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Encuentro en el Parque Peligroso


De Rodolfo Santana

Escrita en 1988. Estrenada en el teatro Las Palmas. Caracas. Venezuela


(1991) San Cristóbal. Grupo de Freddy Pereira (1996) Teatro Príncipe.
Madrid. España (1993). Teatro Universitario de Valencia. España (1996).
Compañía teatral Revuelta. México (1999)Grupo La Salamandra. San
Cristóbal. Venezuela.(1996) Grupo Comedia de Campana. Argentina.
(1999)Fundación Teatro Experimental Juvenil. Ciudad Bolívar. Venezuela.
(1998)Teatro de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).Venezuela.
(2000)Grupo Bataklan, Bogotá. Colombia.(2001) Teatro Justo Sierra. México.
(2007).Sala Horacio Peterson. Caracas. Venezuela.(2002)Ateneo de
Maracay. Estival Teatro. Venezuela(2003) Teatro Nacional Juvenil. Venezuela.
(2004)Sala Horacio Peterson. Venezuela. (2008) Teatro La Ranchería.
Buenos Aires. (2009)
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“Encuentro en el Parque Peligroso”

PERSONAJES:

ANA
PEDRO

La tarde cae sobre el parque en un área cercana a un tiovivo


fuera de uso y casi desmantelado. Hay dos caballos rotos y
caídos a la izquierda, tras un banco de parque descascarado en
su pintura. Una jirafa y un elefante, bastante maltratados, aun se
sujetan a sus tubos, precariamente sostenidos en el techo del
tiovivo.
A la derecha se ve un grupo de margaritas descuidadas.

ESCENA UNICA
Ana se encuentra sentada en el banco.
Lee.
Observa a su alrededor.
Lee de nuevo y de nuevo busca.
Distingue a alguien que se acerca y se concentra en el libro.
Se escuchan cornetas y ruidos de ciudad excesivamente
cercana.
Entra Pedro, cara cubierta de sospechas, y un traje lleno de
bultos misteriosos.
Pedro ve a Ana.
Ana cruza sus piernas y su falda se acorta. Pedro la estudia y
silba admirativamente.
Ana sigue leyendo y cruza y descruza las piernas en un alarde
de su anatomía.
Pedro silba de nuevo, con estruendo. Ana deja de leer y ve a
Pedro.

ANA: ¿Tiene perro?

PEDRO: (Un poco sorprendido) ¿Yo?... No, no tengo ningún perro.


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ANA: Por la forma en que silba parece que tuviera un gran danés
sordo.

PEDRO: Silbaba por otra cosa.

ANA: Sus silbidos no me dejan leer.

Ana se concentra en la lectura.

PEDRO: (Canta con cierto morbo)


“Se va el caimán, se va el caimán
se va para Barranquilla...
Una vieja se sentó
encima de un taburete
y por debajo se le vio
el bigote de Jorge Negrete...”

Ana cruza las piernas. Nuevo silbido.

ANA: ¿Es un tic?

PEDRO: ¿Tronco?... ¿Tic?

ANA: Sí. Nervioso. (Como poseída por un tic de silbido) “Hola...


(Silba) No me dejas... (Silba) Concentrarme... (Silba) Con tanto
silbido... (Silba) Ruidoso...

PEDRO: Es por las piernas...

Pedro silba admirativamente.

ANA: ¿Le duelen y silba?

PEDRO: Por tus piernas...

Ana ve sus piernas.

ANA: Ellas no ladran.

PEDRO: Son piernones; digo nones... (Se va alterando en la medida de


las dificultades de lenguaje) ¡Cuarterones!...

ANA: ¿Cuarterones?

PEDRO: ¡Porrones!... (Pausa corta. Trata de tranquilizarse) ¡Pier-ní-si-


mas!...
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Ana se ve las piernas.

ANA: Un poco gruesas. Creo que son así por huir de hombres que
aparecen de repente silbando.

Pedro ríe. Ana lee.

PEDRO: ¿Puedes leer?

ANA: Desde los tres años.

PEDRO: Lo digo por la poca luz.

ANA: Perfectamente.

PEDRO: Te vas a dañar la vista.

ANA: Es mi vista y la novela está interesante.

PEDRO: (Pausa corta) Eso es lo malo... Digo, de dar consejos cuando no


los piden. Uno pasa a ser un cuichi-cuichi...

ANA: ¿Cuichi-cuichi?

PEDRO: La ladilla del cri-cri, que a su vez es la ladilla de la ladilla... (Ríe.


Ana lee un poco severa) La borracha de mi abuela por parte de
padre me lo decía: “Deja que la gente se recuente... ¡Digo,
arrepiente!... ¡Coño, deja que la gente re-vien-te sola! No les
avises”...

ANA: ¿Tartamudeo?

PEDRO: (Pausa corta) No. No es tártaro, tartufo, tartrajo, tartajeo...


¡Tartamudeo!...

ANA: Menos mal...

PEDRO: “Tres tristes tigres trotan trillando trigo tras tres trogloditas
trotamundos”.

ANA: Da la apariencia de problemas con el lenguaje...

PEDRO: Para nada.

ANA: (Pausa corta) Es evidente.

PEDRO: Se trata de pérdida de... de... de...


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ANA: ¿Un hoyo en el bolsillo de las ideas?

PEDRO: ¡Eso!.. Se escurren y caen en el piso como monedas...

ANA: (Detalla a Pedro) No debe ser un gran despilfarro...

PEDRO: (Atento a su explicación) Un desfase en el aparato lógico... En


ocasiones quiero expresar una tea... ¡Idea!... sobre derivados
del petróleo y sale un ornitorrinco desplumado...

ANA: ¿Ornitorrinco?

PEDRO: Lo que toco...

ANA: ¿Qué tocas?

PEDRO: No toco nada, digo. ¿Hueles?

ANA: (Huele) Flores, hierbas...

PEDRO: Quise decir... ¿Ves?...

Se deja oír un ruido subterráneo creciente. Es el metro que pasa


debajo del parque.

PEDRO: (Pisa la tierra con rabia) ¡Maldito Metro!..

ANA: ¿Qué pasa con el ornitorrinco desplumado?...

PEDRO: (Al metro bajo tierra) Gusano apestoso, respeta los parques...
ANA: El ornitorrinco...

PEDRO: (Pausa corta. Ve a Ana) No hay tal animal, es a lo que me


refiero... (Rectifica)... salen otras ideas o una confusión que no
tiene nada que ver.

ANA: Suena a periódico egipcio leído al revés con lentes de sol


rayados.

PEDRO: (Pausa corta) Supongamos que te veo llegar por la calle. Eres
mi amiga...

ANA: Supongamos...

PEDRO: Me acerco y te abrazo con alegría, diciendo “Sentido pésame.


¿Cuál es el precio de los champiñones?”...
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ANA: Son caros.

PEDRO: La idea que quiero expresar es “Hola, me da gusto verte”... Y


sale “Sentido pésame. ¿Cuál es el precio de los
champiñones?”... que es una idea luctuosa, propia de
acontecimientos festivos... ¡No, no festivos... fu, fúnebres...
acompañada de una pregunta sobre champiñones totalmente
fuera de contexto...

ANA: Eso es un enredo mental.

PEDRO: Un desastre entre las esclusas del consciente y el inconsciente.


Una inundación en el ego sin salvavidas a mano…

ANA: Grave.

PEDRO: De cuidado...

ANA: Con ese pasticho en la cabeza es posible que, si estalla un


incendio en tu cuarto, salgas gritando: “¡Viva la Revolución
Francesa!”...

PEDRO: Me ocurrió algo así en México, cuando lo del terremoto... Tú


sabes, unas vacaciones que me tomé...

ANA: Tienes poco aspecto de turista...

PEDRO: Tiempos buenos, tiempos malos. El dinero entra y se evapora,


pero uno se da buenas rumbas de cuando en cuando...

ANA: ¿Qué te pasó en el terremoto?...

PEDRO: ¡Todo se movía. Eso es lo más impresionante de los jodidos


terremotos. Parece que las cosas tomaran vida...! ¡El cenicero,
las flores, la toalla, el piso curvándose como una odalisca
bailando la danza del vientre... Salí desnudo del hotel que se
caía, gritando!... “¡Tres tacos con guacamole! ¡Tres tacos con
guacamole!” ¿Te imaginas? ¿Qué tiene que ver el guacamole
con un terremoto de 7 en la escala de Richter?.. Yo, quería
decir... ¡“Ayúdame, Virgen del Carmen”!

ANA: ¿No has visto ningún médico?

PEDRO: (Se altera visiblemente) ¿Médicos? ¿Has dicho médicos?

ANA: Si, médicos...


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PEDRO: (Con rencor) ¡Ellos!... ¡Ellos son los héroes del renacimiento!

ANA: ¿Héroes?

PEDRO: ¡Los caballeros templarios!

ANA: ¿Templarios?

PEDRO: ¡Coño, cul-pa-bles! ¡Culpables! Estoy así, en medio de este


caos de la paridad del dólar... ¡Digo, de conceptos que entran y
no son, por ellos!

ANA: ¿Los médicos te causaron esa dolencia?

PEDRO: ¡Me gusta bailar bolero pegado!... Este, sí... ¡Sí!...

Pausa. Ana lo ve.

ANA: Los médicos curan.

Pedro ríe suave hasta que brota una carcajada incontenible.

PEDRO: ¡Qué ingenua!

ANA: Me vacunaron contra la poliomielitis, operaron mis amígdalas, el


apéndice...

PEDRO: ¿A qué costo?

ANA: Los médicos comen. Hay que pagarles.

PEDRO: (Ríe) ¡Ahora y que tosen con la flema de un inglés... digo,


comen!

ANA: Tienen estómago...

PEDRO: ¡Devoran!... Nunca están satisfechos... Los hijos de la gran


camella en las calles de Trípoli son la peste de la humanidad.
Cualquier enfermedad... y eso incluye todo tipo de cáncer
terminal, es deseable antes que caer en las manos de un
médico...

ANA: ¿Qué te hicieron?

PEDRO: ¿Te interesa?

ANA: Pues... (Pausa corta) Sí...


