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PERSONAJES:
ANA
PEDRO
ESCENA UNICA
Ana se encuentra sentada en el banco.
Lee.
Observa a su alrededor.
Lee de nuevo y de nuevo busca.
Distingue a alguien que se acerca y se concentra en el libro.
Se escuchan cornetas y ruidos de ciudad excesivamente
cercana.
Entra Pedro, cara cubierta de sospechas, y un traje lleno de
bultos misteriosos.
Pedro ve a Ana.
Ana cruza sus piernas y su falda se acorta. Pedro la estudia y
silba admirativamente.
Ana sigue leyendo y cruza y descruza las piernas en un alarde
de su anatomía.
Pedro silba de nuevo, con estruendo. Ana deja de leer y ve a
Pedro.
ANA: Por la forma en que silba parece que tuviera un gran danés
sordo.
ANA: ¿Cuarterones?
ANA: Un poco gruesas. Creo que son así por huir de hombres que
aparecen de repente silbando.
ANA: Perfectamente.
ANA: ¿Cuichi-cuichi?
ANA: ¿Tartamudeo?
PEDRO: “Tres tristes tigres trotan trillando trigo tras tres trogloditas
trotamundos”.
ANA: ¿Ornitorrinco?
PEDRO: (Al metro bajo tierra) Gusano apestoso, respeta los parques...
ANA: El ornitorrinco...
PEDRO: (Pausa corta) Supongamos que te veo llegar por la calle. Eres
mi amiga...
ANA: Supongamos...
ANA: Grave.
PEDRO: De cuidado...
PEDRO: (Con rencor) ¡Ellos!... ¡Ellos son los héroes del renacimiento!
ANA: ¿Héroes?
ANA: ¿Templarios?
PEDRO: Ajá...
PEDRO: (Ve a Ana. Pausa corta) Es cosa personal... (Ana lo ve. Afirma y
sigue leyendo) Ni te conozco... ¿Crees que puedes llegar y
conocer mi reglamento para las carreras de caballos...
(Rectifica) ¡Intimidad!... así como así?... (Pausa corta) ¿Esperas
a alguien?
ANA: No.
PEDRO: Las mujeres solas cuando uno las aborda siempre dicen que
esperan a alguien. Es una rosa, digo, ropa deportiva...
¡Menstruación!
ANA: ¿Menstruación?
PEDRO: ¡Regla!... Pero regla como norma... Y más en este sitio... a esta
hora...
ANA: Ni pizca.
ANA: Sé cuidarme.
ANA: ¿Asesinatos?
PEDRO: (Observa alrededor) ¿Ves esa enorme ciudad que nos rodea?...
(Pausa. Se escuchan ruidos de la ciudad) Tantas luces y
calles... ruidos... Está llena de seres humanos, esclavizados en
corporaciones... De día traen aquí a los niños para que monten
bicicletas, jueguen a la pelota, remen en el lago, disfruten el
tiovivo destrozado y no piensen en el mundo que les toca... De
noche surgen otros especímenes que saben perfectamente por
donde salta el globo y masacran, asaltan, violan, destripan,
humillan y aúllan...
ANA: ¿Aquí?
PEDRO: Ajá.
ANA: Cruel...
PEDRO: Y casi todas las mañanas aparece un cadáver entre las flores...
ANA: ¿Sonrisa?
PEDRO: Tengo mis deslices... ¿Qué te crees? ... Uno que otro cuaderno
lleno de poemas... Lo cierto es que circula el rumor de un ángel,
con alas y aura en la cabeza, matando gente en este parque
con una espada correosa... (Rectifica) luminosa...
ANA: Debe ser por los animales del Tiovivo... Tienen el lomo cargado
de niños, la mirada repleta de sueños... (Cierra los ojos) Cierras
los ojos, te serenas... (Respira un poco)... y puedes escuchar un
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ANA: (Abre los ojos. Mira a Pedro) Pueden ser el leopardo y el león
del Tiovivo...
PEDRO: Cierto.
ANA: ¿Y sádico?
ANA: ¿Casi?
ANA: ¿Trota? (Pedro niega) ¿Observa las estrellas? (Pedro niega) ¿El
comportamiento de las aves nocturnas?
PEDRO: Negocios...
ANA: ¿Encantador?...
ANA: Me di cuenta.
ANA: (Pausa corta. Vea Pedro) Y dígame... ¿El ser hombre lo libra del
peligro?
ANA: ¿Repasada?
PEDRO: Doce.
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PEDRO: Es un decir.
