido de una puerta cerrándose,
rompió el relativo silencio. Me animé y caminé, o más exactamente corrí, a la
ventana y miré hacia afuera. Ahí estaba. Alto, ardiente y perfecto con sus elegantes
pantalones colgando bajo en su estrecha cintura, su camiseta negra de marca
francesa abrazando sus magros músculos, pero siempre presentes, y tenía gafas de
aviador puestas. Incluso su desordenado cabello era atractivo, y sabía a ciencia
cierta que nunca planeó eso.
Quería correr por las escaleras y saltar a sus brazos para moldearme en su
contra, pero me resistí. No debía mostrar qué tanto me encontraba interesada en él.
Sería aterrador para cualquiera. Nuestra relación aún era algo frágil y el menor
viento podría hacer que se desmoronara. Yo era una tempestad en mis mejores
días, por lo que no era fácil ser solo una suave brisa que no lo molestara o asustara.
Salté a mi sofá tan pronto como lo vi en mi piso, caminando arrogantemente
hacia mi puerta. Mi ritmo cardíaco era rápido, mostrando lo emocionada que me
sentía. Muy pronto, los golpes en mi puerta me hicieron sonreír. Me puse de pie
lentamente, para no ir a la puerta demasiado rápido, y la abrí, sin ser capaz de
quitar mi sonrisa.
247

—Hola —dijo con una sonrisa pícara. El ligero rubor en sus mejillas
Página

afeitadas me resultaba muy adorable. Metió una mano en el bolsillo y se balanceó


sobre sus talones.
—Hola —contesté en voz baja, apenas un susurro. Aún estaba en la puerta,
paralizada.
Nos mirábamos el uno al otro, sonriendo aún sin tocarnos. Después de todo,
era extraño el sentir ese tipo de timidez entre ambos. Nunca fui tímida, y ese era
un sentimiento extraño e inquietante. Después de un par de segundos de mirarnos
el uno al otro con una sonrisa tonta en nuestros labios, le dejé entrar.
Se rió y me tomó por la cintura, jalándome hacia él. Envolví mis brazos
alrededor de su cuello y aspiré hondo. Por primera vez en los últimos tres días me
sentí como que podía tomar una verdadera respiración profunda, llenando mis
pulmones de aire real, del tipo que te hacía sentir lista para flotar.
—Sonaré muy cursi, pero te extrañé. —Me apretó más en su contra y me
estremeció toda, y esta vez, no tenía nada que ver con la lujuria. Me sentía
simplemente feliz. Era así de simple. La felicidad era una nueva emoción para mí.
Muchas veces pensé que tenía algunos pequeños indicios de felicidad aquí y allá
en mi vida, pero en este momento me sentí diferente. Placer residía muy dentro de
mí, brotando de mis venas y buscando cada una de las células de mi cuerpo, sin
olvidar ninguna.
—Eres un blandengue —contesté con una risa, pero lo abracé con más
fuerza. No estaba dispuesta a dejarlo ir por el momento.
—Eres adictiva. —Me besó en la sien y se apartó para mirar mi rostro, su
sonrisa aún ahí, su aro en el labio, orgulloso, y su mirada muy alerta y brillante,
yendo de la mía a mi boca entreabierta—. ¿Qué hay contigo? —preguntó en un
susurro, maravillosamente claro para que lo notara.
—Tiene más que ver con tu necesidad de cuidar de alguien. Siempre has
querido cuidar de mí.
Frunció el ceño y tomó mi mejilla en una de sus manos mientras mantuvo la
otra firmemente envuelta alrededor de mi cintura. —Si eso fuera lo único en mi
mente, nunca hubiera dormido contigo, Brooklyn. Si realmente quisiera cuidar de
ti, ¿protegerte? Nunca habría estado tan cerca de ti como en este momento.
Con su brazo a mi alrededor y sus manos sobre mí, me hallaba distraída. Él
me abrumaba, agobiando mis sentidos y haciendo difícil mantener el enfoque en
sus palabras, en las cosas que implicaba sin decirlas.
248

—No juegues la tarjeta de chico herido conmigo, Nolan. Conozco tu pasado


y tú conoces el mío. Entonces, ¿qué es?
Página

Se inclinó más a mí, con sus labios justo frente a los míos, frotándolos tan
suavemente que me sentí mal tan solo con imaginar si era real o si era mi cerebro
jugándome una mala pasada. Pero cuando dejó recorrer su aro a través de mi
regordete labio inferior, supe que me tomaba el pelo, jugando con mi frustración.
—Es tan raro no encontrar a alguien roto. No es excusa, y seguro que no
seré el que te diga que soy peligroso para ti.
—Entonces, ¿qué? —pregunté, procurando aplicar un poco más de presión
en su boca y lamer mis labios en buena medida.
Sus ojos se oscurecieron cuando su cuerpo se puso rígido. El deseo se
encendió entre nosotros, haciendo que el aire zumbara y mi cuerpo se enroscara,
listo para abalanzarse sobre él si decidía no hacer el primer movimiento. No me
preocupé por sus palabras, sobre esta charla. No buscaba ninguna explicación de
por qué no debíamos estar juntos. Era muy consciente de la mayoría de ellos y, sin
embargo, no podía controlar lo que quería, a quien necesitaba. Nunca estuvo en mi
poder no ser atraída y fascinada por este hombre.
—Cuando me miras, realmente me ves, directamente en mi alma. —Me besó
rápidamente, sin profundizar—. Cuando me tocas, me dejas ver lo mucho que me
quieres y es tan… jodidamente ardiente. No juegas, no ocultas, eres solo tú y
mucho más de lo que nunca esperé encontrar en alguien.
No podía parpadear, incluso si quisiera. Afiancé mi agarre, sosteniendo su
camiseta en mis puños. —¿Tratas de decirme algo? —Mi corazón subió a mi
garganta, me sobrecalentaba y no tenía nada que ver con el calor del verano.
—Solo que te extrañé, más de lo que debería después de tres días alejados.
Cuando pienso que deseo a la chica que solía ver como una hermana pequeña, no
puedo dejar de inquietarme en ocasiones —dijo con una carcajada, alejándose y
poniendo un poco de distancia entre nosotros, mientras la luz de deseo que ardía
en sus ojos murió.
Forcé una sonrisa, pero no quería sonreír. Un dolor en mi pecho me provocó
una mueca de sufrimiento, pero lo oculté. Por supuesto que lo escondí. Nunca me
importó mostrar debilidad ante nadie, haciendo parecer todo como lujuria banal.
No era solo excitación. Tal vez no estaba enamorado de mí y nunca lo estaría, pero
al menos yo sabía que era más que simple lujuria. También me sentía harta de su
necesidad de hablar de cómo solía verme, como inalcanzable. Todo. El. Jodido.
Tiempo. ¿Por qué? ¿Por qué necesitaba protegerse a sí mismo de esa manera?
—Tonto, ¿no? —repliqué en respuesta, incapaz de mantenerlo bajo llave. Mi
249

malicia se hallaba a punto de hacer acto de presencia y podría volverse realmente


feo rápidamente.
Página

—Tratas de comenzar una pelea y no caeré. —Rompió todo contacto


conmigo, dando dos pasos lejos de mí y como si quisiera enviar un mensaje, más
cerca de la puerta.
Lo miré entrecerrando los ojos, pero obligándome a no empeorar las cosas.
Pelear sobre sus sentimientos hacia mí era inútil. —Olvídalo, Nolan. —Suspiré y
fui a sentarme al sofá, drenada. Después de mi emoción y nerviosismo al verlo, el
deseo y la felicidad que despertó en mí, esa ira y dolor eran demasiado.
El sofá se hundió a mi lado y levanté la vista, encontrando su intensa
mirada. Mordía su piercing, recorriendo sus dientes unos segundos. —No quiero
herirte.
—Lo sé.
—Pero lo hice. —Alejó unos cuantos mechones de mi rostro. Luego, cuando
mi cuello quedó ante él, su respiración acarició mi piel—. Lo siento.
Me encogí de hombros y bajé la mirada para observar el pequeño espacio
entre nosotros. ¿Por qué no podíamos ir más allá de todo y simplemente disfrutar
de nuestro tiempo juntos mientras pudiéramos? Era evidente que esta historia
tendría un final, y no sería un feliz para siempre, pero era un felices por ahora. El
presente debería venir antes de mis miedos, mi dolor o sus problemas con nuestro
pasado. En teoría era fácil, pero vivirlo, sentirlo, hacía las cosas diferentes.
—Ni siquiera sé por qué pides disculpas.
Me tomó de la barbilla suavemente entre dos dedos e inclinó mi cabeza
hacia arriba y en su dirección. —No pienses que soy un idiota sin emociones. Sé
que te molesta cuando hablo de nuestra edad o nuestro pasado. No quiero restarle
importancia a nuestra relación hoy.
—Siempre pones algo de distancia entre nosotros. Pensé que dejarías de
hacerlo ahora que tuvimos sexo. Quiero decir, ya está hecho, Nolan. Me conoces de
la manera más íntima posible, y sin embargo tratas de ralentizar las cosas y no te
sigo. —Reí con amargura, pero sin apartar la mirada de la suya—. Odio sentirme
tan insegura. No soy así.
—Si te digo que pongo algo de distancia cuando... —Sacudió la cabeza y
esta vez bajó la mirada entre nosotros. Apretó los puños y los músculos de sus
brazos sobresalían bajo su camiseta.
250

—¿Cuando qué? —Golpeé su hombro ligeramente—. ¿Nolan?


—Cuando mi maldito corazón duele, Brooklyn. —Levantó la vista y su ceño
Página

se encontraba tan pronunciado que escureció sus ojos, tanto que parecían casi
negros—. Haces que mi corazón duela cuando te deseo, cuando quiero mantenerte
para mí solo, cuando quiero abrazarte y nunca dejarte ir, cuando quiero algo más
que una gran noche de sexo. Me duele el corazón por ti y no sé qué jodido
significa.
Tomé una respiración, y me incliné hacia él, poco a poco hasta que me
encontré tan cerca que pude ver los pequeños puntos dorados y verdes en sus ojos
avellana. Cerré los ojos y lo besé. Sin dudarlo, emoción pura. Tal vez él no enfrentó
lo que significa, pero en el fondo yo lo sabía.
Mordisqueé su labio inferior e, inmediatamente, concedió el acceso de mi
lengua. Aprisionó mi cabeza entre las manos y tomó el control del beso con un
gemido, al mismo tiempo, mi suspiro se transformó en un gemido cuando su
lengua comenzó a enlazarse con la mía, dibujando patrones pecaminosos que me
hacían temblar. Justo cuando nos encontrábamos a punto de romper el beso, tiré de
su aro en el labio con los dientes.
—Me vuelve loco cuando haces eso.
—Y me vuelve loca ver tu piercing. Estamos a mano —dije roncamente cerca
de su rostro.
—¿Estamos bien?
Asentí y le sonreí antes de inclinarme en su dirección de nuevo y pronto, sus
manos comenzaron a vagar por mi cuerpo, ahuyentando los últimos vestigios de la
ira y la incertidumbre que sentía. Podría dejar de lado sus temores todo lo que
quisiera, tratar de no abrirse completamente conmigo, pero aún sentía algo por mí,
algo condenadamente cercano al amor. Tenía mi corazón y el suyo se encontraba a
mitad de camino de ser mío.

—Dime de nuevo, ¿por qué dejé que me convencieras de ver a mi madre


otra vez? —preguntó mientras paraba su camioneta de lujo en el estacionamiento
del hospital.
—Creo que la segunda ronda de sexo en mi sofá te hizo bastante manejable.
—Me reí de su mirada burlona y salí de su coche, sintiéndome ligera y sin
preocupaciones. Un peso se levantó de mis hombros después de que hablamos hoy
251

más temprano.
Página

Me siguió hasta el hospital muy malhumorado, pero no trató de echarse


atrás. Me sonrió, saludé a una de las enfermeras que veía cada vez que venía a
visitar a la señora Bell. Ella me regresó el saludo y sus ojos se demoraron más
tiempo en Nolan, con una chispa de interés. Instruí a mi rostro para evitar mostrar
mi irritación. Él era un hombre atractivo, no ocultaba la seguridad en sí mismo,
obviamente no era pobre y tenía un piercing. Eso sin decir que llamaba la atención.
Y que la enfermera era una pequeña lindura. Miré a Nolan, pero no le prestaba
atención. Yo la tenía toda. Su sonrisa me hizo sonrojar cuando recordé la última
vez que me sonrió de esa manera; teníamos menos ropa en ese momento.
—¿Qué? —pregunté mientras pulsaba el botón del ascensor. Batallé para no
sonreír tontamente, pero no era mi culpa si me sentía como una colegiala hablando
con su primer amor. Me hallaba en el séptimo cielo y aún surfeando el resplandor
después del sexo.
—Estabas celosa —dijo en mi oído, abanicando mi cuello expuesto con su
aliento. Colocó una mano en la parte baja de mi espalda cuando la puerta del
ascensor se abrió. Entré con piernas temblorosas y presioné el tercer botón. Más
personas entraron en el ascensor y nos empujaron a la parte posterior; el costado
de Nolan se presionó contra mí.
—¿Viste eso?
—Está mal, pero creo que es ardiente. — Su voz era muy baja para que solo
yo lo escuchara.
Deslicé un brazo alrededor de su cintura y enganché dos dedos en su
cinturón hecho con cuero real y no del tipo barato. Aspiré el aroma a madera
proveniente de la loción para después del afeitado y dejé caer mi cabeza en su
hombro. —Por lo general no soy el tipo celoso.
Me envolvió en ambos brazos, enjaulándome contra su cuerpo, como si no
quisiera dejarme ir, como si necesitara sentirme tan cerca como fuera posible. En su
contra de esa manera, sentí como si fuera un movimiento posesivo, para mostrar a
los demás, incluso a las personas que nunca habíamos visto en nuestras vidas, que
estaba tomada. Lo amé. Me acurruqué más cerca de él y sentí su pecho subiendo y
bajando con un suspiro de satisfacción. Las puertas del ascensor finalmente se
cerraron.
—Tal vez es porque nunca has tenido una buena persona en tu vida que te
haga sentir celos.
—¿No te molesta? Pensé que los chicos odiaban a las chicas celosas. ¿No es
252

el primer paso para ser demasiado pegajosa?


