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Memorias virtuales seminario internacional género y cuidado: teorías escenarios y políticas

MEMORIAS DE LAS
MESAS DE TRABAJO
DEL SEMINARIO
INTERNACIONAL
GÉNERO Y CUIDADO:
TEORÍAS, ESCENARIOS Y
POLÍTICAS

Bogotá, agosto 26, 27 y 28 de 2015


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Memorias virtuales seminario internacional género y cuidado: teorías escenarios y políticas

Presentación
Estas memorias recogen algunas de las ponencias presentadas en el Seminario Interna-
cional: Género y cuidado: teorías, escenarios y políticas, que tuvo lugar en la ciudad de Bo-
gotá, en los días 26, 27 y 28 de agosto de 2015. Este seminario fue organizado desde tres
instancias institucionales: en primer lugar, la Escuela de Estudios de Género de la Facultad
de Ciencias Humanas, en la Universidad Nacional de Colombia; en segundo lugar las facul-
tades de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales y Ciencias Sociales de la Pontificia
Universidad Javeriana, en particular la Maestría en Política Social y el Departamento de
Antropología. Por último el Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo (CIDER)
en la Universidad de los Andes.

El evento comprendió el cuidado desde la definición propuesta por Joan Tronto como
una “actividad característica de la especie humana que incluye todo lo que hacemos para
Memorias de las mesas de trabajo del conservar, continuar o reparar nuestro “mundo” de modo que podamos vivir en él lo mejor
Seminario Internacional Género y Cuidado: Teorías escenarios y políticas. posible. Este mundo incluye nuestros cuerpos, nuestras individualidades (selves) y nuestro
Todos los derechos reservados.
entorno que procuramos entretejer conjuntamente en una red compleja que sostiene la
vida” (Tronto, 2009:37 )
© Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas,
Escuela de Estudios de Género.
En este sentido la dimensión ética del cuidado incluye todos los trabajos que contribu-
© Varias (os) autoras (es). yen a mantener y preservar la vida, lo que supone una organización social que actualmente
involucra al mercado, al Estado y a la sociedad. Por tradiciones patriarcales, el cuidado ha
* Los artículos publicados en el presente texto son responsabilidad de cada una
(o) de las autoras(es).
sido asignado a las mujeres y naturalizado como propio de la feminidad; también ha sido
delegado a grupos subordinados por razones de opresión de clase, raza, etnicidad y colo-
* Gráficos empleados con fines netamente académicos e ilustrativos todos los nialidad.
derechos pertenecen a sus autores y autoras.

Comité de Publicaciones Escuela de Estudios de Género: Luz Gabriela En las últimas décadas, la reflexión y las políticas en torno al cuidado se han centrado en
Arango, Franklin Gil, Marco A. Melo, Tania Pérez Bustos, Mara Viveros V. su capacidad de responder a las necesidades de personas dependientes, sin considerar a
Asistente: Mariana Calderón Jaramillo
quienes cuidan y sin tener en cuenta las desigualdades de género, la discriminación étnica
o racial que conlleva. Sumado a esto, los trabajos de los cuidados, sean remunerados o no,
Corrección de estilo: Marco Alejandro Melo Moreno producen efectos negativos en la calidad de vida de quienes cuidan, en especial cuando
Diagramación: Hernán Hincapié
se disminuyen servicios o se incrementa el empleo precario en este sector de la economía,
como consecuencia de las políticas neoliberales.
Producción editorial: Pregraf Impresores S.A.S
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Memorias virtuales seminario internacional género y cuidado: teorías escenarios y políticas

En respuesta a las demandas de las mujeres, el Estado colombiano ha ido reconociendo El seminario contó con tres tipos de presentaciones: una conferencia central a cargo
la importancia del cuidado como labor indispensable para el funcionamiento de la socie- de Joan Tronto; cinco paneles centrales (Organización social del cuidado; Ethos y ética del
dad. Aunque este empieza a salir de la invisibilidad gracias a la ley 1413 del 2010 - de la cuidado; Trabajo de cuidado, ética y mercado; Políticas de cuidado en Colombia; y Cuidado,
Economía del Cuidado- , aún carecemos de políticas suficientes o adecuadas para superar reparación y construcción de paz); y ocho mesas de trabajo en las que se presentaron las
las discriminaciones de género, clase, raza y etnicidad y para evitar el deterioro de la ca- ponencias seleccionadas a partir de una convocatoria abierta.
lidad de vida de las personas cuidadoras. Los resultados de la primera Encuesta Nacional
de Uso del Tiempo (ENUT-DANE, 2013), realizada en cumplimiento de la ley 1413, revelan En estas memorias se recogen las ponencias presentadas en el seminario cuyos autores
la persistencia de una concentración del trabajo de cuidado familiar no remunerado en las autorizaron su publicación por este medio. Por lo tanto, no está la totalidad de las ponen-
mujeres. El 79,4% del volumen total de horas reportadas de trabajo doméstico y de cui- cias presentadas. Todas ellas pasaron por un proceso de evaluación de pares.
dado no remunerado corresponde a las mujeres mientras solo el 20,6% corresponde a los
hombres. La encuesta propone una valoración económica del trabajo doméstico y de cuida- De manera particular, estas memorias giran en torno a los siguientes ejes temáticos:
do no remunerado que muestra una contribución de las mujeres equivalente al 16,3% del
PIB, mientras la de los hombres apenas alcanza el 4,1% del PIB. • Debates teóricos y conceptuales
• Políticas públicas y organización social del cuidado
La concentración de tareas domésticas en las mujeres y el incremento de la tasa de par- • Escenarios, experiencias y ethos del cuidado
ticipación femenina en el mercado laboral sin que se acompañe de medidas de conciliación • Cuidado, reparación y construcción de paz
que permitan equilibrar el trabajo productivo con el trabajo familiar y el tiempo personal, • Migraciones y cadenas globales del cuidado
pueden estar incidiendo en un déficit del cuidado de las nuevas generaciones y de la pobla-
ción mayor, al tiempo que se agravan las inequidades de género. A esta situación se suma Simultáneamente, se está editando un libro que recogerá la conferencia central y los
que quienes realizan trabajos del cuidado remunerados se encuentran en condiciones labo- trabajos presentados en los paneles.
rales de baja remuneración, poco reconocimiento de la sociedad, seguridad social deficiente
y son víctimas de discriminación. Comité académico
La complejidad del cuidado como categoría analítica, la necesidad de comprender mejor • Luz Gabriela Arango Gaviria, Universidad Nacional de Colombia
las relaciones sociales y las desigualdades en las que se inscribe y la búsqueda de alterna- • Pascale Molinier, Universidad de Paris XIII SPC
tivas políticas más equitativas en torno a los cuidados exigen una aproximación al tema en • Tania Pérez Bustos, Universidad Nacional de Colombia
varias dimensiones. • Adira Amaya Urquijo, Universidad Javeriana
• Martha Lucía Gutiérrez, Universidad Javeriana
Los objetivos del seminario fueron: • Yolanda Puyana Villamizar, Universidad Nacional de Colombia y Universidad Javeriana
• Javier Pineda Duque, Universidad de los Andes
• Propiciar un espacio académico de debate sobre los desarrollos teóricos, metodológicos
e investigativos en el tema de los cuidados, desde una perspectiva feminista y de géne-
ro.
• Propiciar análisis y diálogos entre el movimiento social de mujeres, el Estado y la acade-
mia, con el objeto de proponer mejores políticas públicas en torno a los cuidados, en los
espacios privados y públicos.
• Impulsar la creación de redes académicas, nacionales e internacionales, en la investiga-
ción sobre los cuidados, a través del intercambio de conocimientos sobre los estudios
adelantados en Colombia y en otros países.
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Índice
Organización social del cuidado, vejez e infancia ........ 9
• Organización social de cuidado de niñas y niños menores de quince ............ 10
años en los sectores populares - Andrea Cetré Castiblanco

