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12/15/2018 Julius Evola y la Tradición Hermética. L.F.

Moretti | Biblioteca Evoliana

BIBLIOTECA EVOLIANA

Julius Evola y la Tradición


Hermética. L.F. Moretti
28 DE SEPTIEMBRE DE 2010 - 23:32 - ARTÍCULOS SOBRE EVOLA

Que Evola se haya ocupado de Hermetismo, y no sólo de esoterismo en general, es algo

que hoy nadie discute, incluso si algunos, no se sabe porqué, pretendieron lo contrario en

el pasado. A este respecto, recordamos una conversación, hace algunos años, con un

librero "esotérico" muy conocido en Paris: éste, cuyo nombre callaremos, afirmaba que la

naturaleza de Evola, tan llevada al abandono oriental del mundo (sic) no tenía ninguna

disposición para la verdadera práctica de la Alquimia, sino que tenía otras ambiciones:

"La Alquimia -nos decía- es la encarnación". Punto sobre el cual nosotros estábamos

precisamente de acuerdo y que era, igualmente, el pensamiento de Evola. Si, en tanto que

"orientalista", éste ha afirmado frecuentemente la necesidad de una trascendencia en

relación a la experiencia fenoménica vulgar, "Evola, el alquimista", como alguien lo ha

llamado, en un segundo tiempo, ha concretado esta trascendencia, "encarnándola",

precisamente en el mito de Roma y del tradicionalismo político. ¿Se puede ser más

concreto?. Es cierto que no hay más sordo que el que no quiere oír, pero esta es otra

historia...

Planteado esto nos gustaría decir algunas palabras a propósito del libro de Evola, LA

TRADICION HERMETICA, obra que sigue siendo hoy la más clara e importante sobre el

tema, por mucho que esto disguste a todos esos seudos alquimistas que se reúnen en
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congresos anuales a fin de confrontar sus "descubrimientos" respectivos en materia de

minerales, vegetales y plantas que nada tienen que ver con la verdadera Alquimia y que,

sin embargo, podrían permitirles el abrir una herboristería... Sin hablar del estilo

absolutamente incomprensible de sus informes, destinado sin duda a hacer comprender...

!que no han comprendido nada! De hecho, el verdadero hermetismo es pura

"experiencia", de manera que el hermetismo es perfectamente claro en su planteamiento:

Evola es la prueba. Para volver a él, nuestro propósito no es, como suele ocurrir en estos

casos, realizar un panegírico; lo que permite sólo sentirse noble y evoliano... pero carece

de interés práctico. Deseamos, más bien, lo que es más conforme a nuestro estilo, el

evocar la Alquimia de forma sintética, a fin de insistir en las cuestiones fundamentales. En

nuestra opinión, es la mejor forma de hablar, en la medida en que, desde hace años, nos

ocupamos de "experiencias" directas. Para empezar, desearíamos demoler el mito del

Alquimista concebido como el clásico cretino, con gorro puntiagudo en la cabeza, como

un mago, que entre tubos de ensayo y serpentines polvorientos, se ocupa de destilar y

hacer hervir no se sabe que, más conforme a esto es la imagen del "soplador de carbón"

del que hablan los textos. No negamos que existan este tipo de seudoalquimistas, incluso

si, en nuestros días, haría falta poder disponer de un laboratorio de química, algo muy

caro (!y los verdaderos alquimistas jamás han sido ricos!). Pero el verdadero alquimista es

un hombre que "no se sirve de sus manos", es decir, que progresa a través de técnicas

exclusivamente interiores: inútil es decir que jamás participará en los "diversos

congresos" alquimistas ni tomará los laureles de las ciencias profanas, y aún menos de las

"ciencias ocultas". No tiene necesidad de ello por que su laboratorio, es su propio cuerpo,

sobre el cual se asienta el ATANOR de sus pensamientos (o de sus sensaciones en función

de la vía que ha elegido) y sobre el cual opera con el Mercurio de su alma y el Azufre de

su voluntad: elementos que le es preciso descubrir en sí mismos para comprender, pues el

Mercurio es un Agua "que no moja las manos" y el azufre "un fuego que no quema";

quien pueda entender que entienda.