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PEDRO: (Pausa corta. Rápido) Todo comenzó con el dolor de cabeza, mi


parálisis vocacional y la presencia de Doc Ximandro...

ANA: ¿Todo junto?

PEDRO: Para mi desgracia...

ANA: ¿Quién es Doc Ximandro?...

PEDRO: Médico internista, instructor vocacional, sociólogo y psiquiatra...

ANA: ¿Cuatro títulos?...

PEDRO: Ajá...

ANA: Una eminencia. Sígueme contando...

PEDRO: (Ve a Ana. Pausa corta) Es cosa personal... (Ana lo ve. Afirma y
sigue leyendo) Ni te conozco... ¿Crees que puedes llegar y
conocer mi reglamento para las carreras de caballos...
(Rectifica) ¡Intimidad!... así como así?... (Pausa corta) ¿Esperas
a alguien?

ANA: No.

PEDRO: (Asombrado) ¿Qué no?

ANA: No es para asombrarse.

PEDRO: Las mujeres solas cuando uno las aborda siempre dicen que
esperan a alguien. Es una rosa, digo, ropa deportiva...
¡Menstruación!

ANA: ¿Menstruación?

PEDRO: ¡Regla!... Pero regla como norma... Y más en este sitio... a esta
hora...

ANA: Me gustan estos momentos del día, el filo de sus colores, la


luminosidad tomando ropajes oscuros...

PEDRO: (Pausa corta) Poético, pero este parque es muy peligroso.


Cuando la luminosidad toma su ropaje oscuro suelen ocurrir en
él todo tipo de delitos...

ANA: ¡No me diga!


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PEDRO: ¿Te asustas?

ANA: Ni pizca.

PEDRO: Pues deberías. Cuando digo todo tipo de delitos... es porque se


trata de “Todo tipo de delitos”...

ANA: Sé cuidarme.

PEDRO: Casamientos, bautizos, verbenas de la Sociedad de Padres y


Representantes...

ANA: ¡Qué bien!

PEDRO: ¡Asesinatos, violaciones y robos de toda especie, quiero decir!

ANA: ¿Asesinatos?

PEDRO: (Observa alrededor) ¿Ves esa enorme ciudad que nos rodea?...
(Pausa. Se escuchan ruidos de la ciudad) Tantas luces y
calles... ruidos... Está llena de seres humanos, esclavizados en
corporaciones... De día traen aquí a los niños para que monten
bicicletas, jueguen a la pelota, remen en el lago, disfruten el
tiovivo destrozado y no piensen en el mundo que les toca... De
noche surgen otros especímenes que saben perfectamente por
donde salta el globo y masacran, asaltan, violan, destripan,
humillan y aúllan...

ANA: Tengo el derecho de caminar o sentarme donde me venga en


gana a la hora que sea.

PEDRO: El mes pasado agarraron a un loco furioso que mató a seis


mujeres después de violarlas.

ANA: ¿Ve? Ya no hay peligro. El loco fue capturado.

PEDRO: El suceso tuvo un gran despliegue periodístico. Tanto, que ahora


todos los paranoicos y sádicos de otros parques y calles vienen
y se instalan aquí todas las noches. Este oasis de verdor en el
que nos encontramos es algo así como La Meca para los
desajustados de la ciudad.

ANA: (Estudia el parque) Se ve un parque pacifico.

PEDRO: Hacen pic-nic y todo. ¿Has visto un pic-nic de sádicos?... (Ana


niega) Es la cosa más graciosa que te puedas imaginar:
cordializan, beben como abogados en el club y cantan
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canciones groseras mientras despanzurran niñas.

ANA: ¡Qué lindo!

PEDRO: (Indica el banco) El sádico asesino las violaba y asesinaba en


ese banco.

ANA: ¿Aquí?

PEDRO: Ajá.

ANA: (Estudia el banco) No se ven rastros de sangre...

PEDRO: La limpiaron con manguera para que los niños no la utilizaran


como pintura de pieles rojas...

ANA: Cruel...

PEDRO: Y casi todas las mañanas aparece un cadáver entre las flores...

ANA: Antes, entre las flores, correteaban ardillas... (Con cierta


nostalgia) No es el mismo parque...

PEDRO: Muchos de los difuntos, cosa extraña, tienen una sonrisa en el


rostro...

ANA: ¿Sonrisa?

PEDRO: Ajá... De esas sonrisas de los marineros cuando llegan a


puerto... (Pausa corta) La sonrisa del novio ante el altar viendo
avanzar a la novia... Sonrisa de muerte bienvenida...

ANA: Eso también suena un poco poético...

PEDRO: Tengo mis deslices... ¿Qué te crees? ... Uno que otro cuaderno
lleno de poemas... Lo cierto es que circula el rumor de un ángel,
con alas y aura en la cabeza, matando gente en este parque
con una espada correosa... (Rectifica) luminosa...

ANA: ¿No será un paranoico con una linterna?

PEDRO: Es un homicida especial, de eso no hay duda... Y estos parajes


le gustan...

ANA: Debe ser por los animales del Tiovivo... Tienen el lomo cargado
de niños, la mirada repleta de sueños... (Cierra los ojos) Cierras
los ojos, te serenas... (Respira un poco)... y puedes escuchar un
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tambor de risas reventando en la memoria... Todos los niños que


habitaron alegrías aquí, permanecen quietos en el tiempo,
esperando que alguien escuche para desgranar risas como
hojas que caen...

PEDRO: Es el lugar favorito del ángel asesino, que te lo digo...

ANA: (Abre los ojos. Mira a Pedro) Pueden ser el leopardo y el león
del Tiovivo...

PEDRO: ¿Qué pasa con ellos?

ANA: Sus fantasmas defienden el lugar de sujetos


indeseables….Quizá la inocencia aprendió a defenderse y de
noche rondan como furias para que nadie moleste la memoria
del Tiovivo…..Devoran el ruido del Metro, desgarran los
cornetazos, aterrorizan a las luces impropias...

PEDRO: (Pausa corta) Es un sitio triste...

ANA: Me llena de nostalgia...

PEDRO: Mastodontes... ¡Elefantes! (Rectifica y se acerca a los caballos.


Luego se monta sobre la jirafa) Caballos de Tiovivo muertos...
Triste...

ANA: No se corrompen. Es una visión diaria de la muerte...

PEDRO: Cierto.

ANA: (Ve a Pedro) ¿Usted es paranoico?

PEDRO: (Pausa corta) Yo, pues…Doc Ximandro me decía psicopatón,


pero con cariño...

ANA: ¿Y sádico?

PEDRO: Pues, pues... (Medita) Algunas niñas me han gustado de vez en


cuando, sobre todo cuando tienen desarrolladas las glándulas
mamarias. Pero no... Casi puedo jurar que no soy sádico.

ANA: ¿Casi?

PEDRO: Ajá. Exceptuando a esas ninfetas corruptoras de mayores que


abundan cada vez más... No, no soy sádico al estilo de mi
amigo Enrique...
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ANA: ¿Tiene un amigo sádico?

PEDRO: ¡Y de los profesionales!... Un verdadero “Iniciador de niñas en el


glorioso camino del sexo”. Así se define. Se molesta si alguien le
dice corruptor. Es un filósofo, me parece. Todas sus niñas lo
aman y el encuentro con él las madura. Lo he visto llorar cuando
alguna predilecta cumple los trece años... “Ya es una anciana”,
gime. Y se niega a comer o a salir de la habitación...

ANA: Una verdadera tragedia.

PEDRO: Y más para las niñitas que se resisten a perderlo.

ANA: (Pausa corta. Ve a Pedro) Ahora, después de tantos cuentos...


¿Podría dejarme leer?

PEDRO: Es mala circuncisión... ¡Educación!... leer cuando se tiene un


diálogo.

ANA: No me deja disfrutar la novela. Si fuera una persona menos


paciente ya habría llamado a la policía.

PEDRO: (Ríe) ¡Policía! ¡Qué graciosa!

ANA: (Se incorpora y busca) Ya que insiste en molestar...

PEDRO: La policía no entra en este parque después de las seis. No se


arriesga por un sueldo miserable...

ANA: Aún es temprano.

PEDRO: (Ve su reloj) Las seis y diez. (A Ana) La impunidad domina en


este lugar desde hace diez minutos...

ANA: (Llama) ¡Policía! ¡Policía!

PEDRO: Grita lo que quieras. Es como si estuvieras en el desierto de


Gobi o en las profundidades de la selva amazónica.

ANA: Entonces usted también corre peligro.

PEDRO: ¿Yo?.. (Ríe. Baja de la jirafa) ¡Esa si está buena!...

ANA: ¿Por qué se ríe?

PEDRO: Yo soy del ambiente. ¿Comprendes? Vengo aquí todas las


noches.
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ANA: ¿Trota? (Pedro niega) ¿Observa las estrellas? (Pedro niega) ¿El
comportamiento de las aves nocturnas?

PEDRO: Negocios...

ANA: ¿Qué tipo de negocios, si puede saberse?

PEDRO: No puede saberse.

ANA: ¡Qué misterioso!

PEDRO: Secreto profesional.

ANA: ¿Y sus actividades mercantiles lo salvan de cualquier ataque?

PEDRO: Más o menos. Además, soy hombre y encantador...

ANA: ¿Encantador?...

PEDRO: Digo, mal-en-ca-ra-do, si es que no te has dado cuenta.

ANA: Me di cuenta.

PEDRO: ¿Tienes miedo?

ANA: (Pausa corta. Vea Pedro) Y dígame... ¿El ser hombre lo libra del
peligro?

PEDRO: Un poco. Es normal. ¿No?.. Somos fuertes. Más dados a las


cosas duras.

ANA: Aunque yo sea una mujer me siento bien. Estoy tranquila.

PEDRO: Pues no deberías.

ANA: No me siento débil para nada.

PEDRO: En cualquier momento llegan “Los Malosos” y te dan una


repasada que te deja seca para toda la vida.

ANA: ¿Repasada?

PEDRO: Violación en masa, para ser más contrito... ¡Preciso!

ANA: ¿Y cuántos son “Los Malosos”?

