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LA VIEJA GUARDIA SINDICAL Y PERO N
Sobre los orígenes del peronismo
~
EDlfJNTREF
EDITORIAL DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRES DE FEBRERO
Edición
Samuel Amaral
Revisión
Soledad Gallo / Gabriel Sánchez
Tipeo
Estudio Tres
Corrección
Néstor Ferioli
Diseno y diagramación
Estudio Rainis
PUBLICACIÓN ORIGINAL
Capítulo 1 ~ 25
Militares y sindicatos, una ojeada retrospectiva
sobre los años treinta
Capítulo 2 51
La revolución militar hace una novedosa
oferta política a los sindicatos
Capítplo 3 70
'El oportunismo de la vieja guardia sindical
Capítulo 4 92
La crisis de octubre de 1945
Capítulo 5 126
De la fundación del Partido Laborista
a las elecciones de febrero de 1946
Capítulo 6 155
La lucha por el poder y los llamados a la unidad del peronismo
Capítulo 7 ~ , 184
La disolución del Partido Laborista y la cooptación de la CGT
Epílogo 208
Bibliografía , 213
ApÉNDICE 1
Interpretando (una vez más) los orlgenes del peronismo 217
ApÉNDICE II
La crisis argentina de principios de los años cuarenta
y sus alternativas. El peronismo y los otros 246
Prefacio a la segunda edición
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La vi~ja gllardia sindical J' Peról1 Prefacio a la segunda edición
que acompañan la industrialización. Sucede, sin embargo, que, a menu- que la palabra sobredimensionamiento tiene por finalidad poner de relie-
do, hablar de la crisis del viejo orden y de las mutaciones estructurales ve esa peculiaridad. N o basta afirmar que el lugar político de los trabaja-
por medio de las que éste se transforma, lleva a trazar una relación dores organizados es importante para aprehender lo que tiene de propio
demasiado directa Caveces una relación de necesidad) entre esos fenó- el peronismo. Importante lo es en las sociedades industriales maduras,
menos y el nuevo régimen que emerge. Como si una vez localizadas las pero la Argentina de los años cuarenta es un país en vías de industrializa-
causas en el pasado -para decirlo con palabras de Fran<.;:oisFuret-la ción. Sin embargo, en ella el lugar político de los trabajadores organiza-
historia se moviera por sí sola, dirigida por ese impulso inicial. dos es comparable al que estos tienen, por ejemplo, en la Inglaterra de la
El estudio del peronismo se resuelve no pocas veces en la tentación época: de allí que hablemos de sobre dimensionamiento. Ese lugar es
de hacer de él el fruto de los procesos políticos y sociales previos. Que el igualmente sobresaliente con respecto a experiencias políticas de signo
peronismo tenga sus causas y que ellas nos renútan a la sociedad argenti- parecido, como el Brasil de Getulio Vargas. En el varguismo el lugar
na de "la década infame" y a la industrialización no significa, agregamos político de los trabajadores organizados, aunque más relevante de lo que
nosotros, que el peronismo estuviera todo entero contenido en ellas. Por- fuera en el Brasil anterior a Vargas, estará diluido dentro de una coalición
que si es posible identificar los procesos que anticipan el derrumbe del de fuerzas sociales mientras que en la Argentina será un componente
viejo orden, resta todavía esclarecer la contribución que hace al desenlace clave del movimiento y el soporte principal del régimen de Perón.
final la coyuntura de los años 1943-1946, en la que las distintas fuerzas ¿Cómo dar cuenta, pues, de este sobredimensionamiento del lugar
políticas y sociales luchan entre sí procurando imprimir un nlmbo a los político de los trabajadores organizados? ¿Basta evocar para ello las tfans-
acontecimientos. ¿Significa esto que abandonamos un razonamiento en formaciones en el sistema productivo y en la estructura urbana, que se
términos de procesos y de causas para postular, en cambio, una historia resumen en la afluencia de trabajadores de origen rural a las ciudades y a
narrativa que se limita a acompañar pasivamente los aciertos y los errores las fábricas a partir de la mitad de los años treinta? ¿Es acaso ese fenóme-
de los actores? De ningún modo. Lejos estamos de proponer la adop- no político un emergente natural de los procesos sociales previos?
ción de la perspectiva de los protagonistas, para los cuales todo es a la "Ciertamente, que dichos procesos hayan tenido lugar nos permite
vez incierto y posible. La coyuntura histórica no está suspendida en el hablar del fenómeno que estamos considerando. Pero el sólo hecho de
vacío; hay numerosas restricciones, que van desde la naturaleza de las caracterizarlo como un fenómeno de naturaleza política nos invita a diri-
relaciones sociales hasta el clima de ideas de la época. gir la atención, más allá de las transformaciones estructurales, hacia el
Pero lo que queremos subrayar es que esas restricciones no tienen tnundo mismo de la política.
sentido más que con referencia a la acción de los actores políticos. Lo que Ahora bien, ése es el camino recorrido por otra vertiente de los
quiere decir que un estado dado de elementos sociales y culturales -la estudios del peronismo, la que lo emprende para identificar allí, en el
Argentina tal como puede ser descripta en la víspera de 1943- admite mundo de la política, la existencia de un proyecto ideal. Como tal, ésta es
cierto número de desenlaces políticos y que lo que es preciso establecer una tendencia muy frecuente de los análisis históricos: aludimos a la ten-
es cuál de todos ellos termina por definir en defInitiva el perfil del país dencia a razonar retrospectivamente, desde las consecuencias generadas
que habrá de emerger eventualmente. A lo largo de 1943-1946 varias por una coyuntura hacia atrás, hacia la caracterización de la coyuntura
fueron las rutas alternativas delante de las cuales se encontraron los pro- misma, como si esas consecuencias fuesen todas el producto de un pro-
tagonistas de esta historia. La tarea primera del análisis histórico es ser yecto ideal de los actores y no, como ocurre con frecuencia, también el
sensible a este hecho y evitar la trampa de la historia determinista, para la resultado contingente de los efectos no queridos de sus propias acciones.
cual el pasado es apenas el prólogo a la realización del presente actual. Esto fue lo que sucedió, en rigor, con el sobredimensionamiento del
Examinemos más concretamente la coyuntura histórica siguiendo lugar político de los trabajadores organizados.
una hipótesis de trabajo. A nuestro juicio, el peronismo, como movi- En efecto, si un proyecto ideal comanda las iniciativas de Ferón a
miento y como régimen, está asociado a un fenómeno singular, el del mediados de 1944, cuando deviene en el hombre fuerte de la Revolución
sobredimensionamiento del lugarpolítico de los trabo/adores organizados. Digamos del 4 de Junio, es uno que reserva a los trabajadores organizados un lugar
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La l/ida glfardia silldical JI Peról1 Prefacio a la segunda edición
n~enos destacado que el que habrán de tener en definitiva. Es el fracaso el remate de la historia. En otras palabras, se trata de combatir la manía
de ese proyecto ideal el que redimensiona la participación política de los rofesional del historiador que reduce al campo de las posibilidades en-
trabajadores organizados. A este desarrollo histórico está dedicado un ~erradas en el pasado a ese futuro único desde cuyo presente escribe
capítulo central del libro que hoy vuelve a publicarse. En fonna sintética, arque sólo éste ha tenido lugar. Este vicio de la práctica histórica apare-
el argumento que allí se expone señala que son tres los rasgos de esa ~e lnanifiesto en no pocos estudios del peronismo, que hacen suya la
tentativa original. El primero es la gestión pro sindical de Perón en la conclusión de la historia, se identifican con los vencedores y no resisten la
Secretaría de Trabajo, desde donde proclama que el Estado debe aban- tentación de ver en ella la obra de un destino que se cumple. Bajo esa
donar su indiferencia suicida frente a la cuestión social para asumir un inspiración emprenden luego la tarea de reconstrucción del pasado, que
protagonismo más activo en la mediación entre capital y trabajo. El se- se resuelve con frecuencia en la narración de cómo fue preparándose,
gundo rasgo es el llamado a los empresarios urgiéndolos a colaborar con inexorablemente, el triunfo de lo nuevo sobre lo viejo, de la justicia por
su política pro sindical para poner el país a resguardo de la lucha de clases '1
sobre los privilegios. Una historia semejante puede servir, como las vidas
y de la amenaza del comunismo. Finalmente, yen paralelo a esa estrategia ejemplares de los santos, para la e~altación ,de los i~ciados a un culto
preventiva, Perón se ocupa de anudar contactos con la clase política con ideológico: lejos está empero de satlsfacer el unpulso lntelectual que nos
el fm de prepararse para la transición a la democracia que la terminación lleva a indagar el pasado para encontrar las claves de nuestro presente.
de la Segunda Guerra Mundial parecía tornar inevitable. He ahí delineada
una ambiciosa empresa política: convocar a los trabajadores, a los capita-
listas, a los políticos a fm de sumarlos a las Fuerzas Armadas ya la Iglesia
en una fórmula de conciliación social en condiciones de gobernar la Ar-
gentina de posguerra.
Así concebido ése será un proyecto fracasado. Las reformas labo-
rales son recibidas primero con frialdad y después con hostilidad por lo~
elnpresarios. Para estos, las medidas del Secretario de Trabajo, con el
pretexto de la paz social, estimulan el clima de agitación en las empresas.
No tiene mejor suerte con la clase política. Ante la evolución de la situa-
ción internacional, que hacía más cercana la derrota de los países del Eje,
pocos políticos se muestran dispuestos a acompañar un proyecto que,
por provenir desde el interior de un golpe fllofascista, tiene los días con-
. tados. A estos fracasos en el verano de 1945 se suma la movilización de
clases medias, lanzadas a ocupar las calles para imponer la rendición in-
condicional de Perón. En esas circunstancias, que son las de su aislamiento
político, Perón habrá de hacer un giro estratégico: deja de lado la búsque-
da de la conciliación social, denuncia un complot reaccionario y convoca
a los trabajadores a que acudan en defensa de su gestión. Ello conduce a
un cambio de singular trascendencia porque, de ser una pieza imp~rtante
pero complementaria, estos se transforman en el principal sostén políti-
co de Perón a partir de la jornada histórica del 17 de Octubre.
A la vista de este desenlace, entendemos que una perspectiva atenta
a las transformaciones que el juego político impone a los proyectos de
los actores debería problematizar aquello que aparece habitualmente como
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La vida gl/ardia sindical y PerÓII
Prefacio a la primera edición
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Prefacio a la primera edición
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La vi'lja guardia silldical.J' ParólI
Prefacio a la primera edición
tnaciones políticas y sociales abiertas en los años cuarenta nos acompa- 'a de la conducta obrera, subrayan la r:nani~estación ~e una acción racio-
ñan todavía, lo que vuelve difícil una mirada exterior sobre un pasado , "
~al de clase. Para ello, reescriben la histor~a del perI~do que preced~ al
cuyos alineamientos y conflictos no han logrado ser totalmente reabsor-
ascenso del Peronismo -la década del tremta- y senalan la progresIva
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bidos en una síntesis.nueva. Estudiar dicho pasado ha implicado, pues,
~umu~ 1 1'0' n de demandas insatisfechas a lo largo de unos anos . en los
con mucha frecuencIa, una toma de posición, no a través de la forma que cobra ínl.petu la industrialización del país y dond~ ~s una elite conser-
rudimentaria de un elogio o una condena sino debido a la tendencia a vadora la que controla el poder. En esta nueva verSlon, eS,asdemandas
ilu~nar ciertos aspectos y a omitir otros. La historia del peronismo ha
insatisfechas ocupan una posición centr~, puesto q~e constltuyen el ~un-
f~nC1onado como una sue:te de test proyectivo, en el que las preocupa- de fusión entre los trabajadores de orIgen extranjero, sus descendien-
CIones del presente han gwado la reconstrucción del pasado.
~~snativos y los nuevos trabajadores provenientes del interior, y asocian a
Así, la relación de los intelectuales -y yo hablo aquí de los intelectua-
les de la tradición social y democrática- con la historia del peronismo ha .'.
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unos y otros en el apoyo de la política de reformas sociales y políticas
que lanza Perón después de 194~. . ., . .
variado con el paso del tiempo. Cada generación ha encontrado necesa- La rehabilitación de la partlClpaClon de las antlguas conduccIones
rio reescri~ir la historia escrita por sus predecesores. Retomemos la pri- . dicales en el acercamiento de las masas a Perón cOlnpleta la operación
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mer~ verSlon, elabora~a a [mes de la década del cincuenta, y a la que ya revisionista. Lejos estamos ahora de la unagen de una masa sm concle~cta
aludimos al evocar el Impacto del peronismo sobre unos intelectuales de clase a ser regenerada por la introducción de ideologías proletarias. El
formados en la confianza de una convergencia ideal entre las luchas obreras
énfasis puesto en la racionalidad de la ~:ción obr.era en ~llugar otr~:a
y l~s val~res d.emoc:áticos y progresistas. Acudiendo a conceptos de la reservado a la anomia o el arcaísmo polítlCO pernute la remcorporacl011;
pSlcolog.¡a SOCIal,senalando el contraste de culturas políticas, Gino Ger- de lo que antes era visto como desviación a la lógica de las luchas sociales.
mani ~ue conoci~ la ?ersecución en la Italia de Mussolini- procuró Elaborado dentro de un debate académico y, en consecuencia, sujeto a
normalizar la experIencIa desestabilizadora que para tantos representó el sus cánones propios, el trabajo de Murmis y Portantiero encuentra, asi-
apoyo de los trabajadores a un caudillo militar. Y lo hizo buscando ta rmsmo, fuera de este ámbito, una audiencia sensible a su espíritu revisio-
clave interpretativa del peronismo en las dificultades de integración de las msta. Me refiero a la nueva izquierda universitaria y juvenil de la época,
nuevas, masa~ al medio urbano e industrial. Esta reconstrucción del pasa- que estaba llevando a cabo una operación de revalorización del peronis-
do terua obvla,s,.y promete~oras, implicaciones en momentos en que, mo, la cual, con el aporte de otros estímulos' intelectuales y políticos,
derrocado el regunen perorusta, se discutía sobre el porvenir. Esas difi- culminaría en una aproximación de hondas consecuencias tanto para el
cultades ~e integració~ era~ prop!as de un fenómeno de transición que la movimiento liderado por Perón como para la vida política del país.
o.~ra del tlempo ha?rIa d~ Ir ero~lOnando. De esta manera, la interpreta- [)entro de esta trayectoria de las relaciones entre los intelectuales y
Clon propuesta se slntoruzaba bIen con la esperanza de los intelectuales la historia del peronismo, ¿cómo se sitúa este libro que hoy publico?
que ~a~ían combatido al peronismo y que era la de una regeneración del Como todos aquellos que han sido partícipes de esta indagación perma-
mOV1ffi1entopopular después de diez años de régimen autoritario. nente, reclamo, a mi vez, una cierta autonomía para la investigación em-
Hacia fines de los años sesenta, otro es el clinla político y cultural prendida. Sin embargo, no ignoro que, también como ellos, selecciono
del país. Estos son los años en los que una nueva generación de intelec- determinados aspectos del pasado llevado por las preguntas que me
tuales, ini~ia una ;-asta re~isión de las versiones heredadas del pasado en fueron planteando los años que transcurren entre 1973 y 1982 durante
las mas diversas areas. Mientras tanto, las expectativas depositadas en la los cuales se fue gestando, intermitentemente, este libro. Por cierto, no
desperonización de los trabajadores hacia 1956 no se han realizado: el pretendo tener todas las claves de este momento histórico tan decisivo .
~resunto fenómeno de transición presenta una dureza que desafía victo- para los miembros de mi generación. Esta autorreflexión, el uso de la
rIosamente a l~s ~ás variados intentos de represión y cooptación. Este primera persona, son el producto de un esfuerzo por explicarme -y si
d~ble escena~lO SIrve de marco a la innovadora interpretación de Mur- me es permitido, por explicarnos- al cabo de una experiencia vital que
rn1Sy Portantlero. Así, allí donde otros antes que ellos vieron una patolo- tuvo en cada caso resoluciones distintas y, que en el mío, ha guiado esta
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La l)i~ja guardia sindical.J1 Perón
ta de los años sesenta ya no son los mismos después del retorno del Militares y sindicatos,
pe~onisIno en 1973 y de la secuencia de crisis institucional y violencia que una ojeada retrospectiva sobre los años treinta
le sIgue.
En este nuevo clima, en lugar de recorrer otra vez el camino real
que condujo a las masas trabajador?-s hacia Perón, intento rescatar otra
dimensión de esa historia. A través de la vieja guardia sindical, de su
tentativa y posterior frustración por participar con independencia en el
régimen que surge en 1946, me interrogo sobre las vicisitudes de la auto-
nomía política obrera dentro de un proceso de cambio lanzado desde el "
'1
Estado y comandado por un fuerte liderazgo plebiscitario. Este orden
de preguntas no e.s"indep~ndiente de un estado de espíritu. Forma parte 1. La restauración conservadora y los militares
d~ una preoc~p~clon relativa a las condiciones en las que es posible com- En 1943, el ciclo de la restauración conservadora abierto en sep-
billar un m~vmuent? de reformas políticas y sociales con la preservación tieInbre de 1930 concluye abruptamente con la intervención del ejército. 1
de un espacIo pluralista y democrático. E14 de junio, el gobierno del presidente Castillo es derrocado, sin ofrecer
Es verdad que son numerosas las razones que señalan la debilidad resistencia. Comienza así un nuevo ciclo político destinado a introducir
intrínseca de la tentativa ensayada por la vieja guardia sindical. Volver transfonnaciones significativas en la sociedad argentina. Sin embargo, la
sobre ella, exhumarla, puede parecer un ejercicio nostálgico, de los tantos dirección de los cambios futuros mal podía adivinarse en el momento
que abundan en la historiografía del movimiento obrero, donde la iden- del alzamiento militar. El manifiesto revolucionario condenaba al gobier-
tificación con los :valores qu~ animaron las luchas sociales del pasadb qo de Castillo por haber defraudado "las esperanzas de los argentinos al
lleva con frecuencIa a sobre~ensionar hechos y personajes que, en su qdoptar como sistema la venalidad, el peculado, el fraude y la corrup-
momento, fueron mucho mas modestos. ¿Esta historia que no fue, con- ción", y proclamaba: "apoyamos nuestras instituciones y nuestras leyes
figuró, acaso, una oportunidad perdida? Difícilmente. No obstante cons- persuadidos de que no son ellas sino los hombres los que han delinquido
tituyó una alternativ~ que, mientras jugó su suerte, fue real para los' que la en su aplicación". ¿Se trataba, pues, del retorno a la práctica genuina de la
levantaron y para qwenes la combatieron. Como tal, fue un elemento de democracia representativa? ¿O, como lo dejaba saber una proclama apó-
la trama de la historia a través de la que el peronismo se formó y con- crifa pronto divulgada, de poner fin al régimen republicano e instaurar
quistó el poder. A.menos ~ue le devolvamos su lugar en ella, ¿cómo un orden político similar al de los fascismos europeos?
vamos a reconstruIr la realidad de una coyuntura histórica tan central Si los rumbos de la revolución eran todavía inciertos, la interven-
para los argentinos, o aprender de ella? Este ha sido el propósito de mi ción militar había sido, en cambio, más previsible. De hecho, el llamado a
libro. las armas figuraba en los cálculos de los sectores más diversos. En pri-
Luego, otros ven~rán, bajo n~evos estímulos, con nuevas pregun- mer lugar, el propio presidente Castillo había buscado ostensiblemente el
tas,. a rea~udar el estu~o del perorusmo. El empeño de unos y otros irá apoyo del ejército, para compensar las adhesiones perdidas dentro del
ennquecIendo la materIa de esta incesante búsqueda que nos lleva hacia la oficialismo debido a su estilo autoritario de gobierno. Pero él no era el
histor~a, ~sa curiosidad intelectual por entender los motivos que ligan el único que buscaba la clave de la fórmula de poder en el apoyo militar;
COnOCIm1entodel pasado con la vivencia de este nuestro siem 're in uie- los grupos de la oposición, sobre todo el Partido Radical, encaminaban
l' tante presente. p q
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sus pasos en la misma dirección. A fines de 1942, la creación del frente el radicalismo, engrosado por la reincorporaci~n de muchos antiperso-
opositor, la Unión Democrática, había cumplido la proeza de vencer la alistas críticos de Y rigoyen, entre ellos el propIo doctor Alvear.
tradicional resistencia de los radicales a la política de coalición. Sin em- n Esta renovada prueba de vigor electoral del partido depuesto obli-
bargo, sus propios organizadores confiaban muy poco en la posibilidad , a un cambio de los planes oficiales y selló la suerte de sus artífices.
de terminar con la dominación conservadora en el terreno de la lucha ~entras Uriburu daba un paso atrás, el estado de sitio fue reimplantado,
electoral. Así fue como dirigentes del radicalismo se aproximaron al mi- se abandonó el proyecto de llevar a cabo sondeos electorales previos y se
nistro de Guerra de Castillo, general Ramírez, invitándolo a tomar las despejó el camino directo a las ele~ciones ~resid~nc~ale~. Los revolu.ci.o-
armas para restablecer el orden de~ocrático. narios de 1930 no buscarían en las mnovaClones mstitucIonales auspIcIa-
El gobierno en nombre de la continuidad, la oposición en nombre das por Uriburu el remedio a esta reciente demostraci~n.~e la incurab:e
del cambio, ambos términos del espectro político favorecían la interven- incapacidad cívica de las masas. Comenzando una tradicIon que tendrIa
ción militar, ratificando, así, una verdad que se había ido imponiendo con hondo arraigo en las elites políticas argentinas, en lugar de reformar la
"
fuerza en la década anterior: la clave de los problemas políticos argenti- Constitución prefirieron violarla: las siguientes elecciones se realizaron
nos era inseparable de una solución militar. Este era un reconocimiento bajo el signo de la proscripción y el fraude. .
reciente en la cultura política del país, que había comenzado a gestarse Los comicios tuvieron lugar a fmes de 1931 yen ellos los radicales
con el derrocamiento de Hipólito Yrigoyen en 1930 y constituía el telón no participaron luego del veto oficial a sus candidatos. El presidente
de fondo de la Revolución de Junio. finalmente electo, con los votos de una coalición dominada por los con-
Todavía en aquella ocasión la intervención militar había asumido un servadores, pero que recibió también el aporte de fracciones desprendi-
carácter limitado. Para la mayoría de los hombres de armas que apoya- das del radicalismo y el socialismo, fue el general A. Justo. Aunque la
ron el golpe que desplazó a Yrigoyen se trató apenas de una operación abstención forzada del radicalismo garantizó su triunfo, el oficialismo no
de salvataje inconstitucional y no de una revolución militar destinada a se privó de las facilidades del fraude para asegurar la derrota de la alianza
fundar un régimen de nuevo tipo. El aire profesionalista que imprimie- rt,val, integrada por el Partido Socialista y el Partido Demócrata Progre-
ron al alzamiento los llevó hasta hacerse cómplices del retorno al poder sista. La inauguración de esta nueva edición de la democracia restringida
de las fuerzas conservadoras derrotadas en las urnas. Pero no alcanzó c~n el consentimiento de estas dos formaciones políticas, representativas
para que secundaran también las intenciones del presidente provisional, el de la opinión ilustrada de la izquierda, refleja muy bien las huellas dejadas
general U riburu, quien proponía reformar la Constitución a fm de limitar por la experiencia de masas encarnada en el yrigoyenismo, siempre más
el sufragio universal e introducir formas de representación corporativa irritativa que transformadora, sobre un orden político débilmente pre-
de inspiración fascista. parado para absorber y digerir los vientos de la participación popular.
Los revolucionarios de Septiembre se dividieron. Entre la idea de La asunción de la presidencia por parte del general Justo el 20 de
un gobierno de transición, cuya tarea era la preparación de nuevas elec- febrero de 1932 expresa, también ella, un clima de época. Justo es el
ciones, sostenida por los partidarios del general Agustín Justo, ex minis- prin1er militar electo a la conducción de la República desde la última
tro de la administración radical de JVlarceloT. de Alvear y figura influyen- presidencia del general Julio Roca, hacia el año 1898. Si bien es verdad
te en el ejército, y el proyecto más ambicioso de los militares nacionalistas que, contrariando los ideales de Uriburu y sus seguidores, la Revolución
que rodeaban a Uriburu, se arribó a un compromiso. Este contemplaba de Septiembre es escasamente innovadora y se resuelve en la vuelta al
la realización de un ensayo político, consistente en elecciones escalonadas poder de los grupos dirigentes tradicionales, no es menos cierto que este
en las provincias, para luego convocar a elecciones parlamentarias nacio- retorno se produce de la mano de un presidente cuya autoridad descansa
nales y desembocar más tarde en una asamblea constituyente que debería en el prestigio que tiene dentro del ejército. En un país donde se ha gene-
abrir las puertas, una vez reformada la Constitución, a elecciones presi- ralizado la convicción de que la fuerza es un instrumento efectivo para el
denciales yal fin de la transición militar. Los primeros conlÍcios se realiza- logro de fines políticos, la institución militar ocupa, como nunca antes, el
ron elS de abril de 1931 en la provincia de Buenos Aires yen ellos venció centro de la escena política. Desde allí habrá de ejercer su tutela sobre los
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La vida glJardia sindical)' Pet"Ól1
Capítulo 1
nuevos tiempos de la Organización Nacional que vive la Argentina, bajo ' d ese punto de partida. A fin de ajustar la economía a la
el impacto de una doble crisis, la que desencadenan los efectos de la rnente al pals e . . dI' , 1 'd
tura externa v sortear el rIesgo e a receSIon, as autorI a-
Gran Depresión mundial de 1929 yel fin del experimento democrático adversa coyun J 1d
"
des econoffilcas del gobierno de Justo recurren ,, a un, vasto arsena e
inaugurado por la Ley Sáenz Peñ~ de 1912. 'd traídas de las políticas de excepcIon de tiempos de guerra y
me cli as, ex b l' , d 1
del consenso a.la sazón difundido . en. ,el mundo
. so re
, , a ImportancIa
. e
2. Regresión política y modernización económica, gastopU 'bli ca como herrarruenta anticIclica. La creaClOn de la Juntas regu-
las dos caras de la década del treinta ladoras d e 1a producción , del Banco Central y del impuesto a la renta, la
fi'ación de subsidios a la actividad agrícola, la puesta en march,a de un
La falta de inventiva para hacer frente a los efectos inesperados de
¡ lan de obras públicas, el establecimiento del control ~e .cambIos y ~e
la ampliación de la participación política estuvo, empero, acompañada
~rifas aduaneras selectivas, he ahí las intervenciones pnncIpales a traves
por una respuesta creativa a la súbita emergencia por la que atravesaba el
esquema económico al que el país debía su prosperidad.2 La caída de los "
'1
de las que se realiza el ajuste. .' ,, ,
El esfuerzo de adaptación a la menor partiCIpaCIon de los paIses
precios agrícolas internacionales y el repliegue proteccionista de Europa
, 1a s en el comercio mundial redefme, era de esperar, el
agnco , esquema b
pusieron en peligro los destinos de la economía agroexportadora mon-
' mico tradicional. Un país que exporta menos es un paIs que de e
tada a fmes del siglo anterior. Es verdad que inicialmente y a pesar de los econo "d l' .
producir localmente los bienes que importa. El ~erlt~ e esta ogIca
signos negativos, el optimismo creado por una bonanza que hasta allí
comercial es el de llevar a un gobierno que custodia los In~e.re~esde los
narecía sólida y duradera se resistió a desaparecer. En esta actitud, la elite
aductores rurales a asociar la búsqueda de un nuevo equilibrIo para la
dirigente nativa no era menos lúcida que sus contemporáneos en los paí-
~~onomía agroexportadora con el crecimiento de la industria. Cierta-
ses centrales, igualmente confiados en un pronto regreso a la normali-
mente, se trata de una industrialización destinada a tener un papel com-
dad. Durante la administración provisional de Uriburu se apela entonces
plelnentario y no antagónico cG.i.llas activida~~s del campo y cuya fu~-
a la ratificación de los principios clásicos: un presupuesto equilibrado X el
cián es llenar el vacío dejado por la reducclOn del poder de compra
pago escrupuloso de la deuda externa. .
ex~erno. En un país que se ha desenvuelto al abrigo de la prosperidad del
Así, mientras aguardan la superación natural de la coyuntura, los
ag~o, éstas son, por otra parte, las razones en nombre ~~ las cuales re~~a-
nuevos ocupantes del poder se esfuerzan por transferir el peso de la crisis
man protección los empresarios industriales, lo que facilita su cooptaclOn
hacia los sectores medios y populares, salvaguardando en lo posible los
por los grupos dirigentes tradicionales. . ,
intereses de los productores rurales. La devaluación y un programa de-
A partir de 1934, el sector manufacturero expenmenta un creCI-
Bacionario, con cortes en el gasto público yen el salario de los empleados
lniento significativo. Para este crecimiento, ciertas condiciones le son pro-
gubernamentales, sirven de instrumentos a ese propósito. Luego es el
picias. El país cuenta con una infraestructura física y una capacid~d pro-
gobierno de Justo quien tiene a su cargo desbloquear el acceso del país a
ductiva acrecentadas por importantes inversiones en los años vemte. La
su principal mercado externo, Gran Bretaña, abruptamente clausurado
herencia de la bonanza agrícola es, además, un amplio mercado de con-
en 1932, mediante la flrma, un año más tarde, del pacto Roca-Runciman,
sumo urbano. Atraídas por ese mercado, numerosas firmas extranjeras
: cuyos beneficios se distribuyen en forma desigual hacia fuera y hacia
saltan las barreras aduaneras para radicarse y producir localmente los
: adentro de la conexión inglesa de la Argentina.
productos manufacturados que antes exportaban desde sus países de
Pero la envergadura de la emergencia ünpone cambios más auda-
origen. La afluencia de capitales extranjeros y la de los que provienen d,el
ces en los instrumentos de la política económica. Comienza, así, un pe-
agro se suman a la industria preexistente para hacer del sector secundarla
ríodo de innovaciones, las cuales, no obstante estar presip,idas por la
un elelnento clave de la reanimación de la economía. Igualmente impor-
esperanza de una pronta vuelta al equilibrio previo, van alejando natural-
tante es el proceso de cambio demográfico y social que, bajo este estí-
2 Con respecto al proceso de industrialización durante este período consultar a mulo, se pone en movimiento, con el desplazamiento de poblaciones
Javier Villanueva (1969).
rurales al cinturón urbano de Buenos Aires y el aumento de las clases
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trabajadoras. Nuevos personajes seagregan al escenario de una Argenti- . Aunque débiles y ambiguos, estos acontecü~ent?s alientar: el auge
na que se transforma. de las corrientes autoritarias de derecha, cuya audienCIa se amplía por la
Esta modernización económica y social que avanza paso a paso sin "n de alarma que cunde. en ciertos segmentos de los círculos OOi-
seosaclO
proclamar sus novedades, porque es fruto de las circunstancias y no de
gentes. Hay aquí un hecho . sInO"lllarque debe ser subrayado dado
~-. , . que
un proyecto buscado, coexiste con un orden político que, a su vez, decla- habrá de acompañar a la histo!1a por verur. Las claves de la política ar-
ra sin pudores su rechazo a la participación popular recurriendo al frau- , gentina se internacionalizan, siguiendo una tendencia que no es exclusiva-
de. Dinamismo y plasticidad de un lado, regresión y rigidez del otro se ' mente local. Los sucesos internos comienzan a ser interpretados a la luz
combinan para delinear el doble perfil con el que la restauración conser- del enfrentamiento que opone a las democracias liberales y al fascismo.
vadora dirige el país y prepara el teatro de futuras tormentas. Por enton- Ese enfrentamiento provee el lenguaje y las consignas, colocando a los
ces, sin embargo, la gestión escasamente popular del gobierno de Justo conflictos del país en el contexto mayor del mundo. Así, los síntomas de
encuentra un aliado inestimable en las propias dificultades econólnicas una reanimación del lnovimiento popular parecen portadores de una
del país. El rasgo dominante de la época es la fragilidad de las actitudes amenaza más formidable y cercana vistos desde la óptica provista por la
opositoras. Porque si es amplio el repudio, en cambio la resistencia es Guerra Civil en España; a su vez, las tradiciones del liberalismo conser-
menos firme. Los movimientos de protesta no están a la altura de las vador no sobreviven indemnes a la fuerza nueva que la cruzada de Hitler
condenas lanzadas por los parlamentarios socialistas y demoprogresistas y l\tfussolini presta a los propagandistas de un fascismo criollo.
y los voceros de la oposición radical. A los lílnites im.puestos por la Este es un clima que alcanza hasta la institución militar. Justo, que ha
co}untura econólmca, que acentúa el 11.1alestar pero tanlbién el tenlor, se elegido para él los atuendos de presidente civil en lugar del uniforme de
agrega la unpotencia: las Fuerzas Armadas se mantienen detrás del poder soldado preferido por U riburu, también ha elegido para sus camaradas
y las revueltas armadas que son una tentación incontenible del radicalis- de armas lnaritenerse alejados de las pasiones de la vida pública. Pero no
mo son fácilmente neutralizadas por un presidente que es a la vez un líder es fácil devolver al limbo del profesionalismo apolítico a quienes en sep-
militar. Nada más ilustrativo, en fin, que la decisión de la convenqón tieQ;lbrede 1930 habían salido de los cuarteles para hacer conocer al país
radical de enero de 1935, por la cual el partido abandona un abstencio- su~'preferencias políticas. Los llamados a la disciplina poco pueden fren-
nismo intransigente y estéril para volver a la lucha electoral en las condi- te ~l estado de deliberación que va ganando al cuerpo de oficiales y los
ciones fijadas por la restauración conservadora. divide. De un lado están los que, desde el exilio diplomático o desde las
La mitad de los años treinta es una línea divisoria dentro de una guarniciones de provi..ri.ciaadonde han sido trasladados, mantienen toda-
década caracterizada por la atonía política. La etapa más dura de la crisis .,'lavivas sus sünpatías hacia el radicalismo y apuntan contra los orígenes
queda atrás y comienza la recuperación económica gracias a las políticas ilegítimos del gobierno de Justo. En el otro extremo están los nacionalis-
anticíclicas y de fomento de la industrialización. Esto se traduce en un tas que habían acompañado a U ribulu y reprochan aJusto haber traicio-
aumento de las agitaciones sociales, con epicentro en las huelgas de los nado los ideales de la Revolución de Septiembre. Entre ambos grupos,
obreros de la construcción. El retorno del radicalismo a los comicios que tienen en común el estar movilizados, está la gran masa de oficiales
logra penetrar en un sólido bastión del conservadorismo, llevando 'a que se alinea en una posición neutral y es el sostén silencioso de los esfuer-
Amadeo Sabattini a la gobernación de la provincia de Córdoba. En 1936 zos por alejar al ejército de los debates políticos.
se asiste a la gestación de un Frente Popular que reúne a la CGT y a los Estos esfuerzos imponen ajusto un ejercicio cada vez más exigen-
partidos de la oposición. Los signos del cambio tienen, empero, límites te, porque la agitación interna y las solicitaciones externas fragmentan
bien claros. El Frente Popular no es más que una veleidad temporaria, las ideológicamente a la institución militar. En ocasión de los comicios par-
huelgas están localizadas en ciertos sectores y no precisamente adonde lamentarios de 1936, la Unión Cívica Radical reclama al presidente que
pueden afectar la marcha de la economía, mientras que el reingreso del designe veedores militares en las mesas electorales de la provincia de
radicálismo a las instituciones hace de él también un protagonista más Buenos Aires; la solicitud es rechazada y el fraude hace su trabajo sucio
entre otros de los escándalos y negociados que conmueven al Parlamento. de costumbre. El llamado que desde las propias filas del ejército hacen
[30]
[31]
La vida guardia sindicaly Perón
r--
;.,~
Capítulo 1
oficiales de filiación radical para que los militares garanticen la legalidad '
electoral sólo se materializará en las elecciones de 1946. Otros entusias_ . .' .
las UlStltuClOnes, . 1o que implica en primer lugar suprimir las . prácticas "más .
1;
m;s reúnen, entretanto, también en 1936, a un grupo de oficiales supe- .
cliscutlbles e ar d 1 estauración , conservadora
.' y forzar1 el repliegue ., de la Vie-
riores en un banquete en el Jockey Club en homenaje al embajador del ,. "d em.asiado aSOCIada a la ViolenCIa y a a, corrupclOn.
'. olttlca, , ,
Ja p La apertura, d e 01't!' Z~ cOlmenza con ., la anulaclOD . , de dos elecclOnes,
Tercer Reich en la Argentina. La admiración que los militares argentinos
profesan por el ejército alemán, en cuyas rutinas la mayoría de ellos se ha , . 'al es frau)dulentas v la intervencIon a la proVll1cIa
OVInCl " de Buenos Aires,
pr
el feudo conserve , ador más importante. Estos gestos Innovadores• prosl-
formado, se extiende para algun?s hasta el mismo régimen nazi, cuyas t: , , , '
. tensa campaña de cooptacIOn políuca de los radicales.
realizaciones son vistas como el desenlace feliz de la supresión de la po- guen con unam '", . diEl
lítica y de la industrialización a marcha forzada. Otros se inclinan, por su .
éXIto parece aseg urado por la repercusIon . que ., uenen entre
" sus lnme a-
tos' bene fj"lClanos las. promesas de . normalizaclon.
, consutucIOnal.
..' La ope-
parte, a favor del experimento de fascismo social en curso en Italia. Pero
casi todos, desde los que adhieren al radicalismo a los cautivados por las ;' transfornusta es favoreCIda, ademas, por los alineanuentos lnter-
raCI011. fu' . 1J t
ideologías autoritarias, tienen sus razones para acompañar descontentos '1 nos que acom pañan la evolución del con cto 111.ternaCIOna. . us o se con-
la obra de la restauración conservadora presidida por Justo. .
VIerte en v acero de la causa antinazi.' V esto lo
. " aprOXima a Alvear, , que en
Este, a su vez, se ocupa de mantener un cierto equilibrio entre sus el radicalistTIo ha hecho suya la mIsma POSICI0~.J~sto, co~o,~der rec~-
críticos del ejército, utilizando a unos contra otros, evitando una asocia- nacido en el ejército, Alvear como jefe de la pnncIpal 0poslclOn y Oruz
ción demasiado estrecha con cualquiera de ellos. Cuenta para ello con sus d es d e e,1 gobierno los tres concurren al proyecto . .que procura. comple-
habilidades políticas, que son l1.1uchas, y con el auxilio de la subordina- mentar.' con un.a 1:0' 1.' j'rnula
- politica
- de nuevo upo las , lnnovaClones ., a su ve?
ción y el conformismo que naturalmente segrega en el grueso de los introducidas por los técnicos económico~s de la elite dingente en el fun-
hombres de armas la organización jerárquica y burocrática de la i~stitu- cionamiento econólTIico y social del país."' ,.
ción militar. Pero aunque su liderazgo en momento alguno es amenaza- La mención de estos personajes no es fruto de un escrupulo histo-
do, Justo no consigue, empero, frenar la convicción poco a poco genera- ricista: la rearticulación del pacto político dependía demasiado de' las
lizada entre sus camaradas de que los militares debían tene1' un papel más voluntades individuales de Ortiz, Alvear y Justo para que lograra preva-
importante en la vida pública -convicción que a menudo se prolonga en lecer. Así, veremos que la desaparición sucesiva de estas tres figuras de la
una actitud de abierto menosprecio por los políticos c~viles-. escena política se llevará consigo la tentativa,transformista antes de q~e
pudiera desplegarse y probar su suerte. ~l prlffiero en ha~e~lo fU~,Ort1.z,
quien en 1940, enfermo, debió ceder las nendas de la adrrurustracIOn a su
3. El proyecto transformista y su eclipse vicepresidente, que simbolizaba claramente la c?ntracara del pr~~ecto
Por cierto, las prácticas políticas de la época tienen poco de edifican- político en ciernes. Sumado a la fórmula de gobIerno por la pr:sl0n d.e
tes; así, la renovación presidencial de 1938 es la oportunidad para una los sectores más tradicionalistas del Partido Conservador, Ramon Casu-
edición corregida y aumentada de las técnicas del fraude. El presidente Uo había acompañado hasta allí con indisimulada molestia los ejercicios
electo es Roberto Ortiz, ex integrante, como Justo, del gabinete radical de democratizantes del presidente 011:Í.Z;además, tenía sus simpatías milita-
Alvear, y a quien el hombre fuerte del ejército ha colocado allí en la espe- res en el bando nacionalista. Con su acceso al poder, comienza una histo-
ranza de poder sucederlo. Ortiz, que ha llegado al gobierno por el camino ria de intrigas y maniobras incesantes, que mantiene en vil~ al país p~lítico
más tortuoso, advierte pronto que si el funcionamiento del sistema institu- entre 1940 y 1943. En esta historia, los esfuerzos de Castillo se aplican a
I
cional no cambia, la situación puede volverse ingobernable. En su diag- desembarazarse de la sofocante tutela que ejerce el general Justo y a con-
quistar una posición de independencia para emprender, desde ella, el
I nóstico, el pacto político existente -la convergencia de conservadores y
, j sectores de derecha del radicalismo y el socialismo- no alcanza a contener camino inverso al iniciado por Ortiz.
a las fuerzas de una sociedad que se transforma. Se trata, pues, de absor-
ber a los sectores políticos excluidos y devolver una mayor legitimidad a 3 En la ca~cte~ización de este proyecto politico hemos seguido a Juan c. Portantie-
ro (1979).
