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Ah!

… La Dichosa Tercera
Edad
José Ángel Maldonado
Diciembre 2015

0
Contenido
................................................................................................................ 2
.......................................................................................................... 3
La tercera edad............................................................................................................... 4
Desarrollo sostenible y la tercera edad ................................................................... 6
Nuestra realidad ............................................................................................................. 7
La sabiduría de Oriente ................................................................................................ 7
Cómo envejecer con actitud y dignidad .................................................................. 9

............................................................................................................................ 11
Reconocer a las personas mayores como un recurso indispensable en la
sociedad ......................................................................................................................... 11
El enfoque del envejecimiento productivo ........................................................... 14
La conformación de redes sociales y el rol activo de las personas
mayores en nuevas áreas ocupacionales ........................................................ 17
Transferencias intergeneracionales e intercambios entre las personas
mayores y el resto de la familia ............................................................................... 18
El aporte de la mujer mayor en el ámbito familiar: el rol de cuidador
primario ........................................................................................................................ 19
La capacidad productiva de las personas mayores como un recurso
esencial para el desarrollo de la sociedad ....................................................... 20
................................................................................................................. 23

1
A alguien, en el Congreso Nacional de Honduras, se le ocurrió promover un
beneficio para las personas que, de alguna forma, habían llegado a la tercera
edad (60 años), proponiendo una legislación tendiente a la concesión de
descuentos en ciertos servicios como transporte, recreación, médicos, etc. y en los
restaurantes y similares.

Tal legislación surgió como un reconocimiento por haber llegado a una edad, a la
que pocos logran arribar, pues se van quedando en el camino, por diversas
causas y a las cuales no me quiero referir.

Pero ahora viene lo bueno. Cuando un adulto mayor (eufemismo de viejo) reclama
ese beneficio legal, especialmente en los negocios de comidas rápidas (y
restaurantes chinos); hay que ver la cara de enojo, furia y con deseos de matar,
que ponen los dueños o encargados de los negocios a los cuales les es obligatorio
aplicar (no conceder como así lo anuncian en avisos dentro del mismo negocio)
el correspondiente descuento.

En la mayoría de los casos, hasta tienen la desfachatez de dudar de la edad del


cliente y si tal jugada no tiene efecto, le indican sobre qué (producto o porción) le
van a conceder el descuento, como me ocurrió en un Church's Chicken donde
solicité un súper nacho y dos piezas de ave (no puedo asegurar que fuera pollo), y
donde me dijeron que el descuento era aplicable solo a una de las especies
ordenadas (la más barata). En otro negocio de hamburguesas me sucedió algo
similar (donde ordené tres bolillos media luna o cachitos (croasants), tres por su
tamaño, y solo me querían conceder por uno. Y la historia es la de nunca acabar
en ese tipo de negocios.

Preguntarán ¿cuál fue mi reacción? Simple, le hice ver a las personas que me
“atendieron” que el descuento se aplica sobre el consumo personal y que lo que
solicité era para mi propio consumo (dado el tamaño ínfimo de las piezas
solicitadas). Pero, imposible hacerles entrar en razón. Ante tal tozudez, les pedí
que no me concedieran ningún tipo de descuento, que me cobraran normal pues
no quería ser culpable de provocar la quiebra de uno de esos negocios, por
concederme lo que legalmente me correspondía. No quiero imaginarme al dueño
de esos negocios en la calle pidiendo limosna por mi culpa (o la de todos los de la
tercera edad).

Eso sí, congéneres de la tercera edad, si quieren hacerse la feliz idea de que
todavía son jóvenes, simplemente vayan a cualquiera de esos centros de comidas
rápidas, donde no les aplicarán el descuento, porque ahí se les tratará como si
todavía no tienen arrugas ni pintan canas, etc., es más, los que ahora nos niegan
ese derecho jamás van a llegar a la tercera edad.

2
La longevidad es una aspiración de muchos seres humanos, pero a medida que
pasan los años y la vejez se acercan, se vuelve en algo poco deseado. La mayoría
de las definiciones del envejecimiento destacan sólo sus aspectos negativos, ya
que resaltan la vulnerabilidad, la propensión a las enfermedades, la progresiva
marginación y el inevitable acercamiento de la muerte.

Envejecer es un hecho ineludible, pero la manera de enfrentar este proceso es


una decisión individual, ya que depende de cada uno hacer realidad el dicho de
que la juventud va por dentro.

La vejez es una etapa del ciclo de vida, en el cuál se ve un desarrollo sobre todo
físico y cognitivo en declinamiento, aunque socialmente los ancianos han sido
estereotipados de manera errónea, lo cual, algunas veces, no permite verlos con
objetividad y entender su diversidad, e incluso pueden originar actitudes y políticas
que desalientan la participación activa de los ancianos en el trabajo y en las
actividades recreativa.

En la vejez se rigen muchos cambios físicos, ocurren antes en algunas personas y


después en otras, pero es inevitable. Todos los sistemas del organismo envejecen
e incluso en condiciones genéticas y ambientales óptimas aunque no con la
misma rapidez, el envejecimiento es gradual y los sistemas físicos poseen una
gran capacidad de reserva.

Cambios físicos y cognitivos

El aspecto físico cambia; Las canas, la piel vieja, el cambio de postura y las
arrugas se deben al uso de ciertos músculos, pérdida de tejido adiposo
subcutáneo y, en parte, a la reducción de elasticidad de la piel.
Los sentidos (oído, vista, gusto y olfato) por lo general pierden eficiencia con la
edad.

Con los años disminuye el peso muscular, por tanto también la fuerza y la
resistencia. Se alteran la estructura y la composición de las células musculares
debido a la perdida de tejido muscular, salvo que se compense a un aumento de
grasa tisular.

Ya que se han mencionado los aspectos físicos durante el envejecimiento,


también es muy marcado los cambios en la cognición; El deterioro de la memoria
no es tan generalizada, ni tan grave en todos los ancianos, muchos de los
problemas de los ancianos no constituyen una consecuencia inevitable del
envejecimiento, si no que se deben a otros factores como depresión, inactividad o
efectos secundarios de los medicamentos prescritos.

3
Hemos mencionado un panorama general acerca de los cambios en esta etapa de
la vida, por consecuencia de esto, el anciano en la sociedad se ve muchas veces
inútil, torpe (por lo general urbanamente, aunque no en todos los casos),
ruralmente hablando puede ser un sabio, una persona admirada y respetada por
su núcleo social.

El anciano también comienza a ver cómo gran parte de amigos y hermanos, van
muriendo, aunque existe un lazo fuerte con estas personas; el anciano a veces ya
no cuenta con pareja, sus hijos viven lejos, o son abandonados por su familia.

