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Derecho constitucional.

La rama del derecho encargada de analizar y controlar las leyes fundamentales que rigen al Estado
se conoce como derecho constitucional. Su objeto de estudio es la forma de gobierno y la regulación
de los poderes públicos, tanto en su relación con los ciudadanos como entre sus distintos órganos.

Más concretamente aún podemos determinar que el derecho constitucional se encarga de llevar a
cabo el estudio de lo que es la teoría de los derechos humanos, la del poder, la de la Constitución y
finalmente la del Estado.

El derecho constitucional, que pertenece al derecho público, se sustenta en la Constitución, un texto


jurídico-político que fundamenta el ordenamiento del poder político. La Constitución es la norma
suprema de un país, por lo que prevalece sobre cualquier otra normativa o ley.

Derecho administrativo.

El derecho administrativo es la rama del derecho que se encarga de la regulación de la


administración pública. Se trata, por lo tanto, del ordenamiento jurídico respecto a su organización,
sus servicios y sus relaciones con los ciudadanos.

El derecho administrativo puede enmarcarse dentro del derecho público interno y se caracteriza
por ser común (es aplicable a todas las actividades municipales, tributarias, etc.), autónomo (tiene
sus propios principios generales), local (está vinculado a la organización política de una región) y
exorbitante (excede el ámbito del derecho privado y no considera un plano de igualdad entre las
partes, ya que el Estado tiene más poder que la sociedad civil).

Derecho civil.

El derecho civil es la rama del derecho que, en general, regula el estado civil de las personas, la
propiedad y los demás derechos reales, las obligaciones y contratos, las relaciones de familia y las
sucesiones, entre otros aspectos relativos a la vida ciudadana, de ahí su carácter de civil. El derecho
civil tiene naturaleza privada.

El derecho civil se divide en cuatro grandes ramas: la parte general (el derecho subjetivo en general,
la nacionalidad, el domicilio, la adquisición y extinción de la personalidad civil), el derecho de
obligaciones y contratos (responsabilidad contractual y extracontractual y régimen jurídico general
y especial de las obligaciones y los contratos), los derechos reales (propiedad y posesión, derechos
reales de goce, de adquisición preferente y de garantía, con especial atención al derecho
hipotecario) y el derecho de familia y las sucesiones (regulación del matrimonio, relaciones entre
los progenitores y los hijos, derecho de alimentos, herencias y distintos modos de suceder).
Acto administrativo.

Dentro del ámbito jurídico, es posible distinguir diferentes clases de actos. Uno de ellos es el
administrativo, que consiste en la declaración que se manifiesta de manera voluntaria en el marco
del accionar de la función pública y tiene la particularidad de producir, en forma inmediata, efectos
jurídicos individuales. En otras palabras, es una expresión del poder administrativo que puede
imponerse imperativa y unilateralmente.

Al ser declaraciones, los actos materiales de la administración pública no se incluyen dentro de sus
actos administrativos; estos últimos, por otra parte, se califican como ejecutivos debido a que no
requieren de una autorización por parte del Poder Judicial para fijar sus características y que éstas
sean de cumplimiento obligatorio.

Clasificación de los actos administrativos:

Por su naturaleza: se tiene en cuenta la voluntad de quien los realiza. Si su objetivo es modificar la
ley o causar un efecto en los derechos que ésta regula, son jurídicos.

Por las voluntades que permiten su creación: según los organismos que lo formen, pueden ser
unilaterales si sólo afecta a la organización que lo realice, o plurilateral si expresan la voluntad de
dos o más personas o entidades.

Por la relación que existe entre su voluntad y la ley: de acuerdo a los derechos y obligaciones que
imponga la ley, los actos pueden ser obligatorios (también llamados reglados o vinculados, las
personas o entidades deben acatar todos los aspectos impuestos por la ley y no hay espacio para
las decisiones individuales) o discrecionales (se permiten ciertas licencias y las personas pueden
tomar decisiones).

Por el radio en el que repercuta su accionar: en esta clasificación se puede diferenciar entre actos
internos y externos. Los primeros hacen referencia a aquellas acciones realizadas para regular el
funcionamiento interno de la ley en una administración.

Silencio administrativo.

Se denomina silencio administrativo al hecho de que cuando un ciudadano solicita algo a la


Administración Pública (Estado, Ayuntamiento, Gobierno…) puede darse el caso de que ésta no
responda. La Ley establece que en ciertos casos el silencio administrativo es positivo, lo que
significaría que lo que se solicita es concedido. Sin embargo lo más corriente es que el silencio
administrativo sea negativo, en cuyo caso el ciudadano sabe que, transcurrido el plazo legal, puede
recurrir la referida negativa ante instancias superiores.

