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2.

1) Proceso Histórico y Relaciones Internacionales:


En la antigüedad, Siria era el nombre genérico de la región comprendida entre la
península de Anatolia, Turquía y el Sinaí. El dominio de ese territorio fue un
objetivo constante de las antiguas civilizaciones, desde los egipcios, que lo
consideraban la puerta de entrada a su país, hasta los persas, que veían en él
un puente hacia el imperio universal que proyectaban.

En la parte central de sus costas se desarrolló, entre los siglos XII y VII a.C., la
civilización cananea –conocida por los griegos como fenicia–, una sociedad de
marinos y comerciantes que crearon la primera economía mercantil del planeta.
Las ciudades fenicias siempre fueron independientes, aunque una u otra
ejerciese temporalmente cierta hegemonía sobre las demás.

Entre las realizaciones de estos cananeos se cuenta la invención del alfabeto –


el primer sistema de escritura lineal o «proto-alfabeto» cananeo, data del 1600
a.C. y fue hallado en Ugarit, en la costa mediterránea de la actual Siria, en 1928,
y cuenta con 30 signos. También construyeron embarcaciones adecuadas para
mar abierto, fabricaron cerámicas y tejidos, ampliaron y sistematizaron los
conocimientos geográficos y realizaron la primera circunnavegación de África.
La difusión de esos elementos por todo el ámbito mediterráneo es el origen de
lo que luego se llamaría «civilización occidental», cuyos principales exponentes
fueron los griegos.

Tras la muerte de Alejandro Magno en el 323, el enorme imperio se dividió y Siria


se convirtió en el centro del estado seléucida (por Seleuco, general de
Alejandro), que se extendía hasta la India. En el período romano, ya pérdida la
parte oriental ante el avance de los partos, la provincia de Siria fue una frontera
constantemente agitada por las guerras.

La arabización del territorio fue llevada a cabo por los califas Ummaia, que
hicieron de Damasco la capital del imperio (ver historia de Arabia Saudita), entre
los años 660 y 750, y sentaron las bases de un fuerte sentimiento nacional. Al
derrotar a los Ummaias, los Abbas trasladaron la capital a Bagdad, donde los
nuevos califas contaban con mayor apoyo. Si bien mantuvo su importancia
económica y cultural, la pérdida de peso político de Damasco fue considerable y
se tradujo en el siglo XI en la casi indiferencia con que los califas de Bagdad
recibieron la invasión de los cruzados. La defensa quedó a cargo de los emires
locales; sus rivalidades internas justificaron el triunfo y el sustento durante casi
200 años de una fuerza cristiana reducida, alejada de sus bases de apoyo.

Los egipcios iniciaron en el siglo XIII, el proceso de expulsión de los cruzados.


Eso hizo de Siria una virtual provincia egipcia, teatro del enfrentamiento con los
invasores mongoles y tártaros. En el siglo XVI los egipcios perdieron
definitivamente el dominio del país, que quedó en poder del Imperio Otomano.

En la herencia de los cruzados se incluye el fortalecimiento de las comunidades


cristianas en la región, especialmente la de los maronitas, que servirían de
pretexto para las injerencias europeas a partir del siglo XVII. Cuando el jedive de
Egipto Muhammad (Mehemet) Alí conquistó Siria en 1831, los pesados
impuestos y el servicio militar causaron una rebelión popular en la que
participaron cristianos y musulmanes. Las potencias europeas invocaron la
represión contra los cristianos como pretexto para intervenir, detuvieron la
ofensiva de Alí y delegaron a los franceses la «protección de los cristianos
sirios». El proceso culminó con la retirada egipcia en 1840, la restauración del
dominio otomano y la aceptación por los sultanes turcos de que se instalasen
misiones y colegios cristianos subvencionados por los europeos.

En 1858, los maronitas, organizados en comunidades concentradas en la región


montañosa entre Damasco y Jerusalén, rompieron con su clase dominante y
abolieron el sistema feudal de tenencia de la tierra. Sus vecinos musulmanes, en
particular los drusos, decidieron reprimir el movimiento antes de que se
extendiese. El conflicto culminó con las llamadas «masacres» de junio de 1860.

