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1.

Introducción
Medicamentos antiparkinsonianos. Son fármacos que alivian o curan la enfermedad
de Parkinson, la cual es provocada por las alteraciones de los centros situados en la base
del cerebro, que controlan la motilidad semivoluntaria o automática. Las causas que
originan el síndrome de Parkinson son varias (idiopáticas, tóxicas, farmacológicas u
otras). Su etiología no se conoce, pero se sabe que hay una
alteración neuroquímica caracterizada por un déficit de dopamina relacionado con una
degeneración de las neuronas dopaminérgicas nigroestriatales, que se acompaña de la
alteración de otros neurotransmisores GABA, serotonina, sustancia P, histamina y
fundamentalmente acetilcolina, lo que provoca un aumento relativo de la actividad
colinérgica del sistema motor extrapiramidal. El tratamiento de la enfermedad de
Parkinson se dirige a reestablecer el equilibrio entre el sistema dopaminérgico
(deficitario) y el colinérgico (exceso). El objetivo del tratamiento consiste en mejorar las
limitaciones funcionales con las menores dosis de fármacos posibles.
2. Objetivos
2.1. Objetivos generales
Conocer los diferentes fármacos antiparquisonianos, establecer los efectos
farmacológicos ocasionados en el cuerpo y sus diferentes vías de administración
2.2. Objetivos específicos
 Identificar los tipos de fármacos antiparquisonianos
 Reconocer las características y su bioestabilidad
 Determinar las diferencias entre los fármacos
3. Marco teórico
Los fármacos antiparkinsonianos son drogas de utilidad terapéutica en la enfermedad de
Parkinson. Esta enfermedad neurológica fue descripta en 1871 por James Parkinson y
afecta a millones de personas. Su incidencia es generalmente mayor después de los 60
años, edad en la que se estima que aproximadamente el 1 - 1,5 % padecen la enfermedad.
El advenimiento de fármacos antiparkinsonianos, principalmente los dopaminérgicos,
modificó totalmente el pronóstico de esta enfermedad neurológica. Aunque las drogas no
son curativas, sino supresoras, evitan, cuando son bien administradas, haciendo uso
racional de los conocimientos farmacológicos de las mismas, el progreso de la
enfermedad, permitiendo una mejor calidad de vida. En la actualidad no se observan o no
se deben ver más los pacientes en la etapa terminal de la enfermedad de Parkinson,
conocida como parálisis agitante, verdadera tragedia humana, que hasta no hace mucho
tiempo constituía la fase final inevitable de este padecimiento neurológico.
3.1. Generalidades de la enfermedad
La enfermedad de Parkinson (EP) es la segunda enfermedad neurodegenerativa más
frecuente tras la enfermedad de Alzheimer. Los síntomas cardinales son los llamados
síntomas motores; . La reposición dopaminérgica mediante administración de levodopa o
de agonistas dopaminérgicos produce una mejoría de los síntomas, convirtiéndose
también en uno de los criterios diagnósticos de la enfermedad. La enfermedad puede
presentar también otros síntomas no motores, incluso más frecuentes que los motores y
muchas veces de inicio más precoz. Algunos de ellos también son debidos a pérdida o
disfunción de células dopaminérgicas como la hiposmia mientras que otros son debidos
a afectación de otros grupos neuronales como los síntomas disautonómicos, depresión o
demencia. La prevalencia global de la EP está en torno a 13 casos per cada 100.000
habitantes; presenta una notable variación entre los diferentes grupos de edad con un
incremento de hasta 4 veces a partir de los 50 años llegando a más de 100 casos por cada
100.000 habitantes y año por encima de los 70 años. La EP supone un aumento de la
morbilidad comparado con la población general, presentando también una mortalidad
superior que afecta a todas las fases de la enfermedad incluso los casos de inicio tardío
aunque es mayor a medida que progresa la enfermedad. El tratamiento fundamental de la
EP consiste en la reposición de la dopamina sea mediante la administración de dopamina
o agonistas de los receptores dopaminérgicos. La elección de un tipo u otro depende de
las características personales del mismo enfermo y de la intensidad de los síntomas. La
progresión del proceso degenerativo produce un incremento de los síntomas clínicos que
requiere un aumento de los fármacos sintomáticos tanto en cantidad como en número de
tomas diarias, así como la combinación de diferentes medicamentos. Esto supone un
notable aumento de la complejidad del tratamiento y el riesgo de aparición de posibles
efectos adversos.
