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Revista Realidad 119, 2009

Ética y neurociencias. Una relación


necesitada de clarificaciones
Carlos Beorlegui
Universidad de Deusto

Este artículo apareció originalmen-


te en la revista Letras de Deusto, de la
Universidad de Deusto, volumen 38, nº
119, abril-junio de 2008. Agradecemos
a los editores de dicha publicación su
gentileza al permitirnos su publicación
en Realidad
RESUMEN: Si durante el siglo XX la
genética ha sido la ciencia estrella por an-
tonomasia, no es muy arriesgado afirmar
que durante este siglo XXI recién iniciado,
las ciencias del cerebro (neurociencias)
tienen la pretensión de convertirse en las
ciencias del futuro, encargadas de desen-
trañar el más importante continente toda-
vía por explorar, el cerebro. Este artículo
se orienta a analizar la relación entre las
neurociencias y la ética. Se trata de un tema de enorme trascendencia,
dada la importancia de la ética para el ser humano, pero también por
constituir un tema clave dadas sus consecuencias en el campo epistemo-
lógico e ideológico.
ABSTRACT: If during 20th century genetics turned into the “star-
science” par excellence, it is not a risk to state that, in the current century,
neurosciences have the pretension to turn into the sciences of the future,
aimed to decipher the most important continent to explore: The human
brain. This paper analyses the relations between neurosciences and ethics.
It is very transcendental issue, given the importance of ethics for human
being but also given its epistemological and ideological consequences.

Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones


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1. Introducción

S
i durante el siglo XX, sobre
todo en su segunda mitad,
podemos decir que la genética
ha sido una de las ciencias estrella,
si no la ciencia estrella por antono-
masia, no es muy arriesgado afirmar
que durante este siglo XXI recién
iniciado, las ciencias del cerebro
(neurociencias) tienen la pretensión
de convertirse en las ciencias del
futuro, encargadas de desentrañar
el más importante continente toda- La mayoría de los estudiosos
vía por explorar, el cerebro. Así lo del cerebro, y sobre todo los que
afirma, entre otros, Francisco Mora, se dedican a la divulgación de estos
al indicar que el siglo XXI “será el conocimientos2, insisten en las fuer-
siglo de la Biología de la Mente, un tes consecuencias que supondrán
fenómeno análogo al que constituyó para todos los ámbitos intelectua-
la Biología del Gen en el siglo XX”1. les, y para la comprensión de la
El empeño titánico del ser huma- auténtica naturaleza humana, estos
no ha ido consiguiendo descifrar avances en los diversos campos de
los grandes secretos del universo, las neurociencias. Y consideran, por
desde la gran explosión inicial (Big ello, que se dará una auténtica re-
Bang) hasta los últimos recovecos y volución, un cambio de paradigma,
componentes de la materia, desde y la ocasión y el medio de superar
la teoría de la relatividad hasta la la ruptura entre las dos culturas de
mecánica cuántica, pero todavía se la que habló C. P. Snow3, y en la
mantiene un continente inexplora- que se apoya la propuesta de John
do y apenas conocido: el cerebro Brockman de una tercera cultura4.
humano. Y no se trata de un terreno No me voy a detener en re-
baladí o de segunda importancia, flexiones generales sobre estos te-
sino que representa la realidad más mas tan apasionantes, sino que mis
compleja de todas las que han apa- reflexiones se orientarán a analizar
recido en nuestro universo conoci- la relación entre las neurociencias
do, la única, además, que constitu- y la ética. Se trata de un tema de
ye la sede de la conciencia de todo enorme trascendencia, dada la im-
lo que hay y también de sí misma, portancia de la ética para el ser hu-
soporte por ello de los rasgos más mano, pero también por constituir
específicos de la realidad humana un tema clave dadas sus consecuen-
(conciencia, inteligencia, lenguaje, cias en el campo epistemológico
libertad, etc.). (relación entre los enfoques cien-

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tíficos y filosóficos), antropológico la relación y diferencia entre el en-

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(dualismo, reduccionismo o teorías foque científico y el filosófico, y las
intermedias; relación genética-am- diversas posturas que se dan en este
biente, etc.) e ideológico (enfoques campo, para establecer a continua-
educativos y sociales). ción las reglas de juego que deben
conjugar la relación entre la ética y
Comenzaremos por acercar- la biología como paso previo para
nos al problema desde el punto de establecer una relación similar entre
vista epistemológico, delimitando la ética y las neurociencias.

2. Ética y neurociencias: una relación inevitable


pero compleja

E
l hecho evidente de que el complejidad tiene que, en primer
cerebro es la base y apoyo lugar, plantearse correctamente
fisiológico de la mente huma- tal relación, para que, en segundo
na ha llevado a los estudiosos, en lugar, las propuestas que se pre-
su empeño por determinar la base senten puedan ser convincentes y
cerebral de cada una de las facetas fructíferas.
intelectuales del ser humano, a in- Como ya hemos apuntado con
tentar dibujar un mapa cerebral en anterioridad, la relación entre la
el que estarían situadas cada una ética y las neurociencias tiene una
de dichas facultades. Así se hizo ya directa relación y un apoyo necesa-
en el siglo XIX con la frenología5, rio en un correspondiente modelo
y se sigue con empeños renova- antropológico, según el modo como
dos en la actualidad. Con ello se se plantee el tema de la mente y se
trataría de encontrar los correlatos trate desde ahí de resolver el deno-
neuronales o cerebrales de todas minado problema de las relaciones
los procesos conductuales del ser mente-cuerpo.
humano, tanto de los vegetativos y
Es evidente que no es lo mismo
sensitivos como de los intelectuales
la respuesta que puede dar a este
(pensar, hablar, creer, etc.). Así, se
problema un dualista que un reduc-
están popularizando hoy día los
cionista extremo que un funcionalis-
conceptos de neurocultura, neuro-
ta o que un emergentista7. Está claro
filosofía, neuroética, neuroestética,
que la capacidad ética del ser hu-
neuroreligión6, etc.
mano, lo mismo que otras capacida-
Nos vamos a centrar aquí en el des como la lingüística, la filosófica,
ámbito de la neuroética, o de las estética, religiosa, etc., dependen y
relaciones entre cerebro y ética. se apoyan en su cerebro. Es decir,
Se trata de una relación provecho- los seres humanos somos éticos,
sa, necesaria, pero que dada su estéticos, hablamos, filosofamos

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y somos sujetos religiosos porque las neurociencias, como ciencias in-
somos cuerpos, y poseemos un cere- cipientes, sino al modo como se in-
bro, fruto de un largo y apasionante terpretan sus aportaciones, esto es,
proceso evolutivo, en diálogo con el a su estatus epistemológico. En este
entorno natural y cultural que nos ha punto es donde queremos insistir y
dotado de tales capacidades. Por tan- tratar de aportar algo de claridad.
to, es lógico pensar que hay un ám-
Considero fundamental hacer
bito determinado del cerebro que, al
ver que cualquier planteamiento
igual que se encarga de controlar la
clarificador en este campo está re-
digestión, el latido cardíaco y la fun-
lacionado y debe ser situado en un
ción respiratoria, entre otras muchas
horizonte donde se explicite nuestra
actividades, se encargue también de
teoría de la mente (entre reduccio-
las otras capacidades superiores a las
nismos materialistas y emergentis-
que hemos hecho referencia.
mos), la solución que adoptemos
Pero, dicho esto, no está tan entre las diversas posturas reducio-
claro cómo se encarga el cerebro de nistas, emergentistas y dualistas,
controlar tales funciones, y si hay y los modelos antropológicos en
diferencias entre el modo de causar definitiva que adoptemos y defen-
las funciones sensitivas y emociona- damos. Nuestros planteamientos en
les, por un lado, y las intelectuales estos terrenos los vamos a ir expli-
y volitivas, por otro. Y esta oscuri- citando a lo largo de este artículo,
dad no solo hace referencia a las sin tener que detenernos demasiado
carencias o limitaciones actuales de a plantearlos en toda su amplitud.

3. Entre los reduccionismos materialistas y los


emergentismos sistémicos

L
a concepción dinámica de la saberes científicos se han ido encar-
realidad8 nos lleva a recono- gando del estudio y análisis de cada
cer que todo el universo esta uno de estos ámbitos de realidad:
interrelacionado en su intrínseca la física, la química, la biología, la
capacidad dinámica de estar dando psicología, la sociología, la antropo-
de sí. De la materia inanimada ha logía, etc. Pero la tendencia general
ido surgiendo la vida, y esta se ha de las ciencias ha ido siempre en
ido complejificando en las diver- la dirección de unificar los saberes,
sas especies animales hasta hacer tratando de encontrar las leyes bási-
emerger la especie humana, según cas que nos descubran el funciona-
la cosmovisión científico-filosófica miento unificado del universo.
dominante en la actualidad, tras En ese sentido, se han dado
la teoría de la selección natural éxitos notables en este empeño
de Charles Darwin. Los diferentes reduccionista. Pero frente a esa

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orientación reduccionista, se ha al- mundo, y la tendencia a interpretar

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zado siempre la pretensión contraria niveles superiores de organización
que insiste en la imposibilidad de en términos de niveles inferiores”10.
reducir totalmente un nivel superior
Pero es necesario hacer una
de realidad a su nivel inferior. En el
clarificación entre los diferentes
caso que nos ocupa, nos encontra-
tipos de reduccionismos, y vamos
mos con la cuestión de si se puede
a hacerlo de la mano de Francisco
reducir totalmente la biología a la
J. Ayala, autor que en varios mo-
física, y la psicología, o ámbito de
mentos se ha dedicado a aportar
lo mental, a la biología.
claridad a este intrincado tema, y
W. H. Thorpe, citando a Carl organizador de una conocida con-
Pantin, considera que existen dos ferencia de científicos y filósofos
tipos de ciencias: las restringidas, de diversas tendencias para tratar
entre las que estaría sobre todo de acercar posiciones entre ellos11.
la física, cuya característica es no A los diversos reduccionismos hay
parecer necesitar conceptos y mé- que situarlos, según Ayala, en tres
todos de otras ciencias, sino que se niveles diferentes: el ontológico, el
bastan con los correspondientes a metodológico, y el epistemológico.
la propia ciencia; y las ciencias no
a) En el nivel ontológico, la
restringidas son las que necesitan
cuestión que se plantea es si todo
continuar las explicaciones y des-
se reduce en último término a la
cripciones de sus problemas en el
materia física, como última reali-
campo de cualquier otra ciencia.
dad, y, por tanto, en dilucidar “si los
En ese sentido, Thorpe observa que
procesos y entidades fisicoquímicos
“existe una gran tendencia entre los
son la base de todos los fenómenos
biólogos a considerar este proceso
vivientes”12.
de búsqueda de explicaciones físi-
cas como la parte más importante En épocas pasadas, los vitalistas
de su trabajo, y, por lo tanto, a ser eran los principales opositores al
irresistiblemente reduccionistas en reduccionismo ontológico desde
sus métodos y puntos de vista”9. posturas dualistas, al postular la
Siguiendo esta dinámica, la tenden- existencia de una entidad inmate-
cia reduccionista en las ciencias se rial (entelequia, fuerza vital, élan
orienta a desmenuzar la realidad vital...) como causa de los procesos
en sus diferentes partes, tratando vitales y de las diferencias entre los
de explicarlo todo en términos de seres vivos y los inanimados. Hoy
átomos y partículas elementales. día, pocos defienden estas tesis,
De ahí que la definición moderna y los biólogos entienden que las
de reduccionismo, como indica leyes de la física y de la química se
I. Barbour, sea el intento de “atri- aplica plenamente a los procesos
buir exclusivamente realidad a los biológicos en el nivel de los átomos
constituyentes más pequeños del y de las moléculas. Otra cosa es

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defender que un ser vivo se explica ámbitos de lo biológico pueden ser
totalmente desde las leyes físico- explicados desde el nivel molecular
químicas. o atómico13. El problema es si esa
explicación agota totalmente la
b) El nivel metodológico hace
realidad de lo biológico.
referencia a la estrategia de investi-
gación o de adquisición del conoci- c) En el ámbito epistemológico
miento en un campo determinado. se discute sobre las teorías explica-
Desde este punto de vista, se nos tivas utilizadas para dar cuenta de
plantean dos estrategias: o bien bus- los diversos niveles de realidad; es
car siempre las explicaciones de los decir: “La cuestión general —indica
procesos fundamentales desde los Ayala— radica en si las teorías y
niveles inferiores de complejidad, leyes experimentales formuladas
o hacerlo desde el horizonte del en un campo de la ciencia pueden
estudio de niveles de organización considerarse casos especiales de
del tipo que sean. Esto es funda- teorías y leyes formuladas en algún
mental para la cuestión de si hay otro campo científico. Si tal es el
que reducir o no lo biológico a sus caso, se dice que la primera rama
bases físico-químicas. La primera de la ciencia ha sido reducida a
opción la siguen los reduccionistas la segunda”14. Este sería el ámbito
exagerados, para quienes las úni- donde normalmente se producen la
cas explicaciones válidas de una mayoría de las discusiones filosófi-
realidad biológica son las que se cas sobre el reduccionismo.
consiguen investigando los procesos Si echamos un vistazo a la his-
físico-químicos fundamentales. En toria de las diversas ciencias, adver-
cambio, para los antirreduccionis- tiremos que el objetivo general de
tas exagerados, tales explicaciones todas ellas se ha orientado siempre
son insuficientes e, incluso, no en la línea de la unificación o sim-
pertenecerían al ámbito de lo bio- plificación de los saberes, tratando
lógico, sino que tiene que recurrirse de reducir una rama de la ciencia o
al nivel específico de la biología, una ciencia entera a otra más bási-
consistente en el nuevo modo de ca. Esta tendencia constituyó el nú-
organización o sistematización cleo central del programa filosófico
de la realidad, aparecido con la del neopositivismo lógico del Cír-
emergencia de la vida. En opinión culo de Viena15. Así, una gran parte
de Ayala, en este punto se dan al- de la química ha sido reducida a la
gunos malentendidos que conviene física, y muchas partes de la biolo-
aclarar, puesto que la mayoría de gía han sido reducidas a la química
los biólogos admiten la emergencia y la física desde la orientación de
de nuevas sistematizaciones o com- la biología molecular y la genética.
plejidades en el ámbito de la vida. Pero, como hace observar Ayala,
Pero rechazan el antirreduccionismo “ninguna de estas y otras reduc-
exagerado, aceptando que muchos ciones han resultado ser un éxito

