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1.

Los juegos del termómetro social son los siguientes: el juego del oráculo
(sondeos) –prefigura los términos en los que se producirán los otros
juegos–, el juego del envite (el candidato mal situado en los sondeos
reta al que va por delante para que se defina en algunas cuestiones
importantes), el juego de la promesa oportuna (los candidatos acuñan
promesas para grupos diferenciados), el juego del voto útil (ejecutado
por un partido mayoritario, que comparte el mismo espacio político con
uno minoritario) y el juego de la espiral del silencio (destinado a los
indecisos).
2. Los juegos de la ingeniería mágica son transversales a todos los juegos,
pues todos se ejecutan con la materia prima común del lenguaje: el
juego de la magia conceptual (trabaja con sustantivos), el juego de la
magia asociativa (opera con adjetivos), el juego de los temas
(inclusión/exclusión de issues) y el juego del anuncio publicitario (el
principio de economía de recursos llevado a su máxima expresión).
3. Los juegos de los espacios políticos son: el juego de la izquierda, el
juego de la derecha y el juego del centro, y con ellos los partidos se
asignan un determinado lugar en el eje izquierda/derecha.
4. Los juegos de la dramatización teatral son: el juego de las diferencias
notorias (propio de los partidos nacionalistas), el juego de la creación del
adversario, el juego de la crispación calculada y el juego de la catástrofe
inminente.
5. Los juegos del arcaísmo mediático son: el juego de las categorías
humanas (recae sobre el emisor: es la simpatía mediática, para
humanizar al candidato), el juego de los sentimientos (recae sobre el
receptor) y el juego del humor.
6. Los juegos de disfraces son: el juego del naufragio de los valores (típico
del partido en la oposición), el juego del travestismo de los valores
(transferencia lingüística destinada a ocultar valores inferiores tras
valores de mayor aceptación social) y el juego de los intereses
generales (el bien común, los intereses de la patria, etc.).
7. Los juegos de lenguaje religioso son aquellos que semantizan una
división del mundo en dos ámbitos (el-más-allá, que legitima políticas
ejecutadas en el-más-acá).
8. Los juegos de la paradoja –o el rostro de Jano de la comunicación–,
son: el juego de la comunicación borrosa (imprecisión deliberada,
«doblepensar» estrategias para esquivar la incompatibilidad) y el juego
de la verdad con fecha de caducidad incorporada (la simulación,
omnipresente en las campañas electorales).
9. Los juegos del Populismo Latinoamericano (PL) son: el juego de la
dicotomía substancial o del enemigo declarado (la oligarquía, el
imperialismo), el juego del personaje salvador (líder populista) y el juego
de la redención de la víctima (el pueblo) o la coartada del lazo social. El
autor de la TLCP entiende que el rótulo PL no describe una doctrina, ni
una ideología diferenciada, sino una estrategia de discurso, que utiliza la
voluntad popular expresada por esa entidad nebulosa, «el pueblo» –o
interpretada por el líder en nombre de esa nebulosa–, para conquistar el
poder, o para permanecer en él. Los JL del PL atraviesan
transversalmente regímenes y estilos de liderazgo, y se adaptan a
doctrinas y a fórmulas articuladas de manera diferente, aunque unidas
por una común referencia al pueblo, considerado una masa homogénea,
y no como un conjunto de grupos sociales distintos (Rey Morató, 2008:
67)[7]. Por otra parte, la TLCP entiende que la cultura política del PL y la
cultura política de la democracia están en una relación de restricción
conjunta, de modo que a más populismo menos democracia. Y esto es
así por una razón: en la democracia no hay enemigos, y puesto que no
hay una respuesta verdadera y única a los problemas sociales y
políticos, la democracia impulsa la cultura del pacto y de las concesiones
mutuas, que sucumbe ante el PL: éste convierte al adversario en
enemigo, entorpeciendo la convivencia y malogrando la concordia, en
una suerte de caricatura de la democracia.
10.
11. Temas posicionales (valence issues) y Temas
transversales (position issues)
12. En las campañas electorales los candidatos han de escoger entre los temas transversales (valence
issues), que no generan división en el electorado, ya que los ciudadanos comparten sus
preferencias en torno a ellos, y los temas posicionales o distributivos (position issues), que se
sitúan en el ámbito de las disputas ideológicas y, por tanto, dividen y, a veces, polarizan la
propia opinión de los votantes o una adecuada combinación de ellos para asegurarse un cierto
éxito electoral, como se ha evidenciado en campañas electorales europeas, especialmente, en los
estudios realizados sobre Gran Bretaña u Holanda y también sobre Estados Unidos
(Ansolabehere y Snyder, 2000[1]; Groseclose, 2001[2]; Clark, 2006[3]).
13. Ejemplos
14. Ejemplos típicos de temas transversales son el énfasis en la competencia y capacidad de los
candidatos partidistas para promover objetivos compartidos por todos los ciudadanos como el
desarrollo o el crecimiento económico, controlar la seguridad ciudadana en la región, su
capacidad de liderazgo, su defensa de la nación, la estabilidad política, la reducción de la
pobreza, la lucha contra la corrupción, etc.

Ejemplos de temas posicionales e ideológicos, evidentemente, serían las políticas


de reforma fiscal y de progresividad de los impuestos, el empleo y la cobertura del
desempleo, las pensiones, la despenalización del aborto, la cobertura universal o
no de la sanidad pública y la mayor o menor intervención de los poderes públicos
en este ámbito, la educación compensatoria y el carácter público o privado de la
enseñanza, etc.

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