3.2. Neuroquímica del Sistema Motor Extrapiramidal
El principal tras torno de la enfermedad de Parkinson consiste en una afectación de la vía
extrapiramidal, a nivel de los núcleos de la base. El sistema motor extrapiramidal
constituye un mecanismo de integración de los movimientos involuntarios y el tono
postural. Este sistema comprende zonas corticales del SNC, núcleos vestibulares, la
formación reticular, el núcleo rojo y los ganglios o núcleos de la base. Los ganglios de la
base son un conjunto de estructuras grises del encéfalo constituidas por:
1. El cuerpo estriado o neoestriado, formado a su vez por el núcleo caudado y el
putamen, que es la parte más externa del núcleo lenticular.
2. El globus pallidus (parte interna del núcleo lenticular)
3. La sustancia nigra o locus niger, es una masa nuclear que contiene numerosas
neuronas dopaminérgicas cuyos axones se conectan principalmente con el cuerpo
estriado. El cuerpo o núcleo subtalámico de Luys también forma parte de los
núcleos de la base.
Los núcleos de la base también tienen conexiones eferentes con la médula es pinal, con
el tálamo, la corteza cerebral y el hipotálamo. Las conexiones aferentes provienen de la
corteza cerebral, del tálamo y de la sustancia nigra, de donde llegan axones al neoestriado
con colaterales al globus pallidus y a la corteza. Las funciones de los núcleos de la base
son complejas y de gran importancia en los mecanismos de la actividad motora
involuntaria. El cuerpo estriado y el globus pallidus aparecen como centros
fundamentales de los dispositivos extrapiramidales y para la integración del movimiento.
El cuerpo estriado forma parte de un mecanismo inhibidor de la actividad motora, estando
sus núcleos conectados con la sustancia nigra desde donde llegan axones neuronales. La
sustancia nigra hace sentir sus influencias al cuerpo estriado a través de la síntesis y
liberación del neurotransmisor dopamina que interacciona en esa zona con receptores D2
principalmente. El globus pallidus, en cambio forma parte de un mecanismo excitador o
estimulador de la actividad motora, siendo la acetilcolina, el neurotransmisor responsable
de esta acción excitadora. En el putamen, el caudado y el pallidus existen cantidades
grandes de las enzimas colinacetilasa y aceticolinesterasa y por supuesto acetilcolina. La
dopamina y acetilcolina se liberan coordinadamente, manteniendo la integración de los
movimientos y el tono postural, a través de los mecanismos extrapiramidales. La
dopamina inhibe la actividad de las neuronas del estriado y la acetilcolina la facilita.
Parece existir un antagonismo mutuo entre las influencias dopaminérgicas y colinérgicas
que convergen sobre las neuronas del estriado. En la enfermedad de Parkinson se ha
demostrado claramente que por destrucción de la sustancia nigra se pierde la influencia
inhibitoria de la dopamina, mientras permanece inalterada la acción estimulatoria de la
acetilcolina. La concentración de dopamina en las neuronas de la sustancia nigra y las
terminaciones axónicas de la vía nigro-estriada, se halla muy disminuida, determinando
que el balance del sistema se rompa a favor de la acetilcolina. Ello ocurre por una
degeneración progresiva de las neuronas dopaminérgicas de la sustancia nigra. Cuando la
depleción de dopamina supera el 80-90% los síntomas de la enfermedad de Parkinson se
hacen evidentes en forma progresiva. En este estado, las neuronas del pallidus, liberadas
de la influencia inhibitoria de la dopamina, aumentan su actividad enviando impulsos
excitadores que actúan por medio de dos vías: 1-A través de los núcleos ventrales
talámicos anterior y lateral, sobre la corteza cerebral motora que resulta estimulada y 2-
A. Por influencias palidales que llegan al tegumento mesencefálico ventrolateral,
estimulando la formación reticular activadora de donde surgen impulsos facil itadores de
las neuronas fusimotoras. La disminución de las concentraciones y producción de
dopamina, resulta evidente por la disminución de sus metabolitos. El metabolito más
importante de la dopamina es el ácido homovanílico (HVA) que se forma principalmente
por acción de la monoaminooxidasa (MAO) sobre la dopamina. En la sustancia nigra
existe el neurotransmisor, el HVA, las enzimas tirosinahidroxilasa y dopa-decarboxilasa,
las que en la enfermedad de Parkinson están disminuidas francamente. Considerando la
fisiopatología de la enfermedad de Parkinson y las bases de una terapéutica farmacológica
racional a la luz de los conocimientos actuales, en estos momentos se lleva a cabo el
tratamiento de la siguiente manera con:
 Drogas dopaminérgicas: Incrementan la actividad dopaminérgica disminuida en
los núcleos de la base.