PEDRO: Doce.
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ANA: ¿Cómo los apóstoles?

PEDRO: Doce sementales malditos amamantados por Lucifer.

ANA: Que yo sepa, Lucifer nunca dio la teta.

PEDRO: Es un decir.

ANA: ¿Y me violarían?

PEDRO: ¡Qué candor! ¿De dónde sales?

ANA: De mi casa.

PEDRO: ¿No entiendes la Constitución?

ANA: Estoy en un parque, leyendo, y soy interrumpida por un señor


alarmista con problemas mentales...

PEDRO: (Corrigiendo)¡Confusión de ideas!

ANA: Tienes el cerebro como un colador de papas fritas.

PEDRO: A causa de los médicos.

ANA: (Sentándose con resolución) Quiero este parque. Me gusta este


parque y me quedo en este parque. (Señala el elefante) ¿Ve ese
elefante?...

PEDRO: El pobre...

ANA: Se llama “Bambi”...

PEDRO: “Bambi” es un venado... Quieres decir “Dumbo”...

ANA: A los cinco años lo bauticé “Bambi” contrariando toda la


influencia de Disney... Durante toda mi niñez, los domingos, me
senté sobre su lomo. Aquí hay parte de mi vida... Una parte llena
de luz, con los brazos fuertes de mi padre...

PEDRO: Yo también venía cuando niño...

ANA: ¿Si?... No recuerdo ningún niño como tú...

PEDRO: Me traían los domingos en la tarde...

ANA: A mí en la mañana...
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PEDRO: Puede decirse que no fuimos amigos de infancia por cuestión


horaria...

ANA: Es posible... (Indica) Veníamos caminando por la entrada de las


ardillas... Vivían en un grupo de pinos que tumbaron hace años

PEDRO: Recuerdo los pinos y las ardillas...

ANA: (Indica) Y salía por la entrada del lago pequeño, lleno de


truchas... (Pausa corta) Que secaron para levantar una
pizzería...

Se escuchan silbidos. Pedro se alerta.

PEDRO: Peligro, muchacha..

ANA: (Para si) Odio esa pizzería...

PEDRO: (Rápido) Si “Los Malosos” te consiguen no te dejarán un agujero


sano. Te romperán hasta los tímpanos.

ANA: ¿Por qué los tímpanos?

PEDRO: No perdonarían ni tus orejitas.

ANA: Yo hablaría con esos caballeros y serían incapaces de molestar


la tarde de una muchacha decente que quiere recordar...

Pausa. Pedro mira a Ana con estupor.

PEDRO: Escucha... El mayor placer de esa pandilla es destrozar todo lo


decente. ¡Ni se te ocurra mencionarles esa palabrita! La odian
especialmente. Es la contraseña ideal para soltar sus instintos...
La única manera... ¡La única!... lejana, de poder salvarte sería
mintiendo. Diciéndoles por ejemplo que eres una puta
traqueteada que sufre de sífilis.

ANA: ¿Qué se ha creído, insolente? ¡No soy ninguna puta!

PEDRO: Fue un ejemplo.

ANA: ¡Ni sufro de sífilis!

PEDRO: Pueden robarte, drogarte, violarte, asesinarte, secuestrarte,


golpearte, amordazarte y triturarte.

ANA: ¿Sabe lo que es usted?... Un mitómano degenerado.


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PEDRO: (Se asombra. Luego se ríe) ¡Tienes unos ovarios de elefanta!


(Hace un gesto ampuloso con la mano) ¡Así!... (Se le acerca)
Escucha, no es cuestión de principios feministas ni derechos
ciudadanos...

ANA: De eso se trata, señor...

PEDRO: Se trata, en primera instancia, de tu físico, niña. Si te empeñas


en valores cívicos vas a salir de aquí irreconocible... ¿Para qué
gastar en una clínica de recuperación si puedes evitarlo? ¿Para
qué engordar a los malditos dromedarios... ¡Digo, doctores de
mierda!... psiquiatras saturados de perversiones, en una cura de
sueño eterna, si puedes entrar en razón y salvarte?

ANA: No tengo miedo...

PEDRO: Claro, eres una heroína. Tienes chaleco antibalas, cinturón de


virginidad y la caballería esperando que grites...

De nuevo el ruido subterráneo del metro.

ANA: (Patea el suelo, refiriéndose al metro) Cucaracha de latón...

PEDRO: (Da saltos como si destripara algo) ¡Muérete, lombriz!


¡Sabandija canalla!...

Aguantan el paso del metro. Pausa. Pedro observa a Ana.

PEDRO: Voy a ayudarte...

ANA: No necesito ayuda.

PEDRO: De todos modos te la doy. ¿Qué tal? Te acompaño hasta la


salida del parque.

ANA: Quiero respirar el aire de la noche.

PEDRO: Tu inocencia te salva, a pesar de tener muy buenas piernas.


(Hace gesto de avanzar) Vámonos...

ANA: He dicho que no quiero irme.

Ana se yergue en el banco. Lee.

PEDRO: ¿Hablas en serio?

ANA: Siempre.
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PEDRO: (Estudia a Ana que lee) No puedes leer. Está oscuro. Es de


noche. ¿No te das cuenta?

Ana ve a Pedro, desafiante. Abre su cartera y saca una


pequeña linterna. La enfoca sobre el libro. Lee.

PEDRO: (Ríe) ¡Estás llena de trucos!... ¿Cuál es el nombre?

ANA: (Pausa corta) “Karamazov”.

PEDRO: Karamazov... Eso es ruso. ¿No?... Pero no tienes apariencia de


rusa...

ANA: “Los Hermanos Karamazov” (Muestra el libro) Es el título del


libro...

PEDRO: ¡Ah, el libro, claro!... Dostoievsky...

ANA: ¿Has leído a Dostoievsky?

PEDRO: Desde sus cuadernos infantiles, pero yo me refería a tu


nombre...

ANA: Si conoces a Dostoievsky no veo por qué no puedas


conocerme... (Pausa corta) Ana...

PEDRO: Yo me llamo Pedro...

Se dan la mano.

PEDRO: Tienes una bonita sonrisa...

ANA: Si la hubieras visto cuando niña.

PEDRO: ¿Fea?

ANA: Me decían “Tiburona”... En los juegos de prendas, a los niños


les indicaban besarme como penitencia... Ya puedes imaginarte
como estaban de torcidos. Si no es por los aparatos...

PEDRO: (Removiendo la memoria) Había una niña... Sí... yo venía con mi


madre hacia el Tiovivo y siempre me cruzaba con ella... me
sonreía con una boca que parecía una picadora de carne...

ANA: Era yo, seguro... Fueron años en que sólo eran dientes... El
cuerpo era una tribuna que sostenía un amasijo dental. Mis
labios no podían cubrir tanta voracidad mal hecha...
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Se escuchan voces. Silbidos. Escuchan.

PEDRO: (Alerta) Vete preparando, Ana. Esto se va a llenar de


malandrines...

ANA: Eres maniático, por lo visto.

PEDRO: (Tras pensar furiosamente) Ajá, tengo la solución. Si aparecen


les diré que eres mi compañera.

ANA: ¿Compañera?... No me gustan esos tratos.

PEDRO: Así no te harán daño. En el hampa existe un código de honor. Si


les digo que eres mi compañera nadie te tocará. Te sonreirán, te
ofrecerán un poco de coca o yerba y serán buenos contigo.

ANA: Pedro, tienes una imaginación fantástica.

PEDRO: Lo digo en serio.

ANA: En tu historia hay grietas. ¿No te das cuenta?

PEDRO: ¿Prietas?...

ANA: Si en este parque hay criminales y ellos te respetan es porque


también eres un criminal...

Pausa corta.

PEDRO: Estás resultando una mezcla de Marco Polo con Cristóbal Colón
y Américo Vespucio...

ANA: (Sonríe) ¡No me vengas con cuentos! No tienes aspecto de


criminal, no hablas como criminal ni actúas como tal.

PEDRO: ¡No me insultes, coño!

ANA: ¡Eres un caballero!

PEDRO: (Se toca la frente) ¿Qué me pasa hoy? ¿Tendré fiebre? ¿Me
estaré ablandando? ... ¿Cuál es la edad en que los delincuentes
se acicalan... ¡Digo, se apoltronan!... y pierden el vigor?... (A
Ana) Bueno, sigamos tu lógica... Soy un criminal... (Ana ríe) Lo
soy...

ANA: Que simpático...


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PEDRO: El tipo que acuchillé la semana pasada no opinaba igual.

ANA: (Simulando horror) ¡Qué terrible!

PEDRO: Ni la anciana que desvalijé ayer a la salida de un banco...

ANA: Tienes una fantasía un poquitín retorcida...

PEDRO: Ni la adolescente que violé hace un mes... ¡Todos chillaron!...


Todos me gritaron “Criminal”, “Sucio”, “Hijo de Dios bendito”...

ANA: ¿Hijo de Dios?

PEDRO: Hijo de puta...

ANA: (Pausa corta) Ese embrollo que tienes en la sesera es bien


peligroso, Pedro...

PEDRO: Lo sé... La verdad... (Pausa corta) No me deja impugnar las


leyes en el senado... (Un poco alterado) Vivir normalmente...
eso, vivir como se debe, sin esa feria de ideas sin sentido
buscando turno para salir... Tengo una emocionalidad fractu...
(Busca) fractu...

ANA: Fracturada...

PEDRO: Eso. El cerebelo como unos spaguettis a la boloñesa...

ANA: Hay un momento en que tienes que montarlo en la olla...

PEDRO: ¿Qué cosa?

ANA: El cerebelo... cocinarlo, hacer la salsa, ponerle el queso


parmesano... De cerebelo a spaguettis a la boloñesa hay un
trecho...

PEDRO: El suplicio... la salsa... se inició hace años, cuando terminé el


bachillerato con las mejores notas en toda la historia del
prostíbulo...

ANA: (Rectificando con amabilidad) Colegio...