En algunas familias el anciano sigue siendo la cabeza o unión de hijos y nietos;


algunos toman papeles de padres con los nietos, ya que la madre es soltera o
trabaja, o son niños de padres divorciados.

Las relaciones son muy importantes para los ancianos, la familia es aún la fuente
primaria de apoyo emocional. Con frecuencia las relaciones entre hermanos se
vuelven más estrechas al final de la vida que a comienzos de la edad adulta. En
particular, las hermanas hacen el esfuerzo de mantener esos lazos. Cuando la
expectativa de vida crece, lo mismo sucede con la longevidad potencial del
matrimonio.

Los matrimonios que subsisten hasta el final de la edad adulta tardía tienden a ser
relativamente satisfactorios, pero las dificultades surgen en los aspectos de
personalidad, salud y cambio en los roles, que pueden requerir ajustes de ambas
partes.

Muchas personas permanecen sexualmente activas. Se da mayor importancia a la


expresión sexual, al comprobar que ésta no sólo sirve a propósitos físicos, sino
que también para asegurar a ambos miembros de la pareja el amor del otro, así
como su comprensión y la sensación de que sigue estando vigente su vitalidad, lo
que en definitiva contribuiría a elevar la autoestima de cada miembro de la pareja.
De esta manera, los estereotipos populares que plantean que los años de la vejez
son asexuados, son infundados puesto que en la práctica, existe un número
elevado de personas adultas, que después de los sesenta y cinco años
permanecen interesadas y activas sexualmente. En definitiva, si bien es cierto que
las relaciones sexuales en la tercera edad son diferentes en frecuencia e
intensidad, las cuales disminuyen producto de signos biológicos y físicos, la
satisfacción y consistencia de la misma se deberá principalmente a como haya
sido el comportamiento sexual durante la juventud.

La tercera edad
El término tercera edad surge para no usar en forma despectiva las palabras
vejez o ancianidad. Este término se refiere al adulto mayor, es decir mujeres y
hombres que superan los 60 años, que en Honduras excedemos el medio millón

4
de personas (proyecciones según datos del censo de 2011). Incluso se podría
usar el término cuarta edad para aquellos mayores de 85 años (78,589) grupo
considerable.

La tercera edad es una etapa evolutiva del ser humano que tiene varias
dimensiones. Es un fenómeno biológico porque afecta la salud física y mental y
tiene una parte sociológica y económica porque se ha alargado las posibilidades
de vida y se debe buscar la sobrevivencia de esas personas. También es un
fenómeno psicológico, ya que se producen cambios en el funcionamiento cognitivo
y emocional.

La tercera edad suele describirse como una época de descanso, reflexión y de


oportunidades para hacer cosas que quedaron postergadas mientras uno criaba a
los hijos y desarrollaba su carrera.

Lamentablemente, el proceso de envejecimiento no es siempre tan idílico.


Acontecimientos de la tercera edad como, por ejemplo, los trastornos médicos
crónicos y debilitantes, la pérdida de amigos y seres queridos, y la incapacidad
para participar en actividades que antes disfrutaba, pueden resultar una carga muy
pesada para el bienestar emocional de una persona que está envejeciendo.

Una persona de edad avanzada también puede sentir una pérdida de control
sobre su vida debido a problemas con la vista, pérdida de la audición y otros
cambios físicos, así como presiones externas como, por ejemplo, recursos
financieros limitados. Estos y otros asuntos suelen dejar emociones negativas
como la tristeza, la ansiedad, la soledad y la baja autoestima, que a su vez
conducen al aislamiento social y la apatía.

Como sociedad tendemos a un culto a la belleza y a mantenernos jóvenes, nos


asusta la vejez, no la valoramos ni la asociamos con experiencia o sabiduría como
ocurre en otras sociedades y por ello hay personas que desprecian esta etapa. En
nuestra cultura, si bien hay miembros activos de la tercera edad en el poder
judicial, legislativo, educacional o eclesiástico, se tiende a pensar que la opinión
de un adulto mayor no vale tanto porque sus facultades mentales pueden estar
alteradas. Por eso aquellas personas que se están acercando a esta etapa, más
aún para quienes la viven, se sienten excluidos, abandonados y discriminados
laboralmente.

En algunas ocasiones, los adultos mayores creen que los más jóvenes no los
comprenden e incluso les faltan al respeto, por eso es importante que las nuevas
generaciones tengan una actitud cariñosa, respetuosa y protectora hacia ellos,
porque así les daremos un trato familiar más digno.

5
Desarrollo sostenible y la tercera edad

En un llamado a los Estados Miembros de la ONU sobre la agenda de desarrollo


Post 2015, se expresa:

"Para garantizar el desarrollo sostenible necesitamos conocer cuántas personas


habitan en el planeta actualmente y cuántas serán en los próximos años…
Necesitamos conocer la edad que tienen y cómo cambiará la distribución etárea 1.
El crecimiento demográfico y el envejecimiento, la migración y la urbanización
afectan todos los objetivos de desarrollo".

"Los países con una población envejeciente necesitan respuestas con políticas
públicas que apoyen a su población mayor con el fin de eliminar los factores que
obstaculizan su plena participación en la sociedad al tiempo de proteger sus
derechos y su dignidad".

En una declaración del Secretario General de la ONU se encuentran las siguientes


sugerencias planteadas en su informe a los Estados miembros:

 Reconocer la edad como uno de los temas transversales que deben ser
tomados en cuenta en todos los objetivos y metas;
 Crear un marco basado en los derechos universales;
 Erradicar la pobreza en todas sus formas para todas las personas;
 No dejar atrás a nadie combatiendo la desigualdad y la exclusión, y
eliminando los obstáculos que comprometen la plena participación de las
personas en la sociedad independientemente de su edad, condición de
discapacidad o género;
 Promover el desarrollo inclusivo, el trabajo digno, la protección social y
garantizar el acceso a todos los servicios básicos;
 Mejorar la atención en salud, abordando la cobertura universal, el acceso y
asequibilidad, y asumir la carga de las enfermedades no transmisibles;
 Promover una mejor rendición de cuentas de los compromisos estatales
asumidos a través de una "revolución de datos desglosados” para medir y
monitorear los progresos en términos de edad, el género y discapacidad
para identificar las brechas dentro y entre los grupos poblacionales.

