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CONGRESO INTERNACIONAL DE DERECHO PENAL: HACIA LA CREACIÓN DE UN COMITÉ PARA LA

PREVENCIÓN DE LA TORTURA EN AMÉRICA LATINA

EL PRESO, VÍCTIMA O VICTIMARIO?

_____________________________
Juan Camilo Beltrán Zamora
Estudiante de la Facultad de Derecho
Universidad Santo Tomás
2013

SUMARIO:

I- Introducción.
II- Breve Historia del Régimen Penitenciario a Nivel Mundial y en
Colombia.
III- Situaciones Problemáticas del Preso.
IV-Conclusiones.
V- Bibliografía.

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CONGRESO INTERNACIONAL DE DERECHO PENAL: HACIA LA CREACIÓN DE UN COMITÉ PARA LA
PREVENCIÓN DE LA TORTURA EN AMÉRICA LATINA

I. INTRODUCCIÓN:

Para iniciar hay que poner sobre la mesa una serie de problemáticas que desde
hace ya bastante tiempo ha venido rondando en los centros de reclusión
penitenciaria en Colombia para así, poder desarrollar cada una de esas
problemáticas y de esa forma saber frente a qué nos estamos enfrentando y no
solo esto sino que también poder entender la magnitud del problema que se tiene
en frente y que se nos está resbalando de las manos a tal punto que no vamos a
tener ninguna medida para poder darle algún tipo de solución.

En Colombia los centros de reclusión están caracterizados por una serie de


situaciones referenciadas a temas de espacio, de personal, de infraestructura, lo
que claramente conduce a que los presos no se encuentren en un estado de
dignidad tal que les pueda garantizar una verdadera resocialización que es uno de
los fines que buscan los centros penitenciarios con la privación de la libertad de
alguien que haya cometido un acto que encuadre dentro de la tipicidad,
antijuridicidad y culpabilidad.

Y es que es indispensable que en verdad exista una resocialización del preso ya


que con esta se busca que pueda nuevamente “encajar” dentro de la sociedad
para que pueda hacer algo verdaderamente bueno con su vida, es por lo cual que
es indispensable que exista una resocialización aunque para algunos pareciese
que no debería ser así, teniendo como forma de pensar que cómo es posible que
se le deban o que se le brinden unas garantías al preso en virtud de los actos
atroces que cometió, pero lo que es cierto es que es deber el garantizarles un
estado digno a los reclusos ya que es en razón a esto que como se dijo, va a
volver a servirle a la sociedad, pero esta no es la principal razón sino que aunado
a esto Colombia en la Constitución de 1991 establece en el artículo 1 que “se
encuentra fundada en el respeto de la dignidad humana, el trabajo y la solidaridad de las
personas que la integran”1, es por lo cual se debe garantizar la dignidad humana de

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Constitución Política de Colombia. (2009). Bogotá: Legis.

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los reclusos dentro de las cárceles ya que también son personas y por tal tienen
dignidad.

Es en virtud a esto que este ensayo busca el desarrollo de esas situaciones


problemáticas que se dan dentro de las cárceles par luego mirar si el preso a
pesar de los actos que cometió y por los cuales se encuentra allí dentro del centro
de reclusión, es víctima en razón al trato otorgado allí dentro de la cárcel o
victimario en razón efectiva a encontrarse allí por lo que cometió pero
otorgándosele un trato humano, debido para que regrese a servir a la sociedad.

II. BREVE HISTORIA DEL RÉGIMEN PENITENCIARIO A NIVEL


MUNDIAL Y EN COLOMBIA:

Para dar inicio primero hay que establecer que el origen de las penas y derecho
de castigar, para lo cual hay que decir que desde que se empezó a dar la
multiplicación del género humano, fue la necesidad de éstos lo que reunió a los
primeros salvajes así, esas primeras uniones formaron necesariamente otras para
resistir a las primeras; y de este modo el estado de guerra se transportó desde el
individuo a las naciones. De tal manera las leyes son las condiciones mediante las
cuales los hombres independientes y aislados, se unieron en sociedad cansados
de vivir en un continuo estado de guerra, así como de gozar una libertad inútil por
la incertidumbre de conservarla; por eso, debieron sacrificar una parte de su
libertad para disfrutar del resto, seguros y tranquilos.

La suma de todas estas porciones de libertad sacrificadas al bien de todos, es lo


que forma la soberanía de una nación, siendo el soberano su legítimo depositario
y administrador. Pero no bastaba formar este depósito; era preciso defenderle de
las usurpaciones de cada hombre en particular, pues el hombre trata siempre de
substraer del depósito, no sólo su porción propia, sino que además procura
usurpar las porciones de los demás. Para evitar dichas usurpaciones se requerían
motivos sensibles que fuesen bastantes para contener el ánimo despótico de cada
hombre, cuando quisiese sumergir las leyes de la sociedad en su caos antiguo.

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De modo que fue la necesidad la que la que obligó a los hombres a ceder parte de
su libertad y, por tanto es cosa cierta que ninguno de nosotros desea colocar en el
depósito público más que la mínima porción posible, tan solo aquélla que baste a
inducir a los otros a defender el depósito mismo. El conjunto de estas mínimas
porciones posibles, forma el derecho de penar, todo lo demás es abuso, y no
justicia; es un hecho, y ya no derecho. Las penas que superan la necesidad de
conservar el depósito de la salud pública son justas por naturaleza; y las penas
son tanto más justas cuanto más sagrada e inviolable es la seguridad y mayor la
libertad que el soberano conserva a los súbditos. (Marqués de Beccaria, 2004).

Ya en Colombia se inició el régimen penitenciario con el decreto dictado el 14 de


marzo de 1828, después de declarada la Independencia, pero es de tener claro
que antes de la Independencia en nuestro sistema penitenciario predominó el
criterio contenido en el aforismo de Ulpiano, casi traducido literalmente en la
legislación de indias, en el libro VII, ley I, título VI y VII que establecía que las
cárceles se debían hacer para custodia y guardia de los delincuentes y otros que
debieran estar presos, es decir, que no tenían carácter penológico sino de
detención preventiva perteneciendo por su régimen, más al procedimiento penal.
(Rodríguez Pineda, 1998).

III. SITUACIONES PROBLEMÁTICAS DEL PRESO:

Habiendo ya establecido un poco acerca del origen el sistema carcelario, es


necesario ya establecer cuál es la suerte del preso ya que si estamos hablando de
un tarto digno del encarcelado, éste debe ser entendido en todas sus formas, no
solamente intra muros, sino que además es de tener en cuenta la situación que
rodea al preso teniendo en cuenta no sólo por lo que tiene que pasar éste sino por
lo que a causa de esto éste preso tiene que padecer en virtud a quedar su entorno
familiar en un estado de abandono y sufrimiento por estas causas.

Por tanto para establecer esta situación que mejor que con una entrevista de
versiones recibidas de procesados privados de la libertad hace más de diez años:

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Alejandro Toro: “Entré a la cárcel cuando tenía 27 años por un delito que no
cometí, parece ser que me confundieron con otro parecido a mí, por la época en
que fui capturado, vivía con mi mujer y teníamos cuatro hijos todavía pequeños,
tres varones y una mujercita que era la menor la cual padecía de asma, yo era el
que trabajaba para sostener la familia, yo había cursado hasta cuarto de
bachillerato y me defendía trabajando en una fábrica, pedí el empleo y fui
encarcelado. Mi familia quedó en el más completo desamparo por cuanto
vivíamos totalmente alejados de nuestras familias y como yo era el que pagaba
el arriendo, mi esposa fue lanzada por la ley por no pagar los
arrendamientos ya que debíamos ocho meses, puesto que ella, la mujer, no
estaba preparada para desempeñar algún cargo de consideración al no ser el de
servicio doméstico pero no la empleaban por tener tantas obligaciones, ella al
principio me visitaba en la cárcel los domingos pero después no conseguía para el
transporte y mis hijos constantemente preguntaban por qué estaba preso, como
mi mujer no poseía dinero para el estudio y manutención de los hijos tuvo
que salir a pedir limosna porque fueron vendidos todos los objetos que
teníamos, televisor y la grabadora, etc, para pagar la comida los primeros meses y
dos meses de arriendo, cuando todo esto se terminó mi mujer no pudo volver a
visitarme con la misma frecuencia y lo hacía cada mes, pero a medida que
iba transcurriendo el tiempo ella se demacraba, mal vestida y sin ánimos de
querer comentar con qué se estaba sosteniendo y cómo pagaba las
medicinas de la niña cuando le venían los ahogos de asma, sorpresivamente
tuve la noticia de que ella enfermó aunque no grave pero sí que estaba en un
hospital de caridad sin que pudiera hacer ni lo más mínimo para poder auxiliar en
alguna forma, ella con el tiempo se recuperó y los vecinos colaboraban con la
sopa que regalaban a mis hijos y a mi mujer, como estuve varios años encerrado,
mi familia o sea mis hijos crecieron un poco y comenzaron dos de ellos a
trabajar de doce y trece años. Como si esto fuera poco he tenido que ver
desde la cárcel cómo allí se vivía en compañía de ratas, frío, sin vestido; con
acechos homosexuales, práctica que jamás acepté porque hasta la misma
naturaleza se me durmió de desespero y amargura de ver tanta infamia, tanta falla

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de la justicia, tantos verdaderos delincuentes; las mañas que allí se adquieren


cada día andando por los patios para allá y para acá miles de veces, observando
cómo en estas prisiones también existen leyes entre los cautivos: se disputan las
ropas, las celdas se negocian con los objetos personales, me sentía que no
servía para nada ni ante mi familia ni ante la comunidad, hubo un momento en
que escribí un papel a un amigo diciéndole que me iba a suicidar, a veces
pensaba en Dios y no podía creer en tanto abandono, hasta que decidí que mi
destino estaba allí y que ese era mi fin y siempre estaba pendiente de la audiencia
cuándo se haría, porque como no tenía dinero para pagar un abogado mi aso era
cada vez aplazado y en varias ocasiones se hizo la audiencia sintiendo un latigazo
cada vez que ello sucedía, y una desesperación que mata a cualquiera por tanta
espera, sin embargo la única esperanza que tenía era la de rezar, una vez soñé
que me decían pronto saldrás hijo mío, y fue así como un día después de la
audiencia recibí la noticia de que había sido absuelto, salí desorientado no sabía a
dónde se había trasladado mi familia porque últimamente no regresaban a la
cárcel, hacía más de año y medio no sabía a donde llegar hasta que hice
averiguaciones, la gente me miraba como un delincuente, no tenía como
emplearme, qué hacer, en la cárcel no aprendí ningún arte, no poseía un peso
y al cabo de ambular vine a saber que mis familiares se marcharon para un pueblo
del Tolima y así pude llegar a donde ellos a decirles que la justicia me había dado
libertad porque no encontró prueba para condenarme ya que había sido
confundido y privado de la libertad en épocas y años pasados, mi familia ya no era
la misma, mis hijos mayores tenían vicios y mi hija continuaba enferma mi mujer
acabada y enferma, pasaron meses y meses para conseguir trabajo hasta el punto
de emplearme como jornalero, mis hijos sin estudio y sin ninguna esperanza, yo
me pregunté y me pregunto por qué tanta amargura, por qué tanta injusticia,
para un preso culpable o no por qué tanto desprecio y por qué esa forma de
prisión”. (Rodríguez Pineda, 1998). (la negrilla y el subrayado no es del original).

Habiendo establecido lo que en carne propia se vive se ve una modalidad que va


más allá de como se dijo anteriormente de lo que se vive dentro de los centros
penitenciarios como la mala infraestructura, con frío, así como el mismo sujeto lo

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dijo que él se preguntaba por qué siendo culpable o no tanto desprecio y esa
forma de prisión, pero además se estableció que esa tortura también es vista con
lo que tiene que acarrear el entorno del preso como lo fue en el caso con la
situación tan degradante por la que tuvo que pasar su familia.

Es así que el primer elemento que afecta el ambiente es la carencia de los


servicios básicos penitenciarios; el 30% opina que la alimentación, la atención
médica, la higiene y la asistencia jurídica, son escasas y deficientes; especial
énfasis se hace al señalar las limitaciones en la alimentación y la no disponibilidad
de recursos médicos. (Ministerio de Justicia , 1989).

El segundo elemento a tocar es la inexistencia de una infraestructura adecuada; a


juicio de los reclusos hay niveles preocupantes de hacinamiento, promiscuidad y
restricciones en las relaciones familiares por la carencia de espacios e
instalaciones adecuadas, como también la presencia de innumerables limitaciones
debido a la insuficiencia y mala calidad de los servicios públicos. (Ministerio de
Justicia , 1989).

Otra de las situaciones problemáticas en los centros penitenciarios es el de


personal, que sea personal adecuado, técnico, ya que se vive dentro de las
cárceles el maltrato físico a detenidos y familiares, el consumo de drogas, los
impuestos de todo tipo, los trabajos forzados, el trato preferencial y discriminatorio,
siendo este otra de las situaciones de las que se quejan los presos (Ministerio de
Justicia , 1989).

Pero además surge otra de las problemáticas del preso, que como se tocó al
inicio, es la resocialización, la rehabilitación2, siendo pilares bajo los cuales fue en
su inicio orientado el sistema carcelario pero que al día de hoy no ha sido eficaz3.

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La palabra rehabilitación no se toma como la define el diccionario sino como el cambio que debe tener la
persona, un cambio positivo, es decir una persona que ha cometido un ilícito se considera que no va acorde
con las reglas de la sociedad y por tal motivo debe ser censurada de alguna forma y una de ellas es la
privación de la libertad, y es ahí donde nace la palabra rehabilitación, cuando el individuo entienda, acepte
nuevamente las reglas de la sociedad, en ese momento surge la pregunta si rehabilita el sistema carcelario,
es decir si quien sale de una prisión termina entendiendo, acatando las normas preestablecidas por la
comunidad. Rodríguez Pineda, A. C. (1998). Orígen del Sistema Carcelario. En A. C. Rodríguez Pineda,

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Los reclusos se refieren a las carencias de los programas carcelarios,


principalmente en lo relacionado con la falta de trabajo adecuado, bajos ingresos,
talleres anticuados, falta de materias primas, herramientas e implementos de
trabajo, carencia de implementos deportivos y alternativas recreacionales y
culturales.

Para lo cual una de las posibles vías para mitigar esas problemáticas sería
construir un perfil de requerimientos para el cargo de administradores de
instituciones carcelarias, y el de los requisitos y calificaciones básicas de una
nómina de personal capaz de afrontar y modificar con éxito las situaciones
precarias vividas actualmente. Además sería necesario adelantar un estudio
detallado del perfil de los guardianes de cárceles, por cuanto éstos tienen mucho
que ver en la conformación del ambiente y la prevalencia de unas relaciones
sumamente negativas que refuerzan los grados de deterioro observado.
(Ministerio de Justicia , 1989).

El recluso entonces, podría ser una persona con limitaciones socioeconómicas e


intelectuales que en su condición de interno está agobiado por el hacinamiento, la
desocupación, el abandono y la falta de metas y de recursos. Pero, de alguna

Sistema Carcelario Colombiano, apremiente cambio de cárceles por factorías de prisión y otros aspectos
sociales (págs. 21-28, 49-52). Bogotá: Ibáñez.
3
La rehabilitación no tiene eficacia, ya que de cada cien ex presidiarios, el 70% vuelve a delinquir, esto más
que todo en los delitos de hurto, ya que en la mayoría de los casos la persona que comete esta infracción la
realiza como medio de subsistencia, y en el lapso que permaneció en prisión no aprendió otra actividad, no
conoció otra labor que no fuera la misma por la cual fue privado de su libertad.
Mientras se encontraba detenido al menos contaba con las tres comidas diarias, así estas fueran regulares
pero al salir nuevamente a la calle tiene que pensar en cómo subsistir él y su familia. Podríamos decir que en
ese caso se logró rehabilitar a la persona? Cuando ni siquiera al quedar libre, aprendió un oficio basado en
conocimientos allí adquiridos con el cual pueda defenderse en la vida, hay que entender que el delincuente
nato en todo el sentido de la palabra no existe, aunque, si se han tenido familiares, o sus padres han sido
delincuentes, la inclinación es del 30% hacia la ilicitud, por lo tanto algún móvil tuvo que tener para
perpetrar el delito y en la mayoría de los casos esta clase de reatos se cometen porque es el medio de
subsistencia del delincuente, no conociendo ningún otro como se dijo anteriormente, este es el violador de
la ley que viene de la clase más humilde de nuestra sociedad, por lo tanto su acceso a los estudios es mínimo
o inexistente, razón por la que es imposible desempeñar cualquier oficio sin ser explotado. Esto si le diera la
oportunidad de aprender un arte u oficio, si el Estado entendiera esto, sacaría de sus prisiones a gente
totalmente rehabilitada ya que se les enseñaría una ocupación útil la cual le permitiría desenvolverse en
sociedad y de esta forma dejar de delinquir. Rodríguez Pineda, A. C. (1998). Orígen del Sistema Carcelario.
En A. C. Rodríguez Pineda, Sistema Carcelario Colombiano, apremiente cambio de cárceles por factorías de
prisión y otros aspectos sociales (págs. 21-28, 49-52). Bogotá: Ibáñez.

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manera, el recluso también puede ser un individuo con un nivel social, desarrollo
intelectual, cultural y artísticos altos; de hecho, comparten la situación de encierro
en contraste entre el desarraigo y el deterioro normal y físico, paralelos al
convencimiento de una ideología partidaria, a la vida antes opulenta por el
enriquecimiento ilícito, por lo que denota esto otra problemática en cuanto a la
disposición por parte del preso para poder lograr una rehabilitación, que exista la
disposición tanto del sistema como del preso.

Y es que, la condición de crisis generalizada de la sociedad Colombiana,


analizada desde tan diversas fuentes, la observación simple de la persona común
en las diversas circunstancias de la vida; los informes diarios de los medios de
comunicación crecientes, alarmantes sobre el generalizado comportamiento
delincuencial en todas las esferas de la sociedad. El desconocimiento
generalizado de las normas de convivencia, el acoso de la necesidad por la
supervivencia o, el placer de violar la ley, están en cada individuo recluido o no
enmascarando el egoísmo, la necesidad, la ambición, el poder o la propia
conveniencia, aún a costa del fracaso de los otros, y de la sociedad. (Acosta
Muñoz, 1996).

De esta manera ya habiendo puesto sobre la mesa las diferentes problemáticas en


las que se ve envuelto un preso tanto dentro como fuera del centro de reclusión,
para poder establecer si el preso es víctima o victimario, en esta etapa se puede
instituir que esas situaciones en las que el preso se ve envuelto en todo su
entorno, se puede establecer como una tortura.

Esto ya que según la Convención Contra la Tortura, aprobada por las Asamblea
General de Naciones Unidas en el año de 1984, firmada por el Estado Colombiano
el 10 de abril de 1985 y ratificada en 1987, por tortura se entiende:

“Como todo acto por el cual se inflijan intencionalmente a una persona dolores o
sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de
un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya
cometido, o de intimidar o coaccionar esa persona o a otras, o por cualquier razón
basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos

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sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de


funciones públicas, a instigación suya o con su consentimiento o aquiescencia. No
se consideran torturas los dolores o sufrimientos que sean consecuencia
únicamente de sanciones legítimas o que sean inherentes o incidentales a éstas”
(Alvear Restrepo, 2000).

A pesar de que los métodos de tortura varían, existen patrones generales, los
cuales consisten en palizas con palos o varillas, golpes en las plantas de los pies,
descargas eléctricas directas sobre el cuerpo, inmersiones en agua y aplicando en
el líquido la electricidad a fin de evitar las huellas, inmersión de la cabeza en agua
o líquidos nauseabundos a fin de producir asfixia, agresiones sexuales,
inyecciones de medicamentos, violaciones y privación de alimentos, condiciones
que varían de acuerdo a las condiciones y sevicia de los torturadores.

Como se observa, la generalización de la tortura como mecanismo de represión


por agentes estatales es una práctica constante; infortunadamente, resulta muy
fácil torturar, basta exponer a la persona al calor o al frío, no suministrar agua o
alimento, no dejar dormir y otras modalidades que hacen daño sin dejar huellas.
De igual forma como anteriormente se estableció, también se puede dar la tortura
mediante otras modalidades como lo es la tortura psicológica que se manifiesta
como aquellos actos que atacan la psiquis de la víctima como la privación del
sueño, amenazas de muerte y represión contra ésta y sus familiares, simulacros
de ejecución, disparos en el oído y amenazas de encarcelamiento por tiempo
indefinido; constituyendo este tipo de procedimientos como técnicas que no dejan
cicatrices o señales en el cuerpo, pero que son tan graves que causan trastornos
psicológicos. (Alvear Restrepo, 2000).