PEDRO: Ajá... Los profesores me vaticinaban una carrera llena de éxitos,


mis condiscípulos igual, pero... ¿Cuál carrera?... A mis dieciocho
años estaba lleno de alientos. Deseaba internarme en las rutas
de la astrofísica, los vericuetos de la ingeniería genética y los
soles de la metafísica... Todo me era reconocible y revelador: la
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economía, ciencia, literatura, botánica... (Pausa corta) Me entró


pánico vacacional...

ANA: Vocacional...

PEDRO: ¿Qué estudiar? ¿Dónde irrumpiría con mi lucidez a ofrecer


descubrimientos?... Entré en el supermercado...

ANA: Entraste en crisis...


PEDRO: Había crisis, sí, pero también entré un día al supermercado y me
compré una botella de ginebra... Yo, abstemio, me refugié en la
bebida para resistir el miedo que me daba reinventar el mundo...

ANA: Ese desconcierto lo sufre la mayoría de los jóvenes...

PEDRO: Pero ninguno se encuentra en el camino, como yo, al Doctor


Anaximandro, que Satanás tenga en lo más profundo de su
regazo, haciéndole cariñitos con sus garras... Una eminencia,
sin duda... Nadie lo diría al verlo: pequeño, delgado, de barbita...
En la primera sesión que tuvimos sacó al tigre y me quitó el
dolor de cabeza que tenía desde hace meses...

ANA: Quieres decir que sacó la libreta de apuntes o el estetoscopio...

PEDRO: No, no...

ANA: Dijiste tigre...

PEDRO: Eso, a “Sandokán”, un tigre de Bengala que tenía en el


consultorio. Abrió la puerta de la jaula y lo metió en la habitación
para quitarme el dolor de cabeza...

ANA: Un analgésico extraño...

PEDRO: ¿Qué tal que te encuentres cómodamente acostado en el diván


de un consultorio en pleno centro de la ciudad y de pronto
sientes un aliento fétido en la cara, abres los ojos y te
encuentras con la mirada amarillosa y fija de un tigre de Bengala
de metro y medio de altura, dos y medio de largo y trescientos
kilos de peso?..

ANA: Difícil de creer...

PEDRO: ¿Qué harías?...

ANA: Me orino...
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PEDRO: ¿Te orinas?... ¡Te cagas, vomitas, sudas y te mueres!... Esa fue
mi primera sesión con el Doctor Anaximandro. ¡Qué terror!...
¡Déjenme salir, coño! ... ¡Qué me come! ¡Qué me llena de saliva
y de pelos! ... (Pausa corta)... Claro, era un tigre de Bengala
amaestrado... ¡Mierda, pero siempre será un tigre! ¡Una
monstruosidad de gato peludo que me paralizó la sangre!..
Enmierdado como estaba, el doctor me obligó a jugar con el
maldito tigre... Hizo que lo cabalgara, que combatiera con él,
que le pegara y metiera mi cabeza entre sus fauces hediondas...
Al cumplirse los cuarenta y cinco minutos de la sesión salí
encanecido, lleno de mierda hasta las pestañas, pero sin
miedo...

ANA: Extraña terapia...

PEDRO: “O te mueres o te curas, comemierda”, me gritaba el Doc con un


látigo en la mano, de pie sobre su escritorio... (Azota el aire con
un látigo invisible) ¡Chas! ¡Chas!... ¡Chas!...”Terror se combate
con terror. Mientras la noche es más oscura más pronto
amanece”. Gritaba... con el tiempo llegué a decirle Doc
Ximandro...

ANA: ¿No lo denunciaste?

Pausa corta.

PEDRO: Me quitó todas las inhibiciones...

ANA: ¡Pero ese hombre es una amenaza!...

PEDRO: Era...

ANA: ¿Murió?

PEDRO: Sí, de caballería rusticana... (Rectifica equivocadamente) De


“Aída”... ¡No, de “El Barbero de Sevilla”... (Pausa. Respira)
Infarto al miocardio... (Pausa corta) ¿Dije infarto al miocardio?...

ANA: Sí.

PEDRO: Cuando la confusión me da por las óperas no acabo nunca...

ANA: Si Doc Ximandro murió el mundo está más seguro...

PEDRO: Depende del punto de tacto...

ANA: De vista...
22

PEDRO: Como ya sabes, nadie en este mundo odia a los doctores más
que yo... y especialmente al Doc, que fue el directo causante de
mi odio... pero presumo que todo lo que siguió luego... incluso
esta... esta confusión en mis carnavales de Río de Janeiro...

ANA: Ideas...

PEDRO: Se debió a un renacimiento del miedo durante el tratamiento


vocacional que me impartió Doc Ximandro...

ANA: Supongo que el tratamiento vocacional fue menos traumático


que el tigre de Bengala...

PEDRO: Tanto o más...

ANA: ¿Te metió un rinoceronte mientras tomabas la ducha?

PEDRO: Doc Ximandro me presentó un cuadro descarnado de la


sociedad en la que pensaba desempeñarme como un caballero
de la tabla redonda a la búsqueda del Santo Grial...

ANA: Cuál vocación te indicó?..

PEDRO: Reventó todos los récords de salto alto... (Revisa) No, nada de
salto alto... Destrozó las funciones y desempeños de las guerras
submarinas...

ANA: Profesiones...

PEDRO: Destrozó todas las que me motivaban... Medicina,


especialmente. Antes la adoraba. Pensaba en curar el cáncer,
en lograr la fórmula de la eterna juventud, trasplantar cerebros...
Doc Ximandro me llevó a hospitales, en una aventura del dolor
ajeno y la muerte, donde demostró que la medicina es hoy por
hoy un comercio descarado donde la salud y la enfermedad son
monedas de gran valor. El paciente es lo de menos, lo valioso
es el valor de su dolencia y cuanto puede prolongarse ésta en
un tratamiento que vaya directamente en detrimento de sus
bienes...

ANA: No todos los médicos son mercaderes.

PEDRO: También me probó que a los médicos altruistas por lo general se


les mueren los pacientes. Al no ganar dinero no tienen
oportunidad de equipar bien las clínicas...

ANA: ¿Hundió tus expectativas en todas las otras vocaciones?...


23

PEDRO: Me mostró la mariposa en la corola... (Rectifica) La realidad y el


objeto último de las profesiones... Doc Ximandro me enseñó que
los ideales, la piedad, el amor y la solidaridad entre los seres
humanos se han transformado en artículos de la Industria de
Placer...

ANA: ¿Industria de Placer?

PEDRO: Ajá...

ANA: No entiendo...

PEDRO: Cada vez más y de manera creciente, el hombre desarrolla


instancias para el disfrute... Los medios audiovisuales con su
carga de ficción y publicidad... Las Corporaciones de la
Seducción...

ANA: ¿Corporaciones de Seducción? ¿Es un enredo de ideas?

PEDRO: No, no... Fíjate en la moda, el maquillaje, el turismo, el cultivo


del físico, la ficción, el consumo de cosas inútiles, el confort. Son
Corporaciones de Seducción en la Industria del Placer.

ANA: Algo hay de eso...

PEDRO: Según Doc el hombre se ha vuelto una mercancía que adquiere


mercancía. Una mercancía explotable que a su vez explota a
otros. Capaz de disfrutar de ciertos sentimientos como el amor o
la piedad sólo en la contemplación de la ficción: una buena
película, una telenovela, pero no en su vida diaria donde se
desempeña como una bestia sanguinaria...

ANA: Ese Doc estaba rematadamente loco...

PEDRO: Ni tanto...

ANA: Por un lado lo odias, pero por otro pareces admirarlo...

PEDRO: Destrozó mi candor mostrándome abruptamente la verdad de la


medicina….(Pausa corta)Y de la vida… Una verdad que no pude
asumir... Por lo general la inocencia en la vocación se pierde
gradualmente. El joven estudiante idealista va internalizando
poco a poco los estragos y la depredación que utilizará
posteriomente en su consultorio... Fíjate los barcos en las
riberas del Danubio...

ANA: ¿Qué tiene que ver?...


24

PEDRO: ¡Médicos!... detállalos bien... es raro aquél que al entrar a la


facultad no piense en ser un apóstol, un santo varón que
erradicará sin ningún interés todas las endemias... ¿Y qué
terminan siendo?... Mercaderes de la muerte...

ANA: Exageras.

PEDRO: Y más ahora, con la extinción del elefante rosado en las selvas
de Kenia...

ANA: No hay elefantes rosados...

PEDRO: El comunismo...

ANA: Tampoco hay comunistas...

PEDRO: A esa extinción me refiero... Aunque hay algunos por allí...

ANA: ¡No te creo!...

PEDRO: Ajá... Se reúnen clandestinamente.

ANA: ¿Como los antiguos cristianos?

PEDRO: Y como los últimos paganos... Un día me invitaron a formar


parte de una célula y participé en una reunión. Vestían sus
camisas rojas, los sellos con la hoz y el martillo en la solapa, se
calzaban barbas tipo “Ché”, Fidel Castro o Marx -de esas con
ganchitos que se agarran en las orejas- y cantaban “La
Internacional”, muy bajito para que no escucharan los vecinos...
Lenin y Stalin estaban en una especie de altar con cirios... Los
presentes leían capítulos de “El Capital” entre tragos de jugo de
frutas, brindando por la toma del Palacio de Sebastopol y el
levantamiento del Muro de Berlín...

ANA: Que desolación...

PEDRO: Lo cierto es que la desaparición del comunismo hizo perder


cierta consideración humanista que el capitalismo había
adoptado para guardar las apariencias... Ahora, según Doc
Ximandro estamos en los albores de un esclavismo sin látigos ni
cepos, lleno de sindicatos y contratos, pero esclavismo puro... A
través de esa pauta me inclinó al estudio de la medicina,
acentuó mi amor hacia ella, pero haciéndome aceptar que
terminaría siendo un feroz traficante de vidas y órganos...

ANA: ¿Y eso te provocó?...


25

PEDRO: La mística me estalló como una granada y un buen día se


reunificó Alemania... (Rectifica)... Amanecí. con la incoherencia
en la cabeza, incapaz de una lógica responsable... Me hundí en
el anonimato, entre las masas de rebeldes, criminales y
sobrevivientes... y aquí estoy...

ANA: Te veo...

