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22/4/2019 “DIOS ME AYUDA EN LA LUCHA PARA DESPENALIZAR EL ABO...

| Página12

Imagen: Guadalupe Lombardo

“Yo estaba desesperada, quería hacérmelo ya y que se acabe. Después me agarró esa depresión como esa cosa rara, y después dije, como fue
pasando el tiempo, no, ya está, ya lo tenía decidido y punto”, dice Sabrina. Es creyente. Tiene 45 años y fue una de las entrevistadas en una
investigación cualitativa sobre mujeres católicas que abortan. El estudio apuntó a entender el modo en que transitan y negocian esa experiencia de
interrumpir voluntariamente un embarazo con su identidad religiosa. Una de las entrevistadas expresó su agradecimiento a Dios porque el aborto fue
completo y no tuvo complicaciones de salud. Otra de las mujeres que, por decisión de su madre abortó siendo adolescente, “le ofreció a Dios ese hijo”,
y en algunos momentos difíciles sintió que la estaba cuidando. Otra mujer, que se refiere a su militancia en la campaña nacional por la legalización del
aborto, señala que ella entiende que Dios la apoya en esa lucha.

Las entrevistas fueron realizadas a mujeres de distinta edades y diversos sectores sociales, con trayectorias educativas diferentes. En total se hicieron
diez entrevistas en profundidad. La mayoría, entre 2015 y 2016, en tiempos en que ni se vislumbraba la apertura del debate en el Congreso por la
despenalización y legalización del aborto. “El objetivo fue comprender los sentidos que las mujeres le otorgan a la decisión de abortar, en el marco de
sus prácticas religiosas”, explicó María Cecilia Johnson, doctora en Estudios de Género, integrante del equipo que llevó adelante el estudio exploratorio.
El trabajo se realizó con el apoyo de Católicas por el Derecho a Decidir, bajo la dirección de Juan Marco Vaggione investigador del Conicet y docente de
la Universidad Nacional de Córdoba, y María Teresa Bossio, de la Facultad de Ciencias Jurídicas también en la UNC. Y se continúa ampliando el
análisis hacia las vivencias de mujeres de otras espiritualidades.

Las conclusiones de la primera parte del estudio fueron publicadas en el artículo “Disidencia religiosa y libertad de conciencia. Católicas que deciden
abortar” en el dossier “Hacia un buen vivir feminista”, en 2018, en la Revista de Ciencias Sociales y Humanas del Instituto de Investigaciones Socio-
Económicas.

“La imagen de un Dios que protege y acompaña es la que aparece con mayor relevancia y frente a diferentes situaciones: en algunas, en la certeza de
que al abortar nunca se sintieron juzgadas y condenadas por Dios, sino que esa imagen aparece como una forma de contención durante momentos
difíciles”, reveló a PáginaI12 Johnson.

–¿Qué puntos en común encontraron en los testimonios? –le preguntó PáginaI12.

–Si bien el punto de partida es que son mujeres autoidentificadas como católicas que pasaron por una o varias experiencias de abortar, hay distintas
maneras de vincularse con la norma religiosa. Algunas, en el momento de abortar tenían muy presente lo que decía la Iglesia; en cambio, para otras,
que pertenecen a sectores sociales más empobrecidos, en los que el aborto constituyó una práctica anticonceptiva en situaciones de soledad y de
parejas que las abandonaban o presionaban, esa experiencia de pasar por abortos clandestinos, en clínicas muy precarias, las posicionó en contra de
la legalización. En las entrevistas esa postura era minoritaria. Pero no es casual que aquellas que pasaron por experiencias clandestinas, de mucha
pobreza, son las que hoy, después de acercarse al catolicismo siendo más grandes, tengan bien presente lo que dicta la Iglesia, lo que dice el papa
Francisco.

–¿Cómo negocian las creyentes con los mandatos religiosos al momento de abortar?

–Vimos dos instancias. Por un lado, la moralidad de la situación. Ese es un punto en común entre todas. La de abortar es una decisión moral pero tiene
cierto pragmatismo: como sujetos autónomos, ellas valoran por qué lo hacen, bajo qué condiciones están decidiendo no continuar con ese embarazo,
su contexto económico, su momento vital. Alguna de las entrevistadas dice que acababa de tener su bebé y estaba muy conectada con su maternidad
reciente y había quedado embarazada de nuevo. Es muy distinta esa situación a la de otra mujer que contaba que sufría violencia y que si continuaba
con esa gestación iba a tener que continuar con esa relación violenta. Tiene que ver con la valoración de sus necesidades y sus posibilidades en un
momento de su vida. Es una decisión moral, que implica la conciencia de las mujeres, como señala la doctrina católica pero, por otra parte, advertimos
un momento posterior a esa decisión, donde se juegan las trayectorias y el vínculo con la religiosidad, que lo marcamos como un momento temporal
distinto, cuando se reconoce que en alguna circunstancia de sus vidas hubo una trasgresión a la norma de esta institución religiosa, con la que ellas se
identifican o pertenecen.
https://www.pagina12.com.ar/189041-dios-me-ayuda-en-la-lucha-para-despenalizar-el-aborto 3/16
22/4/2019 “DIOS ME AYUDA EN LA LUCHA PARA DESPENALIZAR EL ABO... | Página12
–¿Cómo tramitan esa trasgresión?

