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La historia de los cultivos agrícolas en Paraguay durante los años posteriores a la independencia y
bajo el gobierno del doctor José Gaspar Rodríguez de Francia, presenta un importante registro de
manos de uno de los propios próceres de la gesta patria, Mariano Antonio Molas, quien realizó una
minuciosa descripción de la entonces provincia y luego República del Paraguay. Hoy es considerada
la única obra nacional que ha quedado del período dictatorial 1814-1840.
Molas enumera así los distintos rubros agrícolas que existían en estas tierras en aquellos años: “Las
labranzas, cultivo y cosecha de frutos que se recogen en esta provincia son las siguientes: amis (sic),
mandioca, maní, judías (habas), guisantes, calabazas de distintas clases, batatas, arroz, cebada y
otras legumbres. Naranjas dulces y agrias, con demasiada abundancia; limas dulces y agrias, toronjas
y limones de toda especie: pacobas (pakova) con abundancia, dura no poco y no bueno, piñas en
gran cantidad: mamones, sandías, melones y uvas con abundancia en parrales y viñas, de que se
hace regular vino, y la caña dulce muy abundante de la cual se cosecha mucha miel para azúcar y
aguardiente: se recogen también óptimas cosechas de algodón”. (1)
Molas describe cómo de la mandioca se saca el almidón, del cual se elabora la chipa aramirõ y el
mbeju, que dice es consumido sobre todo por la gente pobre, principalmente por los indígenas.
Cuenta además cómo utilizaban la ralladura de la mandioca, y en qué forma empleaban lo que
quedaba luego de haber exprimido y extraído el almidón, que en guaraní se llaman “typyraty”.
Tanto ese período como el siguiente, con el gobierno de don Carlos Antonio López y luego de su hijo
Francisco Solano López, se caracterizan por la clara resolución de garantizar el autoabastecimiento
agrícola de la nación, mediante una sostenida presión estatal hacia el sector campesino para
fomentar la producción. La era del dictador Francia y de los López se diferencia fundamentalmente
en la política exterior, ya que mientras el primero cerró las fronteras al comercio, el segundo
estimuló las exportaciones y otorgó ciertas libertades a la iniciativa privada en la economía.
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Milda Rivarola señala que bajo la dictadura de Francia se produce una “recampesinización” de la
población, como consecuencia del cierre del comercio exterior. La gente, que hasta la llegada del 2
doctor Francia al poder trabajaba como asalariada en la extracción de yerba mate o que servía en
las embarcaciones que llevaban este producto y otros como tabaco y cueros río abajo, vuelve a ser
campesina. Una derivación de este proceso económico y social es la rehabilitación de la legislación
colonial contra la vagancia.
Es imposible obviar en esta parte los testimonios de Rudolf Rengger, un médico y naturalista suizo
que vivió en el Paraguay durante algunos años de la dictadura, y quien cuenta cómo el dictador “se 3
aplicaba a florecer la agricultura y la industria”. (5)
“A principios de octubre de este mismo año pasaron desde la orilla derecha del río Paraguay a la
izquierda innumerables enjambres de langostas, y se diseminaron en una extensión de terreno de
ochenta leguas de circunferencia, que infestaron con sus huevos”, cuenta el naturalista suizo que
escribiría sus impresiones en su libro “Viaje al Paraguay”. (6)
La plaga asoló la parte más cultivada del país durante todo el mes de diciembre, por lo que el pueblo
en general temió la escasez, más aun con la poca producción de la última cosecha.
“Para precaverla, dispuso el dictador que se obligase a los propietarios a sembrar nuevamente una
parte de las tierras que habían quedado enteramente asoladas. Su tentativa tuvo un éxito completo,
pues los trigos se levantaron con mucho vigor, y el año 1820 fue uno de los más abundantes que se
hubiesen visto; cosa que causó grande admiración a los labradores que hasta entonces ni siquiera
habían imaginado que en un año pudiesen hacerse dos sementeras”, relata Rengger. (7)
Este modelo quedó y fue extendido a todo el país, donde los propietarios fueron obligados a
dedicarse a los cultivos que el dictador les señalaba, y a su vez convirtió al Paraguay en un país capaz
de autoabastecerse.
“En tiempo de los españoles su agricultura se limitaba a cultivar el tabaco, la caña de azúcar y el
casabe; además de que casi todos los brazos se ocupaban al beneficio de la yerba del Paraguay,
cuyos árboles crecen sin cultivo en los extensos bosques del norte y del este. Las órdenes del
dictador remediaron este abuso, y con la extensión de terreno que se hizo cultivar a cada individuo,
aumentó considerablemente la producción agrícola”, sigue la narración de Rengger. (8)
Las descripciones del suizo incluyen cómo el arroz, el maíz, dos especies de casabe y otros productos
se cultivaban con mucha más abundancia y con mayor esmero; las verduras y legumbres antes
desconocidas llenaban las plazas y mercados, y “el cultivo de algodón, antes proveído por
Corrientes, ahora aumenta y es materia prima de los tejidos hechos por los indígenas, con lo que se
da un crecimiento de la industria manufacturera”. (9)
Francia además logró introducir por el puerto de Itapúa herramientas de trabajo para la agricultura
y los repartió según su propio y personal criterio, tal como era hábito en todos los asuntos de su
gobierno. La producción creció notablemente, pero la resistencia al comercio exterior se mantuvo
rígida.
Con el gobierno de don Carlos Antonio López la política exterior paraguaya experimenta un
verdadero golpe de timón, aunque es innegable que el sustento económico del país se apoya en las
bases sentadas por el doctor Francia. Paraguay vuelve a vender al mercado exterior la yerba mate,
el tabaco y las maderas, principales rubros de exportación que recuperan el protagonismo y
dinamismo que tenían en tiempos anteriores a la dictadura.