Besó la cima de mi cabeza y me apretó más fuerte. —No cuando eres tú.
Página

El elevador llegó al tercer piso y serpenteamos a través de las personas,


junto con una mujer de mediana edad acompañada saliendo del artefacto lleno.
Tan pronto como llegamos a la sala de la tercera planta, dejé escapar un suspiro de
alivio. Odiaba estar apretujada en lugares pequeños. Era verano y, aunque el
hospital tuvo cuidado de no estar demasiado sobrecalentado, eso no significaba
que estaba tan fresco tampoco. Pasé una mano por mi nuca y me encogí de asco
con la capita de sudor allí. Incluso con mi cabello en una coleta alta, sudaba.
Caminamos por el pasillo y nos detuvimos afuera de la habitación de la
señora Bell. La puerta estaba abierta y ella hablaba con un serio, pero aun así,
atractivo doctor. El hombre era alto y delgado, con su bata blanca ocultando la
mayor parte de su cuerpo. Su piel besada por el sol parecía saludable y sus ojos
oscuros transmitían una obvia inteligencia que casi fue intimidante cuando nos
miró entrando en la habitación. Su nariz recta y labios finos añadían seriedad a su
expresión.
—Debes ser el hijo de la señora Bell. —El médico reconoció a Nolan con un
movimiento de cabeza antes de que sus ojos se posaran brevemente en mí—. Soy el
Dr. Irwing.
Nolan le tendió la mano y la estrechó con la del joven médico. Me acerqué a
la señora Bell y le sonreí antes de mirar de nuevo al médico, temiendo más malas
noticias.
—Nolan Bell. ¿Alguna noticia? —preguntó sin siquiera mirar ni una vez a
su madre.
Apreté los dientes y no dije nada. Si se trataba de no hacer ningún intento de
ser amable con ella, no sé por qué accedió a venir conmigo. Debe saber que no era
lo que tenía en mente. Y ver los ojos de la señora Bell volverse tristes, no era algo
que me gustaba tanto.
—No ha respondido bien al tratamiento, lo que significa que podría tener
menos tiempo de lo que pensamos. Su metabolismo es más débil de lo debido,
pero estoy seguro de que moverla al hospital para enfermos terminales será lo
mejor. Le concederá más descanso y paz, algo que recomiendo encarecidamente.
Nolan asintió y dio las gracias al doctor por su tiempo y explicación. Con
otro movimiento de cabeza dirigido a nosotros, salió, su bata blanca casi volando
detrás de él. Nolan suspiró y se sentó en la silla que dejé desocupada cuando me
253

senté en la cama, con una de las manos de la señora Bell en la mía.


—Estoy feliz de verlos a ambos —dijo con una voz ronca, y su respiración
Página

áspera.
Sentí que Nolan se tensaba, pero no hizo ningún movimiento. De hecho,
tampoco parpadeaba. Sus ojos eran ásperos en su madre y su boca era una línea
recta.
—¿Cuándo te trasladarán? —dijo antes de que yo pudiera desagraviar a su
madre con una pequeña conversación. Me giré hacia él completamente y lo miré,
pero no me vio. Aunque su mano se deslizó a mi muslo donde lo estrechó como si
yo fuera su línea de vida. Puse mi mano libre sobre la suya y tracé círculos suaves
sobre su piel.
La señora Bell siguió su movimiento y me miró con una pequeña sonrisa
inclinando sus labios agrietados hacia arriba. —Mañana. Me alegro porque no
puedo dormir mucho aquí. Siempre están entrando para tomar mis signos vitales y
comprobar mi vía intravenosa, no son tan discretos cuando lo hacen así que… —
Bostezó y sus ojos se llenaron de lágrimas. Con la forma en que miraba a su hijo,
estaba bastante segura de que no tenía nada que ver con el agotamiento y sí todo
que ver con Nolan. El establecimiento a donde sería transferida es a más de una
hora de aquí y nada diría más si Nolan podría ir a visitarla allí. Incluso yo no me
hallaba segura de poder ir con el trabajo y el costo del gas; eso era sin hablar de mi
destartalado coche que podría, muy posiblemente, morir en cualquier momento.
Miré de ida y vuelta entre ellos, sin saber qué decir ni qué hacer. Apreté la
mano de Nolan y él me miró. Trató de ocultar la vulnerabilidad que tenían sus
ojos, pero fue inútil. Lo conocía demasiado bien, incluso después de tantos años.
Me hizo pensar en esa primera vez que vi a su madre perder la calma en su casa.
Parecía un niño perdido, roto y con el mundo en sus hombros. Esta vez, a
diferencia de cuando él era más joven y yo era solo una niña, secretamente me
rogaba. Yo no tenía una solución, un milagro para proponer. Nada.
—Debería dejar que ustedes dos hablen.
—No vas a ninguna parte. Quédate. —Las palabras de Nolan dolieron, pero
sabía que era más miedo que ira. Tenía miedo y por una vez, sacó fuerzas de mí.
Asentí y forcé una sonrisa.
—¿Estás listo para hablar del pasado? —preguntó la señora Bell lentamente,
como si tuviera miedo de enojarlo.
—¿No es lo que hiciste la semana pasada? —Yo fruncía el ceño, pero estaba
254

perdida. ¿De qué había hablado Nolan con su madre si no fue sobre el pasado
antes de venir a mí?
Página

—Nolan solo hablaba de ti. Al menos hemos sido capaces de tener una
discusión y, por una vez, tuve la oportunidad de dar un buen consejo; por el
aspecto de las cosas, escuchó.
Se rió y comenzó a relajarse un poco. Empujó la silla más cerca de la cama y
deslizó un brazo alrededor de mis pantorrillas, su fuerte brazo asegurado a mi
alrededor, anclado a mí. Sonreí también y coloqué una mano en su mejilla, incapaz
de dejar de mostrar tanto afecto cuando teníamos un testigo.
La señora Bell suspiró y la miré, rompiendo el contacto visual con Nolan,
cuyos ojos se convertían en un fundido marrón mientras la misma atracción que
chisporrotea entre nosotros se disparó.
—Ustedes dos son muy lindos juntos. Nunca tuve eso.
Nolan se enderezó en la silla y liberó un poco de su férreo control sobre mis
piernas. —¿Y papá?
Se encogió de hombros y apartó su mano de la mía. Desordenó un poco el
tubo de su IV, pero vi a través de ella. Hacía tiempo. Se aclaró la garganta y se
sentó en su cama, reajustando la bufanda alrededor de su cabeza. —Amaba a tu
padre, pero siempre hubo una brecha entre nosotros, y por desgracia yo era la que
trataba de cerrarla. Cuanto más lo intentaba, él más se apartaba y utilizaba el
alcohol para adormecerse. Luego, empecé a consumir drogas para hacer lo mismo,
y todo fue cuesta abajo bastante rápido.
—Yo solo fui daño el colateral, ¿no? —soltó con dureza; sus hombros se
tensaron de nuevo mientras sus dedos agarraban firmemente mis piernas y su
mano libre se cerró en un puño apretado, blanqueando sus nudillos.
—Fuiste el inocente atrapado en medio de nuestro desorden. Debería haber
sido más fuerte y dejar a tu papá en lugar de esperar a que se fuera y luego
ahogarme aún más. No tengo ninguna excusa. La única explicación es que amaba a
tu padre y que era una mujer débil y egoísta. Herí a la persona que más me
importaba y todo esto por alguien que no lo merecía.
—No entiendo. —Negó con la cabeza, con perplejidad en sus ojos.
Me mordí el labio y miré con ansia a la puerta. No era mi lugar para ser
testigo de esto. Debería dejarlos hablar y salir, pero Nolan no me dejaría. En
cambio, me callé y los dejé lidiar con su pasado, todo el tiempo orando que eso
trajera un poco de tranquilidad a Nolan.
255

—Las relaciones no saludables son difíciles de entender, Nolan. —Miró


hacia el espacio como si recordara algo agridulce—. Únicamente perjudican a las
Página

personas y los dejan rotos o endurecidos. Quedé quebrantada y drogadicta.


Siempre he tenido problemas de abandono y que tu papá nos dejara... —Se fue
apagando, alejándose de nosotros para ocultar el dolor estropeando su demacrado
rostro.
—Era una pobre excusa de esposo y padre. Deberías haberlo visto.
Ella asintió y se llevó una mano al rostro. Se secaba sus lágrimas y eso dio
un tirón a mi corazón. —Debí haberlo hecho. Te lo dije, no tengo ninguna excusa.
—Nunca te amó.
—¡Nolan! —lo amonesté, golpeando su hombro con dureza. No había
necesidad de presionar más. Ella ya hablaba en sentido figurado en el suelo.
—Tiene razón, Brooklyn. —Me sonrió un poco tensa antes de mirar a los
ojos a su hijo de nuevo, un hijo que era muy intenso y mostraba solamente ira y
resentimiento—. Tu padre nunca me amó como quise creer que lo hizo. Estaba
enamorado de mí y se quedó conmigo cuando en realidad nunca quiso. Yo tenía
mis propios problemas y defectos, y nuestra relación no era lo suficientemente
fuerte. Te tuvimos demasiado jóvenes y...
—La vida se puso en el camino —terminé por ella en voz baja.
Nolan me miró y la dureza en él comenzó a desaparecer hasta que solo
quedaron emociones crudas y sus ojos comenzaron a humedecerse. —La vida. —
Asintió y dejó caer una lágrima antes de apartarla rápido. Se aclaró la garganta—.
Todos cometemos errores.
—Los míos no son... No es… —La señora Bell tartamudeó antes de
comenzar a toser de nuevo—. No tienes idea de cuánto lo siento, Nolan. Eres mi
hijo, el niño que solía tratar de consolarme, el adolescente que se hizo cargo de mí.
Has hecho tanto por mí, y yo no he hecho nada por ti. Si tuviera una segunda
oportunidad, haría todo de manera diferente. Todo.
—No se puede cambiar el pasado. Ni siquiera sé por qué todavía estoy tan
enojado por esa mierda. Han pasado años.
—Nuestro pasado nos define, Nolan. Mis padres murieron, tus abuelos,
murieron cuando era apenas un poco mayor. Me sentí abandonada, asustada y
sola, todo a la vez. Empecé a pasar el rato con la gente equivocada, bebía y me
drogaba, luego conocí a tu padre. Me enderecé por él un tiempo y ya sabes el resto.
Sin embargo, sus muertes me cambiaron, al igual que lo que tú pasaste por mi
culpa te lastimó y te hizo tener miedo de tomar la oportunidad de ser feliz con
256

Brooklyn. El pasado es importante, aunque no debe dirigir nuestra vida presente.


—¿Crees que esta pequeña charla va a mejorar todo?
Página

—No, pero es un buen comienzo. Eres más fuerte que yo, y sé que tienes
alguien en tu vida capaz de sacudirte cada vez que lo necesites. —Me sonrió y
luego empezó a toser con más fuerza—. Y espero que avances algún día. —Tosió
más y suspiró profundamente cuando se calmó un poco. Era doloroso escuchar y
ser testigo. Sus párpados se encontraban rendidos de cansancio.
Me puse de pie y sonreí a la vez que se acostó de nuevo. —Voy a tratar de
visitarte si mi coche no se rompe.
—No seas tonta. Guarda tu dinero.
—¡Gastaré mi dinero como quiera! —contesté, burlonamente horrorizada.
Ella se rió suavemente, con sus delgados hombros temblando.
Me alejé para darle a Nolan algo de espacio para decir adiós. Se puso de pie
y con los hombros apretujados, se acercó a la cama. Era alto, pero en ese momento
no parecía así de impresionante. Se inclinó y suspiró de nuevo, analizando con sus
ojos el estado de su madre, obviamente muriendo. Lentamente, tomó su frágil
mano en la suya grande y le besó los nudillos.
—No puedo olvidar, pero puedo aceptar. Siento que... —Su voz se apagó y
mi corazón dio un vuelco—, quiero más tiempo.
—Yo también, Nolan, pero no es para nosotros. No seas como yo, pensando
que estás solo. No solo vives tu sueño, sino que hay una chica fabulosa contigo
aquí. Y por favor, no dudes de que siempre te he amado, incluso en mi punto más
bajo.
—Mam{…
—Debes irte —lo dijo más fuerte para mí, con sus lágrimas cayendo con más
libertad ahora.
—Te veré en el otro hospital. —Se puso de pie y se giró. Tan pronto como
estuvo de espaldas a su madre, dejó que las lágrimas cayeran. Salió y lo seguí con
un último adiós a la señora Bell, insegura de si volvería a verla de nuevo.
Cerré la puerta detrás de mí, seguí a Nolan por el pasillo y, de repente, dio
vuelta y me agarró. Escondió su rostro en el hueco de mi cuello y sus piernas
comenzaron a ceder bajo él. Lo envolví en mis brazos con fuerza mientras se dejaba
ir. Sus lágrimas caían grandes y rápidas, humedeciendo mi espalda y mi apretada
camiseta negra. En cada gota salada estaba la suma de todo su dolor enterrado en
su interior en los últimos años, sus miedos y su amor por su madre. Todo salía y,
en ese momento, yo era la única allí, la única capaz de entender la profundidad de
257

sus emociones. Apreté los brazos a su alrededor y besé su sien, susurrando


palabras tranquilizadoras en sus oídos mientras sus sollozos me rompían.
Página
Nolan
No pude contener las lágrimas, no podía sentir nada más que dolor
desgarrándome de dentro hacia fuera. No sentía los brazos de Brooklyn a mi
alrededor, pero sabía que se encontraba allí, la única sosteniéndome. Quería gritar,
vociferar, destruir todo.
Pasé años resentido con mi madre, ignorándola y todo lo relacionado con
ella. Había apartado todo, separado mis raíces, tratado de reinventarme todo al
mismo tiempo, nada se había ido u olvidado. Nada era mejor o más fácil.
Mi madre era una drogadicta, me hizo daño, destruyó una gran parte de mi
vida, pero...
Era mi madre. Era la única familia que tenía y moría.
Me atraganté con un sollozo y apreté mi agarre alrededor de Brooklyn. —
No estoy listo para perderla. No lo estoy. No lo estoy.
—Shh... Nolan, vas a estar bien. Aquí estoy.
Mantuve mis párpados cerrados herméticamente y empujé mi rostro más
profundamente en ella. Temblaba incontrolablemente, colapsando después de
tanto tiempo. Y mierda... Dolió.
258
Página
Pequeña B, 12 años
Traducido por Julie
Corregido por Jadasa

—¿No los odias? —me preguntó Gran No por segunda vez. Ahora me miraba como
si tuviera una segunda cabeza o algo así. Se sentó sobre mi cama y pasó una mano en su
cabello recién rapado—. ¿Ni siquiera un poco?
Me encogí de hombros y sacudí la cabeza. —Son mis padres.
—No es una razón. Pequeña B, ¡ni siquiera te cuidan!
—Dices esto porque tu madre está consumiendo de nuevo —dije sin alterarme,
subiendo el volumen de la televisión, ya que no tenía el estado de ánimo para pasar nuestra
noche de cine hablando acerca de mis padres o de su madre. Sí, nosotros no tuvimos suerte
con ellos, pero al menos los teníamos. Algunos no tenían ni siquiera una sola persona en su
vida. Y tenía a Gran No. Era suficiente para mí, aunque a veces me encontraba enojada y
triste.
—Habla como una niña de doce años, Pequeña B. Me asustas cuando suenas tan
adulta.
Le fruncí el ceño y arrugué mi nariz. —¿Eso significa que debería obsesionarme con
alguna patética serie de televisión y hablar sobre qué chico me sonrió hoy en la escuela?
Entrecerró sus ojos. —¿Un chico te sonrió?
—¿Hablas en serio? —Me reí y golpeé su hombro, pero no se movió ni siquiera un
poco—. Simplemente digo que ya no soy solo una pre-adolescente como cualquiera.
259

Vimos Indiana Jones durante cinco minutos más antes de que sentí que se ponía
inquieto y se dio la vuelta hacia mí. —¿De verdad no los odias?
Página

—Tú tampoco odias a tu mamá.