PEDRO: Eres la primera que sabe el cuento...

ANA: Gracias por la confianza...

PEDRO: No me voy a una expedición por el Amazonas, en piragua...


explico– ¿Por qué te abrí mi alma de esa manera..?

ANA: Es mi destino...

PEDRO: ¿Eres peluquera?

ANA: No.

PEDRO: Todo el mundo le cuenta cosas a las peluqueras. También a las


mesoneras en los bares. ¿Eres mesonera?... (Ana niega)
¿Modista?

ANA: (Sonríe) Fui modista, pero abandoné esa profesión... Diseñaba y


hacía mi propia ropa... (Se levanta y muestra) ¿Te gusta?

PEDRO: Tiene buen corte...

ANA: (Se sienta) Un traje bastante viejo... (Se ve las manos) Mis
manos ya no son las mismas...

PEDRO: Siempre son, a no ser que sufras artritis...

ANA: Cambian... Ahora... sólo oprimen botones... émbolos... las veo y


veo... incapaces de apreciar una tela, disfrutar el rasguño de la
seda...

PEDRO: ¿Por qué?...

ANA: Las manos tienen vida propia. Hacen cosas inimaginables. Creo
que el alma camina entre los dedos, ve por las uñas... (Pausa
corta. Evade la pregunta) Aparte de tus actividades delictivas...
¿No deseas otra cosa?

PEDRO: La confusión no me deja espacio...


26

ANA: ¿Una pequeña luz?

PEDRO: Si no es por el delito estaría frustrado. En la actividad criminal


no se habla mucho y eso me favorece... aunque... (Ve a Ana)
pues... un día le puse un cuchillo a un hombre en la barriga para
desvalijarlo y...

ANA: ¿Y?...

PEDRO: “Dame un besito de lengua”...

ANA: (Ríe) ¡Le dijiste!...

PEDRO: En vez de pedirle la cartera, le susurré amenazante... (En tono


rudo)“Dame un besito de lengua”... (Ana ríe) El hombre me miró
y, todo asustado, me lo dio metiéndome la lengua hasta las
cuerdas vocales... (Ana aumenta la risa) No me parece
gracioso...

ANA: (Ríe) ¿Qué hiciste?

PEDRO: Salí corriendo a lavarme la boca... (Piensa) Pero sí, sí tengo


otros sueños...

ANA: ¿Cuáles?

PEDRO: Pues... Salvar al oso frontino...

ANA: ¿Un oso?

PEDRO: Frontino... a los delfines y ballenas azules...

ANA: ¿Te fuiste por otro canal?

PEDRO: Ecología... Me gusta tanto o más que el crimen... Si hoy pudiera


optar me inclinaría por la ecología antes que el atraco, de eso
no hay duda... (Se monta sobre el elefante. Ana se le acerca) No
hay misión más hermosa que proteger a los animales del
acecho del hombre...

ANA: Cada día es más necesario...

PEDRO: (Ve a Ana) Me haces hablar...

ANA: Es bueno comunicarse... ¿Me permites?

PEDRO: ¿Qué?...
27

ANA: Déjame con “Bambi”... Monta a “Graciela”...

Pedro baja del elefante. Ana lo monta. Pedro cabalga a la jirafa.

PEDRO: ¿También castraste a la jirafa?...

ANA: La bauticé...

PEDRO: Eso...

ANA: A todos los animales del Tiovivo... Era otra época... ¿Puede uno
cambiar tanto sin morir y renacer?

PEDRO: A veces estalla la Segunda Guerra Mundial...

ANA: Es una más de tus confusiones, pero acertada... Una batalla nos
mata el alma y nos cambia...

PEDRO: Eres especial...

ANA: (Pausa corta) No creo...

PEDRO: Cuando te vi algo me dijo... “Huye”... ¿Qué te parece? Un


pequeño miedo como un estilete... “Huye”... (Pausa corta) ¿Por
qué lo pensaría?...

ANA: (Aferrándose al tubo. Recordando) El Tiovivo giraba y el parque


se volvía un círculo verde, con globos y gentes alargadas. Los
edificios casi no se veían, ni llegaba el olor a gasolina y a
hombres angustiados en las calles... “Bambi” era el más veloz
de todos...

PEDRO: (Animando a la jirafa) ¡Arre, Graciela!...

ANA: Me llevaba sobre el mundo, bajo la luna, entre asteroides de


caramelo y cometas de azúcar... (Alarga la mano a Pedro que la
toma) Tomaba las manos de los niños y los llevaba al Everest...

PEDRO: ¡Al Everest!...

Comienza el ruido del metro.

ANA: ¡Sobre el río Orinoco, hasta El Dorado que nadie encontró


nunca!...

PEDRO: ¡El Dorado!...


28

ANA: ¡Las estepas africanas y un río de búfalos tocando tambor sobre


la tierra!...

PEDRO: ¡Africa!

El ruido del metro casi apaga las voces de Pedro y Ana.

ANA: (Afloja la tensión. Suelta la mano de Pedro. Pausa. Lo ve) Este


es el último Tiovivo de la ciudad... (Pausa corta) Me temo que
los están exterminando en todo el mundo...

PEDRO: Como al oso frontino...

ANA: Ajá...

PEDRO: Nunca lo había pensado.

ANA: Yo sí... Los he visto morir en muchos parques. Caballitos, leones


y jirafas de mirada azul que pronto serán estampas en los libros,
como las águilas doradas.

Pausa corta.

PEDRO: ¿En qué trabajas?

ANA: (Pausa corta) Soy... Soy agente eutanásica...

PEDRO: ¿Agente?... ¡Policía! (Baja de la jirafa. Saca un gran cuchillo)


¿Le he contado mi vida a una maldita policía?

Ana baja del elefante. Trata de explicar.

ANA: ¡Euta!....

PEDRO: (Siguiendo a Ana que retrocede en dirección al banco) ¡Quieta,


ni te muevas!

ANA: Hay una confusión...

PEDRO: No digas una sola palabra...

ANA: ¡La euta!...

PEDRO: (La toma por el cuello amenazándola con el cuchillo) ¡Calladita,


putica de prefectura, ramera de garita, que voy a darte tu
merecido!...
29

ANA: ¡Pedro, me dañas!...

Pedro inclina a Ana en el banco.

PEDRO: ¡Engatusándome un turborreactor como un necio en lo alto del


sótano inundado!... ¡Dando mi confianza a una sucia enemiga,
no joda! ¡Súbete la falda!...

ANA: ¿Cómo?

PEDRO: ¡Que te subas la falda!

ANA: No lo haré. Me parece vulgar.

PEDRO: ¡Y te bajas las pantaletas!...

ANA: ¡Te estás propasando!...

PEDRO: Y te acuestas en el banco.

ANA: Sólo me acuesto en mi cama...

PEDRO: Y me abres las piernas como El Papa dando el mensaje


navideño desde el balcón...

ANA: ¡El Papa nunca!...

PEDRO: De nada te vale usar mi desorden gástrico... ¿Cómo pude


engañarme tanto? ¿Cómo?

ANA: ¿Qué pretendes?

PEDRO: ¡Violarte, nena!... ¿Es que no te has dado cuenta?

ANA: Soy un agente, pero...

PEDRO: ¡En ti voy a vengarme de las fuerzas represivas, de todos los


comandos y pelotones antimotines!.

ANA: Creí que éramos amigos...

PEDRO: Pronto estaremos en intimidades mayores... (Se le encima entre


las piernas. Le coloca el cuchillo en la garganta) Bésame...

ANA: ¡Déjame tranquila!

Ana se desprende. Pedro la abraza.


30

PEDRO: Te corto la garganta como si fueras La Piedad de Miguel Angel...


¡Un jamón serrano, quiero decir! (La abraza) ¡Qué rico!
ANA: (Lo empuja) Todos son iguales... ¡Todos!

PEDRO: Me tienes en la gloria, chiquita...

ANA: ¡Loco de mierda, lo que soy es! ...

PEDRO: (Grita) ¡No me interesan tus confidencias de cuartel policial!...


(La abraza. La besa en la mejilla) Siente... eso, siente... Lo
bueno de las violaciones es que uno vibra más... ¿No te
parece?

ANA: ¡No!...

PEDRO: Desde que se publicó en los periódicos la existencia de


violadores en este parque, las mujeres transitan en él con más
frecuencia...

ANA: Soy una mujer normal...

PEDRO: Seguro que estás caliente como un horno. Húmeda como una
gruta de aguas termales...

ANA: ¡Grosero! ¡Nunca hubiera creído!...

PEDRO: Pasémosla bien. ¿Sí?...

ANA: ¡No me gustas!...

PEDRO: ¿Acaso te estoy pidiendo gustarte?... ¡Esto es una violación!...


Se supone que debes detestarme y tenerme asco...

ANA: Ni te detesto ni me asqueas, simplemente no me gustas...

PEDRO: Te va a gustar, ya verás... El orgasmo es más intenso con un


cuchillo de por medio. La lujuria se multiplica como los hongos...

ANA: ¡No soy una aberrada!...

PEDRO: (Tiende a Ana) ¡Mantente acostada, sucia policía!...

ANA: Esto es un delito...

PEDRO: Me encantan los delitos...


31

ANA: Penado por la Ley...

PEDRO: Le agrega pimienta al asunto...

Pedro pasea el cuchillo por el cuerpo de Ana.

PEDRO: Tienes un bello dodecaedro...

ANA: ¡No me toques!

PEDRO: Así me gusta. ¡Resístete! ¡Grita como los Niños Cantores de


Viena!... Odio a esas violadas que se desvisten sin que uno las
amenace siquiera...

ANA: Tendrás que matarme...

PEDRO: ¡Bájate las pantaletas!

ANA: ¡Dije que no!... (Pedro coloca el cuchillo en la garganta de Ana)


Llegará la policía...

PEDRO: Tus cómplices...

ANA: ¡Te acribillarán a balazos! ¡Escupiré sobre tu cadáver, lo


patearé!...

PEDRO: ¡Fuera la ropita, vamos!...

Ana se quita las pantaletas.

PEDRO: Así me gusta...

ANA: Me obligas...

