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ÍNDICE
1
El pensamiento político de Ernesto Laclau bajo la perspectiva
crítica de la filosofía contemporánea. Poder, identidad social y
democracia radical. 91
Walter Federico Gadea
Consideraciones acerca de la categoría de “vecino”, de cercano 104
Heraldo García
Foucault, Chaplin y la pregunta por la vida. En los márgenes de la
inquietud por el hombre, el pensar en Vida de Perro 109
Liliana J. Guzmán
El poder y lo político en Trabajo Social: cruzando los bordes de la
Modernidad 113
Maria Eugenia Hermida
Crítica de la Razón Populista. La constitución del sujeto político
actual 120
Federico Leto
Los Wichí, una antropología diferente 126
Rosa María Longo Berdaguer
La lectura de Lukács respecto al materialismo histórico 133
Daniel Román March
La experiencia feminista: Debates en torno a la experiencia como
categoría de identificación política. 138
Verónica Meske
Ciberpolítica: transmutaciones de la política tradicional desde el
contexto del ciberespacio 143
Lucas E. Misseri
Plasticidad e historicidad en la constitución del Sí-mismo. Un
enfoque filosófico político. 149
María Florencia Mujica
Caras y contracaras del populismo en la teoría del discurso político
latinoamericano 154
Hernán Murano
Tragedia, destinación y naturaleza del hombre pascaliano 161
Mariano Olivera
“Tlön y el mundo Berkeleyano” Simulación en el universo de lo
hiperreal. 172
Agustín Pastor
Ética y Política: De Maquiavelo a Weber 176
Darío Pelus
Éxodo, héroes y tratados: usos y actuaciones de la memoria social 181
María Cecilia Pisarello
Familias y subjetividades contemporáneas. ¿Singular o sin lugar? 191
Patricia Pomatti
El Ego conquiro y la construcción del mito de la modernidad.
Aproximaciones a los estudios de la Comunidad 197
Juan Jesús Puyol
El concepto de “indecidibilidad” en Ludwig Wittgenstein y Ernesto
Laclau: de las ciencias formales a la teoría social. 202
Silvia Rivera
2
El perspectivismo amerindio y el problema de la inoperosidad 209
Ernesto Manuel Román
La crítica althusseriana al humanismo como representación
ideologizada de la vida del hombre 213
Esteban Gabriel Sánchez
Observaciones a las Investigaciones Filosóficas de Wittgenstein 218
Carlos Segovia
Razón objetiva y razón subjetiva: una genealogía horkeimeriana del
concepto de razón 222
Fernando Juan Turri y Alan Matías Florito Mutton
Entre resistencias y líneas de fuga. La confiscación de la voluntad 225
María Cristina Vilariño
ϑως: Un problema, una lejanía 229
Susana B. Violante
Populismo, otra forma de la razón 234
Ana Zagari
La negociación de significados: construcción de las ideas de
bondad y maldad en 400 jóvenes universitarios 240
Martín Gonzalo Zapico
Consideraciones para una antropología de la liberación. Aportes
desde la filosofía judeo-americana 248
Juan Matías Zielinski
Apéndice 253
Libro de resúmenes
3
Presentación de las Actas
4
Laclau que la vaguedad y la indeterminación no son defectos del populismo sino, en
muchos casos, inscripciones de la misma realidad social, y acerca del segundo
reproche afirma que toda estructura conceptual apela a recursos retóricos. El
populismo sería la vía regia para comprender algo relativo a la constitución ontológica
de lo político como tal. Y a la construcción de las identidades colectivas desde las
demandas, que siempre reclaman algo al orden establecido y que, por eso mismo son
reclamos de grupos que están afuera y adentro del mismo, en la frontera.
Podría afirmarse con suficiente certeza que la historia del siglo XX es la historia
de la técnica, más precisamente de los avances tecnológicos: los viajes en avión o en
naves espaciales, las telecomunicaciones, la biotecnología, la computación e Internet,
solo por nombrar algunos de los más llamativos. Frente a estos movimientos del
progreso todavía incipientes para su época, Walter Benjamin previó la “tempestad”,
“un cúmulo de ruinas” que subiría hasta el cielo.
En su Tesis sobre el concepto de historia Benjamin sostiene que “no existe un
documento de cultura que no sea a su vez un documento de barbarie. Y puesto que el
documento de cultura no es en sí inmune a la barbarie, no lo es tampoco el proceso de
la tradición, a través del cual se pasa de lo uno a lo otro.” En este sentido se impone
volver a pensar el modo en que cultura y barbarie recorrieron de la mano las
relaciones entre arte, tecnología y política durante todo el siglo XX.
5
Pocos años después, Adorno y Horkheimer plantean el divorcio entre el arte y
la cultura en tanto que “las obras de arte, como las directivas políticas son adaptadas
oportunamente por la industria cultural, inculcadas a precios reducidos a un público
reluctante”. El arte domesticado por los procesos de reproducción deja de ser
esencialmente arte para convertirse en una mercancía de la arrasante industria de la
cultura, mientras que las invenciones vanguardistas y sus técnicas de distanciamiento
y shock fueron absorbidas por la cultura de masas, desde el cine, la televisión, el
diseño, la publicidad y la arquitectura para estetizar la tecnología y el consumo. De
esta manera, el lugar de legitimación de la utopía liberadora bajo el socialismo se
neutralizó por una cultura de masas sostenida y mediada por industrias e instituciones.
Antropología hoy
6
Perfiles y subjetividad en el trabajo informacional
Introducción
7
artefactos teleinformáticas, contribuyendo de forma oblicua a la producción de
cuerpos y subjetividades.” (pag.23).
En este nuevo espacio se define desde otras perspectivas como ser trabajo
inmaterial el cual se caracteriza como una actividad productiva donde los trabajadores
añaden contenidos culturales e información sobre el ciclo de Producción. Puede
mantener algunas características similares a las definiciones clásicas de trabajo, pero
se agregan estos contenidos.1
También se hace referencia al conocimiento como otro atributo que debe tener
estos trabajadores. Este conocimiento produce un efecto sobre la sociedad y en
cada uno de los sujetos, y se define como “Proceso en virtud del cual la realidad se
refleja y reproduce en el pensamiento humano dicho proceso está condicionado por
las leyes del devenir social y se halla indisolublemente unido a la actividad práctica.”2
Otro autor Coriat (1997), de alguna manera coincide con lo expuesto y agrega:
Estamos ante un proceso en donde el trabajo directo(caracterizado por el trabajo
manual) va dando paso a la ampliación del trabajo indirecto y la ampliación del
indirecto aún puede interpretarse como un movimiento general que empuja a la
abstracción del trabajo, (pág. 183.)
8
Los servicios bancarios, las aseguradoras, los mercados bursátiles. Donde
cobra mayor implicancia es en la producción audiovisual, en la moda, en el desarrollo
de productos multimedia, en la publicidad, en producción televisiva y cinematográfica
y en los aspectos culturales donde el trabajo informacional también
denominado inmaterial se configura y presenta características de la economía pos-
industrial (Teixeira) Se incluye también los trabajos en actividades de investigación y
en la creación de software.
También hay que destacar, y según la autora citada en el párrafo anterior que
el trabajo informático, inmaterial no se presenta como un todo homogéneo sino que
hay niveles, entre el conocimiento que se aporta y la ejecución, en donde se observa
características de la etapa industrial. Ejemplos de estos tenemos los call-centers y el
teletrabajo en donde las tareas no son ejecutadas por los trabajadores más calificados
y en donde persisten relaciones tayloristas-fordistas.
Características socio-demográficas
Trabajo y subjetividad
9
Para de contestar esta pregunta se considera algunas posturas de autores
que han desarrollado esta relación de trabajo y subjetividad.
Estas modificaciones en el plano laboral hacen que el trabajo ocupe un lugar
fundamental en la vida de estos trabajadores. (Berardi, 2007:87), este autor lo explica
por algunas cuestiones como ser:
10
consumo, entonces podemos decir que el sujeto en la sociedad contemporánea se
objetiva como consumidor
A modo de conclusion
En este trabajo primero se hizo una referencia a los cambios acaecidos en los
últimos años del siglo XX, en donde emerge un nuevo paradigma de la tecnología y el
conocimiento.
A su vez trató de relacionar al trabajo denominado informacional, inmaterial
con la tecnología, sus perfiles laborales que mayoritariamente se ubican en el
sector servicios y el mercado laboral no es homogéneo.
Se lo considera intransferible por su alto contenido cognitivo y al compararlo
con el trabajador industrial se observa que este sí puede transferirse.
En relación a la construcción de la subjetividad se observa que el conocimiento
es la modalidad y que este produce nuevas subjetividades.
Como sostiene Vercellone el trabajo en la actualidad es complejo, abarca no
solo el tiempo que se emplea para su desarrollo sino también el tiempo social, el
trabajador deber ser flexible a los cambios.
Bibliografía
Antunes, Ricardo (2005) “Los sentidos del trabajo” Buenos Aires, Ediciones
Herramientas.
Berardi, Franco (2007), “Generación Post-Alfa: psicologías e imaginarios en el
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Castells Manuel (1995) “La ciudad informacional: Tecnologías de la información,
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Coriat, Benjamín. (2007) “El Taller y el Robot”, México, Siglo XXI Editores
Gajast, Natalia(2012, Agosto 15-16- y 17) “Una caracterización de los trabajadores
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2010”Asociación de economía para el desarrollo de la Argentina. El desafío del
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Sibilia, Paula (2009) “El hombre postorgánico” Buenos Aires Fondo de Cultura
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Teixeira, Tania Cristina Una Aproximación a las dimensiones del trabajo inmaterial y el
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www.asepelt.org/ficheros/File/Anales/
Vercellone, Carlo (2011) “Capitalismo cognitivo”, Buenos Aires Prometeo libros.
Zangaro Marcela “Subjetividad y trabajo: el management como dispositivo de
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vol. XV, Santiago del Estero Argentina. ISSN 1514-6871 (Caicyt-Conicet) Disponible
en:www.unse.edu.ar/trabajoysociedad
11
La representación del Pacifico en la literatura Occidental: Paraíso sexual,
navegantes, Melville y Darwin
Matías Amengual
Universidad del Salvador
Presentación
Tahití Nui
1
Mutación que Foucault indica que comienza en el siglo XV hasta el XVIII.
2
Isla de Pascua.
3
New Zealand.
4
Entre los cinco archipiélagos existen algunas diferencias culturales, también en sus
respectivos dialectos, pero todos los habitantes del país, y del centenar de islas del triángulo
polinesio, comparten un mismo origen cultural e idiomático.
5
Entre el siglo XI y XVI d.C.
12
consecuencias históricas y en una nueva etapa de conquista del hombre por el
hombre.
En 1513 pasada dos décadas después que Colón llega a América, Núñez de
Balboa con la asistencia de aborígenes panameños, avista el océano Pacífico y lo
llama “Mar del Sur”. En 1521 Magallanes arriba por primera vez a islas de Tahití Nui,
luego en 1568 Álvaro de Mendaña entre otros. Todas expediciones españolas
motivadas por necesidades estratégicas y también inspiradas por creencias en tierras
generosas y del Paraíso.
Esas expediciones españolas serían continuadas un tiempo después por
expediciones de las demás naciones europeas en plena competencia imperial, que a
su vez acrecentarán más una dimensión mítica con sus propios relatos.
En 1722, arriban los holandeses y el inglés Wallis en 1767. Al año siguiente, en
1768, el francés Boungainville llega también a Tahití y la reclama por primera vez para
Francia; la bautiza con el sugerente nombre de Nouvelle Cythère en honor a la diosa
del amor Afrodita, tal vez debido a la libertad sexual que experimentaron los tripulantes
con las tahitianas, agregando una cuota importante a la imagen de paraíso erótico, del
que también gozarían nuevamente los ingleses al año siguiente, en 1769 –ya con el
célebre capitán Cook al mando– y que habían ya gozado el año anterior con Wallis.
Bougainville, describe en su libro Viaje alrededor del mundo una particular visión:
«Las piraguas estaban repletas de mujeres que a juzgar por lo agraciado de su
aspecto, no resultan inferiores a la gran mayoría de las europeas. Incluso en virtud de
la belleza de su cuerpo, podrían rivalizar con todas ellas y llevarles la delantera. La
mayor parte de estas ninfas estaba desnuda» y luego de relatar los insinuantes gestos
de las tahitianas, aclara que los propios varones tahitianos –a los que califica de más
libres– eran los que les invitaban a elegir una para poder consumar en la playa;
entonces, el capitán francés interpela a su lector «¿cómo mantener trabajando a
cuatrocientos jóvenes marinos franceses que desde hace seis meses no han podido
ver una sola mujer?»
Realidad mítica erótica que terminaría por encarnarse catastróficamente en 1789
con el legendario motín del navío inglés Bounty, que debía extraer de Tahití algunos
ejemplares del uru o árbol del pan, árbol frutal muy generoso, que planeaban serviría
de alimento barato para los esclavos africanos y aborígenes en las colonias del
Caribe; misión que los marineros se negaron a completar después de haber
permanecido unos meses en Tahití, seducidos por placeres y un futuro más apacible,
que llevó al primer oficial y varios marineros a sublevarse contra el capitán, negándose
a abandonar el paraíso encontrado. Acontecimiento que conmocionó tanto, que inspiró
polémicas y varios títulos entre libros, y algunas películas ya en el siglo XX. Un drama
que se volvió nutriente para el tópico que representa un navío en medio del mar
amorfo, metáfora del Universo y trasfondo recurrente en la literatura sobre los Mares
del Sur.
Sobre lo ocurrido con el Bounty, en 1879 Julio Verne –que se destacaba por sus
ficciones– publica Los amotinados de la Bounty basada en los hechos reales
recogidos de las actas de juicio celebrado contra algunos amotinados capturados.
Pero quizá quién mejor haya plasmado la tensión entre el deseo y la ley, en ese
microcosmos que representa un navío, es el Billy Budd de Melville, publicado en 1889.
Melville en su juventud experimentó en carne propia las intrigas dentro de los
barcos y la vida en la Polinesia, y fue el primero de grandes escritores en escribir
sobre los Mares del Sur. Su primer libro, el relato autobiográfico Typee, publicado en
1846, fue un rotundo éxito que lo hizo muy famoso, y que sólo sería superado por la
aparición de Moby Dick.
Typpe narra la aventura de Melville junto a un amigo entre tribus del archipiélago
Las Marquesas, cuando a sus veintidós años, decide desertar del barco pesquero para
el que trabajaba, adentrándose en una isla donde convive con supuestos caníbales.
Melville logra amortiguar todo el carácter delictivo de su aventura justificando las
profundas razones que lo llevaron a desconocer el orden. Además de las injusticias
13
perpetradas por sus superiores, otro poderoso motivo que lo llevó a fugarse, eran las
ninfas nadadoras. Al igual que el capitán Bougainville es sorprendido por una
inesperada visión cuando los nativos de la isla Nuku Hiva, que habían salido a
recibirlos en sus canoas, le señalan un extraño tumulto en el agua; Melville escribe:
«Al principio creí que era ocasionado por un banco de peces que jugueteaba en la
superficie, pero nuestros salvajes amigos nos aseguraron que era un grupo de
juijenis6, que procedente de la costa a nado, venían a darnos la bienvenida.»
exactamente igual que Bougainville, inquiere «¿Cómo evadir tamaña tentación?»7
Es Voyage autour du monde de Bougainville, publicado en 1771, tres años
después de haber estado en Tahití, el relato de influencia capital sobre el imaginario
popular –y sobe todo en la intelectualidad francesa–, y un precedente real para la
literatura de aventura en ultramar que el siguiente siglo alcanzaría su cúspide en
Melville, London, Stevenson y Conrad.
El capitán Bougainville describe Tahití creyendo que la descubrió, ignorando que
el año anterior había sido ya alcanzada por el inglés Wallis. Su descripción sobre el
paradis polynésien es el gran responsable de excitar a los franceses «me creía
transportado en el jardín del Edén» escribe alucinado, y retrata a los tahitianos como
personas felices e inocentes «en todo lugar veíamos reinar la hospitalidad, el respeto,
una dulce alegría y todas las apariencias de la felicidad». También Cook se había
expresado en forma semejante «No creo que haya bajo el sol pueblos más felices ni
que tengan motivos de serlo que las gentes que habitan estas islas».8
El libro de Bougainville tuvo gran éxito y se podía tomar como indicios sobre la
tesis del “Buen Salvaje” que sostenía que el hombre en estado natural es bueno, o
bueno por naturaleza antes de ser corrompido por la sociedad. Tesis que tenía su
mayor exponente en Rousseau, que polemizaba con la precedente afirmación de malo
por naturaleza de Hobbes. Controversia, que ya había comenzado mucho tiempo
antes, en el siglo XVI con Montaigne, en su ensayo Des cannibales9, cuando las
noticias que llegaban de los aborígenes americanos aún eran frescas y contradictorias.
Montaigne, junto a Fray Bartolomé de las Casas, debido al contacto con los
aborígenes americanos, inician una nueva etapa humanista hacia fines del
Renacimiento y durante gran parte del periodo de la Ilustración, en lo que Agamben
denomina la maquina genealógica que sucesivamente define y redefine la concepción
de naturaleza humana, y en esa reconfiguración, también el lugar que ocupa la razón y
el derecho; reconfiguraciones en esta etapa del humanismo en tránsito entre los
términos salvaje malo/ civilizado bueno, salvaje bueno/ civilizado malo.
El relato de Bougainville acabaría por causar una replica por parte de Diderot,
titulada Supplément au voyage de Bougainville, donde a través de diálogos reformula
la idea del buen salvaje, y considera que los «vicios y virtudes están contenidos por
igual en la naturaleza» pero manteniendo la idea que los tahitianos persistían más
consustanciados con la bondad o una mejor legislación por su cercanía al orden
natural.
Diderot hace en el Supplément una zoología del hombre rescatando aquello que
lo emparienta en comportamiento con los animales, con el fin de postular los
6
Jóvenes muchachas.
7
Si el lector cree que Melville ha finalizado, lejos de eso, la escalada continua hasta el
estremecimiento cuando llegada la noche, las juijenis brindan su tradicional danza: «estas
mujeres sienten pasión por la danza y la gracia y el espíritu salvaje del estilo sobrepasan todo
lo bello experimentado por mi hasta entonces.», y finalmente «No se interpuso la más tenue
barrera entre las profanas pasiones de la tripulación y el ilimitado placer de ellas.»
8
Esta aparente felicidad total, la refleja también o el naturalista Joseph Banks a bordo
del navío Endeavour capitaneado por Cook, al referirse «Así es como viven estas gentes, a
punto he estado de decir felices»
9
Montaigne en Des cannibales mide a los aborígenes americanos que devoran a sus
enemigos vecinos con los europeos que se permiten proceder en forma similar o peor, contra
gran parte de la humanidad en nombre de valores absolutos.
14
beneficios de una moral con fundamentos naturales.10 En su texto, Diderot pone a
afirmar a uno de sus personajes –el tahitiano Orou– que la condición de lo bueno
verdadero está en tanto se apega al orden natural «de las cosas y las acciones», en la
que los tahitianos afortunadamente permanecían mientras los europeos se
complicaban en su artificialidad11, por lo tanto la barbarie de los tahitianos era «menos
viciosa» que la europea pero no menos exenta de algunos males.
Desde Montaigne, que había sido testigo de la salvaje matanza entre católicos y
protestantes en la Francia del siglo XVI, se abre esa nueva perspectiva donde a través
del otro salvaje se aborda al mismo civilizado para poder medirlos y reconocer la
propia barbarie. Pero en realidad es la concepción de la Naturaleza, un trasfondo
crucial que atraviesa todo el proceso; porque la identidad de lo natural es lo que
sostiene las posibles concepciones de la identidad humana. De manera que así se
verifica también la legitimidad o ilegitimidad de lo considerado; por ejemplo con Diderot
el fenómeno del matrimonio, en tanto está excluido de la esfera de lo natural o
consustanciado en algún grado de participación. Mecanismo de sucesivas
redefiniciones del que surgirán o modificarán categorías y axiomas que serán
basamento para las nacientes ciencias modernas y las leyes de la sociedad industrial.
12
10
« ¡Qué breve sería el código de las naciones si se conformara rigurosamente al de la
naturaleza!». De esta manera Diderot expresa la pretensión de un código moral deducido del
código natural.
11
Montaigne mucho tiempo antes ya se había expresado en Des cannibales sobre la
dimensión artificial europea «Tan salvajes son como los frutos a los que e llamamos salvajes
por haberlos producido la naturaleza por sí misma, y en su normal evolución: cuando en
verdad, mejor haríamos en llamar salvajes a los que hemos alterado con nuestras artes,
desviándolos del orden común».
12
En estos ejercicios de medirse, se ha hecho coincidir el nacimiento de la
antropología: Boas.
13
«Los años trascurren para los tahitianos en una desidia absoluta y un sueño
perpetuo, y estos grandes niños no sospechan que en nuestra bella Europa tantas pobres
gentes se agotan para ganar el pan del día».
15
por someter. Los siguientes títulos de Loti, serán todos ambientados con ese exotismo
peculiar, en diversos y distantes rincones como Islandia, Japón, Turquía, etc.
Conclusiones
14
Ciudad de posmuertos en el Gilgamesh y el Hades griego.
16
Vigencia de una lectura de lo político entre la historia y la razón, “Poder y
representación” de Ernesto Laclau, a 20 años
1
E. Laclau, “Deconstrucción, Pragmatismo, Hegemonía”, en AGORA, Cuaderno de Estudios
Políticos, Año 3, Número 6, Argentina: 63-90, 1997: 64 (DPH).
17
sentido, un descentramiento de la sociedad… Lo que hace posible lo político –la
contingencia de los actos de institución- es también lo que lo hace imposible, ya que,
en última instancia, ningún acto de institución es completamente realizable”2.
2
Ibid.
3
DPH: 65.
4
E. Laclau (1994) “Poder y Representación” en SOCIEDAD, Facultad de Ciencias Sociales,
Universidad de Buenos Aires, Número 4, Buenos Aires: 5-23 (PyR).
18
“Entonces sus ambigüedades internas, la indecidibilidad entre los varios
movimientos que son posibles en su interior, transforman a la relación de
representación en el campo de batalla hegemónica entre una multiplicidad de
decisiones posibles. Esto no quiere decir que en cualquier momento todo lo que es
lógicamente posible se vuelva, automáticamente, una posibilidad política real” (DPH:
67).
La deconstrucción como intervención opera en clave que desenlaza los nudos
entre límites históricos y lógicos y reinscribe los casos que aparecían como desviados
en la estructura lógica de la representación.
Para Laclau las consecuencias para la teoría y para la acción política de una
serie de acontecimientos como la muerte de los grandes relatos, la deslimitación del
espacio público y la indecidibilidad, generan una amenaza que se cierne sobre la
significación de la acción colectiva y la fuerza de lo político. Por ello es importante
detener el análisis en algunas premisas del enfoque moderno de la política.
a-En la modernidad hay una convicción generalizada de que la acción política
tiene lugar en los cimientos de lo social y de que la política tiene medios para producir
una transformación radical de lo social.
b-Sobre lo anterior se yergue un marco de referencia a fin de comprender una
intervención política de ese tipo y ese marco es la totalidad social y las conexiones
causales que se puedan desprender de ella, de Maquiavelo a Hobbes.
c-Si hay un cimiento de lo social que se admite como condición de
inteligibilidad de la sociedad, ésta sólo se puede concebir como una serie ordenada de
efectos. Aquí aparece la representabilidad y tiene que ser trasladada al agente de la
transformación histórica.
d-La totalidad, tal como aparece en Hegel y en Marx, no tiene reflejo especular
de su propia representación y por tanto para Laclau, es incompleta y no una efectiva
totalidad. Sólo la conciliación entre ser y conocer puede anular la distancia entre
racional y real. La representación aquí es una instancia en el proceso autoconstitutivo
de la totalidad y a ésta se accede aboliendo la diferencia entre acción y representación
por parte de un actor ilimitado como la clase universal.
Hasta aquí entonces, el núcleo de la concepción moderna de la historia y la
sociedad, como un doble movimiento del cimiento al sujeto por la clase universal y del
sujeto al cimiento por la abolición de las limitaciones externas.
e-Estas características convergen en una quinta, que es el verdadero horizonte
del enfoque moderno de la política, el poder pasa a ser apariencia una vez que el
fundamento de la política se hace visible.
19
todo significado para la sociedad íntegra. O que cuando cuestionan la universalidad de
los agentes de transformación histórica proponen que todas las intervenciones
históricas son limitadas. O que cuando ponen de manifiesto la opacidad del proceso
de representación niegan la posibilidad de toda representación. “Sostener que algo
carece de significado es afirmar la concepción clásica de significado con el solo
añadido de que éste se halla ausente”5
Estos procedimientos implican movimientos de pensamiento que permanecen
en la red moderna y sólo invierten sus principios básicos. La estrategia alternativa a
esta nuda inversión es la deconstrucción (a la que nos referimos antes), pero la
deconstrucción aplicada al mismo terreno que posibilita la polarización modernidad-
postmodernidad.
Y este procedimiento deconstructivo apunta a poner en evidencia tres puntos
referidos a la modernidad: la modernidad es el resultado sedimentado de
articulaciones contingentes y no un bloque unitario, la nueva actitud ante la
modernidad de carácter contingente es de reformulación de su temática y no de
ruptura, y lejos de reaccionar ante ella con el abandono de sus principios básicos se
trata de hegemonizar sus principios a partir de una perspectiva diferente.
Luego de desarrollar el problema de la hegemonía como articulaciones
contingentes y de la indecibilidad radical, Laclau aborda el tema de las condiciones de
visibilidad de la contingencia de la estructura (por la falta de contenidos específicos
previamente determinados).
Finalmente retoma el problema de la representación estableciendo que las
críticas a la representación en la teoría democrática, por los inconvenientes que
plantea para la rendición de cuentas, son críticas infundadas o inconsistentes. Y ello
en la medida de que ver el peligro sólo en la posibilidad de que el representante (un
diputado, por ejemplo) traicione la voluntad de su electorado es una concepción
unilateral. Si en la identidad del representado hay una brecha que requiere del proceso
de representación para ser llenada, no significa que la reducción de ámbitos sociales
con mecanismos de representación se oriente a sociedades más democráticas. El
tema es más complejo: por un lado, las identidades en las sociedades de hoy, son
cada vez más difíciles de remitir a un nivel único en el cual pudiera constituirse la
identidad básica del agente social; los agentes se vuelven “sí mismos múltiples” de
identidades inestables. Por otro lado, proliferan los espacios donde se adoptan
decisiones que pueden afectar sus vidas. Por lo anterior, la necesidad de “completar la
brecha” deviene un terreno básico o primario en lugar de ser un suplemento en la
constitución de identidad de un agente.
5
Ibid: 8.
20
c-Si no se admite un cimiento racional de lo social, la representabilidad total es
imposible.
d- Del doble movimiento del cimiento al sujeto por la clase universal y del sujeto
al cimiento por la abolición de las limitaciones externas queda poco. Si la contingencia
radical ocupa el terreno del cimiento, todo significado social es una construcción
social, nunca el reflejo intelectual de los que son las cosas en sí.
e-En este mix de interpretaciones, el poder no es aparente, pasa a ser
constitutivo de la objetividad social.
21
Tensión política en H. Arendt: entre el poder y la imaginación
Catalina Barrio
Uniersidad Nacional de Mar del Plata - CONICET
I)
22
modelo tradicional asociado con una idea de normalidad cuando entiende que la gloria
de Atenas consistía en haber dejado tras de sí, los actos malos o buenos. El
significado específico de cada acto, depende del poder de la palabra y de la
comprensión de ruptura de la palabra tradicional en donde se comprende lo correcto o
incorrecto de cada acto o acción política. El poder se ubica aquí: en la referencia a las
estructuras históricas que definieron su concepto de tal o cual modo. En este sentido,
el poder el discurso instituido ( Stiftung).
II)
23
visibiliza las formas de dominación y del ser dominado, del uso de la violencia y de la
fuerza. Compartir este horizonte experiencial del que habla la autora, funda un vínculo
del sujeto con el mundo creando comunidad e identidad. Estas experiencias
compartidas se concretan en proyectos que, mediante la imaginación, posibilitan la
idea de fundar un sentido nuevo de lo político. Así, la imaginación no es tanto una
expresión de deseo como un condicionamiento experiencial que posiciona,
obligadamente en un lugar, al sujeto de la acción política: ¿ no es ésta una forma de
obediencia?.
III) Conclusión
Bibliografía
Arendt, Hannah (1958), The Human Condition, Chicago: The University of Chicado
Press.
24
--------------------- (1978), The life of the mind, New York: Hancourt. (edición en un sólo
volumen)
--------------------- (1982), Lectures on Kant´s Political Philosophy, Preface by Ronald
Biner, Chicago: The University of Chicago Press.
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Broncano, Fernando (2009), La melancolía del Siborg, Barcelona: Herder.
Makkreel, Rudolf A. (1990), Imagination and interpretation in Kant: The Hermeneutical
Import of the Critique of Judgment, Chicago and London: The Uniersity of
Chicago Press.
25
Una lectura de los dualismos Hombre/Animal - Cultura/Naturaleza en
clave feminista
V. Lorena Battaglino
Universidad Nacional de Mar del Plata
26
Plumwood,4 es parte del conjunto de dualismos interrelacionados mente/cuerpo,
razón/naturaleza, razón/emoción, masculino/femenino. Esta bipolarización funciona
como mecanismo jerarquizador que enfatiza las diferencias, negando o minimizando
la existencia de rasgos compartidos y rechazando la continuidad. Por otro lado la
bipolarización de los sexos con su extrema diferenciación de roles, identidad sexuada
y estatus ha estado conectada durante siglos con la oposición Cultura/Naturaleza; y en
la tradición filosófica occidental la categoría de naturaleza está ligada históricamente a
la de lo femenino.5
Desde esta perspectiva la identificación Mujer - Naturaleza forma parte de los
discursos de legitimación patriarcal. Esta “naturalización” ha sido el modo utilizado
para justificar la subordinación del colectivo femenino. Los significados y el bajo
estatus que se le ha conferido a la Naturaleza y a la Mujer en la constitución de la
racionalidad occidental son prueba de esta función legitimadora del dominio. Uno de
los aportes más relevantes de las teorías feministas del siglo XX ha sido justamente un
mejor conocimiento de los mecanismos de dominación implícitos en la tradicional
identificación de la Mujer con Naturaleza y la sexualidad. La designación de las
mujeres como Naturaleza se ha manifestado y se sigue manifestando en un lenguaje
insultante que asimila “la mujer” a “la hembra”, reduciéndola así a sus funciones
reproductoras y sexuales. Puleo señala que desde el feminismo se ha denunciado
este mecanismo patriarcal, pero en general se ha hecho sin advertir que esa
manifestación de sexismo se apoya a su vez en un fuerte especismo, es decir, en un
fuerte prejuicio de especie por ese Otro diferente que es concebido como inferior y
objeto de legítima posesión y desprecio, como un Otro no humano subalterno. El
ecofeminismo advierte este doble juego, afirmando que es necesario resistir a la
identificación de mujeres y animales, y denunciando ambos tipos de relaciones de
poder.
En el feminismo, como también en la ecología, la noción de Naturaleza ocupa un
lugar relevante de la reflexión y de la praxis. Pero “Naturaleza” no es un concepto
meramente descriptivo, sino político, la mirada sobre la Naturaleza tiene género. El
ecofeminismo denuncia que el discurso filosófico hegemónico ha designado la parte
inferior de la oposición Cultura/Naturaleza o Humanidad/Naturaleza, aludiendo a
aquello que no tiene su finalidad en sí mismo, y por lo tanto carece de dignidad, lo que
es medio para un fin que le es externo, lo que está sujeto al devenir cíclico, lo que
carece de historia y de progreso, lo que puede ser apropiado por el hombre racional.
En este marco la propuesta del ecofeminismo crítico apunta fundamentalmente a
repensar estas oposiciones binarias poniendo en jaque el abismo ontológico entre
humanos y no humanos, afirmando la continuidad de la Naturaleza desde el
conocimiento evolucionista, señalando la necesidad de una reconceptualización de lo
humano que se haga cargo de la responsabilidad moral que conlleva el nuevo poder
tecnológico de la especie, y promoviendo la necesidad de una ética antropocéntrica
moderada o débil que no desprecie la actitud empática y compasiva hacia el resto de
los seres vivos. De acuerdo a las palabras de Puleo “una cultura ecológica de la
igualdad no androcéntrica ni exageradamente antropocéntrica debe acompañar el
cambio hacia otro mundo posible”.6
4
Filósofa australiana representante del ecofeminismo que se inscribe en una perspectiva
socialista, multiculturalista y postmoderna.
5
Alicia Puleo (2011), pp. 366-369.
6
Alicia Puleo (2011), p. 25.
27
notablemente con el ecofeminismo crítico, acercándose a la posibilidad de desarrollar
una ecojusticia y una ecoética. Nussbaum propone un enfoque filosófico, denominado
“enfoque de las capacidades” que se basa en una visión universalista de las
capacidades centrales que deben ser garantizadas para alcanzar una vida digna.7
Al elaborar su propuesta la autora pone especial énfasis en subsanar uno de los
defectos de las teorías contractualistas señalando la necesidad de extender las
cuestiones de justicia a los animales no humanos. Nussbaum realiza una fuerte crítica
a los teóricos del contrato social basada en la idea de que estas miradas confunden la
cuestión de quién diseña los principios de justicia con la cuestión de para quién se
diseñan esos principios, reforzando la identificación del animal como un Otro
subalterno. Los animales no pueden ser, por lo tanto, sujetos primarios de justicia
porque no pueden formular contratos. Sin embargo nuestras decisiones afectan
diariamente a las vidas de las especies no humanas, y a menudo les causan grandes
sufrimientos, y esto constituye un verdadero problema de justicia.
En su versión normativa del enfoque de las capacidades confluyen su propuesta
feminista y su proyecto de extender las cuestiones de justicia hacia el ámbito animal.
Su objetivo es similar al del ecofeminismo: la sostenibilidad humana, social y
ecológica, que implica la equidad y una calidad de vida aceptable, entendiendo que el
desarrollo humano no es posible sin el cuidado de la vida. De acuerdo a las palabras
de la autora este marco teórico proporciona una buena base para abordar los
problemas de las mujeres especialmente en los países en vías de desarrollo y para la
edificación de una teoría de la justicia y de los derechos para los animales en general
(humanos y no humanos). Desde esta perspectiva sienta las bases de una concepción
de la justicia más acorde con la fragilidad humana, con la sociedad global y con el
lugar que ocupamos los seres humanos en el mundo natural.
Haciendo uso de la herramienta sociológica Nussbaum pone la mirada en historias
de vida concretas de mujeres8 y denuncia la supervivencia de mecanismos que las
consideran no como fines en sí mismos sino como un instrumento de las necesidades
de los otros, como meras cuidadoras, reproductoras, madres nutricias; en lugar de ser
reconocidas como una fuente de capacidad para elegir y perseguir metas y como una
fuente de dignidad en sí misma. Esta misma lógica se extiende al ámbito natural,
legitimando el sometimiento y la explotación. Ante este panorama la autora propone
una extensión del principio de cada persona como un fin en sí mismo al ámbito del
mundo natural, sosteniendo que las capacidades de todas las criaturas sensibles
cuentan como fines en sí mismos.
Justamente la cuestión “olvidada” en los enfoques que no incluyen a los animales
no humanos es la noción del animal en sí como agente y como sujeto, como criatura a
la que se debe algo, como criatura que es un fin en sí mismo. El enfoque de
Nussbaum considera a los animales como agentes que buscan una existencia
floreciente (no como meros receptáculos de placer o dolor), y en esta concepción la
autora encuentra una de sus mayores ventajas. La pensadora sostiene que la
presencia en un ente de cualquier tipo de capacidad de acción (agencia) o de
conación, acompañadas de su condición de ser sensible, hace que sean pertinentes
las cuestiones relacionadas con la justicia y que resulte apropiado considerar al ser en
cuestión como objeto de una teoría política de la justicia, sea o no capaz de entender o
valorar dicha teoría. Esta diferencia en la concepción básica de dónde y para quién
resulta apropiada la justicia lleva a la autora a sostener que los animales no humanos
7
Las capacidades son la respuesta a la pregunta ¿qué es capaz de ser y hacer una persona?
La lista completa de capacidades centrales es la siguiente: 1) Vida; 2) Salud física; 3)
Integridad física; 4) Sentidos, imaginación, pensamiento; 5)Emociones; 6) Razón práctica; 7)
Afiliación; 8) Otras especies; 9) Juego; 10) Control sobre el propio entorno político y material.
Martha Nussbaum (2012a), pp. 53-54.
8
El foco de las consideraciones de Nussbaum es la situación de las mujeres en la India, por
ser una nación en la que las mujeres padecen grandes desigualdades, a pesar su prometedora
tradición constitucional.
28
son sujetos de justicia y poseedores de una dignidad (vinculada a la forma de agencia
característica de su especie) que es merecedora del respeto y apoyo de las leyes y las
instituciones.
Como vemos, la propuesta de Nussbaum implica una serie cambios de rumbo y
modificaciones necesarias en el ámbito de las teorías de la justicia y de la medición de
la calidad de vida. La extensión de su enfoque al mundo natural demanda una
ampliación de la noción de dignidad, puesto que no sólo se trata de alcanzar vidas que
estén a la altura de la dignidad humana, sino también de vidas que estén a la altura de
la dignidad de una amplia diversidad de criaturas sensibles. La noción central en esta
perspectiva es que cada tipo de animal tiene una dignidad propia, y la obligación de
respetar esa dignidad no es ningún derivado de los deberes que tengamos para con
nosotros mismos. En este sentido Nussbaum señala que la principal conclusión de su
enfoque es que todos los animales tienen derecho a un mínimo nivel umbral de
oportunidades para vivir una vida característica de su especie. La autora considera
que, aunque hoy no sea posible, con el tiempo será viable pensar en un consenso
entrecruzado en torno a la visión de que las capacidades animales importan por sí
mismas.
Bibliografía
29
Nussbaum, M. (2012b), Las fronteras de la justicia. Consideraciones sobre la
exclusión, Barcelona, Paidós.
Plumwood, V. (1996), “Naturaleza, yo y género: feminismo, filosofía del
medioambiente y crítica del racionalismo”, Mora Revista del área Interdisciplinaria
de Estudios de la Mujer, Nº 2, pp. 35-59.
Puleo, A. (2011), Ecofeminismo. Para otro mundo posible, Valencia, Ediciones
Cátedra.
Puleo, A. (2008), “Libertad, igualdad, sostenibilidad. Por un ecofeminismo ilustrado”,
en Isegoría. Revista de Filosofía Moral y Política, Nº 38, pp. 39-59.
30
La lógica de la equivalencia vs la lógica de la autonomía: otro modo de
referirse a la dicotomía universal/particular en Mouffe y Laclau.
Paula Bedin
Universidad Nacional de Mar del Plata
Introducción
1
“Aunque el embate poshegeliano del ensayo [i.e., Hegemonía y estrategia socialista] se dirige
principalmente a todas las formas de cierre integral o totalidad suturada, el remedio o antídoto
que propone no es la fragmentación azarosa. Si bien los autores critican la pretensión de los
principios o discursos universales, no se limitan a optar por el particularismo –hecho que sólo
implicaría una nueva clase de cierre o un esencialismo ‘monádico’”. Dallmayr, Fred, “Laclau y la
Hegemonía. Algunas advertencias (pos)hegelianas”, en: Critchley, Simon y Marchart, Oliver (comps.),
Laclau. Aproximaciones críticas a su obra, trad. Teresa Arijón, Buenos Aires: Fondo de Cultura
Económica, 2008, Cap. 2, p. 68.
2
Véase: Laclau, Ernesto, “¿Por qué los significantes vacíos son importantes para la política?”,
en: Laclau, Ernesto, Emancipación y Diferencia, Buenos Aires: Ariel, 1996, p. 71.
31
totalidad de todas las diferencias. Sólo puede existir algo exterior a la totalidad si ésta
excluye de sí una de las diferencias que contiene.3
A partir de esta exclusión se produce una equivalencia: ahora todas las
diferencias son equivalentes entre sí en su común rechazo de lo excluido y, gracias a
ello, puede constituirse algo así como una totalidad. Toda identidad, por lo tanto, está
construida en la tensión entre la “lógica de la equivalencia” y la “lógica de la
diferencia”.
La totalidad no es más que esta tensión y, por ende, es el lugar de una plenitud
inalcanzable. Es una totalidad fallida, un objeto imposible puesto que porque la tensión
entre equivalencia y diferencia es inerradicable. Al mismo tiempo de ser imposible es
necesario porque sin algún tipo de cierre, aunque sea precario, no habría ninguna
significación ni identidad.5 La operación que realiza aquí la equivalencia es subvertir el
carácter diferenciar de los término. Eso no quiere decir que los torna iguales sino sólo
estableció cierta equivalencia en términos hasta entonces diferenciales.6 Esa
articulación es decisiva para la hegemonía puesto que una diferencia, sin dejar de ser
particular, puede asumir la representación de la totalidad inconmensurable.
En este sentido, la universalidad específica inherente a la hegemonía será
aquella que emerja de la dialéctica que se establece entre la “lógica de la diferencia” y
“la lógica de la equivalencia”. Dentro de los discursos que componen el tejido social los
agentes sociales ocupan posiciones diferenciales y es por ello que éstos son
particularidades. Existen también antagonismo sociales que crean fronteras internas a
la sociedad y que producen que los agentes particulares, en contra de la opresión,
construyan cadenas de equivalencia entre sus demandas.
Esta cadena de equivalencias necesita que una de las particularidades asuma
la representación de la totalidad de esa cadena dividiendo su cuerpo. Es decir, esa
particularidad sin dejar de serlo, trasforma su cuerpo en el proceso de representar a la
universalidad de la cadena de equivalencias que la trasciende. Los autores
presentarán la noción de punto de capiton o significante amo, utilizando como
herramienta conceptos que tomarán de la teoría lacaniana, que implican esta idea de
3
Aquí puede observarse la impronta derrideana: “[El exterior constitutivo es] un ‘exterior’ que
bloquea la identidad del ‘interior’ (y que es a la vez, sin embargo, la condición de su
constitución”; y, con respecto a Derrida (Ibid., p.49): “Derrida ha mostrado cómo una identidad
se constituye siempre sobre la base de excluir algo y de establecer una violenta jerarquía entre
los dos polos resultantes –forma/materia, esencia/accidente, blanco/negro, hombre/mujer, etc.”.
Véase: Laclau, Ernesto, Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo, trad.
Ernesto Laclau, Buenos Aires: Nueva Visión, 1993, p. 34.
4
Laclau, Mouffe, op. cit., p. 174.
5
Este reconocimiento de la imposibilidad pero también, no obstante, de la necesidad de lo
universal pleno es el principal rasgo de la teoría de Laclau que la acerca a una posición
“posfundacionalista”, en términos de Oliver Marchart: “[Laclau y Mouffe] no proponen una teoría
antifundacionalista sino una posfundacionalista, pues la dimensión del fundamento no
desaparece sin dejar huellas, sino que más bien, a través de su ausencia misma, opera como
un fundamento ‘negativo’ que continúa presente…”. Marchart, op. cit. p.p. 182-183.
6
Laclau, Mouffe, op. cit., p. 171.
32
que un elemento particular pueda asumir una función universal “estructurante” sin que
este elemento particular por sí mismo predetermine esa función universal.7
“Esta relación, por la que cierta particularidad asume la representación de una
universalidad enteramente inconmensurable con la particularidad en cuestión, es lo
que llamamos una relación hegemónica.”8 A partir de esta relación se afirma que la
universalidad siempre será una universalidad contaminada puesto que no puede
escapar de la tensión irresoluble entre universalidad/particularidad. Asimismo, su
función de universalidad hegemónica no está adquirida definitivamente sino que es
reversible.9
Intentando clarificar lo dicho hasta aquí en relación a la
universalidad/particularidad y los movimientos sociales. Laclau y Mouffe sostendrán
que la construcción de una hegemonía vinculada con una democracia radical será a
través de una relación específica entre la “lógica de la diferencia” y la “lógica de la
equivalencia”. Los movimientos sociales serían identidades particulares con demandas
diferenciales que serán articuladas en una cadena de equivalencias, equivalencias que
podrán establecer una articulación entre demandas diferentes al volverlas no idénticas
sino equivalentes. En este caso, la universalización se produce cuando una de esas
particularidades de modo contingente puede elevar los reclamos particulares a una
categoría universal sin dejar de ser particular, es decir, sin totalizar la hegemonía. Para
ello se necesitará que ese espacio de la universalidad se encuentre vacío y pueda ser
totalizado contingentemente por cierta particularidad.
El antagonismo en esta construcción hegemónica pensada como una
universalidad política juega un papel fundamental. Para comprender como funciona el
antagonismo será necesario primero presentar de qué modo se relaciona con la
identidad. En este sentido, las identidades de los particulares han sido producidas,
como ya se ha dicho, a través de la diferencia que a menudo se establece sobre la
base de una jerarquización, como por ejemplo hombre/mujer. Así la identidad no sólo
se construye como diferencia sino de un modo relacional,10 en tanto existe otro exterior
desde el cual construyo mi identidad. Ahora bien, en el campo de las identidades
colectivas se trata de la creación de un “nosotros” que existe a partir de que
delimitamos un “ellos”. No toda relación entre ambos términos es de oposición, pero se
debe admitir que la construcción de un nosotros/ellos se establece, por lo general,
cuando un “ellos” cuestionan la identidad de un “nosotros”,11 cuando el “Otro” impide la
construcción de uno mismo.12 Esta distinción entre amigo/enemigo para Mouffe y
Laclau es una de las expresiones de un antagonismo que piensan como constitutivo
de lo político.
En este sentido, el antagonismo es el que posibilita la hegemonía puesto que
puede existir un sistema de identidades relacionales, un sistema logrado de
diferencias, pero sin antagonismo no habría qué hegemonizar allí. Para hablar de
hegemonía es necesario que “la articulación se verifique a través de un enfrentamiento
con prácticas articulatorias antagónicas.”13 En ese sentido, las condiciones para una
articulación hegemónica serán la existencia de fuerzas antagónicas y la inestabilidad
de los límites que las separan.14
La lógica de la autonomía.
7
Ibid., p.p. 11-12.
8
Ibid., p. 13.
9
Ibid., p. 14.
10
Ibid., p. 144.
11
Mouffe, Chantal, En torno a lo político, Buenos Aires: FCE, 2007, p.p. 22-23.
12
Laclau, Mouffe, op. cit., p. 168.
13
Ibid., p. 154.
14
Ibid., p. 179.
33
Ahora bien, ambos autores introducen una tercera lógica en su libro a la que
denominan “lógica de la autonomía.” Hablaran de esta lógica a partir de la
caracterización del contexto actual en el cual la emergencia de sujetos políticos
plurales obliga a dejar atrás una concepción esencialista y unificada del sujeto.
Asimismo, obliga a pensar de qué modo serán tratadas, por parte de una cadena de
equivalencia establecida, esa pluralidad de identidades sociales que emergen una vez
que la cadena ya fue establecida. En primer lugar, se planteará la incompatibilidad
entre efectos equivalenciales y autonomía. A partir de esta incompatibilidad y sabiendo
ya que el antagonismo se da entre dos términos, nosotros/ellos, pero al mismo tiempo
que existe una pluralidad social que desborda ese espacio, es que debe hegemonizar
elementos externos y así sostener los dos polos del antagonismo. En ese sentido,
afianzar las luchas democráticas implica una expansión de la cadena de equivalencias
para que incluya otras luchas. En este sentido:
15
Ibid., p. 228.
16
Ibid., p. 229.
17
Véase: Laclau, Ernesto, “Consideraciones sobre el populismo latinoamericano”, vol.23,
no.62, 2006. LACLAU, Ernesto, “La deriva populista y la centroizquierda latinoamericana”, en:
Revista de la CEPAL, N° 89, 2006, Santiago de Chile, p. 59.
34
Desde mi punto de vista, y a modo de conclusión, sostengo que esta
caracterización de la “lógica de la autonomía” presenta una concepción polarizada de
los movimientos sociales que no sólo invisibiliza las relaciones conflictivas y de
subordinación entre estos sino también el carácter universal que entiendo poseen los
movimientos sociales, aunque no están dispuestos a sacrificar su autonomía para
formar parte de la cadena de equivalencias. De este modo, el problema no es
únicamente la subordinación entre los movimientos que se encuentran articulados en
la cadena de equivalencia sino también de los “expulsados” del campo de lo político
por no poseer reclamos posibles de ser universalizados. Siguiendo una lectura
butleriana de los movimientos sociales,18 entiendo que los “expulsados” del campo de
la política por la teoría de Laclau poseen nociones de universalidad en competencia y
pueden construir en conjunto con otros movimientos agendas radicales sin que
necesariamente existan vínculos verticales entre éstos. En este sentido, y para
finalizar, afirmaré que el modo de caracterizar los movimientos sociales desde las
distintas lógicas presentadas por Laclau y Mouffe repite la dicotomía
universal/particular que cierto marxismo ortodoxo formulaba en desmedro de los
movimientos que caracterizaban como únicamente fundados en reclamos particulares
basados en el reconocimiento.19
18
Vease: Bedin, Paula, “Judith Butler: Sujeto, hegemonía y movimientos sociales.” AGORA
Philosophica. Revista Marplatense de Filosofía., ISSN: 1515-3142, 2010, Vol. XI, N 21-22. También
disponible en: http://www.agoraphilosophica.com/Agora21-22/agora21-22-bedin.pdf
19
Véase: Fraser, Nancy, Iustitua Interrupta. Reflexiones críticas desde la posición
postsocialista, trad. Magdalena Holguín e Isabel Cristina Jaramillo, Bogotá: Siglo del Hombre
editores, 1997. Butler, Judith, El marxismo y lo meramente cultural, publicado en: New Left
Review N° 2 Mayo-Junio, 2000. 109-121. Disponible en:
http://www.herramienta.com.ar/cuerpos-y-sexualidades/el-marxismo-y-lo-meramente-cultural
(15/8/2014).
35
Agresión y control social en los animales y en el hombre
Juan Brando
Universidad Nacional de Mar del Plata
1
Callan, H., Etología y sociedad, p. 134.
36
el uno del otro, aún cuando un burdo trabajo experimental pueda separarlos para sus
fines” 2 (Esto parece implicar que la mera separación entre “agresión” y “control” es
algo demasiado esquemático. ¿Habría que llamar al conjunto como un mecanismo de
“agresión-control”?) En esa línea “la idea de una tendencia a luchar, que
constantemente tenga que ser sujetada y restringida por “controles sociales” es algo
artificioso. Por un lado, tenemos las tendencias agresivas que contribuyen a una
estructura social total, que a su vez rige al comportamiento en una forma tal que
minimiza la violencia entre los miembros de la especie. Por otro, “la mayoría de las
luchas animales son hechos altamente controlados por medio de componentes
“ritualizados” en casi cada punto de la secuencia de la lucha” 3 J. P. Scott ha
especulado con la posibilidad de que se destruyan los controles sociales de la
agresión, pero Hall, refiriéndose a las sociedades de babuinos y macacos, describe su
organización de grupo como un equilibrio de fuerzas procurado por el aprendizaje
social de los individuos, aprendizaje que se prolonga desde la infancia a la adultez, lo
que hace que las transgresiones a las reglas se verifiquen raramente.
El punto que pretende subrayar Callan es que la agresividad animal parece ser
algo más complejo que la simple afirmación de que “las jerarquías de dominio
controlan la agresión”. Es atinado preguntarse, luego, como lo hace efectivamente
Callan, si acaso la agresividad humana es tan o más compleja que la animal, y si se
requiere un análisis minucioso de ella antes de que puedan entenderse las
instituciones que la rodean. Según había señalado Lorenz, la agresión humana
obedecía a presiones de selección intra-específica, y era un móvil primordial de la
acción humana en la sociedad moderna. Pero la hipótesis de Lorenz es un tanto
desprevenida en el sentido de que “es difícil encontrar en los animales casos de
agresión “primitiva” que se den independientemente de los procesos sociales que la
canalizan, y es todavía más dudoso buscar ejemplos de agresividad humana
divorciados…de sus relaciones societarias.”4 En efecto, la agresividad humana tiene
rasgos de construcción teórica, en mayor medida que la agresión animal, y su
complejidad se evidencia en las formas sutiles en que puede ser expresada, por
ejemplo, a través de comportamientos verbales y simbólicos. No puede hablarse de
una clara base fisiológica de la agresión humana, por lo que “debemos ser un poco
cautelosos antes de asegurar que los seres humanos son innatamente agresivos a la
manera de los lobos o los babuinos”5 Puesto que la sociedad humana tiene muchos
aspectos peculiares, hay dificultad para aislar el problema de la agresión: no toda
violencia humana es abiertamente agresiva. No obstante, es dable postular un
concepto de agresión humana no necesariamente asimilable al de agresión animal: “a
pesar de la dificultad de tipo fisiológico que se presenta al comparar la agresión
humana y la animal, puesto que los criterios de identificación son diferentes, la
justificación más poderosa para aceptar un concepto de agresión humana en la
sociología, ya que no en la biología, es el modo natural en que la “agresión” encaja en
las interpretaciones que hacen las personas de sus mutuas acciones.”6 El concepto
etológico de agresión puede explicar la lucha de un ser humano contra otro, pero
acaso no permita dar cuenta de la matanza intraespecífica y la guerra, que son
distintivas de las sociedades humanas. No obstante “vale la pena comparar la lucha
agresiva de los animales y de los hombres, aunque sólo sea para descubrir en qué
puntos la agresión y el control social adoptan la violencia letal entre los hombres, en el
sentido etológico, y cuales son las diferencias que aporta la tecnología de las armas.” 7
Aún concediendo que la muerte en la lucha, así como el uso de armas, pudiese
2
Ib. p. 155.