Un mes después desembarcaban en Beirut tropas francesas que obligaron al


gobierno turco a crear una provincia separada, el «Pequeño Líbano», que debía
ser gobernada por un cristiano nombrado por el sultán pero aprobado por las
potencias europeas, y tener una policía propia. En su territorio quedaban
abolidos los privilegios feudales. Un conflicto social fue transformado así en
enfrentamiento de grupos confesionales, lo que colocó a los cristianos del
«Pequeño Líbano» en condiciones de preeminencia con relación a la población
musulmana local.
A través del acuerdo Sykes-Picot, París y Londres se dividieron la media luna
fértil quedando Siria (con el Líbano) para Francia; mientras Inglaterra se quedaba
con Palestina (incluida Jordania) e Irak. Desconociendo el acuerdo, el emir Faisal
fue proclamado rey de Siria al estallar la rebelión árabe durante la Primera
Guerra Mundial.

En 1920, Francia ocupó militarmente el país, obligando a Faisal a retirarse. Dos


meses después Siria fue dividida en cinco estados: Gran Líbano (agregando
otras regiones a la provincia del «Pequeño Líbano»), Damasco, Alepo, Djabal
Druzay Alawis (Latakia). Las cuatro últimas volvieron a unirse en 1924.

Hasta 1932 el país vivió en relativa tranquilidad: en ese año fueron elegidos el
presidente y el Parlamento, pero Francia dejó clara su intención de no permitir
una gran autonomía interna. Esto generó enfrentamientos que en 1936 cesaron
con un acuerdo donde los franceses reconocieron la justicia de los reclamos, el
principal de los cuales era la reunificación con el Líbano. El gobierno de Francia
nunca ratificó el acuerdo, lo que provocó más agitación que culminó en 1939 con
la renuncia del presidente sirio y la suspensión de la Constitución de 1930, en
Siria y Líbano, por parte de la administración francesa.

En 1941 fuerzas de Francia libre e Inglaterra ocuparon la región para desplazar


a los colaboracionistas con el nazismo. Dos años después fueron elegidos
presidentes Chikri Al-Quwatli en Siria y Bechara Al-Kuri en Líbano. Pero cuando
este último propuso eliminar de la Constitución las cláusulas relativas al mandato
francés, las tropas de este país lo tomaron prisionero junto con su gabinete.
Comenzaron enfrentamientos internos en ambos estados, sumados a presiones
británicas sobre el ejército francés, que finalizaron en marzo de 1946, cuando la
ONU ordenó la retirada de las fuerzas europeas y determinó el fin del mandato
de Francia.

En 1948 fuerzas sirias lucharon contra la partición de Palestina y en 1956 se


solidarizaron con Egipto, agredido por Israel, Francia y Gran Bretaña, al
nacionalizar Nasser el canal de Suez.

En 1958 Siria integró la República Árabe Unida, junto con Egipto. El ambicioso
proyecto unificador de Nasser fracasó en 1961 y diez años más tarde volvió a
ser impulsado, esta vez con mayor elasticidad en cuanto a los vínculos entre sus
miembros, en la Federación de Repúblicas Árabes, de la cual también participó
Libia.
En 1963 una revolución popular llevó al poder al Partido Baath Árabe Socialista,
fundado en 1947 por el militante nacionalista Michel Aflaq, de origen cristiano.
En noviembre de 1970 el general Hafez al-Assad asumió el poder e introdujo
reformas en las estructuras económicas y sociales. El Quinto Congreso Regional
del Partido el Baas definió a los países árabes como «regiones» de la Nación
Árabe, nombró a Assad secretario general y propuso «acelerar las etapas hacia
la transformación socialista en los diferentes campos». Esta orientación fue
institucionalizada en la nueva Constitución, aprobada en 1973.

Hafez Al-Assad

Siria participó activamente en las Guerras Árabe-Israelíes de 1967 y 1973,


durante las cuales las fuerzas israelíes ocuparon la meseta del Golán. Integró
junto con Argelia, Yemen y la OLP, el Frente de la Firmeza, que se opuso a la
política estadounidense en la región y a los acuerdos de Camp David (ver
Egipto). Sus tropas compusieron la mayor parte de la Fuerza Árabe de
Disuasión, que en 1976 intervino para evitar una partición del Líbano.

En 1978, en virtud de un acercamiento de la fracción siria e iraquí del Baath, se


avanzó hacia la creación de un estado único, pero el proyecto fracasó al intentar
unificar las dos ramas del partido. A fines de1979 la rama siria censuró a la
Hermandad Musulmana (un grupo integrista) tachando a sus miembros de
«agentes sionistas».

