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Ladrón de la derecha Atravesó la cruz del Señor para poner sus ojos en su
compañero, y le dijo: «¿Ni siquiera a la hora de la muerte temes a Dios?».
Tu y yo estamos muy bien crucificados, porque hemos sido unos criminales,
pero este que está en medio de los dos nada malo ha hecho, éste es
inocente».
Mujer para no herirla mas diciéndole madre, ninguna madre o padre esta
preparado para perder a su hijo, aunque entiende el propósito a cabalidad,
una madre miraba a su buen hijo, torturado, desangrado, agonizante, solo
una madre que ha perdido a su hijo puede entenderlo.
Como buen hijo, «¡Mujer, ahí́ tienes a tu hijo!». Juan será́ tu hijo. Él se
encargara de tu sustento. Yo me voy a mi Padre, pero no te dejaré huérfana
en el mundo. Juan se encargará de ti.
Fíjate bien. No dice Padre mío, como dijo en la primera palabra y como
dirá inmediatamente después en la séptima. Sino «Dios mío». No habla
ahora en plan de hijo. Ahora habla en plan de pecador, de representante de
todos los pecadores del mundo. Y por eso no emplea el dulce nombre de
Padre, sino una expresión llena de respeto y adoración: «Dios mío».
Jesucristo tuvo que expiar en lo alto de la cruz el pecado. Y por los placeres
ilícitos que se han permitido y se permitirán los hombres contra la Ley de
Dios, tuvo que experimentar dolores inefables, infinitamente superiores a
todos los que han sufrido en este mundo los hombres más desgraciados. El
que más ha sufrido en este mundo fue, sin duda alguna, Nuestro Señor
Jesucristo.«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».
Elaborado por Jerson González
Iglesia Vida en Jesucristo 16/04/19
Gracias, Jesús mío. Gracias por haber pronunciado esa palabra. Gracias por
haber padecido por mi ese tormento espantoso de tu desamparo. Si no lo
hubieras sufrido tu, si tú no hubieras sentido el desamparo de tu Eterno
Padre, hubiera tenido que sentirlo yo eternamente en el infierno. ¡Muchas
gracias, Jesús mío! Te agradezco en el alma esta cuarta palabra. Has querido
sufrir tu este desamparo para que no quede yo desamparado para toda la
eternidad.