—Tú la odias —evitó, entrecerrando sus ojos.
Negué con la cabeza. —En realidad no. No me gusta lo que te hace, pero no la odio.
No habría consumido drogas si no estuviera triste por algo. Sucede lo mismo con mis
padres. Están dolidos por mi hermana. No puedo odiarlos por esto, pero no puedo amarlos
demasiado.
—¿Y estás de acuerdo con eso?
—La mayoría de los días, sí. A veces, no tanto; pero sé que cuento contigo si necesito
hablar.
Colocó un brazo alrededor de mis hombros y me atrajo hacia él. Dejé que mi cabeza
caiga sobre su hombro, como solía hacer siempre. Como de costumbre, mi corazón latió más
rápido.
—La odio, Pequeña B. Lo juro.
—No, no la odias.
—No puedes saber eso —dijo con una sonrisa reacia que pude percibir sin mirar.
—Veo la manera en que la cuidas, Gran No. Eso no es odiar. Amas a tu mamá y
duele más de lo que debería. Pero no te preocupes, está bien que duela. Yo también estoy
aquí para ti.
Inhaló. —Eres una niña increíble, Pequeña B. Soy un idiota con suerte.
—Yo soy la afortunada.
Sacudió la cabeza y sentí, bajo mi mejilla, su hombro moverse ligeramente. —Si no
estuvieras aquí, no creo que sería capaz de despertarme y salir de mi cama por la mañana y
mucho menos tener sueños.
Llevé mi pequeño brazo en su pecho, sobre su corazón y me mantuve quieta. Mi
Gran No, en este momento, me necesitaba tanto como yo. Si tan solo no me necesitara
porque se encontraba triste, sería mejor. Por lo menos, aún lo tenía.
260
Página
Traducido por Val_17 & Fany Keaton
Corregido por Sandry

Brooklyn
—¿Te sientes mejor? —pregunté con una voz suave cuando nos sentamos en
su cama del hotel, después de que él tomara una larga ducha.
Todavía era temprano, el sol brillaba afuera, pero decidimos acostarnos
temprano y lo seguí a su hotel. De hecho, no hablamos sobre ello. Nolan condujo
hasta aquí y lo seguí, manteniendo mi mano en la suya todo el tiempo, solo para
recordarle que no se encontraba solo en su dolor.
—Lo siento por quebrarme así —dijo, pasando una pequeña toalla por su
cabello húmedo antes de arrojarla a algún lugar en la esquina de la habitación y se
sentó junto a mí con la espalda contra la cabecera de la cama. Sin preguntarlo, me
atrajo a su lado y pasó un brazo a mi alrededor.
Suspiré y acaricié con mi cara su pecho desnudo. Solo llevaba pantalones
deportivos. Era hermoso a pesar de su evidente tristeza, pero no estaba de humor
para saltarle encima. Su dolor era muy profundo y me preocupaba demasiado por
261

él para hacer eso.


—No te disculpes. Ya sabes lo que dicen, es mejor dejarlo ir y romperte que
Página

quedarte todo dentro. —Le besé brevemente el pecho y pasé los dedos por encima
de sus abdominales, trazando las líneas y curvas de sus músculos mientras mi
mente divagaba—. Por extraño que suene, me alegra haber estado allí cuando
ocurrió.
—Si hubiera sido cualquier otra persona, nunca habría llorado. Sé que
puedo abrirme contigo, Brooklyn, y siempre ha sido así.
Su voz retumbaba en su pecho debajo de mi oído y quería abrazarlo y jamás
soltarlo. Ansiaba la cercanía, esa conexión inquebrantable que era imposible
alcanzar, pero podía ser abordada. Ansiaba estar con alguien con quien estuviera
segura que nunca me dejaría. Mis problemas de abandono eran profundos y sin
embargo nunca fui abandonada por mis padres; para eso necesitaría que me
tomaran en cuenta con el fin de abandonarme. Y la persona que me dejó fue Nolan,
pero regresó.
—¿Qué quieres decir?
Levantó mi cabeza con el pulgar debajo de mi barbilla y trazó mis labios con
sus dedos, aplicando una pequeña presión en mi labio inferior para separarlos. Sus
ojos color avellana se encontraban fijos en mi boca, firmes. Sus párpados se
pusieron pesados, entrecerrados cuando su respiración rozó mi cara. El calor
comenzó a acumularse en mi cuerpo y mi mano se tensó en sus abdominales.
—Nunca jugué contigo. Lo que has visto era yo, quién soy y nunca te
molestó.
—¡Por supuesto que no! —Ahuequé su cara y no sabía si besarlo en este
momento era la mejor idea cuando parecía querer hablar. Enviar un mensaje
equivocado ahora sería malo—. No tienes nada que esconderme.
Sonrió, pero no llegó a sus tristes ojos. Acarició mi mandíbula, mi mejilla,
sus ojos siguiendo los dedos. —¿Qué hice para que estés tan ciega?
—No puedes estar hablando en serio. —Vi que su cara no cambió; seguía
con la máscara encantada. En serio creía que no valía la pena. Negué con la cabeza
lentamente, casi imperceptiblemente para no perder el contacto de su mano en mi
mejilla mientras sus dedos se enredaban en mi pelo—. Nolan, tú eres el que merece
mucho más que yo. Eres un hombre maravilloso con un buen corazón, alguien lo
bastante fuerte pero aun así amable para perdonar a alguien que te lastimó
emocionalmente durante años. ¿Cómo puedes decir que estoy ciega en lo que a ti
se refiere?
262

Se acercó más y me besó. Fue lento, minucioso y lo sentí en las partes más
profundas de mi cuerpo. Gemí en su boca y dejé que su lengua acariciara la mía,
Página

sus dientes pellizcaron mis labios y sus labios jugaron con los míos. Rompió el
beso y puso su frente contra la mía, con los ojos cerrados.
—Para mí, Brooklyn —susurró con dureza, con voz profunda—, siempre
serás la mujer con quien comparo a las otras. Eres la persona más increíble que he
conocido y solo estar cerca de ti hace la vida más fácil, más brillante. Solo sentir los
latidos de tu corazón me hace flotar, escuchar tu voz me hace feliz y ver tus ojos…
cuando tus ojos se fijan en los míos me atraviesan y me hace desear ser siempre
una mejor persona.
—Nolan…
Un golpe en la puerta me interrumpió. Él abrió los ojos, sobresaltado, y se
enderezó, liberándome. Me senté y crucé los brazos con fuerza a mi alrededor, de
repente sintiéndome fuera de lugar. Nuestra burbuja se había roto sin previo aviso
y me dejó con una sensación de inquietud, como si no podríamos regresar a esa
burbuja, como si hubiéramos perdido nuestra oportunidad de algo… lo que sea
que fuera.
Se puso de pie y se tambaleó hasta la puerta, sus pantalones cayéndose un
poco. Con los pies descalzos, el torso desnudo y el pelo todavía húmedo, era el
epítome del cliché de chico hermoso y a veces me mareaba un poco.
Abrió la puerta, vi los músculos de su espalda ponerse rígidos y sus
hombros tensos mientras sus nudillos se ponían blancos cuando su agarre en la
puerta se volvió mortal. Me puse de pie, la cama chirrió ligeramente. Tan pronto
como di tres pasos hacia la puerta, sentí mi mandíbula lista para golpear el suelo y
mi cuerpo a un suspiro de saltar sobre la persona que se encontraba frente a Nolan
en el pasillo.
Su ex novia.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Nolan con una voz distante; una
contradicción perfecta para la reacción de su cuerpo. Estaba furioso.
Ella comenzó a llorar en voz baja, las lágrimas silenciosas cayendo por su
hermoso pero muy pálido rostro. No se parecía a la chica sofisticada que vi la
última vez o a la chica mala que me amenazó. Lucía cansada y bastante pequeña en
frente de Nolan.
—Creo que estoy embarazada —dijo entre sollozos y contuve la respiración.
Nolan negó con la cabeza—. Tengo tres semanas de retraso.
263

Cerré la boca, apretando los dientes. Nolan se giró hacia mí, con los ojos
vidriosos por la noticia y su boca en una línea recta. Sin rastro del aro en su labio.
Lo mordisqueaba implacablemente. Levanté mi mano antes de que pudiera decir
Página

una palabra y agarré mi bolso. Necesitaba un poco de aire fresco y, para ser
honesta, este asunto no tenía nada que ver conmigo. Yo era la infiltrada, la tercera
rueda.
Ignoré sus ojos implorantes y salí corriendo cuando dijo mi nombre. Ignoré
el dolor en mi pecho y la forma en que mis pulmones parecían incapaces de tomar
el aire. Lo ignoré todo y solo escapé en dirección a mi casa y curiosamente no fue
hacia mi apartamento, sino a la casa de mis padres.
Corrí todo el tiempo, ignorando las bocinas de algunos coches que me
pasaban, con solo un pensamiento dando vueltas en mi cabeza.
Nolan podría ser padre muy pronto y lo perdería para siempre.
264
Página
Nolan
—Mierda. ¡Mierda! —No pude apartar los ojos de Brooklyn. Pero no se dio
vuelta y cuando desapareció del pasillo, me giré hacia Lena.
Siempre fue una mujer pequeña, pero ahora se veía aún más pequeña.
Debería darle algún consuelo y ser el chico bueno, pero no podía. Solo mirarla me
hizo querer huir. Porque si tenía razón… si estaba embarazada…
Negué con la cabeza y me aclaré la garganta, tratando de alejar el pánico, la
ira y la desesperación.
—No quería hacer esto por teléfono —susurró débilmente entre sollozos.
Mi cerebro finalmente se encendió y me aparté de la puerta, invitándola a
entrar. Me di la vuelta y rápidamente me puse una camiseta. —¿Por qué no te
hiciste una… um… una prueba de embarazo? —Mi voz se quebró cuando la
palabra embarazo salió de mi boca.
Me di la vuelta y la encontré cerca de la puerta, con sus pequeños brazos
cruzados sobre el pecho y sus ojos llenos de lágrimas fijos en mis pies descalzos.
Era obvio que estaba angustiada y tenía que ser un hombre. ¡Joder, yo era un
adulto! Si fui capaz de embarazar a una mujer, tenía que ser lo suficientemente
hombre para enfrentar las consecuencias.
Respiré hondo, luchando con fuerza contra mi primer instinto que era correr
hacia Brooklyn y en su lugar me enfoqué en el asunto en mis manos.
Lena podría estar embarazada con mi bebé.
Las náuseas me golpearon. Llevé una mano a mi frente sudorosa e hice un
265

gesto a la cama para que se sentara.


—Tengo miedo, Nolan. Rompiste conmigo, est{s con otra chica y ahora… —
Página

Negó con la cabeza—. Podría estar embarazada.


—Nada es seguro todavía.
—¡Tres semanas! Tengo tres semanas de retraso. El tiempo más largo en mi
vida fueron cuatro días.
—Mierda. —Me paseé delante de ella, con los ojos en el suelo. No podía
concentrarme y mantenerme calmado. Un niño. No me hallaba preparado para ser
padre. Ni siquiera sabía cómo ser uno. Y no debería ser con Lena. No podía—.
Tengo que hablar con Brooklyn.
—¿¡Qué!?
Me preparé y levanté la mirada. —No sé si estás embarazada o no, pero esto
también le concierne a ella.
Se puso de pie, sus lágrimas olvidadas. Conocía esa mirada, la forma en que
entrecerró los ojos, la forma en que sus labios se volvieron delgadas líneas. Se
encontraba furiosa. —¡No somos un maldito trío! Este no es su problema.
—Estoy saliendo con ella, Lena. Ella. Si estás embarazada, será parte de la
vida de ese niño, te guste o no.
Resopló y se secó la cara con una mano temblorosa. —Perfecto. Voy a ser
una madre soltera, mi hijo tendrá una madrastra de dieciocho años y un padre
ausente.
—¿Qué quieres que diga? —rugí, sorprendiéndola. Abrí los brazos e hice un
gesto entre nosotros—. Nunca nos amamos, Lena. Este niño no estaba previsto y
obviamente no es deseado, pero voy a tratar de hacer mi maldito mejor esfuerzo y
si no es suficiente para ti…
—¿Qué? ¿Debo soportarlo?
—Sí. —Asentí—. Tenemos que lidiar con esto como malditos adultos.
Me di vuelta y localicé las llaves del coche en la mesita de noche. Las agarré
y me puse los zapatos. Necesitaba encontrar a Brooklyn.
—Y vas a ir tras ella. Maldición, de verdad es un patrón cada vez que estoy
cerca.
—¿Sabes lo que se siente ser consumido por alguien? —La atravesé con mi
mirada, incapaz de controlar mis emociones descarriadas. Mi enojo con ella era
porque sabía que no tenía la culpa si estaba embarazada, pero el hecho era que lo
arruinó todo. Podría haberla dejado embarazada y ser responsable, pero en este
266

momento, todo mi ser rogaba por Brooklyn. No quería pasar otro segundo con
Lena. No quería pensar en un bebé. Solo quería a Brooklyn.
Página

—Lo curioso es que yo quería encontrarlo contigo.


—No se puede encontrar. Te golpea, Lena. —Pasé una mano por mi pelo
todavía húmedo—. Mira, reserva una habitación y pídele a la recepción que la
cargue a mi tarjeta de crédito. Haremos una… um…
—¿Prueba de embarazo?
—Sí —murmuré—. Vamos a comprar una prueba de embarazo mañana y
veremos lo que ocurra entonces.
Me di la vuelta, listo para salir corriendo cuando la mano de Lena en mi
muñeca me detuvo. Tuve que luchar contra el impulso de saltar ante la sensación
de su piel contra la mía. El calor, el tacto, su olor, todo se sentía mal.
—No quería esto.
La miré por encima de mi hombro y asentí. Me aparté suavemente y corrí
hacia mi coche. Era un idiota por no estar allí para Lena, cuando era evidente que
necesitaba a alguien para consolarla, pero mi corazón se encontraba en otra parte.
Tenía miedo de perder a Brooklyn cuando acababa de tenerla.
267
Página
Brooklyn
Se encontraban en casa. Los coches se hallaban aparcados en el mismo lugar
frente a la casa, junto a la acera. Como de costumbre, dos casas más abajo se
celebraba una enorme fiesta y la gente disfrutaba del ambiente nocturno del
verano, riendo y fumando afuera. En una calle de la esquina, un hombre delgado
se paseaba, con los ojos lanzando dardos en todas direcciones. No solo era un
drogadicto, sino que también un traficante. Luché contra los escalofríos que
amenazaban con estallar y caminé hacia la puerta principal de la casa donde viví
durante dieciocho años. Presioné el pequeño botón del timbre y esperé, no muy
segura de lo que buscaba aquí. Hacía treinta minutos descubrí que mi novio y
mejor amigo podría convertirse en padre en unos meses y decidí que era una
buena idea ir a visitar a mis padres, personas de las que ni siquiera debería esperar
algún tipo de consuelo, personas que no trataban de localizarme o ver mi nuevo
lugar.
Mi padre abrió la puerta y su cara registró sorpresa al reconocerme bajo la
tenue luz de la calle, apenas mostrándome con claridad. Sus ojos cansados me
miraron fijamente, evaluándome. ¿Buscaba algún rastro de problemas? ¿Le
preocupaba mi bienestar?
—¿Estás bien? —preguntó finalmente, su voz suave más profunda de lo que
podía recordar y, sin embargo, lo vi hace apenas una semana.
Asentí, pero mi encogimiento de hombros me contradecía. Él aún llevaba su
traje azul barato, que en su mayoría lo recordaba usándolo en su trabajo como
contador. —¿Puedo entrar un momento?
268

Me dejó entrar y miró hacia la calle, probablemente buscando mi coche.