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Molas señala que cada año, antes del cierre de las fronteras, el país exportaba regularmente 320.000 4
arrobas de yerba, que se distribuían por las provincias del Río de la Plata, Chile y el Perú, mientras
que el mercado local consumía más o menos 40.000 arrobas. (10)
La provincia de Corrientes fue la llave para entrar nuevamente al mercado exterior. El puerto de
Pilar fue reabierto tras firmarse los tratados de amistad, navegación y comercio, así como de límites,
el 31 de julio de 1841, con dos comisionados correntinos. (11)
El diplomático informa que el ejército paraguayo está formado por unos 12.000 hombres, además
de 20.000 guardias nacionales, y señala que para solventar este aparato bélico el Estado compraba
la yerba mate de los productores a razón de 5 reales por arroba de 25 libras y la vendía a 18 a los
exportadores, esto es, compraba a razón de 50 reales por libra y vendía a 180. El derecho de
importación oscilaba entre el 20 y el 25%, aparte había que contar lo recaudado en concepto de
exportación.
El Estado, además, era “el mayor propietario y el más fuerte comerciante”. El tráfico internacional
se realizaba por Pilar. “El país estaba sólidamente organizado”, el Presidente “ha consolidado y
mejorado la obra que heredó del Dr. Francia”, comenta con cierta admiración el enviado brasileño.
(12)
Carlos A. López acuña las primeras monedas nacionales a través del norteamericano Enrique Gilbert.
Aquella primera partida se compone de 2.880.000 monedas de cobre de 1/12 avos, con igual
equivalente a 30 mil pesos de plata, que empezaron a circular el 1 de marzo de 1847. A principios
de 1851 ya se instala en el país una máquina de acuñación traída del Brasil, pero la monetarización
netamente paraguaya comenzó recién en 1858. (13)
Los últimos años de Carlos A. López ya estuvieron marcados por una situación tensa con los países
vecinos, pero fue su hijo Francisco Solano López quien debió lidiar finalmente con los conflictos
regionales. Francisco Solano, nombrado brigadier general por su padre, ocupó los cargos de
vicepresidente y ministro de Guerra y Marina. A la muerte de Carlos A. López, fue designado jefe de
Estado por diez años el 16 de octubre de 1862, y aunque tres años antes fue actor protagónico en
calidad de mediador en la firma del Pacto de San José de Flores entre la Confederación Argentina y
Buenos Aires, Francisco Solano no pudo evitar que la guerra acabara ensombreciendo al Paraguay
en 1864.
Durante los años de la Guerra contra la Triple Alianza las mujeres asumen una activa participación
en la organización de la agricultura debido a la ausencia de hombres. Ellas son obligadas por el
Gobierno a evacuar Asunción y a establecerse en Luque, Altos, Limpio, o fijar residencia en lugares
propicios para el cultivo.
Tal como escribe María Graciela Monte de López Moreira: “El propósito era distribuir
equilibradamente a la población en las diferentes localidades con el efecto de conducirla hacia
aquellas regiones escasas de agricultura, sector que desde el primer año de la contienda se hallaba
estrictamente reglamentado y organizado exclusivamente por las mujeres debido a la citada
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exigüidad varonil, y por otro lado, implementar la política de “tierra arrasada”, evitando que los
aliados se alimenten del país”. (15) 6
Notas:
“La población femenina sobreviviente vio, de este modo, incrementada sus tareas agrícolas: eran
mujeres las que comercializaban sus productos en los mercados, hacían estibaje de naranjas en los
puertos fluviales, hilaban el algodón y laboraban el tabaco, alimentando el mito surgido de la
posguerra de un país donde el trabajo era exclusivamente femenino, mientras los escasos hombres
se dedicaban a la holganza”, dice Milda Rivarola. (1)
Zonas amplias de bosques, yerbales, zonas de pastura –en territorios en litigio– fueron adjudicados
a los países vencedores, y la infraestructura vial, tanto en caminos, vías y medios de transporte
fluvial y terrestre, fueron destruidos por el ejército enemigo. El ganado vacuno bajó de 2.000.000 a
apenas 15.000 cabezas en 1870, y las 205.000 hectáreas sembradas en todo el país, según el censo
de 1863, se redujeron a 64.000 en 1872. (2)
El Paraguay así inicia su largo camino de recuperación política, social, económica en medio del caos,
con un panorama incierto, los medios de producción devastados por la guerra y la desolación por la
hambruna que significó la desaparición de más del 50% de su población. La República Liberal se
inicia con la promulgación de la Constitución de 1870 bajo la presidencia de Cirilo Antonio Rivarola.
En medio de la crisis económica y social se firman los tratados de paz y Paraguay pierde gran parte
de su territorio. Sin embargo, una porción importante del actual territorio paraguayo, el Chaco, se
salva de la ocupación argentina gracias al arbitraje del presidente norteamericano Rutherford B.
Hayes, quien dicta el fallo a favor del Paraguay el 12 de noviembre de 1878.
La Constitución liberal de 1870 consagra la propiedad privada en un marco donde la mayoría de las
tierras eran públicas y la gente que poseía tierras no contaba con títulos que los acreditaran como
propietarios. La destrucción del aparato productivo y la virtual condición de quiebra en que se
hallaba el Estado —gravemente endeudado, por otra parte— condujo a la venta masiva del único
bien que podía generar ingresos en corto tiempo: las tierras públicas. Este proceso, cargado de
aprovechadores y de irregularidades, trajo consigo consecuencias duraderas en la estructura de la
propiedad agraria y en la economía rural.
Un trabajo muy interesante sobre este tema fue obra de Carlos Gómez Florentín, quien detalla los
procesos y cita la creación en 1875 de la Oficina de Tierras Públicas y, más tarde, el gobierno de Juan
Bautista Gill subasta tierras públicas inaugurando la era de las ventas masivas de tierras del Estado.
