LECCION il
La noche mas larga:
represi6n en el ambito educativoLa peniiltima teccién nos coloce ante el desatio de transitar el perfodo mas oscuro de la
historia argentina. La dictadura civico-militar que asolé al pais entre 1976 y 1983 dejé marcas
profundas en nuestra identidad colectiva, en los modos de pensarnos como sociedad, en las
formas en que recordamos nuestra historia reciente, en los vinculos que establecemos con
ei Estado. Ef 24 de marzo de 1976 y el 40 de diciembre de 1983 representan dos puntos de
inflexién (de signo opuesto) en la historia nacional. Sin embargo, para comprender las condi-
ciones que hicieron posibie la implementacién de las politicas represivas y discriminadoras
desplegadas durante el autodenominado Proceso de Reorganizacién Nacional hay que hundir
la mirada en los afios previos al golpe de Estado, mientras que, pare determinar sus alcances,
debemos indagarnos sobre de qué manera algunos de los efectos de dichas politicas todavia
hoy repercuten en nuestra sociedad.
Durante las décadas del ‘80 y el '90, el Estado mantuvo una posicién oscilante y contra-
dictoria acerca de lo ocurrido durante la dictadura. Por un lado, derogé la Ley de Pacificacién
Nacional, conformé la Comisién Nacionat sobre la Desaparicién de Personas, encargada de la
redaccién dei documento Nunca més (1984), y promovié el Juicio a las Juntas (1985). Esas
politicas contribuyeron a elaborar un piso de verdad histérica: el valor de la informacion reunida
en el Nunca més y la condena a los maximos responsables de los crimenes cometidos desde el
Estado no representaron la opinién de un sector de la sociedad, sino que constituyeron pruebas
irrefutables sobre las acciones estatales y paraestatales llevadas a cabo como parte de un plan
sistematico orientado al secuestro, desaparicién y aniquilamiento de nifios, jovenes y adultos.
Decimos que fue oscilante y contradictoria porque, por atro lado, ese mismo Estado con-
doné, bajo una fuerte presi6n cle los sectores militares, a cientos de responsables por los delitos
cometidos durante la dictadura, @ través de la sancién de las leyes de Punto final (1986) y de
Obediencia debida (1987), ambas durante el gobierno de Ratil Alfonsin; y, por medio de los
decretos firmados por el presidente Carlos Menem, se indultd a los militares ya condenados por
crimenes de lesa humanidad en el Juicio a las Juntas. Estas medidas se tomaron en nombre de
una “politica de reconciliacién”, con la que se pretendié clausurar toda posibitidad de revisar las
acciones del pasado y ejercer justicia.
En 2004, amhas leyes fueron derogadas y los indultos, declarados inconstitucionales. En
una medida de alto valor simbélico y politico, el 24 de marzo de ese mismo aio, el presidente
Néstor Kirchner (2003-2007) pidié perdén en nombre del Estado por los crimenes cometidos
y promovié une serie de medidas que viabilizaron la realizaci6n de los juicios @ los represores.
244se Arata ~ Mario We
En consonancia con estas decisiones politicas, en los Ultimos afios tuvo lugar un intenso pro-
ceso —impulsado desde los organismos de derechos humanos, las agrupaciones poltticas, las
comisiones bartiales y por ei propio Estado~ destinado a elaborar un tipo especifico de reflexi-
vidad denominado poiiticas de la memoria. Como indica el equipo de Educacién y Memoria del
Ministerio de Educacién de la Nacién, estas politicas fueron, originalmente, gestadas por los
organismos de derechos humanos durante la dictadura con el prupésito de “denunciar los se-
cuestros y reclamar por la aparicién con vida de los desaparecidos”, a los que, posteriormente,
se Sumaron una enorme cantidad de “gestos de memoria” producidos por la sociedad argentina:
“placas recordatorias en barrios, plazas, escuelas, universidades, sindicatos; intervenciones
artisticas de diversos tipos [...] documentales; programas de radio, produeciones de material
bibliografico, entre tantas otras”.
En otras palabras, no se puede abordar este periodo como un acontesimiento aistado. Por
la proximidad de los hechos, y porque esos hechos comprometen nuestra propia experiencia,
este periodo requiere que estemos especialmente atentos a la relacién entre memoria e historia
a la que nos hemos referido en la primera leccién. En un doble sentido. Por un lado, porque,
como interroga Le6n Rozitchner a propésito del saldo de desapariciones y muertes que dejé la
dictadura como su tragico legado, debemos preguntarnos “.Qué hubiera sido del presente si
tanto sacrificio, tanta energia resistente, tanto fervor y tantas ganas y hasta tanta belleza hu-
bieran estado hoy vives?". Por el otro, norque —recuperando !as palabras de Paul Ricoeur si
nos remontamos a uno de los origenes etimolégicos de la palabra memoria, mas precisamente
al hebreo, esta no sélo significa “td recordarés", sino que también esta asociada a un mandato:
“tu continuards narrando”. Es en esta doble expresi6n en la que se cifra ~creemos— una de las
tareas que debemos asumir como educadores y educadoras: recordar y seguir transmitiendo.
Las formas de intervenir, participar y debatir en el campo de la educacién sufrieron una
profunda y violenta reconfiguracién durante la experiencia traumética de la dictadura. Para
Pablo Pineau, la dictadura represent6 “el principio del fin” de un modelo educative que, a pesar
de sus vaivenes, habia conservado hasta 1976 una serie de rasgos distintivos: la principalidad
del Estado como garante de! derecho a la educacién, un sistema educative altamente homo-
géneo que garantizaba el acceso gratuito y la promesa de ascenso social a través de la esco-
larizacién de los sectores populares, entre otros aspectos. Acaso por estas mismas razones,
la dictadura identificé al sistema educativo como un érea de intervencién privilegiada y a la
escuela como “una de las sagradas instituciones de la Patria”. Aun més: el régimen concebia al
Ambito educativo como el espacio donde se habia difundido el “virus de la subversi6n” y, simul-
t4neamente, como el lugar sobre el que se debia intervenir para “interrumpir el esiabonamiento
de las ideas subversivas" y reponer “los valores de la moral cristiana, de la tradicién nacional
y de la dignidad det ser argentino”, condiciones necesarias para restablecer el orden en una
sociedad que habfa perdido su rumbo.
En este sentido, la dictadura elaboré un diagnéstico sobre la crisis de la escuela y propuso
un proyecto para superarla. Este proyecto no supuso un conjunto homogéneo de paliticas ni
tampoco implicé una serie de iniciativas totalmente novedosas e inéditas. En esta leccién pro-
curaremos identificar los ejes del discurso autoritario, con el propdsito de analizar sus efectos
en el campo pedagogico. Algunos interrogantes nos guiarén durante el recorrido: .Cuél fue la
orientacién y el alcance que tuvo el proceso de reestructuracién politica y econémica durante
la dictadura? gQuiénes intervinieron? Qué condiciones lo hicieron posible? ,Cudles fueron las
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