Sin embargo, las estrategias de desarrollo, en países como el nuestro, se debaten


entre valoraciones positivas o negativas de este proceso, y hasta ahora se han
centrado en cuatro diferentes formas de establecer la relación entre
envejecimiento y desarrollo. Cada una de ellas remite a una interpretación de la
realidad, significados y concepciones sobre la vejez individual, los que pueden ser
incluso conflictivos entre sí:

1
Hace referencia a las etapas de la vida: Niñez, adolescencia, juventud, adultez, adulto
mayor o tercera edad.

6
 Las personas mayores son una prioridad débil en el esfuerzo de desarrollo
de la sociedad. Si bien no son capaces de contribuir a este, tampoco
pueden beneficiarse del mismo. De esta forma, son vistas como meritorias
de iniciativas especiales en el contexto de la escasez de recursos.
 Las personas mayores son un impedimento para el desarrollo, por su
condición de dependencia económica. Son percibidas como una fuga ante
la escasez de recursos, precisamente por ser portadoras de creencias y
valores tradicionales considerados resistentes a los cambios compatibles
con la modernización y el crecimiento económico.
 Las personas mayores son concebidas como un recurso en el proceso de
desarrollo y como una fuerza de trabajo de reserva.
 Las personas mayores son vistas como víctimas potenciales de la
modernización, ya que su estatus desciende con el desarrollo (Montes de
Oca, 1994).

Nuestra realidad

Todavía, en nuestro país, no hay preocupación por este grupo, prueba de ello es
que la ley referente al tema, DECRETO No.199-2006 LEY INTEGRAL DE
PROTECCIÓN AL ADULTO MAYOR Y JUBILADOS no se aplica en la gran
proporción de su contexto.

Todavía se mantiene la imagen del abuelito relegado en un rincón del hogar o


sentado pasivamente en la plaza pública, y no como la persona con potencial y
actividades por desarrollar.

Nuestros medios de comunicación no contribuyen a sacar al adulto mayor del


closet. Si los medios muestran a estas personas activas y que realizan un aporte a
la sociedad, que son creativos, que tienen la capacidad de dar afecto y
posiblemente de formar una familia, las nuevas generaciones le darían otra lectura
a la tercera edad.

Sería un gran aporte si se incluyeran temas de geriatría en la enseñanza media y


en la malla curricular de carreras universitarias y técnicas.

La sabiduría de Oriente
A diferencia de nuestra cultura, en la oriental los adultos mayores gozan de gran
respeto y admiración. En Oriente se asocia la vejez con una fuente de experiencia
y sabiduría, y existe toda una tradición de respeto y culto por la ancianidad.

El adulto mayor es considerado en todo momento; tiene un estatus importante no


sólo en la familia sino en la sociedad, es el depositario de las tradiciones, puede
ser un jerarca y un sabio. Se honra a los mayores y al llegar a la tercera edad los

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ancianos consiguen un merecido descanso después de una vida de trabajo y
dedicación a sus hijos.

Japón es el país que más respeto y veneración tiene por sus ancianos. Los
japoneses muestran un gran respeto por sus mayores como constructores de la
sociedad sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial. Se trata de un día
cargado de significado y mensaje para las nuevas generaciones, a las que se les
transmite la importancia del respeto a los adultos mayores, en vez del rechazo
típico que sufre la tercera edad en las sociedades occidentales.

De hecho cuentan con un día festivo, denominado “Día del Respeto a los adultos
mayores” (Keirō No Hi - 敬老なしこんにちは). Esa veneración no suele ser muy
habitual en los países occidentales mientras que para los japoneses es una
festividad muy importante en su cultura. Ese día se pretende honrar a los ancianos
japoneses y sensibilizar a la población sobre todo a los más jóvenes sobre la
importancia de la experiencia de estas personas, que han servido a la sociedad
durante muchos años. Desde el año de 1966, esta festividad se venía celebrando
el 15 de septiembre pero, desde el año 2003, se festeja el tercer lunes de
septiembre.

Los chinos, al igual que otros pueblos del sudeste de Asia, creen en la
inmortalidad del alma, respetan no sólo a sus ancianos que aún viven, sino
también a sus ancestros fallecidos. Por eso, cuando uno se encuentra entre un
grupo de japoneses, chinos o coreanos hay que saludar primero a la persona
mayor.

El 1 de octubre es cuando se celebra en todo el mundo el Día internacional de la


Tercera Edad, un estado que desde hace siglos preocupó y suscitó comentarios
por parte de los pensadores más lúcidos de cada época. Así, por ejemplo, nos
encontramos con el hecho de que el famoso filósofo griego Platón mostró su
incertidumbre y “miedo” a llegar a esa etapa en una de sus publicaciones más
importantes: “La República”.

La baja tasa de natalidad y la mejora en la expectativa de vida de muchos países


ha hecho crecer el grupo poblacional de la tercera edad. La sociedad, por lo tanto,
enfrenta el desafío de seguir ofreciendo oportunidades a las personas que se
encuentran en la vejez.

La mayoría de los adultos mayores, al no trabajar, necesitan del apoyo del Estado
para gozar de una buena calidad de vida. En nuestra nación subdesarrollada,
dicho apoyo es precario y por eso la vejez suele ser sinónimo de penurias. No hay
que olvidar que con la vejez aparecen enfermedades y trastornos físicos como la
artrosis, la osteoporosis y el mal de Alzheimer, entre otros no menos graves.

Los adultos mayores se topan, en muchas ocasiones, con una realidad que no les
gusta, que les oprime y que les afecta psicológicamente. Y es que al llegar a la

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Tercera Edad, deben hacer frente al hecho de que pierden el papel que
desempeñaban en la sociedad pues dejan de trabajar, no tienen las mismas
cualidades físicas y mentales que tenían cuando eran jóvenes y que se pueden
encontrar un poco perdidos a la hora de afrontar ese presente.

Por todo ello, se hace necesario que hagan caso a una serie de consejos sencillos
pero muy útiles para afrontar esa nueva etapa vital. Entre los más importantes se
encuentran los siguientes:

 Aceptar los cambios de todo tipo que se experimentan,


 Encontrar actividades en las que puedan relacionarse con otras personas y
sentirse útil,
 Disfrutar de todas esas experiencias que siempre han querido hacer pero
que nunca habían realizado.

Esto hace que la noción de vejez también se use para nombrar a los achaques y
las actitudes propias de la edad de los viejos. Por ejemplo:

 “Olvidé donde guardé las llaves: debe ser la vejez”,


 “Hoy me duele mucho la espalda y casi no puedo caminar, pero no me
quejo… son cosas normales de la vejez”.