“La ley de subasta de tierras públicas de 1875 habilitaba a los ocupantes ilegales a comprar las
propiedades que estaban explotando a pesar de que éstos estaban claramente imposibilitados de
acceder a los fondos necesarios para pagar por ellas. La ley otorgaba una posibilidad legal al
campesino aunque la misma estaba fuera del terreno de lo materialmente posible”, escribe Gómez
Florentín. (3)
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Ya con el general Bernardino Caballero en la presidencia promulga la ley del 2 de octubre de 1883,
que pone un tope de 150.000 pesos fuertes a la venta de tierras públicas, se determinan tres precios 8
diferentes: 1.500 pesos la legua cuadrada para tierras de primera clase, 1.000 para las de segunda
y 800 para las de tercera. Eran categorías basadas en la densidad poblacional y en la existencia de
praderas dentro de las tierras.
“Así, lugares como Luque, Villeta o Guarambaré, entre otros, pertenecían a la primera clase; San
Pedro del Paraná, San Juan Nepomuceno o San Ignacio, a la segunda y todos los lugares no incluidos
en las dos primeras clases, fundamentalmente correspondientes a la Región Occidental, a la
tercera”, explica Gómez Florentín. (4)
Corrientes migratorias
Las corrientes migratorias que llegaron al Paraguay aportaron un nuevo enfoque de la agricultura
en el país, ya que cada grupo traía un estilo propio en su forma de trabajar la tierra. Justo Pastor
Benítez resalta el rol de los inmigrantes en el desarrollo local, y si bien habla del fracaso en la
experiencia en Nueva Burdeos y Trinacria, destaca el éxito de Hohenau, Independencia, San
Bernardino, Carmen del Paraná y las colonias menonitas. (5)
“Las principales colonias fundadas en el período constitucional fueron: San Bernardino (1883);
Nueva Germania (1887); Colonia Nacional, hoy Yegros (1891); Elisa (1897); Nueva Australia, con
exiliados australianos (1899) y su derivada, San Cosme; 25 de Noviembre, en Coronel Oviedo;
Gaboto, en Villa Francia; Trinacria (1900), con poco éxito; Hohenau, en Itapúa (1898), todas ellas
con mayoría de alemanes, italianos y australianos. Posteriormente llegaron los sirios, libaneses y
algunos japoneses. En 1920 se inició la colonización del Chaco con la venida de los menonitas, que
se adaptaron y prosperaron”, comenta Justo Pastor Benítez. (6)
El 7 de junio de 1881 fue promulgada la primera Ley de Inmigración y Colonización, que autorizó al
Poder Ejecutivo a establecer colonias agrícolas con inmigrantes agricultores en tierras públicas o en
propiedad de particulares, no pobladas o cultivadas, aptas para la agricultura y ubicadas
preferentemente sobre los ríos.
“Cecilio Báez (1905-1906), preocupado por la situación, optó por apelar a la inmigración extranjera
europea como único recurso para el repunte de la economía, para la extensión de la agricultura y el
fortalecimiento de las incipientes industrias; la posesión de la tierra era la dádiva para iniciar la
colonización”, señala el mismo autor. (7)
Entre 1900 y 1929 llegaron al Paraguay 18.606 extranjeros, de los cuales 6.486 fueron registrados
como agricultores. (8)
MATERIAL DE LECTURA DE APOYO COMPLEMENTARIO – FITOTECNIA
La Ley Nº 514, del 26 de julio de 1921, otorgó a los menonitas libertad de culto, exoneración del
servicio militar, derecho a un propio sistema educacional en su idioma y una educación religiosa en
las escuelas. Del mismo modo les otorgó el derecho a administrar un seguro mutuo en las colonias
y tener un propio sistema de seguridad social para viudas y huérfanos. También obtuvieron exención
impositiva por 10 años. (10)
“Los colonos empezaron a trabajar en primer lugar con productos para comer, tales como poroto,
sandía, melón, maíz y un poco de sorgo. Cuando tuvieron la posibilidad de entrar en el tema de la
renta, trajeron semillas y plantaron trigo en el Chaco. No salió exactamente lo que ellos pensaron
porque no fue un buen año. Después entraron en el rubro del sorgo por mucho tiempo y
posiblemente empezaron con el maní. Del Chaco sigue siendo el 90% del maní paraguayo hasta hoy.
Primero entonces fue para comer y después empezaron a comercializar, después entraron en el
tema del algodón. Y el algodón fue por muchos años el fuerte, toda la base de la agricultura en el
Chaco se basó en el algodón y el maní”, detalla Sawatzky sobre la experiencia menonita hasta casi
1940.
El “Boom” Agroexportador
El crack económico regional de 1914 y las secuelas de la Primera Guerra Mundial en Europa
beneficiaron a Paraguay en cuanto a la demanda de materias primas de los países europeos y flujo
de entrada de capitales en las empresas agro-extractivas. Este auge económico tuvo sus bases en la
industria de la yerba y el tanino, la carne, la madera, así como en la exportación del tabaco. La
exportación del ganado en pie llegó a 60.000 cabezas en 1917, la mayoría de capital anglo-argentino,
y en 1920 el rubro se convierte en la principal exportación ocupando el 37% de la misma, la madera
y el tanino ocupan el 32,4% y los productos agrícolas el 30,2%. La explotación de yerba permanece
estacionaria y su valor de exportación promedia 4.000 toneladas anuales en la década, controlada
por tres grandes empresas: La Industrial Paraguaya, Barthe y la Mate Larangeira. El volumen
promedio de exportación de tabaco fue de 6.000 toneladas/año entre 1912 y 1922, duplicando a la
década anterior, y eran tres las plantas procesadoras de cigarros y cigarrillos nacionales. El cultivo
del algodón es promovido a través del Banco Agrícola y la producción anual de esta fibra pasó de
56.000 kg al final de la Primera Guerra Mundial a 1.250 toneladas en 1921-1922.
Fuente: RIVAROLA, Milda, y otros “Crónica Histórica Ilustrada del Paraguay”, Tomo III, Distribuidora
Quevedo de Ediciones, Buenos Aires, 1997, pp 715-717.
MATERIAL DE LECTURA DE APOYO COMPLEMENTARIO – FITOTECNIA
A su vez, señala que los obrajes, los yerbales y las industrias en general ofrecen ocupaciones
permanentes, por lo que los trabajadores aceptan una menor compensación salarial. Al mismo
tiempo critica duramente lo que fue la venta de tierras fiscales y la mala distribución de la tierra, y
habla de las consecuencias de la migración.