3
Ib. p. 155.
4
Ib. p. 158.
5
Ib. p. 159.
6
Ib. p. 161.
7
Ib. p. 164.
37
atribuirse exclusivamente a los seres humanos, una evaluación de tales fenómenos
requeriría el estudio comparativo de la conducta de lucha en las diferentes especies,
ante todo, en sus aspectos de control y ritualización. Ruth Benedict ha afirmado en su
momento que la guerra no es la expresión de algún instinto de beligerancia, y que la
hostilidad es sólo una “pequeña insinuación” en el contexto de las capacidades
humanas, que no tiene mayor expresión en las relaciones intertribales. En ese sentido
hay autores, como Kalmis, para quienes la guerra no puede tomarse como una
consecuencia del comportamiento agresivo, aún cuando los actos de agresión
individuales puedan ser concomitantes en el proceso bélico. El peligro de la guerra no
consiste precisamente en que ésta surja de un impulso de agresión, sino de que en
ella pueden verse obliterados los mecanismos de moderación. La agresión es una
estructura compuesta de elementos ritualizados, compatible con una formación
motivacional endógena y una estructura social externa. En algún punto, puede
afirmarse que constituye un “hecho social”.
Ahora bien, la sociabilidad humana está edificada alrededor de acciones
simbólicas, y es factible que los procesos basados en los trasfondos biológicos de la
especie se repitan en sucesivos meta niveles de existencia. Según Callan, “se puede
decir vagamente que mucha de la acción social humana utiliza extensas metáforas
para sistemas que, en su forma básica, son de la incumbencia de la etología.”8 El
examen de ciertos sistemas de comportamiento que rodean la agresión puede echar
luz, por ejemplo, sobre la raíz de las relaciones entre ritualización y ritual, “por lo tanto,
no sería correcto separar un grupo de actividades humanas y decir ‘todo esto lo
heredamos biológicamente, el resto es cultura’9. Esta es, según parece, una indicación
acerca de cómo la etología puede ser útil al momento de comprender las sociedades
humanas, contraviniendo la acusación de “reduccionismo” hacia las posturas que
remiten la sociedad humana a las explicaciones biológicas.
Contestando la pregunta acerca de si es agresivo el hombre, y mostrando los
factores políticos y económicos que influyen en la violencia y la guerra, aún no
habríamos allanado el camino. Nos sería preciso todavía “un entendimiento de cómo
la agresión, la idea de agresión y el lenguaje de la agresión son percibidos y
manipulados socialmente en cada punto.”10 para lograr una comprensión de las formas
colectivas de agresividad en la especie humana.
Puede decirse, por tanto, que la lucha ritualizada está “estructurada”, y
sometida a ciertas formas de control. La lucha ritualizada o estructurada es más fácil
de adscribir a explicaciones funcionales: “no se descarta una explicación funcional de
los elementos “ritualizados” de la lucha en los animales y en el hombre…tal
explicación contendría una buena parte de la verdad”.11
Estrictamente, hay que confesar que los hombres son muy controlados en sus
costumbres agresivas y evitan, por lo general, la muerte de sus congéneres. Los
antropólogos sociales narran a veces episodios aislados en los que los individuos
pierden en el control, y pueden llegar a violentarse y matar. Habría que preguntarse
cuál es el efecto de la técnica armamentista sobre los controles biológicos en el
hombre. Tal vez las armas inhiban las connotaciones emocionales de la agresión, que
hacen que no estemos dispuestos a herir a un enemigo desguarnecido. Por otra parte,
la publicidad sobre la guerra tiende a restaurar el efecto personal de la violencia, por lo
que habría “algunas razones para ver con optimismo las cualidades cada vez mayores
del periodismo bélico y particularmente de las fotografías de guerra.” 12
Con respecto a las armas, se estudian a veces las probables formas en que el
ser humano las hubo adquirido. Los chimpancés saben arrojar objetos y golpear con
8
Ib. p. 170.
9
Ib. p. 170.
10
Ib. p. 171.
11
Ib. p. 177.
12
Ib. p. 179.
38
ellos, pero no está claro si tal comportamiento puede apellidarse “agonístico” u
obedece a la simple intimidación. Kortland y Kooj, en un trabajo de 1963, han afirmado
que el uso de armas es una especialización secundaria del alboroto u acto de
lucimiento de los primates. De esto se asevera que las danzas guerreras son más
antiguas que la guerra armada, y ésta anterior a la caza. Luego, “el uso de armas
puede ser una consecuencia filogenética de la exhibición agresiva de un primate
erecto, de cerebro grande y que vive al aire libre.”13 El empleo de armas puede haber
alterado la naturaleza de la demostración, sin embargo, no puede afirmarse que la
estricta función de las exhibiciones amenazantes sea la de suplantar la verdadera
lucha. (1) La ostentación de armas y los desfiles militares pueden excitar la belicosidad
en lugar de apaciguarla, y en algunos casos, deberían considerase como parte de la
lucha, antes que como su sustituto. De hecho, hay quienes estiman muy difícil
discriminar entre lucha “ritualizada” y lucha “destructiva” o “real” en las contiendas
animales; lo mismo valdría para los seres humanos. Es dudoso que pueda observarse
alguna vez un tipo de lucha absolutamente desritualizada: “La fuerte probabilidad es
que, tanto en los sistemas humanos como en los animales, la manifestación agonística
y el ataque, generalmente sean inseparables y representen puntos de interés en el
mismo proceso, más que puntos de alternativa”14. Se supone que la disputa no
controlada es muy rara en la sociedad humana, y cuando se observa, es consecuencia
de un inusual quebrantamiento de los controles.
Tal parece que el concepto de “control social” debe tener sentido tanto sea en
el contexto de la etología como en el de la sociología humana. En cierta forma, puede
aceptarse que la agresión y el control social son partícipes de la misma estructura.
Según Callan, “el impulso agresivo está equilibrado y controlado por el resto de la
estructura motivacional que contribuye al repertorio de comportamiento social del
animal.”15 El comportamiento de lucha está estructurado en virtud de sus elementos
ritualizados: a partir del análisis de tal estructura puede entenderse el alcance del
control social. Los controles institucionales del comportamiento representan los puntos
visibles de un proceso continuo. Un mismo comportamiento puede supeditarse a
controles institucionales, así como a controles naturalmente estructurados: “Estas
complejas interrelaciones no se detienen en seco ante una ‘naturaleza humana’
indiferenciada –y engañosa- sino que forman un continuo con los igualmente
complejos elementos de la organización y del control, que en parte compartimos con
otras especies sociales.” 16
Ya se ve que no figura entre los intereses de H. Callan el caracterizar la
agresión humana como un coto aparte del mundo animal en lo que atinge al análisis
de su estructura y sus formas de control.
13
Ib. p. 180.
14
Ib. p. 183.
15
Ib. p. 184.
16
Ib. p. 188.
39
Razón, Poder y Subjetividad: Una genealogía de la antropología
Moderna
Elías Bravo
Universidad Nacional de Mar del Plata
Introducción
40
El hombre mediante el cogito pasa a ser el fundamento con absoluta certeza
junto con todas sus representaciones y el que construye el orden o ámbito racional
donde todo puede ser representado. Entonces el hombre deviene en el ente
privilegiado (subjectum) ya que es el primer ente verdadero y porque se libera a si
mismo del poder vinculante de la verdad cristiana y de la iglesia católica, a favor de
una normativa que se funda en él mismo, autodeterminándose
La nueva libertad del hombre es colocada sobre su fundamento, el subjectum.
No es la metafísica de Descartes una ideología que se suministra posteriormente a
esa libertad sino que es la piedra fundamental en la construcción que el hombre
propone para si mismo. Este se instituye como “el patrón de todas las medidas”, con
éstas calcula lo que ha de considerarse como cierto, es decir, verdadero, y por
consiguiente existente. La subjetividad es determinada como conciencia, donde el
representar reúne todo lo objetivo, consiguiendo de esta manera afianzarse.
El pienso luego soy es el fundamento que sostiene todo el mundo que nos
rodea referido a una conciencia que se lo representa y se incluye en él. Por eso el
sujeto a partir de ahora es todo él conciencia. El lugar de la evidencia se ubica en el
ego y sus contenidos de conciencia, este criterio de verdad es inmanente al
conocimiento mismo, se encuentra en la inmediatez del cogito cartesiano. La evidencia
será un saber que no pueda ser afectado por la duda, y sólo un conocimiento
inmediato es indubitable. Descartes convierte a la duda misma en método: nada
resiste los ataques de la duda salvo la duda misma: no puedo dudar que estoy
dudando, y al ser el dudar un modo del pensar el ego cogito es ese subjectum
privilegiado que se busca.
Al concentrar en sí los caracteres específicos del hipokeymenon (ser en sí,
absoluto, fundamento), el yo se convierte, no sólo en un subjectum privilegiado, sino
que, al mismo tiempo, despoja a las otras cosas de su carácter de subjectum: ninguna
de ellas puede ser un fundamento absoluto, ni siquiera Dios, que ha sido igualmente
afectado por la duda. La figura de Dios se conserva, pero ya despojada de su
investidura religiosa, para convertirse meramente en un garante de nuestra creencia
en un correlato de las sensaciones más allá de los límites de la conciencia.
El propio hombre se proporciona esta nueva posición frente al ente y se la
asegura con el objetivo de construir un espacio que permita una posible expansión de
la humanidad hacia el progreso infinito a partir de la dominación del ente en su
totalidad expresado principalmente en la concepción de la ciencia moderna. El mundo
es el representamiento del ente, lo cual posibilita que el hombre pueda desde ese
entonces y sólo desde ese momento tener una imagen del mundo. Las cosas
existentes no nos son dadas en si mismas, sino como ideas o representaciones, a las
cuales suponemos que corresponden realidades fuera del yo. Pero el material del
conocimiento no es nunca otro que ideas –de diferentes clases- y, por lo tanto el
criterio de la verdad de las ideas no puede ser extrínseco, sino que debe ser interior a
las ideas mismas.
En consecuencia Heidegger expresa que esto va acompañado de un cambio
semántico. Al convertirse el hombre en fundamento de todo ente pasa a ser el
subjectum privilegiado, por lo tanto este nombre comenzará a asignársele sólo a él
surgiendo de esta forma el sujeto. Anteriormente subjectum era un nombre para
designar a las cosas. Después de Descartes pasan a ser objectum ya que sólo son
verdaderamente en tanto representaciones del pensamiento objetivante, así, la nueva
posición del hombre frente al mundo produce la modificación de la significación de
este concepto.
Esta separación entre el subjectum privilegiado y las cosas representadas
proporciona el nacimiento de una Teoría del conocimiento que basará sus cimientos
en la relación Sujeto-Objeto.
41
Descartes al definir al hombre como res cogitans le otorga a este término una
equivalencia con el concepto de razón cuando escribe: “ya no soy, pues, hablando con
precisión, sino una cosa que piensa, es decir, un espíritu, un entendimiento o una
razón.” (Descartes, 2009ª; p. 50)
Max Horkheimer en su libro: “Critica de la razón instrumental” hace una
distinción entre la visión antigua del concepto de razón y la profesada después del
cambio efectuado por Descartes en la modernidad. A la primera la denomina “razón
objetiva” y la caracteriza como una fuerza contenida tanto en la conciencia individual
como en el mundo objetivo, en las relaciones entre los hombres, las clases sociales,
en la naturaleza y sus manifestaciones. Esta concepción hacía más hincapié en los
fines que en los medios. En cambio a la segunda la llamó “razón subjetiva”,
conceptualizándola como la capacidad subjetiva del intelecto, sólo el sujeto puede
poseerla utilizando su potencia lógica, calculadora, su posibilidad de clasificar, concluir
y deducir.
En consecuencia la razón designa una cosa o un pensamiento y no un acto,
por lo tanto ésta siempre sirve para alguna otra cosa. No existe ninguna meta racional
en sí. A partir de ahora el pensar no sirve para discernir si algún objetivo es de por sí
deseable, todas nuestras decisiones últimas llegan a depender de otros factores que
no son la razón. Al respecto escribe Horkheimer: “La razón aparece totalmente sujeta
al proceso social. Su valor operativo, el papel que desempeña en el dominio de los
hombres y la naturaleza, ha sido convertido en criterio exclusivo. Las nociones se
redujeron a síntesis de síntomas comunes a varios ejemplares.” (Horkheimer, 2010; p.
32)
Por consiguiente la ciencia pasa a ser concebida como clasificación de hechos
y cálculo de probabilidades. Es la única autoridad, que no repara en el análisis de
conceptos tales como justicia y libertad ya que no son científicamente verificables.
42
identificación de o con ellas […] Podemos admitir sujetos o bien que el sujeto no
existe. (Foucault, 2003; p. 23-25)
Entonces, según el pensador francés, no hay conocimiento placentero sino
lucha, enfrentamientos. “El conocimiento será como la centella que brote del choque
entre dos espadas.” (Ibíd., p. 27). Aquí nos está diciendo que no hay en conocimiento
algo así como una adecuación al objeto, una relación de asimilación, hay dominación.
No hay nada que se parezca al amor o a la felicidad, hay más bien odio y hostilidad.
Se coloca así en la raíz del conocimiento, el odio, la lucha, las relaciones de poder. El
conocimiento es un arma, es guerra. El conocimiento no es puro, transparente,
adecuación sino que es violencia y dominación. Así lo que Foucault intenta mostrar es
que las condiciones políticas y económicas de existencia, no son un velo o un
obstáculo para el sujeto de conocimiento, sino aquello a través de lo cual se forman
los sujetos de conocimiento y, en consecuencia, las relaciones de verdad. Es decir,
que solo puede haber ciertos tipos de sujetos de conocimiento, ordenes de verdad,
dominios de saber, a partir de condiciones políticas que son como el suelo en que se
forman el sujeto, los dominios de saber y las relaciones con la verdad.
Palabras Finales
Bibliografía
43
Descartes R. (2009) Meditaciones Metafísicas. Buenos Aires: Prometeo Libros
Descartes, R. (2009). Discurso del Método. Buenos Aires: Prometeo Libros
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Cortés y Arturo Leyte. En Heidegger, M. Caminos de bosque, Madrid: Alianza.
Horkheimer M. (2010). Crítica de la razón instrumental, Buenos Aires: Creonte
Nietzsche F. (2004). La Voluntad de Poder. Madrid: Edaf.
44
Los usos de la negación. Sobre las abstracciones reales y la Metrópoli
Francisco Casadei
Universidad Nacional de Mar del Plata
1
Sohn-Rethel, Alfred, Trabajo intelectual y trabajo manual, Colombia, El Viejo Topo, 2001,
p.55.
45
Sohn-Rethel, Fredric Jameson realiza la siguiente observación esclarecedora en torno
a las características de la abstracción:
2
Jameson, Fredric, Marxismo tardío, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2010, p. 73.
3
Adorno, Theodor W., Dialéctica Negativa, Madrir, Akal, 2005, p. 143.
46
orgánica y cerrada que caracterizaba a la ciudad. El paso esencial de la ciudad a la
Metrópoli está marcado por el traslado de la racionalización de las relaciones de
producción hacia la racionalización de las relaciones sociales en tanto tales. Para
Cacciari, este proceso se basa en la articulación dialéctica entre la Vida nerviosa y el
Intelecto. En palabras de Cacciari:
4
Cacciari, Massimo, “Dialéctica de lo negativo en las épocas de la Metrópoli”, en De la
Vanguardia a la Metrópoli, Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 1972, p.84.
47
abstracciones reales para poder desarmarlas desde adentro mostrando caminos
alternativos que logren deshacer las mediaciones mercantiles que rebajan la diferencia
de lo no-idéntico a un elemento más del dominio social.
Bibliografía
48
Implicancias culturales y políticas de las Controversias Tecnológicas
Una lectura del “Plan de Terminación de la represa hidroeléctrica
Yacyretá” desde la perspectiva del Constructivismo Social de la
Tecnología
Ayelén Cavalli
Universidad Nacional de Mar del Plata
Objetivo
49
en dicho desarrollo deben considerarse tanto las etapas “exitosas” como aquellas que
no lo fueron.
A partir de diferentes casos de estudio, Pinch y Bijker aplican su perspectiva
multidireccional que considera: los problemas/soluciones; controversias; y flexibilidad
interpretativa de los artefactos tecnológicos.
Un concepto clave en esta perspectiva de análisis es el de “grupo social
relevante”, al tiempo que su identificación constituye una fase crucial del proceso
investigativo. Los autores lo definen de la siguiente manera:
Por un lado, la flexibilidad de los artefactos tecnológico esta dada por el hecho
de que éstos son construidos e interpretados culturalmente y, además, por el modo en
que son diseñados. Por medio del concepto de “diferencias radicales” en las
interpretaciones artefactuales de los diversos grupos que conducen a “cadenas de
problemas y soluciones”, los autores sostienen que el contenido del artefacto en si
mismo es involucrado, es decir, “los sentidos otorgados por un grupo social relevante
50
constituyen el artefacto. Hay tantos artefactos cuanto diferentes grupos sociales
relevantes.” (Bijker, 1995:77)
Modelo Multidireccional
51
las definiciones de funcionalidad artefactual existentes y, por último, identificar
aquellos problemas y soluciones de los grupos entorno al artefacto en cuestión que
habiliten un análisis multidireccional del desarrollo tecnológico para el caso propuesto.
Un grupo social relevante que se puede identificar es la Entidad Binacional
Yacyretá (EBY). La EBY es una entidad semi-autónoma creada en 1976, establecida
en el marco del Tratado de Yacyretá, con representación igualitaria para ambos
países, con el fin de diseñar, construir e implementar el Proyecto Yacyretá (Tratado
Yacyretá, 1973). Consecuentemente, la EBY está compuesta por directores que
representan los interesen de ambos países, por lo cual, constituye un grupo social
heterogéneo. Para el gobierno paraguayo, la generación de energía eléctrica de
Yacyretá, al igual que en el caso de la represa Itaipú, tiene la finalidad de obtención de
ganancias por exportación de energía a Brasil y Argentina, principalmente. En el caso
argentino, el gobierno ha argumentado la necesidad de incremento en la generación
de energía eléctrica con fin de abastecer a la industria en un contexto de escasez
dado por la crisis energética mundial y la reactivación productiva argentina (Cameron,
2004; De Vido, 2006). Más allá de las diferencias establecidas, ambos países
acuerdan en atribuir una significación economicista a la construcción de la represa.
Para este GSR la funcionalidad del artefacto está dada por la necesidad de elevar la
cota del río a 83 msnm, con el fin de que la generación de energía eléctrica alcance su
máximo potencial, y así poder obtener los beneficios económicos esperados. Por lo
tanto, la EBY ha identificado los obstáculos a la finalización de la construcción de la
represa como un problema, ante el cual ha presentado el PTY como solución.
En segundo lugar, otro grupo social relevante son los organismos
internacionales de crédito que financiaron y monitorearon las obras en torno a la
construcción de la represa. La financiación del Proyecto Yacyretá provino de una serie
de préstamos del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) y el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) otorgados a la República Argentina. Dentro del
Proyecto se incluyeron la construcción de la represa hidroeléctrica, la instalación de
turbinas, expropiación de tierras, reasentamiento de familias, y mitigación y
compensación ambiental. Uno de los objetivos importantes del Banco fue fomentar la
inversión privada en el proyecto. Este GSR entendía a Yacyretá como la solución a los
problemas de navegabilidad del río Paraná, riego de los cultivos de la zona, las
crecidas del río y abastecer la necesidad de energía eléctrica. El problema
fundamental en torno al artefacto fue los obstáculos al plan de implementación del
proyecto que permitiera su finalización, causados por la incapacidad de la EBY para
hacer frente a factores exógenos y endógenos de crisis. Consecuentemente, se puede
afirmar que este GSR estableció alianzas con otro GSR, la EBY. En el marco del Plan
de Terminación de Yacyretá, estos Bancos financiaron, por medio de préstamos al
gobierno argentino, las obras necesarias para su implementación final (Banco Mundial,
1999, 2002; Quintero Sagre, 1992).
Por otra parte, se debe mencionar al Movimiento Binacional de Afectado por
Yacyretá como Grupo Social central en las controversias generadas por el Plan de
Terminación de Yacyretá. Este grupo se caracteriza por una alta heterogeneidad en su
composición, pero han logrado consensuar objetivos y estrategias de lucha, que
incluyeron el enrolamiento de otros grupos sociales como universidades nacionales y
ONGs ambientalistas.
A mediados de los ochenta y principios de la década del noventa, cuando se
comenzaron las primeras obras de construcción de la represa, no se implementaron
las condiciones pertinentes de relocalización de las comunidades afectadas ni las
medidas de planeamiento para evitar los conflictos sociales y ambientales sucedidos.
Esto generó la formación de distintos grupos de afectados, como pescadores, oleros,
ceramistas, entre muchos otros, los cuales, posteriormente, se organizaron en el
Movimiento Binacional de Afectados por Yacyretá, con el fin de oponerse a las
medidas previstas en el PTY.
52
Para este GSR la significación atribuida al artefacto era la destrucción de sus
formas de vida. La construcción de la represa constituía el problema de la destrucción
de la naturaleza, la cultura y las formas de organización económica que
tradicionalmente las comunidades relocalizadas habían tenido. Ante dicha
problemática, la solución para el MBAY era impedir la elevación de la cota del río a 83
msnm prevista en el Plan de Terminación de Yacyretá. Esta situación generó en julio
del 2002 la “Declaración de Posadas”, donde la construcción de la represa Yacyretá
fue condenada por la Red Latinoamericana contra las Represas y por los Ríos, sus
comunidades y el agua.
Sin embargo, como se ha mencionado, la heterogeneidad dentro del grupo
mostraba matices en la definición de los problemas/soluciones vinculados al artefacto:
algunos sectores veían como problema la ausencia de mecanismos de relocalización e
indemnización económica adecuados. Al mismo tiempo, dicho grupo reclama la
participación en los procesos de toma de decisiones y en el diseño del artefacto, en
tanto solución a los problemas generados, resignificando el artefacto como “propiedad
social”1.
Mientras que otros grupos, como el de las comunidades de pueblos originarios,
atribuían al artefacto problemas de orden mas amplio que incluía lo moral, comunitario,
emocional, religioso, etc., cuya solución no es posible mediante compensaciones
económicas. La existencia de la represa es incompatible con sus formas de vida2.
Otro Grupo Social Relevante que se debe mencionar esta compuesto por
diversas Universidades Nacionales, que consensuaron espacios de lucha con el
MBAY, ONGs, etc. En este GSR participaron grupos de investigación que se
encontraban trabajando los problemas ambientales como consecuencia de la
construcción de la represa3.
1
“(…) el proceso de toma de decisiones no debe descansar más en concepciones
‘ingenieriles´ o ‘economicistas’, o peor aún, clientelistas y partidarias, sino en criterios basados
en la equidad, la transparencia, la eficiencia, la participación y la búsqueda de sustentabilidad.
La EBY no debe ser vista como una obra de propiedad estatal pasible de ser privatizada sino
como una obra de propiedad social que contemple la participación de la sociedad civil
organizada y contribuya efectivamente a mejorar su calidad de vida (…) Así mismo es
necesario implementar un mecanismo de resolución de conflictos transparente, democrático y
participativo que permita saldar todas las “deudas pendientes” de Yacyretá.” (MBAY, 2010, 19
de septiembre)
2
“(…) el trato social otorgado a los indígenas no es más que la comisión de un verdadero
etnocidio habiendo condenado a estos grupos indígenas a su extinción al privársele y
trastocársele el sistema de vida milenario que llevaban (…) Se ha violentado su derecho a la
vida, a la tierra, a la integridad personal y espiritual, han sido destruidas para siempre sus
vinculaciones con la tierra donde nacieron, legada por sus antepasados, con su sistema propio
de subsistencia, a su espacio de vinculación con la naturaleza y celebración religiosa que
marca su existencia, apartándolo de su hábitat que es el lugar donde estos pueblos han vivido
desde tiempos inmemoriales, y que por su propia cosmovisión la asociación tierra-hombre es el
lazo que permite la existencia del Pueblo Mby´a, en su cultura, la tierra no tiene precio, es la
“madre tierra”, es madre de la vida, por tanto innegociable, por lo que cualquier medida de
compensación económica es insuficiente ante la pérdida de su cultura, y en estos casos los
daños son no mitigables, ya que está en juego parte del patrimonio de la humanidad (…) Sin
embargo la EBY, atentando contra la cultura aborigen, simplemente les obligó a trasladarse
dándoles tierra, e interpretando la situación desde nuestra cultura occidental pagando un precio
por la tierra, cuando que para los aborígenes la tierra no tiene dueño, la tierra es parte del ser
del hombre, el hombre no existiría sin tierra, y la tierra se encuentra ligada con sus
antepasados, esto significa que la tierra no tiene precio, por lo menos el precio que les
ponemos los occidentales.” (OEA, CIDH, 2005:15)
3
Un ejemplo de ello es el aumento de las aguas en los Esteros del Iberá (Blanco et al, 2003;
Canziani et al, 2003), al igual que el incremento de vectores de enfermedades, insuficiente e
inapropiada compensación a las comunidades y actividades productivas (oleros, tejedores,
ceramistas y pescadores principalmente) relocalizadas.
53
Las ONGs ambientalistas constituyen un GSR, particularmente se destaca la
participación en la controversia de la Fundación Vida Silvestre Argentina, la cual
realizó un informe sobre el impacto ambiental de la Represa Yacyretá (Bertonatti et al,
1993) que posteriormente fue ampliado, incluyendo dentro de las áreas afectadas
50.000 pobladores rurales y urbanos, deterioro del estado sanitario y pesquerías
locales, y la inundación de valiosos yacimientos arqueológicos y ecosistemas
naturales, incluidas unas 300 islas4.
Estos dos últimos GSR, sin desconocer otras dimensiones de la controversia,
enfatizan la destrucción del ecosistema como principal significado atribuido a la
construcción de la represa. Para estos grupos, la solución no puede ser entendida
como compensación económica y, al igual que las comunidades de pueblos originarios
que integran el MBAY, la existencia de la represa es incompatible con la conservación
del ecosistema en riesgo.
Bibliografía
4
El Banco, por su parte, argumentó que tales problemas están vinculados a conflictos sociales,
ambientales y económicos anteriores a la construcción de la Represa, fenómenos climáticos
(como El Niño y La Niña), la propia hidrografía del Río Paraná, incapacidad de los gobiernos
argentinos y paraguayos en garantizar el cumplimiento de las leyes laborales y las obras de
infraestructura para garantizar acceso a servicios básicos y tratamiento de residuos cloacales,
entre otros. De esta forma, desliga de responsabilidad a la EBY y a los monitoreos del Banco.
54
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5
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contra del Estado de Paraguay. Presentada ante la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos. Denunciantes: Jorge Olegario Urusoff, Organización No
Gubernamental Tayí (ONG Tayí), FEDAYIM (Federación de Asociaciones y
Organizaciones de Afectados por la Represa de Yacyretá de Itapúa y Misiones),
todos de la ciudad de Encarnación, Departamento de Itapúa, República del
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acerca de cómo la sociología de la ciencia y la sociología de la tecnología
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Actores y Artefactos: sociología de la tecnología. Bernal: Universidad Nacional
de Quilmes.
55
Quintero Sagre, J. D.; Roderos, R. A.; Campos Cervera, E. (1992). Informe de
evaluación ambiental. Proyecto Hídrico Yacyretá. Banco Mundial. Disponible en:
http://www.worldbank.org
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http://www.eby.gov.py/index.php?option=com_content&view=article&catid=&id=1
29:historia-new
56
El Reino de Dios o la Democracia de los Entes.
Nahuel Charri
Universidad Nacional de Mar del Plata
Introducción.
57
verdad y certeza de la revelación de las escrituras, para usar luego razones extraídas
de las escrituras para volver incierta y falaz a la razón.
Por esto, Chaui define a la teología como un “sistema de imágenes con
pretensión de concepto cuya intención es obtener, por un lado, el reconocimiento de la
autoridad del teólogo y, por otro la sumisión de los que lo escuchan.”1 Desde este
punto de vista, la teología no constituiría una ciencia o un saber ya que no busca la
verdad dentro de la escritura sino que la justifica y fundamenta a fin de obtener
autoridad y servidumbre en oposición al discurso filosófico que busca la libertad. La
teología ocupa un lugar privilegiado en la fundamentación del poder estatuido ya que
ambos tienen por fin la obediencia y el respeto a la autoridad. El Tratado Teológico-
Político de Spinoza es una respuesta a las pretensiones de hallar en la teología el
fundamento de la teoría política, para evitar la excesiva autoridad de los teólogos y
defender la libertad de filosofar libremente.
Para esta tarea, la teología se basa en la concepción del Universo como un
todo ordenado y jerarquizado donde dios ocupa el lugar más excelso y privilegiado al
ser el origen y el fin del orden. Según Chaui, este conocimiento de los primeros
orígenes y los fines últimos es “el instrumento para la aprehensión de un orden jurídico
natural que fluye sobrenaturalmente del poder divino al curso natural de las cosas
constituyendo el derecho natural objetivo”2 al cual las leyes artificiales y subjetivas
deben aproximarse lo más posible para adecuarse a una voluntad racional de justicia.
El poder para gobernar necesita además de las armas el libro, o sea, la
capacidad de generar la certeza de que su gobierno es natural, correcto y justo;
Spinoza mina las pretensiones de autoridad y verdad de la teología, quitándole al
imperio su instrumento de justificación metafísica. Mientras que la teología busca
arrogarse la correcta interpretación del orden natural facilitando la aceptación interior
de la servidumbre; el filósofo holandés intentará hacer de la filosofía el medio para
obtener un mayor grado de libertad devolviéndole a la multitud su estatus ontológico-
político.
Chaui afirma que la imagen de dios proveniente de la teología cristiana brinda
el campo ontológico para la justificación de un poder voluntario, teocrático y
jerarquizado. El poder es voluntario ya que la gracia divina otorgada voluntariamente le
da el poder al gobernante de fundar y legislar de acuerdo a su propia voluntad; es
teocrático ya que su fundamentación se origina en dios; y es jerárquico porque dios
ocupa el lugar de poder señalado por la separación y la trascendencia. Dios no está
regido por ninguna ley, puede incluso destruir la creación o violar las leyes naturales
haciendo surgir el milagro, su poder emana desde él a los arcángeles, ángeles y
santos hasta el sumo pontífice cabeza de la iglesia. De igual modo pero en el campo
político el gobernante se encuentra por encima de y por fuera de las leyes, no es
juzgado por nadie, pero él juzga a todo el resto, tiene todo el poder del reino y
constituye una jerarquía en la que el poder fluye desde él a sus funcionarios y nobles
llegando a la base de esta cadena, donde los siervos, mujeres y niños sin ninguna
cuota de poder político pueden equipararse al grado mínimo de realidad metafísica.
En Aristóteles ya podemos observar esta tendencia a distribuir grados de
realidad y poder metafísicos en los que el dios, motor inmóvil detenta el sentido final y
el origen de todo el movimiento, ocupando sucesivos niveles de realidad las
inteligencias celestes que transmitían el movimiento y el sentido a las esferas
inferiores, pasando por los seres finitos sublunares, hasta llegar al grado último de
indeterminación de la materia prima informe –equivalente político de los esclavos,
mujeres y niños- que no llevan en sí mismos ningún sentido, sino que tiene que ser
otorgado por una entidad metafísicamente superior. Es posible encontrar estar
relaciones entre orden metafísico y orden social o político en el libro XII de la
metafísica, cuando afirma:
1
Chaui Marilena. Política en Spinoza. Gorla. Buenos Aires. 2004. P. 89.
2
Chaui Marilena. P. 90.
58
“…todas las cosas están ordenadas conjuntamente a un fin único, pero ocurre
como en una familia: a los libres les está permitido hacer muy pocas cosas a su antojo,
más bien todas o la mayoría de sus acciones están ordenadas, mientras que los
esclavos y los animales colaboran poco al bien común y muchas veces actúan a su
antojo…”3
Los niveles inferiores de ser contribuyen en menor medida al orden que los
niveles superiores quienes se encuentran a su vez más atados por reglas que los
otros. Aunque Aristóteles asume que las acciones de los esclavos y los animales son
más libres por no estar atados por las reglas de “los libres”, el fin de sus acciones se
encuentra fuera de sí mismos, y sus acciones son útiles en la medida en que sean
útiles para los niveles superiores.
En cuanto a los rasgos del poder -la trascendencia y la separación- también
son propios del primer motor aristotélico, si bien él es parte del universo no se
preocupa por el universo y sólo se conoce a sí mismo en tanto que causa fundante del
movimiento de las entidades inferiores pero sin preocuparse por ellas en específico.
Su realidad plenamente en acto le permite a su vez investirse del poder necesario para
darle sentido al resto de entidades inferiores. La unicidad final del principio lo demarca
como singular e indispensable, eliminando la posibilidad de una multiplicidad de
principios, tal como afirma Aristóteles sosteniéndose en la cita de Homero “Las cosas
que son, no quieren ser mal gobernadas: ‘No es bueno que gobiernen muchos. Sea
uno el que gobierne.’”4 No obstante, el primer motor inmóvil no cuenta con todas las
prerrogativas que la imagen de dios de la teología cristiana faltan todavía agregársele
los atributos de ser Artífice Supremo, Padre, Rey de Reyes, Legislador y Juez.
Finalmente, la substancia en tanto synolon o compuesto hylemórfico contiene
la separación metafísica necesaria para la estratificación jerárquica, si bien es la
materia es fundamental para que exista el compuesto de la sustancia concreta (tode
tí); es la forma quien determina la materia y le otorga su fin. Además, la división causal
sitúa las leyes del cambio por fuera del sustrato afectado en dos sentidos: la causa
final y la causa eficiente. Mediante la causa eficiente, el motor que origina el cambio en
algo siempre algo externo o algo interno pero funcionando como distinto de lo que
pretende mover; y mediante la causa final, la substancia encuentra su para qué en una
entidad metafísica superior que lo mueve en ese sentido y le otorga esa finalidad.
Como el origen del cambio es siempre exterior y una causa determina a otra a
moverse, o un fin siempre se somete a un fin superior; la realidad puede presentarse
como una cadena infinita de causas eficientes y finales. Pero Aristóteles a diferencia
de Spinoza concibe lo infinito como indeterminación y la indeterminación es siempre
absurda, por lo que tiene que encontrar un punto final a esta cadena para generar un
ordenamiento con sentido. Partiendo de este supuesto, debe existir ese motor inmóvil,
y existir siempre en acto ya que lo que contiene elementos potenciales puede
detenerse y el movimiento es infinito al igual que el tiempo. Para Spinoza por el
contrario, la finitud es determinación y para que algo sea determinado debe existir algo
que lo limite.
Por último y volviendo a la construcción teológica del imaginario divino, debe
analizarse todavía el papel que cumple la providencia divina o voluntad de dios. El
deseo excesivo de bienes y el miedo a los males que no pueden preverse conforman
una idea de la contingencia del mundo que muestra el límite del poder humano. Según
Spinoza todos los hombres viven en el desconocimiento de las causas lo que hace
que se le atribuya poder a la Fortuna –origen inestable y caprichoso de venturas y
desventuras humanas-. La religión surge como un poder unificador de esta vaga idea
de Fortuna -Chaui define la religión como “la práctica humana para soportar la
contingencia”5- solidificando al mismo tiempo el poder político en torno al rey imagen
3
Aristóteles. Metafísica. Editorial Gredos. Madrid. 1994. Libro XII . P. 498
4
Aristóteles. Libro XII. P. 501
5
Chaui. P. 98.
59
del dios que atribuye regalos y desgracias; la teología por su parte, justifica los ritos y
artículos de fe a construyendo una “teoría imaginaria de la fortuna”6 y de esta forma
conforma la imagen de la divina providencia o voluntad divina que llama a la
obediencia y el pensar respetando el criterio de autoridad, ofreciendo al poder
monolítico un cuerpo obediente y un pensar esclavo.
ATRIBUTOS ESENCIA
son expresiones es expresada
6
Chaui. P. 98.
7
Spinoza Baruch. Ética. Editorial Terramar. La Plata. 2005. Libro I. Definición I.
8
Spinoza. Libro I. Definición III.
9
Spinoza. Libro I. Definición IV.
10
Deleuze Gilles. Spinoza y el problema de la expresión. Muchnik Editores. Barcelona 1996.
11
Spinoza. Libro I VIII Esc. 1
60
de desigualdad”12. Al ser todos los atributos igual de perfectos, todos remiten a la
substancia expresando esa esencia y pertenecen a Dios en tanto que ser
absolutamente infinito. Siguiendo el esquema triádico, puede explicarse la noción de
absoluto de la siguiente manera: PERFECTO
todos los
atributos son igualmente
perfectos.
ABSOLUTO INFINITO
todos los atributos cada atributo
remiten a la misma expresa una esencia
substancia absolutamente infinita.
infinita.
MODO
Existente definido
por su cantidad de realidad
o perfefección.
12
Spinoza Baruch. Tratado Breve. Editorial Alianza. Madrid 1990. Apéndice II, 11.
ESENCIA
APTITUD 61 del modo como
poder ser afectado
potencia.
y afectar de muchas
maneras.
Cada uno de los atributos expresa a su vez en los modos que les son propios y
expresan una esencia particular. Todo lo que existe expresa a su vez la esencia de la
substancia en su aspecto productivo, ya que no hay ninguna cosa que no produzca
efectos de acuerdo a su esencia particular definida por su aptitud. A su vez la
naturaleza naturada encuentra su fundamento en la naturaleza naturante que es la
expresión de la substancia.
Por lo tanto, Spinoza demuestra en el Libro I de la ética que el mundo es en
tanto naturaleza naturada una expresión de la substancia única e infinita y que se rige
por las leyes que le son propias, por lo que el mundo existe necesariamente. Además
las leyes que rigen la naturaleza no son más que las mismas leyes de cada uno de los
modos finitos en mutua interacción de acuerdo a su propia aptitud para afectar y ser
afectados, siendo partes de otros individuos mayores y componiéndose ellos mismo
por individuos.
Balibar define esta relación entre el todo y las partes con el concepto de
transindividualidad; definiéndolo negativamente puede entenderse como una negación
simultánea de los dos extremos de la antinomia metafísica entre individualismo y
holismo (u organicismo). Positivamente, puede pensarse a través de tres ideas
fundamentales: 1) Sólo existen individuos, 2) todos los individuos son compuestos por
muchas partes que a su vez son individuos en tanto que existen y 3) que los individuos
son producidos y productivos por procesos de individuación e individualización13 que
implican su actividad y la conexión con otros individuos -por lo que nada puede estar
aislado ni conectado a posteriori-. La inmanencia intrínseca al planteo transindividual
implica que el todo no es otra cosa que los individuos, pero estos individuos no pueden
pensarse separados del todo.
Estas ideas minan las bases sobre las que se asienta le imagen teológica del
mundo, y la idea de creación voluntaria y contingente del mundo. En primer lugar, el
orden cósmico surge de la interacción mutua y los procesos de individuación de las
partes que lo componen; por lo que no cabe la posibilidad de un dios que aporte este
orden y fundamento de manera trascendente, por fuera del mundo; y asimismo,
tampoco es necesario postular un motor inmóvil que desde su inmaterialidad y
perfección sea origen de todo movimiento14. En segundo lugar, la idea de creación
voluntaria de Dios, que por ser voluntaria, es contingente se asienta en la imagen de la
personalidad divina, o sea, de un dios que posee intelecto y voluntad. De acuerdo a
esta imagen dios elige crear uno de los infinitos mundos posibles, lo que genera la
idea de que lo posible es previo a lo real. Chaui afirma que “la teología de la
contingencia es inseparable de la metafísica de lo posible”15.
La metafísica de lo posible según Chaui se basa en la oposición aristotélica
entre por naturaleza y por voluntad, donde la primera se identifica con lo que es
causado necesariamente y la segunda con lo que es causado voluntariamente. Lo
natural y necesario no permite que las cosas sean de otro modo del que son; lo
voluntario y libre permite pensar contrarios de igual grado de posibilidad, entre los que
13
Etienne Balibar define individuación como el proceso por el que los individuos se distinguen
de su medio ambiente e individualización como el proceso que hace a cada individuo único ya
que no pueden existir “individuos indiscernibles”.
14
Spinoza no necesita un primer motor que origine el movimiento porque no concibe las
cadenas de causas infinitas como un absurdo o una limitación sino que justamente por ser
infinitas es que son expresión absoluta, perfecta y eterna de la esencia de dios expresada por
los atributos.
15
Chaui. P. 106.
62
se puede elegir. Teólogos cristianos como Duns Scotus y Guillermo de Ockham se
apoyaron en estas oposiciones para afirmar que dios debe causar contingentemente y
que el poder de dios es contingente, voluntario y fruto de una elección entre posibles.
Para Scotus, la causa primera no puede ser necesaria ya que las causas originadas
por naturaleza realizan el efecto de manera ciega, sin conocer ni amar al efecto; en
cambio la acción contingente y voluntaria implica deliberación, conocimiento y amor.
Aristóteles pudo postular la existencia de causas contingentes sin hacer que el primer
motor cause voluntariamente, ya que la posibilidad implica materialidad e
imperfección, si el primer motor pudiera detenerse entonces el movimiento y el tiempo
no serían eternos y no estarían de acuerdo a la sustancia más perfecta, ya que ser
acto puro implica actuar necesariamente.
Ockham por su parte contribuyó a la metafísica de lo posible dividiendo al
poder absoluto de la realidad absoluta y estableciendo que las fronteras de la
potencialidad son más extensas que las de la realidad. Dios detenta el poder absoluto,
el poder absoluto es la potencialidad máxima, la potencialidad máxima es la
posibilidad total de producir sin contradicción. El poder de dios le permitiría crear y
destruir cualquiera de las cosas singulares y las leyes que la rigen; cualquiera de los
mundos posibles podrían ser creados, el cielo y las estrellas podrían desaparecer y el
mar volverse seco y dulce; pero dios simplemente no quiere hacer eso, aunque podría.
En consecuencia las leyes causales de la naturaleza no son necesarias sino sólo
regularidades contingentes.
Estas consecuencias son inaceptables y por esto la metafísica de lo posible es
rechazada por Spinoza mediante la desantropomorfización y despersonalización de
dios. La desantropomorfización de dios implica no aceptar el intelecto y la voluntad
como atributos de dios.
En primer lugar Spinoza deshace la oposición entre libre y necesario ya que la
esencia y existencia de todas las cosas se siguen de la libre necesidad de su potencia
16
. Al articular los conceptos de causa necesaria y de causa libre realiza una
contundente crítica al imaginario de la omnipotencia divina como poder contingente.
Tal como señala el escolio de la proposición XVII: “Otros piensan que Dios es causa
libre porque puede, según creen, hacer que no ocurran –o sea, que no sean
producidas por él- aquellas cosas que hemos dicho que se siguen de su naturaleza.
(…) Esto es lo mismo que si dijesen que Dios puede hacer que de la naturaleza del
triángulo no se siga que sus tres ángulos valen dos rectos.”17 Con esto responde los
teólogos scotistas que postulan que una causa libre debe ser voluntaria y que si es
voluntaria es contingente ya que puede o no suceder. En Spinoza Dios produce
necesariamente de forma inmanente a través de infinitos atributos que expresan su
esencia mediante su infinita potencia productiva. La propia perfección y realidad de la
sustancia es el único motivo de su producción.
En segundo lugar, disuelve la imagen de la potencia divina con una facultad
que puede o no usarse del siguiente modo “…se ven obligados a confesar que Dios
entiende infinitas cosas creables, las cuales, sin embargo no podrá crear nunca. Pues
si crease todas las cosas que entiende agotaría su omnipotencia y se volvería
imperfecto.”18 Para Spinoza la verdadera perfección de la sustancia se manifiesta en
su identificación entre potentia (fuerza de la esencia) y potestas (facultad de poner esa
potencia en acto), Dios produce todo aquello a lo que se extiende su potencia, y sólo
se manifiesta en acto su perfección a través de su expresión productiva.
En segundo lugar, niega que la voluntad y el entendimiento sean atributos de
Dios porque el entendimiento no es un atributo sino un modo particular del atributo del
16
Esta expresión forma parte de las múltiples subversiones conceptuales que el filósofo
holandés suele realizar; libre no implica la existencia de una voluntad ni la elección entre
contrarios sino obrar por las propias leyes y no compelido por más ley que la propia.
17
Spinoza. Libro I Proposición XVII Escolio.
18
Spinoza. Libro I Proposición XVII Escolio.
63
pensamiento; además el entendimiento humano y el entendimiento divino no pueden
ser iguales ya que como la sustancia es anterior a todo lo existente y causa
inmanente, entendimiento, voluntad y potencia son lo mismo en Dios. El entendimiento
humano por el contrario no es idéntico a su potencia, no es causa de sí mismo sino
que es causado por otras cosas y no tiene el poder de crear y ser causa. Finalmente,
la idea de voluntad y entendimiento que se transfiere del hombre a la sustancia
primera, ni siquiera se basa en una idea adecuada de entendimiento y voluntad, ya
que la voluntad es lo mismo que el entendimiento sólo que en tanto que afirma o
apetece algo en forma determinada (siguiendo sus leyes internas y externas). La única
semejanza entre voluntad divina y humana que reconoce Spinoza es la homonimia, de
la misma manera que “el Can, constelación celeste, y el can animal que ladra”19.
La identidad de potencia y esencia de dios hace que todo lo que está en la
potestad divina exista necesariamente, y todo lo que existe produce efectos. La
sustancia puramente en acto, que identifica su poder con la facultad para ejercerlo,
elimina la imagen de una voluntad divina contingente. La idea de poder como facultad
hace que el ámbito de lo posible sea mayor que el ámbito de lo necesario. Spinoza
afirma que todo lo existente es necesario y todo lo que existe a su vez se convierte en
causa necesaria, por lo que no hay espacio para postular una metafísica de lo posible,
fundamento de la teología de la contingencia.
Por último, Spinoza cierra el De Deo con una crítica al imaginario finalista,
última herramienta de dominación de la teología. Spinoza afirma que los hombres
conocen sus deseos y apetitos pero “ni soñando piensan en las causas que los
disponen a apetecer y desear”20 por lo que tienden a pensar en vista a los fines
necesarios para satisfacer sus deseos; una vez que convierten los objetos que los
rodean en medios, imaginan que la causa de que existan son el fin para el los crearon,
pero olvidan que este fin estuvo siempre supeditado al deseo original que actuó como
causa eficiente de la producción. Acostumbrados a ver las cosas como medios, y
asombrados de poder encontrarlos en la naturaleza sin haberlos fabricado ellos, ni
saber cómo podrían haberse creado por sí mismos; imaginan que un hombre como
ellos pero más poderoso los puso para satisfacer sus apetitos y recibir el
reconocimiento de los humanos. No existen en Spinoza, por lo tanto causas finales: es
el deseo de satisfacer los apetitos lo que mueve a los hombres a su actividad
productiva en forma eficiente y la cadena infinita de efectos es la que ordena el
mundo.
Aristóteles podría afirmar que una casa es causada tanto por la causa eficiente
(quien la construye) como por la causa final que movió a su construcción (servir de
refugio para el hombre). Y de acuerdo a su visión jerárquica del mundo la causa final
de los animales será alimentar al hombre, la de los esclavos y las mujeres servir a las
necesidades de los libres, y la del hombre libre buscar la felicidad. En la imagen
especular del orden cosmológico, el primer motor vive su vida en la forma más
perfecta independiente y desinteresado del resto del cosmos que tiende hacia él y se
ordena en vistas de su perfección.
Conclusión.
19
Spinoza. Libro I. Proposición XVII.
20
Spinoza. Libro I. Apéndice.
21
Chaui. P. 113.
64
esencia. En medio de esta imagen supersticiosa del mundo surge el teólogo que
convierte al artífice también en gobernante del mundo, y en tanto gobernante le otorga
el poder de mandar, legislar y juzgar. De esta manera, Dios se convierte para la
teología en “detentor de imperium, dominium y patrimonium, términos con los que el
Derecho Romano definía la persona. Dios, por lo tanto, es Persona Trascendente”22.
En estos movimientos argumentativos, la imagen antropomórfica de dios como
persona trascendente, con intelecto y voluntad omnipotente, creador, legislador, rey y
juez del universo es totalmente desmontada; dios es en Spinoza la sustancia
absolutamente infinita que obra necesariamente por sus propias leyes, y el orden de la
naturaleza es el resultante de la relación entre todos los individuos en relaciones
transindividuales. Por esto, la causa eficiente del orden es inmanente porque surge de
la interacción y producción de efectos de los modos finitos.
De esta manera Spinoza libera el campo político de la idea del Reino de Dios
como imagen especular del gobierno del príncipe, superior a cada súbdito y superior al
cuerpo político; en palabras de Chaui “a partir de Spinoza, el campo político ya no
puede contar con imágenes del gobernante que dependían de la referencia especular
a la divinidad”23. En su lugar sólo quedaría la idea de los modos finitos librados a su
propia potencia y a las leyes resultantes de su interacción. El campo ontológico-
político a partir de Spinoza ha sido subvertido, el Reino de Dios ha sido derrocado y en
su lugar los modos finitos, abandonados a su suerte, pugnan por forjar una
Democracia de los Entes.
22
Chaui. P. 113.
23
Chaui. P. 113.
65
En el nombre del hijo. Poder, Género y Resistencia: los atajos de la
memoria
66
poder, queda trastocado y los espacios sufren un fuerte impacto de transformación:
de lo privado e individual a lo público y colectivo.
La histórica asociación madre-hijo estuvo inscrita en una urdimbre de marcada
impronta doméstica, celular, privada, individual, siendo el oikos y la familia los
espacios instituyentes del vínculo. El dolor trastoca el escenario y el colectivo rompe la
domesticidad del vínculo para ganar la calle, hacer público el dolor, inscribir la
resistencia en la plaza. Las Madres trascienden el espacio y el plano individual para
generar espacios colectivos. Es esa misma experiencia de dolor la que posibilita la
organización. Desde esa perspectiva, el dolor vuelve a ser usina productora de acción
y transformación.
Este es un punto interesante. El dolor y la lucha arrebatan cierta hegemonía
viril en las luchas vinculadas a la resistencia. Desde este enclave, la resistencia de las
Madres vuelve más simétricas las históricas relaciones por las luchas contra-
hegemónicas.
A su vez, las marcas de la resistencia toman formas inéditas de acción; cierta
marca femenina, propia, original, que rompe el estereotipo de las clásicas luchas de
impronta viril: la marcha, el silencio, el pañuelo como símbolo del colectivo. Se opera
una cierta ritualización del movimiento que responde a nuevas formas genéricas en los
juegos de la resistencia.
La marcha silenciosa es de un enorme impacto simbólico. El silencio frente al
reclamo queda duplicado por el silencio imperturbable de la marcha sostenida en el
tiempo y en el espacio. En realidad, es la contra cara del silencio impune. Es el
silencio activo de quien retira la palabra como estrategia política ante la ausencia de
interlocutor.
La desaparición de los hijos es el motivo de una nueva configuración subjetiva.
Aquellos hijos que sujetaran a las mujeres a una determinada subjetividad, construida
al amparo de una tecnología política al servicio de consolidar un determinado modelo
de mujer, esposa y madre, constituyen, simbólicamente, el pasaporte y la condición de
posibilidad de una incursión política. La condición de madre, reinventada desde el
dolor, es la entrada hacia la presencia política, por siglos divorciada de la función
maternal.
Las Madres jaquean el modelo identitario, clausurada y naturalizado desde el
gesto a-historizante; desde el dolor visceral de la desaparición, aparece una
posibilidad subjetivante que jaquea, al mismo tiempo, la espacialidad ficcionada. El
espacio como bisagra política se reinventa desde el símbolo de la ronda en la plaza.
La plaza es el lugar común; se asemeja al méson de la asamblea espartana:
lugar común, de materialidad circular, donde se deposita el interés del colectivo,
erigiendo el asunto común como el asunto de todos: la búsqueda del hijo arrebatado,
el dolor compartido: en el hijo propio vive el hijo de todas.
Evocando la vieja asamblea guerrera de la epopeya homérica, surge la noción
del nombre como obsesión dominante de los guerreros. El nombre es aquello que
saca del silencio a los hombres, del olvido, de la ausencia y del deshonor; por eso
silencio y olvido se contraponen a memoria y nombre en el marco de la vieja sociedad
griega. El ritual repetido de cada jueves en ronda simbólica y significante, recupera el
nombre de cada hijo como modo de que la presencia sostenida en la memoria conjure
el olvido de la ausencia. El silencio es la metáfora de la palabra que nombra para
evitar el olvido, forma verdadera de la muerte. El silencio de la marcha ritual es la
palabra que nombra no sólo el dolor, sino el nombre y lo recupera en la memoria de
cada una de ellas.