[32]
[33]
La llieja guardia sindical)' Peróll
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- - ~
Capítulo 1
Con él, el fraude electoral recupera sus derechos consuetudinarios repercusiones en la J:'?lítica in~erna no son menos. :ontundentes: ~entro
en la vida política: los intentos de acuerdo con el radicalismo, como la 'l, de la corporación militar se aSIste a una exacerbacIon de los sent1nUentos
iniciativa del ministro de Finanzas Federico Pineda en procura de respal- . nacionalistas; ellos son los que dictan seguramente los contactos, en defi-
do parlamentario a las innovaciones del programa económico que con- nitiva infructuosos, con el gobierno alemán para la adquisición de equi-
cluye con su renuncia, se frustran; incluso, los propios hombres del con- os de guerra alternativos. A su vez, el general Justo, que ha abandonado
servadorismo son alejados del gobierno, que adopta un perfil cada vez ~oda ilusión de entenderse con Castillo luego de casi dos años de hostili-
más autoritario, auxiliado por los apoyos que obtiene en los círculos mi- dades sin tregua, proclama abiertamente ahora su solidaridad con los
litares nacionalistas. Las Fuerzas Armadas son, siguen siendo, quienes de- países aliados y se enrola en la oposición. Este gesto lo acerca a la sensi-
tentan el balance del poder y es dentro de ellas donde se libra una sorda bilidad de una mayoría de la opinión pública y los partidos y le abre
puja entre Justo y Castillo por ganarse adictos. Con ese fID, el presidente i, nuevos caminos para reanudar su carrera hacia el poder. En marzo de
profundiza una política que ya había comenzado en 1930 y refuerza con /1 1. 942 lnuere Alvear dejando un partido sin liderazgo. Tres meses después
'1
más reclutas, más equipos, más construcciones, los .recursos humanos y lo sigue Ortiz, quien ha debido contemplar impotente la ruina de su
materiales de los hombres de armas. Sobre todo, atiende a las nuevas proyecto político. El campo se presenta, pues, despejado para que Justo
demandas generadas por las conclusiones que los militares extraen de los se lance, con sus nuevas credenciales antifascistas como estandarte, a la
avatares del conflicto bélico mundial: durante su gestión se crea la Direc- búsqueda de simpatías en el amplio espectro formado desde los sectores
ción General de Fabricaciones J\1ilitares involucrando al propio Estado y más liberales del conservadorismo hasta las vertientes del socialismo.
a la corporación atinada en la actividad industrial.
La actitud ante la guerra constituye otro terreno de coincidencias.
Reeditando la posición argentina en la Primera Guerra Mundial, Castillo 4. La muerte del general Agustín P. Justo
y la Revolución de Junio
retoma la posición de Ortiz y defiende una política de neutralidad: ante
un conflicto cuyo desenlace es todavía incierto, esta parece ser la actitud ~, .pntretanto, Castillo aprovecha la emergencia bélica para decretar el
más prudente y tiene, además, el beneficio adicional de asegurar al país el estad~ de sitio y buscar refugio a su creciente soledad política en la com-
acceso a los mercados de Europa (por lo que no sorprende que cuente pañí~:de sus aliados en el cuerpo de oficiales. Con las seguridades que le
con el respaldo discreto de Gran Bretaña). Pero la entrada de Estados prometen sus respaldos militares, también él comienza a ocuparse de su
Unidos en la guerra, a fines de 1941, modifica radicalmente el contexto sucesión política a medida que se aproxima el año electoral de 1943. En
de dicha política. Washington intenta entonces volcar al resto del conti- estos trabajos, recibe una inesperada ayuda cuando en enero de 1943
nente americano detrás de la causa de las naciones aliadas, pero sólo para muere repentinamente el general Justo. Esta muerte, con la que desapare-
enfrentarse con la resistencia del gobierno argentino. El representante de cía el hombre que había ejercido por más de diez años una influencia
Castillo en la Conferencia de Rio de Janeiro en enero de 1942 se opone decisiva y permanente en la vida política del país, tendrá hondas repercu-
a toda resolución obligatoria de ruptura con las naciones fascistas y hace siones sobre los acontecimientos por venir; en lo inmediato, simplifica
fracasar la reunión que, por falta de unanimidad, debe concluir con una los cálculos electorales del Presidente, porque hace cundir una sensación
recomendación sin fuerza imperativa alguna. de derrota anticipada en los medios de la oposición e, incluso, entre los
El mantenimiento de la neutralidad en estas nuevas circunstancias propios radicales, que si no han admitido abiertamente la posibilidad de
no tarda en ser interpretado por la opinión pública interna y externa apoyarlo, lamentan la muerte de Justo como si fuera la de su propio
COlno una prueba del ascendiente alcanzado por la opinión militar, cuyas candidato.
inclinaciones naturales parecen alejarla de la causa de la democracia en la Entonces es cuando, a favor de un clima. político que se le presenta
lucha contra las potencias del Eje. La reacción de Estados Unidos está a propicio, de los recursos de poder que con mano férrea maneja desde el
la medida del desafío argentino: suspende la venta de annalnentos y, gobierno, Castillo toma una decisión que será fatal para él mismo y para
peor aún, incrementa los suministros a Brasil, que entl"a en la guerra. Las el orden político de la restauración conservadora: unge como candidato
[34] l [35]
\
L
La vi~ja guardia si11dical.JI Peról1
Capítulo 1
.
reasegur -o para volver a insertar a la Argentina
, en la comumdad . de las
La decisión de postularlo candidato es fatal, porque tiene la virtud .', '. americanas y en los nuevos tiempos de la democracIa.
naCIones .,
de aglutinar en un rechazo unánime al único sector de la vida política que. j,
Su inesperada muerte canceló este desarrollo posible y abno, en
está en condiciones de obstaculizar los planes de Castillo: el ejército. Tan~ ¡ "
. b'10, las puertas a otro, que todavía el4 de junio buscaría. afanosa-
caro " .
to los oficiales que mantenían, si bien tibiamente, viva la idea de la regene- _,
ración de los procedimientos políticos como los que eran partidarios del ,<¡
m~ te su rumbo en medio de los arcanos juegos de la consplraclon . . ffil-
litar que pugnaba por adueñarse de la revoluci~n. Esta referenCIa ~tro-
neutralismo encontraron, frente a la nominación de Patrón Costas, razo~ .~.
1.~.'.'....
d'.uce en la escena a la logia secreta autodenommada Grupo de OfiCIales
nes suficientes para coincidir en un golpe de estado q~e, de un lado, los ! Unid'os (GOU) integrada por oficiales del segundo e~calón de ~JercIto,
1 ., .
[36]
[37]
La lJi'!!a guardia sil1dical.)1 Peról1
Capítulo 1
En la operación que concluye en el derrocamiento de Castillo 1 :
ti 'al d 1 1 " , Os
o lCl es e a 0gIa secreta han debIdo ceder la iniciativa a la jerarquía d l'
nada debido al poder disuasorio que Justo ejerciera a tr.avés de sus oficia-
ejército y a los jefes de unidades, muchos de los cuales son partidarios d: '
les adictos. Su muerte dejó un vacío que ninguno de los generales en
ur:a vue1ta,en el corto p1az~ ~1orden civil y la ruptura con los países del
actividad supo llenar con la misma autoridad, las mismas habilidades, la
Eje; para SIse reservan POSIcIones clave en la burocracia estatal y militar'
convicción política que distinguieran al ex ministro de Guerra de Alvear.
del, nu~v? poder, a cuyo frente queda, luego de una primera y premoni_ Quizás no fue un hecho fortuito el que elGOU fuese fundado poco
torIa cnsls, el general Pedro Ramírez. He ahí montado el tinglado pa 1 .
" di ra as después de ella, como si los animadores de este nuevo intento nacionalis-
mtngas me ante las que habrán de intentar el copamiento progresiv d
la revolución militar. o e ta hubieran percibido entonces la señal que les abría la posibilidad de
intervenir políticamente.
, ,E11ug~~ q~e esto~ jóvenes oficiales habían llegado a Ocupar en la, Si el origen del GOU debió mucho a lafortuna, su trayectoria pos-
polittca del ejerCIto debla mucho, sin duda, a la falta de un liderazgo fuerte, terior debió igualmente a la virtú. Es aquí donde, a su vez, entra en escena
como el que en su moment~ h~bía provisto el general Justo. De nuevo, a . el coronel Juan D. Perón. Fundador del GOU, designado secretario del
'1
la hora de evaluar los acontec1ffi1entos que se desarrollarán en la institu " :
mili, , , Clan rrumstro de Guerra del golpe, Perón es uno de los mentores de los ofi-
, tar y, por su mtermedio, en la vida política del país, el accidente histó-' ciales neutralistas. De regreso de su estadía en la Italia de Mussolini en
~lCOco~fi~rado por la des~parición de Justo es una clave interpretativa 1939-1941, se cuenta entre los propagandistas de la experiencia del fas-
rmprescmdib1~,.Lo ~~,en pr.tmer lugar, porque en un orden político vacia- cismo social, en la que ve la solución a los conflictos de la Argentina de
do a toda partlclpaclon popular, como es este de la restauración conserva- posguerra. En los círculos militares es una opinión compartida que el fm
dora, las decisiones se concentran en las alturas y dependen de la interven- del conflicto bélico mundial entraña el riesgo de una crisis económica,
ción -del ,acierto o el error- de un puñado de personalidades. En segundo una vez desaparecidas las barreras naturales que han protegido la expan-
as
lugar y,n: ~oncret~me~te',~orq~~ dichas decisiones tienen su epicentro sión de la industria. La prensa del ejército ha alertado repetidamente so-
en la dinarmca de la mSt1tuclOn militar, en la que la capacidad de mando bre este peligro inminente y la previsible agitación social.6 Siguiendo el
d e SUSCItar
' o bdi
e enCla' es un recurso de estratégica influencia, Y
:~,
ejerrwlo del fascismo social, Perón está entre los que proponen una po-
, La empres~ que se p,ropo~a iniciar el GOU no era la primera que lítica,de concesiones limitadas a los trabajadores a fin de prevenir la agu-
Intentaba la corrIente naCIonalista del ejército. Ya en 1941 y 1942 se ha- dizaÓón de la lucha de clases y reforzar la seguridad nacional.
b!an regis~ado otras t,e~tativas dirigidas a interrumpir el proceso institu- Pero si en su admiración por las enseñanzas fascistas, si en sus te-
CIOnaly a mstalar un regunen autoritario inspirado en las mismas motiva- mores frente al peligro comunista, Perón se identifica con sus camaradas,
ciones que caracterizaban a la logia militar. Todas ellas habían quedado en su trayectoria anterior le otorga un lugar aparte dentro de la logia militar.
Ejército; (b) la defensa del servicio; (c) la defensa del mando; (d) la defensa de los
cuadl'os; (e) la defensa contra el comunismo y (f) la defensa contra la política'
so~re este aspecto el documento señal~ba: ,"L~s derivaciones de la política mo~
derna, con sus avances en el campo SOCIale Institucional han tr'aI'd
cuenCIa
'
. 1a neceSI'd ad de que los ejércitos lleguen a penetrar
1 d ' . d .'
' m's o como 1 conse-
, a que a po tlca
rmsma, os eSI~~s, e los politicos que ponen en peligro la existencia misma
lí '
..•• ..•
'.
, Participante de la Revolución de 1930, no estuvo entonces junto a los
oficiales filofascistas que rodearon a Uriburu sino del lado de los Sectores
que propiciaban el retorno a la normalidad constitucional,
que luego sostendrían a la coalición conservadora
los mismos
reunida alrededor de
la presidencia del general Justo. En este gobierno, Perón revista ya en la
•...
1'.
,
del Estado y del EJercitO. Una cosa es hacer política y otra cosa es cono 1 secretaría del Ministerio de Guerra y en esa función mantiene estrechos
' lE"' , 1 ti d cer a para
preve:ur ~, JercIto contra o,s,pro un os males que ésta puede ocasionar. Tal es
la obligacIOn moderna del militar. Con ello se hubiera evitado 1 . contactos con los medios parlamentarios, lo cual seguramente sirvió para
'R' 1 "1 E e comurusmo en .
USI~y a guerra CIVI en sp~~a, En ambas, los jefes y oficiales como aquí ,
promover en él una visión más matizada de la actividad política que la
repe~an Yo no me ~eto en politica y cerraban, consciente o inconscientemente del resto de sus camaradas. Esa visión y sus talentos personales, de los
los oJos ante el .pehgro rOJo o que debía devorarlos Hoy e '1 '
.
¡
s necesano no so o
penetrar ~os problemas políticos que en el fondo pueden acarrear las grandes
,
-_._-----
perturbacIOnes que conocemos sino que es indispensable pI' 1 E"' , 6 Rouquié p~esenta un detallado análisis de la opinión militar sobre la posguerra.
para 'evitarlo a tiempo", ' eparar a JercIto ~~tr~ sus CItas,es elocuente el testimonio de uno de los expertos económicos del
eJerCIto,el general .lYlanuelSavio, quien en octubre de 1942 sostuvo: "El peor
aspecto de la posguerra será el caos económico". C£ Rouquié (1981), vol. 1, p. 331.
[38J
• [39J
Capítulo 1
La IIÍo/a guordia sindical J' Peró11
las dos primeras décadas del siglo, alimentada por la protesta de una
que abundantes pruebas se tendrían muy pronto, estarán presentes en el
masa inmigrante que se vuelve contra la realidad proletaria que la aguarda
desarrollo de una carrera política que no sólo habrá de resolverse en la
al final del viaje emprendido para escapar a la pobreza de sus lugares de
af1tn~ación de su liderazgo personal sino que ofrecerá, asimismo, un des-
origen. Durante este período inicial, las luchas sociales y el shock cultural
tino para la Revolución de Junio; es dudoso que la ortodoxia doctrinaria
se confunden explosivamente y encuentran su expresión en el llamado a
y la rusticidad política del común de los integrantes del GOU les hubiera I ;
retórico pues, en rigor, no existe una fuerza de trabajo organizada en el pasa a ser, en adelante, la meta del resto de las organizaciones sindicales.
plano nacional. Lo es, más aún, a principios de los años treinta, cuando Alcanzado después de unos veinte años de movilización el contrato fe-
comienza la experiencia vital de los dirigentes obreros que están activos rroviario es una de las víctimas de la depresión de 1929. '
en el momento de la revolución militar. 7 Después del golpe de septiembre de 1930, las compañías ferroviarias
En estos años, el laborioso proceso de organización que se lleva a conVOcanal sindicato y comunican su decisión de despedir a 6.000 trabaja-
cabo en medio de las fluctuaciones de la economía, de la Suerte desigual dores p~a. compe~sar.la caída de sus beneficios. Aunque en las negociacio-
de los movimientos huelguísticos, de la movilidad geográfica y social de ~es los efu1gentes smdicales logran la preservación de los puestos de traba-
los trabajadores culmina en un sindicalismo centrado predominantemen- JO,lo hacen a cambio de aceptar una disminución de la jornada laboral. El
te en las actividades del transporte y los servicios vinculados a la econo- acuer~o todavía estáimplementándose cuando las compañías renuevan su
mía agro exportadora. Atrás ha quedado la gran efervescencia social de ofe~slva y ~eclaman una reducción de los salarios. Esta vez es el gobierno el
que lnterVlene, en 1933, para evitar una confrontación que puede llegar a
,1
I
:fect~~ la comercialización de las cosechas. El decreto oficial impone una
7 Sobre la evolución del movimiento sindical en la década de 1930, hemos consul- OlUclonque, en verdad, contempla las demandas de las empresas mien-
tado a Tamarin (1988), Horowitz (1979), y Matsushita (1983).
[41]
(40)
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La decisión [mal sustituye la disminución de la jornada de trabajo por la pués de la recesión. Al frente de ellas están los militantes del comunismo;
retención de un porcentaje a ser deducido de los salarios hasta que los ,í. . lo cual es explicable si se tiene en cuenta que para instalar en los nuevos
beneficios de las compañías ferroviarias recuperaran los niveles de 1929. t. trabajadores de la industria la conciencia de la acción conjunta y desafiar
El ejen'lplo de los ferroviarios es ilustrativo de las dificultadas de la J' el previsible rechazo de los patrones es preciso desplegar, como lo hicie-
nueva escena económica y politica. Que el conflicto cuente con el arbitra- ,.. ran los primeros agitadores a comienzos de siglo en circunstancias pare-
je gubernamental es una excepciól). apenas formal. Con la restauración ;~t 1
cidas, una buena dosis de agresividad y tener, también como ellos, un
fuerte compromiso ideológico. De estas cualidades los comunistas están,
conservadora han cesado para los sindicatos las ventajas del acceso indi- di:
recto a los poderes públicos que habían disfrutado bajo las administra_"\f~
ciones radicales. Interesados en atraerse adhesiones politicas y en neutrali- "".' é,; i.• la vida política, numerosas contribuciones han procurado discernir cuánto ha
zar a la oposición de izquierda, los gobiernos de Yrigoyen y de Alvear ,:..~' ,'1 habido de mito y de realidad en ella. Las conclusiones actuales de este debate en
gran parte reunidas en :1 v:olumen cole.ctivo compilado por Mora y Arau;'o y
habían cultivado, en efecto, a los lideres sindicales. Estos, a su turno, no. r;: '1 Uoren~e (19~0) son las slgwent<:s. En pnmer lugar, las regiones de origen de las
rechazaron los entendimientos, dado que para sus incipientes organiza- f migraCIonesillter~as entr~ los a?~s 1936-1943 no fueron las provincias más leja-
ciones los apoyos oficiales eran el mejor de los recursos para hacer pre- í
. f: nas y atrasadas SillOlas areas tlplCamente afectadas por el impacto de la crisis
agrícola localizadas en l~s pr<;>;incias~ás modernas y cercanas a la Capital Federal.
sión sobre la resistencia de los patrones. Se estableció, así, una trama in- f E~ segundo lugar, la rmgracIon tendio a ser un movimiento gradual de desplaza-
formal de concesiones mutuas entre los sindicatos y los poderes públicos. ~. ffi1cnt:op,?r etapas. De tal sue~te que un gran porcentaje de migrantes terna una
Desde 1930 la situación es otra porque la vigencia del fraude elec- :1 expenencla urbana antes de arnbar al Gran Buenos Aires; lo que es congluente con
[42)
[43]
aparentemente,
Lo t'ida gllardia sindical y Perón
(44)
[45]
.~:f'.'
~"."........•
"J."
La ¡Jifia guardia sindical)' Perón
t . Capítulo 1
~I
:¡
ple la función de reconciliar la fidelidad a unos fmes últimos de carácter
revolucionario con unas prácticas sindicales que COmpOli:anun acceso más
o menos fluido a las autoridades y la participación en un embrionario
I
I compañías ferroviarias y el gobierno. Con la Unión Ferroviaria y el apo-
yo de otros gremios se constituye una nueva dirección de la CGT, que
desplaza por la fuerza a los sindicalistas, los cuales poco después organi-
;-'1'
1
,¡
..
sistema de negociación. La acción sindical, disociada entre el reconoci-
miento de facto del statu quo y la referencia ideal a un orden alternativo
recupera su ~dad en el plano ideológico autodenominándose apolítica~
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zan una central minoritaria, la Unión Sindical Argentina.
La nueva CGT, a la que se incorporan los comunistas, inicia enton-
ces el cambio de su linea política. Ello de mayo de 1936 congrega en
Así, cualesqwera que fuesen los compromisos que debiera contraer en¡ " torno de su tribuna a los representantes del radicalismo, del socialismo y
defensa de los trabajadores, nada autorizaba a confundir al movimiento de la democracia progresista en el llamado a la defensa de la democracia
sindicalcon la solidaridad hacia un régimen respecto de cuyos fundamen- y la lucha contra el fascismo. Pero este movimiento hacia la política tiene
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La l/ida gllardia ¡¡lIdiea/JI PCrÓl1 Capítulo 1
asuntos del trabajo. Para unos dirIgentes smdicales que han limitado sus
ra cuya c onducta , cuyas reticenCIas crItican. La fundamentacIon ., ' e". , ;-
luchas al ámbito de la sociedad civil y concebido a la política como epife- so 1uCIon., por la que la CGT apova ) la convergencIa democratlca esta . a
nómeno de la econofiÚa, estas reivindicaciones comportan toda una nove- de Anael Borlenghi dirigente de los empleados de comerCIO y
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dad: a través de ellas se filtra la conciencia de una relativa autonomía de los .1
militante socialista, qUIen sostiene:
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poderes públicos y, consecuentemente, una estrategia de negociación re-
Se ha roto un sistema tradicional en el movimiento
formista tiende a reemplazar el fmalismo ideológico del pasado.
obrero: lo ha roto hace poco tiempo la CGT. y lo ha roto
Colocada en "la escena de la República" y no "en las regiones eté-
para beneficio de los trábajadores y, sobre todo, de la pa-
reas" de la prescindencia -según las definiciones de la nueva conduc-
tria. La CGT, que como las centrales anteriores había con-
ción-, la central sindical se politiza, elige su lugar en los conflictos que
s'ider:1do que jamás debía tomar participación alguna en
conmueven al orden conservador. AsÍ, se acerca al presidente Ortiz y
los problemas del país, ahora ha entendido que l~ g~a:e-
'apoya su proyecto de apertura, exalta la colaboración e~tre sindic~tos y
dad del momento, que el excepcional mOInento hlStOtlCO
gobiernos. Pero sólo para ver, con el ascenso de Castillo al gobIerno,
que vivimos, los peligros que acechan a la Nación, hace~
cómo se diluyen las promesas democratizantes, cómo se frustran taln-
indispensable que todos sus hijos, y los trabajadores en p!1-
bién los intentos de obtener aprobación parlamentaria a un programa de
- lner término, pongan su esfuerzo para salvar al país de caer
reformas en las relaciones laborales y la seguridad social. La involución
todavía más en un régimen que lo priva de sus derechos y
de la situación política abre una brecha cada vez más pronunciada entre
. sus libertades. [...] Si no hay un régimen auténticamente de-
el plano de las expresiones sindicales y el de sus comportamientos. Esa
mocrático, si no se respeta la libertad individual y colectiva,
CGT que ha descubierto la relación que vincula las luchas sociales y las
entonces la clase trabajadora será humillada políticamente y
luchas democráticas deviene una CGT que renuncia a la movilización
esclavizada en el terreno económico. ¿Qué pasó a los sindi-
para refugiarse detrás de las seguridades, si no de la consigna, por lo
catos obreros ya las centrales de los países que tienen la
menos de la práctica de la prescindencia. El hecho sugestivo es que sea la
Unión Ferroviaria dirigida por los socialistas la que conduzca el repliegue desgracia de soportar a un dictador? Sencillamente no hay
de la central sindical hacia la misma actitud de prudente neutralidad que sindicatos ni centrales obreras. La CGT, aunque sólo sea
defendieran sus rivales sindicalistas en el pasado inmediato. Los reflejos por espíritu de conservación, tiene que defenderse para que
defensivos de los ferroviarios son, en realidad, el verdadero rostro de la puedan existir ella y los sindicatos obreros, y para lograr ese
politización de un movimiento sindical que conoce muy bien sus debili- resultado tiene que defender la democracia y la libertad,
dades. En estas condiciones se reinicia el antiguo debate y en el segundo régimen que ahora está en peligro en nuestro país. [...] Vean
congreso de la CGT de diciembre de 1942 los comunistas e importantes qué modestos somos. Ya no pedimos siquiera la rev~lu-
gremios de obediencia socialista procuran atraer nuevamente al órgano ción. Nos confonnamos con que se apliquen la Constitu-
lnáximo del sindicalismo al terreno de los conflictos políticos. ción Nacional y las leyes de nuestro paíS.11
Por ser; la última asamblea sindical antes del golpe de estado de
1943, el congreso de la CGT constituye un testimonio clave de las orien- 11 CGT, noviembre de 1942.
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La vieja gllardia sil1dical JI Peról1
J
(de ahora en adelante se abreviará AHO).
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La vida gllardia sindical JI Perón
Capítulo 2
cio con los militares, como lo habían hecho con los gobiernos preceden- campos- expres~ .bie~ los temores de los militares. A est~ ,respect~ es
tes. El ministro del Interior deja entrever que en la búsqueda de un enten- , "
ilustrativo el test1moruo de uno de ellos sobre la celebraclon del 1 de
dimiento no están solos, cuando sugiere que la centra1 obrera ejerza una mayo de 1943:
influencia moderada sobre el movimiento sindical unificándolo bajo su
dirección.3 Tan promisorio futuro lleva a la CGT 1 a abandonar el silen- Recuerdo que fuimos comisionados muchos jefes y
cio con el que secunda la represión que recae sobre las organizaciones oficiales a apreciar de visu el valor de esa columna. Fue real-
mente imponente. Una enorme multitud con banderas ro-
I
rivales sólo para justificarla, viendo en ella la consecuencia necesaria del
"aventurerismo político" de los dirigentes comunistas.4 jas al frente, con los puños en alto y cantando "La Interna-
Reaparece así el contraste entre el sindicalismo político y el sindica- cional" presagiaba horas verdaderamente trágicas para la
República. Las Fuerzas Armadas no podían permanecer
lismo corporativo que estaba en el origen de la escisión de 1942. Vemos, t in'diferentes ante este peligro y las perspectivas políticas eran
también, la pretensión de uno y otro sindicalismo de gravitar en la reso-
J en ese momento terminantes. Mediante todas las combina-
lución de la crisis abierta por el golpe de junio: directamente, intentando ¡
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incidir en la lucha de tendencias dentro de la elite militar, e indirectamen- ciones, menos la única posible, que es la consulta franca y
te, replegándose en una actitud prescindente. Pero si los planes del go- abierta a la soberanía popular, se pretendía la continuidad
bierno son todavía vagos y contradictorios, en un punto no dejan lugar a de un estado de cosas político que la mayoría del pueblo
dudas: es preciso limitar la libertad institucional con la que los sindicatos argentino no quería y que, por el fraude, por la violencia,
escogen su ubicación en los conflictos políticos. Cuando no se han cum- era preanuncio de horas muy difíciles. La Revolución del 4
plido dos meses de la intervención militar, el 20 de julio es promulgado de Junio tiende a anticiparse a los acontecimientos.6
el decreto 2.669, por el que se reglamenta la actividad sindical.s El decre- Es posible discutir si esta imagen reflejaba fielmente el estado de la
to se propone "encauzar Calos sindicatos) dentro de un orden que los cuestión social en la Argentina en vísperas del golpe de junio. En rigor, el
aleje de todo objeto o finalidad ajenos a los que deben tener de acuerdo que se encolumnaba detrás de los símbolos y las consignas revoluciona-
al carácter que les es propio" y proteger a los trabajadores "contra una rios era un sindicalismo fragmentado, partidario de la negociación y de la
representación que no sea genuina". A esos fmes, el decreto otorga a las pr~tección estatal. Para saberlo, la vida de la caserna militar no era, segu-
autoridades la facultad discrecional de determinar cuáles serían las enti- ramente, el puesto de observación más adecuado. Tampoco la visión
dades que podrían ejercer la representación de los trabajadores. Por otra apocalíptica del mundo de la posguerra marchando hacia el comunismo
parte, la concesión de la representación sindical es explícitamente condi- hada justicia al nuevo fervor que los valores de la democracia desperta-
cionada a la renuncia a toda ideologia "contraria a los fundamentos de la ban en muchos jefes sindicales, después de la experiencia de la restaura-
nacionalidad" y a la abstención de "participar en la acción política". La ción conservadora. No obstante ello, esta mirada ansiosa de los militares
rapidez con que se establece este corsé corporativista -quizás una de las sobre el país habría de infundir a su política laboral un sentido de urgen-
primeras innovaciones por parte de un gobierno tan dubitativo en otros cia muy opuesto a la tradicional morosidad con la que la antigua clase
dirigente afrontaba los problemas del trabajo.
3 De acuerdo con el relato de la entrevista existente en las actas de la central obrera,
"el secretariado se reunió con el ministro del Interior después de la clausura de la Esa urgencia se tradujo, primero, en una política de represión. Era
CGT, y éste expresó la opinión de que la CGT 2 debería tratar de unificar al previsible que los comunistas sufrieran el peso de la ofensiva, pero no era
movimiento obrero bajo su dirección. Le respondimos que ésa era nuestra aspi- tan obvio que también los ferroviarios se contaran entre sus víctimas.
.ración pero que temíamos que la unidad sólo habría de beneficiar a los comunis-
tas; el ministro sostuvo que nada de eso sucedería, porque el gobierno estaba Luego de las entrevistas del ministro del Interior con los dirigentes de las
firmemente interesado en destruirlos". Actas de la Comisión Administrativa de dos centrales obreras pareció delinearse una táctica selectiva, que apunta-
la CGT, reunión del 17 de julio de 1943, citadas por Doyon (1978), p. 347. ba a explotar las disensiones existentes en el movimiento sindical. Sin
4 CCY, 13 de junio de 1943.
5 Texto del decreto en Anales de la Legislación Argentina, 1943, pp. 227-230.
6 Entrevista al general José E. Sosa Molina, en Fayt (1967), p. 92.
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La vio/a guardia sindical..J' Peróll Capítulo 2
embargo, un mes después de la represión de los sindicatos comunistas, a ve de los frigoríficos en el auge de la economía de exportación provoca-
fines de agosto, la Unión Ferroviaria y La Fraternidad fueron puestas do por la guerra, tenía un fm político más ambicioso: la desestabilización
bajo la tutela de oficiales del ejército. ¿Cómo explicar este súbito gÍro de del régimen militar. La huelga estaba destinada a ser "la chispa del incen-
la política sindical del gobierno? Este interrogante ha merecido una esca- diO,,10que volcara el equilibrio militar a favor de los sectores partidarios
sa atención en la historia de la revolución de junio, en la que es una verdad de la causa aliada y de la vuelta a la legalidad constitucional. Contaba para
sobreentendida la disposición inicial de la elite militar a recurrir a la repre- ello con las simpatías de los partidos políticos y esperaba suscitar huelgas
sión, sea para eliminar la oposición comunista, sea para enseñar autorita- en cadena entre los sectores sindicales ligados a la central socialista-comu-
riamente el camino de la colaboración a las fuerzas sindicales menos be- nista recientemente disuelta.
ligerantes. Hemos señalado, no obstante, que los planes originales fueron La huelga de los frigoríficos fmalmente estalla en agosto. En forma
más matizados. Agreguemos ahora que la acción contra los ferroviarios paralela, se inician las gestiones para organizar una jornada de solidaridad
tuvo la apariencia de una medida forzada, impuesta por las circunstan- en el resto de los sindicatos. Pero estos movimientos no tardan en llegar
cias: la dirección del sindicato fue advertida, e incluso recibió la promesa a conocimiento del gobierno. Un año después, Perón habrá de referirse
de un tratamiento benevolente.7 ¿Cuáles fueron, pues, esas circunstancias al episodio:
que empujaron a la elite militar a volverse contra quienes, además de A los tres meses de producirse la revolución, noso-
dirigir el sindicato mejor or~anizado, habían dado prueba, en el pasado y tros, que observábamos vigilantes el panorama obrero, tro-
en el corto lapso transcurr1do desde el 4 de junio, de su voluntad de pezamos con la primera amenaza, consistente en una huel-
compromiso? ga general revolucionaria. El Ministerio de Guerra, que ha-
Esta pregunta nos permitirá reconstruir el telón de fondo contra el bía obtenido la información por intermedio de su servicio
cual habrá de definirse la política de apertura social de la elite militar. secreto, fue el que tomó en forma directa el problema, es-
Siguiendo la pista que nos abre propondremos una interpretación de tudió la situación y, cuando pensó en llegar a una solución,
dicha política de apertura distinta a la ofrecida por la versión tradicional ~., •..
" estábamos ya a tres o cuatro días de la huelga. Reunimos a
de la génesis del peronismo, donde esta aparece como el producto de los dirigentes como aficionados pues no teníamos ningún
una sagaz oferta lanzada desde el interior del Estado.8
carácter oficial. Hablamos con ellos: pero los hombres es-
Creemos que la respuesta a la pregunta planteada hay que buscarla taban decididos. Esto no representaba un peligro, pero sí la
en la inesperada amenaza percibida dentro del gobierno en la agitación posibilidad de tener que luchar. Sin embargo, la huelga
I , obrera que contemporáneamente tema por epicentro los suburbios de pudo posponerse una semana, lo que nos dio la oportuni-
Buenos Aires. A pesar de los dirigentes presos y los locales clausurados a dad de actuar sobre otros sindicatos que no estaban de
medidos de julio, los trabajadores de los frigoríficos de Avellaneda y acuerdo [...]. 11
BerÍsso comenzaron a preparar un movimiento de huelga en demanda
de mayores salarios, mejores condiciones de trabajo y libertad sindical. 9 Es verdad que el testimonio de Perón no puede ser considerado
En los planes de los organizadores, en su mayoría militantes comunistas con independencia de la audiencia a la que se dirige. El párrafo citado es
sobrevivientes de la represión, la movilización, al margen de las ventajas parte del discurso que pronunció en agosto de 1944 en la Bolsa de Co-
inmediatas que podrían obtenerse sacando partido de la importancia cla- mercio; en la ocasión, su oratoria apunta a lograr el apoyo del mundo de
los negocios para su política de reformas sociales; por lo tanto, no debe
i Entrevista a José Domenech, en AHO. extrañar que hable de la huelga general revolucionaria, que subraye la
8 Entre l~s expone~tes de las v~rsiones ortodoxas de la formación del perorusmo intervención oportuna de los militares. No obstante, la referencia a los
puede CItarse a Gmo Germaru (1962), Torcuato Di Tella (1964), Robert Alexan-
del' (1965), y tamb!én a los autores vincu1a~os al perorusmo mismo, como J. J.
Hernández ArregUl (1960) y Alberto Belloru (1960). 10 Puiggrós (1969), p. 48.
9 Sobre los preparativos de la huelga de los frigoríficos, cf. Peter (1968), p. 201. 11 Perón (1944), p. 157 ..
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J..A lJÍo/a guardia sindical J' Peról1
Capítulo 2
1
de 1943.
15 Fayt (1967); Alexander (1965),
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La /Jifjaguardia sil1dic(¡Jy Pcróll Capítulo 2
políticas de mediano plazo de la elite militar. La reconstrucción de la 1'. trascendido a la opinión pública: tocará a los dirigentes del movimiento
historia no estaría cOlnpleta si no incluyera también el problema más ."' l. obrero ser los primeros en identificarlo, dentro del conjunto de oficiales
inmediato que el régimen tenía ante sí, a saber, el de reducir al mínimo la del ejército ante los que expondrán, cohibidos por el escenario y por la
posibilidad de una confrontación con el movimiento obrero. Cuando se extraña audiencia que los escucha atenta, las demandas postergadas del
amplía la perspectiva hasta incorporar la amenaza de la movilización trabajo. El marco no podría ser, en efecto, más peculiar: las entrevistas se
obrera, que presidió los primeros contactos con el sindicalismo, es otro realizan en el Ministerio de Guerra yen una atmósfera del mayor sigilo;
el cuadro ~ue emerge d~ ~n lu~ar ocupado habitualmente por el elogio algunas de ellas tienen lugar a altas horas de la noche, ya todas concurren
retrospectIvo de la clanvldencla y la astucia de la eminencia gris de la siguiendo misteriosas contraseñas dadas por emisarios aun más misterio-
1 -
Revolución de Junio. De esas cualidades, Perón estaba por cierto genero- f sos. Una vez en el edificio de Callao y Vian~onte, son conducidos ante un
grupo de oficiales jóvenes que los reciben cortésmente, los invitan a sen-
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samente dotado y ve~a sirviéndose ~e ellas para afirmar su liderazgo
sobre sus camaradas. Sm embargo, su libertad de maniobra para hacer lo tirse cómodos, les explican que son muchos los riesgos que han corrido
'1
lnismo sobre los ?ingentes sindicales era menor de lo que sugieren quie- para hacer posible el encuentro.
nes presentan su mtento de apertura como un ejercicio de sagacidad po- Ese montaje truculento, ¿era acaso una manera de vencer la previsi-
litica. Acaso más importante que los resultados concretos del movimien-
to de protesta organizado por los comunistas y sus aliados, -fue el hecho
lnismo de que dicho movimiento haya sido concebible. Este hecho de-
muestra que las medidas represivas iniciales del régimen militar no habían
cancelado el riesgo de una intervención sindical adversa. Y ello no se
I ble reticencia de sus interlocutores? Si así era, nuevos y muy diferentes
recursos serían necesarios, después de todo lo que había hecho el gobier-
no en 'tan poco tiempo para reforzar la tradicional hostilidad del sindica-
lismo hacia las Fuerzas Armadas. En realidad, el sigilo tenía sus razones,
los riesgos invocados eran verdaderos. La operación política que estaba
debía a que los cuadros dirigentes estuvieran animados de un irrefrenable en tren de realizarse hubiera provocado, de ser conocida, reacciones aira-
espíritu combativo: con excepción de los comunistas, el resto -ya lo das en las otras facciones del ejército. Porque si las motivaciones que
hemos subrayado- había optado por la prudencia. Eran los conflictos ~, guifban a Perón eran las de preservar el régimen militar, neutralizando la
internos que conmovían al régimen, las voces de condena que partían de oPs:>sición de los sindicatos, los medios utilizados debían despertar la
los sectores politicos afmes, las que iban haciendo más creíble la idea de viva.desconfianza de sus adversarios en el ejército que no hubieran erra-
una confrontación en unos hombres inclinados, en principio, a descartar- do al adivinar detrás de tanto misterio la búsqueda de adhesiones políti-:
la: combatir esa tentación, convencerlos de las ventajas de una actitud casoUna razón adicional para el secreto que rodeó las entrevistas con los
colaboracionista atendiendo a sus demandas, fue el objetivo de Perón. dirigentes sindicales estaba en que no pocos de ellos se encontraban en la
clandestinidad, con la orden de captura del Ministerio del Interior. Este
hecho, más que el esfuerzo deliberado por disociarse de la linea represiva
2. La represión de los comunistas
oficial, dio la medida de la audacia del intento de Perón.
precede a la Era de la Justicia Social
Así, los sindicalistas escucharán a sus anfitriones militares procla-
Numerosos son los testimonios de los primeros encuentros entre lnar, a guisa de introducción, que el ejército ha salido de los cuarteles
los sindicalistas y el equipo militar reunido en torno a Perón.16 Ellos pro- decidido a tenninar con su antigua asociación con los poderosos y dis-
vienen de uno y otro de los sectores involucrados y permiten, a la distan- puesto a tomar contacto con los trabajadores a través de sus represen-
cia, reconstituir los comienzos de la alianza que modificaría más tarde los tantes; que ~n los funcionarios del gobierno, aunque no en todos, existe la
términos del juego politico en la Argentina de posguerra. Indiquemos, preocupación por la cuestión social; que quieren saber cuáles son las aspi-
ante todo, que a mediados de 1943 el nombre de Perón todavía no había raciones del trabajo, sus problemas urgentes ... No sin sorpresa, luego de
tales declaraciones, los dirigentes obreros, a su turno, habrán de tomar la
16 Los testimonios del sector sindical se encuentran en las entrevistas a F. Pérez
palabra. Algunos lo hacen para reclamar el fIn de la represión en curso y
Leirós, L. Bonilla, R. Stordeur y J. Rodríguez en ARO. Por los militares consul-
tar la entrevista al coronel D. Mercante en Luna (1969), pp. 151-153.. ' la vigencia de la libertad sindical; otros prefieren referirse a los conflictos
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La vio/a gllardia sindical J' Peról1 Capítulo 2
en los que está envuelto su sindicato; hay quienes hablan de la necesidad verdad, fue una pausa, que se tradujo en el aislamiento de la movilización
de la intervención del Estado en las relaciones laborales y demandan la , 1, de protesta lanzada por los comunistas en apoyo de la huelga de frigorí-
creación de un Ministerio con amplios poderes en reemplazo del inefi- ficos. Más allá de ello, la reacción generalizada de los cuadros obreros
ciente Departamento Nacional de Trabajo; no falta el militante cOInunis- puede ser mejor descripta COlno una Inezcla de interés escéptico y recelo.
ta que aprovecha la inesperada tribuna para recitar las tesis del partido en Perón era percibido, sobre todo, como una figura del régitnen militar y,
medio del respetuoso silencio. Por toda respuesta, quienes actúan como dentro de este, formando parte de la fracción de los coroneles pro nazis.
voceros de los militares, Perón y el te~ente coronel D. Mercante, anun- Estos no eran, por cierto, los títulos apropiados para ganarse la simpatía
cian cambios inminentes en el gobierno, que habrán de hacer posible la de los dirigentes obreros; esa desconfianza hubo de ser, por largo tiem-
satisfacción de las demandas y piden a los sindicalistas que les tengan po, un obstáculo a su política de captación. Sin embargo, para los hom-
confianza. 17 bres de la vieja guardia sindical la situación no podía ser más paradójica.