Experiencias, afectos y sentidos en torno al cui- ...... 24


dado
• De los afectos y otros demonios: motivaciones, gratitudes y gratifica- ............ 25
ciones del cuidado infantil - María Consuelo Gaitán Clavijo
• Repensar el cuidado desde la experiencia de la interdependencia. Una ............ 40
aproximación antropológica a cuidadores del sujeto diagnosticado con
síndrome de Down en la ciudad de Puebla - Jhonatthan Maldonado Ra-
mírez
• El cuidado feminista como biopolítica afirmativa: transformaciones glo- ............ 60
bales y alternativas - Iván Darío Ávila Gaitán
• Devir puta dos cuidados: trânsitos entre mercado do sexo, noções de ............ 79
cuidado e deficiências - Carolina Branco de Castro Ferreira

Políticas públicas y economía del cuidado ....... 89


• Entre los hogares, el mercado y el Estado: la organización social de los ............ 90
cuidados en Brasil - Renata Faleiros C. Moreno
• La fabrique des rapports sociaux de classe, de sexe (et de race) : les ........... 107
emplois du care en Amérique latine (Argentine/Brésil) - Isabel Georges
y Ania Tizziani
• Economía del cuidado: estrategias para la promoción de la autonomía ........... 128
económica de las mujeres de la ciudad de Medellín - Gloria Patricia
Cuervo Bedoya y Laura Catalina Londoño Rivera
• El Cuidado: lineamientos para formular políticas públicas en el Distrito ............ 153
Capital desde BOGOTÁ HUMANA - Ivette Sepúlveda Sanabria
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Trabajo, mercado y cuidado doméstico .... 176


• Articulaciones entre el trabajo no remunerado y el mercado laboral - .......... 177
Carmen Lucía Tangarife y Viviana Osorio Pérez
• La afrenta de un trabajo doméstico sin derechos - Sandra Milena Mu- .......... 188
ñoz
• La sociedad vista en un día de una empleada doméstica. Hablemos de .......... 200
Empleadas Domésticas - Andrea Londoño Sánchez
• La conciliación entre trabajo productivo y reproductivo por las mu- .......... 221
jeres: las redes que se tejen alrededor del cuidado - Taís Viudes de
Freitas

Autocuidado, (des)cuidado y cuidado colectivo .... 241


• El cuidado como resistencia: la experiencia del colectivo Zambra Má- .......... 242
laga - Laura Santamaría Buitrago
• Autocuidado: tema de reflexión social, personal y de normatividad - .......... 262
Suzy Bermúdez y Valentina Montoya

Actores y prácticas del cuidado .... 314

ORGANIZACIÓN
• Cuando la necesidad nos alcanza: El cuidado de adultos mayores en .......... 315
el sector informal de la Ciudad de Puebla - Mirza Aguilar Pérez
• Género, Enfermería y Cuidado. Políticas educativas y el proceso de ......... 329
profesionalización de la enfermería en Colombia, primera mitad del

SOCIAL DEL
siglo XX - Carolina Manosalva Roa

Territorios, cadenas y fronteras del cuidado .... 349


• Migración internacional y trabajo doméstico y de cuidados algunas ......... 350
experiencias de mujeres de Tetanohcan, México - Natalia Flores Ga-
rrido

Conflicto, construcción de paz y cuidado .... 365


CUIDADO, VEJEZ
• El cuidado intergeneracional, un planteamiento para una real cons-
trucción de paz - Alejandro Díaz Oramas
• Una apuesta por la autonomía desde la resignificación del cuidado:
......... 366

......... 382
E INFANCIA
reflexiones entorno una organización de mujeres campesinas en el
nororiente caucano - Lina María Carvajal Echeverry
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El cuidado se extiende en diferentes momentos de la vida social, incluso, diría yo, es


una de las prácticas sociales más cotidianas de nuestras sociedades que abre la posibilidad
para entender la vulnerabilidad como forma primigenia y constitutiva de la vida. No obs-
Repensar el cuidado desde la experiencia tante, también constituye una práctica que ha esencializado tanto al sujeto que da como
de la interdependencia. Un acercamiento al que recibe cuidado, por otro lado, la antropología ha tenido una laxa discusión sobre las
estructuras que han generado la diada cuidado-dependencia, incluso, ha dado por sentada
antropológico a cuidadores del sujeto Down la jerarquización que se realiza sobre la materialidad de los cuerpos, situación que la teoría
feminista y crip han cuestionado.
en la ciudad de Puebla.
Por consiguiente, repensar el cuidado desde quienes cuidan del sujeto diagnosticado
con síndrome de Down implica interpretar las especificidades de esta diada cuidado-de-
Por: Jhonatthan Maldonado Ramírez 13
pendencia y reflexionar cómo se consolida en el contexto de la ‘discapacidad intelectual’
encarnando una etiqueta sociocultural que no sólo rotula al sujeto discapacitado sino que
contamina las representaciones, los discursos y las prácticas que producen al sujeto cuida-
dor y las relaciones cotidianas que sostendrá con ese otro.
Paralelamente, desde la Agencia, se lleva a cabo un trabajo de introspección sobre
los cuidados. ¿Qué significa cuidar a otros? ¿Qué significa ser cuidada? En una pri- Ante tales acontecimientos, resulta trascendental descentrar en la práctica del cuidado
la idea de vulnerabilidad e interdependencia paternalista, si cuestionamos y replanteamos
mera aproximación cuidar de alguien tiene un matiz de sacrificio, de esfuerzo. Pero,
las situaciones que condicionan la experiencia de los cuidadores y des-aprehendemos el
si nos reconocemos todos como personas vulnerables e interdependientes unas de cuidado como obligación, norma y jerarquía, estaremos aceptando la afirmación hecha por
otras (tal y como veremos en otros apartados del Cuaderno), podemos dar la vuelta Butler (2014) respecto a la valoración de la dependencia y las redes de apoyo para la rema-
a esa idea de sacrificio, convirtiendo los cuidados no ya en algo gravoso, sino rela- terialización del cuerpo. De ser así, estamos sugiriendo que no es del todo viable concebir
cionado con el placer de encontrarse con otros. Lúdico incluso. los cuerpos individuales como algo completamente distinto unos de otros. Es decir, si re-
posicionáramos la vulnerabilidad como una condición más amplia de dependencia e inter-
Foro de Vida Independiente y Divertad: Cojos y precarias haciendo vidas que impor- dependencia se cambiaría la manera hegemónica de entender ontológicamente al sujeto
tan. Cuaderno sobre una alianza imprescindible, 2011. corporizado.