El juego de las evocaciones insiste. La asamblea guerrera conoce una
institución que la constituye simbólicamente: los juegos funerarios. Constituían un
momento privilegiado de vida colectiva, a la luz del día y como práctica pública; se
daban dentro del espacio material que la propia asamblea formaba en su constitución
circular y se ofrecían en honor a un difunto como modo de mantener vivo su nombre,
su honor, su eterna memoria, su presencia diurna para no caer en el olvido, en la
67
tiniebla del anonimato y de una muerte anónima. La ronda de los jueves guarda, a
nuestro entender, algunas coincidencias simbólicas en el marco de un juego de
imágenes que proponemos como marco interpretativo. La ronda misma crea el
espacio material de una cierta práctica social que ubica al colectivo en el plano de la
resistencia política. La ronda es el espacio mismo de un esquema de acción-
resistencia. El espacio circular, la plena visibilidad, a diferencia de la práctica
invisibilizante que arrebata a sus hijos y los mantiene en el registro de la desaparición,
la publicidad de los actos que comprometen de algún modo a la sociedad toda, a partir
de una presencia que insiste y rompe la homogeneidad de la plaza, como mero
epicentro urbano. La plaza ya no es la plaza; hay un trastocamiento, un deslizamiento
ontológico del espacio; es un lugar otro, con actores otros, que sostienen un tipo de
palabra otra, el silencio como modo de resistencia.
La plaza cobija, como el méson, el asunto común. La asamblea deliberativa, el
reparto del botín y los juegos funerarios como instituciones guerreras constitutivas del
esquema mental, se juegan en torno a la noción de centro, de punto común. Allí se
colocan los premios de los juegos, los objetos del botín y la palabra de los debates. La
plaza es centro porque es el punto de absoluta convergencia del colectivo. Allí se
coloca lo común, esto es el dolor, devenido en resistencia; el silencio, devenido en
reclamo; la búsqueda del hijo, devenida en obsesión compartida. Estos son los
elementos que, colocados en el espacio común, movilizan las subjetividades ancladas
en lo privado y doméstico para transgredir el espacio y ganar lo público.
En el reparto del botín, cada guerrero abandona su sitio privado, su propiedad
privada, su ktemata, y se dirige al méson a depositar lo que pasa a ser de todos en
gesto colectivo. Analicemos el vigor de la representación. De la propiedad privada,
hogar, familia, hijos, a la propiedad común, dolor, arrebato, silencio. La acción
colectiva, sostenida, precisamente, desde el dolor, trastoca los registros de la
propiedad. Hay una desposesión de lo propio, individual para que ello se funda en el
dolor y el reclamo colectivo.
El hijo propio sujeta al espacio privado; la acción colectiva, devenida marcha
resistencial, desterritorializa el espacio-propiedad privado y todos los hijos
desaparecidos son el propio hijo arrebatado; es este trastocamiento de lo privado en
colectivo lo que determina la condición misma de movimiento político.
La asamblea guerrera es la tercera institución que define al grupo. Se trata de
tomar la palabra para tratar el asunto común. La ronda ritual es la toma simbólica de la
palabra desde el vigor del silencio como logos. La palabra logos significa también
discurso. El silencio es un discurso tan eficaz como la palabra. La palabra logos
significa también reunión y las conexiones simbólicas insisten una vez más: la
asamblea-ronda es discurso y reunión.
El logos es lo que reúne; así, el silencio-logos es lo que reúne en demanda
común. Así como en la asamblea se visibiliza lo común, en la ronda se explicita lo que
es de todos y de cada uno. Tomar posición en la ronda-asamblea es tomar la palabra
aunque quede enmascarada por el silencio compartido. Es, asimismo, la creación de
un micro espacio de poder ante el no reconocimiento del macro poder. Como todo
espacio micro es un intento de producir alguna transformación posible, algún efecto
sobre lo real, fracturando o agrietando el dispositivo suturado de saber-poder que la
dictadura representara.
Se trata de la progresiva consolidación de un micro espacio de resistencia que
jaquea los modelos tradicionales de participación femenina y por ello, precisamente,
se convierte en una inédita forma de resistencia. El silencio se convierte en táctica;
nombra la presencia de lo que está ausente en la vaciedad de la interlocución. El
silencia inaugura otra lógica que se opone y resiste a la lógica de la palabra vacía, del
reclamo vano. El silencio es, quizás, lo que le pone palabra al dolor del no
reconocimiento antropológico.
La ronda se convierte en ethos. El término griego alude a manera de ser,
actitud, forma de vida, costumbre. El colectivo hace de la marcha un ethos, un
68
continuum que abraza la totalidad de la vida en gesto militante. Es, en realidad, como
gesto primero y originario, la militancia a favor de la vida. La de los hijos, arrebatada, y
la propia, para trastocar el dolor en acción política.
Marchar es, ante todo, ponerse en movimiento. No obstante, no se trata
solamente de un eventual movimiento semanal, repitiendo un ritual, tal como es la nota
distintiva de todo ritual, llamado a repetirse en el tiempo para asegurar su eficacia. La
marcha es movimiento existencial y subjetivante. Es la condición de posibilidad de
reinventarse como mujeres desde el dolor. La marcha es instituyente de una
subjetividad otra que se desmarca de las pautas culturalmente ficcionadas y genera un
modelo de participación política que se expande hacia otros colectivos. La ronda es,
definitivamente, símbolo de mutaciones identitarias.
El colectivo juega con las mismas marcas históricamente adscritas a su
identidad: protegen, velan, acompañan, cuidan, reclaman a favor de sus hijos. ¿Qué
otra cosa hace una madre, obedeciendo el imperativo genérico, independientemente
de la coyuntura histórica? El tema es que, en la configuración epocal que recortamos,
las acciones se vuelven acciones políticas, micro células de poder positivo que se
inscriben en otro horizonte, de repercusiones más amplias, menos atenidas al
entramado doméstico-familiar. La matriz es la misma: velar por el nombre del hijo.
Las madres hacen visible con su silencio lo que será un pro-blema común. Del
asunto común de la ronda-asamblea al asunto común de todos, independientemente
del tiempo que tarde la instalación del mismo y la heterogeneidad de su receptividad.
El término pro-blema alude en su raíz griega a obstáculo, promontorio, aquello que
está arrojado (ballein) hacia adelante (pro). Su pro-blema será nuestro problema. Su
dolor será el dolor de todos; de este modo, el colectivo vuelve a desafiar los límites de
lo privado e individual para instalar el dolor-pro-blema colectivo.
La marcha interpela desde su silencio simbólico. Desafían la invisibilización
colectiva del pro-blema con una visibilidad ostensible, haciendo presente lo ausente,
nombrando lo innombrado, iluminando con el silencio la oscuridad de la no presencia,
echando luz sobre la tenebrosidad de lo silenciado.
El silencio se convierte así en un elemento de valencia ambigua y paradojal. El
silencio oficial es la contrapartida del silencio del colectivo. Es su espejo invertido. Es
potencia de muerte, mientras el silencio-logos de la marcha ritualizada es potencia de
vida.
La tragedia griega retorna una y otra vez. Este trabajo de hecho ha
sobrevolado el campo simbólico de la configuración mítica como fuente de sabiduría
primera. Desde ese enclave, las Madres recuperan figuras mitológicas transidas por el
dolor y la lucha como símbolos de la identidad femenina.
Madres Antígonas que buscan, primero a sus hijos y luego los cuerpos de sus
hijos para darles sepultura. Madres Antígonas invisibilizadas por el Creonte de turno.
Madres Deméteres que buscan a sus hijos arrebatados por un poder del que no
participan. Los símbolos son constitutivos del modelo de ejercicio del poder; donan
identidad al colectivo, al tiempo que otorgan el estatuto de pertenencia a un espacio
común. El pañuelo se inscribe en este registro simbólico y aglutinante de la acción
colectiva. Es symbolon, exactamente en la raíz griega que lo sostiene, convergencia,
concordancia, reunión, coincidencia. El pañuelo y la plaza reúnen en acción
resistencial y cada hijo se hace visible en cada pañuelo que, lejos de cubrir y de velar,
como podría pensarse desde su uso práctico, devela y descubre el pro-blema.
Las madres feminizan la lucha y la resistencia; le imprimen marcas inéditas de
acción hasta convertirse en los rostros visibles de un dispositivo parental y familiar que
habla y reclama a través de sus voces-silencios. Son la cabeza visible, simbólicamente
cubierta por un pañuelo que descubre dolor y poder, de un entramado familiar que las
ubica en la primera fila de una lucha típicamente femenina: buscar a los hijos,
restituirlos al seno de la familia y de la sociedad.
Conclusiones
69
El trabajo se ha movido en varios frentes. Ha tomado la experiencia inaugural
de las Madres como modelo antropológico-político de la resistencia anudada al dolor
como fuente de conocimiento. Nos hemos valido del escenario mítico griego y de la
tragedia clásica para efectuar algunas intersecciones simbólicas a partir de las
imágenes que la marcha, la plaza, el silencio, el pañuelo evocan desde una lectura
política que privilegió las consideraciones teóricas de Michel Foucault en torno a la
dinámica del poder y de la resistencia como par indisociable.
La circularidad de la ronda puede evocar la imagen espacial de un eterno
retorno de lo mismo, cristalizado y suturado. Nada más distante de la experiencia
política. Cada retorno es, en el mejor estilo nietzscheano, un nuevo circuito de la
poiesis subjetivante. Cada jueves es un jueves otro de la gesta sostenida y
paradigmática de hacer de la vida un acto ético y estético. Las Madres se han
reinventado en cada ronda de los jueves; esa circularidad espacial y temporal, de
aparente clausura en un pura Mismidad, abría cada jueves el intersticio para devenir
Otra y para fracturar las formas clásicas de la participación política.
Bibliografía
Romina Conti
Universidad Nacional de Mar del Plata
70
En esta nueva etapa, me propongo profundizar el análisis de ese modo estético
de ver la realidad y sus mecanismos de funcionamiento, a partir de los desarrollos
teóricos de Juan Luis Guerrero, un autor que sin pertenecer a la línea de pensamiento
crítico frankfurtiana podría ser considerado, como señala Guillermo David (2005),
como un miembro independiente o “desgajado” de aquello que se denominó la
Escuela de Frankfurt. La elección de este autor se debe no solamente a su relación
con los miembros del círculo de Marcuse, sino a la marcada cercanía de sus marcos
teóricos, que incluyen a Kant, Hegel y Heidegger entre varios otros autores; y de sus
preocupaciones filosóficas, encarnadas en las posibilidades operatorias de la
humanidad sobre las formas de su existencia social.
Las pocas líneas que siguen son apenas el primer paso de esta segunda etapa
de investigación. En ellas propongo recuperar el concepto de imaginabilidad en la obra
de Guerrero y poner de relieve sus implicancias extra-estéticas que son claramente
políticas. En un artículo que profundiza en la relación entre Guerrero y W. Benjamin,
García sostiene que la dirección común entre ambos autores es “la compartida senda
de una estética materialista de orientación práctica y emancipatoria” (García,
2009:113) En ese sentido, la idea benjaminiana de proponer una politización del arte,
cobraría forma en el sentido operatorio de la Estética de Guerrero.
De hecho, para no perder de vista el necesario contexto biográfico y
bibliográfico, cabe recordar aquí que Luis Juan Guerrero fue un filósofo argentino,
nacido en Baradero, que vivió, escribió y ejerció la docencia durante una vida
transcurrida desde 1899 hasta 1957. Gran parte de su formación la realizó en
Alemania, donde sin duda estableció un primer contacto con Horkheimer, pero al
regreso de sus estudios, alrededor de la década de 1930 se desempeño como
docente y como Director del instituto de Filosofía de la UBA estableciendo un fuerte y
conflictivo vínculo con varios de los filósofos argentinos de su generación, tales como
Romero o Astrada. Sus temas de investigación y las cátedras en las que se
desempeñó nos permiten identificar sus intereses en dos áreas filosóficas
determinadas que son la Ética y la Estética. En ambas ha escrito trabajos
significativos, pero es sin duda la Estética operatoria en sus tres direcciones la que
constituye su obra fundamental y, como han señalado varios historiadores de las ideas
filosóficas argentinas, una de las obras más ambiciosas y originales del pensamiento
nacional. De los tres tomos y las casi mil páginas de esta obra tan brillante como
olvidada, me detendré aquí solamente en un núcleo problemático que titula esta
ponencia, y en los aportes conceptuales que, en torno a ese núcleo, nos brinda el
autor en el primero de los tomos de su Estética, dedicado a la “Revelación y
acogimiento de la obra de arte.”1
Si bien no son temas que vaya a desarrollar en esta exposición, necesitaré
anotar dos notas centrales de la reflexión de Guerrero:
1- Que su Estética operatoria es una búsqueda de las condiciones que, a
través de la instauración de la obra de arte, hacen posible la realización de la
existencia humana en el mundo. (David, 2005)
2- Que la obra de arte se adelanta siempre a la historia en tanto que, como
construcción real-irreal, inaugura una perspectiva derivada de las condiciones
inherentes a la realidad, pero actuantes al margen de esa realidad, en tanto señala
una dimensión no realizada de sus posibilidades.
1
Los otros dos tomos de la obra se subtitulan “Creación y ejecución” y “Promoción y
requerimiento de la obra de arte”. El segundo fue publicado un año después del primero, en
1957 y el tercer tomo, en cuya elaboración se encontraba Guerrero cuando falleció de una
apoplejía, fue publicado póstumamente en 1967. Las ediciones originales de los tres tomos son
de editorial Losada. Recién hace seis años, a raíz de un proyecto conjunto de la Universidad
Nacional de San Martín y la Biblioteca Nacional, comenzó a aparecer una reedición por la
editorial Las Cuarenta.
71
El concepto de imaginabilidad se despliega desde y sobre estas dos
cuestiones, como condición de posibilidad de ambas. En ese sentido es una pieza
clave del carácter trascendental-operatorio que Guerrero otorga a su estética.
1. La imaginabilidad en el arte
Para este autor, la obra de arte puede ser nombrada como instalación real y
como imaginabilidad. Desde estos dos elementos se puede “decir” la obra, ambos
relacionados e imprescindibles porque conforman su constitución. En esa partición se
lee claramente la influencia de Heidegger que Guerrero no oculta. Aquella relación
entre Tierra y Mundo, que para Heidegger desplegaba la obra de arte, esa “doble
pertenencia” que le posibilitaba hacer patente la verdad, cobra en esta obra argentina
un nuevo sentido.
La instalación real alude a la Tierra, y remite a la obra al lugar del que surge y
que ocupa en el mundo dado, como una entidad resistente y persistente en el
mundo de los hombres” (Guerrero, 2008:369). La instalación real es ese arraigo
material que hace posible un ingreso al mundo imaginario. Pero desde esa instalación
en el ámbito del mundo cotidiano, la imaginabilidad proyecta la obra hacia un afuera
que se despega se ese orden desde el que se instala.
Así, habla de la obra que abre un mundo develándolo en lo cotidiano y habitual,
rompiendo nuestra percepción “acostumbrada” y transportándonos hacia un
alejamiento de la realidad en la cual también ella se instala. Es desde la realidad dada
que la obra abre y muestra una nueva realidad. En ese mostrar que la imaginabilidad
hace posible, radica la independencia de la obra de arte como estructura o como
complejo imaginario, respecto de las estructuras de lo real dado. Las condiciones que
hacen posible que percibamos lo real trascendente y presente en la obra es lo que
Guerrero denomina imaginabilidad, una “trama trascendente operatoria”. De allí que
hable de la obra de arte como órgano de transfiguración de la realidad.
El ámbito imaginario que constituye a una obra coincide con su imaginabilidad,
esto es: aquella potencia y proyección que la vuelve capaz de inaugurar mundos. La
imaginabilidad de la obra nos enseña una irrealidad. Nos invita a un afuera del juego
habitual, para mostrar otra de sus tantas posibilidades. En ese sentido, dice Guerrero:
Para ese autor, al igual que para Marcuse y a diferencia de Adorno, todo tipo
de arte, independientemente de su estilo y de su género, inaugura una nota de
alteridad a lo representado. Se sale, desborda lo real involucrado en el y, al mismo
tiempo, transgrede y libera la percepción acostumbrada. La obra de arte se exilia de
toda realidad instaurando un “poder imaginativo”, o sea, “de penetración en un ámbito
de posibilidades irrealizadas”, pero como al mismo tiempo se apoya en esa realidad,
“instaura un poder real de sostén del ámbito imaginario” (Guerrero, 2008:349).
72
instalar lo nuevo y abrir con ello un mundo de potencialidades ocultas en lo cotidiano.
De allí que la historia solo pueda ir a lo real por lo irreal. El marco de toda
transformación posible es el marco de la imaginabilidad, la predisposición sin la cual
tampoco son posibles las transformaciones sociales y políticas. De allí la clásica
vinculación de la utopía con la ficción artística y de la utopía con el cambio social.
En la estética operatoria de Guerrero puede leerse la misma sospecha que
vertebraba la reflexión marcuseana: que la dimensión estética no remite simplemente
al ámbito independiente en el que nuestra sociedad actual la fomenta, destinada al
recreo y separada de las dimensiones ética y política en tanto instancias, estas
últimas, más fuertemente “prácticas” y “operatorias”. La idea de imaginabilidad nombra
otra vez el modo en que la dimensión estética se hace condición de posibilidad de los
movimientos históricos y de las transformaciones políticas. Con ello pone en evidencia
su carácter transversal a toda actividad humana intersubjetiva.
En esa dimensión transversal, la imaginabilidad o postura imaginaria se
distingue de la función imaginativa en la vida cotidiana. Mientras que esta última
constituye una tarea de adaptación, “de conformismo y hasta de inhibición”, la postura
imaginaria “provoca una actitud dinámica y disconformista (…) y por reflejo, disloca y
dinamiza todo nuestro psiquismo” (Guerrero, 2008:369-370). Vale decir que podría
pensarse, esta condición de la obra de arte, no ya en el sentido de encarnar un
“potencial político” transformador, como había sido identificado ya en Benjamin o en
Marcuse, sino más bien como base de toda actitud política transformadora.
Guerrero se sale de los márgenes de una mera “filosofía del arte”. Aunque
elabora una estética indisociable del concepto de obra, con la que participa también de
lo que Schaeffer ha denominado “teoría especulativa del arte”, se instala claramente
en las líneas de una estética de la recepción cuyas implicancias y ramificaciones
políticas no han cesado de desprenderse desde finales del siglo XX.
La función múltiple de la instauración imaginaria en la vida individual y social de
las culturas occidentales implica la apertura de una perspectiva hacia las cosas extra-
artísticas, desentrañando un fondo de posibilidades latentes en lo dado. Desde la obra
de arte, entonces, pero por fuera de ella en tanto moviliza el interior de quien la
experimente, se convierte en órgano de transformación de la realidad. Al perder de
vista que esta dimensión de la vida política posee una raíz estética, perdemos también
la posibilidad de abandonar los relatos referidos a puntos incondicionados como
horizonte de las teorías de cambio social. El alerta sobre la constitución estética de la
experiencia política, tanto en este sentido parcial de la postura imaginaria, como en los
otros sentidos de la experiencia estética, nos ponen ante los ojos la pluralidad de
mundos posibles que caben dentro del mundo.
Referencias Bibliográficas
David, Guillermo (2005) “A la voz de aura. Para una imagen de Luis Juan Guerrero”,
en Revista La biblioteca, Nro. Doble 2-3. Buenos Aires, pp. 158-167.
García, Luis Ignacio (2009) “Entretelones de una estética operatoria. Luis Juan
Guerrero y Walter Benjamin”, en Prismas, Revisa de historia intelectual, Nro. 13.
Buenos Aires, pp. 89-113.
Guerrero, Luis Juan (2008) Estética operatoria en sus tres direcciones. Revelación y
acogimiento de la obra de arte [1956]. Buenos Aires: Las
cuarenta/UNSAM/Biblioteca Nacional.
73
Arte y nuevas tecnologías en el contexto global contemporáneo
74
resistencia en el territorio ocupado por las políticas “fascistoides” sin declarar que
estaba resistiendo, o diciendo hasta el cansancio que “ya no hay nada más para
decir”, como lo hizo Samuel Beckett, o con un grito desgarrado, como lo hizo Antonin
Artaud. En definitiva, llamándose a silencio y dislocándose, así, del espacio previsto
para la resistencia. Este es el momento en que Adorno y Horkheimer plantean el
divorcio entre el arte y la cultura en tanto que “las obras de arte, como las directivas
políticas son adaptadas oportunamente por la industria cultural, inculcadas a precios
reducidos a un público reluctante” (Adorno y Horkheimer, 1969:192). El arte
domesticado por los procesos de reproducción deja de ser esencialmente arte para
convertirse en una mercancía de la arrasante industria de la cultura, mientras que las
invenciones vanguardistas y sus técnicas de distanciamiento y shock fueron
absorbidas por la cultura de masas, desde el cine, la televisión, el diseño, la publicidad
y la arquitectura para estetizar la tecnología y el consumo. De esta manera, el lugar de
legitimación de la utopía liberadora bajo el socialismo se neutralizó por una cultura de
masas sostenida y mediada por industrias e instituciones.
A mediados del siglo XX, se completa el proceso por medio del cual el arte se
incorpora al sistema de consumo; las obras ingresan definitivamente al mercado de
bienes consumibles y restituyen la apariencia del “aura” perdida que ofrece al
consumidor una experiencia mediada e impostada. Pero este debate todavía no está
terminado hacia finales del siglo XX, a pesar de que los artistas dijeran haber
conseguido dominar la tecnología haciendo un uso intensivo de los soportes digitales,
virtuales. Los medios de reproducción se volvieron un modo de producción que logra
eludir los circuitos de exhibición tradicionales como galerías y museos. Ya no sería
necesario montar una muestra, entrar a los museos, recurrir a las editoriales e
imprentas, imprimir un negativo o pintar sobre la tela para dar materialidad a una obra
de cualquier género. En su lugar, la tecnología digital y la red dan origen y vida a los
simulacros más puros: serie infinita de copias cuyos originales no están en ninguna
parte y no remiten a nadie, con la máquina que los reproduce como única garantía de
existencia. Andy Warhol, uno de los primeros en explotar desde arte la lógica de
reproducción en serie, fue sumamente consciente de los alcances que le brindaban los
mecanismos de serialización y llega a proclamar: “quiero ser una máquina”, sin
embargo, toda su obra conserva la distancia imprescindible para ubicarse en tensión
frente a la industria de la cultura.
En la actualidad, el arte apegado a los soportes novedosos de la tecnología
digital se vuelve, a través de su capacidad de reproducción y variación infinita en la
red, mesiánico. Al definirse a sí mismo en una estructura “globalizada” bajo la promesa
de nuevas experiencias estéticas liberadoras de la alienación cotidiana, impone
códigos de referencia que remiten a la antigua estructura dominante, es decir, nada
más que a una parte de la industria cultural ya descripta por Adorno.
Estos soportes tecnológicos se abren a la pérdida de la experiencia, pero
entregan a cambio, una fantasía de totalidad propia del arte burgués. Las condiciones
de posibilidad de tales simulacros de experiencia están en la restitución del aura en la
obra de arte a través de la técnica. Benjamin, que se había dado cuenta de que la
imagen reproducida técnicamente sería dominante en el arte del siglo XX, también
anunció que se había llegado a una fase de eliminación definitiva del “aura” en las
obras. Sin embargo, la obra de arte no ha logrado escapar a su consagración aurática
redefinida en términos del mercado. En especial, el estatuto de la imagen alcanza una
dimensión trascendente ya que “se ha convertido en la forma final de la reificación del
artículo de consumo”, como señala Guy Debord. (Debord, 1990)
El arte digital se presenta ante el observador como un camino de trascendencia
a partir de los sentidos, lo que elimina la distancia crítica, sin ser capaz, siquiera en un
primer momento, de provocar la experiencia de shock en la conciencia, definida por
Benjamin. Por el contrario, se fundamenta en las posibilidades y alcances de las
nuevas tecnologías, como un fin en sí mismo. Los diversos tipos de arte digital, se
concentran en la búsqueda de la originalidad en los modos de producción y de las
75
nuevas formas de post-producción. Tal dependencia o aceptación fuertemente acrítica
del dominio de la tecnología imponen al arte, en tanto mercancía, las exigencias de la
industria cultural de los países centrales, que son al mismo tiempo los productores de
esa tecnología. De esta manera, las prácticas estéticas pueden llegar a convertirse en
nuevas formas de producción para la industria del software comercial. El soporte
electrónico, las posibilidades infinitas de reproducción, la supresión de los límites de
espacio y tiempo que generan una virtualidad, elimina la distancia en las formas de
recepción, en el nombre de “flujos”, “corrientes” y “desterritorializaciones”. Asistimos al
surgimiento de una nueva naturaleza de la máquina frente a la cual y, especialmente,
“sin la cual” el hombre se transforma en un ser arcaico.
En la línea de Benjamin, Giorgio Agamben explica que al hombre
contemporáneo se le ha expropiado “la capacidad de tener y transmitir experiencias”.
Este es el resultado de un proceso donde la experiencia ha sido monopolizada por el
impulso del par ciencia-técnica. De esta manera, la presencia de la tecnología en la
vida diaria del hombre se conecta con el campo de los saberes probados. Del mismo
modo, el arte digital corre el riesgo de convertir sus prácticas en un protocolo de
aplicación y desarrollo científico-tecnológico. Las nuevas tecnologías llevaron la ficción
de la subjetividad, creada por la industria cultural en la mitad siglo XX, a la ficción de la
experiencia virtual, que se establece mediante la imposición de la “universalidad
globalizada”.
Las formas presentes de soporte técnico pretenden actualizar la utopía
vanguardista de un arte, finalmente, al alcance de todos. Los nuevos sistemas de
reproducción tecnológicos prometen a sus usuarios experiencia sin límites; sin
embargo, no caben dudas de que las tecnologías de última generación no son más
que nuevos espacios de ocupación del sistema de dominación hegemónico. La
variedad velocidad-cantidad de recambio y transformación tecnológica funcionan
también como un simulacro de las relaciones de producción, mientras la novedad sólo
se instala en la producción de nuevos software en el arte, o mejor dicho, en la industria
cultural, todo sigue igual, casi como una excusa que permite garantizar la estabilidad
impasible de lo cotidiano. El valor “arte” en el espacio de los medios es detentado, por
ejemplo, por la publicidad, sin dejar lugar a la contracultura. En este sentido señala
Williams que “en particular en el cine, las artes visuales y la publicidad, ciertas técnicas
que otrora fueron experimentales y significaron verdaderas conmociones y afrentas, se
han convertido en convenciones operativas de un arte comercial de amplia
distribución, dominado desde unos pocos centros culturales, mientras muchas de las
obras originales se incorporaron directamente al comercio internacional corporativo”
(Williams, 1997: 86).
Termina siendo innegable que los cambios tecnológicos no derivan en crisis de
las relaciones de poder, de la política o del arte, más bien acentúan los rasgos de
institucionalización, ya que por definición la tecnología depende de los centros de
poder y de control de las prácticas de consumo. Desde esta perspectiva, se abre ante
nosotros un espacio de resistencia: seguir preguntando al hecho artístico o cultural, a
fuerza de ser reiterativos, qué es lo que no da o en qué falla, ya que es la única actitud
que permitirá tomar la distancia necesaria que nos preserve de la imposición de una
experiencia simulada y controlada.
En medio de este paisaje tecnológico ciertamente desolador en el que se
desplazó la experiencia hacia la experimentación científica se vislumbra una paradoja
impensada en los finales del siglo XX y apenas esbozada a comienzos del XXI: la
desaparición del museo ya no constituiría un acto de oposición, sino de
colaboracionismo encubierto. Hoy, tal vez, el museo -sin proponérselo- toma el lugar
de la resistencia porque significa una barricada contra la disolución permanente del
arte y, por sobre todo, restituye alguna posibilidad de experiencia compartida y
comunitaria.
Los nuevos museos y la formas del arte relacional que tratan de reconstruir la
relación personal con la obra de arte y entre los espectadores, puede ser un refugio
76
contra los estereotipos y el escenario donde los hombres cruzan su experiencia
común, cada vez más desdibujada por la ilusión de una comunidad global
supuestamente democrática en la que todos participan, pero no todos son iguales ni
hay nada para elegir. La cuestión sería, entonces, como observa Huyssen, recuperar
la tentativa de la vanguardia de interpelar y redirigir aquellas experiencias humanas
que no han sido todavía subsumidas en el capital o que han sido estimuladas pero no
consumadas por este. La experiencia estética particular, la interacción con la obra de
arte debe ocupar un lugar en esta transformación de la vida cotidiana, teniendo en
cuenta que posee una competencia única y esencial para organizar la fantasía, las
emociones y la sensualidad contra la desublimación represiva tan característica de la
cultura del capitalismo desde los años sesenta en adelante.
En definitiva, volvemos al principio, a la necesidad de repetir el cliché: la cultura
y la barbarie recorrieron, de la mano, el arte y la política del siglo pasado y agregamos
del comienzo de este; porque parece que no se pudo salir del fascismo dominante de
la primera mitad del siglo XX con su delirio de totalidad pero actualizado y fortalecido
en las redes de las nuevas tecnologías supuestamente al alcance de todos.
Bibliografía
Agamben, Giorgio (2001). Infancia e historia. Buenos Aires: Ed. Adriana Hidalgo.
Adorno, W. Theodor y Max Horkheimer (1969). “La industria cultural”, en Dialéctica del
Iluminismo, Buenos Aires: Ed. Sudamericana.
Benjamin, Walter (1987). Discursos Interrumpidos I. Madrid: Ed. Taurus.
______________ (1993). Imaginación y sociedad, Iluminaciones I, Madrid: Ed. Taurus.
______________ (1972). “Baudelaire un poeta en el esplendor del capitalismo”,
Iluminaciones II. Madrid: Ed. Taurus.
______________ (1971). “Tesis de filosofía de la historia”, en Angelus Novus.
Barcelona: Ed. Edhasa.
Bürguer, Peter (1997). Teoría de la Vanguardia. Barcelona: Ed. Península.
Calinescu, Matei (1985). Cinco caras de la modernidad. Modernismo, Vanguardia,
Decadencia, Kitsch, Posmodernismo. Madrid: Ed. Taurus.
Debord, Guy (1990). Comentarios sobre la sociedad del espectáculo. Barcelona: Ed.
Anagrama.
Huyssen, Andreas (2002). Después de la gran división. Buenos Aires: Ed. Adriana
Hidalgo.
Hobsbawn, Eric (1996). Historia del siglo XX. Barcelona: Ed. Crítica.
Jameson, Federic (1986). Posmodernismo: “Lógica cultural del capitalismo tardío”. En
Zona Abierta nº 38, Enero-Mayo, Madrid.
Sanguinetti, E. (1974). Por una vanguardia revolucionaria. Buenos Aires: Ed. Tiempo
Contemporáneo.
Williams, Raymond (1997). “La política de la vanguardia”, en La política del
modernismo. Buenos Aires: Ed. Manantial.
77
La libertad. Teoría y praxis en kant
Daniel de Sautú.
Universidad Nacional de Mar del Plata.
1
Crítica de la Razón Pura, en adelante CRP.
2
Estética Trascendental, en adelante ET, Analítica Trascendental, AT y Dialéctica
Trascendental, DT.
78
La razón en su uso práctico exige la libertad, la inmortalidad del alma y la
existencia de Dios. Estas tres son ideas de la metafísica, las que Kant negaba en la
DT ya que la razón teórica no podía proporcionar conocimientos objetivos sobre ellos
debido a encontrarse más allá del límite de acuerdo a lo explicado ut supra.
Pero estas tres ideas de la metafísica de la razón en su uso práctico son por
Kant postulados. Su justificación radica en que son conjeturas, supuestos, no
demostrables siendo necesario suponerlos para que la moral tenga sentido. Hacemos
“como si” fueran reales, aunque no podamos (y porque no podemos) demostrarlos. La
libertad, no es demostrable (todo podría estar absolutamente determinado) pero sí es
pensable. La existencia de la ley moral nos hace suponer la existencia de la libertad,
porque si no hubiera libertad no habría ley moral, o no tendría sentido.
Por lo tanto el postulado de la libertad se enuncia del siguiente modo: si existe
la ley moral y el hombre debe cumplirla es porque es libre.
3
KANT, Immanuel, “Filosofía de la historia”, ¿Qué es la ilustración?, Traduc. Eugenio Imaz,
México, Fondo de Cultura Económico, 1994
79
que quizás Kant postula una prioridad de lo práctico sobre lo teórico, la gran
construcción de la CRP tiene su auténtico significado con la crítica de la razón
práctica, que es donde hace referencia a la libertad. En realidad Kant traslada a la
conciencia aquello que Rousseau había puesto en la sociedad, amplia las nociones
roussonianas contenidas en el contrato social, de hecho invalida la existencia histórica
del contrato social porque es una idea de la razón no una idea práctica.
Por eso se preocupa mucho de la voluntad general y de la idea que haga
posible un Estado Universal, un Estado donde las aptitudes morales del hombre se
van a poder desarrollar. Todo esto requiere del progreso partiendo desde el seno de la
propia naturaleza. La libertad, en el fondo, cumple los dictámenes de la modernidad,
es conciliación entre libertad, razón y naturaleza.
La filosofía puede advertir el progreso en la historia. Este tiene que ver con la
autodeterminación, esta determinación de la voluntad por la razón. En la medida que
la voluntad se determine por la razón menos va a necesitar de las fuerzas
constrictoras y el individuo será más libre y eso posibilitará la unión de los Estados, la
paz perpetua, esta visión cosmopolita que tiene Kant.
La historia para Kant está entendida como un proceso unitario en el que al final
de la historia se puede encontrar una razón -que en el presente se encuentra
escindida entre una razón práctica que está vinculada con el juicio y con una voluntad
que necesita del imperativo categórico para determinar si la máxima de su acción
corresponde a una ley universal-. Una razón que se las tiene que ver con el
entendimiento, con aquellos juicios que son sintéticos pero que son a priori.
Pero Kant encuentra una gran novedad en el paradigma científico de la física
matemática newtoniana la que le provee este modelo de conocimiento en progreso, y
de allí Kant toma el modelo de la Naturaleza. Este esquema utilizará ciertos tipos de
enunciados que son universales, necesarios y sin embargo son sintéticos, con base en
la experiencia.
La pregunta es ¿si esto va en el plano del conocimiento cómo es posible
encontrar en la historia un sentido universal si lo que se está afirmando es la
subjetividad?
La duda pasa en si la historia es una objetividad, cómo algo exterior entonces
podría tener un sentido.
¿Qué es lo que progresa en la historia? Kant dirá hay que buscar en la historia
el plan de la Naturaleza. Y lo que hace la Naturaleza es colocar en el hombre ciertas
disposiciones. Hay varias disposiciones como las morales, las que atañen al
cumplimiento de la ley, y son disposiciones porque justamente el hombre tiende a
constituirse como ser ético estando dentro del plan de la Naturaleza, y ésta ejecuta
ese plan independientemente de que los hombres quieran o no, porque todo lo que es,
todos los seres están necesariamente destinados a alcanzar la perfección, de la
misma manera está la especie humana.
¿En qué consistirá este telos de la historia? Justamente consistirá en el pleno
uso de la razón y en la plena determinación de la voluntad por parte de la razón,
el progreso de la humanidad permitirá advertir que los hombres son cada vez más
justos, cada vez mejores, más racionales y pacíficos, más civilizados y cosmopolitas,
ésta es la idea del optimismo kantiano.
80
También Kant trata a la libertad como tema fundamental en su obra “Idea de
una historia universal en sentido cosmopolita”.
En principio Kant establece los principios por los cuales considera que la
humanidad progresa siempre hacia mejor y de qué manera encuentra él esta
concepción en el plan de la Naturaleza. El concepto de Naturaleza que Kant utiliza
aquí lo va a tomar de la física siendo el concepto de la Naturaleza similar al de la
Providencia. Cabe destacar por otro lado que es ley, porque en la Naturaleza no hay
azar, no hay casualidad, la causalidad justamente permite comprender la legalidad de
la Naturaleza.
Lo mismo ocurre en lo que tiene que ver con la historia, ya que la Naturaleza
tiene un plan y éste tiene que ver con la disposición como el germen que pone la
Naturaleza en el hombre para que éste establezca un orden legal a través de un
antagonismo que el autor la menciona como “la insociable sociabilidad”4.
Hay un antagonismo que está provocado para que sea necesario establecer
ese orden legal. Todo este sometimiento a la razón es debido a la animalidad, es decir
a todo lo fenoménico, a todo lo tendencial que es lo que está dominando a los sujetos
frente a lo cual hay que sobreponerse con el uso de la razón cada vez más plena.
Ahora en Kant el enfrentamiento es el medio del que se sirve la Naturaleza
para impulsar al hombre para que alcance su pleno desarrollo. Y es Kant el que
también da un paso al describir esa insociable sociabilidad de los hombres la que la
lleva a formar una sociedad, unida sin embargo a una resistencia que amenaza
perpetuamente con disolverla.
Si bien para Kant hay una inclinación natural a entrar en sociedad, también hay
una gran tendencia a aislarse, porque en las características del hombre está el
egoísmo y la ambición de honores. Kant habla de “…afán insaciable de poseer o de
mandar!”5.
El quinto principio, cito Al autor “el problema mayor del género humano, a cuya
solución le constriñe la Naturaleza, consiste en llegar a un sociedad civil que
administre el derecho en general”. 6
Dentro del quinto principio el filósofo prusiano habla de una imposibilidad de
continuar en el estado de libertad salvaje atribuible a la necesidad. Kant también habla
de limitaciones de la libertad por el derecho ó por las leyes. Cito “La necesidad es la
que fuerza al hombre… a la desembarazada libertad, a entrar en este estado de
coerción (hace referencia a las leyes); necesidad la mayor de todas, la que los
hombres se infligen entre sí, ya que no pueden convivir ni un momento más en medio
de su salvaje libertad”7
En este mismo sentido prosigue explicando que dentro de la sociedad civil, las
inclinaciones humanas producen sus mejores resultados: la cultura, el arte y el orden
social son así frutos de la insociabilidad, obligada a someterse a disciplina.
En el sexto principio nos dice que la naturaleza humana como especie y como
animal “cuando vive entre sus congéneres, necesita de un señor”8. Hay en Kant un
poner límites a la libertad de esta criatura racional, a cargo de “un señor que le
quebrante su propia voluntad y le obligue a obedecer a una voluntad valedera para
todos, para que cada cual pueda ser libre”9
A párrafo seguido aclara que ese señor debe ser de la especie humana.
Ninguna referencia a Dios, con respecto a quien ese señor de señores deba rendir
cuentas sin embargo hay un plan de la Naturaleza que podría, especulación mediante,
4
Ibídem p. 46
5
Ibídem p. 48
6
Ibídem
7
Ibídem p. 49
8
Ibídem p. 50
9
ídem
81
servir de telos de la historia bajo la consigna de progreso indefinido de las
disposiciones humanas.
En el sexto principio Kant se refiere al hombre de manera poco feliz. Cito
“…con una madera tan retorcida como es el hombre no se puede esperar conseguir
nada derecho”10. Es claro Kant en pensar en un pesimismo antropológico aunque éste
es sólo inicial, porque luego concluye lo siguiente: “lo que la Naturaleza nos ha
impuesto es sólo la aproximación a la solución”. Y Kant avanza en ese sentido
universalizante propio de su pensamiento y no se queda en una sociedad civil para su
propio pueblo, sino que su idea es de “un Estado de ciudadanía mundial o
cosmopolita”11 vinculando ya las relaciones entre los diferentes pueblos. Aclara luego
que mientras éstos sigan entre sí en un régimen de libertad salvaje es imposible que
alcancen el bienestar interno.
Es clara su mirada universalizable donde en lugar de colocar personas, postula
naciones.
Bibliografia
Kant, E. “Filosofía de la historia”, Idea de una historia universal en sentido cosmopolita, Imaz,
Eugenio (tr.), México, Fondo de Cultura Económica, 1994.
------------. “Filosofía de la historia”, ¿Qué es la ilustración?, Imaz, Eugenio (tr.), México, Fondo
de Cultura Económico, 1994.
------------. “Crítica de la Razón Pura”, Caimi, Mario (tr.), Buenos Aires, Ediciones Colihue S.A,
2009.
------------. “Crítica de la Razón Práctica”, Rovira Armengol J. (tr.), Edición cuidada por Ansgar
Klein, Buenos Aires, Editorial Losada S.A., 2003.
10
Ibídem, p. 51
11
Ibídem, p. 61
82
Antropología y alienación en el joven Marx
Introducción
Influencias hegelianas
83
Sin embargo, Marx conserva de Hegel la noción de desarrollo dialéctico,
aplicado a la historia material. También cabe destacar que toma de Hegel la noción del
hombre como productor de su vida mediante la liberación de sus potencialidades,
resultado de su trabajo. Recurramos a una cita del Tercer Manuscrito para aclarar este
punto:
Caracteres antropológicos
1
Marx, K. Manuscritos económico-filosóficos. Madrid: Alianza, 1985. Págs. 189-190.
2
Ibidem, pág. 195.
3
Ibidem, pág. 111.
84
hace de su actividad vital misma objeto de su voluntad y de su conciencia."4 El
hombre, tiene así a diferencia del animal la posibilidad de proyectarse en lo que
produce. Materializa una idea, que estuvo previamente en su conciencia. Intentamos
aquí mostrar la relación entre las necesidades biológicas, físicas, que obligan al ser
humano a valerse de la naturaleza, y la conciencia, que lo convierte, de acuerdo con
Marx, en un ser ilimitado. El desarrollo de las potencialidades, es la realización de la
esencia humana, la proyección ilimitada. Más específicamente,
Vale insistir en que no hay que pensar en una esencia abstracta, sino en una
práctica histórica, material. El hombre es naturalmente creador, y en estas creaciones,
sus producciones, manifiesta su consciencia, su actividad vital. La objetivación,
consiste en sacar de sí el producto, y por lo tanto es necesaria. Tiene también
impulsos vitales, que se diferencian de las necesidades transitorias. La satisfacción de
estas necesidades, se encuentra fuera de él. El hombre necesita de la naturaleza para
sobrevivir, porque está determinado por la escasez. En el tercer manuscrito,
encontramos lo siguiente:
Alienación
85
del ser humano, del desarrollo de sus potencialidades. Esta realización de la esencia
humana, que es exteriorizada en la objetivación, y luego reapropiada al utilizar esas
creaciones para la satisfacción de las necesidades, se rompe en el modo de
producción capitalista. Esto se debe a que la división del trabajo ya no depende de las
capacidades de cada cual, sino que es funcional al mercado. Según Marx, la
aplicación de los presupuestos de la economía política clásica tiene como resultado la
alienación del hombre, al quedar reducido a la condición de mercancía.
Por todo esto, la alienación, adopta una connotación negativa. No es sólo
desconocimiento de las propias capacidades, de la actividad productora como algo en
lo que se realiza la plenitud del ser humano, sino que se trata de esclavitud. Aquel
objeto en que el hombre puso sus capacidades, ahora lo domina. Dicha alienación
permea todas las aristas de la vida, ya que afecta al carácter esencialmente humano,
que es la actividad productiva consciente. Vemos entonces que la alienación pervierte
las relaciones sociales, lo que a su vez se traslada a otros planos. En plano político, el
hombre se niega a sí mismo en el orden social para reconocerse en el Estado, que
perpetúa la explotación institucionalizada. En el plano religioso, la figura de dios
encarna una proyección de la esencia humana, que trae como resultado la negación
del hombre. Por último se refiere Marx al plano filosófico, donde se asistía a un
idealismo que justificaba el status quo, negando la irracionalidad presente en la
historia, manifiesta en la lucha de clases.
En el primer manuscrito encontramos detallado el proceso de enajenación del
hombre que se da en el trabajo, respecto tanto del producto como de la actividad
misma. A su vez, esto genera una alienación con respecto a la naturaleza, con
respecto a sí mismo, y a los demás seres humanos. Es dominado por quien se apropia
de ese producto, que es otro hombre (este es según Marx el “secreto” mejor guardado
del modo de producción capitalista). El trabajo es así mero medio, lo opuesto a la
realización. La alienación se relaciona directamente con el sometimiento -como en el
ámbito religioso, la creación humana es puesta como anterior y dominante, se
desconoce su calidad de creación y se la toma como creadora-.
El trabajo enajenado constituye el daño universal, aunque se expresa de
manera más clara en el proletariado, razón por la cual éste será el sujeto histórico
revolucionario. Es la alienación social (la relación entre el trabajo y la propiedad
privada) el origen del conjunto de las alienaciones. La supresión de éstas, es la
reapropiación por parte del hombre de sus fuerzas genéricas, de sus capacidades
creadoras. Dicha supresión de la alienación debe darse a partir del plano político,
práctico, y no solo en el espiritual o intelectual. Por eso decíamos q la antropología se
enlaza con la filosofía de la historia. El fin último lo constituye la emancipación, que es
también la misión de la filosofía.
Conclusiones
7
Ibidem. Pág. 38 (introducción de Francisco Rubio Llorente).
86
existencia individual. La búsqueda que se circunscribe a la necesidad de mantenerse
vivo y nada más, no es entonces la realización de la humanidad, de las
potencialidades.
El desarrollo pleno de las potencialidades humanas, en una participación
consciente en el mundo, es para Marx el fin último de la filosofía. La universalidad del
hombre radica en su capacidad de distanciarse de la urgencia por sobrevivir,
produciendo libremente. En eso consiste la emancipación, en una liberación de las
capacidades, en lugar de someterlas al mercado. Se trata de una recuperación de la
universalidad que se halla corrompida. Y esto no es una tarea espiritual, sino que
implica una praxis revolucionaria, que le devuelva la racionalidad a la historia. Nuestra
intención fue mostrar cómo se enlazan la postulación de Marx sobre la esencia
humana con la alienación, ya que ambos planteos resultan inescindibles, y confluyen
en una filosofía de la historia de carácter teleológico y humanista.
87
Horkheimer: sobre el concepto de Ilustración
1
Adorno, T., Horkheimer, M., Dialéctica de la Ilustración, Madrid, Akal, 2007, p. 19.
88
proyecto que los pensadores de la modernidad habían gestado: la Ilustración. Una
nueva época que conllevaría a la humanidad a lo prodigioso y grande, sirviéndose el
hombre mismo de sus facultades racionales.
El primer capítulo de la obra ha sido escrito íntegramente por Horkheimer.
Quienes hemos leído su Teoría Crítica recordaremos elementos que en la obra que
ahora recorremos se encuentran descartados, anulados y criticados. La crítica, en esta
obra, será rotunda y ha pasado muy poco tiempo desde los escritos críticos2 de los
frankfurteanos. Pero hubo un paso previo: la Crítica de la razón instrumental ya los
hacía perfilar hacia un nuevo rumbo de pensamiento. Los autores se han instalado en
un marco teórico en el cual prefieren hablar de un fin de la Ilustración y no sólo ello,
sino que además hay una vuelta a las épocas oscuras. A las épocas de miedo, de
irracionalidad.
La libertad de los modernos le da al hombre claros de sol, destellos, y ya no se
encuentra encerrado en ese temor natural a la oscuridad que describía Locke. Lo
oscuro va desapareciendo y de esta manera la seguridad se torna el suelo firme del
sujeto moderno. El proyecto moderno, según Horkheimer, presenta una fisura que le
cuesta caro,
“El hombre cree estar libre del terror cuando ya no existe nada desconocido. Lo
cual determina el curso de la desmitologización, de la Ilustración, que identifica lo
viviente con lo no viviente, del mismo modo que el mito identifica lo no viviente con lo
viviente.”3
Pero el autor de la Escuela de Frankfurt no hace de la Ilustración una mera
descripción de conceptos, sino que hace una crítica que termina emparentando a los
antiguos con los modernos. La lógica será la herramienta principal de los positivistas y
el Iluminismo es la antesala de la inmanencia positivista, es decir, todo está signado
por un pensamiento que se cierra, que no permite a nada salir-se: “nada debe existir
fuera”4 de la inmanencia del positivismo.
¿De qué nos habla Horkheimer? De una vuelta, de un retorno: el mito ha
vuelto, pero ya no en imágenes antropomórficas con una referencia no-viviente, sino
en facultades de conocimiento humanas desde lo viviente y en lo viviente. La realidad
completa se subsume a las reglas de la lógica y de la matemática. Hay una sumisión
de lo real al formalismo lógico. Las reglas de la matemática y de la lógica son
abstractas, y de aquí la similitud entre el mito y la propuesta positivista. La gran
diferencia entre ambas maneras de describir la realidad se encuentra en que no hay
sistema más totalitario que el de la Ilustración.
Se presenta una paradoja oculta al interior del proyecto moderno mismo: la
Ilustración es mito y el mito es Ilustración. Hay una equivalencia y no la negación de
una nueva época respecto de la anterior. El sueño de dominar la naturaleza, la
totalidad, por medio de la razón como instrumento, hace que el proyecto de los
modernos ya tenga fecha de caducidad. La modernidad tiene un nacimiento que ubica
al hombre frente a la naturaleza.
La Ilustración ya estaba presente en la mitología, así como los mitos eran
productos de la Ilustración. Aquí nos encontramos con la paradoja y tesis central de la
Dialéctica de la Ilustración. Si bien las primeras líneas de la obra parecen invitarnos a
una defensa crítica de la Ilustración, a medida que vamos girando las páginas, nos
encontramos con críticas que con poca suerte harían que el proyecto de los ilustrados
sobreviva. Los mitos también querían dominar y controlar, detrás de las narraciones de
ellos se encontraban génesis históricas, teorías sobre la vida, historia de Dioses y
mortales, cosmogonías. La Ilustración utiliza otras formas discursivas que ocultan los
2
Los ubicamos en la década del 30’.
3
Adorno, T., Horkheimer, M., Dialéctica de la Ilustración, Madrid, Akal, 2007, p. 31.
4
Ibíd.
89
mismos deseos de los antiguos. La lógica racionalizante de los modernos es lo que
eran las largas narraciones mitológicas.
Las maneras de acceso a la realidad que los modernos nos han relegado, son
maneras de acceso pre-fabricadas. Quizás en este punto resida la importancia de la
crítica de Horkheimer tanto a la razón como a la Ilustración, a saber: una crítica que
recae en las inconsistencias propias de los procesos mediante los cuales la
modernidad ha hecho de los sujetos simples marionetas de las postuladas facultades
que permiten acceder a la realidad pero que, a la vez, brindan los datos de la realidad,
es decir, sin aquellas facultades postuladas, no hay acceso posible.
“La regresión de las masas consiste hoy en la incapacidad de poder oír con los
propios oídos lo que aún no ha sido oído y de tocar con las propias manos lo que aún
no ha sido tocado, en la nueva forma de ceguera que sustituye a toda ceguera mítica
vencida.”5
Los sujetos se encuentran presos del sin-sentido contra el cual la Ilustración
decía luchar. La nueva época crítica no ha comenzado, por el contrario, ha ingresado
en el laberinto de la coacción de su propia naturaleza y, siguiendo las ideas de
Horkheimer, diremos que es más grave que los relatos mitológicos. Aquí el hombre es
el portador de lo que lo hace no-libre. Son sus propias facultades quienes lo encierran
en estructuras de relación para con el mundo: deber ser, comportarse, actuar, todo
bajo la imagen rectora de la razón.
Lo interesante para leer la Dialéctica de la Ilustración, es permitirse tomar un
mapa preliminar: el de comprender la crítica que hace Horkheimer cuando equipara
ambas épocas: la de los antiguos con sus mitos y la de los modernos con sus
facultades cognoscitivas. Ambos relatros. Bajo el espectro de esta crítica fundacional
de la obra, es desde el cual se puede avanzar para ver errores y aciertos de los
frankfurteanos.
5
Adorno, T., Horkheimer, M., Dialéctica de la Ilustración, Madrid, Akal, 2007, p. 51.
90
El pensamiento político de Ernesto Laclau bajo la perspectiva crítica de la
filosofía contemporánea. Poder, identidad social y democracia radical.
1
Al respecto se puede consultar Saussure, F.: Problemes de linguistique générale, Paris,
Gallimard, 1966, p. 53 y ss.
2
El concepto de límites internos se refiere a la anulación de las diferencias entre las distintas
demandas particulares, situación que auspicia la constitución de un ‘nosotros’ frente a un
‘ellos’.
91
campesino, por lo que existe un antagonismo con el propietario que lo expulsa
de la tierra). En la medida en que hay antagonismo yo no puedo ser una
presencia plena para mí mismo. Pero tampoco lo es la fuerza que antagoniza:
su ser objetivo es un símbolo de mi no ser y, de este modo, es desbordado por
una pluralidad de sentidos que impide fijarlo como positividad plena”.3
3
Laclau, E., Mouffe, Ch.: Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la
democracia, Madrid, Siglo XXI, 1987, p. 145.