Alguien normal estaría preguntándose dónde se encontraba mi coche y cómo
Página

llegué hasta aquí, pero sabía que él no lo haría. En este punto, no estaba segura si
era porque no le importaba o porque el agujero entre nosotros era tan grande que
incluso preguntar eso sería muy raro. Éramos peores que extraños.
Me llevó a la cocina y vi a mi madre armando algo. —¿Era una ensalada de
espinacas? —mientras ponía la mesa con dos platos, sin preguntar si me gustaría
quedarme a cenar.
—Hola, Brooklyn —dijo mi madre, mirándome con rapidez antes de enfocar
toda su atención de vuelta a su ensalada.
Ambos se veían cansados y viejos, más viejos de lo que deberían. Tampoco
parecían felices o remotamente vivos para el caso, pero eran dos idiotas egoístas.
Yo también me sentía triste, me encantaría que me consolaran, pero ni siquiera me
conocían lo suficiente para ver que algo andaba mal con solo mirarme. ¡Maldición!
Tenía la certeza de que mis ojos se encontraban inyectados en sangre. Ya era
bastante evidente.
—¿Te arrepientes de no haber tenido un aborto? —solté de repente, mis
palabras precediendo a mis pensamientos. Mi corazón empezó a latir frenético en
mi pecho vacío. Mis ojos se dirigieron hacia y desde cada uno de ellos cuando
finalmente me miraron.
—¿De qué hablas? Ni siquiera pensamos en… eso. —No habló más fuerte o
más rápido. Parecía casi indiferente.
Mi padre pasó un brazo alrededor de los hombros de mi madre y apretó
suavemente. —¿Estás tratando de comenzar una pelea?
—No, papá, no lo estoy. —Hice un gesto entre nosotros—. Siento que no
tengo padres. No me siento bien, lloré mientras caminaba hacia aquí y ni siquiera
les importa. No me preguntaron si tuve un problema o por qué estaba aquí.
Simplemente me toleran y no sé qué hice para merecer eso. No soy Kelly, pero
también soy su hija. Yo merezco su atención. —Mis palabras sonaron fuertes en la
silenciosa cocina cuando al fin rompí el status quo.
Mi madre empezó a temblar, sus manos eran incapaces de mantener el
agarre en el cuchillo que sostenía. Lo bajó y escondió las manos a sus costados. Mi
padre tenía el ceño fruncido, pero curiosamente bajó la vista, ni siquiera trató de
mantener mi mirada furiosa.
—Lo sentimos si no es suficiente para ti, Brooklyn. Perdimos una hija. No es
fácil para nosotros. —Las palabras de mi madre me hicieron enojar más.
269

—¿Crees que es fácil ser la hija que nació después, la que está aquí para
llenar supuestamente un vacío? No soy como ella y eso lo supieron desde que nací.
Página

Sabían que cometieron un error y en lugar de aprender a amarme, en lugar de


dejarme reparar sus corazones rotos, solo me toleraron. Las únicas fotos de mí que
tienen son las que hizo Granny cuando vino a visitarnos antes de morir. Nunca se
preocuparon por cómo me iba en la escuela, o si estaba feliz. Cuando Nolan se fue,
¿y me lastimé la mano? Solo me dijeron que era ridículo y que me controlara.
¿Saben qué? ¡Contrólense ustedes! Nunca hicieron nada por mí y nunca lo pedí,
pero estoy malditamente cansada de todo, estoy cansada de tratar de encontrar
excusas para ustedes.
Mi respiración era dificultosa. Me sacudí de la cabeza a los dedos de los
pies, incapaz de controlarme. Apreté los puños y maldije en voz baja por estar tan
exaltada cuando ellos obviamente apenas registraban indicios de algún tipo de
emoción. Me miraban, sus ojos más enfocados en mí de lo habitual, pero eso era
todo. Nada más.
—Tienes razón —dijo mi padre lentamente, con la voz aparentemente
dolida para evitar la comodidad de su boca. Suspiró y miró a mi madre con una
sonrisa triste estropeando su rostro—. Fallamos en nuestro papel cuando solo
pedías a tus padres, pero nunca lo superamos.
Mi madre niveló su cara y ella se escondió detrás del muro que formaba su
cabello haciéndola ver más gris con el pasar de los meses. Sus hombros delgados
temblaban y me suavizó un poco. Odiaba ver a alguien lastimado, odiaba ser quien
la enojara, pero estaba tan cansada de siempre permanecer calmada y compuesta
cuando se trataba de ellos. Yo no era patética. Ellos lo eran.
—¿Eso es todo lo que tienes que decir? —pregunté, apenas audible para que
me escucharan mientras seguía congelaba cerca del pasillo, lista para huir.
—Nada que podamos decir cambiaría algo.
Asentí y aparté la mirada, en vez de concentrarme en el viejo refrigerador
donde se encontraba una foto de la graduación de secundario con Kelly. —¿Les
importo siquiera?
Por el rabillo del ojo, vi a mi madre levantar la mirada bruscamente, su
rostro pálido y húmedo por sus lágrimas silenciosas mientras mi padre apretada
su agarre alrededor suyo como si fuera a darle fuerza.
—Brooklyn, ¡te amamos! —dijo, su voz más fuerte de lo que esperaba.
Mi respiración quedó atascada y sonreí suavemente, insegura de que
270

sentirá. ¿Debía sentirme triste o aliviada? ¿Amargada porque nunca me lo dijeran o


encantada de finalmente escucharlo? No tenía idea.
Página

Todo era un lío en mi cabeza. Todo era doloroso. Cada parpadeo me era
difícil en estos momentos. Solo quería hibernar un rato, olvidar todo y a todos.
—¿Me crees?
—Quiero creerte porque sin importar qué, no son malas personas. Sé que su
dolor les hace daño, y por eso es que nunca hemos conectado realmente. Lo
entiendo, pero eso me hizo daño durante años y todavía lo hace a veces porque no
tengo a nadie más. Son mi única familia y… solo tengo dieciocho años. No puedo
ser madura todo el tiempo cuando mi corazón duele, no siempre puedo dar un
paso atrás y ser racional en lugar de dejar que mis emociones hablen por mí.
—¿Eso quiere decir que nos necesitas? —me preguntó ella, con una nueva
luz en sus ojos, algo parecido a la esperanza, pero no podía entender porque ahora
tendría esperanzas.
—A veces, sí. Todos necesitamos a nuestros padres.
Asintió y una pequeña sonrisa tiró de sus labios. Mi padre pareció relajarse
un poco.
—¿Quieres quedarte para la cena? —me preguntó él, sorprendiéndonos a
todos.
Me inquieté y negué con la cabeza. Era demasiado pronto. Sería obvio que
somos extraños y sería lo mejor empezar con algo más fácil. Tal vez un café un día
y luego empezar desde ahí.
—No tengo hambre para ser honesta. Mejor… mejor me voy a casa.
Asintieron y me preguntaron si necesitaba que me llevaran a casa, pero me
negué. Empecé a caminar de regreso a mi casa aturdida, sintiendo la esperanza
contra toda la esperanza. Nunca en un millón de años habría pensado que ese día
sería posible, el día en el que los escuchara decir que me aman, el día en que viera
con interés lo que el futuro nos tenía reservado. Al menos, una cosa ha ido bien
hoy, incluso si todo con Nolan se fuera al infierno sin siquiera una parada.
Un coche se ralentizó hasta que alguien saltó y corrió hacia mí. Me congelé y
me di la vuelta, lista para agarrar mi aerosol de pimienta si fuese necesario. Pero
era Nolan con una mirada enloquecida y el cabello yendo en todas direcciones.
—¡Demonios! ¿Tienes alguna idea de lo preocupado que estaba? ¡Te busqué
por todas partes! —me gritó, pero afortunadamente era una calle desierta, no tan
lejos de nuestro viejo vecindario. Nadie parecía perturbado por mover a un lado
las cortinas.
271

No podía mirarlo. Era demasiado doloroso mirarlo y pensar en ella, en el


hecho de que podría ser padre pronto. ¡Me acosté con él solo hace horas! Mi
Página

corazón pude haber sido herido gracias a Nolan, pero ahora se hallaba roto por
completo.
—Nolan, no me grites. Yo debería ser la que se encuentre enfadada. —Mi
voz era neutral, un poco atemorizante.
—Estabas a pie, Brooklyn. ¿Qué crees que pensé? Estuve listo para llamar al
hospital para ver si te hallabas allí cuando no te pude encontrar. Incluso llamé a
Mike. —Maldijo otra vez y tiró de su cabello con nerviosismo, como si fuera a
arrancarse un pedazo de pelo. Sus músculos parecían perder la calma.
Lo señalé, perdiendo mi pretensión calmada. Hervía por dentro lista para
explotar, pero no era porque en realidad estuviera enfadada con él, era solo el
dolor y la frustración alentándome. —¡No te esperé todos estos años para que me
cuidaras! Deja de jugar a ser el gran héroe, enfrenta tu propio desastre y déjame
fuera de él.
Caminó hacia mí y casi nos hallábamos nariz con nariz, ambos en plena
ebullición. —También te concierne a ti.
—No, no lo hace. —Me enderecé y no aparté la mirada cuando sus ojos
color avellana se oscurecieron peligrosamente—. Tu ex novia quizás esté
embarazada con tu hijo. No me encuentro, en absoluto, en esa ecuación.
—Estamos juntos.
—Nos acostamos juntos.
Tomó mi cabeza entre sus grandes manos y me mantuvo en lugar. —Seamos
jodidamente honestos aquí. Es mucho más que sexo, o de no ser así, nunca hubiera
sucedido. Tenemos. Una. Relación.
—Nolan, ¿dónde encajo yo en todo esto? —pregunté débilmente, mi enojo
yéndose—. Tengo dieciocho años, vivo en un pueblito y no tengo idea de qué
hacer con mi vida mientras que tú eres un hombre exitoso viviendo en la ciudad de
Nueva York y a punto de ser padre. No tengo sitio en todo eso.
Aplastó sus labios contra los míos, persuadiéndome a darle acceso, pero no
lo hice. Gruñó de frustración e hizo que mis labios hormiguearan, pero no le
regresé el beso. No podía, no cuando su bebé tal vez se encuentre en el vientre de
otra mujer.
—Brooklyn…
—Detente, Nolan. —Lo empujé por los hombros y me dejó ir, sus hombros
272

caídos y su mirada en el suelo—. Sufrimos demasiado debido a nuestros padres, y


yo no quiero ser parte de la razón para el dolor de otro niño. Y tengo por seguro
Página

que no quiero ser herida en el camino.


—¡Ni siquiera sabemos si está embarazada! —respondió con dureza, sus voz
oscura, contradiciendo la apariencia decaída que tuvo—. Es ridículo.
—Quizá, pero es difícil para mí. Mi vida ya es lo suficiente desastrosa.
Demonios, ¡apenas tengo suficiente dinero como pagar mis cuentas! Y un niño….
—Por lo menos, ¿puedo llevarte a casa?
Asentí y lo seguí al acoche. Tan pronto como mi cinturón de seguridad fue
cerrado, condujo hacia el apartamento. El silencio era difícil de resistir, dejando
demasiado espacio para pensar. Podía imaginar una pequeña niña o niño en los
brazos de Nolan y su dulce sonrisa dirigida a esa mujer. Podía ver la vida que yo
nunca tendría, una vida que aún no quería, pero sí algún día. Sí, el silencio me
daba demasiado espacio para pensar.
273
Página
Nolan
Me alejaba. Lo sentí en la forma en que me miraba, en la manera en que se
contuvo a sí misma. Me encontraba desesperado por tranquilizarla, mantenerla en
mis brazos, pero ni siquiera yo sabía qué hacer en esta situación.
Pero al menos se hallaba a salvo en mi coche. Pensé que me volvería loco
cuando no podía encontrarla por ninguna parte. Cuando Mike me dijo que todavía
no había sabido algo de ella, pensé que mi corazón se detuvo. Pero se encontraba a
salvo aquí. Junto a mí. Y aun así, era como si se encontrara cientos de kilómetros.
La miré cuando pasábamos por cada calle, pero no reaccionó. Mantuvo los
brazos fuertemente cruzados sobre su pecho, con su cuerpo tan cerca de la puerta
como era posible y su rostro girado hacia la ventana.
Hasta ahora pensaba que quería encontrar a Brooklyn para tranquilizarla,
pero ahora lo sabía. Necesitaba la seguridad de que ella permanecería a mi lado.
Tenía miedo de que fuera mucho pedir.
274
Página
Pequeña B, 12 años
Traducido por Annie D
Corregido por Janira

Miré a mi alrededor, maravillada por el océano, las olas rompiendo en la playa


perfecta, casi completamente desierta. Era primavera y los días eran brillantes, calientes y
perfectos. Nadie sabía por qué el clima era tan caliente, como si fuera verano, pero yo
realmente disfrutaba de cada pedacito. Más aún hoy, cuando Gran No llamó a mi ventana
anoche para decirme que me llevaría a la playa.
Y aquí estábamos, comiendo un helado que se derretía rápidamente mientras
tomábamos sol, con la suave brisa secando nuestros cabellos después de un chapuzón en el,
aún muy frío, mar. Perfecto era la palabra correcta para describir este momento a solas con
Gran No.
Lamí la última parte de mi helado de chocolate y luego me lamí los labios, antes de
girarme hacia Gran No, que me miraba con una sonrisa y brillo en los ojos. Sentí que me
sonrojaba, pero el sol se encontraba frente, así que no tenía miedo de que lo viera.
—¿Qué? —Crucé los brazos sobre mis senos inexistentes, vestidos con un bikini
rojo.
—Eres linda. —Sacudió la cabeza y volvió a mirar el océano y a las pocas personas
que jugaban y reían en el agua.
—¿Linda?
Asintió y tomó mi servilleta para ponerla en el bolsillo de sus vaqueros desechados a
275

unos pocos metros de nosotros. —Sí, ya sabes. Toda femenina y esa mierda. Es gracioso.
—No sabía que ser una chica era gracioso —murmuré y resoplé. A veces, podía ser
Página

un idiota…
Chocó el hombro contra el mío y tuve que sonreír. ¡Era tan molesto! Me mordí los
labios, pero se me escapó una sonrisa. Se rió y revolvió mi cabello. Golpeé su hombro y lo
empujé, un movimiento débil, ya que ni siquiera se movió.
—No es un insulto, Pequeña B. Es extraño para mí verte crecer, eso es todo. A veces
pienso en ti como una niña y, a veces, me doy cuenta de que eres casi una adolescente. Me
hace sentir más viejo, ¿sabes?
—Siempre hablas de mi edad.
—Tengo que recordarlo, a veces.
—¿Qué significa eso? Lo dices a menudo.
Suspiró y se pasó una mano por el cabello, mirando a la lejanía. —Eres madura y
eres la única con quien puedo hablar de mis sueños, de mis grandes planes de vida.
—Soy tu mejor amiga. —Me reí y fue extraño, demasiado agudo para ser normal,
ya que me sentía tan nerviosa. Me encantaba cuando dejaba saber lo especial que era
nuestro vínculo. Siempre necesitaba ese tipo de seguridad con él. Tenía otros amigos en la
escuela, a menudo era invitada a pijamadas o a fiestas de cumpleaños, pero éstas eran nada
comparadas con lo que tenía con Gran No. Para mí, él era familia.
—¡Deja de tratar de recibir elogios! —rió y se acostó en la toalla.
Con los ojos cerrados y la suave sonrisa curvando su boca, era apuesto. Nunca
podría haber adivinado como era su vida en casa con solo mirarlo. Me puse a su lado y subí
la mirada al cielo, dejando que el sol golpeara mis ojos y quemara un poco, lo suficiente para
llenar mis ojos de agua. El cielo azul infinito era hermoso y estaba con el chico que amaba
en secreto. Fue un día increíble, uno de los pocos que nos quedaban.
276
Página
Traducido por Jeyly Carstairs
Corregido por Vane Farrow

