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CARATULA

DEDICATORIA
INDICE
INTRODUCCION

El derecho de defensa es un derecho fundamental reconocidoconstitucionalme


nte y en los textos de derechos humanos, el cual debe salvaguardarse en
cualquier procedimiento jurisdiccional. Es parte del debido proceso y
requisito esencial de validez del mismo.

Consiste en la posibilidad jurídica y material de ejercer la defensa de los


derechos e intereses de la persona, en juicio y ante las autoridades,
demanera que se asegure la realización efectiva de los principios deigualdad
de las partes y de contradicción.

Asimismo, constituye un derecho ilimitado, por ser un derecho fundamental


absoluto. Justamente, la defensa de la persona en juicio y de sus derechos se
concibe solamente a través de la intervención del abogado. La Declaración
Universal de los Derechos Humanos, adoptada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas en su Resolución 217 A (III) el 10 de diciembre de 1948,
establece que toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a
ser oída públicamente y con justicia
porun tribunal independiente e imparcial, para la determinación de susderechos
y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia
penal.

Asimismo, toda persona acusada de delito tiene derecho a que sepresuma su


inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio
público, en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su
defensa. Nadie sera condenado por actos u omisiones que en el momento de
cometerse no fueron delictivos según el derecho nacional o internacional.
Tampoco se impondrá pena más grave que la aplicable en el momento de la
comisión del delito.
OBJETIVO DEL ESTUDIO (IMPORTANCIA Y DIRECCION DEL ESTUDIO JUSTIFICACIÓN)
CAPITULO I

I. EL DERECHO DE DEFENSA: CONCEPTO

En un sentido general, prejurídico y natural el verbo defenderse significa

rechazar por sí mismo una agresión. “La defensa se vincula así a un

mecanismo elemental de actividad instrumental necesaria en la lucha por la

supervivencia”.

Debemos tener en cuenta que la institución de la defensa ya era conocida en

el derecho antiguo. Así por ejemplo, en Grecia, el acusado debía comparecer

él mismo aunque era posible la representación por un tercero y la aportación

de dictámenes elaborados por peritos jurídicos especiales. En Roma, por su

parte, la defensa se desarrolló en conexión con la institución del patronato. En

la época posterior de los emperadores, los defensores se llamaban “advocati”

llegando a convertirse en una profesión especial que disfrutaba de

determinados privilegios.

Si trasladamos el concepto general de defensa al ámbito del Derecho

Procesal y a la actualidad115, podemos entender que la defensa se

configura como la posibilidad de desarrollar “toda la actividad precisa

para contribuir a eliminar la duda que el ejercicio de la acción penal ha

hecho recaer sobre una determinada persona. Y más especialmente,


como el derecho del imputado a la tutela de su libertad, cuando pretende

la observancia de las normas que evitan la lesión del propio derecho a

la libertad”.

Dicho en otras palabras, se podría definir el derecho de defensa como:

“El derecho fundamental atribuido a las partes de todo proceso y para ser

respetado por el tribunal que conoce del mismo, que consiste básicamente en

la necesidad de que éstas sean oídas117, en el sentido de que puedan alegar

y demostrar118 para conformar la resolución judicial, y en que conozcan y

puedan rebatir sobre los materiales de hecho y de derecho que puedan influir

en la resolución judicial”.

En el proceso penal, frente a la acusación del Ministerio Fiscal, el ordenamiento

jurídico ha de reconocer necesariamente un derecho de signo contrario, el

derecho del sujeto pasivo del proceso, a obtener una tutela efectiva por medio

de una adecuada defensa.

Esto implica una serie de consecuencias trascendentales ya que el Estado, y

en concreto los tribunales, no pueden llevar a cabo el proceso ni imponer penas

si no existe abogado del acusado.

El derecho de defensa implica a su vez una serie de derechos

instrumentales como son el derecho a la asistencia de abogado, el

derecho a la utilización de los medios de prueba pertinentes, el derecho a

no declarar contra sí mismo y el derecho a no confesarse culpable.

II. MODALIDADES Y CONTENIDO DEL DERECHO DE DEFENSA


Tradicionalmente se distingue entre una defensa en sentido

amplio o material y una defensa en sentido estricto o formal.

La defensa en sentido amplio o material es la “actividad procesal dirigida

a hacer valer ante el juez los derechos subjetivos y los demás intereses

jurídicos del imputado” y es una función pública que se debe concebir

como la destinada a orientar y ayudar a los justiciables en los procesos.

La defensa en sentido estricto, es decir, en cuanto se contrapone a la acción

penal ejercida por el ministerio fiscal, se efectúa mediante actos del imputado

o del defensor que se pueden distinguir en defensas propiamente dichas y

excepciones125. Se trata de introducir la igualdad de armas porque el acusador

conoce profesionalmente el derecho material y procesal y por lo tanto se

reconoce al inculpado la posibilidad de elegir su defensor cuya misión consistirá

en aportar y hacer valer en el proceso todas las circunstancias y puntos de vista

favorables al procesado.

