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TECNOLÓGICO NACIONAL DE MÉXICO

Instituto Tecnológico de Zitácuaro

Trabajo de Investigación Bibliográfica

Nombre y número de tema: ADMINISTRACIÓN DEL TIEMPO

Materia: Habilidades Directivas I

Carrera y semestre: Ingeniería en Gestión Empresarial, 3er. semestre

Docente: Mtro. Javier Montes de Oca Mendoza

Nombre y número de matricula del alumno(a): ALEYDA NAMBO LOZANO .

Subtítulos del tema:

3. ADMINISTRACIÓN DEL TIEMPO

3.1 ENFOQUES DE LA ADMINISTRACIÓN DEL TIEMPO

3.2 ESTRATEGIAS PARA ADMINISTRAR EL TIEMPO

3.3 EFECTIVIDAD EN EL MANEJO DEL TIEMPO

3.4 MATRIZ PARA EL MANEJO DEL TIEMPO


Conclusiones:
Fuentes de información:

3. ADMINISTRACIÓN DEL TIEMPO.


Cada semana, todos contamos con 168 horas, pero depende de cada quien
aprovecharlas al máximo. Tanto en el trabajo, como en el hogar, o la escuela todos
podemos beneficiarnos de hacer uso del tiempo, el recurso más preciado, en forma
eficiente.
La administración del tiempo se refiere a analizar nuestro uso de este recurso en forma
regular, para comprender la forma más adecuada de usarlo en forma efectiva. Manejar
su tiempo le obligará a ser explícito en cuanto al valor que le da a su vida personal y
profesional, y le permitirá dirigir sus esfuerzos en concordancia. Controlar su tiempo le
ayudará a mantener el equilibrio entre las múltiples presiones bajo las cuales está
sometido, facilitándole entonces el logro de sus objetivos, y evitando el estrés y el
cansancio.

3.1 ENFOQUES DE LA ADMINISTRACIÓN DEL TIEMPO.


Uno de los recursos no renovables más valiosos con que cuenta el ser humano es el
tiempo. Cuando los directivos y colaboradores de la organización administran
adecuadamente el tiempo, contribuyen a optimizar las funciones y a eliminar tiempos
muertos para mejorar el desempeño organizacional. El tiempo es un recurso
completamente diferente a todos los que estamos habituados a manejar, pues posee
algunas características muy peculiares que deben tomarse en cuenta al trabajar dentro
de una organización.
CARACTERÍSTICAS DEL TIEMPO:
El tiempo es:
Equitativo: Es el único recurso repartido de modo equitativo: cada persona recibe
exactamente las mismas 24 horas en cada día.
Inelástico: Es un recurso que no puede acumularse, ahorrarse o tomarse prestado.
Indispensable: No hay acción que pueda realizarse sin tiempo. Cualquier cosa que
queramos hacer, conseguir o disfrutar hemos de pagarla en tiempo.
Insustituible: A diferencia de los demás recursos, el tiempo no puede sustituirse por
algún otro.
Inexorable: Todo lo que sabemos sobre el tiempo es que fluye, inexorablemente, en un
solo sentido. No conocemos el modo de cambiar el sentido, ni siquiera la velocidad de
este flujo. Todo lo que podemos hacer es utilizarlo, mejor o peor, conforme llega.