Brooklyn
Tan pronto como detuvo el auto, abrí la puerta, lista para saltar y huir de él.
Necesitaba mi espacio y ese tenso silencio me volvía completamente loca. Esta
situación de mierda no era su culpa y no quería hacer más escena de la que ya hice,
pero cuando me hería a este extremo, tenía dificultades para controlarme, a pesar
de que podía ser amable y dulce de otra manera.
—Espera, Brooklyn —gritó con voz cansada, derrotada casi como si esperara
que no lo escuchara y simplemente lo ignorara. Debería saber a esas alturas que
ignorarlo era imposible para mí. Estaba demasiado arraigado en mí.
Me tensé y lo miré por encima del hombro, sin girarme. Era algo pequeño,
pero para mí no girarme para escucharlo era un gran paso. Significaba que no
estaba completamente a su merced, solo esperando cualquier tipo de atención.
—No hay de qué hablar en este momento. No sabemos si está embarazada o
no y para ser honesta, creo que lo está. No habría venido aquí de lo contrario. Y,
277

¿tres semanas de retraso? Eso es mucho. —Mi voz era sorprendentemente estable,
sin temblar por la imperiosa necesidad de llorar y gritar con toda mis fuerzas para
Página

que esta pesadilla terminara. Agarré la manija de la puerta, lista para correr antes
de que la presa se rompiera.
—Esto no significa que cambie lo que pasa entre nosotros. No quiero que
cambie.
Me reí y eso rasgó mi garganta, lastimando mis oídos y lo más importante,
haciendo el agujero en mi pecho aún más profundo. —Detén esta tontería, Nolan.
Regresa a tu hotel y solo… solo dame esta noche para digerir estas cosas.
Sabía que suplicaba, sabía que era débil y patético, pero ya no importaba.
Dejé el auto de un salto y me alejé hacia mi edificio, buscando las llaves en mi
bolso, sin voltear a ver a Nolan todavía en su auto, probablemente esperando a que
llegara sana y salva a mi apartamento antes de alejarse conduciendo hacia la chica
que podría estar embarazada. Por lo que sabía, incluso podría volver con ella en
algún momento más adelante.
En una carrera, subí las escaleras, caminé hacia mi puerta y entré en mi casa
desierta y silenciosa. Encendí la luz de la sala y cerré la puerta antes de apoyar mi
espalda contra esta; mi cabeza colgaba, mi cabello caía descuidadamente sobre mi
rostro. Golpeé la puerta con la palma de mi mano y me deleité con el dolor
pulsante corriendo por ella. Pero no duró mucho y de hecho ni siquiera desvió mi
atención de la desesperación que sentía. Había tocado mi mayor sueño, tocado e
incluso probado, pero ahora sería privada de él muy de repente.
—Abre la puerta, Brooklyn. No puedo dejar las cosas así. —La voz de Nolan
llegó a través de la puerta cerrada, amortiguada y, aun así, muy audible.
Mi corazón se aceleró de inmediato, latiendo más fuerte y más rápido
mientras mi respiración lo seguía. Un escalofrió se desató en todo mi cuerpo y más
fuerte que mi voluntad. Me alejé de la puerta y la abrí. Mis ojos encontraron los
suyos antes que él presionara sus labios contra los míos, ansiosamente.
Era desesperado, tirando de mi corazón, mis pulmones, mi estómago y mi
necesidad de él. Desenfrenado, cambiando a un sentido de vida o muerte como si
nunca fuera capaz de verlo de nuevo, sentir su firme cuerpo contra el mío,
saborearlo otra vez.
Envolví mis brazos a su alrededor con fuerza, arañando sus hombros para
que no escapara. Separando mis labios tan pronto como su lengua provocó mi
labio inferior, logrando calentarme y molestarme al instante. Cuando nuestras
lenguas comenzaron a rozarse la una a la otra, tentándose, mis piernas temblaron y
278

traté de acercarme aún más a su cuerpo. Sus manos se movieron a mi pequeña


espalda y cuello. Entonces, cuando empezaba a marearme, rompió el beso y
Página

extendió besos con la boca abierta y caliente a lo largo de mi mandíbula y bajando


por mi cuello. Cada vez que la punta de su lengua rozó mi piel, dejé escapar un
gemido desesperado, arañando un poco más su hombro antes de arrugar su
camisa. Cuando su atención estuvo en mi clavícula y empujó contra mí,
exponiendo su deseo mientras se presionaba en mi vientre, reaccioné y lo empujé.
Sus ojos vidriosos me interrogaron. Sus labios lucían rojos e hinchados por
los besos, su pecho subía y bajaba mientras sus manos aún estaban sobre mí,
manteniéndome quieta incluso si ahora existía ese pequeño espacio entre nuestros
cuerpos.
Mantuve mis manos en su pecho, incapaz de romper el contacto totalmente,
pero la lujuria ciega y poderosa ya desapareció. Lo quería y siempre lo haría, pero
no podía hacer esto sabiendo cómo podría cambiar su vida. Nos merecíamos más
que el tipo de sexo que se utiliza solo para olvidar cosas. Ese era el tipo de sexo que
tuve con los chicos que utilicé hasta la fecha, los chicos que no me importaban
tanto.
—Estamos arruinando todo, Nolan.
Colocó su frente contra la mía y suspiró. Una nueva oleada de lágrimas
amenazó con asaltarme, pero me obligué a ser valiente, a ser fuerte. A ser una
adulta acerca de esto. En su lugar, me permití recordar lo que era estar conectada
con él porque no tenía duda de que estábamos conectados y no tenía nada que ver
con nuestra amistad.
—Justo cuando había olvidado lo joven que eres y lo extraño que es
sentirme de esta manera por ti, esta mierda pasa. Odio esto. Realmente.
—Lo sé. —Acaricié su pecho, donde su corazón latía rápido bajo su piel—.
Sin embargo nunca hablamos sobre un futuro para nosotros. Tal vez en el fondo
sabíamos que esto tenía una fecha de caducidad.
—No lo creo.
—Ibas a viajar para la adaptación de tu libro, le debes otro libro a tu editor,
regresarías a Nueva York. Obviamente, todas esas cosas nos habrían afectado.
—Podríamos hacerlo funcionar. Y conozco gente en la industria musical.
Podría contactarme con ellos por ti, o podrías audicionar para un programa
musical en Nueva York y te ayudaría con el dinero. Podríamos hacerlo funcionar,
279

Brooklyn. —Retrocedió para verme mejor, pero mantuvo sus manos en mi cuerpo.
—Detente.
Página

—¿Por qué? ¿Por qué hablar del futuro te asusta? —refutó, sus cejas bajando
sobre los ojos, oscureciendo sus rasgos.
—No estamos en un maldito cuento de hadas o en uno de tus libros en
donde puedes escribir el final que quieras. Según tú, no soy lo suficientemente
buena para vivir de mi música y nos separaríamos más temprano que tarde. Y,
¿has olvidado a tu hijo?
—¡No hables de un niño! ¡Ni siquiera sabemos si está embarazada! ¡Mierda!
—Se apartó y se giró, su respiración tan fuerte y rápida como si estuviera corriendo
alrededor del barrio a toda velocidad—. No puede estar embarazada. —Ahora su
voz se quebró, suplicando.
Al escucharlo tan roto, al ver la angustia empañándolo, tuve el loco impulso
de tomarlo en mis brazos y hacer todo lo posible para hacerlo sentir mejor, para
hacerlo olvidar. Incluso lo dejaría perderse en el sexo si eso lo ayudara, pero en el
fondo sabía que eso solo retrasaría las cosas, retrasaría el volver a la realidad, una
realidad ineludible. Y era firme en la forma en que lo veía: dejarlo dormir conmigo
ahora sería debilitar nuestra relación, lo que sea que esta relación sería de ahora en
adelante. Por eso no me moví.
—No te culpes. —Aclaré mi garganta y luché contra el creciente nudo en
ella, haciendo un esfuerzo para dejar que mi voz llenara la tranquila habitación—.
Si me necesitas, estaré ahí para ti. —Como si pudiera simplemente irme y dejarlo
con esto. Nunca había sido capaz de dejarlo en mi vida y no empezaría ahora,
incluso si eso me rompía el corazón. Ni siquiera era desinteresada, era porque lo
quería en mi vida, de una u otra manera.
Bruscamente, se dio la vuelta, entrecerrando sus ojos hacia mí mientras su
pecho aún se agitaba. Los músculos en sus brazos agrupados al punto de ruptura
mientras cerraba los puños a sus costados. —No digas que no quieres estar en mi
vida, joder.
—No lo haré, Nolan.
—Bien —respondió y se acercó, elevándose sobre mí, sus ojos mostrando
una oscuridad que nunca vi en su interior, una oscuridad que me arrastraba, me
asustaba y de una manera retorcida, me excitaba al saber que sentía algo tan fuerte
por mí. Lo que sea que fueran estos sentimientos—. Porque lucharé por nosotros,
Brooklyn. Nunca me daré por vencido.
Incliné la cabeza hacia un lado, evaluándolo. —¿No respetarías mi
280

voluntad?
Negó con la cabeza, en ningún momento perdiendo el contacto visual. —No
Página

si no es bueno para ninguno de nosotros.


—Como si verte criando a un niño con otra mujer no sería doloroso para mí.
—Rodé los ojos, sin comprender cuán ciego a la situación podía ser a veces—. ¿Te
das cuenta que tengo el corazón roto en este momento?
Cerró los ojos como si le doliera, con sus cejas fruncidas y su boca en una
línea recta, su anillo en el labio la única cosa sobresaliendo. Volvió a abrir los ojos
rápidamente y acunó mi cara muy suavemente, su mano temblando ligeramente
contra mi mejilla. Su pulgar trazó un patrón abstracto calmante sobre mi piel y
tuve que luchar para no cerrar los ojos y frotarme contra su palma.
—Lo tienes, ¿en serio? —Su voz retumbó desde el fondo de su pecho, baja y
oscura.
—No te hagas el tonto. Sabes lo que siento por ti.
—¿Me amas? —Di un paso atrás y crucé los brazos sobre mi pecho. No
quería decir esas palabras en ese momento, no así, no cuando no estábamos
seguros de qué esperar después—. Brooklyn.
—Para. —Una lágrima cayó y la aparté rápidamente, pero sus ojos no la
perdieron. Contuvo el aliento y cerró el espacio entre nosotros antes de enjaular mi
cabeza entre sus grandes manos, inclinando mi cabeza mientras bloqueaba mis
ojos con los suyos de nuevo. No podía escapar de él, o de la intensidad en sus ojos.
Mi corazón se hallaba listo para zarpar, latiendo tan fuerte en mi pecho que se
sentía como si toda mi caja torácica estuviera temblando.
—¿Por qué? ¿Es algo a lo que no quieres hacerle frente también?
—Es curioso viniendo del chico al que le costó tanto enfrentar su atracción
por mí.
—Pero ahora lo estoy, Brooklyn. Cada maldito hueso y cada maldita célula
en mi lo está.
—¿Estas qué? —Me atreví a preguntar, con mis labios hormigueando y mi
respiración errática mientras la esperanza se apoderaba de mí en contra de mi
mejor juicio.
—Enamorado. —Llevó sus labios a los míos, sin poner ninguna presión, solo
rozándolos tortuosamente—. Estoy enamorado de ti como nunca lo he estado,
como nunca pensé que lo estaría. Tienes mi corazón, así que no me lo regreses roto.
281

—No debería decir estas palabras, no así, Nolan.


Página

—Si esperas el momento perfecto, nunca llegará. Siempre habrá algo para
estropearlo, pero eso no significa que debamos esperar o mantener todo en nuestro
interior. Quiero oírlo. —Sus labios trazaron todas las palabras contra mis labios
entreabiertos, su anillo en el labio se calentó con la fricción—. Dime lo que sientes
por mí.
—Siempre he estado enamorada de ti, pero estos días contigo han sido como
una renovación de mis sueños, trayendo de vuelta la esperanza.
Apoyó su frente contra la mía de nuevo y suspiró como si esto lo aliviara.
Aunque, no fuera una sorpresa. Todo el mundo en este pueblo sabía que siempre
había tenido un flechazo con él, la profundidad de mis sentimientos, cuán clavados
estaban en mi alma.
—Podemos hacer esto, entonces. Créelo, por favor, por mí.
—No puedo. —Moví la punta de mis dedos a lo largo de su mandíbula
cuadrada, trazando su barba sombreando su piel clara—. No soy una idealista y no
soy la chica optimista que conocías. No puedo soportar este dolor. Voy a estar allí
para ti, pero no como me quieres.
Su agarre en mi cara se tensó un poco, no doloroso pero lo suficiente como
para mostrar su angustia por mis palabras. —Nos amamos y no voy a aceptar
perderte, perder lo mejor de mi vida solo porque…
—¿Solo porque es posible que hayas embarazado a tu ex? —No traté de
escapar de él. Necesitaba mirarlo directamente a los ojos y no dejarme llevar por el
momento de esta cercanía. Lo dejé sostener mi rostro en un férreo control, pero
necesitaba estar lejos de su tentadora boca—. Tal vez no soy lo suficientemente
madura, pero no puedo estar con un hombre que amo y tenerlo cuidando a su ex
novia mientras lleva su bebé.
Me soltó y vi algo que golpeó mi corazón. Sus ojos estaban húmedos. Sin
pensar, sin ninguna razón más. Lo agarré de la parte de atrás de su cuello y tiré de
su cabeza hasta que presioné mis labios sobre los suyos. No dudó, no me
cuestionó. Separó sus labios y tomó la delantera, envolviendo sus brazos a mi
alrededor y atrayéndome contra su cuerpo mientras la desesperación goteaba de
cada roce de nuestros labios, cada mordisco de nuestros dientes y cada caricia de
nuestras lenguas.
Si, estábamos total y completamente cautivos en esa desesperación.
Gemí en su boca y me levanté en las puntas de los dedos de mis pies,
buscando su calor, buscando su cuerpo. Gruñó y me apoyó contra la pequeña mesa
282