 Drogas anticolinérgicas centrales: Disminuyen la actividad de la acetilcolina.

3.2.1. Medicamentos basados en la dopamina


La utilización a partir de los años 60 de la levodopa (sustancia que se transforma en
dopamina una vez llega al cerebro) significó un gran avance en el tratamiento de la
enfermedad de Parkinson. Las medicinas que aportan levodopa al organismo mejoran
todos los síntomas motores cardinales, ya que tienen la virtud de suplir el déficit del
neurotransmisor dopamina que padecen las personas con párkinson. En muchos pacientes
el tratamiento con levodopa mejora de forma importante los síntomas relacionados de la
enfermedad. Se suele añadir a la levodopa un inhibidor periférico de dopamina, unas
veces carbidopa y otras veces benserazida, para aumentar la eficacia y disminuir los
efectos secundarios de los mismos al evitar su degradación fuera del cerebro. Se ha
desarrollado un nuevo compuesto en el que, junto a levodopa-carbidopa se administran
un inhibidor de la COMT, entacapone, mejorando de esta forma la biodisponibilidad de
la levodopa en el cerebro y logrando disminuir los síntomas de deterioro de fin de dosis
y mejorando, en algunos casos, el control de la sintomatología motora de los pacientes.
Los pacientes reciben un importante beneficio con el tratamiento de levodopa durante
unos 5-7 años, pero luego aparecen complicaciones motoras derivadas del tratamiento:
 Fenómenos on/off (desaparición/aparición muy brusca de los síntomas propios
del párkinson).
 Off matutino: retardo en hacer efecto la primera dosis de mañana.
 Deterioro fin de dosis (wearing off): disminución del efecto de la medicación
entre tomas.
 Discinesias (movimientos involuntarios anormales): que suelen aparecer durante
el máximo efecto de la levodopa.
 Distonías fin de dosis (contracciones involuntarias y sostenidas de grupos
musculares).
Como efectos secundarios propios de la medicación con levodopa se pueden citar:
hipotensión, náuseas y vómitos, depresión, insomnio, psicosis tóxica (delirios,
alucinaciones, confusión), estreñimiento, hipo y edema. Además, en algunos pacientes
pueden aparecer conductas estereotipadas repetitivas (limpieza, bricolaje, estar con el
ordenador) así como abuso de la mediación a deshoras. Estos últimos síntomas detectados
de forma precoz por el neurólogo pueden mejorar. Composición química de los fármacos:
 Levodopa + Carbidopa
 Levadopa + Benserazida
 Levodopa+ Carbidopa + Entacapone
3.2.2. Agonistas doparminergicos
Son fármacos que estimulan los receptores dopaminérgicos. Estos fármacos aparte de
estimular estos receptores, tienen actividad sobre otros sistemas neuroquímicos,
principales responsables de sus efectos secundarios o de la mejoría de síntomas no
motores, como la depresión. Son el tratamiento de elección de muchos neurólogos en el
paciente con enfermedad de Parkinson de inicio temprano, sobre todo en pacientes
jóvenes. Aunque finalmente será necesario asociar levodopa para el control de los
síntomas motores en casi todos los pacientes, estos fármacos retrasan el inicio del
tratamiento con levodopa y, por tanto, sus complicaciones a largo plazo. Los agonistas,
aunque en menor grado que la levodopa, producen complicaciones motoras a largo plazo,
aunque también son menos eficaces en el control de los síntomas. El avance de estos
fármacos ha sido el conseguir una estimulación dopaminérgica continua, lo que permite
en pacientes de inicio temprano una estimulación más fisiológica (teóricamente, al largo
plazo evitaría la aparición de complicaciones del tratamiento) y, en pacientes más
avanzados, permite controlar de forma más eficaz las fluctuaciones motoras. Estos
fármacos se administran vía oral, transdérmica o subcutánea. Los dos agonistas orales de
primera elección son el pramipexol y el ropirinol. Ambos tienen contrastada eficacia y de
ambos hay comercializada una forma de liberación prolongada que permite una sola
administración diaria. Esta nueva forma de administración permite una estimulación
dopaminérgica continua y una mayor comodidad en la posología. La administración
transdérmica de agonistas es posible con la rotigotina en parches que permite una
estimulación dopaminérgica continua y, en pacientes con disfagia o en ayunas, es una
forma de poder administrar tratamiento (por ejemplo en pacientes sometidos a
intervenciones quirúrgicas….). La apomorfina es el agonista más potente que existe en la
práctica clínica. Cuando se administra en una única dosis su efecto empieza muy rápido
y dura muy poco. Solo es posible su administración subcutánea. El tratamiento
intermitente con apomorfina administrada con un bolígrafo vía subcutánea se utiliza para
mejorar de forma rápida los fenómenos off en determinados pacientes. Los efectos
secundarios de los agonistas dopaminérgicos son similares a los de la levodopa pero más
frecuentes. Los derivados de la estimulación periférica (no cerebral) de los receptores
dopaminérgicos son náuseas, vómitos, hipotensión ortostática, mareo y, los derivados de
la estimulación cerebral son alucinaciones, psicosis y somnolencia excesiva. Es de
destacar que en determinados pacientes estos fármacos pueden producir trastorno de
control de impulsos (hiperfagia, hipersexualidad, ludopatía y compras compulsivas).