De las entrevistas, el ~nigma inicial emergió al descubierto; los mili- Desde 1936, y bajo el estímulo de la movilización antifascista desencade-
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tares procuraban evitar una prueba de fuerza con los dirigentes sindicales. nada primero por la Guerra Civil Española y luego por la guerra en
He aquí que quienes tenían razones muy cercanas para esperar lo peor del Europa, habían ido progresivamente abandonando las consignas de la
nuevo gobierno eran llamados a deponer sus reservas: cuando todavía prescindencia política alrededor de las cuales organizaron la CGT en
estaban bajo el impacto de los golpes recibidos, eran convocados, en los 1930. Su lugar fue ocupado por un fervor nuevo que asociaba la defensa
hechos, a firmar una tregua. Su situación no hubiera podido ser más de los-intereses del trabajo con el sostenimiento de los valores democrá-
paradójica. Una co~binación de .circunstancia~ venía ~ p.otenciar su.~re- ticos. En 1943 la historia argentina los sorprende con la oferta de una
sencia política, con lndependencIa de su capacIdad objetiva de moviliza- ecuación diferente: desde un poder autoritario les llega la promesa de dar
ción. Ya nos hemos referido a las tensiones que atravesaba el régimen respuesta a sus demandas largamente postergadas. l\1ientras digerían esta
militar. Evidentemente, ante un poder unificado, las organizaciones obre- inquietante novedad, los dirigentes obreros optaron, prag¡náticamente,
ras poco podían, como lo había demostrado su estado de parálisis bajo ':' por"dejar tendidas las líneas de comunicación. Las entrevistas se sucedie-
el gobierno de Castillo. Pero en el marco del conflicto por el poder entre ro~, y no faltó aquel gremialista que se preguntó "si no había llegado el
las facciones militares, la intervención sindical, sumada a la de otros sec- mOtnento de sacarle a Perón algunas concesiones para nuestra clase, a
tores de dentro y fuera del ejército, comportaba un factor no desprecia- cambio de fortalecerlo frente a los sectores más reaccionarios del go-
ble en la resolución de la crisis. También importante era que el proyecto bierno".19 Las modalidades de este acercamiento dejaron bien claros sus
que animaba a Perón necesitaba la colaboración del sindicalismo para limitados alcances. Los distintos sectores sindicales confiaron a algunos
realizarse. Una confrontación hubiera acentuado el malestar obrero hacia de sus miembros la tarea de proseguir con los contactos: ese fue el papel
la Revolución de Junio, tornando difícil, si no imposible, la viabilidad de A. Borlenghi, por los socialistas, de J. l\1ichelon, por los comunistas, y
popular de toda empres~ política ide~ti~cada con ella. Este es el contex- de L. Mansalva, por los ferroviarios. El resto prefirió dar un paso atrás,
to que explica las atenclOnes que reCIbIeron esos hombres, muchos de evitar exhibirse en las antesalas del régimen para continuar cultivando los
ellos prófugos de la justicia, durante las entrevistas secreteas efectuadas en " vínculos con los núcleos de la oposición, reunida en torno delllalnado a
el Ministerio de Guerra. la normalización constitucional y a la ruptura con las potencias fascistas.2o
A menudo se ha sostenido que esos primeros ensayos de apertura Los cambios anticipados por Perón y Mercante parecieron comen-
suscitaron una respuesta favorable inmediata entre los dirigentes sindica- zar a concretarse a Emes de octubre de 1943: el 27, Perón se hace designar
les.18 Según los testimonios disponibles, nada prueba que ese haya sido el
caso. Lo que las exhortaciones de Perón y Mercante consiguieron, es
19 Entrevista aRené Stordeur, ARO.
20 Consultar entrevista a J. Michelon, dirigente comunista textil, en Conf1'oversia,
17 Esta reconstitución de las entrevistas se basa en los testimonios citados.
1979, N°3; Luis Monsalva (1974), pp. 61-64; Y entrevista ya citada a F. Pérez
18 Fayt (1967);Alexander (1965); Baily (1984). Leirós.
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reivindicaciones. También son invitadas a elevar a los funcionarios oficia~ cionar las consignas democráticas de la hora a las extrañas contorsiones
les los problemas inmediatos existentes en las diferentes actividades. Pero , 1" que asumía !a lucha de clases en las no menos complejas latitudes de
no sin ser, a la vez, sugestivamente advertidas de que "sólo el tiempo yel América Latlna.
comportamiento de cada una de las partes habrá de determinar el mo~ Más realista frente a los avatares de la política, Perón no compartió la
mento y las cuestiones sobre las que se tomarán decisiones";25 esta era objeción de principio a los con'lunistas, dominante en los círculos militares.
una manera de hacer saber, a quienes quisieran enterarse, que las conce- I Dispuesto a buscar adhesiones donde ellas se encontraran, hizo los movi-
siones eventuales de la política de apertura estarían sujetas a la observan- mientos necesarios para llegar a un acuerdo. En cada caso tropezó con la
cia de la más estricta neutralidad en los conflictos que oponían a la opi- intransigencia de los dirigentes sindicales comunistas. A las ofertas econó-
nión política y a la elite militar. micas, estos respondieron invariablemente enarbolando consignas del par-
Si era previsible que los ferroviarios, por ejemplo, hicieran suya la j •• ticlo,la vuelta a la legalidad, el giro de la política exterior, en fln, la rendición
(
discreción que tan marufiestamente les era solicitada desde el poder, no " del régimen lnilitar. El precio de actitudes tan temerarias fue la represión
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cabía esperar lo mismo de los comunistas. En vano J. Michelon intentará más implacable. Las prolnesas que habían hecho posible la suspensión de
convencer a las autoridades del partido, al cabo de sus entrevistas con los la huelga de los frigoríficos fueron anuladas. Pe ter volvió a la cárcel, no sin
lugartenientes de Perón, de que era posible extraer del régimen benefi- antes ser víctima de una campaña oficialmente orquestada, en la que su
cios para la clase obrera.26 Sin embargo, juzgado inclusive a partir de esa previa voluntad de transacción fue presentada como signo de flaqueza
posibilidad, todo parecía confirmar la orientación fascista que la direc- frente a las empresas. La misma suerte corrieron otros dirigentes: este fue
ción comunista había sido la primera en denunciar. ¿Cómo no ver en ese el comienzo del fin de la implantación de los comunistas en la clase obrera.
proyecto el intento de encapsular políticamente a los trabajadores, para Para ellos terminaba el ciclo de ascenso iniciado durante los años treinta,
convertirlos en una masa cautiva desprovista de autonomía de clase? En que los convirtió -articulando la lnovilización de los sectores industriales-
vano el dirigente brasileño Luis Prestes habrá de aconsejar a sus camara- en la fuerza más dinámica y combativa del movimiento sindical, en condi-
das argentinos una mayor tolerancia, señalando que el carácter de clase ciones de disputar la hegen'lonía a los sindicatos de tendencia socialista. Su
del gobierno militar era menos reaccionario que el de los gobiernos con- reingre,so a la escena política habrá de producirse a fUles de 1945, en la
servadores del pasado, por ser la expresión de una burguesía industrial confrontación electoral que culminó en los comicios de febrero de 1946.
nacionalista.27 No estaba en la mentalidad de los dirigentes locales condi- Pero, para entonces, su lugar estará en las filas de la coalición de las clases
medias y los intereses económicos movilizada contra el vasto movimiento
25 Perón (1944),p. 29. popular integrado por los mismos trabajadores por cuyas reivindicacio-
26 Entrevista a J. Michelon ya citada: "Le dije a la dirección del partido que podía- nes, con tanta fidelidad, se habían batido en el pasado.
,mas sacar más de los militares que de Santamarina (gran propietario rural y
conocido político conservador). Pero no fui escuchado: la dirección me suspen-
dió en mi condición de miembro del Comité Central". Es un gobierno de la burguesía que quiere la industrialización del país a costa de
27 En junio de 1944, Luis C. Prestes, en prisión por orden de Vargas, escribe a los una mayor explotación del proletariado y la inflación monetaria. Si fuera un
máximos dirigentes del Partido Comunista Argentino; la carta habrá de llegar a gobierno nazi habría que aconsejar inmediatamente la lucha armada popular [...]
sus destinatarios en abril de 1945. En el momento en que Prestes escribe circulan lo cual es absurdo, ya que se trata de un gobierno que el pueblo argentino en su
tumores sobre un conflicto armado entre Argentina y Brasil. Documentos re- gran mayoría reconoce como nacionalista, si bien que reaccionario. Es erróneo
cientemente revelados por el Foreign Office han confirmado que el gobierno de alegrarse con la actitud de los Estados Unidos y el Comité Panamericano de
Estados Unidos cuntemplaba la posibilidad de apoyar una intervención arma- M~ntevideo, que' se rehusan a entrar en relaciones con el gobierno argentino. Esa
da de Brasil,a fin de derrocar al régimen militar y poner fin a su amenaza "para ~ctltud refuerza para las masas la apariencia nacionalista del gobierno y torna
la seguridad del continente". Esta historia extraordinaria ha sido reconstruida lUa~eptable la línea de los comunistas, que no conseguirán de ese modo la
por Escudé y Vilgré Lamadrid (1980): "Es necesario examinar con mayor cuida- U~dad Nacional [...]. Es necesario que el pueblo argentino ayude a las Naciones
do el verdadero carácter de clase del gobierno actual -escribió Prestes a sus Urudas, cualesquiera que sean los hombres en el poder. Nada impide que Farrell
ca~aradas argentinos-o ¿Es justo llamarlo nazi? ¿Es realmente una agencia de o Per~:>nmarchen por el mismo camino que Vargas. Los comunistas debemos
HItler?No me parece que sea tal cosa. A pesar de todas las medidas reaccionarias emp~Jarlos en ese sentido, hasta evitar la guerra con el Brasil". La carta de Prestes
adoptadas, su carácter de clase quizás sea menos reaccionario que el de Castillo. ha SIdo reproducida en Controversia, 1979, N°3.
[64)
1 [65)
Lo pieja gllardia sil1dical.JI PerólI
Capítulo 2
La eliminación de los comunistas del mundo sindical no fue fruto Argentina con el advenimiento de la II República de España.28 Coinci-
exclusivamente de la coerción. De hecho, la política represiva no hubier dencia reveladora la participación de estos dos hombres, cada uno re-
f( : tenido efectos tan drásticos e inmediatos si no hubiera contado con e~ presentando a las fuerz~s que se com~inan pa.:a fortalecer la intervención
auxilio de las viejas rivalidades sindicales. El lugar vacante que dejaban lo del Estado en las relaCIones de trabaJo: la pnmera, una fuerza social, el
militantes comunistas camino a la prisión fue prontamente llenado po; movimiento sindical en busca de la protección de la ley; la otra, de origen
otroS, en su mayoría representantes de la disidencia interna en los distin- político y encarnada en una elite estatal animada de un proyecto de filia-
tos gremios. Lo que unía a estos disid~ntes de origen diverso era la certi- ción corporativista. La nueva Secretaría,de Estado recibe rango de mi-
dumbre de ,!-u.e,lasubor~a~ión d~ !as organizaciones obreras a un par- nisterio en el campo del trabajo e incorpora bajo su jurisdicción a orga-
tido de 0poslclon era una tacnca swcIda en las presentes circunstancias. Si nismos tales como la Comisión de Desempleo, la Caja de Ahorro, la
sus razones eran escasamente espontáneas, si su comportamiento no es- J,I
Comisión de la Vivienda Popular, la Cámara de Alquileres y varios otros
;1
tuvO desprovisto de oportunismo, al menos podian evocar en su favor el pertenecientes al área de la previsión social. Es a un puesto acrecido en
'í
ejemplo de sindicatos del prestigio y experiencia de la Unión Ferroviaria sus poderes yen su alcance al que Perón accede el2 de diciembre llevan-
cuya tradicional línea de prescindencia venía a rehabilitar la coyuntur; do como colaboradores inmediatos a Mercante y Bramuglia. En el dis-
política en curso. Bajo este auspicio y con la asistencia de la CGT comen- curso que se pronuncia al tomar posesión del cargo tiene, por fIn, la
zaron a surgir así los sindicatos paralelos en la industria y a r~cibir, como oportunidad de exponer en detalle las ideas que guiaban la actividad que
era esperable, el reconocuTIÍento oficial. A excepción del que se constitu- venía desplegando hada unos meses:
yó en los frigoríticos y a cuyo frente estaría Cipriano Reyes -un dirigente
llamado muy pronto a tener un papel sobresaliente-, los demás perma- (... ] Simple espectador como he sido en mi vida de
necieron en un estado embrionario hasta 1946, cuando habrá de produ-. soldado de la evolución de la economía nacional y de las
l.
. cÍrse la ola de sindicalización de los trabajadores industriales. El desplaza- relaciones entre patrones y trabajadores, nunca he podido
miento de los comunistas, que casi ninguna voz del resto del movimiento ~, avenirme a esa idea tan corriente de que los problemas que
se alzó para condenar, dejó el campo en manos de dirigentes que en gran esa relación origina son materia privativa sólo de las partes
parte eran afiliados socialistas, más dispuestos a recorrer el sendero de la interesadas. A mi juicio, cualquier anormalidad surgida en el
colaboración abierto desde el Estado y a sacar del él su propio provecho más ínfimo taller yen la más oscura oficina repercute direc-
corporativo. tamente en la economía general del país y en la cultura de
Visto desde el lado del Estado, ese sendero era todavía estrecho. sus habitantes.
¡.:'
Para que la colaboración fructificara era preciso suplementar los gestos (... ] Por tener muy firme esta convicción, he lamenta-
w: do la despreocupación, la indiferencia y el abandono en
. de buena fe iniciales con ventajas tangibles, y para esa función el antiguo
Departamento Nacional de Trabajo estaba mal preparado. Dependiente que los hombres de gobierno, por escrúpulos formalistas
del 11lnisterio del Interior, dotado de limitadas atribuciones, era un resi- repudiados por el propio pueblo, preferían adoptar una
.
:11
duo institucional de la no muy lejana época en la que la cuestión social actitud negativa o expectante ante las crisis y convulsiones
11::," formaba parte del mantenimiento del orden público. Su refonna figura- ideológicas, económicas, que han sufrido cuantos' elemen-
¡,
ba ya entre las demandas del movimiento sindical y Perón mismo com- tos intervienen en la vida de relación que el trabajo engen-
...JI:! ',;
"
prendería la urgencia de ella a poco de ser designado . dra. El Estado mantenías e alejado de la población trabaja-
:/1: . dora. No regulaba las actividades sociales como era su de-
El 23 de noviembre es aprobado el decreto por el que se crea la
[i1', Secretaría de Trabajo y Previsión. En la elaboración del mismo intervie- ber, sólo tomaba contacto en forma aislada, cuando el te-
nen Juan A. Bramuglia, abogado de la Unión Ferroviaria, y]oséMa. mor de ver perturbado el orden aparente de la calle le obli-
~:l
Figuerola, antiguo funcionario del Departamento Nacional de Trabajo y
q; asesor en la dictadura de M. Primo de Rivera, antes de emigrar a la :a Sobre la personalidad de José Ma. Figuerola, consultar Fayt (1967), p. 95.
,[t ' , :1
[66]
[67]
La vit:ja guardia sütdical), Peról1
Capítulo 2
He aquí los temas del catecismo reformista bajo el cual Perón ha-
brá de colocar su gestión, los temas que predicará infatigablemente, con
la pasión de un converso iniciado en una verdad secreta de la que depen-
[68]
[69]
Capítulo 3
Capítulo 3 vorcio entre los cálculos políticos de Perón y los de sus camaradas: mien-
r
e
t
El oportunismo de la vieja guardia sindical
tras estos se afanaban en la eliminación de la actividad política, él estaba
empeñado en lograr el apoyo de sectores del Partido Radical; donde
aquellos, ciegos y sordos a la evolución de la situación internacional, tra-
bajaban en el perfeccionamiento de un orden clerical-autoritario, Perón
buscaba alguna forma de legitimidad popular que pusiera al régimen
militar al abrigo de imprevistos. En esa búsqueda no despliega todavía la
inventiva política que le será propia en el futuro, y dirige sus esfuerzos
hacia los cuadros directivos del partido que había sido, antes de 1943, el
canal de expresión de la oposición mayoritaria a los gobiernos conserva-
dores. En particular, los contactos se establecen con Amadeo Sabattini,
'1
1. El camino tortuoso hacia la alianza de los sindicatos y Perón quien es un defensor solitario, en los medios políticos, del neutralismo
ante la guerra.2 La tentativa de Perón confIrma el lugar todavía comple-
La Era de la Justicia Social anunciada por el secretario del Trabajo mentario que asigna al sindicalismo en esta etapa de su carrera hacia el
tardó algún tiempo en traducirse en los hechos. La distancia entre el dis- poder. La originalidad de la apertura social anunciada desde la Secretaría
curso y la realidad se mantendría durante los siguientes cinco meses. Pare- de Trabajo está acompañada, aún, de la confianza en la eficacia de lealta-
cía como si las promesas de reforma no hubieran tenido otro objetivo des políticas ya probadas en la vida del país. ,
que el de apaciguar el frente sindical para ganar tiempo. Y de eso, efecti- La parálisis del apenas esbozado proceso de reformas no podía no
vamente, se trataba. suscitar la inquietud más viva de los dirigentes obreros; sobre todo por-
La reorganización del gobierno en octubre había dejado fIrmes en que las trabas a la actividad sindical se mantuvieron no obstante la dero-
el control del poder a los coroneles neutralistas, pero estos se hallan lejos gaciq.n en diciembre del decreto represivo promulgado a pocas semanas
de ser un grupo cohesivo. Las ambiciones personales y una distinta con- del golpe de Estado. Al contrario, desde la Secretaría de Trabajo se hace
cepción sobre los rumbos de la revolución enfrentaron a Perón y al sec- sabet a los directivos de los ferroviarios, los empl~ados públicos y el
tor de los oficiales integristas y doctrinarios, que apreciaban poco su po- transporte urbano la conveniencia de elevar sus peticiones organizando, a
lítica obrerista, mal vista por quienes sólo pensaban en un Estado autori- esos efectos, actos y marchas delante de las oficinas del gobierno, bajo la
tario y austero, volcado a la restauración de los valores idealizados de una muy obvia amenaza de suspender las tratativas y, para los ferroviarios, de
Argentina tradicional.1 Para estos epígonos locales de la España franquis- postergar la normalización del sindicato.
i ta y la Francia de Vichy, las veleidades reformistas del secretario de Tra- A estos sindicalistas se les aparece con claridad la perspectiva de
bajo, la heterodoxia de sus recursos, lo hacen peligrosamente sospechoso devenir la masa de maniobra de Perón, en su lucha por el predominio en
de los mismos cargos que distribuyen con fervor de cruzados sobre la el interior del régimen.3 No era así, por cierto, que habían concebido su
l' ,
clase política. En este marco, las luchas de palacio continúan, incesantes, y acercamiento al secretario de Trabajo, ni a ese papel tan poco atractivo
1" en ellas, Perón, utilizando los medios que le ofrece su posición en el
1v.1inisteriode Guerra y su ascendiente personal sobre el propio ministro, 2 Los contactos entre Perón y A. Sabattini fueron reconstruidos por Luna (1969),
el general Farrell, procura atraerse adhesiones en el ejército y frustrar los pp. 148-149.
,1"
diversos intentos de desplazarlo. 3 Lucio Bonilla, dirigente textil socialista, hace referencia a las presiones de la Secre-
taría de Trabajo en la entrevista que le realizara ARO. Potash (1971, p. 350)
El relativo abandono del frente sindical a que obligó la lucha por el menciona un discurso de Perón, de mayo de 1944, ante oficiales del ejército, en el
poder dentro del régimen tenía una razón adicional, reveladora del di- que sostuvo: "Si quiero, en este momento, podría ordenar la huelga ,de 1??000
trabajadores hoy mismo". Este era el tipo de argumentos que Peron utilizaba
1 Las luchas internas dentro de la elite militar han ,sido tratadas por Potash (1971), delante de sus camaradas para probar el éxito de su política social y promover sus
Caps. 8 y 9; YRouquié (1982), Caps. 1 y 2. intereses contra los de sus rivales.
[70] [71]
La vida gttardia si11dicol.JI PerÓ11
Capítulo 3
1
6
CGT, 19 de febrero de 1944. .
7 CGT, 10 de marzo de 1944.
[72]
[73]
r
¿,' La vi~ja gllardia sindical)' Peróll Capítulo 3
lización de la Unión Ferroviaria y La Fraternidad, la reapertura de los les,. no cometí el error de dar a publicidad un programa
locales clausurados y la liberación de los presos politicos.8 Al no recibir inmediato de acción, convencido de que el tiempo y la ex-
otra respuesta que la amenaza de nuevas sanciones, la dirección de la periencia habrían de indicar la manera y la oportunidad de
central obrera decide iniciar conversaciones con el sector sindicalista de la las reformas [...] En primer lugar, teníamos que'deftnir el
USA y los sindicatos autónomos de los municipales y empleados de instrumento que habría de reemplazar al viejo Departamento
comercio -sobrevivientes de la disolución de la CGT 2-, con vistas a la ' de Trabajo, anulando los aspectos negativos que habían
organización conjunta de una concentración pública el próximo 1 de 0 desacreditado la institución ante los trabajadores y crear una
Mayo, bajo el lema de (~cto de Libertad".9 nueva entidad sobre bases más sólidas, realistas y humanita-
Esta consigna no dejaba duda alguna sobre las intenciones de la rias. La tarea fue costosa en tiempo y esfuerzo porque de-
i, mandó un estudio cuidadoso de los problemas inmediatos.
movilización sindical. Los dirigentes obreros se disponían a jugar la carta ;
~~
!
de la oposición, buscando en las fllas de los adversarios del régimen Ahora llegó el momento de hacer frente a la empresa más
'"
militar el lugar que este se mostraba remiso a concederles. Pero la con- difícil, la de asegurar el bienestar de lo's trabajadores [...]
frontación no tuvo lugar: a último momento el acto del 1o de Mayo fue (como primeros pasos) se ha decidido derogar la cláusula
prohibido. Esa sería la ocasión elegida por el secretario de Trabajo para que excluía a sectores de los empleados públicos de los
poner fm al bloqueo del proceso de reformas yendo al encuentro de las beneficios de la jubilación [...] Tengo también el placer de
demandas sindicales. La decisión que habría de cambiar los destinos de la anunciar que los trabajadores de los hospitales privados se-
Revolución de Junio no fue -es preciso subrayarlo- el producto exclusi- rán incluidos bajo la protección de los mismos beneficios,
vo de la potencial amenaza del descontento sindical. En su origen estaba así como la creación de un proyecto oficial de construcción
también el fracaso de las negociaciones con los radicales.lo La reticencia de cien mil viviendas para las familias de bajos ingresos [...]
de A. Sabattini a acompañarlo en su empresa politica forzó a Perón a y un plan nacional de aprenclizaje.ll
concentrar la búsqueda de adhesiones populares sobre el apoyo que po- Estos compromisos habrán de comportar un giro significativo en
dían aportarle los dirigentes obreros. Esto imponía la necesidad de intro- su gestión. La Era de la Justicia Social dejará de ser un eslogan promete-
ducir una mayor reciprocidad en unas relaciones cuyo deterioro había dor, para hacerse realidad en los próximos doce meses, superando las
mostrado muy bien el fallido acto de rebelión sindical. La reducción del modestas expectativas despertadas en los medios sindicales por su apari-
margen de opciones politicas en manos del secretario de Trabajo venía ción inicial en la escena política. Para ello Perón contará con los recursos
así a entregar al movimiento sindical, en forma oportuna, un nuevo y de poder conquistados gracias a una exitosa guerra de intrigas dentro del
crucial poder de presión. régimen militar.12
El primer signo de la puesta en marcha de las reformas sociales pro- Bajo la presión del gobierno de Estados Unidos, a fmes de enero
metidas llegó ello de Mayo, precisamente la fecha prevista de la conft'onta- de 1944 el presidente Ramírez suscribe el decreto de ruptura de relacio-
ción. En el discurso que pronuncia en el Día del Trabajo, Perón declara que nes con Alemania y Japón. Washington amenaza con la divulgación de las
la hora de traducir los principios de la justicia social en medidas concretas pruebas de la misión secreta a Alemania de un funcionario del gobierno
ha arribado, y anuncia una serie de resoluciones que coinciden, ostensible- argentino con el objetivo de negociar la provisión de armamentos. Pese
mente, con reivindicaciones claves contenidas en la plataforma de la CGT: a que la ruptura es el resultado de una decisión colectiva de la elite militar,
En diciembre del año pasado, cuando hice saber que en la que Perón participa, este aprovecha el descontento que ella provoca
el Estado se proponía cumplir con sus obligaciones socia- en los sectores adictos a la neutralidad para incitar al desplazamiento de
I
8 CGT, 15 de abril de 1944. 11 Perón (1944), p. 44.
1" 9 Entrevista a E PÚez Leirós ya citada. 12 El ascenso de Perón hasta alcanzar el control del régimen está reconstruido en
10 Potash (1971), p. 350; y Luna (1969), pp. 148-149. Potash (1971), Cap. 9.
[74]
L [75]
La t'io/a guardia sindicaly Peró11 Capítulo 3
Ramírez y, con él, de varios oficiales opuestos a sus aspiraciones de po- propia debilidad frente a la resistencia hostil de las clases patronales, los
der. La crisis gubernamental culmina en febrero con la designación del dirigentes obreros habían reclamado en el pasado la asistencia de los
general Farrell en la preside~cia y la de P~:ó~ en el ~steri~ de Guerra. poderes públicos. Socialistas, comunistas, sindicalistas, todos por igual
El control de la estructura Interna del ejercito habra de abrirle resortes cultivaron con frecuencia los contactos informales con los funcionarios
valiosos para afltmar su ascenso; en el mes de julio, una nueva purga oficiales y los personajes influyentes, como suplemento necesario de una
elimina al último de sus rivales, y con el apoyo del ministro de Marina, acción sindical acostumbrada a victorias siempre modestas y precarias.
almirante A. Teisaire, accede a la vicepresidencia, mientras retiene los car- ¿Por qué cambiar de actitud ahora, frente a un gobierno más permeable
gos de ministro de Guerra y de secretario de Trabajo. Hacia mediados a sus demandas, que parecía dispuesto a recrear el clima de entendimien-
de 1944 es, incuestionablemente, el jefe virtual del régimen militar. . to conocido bajo las administraciones radicales yal que la restauración
Este era un régimen aislado de la opinión política externa e interna. conservadora había puesto fin?
La defenestración de Ramírez había dado a los países aliados el pretexto Las lealtades de partido no serían tampoco obstáculo a la participa-
'1
esperado para negar el reconocimiento a los nuevos titulares del poder, ción en la redistribución del poder social abierta desde la Secretaría de
de cuyo celo en la causa antifascista tenían sus razones para dudar. Tam- Trabajo. Para el gran número de dirigentes obreros afiliados al socialismo,
poco los partidos encontraron razon~s s~ficient~s par~ dep?ner l~,hosti- la militancia política estaba asociada con la sujeción a una disciplina cuyas
lidad hacia los militares. La línea autorltana y clencal, la ldent1ficaclOn con compensaciones eran limitadas. El control ejercido por la Comisión de
el ejemplo de las dictaduras de derecha ya en derrumb.e e~ Europa, se Información Gremial del partido era escasamente premiado con la pro-
mantuvieron. A juzgar por su conducta futura, la contlnilldad de estas moción en la jerarquía interna de la organización, monopolizada por un
tendencias regresivás se debió menos a las convicciones de Perón que a grupo dirigente integrado por profesionales y receloso de figuras que
las condiciones de su vertiginosa carrera en el ejército. Como cauteloso podían contar con bases propias de apoyo. Esa pesada tutela mal se ajus-
político que era, no podía permitirse ignor~r la gravitaci?n qu~ esa idea taba al espíritu de cuerpo de unos cuadros sindicales cuyas funciones los
de la revolución tenía en el cuerpo de ofiCIales; esto le Impedía, por el llevaban a tratar en primera persona con los gobiernos y las fuerzas polí-
momento, innovar demasiado sobre la dirección política del régimen. ticas:14 De allí que ante la oportunidad de insertarse en los mecanismos del
Limitado de este modo el campo en el que podía buscar aliados, sus aparato estatal, pocos resistieran la tentación de la desobediencia.
esfuerzos se dirigieron hacia el movimiento obrero.
2. La puesta en marcha de I n.eral Uriburu. Los sindicatos comunistas como la Unión Obrera Textil no pu-
SIeron reparos en negociar con el Ministerio del Interior en ocasión de la huelga
de 1941. Una delegación de la CGT participó de los actos de celebración del
las reformas sociales y la reacción patronal
La convergencia entre los compromisos asumidos por el secretario
I primer aniversario del gobierno de Manuel Fresco en la provincia de Buenos
Aires. La tradición del acercamiento al gobierno estaba bien establecida" (Ho-
rowitz, 1979). (N. del E.: la tesis de Horowitz es la base de su libro Los sindicatos)
de Trabajo y sus aspiraciones por tanto tiempo postergadas tuvo el efec- el Estado y el surgimiento de Perón} 1930-1946, Buenos Aires, Eduntref, 2004,
to de despejar el camino de la colaboración para la vieja guardia sindical. publicado en esta misma colección].
14 Jacinto Oddone, él mismo un militante sindical, pero muy próximo a la dirección
De hecho, no debe sorprender la buena acogida que tuvo la apertura
socialista, ofrece un testimonio de los conflictos con los dirigentes obreros. Refi-
social: lo que ha cambiado no es la actitud del movimiento obrero -ha riéndose al período previo al golpe de 1943, sostiene: "La CGT era una institu-
destacado bienJoel Horowitz- sino la del EstadoY Conscientes de su ción cuya importancia crecía día a día. Agrupaba a gremios que en cualquier mo-
mento podían paralizar la vida económica del pais. Por esa razón, quienes esta-
ban a su frente se habían convertido en hombres de gran importancia, que trata-
13 En la conclusión de su excelente tesis sobre el movimiento sindical argentino en ban con las más altas autoridades de los municipios, las provincias y la Nación.
los años de 1930, J oel Horowitz sostiene: "Los sindicatos estaban acostumbra- (...] Perturbada su cabeza, no pocos entrevieron la posibilidad de convertir la
dos a tratar con los gobiernos a todos los niveles. Hablaban a cualquiera dis- central obrera en una poderosa organización política que reemplazara al Partido
puesto a escucharlos: la Federación de Obreros Telefónicos, de orientación sindi- Socialista, cuyos millares de adherentes les parecían despreciables frente a los
calista, trató con el jefe de la policía de Buenos Aires durante la dictadura del ge- centenares de miles que reunía la CGT". Cf. Oddone (1949), pp. 376-377.
[76] [77]
La vio/a gtlardia sil/dica! y Peról1 Capítulo 3
~ . j;
,:',
Es, pues, una dirección sindical confirmada en su confianza en el}'
'/Jr " apel arbitral del Estado por la dura experiencia del orden conservador,,':
El compromiso con la industrialización no ponía [ID, sin embargo,
S:a las opciones abiertas por el debate sobre la 'economía de posguerra.
:~) ~ue se percibe a sí misma ~omo un grupo .de presión independiente, hu~ I'fanto la industria pesada, por la que se inclinaban los círculos militares,
1t;,1, que habrá de participar ac?:vamen:e, a partlr ~e mayo de 1~44, en la ela-~.i <"Gomouna industria ligera creada alrededor delas actividades desarrolla-
boración de la nueva polítlca SOCIalen los diversos orgarusmosque el": ,{r'dasdurante la guerra, implicaban un alejamiento de la economía agroex-
régimen militar multipli.ca con. esa fInalidad. Quizás el má~ ilnportan:e de ',,'~, '~~!l'cportadora;pero una y otra presuponían modelos de distribución del
todos ellos fue el Consejo NaclOnal de Posgqerra, establecIdo en septlem.., ::'.jngreso diferentes. Aunque la necesidad de la industria pesada no desapa-
bre de 1944. Integrado por funCionarios de varios ministerios y por re--,~ ,",reció del discurso oficial -el mismo Perón hizo de ella el centro de su
presentantes de las fuerzas de la produ~ción, dicho organism~ dio una~" '¡~. conferencia sobre la defensa nacional de junio de 1944-, lo importante
primera respuesta al debate sobre las VIas de desarrollo del PalS para el'~, ;~es que las políticas formuladas por el Consejo Nacional de Posguerra
período de posguer:a.15. Con el ~m próximo del co~flicto ,mundial, el, ~~~apuntaron en la otra dirección. En las directivas que acompañaron la
recuerdo de la expenencIa de la PrImera Guerra Mundial haCIa telner por ,,' ~;:'constitución de este organismo el énfasis estuvo puesto en la protección
la suerte del proceso de industrialización. De hecho, no eran pocos los que:' , de las industrias elaboradoras de materias primas de origen nacional (tí-
t. juzgaban que este proceso era "artificial" y "transitorio". Influyentes re~{ picamente, industrias de bienes de consumo e intensivas en mano de
presentantes del sector rural demandaban que al término de la guerra se , obra). Ello introdujo, en los hechos, un sesgo favorable a la distribución
desmontara la industr~a y que todos los recursos se volcaran nuevamente " del ingreso, a los efectos de ampliar el mercado interno de dichas irldus:-
a la explotación de las riquezas n~turales del país, 4t agricultura y la ganade-:~ trias y compensar la pérdida de la demanda externa a la que debierort
ría. También era previsible que los países centrales procuraran adecuar su' '¡'. hacer frente al renovarse la competencia de las manufacturas de EstadQs
producción a las condiciones de paz e intentaran ~ec~perar su supremacía -< Unidos y Europa.
ene! comercio mundial. Esto comportaba la perdida de los mercados No es aventurado ver en este reajuste del'programa industrial de la
co~quistados en América Latina por la industria argentina y, eventualn1en- elite mPitar el intento de conciliar sus intereses corporativos con la bús':..
te ~udesplazamiento de áreas sustanciales del mercado interno. ' queda ~e un consenso más amplio, que incluyera a empresarios y sectores
, La paz estaba asociada, así, en el espíritu dé' muchos, con la pers- obreros.
pectiva de la recesión. Qui~nes, c~mo la ~GT, habí~ alert~do contra ~se , Los trabajos del Consejo Nacional de Posguerra, que servirían de
peligro reclamando en vanas ocaSIones la mtervenClOn ofiCIal para conJu- ; anticipo al Plan Quinquenal de 1946, respondieron con creces a las in-
rarlo,16no podían haber encontrado en los jefes de la Revolución de quietudes de los dirigentes sindicales en él representados, al dar garantjas
Junio una audiencia. ~ás comprensiva. La~ lecciones de la guer~a había:l1 ciertas de que los trabajadores no serían excluidos de los beneficios del
convencido a los militares sobre la urgenCIa de contar con una mdustna desarrollo. Además de la preparación de un, programa económico de
capaz de producir armamentos Y de asegurar la defensa nacional. Por mediano plazo, la labor del Consejo abarc~',el campo de la reforma
otro lado, la perspectiva de la recesión, con sus consecuencias desestabi- institucional, y aquí también el movimiento smdicallogró concretar una
lizadoras sobre el orden social, reforzaba su convicción sobre la necesi~ de sus antiguas demandas, con la creación de un aparato judicial indepen-
dad de preservar la continuidad de las fuentes de trabajo provistas por la diente, el de los tribunales del trabajo.
industria.17La creación del Banco de Crédito Industrial, en abril de 1944, Pero los dirigentes sindicales obtendrían las ventajas más inmediatas'
fue una prueba bien clara del lugar que habían escogido ocupar en el de la colaboración en el ámbito de las negociaciones colectivas. Con nue-
debate económico. vos poderes a su disposición, la Secretaría de Trabajo se embarcó en una
amplia campaña tendiente a extender y mejorar la vigencia de los contra-
15 Consultar Fayt (1967), pp. 83-85. tos de trabajo en el Gran Buenos Aires yen eLinterior del país. En los 15
16 CGT, 10 de diciembre de 1943. meses posteriores a mayo de 1944 fueron firmados cerca de 700 contra-
17 CE. Panaia y Lessser (1973). tos, una cifra que revela toda su magnitud cuando se la contrasta con los
[78] [79]
La I'io/a gttardia sindical JI PeróII Capítulo 3
400 contratos concertados entre 1941 y 1943.18 El análisis de dichos COn- decisiones puntuales, entrañó un cambio radical de actitudes hacia la
tratos permite constatar -como Louise Doyon y Walter Little lo han , 1,.cuestión social. El impacto de su gestión estuvo a la medida de la indi-
mostrado-19 que los viejos sindicatos de servicios y del transporte resul- gencia en la que se encontraban amplios estratos del,mundo del trabajo.
o
taron los más favorecidos. Tampoco es sorprendente que, entre ellos, los En un marco semejante, las reformas más modestas revestían un carác-
ferroviarios figuraran primero. Además de obtener una nueva escala de ter espectacular. Perón se encargaría, a su turno, de presentar estas refor-
salarios y la devolución de las retenciones deducidas de sus ingresos des- mas como el inicio de la reparación, demasiado postergada, que el país
de 1934, lograron mejoras en las normas sobre accidentes de trabajo y debía a sus clases trabajadoras. Pero al miS1TIOtiempo que las invitaba a
jubilación, así como la expansión de los servicios médicos del sindicato considerarse a sí mislnas como miembros plenos del cuerpo social, ha.,.
gracias a la ayuda fmanciera del gobierno. Igualmente,. los sindicatos del bría de advertir, con igual insistencia, contra la influencia de las "ideolo""
teléfono, transporte urbano, imprenta, empleados públicos y municipa- ~: gías exóticas", llamándolas a organizarse en estrecha colaboración con el
les, y empleados de comercio consiguieron concesiones salariales, vaca- '1
Estado. Recurriendo a menudo al ejemplo de los ferroviarios -a quie-
ciones pagas más extensas, la redefmición de las categorías ocupacionales nes conferiría el título de haber sido los primeros en comprender su
sobre la base de la garantía de la promoción y nuevas cláusulas sobre la obra-, desde su tribuna de la Secretaría de Trabajo se ocupó de exaltar
estabilidad del empleo. La Federación de Empleados de Comercio vio las virtudes del sindicalismo profesional y prescindente en materia polí-
concretada una vieja aspiración -que los diputados socialistas habían in- tica:
tentado sin éxito hacer aprobar por el Parlamento antes de 1943- cuan-
Estanl0S tratando de establecer nuevas nonnas y prác-
do el gobierno estableció su sistema de jubilación.