Por ende, comprender e interpretar la experiencia del sujeto cuidador se centrará en dos
acontecimientos. Por un lado, develar las estructuras de poder (cultura de género y capa-
Presentación cidad obligatoria del cuerpo) que condicionan la práctica del cuidado y la subjetividad del
cuidador; y por otro, repensar el cuidado buscando un giro en la vulnerabilidad desligada
Lo que expondré con esta ponencia es una parte de mi proyecto de investigación que se del paternalismo para posibilitar la rematerialización del cuerpo como sitio de interdepen-
desarrolla en el seminario de Cuerpo, Cultura de Género y Sexualidad perteneciente al pos- dencia.
grado en Antropología Social de la BUAP. Dicho proyecto lo empecé a trabajar a mediados
del año 2014 y espero “concluirle” en el mes de junio del próximo año. Así que lo que les ¿Qué tipo de trabajos se han hecho al respecto?
comparto son algunos avances teóricos y empíricos que he empezado a reflexionar.
Elba Karina Vázquez Garnica y María del Rocío Enríquez Rosas (2012), antropólogas de la
salud, mencionan que el cuidado ha sido una práctica común que se ha realizado sobre la
población dependiente: niños, discapacitados, ancianos y enfermos. “Se trata de una prác-
tica social en la que predomina la precariedad, la vulnerabilidad social y un efecto importan-
13
Maestría en Antropología Social, Centro de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras, Centro de Documentación e Inves-
tigación en Antropología de la Sexualidad, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
jhona.maldo@gmail.com
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te en la salud de los cuidadores familiares.” (Vázquez y Enríquez, 2012: 58). La condición de el discurso pedagógico y psicológico que en función con el sujeto Down, han descrito cómo
la vulnerabilidad corporal se presenta como algo que se entrega para ser cuidado, algo que deben tratarlo, interactuar y educar a partir de las características y comportamientos atri-
es entregado al contacto con el otro. buidos a ese sujeto, lo cual plantea una regulación en la práctica del cuidado. Además, el
acercamiento de la antropología hacía los estudios del cuidado se han enfocado a contex-
Vázquez y Enríquez hablan del cuidado como una práctica social que se realiza sobre la tos institucionalizados como el hospital y la enfermería (Vasconcelos, Nations y Fontenelle,
población dependiente, sin embargo, no se cuestiona la manera en la que se ha configurado 2004). Como puede verse el acercamiento de estas tres ciencias contribuyen a la invisibili-
esa población; dicha población dependiente ha estado inmersa en procesos de discapaci- zación de los sujetos cuidadores para ser sólo vistos en dependencia de los sujetos Down.
tación que, indudablemente, tienen que ver con un sistema económico, cultural y social
hegemónico que ha naturalizado la materialidad del cuerpo, pero también la experiencia En las últimas dos décadas han florecido múltiples trabajos sobre el Síndrome de Down
del cuidado. (SD) , algunos se han enfocado al proceso educativo (Florez, 1991), el desarrollo sensorio-
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motriz (Edwards, 1991), el lingüístico (López, 2002), el cognoscitivo (Warner, 2003) y la au-
El cuidado en el ámbito de la salud adquiere importancia ante el envejecimiento y el
tosuficiencia (Jasso, 1991). Sin embargo, pese a los esfuerzos desde una visión sociológica,
aumento de las enfermedades crónicas, según proyecciones demográficas 2000-2050 se
el conocimiento, sobre estos cuerpos-mentes del sujeto Down, sigue siendo monopolizado
contempla una proporción reducida de cuidadores en relación con la población dependiente
por el discurso biomédico.
(CEPAL, 2009). En Iberoamérica, el “cuidado” es estudiado desde tres principales paradig-
mas: Las ciencias de la biomedicina que estudian el síndrome de Down (la medicina, la neuro-
logía, la embriología y la sexología) definen este fenómeno como:
I. Económico (Vara, 2006)
… una serie de características físicas e intelectuales especiales, originada por el exce-
II. Derecho (Pautassi, 2007)
so de material genético en el cromosoma 21. La aparición del cromosoma adicional
III. Salud (Robles, 2007; Pinheiro y Araújo de Mattos, 2008; Pinheiro y Coelho de sucede cuando el óvulo o el espermatozoide están en la fase de desarrollo o después
Lopes, 2010; Enríquez, 2011) de que el óvulo fue fecundado por el espermatozoide, y se forma una célula huevo, la
cual empieza a dividirse y crecer. Nunca se sabe si el evento ocurre antes o después
Estos tres paradigmas han estado enfocados a las condicionantes económicas del cuida- de la concepción, por lo que es imposible descartar como causa cualquier situación
do formal e informal, así como al estado de interdicción y a la profesionalización de enfer- que suceda durante el embarazo… existen tres formas de trisomía denominadas libre,
meras y vivencias que se han dado con enfermos crónicos desde el hospital. Cabe señalar mosaico y translocación (Carrasco, 2013: 12).
que la teoría feminista ha tenido una larga discusión respecto al cuidado trazando diferen-
tes caminos que van de la ética del cuidado (Gilligan, 1989; Benhabib, 1992; Fraser, 1997; La concepción biomédica omite dos aspectos importantes: uno, las prácticas médicas
Esteban, 2003; Vara, 2006) a la ética de la vulnerabilidad (Butler, 2014; Cavarero, 2014) están situadas históricamente, por ende, responden a situaciones económicas, culturales
desde diferentes perspectivas éstas discusiones han cuestionado, denunciado y negado y políticas; dos, el síndrome de Down se produce como una circunstancia sociocultural.
la existencia de un sujeto autónomo, ontológica y socialmente, ayudando a deconstruir la A consecuencia de este desconocimiento, la biomedicina exime el cuerpo orgánico de los
noción de cuidado. significados culturales, políticos y económicos, lo que implica que los sujetos tengan una
relación corpórea vinculada con la normalidad, por ende ¿Qué quiere decir que sean así pre-
Sin embargo, la parte emocional, relacional, simbólica y normativa del cuidado ha sido sentados para los cuidadores? ¿Qué implicación tiene para el que los cuida, si relacionado
considerada de manera marginal. La producción en torno al tema del cuidado se concentra con lo anterior, se convierte en un binario que impide ver la subjetividad de cada uno debido
en el área de la salud, principalmente en disciplinas como la enfermería, la psicología y en a una inter-dependencia que es preestablecida desde una asimetría corporal?
especialidades médicas como la psiquiatría y la geriatría (Vázquez y Enríquez, 2012).
Existen trabajos desde la psicología y la pediatría que se enfocan al estudio de los pa-
Por otro lado, pocos son los trabajos antropológicos y de las ciencias sociales alrede- dres que tienen hijos con síndrome de Down, ejemplos como los de Luis Jasso (1991) “El
dor del síndrome de Down, ya que se han visto monopolizados por el discurso biomédico, niño Down. Mitos y Realidades”, David W. Smith (1976) “El niño con síndrome de Down
mientras que los dirigidos a quienes se encargan de su cuidado se han desarrollado desde

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En algunas partes del texto utilizaré la abreviatura SD (síndrome de Down).
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Memorias virtuales seminario internacional género y cuidado: teorías escenarios y políticas