“Tardíamente, con la Ley de Homestead se intentó atajar esta hemorragia. La aplicación de esta ley
ha dado resultados poco satisfactorios. Claro está que ella, por sí sola, no puede abolir los complejos
y múltiples factores del éxodo rural, no puede hacer atractivo al suelo paraguayo para los que lo
habrían dejado decepcionados”, sigue el análisis de quien fue uno de los mayores estadistas de
nuestra historia. (12)
Bajo estas premisas, se organizan las colonias nacionales con la política de recuperación de las
tierras enajenadas en 1883. El 15 de junio de 1926 se sanciona la ley conocida como “Ley de
creación, fomento y conservación de la pequeña propiedad agropecuaria”, que afecta a las fincas
no menores a 6 hectáreas y no mayores a 20 hectáreas, que quedan sujetas a las restricciones de
dominio y al régimen de adquisición y sucesión.
El Ejecutivo queda como responsable de fomentar el asentamiento de 30 familias por cada 600
hectáreas, que fueran agricultores en proporción, por lo menos, del 60%. Las tierras debían ser
expropiadas por ley del Congreso cuando el Ejecutivo agotara las negociaciones con los propietarios.
11
Notas:
1. RIVAROLA, Milda, y otros, “Crónica Histórica Ilustrada del Paraguay”, Tomo II, Distribuidora
Quevedo de Ediciones, Buenos Aires-Argentina, 1997, p 563.
2. Ibid
3. GóMEZ Florentín, Carlos, “El Paraguay de la Post Guerra 1870-1900”, Colección La Gran
Historia del Paraguay, 8, Editorial El Lector, Asunción-Paraguay, 2010.
4. Ibid.
5. BENíTEZ, Justo Pastor, “Formación Social del Pueblo Paraguayo”, Editorial El Lector,
Asunción, 1996, p 136.
6. Ibid p137.
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La economía en el período
inmediatamente anterior a la guerra
del Chaco, y también durante el
conflicto, fue bien administrada por
Eligio Ayala, José P. Guggiari y Eusebio
Ayala, quienes aprovecharon el
saneamiento de las cuentas y el
ahorro durante el período de
bonanza hasta 1928. Durante ese
período la producción y la población
también aumentaron. A pesar del
enfrentamiento bélico, el algodón, el
arroz y la yerba mate registran
mayores áreas de siembra, mientras
que el sector agrícola mantiene el
nivel de exportación ante la
disminución del ganado y el tanino.
(1)
Estatuto Agrario 13
Más adelante, el 29 de febrero de 1940, durante el gobierno de José Félix Estigarribia, fue
sancionado el Estatuto Agrario, que consolida los derechos del pueblo sobre las tierras. “La ley
declara sujetos o beneficiarios inmediatos de la reforma agraria, a todo paraguayo de 18 años de
edad; a toda mujer paraguaya, soltera o viuda a cuyo cargo se encuentre la obligación de satisfacer
sus propias necesidades o las propias y las de su familia a la vez; a los extranjeros agricultores; a los
núcleos de población de más de 20 individuos sujetos de la reforma agraria; a los pueblos y villas de
una población menor de 5.000 habitantes; a los industriales que se ocupen de la transformación de
productos agrarios; y a las cooperativas de agricultores”, comenta Carlos Pastore en su emblemática
obra. (3)
Esta nueva legislación tocó temas sensibles como la ocupación, la cual pasa a un estado de
“arrendatarios por anualidades en la extensión que ocupen con sus casas y plantaciones”. La
redistribución de la propiedad inmobiliaria rural es realizada en centros de población clasificados
según naturaleza, topografía y superficie del suelo, en colonias agrícolas y ganaderas y en colonias
escuelas; y éstas, a su vez, en secciones urbanas, rurales y comunales.
Se dispone que las parcelas de las secciones urbanas sean distribuidas gratuitamente a los sujetos
de la reforma agraria y a título oneroso a los que no fueren beneficiarios de la ley. Los lotes rurales
agrícolas son enajenados en compra-venta con una superficie mínima de 20 hectáreas y una máxima
de 200, con un plan de promover el progreso técnico de la agricultura y de considerar las
necesidades de los agricultores. (4)
“En el período que comprende los últimos meses de 1938 y los años 1939 y 1940, se consolidan los
derechos del pueblo sobre las fuentes de producción de riquezas, se organiza sobre bases modernas
el Instituto de Reforma Agraria, se da solución a los problemas individuales de distribución de tierras
existentes, se organizan los centros rurales de producción agrícola ya habilitados y se crean y
prepararan nuevos centros; se unifica la legislación en el Estatuto Agrario y se da intervención
directa a las masas campesinas en la
solución de los problemas
relacionados con la instalación de los
agricultores en fundos propios”, sigue
relatando Pastore. (5)
La inestabilidad política dada con la revolución del 47 y la seguidilla de presidentes –por ejemplo,
hubo seis en quince meses entre junio de 1948 y setiembre de 1949– afecta gravemente al país, que
aún en su precariedad mantiene un nivel respetable de producción.
“Según los datos del Banco Central (Departamento de Estudios Económicos) la producción de
artículos alimenticios en 1953 alcanza a: maíz, 106.990 toneladas; mandioca, 990.000 toneladas;
poroto, 22.959 toneladas; batata, 78.990 toneladas; naranjas, 950.000 toneladas. Y entre los rubros
exportables: algodón, 37.793 toneladas; tabaco, 9.419 toneladas. No se ha introducido otro aporte
importante, fuera del arroz, cuyo cultivo repuntó desde 1940 llegando en el año 1953 a 16.000
toneladas. Como cultivos industrializados figuran la caña de azúcar y el maní; en menor escala las
semillas oleaginosas y la mandioca. La producción yerbatera ha venido a menos debido a la
competencia argentina y brasileña. Las exportaciones experimentaron aumentos en los renglones
de madera, frutas, oleaginosas y en menor escala productos de la caña dulce, algodón y cueros
vacunos”, escribe Justo Pastor Benítez. (7)
“En 35 años, de 1913 a 1948, el promedio de los principales productos ha sido: algodón, que
alcanzaba de 1913 a 1918, 83.000 kilogramos, subió a 31.917.300 en el quinquenio de 1943-1948.
