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El poeta épico y el dramático están ambos sujetos a las leyes generales de la poesía, ante
todo a la ley de la unidad y a la del desarrollo[1]; además, los dos se ocupan de temas
similares, y pueden utilizar toda clase de motivos. La mayor diferencia entre ellos y la
esencial consiste en que el poeta épico expone el hecho como totalmente pasado[2], y el
dramático lo presenta como totalmente presente. Quien desee derivar de la naturaleza humana
los pormenores de las leyes que impulsan la actuación de cada uno de ellos, deberá tener
presente en su imaginación a un rapsoda y a un mimo, los dos poetas; rodeados, aquél, de
su auditorio sosegado y atento; éste, de impacientes espectadores que lo escuchan, y no
resultaría difícil explicar qué es lo que mejor se adecúa a cada una de estas formas poéticas,
qué temas ha de elegir preferentemente cada una de ellas, de qué motivos se debe servir
con preferencia; digo con preferencia, porque, como lo manifesté al comienzo, ninguna de
ellas se puede arrogar algún rasgo exclusivo.
Los temas del poema épico y de la tragedia deben ser puramente humanos, notables y
patéticos; conviene que los personajes se encuentren en cierto estadio de la cultura en el
que todavía la actuación espontánea de cada uno se origina en lo particular, en el que nada
se realiza de manera moral, política, mecánica, sino personal. Las leyendas del tiempo
heroico de los griegos fueron especialmente propicias en esto para los poetas.
1. Los progresivos, que propulsan la acción; a éstos recurre sobre todo el drama.
2. Los regresivos, que alejan la acción de su meta; a éstos recurre el poema épico casi con
exclusividad.
3. Los retardatarios, que detienen el desarrollo o alargan el camino; de éstos sacan el
mayor provecho ambas formas poéticas.
4. Los retrospectivos, a través de los cuales se accede a aquello que pasó antes del tiempo
del poema.
5. Los prospectivos, que anticipan aquello que pasará después del tiempo del poema; ambas
formas son utilizadas tanto por el poeta épico como por el dramático, para completar su
poema.
Los mundos que se presentarán para ser contemplados son comunes a los dos:
[1] Goethe's Werke, Cotta, Stuttgart, 1838, tomo XXXII, págs. 209-212; y Hamburger
Ausgabe (ed. de W. Weber/H. J. Schrimpf), 12, Hamburgo, 61967, págs. 249-251. En
cuanto a la colaboración con Schiller, según Schrimpf (notas al texto en la Edición de
Hamburgo) pertenece a Goethe la idea de explicar los géneros dentro de sus
condiciones de transmisión; a Schiller, la que se observa al final del segundo párrafo
sobre la dimensión interior del héroe trágico. El vocabulario técnico difiere del que se
utilizó en la serie de cartas de abril y mayo, y se puede suponer que dos de los términos
nuevamente introducidos remiten a Schlegel —August Wilhelm Schlegel, Kritische
Schriften. I. Sprache und Poetik (ed. de Edgar Lohner Kohlhammer), Stuttgart, 1962,
págs. 42-65— específicamente Entfaltung, 'desarrollo' (pág. 50), referido al despliegue
de objetos sensuales, y Gleichnis (pág. 64), con el cual se refiere al tratamiento de
símiles episódicos, y que aquí se traduce como 'comparación'. La palabra Gleichnis,
'comparación', también existe anteriormente en Goethe, cf. Wilhelm Meister, V, 10, pero
no estaba aplicada a la discusión sobre los géneros. El uso que da Herder a este término
en el contexto de la épica es puramente discursivo, cf. abajo, nota 4. Las bases
filosóficas de las ideas de Goethe y Schiller se discuten en Peter Szondi, Poetik und
Geschichtsphilosophie I, Studienausgabe der Vorlesungen, 2 (ed. de S. Metz y H. H.
Hildebrandt), Suhrkamp, Frankfurt, 1974, capítulos 4 y 5.
[2] Über Kunst und Altertum, 6, 1 (1827), 1-7, cf. notas de Schrimpf en Hamburger
Ausgabe.
[3] Ed. 1962, cf. nota 1. Según esta edición la reseña se publicó en 1798, pero Goethe
ya se refiere a ella como publicada en su carta del 20 de diciembre de 1797.
[4] Friedrich Schlegel, Studien des klassischen Altertums. Kritische Ausgabe seiner
Werke, I (ed. de Ernst Behler), Ferdinand Schöningh, Paderborn, etc., 1979, págs. 116-
133.