De ahí que podamos concluir que el derecho de defensa puede manifestarse de

dos modos reconocidos en las disposiciones estudiadas. Por un lado, es posible

que el imputado decida realizar una serie de actividades defensivas por sí

mismo. Por otro, el imputado puede optar por confiar a un abogado la tarea de

defenderle en un proceso penal. Esta distinción dará lugar a que en ciertos casos

el defensor y el imputado puedan ser considerados como una unidad. Es

decir, que el derecho a la autodefensa en principio complementa el derecho

de defensa, sin que la opción a favor de una de esas posibles formas de defensa

implique la renuncia o la imposibilidad de ejercer la otra, siempre que sea

necesario para dar realidad efectiva en cada caso a la defensa en un juicio oral.
A) AUTODEFENSA

Concepto

La autodefensa consiste “en la intervención directa y personal del imputado en

el proceso, realizando actividades encaminadas a preservar su libertad: impedir

la condena u obtener la mínima sanción penal posible”

B) DEFENSA TÉCNICA

Concepto

El derecho a la defensa técnica se traduce en la asistencia de letrado. Esta

asistencia se garantiza al imputado tanto en las diligencias policiales como

en las judiciales (arts. 55.2 c) y 67.1 d) EstCPI) y se traduce, por un lado, en el

derecho a nombrar un abogado de su elección para que le asista en el proceso

penal y le defienda, y, por otro y subsidiariamente, a que se le nombre un

abogado de oficio cuando lo solicite.

III. MARCO NORMATIVO

El artículo 139°, inciso 14, de la Constitución Política del Perú de 1993, establece
el principio de que toda persona no puede ser privada del derecho de defensa
en ningún estado del proceso, esto incluye también el proceso por faltas.

El artículo 11°, inciso 1, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos,


señala que toda persona acusada de un delito se le asegure todas las garantías
necesarias para su defensa.
El artículo 14°, inciso 3, numeral d) del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos, indica que toda persona tiene derecho a hallarse presente en un
proceso, a defenderse y hacer asistida por un defensor de su elección, y si no
tuviera defensor, el derecho que se le nombre un defensor de oficio.

El Artículo 8°, inciso 2, numeral d) y e) de la Convención Americana sobre


Derechos Humanos, establece, que durante el proceso toda persona tiene
derecho, en plena igualdad, al derecho del inculpado de ser asistido por un
defensor de su elección o el derecho irrenunciable de ser asistido por un
defensor proporcionado por el Estado.

Asimismo, el artículo 8°, inciso 2, numeral f) de la Convención Americana sobre


Derechos Humanos, señala, el derecho que tiene la defensa de interrogar a los
peritos sobre la pericia realizada.

IV. DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS

La Declaración Universal de los Derechos Humanos proclamada por


la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948 no es
un tratado internacional que vincule jurídicamente a los Estados que lo firmen,
pero sí ha llegado a ser considerada como una norma de Derecho Internacional
consuetudinario, dada su amplia aceptación; además, algunos ordenamientos
nacionales se remiten a ella para la interpretación de sus propios derechos
fundamentales. La Declaración regula el derecho a la defensa en sus artículos
10 y 11:1

Artículo 10.

Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída


públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la
determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier
acusación contra ella en materia penal.
Artículo 11.

1. Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia


mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el
que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa.
2. Nadie será condenado por actos u omisiones que en el momento de
cometerse no fueron delictivos según el Derecho nacional o internacional.
Tampoco se impondrá pena más grave que la aplicable en el momento de la
comisión del delito.

V. PACTO INTERNACIONAL DE DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS

A diferencia de la Declaración, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y


Políticos sí es un tratado internacional cuyo cumplimiento es exigible a los
Estados que lo han ratificado. Además, el Pacto creó un organismo
independiente, el Comité de Derechos Humanos, encargado de supervisar el
cumplimiento de sus estipulaciones.

El artículo 14.3 del Pacto regula el derecho a la defensa de las personas


acusadas de haber cometido un delito en los siguientes términos:2

3. Durante el proceso, toda persona acusada de un delito tendrá derecho, en


plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas:

a) A ser informada sin demora, en un idioma que comprenda y en forma


detallada, de la naturaleza y causas de la acusación formulada contra ella;
b) A disponer del tiempo y de los medios adecuados para la preparación de su
defensa y a comunicarse con un defensor de su elección;

c) A ser juzgado sin dilaciones indebidas;

d) A hallarse presente en el proceso y a defenderse personalmente o ser asistida


por un defensor de su elección; a ser informada, si no tuviera defensor, del
derecho que le asiste a tenerlo, y, siempre que el interés de la justicia lo exija, a
que se le nombre defensor de oficio, gratuitamente, si careciere de medios
suficientes para pagarlo;

e) A interrogar o hacer interrogar a los testigos de cargo y a obtener la


comparecencia de los testigos de descargo y que éstos sean interrogados en las
mismas condiciones que los testigos de cargo;

f) A ser asistida gratuitamente por un intérprete, si no comprende o no habla el


idioma empleado en el tribunal;

g) A no ser obligada a declarar contra sí misma ni a confesarse culpable.

El Pacto fue adoptado por resolución de la Asamblea General de las Naciones


Unidas en 1966, y entró en vigor el 23 de marzo de 1976, tras haber sido
ratificado por los primeros 35 Estados.
CAPITULO II
II.I DERECHO DE DEFENSA SEGÚN LA CONSTITUCIÓN
La Constitución en su articulo 139, inciso 14, reconoce el derecho de defensa;
en virtud de dicho derecho se garantiza que los justiciables, en la protección de
sus derechos y obligaciones, cualquiera sea su naturaleza (civil, mercantil, penal,
laboral, etc.), no queden en estado de indefensión.