4
Vale aclarar que por ‘práctica política’ no se entiende sólo la actuación del Estado o los
partidos políticos, sino toda articulación que genere efectos reivindicativos.
92
posiciones son erróneas en razón de que no existen “puntos privilegiados para el
comienzo de una política socialista; ésta gira en torno a la construcción de una
voluntad colectiva que es trabajosamente construida a partir de una variedad de
puntos disímiles”.5
Al mismo tiempo, Laclau no coincide con la tendencia dominante que atribuye a
los nuevos movimientos sociales una potencialidad apriorísticamente progresista o
transformadora. El significado político del movimiento de una comunidad local, de una
lucha particular no puede ser descifrada desde el inicio. La tendencia democratizadora
de un movimiento social sólo puede ser juzgada desde su interacción con el resto de
las luchas democráticas, por lo tanto, “depende fundamentalmente de su articulación
hegemónica con otras luchas y reivindicaciones”.6
Esta segunda consecuencia es importante, porque, como hemos observado, el
poder que configura las distintas hegemonías políticas, no opera a partir de una serie
de reivindicaciones comunes, sino unificando demandas o elementos que son
heterogéneos. La asignación de ‘unidad’ y de ‘universalidad’ será otorgado por el
propio proceso de articulación de estas distintas posiciones o puntos variados.
También cabe recalcar que la perspectiva laclausiana disuelve los problemas dejados
por Marcuse, ya que al negarse a asumir la existencia de un sujeto privilegiado, es
decir, de una clase que represente los intereses universales, o de un sujeto que la
sustituya, la tarea de la emancipación pierde unidad, pero gana en diversidad. Por
ende, no hay un sujeto privilegiado llamado a hacer la revolución, pero se multiplican
los agentes sociales y los antagonismos, perdiendo unidad, pero ganando en
intensidad. Naturalmente que estos términos son relativos a las distintas articulaciones
que posibiliten entrar en equivalencia a los diversos tipos de demandas, evaluándose
los resultados a partir de sus efectos democratizadores. Así pues, el potencial
emancipador de los múltiples movimientos políticos no puede ser juzgados de
antemano, sino a posteriori y dependiendo del sistema de mediaciones que sean
capaces de establecer.
La tercera consecuencia se relaciona con la ambigüedad constitutiva de toda
identidad social, en el sentido de que si bien la relación entre las distintas posiciones
de sujeto, que el análisis de Laclau pretende descentrar, no está determinada por
ningún fundamento único, esto no significa quedarse fijado en la absolutización de los
particularismos, sino que, por el contrario, se pretende superar esta separación de las
diferentes posiciones de sujeto a través de una articulación de elementos disímiles,
mediante el proceso de fusión (sobredeterminación) momentánea de las luchas
sociales a partir de un principio de carácter democrático-radical. Para comprender con
mayor detalle dicho principio explicaremos en el próximo punto las características
centrales del proyecto de una democracia radical.
A) La ofensiva antidemocrática
La propuesta que elabora Ernesto Laclau tiene como objetivo central responder
a lo que ha dado en llamar “los riesgos de una ofensiva antidemocrática”.7 Dicha
ofensiva antidemocrática se presenta como una nueva forma de hegemonía
conservadora regida por la restricción del campo de lucha democrática y por el
mantenimiento de un sistema de desigualdades que se extienden a través de una
multiplicidad de relaciones sociales. De esta forma, el principio jerárquico y anti-
igualitario se ve reforzado por un conjunto de temas recurrentes extraídos de la
tradicional filosofía conservadora. Justamente, estos tópicos son los que permiten
5
Laclau, E., Mouffe, Ch.: (1987), p. 103.
6
Ibídem, p. 103-104.
7
Cfr. Ibídem, p. 193.
93
justificar la desigualdad social, económica y política, viabilizando la creación de un
proyecto hegemónico que articula la defensa neoliberal del libre mercado con el
tradicionalismo cultural y social. En este contexto anti-igualitario, la reacción del sector
conservador alcanza dimensiones políticas y culturales, colocando a la libertad
individual como el objetivo último de toda realización democrática. Esto hace
referencia a que el concepto ‘libertad individual’ se convierte en la coartada adecuada
para legitimar las desigualdades y para restaurar las relaciones jerárquicas que tres
décadas atrás habían sido quebrantadas en las sociedades democráticas avanzadas.
Por ello, señala Laclau:
B) La revolución democrática
8
Ibídem, p. 198.
9
Se puede encontrar desarrollada esta tesis en Hayek, F.: The constitution of liberty, Chicago,
University of Chicago Press, 1960, p. 11 y ss.
10
Laclau, E., Mouffe, Ch.: (1987), p. 199.
94
Estado, cambiando el grado de responsabilidad del mismo y modificando la definición
de la ciudadanía, puesto que a este último se le atribuyen derechos sociales. La
transformación en la identidad del ciudadano ha tenido como consecuencia más
inmediata una redefinición en las nociones de igualdad, libertad y justicia. De esta
forma, el discurso liberal-democrático sufrió una profunda modificación, dando cabida
a una nueva articulación entre libertad e igualdad efectiva. Ahora bien, el proceso de
mercantilización y burocratización de las sociedades avanzadas han sido el marco en
el que se ha desarrollado una expansión sin precedentes de las luchas por la igualdad;
abarcando aspectos de la vida que anteriormente eran considerado privados.
Precisamente, esta proliferación de antagonismos y esta puesta en cuestión de una
gama de relaciones que tradicionalmente fueron juzgadas como no opresivas
constituyen los principios fundamentales de la denominada ‘revolución democrática’.
La revolución democrática coincide con un tipo de sociedad que se ha
convertido en el espacio incontrolable de luchas que procuran instituir una subversión
en los procesos tradicionalmente desigualitarios. Paradójicamente, el discurso
dominante, sustentado en el consumismo y el individualismo extremo, premite, sin
proponérselo, “poner en cuestión los privilegios basados en las antiguas formas del
status”.11 Por lo tanto, la nueva cultura del consumo, que Marcuse describió con tintes
dramáticos, ha generado, en forma no intencional, una nueva serie de demandas que
sacan a la luz problemas tales como la falta de empleo, la ausencia de oportunidades
para jóvenes y mujeres, la desigualdad en el acceso a bienes y honores, etc. En
consecuencia, el proceso de mercantilización y homogeneización crecientes de la vida
social han producido un cuestionamiento a la apariencia de igualdad de nuestras
sociedades, dando lugar a una multiplicación de particularismos que han, en muchos
casos, cristalizados en una situación de mayor autonomía sectorial.
No obstante ello, como señalan Riechmann y Fernández Buey, no se debe
confundir la fragmentación social con el pluralismo; en el sentido de que “el proceso de
integración indirecta”, es decir, de fragmentación social, contribuye de manera notable
“a la forma contemporánea del divide e impera”.12 Por lo tanto, la irrupción de estos
nuevos movimientos sociales, de estas nuevas formas de particularismos corren el
peligro de ser funcionales a la dominación si se quedan en una perspectiva aislada y
fragmentada.
Laclau es consciente de esta problemática, y su desarrollo del concepto de
articulación política evitaría el peligro de la atomización social. Por ende, el proceso
equivalencial garantizaría parcialmente la puesta en común de las luchas particulares.
11
Ibídem, p. 184.
12
Cfr. Riechmann, J., Fernández Buey, F.: Redes que dan libertad. Introducción a los nuevos
movimientos sociales, Barcelona, Paidós, 1994, p. 189.
95
ni de la simple alianza entre sectores o clases sociales, sino de un proceso de
modificación de la identidad misma de las fuerzas operantes. Para que la unidad de
las luchas sea radicalmente democrática se requieren dos condiciones generales:
En primer lugar, que la satisfacción de una demanda particular no se haga a
expensas de otras demandas particulares. Por ejemplo, que “la defensa de los
intereses de los trabajadores no se haga a expensas de los derechos de las mujeres,
los consumidores o los inmigrantes”.13 Esto posibilita hacer referencia a un conjunto de
derechos democráticos, derechos que, si bien pertenecen al individuo, sólo pueden ser
ejercidos de manera comunitaria y presuponen la existencia de los mismos derechos
para los otros.
En segundo lugar, que se extiendan las luchas reivindicativas a relaciones de
dominio que han sido naturalizadas a través del tiempo.14 Puede hallarse un ejemplo
de esta extensión de las luchas democráticas en la campaña contra el maltrato a las
mujeres o en las demandas de agremiación de los trabajadores inmigrantes. Esta
segunda condición supone la imposibilidad de un ordenamiento social o identitario fijo,
positivo y estable. Porque si tal sistema social existiera, como se desprendía del
proceso de cierre del universo del discurso (totalización de la alienación) descrito por
Marcuse, entonces, o bien no podrían existir demandas particulares nuevas, o bien no
podrían ser explicadas teóricamente. Por lo tanto, para que exista una subversión
(transformación) democrática en los contenidos de las identidades particulares, se
requiere que las diferentes posiciones de sujeto no sean positivas, es decir, que no
estén regidos por un fundamento único, y que el antagonismo se mantenga como
condición indispensable de la política. Esto significa que si existiese un fundamento
objetivo para las distintas posiciones que los sujetos ocupan en el contexto social,
entonces nos enfrentaríamos a un espacio social suturado (cerrado), como sostenía la
visión pesimista de Marcuse, y la ampliación de las equivalencias quedaría reducida a
cero. Por ello, afirma Laclau:
13
Mouffe, Ch.: El retorno de lo político. Comunidad, ciudadanía, pluralismo, democracia radical,
Barcelona-Buenos Aires, Paidós, 1999, pp. 39-40.
14
En este caso nos referimos a una relación de dominio como aquella situación en la que una
persona tiene la capacidad de interferir arbitrariamente en la acción de otra persona o de un
agente social, aunque “no es necesario que la persona que disfruta de este poder tenga la
menor inclinación a interferir”. Cfr. Pettit, P.: Republicanismo. Una teoría sobre la libertad y el
gobierno, Barcelona, Paidós, 1999, p. 92.
15
Laclau, E., Mouffe, Ch.: (1987), p. 172.
16
Laclau utiliza el concepto de ‘discurso’ “para subrayar el hecho de que toda configuración
social es una configuración significativa”. Laclau, E., Mouffe, Ch.: “Postmarxismo sin pedidos
de disculpa”, en Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo, Buenos Aires,
Nueva Visión, 1993, p. 114.
96
en la extensión de las luchas democráticas al campo de las relaciones de dominación
(relaciones de poder ilegítimas) que fueron históricamente naturalizadas (objetivadas)
se vuelve imprescindible comprender que lo ‘exterior’ emerge dentro de la estructura
social disolviendo o transformando los contenidos identitarios establecidos. ¿Qué
significa que la externalidad emerge dentro de la estructura social disolviendo las
identidades iniciales? Significa que tanto la sociedad como la identidad de los distintos
agentes sociales no pueden totalizarse por estar constituidos por “una falta originaria”,
es decir, que nunca se llega a plasmar definitivamente la propia identidad, en la
medida en que siempre hay algún Otro que la niega o la pone en peligro.17 Esta
ausencia de una identidad definitiva es lo que lleva a Laclau a hablar de ‘posiciones de
sujeto’ y no de sujetos, individuos o clases. En consecuencia, la lógica de la
equivalencia desplaza el sentido de las luchas creando una situación de constante
resignificación entre los discursos, o sea, entre las distintas posiciones de sujeto.
Hasta aquí hemos analizado los principios que permiten definir una propuesta
alternativa al modelo neoliberal.
97
Ahora bien, el fin de este fundamento único es lo que torna radical a esta propuesta
democrática.
98
caracterización de los derechos democráticos, como un sistema de derechos que sólo
puede ejercerse colectivamente y en el que se supone la existencia de derechos
iguales para todos, implica la producción de un individuo diferente al constituido a
partir de la matriz del individualismo posesivo. Desde la mirada de Laclau, la
pretensión de ampliar el dominio de ejercicio de los derechos democráticos más allá
del restringido campo tradicional de la ciudadanía permitirá romper el dominio de una
privacidad egoísta e individualista, rediseñando la relación entre el campo de lo político
y la ética. Esto significa que aspectos de la vida de las personas que antes estaban
cerradas a la intervención de la acción comunitaria pasan a ser parte de la discusión
política. Para ilustrar esto podemos dar un ejemplo de la economía. Frente a las
posturas del liberalismo económico, en el que se sostiene que el ámbito de la
producción pertenece al dominio de lo privado, es posible afirmar que el poder de las
corporaciones afecta a múltiples áreas de la vida social y política, etc.; en
consecuencia, este alto poder de incumbencia rompe cualquier barrera de lo privado y
lo convierte en un problema de toda la comunidad. También se pueden dar ejemplos
más cotidianos como el problema de los maltratos a las mujeres. Hasta muy poco
tiempo se creía que la violencia en el hogar era un problema que afectaba
exclusivamente a la intimidad de las parejas y, en cambio, hoy es tematizado como un
problema que afecta a toda la comunidad política, convirtiéndose en una cuestión de
Estado. Por lo tanto, la propuesta de una democracia radicalizada amplía la relación
entre la ética y la política.
Retomando el tema del equilibrio entre libertad e igualdad, diremos que la
propuesta de una democracia radicalizada permite compatibilizar la concepción de una
pluralidad de espacios con una lógica de la equivalencia, debido a que se abandona el
supuesto de un cierre total de lo social.
La posibilidad de que la sociedad pudiera significarse como un todo orgánico a
partir de un fundamento único, tornaría incompatible la proliferación de los espacios de
lucha, pero este peligro no existe en la propuesta de Laclau. Al mismo tiempo, como la
democracia radicalizada rechaza la absolutización de los particularismos, que
transformaría a las demandas particulares en un conjunto de demandas marginales y
anti-sistema, entonces no es posible evitar la referencia a una unidad de carácter
superior, como pretendía Gramsci. Sólo que esta unidad no puede ser fundada en algo
objetivamente pre-existente (los intereses universales representados por la clase
obrera), sino en un horizonte, en un foco imaginario que se enmarca dentro de la
tradición utópica del pensamiento socialista. Por lo tanto, todo proyecto de democracia
radicalizada incluye la dimensión socialista, entendiendo por tal “la abolición de las
relaciones capitalistas de producción”; aunque rechaza la idea de que a esta
eliminación de las relaciones capitalistas le corresponda la desintegración automática
del resto de “las desigualdades” sociales.23 Esto significa que los objetivos finales del
pensamiento de izquierda podrán hacerse efectivos sólo si se acepta el
descentramiento del sujeto y la autonomía de los distintos discursos y luchas. No
obstante, la multiplicación de los antagonismos y la construcción de una pluralidad de
espacios políticos se convierten en nociones claves para superar las tesis del
socialismo clásico.
En conclusión, mientras que para el socialismo clásico, las diversas posiciones
de sujeto eran concebidas como un momento relativo a un fundamento único
(universal), en la concepción postmarxista, la universalidad aparece como un momento
de unidad social basado en un horizonte, en el que “las distintas significaciones
totalizan, en tanto negatividad, un cierto orden social”.
Así pues, el poder no adquiere nunca un carácter fundacional; de manera tal
que “el campo de la política como espacio de un juego nunca es ‘suma cero’, porque
23
Cfr. Ibídem, p. 216.
99
las reglas y los jugadores no llegan a ser jamás plenamente explícitos. Este juego, que
elude al concepto, tiene al menos un nombre: hegemonía”.24
De esta forma, se alude a que en el espacio de lo político, los diversos sujetos
sociales que lo componen no se encuentran en un plano de absoluta inercia
(igualdad), sino que se establece entre éstos diversos puntos de tensión, de conflicto
(antagonismo), debido a que la identidad de los sujetos sociales se construye a partir
de una exclusión necesaria, es decir, de la conformación de un Otro que opera como
un ‘enemigo común’. Por lo tanto, la condición indispensable de la democracia y de la
hegemonía política reside en su carácter indeterminable, fallado e indecidible.
A) Poder y democracia
24
Cfr. Ibídem, p. 214; p. 217. En este caso, el principio de negatividad hace alusión a la unidad
de la identidad que se establece por oposición a un orden exterior. Por ende, las diversas
posiciones de sujeto se equivalen en el momento en el que se igualan contra un enemigo
común.
100
La teoría del poder que hemos venido analizando consagra una forma política
en la que las distintas luchas sociales deben hacer referencia a una universalidad. Sin
embargo, esta universalidad no puede ser nunca alcanzada en la medida que es
concebida como horizonte. Por ello, toda pretensión de ocupar el ‘lugar’ de la
universalidad, de fijar su significado final a través de la racionalidad debe ser
rechazada. El contenido de lo universal debe permanecer indeterminado, en función
de que esta indeterminación es la condición de posibilidad de la democracia radical.
Según este argumento teórico, la democracia liberal comete el mismo error que
se le atribuye al totalitarismo, en la medida en que su rechazo a la condición de
incertidumbre del poder se basa en un mismo error, al confundir “lo universal con un
particular específico”.25
La teoría del poder laclausiana permite poner en conexión el pluralismo de los
sujetos con el pluralismo democrático, instaurando un concepto muy peculiar del bien
común. En primer lugar porque el pluralismo democrático coincide con una
multiplicidad de concepciones morales del bien. En segundo lugar, porque el bien
común funciona como un “imaginario social, es decir, como aquello a lo cual la mera
imposibilidad de conseguir una representación total le da el papel de un horizonte que
es la condición de posibilidad de cualquier representación dentro del espacio que
delimita”.26 En tercer lugar, porque el bien común coincide con los principios ético-
políticos constitutivos de la democracia moderna, en la medida en que consagra el
principio de libertad e igualdad para todos. Sin embargo, para el proyecto de una
democracia radical, las nociones de libertad e igualdad aparecen abiertos a la
competencia hegemónica, en el sentido de que la sociedad no puede alcanzar, por
definición, una totalidad cerrada. Por lo tanto, la posición de Laclau no elimina la
existencia de un bien común, como pretende el liberalismo político al darle prioridad a
la justicia sobre el bien, pero tampoco acepta la reificación que realiza el
republicanismo cívico, al proponer una única idea del bien para toda la comunidad. En
consecuencia, la concepción del bien que surge de la propuesta democrática radical
comprende al bien como un “punto que se desvanece, algo a lo que debemos
referirnos constantemente cuando actuamos como ciudadanos, pero que nunca puede
ser aprehendido”.27
25
Cfr. Mouffe, Ch.: (1999), p. 199.
26
Ibídem, p. 122.
27
Ibídem, p. 121.
101
que “en una sociedad donde la tradición y la costumbre están perdiendo fuerza, la
única ruta para establecer la autoridad es la democracia”.28
Ahora bien, el aspecto negativo de esta concepción regulativa de la democracia
y del bien común, que pretende superar el economicismo del marxismo clásico y el
individualismo posesivo del liberalismo imperante, reside en la pérdida de fuerza, de
contundencia y de credibilidad del discurso de izquierda. La pérdida de fuerza del
discurso de izquierda se origina en el proceso de deconstrucción del concepto de un
conflicto central o de intereses históricos de la clase trabajadora. Este pensamiento
débil, esta pérdida de objetividad en el fundamento último de lo social y en el sentido
último de las reivindicaciones sociales, afecta, desde nuestra perspectiva, a la
credibilidad del discurso de izquierda y nos produce una sensación de que lo más
importante ya ha sido jugado. Esto significa que tal vez, la dispersión y la
multiplicación de las luchas terminen siendo funcionales, como creía Marcuse, a la
dominación capitalista. ¿En qué nos basamos para sospechar de las bondades del
proceso de dislocación del poder? Fundamentalmente en la idea desarrollada por
Barnes, en el sentido de que el proceso de “deslocalización”,29 que se caracteriza por
la descentralización y el incremento del poder de todos los miembros de una
organización, es un hecho evidente en la sociedad actual, pero tiene dos condiciones
relevantes: en primer lugar, que si bien es cierto que el poder se incrementa en
general, el sujeto que se encuentra en una posición dominante utiliza “el tiempo para
dirigir otras capacidades, y aumenta la variedad de capacidades de que dispone su
subordinado”, incrementando, comparativamente, más su poder que en la situación
inicial; en segundo lugar, la ‘deslocalización’ del poder se ejecuta “siempre y cuando lo
que hagan los sujetos involucrados no entren en conflicto ni interfieran en lo que haga
el otro”, resguardando las posiciones de dominio.30
Aunque el proceso de dislocación no coincide con el de deslocalización,
debemos llamar la atención respecto de cierto ‘optimismo’ en la concepción del poder
que ‘describe’ Laclau al no ponderar en todas sus dimensiones los procesos de
deslocalización (reforzamiento de la autoridad y del dominio por la vía de la
descentralización del poder) y el proceso paradójicamente contrario que conlleva la
globalización de las estructuras económicas en un nivel planetario.
Frente a esta pérdida de unidad de la lucha social, es decir, frente a este
universo de dispersión de las demandas sociales originadas por la complejidad y
dislocación social, juzgamos como positiva su intención de no renunciar a una función
de unidad política que, aunque sea caracterizada como ‘momentánea’, permitiría
superar el aislamiento y la absolutización en la que suelen caer las luchas particulares,
transformándose en demandas marginales de la sociedad. Al mismo tiempo, creemos
que su propuesta supera la trampa en la que a menudo cae el progresismo oficial, en
la medida que no atribuye a ningún sujeto social particular ni a ninguna práctica
específica, el carácter emancipador último de los discursos sociales. Esto se debe
sencillamente a que los efectos democratizadores de una práctica reivindicativa no
pueden juzgarse a priori, sino a través de los cambios efectivos que estas prácticas
produzcan en la identidad de los sujetos políticos involucrados. Así pues, nadie puede
arrogarse de antemano el derecho exclusivo de representar una postura socialista o
emancipadora, en razón de que las posiciones identitarias nunca llegan a conformarse
definitivamente, y en función de que las acciones políticas sólo pueden ser evaluadas
a partir de las modificaciones concretas que se ejerzan sobre las identidades sociales.
En suma, la filosofía del poder de Laclau nos parece relevante como punto de
partida para reconsiderar la importancia que tiene la política en la constitución de un
poder social emancipador, en la medida en que la democracia radical integra y
28
Cfr. Giddens, A.: La tercera vía. La renovación de la socialdemocracia, Madrid, Editorial
Taurus, 1999, p. 82.
29
Cfr. Barnes, B.: La naturaleza del poder, Barcelona, Ediciones Pomares, 1990, p. 113.
30
Ibídem, p. 114.
102
redimensiona el rol que se le asigna al antagonismo en la construcción y en la
promoción de una mayor igualdad y libertad para todos. Desde nuestro punto de vista,
la propuesta laclausiana permite superar la perspectiva liberal del egoísmo posesivo,
al concebir al poder democrático como una empresa ético-política que no puede
reducirse al plano de la neutralidad valorativa. Esto es así, porque la política no puede
ser absolutamente inclusiva, y porque la identidad social no puede más que estar
sometida a algún tipo de identificación particular. Por lo tanto, el pluralismo de los
valores y de los sujetos no se asienta en el solipsismo de lo privado, sino en la lucha
política incesante por implantar una voluntad colectiva hegemónica. Anular el carácter
del antagónico de la democracia significaría frenar el motor del cambio social y la
posible ampliación de las relaciones democráticas. En este sentido, la idea de
trasladar el fundamento del poder de una naturaleza universal cerrada a una pluralidad
de posiciones de sujeto, alienta la esperanza de que se puede cumplir con el proyecto
político de la Modernidad sin compartir sus fundamentos epistemológicos.
103
Consideraciones acerca de la categoría de “vecino”, de cercano
Heraldo García
Universidad Nacional de Mar del Plata
104
Una actitud que podría cambiar la situación tal vez sería realizar la suspensión
del juicio hasta tener un conocimiento real de las personas, un conocimiento más
profundo que pueda dar a luz esa originalidad de la que es portador el ser humano.
Lo cierto es que está probado que las comunidades sobredimensionadas no
permiten que los seres humanos nos comuniquemos profundamente, en mi
experiencia de fomentista, he visto en reiteradas ocasiones que los reclamos que para
nosotros tienen nombre concreto, es Juana, la viejita de la vuelta que fue asaltada y
golpeada, que es la madre de Roberto mi compañero de escuela, que me ayudó
aquella vez de la inundación, es la mamá que no tiene posibilidades de llevar a sus
hijos a hacer una actividad a un precio accesible, es el Gabriel, el peluquero, que
rompe su auto cuando va a trabajar porque no está arreglado el bache.
En la pequeña escala se bajan las barreras de la ideología, y ya no somos más
peronistas o radicales, o comunistas, somos Juan, Pedro, Alejandra, Liliana, etc., con
nuestros defectos y virtudes, pero personas y hasta pueden resultar graciosos los
comentarios acerca de la ideología o la filiación partidaria de cada uno.
Para ampliar esta reflexión tomaré en cuenta ideas desarrolladas por Hannah
Arendt y Michel Foucault y Aristóteles.
"No hay duda de que la vida humana, situada en la Tierra, está rodeada
de procesos automáticos por los procesos naturales de la Tierra, que a su vez,
están rodeados de procesos cósmicos, y hasta nosotros mismos somos
conducidos por fuerzas similares en tanto somos también parte de la
105
naturaleza orgánica. Más aún, nuestra vida política, a pesar de ser el reino de
la acción, también se ubica en el seno de procesos que llamamos históricos y
que tienden a convertirse en procesos tan automáticos o naturales como los
procesos cósmicos, a pesar de haber sido iniciados por los hombres." (Arendt,
¿Qué es la Libertad? http://www.educ.ar)
106
en las grandes urbes, o en los grupos totalitarios esto es casi imposible, porque nos
regimos por la ideología, o sea una idea abstracta de lo que es la realidad y queremos
encajar dentro de ella a todo lo que nos rodea. La realidad es mucho más rica de lo
que podemos pensar, y por ello es que se generan los distintos conflictos entre
personas, entendemos que esta realidad es de determinada manera porque nuestra
necesidad de manejar lo que nos rodea, tal vez sin mala intención, hace que
adhiramos a distintas maneras de ver la vida, y entonces decimos, “ la cosa es así” o “
esto funciona de esta manera” y hasta tenemos una carga de autoafirmación personal
en definir esta manera de ver las cosas, es por eso que es tan difícil deponerla o
cambiarla.
En cuanto a la teoría política, nuestra realidad marca que tenemos una grave
crisis de representación, que no es nueva, viene desde hace años y creo se enraíza
en la falta de confianza, en nuestros representantes. Aventuro una hipótesis sobre
esta crisis, nosotros conocemos a los candidatos sólo externamente, por una ideología
o por una imagen que nos presentan de ellos, pero nunca podemos lograr conocer a la
esa persona en su originalidad, me atrevería decir en su profundidad.
Aristóteles, Política
107
Que distinto sería si los candidatos fueran nuestros vecinos, aquella gente que
está cercana a nosotros. Comento el caso de un par de elecciones para delegado que
se dieron en Batán y en Sierra de los Padres, (localidades cercanas a Mar del Plata y
de pocos habitantes) en ambos casos había candidatos apoyados por partidos
políticos y candidatos vecinalistas. En ambos casos los primeros puestos fueron
ganados por los vecinalistas, aún sin un despliegue económico o de influencias, los
candidatos políticos, fueron desplazados a terceros y cuartos puestos, mientras habían
hecho una inversión, en algunos casos increíbles, los vecinalistas hicieron campaña,
casi exclusivamente con el boca a boca.
Yo tuve que cubrir periodísticamente las elecciones en Sierra de los Padres y
cuando se consultaba a un vecino decían: “Es Fulano de tal, que estuvo en la
Sociedad de Fomento, y que está casado con fulana, y los hijos juegan a la pelota en
tal lado”, en cambio cuando hablaban de un candidato apoyado por partidos políticos
decían: “No lo conozco bien, dicen que lo apoya mengano”
Conclusión
Bibliografía
108
Foucault, Chaplin y la pregunta por la vida. En los márgenes de la
inquietud por el hombre, el pensar en Vida de Perro
Liliana J. Guzmán
Universidad Nacional de San Luis
1
Kant, E. Antropología en sentido pragmático, Buenos Aires: Losada, 2009, p. 11.
2
Morey, F. El hombre como argumento, Barcelona: Anthropos, 1987, p. 29.
3
Ob. Cit. pp. 30-31.
109
Alma, Mundo, Dios, se transforma ahora en la pregunta por el fundamento de lo
humano y queda enmarcada por las verdades positivas: el trabajo, la vida, el lenguaje.
Foucault sitúa esta problemática en una triple ontología histórica: una
arqueología del saber, una genealogía del poder y una hermenéutica de la
subjetividad. A la pregunta por el hombre se la interroga desde el discurso y desde los
dispositivos de poder disciplinario según “modos específicos de sujeción”. Así, los
dispositivos políticos hacen nacer al hombre como objeto científico, pero normalizando
también la penalidad y el crimen, objetivando lo individual, la criminalidad, lo anormal.
La pregunta por el hombre deviene así en una triple problematización: objetivación del
hombre como sujeto de saber que habla, que vive, que produce, objetivación del
hombre como sujeto de poder mediante prácticas divisorias que describen al hombre
según polaridades, objetivación del hombre en dispositivos de sexualidad.
Cuando Foucault escribe su Lectura de Kant, Foucault retoma entonces las tres
preguntas de la Metodología trascendental: ¿qué puedo saber?, ¿qué debo hacer?,
¿qué es dable esperar? En ese marco interrogativo, y la pregunta por el hombre, la
reflexión antropológica reestablece en el pensamiento foucaulteano la relación entre
hombre y mundo y con ella las fuentes del saber, los alcances del hacer y la
determinación de los límites de la razón que dan sentido “a lo que es dable esperar”.
El mundo, tras esta pregunta por el hombre, es la fuente inagotable del saber, el
dominio de todos los predicados posibles y excluye el uso trascendental de la idea4.
Ante ello, la Antropología conforma un conocimiento coherente, un todo que implica
que tiempo, verdad y libertad se correspondan; por otro lado, es popular en tanto que
es conocimiento del mundo, “un conocimiento del hombre que el hombre mismo podrá
inmediatamente comprender, reconocer e indefinidamente prolongar, porque uno y
otro obedecen a un mismo e inagotable lenguaje”5.
110
saber, ignorancia, ilusión, para las instituciones, etc., en cuyo interior sabe reconocer
su situación histórica.”8
En ese marco teórico, es interesante hacer un ejercicio interpretativo sobre lo
que el cine aporta a la filosofía, como movimiento en el tiempo y como pensamiento,
en sí mismo. En efecto, este ejercicio del filosofar como pregunta por el hombre en las
condiciones de saber/poder de la sociedad contemporánea, nos es de manifiesto en el
film Vida de Perro. Charles Chaplin filma esta obra en 1918, como comienzo de una
serie de películas bajo contrato con el nuevo país al que se ha venido a radicar:
Estados Unidos. Vida de Perro sigue en el registro del cine mudo y de mimo, que
caracterizará a Chaplin hasta 1940 que filme The Great Dictator, film con el que da
continuidad al cine crítico y polémico pero avanzando al registro sonoro.
En Vida de Perro encontramos de manera contundente la pregunta por el
hombre en varios registros de la obra y con fuertes resonancias de la crítica con que
Chaplin da testimonio de lo alienante, cosificador y utilitario a que reduce la condición
humana el dispositivo burgués del mundo industrializado. En Vida de Perro se nos
manifiesta la relación del hombre con el mundo en la construcción de una vida que, en
condiciones de indigencia, promueve la recuperación de la dignidad y la necesidad de
preservar la vida en todas sus formas. De hecho, el film traza el rescate y adopción de
un canino, la primera canina del cine (Scraps) en brazos de Charlot, pero a su vez la
solidaridad y empatía de Scraps con Charlot es lo que rescata a Charlot de la pobreza,
del vagabundeo y le permite el comienzo de una vida feliz y alejada de los dispositivos
de normalización disciplinaria de la ciudad industrial.
Vida de Perro pone en obra no sólo un testimonio de su propio tiempo histórico,
sino más aún la posibilidad del hombre por pensarse a sí mismo en la emergencia de
un dispositivo de cuidado de sí, dispositivo en el que sus formas de saber se darán de
la mano con su ejercicio del poder, para sortear la vigilancia del poder disciplinario y
promover una capacidad productivo del poder como capacidad de generar un trabajo
sobre sí mismo, un trabajo que le dignifique y asegure libertad y afección, y una
capacidad de hacer sobre sí mismo y sus propias preguntas una operación de
reflexividad y transformación lo suficientemente óptimos para hacer de su existencia la
vida de alguien que se pregunta por sí mismo pero lo hace en la soberanía de un
sujeto liberado de la captura de los dispositivos modernos y occidentales con los
cuales había devenido en “excluido del sistema”, exclusión a la que Charlot sortea con
una profunda rehabilitación de su experiencia con la vida, el trabajo y el lenguaje
(especialmente el lenguaje de los afectos).
Conclusiones
111
Ante ese dispositivo, Charlot y Scraps hacen en el cine lo que Foucault en la
filosofía: interrogar nuevamente las preguntas por el hombre y darnos a pensar sus
posibilidades de libertad y existencia en la trama de una vida reconciliada con el
cuidado de sí, con sus formas de saber y poder y más aún, con la condición elemental
de tener siempre nuevos comienzos: la pregunta por quien, precisamente, este
hombre que vive y piensa. Pregunta por la cual en el horizonte de la antropología
filosófica seguramente nos seguiremos preguntando, y muy especialmente en el
marco de la ontología del presente y la biopolítica, como dispositivos con los cuales el
pensar hoy tiene su convocatoria y emergencia.
112
El poder y lo político en Trabajo Social: cruzando los bordes de la
Modernidad
Introducción
Este trabajo presenta una línea de ruta para el análisis de las categorías de
poder y política, en tanto conceptos centrales para el Trabajo Social, presentando una
serie de críticas en relación al tratamiento que las teorías modernas le han dado a a
estos conceptos. De estas críticas, inspiradas en el pensamiento post-etructural y el
enfoque decolonial, se derivan reflexiones para pensar una intervención -otra en
Trabajo Social. El objetivo entonces no es ofrecer un análisis conceptual
pormenorizado de la producción de un corpus de autores sino trazar una cartografía
posible, claves para un viaje -otro, en el camino de una intervención social, por los
territorios que nos esperan cruzando los bordes de la Modernidad.
1
La influencia en el origen del Trabajo Social de otras corrientes como el pragmatismo y el
interaccionismo simbólico ha sido trabajada por Miranda Aranda (2004)
2
En Latinoamérica, la llegada del marxismo al Trabajo Social se da con el movimiento de
Reconceptualización (1965-1975) interrumpido por las dictaduras cívico-militares de la región.
Un resurgimiento de las lecturas marxistas se da en la década del 90, a partir de producciones
de autores del Servicio Social brasileño, cuyo mayor exponente es José Paulo Netto.
3
Confrontar con Travi (2006)
4
En la tradición schmittiana asociada a la idea de amigo/enemigo como estructurante de la
política
113
acontecimiento5 y la confrontacion se manifiestan. Así, diversas perspectivas han
mantenido vivo el debate desde el siglo XVI hasta nuestros días. El materialismo
histórico ha calado hondo en la teoría social del siglo XX demarcando a la política en
una superestructura, dependiente de la economía, y al poder como resultado de la
apropiación de los medios de producción por parte de una clase dominante. Ésta se
adjudica la legalidad a través del Estado burgués con su prerrogativa del uso de la
fuerza. Esta visión, presente en el Trabajo Social6, reconoce que vivimos en una
sociedad capitalista, y que es esta estructura económica la que rige la política desde
un Estado burgués que reproduce la desigualdad, incluso (o de forma privilegiada) a
través de las herramientas de la política pública. Confrontando con esta postura
encontramos los enfoques tecnicistas, donde el acento está puesto en la formación
técnica para la gestión social, y en los aportes de la psiciologia sistémica, la psicología
social y el empirismo sociológico, en desmedro de un análisis epistemológico y político
de los contextos de intervención7. Si desde los enfoques que reproducen una cierta
versión marxista, la política en el marco de la intervención es reproducción de la
desigualdad y el poder es herramienta de opresión, desde esta otra visión tecnicista, la
política no hace mella en la intevención, y el poder es un fenómeno psicosocial que
interfiere en las relación profesional-asistidio, debiendo ser monitoreado.
5
Confrontar con Badiou (1999)
6
Ver nota al pie nº4
7
No desconocemos la existencia de otras corrientes y perspectivas al interior de la profesión,
sino que resaltamos aquellas que creemos más vigentes en la actualidad. Para una lectura de
los diferentes enfoques consultar: Quesada, B et al (2001)
8
El post-estrucrturalismo puede ser caracterizado por su interés en la discursividad, por su
crítica al realismo ingenuo, por la problematización que hace del racionalismo cientificista, por
la capacidad de complejizar los analisis recurriendo a corpus teoricos de diversa procedencia
(desde versiones neo-marxistas, pasando por la biopolítica, a las versiones del psicoanálisis
como la lacaniana, entre otras influencias), por haber sido claramente influenciados por el
estructuralismo y haber hecho una contorsion teorica que lo critica, lo recupera en algunos de
sus desarrollos y a la vez lo trasciende.
9
La perspectiva descolonial tiene como referencia obligada la constitución del Proyecto
Modernidad-Colonialidad- Decolonialidad, propuesta que surge en las últimas dos décadas, “a
partir de preocupaciones comunes de un grupo de intelectuales quienes, procedentes de
distintas disciplinas teóricas y diversos recorridos intelectuales, reconocen el agotamiento y/o
colapso de la potestad críticas de las teorias críticas euro-anglo-centradas, es decir,
intramodernas” (Borsani en De Oto, 2012: 61).
114
En ese marco se presenta a continuación la sistematización de una serie de
críticas que desde estos enfoques se han hecho de forma más o menos explícitas a
las propuestas modernas de conceptualizar el poder y la política.
10
Un desarrollo más profundo en relación al vinculo poder/vida en la biopolitica y sus alcances
para el Trabajo Social puede leerse en Hermida (2012a)
11
Para un análisis más detallado en torno al paradigma de la inmunidad en relación al Trabajo
Social, puede consultarse Hermida (2012b)
115
significaciones que permitan fundar sociedad. En esa batalla la política pensada,
hecha, cuestionada, se convierte en lo político, sustrato de sentidos que construyen
realidad. El conflicto de las interpretaciones (Gruner) es el conflicto entre modelos de
significar a los diversos sujetos sociales, y a sus derechos.12
12
Puede leerse un análisis más pormenorizado de la distinción la política/lo político y sus
efectos para la construcción de una nueva institucionalidad en Hermida y Meschini (2012b)
13
Una reflexión más extendida en torno a la crítica foucaultiana a la noción de poder de las
ciencias legales puede leerse en Hermida (2012a)
116
Las teorías eurocéntricas en tanto desconocen como elemento constitutivo de
la Modernidad el elemento colonial, no lo incluyen en el tratamiento que hacen del
orden geopolítico actual y de la conceptualización en torno al poder. El enfoque
decolonial hace hincapié en el elemento colonial, analizando el llamado nuevo patrón
de poder mundial (Quijano, 2011). El mismo, centrado en el capitalismo colonial /
moderno y eurocentrado, es un proceso que comienza con la constitución de América
y culmina con la globalización. Uno de sus ejes fundamentales es la clasificación
social de la población mundial sobre la idea de raza. La racialización implicó que los
pueblos dominados fueron situados en una posicion natural de inferioridad: tanto sus
rasgos fenotípicos, como sus descubrimientos mentales y culturales. El actual patrón
de poder mundial, instaurado en la conquista, es el primero efectivamente global. Es el
primero donde, según el autor, cada una de las estructuras de la existencia social está
bajo la hegemonía de una institución: en el control del trabajo, está la empresa
capitalista; en el del sexo, la familia; en el de la autoridad, el Estado-nación; en el de la
intersubjetividad: el eurocentrismo. Cada una de esas instituciones existe en relación
de interdependencia con las otras. Y es este entramado que describe Quijano, el que
nos permite conceptualizar desde un lugar otro los fenómenos que atraviesan el poder
y la política en nuestra coyuntura actual.
14
La cuestión del rebasamiento de lo económico por lo político ha sido tratada en Hermida y
Meschini (2012a)
117
Conclusiones
Referencias
118
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119
Crítica de la Razón Populista
La constitución del sujeto político actual
Federico Leto
Universidad Nacional de Mar del Plata
120
Ambas aparentes polaridades tienen en su desarrollo histórico, como se
mencionó, a Hobbes y a Spinoza como padres putativos. Para Spinoza (2004:45), el
concepto de multitud indica potencia, es, al decir de Virno, una pluralidad que persiste
como tal en la escena pública, en la acción colectiva, en lo que respecta a los
quehaceres comunes (comunitarios), sin converger en un Uno y sin desvanecerse en
un movimiento centrípeto; y representa la forma de existencia social y política de los
muchos en tanto muchos, permanente, no episódica o intersticial (Virno, 2003:12).
El concepto implícito en la cita de Virno, y que se va a constituir en el blanco
fácil para los teóricos de la multitud ya desde Spinoza, es entonces el de pueblo,
soberano, en el sentido rousseauniano de voluntad general y, con mayor exactitud, en
el sentido hobbeseano de Estado:
“El concepto de pueblo, al decir de Hobbes, está estrechamente ligado a la
existencia del Estado; más aún, es la reverberación del Estado, un reflejo. Si hay
Estado, entonces hay pueblo. En ausencia de un Estado, no existe el pueblo. (…) la
multitud, para Hobbes, es inherente al ‘estado de naturaleza’, es decir, a aquello que
precede la institución de un “cuerpo político” (…) rehúye de la unidad política, es
refractaria a la obediencia, no establece pactos durables, no consigue jamás el
estatuto de persona jurídica porque nunca transfiere los propios derechos naturales al
soberano” (Virno, 2003:13).
La multitud intenta trasvasar esta posición dicotómica, antagónica y
hegemónica y situarse más allá del Estado, es por eso que, a diferencia del pueblo no
establece pactos durables sino que es dueña de sus propios derechos. De este modo,
se podría pensar en ella como sujeto político contemporáneo que intenta amalgamar
pensamiento y acción en el sentido de construir una esfera pública autónoma y sin
articulación dialógica necesaria.
El antagonismo
121
identidades colectivas, queriendo mostrar como punto de partida una insatisfacción
básica con las perspectivas sociológicas, para las que el grupo era una unidad de
análisis social o intentan trascender esa unidad con paradigmas funcionalistas o
estructuralistas, lo que no logra dar cuenta de la variedad de elementos que están
implicados en la construcción de identidades (Laclau, 2005:15).
La política misma se presenta así como el medio y el fin del proceso
constitutivo de la identidad, y también como intento de respuesta a estas múltiples
miradas entorno a la misma. Siempre la pregunta por la identidad aparece como una
relación, como un soliloquio entre el otro y el yo para el otro. Para Laclau, la presencia
del otro me impide ser totalmente yo mismo. La relación no surge de identidades
plenas, sino de la imposibilidad de constitución de las mismas:
la percepción del otro como radicalmente otro sólo puede ser una
cuestión de apariencia. Si una piedra se quiebra cuando choca con otra sería
absurdo decir que la segunda piedra niega la identidad de la primera (Laclau,
1996:14)
¿En qué circunstancias entonces, cabría pensar con Laclau, la presencia del
otro conforma aquello que va a constituir lo social? Si lo social sólo existe como
esfuerzo parcial por instituir la sociedad, esto es, un sistema objetivo y cerrado de
diferencias, el antagonismo, como testigo de la imposibilidad de una sutura última, es
el modo y la experiencia del límite de lo social. Así, el antagonismo es una relación de
lucha entre dos identidades sociales, por lo tanto, una relación fáctica. La relación
antagónica se convierte, de este modo, no en necesaria sino en contingente.
Matías Saidel resume la problemática del debate de manera simple y clara al
afirmar que mientras Laclau busca el modo de reconducir la pluralidad a una
particularidad que la represente, los teóricos de la multitud asumen el desafío de
pensar una política donde los muchos permanecen tales, una democracia en la cual
un poder constituyente y autónomo no se osifica en un poder ya constituido.
Además, se pregunta si es posible pensar una política no verticalista y
organizada autónomamente en redes, si podemos pensar en definitiva, la paulatina
desprofesionalización de la política pero con alta participación ciudadana. Pensar la
manera en que los procesos constituyentes de la multitud se tornen largoplacistas es
tarea ardua, dice Saidel, debería darse, si no una “torsión de la naturaleza humana”
(Rousseau), al menos un cambio radical en las subjetividades políticas que, para
mayor dificultad, deberá ser autónomo (Saidel, 2013).
Pero se sostiene con el autor que este desafío merece ser planteado en un
momento en el cual los liderazgos políticos no hacen más que representar, con
honrosas excepciones, al capital más concentrado o a la connivencia político-
empresarial, favoreciendo prácticas sistemáticas de saqueo, destrucción y explotación
de lo común.
Ahora bien, tanto la delegación como la protesta terminan confirmando la
inexorabilidad de esos liderazgos, el desafío que nos plantean estos teóricos sería el
de pasar de la protesta contra los poderes políticos y económicos que nos gobiernan a
la invención y sostenimiento de prácticas políticas autónomas que favorezcan lo
común (Saidel, 2013:26).
En suma, la intención es presentar aquellas posturas que son críticas de las
formas políticas basadas en la idea de soberanía moderna y sus supuestos, a saber,
la identidad del pueblo y su representación, compartir miradas, ver de qué manera los
cruces entre los enfoques se dan a partir de perspectivas claramente diferenciables
que tienen sobre lo común, sobre lo biopolítico y sobre la subjetividad.
El problema es bien trabajado, aún con ciertos desencuentros, desde ciertas
perspectivas postmarxistas italianas como las de Negri y Virno, donde lo sociológico y
lo ontológico son dos caras de la misma moneda, o desde las miradas que
122
encontramos en los casos de Esposito y Agamben, por ejemplo, donde hay un
abandono del terreno sociológico para pensar en términos ontológicos lo social.
Esposito y Agamben sostienen que el efectuarse de lo común es posible
mediante formas de desubjetivación, para Negri y Virno lo que se busca es identificar
subjetividades no sólo resistentes sino además capaces de construir un poder
alternativo.
Así, lo común, como afirma Esteves, no remite sólo a nuestra condición más
propia sino que es producto de nuestra praxis. El éxodo, según esta visión, no es
simplemente una retirada ni una condición ontológica de la política sino una instancia
creativa, constituyente. (Esteves, 2013:4)
Bibliografía
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Los Wichí, una antropología diferente
Desarrollo
Los Wichí, junto con otros pueblos indígenas, ocupaban en la era prehispánica
el Gran Chaco, a la orilla del río Bermejo. En la actualidad quedan alrededor de 40.000
distribuidos en el norte Argentino (Chaco, Formosa y Salta) y sur de Bolivia (Tarija),
zonas originariamente boscosas pero que ahora están semidesérticas a consecuencia
de la aplicación de políticas económicas occidentales. Tradicionalmente eran
nómades y vivían de la caza, la pesca y la recolección, pero actualmente ya han sido
sedentarizados y han debido adaptarse a formas laborales impuestas por los colonos.1
La cosmovisión de su cultura no se asienta en una teogonía o cosmogonía
ordenada sino que está conformada por un grupo de leyendas trasmitidas oralmente
que dan cuenta de los orígenes del hombre y los fenómenos del mundo y presentan
un conjunto de normas para la buena convivencia.
La tradición oral afirma, sin explicar cómo, que un ser poderoso, el Inmortal,
creó el Universo. Este es el único ser eterno e inmortal, todo lo demás es corruptible y,
por lo tanto, sujeto a la muerte. La narrativa El origen del hombre, cuenta que el
1
Para ampliar la historia de la cultura Wichí desde distintas perspectivas teóricas se puede
consultar: Palmer, John (2005), Punzi, Orlando, (1997), Metraux, Alfred, (1996);Pages Larraya
Fernando, (1982), Puparelli, Ana, (1969), Rodríguez Mir, Javier, (2006) y Altamirano Antonio y
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126
Inmortal fabricó la figurilla de una joven en arcilla y soplándole en la nariz le insufló la
voluntad, que por provenir de la divinidad, era buena; este soplo espiritual que confiere
la humanidad es el Husék o buena voluntad. Otra de las leyendas fundadoras relata
cómo se crea la comunidad Wichí: la maestra espiritual Tokfwaya, bajó del cielo,
donde habitaba con las estrellas, y amasando un barro, que era barro pero también
espíritu, fue construyendo a la comunidad Wichí; mientras amasaba les iba soplando
para darle a esas frágiles criaturas los secretos del universo e indicarles cómo
mantener el elemento espiritual que les confería la humanidad.
Sobre este elemento espiritual denominado Husék, o ‘buena voluntad’, gira la
antropología y cultura Wichí. El Husék es un principio metafísico ordenador y fuente de
energía espiritual, ubicado en el corazón, que algunos autores identifican con el alma,
cuya función es cuidar y proteger al cuerpo físico de las personas para enfrentar las
enfermedades, pero también al cuerpo social, ya que permite la comunicación,
promueve la solidaridad y evita el egoísmo. Este principio ordenador, aunque forma
parte de cada uno, como es una fuerza espiritual cuya función está dirigida a la
alteridad, pertenece a la comunidad.
Los humanos comparten con los otros seres vivos el principio vegetativo
orgánico, pero se diferencian por poseer la ‘buena voluntad’ porque suponen que es
esta esencia espiritual la que explica la posibilidad de comunicación y conciencia que
dan cabida a la sociabilidad humana. Las personas se constituyen como humanos
en el universo discursivo, porque es en la comunicación donde se identifican y
diferencian de los otros seres de la naturaleza. La especificidad del ser humano,
entonces, se determina por la ‘buena voluntad’ y no por la razón como en Occidente.
Es más, los Wichí no establecen una separación entre pensar y voluntad sino que los
vinculan hasta casi identificarlos, no con teorías a propósito, sino en su manera de
expresarse ya que cuando quieren saber lo que alguien piensa, preguntan
indistintamente ¿cómo está tu pensamiento? o ¿cómo está tu voluntad? dándole el
mismo significado. Pero como la voluntad impulsa y dirige las conductas, implica
normas, de modo que el pensamiento no se limita a ser un mecanismo intelectual sino
que siempre incluye el carácter moral, esto es, no deslinda el Ser del deber ser. La
vinculación entre pensamiento y ética, como sostenían los filósofos griegos pero que
fue rota en la modernidad, es vivida para esta comunidad como la forma esencial de lo
humano.
La antropología Wichí pone el acento en la voluntad, pero no como el vehículo
para cumplir deseos personales, sino como posibilidad de interacción en el contexto
concreto de la vida. La ‘voluntad Wichí’ que conlleva principios morales, difiere del
concepto occidental de voluntad individual dirigida a la auto realización que pone el
acento en el egoísmo, el interés particular y en la falta de consideración hacia los
demás. En ambas la voluntad es el motor de las acciones pero en la occidental es una
propiedad del individuo mientras que en la primera es propiedad de la comunidad.
El Husék tampoco es un elemento para lograr el perfeccionamiento personal o
la trascendencia sino para preservar la concordia y cohesión social porque es
entendido como el posibilitante de conductas en las que prime la búsqueda de
armonía en la alteridad. Y aunque se encuentre en cada uno es un bien colectivo y no
una propiedad privada pues, su manifestación y permanencia está ligada a la alteridad
en la vida concreta, único ámbito donde es posible desarrollar la capacidad de
encontrar las conductas y palabras adecuadas para evitar la agresión y los
desequilibrios, o las manifestaciones que posibilitan la confianza y permiten la
convivencia. Consecuentemente consideran que el ser humano no es un individuo
independiente y que pueda vivir aislado (como se postula desde la modernidad) sino
que es parte de la comunidad, un ser social que sólo puede realizarse en la
interacción.
La tradición occidental plantea el dualismo alma/cuerpo y considera que el
alma, tanto desde la perspectiva teológica como entendida como ‘razón’ es superior al
cuerpo. Esta calificación de superioridad por su capacidad cognoscitiva permitió que
127
desde los orígenes de la Filosofía occidental se considerara al cuerpo, “la cárcel del
alma” y a la vida sensible como irrelevante o incluso negativa para la realización
humana. Para los Wichi, en cambio, aunque el Husék o ‘buena voluntad’ sea superior
a la energía vital física, forma parte del sujeto viviente ya que se concreta y desarrolla
en la vida, en la alteridad, Por esta razón no es inmutable ni permanente como el
alma, pues aunque surja con el nacimiento, si no se cultiva en la socialización,
desaparece.