El tabaco, en los mismos quinquenios, de 10.560.429 bajó a 8.149.060. El maíz, de 27.594.340 pasó
a 54.428.500. El arroz, de 1.780.270 a 6.221.700. La caña de azúcar, de 160.250.000 a 281.607.000.
El algodón comenzó a adquirir volumen hacía 1924”, señala Benítez. (8)
En 1953 la renta nacional tiene su mayor apoyo en la agricultura, que representa el 32,9%, seguida
por la ganadería, con el 18,9%. (9)
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“El Servicio Técnico Interamericano de Cooperación (STICA) levantó en 1944 el censo agrícola del
Paraguay, con datos obtenidos en los años 1942-1943 y 1943-1944. Es el censo agrícola más
completo realizado hasta aquel año, y sus resultados fueron elaborados y presentados con métodos
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científicos y técnicas modernas”, señala Pastore, quien califica el trabajo de excepcional importancia
en el estudio de la historia social del Paraguay. (13) 16
El STICA, habilitado en 1942 en Paraguay, censó 94.498 chacras, de las cuales 2.748 se hallaban en
las jurisdicciones de los pueblos, 63.713 en las compañías y 27.547 en las colonias oficiales y
privadas. El total de chacras censadas corresponde a igual número de lotes agrícolas existentes
entonces en todo el país, que cubrían una superficie de 1.549.785,5 hectáreas, de una a más de mil
hectáreas cada lote.
“Los instrumentos de producción agrícola al alcance del campesino de mejor posición económica
eran en 1944 el arado de hierro, el arado de madera, la carreta, los bueyes y otros elementos
menores. En aquel año, existían en las chacras censadas 31.372 arados de hierro, 33.296 arados de
madera, 27.062 carretas, y 32.520 otros elementos (machetes, azadas, rastrillos, etc.). Pero en el
71,8% de las chacras no había arado de hierro, el 54,7% no tenía ninguna clase de arado y el 48,6%
no disponía de arado y carreta, señala Pastore. (14)
“El STICA calcula el número de agricultores en 550.000, comprendiendo varones y mujeres, sobre
una población de aproximadamente 1.000.000 de personas. El censo de 1950 dio una cifra más alta
para la población. La distribución por chacras es la siguiente: Propietarios, 20.700; Prop. arrend. y
ocupantes, 14.000; simples ocupantes, 59.000”, dice Pastore. (15)
“Así se llegó a 1950, cuando el censo de ese mismo año registró como población rural al 65% de la
población total del país. Si se considera como población rural a la residente en localidades de menos
de 2.000 habitantes, ésta alcanzaba en 1950 al 74% de la población total. Según el censo
agropecuario realizado poco después, más del 70% de la población rural vivía y trabajaba en
pequeñas explotaciones agrícolas, menores de 10 hectáreas y, lo que es más importante, más del
60% de esos pequeños campesinos eran ocupantes precarios de tierras no propias”, cuenta Justo
Pastor Benítez. (16)
Durante la década del 30 y en particular durante los años de la confrontación en el Chaco (1932-35),
el flujo de inmigrantes no cesa, incluso se incrementa a partir de 1935 hasta 1938-39. En la Ley de
Colonización del 28 de noviembre de 1935, el Poder Ejecutivo en pro de la reforma agraria
nuevamente ofertó tierras aptas para el cultivo, las que tenían más de 1.000 hectáreas y que no
fueran razonablemente explotadas por los propietarios y se encontraran o no ocupadas por los
mismos, explica el sociólogo Tomás Palau. (17)
“Una nueva Ley de Inmigración se promulgó el 29 de marzo de 1937, la cual seleccionaba a los
inmigrantes según las profesiones. Estos fueron diferenciados entre los inmigrantes privilegiados
que constituyeron los agricultores, artesanos e industriales, y entre los inmigrantes no privilegiados,
aquellos con profesiones liberales, los comerciantes, empleados y obreros no calificados”, comenta
Pastore. (18)
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Japoneses 17
El Decreto-Ley del 24 de febrero de 1925 promovió la inmigración japonesa, que se concretó en
1936 con la llegada de un importante contingente con intenciones de emprender una colonización
agrícola, apuntando a la exportación de los productos al Japón. Los decretos Nº 1.026 y 7.248 de
1.936, permitieron el ingreso de 1.100 familias; y para los siguientes cinco años, el ingreso de 250
familias, como máximo, por año. Esta ley prohibía a los japoneses a residir en los núcleos o centros
de población nacionales. El Gobierno paraguayo se comprometió a albergar a 85.000 japoneses en
30 años, y se encargó de ubicarlos en zonas agrícolas apropiadas.
“Los japoneses llegados se ubicaron inicialmente en La Colmena (1946), en 1.493 hectáreas de tierra
agrícola. En 1939 vivían en la colonia 79 familias japonesas, cultivando 580 hectáreas de tierra en
total. En 1939 vivían un total de 622 japoneses en el Paraguay. Luego de la Segunda Guerra Mundial,
el Paraguay abrió sus puertas a todo tipo de inmigración, con este hecho se reinició la inmigración
japonesa”, escribe Palau. (19)
Menonitas
Notas
17. PALAU, Tomas, y otros, “Inmigración y Emigración en el Paraguay 1870 – 1960”, BASE
Investigaciones Sociales, Asunción, 1997. (texto extraído de la Biblioteca Virtual del 18
Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales)
