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PRESENTA
TOLO Y LOS
TAMBORES
de
LA OBRA
DE PALABRA
Hola amigo-amiga:
Personajes:
VOZ DE DOÑA PE: (Gritando.) ¿Dónde dejaste los siete kilos de manzanas
que te encargué?
TOLO Y LOS TAMBORES – LA POSADA 5
© José González Torices
TOLO: En el cuarto trastero, tía Pe.
VOZ DE DOÑA PE: No sé para qué te mando nada. Estás medio tonto.
(Suspirando.) ¡Qué descansados quedaron tus padres al mandarte a mi
casa unas semanas!
DOÑA PE: Date prisa, merluzo. ¡Qué desgracia me ha caído encima! ¡Qué
descansada se habrá quedado tu madre, la hermana mía! ¡Para una
cosa que le mando hacer!
(Sale Tolo.)
DOÑA PE: Comer, comer manzanas. Eso da mucho trabajo, don Julián.
DON JULIÁN: (Contrariado.) Ya, ya. ¿Tampoco oyó maullar tres veces?
DOÑA PE: Tampoco, don Julián. Tenía que comer y, cuando como, se me
tapan los oídos.
DOÑA PE: Ah, se me olvidaba. ¿No tendrá nada, en ese maletón, para
llevarme a la boca?
DON JULIÁN: (Escondiendo la piruleta.) Ni que lo diga. Más pobre que san
Francisco de Asís.
DOÑA PE: Grosero, mal hablado, poco fino. (Ofendida.) ¡El “queso” de sus
calcetines! (Se aparta de don Julián y llama, a voces, a Tolo.) ¡Tolo, Tolo!
DON JULIÁN: (Repitiendo.) Guau, guau, guau, tres veces. Miau, miau,
miau, tres veces. Quiquiriquí, quiquiriquí, quiquiriquí, tres veces. (A
doña Pe que ya sale tras Tolo.) Oiga, doña Pe, ¡que va a venir la guerra a
nuestro pueblo!
DOÑA PE: Bueno, pues le encarga, de paso, unos caramelos para mí, don
Julián.
TOLO: No.
TOLO: Sí.
TOLO Y LOS TAMBORES – LA POSADA 9
© José González Torices
TOLO: Sí.
TOLO: (Al público.) Diré sí, pues no le gusta que diga no. Sí, sí, don Julián.
DON JULIÁN: Te lo explicaré, niño tonto. Eso quiere decir que una
catástrofe muy importante va a caer sobre nuestro pueblo.
DON JULIÁN: Eso nunca se sabe. Siempre hay algún chupón que...
TOLO: ¿Qué?
TOLO: ¡Pues como se entere tía Pe que la guerra viene a quitarle las
manzanas!
DON JULIÁN: (Arrepentido.) ¿Por qué tengo que dirigir la palabra a un niño
tan tonto como tú? Me callo.
TOLO: Y yo.
TOLO: Me callo.
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© José González Torices
DON JULIÁN: ¿Sí o no? (Enfadado.) ¡Responde!
TOLO: Sí.
DON JULIÁN: Eso quiere decir que la guerra la tenemos encima, cerca de
aquí.
TOLO: Ya miro.
DON JULIÁN: Son las bombas, Tolo. Están a punto de caer sobre nuestras
cabezas.
TOLO: ¿Harán desaparecer los grillos, los pájaros y los peces del río?
VOZ DE DOÑA PE: Tolo, ¿dónde guardaste los pepinos, los tomates y las
lechugas?
VOZ DE DOÑA PE: ¡Qué desgracia me ha caído tener en casa a este tonto!
¡Qué humo! Casi no me deja probar bocado. Y estoy empezando.
TOLO: ¿Nada?
TOLO: ¿Dónde?
DON JULIÁN: No tenemos tiempo. Si nos movemos ahora, una bomba nos
destrozará al caer.
DON JULIÁN: No lo creas, chico. Nos están espiando. Anda, acércate a esa
esquina y mira hacia los campos.
TOLO: ¿Yo?
TOLO: Está todo oscuro. Como si fuera de noche. Hay humo muy espeso
por todos los sitios. El humo tapa los árboles y las montañas.
TOLO: Tampoco.
VOZ DEE DOÑA PE: (A Tolo.) ¿Dónde dejaste las zanahorias, los
cacahuetes, los higos y las uvas pasas?
DON JULIÁN: Hay que llamar al señor alcalde. Tenemos que contarle lo
que está ocurriendo.
TOLO: Nosotros.
DON JULIÁN: Verá, doña Maguncia. Esta mañana oí ladrar tres veces a un
perro.
DOÑA MAGUNCIA: (Por Tolo.) Calla, niño tonto. Vete a cazar ratones.
DOÑA MAGUNCIA: ¿Tres veces? Y eso, ¿qué? Como si canta una docena.
DON JULIÁN: El número tres trae mala suerte. Así ha sucedido. El humo,
los tambores... ¿No ha oído los tambores?
DOÑA MAGUNCIA: Ya sabe, don Julián, que a los ciudadanos se les tiene
terminantemente prohibido criticar a las autoridades O sea, a mí y a mi
marido. Y es justo que así sea. ¿Qué hacemos por todos ustedes?