Cómo envejecer con actitud y dignidad


Si hay algo a lo que muchas personas temen, es a la vejez. Antaño, llegar a
anciano no implicaba tanta presión social como ahora. Razón de esto es ver a
cientos de figuras públicas que en sus años mozos lucían cuerpos y rostros que
eran envidiables y que ahora, a causa de "guardar la apariencia", se someten a
tratamientos y cirugías que en lugar de hacerles lucir mejor, les hace parecer
mucho más deslucidos que antes. Sin embargo, también hay muchas personas
que en sus plenos setentas y ochentas tienen una lucidez mental y fortaleza física
que cualquier joven de 20 años podría envidiar. A ese tipo de "edad dorada" es a
la que muchos deberían aspirar.

Una vejez resplandeciente de vigor

Sería ideal poder caminar varios kilómetros al día sin quejarse de lumbago en la
espalda o comer lo que se antoje sin miedo a la acidez estomacal. También sería
estupendo recordar dónde está cada cosa, o fieles detalles de los eventos de la
juventud como si hubiesen ocurrido ayer. A todo ello llamo "envejecer con dignidad
y actitud".

No está mal que una persona se someta a algunas cirugías estéticas, en últimas,
es cuestión de gustos y dinero, pero al fin y al cabo lo exterior es solo el reflejo de
un cuerpo interno sano. Es decir, nada gana una persona que al año se hace

9
cinco aplicaciones de Botox en la cara y una liposucción, cuando no cuida lo que
come, no se ejercita, no cuida el tiempo que duerme y tampoco la cantidad de
agua que consume. Así podría ser eternamente esclava de los quirófanos y los
centros de belleza y jamás tendrá una salud física adecuada. En cambio, debería
dedicar más tiempo a su familia y a sí mismo.

Como ve, es inevitable envejecer, a no ser que partamos de este mundo antes de
llegar a los 60 años. Por lo demás, debe dar por hecho que llegará a esa etapa,
por lo tanto, debe procurar aprovechar su tiempo vital de la mejor manera posible
y cuidar de todo lo que puede venir con la edad. Pero si ya se encuentra en esa
etapa de la vida, acá algunos aspectos que le darán una perspectiva más positiva
sobre estos maravillosos años dorados:

Tiempo

Durante la vejez, tiene más tiempo para hacer lo que le guste; caminar, dormir, ver
televisión, trabajar en el jardín, pasear e incluso viajar junto a su compañero o
incluso sus hijos y nietos. ¿Por qué no disfrutar de esos pequeños placeres de la
vida?

Sabiduría

Muchos aprendizajes han obtenido a lo largo de los años, mismos que seguro va a
compartir con todo aquel que desee escucharle. Puede hablar sobre temas de
amor y desamor, así como compartir tu sabiduría laboral o las recetas de cocina
que por años ha guardado solo para usted.

Libertad económica

Es la edad donde muchas personas ya están pensionadas, es claro que continúan


las responsabilidades económicas pero, de hecho, si tiene su casa propia
comprada hace mucho y su ingreso pensional es seguro, si ha sido previsor y
buen administrador, puede disponer de algo de dinero para dedicarle a si mismo
un pequeño cariñito eventual.

Un negocio propio

Quizá no desee estar en casa tanto tiempo "ocioso", así que si cuenta con algo de
dinero ahorrado, un buen plan es poner su propio negocio. Por pequeño que sea,
le dará un ingreso y tiempo para distraerse, incluso le ayudará a conocer gente. Es
solo cuestión de arriesgarse un poco.

Estudiar

Este es un buen momento para estudiar lo que siempre quiso y no pudo, o alguna
otra cosa que le llame la atención: desde clases de baile, hasta pintura, ¡lo que
quiera!

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Leer

Nunca es tarde para leer, es posible que descubra que no es tan aburrido como
parecía cuando estaba en la escuela.

Es muy probable que el mayor error de los seres humanos sea considerar que la
mal llamada vejez es una temporada de improductividad para las personas. Lo
anterior es un grave error, ya que es en realidad la época de la vida donde se
puede disfrutar a plenitud del tiempo y de los seres queridos, así como el amoroso
encuentro consigo mismo. ¡Siempre es posible envejecer con estilo!

Preparémonos para envejecer bien

 Ahorrar desde la juventud, prever la jubilación.


 Asistir a controles médicos y seguir los tratamientos.
 Cuidar la alimentación, no abusar del tabaco ni el alcohol. Esto contribuirá a
una buena salud.
 Dar y recibir afecto, mantener redes sociales.
 Estimular la autonomía y tratar de ser autovalentes.
 Estimular las funciones intelectuales, mantener la lectura y la escritura,
hacer ejercicios para la memoria.
 Prevenir accidentes en el hogar y de tránsito.
 Promover el desarrollo espiritual.
 Realizar algún tipo de actividad física.
 Reforzar la autoestima para prevenir la depresión.
 Solicitar ayuda en caso de maltrato familiar o institucional.

Reconocer a las personas mayores como un recurso


indispensable en la sociedad
Existe un fenómeno totalmente nuevo y definitorio del siglo XXI: el envejecimiento
poblacional. Los procesos de industrialización, urbanización y modernización
social, junto a los enormes avances tecnológicos, científicos y sanitarios han
provocado la disminución de las tasas de natalidad y mortalidad las cuales,
acompañadas por el aumento de la esperanza de vida, se han constituido en las
dos fuerzas causales de este hecho demográfico inédito en la historia de la
humanidad.

11
En la perspectiva global, todas las regiones del mundo envejecen. Cada día hay
más personas mayores2 en la sociedad y con una alta expectativa de años por
vivir.

Se estima que en América Latina para el año 2025 habrá alrededor de 98


millones de personas mayores y, para el 2050 este grupo etario3 constituirá el
23,4% de la población total de la región, es decir, prácticamente uno de cada
cuatro latinoamericanos será una persona adulta mayor.

Según las proyecciones, para Honduras, la proporción de adultos mayores seguirá


en aumento ya que, hacia la mitad del milenio se estima que aproximadamente
uno de cada cuatro habitantes pertenecerá al grupo de personas de mayor edad.
Asimismo, la esperanza de vida se ha incrementado, especialmente en el grupo
femenino que alcanza actualmente los 75 años de edad según lo revelado por el
Departamento de Asuntos económicos y sociales de las Naciones Unidas.

Ahora bien, la imagen que la sociedad tiene de las personas mayores, de la vejez
como fenómeno social y del envejecimiento como proceso y estado demográfico,
está asociada de forma casi automática a elementos negativos. Culturalmente, ha
prevalecido una visión de la vejez que tiende a identificar a las personas mayores
como un grupo poblacional supuestamente homogéneo caracterizado por la
inactividad, improductividad y dependencia; condicionando de este modo el rol
social de los adultos mayores.