18. PASTORE, ibid p 326.
19. PALAU, ibid.
Como el cultivo de trigo era mecanizado, el campesinado inició paralelamente los programas de
Algodón y Tabaco. Con apoyo de técnicos franceses, el algodón adquiere nuevas variedades de gran
rendimiento y calidad de fibra, lo cual pone al país entre los mayores productores de fibra y mejor
cotizados. (3)
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La siembra del trigo es de 2.408 hectáreas en 1955, una cantidad insignificante a pesar de los
esfuerzos del Gobierno por impulsarla, teniendo en cuenta que en 1938 su cultivo había alcanzado
3.000 hectáreas, que luego fue decayendo. “La falta de variedades de buena adaptación en el país,
así como la falta de técnicos y la escasa producción de genotipos del exterior, hicieron que no
pudiera crecer el área del cultivo”. (5)
Luego, la presencia de técnicos extranjeros de alto nivel ayudó a la evolución del trigo y, contra
viento y marea, el área empezó a crecer. “Para 1957 ya se contaba con 8.000 hectáreas, llegando a
16.000 en 1959, que fue el tope para el Plan Familiar de Trigo, que luego empezó a decaer
nuevamente”. El problema principal del Plan Familiar del Trigo eran las limitaciones de los pequeños
productores para la preparación del suelo, la cosecha, la trilla, el secado y el almacenamiento de la
producción. (6)
El Gobierno buscó estimular la producción de trigo por medio del Decreto Nº 12.833, del 25 de
octubre de 1960 y fijó el precio del trigo sano, seco y limpio en 8,5 guaraníes el kilogramo puesto en
molinos. Este precio fue establecido en base a la recomendación de la Comisión Nacional del Trigo,
la cual fijó también las normas de comercialización de acuerdo a los requisitos de calidad
determinados. Además, recomendó que para abaratar los costos, los granos fueran procesados en
los molinos más cercanos a las zonas de producción (7).
El Plan Familiar del Trigo siguió unos años, luego se amalgama con el Programa Nacional de Trigo,
pero paulatinamente fue abandonado por la falta de sustentabilidad del cultivo en pequeña escala
y en forma manual. (8)
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“Al mismo tiempo que se creaba el Instituto de Bienestar Rural, era sancionado el nuevo Estatuto
Agrario para “estimular y garantizar la propiedad inmobiliaria rural que cumpla una función social
económica”, mediante la explotación eficiente de la tierra ajustada a las normas de conservación y
reposición de los recursos naturales, con el fin de asegurar el bienestar rural, que sería conquistado
con la transformación de la estructura agraria del país mediante un sistema de distribución de
tierras, asistencia técnica y social, organización de la producción y colocación de las cosechas. Pero
al mismo tiempo, la ley considera latifundios, únicamente a los inmuebles de más de 10.000
hectáreas de superficie ubicados en la Región Oriental y de más de 20.000 hectáreas en el Chaco,
que no sean racionalmente explotadas…” (13)
Son beneficiarios de la política del bienestar rural, según el nuevo Estatuto, los nacionales y
extranjeros, varones y mujeres de 18 y más años de edad que habitualmente se dedicaren a la
producción agropecuaria o se propusieren dedicarse a esta actividad; las cooperativas rurales; los
agrónomos y veterinarios titulados; y los licenciados del servicio militar obligatorio que hayan
recibido en los cuarteles cursos intensivos de adiestramiento agropecuario. (14)
“En diecisiete disposiciones agrupados en cinco títulos, el Estatuto legisla sobre parques nacionales,
viviendas rurales, asistencia directa e indirecta de los productos agrícolas, la mayor parte de cuyas
disposiciones corresponde a la reglamentación de la ley por el carácter transitorio y explicativo de
las mismas”. (15)
“Las colonias serán en lo sucesivo agrícolas granjeras, agrícolas forestales y ganaderas, promoviendo
en las zonas suburbanas la formación de quintas. Las primeras tendrán lotes coloniales de un
mínimo de veinte hectáreas, de cincuenta hectáreas mínimas las agrícolas forestales, y las
ganaderas del Chaco de 1.500 a 8.000 hectáreas, y las ubicadas en la Región Oriental de 300 a 1.500
hectáreas. Las quintas no podrán ser de superficie mayor de dos hectáreas y menor de media
hectárea”. (17)
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“Así las cosas, ocurrió algo en el mercado internacional que transformó radicalmente la situación.
En 1974, los Estados Unidos de América prohibieron las exportaciones de soja en grano y derivados
al Mercado Común Europeo. Aun cuando la producción estadounidense había ya superado las 40
millones de toneladas, no daba abasto para satisfacer simultáneamente al mercado interno y a la
exportación”. (18)
“En la segunda mitad de los setenta los niveles de crecimiento del Paraguay llegaron a ser los más
altos de América Latina. En 1977 se llegó al 11,8% y en 1978 al 10,3%. En el período 1975-1980, la
tasa promedio anual de crecimiento acumulativo llegó al 9,7%, señala Carlos Martini, quien luego
cita a Carlos Miranda. “Entre 1971 y 1975, la producción del maíz, la mandioca, los porotos, el
algodón, la soja, el arroz y el tabaco aumentaron considerablemente, disminuyendo solamente la
del trigo. En algunos casos, las cifras fueron sorprendentes: la producción de soja subió de 75.253
toneladas en 1971 a 220.086 toneladas en 1975 y la de algodón de 17.461 toneladas en 1971 a
99.615 para 1975. El precio de exportación de la soja aumentó un 71,7% de 1970 a 1974”. (19)
Martini señala que el desarrollo de las infraestructuras de la década del 60 generó oportunidades
para el sector empresarial, la colonización permitió la expansión de la economía campesina y la
capitalista, se adoptaron incentivos tributarios y se facilitó la concesión de préstamos para el sector
privado. “Como resultado de esta circunstancia creció aceleradamente la agricultura mecanizada y
la comercial. Fueron los años del gran éxito de la soja y el algodón (…) Las recaudaciones de la
exportación se duplicaron entre 1976 y 1979”. (20)
Con el desarrollo del algodón tipo REBA P – 279 se consolida el Programa Nacional del Algodón y
permite al país, por primera vez en la historia, una identidad propia en los mercados internacionales,
con lo que se obtienen cotizaciones mayores a los algodones similares de otras áreas de producción.