ANA: ¿Y me violarían?
ANA: De mi casa.
PEDRO: El pobre...
ANA: A mí en la mañana...
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ANA: Siempre.
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Se dan la mano.
PEDRO: ¿Fea?
ANA: Era yo, seguro... Fueron años en que sólo eran dientes... El
cuerpo era una tribuna que sostenía un amasijo dental. Mis
labios no podían cubrir tanta voracidad mal hecha...
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PEDRO: ¿Prietas?...
Pausa corta.
PEDRO: Estás resultando una mezcla de Marco Polo con Cristóbal Colón
y Américo Vespucio...
PEDRO: (Se toca la frente) ¿Qué me pasa hoy? ¿Tendré fiebre? ¿Me
estaré ablandando? ... ¿Cuál es la edad en que los delincuentes
se acicalan... ¡Digo, se apoltronan!... y pierden el vigor?... (A
Ana) Bueno, sigamos tu lógica... Soy un criminal... (Ana ríe) Lo
soy...
ANA: Fracturada...
ANA: Vocacional...
ANA: Me orino...
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PEDRO: ¿Te orinas?... ¡Te cagas, vomitas, sudas y te mueres!... Esa fue
mi primera sesión con el Doctor Anaximandro. ¡Qué terror!...
¡Déjenme salir, coño! ... ¡Qué me come! ¡Qué me llena de saliva
y de pelos! ... (Pausa corta)... Claro, era un tigre de Bengala
amaestrado... ¡Mierda, pero siempre será un tigre! ¡Una
monstruosidad de gato peludo que me paralizó la sangre!..
Enmierdado como estaba, el doctor me obligó a jugar con el
maldito tigre... Hizo que lo cabalgara, que combatiera con él,
que le pegara y metiera mi cabeza entre sus fauces hediondas...
Al cumplirse los cuarenta y cinco minutos de la sesión salí
encanecido, lleno de mierda hasta las pestañas, pero sin
miedo...
Pausa corta.
PEDRO: Era...
ANA: ¿Murió?
ANA: Sí.
ANA: De vista...
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PEDRO: Como ya sabes, nadie en este mundo odia a los doctores más
que yo... y especialmente al Doc, que fue el directo causante de
mi odio... pero presumo que todo lo que siguió luego... incluso
esta... esta confusión en mis carnavales de Río de Janeiro...
ANA: Ideas...
PEDRO: Reventó todos los récords de salto alto... (Revisa) No, nada de
salto alto... Destrozó las funciones y desempeños de las guerras
submarinas...
ANA: Profesiones...
PEDRO: Ajá...
ANA: No entiendo...
PEDRO: Ni tanto...
ANA: Exageras.
PEDRO: Y más ahora, con la extinción del elefante rosado en las selvas
de Kenia...
PEDRO: El comunismo...
ANA: Te veo...
ANA: Es mi destino...
ANA: No.
ANA: (Se sienta) Un traje bastante viejo... (Se ve las manos) Mis
manos ya no son las mismas...
ANA: Las manos tienen vida propia. Hacen cosas inimaginables. Creo
que el alma camina entre los dedos, ve por las uñas... (Pausa
corta. Evade la pregunta) Aparte de tus actividades delictivas...
¿No deseas otra cosa?
ANA: ¿Y?...
ANA: ¿Cuáles?
PEDRO: ¿Qué?...
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ANA: La bauticé...
PEDRO: Eso...
ANA: A todos los animales del Tiovivo... Era otra época... ¿Puede uno
cambiar tanto sin morir y renacer?
ANA: Es una más de tus confusiones, pero acertada... Una batalla nos
mata el alma y nos cambia...
PEDRO: ¡Africa!
ANA: Ajá...
Pausa corta.
ANA: ¡Euta!....
ANA: ¿Cómo?
ANA: ¡No!...
PEDRO: Seguro que estás caliente como un horno. Húmeda como una
gruta de aguas termales...
ANA: Me obligas...
ANA: ¡Vándalo!
PEDRO: ¿Emocionada?
ANA: Gélida...
PEDRO: (Pausa corta. Con miedo) ¿No tendrás una venérea, no?
ANA: ¿Sí?..
ANA: ¿Y la violación?...
PEDRO: ¡Jamás!...
ANA: Suéltalo...
ANA: No te creo...
PEDRO: ¿No?..
PEDRO: ¿No?..
PEDRO: ¿Y el revólver?
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PEDRO: ¿Campeona?
ANA: No te lo aconsejo.
PEDRO: Me amenazas...
ANA: Me protejo...