(mongolismo)”, Isai Achilles (1996) “¿Qué anda haciendo su hijo? Cómo manejar la sexuali- discapacidad- la frontera se desplaza constantemente por los avances en la investi-
dad de los discapacitados”, Martín Cuilleret (1985) “Los trisómicos entre nosotros” y Miguel gación, el cambio de sensibilidad y actitudes de la sociedad y la superación y logros
López Melero (1999) “Aprendiendo a conocer a las personas con síndrome de Down” refle- constantes de las personas con discapacidad. (2013: 19)
jan un esfuerzo intelectual y práctico por comprender los factores sociales que entretejen
Resulta atractiva la relación que señala el autor entre la antropología de la discapaci-
un prejuicio excluyente sobre los sujetos Down, así como también sobre las personas que
dad y la antropología médica, sobre todo cuando articula sickness, disease, illness, ya que
se encargan de su cuidado. Pese a este esfuerzo, aun cuando muestran este interés, estas
permite pensar el proceso de salud-enfermedad como un entramado semántico de valores,
investigaciones no problematizan la experiencia del cuidado y el sentido que adquiere el
creencias, emociones y experiencias. El autor plantea el síndrome de Down desde tres pers-
diagnóstico médico en la conformación de su subjetividad.
pectivas que se encuentran íntimamente coludidas:
Lo que respecta al trabajo realizado desde la antropología en México, he revisado revis-
1) Sickness: la visión social del síndrome de Down
tas como Cuicuilco, Mirada Antropológica, Desacatos, Anales de Antropología y Nueva An-
tropología, no obstante, sólo he podido encontrar referencias del cuidado en el campo de la 2) Disease: la perspectiva médica del SD desde la medicina
antropología médica. Los catálogos electrónicos de las bibliotecas de la UNAM, el COLMEX,
la BUAP, la ENAH y la UAM-X me han arrojado revistas que tienen que ver con el cuidado 3) Illness: el síndrome de Down desde los actores sociales
desde la biomedicina y la psicología.
Las tres perspectivas permiten articular una concepción compleja del cuerpo y del síndro-
La Dra. Isaura García (BUAP) me compartió el trabajo de la antropóloga Alejandra Que- me de Down, ya que no se reduce la situación a lo meramente orgánico ni a lo plenamente
zada Soto (ENAH-2009) titulado “La escuela como espacio de socialización de niños con cultural, al mismo tiempo que no se enfrasca en lo etic ni tampoco en lo emic. Por ende, la
discapacidad intelectual, estudio de caso en el CAM 16”, me parece una investigación im- postura teórica sobre el síndrome de Down, desde la antropología de la discapacidad, me
portante para reflexionar, ya que no habla solamente de los sujetos con síndrome de Down permite pensar el SD como una circunstancia sociocultural que produce experiencias no
sino que refleja los círculos de socialización que se entretejen entre los discapacitados y sus sólo al sujeto Down sino también a quienes cuidan de él.
familias. Otra característica que quisiera resaltar es que en el marco teórico sobre discapa-
Tanto el texto de Quezada (2009) como el de López (2013) resultan dos trabajo valiosos
cidad reflexiona sobre tres modelos: 1) el médico, 2) el social y 3) el ambiental.
para mi investigación desde la antropología, si bien comparto algunas cuestiones teóricas
Quezada retoma el modelo social y ambiental para hablar de la discapacidad, sin em- y metodológicas considero que no logran captar los procesos mediante los cuales se pro-
bargo, no logra dar cuenta de la materialidad del cuerpo ni tampoco de los procesos de duce la materialidad del cuerpo y cómo estos regulan la sexualidad y el género, así mismo,
exclusión que construyen al CAM como un espacio de encierro de lo desviado, un espacio las manifestaciones de las prácticas de distanciamiento y exclusión del Otro abyecto. De
especial que genera una disfrazada exclusión. Al mismo tiempo que no cuestiona el carác- cualquier modo, las aportaciones de estos dos autores hacía la temática Down en la antro-
ter normativo del cuidado que se impone a las mujeres, madres de los discapacitados. pología son cruciales.

Otro texto importante para mi trabajo es el del antropólogo Jesús López Lucas (Univer- El libro de “Antropología de la tartamudez. Etnografía y propuestas” de Cristóbal Lorien-
sidad de Salamanca-2013) titulado “Actitudes sociales y familiares hacía las personas con te Zamora (2007) resulta un texto que plantea interesantes propuestas metodológicas en
síndrome de Down. Un estudio transcultural”. López realiza una interesante reflexión que el trabajo de campo; una de ellas es pensar más allá de la observación (ocularcentrismo) y
vincula la antropología social con la psicología. Su trabajo inicia con un estado de la cues- de lo dicho por los actores sociales, aún más cuando en nuestro proceso de investigación
tión referente a la antropología de la discapacidad, la que define como: nos vamos a topar con un Otro que no articula las palabras como se supone dicta la nor-
malidad de la verbalización. Entonces ¿Qué hacer ante tales situaciones? Loriente propone
… entendida desde la alteridad, que parte de la existencia de humanidades distintas, que el antropólogo inmerso en la antropología de la discapacidad se debe capacitar para
“hombres diferentes”, “seres humanos diferentes”, con un doble significado: ser hu- comunicarse con la otredad tartamuda mediante el lenguaje a señas, optar por la escritura
mano, pero diferente; diferente, pero ser humano. (Mandujano Valdés, Arroyo Aceve- o el dibujo, llevar la entrevista a otro nivel. Al igual, la crítica que realiza a la biomedicina,
do, Sánchez Pérez y Muñoz-Ledo, 2011). No hay fronteras precisas ni definitivas, ni a la cual culpa de introducir los sentimientos de herida de la diferencia y el ocultamiento
desde el punto de vista biológico ni cultural, ya que en nuestro campo de trabajo – la de la situación del tartamudeo, ya que el tartamudeo implica una serie de características
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al hablar cuando el sujeto tartamudo sobrevive en un entorno que se burla, lo hostiga y lo nir inteligible, con ello, una ficción corporal que instaura una funcionalidad/capacidad en los
excluye por su condición, él preferirá hablar mediante escritura y señas, cuando él asume sujetos. Sin embargo, quienes no cumplan con esa normatividad serán localizados en un
su posición con orgullo habrá una salida del armario que potenciará la reconstrucción de la estado permanente o momentáneo de dependencia, minusvalía, deficiencia o discapacidad
tartamudez. que necesitará de un otro para llegar a ser viable. Por ende, la presencia del cuidado produ-
ce una experiencia que constituye a un sujeto relacionado con la discapacidad.
La salida del armario, en términos de Loriente, me hace pensar sobre el ocultamiento
que hacen las personas que cuidan del sujeto Down; ya que debido a la pena o las miradas Es así que, resulta importante develar la experiencia que genera la práctica del cuidado
que su entorno realiza sobre ellos (sujeto Down y personas que le acompañan) en muchas sobre el sujeto discapacitado, ya que en ésta se encuentran inmersos distintos discursos,
ocasiones optan por no salir de casa, se niegan ir a fiestas, incluso, en casos extremos, ni si prácticas y representaciones que reproducen una interdependencia que es pre-establecida
quiera les llevan a la escuela. En muchas situaciones, el armario se materializa en la casa, la desde la jerarquización que se realiza sobre la materialidad de los cuerpos. Desde hace
escuela o en ocultar que sólo se tiene un hijo en vez de dos. Sin duda, la salida del armario poco más de cuatro años he tenido la oportunidad de conocer y convivir con cuidadores
por voluntad propia implica un proceso de aceptación del cuidador de sí mismo y el Otro del sujeto Down. Dicho acercamiento lo he establecido a partir de tres lugares: primero,
(sujeto Down), en síntesis, experimentarse como parte de la rareza. en la escuela especial Villas Juan Pablo AC que se localiza al sur de la ciudad de Puebla;
segundo, por medio del Sistema Municipal de Desarrollo Integral de la Familia (SMDIF),
El libro de “Sujeto, Inclusión y diferencia. Investigación psicoanalítica y psicosocial so- particularmente, en el Centro Municipal de Equinoterapia y Rehabilitación Integral (CMERI)
bre el síndrome de Down y otros problemas del desarrollo” coordinado por Esperanza Pé- que también se ubica al sur de la capital; y tercero, en mi propia experiencia familiar, la cual
rez de Plá y Silvia Carrizosa (2000) no procede de la antropología, empero me parece un permitió que conociera a otras personas en similares circunstancias.
antecedente que no podré dejar de retomar, incluso, una mirada transdisciplinaria en mi
investigación apostaría a un conocimiento relacional, complejo, que nunca sería acabado, Por consiguiente, el proyecto de estudio nace al interrogar mi propio contexto social, un
pero que aspiraría al diálogo y la revisión permanente. El libro es un esfuerzo colectivo de proceso epistemológico que Marc Augé (1998) señaló en su texto Hacía una antropolo-
investigación clínica y psicosocial en el campo de la discapacidad intelectual y el síndrome gía de los mundos contemporáneos, en el que el antropólogo debe afrontar el mundo del
de Down. Resulta un trabajo novedoso que instaura el trabajo psicoanalítico y el trata- que forma parte y renunciar a los espejismos del exilio, la fuga y el exotismo; ese afrontar
miento psicoterapéutico como vías para activar los procesos de subjetivación desligados del que habla Augé implica el proceso de reflexividad que menciona Rosana Guber (2001),
del entrenamiento de la rehabilitación. Lo que me parece importante para mi investigación aquel proceso que permite el movimiento antropológico para desnaturalizar lo naturaliza-
son las reflexiones que realizan Araceli Franco Jiménez “El niño con síndrome de Down y do, descotidianizar lo cotidiano y exotizar lo familiar. De ahí que, sea inevitable la necesidad
sus padres” y el de Miriam Arámbula Ríos y César Arámbula Ríos “Una experiencia grupal de repensar -epistemológica y metodológicamente- el estatus dado a la objetividad como
con padres” pues rescatan testimonios sobre la experiencia de los padres al cuidar de un “fundamento” para la toma de distancia, la extrañeza y el involucramiento en la construc-
sujeto Down; testimonios que estaré retomando para entrelazar-comparar con los que yo ción del objeto, el proceso de investigación y la producción del saber en la antropología.
encontraré, al mismo tiempo, rastrearé metodológicamente cómo trabajaron los grupos
focales y las entrevistas. Dado que mi trayectoria de una u otra manera ha estado vinculada con el sujeto Down,
me he podido dar cuenta que la práctica del cuidado es central cuando se encuentra un otro
Planteando el problema que ha sido diagnosticado como enfermo-dependiente, más aún, cuando se le diagnostica
con discapacidad intelectual, esto socialmente presupone un cuidado distinto y distinguido
Me parece que interpretar y explicar la experiencia del cuidado y su relación con la diada del resto.
cuidado-dependencia conlleva a un análisis de la estructura social, de cómo se presentan
los discursos y las prácticas que intervienen en la constitución de una compulsory able-bo- La concepción del síndrome de Down como una discapacidad intelectual instituye un
diedness (McRuer, 2006) que impone la normalidad como único modelo válido para deve-
15
cuidado que estará permeado por una sostenida dependencia, lo que tiene que ver con
las representaciones y discursos que vinculan el ‘retraso’ mental con la infancia. De esta
manera, al pensarles como infantes (sujetos dependientes-vulnerables) no se les permite
15
La traducción del concepto Compulsory Able-Bodiedness resulta central para los estudios de la discapacidad y para lo que pretendo de-
decidir sobre sí mismos, en la mayoría de las ocasiones está la figura del sujeto cuidador
sarrollar en mi investigación, no obstante, la noción able-bodiedness no tiene traducción literal al castellano, se podría utilizar capacidad
corporal o integridad corporal, sin embargo, sólo resultan aproximaciones. Yo he decidido traducir compulsory able-bodiedness como
capacidad obligatoria del cuerpo. Dicho concepto lo desarrollaré dentro del Marco Teórico.
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Memorias virtuales seminario internacional género y cuidado: teorías escenarios y políticas