Según el Censo Agropecuario, ejecutado por el Gobierno Nacional, para 1981 estaban dedicadas
132 mil familias campesinas en la siembra de este renglón; el 10% de las dos millones de hectáreas
cultivadas en el Paraguay están ocupadas desde 1980 por el algodón. (21)
Sin embargo, la dependencia del algodón trae problemas al campesino, no así al colono extranjero
que producía trigo, pero incorporó la soja como cultivo alternativo que en poco tiempo superó al
trigo. Por otro lado, “el campesino fue perdiendo gradualmente su capacidad de productor de
autoconsumo, y al tener muy pocos rubros de producción, se volvió muy frágil”, sumando a esto su
fragilidad en la comercialización del producto al estar dominado por el acopiador. (22)
El esplendor económico finalizó en 1981 abruptamente, según detalla Martini, ya que dejó de crecer
en conjunto, señalando que entre 1982 y 1988 el crecimiento promedio fue de solamente el 1,7%
anual y el ingreso real per cápita disminuyó en un 1,5% al año (23).
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El censo del año 1972 registra a unos 30.000 afincados en Amambay, Canindeyú y Alto Paraná,
teniendo siempre en cuenta los recuentos censales afectados por el subregistro, los años de
mayores contingentes de llegada de brasileños fueron desde 1973 hasta 1992 (24). “Lo más
probable es que en el momento de mayor presencia brasileña en el Paraguay, hacia fines de los años
‘80, la cifra de nacidos en Brasil no superara los 200.000, a los que habría que sumar sus
descendientes, ya nacidos en el Paraguay” (26).
En este período llega la tercera oleada de migrantes japoneses, cuyos pioneros colonos fueron los
que fundaron “La Colmena”, en 1936 y luego otro segundo grupo llega a comienzos de 1950 y se
instalan en la colonia “Federico Chávez”. Recordemos que el Gobierno paraguayo había firmado un
acuerdo de inmigración que permitía, entre 1959 y 1989, la entrada de 85 mil agricultores
japoneses.
“El tercer grupo de inmigrantes que llegó bajo este acuerdo se estableció en las colonias de Pirapó
e Yguazú, ambas ubicadas en el sureste de Paraguay. Se dedicaron a la producción de poroto, soja
y de trigo, a cultivar frutos de huerto y a la engorda de ganado.” (28).
Notas
11. PASTORE, Carlos, “La Lucha por la tierra en Paraguay”, Editorial Antequera, Montevideo,
1972, p 441. 24
12. Ibid.
13. Ibid p 465.
14. Ibid p 467.
15. Ibid p 468.
16. Ibid pp 468-469.
17. Ibid p 469.
18. CARRON, ibid p 13.
19. MARTINI Escolar, Carlos Federico, y otros, “Crónica Histórica Ilustrada del Paraguay”, Tomo
III, Distribuidora Quevedo de Ediciones, Buenos Aires-Argentina, 1997, p 905.
20. Ibid.
21. MARTíNEZ Cuevas, Efraín, “Los eslabones del oro blanco. La historia del algodón en el
Paraguay”, La Rural Ediciones, Asunción-Paraguay, 1984, p 225.
22. ALARCóN, “Análisis de la agricultura campesina en Paraguay y otros temas” ibid, p 30.
23. MARTINI, ibid p 908.
24. CARRóN, ibid p 10.
25. Ibid p 12.
26. Ibid p 15.
27. ALARCóN, ibid.
28. http://www.discovernikkei.org/wiki/Migration_Historical_Overview_Paraguay_ES
29. CARRóN, ibid p 15.
productos agrícolas trajo una retracción de la producción. Hay que recordar que los países
altamente desarrollados subsidian fuertemente su agricultura” (1). 25
Alarcón detalla que cuando se presentaron problemas de plagas como el picudo y la baja cotización
del algodón, muchos productores no tuvieron forma de protegerse económicamente y fueron
empobreciéndose gradualmente, y sin otra alternativa que vender sus derecheras o propiedades y
emigrar a las ciudades.
“La agricultura tecnificada, con algunos altibajos, creció rápidamente, pues estaba en condiciones
de adoptar nuevas tecnologías de alta eficiencia como la siembra directa y el uso intensivo de
fertilizantes y agroquímicos. La organización en cooperativas de los productores, les permitió
comercializar a mejores precios sus productos y comprar a precios más convenientes sus insumos.
Inclusive empezaron a industrializar parte de sus productos dándoles valor agregado”. (2)
Política y campo
Alarcón señala como factor altamente negativo la excesiva politización del país tras la caída de la
dictadura, lo cual creó una gran inestabilidad en la administración de Gobierno, perjudicando
directamente al pequeño productor. Recuerda que los cambios de ministros de Agricultura fue una
constante y hasta duraban no más de seis o siete meses algunos, cambiando así continuamente el
estilo y objetivos en cada nueva administración. Esta práctica es sintetizada por el autor cuando
comenta que en aquellos años se llegó a decir que un ministro de Agricultura era ministro fusible
porque se quemaba cuando subía la tensión del país. (3)
“Así llegamos al último gobierno, en el cual el asistencialismo politizado a los campesinos llegó a su
máxima expresión. Desafortunadamente este asistencialismo dependía de la influencia de los
políticos de cada zona. La Itaipú fue la encargada, sin ser su responsabilidad, la que brindaba y
financiaba las ayudas, construía o reparaba los colegios y centros de salud”, señala. (4)
mundo. Las cifras manejadas por la Cámara Paraguaya de Exportadores de Cereales y Oleaginosas
(CAPECO) señalan el crecimiento del área de siembra que aumenta, como lo señala José Nicolás 26
Morínigo, en un 61% entre los años 1996 y 2003, ya que ese año se cultiva un área de 960.000
hectáreas y en el último señalado llega a 2.227.426. (5)
“Según estos datos, el cultivo de soja en los departamentos de Alto Paraná y Amambay fue
prácticamente duplicado en el lapso de una década. En Canindeyú se cultivó cinco veces más, en
Caaguazú casi siete veces más y el departamento de Caazapá alcanzó un área ocho veces mayor en
el año 2003 en comparación con la zafra del año 1991. Sin embargo, de acuerdo con estas cifras, en
el departamento de Itapúa, el área cultivada ya alcanzaba una cifra similar a la actual, habiéndose
incrementado en un poco menos del doble. De todas formas, precisar este fenómeno explicará la
razón por la cual en este departamento no se ha verificado un proceso acentuado de migración o
estancamiento en la población rural”. (6)
Sobre los departamentos y sus diferenciaciones, Morínigo también los distingue en modelos de
producción, señalando que los que siguen utilizando el modelo tradicional campesino son Guairá,
Caazapá y Paraguarí, mientras que Alto Paraná, Itapúa y Canindeyú predomina el modelo de
producción extensivo. (7)
Ley Nº 1.863
Un avance importante en términos de políticas para el sector rural durante toda la transición
democrática que siguió a la caída de la dictadura, en 1989, fue la aprobación en el 2002 de la Ley Nº
1.863 del Estatuto Agrario, considerada como una herramienta legislativa necesaria para el
desarrollo rural.