Que luego, en el caso de este trabajo, haya igualmente una adecuación "práctica" con la

realidad, queda implícito, no merece comentarios particulares, pues todo lo que el

"soplador" una sobre su fuego, el Alquimista lo obtendrá por Vías externas: se

manifestarán de manera que hablen en tanto que Símbolo, pues se ha transformado en

aquel que "sabe leer el Libro", el libro de la Naturaleza. En otros términos, su evolución
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interior, lo llevará a "interpretar los azotes exteriores como si se tratara de los caracteres

de escritura" por utilizar una definición AD HOC: en todo verá el símbolo de estados

interiores que le hablarán únicamente bajo esta forma. Y leerá todo esto en los sueños, en

las gentes que encontrará, en el cielo, en las palabras que oye... Y todo es mensaje, para

él, pues el mundo es regido por una Causa divina y toda cosa refleja el significado: es el

Libro de la Vida, pero ¿quién sabe leerlo?. El verdadero Alquimista le sabe: extrañas

coincidencias le sorprenderán y todos los acontecimientos exteriores serán para el

discursos transparentes, de alguna manera, que comprenderá, oye la palabra de Dios a

través de la Creación: esto no tiene nada que ver con la poesía o la mística, esto es pura

realidad.

Pero, para llegar, dicen los textos, hay que orar a la divinidad "pues ella nos da la

Iluminación, o el Despertar": ¿se puede ser más claro?. Y, en este nuevo estado interior -

hablamos de experiencia- aparece un rostro luminoso que "habla", ordena, dice como

proceder, pero que nos sería imposible descubrir: es lo que Evola llama el Egemonikon o

"Soberano interior" y Crowley el "Guardiar" o "Angel Guardian": es nuestro Si que ahora

nos muestra el camino. Lo que equivale a decir que el verdadero Alquimista es un

iniciado; pero esto es lógico y no hace falta decirlo...

Sea como fuere, deseamos apostar algunas aclaraciones suplementarias sobre la cuestión,

la cual, como dicen los textos, es más compleja de lo que parece. Primeramente, respecto

a los tres estados herméticos bien conocidos del Negro, Blanco y Rojo, que no son solo

los que se podrían concebir leyendo a Evola, permanecen totalmente incomprensibles en

tanto se les siga considerando desde el exterior. Pues no existe solo UNA Obra al Negro,

UNA Obra al Blanco y UNA Obra al Rojo, sino una multitud de etapas, de ciclos

parecidos que se reflejan en distintos planos: no se alcanza el Gran Ciclo más que a través

de una aproximación a los largo de pequeños ciclos cuyo crecimiento se asemeja a una

espiral. Un ejemplo, para ser breve: existe una progresión alquímica en el dominio

mental; el Negro es cuando el individuo (el aprendiz) toma conciencia de la falsedad del

saber vulgar y "renuncia" a sus ideas de siempre. El Blanco, cuando tras la lectura de los

libros esotéricos escritos por los maestros (en lo que respecta a nosotros fue la lectura de

LA TRADICION HERMETICA), recibe una especie de "iniciación del Manas",

iluminándose su mental y percibiendo de forma supraviacional cual es la Vía. El Rojo es

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cuando fundándose sobre tal experiencia, comienza a "practicar" algo, en el mano de una

cadena mágica en el dominio cultural, político o intelectual, concebido como una vía de

realización espiritual.

Y si la Fortuna lo ayuda, el individuo puede experimentar otro ciclo, a un nivel

inmediatamente superior, es decir, a un nivel de Sentimiento o de Corazón: la Obra al

Negro es cuando alcanza, gracias al trabajo de cadena evocado antes, percibir la vitalidad

universadl del Pan alquímico, "nuestra agua", que lo pondrá en simbiosis con el instinto

universal de la sexualidad y del mundo vegetal. Una vez superado ese estado obsesivo en

virtud de un principio suprarracional que, entonces, reaflora en él, recibirá la iluminación

y obtendrá la Obra al Blanco, es decir, el conocimiento del Menttal ESpiritual o "Agua",

que es el "Si" o "Angel Guardian" del que hemos hablado (y a quien, sobre el plano

práctico, Evola debe de haber escrito sus libros admirables) a partir de este momento ya

no había necesidad de maestro o de nadie parecido, pues poseerá en él al "Maestro