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rotundo; en cada caso ha quedado pués de que captamos totalidades

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un residuo no resuelto (véase K. R. es cuando vamos hacia el análisis
Popper, “La reducción científica y de esas estructuras para desentrañar
la incompletitud esencial de toda los diferentes elementos o partes de
ciencia”). De todas formas, estas las estructuras. En consecuencia,
reducciones constituyen uno de los “el análisis no sólo es engañoso,
logros más notables de la ciencia”16. o aún peor, sin una síntesis previa;
Por tanto, advertimos en este también carece de significado y es
problema del reduccionismo la a veces extremadamente peligroso
necesidad de conjugar dos ámbitos si no va seguido de síntesis, o por
o aspectos complementarios: una lo menos de períodos recurrentes
mirada analítica, que mira hacia la de ella”18.
descomposición de una realidad en Dentro de una visión evolutiva
sus partes; y otra sintética, orientada de todo el universo, el modo más
a estudiar las características de las adecuado y completo de entender
sistematizaciones o estructuras con la realidad es, pues, analizarla
que se va organizando la realidad. desde una visión que conjugue
El error y la limitación que W. H. complementariamente análisis y sín-
Thorpe advierte en la tendencia tesis, necesitándose tanto el trabajo
reduccionista exagerada consiste de descomposición de un todo en
en no darse cuenta de que todo sus partes como el de advertir las
proceso de análisis, aunque valioso leyes específicas de los diferentes
y necesario, tiene que completarse sistemas y estructuras que han ido
siempre con el movimiento de sínte- emergiendo a lo largo del proceso
sis. Por lo demás, el movimiento de dinámico y evolutivo. Nos topamos,
análisis, propio del reduccionismo, pues, con el concepto y la idea de
es una abstracción, y, por tanto, es emergencia, que tiene que verse
una visión limitada en la medida en como complementaria a la visión
que “es él mismo una abstracción analítica y reductiva. Thorpe, recu-
de una realidad más compleja y rriendo a Broad, define emergencia
elaborada, y, en este sentido, el tér- como “la teoría de que el compor-
mino “ciencias restringidas” resulta tamiento característico del conjunto
adecuado”17. De hecho, la misma no podría, incluso teóricamente,
física, como indicó ya B. Russel, deducirse del conocimiento más
necesita de las matemáticas para completo del comportamiento de
poder entenderse. sus componentes, tomados por se-
Pero la razón más convincente parado o en otras combinaciones,
de Thorpe a favor de la necesidad y de sus proporciones y disposi-
de la síntesis es que nuestros sen- ciones en este conjunto”19. Según
tidos perceptivos están diseñados este modo de ver las cosas, hay
para captar síntesis, sistemas, formas que distinguir en todo sistema o
(Gestalten), estructuras. Y sólo des- estructura dos niveles de realidad: la

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correspondiente a las partes y la del diciones de derivabilidad y de co-
todo, necesitándose saber cómo se nectibilidad20. La primera afirma que
comportan las partes al margen del “para llevar a cabo la reducción de
sistema, y bajo qué ley o leyes se una rama de la ciencia a otra, debe
han unido dichas partes para formar demostrarse que todas las teorías y
un sistema nuevo. leyes experimentales de la primera
son consecuencias lógicas de los he-
Teniendo en cuenta estas dis- chos teóricos de la segunda”21. Por
tinciones, se suele hacer referencia su parte, el principio de conectibili-
a la propuesta de Nagel con sus dos dad indica y manda que “todos los
condiciones necesarias y suficientes términos técnicos de la ciencia que
para poder considerar que el proce- quiere reducirse sean definidos otra
so de reducción epistemológica es vez usando términos de la ciencia a
correcta. Nagel las denominó con- que se reduce la primera”22.

4. El problema del reduccionismo en biología

Y
según estas dos leyes o condi- las dos posturas extremas dentro del
ciones, en la situación actual programa reduccionista: los vitalistas
de la ciencia, es evidente o dualistas, por un lado, y los reduc-
que la biología, aunque pueda ser cionistas extremos o exagerados,
reducida en algunos de sus aspectos por otro. Ayala entiende que entre
a la física y la química, no lo puede ellas se dan dos posturas interme-
ser en todos sus aspectos. Podría de- dias, consecuencia de moderar un
fenderse que, de momento, esto no tanto las dos posturas extremas. La
es posible, pero que se conseguirá primera defiende que, aunque no
en algún momento del futuro. Pero sea posible alcanzar el ideal reduc-
también puede defenderse que, por cionista en el estado actual de la
principio, siempre quedará un resto ciencia, podría serlo en el futuro. Y
de la biología que resulta imposible la otra defiende que esa reducción
de reducir a leyes físico-químicas. es imposible por principio, puesto
Así lo sostiene en varios de sus que, como ya hemos señalado, los
trabajos el propio F. J. Ayala, en la organismos vivos no son mera agre-
medida en que entiende que una de gación de átomos y moléculas, ni de
las cualidades que caracterizan a los órganos y tejidos, sino que son con-
seres vivos es la presencia en ellos juntos que forman todos, sistemas,
de actos teleológicos23. estructuras, que poseen sus leyes
específicas, y no puede reducirse
4.1. Diversos tipos de teleologías
su explicación al estudio del mero
Ya hemos hecho referencia a comportamiento de sus partes.

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Ayala se inclina hacia esta de la ciencia moderna, siendo visto

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última postura, pero distancián- por muchos como “una señal de
dose un tanto también de ella. Su superstición” no sometible a verifi-
discrepancia se concreta en que su cación empírica y como un resto de
planteamiento, y también el de la “una era precientífica”25. Pero esto
otra postura, se basa en presupues- se debe a que se piensa que una
tos metafísicos que no pueden de- acción teleológica está causada por
mostrarse desde la ciencia, y sobre un agente externo y no inmanente
todo en que el nivel de reflexión en al propio organismo. Precisamente
el que hay que situar el problema uno de los logros de la teoría de la
es en el epistemológico, no en el selección natural de Darwin como
ontológico. Es decir: “La cuestión motor de la evolución consistió en
de la reducción —según Ayala— es sustituir en el ámbito de la biología
si las proposiciones que conciernen una teleología teológica o dualista
a los organismos pueden derivarse por otra de tipo científico. “La teleo-
lógicamente de las leyes fisicoquí- logía de la naturaleza se podría ex-
micas y no si las propiedades de plicar ahora, al menos en principio,
los organismos pueden explicarse como resultado de leyes naturales
como resultado de las propiedades que se manifiestan en procesos
de sus componentes físicos”24. Por naturales, sin recurrir a un Creador
eso, para Ayala, la cuestión del externo o a fuerzas espirituales o in-
reduccionismo tiene que ceñirse a materiales. En este punto la biología
la situación actual de la ciencia, y maduró como ciencia”26.
no tanto a si en el futuro podrá o
no conseguirse una reducción total, Por tanto, si en el ámbito de
puesto que no se puede resolver esa las acciones humanas advertimos
cuestión de modo empírico. una estructura teleológica en la que
interviene un agente autoconsciente
Partiendo, pues, de este enfo- y con racionalidad prospectiva y
que, Ayala entiende y defiende que
anticipadora, no ocurre lo mismo
los organismos biológicos se mue-
en el ámbito de los fenómenos bio-
ven con patrones de explicación
lógicos, teniendo que diferenciar
teleológicos que no existen en el
modos de entender la teleología.
ámbito de lo inanimado, y que no Todos los movimientos teleológicos
pueden explicarse desde el punto tienen en común ser “acciones, ob-
de vista de las leyes fisicoquímicas jetos o procesos que exhiben una
sin que se pierda en el camino al- orientación hacia cierto objetivo o
gún contenido explicativo.
estado final”27. En función de ello,
Para poder sostener estas afir- es fundamental que “el objeto o
maciones, tenemos que definir antes proceso contribuya a la existencia
el concepto de teleología. Ayala de un cierto estado o propiedad del
es consciente de que este término sistema”28. Por eso se puede hablar
“está desacreditado” en el entorno de teleología en el funcionamiento

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de un riñón, y no tanto en los mo- de desarrollo. Los organismos
vimientos de un planeta o en una que poseen la primera tienen
reacción química. capacidad de mantener esta-
bles ciertos estados fisiológicos.
Es fundamental, para aclarar
En cambio, la homeostasis de
conceptos, distinguir entre tres tipos
desarrollo es la capacidad de
de fenómenos teleológicos, en fun-
“regulación de las diferentes
ción, como indica Ayala, de la rela-
rutas que un organismo puede
ción que se da entre la estructura o
seguir en su progreso de zigoto
el proceso y la propiedad o estado
a adulto”33. El proceso de gesta-
final. Siguiendo este criterio, Ayala
ción de los seres vivos pertene-
distingue tres tipos de teleologías29:
ce a este tipo de homeostasis,
1) Teleología consciente es aque- conformando un proceso bien
lla en la que “el estado final delimitado que atraviesa dife-
u objetivo es conscientemente rentes etapas orientadas hacia
anticipado por el agente” 30. un objetivo claro, pero sin que
Algunos utilizan el concepto de este proceso esté regido por
racionalidad prospectiva31 para una instancia externa cons-
referirse a este tipo de teleolo- ciente. También hay que situar
gía que se daría exclusivamente dentro de este tipo de procesos
en los seres humanos, y es posi- teleonómicos los sistemas me-
ble que de modo incipiente en cánicos fabricados técnicamen-
ciertos primates. Los negadores te por el ser humano, como un
de la existencia de procesos termostato, en la medida en
teleológicos en la biología po- que están constituidos con un
siblemente lo hacen debido a sistema de autorregulación a
que entienden este concepto en través de retroalimentación de
la acepción consciente. la información.
2) Teología de sistemas autorregu- 3) Un tercer tipo de teleología
lados o teleonómicos, cuando es la propia de los órganos o
se da un “mecanismo que per- partes del cuerpo de los seres
mite al sistema alcanzar o man- vivos, como la mano, el sistema
tener una propiedad específica circulatorio o respiratorio, etc.
a pesar de las fluctuaciones Todos ellos son ejemplos de
del entorno”32. Un ejemplo de “estructuras anatómica y fisio-
estos sistemas es la capacidad lógicamente constituidos para
homeostática de los mamíferos realizar una cierta función”34.
para mantener fija la tempe- Al igual que los órganos fisio-
ratura corporal. Es interesante lógicos, también pertenecen a
hacer ver, por lo demás, que los este tipo de teleología las herra-
biólogos distinguen dos tipos mientas y artefactos construidos
de homeostasis: fisiológica y por los seres humanos, en la

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medida en que están confor- teleológico en un sentido causal. La

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mados de un modo determina- selección natural no es una entidad
do para realizar una función. sino un proceso puramente mecani-
Como puede verse, la distinción cista. Pero se puede decir que la se-
entre estos dos últimos tipos de lección natural es teleológica en el
teleología es un tanto difusa, sentido de que produce y mantiene
porque también el tercer tipo órganos y mecanismos dirigidos ha-
puede y suele tener ciertas ca- cia un fin, cuando las funciones que
pacidades de autorregulación y ejercen contribuyen a la eficiencia
retroalimentación. reproductiva del organismo”36. Pero
Si en el ámbito de los organis- no puede decirse que la selección
mos vivos no se da teleología cons- natural sea teleológica en el sentido
ciente, está claro que el resto de de que se oriente a la producción
estructuras teleológicas y homeos- de determinados y específicos or-
tasis son resultado del proceso de ganismos o especies. En ese sentido,
adaptación al ambiente (selección la selección natural es mecanicista
natural). Son acomodaciones que y oportunista. Y el resultado final
se justifican en función de la contri- de una especie puede ser tanto la
bución al proceso de reproducción adaptación exitosa como la extin-
de la especie. Pero son procesos ción. La tendencia de la selección
mecanicistas e impersonales, con natural es dotar a los organismos de
racionalidad retrospectiva, no pros- mecanismos eficientes de cara a la
pectiva. Desde este punto de vista, supervivencia, pero no realiza esta
también se puede hablar de dos tendencia de modo consciente37.
niveles de teleología: específica y Ese estado final es causalmente y
genérica. El dinamismo finalístico temporalmente posterior (racionali-
específico es el que permite relacio- dad retrospectiva).
nar el carácter o modo de ser de un
organismo, o parte del mismo, con De todos modos, una prueba
la función que desempeña. Pero el de la complejidad del fenómeno
fin genérico y último perseguido por teleológico es que se pueden ha-
todos los caracteres y sus funciones cer múltiples clasificaciones, en
es el éxito reproductivo. Por tanto, función de los múltiples puntos de
desde este punto de vista, “la fuente vista desde los que se examina. Si
última de explicación en biología es la clasificación anterior la hacía
el principio de selección natural”35. Ayala desde la relación entre “el
Pero, como Ayala precisa, la se- objeto o mecanismo y la función o
lección natural puede considerarse propiedad a la que sirve”, él mismo
tanto como un proceso teleológico realiza otra clasificación comple-
como también lo contrario. Es decir, mentaria, “atendiendo al proceso
por un lado, “la selección natural o agencia que da origen al sistema
puede decirse que es un fenómeno teleológico”38. Desde este segundo