LEYES BÁSICAS
Principio de Pareto. Pareto estableció que “los elementos esenciales de cualquier
conjunto constituyen, por lo general, sólo una minoría”. Este principio es más conocido
como regla del 80/20. Se sabe que aproximadamente el 20% de los clientes generan el
80% de los beneficios. De igual modo, el 20% del tiempo de trabajo contribuye al 80%
de los resultados.
La ley de Parkinson. Esta ley explica por qué las cosas llevan más tiempo del que
deberían: “Todo trabajo se tarda indefinidamente hasta ocupar todo el tiempo disponible
para su completa realización”. Trabajar sin plazos, sin tener en cuenta la existencia de
otras tareas que también hay que realizar, supone un elevado riesgo. El reto es asignar
tiempo suficiente, pero no excesivo, a cada actividad.
Las leyes de Murphy La primera ley de Murphy dice: “Nada es tan sencillo como
parece al principio”. De aquí se desprende la segunda ley que afirma: “Todo lleva más
tiempo de lo que se pensaba al principio”. Por tanto, asignar a una tarea un tiempo
escaso resulta claramente inconveniente, tanto a la hora de programarla como a la de
ejecutarla. La tercera ley de Murphy es la que ha conseguido más amplia difusión: “Si
algo puede ir mal, irá mal”. La relación entre las tareas realizadas y el tiempo que
invertimos en ellas está condicionada no sólo por la naturaleza de las tareas, sino
también por comportamientos muy profundos y complejos, que son consecuencia de un
largo proceso de educación y entrenamiento desde nuestra infancia.

EFICIENCIA Y EFICACIA
La eficiencia consiste en hacer bien lo que se hace y al menor costo posible. Es
positiva, pero no garantiza resultados. La persona eficiente se limita a hacer bien lo que
hace. La persona eficaz, ante todo, hace lo que debe hacer. Tiene en mente los
resultados que desea alcanzar y hace todo lo necesario para acercarse a ellos.
Tenemos la impresión objetiva de que unas personas resultan más eficaces que otras, y
de que nosotros mismos somos más eficaces en un tipo de tareas que en otro. La
mayor dificultad al mejorar el uso del tiempo es precisamente que detrás de ese uso
inadecuado se esconden ciertos hábitos personales. Cambiar estos hábitos es una
tarea difícil y requiere un proceso más lento de lo que parece a primera vista.
Es fácil acostumbrarse a la rutina. Buena parte de nuestro tiempo se emplea según
pautas de comportamiento adquiridas o desarrolladas hasta que se convierten en
hábito. Esto es bueno en sí, porque permite automatizar la conducta, lo que supone una
importante economía de esfuerzo; pero implica un riesgo cuando los hábitos adquiridos
no son los idóneos.
De esta forma, es fácil caer en modelos de conducta de reacción a los acontecimientos,
en lugar de actuar en función de los propios objetivos. Y hay que tener presente que las
actividades que no están orientadas a los objetivos conducen, con mucha frecuencia, a
la pérdida de tiempo.