para realizar esa función por ellos. Incluso, desde el discurso jurídico existe el juicio de in- rareza instituye el distanciamiento de la normalidad, por ende, un despliegue del proce-
20

terdicción para dar protección al sujeto que carece de aptitudes mentales para el gobierno so de discapacitación-anormalización que contamina al sujeto discapacitado y su entorno
de su vida y sus bienes, es decir, el sujeto cuidador puede solicitar a un Juez(a) de lo Familiar ¿Qué genera el sujeto Down en los cuidadores? ¿En qué se convierten? ¿Qué hacen o dejan
que declare como interdicto al sujeto Down , así, a través del juicio se nombra al cuidador
16
de hacer?
como tutor y a un curador para vigilar las actividades y responsabilidades inmersas en la
17

Las prácticas de exclusión integran en los cuidadores sentimientos de vergüenza, pena y


tutoría . 18

culpa por estar con un sujeto diagnosticado con síndrome de Down, o sea, a estar sujetos
De seguirse la herramienta jurídica de interdicción, siempre y cuando se replanteara las de una visibilidad desde un cuerpo estigmatizado y tullido; dado que los sujetos con Down
prácticas del cuidado, entonces, el cuidado representaría mucho más que una actividad ya sufren desventajas asociadas con el impedimento mental, los signos físicos relaciona-
dirigida a solventar necesidades fisiológicas del sujeto discapacitado, ya que, se perfilaría dos con el síndrome de Down denotan características que se han significado como señales
como una práctica corporal que enlazara saberes, actividades, imaginarios, reglamenta- de retraso: la lengua de fuera, el constante babeo, la posición de los ojos, el puente nasal
ciones, emociones y relaciones que sostuviesen la vida como sitio de interdependencia. aplanado y la cara redonda y plana han ocasionado que al sujeto Down se le recluya en
En este sentido es la reflexión de cuidado-dependencia dicho por Guerra al sostener que espacios como la escuela especial, la institución de rehabilitación y el lugar donde habita
actualmente se encuentra contextualizada por obligaciones y responsabilidades que res- ¿Resulta razonable que también sufran a causa de los rasgos faciales asociados al síndro-
ponden a determinados regímenes socioculturales del cuidado (Guerra, 2009), los que a su me de Down? empero ¿Sufre el sujeto Down o la angustia viene del sujeto cuidador? Cabe
vez están cruzados por diversos sujetos y discursos que dan especificidad a tres formas de mencionar que el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) señala que
vida: vivir-con-los-otros, vivir-para-los-otros y vivir-sobre-los-otros. uno de los grupos en situación de discriminación son las personas con Discapacidad , al 21

respecto menciona lo siguiente:


La experiencia del sujeto cuidador adquiere un sentido particular debido a las caracte-
rísticas mentales y físicas asociadas al síndrome de Down, por ejemplo, el pasado 21 de Las personas con discapacidad se enfrentan a fuertes estigmatizaciones que los dejan fuera
marzo de 2014, fecha en la que se conmemora el día internacional del síndrome de Down, de toda posibilidad de ejercer plenamente sus derechos. Históricamente se les ha señalado
canal Once Tv transmitió un programa dedicado a las madres y padres del sujeto Down. como inútiles, incapacitados, estorbos. Además, han padecido escarnio público y burlas tan-
Dentro de esa emisión se pronunció el siguiente testimonio: to a nivel social como en los medios de comunicación. Incluso en algunas leyes estatales aún
se les califica como personas que padecen “idiotismo” o “imbecilidad”, lo cual es síntoma
Uno trabaja, como familia, para no sentirse excluido y para que a ella [Miriam niña con sín-
inequívoco en la actualidad de una visión excluyente. (Consejo Nacional para Prevenir la Dis-
drome de Down, 8 años] no se sienta extraña y viva una vida normal, pero enseguida sales
criminación [CONAPRED], 2013: sitio web)
a la calle y la gente te hace sentir con sus miradas que eres parte de algo raro. (Alicia, 45
años)19 Así que los sentimientos de auto-exclusión por parte de las personas que cuidan del
sujeto Down son producciones socioculturales que se instalan en su cotidianidad y derivan
Este testimonio resulta revelador debido a que refleja cómo el síndrome de Down repre- en experiencias que constituyen tanto al sujeto Down como al sujeto cuidador. Vale la pena
senta una circunstancia sociocultural que regula no solo la vida del sujeto Down, sino tam- preguntarse ¿Quién tiene que cuidarlo y de qué? ¿Alguien tiene que hacerlo? ¿A través de
bién la de las personas que conforman su entorno. Alicia no únicamente trabaja para que qué circunstancias alguien se hace cuidador? ¿Cómo se interpreta a ese otro que se cuida?
su hija no se sienta excluida, trabaja para que la familia de Miriam no se sienta excluida; el ¿A partir de qué elementos lo construyen? ¿Por qué los cuidan de determinada manera? y
caminar en la calle implica las miradas hacía Miriam y a quien la acompaña, la vida normal ¿Cuáles son los discursos sobre sí mismos y sobre el sujeto Down?
que se busca no sólo es para el sujeto Down sino también para su familia. Ser parte de esa