El derecho de defensa consiste en la obligación de ser oído, asistido por un


abogado de la elección del acusado o demandado, o en su defecto a contar con
uno de oficio. Este derecho comprende la oportunidad de alegar y probar
procesalmente los derechos o intereses, sin que pueda permitirse la resolución
judicial inaudita parte, salvo que se trate de una incomparecencia voluntaria,
expresa o tácita, o por una negligencia que es imputable a la parte. La
intervención del abogado no constituye una simple formalidad. Su ausencia en
juicio implica una infracción grave que conlleva a la nulidad e ineficacia de los
actos procesales actuados sin su presencia.

El derecho de defensa protege el derecho a no quedar en estado de indefensión


en cualquier etapa del proceso judicial o del procedimiento administrativo
sancionador. Este estado de indefensión no solo es evidente cuando, pese a
atribuirse la comisión de un acto u omisión antijurídico, se le sanciona a un
justiciable o a un particular sin permitirle ser oído o formular sus descargos, con
las debidas garantías, sino también a lo largo de todas etapas del proceso y
frente a cualquier tipo de articulaciones que se pueden promover.
El derecho de defensa implica a su vez varios derechos, tales como: que el
acusado cuente con un abogado defensor, que este pueda comunicarse
libremente con su defendido sin interferencia ni censura y en forma confidencial
(pudiendo ser vigilado visualmente por un funcionario que no escuchara la
conversación), que sea informado de las razones de la detención, que sea
informado oportunamente de la naturaleza de la acusación iniciada en su contra,
que tenga acceso al expediente, archivos y documentos o las diligencias del
proceso, que se disponga del tiempo y medios necesarios para preparar la
defensa, que cuente con in interprete o traductor si el inculpado no conoce el
idioma del Tribunal, entre otros. Un ejemplo de violación de este derecho fue
visto por la Corte Interamericana en el caso Suarez Rosero.

El Tribunal Constitucional ha señalado, en la sentencia STC 06648-2006-


HC/TC, fundamento 4, que la Constitución en su artículo 139 inciso 14 reconoce
el derecho a la defensa; en virtud de dicho derecho se garantiza que los
justiciables, en la protección de sus derechos y obligaciones, cualquiera sea su
naturaleza (civil, mercantil, penal laboral, etc.) no queden en estado de
indefensión. El contenido esencial del derecho de defensa queda afectado
cuando, en el seno de un proceso judicial cualquiera de las partes resulta
impedida, por actos concretos de los órganos judiciales, de ejercer los medios
necesarios, suficientes y eficaces para defender sus derechos e intereses
legítimos.

El derecho de defensa es esencial en todo ordenamiento jurídico. Mediante le se


protege una parte medular del debido proceso. Las partes en juicio deben estar
en la posibilidad jurídica y fáctica de ser debidamente citadas, oídas y vencidas
mediante prueba evidente y eficiente. El derecho de defensa garantiza que ello
sea así.

Muy ligado con el ejercicio pleno del derecho de defensa, esta el acto procesal
de notificación de las distintas resoluciones judiciales. Solo conociendo los
fundamentos y sentido de una resolución se podrá realizar una adecuada
defensa.
El derecho de defensa tiene vigencia plena a los largo de todo el proceso, tal
derecho de defensa se proyecta a todas las etapas y articulaciones que pudiera
comprender el proceso, como el uso de los recursos impugnativos.

El derecho a la defensa contradictoria, comprende el derecho de intervenir en el


proceso aunque se vea afectada la situación de la persona, y que integra el
derecho a hacer alegaciones, presidido por el principio de igualdad de las partes,
y que tiene relación directa con el derecho a usar los medios de prueba que
resulten pertinentes.

II.II CONTENIDO CONSTITUCIONALMENTE PROTEGIDO DEL DERECHO DE


DEFENSA.

La garantía del contenido esencial de los derechos constitucionales, se puede


formular de modo general, que todo derecho constitucional o fundamental cuenta
con un contenido jurídico constitucional, el cual es jurídicamente determinable y
exigible al poder político y a los particulares, y el Tribunal Constitucional peruano
siguiendo los criterios hermenéuticos del Tribunal Constitucional Español, el
mismo que encuentra su formulación y asentimiento en el ordenamiento
constitucional alemán, ha determinado el contenido constitucional protegido de
algunos derechos constitucionales.

Existen dos caminos, seguido por el Tribunal Constitucional Español en su


sentencia STC 11/1981; por un lado, trata de acudir a la naturaleza jurídica o el
modo de concebir o configurar cada derecho, constituyendo el contenido
esencial de un derecho subjetivo aquellas facultades o posibilidades de
actuación necesaria para que el derecho sea reconocible como pertinente al tipo
descrito y sin las cuales deja de pertenecer a ese tipo y tiene que pasar a quedar
comprendido en otro, desnaturalizándose por decirlo así; y el otro, consiste en
buscar los intereses jurídicamente protegidos como núcleo y medula de los
derechos subjetivos, Se puede entonces hablar de una esencialidad del
contenido del derecho para hacer referencia aquella parte del contenido del
derecho que es absolutamente necesaria para que los intereses jurídicamente
protegibles que dan vida al derecho, resulten real, concreta y efectivamente
protegidos.

El ejercicio del derecho de defensa, de especial relevancia en el proceso penal,


tiene una doble dimensión: Una material, referida al derecho del imputado de
ejercer su propia defensa desde el mismo instante en que toma conocimiento de
que se le atribuye la comisión de determinado hecho delictivo; y otra formal, que
supone el derecho a una defensa técnica; esto es el asesoramiento y patrocinio
de un abogado defensor durante todo el tiempo que dure el proceso. Ambas
dimensiones del derecho de defensa forman parte del contenido
constitucionalmente protegido del derecho en referencia. En ambos casos, se
garantiza el derecho de no ser postrado a un estado de indefensión.

