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Índice
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I.- La escuela secundaria técnica. Generalidades
La educación secundaria técnica es una de las modalidades del nivel
secundario vigente en el sistema educativo argentino. Tiene como objetivos la
formación propedéutica y ciudadana, pero especialmente la preparación para el
trabajo, intención que se encuentra instalada desde su matriz original.
El diseño curricular de la ETP secundaria contempla cuatro campos nombrados
de formación general, científico tecnológico, técnico específico y prácticas
profesionalizantes. (2009)
Las materias comprendidas en el diseño curricular guardan relación recíproca
entre sí y contemplan particularidades propias de la modalidad. Las comprendidas
dentro del campo de formación técnico específico distinguen sustancialmente la
educación secundaria técnica de la orientada en cuanto a los contenidos que
integran el curriculum, los entornos formativos donde se desarrollan las clases, las
estrategias didácticas que implementan los docentes, los proyectos que llevan a
cabo los estudiantes. Estos proyectos y actividades prácticas resultan de vital
importancia ya que favorecen el desarrollo de saberes propios de un oficio o
especialidad elegida.
Sin embargo la educación secundaria técnica actual se distingue en muchos
aspectos de la escuela Industrial que le dio origen. La formación de profesionales,
requiere de la reflexión sobre la práctica y el desarrollo de competencias
específicas relativas al campo profesional elegido. (Capelletti; 2010)
Además de los saberes propios de la especialidad se enuncia la reflexión sobre
la práctica que permite a los profesionales construir soluciones y adecuarlas a
problemáticas que así lo requieran, así como seguir aprendiendo durante el resto
de la vida.
Esta particularidad denota un cambio de paradigma respecto de la educación
técnica tradicional. Ya no se trata solo de la enseñanza de una tarea repetitiva de
una habilidad manual precisa que responde a un único requerimiento laboral.
La educación técnica del siglo XXI aspira a ser educación tecnológica y requiere
de la reflexión de los estudiantes sobre la práctica, cuestión que construye
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necesariamente capacidades de autoaprendizaje y crecimiento permanente de los
futuros profesionales.
Comparto con Alvarez Méndez (2001), la concepción de conocimiento como
construcción sociohistórica. El estudiante participa activamente en la adquisición
del saber y la preocupación del docente debe centrarse en descubrir cómo
aprende cada alumno, despertar su curiosidad, ayudarlo a crear, a organizar y a
comprender los contenidos.
“La manera en la que el sujeto aprende es más importante que aquello
que aprende porque facilita el aprendizaje y capacita al sujeto para seguir
aprendiendo permanentemente” (Alvarez Mendez; 2001)
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se logra luego de la adquisición de las competencias básicas y de la reflexión en
la acción y luego de la acción.
Capelleti refiere a la “necesidad de diseñar a lo largo de la formación
situaciones pensadas y dispuestas para la tarea de aprender una práctica” (2010)
Durante las prácticas profesionalizantes, según lo indica la Res 112 (2013) los
estudiantes deben dedicar un tiempo a la reflexión sobre la práctica. En esa etapa
es decisiva la intervención del docente quien realizará las preguntas que
problematizan y sirven de guía para el análisis de las situaciones que los
adolescentes han vivido en situación de práctica.
Una de las dificultades que presenta la enseñanza en las escuelas técnicas
es la falta de capacitación permanente de sus docentes. Los docentes que se
involucran en la formación de técnicos deberían estar formados en dos
aspectos: en el pedagógico y en el tecnológico. La gran mayoría de los
docentes de taller tiene vagos conocimientos en pedagogía y didáctica.
Por otra parte, la experiencia profesional de los educadores en las
especialidades -Construcciones, Electrónica, Programación por ejemplo- no
es tal porque la mayoría de ellos no se desempeña en la industria con lo cual
no existe la articulación y actualización necesaria. En el caso de las empresas
dedicadas a la Informática y a la Programación demandan personal que
cuente con conocimientos específicos. El software que se utiliza se actualiza a
diario. Los docentes a cargo de las clases no se formaron en el uso de esas
herramientas ni trabajan en las empresas y esta es una problemática que
incide directamente en la validez de los contenidos que son objeto de
enseñanza.