ticas que lleven a la dignificación del trabajo, de manera tal
Las concesiones recibidas por los sindicatos industriales fueron más
que nunca vuelva a ser considerado simplelnente como una
modestas, reflejando las diferencias existentes en el movimiento obrero
mercanCÍa (...] Con ese fin, es necesario que los trabajadores
en cuanto a la capacidad de articular las demandas y de presionar sobre el
se organicen en sindicatos fuertes e internamente cohesio-
Estado. El esfuerzo conjunto de los dirigentes sindicales y los funciona-
nadas, recordando siempre que las cuestiones políticas e
rios oficiales se centró aquí en romper la fuerte resistencia de los patrones
.~ideológicas deben quedar al margen de la actividad sindicaL
a la negociación contractual. Los acuerdos firmados en la industria fija-
La política dentro de los sindicatos es' como una bomba de
ron aumentos de salarios y ratificaron básicamente las leyes sociales ya
tiempo que puede destruir las organizaciones cuando me-
vigentes, como la jornada de trabajo de ocho horas. Aunque rudimenta-
nos estas lo esperan.20
rios, condujeron a una redefmición de las relaciones de autoridad en las
empresas, al establecer una instancia por encima de los patrones a la que La campaña de persuasión de Perón no se dirige exclusivamente al
los trabajadores podían apelar. Esta fue, por otra parte, la significación movimiento obrero. Aunque en él encuentra los interlocutores más aten-
que tuvo la promulgación del Estatuto. de~ Pe?n Rural. El estatuto intro- tos, no está en sus intenciones la instauración de una república sindicalista.
dujo la intervención del Estado y del smdicalismo en un sector de obre- Esta es la imagen que las fuerzas políticas se empeñan en divulgar desde
ros hasta entonces incluido en un sistema de relaciones sociales extrema- la semiclandestinidad a la que el régimen militar las ha confinado. Para
damente arcaico, poniendo en cuestión nada menos que el poder perso- neutralizarla, el secretario de Trabajo se aplica con parecida tenacidad a
nal de los terratenientes dentro de sus haciendas. ganar la benevolencia del mundo de los negocios para su política de
Si bien la obra reformista de Perón no se tradujo en una legislación reformas sociales. Sus' argumentos, largamente expuestos en el discurso
de alcance general, y puede más bien ser defmida como un conjunto de ya citado én la Bolsa de Comercio, evocan ante una audiencia previsible-
mente reticente frente a tantas innovaciones el espectro de la revolución
18 CE. Fayt (1967), p. 108.
social y la urgencia de prevenirla:
19 CE. Little (1988) y Doyon (1978). La tesis de doctorado inédita de Louise Doyon
es el mejor estudio disponible sobre la evolución del sindicalismo entre 1943 y
1955 Yha sido una fuente permanente de consulta en la preparación de este libro. 2(\ Perón (1944), p. 36.
[80J [81]
La I/;!!/a guardia sindical J' PerólI Capítulo 3
La falta de una polltica social en nuestro país ha lleva- nuar los factores naturales de la agitación. Pero todo ello no
do a que se forme (una) masa amo:~a. Esas 1nasas ll1.or?áni- seria suficientemente eficaz si no fuéramos directamente ha-
cia la supresión de las causas que producen la agitación como
cas,. abandonadas , sin cultura. polltica, (son) . un medio de
['.
cultivo para agitadores profes10nales extranJer~s. Para,hacer efecto: la injusticia sociaL Es necesario dar a los obreros lo
desaparecer ese grave peligro de la masa no eXisten mas que que estos merecen por su trabajo y lo que necesitan para
tres caminos: primero, engañar a las masas con promesas o vivir dignamente, a lo que ningún hombre de buenos senti-
con la esperanza de leyes que vendrán, pero que nunca lle- mientos puede oponerse [...]. Es necesario sab~r dar un 30
'¡' ..",
[83)
[82)
La I!ida guardia silldiml y Perón Capítulo 3
en el juicio de uno de sus voceros, la nueva legislación además "habrá de 1 entre una clase ciega a su propia ruina y una elite esclarecida, dispuesta a
sembrar el germen del desorden social al inculcar en gentes de limitada ", salvarla, contrariando sus tendencias naturales, que la llevan a empujar al
cultura aspiraciones irrealizables y colocar al jornalero por encima del país entero hacia el abismo? Que esta sea la interpretación de Perón no la
mismo patrón en comodidades y remuneraciones", Para la Sociedad hace más convincente a los ojos de los empresarios ni, por otra parte, más
Rural es, pues, el secretario de Trabajo el que, con sus reformas, amenaza cercana a los hechos. En rigor, la gestión del secretario de Trabajo tiene
los fundamentos del orden existente. Y no solamente con sus reformas. toda la apariencia de una profecía que se autorrealiza: su política social, en
A fmes de diciembre, la Unión Industrial se levanta contra "la disciplina lugar de pacificar, lo que hace es aumentar el estado de movilización del
que engendra en las empresas el uso siempre más generalizado de un mundo del trabajo, para invitar luego a las clases propietarias a actuar en
lenguaje que presenta a los patrones en una posición de prepotencia y a consecuencia. Pero, ¿cómo no sospechar de los objetivos de una política
cada acuerdo, no como un acto de justicia, sino como una 'conquista' j: que en nombre de la paz multiplica los conflictos, que en nombre de la
que, de ser necesario, los trabajadores deberán defender por la fuerza". conciliación de clases exaspera las t~nsiones sociales? No es necesaria de-
Estamos ya en vísperas de la ruptura. La búsqueda de un acuerdo ha " masiada sagacidad para descubrir detrás de ella una tentativa de sustitu-
probado ser inútil: no obstante las quejas de los empresarios, la marcha ción política. Porque si Perón nada se propone menos que dejar el campo
de la política social continúa y, con ella, crece la efervescencia obrera. Las abierto a la espontaneidad obrera, es invocando su presencia, su potencial
organizaciones empresarias no esperan sino los signos premonitorios de amenaza, que intenta forzar a las clases propietarias a delegar el poder en
un cambio de la coyuntura política para pasar directamente a la oposi- el Estado. El rechazo de los medios patronales a las reformas de la Secre-
ción. Cuando ante la inminencia del triunfo de los ejércitos aliados, el taría de Trabajo se inscribe, así, en un rechazo más amplio: el de una
régimen militar afloje los controles autoritarios a comienzos de 1945, las gestión que consolidaría, a un tiempo, la influencia de los sectores obreros
veremos incorporarse a la lTIovilización de los sectores medios en nom- en la vida social y política del país yel papel arbitral de una nueva elite.
bre de la democracia y la Constitución, prontas a utilizar estos estandartes
para bloquear la reforma del viejo orden.
3. Entre la dependencia y la autonomía,
Al analizar la suerte corrida por la política de reformas en los me-
el oportunismo sindical
dios patronales, creemos que no basta con señalar la reacción previsible
de un sector celoso de sus privilegios. Es preciso agregar, siguiendo a De la reconstrucción realizada hasta aquí emerge claramente la dis-
Tulio Halperin Donghi, la distinta evaluación que los empresarios y los torsión histórica en la que incurrirán los que supriman el papel de la vieja
militares hacen del estado de la cuestión social. Perón intenta justificar su guardia sindical en los orígenes del peronismo. Sin embargo, la rehabilita-
gestión en la necesidad de anticiparse a la intensificación de la lucha de ción de su participación no pone fin a la controversia. Ya se ha visto que
clases.23 Presentándose como garante del orden, no ignora que un llama- hay autores que reconocen esa participación, pero que ofrecen de ella una
do semejante ha tenido buena acogida entre empresarios no menos con- imagen no menos distorsionada: sostienen que la respuesta de los dirigen-
servadores que los argentinos. Pero lo que falta aquí es la condición que tes obreros a la apertura social de Perón fue inmediatamente favorable.
. llevó en los países fascistas a los grupos patronales a volcarse a favor de Las vicisitudes por las que hubo de pasar la política de colaboración,
una política de reformas, aun al precio de sacrificios inmediatos. Esto es, desde que se insinúa en las entrevistas a mediados de 1943 hasta que fmal-
falta de sensación de amenaza frente a la presencia de un movimiento mente se concreta hacia mayo de 1944, indican que este estuvo lejos de ser.
obrero combativo. Nada hay, en efecto, en la experiencia anterior de los el caso. También con respecto a los alcances de dicha colaboración subsis-
empresarios que les aconseje pagar el treinta por ciento que les demanda te margen para el debate. Así, G. Germani, en su última contribución
el secretario de Trabajo para evitar el peligro inminente de una revolu- sobre el tema, luego de conceder a la vieja guardia sindical el lugar que no
ción sociaL ¿Debemos concluir, entonces, que estamos ante la oposición tenía en su exposición inicial, se apresura a quitarle toda importancia. 24
[84] [85]
La vio/a guardia sindical)' PcrólI Capítulo 3
1 atención sobre las concesiones obtenidas por el movi- ~egativa a la instrumentación del sindicalismo en función de objetivos de
para ello 11ama a , l' d
. to , s1!l C Preexistente , vJ de alli concluye que a tentativa e Coopta-
. di al , partido, en nombre de la cual tantos conflictos se habían librado en el
tn1en ,. tuvO éxito. La relación desigual de fuerzas entre los pasado, retenía toda su validez ahora, al despejar la VÍa para beneficiarse
"n del regunen ., .
C10 . di ales v el secretario de Trabajo no habna dejado otra op'- de la Era de la Justicia Social proclamada por Perón. Pero no estaba en
dir ' entes S1!l c . J '.
19 decidían a colaborar que la de renunC1ar a cualqu1er las miras de los dirigentes obreros colocarse bajo una nueva tutela, de
" n a los que se " ,
ClO " d t noIDÍa. En definitiva, Germam coloca a la v1eJa guar- ~uyas intenciones últimas las enseñanzas de una larga militancia los haCÍan
"tenSlOn e au o .
pre, . al rnpañía de los nuevos sectores obreros baJO el concepto desconfiar. No ignoraban que en el proyecto de Perón los sindicatos eran
di smdic en ca .
'de "masa mampu lable" y reitera el papel central
a. de la oferta soc1al y concebidos como medios para controlar y neutralizar a las clases obre-
, '
" d 1 Estado en los orígenes del peromsmo. ras, y que su propio destino no era otro que el de ser los funcionarios
Politlca e, 'd d 1 'd 1 -
Esta mterpr etación simplifica la flw ez e o acontec1 o en os anos disciplinados a cargo de la aplicación de la paz industrial. A este respecto,
, 945 Es verdad que los nuevos terrenos de poder que se abren a la ~,~mpartían las reservas de los círculos de la oposición politica, y si la
1943-1 . ,'" dIE d P
., d 1 vimiento sindical rerIllten a la mtervenClOn e sta o. ero, p'erspectiva del acceso a los recursos del Estado les aconsejaba silenciar-
aCC10n e mo nseo-Ilida el margen de maniobra de los dirigentes sindi- las, no por ello eran menos prudentes en sus relaciones con el régimen
como veremos e b- , ., , li
' los términos de la colaboraclOn era mas amp o de lo militar. Esta prudencia la dictan, además, consideraciones prácticas. Ubi-
ales para e1eg1r ,
c pone La combinación de la dependenCia frente a la cados en el centro de un proceso politico cuyo desenlace era todavía
ue a veces se su . .,
q d 1 bierno v el mantenimiento de una C1ertaautononua es la que incierto, la asociación estrecha con Perón amenazaba exponerlos a los
ayruda e go. . di al S'
, 'b 1 situación de las fuerzas sm c es en esa coyuntura. 111 riesgos de un súbito cambio de la coyuntura politica.
melar descrl e a , ,
, esfuerza por comprometer a qwenes rec1ben su apoyo y El análisis de las declaraciones y las movilizaciones organizadas por
d da Peron se .' , ,
u , dhesión se haga extens1va a la RevoluclOn de J umo y a su los sindicatos durante este período permite 'apreciar el oportunismo que
rocura
P , lid que su a ., 'd S'
Sin embargo, los frutos de este mtento son limita os. 1 preside sus transacciones con el jefe de la elite militar. Veremos que cir-
roplO erazgo. . "
p 'bl 'd tificar figuras como A. Borlenghi, L. Monsalvo,]. A. Bra- cunscrib.~n sus manifestaciones de apoyo a la aprobación de las medidas
es pOS1 e 1 en . ., , di' , " ",
, bandonando la condiclOnde mterme anos se illcorporan sociales: ..almiS1TIOtiempo, guardan un cauteloso silencio con respecto a
muglia que a , , di' di al
, '. d P o'n la posición del grueso de la v1eJa guar a Sln c se los otros' aspectos de la gestión gubernamental, sobre todo aquellos que
al seqUlto e er , .
, a más bien por el oportumsmo. pudieran ser manipulados para crear la fachada de un respaldo incondi-
caracterlz " . li . d 1
Ese opor tum"smo fue la respuesta al dilema po tlco crea o por a cional.25 Pero si muestran pocos escrúpulos en secundar públicamente la
.al del Estado, al que sólo los comunistas, optando desde un politica de reformas sociales, en los comunicados sindicales el énfasis está
apertura SOCl , b' l
. 1rechazo habrían de escapar: el resto se encontro aJo as puesto menos en la benevolencia de las autoridades que en su receptivi-
coouenzo por e, 'd
, , das de la colaboración y de la necesldad de salvaguar ar dad a las demandas del trabajo. En las definiciones de los dirigentes obreros,
PreslOnes
,
cruza
d ia El reconocimiento de sus demandas, su nusma partlCl-
. , ,
la imagen recurrente es la del contraste con el pasado. Esa referencia a
su mdepen enc . , , diE' il '
,, 1 ti'ón de las reformas sociales, haC1apor C1erto lC eVltar una época de injusticias y represiones que no cesan de condenar sirve no
aClOnen a ges ,
p ..' del régun'en militar. Este fue, no obstante, el cornpleJo y
las solic1taClOnes . " . , di
. d ' "o que se autOlmpondran. La V1ttud esenc1al de los Sln -
delica o elerc1cl . . 25 Sólo en una ocasión fue rota la neutralidad autoimpuesta por las direcciones
, zó por ser la discreción, y en los meses slgulentes a mayo sindicales. El 7 de julio de 1944 publican una declaración condenando la negativa
calistas comen " d 1
de 1944 dedicarán sus mejores esfuerzos a atrillche:arse detras e a ne.u- del Departamento de Estado de Estados Unidos a reconocer a las autoridades
argentinas debido a que éstas se niegan a ir más allá de la ruptura de relaciones
, d litl' Esta actitud era congruente, en pnmer lugar, con el tia,,-
tralida po ca. . . diplomáticas con los países del Eje y declarar la guerra. Los sindicatos tratan de
.' 1 1 por la defensa de su mdependencla como grupo de pre- presentar su solidaridad con la política exterior del régimen bajo la reivindicación
diClOna ce o , . fu
., L 'decisión de colaborar con la Secretana de TrabajO no e de la posición tradicional de neutralidad del país, y denuncian la actitud norteame-
S10n, a propla , ., di ' ricana como un atentado a la soberanía argentina (CGT, 27 de julio de 1944). En
,ena a 1a vo 1un ta'd de preservar su libertad de aCClOnfrente , a los ngen-
defensa de esta posición, el 29 se realiza un acto público en el que habla el presiden-
,a l li ' e los creían indefinidamente sometldos a su tutela. La te Farrell )', por vez primera junto a él, el secretario de la CGT, Alcides Montiel.
tes po tlCOSqu
[861 [87]
(
Capítulo 3
La IJida guardia sindical JI Parón
[89]
[88]
LI tJio/a gl/ardia sil1dical y Peró//
Capítulo 3
necesario introducir la presencia de las nuevas masas para dar cuenta de , comportamiento reticente de sus aliado s sm. di ca 1es Que ésa er
.
la política de colaboración ensayada por el sindicalismo. Este era, lo he- 1, parte, 1 a aCtltud de estos últimos se encar 'd' a, por otra
mos señalado, un sindicalismo a la busca de la protección del Estado. . , di d 1 gana e revelarlo un editorial d 1
peno ca e a central obrera de fines de 1944 31 E 1 e
Cuando un poder por tanto tiempo hostil pareció adoptar una actitUd tr d' . n e esfuerzo por
encon ar ante ce entes ilustres para leo-itim 1 . 'di '.
más receptiva, fueron los viejos sindicatos los que primero se moviliza- did 1 ,. b- ar a me ta expenencIa em
pren a, e anorumo editorialista de la CGT . -
ron en su apoyo: es dudoso que hubiera muchos migran tes internos en l sindicatos españoles bajo el régimen d P' . edvoc~ el eJe~pl? de los
. 1 d l' '. e nmo e Rivera. Slgwend 1
sus filas. eJemp o e Jefe . smdical socialista Largo C a b'll a ero ante un gobiern o e
Pero lo destacable es que el aniversario de la Secretaría de Trabajo menos carente de credenciales dem ocratlcas,.
,j . se trata pu d 1o no
vino a demostrar que la movilización del apoyo obrero se encontraba . sm hacer demasiadas preguntas la apertura del'Estad es,. e exp atar
bajo el control de las direcciones sindicales. Si bien no estamos en condi-
L ':tampoco la frontera de la neutralidad L ~, ~ero sm franquear
os aconteclrmentos dem
"~:d:;':f:;:~~~~~:a::s~~:::~~:::
~~~~::!~::;m:sta
~stab~~:~~
.1 •
ciones de estimar los esfuerzos invertidos por los sindicatos para asegu-
rar la concurrencia de sus afiliados, lo cierto es que el periódico de la
CGT apenas se ocupó de anunciar el acto en los días previos al 26 de nales y de la oposición democrática ., e ~s.c ases patro-
noviembre. De ello es posible deducir que la intención era que la demos- de 1945 llevó 1 " di" .que culmino en la cnSlS de octubre
, a a VIeja guar a SIndical a aband '.
tración, organizada en forma conjunta con el gobierno, tuviera propor- comprometerse con Perón. onar sus retlcenCIas y a
ciones modestas. Las autoridades, en cambio, se embarcaron en una in-
tensa campaña publicitaria, urgiendo a las masas obreras a participar del
homenaje a la agencia oficiaL Los resultados de esta campaña fueron
decepcionantes. En la ocasión, Perón pudo exhibirse rodeado de un nú-
mero considerable de dirigentes sindicales, pero delante de una escasa
audiencia de trabajadores. "Si le hubiésemos pagado cien pesos a cada
uno de los asistentes al acto -fue la reflexión de uno de sus colaborado-
res- nos hubiera salido más barato que la-publicidad".29
En los párrafos fmales del discurso del secretario de los trabajado-
res del azúcar, antes citado, dos son los actores que aparecen n1enciona-
dos a la vanguardia del proceso de reformas sociales: la Secretaría de
Trabajo y, junto a ella, las organizaciones obreras. En un aspecto impor-
tante, este inventario se correspondia con los hechos: las organizaciones
obreras eran, en efecto, los agentes exclusivos de la movilización popular.
Perón tuvo que acomodarse a esa realidad, como él mismo habría de
admitirlo en sus confidencias a uno de los dirigentes sindicales de la épo-
ca: "Para mí, el movimiento sindical es como una orquesta; si un violín
desafma no me queda otra opción que dejarlo desafinar, porque no ten ..
go otro para reemplazarlo".3o Los términos de la política de colabora-
1 "
ción estaban lejos de ser fijados unilateralmente por el hombre fuerte de
la Revolución de Junio, quien más bien debía tolerar, a pesar suyo; el
[90]
[91]
..
... .....:..¡ ..;: .~.'.. .
~
Capítulo 4
[92] [93]
La vieja gllardia sindical JI Peról1 I Capítulo 4
r
de obtener una b as e de apoyo popular no sólo incrementa la lazos de una justicia solidaria, fuente de progreso y bienes-
mili,
tares, 1 medios: desplaza, además, el campo de los tar. Desde la creación de la Secretaría de Trabajo este espí-
b li eranCla de os sectores , ' ,
e gf1i t SYatrae a 1as filas d e la resistencla a las clases, propletanas, menos
con cstas
di
spue
o que aque IIos a 1a quiebra del equilibrio SOClal.En este contexto,
" . su futuro en la crisis de 1945 esta
, ,
todavla
I ritu, y el sentido unilateral de las decisiones, justificadas por
la necesidad de extirpar el comunismo, han interferido en la
. b' 1regimen que Juega . resolución de los problemas sociales. Esta situación es tanto
Sl len e , d 1 eJ'emplo de las dictaduras fasclstas que se más lamentable cuando se considera que es el producto de
d
em
asiado aSOCla o con e
E
derrumban en uropa, es también
, .
, progresivamente, un reglffien nuevo
r
1
I
una voluntad personal, que es siempre transitoria.
3 El texto comp eto e. fj d 1 Fuerzas Vivas" se formaliza la tuptura de, as paña publicitaria, durante las cuales, uno tras otro, los sindicatos fueron
publicación del "Maru lest~, e aSyainsinuada hacia fmes de 1944. En una dec1a-
, -
l.' clases patronales C?~ el go ~er~o", n Industrial había reclamado contra «la indis-
pronunciándose contra el manifiesto patronal, la reacción sindical culmi-
ración del 29 de di~lembre a rudr°a en los establecimientos el uso más genera- nó el 12 de julio con un acto organizado por la CGT y la comisión de
. esarlamente engen , "
ciplina que. nec '1' ue hace presentar a los patrones en una poslclon Unidad Sindical. El acto, que sería el primer compromiso público del
lizado de clerta termilldoogla, ql no como un acto de justicia sino como una
. y a ca a arreg o, , 1 fu conjunto del sindicalismo con el gobierno militar, tuvo por lema: "En
de prepotencla , 1 s trabaJ'adores sabr1an defender con a erza.
. de ser necesano o . b defensa de las mejoras obtenidas por los trabajadores a través de la Se-
conqUlsta, que mal asimilados, semejantes a los que cam,a an
Trátase de pala~ras y concep~:as durante la primera faz del movimiento obre-
oc1a
los viejos orgaruzad~~es sd SI. nero de 1945). Sobre la reacción de las clases .¡ Comunicado de la Confederación de Sociedades Rurales, La Nación, 21 de junio
" (Revista de la Unt011111 ustna, e. mili' , C' (1967) de 1945.
ro
patronales a la po litlca
' SOC1a
. 1 del gob1erno tar, vease uneo '
[94] [95]
La virja g1lardia si11dicalJI PerÓ11
Capítulo 4
Que la posición de los críticos de la Secretaría de Trabajo con res- I ra de los más adelantados en el mundo, gravite en la solución de los
problemas económicos, políticos e institucionales de la República, y va a
pecto a las normas constitucionales era ambigua no podía ser más evi-
I gravitar con una absoluta independencia".
Esas intenciones se revelarían, sin embargo, más fáciles de formular
5 La 'Pre11sa, 13 de julio de 1945. J
que de llevar a la práctica. Las definiciones del 12 de julio, el apoyo reci-
[96] 1
l [97]
,',.-'
'.
Capítulo 4
La vieja guardia silldical y Peróll
,
dica y constitucionaL Los graves problemas económicos y rep~es~ntacIon SIndical. Pero lo que condenó, desde un principio, las ne-
sociales que enfrenta el país pueden ser solucionados a tra- gocI~clOnes, fue que tanto los socialistas como los radicales estaban con-
vés de procedimientos democráticos, que lejos de separar vencidos de su popularidad, del éxito inminente del movimiento de re-
habrán de unir a los trabajadores y las fuerzas económicas y j sistencia, que, por otra parte, la propia actitud de quienes habían colabo-
políticas que luchan por el progreso de la Nación. La clase ( rado por tanto tiempo con el régimen militar venía a conflrmar. Este
obrera, organizada en la CGT, lejos de tener agravios con- optimismo en cuanto al próximo derrumbe de la experiencia iniciada en
tra nadie, está identificada con todos los organismos que 194.3. es un dato esencial para entender esta y las siguientes discutibles
propugnan el progreso y está dispuesta a colaborar legal y ~ecIsIones que tomó la oposición en los días venideros. Visto retrospec-
patrióticamente con ellos para resolver los problemas que tivamente, con ese optimismo, lo que se ponía de manifiesto era asimis-
pesan sobre el país y sobre la clase obrera.? mo la rigidez de la estructura de los partidos tradicionales, la indiferencia
de la clase política ante los representantes de una fuerza social nueva en la
El tono conciliador de la declaración, el respaldo a la salida política
sociedad argentina.
auspiciada por las fuerzas antigubernamentales, eran la expresión del di-
lema urgente que enfrentaban los sindicalistas. A fmes de julio, el presi-
8 "No aceptaré candidatur~ de ningun~ cl~se, ni mucho menos la de presidente,
dente Parrell, cediendo a las demandas de la oposición, había anunciado aunque vengan y me lo pIdan de rodillas , declaración de Perón reproducida en
la realización de elecciones en los últimos meses del año. ¿Cómo asegu- La Pret1sa, 23 de abril de 1945.
rar, pues, en los comicios, la continuidad de la política social en el próxi- 9 Luis Gay se refiere a estas conversaciones en estos términos: "N'osotros busca-
mo~,un acer,camiento con los radicales y los socialistas, para entertdernos en una
mo gobierno constitucional? A partir de los datos políticos existentes, las aCClOncomun. Pero ellos sólo querían que nosotros les diéramos nuestros vo-
tos .. ~osotros p~e.tendía~os algo más: pretendíamos tener representación en la
g~stIon de la política SOCIalque debía continuarse en el futuro gobierno constitu-
6 Baily (1984), p. 95.
CIOnaLNo tuvimos éxito". Entrevista en ARO.
7 La Prel1sa, 2 de agosto de 1945.
[99]
[98J
La fIjo/a gllordja sindical y Perón Capítulo 4
Paralizados por la incertidumbre, por las tensiones de su conflictiva la actuación no alcanzó a disimular, sin embargo, que el suyo era, más que
ubicación en la escena política, los dirigentes sindicales asistirán así, sin nunca, un combate solitario.
reaccionar siquiera, a la acometida triunfal de las fuerzas de la resistencia A comienzos de septiembre, los dirigentes de la CGT salen de su
en los meses de agosto y septiembre. :M:ientras las manifestaciones calle- mudsmo, pero no para acudir en auxilio de Perón sino para afrontar la
jeras se suceden, incesantes, y la agitación crece alentada por la liberación crisis que ha estallado en sus filas. E15 de septiembre, la Fraternidad (el
de la vida política que traen el levantamiento del estado de sitio, la auto- sindicato de los conductores de trenes, el más antiguo del país), la Unión
rización para la reorganización de los partido~, la devolución de la auto- Obrera Textil y el Sindicato del Calzado se desafilian de la central obrera,
nomía universitaria, los sindicatos dan un paso atrás, colocándose a la acusándola de haber apoyado la candidatura de Perón en el reciente mi-
expectativa. tin de julio, en contradicción con los principios sindicales, y de colaborar
El comportamiento de los sindicalistas en esos momentos decisi- con el gobierno, al permanecer silenciosa frente a sus prácticas autorita-
vos de 1945 no sólo revela sus dificultadas para constituirse en actores rias.13 Detrás de esta tardía condena de la CGT por parte de quienes
'1
políticos independientes: brinda también un testimonio de las no menos habían participado diligentemente en ella estaba presente la intervención
evidentes dificultades del jefe visible del gobierno.lo En efecto, aunque la del Partido Socialista. En una circular dirigida a sus afiliados sindicales,
pasividad sindical debía necesariamente debilitar al acosado régimen mi- había ordenado el rechazo de las reformas promulgadas por la Secreta-
litar, fue sugestivo que Perón haya tenido que tolerarla. Antes que obligar ¡ ría de Trabajo, por anticonstitucionales, y el retiro de la confederación
a los sindicalistas a tomar partido recurriendo a la amenaza, prefirió pru- sindical, por su política colaboracionista.14 Las motivaciones de la manio-
dentemente fortalecer los para entonces frágiles lazos que lo unían a sus bra eran bien claras: aprovechar las perplejidades de la cúpula sindical
. aliados sindicales redoblando las concesiones desde la Secretaría de Tra-
bajo; la m~s importante de elfas fue la promulgación de un nuevo estatu-
to sindical, que incorporaba numerosas exigencias de los dirigentes obre-
I para forzar su ruptura con Perón. En su respuesta a la tentativa escisionis-
ta, la dirección de la CGT no pudo adoptar un tono más defensivo, e
I
sindicatos. Mientras que los primeros son entidades de opinión, dirigidas
cado refugio en las sombras. Por el contrario, aprovechó cuanta oportu- a la conquista y el ejercicio del poder, sostenía la declaración, "las organi-
nidad se le ofrecía para contraatacar y, por la radio oficial, ante las delega- zaciones sindicales son coaliciones de carácter económico, fundadas so-
ciones obreras que concurrían a la Secretaría de Trabajo, se embarcó en
una frenética campaña oratoria. Utilizando la retórica que le ganaría el
apoyo popular, proclamó llegado el fin de la dominación burguesa, el
I bre una naturaleza de clase, frente a las cuales todos los gobiernos son lo
mismo, representantes más o menos genuinos de las clases capitalistas".
inevitable advenimiento de la era de las masas; denunció, en fin, el com- I En virtud de esta distinción, que actualizaba la vieja filosofía del apoliti-
cislTIo,la CGT "no pudo presentarse ante el actual gobierno, como no lo
plot reaccionario que amenazaba a la Revolución de ]uniO.12 El brillo de hizo ante otros, en la impropia actitud de partido. Cumplió con su fun-
ción específica de la defensa de los intereses de la clase trabajadora" .15
10 Sobre la situación de Perón durante estos meses hemos seguido a Doyon (1978).
11 Se trata del decreto 23.842, del 2 de octubre de 1945, sobre asociaciones profesio- pasaje de la dominación de la burguesía a la dominación de las masas" (La
nales, que comentaremos más adelante. Pre11sa, 20 de julio de 1945).
12 Un ejemplo de esa oratoria: "Ha muerto todo prejuicio burgués y nace un~ .nueva
13 La Pre11sa, 6 de septiembre de 1945.
era en el mundo, en la cual han de afIrmarse los derechos, las responsabilidades 14 La circular de la Comisión de Información Gremial del Partido Socialista fue
y la intervención de las masas obreras en la solución de los p~oblemas funda- publicada en La Prmsa, 10 de septiembre de 1945.
mentales. La Secretaría de Trabajo pasará a la historia por haber SIdoel puente del 15 CGT, 12 de septiembre de 1945.
[100] [101 ]
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'~.-'
i
La vit!ia guardia sifTdical J' PcrólI ,
I
Capítulo 4
una formidable demostración de fuerza en las calles de Buenos Aires, en una serie de intensos conflictos gremiales lo había desconectado de los
las cuales reinaba soberana desde agosto. La Marcha de la Constitución y círculos sindicales que se movían en torno de la Secretaría de Trabajo y
la Libertad congregó a una multitud de vastas proporciones, mayorita- , de la CGT: sus memorias reflejan ese aislamiento al sobredimensionar su
riamente de clase media, que desfiló desafiante, encabezada por repre- ¡ propia intervención en los acontecimientos y omitir toda referencia a las
sentantes de todos los partidos aglutinados ~ajo la consigna de la entrega 1 negociaciones que precedieron a la liberación de Perón, en las que parti-
del gobierno a la Corte Suprema. El gobierno respondió a la moviliza- ciparon otros dirigentes y él estuvo ausente.
ción poniendo fin a la liberalización política, restableció el estado de sitio, Actualmente se cuenta con nuevas evidencias históricas ya partir de
ordenó a la policía ocupar las universidades, volvió a su política represi- ellas es posible reconstruÍ! mejor lo ocurrido en el nivel de las direcciones
va, pero ahora no solamente contra la oposición civil sino también con- ,,:1 sindicales durante los episodios que culminaron con ell? de Octubre; será
tra los conspiradores que agitaban las filas del ejército.16 posible así llenar algunos vacíos, corregir imprecisiones, pero sobre todo
traer a un primer plano el proceso a través del cual, en medio de fuertes
presiones y de agitados debates, la vieja guardia sindical se vio llevada a
2. El desplazamiento de Perón
optar y a sellar en forma definitiva su compromiso político con Perón.
E19 de octubre la ofensiva opositora encontró fInalmente éco en- La noticia del desplazamiento político de Perón encontró a los diri-
tre las filas lnilitares y la poderosa guarnición de Campo de 1\fayo recla- gentes obreros en cierto modo preparados: si hasta allí habían visto ges-
•
I
mó la renuncia de Perón. Abandonado por sus compañeros de armas, el tarse la ofensiva opositora sin atinar a enfrentarla, ahora que ésta había
hOlnbre fuerte de la Revolución de Junio dimite, desoyendo los consejos alcanzado su objetivo estaban predispuestos a aceptar su triunfo con la
de los más cercanos colaboradores que lo incitan a resistir. La resistencia misma resignación con que, a lo largo de años de esforzada militancia,
habría de ser la empresa de quienes habían sido los beneficiarios de su habían visto frustrarse tantas luchas. Y antes que desde el gobierno se
política social, los trabajadores, y al cabo de una semana, en la que sus anunciara la revisión de la política social, ya comenzaron a actuar sobre
adversarios no supieron explotar la momentánea victoria alcanzada, de la ell?s los mecanismos reflejos de la derrota. Las flaquezas iniciales de la
\' mano de la movilización obrera Perón recuperó el poder. vieja guardia sindical no tendrían sin embargo un costo político tan alto
¿Qué papel jugaron los sindicatos y la CGT en aquellos días decisi- como el de los innecesarios errores que cometerían las clases patronales y
vos? Hasta hace 'muy poco las fuen,tes disponibles para responder a este los partidos políticos en los días por venir. Soslayando la activación de los
ir
interrogante eran las memorias de Angel Perelman y de Cipriano Reyes.l? sectores obreros, provocada por la gestión de la Secretaría de Trabajo,
[: Por distintas razones, uno y otro presentaban una visión parcial de las sobreestimando sus recursos, la oposición se apresurará a poner sitio al
jornadas de octubre. El primero, ~tante de un sindicato incipiente en- gobierno militar. Luego del desplazamiento de Perón reinará el caos en
tonces (la Unión Obrera Metalúrgica) trae sobre todo la perspectiva de la los círculos oficiales, y ello permitirá al sindicalismo abandonar su actitud
movilización obrera vista desde abajo y construye coloridamente el clima defensiva y extraer una victoria de la arrogancia suicida de sus adversarios.
de agitación popular que había ganado las calles de Buenos Aires, pero El mismo 9 de octubre por la noche se llevó a cabo con el mayor
poco y nada nos dice acerca de lo que sucedió en la cúpula del movi- sigilo, en el campo de deportes que el Sindicato de Cerveceros tenía en
n1' miento obrero. Reyes era todavía un dirigente marginal con relación a los Quilmes, una urgente reunión para analizar las novedades de la jornada. lB
lr[ principales cuadros sindicales de la época, en parte porque en el estado A ella asistieron alrededor de setenta dirigentes y militantes sindicales, y se
resolvió designar una comisión para que entrevistara al ex secretario de
[,¡' 16 Sobre los intentos contra Perón dentro de las Fueras Armadas, consultar Potash
I
(1971), Cap. 9. 18 Luis Gay, "Memorias". [N. del E.: publicadas como El Partido Laborista en la
17 Perelman (1961); Reyes (1973). Argentina, edición a cargo de Juan Carlos Torre, Buenos Aires, Biblos-Funda-
ción Simón Rodríguez, 1999].
l'
(102]
•
I
1_.--
[103]
Capítulo 4
La I}ieja guardia silldical y Petr111
ejercer presión sobre el gobierno militar, dentro del cual los allegados al ex
Trabajo y le expresara su solidaridad. Aunque la iniciativa en sí misma
, 1, secretario de Trabajo conservaban todavía posiciones claves. Estas cir-
estuvo lejos de responder a las exigencias de la hora y expresaba más
cunstancias favorables gravitaron desde un comienzo y las .encontramos
bien la sensaCión de impotencia que embargaba a los asistentes, la re-
reunidas en el mitin de despedida que, tal como se había programado, se
unión fue importante porque sirvió para aglutinar y cohesionar a un con-
llevó a cabo ese mismo 10 de octubre. En pruTIer lugar, fue significativo (y
junto de cuadros sindicales que, fuera del lazo que los comunicaba a
revelador de las ambigüedades dentro de las que se movería el gobierno
través de su común relación con Perón, carecían de toda otra forma de
durante esos días) que el acto se autorizase y que la cadena nacional de
vinculación orgánica. La delegación designada: era, en efecto, un verdade-
radios fuera puesta a disposición de Perón. Para salir de la parálisis en la
ro mosaico. De ella formaban parte Luis Gay, un telefónico de la USA;
que se hallaban los sindicatos e ir armando la movilización obrera es indu-
Alcides Montiel, cervecero y predecesor de Pontieri en la secretaría de la
" dable que tanto la ausencia de una fuerte represión inmediatam~nte des-
CGT; Ramón W. Tejada, ferroviario de San Juan e integrante del Comité
" pués de los sucesos del 9 de octubre como la permanencia de los contac-
Central Confederal de la CGT, y Juan Pérez, de los ladrilleros, sindicato 'í
tos en las esferas oficiales debieron ser decisivos. En segundo lugar, la
autónomo. En este conglomerado de diversos orígenes (sindicalistas, ce-
respuesta de los trabajadores a la convocatoria no pudo ser más fervoro-
getistas y autónomos), la ausencia sugestiva era la de los miembros del
sa. Cinco horas después de finalizada la entrevista en la calle Posadas unas
secretariado de la central obrera, que, de ese modo, anticipaban el escaso I setenta mil personas se habían reunido frente a las oficinas de la Sec:etaría
liderazgo que habrían de ejercer en los futuros acontecimientos. í
1
l ~e Trabajo, poniendo de manifiesto la existencia de una inquietud genera-
Conducida por el mayor Fernando de Estrada, funcionario de la
Secretaría de Trabajo, la comitiva obrera entrevistó a Perón el día 10 al
mediodía en su departamento de la calle Posadas, haciéndole conocer la
solidaridad de los militantes reunidos en Quilmes y sugiriéndole que se
l
1
lizada y, a la vez, la obra de un eficaz aparato sindical.20 Esa muchedumbre
obrera que recibió las palabras del emergente caudillo militar coreando las
consignas "Perón Presidente" y "Un millón de votos", galvanizó el espíri-
tu de los organizadores del acto y dejó planteada ante ellos la salida política
•
despidiera de los trabajadores esa misma tarde en un acto público.19 Pe- t
.~ : qu~, en forma errática, habían estado buscando por varios meses.
rón, todavía bajo el impacto del súbito revés que parecía condenar defi-
, Mientras este núcleo de la vieja guardia sindical procuraba salir del
nitivamente su aventura política, aceptó la propuesta y comenzaron los
impasse haciéndose eco del estado de ánimo de los trabajadores, otros
preparativos para concretarla, sin sospechar ni uno ni otros que con ello
dirigentes, recelando de las innovaciones, preferían tomar distancia y reubi-
ponían en movimiento el motor de una reacción popular que en pocos
carse ante la nueva coyuntura política como tradicionalmente lo había
días habría de revertir la dirección del proceso político.
hecho el movimiento obrero en circunstancias parecidas. La actitud de
La conciencia del estado de movilización política existente en las masas
los dirigentes ferroviarios21 -porque de ellos se trataba- tenía su justifica-
trabajadoras fue surgiendo sobre la marcha y ganó a los dirigentes sindica-
les en forma progresiva, a medida que fueron comprobando, por un l
t'
ción, en parte, en el hecho de que no se había interrumpido el acceso de
f los sindicatos al gobierno. Para la visión conservadora de quienes se sa-
lado, la agitación que desencadenaba en los medios obreros la noticia del
bían siempre débiles y dependientes de la tolerancia oficial, era por cierto
desplazamiento de Perón, y por otro, que había posibilidades reales de \ a:ve~turado ~rriesgar esa posibilidad de influir a favor de los negocios
smdicales saliendo en defensa de un hombre al que se consideraba, y con
Sobre esta entrevista, véase los testimonios de Luis Gay y Pedro Otero. El
21
Luna (1969), pp, 295-297.