Este Estatuto introdujo nuevas reglas de juego, que además de incorporar la tecnología al proceso
de producción agrícola, introdujo prácticas de manejo sustentable de los recursos naturales, que no
riñen con la rentabilidad buscada por los productores.
El uso del bosque nativo, que hasta el año 2001 era considerado improductivo y objeto de
expropiación por parte del Instituto de Bienestar Rural, se convirtió en una figura productiva. Esto,
sumado a la apertura de caminos y tendidos eléctricos, renovó el impulso de la actividad
agropecuaria y redundó en un avance de la frontera agrícola.
Conceptos como eficiencia, racionalidad, medio ambiente y Reforma Agraria ya no aparecen reñidos
con el aprovechamiento económico de la tierra.
El total del área cultivada en la agricultura nacional en los 80 no alcanzaba 1.000.000 de hectáreas.
A partir de los años 90 hubo una clara definición del crecimiento de la agricultura mecanizada, en la
zona Este del país fue aumentando la superficie alrededor de un crecimiento anual del 10%, siendo
la soja el cultivo que ocupó la mayor área, seguido por el maíz, el trigo, el girasol, la canola, la cebada
y otros de menor expansión. Comenzó una disputa por la tierra agrícola con la ganadería moderna,
lo que elevó los costos de las mismas en la zona Este del país hasta unos 150 Km. de la frontera con
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Brasil. La venida de gran cantidad de inversores extranjeros, especialmente del Brasil, inclusive
empresas colonizadoras de origen extranjero, trajo consigo una mayor tecnificación tanto de la 27
agricultura como de la ganadería. Se instalaron algunas multinacionales, se consolidaron todas las
cooperativas como Colonias Unidas, Fernheim, Chortitzer, Neuland, Yguazú, La Colmena, Pirapó,
Friesland, Volendam, Copasaú, Raúl Peña, Coronel Oviedo y otras, consolidándose una producción
agroganadera destinada a la exportación de granos y carne.
Socialmente también hubo un éxodo poblacional hacia el Este en busca de fuentes de trabajo de la
población residente en otras partes del país, que se mudaron hacia la frontera con el Brasil, con el
consecuente incremento de la población de Ciudad del Este, Encarnación, Saltos del Guairá y
Hernandarias, que hoy día son grandes ciudades del país. El primer trabajo que muchas personas
encontraban en la zona ha sido en el campo agropecuario como tractoristas, choferes de camiones,
empleados de aceiteras y silos, molinos harineros e industrias lácteas y frigoríficos, acoplándose a
lo que hoy es el activo comercio fronterizo y todos los servicios que generaron otras fuentes de
empleo al país.
El valor de la tierra fue creciendo desde el inicio de la década desde unos 500 dólares por hectárea
hasta lo que es hoy, en que la cotización podría llegar a los 10.000 dólares por hectárea. Este
fenómeno ocurrió especialmente sobre las rutas o caminos fronterizos al Brasil que hicieron de esta
región la mayor fuente de la producción agropecuaria en volumen producido de soja, maíz, trigo,
carne, leche, madera. Se calcula que hoy se producen más de 12.000.000 de toneladas de granos y
cereales. En la década del 90, con la apertura de caminos internos, se crearon nuevas colonias
agrícolas cuyas poblaciones impulsaron el desarrollo de los rubros tradicionales de la canasta
familiar como la mandioca, el maíz, poroto, la cría de animales menores, y en general todo tipo de
productos de granja como frutas y hortalizas, sin dejar de mencionar la significativa importancia que
tuvo el cultivo del algodón en la ocupación del pequeño productor.
En este período, en el campo de la fruticultura, la única industria de gran porte también se desarrolló
en el Este con el nombre de Frutika, que hasta hoy se dedica a la producción de jugos de frutas y
concentrados para el mercado local y para la exportación. A partir de los años 90 la agricultura
familiar generó industrias de menor porte como la industrialización de la mandioca (fábrica de
almidón), fabricación de dulces, chacinados, etc. En el rubro mandioca, en Cnel. Bogado y en
Caaguazú se instalaron las fábricas de almidón de mayor tamaño para la época con miras a la
exportación y que para la fecha se han multiplicado considerablemente. Concluyendo, se puede
considerar que la década fue exitosa por haber alcanzado un desarrollo global en todos los aspectos
de la producción de los rubros de exportación que siguen aumentando a la fecha con la apertura de
nuevos mercados. De igual forma, cabe destacar también el éxito de la agricultura familiar
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campesina, que, en gran medida, a pesar de algunos bajones en ciertos períodos del año, tiene
protagonismo en la producción de alimentos. 28
Durante este tiempo, también se crearon la CADELPA (Cámara Algodonera del Paraguay) y la
CAPECO (Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas),
entidades de carácter gremial que aúnan a sus empresas asociadas para cooperar integralmente en
el desarrollo de sus intereses, ejerciendo la representación legal en gestiones de beneficio colectivo.
Notas