PEDRO: ¿Dónde están tus promesas de morir?

ANA: ¡No voy a renunciar a la vida de esta manera, por un puerco


como tú!...

PEDRO: (Desconcertado) ¿De esta manera?

ANA: ¡Vándalo!

Pedro se coloca de pie frente al cuerpo de Ana.

PEDRO: ¿Estás como un piano en la sala de conciertos?.. Calentona,


quiero decir...
32

ANA: Fría como un pingüino en el polo...

PEDRO: ¿Emocionada?

ANA: Gélida...

PEDRO: (Pausa corta. Con miedo) ¿No tendrás una venérea, no?

ANA: ¿Qué te has creído?

PEDRO: Uno no sabe con quién se mete.

ANA: Soy una mujer limpia, no un depravado como tú, infectado de


ladillas y gonococos como tortugas...

PEDRO: Te creo. Abre las piernitas que allá voy...

Pedro se baja los pantalones. Se arrodilla ante las piernas de


Ana que extrae una pistola de su cartera y lo apunta. Pedro se
levanta.

PEDRO: Con permiso...

Pedro se incorpora e intenta subirse los pantalones.

ANA: ¡Deja quieto esos pantalones, cerdo de mierda!...

Pedro se da vuelta e intenta marcharse con los pantalones


bajos.

ANA: ¿A dónde crees que vas?

PEDRO: (Señala) ¿Ves aquella locomotora diesel?.. ¿Arbolito un poco


achaparrado?.. Voy a orinar...

ANA: ¿Sí?..

PEDRO: No pretenderás que lo haga aquí, delante de ti. Una dama.

ANA: ¿Y la violación?...

PEDRO: ¿Violación?... ¿Cuál violación?

ANA: Ibas a violarme.

PEDRO: (Ríe nervioso) ¡Ana, qué cosas se te ocurren!... Soy el Zar


Nicolás cuando lo fusilaron... pobre, pero decente. Todas las
33

tardes vengo a pasear a este parque...

ANA: ¿Armado de un cuchillo?

PEDRO: Ya te dije, este parque tiene fama de peligroso.

ANA: Me hiciste acostar en el banco. Te abrías la bragueta...

PEDRO: ¡Jamás!...

ANA: (Imitando a Pedro) “Abre las piernitas que allá voy”...

PEDRO: Oye, las ideas se me derraman como el agua, pero tú alucinas...

ANA: ¿Y los pantalones? (Pedro intenta subirlos) ¡Quieto!

PEDRO: El cinturón se afloja y... pues, hago estos papelones...

ANA: Suelta el cuchillo...

PEDRO: ¿Cuchillo?... (Ve el cuchillo, extrañado) ¡Ah, pero qué cosas!...


Termino de comer y me traigo los cubiertos...

ANA: Ese no es cuchillo de comer...

PEDRO: En ese restaurante los usan... (Estudia el cuchillo) La verdad es


que resulta demasiado grande. Debería reclamar. ¿No te
parece?

ANA: Suéltalo...

PEDRO: (Suelta el cuchillo) De acuerdo...

ANA: Ese es un cuchillo de asesino...

PEDRO: Exageras, Anita...

ANA: (Acercándose a Pedro) ¡Las pagarás todas! ...

PEDRO: Soy un escritor en busca de experiencias...

ANA: ¿Violarme era una experiencia?

PEDRO: Era una bromita.

ANA: Pues era una bromita de muy malito gustito, cabroncito.


34

PEDRO: (Saca un cuaderno del saco) Tomo notas... Hago


investigaciones de campo con los desarraigados, escribo
poemas a las cuatro de la madrugada...
Escucha! (Lee)
“Soy un cadáver con traje puesto
rígido de fiestas corbatadas
de labios pálidos y voz de tumba
Un difunto ausente
sin verdes y gramas
con fastidio de mar
y maldiciendo las fiestas vecinas...”

ANA: (Pausa corta) ¿Lo escribiste?..

PEDRO: Claro... Un escritor debe buscar en las cavernas y...

ANA: No te creo...

PEDRO: ¿No?..

ANA: Lo robaste... ¡Mataste al poeta!..

PEDRO: (Agresivo) ¡Policía maldita!..

ANA: ¡Ah, te pones agresivo!...

PEDRO: No soporto el olor a policía. Huelen peor que los médicos...

ANA: Tienes miedo...

PEDRO: Bastantes golpes he recibido en las comisarías para tener


miedo. ¡Te odio!... ¡Y eres doblemente inmunda bajo ese disfraz
de mujercita ingenua!...

ANA: No tengo disfraz...

PEDRO: Seguro que te acuestas con todo el personal, desde el


Comandante al guardia de calabozos y el tratado de desarme
nuclear...

ANA: (Apuntándolo a la cabeza) Cuida tu vocabulario, meníngitico


vocacional...

PEDRO: ¡Mátame, rata de presidio! (Se abre la camisa) ¡Mátame,


pervertida!.

ANA: (Sugestiva) Me besaste...


35

PEDRO: ¡Una sucia degenerada burguesa al servicio de los hipócritas


principios de esta sociedad inmunda!...

ANA: Eso es retórica marxista de los peores sótanos.

PEDRO: ¡Marxista será tu madre!

ANA: Por lo menos es un argumento político.

PEDRO: ¿Y qué te creías, polizonte? ¿Qué no tengo ideas?...

ANA: A ver, a ver...

PEDRO: Para que lo sepas soy un revolucionario, esbirra insoportable. ¡Y


poeta, no ladrón de poetas!... ¡Entérate! ¡Cada uno de mis
delitos va dirigido a romper este Sistema y meter la luz en tanta
mierda!...

ANA: Ahora es cuando me entero que el crimen alienta la poesía...

PEDRO: ¡Lo hace!... Es la única vía luminosa que sobrevive frente al


Crimen Corporativo y el Esclavismo Institucional!.. ¡La sola
alternativa de los desheredados!... Muchos moriremos en el
camino, lo sabemos. ¡Yo lo sé!... Pero al final la estafa, el atraco
a mano armada, los sonetos, el saqueo, los epigramas y el robo
con fractura tendrán el puesto de dignidad que les corresponde
en un mundo donde no se cometerá el crimen del hambre y la
falta de boleros para millones de seres humanos!... ¡El crimen
pagará con versos hermosos, compañeros!... (Pausa. Ana lo ve
asombrada) Ahora dispare... no temo morir... Cien asaltantes de
camino tomarán mi inspiración y mi cuchillo de doble filo
matabanqueros...

ANA: ¿Todo eso es en serio o se trata de otra de tus confusiones?

PEDRO: Por supuesto que es chuleta de cochino con papas... ¡Serio!


¡Hablo en serio!... Y no espero que una mente de gendarme
como la tuya pueda entenderlo...

ANA: No soy policía...

PEDRO: ¿No?..

ANA: Soy una mujer que vino a leer al parque...

PEDRO: ¿Y el revólver?
36

ANA: Es mío. Soy campeona de tiro.

PEDRO: ¿Campeona?

ANA: No fallo un blanco a cien metros.

PEDRO: O sea que no puedo correr.

ANA: No te lo aconsejo.

PEDRO: ¿Estoy pollo al curry con pimientos... atrapado...?

ANA: ¡Qué inteligente!..

PEDRO: Si no eres policía, puedo irme...

ANA: No lo voy a permitir...

PEDRO: Me amenazas...

ANA: Me protejo...

PEDRO: ¿Vas a entregarme a la policía?

ANA: No...

PEDRO: No entiendo cocktail de camarones en salsa rosada...

ANA: Creo que tienes hambre...

PEDRO: Bastante. Desfallezco. ¿Puedes darme algo de dinero para


comprar un sandwich?

Pausa.

ANA: Acércate al banco...

PEDRO: ¿Cómo?...

ANA: Que te acerques al banco...

PEDRO: ¿Puedo subirme los pantalones?...

ANA: No.

PEDRO: ¿Por qué?


37

ANA: Porque tengo un revólver.

PEDRO: ¿Que persigues?

ANA: Violarte...

PEDRO: ¿A mí?... (Ríe) ¡Eso si está bueno!

ANA: Una violada que te voy a dejar bizco.

PEDRO: ¿Tú a mí?... (Ríe) ¡Bueno! ¡Pero qué bueno! (Abre los Brazos)
¡Aquí estoy, todo tuyo! ¡Viólame!

ANA: (Lo empuja al banco) Termina de quitarte los pantalones,


ricura...

PEDRO: Los pantalones...

ANA: Lentamente, con ritmo y sabrosura….

Pausa corta. Pedro se enseria. Se sienta en el banco.

PEDRO: ¿Lo dices en sopa de pollo?

ANA: Muy en serio. (Acaricia a Pedro) No te pongas nervioso, papito...


Dame un besito...

Pedro retira la cara.

PEDRO: No puede ser...

Ana besa a Pedro, fuertemente.

ANA: Así, rico... Desnúdate, papacito... Anda, toda la ropita...

PEDRO: Algo estás planeando...

ANA: ¡Te desnudas o te agujereo la cabeza!

Pedro, lentamente y viendo a todos lados se desprende de los


pantalones.

PEDRO: No puedes hacerme esto...

ANA: ¡Qué piernones! ¡Qué sabrosote!...


38

PEDRO: Entiende... Pueden llegar los malosos... ¿Te imaginas? No


podría venir más aquí si me ven en esta situación...

ANA: ¿No estás excitado, cosita rica?

PEDRO: ¡No me digas cosita rica!...

ANA: ¡Así, grita, resístete, papacito!..

PEDRO: ¡Estropeas mi carrera! ... La opción que tomé después de mi


crisis vocacional... Una carrera lograda a base de muchos
esfuerzos, huidas, tristezas...

ANA: Deja de cantar tangos y acuéstate en el banco...

PEDRO: ¿Yo?...

ANA: ¡Claro que tú, imbécil!...

Pedro se acuesta. Ana se sitúa tras el banco y le acaricia el


cuerpo con el revolver.

ANA: Tienes un bello dodecaedro... ¿Lo sabías?...

PEDRO: Quiero un perro caliente... irme, rápido...