3.2 ESTRATEGIAS PARA ADMINISTRAR EL TIEMPO.


Contar con estrategias para administrar el tiempo, es clave a la hora de manejar el
estrés. Las dificultades para ordenar nuestra rutina, suelen relacionarse con distintos
factores como decidir precipitadamente, la sensación de estar desbordados por
imprevistos y demandas de los demás, dificultades para cumplir con compromisos
adquiridos, gran cansancio y dudas al optar entre distintas opciones. Hemos de tener
en cuenta, que podemos organizar una agenda realista si contamos con un panorama
claro de cuáles son en verdad nuestras actividades prioritarias y cuánto tiempo les
dedicamos, a través de un proceso de reflexión que nos ayude a notarlo.
Probar nuevas estrategias para administrar el tiempo, registrando las actividades de
igual manera y por la misma cantidad de días, contribuye a testear la viabilidad de los
cambios que pensamos, así como a conocernos más y aprender. Cuando la reflexión te
permita cuestionar por qué experimentas estrés, probablemente notes que dentro de las
actividades que abarcas en tu rutina, quizás necesites trazar una línea más firme entre
lo urgente y lo importante.
10 REGLAS DE ORO PARA ADMINISTRAR EFICAZMENTE NUESTRO TIEMPO
Frecuentemente en el transcurso del día estamos en muchas tareas a la vez y al final,
nos damos cuenta que no hemos podido avanzar los temas pendientes como
quisiéramos. Es más, estamos inmersos en nuestra propia rutina que no nos damos
cuenta que tanto valoramos ese recurso tan escaso y preciado como es el Tiempo.
Ahora bien, ¿Qué tanto las personas sabemos aprovecharlo realmente? A diferencia de
otras cosas, el tiempo jamás se recupera, podemos recuperar dinero, objetos, etc. pero
el tiempo no, pasa y no hay oportunidad de retroceder. Por ello, debemos tener la
capacidad de organizar adecuadamente nuestro tiempo en los diversos espacios donde
nos desenvolvemos, es importante conocer a las 10 reglas de oro que nos permitirán
ser dueño de nuestro tiempo y no ser un esclavo del tiempo:
1. Organízate: Aprende a diferenciar cómo quieres administrar tu tiempo, para ello,
quien tiene la última palabra eres tú. Administra tu tiempo de acuerdo a tus objetivos
personales y de allí marca la pauta, tratando de cumplir con tus compromisos
Personales.
2. Enumera: Enumera todos los temas pendientes que tienes que realizar, considera
todas las ideas que se te vengan a la mente.
3. Clasifica: Una vez que has enumerado los temas pendientes, debes clasificarlos
según las áreas de tu vida (familia, trabajo, estudios, etc.), porque cada área tiene
que tener su atención y espacio, no puedes dedicarte más a una que a otra.
4. Prioriza: Cuando queremos aprovechar mejor el tiempo, es importante que sepas
priorizar que es realmente importante hacer, hay veces que desperdiciamos el
tiempo de una manera poco provechosa, realizando tareas que no son
fundamentales y que incluso podrían ser realizados por otras personas.
5. Elabora un Plan de Trabajo: Trata de tener los pasos concretos de lo que quieres
hacer en tu día a día, esto se traduce en un plan de trabajo. Allí podrás ver que
actividades requieren tu atención directa y en cuales podrías solicitar el apoyo de
otras personas.
6. Establece Metas: Define qué quieres lograr y aprende a establecer tiempo. Por
ejemplo:
• Terminar el inventario en el lapso de 3 días máximo el (día), (mes), (año).
• Organizar mi biblioteca en el lapso de 1 semana máximo el (día), (mes), (año).
• Terminar de hacer el informe de alguna actividad en 2 días, etc.
7. Delega: Si bien nos gustaría tener disponibilidad de hacer todas las cosas nosotros
mismos, a veces no es posible, aprende a delegar algunas tareas tanto en tu hogar,
trabajo, estudios, etc., que te faciliten el manejo de tu tiempo, quizás con un pago
simbólico algún familiar o amistad te puede ayudar a realizar algunas tareas, de esta
forma, no sólo te beneficias tú, sino también ayudas a otras personas.
8. Sé Práctico(a): Aprende a ser práctico(a) en tu trabajo, por ejemplo, si tu labor es
hacer informes técnicos, cartas, documentos, etc., acostúmbrate a utilizar plantillas
de diseño único, esto te permitirá ahorrarte mucho tiempo porque no tendrás que
diseñar a cada momento sino tendrás la estructura armada lista para actualizarte.
Dedica tus energías a lo que realmente te pueda favorecer.
9. Evita Distractores: Si quieres ser una persona que administra su tiempo con
eficiencia, aprende a evitar elementos distractores, por ejemplo, en la oficina cuando
se usa el Skype, chats, redes sociales, entre otros. Trata de centrarte en tu objetivo
y dedícate a ello principalmente.
10. Evalúa tus Avances: Trata de elaborar un cronograma de trabajo, donde puedas
evaluar los avances que has realizado. Si lo consideras, puedes digitarlo en una
plantilla de Excel y tenerlo disponible en alguna parte de tu casa, oficina, cuarto de
estudios, entre otros. Recuerda, el tiempo no es sólo lo que marca el reloj o lo que
señala el calendario, está relacionado a nuestra misma esencia como seres
humanos, mientras tengamos vida tendremos capacidad de reconocerlo, valorarlo y
sobre todo, aprovecharlo.