–Observamos distintas formas de negociación o de vivirlo. Algunas desde posiciones más críticas hacia la Iglesia Católica, con trayectorias por la
universidad pública, pueden identificar miradas críticas hacia la institución y a la vez no dejar de creer en Dios o sentirse católicas, incorporando
lenguaje de derechos, conociendo otras experiencias de aborto. Otras señalaban que al momento de abortar desconocían que la iglesia condenaba el
aborto. Otras decían que había sido un momento de debilidad moral, que se arrepentían y sabían que Dios las perdonaba. Algunas hacían otras
resignificaciones: una de las entrevistadas participaba en su provincia de la organización Católicas por el Derecho a Decidir, lo que muestra ya un
proceso de militancia en la campaña por la legalización del aborto. “A mi Dios me acompaña, sé que está de mi lado en esta lucha, no quiere que niños
vengan al mundo a sufrir, a pasar hambre”, dijo. Otras tuvieron que manejar qué sucedía posteriormente con la culpa. Algunas señalaban que ese
sentimiento había venido después y una, como investigadora, no puede dejar de interpretar y contextualizar que muchas de las que sintieron culpa son
aquellas que pasaron por fuertes procesos de estigma y clandestinidad. El hecho de abortar en lugares ilegales te reimprime y refuerza el sentimiento
de que estás haciendo algo incorrecto. Algunas pudieron desculpabilizarse y otras, no.

–¿Tuvo algún impacto en sus sentimientos el anuncio en 2016 del papa Francisco de conceder a todos los sacerdotes la facultad de absolver
“de ahora en adelante” a quienes “hayan procurado el pecado del aborto”?

–Ese anuncio había sido reciente cuando hicimos las entrevistas. Analizamos como las afirmaciones del Papa presentan tal ambigüedad que pueden
ser tomadas de forma polisémica. Una de las entrevistadas, más politizadas en relación al derecho al aborto, decía que la iglesia no tiene nada que
perdonar, que no tenía autoridad moral para dar ningún perdón. Otras sí, decían que las había aliviado el perdón de Francisco. Una de las entrevistadas
estaba en contra de la legalización del aborto, me decía que la Iglesia no tenía nada que perdonar, en todo caso, el que perdona es Dios. Para muchas
el perdón que importa es el de Dios; muchas ni siquiera se habían confesado por abortar, ni habían hablado del tema con nadie de la Iglesia Católica
pero se sentían perdonadas por Dios.

Guadalupe Lombardo
Católicas por el Derecho a Decidir participó activamente en las marchas por la legalización del aborto.

–¿Qué mirada tienen sobre el estatus jurídico del embrión, uno de los puntos más fuerte del discurso de los sectores conservadores de la
Iglesia Católica y evangélica?

–Para algunas implicó en algún punto poner en discusión el precepto de la Iglesia de que existe vida desde la concepción. Algunas, las de mayor edad,
desconocían la condena de la Iglesia Católica cuando abortaron siendo muy jóvenes. Y señalaron que se habían enterado a partir del documental El
Grito Silencioso, que lo habían visto después de abortar. Es decir, la idea de que el embrión fuera una persona no era una concepción que ellas traían
de antes. Tiene que ver con que la Iglesia Católica en los últimos 20 o 30 años ha reforzado esa idea. Lejos de deconstruir, esas mujeres mayores
habían construido una idea del embrión como personas. Muchas, de todas formas, no la compartían.

–¿Y la idea del castigo de Dios aparece en sus creencias?

–Justamente en ese proceso algunas sentían que Dios las iba a castigar. Y ese sentir de que Dios las perdonaba había sido el único alivio para la
culpa. Pero otras no, habían atravesado un proceso de reformulación de la imagen de Dios, que Dios no las juzgaba, que las había apoyado. Una dijo
incluso que ella sentía que Dios la había acompañado en la experiencia de abortar. Si uno piensa lo que sucede cuando una persona se somete a
cualquier tipo de intervención médica, que piensa que Dios la protege, por qué no pueden las mujeres que abortan sentir que también las está cuidando
en esa instancia y se expusieron a riesgos en contextos de clandestinidad.

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