ANA: (Lujuriosa) ¿Estás ardiente?

PEDRO: Este, pues... creo que no...

ANA: Hace un momento lo estabas...

PEDRO: Mentía.

ANA: Vete calentando, entonces. Si no te violo te quedas muerto aquí


mismo.

PEDRO: Estoy nervioso... Eso impide... Me impide... Estoy liso...

ANA: ¿Dónde está el supermacho que amenazaba con romper los


botones de la bragueta?

PEDRO: El revólver me inhibe...

ANA: (Descubriendo) Ya sé lo que pasa...

PEDRO: Sabía que entenderías...


39

ANA: Eres maricón.

PEDRO: ¿Yo?...

ANA: Lo eres.

PEDRO: ¡No soy delegado en el Congreso Mundial de


Otorrinolaringología!...

ANA: ¡Maricón!...

PEDRO: ¡No!..

ANA: Entonces ve averiguando cómo lo levantas...

PEDRO: Estoy siendo presionado... ¡No puedo!

ANA: ¿Y cuándo me vejabas? ¿Allí si podías, no?... Mientras me


humillabas tu virilidad crecía... Eras hombre denigrándome,
macho al volverme un trapo...

PEDRO: Te odio... Si soltaras esa pistola...

ANA: ¿Qué pasaría?

PEDRO: ¡No te dejaría un hueso sano!

ANA: ¿Recobrarías tu escasa virilidad?

PEDRO: Te comería el hígado.

ANA: Demostré que eres un mariconsete y ahora me odias.

Ana suelta el revólver y se sienta en el banco. Pedro la ve con


sospecha. Rápidamente toma el arma y encañona a Ana. Ana
ríe. Se pone las pantaletas. Pedro viste los pantalones.

PEDRO: ¡Estás loca de remate!...

ANA: ¿Quién no, en estos tiempos?

PEDRO: ¡Eres una masoquista!

ANA: Sola, nada más...


40

PEDRO: ¡Y yo que creía ser el loco de los locos! ¡Tú me llevas años luz
de chifladura! ¡Deberían encerrarte en un cuarto acolchado, con
camisa de fuerza y botar la llave! (La Empuja) ¡Me dan ganas
de... (Empuña el revolver como una cachiporra) ¡Es que provoca
partirte los!... (Pausa corta. La empuja de nuevo. La ve. Un
nuevo empujón más leve) ¿Sabes lo que has hecho?... ¡Me has
humillado!...

ANA: Y tú a mí. Estamos a mano...

PEDRO: Las mujeres no violan...

ANA: Los hombres tampoco deberían. Lo que es igual no es trampa...

PEDRO: ¡Doc Ximandro me vejó y ya puedes buscarlo en el estómago de


Sandokán!

ANA: ¿Cómo?

PEDRO: ¡Las canceló todas en la taquilla de la vida! ...

ANA: ¿Lo... mataste?...

PEDRO: (Pausa corta) No alimenté al tigre, sólo eso...

ANA: ¿Alimentar al tigre?

PEDRO: ¿Has visto un tigre hambriento?

ANA: No, ni lo deseo...

PEDRO: Cuando reventó mis... ideales... (Pausa corta) Doc Ximandro


debía viajar durante varios días y me encomendó alimentar a
Sandokán... No lo hice y dejé suelto al felino en el consultorio...
Un día... dos días... tres días... cuatro días... Desde las
escaleras contemplé como Doc abría la puerta del consultorio...
luego ruidos... un rugido urgente y luego chapoteo, chapoteo.

ANA: ¿Chapoteo?

PEDRO: La carne fresca con abundancia de sangre produce eso...


Chapoteo.

Pausa.

PEDRO: No puedo permitir que salgas viva de aquí...


41

ANA: Ya te dije que no soy policía...

PEDRO: Agente...

ANA: Eutanásica...

PEDRO: ¿Euta?... (Pausa corta) ¡Tú no has dicho nada de eutanásica!

ANA: ¡Además de confuso, violador y asesino, eres sordo como un


ladrillo!

PEDRO: ¡No lo dijiste!...

ANA: (Pausa corta) Lo dije...

Pausa.

PEDRO: La eutanasia es... la muerte por piedad...

ANA: La practico... como profesión...

PEDRO: No pollo a la brasa con cebollitas...

ANA: (Saca un bocadillo de la cartera y lo alarga a Pedro) Toma, a


ver si te baja el hambre...

Pedro toma el bocadillo. Comienza a comerlo.

ANA: ¿Cómo termina el poema?...

PEDRO: (Pausa corta) No es un buen poema...

ANA: (Recuerda)..
“Un difunto ausente
sin verdes y gramas
con fastidio de mar
y maldiciendo las fiestas vecinas...”

PEDRO: (Saca el cuaderno. Lee)


“Era todo un gran muerto
sin negocio propio y productivo
sin dinero en la morgue bancaria.
Un cadáver sin celebridad
bajo la lluvia y sin paraguas”...

ANA: Me gusta...
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PEDRO: (Rompe la pagina y la entrega a Ana) Te lo regalo...

ANA: (Toma el poema. Besa a Pedro. Lo guarda en el sostén) Los


poemas hay que guardarlos en el pecho...

Se escucha el ruido creciente del metro. Pedro y Ana se inclinan


sobre la tierra. La ven.

PEDRO: (Por lo bajo) Sucio, apestosa serpiente de mierda...

ANA: Chinche ruidosa cometierra...

El ruido crece. Ambos van aumentando sus improperios.

PEDRO Y ANA: ¡Hijo de puta! ¡Cocodrilo de cañerías! ¡Metro devorador de


cloacas! ¡Destructor de Tiovivos! ¡Sucio! ¡Puerco!...

Pausa. Se tranquilizan. Se ven.

PEDRO: Agente eutanásica...

ANA: Antes modista...

PEDRO: Gran cambio... ¿En qué universidad te graduaste?

ANA: Un día fui a un hospital a ver a mi primo Leocadio, que moría...


Llevaba meses en eso...

PEDRO: ¿Choque de automóvil o complicación cardiaca?

ANA: Sufría el Mal de Alzheimer...

PEDRO: ¿Alzheimer?... Si mal no recuerdo, es grave...

ANA: Bastante... Destruye gradualmente las células cerebrales, borra


la mayoría e impide que sus víctimas desarrollen tareas básicas,
conduciendo a una muerte inexorable... Leocadio estaba solo,
triste y... me rogó que lo ayudara a morir...

PEDRO: Eso si es un aprieto...

ANA: Existe una legislación que permite la eutanasia en determinadas


condiciones, pero ninguno de los médicos del hospital quería
asumir la situación...

PEDRO: Esos hijos de perra nunca asumen nada...


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ANA: (Pausa) Allí, con la mano de Leocadio entre las mías, sentada
en una silla pequeña y fría cerca de la cama, acepté ante la
Dirección del hospital correr con la responsabilidad de matarlo
legalmente... Firmé los papeles... (Pausa corta) Leocadio me
veía como cuando éramos niños... y jugábamos en este
parque...

PEDRO: Cuando estaba menos destruido...

ANA: Cuando era bello...

PEDRO: Y no secaban los lagos para construir pizzerías, ni el metro


aullaba vulgar bajo la barriga del Tiovivo... Ya los parques no
son como antes...

ANA: Corríamos tras la pelota, nos balanceábamos en los


columpios... (Pausa) Conecté, bajo la supervisión de un médico,
un tubo al brazo de Leocadio que le hizo ingresar en el torrente
sanguíneo una inofensiva solución salina... Luego... luego
apreté un botón... un botón que puso fin al flujo de la solución y
la reemplazó con Thiopental, que produce inconsciencia...
Automáticamente, una máquina puso en funcionamiento el
goteo de una sustancia venenosa que interrumpió el latido del
corazón... (Pausa corta) Cerré los ojos de Leocadio... (Pausa
corta) Al día siguiente lo enterré en una ceremonia sencilla...

PEDRO: ¿Arrepentimiento?

ANA: (Pausa corta) Ninguno...

PEDRO: Algo tuvo que ocurrir...

ANA: Ocurrió, pero no arrepentimiento...

PEDRO: Dejaste de coser...

ANA: Eso sí, mis clientes estaban furiosas. Las telas de los encargos
se arrugaban en los rincones... Semanas después uno de los
médicos me llamó ante una situación parecida. Se trataba de un
hombre con cáncer terminal... Ninguno de los familiares quería
cargar con el peso de su muerte y ofrecieron una suma...

PEDRO: ¿Aceptaste?

ANA: (Pausa) Sí, lo maté...

PEDRO: Ahí si te vino la culpa... ¿No?...


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ANA: ¿Por qué?...

PEDRO: Asesinar a alguien es bastante molesto, pero dos ya es


estadística, así sea por piedad... (Camina un poco) A Doc
Ximandro lo mató “Sandokán”, pero en las noches, muchas
noches, viene a mis sueños... “Pedrito -me dice- no te olvides de
darle la comida al tigre”... Es lo único que solicita, pero con cara
triste...

ANA: Nunca he sentido culpa...

PEDRO: ¿Dolor? ...


ANA: Dolor, sí... No por darles muerte sino por todo lo que sufren...
Rostros grises, cuerpos retorcidos, vientres hinchados y
los ojos... ojos opacos que piden morir...

PEDRO: Has dicho... “darles” muerte...

ANA: Pedro…he ayudado a morir a ciento treinta personas...

PEDRO: ¿Ciento?...

ANA: Treinta... (Pausa corta)Soy la perfecta agente eutanásica. La


preferida por la Sociedad Cicuta...

PEDRO: Cicuta fue el veneno que tomo Sócrates hace más de dos mil
años cuando lo obligaron a suicidarse...

ANA: Así se llama la Sociedad... Tiene más de cincuenta mil


miembros y crece, crece... Sostienen el derecho que poseen las
personas al suicidio...

PEDRO: No conocía... (Pausa corta. Medita)... a esa Sociedad...

ANA: La publicidad los molesta.

PEDRO: ¿Y eso?..

ANA: Pues... hay teorías al respecto...

PEDRO: ¿Cuáles?