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punto de vista, se puede hablar de selección natural, como es el éxito
teleología interna y externa. Otro reproductivo.
modo de nombrarlas es, respectiva- En conclusión, “el uso de las
mente, teleología natural y artificial. explicaciones en biología no es sólo
La primera es la propia de los orga- aceptable sino, de hecho, indispen-
nismos vivos y sus caracteres, y la sable. Los organismos son sistemas
segunda, la de las herramientas y organizados de forma dirigida”40. Y
servomecanismos humanos. ante la objeción de algunos auto-
4.2. La teleología como rasgo espe- res, que no ven demasiada claridad
cífico de la biología entre sistemas teleológicos y los
que no lo son, Ayala propone como
Y centrándonos de nuevo en distinción entre ambos procesos el
el tema del reduccionismo en bio- criterio de utilidad, aplicable tanto
logía, tenemos que preguntarnos para los casos de finalidad externa
si estos procesos teleológicos se como interna. En el segundo caso,
pueden explicar desde la base de un sistema será teleológico “si el
los procesos fisicoquímicos. Parece carácter es de utilidad para el siste-
evidente para Ayala que, aunque ma en el que existe y si tal utilidad
“las explicaciones teleológicas son explica la presencia del carácter en
totalmente compatibles con las con-
el sistema”41, contribuyendo de ese
sideraciones causales”, en realidad
modo a su adaptabilidad y al éxito
“la explicación teleológica connota
reproductivo. Si nos referimos a la
algo más que su equivalente no
finalidad externa, diremos que la uti-
teleológica”39, de modo que no se
lidad se comprueba y refiere al autor
cumplen las dos condiciones de
del sistema, en este caso, las herra-
Nagel para que se dé un proceso
mientas y artefactos creados por los
correcto de reducción de una cien-
seres humanos: los artefactos son
cia a otra. Y ello es así porque un
como son porque sirven y son útiles
proceso teleológico está organizado
para realizar determinados fines.
para que persiga un fin, cosa que no
Así, “el criterio de utilidad introdu-
se da en el ámbito de las relaciones
ce una objetividad necesaria en la
meramente causales, en el ámbito
determinación de qué mecanismos
de la fisicoquímica. Además, las ex-
biológicos son dirigidos a un fin”42.
plicaciones teleológicas muestran la
presencia de funciones específicas Eso no significa que todos los
en el sistema y de una organización caracteres de un organismo vivo
directora del mismo. Así, la forma tengan utilidad (como a veces se ha
de ser del corazón está en función defendido por algunos darwinistas),
de bombear la sangre. Y, en último pero también se han dado casos
término, como ya vimos con ante- en que determinados caracteres
rioridad, la relación entre finalidad que no han sido adaptativos en el
y medios está al servicio de una origen, pueden reconvertirse poste-
finalidad más genérica, fruto de la riormente en útiles43. Esta es la idea

48 Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones


que defiende Fr. Jacob al decir que explicaciones propias de las leyes

Revista Realidad 119, 2009


la evolución se parece a un sistema fisicoquímicas. Así, “las explicacio-
de bricolage, en la medida en que nes teleológicas, por tanto, diferen-
no actúa de modo consciente y cian a la biología del resto de las
con racionalidad prospectiva, sino ciencias naturales”45.
de modo chapucero a posteriori,
Todos los argumentos que
acomodando lo que tiene para sacar
hemos utilizado sobre el supuesto
de las cosas su mejor rendimiento44.
reduccionismo de la biología a la
En conclusión, así como los física podemos acomodarlos a los
sistemas biológicos no pueden ex- intentos de reducción de lo psico-
plicarse del todo sin la referencia lógico, lo mental y lo cultural a la
a la teleología, y de hecho son los biología, o a la genética, aspecto
únicos sistemas que tienen teleolo- en el que nos vamos a detener en
gía interna, no sirve por el contrario el apartado siguiente. No analizare-
la teleología en el ámbito de la físi- mos propiamente la relación entre
ca y la química. Por ello, desde este biología y cultura, en general, sino
punto de vista tan fundamental, es que nos ceñiremos a la relación en-
inadecuado defender que el ámbito tre la biología y un aspecto básico
de la biología se pueda reducir a de la cultura como es la ética.

5. Ética y estructura genética

L
a reflexión sobre esta relación sus reflexiones a interpretar los
nos va a servir de paradigma organismos vivos en función de su
para el que constituye el cen- utilidad al servicio de la adaptación
tro de este trabajo, la relación entre y del éxito reproductivo. Esta lógica
ética y neurociencias. Se trata de un es evidente, en todas las especies
tema de gran importancia y que ha animales y también en el ámbito de
sido objeto de múltiples reflexiones la especie humana, en relación con
y disputas en décadas anteriores46. Y los rasgos fenotípicos de tipo morfo-
aunque ambas relaciones (ética-bio- lógico y fisiológico, pero resulta ya
logía y ética-neurociencias) tienen más problemático si nos referimos
contenidos específicos, el marco a los rasgos y características men-
filosófico desde el que hay que con- tales y culturales. En este punto nos
templarlas viene a ser básicamente volvemos a encontrar las mismas
el mismo, como vamos a ver. posturas que hemos indicado en la
temática reduccionista anterior. Por
5.1 Una distinción clarificadora
un lado, se encuentran los reduc-
La tendencia de los plantea- cionistas extremos, que consideran
mientos evolucionistas basados en que, al igual que ocurre en el resto
la selección natural ha orientado de las especies vivas, también en

Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones 49


Revista Realidad 119, 2009
la especie humana hay una directa presentar, de la mano de F. J. Ayala,
y total dependencia de la cultura el marco donde hay que situar el
respecto a sus bases genéticas. En problema, para después criticar des-
el extremo contrario, se hallarían de él las posturas sociobiológicas y
las posturas dualistas o culturalistas otras similares.
extremas, que separan totalmente
Ayala se ha detenido desde
el ámbito cultural del biológico-ge-
hace tiempo en iluminar este pro-
nético, de forma que este segundo
blema en varios de sus trabajos
ámbito sería el fruto del espíritu o
escritos 51, manteniendo siempre
del alma, sustancia autónoma que
el mismo esquema clarificador. La
interactúa extrínsecamente con la
confusión que se da en algunos en
base corpórea. En medio se sitúan
relación a este tema proviene del
quienes defienden la relación entre
hecho de que la ética es un atribu-
la biología y la cultura, pero sin que
to que aparece como dotación de
eso suponga la subordinación total
todos los seres humanos normales,
de ésta respecto de aquella47.
y solo en ellos52. Por tanto, al igual
Con el auge de las investiga- que la capacidad lingüística y otros
ciones etológicas de la mano de K. atributos culturales similares, no
Lorenz y del resto de pioneros48, y puede negarse que pertenece a la
posteriormente desde la sociobiolo- dotación genética de la especie hu-
gía49, se ha ido acentuando la toma mana, a su naturaleza biológica. Pa-
de conciencia de las similitudes recería, pues, que la ética y demás
conductuales entre los primates y realidades culturales dependen de
los seres humanos, hasta llegar a la biología, con lo que estaría justi-
ponerse en duda o a negar explí- ficado defender que las leyes bioló-
citamente la diferencia cualitativa gicas marcan el ordenamiento ético
y de grado entre ambas. De modo y cultural. Pero las cosas son más
que muchos programas de investiga- complejas, y conviene establecer
ción se encaminan a mostrar la dife- claridad y orden en este problema.
rencia meramente cuantitativa entre
Ayala entiende que, si no se
la conducta y la teoría de la mente
quieren mezclar los términos para
entre simios y seres humanos50. Si
poder salir de la confusión, tenemos
esto fuera cierto y consistente, se
que distinguir entre la capacidad
pondría en entredicho la especifici-
moral y los códigos morales, esto
dad de la cultura humana, y, dentro
es, la racionalidad interna de la
de ella, la autonomía de la ética.
ética53. La cuestión es, por tanto,
Por eso, conviene dejar claro si la ética depende de los genes,
cómo hay que plantear el problema de la dotación genética. Tenemos
y ver cómo hay que relacionar co- que desglosar la respuesta en dos:
rrectamente lo biológico y lo ético si nos referimos a la capacidad
(como un aspecto más dentro del ética, las respuesta es afirmativa,
continente de la cultura). Vamos a pero, si nos referimos a los códigos

50 Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones


morales, la respuesta es negativa. dad ética, como dotación genética

Revista Realidad 119, 2009


Así, la capacidad ética depende de e innata de la especie humana, se
la dotación genética: representa el basa o ha sido posible debido a tres
resultado de la evolución, que ha rasgos que posee el ser humano
dotado a la especie humana de una como consecuencia de su dotación
compleja estructura genética que le genética, y del desarrollo conse-
ha liberado de los constreñimientos cuente de su cerebro: la capacidad
puramente biológico-genéticos para de prever las consecuencia de las
abrirle a la necesidad de elegir entre acciones, la capacidad de realizar
diversos modos de actuar. Es la ca- juicios de valor y la capacidad de
pacidad de ser libre, y, por tanto, de elegir entre diversas alternativas de
ser moral, de tener que elegir entre acción54. Todas estas cualidades o
comportamientos alternativos, y de capacidades son consecuencia o
ser responsable de sus decisiones. expresión de la específica condición
de la especie humana, que nace de
Este mismo planteamiento, vuel-
modo prematuro, con una acusa-
vo a repetir, se puede hacer respecto
da deficiencia biológica55, que le
a cualquier otro elemento de la do-
desmarcan de los constreñimientos
tación cultural humana, por ejemplo,
conductuales biológicos (lo que Zu-
el lenguaje. La capacidad de hablar
biri denomina naturaleza abierta56) y
es parte de la dotación genética, in-
le obligan a tener una más fuerte y
nata, de la especie humana, que no
prolongada dependencia del entor-
la tienen las demás especies anima-
no familiar y cultural.
les. Otra cosa muy distinta es el len-
guaje concreto que cada individuo Ahora bien, los códigos morales
humano aprende y con el que se no están subordinados a, ni depen-
expresa. Ya no es un problema gené- den de la base biológica. Eso no
tico, sino cultural, de aprendizaje. Lo significa que la racionalidad ética
mismo pasa con la ética. Los códigos esté tan disociada de la biología
morales se aprenden en el ámbito que vaya por su cuenta e incluso
cultural en el que uno nace, aunque se oponga a ella. La verdad es que
eso no suponga que se adquieren y entre biología y ética se da un in-
se mantienen siempre acríticamente, evitable paralelismo sin que se dé
puesto que uno puede posterior- ninguna oposición con el fin último
mente rechazarlos y defender otros de la dinámica biológica: la super-
planteamientos morales, así como vivencia a través de la adaptación
podemos aprender otras lenguas y al entorno y su consecuente éxito
utilizarlas de modo alternativo al reproductivo. Pero la moral tiene
denominado lenguaje materno. su propia racionalidad interna y sus
propias leyes de conformación y
5.2 La capacidad ética y los códigos
de fundamentación57. Al igual que
morales
vemos en el ámbito del lenguaje,
Ayala entiende que la capaci- en el que la capacidad lingüística

Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones 51


Revista Realidad 119, 2009
innata tiene que completarse con en que, según ellos, la selección
el lenguaje concreto que cada re- natural promovería un proceso pro-
cién nacido aprende de su entorno gresivo hacia especies y organismos
cultual, la capacidad ética se expli- más perfectos, más eficaces y mejor
cita y adopta los códigos morales adaptados, el resultado de ese pro-
del ámbito cultural en el que un ceso tendría también connotaciones
miembro de la especie humana es morales: lo bueno es el resultado
educado e inculturado. de ese duro y conflictivo proceso
selectivo.
A lo largo de la historia hu-
mana se han propuesto múltiples Pero este modo de ver las co-
teorías orientadas a justificar y a sas supone, en primer lugar, una
fundamentar el ámbito de lo moral petición de principio, un círculo
y las diferentes propuestas éticas58. vicioso, en la medida en que en
Unos lo han hecho desde la teolo- el ámbito de la naturaleza, sea
gía (apelando a la autoridad religio- biológica o meramente física, no
sa correspondiente), otros desde la se dan valores éticos sino simples
filosofía (desde el uso crítico de la hechos. Si encontramos valores,
razón), y otros desde las ciencias es porque nosotros los humanos
(proponiendo en la mayoría de es- los hemos puesto previamente, ya
tos casos un reduccionismo moral, que no se puede concluir que sea
y negando la libertad humana). No mejor o valga más, desde el punto
nos vamos a detener en profundizar de vista de la complejidad del pro-
en estos terrenos, que nos desvia- ceso evolutivo, un elefante que un
rían un tanto del centro de nuestra protozoo. Ambos se han adaptado
reflexión, siendo suficiente detener- a su entorno correctamente, puesto
nos en criticar los planteamientos que son especies que siguen exis-
de quienes, dentro de la tercera tiendo. Además, en segundo lugar,
postura fundamentadora, pretenden pretender sacar de la naturaleza
hacernos creer que la moral, los normas éticas es caer en la falacia
códigos morales, se tiene que basar naturalista, que cofunde el ser con
en principios biológicos y genéticos. el deber ser.