El principio del derecho a ser oído, elevado al rango de derecho fundamental en


el articulo 103, de la ley Fundamental, es una consecuencia del concepto del
estado de Derecho para el territorio donde se desarrolla el proceso judicial. La
función de los tribunales, de dictar en derecho una sentencia definitiva en un
caso concreto, no se puede llevar a cabo por regla general sin oír al inculpado.
Esto es por consiguiente presupuesto para una decisión correcta.
Adicionalmente, la dignidad de la persona exige que no se disponga de su
derecho, de oficio, sin consideración alguna; la persona no debe ser solo objeto
de la decisión judicial, sino que debe poder pronunciarse antes de una decisión
qe afecte sus derechos, para poder influir en el proceso.

El derecho de defensa permite la intervención del abogado a favor del imputado,


y cuyos servicios también se prestan para aquellos que han sido citados en
calidad de testigos, recibiendo estos, el asesoramiento legal pertinente,
garantizándose así en todas las diligencias policiales y procesales.

La interdicción constitucional de la indefensión se proyecta sobre todo el proceso


y especialmente sobre su fase central o nuclear: La de la defensa, por las partes,
de sus respectivas posiciones a través de los medios que considere conveniente
a su derecho. De esta suerte se produce una indefensión constitucionalmente
vetada, cuando, por un motivo legalmente no previsto o, aun cuando este
legalmente previsto, sea irrazonable o desproporcionado, se prive a las partes
de la posibilidad de hacer valer sus derechos o se situé a una de ellas en posición
prevalente sobre la contraria.

II.III LA DEFENSA PROCESAL.

El derecho de defensa constituye un derecho fundamental de naturaleza


procesal que conforma a su vez, el ámbito del debido proceso, y sin el cual no
podría reconocerse la garantía de este ultimo. Por ello, en tanto derecho
fundamental, se proyecta como principio de interdicción para afrontar cualquier
indefensión y como principio de contradicción de los actos procesales que
pudiera repercutir en la situación jurídica de laguna de las partes, sea en un
proceso o procedimiento, o en el caso de un tercero con interés.

El Derecho de defensa garantiza, entre otras cosas, que una persona sometida
a una investigación, sea de orden jurisdiccional o administrativa, y donde se
encuentre en discusión derechos e intereses suyos, tenga la oportunidad de
contradecir y argumentar en defensa de tales derechos e intereses. Se conculca,
por tanto cuando los titulares de derechos e intereses legítimos se ven
imposibilitados de ejercer los medios legales suficientes para su defensa.

La defensa procesal no solamente es un derecho subjetivo que busca proteger


a la persona humana si no también una garantía procesal constitucional en
donde el estado tiene la exigencia de procurar que sea real y efectiva en el
proceso penal.

Así mismo el contenido de garantía de la defensa procesal tiene un aspecto


positivo y otro negativo; el primero consiste en las facultades procesales que
tiene el imputado en el proceso y el segundo consiste en la prohibición de la
indefensión.

La indefensión es la violación de la garantía de la de defensa


procesal restringiendo al imputado de participar activamente en el proceso penal
impidiéndole sin justificación legal que este pueda ejercer su derecho de defensa
personalmente y a través de un abogado defensor que realice la defensa
técnica con un estándar mínimo de actuación.

En el curso de un proceso, el núcleo de la tutela judicial se condensa en el


derecho a no sufrir indefensión. La interdicción genérica de la indefensión quiere
decir que forma parte del contenido del derecho a tener la oportunidad de
defender las propias posiciones en todo proceso judicial que afecte a derechos
o intereses propios, y en la interpretación del Tribunal Constitucional, supone
también un mandato al legislador y al interprete, mandato consistente en
promover la defensión, en la medida de lo posible, mediante la correspondiente
contradicción. Tal cosa implica establecer el emplazamiento personal a todos
cuantos, como demandados o coadyuvantes, puedan ver sus derechos o
intereses afectados en un proceso, siempre que ello resulte factible .

La defensa del abogado o defensa técnica cumple como finalidad promover la


garantía de todos los derechos que tiene el procesado buscando que se respeten
los principios de igualdad y de contradicción, controla la legalidad del
procedimiento, el control de la producción de pruebas de cargo y otros controles.

El Tribunal Constitucional define a la defensa técnica en la STC 1323-2002-


HC/TC del 9 de julio del 2002, fundamento 2, como el asesoramiento y patrocinio
por un abogado mientras dure el caso penal.

Cuando el procesado no ejerce su derecho de nombrar un abogado el juez tiene


el deber de designarle uno de oficio el mismo que asume la función y
responsabilidad del abogado de confianza.

El artículo 484, inciso 1 del Nuevo Código Procesal Penal, señala que la
audiencia se instalará con la presencia del imputado y su defensor y si el
imputado no tiene abogado se le nombrara uno de oficio.

La defensa de oficio tiene como fundamento defender los derechos


fundamentales de la persona que son afectados con la persecución penal por lo
que si el imputado no cuenta con un defensor se vulnera manifiestamente el
derecho a la defensa.

La defensa procesal constituye un derecho fundamental que no se puede


renunciar en ninguna etapa del proceso por más que este manifieste al Juez que
no necesita un abogado.

La defensa es un derecho inalienable de la persona porque es una manifestación


de su libertad, así mismo constituye una cuestión de orden público por que la
sociedad tiene el interés que solo se sancione penalmente al culpable y no al
inocente.