En 1982 el gobierno lanzó una ofensiva a cargo del ejército; miles de miembros
de la Hermandad murieron y el gobierno sirio acusó a Irak de haber armado a
los rebeldes. En abril fue cerrada la frontera entre ambos países.

En 1980 se produjo una alianza entre Arabia Saudita, Irak y Jordania. El


enfrentamiento entre este grupo y Siria se agravó al comenzar la guerra entre
Irán e Irak. El gobierno sirio reprochó a Irak haber desencadenado el conflicto, y
«desviar la atención del problema central de la región»: la cuestión palestina. A
fines de ese año, aumentaron las tensiones entre Jordania y Siria, acusada la
primera de apoyar a la Hermandad, poniendo a ambos estados al borde de la
guerra.

En 1981 estalló en el Líbano la «crisis de los misiles» cuando las tropas de la


Falange Cristiana intentaron extender su autoridad a la ciudad libanesa de
Zahde. Una Fuerza Árabe de Disuasión comandada por Siria intentó impedir este
avance. Siria instaló en el Líbano misiles soviéticos tierra-aire SAM-6, lo que
provocó la reacción israelí. La crisis finalmente fue superada, pero en 1983 Israel
invadió el Líbano, y destruyó las bases de misiles sirios. El gobierno de Damasco
mantuvo sus fuerzas estimadas en 30 mil efectivos en territorio libanés, y
condicionó su retirada a la previa evacuación de todas las tropas israelíes.

La caída del precio del petróleo agravó aún más los problemas económicos
generados por la guerra, lo cual obligó al gobierno, en 1984, a implantar una
férrea política de austeridad.

En 1985, al-Assad renovó por siete años su mandato. En esas elecciones obtuvo
99,8% de los votos (porcentajes similares a los de 1971 y 1978). A pesar de esto,
en 1987 se produjo una crisis política que obligó a renunciar al primer ministro,
Abdul Rauf al-Kassem, acusado de corrupción.

En mayo de 1990 Siria restableció sus relaciones diplomáticas con Egipto.


Algunos observadores atribuyeron esta circunstancia a la disminución del apoyo
militar de la URSS a Damasco.

Cuando Irak invadió Kuwait, Siria se alineó rápidamente con la alianza anti-iraquí
y envió tropas a Arabia Saudita. Las relaciones diplomáticas con Washington
mejoraron notoriamente. En el marco de la crisis, Siria aumentó su influencia en
el Líbano y logró fortalecer en ese país un gobierno aliado y desarmar a la
mayoría de las milicias autónomas.

En mayo de 1991 Siria y Líbano firmaron un acuerdo de cooperación por el cual


Siria reconoció a Líbano como un Estado independiente y separado, por primera
vez desde que ambos países se independizaron de Francia.

El 2 de diciembre de 1991, al-Assad fue reelegido por cuarta vez con 99,98% de
los votos. Su candidatura fue la única presentada.

Siria se mantuvo alejada de las primeras etapas del proceso de paz en la región,
que permitió la instauración de la autonomía limitada para Palestina y la firma de
los acuerdos entre Israel y Jordania enjulio de 1994.

En junio de 1995, en negociaciones oficiales con Israel, la devolución de la


meseta del Golán a Siria no se concretó porque Tel Aviv pretendía mantener
indefinidamente una presencia militar limitada en la región. En octubre, una
emboscada tendida por Hezbollah a tropas israelíes en el sur de Líbano volvió a
complicar las negociaciones.

En el marco de una política de estímulo al sector privado, se abrieron al capital


privado sectores estatales clave, como la energía eléctrica, la producción de
cemento y la industria farmacéutica.

Sorpresivamente, en noviembre de 1997, ante la amenaza de una nueva


intervención militar de Washington en Irak, Damasco intensificó relaciones con
Bagdad, en una estrategia contra la alianza turco-israelí en rápida consolidación.
En abril de 1998, Irán se sumó a las conversaciones sirio-iraquíes sobre asuntos
de seguridad.

Al-Assad fue reelecto para su séptimo período consecutivo de cinco años en


1999. En marzo de 2000 todos los miembros del gabinete presentaron su
renuncia y Mohamed Mustafa Miro, un veterano líder del Baath, fue designado
como el nuevo primer ministro.

La repentina muerte de al-Assad el 10 de junio sumió al país en duelo por el


único gobernante que conocieran la mayoría de los sirios. Lo sucedió su hijo,
Bashar al-Assad, quien asumió en julio la presidencia.