3.3 EFECTIVIDAD EN EL MANEJO DEL TIEMPO


Manejo efectivo del tiempo es lograr una mayor eficiencia en lo que se hace. Manejar el
tiempo significa lograr que las cosas que se han planeado se cumplan en un tiempo
razonable. Ya que el tiempo no se recupera, debemos intentar invertirlo en cosas que
valgan la pena y de la mejor manera posible. Sin administración del tiempo es imposible
el progreso. Todo lo que hacemos requiere tiempo. Lo esencial en la buena
administración del tiempo es cambiar el punto de interés: concentrarse en los
resultados, no en estar ocupados. Muchas personas pasan sus días repletos de
actividades, pero obtienen muy poco porque no están concentrados en las cosas
apropiadas.
El uso del tiempo sólo adquiere importancia cuando los objetivos que se pretenden
alcanzar están claramente definidos y cumplen con varios requisitos. Los objetivos bien
definidos deben ser:
• Propios: Nadie lucha por objetivos de otros. No se puede esperar que un integrante
de un equipo luche por objetivos de los que no se haya apropiado.
• Concretos y específicos: Bien delimitados y detallados en términos claros.
• Pocos y muy importantes: De otro modo se restan fuerza unos a otros. Intentar
abarcar demasiado sólo conduce al fracaso, mientras que plantearse objetivos de
poca importancia no tiene sentido.
• Compatibles entre sí: No tienen que ser contradictorios o excluyentes entre ellos.
• Alcanzables, pero con dificultad: Lo que es fácil no motiva. Lo que es demasiado
difícil frustra.
Para alcanzar los objetivos, nada resultará tan útil como tener en cuenta si una
determinada actividad tiene o no relación con ellos. La prioridad de cada actividad es la
garantía de eficacia.
Planeación. Es una de las técnicas que todo el mundo recomienda, pero que pocos
utilizan. Esta forma es rechazada muchas veces por la sensación de estar sometido a
restricciones que suponen la pérdida de la libertad personal. Estas razones son lógicas
y válidas, pero solamente para aquel cuyo interés esté en la comodidad del momento
más que en el deseo de alcanzar alguna meta.
La planeación es la función consistente en establecer previsiones, de cara a alcanzar
los objetivos deseados, en lugar de limitarse simplemente a reaccionar ante los sucesos
o las circunstancias que se vayan presentando. La planeación, más que la aplicación de
una técnica, supone un estilo de dirección que tiende a evitar los problemas
anticipándose a ellos para no tener que dedicar mucho más tiempo y esfuerzo a
resolverlos.
Programación. Programar significa decidir cuándo realizar las actividades. La
programación implica la asignación de recursos, entre ellos, el tiempo. Ante todo,
programe sus actividades con la flexibilidad suficiente para poder atender temas
imprevistos, pero interesantes. El grado de flexibilidad que necesita puede ser muy
diferente al de otras personas. Su registro de tiempo le ayudará a evaluar cuántas
cosas inesperadas le suceden a diario y cuánto tiempo le ocupan. Programe primero las
cosas más importantes para los periodos en que se sienta más eficaz y en los que
tenga menos probabilidades de ser interrumpido. Reserve largos periodos de tiempo sin
interrupciones para tareas realmente importantes.