El Tribunal Constitucional en la STC 1941-2002-AA/TC, refiriéndose a los


alcances del derecho de defensa a establecido que “el estado de indefensión
opere en el momento en que, al atribuírsela la comisión de una acto u omisión
antijurídicos, se le sanciona sin permitir ser oído o formular sus descargos, con
las debidas garantías, situación que puede extenderse a lo largo de todas las
etapas del proceso y frente a cualquier tipo de articulaciones que se pueda
promover”.

En el caso estadounidense, tanto doctrinaria como jurisprudencial, la dimensión


procesal del debido proceso, relacionado con el derecho de defensa
comprendería, entre otros, el derecho de contradecir o defendernos de una
alegación (pretensión) exigida en contra de nuestros propios derechos, derecho
de ofrecer, y actuar pruebas que sean pertinentes para acreditar las diferentes
posiciones o pretensiones de las partes.

II.IV EL DERECHO DE DEFENSA EFICAZ.

El derecho de defensa eficaz forma parte del contenido constitucionalmente


protegido del derecho de defensa, una defensa manifiestamente ineficaz, en
lugar de defender los derechos del imputado, los vulnera, no tiene sentido, es
como si no hubiera tenido una defensa.
La Corte Interamericana de Derecho Humanos (Corte IDH), interpretando los
artículos 8 y 25 de la Convención Americana sobre derechos humanos, en el
caso 11.298, de Reinaldo Figueroa Planchart Vs. República Bolivariana de
Venezuela, de fecha 13 de abril de 2000, fundamento 87, reconoce que el debido
proceso no puede estar limitada ni restringida a la fase final de un proceso penal.

La Corte IDH, ante una solicitud de los Estados unidos mexicanos, el 1 de


octubre de 1999, emitió la opinión consultiva OC-16/99, fundamentos 117 y 118,
establece la defensa de los intereses del justiciable en forma efectiva.

En la sentencia del 30 de mayo de 1999, caso Castillo Petruzzi y otros Vs. Estado
Peruano”, fundamento 141, la Corte IDH reitera que en el proceso penal la
persona tiene derecho a una defensa adecuada y que por lo tanto, constituye un
estado de indefensión prohibido por el pacto de San José de Costa Rica llamada
también Convención Americana sobre Derechos Humanos, una presencia o
actuación de un defensor meramente formal.

En la sentencia del 2 de julio del 2004, la Corte IDH en el caso “Herrera Ulloa Vs
Costa Rica”, fundamento 147, insiste en que en el proceso penal las garantías
judiciales son condiciones que deben cumplirse para “asegurar la defensa
adecuada”.

En la sentencia 06079-2008-HC/TC de fecha 6 de noviembre del 2009,


fundamento 13, caso Humberto Abanto Verastegui, en el voto dirimente del
Magistrado Etto Cruz se hace mención a la defensa procesal eficaz.

La Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución Política del Perú,


establece que las normas relativas a los derechos y libertades que la constitución
reconoce, entre ellos el derecho de defensa, se interpretan de conformidad con
la Declaración Universal de Derecho Humanos y con los tratados y acuerdos
internaciones sobre la misma materia ratificadas por el Perú.

La Convención Americana sobre Derechos Humanos es un tratado internacional


ratificado por el Perú, y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, es un
órgano jurisdiccional internacional que interpreta la Convención americana sobre
derechos humanos y su interpretación vincula a los órganos jurisdiccionales de
nuestra patria y por lo tanto también vincula a los jueces nacionales, cualquiera
sea su jerarquía.

No basta que la defensa sea necesaria y obligatoria para que la garantía


constitucional de la dimensión formal del derecho de defensa (defensa técnica)
cumpla su finalidad en un proceso penal; la defensa tiene que ser efectiva, lo
que significa desarrollar una oposición, o respuesta, o antítesis, o contradicción,
a la acción penal o a la pretensión punitiva[20].

La negligencia, inactividad, la ignorancia en la ley, o el descuido del defensor, no


justifica el estado de indefensión del imputado en el proceso penal[21].

La defensa eficaz exige que al imputado se le garantice en el proceso penal,


entre otros, los siguientes derechos:

1. Derecho a ser asistido por un defensor de confianza o de oficio.


2. Derecho a un defensor con los conocimientos jurídicos y experiencia que exige
el caso.
3. Derecho a presentar los argumentos que forman parte de la defensa técnica.

El Comité de Derecho Humanos ha reconocido que el derecho de todo acusado


a disponer de los medios adecuados para la preparación de su defensa debe
incluir el acceso a los documentos y demás pruebas que el acusado necesite
para preparar su defensa[22].

Para la Comisión Interamericana, el derecho del acusado a una defensa


adecuada es violada no solo por la negación del derecho a la asistencia jurídica
o por trabas u obstáculos impuestos a la actuación del abogado defensor, sino
también por el incumplimiento de parte de este de sus deberes profesionales. En
un informe, la Comisión califico la actuación de los abogados defensores de
“inservible y mas bien contraproducente”, subrayando entre otros defectos el
reconocimiento implícito de los cargos imputados a los acusados y el no haberlos
entrevistado antes del inicio del proceso. La doctrina de la Comisión no señala
claramente las circunstancias que permiten responsabilizar al Estado por las
deficiencias en la actuación de los defensores.