Es preciso considerar que el envejecimiento es un proceso dinámico que se


presenta de manera diferencial según el género, el nivel socioeconómico y
educativo, el contexto social, el estilo de vida y el impacto de los acontecimientos
histórico sociales que afectan el curso de la biografía personal, haciendo de la
vejez una experiencia diversa que dista mucho de ser una realidad homogénea.
A su vez, las circunstancias del entorno macro social de las personas mayores
pueden favorecer o inhibir las oportunidades de desarrollo productivo. De este
modo, las políticas y programas gubernamentales, comunitarios o privados
dirigidos a este grupo de edad resultan fundamentales para conocer los espacios
y las oportunidades ocupacionales que brindan a la población envejecida.

Gran parte de los estudios sociológicos se realizan desde un enfoque


asistencialista y excluyente de la vejez, centrándose en el impacto y las

2
La edad cronológica sigue utilizándose ampliamente para delimitar a los diferentes
grupos de personas que existen en la sociedad. De este modo, la Asamblea Mundial
del Envejecimiento (iniciativa de la ONU) establece la definición de persona mayor,
adulto mayor o anciano a toda persona mayor de 60 años de edad.
3
Esta clasificación se aplica a un conjunto de sujetos, que además se basan en la edad
como carácter diferenciador, interpretándolos como las personas que tienen la misma
edad.

12
consecuencias alarmistas que tendrá el acelerado envejecimiento de las
poblaciones en cuestiones de salud, previsión social, modificaciones de la fuerza
de trabajo en el mercado laboral, en fin, aspectos que relacionan al conjunto de
las personas de avanzada edad con el espacio de la carga presupuestaria y
social, el retiro, las pérdidas y la ruptura de vínculos sociales.

No obstante, la esperanza de vida cada vez más alta y las mejores condiciones
físicas y mentales de los adultos mayores para continuar trabajando, el retiro
obligatorio del mercado laboral a una edad temprana, la crisis de solvencia
económica que han atravesado en las últimas décadas las instituciones que
brindan servicios a las personas mayores, entre otros factores, han dado cuenta
de un grupo importante de la población que habiendo alcanzado los 60 o 65 años,
umbral de edad que establece arbitrariamente el cese de la vida laboral y el inicio
de la vejez, continúan o desean continuar realizando una variedad de actividades
productivas y contribuyendo significativamente al desarrollo y bienestar de la
familia y la sociedad.

Partiendo de dicha tesis, proponemos realizar una lectura diferente de la situación


actual de la población de personas mayores, reconociendo su potencial
productivo como un rasgo que tiende a omitir su presencia en nuestra sociedad y,
al mismo tiempo, ha favorecido a reforzar los estereotipos y reduccionismos que
colocan las necesidades asistencialistas de los adultos mayores por sobre sus
aportes diarios a las personas que los rodean y a la comunidad en la que viven.

La mayoría de los estudios gerontológicos4 han descuidado el análisis de tales


aspectos, que resultan esenciales para comprender de manera adecuada el
mundo cotidiano de las personas mayores. La falta de reconocimiento de
dichas actividades productivas se debe en parte a la creencia socialmente
compartida que considera que el trabajo y la vejez son realidades opuestas o
difícilmente conciliables. Esto me recuerda una frase de un ex gerente de
HONDUTEL (Empresa Hondureña de Telecomunicaciones) que expresó, en su
afán de despedir empleados: “el que tiene cierta edad y cierta antigüedad, ya
dio lo que iba a dar”. Lo que reveló, de ese personaje, una ignorancia extrema
de que en las tareas del conocimiento, la edad y antigüedad son elementos
valiosos que enriquecen más el desempeño profesional.

En la actualidad, nos encontramos frente a un sector de la población con una


esperanza de vida superior a la de generaciones precedentes y con una enorme
vitalidad, cuya actividad en el mercado laboral ha finalizado al cumplir la edad
establecida para el retiro formal pero sus condiciones personales los motivan a
seguir activos y productivos (mi caso, 76 años de edad).

4
La gerontología (del griego Geron, viejo y logos, tratado) es la ciencia que se dedica a
estudiar los diversos aspectos de la vejez y el envejecimiento de una población, tales
como el psicológico, social, económico y hasta cultural.

13
Por lo dicho anteriormente, es preciso reconocer la variabilidad y diversidad de
intereses, características y experiencias del curso de la vida que influyen en la
forma en que se envejece. Estas consideraciones son fundamentales sí se
pretende mejorar la calidad de vida de las personas mayores dado que, el
respeto a sus derechos y el reconocimiento de sus contribuciones son claves
para alcanzar una vejez plena.

El enfoque del envejecimiento productivo


El envejecimiento productivo es un tema novedoso, relevante y de máxima
actualidad que ha sido propuesto en la literatura gerontológica por el Dr. Robert
N. Butler, a principios de la década de 1980. Según este especialista, por vejez
productiva debe entenderse “la capacidad de un individuo o una población para
servir”. Los adultos mayores participan activamente en una diversidad de
ocupaciones de la vida cotidiana colaborando notoriamente en las dinámicas
diarias de la familia y la comunidad que los rodea. Podemos encontrar variados
ejemplos de personas mayores que desempeñan alguna tarea remunerada como
la producción artesanal, el cuidado de enfermos, la docencia, el comercio o la
profesión que han realizado a lo largo de toda su vida. Otros que realizan
actividades poco frecuentes, cuyo trabajo realizan de manera voluntaria, con fines
solidarios. Entre estas actividades se pueden señalar el apoyo escolar, la
colaboración en las actividades comunitarias, la enseñanza religiosa en capillas e
iglesias y talleres artesanales.

No obstante, en trabajos de investigación desarrollados por Bass, S., Caro, F. y


Chen, Y. (1993) se ha planteado una concepción más amplia del término,
definiéndolo de la siguiente manera: “El envejecimiento productivo es cualquier
actividad desarrollada por una persona mayor que produce bienes o servicios,
sea remunerada o no, o desarrollar capacidades para producirlos”.

Desde este punto de vista, el enfoque del envejecimiento productivo hace


referencia al concepto de productividad en su sentido amplio, entendiéndose
como el conjunto de beneficios colectivos que las personas mayores consiguen a
partir de sus acciones individuales; es decir, la productividad apunta al “hacer
con sentido”, que puede no necesariamente referirse a la esfera de la
generatividad económica. Contrariamente a otros enfoques como el
envejecimiento “activo”, “saludable” o “exitoso”, que hacen hincapié en las
acciones que realizan la personas mayores teniendo como principal objetivo el
beneficio individual, como es el caso, por ejemplo, el ejercicio físico o de
estimulación cognitiva.