Planes a largo plazo. A partir de los planes y objetivos de largo plazo se establecen
otros objetivos intermedios, y para alcanzar estos últimos serán necesarias actividades
de corto plazo. Se forma así una pirámide de objetivos que tiene su vértice y meta final
en los objetivos a más largo plazo.
Normas para programar el tiempo La programación del tiempo es una actividad que
debe acabar por volverse habitual y diaria. Algunas recomendaciones útiles al respecto
son:
1. Tenga siempre preparado su programa antes de iniciar la jornada. La forma más
cómoda de hacerlo es dedicar a esta actividad los últimos minutos de la jornada
laboral anterior.
2. Programe en función de los objetivos a alcanzar. No se trata de estar muy ocupado,
sino de terminar lo que se propone.
3. Elabore su programa en torno a los temas esenciales.
4. Trate de acompasar sus actividades, en la medida de lo posible, a sus ciclos
corporales. No se puede ser eficaz todo el día.
5. Programe siempre su horario por escrito. No hay memoria capaz de retener todos
los detalles necesarios.
6. Agrupe acciones y asuntos relacionados entre sí siempre que sea posible.
7. Mantenga a la vista su programa de actividades diarias. Consultar reiteradamente
los objetivos, las prioridades y las actividades programadas le ayudará a
mantenerse en la línea elegida.
8. No vacile en tomarse largos periodos de tiempo para tareas importantes.
9. Asegúrese de asignar a cada actividad un tiempo suficiente, pero no excesivo.
10. Mantenga la suficiente flexibilidad para poder abordar asuntos imprevistos, pero que
resulten de su interés.
11. Incluya en su programa algún tiempo para pensar todos los días. Necesita hacerlo y
no puede esperar a “tener tiempo”.
12. Incluya un tiempo fijo para lecturas profesionales.
El programa más cuidadosamente establecido se viene abajo ante los ataques
difícilmente evitables de una serie de acontecimientos provocados por la gente, de
dentro o de fuera de la empresa, con la que nos relacionamos. La mayoría de esos
ataques se producen fuera de toda posible previsión. Esto hace que buena parte de la
jornada esté parcialmente fuera de control. Algunas de estas situaciones forman parte
del trabajo de cada uno; otras, con frecuencia, son fuente de nuevas oportunidades de
negocio.
Interrupciones. Hay dos técnicas distintas y complementarias que pueden utilizarse
contra las interrupciones:
a) Evitarlas, en lo posible.
b) Limitar al mínimo el tiempo que nos ocupan.
Ante todo, es preciso aceptar que las interrupciones son una parte de nuestro trabajo.
No las podemos eliminar por completo. Pero podemos empezar a manejarlas mejor.
Aprenda a controlar lo controlable y a aceptar lo incontrolable.
Esperas. La gente ocupada y con conciencia de su tiempo intenta por todos los medios
eludir las esperas. Adopte una actitud positiva. Esta espera le puede proporcionar un
lugar posiblemente confortable y un tiempo, digamos libre, con el que no contaba.
Relájese y utilícelo. El lugar de espera queda convertido provisionalmente en su
despacho, sin teléfono, sin interrupciones y sin actividades adicionales. La espera le
puede proporcionar informaciones interesantes, sólo con lo que ve y oye
involuntariamente.