Asimismo, los Jueces, de conformidad con la Cuarta Disposición Final y


Transitoria, están obligados a que los derechos que la Constitución reconoce, se
interpreten de conformidad con la Declaración Universal de Derecho Humanos,
Tratados y Acuerdos Internacionales sobre las mismas materias ratificados por
el Perú, y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, al resolver los casos
en que los Estados vulneran derechos Humanos, interpretan la Convención
Americana sobre derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica, que
es un tratado ratificado por el Perú, en donde está reconocido el derecho de
defensa.

El Tribunal Constitucional considera que el debido proceso está concebido como


el cumplimiento de todas las garantías, requisitos y normas de orden público que
deben observarse en las instancias procesales de todos los procedimientos,
incluidos los administrativos, a fin de que las personas estén en condiciones de
defender adecuadamente sus derechos ante cualquier acto del Estado que
pueda afectarlos.

El Tribunal Constitucional, en su sentencia recaída en el expediente Nº 1941-


2002-AA/TC. Refiriéndose a los alcances del derecho de defensa, ha establecido
que “el estado de indefensión opera en el momento en que, al atribuírsela la
comisión de un acto u omisión antijurídicos, se le sanciona sin permitirle ser oído
o formular sus descargos, con las debidas garantías, situación que puede
extenderse al largo de todas las etapas del proceso y frente a cualquier tipo de
articulaciones que se puedan promover”.

La vulneración al derecho de una defensa procesal eficaz afecta directamente al


debido proceso sustancial.
II.V DERECHO DE DEFENSA CODIGO MILITAR POLICIAL
Código Militar Policial Art XI, Titulo preliminar, Cc con el Art 207°, 212° al 216°,
del mismo cuerpo normativo.

Artículo XI.- Derecho de defensa En todo proceso se garantizará el derecho de


defensa. Artículo 207.- Libertad de declarar El imputado tendrá derecho a
declarar y a ampliar su declaración, siempre que sea pertinente y no aparezca
como un medio dilatorio del procedimiento. Durante la investigación preparatoria
podrá declarar ante el fiscal encargado de ella. Durante el juicio lo hará en la
oportunidad y forma prevista por este Código. En todos los casos, la declaración
del imputado sólo tendrá valor si se realiza asistido por su defensor.

Artículo 212.- Derecho de elección de abogado. El imputado tendrá derecho


a elegir un abogado de su confianza como defensor. Si no lo hace, se le asignará
un defensor de oficio. Si prefiere defenderse por sí mismo, el juez lo permitirá
sólo cuando el imputado sea abogado y no perjudique la eficacia de la asistencia
legal. La intervención del defensor no menoscaba el derecho del imputado a
formular solicitudes y observaciones.

Artículo 216.- Pluralidad de defensores El imputado podrá proponer los


defensores que considere convenientes, pero no será defendido
simultáneamente por más de dos en las audiencias orales o en un mismo acto.
Cuando intervengan dos o más defensores la comunicación practicada a uno de
ellos tendrá validez respecto de todos y la sustitución de uno por otro no alterará
trámites ni plazos. Será inadmisible la defensa de varios imputados en un mismo
procedimiento por un defensor común, si existiera incompatibilidad manifiesta. El
defensor titular podrá designar un defensor auxiliar para las diligencias a las que
no pueda asistir personalmente. El defensor auxiliar sólo tendrá responsabilidad
en aquellos actos en los que participe, pero no exime la responsabilidad del
principal.

II.VI GARANTÍAS VINCULADAS AL DERECHO DE DEFENSA Y AL DEBIDO


PROCESO

Contemporáneamente la definición del derecho al debido proceso se presenta


como una suerte de compilación de garantías individuales, de tipo formal o
material, que buscan lograr y preservar un mínimo equilibrio entre el particular y
la entidad estatal al entrar en un conflicto. Como anota Quiroga León, se trata de
un concepto moderno íntimamente referido a la validez y legitimidad del proceso,
mediante el cual se obtienen “..ciertos mínimos procesales que nos permiten
asegurar que el proceso como instrumento sirve adecuadamente para su objetivo
y finalidad.” Entre estos “mínimos procesales” se encuentra el derecho de
defensa, por demás esencial entre los derechos de corte procesal, y cuyo alcance
comprende tanto un principio de interdicción de ocasionarse indefensión como un
principio de contradicción de los actos procesales que pudieran repercutir en la
situación jurídica de algunas de las partes de un proceso o de un tercero con
interés. La evolución doctrinaria y normativa al respecto ha venido a establecer
un ámbito garantista mínimo en tres niveles: 1) El derecho del inculpado a la
comunicación previa y detallada de los cargos que se le imputan, 2) La concesión
al imputado del tiempo y de los medios adecuados para la preparación de su
defensa. 3) El derecho del inculpado a defenderse personalmente o de ser
asistido por un defensor de su elección, así como de comunicarse libre y
privadamente con este. -Art. 8.2 del Pacto de San José de Costa Rica, incisos
(b),(c) y (d) - Nuestra Constitución Política vigente reconoce como fundamental
de toda persona el derecho “…a la legítima defensa” (art. 2.23), y entre los
principios y derechos de la función jurisdiccional incluye el principio “… de no ser
privado del derecho de defensa en ningún estado del proceso.”