del comedor. Rudamente, me agarró de la cintura y me levantó sobre la mesa sin


romper el beso. Nuestros dientes entraron en contacto y eso me volvió loca. Mordí
Página

con fuerza su labio inferior, tirando de su anillo antes de deslizar mi lengua sobre
él para suavizarlo mientras las manos de Nolan vagaban en mi cuerpo, sin perder
nada. Forzó mis piernas a abrirse y se ubicó entre ellas, empujando sus caderas en
el vértice de mis muslos. Cuando su dura longitud entró en contacto con mi núcleo
adolorido, gemí y rompí el beso. Incapaz de resistirme, empujé de regreso y el
agarró mi cabello, tirando con fuerza para inclinar mi cara con el fin de besarme
más profundamente y me entregué a él. Fui sin luchar. Lo necesitaba.
Sus labios eran duros, casi castigando. Sus caderas empujaban con fuerza
contra mí, sacando de mí sonidos de súplica mientras empujaba su camisa hacia
arriba para explorar su pecho. Rompió el beso y soltó mi cabello para quitarse la
camisa. La tiró y aterrizó en el sofá. Luego, antes de que pudiera reunir mis
pensamientos y detener esto, me despojó de mi blusa y comenzó a besar la curva
de mis pechos derramándose sobre mi sujetador de encaje rojo. A través del encaje,
encontró mis pezones duros y comenzó a morderlos y provocarlos o con su boca o
sus dedos, sin dejar de lado a ninguno.
—Nolan. —Suspiré mientras dejé a mis manos viajar por su espalda para
empujar su culo, necesitando más contacto.
Luchó con mis pantalones cortos antes de encontrar el botón y la cremallera,
sin perder más tiempo. —Ayúdame aquí. —No era una súplica. No, era una orden,
autoritaria y oscura y fue directamente a mi necesidad palpitante, acariciándola un
poco más. Levantó mis caderas el tiempo suficiente para deshacerse de él junto con
mis zapatos que hicieron un ruido sordo cuando golpearon el suelo a cada lado—.
Abre más tus piernas.
Estaba expuesta sobre la mesa y sin embargo no me sentía cohibida mientras
abría más mis piernas para dejarlo empaparse de mí, sus ojos acariciando mi piel,
quemándola. Extendí mis manos para alcanzar sus pantalones y me dejó
desabrocharlos y empujarlos hacia abajo, ni una sola vez haciendo un movimiento
para ayudar. Sus ojos viendo todos mis movimientos me hicieron sentir débil, con
escalofríos corriendo por mi columna vertebral. Mis pechos estaban más pesados,
adoloridos dentro de mi sujetador y necesitaba liberarlos. Arqueé mi espalda y lo
desabroché. Nolan hizo el resto. Besó mi cuello y a lo largo de mi clavícula hasta
que llegó a una correa y con los dientes, la empujó por mis brazos, lentamente. La
punta de su lengua provocó mi carne acalorada un par de veces hasta que los dos
nos hallábamos completamente desnudos y tan excitados como cualquiera podría
estarlo.
Nuestras bocas se encontraron de nuevo mientras nuestras manos se
283

exploraban el uno al otro hasta que sus manos se arrastraron de nuevo a mi cabello
y lo apuñaron, haciéndome gemir más fuerte. Empujó contra mí, deslizando su
Página

polla contra mí hasta un punto de loca frustración.


—Nolan yo…
—Lo sé —respondió antes de soltarme y arrodillarse para tomar un condón
de su cartera todavía en sus pantalones vaqueros. Se lo puso rápidamente antes de
regresar a mí, retomando su posición. Mientas tiraba con fuerza de mi cabello
detrás de mi cabeza y empujaba su lengua en mi boca, me penetró. Jadeé en su
boca, ambos lo hicimos, y arañé su culo, animándolo.
La fuerza de sus embestidas hacía difícil permanecer en la mesa. Puse una
mano sobre ella y me agarré. Nuestros cuerpos se volvieron frenéticos. No tenía
suficiente. Rogué por más. Siempre más. Quería sentirlo tan profundo dentro de
mí que nunca lo olvidaría. Necesitaba que se perdiera conmigo, que diera rienda
suelta a su deseo primitivo. Y lo hizo.
—Nunca te sentirás… así con… nadie más —masculló entre empujes, con su
respiración agitada en mi oído. Luego mordió la curva de mi cuello y mis ojos
rodaron. Apreté mis piernas a su alrededor y dejé escapar un sonido que nunca
pensé sería capaz de producir.
—No pares.
Jaló mi cabello otra vez y bloqueó sus ojos duros y oscuros con los míos, sus
labios rojos estaban entreabiertos e hinchados. —No puedo parar —gruñó y sus
embestidas se hicieron más erráticas mientras mi orgasmo se construía
rápidamente.
Arqueé mi espalda, empujando mis pesados pechos contra su firme pecho.
Su mano se contrajo en mi cintura. Y entonces, me golpeó. Una oleada caliente y
ardiente, llevando las cenizas dentro de mí a los más brillantes y fuertes fuegos
artificiales de la historia. Me sujeté a su alrededor, empujándolo sobre el borde y
nos aferramos el uno al otro desesperadamente. Mi sangre corrió por mis venas,
rápida y fuerte, haciéndome marear mientras lágrimas corrían por mis ojos con la
fuerza de mi orgasmo. Y tan rápido como comenzó, terminó. Mi cuerpo se
derrumbó sobre la mesa y estaba acostada allí, respirando con dificultad con sudor
recubriendo mi cuerpo palpitante.
Nolan se apoyó en sus antebrazos, sus piernas apenas sosteniéndolo. No
tenía su cuerpo contra el mío, no tenía sus ojos en mí, no lo tenía en mi interior. Ya
un agujero estaba allí, destrozándonos, manteniéndonos separados.
284

Lo miré bajo mis pesadas pestañas y quería llorar. Sacudió la cabeza y me


miró antes de colocar una mano sobre mi muslo y apretar. Era el único contacto,
Página

tan controlado después de un momento así.


—¿Era esta tu manera de decir adiós? —preguntó en voz baja, su voz tan
pequeña comparada a la que estaba acostumbrada.
No pude decir una palabra así que solo asentí y vi sus ojos llenarse de
tristeza y haciendo eco de los míos. Debería dudar de mi decisión de poner fin a
esto, pero no lo hice. Me conocía lo suficiente como para estar segura de que nunca
sería el tipo de chica para estar con Nolan si iba a tener un hijo con alguien más.
Puede que fuera inmaduro, podría ser ridículo en comparación con mi amor por él,
pero no podía. No estaba preparada para esto y no quería conformarme con algo
que no me traería la felicidad que debería tener. No quería contaminar la forma en
que veía mi relación con él.
Se inclinó y se puso sus pantalones de nuevo, desechando el condón usado
en un cenicero cerca de mí que por algún milagro no se había caído de la mesa. Me
senté y crucé los brazos, de repente queriendo ocultarme mientras me golpeaba la
vulnerabilidad, ahuyentado el brillo después del sexo que me dio Nolan. Rápido,
con movimientos bruscos, se puso la camisa y se dio la vuelta; ni siquiera me miró.
Solo se fue, pero cuando abrió la puerta, vi su mano temblando sobre el pomo.
El sonido de la puerta cerrándose fue mi señal. Comencé a llorar, sollozos
me sacudieron mientras todavía me hallaba desnuda sobre la mesa. Sola.
285
Página
Nolan
Sabía que estaba llorando y por eso no podía irme. Me encontraba en mi
auto, con mis ojos fijos en su ventana iluminada. Aún temblaba, en parte por la
intensidad de hacer el amor desesperadamente con Brooklyn, y en parte por el
final de nuestra relación. Cada maldito musculo estaba adolorido como si ya
sintiera la abstinencia.
Tragué con fuerza cuando mi vista se hizo borrosa. Quería llorar, gritar y
suplicarle. Quería decir a la mierda todo. Quería dejar de sentir ese dolor.
M{s que nada…
Quería sostener a Brooklyn en mis brazos, donde sabía que pertenecía.
Pero sabía que necesitaba tiempo. Entendía sus razones y sabía por qué
pensaba que deberíamos terminar. Eso no significaba que doliera menos.
Creía que ver y hablar con mi madre dolía. Creía que preguntarme si Lena
estaba embarazada me asustaba. Pero estar sin Brooklyn me destrozaba.
Eso era aterrador e hiriente.
La amaba y me llevó demasiado tiempo decirlo y enfrentarlo. Pero la amaba
más que cualquier otra maldita cosa en mi jodido mundo. No podía lograrlo sin su
amor, y no negaría mi amor.
Esto no había terminado. No podía terminarse. Jamás. Ella solo necesitaba
tiempo.
286
Página
Pequeña B, 12 años
Traducido por Vane Farrow
Corregido por Annie D

—¿Cuál es tu peor pesadilla? —le pregunté de la nada. Yo miraba el techo en el


dormitorio de Gran No mientras él escribía en su pequeño cuaderno.
—¿Por qué lo preguntas?
Me encogí de hombros, pero sabía que él no podía verme. Estaba demasiado distraído
con su nueva historia corta. Disfrutaba viéndolo trabajar, pero a veces también era muy
molesto porque nunca quería leerme nada de lo que escribía.
—No lo sé. Solo me lo preguntaba. Tuve un mal sueño anoche.
Su silla hizo un ruido de raspado cuando se dio la vuelta, dejando su cuaderno
cerrado en su pequeño escritorio. Puso los codos en las rodillas y llevó la barbilla a su mano.
—¿Sobre qué se trató? —murmuró sin articular.
Arrugué la nariz y sentí una oleada de pánico. Ha sido así todo el día cada vez que
me imaginaba mi pesadilla de nuevo, pensando en lo que sentí en ese horrible sueño. —Mis
padres estaban muertos y tú eras el único que quedaba conmigo, pero luego alguien te mató
delante de mí y nunca vi quién era.
Sobresaltado, se enderezó antes de ponerse en pie y fue a sentarse en la cama junto a
mí, abrazándome. —Solo fue una pesadilla. Tus padres están bien y no voy a morir pronto.
No te preocupes por eso.
Asentí contra su pecho. —Me hizo pensar, ¿sabes?
287

—¿Sobre?
Página

—La muerte. —En mi oído su corazón se aceleró un poco—. Nunca pensé en ello
antes, aunque sé que mi hermana murió en un accidente automovilístico. Solo que ahora
estoy empezando a imaginarte muerto y... —Mi voz se quebró, pero no lloré. El miedo era
demasiado fuerte para hacerme llorar de nuevo.
Besó la cima de mi cabeza como hacía a menudo. —Piensa en la vida, Pequeña B. La
vida trae bastantes obstáculos para temerle a la muerte también. Estoy aquí y no me voy a
morir.
Suspiré y asentí de nuevo. —Entonces, ¿cuál es tu mayor miedo?
—Tengo demasiados para enumerar.
—Dime simplemente el más grande.
—Arruinar mi vida, supongo.
—No tienes que preocuparte entonces.
—¿Por qué?
—Porque no la arruinarás.
Se rió y sonreí en su pecho, feliz de escuchar este sonido demasiado ausente en estos
días mientras el último día de clases se acercaba rápidamente. —Ya lo veremos.
—Estaré allí para patearte el culo si lo haces.
Se tensó por un segundo y empecé a fruncir el ceño. ¿Cuál era el problema? ¿Dije
algo malo? Repetí mis palabras y no pude encontrar nada. Un sentimiento premonitorio
comenzó a crecer, pero no lo cuestioné más. No quería hacerlo. Sabía que Gran No ocultaba
algo, pero no quería saber. No quería hacer daño.
—Sí, Pequeña B.
Cerré los ojos con fuerza, deseando que fuera una pesadilla, porque simplemente
sabía. No estaría allí para patearle el culo. No me tendría en su vida.
288
Página
Traducido por Annie D & Vane Farrow
Corregido por Bells767

Nolan
Uno al lado del otro, nos hallábamos congelados en la acera, mirando a la
farmacia en frente de nosotros. Lena se encontraba extrañamente callada en medio
de sollozos que me volvían loco. No pude evitar la ira y el resentimiento que
sentía. No iba dirigida a ella, sino que era más contra todo lo que era mi vida.
Pasé la noche dando vueltas en mi cama vacía. La mayoría de mis
pensamientos eran sobre Brooklyn y cómo me alejó. La comprendía y sabía que le
iba a resultar muy difícil lidiar conmigo siendo padre. Ella era demasiado joven
para algo así y nuestra relación era aún más joven. Pero…
Pero no podía estar sin ella.
Ahora que la había tenido, no podría estar sin ella. No solo porque el sexo
era espectacular, sino por nuestra conexión. ¿Cómo puede alguien deshacerse de
una conexión tan profunda que solo al estar en las proximidades de esa persona
era como estar impregnado de la vida misma? No podía. No podría.
289

—¿A… ahora qué?


Fruncí el ceño y miré a Lena de pie junto a mí. —Ahora entramos y
Página

tomamos una prueba de embarazo. Necesito saber con seguridad si estás... eh... —
Tosí inquieto y apreté los puños a mis costados—, embarazada.
—¿Y crees que yo no lo necesito saber? —Se burló, y tuve que mirar a otro
lado cuando su mirada enojada se clavó en mí. Una mujer despechada nunca era
buena y, sinceramente, me sentía culpable por haberla puesto en esta situación.
Debería haber abierto antes los ojos y demostrar tener algo de bolas. Nuestra
relación no duró mucho tiempo, para nada. Empezamos a salir porque ella me
empujó a eso y me encontraba en un momento en que creí que tenía que pensar en
asentarme. Pero nunca hubo una conexión, nunca tuve el interés de ir a citas con
ella. Nunca me sentí vacío cuando no estaba cerca de mí. Y ahora...
—Lo sé. Lo siento. —Respiré hondo y entré en la farmacia, con Lena a mis
talones. Maldita sea, si alguien me hubiera dicho que estaría en este lío, nunca lo
habría creído. Miré al chico detrás del mostrador y me estremecí ante la idea de
preguntarle en qué pasillo podía encontrar las pruebas de embarazo. En su lugar,
caminé más allá de él con apenas un movimiento de cabeza. Recorrí cada pasillo y
finalmente las encontré.
—No sabía que habían tantos tipos diferentes —murmuró débilmente a mi
lado.
—Sí, bueno, una prueba es una prueba. Solo tienes que agarrar una. —
Señalé las cajas y les di la espalda, ya sintiendo las náuseas. No había sido capaz de
comer una sola cosa desde ayer.
—¿Podrías ser más idiota? —Pasó junto a mí, con la cabeza en alto y los
hombros hacia atrás. Negué con la cabeza y me froté mi sien adolorida.
Pensé que nunca tendría hijos. No quería poner en riesgo la felicidad de un
niño a causa de mi actitud de mierda y de lo poco que sabía de ser un buen padre,
un modelo a seguir. Pensé que sería mejor no arriesgarme. Y si hubiese imaginado
ser padre, nunca hubiese pensado en el lío en que me encontraba atrapado en este
momento. El hijo hipotético no se lo merecía; Lena y Brooklyn tampoco.
Tragué con fuerza y aparté su mano cuando intentó sacar unos billetes de su
billetera. Lo menos que podía hacer era pagar por la maldita prueba. El chico tiró
rápidamente la caja en una bolsa de papel blanco y nos apresuramos a salir.
Justo antes de llegar a mi coche, puso una temblorosa mano en mi
antebrazo. Me aparté por instinto y me giré hacia ella.
290

—¿Qué pasará si estoy embarazada? No sé qué hacer, Nolan. No lo sé.


