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Abril, elecciones, León Felipe, la guerra civil española y Panamá

Ana Cerrud

Muchas coincidencias se han dado este abril como para dejar pasar la oportunidad de
recordar la efeméride de León Felipe Camino, que por estas fechas, hace 83 años, llegaba a
Panamá para ser embajador cultural de la entonces recién nacida República española.

El poeta llegaba, relata el ensayista e investigador Rodrigo Miró Grimaldo, "en medio de una
de esas tormentas del trópico que suelen ser nuestras pugnas electorales". La primera
coincidencia.

Era 17 de abril de 1936 y el marco internacional de polarización política se sentía en el país.


La segunda.

Su aparición en el escenario panameño tenía motivos académicos: un "gesto de amistad"


hacia la recién creada Universidad de Panamá.

Miró resultó ser uno de sus alumnos y en 1988 publicó un pequeño libro, "León Felipe
Camino en Panamá", que relata lo que hizo, dijo y escribió en tierras panameñas.

El estallido de la guerra civil española, a tres meses de su llegada, sorprende a León Felipe
que, como reseña Miró, se convierte en "líder involuntario" de los españoles republicanos en
Panamá. "Requerido por sus compatriotas, intervino en varios actos públicos, trasmutado en
orador político de grande impacto y en el representante moral de la República".

Para entonces, León Felipe había empezado a dictar clases en el Departamento de Español
de la Universidad de Panamá, y en la inauguración del curso académico habló sobre la
estética y estilo de la esencia hispánica. "Lo español" también estaba fuera de la geografía
de España. Y Leon Felipe lo describió a su público panameño como "una fuerza individual,
independiente y desaglutinada que tira hacia lo cósmico y universal".

Su coherencia vital, de emigrante y americanista, le obligó a responder por motivos que eran
de otros y le quedaban lejos -"me voy porque quiero saber la verdad sobre la tragedia de mi
patria y nadie me la dice"-, declaró en una carta triste y amarga que tituló "Good Bye
Panama".

Para contestar a sus abiertos detractores usó también la lírica, y la réplica que dirige al
entonces periodista del Panamá América Leo Pardo (dice Miró que de claras simpatías
"fascistas") es un alegato que animo a leer completo en la sala de literatura panameña de la
Biblioteca Nacional, donde está el libro para consulta.

Su defensa de la República española no fue política sino ideológica y casi espiritual, como
podría esperarse de un poeta.

"La España histórica sin bandos y lejos de toda política temporal está ya en su sitio, en el
sitio que tiene siempre el pueblo de la pasión". "Cuando el mundo va a cambiar de postura la
historia busca siempre a España (...) lista para el salto ciego, el arranque suicida", narraba el
poeta.

Desde su cátedra marcó las pautas para entender la hidalguía y heroicidad presente en la
historia de España y su literatura, y los dualismos "dialécticos y enconados" que se resuelven
en el "hombre completo" que alentó en su obra.

Y en eso estaba León Felipe en Panamá, preparando su relato para la intervención de la


poesía y los poetas en la conformación del espíritu -"la poesía es lo absoluto"- cuando le
llega la guerra.

"El hombre jovial de la víspera (...) cambió radicalmente, tocado de visible intranquilidad",
recuerda Miró en su publicación.

Como el Quijote, León Felipe marcha a España, "a su llanto y su sangre", en busca del
"dilema en la conciencia del hombre". Una coincidencia más.

León Felipe no muere en el frente ni tampoco en España. Volvió al México y siguió


escribiendo del exilio y del llanto, de lo español.

"Ese hombre fuera de serie". en palabras de Rodrigo Miró, vivió en Panamá, pero se fue. Le
dejamos marchar. Y a mí me gustaría creer que, si se hubiera quedado, nuestra sociedad
hoy sería distinta. De él es la poesía que popularizó Serrat y que leída o cantada, siempre
me hace llorar:

Por la manchega llanura, se vuelve a ver la figura, de Don Quijote pasar.

Y ahora ociosa y abollada, va en el rucio la armadura, sin peto y sin respaldar.

Va cargado de amargura, que allá encontró sepultura, su amoroso batallar.

Va cargado de amargura, que allá quedó su ventura. En la playa de Barcino, frente al mar.

Cuántas veces, don Quijote, por esa misma llanura, en horas de desaliento, así te miro
pasar.

Y cuántas veces te grito ¡hazme un sitio en tu montura! y llévame a tu lugar.

Hazme un sitio en tu montura, que yo también voy cargado de amargura y no puedo batallar.

(...)

Ponme a la grupa contigo, caballero del honor.

Ponme a la grupa contigo y llévame a ser, contigo, pastor...

Su título, "Vencidos", evoca la derrota del héroe, pero concluye con su altruista vocación
evangelizadora. Para bien y para mal, española e hispana.
En el 135 aniversario de su nacimiento, a 80 años del fin de la guerra civil y con las
elecciones que este mes refrendan, tanto en Panamá como en España, el triunfo del sistema
democrático, sea abril para León Felipe, sea abril para los héroes y los valientes, sea abril
para los comienzos y la primavera.

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