La importancia de la proyección del derecho de defensa como interdicción de


indefensión ha sido profusamente expuesta en nuestra jurisprudencia
constitucional: “En cuanto derecho fundamental, se proyecta, entre otros, como
principio de interdicción en caso de indefensión y como principio de contradicción
de los actos procesales que pudieran repercutir en la situación jurídica de alguna
de las partes de un proceso o de un tercero con interés.” (Expediente No. 282-
2004 –AA/TC, FJ 3.) Asimismo, la misma jurisprudencia constitucional ha
remarcado la necesidad de tutelar la facultad de toda persona de “..contar con el
tiempo y los medios necesarios para ejercerlo en todo tipo de procesos, incluidos
los administrativos, lo cual implica, entre otras cosas, que sea informada con
anticipación de las actuaciones iniciadas en su contra”. (Ver: No. 2659-2003
AA/TC, FJ 4; No.00649-2002 AA/, FJ 2)
La interdicción de indefensión implica, como no puede ser de otra forma, el que
se le informe con anticipación de las actuaciones iniciadas en su contra, entre
otros aspectos procesales. Para ello, una oportuna notificación o previo
conocimiento de los aspectos necesarios del proceso que se impulsa en su contra
es indispensable. De lo contrario, se genera una lesión en perjuicio del precitado
derecho, pues este desconocimiento origina que no pueda efectuar eficazmente
los descargos respectivos.

II.VII LAS DIMENSIONES DEL DERECHO DE DEFENSA.

También la jurisprudencia constitucional, en forma nutrida y coherente, ha


expuesto que el principio de debido proceso, concebido como el cumplimiento de
todas las garantías y normas de orden público, que son de obligada aplicación en
todo procedimiento en el que el Estado adoptará decisiones que afectarán
intereses individuales, no es exclusivo de la vía judicial. En este sentido, “(...) no
solo tiene una dimensión, por así decirlo, “judicial”, sino que se extiende también
a sede “administrativa” y, en general, como la Corte Interamericana de Derechos
Humanos lo ha sostenido, a "cualquier órgano del Estado que ejerza funciones
de carácter materialmente jurisdiccional (el que) tiene la obligación de adoptar
resoluciones apegadas a las garantías del debido proceso legal, en los términos
del artículo 8° de la Convención Americana (...)” [Exp. Nº 2050-2002-AA/TC FJ
12] Asimismo, la jurisprudencia constitucional ha declarado que la facultad
administrativa disciplinaria “(...) está condicionada, en cuanto a su propia validez,
al respeto de la Constitución, de los principios, constitucionales y, en particular, a
la observancia de los derechos fundamentales (...),[debiendo] resaltarse la
vinculatoriedad de la Administración en la prosecución de procedimientos
administrativos disciplinarios, al irrestricto respeto del derecho al debido proceso
y, en consecuencia, de los derechos fundamentales procesales y de los principios
constitucionales (v.gr. legalidad, razonabilidad, proporcionalidad, interdicción de
la arbitrariedad) que lo conforman” [Exp. Nº 1003-1998-AA/TC, FJ 12]. Así, el
respeto al debido proceso no solamente se vincula con la necesidad de garantizar
a todo justiciable determinadas garantías mínimas cuando este participa en un
proceso judicial, sino también con la propia validez de la configuración del
proceso, cualquiera que sea la materia que se dirima en su seno. “De esta forma,
el debido proceso no solo es un derecho de connotación procesal que se traduce,
como antes se ha dicho, en el respeto de determinados atributos, sino también
una institución compleja que desborda el ámbito meramente jurisdiccional.”
(Expediente Nº 2521-2005-PCH/TC, FJ 5.)
Específicamente en la actividad de la etapa previa a lo judicial, esto es, las
investigaciones que efectúa el Ministerio Público previamente a la apertura de
Instrucción ante un juez penal, el Tribunal Constitucional ha acotado que el
respeto al debido proceso “ no solo tiene que ver con la necesidad de garantizar
a todo justiciable determinadas garantías mínimas cuando este participa en un
proceso judicial, sino también con la propia validez de la configuración del
proceso, cualquiera que sea la materia que en su seno se pueda dirimir, como
puede ser la actividad investigatoria que desarrolla el fiscal penal en sede
prejurisdiccional. De esta forma, el debido proceso no solo es un derecho de
connotación procesal que se traduce, como antes se ha dicho, en el respeto de
determinados atributos, sino también una institución compleja que desborda el
ámbito meramente jurisdiccional.” (Expediente Nº 2521-2005-PCH/TC, FJ 5.)

Así pues, “…nos encontramos ante un concepto cuyos alcances no solamente se


limitan a un escenario jurisdiccional, sino que son alegables tanto en un ámbito
administrativo como incluso en relaciones corporativas entre particulares y,
además, que no se limita al mero cumplimiento de ciertas pausas sino que está
internamente ligado a la consecuencia del valor justicia..”, de acuerdo a lo
expuesto por Espinoza-Saldaña.

II.VIII MECANISMOS CONTRA LA AFECTACIÓN DE ESTE DERECHO.

Como bien aprecia Quiroga León, el desarrollo histórico y científico de la teoría


general del proceso ha generado que se incluyeran en el texto normativo de la
constitución, diversos principios y postulados esencialmente procesales sin los
cuales ningún proceso puede entenderse como justo y eficaz. Este, llamémoslo
así, proceso de “positivización” del debido proceso se ha extendido a otros niveles
legislativos y ha desarrollado inclusive mecanismos de protección o defensa,
como vamos a apreciar.
a) En el procedimiento administrativo:

Si revisamos lo dispuesto en la Ley 27444 del procedimiento administrativo


general, apreciamos que el artículo IV del Título Preliminar en su numeral (1)
incluye entre sus principios rectores el de legalidad, de acuerdo al cual toda
autoridad administrativa debe actuar “con respeto a la Constitución, la ley y al
derecho”. Asimismo incluye el principio del debido procedimiento, que comprende
textualmente “el derecho a exponer sus argumentos, a ofrecer y producir pruebas
y a obtener una decisión motivada y fundada en derecho.” Por lo demás, el
artículo 10° de esta misma Ley incluye en primer término, entre los vicios del acto
administrativo que causan su nulidad de pleno derecho, “la contravención a la
Constitución, a las leyes o a las normas reglamentarias.” En consecuencia,
cuando la autoridad administrativa obstaculiza o impide que la otra parte pueda
enterarse debidamente de lo actuado, ocasiona su indefensión, lo que en última
instancia constituye una trasgresión al derecho a la legítima defensa que la
Constitución consagra, y vicia de nulidad el procedimiento. Cualquiera que
hubiera sido sancionado dentro de estos “esquemas” se encuentra plenamente
facultado para demandar esta nulidad tanto en la misma vía administrativa como
en la judicial. Ello sin dejar de lado que, estando reconocido en la Carta Magna el
derecho a la legítima defensa, procede ejercitar el proceso constitucional de
amparo, de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 37° inciso 25 y demás
concordantes del Código Procesal Constitucional.

b) En las investigaciones del Ministerio Público:

Constitucionalmente corresponde al Ministerio Público promover la acción judicial


“en defensa de la legalidad y de los intereses públicos tutelados por el derecho.”
(Art.159.1) Su Ley Orgánica, dictada mediante Decreto Legislativo No.052 del 18
de marzo de 1981, ordena a los Fiscales Provinciales cautelar el derecho de
defensa específicamente en caso de producirse detención policial. No obstante,
cabe señalar que el párrafo final de dicho artículo manda asegurar tanto este
como otros derechos “según le reconocen la Constitución y las leyes.” la parte
final. Por ello, la protección o cautela que debe efectuarse debe ser entendida con
un criterio amplio, de acuerdo al desarrollo doctrinario, jurisprudencial y positivo.
Es evidente que, aún en las etapas previas al procesal judicial penal, la afectación
de la libertad individual se encuentra, por lo menos, latente. En tal sentido, al
comprender lo garantizado por el derecho a la defensa no solamente los aspectos
del contradictorio judicial, sino también la interdicción de ocasionarse indefensión,
como ya se ha mencionado, se incluye tanto lo relacionado a la defensa
contradictoria directa o por intermedio de letrado como la comunicación previa de
los cargos imputados y la concesión de tiempo y medios adecuados para la
preparación de la defensa. Es también evidente que este último aspecto se
lesiona al no permitir el descargo correspondiente o impedir que el investigado
tome conocimiento de los cargos que le pretende imputar.

En este sentido, comprendiéndose también constitucionalmente entre los


principios y garantías de la función jurisdiccional el derecho a la defensa, (Art.
139.14) el artículo 25° inciso 12 del Código Procesal Constitucional establece la
defensa por medio de una acción de Habeas Corpus del derecho de “…ser
asistido por un abogado defensor libremente elegido desde que se es citado o
detenido por la autoridad policial u otra, sin excepción...” (El subrayado es
nuestro); tutela que el párrafo final de este mismo artículo amplía aún mas al
establecerla “… en defensa de los derechos constitucionales conexos con la
libertad individual, especialmente cuando se trata del debido proceso..” Por ello,
cualquiera que se haya visto impedido de tomar oportunamente conocimiento de
una investigación en su contra iniciada por la presunta comisión de un ilícito, o
que se hubiera visto mermado en su capacidad de prestar descargos al
ocultársele alguna información relevante, puede accionar mediante esta vía
constitucional
CAPITULO III

ANALISIS DE LA INFORMACIÓN
CONCLUSIONES

1. El derecho a la defensa es un derecho fundamental regulado en


el artículo 139°, inciso 14, de la Constitución Política del Perú de 1993, el
artículo 11°, inciso 1, de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, el artículo 14°, inciso 3, numeral d) del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, el Artículo 8°, inciso 2, numeral d), e) y f) de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos. La defensa procesal
es un derecho subjetivo que busca proteger a la persona humana y,
además es una garantía procesal constitucional.
2. El derecho de defensa consiste en la obligación de conocer los
cargos, ser oído, asistido por un abogado particular o de oficio, alegar y
presentar los medios probatorios que defiendan su posición, presentar
impugnaciones y tener la posibilidad de defenderse durante todo el
proceso.
3. El ejercicio del derecho de defensa en el proceso penal, tiene una
doble dimensión: Une material, que consiste en que el imputado ejerce su
propia defensa desde el momento que toma conocimiento de los cargos
hasta el término del proceso; y otra formal, que es la defensa técnica; que
consiste en el asesoramiento de un profesional en derecho durante todo
el proceso.
4. El Derecho de defensa garantiza, que una persona sometida a un
proceso sea de orden jurisdiccional, administrativa o corporativa, tenga la
oportunidad de defenderse y contradecir los argumentos de los cargos,
debiendo existir un estricto cumplimiento al debido proceso.
5. El derecho de defensa eficaz, forma parte del contenido
constitucionalmente protegido del derecho de defensa, una defensa
manifiestamente ineficaz, por la mala preparación del abogado, el
desinterés, o por la colusión del mismo, vulnera el contenido
constitucionalmente protegido.
RECOMENDACIONES
LIMITACIONES
BIBLIOGRAFIA

https://www.minjus.gob.pe/defensapublica/contenido/actividades/docs/113_2_dispositivos_l
egales.pdf

http://freddyhernandezrengifo.blogspot.com/2012/09/el-derecho-de-defensa-y-la-
defensa.html
ANEXOS

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