14
El envejecimiento productivo apunta a la contribución social de las personas
mayores y a la satisfacción de necesidades sociales relevantes5. Por lo tanto,
contribuir es la esencia de este enfoque y la clave para comprender el concepto
de productividad desde este paradigma.

Un número importante de personas mayores jubiladas que inician nuevos oficios o


desarrollan sus propios micro-emprendimientos, deciden estudiar una carrera,
hacer cursos de especialización o finalizar el ciclo escolar que debieron postergar
durante los años de trabajo. Además de una enorme cantidad de abuelos que
cuidan a sus nietos u otros familiares enfermos y colaboran con las tareas
domésticas, que van desde cocinar hasta realizar una huerta para el consumo
familiar.

Así pues, las dimensiones del envejecimiento productivo son numerosas entre las
personas mayores, pudiendo especificar cuatro grandes grupos de aportes:

1) El trabajo familiar doméstico,


2) El trabajo voluntario en la comunidad,
3) El trabajo remunerado y
4) Las actividades educativas-culturales

El trabajo familiar doméstico

Abarca todas las actividades no remuneradas que implican el mantenimiento y


cuidado de la casa, quehaceres domésticos desde cocinar y lavar la ropa hasta
organizar eventos, los trámites y compras de alimentos y el cuidado de nietos,
bisnietos u otros familiares, así como, también, la transferencia de saberes, oficios
y conocimientos a las generaciones más jóvenes. Es importante destacar el
valioso aporte de las personas mayores, especialmente el papel de las mujeres
mayores que cumplen el rol de cuidadores primarios tanto de los nietos como del
cónyuge o de otros familiares dependientes, desarrollando una tarea que
contribuye al bienestar del grupo familiar y que no ha adquirido la visibilidad que
merece.

El trabajo voluntario en la comunidad

Comprende las diferentes formas de servicios o ayudas ofrecidas gratuitamente


en favor del bienestar de la comunidad. Se trata de una actividad dirigida a otros,
beneficiando a individuos, grupos y a la sociedad en su conjunto que,
generalmente, está relacionada con la participación en organizaciones barriales,
comunitarias, gubernamentales, religiosas, educativas, entre otras. Ser voluntario

5
Es importante tener en cuenta que, existen otras posturas acerca del envejecimiento
productivo que sostienen que productivo es toda aquella actividad que resulta significativa
para el individuo. Por lo tanto, defienden que cualquier tipo de ejercicio físico o de
estimulación intelectual debe ser considerado productivo por su potencial para contribuir
a la salud física y mental. Sobre este enfoque se puede consultar a Harry Moody (2001).

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es importante porque implica una tarea que requiere dedicación, responsabilidad
y compromiso social, que sirve a las personas a sentirse útiles, además de
generar satisfacción por la colaboración prestada en sí misma. Además, en este
tipo de tareas, las personas mayores pueden elegir los tiempos y las formas de
prestar un servicio voluntario.

El trabajo remunerado

Se agrupan todas las actividades que las personas mayores realizan a tiempo
total, parcial, a largo plazo o esporádicas a cambio de un ingreso.

En muchos casos, el trabajo que realizan los adultos mayores jubilados es una
continuación del que han venido realizando durante gran parte de su vida laboral,
optando por dedicar menos cantidad de horas diarias a su labor. En otros casos,
los adultos reorientan su vida laboral luego de la jubilación, desarrollando nuevos
oficios, micro emprendimientos o “trabajos puentes” (Doeringer, P., Sum, A. y
Terkla, D., 2002) en los cuales generalmente se tienen en cuenta las experiencias
previas y saberes adquiridos a lo largo de la vida productiva. Asimismo, el trabajo
remunerado entre las personas mayores puede tratarse de una actividad
generada por cuenta propia, es decir un autoempleo, o un empleo para terceros.

En algunos casos, debido al tipo de condiciones y remuneraciones que perciben


por su trabajo, la gran mayoría de las personas adultas mayores se ubican en el
sector informal del mercado de trabajo, lo cual evidencia la vulnerabilidad de su
situación y la falta de reconocimiento de sus derechos.

Las actividades educativas-culturales

Agrupa todas las formas de participación en actividades de capacitación y


transferencia de conocimientos, experiencias y habilidades. En este sentido, las
personas mayores son depositarias de saberes populares, tradicionales y
regionales por lo que, desempeñan un papel fundamental en la transmisión
intergeneracional de sus saberes.

Asimismo, muchas personas participan en programas educativos formales (como


es el caso de las Universidades para la Tercera Edad, las Escuelas de Oficio, o
diferentes programas de capacitación para adultos mayores) interesadas en
incorporar nuevos aprendizajes.

Cabe destacar que, desde la perspectiva del envejecimiento productivo adoptada


en este artículo, la participación educativa por parte de los adultos mayores es
productiva cuando fortalece su habilidad para contribuir a la sociedad mediante
el voluntariado, el trabajo remunerado, la participación política, entre otras
actividades.

16
Otros se dedican, como el autor de este material, a promover la Educación
Abierta6, contribuyendo a una educación universitaria abierta, innovadora, con
gran cantidad de recursos digitales, online.

La conformación de redes sociales y el rol activo de las


personas mayores en nuevas áreas ocupacionales
Las personas mayores establecen redes de apoyo social que favorecen el
desarrollo de actividades productivas y el reconocimiento de sus potencialidades
durante la vejez. Las relaciones e intercambios que se generan en la redes
cumplen un papel fundamental frente a las necesidades ocupacionales de las
personas que pretenden mantener la actividad que venían desarrollando antes de
jubilarse o participar en nuevas tareas productivas, constituyéndose en un
mecanismo común en este grupo etario.

Así pues, las redes sociales en las estrategias ocupacionales de las personas
mayores permiten distinguir dos tipos de vínculos: formales e informales, y un
conjunto de transferencias o intercambios de orden material, emocional y de
servicios, que se presentan de forma interconectada.

Las redes formales o institucionales están basadas en la interacción con


organizaciones estatales, privadas o comunitarias. Con respecto a éstas, Dabas,
E. (1995) señala que, las redes comunitarias que surgen alrededor de una
institución son determinantes como medio de contención y pilares de apoyo en
la vida de muchas personas. Mediante sus procesos internos de diagnósticos, las
comunidades están en condiciones de discutir y determinar sus necesidades lo
que implica el reconocimiento de las personas mayores como protagonistas de su
propia vida, con capacidad de transformaciones históricas y ubicadas en su
contexto geográfico.

Mientras que las redes informales están centradas en las relaciones que las
personas mayores establecen con su entorno más cercano, integrado por los
familiares, amigos, ex compañeros de trabajo y vecinos del barrio y reúne un
componente afectivo esencial.