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IV. CONCLUSIONES:

Habiendo ya establecido las diferentes situaciones problemáticas que se suscitan


no solamente dentro sino que además aquellas situaciones que aquejan al preso
en todo su entorno, siendo esto entendido como aquel sufrimiento por el que
tienen que pasar aunado a esto la situación por la que tienen que pasar el entorno
familiar del preso, lo que constituye un tipo de tortura psicológica hacia el preso,
como también aquella que debe vivir dentro del centro de reclusión teniéndose
que enfrentar a ese ambiente tan duro por temas de infraestructura del centro
penitenciario donde no tiene un lugar adecuado para poder residir dignamente
debiendo vivir sin los servicios básicos necesarios para su debida subsistencia,
pero también debiendo afrontar los tratos inadecuados por parte tanto de los
demás presos como por parte del personal que tienen para su cuidado y
protección.

Por lo que no está de más decir que con la cárcel el preso se encuentra dentro de
un boleto en el que aleatoriamente está su vida de por medio; con esto se puede
establecer que la prisión no está cumpliendo con su fin de rehabilitar al preso para
resocializarlo y así vuelva a operar dentro de la sociedad como uno más ya que
ésta se suma a una más de las problemáticas en las que se encuentra envuelto el
preso ya que no existe un ambiente tal para lograr la resocialización, no existe una
disposición ni por parte del Estado como tampoco por parte del preso, pero para
poder lograr algún cambio.

El Estado debe generar los cambios, debe implementar las medidas para que se
pueda efectuar una transformación dentro de los centros de reclusión ya que si en
verdad dispusiera las medidas tanto presupuestales como técnicas en todas sus
formas (de infraestructura, de personal idóneo, de talleres idóneos en los que los
presos se vean comprometidos, pero no solo talleres sino educación con la que se
vean empeñados a presentarla para lograr ese título y salir a servir a la sociedad)
se puede llegar a crear un nuevo perfil del preso en el que éste salga útil a la
sociedad, en el que ir a aquellos centros penitenciarios no sea un calvario sino que
por el contrario sea un lugar en el que se eduque para que aprenda lo erróneo de

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las conductas realizadas y tenga otra perspectiva de la vida, para que abra los
ojos con la educación.

Pero lo cierto es que por algo se debe empezar y qué mejor que aplicando las
medidas respectivas para que el preso tenga una residencia digna sumado a un
trato tal que le garantice su dignidad como persona y no se vea envuelto en tratos
inhumanos o degradantes. Es por lo que el preso llegando al centro de reclusión
como victimario, se convierte una vez ingresa en víctima debido a esas diferentes
situaciones problemáticas planteadas anteriormente que se le otorgan en el boleto
de ingreso al lugar de privación de la libertad, por lo que se debe tener en cuenta
al preso si bien como víctima y como victimario propendiendo a que dentro del
desarrollo del cumplimiento de su pena, se le garanticen sus derechos con el
debido trato humano que merece por el hecho de ser persona tratándose como tal.

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V. BIBLIOGRAFÍA:

Constitución Política de Colombia. (2009). Bogotá: Legis.

Acosta Muñoz, D. (1996). Sistema Integral de Tratamiento Progresivo Penitenciario. En D.


Acosta Muñoz, Sistema Integral de Tratamiento Progresivo Penitenciario (pág. 78).
Bogotá: Inpec.

Alvear Restrepo, J. (2000). La Tortura: Una Práctica Permanente Contra los Detenidos. En
J. Alvear Restrepo, La Sin-Razón Situación Carcelaria en Colombia (págs. 91-92).
Bogotá: Rodríguez Quito Editores.

Marqués de Beccaria, C. B. (2004). Tratado de los delitos y de las penas. En C. B. Marqués


de Beccaria, Tratado de los delitos y de las penas (págs. 17-19). Buenos Aires:
Valletta Ediciones.

Ministerio de Justicia . (1989). Perfil Criminológico de la Población Carcelaria Colombiana;


Perfil Jurídico y del Ambiente en las Cárceles. En D. Acosta Muñoz, C. Gutiérrez, L.
J. Azcárate, G. Acuña, C. Becerra, D. Vanegas Reyes, . . . O. L. Gaitán, Plan de
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Bogotá: Imprenta Nacional de Colombia.

Rodríguez Pineda, A. C. (1998). Orígen del Sistema Carcelario. En A. C. Rodríguez Pineda,


Sistema Carcelario Colombiano, apremiente cambio de cárceles por factorías de
prisión y otros aspectos sociales (págs. 21-28, 49-52). Bogotá: Ibáñez.

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