DOÑA MAGUNCIA: Eso es. Muy bien dicho: dormir. ¿Le parece poco?
VOZ DE DOÑA PE: Tolo, Tolo, ¿dónde dejaste los pasteles, el flan y la tarta
de manzana?
DON JULIÁN: Eso es la guerra, doña Maguncia. Todo está cubierto por el
humo: los árboles, los ríos, los montes. Hasta el nido de la cigüeña.
¿Sabe qué es eso?
DON JULIÁN: Esto nunca se sabe, don Salomón. Siempre hay algún
granujilla que organiza estos fregados para robarnos todo lo que
tenemos.
TOLO: No.
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© José González Torices
DON JULIÁN: Eso no. Pero ellos tienen tanques y aviones y soldados.
Nosotros sólo escobas y palos.
DOÑA MAGUNCIA: Sí, eres un poco tonto. Pero si no hay otra cosa.
DOÑA MAGUNCIA: ¿Te parece poco, hijo tonto, que una guerra quiera
venir hasta mi casa a robarme los peines, las joyas y los vestidos?
TOLO: ¿Y si me matan?
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© José González Torices
DOÑA MAGUNCIA: No debes preocuparte por eso, niño tonto. Si te matan,
te habrás convertido en un héroe.
DON SALOMÓN: Te enterramos con todos los honores. Habrá música. Más
tarde te recordaremos levantando un monumento en tu nombre en el
centro mismo de la plaza. Ahí, donde estás.
DOÑA PE: ¡Así respondes a tu tía! ¡Pero que desgracia más desgraciada!
DON JULIÁN: No se enfade con él. doña Pe. Está triste porque...
DON SALOMÓN: Porque Tolo será, desde ahora, nuestro único ejército.
DOÑA PE: No entiendo nada. Pero pregunto, ¿se come bien en la guerra?
TOLO: Casi.
TOLO: ¿Cuándo?
(Se escucha, con más fuerza, el redoble del tabor, los aviones y
las metralletas. Todo se va cubriendo de humo. Salen todos,
precipitadamente, menos doña Pe.)
TOLO: ¿Qué?
TOLO: Sí, tía. (Desconsolado.) Sí, tía. Sí, tía. Sí, tía.
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© José González Torices
Se hace el oscuro.
ACTO SEGUNDO
TOLO: (Desconsolado.) Soy el niño tonto. Eso dicen ellos. Con una escoba y
un cubo, que me han colocado de casco, me mandan luchar. Quieren
que haga prisioneros a todos los soldados que encuentre en el campo de
batalla. Yo nunca he estado en una guerra. Ni siquiera sé lo que hay
que hacer cuando llegue. Un día vi una película. En la película se
mataban unos a otros. Los aviones arrojaban bombas desde lo alto,
incendiando y destrozando todo lo que estaba sobre el suelo: escuelas,
hospitales, iglesias, casas. La gente lloraba y corría asustada. Dice don
Julián que, como oyó ladrar tres veces al perro, maullar tres veces al
gato y hacer quiquiriquí al gallo otras tres veces, la guerra vendrá a
nuestro pueblo. Yo debo impedírselo con esta escoba. No debo permitir
que entren en casa de doña Maguncia y le roben sus vestidos y sus
joyas. ¡Y me mandan a mí, a un niño! Si lo hago bien, don Salomón me
regalará un canario. Pero... ¿qué tengo que hacer bien? ¿Matar al
enemigo con la escoba, a palo limpio? ¿Enemigo? Yo no tengo enemigos.
Además, ¡cómo voy a andar por la vida haciendo mal a nadie!
(Cambiando.) ¿Y si fuera verdad que un ejercito de soldados viene hacia
aquí pensando en hacernos prisioneros y quitar las manzanas a tía Pe?
Estoy asustado.
TOLO: No la veo.
VOZ DE DOÑA PE: Quita las meriendas al enemigo y me las traes. Tengo
hambre.
VOZ DE LOS VECINOS: ¡Ya caen las bombas! Nos aplastarán. Destruirán
nuestras casas.
TOLO: Mejor callar. (Recogiendo los caramelos del suelo.) De tía Pe, mejor
callar.
DOÑA PE: (Asustada.) No, por favor. Los tomates, los pepinos y las
manzanas, no. ¿Qué será de mí? Me moriré de hambre,
TODOS LOS VECINOS: (Negando, incluso doña Maguncia.) Yo, no. Yo, no.
DON SALOMÓN: (A don Julián.) Calla, cierra el pico que metes la pata.
DON JULIÁN: Sí, de acuerdo, señor general. Además le regalaré a Tolo mil
piruletas.
DOÑA PE: No señor. Lo haré como usted diga, pero suelte a mi sobrino. Sé
que no he sido demasiado buena para con Tolo. Pero desde ahora
mismo... Desde hoy comenzaré un régimen de adelgazamiento.
DON JULIÁN: (Al público.) ¡Ya lo veremos, loo veremos! Si ella está
arrepentida, puede que sí.
DOÑA PE: (Que se abraza a Tolo.) Perdona, Tolo. Nos hemos comportado
contigo como unos cretinos.
Se hace el oscuro.
Cae el telón.
FIN
TOLO Y LOS TAMBORES – LA POSADA 31
© José González Torices
El autor.