ANA: No...
Pausa.
PEDRO: ¿Cómo?...
ANA: No.
ANA: Violarte...
PEDRO: ¿Tú a mí?... (Ríe) ¡Bueno! ¡Pero qué bueno! (Abre los Brazos)
¡Aquí estoy, todo tuyo! ¡Viólame!
PEDRO: ¿Yo?...
PEDRO: Mentía.
PEDRO: ¿Yo?...
ANA: Lo eres.
ANA: ¡Maricón!...
PEDRO: ¡No!..
PEDRO: ¡Y yo que creía ser el loco de los locos! ¡Tú me llevas años luz
de chifladura! ¡Deberían encerrarte en un cuarto acolchado, con
camisa de fuerza y botar la llave! (La Empuja) ¡Me dan ganas
de... (Empuña el revolver como una cachiporra) ¡Es que provoca
partirte los!... (Pausa corta. La empuja de nuevo. La ve. Un
nuevo empujón más leve) ¿Sabes lo que has hecho?... ¡Me has
humillado!...
ANA: ¿Cómo?
ANA: ¿Chapoteo?
Pausa.
PEDRO: Agente...
ANA: Eutanásica...
Pausa.
ANA: (Recuerda)..
“Un difunto ausente
sin verdes y gramas
con fastidio de mar
y maldiciendo las fiestas vecinas...”
ANA: Me gusta...
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ANA: (Pausa) Allí, con la mano de Leocadio entre las mías, sentada
en una silla pequeña y fría cerca de la cama, acepté ante la
Dirección del hospital correr con la responsabilidad de matarlo
legalmente... Firmé los papeles... (Pausa corta) Leocadio me
veía como cuando éramos niños... y jugábamos en este
parque...
PEDRO: ¿Arrepentimiento?
ANA: Eso sí, mis clientes estaban furiosas. Las telas de los encargos
se arrugaban en los rincones... Semanas después uno de los
médicos me llamó ante una situación parecida. Se trataba de un
hombre con cáncer terminal... Ninguno de los familiares quería
cargar con el peso de su muerte y ofrecieron una suma...
PEDRO: ¿Aceptaste?
PEDRO: ¿Ciento?...
PEDRO: Cicuta fue el veneno que tomo Sócrates hace más de dos mil
años cuando lo obligaron a suicidarse...
PEDRO: ¿Y eso?..
PEDRO: ¿Cuáles?
ANA: Salgo a caminar por el parque peligroso que algún día fue el
parque del Tiovivo que giraba sin pensar en la muerte...
ANA: ¿Los cadáveres que encuentran entre las flores con una sonrisa
en la cara?
Ana lloriquea.
PEDRO: Cálmate...
PEDRO: (Con asombro) ¿No lo has pensado?... (Ana niega) Por favor, si
es claro que te faltan unas vacaciones. La cosa no puede ser
moribundos y moribundos, eso cansa...
ANA: Nadie... (Pausa corta) Nadie lo hace como yo... (Pausa corta)
Beso la frente llena de dolor...
Pausa.
ANA: Nunca...
ANA: ¿Tú crees que una pueda vivir acostada en una cama,
resoplando el dolor ajeno, comiendo sin comer, esperando que
suene el teléfono?...
PEDRO: A veces pienso que mi vida es como este parque... (Se sienta
en el banco) Lo estrechan cada vez más para construir
corporaciones... Le mutilan árboles y césped sin compasión...
Me veo en medio de un metro cuadrado de verdor, rodeado de
edificios llenos de esclavos, con el alma vuelta un
adoquín flotando en la negrura...
Pausa.
PEDRO: ¿Siempre?
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PEDRO: ¿Y la policía?...
PEDRO: El remedio...
PEDRO: ¿Dolor?
ANA: (Llorosa) Lo que más recuerdo son los niños... ¡Dios, demasiado
castigo!... y siempre miran asustados, sin entender... ¿Cómo
van a entender, si acaban de llegar?...
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PEDRO: (Se levanta y Ana con él) Allí, Anita... entre las margaritas... (Se
dirigen al sector de margaritas) Me gustará mucho no venir a
este parque, no llenarme las venas de peligro...
PEDRO: Era una broma... (Se detiene) ¿Te has dado cuenta?
Pausa.
ANA: Y el hombre del Tiovivo reía y reía y cada vez era más niño...
PEDRO: La única rabia era la envidia de las flores entre sí, o la disputa
de los hierbajos con los jardineros. En los estanques las truchas
saltaban ante la luna...
Fin de: