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Ignacio Masulli
1
La falta de solución y el agravamiento de estos problemas constituía una
especie de incrustación dura sobre las que se superponían las
contradicciones derivadas de las transformaciones recientes en la
economía y la sociedad italianas.
2
sectoriales del desarrollo de los años 50’, Contenía una lúcida crítica de
las distorsiones del modelo de consumo que se estaba afirmando en
Italia y favorecía ala ámbito privado, mientras aún faltaba
infraestructura pública para las necesidades colectivas y era intolerable
la ineficiencia de los servicios sociales existentes. La falta de casas,
transportes, escuelas, hospitales, estaba destinada a hacer crecer los
reclamos de salario directo (especialmente en las áreas urbanas y de
inmigración), ala punto de comprometer las limitadas posibilidades de
desarrollo7
3
que, en la mayor parte de los casos estaban inspiradas bajo la lógica de
una política “particularista” y clientelar”10
4
posicionamientos políticos habían cambiado notablemente en relación a
los veinte años del fascismo. Lo que no quita que permaneciesen
algunos elementos de continuidad que, en relación ala tema tratado no
fueron de poco peso. Los sectores medios fueron el objetivo principal y,
a su vez, instrumento eficaz de la construcción clientelar de las políticas
sociales durante el fascismo. En la posguerra y en los primeros años
Cincuenta, la situación era muy distinta, pero la obligación de reforzar y
extender el la adhesión política de los sectores medios, encontraba en el
“particularismo clientelar” el instrumento más fácil y disponible para
obtener el consenso. Esta situación alentó la permanencia, en una parte
por lo menos de los sectores medios, de un comportamiento parasitario,
acompañado de una buena dosis de oportunismo político.
5
socialistas tenía el propósito de una ulterior ampliación de aquel cuadro
de relaciones sociales, no de un cambio radical.
6
El “neocapitalismo de los consumos" estaba produciendo nuevos
desequilibrios (territoriales, por sector e intrasectoriales) y
desigualdades sociales.
- Para los primeros como para los segundos, estaba clara la conciencia
de los derechos sociales de ciudadanía.
7
la segunda oleada encontraron, desde este punto de vista, el terreno ya
preparado.
8
El frente de lucha se amplificó rápidamente, involucrando de manera
cada vez más amplia grupos y categorías no sólo de obreros y no sólo
de la industria, extendiéndose también geográficamente y sobre todo
expresando en poco tiempo una fuerte carga política.
Como sabemos, fue éste un contundente ciclo de luchas con una fase
culminante que va de 1968 a 1972, que no desapareció en el corto plazo
y que dejó huellas profundas en la historia del país Sobre el período
existe una literatura muy vasta15
9
alternativos ala ordenamiento social. Otro caso claro son los objetivos
provenientes del movimiento feminista. Aunque sea muy brevemente,
conviene relevar que no se trató sólo de “sujetos” y movimientos que
convergieron, reforzándose y/o creando relaciones de alianza. Bastaría
una análisis un tanto más profundo para observar como algunos modos
reivindicativos de derechos y de afirmación de valores, propios de un
grupo se encontraban también en los otros.
Estas fueron las características y las razones por las cuales este
complejo movimiento colectivo se desplegó de manera nueva, más
amplia y profunda, involucrando y trayendo efectos de cambio en las
mentalidades, en las costumbres y en los modelos de cultura. Queda
claro que las alianzas, las relaciones aunque específicas,
determinándose en las luchas concretas, las nuevas formas de
vinculación y potenciamiento recíproco, mostraron y amplificaron este
efecto de aura del movimiento. Pero lo que importa remarcar es que a
partir de esta característica de complejidad y multiplicidad deriva el
hecho que nos encontramos frente a luchas muy radicales, in algunos
casos con episodios subversivos, con una alta tasa de politización, como
no se vieron en la Italia de la inmediata posguerra. Se trató, en suma,
de una conflictividad tendiente a ampliarse geográficamente y en
relación a las fuerzas involucradas, a renacer con tenacidad en sus
objetivos y capas de una notable duración.
10
El rol central en la organización de aquellas luchas lo desarrolló la CGIL.
Como también es innegable que en el logro de algunos importantes
objetivos de welfare fue significativa la acción del Partido Comunista y el
Socialista.
11
laborales, la comunidad de intereses fue rápidamente percibida y
prevaleció. Por su parte, habían factores objetivos que incitaban al
entendimiento y la solidaridad de los dos estratos e trabajadores.
12
iniciativa sindical más incisiva y sistemática en el plano de los contratos
por empresa, fue perseguida con decisión.
13
objetivos de lucha más inmediatamente conectados a las relaciones y
condiciones de trabajo20 Un elemento de conexión derivó de la
connotación altamente igualitaria que caracterizó a las reivindicaciones
más avanzadas: Objetivos como el encuadramiento único, la plataforma
común entre obreros y empleados, la abolición de las jaulas salariales,
favorecieron la definición de un sujeto unitario, protagonista de
reivindicaciones y conflictos aún por fuera de la fábrica 21 Representó una
condición esencial del carácter político de muchas huelgas, como las
referentes a los alquileres, las casa y las 150 horas. Creo que pocas
veces en la historia de la Europa Occidental de la segunda posguerra,
las reformas del Estado Social se encontraron tan en el centro de una
aguda y prolongada fase de conflictividad social. Quisiera dar sólo
algunos ejemplos: En marzo del 68’ se llevó a cabo una huelga general
por el aumento de las jubilaciones.
Entre las luchas más importantes del otoño caliente y del período
siguiente, debe recordarse las de la renovación de los contratos de los
metalmecánicos que involucró a un millón y medio de obreros y se
caracterizó por numerosos conflictos y agitaciones en las fábricas. En
diciembre del 69’ e conflicto se cerraba con el logro de importantes
14
objetivos: Aumentos salariales iguales para todas las categorías,
semana laboral de cuarenta horas, concesiones particulares para los
trabajadores estudiantes y derechos de organización de asambleas en
las fábricas.23
Pero resulta más importante aún remarcar que la firma de los contratos
a nivel nacional no significó la pacificación y el rápido retorno de la
normalidad en las fábricas.
15
Entre el 70’ y el 71’, primero CGIL y luego las otras centrales sindicales
impulsaron d4e manera decisiva la organización de los consejos de
fábrica. Estos permitían una ampliación de la representación de los
trabajadores, con un mayor número de delegados y un sensible
aumento de su capacidad de negociación en las empresas. El resultado
fue un vinculación más estrecha entre la masa de trabajadores y los
sindicatos.25
16
Estas reivindicaciones se relacionaron con la la impostergable reforma
del ordenamiento regional y el reforzamiento de las autonomías locales.
La ley de 1970 instituía finalmente las regiones con estatuto ordinario.
17
una fuerte presión desde la base que se había establecido entre acción
sindical y política gubernamental. La huela general del 7 de marzo de
1968, que indicábamos poco antes, no era sólo la culminación de una
larga y tenaz acción reivindicativa; también fue producto de la desilusión
de los límites de la ley del 18 de marzo de 1968 30 A pesar de algunos
elementos innovadores introducidos en el enunciado, desilusionaba su
carácter aproximativo e improvisado. Se trataba una vez más, de una
enésima ley marco e claras intenciones electoralistas: Basta pensar que
en el primer artículo el gobierno solicitaba un ulterior prórroga para
efectivización de una serie de presupuestos ya previstos por una ley ya
promulgada en 1965. La desilusión le dio continuidad y llevó ala
reforzamiento de la presión sindical, hasta una nueva huelga general el
5 de febrero de 1969. Finalmente, fue esta presión, junto a la
determinación del ministro socialista Giacomo Brandolini y al sostén del
Partido Comunista, que se logró cambiar el rumbo.31
18
Entre los derechos más relevantes reconocido por el Estatuto de los
Trabajadores, estaba el de asamblea dentro de los lugares de trabajo, el
reconocimiento de las organizaciones sindicales, la tutela sindical para
los trabajadores peligrosos y la prohibición de licenciamientos
injustificados.
19
permitían numerosos fenómenos de evasión y elusión por parte de los
trabajadores autónomos.
20
PCI y el PSI, especialmente por los socialistas en su mayoría
desilusionados por la experiencia de la centro-izquierda y más
vinculados al sindicato. Estos partidos, desarrollaron un rol para nada
secundario en el trabajo legislativo de la reforma provisional y en la
puesta en funcionamiento del Estatuto de los Trabajadores.
21
movimiento antagonista y de una larga batalla sindical que encontró
respaldo en la acción política de los partidos mayoritarios de la izquierda
y en una parte del movimiento católico.
El proceso cobra más evidencia con otra particularidad del caso italiano.
La ausencia de un pacto social estipulado luego de la Segunda Guerra
Mundial. En otros países, las bases más profundas del "compromiso
keynesiano" entre desarrollo económico y ampliación de la democracia
(acompañado con la creación de una sólida red de protección social), se
apoyó sobre la renegociación de un pacto social que permitió renovar y
solidificar la relación entre el Estado y los ciudadanos.40
En nuestro país eso no fue posible por cuatro graves hiatos. El primero
provocado por el quiebre institucional y político ente el Norte y el Sur
en la crisis del 43’-45’. El segundo por el aplacamiento de los resultados
políticos del movimiento de liberación. El tercero refiere a la dura
reacción, opuesta por todos los medios, al movimiento campesino y
obrero en el Mezzogiorno y en el Valle Pagano. Y el cuarto derivaba de
las divisiones de Yalta y de la exclusión del Partido Comunista y buena
parte de las clases trabajadoras de la posibilidad de subir al gobierno del
país.
22
que del 38% del PBI en 1970 pasó al 43,5% en 1973, para alcanzar
luego el 55% en 1982).41
Esto cabe también para las interpretaciones que han asignado a las
luchas sindicales un peso determinante en las realizaciones del welfare
state.
23
social. Sin embargo, cómo no observar e esos mismos resultados los
límites del modo por el cual se habían alcanzado? Límites de una
contribución insuficiente por parte de las fuerzas políticas y por lo tanto
con un resultado menos global y menos sólido que el que podría haberse
logrado en caso que hubiese sido realizado en el plano político.
24
orientación fue confirmada en 1976: el PCI alcanzó el 34,4%, el PSI el
10%, la DC subió al 38% pero parecía un límite insuperable.43
25
una mayor movilidad de los obreros, a cambio de la reducción de la
desocupación y una mayor atención a los problemas del Mezzogiorno.
26
combinación entre lo público y lo privado; 3) la progresiva y veloz caída
de los entes mutuales hasta su colapso financiero (sólo
47
momentáneamente detenido por la ley Mariotti de 1968).
27
una inadecuada mediación política de las organizaciones sindicales y los
partidos de izquierda.
Sin embargo, desde fines de los años setenta y gracias a las reformas
mayores realizadas en 1969-1972 y 1976-1979, Italia se dotó de un
adecuado sistema de seguridad social, aunque con límites y resultados
parciales.
28
los centros históricos, conservación del medio ambiente y servicios
urbanos, fueron resultados que mejoraron la calidad de vida de los
ciudadanos. La buena administración local tubo también un efecto
secundario ala favorecer mejores prestaciones e igualdad en los
servicios previstos por las leyes nacionales: Por ejemplo determinar el
nivel de la salud pública.
NOTAS
29
1 Entre los numerosos estudios de la experiencia de la centro-izquierda, cito sintéticamente C. DI
TORO - A. ILLUMINATI, Prima e dopo il centro-sinistra, Roma, Ideologie, 1970; G. TAMBURRANO,
Storia e cronaca del centro-sinistra, Milano, Rizzoli, 1971; F. TADDEI, “I partiti all’appuntamento
del centro-sinistra”, en Storia della società italiana, XXIV, Milano, Teti, 1990.
2 Para el debate al interior del mundo católico que precedió y preparó aquella alianza, véase el
Pri-mo Congresso nazionale di studio sulla Democrazia Cristiana, San Pellegrino Terme, 13-16
settembre 1961, Roma, 1961. Tambien véase los Atti dell’VIII Congresso nazionale della DC,
Roma, 1963 y los del XXXV Congresso Nazionale del PSI, Roma, 25-29 ottobre 1963, Milano,
1964. Por otra parte se confrontacon las consideraciones de R. LOMBARDI, “Riforme e rivoluzione
dopo la seconda guerra mondiale”, en Riforme e rivoluzione nella storia contemporanea, a cura di
G. QUAZZA, Torino, Einaudi, 1977.
4 Sobre el tema específico véase entre otros, “COMITATO DI STUDIO PER LA SICUREZZA SO-
CIALE”, Per un sistema di sicurezza sociale in Italia, Bologna, il Mulino, 1965; S. DELOGU,
REVIGLIO, Saggio sulla sicurezza sociale in relazione allo sviluppo economico, Milano, Giuffrè,
5 Para algunos pasajes claves del discursos programático de Ammitore Fanfani véanse las
Actas Parlamentarias [de ahora en adelante AP], Camera dei Deputati, legislatura III,
6 Sobre el programa del primer gobierno de Moro véase las AP, Camera dei Deputati,
Legislatura IV, Discussioni, IV, tornata del 12 dicembre 1963, pp. 3952-3964.
7 Nota presentata al Parlamento dal ministro al Bilancio, On. Ugo La Malfa, 22 gennaio 1962,
en “MINISTERO DEL BILANCIO”, Problemi e prospettive dello sviluppo economico italiano,
Roma, 1962, reeditada como Nota aggiuntiva su problemi e prospettive dello sviluppo
3, pp. 199-212; G. FUÀ - P. SYLOS LABINI, Idee per la programmazione economica, Bari,
Einaudi, 1967; G. RUFFOLO, Rapporto sulla programmazione, Bari, Laterza, 1973. Sobre las
posiciones sostenidas a favor del sindicato, véase los documentos producidos por las dos
Italiana, 1964; La CISL e la programmazione dello sviluppo, Roma, 1964. Véase también el
9 Las grandes líneas están expuestas en G. CARLI, “L’azione monetaria per la ripresa degli
investimenti e i suoi limiti”, en Bancaria, 1964. Para una posición claramente crítica, cfr. C.
NAPOLEONI, Salari e politica sindacale nella relazione di Carli, en La Rivista Trimestrale, 1963;
F. INDOVINA, “La linea di politica economica del Governatore Carli”, in Problemi del
Socialismo, 1963.
10 La definición, como queda claro es de M. PACI, que cdeasrrolla las razones en varios
trabajos: véase entre otros, “Il sistema italiano di welfare fra tradizione clientelare e
prospettive di reforma”, en Welfare State all’italiana, comp. por U. ASCOLI, Bari, Laterza,
1984.
11 Véase entre otros G. RUFFOLO, Riforme e controriforme, Bari, Laterza, 1975; A. ARDIGÒ,
Crisi di governabilità e mondi vitali, Bologna, Cappelli, 1980; D. PRETI, “Uno Stato sociale
14 Sobre la utilidad de los sistemas complejos en las ciencias sociales y en particular sobre
las ventajas metodológicas que pueden aplicarse en el análisis histórico, véase I. MASULLI, La
15 Entre los numerosos trabajos, me limito a recordar el sistemático análisis hecho en Lotte
operaie e sindacato in Italia (1968-1972), compilado por A. PIZZORNO, Bologna, il Mulino,
l’autunno caldo italiano: la risposta di due borghesie, Bologna, il Mulino, 1980, el ensayo de S.
maturo”, en Stato e mercato, 1984, 12. Por otra parte véase las resientes contribuciones
17 M. SALVATI, Economia e politica in Italia dal dopoguerra ad oggi, Milano, Garzanti, 1984,
pp. 96 y siguientes.
18 Sobre las características y las experiencias de aquella intensa conflictividad véanse, sobre
todo las consideraciones y las referencias bibliográfico-documentales de V. FOA, Sindacati e
lotte operaie (1943-1973), Torino, Loescher, 1976, pp. 160- 234. Sobre las luchas en las
37-56) y la recopilación documental Le lotte alla Fiat (pp. 153 y siguientes). Siempre sobre la
FIAT, cabe mencionar E. GUI - E. GUIDI, “La contrattazione aziendale alla Fiat”, en Rassegna
sindacale, 1-5 maggio 1968; V. RIESER, “Cronaca della lotta alla Fiat”, in Quaderni piacentini,
1969, 38. Acerca de las luchas de la Valdagno deben recordarse también, L. MENEGHELLI, “La
collera che abbatte le statue”, en Rassegna sindacale, 1-5 maggio 1968; T. MERLIN,
Avanguardia di classe e politica delle alleanze, Roma, Editori Riuniti, 1969. También sobre la
Pirelli, cfr. M. SCLAVI, Lotta di classe e organizzazione operaia, Milano, Mazzotta, 1974.
19 Cfr. L’ambiente di lavoro, comp. por di G. MARRI - I. ODDONE, Roma, Editrice Sindacale
Italiana, 1967; G. GUIDI - A. BRONZINO - L. GERMANETTO, Fiat, struttura aziendale e
organizzazione dello sfruttamento, Milano, Mazzotta, 1974; A. DINA, “Un’esperienza di
movimento politico di massa: le lotte interne alla Fiat (fine giugno ’68 - giugno ’69)”, en Classe,
1970, 2, pp. 133-150.
política de muchos de ellos. Sobre estos aspectos en particular véase cfr. M. PACI, “Migrazioni
interne e mercato capitalistico del lavoro”, en Problemi del socialismo, 1970, 47; R. AGLIETA -
22 A propósito, véase la reconstrucción de las principales etapas de aquel proceso hecho por
la CGIL, “L’unità sindícale”, en Quaderni di rassegna sindacale, 1971, 29; y la entrevista a L.
23 Sobre los reclamos y los resultados del conflicto de los contratos de los metalmecánicos de
1969, véase cfr. Movimento sindacale e contrattazione collettiva, 1945-1971, Milano, Angeli,
Conflitti in Europa. Lotte di classe, sindacati e Stato dopo il ’68, comp. por C. CROUCH - A.
PIZZORNO, Milano, ETAS Libri, 1977, pp. 1-74; R. ANTINOLFI, La crisi economica
25 Sobre las nuevas organizaciones de base, veáse A. AGOSTI, “Documenti per una
discussione sui delegati operai”, en Classe, 1970, 2, pp. 243-276; S. GARAVINI, “Le nuove
SALVARANI - A. BONIFAZI, Le nuove strutture del sindacato, Milano, Angeli, 1973; Delegati e
consigli di fabbrica in Italia, Milano, Angeli, 1974. Véase también el documento ciclostilado en
26 S. TURONE, Storia del sindacato in Italia, Bari, Laterza, 1975; I. REGALIA - M. REGINI - E.
REYNERI, “Conflitti di lavoro e relazioni industriali in Italia”, cit...., p. 71.
27 P. GINSBORG, Storia d’Italia dal dopoguerra ad oggi. Società e politica 1943-1988, Torino,
Einaudi, 1989, p. 441.
aporte del movimiento feminista a la renovación de las políticas sociales y, por esta vía, a la
Donato, 1977; M.V. BALLESTRERO, Dalla tutela alla parità, Bologna, il Mulino, 1979; Y.
ERGAS, “Politica sociale e movimento feminista”, en il Mulino, año?, 277, pp. 671-684; Id.,
“Allargamento della cittadinanza e governo del conflitto: le politiche sociali negli anni Settanta
in Italia”, en Stato e mercato, 1982, 6.
30 Tales límites están, por su lado documentadas por posiciones filo gubernamentales: por
ejemplo véase las críticas contenidas en algunos artículos en la revista Previdenza sociale,
1968, III, V; así como en los relevamientos aparecidos en los debates parlamentarios: AP,
Camera dei Deputati, Legislatura IV, Discussioni, XLIII, tornata dal 22 febbraio al 9 marzo
1968.
31 Para una breve reseña de los sostenedores y actores de la reforma véase BRODOLINI, cfr.
“Confindustria contro i pensionati”, en L’Unità, 9 febbraio 1969; “Il Governo approva la
riforma delle pensioni”, en Avanti!, 16 febbraio 1969; “Questa la legge per le pensioni”, en
1969, XXIII, 2; “CGIL e UIL: migliorare la legge sulle pensioni”, en L'Unità, 21 febbraio 1969.
Cfr., Por su parte, el debate parlamentario: AP, Camera dei Deputati, Legislatura V,
Discussioni, VI, en particular la vuelta del 21 marzo y la aprobación conclusiva del 29 marzo
de 1969, pp. 5963-5994, 5998-6059. Para una valoración y reconstrucción histórica, véase,
G. REGONINI, “Stato e sindacati nella formazione della politica della sicurezza sociale. Il caso
delle pensioni”, en Quaderni della Fondazione G.G. Feltrinelli, 1980, 10; M. REGINI - G.
REGONINI, La politica delle pensioni in Italia: il ruolo del sindacato, en Giornale di diritto del
lavoro e delle relazioni industriali, 1981, 10, pp. 217-242; La società neocorporativa, comp.