La ‘buena voluntad’ también es el eje alrededor del que se forma el mundo
moral de la comunidad pues de ella se desprenden los valores que permiten evaluar
las acciones concretas. En la cultura Wichí los valores siempre están vinculados al
desarrollo dialogal de la ‘buena voluntad’ porque giran en torno a deshabilitar la
agresión, a procurar la solidaridad, a incentivar la confianza y a evitar el egoísmo,
que son la causa de su pérdida. Por esta razón la capacidad de dar argumentos
aptos para diluir los conflictos que impiden la buena comunicación es considerada uno
de los valores morales más importantes. Su forma de nombrarlos resulta poética ya
que en lugar de proponer conceptos abstractos intentan explicarlos con términos de la
naturaleza o de la vida: a los argumentos conciliatorios los llaman ‘palabras frescas’
porque pueden esfumar el calor de las discusiones o impulsar a la socialización a
alguien que tiene la ‘cabeza caliente’ por el descontrol o la agresión. El diálogo incluye
como valor moral el ‘escuchar’, porque sólo a través de la palabra hablada se puede
captar la voluntad del otro y entender lo que desea o espera. El valor de escuchar está
tan vinculado con la posibilidad de comprensión que utilizan indistintamente la palabra
‘oír’ o ‘entender’ para indicar que han percibido con claridad lo que se les propone. De
modo que para arribar a un ‘pensamiento recto’ que pueda disolver los problemas y
reponer la armonía, se necesita la comprensión previa de los demás, porque si no la
hay, no puede haber equidad.
El desarrollo de la ‘buena voluntad’ es, entonces, el vehículo para insertarse
adecuadamente en la comunidad pues permite que los hombres sean seres morales
con capacidad de construir la armonía social. De lo que se desprende que en esta
cultura dialogal el fin de la existencia humana es la cohesión social, la convivencia
pacífica y no el éxito individual, ya sea intelectual, económico o político.
Aunque el entorno natural, el Gran Chaco, no es el más propicio para una vida
fácil ya que es una zona selvática, con alternancia de grandes lluvias y grandes
sequias, los Wichí no lo sienten como ´lo otro’, el enemigo al hay que hay que dominar
sino que se sienten integrados y lo integran a su cultura.
Las leyendas plantean que la realidad no se reduce a lo inmediatamente
perceptible sino que el mundo está poblado por entes trascendentes tanto como por
seres sustanciales, algunos buenos y otros malos. Esta base mítica habilita el
supuesto de que la salud física guarda relación con la ‘buena voluntad’. Los Wichís
dicen: ‘Si desaparece mi voluntad, su lugar será ocupado por un dolor’. Esta
afirmación se sostiene sobre la creencia de que los dolores son ‘espíritus enfermantes’
que pueden posesionarse del hombre.2 Pero tal posesión sólo es factible cuando no
se cultiva la fuerza espiritual. Es importante remarcar que este principio espiritual
benigno que aparece con la vida debe ser desarrollado en la socialización porque de
lo contrario se esfuma; no se transforma en malo, en un espíritu negativo o
demoníaco, simplemente se desvanece y el individuo queda a merced de las fuerzas
naturales sin autodefensa espiritual para las enfermedades.
La experiencia del miedo es el factor principal que rompe la armonía entre la
salud física y el principio metafísico y posibilita las enfermedades, de allí que las
conductas agresivas y dominantes deban ser disuadidas. El chamán, entrenado para
poder dialogar con los espíritus, es el encargado de buscar los medios a través de
‘palabras frescas’ para alejar el temor a fin de restablecer el Husék y así evitar o
2
En la medicina occidental se habla de ‘virus’ o ‘gérmenes’, términos teóricos que designan,
como .los ‘espíritus enfermantes’ las causas de la enfermedad.
128
curar las enfermedades. Para los Wichí el estado espiritual de la persona es el agente
fundamental de la posibilidad de salud física, ya que las enfermedades no encuentran
viabilidad en un cuerpo guiado por la ‘buena voluntad’.
El ordenamiento social responde a su antropología: para lograr el bienestar de
la comunidad se deben respetar los principios dialogales de la ‘buena voluntad’.
Consideran que el bienestar social depende de la unión, confianza y cohesión de sus
integrantes; mientras que el malestar es consecuencia del egoísmo, o sea, del interés
individual sobre el de la comunidad. Los Wichí no niegan las disputas, ni la enemistad,
ni la delincuencia pero las explican y combaten desde una perspectiva diferente a
Occidente. Sostienen que las conductas negativas responden al mayor o menor
desarrollo de la ‘buena voluntad, porque de ella depende una correcta socialización.
Todas las relaciones humana conflictivas, deben solucionarse aplicando sus
principios, esto es mediante el diálogo, usando ‘palabras frescas’ que convenzan a las
partes de desistir de la violencia o la animadversión y propongan, en caso de una
ofensa real, un resarcimiento que sea aceptable para ambas partes .Aquéllos que
carecen de los atributos de la persona socializada, o sea, que son incomprensivos,
desconfiados, temerarios e irreflexivos, que como piensan ‘en forma torcida’ cometen
contravenciones como la mentira, el robo, el acoso verbal o la agresión física, son
catalogados como delincuentes. En estos casos primero hay que tratar de que el
desviado recupere la ‘buena voluntad’, con argumentos conciliatorios y/o la
intervención del chamán, pero si no los acepta y continúa apegado a la violencia, no
se lo encierra ni se lo mata sino que se lo aleja de la comunidad. A menudo el destino
es convertirse en guerrero para defender a la comunidad en otras tierras; Para
referirse a lo que denominamos ‘justicia’ dicen ‘equidad’ por eso para preservar a la
sociedad no recurren a cárceles ni ejecuciones sino a buscar la ‘sanación’ de las
conductas negativas, y si esto no es factible una reubicación positiva.
La antropología Wichi, entonces, demanda que los integrantes de la comunidad
actúen de acuerdo con la ‘buena voluntad’, lo que significa que compartan un mismo
discurso moral en el que privilegien la alteridad solidaria, el altruismo, la confianza y la
comprensión por sobre la individualismo, el egoísmo, la desconfianza y la intolerancia.
Comentarios finales
129
Sin embargo, esta comunidad, que ha existido y subsistido muchos siglos
respetando sus valores,3 en la actualidad corre riesgo de extinguirse, no por su forma
de vida sino por el avance de la colonización y el dominio de la cultura occidental, la
del ‘progreso económico infinito’, como dice Hannah Arendt, (1951) que no comparte
estos valores y que los sumió en la situación de falta de recursos mínimos en que se
encuentran. Ante el desamparo de los Wichí, la respuesta de Occidente es culparlos
por no asimilarse a las pautas capitalistas. Pero este desamparo se está extendiendo
al resto del mundo porque no sólo la zona del Gran Chaco padece desertificación y
falta de agua a causa del descontrol de la expansión económica, ni son sus
habitantes los únicos a los cuales el progreso tecnológico impide que puedan
desplegar los modos de producción tradicionales que permitían su subsistencia, sino
que la globalización, que ha impuesto a las naciones un modelo económico regido
exclusivamente por los ‘principios del Mercado’, ejerce su poder en forma cada vez
más violenta y destructiva, aumentando la vulnerabilidad de los países pobres y de los
colectivos sociales menos favorecidos.
Pero como dicen los Wichí ‘la agresión no se soluciona con más agresión’ sino
buscando otras propuestas que permitan encontrar fundamentos y valores para una
forma de vida más armoniosa y equitativa. El conocimiento de un saber que
postulando una antropología que promueve la paciencia, la comprensión, la
solidaridad, la confianza, el diálogo, el respeto por los otros y por la naturaleza generó
una comunidad que pudo vivir tranquila durante siglos, muestra otra forma posible de
encarar a realidad y niega que la construcción de Occidente, sea la única viable. Y en
este sentido la cosmovisión Wichi, aunque no sea un modelo a copiar, es un aporte a
tener en cuenta porque posee valores que en nuestro mundo competitivo se perdieron
pero que se requieren para que la naturaleza, los seres humanos y las sociedades
sigan existiendo.
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132
La lectura de Lukács respecto al materialismo histórico
Lukács, nace casi a finales del siglo XIX. Es un teórico que experimenta
muchísimos cambios en su pensamiento. Conoce a Max Weber y tiene su
acercamiento a Marx a través de la obra de Georg Simmel, un sociólogo de la cultura.
Ahora bien, la crítica más aceptada distingue dos períodos momentos: un
primer Lukács y un segundo Lukács. El primero, vinculado a las lecturas e
interpretaciones de Marx, y el segundo, el de la óptica del afiliado al Partido Comunista
desde 1918.
En el prólogo de la obra Historia y conciencia de clase, manifiesta que el
marxismo es la mejor respuesta a los interrogantes y problemas que se planteaba en
el campo teórico-práctico.
El hecho de que el marxismo se haya planteado los aspectos económicos del
sistema de acumulación capitalista le hace pensar a Lukács en otros análisis
complementarios. Por ello, se dice que la Escuela de Frankfurt no se puede pensar sin
ese texto, puesto que, allí se empieza a advertir el componente cultural aunque este
se encuentre sujeto al capital.
Podríamos decir, sin exagerar, que Lukács es uno de los primeros militantes y
teóricos, que piensan desde una tradición para formular una cultura proletaria.
Es pertinente tener en cuenta, que Lukács se afilia al comunismo en 1918, un
año después del estallido de la Revolución Rusa y que en 1919 es parte de una
revuelta conocida con el nombre de Revolución de los Consejos, que gobernará
Hungría y lo ungirá como Ministro de Cultura.
Entonces, para Lukács se hace imperioso bucear en la tradición para poder
pensar en una nueva cultura dado que el proletario se convierte en el sujeto político
por excelencia tomando parte en los conflictos de su presente histórico. Por
consiguiente, tanto el húngaro como muchos marxistas, veían a la Revolución Rusa,
como el principio de una revolución universal (a escala global).
Sin embargo, el tiempo pasaba y la revolución esperada no llegaba y es por
eso que Lukács comienza a ver lo siguiente: cómo lograr que los individuos cobren
conciencia de clase para producir ese cambio social. Por ende, sus reflexiones
apuntan en ese sentido.
Entonces, encontramos a Lukács proponiendo el retorno al realismo de Honoré
de Balzac, con lo cual, podemos advertir que en vez de inclinarse hacia las
vanguardias lo hace hacia la tradición aceptada. Aquí surge algo que será tema de
Adorno y Benjamin: la autonomía del arte, que servirá para pensar la emancipación y
evitar la enajenación.
Conciencia de clase
133
Es aquí donde surgirá un primer problema: tenemos dos tipos de realidades.
Una es inmediata, alienada; por ende, es ideológica, falsa y deformada. La otra
realidad es la verdadera y es de carácter objetiva.
Por consiguiente, resulta pertinente explorar el problema entre realidad objetiva
y realidad inmediata, cuestión ligada a la ideología. Dirá Lukács:
134
fuerzas productivas. Esas fuerzas productivas van a tener medios de producción
(técnicas y modos de producción laborales) y relaciones de producción determinada
por el presente histórico de la época. Esos modos de funcionamiento de la sociedad
incluyen, todos los discursos que de alguna manera van a codificar y explicar el modo
de funcionamiento de una sociedad determinada. Por ello, una de las tesis del
marxismo es que la estructura va a determinar a la superestructura.
Otro aspecto importante, es tener en cuenta la alienación para pensar la
diferencia entre la realidad objetiva y la realidad inmediata. Esto es, que en la realidad
inmediata, dentro de la estructura capitalista, el hombre se ve fragmentado. Esto es,
que entiende que los objetos son más importantes que sí mismo y no va a comprender
una realidad básica que es que, por un lado, el hombre produjo la cultura para salir de
la naturaleza, y por otro lado, que es el hombre el que produce sus productos. Esto da
como resultado que el hombre esté inmerso en lo que Lukács va a llamar una segunda
naturaleza, porque tampoco la va a entender. El hombre ha dejado de ser sometido
por la naturaleza para ser sometido por la cultura que él mismo creó.
En lo concerniente a la opresión, advertimos que la clase dominante impone su
visión sobre la clase dominada.
Mientras que Lukács existen dos clases que son las verdaderas dentro del
capitalismo, porque son aquellas que se producen con la aparición del sistema
capitalista: la burguesía y el proletariado. Marx va a pensar la totalidad y por ello
sostiene que todas esas prácticas humanas que el hombre percibe como
fragmentarias se van a entender a partir de pensarlas en relación con los cambios de
la estructura económica. Marx va a ser el que va a permitir que todos esos saberes
que parecen diferenciados, aislados, se puedan leer correlativamente a partir de
pensar el desarrollo de la estructura económica.
Por un lado, en Marx el desarrollo de la historia va a tener que ver con el
desarrollo de las fuerzas productivas. Por otro lado, lo que va a decir Lukács es que
Marx ve esto porque él está en el momento en que se empieza a consolidar la
hegemonía de la burguesía.
Lukács encuentra un obstáculo, porque cuando empieza a desarrollarse tanto
el proletariado como la burguesía, la burguesía va efectivamente a hacerse cargo de
los deseos y necesidades de todos los sujetos, cuando empieza a desarrollarse, a
avanzar, a crecer, la burguesía no va a producir ideología, porque va a expresar
verdaderamente las aspiraciones de todos. Tengamos presente lo que fue la
Revolución Francesa, pidiendo libertad, igualdad y fraternidad entre los hombres. En
ese sentido, la burguesía en sus comienzos va a desarrollarse y a luchar por valores
que van a incluir todo lo social. Ahora, lo que pasa es que hay un quiebre a partir de la
Revolución de 1848. Ese es un momento donde históricamente se considera que la
burguesía traiciona al proletariado. A partir de 1848 la burguesía se consolida en el
poder político, consolida su economía como capital privado, y es en ese momento en
donde empieza a producir ideología, porque va a imponer sus valores, que ya no van a
ser iguales a los valores de las otras clases. Es por ello que antes mencionamos la
tradición como uno de los puntos de partida. Lukács elige la literatura de Balzac
porque escribe antes de 1848.
Por otra parte, es interesante abordar Historia y Conciencia de Clase porque
ahí Lukács hace una relectura de Marx a partir de Hegel, y lo que va a encontrar es un
momento humano de Marx.
Allí, surge algo paradojal porque Marx va a discutir con Hegel cuál es el lugar
del hombre dentro de 1a historia. Hegel va a construir un aparato conceptual que va a
relacionar la idea con la naturaleza, la naturaleza como lo otro del sujeto. Entonces, lo
que Hegel va a decir es que el desarrollo de la historia va a ser un desarrollo que tiene
que ver con el modo en que el espíritu se desarrolla con la naturaleza, y en esta
relación van a ir transformándose la naturaleza y el hombre, porque ambos van a ir
desarrollando potencias diferentes a partir de lo que se va entendiendo. El final de la
historia es el sujeto absoluto, es cuando se llega al sujeto absoluto.
135
Marx va a disentir porque el sujeto absoluto no contempla ni se relaciona para
nada con los individuos concretos que viven en el mundo. Para Marx, el avance de la
historia no justifica el sufrimiento de los individuos.
Ahora bien, por el texto Historia y conciencia de clase (1923), Lukács va a tener
que retractarse, porque a lo que se va a oponer es a la lectura canónica del desarrollo
de las fuerzas productivas. Lo que va a decir Lukács es que el desarrollo de las
fuerzas productivas, pensadas como tales, va a traer aparejado lo mismo que pensar
en el sujeto absoluto. Si las fuerzas productivas van a determinar el avance de la
historia los individuos no importan tampoco. Entonces, Lukács hace un
desplazamiento en la relación clásica entre estructura y superestructura. Para el
marxismo ortodoxo, la estructura determina la superestructura. La relación es de
determinación, si cambia la estructura cambia la superestructura, pero un cambio en la
superestructura no cambia la estructura.
Lukács sostiene que es un movimiento dialéctico en realidad. Marx va a
recuperar la dialéctica y los marxistas ortodoxos la van a congelar. Entonces, toma
una cita de Engels donde señala lo siguiente: "La estructura determina a la
superestructura en última instancia". Esto significa que va a haber efectivamente un
montón de prácticas y discursos sociales que se van a ir especializando: el arte, las
ciencias, la filosofía, van a ir produciendo discursos cada vez más específicos; y estos
discursos específicos van a ir cambiando también en relación a los cambios que se
van a ir produciendo al interior del mismo discurso. Él lo que va a decir es que en
Engels lo que opera es que lo que se crea con estas prácticas son productos del
trabajo humano, y como productos, van a poder participar del cambio en la estructura.
Entonces, un conocimiento científico efectivamente va a determinar cambios técnicos
en la estructura. Así, él piensa una relación mucho más dinámica entre estructura y
superestructura que le va a dar una preponderancia al problema de la cultura, al
problema del conocimiento. La cultura ya no va a ser esa cosa que está sola,
separada, y que está determinada totalmente, sino que la cultura va a producir
cambios retroactivos de la estructura. Es importante entonces que podamos empezar
a pensar este lugar diferencial en relación con el conocimiento, y este lugar específico
que se produce a partir de Lukács. No obstante, Lukács sostiene que a partir del
materialismo histórico el hombre va a poder construir una teoría que le permita no ver
ya las cosas como fragmentadas sino las cosas como una totalidad. Esto dará como
resultado, un cambio en el modo de la acción de los hombres, y esto es la relación
teoría-praxis. Porque el hombre, puede volver a pensarse, puede pensar cuál es su
lugar real en la estructura económica, puede pensar que es él el que transforma el
mundo y produce la cultura.
Consideraciones finales
136
Bibliografía
137
La experiencia feminista:
Debates en torno a la experiencia como categoría de identificación
política.
Verónica Meske
Universidad de Mar del Plata
138
cual sostiene una actitud escéptica frente a la identidad y la diferencia. Por otro, una
concepción a la que Nancy Fraser denomina multiculturalista, que defiende las
políticas de la identidad al valorar positivamente las diferencias e identidades grupales.
Mientras para la primera de estas concepciones todas las identidades son represivas y
las diferencias excluyentes, la concepción multiculturalista sostiene que todas ellas
merecen afirmación y reconocimiento. Este debate supuso el desafío para las políticas
de la identidad, enmarcadas en una concepción multiculuralista, de proporcionar un
fundamento de las identidades capaz de superar las críticas dirigidas contra los
efectos excluyentes del esencialismo.
Como sostiene Joan Scott, la política de la identidad y el multiculturalismo
naturalizan el concepto de identidad, lo esencializan. Si bien producen una
pluralización de las identidades, se centran en un concepto de identidad unificado
según el cual la esta se torna en significado de un conjunto fijo de costumbres,
prácticas y significados; como un campo de rasgos y/o experiencias compartidas
(Scott;1992).
La articulación de reivindicaciones políticas en base a identidades grupales
concebidas como preconstituidas, suponía entender que dichas identidades podían ser
representadas transparentemente apelando a su autenticidad (Agra Romero;2000).
Como consecuencia, tales identidades resultaban naturalizadas o esencializadas y,
con ello, estereotipadas y excluyentes. Por tal motivo, algunas feministas
comprometidas con la fundamentación teórica de las políticas de la identidad y la
práctica política de los nuevos movimientos sociales, como Iris Marion Young,
buscaron en la idea de experiencia la posibilidad de dar cuenta de estas identidades
de forma no esencialista.
Iris Marion Young (1990) cuestiona la lógica de la identidad que reprime las
diferencias y aborda la cuestión de cómo comprender las identidades de los grupos
sociales, a fin de posibilitar su inclusión en la vida política. En el desarrollo de su
política de la diferencia, Young sostiene que los grupos sociales deben distinguirse
tanto de las asociaciones como de los agregados. Entiende por asociaciones aquellas
colectividades de personas que se juntan voluntariamente, y que se distinguen de los
grupos sociales en tanto la participación en ellas no define la identidad de sus
miembros.
Por otra parte, Young distingue a los grupos sociales de los agregados.
Sostiene que estos últimos surgen de la clasificación y unificación de las personas en
función de algún atributo determinado. Un grupo social no se define por un conjunto de
atributos compartidos, sino por el sentido de identidad que tienen sus miembros. Lo
que realmente define al grupo social para Young es la identificación de ciertas
personas con un estatus social, la historia común que ese estatus social produce y su
autoidentificación. Un grupo social no ha de concebirse como una esencia o una
naturaleza dotada de un conjunto específico de atributos comunes (Young;1996). La
identidad de grupo es entendida en términos relacionales. Son los procesos sociales
los que generan los grupos a través de la producción de diferencias relacionales, pero
no los dotan de una identidad sustantiva.
¿Qué posibilita entonces para Young esta afinidad y vinculación entre los
miembros de un grupo? Según sostiene: ¨Los miembros de un grupo tienen afinidades
específicas unos con otros porque sus experiencias o estilos de vida son similares¨
(Young,1990:77). Young se preocupa por las identidades de grupos oprimidos, y para
ella dichos grupos encuentran su afinidad en la experiencia compartida de la opresión,
en la vivencia de tipos de hostigamiento, dominación, exclusión o discriminación
similares.
Si bien ya desde la primera ola del feminismo la experiencia compartida de la
opresión femenina fue concebida como fundamento de la identidad política, Young no
139
considera que exista un único tipo de opresión de las mujeres a causa de un sistema
patriarcal universal. Su propuesta se acerca más a concepciones situadas de la
experiencia femenina, atentas a otros ejes de opresión, como las propuestas de
feministas negras como Bell Hooks, chicanas como Glora Anzaldúa y post-coloniales
como Chandra Mohanty.
Como sostiene Ana María Bach (2010), el enfoque de Young sobre la
experiencia está condicionado fundamentalmente por su preocupación pragmática por
la emancipación. Según ella, la referencia a la experiencia evoca un contexto
pragmático de significados que no sólo subsiste en los signos sino también en la
acción y sus consecuencias. Apelar a la experiencia de los sujetos supone detallar los
sentimientos, descubrir los motivos y las reacciones de los sujetos a la vez que
mostrar cómo afectan y son afectados por el contexto en el que están situados
(Bach;2010). Esta descripción de la experiencia ha de cumplir una doble función
política. Por un lado, permite nombrar formas de opresión. En este sentido, solo dicha
descripción permite advertir las semejanzas en las experiencias de la opresión en
función de la cual establecer afinidades y vínculos identitarios. Por otro lado, posibilita
acciones de resistencia:
Para Young, de este modo: ¨los grupos son reales, no como sustancias, sino
como modos idiosincráticos de relaciones sociales¨ (Young;1990:44); la diferencia
sobre las cuales los grupos constituyen sus identidades no se centran en los
individuos como tales, sino en los modos en que los mismos entablan relaciones entre
sí, siendo el individuo anterior al grupo, pero pudiendo al mismo tiempo relacionarse
de forma diferente en función de los diversos grupos a los que se integre
(Femenías;2013:131).
Algunas intérpretes de Young sostienen que para ella la identidad grupal se
funda en atributos de los cuales los individuos son portadores, a los que concebiría
como previos a la asociación grupal; con lo cual sostienen que la identidad grupal
sería distributiva respecto de sus miembros (Femenías;2013). Esto, sin embargo,
supone entender que la afinidad grupal basada en la experiencia se trata para Young
de un plus vincular que surge de las relaciones que los individuos establecen entre sí
en virtud del atributo específico del que son portadores primarios. Esta interpretación,
sin embargo, parece oponerse a la afirmación de Young de que los grupos sociales no
constituyen agregados en función de atributos específicos. La afinidad que surge para
ella de la experiencia compartida no es un plus que se añade a posesión primaria de
atributos específicos por parte del individuo, sino el fundamento mismo de la
vinculación e identificación grupal. La posesión de determinados atributos a lo sumo se
vuelve relevante en relación a la heterodesignación de los individuos que tiene lugar
en el proceso de socialización, por la cual los individuos internalizan los modos en los
que son designados por los otros y que determina la experiencia compartida. Sin
embargo, la configuración de una identidad grupal, en tanto proceso de
autodesignación del grupo, si se remite directamente a la posesión de atributos corre
el riesgo de la esencialización, y este es un problema que Young procura evitar este
desde un comienzo.
140
Algunas feministas, desde una postura postestructuralista y antiesencialista
critican el uso de la experiencia tanto como eje de la articulación de la identidad
política cuanto como categoría teórica explicativa. Para Joan Scott, la experiencia es
un evento discursivo. Los mismos sujetos que tienen experiencias se constituyen a
través de prácticas discursivas, por lo que las descripciones de las experiencias de
opresión a los que apela Young como medio de identificación en pos de la lucha por la
liberación, reinscriben para Scott los supuestos acerca de las identidades y diferencias
que subyacen en el mismo orden discursivo que pretenden socavar. Scott sostiene
que no existe un estatus establecido de las categorías metodológicas de mujer o de
experiencia, a las que concibe como configuraciones discursivas variables
culturalmente y atravesadas por relaciones de poder (Bach;2010:106). Según Scott:
Por lo tanto, no puede ser considerada como una prueba sobre la cual se
realiza una explicación de la diferencia u opresión. Si bien en base a la experiencia
pueden establecerse afinidades que dan lugar a adscripciones identitarias; mientras
dichas adscripciones no involucren una comprensión de los procesos de construcción
de las experiencias no se accede a una explicación de aquello que genera la opresión,
requisito indispensable para promover acciones políticas emancipatorias.
Judith Butler coincide en que apelar a una experiencia común, tanto para
fundar sobre ella la identidad grupal cuanto para explicar desde la teoría dichas
identidades, supone saber de antemano qué tipo de experiencia es relevante frente a
una identidad determinada y, por tanto, su esencialización. Apelar a las experiencias
de las mujeres, requiere una concepción previa de lo que las mujeres son y de qué
tipo de cosas pueden experimentar (Levin; 2010). Esto no sólo reproduce las
identidades como estereotipadas y conduce a una práctica política que reinscribe la
exclusión de las diferencias. Frente a la propuesta de Young, supone un límite para la
constitución de identidades grupales capaces de articular distintos ejes de
subordinación, puesto que reproduce los mismos límites identitarios establecidos en el
proceso de heterodesignación.
Conclusión
141
al interior de los grupos, algo que se opone a la lógica política defendida por Young.
Promover una esfera pública pluralista resulta insuficiente para asegurar la real
inclusión de las diferencias en dicho espacio, es necesario que las mismas identidades
grupales admitan una lógica política pluralista y de reconocimiento de la diferencia,
algo que no resulta posible si dichas identidades parten de una determinación previa
del tipo de experiencias sobre las cuales se vinculan.
Ante esta situación, se advierte la paradoja de tener que recurrir a los relatos
sobre experiencias como medios de constitución de las identidades, y a la vez que los
mismos resulten problemáticos a nivel individual, grupal y teórico. Una respuesta a
este dilema posiblemente pueda encontrarse en propuestas pluralistas como las de
Chantal Mouffe y Judith Butler, quienes evitan el concepto de experiencia y enfatizan
en la necesidad de deconstruir las identidades más que de fundamentar su unidad y
coherencia. La identidad grupal, desde estas perspectivas, se advierte como un ideal
normativo más que como un aspecto descriptivo de la experiencia. Sus explicaciones
sobre las lógicas grupales, ya sea desde la propuesta de Mouffe, basada en la
articulación de demandas políticas en cadenas equivalenciales; bien desde la
propuesta de universales contingentes de Butler, parecen aportan formas más
dinámicas y fluidas de comprender a los grupos sociales y superar las exigencias de
coherencia y unidad dirigidas a las identidades grupales, exigencias que constituyen
un obstáculo a superar por los movimientos sociales para la constitución de agendas
políticas radicales.
Bibliografía
142
Ciberpolítica: transmutaciones de la política tradicional desde el contexto
del ciberespacio
Lucas E. Misseri
Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociales/ Universidad Nacional de Córdoba /
CONICET
Introducción
143
ciberespacio y el control tenga un aire de familia1. Por otro lado, los autores de los
protocolos y programas que permitieron el desarrollo de Internet fueron un grupo de
académicos norteamericanos trabajando para el ejército. A los que se le sumaron los
aportes de eruditos de distintos lugares del mundo. Sin embargo, el núcleo de creación
fue estadounidense y particularmente de las universidades y el Estado.
En segundo lugar, podríamos hablar de la causa material del ciberespacio. Es
decir, ¿de qué está compuesto? Aquí suele surgir un problema metafísico-
epistemológico. El ciberespacio suele ser interpretado a la manera del mundo de las
ideas de Platón, como un ámbito distinto e independiente del ámbito empírico. John
Perry Barlow lo considera un conjunto de actos colectivos y el fruto de una civilización
de la mente independiente de toda materialidad2, otros en la misma tónica hablan del
mismo como una «alucinación colectiva». No obstante, hay una materialidad bien
definida del ciberespacio y viene dada por las computadoras y sobre todo el cableado
y la fibra óptica que las mantiene en red. Aquí se incluyen supercomputadoras,
servidores, las empresas proveedoras de Internet. Todo lo que podríamos llamar el
hardware del ciberespacio.
En tercer lugar, podríamos hablar de la causa formal del ciberespacio. Esta
está dada por los protocolos que estructuran una arquitectura de la web que sólo es
visible mediante códigos. Esto incluye los programas, los lenguajes artificiales y
naturales empleados en el ciberespacio a los que podríamos llamar su software.
Ejemplos son los protocolos TCP/IP, las cuentas POP de e-mail, los navegadores, los
algoritmos que organizan las búsquedas de Google, etc. etc.
En cuarto lugar, podríamos hablar de la causa final del ciberespacio. Esta es la
más discutible de todas puesto que el aspecto áureo del ciberespacio está en que se
pueden realizar prácticamente infinitas cosas con él. Pero por sobre todas las cosas es
una herramienta destinada a la comunicación de los seres humanos y otros seres
humanos, entre seres humanos y máquinas y entre máquinas y otras máquinas.
Entonces ahora podemos esbozar una definición de ciberespacio lo más
completa posible: El ciberespacio es un conjunto de conexiones de redes
computacionales destinadas a facilitar la comunicación entre humanos y máquinas.
Esto fue posible gracias al trabajo de programadores, mayormente estadounidenses y
el término tiene su origen en la literatura de ciencia ficción.
1
LESSIG, Lawrence (2006). Code: version 2.0. New York, Basic Books, p. 3.
2
BARLOW, J. P. [1996] “A Declaration of the Independence of Cyberspace”, en: LUDLOW, P.,
ed. (2001). Crypto Anarchy, Cyberstates and Pirate Utopias. Cambridge, The MIT Press, pp.
27-30.
144
instituciones coercitivas3. El conservadurismo la ideología que sostiene en que hay
costumbres naturales propias del hombre en cuanto a su organización y organicidad
que escapan de la teoría y que deben ser respetadas en todo tiempo y lugar4. El
liberalismo sería la postura de una autoridad coercitiva fruto de un pacto de
ciudadanos entre las que se ponga al Estado como garante de la propiedad y la
libertad de sus ciudadanos5. El socialismo como la idea de que el estado de bienestar
humano es el objetivo central de la política6.
Mientras que lo ciberpolítico es el campo de lo político en el marco del contexto
del ciberespacio, de lo virtual mediatizado por sistemas digitales. Con el desarrollo de
Internet desde principios de la década de 1990 surgieron problemas en cuanto al
control del caudal de información, de la conducta de los usuarios y a posteriori del rol
de las instituciones tradicionales en el ciberespacio. Ante este problema, las ideologías
de la política tradicional sufrieron una transmutación en el ciberespacio. Pero la
diferencia con la política tradicional está como marca Lawrence Lessig, en que
además de los aspectos constrictores de los individuos en el mundo político --las
normas morales, las leyes y el mercado-- se suma un cuarto aspecto: el código7. A
diferencia del ámbito de la política tradicional el código juega un rol preponderante en
lo que Lessig llama la arquitectura de la red, puesto que a diferencia del ámbito
tradicional lo que el código impide de realizar lo anula, mientras que lo que en la
política tradicional se prohiba aún puede ser pasible de acción por un agente político
que no respete la ideología predominante. Este factor que parece ir en contra de la
libertad moral del individuo pone en juego una serie de problemas interesantes en los
cuales los usuarios y estudiosos de Internet sostienen idelogías similares a las
tradicionales pero transmutadas al ámbito de lo ciberespacial. Por ejemplo, hay
consenso en que el diseño original de Internet por los académicos anglosajones fue de
tipo anarquista en tanto que procura una relación de fin-a-fin en la cual no hay
mediadores, no hay instituciones coercitivas sobre los usuarios. Este fue el punto clave
de la expansión creativa de Internet y para algunos estudiosos como Lessig, Wu y
Goldsmith8, su actual punto débil. Estos últimos tres se acercan a posturas
conservadores según las cuales reclaman que Internet deje de tener una arquitectura
que favorece el anonimato en favor de una que favorezca la identidad, de modo que
se reproduzcan fácilmente las instituciones de la política tradicional. Otros como el
gobierno chino o el iraní no consideran que haya necesidad de debate y creen que es
tarea de un organismo centralizado el administrar el ciberespacio, por lo cual se puede
hablar de una transmutación del autoritarismo en el ámbito virtual. En último lugar, hay
posturas anarquistas y liberales libertarias según las cuales Internet debe ser dejada
librada a su autorregulación y que el control excesivo de este nuevo ámbito dañaría la
libertad de los usuarios y cercenaría gran parte de sus potencialidades.
Actualmente, si bien aparecen organismo de control como el ICANN, este
debate permanece abierto y el frente de discusión y lucha está dado por sus actores:
los usuarios y los programadores. Los usuarios podemos clasificarlos como
comprometidos/críticos, aquellos que además de usar el ciberespacio como un medio
para satisfacer sus necesidades son conscientes de su uso y las consecuencias de los
mismos por lo cual suelen apoyar causas de distinto tipo. Por otro lado, los usuarios
apáticos o lúdicos que sólo buscan satisfacer sus necesidades online y que no suelen
ser conscientes de estos debates. En cuanto a los pogramadores pueden estar la
3
SYLVAN, R. “Anarchism” en: GOODIN, R. E.; PETTIT, Ph. y POGGE, Th. (2007). A
Companion to Contemporary Political Philosophy. 2 Vol. Singapore, Blackwell, p. 257.
4
QUINTON, A. “Conservatism” en: GOODIN, R. E.; PETTIT, Ph. y POGGE, Th. (2007). Op. Cit,
p. 285-309.
5
RYAN, A. “Liberalism” en: GOODIN, R. E.; PETTIT, Ph. y POGGE, Th. (2007). Op. Cit, p. 360.
6
SELF, P. “Socialism” en: GOODIN, R. E.; PETTIT, Ph. y POGGE, Th. (2007). Op. Cit, p. 414.
7
Cf. LESSIG, L. Op. Cit.
8
GOLDSMITH, Jack y WU, Tim. (2006) Who Controls the Internet? Illusions of a Borderless
World. New York, Oxford University Press.
145
servicio de un gobierno determinado siendo así funcionarios públicos y sus códigos
responderan a la ideología política tradicional de sus superiores. En segundo lugar,
pueden estar al servicio de empresas privadas y como empleados reproducen también
los intereses de la empresa. En tercer lugar, están los hackers entendidos como
programadores en pos de una causa común. En cuarto lugar, están los crackers,
hackers que usan su conocimiento para su interés económico o lúdico.
9
ACKERLEY, M. I. “Tecnologías de comunicación y movimientos sociales” en: Revista Eikasia,
N° 53, diciembre de 2013, pp. 43-58.
146
obtención de la morigeración de algunas políticas que afectaban a los individuos que
estaban protestando.
Por último, el hacktivismo es el activismo político de los hackers. Para entender
mejor esto hay que definir el término hacker. En el mundo de habla hispana asociamos
directamente el término hacker al ciberespacio pero en el mundo anglosajón este
término tiene que ver con algo que precede a Internet. To Hack significa hacer algo de
un modo tanto feo como ingenioso con la finalidad de atacar un sistema a partir de la
curiosidad intelectual para mejorarlo o cambiarlo10. De este modo un hacker es alguien
que lleva a cabo una acción transformadora de un modo heterodoxo, por lo cual
suelen levantarse ciertos cuestionamientos morales para con los hackers. En principio,
un hacker tiene un elemento disruptivo y ese elemento puede ser valorado como
constructivo o destructivo. Por lo cual se ha distinguido entre hackers “construyen
cosas” y crackers “las rompen”11. Incluso, algunos autores hablan del hacking como
una forma transformadora positiva que trae aparejada una ética adecuada a nuestro
contexto histórico y a nuestras nuevas herramientas en la era de la información12. A
partir de esa idea de una ética hacker o como prefiere Stallmann de los «hackers de
sombrero blanco» es que se recuperó el término pero con este sentido añadido de
transformación bajo principios éticos. Bajo la consigna «hacker la realidad» es que
algunas agrupaciones e individuos filo-anarquistas llevan a cabo distintas actividades
en prácticas sociales y políticas tendientes a transformar las estructuras de la realidad
que reproducen injusticias del mismo modo que un hacker se deshace de los «bugs»
errores en la programación de un sistema que hacen que este no funcione
adecuadamente. O mejor, aún, los hackers de la vida real aspiran a modificar el
sistema completamente pero de a pequeños esfuerzos de muchos individuos.
147
medio de la digitalización absoluta de la vida cotidiana. Este es un problema que
parece lejano cuando aún hay países con escasa conexión a Internet, pero en
atención al crecimiento exponencial del ciberespacio consideramos es digno de ser
planteado antes de que sea demasiado tarde.
148
Plasticidad e historicidad en la constitución del Sí-mismo.
El materialismo ilustrado
1
Evers, Kathinka; Neuroética, cuando la materia se despierta. Katz Editores. Buenos Aires.
2010 ; p.116
2
Ibidem; p.57
3
Ibidem; p.58
149
Una mirada sociopolítica respecto de las neurociencias
Para justificar sus afirmaciones, Malabou define qué entiende por plasticidad,
especialmente en relación al cerebro. La plasticidad es el concepto clave en el ámbito
de las neurociencias y su foco de atención. La plasticidad, contraria a la rigidez,
refiere, por un lado a la capacidad de recibir forma (por ejemplo la arcilla puede recibir
distintas formas) y por otro, a la capacidad de crear formas (es el caso de las artes
plásticas en general).
En el caso del sistema nervioso, la plasticidad designa la capacidad del cerebro
de ser modificado estructuralmente y en su función en tres niveles: el primer nivel, el
modelado de las conexiones neuronales llamado plasticidad en el desarrollo del
embrión y del niño. El segundo, que se da en la transformación de las conexiones,
llamado plasticidad de modulación del efecto sináptico que se da a lo largo de la vida.
Y el tercero, la plasticidad después de las lesiones, que da cuenta de la capacidad
reparadora del sistema nervioso.
Además, Malabou explica que el término plasticidad a diferencia de la
flexibilidad incluye la capacidad de deshacerse de las formas adquiridas o generadas.
La plasticidad, en su doble designación, creativa y negadora permite otro abordaje
respecto de las capacidades del cerebro. Como señala Malabou:
Esta capacidad del cerebro en todos sus niveles, permite aprender nuevas
habilidades, nuevos registros de experiencia que van conformando una historia
personal. Si el cerebro no está totalmente terminado, si la plasticidad nos permite
conformar nuestra propia historia, ¿por qué el hombre lo ignora? La respuesta que da
Malabou no se centra en la falta de conocimiento sino en la falta de conciencia
4
Malabou, Catherine; ¿Qué hacer con nuestro cerebro? Madrid. Arena Libros S.L. 2007 p.15
5
Ibíd. P.II
6
op.cit. p. 12
150
respecto de la plasticidad que al ser la forma de nuestro mundo, al resultarnos tan
familiar, no la advertimos. La autora reconoce junto a Changeux que los genes
aseguran ciertos rasgos anatómicos y fisiológicos del cerebro humano, sin embargo, la
plasticidad hace que no todo esté sometido a los genes, hay un importante grado de
variabilidad, asociado a la plasticidad de la que debemos dar cuenta.
La autora propone enfrentar la metáfora neuronal con sus redes y flujos que a
vista de Malabou, coincide con el actual rostro del capitalismo. Si es una construcción,
podemos transformarla. Si bien Evers reconoce la necesidad de conocer cómo
funciona el cerebro para proponer cambios sociales, políticos y educativos, Malabou
propone directamente la crítica al sistema que considera imperante y se pregunta:
¿cómo hacer para que la conciencia del cerebro no coincida lisa y llanamente con el
espíritu del capitalismo? 9
De este modo, la autora propone una mirada crítica que permita cuestionar
algunos supuestos ideológicos que articulan los campos del saber científico y político.
Básicamente para la autora, las neurociencias, intentan explicar la conciencia mas no
implicarla. Implicar la conciencia, le permite al hombre proponer sus transformaciones
en pos de su mayor liberalización y le asegura a la filosofía un espacio renovado y con
nuevos desafíos.
Si el concepto clave de las neurociencias es el de la plasticidad del cerebro,
Malabou propone precisar aún más el concepto a partir de su distinción del concepto
de flexibilidad:
7
op. cit. p. 15
8
op.cit. p. 16
9
op.cit. p. 16
10
Op. cit. p.18
11
Op. cit. p. 19
151
De este modo recuperar el verdadero alcance del concepto de plasticidad le
permite al hombre tomar conciencia de lo que es capaz de hacer y no solamente
tolerar. Correr el velo de la conciencia para comprender cabalmente que el hombre es
sujeto de su historia, que la constitución genética incluye la plasticidad de construir
nuevas formas, de desobedecer los moldes y crear nuevos trayectos:
El sujeto es un alguien que en la pregunta por ¿Quién soy? refiere el por qué.
Justamente en la intención-de está la referencia al futuro que implica un particular
sentido de la pregunta ¿por qué? Esta pregunta admite la distinción de causa y
motivo. La causa es lo que ha empujado a alguien a actuar y suele confundirse con
razón de actuar cuando los motivos se describen retrospectivamente. En cambio
cuando los motivos se relacionan con la intención–con la que se actúa, los motivos
son claramente prospectivos.
12
Op.cit.p. 20
13
Ricoeur, P. Sí mismo como otro. Siglo Veintiuno Editores, 1996 p. XVI
14
Ibídem p.40
15
Ibídem p.52
152
permanencia del sí mismo y la continuidad de su historia. Esta construcción de la
trama (concepción narrativa de la identidad-ipse), constituye el acto poiético,
configurador, que permite unificar en el relato la dispersión de los acontecimientos.
16
Ibídem p.143
17
Ibídem p.164
18
Ibídem p. 163
19
Ibídem p. 374
20
Malabou, op.cit. p. 75
153
Caras y contracaras del populismo en la teoría del discurso político
latinoamericano
Hernán Murano
Universidad Nacional de Mar del Plata
154
(1775), Diferencias naturales del género humano. Su merito consistió, sobre todo, en
advertir una y otra vez contra la transferencia de apreciaciones anatómicas o
fisionómicas al terreno del juicio ético de valor, alzándose así contra toda difamación
de otras razas que pretendiera buscar su fundamento en la biología.
Otro exponente idóneo, surgido de la bisagra aproximada entre la ilustración y
el Romanticismo podemos hallarlo también en Alemania; el físico naturalista Georg
Christopher Lichtenberg (1778), en su libro De la fisonomía, se cuenta entre aquellos
sabios que se dieron a la crítica de los enfoques comparativos de índole fisonómico-
moral. Lichtenberg, hijo de su tiempo, mantenía la tesis de la “legibilidad objetiva de
todo en todo”. Sacaba conclusiones acerca del carácter, ponía en un mismo plano
magnitudes de orden distinto. De esta manera el fisonomista realiza un salto lógico al
atribuir a las facciones humanas un significado trascendental. Sus estudios mantenían
relación de acuerdo a la conducta afectiva, de la patonomía. En palabras de
Lichtenberg “Más útil sería el indagar acerca del carácter de hombres por otros
métodos acaso más susceptibles de ser tratados científicamente, a saber: hallando a
partir de los actos conocidos de una persona que no cree tener motivo alguno para
ocultarlos, otros actos inconfesados” (Lichtenberg citado en Bitterli: 1982: 443). La
improcedencia de las comparaciones valorativas, se hace aún mas clara cuando,
invirtiendo los términos lógicos de la correspondencia, se juzga al europeo desde el
punto de vista del hombre de otra raza. El apotegma “No juzgues el mundo de Dios
según el tuyo propio” se convierte en la máxima donde Lichtenberg sometía a una más
profunda reflexión los prejuicios en boga de su época. (Lichtenberg citado en Bitterli:
1982: 444)
Sin embargo, observamos que a partir de Kant comienza a delinearse una
teoría de la antropología filosófica, muy diferente a la antropología científica. En 1797,
Kant publica Antropología en sentido pragmático y sostiene lo siguiente:
“Todos los progresos de la cultura a través de los cuales se educa el hombre
tienen el fin de aplicar los conocimientos y habilidades adquiridas para emplearlos en
el mundo; pero el objeto más importante del mundo a que el hombre puede aplicarlos
es el hombre mismo, porque él es su propio fin último. El conocerle, pues, como un ser
terrenal dotado de razón por su esencia específica, merece llamarse particularmente
un conocimiento del mundo, aun cuando el hombre sólo constituya una parte de las
criaturas terrenales”. (Kant, 1991: 7)
Una ciencia del conocimiento del hombre sistemáticamente desarrollada
(Antropología), puede hacerse en sentido fisiológico, o en sentido pragmático. El
conocimiento fisiológico del hombre trata de investigar lo que la naturaleza hace del
hombre; el pragmático, lo que él mismo, como ser que obra libremente, hace, o puede
y debe hacer de sí mismo. Según Kant:
“Quien cavile sobre las causas naturales en que pueda descansar, por ejemplo,
la facultad de recordar, discurrirá acaso (al modo de Cartesio) sobre las huellas
dejadas en el cerebro por las impresiones que producen las sensaciones
experimentadas, pero tendrá que confesar que en este juego de sus representaciones
es un mero espectador y que tiene que dejar hacer a la naturaleza, puesto que no
conoce las fibras ni los nervios encefálicos, ni sabe manejarlos para su propósito, o
sea, que todo discurrir teórico sobre este asunto es pura pérdida. Pero si se utilizan las
observaciones hechas sobre lo que resulta perjudicial o favorable a la memoria, para
ensancharla o hacerla más flexible, y a este fin se sirve del conocimiento del hombre,
esto constituirá una parte de la Antropología en sentido pragmático”. (Kant: 1991: 8)
No obstante el hombre moderno generalizo el conocimiento a través de los
resultados del método de las ciencias naturales y experimentales. Bajo el lema de la
razón los nuevos tiempos lograron institucionalizar el conocimiento científico en las
Universidades afectando la organización socio política de los países europeos. Así, la
perspectiva científica extendió sus observaciones para responder técnicamente a las
cosas que suceden en su derredor. Los quehaceres del investigador moderno hallaron
las sendas del desarrollo científico con métodos racionales, por el cual el
155
funcionamiento, la composición y las causas de la realidad eran entendidos desde la
mecánica. Esta visión de la naturaleza impuso sus reglas en el mundo moderno y
lograron desarrollar el paradigma del cosmos de acuerdo a su concepción del
universo. Para Cassirer
2
Ricaurte Soler (1967: 195-196) sostiene que “en sus comienzos, las teorías sociológicas
argentinas se revelan profundamente influidas por el mecanicismo. Se desarrollan entonces
algunas concepciones que asimilan diferentes especies de intelectualismo histórico, lo que
constituye una sensible variante en relación con la tradición sociológica de la generación
romántica, la cual se caracterizaba, como es sabido, por la importancia que se confería al
medio natural o a los factores económicos”.
156
complejo tramado convergencias e intersecciones –higienistas, pedagógicas-
capturado por la demanda de servir a un orden con el cual el Estado incipiente busca
impulsar la construcción de una nueva sociedad”. (Vezzetti: 1985:362-363)
Algunos productos del Positivismo Argentino podemos hallarlo en la Ley de
Residencia promulgada por Miguel Cané (1902, ley 4954) y proyectada por los
sociólogos positivistas del siglo XIX (José Ingenieros, José María Ramos Mejía,
Agustín Álvarez, Carlos Octavio Bunge). Es interesante remarcar como surgen
disciplinas morales aplicadas a la tecnología alienista que funda los hospicios y la
cátedra de Patología Mental. Por medio de estudios psiquiátricos y criminalistas
comienza a asentarse las consignas del ideal del ciudadano normal en oposición a los
individuos conflictivos, generadores de locura y delito. Según Vezzetti:
Frente a lo dicho por los autores citados, notamos que lo otro, aquello que logra
4
dislocar el orden establecido, es el factor antagónico que define el límite de toda
3
Laclau (2005: 95) entiende a la investidura radical (no determinado a priori) como Totalidad
hegemónica. “Su cuerpo está dividió entre la particularidad que ella aún es y la significación
más universal de la que es portadora. Esta operación por la que una particularidad asume una
significación universal inconmensurable consigo misma es lo que denominamos hegemonía”.
4
Según el análisis de Howart (2000: 111) “las dislocaciones son eventos que no son
susceptibles de ser simbolizados por un determinado orden discursivo existente y de aquí que
su función sea la de dislocar e interrumpir ese orden. Laclau utiliza este concepto con el fin de
introducir un dinamismo extra-discursivo en su concepción de sociedad”.
157
objetividad. Aquí la palabra límite, según la teoría del discurso político latinoamericano,
adquiere una concepción semántica que “es correlativa con las de exclusión y
antagonismo”. (Groppo: 2009: 58)
Desde esta perspectiva, los efectos del dislocamiento en el sujeto es dual dado
que percibe la amenaza exterior como una ausencia traducida como falta estructural
que impide la evolución de la identidad en el sujeto y en los grupos. Tal
indeterminación, enfatizada como faltante, es la posibilidad de comprender que las
identidades políticas no se dan a priori, más bien, la formación de identidades es una
construcción que se establece dentro de la estructura vacía del ser. He de aquí, el
5
porqué el populismo es un concepto vació (catacresis) que intenta por todos los
medios “nombrar un objeto que es a la vez imposible y necesario” (Laclau: 2005: 96).
El poder hegemónico del populismo, define Laclau, es una “operación por la que una
particularidad asume una significación universal inconmensurable consigo misma. Y
dado que esta totalidad o universalidad encarnada es, un objeto imposible, la identidad
hegemónica pasa a ser algo del orden del posible”. (Laclau: 2005: 93)
Históricamente existe cierta congruencia molesta entre esas formas típicas de
expresión de lo social y las articulaciones entre sociedad y Estado que propusieron las
expresiones populistas. Resulta interesante analizar la experiencia populista
Argentina, manifestada a partir del gobierno de Perón que establecieron las siguientes
6
reformas bajo el discurso político de la “justicia social” : los derechos del trabajador
(estatuto del peón, 1943), creación de la Universidad Nacional Obrera (1948), la
nacionalización de los recursos estratégicos (artículo 40 de la Constitución Nacional
Argentina de 1949, hoy en el artículo 41 y el 22 de noviembre del mismo año surge el
5 Catacrésis es una teoría elaborada por los filósofos estoicos sobre la comprensión
conceptual o (prólepsis) de la sensación, que implica un juicio que, si es evidente y no es
contradictorio, es considerado verdadero. La representación cataléptica es el acto del
entendimiento por el que se aprehende el objeto y, a la vez, el acto por el que el objeto se
imprime en el entendimiento. Mediante dichos actos se garantiza: a) la presencia del objeto del
conocimiento, y b) la conformidad de la representación con el propio objeto.
Según los estoicos, la sensación envía sus señales a la mente, la cual forma una
representación mental o fantasía de los objetos, que pueden ser juzgados y aceptados por el
entendimiento en el momento de la katálepsis. La imagen reconocida es la n (fantasía
cataléptica). Ello condujo a una elaborada teoría acerca de la evidencia, desarrollada
especialmente por Crisipo. Según Crisipo en toda proposición pueden distinguirse tres
aspectos:
-el significante o la palabra
-la cosa significada y, un tercer elemento,
-el significado. Mientras las palabras y las cosas son materiales, el significado es inmaterial y
actúa de enlace entre ellos. Solamente el significado puede ser verdadero o falso, originando
las proposiciones o unidades lógicas elementales, cuyas posibles conexiones establecían las
condiciones formales de verdad lógica, cuyo estudio condujo a la formulación de los
anapodícticos o esquemas formales indemostrables de inferencia. Además, extendieron el
análisis lógico a los razonamientos hipotéticos y a los disyuntivos. De esta manera, crean las
bases de la lógica (que en su caso es, esencialmente, una lógica de las proposiciones),
entendida como estudio regulativo de las formas de razonamiento, a diferencia de la lógica de
Aristóteles (que es, esencialmente, una lógica de términos), para quien la lógica tiende más
bien a ser entendida como manifestación de los modos de ser el ser de algo. A su vez, la
noción de representación cataléptica permite elaborar la concepción estoica de la verdad.
Martinez Riu – Cortéz Morató (1992)
6 Para Groppo (2009: 74) “en el caso del Peronismo, la idea de justicia social fue no
condicionada porque fue traducida en mayores salarios sin especificación de regiones,
condiciones de producción, crecimiento económico”. Esto nos lleva a pensar que aquellos que
se opusieron al discurso político justicialista, era porque estaban rechazando la
institucionalidad de un discurso ya institucionalizado. Desde esta perspectiva, la justicia social
carecía de algún tipo de predicado. En síntesis, la oposición negaba, dado que la justicia social
era una expresión sin ningún tipo de determinación.
