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TECSUP-PFR INDUCCIÓN AL MERCADO LABORAL

"EMPLEABILIDAD"

La empleabilidad se define como la capacidad de una persona de acceder a un


puesto de trabajo, mantenerse en él y reubicarse en otro en caso de pérdida del
primero. Una persona "empleable" posee los requisitos en términos de
experiencia profesional demandados, tiene los conocimientos que demandan los
empleadores para su perfil y es capaz de transmitir adecuadamente un mensaje
al mercado.

Sin embargo la cuestión reside en determinar este "valor de mercado". Valor que, si
cabe, resulta más relevante en un momento como el actual en el que una
titulación o cualificación no aseguran por si mismos ningún valor si no somos
capaces de aportar valores diferenciales respecto a los otros candidatos que
pueden optar al mismo puesto. La formación, la titulación es relevante,
probablemente, en el entorno de la administración pública pero no lo es ni
aportan por sí mismas valores diferenciales entre diferentes candidatos a una
posición profesional determinada. En este momento es necesario disponer
(aparte de conocimientos y cualificaciones técnicas), de una serie de
características o competencias, que al mismo tiempo que permitan modular la
forma en que se desarrolla el trabajo, permitan al individuo integrarse
adecuadamente en una organización.
En un momento de gran competencia en el mercado de trabajo las organizaciones
que siguen contratando intentan identificar los estilos personales de cada
candidato, su forma de relacionarse en los contextos formales e informales, de
gestionar conflictos, de reaccionar ante el stress, etc. Estos aspectos
competenciales y motivacionales, sumados a los factores que dependen
estrictamente del mercado laboral (equilibro entre oferta y demanda) y de las
corrientes sociales (genero, edad, diversidad, etc.) hacen que la empleabilidad
dependa tanto de factores que un profesional puede controlar como otros de
carácter ajeno y en los que resulta muchas veces imposible de incidir. Este tipo
de criterios resultan aplicables para todos los niveles de competencia, formación, e
inclusive, aunque pueda sorprendernos, a los puestos de trabajo de menor
cualificación.

La empleabilidad es un término que hace referencia a las posibilidades que


tiene un profesional de encontrar empleo. Entre los factores que entran en
juego se encuentra la formación, la experiencia y las cualidades y actitudes
personales.

Los trabajadores deben ir acorde con las demandas del mercado de trabajo y
adaptarse a los cambios para conseguir reciclarse y no quedarse obsoleto en
sus conocimientos y habilidades.

Ps. F. Eduardo Paredes A.


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Diversos estudios hablan de seis conceptos básicos que interactúan en la


empleabilidad:

• Adecuación vocacional,
• Competencia profesional,
• Idoneidad,
• Salud física y mental,
• Recursos alternativos y
• Relaciones interpersonales.

Si cada trabajador valora cada uno de estos aspectos aplicándolos a su


situación y a sus conocimientos y habilidades podrá conocer si es apto para
un determinado puesto de trabajo.

En este sentido conviene hablar de la movilidad profesional. Muy valorado


por las empresas y por los encargados de los procesos de selección de los
departamentos de Recursos Humanos pero que no todo el mundo está
dispuesto a cambiar el lugar de residencia. Además de aportar una
importante experiencia personal y profesional, se mejoran las competencias
idiomáticas y se conoce una nueva cultura.

El concepto de empleabilidad se encuentra ligado, por último, a la visión que


cada uno de nosotros tenemos sobre nuestra trayectoria profesional. Por
ello para el desarrollo de nuestra propia empleabilidad es necesario ligar
nuestras opciones profesionales futuras, con la demanda de los empleadores
y el contexto en las que estas se producen.

LA EMPLEABILIDAD Y LA ÉTICA

Todo oficio o profesión exige de sus miembros una conducta moral, que es algo
distinto al desempeño técnico y eficiente de una profesión. Para esto se requiere
del desempeño para que se respete y se cumpla con las normas morales. La
importancia de esta es que descubre en los hombres un valor en la actuación
profesional. Este valor surge como una exigencia de la persona, cualquiera sea su
trabajo. La ética profesional no debería ser motivo de asombro o presunción, ya
que debe ser algo con lo que debemos convivir diariamente, debemos de estar
plenamente conscientes y convencidos de que la ética se rige bajo principios
universales básicos, por lo tanto depende de nosotros mismos, el establecer un
entorno ético con nuestra familia, amigos, y principalmente con nuestros
colaboradores.
La ética trata permanentemente y vigorosamente de combatir la separación o
divorcio que se ha pretendido establecer entre las ideas y la vida, es decir, la
actitud negativa del hombre que considera que la regla moral hay que respetarla a
distancia.
La ética debe ser considerada como constante disciplina para la vida, pues nos
Ps. F. Eduardo Paredes A.
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obliga a realizar nuestras labores con eficiencia y a mantener una actitud de


