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¿Cómo está constituido el sujeto desde esta patología?

Las condiciones materiales y los discursos sociales son texto mismo de la


subjetividad. Esto significa considerar los afectos, ideas, significaciones, deseos,
patologías, síntomas, síndromes, estructuras defensivas y fantasías de cada sujeto,
en relación con la trama interpersonal en la que está inserto y de acuerdo a las
condiciones sociales en la que vive.
Buena parte de las patologías de nuestra época reconocen - además de los factores
preexistentes de estructura de personalidad, vínculos familiares y disposición
biológica- la incidencia de la situación social.
En nuestro país es obvia la importancia del traumatismo inter y transgeneracional
producido por el terrorismo de Estado y la impunidad, así como del agravamiento de
la situación económica para las mayorías. Igual importancia tienen las
modificaciones en la subjetividad, producidas en los últimos años por los cambios en
las formaciones económicas-sociales en el mundo.
Los conceptos de salud y enfermedad mental son productos sociales. Cada época
tiene sus propios criterios de evaluación de la salud mental y favorece determinadas
patologías. Por ejemplo: bulimia y anorexia se encuentran hoy entre las patologías
más frecuentes entre la población joven. Al margen de esta evaluación específica,
no es indiferente el peso con que el ideal del modelo social hegemónico -expresado
en una imagen de supuesta perfección- incide en un movimiento regresivo del
psiquismo hacia el polo narcisista y omnipotente.
Mientras aumentan las exigencias, se han perdido conquistas sociales logradas a
través de muchos años de lucha. Esto es vivido como una pérdida de la función
protectora del Estado en cuanto a garantizar las condiciones de vida de las
personas.
Consideramos, por otra parte, que el Estado cumple además una función de
metaorganizador del funcionamiento psíquico individual y grupal. Interviene
generando representaciones sociales que constituyen hitos identificatorios para los
grupos sociales y para los sujetos.
Dado que, la pertenencia social requiere la adscripción del sujeto a ideales,
modelos, hábitos y normas colectivos, los cambios actuales y el discurso social
dominante afectan los niveles de pertenencia social.
Los sujetos requieren de la pertenencia a los grupos sociales y a las instituciones
para mantener la vivencia de comunidad de sí mismos. Este vínculo es, necesario y
libidinal. La pertenencia social reconoce una tensión permanente entre un polo
fusional, indiscriminado, vinculado a las identificaciones primarias, y otro polo de
pertenencia diferenciada vinculado al proceso secundario y de carácter simbólico.

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