158
decreto 29.337 donde se declara “Día de la Gratuidad de la Enseñanza Universitaria” y
se suspende el cobro de aranceles universitarios, creando al mismo tiempo el
Ministerio de Educación), derechos especiales a la maternidad, a la ancianidad y a los
niños y su educación (Artículo 37, 38,39 de la Constitución de 1949), la extensión del
voto hacia las mujeres argentinas (1947); gracias a la implementación de estos
derechos los sectores postergados pudieron integrarse dignamente a la vida civil, y
desplazar así fronteras ideológicas y culturales a toda la región. Por añadidura, los
gobiernos populistas estuvieron enlazados a los objetivos plasmados en las
demandas propuestas por las izquierdas políticas –extensión de derechos sociales,
antiimperialismo, desarrollo del sindicalismo. Algunos de los ejemplos presidenciales
en relación al populismo dieron su hito antes de terminar la primera mitad del siglo XX:
Perón, J. D en Argentina, Vargas, G en Brasil y Cárdenas, L en México.
Como contracara, a fines del siglo XX, la hegemonía neoliberal coincidió
con las transiciones a las democracias a partir del debilitamiento de las dictaduras en
Latinoamérica y el Caribe. Es de entender que las democracias emergieron frágiles y
con graves problemas para organizar y gestionar el Estado. Presidencias como la de
Collor de Melo en Brasil, Carlos Menem en Argentina, Carlos Pérez en Venezuela,
Alberto Fujimori en Perú y Alfredo Stroegner en Paraguay, han querido ser tratadas
como neopopulismos en la década del ´90. El sello grabado de estas políticas
orientaba la revolución productiva por medio de un contrato social consumista y de
ordenación privatista. Las aventuras de la equivalencia y la diferencia en el
neoliberalismo se habían transformado en la panacea del libre comercio con arreglos a
conformar una sociedad sin fisuras, con la diferencia que, en este caso, las soluciones
serían aportadas por el mercado y no por el Estado. La denominada revolución
productiva de la época abrió sus fronteras y plasmo la idea de integración asociada a
lógica del libre comercio dando como resultado el acuerdo MERCOSUR, hoy todavía
vigente pero ya con otras características. Sin duda, el advenimiento de presidentes
como Chaves en Venezuela, Lula en Brasil, Kirchner en Argentina, Correa en Ecuador
y Morales en Bolivia dieron un nuevo giro al populismo latinoamericano creando
organizaciones regionales como UNASUR y CELAC que tienen una proyección
política donde las naciones que la componen no sólo están unidas por la ruta
comercial, sino más bien, en la defensa de los derechos de soberanía y de autonomía
en la toma de decisiones.
Finalmente, y más allá de las posturas tomadas, podemos notar que el
populismo es uno de los problemas semánticos en la teoría del discurso político
latinoamericano que nos invita a repensar la utilización del término de acuerdo a la
circunstancia en que surge. Hoy, ya en el siglo XXI, la teoría del discurso político
analiza la morfología y la resemantización del populismo a partir de una lógica
discursiva compuesta por la equivalencia y la diferencia, por la heterogeneidad y la
homogeneidad, en un ensamble de disciplinas y autores: Gramsci (1891-1937) en
filosofía política, Saussure (1857-1913) en lingüística, Freud (1856-1939) y Lacan
(1901-1981) en psicología. Que implícitas todas constituyen no sólo las dos caras de
Jano, sino también, el devenir expresivo de La razón populista.
BIBLIOGRAFÍA
159
Kant, Immanuel (1991) [1798]. Antropología en sentido pragmático. Madrid: Alianza
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Vezzetti, Hugo (1985). “El discurso psiquiatrico”. En Biagini, Hugo (Comp), El
movimiento positivista argentino. Buenos Aires: Editorial de Belgrano. Pp., 362-
376.
160
Tragedia, destinación y naturaleza del hombre pascaliano
Mariano Olivera
Universidad Nacional de Mar del Plata
El hombre en concreto
161
Nuestra naturaleza está en el movimiento; el reposo completo es la muerte”3, y “199.
Condición del hombre: inconstancia, enojo e inquietud”4
En esta apreciación de la realidad humana, es en lo que Pascal antecede a
Kierkegaard y al existencialismo.
Este movimiento, esta inconstancia que es sucesión vertiginosa de estados, lo
sume en la insatisfacción de no hallar reposo en la sola y única satisfacción de su ser,
sino que se encuentra disperso, alienado en todas las contrariedades e inclinaciones
de su voluntad: el yo egoísta, distanciado del orden de la caridad, que es tan amable
como odioso para si mismo.
El hombre no puede sostenerse anclado en un solo estado, sino que se halla
arrastrado por la corriente de las circunstancias, y sacudido por la agitación interna de
su desgarrada situación. Y si intentara forzar inadecuadamente su reposo, esto es sin
tener consciencia y sentimiento de su grandeza y su destinación, no hallaría más que
el fastidio, el aburrimiento, la incomodidad y el horror de encontrarse consigo mismo
en su miseria. El individuo, aunque no sea consciente de ello quiere desde su ser mas
intimo, lograr su reposo, pero a la vez se contraría, porque en la dispersión mundana
también quiere la actividad, que le evita el peso del aburrimiento.
162
En fin, “175. Poca cosa nos consuela, porque poca cosa nos aflige”9.
Comprendamos gran parte de lo dicho con un ejemplo del mismo autor:
9 Ibid.
10 Pascal, Pensamientos; pág. 73-74.
163
principios que nacen de la nada; y lo poco que tenemos de ser nos oculta la
vista del infinito.
“84. Limitados en todos los ordenes, este estado que tiene el medio
entre dos extremos se halla en todas nuestra potencias. Nuestros sentidos no
perciben nada extremo […] los primeros principios tienen demasiada evidencia
para nosotros. […] Las cualidades excesivas nos son enemigas, y no sensibles;
no las sentimos, las sufrimos […] En fin, las cosas extremas son para nosotros
como si no existieran, y no somos nada respecto a ellas: escapan a nosotros, o
nosotros a ellas.
164
Partamos de que en la Antigüedad y la Edad Media, la imagen prevaleciente, era la de
un mundo limitado, finito, determinado en un orden perfecto. Simbólicamente, la
esfera aquí posea un centro y una periferia determinada, en la que cada punto se
determina por el radio y la distancia del centro, en una simetría y una equidistancia
perfecta. Y todo el conjunto finito “rodeado”, abarcado por el Dios infinito. En este
orden, el ser humano era la microsíntesis del Todo, formaba su centro, o su cima, y
poseía si bien finito, un puesto seguro. Sin embargo con el desarrollo de la conciencia
moderna, el mundo se expande ilimitadamente, se hace infinito, y con ello no queda
límite alguno en pie, y la esfera deja de tener circunferencia, centro u orden. Así el
hombre pierde su lugar, deja de ser el punto central o cima y es absorbido
simplemente, como una parte más del Todo. No solo sufre su despotenciación y
descentralización el hombre, sino que esto también es resultado del sentimiento
directo de la conciencia que se enfrenta con Dios, lo único que hasta entonces
respondía al anhelo de plenitud. El hombre abandona su viejo y obsoleto punto de
apoyo, su seguridad, y queda en suspenso.
Pascal expresa su perplejidad acorde con esto:
El espíritu y el pensamiento
165
desorientado, sino que al mundo material contrastara aquello que lo distingue, y le
deja apertura a otra realidad: el espíritu. Es desde el espíritu, desde tal plataforma que
el hombre puede pegar el salto a otros órdenes y no quedarse estancado en su finitud
natural. Y con ello dar finalmente el salto a lo absoluto.
De hecho, Pascal concibe tres dominios de la realidad: el orden de los cuerpos,
el de los espíritus y el de la caridad (o dicho de otro modo santidad). Entre ellos hay
una diferencia de género, un salto cualitativo, una graduación progresiva, en la cual el
ultimo orden es el decisivo, el más importante. Cada campo tiene su propio valor, su
grandeza. El ser humano existe a través de estos tres órdenes, pero todo tiene su fin
en el amor caritativo.
166
más ventajas en poseer tierras: por el espacio el universo me comprende y me
traga como un punto; por el pensamiento, yo lo comprendo a él”18.
Por ello se debe procurar pensar como se debe, conforme a lo que es bueno, a
lo moralmente correcto. “264. Trabajamos, por consiguiente, en pensar bien: de ahí el
principio de la moral”20
El pensamiento comprende la integridad del individuo, tanto su sentido, como
su razón y corazón, pero esté se halla “manchado” por completo. El espíritu del
hombre debe adoptar su verdadera naturaleza, pero hay algo que lo impide, que lo
condiciona y perturba su mismo fundamento y ese es: el mal, el pecado o
concupiscencia.
Tanto el espíritu como el pensamiento tienen sus límites, su miserable finitud, y
no podrán elevarse por sobre todo los órdenes a no ser que cambie o remedie la
condición humana: el espíritu sublime fundamento del ser humano, se halla
corrompido, rebajado y humillado. Así se debe solucionar la causa de toda su miseria,
que por contraste del Bien fastidia la consolidación de su grandeza.
Prosigamos por lo tanto con esta antinomia y paradoja fundamental de la
antropología pascaliana y de los Pensees: el hombre que es miseria, pero a la vez
grandeza.
167
“274. A pesar de la vista de todas nuestras miserias que nos afectan,
que nos tienen ahogados, tenemos un instinto que no podemos reprimir, que
nos eleva”22.
¿De donde proviene entonces, que el hombre sintiéndose tan limitado, aspire a
ser más de lo que es? ¿Cuál la causa de toda su miseria? ¿Qué es está intrincada
telaraña de tendencias contradictorias que enredan al individuo? ¿Qué será lo que
explique o que respuesta tenemos sobre el enigma del hombre? Pues todavía no
tenemos más que a un ser deseoso, alienado y desorientado.
22 Ibid.
23 Pascal, Pensamientos; pág. 146.
24 Pascal, Pensamientos; pág. 96.
25 Pascal, Pensamientos; págs. 96-97.
168
Y ¿quién le enderezará hacia allí? Los más grandes hombres no han podido
hacerlo”
Es el más bello sitio del mundo; nada le puede apartar de este deseo, y
es la cualidad más imborrable del corazón del hombre.
Y los que más desprecian a los hombres y los igualan a las bestias,
todavía quieren ser admirados y creídos, y se contradicen ellos mismos por su
propio sentir; su naturaleza, que es más fuerte que todo, les convence de la
grandeza del hombre más fuertemente que la razón les convence de su
bajeza”27.
Ahora bien, luego de esta breve disquisición retomemos nuestra cuestión sobre
como puede conocer su naturaleza el hombre. Queda establecido que no puede por el
solo uso de su razón, habrá que también apelar al del corazón. Si el individuo en su
simple estado actual, no puede comprenderse a partir de si mismo, deberá fijarse en la
necesidad de trascenderse a si mismo, y con ello encontrar una explicación a la
profundidad insondable de su naturaleza. Allí en su fondo, escuchara una voz distinta,
que le indicara que se halla potencialmente destinado a algo superior, porque le
recordara que proviene de algo superior de lo que es en su presente. ¿Sino que
prueba se tiene de ello? Lo que la religión cristiana establece: lo dado por la gracia
divina, en especial la Revelación, las cuales no se reciben pasivamente, sino que
requiere de la moderación de la razón, y el buscarse y comprenderse en la fe, en el
esfuerzo del corazón. Pero mejor aclaremos esto con el texto:
169
manifiesto es que hemos estado en un grado de perfección del cual somos
desgraciadamente decaídos […] de modo que no es por las soberbias
agitaciones de nuestra razón, sino por la simple sumisión de la razón, por lo
que podemos verdaderamente conocernos […] hay dos verdades de fe
igualmente constantes: la una, que el hombre, en el estado de la creación, o en
el de la gracia, ha sido elevado por encima de toda la naturaleza, vuelto como
semejante a Dios, participante de su divinidad; la otra, que en el estado de
corrupción y de pecado, ha decaído a ese estado y lo ha vuelto semejante a las
bestias […] Por donde aparece claramente que el hombre, por la gracia, se
vuelve como semejante a Dios, y participante de su divinidad, y sin la gracia es
como semejante a las bestias brutas”28.
“730. Porque por su gloria es todo lo que hay de grande, siendo Dios, y
por su vida mortal todo lo que hay de desdichado y abyecto. Por eso tomó esta
desgraciada condición, para poder ser en todas las personas y modelos de
todas las condiciones”31.
170
miseria. Así nosotros no podemos conocer bien a Dios sino conociendo
nuestras iniquidades.”33.
33 Ibid.
171
“Tlön y el mundo Berkeleyano” Simulación en el universo de lo hiperreal.
Agustín Pastor
Universidad Nacional de Mar del Plata.
Introducción
Teoría de lo hiperreal
Simulación
172
la realidad “Vivimos en la ilusión de que lo real es lo que más falta, cuándo ocurre lo
contrario: la realidad ha llegado a su colmo. A fuerza de proezas técnicas, hemos
alcanzado tal grado de realidad y de objetividad que podemos hablar incluso de un
exceso de realidad que nos deja mucho más ansiosos y desconcertados que el
defecto de realidad, que por lo menos podíamos compensar con la utopía y lo
imaginario, mientras que para el exceso de realidad no existe compensación ni
alternativa. No existe negación ni superación posibles, ya que estamos más allá”. El
simulacro no se opone a la verdad sino que juega con la verdad.
En Tlön, Borges debate las ideas filosóficas de los materialistas y los idealistas.
Además, pone en cuestionamiento el tema del simulacro y la hiperrealidad en algunos
pasajes como se puede ver en el siguiente: “Bioy Casares recordó que uno de los
heresiarcas de Uqbar había declarado que los espejos y la cópula son abominables,
porque multiplican el número de los hombres.”, es decir una realidad se mezcla con
otra y con una fantasía y así la realidad pierde sus límites y lo verosímil se mezcla con
lo verdadero. La cúpula reproduce a los hombres y la imagen en el espejo también, lo
que se juzga aquí es la reproducción en el espejo que aunque parece real es sólo una
ilusión. La reimpresión de la enciclopedia funciona al igual que el espejo. Los filósofos
de Tlön saben que el lenguaje es un sistema arbitrario de signos incapaces de
aprehender la sustancia propia de lo real y no sería sencillo refutar el hecho de que el
lenguaje determina el pensamiento. El lenguaje resulta ser también una imagen en el
espejo.
Borges retoma la temática de los espejos en el libro de los seres imaginarios
citó “En aquel tiempo, el mundo de los espejos y el mundo de los hombres no estaban,
como ahora, incomunicados. Eran, además, muy diversos, no coincidían ni los seres ni
los colores ni las formas. Ambos reinos, el especular y el humano, vivían en paz; se
entraba y se salía por los espejos. Una noche, la gente del espejo invadió la tierra. Su
fuerza era grande, pero al cabo de sangrientas batallas las artes mágicas del
Emperador Amarillo prevalecieron. Éste rechazo a los invasores, los encarceló en los
espejos y les impuso la tarea de repetir, como en una especie de sueño, todos los
actos de los hombres. Los privó de su fuerza y de su figura y los redujo a simples
reflejos serviles. Un día, sin embargo, sacudirán ese letargo mágico” (El libro de los
seres imaginarios p.6). Podemos concluir que como dice Baudrillard que “nuestra
imagen en el espejo no es inocente”.
Las naciones de ese planeta son idealistas. Su lenguaje y las derivaciones
de su lenguaje, la religión, las letras, la metafísica, presuponen el idealismo. El mundo
para ellos no es un concurso de objetos en el espacio; es una serie heterogénea de
actos independientes. Es sucesivo, temporal, no espacial. No hay sustantivos en la
conjetural Ursprache de Tlön, de la que proceden los idiomas "actuales" y los
dialectos: hay verbos impersonales, calificados por sufijos (o prefijos) monosilábicos
de valor adverbial. La realidad es una serie de actos independientes cuestión que se
puede ver directamente relacionada con el nominalismo que sostiene Berkeley. Esté
afirmó que todas las ideas generales no son sino ideas particulares. Considera que las
ideas en sí mismas son particulares pero pueden tornarse generales al adquirir la
representación de todas las otras ideas particulares de la misma clase.
“Este monismo o idealismo total invalida la ciencia. Explicar (o juzgar) un
hecho es unirlo a otro; esa vinculación, en Tlön, es un estado posterior del sujeto, que
no puede afectar o iluminar el estado anterior. Todo estado mental es irreductible: el
mero hecho de nombrarlo importa un falseo. De ello cabría deducir que no hay
ciencias en Tlön -ni siquiera razonamientos. La paradójica verdad es que existen, en
casi innumerable número”.
“Para facilitar el entendimiento de esa tesis inconcebible, un heresiarca del
undécimo siglo ideó el sofisma de las nueve monedas de cobre, cuyo renombre
173
escandaloso equivale en Tlön al de las aporías eleáticas. De ese "razonamiento
especioso" hay muchas versiones, que varían el número de monedas y el número de
hallazgos; he aquí la más común:
El martes, X atraviesa un camino desierto y pierde nueve monedas de cobre. El
jueves, Y encuentra en el camino cuatro monedas, algo herrumbradas por la lluvia del
miércoles. El viernes, Z descubre tres monedas en el camino. El viernes de mañana, X
encuentra dos monedas en el corredor de su casa. El heresiarca quería deducir de esa
historia la realidad -id est la continuidad- de las nueve monedas recuperadas. Es
absurdo (afirmaba) imaginar que cuatro de las monedas no han existido entre el
martes y el jueves, tres entre el martes y la tarde del viernes, dos entre el martes y la
madrugada del viernes. Es lógico pensar que han existido (siquiera de algún modo
secreto, de comprensión vedada a los hombres) en todos los momentos de esos tres
plazos.
El lenguaje de Tlön se resistía a formular esa paradoja; los más no la
entendieron. Otros recordaron que todo sustantivo (hombre, moneda, jueves,
miércoles, lluvia) sólo tiene un valor metafórico. Explicaron que una cosa es igualdad y
otra identidad; Argumentaron: si la igualdad comporta la identidad, habría que admitir
asimismo que las nueve monedas son una sola”.
Los habitantes de Tlön no creen en la existencia continua de los objetos en el
tiempo sino que los ven simplemente como actos mentales individuales aislados. Esta
paradoja es un escándalo para los habitantes idealistas de Tlón quienes encuentran
absurda su conclusión. Para nosotros es de sentido común presuponer la existencia
continua de las monedas en el intervalo en el que ellas estuvieron perdidas, pero para
los idealistas radicales de Tlön esto es inconcebible. Las monedas dejan de existir
cuando nosotros dejamos de pensar en ellas o de percibirlas. No hay realidad externa
independiente de nuestros pensamientos y percepciones.Citó:“Siglos y siglos de
idealismo no han dejado de influir en la realidad. No es infrecuente, en las regiones
más antiguas de Tlön, la duplicación de objetos perdidos. Dos personas buscan un
lápiz; la primera lo encuentra y no dice nada; la segunda encuentra un segundo lápiz
no menos real, pero más ajustado a su expectativa”.Tanto Tlön como el mundo tal
como lo explica Berkeley son verosímiles e irrefutables pero esto no significa que lo
que expresa tanto la enciclopedia como el ensayo sobre una nueva teoría de la visión
sea verdadero o participe de algún tipo de realidad y se puede ver en esta frase
extraída del Cuento Borgeano “Hume notó para siempre que los argumentos de
Berkeley no admiten la menor réplica y no causan la menor convicción. Ese dictamen
es del todo verídico en su aplicación a la tierra; del todo falso en Tlön”
Por otro lado, en Tlön ninguna doctrina ha merecido tanto escándalo como
el materialismo y “Es clásico el ejemplo de un umbral que perduró mientras lo visitaba
un mendigo y que se perdió de vista a su muerte. A veces unos pájaros, un caballo,
han salvado las ruinas de un anfiteatro”.Siguiendo la Teoría de Berkeley, ese umbral
dejo de existir ya que nadie lo percibía ni ese anfiteatro existiría si ningún animal lo
visitaran o percibieran. En berkley los objetos externos no existen sino son percibidos
dado que para el ser es ser percibido, es decir, los objetos sólo existen en nuestra
mente o mientras son percibidos por nuestro espíritu o cualquier otro. Además, la
geometría de Tlön comprende dos disciplinas algo distintas: la visual y la táctil y
acentúan la importancia de los conceptos de mayor y menor, que nuestros
matemáticos simbolizan por > y por <, Afirman que la operación de contar modifica las
cantidades y las convierte de indefinidas en definidas, al igual que lo expresa Berkeley
en su “Nuevo ensayo sobre la teoría de la visión”. No hay una objetividad en las
cantidades matemáticas, ya que también son sólo actos mentales. Ellas son subjetivas
y mutables como todo lo demás. Esto es similar a la doctrina de Berkeley, según la
cual la noción de número no es nada cuando ésta es abstraída de las cosas concretas
que están siendo contadas.
Conclusión
174
En “Tlön, Urbaq y Orbis Tertus” Borges crea un mundo posible basado en el
idealismo subjetivo Berkeleyano y despliega en el desarrollo mismo de la historia una
reducción de la doctrina. El usa este cuento como vehículo por medio del cual explorar
esta doctrina y exponer sus conclusiones lógicas como absurdas. El materialismo del
sentido común, que dice que los objetos tienen una existencia continua en el tiempo
independientemente de la mente humana, es el blanco de la crítica de siglos de
pensamiento filosófico en Tlön. La visión del realismo de sentido común es vista, en el
mejor de los casos, simplemente como una paradoja y en el peor de ellos como un
disparate. Borges muestra que una versión subjetiva del idealismo, pensada
consistentemente, destruiría la noción misma de tiempo y con éste la experiencia
objetiva. Berkeley argumenta que la noción de tiempo es simplemente una abstracción
vacía a partir de la serie o sucesión de ideas que el sujeto pensante experimenta.
No hay tiempo real o externo aparte de ésto, o como Berkeley lo dice: "El
tiempo por lo tanto no es nada, abstraído de la sucesión de ideas en nuestras mentes"
No hay una noción universal de tiempo que sea común a todas las mentes, sino que
es simplemente la sucesión de ideas de las cuales cada uno de nosotros es
inmediatamente conocedor. El cuento de Borges demuestra la necesidad de algún
acuerdo o universalidad del tiempo entre los sujetos que perciben. El mundo idealista
de Tlön elimina todas las formas de universalidad en aritmética, en geometría, etc., en
el cual cada cosa es, como el sabor y el color, subjetivo y dependiente del individuo
que percibe.
Por otro lado, el mundo real podría no coincidir con el mundo percibido ya que
el mundo percibido no depende sólo de cómo sea el mundo real sino también de cómo
seamos nosotros. Es sabido que animales de distintas especies no perciben lo mismo
cuando están presuntamente expuestos a los mismos estímulos, y eso se debe a que
sus aparatos sensoriales son distintos: dicen que los perros ven en blanco y negro y
que las garrapatas no ven nada sino que sólo tienen alguna sensación olfativa y
alguna táctil. El estudio de la garrapata hizo que un famoso biólogo, Jakob von
Uexküll, se convirtiera al idealismo. ¿Cuál es el mundo real, el nuestro o el de la
garrapata? La conclusión idealista a la que llegó Uexküll es que no hay un mundo sino
uno para nosotros y otro para las garrapatas. Es inevitable admitir, que el mundo real
no se identifica con el percibido. Las teorías fundamentales de la física
contemporánea, la relatividad general y la mecánica cuántica, nos presentan un
mundo inconcebible, un mundo que no somos capaces de imaginar.
En el cuento de Borges el texto de la Enciclopedia decía: Para uno de esos
gnósticos, el visible universo era una ilusión o (más precisamente) un sofisma”.
Bibliografía
-Baudrillard, Jean, 1968: El sistema de los objetos (Le système des objets Paris), trad.
F. González Aramburu, Siglo XXI, 1969.
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- Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero, El libro de los seres imaginarios, versión
web.
175
Ética y Política: De Maquiavelo a Weber
Darío Pelus
Universidad Nacional de Mar del Plata
176
premisas no sólo la excepcionalidad atribuida a la actividad política, sino también de
manera implícita, la imposibilidad de escindir ética y política.
Ingresamos brevemente entonces en el camino etimológico de la palabra ética,
el cual nos brinda dos vías de acceso al origen de dicha palabra: la griega y la latina.
Nos interesa aquí principalmente la “vertiente” griega según la cual, la palabra ética
deriva de dos vocablos, ηθος (êthos como modo de ser, carácter) y εθος (éthos
como hábito). Vale aclarar que el modo de ser o carácter no tiene que ver con lo
biológico, sino por el contrario, con un modo de ser adquirido, es decir apropiado por el
individuo en el curso de su vida.
177
que a su imaginaria representación. Pues, muchos son los que han imaginado
repúblicas y principados que nadie ha visto ni conocido jamás realmente, y está
tan lejos el cómo se vive del cómo se debería vivir, que quien renuncie a lo que
se hace en aras de lo que se debería hacer, aprende más bien su ruina que su
conservación; y es que un hombre que quiera hacer en todo profesión de
bueno, acabará hundiéndose entre tantos que no lo son. De ahí que un
príncipe que se quiera mantener necesite aprender a no ser bueno, y a hacer
uso de ello o no dependiendo de la necesidad”.1
“…el mundo está gobernado por demonios y que quien quiera entra en
la política, es decir, en el fuego del poder y la violencia como medios, pacta con
fuerzas diabólicas; en cuanto a sus actos, no es cierto que del bien sólo pueda
resultar el bien y del mal sólo el mal, sino que con frecuencia ocurre lo
contrario. Quien no llegue a percibir esto es, en verdad, infantil políticamente”.2
178
que al deber ser. Ahora bien, ¿cuál es para Weber, la particularidad esencial de esta
actividad, su elemento distintivo? Su respuesta es clara y contundente: la violencia
como medio específico.
Vemos aquí como también aparece de manera central el elemento del poder
como bien excluyente a conquistar por cualquier individuo que se involucre en la
contienda política (“…quien actúa en política se esfuerza por obtener el poder (…)
quien quiera entra en la política, es decir, en el fuego del poder y la violencia como
medios…”). La coincidencia con Maquiavelo quien advertía que el bien primario de la
política era la conquista y la conservación del poder, no podía ser menor.
Y aquí aparece una pregunta que se impone ante la excepcionalidad de la
praxis política:
179
acción, para concentrarse en los principios morales a los cuales debe ajustarse la
acción misma o de los cuales se debe derivar la acción. Weber la caracteriza también
como “ética absoluta” o “religiosa”.
La segunda, la ética de la responsabilidad, es una ética que responde a las
exigencias del “calculo de consecuencias” y se insertaría en lo que se denomina ética
consecuencialista. Es una ética que pone el acento en las consecuencias de la acción,
las cuales son en términos valorativos más importantes que el carácter de las acciones
que conducen a ella.
La ética de la convicción y la ética de la responsabilidad, sintetizan por tanto
esa tensión que se produce en el ámbito de lo político y que ya adelantaba Maquiavelo
entre lo que se debería hacer y lo que la excepcionalidad de lo político impone hacer.
La ética misma, entendida como disciplina filosófica que tematiza el ethos, será la
encargada de debatir los límites de lo posible dentro de un contexto que se reconoce
por principio conflictivo y antagónico.
180
Éxodo, héroes y tratados: usos y actuaciones de la memoria social
Desde los inicios de la Nación se hace visible el conflicto de intereses entre las
provincias (que aspiraban a organizarse bajo la responsabilidad de sus propios
habitantes y no admitían que se les designara un gobernador: autonomías
provinciales); y los de Buenos Aires. Este enfrentamiento entre federales y unitarios
también involucraba la necesidad de las provincias de sanear sus arruinadas
economías, que reclamaban la adopción de medidas que protegieran sus productos y
manufacturas regionales contra la competencia de las mercaderías extranjeras que
entraban libremente por el puerto de Buenos Aires.
Esta contienda dio lugar a una guerra civil que atravesó la sociedad de la
época durante gran parte del siglo XIX. Bernardino Rivadavia y Bartolomé Mitre van a
ser los representantes más claros de la política pensada desde y para beneficio del
puerto de Buenos Aires.
Por el lado del federalismo en los inicios se conformó la Liga Federal liderada
por José Artigas en las provincias del litoral fluvial; y también hubo resistencias en las
provincias del interior (Córdoba, Santiago del Estero y Salta).
Estas disputas políticas desembocaron en una larga guerra civil cuyo primer
episodio fue la batalla de Cepeda en febrero de 1820, cuando los caudillos federales
de Santa Fe, Estanislao López, y de Entre Ríos, Francisco Ramírez, derrocaron al
Directorio.
A partir de entonces, cada provincia se gobernó por su cuenta. La principal
beneficiada por la situación fue Buenos Aires, la provincia más rica, que retuvo para sí
las rentas de la Aduana y los negocios del puerto.
Durante el gobierno de Bernardino Rivadavia (1826-1827), Facundo Quiroga,
comandante de armas de La Rioja, lideró las provincias del Norte.
Juan Manuel de Rosas (1793-1877), asume en diciembre de 1829 con el título
de “Restaurador de las Leyes e Instituciones de la Provincia de Buenos Aires”. Por un
tiempo, el país quedó dividido en tres áreas de influencia: Cuyo y el noroeste, de
Facundo Quiroga; Córdoba y el litoral, de Estanislao López; y Buenos Aires, de Juan
181
Manuel de Rosas. Durante unos años, este triunvirato virtual gobernó el país, aunque
las relaciones entre ellos nunca fueron muy buenas.
En la Batalla de Caseros, ocurrida el 3 de febrero de 1852, se enfrentaron el
ejército de la Confederación Argentina al mando de Juan Manuel de Rosas por un
lado; y por el otro bando, las fuerzas del Brasil y el Uruguay, y las provincias de Entre
Ríos y Corrientes, lideradas por Justo José de Urquiza. La batalla culminó con la
derrota de Rosas, que el mismo día renunció al gobierno de la provincia de Buenos
Aires.
Desde 1854 Ángel Vicente Peñaloza, apodado El Chacho, asume como
comandante de armas de la provincia de La Rioja, y al año siguiente fue ascendido a
general por el presidente Urquiza. Era muy prestigioso entre los gauchos humildes de
La Rioja y las provincias vecinas, y se comportaba como uno más. Ellos lo
consideraban, también, su protector, su abogado, y quien solucionaba los problemas
de cada uno de ellos. Fue uno de los últimos líderes en contra del centralismo de
Buenos Aires.
El Chacho escribió estas líneas en 1863 al presidente Bartolomé Mitre (1862-
1868):
“Es por esto señor Presidente, que los pueblos, cansados de una
dominación despótica y arbitraria, se han propuesto hacerse justicia, y los
hombres, todos, no teniendo más ya que perder que la existencia, quieren
sacrificarla más bien en el campo de batalla, defendiendo sus libertades y sus
leyes y sus más caros intereses atropellados vilmente por los perjuros. Esas
mismas razones y el verme rodeado de miles de argentinos que me piden exija
el cumplimiento de esas promesas, me han hecho ponerme al frente de mis
compatriotas y he ceñido nuevamente la espada, que había colgado después
de los tratados con los agentes de V.E. No es mi propósito reaccionar al país
para medrar por la influencia de las armas, ni ganar laureles que no ambiciono.
Es mi deber el que me obliga a sostener los principios y corresponder hasta
con el sacrificio de mi vida a la confianza depositada en mí por los pueblos.”
Felipe Varela fue el último caudillo del interior que luchó contra la hegemonía
política de la provincia de Buenos Aires. Nació en Huaycama, departamento de Valle
Viejo, provincia de Catamarca en 1821 y falleció en Nantoco, Provincia de
1
Domingo Faustino Sarmiento: (San Juan, Provincias Unidas del Río de la Plata, 15 de febrero
de 1811 – Asunción del Paraguay 11 de septiembre de 1888) fue escritor, docente, periodista,
militar y estadista. Gobernó la provincia de San Juan entre 1862 y 1864; fue Presidente de la
Nación Argentina entre 1868 y 1874; Senador Provincial por su provincia entre 1874 y 1879 y
Ministro del Interior de Argentina en 1879.
182
Atacama, Chile, el 4 de junio de 1870. Fue estanciero y militar. Contrario a la Guerra
del Paraguay o Guerra de la Triple Alianza2, fue apodado el Quijote de los Andes por
el desafío que plantó al gobierno central con un reducido ejército de menos de 5.000
hombres, enfrentándolo en la región andina y cuyana durante varios años. Finalmente
derrotado, murió exiliado en Chile.
La literatura gauchesca
Desde fines del siglo XVIII en el ámbito del Río de La Plata surgieron
numerosos payadores que difundieron composiciones de versos octosilábicos. Tanto
la tradición oral, transmitida por los payadores, como las primeras manifestaciones de
literatura gauchesca, se perfeccionaron gracias a autores como Bartolomé Hidalgo
(1788-1822), reconocido por Cielitos y Diálogos patrióticos; Hilario Ascasubi, autor de
Santos Vega, poema épico de la literatura gauchesca ó Estanislao del Campo, autor
de Fausto.
Bartolomé Hidalgo es considerado el iniciador formal y el primer representante
de la literatura gauchesca. Nacido en Montevideo, recibió una educación irregular de
autodidacta. Sus Cielitos inicialmente relatan la gesta patriótica y luego van deviniendo
en poemas en los cuales se incorporan denuncias sociales.
En la segunda mitad del siglo XIX, esta forma literaria adquiere popularidad de
la mano de Eduardo Gutiérrez (1853-1890), quien en sus populares folletines y el
teatro popular, daba a conocer historias de paisanos que huían de la justicia. En la
mayoría de los casos las obras critican duramente el sistema judicial y figuras como
los jueces de paz, alcaldes y comandante militar.
Pero la obra literaria considerada ejemplar del género gauchesco va a ser el
poema narrativo escrito en verso por José Hernández, “El Gaucho Martín Fierro”, que
narra el carácter independiente, heroico y sacrificado del gaucho. Es también una
denuncia de las condiciones en que tiene lugar la política de reclutamiento forzoso a
los gauchos para obligarlos a pelear en la línea de frontera contra los indígenas.
2
La Guerra de la Triple Alianza fue un conflicto militar en el cual la coalición formada por el
Brasil, el Uruguay y la Argentina –Triple Alianza- lucharon militarmente contra el Paraguay. La
guerra terminó en el año 1870 con una derrota de Paraguay que perdió gran parte de los
territorios en disputa diplomática con Brasil y que significó un desastre demográfico, Paraguay
perdió –varía de acuerdo a la fuente- entre el 50 y el 85 % de su población y el 85 % de su
población masculina adulta. El préstamo de post guerra de £ 200.000 recibido del Reino Unido
se saldó con sucesivas refinanciaciones llevando la suma a £ 3.220.000.
183
Desde mediados de los años noventa (1990), se lleva a cabo la Fiesta del
gaucho cuyano en la localidad de la Tranca, límite de las provincias cuyanas, San
Juan, San Luis y Mendoza.
El homenaje del pueblo al Héroe –como lo llaman en Salta- se realiza todos los
16 de junio, desde 1944. Los fortines gauchos se reúnen en el monumento que
recuerda el sitio donde falleció, alrededor de fogones y guitarreadas. La espera se
extiende hasta la madruga del 17. La Guardia bajo las estrellas, comienza a las 23:45
horas con la entonación del Himno Nacional Argentino y a las 24 se realiza un toque
de silencio.
En el libro “Güemes: El gran Bastión de la Patria”, se construye un relato muy
documentado de la gesta, en el cual queda en claro los muchos obstáculos que debió
sortear Güemes: “…el gobierno central se dedicó a atender con sus medios a su
guerra civil en el litoral y a un levantamiento en Córdoba, de manera que por ese lado
nada podía esperar, no sólo el noroeste sino la Nación toda para contener al invasor.”
(Guillermo Solá, 2011:282-283).
184
La Agrupación Tradicionalista de Salta Gauchos de Güemes expresa en un
comunicado (año 2005): “Como es costumbre, se preparó una serie de festejos para
recordar la fecha de la muerte de este patriota que, curiosamente, todavía permanece
olvidado en el calendario nacional de celebraciones oficiales.” Para contextualizar
este reclamo recordamos las palabras de Luis O. Colmenares:
185
presidente es el que encabeza, o si no es el presidente a quien se le designó
para que encabece la delegación de cada institución. Vienen de todos lados,
vienen de todas las provincias. Toda la gente de Jujuy, de los pueblitos más
chiquitos, más alejados, el deseo más grande de cualquiera que sea un gaucho
es venir y desfilar el 23 de agosto acá en la capital. A la marcha vienen a
caballo los gauchos desde Humahuaca, pasan por Huacalera, Tilcara, se van
sumando gauchos.” (Libreta de campo, Jujuy año 2012)
Algunos reflexiones.
186
pluralidad de perspectivas de los individuos que viven e interpretan estas
representaciones.
Apéndice:
187
Llegando al Encuentro del Gaucho Cuyano. 2009
188
Desfile Bicentenario Éxodo Jujeño
189
Este artículo es una versión corregida del presentado en el XI CAAS en la
ciudad de Rosario bajo el título: “Fiestas y rituales gauchos: continuidades y
transformaciones en una performance que afirma la Nación.”
Bibliografía:
Consultas en http:
http://constitucionweb.blogspot.com.ar/2010/06/tratado-de-huanacache-1827.html.
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http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/organizacion_nacional/el_asesinato_del_chac
ho_penaloza.php Consultado el 19 de marzo de 2014.
190
Familias y subjetividades contemporáneas
Patricia Pomatti
Universidad Nacional de Lanús
Introducción
Asistimos a una crisis del patriarcado. ¿podemos pensar las novedades con
categorías heredadas de ese modelo? Actualmente se multiplican singularidades y
subjetividades que parecerían no adaptarse a parámetros con las que venimos
concibiendo el mundo. Lo que Foucault denomina “heteróclito”; formas que se
declinan siguiendo otras reglas. Entidades en constante mutación. Prácticas que
dejan “sin palabras”. Heterotopías calificadas como “rarezas”, incomprensibles,
extrañas.
La hipótesis es que existen “saberes” arcaicos que dificultan el pensar esos
devenires. Tomando la Epistemología Ampliada que propone Esther Díaz,
abordaremos familias contemporáneas como disparador a la reflexión y como
aproximación a los obstáculos epistemológicos que dificultan su abordaje; tanto los
presupuestos vinculados a la lógica de lo UNO (historia interna de la investigación),
como los pertenecientes a la historia externa (circulación del poder en el
macrocontexto -mercado, mega corporaciones, axiomática capitalista, biopoder,
agenciamiento colectivo-).
1
“Todo sobre mi padre”, de Even Benestad.
191
La hija, de veinte años, dice: “todo bien con papá. Lo entiendo, lo peor para mí
es cuando desaparece. No es porque venga Esther, es porque tengo miedo de que él
no vuelva”. El hijo le pregunta: “¿qué te hace pensar que te debo entender?”. A Esben,
vestido con ropa interior femenina y a cara lavada, se le caen lágrimas mientras dice:
“lo hago por mí y por todos los que tienen derecho a ser libres”.
Conocimiento jerarquizado,
Universalizacion,
Binarismo,
Confusión entre discurso y verdad,
Idea de identidades coaguladas,
192
Negación del contexto y la dimensión del poder en el saber
Contexto epocal “hiper”. El biopoder y el mercado
Heterosociedad como normativa
Axiomática capitalista como reguladora de flujos.
Agenciamientos colectivos - microfascismo libidinal
Lógica de lo UNO
193
Como dice Enrique Carpintero (2010: 3) la familia patriarcal no es la única
forma familiar. Ella constituiría una figura histórica cuyo ocaso da lugar a nuevas
formas. Según Manuel Castells (2000) para ejercer su autoridad, el patriarcado debe
dominar toda la organización de la sociedad, de la producción y del consumo, el
derecho y la cultura. Sin la familia patriarcal, el patriarcado quedaría desenmascarado.
Esta afirmación merece atención ya que desde mediados del siglo XX, una serie de
corrimientos confluyeron de modo tal que pusieron en jaque el patriarcado:
ANTICONCEPTIVO; La sexualidad se independiza de la reproducción. La
mujer tiene dominio sobre su posibilidad de quedar embarazada.
INGRESO DE LA MUJER AL MERCADO LABORAL; La mujer sale de la casa
a competir laboralmente con el hombre. Tiene independencia económica.
FEMINISMO
TEORIAS DE GENERO; “La anatomía no es el destino”.
DIVORCIO/FAMILIAS ENSAMBLADAS; Nuevas formas de parentesco y
subjetividad.
DESPENALIZACION DE LA HOMOSEXUALIDAD
FERTILIZACION ASITIDA; La reproducción se independiza de la sexualidad
y el placer.
SIDA; El sexo y el placer, en vez de dar vida, pueden provocar la muerte.
MANIFIESTO CONTRASEXUAL; Teoría Queer de Butler y Preciado: Devenir.
Transitar el género. Se rechaza que la diferencia constituya referencia identitaria.
VIRTUALIDAD; en los vínculos sociales, afectivos y sexuales. El contacto
corporal, lo orgánico, es contingente. La imagen es el sentido.
Los sólidos fundamentos se fueron desmembrando generando un marco fluido
e inestable en el que; como un río de piedras (Lewcowicz, 2004), conviven lo
indeterminado con las fragmentos del modelo pasado.
Este desfondamiento del patriarcado y las instituciones del Estado pone en
cuestión las estructuras elementales del parentesco formuladas por Levi Strauss.
Como dice María Laura Méndez (2011:24), el mérito del francés habría consistido en
la “búsqueda de pensar la condición de universalidad del género humano por fuera y
más allá de cualquier particularidad histórica”.
Levy Strauss utiliza en su investigación la lógica relacional y ello le permitirá
afirmar que lo que existe en el sistema de parentesco es un sistema de relaciones
entre términos. De tal modo, postula el “átomo elemental del parentesco” a la manera
de una “estructura elemental” presente en todos los sistemas. Una estructura basada
en cuatro términos: hermano, esposa, esposo e hijo y tres relaciones:
consanguineidad, alianza y filiación. La filiación no puede coincidir con la
cosanguineidad, debe estar mediada por la alianza. Es la prohibición del incesto. Debe
haber una donación de parte del padre o hermano de la mujer a un hombre de otro
clan.
Las técnicas de fertilización y las nuevas formas familiares desafían las
estructuras elementales. Cuando a Levy Strauss se le preguntó qué opinaba sobre
“este mundo”, contestó “nada, porque no es mi mundo”.
Pensar en átomos elementales implica suponer que la familia es el núcleo de la
sociedad y, sin embargo, antes de que haya familia debe haber sociedad. De hecho,
estas nuevas formas familiares citadas emergen en el contexto de la crisis del
patriarcado y la erosión de sus instituciones patriarcales.
Judith Butler sostiene que la estructura elemental permitiría hipostasiar la
heterosexualidad. Permitiría afirmar que “el parentesco es siempre heterosexual de
antemano”. Esta heterosexualidad fundadora debe ser entendida como parte de una
operación de poder. Así, señala, aún se buscaría legitimar el deseo a través del
matrimonio, que es una institución impartida y regulada por el Estado.
Estas consideraciones de Butler son un ejemplo de lo que Deleuze (1972)
describe como axiomática y que alude al modo en que el capitalismo ha unido todos
los flujos, anulando los códigos, proporcionando en su lugar un modo de corte
194
suministrado por el Estado, encargado de regularlos a todos. Una sobre codificación,
un solo código, una sola forma de familia.
La actitud frente al Estado como actor legitimador marca una divisoria de aguas
entre los colectivos sexuales. Están los que luchan por “ingresar” a la institución
familiar legalizada -que como explica Elisabeth Roudinesco (2002), se encontraba
devaluada- y los que –como los movimientos Queer- cuestionan el papel estatal de
legitimador del deseo.
¿Cuál es el futuro de la familia? Más allá de la controversia, para Derrida
(2002), siempre habrá “algo”, alguna forma relacional “que se llama familia”. Por su
parte, Castells (2000) destaca que no puede avizorarse el futuro de las próximas
formas. Este camino actual de debilitamiento de la familia patriarcal inducido
“involuntariamente por el capitalismo informacional y buscado por los movimientos
sociales y culturales” podría verse interrumpido por una eventual restauración
fundamentalista.
¿Existe un disciplinamiento del deseo? Ana María Fernández (2009) toma la
idea de “agenciamientos colectivos” enunciados por Felix Guattari (2011) y explica
que ningún grupo humano puede organizarse con independencia de “verdaderas
máquinas de signos”. Estas máquinas convergen en una misma función productiva-
semiótica-libidinal. Se trata de micro y macro políticas molarizadoras y productoras de
deseo que constituirían un “micro fascismo libidinal”. Escuela y otras instituciones, así
como medios de comunicación cumplirían una función central en la “máquina”.
Siguiendo a Fernández (2009), el “dispositivo de la sexualidad moderna” habría
ordenado los imaginarios sociales y las prácticas no sólo eróticas, sino también
conyugales y parentales. Asimismo, “también habría establecido los principios de sus
saberes científico-conceptuales, sus taxonomías, sus abordajes e intervenciones
profesionales, valoraciones morales, estéticas, etc”.
En sintonía con la idea de tomar la heterosexualidad como una construcción
histórica, Louis-Georges Tin (2012) diferencia heterosexualidad –del orden de la
naturaleza- de la heterosociedad, cultura heterosexual que se instaló como dominante
a partir del siglo XII con el amor cortés.
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195
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Todorov, Tzvetan (1982); La Conquista de América, el problema del otro (Buenos
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196
El Ego conquiro y la construcción del mito de la modernidad.
Aproximaciones a los estudios de la Comunidad
Introducción
1
Antropólogo de origen colombiano y actualmente profesor en la Universidad de Carolina del
Norte en Chapel Hill. Sus áreas de interés investigativo, además de problemáticas vinculadas
al contexto específico de Colombia, gravitan sobre los Movimientos Sociales, la Ecología
Política y la Antropología del Desarrollo.
197
“registros de campo” de mayor seriedad y profundización analítica, puesto que su
creador es un activo investigador del colectivo2.
Pues bien, para presentar los límites dinámicos en los cuales se sitúa el
problemático vínculo entre modernidad-colonialidad o también denominado Programa
de Investigación de Modernidad/Colonialidad3, Escobar opta por un interrogante que
atravesará la totalidad de sus reflexiones: ¿por qué sería necesario forjar un nuevo
entendimiento de la Modernidad? Ante esta cuestión, se exponen dos tendencias
teóricas desde las cuales se han ofrecido o se intentan ofrecer una amplia diversidad
de respuestas.
La primera tendencia corresponde a las perspectivas denominadas por el autor
como “intra-modernas”4. Teniendo en cuenta los aportes de diversos pensadores
europeos (desde el siglo XVIII hasta nuestros tiempos), la Modernidad es definida por
estas perspectivas de la siguiente manera5:
*Desde un punto de vista histórico, encuentra su origen temporal y espacial en
el siglo XVII en la Europa del Norte (Francia, Alemania e Inglaterra) alrededor de los
fenómenos de la Reforma, la Ilustración y la Revolución Francesa.
*Filosóficamente, es posible visualizar la Modernidad como la emergencia de la
noción de Hombre, en tanto fundamento de todo conocimiento y orden en el mundo,
distanciado de lo natural y de lo divino.
Pues bien, para la mayoría de los autores considerados por el pensador
colombiano, el único orden que puede devenir en global, respecto a su matriz política,
es el anteriormente presentado. Es decir, el fenómeno de la globalización sólo puede
ser explicado en términos de una radicalización y universalización de la Modernidad.
Sin embargo, la segunda tendencia introducirá una serie de análisis que
habilitarán a sostener que las hipótesis acerca de alternativas radicales históricas a la
modernidad no es una cuestión cerrada. En este sentido, se bosquejará de modo
sintético las fronteras teóricas, en tanto operaciones que las distinguen de las posturas
dominantes sobre la modernidad, más significativas para el colectivo
Modernidad/Colonialidad:
*Un importante énfasis en localizar los orígenes de la Modernidad a partir de la
conquista del continente americano y del control económico del Atlántico después de
1492, destacando el papel fundacional de España y Portugal.
*La urgencia de explicitar los procesos de dominación de los sujetos-otros que
se sitúan fuera del centro europeo como dimensión originaria de la Modernidad.
*Una concepción del eurocentrismo como la forma de conocimiento de la
modernidad-colonialidad: representación hegemónica del conocimiento que argumenta
su propia universalidad.
2
Puesto que el escrito de Escobar posee como finalidad presentar las principales búsquedas y
desafíos teóricos del colectivo Modernidad-Colonialidad al cual pertenece, su visión particular
no opaca el nivel de profundización analítica adoptado para su exposición.
3
Cfr. Escobar, Arturo. “Mundos y conocimientos de otros modos. El programa de investigación
modernidad/colonialidad latinoamericano”. Trad. Eduardo Restrepo, p. 52. En
http://www.unc.edu/~aescobar/text/esp/escobar-tabula-rasa.pdf Distanciándose del sentido de
Lakatos, Escobar adopta libremente el término “programa” para referirse a la perspectiva
emergente que representan los aportes del dicho colectivo.
4
Cfr. Ibíd., p. 54.
5
Cfr. Ibíd., p. 55. El autor también aborda las visiones sociológica y cultural de las perspectivas
“intra-modernas” que no serán tratadas por razones de extensión.
198
El Ego Conquiro o Yo Conquisto: un aporte clave de Enrique Dussel
Producir víctimas y prescindir de la vida del Otro: la cara oculta del Ego
Cogito
El período que transita entre 1492 y 1636 (año en que Descartes expone de
manera definitiva el ego cogito en su Discurso del Método), puede ser definido como el
primer momento de constitución histórica de la Modernidad. Para la perspectiva
dusseliana, el acontecimiento de que Latinoamérica se convierta en la primera
periferia de la Europa Moderna8 orienta a evidenciar el fenómeno de la conquista
6
Dussel, Enrique. 1492: el encubrimiento del Otro. Hacia el origen del mito de la Modernidad.
Biblioteca digital del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Disponible en
http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/otros/20111218114130/1942.pdf.
7
Cfr. Ibíd., p. 175.
8
Cfr. Ibíd., p. 12. Tanto España como Portugal, superando el mundo propiamente feudal, se
presentan como la primera región europea en acceder a la originaria experiencia de concebir al
199
como una figura práctica que implica la relación político-militar de persona-persona.
Pues bien, ¿quién protagoniza y comanda esta figura? Según Dussel, se trata de un
militar-conquistador; este Ego Conquiro o Yo Conquisto representa el primer hombre
moderno activo-práctico. Imponer su individualidad violenta al otro (considerado como
bárbaro) será el rasgo central que lo singularice. En la búsqueda por ofrecer un
ejemplo histórico, el pensador de origen argentino reconoce en Hernán Cortés el
emblema de este tipo de subjetividad racional-moderna9.
En este sentido, Dussel sostiene que la irrupción del ego conquiro señala la
proto-historia de la constitución del ego cogito, como subjetividad protagonista de una
voluntad de poder10. Gracias a la Conquista, la colonización de la vida ordinaria del
indio constituyó el primer proceso europeo de modernización, en tanto que el otro es
subsumido, ya no como instrumento de una praxis militar, sino de un conjunto de
prácticas discursivas e institucionales que abarcan las dimensiones erótica,
pedagógica, económica, política y cultural como formas eficientes de dominación. En
definitiva,
Consideraciones finales
otro como dominado, de un centro que domina y de una periferia que es dominada. Lejos de
ser un hecho anecdótico o meramente histórico, se trata de un acontecimiento originario para la
constitución de la subjetividad moderna.
9
Cfr., Ibíd., p. 40.
10
Cfr. Ibíd., p. 46. En su paradigmático encuentro con los aztecas, Cortés manifiesta una serie
de notas que distinguirán a este ego. A pesar de que nadie podía mirar el rostro del emperador
“Motecuhzuma”, el Conquistador Cortés es el primero en hacerlo: situarse cara a cara,
evidencia la presencia de un Yo moderno libre, violento, guerrero, hábil político.
11
Ibíd., p. 53.
200
la alteridad del otro y desde él juzgar la culpabilidad moderna (Transmodernidad),
configuran quizás líneas claves del pensamiento de Enrique Dussel para indagar
nuestro presente y proyectar el futuro.
¿Cuáles serían las formas actuales en que operaría el yo conquisto
dusseliano? ¿Existe una condición inherente y necesaria que permita derivar del ego
conquiro el ego cogito o quizás sea posible advertir una serie enlaces ausentes en el
tratamiento dusseliano? Las órbitas del poder, del saber y del ser, ¿guardan
interrelaciones necesarias o es posible pensar ciertos grados de autonomía en cada
una de ellas? ¿Qué tipos de violencia y conflictos prtagonizan estos ámbitos? ¿Es
posible diseñar en nuestros tiempos estrategias de descolonialidad que afecten a
aquellos elementos que configuran nuestras subjetividades? ¿Es factible visibilizar
abordajes conceptuales de genealogías no contempladas o silenciadas por las
narrativas occidentalo-céntricas? Si así fuese, ¿qué tipo de posturas epistémicas y
metodológicas serían las adecuadas? Se tratan de algunos interrogantes que
manifiestan el desafiante camino teórico-político ya recorrido y por recorrer de este
colectivo de investigación. Finalmente, como sintetiza Boaventura de Sousa Santos:
“El objetivo es intervenir en el presente como si él tuviese otros
pasados más allá de aquél que hizo de él lo que él es hoy. Si podía
haber sido diferente, podrá ser diferente.”12
Bibliografía
-Dussel, Enrique. 1492: el encubrimiento del Otro. Hacia el origen del mito de la
Modernidad. Biblioteca digital del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales
(CLACSO). Disponible en
http://bibliotecaclacso.edu.ar/clacso/otros/20111218114130/1942.pdf.