Critica marxista, maggio-giugno 1969, VII, 3, pp. 64 y siguientes. Sobre la superación que la
ley n. 153 de 1969 marcaba con respecto ala antigua, han insistido M. PACI, “Onde lunghe
nello sviluppo dei dei moderni sistemi di welfare”, en Stato e mercato, 1982, 6; ID., “La
“Il sistema della previdenza e le sue riforme”, en Lo stato sociale in Italia, comp. por E.
BARTOCCI, Roma, Donzelli, 1995. Aunque no han faltado consideraciones críticas como la de
contratti e riforme, 1969 -1973, Bari, De Donato, 1973 y el libro de E. STOLFI, Da una parte
sola, Milano, Longanesi, 1976. Cfr. Por otra parte, T. TREU, L’uso politico dello Statuto dei
36 M. ACHILLI, Casa: vertenza di massa, Padova, Marsilio, 1972; Città e conflitto sociale, Milano,
Angeli, 1972; Le lotte per la casa in Italia, comp. por A. DAOLIO, Milano, 1974.
37 S. POTENZA, Riforma della casa, in Lo spreco edilizio, comp. por F. INDOVINA, Venezia,
Marsilio, 1978; F. FERRARESI - A. TOSI, “Crisi della città e politica urbana”, en La crisi
italiana, comp. por L. GRAZIANO - S. TARROW, Torino, Einaudi, 1979, pp. 567 e seguenti.
38 M. SALVATI, “Intervento su ‘Lo Stato sociale in Italia’: caratteri originali e motivi di una
crisi”, en Passato e presente, 1994, 32, p. 22.
39 Sobre el rol e los partidos y los sindicatos, váese M. BARBAGLI - P.C. CORBETTA, “Base
sociale del PCI e movimenti collettivi”, en La politica nell’Italia che cambia, comp. por A.
partiti negli anni settanta, Roma, Editori Riuniti, 1979; M. BARBAGLI - P.C. CORBETTA,
“L’elettorato, l’organizzazione del PCI e i movimenti”, en il Mulino, 1980, 269, pp. 467-490; I
ceti medi in Italia, comp. por C. CARBONI, Bari, Laterza, 1981; M. PACI, “Il partito di massa
la democrazia, comp. por S. BELLIGNI, Milano, Angeli, 1981, pp. 99-108; S. TARROW, “I
movimenti sindacali: che cosa sono, quando hanno suceso”, en Laboratorio politico, 1982, II,
1, pp. 121-153.
40 Para algunos elementos de análisis comparado, véase The Comparative History of Public
Policies, edited by F.G. CASTLES, Oxford, Oxford University Press, 1989; C. BALDWIN, The
Politics of Social Solidarity. Class Bases of the European Welfare States, 1875-1975,
Bologna, il Mulino, 1987; M. REGINI, Confini mobili. La costruzione dell’economia fra politica e
Mulino, 1993.
43 P. GINSBORG, Storia d’Italia dal dopoguerra ad oggi, cit., pp. 501, 505.
previdenza, Bari De Donato, 1979; F. GIROTTI, Welfare State, cit., pp. 289-292.
46 Después de un largo trabajo parlamentario la ley fue aprobada con 381 votos favorables y
77 en contra, por todos los partidos de centro y de izquierda; cfr. AP, Camera dei Deputati,
47 Sobre la reforma del sistema de salud y sus antecedentes y us puntos de partida, véase
Rapporto Perkoff: salute ed organizzazione nel servizio sanitario nazionale, comp. por G.
FREDDI, Bologna, il Mulino, 1984; A. PIPERNO, La politica sanitaria in Italia. Tra continuità e
cambiamento, Bologna, il Mulino, 1987; G. BERLINGUER, Storia e politica della salute, Milano,
Angeli, 1991; A. CORCIONE, “Risorse e diritti sociali nel sistema sanitario”, en Lo Stato sociale
in Italia..., citata.
48 Sobre los distintos puntos que se presentaron para la aplicación de la reforma y después,
veáse M. CAMMELLI, “Strategia e congiuntura: il finanziamento del Servizio Sanitario
Nazionale”, en il Mulino, 1981, 278; F. CAVAZZUTI, “Il nocciolo duro della reforma”, ibid.; G.
PASTORI, “L'attuazione del Servizio Sanitario Nazionale nei primi anni della reforma”, ibid.; S.
GIANNINI, “La spesa sanitaria”, en Quaderni di Rassegna sindacale, 1982, 45; G. DE CESARE,