Estos síntomas detectados precozmente pueden desaparecer al reducir la dosis de los
fármacos. Hay que destacar que el grupo de agonistas derivados de ergóticos
(bromocriptina, pergolida, caberglina) producen fibrosis pleuropulmonares,
retroperitoneales así como fibrosis valvular cardíaca, lo que ha hecho que no se
recomienden como tratamiento de primera elección en la enfermedad de Parkinson. En
los fármacos administrados de forma transdérmica puede existir además fenómenos de
irritación local. Composición química de los fármacos:
 Pergolida
 Bromocriptina
 Cabergolina
 Ropirinol
 Pramipexol
 Rotigotina
 Apomorfina

3.2.3. Otros medicamentos


IMAO-B. Inhiben una enzima que degrada la dopamina llamada mono-amino-oxidasa,
por lo que mantienen activa la dopamina más tiempo en el cerebro. Estos son eficaces en
todos los estadios de la enfermedad, desde la monoterapia en la enfermedad de Parkinson
incipiente al tratamiento complementario en los pacientes con enfermedad avanzada y
con fluctuaciones motoras. Sus efectos positivos sobre los síntomas parkinsonianos son
solo leves pero se le atribuye un efecto neuroprotector, aunque este efecto no está
demostrado. Se usan de forma frecuente en monoterapia en la enfermedad de Parkinson
incipiente que no produce discapacidad al paciente. Son fármacos bien tolerados, con
mínimos efectos secundarios y pueden aumentar los efectos secundarios de la levodopa
cuando se administran conjuntamente. La selegilina, al degradarse, produce un derivado
de las anfetaminas que puede producir insomnio cuando no se administra a primeras horas
del día; con la rasagilina no existe este problema. Composición química de los fármacos:
 Selegilina
 Rasagilina
 Safinamida
ICOMT. Bloquean otra enzima que degrada la dopamina llamada catecol-o-metil-
transferasa. No tienen efectos administrados solos, hay siempre que administrarlos
asociados a levodopa. Mejora sensiblemente los síntomas antiparkinsonianos, lo que
permite reducir a veces notablemente la dosis diaria de levodopa. Hay dos tipos de
ICOMT: el entacapone y el tolcapone. Este último es más potente, aunque solo se puede
administrar si al paciente se le somete a vigilancia estricta debido al riesgo de daño
hepático grave que puede ocurrir en los primeros meses de de la administración. Los
efectos secundarios de levodopa pueden aumentar al asociar estos fármacos, además está
descrito diarrea. Composición química:
 Entacapone
 Tolcapone
Amantadina. Es un antiguo fármaco antiviral, al que se le descubrió que tenía un discreto
efecto antiparkinsoniano y un llamativo efecto reductor de las molestas discinesias.
