Vous êtes sur la page 1sur 2

La Autoeficacia

La autoeficacia puede ser definida como la percepción o creencia personal de las propias
capacidades en una situación determinada. Las creencias de autoeficacia presentan gran
influencia en el ser humano, ya que actúan sobre sus pensamientos, sentimientos y
comportamientos (Bandura, 1995). Un aspecto que resalta la importancia de la autoeficacia
es su valor predictivo de la conducta humana.
Particularmente, en la psicología, al iniciarse la segunda revolución cognitiva, surge un
paradigma en contraposición al conductismo, que plantea y destaca el estudio de los procesos
internos del sujeto como aspectos dinámicos de su ser.
Albert Bandura con el libro “Social Foundations of Thought and Action: A Social Cognitive
Theory”, plantea una visión del funcionamiento humano que les otorga un papel clave a los
procesos autorreguladores, autorreflexivos, y vicarios en el cambio y adaptación de las
personas. Los individuos son vistos como proactivos, autorganizados, autorreflexivos y
autorregulados, en lugar de ser organismos conducidos por instintos internos escondidos o
modulados por fuerzas ambientales.
De esta forma, se abandona el determinismo ambiental del conductismo para abordar al ser
humano como un sujeto creador y modificador de sus propias condiciones de vida en
constantes relaciones con su contexto.
Según Olaz (2003), las personas utilizan señales (logros de rendimiento, patrones de éxito y
fracaso, establecimiento de metas, contingencias de refuerzo, etc.) para evaluar su eficacia en
actividades futuras y a partir de lo indicado por estas señales se forman juicios de autoeficacia
que influyen e intervienen, consciente o inconscientemente, sobre sus actuaciones y su diario
vivir. Es lo que el mismo Olaz (2003) define como “el juicio acerca de nuestras capacidades
personales de respuesta”. Este juicio puede ser negativo o positivo, dependiendo de cómo ha
interpretado el sujeto los resultados sobre las señales que ha dispuesto como índices de eficacia.
De modo que es a través de las experiencias anteriores y la interpretación sobre su ejecución
que la persona construye las percepciones y creencias sobre sus propias capacidades.
Es claro que la autoeficacia comprende las creencias propias acerca de las capacidades para
aprender o rendir efectivamente (Zimmerman, Kitsantas & Campilla, 2005). “Es un grupo
diferenciado de creencias entrelazadas en distintos dominios de funcionamiento, con respecto a:
la autorregulación del proceso de pensamiento, la motivación y los aspectos afectivos y
fisiológicos” (Tejada, 2005). Así, las concepciones de autoeficacia que los sujetos tienen acerca
de los distintos ámbitos de sus vidas, repercuten de forma inmanente en sus decisiones.
Hay que decir que en el concepto de autoeficacia entran en juego las cuatro características
planteadas por Tejada (2005): las elecciones (toma de decisiones), el esfuerzo y trabajo a
aplicar (gastos de energía física o mental), los patrones de pensamiento y las reacciones
emocionales.
La autoeficacia escolar o académica de los estudiantes es definida por Schunk (1991, p. 209)
como “aquellos juicios de los alumnos y alumnas relativos a sus capacidades para completar
con éxito sus tareas escolares”. Entre éstas, señala el autor la adquisición de conocimientos, la
puesta en marcha de las estrategias necesarias, el dominio de nuevos materiales, o actividades
similares.
Estos pensamientos sobre autoeficacia se elaboran a partir de cuatro fuentes de información
principales: la experiencia previa individual y la vicaria, la persuasión verbal y los estados
fisiológicos y afectivos. Esta información, relevante para estimar la capacidad, sólo resulta
instructiva si se procesa adecuadamente y se reflexiona sobre ella.
Desde las más tiernas edades, los niños y niñas son estimulados para que compitan en juegos y
en otras actividades relacionadas con el éxito. Es éste, sin embargo, un tema complejo desde la
perspectiva motivacional. Por una parte, las situaciones competitivas le ofrecen al sujeto el reto
óptimo para su actuación y también el feedback, lo que puede facilitar el sentimiento de
competencia. Asimismo, el hecho de ganar suele afirmar la percepción de capacidad, como
puede hacerlo también la sensación de haber actuado bien aunque se haya perdido. Sin
embargo, la persona suele sentirse más controlada mientras está compitiendo; además, cuando
el objetivo básico es derrotar al otro, el posible interés y la motivación intrínseca desaparecen o
pasan a un segundo plano. Los perdedores en la competición son los que manifiestan, luego,
una menor motivación intrínseca hacia la tarea. Su papel en el contexto escolar está muy
cuestionado en la actualidad, y su influencia en la motivación intrínseca es compleja; existen
multitud de recompensas diferentes (desde comprar una moto por haber aprobado un curso,
hasta alabar a un estudiante que ha completado con éxito una tarea aburrida), por lo que las
recomendaciones respecto a su uso no pueden ser universales. En general, suelen favorecer la
realización de actividades cuando el interés por ellas es reducido; en las interesantes, los
efectos dependen de la expectativa del sujeto, del tipo de recompensas y de la contingencia
entre ésta y la conducta
Los efectos de las creencias de eficacia sobre los procesos cognitivos se pueden explicar de la
manera siguiente: mucho del comportamiento intencional del ser humano está regulado por
metas significativas para la persona; el planteamiento de metas está afectado por la evaluación
de las capacidades personales. Por lo tanto, cuanta más alta sea percibida la autoeficacia
personal, más alto será el nivel de las metas que las personas se impongan.
Las creencias de autoeficacia son importantes en la autorregulación de la motivación. Existen
tres diferentes formas de motivadores cognitivos: atribuciones causales, expectativas de
resultados y metas cognitivas.
Las creencias de autoeficacia influyen sobre las atribuciones causales, las cuales afectan la
motivación, las reacciones afectivas y el desempeño. Las personas que se consideran ineficaces
atribuyen sus fracasos a la baja habilidad. Contrariamente, las personas con alto sentido de
autoeficacia atribuyen sus fracasos a situaciones adversas o al esfuerzo insuficiente.
Las expectativas de resultados, la motivación se ve regulada por la expectativa de que
determinado comportamiento produzca determinado resultado y por el valor que tiene ese
resultado.
La motivación basada en la autoimposición de metas implica la comparación del desempeño
con un estándar personal. La satisfacción está supeditada a alcanzar el estándar, el cual le da
dirección al comportamiento de la persona, mientras que esta crea incentivos para mantener su
esfuerzo constante hasta alcanzar su objetivo (Bandura, 1995).

Vous aimerez peut-être aussi