En muchos casos los docentes no están preparados para enseñar para el
trabajo con la actualización y especificidad óptima. Existen responsabilidades
no asumidas por el estado y por el propio docente. Los docentes que se
desempeñan en la escuela secundaria técnica tienen diversa formación inicial
comparando la de unos con otros y acceden a sus cargos en un acto público o
por prueba de selección -en el caso de algunas materias de 7mo año del
campo de formación técnico específico o de las prácticas profesionalizantes.
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Muchos de esos docentes desconocen particularidades propias de la
modalidad ya sea porque no se han formado en una escuela técnica o porque
hace muchos años que no la frecuentan.
Existe otra problemática que complica la gestión de la enseñanza en la
modalidad técnico profesional: el paradigma de la racionalidad técnica
permanece inserto en la cotidianeidad de las prácticas pedagógicas
desarrolladas en las materias del campo de formación técnico específico.
Por ejemplo: se escucha decir: en primer año los chicos hacen el banquito,
en segundo la parrilla y en tercero la lámpara. El docente de taller enseña una
técnica y por lo general no decide qué tarea realizarán los estudiantes sino
que esta es una decisión institucional. La actividad a cargo del docente parece
que solo se redujera a "enseñar a hacer". En pocos casos se observa la
construcción de una propuesta pedagógica, una estrategia didáctica especial,
una adecuación al grupo que está en el aula en un ciclo lectivo particular.
Esos alumnos tienen intereses y características socioculturales particulares
que los distinguen.
La gestión pedagógica de las materias de taller generalmente está a cargo
de los jefes de área quienes actúan en permanente diálogo e intercambio de
opiniones con el director institucional. Es un territorio de técnicos. Si es
posible, de técnicos varones egresados del industrial.
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La evaluación de las prácticas pedagógicas en la educación
secundaria técnica
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La relación con el entorno socioproductivo local es un ingrediente
fundamental durante los últimos años de cursada con el fin de acercar a los
estudiantes a sus futuros contextos laborales.
La visita permanente del equipo de gestión a las clases, la asignación de un
espacio institucional destinado a que los estudiantes puedan presentar los
trabajos desarrollados en el taller, los sitios institucionales que se encuentran
en Internet, las jornadas de formación docente, las reuniones de personal, los
asesoramientos escritos y publicados en el libro de comunicaciones, las
reuniones con jefes de departamento, las autoevaluaciones institucionales,
son espacios en los que se construye el ideario escolar, los acuerdos, el
proyecto educativo. Estos momentos y documentos dan sustento a los
criterios de evaluación de las prácticas pedagógicas que se desarrollan en esa
escuela técnica, en el nivel de concreción curricular del entorno formativo.
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La puesta en marcha de estrategias didácticas propias de la modalidad
técnico profesional que se ponen en juego durante las clases:
proyectos tecnológicos, resolución de problemas, por ejemplo.
El vínculo e intercambio pedagógico desarrollado con los alumnos.
La participación en las muestras institucionales
La inquietud permanente del docente a cargo de la materia
Los relatos de los estudiantes referidos a las clases de taller.
La vinculación con las empresas o con el entorno socioproductivo local
La articulación de contenidos entre materias de distintos campos de
formación.
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3.- ¿Qué evaluar y cómo evaluar las prácticas de taller realizadas por los
estudiantes?
Tal como explica Capelletti hay una “necesidad de diseñar a lo largo de la
formación situaciones pensadas y dispuestas para la tarea de aprender una
práctica” (Capelletti, 2010, p176)
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construidos por el profesional docente que es quien está a cargo de la práctica
pedagógica. No se trata de armar recetas como podía pensarse en el período
positivista. La racionalidad crítica y práctica considera al docente como
profesional. Ese profesional que posee una mirada reflexiva sobre su práctica,
que entiende al sujeto como inmerso en un contexto social e histórico es quien
puede enunciar los criterios más adecuados y ponerlos en conocimiento de
los estudiantes.
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Bibliografía:
Alvarez Mendez (2001). Evaluar para conocer, examinar para excluir. Madrid;
España; Morata.
Anijovich, R. (comp). (2010). La evaluación significativa. Camilloni, A.;
Cappelletti, G.; Hoffmann J.; Katzkpwicz, R.; Mottier Lopez, L.. Buenos Aires;
Argentina: Paidós.
Gallart, Maria Antonia; (1997). Revista Iberoamericana de Educación N°15
Pérez Gómez; Sacristán G. (1992). Comprender y transformar la enseñanza.
Madrid. Ediciones Morata
Schön, D. (1998). El profesional reflexivo. (J.Bayo, Trad.) Buenos Aires,
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