Composición química:
 Amantadina
3.2.4. Medicamentos anticolinérgicos
Este grupo de fármacos inhiben la actividad de otro neurotransmisor conocido como
acetilcolina, cuyos efectos son opuestos a la dopamina. Son efectivos sobre el temblor,
menos sobre la rigidez, y poco sobre la bradicinesia. Los numerosos efectos secundarios
los hacen poco atractivos para las personas mayores: visión borrosa, estreñimiento,
pérdida de memoria, sequedad de boca, ginecomastia, edema y desorientación. Estos
fármacos se suelen reservar para pacientes jóvenes en los que predomina el temblor o la
distonia. Composición química:
 Trihexifenidilo
 Prociclidina
 Biperideno

3.3. Manejo de las reacciones adversas de la terapéutica del parkinson


Los problemas más comunes que ocurren durante las primeras semanas de tratamiento
son náuseas e hipotensión. Estos efectos colaterales se asocian, en general, a
concentraciones pico de los agentes dopaminomiméticos y pueden minimizarse
administrando el agente con las comidas. Las náuseas pueden disminuirse o eliminarse
con domperidona , que inhibe los receptores D2 en la zona quimiorreceptora gatillo, como
no cruza la barrera hematoencefálica no exacerba el parkinsonismo. Se administran 10-
20 mg (2 o 3 veces por día) de domperidona, 30 a 60 minutos antes que la droga
dopaminérgica. Después de unas pocas semanas o meses las náuseas y vómitos
disminuyen, y se puede parar la administración de domperidona. La domperidona no tiene
efectos sobre la hipotensión ortostática producida por L-Dopa o por otros agentes
dopaminérgicos. Para disminuir este efecto colateral, se puede incrementar la ingesta de
agua y sal, o administrar corticoides o agonistas alfa adrenérgicos, tratando de disminuir
la hipotensión. Los efectos colaterales psiquiátricos son muy difíciles de manejar
(confusión, alucinaciones, paranoia)Los pacientes ancianos son generalmente propensos
a estos efectos. Los problemas psiquiátricos generalmente comienzan generalmente como
fenómenos nocturnos, se pueden disminuir si no se administran los agentes al atardecer.
Los neurolépticos en general están contraindicados ya que exacerban el parkinsonismo.
La clozapina es una excepción, es un antipsicótico atípico con poca tendencia a causar
parkinsonismo. La clozapina tiene acciones sobre numerosos receptores: histamina,
serotonina, acetilcolina y dopamina. Tiene 10 veces más afinidad sobre receptores D4
que por los D2 o D3. Ha mostrado ser útil en el tratamiento de la psicosis inducida por L-
Dopa, sugiriendo que sus beneficios terapéuticos se deben a un bloqueo de los receptores
de dopamina que no son esenciales para la regulación motora pero si con los efectos
psicóticos de la L-Dopa. La clozapina disminuye también el temblor en pacientes
psicóticos y no psicóticos. Esta droga es controvertida en su utilización por la pos ibilidad
de producir agranulocitosis. También se ha utilizado la terapia electroconvulsiva para
disminuir la psicosis.
4. Conclusión
La EP se produce fundamentalmente por la degeneración de células dopaminérgicas de
la sustancia negra mesencefalica. El tratamiento es sintomático mediante la reposición de
la dopamina por administración de levodopa o agonistas dopaminérgicos. Inicialmente se
caracteriza por una buena respuesta inicial al tratamiento sintomático. No obstante
durante la evolución de la enfermedad se produce un incremento de la complejidad del
tratamiento tanto en la pauta de administración como en la variedad de fármacos
utilizados. Dada la estrecha relación entre las dosis administradas y la mejoría de los
síntomas extrapiramidales, los pacientes están expuestos a múltiples interacciones que
pueden modificar esta respuesta con la consiguiente exacerbación de los síntomas, que
puede suponer un aumento de la morbimortalidad para los pacientes. El conocimiento de
estas interacciones farmacológicas y no farmacológicas y su repercusión es el mecanismo
clave para su prevención. Por otro lado en la mayor parte de los casos existen alternativas
terapéuticas que evitas estas complicaciones. Las interacciones farmacológicas en la EP
son comunes y asociadas a patologías frecuentes en la población como trastornos
gastrointestinales, vértigos o tratamientos psiquiátricos. En todos estos casos es
importante conocer las alternativas terapéuticas existentes. Los pacientes con EP,
especialmente en fases avanzadas de la enfermedad en los que predominan los
tratamientos complejos, son especialmente susceptibles a cambios de pauta de
administración o supresión con el consiguiente incremento de la sintomatología
extrapiramidal y posibilidad de graves complicaciones clínicas. En los casos en que sea
obligada la supresión del tratamiento se deben considerar vías alternativas para mantener
la estimulación dopaminérgica hasta poder reinstaurar el tratamiento habitual.
5. Bibliografía
Ramiro Alvarez Ramo. Consideraciones sobre el tratamiento farmacológico en el
paciente con parkinson. Boletin de información terapéutica. Vol. 26, núm. 10, 2015.
Acceso 01/04/2019 en:
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Jill Marjama-Lyons, MD Abraham N. Lieberman, MD. Medicamentos para la
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nIdr004=793wjbmvhq.app337a
Servicio de Farmacia del Área Funcional de Gestión de Albacete. medicamentos para
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L. Malgor- M.Valsecia. farmacología de las drogas antiparkinsonianas. Acceso
01/04/2019 en:
https://med.unne.edu.ar/sitio/multimedia/imagenes/ckfinder/files/files/5_parkins.pdf

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