A través de los diferentes intercambios, las redes de apoyo social cobran un valor
significativo en la calidad de vida de las personas mayores en la medida en que

6
La educación abierta pretende modificar sustancialmente la forma en que los profesores
y estudiantes interactúan con el conocimiento en un ambiente no presencial, está
constituida por recursos educativos abiertos tales como materiales de cursos con licencias
abiertas, libros de textos, juegos, software y otros materiales que apoyan la enseñanza y
el aprendizaje y además se basa en tecnologías abiertas que facilitan un aprendizaje de
manera flexible y ayudan a compartir prácticas de enseñanza que facultan a los
educadores a beneficiarse de las mejores ideas de otros compañeros.

17
puedan brindar la oportunidad de continuar participando activamente en tareas
productivas, además de constituirse en un elemento de seguridad, protección y
bienestar personal. En este sentido, es importante que los adultos mayores no
sólo sean reconocidos como receptores de ayudas y servicios sino también como
proveedores de apoyos materiales, afectivos e instrumentales, basados en la
experiencia y la sabiduría que han adquirido a lo largo de la vida, desempeñando
un papel protagónico en el fortalecimiento de los vínculos intergeneracionales al
interior de la familia y la comunidad.

Transferencias intergeneracionales e intercambios entre las


personas mayores y el resto de la familia
Sin duda, el aumento de la longevidad a comienzos del nuevo siglo impacta en la
estructura y el comportamiento familiar permitiendo una mayor coexistencia de
generaciones en las familias actuales. Según estudios realizados por la CEPAL
(2003) uno de cada cuatro hogares de América Latina tiene entre sus miembros
al menos un adulto mayor. Cabré (2000) utiliza el término de verticalización de
la familia para explicar el aumento del número de generaciones emparentadas
por vínculos de filiación directa al generalizarse el linaje de tres generaciones de
supervivientes y hacerse extensivo incluso, el de cuatro generaciones.

No obstante, a pesar de los cambios y transformaciones que presenta hoy la


estructura familiar, la solidaridad familiar intergeneracional continúa siendo
prioritaria. Estos vínculos parentales son fundamentales en el escenario actual
del envejecimiento así como también las diferentes formas de intercambios que
se establecen entre las generaciones familiares. Asimismo, el modo de
integración de los adultos mayores al grupo familiar dependerá en gran parte de
la valoración y atribución de roles que los otros miembros familiares le asignen
así como del grado con que ellos lo asuman. En este sentido, la función del
abuelo como cuidador de sus nietos es un vínculo que se basa tanto en la
frecuencia del contacto como en la voluntad de asumir esa tarea.

Carmen Triadó Tur (2005) plantea que el ser abuelo es una parte importante del
ciclo de vida para muchos adultos, tanto como experiencia personal como por su
impacto en otras personas. La autora señala que, el papel de los abuelos como
cuidadores de nietos depende de diversos factores como por ejemplo, que ambos
padres trabajen fuera de casa, que los abuelos vivan en el mismo hogar que los
nietos, que se trate de una familia monoparental, que los padres estén ausentes,
entre otros. Actualmente, la incorporación de las personas mayores al hogar de
alguno de sus hijos adultos es una de las situaciones más frecuentes donde
juega un papel fundamental el factor económico. De este modo, el anciano
convive con sus nietos, donde es más evidente la asunción de manera
voluntaria o no de su rol de cuidador de los niños constituyéndose en muchos
casos en una estrategia de supervivencia familiar.

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Por otra parte, el alargamiento de la esperanza de vida ha permitido que muchas
familias cuenten hoy con por lo menos un bisabuelo. Es decir que la longevidad
está influyendo en el crecimiento de familias multigeneracionales conformadas
por cuatro y hasta cinco generaciones. Al respecto, Pinazo Hernandis (2005)
platea que la imagen social del bisabuelo es la que antaño correspondía al
abuelo ya que en muchos casos se encuentran saludables y en plena actividad.
Laura Bottini (2009) agrega "estas bisabuelas están bien cuidadas por ellas
mismas. Se sienten útiles, independientes. Las abuelas de hoy están súper
ocupadas, entonces las 'bis' cumplen perfectamente este rol, y es muy lindo ese
intercambio intergeneracional".

Simultáneamente a esta función de cuidadores, existe una diversidad de ayudas


e intercambios entre las personas mayores y el resto de la familia. Según Meil
(2004) la red familiar funciona como capital relacional de reserva que, de acuerdo
a las necesidades, puede activarse para resolver los problemas a los que se tiene
que hacer frente en el curso de la vida. Así pues, en la vejez se produce un
mecanismo de compensación, siguiendo la norma de reciprocidad y ayuda mutua
entre los miembros de la familia, que supone que los intercambios sean
valorativos, normativos y se rijan por valores morales.

Lo anterior permite agregar que, las relaciones de sostén y transferencias que se


forman a través del transcurso de la vida, tienen un impacto significativo en la
vejez, contribuyendo notablemente en la calidad de vida de las personas
mayores. Asimismo cabe destacar que, en la mayoría de los casos, estos
intercambios hacen visible el protagonismo de muchas mujeres de mayor edad
en la reproducción cotidiana, ideológica y material de los hogares,
convirtiéndose en un mecanismo efectivo y recurrente en la conformación de
las familias actuales.

El aporte de la mujer mayor en el ámbito familiar: el rol de


cuidador primario
La situación de la mujer mayor en la familia requiere de una reflexión especial por
dos razones concretas, por un lado, la elevada supervivencia actual de las
mujeres de edad avanzada se ha convertido en un factor claro de feminización
de la vejez lo que hace que el rol del cuidador primario del cónyuge y la viudez
sean más probable en este grupo y, por otro lado, las históricas diferencias de
género han asignado como parte de la naturaleza de las mujeres su función en
el ámbito doméstico. Montes de Oca (1997) señala que, los quehaceres
domésticos realizados con cierto profesionalismo, se han constituido como una
carrera en sí misma para gran parte de la población femenina de mayor edad que
se formó en múltiples tareas transmitidas de generación a generación.

Así pues, la mayoría de las mujeres mayores han estado condicionadas por un
acceso desigual en la estructura de oportunidades es decir que, muchas de ellas

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no han tenido posibilidades reales de educación formal y las que han podido
desempeñarse en trabajos extra domésticos lo han hecho en tareas socialmente
consideradas femeninas (secretarías, maestras, enfermeras etc.) abandonando
su participación económica una vez contraído matrimonio o por razones de
maternidad. Ellas se han concentrado en realizar tareas de reproducción
cotidiana, ideológica y cultural de sus hogares, realizando actividades domésticas
y cuidando primero a los hijos y luego a los nietos. De este modo, la función de
ama de casa es tan tradicionalmente femenina como el cuidado de los nietos y el
de los familiares enfermos.