5.3 Las insuficiencias de los biologis- Más recientemente han sido los
mos éticos o éticas biologistas sociobiólogos los que han vuelto a
defender que la ética depende de la
Dentro de esta línea de pen- genética, al igual que todo el con-
sar, se hallan en primer lugar los junto de la cultura. La sociobiología
evolucionistas clásicos (desde H. pretende demostrar que los sujetos
Spencer, hasta J. S. Huxley y C. H. de la evolución no son ni los indi-
Waddington), quienes defendieron viduos, ni los grupos poblacionales,
la posibilidad de fundamentar las sino los genes. Y el único motor que
normas éticas desde la lógica del les mueve es el egoísmo genético59,
proceso evolutivo. En la medida que les empuja a construir organis-

52 Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones


mos para su perpetuación, mejor a cada uno de estos cuatro ámbitos

Revista Realidad 119, 2009


adaptación y conseguir la mayor conductuales se pueden explicar
eficacia reproductiva que el motor desde esta lógica egoísta y com-
de todo el proceso evolutivo60. El petitiva. Al final, ante tendencias
iniciador de esta corriente biológi- contrarias que buscan sus intereses
ca, el entomólogo E. O. Wilson, en egoístas respectivos, se impone un
su texto fundacional Sociobiología. EEE (equilibrio evolutivamente es-
La nueva síntesis61 recoge investi- table), que evita que la agresividad
gaciones etológicas anteriores para y las relaciones sociales sean des-
asentar sus planteamientos teóri- tructivas. Pero se trata de un mero
cos, extrapolándolos también al consenso meramente estratégico y
ser humano en el último capítulo. provisional.
Posteriormente explicita sus plan- El experimento crucial lo cons-
teamientos sobre el ser humano en tituye el altruismo, puesto que, si la
Sobre la naturaleza humana62. tendencia básica es el egoísmo, lo
Las pretensiones de la socio- lógico es pensar que la selección
biología son realmente ambiciosas, natural habría destruido y dejado
en la medida en que pretenden de lado cualquier gen altruista. La
explicar todo el comportamiento estrategia de los sociobiólogos se
de las diferentes especies animales, orienta a mostrar que el altruismo es
incluida la humana, desde el egoís- propiamente una conducta aparen-
mo genético, presente en el mundo temente altruista (“altruismo”), pero
de los genes y extendido a todos los en el fondo se trataría de comporta-
demás ámbitos de la vida. Por tan- mientos egoístas con envoltura al-
to, como el mismo nombre de esta truista, tanto dentro del denominado
nueva síntesis que propone Wilson altruismo débil (el que se realiza a
lo indica, las biología y la sociolo- favor de parientes genéticos) como
gía tienen que dejar de ir separadas, en el caso del altruismo fuerte o
como consecuencia del divorcio recíproco (cuando el beneficiario
de las dos culturas indicado por no es pariente genético), el supues-
Snow, e ir de la mano de un nuevo to “altruismo” persigue intereses
proyecto reductivo en el que todo egoístas e individualistas, porque se
quede explicado desde la biología, descubriría que ser “altruista” supo-
o mejor, desde la genética. Así, ne el mejor modo de ser egoísta, de
todos los comportamientos de los salir todos favorecidos64.
seres vivos pueden explicarse desde No podemos extendernos de-
estos planteamientos, sistematizán- masiado en las críticas a los socio-
dolos en cuatro grandes áreas: la biólogos, que abarcarían tanto los
agresión, las relaciones intersexua- aspectos más científicos y empíricos
les, las relaciones paterno-filiales, (demostrar si las conductas animales
y las conductas “altruistas”63. Todos se rigen sólo por el egoísmo gené-
los comportamientos pertenecientes tico), como la supuesta ilegitimidad

Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones 53


Revista Realidad 119, 2009
de la extrapolación a la especie dicho que para Wilson y el resto
humana de los planteamientos que de los sociobiólogos la clave de
puede que funcionen en el resto de los comportamientos de todas las
las especies animales (supondría especies vivas es la lógica del gen
igualar el ámbito de la cultura al egoísta, por lo que todo ser vivo
de la biología, y negar la libertad busca ante todo sobrevivir y estar
humana), como también, desde máximamente representado en las
la sociología del conocimiento, la generaciones siguientes. Por tanto,
implícita función ideológica de sus los genes construyen, en expresión
planteamientos a favor del sexismo, de esta lógica de supervivencia, los
el racismo y los poderes sociales instrumentos necesarios para ello,
fácticos65. siendo uno de sus mayores logros el
cerebro humano. Así, para Wilson,
Nos vamos a centrar sólo en
“el cerebro existe porque promueve
la crítica al modo como entiende
la supervivencia y multiplicación de
Wilson la relación entre la ética y
los genes que dirigen su formación.
la biología. Wilson da por descon-
La mente humana es un mecanismo
tado que desde la biología no se
de supervivencia y reproducción, y
pueden marcar los contenidos de la
la razón es solamente una de sus
moral, puesto que sería caer en la
diversas técnicas”. Por tanto, “el
falacia naturalista, y explícitamente
intelecto no fue construido para
se desmarca de esa postura. Pero
comprender los átomos o aun para
mantiene unas posiciones que, de
comprenderse a sí mismo, sino para
hecho, suponen implícitamente caer
fomentar la supervivencia de los
en dicho error.
genes humanos” 67.
En su libro Sobre la naturaleza
humana66, entiende que la moral Según esto, se nos plantean, en
es un tema suficientemente serio opinión de Wilson, dos dilemas en
como para dejarlo en manos de los el terreno de la moral. El primero
filósofos y teólogos, y, en correspon- consiste en preguntarse qué ob-
dencia con sus tesis reduccionistas, jetivos tiene la vida humana, y se
entiende que esa tarea corresponde responde tal cuestión afirmando que
a los científicos. La lógica en la que “el primer dilema, en una palabra,
apoya su tesis es sencilla: puesto es que no tenemos un sitio parti-
que todo lo humano es producto cular a donde ir. La especie carece
de la evolución, y también el cere- de cualquier objetivo externo a su
bro, las claves de todo lo humano propia naturaleza biológica. Las
se hallan por consiguiente en las creencias religiosas tradicionales
leyes de la evolución, esto es, las han sido socavadas, no tanto por
leyes que han regido la expresión las humillantes demostraciones
de nuestros genes para conformar de las falsedad de sus mitologías
un cerebro tan potente como el sino por la creciente conciencia de
de la especie humana. Ya hemos que las creencias son en realidad

54 Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones


mecanismos que capacitan para la gurado, como cuando hablamos de

Revista Realidad 119, 2009


supervivencia”68. las brujas o de los dioses del Olim-
po. ¿Qué sentido tiene que Wilson
El segundo dilema consiste en
nos diga que debemos dejar de
dilucidar qué normas éticas son las
lado las ya superadas orientaciones
más adecuadas y verdaderas y, por
de las religiones y de la filosofía,
tanto, las que tenemos que seguir
si no tenemos capacidad para ello
los humanos. En la medida en que,
puesto que no somos libres? ¿O sí
según Wilson, “en el cerebro exis-
lo somos? En este segundo caso,
ten censores y motivadores innatos
¿qué sentido tiene que se nos diga
que afectan profunda e inconscien-
en el primer dilema que no somos
temente nuestras premisas éticas”,
más que máquinas dotadas de un
el dilema está en decidir “¿a cuál de
potente cerebro, todo ello construi-
los censores y motivadores debemos
do por los genes para estar mejor
de obedecer y cuáles deben ser
provistos y armados en la lucha
inhibidos o sublimados? Estas guías
por la supervivencia, que es al fin
son el núcleo mismo de nuestra
y al cabo el único objetivo y fin de
humanidad”69.
todo organismo vivo, incluidos los
La verdad es que conjugando y humanos?
relacionando el planteamiento de
estos dos dilemas se halla uno en En relación a esta afirmación es
una profunda complejidad, puesto donde incide la crítica de Ayala a
que encierran una explícita y ra- Wilson. Ayala advierte el esfuerzo
dical contradicción. Del segundo que Wilson realiza en sus afirma-
dilema deducimos que Wilson ciones por no caer en la falacia na-
acepta la libertad humana, puesto turalista, dejando claro que la bio-
que no tiene sentido plantear a na- logía no nos enseña absolutamente
die que no sea libre la posibilidad y nada sobre lo que debemos hacer,
la obligación de elegir y decidirse quedando separadas la ciencia de
ante una alternativa, como se su- la ética. Pero, en la medida en que
pone que es un dilema. Es decir, el motor de la evolución es la ten-
como indica I. Berlin70, una de las dencia egoísta de los genes, Wilson
verdades que tenemos que tener indica que no puede haber normas
claras es que determinismo y ética morales universales, sino decisio-
son incompatibles: o somos libres nes contextuales que se tomarán
y responsables (en eso consiste la en cada momento en función de
capacidad ética), o no somos libres los intereses concretos de cada ser
y, por tanto, no tiene sentido apelar humano. Por tanto, para Wilson, “el
a nuestra responsabilidad moral. pluralismo moral es innato”71. Ello
De ahí que, si fuera cierto el deter- supone que la biología nos ayuda a
minismo, tendríamos que dejar de dilucidar que determinados códigos
utilizar los conceptos morales, o morales no son compatibles con la
usarlos en un sentido especial y fi- naturaleza humana, entre los que

Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones 55


Revista Realidad 119, 2009
estarían la pretensión de la vigencia que se dan estas tres condiciones,
de códigos morales universales. Esto la evaluación moral de las acciones
lo podríamos admitir como válido humanas es inevitable. Los hombres
en la medida en que, aunque admi- son seres éticos necesariamente y
tamos la autonomía de los códigos por naturaleza, no porque esto sir-
morales respecto a la biología, no va para conservar sus genes o para
quiere eso decir que tales códigos cualquier otro propósito”73.
contradicen la lógica de la biología,
La afirmación de Wilson sobre
que busca la supervivencia de los
la moralidad, en el sentido de la
individuos, por lo que difícilmente
capacidad moral, presupondría que
se pueden admitir normas morales
la evolución estaría dotada de una
que contradigan la naturaleza bioló-
orientación teleológica consciente,
gica. Aunque hay momentos en que
cosa que la teoría de la selección
se prefiere morir antes de contrade-
natural, que él defiende, niega,
cir determinados mandatos morales
como ya vimos más arriba. Por tan-
que consideramos básicos.
to, la capacidad moral ha surgido
Pero en otras afirmaciones a posteriori, por emergencia resul-
Wilson va más allá de estos plantea- tante de la complejidad del proceso
mientos de relativismo moral, en la evolutivo, pero no como objetivo
línea de lo que hemos visto era su o finalidad perseguido por un ente
primer dilema: “El comportamiento consciente que prevé la necesidad
humano —como las capacidades de y utilidad de dotar a los humanos
respuesta emocional que lo impul- de moralidad para que tengan más
san y lo guían— es la técnica indi- éxito en la lucha por la vida.
recta por la cual el material genéti- Y si entendemos la moralidad
co humano ha sido, y será, mante- en el sentido de los códigos mo-
nido intacto. La moralidad no tiene rales, entonces hay que reconocer
otra función última demostrable”72. que Wilson cae en la falacia natu-
Ayala observa atinadamente que la ralista, cosa que hemos visto quería
referencia de Wilson a la moralidad evitar a toda costa. Por tanto, las
en esta última frase es ambigua, tesis de Wilson no se sostienen por
puesto que puede entenderse de ningún lado, consecuencia de no
dos maneras: como capacidad saber apreciar la diferencia cuali-
moral o como contenidos morales. tativa entre biología y cultura en
Si se refiere a lo primero, entiende el ser humano. La cultura surge de
Ayala que es falsa, “puesto que los la biología, y no existe aquélla sin
seres humanos son seres éticos por ésta, porque ésta es su condición
naturaleza, debido a su eminencia de posibilidad. Pero la cultura no
intelectual que les dota de la capa- depende de la biología en sus leyes
cidad de prever las consecuencias y racionalidad interna. Las diferen-
de sus acciones, de formular juicios tes parcelas de la cultura, como la
de valor y de libre albedrío; una vez ética, tienen su propia coherencia

56 Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones


interna que no depende de la bio- no nos determinan, pudiendo ele-

Revista Realidad 119, 2009


logía, aunque tampoco tienen que gir entre diversas alternativas de
contradecirse. De ahí que, en la acción. La segunda nos indica que,
afirmación de algunos sociobiólo- aunque haya muchas veces que las
gos, como M. Ruse74, las normas tendencias biológicas coincide con
morales culturales en realidad no las orientaciones morales, no siem-
pasan de ser meras explicitaciones pre ocurre así. Esta claro que mu-
de tendencias genéticas innatas, chas veces nos gustaría responder
como el mandamiento de obedecer de forma violenta a determinadas
a los superiores o el amor al próji- conductas de otros seres humanos,
mo. Según Ruse, estos mandamien- pero creemos que hay que compor-
tos no hacen más que incrementar tarse de otro modo, como nos man-
la posibilidad de los individuos de da la moralidad. Porque está claro
sobrevivir, en la medida en que que no es la mera supervivencia la
obedecer a los que tienen más norma fundamental del comporta-
experiencia supone aprovecharse miento humano, ya que, de ser así,
de su saber y sobrevivir. Y amar al parecería que la norma central del
prójimo supone ejercer el altruis- comportamiento humano sería inse-
mo recíproco, que en definitiva minar al mayor número posible de
incrementa la supervivencia de los mujeres, para dejar la máxima des-
grupos. cendencia genética. Y está claro que
no parece ser esa la orientación de
Pero estas conclusiones son fal- la moral entre las culturas humanas.
sas, como podemos deducir de las Por tanto, en estos casos conflicti-
precisiones que tenemos que hacer vos, no es la biología la que orienta
al respecto. La primera afirmación nuestra conducta sino la regla mo-
que hay que hacer es que las ten- ral. De ahí que, en conclusión, “las
dencias genéticas y biológicas nos normas morales están basadas en
orientan, es cierto a actuar de un consideraciones y principios cultu-
modo determinado, sobre todo en rales (...), incluyendo los religiosos,
la línea de la supervivencia, pero no en principios biológicos”75.