Apreté los dientes y bajé la mirada a mis pies. Al demonio si sabía. No
Página

porque ya era un maldito adulto e independiente financieramente sabía qué hacer.


Apenas sabía cómo cuidar de mí mismo. Hace apenas unos días enfrenté a lo que
me hizo feliz y solo ayer comencé a poner el pasado atrás. No estaba listo para esta
mierda.
—Ya lo descifraremos. Yo... —Me moví y mordí el aro del labio—. Voy a
estar allí.
—¿En serio? —Se rió, pero sonaba mal. Sus ojos seguían siendo duros
conmigo, enojados. Era probable que me culpara de todo, y lo entendía. Si no
hubiera decidido volver a Riverdale, Lena y yo estaríamos viviendo juntos y tal
vez me le habría propuesto. Me hubiera sentido vacío, pero habría pensado que era
lo jodidamente correcto, para demostrarme a mí mismo que tenía mi mierda en
orden. En realidad, pasé años tratando de demostrarme a mí mismo algo que no
era cierto. Lena fue el daño colateral de mi mierda. Y el niño que ella podría tener
en su vientre también lo era. Y yo era el imbécil mayor, un idiota, por pensar de esa
manera. Pero tenía miedo. Mucho, demasiado, miedo. ¿Cómo podía ser padre?
—¿Qué quieres que te diga, Lena? ¿Lo siento? Mierda, no es como que vaya
a cambiar una maldita cosa.
Me dio la espalda y se dirigió hacia el lado del pasajero. Tragué saliva,
agarrando firmemente las llaves con mis dedos. Quería hacer algo que retrasara el
resultado de la prueba. Sin embargo, necesitaba saberlo.
Resopló y me trajo de vuelta al aquí y ahora. Siempre fue impaciente, pero
esta vez entendí el porqué. Apreté el botón de la llave del coche y subí a él.
—Regresemos al hotel. No hay razón para esperar más.
—Claro. Apuesto a que te mueres por volver con esa chica.
Traté de ignorar el veneno en su voz y apreté el acelerador. No la miré, no le
di la satisfacción de mostrarle cuán molesto me ponía cada vez que hablaba de
Brooklyn de esa manera. Necesitaba darle un poco de libertad. No fui el mejor
novio con ella y no la apoyaba en este momento. Así que, en lugar de arrancar su
cabeza, apreté más fuerte el acelerador.
291
Página
Brooklyn
La última vez que me sentí tan mal fue cuando el chico que conocí un
verano me dejó repentinamente para perseguir su sueño. Era un patrón común
conmigo, porque la última vez que sucedió no fue Nolan. Su nombre era Marlon y
era un chico muy talentoso, aunque muy torturado. Estaba muy enamorada, lista
para poner a Nolan en el pasado para siempre y dejar de comparar a todos los
hombres con él, porque Marlon tenía esa personalidad a su favor que me hizo
sentir imprudente, que olvidé a mi familia y todo, en realidad. Duró casi cuatro
meses, y cuando se fue, me pidió dinero porque tenía algún tipo de problema aquí
y se lo di, le di todo el dinero que ahorré durante años para mi futuro apartamento
sin pensarlo dos veces. No quería que le sucediera algo. Y luego, dos semanas
después de que se fue, aún tenía que llegarme mi periodo y yo estaba sola para
lidiar con ello.
Un susto de embarazo. Sabía muy bien lo que era. Cuán sola y vulnerable
eso te hace sentir.
Lloré y me sentí terrible, pero estaba demasiado asustada para incluso hacer
la maldita prueba. Nadie lo sabía, nadie podría haberme forzado a hacerla. Y
esperé hasta que un día, un mes más tarde, en un día de invierno me resbalé en el
hielo y me caí con fuerza. La noche después sangré. No podía estar segura y esa
duda, no saber si había estado embarazada, todavía era difícil de enfrentar, así que
lo enterré, lo empujé a algún rincón oscuro de mi mente.
Pero la ex de Nolan no tenía el mismo problema. Él estaría allí, haría lo
correcto, fuera lo que fuera. Le compraría la prueba, esperaría mientras la hiciera y
estaría allí de cualquier forma. Si ella tuviese que llorar, él le daría un hombro, si
292

necesitara un abrazo, se lo daría. Era esa clase de hombre sin tener un modelo a
seguir mientras crecía. Eso lo hizo más increíble a mis ojos, sin importar qué.
Página

Me retiraba después de mi turno diurno cuando el teléfono sonó en mi


bolsillo. Le entregué al gerente mis recibos y el dinero antes de sacar mi teléfono y
contesté sin comprobar quien llamaba.
—¿Sí? —Le sonreí al gerente y me despedí con la mano una vez que me dio
un pulgar hacia arriba que marcaba el fin oficial de mi turno. Quería suspirar de
alivio. No tenía mi mente en el trabajo, en atender a los clientes. Hice todo en
piloto automático y el resultado fue la mitad de las propinas que acostumbraba a
hacer. Necesitaba poner mi cabeza en orden de nuevo si quería ser capaz de
permitirme vivir por mi cuenta.
—¿Señorita Powell? —preguntó una profesional voz femenina que no
manifestaba ningún tipo de emoción. Me puso en guardia. No me gustaban mucho
las sorpresas y esta no tenía un buen augurio tampoco.
Abrí la puerta de la habitación de los casilleros de los empleados —era una
pequeña habitación trasera con una luz titilando y armarios muy viejos y
estropeados por las camareras— y eché un vistazo para asegurarme de que no
había nadie en su interior.
—Sí, soy Brooklyn Powell. ¿Qué pasa?
—Estoy llamando desde el Cuidado de Hospicio Erickson por la señora Bell.
—¿Se encuentra bien? —pregunté con mi estómago en la garganta. La llamé
esta mañana y sonó muy cansada y sin aliento, pero dijo que era porque fue difícil
ser trasladada desde el hospital y no dormía bien.
—Esa es la razón por la que estoy llamando. Lo siento señorita, pero la
señora Bell murió esta tarde.
Mis piernas se debilitaron y mi espalda golpeó la puerta mientras mi mente
se quedó en blanco. Hablé con ella por teléfono esta mañana. Ella estaba... viva
entonces. Pero ya no. —¿Llamó a su hijo?
—Cuando llegó nos pidió que retiráramos a su hijo de la lista de las
personas para contactar. Quería que usted fuera quien le informara a su hijo. —Me
dijo más cosas de rutina antes de que se apresurara a colgar. Ni siquiera estuve al
tanto de que la línea se cortó durante unos minutos hasta que me golpeó el peso de
lo que tenía que hacer.
293
Página
Nolan
Lena se encontraba sentada en la tapa del inodoro con sus ojos fijos en la
prueba en el borde del lavabo. Tenía las manos juntas entre los muslos.
Yo caminaba de un lado a otro en el muy pequeño baño, mis ojos iban a mi
teléfono cada dos segundos como si fuera a doblar el tiempo. Pero el temporizador
no se apresuraba o desaceleraba. Los segundos seguían marcándose, normalmente,
como si nada importante y que alterara la vida pudiera suceder.
Estaba bastante seguro de que si Lena no estuviera sentada en el inodoro,
estaría vomitando. Mi estómago tenía fuertes nudos. Mis palmas sudaban. Y allí
estaba este pensamiento consistente quemando el interior de mi cabeza: Brooklyn
no se encontraba aquí. Egoístamente, la necesitaba a mi lado, reconfortándome.
Quería que me calmara. Ansiaba su presencia, porque entonces hubiera creído que
ella siempre estaría allí. Pero no lo estaba y no estaría compartiendo mi vida como
yo quería si un signo positivo aparecía en esa maldita prueba.
En mi mano, el teléfono vibró y sonó. Me sobresalté y los ojos de Lena
llegaron a mí. Era hora.
Me aclaré la garganta y extendí la mano para agarrar la prueba. No podía
ocultar mis nervios con los dedos temblorosos cerrándose alrededor de la cosita de
plástico que contenía todas las respuestas. Sacudí la cabeza y bajé la mirada.
No hay signo positivo.
¡No hay signo positivo!
Sentí la máscara embrujada deslizarse de mi cara y un enorme suspiro de
294

alivio se me escapó. Quería reír, bombear el puño en el aire como un idiota, pero
me senté y en su lugar me apoyé pesadamente contra el lavabo. Le mostré la
Página

prueba a Lena y ella cerró los ojos con fuerza cuando la noticia finalmente fue
asimilada.
—Fue solo un susto. —Me reí en voz baja, casi sin creerlo. No tendría que
rogarle a Brooklyn para que se quedase conmigo. No tendría que demostrarle que
siempre sería de ella, incluso si me convertía en padre con otra mujer.
—Realmente pensé... —Se puso de pie y tomó la prueba de mis manos. Sus
cejas se hallaban agrupadas sobre los ojos—. Quiero decir…
—¿Te decepciona no estar embarazada? —Me senté más derecho, sintiendo
la tensión aferrándose de mí otra vez.
Se encogió de hombros y lanzó la prueba en el bote de basura. —No lo sé.
Supongo que... —Negó con la cabeza y salió del baño de regreso al dormitorio—.
Comenzaba a pensar que tal vez podríamos... no sé, estar juntos.
—¿Por un bebé? —Ante su asentimiento maldije en voz baja y me froté el
cuello—. Tú no me quieres, Lena, y yo no te quiero tampoco. Hubiera estado allí
para criar a mi hijo y amarlo, pero eso es todo. La verdad es que desde que
llamaste a la puerta de mi dormitorio anoche y Brooklyn se fue, he estado
pensando en maneras de convencerla de que se quede conmigo. Eso no habría
cambiado.
Asintió con rigidez. —Podrías estar con alguien mejor.
—No es por ser duro, pero estoy con alguien mejor. La amo y ella me ama.
Me completa en todos los sentidos. ¿Tú y yo? —Hice un gesto entre nosotros—.
Era conveniente y un intento a medias de mi parte para ser el adulto que pensé que
debía ser. Puedes conseguir algo mejor que eso.
Su mirada no se ablandó, pero vi la comprensión en su rostro. Sí, sus planes
para nosotros se fueron por la ventana y probablemente era difícil para ella,
teniendo en cuenta que se pasó la mayor parte de nuestra relación presionando por
dar el siguiente paso. Y yo la seguía. Ya no más.
—Te llamaré un taxi hacia la estación de trenes. Estoy seguro que preferirías
volver a casa.
Asintió y se quedó en silencio mientras yo llamaba a la única compañía de
taxis por aquí. Mantuvo la boca cerrada mientras esperábamos en su habitación
después de que terminó de empacar. Y cuando el conductor tocó la bocina, se
despidió y se fue sin decir una palabra, y esta vez sabía que era para siempre.
295

La había herido más de lo que pensaba y sabía que no me amaba, pero


estaba bastante seguro de que su orgullo recibió un mal golpe. Lo entendía, pero
Página

sabía que era lo mejor. Mi forma de hacer lo mejor no era lo suficientemente buena,
teniendo en cuenta cómo actué a sus espaldas para llegar a Brooklyn y cómo había
evitado lastimar a Brooklyn debido a mis propios miedos y complejos, pero por fin
me creció un par de bolas.
Y Brooklyn era mía, como yo sabía a ciencia cierta que era suyo. No
quedaban obstáculos entre nosotros.
Brooklyn
Temblaba, insegura de si debía llorar o simplemente seguir con mi vida.
Una mujer que pasé años resintiendo en nombre de su hijo y luego pasé el último
par de semanas llena de admiración por su nueva fuerza hallada, murió sufriendo
y sola, dejando tras de sí un hijo que siempre llevaría las cicatrices de sus errores,
que siempre tendría esa herida abierta.
Salí de ello y decidí centrarme en Nolan. No se trataba de cómo me sentía
yo, sino cómo se sentía él. Encontré su número en mi teléfono y le envié un
mensaje rápido.
¿Puedo verte? Es importante. Respóndeme el mensaje tan pronto como sea
posible.
Desaté mi delantal y lo tiré en mi casillero. Antes de cerrar el casillero con
un puñetazo frustrado que volvió mis nudillos rojos, tomé mi bolso y las llaves del
coche y no esperé antes de salir del bar por la puerta trasera y correr a mi coche,
con mi corazón herido por Nolan. Tan pronto como estuve segura en él, apoyé mi
frente al manubrio.
—Muchas gracias, señora Bell. Como si mi vida no fuese lo suficientemente
dura.
Mi teléfono señaló un texto entrante. Respiré profundo y miré la pantalla
para ver la respuesta de Nolan.
Estaba a punto de llamarte. ¿Nos vemos en tu casa en diez?
Rápidamente estuve de acuerdo y encendí mi viejo coche que hizo un ruido
296

penoso, atrayendo la atención de los pocos chicos universitarios que pasaban el


rato en el estacionamiento, fumando y hablando mientras observaban a algunas
Página

chicas que entraban al bar. Todos se volvieron hacia mí y les saqué el dedo medio,
mientras me alejaba a toda velocidad.
Solo tenía dieciocho jodidos años y estaba lidiando con más mierda que la
mayoría de ellos. Me sentía cansada.
Nolan ya se encontraba en mi puerta cuando subí las escaleras. No me
sorprendió ver su camioneta aparcada en el estacionamiento. Debe saber que algo
pasó sin realmente saber qué era ese algo. No se trataba de mí, pero siempre sería
la chica en la que podía confiar. La señora Bell lo sabía y por eso quería que yo le
diera la terrible noticia y no un muy indiferente desconocido por teléfono.
Estaba apoyado en la pared junto a la puerta, con sus brazos cruzados y
mostrando los músculos. Tenía el cabello desordenado, como si hubiera estado los
últimos minutos pasando la mano sobre él varias veces.
Me vio caminar con cautela y sin palabras mientras se mordisqueaba el aro
en el labio inferior. No sabía qué hacer conmigo misma y jugaba con las llaves en
mi mano hasta que desbloqueé torpemente la puerta y lo dejé entrar en silencio. Mi
espalda y hombros se hallaban tensos, mi boca se encontraba seca y tenía miedo. Si
había una cosa que no quería era verlo sufriendo, y no importa qué, él sufriría.
—Quería llamarte, Brooklyn. Ella...
Levanté una mano para detenerlo y dejé que mi bolso cayera al suelo sin
mirar lo que hacía. Mantuve mis ojos en él. No quería escuchar nada de su ex y no
era el momento de hablar de eso aunque me moría de ganas de saber si tenían los
resultados de su prueba de embarazo y, mientras lo observaba, no tenía ni idea de
si sabía algo.
—No es por eso que quería verte. —Mi voz era suave y no muy alta.
Reflejaba cómo me sentía. No quería darle la noticia.
Inclinó la cabeza a un lado, sus cejas juntándose más. En sus ojos pude ver la
clasificación de todo lo que podría estar mal y comprensión oscureció sus ojos al
tiempo que su boca se torcía en un arco doloroso. Sacudió la cabeza y bajó los
párpados, ocultando la humedad.
—No...
297

—Me llamaron antes. Lo siento mucho, Nolan.