La posición de la dirección del sindicato ferroviario está referida por Monsalvo
1 (1974), p. 185.
orden de movilización" (entrevista a Pedro Otero, AHO).
(104]
I,
.1
(105]
La IJirja guardia sindical y Perón
Capítulo 4
[106]
[107]
li
La tida gllflrdia sil1dical y PerÓl1 Capítulo 4
Las gráves novedades produjeron un inmediato acercamiento en- este segundo núcleo dirigente fue, desde un principio, poner en estado de
tre los dirigentes obreros, y a lo largo del domingo 14 se sucedieron , \, alerta a los sindicatos y preparar la inminente movilización obrera.
innum~rables reuniones con el fIn de decidir la actitud a adoptar en la El día 15, Pontieri consigue su objetivo y entrevista al general Á va-
emergencia. La mayoría de ellas tuvo lugar en la sede de la CGT, conver- los. Ante las demandas del secretario de la CGT, el ministro de Guerra
tida por la fuerza de las circunstancias, más que en mérito a una represen- aclara en forma categórica: "El coronel Perón no se encuentra detenido
tatividad que le era discutida, en el punto de contacto del fragmentado sino que ha sido puesto bajo custodia por su propia seguridad, pues el
movimiento obrero. Como era de esperar, en los encuentros iniciales gobierno teme por su vida; en cuanto a las conquistas sociales que su
afloraron las viejas reservas existentes entre los cuadros sindicales. Cuan- gestión hizo posible, serán respetadas y en lo posible mejoradas". ¿Qué
do Cipriano Reyes se dirigió a la central obrera reclamando la urgente razón había para dudar de sus palabras? ¿Acaso el general Ávalos no
convocatoria de una asamblea sindical, recibió una fría acogida. Los diri- j,
había estado entre los fundadores del GOU y secundado activamente
il
gentes de la CGT no le perdonaban, ni a él ni a los jefes de los demás desde el ejército la labor de la Secretaría de Trabajo? ¿No era él quien
'1
sindicatos autónomos, haber ignorado hasta entonces sus insistentes lla- nlás había contribuido al ascenso de Perón y uno de los pocos sobrevi-
mados a la unidad y preferido, en cambio, negociar en forma indepen- vientes de las repetidas purgas que el hombre fuerte de la Revolución de
diente con el Estado. En sus memorias, Silverio Pontieri se queja amarga- Junio había ejecutado entre sus camaradas, en su avasalladora carrera
mente de este comportamiento (para él, oportunista) de los gremios au- hacia el poder?27 La delegación obrera no objetó, en rigor, las explicacio-
tónomos, y nos permite comprender, retrospectivamente, las tensiones nes del ministro de Guerra y con ellas regresó a la sede de la CGT, luego
internas que, aun en esos crípticos momentos, difIcultaron una reacción de pedir una audiéncia con el presidente Farrell para renovar ante él sus
sindical rápida y concertada.26 demandas.
Obstáculos de esa índole habrían sido superados más fácilmente si En la sede de la central obrera, la presión por la huelga general era
en la cúpula sindical hubiera existido unanimidad de criterio con respecto ya incontenible. Después del prolongado y agitado fIn de semana, ese
a la táctica a seguir; pero esta unanimidad estuvo llamativamente ausente lU1~es15 era el primer día laborable y había servido para que los partida-
en los debates de ese domingo 14. El conflicto estaba planteado entre los riQs de la movilización propagaran la consigna en las empresas y discutie-
que urgían el lanzamiento de la huelga general por la libertad de Perón y ranlos detalles de su implementación. En la versión más tradicional de
la defensa de las mejoras obtenidas y los que sostenían que, antes de los acontecimientos de octubre, la incesante actividad organizadora des-
tomar una medida de fuerza, era necesario esclarecer con el general Á va- plegada durante esa jornada ha sido con frecuencia omitida, para exaltar
los y el presidente Farrelllo que estaba sucediendo. Esta última era la en lugar de ella el carácter espontáneo de la reacción de los trabajadores
postura del secretariado de la CGT y contaba con el respaldo de la Unión el día 17. Que la reacción de los trabajadores fue espontánea, en el senti-
Ferroviaria, el sindicato con mayor representación en los cuerpos orgáni- do de que cuando salieron a la calle lo hicieron detrás de objetivos que
cos. La puja no se resolvió inicialmente a favor de ninguna de las pro- sentían profundamente como propios, como la libertad de Perén, no
puestas y, en los hechos, comenzaron a operar desde las ofIcinas de la
central obrera dos direcciones paralelas: la que encabezaba su secretario
27 En una entrevista a la agencia de noticias Reuter, Ávalos hizo públicos los
general, S. Pontieri, y procuraba llegar hasta el gobierno para reclamarle
argumentos que dio a los dirigentes obreros: "Perón fue invitado a trasladarse a
garantías, y la que tenía por animadores a un conjunto heterogéneo de la isla Martín García, en nombre del presidente de la República y el mio propio,
dirigentes, algunos de los cuales provenían de aquella reunión precursora a fIn de evitar que se cometiera un atentado contra él. Yo hice la Revolución con
el coronel Perón y además soy ministro de Guerra: jamás hubiera cargado con la
realizada en Quilmes y otros que, como Reyes y los emisarios de la Fotia
responsabilidad y la vergüenza de su muerte. Y es doloroso que se pidiera la
-el sindicato de los ingenios de azúcar de Tucumán- en Buenos Aires, muerte de Perón cuando éste había caído y estaba indefenso. Por lo demás,
eran el producto de una confluencia más reciente. La preocupación de afirmo que como ministro de Guerra no hay ningún carg<?contra el coronel
Perón" (La Nación, 17 de octubre de 1945). La posición de Avalas, a la vez que
daba seguridades a los dirigentes obreros, ponía en evidencia la ambigüedad de
26 Pontieri (1972). la victoria de la oposición.
[108] [109]
Capítulo 4
La vi~jaguardia sindicaly Peról1
significa, sin embargo, que ella no haya sido preparada previamente por bien permitió a la CGT ir al encuentro de -y no enfrentar-la corriente
la agitación de los militantes obreros y no contara, al mismo tiempo, con dominante en los medios obreros, no puso fin a las diferencias de orden
la coordinación de los sindicatos. Todos estos trabajos dieron unidad a táctico que la separaban de las direcciones sindicales partidarias de la
las múltiples iniciativas y fueron supervisados por la dirección paralela movilización. Es que Pontieri y los suyos debían conciliar, además, la
que actuaba en la CGT.28 posición de otros sindicatos, en particular de la Unión Ferroviaria, remisa
Cuando Pontieri convocó a la Comisión Administrativa de la CGT todavía a a~udir a la huelga general. De allí la preocupación con la que el
el día 15 por la tarde, en el ánimo de todos 10s dirigentes, federados y entonces secretario general se refiere a las circunstancias anormales bajo
autónomos, que se habían congregado en el recinto de la central obrera las cuales la Comisión Administrativa tomó su decisión del 15 de octu-
la decisión de ir de inmediato a la huelga estaba tomada. En la víspera d~ bre. Dicha decisión provocó, como él preveía, la comprensible irritación
su entrevista con el presidente Farrell, la dirección cegetista no creía, en de los ferroviarios: que ese malestar no derivase en una fractura y se
cambio, llegado el momento de las defmiciones. En una circular difundi- llegara a la sesión del Comité Central Confederal sin deserciones no alte-
'1
ra en nada la negativa influencia que tuvo sobre la gestión de una conduc-
da entonces, después de solicitar a sus sindicatos adheridos que no se
ción sindical que necesitaba más que nunca unidad y coherencia a sus
comprometieran con reuniones o actos organizados por personas ajenas
espaldas para aflrmar su autoridad.
a la CGT, concluía reclamando serenidad y subordinación a las resolu-
. Cuando la resolución de la Comisión Administrativa fue conocida
clOnes que emanaran d e e11 a. 29 Este llamado a la prudencia tuvo escaso
éxito. Horas antes de que comenzaran las deliberaciones presididas por S. un sector de los partidarios de la huelga, liderado por Cipriano Reyes:
Pontieri, era por todos conocido que en Tucumán, en Rosario, en el Gran decidió no esperar más y pasó de inmediato a la acción. La inesperada
noticia del traslado de Perón desde Martín García al Hospital Militar,
Buenos Aires, varios sindicatos ya se habían anticipado y declarado la
huelga general por su cuenta. Con esa indisimulable presión de fondo, "la difundida hacia el fin del día 15, logró, empero, retrasar la movilización
hasta que fuera esclarecido su real significado, lo cual permitió a la CGT
reunión de la Comisión Administrativa fue muy breve (relata quien fuera
ma!!tenerse al frente de la coyuntura.31
su secretario general), por unanimidad de todos sus miembros presentes, ~, I
y atropellando las más elementales normas sindicales y los propios esta- I
tutos, sin tan siquiera consultar por lo menos a las comisiones directivas 3. La definición de la CGT
de los gremios más importantes, declaramos la huelga general en todo el
país, ad referéndum del Comité Central Confederal, convocado para el
I A los fmes de la reconstrucción histórica que estamos realizando,
los acontecimientos del día 16 son centrales. En primer lugar, porque
día siguiente". 30
cuestionan inapelablemente la versión que pretende que lo ocurrido el1?
Aunque Pontieri no lo admite en forma abierta, la expectativa exis- 1 de Octubre fue un motín popular, que habría estallado al margen de las
tente en la central obrera influyó incuestionablemente sobre la decisión
organizaciones y operado en forma sorpresiva e incontrolada sobre la
de la Comisión Administrativa. Dado el plan que se habían trazado los
directivos de la CG!, la huelga general no era, en rigor, el paso inmediato I escena política. Es verdad que el15 y sobre todo el16 hubo manifesta-
[110) [111]
de la ciudad, provenientes
Lo vida guardia
[112]
l. [113]
I
La IJio/t1 guardia sindical y Perón
Capítulo 4
[114]
[115]
:.'. ••
o
La IJio/tT glltTrditT Sil1diCtTl JI PerÓI1 Capítulo 4
coronel Perón. De tal manera, yo sospecho que con esta a la obra que cumplía la Secretaría de Trabajo y Previsión.
huelga favoreceríamos a la clase capitalista y no a los traba- , i,
Ayer analizamos extensamente el problema antes de tomar
jadores (M:anso). la resolución que ustedes conocen, y ahora nuevamente se
arguye de que no hay razones para declarar la huelga gene-
El Comité Central Confederal debe medir bien los
ral y que no puede ser motivo el pedido de libertad del
pasos que va a dar para que mañana no tengamos que arre-
coronel Perón. Yo pr,egunto, ¿y la negativa de los patrones
pentirnos de los actos cometidos. Yo e~toy con la obra que
a pagar el 12 de Octubre y a otorgar las vacaciones? ¿Y la
cumple la Secretaría de Trabajo y Previsión pero eso no
información que dan los diarios sobre los posibles inte-
significa que debemos adoptar actitudes apresuradas. Tam-
grantes del gabinete nacional, conspicuos miembros de la
poco tenemos que per~er de vista a los comunistas que
" oligarquía todos ellos? ¿Y la prisión del coronel Perón? Por-
están infiltrados en una posición contraria a la de la CGT y, ;,
_1
mismos diarios se caracterizaban por su violenta oposición Prmsa, 17 de octubre de 1945).
[116] [117]
~ ..... v,.,
'P' ,
Capítulo 4
La IJÍI!iaguardia sil/dica! J' PerólI
Hay que dejar bien establecido que la Confederación ¿Podría haberse descrito mejor el impacto de la apertura social lleva-
r: da a cabo por Perón sobre la situación del movimiento sindical? ¿Podrian
General del Trabajo no puede, por razones de principio, , "
declarar la huelga general solicitando la libertad del coronel haberse puesto al desnudo con más elocuencia los fuertes condiciona-
Perón. Tenemos una gran deuda de gratitud hacia él, pero mientos dentro de los cuales tenía lugar el debate de la central obrera? Al
son nuestros principios los que orientan al movimiento llamar a la fidelidad de los principios sindicales, Álvarez razonaba como si
obrero. La CGT no puede pedir en forma directa la liber- el centro de gravedad de la acción del m.ovimiento sindical continuara
tad de Perón. Esto sería enajenar. el futuro de la central estando en sí mismo, en sus tradiciones, en ~us luchas. Como si los dirigen-
obrera. Si resolviéramos declarar la huelga, repito que ten- tes sindicales pudieran escoger todavía una linea de acción con indepen-
dría que decirse bien claro que es en defensa de las conquis- dencia de los términos políticos bajo los que se presentaba el conflicto
o:: tas obreras amenazadas por la reacción capitalista; de lo i, sociaL Tejada, por el contrario, iluminaba un hecho evidente. El crecimien-
;
,',
contrario, proclamaríamos que la existencia de nuestro to de la influencia económica y política del sindicalismo había sido parale-
(j.
'1
movimiento está ligada a la suerte de un oficial del ejército. lo a la gestión de Perón en la Secretaría de Trabajo y la continuidad de
dicha influencia era inseparable, ahora se sabía, de la permanencia de éste
Ramón W Tejada, del sindicato ferroviario, cuestionó la validez de en el poder. Frente a esta evidencia, que las actuales amenazas sobre las
esa ortodoxia de principios, llamando la atención sobre los límites políti- posiciones adquiridas confrrmaban, el arduo debate del Comité Central
cos de la acción desarrollada por el movimiento sindical desde 1943: Confederal cobraba una dimensión patética; mientras los protagonistas
l~ del drama histórico del mes de octubre ya habían hecho sus jugadas y se
Por mucho que demos vueltas al asunto, si hemos de presentaban ante la CGT demandándole una defmición, el sector del
I declarar la huelga general, ésta será por la libertad del coro- movimiento sindical representado en ella se demoraba, buscando dificul-
L1,\ nel Perón, porque reclalnando su retorno al gobierno esta-
j
tosamente una fórmula que zanjara sus diferencias internas.
t( mos defendiendo nuestras conquistas, pues él ha sido el , Ante la imposibilidad de arribar a un acuerdo, se debió recurrir a la
único que ha hecho justicia a las aspiraciones obreras. Si la votación. La moción de los delegados ferroviarios, que proponía se de-
CGT pide y gestiona la libertad de Perón no vulnerará los clarase en sesión permanente y continuar las negociaciones a nivel oficial,
principios sindicales, porque podemos decir ahora que Pe- fue derrotada por 16 votos contra 11 por la propuesta que declaraba la
rón es uno de los nuestros. Tenemos que vivir la realidad huelga general para el día 18.35 Entre los que votaron por la huelga se
del movimiento al que pertenecemos. Yo nunca pude com-
prender por qué los trabajadores no se organizaban antes, 35 La difusión de las actas de la sesión del 16 de octubre del Comité Central Confe-
por qué eran descreídos y escépticos. Sin embargo, bastó deral de la CGT ha puesto fIn a una errónea versión, recogida entre otros por
que las autoridades revolucionarias con el coronel Perón a Félix Luna (1969), que adjudicaba el triunfo de la moción en favor de la huelga
r( por un margen más limitado de 21 votos a 19. También se ha atribuido un
la cabeza empezaran a realizar su obra de justicia social, papel decisivo en ese presunto (y a la luz de la información disponible, erróneo)
aumentando los salarios, velando por el estricto cumpli- desenlace de la votación a Libertario Ferrari, que habría votado por la huelga
miento de las leyes que protegen al trabajo, para que los general influido por Arturo jauretche. Pontieri (1972, p. 76) desmiente esta
versión y sostiene que "yo puedo asegurar que Ferrari gran parte de ese día 16 de
obreros despertaran de su letargo y acudieran en masa a los octubre estuvo a mi lado, y que al atardecer del mismo me acompañó a la
sindicatos, desde los cuales los llamábamos nosotros desde secretaría de la Unión Ferroviaria, demostrando en todo momento su entusias-
hace muchos años. Por eso existe hoy un sentimiento de mo por la huelga general; cuando volvimos por la calle Deán Funes en dirección
a la CGT, haciendo cálculos sobre el posible resultado de la votación que más
malestar en el pueblo ante los hechos producidos contra el tarde realizaría el Comité Confederal, nos corrimos hasta un café que había en la
hombre que posibilitó la creación de este movimiento de calle Rioja y Belgrano para ajustar gráfIcamente el resultado de los votos com-
grandes masas que actualmente tenemos y no aquel otro en prometidos. Por cuyo motivo no creo que al llegar a la CGT se retirara del local
y aunque por alguna circunstancia lo hubiese hecho desmiento categóricamente
el que vegetábamos unos cuantos militantes. que necesitara ser empujado a hacer algo que tenía decidido espontáneamente".
I~'
..•
¡ [119]
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-----.
~--------------. .•.
Lo vieja guardia siJldica/ JI Pe/'ó"
Capítulo 4
contaban los sindicatos antiguos, como los empleados de l~ administra- de la movilización. Pero concluir de aquí que los aparatos sindicales no
,, , blica del transporte, de la industria de la cerveza, aSl como otros , \,
ClOn pu , .. d 1 . d' 1' . jugaron un papel, nada de la reconstrucción que hemos hecho lo conflr-
d e mas reciente constitución: los smdicatos e a In ustrla ,meta
' , urglca, ma. La CGT no era entonces, es preciso recordar, la entidad representa-
del vidrio y del vestido. Los delegados de la Unión ~err.oV1ana votaron tiva que sería más tarde; por lo que su falencia no debe ser vista como si
en bloque en contra; Pontieri y Tejada, qu~ era~, partldarl0S de la huelga, entrañara la del conjunto de las organizaciones obreras, Hemos indicado
se sometieron a la disciplina de su orgaruzaclon en el mom~nt? de la ya que la preparación y la canalización de la movilización obrera estuvo a
votación. Posteriormente, los delegados aprpbaron, por unarurmdad,. el cargo de varios sindicatos, federados y autónomos, que actuaron en la
comunicado en el que se anunciaban los objetivos de la huelga. Estos emergencia como dirección alternativa a la CGT. Dicho esto, la relevan-
eran. . 1) ca ntra la entrega del gobierno a la Corte .Suprema y contra todo cia de la declaración de la huelga general por la central obrera no debe ser
' de la oligarquía; 2) formación de un gobierno que sea garantía
ga b Inete . " d 1 tampoco subestimada. En esa hora crítica, ella sirvió para comunicar a
de democracia y libertad para el país y,que se consulte la o~~on e ~s los sindicatos que estaban en estado de alerta desde el15, y a los trabaja-
,
orgaruzaclOn . es sl'ndicales' 3)
, , ,levantarntento
'. del estado de "SltlO,por
, la li- dores, en general, que formaban parte de un vasto movimiento colecti-
b erta d e d todos los presos CIvilesy militares que se hayan disttngwdo por vo, dándoles así el impulso para pasar a la acción, en la confianza de que
"d 'fi ',
firmes convicciones democrátlcas y por su 1 entl caCl0n con
sus c1aras y , , 1 li " contaban con el respaldo de las orga:nizaciones sindicales más poderosas.
1a causa o b re ra', 4) mantenimiento de las conqUlstas SOCIaes y amp. . aCl0n , En horas tempranas de la mañana del 17 fueron visibles los prime-
d e 1as rmsma ,' s aplicación de la reglamentación de la ley de asoclaclon.es ros signos de la movilización obrera en la periferia fabrí} de Buenos Aires
'
pro £eSlOna 1e S', 5).que se termine de firmar de inmediato , el "decreto-ley, , yen las principales ciudades del interior.37 Hacia el mediodía, gruesas
so b re e1au mento de sueldos y jornales, salario mírumo y movil,
. partlCl-
, columnas de trabajadores se dirigían a la Plaza de Mayo, frente a la sede
pacIon, , en 1as ganancias , que se resuelva el problema agrano mediante el
oficial del gobierno, ante la pasividad de la policía, cuyos niveles interme-
reparto de la tierra al que la trabaja, cumplimiento in.tegral del Estatuto dios estaban bajo control de elementos adictos al vicepresidente depues-
, 36 En la lista de reivindicaciones estaba sugestivamente ausente
d e1P eon. , ., , el to. Paralelamente, la dirección de la CGT, junto a otras organizaciones no
d libertad de Perón, que no obstante podía adivmarse detras de
pe did o e . dE'" f federadas, había constituido el Comité Nacional de Huelga. Compuesto
la cuidadosa redacción del punto tres del comuruca o. sa ormSlOn ue, por S. Pontieri, N. Álvarez, B. Ugazio por la CGT, Luis Gay por la USA
indudablemente, el último recurso de los partidarios de la huelga ?ara y Ángel Borlenghi, en representación de los sindicatos autónomos, el
obtener el consenso de aquellos toda~a re~sos a apoy~, en ~orr:naabIerta Comité de Huelga se incorporó bien pronto a las negociaciones políticas
al secretario de Trabajo y asegurar aSIla urudad de aCCl0n SIndical. que tenían lugar en las esferas gubernamentales y su presencia pudo ser
advertida durante los tramos decisivos de la jornada del 17 de Octubre.
4. El 17 de Octubre Su primera entrevista fue con el nuevo líder del gobierno, el general
Ávalos. Luis Gay recuerda el episodio señalando lo siguiente:
El hecho de que la CGT declarara la huelga general para el 18 de
octu b reyqu e la movilización obrera se produjera el 17 ha contribuido a La preocupación principal del ministro de Guerra era
alimentar, desde entonces, la sospe~ha, cuando no la,ac~sación, deque el que se dejara sin efecto la huelga declarada. Llegó a exaspe-
sindicalismo estuvO a la retaguardia de los acontec1m1entos; que, en el rarse cuando, ante su última insistencia, reiteramos, en el
mejor de los casos, se limitó a refrendar una situación consumada. Nos mismo tono enérgico de las otras veces, que la huelga por
parece que el significado de esta discrepancia de 24 horas es más com-
.
p leJo. S'ID duda , que los trabajadores hayan tomado .,las calles "un día antes
37 La movilización del 17 de octubre de 1945 en Buenos Aires ha sido reconstruida
prueba que la central obrera no estuvo entre los prmcIpales mstlgadores por Luna (1969) y por Gambini (1971), Los acontecimientos ocurridos en Ro-
1
movilización en Berisso y La Plata,
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Capítulo 4
LA I)i% guordia sindicaly Peról1
[123J
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La vieja guardia sil1dical y Peról1 Capítulo 4
aquellos que se hallaban confundidos entre los trabajadores, como a los Dos fueron los efectos políticos inmediatos de la jornada del 17 de
que rodeaban al ca,udillo milit~r? Ci~rtam.ente, varia~ circunstancias les • 1 Octubre. El primero, la redefinición de las relaciones entre Perón y los
habían sido propiclas: los funclOnanos adictos a Peron en el aparato del trabajadores. De la crisis, el ex secretario de Trabajo emergió convertido
Estado, el irrealismo de la propuesta política de la oposición civil, la en un líder popular -el mediador entre el hasta entonces lejano y hostil
solidaridad corporativa de los r;Ulitares para con sus propias obras, en poder del Estado y la nueva fuerza social que hada su aparición masiva
fID, las vacilaciones del general Avalas. Pero todas ellas pudieron ser ex- ; en la vida política del país-o Pero no menos importante fue la emergencia
plotadas gracias al lanzamiento de la hu~l~~ general. La intervenció~ obrera de otro elemento originalmente ausente de su diseño ideológico: una
redujo drásticamente el campo de poslbilidades, los desarrollos v.t.rtuales movilización obrera articulada desde los sindicatos, capaz de ejercer un
existentes en el interior de la crisis, para despejar el camino hacia un peso propio yen función de objetivos de clase sobre la escena política.
desenlace que, al bloquear la ofensiva opositora, habría de alterar, en un "El nuevo ciclo que habrá de comenzar entre los dos indiscutibles vence-
mismo golpe, las relaciones de fuerza en la escena política.40 :.:dores de octubre se caracterizará, así, por una relación de interdependen-
cia, en la cual tanto Perón como los dirigentes sindicales serán conscientes
40 A lo largo de esta reconstrucción del 17 ?e Octubre, l~ inte~vención de Eva Pe~ón de la necesidad del apoyo mutuo para el logro de sus fmes.
no ha sido mencionada. Es que a parur de los tesumomos que hemos podido El impacto del 17 de Octubre fue visible, en segundo lugar, en la
consultar su nombre no fue señalado entre los actores importantes de la jorna-
da. En su biografía de Eva Perón, Marysa Navarro (1981) se ocupó de desentra-
transparencia creciente entre los conflictos sociales y los conflictos políti-
ñar cuánto hay de verdad y de mito en el papel relevante que la literatura produ- cos. Lueg0 de la crisis, la oposición antigubernamental que comenzó siendo
cida dentro del movimiento peronista le adjudicó a Evita el 17 de Octubre. Su una oposición democrática habrá de ir adoptando actitudes cada vez
conclusión es que no hay prueba alguna que justifique dicho papel. En este
sentido, vale la pena transcribir los juicios de Félix Luna (1969, pp. 424-425), más socialmente conservadoras. Esto será la manifestación del mayor
quien al hacer la crónica ~e l~s a~on,tecimientos de 1945 también, con~luyó en q~e
<docierto es que ella no Jugo mngun papel relev~nte. en esos dí~s, CIrcunstancIa
que por cierto no disminuye en. nada s~ extraordinarIa per~onalidad. Y no pudo
I peso de los sectores patronales en sus filas pero, sobre todo, reflejará la
reorientación ideológica de las clases medias, cuyos llamados se confun-
jugar ningún papel por la senc111arazon de que Eva Peron era, por entonces, ~ dirán bien pronto con la defensa de un equilibrio social alnenazado por
1
apenas Eva Duarte. No tenía más p~eo~upaciones P?líticas ,qu,el~s derivadas ,de las ref~rmas de Perón y la movilización obrera.
la actividad de su amante; no conOClasmo a los arrugas mas mumos de Peron, 1
no tenía mayor contacto con los dirigentes sindicales y su situación irregular (aún
no estaba casada) le vedaba el acceso a los círculos militares. [... ] Después de la
detención de Perón, ella abandonó el departamento de la calle Posadas y buscó
I
refugio en casas amiga~.Se sabe que estuvo en lo de su antigua jefa de comJ?añía
teatral Pierina Dealessl, y en el departamento de su hermano Juan, escondida o
simpl~mente buscando aliento e~ esos tristes ~?mentos, con ~u c,ompañero
detenido y sus amigos presos o disp,:r~os. Tamblen"se sabe que mst? a~doctor
Bramuglia a presentar un r~curso de ha?eas C01pUS que este se.nego a mte,rpo-
ner. El profesor Vicente SIerra ~~ refendo ,al autor qu~ la pro~la Eva Peron ~e
contó que, después ~e. l~ detenclO~ de Pe ron? ell~ tomo un taX1metro para s~
de Buenos Aires y dirIgIrse despues a San Nlcolas, a la casa del doctor Roman
Subiza. Cuando pasaban por la calle Las Heras, el chofer del taxímetro se detuvo
frente a un grupo de estudiantes y les avisó que la pasajera que llevaba era Eva
Duarte: los estudiantes la golpearon al punto que más tarde, al intentar repetir
su salida de la Capital, pudo pasar sin que la policía la reconociera debido a los
hematomas y golpes en el rostro. Este episodio -repetimos- fue relatado por
Eva Perón al historiador Vicente Sierra hacia 1948, agregando que no le gustaba
contarlo y que era una de las pocas personas a quien le hacía esa confidencia. El
autor no ha podido conftrmar el relato, pero lo cierto es que el17 de Octubre Eva
Duarte presentaba alguna lastimadura o arañazos, producto -según se dijo- de . conrlrmaría lo sustancial. de esta versión. En síntesis, el papel de Eva Perón en
una violenta discusión con un chofer de taxímetro (véase el testimonio de las Jornadas que precedIeron al 17 de Octubre fue mínimo: el de una mujer
Miguel Ángel Mazza en P,imera Plana, 12 de octubre de 1965, N° 153), lo que enamorada desprovista de medios para defender a su hombre".
[124] [125]
Capítulo 5
Capítulo 5 ¡ candidato presidencial, que le fuera arrancada por sus camaradas de ar-
De la fundación del Partido Laborista mas, así como el fracaso de las conversaciones con el Partido Socialista y
a las elecciones de febrero de 1946 la Unión Cívica Radical, colocaron a los líderes obreros ante la urgencia
de encontrar una opción política partidaria. El reciente triunfo del Parti-
do Laborista en las elecciones británicas, derrotando la candidatura de W
, Churchill, revistió de un oportuno prestigio a ese modelo de partido
asentado en los sindicatos y ello no pasó inadvertido para los militantes
sindicales que buscaban en la Argentina dar continuidad a su programa
de reformas sociales. Los acontecimientos posteriores -el recrudecimiento
de la ofensiva opositora y la posibilidad misma de una reversión de la
" apertura social lanzada por Perón-les impusieron otras prioridades. Des-
1. La fundación del Partido Laborista , pués de la exitosa resolución del 17 de octubre, el proyecto esbozado
por la dirección de la central obrera fue retomado, pero ahora a pro-
A! frustrar 1a asunc 1'0'n del gobierno por . ,la Corte Suprema, , la huel- puesta de sectores sindicales mucho más amplios, que inclusive llegaron a
ubre despejó el cammo para las elecclones de,
ga general d e117 d e oc t " . 1 ' disputar entre sí la paternidad de dicha iniciativa. 3
. el calendarlOpolítlco elaborado por e presl-
~bril de 1946, prevlstas en . ... ... ¿Habrá que ver en la decisión de inspirarse en el Partido Laborista
-, R b' 1 batalla por el poder, los dlngentes slndicales
dente FarrelL ea lerta a , británico una prueba más de ese cosmopolitismo ideológico de que, con
, . b' t mente en la política y una semana des pues de la
resolvleron entrar a ler a ," .. . frecuencia, han sido acusados los miembros de la vieja guardia sindical?
, d O bre fundaron el Partido Labonsta. La ln1Clatlva,
Jornada del 17 e. ctu , , fi al d 1945 . Si así fuera, debería convenirse en que una acusación semejante corres-
como todas las que se suce dieron en ese vertiginoso , m . e, , C01n-
ponde hacer sobre los demás componentes del espectro político de la
, '., d d ánimo generalizado en los medios smdicales, donde
cldio con un esta o e ., d 1 d época,\ La Argentina no era entonces ese país volcado sobre sí mismo
" 1 d ,., habían sustituido a las vacilaclOnes e pasa o
el opt1mlsmo y a eCISlon .. que se.na en los siguientes diez años. La coyuntura abierta por la Segunda
, ., d onstitución del nuevo partldo, realizada el 24
inmediato La reumon e c ,., Guerra Mundial permeóprofundamente la vida política nacional, sir-
. 1 .
de octubre, a a que aS1S
. ti'eron líderes'obreros
,
de los mas vanados onge-
viendo como marco de referencia en el que se refractaron los conflictos
" . di alistas radicales, rmembros de la CGT, de la USA, internos. La propia Revolución del 4 de Junio constituyó una definición
nes -soclalistas, sm c , d ' .
, f d mostración elocuente del renova o esplntu con
autonomos- ue una e . d ' con respecto a las potencias en pugna, y el sesgo reformista que le impri-
, di' _1: disponía a abrir una brecha en el slstema e partl-
el que el Sin Causmo se " ., lí' 1 mió quien sena su jefe más poderosos tuvo su raison d'étre en una re-
' sido a sus demandas de partiClpaClOn po tlca.
dos que tan h os ti! h ab la 'd L flexión sobre las causas y consecuencias de la conflagración bélica. La
'd d d rear un partido según el modelo del Partl o a- oposición civil al régimen militar también colocó su causa bajo las ban-
La neceSl a e c " . CGT
'. ' , . h bía sido insinuada en el penodico de la ,a
bonsta bntamco ya a "tul deras del antifascismo, y los progresos de e,sta lucha en los campos de
, d
cormenzos e agosto, e .2 ntonces la negativa de Peron a pos
, arse como
li [126] [127]
La Ilieja g1lardia silldical JI Pel'óJl Capítulo 5
asos de su resistencia en este confín del \ pequeños comerciantes, industriales y agricultores, y por el otro a "una
d Europa marcaron 1os P 1
batalla e . di ales se volvieran a su turno, sobre os resul- minoría poderosa y egoísta"; integrada por "latifundistas hacendados,
Q ue los líderes Sln c , d II '1,
mundo. ., 1 taria en Gran Bretaña para extraer e e a industriales, comerciantes, banqueros y rentistas y todas las variedades del
d na elecclOn par amen - . 1
tadOs e u .,
- zas olítlcas utiles no zo
. ro más que reflejar la nu.rada atenta con . d
a gran capitalismo nacional o extranjero, que tiene profundas raíces impe-
ensenan p. . ompañó las vicisitudes de una contlen a rialistas (y) no se concreta al cumplimiento de su función técnico-econó-
clase polítlca argentina ac .
que la , li da por un nusmo combate. mica" sino que procura imponer "soluciones políticas, sociales y jurídicas
erte se sentla ga , ,, . d 1 . di
a cuya su d . t de orgaruzaclOn, el partldo e os SIn - que les aseguren sus privilegios y aun que se los acrecienten".
S. d de un punto e ViSa . . lí
1,. es
,. aparecla, como e1-m odelo más afín a la expenencla po - En el escenario social así descrito convergían dos visiones de los
catoS bntamcos l'a]i o moderado del Labo14r Par!')' des- conflictos del país. La primera, tributaria de la retórica puesta en boga
tica de os
1 lid ere s obreros '.e SOClo sm atractivo entre quienes se proporuan
,
. tra parte un genum " . ~,por el radicalismo, era la que, acentuando a la vez una dimensión política
Perta b a, por "una o , lí .
fuerza po tlca nue
va" animada por un empuJe revo-
, , ,1 y una dimensión moral, recortaba al enemigo por su condición de "mi-
conformar . b tante atemperado por "(la) sererudad y '1 noría poderosa y egoísta"; con ello, lo aproximaba a la acepción tradicio-
. nartO." e estuVIera, no o s , b
lUClO , .qu,,4 Esta aut01'd'fi entl lca ción ideológica , que condensa a tan nal que tenía en la política argentina, el concepto de "oligarquía", una
(la) tolerancla .
di. s en las que se £or mara la vieJ'aguardia sindical, se puso fuerza usurpadora y celosa de sus privilegios, como aquella que, para la
bien las tra ClOne l" de Principios en el Programa y en la melnoria colectiva popular, ejerciera el poder en los años previos a 1943.
.fi la Dec araClon ,
de mam lesto en 110 v el8 de noviembre en una asam- La segunda se expresaba más en un lenguaje de clase y remitía a la
,. probados entre e .
Carta OrgalUca a. di ' tes obreros de los diversos centros práctica de los sindicalistas mismos. Pero, si aludía al capital, no lo hada
, d dosclentos rlgen .
blea de mas ~ d Buenos Aires, con la premura que eX!- para señalar la vigencia de un inconciliable antagonismo de clase, sino
d 1paíS convoca os a. .
urbanos e '. ' de la vasta red de contactos provlsta por para caracterizar a unos sectores económicos cuyo lugar en la organiza-
,an las circunstanClas, a traves. . 5
gt.. d 1 gremio ferroVIarlo. . .. 6 ción social existente se volvía cuestionable cuando "excedía" su función
los militantes e. e emergta , d e 1a Declaración de Pnnclpi0s era una técnic~,,-económica para acumular ganancias injustas y ponerse al servicio
La Argen:ma qu , por un lado a la "clase laborista", la de intereses extranjeros. La contrapartida de esta doble definición del
d 1 lzada que opoma .
socieda po ar , "d por obreros empleados y campeslnos, campo:adversario estaba en los dos planos a los que recurría la Declara-
, d 1 eblo constltul a , . ,
mayorla e pu '. al rtistas e intelectuales asalarlados, aSl como ción de Principios para delinear el perfil del polo mayoritario. Por un
juntatnente con profeslon es, a
lado, era el "pueblo", esto es, una colectividad portadora de valores espi-
manifiesto del partido, en El Laborista, ~o de e~ero de rituales y políticos nacionales y democráticos; por otro era "la clase labo-
4 Las frases pertenecen a un M el Fossa alude a la influencla del ejemplo
1946. Uno de sus fundadores, . anuo "El Pa~do Laborista británico acaba de riosa", compuesta por los asalariados y los pequeños empresarios inde-
del laborismo inglés, al recordardqU~enos que a Winston Churchill, que ,había pendientes, la clase sobre cuyo trabajo descansaban la riqueza y el pro-
ganar la elección derrotan~ot;~a ~e la Segunda Guerra Mundial. Con su ~:n~llfo, greso social del país.
hecho un gran aporte a la V1C . l'a' siendo un movimiento de soclahsmo
d tr ba tener vlgenc . . ,. 1 Concebidos de este modo los conflictos y la identidad de sus pro-
el laborismo emos a día adaptar algunos de sus pnnclplos a mo-
oderado pensa am 'b os que se po . "AHO
m . ' .' ue vivía la Argentlna, , tagonistas, los autores del manifiesto enunciaban los objetivos centrales
mento historlco q U ., Ferroviaria sacamos doscientas coplas (.. ,] d.e que se fijaba el nuevo partido. En ellos encontramos, nuevamente, el
5 "En el mimeógrafo de l~ n1~n dor de la misma estar debidamente autOrl-
doble eje en el que se situaba la visión del laborismo. "La democracia
una credencial q~e .acredita:::o ~~~rista como filial del Partido. Antes d~ las
ado para constltul! un C b habían sido entregadas 100 credenclales política -destacaba la Declaración de Principios- debe complementarse
Z - del 24 de octu re ya . , il'
nueve de la manana _ . antes de lo ue llamamos el 'eqwpo ag , com- con la democracia económica, así como la libertad económica es indis-
en manos de companeros rntegr mozos y p~rsonal de los coches comedores.
das camareros, . £ ' '1 s" pensable para que el pueblo pueda disfrutar de la libertad política". Esta
puesto por guar , 1 s de larga distancia y por los C11lCOerrocarn e '
Estos salieron en todos os trene formulación todavía imprecisa, que a primera vista parece combinar los
Cf. Monsalvo (1974), p. ~~5. d P' ., s el Programa y la Carta Orgánica del ecos lejanos del credo liberal con el pensamiento del reformismo social,
d 1 DeclaraclOn e rrnclplo,
6 Los textos e. a , el apéndice documental de Pont (1984). se esclarece al considerar las cuestiones a las que estas reivindicaciones
Partido Laborlsta estan en
[128] [129]
I : La IJifja guardia sú¡dic(¡/)' Peról1
Capítulo 5
( tivos debían integrarse con afiliad os a 1os SIn 'di catos Est l' 1
vendrían a dar respuesta. La libertad política que se demanda es aquella , 1" 1a b'b'an c1aramente que ' no obst ante l'a mtenclon ,, .
declarad d
as c ausu as reve-
'
que ponga fIDa "la represión del movimiento sindical, al fraude electoral,
cn lr el Partido Laborista a 1 a e no Clrcuns-
al falseamiento de la democracia"; la democracia económica a la que se ., os sectores obreros el ' ,
creaCl0n era proveer una correa d tr ' ., , propoSlto de su
11 aspira busca terminar con la "desigualdad económica, la especulación e ansrmSlon al movimi . di
l a arena política. La composici' on dI'e pnmer elenco dir ento ti
SIn cal en
d '
1(
capitalista, el latifundismo, la ignorancia intencional en que se ha tenido a en 1a asamblea de noviembre7 d ', ec vo eSlgnado
grandes masas de trabajadores". nombrado presidente Luis G G espelJ°.c:o~a du~a a este respecto. Fue
• Luego de manifestar su coincidencia con las luchas de los obreros
Reyes (carne-Berisso); secretario
. ay (te eloruco)' V1cep 'd
en eral L . '
C"
reSl ente, ~p~lano
del mundo por una mayor justicia social y una verdadera democracia, el en los demás cargos Manuel P dr g .d" ws Monsalvo (ferroV1ano) y
texto proseguía haciendo un llamado a la constitución del partido, "cuyas i los públicos) Luis González (.ce er~
,(, 'd'
l
C,:
no).' Manuel Garda (espectácu~
lerroV1ano) Vlcente G ' .c_1 ('d'
columnas principales serán las grandes masas integrantes de los auténti- Cl esMontiel(cervecero) D 'd C " arOlaIO V1 no),Al-
cos sindicatos de trabajadores". Pero no estaba en la intención del grupo " , ' onn o arballido (tr ) ,
Tejada (ferroviario-San]uan) P dO' a~sportes , Ramon \Xl.
organizador convertir al laborismo en un partido exclusivamente obrero. , '. ' e ro tero (mU11lClpale) L d
nes (penodista), Valerio Rou . ( ,. s) ean ro Rey-
Sus ftlas quedaban también abiertas a los sectores de las clases medias que ra), Antonio Andreotti met ~~e~ carne-Zarate), ~duardo Seijo (made-
compartieran sus ideales; en ellas los únicos que no tenían cabida eran «los 15 a 20 años de activida~ si adi~ralglco), en su mayorla todos militantes de
reaccionarios, los totalitarios y ninguno de-los núcleos de la oligarquía», n c .