6. Ética y neurociencias

C
omo hemos indicado an- situar en un todo la relación entre
teriormente, el mismo es- genética, ciencias del cerebro y los
quema de relación entre diversos ámbitos de la cultura (con-
genética y ética vale perfectamente ducta, ética, racionalidad filosófica,
para la relación entre neurociencias etc.). La relación entre ambos nive-
y ética. En realidad, como ya hemos les se conjuga con las dos leyes o
hecho también referencia, hay que distinciones que hemos establecido

Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones 57


Revista Realidad 119, 2009
ya: la base genética y cerebral es resolución de toda la problemática
la condición de posibilidad de la filosófica y religiosa, de modo que
emergencia de la cultura, y de la asistiremos a un cambio radical de
mente su creadora; es decir, sin un nuestras cosmovisiones76.
nivel de complejidad genética y ce-
La verdad es que este tipo de
rebral no se da la mente humana y
prospectivas tan optimistas se ha
el fruto de la misma, la cultura; pero
hecho siempre que ha emergido
la lógica o racionalidad cultural es
con fuerza un nuevo ámbito del
autónoma respecto a la racionalidad
saber. Y es cierto que esos avances
o leyes propias de la base genético-
han supuesto cambios importantes
cerebral. Se trata de dos campos
para comprensión de nuestra rea-
estrechamente relacionados, pero
lidad y para la vida humana en su
también autónomos. De ahí que sea
totalidad, pero también es cierto
incorrecto en su propia raíz el pro-
que con el tiempo se han ido reba-
grama reduccionista de unificación
jando los exacerbados optimismos,
de las ciencias, reduciendo todo a colocando cada saber en su sitio y
la física, puesto que, como ya vi- advirtiéndose la ambigüedad carac-
mos, difícilmente se puede reducir terística de todo lo humano, puesto
toda la biología a la física, y tam- que con los avances y ventajas han
poco la psicología, la sociología, la ido emergiendo a la par los peligros
antropología, la historia, etc., a la y limitaciones. Por mi parte, soy
biología y a la física. bastante escéptico respecto a las
Aún a riesgo de ser repetitivos, revolucionarias consecuencias que
vamos a aplicar estos planteamien- el conocimiento del funcionamiento
tos clarificadores al ámbito de las de nuestro cerebro y la aclaración
neurociencias, y a su conjugación total de su funcionamiento (si es
con la ética. que ello es posible) pueda suponer
para nuestras cosmovisiones filosófi-
6.1. Neuroética: su origen y con- cas y religiosas, puesto que, aunque
tenidos ambos aspectos están relacionados,
Los neurocientíficos más op- también tienen lógicas autónomas.
timistas nos quieren hacer ver Es como pensar que el mejor co-
que los avances en el estudio del nocimiento del motor de un co-
funcionamiento del cerebro van a che debiera de conllevar cambios
suponer un cambio revolucionario, revolucionarios en las leyes que
un auténtico cambio de paradigma regulan el tráfico de vehículos por
no sólo al interior de las ciencias las carreteras. Se trata de ámbitos
del cerebro (algo evidente), sino interrelacionados, pero autónomos.
también en todos los ámbitos de la Por tanto, una cosa es que se-
cultura: mejor conocimiento de los pamos cómo funciona nuestro ce-
mecanismos conductuales y el fun- rebro y qué partes del mismo están
cionamiento de la libertad, y en la implicadas cuando reflexionamos y

58 Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones


tomamos decisiones morales, cono- cuentra con una serie de problemas

Revista Realidad 119, 2009


cimientos que nos llevan a dominar éticos implícitos o presentes en el
mejor el origen y el fundamento de estudio y la posible manipulación
nuestra capacidad moral, y otra muy del cerebro en sus diferentes etapas
diferente saber todo lo pertinente al de desarrollo y funcionamiento. En
ámbito de los contenidos morales, ese sentido, se incide en la morali-
su diversidad y pluralidad a lo largo zación de las prácticas neurocien-
de la historia, así como discriminar tíficas y se subrayaría el aspecto
entre las diferentes propuestas de ético del concepto, es el campo
fundamentación racional del hecho de la ética de la neurociencia (neu-
moral y de sus contenidos históricos. roética). En cambio, y es la otra
cara del problema, también puede
Los recientes y espectaculares
orientarse la neuroética hacia la
avances de las neurociencias han
neurologización de la ética, que es
dado lugar a un mejor conocimien-
el estudio de las bases neurológicas
to de las diferentes partes del cere-
del comportamiento ético, advirtién-
bro que parecen intervenir cuando
dose en algunos neurocientíficos la
creemos, tomamos opciones mo-
pretensión de que las neurociencias
rales, tenemos un goce estético o
tienen mucho que aportar a la ética,
filosofamos, dando lugar a lo que
coincidiendo esta tendencia con la
ya se denomina como neurocul-
de quienes auguran una auténtica
tura, neurofilosofía, neuroteología,
revolución ética (y en otros ámbitos
neuroética77, etc. A nosotros nos
de la cultura: neurocultura, como ya
interesa aquí la neuroética, concep- hemos indicado) como consecuen-
to que se acuñó en parentesco con cia de los avances de las ciencias
la bioética, de la mano del pionero del cerebro. En este segundo caso,
William Safire, como “ámbito de la estaríamos ante la neurociencia de
filosofía que trata sobre los aspectos la ética (neuroética). Ahora bien,
buenos y malos del tratamiento o en este segundo campo caben tam-
la potenciación del cerebro huma- bién dos posturas diferentes, que
no”78. Pero en esta definición se discrepan en el modo de conjugar
mezclan y entrelazan dos aspectos neurociencias y ética: una de ellas
estrechamente relacionados pero entiende que la ética tiene que
que hay que diferenciar, puesto subordinarse a las neurociencias, y
que dentro del amplio campo de la otra considera que hay que dis-
relación entre ética y neurociencias, tinguir claramente ambos campos
al que se refiere el término de la como dos realidades estrechamente
neuroética, tenemos que diferenciar relacionadas, pero autónomas en
entre lo que se suele definir como cuanto a las leyes y racionalidad
la ética de la neurociencia y la neu- interna que las rigen. Nuestra posi-
rociencia de la ética. Es decir: por ción está en la línea de la segunda
un lado, en la línea de la definición postura, en coherencia con todo lo
de W. Safire, la neurociencia se en- que hemos defendido hasta ahora.

Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones 59


Revista Realidad 119, 2009
Los autores que reflexionan so- En cambio, el otro campo de
bre la neuroética fijan su atención la neurociencia de la ética es más
en los dos aspectos o campos de la atendido por F. Mora en su libro
relación entre cerebro y ética que Neurocultura, dejando explícita-
hemos indicado, pero no siempre mente de lado el primero. En este
los distinguen y los conjugan con punto nos vamos a detener más, co-
la claridad y el acierto que co- mentando las afirmaciones del libro
rresponde. Así, Gazzaniga, en su de F. Mora, y también en parte el de
Cerebro ético, aunque se detiene en Gazzaniga, puesto que este segundo
estudiar la problemática de ambos aspecto es el que estamos siguien-
aspectos (ética de la neurociencia y do a lo largo de este trabajo. Y en
neurociencia de la ética), se centra este punto nos encontramos con la
más en el primero (sin descuidar el misma necesidad de distinguir, al
segundo, aunque le dedica menos igual que en la relación entre ética
atención): estudiar los dilemas o y genética, entre la capacidad ética
problemas morales que se produ- y los códigos éticos. Y es una distin-
cen a consecuencia del extraor- ción tanto más necesaria dado que
dinario desarrollo de las ciencias no vemos que esa distinción sea tan
del cerebro, como, por ejemplo, nítida y adecuada en ninguno de
la importancia que un mejor co- estos dos autores a que nos estamos
nocimiento del origen de las bases refiriendo. Este no hace nunca la
cerebrales del embrión humano a distinción explícita, entre otras co-
la hora de dilucidar el inicio de la sas porque, como hemos indicado,
vida humana (estatuto ontológico se detiene en su libro más sobre
y ético del embrión), o respecto a temas de ética de las neurociencias
cuándo se puede hablar de muerte que sobre las bases neurológicas
cerebral, o la problemática moral de la ética. Pero cuando trata este
que se plantea ante la capacidad de segundo tema, lo enfoca con afir-
las neurociencias de manipular la maciones globales, sin distinguir los
capacidad intelectual y otras capa- dos planos de la capacidad ética y
cidades cerebrales, intervenir en la de los códigos éticos. En cambio,
conformación de la memoria y en la Mora sí hace explícita tal distinción,
propia identidad personal, avances y apela a los planteamientos ya co-
en la inveterada discusión sobre nocidos de F. J. Ayala, pero después
la libertad y el determinismo, y en no resultan claras ni coherentes sus
las correspondientes consecuencias afirmaciones, empezando por el
de cara a la responsabilidad moral hecho de que a lo largo del capítu-
y penal de cientos individuos con lo sobre Neuroética80 mezcla, para
daños sustanciales en su cerebro79, defender idénticos planteamientos,
etc. Toda esta problemática es citas totalmente opuestas, en este
apasionante y de cada vez mayor punto, de E. O. Wilson y F. J. Ayala.
actualidad, pero no nos vamos a Por eso resulta necesario dejar las
detener en ella. cosas claras sobre la relación entre

60 Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones


la ética y las neurociencias, más No cabe duda de que la clari-

Revista Realidad 119, 2009


en concreto, la neuropsicología (de ficación de estos mecanismos va a
orientación cognitivista). suponer, y está suponiendo en gran
medida, un avance considerable en
6.2 Cerebro y capacidad moral
el conocimiento de nuestra propia
El ser humano, como afirmába- realidad. Pero la cuestión está en si
mos al hablar de la relación entre con ello habremos aclarado el he-
genética y ética, está dotado de la cho de la conciencia. Una cosa es,
capacidad de plantearse el sentido como nos hacen ver tanto Edelman
y el valor moral de sus acciones. como J. Searle, entre otros81, descu-
Es parte de su naturaleza biológica, brir las condiciones de posibilidad
consecuencia de su dotación gené- y todos los requisitos necesarios del
tica, que ha producido y posibilita- funcionamiento del cerebro que
do el desarrollo de un cerebro tan hacen posible la emergencia de
complejo y plástico como el que la conciencia, y otra muy distinta
poseemos. Sólo porque estamos defender que la lógica de la moral,
dotados de este cerebro, resultado que son los contenidos morales de
del proceso evolutivo, somos ani- una cultura, la razón por la que
males morales, que han superado consideramos una acción buena
los determinismos biológicos y se frente a otra mala, tenga que depen-
hallan abiertos, por necesidad y no der de la conformación del cerebro,
por capricho, a tener que elegir en-
tanto en su sentido sincrónico como
tre diversas posibilidades de acción,
diacrónico y evolutivo. Ese es preci-
ya que se hallan dotados de las tres
samente el campo de la formación
características de nuestro compor-
de los contenidos morales, del que
tamiento, tal y como indica F. J.
hablaremos más adelante.
Ayala: capacidad de anticipar las
consecuencias de nuestras acciones, En este campo de la capacidad
capacidad de hacer juicios de valor ética es donde tienen toda la auto-
y capacidad de elegir entre diversos ridad las ciencias del cerebro, en
modos de actuar. la medida en que ellas son las que
Por tanto, la capacidad moral nos tienen que explicar, y sus avan-
del ser humano está subordinada a ces son espectaculares y se siguen
su base biológica y cerebral, y las produciendo a un ritmo fortísimo,
neurociencias son las encargadas cuál ha sido la historia del cerebro
de indicarnos el funcionamiento del a lo largo de la evolución82, y los
cerebro que ha posibilitado la emer- mecanismos que explican, en el
gencia de la mente, la conciencia, caso humano, la emergencia de la
la libertad, la inteligencia, y todas conciencia y de la libertad. El cere-
las demás cualidades y propiedades bro que hasta fechas muy recientes
específicas de la especie humana se mostraba como un ámbito oscuro
que lo han abierto y situado en el e impenetrable va convirtiéndose
ámbito de la moral y de la ética. en una realidad más transparente

Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones 61


Revista Realidad 119, 2009
por efecto de las diversas técnicas especialistas más sensatos de estas
de neuroimagen, sin necesidad de técnicas, “el gran desafío es inter-
recurrir como único medio de ac- pretar estas imágenes”, no sólo para
ceso a las autopsias. De este modo, hacer un buen diagnóstico ante una
se puede fotografiar el cerebro in posible enfermedad del cerebro,
vivo a través de técnicas como la sino, sobre todo, de cara a inter-
resonancia magnética funcional pretar adecuadamente el correcto
(RMF), la tomografía por emisión de funcionamiento del cerebro, dentro
positrones (PET) y otras técnicas si- de una dialéctica de conjugar las
milares que se están descubriendo a propiedades de sus diversas y múl-
pasos acelerados (llevamos sólo una tiples partes y el funcionamiento
década con estas nuevas técnicas). del cerebro en su conjunto, como
De este modo, podemos saber en un todo sistémico. Aquí es donde
cada momento las partes del cere- compiten tres diferentes teorías: el
bro que se activan, y de qué forma, neuronismo (el cerebro es la simple
cuando el sujeto de tal cerebro está suma de un número ingente de
en un estado mental determinado83. neuronas), el holismo (el cerebro
funcionaría globalmente en todas
La cuestión es situar en su jus-
sus funciones), y el sistemismo85
to lugar estos avances en el área
(para determinadas funciones basta
de la biología de la conducta, del
una parte del cerebro, pero para
pensamiento y de las emociones,
las superiores, es necesario el fun-
considerando que una cosa es llegar
cionamiento global y sistémico del
a descubrir las bases cerebrales de
cerebro). Mario Bunge, autor de
tales estados mentales, y otra dedu-
esta triple clasificación, se decanta
cir de ahí que en esa base cerebral
por la tercera postura.
se sitúa la clave de los contenidos
mentales. Los que defienden esta F. Mora entiende que “el
segunda postura se apoyan en el cerebro no parece contener cen-
hecho de que cuando falla esta base tros o circuitos neurales “éticos o
cerebral, no pueden darse con nor- morales”; es decir, módulos cuyo
malidad determinados sentimientos, funcionamiento esté dedicado, en
pensamientos o comportamientos exclusiva, a producir los pensamien-
conductuales. Pero, como puede tos y la conducta ética. La conducta
advertirse fácilmente, eso no ex- moral es la elaboración mental de
plica más que la imposibilidad de un producto que requiere de la
la conducta mental sin el cerebro. participación de múltiples sistemas
Pero eso no prueba que lo mental neuronales ampliamente distribui-
se reduce al mero funcionamiento dos en el cerebro y que unas veces
físico del cerebro, como defiende la elaboran conductas “morales” y,
denominada teoría de la identidad, otras, distintos tipos de conducta”86.
dentro de la filosofía de la mente84. La pregunta está en quién o qué
En consecuencia, como dicen los instancia decide en esa elección.