16
Este procedimiento se puede iniciar cuando el sujeto diagnosticado con síndrome de Down ha cumplido la mayoría de edad (18 años).
17
Tutor y curador son dos figuras que nombra el discurso jurídico en el juicio de interdicción.
20
Por rareza entiendo la manifestación de la anomalía en la vida cotidiana del sujeto (y su entorno) frente al modelo evidente (normativo)
de realización personal y felicidad en el marco de los parámetros de normalidad que imponen las ficciones culturales sobre los cuerpos,
18
Información proporcionada por la jueza María Belém Olivares Lobato. Entrevista realizada el día viernes 13 de marzo a las 1pm en el la sexualidad y el género, entre otros.
Juzgado de lo Familia, Ciudad Judicial. 21
Grupos en situación de discriminación: Adultos Mayores, Afrodescendientes, Creencias Religiosas, Etnias, Migrantes y refugiados,
19
Testimonio retomado del programa Diálogos en Confianza que se trasmitió el 21 de marzo (2014) por canal ONCE, México, D.F. Lo que Mujeres, Niños y Niñas, Personas que viven con VIH, Diversidad Sexual, Jóvenes y Trabajadoras del Hogar. CONAPRED sitio oficial: http://
se encuentra entre corchetes es mío. www.conapred.org.mx
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Dentro de estas prácticas de exclusión se configura al sujeto cuidador, considerando que papel de cuidadores. Sin embargo, he podido constatar que mayoritariamente son las mu-
alguien diagnosticado con síndrome de Down, etiquetado como anómalo y discapacitado jeres las que se encargan del cuidado del sujeto Down, ante tal circunstancia me pregunto
dependerá de él. De manera que, el sujeto que cuida es un producto que se desplaza entre ¿Qué propicia que las mujeres sean las principales cuidadoras del sujeto Down? ¿De qué
el sí mismo y el otro, ya que existe en medida que ocupa el lugar del otro, su presencia manera opera la cultura de género en la reproducción del cuidado ligado a una normativa
por sí sola se ausenta cuando el sujeto Down no se encuentra porque ahora es entendido de feminidad? ¿Qué pasa cuando la mujer se niega a asumir el cuidado del sujeto Down, aún
en función del dependiente, al mismo tiempo que el sujeto Down solo adquiere presencia más, cuando sea su hijo? ¿Será más severo el castigo social porque “abandona” a un disca-
mediante el sujeto que le cuida. pacitado? ¿Cuáles son los elementos socioculturales que llevan a los hombres a desligarse
del cuidado? No estoy diciendo que no existan hombres que estén cuidando del sujeto
Por consiguiente, el síndrome de Down y la discapacidad fijan un ejercicio de interde- Down simplemente me inquieta que sean, en la mayoría de los casos, las mujeres las que
pendencia en y desde el cuidado. Consecuentemente, repensar la interdependencia resulta lo asumen, ya sea como madres, hermanas o “niñeras” . 23