Asimismo, el proceso de envejecimiento femenino no solo viene marcado por la


continuidad en el rol tradicional de ama de casa que además se intensifica con la
prestación de ayuda a otros miembros, principalmente a los nietos y a los
cónyuges, sino que también extiende su apoyo a los hijos adultos que, en
muchos casos siguen viviendo en sus hogares, en una suerte de crianza
prolongada, como lo denomina Pinazo Hernandis (2005), que les ha tocado vivir a
las mujeres mayores a comienzos del siglo XXI.

No obstante, es importante agregar también que, actualmente y en forma


complementaria a los tradicionales papeles de abuela y suegra, están surgiendo
otros roles y espacios que otorgan a las mujeres mayores la posibilidad de
disfrutar de mayor independencia, desenvolvimiento y realización personal a
través de la incursión en nuevas áreas ocupacionales y laborales. En nuestro
país, mujeres universitarias, políticas, líderes sociales y religiosas de edad
avanzada dan cuenta de los cambios que se están produciendo progresivamente.

La capacidad productiva de las personas mayores como un


recurso esencial para el desarrollo de la sociedad
Como se ha mencionado anteriormente, en la sociedad moderna, la vejez ha sido
construida desde un paradigma asistencialista a expensas de las estrategias e
intentos de participación de las personas mayores en el desarrollo social y
económico. En este sentido, se ha generalizado la realidad de los adultos
mayores dependientes, muchos de ellos institucionalizados, al sector de la
población de personas mayores de 60 años y más de edad que llevan una vida
productiva. De allí que, la visión de la persona adulta mayor profundamente
arraigada en el imaginario social sea la de un individuo inactivo, dependiente y
vulnerable. Este conjunto de viejismos7 que configuran el estereotipo de la
persona mayor en la cultura occidental es, muchas veces, incorporado por los

7
Este término refiere al conjunto de prejuicios y denominaciones que se aplican a los
adultos mayores solo por su edad. El concepto “ageism” fue propuesto por el
gerontólogo norteamericano Robert Butler y luego traducido al español como
“viejismo” por Leopoldo Salvarezza (1998).

20
propios adultos mayores que restringen sus deseos de llegar a una vejez activa,
productiva y de realización del potencial humano.

En relación a esto, resulta apropiada la reflexión que propone David Zolotow


(2002): “Cuando las sociedades consideran a los viejos como una carga que
todos deben llevar a cuesta, los ancianos, respondiendo a esta expectativa social,
se transforman en sujetos de necesidades y demandantes de servicios. Se
formulan políticas sociales “para y por” los mayores. Contrariamente, considerar
a los mayores como un “recurso” da lugar al intercambio y la participación como
sujetos activos, el desarrollo de las potencialidades, y no se omiten deberes y
derechos con toda la sociedad. Los mayores son parte de la sociedad”. Esta cita
sintetiza de algún modo, la necesidad de comenzar a construir un nuevo modelo
de gestión del envejecimiento donde se revalorice social, política, económica y
culturalmente el concepto de vejez y en este sentido, se reconozca a las
personas mayores como ciudadanas activas y como un recurso humano
esencial de participación y colaboración en los acontecimientos que ocurren en la
sociedad.

Durante los últimos años se han desarrollado diversos eventos y documentos


internacionales en materia del envejecimiento y la especial protección de todos los
derechos de las personas mayores. Brevemente pueden recordarse las dos
Asambleas Mundiales sobre el envejecimiento organizadas por Naciones Unidas
y realizadas, la primera en 1982 en Viena, y la segunda en 2002 en Madrid en la
que se exhortó a los gobiernos a que incorporasen en sus programas nacionales
los siguientes Principios a favor de las personas de edad: independencia,
participación, cuidados, autorrealización y dignidad, los cuales incluyen a su vez
derechos específicos en relación a la capacidad productiva de los adultos
mayores, entre los que sobresalen:

Tener la oportunidad de trabajar o de tener acceso a otras posibilidades


de obtener ingresos

Poder participar en la determinación de cuándo y en qué medida dejarán de


desempeñar actividades laborales

Poder buscar y aprovechar oportunidades de prestar servicio a la comunidad y de


trabajar como voluntarios en puestos apropiados a sus intereses y capacidades

Poder aprovechar las oportunidades para desarrollar su potencial

Otros antecedentes significativos en esta compleja tarea han sido la Declaración


del Año Internacional de las Personas de Edad en 1999, con el lema “Una
sociedad para todas las edades” y la Observación General del Comité de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Por otra parte, en la Declaración
Universal de Derechos Humanos quedan asentados los derechos básicos a los
que son merecedores todos los seres humanos sin distinción de ninguna índole.
En efecto, el artículo 25 establece que, toda persona como miembro de la

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sociedad tiene derecho a la seguridad social y a obtener, mediante el esfuerzo
nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los
recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y
culturales indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad.
Con respecto a los derechos sobre el trabajo remunerado en la tercera edad es
necesario remitirse a las Recomendaciones sobre los trabajadores de edad
(162/80) adoptadas por la Conferencia General de la Organización Internacional
del Trabajo (OIT) convocada en Ginebra, el 23 de junio de 1980. Dichas
Recomendaciones apuntan a: la igualdad de oportunidad y trato, protección,
preparación y acceso al retiro laboral.

Como se puede comprobar, se ha establecido un marco jurídico que contempla la


temática de la vejez dentro de sus textos. Sin embargo, la retórica de normas y
principios que reconocen los derechos que poseen los adultos mayores no resulta
suficiente ya que, la realidad demuestra que por un lado, estos derechos sólo se
concretan parcialmente y, por otro lado, no deja de ser una cuestión pendiente el
reconocimiento social de las diferentes formas de contribución productiva en la
tercera edad que trascienden a las establecidas jurídicamente. Así pues, en
nuestra región, las evidencias indican que, si bien la situación de las personas
mayores es heterogénea, en general distan mucho de disfrutar de una calidad de
vida acorde con sus necesidades en cuanto a ingresos, autonomía e integración
intergeneracional (CEPAL, 2003).

Por todo lo expuesto, es importante señalar que la calidad de vida no debe


medirse solamente con índices económicos sino que es fundamental conocer
cómo las personas pueden sentirse como tales y ver que contribuyen a los
destinos colectivos sin ser discriminadas e ignoradas en la toma de decisiones, ni
encontrarse limitadas en el desarrollo de sus capacidades y aspiraciones por
continuar emprendiendo proyectos personales.

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