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Tipología de los sistemas de relaciones colectivas

Debe procederse por tanto, a una previa distinción en la cual, conforme a la tipología
corrientemente empleada en la categorización de los sistemas de relaciones de
trabajo a nivel general, cabe poner en foco tres modelos básicos:

a) EL LIBRE MERCADO DE EMPLEO: en el cual las modalidades de la contratación de


trabajo subordinado se determinan en relación directa de empleador y empleado, en
un marco de libertad y autonomía de contratación; en todo caso sólo sujeto a normas
mínimas legales, por lo tanto, de alcance general y no diferencial.

b) EL CORPORATIVISMO DE ESTADO: en el cual la celebración de los contratos


individuales de trabajo no solamente se encuentra intervenida por normas mínimas
legales de alcance general; sino encuadrada en normas taxativas sumamente
detalladas, diferenciales no solamente por ramas de actividad del empleador, como
además, y frecuentemente, por extremas clasificaciones de empleos respecto del
puesto de trabajo, revestidas de eficacia jurídica erga omnes por derivación del poder
estatal y, en consecuencia, básicamente dotadas de permanencia indefinida en el
tiempo.

c) LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA: privada, libre y voluntaria, además de autónoma y


bilateral. Sistema en el cual el surgimiento espontáneo de entidades dotadas de
organización con vocación de permanencia y que expresan un cierto grado de
existencia de una autonomía de voluntad de los colectivos de trabajadores; da lugar
a modos de relacionamiento privado con las empresas o con entidades colectivas de
los empleadores, en un marco totalmente libre en que esos acuerdos operan como
entendimientos informales de modus vivendi, en la misma forma que ocurre en
numerosas otras manifestaciones de la vida social.

En este esquema, cabe señalar que es frecuente que se denomine como sistema de
negociación colectiva a modelos típicamente corporativos; prevalecientes en algunos
sistemas políticos de estructura pluralista en el plano político, de raigambre
socialdemócrata en su estructura socio-económica, o donde su aplicación responde,
de todos modos, a concepciones similares, que entrañan un alto nivel de
corporativismo de Estado. (Alemania, España, en parte EE.UU, Argentina, etc.).

Por lo tanto, debe procederse a una caracterización de las instituciones del sistema
de negociación colectiva, que sea coherente con las instituciones de una sociedad
verdaderamente republicana y liberal en su constitución política, y por tanto no
corporativa en su constitución social; compatible con una existencia de libertad
sindical y económica no solamente formal sino real; y con una clara diferenciación
del sistema institucional de gobierno respecto del sistema de relaciones de trabajo,
aunque en términos estrictamente coherentes entre ambos. Las calificantes que
esencialmente caracterizan este sistema, son las que lo definen como negociación
colectiva privada, autónoma, libre, voluntaria y bilateral.

Los principales puntos de diferenciación entre el sistema corporativo de Estado y las


manifestaciones de relacionamiento privado constituidas por el mercado de empleo
y el sistema de negociación colectiva, pueden esquematizarse señalando marcadas
características diversas entre ellos, en el plano de su apreciación jurídica como
económica e institucional.

Los sistemas de regulación corporativa de las relaciones de trabajo, se caracterizan


esencialmente por la existencia de normas jurídicamente ejecutorias, que cubren de
manera imperativa el funcionamiento del mercado de empleo en la totalidad del
sistema económico productivo y distributivo, o en vastas áreas del mismo; y que lo
hacen en forma de determinar una estrecha coincidencia de los términos efectivos
de la contratación individual con el contenido sustantivo de tales normas.
Adicionalmente, tienden a asignar a toda esa normativa un alto grado de
permanencia, estructurándolas en condiciones de vigencia indefinida; o a lo sumo
habilitando solamente su revisión en un sentido expreso, sin considerar que el
vencimiento de su plazo importe el retorno a la contratación en base exclusiva a
limitaciones emanadas de normas mínimas generales indiferenciadas.

Ese concepto básico de regulación concreta, permanente, generalmente obligatoria


en su ámbito (complementada con similares en la gran mayoría de los restantes
ámbitos del sistema productivo), y principalmente garantida por la ejecutoriedad del
poder etático (manifestado en la actividad de policía como en la coercibilidad
jurisdiccional) determina - a su turno - caracteres definidos en cuanto a otras
instituciones vinculadas a la operación del sistema; tales como la concepción de las
organizaciones sindicales, la dinámica de establecimiento y procesamiento de las
negociaciones, la huelga, el papel de los órganos del Estado en ese sistema, y otros
temas conexos que emanan directamente de la aplicación de ese sistema a la
universalidad del sistema productivo privado y, todavía, a vastos sectores del sistema
operativo de Gobierno.

En contraposición, un sistema verdaderamente autónomo de relaciones de trabajo -


sea a nivel individual como colectivo - si bien opera en el marco de un conjunto de
normas mínimas legales que recogen aquellos elementos que en forma auténtica
pueden considerarse integrados al concepto de orden público del Estado, se
caracteriza porque admite un amplio margen de ejercicio de la autonomía de la
voluntad, en cualquiera de esos niveles.

La existencia de normas mínimas legales en cuanto a ciertos términos básicos de los


contratos de trabajo (duración máxima de la jornada normal, descansos diarios y
semanal, salario mínimo, vacaciones anuales y algunos otros) no priva de autonomía
al sistema; en la medida en que se respeten, en tales normas mínimas, los caracteres
de generalidad e indiferenciación que son inherentes a la norma legal, y los niveles
cuantitativos que le asignen efectivamente un carácter mínimo a sus contenidos
materiales. Esas expresiones de autonomía quedan referidas en forma muy especial,
en concordancia con el elemento esencialmente definitorio del proceso de las
relaciones de trabajo, a las remuneraciones corrientes que representan la parte
sustancial de la participación del factor mano de obra en el producto.

Un factor altamente definitorio del carácter libre del sistema de relaciones laborales
colectivas, lo constituye el hecho de que el nivel de los ingresos corrientes, efectivos,
del personal dependiente no se encuentre determinados de manera uniforme y
jurídicamente compulsiva por efecto del sistema. Sino que, por sobre la norma
mínima legal exista, por lo menos la posibilidad, de que esas remuneraciones resulten
libremente de considerar los factores diferenciales que asignen a su servicio una
medida de valor concordante con el valor que genera su prestación. Ya se trate de
las capacidades, experiencia o habilidades personales, de la eficiencia en su
realización o de otros factores que las determinen en forma absolutamente
independiente de la decisión de los gobiernos y del poder jurídico del Estado.

En la medida en que las relaciones colectivas de trabajo tienen lugar en forma


exclusiva, en los ámbitos en que la autonomía colectiva se explicita mediante la
constitución espontánea de sindicatos; el procesamiento de las relaciones de trabajo
por medio de un sistema de negociación colectiva, privada, libre, voluntaria,
autónoma y bilateral, constituye la única forma de articulación de los intereses
presentes en el mercado de empleo, en un marco de autonomía colectiva, compatible
con los rasgos de un sistema institucional republicano y con los objetivos de
desarrollo económico sostenido y progreso social inherentes al régimen de economía
de mercado y libre competencia.

Ese régimen importa que el establecimiento de negociaciones colectivas sea


exclusivamente resultado de la decisión libre y voluntaria de sus interlocutores, en el
ámbito de su relacionamiento privado.

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