El silencio administrativo es una de las formas posibles de terminación de los procedimientos


administrativos. Lo característico del silencio es la inactividad de la Administración cuando es
obligada a concluir el procedimiento administrativo de forma expresa y a notificar la resolución al
interesado dentro de un plazo determinado.
El silencio administrativo opera como un mecanismo que permite, en caso de inactividad por falta
de resolución en procedimientos administrativos, imputar a la administración de que se trata un
acto administrativo presunto, que tendrá la condición de verdadero acto, en caso de que las reglas
del silencio lo configuren como estimatorio y que, por el contrario, será mera ficción jurídica, si se
configura como desestimatorio.

No están sujetos al régimen de silencio los procedimientos de mediación, arbitraje y conciliación,


así como aquellos terminados por pacto o convenio. Esta técnica es correlativa, en los
procedimientos iniciados a solicitud del interesado, al deber de dictar resolución expresa en todos
los procedimientos y a notificarla, que pesa sobre la administración pública y ha sido expuesto con
anterioridad; deber que existe en todo procedimiento, cualquiera que sea su forma de iniciación.

Potestad.

Es un término jurídico que contiene un concepto híbrido entre poder, derecho y deber. La potestad
supone una derivación de la soberanía y coloca a su titular en una posición de superioridad, lleva
implícita una capacidad de fuerza.

La potestad es un derecho, porque quien la ostenta puede ejercerla frente a ciertas personas para
que cumplan ciertos deberes. Le faculta legalmente para hacer ciertas cosas.

 La potestad es un poder, porque quien la ostenta puede normalmente usar la fuerza para
ejercerla. Por ello se atribuye normalmente a alguna autoridad.
 La potestad es un deber, porque la persona que la ostenta está obligada a ejercerla, y no se
puede rechazar.
 Lo habitual es que la potestad sea una característica de entes de derecho público (la
administración, el ministerio público, etc.), pero también se utiliza el término en derecho
privado.
 El caso más emblemático es el de la patria potestad, que es un derecho-deber irrenunciable
que los padres ostentan frente a la tenencia legal de sus hijos.

En la mayor parte de los casos, la potestad es de carácter irrenunciable.

Facultad.

En cuanto al concepto “facultad”, entendemos el poder o derecho para hacer alguna cosa. Es la
aptitud o legitimación que se concede a una persona física (funcionario o empleado público), para
adecuar la atribución según la competencia del órgano por cuenta del cual externa su voluntad. La
facultad es, pues, la posibilidad legal que posee un servidor público de realizar los actos de
competencia de un ente estatal previsto en un ordenamiento. El término proviene del latín facultas-
atis, que significa: capacidad, facilidad, poder; de facul y facile, que no es más que el poder o la
habilidad para realizar una cosa.
No obstante, que el término “facultad” se asocia a aquello que es optativo, potestativo; de ahí
facultativo. El concepto jurídico de potestad significa la aptitud de una persona para modificar la
situación jurídica existente de uno mismo o de otros. Los romanos con el término facultas se referían
a la capacidad de celebrar un contrato o de llevar a cabo un acto jurídico válido.

Dicho concepto jurídico indica que alguien está investido jurídicamente por una norma de derecho,
para realizar un acto jurídico válido, para producir efectos jurídicos previstos (celebrar un contrato,
otorgar un testamento, revocar un poder). El concepto de facultad jurídica presupone la posesión
de una potestad o capacidad jurídica para modificar válidamente la situación jurídica.

El concepto facultad jurídica presupone la investidura o el facultamiento. Cuando alguien no está


facultado para celebrar un determinado acto jurídico, el acto es nulo. Cuando no se está investido
de la facultad correspondiente el acto realizado no produce los efectos jurídicos deseados, esta
última circunstancia distingue radicalmente la facultad del derecho subjetivo: cuando no tengo
derecho a entrar en determinado lugar y entro, mi acto no es nulo, es ilícito.

Impugnación de los actos.

La impugnación administrativa es, en general, requisito previo a la impugnación judicial. Pueden ser
recursos, reclamación y denuncias, según los casos. Recurso: Remedio administrativo específico por
el que se atacan solamente actos administrativos y se defienden derechos subjetivos o intereses
legítimos.

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