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1) Éticas descriptivas y éticas normativas
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mos (Helvetius, Comte), el Neopositivismo Lógico del Círculo de
Viena (Schlick, Ayer, Kraft), pero también algunas corrientes de la
sociobiología.
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Éticas cognitivistas, hoy en día, son más bien aquéllas según
las cuales sobre lo moral se puede argumentar y llegar a acuerdos
intersubjetivamente fundados, porque existe una racionalidad prác-
tica que funciona de forma análoga a como funciona la racionalidad
teórica. La racionalidad práctica tiene sin duda sus peculiaridades,
pero es «racionalidad» y, por lo tanto, sobre lo moral se puede
argumentar y llegar a acuerdos intersubjetivos, racionalmente fun-
damentados: no es ciencia, pero sí un saber racional, intersubje-
tivable. Las éticas kantianas se consideran cognitivistas en este sen-
tido.
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forzarse en describir su contenido y en mostrar cómo alcanzarlo. La
ética occidental, como teoría elaborada, nació en Grecia como lo
que más tarde se ha llamado «ética material de bienes», ya que los
grandes éticos griegos (Sócrates, los sofistas, Platón, Aristóteles,
los epicúreos o los estoicos) se preocupan por averiguar cuál es el
fin o bien que los seres humanos buscan, para determinar desde él
cómo alcanzarlo, qué debemos hacer.
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Éticas de fines son, por ejemplo, las de Sócrates, Platón,
Aristóteles y también las corrientes seguidoras de Aristóteles que,
a través de la Edad Media, llegan hasta nuestros días, muy espe-
cialmente el tomismo, la N eoescolástica y algunas corrientes
comu-nitarias actuales.
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la ética de Kant (o una ética muy fiel a la estructura de la ética de
Kant) y el utilitarismo. Desde esta perspectiva, una ética
deontológica sería no consecuencialista, mientras que una ética
teleológica sería consecuencialista.
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Una ética teleolqgica hoy en día considera, por el contrario, que
la ética puede y debe dilucidar qué es lo bueno para los hom-bres y, a
partir de ese bien, la opción más correcta moralmente será la que lo
lleve al máximo. El bien puede consistir en una caracterís-tica
humana, como la racionalidad, que debería optimizarse, y en esta línea
se encontrarían las éticas de la perfección, a las que he-mos llamado
«éticas de fines»; pero también el bien puede consistir en un móvil de
la conducta, como la búsqueda de placer; en este caso, lo moralmente
correcto es perseguir -siguiendo la máxima uti-litarista- «el mayor
placer del mayor número».
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ción original,,, y una comprobación de lo adecuado de los resultados
mediante un «consenso entrecruzado» (overlapping consensus).
7) Éticas de la convicción y de la
responsabilidad
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górico incondicionado. Actualmente puede decirse, sin embargo,
que todas las éticas lo son de la responsabilidad, incluída la mayor
parte de éticas pacifistas, ya que éstas repudian la violencia por su
mal-dad intrínseca, pero también por su malas consecuencias:
tratan de mostrar empíricamente que con el recurso a la violencia
sólo se con-sigue iniciar -por decirlo con Hélder Cámara- un
«espiral de violen-cia».
8) Moralidad y Eticidad
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* Adoptan la actitud de la Eticidad las teorías preocupadas
por deberes, bienes y valores concretos, por la vida feliz y las virtu-
des que pueden desarrollarse de modo eficaz en una comunidad
determinada, a través del derecho y la política.
Estas dos formas de hacer teoría ética, que en· Alemania han
llegado a simbolizarse en la expresión «¿Kant o Hegel?», inspiran
algunas de las polémicas más interesaJ)tes de finales del siglo XX,
fundamentalmente dos tipos de polémicas.
A) Liberalismo y comunitarismo
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• Potencia su libertad individual (su independencia) y soca-va
la solidaridad, llevando a la atomización.
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comunidad lo que en justicia merece. Comunidad, virtudes y
mérito son tres de las claves que urge recuperar.
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B) Universalismo y comunitarismo
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de que cada persona es un interlocutor válido que jamás puede ser
ahogado por la comunidad, y un comunitarismo convencional, inca-
paz de trascender los límites de su comunidad.
BIBLIOGRAFÍA
Karl-Otto Apel, La tran.~forrnación de la filosofía, Madrid, Taurus, 1985,
vol. 11.
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HABERMAS, Jürgen. Conciencia moral y acción comunicativa, Bar-
celona, Península, 1985.
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