trascendental, pues, parafraseando a Judith Butler y Sanaura Tylor (2011), lo que está en
juego es repensar al humano como sitio de interdependencia, pedir ayuda y tener que cui- De esta manera, la reflexión sobre cuidadores del sujeto Down no debe dar de facto el
dar o ser cuidado implica preguntarse ¿Vivimos o no en un mundo en donde nos ayudamos hecho del cuidado, todo lo contrario, debe problematizar cómo el cuidado genera una expe-
unos a otros? ¿Las necesidades básicas se deben entender como una cuestión social y no riencia que a su vez produce y posiciona al sujeto cuidador en relación con el sujeto Down.
sólo un asunto individual o personal? Me parece que el tópico del asunto se encuentra en Entonces, al concebir la experiencia de los(as) cuidadores como interna (subjetiva) o exter-
desafiar al individualismo en el momento en que pides ayudas, cuidas o necesitas ser cuida- na (objetiva) o como una propiedad de determinados sujetos “nos lleva a dar la existencia
do, es así que, proponer la práctica del cuidado desde una interdependencia implica postu- de los individuos por hecho (la experiencia es algo que la gente tiene) más que a preguntar
lar una posibilidad de vida que desestabilice la asimetría en la diada cuidado-dependencia. cómo las concepciones de los seres (de los sujetos y sus identidades) se producen” (Scott,
1992: 53).
Asimismo, debo aclarar una situación para mi investigación; la categoría de cuidadores
ha sido homologada a “los padres”, se puede partir de esa evidencia, sin embargo, quiero De ahí que, considere que mi objeto de estudio sea la experiencia del sujeto cuidador y la
descubrir a quién, cómo y de qué manera se adjudica el cuidado, no solo dar por sentado relación que adquiere el síndrome de Down con su subjetividad, es decir, cómo se establece
que es una función de la paternidad o la maternidad. Así que, por cuidadores entiendo a y reproduce en interacción con la práctica del cuidado y la discapacidad, pues, mediante
aquel sujeto que por distintas circunstancias (consanguinidad, afinidad, empleo) se encarga está situada experiencia, creo, puedo poner al descubierto el funcionamiento de las regula-
del cuidado cotidiano del sujeto Down . No me enfocaré a estudiar a los fisioterapeutas,
22
ciones del cuerpo y género que disciplinan y controlan a los sujetos a través de la dicotomía
médicos, enfermeras y maestros sino que me centraré en los sujetos cercanos que cuidan normal-anormal. Los sujetos cuidadores experimentan la rareza, son sujetos constituidos
del sujeto Down en espacios diversos y durante temporalidades prolongadas. No quisiera por medio de esa experiencia de exclusión. Por consiguiente, el distanciamiento de la vida
hablar de la experiencia de los padres del sujeto Down, ya que me parece una manera an- normal que viven los sujetos cuidadores en interacción con el sujeto Down implica una
drocéntrica y esencialista de invisibilizar el cuidado como modo de subjetivación y obligato- reconfiguración de su propia concepción de vida. ¿Cómo piensan la discapacidad? ¿Qué es-
riedad familiar. Asumo que hablar de cuidadores o sujeto cuidador problematiza el sentido peran de la aceptación social? y ¿A qué prácticas corporales someten al sujeto Down para
esencial que se le ha adjudicado a las personas que se encargan de darle atención cotidiana alcanzar la reinserción a la vida normal? ¿Cuál es el papel que ellos tienen? ¿Sólo se quiere
al sujeto Down para conocer así cómo se constituyen los cambios y continuidades en su
haber a partir de saberse, asumirse o ser designado como cuidador; además de visibilizar
cómo el síndrome de Down y el cuidado han contribuido para su constitución como sujeto. 23
En cuanto a mi investigación, la selección de mis informantes se encuentra en función de los siguientes acontecimientos:
a) Deben estar cuidando de un sujeto con síndrome de Down
Hay que hacer notar que, el cuidado cotidiano del sujeto Down no sólo viene de la madre b) Reconocerse y nombrarse como cuidadores del sujeto Down
c) Vivir en la ciudad de Puebla
o el padre, sino también de otros familiares (hermana, tía, abuela) o actores (personas a d) Aceptar participar en el proceso de la investigación
Se desplegaron cuatro estrategias para contactar a los informantes:
quienes les pagan por el cuidado) que por distintas situaciones asumen o se les otorga el I. Contacto espacial. Acercamiento a los espacios que tuvieran relación con el sujeto con síndrome de Down, primordialmente, a través
de la escuela Villas Juan Pablo AC y el Centro Municipal de Equinoterapia y Rehabilitación Integral-DIF.
II. Detección y Observación participante. Por medio de la convivencia e interacción se pudo detectar quiénes se hacen cargo del cuida-
do del sujeto Down.
III. Invitación directa. Invitación a participar en la investigación.
22
Con el juicio de interdicción el sujeto cuidador se formaliza con el nombramiento de tutor. Un tutor que es nombrado por la o el Juez IV.Bola de nieve. El contacto por una tercera persona, ya sea una a la que yo, directamente, invité o a partir de la invitación que re-
de lo Familiar, por lo regular, el tutor es el padre, la madre, los abuelos, los hermanos, incluso, los hijos. alizaron maestras, terapeutas y psicólogas de los espacios que visité.
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que el sujeto Down se reinserte a la vida normal o sólo reinsertando al sujeto Down, ellos Diada cuidado-dependencia. Algunos apuntes sobre el
(sujetos cuidadores), pueden alcanzar la vida deseable? ¿Qué cuenta como una vida desea-
ble y quiénes cuentan dentro de esa vida? cuidado, el género y la discapacidad
Tal vez, los límites entre el sujeto cuidador y el sujeto Down sean inciertos, contradic- La práctica del cuidado la categorizo desde dos principales teorías: la feminista y la crip.
torios, paradójicos e incoherentes, no obstante esa impresión señala la complejidad en la Considero que la imbricación de las mismas da cuenta de la compleja relación que se pre-
constitución de los sujetos. Hasta cierto punto, el sujeto cuidador se produce por medio senta en la diada cuidado-dependencia, es decir, la intersección de las dos daría cuenta del
de los discursos y las prácticas que se hacen del sujeto Down, así que la anormalidad, la proceso d e constitución del sujeto que cuida y del que es cuidado, ya que problematizan la
discapacidad y la exclusión se vuelven variables que el sujeto cuidador experimenta desde obligación sociocultural que intercede para que ciertos sujetos (mujeres) se hagan cargo del
la interdependencia que sostiene con el sujeto Down. De ahí que, el modus operandi y el cuidado, por un lado y por otro, la naturalización de la dependencia como una propiedad del
modus vivendi de la capacidad obligatoria del cuerpo, entendida como un concepto cultural sujeto discapacitado. Es así que me sitúo desde un enfoque antropológico-feminista-crip
de estructuración que “impone un cuerpo libre de discapacidad física e intelectual, es decir, sobre el cuidado.
disciplinado y regulado desde el dispositivo de la normalidad.” (2006: 7); adquiera especi- Plantear el cuidado como una práctica social devela los mecanismos que controlan los
ficidades dentro de este contexto de investigación, así como la manera en la que opera la modos de ser y hacer del sujeto cuidador. Ahora bien, como lo he indicado, repensar el
cultura de género en la generización del sujeto cuidador. cuerpo como sitio de interdependencia requiere de un enfoque que vincule el cuidado con
Dado lo anterior, la pregunta central de investigación es ¿Cómo opera la estructura que la corporalidad, es así que esbozo el cuidado como una práctica corporal (Muñiz, 2010) que
genera la diada cuidado-dependencia materializando los cuerpos y la práctica del cuidado conlleva procesos de disciplina y normalización que organizan el hacer del sujeto cuidador
en la experiencia del sujeto cuidador en donde el dispositivo de la normalidad revela a un desde un discurso múltiple (jurídico, médico, social, religioso) que origina una experiencia
sujeto discapacitado que es constituido desde un orden hegemónico que impone la capa- encarnada que responde a un contexto sociocultural e histórico en el que se produce.
cidad obligatoria del cuerpo y cómo se podría plantear un giro que resignifique la diada? El estudio de las prácticas corporales comprenderá tres estratos que podré analizar des-
Por el momento, una posible respuesta sería que la capacidad obligatoria del cuerpo re- de la perspectiva de los actores:
presenta una estructura compleja de significados que a través del discurso y las prácticas a) Imágenes y representaciones: será importante la interpretación de las imáge-
sociales produce el ideal regulatorio de la normalidad que sanciona y corrige la desviación nes como productos de los diferentes medios (películas, novelas, Facebook,
a la corporalidad canónica. Por ende, la experiencia del sujeto cuidador es pre-establecida anuncios comerciales) que evocan la idea de cuidado, asimismo, trabajar con
desde el binomio capacidad-discapacidad que cimienta el devenir de la diada cuidado-de- los álbumes familiares resultaría provechoso para ver la dinámica temporal y
pendencia desde una asimetría corporal. espacial de la diada.
Sin embargo, las prácticas, las vivencias y los testimonios de quienes cuidan del sujeto b) Sensaciones y vivencias: apelar a la experiencia de los sujetos posibilitará
diagnosticado con síndrome de Down pueden revelar un cotidiano que es regulado por un la localización de diversos momentos que expliciten las continuidades y los
discurso múltiple (social, médico, religioso, jurídico, parentesco) que produce una expe- cambios en la relacionalidad de la diada.
riencia anclada en representaciones y obligaciones socioculturales que sustentan un orden
hegemónico sobre el cuerpo y el cuidado. No obstante, las diversas formas del cuidado c) Procesos de construcción y deconstrucción de subjetividades e identidades
muestran las resistencias que pueden desestabilizar la experiencia de la vulnerabilidad y la de los sujetos: aunado a los puntos anteriores, rastrear los sucesos y aconte-
interdependencia resignificando el sentido del sujeto corporeizado. cimientos que desestabilizan a los sujetos y sus subjetividades, mostrando el
carácter dinámico y la complejidad de la práctica del cuidado.

