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La tecnología es uno de los aparatos más utilizado en el mundo, Gracias a esta se han
podido observar los distintos funcionamientos óseos y también mecanismos de fractura.
Así, cuando se aplica una fuerza de compresión sobre hueso trabecular, esta es observada
por los médicos o traumatólogos para estudiar y determinar alguna patología, llevando con
finalidad una ayuda.
No podemos dejar de lado la biomecánica del musculo esquelético, Como ya se dice, está
formado por una proteína llamada miosina, aquélla miosina se encuentra en todo ser vivo
e incluso en algunos vegetales que poseen la capacidad de moverse. Esta musculatura
obtiene un tejido muscular que se compone de una serie de fibras agrupadas en haces o
masas primarias y envueltas por la aponeurosis una especie de vaina o membrana
protectora es la que impide el desplazamiento del músculo. Las fibras musculares poseen
abundantes filamentos intraprotoplasmáticos, llamados miofibrillas. Las miofibrillas de las
fibras musculares lisas son aparentemente homogéneas, en cambio las del músculo estriado
presentan zonas de distinta refringencia, lo que se debe a la distribución de los
componentes principales de las miofibrillas, las proteínas de miosina y actina.
Los indicadores biomecánicos fundamentales que se activan en una actividad del músculo
es la fuerza que se registra en su extremo (se denomina tensión o fuerza de tracción
muscular), y la velocidad de variación de la longitud.
En el trascurso del trabajo pudimos apresiar y aprender que en el momento que un músculo
se excita, el estado mecánico obtiene una variación, estas es llamada o denominadas
contracción muscular. La contracción se manifiesta en la variación de la tensión o de la
longitud del músculo (o de ambas), así como de otras de sus propiedades mecánicas
(elasticidad o rigidez).