62 Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones


Se supone que es el cerebro, en su en cierta medida, con alguna otra

Revista Realidad 119, 2009


dimensión global y sistémica, el que especie animal, como los chim-
se orienta en una dirección u otra, pancés. Así parecen defenderlo
situándose en ese ámbito sistémico determinados etólogos como Frans
el centro de las decisiones, lo que de Waal89. Pero Mora, siguiendo a
denominamos el yo, la conciencia, A. Damasio y a F. J. Ayala, entiende
la subjetividad. Aunque eso no quita que la complejidad de lo ético es
ni impida que “haya nodos clave tal que sólo la especie humana,
cuya lesión o alteración por drogas debido precisamente a su extraor-
u otras manipulaciones pueda in- dinaria complejidad cerebral, ha
fluir y alterar las conductas éticas. sido dotada de capacidad ética. Por
Uno de estos nodos es la corteza tanto, los códigos éticos son exclu-
prefrontal”87, como bien pudo com- sivamente humanos, porque sólo
probarse en el conocido caso de los humanos estamos dotados de las
Phineas Gage del que nos habla A. tres cualidades de las que hablaba
Damasio88. Ayala y repite Mora90.
Además, es fundamental ser Otro elemento también impor-
consciente de que una de las cua- tante es el reconocimiento cada
lidades más destacadas del cerebro vez más amplio de la importancia
humano es su plasticidad, de modo de las emociones de cara a la capa-
que cada estado mental implica un cidad ética de los humanos. Desde
estado cerebral específico, no sólo siempre se ha pensado que las de-
entre individuos diferentes sino in- cisiones morales eran fruto de un
cluso en momentos diferentes de la ejercicio intelectual puro, en el que
biografía de cada individuo. De ahí los humanos sopesábamos de modo
que la complejidad de la estructura frío las razones en pro y en contra
y el funcionamiento cerebral acon- de nuestras decisiones. Pero ese
sejan ser muy prudentes a la hora modo de ver las cosas, fruto de una
de interpretar de modo demasiado visión dualista del ser humano y de
rápido estas técnicas de autoima- una excesiva valoración de lo inte-
gen. Pero no es este punto el que lectual, se está cuarteando de modo
nos interesa profundizar, puesto que acelerado, pasando a entenderse el
se trata de un área que pertenece al ser humano como una realidad más
desarrollo de la investigación cien- compleja y ambigua, síntesis de in-
tífica. Lo que a nosotros nos interesa teligencia y sentimientos y emocio-
es el segundo elemento del proble- nes. En el mundo de las emociones
ma que analizamos: los contenidos se han ido sedimentando un amplio
morales. conjunto de experiencias, resultado
Un punto de interés se halla del larguísimo proceso evolutivo,
en la cuestión de si la capacidad que ha pasado del mundo animal al
ética es un atributo exclusivo de la humano. De modo que la estructura
especie humana o la compartimos, de nuestro comportamiento frente al

Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones 63


Revista Realidad 119, 2009
entorno, sea natural o interhumano, gar la libertad humana (y, por tanto,
contiene elementos emocionales la capacidad moral), reduciendo al
y cuasinstintivos que responden ser humano a un simple mecanis-
de modo reflejo a las incitaciones mo biológico (más complejo que
del entorno antes de que la inteli- el resto de los animales, claro) de
gencia refleja tome conciencia del respuesta a los estímulos externos,
suceso y se apreste a responder al como considerar que nuestra liber-
mismo. Sólo en un segundo mo- tad se sitúa por encima de nuestros
mento, pues, la inteligencia evalúa condicionantes corpóreos y socia-
el suceso y toma posiciones frente les92. Más bien, somos esa realidad
al mismo. De ahí que, como indica compleja biocultural, compuesta
Mora, “las emociones y los senti- de tendencias biológicas, que tiene
mientos son centrales como primer que ir aprendiendo a controlar y
‘aguijonazo’ a la hora de establecer dominar, y hacerlas cada vez más
un juicio moral. Las emociones sometidas a las decisiones intelec-
son la reacción a los estímulos que tuales que siguen pautas morales.
marcan los valores aprendidos de
6.3 Contenidos morales y neuro-
bueno o malo y son, por tanto, una
ciencias
guía que, por ejemplo, en el baso
de ‘bueno’ y, a través de la empatía La cuestión es ahora ver si los
del grupo, sirven para coordinar códigos morales dependen de la
acciones y conductas morales. Las estructura y el funcionamiento cere-
emociones básicas, como aquellas bral. Y la respuesta es negativa, pero
que se experimentan ante la comida con las precisiones que vamos a ir
o la relación sexual, se convierten dando a continuación. Tanto Gazza-
en emociones morales a través del niga como Mora no acaban de tener
control (corteza prefrontal) que el este punto suficientemente claro,
individuo ejerce sobre ellas al estar puesto que muestran en diversos
en un contexto social. Frente a los momentos de sus escritos una cierta
animales, el ser humano controla ambigüedad, como vamos a ver.
estas emociones y motivaciones y
Lo que se discute en este punto
las adecua al contexto social en el
es en qué se apoya la moralidad; es
que vive”91.
decir, desde dónde fundamentamos
Esto nos hace ver que somos los códigos morales. La mayoría
una complicada amalgama de sen- de las veces se contraponen dos
timientos, emociones, tendencias posturas, la que defiende que el ser
biológicas y autocontrol intelectual, humano es, en este aspecto, como
en el que al final se impone la deci- una tabla rasa que recibe de pode-
sión libre, orientando las tendencias res sobrenaturales, de los dioses, las
morales según los códigos sociales orientaciones morales con las que
que hemos aceptado como las más tiene que orientar su vida personal
adecuadas. Así, tan erróneo es ne- y social, y la de los que reducen la

64 Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones


moralidad a un mero mecanismo la mirada científica y filosófica94. Y,

Revista Realidad 119, 2009


de supervivencia biológica, den- por otro lado, resulta curioso que
tro de los marcos de la selección Mora cite, para reforzar su postura,
natural. Es importante desmontar las palabras de F. J. Ayala sobre la
las insuficiencias racionales de dependencia de la capacidad ética
los fundamentalismos religiosos, respecto de la base biológica del
pero no creo que detenernos en ser humano. Que el ser humano
ello sea la mejor forma de cargar ha emergido al ámbito de la ética
de razones y de plausibilidad a la (capacidad ética) está claro que es
postura reduccionista contraria. Las consecuencia del proceso evolutivo.
cosas son más complejas, y hay Y también está claro que ese proce-
que ir con honestidad intelectual a so, en su nivel meramente descrip-
resolver el problema donde está su tivo y fáctico, corresponde dilucidar
versión más problemática y difícil. a la neurociencia y no a la teología.
Por de pronto, no creo que sean Aunque también la teología puede
contradictorias la postura religiosa, preguntarse por la naturaleza meta-
críticamente considerada, y la pos- física última de ese proceso, siendo
tura evolucionista, puesto que se otro nivel de reflexión, sometido a
pueden complementar, conjugando otro tipo de leyes epistemológicas.
adecuadamente ambos niveles. Así,
Pero la cuestión es dilucidar
resultan poco precisas las afirma-
en qué base racional tenemos
ciones de F. Mora a este respecto:
que apoyar o justificar los códigos
“Y este es el núcleo de la cuestión.
O bien la moral, el razonamiento morales. ¿Depende este problema
moral, y los valores morales y las de la neurociencia, de las ciencias
normas que derivan de ellos vienen que nos describen la estructura y el
emanadas de Dios, y, por tanto, la funcionamiento del cerebro? No lo
teología tiene casi todo que decir, o parece. Aunque parece que tanto
bien derivan de los seres humanos Gazzaniga como Mora quieren ha-
mismos, de su proceso evolutivo, cernos ver que del funcionamiento
de su propia biología en intercam- del cerebro, podemos sacar algunas
bio constante con sus culturas, y orientaciones para nuestra morali-
por tanto, de su propio cerebro y dad. Por de pronto, la importancia
sus códigos de funcionamiento. de las emociones y de nuestra base
En este último caso, la ciencia, la biológica en la toma de decisiones,
neurociencia en particular y la pro- como se indicó en su momento,
pia filosofía (neurofilosofía) serían hace que tengamos que ver en qué
entonces las que tendrían mucho de medida nuestra estructura bioló-
qué hablar”93. Esta contraposición gica y cerebral está influyendo en
no es necesariamente absoluta, nuestra decisiones, no sólo para
puesto que se pueden conjugar, en empujarnos a actuar, sino también
planos diferentes, pero de modo para imponernos pautas concretas
convergente, la mirada teológica y de conducta. ¿Es esto cierto?

Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones 65


Revista Realidad 119, 2009
Para hacernos ver que en parte está claro que nos estamos refirien-
es así, los estudiosos de la influen- do al segundo sentido, a los códigos
cia del funcionamiento del cerebro morales. Hay recientemente una
en nuestra conducta nos presentan línea de pensamiento, los psicólo-
experimentos, realizados en el gos evolucionistas97, que pretenden
laboratorio, en los que someten a demostrar que las grandes líneas de
determinados individuos a decidir- la conducta de la especie humana
se ante determinados dilemas de actual se conformaron en una épo-
acción. Y parece evidente que en ca primitiva, anterior al paso del
los modos de decidirse ante tales paleolítico al neolítico, momento
dilemas morales hay una influencia en el que la especie humana estaba
importante de los sentimientos y compuesta por cazadores-recolec-
emociones95. El problema está en tores. Se trataría de una época larga
dilucidar si tales experimentos son y decisiva, durante la cual se fueron
decisivos para el problema que sedimentando en la base cerebral
estamos discutiendo, o no son más los comportamientos fundamen-
que meras constataciones del nivel tales de la especie, y sería en ese
moral o ético de nuestros semejan- momento en el que se conformarían
tes. Es decir: una cosa es la consta- las grandes orientaciones morales y
tación de cómo actuamos de modo cristalizaría la estructura compor-
mayoritario, y otra si esos compor- tamental de la especie. Estas tesis
tamientos los consideramos morales empujan a determinados autores a
o simples conductas interesadas de legitimar un renovado discurso acer-
cara a la mera supervivencia: una ca de la naturaleza humana. Estas
cosa es el “ser” (el comportamiento son las tesis que defienden autores
concreto, la generalidad estadística) como E. O. Wilson, S. Pinker y el
y otra el “deber ser”, lo que racio- resto de los denominados psicólo-
nalmente consideramos moralmente gos evolucionistas, como Barkow,
adecuado. Cosmides y Tooby98.
La cuestión en este punto es No cabe duda de que la es-
plantearse, como lo hace Gazzani- tructura comportamental del ser
ga, la cuestión de si tiene la especie humano es el resultado de toda
humana un sentido moral innato96. su historia, en la que ha recogido
Volvemos de nuevo a llamar la también la herencia de las especies
atención sobre la ambigüedad de anteriores, como ya hemos admitido
la cuestión, puesto que el sentido al indicar la incidencia de los senti-
moral sobre el que se pregunta mientos en la conducta moral. Y en
puede entenderse tanto referido a ese sentido, la conducta humana es
la capacidad moral como también el resultado de lo recibido de forma
a los contenidos morales. Si nos re- innata como resultado de ese pro-
ferimos a lo primero, la respuesta ya ceso, y de lo que va aprendiendo
sabemos que es positiva, pero aquí en el ejercicio continuo de convivir

66 Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones


con los demás, dentro de un ámbito tendentes a decantarse, ante los ex-

Revista Realidad 119, 2009


cultural. De ahí que admitamos que perimentos de los dilemas morales,
la naturaleza humana, si se quiere hacia el afecto por las personas más
seguir utilizando este concepto, no cercanas genéticamente, puesto que
hace referencia a un conjunto de nuestro cerebro de cazador-recolec-
disposiciones conductuales fijas que tor estaría acostumbrado a vivir en
habríamos aprendido en épocas re- sociedades humanas reducidas y
motas y estarían determinando nues- estaría conformado por la tenden-
tros comportamientos actuales99. cia selectiva a solidarizarse con los
Eso es lo que parece que genéticamente más cercanos, sin
quieren decirnos autores como el haber todavía aprendido a ampliar
sociobiólogo E. O. Wilson, del que su solidaridad al conjunto de la
hacen eco tanto Mora100 como Ga- especie humana. Por tanto, esa ten-
zzaniga101, al pretender mostrarnos, dencia ética, y otras similares proce-
en su obra The Moral Sense, “los dentes de nuestro cerebro primitivo,
orígenes evolutivos, culturales y de troquelado por los hábitos del estilo
desarrollo de los hábitos morales y de vida de cazadores-recolectores,
del sentido moral”102. Para Wilson, estaría condicionando nuestro ac-
estudiando esta época primitiva de tual modo de vivir, dado que, según
los seres humanos nos encontrare- estos psicólogos evolucionistas,
mos con un conjunto universal de todavía no habríamos tenido tiempo
normas de comportamiento que nos de transformar nuestras pautas cere-
permitirá apoyar científicamente la brales al nuevo entorno cultural de
moral humana, descubriendo una nuestra vida actual.
serie de pautas universales, lo que Ahora bien, cuando estos psi-
nos permitirá, al mismo tiempo, cólogos tratan de explicitar cuáles
poder defender la teoría de una na- serían las orientaciones morales
turaleza humana de tipo biológico universales que conformarían la
y genético. Estas mismas tesis son naturaleza humana en este punto no
las que le hacen afirmar a S. Pinker saben darnos más que orientaciones
la inexactitud de los planteamientos tan generales y tan imprecisas, que
de los que han negado el concepto no resultan en absoluto convincen-
de naturaleza humana, por insistir tes. Así, Gazzaniga considera que
demasiado en la plasticidad de la tales normas morales universales
conducta humana, como es el caso
serían “el hecho de que todas las
de J. Ortega y Gasset, A. Montagu
sociedades creen que el asesinato
y Stephen Jay Gould, entre otros103.
y el incesto están mal, que hay que
Estas tesis de los psicólogos cuidar y no abandonar a los niños,
evolucionistas estarían apoyando que no debemos decir mentiras ni
las interpretaciones de Wilson so- incumplir promesas, y que debemos
bre determinados comportamientos ser fieles a la familia”104. Aparte de
conductuales de los seres humanos, lo trivial de esta enumeración, que-

Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones 67


Revista Realidad 119, 2009
da la pregunta de si tales tendencias pectos del ámbito cultural, desde
morales son tendencias determinís- el lenguaje, la capacidad estética,
ticas o meras orientaciones condi- religiosa, etc., fruto de la combina-
cionantes. Si es lo primero, el cons- ción de capacidad biológica y con-
treñimiento determinístico debiera formación cultural. La base genética
ser tal que nadie incumpliría nunca y cerebral nos dota de capacidad
tales normas de comportamiento, y moral, pero las concreciones mo-
ya vemos que no es el caso. Si es lo rales son fruto de la racionalidad
segundo, ¿cómo sabemos que tales humana, conformada histórica y
orientaciones son fruto de nues- culturalmente. Eso es lo que hace
tra forma de ser cerebral o meros que, aunque toda la especie huma-
aprendizajes culturales, o las dos na tenga la misma capacidad moral,
cosas de forma imbricada? Y si es no todos los colectivos culturales,
así, ¿qué novedad aporta a la forma ni en todos los momentos de su
como tradicionalmente entendemos historia, tienen los mismos códigos
que está conformada la condición u orientaciones morales. Por tanto,
humana, mezcla de disposiciones la alternativa para responder al ori-
innatas abiertas y concreciones cul- gen de la moralidad no está entre
turales, fruto de la historia personal un origen religioso o natural, sino
de cada individuo? que hay que conjugar la base natu-
En definitiva, las orientaciones ral biológica con las concreciones
morales son, como todos los as- histórico-culturales.

7. Concluyendo

H
emos ido viendo en qué Hemos visto también que el
medida los avances de las contenido de la propuesta de la neu-
investigaciones en el campo roética tenía que ser desdoblado en
de las neurociencias, sobre todo dos: la ética de las neurociencias y
las de orientación cognitivista, nos la neurociencia de la ética. Si el pri-
obligan a abrirnos a un horizonte mer aspecto quiere hacer referencia
totalmente novedoso que puede a los problemas morales que plantea
constituir una auténtica revolución la investigación sobre el cerebro,
paradigmática. Así es lo que algunos el segundo se detiene más bien en
estudiosos de estas ciencias del cere- estudiar las bases cerebrales de la
bro nos quieren hacer ver, acuñando ética, del comportamiento moral.
para ello conceptos como neuro-
cultura, neuroética, neurofilosofía, Ahora bien, esta segunda di-
neuroteología, y otras afines. Nuestro mensión tiene a su vez dos caras
interés en este trabajo se ha centrado que hay que distinguir y conjugar
en la propuesta de la neuroética. de la forma más adecuada, porque

68 Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones


no es lo mismo referirse a la capa- lógicos sino también, y en mayor

Revista Realidad 119, 2009


cidad moral que a los contenidos medida, el esfuerzo de convivir con
morales que rigen nuestros compor- sus semejantes dentro de su propia
tamientos sociales. Esta distinción cultura como también con otros co-
es semejante a la que se da en el lectivos culturales. En ese entorno,
ámbito de la relación entre biolo- ha tenido que ir aprendiendo a ver
gía o genética y ética. A lo largo qué es bueno o malo para comer,
de este trabajo hemos tratado de para vestir, para defenderse de los
ver en paralelo, en ambos campos depredadores, para conformar una
(biología-ética y neurociencia-ética), vida en paz y convivencia con sus
la distinción entre estos dos planos semejantes, necesitando ir poniendo
epistemológicos: capacidad moral y reglas de convivencia encaminadas
contenidos morales. a colaborar con otros y a defenderse
de los que no quieren respetarlas.
Esta distinción de planos nos
lleva a defender que la capacidad En definitiva, no es suficiente
ética es un distintivo específico de descubrir la estructura y fisiología
la especie humana, constituyendo del cerebro ni tampoco las reglas
un ingrediente fundamental de psicológicas de nuestra mente para
nuestra condición o naturaleza hu- deducir de ahí las reglas del com-
mana, entendiendo que dicha capa- portamiento ético. Es condición
cidad depende de nuestra condición necesaria, pero no suficiente. La
biológica y cerebral. Somos éticos justificación y fundamentación de
como consecuencia de nuestra la moral, que conjuga nuestra doble
estructura genética, que conformó, condición biológico-cerebral y cul-
a través de un largo y complejo tural, tiene que apoyarse correcta-
proceso evolutivo, un cerebro de mente en una concepción adecuada
las características que estamos de la condición humana, que no es
aprendiendo a descubrir, dotación sólo biología ni sólo cerebro, sino
exclusiva de la especie humana. también cultural. Una adecuada
comprensión de la naturaleza huma-
Otra cosa diferente es el nivel
na no la reduce a los componentes
referido a los contenidos morales,
genéticos y/o cerebrales, sino tam-
a la lógica interna de la moralidad.
bién a la larga historia de interaccio-
Como cualquiera de los restantes
nes culturales e interpersonales, que
capítulos que componen nuestra
son donde los seres humanos han
dimensión cultural, los contenidos
ido conformando tanto las culturas
morales son fruto de la cultura.
como las personalidades individua-
Y cuando decimos esto, estamos
les, autónomas y libres105.
afirmando que son consecuencia
del largo proceso de lucha por la De ahí que la nueva apelación
supervivencia, proceso en el que a un reganar un nuevo concepto de
intervienen no sólo el esfuerzo de naturaleza humana, primando los
acomodarse a los entornos eco- elementos genéticos y cerebrales,

Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones 69


Revista Realidad 119, 2009
se basa en un insuficiente conoci- lo innato y lo aprendido, sin que
miento de la auténtica realidad hu- tengan que olvidarse la autonomía
mana, conformada por una estruc- y la libertad, condiciones necesarias
tura comportamental específica, que para que pueda hablarse de moral y
conjuga lo biológico y lo cultural, de ser humano.

NOTAS 4
Cfr. BROCKMAN, John (ed.), El
1 nuevo humanismo y las fronteras de
Neucocultura. Una cultura basada en
la ciencia, Barcelona, Crítica, 2007.
el cerebro, Madrid, Alianza, 2007, p.
5
11. Erik R. Kandel expresa una opi- Cfr. Frenología, en GREGORY, Ri-
nión similar en In search of memory. chard (dir.), Diccionario Oxford de
The emergence of a new Science of la Mente, Madrid, Alianza Editorial,
mind (2006): “En el siglo XXI la 1995, pp. 452-455; DAMASIO, A.,
biología de la mente será un fenó- o.c., pp. 28-31.
meno análogo al de la biología del 6
Cfr. MORA, Fco. J., Neurocultura.
gen en el siglo XX”: cita tomada de Una cultura basada en el cerebro, o.c.
F. Mora, o.c., p.13. 7
Cfr. sobre filosofía de la mente,
2
Cfr. EDELMAN, Gerald M./TO- GARDNER, H., La nueva historia
NONI, Giulio, El universo de la de la mente. Historia de la revolución
conciencia, Barcelona, Crítica, 2002; cognitiva, Barcelona, Paidós, 2000 (2ª
DAMASIO, Antonio, El error de ed.); CHURCHARLAND, Paul M.,
Descartes, Barcelona, Crítica, 1996; Materia y conciencia, Barcelona, Ge-
GOLDBERG, Elkhonon, El cerebro disa, 1999; MARTÍNEZ-FREIRE,
ejecutivo. Lóbulos frontales y mente Pascual F., La nueva filosofía de la
civilizada, Barcelona, Crítica, 2002; mente, Barcelona, Gedisa, 1995;
MORA, Fco. J., El reloj de la sabi- PRIEST, s., Teorías y filosofías de
duría, Madrid, Alianza, 2002; Id., la mente, Madrid, Cátedra, 1994;
Neurocuiltura. Una cultura basada BRONCANO, F. (ed.), La mente
en el cerebro, Madrid, Alianza, 2007; humana, Madrid, Trotta, 1995; LIZ,
RUBIA, Fco. J., ¿Qué sabes de tu Manuel, Perspectivas actuales en filo-
cerebro? 60 respuestas a 60 pregun- sofía de la mente, Tenerife, Gobierno
tas, Madrid, Temas de Hoy, 2006; de Canarias, 2001; MOYA, Carlos J.,
Id., El cerebro nos engaña, Madrid, Filosofía de la mente, Valencia, PUV,
Temas de Hoy, 2007; MARTÍN- 2004; HIERRO-PESCADOR, José,
LOECHES, Manuel, La mente del Filosofía de la mente y de la Cien-
“Homo sapiens”. El cerebro y la cia Cognitiva, Madrid, Akal, 2005;
evolución humana, Madrid, Aguilar, BEORLEGUI, Carlos, “Filosofía de
2008. la mente: Visión panorámica y situa-
ción actual”, Realidad (UCA, San
3
Cfr. su famosa conferencia en Cam- Salvador), 2007, nº 111, 121-160; Id,
bridge, Las dos culturas y la revolu- “Los emergentismos sistémicos: Un
ción científica, 1959 (ed. cast.: Las modelo fructífero para el problema
dos culturas y un segundo enfoque, mente-cuerpo”, Pensamiento, 62
Madrid, Alianza, 1977). (2006), nº 234, 391-439.

70 Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones


8
Cfr. ZUBIRI, X., La estructura diná- ce”, American Scientist, 1968, nº 56,

Revista Realidad 119, 2009


mica de la realidad, Madrid, Alianza/ pp. 207-221 (trad. cast., “La biología
Fundación Xavier Zubiri, 1989. como una ciencia autónoma”, en
9
AYALA, F. J., La evolución de un
THORPE, W: H., “El reduccionis- evolucionista. Escritos seleccionados,
mo en la biología”, en AYALA, F.J./ Valencia, Universidad de Valencia,
DOBZHANSKY, T. (eds.), Estudios 2006, pp. 105-122); Id., “Introduc-
sobre la filosofía de la biología, Barce- ción”, o.c., p. 13.
lona, Ariel, 1983, 152-187; 152. 21
AYALA, F.J., o.c., p. 13.
10
Issues in Science and Religión, Lon- 22
Ibídem, p. 13.
dres, S. C. M. Press, 1966, p. 52 (cita
tomada de W. H. Thorpe, o.c., 153). 23
Cfr. AYALA, F. J., “La biología
11 como una ciencia autónoma”, o.c.
El resultado de dicha conferencia,
24
celebrada en el Centro de Estudios y Ibídem, p. 111.
Conferencias de la Fundación Roc- 25
Ibídem, p. 112.
kefeller de Bellagio, Italia (1972),
26
es el libro Estudios sobre la filosofía AYALA, F. J., o.c., p. 113.
de la biología, editado por el propio 27
Ibídem, p. 114.
Ayala, junto con su maestro T. Do- 28
Ibídem, p. 114.
bzhansky.
29
12
Cfr. Ibídem, 114-116.
AYALA, Fco. J., “Introducción”, en
30
AYALA/DOBZHANSK (eds.), o. Ibídem, p. 114.
c., pp. 9-20; 10. 31
Cfr. GARCÍA BACCA, J. D.,
13
Cfr. Ibídem, p. 11. Curso sistemático de filosofía actual,
Caracas, UCV, 1969.
14
O. c., p. 12. 32
AYALA, F. J., o.c., 115.
15
Cfr. KRAFT, Víctor, El Círculo de 33
Ibídem, p. 115.
Viena, 1977; KOLAKOWSKI, Les-
34
zek, La filosofía positivista, Madrid, Ibídem, p. 116.
Cátedra, 1979. 35
Ibídem, p. 117.
16
AYALA, F.J., o.c., p. 13. 36
Ibídem, p. 117.
17
THORPE, W. H., o.c., p. 153. 37
Cfr. Ibídem, p. 118.
38
18
Ibídem, p. 153. Ibídem, p. 118.
39
19
BROAD, C. D., The Mind and its Ibídem, p. 119
Place in Nature, Londres, Kegan 40
Ibídem, p. 120.
Paul, Trench and Trubner, 1937 41
(cita tomada de W- H. Thorpe, o.c., Ibídem, p. 121.
42
p. 154. La cursiva es del autor). Ibídem, p. 121.
43
20
Cfr. NAGEL, E., The Structure of Cfr. GOULD, Stephen Jay, El pul-
Science, Nueva York, Harcourt, Bra- gar del panda. Reflexiones sobre his-
ce and World, 1961; AYALA, F. J., toria natural y evolución, Barcelona,
“Biology as an Autonomous Scien- Crítica, 1994.

Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones 71


44
Cf. La lógica de lo viviente, Barcelo- 50
Cfr. PREMACK, D., /WO-
Revista Realidad 119, 2009

na, Laia, 1977. ODRUFF, G., “¿Tiene el chim-


45 pancé una teoría de la mente? “,
AYALA, F. J., o.c., p. 122.
en MARTÍ, E. (ed.), Construir una
46
Cfr. AYALA, Fco. J., “De la biolo- mente, Barcelona, Paidós, 1997, 137-
gía a la ética: una excursión filosófica 178; HART, S., El lenguaje de los
en torno a la naturaleza humana con animales, Barcelona, Omega, 1997;
reflexiones sobre la sociobiología”, GARCÍA GARCÍA, E., “Teoría de
Revista de Occidente, 1962, nº 18- la mente y ciencias cognitivas”, en
19, pp. 163-186 (este texto apareció FEITO, L. (ed.), Nuevas perspec-
después como un capítulo, el 7º, de tivas científicas y filosóficas sobre el
Origen y evolución humana, Madrid, ser humano, Madrid, UPCO, 2007,
Alianza, 1980); ELLACURÍA, Igna- pp. 17-54; BEORLEGUI, C., “La
cio, “Fundamentación biológica de capacidad lingüística del ser huma-
la ética”, ECA (San Salvador), 1979, no: una diferencia cualitativa”, en
nº 368, pp. 418-428; CHANGEUX, Revista Thémata. Homenaje a Jorge
J.-P. (dir.), Fondements naturel de V. Arregui, 2006, nº 37, pp.139-168.
l’éethique, París, Ed. Odile Jacob, 51
Cfr. AYALA, F.J., Cfr. AYALA,
1993; PUYTORAC, P., De la bio- Fco. J., “De la biología a la ética:
philosophie à une éthique de la biolo- una excursión filosófica en torno a
gíe (La societé face à la biologie), Pa- la naturaleza humana con reflexio-
ris, L’Harmattan, 1998; DE WAAL, nes sobre la sociobiología”, Revista
Frans, Bien Natural: los orígenes del de Occidente, 1962, nº 18-19, pp.
bien y del mal en los humanos y otros 163-186 (este texto apareció después
animales, Barcelona, Herder, 1997; como un capítulo, el 7º, de Origen
VV. AA., La sociedad naturalizada. y evolución humana, Madrid, Alian-
Genética y conducta, Valencia, Tirant za, 1980); Id., La evolución de un
Lo Blanch, 1986; CELA CONDE, evolucionista, Valencia, Universitat
C. J., De genes, dioses y tiranos. La de Valencia, 2006, parte IV. Bases
determinación biológica de la moral, biológicas de la conducta humana,
Madrid, Alianza, 1985; RUSE, M., pp. 349-423.
Tomándose a Darwin en serio, Bar-
52
celona, Salvat, 1994; El etólogo holandés Frans de Waal
defiende la presencia de ciertos
47
Cfr. ELLACURÍA, I., “Fundamen- rasgos en la conducta de los chim-
tación biológica de la ética”, o.c. pancés que mostrarían en embrión
48
Cfr. THORPE, W., Breve historia la capacidad ética de los humanos.
dela etología, Madrid, Alianza, 1982. Cfr. DE WAAL, Frans, La política
49
de los chimpancés, Madrid, Alianza,
Cfr. WILSON, E. O., Sociobiología. 1993; Id., Bien natural. Los orígenes
La nueva síntesis, Barcelona, Omega, del bien y del mal en los humanos y
1980; Id., Sobre la naturaleza hu- otros animales, Barcelona, Herder,
mana, México, FCE, 1980; RUSE, 1997; Id., Primates y filósofos. La
M., Sociobiología, Madrid, Cátedra, evolución de la moral del simio al
1983; BEORLEGUI, C., El reto de hombre, Barcelona, Paidós, 2007.
la biología a la antropología. De la
53
etología a la sociobiología, Letras de J. L. López Aranguren denominó a
Deusto, 16 (1986), nº 34, 37-69. . estos dos niveles ética como estructu-

72 Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones


61
ra y ética como contenido, respectiva- Barcelona, Omega, 1980.

Revista Realidad 119, 2009


mente, en su Etica, Madrid, Revista 62
México, FCE, 1980.
de Occidente, 1958.
63
54
Cfr. RUSE, M., Sociobiología, o.c.
Cfr. AYALA, F. J., Origen y evolu-
64
ción del hombre, Madrid, Alianza, Para un análisis crítico de las teorías
1980, pp. 174-175. altruistas de los sociobiólogos, cfr.
55
SOBRE, E./WILSON, D. S., El
Cfr. GEHLEN, A., El hombre, Sala-
comportamiento altruista. Evolución
manca, Sígueme, 1980.
y psicología, Madrid, Siglo XXI,
56
Cfr. ZUBIRI, X., Sobre el hombre, 2000.
Madrid, Alianza/Sociedad de Estu- 65
Cfr. SAHLINS, M., Uso y abuso
dios y Publicaciones, año.
de la biología, Madrid, Siglo XXI,
57
Cfr. AYALA, F. J., o.c, pp. 177- 1982; LEWONTIN, R./KAMIN,
178. L. /ROSE, S., No está en los genes,
58 Barcelona, Crítica, 1987; LEWON-
Cfr. APEL, K. O., La transforma-
TIN, R., La diversidad humana,
ción de la filosofía, Madrid, Taurus, 2
Barcelona, Labor, 1984; ARCHER,
vols., 1985; Id., Teoría de la verdad y
L. J., La amenaza de la biología, Ma-
ética del discurso, Barcelona, Paidós,
drid, Pirámide, 1983; VV. AA., La
1971; HABERMAS, J., Conciencia
biología como arma social, Madrid,
moral y acción comunicativa, Barce-
lona, Península, 1985; Id., Ensayos Alhambra, 1982;
sobre moralidad y eticidad, Barcelo- 66
México, FCE, 1980, sobre todo las
na, Paidós, 1991; CORTINA, A., págs. 13-30.
Etica mínima, Madrid, Tecnos, 1986; 67
Ibídem, p. 15.
Id., Etica sin moral, Madrid, Tecnos,
1990. CAMPS, V., La imagina- 68
Ibídem, p. 16.
ción ética, Barcelona, Seix-Barral, 69
Ibídem, pp. 18 y 21.
1983; Id. (ed.), Historia de la ética,
Barcelona, Crítica, 1988, 3 vols.: 70
Cfr. BERLIN, I., Libertad y necesi-
DUSSEL, E., Etica de la liberación dad en la historia, Madrid, Revista de
en la edad de la globalización y de Occidente, 1974, p. 21.
la exclusión, Madrid, Trotta, 1998; 71
Cita de Wilson, en AYALA, F. J.,
ZAN, Julio de, Panorama de la ética
o.c., p. 184.
continental, Madrid, Akal, 2002.
72
59 Texto de Wilson, citado por AYA-
Cfr. DAWKINS, R., El gen egoísta,
LA, o.c., p. 184. Las cursivas son de
Barcelona, Labor,1979.
Ayala.
60
Cfr. WILSON, E. O., Sobre la 73
AYALA, F. J., o.c., p. 184.
naturaleza humana, México, FCE,
1980; RUSE, M., Sociobiología, 74
Cfr. Sociobiología, o.c.; Id., Tomán-
Madrid, Cátedra,1983; VEUILLE, dose a Darwin en serio, Barcelona,
M., La Sociobiologie, París, PUF, Salvat, 1987; Id., “Evolución y ética:
1986; BEORLEGUI, C., “El reto Una vieja relación considerada”,
de la biología a la antropología. De en SANMARTIN, J./SIMON,
la etología a la sociobiología”, Letras V./GARCÍA-MERITA, Mª L.
de Deusto, 16 (1986), nº 34, 37-69. (comps.), La sociedad naturalizada.

Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones 73


Genética y conducta, Valencia, Tirant 85
Cfdr. BUNGE, M., El problema
Revista Realidad 119, 2009
Lo Blanch, 1986, pp. 149-169. mente-cerebro, Madrid, Tecnos,
75
AYALA, F. J., o.c., 188. 1985.
86
76
Cfr. MORA, F. (ed.), El cerebro MORA, F., o.c., p. 72.
íntimo. Ensayos sobre neurociencia, 87
Ibídem, p. 73.
Barcelona, Ariel, 1996; Id., El reloj 88
de la sabiduría. Tiempos y espacios en Cfr.. DAMASIO, A., El error
el cerebro humano, Madrid, Alianza, de Desacartes, o.c. Cfr. también
2002; Id., Neurocultura. Una cul- MORA, F., Esplendores y miserias
tura basada en el cerebro, Madrid, del cerebro, Madrid, FSCH, 2004.
Alianza, 2007; RUBIA, F. J., ¿Qué 89
Cfr. DE WAAL, Frans, La política
sabes de tu cerebro? 60 respuestas a 60 de los chimpancés, Madrid, Alianza,
preguntas, Madrid, Temas de Hoy, 1993; Id., Bien natural. Los orígenes
2006; Id., El cerebro nos engaña, del bien y del mal en los humanos y
Madrid, Temas de Hoy, 2007.
otros animales, Barcelona, Herder,
77
Cfr. MORA, F., Neurocultura, o.c. 1997; Id., Primates y filósofos. La
78 evolución de la moral del simio al
SAFIRE, W., “The Risk That Fai-
led”, New York Times, 10 d e julio hombre, Barcelona, Paidós, 2007.
de 2003 (cita tomada de M. S. Ga- 90
Cfr. MORA, F., o.c., 68.
zzaniga, El cerebro ético, Barcelona, 91
Paidós, 2006, 14. MORA, F., o.c., pp. 76-77.
92
79
Cfr. sobre estos temas M. S. GAZ- No nos vamos a detener en discutir
ZANIGA, El cerebro ético, o.c. la realidad o no de la libertad. Es
un tema suficientemente complejo
80
Cap. 3º de Neurocultura, o.c., 65-81. como para exigir un estudio especí-
81
Cfr. EDELMAN, G. M./TONO- fico. De modos modos, damos por
NI, G., El universo de la conciencia. hecho que hablar de ética y de neu-
Cómo la materia se convierte en roética supone aceptar el postulado
imaginación, Barcelona, Crítica, de la libertad, porque si la existencia
2002; SEARLE, J., El misterio de la de la libertad, tenemos que dejar
conciencia, Barcelona, Paidós, 2000. de hablar de ética, como ya dijimos
82
Cfr. ALLMAN, J. M., El cerebro en siguiendo a I. Berlin.
evolución, Barcelona, Ariel, 2003; 93
MORA, F., Neurocultura, o.c., p. 66.
MORA, F., El reloj de la sabiduría. Mora trae en la página siguiente una
Tiempos y espacios en el cerebro hu- cita de P. Churchland para reforzar
mano, Alianza, 2002. su postura.
83
Cfr. RIOS, M./CABESTREROS, 94
Cfr. BARBOUR, I., El encuentro
M./MAESTU, F., Neuroimagen. entre ciencia y religión, Santander,
Técnicas y procesos cognitivos, Ma- Sal Terrae, 2004.
drid, Edimar Editores, 2007.
95
84
Cfr. MORA, F., o.c., pp. 78-79.
Cfr. RABOSSI, E., “La teoría de
96
la identidad mente-cuerpo”, en Cfr. GAZZANIGA, M. S., o.c., p.
BRONCANO, F. (ed.), La mente 169.
humana, Madrid, Trotta, 1995, pp. 97
Cfr. PINKER, S., La tabla rasa. La
17-42.

74 Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones


negación moderna de la naturaleza 99
Cfr. BEORLEGUI, C., A vueltas

Revista Realidad 119, 2009


humana, Barcelona, Paidós, 2003; con la naturaleza humana, o.c, ; Id.,
BARKOW, J.H./COSMIDES, L/ “La singularidad del ser humano
TOOBY, J., The adapted mind: como animal bio-cultural”, Reali-
Evolutionary Psichology an the dad (UCA, San Salvador), 2008 (en
generation of culture, Nueva York, prensa).
Oxford University Press, 1992; 100
Cfr. MORA, F., o.c., p. 79.
CASTRO, L./LÓPEZ-FANJUL,
101
C/TORO, M.A., A la sombra Cfr. GAZZANIGA, M. S., o.c., p.
de Darwin. Las aproximaciones 169.
evolucionistas al comportamiento 102
Cita tomada de GAZZANIGA,
humano, Madrid, Siglo XXI, 2003; M.S., o.c., p. 169.
DUPRE, J., El legado de Darwin. 103
Qué significa hoy la evolución, Bue- Cfr. Ibídem, p. 168.
nos Aires, Katz Editores, 2006, pp. 104
Ibídem, p. 170.
121 y ss.; BEORLEGUI, C., “A 105
vueltas con la naturaleza humana”, Cfr. LEWONTIN, R., La diver-
sidad humana, Barcelona, Prensa
en ARREGUI, Jorge V. (ed), Deba-
Científica, 1984; LEWONTIN, R./
te sobre las antropologías, Themata,
ROSE, S./KAMIN, L.J., No está en
2005, nº 35, 139-150; Id., “La capa-
los genes. Racismo, genética e ideolo-
cidad lingüística del ser humano: una
gía, o.c.; MARTÍN-LOECHES, M.,
diferencia cualitativa”, en Homenaje
El cerebro del “Homo sapiens”, o.c.;
a Jorge V. Arregui, Themata, 2006, nº
SAPOLSKY, R., El mono enamora-
37139-168.
do y otros ensayos sobre nuestra vida
98
Cfr. la nota anterior. animal, Barcelona, Paidós, 2006;
BEORLEGUI, C., “A vueltas con
la naturaleza humana”, o.c.

Ética y neurociencias. Una relación necesitada de clarificaciones 75

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