ANA: Especialistas sostienen que el mundo quedaría despoblado...

PEDRO: Alejandro Magno llevó la gallina a Europa... (Rectifica)


Exageras...
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ANA: En verdad puede ocurrir...

PEDRO: ¿Y dentro de ti, Ana?... En lo hondo de veinte mil del alma


leguas de viaje submarino...

ANA: Añoro coser... y ya no puedo... Mis dedos se han vuelto torpes...


Lo que hago es tenderme en la cama y pensar... Puertas que se
abren y familiares que ven mientras me acerco al lecho del
enfermo... Miradas de agonía, días sin dormir... Destellos de
triunfo y avaricia, en ocasiones... Pupilas cansadas... y al final
del pasillo de seres, el enfermo con la carne envilecida... (Pausa
corta) Cargo y cargo dolor, arrastro la existencia en una
situación límite... En media hora mato a un ser humano y
modifico muchas vidas, para bien o mal... Y yo también me
modifico... (Pausa corta) Cada vez duermo menos... El teléfono
permanece mudo. La Sociedad Cicuta no me llama. Nadie más
me llama. No tengo amigos...

PEDRO: Entonces, te vistes... y sales a caminar por el parque...

ANA: Salgo a caminar por el parque peligroso que algún día fue el
parque del Tiovivo que giraba sin pensar en la muerte...

PEDRO: Esos duques de la Corte de Luis XV...

ANA: ¿Los cadáveres que encuentran entre las flores con una sonrisa
en la cara?

PEDRO: Ajá... Como esperando el puerto, la novia...

ANA: No soy una tarántula a la caza de moscas...

PEDRO: Lo sé... ¡Lo juro que lo sé! (Vehemente) Ni por un momento lo


he pensado, Ana...

ANA: Aquí me asaltan, intentan violarme... y de pronto, hablan...

PEDRO: Tienes un horno de atractivo especial microondas...

ANA: Mis vecinos... no es que me rehuyan, no... ni murmuran a mis


espaldas, ni me señalan... no... no saben en qué me
desempeño, pero se apartan silenciosos y me ven... me ven
como si algún día fueran a necesitarme...

PEDRO: El dolor camina con la muerte...


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ANA: No siempre... Una vez di muerte a una pareja... Paúl y Janeth...


cerca de los cincuenta... Sanos, posición económica
desahogada, casa propia y con mucho amor entre ellos...
Optaron por morir en ese momento, cuando la dicha los
rodeaba...

Ana lloriquea.

PEDRO: Cálmate...

ANA: Tenían tanto vigor, tanta alegría...

PEDRO: ¿Por qué no tomas unas vacaciones?... ¡Al Caribe!... Te


achicharras bajo el sol, borracheras con piña colada y ron...

ANA: ¿Tú crees?

PEDRO: (Con asombro) ¿No lo has pensado?... (Ana niega) Por favor, si
es claro que te faltan unas vacaciones. La cosa no puede ser
moribundos y moribundos, eso cansa...

ANA: (Piensa) Claro... (Afirma) ¡Claro!... Borracheras con piña colada,


viajes en yate, islas desiertas, agua de cocos... ¡Y la Sociedad
Cicuta que espere!.

PEDRO: ¡Qué se aguante!

ANA: ¡Borracheras todos los días!

PEDRO: ¡La memoria repleta de azul Caribe!..

ANA: ¡Hasta que regrese bronceada y cargada de brisa!

PEDRO: O que busquen otra...

ANA: ¿Otra?... (Piensa) ¿Buscar a otra?...


PEDRO: Claro, no eres la verduga oficial de todos los cancerosos del
mundo...

ANA: Nadie... (Pausa corta) Nadie lo hace como yo... (Pausa corta)
Beso la frente llena de dolor...

PEDRO: ¿Lo haces?...

ANA: Les hablo de la paz, de un pronto silencio... Toco sus úlceras,


las quemaduras horribles... Llego al dolor y lo hago mío... mío el
sufrimiento intolerable, el mundo que se acaba... Nadie lo
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hace... como yo...

Pausa.

PEDRO: Por lo que veo, nunca irás de vacaciones...

ANA: Nunca...

Pedro se acuesta en el suelo. Apoya su cabeza en las piernas


de Ana.

PEDRO: Yo tampoco saldré de este parque... Demasiadas moscas sobre


el festín de Baltasar...

ANA: ¿Aún tienes hambre?

PEDRO: Demasiados cepos y un mundo que no entiendo... Sociedad


Cicuta... ¡Maravillosa idea!...

ANA: ¿Tú crees que una pueda vivir acostada en una cama,
resoplando el dolor ajeno, comiendo sin comer, esperando que
suene el teléfono?...

PEDRO: Si existe un más allá me gustaría encontrarme con Doc


Ximandro... Pedirle excusas por lo del tigre...

ANA: No podría tomar un avión para La República Dominicana o


Puerto Rico... Ni siquiera un autobús a una playa cercana...

PEDRO: No me disgustaría encontrármelo...

ANA: Mi cuarto está repleto de un llanto escondido. Lloro mientras


duermo. En las mañanas la almohada está mojada...

PEDRO: A veces pienso que mi vida es como este parque... (Se sienta
en el banco) Lo estrechan cada vez más para construir
corporaciones... Le mutilan árboles y césped sin compasión...
Me veo en medio de un metro cuadrado de verdor, rodeado de
edificios llenos de esclavos, con el alma vuelta un
adoquín flotando en la negrura...

Pausa.

ANA: Siempre... siempre cargo las autorizaciones...

PEDRO: ¿Siempre?
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ANA: (Saca papeles de la cartera) Una no sabe cuándo tendrá que


cumplir con el oficio...

PEDRO: Te pareces a los jardineros ambulantes, con la pala al hombro...

ANA: Hay que llenarla con los datos y firmar….Así, legalmente, el


autor de la muerte queda a salvo de todo riesgo...

PEDRO: ¿Y la policía?...

ANA: Feliz... Lo único que desean ver es la autorización... Ya ni acudo


a la comisaría, se las envío por correo...

PEDRO: Un desesperado menos, un moribundo menos...

ANA: En casas, clínicas...

PEDRO: Y en el parque... Sí existe, entonces, el ángel del parque...

ANA: Sin alas...

PEDRO: Mirando bajo la falda de la noche, husmeando dolor en el


parque acosado...

ANA: Ángel cojo, alas desplumadas, vencido, sin sueño...

Saca una cajita. La muestra. Tiene una aguja hipodérmica, y


una ampolla.

ANA: Este es... es...

PEDRO: El remedio...

ANA: Tan efectivo como la máquina, pero con menos


complicaciones...

PEDRO: ¿Dolor?

ANA: Ninguno... Un sueño repentino, un bostezo...

PEDRO: Son increíbles los adelantos...

Ana se abraza a Pedro. Se besan. Suenan cornetas lejanas.

ANA: (Llorosa) Lo que más recuerdo son los niños... ¡Dios, demasiado
castigo!... y siempre miran asustados, sin entender... ¿Cómo
van a entender, si acaban de llegar?...
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PEDRO: (Se levanta y Ana con él) Allí, Anita... entre las margaritas... (Se
dirigen al sector de margaritas) Me gustará mucho no venir a
este parque, no llenarme las venas de peligro...

ANA: (Lloriqueando) Eres... ¡Eres tan hermoso!... Lo supe al verte...


Incluso cuando intentabas violarme.

PEDRO: Era una broma... (Se detiene) ¿Te has dado cuenta?

ANA: ¿De qué?...

PEDRO: No se me enredan las ideas... Es como si me hubieran sacado


un laberinto de la cabeza...

ANA: Es... el final de un camino...

Ana se tiende entre las margaritas. Abre la cajita. Saca la


hipodérmica y la llena con el contenido de la ampolla.

PEDRO: Frente a un paisaje...

ANA: (Viendo el liquido de la jeringa) Tan limpio... como la piel de un


manantial... Abrigo fuerte para un viaje al invierno... (Le entrega
la hipodérmica a Pedro. Le retiene las manos) El dolor me sale
por las uñas y gotea en mis pestañas, Pedro...

PEDRO: Como un sudor...

Pedro se inclina cerca de Ana. Le acaricia la cabeza. Se inicia el


ruido del metro.

ANA: Deja que pase ese animal horrible bajo la tierra...

PEDRO: (Golpea la tierra) Pasa, sarnoso come sucio... Pasa, pasa...

Pausa.

ANA: No debes temer nada...

PEDRO: No tengo miedo...

ANA: Llené la autorización... está firmada... También está la dirección


de la Sociedad Cicuta... Les va gustar conocerte...

PEDRO: ¿Crees que sirva?


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ANA: Claro... no me equivoco... Es... es un poco duro, te advierto,


pero siempre será mejor que andar confuso por ahí...

PEDRO: Haré todo lo mejor posible... Como tú... (Acaricia el rostro de


Ana) Este parque fue dichoso, Anita...

ANA: Podrás salvar algunos delfines, ballenas...

PEDRO: Osos frontinos...

ANA: Hombres... Hay muchas especies en peligro, como los


Tiovivos... ¿Qué será de “Bambi”?...

PEDRO: Cierra los ojos...

ANA: La llevarán de aquí, en un camión aceitoso, por carreteras llenas


de vallas anunciando alegrías tristes...

Ana cierra los ojos. La luz se concentra en ellos.

PEDRO: (Besa los ojos de Ana) Piensa en antes, en el parque, cuando


las tardes caían sin problemas y sólo se escuchaba la
respiración de los pájaros dormidos...

ANA: Y el hombre del Tiovivo reía y reía y cada vez era más niño...

PEDRO: (Clava la aguja en el brazo de Ana que da un pequeño respingo)


El rocío que flotaba a las cinco de la mañana buscando la punta
de la hierba...

ANA: (Sonríe) El sueño viene, mi amor...

PEDRO: La única rabia era la envidia de las flores entre sí, o la disputa
de los hierbajos con los jardineros. En los estanques las truchas
saltaban ante la luna...

La luz decae. Se esfuma.


Telon.

Fin de:

”ENCUENTRO EN EL PARQUE PELIGROSO”

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