rechazo frente a todo lo que minimice nuestra dignidad. De aquí es que se dice
que el hombre es un ser inexorablemente moral, pues su vida no le viene dada
con dignidad y moral, sino que debe hacerla, debe construirla con moral y
dignidad.
El hombre que adquiere una moral bien pertrechada espiritualmente se convierte
en un ferviente defensor de la justicia y en un fermento de renovación en todos los
aspectos de la vida.
La personalidad moral se va definiendo a través de cada uno de los actos
humanos. Con cada nueva posibilidad que nos apropiamos, con cada
actualización de un vicio o de una virtud, descubrimos, corregimos o subrayamos
los rasgos de nuestro carácter.
El problema del comportamiento ético no es tanto un problema de normas como
un problema del hombre que se realiza o destruye a través de sus obras. Por lo
tanto, los pasos conducentes a una mejora de la ética profesional pasan por la
formación moral del hombre, (es como un círculo vicioso) formación basada en la
recuperación, o la afirmación, de la conciencia moral a partir de los primeros
principios de la ley natural y sus consecuencias. De aquí que la principal, y casi
única, recomendación que cabe hacer es la de formar integralmente a las
personas, en todos los niveles de la empresa, mediante la educación y, sobre
todo, mediante el ejemplo.
Las normas éticas, generalmente aceptadas, proveen al profesional de un medio
eficaz para evaluar su propio trabajo y poder determinar si este satisface sus
responsabilidades.
El hombre que se gradúa hoy y deja de estudiar mañana, estará ineducado para el
día siguiente. Debe perfeccionarse constantemente, poniéndose al día con los
nuevos avances que se registran en el mundo; pues aunque los principios
fundamentales sean los mismos, las técnicas cambian y las máquinas se
perfeccionan.
El hombre que conoce la carrera que ha elegido, y ayudado por una buena
formación ética, o lo que es lo mismo apoderado del sentido del deber y del
derecho de lo que se debe hacer en moral, está llamado a triunfar en el
desempeño de sus actividades.
Toda profesión lleva sobre sus hombros el peso de graves deberes y de hondas
responsabilidades, que el profesional solo podrá vencer si pone sus conocimientos
al servicio de una conciencia fina y delicada.
Todo profesional está obligado a amar la verdad, a dedicarse plenamente a la
investigación científica y a practicar el bien en todas sus labores.
El primer deber de la persona que se prepara es ponerse en condición de ejercer
su profesión, cultivando la mente con el estudio de lo que se necesita saber y
pertrechando su voluntad con todos los motivos del bien obrar.
Una sólida preparación técnica y la obtención de excelentes cualidades
personales son requisitos indispensables para realizar un trabajo de primera.
El profesional debe ser un hombre de conciencia, capaz de amar el cumplimiento
del deber por encima de las garantías materiales, ventajas o provechos
personales.
Está en la obligación de hacerse con una buena conciencia, instruyéndola
convenientemente, educándola con esmerada escrupulosidad, formándola en los
Ps. F. Eduardo Paredes A.
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sanos principios morales, trabajando por hacer conservar su rectitud nativa por el
camino de una obediencia constante y fiel a sus decisiones.
Todo el que tiene sentido de su dignidad profesional debe empezar por respetarse
a sí mismo, no ofreciendo nunca, ni en su vida privada, ni en su vida profesional,
ni en su vida pública ciudadana, motivo de escándalo. Debe mantener a raya sus
pasiones y ser un ejemplo vivo de buen comportamiento, un comportamiento
verdaderamente ÉTICO.

La ética en mi trabajo

Antes de referirnos a la ética del trabajo primero comenzaremos por definir el


trabajo. Desde mi punto de vista el trabajo no es algo que deba ser remunerado ni
obligatorio si no absolutamente voluntario. El trabajo es algo que nos forma como
personas y nos permite disfrutar de la vida. Es más el trabajo nuestro es la vida y
nuestra obligación es disfrutarlo con honestidad y empeño porque nuestra única
verdadera posesión es la vida.

Así pues queda claro que el concepto de trabajo está unido estrechamente a la
vida y se compenetran y ordenan de forma muy compleja. Una parte esencial del
disfrute y bienestar en la vida la juega la conciencia y aquí a formar parte, a su
vez, la ética y la honestidad.

Disfrutar de la vida, terminarla de modo que tengas la sensación que has hecho
todo lo necesario, todo lo que debías hacer, es harto difícil. Para ello se debe
alcanzar un nivel de bienestar casi perpetuo en el que la honestidad (para con uno
mismo, no me canso de repetirlo, lo que piense el mundo no importa excepto en el
caso de meterse dentro de la libertad de los demás), en el que la honestidad y una
conciencia plácida son, aunque entre bastidores, directores principales. El
sentimiento de fidelidad hacia la propia persona, el cumplimiento del concepto
propio y personalísimo de justicia y el disfrute de los ratos de ocio a la vez que
saber procurar la felicidad de las personas a tu alrededor y la mejora del ambiente
que nos rodea no es otra cosa que nuestro verdadero trabajo.

Nuestro trabajo es, como conclusión, nuestra vida y su completo


aprovechamiento. Para hacer esto no nos cabe otra opción que ser humanos y
fieles a la dinámica y fuerza de la vida. Y nuestra vida es el día a día, el presente y
no el futuro; que no sólo uno mismo pueda ver el sol y la luna si no todas las
personas que estén a tu alrededor y a las que uno quiera.

Ps. F. Eduardo Paredes A.

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