[5] Los símiles homéricos han formado materia de discusión desde el tiempo de los
alejandrinos. Sus formas de aparecer, los pasajes en que se utilizan y su efectividad se
muestra en C. M. Bowra, Tradition and Design in The Iliad, Clarendon, Oxford, 1930,
págs. 114-128. Bowra sostiene que los símiles aparecen con mayor frecuencia en los
pasajes en que se describen escenas de guerra, sirviendo como adorno para evitar el
tedio, que del punto de vista del contenido su mayoría remite al tiempo de la narración y
no al de la acción, que Homero los utiliza normalmente con referencia a un rasgo único
común entre aquello a que se refiere y el símil, pero que ocasionalmente construye
símiles con relación compleja y correspondencia de varias partes con la escena que
ilustran. Schlegel, por su lado, sólo se había referido al efecto que estos símiles
producirían en el público, sin investigar las causas más allá del ritmo. Pero
fundamentalmente, al constituir un principio de variación estilística, que no acelera la
acción o el argumento, los símiles, tal como Bowra los concibe, caben dentro de su
esquema de pensamiento.
[1] unidad y desarrollo: «Einheit und Entfaltung», pareja de términos que, si no fuera por la
discusión conectada con la reseña de Schlegel, podría ser leída como hendiadioin, aludiendo a
la terminología aristotélica «unidad de acción». Aun sin ello, en conexión con el tema del
presente ensayo, es más probable que se refiera a las partes de los acontecimientos de cuyo
ordenamiento depende, según Aristóteles, esa unidad —Poética, 8 [1451, 30-37] (ed. de
García Yebra), Gredos, Madrid, 1974, págs. 156-157—. Aristóteles se refiere a esta
condición tanto para el poema trágico como para el épico, pues los ejemplos que trae en el
cap. 8 pertenecen a la épica, aunque explícitamente su texto se refiere a la tragedia.
[2] La definición de A. W. Schlegel había sido diferente, dice: «Nunca referirse a lo pasado
como presente es una propiedad tan esencial del género que el poeta [se refiere a Goethe
en Herrmann und Dorothea], probablemente sin recordarlo especialmente, observó de manera
uniforme en su narración la exclusión ya mencionada del presente de los verbos» (1962,
págs. 60-61). En este aspecto, Goethe se opone a F. Schlegel, en tanto éste no sitúa en
tiempos diferentes al autor y su tema, como sí lo hace aquél y, antes que él, A. W. Schlegel.
[3] Símiles: «Gleichnisse». El término alemán tiene connotación bíblica, como en castellano
parábola, al cual se lo puede traducir según el Diccionario Alemán-Castellano de Slaby-
Grossmann. Aunque los diccionarios españoles (drae y Autoridades) no se refieren a esta
connotación, sino que dan el sentido de parábola como 'narración de algún suceso, que se
supone o se finge, del cual se intenta sacar alguna moralidad o instrucción alegórica, por
comparación o semejanza' (Autoridades, modernizado por R. R. L.), optamos por un
término más neutro, ya que August W. Schlegel, en su reseña mencionada (1962, pág. 64),
aplica la voz a los episodios explicativos en Homero: «Lo que se refiere a elementos
discursivos y episódicos, también vale para la comparación homérica que no sólo ayuda
sino que goza de una vida libre en su silueta bella y completa, y parece ser un poema épico
en menor escala» (1962, pág. 49). Según se deduce de la definición, se refiere a lo que se
denomina, en filología clásica, epilion, o sea, escenas marginales en sí cerradas. En los
textos de Friedrich Schlegel («Über homerische Poesie», cf. nota 4, págs. 127 y 132) la
palabra Gleichnis aparece en la fórmula Bild und Gleichnis, imagen y símil. En cambio, en
Herder, «Fragmente II, Zweite Abteilung» —cf. Johann Gottfried Herder, Werke, tomo I
(ed. de Wolfgang Pross), Wissenschaftliche Buchgesellschaft (Hanser), Darmstadt, 1984,
«Über die neuere deutsche Literatur. Fragmente; Homer und Bodmer», págs. 269-283—
véase pág. 276, se los conecta, en relación con Homero, con lo discursivo: «Aun los
episodios en Homero, apenas son episodios: discursos, símiles (Reden, Gleichnisse), no
existe la exposición, la decoración que se puede desgajar, flores echadas encima: todo se
desarrolla desde la misma materia, todo está en su lugar, nos arrebata». Asimismo más
adelante «lleno de bellos símiles y alusiones frías (schöner Gleichnisse, und frostiger
Anspielungen)», pág. 279 (la traducción es nuestra), y otros pasajes, de modo que su
sentido se acerca más al de 'metáfora' que al de 'parábola'. Sobre el uso en Friedrich
Schlegel, cf. nota 1