Bashar Al-Assad
Entre las primeras medidas del nuevo mandatario, en abril de 2001 se aprobó
oficialmente el establecimiento de la banca privada y poco después se habilitó a
una estación de radio privada para transmitir, aunque sólo música y ningún
contenido político.

En mayo, el papa Juan Pablo II visitó Siria y en la ceremonia de bienvenida, al-


Assad lanzó un fuerte ataque contra Israel al comparar el sufrimiento de los
árabes a la persecución de Jesucristo. En respuesta, Juan Pablo II hizo un
llamado a favor de una nueva actitud de entendimiento y respeto entre cristianos,
musulmanes y judíos.

Siria alcanzó en octubre de 2001, con apoyo unánime de Asia y África, su asiento
en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, pese ala oposición de Israel.

Las relaciones internacionales de Damasco fueron intensas durante 2001. Luego


de grandes presiones del gobierno libanés, desocupó Beirut y se replegó hacia
otras partes del Líbano. En agosto, el premier Miro visitó Irak, en el primer viaje
de alto nivel a ese país desde que las relaciones se tensaran por el apoyo sirio
a Irán durante la guerra de 1980-1988.

La excarcelación en noviembre, tras una reclusión de más de dos décadas, de


decenas de presos políticos pertenecientes a la Hermandad fue saludada por
Amnistía Internacional como un «satisfactorio paso adelante hacia el respeto de
los derechos humanos en Siria». Detenidos en condiciones degradantes, casi
todos los presos habían permanecido incomunicados además de haber sufrido
torturas y malos tratos.

En abril de 2002, la estación siria de radares en el Líbano fue atacada desde


aviones israelíes, que respondieron a un ataque de la guerrilla de Hezbollah,
despertando el temor de una escalada militar que sin embargo no se produjo.

En mayo, el alto funcionario estadounidense John Bolton incluyó a Siria en la


lista de países integrantes del llamado «eje del mal», acusando a Damasco de
intentar obtener armas de destrucción masiva. En abril de 2003, con la invasión
de Irak ya en marcha, Washington amenazó a Siria con sanciones económicas
y diplomáticas, afirmando que el régimen ayudaba a fugitivos iraquíes. El
gobierno sirio rechazó las acusaciones.

En enero de 2004, al-Assad se convirtió en el primer gobernante sirio en visitar


Turquía, en un viaje que marcó el inicio del deshielo de las relaciones con
Ankara.

El 8 de marzo el Comité para la Defensa de las Libertades Democráticas y


Derechos Humanos de Siria organizó una inédita manifestación en Damasco en
demanda de democracia y libertad para prisioneros políticos. Dos integrantes de
la organización, Ahmad Jazen y Hassan Wattfa, fueron detenidos y pasaron dos
meses en prisión.
En abril, hubo una explosión en un edificio que había sido sede de la ONU en
Damasco; en el subsiguiente tiroteo murieron un civil, un policía y dos de los
cuatro activistas involucrados. El gobierno atribuyó el atentado a
fundamentalistas islámicos.

Un mes más tarde, Washington impuso sanciones económicas a Siria debido a


lo que consideró su apoyo al terrorismo y su negativa a impedir el ingreso de
guerrilleros a Irak desde sus fronteras.

Tras el asesinato del ex premier libanés Rafik Hariri en Beirut, en febrero de


2005, creció la presión de parte de Washington, Paris, la ONU y la oposición
libanesa para que las tropas y agentes de inteligencia sirios abandonasen de
inmediato Líbano. Al-Assad, en cumbre con Émile Lahoud, su similar libanés,
acordó un calendario parcial estableciendo que, para las elecciones generales
de mayo en Líbano, todas las tropas sirias se habrían retirado.

A principios de febrero de 2006 manifestantes sirios incendiaron el edificio donde


se encontraban las embajadas de Dinamarca y Noruega durante una protesta
por la publicación, en un diario danés, de caricaturas satirizando al profeta
Mohamed. Las embajadas de Chile y Suecia, ubicadas en el mismo edificio,
sufrieron daños menores. Una semana más tarde, Dinamarca cerró su embajada
en el país, y acusó a las autoridades sirias de no garantizar un mínimo de
seguridad a los funcionarios daneses.

En mayo de 2007, Bashar al-Assad fue reelegido para ocupar el cargo de


presidente por siete años más. Habiendo sido el único candidato, consiguió el
97,62% de los votos.

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