El-celo puesto en la elaboración de las b '
precisaba enfáticamente, trazando, así, con el tono polémico de la hora, sugiere que, para la mayoría del gt . ases del Parudo Laborista
la frontera entre amigos y enemigos. un fenómeno transitorio destin ~po organtzador, la nueva entidad no era
El programa aprobado constaba de 28 puntos divididos en cuatro elecciones 8 Aunq . a.? meramente a afrontar las inminentes
grandes capítulos -política, Economía y Finanzas, Legislación Obrera, . ue su consutuclon debía much 1 ',
cunstancias, quienes participaron de ella lo hicieron~ a a ~reslon de las cÍt-
Cultura y Asistencia Social-o Cabía esperar que la sección dedicada a la confi~za en su fuerza política E t .d tmbw~os de una segura
legislación obrera recibiera un tratamiento especial; así fue efectivamente. la exitosa culminación d . s~, cero umbre no era Independiente de
Pero el programa no era menos explícito en los demás capítulos, por lo La liberación de Perón ep~ ~~eracvilil~~ de .r~scate lanzada ell 7 de octubre.
que mal puede ser considerado un programa de corte obrerista. En sus . , mo zaClon obrera c d"
atnbwan, atenuó en la memoria de los diri ' '. uya con UCC10nse
líneas generales, las medidas auspiciadas por el flamante partido se apo- sus propias limitaciones con res e 1 gent~: SIndicales la confesión de
1(:
yaban en las elaboraciones programáticas del radicalismo y el socialismo, bajo, hecha en los agitados debP t cto a a gesuo~ del ex secretario de Tra-
e incorporaban, igualmente, reivindicaciones avanzadas por el movimiento Más aún la concl " a ~s que precedieron a la huelga general
sindical a lo largo de una década. Los temas de la nacionalización de los t ,
da revertir la dir
US10nque emer01a de lo'
', , 0
eCC10nrmsma de esas rel'
, ,
SreClentes aconteclrntentos pare-
4
Q '
.
servicios públicos y las riquezas naturales, la intervención estatal en el rón si ellos no hubiesen acudid aCl?~es. ¿ ue habría sido de Pe-
control de la comercialización de los productos de consumos populares a en su auxilio en el momento d eC1S1VO, "
y las relaciones de trabajo, la propiedad en función social, el estímulo al
desarrollo industrial, la subdivisión de la tierra, la creación de un sistema 7 En el informe sobre la constitución d l' .
enero de 1946 de El Labo"';st. h e partido publicado en la edición del 8 de
de previsión nacional y la participación de los sindicatos en las decisiones ' ,. a se ace referenci 1 .,
can d Idatos y el posterior retlr' d d a a a presentaclOn de dos listas de
o e una e ellas L li '
de interés colectivo estaban presentes en la plataforma laborista, reflejan- can did ato a presidente del partid Al' a sta retirada llevaba como
del círculo íntimo de Perón y di ~ a , ~g~ Borleng?i, para entonces miembro
do un clima ideológico que no era sólo argentino. guardia sindical. 5 anCla o e la cornente mayoritaria de la vieja
La novedad producida por el nuevo partido estuvo, más bien, en
8 En el comunicado de la Agru ación F ,. .
su estructura de organización. Copiando el formato del Partido Laboris- que "el Partido Laborista forPmad err<:,vIlanadel Partido Laborista, se subraya
, di ' o
SIn catos, y en el cual numerosos re esenCIament e por tra b aJadores
. de todos los
ta británico, el Estatuto establecía que los sindicatos como organización 'd ..
"
.tI rrOVlanos oc . .
51 o constituIdo con ob}'etivos p . upan POSICIonesdestacadas ha
podían afiliarse y sus miembros pasar a ser, indirectamente, miembros . ,, ermanentes NI e ' . '
es una orgaruzaclOn circunstancial" (El Lab ' . n sus orIgenes ru en sus fInes
del partido. Además, estipulaba que los dos tercios de los cuerpos direc- onsta, 16 de febrero de 1946).
[131]
[130]
La t1ida guardia sil1dical y PerólI Capítulo 5
do abandonado por sus camaradas se disponía a dar por terminada ría ~~ Trabajo n~ ha.bía cesado de insistir en la necesidad de desarraigar la
cuan 'b ., 'ald
su aventura política? Todo tendía a resaltar la contrI uClon crucI e los , 1, política de los smdicatos y hacer de estos organismos exclusivamente
dirigentes obreros ya presentar a Perón en posesió.n de un programa de profesionales. Las circunstancias postergaron, sin embargo, una reacción
e mas pero sin los recursos para hacerlo efectivo. Transformar 'esa más contundente a tal flagrante violación de sus consejos: en lo inmedia-
relor , .
tribución en un aparato partidario y hacer de este un medio para to, se trataba ~e.~anar las elecciones y de oponer a las maquinarias políti-
con , . ti f 1 .
influir en primera persona en el proceso polí~co. uturo ue a ~onslgna ~as d~ la Opo~lclon aparatos en condiciones de acercar su mensaje a fran-
que reunió a los hombres de la vieja guar~~ smdical en ellabonsmo. Jas mas amplias del electorado, de reclutar adhesiones y llenar las urnas
La integración de su primer grupo dirIgente y los. recaudos a favor con la mayor cantidad de votos posibles. La contribución de los sindica-
de la democracia interna previstos en el estatuto atestiguaron, por otro tos no podía ser desechada, aunque hubiese preferido utilizarlos como
lado, la preocupación por evitar que se convirtiera en. ~n partid~ perso- simples apoyos de una campaña política que lo tendría a él de figura
nalista. La popularidad de Perón no tuvo .otra expr~slOn .en los orga~1~s central y ahora, en cambio, debía someterse al fastidioso trámite de ne-
'1
partidarios que su nOITÚnacióncomo c~didato pre~lde~clal en los proX1- gociar con ellos la constitución de una coalición electoral capaz de asegu-
mos comicios. N o se entendería este cutdado por diSOCIarlas estructuras rar, por su alcance y por su composición, la conquista del poder.
del partido de la figura del jefe militar si no se c~nce~~se la debida El punto crítico de la negociación estuvo en el lugar que Perón
importancia a la intención de preservar su aut?norma política. Que este pretendía asignar en el frente electoral en gestación a los sectores des-
proyecto se revelara, más' tarde, es~a.samente Vla~le.no ~xcluye que, a.esa prendidos del radicalismo, nucleados bajo la sigla Unión Cívica Radical
altura, todavía guiara los pasos políticos de los smdicalistas. Su .c~n~cto Junta Renovadora. Estos conformaban los magros resultados de un in-
potencial con el ascendient~ de Perón sobre l~s masas no con~clOno l~s tento de cooptación que había sido más ambicioso y estaban integrados
deliberaciones de los orgamzadores del laborIsmo, que prefirIeron apli- por figuras de segunda línea, las más notorias de las cuales eran Armando
carse a su tarea siguiendo los procedimientos apropiados. Cuando Ci- Antille, ~tiguo abogado de Hipólito Yrigoyen, y Hortensia Quijano, vene-
priano Reyes sugirió designar a Perón "~: primer ~filiado" d~l parti~o, rabl~ patrIarca de la provincia de Corrientes. Junto con Juan 1. Cooke un
resumió la opinión prevaleciente.9 Confiri~~dole el titulo ~e pnm~r afilia- polí?co del mismo origen, fueron atraídos al gabinete del presidente 'Fa-
do se rendía justicia a su indiscutible prestigt?; pero un pr~er afiliado no r~e~ -en los mese.s p.revios a la crisis de octubre, al tiempo que otros
es lo mismo que un jefe de partido, y esa cu~~adosa.~lecclon de hon~~es diSIdentes del radicalismo eran nombrados como interventores federales
ponía a salvo la integridad de la fuerza polí~ca re CIen cre~da. Esta tor- en varias provincias. A partir de estas figuras en noviembre de 1945 se
mula, tan poco ortodoxa con respecto a lo~,Ideales rep,ublicanos que se constituyó la Uni~n Cí:,!ca RadicalJunta RenovadoraY No obstante que
proponían servÍ!, reflejó la delicad~ eC~~Cl?n que te~an planteada los s~ e:en~~ con~lbuclon electoral podía estimarse reducida -si alguna
dirigentes sindicales entre su or~n1ZaCIOn mdependiepte y su apoyo al slgruficaclon hubIera tenido, habría habido de ser en áreas tradicionales
liderazgo de Perón: mientras pudieron reso~verla, el pr?yect? de autono-
mia obrera articulado por el Partido Labonsta tuvo VIgencIa. Hab.íamos cor:currido todos los integrantes del Consejo Central Nacional del
Partido Lab~r1sta [-... ] Lo sorprendió la constitución del Partido Laborista, así
como tamblen los 85 telegramas que nos daban cuenta de la constitución de
2. La incorporación al frente electoral Centros Laboristas en el interior del país. Nada dijo que pudiera interpretarse
con::~ que estaba de acuerdo con nuestra conducta. Siempre gentil, se desvió con
El paso dado por la vieja guardia si~~~al.escasan:ente se corres- hablhdad del tema. Comprendí que indirectamente mi conducta había sido
observada por haber desoído su consejo: 'No se mezclen nunca en la política
ondía con la ftlosofía de Perón, y este recIbIo sm entuSIasmo' la forma- 'l;ue es nociva para .la unidad obrera"'. CE. Mansalva (1974), p. 207. El comenta~
~ión del Partido Laborista.lo Desde su privilegiada cátedra de la Secreta- rlO de Mansalva tlene un interés especial porque, aunque está al servicio de
agrandar su rol en la formación del partido, contribuye a desvirtuar la versión en
la que el laborismo aparece organizado desde las oficinas de la Secretaría de
9 Monsalvo (1974), p. 208. Trabajo.
"El día 27 de octubre nos recibió el coronel Perón en su casa de la calle Posadas.
t Sobre la trayectoria de los radicales renovadores, véase Luna (1969), Cap. 5.
1
10 \1
(132) (133)
La Ili~ja guardIa. 1)' Peról1
. d'tca,
$111
Capítulo 5
15 Gay, "Memorias".
[134]
1 [135]
La Ilio/a guardia sindical y PerólI
Capítulo S
.
ó preclsamen te a Ga. vJ) secundado por otros miembros •
de la Entonces, ¿por qué no incluir en un lugar subordinado de la fórmula a
Le toc 1 pinión hostil del congreso y salir en defensa
. .on
, hacer frente a a o , "D b' un radical renovador? La dirección del partido se hizo cargo de esa lógi-
direccl , ue .
prevlamen te había sido acordada con Peron. . e la-
li q ca y aprobó el cambio propuesto por Perón, señalando que "el primer
de la a anza, h tr todos los partidos políticos -se explica- y no
lib runa luc a con a . 1 término de la fórmula es netamente laborista~ por ser el coronel Perón el
mas bra rudente ro. po lío.'amente c admisible , que se desestunara,. e aporte primer afiliado del partido", y que el congreso del 4 de enero había
resulta a P ,d falta de arraigo en el electorado, podían conttl-
. nes a pesar e su ., . 1 "16 L aprobado la coordinación con la Junta Renovadora. Así vistas las cosas,
de .qUled' ,dir algunos resu 1ta d.os en ciertos distrltos electora , es. a
la decisión de reemplazar a la fórmula original parecía razonable: los
bUlr a eCl
, . ., nde los líderes a o , 1 b tistas a valorar las exigenclas del momento
. ,, acontecimientos futuros revelarían los frágiles fundamentos que tenía el
lnVltaClO
,. 1 que se a di'vma b an los efectos del poder de conVICClOn razonamiento político de los dirigentes laboristas.
político, en a P 'd nte fue fmalmente escuchada por la
d el futuro reSl e " , Por cierto, en la asamblea del partido convocada para ratificar los
desplega o por . 1 s horas de debate los delegados conce-
Al bo de selS arga '., . nombres de Perón y Quijano nuevamente se recreó el clima de recelos
asamblea. ca o o al controvertido pacto, pero no sm antes e~gtt
que dominó los anteriores encuentros. Otra vez fue necesario un largo
dieron su renuente ap y hi' suyo el programa del Partido Labotlsta.
R novadora Clera . . debate hasta aprobar la nueva fórmula. La decisión no fue unánime y
que laJunta e n traba' osamente alcanzado, no puso fm a las trlbu-
hubo delegados que insistieron en dejar constancia de su opinión en con-
Este acuerdo, ta J a asamblea del laborismo, el 14 de enero, 1B
. d P 'n En una nuev , . trario. Por su persistencia, por su amplitud, la resistencia de los laboris-
laclones e lero.luego d e rati'filC••.... " •.lo como candidato a la presldencla, de-
tas al pácto movilizaba reservas más profundas que aquellas que pudie-
los congresa es, , 'd Cl'a al coronel Domingo Mercante. Esta
. f de la VIcepresl en . ran suscitar sus ocasionales aliados. Sin duda, los radicales renovadores
cidieron o rece . d d rse a sus planes. Su intención era concurtlr
ul t baleJos ea ecua ., justificaban y justificarían con creces las prevenciones de la vieja guardia
fórm a" es a. s elecclones con un político de laJunta Renovadora y debla . sindical. Pero la repugnancia a estrechar filas con los políticos profesiona-
a las prmama . dificar la resolución del congreso laborls-
. d astucla para mo , . les ligados a Perón encerraba un cuestionamiento más vasto: el del entero
aplicar to a su do que para que 1a alianza tuviera sentido debla reflejarse
sistema político en el que había transcurrido su militancia. El orgulloso
taoArgumenta . . 1 opuso sustituir a Mercante por Hortensia
Ir' ula presldencla , pr , b 1 aislarpiento que parecían preferir los laboristas recogía su fuerza de la
en •.a lar m17 El argumento exp o a
1 t ba inteligentemente el eqUlvoco . so re e
segregación que la vida política argentina había reservado a los dirigentes
QUlJano. 1 l'ones con el laborismo. Para los rmembros del
d ban sus re ac 'd del movimiento sindical. El suyo había sido hasta entonces un estatus
que escansa .' P' era su candidato, libremente escogl O.
partl'do de los smdicatos eran subalterno, tanto el de los que provenían del Partido Socialista, como el
de los otros: su acceso al sistema político, cuando no comportaba la
sujeción a tutelas siempre irritantes, porque los privaban del reconoci-
16 Ibid. ..
" d QUljanOCOm o candl'dato a vicepresidente por los, radicales
"
17 Ibid La postu 1aClOn e ul d de un proceso interno que abundo en practl- miento que creían merecer, se daba detrás de los bastidores de un poder
. h b' ido res ta o 'd
renovadores . a la s pudi das por los laboristas. En la pnmera semana e público que pocas veces quebró la regla de ignorarlos. Es comprensible
cas políticas justamente rle l a l'ones internas en el Distrito Capital de la UCR-
a cabo as e ecc . 1 'd d que el sentimiento de alienación política que creció y maduró en ese mar-
enero se IIevaron d violencia -un muerto y vanos 1en 05- y e
Junta Renova den ora.
un marco e
d
, ' "
nviar una carta publica a QUljanO e
19 d
e enero co no fuera el terreno más fértil para la convergencia buscada por Perón.
, Vl0 forza o a e , d l' 1
fraude. Peron se , .d El litigio continuó con nuevos escan a os en a Si los dirigentes sindicales se mostraban dispuestos a admitir la re-
reprochándole los mCl entes"d 1 16 de enero en la que Quijano fue electo
,, ' nal del paro o, e , , ' generación de los hombres de armas -y ello no antes de recibir pruebas
convenClOn naclO 'd ' Ello se produl'O despues que las delegaclOnes que
, 1 icepresl enCla. . bl - 1d incontrastables de un propósito semejante-, no estaban, en cambio, incli-
candidato a a v, A d Antille se retiraran de la asam ea en sena e
dí u oval rman o , , ,. d 1 'cid
respon an a s d' 1 fuerza y los procedirruentos utiliza os por os par a- nados a conceder a los políticos las ventajas de un beneficio parecido.
Protesta por" el usoConsu
e al La E~"'ON' 16 de enero de 1946, El desenlace del
tar 'r •••, Ri Que llegaran hasta ellos llevando las banderas de Yrigoyen no los rec:limía
rios de QUljanO, . di' on las intenciones de Perón. En las palabras de car-
conflicto se corresp~n 1o ~e la Cámara de Diputados con Perón, en 1946 ''An- del pasado, ese pasado que veían representado en el frente opositor y
do Guardo, futurdoOtu arQuija, no porque este era menos definido como pel'so-
tille fue posterga o por
na" ARO, 18 Gay, "Memorias"; Reyes (1987), pp, 33-37,
[136] (137]
~
La 1.'Úgaguardia sindical y PerólI
, 11
Capítulo 5
-s
rj'
' , t se levantara e 1Partido Laborista.'b Peor toda-
con tra cuyo resurglffilen
, 1 " o la alianza
. b'len podia terminar sIendo el ca, a- habría de desencadenar uno de los pleitos más graves Con Perón y los
-1'
vía, porque su mc ~s~on e~ 'ca en la empresa que prometía, con Peron ,en . radicales renovadores. Originalmente, los laboristas habían postulado para
110de Troya de la Vieja polít! 'al in' usto. Este promisorio futuro solo el cargo a Juan A. Bramuglia, y un congreso provincial lo nombró candi-
1 Oder reformar un orden SOCI "J . en marcha" como la procla- dato, llevando como compañero de fórmula al mayor Arrieta, cuñado de
e p' " va conCIenCIa ',".
día ser obra de una nue la afortunada COll'lCldenCla Eva Duarte. Bramuglia, que para entones ya no era el hombre de enlace
po el eslogan laborista, COIUOesa que
mada por . , ' h bía hecho nacer. - . di ,de los sindicatos Con la Secretaría de Trabajó -como en 1944- sino un
tr
en e sindicatos - , y ejercIto ~ "d
d 1 m1S10n e coor dinación entre labonstas y ra ,_ miembt.o conspicuo del entorno personal de Perón, se encontró en una
Los trabajos e a ca -d . de esta atmósfera de resentl- situación embarazosa: el candidato presidencial tenia previsto nominar para
d oilaron entro "
ales renovadores se esarr " transmitida por Luis Gay, su funclO- la gobernación de ese crucial distrito a un político radical renovador, Ale-
crrue
. ntoS , de sospechas. En la . .,verSlOn
) puso pron to de manifiesto dos morales i\mdro Le1oir, dueño de campos y un apellido tradicional con el cual espe-
namiento (el de dicha c0m1Sl0n diametralmente opuestos en lo que a los rflba penetrar en una provincia con lealtades radicales y conservadoras.
litl'cas distintas, dos conceptos 'd refiere' "En una palabra, un
po al dIos partl os se. . Fue, entonces, cuando Bramuglia presentó su renuncia ante los con-
rapÓ sitos fund~ment es nt~dades. La nuestra, por proceder del mOVl- gres ale s laboristas y volvió a reiterarla cuando le fue rechazada. Quedó,
P
ve rdadero conflicto de me ble e l"de ali sta, chocaba permanentemente con.1a aSÍ, despejado el camino para la candidatura de Leloir, sostenida por los
miento obrero, responsa . ali' renovador, quienes se revelaban como radicales re~ovadores invocando su presunta mayor popularidad entre el
de los representantes del radic ~n;o n todas sus características y su pra- electorado bonaerense. Los laboristas replicaron levantando el nombre
entaJ'ados el emen t os de cOffilte , .ca .
detrimento del laborIsmo .
" 19 E
n de Mercante, y se apresuraron a designarlo oficialmente en una posterior
av ., car ventajas en _ di
nunciada propenslOn a sa didaturas los radicales renovadores .det~n e- asamblea del partido. El jefe de l~s laboristas en Buenos Aires era Cipria-
l PUJ'aentablada por ~as ~~ d b todo en la mayor expenencla po- no Reyes, quien resistió todo tipo de presiones, con una actitud de intran-
a 'Slstlen o so re, ,
sus pretenslOnes m , £ ' ali mo-en el que se velan sus exce- sigencia que marcaría toda su carrera política. Defmidas las posiciones,
ron P ese pro eSlOn s d' .
lit!'ca de sus cuadros. ero d taba la desconfianza de los ltlgen- planteado el conflicto, las gestiones en busca de un entendimiento no
, amen t el que esper
lencias era preclS de I negociaciones al borde de la ruptura. . d hicieron ~ás que agravarlo, mientras se sucedían las semanas y se acerca-
tes sindicales, colocan o as s fue fmalmente, limitado, y al de~lt . e ba el vencimiento de los plazos para la oficialización de las listas electora-
El campo de los acuer~~ '" n un fracaso, En las proV111oas les. Los radicales renovadores clamaron por la intercesión de Perón, pero
' "d dinaoon terrnmo e , e
Gay, la COffilSlon e coor, u'u Santiago del Estero, San LUls y ,~ta- una nueva ratificación por parte de la dirección del laborismo, el 12 de
d Buenos Aires, Tucum~,
e ,
1
J y,
distntos elector es,
al las dos formaciones polítlcas
.. . febrero, cuando faltaban menos de quince días para la apertura del comi-
marca, seis de los qumce los comicios. De los casos en litl.!f0'. que cio, dejó a Perón con la sola opción de tolerar la rebelión laborista.20
concurrieron por separado a electoral mismo, el de la proV111cl,ade
serían más a lo largo del proceso un desenlace que devolvieron una mm:
3. La confrontación electoral
Buenos Aires tuvo un desarro~o y 1 . dicalistas distinta de la que resulto
1n
n de las relaciones entre Peron y. ~s sd la£órmula Perón-Quijano. En la Previstas para el mes de abril, las elecciones fueron anticipadas al 24
ge 'd 1 probaclOn e t
del trámite segw o en a a . tas se avinieron a reemplazar a Mercan e de febrero por el presidente Fartell hacia mediados de noviembre. La
lución por la cual los laborls. " de llevar al ex interventor de decisión, por la que se buscaba apresurar una definición para un clima
res o d su 1ntenclOn . . ,
Qui'Jano dejaron expresa a ., d B os Aires. La ProV111clamas político crecientemente tenso, obligó a los contendientes a zanjar sus di-
por '" . 1 bernaclOn e uen , L.
1 Unión FerroViarIa a a go " rtante bien podía sustitUlt la ituS., ferencias internas en un plazo demasiado breve.
;ca del país, electoralme~te la n:
a s
lffikO La pr~puesta no era inocente, y Ya hemos visto el arduo trabajo que demandó la conformación de
trada can didatura a la Vicepresl denc . la coalición peronista; el de la alianza opositora no sería más fácil. Con la
-G
19 ay, "Memorias" 20 Reyes (1987), pp. 63-82.
[138]
La vieja guardia sindical y Perón Capítulo 5
- 1 al los partidos políticos volvieron a ganar ta por los demás cargos electivos. La propuesta comunista de formar
d 1 ampana e ector , .,
apertura e a c , d . da por la presencia de los grupos de preslOn y ¡ listas únicas para legisladores nacionales y provinciales fue rechazada por
la escena, hasta ~ . o~a llos recobraron su lugar las viejas querellas los radicales con el apoyo socialista. El gran excluido de la alianza era el
. nes CIviles con e , . . .
las asociaClO .' . ffil'enza la nitidez de las OposIcIones Partido Conservador., vetado por los radicales que, aun en esa hora de
turblaron en un ca, .
políticas, que en , 1 convulsionados meses que precedieron la defmiciones, en contratan la oportunidad de cobrarse los agravios acu-
SOCl 'al es expresadas durante os
mulados desde 1930. Amadeo Sabattini expresó estos sentimientos en
. . d 1 es de octubre.' . 1 d 1 ali
crISIS e m ,. Radi al llamada a ser la pIeza c ave e a anza uno de los mítines de la campaña electoral en los siguientes términos:
U ., ClVIca c, fli
La roan b a la con fron t ac o n con la hipoteca de un con cto
1"
(141]
P40]
La vieja guardia sindical J' Pcról/ Capítulo 5
lidad de la Iglesia. La pastoral del Episcopado del 15 de noviembre no estructura de intereses establ eCl'd a. E n cambIO . S 1 Li
r~presentación de los caudillo d ' o ano ma asumía la
pudo ser, a este respecto, más explícita. "Ningún católico -aconsejaba el . s epartamentales 'par '
nva de un triunfo radical era m' b ' ' a qUlenes la perspec-
documento- puede votar a candidatos que inscriban en sus progratnas "?7 as som na que la de un tr' L
ta .- De la pugna entre las dos p " .' 1uniO peronis-
los principios siguientes: 1) separación de la Iglesia del Estado; 2) supre- . ,. OSIclones no fue posibl 'b
po línca umca por lo que la co ., .' e arn ar a una
sión de las disposiciones legales que reconocen los derechos de la religión , nvenClon terrmnó d' d lib
tud a adoptar a las distintas c d' . eJan o rada la acti-
y, particularmente, el juramento religioso; 3) el laicismo escolar, y 4) el ; on UCCl0nes prov.tri . 1 E di .
po.nantes como Córdoba B Ai Cla es. n stntos im-
divorcio legal".25Para quien quisiera estuchar, y en.la Argentina de enton- , y uenos res los c d
ron no adherir a la U nio'n D ' ' ' onserva ores resolvie-
ces eran tnuchos, el mensaje era inequívoco. También lo era la complacen- emocranca prota .' d
les una lucha electoral que ti' ' gomzan o con los radica-
cia de la jerarquía eclesiástica frente a la promesa hecha por Perón de man-
a~¡anza liderada por Perón. ec pso, por su virulencia, la oposición a la
tener la enseñanza religiosa en las escuelas, establecida por el gobierno mi-
litar. En la alternativa, las simpatías del clero habrían de estar con el futuro .-, La división del conservadorismo no se "
in'fegrarse a la Unión De ' . a,goto entre las opciones de
presidente, que ya había sabido ganárselas al colocar su gestión en la Secre- mocranca o concurnr e £ ' d
de los dos frentes políticos El t di 1 n, orma 111ependiente
taría de Trabajo bajo los auspicios de la doctrina social de la Iglesia. " . ve o ra ca acelero otr .
b len era silencioso si no de£endí d h . o proceso que, SI
En segundo lugar, la abierta ruptura con el conservadorismo, a , ' a sus erec os en 1 bl .
nas no sería menos decisl'vo 1 as asam eas parnda-
e
pesar de los ,esfuerzos de los comunistas por evitarla,26 introducía un para a suerte de la U "D ' .
conflicto suplementario al que planteaba la coalición peronista. El veto momento de. la compulsa electoral: el vuelco~o~ emocranca en el
al campo peronista. de caudillos conservadores
radical colocaba a las fuerzas conservadoras en una difícil posición, y este
dilema quedó reflejado en las distintas opciones electorales defendidas en El tono de guerra santa impreso or l'
las provincias llevó una justificada ala;ma ::a ra~cales a su campaña en
la convención del Partido Demócrata. Por un lado, el político nacional v
merosos de una victoria radi 1 s. . as conservadoras. Te-
rico hacendado Antonio Santamarina sostuvo la conveniencia de vota~ ca , numerosos dirlg t 1 al
por emio-rar a la coali ", en es oc es optaron
por la Unión Democrática, mientras por otro Vicente Solano Lima, diri- b-., Clon peromsta en lug r d d b
nales adversarios políticos com ' , S 1 a e, ar atalla a sus tradicio-
gente de la provincia de Buenos Aires, propuso que los conservadores " ' o quena o ano Lim 28 El
VIno a reselver uno de los pr bl ,a. oportuno aporte
presentaran su propia fórmula presidencial. Corno lo ha destacado Igna-
miento. de origen princl'palm o embas que tenIa planteado est.e movi-
cio Llorente, ambas posiciones descansaban sobre una diferente percep- ente ur ano' su p ,,
rales. El control electoral que t ' 1 . enetraclon en las áreas ro-
ción de los desafíos impuestos por la confrontación electoral. "Para San-
dores del campo bundado elma~ .os con,servadores sobre los trabaja-
tamarina y algunas fracciones de las clases altas, Perón representaba una , en a VIeja polín d ti
medida puesto a su serv1'cl'0 La . d ,ca ~ c entelas, fU,een gran
amenaza creciente, por las medidas que había introducido afectando la . pru enCla polín ' b '
tante, un tratamiento discreto h ' fi ca aconseja a, no obs-
, aCla 19uras tan aso . d '
Justamente impopular de allí 1 Cla as con una epoca
25 Citada por Llorente (1980), p. 291. forma aislada, como ~ersonJ~:d:: :;vos re~lutas se incorporaran en
26 En el pe~iódico Orientación, del 26 de diciembre de 1945, el dirigente comunista
Arnedo Alvarez escribió: "Debemos hacer todo lo posible para que se incorpo-
núcleo político propio junto a Perón. ependientes, y no formaran un
ren a este movimiento representantes del movimiento obrero, de la intelectua-
lidad, de las fuerzas vivas y del Partido Conservador. La ausencia del sector
conservador es una de las considerables debilidades en este aspecto y requiere 27 Llorente (1980), p. 290,
que fijemos al respecto nuestra posición, Debemos reconocer que el Partido 28 L .
Conservador es una fuerza seria, que ha gobernado el país durante muchos a prese~cla conservadora dentro de la coali " "
los trabajOS de Llorente y Go ál E Clon peroru.sta es el tema central de
años y que cuenta con sectores importantes en muchos lugares del país", En su , nz ez .steves y .t d . b
r~mos mas adelante, al analizar los result d a CIa os: so re este punto vo1ve-
informe a la Conferencia Nacional del Partido Comunista del 22 de diciembre de '
cltando nuevamente a L10rent fi a os el~ctorales. Recordemos ahora
1945, Victorio Codovilla se lamentó igualmente de la ausencia de los conserva- e, que a lúes de di' b d '
dores en la cruzada electoral contra el "naziperonismo", pero sus protestas no co~servador A. Mugica se entrevistó con T cl.e~ re e 1945 el dirigente
r~dica1es moderaran sus críticas ante el éxodo a;bonm, para solicitarle que los
fueron oídas por los radicales, mucho menos dúctiles que los comunistas ante
rusta, Cf, Llorente (1980), p. 316, e conservadores al campo pero-
sus adversarios de siempre. Cf, Codovilla (1946a), p. 78,
[142] [143]
La vio/a gllardia sindical y Peyó/1 Capítulo 5
.
Las tenSlOnes que atravesa ba el mundo político no llegarían, . sin
. Este inesperado cambio en los decorados de la que debía ser la esce-
.
determmar e 1 c lim a d e la campaña electoral en el nivel naclO- ,na de una campaña electoral llevó una súbita zozobra a los dirigentes polí-
b
ertl argo, a b' d nacidos a la hora del recuento de los ticos. Si el gobierno esperaba beneficiar la candidatura de Perón con su
l. fectos ha nan e ser ca .,
na , sus e orgaruza . d os 105-"
dos frentes elector~les la confrontaclOn
.
' decreto, el rechazo de los empresarios hada peligrar la suerte de los comi-
U
votos. na vez 1
, b' n pronto e terreno
de la lucha sociaL El 20 de diclembre el
, cios n1Ísmos. Los líderes nacionales del sindicalismo dieron la voz de alar-
retomo,
.d le fi ' ,
Farrell lrmo e ecre 1 d to 33 .302 por el que se establecla un ma. El 7 de enero, en un acto realizado en el Luna Park, Borlenglll denun-
presl ente 1 dIarios la extensión de las yacaciones pagas a la Ció,en la tribuna levantada por el gremio mercantil, que "existe un plan para
aumento genera b ~ s; s;l aumento de las indemnizaciones por des- dar la sensación de caos e invalidar los con1Ícios. Es necesario no secundar
~ayoría de l~s:~ '~~:e:~ ~nual complementario" o aguinaldo c~n la la maniobra con movimientos de violencia y actitudes inorgánicas. El de-
pido, y crea a aba a regir inmediatamente y debla, en (;reto está en vigor y el gobierno lo hará cumplir. N os conviene la calma". 31
mención expresa de que empez -?9
. ser abonado a fmes de ano.- É>íasmás tarde, la central obrera ordenaba volver al trabajo e insistía en que
consecuenC:ia, fi'al 1gobierno se preocupó en presentar como ttla unidad y la serenidad" debían ser las consignas del momento.32 Pero
El decreto o lCl , que e . d T b' al
. . es dejO adas por el ex secretano e. ra aJo estos consejos encontraron un eco limitado entre los obreros, las ocupacio-
Id t de las IDstrucci0n
e pro uc o
d argo provoco , 1a reacción de los partidos Oposltores, ante nes continuaron multiplicándose en forma espontánea, mientras el diario
aban onar su c , 'alid d política La iniciativa de la protesta co- La Época) siempre listo para ampliar su audiencia popular, proponía inter-
b' ueba de parcl a .
tan o Vla 1
di ' mpero a as aso Cl'aCi'ones empresarias , que comenzaron a
pr venir las empresas rebeldes y transformarlas en cooperativas.33
rrespon . o, e , 1 d creta a través de publicaciones en la prensa y La situación se agravó el 10 de enero, cuando los empresarios res-
Pr'onunClarse contra e e . di ., 1
bl en las que las expresiones de ID gnaclOn eran e pondieron a las ocupaciones disponiendo la clausura de los estableci-
constantes asa~ eas , d la rebelión. La clase patronal se aprestó a
,1 abierto llama o a mientos para el 13, 14, Y 15. Por tres días el país estuvo detenido y, con
pr~ o.go a un . bernamental, en particular el pago del aguinaldo, pre- este, la gira proselitista de los candidatos de la Unión Democrática en las
reSistir la me~da gu. . alid d llegó el fm del año y ninguna empresa
d IDconstituclOn a. . . provinci@.s.34Al [mal, se salió del conflicto gracias a un repliegue de los
text~n o su. Transcurrida la primera semana de enero, la l11qUletud empresarios: actitud que quizás tradujo su acomodación, no tanto a las
lo hizo efectiv°
ci 1 mbientes obreros fue dejando paso a respuestas
que había gana o os ~ al s de la CGT en Córdoba, Rosario, La Plata,
innovaci0nes laborales del gobierno, como a las exigencias electorales de
, etas'las regton e . d la oposición política cuyo triunfo prometía acabar legalmente con aqué-
mas concr 1 paralizaclOn
, . ., d e ac,ti'VI' dades' el 8 de enero las grandes tlen
1 . , as llas. Terminado el lock out patronal, la resistencia empezó a ceder en las
dec araron a das por sus empleados y su ejemplo cundio en empresas, los acuerdos se sucedieron; en definitiva, las centrales empre-
d 1 ital fueron ocupa ., d 1
e acap .J: • 111
• dustrial Los actores princlpales e os en-
f:' b . de la penlena • sarias resolvieron recomendar a sus miembros acatar el decreto oficial y
las ancas. t s que ha b'lan marca do el año anterior volvían al centro de la pagar el controvertido aguinaldo.
frentarnten 'ca o d por la tensa atmósfera del conflicto so-
arena p olíti , carga a otra vez El desarrollo del conflicto tuvo significativa gravitación sobre los
cial.30 . rumbos de la campaña electoral. La comprensible irritación de los parti-
[144] [145]
La t'ida gllardia sindical y Perón
Capítulo 5
dos de la U mon . e opomen o, d ose al con temO do de las medidas tnlsmas, . y que e! sostenido por la coalición peronista. 35 Uno y otro se dirigían a un
hizo que terffilnaran ente de los cálculos oficIales, ' ¡país en el que la industrialización era un proceso irreversible y respondían
o • e tal vez no estuvo aus .,
esta CIrcunstancIa, qu ., lítl'ca En efecto tamblen ellos al clima ideológico de la posguerra, con su énfasis en la intervención del
., 1 1 confrontaclOn po. '.
defimo su ugar
o 1d en eto a denuncIan . d o qu e sus presuntos beneficIos pron- Estado en la economía, la necesidad de reformas estructurales y una
cuestlonaron e ecr , . fl o, habría de provocar ... Razona- distribución más igualitaria de la riqueza. Incluso en lo concerniente a la
' 1 d por la m aClOn que .
to senan anu ha os o no les conqUIsta b a 1a simpatía . de los trabajadores
o
y los ubIcaba, den cam,.d 10,que so lían con SI°de rarse pro¡rresistas con los vo- por una marcha atrás, al pasado.
• o b
coincIdenCIa e partl os h d or la coalición peronista para Pero este programa de gobierno ocupó un lugar secundario en su
1 tr al fue aprovec a a p ~
ceros de la case pa o~ o, dominó la campaña electoral como un c;ampaña electoral. Más aún, como su propio candidato presidencial su-
hacer parecer la polanzaclOn que 0al tagónicos.
. tre sectores SOCI es an ~fayó, e! momento de decidir e! futuro perfil social y económico de! país
abierto enfrentamIento en onuevos incidentes contribui- llegaría una vez superados lo peligros que se cernían sobre las libertades
Las consecuencias de ~sta lffiagen ,que la lógica de los argumentos
' . hi on sentir ante to do, en
o , . públicas. "Sería un desconocimiento de la realidad argentina si yo creyera
nan a fijar, se Cler , lí . La Unión Democratlca or- que éste es el momento de explayarme sobre temas de esta índole -se
d
o 1 dos bandos po tlcos.
intercambIa os r:,0r os d 1 defensa de la democracia, contra las explicó Tamborini-. El drama que nos conmueve a todos en la hora
., mpana ennombre e a ,.. ,
gamzo su c,a,'1 ti. o Para 1os par tl'dos reunidos en la COallCIOnopo- presente es la pérdida de nuestras libertades".36 Alertando, pues, sobre
amenazas de tata tansm . , b 1 continuidad con la Revolu- esos peligros, corporizados en el triunfo de Perón y levantando la con-
did de Peron representa a a .
sitora, la can atura b olencia hacia las potencias del eje
., d J . d cuva sospechosa enev 11 signa "Por la libertad contra el nazifascismo", los partidos opositores
Clan e umo, e , ) e
tra ella centraron sus ataques, a-
o
salieron al encuentro del electorado, confiados en que sus convicciones
Berlín-Roma existía fresca memona . onmbate que debería ser el último,
1 . d d 'a a sumarse al ca , democráticas habrían de imponerse, poniendo a salvo a la Argentina de
mando a a cm a ~:u incón del lobo el triunfo alcanzado por el un porvenir que imaginaban con los colores sombríos de los regímenes
para asegurar tamblen en este ~ tina ~e reintegraría, así, a la familia de totalitarios que los ejércitos aliados habían logrado erradicar de Europa.
antifascismo en el mundo. La gen b d hacerlo Brasil con la deposi-
' o mo aca ba a e , Esta confianza no los abandonaría hasta conocer los resultados de
los países democratlcos, ca .. , d u adversario que la Unión Demo- los comicios. Tan sólida era que, si concedían algún apoyo popular el
., G tuli V: gas Esta VISlon e s, ,
Clan de e o ar . b alto el camino que este habla candidato laborista, era para descalificarlo enseguida, atribuyéndolo a las
crática procuraba popularizar pasa a Pali~ra entre la elite revolucionaria,
'd d d su nombre so b res er clid presiones ejercidas desde el gobierno sobre los sindicatos obreros. En
recorn o es e que . lidación en el poder y a me a los actos que periódicamente reunían frente a la Secretaría de Trabajo a
d 1943 E su progreSIva canso .
hacia fines. e. . n , bl Perón había purgado sus propIas
o •
grupos de trabajadores, agradecidos por las mejoras que recibían, debía
que la victoria aliada devema meVIta e'd Esfuerzo inútil: gestos más
. d ' mpromete oras. verse -advertían los partidos de izquierda- una conducta justificable por
fIlas de sus affilsta es mas ca d fIlofascista no habían evitado a parte de quienes se sabían débiles ante un poder autoritario y, de ningún
contundentes de ruptura con su pa:,a o regeneración democrática que
,. de la campana d e . modo, la renuncia a las lealtades ideológicas que por tantos años los unie-
Vargas ser una VIctlffia D e allí que Pero'n , quien continuó haclen- ran a ellos. "En comicios libres los trabajadores votarán contra Perón",
., d Al mama o
di
siguió a la ren Clan e e .. bre todo se mantuvo fiel a un se decían,37 y con esta certeza desechaban igualmente el inquietante re-
do la crítica de las tradiciones li~r~les ~á~:cas con~cidas, no pudo evitar
stilo políticamente respetuoso e as p , . 35 Ciria (1968), p. 163.
e .. de la opinión democratlca.
la oposición más l11translgen:e t' a sí misma como una opo- 36 Luna (1969), p. 441.