Interior" para guardarlo. Y si el estado "pamico", es la MATERIA PRIMA, "naturaleza

que goza y se domina a sí mismoa",  o el Mercurio alquímico, el Si o Agua, es el Azufre,

es decir, la voluntad espiritual parecida a una combustión fría" que no se extingue nunca y

se localiza en medio de la frent, en el "Tercer Ojo" (para aquel que sigue la vía occidental,

para los otros las cosas irán de forma diversa). Por lo demás, el Agua es la Luna, y el

Fuego, el Sol. Tal es el "pensamiento pensante" o "pensamiento original" que, en última

análisis, es Luz y posee la capacidad de comprender, no por la lógica o el razonamiento,

sino por la "evidencia inmediata", por relampagos (la Intuición Intelectual de la filosofía):

induadablemente, a partir de ahora, "ve" según la Realidad. !La Obra al Rojo, es cuando

transforma este Conocimiento en Acción, ligado al descubrimiento del Corazón, y en

conseuencia del Amor (el Corazón es Rojo), y al misterio de la sangre espiritual, al

Recuerdo platónico, a la "amnesia" y a la vocación espiritual, desde que el hombre evoa

en él herencia espiritual de los Ancestros: "El Conocimiento -decía Platón- es Recuerdo".

Se reencuentra aquí la misma tríada: oscurecimiento, iluminación y acción, Azufre y

Mercurio y Sal, conforme a la mejor tradición alquímica.

Se abre luego un ciclo a un nivel superior, es decir el de la Voluntad: cuando el adepto ha

obtenido la iluminación en el Plano individual, a saber: realizándose como complemento

individual  -completo de Cuerpo y Espiritu- se sumerge en plena conciencia en el Abismo

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de las sensaciones atávicas y trascendentes de su propio cuerpo, allí donde duerme el

TITAN DE LA CAL, omnipotente, y rearme el "aliento de los huesos": es entonces el

Gran Negro, la Muerte física que aflora y se va, -es el Tártaro, los Menstruos, el

Disolvente Universal, el Agua carrosiva, todo lo que es, a la vez, Agua y Fuego,

MATERIA PRIMA de toda creación, lo que crea y deshace los cuerpos para recrearlos de

toda eternidad. Es el "descenso a los infiernos", del que se puede no regresas, y que no se

alcanza más que siendo puro. Entonces, es el Gran Blanco, y el Adepto asciende, va más

allá de sí mismo hasta que disuelve sus andrajos humanos y se vuelve Cosmos: "Del

Abismo nadie sale, pero una EStrella nueva maravilla a la tierra" - se vuelve en Maestro

universal (aquí, el Blanco es la inmortalidad) y continúa avanzando. Se une al mundo

viviente en su totalidad en nombre del Amor, se convierte en aquel que es Dios, y va aún

más lejos, más allá del mundo, hasta el Despertar. ¿Pero no se nos dirá que estamos en

vías de evocar el Buda?. Y el Rojo es, entonces, llegado a su término. Naturalmente estas

diferentes fases son mucho más complejas; pero es difícil hablar solo en una líneas, sería

necesario hablar conociendo la experiencia. Solo la intuición puede ayudamos, pero para

esto también, es preciso que el despertar se haya producido.

De forma sintética, el Mercurio es vivido interiormente como un flujo irrepresible de

sensaciones tan vagos como inaprensibles que hacen irrupción en la conciencia como la

lluvia bate los suelos. El Azufre es, por el contrario, una Voluntad, un impulso para actuar

que no tiene nada de humano y que, según nuestra Vía, se ancla en el Espíritu, pero no es

nada más que un fuego que no quema, una "fríavoluntad dirigida hacia un fin" que no está

en nosotros y que, en la práctica, no actúa en virtud de la oposición violenta de la vulgar

voluntad sino únicamente "manteniéndose en el exterior" o por debajo de los instintos, es

tan inaprensible como el Aire, es decir, como el Conocimiento: es el reino del "Dragón".