Página

Asintió y luego dejó caer la cabeza. Una de sus manos fue a su pecho sobre
el corazón como si quisiera excavar y deshacerse de su dolor, de esa angustia. Su
otra mano fue a su cara, sobre sus ojos, pero justo antes de que se ocultara por
completo, vi el rastro de lágrimas y ya no pude contener más las mías.
Me acerqué a él y vacilé cuando se tensó apenas la punta de mis dedos tocó
su nuca con su cabeza todavía gacha. Contuve la respiración, temerosa de
moverme, pero luego levantó la vista y me envolvió en sus brazos, con su cuerpo
temblando contra el mío. Trataba de mantener el control y no derrumbarse. Pero
debería hacerlo, tenía todo el derecho a ello sin importar cuáles eran sus razones. Si
todavía resentía a su madre y se sentía enojado, estaba bien. Si se sentía triste
porque nunca tuvo la oportunidad de tener una verdadera madre, lo entendía.
—Tienes todo el derecho a llorar, Nolan. No te contengas —le susurré al
oído y, tan pronto como terminé de hablar, sus sollozos empezaron y sus lágrimas
corrieron por mi cuello. Lo abracé más fuerte cuando todos y cada uno de sus
sollozos me rasgó. Un poco más de lágrimas cayeron de mis ojos. Tan loco como
era, sentí su dolor haciendo eco en mí y me destrozaba.
—Es demasiado pronto —dijo con voz quebrada; era como la grava cuando
sus sollozos se calmaron. Me besó en el cuello y se enderezó, manteniendo sus
manos en mi cintura. No secó su rostro húmedo por las lágrimas. Solo bloqueó sus
ojos inyectados en sangre con los míos, directamente. Fue fascinante y desgarrador
presenciar tales emociones crudas en alguien, más aún en un hombre siempre tan
fuerte y calmado—. Se suponía que debía visitarla en este nuevo lugar.
—Lo sé, es un shock. —Llevé una mano a su rostro y sequé los rastros de
sus lágrimas suavemente—. ¿Vas a estar bien?
—Necesito tiempo, pero estaré bien. —Me acercó a él de nuevo y puso su
frente contra la mía y cerré los ojos. Era dulce e íntimo sin ser un preludio de algo
más y me encantaba—. Si estás conmigo, estaré bien.
—Sabes que puedes hablar conmigo…
—Eso no es lo que quiero decir. —Se alejó, rompiendo todo contacto
conmigo. Su cuerpo se hallaba muy cerca de mí, pero ya no nos tocábamos y un
escalofrío estalló sobre mí—. Te quiero.
—Nolan, no es el momento adecuado para hablar de esto.
—¿Por qué? Mi madre arruinó su vida, la desperdició y no tuvo tiempo
suficiente para corregir sus errores conmigo, y ahora ya es demasiado tarde. No
298

quiero que sea demasiado tarde para nosotros y perder lo que tenemos.
—¿Qué hay de…
Página

—No está embarazada —me interrumpió y lo miré boquiabierta mientras


una pequeña sonrisa se dibujaba en su rostro, una que no borraba el dolor que
sentía, pero que iluminó su rostro—. Se fue. Al menos, la puse en un taxi para el
primer tren a Nueva York. —Ahuecó mi mejilla izquierda y dejé que la esperanza
se elevara a proporciones épicas. Adrenalina se disparó a través de mis venas; mi
sangre corrió y mis manos apretaron el dobladillo de su camisa.
—¿No vas a tener un bebé? —No estaba segura de que mi mente estuviera
funcionando en este punto.
—No, y soy todo tuyo.
—¿Nolan?
—En serio, Brooklyn. Afirmas que siempre has estado enamorada de mí y te
estoy pidiendo estar contigo. Te amo. —Parpadeé, muda—. Maldita sea, di algo.
—Yo... yo... —Me mordí el labio inferior y respiré hondo—. No deberíamos
estar hablando de esto ahora. Nolan, tu madre...
—Murió. Lo sé, y no dejaré de vivir. Me duele mucho, Brooklyn, créeme.
Pero no voy a dejar que te me escapes. Te tengo y quiero conservarte. Tenemos
mucho que darnos uno al otro y sé que tienes miedo, pero te juro que haré todo lo
posible para no hacerte daño. Haré cualquier cosa para conservarte.
—¿Por qué? ¿Porque crees que pondría algo de distancia entre nosotros si
solo somos amigos? No lo haría, ya sabes.
—¿Estás escuchándome? —Tomó mi barbilla e inclinó mi cabeza un poco
más—. Te amo. Te amo como un hombre ama a una mujer. Te amo con todo mi
corazón. Te amo con cada célula de mi ser. No me importa si no sabes qué hacer
con tu vida, siempre y cuando sepas que me quieres en ella. No me importa si
quieres quedarte aquí, porque puedo escribir en cualquier lugar y estoy empeñado
en permanecer cerca de ti. No me importan estos seis malditos años que ya no
significan nada. Las únicas cosas por las que debemos preocuparnos son nuestros
sentimientos y lo que queremos.
Durante años había soñado con este día, pero nunca pensé que alguna vez
sucedería o que superaría mis preciosas fantasías. Sus palabras suavizaron todas
las dudas, sanaron todas las heridas que su partida causó y me sentía completa por
primera vez. Fue vertiginoso, pero no tuve que pensar en ello.
—Te quiero, Nolan. No me importa si es aquí o en Nueva York o en otro
299

lugar. Eres el único que me hace feliz. Eres el único para mí. No es un secreto.
Aplastó su boca contra la mía, primero con fuerza, como si me marcara y
Página

luego suavizó el roce de sus labios contra los míos. Lamió la comisura de mis
labios antes de entrar rápidamente en mi boca, y suspiré, anclándome a él; mi línea
de vida, mi amor, mi mejor amigo y futuro. Él era mi mayor sueño y por algún
milagro, yo también era el suyo.
Seis años era mucho tiempo, una gran diferencia de edad cuando sé es
joven, pero era solo un número en este momento, un número que a ninguno nos
importaba. Estábamos juntos, nos amábamos y yo era feliz.
Finalmente tenía la prueba de que mis sueños podrían hacerse realidad.
Nolan
Me acurruqué más cerca de Brooklyn en su cama incómoda. Acerqué más
sus caderas a mí hasta que su culo en forma de corazón quedó en mi contra. Su
espalda estaba alineada con mi pecho todavía agitado y besé el hueco de su cuello.
Su piel era tan suave allí. Inhalé contra ella y absorbí su olor y el mío y los mezclé.
Dejé escapar un suspiro pacífico y besé su hombro antes de arrastrar mis labios
contra su piel, necesitando ese contacto.
—¿Estás bien? —preguntó en un susurro cansado. Entrelazó nuestros dedos
y mi corazón se llenó aún más. ¿Cómo pude haber vivido sin ella?
—Es extraño sentirse como el hombre más feliz del mundo y estar tan triste
al mismo tiempo. No sé dónde estoy en este momento.
Ese día fue difícil de procesar. Pasé de tener miedo de convertirme en un
padre, al duelo por mi madre y ganar a la mujer de mis sueños. En mi interior, la
mitad de mi corazón se hallaba destrozado y la otra mitad latía fuerte y rápido,
muy viva y en una sola pieza, al parecer creciendo y creciendo.
—Mejorará. Entiendo si necesitas un poco de tiempo. No iré a ninguna
parte, ya sabes.
—¿De qué hablas? —Fruncí el ceño y retrocedí, obligándola a ponerse de
espaldas para centrarme en su cara. Sus grandes ojos marrones me fijaron con
tristeza y amor. No sabía lo que hice para merecer tanto amor, pero no lo
cuestionaría. Tenía que hacer todo para merecerlo, todos los días.
—Bueno, tu madre... —Se tranquilizó y acarició mi mejilla cubierta por
cabello—. Va a ser difícil de procesar. Tienes que centrarte en ti mismo por un
300

tiempo.
Página

—Te tuve a mi lado cuando tuve que enfrentarme a ella, me empujaste a


confrontarla y ahora que se ha ido estás aquí conmigo. Eso es todo lo que necesito.
No necesito tiempo lejos de ti para llorar. Necesito tiempo en tus brazos, contigo.
Te necesito. Siempre. —Aparté un poco de cabello de su cara y besé sus labios
suavemente—. ¿No lo entiendes? Eres mi vida, Brooklyn.
Sus grandes ojos marrones se volvieron brillantes con las emociones y me
conmoví. Era el hombre que deseaba ser con la persona que siempre necesité. Al
fin.
Epílogo
Traducido por Sandry
Corregido por Valentine Rose

Nolan
—Toma asiento.
Obedeció y se veía perfecta en mi sofá. En realidad, estaba bastante seguro
de que se vería más que perfecta y, francamente, comestible desnuda en mi
dormitorio. En nuestro dormitorio. Acabábamos de entrar a mi apartamento
después de un largo camino desde Riverdale, pero antes de darle un recorrido por
el que sería nuestro apartamento durante un tiempo hasta que pudiéramos escoger
algo juntos, necesitaba mostrarle algo. Ya era hora, maldita sea.
—Eres un mandón.
Me acerqué a las estanterías que cubría una pared de la sala de estar, y me
arrodillé para alcanzar el estante inferior donde guardaba todos mis libros. —Te
gusta, no lo niegues. —Le sonreí por encima del hombro.
—Depende de la situación, pero no parece nada sexual. —Se rió e iluminó
301

mi interior. Se reía vez más estos días, y me enorgullecía pensar que yo era una de
las razones por las que siempre sonreía y reía a menudo.
Página

—Puedo darle la vuelta a casi cualquier cosa y convertirlo en sexo,


Brooklyn. Soy un chico. —Me reí y cogí mis libros antes de acercarme a ella.
Su sonrisa se encontraba todavía en sus labios, pero sus ojos estaban fijos en
los libros en mis brazos. Cuando vio los títulos, se sentó erguida y su sonrisa se le
congeló un poco en la cara. —¿Nolan?
Puse los libros entre nosotros en el sofá y agarré sus manos. Tracé patrones
calmantes en su dorso con mis pulgares. —¿Recuerdas cuando te dije que te
dediqué todos mis libros?
—Lo recuerdo. —Su sonrisa se suavizó. Apretó mis manos, animándome a
empezar a hablar de nuevo.
Curiosamente, mi corazón empezó a latir más rápido. Sabía que tenía que
saber que nunca la había olvidado en los seis años que pasamos separados, pero
era difícil recordar ese periodo. La herí más de lo que creía posible, y me había
hecho daño a mí mismo y me perdí cuando le di la espalda.
—Adelante. Verás que pase lo que pase, siempre te he amado. En aquel
entonces era como una mejor amiga y familia, pero aun así era amor. Siempre me
has amado, pero yo también. Y tú estabas allí para mí, aunque solo sea por los
recuerdos.
Le solté las manos y la vi coger el primer libro.
302
Página
Brooklyn
Abrí el libro y encontré la página de dedicación.

Para Pequeña B,
Este libro es para ti. Siempre has creído en mí y gracias a ti quiero ser más, ser
digno de tu fe. Gracias por ser como eres.

Alcé la vista hacia Nolan, y la intensidad de sus ojos me hizo perder el


aliento. Jadeé y dejé caer una lágrima por la joven que había sido y que creyó que
no debió haber sido tan importante para él. Ahora sabía que siempre estuve muy
cerca de él y que no fue solo un producto de mi imaginación, pero la dedicación
era la prueba de que no sabía que necesitaba dejar que esa vieja herida sanara y
por fin desapareciera.
—Lee los otros —dijo en un susurro, y mordió su aro en los labios.
Cogí otro y otra lágrima cayó.

Para Pequeña B,
Eres el único buen recuerdo que tengo de casa. Espero que estés orgullosa de lo que
me he convertido.
303

—Incluso si no hubieras publicado un libro, estaría orgullosa de ti, Nolan.


Siempre.
Página

Se inclinó hacia mí y me besó en la frente. Pero no dijo nada. Vi su manzana


de Adán balanceándose en la garganta, y sabía que era tan abrumador para él
como lo era para mí.
Tomé el otro.

Pequeña B,
Nunca estarás lejos de mi mente. Cuando escribo siempre me pregunto si tú lo
aprobarías y eso me hace seguir adelante. Tú eres mi motivación.
Los otros eran igual. Todos estaban dedicados solamente a mí.

Pequeña B,
Otro libro y otra dedicación para ti. Soy escritor, y aun así nunca sé cómo expresar
lo que siento cada vez que pienso en ti. Tal vez lo entiendas, eres mi pequeña B.

Pequeña B,
Lo siento por todo.

Pequeña B,
En mi mente siempre seremos Gran No y Pequeña B. Espero que seamos así también
en la tuya.

Cerré el último libro y lo puse en la mesita de centro, cegada con las


lágrimas. Me sequé el rostro y giré hacia Nolan. Cerró la brecha entre nosotros, y
acunó mi rostro con sus manos. Con los pulgares secaba las lágrimas de mis ojos,
con mucha ternura.
—Nunca te he olvidado. Nunca.
Rodeé su cuello con mis brazos y lo atraje hacia mí. Justo antes que nuestros
labios se tocaran, puse mi frente contra la suya. —Gracias.
—Lo jodí y te hice daño y no puedo disculparme lo suficiente, pero tienes
que entender que siempre has estado en mi corazón. Eres una parte de mí, la mejor
304

parte.
—Te amo, Nolan.
Página

—Joder, yo también te amo. Nunca volveré a darte la espalda.


Asentí y dejé que me besara. Sentí nuestro amor, nuestros años de amistad,
nuestras esperanzas y sueños en aquel beso, y los dedos de mis pies se curvaron.
Saber que él también sufrió por la separación, consolaba y tranquilizaba la
última de mis asperezas. La vida había sido dura para ambos, por razones
diferentes y lo importante era que estábamos de regreso en la vida de cada uno y
esta vez… esta vez era más profundo y no tenía fecha de caducidad.
¡Ah! Y también tenía nuevos sueños, empezando por el envío de un par de
demos a algunos pequeños sellos discográficos. ¿Quién lo habría pensado? Tal vez
pudiera lograr más sueños ahora que tenía el más importante.
El resto encontraría un camino, ya sea con mis padres o con los problemas
de Nolan. Solo necesitábamos tiempo.
305
Página
Stephanie Witter es una soñadora francesa. Comenzó a aprender inglés a los
tres años y se enamoró del idioma. Siempre con un libro o dos cerca, empezó a leer
en inglés cuando no podía esperar más por las traducciones de Harry Potter.
Después de un tiempo, leer no fue suficiente. Comenzó a escribir novelas Young
Adult y New Adult Contemporary. Patch Up es su primera novela del género New
Adult Contemporary.
306
Página

Vous aimerez peut-être aussi