Esta oposición intranslgentedse prebs~nnoo redactado por radicales, 37 En el acto donde fueron proclamados los candidatos a diputados nacionales por
. S programa e go ler ,
sición progresIsta. u doso ni más conservador la Capital Federal del Partido Comunista, el día 3 de febrero, el dirigente obrero
socialistas y comunistas, no fue menos nove José Peter pronosticó: 'Jamás la clase obrera aJ.'gentina,que siempre se distin-
guió por su lucha contra el nazifascísmo criollo y por su solidaridad con los
f
[146]
1 [1471
La lJida guardia sindical y Perón
Capítulo 5
[148]
[149J
La vitja guardia sindical), Peróll Capítulo 5
¿Era este el mensaje que radicales, socialistas y comunistas procura- l polí~ca en la década del treinta, el movimiento obr '
i,lapnmera línea de las luchas anu'£:' , , ero habla figurado en
ban transmitir en elleguaje cifrado de su retórica democrática? A juzgar d d 1 ' asclstas. ¿ QUIen podí
u a a slnceridad de su rechazo a los es ue ' ,a,pues, poner en
por su pasado, por el programa y los ideales que estaban en su origen,
que el Partido Laborista busc' 1 q mas totalitanos? Rechazo éste
nada más discutible. Sin embargo, el lugar que terminaron ocupando en ' ana pro ongar desd 1 b'
1os mas genuinos que los exhib' d 1 e e go lerno, Con títu-
la lucha electoral, junto a los representantes del mundo de los negocios y pemocrática.42 1 os por as fuerzas reunidas en la Unión
las jerarquías tradicionales -a quienes se habían enfrentado en tiempos no
lnuy lejanos-, llevó a las clases obreras a pensar as!. Esto les costaría la , , Pero si subrayaban su adhesl'o'n d e SIempre. a los
craucos,no subrayaban meno di'd' preceptos demo-
pérdida de los apoyos populares con los que contaban hasta entonces, . , , s su SI encla con una .,
su JUlCIO,los recortaba en 1:0 nil concepclon que a
No sólo eso: también sus consignas perdieron credibilidad, puesto que .tI rma u ateral "L d . '
~ sola es una mentira" 43 pr 1 b . a emocraCla política por
se hizo difícil distinguir entre las libertades políticas exaltadas por la Unión ( , oc ama an sus orad' 1 .
tbrales, para insistir luego en la n 'd d d ores en as trIbunas elec-
Democrática y los privilegios que se arrogaban los sectores patronales en '\ eceSl a e gar ti 1
protección leo-islativa ylos r ,. an zar a os obreros la
sus relaciones con los trabajadores, sin las limitaciones legales que se pro- b~ ecursos econOffilCO 1 ' .
varse por sobre su dependencia aband s que e~ ~:rffilueran ele-
ponía establecer una intervención del Estado en la vida social como la
nos de segunda clase. Argum y d onar ~u condiclon de ciudada-
auspiciada por Perón. ser disfrutada en la opresión en;an ?
q~e la libertad política no podía
De allí partió éste para desacreditarlas, contraponiéndoles la idea de . y a mlsena concluían recordando a los
otra dem.ocracia, una democracia rea~ según la llamara, con una fórmula
cara a la tradición ideológica en que se había formado. Esta democracia
real, que había dado sus primeros pasos a través de los decretos emana-
1 42
"En el artículo
' " Palabras a los Demócratas"
~rgentlnos: no es cierto ue sean d "pu
bli
cado en El Laborista, se decía'
de la fórmula de la Unió;; Dem . ,e~ocratas todos los actuales sostenedore~
dos de un poder de facto, no tenía por qué sujetarse a las normas de esa
democracia aparente que criticaba en la oposición para realizar el orden 1 Rural, de la Bolsa de Comercio ;~:~caU -r:~dós los dirigentes de la Sociedad
actuales, fueron los primeros sl'mp tl'a ruon Industrial, los de siemp1'e v los
M li' a zantes que tu 1 A J
USSOQ,l, cuando este renegado del ' li va en a rgentina Benito
más justo que prometía. De hecho, la fórmula empleada por Perón de- lo~ales de los centros socialistas de l~~cI,a s,mo empezó a quemar todos los
T
jaba abierta la vía para una acción de ruptura que debilitaría, desde el I~ mIsmos 'señores fueron los prim~r ' Sln,dlcatosobreros de su patria. Estos
mo empezó a asesinar comunista~Sys~mpa?zantes argentinos cuando el nazis-
Estado, a un orden de privilegios pero, a la vez, a las libertades políticas
( Esp~ña? la madre patria, el totalitarism~m~crata:, en Alema~ia. y cuando en
\ históricamente asociadas con él. El debate quedó planteado, así, entre Republica, mientras el proletariado 1:' avoco la guerra CIvilpara abatir la
dos discursos paralelos, articulados a versiones opuestas a la democracia: rro de la democracia y del sindica~:~ntlno respondía ampliamente en soco-
una democracia política que parecía coexistir muy bien con el manteni- 1., representantes de la Falange ( ) T b .o'dtodos estos señores rodearon a los
1 b .
os tra aJadores argentinos quere
. '" ra aja ores' po 1 '
., re cammo de la democracia
miento de los privilegios sociales, y una democracia social indiferente, vaT li' d mas construIr una R 'bli
l.a e mInan o, al amparo de la le las di ' epu ca Laborista que
sino hostil, a las libertades políticas. leglOs.que tornan precisamente ilur~ria to~renc:as e~onómica~ que crean privi-
En un escenario monopolizado por voces tan discordantes, los ~onqwstas han sido iniciadas por el obier a va unta de gobIerno libre. Estas
J~dores queremos autenticarlas en 1g n~ ~e fa,cto,pero nosotros los traba-
hombres del laborismo se esforzaron por evitar la disociación creciente dIente. Los trabajadores argentl' e cuerpo eglslatlvo jurídicamente correspon-
d' d nos nunca hem . ,
que separaba, como dos principios irreconciliables, la libertad política y lcta ura. (... ) Somos los partidarios d 1 ,os slmpatlzado con ninguna
Secretaría de TrabaJ'o lo hacíamo le faLey. ?l hemos defendido leves de la
la justicia social. Para ellos, el pasaje a una sociedad más igualitaria no s por a ranca ln p' " , J
Pero di spuestos a aceptarlas ad re£i d d s lraClOnsoc1al de esas leyes
debía comportar un retroceso de la democracia. Este convencimiento ta, 22 de febrero de 1946). eren um el futuro Parlamento" (El Laboris~
acerca de la unidad -posible- de los valores que el debate tendía a opo- 43 D
urante el acto de la proclamación de 1 '
ner recibía su fuerza del papel protagónico que asignaban al movimiento el 12 de ~ebrero, Luis Gay sostuvo' "Lasdcandida~ras de la coalición peronista
m ' U' , a emocraCI lí ' ,
enttra. rucamente es una realidad d a po tlca por sí sola es una
obrero en la coalición peronista. Desde que renunciara a la prescindencia una estructuración económica de la c,:a~ da va efectlvamente acompañada por
las realizaciones políticas Miente sO~le a que la haga posible en el terreno de
h bl d ,. n qwenes no ha
a en e la Constltución y de esa lib gan suyo este concepto y sólo
trativa de las multas, estableciendo que las mismas corresponden a funcionarios hasta el 3 de junio de 1943" (El Lab ' ertad que ellos desvirtuaron y negaron
provinciales" (El Laborista, 5 de febrero de 1946), ansta, 13 de febrero de 1946).
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La vida guardia sindical] Peról1
Capítulo 5
[152]
La I,i~/a guardia sindica! J' Perón
[154] [155]
La vida gU01¥lia si11dical y PeTÓ11 Capítulo 6
mente las confiadas previsiones de la Unión Democrática en su victoria. monopolio de las banderas reformistas.4 Por su lado, los conservadores
Comentando las elecciones de 1946, R. Potash ha indicado que un des- también hicieron escuchar sus quejas, tanto más justificadas ahora que la
plazamiento de sólo 140.500 votos en contra de Perón habrí~ dado a lección de los comicios probaba cuán errónea había sido la decisión de
Tamborini la mayoría electoral. Más aún, agrega, un desplazarruento de marginarlos de la coalición opositora. 5
sólo 37.350 votos en cinco distritos le hubiese asegurado la mayoría en el Este ajuste de cuentas retrospectivo, cualquiera fuera la satisfacción
colegio electoral.2 La escasa magnitud de estas cifras ilustra bie? .cuán que produjera entre quienes habían propuesto una estrategia electoral
reducido fue el margen de votos que decidió la suerte de los COrruClos,a diferente, fallaba, sin embargo, en un punto esencial; no tomaba en cuen-
la vez que permite conjeturar sobre el impacto que tuvo la campaña ta las actitudes dominantes en las fl1asde la U ruón Democrática. Cuestio-
política de la Unión Democrática en sus posibilidad.es electorale~',Indu- nar, por ejemplo, el énfasis puesto en el antifascismo comportaba desco-
dablemente, la publicación del Libro Azul y la entuslasta percepclOn que nocer las creencias que habían estado en el origen de las movilizaciones
encontró en las fllas opositoras debieron restarle el apoyo de potenciales " políticas de las clases medias desde mediados de 1945. Quienes partici-
electores. Es probable que la sagaz explotación que hizo Perón de los paron de ellas lo hicieron convencidos de que la empresa política de
sentimientos nacionalistas en el tramo final de la campaña haya volcado a Perón tenía obvias similitudes con las experiencias del fascismo europeo.
su favor votos cruciales. Las divisiones internas de la oposición también De ese convencimiento recibieron su fervor militante, y no dudaron un
cumplieron con su parte. La exclusión de los conservadores debilit~ a la momento que su llamado a la defensa de las instituciones interpretaba el
Unión Democrática: si esta consiguió imponerse en cuatro de los qumce sentir mayoritario: ¿acaso la vigencia de la democracia representativa no
distritos fue porque allí recibió el aporte de los votos conservadores. había sido por tantos años la aspiración común de las mayorías popula-
Que la dispersión de la oposición no hizo sino perjudicarla lo probaron res? Ahora que una amenaza más formidable pesaba sobre ella, porque
los resultados de las elecciones parlamentarias y de gobernadores. Como no provenía de las viejas minorías usurpadoras sino de un experimento
hemos señalado antes, en ellas las distintas fuerzas opositoras concurrie- totalitario en ciernes, más completa debía ser su defensa. Para una visión
ron en forma independiente y, a menudo, los radicales y los conservado- se~ejante, en la Argentina de 1946 no había otra batalla por librar que
res libraron una batalla electoral paralela; ello facilitó el triunfo de los aqu~lla que decidía el destino del país entre la democracia y el fascismo.
partidos de la coalición peronista, que obtuvieron el contr~l del 7?% de Esta peculiar percepción de la coyuntura política definió, pues, para quie-
las bancas de la Cámara de Diputados, 28 de las 30 senadurlas en disputa nes la hicieron suya, ciertos cursos de acción, al mismo tiempo que cance-
3
y todas las gobernaciones, con excepción de una. ló otros, condicionando las decisiones de los dirigentes políticos que se
Una vez recuperados los grupos opositores del desconcierto inicial,
ante el inesperado revés que tan drásticamente reducía su participación en
4 Comunicado del Comité de la Sección 16 de la Unión Cívica Radical de la Capital
las instituciones, era previsible que la polémica estallara entre ellos. El
Federal, firmado por el dirigente de la corriente intransigente, teniente coronel
sector intransigente del radicalismo, saliendo del silencio que mantuviera (R.E.) Atilio Cattáneo: "La propaganda electoral de nuestro adversario induda-
durante la campaña electoral, reprochó a las autoridades del partido por blemente fue demagógica y favorecida por circunstancias especiales. Pero la nues-
tra fue desacertada e ineficaz, debido a la influencia comunista que la centralizó en
el negligente abandono del programa social de Y rigoyen: al privilegiar en el ataque al coronel Perón como nazi y fascista, mientras este hada pública confe-
exceso las consignas antifascistas -apuntaban los críticos-, la Unión De- sión de sus convicciones democráticas, agregando en sus discursos su acción de
mocrática había preparado su derrota, entregando a sus adversarios el justicia social, el antilatifundismo, la defensa de la soberanía, etcétera. La despreo-
cU1?ación~el radicalismo en los últimos tiempos por la política obrera y humani-
tana que SIempre desarrolló, facilitó al adversario la adopción para sí de esa acción
2 Potash (1981), p. 74. benefactora" (La Pren.ra, 20 de abril de 1946).
3 La ley electoral argentina contribuyó, a su vez, para que la victoria peronista se 5 "Los conservadores fuimos injustamente excluidos de la Unión Democrática v
tradujera en una ,amplia ~ayoría de, ca~gos gubernamentales ..J?e acuerdo con la ésta sólo pudo ganar donde nuestros correligionarios le dieron sus votos si;'
ley, al partido que obterua la mayona .slmple de l~s votos effiltidos.le corr~spo~- compensaciones ni condiciones", de la declaración del Partido Demócrata Nacio-
dían los dos tercios de los cargos electivos y el terCIOrestante a la pnmera mmona. nal reproducida en "Historia del Peronismo" (Primera Plana, 3 de mayo de 1966,
Sobre los orígenes de la llamada ley Sáenz Peña, véase Botana (1977), cap. 9. N° 175).
[156] [157]
\
La l/ida gllardia sindical)' PerólI
Capítulo 6
propusieron representar a ese vasto movimiento de opinión en las elec- L a las figuras políticas asociadas con los años de la restauración conserva-
ciones del 24 de febrero. í
J
dora no era menos viva que la oposición a Perón, por lo que la proyec-
En este marco fue comprensible que las preocupaciones sociales de tada alianza tuvo, desde un comienzo, un futuro incierto. Cuando, a esas
los radicales intransigentes tuvieran un eco limitado y que ellos mismos se objeciones, los radicales agregaron todo el peso de las suyas propias, la
vieran desplazados por políticos que expresaron, sin sus ambigüedades, propuesta comunista fue finalmente abandonada. Con los resultados elec-
la disyuntiva electoral que creían tener delante de las clases medias argen- torales en mano, los conservadores discutirían más tarde el acierto de la
tinas. Por otro lado, que esos políticos, entre los que se contaron los decisión.6 Quienes la tomaron creyeron, sin embargo, reflejar mejor la
representantes de la izquierda, no juzgaran imprudente retribuir el apoyo voluntad de sus simpatizantes y estar sumando y no restandG>votos a la
del mundo de los negocios reveló hasta qué punto el movimiento de victoria de la coalición opositora.
oposición no concebía otro eje que el de la lucha antifascista. Así, mien- Por las razones indicadas, la polémica que siguió a los comicios
tras sus adversarios sacaban sus propias conclusiones, los dirigentes de la tuvo efectos muy limitados sobre la interpretación que la Unión Demo-
Unión Democrática recibían como un signo auspicioso la adhesión de crática se dio de las causas de su derrota. Diez días después de las eleccio-
organizaciones económicas que en el pasado habían preferido la proxi- nes, el periódico socialista La Vanguardia resumía la opinión mayoritaria:
midad de gobiernos con menos escrúpulos democráticos: esa era una "24 horas de orden no suprimen el fraude de 30 meses de dictadura".7
prueba de la voluntad de regeneración política del país que ellos encarna- Vista de este modo, la proeza electoral de Perón quedaba reducida a una
ban y que sólo el fascismo tardío de Perón obstaculizaba. La participa- novedosa edición de la vieja tradición argentina de los gobiernos electo-
ción de los comunistas en la campaña electoral fue parte también de esta rales. "El vicepresidente de facto pasará ahora a ser el presidente de la
concepción de la coyuntura política. Ni por sus antecedentes, ya que la república -denunciaban, por su parte, los conservadores-, será vicepresi-
mayor parte de su existencia había transcurrido en la periferia de la vida dente el ex ministro del interior y gobernador de la provincia de Buenos
política nacional, ni por su fuerza electoral, que no era significativa, era Aires el ex jefe de una repartición pública acusada de un excesivo emban-
previsible el papel sobresaliente que debería jugar el Partido Comunista d~ramiento. Serán senadores nacionales dos ex ministros y llegarán al Con-
en la. coalición opositora. Ese momento de gloria -fugaz, porque no
so brevivió al desenlace de los comicios y el comienzo de la guerra fría-
6 En sus memorias, refIriéndose a las elecciones de 1946, el dirigente conservador
no fue independiente del clima de solidaridad antifascista internacional Eduardo Augusto García ha escrito: "Los radicales [...] no solamente se unieron
con el que las fuerzas de la oposición se identificaron. a los comunistas, sino que desde las tribunas levantadas durante la campaña
Las decisiones que fueron determinando la estrategia electoral de la política en las provincias y en la Capital Federal se dedicaron casi exclusivamente
a denostar y a amenazar a los conservadores por haberlos expulsado del poder
Unión Democrática no solamente estuvieron influidas por la visión ideo- en 1930. En sus diatribas, Perón pasó a un segundo término y se cuidaron muy
• lógica dominante en los círculos de la oposición. El fracaso de la tentati- bien de señalar el peligro que signifIcaba su triunfo para la tranquilidad de la
periódico socialista destacaba: "Debemos repetir que nadie nos quita el fraude
cometido por la dictadura militar antes de los comicios limpios y cristalinos;
bajo la presión constante de ese movimiento sustancialmente espontáneo mecánicamente limpios y cristalinos, luego de asegurarse por dos años y medio
y al margen de las organizaciones políticas de donde había surgido la largos de dictadura la confusión en los espíritus y la corrupción de muchas
resistencia al régimen militar y no podían ignorarlo sin comprometer su conciencias, junto a la movilización de todos los recursos del Estado para el
logro del fIn propuesto: asegurar el triunfo del continuismo" (La Vanguardia, 3
inestable liderazgo. Entre los animadores de ese movimiento, la condena de marzo de 1946).
[158]
[159]
..1'---
'11
greso y a las gobernaciones de la provincia interventores nacionales y mili-
tares retirados". 8 Con esta imagen última del proceso electoral, que en nada I indudablemente originales.?~n primer lugar, el mapa electoral que emer-
gió de los comicios tendió a reflejar, quizá como nunca antes, los princi-
pales clivajes de la sociedad. En las grandes concentraciones urbanas, el
contribuía a reconciliada con su desenlace, la oposición inició la marcha
hacia el semiostracislTIo político, rehusándose a reconocer el nuevo clima electorado obrero se volcó abrumadoramente por la coalición peronis-
social que había servido de marco a su derrota. Sólo los comunistas, con su ta, mientras que la oposición recogía sus votos de las clases medias y altas.
acostumbrada flexibilidad, descubrieron en la experiencia política que co- El impacto de este re alineamiento según los criterios de clase sobre la
menzaba, y cuyos peligros habían sido los pl1.merOS en denunciar, razones estructura partidaria fue devastador, sobre todo en los partidos de iz-
para una actitud menos intransigente.9 El resto de los grupos opositores quierda. Los socialistas no lograron elegir un solo parlame~tario, cua~do
perseveró en ella, y no sería la gestión del futuro gobierno, caracterizada habían estado seguros de obtener, por lo menos, la mayona en la capItal;
por un creciente autoritarismo, la que los llevaría a revisarla. Los cambios parecida suerte tuvieron en el otro extremo del país: en el enclave obrero
sociales y políticos por los que pasaría el país en los diez años siguientes, de los ingenios azucareros de Tucumán, la federación socialista local de-
aunque más moderados que los que temieron los intereses movilizados en sertó en masa y proveyó cuadros y militantes al recientemente creado
su contra, vieron, así, cuestionada su legitimidad desde el origen mismo. Partido Laborista.
A pesar de las dimensiones familiares de la política argentina que En las zonas rurales, la penetración peronista en las clientelas popu-
era posible advertir en el desenlace electoral, este presentaba otros rasgos lares de los partidos tradicionales fue también amplia, en particular en las
áreas de la agricultura moderna del Litoral. Comomostraron los resulta-
dos electorales de la provincia de Buenos Aires, las pérdidas mayores
8 De la declaración del Partido Demócrata Nacional ya citada (cf. n. 5). .' \
fueron del conservadorismo, para el que llegaba a su [m el sólido arraigo
9 A pocas semanas del comicio, el periódico comunista La Hora señalaba que: "Los
trabajadores que han votado por Perón, independientemente d.e lo que él repre- que tenía entre los trabajadores del campo. lO El apoyo rural al perorusmo
senta han dado una tónica democrática, progresista, y antifasc1sta a su voto. En provino, además, de otra fuente. Las expectativas suscitadas entre los
el pl;no económico, estos. trabajadores vota70n por la trans~or~ación de la vieja
estructura que ha manterudo atrasado al pa1s y creado la m1sena para el pueblo,
por el mejoramiento sustancial de los salarios y las condiciones de trabajo. En el 10 La caída de los votos conservadores en la provincia de Buenos Aires fue objeto
plano político, lo hicieron contra la oligarquía. terrateniente, :espo~s~ble ,~e la de un comentario en La Prensa titulado "La sorpresa del escrutinio": "En la
entrega del patrimonio nacional a los monopolios y los trusts 1mpenalistas (!--a efección de Presidente y Vicepresidente de la República en 1931 el Partido Demó-
Hora, 20 de marzo de 1946). Esta nueva caracterización de la coyuntura política crata computó en su favor 218.101 votos; esa cifra se elevó a 391.441 al r~novarse
presidió la intervención de V. Codovilla en el XI Congreso del partido, realizado el Poder Ejecutivo en 1937. En 1946 obtuvo apenas 27.270. Las elecclOnes de
en agosto de 1946. "Los hechos han demostrado que [... ] una ve~ asumido el gobernador y vice figuran, por otro lado, con estas cifras: 1931, 206.437; 1935,
poder, Perón [oo.] se vio y se ve cada vez más colocado bajo dos preslO~e~,contra- 1I 278.526; 1941, 292.601; 1946, 53.034 [oo.] Salvo las elecciones de diputados na-
dictorias: la de los sectores obreros y populares que votaron por la coalic1on de la cionales realizadas en marzo de 1940, todas las efectuadas en la provincia de
Unión Democrática como los que votaron por la coalición encabezada por el Buenos Aires a partir de 1931 merecieron juicios que no h~n de haberse olvi~a-
presidente electo, y la de elementos reaccionarios y pro fascistas, la de .la oligarquía do. El antecedente puede servir como indicación para explicar las.~normes dife-
y los monopolios imperialistas ingleses y americanos. [oo.] Ahora b1en, camara- rencias que se advierten con arreglo a la característica de cada elecclOn:~07.000 en
das, si los hechos demuestran que el gobierno actual está colocado bajo dos una correcta y luego 292.000 en una discutida, hasta 391.400 en otra l~alment.e
presiones contradictorias, una pro~esista y otra reaccionaria, resul.ta claro 9~e impugnada, para caer en 1946 a las exiguas cifras de 27:27? en la elecclOnpres1-
nuestra línea táctica [oo.] no podía ru puede ser otra que la de tomar lntervenClOn dencial y 53.034 en la elección de gobernador. ¿Ca~e atr1bu:r,a~fr~ude y la ~lOlen-
activa en (ese forcejeo) en apoyo de los sectores obreros y populares que votaron cia tan decisivos contrastes? La respuesta no sena tan dificil. Sl.no m~d1ara l.a
por Perón y lucha~ por impri~ir ~l gob~erno una ori~:ltación democr,á~ica y 1.J1 elección nacional normal de 1940, realizada cuando ya la proVlnC1~podía conS1-
derarse intervenida y en la cual el PDN obtuvo los 207.000 menclOnados. Que- ¡
progresista. Otra actitud, o sea la ln~ferenc1a o la abstenclOn [oo.] o una p<:>lítica.
de
oposición sistemática frente al gob1erno actual -como la que han asum1do C1er- ti da, así, por despejar la incógnita de esa última cantidad de vo~os que de~en
tos sectores políticos y sociales que formaron la Unión Democrática-, quiérase o considerarse reales y no fraguados. ¿Qué se han hecho los sufraglOs del Partido
no, favorece a las fuerzas reaccionarias y profascistas". La nueva línea del Partido Demócrata Nacional?" (La Prensa, 12 de abril de 1946). La resp~est.a emerge del
Comunista, concebida ahora en función de la formación de "un poderoso Fren- análisis hecho por 1. Llorente sobre las elecciones de 19~6: los distritos donde el
te de Liberación Nacional y Social", se tradujo en la disolución de los sindicatos conservadorismo pierde terreno con respecto a las elecclOne~de 1940 s<:>n ~que-
controlados por los comunistas y la integración de sus miembros a las organiza- 110sen donde triunfa el recientemente creado Partido Labonsta, lo que lnd1Cala
ciones nucleadas en torno de la CGT. Cf. Codovilla (1946 b). transferencia de votos de uno a otro partido. Cf. Llorente (1980).
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r
1
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La ['ie/a guardia JiJldical)' Paróll
Capítulo 6
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[163]
,..
feccionar un padrón de afiliados, convoca a los diputados electos e inicia la cargo de senador nacional que les correspondía en el distrito. ¿Por qué la
redacción d~ un código de conducta, discute las próximas elecciones de propuesta? Los radicales renovadores, con quienes también allí había un
senadores y analiza la composición del futuro Congreso.
acuerdo electoral, reprochaban al partido de los sindicatos no tener hom-
Como es previsible, la visión del momento político que inspira es- bres con títulos suficientes para llenar los altos cargos electivos. En la
tos trabajos está lejos de ser compartida dentro de la coalición peronista: opinión de los laboristas mendocinos, la figura de Teisaire, ex ministro
muy pronto, desde la prensa adicta a los radicales renovadores, son cues- del gobierno de Farrell y el jefe naval más allegado a Perón, era la ade-
tionadas las credenciales del laborismo, pretextando que carece de cua- cuada para neutralizarlas e impedir que aquellos, con mayor peso en la
dros con experiencia parlamentaria. Las hostilidades recomienzan: mal legislatura provincial, decidieran adjudicarse los dos cargos de .sena~o-
ubicados en el favor del electorado peronista, los políticos de la Junta res.14 Consultado Teisaire, dio su conformidad y una conferencia naclO-
Renovadora han encontrado un flanco débil en los dirigentes sindicales y nal del laborismo resolvió proponerlo como senador por Mendoza.
se apresuran a explotarlo, con la intención de recuperar sin lucha y a En la misma asamblea, los electores de senador y los presidentes de
golpes de intriga el terreno perdido en las urnas. ''Ya se habla por ahí de los 174 centros laboristas de la capital votaron el reemplazo de Teisaire
la falta capacidad del laborismo para gobernar -alerta El Laborista el 10 por Luis Gay, el presidente del partido, en la can~datura por la capitaL
de marzo-. Estos figurones, que se consideran insustituibles y temen ser Varios miembros de la dirección nacional del laborIsmo, entre ellos Gay,
desplazados por las fuerzas nuevas están ya maniobrando para subesti- habían preferido no postularse en las recientes elecciones para quedar a
mar al laborismo, para rodearlo e impedirle cumplir con sus propósitos
l. . "13T'~1 cargo del partido y garantizar su continuidad; de allí que ~u nombre ~~~-
revo UClonanos. al como los hechos habrán de revelar, estas preven-
viera disponible todavía para esa operación de emergencIa. La condiclOn
ciones no eran infundadas.
puesta por el dirigente obrero telefónico fue que la decisi~n contara con
La disputa por el control de las senadurías nacionales fue de las el apoyo unánime de los electores y los centros de la capItal-y lo obtu-
p.rimeras de.daradas después de las elecciones de febrero. En las negocia- vo- debido a que la sustitución se hada con posterioridad a los comicios.
CIones preVIas, laboristas y radicales renovadores habían acordado com- .. La postulación del presidente del laborismo desencadenó un nuevo y
partir las bancas del Senado nacional en los distritos donde se presenta- más grave conflicto dentro de la coalición peronista. "El pueblo ha votado
ron en forma conjunta. Las normas de la legislación electoral vigente por el candidato que estaba en la lista y no puede ser estafado" -fue la
estipulaban que el Senado, compuesto por dos representantes de cada
reacción de los radicales renovadores a través de los editoriales del diario
distrito electoral, era designado a través de elecciones indirectas, de las La Época-. "Vamos a votar por Teisaire aunque no sea radical".15 En
que tomaban parte las legislaturas provinciales y, en el caso de la Capital rigor, las listas de candidatos votadas en las elecciones induían sólo el
Federal, un colegio electoral elegido con ese fID. Efectuados los comicios
nombre de los electores a senador y no especificaban por quiénes estos
e integrados progresivamente los miembros de estos cuerpos electivos,
habrían de sufragar en el colegio electoraL Otras razones -y más pode-
llegó también la hora de cumplir los compromisos.
rosas que este repentino celo por el respeto a la voluntad popular- expli-
Por los personajes envueltos, por sus repercusiones sobre la distri- caban el rechazo de la Junta Renovadora a la candidatura de Gay. Aun-
bución del poder dentro de la coalición, el conflicto en torno de las
que no las confesaran abiertamente, es posible ded~cirlas trazan~o el
senadurías por la Capital fue decisivo. En este distrito, laboristas y radica-
desenlace previsible de la elección de senadores. DeSIgnado Gay m1em-
les renovadores apoyaban la lista conjunta que llevaba al vicealmirante
bro del Senado, el hecho de que su nombre representara a la vez la fuerza
Alberto Teisaire por los primeros, y a Diego Luis Molinari por los se-
electoral más fuerte dentro de la coalición triunfante lo convertía en el
gundos. Esta hubiera sido la fórmula definitiva si los laboristas de Men-
candidato natural a la presidencia del alto cuerpo legislativo. En la Cons-
do~a ~o hub~esen int~rvenido, solicitando a la dirección del partido que titución Argentina, el presidente del Senado figura en tercer lugar en la
Telsalre, naCido en dicha Provincia, revistara como su candidato en el
14 Gay, "Memorias".
13 El Laborista, 10 de marzo de 1946.
15 Citado en "Historia del peronismo", Primera Plana, 17 de mayo de 1966, N o 177.
[164]
[165]
r-- ..
• expulsó al infiel y prometió enjuiciar la conducta de Teisaire.16 Entretanto, ~~l,~~ ~~~íaar~unirs~.el c~legio ;~ec~~~:~~~~~~:~~e~~ rn~~C:i/:rto~o~:~a:e:
la fo:mula Peron-QulJano. s~ Pvofar or Quijano a la vicepresidencia -como
•• laborlstas para que, en .l~gar e Ga p La noticia de lo que se tramaba en el
16 Partido Laborista, comunicado de prensa del 27 de abril de 1946. El Comité
Central del laborismo declaraba que: "[oo.] al vicealmirante Teisaire se le ofreció estab~ acorda~o- lo ~clera~ por 'cirÓ una reunión urgente con los electores
labonsmo llego a Peron, qwen s_oli .d n La Nación el 3 de mayo de 1946,
representar en el Senado de la Nación a su provincia natal (y él aceptó) ese
ofrecimiento en manifestaciones personales ante diversos organismos partida- labo:istas. De. ~cuerd~ c~,nla.r~~~~~ta:~~la~;e a la versión que hada aparecer a
rios [oo.] a través de las cuales aceptaba también -como soldado disciplinado del en dlcha re~r;lOn Peron s~ ~e . ectivo central como dispuestos a alterar la co~-
laborismo- 'ser reemplazado en la senaduría por la Capital Federal por el presi- esa agrupaclon y,a su lCOrnlt~ ddir . 1 Añadió. que el Partido Laborista no podía
dente del Partido Laborista, D. Luis F. Gay'. No obstante la conformidad expre- posición de ~~form~.a presl enCla. mentos traicionando a la opinión pública".~
minar su aCClonpolítica en estos mo .. t" en el respeto a la fórmula
sa del vicealmirante Teisaire, quien contrajo así el compromiso de honor de Al final, Gay desautorizó la propuesta e ,~nsls 10. "
respetar las decisiones partidarias, el Consejo Directivo del Partido Laborista acordada en el pacto preelectoral. Cf. Gay, Memonas.
[166J
[167J
r
La vir!Jagllardia sindical)' Peról1
Capítulo 6
desleal a nuestra causa" (La Prensa, 28 de abril de 1946). El "conocido desleal" 6ien el 16 de mayo luego de asumir la Gobernación en la Leg¡sla:ura,bme dir~l
no era otro que el gobernador elegido por el laborismo, doctor Pacífico Rodrí- con Perón a la Cas~ de Gobierno de la provincia. Allí ya estaGbanos, o rheros le
guez, enfrentado desde el poder con el hombre fuerte del partido en la Proyin- . b li'y asta
cia, doctor Vicente Saadi. los frigoríficos capltaneados por Reyes. O cupa b an. la Casa de
1J L od lema
P "Quéa
' .
residencia privada. Lo UIDCO d
q';lepu e ach er fue ,deSIgnara
d' 'no olvidemos ( que
ele e o CIa.
19 El candidato laborista a la segunda senaduría nacional, Arturo Díaz Kelly, ex hacemos~' éste me pregunto. Un momento, respon 1,
interventor federal en la Provincia, debió ceder su lugar a Alfredo Busquet, de la toda esta. gente
, es nuestra'. Peron 'li y yo sa mas a1 ba!cón y ellos
" empezaron1 a
Junta Renovadora. Las vicisitudes de esta disputa están relatadas por El Día en gritar 'Reyes Reyes'. De manera que acorte' e1 discurso..porque . vela
1 que be am-
sus ediciones de mayo y junio de 1946.
biente estaba' caldeado. A Peron,'b' que e,sta a a rm 1~d~, IDSlqUlera "ho nom trraron.
tado
'Esto lo veo feo', me dijo Perón. 'Quedese tranquilo, le asegure, yo e a
[168]
[169]
La /lit jo guardia sindical)' Peróll Capítulo 6
gobernador laborista electo pone fm a su vida, afectado, según deja escrito . 1control de posiciones sobre las que creían tener justificados
aliados por el' . . di
en su mensaje póstumo, por las disidencias de la coalición peronista:23 su
derechos. ue d e,sigual en primer '. lugar, porque su ,arga
F . expenencla
d 1 Rsm _
muerte no hace más que agudizadas, y por varias semanas la lucha por la .
cal proba b a ser msu ficiente para nvalizar con los políttcos
,. e aJunta eno-
d
sucesión -un cambiante forcejeo entre los candidatos rivales por conquis- vadora en un terre no cuyas intrigas estos conOClan mejor. , En segun o
tar las simpatías de los círculos influyentes en torno del líder del movimien- .
lugar careCIeron, e n la emergencia '.del respaldo de Peron:"dmi desde ese pru-
to- agita la vida de la Provincia, para ser resuelta (sólo provisionalmente) ' do lana que se asignó en medio de los conflictos, este a -
una vez entrada en funciones la nueva administración nacional.24 d~nt~ se~fl ePnciaspara debilitar la gravitación de quienes, aferrados al
rustro sus ID u . d d 1 fj
He aquí un cuadro del estado de la coalición peronista en los tres rograma y 1os es tatutos de su partido , , se obsttnaban
, en eman ar e m
meses que siguieron a la victoria del 24 de febrero; un cuadro, sin duda, p ,.
de la Viejapo ' y un 1u gar sobresaliente yautonomo en
lítlca , la nueva conste-
esperable, por la diversidad de miras de sus integrantes, ya insinuada en el " " d 1 poder. Pero si nada de todo eso pudo realizarse fue porque,
;, laClon e . 1 1 t d por
período previo a los comicios y expuesta brutalmente ahora que el peligro además de los obstáculos que encontraba en su Camilla - os evan a ~s
de un vuelta hacia atrás había sido eliminado. Este cuadro, que era el del el arte maruo,. brero de sus aliados lo más discretos puestos por Peron-, 'd d el
derrumbe de una alianza electoral compuesta por fuerzas sólo unidas por .
labol1s1TIoestuvo eJos l' de mantener su unidad frente
. . a tantas adversl
, a es..
xhib'
la común referencia a Perón, era también el cuadro del tenaz, implacable, A partir del 24 de febrero, el ~artido de los smdicatos comenzo a e lt
desplazamiento del laborismo. Durante los meses de marzo, abril y mayo, grietas cada vez más pronunCIadas en sus filas.
los dirigentes laboristas libraron un combate desigual con sus ocasionales
con ellos durante tres años y los conozco bien. Si quieren romper la Casa de
3. Las tensiones dentro dellaborismo
Gobierno que lo hagan". Acompañé a Perón y éste se retiró. Yo decidí quedarme
La cohesión del laborismo había sido puesta a prueb~ ya e~ sus
hasta que se fueran. Pero ellos no se iban; entonces me fui yo; me fui a City Bell,
a mi casa. Más tarde, poco a poco abandonaron la Casa de Gobierno". (Entre- .' Una de las dos candidaturas que disputaron la preSIdencIa del
ongenes. , hi' ,d 1
vista del 17 de julio de 1972, ARO). La versión que ofrece Cipriano Reyes de este , partido en noviembre de 1945, la de An?el Borle~g , p~tlO e os cuar~
incidente es otra. En La farsa del peronismo (1987), pp. 118-125, describe los
acontecimientos y omite toda referencia a la disputa con Mercante, para Sostener:
teles políticos del ex secretario de TrabaJO: a traves del dir1g~nte. ~ercan
"El laborismo se había hecho presente en todos los lugares estratégicos y tenía .~til, Perón se proponía vigilar de cerca a la flaman,te orgaruzaclOn: para
el control de la calle porque estaba en conocimiento de que los renovadores evitar las obvias complicaciones que sus pasados ~culos con los líderes
intentarían provocar desórdenes para culpar a nuestros partidarios".
sindicales hacían demasiado previsibles. El secretarIO general de los em-
23 "Según las referencias obtenidas, el Doctor Meiners, que era un acaudalado
abogado, se sintió profundamente afectado por las disidencias planteadas en el pleados de comercio no era precisamente una figur~ popular e~ ~os ~e-
Partido Laborista. El doctor Meiners había manifestado que no le atraía la polí- dios sindicales. Sus hábitos, extravagantes en un amb1ente todaV1amclina-
tica y que aceptó su candidatura contra su voluntad. En una nota dejada a la do a esperar una cierta austendad. en sus cua dr os dir'1~ent es, 25su conduc-
.
policía expresó que no estaba en condiciones físicas para desempeñar el cargo y
que no deseando defraudar al electorado optó por poner fIn a su vida" (E! Día, ta equivoca durante la crisis de octubre,26 mal favorec1eron su candidatu-
18 de mayo de 1946).