3.4 MATRIZ PARA EL MANEJO DEL TIEMPO


Cuatro generaciones de la administración del tiempo:
El mejor pensamiento del área de la administración del tiempo puede resumirse en una
única frase: organizar y ejecutar según las prioridades.
Puede decirse que existen cuatro modos o “generaciones” de administrar el tiempo:
La primera generación se caracteriza por elaborar notas y listas de tareas, que
tienden a proporcionar cierto reconocimiento y totalidad a los múltiples requerimientos
planteados a nuestro tiempo y energía.
La segunda generación se caracteriza por el manejo de agendas en las que se refleja
el intento de mirar hacia adelante, programar los acontecimientos y actividades del
futuro.
La tercera generación suma a las generaciones precedentes la idea esencial de
priorizar, de clarificar valores y de comparar la importancia relativa de las actividades
sobre la base de su relación con esos valores. Además, se centra en el establecimiento
de metas y objetivos a corto, mediano y largo plazos hacia los cuales se orientarán el
tiempo y la energía en armonía con los valores.
Antes de describir la cuarta generación, habrá que detenerse un poco en las tres
primeras. La programación y el control “eficientes” del tiempo a menudo resultan
contraproducentes. Centrarse en la eficiencia crea expectativas que no concuerdan con
las oportunidades de desarrollar relaciones ricas, satisfacer necesidades humanas y
disfrutar de momentos espontáneos día tras día.
El desafío no consiste en administrar el tiempo, sino en administrarnos a nosotros
mismos. La satisfacción depende tanto de la expectativa como de la realización. Y tanto
la expectativa como la satisfacción residen en nuestro círculo de influencia.
En lugar de centrase en las cosas y el tiempo, las expectativas de la cuarta
generación se centran en preservar y realzar las relaciones y en alcanzar resultados.
Los dos factores que definen una actividad son urgente e importante. Urgente significa
que se necesita una atención inmediata, “¡ahora!”. Las cosas urgentes actúan sobre
nosotros. Por lo general, las materias urgentes son muy visibles, nos presionan y
reclaman una acción.
La importancia, por otra parte, tiene que ver con los resultados. Si algo es importante,
realiza una aportación a nuestra misión, a nuestros valores y a nuestras metas de alta
prioridad. Ante las materias urgentes, reaccionamos. Las cuestiones importantes que no
son urgentes requieren más iniciativa, más proactividad. Es indispensable actuar para
no dejar pasar la oportunidad, para hacer que las cosas ocurran.
A continuación, se presenta la matriz del tiempo de Eisenhower que trata de una
representación gráfica, en un cuadrante de dos ejes, de los distintos niveles de
importancia y urgencia de una tarea específica. Se trata de una clasificación diaria de
temas pendientes de ejecución, colocados en un total de cuatro bloques diferenciados
entre sí y que ejemplifican diferentes grados de prioridad. De esta forma, con un simple
golpe de vista, podremos ver todo lo que tenemos encima de la mesa y a qué debemos
prestar atención en primer lugar.
Examinemos por un momento los cuatro cuadrantes de la matriz de la administración
del tiempo. El cuadrante I es urgente e importante. Tiene que ver con resultados
significativos que reclaman atención inmediata. A las actividades del cuadrante I, por lo
general, las denominamos crisis o problemas. Todos experimentamos en nues tras
vidas algunas actividades del cuadrante I. Pero el cuadrante I agota y consume a
muchas personas. Son administradores de crisis, personas orientadas hacia los
problemas, productores que trabajan al borde de los plazos.
Mientras uno se centra en el cuadrante I, éste crece cada vez más hasta que nos
domina. Es como el oleaje. Llega un gran problema, nos golpea y nos deja tendidos y
confusos. Uno lucha, se pone en pie, y lo único que consigue es quedar frente a otro
problema que vuelve a golpearlo y dejarlo tendido. Algunas personas son literalmente
acribilladas por los problemas todo el día y cada día. El único alivio que tienen consiste
en huir hacia las actividades no importantes ni urgentes del cuadrante IV. De modo que
en su matriz total, el 90 por ciento del tiempo está en el cuadrante I y la mayor parte del
restante 10 por ciento en el cuadrante IV; a los cuadrantes II y III sólo les prestan una
atención mínima.
Así es como viven las personas que administran su vida sobre la base de las crisis.
Hay otras personas que dedican mucho tiempo al cuadrante III, «urgente, pero no
importante», pensando que están en el cuadrante I. Continuamente reaccionan ante las
cosas urgentes, suponiendo que también son importantes. Pero la realidad es que la
urgencia de esas cuestiones se basa a menudo en las prioridades y expectativas de los
otros.
Las personas que dedican su tiempo casi exclusivamente a los cuadrantes III y IV
llevan vidas básicamente irresponsables.
Las personas efectivas permanecen fuera de los cuadrantes III y IV porque, urgentes o
no, no son importantes. También reducen el cuadrante I, pasando más tiempo en el
cuadrante II. El cuadrante II es el corazón de la administración personal efectiva. Trata
de las cosas que no son urgentes, pero sí importantes: por ejemplo, construir relac
iones, redactar un enunciado de la misión personal, la planificación de largo alcance, la
ejercitación, el mantenimiento preventivo, la preparación, todas esas cosas que
sabemos que hay que hacer, pero que solemos eludir, porque no son urgentes . En
resumen:

Cuadrante II
El foco esencial de la cuarta generación de la administración puede captarse en la
matriz de administración del tiempo esquematizada a continuación. Básicamente,
dedicamos nuestro tiempo a uno de los cuatro bloques de actividades siguientes:
Como puede verse, los dos factores que definen una actividad son urgente e
importante. Urgente significa que se necesita una atención inmediata, «¡ahora!». Las
cosas urgentes actúan sobre nosotros. El timbre del teléfono es urgente. La mayoría de
las personas no soportan ni siquiera el pensamiento de dejar que suene.
Uno puede pasar horas preparando materiales, vestirse y trasladarse a la oficina de
alguien para examinar una cuestión determinada, pero si mientras estamos allí suena el
teléfono, tendrá preferencia sobre nuestra visita personal. Cuando es uno quien llama,
por lo general no nos contestan «Voya colgar y le llamo en quince minutos». Pero son
esas mismas personas, que por teléfono nos atienden de inmediato, las que pueden
dejarnos esperando en una oficina, por lo menos durante ese mismo lapso, mientras
terminan una conversación telefónica con algún otro.
Las materias urgentes son por lo general muy visibles. Nos presionan; reclaman acción.
A menudo complacen a otros. Por lo general las tenemos ante nuestras propias narices.
Y suelen ser agradables, fáciles, divertidas. ¡Pero con la misma frecuencia carecen de
importancia!
La importancia, por otra parte, tiene que ver con los resultados. Si algo es importante,
realiza una aportación a nuestra misión, a nuestros valores, a nuestras metas de alta
prioridad.
Ante las materias urgentes, reaccionamos. Las cuestiones importantes que no son
urgentes requieren más iniciativa, más proactivi dad. Tenemos que actuar para no dejar
pasar la oportunidad, para hacer que las cosas ocurran. Si no practicamos el segundo
hábito, si no tenemos una idea clara de lo que es importante, de los resultados que
deseamos obtener en nuestras vidas, con facilidad nos veremos desviados hacia la
respuesta ante lo urgente. Examinemos por un momento los cuatro cuadrantes de la
matriz de la administración del tiempo. El cuadrante I es urgente e importante. Tiene
que ver con resultados significativos que reclaman atención inmediata. A las actividades
del cuadrante I, por lo general, las denominamos crisis o problemas.

CONCLUSIONES
El tiempo como bien se ha dicho es un elemento del que nadie se escapa, es equitativo
e irrepetible, puede ser un enemigo a vencer o un aliado si hacemos el mejor uso de el,
aprovecharlo al máximo es nuestra única alternativa, hacer el mejor uso del tiempo no
es hacer muchas actividades a la vez, si no realizarlas cada una en el momento
adecuado y de la mejor manera posible y esta es una de las mejores habilidades de un
líder.
Sí tenemos un control de nuestro tiempo podemos evitar el estrés y tensiones que solo
son negativas en nuestra vida. Es necesario enfocarnos y concentrarnos en lo más
urgente e importante para logar nuestros principales objetivos y de igual manera es
importante decir no a las distracciones externas y vencer a nuestros enemigos
internos. Ya que si no podemos con nosotros mismos como sería posible dirigir a otras
personas en un contexto laboral.
La administración del tiempo es un esfuerzo que requiere la coordinación de actividades
para alcanzar los resultados esperados sólo basta con proponerselo uno mismo.

FUENTES DE INFORMACIÓN:

 Juan Joséé Huérta Mata, Gérardo I. Rodríéguéz Castéllanos. (2006). Désarrollo


dé habilidadés diréctivas. Méé xico: PEARSON EDUCACIOÓ N. PAGS. 175, 176,
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 Stéphén R. Covéy. (1997). Los 7 Haé bitos dé la Génté Altaménté Eféctiva.
Nuéva York: Paidoé s Plural. PAGS. 90, 91, 92, 93, 94.
 Luis Enriqué. (0). HABILIDADES DIRECTIVAS I. 24 dé séptiémbré dé 2018, dé
académia. édu Sitio wéb:
https://www.académia.édu/9275138/HABILIDADES_DIRECTIVAS_I

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