El cuidado como práctica corporal disciplina y regula a los sujetos que interactúan en la
diada. No obstante, el cuidado devela que el cuerpo siempre está fuera de sí, lo que podría
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denominar extática relacional corpórea, es decir, siempre estamos expuestos al otro, sin 3. Vulnerabilidad e interdependencia
embargo, repensar esa relación con el otro lejano o próximo implicará el desplazamiento de
la noción de vulnerabilidad e interdependencia, ya que no podemos negar que esa exposi- Vivimos en una sociedad que al no incluir la necesidad de cuidado de todas las personas,
ción al otro no está exenta de la violencia, en ocasiones las cachetadas, las nalgadas, los acrecienta y naturaliza la vulnerabilidad en unas cuantas. Así es que, los discapacitados
castigos y los gritos son expresiones que imponen un orden social que es transmitido por aparecen como un grupo vulnerable que necesita de cuidados permanentes para llegar a
medio del cuidado. ser-estar en el mundo. Con ello, quiero decir que se instaura una relación de interdependen-
cia que es constituida desde una vulnerabilidad que requiere, naturalizando e instituyendo,
1. Práctica del cuidado y cultura de género ciertas formas corporales (ancianos, infantes, enfermos, discapacitados) sin las cuales no
sería posible pensar al sujeto vulnerable.
Repensar el cuidado implica situarlo como una práctica social que está inmersa en un
contexto sociocultural que delimita su reiteración. Podríamos hablar de regímenes sociales No obstante, la condición de ser afectado es también el lugar donde algo extraño puede
(Guerra, 2009; Esteban, 2003) que envuelven el cuidado en una obligación normativa de suceder, donde la norma es rechazada o revisada, o donde empiezan nuevas formulacio-
acompañamiento y sumisión al otro. Aquí quiero indicar que me ayudará a sostener este ar- nes corporales. Aunque las normas de la capacidad obligatoria del cuerpo nos preceden y
gumento la cultura de género (Muñiz, 2002) pues al ser una categoría explicativa ayudaría actúan sobre nosotros, encontramos corporalidades que rompen con los mecanismos de
a comprender y explicar los procesos para que se coloque a las mujeres como principales repetición, desviándose de esas cadenas ritualizadas de normatividad.
cuidadoras.
Judith Butler (2014) sugiere que repensemos la relación entre el cuerpo humano y la
De tal manera, la práctica del cuidado responde a una significación de la división sexual infraestructura (entendida complejamente como entorno, relaciones sociales y redes de
del trabajo que indica que las mujeres son las más aptas para brindar cuidados, mientras apoyo y sustento) para que podamos poner en cuestión el cuerpo como algo discreto,
los varones se encuentran alejados de esa actividad, entonces, el cuidado entendido como singular y auto-suficiente y ha propuesto entender la corporalidad como algo que es tan-
un ámbito de la vida cotidiana funciona como una práctica que genera y produce conductas to performativo como relacional; la relacionalidad incluye la dependencia de condiciones
que se encuentran ancladas en las representaciones de la feminidad, la maternidad y la infraestructurales y de legados del discurso y del poder institucional que nos preceden y
familia. condicionan nuestra existencia. También indica que ciertos ideales de independencia son
masculinistas y que una explicación feminista justamente saca a la luz la poco apreciada
Por consiguiente, la reflexión del cuidado cotidiano al sujeto Down, el análisis de las re-
noción dependencia.
presentaciones del cuidado, así como los testimonios y las vivencias de las y los cuidadores
me permitirán conocer los elementos que conforman la estructura y su relación entre sí con Entonces, es mi interés plantear la vulnerabilidad como una condición constitutiva de la
la vida de los sujetos inmersos en la diada cuidado-dependencia. vida social, incluso política, de cualquier sujeto. Yo ubico en un escenario específico esa vul-
nerabilidad: la relación del cuidador con el sujeto Down. No obstante, la delineación de esa
2. Compulsory Able-Bodiedness (capacidad obligatoria del cuerpo)
vulnerabilidad se debe hacer en términos que no fijen a ninguno de los dos sujetos, todo
Robert McRuer define la capacidad obligatoria del cuerpo como un concepto cultural de lo contrario, se debe proponer que la diada siempre está compuesta de un sujeto y de una
estructuración que “impone un cuerpo libre de discapacidad física e intelectual, es decir, alteridad en donde es necesario preguntar ¿Quiénes son los que la conforman? ¿Cómo se
disciplinado y regulado desde el dispositivo de la normalidad.” (2006: 7); menciona que así han constituido los que participan de esa diada? De esta manera nos encontraremos ante
como la heterosexualidad obligatoria produce queerness (desviados sexuales) existe la ca- una situación que permitiría abrir la comprensión del cuidador en relación al sujeto Down y
pacidad obligatoria del cuerpo que produce cripples (tullidos). no sólo asumir con antelación lo que “es” o “son” ya que esto presupone un determinismo.

Por ende, reflexionar sobre la práctica del cuidado implica trazar una crítica que desman- Por consiguiente, la práctica etnográfica podría revelar posibilidades para buscar y for-
tele la capacidad obligatoria del cuerpo, es decir, deshacer al sujeto social corporeizado a mular la diada cuidado-dependencia desde una mirada que entienda la interdependencia
través del desciframiento de ese conjunto de significaciones y subjetivaciones que regulan que caracteriza la cohabitación tomando en cuenta las circunstancias de ambos sujetos
la vida en un sistema obligatorio que reitera una jerarquización corporal para replantear el y las convierta en condiciones indispensables para resituar la vulnerabilidad como for-
sentido del cuidado en el contexto de la discapacidad. ma-de-vida (Agamben, 2010).
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Memorias virtuales seminario internacional género y cuidado: teorías escenarios y políticas

Consideraciones finales ----------- (1987). El viajero subterráneo. Un etnólogo en el metro. Barcelona: Gedisa.

Toda investigación representa una incesante búsqueda de sucesos cotidianos que son con- Benhabib, S. (1992). El Ser y el Otro en la ética contemporánea. Feminismo, comunitaris-
formados por la regulación de normas sociales. El cuidado establece un evento rutinario mo y posmodernismo. Barcelona: Gedisa.
que necesita ser desestructurado, de lo contrario seguirá siendo una práctica corporal que Butler, J. (2014). Vida precaria, vulnerabilidad y ética. En Saez Tajafuerce, B. (ed.). Cuer-
reproduzca la generización de los sujetos, así como la esencialización de la dependencia en po, memoria y representación. Adriana Cavarero y Judith Butler en diálogo. Barcelona:
unos cuantos cuerpos. Por ende, es trascendental repensarlo como una potencialidad para Centre Dona i Literatura y Cos i Textualitat.
replantear el cuerpo como sitio de interdependencia.
----------- (2002). Cuerpos que importan: sobre los límites materiales y discursivos del
Mi trabajo se encuentra en una etapa intermedia, no obstante podría anotar lo siguiente “sexo”. Buenos Aíres: Paidós.
para concluir el texto:
Carosio, A. (2007, junio). La ética feminista: Más allá de la justicia. En Revista Venezola-
a. Existen ciertas relaciones humanas que incitan más el cuidado que otras, na de Estudios de la Mujer. 12(28). Caracas, Venezuela.
éstas suelen ser las de parentesco que a su vez tienden a ser depositarias
en las mujeres (abuela, tía, madre, hermana. Carrasco Nuñez, J. L. (2013). Sexualidad y síndrome de Down. México: Trillas.

b. El cuidado ser entendido como: protección, preocupación u obligación. Cavarero, A. (2014). Inclinaciones desequilibradas. En Saez Tajafuerce, B. (ed.). Cuerpo,
memoria y representación. Adriana Cavarero y Judith Butler en diálogo. Barcelona: Centre
c. Las fronteras del sentido de cuidar se encuentran inmersas en la solidari- Dona i Literatura y Cos i Textualitat.
dad, la caridad y el sacrificio.
Cuilleret, M. (1985). Los trisómicos entre nosotros. España: Masson.
d. La vida de las mujeres se ha orientado históricamente al cuidado de los
otros. Y en esos otros se ha producido la dependencia como una propie- Edwards, J. (1991). Síndrome de Down, hacía un futuro mejor. España: Salvat.
dad, en particular, los sujetos con discapacidad se piensan y se tratan como
Enríquez, R. (2011) “La construcción social del cuidado y el bienestar social en México:
objetos que se entregan para ser cuidados. Es así que, por un lado se debe
una aproximación a los debates contemporáneos”. Ponencia, XII Seminario Nacional de
romper con la obligación de las mujeres como principales cuidadoras y por
Política Social en México. México: Universidad Iberoamericana.
otro con la idea normativa del sujeto discapacitado como sujeto dependien-
te. Se debe reconocer que los cuidados van más allá del entorno familiar y Esperanza Pérez de Plá y Silvia Carrizosa (coord.) (2000) Sujeto, Inclusión y diferencia.
que deberían tener un reconocimiento laboral o lúdico, incluso. Asimismo Investigación psicoanalítica y psicosocial sobre el síndrome de Down y otros problemas del
todos y todas nos deberíamos reconocer como personas interdependientes desarrollo. México: Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco.
y vulnerables y que, por eso mismo, necesitamos apoyarnos unos de otros.
Cuidar sería una forma de regular esas relaciones en las que nuestros cuer- Esteban, M. L. (2004) “Antropología Encarnada. Antropología desde una misma”, en Pa-
pos expresen su potencialidad y capacidad de interacción. peles del CEIC, nº 12, CEIC (Centro de Estudios sobre la Identidad Colectiva), Universidad del
País Vasco, http://www.ehu.es/CEIC/papeles/12.pdf
Trabajos citados en el texto ------------------ (2003). Género y cuidados: algunas ideas para la visibilización, el recono-
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Gedisa.
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