-Escobar, Arturo. Mundos y conocimientos de otros modos. El programa de
investigación modernidad/colonialidad latinoamericano. Trad. Eduardo Restrepo.
En http://www.unc.edu/~aescobar/text/esp/escobar-tabula-rasa.pdf
-Sousa Santos, Boaventura de. Para descolonizar Occidente. Más allá del
pensamiento abismal. Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO),
Prometeo, Bs. As., 2010.
12
Sousa Santos, Boaventura de. Para descolonizar Occidente. Más allá del pensamiento
abismal. Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), Prometeo, Bs. As., 2010,
p. 48.
201
El concepto de “indecidibilidad” en Ludwig Wittgenstein y Ernesto
Laclau: de las ciencias formales a la teoría social.
Silvia Rivera
Universidad Nacional de Lanús / Universidad de Buenos Aires
Introducción
1
Recordemos el ya clásico libro de Jean-François Lyotard La condición Posmodernal que
destaca la incredulidad acerca de los metarrelatos como rasgo definitivo de la posmodernidad.
El acento epistemológico se pone de manifiesto ya desde el subtítulo del libro: Informe sobre el
saber. La incredulidad acerca de los metarrelatos puede traducirse en su sentido más radical
como impugnación a toda dimensión metalingüística como instancia de legitimación teórica.
Cfr. Lyotard, J. F. La condición postmoderna, Bs. As., Bs. As., Red Editorial Iberoamericana,
1991.
2
Cfr. Laclau, , E. “Power and representation”. En: Emancipation(s), Londres, Verso, 2007.
3
Cfr. Laclau, E. Hegemonía y estrategia socialista, Madrid, Siglo XXI, 1987 y Laclau, E.
Nuevas reflexiones para la revolución de nuestro tiempo, Buenos Aires, Nueva Visión, 1993.
4
Laclau, E. “Power and representation”. En: Emancipation(s), Londres, Verso, 2007, p. 84.
202
del condicional- de la efectiva y progresiva desvitalización de la capacidad de
intervención política presente en ciertas interpretaciones débiles de la condición
posmoderna. Por la otra, el registro de notas que dan cuenta de una transformación
del saber en nuestra contemporaneidad: agotamiento de narrativas, desdibujamiento
de espacios públicos, lógica de la indecidibilidad. Cuestiones que parecen pertenecer
a niveles diferentes, pero que se entrelazan en un común dispositivo histórico que
determina la posibilidad de decir, intercambiar y pensar. Si bien la dimensión del decir
adquiere centralidad en la filosofía del siglo veinte en virtud del lugar privilegiado que
se otorga al lenguaje,5 es en este caso el concepto de “indecidibilidad” el rasgo sin
duda principal, en tanto nos remite a la categoría que con mayor contundencia de
cuenta del quiebre entre modernidad y posmodernidad y que no es otra que la
categoría de “contingencia”. La indecidibilidad alude pues a un rasgo estructural del
lenguaje, del pensamiento y de la sociedad, que se mostrará tanto en la caída de
discursos legitimantes como en la desarticulación de los tradicionales espacios de
poder.
5
Cfr. Rorty, R. El giro linguïstico, Barcelona, Paidós, 1990.
6
Nietzsche la llama también “genealogía”, en tanto rastreo a posteriori de las múltiples causas
contingentes que constituyen la condición de posiblidad de un acontencimiento dado. Cf.
Foucault, M. “Nietzsche, la genealogía y la historia”. En Microfísica del poder, Madrid, La
Piqueta, 1980.
7
Cfr. Laclau, E. Hegemonía y estrategia socialista, Madrid, Siglo XXI, 1987, pp. 2 y ss.
203
deconstructiva que libere al marxismo de los rasgos modernos que anidan en sus
cimientos y que se hacen manifiestos en algunos de sus tópicos principales: la
existencia de leyes objetivas que orientan las transformaciones históricas, la
posibilidad de un sujeto privilegiado de la acción política capaz de encarnar intereses
universales, el ideal de emancipación que se concreta en una sociedad transparente y
reconciliada capaz de borrar antagonismos.8 Retomar el potencial crítico del marxismo,
su perspectiva materialista evidente en el hecho de concebir lo dado bajo la modalidad
de prácticas de producción e intercambio, y algunos conceptos clave a la hora de
pensar las relaciones sociales, tales como el concepto de hegemonía, hacen de
Laclau un pensador posmarxista, esto es un pensador que desde la más radical
afirmación de la indecidibildiad y la contingencia apuesta por la recuperación del sujeto
de la acción política cuyo rasgo distintivo es la capacidad de decidir sin recurrir a
fundamentos, sino más bien, fundando sentidos a través de su propia decisión.
204
las prácticas sociales de comunidades históricas. Entre estas prácticas, los
procesos de enseñanza-aprendizaje, o mejor aún de adiestramiento, como le
gusta decir a Wittgenstein, destacan sobre otros al punto de constituirse como
verdadero “fundamento” práctico, histórico y contingente de toda necesidad,
que en su expresión más acabada es siempre necesidad lógico-formal.10
La expansión de lo político
10
Cfr. Wittgenstein, L. Observaciones a los fundamentos de la matemática, Madrid. Alianza,
1996.
11
Wittgenstein L. Investigaciones Filosóficas, Barcelona, Crítica, 1988, parágrafos 202 y ss.
12
Cfr. Kripke, S. Wittgenstein, reglas y lenguaje privado, México, UNAM; 1989.
205
sujeto no alcanza nunca a completarse porque se define en función de reglas
indecidibles, entonces se manifiesta incapaz de determinar al sujeto de modo
absoluto. Esta imposibilidad de determinación absoluta del sujeto por la estructura no
implica que el sujeto tenga una esencia al margen de ella, sino que la estructura
fracasa en su ideal de determinación necesaria y por lo tanto también en el proceso
simultáneo de determinación de sujetos.
No estamos hablando aquí, sin embargo, de la libertad de un sujeto con una
identidad positiva. Estamos hablando de la libertad de un sujeto que lucha por su
identidad a través de múltiples actos de autoafirmación. A través de estos actos el
sujeto logra identificaciones sucesivas, transitorias y contingentes, pero no alcanza
nunca una identidad objetiva. Eso que llamamos “objetividad” no es nunca algo
“dado”, sino el resultado de una lucha y por lo tanto conserva, en mayor o menor
grado, las huellas de este enfrentamiento bajo la forma de una falla estructural
constitutiva.
Los actos de identificación en los que se ejercita la libertad del sujeto tienen la
forma de actos de decisión. Las decisiones se toman siempre en un terreno de
indecidibilidad estructural, que es lo que garantiza su carácter abierto. No importa cuál
sea la situación, siempre podemos construir cursos de acción alternativos ante un
conflicto dado, y ninguno de ellos puede presentarse como alternativa única, exigida
por la coyuntura histórica y reconocida como tal a través de un análisis teórico
realizado en términos de una racionalidad exclusivamente demostrativa y formal. Esto
ocurre porque en toda decisión hay un plus, un exceso de afirmación creativa que
desborda las determinaciones de la estructura. Este es precisamente del lugar sujeto,
en alguna ocasión definido por Laclau simplemente como esa “distancia entre la
estructura indecidible y la decisión”13.
Conclusión
Llegados a este punto es posible afirmar que el vínculo que se establece entre
Ludwig Wittgenstein y Ernesto Laclau a través de la recuperación de un concepto, el
de “indecidibilidad” los potencia a ambos. Para Laclau se trata de un concepto clave,
que le proporciona herramientas teóricas para radicalizar la contingencia, anclándola
en al corazón mismo de las formas de vida social. De este modo logra liberar al
marxismo de los elementos modernos vinculados a la categoría de “necesidad” que
persisten en grado diverso en sus desarrollos teóricos y esto a pesar de su vocación
crítica y revolucionaria. 14 Por otra parte, le permite recuperar al sujeto de la acción
13
Laclau,, E. Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo, p. 56.
14
En tanto el mundo social se presenta cada vez como menos “dado”. Esto permite a los
hombres reconocer la responsabilidad que tienen en su construcción, sabiendo que en su
acción política se transforman también a sí mismos y se forjan en cada caso identidades
nuevas. Y es en este punto donde se manifiestan con mayor intensidad las diferencias de esta
propuesta política con el proyecto del marxismo clásico. Porque si bien el marxismo clásico
insiste también en los desajustes y dislocaciones generadas por el capitalismo, estas tienen un
sentido objetivo, en tanto integran un proceso cuya dirección está ya determinada. El sistema
capitalista, concebido como totalidad autoregulada sólo puede transformarse a través del
despliegue de la lógica interna del sistema. Por otra parte, el sujeto del cambio -interior a ese
proceso y por lo tanto determinado por él- es pensado en términos fijos y unitarios, como una
clase universal que manifiesta capaz de encarnar los múltiples intereses particulares. Estas
diferencias en la comprensión de las relaciones sociales y de los sujetos del cambio social que
separan al marxismo clásico del posmarximo propuesto por Ernesto Laclau, determinan
también una fuerte distancia en su modo de concebir el proyecto socialista. Para el marxismo
clásico la posibilidad de transformar la sociedad depende de la simplificación de la estructura
social y de la emergencia de un agente privilegiado del cambio histórico, el proletariado. Por el
contrario, piensa Laclau que la posibilidad de una transformación socialista y democrática de la
sociedad depende de la emergencia de nuevos sujetos. La condición de posibilidad de la
emergencia y acción de estos sujetos se encuentra en la activa multiplicación y profundización
206
política reconociendo para él un margen de libertad que le permiten realizar acciones
disruptivas, esto es acciones no previstas por el sistema de reglas socialmente
codificado. Se trata sin duda de una recuperación importante, porque distancia a
Laclau de otras versiones de la posmodernidad, funcionales al conformismo de las
democracias neoliberales, que desvitalizan el potencial transformador de las
intervenciones revolucionarias. Frente a esta opción claramente insatisfactoria, Laclau
avanza más allá de la comprensión de las características y la dinámica propia de las
formaciones sociales, en la utilización de esta comprensión para la construcción de
nuevas modalidades de intervención política.
Considerando lo afirmado en línea anteriores, acerca de que el vínculo que se
establece entre estos dos pensadores supone un enriquecimiento mutuo, resta aún
explicitar el aporte de la apropiación de Laclau de los desarrollos wittgensteinianos a la
hora de superar los límites de las lecturas de corte analítico que han dominado la
exégesis de la obra del filósofo austríaco. En este caso el aporte nos dirige
directamente a la epistemología. El análisis de las reglas que realiza Wittgenstein, que
despliega en sus últimas obras, pero que se anticipa ya en las proposiciones del
Tractatus logico-philosphicus que hacen referencia al carácter prescriptivo de las
hipótesis y leyes científicas15. Ubicar a las reglas indecidibles en el centro mismo de
las teorías científicas significa sentar las bases para la construcción de una
epistemología política, que, mostrando la insuficiencia de la racionalidad demostrativa,
ubique a la instancia de decisión ético-política en el interior de la ciencia. De este
modo, lejos de presentarse como exterior complementario, la dimensión política se
presenta como interior constitutivo de la ciencia.16
Si las leyes que articulan las teorías científicas son reglas, es decir instancias
prácticas de orientación de la conducta, en este caso lingüística, no sólo carecen de
fundamente teórico sino que se presentan como prescripciones para accionar en el
marco de formas de vida comunitaria. Se sigue de aquí la necesidad de reubicar a la
epistemología, que estudia estas reglas, en el tradicional esquema filosófico. Porque al
tiempo que se expande el espacio propio de la decisión indecidible alcanzando la base
misma de la racionalidad científica, la epistemología se reconfigura como rama de la
filosofía práctica, junto con la ética y la política. Ética y política dejan atrás su lugar de
exterior complementario a un núcleo duro de la ciencia, para interactuar con ese
núcleo en una trama de saber y poder que debe aún ser explorada con minuciosidad.
Bibliografía
de las tensiones y los antagonismos que dan precisamente logran dar visibilidad a la
contingencia e indecidibilidad de la reglas. .
15
Wittgenstein, L. Tracatatus logico-philosphicus, Madrid, Alianza, 1979, proposición 6.341 y
ss.
16
Rivera, S. “Proposiciones y reglas: aspectos de la filosofía de la ciencia de Wittgenstein”. En:
Rivera, S. y Tomasini Bassols, A. (Comps.) Wittgenstein en español, Lanús, Ediciones de la
UNLa, 2009.
207
Laclau, E. Nuevas reflexiones para la revolución de nuestro tiempo, Buenos Aires,
Nueva Visión, 1993.
208
El perspectivismo amerindio y el problema de la inoperosidad
Contra esta concepción, el autor se basa en recuperar del legado más radical
de Levi Strauss sosteniendo que en la antropología no es cuestión de acceder a un
objeto empírico de estudio con categorías creadas exclusivamente por el etnógrafo a
partir de las tradiciones intelectuales del mundo occidental, sino que se realiza en el
espacio de una praxis en la que el etnógrafo y su objeto co-crean lo que es una
traducción del pensamiento salvaje al lenguaje de esa tradición intelectual. Lo que
debe ser traicionado en esta traducción no es lo traducido, sino la lengua a la que se
traduce. La antropología en esta concepción “nos devuelve de nosotros mismos una
3
imagen en la que no nos reconocemos” .
Se trata por tanto de mostrar, en este giro epistemológico, que el saber
antropológico depende por completo de la reflexión que los indígenas hacen sobre su
propio modo de conocer. La antropología se torna así fuertemente conceptual, se trata
de poder traducir las sutilezas metafísicas imbricadas en las concepciones ontológicas
y epistemológicas de las sociedades que se estudia.
1
VIveiros de Castro, Eduardo, Metafísicas caníbales: líneas de antropología postestructural,
Buenos Aires: Katz ediciones, 2010, p.14.
2
Ibid, p. 15.
3
Ibid, p. 15.
209
antropología como “ontología comparativa” (Holbraad, 2003): tal es el
verdadero punto de vista de la inmanencia.”4
Se el pensador brasilero desarrolla desde este punto de vista una crítica, por
demás irónica, a los planteos antropológicos que se centran en la búsqueda de aquello
que distingue el hombre del resto de los vivientes. Viveiros sostiene que existe una
tradición milenaria que responde a esta cuestión afirmando que lo propio del hombre
es no tener nada propio, que lo que lo diferencia del resto de los seres es su
fundamental indeterminación. En este contexto hace alusión a la ontología
heideggeriana y su concepción de hombre, que según el autor, pone al hombre en el
lugar que occidente ocupa en relación con las sociedades no-occidentales. Lo que
impugna este planteo es la pregunta misma que subyace a toda antropología filosófica
¿Qué es el hombre? La cual parecería tener su respuesta de antemano: el hombre es
algo que se encuentra radicalmente separado, y cuya especialidad puede bien ser una
propiedad substancial o la ausencia de propiedades substanciales, pero siempre es un
corte ontológico decisivo: el ser se divide en humano y no-humano.
Los desarrollos que pueden asociarse a la idea de la inesencialidad del
hombre, constituyen una pluralidad de posiciones que pueden rastrearse en momentos
clave de la literatura filosófica, tales como la concepción protésica de la versión
platónica del mito de Prometeo, la filosofía romántica de Herder, el existencialismo
sartreano, los planteos de Paolo Virno en Gramatica de la multitud, las meditaciones
heideggerianas sobre el hombre y el animal (ligadas a la obra de Von Uexküll), por dar
algunos ejemplos. El pensamiento de Giorgio Agamben no deja de tener contactos con
esta tradición: la influencia del pensamiento heideggeriano es manifiesta en su
escritura y ha dedicado un libro Lo abierto a tratar el problema de la relación del
hombre con su animalidad. El objetivo del presente trabajo consiste en evaluar
tentativamente hasta que punto la crítica de Viveiros, que ataca el corazón mismo de
la antropología filosófica en sus figuras tradicionales, puede aplicarse a los planteos
agambenianos de Lo abierto y a su teoría del hombre como ser eminentemente
potencial. La presencia del texto heideggeriano es constante en el libro. Por otra parte,
ya en Idea de prosa, defendía una visión neoténica del lenguaje y la antropogénesis,
tema que será puesto constantemente en escena en su obra posterior mediante el
concepto de infancia. Más recientemente ha elaborado una teoría de la potencia,
partiendo de ciertas posibilidades abiertas por el pensamiento aristotélico, que sitúa
como gesto particular del hombre su ser sin obra, y vincula esta falta de obra
especifica a los problemas abiertos por la felicidad y política:
4
Ibid, p. 18.
5
Ibid, pp. 20-21.
210
inoperosidad y potencialidad podrían ser asumidas sin convertirse en una tarea
histórica; de que manera, es decir, la política podría ser nada más que la
exposición de la ausencia de obra del hombre y casi su indiferencia creadora
ante toda tarea y solo en se sentido quedar integralmente consignada a la
felicidad –he aquí, por y más allá dominio planetario de la oikonomía de la vida
6
desnuda, lo que constituye el tema de la política que viene.”
6
Agamben, Giorgio, Potencia del pensamiento: Ensayos y conferencias, Buenos Aires: Adriana
Hidalgo, 2007, p. 421.
211
se ha producido lo humano pasa através de una inaudita profundización del
misterio practico político de la separación.7
7
Agamben, Giorgio, Lo abierto: el hombre y el animal, Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2006, p.
168
212
La crítica althusseriana al humanismo como representación ideologizada
de la vida del hombre
1
En un intento de salvar marxismo el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) realiza
en 1956 su XX congreso, en el cual los temas centrales eran: la crítica al stalinismo en su culto
a la personalidad y los problemas del socialismo real.
213
corriente comparte una desconfianza hacia el concepto de reificación2, que adquiere
un impulso fundamental con las elaboraciones de Lukács a partir del análisis del
fetichismo de la mercancía de El Capital.3 La desconfianza de Althusser está en la
relación intrínseca que se establece entre la categoría de alienación y las
concepciones humanistas sobre la obra de Marx. Como lo entiende Althusser, el error
de este tipo de interpretaciones está en concebir que los desarrollos teóricos del Marx
maduro son humanistas y se relacionan con la categoría de alienación. La propuesta
de Althusser se centra en una crítica radical a toda concepción humanista de la obra
de Marx, proponiendo que si se atacan de raíz dichas concepciones se cae la
categoría de alienación. Por ello, comienza clarificando el lugar teórico que tiene la
ciencia en la obra de Marx. La alienación es un producto ideológico, y no científico, ya
que no se corresponde con la ciencia fundada por Marx. Considerar que la alienación
tiene un lugar teórico central es no comprender la revolución epistémica que Marx
realiza al fundar el materialismo histórico.
2
Cfr. Lukács, G. “La cosificación y la conciencia de clase del proletariado” en Historia y
conciencia de clase, Buenos Aires, RyR, 2009, pp. 187 y ss.
3
Cfr. Eagleton, T. Ideología. Una introducción, Barcelona, Paidós, 2005, pp. 180-181.
4
Cfr. Balibar, É. “El concepto de ‘corte epistemológico’ de Gastón Bachelard a Louis Althusser”
en Escritos sobre Althusser, Buenos Aires, Nueva Visión, 2004, pp 10: “En efecto, Bachelard
no sólo no habla de ‘corte epistemológico’, sino que tampoco habla mucho de ‘ruptura
epistemológica’.”
5
Cfr. Stalin, J., Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo histórico, “Obras escogidas”,
Moscú, Ed. en Lenguas Extrajeras, 1953. En:
http://www.marxistsfr.org/espanol/stalin/obras/oe1/Stalin%20-%20Obras%20escogidas.pdf En
este periodo Althusser coincide con la mencionada distinción stalinista.
6
Cfr. Althusser, L., La Filosofía como arma de la revolución, México, Siglo XXI, 2005, pp 14-15.
214
La concepción de dialéctica no es entendida como el despliegue de la idea en
su encarnadura histórica, sino que es producto de un proceso histórico determinado,
donde acontecen los procesos de conocimiento como formas materiales de significar
epistémicamente el mundo. Althusser busca permanentemente deshegelizar la lectura
de Marx y marcar la ruptura epistemológica de Marx con Hegel. La ciencia fundada por
Marx se compone del materialismo histórico y el materialismo dialéctico, ambos en
oposición epistémica con la ideología. Dicha oposición no es sociológica sino sólo
epistémica.
El aporte científico de Marx será, entonces, haber fundado la ciencia de la
historia, y, en consecuencia, dar sostén a la imposibilidad teórica del humanismo.
7
Cfr. Marx, C. Engels, F. “Tesis sobre Feuerbach” en La Ideología alemana, Buenos Aires,
Ediciones Pueblos Unidos, 1973, pp. 665-669.
215
Althusser dice:
8
Cfr. Althusser, L., Para leer El Capital, México, Siglo XXI, 2004, pp 130.
9
Cfr. Althusser, L., La revolución teórica de Marx, México, Siglo XXI, 2010, pp 191-193.
10
Cfr. Althusser, L., La Filosofía como arma de la revolución, México, Siglo XXI, 2005, pp 143.
11
Cfr. Althusser, L., Para una crítica de la practica teórica, Madrid, Siglo XXI, 1974, pp 75 y
ss.
216
Para finalizar, proponemos como conclusión fundamental que la crítica
althusseriana al humanismo -como concepción ideologizada de la vida del hombre-
nos posibilita pensar ética y políticamente con un horizonte situado en la vida humana.
Pues si concebimos al humanismo como algo propio del marxismo estamos utilizando
las herramientas teóricas de la ideología de las clases dominantes. La crítica
althusseriana de la ideología tiene una importancia ético-política decisiva a la hora de
desenmascarar que no existe un afuera de la ideología. Es decir, la crítica ideológica
no puede establecerse como exterioridad teórica, ya que todo agente actúa situado en
un contexto determinado, en su historia.
217
Observaciones a las Investigaciones Filosóficas de Wittgenstein
Carlos Segovia
Universidad del Salvador
Una cierta atmósfera parece rondar este escrito de Wittgenstein y que, según
pienso, es la que inclina en general a que tanto variadas interpretaciones del mismo
como el interés que esta obra de Wittgenstein ha suscitado y suscita tengan como su
punto de partida lo que nos pasa con las Investigaciones Filosóficas en lugar de lo que
pasa en las Investigaciones Filosóficas.
Intentaré plantear en primer lugar, a modo de observaciones, ciertas
diferencias de interpretación que según pienso, se producen a causa de esa atmósfera
con la que hemos envuelto lo allí mostrado por Wittgenstein.
Las primeras observaciones están referidas a dos afirmaciones frecuentes
sobre este escrito que podríamos expresar en general como esto que sigue: 1, “Las
Investigaciones Filosóficas constituyen, o en ellas se desarrolla, una teoría filosófica”
o, 2, “Las Investigaciones Filosóficas constituyen una teoría del lenguaje”, o si se
quiere, “una teoría gramatical”.
¿Son las Investigaciones Filosóficas un tratado filosófico o constituyen ellas
algo que podríamos llamar una teoría filosófica? Queremos responder afirmativamente
a la pregunta. Algo nos inclina a ello. Pero si miramos, no pensamos, las
Investigaciones Filosóficas tal vez podamos pasar de un sin sentido no evidente a uno
evidente: la afirmación se sostendría si pudiésemos señalar y decir qué hay escrito en
las Investigaciones Filosóficas que se ajuste a aquello que habitualmente damos el
nombre de una teoría filosófica. Y éste no es el caso. No ajusta.
¡Pero entonces, y sin duda, las Investigaciones Filosóficas constituyen una
teoría del lenguaje, o si se quiere, una teoría gramatical! Este tampoco es el caso.
Habría que poder decir cuál es, qué es lo que dice esa tal teoría y nada hay en este
escrito de Wittgenstein que engrane con aquello que en general recibe el nombre de
una teoría del lenguaje.
Ciertamente tengo el prejuicio de pensar que a partir de ciertos a priori o
creencias interpretativas se abordan a las Investigaciones Filosóficas como si ellas
ocultasen algo que una vez develado iluminaría temas como teoría filosófica o teoría
del lenguaje. Pienso que aquí tampoco es el caso “puesto que todo yace abiertamente,
no hay nada que explicar. Pues lo que acaso esté oculto no nos interesa.” (IF 131)
¿O acaso es, por ejemplo, algo oculto que “una de las marcas características
de nuestro concepto de proposición es sonar a proposición”?( IF 135)
Cabe ahora la pregunta: ¿Qué es entonces lo que dice Wittgenstein en las
Investigaciones Filosóficas? Bueno, no dice nada. Nada que no sepamos. Nada que
no podamos ver. Sólo que no podemos creerlo. Y entonces queremos decimos:
“¿Pero esto es así? ¡Lo mío no eran castillos en el aire!”
Wittgenstein muestra lo que pasa en el lenguaje mostrándonos lo que nos pasa
con el lenguaje.
La siguiente observación está referida al término “juegos de lenguaje”:
a. Desde la primera lectura de este texto algo referido a los juegos de lenguaje
me ha llamado la atención y no he podido hasta el momento decidir si el asunto que
expongo en este punto consiste meramente en una tontería o todo lo contrario. Me
explico: a lo largo de todas las Investigaciones Filosóficas Wittgenstein utiliza por lo
general el plural cuando se refiere a los juegos de lenguaje. Eventualmente aclaro que
las veces que lo hace en singular Wittgenstein está indicando algún juego de lenguaje
que utilizó en algún parágrafo anterior. A su vez, cuando Wittgenstein se refiere al
lenguaje lo hace siempre en singular: “nuestro lenguaje” (IF 31), “nuestro lenguaje
218
ordinario” (IF 31) “nuestro lenguaje corriente” (IF 103), “el lenguaje real” (IF 121), “el
lenguaje efectivo” (IF 121),”el lenguaje de cada día” (IF 127), “nuestro lenguaje
cotidiano” (IF 133), etc.. Las preguntas que este asunto me plantea son del
tipo:¿Existen los juegos de lenguaje y el lenguaje ordinario? ¿Sólo existen juegos de
lenguaje?¿Y todo lo que hablamos es “juegos de lenguaje” pero no lenguaje corriente?
Wittgenstein parece tener razón cuando señala que “los problemas filosóficos surgen
cuando el lenguaje hace fiesta.” (IF 57)
b. Los “juegos de lenguaje” en las “Investigaciones Filosóficas”: en las
“Investigaciones Filosóficas” los juegos de lenguaje que allí podemos encontrar son
ejemplos, modelos, situaciones imaginadas e inventadas por Wittgenstein y en
consecuencia, posibles de imaginar ( aceptar, usar, entender) por cualquiera de
nosotros. La función de estos ejemplos es la de facilitar el poder mirar
descriptivamente, sinópticamente, aspectos del funcionamiento/uso del lenguaje
ordinario. Estos ejemplos, los juegos de lenguaje que Wittgenstein construye, si bien
aparecen como simples o reducidos respecto del lenguaje, esto es, el “todo formado
por el lenguaje y las acciones relacionadas con las que está entretejido” (IF 25) son
tan complejos o mejor, tan completos o tan incompletos como el lenguaje cotidiano. En
palabras de Wittgenstein: “Nuestros claros y simples juegos de lenguaje no son
estudios preparatorios para una futura reglamentación del lenguaje –como si fueran
primeras aproximaciones, sin consideración de la fricción y de la resistencia del aire.
Los juegos del lenguaje están más bien ahí como objetos de comparación que deben
arrojar luz sobre las condiciones de nuestro lenguaje por vía de semejanza y
desemejanza. Sólo podemos, pues, salir al paso de la injusticia o vaciedad de
nuestras aserciones exponiendo el modelo como lo que es, como objeto de
comparación –como, por así decirlo, una regla de medir; y no como prejuicio al que la
realidad tiene que corresponder .” (IF 131)
Cuarta observación: ¿explicación o adiestramiento?
Desde el comienzo de las Investigaciones Filosóficas Wittgenstein despliega la
técnica que ideó para romper algunas tendencias: los juegos de lenguaje. Su objetivo
es hacer evidente el sistema de creencias con el que fundamos nuestra relación con
el lenguaje. Esta tarea que Wittgenstein lleva adelante es sin duda, sumamente ardua
dado que “es difícil percibir la falta de fundamentos de nuestra creencia”. (SC 170) Si
se parte del pensamiento o de la creencia que un sistema se funda, construye o
articula desde ciertos principios debo señalar que para Wittgenstein ocurre
exactamente lo contrario: los principios son posibles porque ya pertenecen al sistema.
“No son los axiomas aislados los que nos parecen evidentes, sino todo un sistema
cuyas consecuencias y premisas se sostienen recíprocamente.” (SC 145) El sistema
de creencias al que hago referencia es esa niebla que Wittgenstein quiere disipar,
esos halos que hacen imposible la visión clara del lenguaje. En el primer parágrafo de
las Investigaciones Filosóficas Wittgenstein señala: “En esta figura del lenguaje
encontramos las raíces de la idea: Cada palabra tiene un significado. Este significado
está coordinado con la palabra. Es el objeto por el que está la palabra.”(IF 17) Esta
figura de la esencia del lenguaje que Wittgenstein nos presenta a través de S. Agustín
está presente en todas las teorías filosóficas. Forma parte de esa niebla que
Wittgenstein quiere ayudarnos a despejar. Esta concepción del significado, clásica,
generalizada y extendida, se origina, utilizando mis palabras, en aquello que nos pasa
con el lenguaje. La consecuencia es que “la concepción general del significado de la
palabra circunda al lenguaje de un halo que hace imposible la visión clara.” (IF 21).
Wittgenstein entonces desarrolla juegos de lenguaje para mostrar, en el lenguaje, lo
que pretende: “…estudiar los fenómenos del lenguaje en géneros primitivos de su
empleo en los que se puede dominar con la vista claramente la finalidad y el
funcionamiento de las palabras.” (IF 21). Wittgenstein busca permanentemente facilitar
el tránsito de un sinsentido no evidente a uno evidente. La primera de las creencias
que Wittgenstein despeja está referida a cuando un niño aprende a hablar. Allí, el
sinsentido no evidente es el siguiente: que el aprendizaje del lenguaje cuando un niño
219
aprende a hablar es una explicación. El sinsentido se hace evidente en los ejemplos
que Wittgenstein desarrolla. Estos muestran que allí no había explicación sino
adiestramiento. En la enseñanza ostensiva de palabras lo que ocurre es un
adiestramiento y es evidente que “con una diferente instrucción la misma enseñanza
ostensiva habría producido una comprensión enteramente diferente.” (IF 23) La
importancia que veo en este punto al mismo comienzo de las Investigaciones
Filosóficas radica en que gran parte del desarrollo posterior se “sigue” de
este primer punto. Sea que creamos en esto que Wittgenstein muestra, sea
que lo tomemos como un supuesto del autor, el punto es esencial para aproximarse al
trabajo de Wittgenstein: si esa enseñanza es adiestramiento todo lo que sigue sobre el
significado, sobre el sinsentido de distinguir a priori simple y complejo, exacto e
inexacto, esencial de inesencial, como también que Wittgenstein muestre que el tono,
la entonación al hablar, el semblante , las vivencias características corporales o
espirituales no “definen” el significado como tampoco la comprensión de lo dicho, ya
se halla todo esto de alguna manera implícito en la idea de adiestramiento. Todos
podemos imaginar adiestramientos que produzcan otros tonos y hasta sin tonos, otros
semblantes o la neutralidad del mismo. “Queremos entender algo que ya está patente
ante nuestros ojos. Pues es esto lo que, en algún sentido, parecemos no entender.”(IF
111)
La última observación que voy a exponer es sobre el parágrafo 435 de las
Investigaciones Filosóficas:
El parágrafo 435 de la Investigaciones Filosóficas es a mi entender, de gran
importancia a los efectos de comprender lo que Wittgenstein está mostrando en este
escrito. En primer lugar, transcribo a continuación el parágrafo en cuestión:
“Si preguntamos << ¿Cómo consigue la oración representar?>> -la respuesta
podría ser: <<¿Acaso no lo sabes?>> Sin duda lo ves cuando la usas>> Pues no hay
nada oculto.
¿Cómo lo consigue la oración? -¿Acaso no lo sabes? Pues no hay nada
escondido.
Pero a la respuesta <<Sin duda sabes cómo lo consigue la oración, no hay
nada oculto >>, uno quisiera replicar: <<Sí, pero todo fluye tan rápido, y quisiera verlo
expuesto con más detalle.>>”(IF 309/311) He utilizado en el curso de estas
observaciones las expresiones: “lo que pasa en el lenguaje” y “lo que nos pasa con el
lenguaje”, “lo que nos pasa con las Investigaciones Filosóficas” y “lo que pasa en las
Investigaciones Filosóficas”.
Fue en la lectura de este parágrafo 435 de las Investigaciones Filosóficas el
lugar donde esta distinción me pareció una explicación apropiada de un aspecto de mi
comprensión del hacer de Wittgenstein en este escrito. La respuesta “¿Acaso no la
sabes? Sin duda lo ves cuando la usas. Pues no hay nada oculto”, pertenece a lo que
pasa en el lenguaje. La réplica “Sí, pero todo fluye tan rápido, y quisiera verlo expuesto
con más detalle”, es del orden de lo que nos pasa con el lenguaje. El intento de
Wittgenstein es el de mostrarnos el lenguaje en su uso efectivo. Para lograrlo, nos
muestra los conceptos y premisas con los cuales acudimos al lenguaje. Y si logramos
mirar, no pensar, veremos que por lo menos muchos de esos conceptos y premisas
no se verifican en el uso lenguaje. “Cuanto más de cerca examinamos el lenguaje
efectivo, más grande se vuelve el conflicto entre él y nuestra exigencia. (La pureza
cristalina de la lógica no me era dada como resultado; sino que era una exigencia)” (IF
121). Sea costumbre, necesidad o destino, muchas de las explicaciones que en el
curso de la historia hemos incorporado acerca del lenguaje provienen no de cómo es
sino de cómo debe ser. Queremos verlo expuesto con más detalle pero a veces no
hay más detalle.
Para finalizar: “Lo que se sabe cuando nadie nos pregunta, pero ya no se sabe
cuando debemos explicarlo, es algo de lo que debemos acordarnos. (Y es obviamente
de lo que por alguna razón uno se acuerda con dificultad)” (IF 113)
220
No sin dificultad me acordé: Wittgenstein no está hablando, fundamentalmente,
del lenguaje.
221
Razón objetiva y razón subjetiva: una genealogía horkeimeriana del
concepto de razón
Veremos que lo que aquí se describe como respuesta del hombre medio, es el
resultado de un proceso histórico en cual el concepto de razón fue mutando en sus
definiciones y en sus usos. Por este motivo pondremos énfasis demostrar cómo hay
cambios históricos en la teoría de la razón que presenta el autor frankfurtiano.
Comencemos en primera instancia enumerando las principales características
de la razón subjetiva. En primer lugar señalaremos que este tipo de razón es utilizada
por los teóricos como mero instrumento para designar una cosa o un pensamiento, y la
1
Creemos en la importancia que Max Horkheimer hace de la dialéctica, dado que él no ve
simples antagonismos exteriores de una y otra razón, sino más bien su estrecho vínculo
histórico.
2
Sánchez, J., “Introducción. Sentido y alcance de Dialéctica de la Ilustración”, en Dialéctica de
la Ilustración, Madrid, Trotta, 2001.
3
Horkheimer, M., “Medios y fines”, en Crítica de la razón instrumental, La Plata, Terramar,
2007, p. 15.
222
relación entre ellos. En segundo lugar, no se encarga de determinar la racionalidad de
los fines, por el contrario, las cosas que se consideran racionales ya son cosas útiles,
esto significa que ellas son justificadas por la adecuación que tienen con el fin. De esta
manera vemos que la cosa o el pensamiento sirven para algún otro fin. Es decir, la
racionalidad de la cosa no es justificada por la razón misma, ni por la sí misma, sino
por la cosa que ya se encuentra en intrínseca relación con su fin particular. Pero es
menester agregar que tampoco este fin adquiere su fundamento por sí mismo, sino
que se encuentra integrado en una cadena de medios y fines justificada a partir de los
intereses del sujeto mismo, pero no de un sistema o de una jerarquía. Toda ausencia
de ganancia o ventaja subjetiva no tiene lugar dentro de este uso de razón.
Más adelante mostraremos que la razón subjetiva está signada en la historia
del pensamiento por la corriente pragmatista que hace una mera formalización de la
razón despojándola de todo contenido objetivo. Ahora creemos que es el momento de
desarrollar el uso que se le ha dado a la razón objetiva.
Una de las cualidades más importantes que tiene la razón objetiva es la
importancia que tiene el sujeto como parte de un sistema o de una jerarquía, en el cual
tanto el hombre como sus fines están integrados en esa totalidad. Sistemas como el
platónico, el aristotélico, la escolástica, son ejemplos de escuelas de pensamiento que
han privilegiado este uso de razón a lo largo de la historia. Pero no es un uso
conceptual en detrimento de un uso subjetivo de razón, sino que este último se
encuentra subsumido al uso objetivo. Como segunda cualidad de este uso de razón
objetiva vemos que el sistema en el cual se encuentra inserto, sí tiene fines que son
racionales en sí.
No se trata de una relación meramente antagónica entre ambos conceptos de
la razón. Por el contrario, ambos conceptos han existido desde un principio. La
separación histórica se presenta en el marco del conflicto de la religión y la filosofía
ilustrada. Tanto la religión como el racionalismo ilustrado hacían un uso objetivo de la
razón:
4
Horkheimer, M., “Medios y fines”, en Crítica de la razón instrumental, La Plata, Terramar,
2007, pp. 27-28.
223
“Si la concepción subjetivista es fundada y válida, entonces el pensar no
sirve para determinar si algún objetivo es de por sí deseable. La aceptabilidad
de ideales, los criterios para nuestros actos y nuestras convicciones, los
principios conductores de la ética y de la política, todas nuestras decisiones
ultimas llegan a depender de otros factores que no son la razón”.5
224
Entre resistencias y líneas de fuga. La confiscación de la voluntad
1
Gilles Deleuze, ¿Qué es la filosofía?, p.110
2
Alain Finkielkraut y Peter Sloterdijk, Los latidos del mundo, p.12.
3
Ibid, p.22.
225
Modernidad, en la figura de Robinson y Viernes hasta que Europa hizo el intento de
invertir la ecuación:
Aún permaneciendo industriosa, Europa dejó de ser robinsoniana y de querer
repartir mediante la asimilación universal, los beneficios de su civilización. Daniel
Defoe ya no es su profeta. Después de sumergirse en las tinieblas, no es a Crusoe ni
a la puesta en razón del mundo por un Sujeto todopoderoso lo que honra; es a Viernes
y a todo lo que la razón aplasta.4
Sin embargo, como sentenció Destouches en Le Glorieux, basta con despedir
un concepto fuerte como lo natural, y en este caso la Razón, para que vuelva con más
vigor, y así quienes desertan del campo de lo Mismo por el del Otro reorientan, de
alguna manera, la reducción y perpetúan el esquema mortífero de la alternativa única.
Siguiendo esta línea de análisis, Isaiah Berlin estaba convencido de que desde
la Segunda Guerra Mundial se había producido una vuelta a la antigua idea de la ley
natural, sostenida esta vez no por la fe en la humanidad, sino por temor a la misma.
Esta postura de los poderes hegemónicos de turno, justificaba a través del
desmerecimiento de una naturaleza humana que se les antojaba oscura y peligrosa, la
negación de la moral universal y promovía la exaltación de un particularismo cultural
extremo y lo que es aún más aplastante, la idolatría del conductor político concebido
como expresión emblemática de un pueblo.
Según Isaiah Berlin aquella forma que tendría el poder en sí de prevalecer
sobre otras miserias de su especie, -como el dominio, la opresión, el sometimiento-,
contribuyó a promover lo que denominó el “irracionalismo político” del siglo XX, y que
por medio de su juego macabro logra la glorificación del líder como demiurgo artístico.
Es así que la desenfrenada exaltación romántica de la libertad subjetiva, asentada en
los presuntos privilegios de las sensibilidades creadoras sobre cualquier otra, alentó la
idea de la legitimidad de las desigualdades humanas en el orden espiritual y cultural, y
justificó el rechazo de cualquier barrera que pretendiera imponer límites a la voluntad
personal de poder.
Berlin observa que ciertos pensadores como Rousseau o Hegel, terminaron por
desarticular la unidad de la cultura europea, ya que se obsesionaron por llevar a cabo
la elaboración de una entidad diferenciable propia, a resguardo de la contaminación o
la vulnerabilidad de otras razas, religiones, géneros o nacionalidades. Así alentaron “la
división de la humanidad en grupos –órdenes inferiores de seres, razas inferiores,
culturas inferiores, criaturas sobrehumanas, naciones o clases condenadas por la
historia.” 5
De aquí que Berlin advierte en ellos un irresistible apego a las utopías que
invitan al hombre a delegar en un Estado fuerte toda responsabilidad de
discernimiento moral y cívico. Es así que logran una confiscación solapada de la
voluntad al tiempo que devienen en “enemigos de la libertad”. Como tomando un
respiro, y sólo para creer que hay formas posibles de resistir, elijo una, que supo
aportar Gilles Deleuze: la máquina de guerra. Ésta tiene como función interrogarse
acerca de los medios para conjurar la formación de un aparato estatal portador de
burocracia y sometimiento en la sociedad moderna. Deleuze lo ilustra mediante una
comparación con dos tipos de juegos muy distintos estructuralmente: el ajedrez es un
juego de Estado o de corte, pues sus piezas están codificadas, tienen propiedades
intrínsecas de las que derivan sus movimientos, sus posiciones y sus enfrentamientos,
cada una es como un sujeto de enunciado, dotado de un poder relativo. En cambio los
peones del go son fichas simples, unidades aritméticas, cuya única función es
anónima, colectiva o de tercera persona.
Los peones del go son los peones de un agenciamiento maquínico no
subjetivado, sin propiedades intrínsecas, sino únicamente de situación.6
4
Ibid, p.34.
5
Isaiah Berlin, La traición de la libertad, FCE, 2004.
6
Gilles Deleuze, Estado y máquina de guerra, p.153.
226
La exterioridad de la máquina de guerra al aparato de Estado, es confirmada
por la etnología a través de Pierre Clastres, para quien las sociedades primitivas han
sido definidas como comunidades sin Estado, es decir aquellas en las que no
aparecen órganos de poder diferenciados, por lo que se pregunta si las sociedades
primitivas simplemente no tendrían la preocupación potencial de conjurar y prevenir
ese monstruo que supuestamente no entienden. Estas sociedades ciertamente tienen
jefes, pero el Estado no se define por la existencia de este tipo de autoridad, sino por
la perpetuación o conservación de órganos de poder.
Se necesitan pues, instituciones especiales para que un jefe pueda devenir
hombre de Estado, pero también se necesitan mecanismos colectivos difusos para
impedirlo. Los mecanismos conjuratorios o preventivos forman parte de la jefatura e
impiden que cristalice en un aparato diferente del propio cuerpo social. 7
Para Deleuze se trata de multiplicar estas máquinas bélicas, de hacerlas
proliferar al infinito para que las instituciones oficiales pierdan su razón de ser, en
beneficio de las micro-redes.
Pero Occidente está enfermo de pesimismo (del peso de sí mismo, diríamos),
de una voluntad de dominio que es simultáneamente de enjuiciamiento, hay una
especie de triunfo de la Inquisición, del poder judicial corrupto en su afán inquisitorial,
en su voluntad de verdad por conveniencia. La metodología resulta torturadora, quiere
imponer una verdad absoluta e inventada cuyo supuesto a-priori legitima y excluye en
nombre de la certeza, la diferencia y hasta la ambigüedad, la rica ambigüedad en su
misterio. Frente a este círculo violento se impone la paz de una espiral de crecimiento
que respete la otredad, que reconduzca un principio más allá del poder, no el “o vos o
yo” sino el “vos y yo”, donde obviamente el tú no se reduzca a la proyección del yo.
Es el momento de recordar con Hannah Arendt que no es el hombre en tanto
que Especie Humana quien habita la Tierra, sino los hombres en su infinita pluralidad,
por lo que Emmanuel Levinas advierte que al unificar los múltiples nombres propios en
un colectivo común siempre se sigue corriendo el grave peligro de que en el “todos”
desaparezca el “cada uno”. Y aunque esta acción se realice en la figura del Otro,
entendamos que “lo único que nos preserva de la ideología, es la vigilancia de lo
general a partir de lo particular.”8
Según Peter Sloterdijk, el humanismo en tanto palabra y cosa, siempre tiene un
contra-qué, pues es el compromiso por el rescate del hombre de la barbarie. Es así
que si hoy nos preguntamos por el futuro de la humanidad y los posibles medios de
humanización, es porque queremos saber si hay alguna esperanza de dominar las
actuales y siempre renovadas tendencias de salvajismo en el hombre.
Quisiera llamarle “subespecie”, tener el coraje de Nietzsche y gritar: “Habéis
recorrido el camino que va desde el gusano al hombre, pero todavía hay en vosotros
mucho de gusano.” 9
Ya Martin Heidegger intentando salvar ciertos aspectos de esta inquietud,
responde a través de su correspondencia con un joven francés, Jean Beaufret, quien
se cuestionaba Comment redonner un sens au mot Humanisme? Para Heidegger
habría allí una intención de retener innecesariamente la palabra “humanismo”, ya que
la pregunta denota también la pérdida de su sentido. Sin embargo, en forma inmediata
muestra la pertinencia de volver sobre el enigma de la esencia humana, descartando
de cuajo la idea de “animal racional”, al tiempo que pregunta: “¿Qué puede domesticar
al hombre, si el Humanismo como escuela de la domesticación humana fracasa,…
cuando hasta ahora todos sus esfuerzos de auto domesticación, sólo han llevado a
una toma de poder sobre todo lo que es?”10
7
Ibid, p. 155.
8
E. Levinas, Au delà du verset, p.98.
9
F. Nietzsche, Así habló Zaratustra, Aguilar, Tomo III, Buenos Aires, 1965, p. 245.
10
Sloterdijk, Peter, Reglas para el parque humano, Die Zeit Nº 38, 1999, p.15.
227
Es cierto, como dice Sloterdijk, que el hombre fracasó como animal por lo que
se ganó el mundo en sentido ontológico, y hoy podríamos afirmar que nuestro
concepto de antropología está sustentado en el giro indisoluble de ser-en-el-mundo
que acuñara Heidegger.
Pero en esta emergencia surgen nuevas reflexiones, y es que tal vez haya una
preeminencia del poder en sí sobre la violencia y la dominación, siendo éstas,
consecuencias inevitables. Así fue planteado por Hannah Arendt, quien habría
enfrentado un enigma similar al de La Boétie, ya que por un lado este es un poder que
no depende sino de su misma naturaleza, y por otro, una falta, una impotencia, que
también sería relativa a este poder.
Entonces, ¿habría una sociedad sin resistencia? Es decir, ¿una sociedad que
facilite una adhesión a la obediencia no reflexiva y al desinterés por la cosa pública
bajo la forma de un relativismo o un escepticismo?
Lamentablemente, lo que observa un analista de las sociedades modernas
desarrolladas, no es el espíritu de resistencia, sino el conformismo y la apatía, todo
gestado bajo un sentimiento de impotencia ya instalado. Tal vez sería necesario
devolver a la palabra “resistencia” sus letras de nobleza y su significación de voluntad
de oponerse a todo agresor u opresor potencial, aunque éste declare estar decidido a
respetar los principios de la democracia.
Según Zigmunt Baunman hay tres amenazas permanentes que sobrevuelan
nuestro bienestar: la supremacía de la naturaleza, la fragilidad de nuestro cuerpo, y la
insuficiencia de las normas que regulan los vínculos entre los seres humanos. Advierte
que no es posible luchar contra la tercera fuente del sufrimiento humano hasta hacerla
desaparecer, y es por eso que para Freud la civilización resulta una transacción: para
obtener algo de ella los seres humanos tienen que renunciar a otra cosa. Así, por esos
tiempos se resignaba una considerable porción de libertad a cambio de un incremento
en la seguridad. “Esta libertad trunca es la víctima principal del proceso civilizatorio,
así como el mayor descontento.”11 Claro que hoy día tendría que invertir la fórmula, y
aceptar que cada vez más gente cedería de buen grado parte de su libertad a cambio
de emanciparse del aterrador espectro de la inseguridad existencial. ¿Estamos en
presencia del retorno del péndulo?
11
Zygmunt Baunman, Gustavo Dessal, El retorno del péndulo, FCE, Argentina, 2014, p.18-19
228
ϑως: Un problema, una lejanía
Susana B. Violante
Universidad Nacional de Mar del Plata
229
En el acto fundante de conocer, que compromete a cada individuo en
escudriñar aquello «común» en tanto es resultado de una percepción singular o
influencia de algún criterio social universalizado, tendríamos que reconocer que hemos
aunado el carácter repetitivo de los mismos, tal vez como resultado de la copia en el
modo de actuar de los distintos individuos humanos. Nada impide que llamemos a esto
«naturaleza» si podemos entender su significación como la percepción de
repeticiones.
Agustín de Hipona5 se refiere a esta peculiar relación cuando le confiere a Dios
haberle otorgado al hombre la posibilidad de «hacer conjeturas sobre estas
cuestiones, siguiendo a los demás»6-7.
«[…] mas que diste al hombre conjeturar de sí por otros y que creyese
muchas cosas aún por la simple autoridad de mujercillas» […] «¿Acaso hay
algún artífice de sí mismo?8».
«[…] tú [Dios] oye, mira, ve, ten piedad, cúrame, ante cuyos ojos me he
convertido en un enigma, y esa es mi enfermedad». (Conf. X, 33, 50).
Y en Conf. I, 6, 9:
5
Algunas de las citas de Agustín fueron empleadas en mi trabajo anterior: «Pensar una
antropología entre Agustín de Hipona y Hannah Arendt», en Actas de las IV Jornadas
Nacionales de Antropología Filosófica: Racionalidad y crítica en la tensión historia-naturaleza.
Publicación de la AADIE, AAEA, ADUM, INAPL, I.S.B.N.: 978-987-544-525-3.
6
Para la obra Confesiones de AGUSTÍN de Hipona, utilizamos las versiones: Obras de San
Agustín, texto bilingüe, II «Las Confesiones», Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1979,
Edición crítica y anotada Ángel Custodio Vega, O. S. A.// Confesiones, Losada, Buenos Aires
2005. Estudio preliminar, traducción directa y notas Silvia Magnavacca.// Edición crítica de M.
Skutella, Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Teubneriana, Leipzig, 1934. Las
citas corresponden a la traducción de Magnavacca.
7
Confesiones, I, 6, 10.
8
Enfatizamos esta afirmación.
230
«¿quiénes somos?» Y «¿qué somos?», sólo dice tener clara la respuesta a la
segunda: «hombres».
9
Conf. X, 6, 9.
10
Conf. X, 3, 3.
231
recuerda y que podría tener «presente» en «la verdad de Dios», y no de una manera
especular y enigmática, sino inmediata y, a medida que profundizara en sí mismo, esa
imagen habría de ser más clara, y la edad pasada mantenerse en él, pero el gran
«enigma» de Agustín no se esclarece y las preguntas «¿soy siempre el mismo?»,
«¿necesito saber quién soy?», «¿soy lo que quiero ser o soy lo que otros necesitan
que yo sea?» permanecen.
Decimos «hombre» y decimos «yo», Aristóteles lo designó como zōon logon
ekhon «ser vivo capaz de discurso», un discurso que le permite ser y reconocerse, en
su enunciado y en el de otro, como también una percepción continua. Un discurso que
instituye modelos sociales y culturales sumamente disímiles, avalados cada uno por el
status socio-político-discursivo establecido. Por lo tanto, asimismo se intenta
establecer en modelos unívocos de eficiencia y verdad a los de las sociedades
imperantes desde patrones de florecimiento económicos y discursos subestimativos de
posibilidades, en culturas divergentes. Estas formas de ignorancia, o invisibilidad, en
lugar de desarmar el problema lo incrementan.
Identidad idem, se mantiene siempre igual, inmutable y universalizable. ¿Qué
es lo que de esa identidad singular y única, podemos universalizar? Cada entidad,
tiene que permitirnos considerar sus elementos individualizantes y cambiantes, que no
constitutivos e inmóviles.
Como sostiene Aristóteles en Categorías, V, la entidad, la primera de las
categorías, no es predicado de nada, por lo tanto no es un universal, no se puede
hacer ciencia con ella, es esto; en tanto efectuamos la acción de unificar elementos
que se repiten en varios sujetos singulares, perdemos la percepción de esa
singularidad y caemos en la trampa de considerarlos «naturaleza».
Estos criterios hermenéutico-gnoseológicos nos permiten dar lugar al
argumento de que el hombre no puede conocerse en su contingencia, cambia de un
modo tal que no podemos prever con certeza, como pretende la ciencia dogmática,
que exista una estabilidad y una naturaleza para poder predecir y dominar en el
desarrollo de pensamientos que unificaran las sensaciones para poderlas aplicar a
otros individuos.