En este estadio, si se llega a imaginar una sutilidad muy aguda y sutil que permanezca

estable y sea capaz de soportar el Fuego de una Voluntad tan desmesurada, he aquí

entonces las "aguas congeladas" y las "aguas fluyentes", he aquí el Mercurio unido al

Azufre que se vuelve Sal o Cinabrio divino, símbolo de dos naturalezas fundidas en una

sola: la Voluntad, es el Negro; el Conocimiento, el Blanco; el Amor, el Rojo. Voluntad-

Fuego + Conocimiento-Agua y el símbolo del Sol que es doble, es decir, andrógino, es

dado por la unión del Fuego y del Agua, irradicación y difusión, o por la de la Voluntad y

del Amor (VIS ET AMOR), pero se trata de un Amor querido o de una voluntad amorosa
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que se difunde hacia el exterio: Dios es Amor, dicen los textos. Pero esta vía puede ser

recorrida de dos formas diferentes. Existe una "vía seca" y una "vía húmeda": la primera

es cuando se avanza con la conciencia de si plena y entera, enclada en el ESpíritu, y se

sabe siempre, por iluminación directa, lo que se hace y se hará la vía Intelectual y la Vía

Mágica, son de éste tipo. La segunda, es cuando tal conciencia de sí no está presente y se

avanza sobre el camino: revelando la Vía Mística, Erótica y la del Arte. Una y otra

desembocan sobre el Conocimiento supra-individual, pero no se dice que en la práctica no

puedan cabalgarse pues existe en la bas de todo esto, la dualidad Hombre-Mujer, es decir,

Azufre-Mercurio; sobrevendrá en el Alquimista una especie de desdoblamiento interior:

en él, lo Masculino se separará de lo femenino, interiormentte se convertirá en Hombre

Absoluto (el Si del Espíritu o Agua) y la Mujer Absoluta (el Sí del Corazón o Fuego) que

lucharán juntos hasta fundirse en el Andrógino espiritual, el Rebis, al cual ha sido dado

reinar sobre la realidad. Inútil es precisar que el hombre es el Negro-Voluntad y la Mujer

el Blanco-Amor- siendo el Rojo el Andrógino, procediendo del Binomio Amor-Voluntad

convertido en uno en el Cinabrio-Sal divino. En otros téminos, Fuego + Agua = Tierra;

pero la Tierra es Blanca y mezclada con el Fuego, se vuelve Roja, en tanto que

conocimiento del Amor ESpiritual, o Acre: es la "Mujer Escarlata" de Crowley, el

femenino "ignificado" y más culminado, otro símbolo del andrógino hermético.

Y, parra terminar, ccuando la fuerza será exaltada y habrá alcanzado su equilibrio máximo

ssegún la "ciencia de las balanzas" (equilibrio de lo masculino y lo femenino), entonces

será posible conocer la Quintaesencia de la Realidad, o Eter, la perennidad de la "clara

conciencia", una vez que la Piedra Filosofal haya sido realizado: es la Orden de la Estrella

de Plata de Crowley, el estado inmortalidad.

Pedimos indulgencia de nuestros lectores para todas estas anotaciones de orden técnico

sobre las cuales nos hemos agarrado de manera "intuitiva". Sea como fuere, estos

propósitos no son comprensibles más que bajo reserva de haber probado una

"experiencia" del mismo orden, falto de lo cual seguirán siendo de siempre "cabalísticos".

Desearíamos simplemente hacen observar todo lo que les diferencia de otras

elucubrbaciones mentales (y cualquiera que "sabe" no podrá más que confirmar nuestras

tesis) perfectamente sin interés y, sobre todo, los habituales panegíricos en honor de

Evola. El que lamentaba precisamente que "sean casi inexistentes los hombres

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cualificados y maduros que, sobre el plano de las investigaciones, a partir de l as

posiciones que he podido defender o hacer conocer, hayan sido más lejos y aporten

desarrollar a la vez serios, metódicas y meditados, es decir, la ausensica de Discípulos

dignos de este nombre.

Puede ser una presunción de nuestra parte, pero quizás hoy sucede lo mismo. Hoy que

tantos "intelectuales" al fondo sobre todo ligados a los "placeres" pequeño-burgueses,

hablan de Tradición sin saber ni siquiera de qué trata, discursos que no son nada más que

un pasatiempo o un medio útil de abrirse camino en el mundo, habrá habido al menos algo

de "vivido" que habrá sido dicho, procurando a su antes únicamente la satisfacción de

hacer lo que debía hacer. Entre todas las formas posibles de rendir homenaje a Evola, esta

es sin duda la mejor.

                                                                                                                                                 

Luigi Ferdinando MORETTI

OTROS ARTÍCULOS EN ESTE BLOG:

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