Cada época adquiere sus formas de significación de «sí», con algunas
diferencias, ya sea para imponer univocidades discursivas, como para mostrar su
imposibilidad. Por lo tanto, para nosotros, no hay cómo mostrar que poseemos un yo
substancial sino que ese yo, resultado de múltiples impresiones (Hume) y de múltiples
percepciones sociales y estados psíquicos, que solemos experimentar en
determinados momentos de nuestra historia personal y particular, serían cualidades
que mostramos y que a su vez serían percibidas distintamente por el resto del mundo
en el que nos vamos hallando. Estas complejidades perceptivas impiden que logremos
obtener, aunque más no sea, una somera idea de nuestro «sí mismo». La experiencia
personal se va encargando de hacernos comprender que ese «personal» modo de
intentar comprendernos se escabulle siempre dejando un precioso sabor de cambio y
de «poder ser siendo» en la modificación de un «algo» llamado esencia que quiere ser
pero que nunca termina de ser, el perecer de una esencia que se declaró perenne.
Esas «cualidades prestadas»11, a decir de Pascal, nos retrotraen a la
concepción de cualidades primarias y secundarias en un cuerpo u otorgadas por los
impulsos de la sensación, Locke, Berkeley, Aristóteles, Ockham, Descartes…
A diferencia de Rosset, sostenemos que si bien existe una identidad social,
esta no anula a aquella que es personal, en tanto juego de elecciones de lo que cada
individuo considera que es su yo, completud de un anonimato subyacente siempre en
la propia percepción de uno mismo y de los otros acerca de mí (Husserl, Merleau-
Ponty). De este modo nuestro «yo» individual y público o social no se basa sólo en la
memoria personal sino en el entramado de las dos mencionadas instancias. Y
11
Pascal, Blaise, Pensamientos. Fragmento 323 de la Edición Brunschvicg.
232
afirmamos esto porque en un juego especulativo, si fuéramos Hayy Ibn Yaqzan12,
podría alcanzar a elaborar una imagen de mí sin saber cómo referirla por carecer de
un «yo otro» con quien comenzar el ejercicio comunicativo dialogante, pero la imagen
la tendríamos.
Cuando pretendemos afirmar que conocemos al hombre a partir de «alguien»,
lo hacemos desde la percepción de sus expresiones repetitivas que nos provocan una
sensación de «naturaleza». Esta imposibilidad de no hallarnos ni con el otro ni en
nosotros, provoca una soledad que se involucra con la desazón del reconocimiento de
la carencia del «yo». Nos sentimos lejanos porque nos armamos siempre, el yo es el
horizonte siempre lejano de nuestra peculiar existencia y, sin embargo, provoca
trasmutaciones en las valoraciones sociales que no siempre se ven reflejadas en los
usos políticos de la sociedad actual.
Cabría continuar profundizando en que, temas como la sexualidad, la
homosexualidad, la heterosexualidad, el género, la especie y la diferencia, el amor y el
otro en el amor, las personalidades múltiples, la imitación, el robo de identidades, las
identidades impuestas (desaparecidos), la pauperización, las patologías… y todo
aquello que hace a «aquello» que llamamos ϑως, son problemas y
cuestiones en los que habría que distinguir entre «naturaleza ontológica» predecible y
«modos de ser del yo cambiante» personal y social.
12
El personaje de la novela El filósofo autodidacto, del andaluz, Abentofail.
233
Populismo, otra forma de la razón
Ana Zagari
Universidad del Salvador
234
En este marco, cuando hablamos de democracia entre nosotros no pensamos
en las teorías del consenso, propias del liberalismo sino en que la materia del vivir
juntos es la del disenso. El otro (Otro), la alteridad que inquieta, que perturba, que me
limita y me hace sentir el límite de mi no-todo, es conflictiva y es, a la vez constitutiva
de lo político. La confrontación de las partes, la discusión, el desacuerdo inicial pueden
arribar al consenso, siempre lábil, precario, titubeante.
Tal vez una pregunta para hacernos desde la filosofía es la pregunta por un
Estado que de cuenta del evento y del acontecimiento de lo social y de lo cultural que
entre nosotros adquiere caracteres de participación popular, de resistencia podríamos
decir, cuando el Estado queda hegemonizado por la parte de las corporaciones, o de
aparición en el espacio público cuando esa hegemonía cede por la voluntad política de
hacer lugar para los que no lo tienen en el modelo liberal.
Para ello habría que apelar a una razón diversa de la razón liberal: la razón de
la parte invisibilizada por el gran poder corporativo y mediático, la razón de la parte
que no tiene parte en el banquete, ni el material ni el simbólico, pero que resiste. Y es
en esa resistencia imaginada de mil modos diversos y actuada de mil formas
excéntricas, múltiples, nuevas, eventuales en la que la filosofía hoy tiene la obligación
de encontrar la razón y la pasión que vivifican la democracia y que hoy llamamos
razón popular, populismo.
1
De hecho la palabra recurso empleada para lo humano es característica de este tipo de
neoliberalismo. Lo humano no es recurso, por ser irrepetible en su singularidad.
2
Laclau, Ernesto: La razón populista, FCE, Buenos Aires, 2005.
3
Rancière, Jacques: El odio a la democracia. Amorrortu editores, Buenos Aires, 2007.
235
refleja, por un lado, el cambio lento y muchas veces contradictorio que se ha producido
en el llamado mundo occidental, a partir de noviembre de 1989, con la caída del Muro
de Berlín. Luego del primer momento, en el cual parecía haber triunfado la tesis de
Fukuyama, del denominado “fin de la Historia”, que no fue otra cosa que la justificación
del neoliberalismo y de la nueva posición de fuerza en la que quedó Estados Unidos
como “única potencia”, con la consecuente ola de gobiernos alineados con esa visión
en América Latina, empieza una lenta y dolorosa torsión que da cuenta del fracaso de
dicha postura. La caída del Muro dejó efectos tan disímiles como la creencia en el
triunfo del liberalismo estadounidense (blanco, protestante y rico) o la teoría del fin de
la Modernidad, es decir, del fin de sus grandes construcciones: el Estado, el Arte, la
Religión.
Sin embargo, hasta bien terminado el siglo XX, la tesis de que existe otra forma
de la razón, además de la liberal-hegemónica, no se había tematizado como tal. La
sociología –que trabaja con estadísticas en su versión cuantitativa, o describe
imaginariamente los hechos, en su versión cualitativa, sin sacar necesariamente
conclusiones pertinentes- había escrito, casi siempre en contra, la historia de un siglo
XX signada por una serie de movimientos populares en diversos pueblos, cuyos
políticos y gobiernos actuaron y dejaron obra, pensamiento y doctrina sobre el punto
de vista populista. Esta categoría –digamos sociológica- fue interpretada como una
desviación o perversión de la democracia, ocultando que la verdadera perversión de la
democracia es el totalitarismo. Los que escribían en esos términos, y muchos siguen
haciéndolo, plantean un republicanismo de estirpe francés, muy alejado de las
experiencias y de las luchas populares de América Latina.
Cabe señalar que el siglo XX fue muy rico en experiencias políticas populares,
muchas de ellas exitosas, en tanto alcanzaron el poder, como las de Nasser, Perón,
Vargas. Son los antecedentes de lo que categorizado como populismo se teorizó sin
embargo como autoritarismo, demagogia y... con grandes cuotas de ignorancia o de
mala intención, fascismo o, peor aún, filonazismo.
En este sentido la razón liberal atraviesa, por definición, a dos de sus polos
que, en ocasiones, son antagónicos, pero que se identifican en la calificación respecto
del populismo: la corriente del liberalismo capitalista y la del liberalismo socialista. Son
dos vertientes cuya base teórica es la misma y que puede sintetizarse en la apuesta
por el progreso lineal de la historia. Para la primera de esas corrientes, el progreso
será hegemonizado por la burguesía, en la otra por la clase obrera.
236
América Latina mestiza y barroca
De la raíz latina populus, que llega hasta nuestros días prácticamente intacta,
derivan nuestros vocablos pueblo, popular y también populista. En la categoría
populista leída desde la sociología liberal, se valora que en ella no está presente sólo
la “sociedad civil”, expresión hegeliana que alude a una formación social moderna,
sino que aparecen vestigios de otras formaciones que aluden a costumbres y usos
populares impuros para la política, como serían la religiosidad, o el policlasismo.
Para el punto de vista liberal, el populismo es una expresión espúrea, no ya del
ejercicio de la política, como mencionara anteriormente, sino que lo espúreo, lo
contaminante está en las masas, en los pueblos, en lo popular; siendo su traducción
política el populismo. Por lo cual, es preciso mantenernos en el significante populismo,
como un modo de afirmación política y reflexiva, pero en el sentido de un significado
contrario al de la sociología germaniana.4
4
Germaniana: en relación al sociólogo Gino Germani, uno de los adláteres de la interpretación
sociológica del populismo como cuasi-fascismo.
237
aquello que lo constituye, y que siempre permaneció oculto: representar la parte como
si fuera el todo.
El problema de este modo del ejercicio del poder es la torsión respecto de esta
sinécdoque: la parte no está ya identificada con las corporaciones tradicionales que
utilizando al Estado resguardaban sus intereses en sociedades anónimas: la parte
empieza a ser la de los que no tenían parte. Un populismo de inclusión que entiende el
conflicto como la trama misma de la democracia y que por lo mismo confronta con las
categorías tradicionales de una filosofía política liberal: en vez de sujeto,
subjetividades, en vez de centro, fronteras permeables, en vez de pureza,
contaminación, en vez de dualismo filosófico y ético, la terceridad que hace filiación e
historia; en vez de tiempo lineal, comprensión del evento y sospecha hacia cualquier
tipo de naturalismo, porque ya sabemos que los naturalismos cierran, definen, dicen
LA verdad y excluyen la novedad, tanto como las diferencias. Somos parte y desde
una parte hablamos, relatamos, figuramos el mundo. Para lo cual es bueno pensar de
qué parte formamos parte. Porque la política, el manejo del Estado siempre hace
sinécdoque: la parte por el todo.
Y en la capacidad del discurso, como forma propia del discurrir, habría que
encontrar el punto de conjunción entre la filosofía y la política.
La filosofía hoy
238
Eso nos haría valorar la clínica más que la especialización: una filosofía atenta
al evento, al acontecimiento, al resto, al no-todo, más que una filosofía que retorna a la
universalidad.
Esa filosofía del presente religada con lo político, con el espacio público donde
se dirimen los conflictos del vivir juntos.
Una filosofía que comprenda desde el disenso, ya que lo real siempre es
disruptivo para, eventualmente, poder llegar al consenso. Una filosofía así, que
reconozca la conflictividad inmanente de la vida y de la vida humana, que es también
inmanente creatividad, una filosofía que lea las demandas del soberano (pueblo) y
diga y argumente para que la política asuma la parte de lo popular, no la parte de las
corporaciones. Y porque, siendo el arte de lo (im) posible, es capaz de figurar y de
poner en lo real lo que antes no era.
Otra figura retórica –catacresis- que habla de la creación gracias a la decisión.
Y conceptualizar y hacer de los conceptos –como el de democracia, por ejemplo-
discursos que vacíen de sentido, para darles otro u otros sentidos, en el devenir del
conflicto y en la sabiduría de que no hay verdad absoluta, sino perspectivas,
particiones, demandas de grupos, que siempre tienen que ver con lo postergado de la
sociedad, ya que los de los privilegios no demandan, exigen.
En América Latina la tarea de la filosofía es la tarea de visibilizar y darle
palabras a esas demandas. Nunca con la filosofía como ciencia de los principios, ni
como saber racional ni como reproducción incesante de representaciones del mundo.
Salir de una identidad cerrada o que se cierra sobre una única idea de humanidad
para dirigirse a algo que es otro que ella misma.
239
La negociación de significados: construcción de las ideas de bondad y
maldad en 400 jóvenes universitarios
240
regularidades referidas a las relaciones entre palabras. Así, se han generado normas
de palabras asociadas, de sinónimos o de generación de atributos de un concepto.
En este marco, el estudio de la construcción de significado en psicología
cognitiva y lingüística se encarga de emplear metodologías cuantitativas y cualitativas
a fines de dilucidar los procesos que llevan a la conformación de distintos significados
sociales compartidos por una comunidad lingüística particular. Para las teorías de
rasgos, el significado se negocia a partir de una cantidad de atributos compartidos.
Estas teorías postulan que el significado de un concepto está constituido por todos
esos atributos que se activan en la red semántica de un sujeto cuando se estimula
dicho concepto.
METODOLOGÍA
Procedimiento: A partir del set inicial que está conformado por 30 conceptos
correspondientes a un solo adjetivo en castellano rioplatense tomados de las Normas
de Atributos Semánticos en Castellano Rioplatense Cycowicz, Friedman y Rothstein
(1997), se realizará la obtención del vector de n atributos ponderados que describe su
comportamiento. Para ello se utilizará el software denominado Definition Finder (Vivas,
Lizarralde, …). Por medio del mismo se obtiene el total de atributos que describen un
concepto ordenados por valor de frecuencia ponderada.
Una vez obtenido el vector de atributos ponderados que definen a cada uno de
los 30 conceptos se procederá a la obtención de la distancia semántica con la técnica
geométrica de comparación de vectores en el espacio euclidiano n-dimensional usual
a partir del ángulo formado entre los mismos, representando el paralelismo el caso de
mayor semejanza y la ortogonalidad el de mayor diferencia. El cálculo de dicho ángulo
se realizó mediante la fórmula estándar de cociente entre el producto interno (usual,
componente a componente) de los vectores y el producto de sus normas. Cabe aclarar
que la idea de medir la distancia semántica mediante la conformación de dos vectores
a partir del conjunto de atributos que definirán un determinado concepto fue propuesta
originalmente por Kintsch (2001).
Materiales
241
registro de atributos. En todos los casos, cuantificadores como “generalmente” o
“usualmente” serán sacados de las respuestas de los participantes, consideramos que
la información proporcionada por estos cuantificadores será emergente de la
frecuencia de la producción. Esta circunstancia es especialmente válida para el
tratamiento del Analizador de Definidoras: Cuando un participante presente un atributo
adjetivo-sustantivo (e.g. <tiene cuatro ruedas>), su respuesta será dividida (<tiene
ruedas> y <tiene 4 ruedas>) bajo el supuesto que el participante proporcionó dos bits
de información. Los atributos disyuntivos (e.g., <es verde o rojo>) serán divididos en
<es verde> y <es rojo>. Si es necesario se usará un número de palabras clave para
organizar y codificar los atributos, como lo han sugerido los autores. Este será un
tratamiento guiado por los datos y ajustado a las categorías propuestas por Wu y
Barsalou (2009, 2010).
Con el resultado de la distancia entre cada par de concepto se generó una
matriz cuadrada modo-1. En Análisis de Redes Sociales se denomina matrices modo-
2 (2-dimensionales) a aquellas en las cuales sus filas y columnas corresponden a
diferentes entidades. Por el contrario, una matriz modo-1 es aquella en la cual filas y
columnas refieren al mismo conjunto de entidades (Borgatti & Everett, 1997). Luego se
aplicó el método de Johnson (1967) para analizar los cluster emergentes. Este
método, que tiene como objetivo agrupar por similitudes y diferencias en un conjunto
de n elementos, se aplica en una matriz simétrica n x n. Las diferentes particiones de
la matriz se ordenan de acuerdo al aumento (o disminución) de los niveles de similitud
(o disimilitud). El algoritmo comienza con la partición de identidad (en el que todos los
ítems están en agrupamientos diferentes). Luego junta los ítems que se hallen más
similares (o menos diferentes) para luego considerarlos una sola entidad. El algoritmo
continúa recursivamente hasta que todos los ítems se han unido en un solo grupo
(partición completa).
Resultados
242
Se puede observar que para la comunidad lingüística en estudio (jóvenes
universitarios entre 20-40 años) presentan tres grupos correspondientes a los
percentiles .90 y 1, .80 y .89 y .70 y .79.
243
El gráfico pone de manifiesto la conformación la división en dos grandes
sectores de significado. Al identificar los elementos que conforman estos dos grandes
grupos, rápidamente se advierte que se puede hablar la inclusión de adjetivos
“positivos” por un lado, y “negativos” por el otro. El hecho de que no tengan conexión
entre sí en ningún elemento (no poseen atributos en común ni siquiera con valencia
opuesta) interdicta la creencia de que los antónimos, palabras de significado opuesto,
se hallen próximas en una red semántica particular pudiendo estar asociados por su
misma antonimia. Qué LINDO y FEO (antónimos por excelencia) no tengan nada en
común, significa que probablemente activen significados asociados de manera
diferencial, y los significados próximos a cada uno estén dados por proximidad
semántica y no por asociación contextual o de oposición. Se podría explorar si el
244
almacenamiento por oposición no es propio de la base reticular lexical aunque no de la
semántica, ya que la mayoría de la evidencia colectada, incluso la experiencia
personal subjetiva, no distingue entre la representación conceptual y la etiqueta lexical
que la representa fonológicamente. En otras palabras, distintos grados de proximidad,
desde la sinonimia hasta la distancia nula, determinarán la aparición de activaciones
conjuntas en una red semántica particular. Para esta comunidad lingüística, hay una
fuerte asociación entre adjetivos positivos por un lado y negativos por el otro, no
habiendo relación alguna entre ambos grupos.
En el grupo de la izquierda, el de los adjetivos negativos, se observa la
formación de cuatro cluster distinguibles por el color de sus nodos. Uno de central
importancia, constituido de 9 nodos, y otros tres periféricos y de tamaño
considerablemente menor. El cluster central, que relaciona los conceptos asociados
con la idea de la dejadez, el aburrimiento, el desgano, plantea fuertes asociaciones
entre sus miembros, mostrando como muchos de estos términos pueden ser
considerados sinónimos en diversos contextos, o que al menos la activación de uno
suele implicar la asociación de otro de ese grupo. Además, cada uno de los otros tres
cluster se conforma a partir de al menos un vértice vinculado con el central. El que
asocia el par de sinónimos TIMIDO-COBARDE lo hace con DESGANO y DEJADO; el
que asocia ESTUPIDO-IMPULSIVO lo hace con FEO, IRRACIONAL y TONTO, y el
que asocia PERVERSO-MALO-REPULSIVO con FEO e IRRACIONAL.
Hay que destacar, además, la importancia del nexo FEO-IRRACIONAL en este
gráfico. Los elementos que la comunidad les atribuye en el cluster son PERVERSO-
MALO-REPULSIVO-ESTUPIDO-DEJADO. Es notable porque los adjetivos feo e
irracional se utiliza para señalar como negativo las cualidades estéticas e intelectuales
de un objeto; pero en este caso, la palabra trae también aparejados adjetivos
negativos provenientes de distintos ámbitos. Por ejemplo, PERVERSO que se supone
atribuye actitudes desviadas de lo socialmente esperado, MALO que atribuye actitudes
moralmente reprochables por lo social, ESTUPIDO que atribuye un grado de
incapacidad operativa. Se puede decir que el único adjetivo que era “lógicamente
esperable” asociar con FEO sería REPULSIVO; no obstante, la comunidad atribuye
otros adjetivos en alguna medida a aquello que es feo.
Por otro lado, en el grupo de la derecha, los adjetivos “positivos” podemos
observar la formación de dos grandes cluster donde se agrupan los significados de
manera bien delimitada. Podemos hablar de que un grupo contiene los adjetivos que
refieren a los procesos cognitivos de la persona: ESTUDIOSO-APLICADO-
INTELIGENTE-INSTRUIDO-INGENIOSO-PERSPICAZ-AUDAZ. Todos estos adjetivos
se caracterizan por describir la capacidad particular de un sujeto de enfrentar diversos
tipos de situaciones en diversos contextos pero están siempre orientados respecto a la
voluntad y capacidad del sujeto como individuo. En el otro grupo, están los adjetivos
que describen los procesos socioemocionales de la persona: LINDO-BUENO-
ATRACTIVO-NOBLE-ENTRETENIDO-DIVERTIDO son todos adjetivos con un fuerte
color emocional ya afectivo.
Conclusiones
245
Bibliografía
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247
Consideraciones para una antropología de la liberación. Aportes desde la
filosofía judeo-americana
1
FORNET-BETANCOURT, R. (Comp.), Resistencia y solidaridad. Globalización capitalista y
liberación, Trotta, Madrid, 2003, p. 57.
248
para cada uno de sus conceptos y desarrollos teóricos. La subjetividad, es decir, la
subjetivación, no ha sido una excepción. Por ello, desde la corriente latinoamericana
de la filosofía de la liberación, se remarca, con afán de criticidad, la necesaria e
indispensable contextualización histórico-política de la subjetivación como clave
hermenéutica básica para la comprensión del fenómeno humano en cuanto tal. Ahora
bien, una vez tomado este aspecto, vale preguntarse por el para qué de la existencia
o, mejor dicho, por los criterios de discernimiento para valorar lo liberador de las
constituciones subjetivas. En orden a ese fin, Fornet-Betancourt recurre a la figura de
la humanitas entendida como aquello “último” que hace a la integridad y desarrollo del
ser humano viviente. En definitiva, el autor cubano hace alusión a la vida material
como criterio de discernimiento crítico último de toda práctica antropológica, ética y
política. Aquí, se podría ver una cierta “vuelta al sujeto”, en tanto que sujeto humano
viviente -actuante y padeciente-, recuperando radicalmente el principio de vida como
principio estructurante. La vida humana como valor innegociable puede servir, ya sea
negativamente, para ejercer toda crítica filosófica a la globalización neoliberal-
capitalista y, positivamente, para actualizar la defensa de los derechos humanos
desde la memoria de liberación de las víctimas históricas. En definitiva, se propone
que la disposición a la rebeldía y a la resistencia, como derechos humanos básicos,
convoquen al reconocimiento de la humanitas como valor último que debe ser
realizado en y por cada uno. Un modelo antropológico latinoamericano que, basado en
la responsabilidad ante la interpelación de las víctimas históricas, se constituya
históricamente desde la lucha del sujeto por la justicia con el otro como compromiso
solidario con la humanitas en y para todos.
2
DUSSEL, E., Ética de la liberación en la edad de la globalización y de la exclusión, Trotta,
Madrid, 1998, p. 129.
249
humana es el modo de realidad del ser ético”3. Ahora bien, una vez afirmado este
criterio antropológico-filosófico central, que brinda las condiciones de posibilidad para
desarrollar toda praxis ético-política liberadora, conviene puntualizar sobre la
responsabilidad por el otro-víctima, ya que “de la afirmación de la vida se puede
fundamentar la no aceptación de la imposibilidad de reproducir la vida de la víctima, de
donde (…) se puede (y se debe) ejercer la crítica contra el sistema que es responsable
de dicha negatividad”4. Desde el contenido ético irreductible que postula el principio
ético material, a saber, la reproducción y el desarrollo de la vida del sujeto humano,
que ha alcanzado validez intersubjetiva, se descubre proféticamente un hecho
incuestionable: la existencia de víctimas históricas, ¡Hay pobres, dominados y
excluidos! Desde la existencia real de víctimas se hace criticable todo aquello que no
permite vivir5. El sistema vigente encuentra en los rostros de los oprimidos y excluidos
una contradicción radical ya que la mayoría de ellos se encuentran privados de los
derechos que el mismo sistema ha proclamado en tanto que “estado de derecho”.
Desde la positividad del criterio material ético de la vida se descubre, en los rostros y
las corporalidades de los pobres, excluidos y oprimidos, la negatividad de la
materialidad (pobreza, hambre, muerte por desnutrición, miseria, opresión de la
corporalidad en la relación laboral, etc.). A partir de este encuentro cara-a-cara con la
interpelación de los Otros excluidos y oprimidos se debe articular la crítica temática
sobre las causas de opresión y exclusión. Este momento implica situarse y localizarse
en la negatividad del sistema desde la materialidad de la corporalidad sufriente de la
víctima (a quien le es negado el desarrollo y reproducción de su propia vida) y desde
fuera o trascendentalmente al sistema vigente (Totalidad). Por tanto, el origen de la
crítica radica, como se dijo, en el reconocimiento del Otro, en la afirmación de la
víctima como viviente -negada por el sistema como objeto-, en la apertura a la
revelación del Otro como interpelación que in-voca por la re-sponsabilidad -llamado de
la víctima a la solidaridad y la justicia-6. Como punto de partida del principio ético
crítico se presenta a la propia corporalidad sufriente de las víctimas históricas, del Otro
como oprimido materialmente (de la vida) y excluido formalmente (del discurso). Ante
ello, el imperativo ético crítico radical se basa en el reconocimiento de la dignidad del
sujeto humano, del Otro, el tomarlo a cargo, el ser responsable por el Otro a partir de
la “escucha” activa ante su interpelación7. A partir de ello, se hace imprescindible
tomar responsablemente la vida dañada a cargo y denunciar al sistema vigente que la
causa8. Es decir, “los que operan ético-críticamente han de re-conocer a la víctima
como ser humano autónomo, como el Otro como otro que la norma, acto, institución,
sistema de eticidad, etc., al que se les ha negado la posibilidad de vivir (…); de cuyo
re-conocimiento simultáneamente se descubre una co-rresponabilidad por el Otro
como víctima, que obliga a tomarla a cargo ante el sistema, y, en primer lugar, criticar
al sistema”9. Habiendo definido el criterio material de reproducción y desarrollo de la
vida humana, el principio-liberación es aquel momento que garantiza el segundo
aspecto: el desarrollo de la vida. La praxis de liberación10 busca la salida efectiva de
las víctimas de una situación material opresiva y negativa (en la cual la reproducción y
el desarrollo de la vida les son negados). Este “paso” se gesta a través de una "praxis
de liberación [en tanto que]11 'salida' de las víctimas por deconstrucción del sistema en
3
Ibídem.
4
Ibíd., p. 369.
5
Ibídem.
6
Ibíd., pp. 370-371.
7
Ibíd. , p. 372.
8
Ibíd., p. 375.
9
Ibíd., p. 376.
10
La praxis de liberación es “la acción posible que transforma la realidad (subjetiva y social)
teniendo como última referencia siempre a alguna víctima o comunidad de víctimas. La
posibilidad de efectivamente liberar a las víctimas” (Ibíd., p. 553).
11
Nota: La aclaración es nuestra.
250
el que están siendo materialmente negadas y construcción de nuevas normas, actos,
instituciones o sistema de eticidad global: 'transformación'”12.
251
liberación [Scannone y Dussel]16 primacía metafísica sino a lo más histórica,
fenomenológica. No hay aquí, pues, para ellos ruptura de niveles en el terreno
antropológico, ni tampoco en el ético.17
Bibliografía utilizada
16
La nota es nuestra.
17
BEORLEGUI, C., “La influencia de E. Lévinas en la Filosofía de la Liberación de J.C.
Scannone y E. Dussel” en Realidad. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, N°58, Julio-
Agosto, 1997, p. 366.
252
Apéndice
Libro de resúmenes
En el contexto filosófico del siglo XX, se consolida un vigoroso marco teórico, conocido
como el giro encarnado, que se constituyó como un original esfuerzo por abrir un
campo de investigación para las ciencias humanas y sociales a partir de la experiencia
del cuerpo propio. Si bien el estructuralismo y el post-estructuralismo habían renovado
253
ya el interés por la temática del cuerpo en las décadas del '70 y '80, la perspectiva
encarnada plantea una importante renovación teórica en la medida en que, en lugar de
trabajar sobre el cuerpo, pretende asumir al mismo como fundamento intersubjetivo de
la experiencia.
A partir del enfoque teórico-metodológico dialéctico que propone Silvia Citro para
analizar la corporalidad, mi intención es ensayar y problematizar una posible vía de
complementariedad entre la tradición filosófica de inspiración fenomenológica que
destacó el aspecto expresivo, constituyente y transformador del cuerpo, y las teorías
estructuralistas y pos-estructuralistas que pusieron al descubierto el carácter
históricamente construido de la corporalidad. En otras palabras, lo que me propongo
es la elaboración y depuración de herramientas teóricas con el fin de contribuir a la
consolidación de una antropología del cuerpo como campo de estudio específico.
--
254
El presente trabajo aborda la cuestión del poder como categoría mediante la cual
pensar los límites de la imaginación en la acción política. El lugar de la imaginación en
este sentido, no sólo refleja las relaciones de poder que históricamente se legitimaron
sino la proyección de lo posible. El deseo de transformar la realidad nace o se origina
en la autora, del sujeto político, esto es, del que se enfrenta a un mundo que no
conoce, conflictivo por excelencia generando una reacción emocional en el sujeto de la
acción. Esta reacción se origina en los juicios reflexivos kantianos. Estos juicios
definen un tipo de sujeto específico de la acción política activando los impulsos y las
motivaciones de la acción política. El propósito de este trabajo es contribuir a dilucidar
cuáles son los límites de comprensión del sujeto que usa la categoría de la
imaginación como condición necesaria de fundación y transformación de la realidad.
En este sentido se trabajarán tres problemas a los que Arendt apela a lo largo de sus
ensayos y libros: 1) El lugar de la imaginación se define a partir de lo que se entiende
por poder en el espacio político; 2) el significado de poder (no entendido como
voluntad sino comprendido desde su intervención para transformar la realidad) se
encuentra sujeto a lo que de él se transmitió históricamente y 3) la imaginación se
reinventa en función a estos modelos o arquetipos del poder que se encarnan en el
sujeto político y reflexivo.
--
255
interpretación dicotómica de los movimientos sociales que socava no sólo sus propios
esfuerzos por pensarlos más allá de la dicotomía universal/particular sino también por
desencializarlos.
--
256
Por eso, en este escrito, caracterizaremos a los sujetos que participan en cada caso y
los sentidos de la actividad en cuestión. Nuestro recorrido nos llevará a contextualizar
el papel de las instituciones educativas en sociedades masificadas y altamente
burocratizadas que tienden a borrar las responsabilidades y, así, socavar la autoridad
imprescindible para esta tarea. Por supuesto, se trata de una manera de entender la
autoridad que se distingue de la violencia y, por eso, del dominio y la persuasión.
El objetivo de este trabajo es abordar los aportes de las herramientas conceptuales del
Constructivismo Social de la Tecnología (Social Construction of Technology – SCOT)
para dar cuenta de la complejidad de las controversias tecnológicas generadas a partir
del Plan de Terminación de la represa hidroeléctrica Yacyretá.
--
257
El problema al que se enfrenta el filósofo holandés es eliminar la figura de un Dios
espejo del poder terrenal, rey, dueño y artífice del mundo que detenta un poder
trascendente a la creación. Para esto opone a la idea de un primer origen y fin último
del movimiento trascendente y separado, un origen y fin inmanente a los modos finitos
y sus leyes resultantes de su interacción. El sistema metafísico que propone la
teología cristiana, según Chaui, repercute en el establecimiento de un poder
trascendente a la sociedad ya que el poder obtiene una legitimidad que desciende del
orden “natural” del mundo, al orden artificial de los hombres en los que el gobernante
es ejecutor e intérprete de la voluntad divina.
En primer lugar se mostrará cómo el discurso teológico se muestra como un
instrumento para captar un orden jurídico natural trascendente que surge desde y
hacia dios, se caracterizará el discurso teológico que consagra la imagen del “Reino
de Dios”, o sea, del orden jurídico-metafísico sostén y espejo del poder terrenal
monárquico jerarquizado y voluntarista que invisibiliza el poder de la multitud,
verdadero origen de todo poder. En segundo lugar se observará cómo Spinoza
instituye una ontología inmanente y necesaria que excluye la dicotomía entre
contingencia-necesariedad, o entre por naturaleza-por voluntad despersonalizando y
desantropomorfizando la figura de dios separada y autárquica. Que el orden fluya
desde los mismos individuos y no por fuera y encima de ellos se vuelve la base
ontológica necesaria para justificar el poder de la multitud como origen y sustrato del
imperio del gobernante. De esta manera, puede pensarse a la ontología espinosiana
como una “democracia de los entes” donde el poder de Dios o la Naturaleza es
inmanente a los modos finitos individuales, y no jerarquizada ya que no existe más que
una sustancia que es absolutamente perfecta.
--
El proyecto del presente trabajo consiste en reflexionar sobre el rol político de la mujer,
tomando como ejemplo la acción de las Madres de Plaza de Mayo. No nos ubicaremos
en el interior del movimiento desde las distintas configuraciones que el mismo ha
tomado a lo largo del tiempo, ni en su actual protagonismo político. El proyecto es otro
y consiste en pensar algunas líneas de matriz antropológica referidas al colectivo y a
su acción política como modo de la resistencia. Tomamos el ejemplo de Madres pero
perfectamente podría ser otro, siempre y cuando se pueda relevar la acción ético-
resistencial de un grupo de mujeres vinculadas a un objetivo común, específicamente
de tipo político. En primer lugar, debemos pensar su entrada al escenario político
desde un lugar inédito, impensado e inesperado, seguramente por ellas mismas, pero
también por la sociedad en su conjunto. Es la emergencia, el acontecimiento epocal
como aquello que irrumpe y desestabiliza el panorama donde se inscriben las palabras
y las cosas lo que determina su emergencia en el escenario político y social.
Entendemos lo político como aquello que se inscribe en el marco de relaciones de
poder que generan alguna transformación sobre lo real, a partir de su acción. El
trabajo se mueve en varios frentes. Toma la experiencia inaugural de las Madres como
modelo antropológico-político de la resistencia anudada al dolor como fuente de
conocimiento. Nos valemos del escenario mítico griego y de la tragedia clásica para
efectuar algunas intersecciones simbólicas a partir de las imágenes que la marcha, la
plaza, el silencio, el pañuelo evocan desde una lectura política que privilegia las
consideraciones teóricas de Michel Foucault en torno a la dinámica del poder y de la
resistencia como par indisociable.
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15-Transmutaciones políticas de lo real: sobre el concepto de Imaginabilidad en
la Estética Operatoria de Guerrero
Romina Conti (Universidad Nacional de Mar del Plata)
rominaconti98@hotmail.com
En la Estética Operatoria del filósofo argentino Luis Juan Guerrero, la obra de arte
aparece como una realidad instaurada al margen de la realidad cotidiana. Desde ese
lugar, la obra hace perceptible una realidad diversa. Al tiempo que se presenta como
estructura o complejo imaginario independiente, nos permite percibir las
transmutaciones inherentes a la estructura dada. De allí que Guerrero definiera la
“imaginabilidad” como una trama trascendente operatoria que implica un gran número
de posibilidades de transfiguración de la realidad.
El trabajo que proponemos recupera el concepto de “imaginabilidad”, desde su
encarnación en el plano estético, con el objeto de evaluar la dimensión política que
implica en la propia teoría de Guerrero y, más aún, las posibilidades teóricas que esa
dimensión de la idea puede ofrecernos, hoy, para pensar la dinámica política de la
sociedad.
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la historia. El punto principal de nuestro enfoque consiste en rastrear todos los rasgos
de la esencia del ser humano que describe Marx. A su vez, problematizaremos la
concepción misma de esencia, para entender en qué sentido podemos encontrar en
este pensador una exposición de rasgos antropológicos esenciales. Finalmente,
enlazaremos estas cuestiones con un estudio de la enajenación como resultante del
hecho de que el hombre mismo se convierta en mercancía en lugar de realizarse en su
trabajo. Trataremos de ver cómo dicha alienación se superaría en términos de Marx
mediante la emancipación, que se entiende como necesaria, producto de la práctica
revolucionaria que consiste en devolverle la racionalidad a la historia. La enajenación
ocupará así en nuestro análisis un lugar preponderante, ya que este concepto describe
una perversión de la esencia humana, la cual mencionábamos anteriormente.
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La teoría del poder (hegemonía política) desarrollada por Ernesto Laclau retoma la
concepción clásica del dominio, de acuerdo con la cual, el poder se identifica
claramente con un principio de ordenamiento social; sin embargo, la forma de
caracterizarlo responde a los problemas de legitimación que surgen en las sociedades
que han superado un cierto umbral de desarrollo, de complejidad cultural y de
pluralidad institucional. Para dar respuesta a los problemas de legitimación y
universalidad del poder, la reflexión plantea romper con el proceso de ‘naturalización’
de las relaciones sociales y con las teorías del consenso racional.
Desde esta perspectiva, el poder aparece como el medio, como el ‘espacio’ en el que
se sedimentan los lazos sociales. Para que este proceso tenga un éxito relativo, la
práctica política, en la que se basa la creación de una ‘voluntad común’, debe ‘borrar
las huellas de su particularidad’ a través de la institucionalización imaginaria de una
jerarquía de identidades sociales, o sea, que las significaciones sociales no se
establecen a partir de la relación de un sujeto con un objeto empírico (literalidad
última), sino a partir de la interacción de los distintos discursos sociales en el marco de
la competencia hegemónica.
En consecuencia, el poder se manifiesta como un procedimiento que institucionaliza
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identidades colectivas, las cuales son puestas en duda por la propia división social
(principio de exterioridad) que las constituye. Por ello, el poder se ve sometido a una
situación de lucha constante debido a los diversos proyectos hegemónicos que actúan
en las sociedades complejas.
Para que este proceso tenga un éxito relativo, la práctica política, en la que se basa la
creación de una ‘voluntad común’, debe ‘borrar las huellas de su particularidad’ a
través de la institucionalización imaginaria de una jerarquía de identidades sociales, o
sea, que las significaciones sociales no se establecen a partir de la relación de un
sujeto con un objeto empírico (literalidad última), sino a partir de la interacción de los
distintos discursos sociales en el marco de la competencia hegemónica. En
consecuencia, el poder se manifiesta como un procedimiento que institucionaliza
identidades colectivas, las cuales son puestas en duda por la propia división social
(principio de exterioridad) que las constituye.
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22-Panelista: Persona, personalidad, personalismo. Para una crítica del derecho
Alejandra González (Universidad del Salvador – Universidad de Buenos Aires)
alejandra.adela.gonzalez@gmail.com
Este trabajo presenta una línea de ruta para el análisis del sentido y alcance de las
categorías de poder y política. El recorrido se focaliza en un corpus de autores
pertenecientes a diversas tradiciones pero que comparten una posición crítica
respecto del pensamiento moderno racional ilustrado. Particularmente se hará
hincapié en dos enfoques seleccionados por su potencialidad heurísticas y sus
implicancias teórico-prácticas para el campo del Trabajo Social. Nos referimos al
pensamiento post-estructural (tomando reflexiones de Foucault, Esposito y Laclau) y al
enfoque decolonial (a partir de aportes de Dussel, Mignolo y Quijano). Se
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contextualizará brevemente estos enfoques y se explicitarán algunas tensiones entre
ambos. Se presentarán consideraciones iniciales vinculadas al problema del poder y
política en los autores seleccionados. Se precisarán los aportes que estas reflexiones
brindan para la intervención en Trabajo Social, explicitando el potencial diferenciado
que ofrecen respecto de los enfoques asentados en el pensamiento moderno,
ilustrado y colonial. El objetivo entonces no es ofrecer un análisis conceptual
pormenorizado de la producción de estos autores sino trazar una cartografía posible,
claves para un viaje -otro, en el camino de una intervención en Trabajo Social, por los
territorios que nos esperan cruzando los bordes de la Modernidad.
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263
27-La vida amable: Sujetos y cuerpos que caminan, sujetos y cuerpos que
hablan. Política, representación, discurso, verdad
María Florencia López (Universidad Nacional de Córdoba)
mflorencia_lopez@hotmail.com
El presente trabajo tiene por objeto recuperar y analizar aquellos elementos que tenían
una existencia concreta en el marxismo de Lukács que lo hicieron tener una óptica
particular respecto a las dos características centrales del materialismo dialéctico: la
crítica epistemológico/política al conocimiento y la explicación burguesa atada a la
convicción de que solamente el proletariado era la única clase capaz de alcanzar una
conciencia verdadera.
Ante este planteamiento se imponen dos problemáticas: el riesgo de caer en
abstracciones metafísicas y la cuestión de que los obreros de su época no se veían a
sí mismos como proletarios.
Por consiguiente, el húngaro va a considerar la introducción de dos nociones
fundamentales: la de “conciencia empírica” y “conciencia imputada”, esto es, la brecha
entre lo que el obrero pensaba y aquello que pensaría si tuviese conciencia de su
posición objetiva.
A propósito de lo anterior, es importante resaltar que el Comité Central del Partido
Bolchevique, cuando corría el año 1931, estableció un decreto por el cual abolió la
libertad de disentir o cuestionar el relato oficial acerca del materialismo histórico.
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El presente trabajo tiene como objetivo evaluar los aportes que ha realizado la teoría
feminista a la teoría y práctica política de los llamados nuevos movimientos sociales,
en relación a la reflexión en torno a la experiencia como categoría de identificación
política. Para ello, se reconstruirá el debate entre una posición que recupera la
264
experiencia como fundamento de la identificación política feminista desde una
perspectiva teórica fenomenológica, presentada por Iris Marion Young y Linda Martin
Alcoff; y las académicas postestructuralistas, quienes enfatizan en el carácter
discursivo de la experiencia y el riesgo que constituye su uso frente a la posibilidad de
esencializar las identidades, como lo hacen Joan Scott y Judith Butler. Finalmente, se
abordará el concepto de universal contingente de Judith Butler, y el de equivalencia
democrática de Chantal Mouffe, como propuestas que permiten superar los conflictos
a los que conduce pensar la articulación de las identidades políticas a partir del
concepto de experiencia.
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El presente trabajo retoma las críticas que Adorno realizara a la “equívoca” concepción
de realismo defendida por Lukács. Sosteniendo “que las obras de arte indiferentes a
su `como´ contradicen su mismo concepto”, Adorno postula que sólo manteniendo su
autonomía, las obras de arte pueden conservar su contenido de verdad. Lejos de los
postulados del realismo socialista, el autor sostendrá que “el arte no conoce a la
realidad en tanto que la reproduce fotográficamente o de un modo “perspectivista",
sino en cuanto que expresa en virtud de su constitución autónoma lo que queda
velado por la figura empírica de la realidad.” Es por esto que Adorno hará una defensa
de las vanguardias, ya que es a partir de su estructura formal que las obras de arte
deben realizar sus críticas. Siguiendo esta línea, nos proponemos dar cuenta de las
relaciones que Adorno establece entre arte, conocimiento y praxis política.
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265
Desde el contexto de las neurociencias se han redefinido términos como plasticidad e
historicidad con el propósito de dar cuenta de las cualidades del cerebro humano. Una
de las descripciones más extendida en los diversos ámbitos de las neurociencias y de
los estudios neuroéticos da cuenta de que el cerebro es un órgano plástico, proyectivo
y narrativo. Sin embargo, advertimos inmediatamente que la definición y el alcance de
los términos que incluye, difieren de un planteo a otro y aún dentro de los mismos
enfoques.
El objetivo de este trabajo es exponer los conceptos de plasticidad e historicidad
comprendiendo dentro de este último las nociones de proyectividad y narratividad en
los planteos de Evers, Malabou y Ricoeur para observar continuidades y aspectos
complementarios entre las distintas propuestas. Y, justamente en estos aspectos
complementarios, se asienta la necesidad de un abordaje interdisciplinario respecto de
la cuestión del hombre y las posibilidades de su realización.
El trabajo busca hacer un recorrido por distintos temas filosóficos que se pueden ver
plasmados en algunos cuentos de Borges como:”La cierva de medio lado” o “Tlön
Urbaq y Orbis Tertius” haciendo foco en la teoría de lo hiperreal y la teoría del
simulacro de Jean Baudrillard. Además, se realiza una comparación entre el mundo
descripto por Berkeley en “Ensayo de una nueva teoría de la visión” y la vida que
Borges describe en Tlön (su lenguaje, su geometría, etc.). Sin olvidar, que Borges
intenta integrar el mundo de la ficción al mundo empírico y cuestiona la realidad, la
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ficción y el lenguaje debatiendo las ideas filosóficas tanto de los materialistas como de
los idealistas.
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En este trabajo nos proponemos presentar algunos casos de celebraciones que tienen
lugar en el calendario festivo del tradicionalismo, rememorando hechos históricos, con
el objetivo de analizar ciertos significados en relación a los procesos de integración
social.
Además de presentar el colectivo que organiza y desarrolla este tipo de eventos,
revisaremos algunos episodios de la vida social y política argentina del siglo XIX (las
fechas que se evocan están ubicadas temporalmente en ese siglo), que nos permiten
descifrar permanencias y transformaciones en la construcción de la memoria social.
Nuestro análisis retoma los planteos de Víctor Turner que postula que los actos de
representatividad, expresan para la mirada atenta valores y realidades. Al actuar se
revelan creencias, tramas conceptuales, formas de vida y expectativas culturales.
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Asistimos a una crisis del patriarcado. ¿Podemos pensar las novedades con las
categorías heredadas de ese modelo? Actualmente se multiplican singularidades y
subjetividades que parecerían no adaptarse a los parámetros con las que nuestro
pensamiento viene concibiendo el mundo. Lo que Foucault denomina “heteróclito”,
267
formas que se declinan siguiendo otras reglas. Entidades en constante mutación.
Devenir de subjetividades, modos sociales, familiares, amatorios y sexuales, en un
marco influido por el discurso científico asociado al mercado. Prácticas que suelen
dejarnos “sin palabras”. Heterotopías que, ante la dificultad para dar cuenta de ellas,
suelen ser calificadas como “rarezas”, incomprensibles, extrañas. Para hospedar al
extranjero (xénos), dice Derrida, es necesario tener puertas y ventanas. ¿Qué pasa si
ellas están obturadas?
La hipótesis de trabajo es que existen saberes arcaicos que dificultan el pensar estos
devenires. Tomando la epistemología ampliada que propone Esther Díaz,
abordaremos cuatro familias contemporáneas que desafían la semantización y
buscaremos los obstáculos epistemológicos que dificultan su abordaje; tanto los
presupuestos vinculados a la lógica de lo uno (historia interna de la investigación),
como los pertenecientes a la historia externa (circulación del poder en el ámbito de la
investigación y en el macrocontexto -mercado, mega corporaciones, axiomática
capitalista, biopoder, agenciamiento colectivo-).
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marco de cada forma de vida. A partir de aquí Ernesto Laclau continúa el camino
iniciado por Wittgenstein, ubicando el concepto de indecidibilidad en el centro de su
análisis de las relaciones sociales, del sujeto y la libertad. Porque el sujeto de la acción
política se construye a través de decisiones tomadas en el marco de una estructura
siempre incompleta, fallada o dislocada, que por lo tanto deja un espacio, aunque
mínimo, para la creación de sentidos no previstos por las el marco normativo en cada
caso vigente. De este modo, no sólo se logra recuperar un espacio de libertad para el
sujeto sino avanzar en la construcción de una filosofía de la ciencia que reformule los
vínculos entre descripción y prescripción, ciencias naturales y ciencias sociales,
racionalidad demostrativa y racionalidad deliberativa, entre otras varias dicotomías que
atraviesan la herencia epistemológica aún hoy hegemónica en numerosos espacios de
poder y de saber.
El punto de partida del presente trabajo será el poner en relación los aportes
antropológicos de Viveiros de Castro con la teoría agambeniana del “animal sabático”.
Si por un lado, esta última teoría se cuida de proponer una esencia para el ser del
hombre, según Vivieiros, no por eso logra romper con la tradición metafísica, pues
conserva las coordenadas clásicas de la relación hombre-animal. En este punto
podremos introducirnos en el perspectivismo amerindio y el multinaturalismo que
Viveiros plantea como la epistemología y la ontología de los pueblos de la selva
suramericana. Desde allí podremos hacer una evaluación de los supuestos de esta
teoría, principalmente de su uso del corpus deleuziano-guattariano. Desde esta
evaluación podremos plantear posibles críticas a este enfoque que pongan en cuestión
el rol de la productividad (en el pensamiento de deleuziano-guattariano) para llegar a
un posible rescate del “animal sabático” en el plano de la antropología política de
Pierre Clastres. Señalaremos que ciertas ideas fundamentales de este antropólogo
francés pueden entrar en consonancia, dentro del análisis antropológico, con las ideas
agambenianas a la vez que plantean fuertes críticas al productivismo, que en el
pensamiento de Viveiros, según consideramos, son un elemento altamente
problemático y ambiguo.
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concepción althusseriana de la ideología como modo de subjetivación de los
individuos, siendo este el sistema de representaciones sociales para configurar a los
hombres. Dicho sistema de representaciones imaginarias (ideológicas) ocultan el
carácter de clase de las condiciones materiales efectivamente existentes. Por último,
enmarcaremos la concepción de la ideología de Althusser desde la perspectiva crítica
de Terry Eagleton.
Este trabajo busca clarificar la crítica althusseriana al humanismo como un aporte
teórico fundamental dentro de la historia del marxismo occidental.
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“Queremos entender algo que ya está patente ante nuestros ojos” (IF 111). Tal es el
objetivo al que aspiramos cuando merodeamos por las Investigaciones Filosóficas de
Ludwig Wittgenstein: mirar lo que en ellas está escrito, mirar lo que allí Wittgenstein
muestra. A nuestro entender, la consigna principal de las Investigaciones Filosóficas
consiste en mirar y no pensar: mirar lo que pasa en el lenguaje sin pensarlo, sin
analizarlo y sobretodo, sin sobre interpretarlo a partir de lo que nos pasa con el
lenguaje.
Ciertamente Wittgenstein con las Investigaciones Filosóficas, nos coloca en una
situación sumamente incómoda: no dice nada, nada nuevo, nada que ya no sepamos,
pero a la vez nos muestra todo y ese todo aparece como algo nuevo.
Un sentimiento de impotencia y de ridiculez se apodera de uno: “¿Pero esto es así?”
“¡Lo mío no eran castillos en el aire!”
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Una duda, tal vez mejor, una certeza se hace presente: a fuerza de buscar lo oculto
hemos ocultado lo obvio. A modo de ejemplo: hemos ocultado que “una de las marcas
características de nuestro concepto de proposición es sonar a proposición” (IF 135) y
esto es algo realmente obvio.
El parágrafo 435 de las Investigaciones Filosóficas muestra esta mencionada
diferencia entre “lo que pasa” en el lenguaje y “lo que nos pasa” con el lenguaje:
- pregunta: “¿Cómo consigue la oración representar?”; respuesta posible:
“¿Acaso no lo sabés? Sin duda lo ves cuando la usas. Pues no hay nada
oculto.”
- Pregunta:” ¿Cómo lo consigue la oración?”; respuesta: “¿Acaso no lo sabés?
Pues no hay nada escondido.”
Pero ante esta respuesta:
“Sabés cómo lo consigue la oración, no hay nada oculto”, uno quiere replicar:
“Sí, pero todo fluye tan rápido, y quisiera verlo expuesto con más detalle.”
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Una vez más volvemos al terrible momento en que Deleuze descubre que el
sentimiento de vergüenza es uno de los temas más poderosos de la filosofía, y que
para librarnos de la abyección no nos queda más que devenir animal: gruñir, escarbar,
dar zarpazos, y notar que el propio pensamiento está más cerca de un animal
moribundo que de un hombre vivo.
Según Peter Sloterdijk, “el humanismo en tanto palabra y cosa, siempre tiene un
contra-qué, pues es el compromiso por el rescate del hombre de la barbarie.”
Es así que si hoy nos preguntamos por el futuro de la humanidad y los posibles
medios de humanización, es porque queremos saber si hay alguna esperanza de
dominar las actuales y siempre renovadas tendencias de salvajismo en el hombre.
Ya Martin Heidegger intentando salvar ciertos aspectos de esta inquietud, responde a
través de su correspondencia con un joven francés, Jean Beaufret, quien se
cuestionaba Comment redonner un sens au mot Humanisme? Para Heidegger habría
allí una intención de retener innecesariamente la palabra “humanismo”, ya que la
pregunta denota también la pérdida de su sentido. Sin embargo, en forma inmediata
muestra la pertinencia de volver sobre el enigma de la esencia humana, descartando
de cuajo la idea de “animal racional”, al tiempo que pregunta: “Qué puede domesticar
al hombre, si el Humanismo como escuela de la domesticación humana fracasa,…
cuando hasta ahora todos sus esfuerzos de auto domesticación, sólo han llevado a
una toma de poder sobre todo lo que es? Es cierto, como dice Sloterdijk, el hombre
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fracasó como animal por lo que se ganó el mundo en sentido ontológico, y hoy
podemos afirmar que nuestro concepto de antropología está sustentado en el giro
indisoluble de ser-en-el-mundo del hombre que acuñara Heidegger.
Pero lamentablemente, en esta emergencia se disparan reflexiones sobre si hay una
preeminencia del poder sobre la violencia y la dominación, tal como las planteara
Hannah Arendt, quien habría enfrentado un enigma similar al de La Boétie, un poder
que no depende sino de su misma naturaleza, y una falta de poder, una impotencia,
que también sería relativa a este poder.
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tradición antropológica la que sostiene la fuerza emancipadora de las praxis ético-
políticas de liberación. Ella busca, primariamente, articular su discursividad filosófica
desde las víctimas históricas, desde aquellos que han “perdido” ante la expansión de
los fuertes. Intentaremos mostrar, sintéticamente, cómo la antropología de la liberación
comprende al proceso de subjetivación desde la crítica histórica, la responsabilidad
con las víctimas y la unidad ético-política del ser humano como sujeto libre, situado y
concernido por el sufrimiento humano.
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