24 Paralelamente a los viajes d'e los candidatos rivales a la Capital para solicitar la
intercesión de Perón en su favor, otras presiones se ejercían sobre los electores, 25 ,.
"A los dirigentes de aquella epoca slempre nos mo 1es t'o la alfombra que Borleng-
lid d d
según lo revela el siguiente comunicado del Partido Laborista denunciando «la .,
hi usaba en su escntono; no 1o velamos
" b'len dentro de nuestra mentaO B a1 e_
extraña conducta del interventor federal en Santa Fe, señor Osear A. Aldrey, lucha" recuerda R. Ginochio (entrevista del 4 de mayo de 1972, AH ~. ortil~ndg
quien -segtill informaciones de fuente insospechable- cita a los electores a su hi era ,conocido en los círculos srndica
. . 1es com<;>."lInchado"
e pa dpor su a
. "Borlenghi a-
domicilio a fIn de impartirles órdenes en el sentido de que mañana voten por su miento' F. Pérez Leirós se refIere a ello al descnbulo ?e este ~do o: bl'en
nombre o el de algún candidato de su preferencia para gobernador. Además, era un ' tipo con aparlencla
'. de aremrna
e' d o, Slem
. pre blen vestl dO ' slempre , t "
por las calles de Santa Fe circulan camiones con altavoces, desde donde se injuria empolvado, un hombre que no corría el riesgo de ser arresta o por su pm a
a los dirigentes laboristas de la provincia, califIcándolos de elementos antidemo- (entrevista del 20 de agosto de 1972, AHO). , ,
cráticos" (El Día, 24 de mayo de 1946). La disputa se resolvió, al fmal, a favor del 21,
. , d'
Nos referimos a la verSlOn-acepta a en os m 1 edios sindicales-
hi segun
h b' la dcual, en
filll'do
dirigente laborista doctor Waldino Suárez, pero este fue luego desplazado al ser los -inciertos días prevlOs
. al 17 d e octu b re d e, 1945 Borleng 1seC a laS e ma
intervenida la Provincia en 1948. . ., esto es, 1a en trega del poder a a arte upre
por la propuesta de la 0poslclon, .
[170J
[171]
, La vida guardia sindical.JI Perón Capítulo 6
[172]
[173]
l' ,
[175J
I --¡TI'
"
que poseen en los mampul~os polítlCOSy e~ los entretelones de la mttlga
encontrara en ella leales y consecuentes aliados para la tortuosa guerra de
palaciega".35 Las advertenclas frente a esta mesperada amenaza por parte
posiciones que la enfrentaría a los radicales renovadores ya Perón des-
de quienes confiadamente crdan ll~gado el moment~ de "poner fm a las
pués de la victoria.
ilnprovisaciones" y, ante la perspectlv~ d,ell,~~:ral g~b1ern~, se aprestab~
Así, la brillante experiencia del laborismo en los comicios de febre-
a "dar al partido una estructura orgamca, habran ,d~ tr ~n aumen:o,
ro escondía numerosas flaquezas: había sido una campaña realizada de- to la prensa laborista desborda de llamados a la VIgilanCIarevoluclO-
trás de candidatos no todos imbuidos de sus ideales, con una organiza- pron , . " , '1' 'd 1
nada, urgiendo a impedir el extto de -segun denunCIa e cormte e a
ción que creció en un plazo demasiado breve para albergar en su seno a
provincia de Buenos Aires- "la m~niobra ~i~da por eleme~tos de los
una fuerza ideológicamente homogénea, y cuyo éxito en las urnas -para
viejos partidos oligárquicos, comumstas y arnbIstas que, de,spues ~e la ~e-
mencionar, en fm, su falencia decisiva- era menos patrimonio político trota, tienen interés en copar el partido".37 El 12 de abril, la dir.eccIon
del partido que de la convocatoria de masas de su Primer Afiliado. En laborista, ya lejos para entonces del seguro oprimís.mo de los pnmeros
esas condiciones, y sobre el telón de fondo de los conflictos poselectora- días da a conocer una declaración en la que encormenda a los centros y
les, los dirigentes obreros se encaminaron a la confrontación fmal, que
co~tés provinciales extremar los esfuerzos para fru~trar "la infiltración de
expondría la ambigüedad intrínseca del laborismo y decidiría su suerte elen1entos [...] que hayan tenido actuación en los part1dos desplazados, que
como partido independiente.
han estado al servicio de la oligarquía", seleccionando cuidadosamente a
. d"e eVItar
los nuevos afiliados, a los efectos ' sorpresas d esagra d abl e s" .38
4. Los llamados a la unidad del peronismo En sorpresas desagradables serían pródigos los días ~or venir. ~o
habrán transcurrido dos meses del triunfo electoral y el Partldo Labor1sta
Si se hubiese producido ese hipotético desplazamiento de 140.000
será un partido a la defensiva, batiéndose bajo la doble presión de los
votos en favor de la Unión Democrática indicado por R. Potash, quizás
radicales renovadores y de sectores disidentes surgidos de sus filas, que
~lla~orisnlo habría devenido, con el tiempo, en el partido orgánico que
combinarán sus fuerzas y el discreto aliento que reciben de Perón para
unagmaron sus fundadores. La derrota habría impulsado un proceso de
d'espojarlo del ascendiente político con el que de antemano crda cont~r.
depuración, con la exclusión o el retiro de aquellos de sus miembros
En rigor, las sorpresas habían comenzado poco antes, elS de abril,
afiliados en la esperanza de un rápido ascenso político, creando las con-
con la publicación en los diarios de un manifiesto ftrmado por una Junta
diciones para una mayor coherencia interna. El triunfo electoral tendió
Provisoria Pro-Unidad, en cuyos puntos salientes se sostenía:
e~ cambio, a agudizar los pro.blemas heredados de su vertiginosa expan~
S10n durante los meses antenores: emergiendo de los comicios como la El radicalismo renovador, el laborismo y todas las
fuerza mayoritaria, todavía desconocido el lugar que teiúa reservado en entidades de carácter independiente han cumplido con su
los planes de Perón, el Partido Laborista se convirtió en las semanas deber primigenio. Sus elementos, después del triunfo: com-
siguientes al 24 de febrero en un polo de atracción política, y hacia él prenden instintivamente que deben volcar el co~te~do de
afluyó una nueva ola de conversos en procura de un sitio en el que pare- sus experiencias dentro de una sólida unidad partldana, ~ara
cía ser el carro de la victoria. iniciar sin pérdida de tiempo la segunda parte de este CIclo
Todo invitaba a dudar de la sinceridad de esas adhesiones y los histórico, capacitando y jerarquizando el movimiento den- \.
[176)
[177]
~.
tro de una sólida organización común [...] Es por ello que laborista, los anitnadores de la Junta Provisoria, aduciendo un pretexto
quienes asumimos la responsabilidad de este manifiesto , ¡ ostensiblemente banal, dan por terminadas sus actividades.43
entendemos que no es lógico que fuerzas afines prosigan La necesidad de dar una organización unitaria al movimiento triun-
desarrollando sus actividades en sectores diferenciados.39 fante queda, de todos modos, planteada: la urge la actitud de la oposi-
ción vencida en las urnas, que se prepara a no dar tregua al nuevo gobier-
Los nombres de Alberto Teisaire,Juan A. Bramuglia y Alejandro no; la urge el estado de convulsión entre radicales renovadores y laboris-
L~loir encabezando la lista de firmas no deJaban lugar a dudas ni sobre el tas; la urge, en [111,Perón mismo, que se dispone a utilizar todo el peso de
orIgen ni sobre la importancia política de la iniciativa. En sí misma, la su ascendiente personal para encuadrar a sus fuerzas adictas al servicio de
propuesta de un partido que reuniera a los integrantes de la coalición la gestión del Estado.
peronista no era nueva. Ya había sido anticipada en el discurso pronun- 1, Ratificados los nuevos poderes, finalmente el 4 de mayo, las pre-
ciado por el representante de la UCR-Junta Renovadora en el acto de siones a favor de la rearticulación del bloque político oficial se intensifi-
proclamación de la fórmula presidencial oficialista, el 12 de febrero, y, '"\
can. Sus destinatarios son los dirigentes laboristas, que insisten tozuda-
d,esde entonces, era parte de la prédica constante de los editoriales de La mente en afirmar que "(su) lucha no es puramente electoral", que "(su)
4o
Epoca. La novedad consiste ahora en que dicha propuesta cuenta con la carta orgánica no es circunstancial"; más aún, agregan que en la coyuntura
bendición pública del presidente electo, quien, el mismo 5 de abril, en el
que cOlnienza el laborismo "está llam~do .a,ser el so~té~ ~el go~ie,~~~ de~
a.cto organizado para celebrar la victoria electoral, se dirige a sus partida- Coronel Perón y el control de la aplicaclOn de la JUStiCIaSOCIal. ASI
r10S exhortándolos a la unidad: "Hoy n1ás que nunca el Coronel Perón concebida, la visión que la vieja guardia sindical tiene de su lugar en la
) necesita un pueblo unido -dice entonces-o El futuro acecha y es indis- nueva situación y de sus contribuciones, si bien es fiel a la que hasta allí ha
pensable que todos los que pensamos de la misma manera estemos uni- comandado sus vínculos con el presidente electo, es tan1bién, por ello
dos codo a codo para defender lo que iniciamos en esta gloriosa cruzada mismo, escasamente compatible con los cambios operados en dichos
revolucionaria".41 Cautelosatnente, sin embargo, Perón no se define aún vín.culos después del triunfo electoral del 24 de febrero.
por una fórmula para concretar la unidad que reclama. La suma de recursos políticos con los que ahora cuenta Perón -los
Esta es la tarea que se asignan sus colaboradores más cercanos con q~e derivan de su renovada influencia en el ejército, los que recibe de su
el manifiesto de la autoconvocada Junta Provisoria; pero sólo par~ en- investidura presidencial-lo colocan en una posición inmejorable para
contrar la fIrme oposición de los dirigentes del laborismo. En un comu- reapropiarse del poder distribuido entre sus aliados antes y durante la
nicado del. 8 de abril, el Comité Central laborista niega toda participación campaña electoral. No obstante la frecuencia con la que proclama llega-
en las gestiones a favor de la unidad y desautoriza a aquellos de sus afilia- do el fin del caudillismo y llama a la construcción de una organización
dos que hubieran intervenido en ellas,42Tan desfavorable recepción pare- que, con el tiempo, haga su presencia innecesaria,45 nada hay en quien
ce convencer a Perón de que la iniciativa es prematura: su designación en acostumbra a razonar la política desde una óptica militar que consienta
la presidencia todavía no ha sido ratificada por el Colegio Electoral y
r~z.anes de ele~ental prudencia política aconsejan no antagonizar a los
43 La Nación, 10 de abril de 1946.
dir1gentes laborIstas, introduciendo un motivo de irritación más ajos ya
+ generado.s P?r las disputas en curso en torno del control de los gobier-
nos prov111Clalesy el Senado nacional. A los dos días del comunicado
44
45
Ibidcm, 24 de marzo de 1946. Declaración de la Junta Laborista de la provincia de
Buenos Aires.
En su discurso a los electores de Presidente del 3 de mayo, Perón "explicó que fue
él quien primero dijo que no era peronista, pue.s ~ons~~~:aque el país ya está en
condiciones de abandonar toda forma de caudillismo . Acabamos de pasar del
39 La Nación, 5 de abril de 1946. caudillismo a la orientación política". "Queremos reemplazar a. Perón ~or un
organismo que será mejor que él; pero mientras ustedes no esten or~aru.z,ados
tí 40 Discurso de Leandro Piriz, El Lab01ista, 13 de febrero de 1946. •
"I no podrán reemplazar al coronel Perón". "Cuando tengamos la orgaruzaclOn lo
41 La Nación, 5 de abril de 1946. tiraremos al coronel Perón por la ventana" (de la crónica de La Prensa, 3 de mayo
42 Partido Laborista, comunicado de prensa del 9 de abril de 1946. de 1946).
[178] [179]
La I)ieja gtlardia sindical J' Peróll
Capítulo 6
[182J
[183]
. ,
-._----
r
.>
Capítulo 7
1. La disolución del Partido Laborista estructuran un gobierno [...] Destino, unidad y organización
son las etapas de toda revolución positiva; tenemos nuestro
El 23, de mayo el impasse dentro del movimiento peronista llega a su destino, anhelamos la unidad y obtendremos una organiza- .\
, fin .. Ese. día, Perón lee por radio una extensa proclama dirigida a sus ,'ción adecuada [...] Por todo ello, desde este momento, como
partldanos:
] efe Supremo del Movimiento ordeno:
La Revolución de Junio, movimiento social econó- 1° Caducan en toda la República las autoridades par-
mico y político de los argentinos, que alcanzara su ~onstitu- tidarias actuales de todas las fuerzas que pertenecen al Mo-
'-
cionalidad en los comicios generales del 24 de febrero está vimiento Peronista;
atravesando una zona de pasiones desintegradoras, e~tra- 2° Como] efe, encargo en la fecha a los camaradas
ñas a su propio contenido y destino. Pareciera que no han . legisladores, que forman las autoridades (mesas directivas y
bastado constantes embates de los grupos oligárquicos de- . presidentes de bloques) de ambas Cámaras legislativas na-
rrotados para probar su estructura principista. Ahora debe cionales, la organización de todas las fuerzas peronistas como
resistir con fuerza vitalizada, con el entusiasmo del pueblo, Partido Único de la Revolución Nacional;
los contragolpes de algunos hombres que, exaltados a las 3° Ellos, como auténticos representantes del pueblo,
directivas partidarias, denuncian con sus actitudes la diso- elegidos por él, organizados en comisión responsable y re-
nant~ conducta que los anima. [...] No pensamos nunca que presentativa, ejercerán el comando y dirección, hasta tanto
habna de llegar esta etapa de enfrentamientos de los hom- la masa partidaria, en comicios internos libres y puros, elija
bres que, tras el verbo revolucionario de las proclamas, no sus propias autoridades que han de regir los destinos gene-
saben d~ forma ahora al verbo gubernativo, cuya esencia y rales, parciales y locales de nuestra fuerza política;
fondo eXigen, tanto como energía para la conducción, hon- 4° Convoco así al peronismo de la Nación, a los ciu-
rad~z en la conducta,. :laridad en los juicios y comprensión dadanos que sufragaron por la Revolución, a la militancia
en los cuadros que señalo de la unidad de la Revolución y la 1,
SOCl~~~a la revoluclOn. Ser revolucionarios por una mili-
tancla insensata o por una vocación interesada es ser anti- Patria. Exhorto a los peronistas ya todos los buenos argen-
r~~vol~~ionar!~s dentro del Movimiento de Junio; una ac- tinos a defender la Revolución y nuestra fe contra los que la
,. 1
Clan ClV1c~,-militarque no puede detenerse por la capricho- niegan en la letra o en su eSp1tltu.
, . de los comandos de partido tU' por 1aengano-
sa seducclOn -
sa mecaruca electoralista de los grupos que giran capitales I El Día, 24 de mayo de 1946.
[184] [185]
La [!irja gtfClrdia sindical)' PerÓIl
Capítulo 7
[186]
[187]
l
La vida guardia sindicaly Pmf1¡
Capítulo 7
do esta postura sólo son autorid da, que q.UIeneshan adopta- su causa. De lo que, en cambio, no cabía duda alguna, era de que los
'. a es surgldas en derechos invocados por ellos nada podrían contra los derechos de la
to de unproVlsación sin nin un momen-
, guna representació ,. revolución peronista. Porque era en nombre de esos derechos superio-
las masas; que por to,do ello h 11 n autentlca en
revolucionarios para que no acde~ amado a los auténticos res, de una legitimidad más amplia que la de los textos legales, que lá
se eJen sorpre n d er por qUIenes . quiebra de la empresa política del laborismo había sido decretada.
3 El Vía, 27 de mayo de 1946.
4 El Día, 28 de mayo de 1946.
[188J
[189]
La l'¡rjP gl/ardia slildica/.J' PelOI/
r-..
1!' .
f.>.
Capítulo 7
. Así, ,antes de ser ?erdida en el terreno de los hechos, la causa labo- {¡~
rIsta habn~ de serlo pr:mero en e~fuer~ íntimo de sus propios inspirado_ proponía a la asal:nble~ la realización de un congreso general de afiliados,
res. EscogIendo .una línea de ~~slstenC1a legal, apresurándose a declarar , 1, ara debatir las directlvas de la proclama del 23 de mayo. Es dudoso que
s~s lealtades de s1empre, los dir1gentes laboristas no seguían, en realidad, ~erón apreciara los cuidados que ponía~ los hombres del laborismo a
. solo los sablOs consejos de una sana prudencIa pOlitl'ca D t.' d favor de su imagen politica en el exterior. Además, quienes habían apren-
. , . " . e ras e Sus dido a conocerlo a lo largo de una convivencia siempre difícil no podian
contorslOnes retoncas habla una razon acaso lnás importante .
'.
al aSOCIarsu suerte a los destlnos de la movilización popular iniciada el 17
, )Tera que ignorar que él esperaba de sus seguidores una fidelidad sin condiciones.
En rigor, los verdaderos destinatarios de los escrúpulos democráticos de
de Octubre, habían emprendido un carnino sin retorno 'Co'm . h
. .é o re usar- los laboristas no eran otros que ellos mismos: resignados a una derrota
se, pues, a la urudad que la movilización, ahora triunfante reclamab
. . . li ., , a para política que par~c!a ineludible, no lo estaban, en cambio, a renunciar a los
afianzar su illStItuclOna zaclOn, para COmenzar a hacer erectI'vo 1
., " l( S os caln- rituales que la hiCIeran, por lo menos, tolerable.
blOSSOCialesque prometIa? ¿Como desafiar sobre todo las cli.t. tI' d i,
;
., .', ec vas e .,~ , El debate, que se prolonga por seis largas horas, confirma los pro-
qUlen era su líder por anton~masla.y permanecer, al mismo tien1po, den-
"\
tro de sus fllas? La defensa mtranslgente del partido no podí . nósticos más escépticos: no habrá un alzamiento contra la orden de Pe-
, '. a SIno con- rón. Uno tras otro, los delegados comienzan sus intervenciones haciendo
denarlos al papel políticamente rumoso de saboteadores de la revolu_
ción; los conducía a una abiena ruptura en la que no era segur el elogio del laborismo, de su contribución al triunfo del reciente cOlnba-
. '. o que sus te político. Previsiblemente, el mal disimulado descontento que domina a
afiliados estuVleran dispuestos a acompañarlos. Todo ello 10 sabían muy
bien los delegados a la IV ConfetenCla NaclOnal dellaborl'smo l' .. la asalublea se canaliza en renovados ataques a los futuros socios políti-
.
sus JeliberaclOnes . el 29 de mayo. -- a 111lClar cos, l~s radicales renovadores. Todas las intervenciones concluyen, final-
En medio de las conjeturas de la prensa, dividida entre quienes mente, apoyando, en principio, la propuesta de unificación, bajo la con-
pronosticaban una rebelió~. ~eneral y aquello~ otros, más escépticos, que dición de que se garantice al laborismo en el nuevo partido el lugar que le
aseguraban .que nada ocurnrla, la as~mblea dio comienzo con la lectura corresponde, tanto por su caudal electoral como por los ideales de los
de un largo m~orme a cargo del preSidente del partido. 5 "La fmalidad de que es portavoz. "El laborismo no puede ser desttwdo -sintetiza uno de
esta conferencia es escuch~'la opinión de organismos directivos del país los oradores- pero tampoco puede perder a su líder, por lo cual, si fuera
co~ respecto a las declaraclOnes reci~~tes d~l Coronel Perón" -explicó imp'rescindible entrar en la unidad, debiera exigirse la representación pro-
LU.IS Gaya los deleg~dos de lo~ co~tes reglOnales; sin embargo, de los porcional de las diversas fuerzas en la comisión organizadora". 6 U na
q~ce. c~~vocados, SIete ya hablan dejado ~aber inequívocamente su pro- pregunta debía ser respondida antes, sin embargo, para negociar los tér-
pIa 0pilllOn desertando de la convocatona_. "Si aceptáramos la orden minos de la unificación: ¿quiénes habrían de asumir la representación del
de disolución automáticamente sin deliberar, sin exponer nuestro criterio laborismo en las tratativas políticas? El mandato de las autoridades ac-
de ciu.dadanos y de hombr.es de partido, cometeríamos el más grave tuales se hallaba seriamente comprometido desde el 23 de mayo, y no era
error, mcluso contra el proplO Coronel, a quien se lo haría aparecer e. "1 creíble que la Junta del Partido Único se aviniera a negociar con ellas, sin
.. , ne poner en cuestión su propia existencia. Alcides Montiel propone zanjar el
exterior en una poslclOn que no ha adoptado ni deseamos. Procediendo
así entendemos colaborar lealmente para mantener la obra del Coronel dilema sugiriendo que se confíe a los legisladores laboristas la dirección
P.erón, a quien queremos también evitarle si~aciones molestas que pu- del partido, autorizándolos a decidir, en defInitiva, acerca de su futuro.
dieran comprometer su futura obra gubernativa. No adoptaremos acti- La fórn1ula -ingeniosa, porque se mantiene dentro de los argumentos
tudes que puedan m.enosca~ar la dignidad de nuestro prin1er aflliado. plebiscitarios utilizados por Perón al poner la legitimidad de los parla-
Pero tampoc~ -finaliz~ba el :nf~rme del comité central- adoptaren;lOs mentarios electos por sobre la de las direcciones políticas previas a la
otras que pudieran herlt la digrudad del propio partido", por lo que se victoria electoral- remueve, no obstante, el punto central que ha servido
para discutir la orden de disolución: que únicamente los afiliados tienen
5 El Día, 30 de mayo de 1946.
6 IdelJ/.
[190]
[191]
La Nieja guardia sindical J' Perón
Capítulo 7
por el pragmatismo, si no por la astucia, de la proposición de Montie!. En d 1 indicato de la industria del vidrio y miembro cofundador dellabons-
moeS -una figura de segundo orden en los círculos sm . dial
,c es, menos cono-
todo caso, ella ofrece una salida no desptovista de decoro a un conflicto
que la<tenaz adhesión a los reglamentos amenaza agudizar. Los miembros 'd or sus luces que por la mansedumbre de su caracter-. El elenco de
Cl o p
del comité central, Luis Gay, Pedro Otero, Luis González, Raúl Pedraza y los notables de origen sindical del régimen se comp 1eta con Sil'vena P on-
Eduardo Seijo, que no ocupan bancas parlamentarias, presentan sus renun- , .' ecretario general de la CGT y diputado laborista ele~to, que ha acep-
" uefl, sformar parte de la junta organizadora d e 1P artl'd o U'mco. E n breve
cias, y la asamblea, luego de aprobar una declaración demandando "que en d
'1
o las renuncias de unos, las defecciones de otros, e1retralffilen to de la
ta ,20 'o
mérica", designa a los senadores y diputados Luis Cruz, César Vallejos, solos a los hombres todavía aferrados a una poslclOn mtranslgente.
Demetrio Figueiras, Ricardo Lorenzon, Alcides Montiel, Valerio Rouggier, Bajo estos auspicios, el desenlace de la misión en:omendada a la
Leandro Reynés, Ramón Tejada, Antonio Andreotti, Eduardo Run1bo, nueva tlirección laborista parece dictado por las cosas rmsmas. Al poder
Cipriano Reyes, Carlos Gericke y Neno Rodríguez al frente del laborismo, con que amenaza, a los benefici~s que promete, Perón une la fuerz~
con la misión de "determinar lo que corresponda con respecto a la subsis- persuasiva de su incontestado arraigo p~pular. Para conu:arr~star tan for-
tencia del partido o a su incorporación al Partido Único de las fuerzas midables recursos, hubiera sido necesatlo que las bases smdicales se mo-
peronistas que se halla en trámite de formación".7 vilizaran activamente en defensa de la organización que decía r~presen-
Los nuevos dirigentes del laborismo inician las conversaciones con tarlas. Pero estas estuvieron conspicuamente ausentes del conflicto" ~o-
la Junta del Partido Único. Esta no espera, sin embargo, a que las tratati- nie1)do de lnanifiesto las limitaciones insalvab~es ?el proye~t~ ~olí~co
vas culminen para comenzar la reorganización de las fuerzas peronistas. contebido por la vieja guardia sindical. El17 de ¡umo, el cormte direCtlvo
Mediante una serie de resoluciones rápidas y terminantes, destinadas a laborista' emite el comunicado siguiente:
hacer saber a quien quisiera enterarse que estaba en el comando de la
El Comité Directivo Central del Partido Laborista
situación, nombra delegados en las provincias, imparte instrucciones so-
cumple con el deber de informar a los COlTIÍtés Directivos
bre la unidad. Con el paso de los días, las defecciones en el campo labo-
Provinciales, Centros y afiliados de todo el ~aís, que e~ las
rista se multiplican. De los que desertan, no todos lo hacen espontánea-
conversaciones mantenidas con el señor presldente y rmem-
mente convencidos de la inutilidad de la resistencia. Las presiones y los
bros de la Junta Ejecutiva del Partido Único de la Revolu-
sobornos ayudan también a no pocos legisladores a descubrir el camino
ción Nacional se ha logrado establecer, de común acuerdo,
de la obediencia, según se desprende de varias denuncias que publican los
r
\
S-u na- 0plnlOn
.. , que re fleja 1a acti'tud de muchos dirigentes obreros ',.,
o frente a la deci-
7 El Día, 3J de mayo de 1946. A su vez, los miembros de la Junta Organizadora del sión de Perón es la de Juan Rodríguez, miembro de la cO~ducclOn de la Uruo~
Partido Unico de la Revolución eran: Ernesto Bavio (radical renovador) y Osval- Ferroviaria: "Durante su primer gobierno, Perón no quena t:ner n::ucha 0POSl-
do Amelloti Oaborista), vicepresidentes 10 y 20 del Senado; Ricardo Guardo ClOn porque SI no, no po d'na h a b er avanza d o co mo avanzo. . Terua que tener
o , ,
o
(radical renovador), Silverio Pontieri Oaborista) y Héctor Sustaita Seeber (conser- alguna
' libertad y la conslgUlO
. o, 'N o quena
as!. .' t ener un partido que lo tuVIera
vador-laborista), presidente y vicepresidentes 10 y 20 de la Cámara de Diputados; .
dornlnado no quena, diputa
. d os o sena d ores que p resentaran provectos
) por su
Diego Luis Molinari (radical renovador) y Rodolfo Decker Oaborista), presiden- ,
cuenta y crearan ,
conflictos ,"
econOffilCOSo . al es Eran tantas las
mternaClOn. . cosas
tes de los bloques de senadores y diputados oficialistas, respectivamente. que había que hacer que Peron , no po dí a tener opo.sición'. ya era sufiCIente la
oposición externa y no quería tener la interna" (entreVIsta en ARO), .
[192]
[193)
Lo l'!% gllardia stildical.J' Peróll
Capítulo 7
,
1,
'£1 d 10 l' , con sus er-
i 13 El jefe de los laboristas rebeldes, y pronto el único sobreviviente, Cipriano Reyes,
zas uru ca as. A os negocIadores laboristas les quedaba el d d conservó su banca en la Cámara de Diputados hasta la [matización de su manda-
1 d h b b . u oso con-
sue o e a er o terudo una l"endición honorable Entre 1 dr" d to, en 1948; luego se vio envuelto en un intento de complot militar, que muy
d 123 d . a astlca or en seguramente fue orquestado desde el gobierno para incriminarlo. Acusado de
e, e ~ayo y las promesa.s políticas que sancionaba el acuerdo, Perón
conspiración fue condenado y estuvo en prisión desde 1949 a 1955, año en que
hab.la debIdo ceder ... ¿Ha cedido realmente;> Cuando C' " R Perón es derrocado. En La for.ro delperoni.rmo, Reyes (1987) narra las vicisitudes por
h fi '. lpnano eyes que
a trmado el comunicado del 17 de J'unio decide ponerlo ,~ las que pasó. En su intervención en el XI Congreso del Partido Comunista, que
. . . . ' en practlca e tiene lugar entre el 14 Y18 de agosto de 1946, precisamente el período en el que se
l11tenta paroclpar de los trabajOS preparatorios de la nueva _ . .,
d b ' . orgaruzaclOn está jugando la suerte del Partido Laborista, Victoria Codovilla dedicó algunos
escu re, el pnmero, que nada de lo prometido está destIn' d aliz ' párrafos a la posición de los laboristas rebeldes: "Existe el peligro de que muchos
El d 1 .' . a o a re arse.
e egado del Partldo Uruco en la provincia de B Air obreros combativos -que exigen con justicia que el gobierno actual proceda con
. d . uenos es se h1uestra mayor rapidez en dar cumplimiento a sus promesas electorales- se dejen arrastrar
trre ucoble. Reyes llama nuevamente a la resistencI'all v e 1
. . . ) n agosto ogra por ciertos jefes sindicales, como Cipriano Reyes u otros, los cuales, bajo el pretex-
reurur un congreso de aCOV1staslaboristas en la ciudad de L PI to de crear un movimiento sindical independiente para defender mejor los intere-
a ata, que
ses obreros, se prestan a las maniobras de los que están interesados en dividir al
9 El Día, 18 de junio de 1946. movimiento obrero, haciendo así, quiéranlo o no, el juego a los elementos más
10 La Junta Renovadora radical ya había acatado la orden d di 1 ., reaccionarios y antipopulares del actual gobierno", en "¿Adónde desembocará la
11 L d 1 ', e so UCIon. situación política argentina?", Buenos Aires, 1946. El llamado a la unidad bajo la
,a, ec araClOnde e. Reyes sostenía: "No Obstante la bu ' " , conducción del jefe de la revolución peronista hecho por Perón encontró, como se
dmgentes laboristas de allanar toda dificultad en lo ena diSPOSIClOl1de los desprende de las palabras de Codovilla, un oportuno respaldo dentro del Partido
que respecta a la formación
Comunista: el aislamiento de los laboristas rebeldes fue total.
[194J
[195)
La vio/a g/latvia sindical JI Peró11
.,
;~
,
,
Capitulo 7
pación sindical diferenciada d~~tro de las .estructuras del nuevo partido, cinco años en eltTIovimiento obrero, dirigir la CGT'. Él,
la promesa de una representaclOn en los roveles dirigentes acorde con su con prepotencia, me replicó: '¡Entonces, a los sindicatos
peso electoral, n? atenuaron el n;~estar entre quienes habían protagoni- autónomos los dirijo yo!'. 'Bueno, ése es un problema suyo,
zado aquella fallida aventura política. No pasaría, sin embargo, demasia- señor presidente, y de ellos, pero -le puntualicé- a la CGT I
¡' .
do tiempo para que ese sentimiento, preservado detrás del renuente aca- la dirigimos nosotros'.14
tamiento a la proclama cle123 de mayo, se articulara, creando las condi-
La entrevista no pudo ser más reveladora de la incompatibilidad
ciones para el último conflicto abierto ~ntre los ideales originales de la
política entre el viejo dirigente sindicalista y el caudillo militar, una incom-
vieja guardia sindical y Perón.
patibilidad ya puesta de manifiesto durante la efímera experiencia labo-
En el ~es ~: noviembre en 1946 se abrió el proceso electoral para
rista y que los recientes halagos oficiales a GaylS sólo habían servido para
renovar la direcclon de la CGT. Resuelto a completar la operación inicia- J, ! .
,',
I avivar. Perón supo entonces que la central obrera, con su conducción en
da con la disolución del Partido Laborista, Perón se aprestó a intervenir
"\ manos del nuevo secretario general, difícilmente se insertaría en el centra-
a~s~iciando la car:didatura de B.or~enghi, para entonces ya designado
lizado dispositivo de gobierno en gestación. A partir de allí el porvenir
rmn1stro del,
Intenor.. Los ferrovlanos propusieron a uno de los SU'lTJOS,
político de Gay trascendería su suerte personal para convertirse en una
Juan Rodnguez, conftrmando una vez más su tradicional ascendiente en
cuestión principalísima para la seguridad política del Estado peronista.
la CGT: desde su fundación e~ 19~O, la mayoría de los secret~rios gene-
Un sindicalismo con un peso econólnico más limitado hubiera podido
rales de la central obrera habla salido de las filas ferroviarias. El hecho
aspir~r a una cierta independencia respecto de la planificación oficial:
significativo de la contienda fue, no obstante, la candidatura de Luis Gav
pero a este, que no cesaba de extender su influencia sobre el mercado de
propuesta por los gremios del interior del país. No es aventurado con--
trabajo, no le sería fácil pretender usufructuar un privilegio parecido.
cluir que esta proposición expresaba, en un ámbito donde todavía los
La oportunidad para resolver este conflicto llegó a fines de enero
medios sindicales podían permitirse una actitud independiente, su dis-
de 1947, apenas tres meses después de la renovación de autoridades de la
conformidad para con el trámite de la formación del Partido Único a la
CGT. En ese lapso Gay había dado los primeros pasos dirigidos a la
~ez q.ue apunta?an a rei~dicar, en la ~gura de su ex presidente, la e~pe-
tra?sformación de la central obrera en un polo de gravitación indepen-
rtenCla d~l PartI~o Labonsta. Es suges?vo, a ese respecto, que Borlenghi
diente. Creó para ello un consejo técnico integrado por dirigentes obre-
haya debldo retirarse de la confrontaclón, al no reunir los votos necesa-
ros e intelectuales que actuaban como asesores, en cuyo marco se inició el
rios para ser nOlninado oficialmente candidato. Cuando, al fmal, el pode-
debate del problema agrario, de los tribunales de trabajo, la vinculación
roso bloque de los electores ferroviarios decidió volcar sus votos en
con el movimiento obrero latinoamericano, el régimen de alquileres, la
favor de Gay, fue evidente que la solidaridad para con las aspiraciones
enseñanza laica o religiosa, la cuestión de la vivienda: en resumen, los
políticas que este corporizaba había definido la elección. Así el antiguo
dirigente de la USA fue electo secretario general de la CGT. temas centrales de las políticas sindicales y estatales de la hora. Más im-
portante aún, Gay convocó a los diputados y senadores de origen sindi-
,El ~ebut del dfrig~nte telefóni.co en sus nuevas funciones anticipó
cal recientemente electos para coordinar sus intervenciones en el Parla-
los terrmnos de un 111rmnenteconflicto. De acuerdo con su testimonio:
[196] [197]
La lJi~jagl/at¥lia sindical JI Perón
Capítulo 7
(198]
[199]
Lo f,lidn gllardia sil1dical] PerÓl1
Capítulo 7
misión, los invitó a una nueva reunión con Perón, se hicieron presentes en frente interno, recibe, a través del diario de Borlenghi, un llamado de
la presidencia y manifestaron que "seguramente deficiencias en el idioma atención: el enemigo, clamorosamente derrotado en las elecciones de 1946,
por parte de .ellos h:m sido la causa de que les atribuyeran propósitos que, ha reaparecido y procura explotar las disensiones para obtener desde
aunque hubIeran sIdo expresados, no eran compartidos por la delega- dentro la victoria que no logró en las urnas. Todo el movimiento es
ción". Perón correspondió a este improvisado gesto de tacto diplomáti- auesto en estado de alerta: si la acechanza externa era previsible -y había
co prometiéndoles olvidar el incidente. Fue entonces que se interesaron Pue descontar que, en la marcha hacia la consolidación del nuevo poder,
por la suerte del secretario de la centra¡ obrera, y Bramuglia les explicó ';us obstáculos irían en aumento-, la solidaridad en el interior del movi-
que "Gay sería eliminado de su cargo 'por haberse prestado a una ma- miento peronista debía dejar de ser un valor sobreentendido y concretar-
niobra' para desbaratar el programa de agasajos preparados por la Se- se efectivamente. Para los voceros oficiales, había llegado el momento de
cretaría de Trabajo".21 En realidad, la acusación contra el dirigente telefó- estrechar filas y demostrar la sinceridad de la adhesión tantas veces pro-
nico fue otra, y mucho más grave que esa presunta tentativa de violación clamada al coronel Perón. El propio Presidente previno a sus partidarios
del protocolo oficial.
acerca de los peligros que se cernían sobre la revolución en la concentra-
Dos días después del arribo de la delegación norteamericana, El ción popular programada por la CGT el 24 de enero en apoyo al lanza-
Uderdenunció la presencia en la comitiva de Serafina Romualdi, conoci- miento del Plan Quinquenal. El mitin, que debía consagrar una vez más la
do por sus contactos con el partido socialista y antiguo colaborador del comunión política en el líder y las masas, se transformó en el escenario de
22
embajador Braden. Lo hizo mediante una nota titulada "¿Pretenderá un dúro enjuiciamiento. "Compañeros trabajadores, les recomiendo que
engafíarnos otra vez?", en la que transcribía textuahnente un artículo es- vigilen atentamente porque se trabaja en la sombra y hay que cuidarse no
crito por Romualdi en el periódico de la Federación Norteamericana de sólo de la traición del bando enemigo sino también de la del propio
Trabajo, dedicado a recapitular el proceso político argentino a partir del. bando", advirtió Perón, cargando el acto de una tensión inesperada que
golpe de 1943 desde el ángulo de la oposición, esto es, la historia de los dramatizó el significado de una sugestiva ausencia en el palco de honor.
coroneles nazis, que combinando astutamente el autoritarismo y la de- "Bn nuestro movimiento no caben los hombres de conducta tortuosa.
magogia se apoderan del poder, suprimen las libertades democráticas y ~dito quien a nuestro lado simula ser compañero pero que en la hora
afianzan su dominio explotando la falta de cultura política de las masas.23 de"la decisión nos ha de clavar un puñal por la espalda". El anatema de
Poco después, en el mismo diario, un "Comité de Defensa Contra la Perón tenía un destinatario y La Época se encargó al día siguiente de iden-
Traición" denuncia en un comunicado el propósito de la visita de Ro- tificarlo, publicando este pasaje del discurso junto al retrato del secretario
mualdi al país: "Tratar de conseguir que la CGT se pliegue a la nueva general de la CGT. 25
central interamericana que la Federación Norteamericana de Trabajo va a Cuando el diario de los radicales renovadores acusó al ex presiden-
crear; conseguido este objetivo, el próximo sería tratar, por todos los te del Partido Laborista, ya la suerte de Gay estaba echada. El mismo día
medios posibles, de desvincular a la CGT del gobierno y hacerla caer del arribo de la delegación norteamericana, Perón convocó con urgencia
bajo su propia influencia, lo que significaría una de las victorias más gran- a los miembros del comité central confedera! y en presencia de todos
des del bradenismo que, de esta manera, le quitaría al general Perón uno ellos abrió el proceso político contra el dirigente telefónico. Por primera
de sus más grandes baluartes de masas".24
vez desde que, en las antiguas oficinas del Ministerio de Guerra en Callao
La. denuncia reaviva de pronto el clima de combate de 1945. La y Viamonte, decidieron aliarse y marchar juntos, la vieja guardia sindical y
revolución peronista, que avanza en medio de las disputas políticas de su Perón se encontraban frente a frente, en bandos opuestos. El litigioso
trámite de la elección de candidatos a los comicios de 1946 y la disolu-
21 Id.
ción del Partido Laborista también los habían enfrentado, pero en ningu-
22 El Uder, 22 de enero de 1947.
na de las dos oportunidades debatieron abiertamente sus discrepancias;
23 Noticiero Obrero Latil1oamen'cano, Washington, 10 de enero de 1947.
24 El Uder, 27 de enero de 1947.
25 Ide11l.
[200]
[201]
Lo l/i~ja gllardia sindical)' Perón
Capítulo 7
en
. cada, caso,
. las opiniones de Perón fueron conocidas y defendidas p or
1l1t~rpos1t~s.personas, y t~~ó a Teisaire, Mercante, Bramuglia, dirimir los En sus memorias, el ex presidente del Partido Laborista explica su
" l,
pleItos p.olÍtlCOScon l~~ dirIgentes obreros. Irritado por las imprudentes conducta:
declaraclOnes de los VlsItantes extranjeros, su pretensión de "investi "
l",a sltuaclOn argentlna,
. P'eran entreVlo"1" a ocaSlOn para incriminar a Ggar Las causas de mi alejamiento no fueron originadas en
S di P ., di recta con los hombres day1y lo que se hizo decir entonces por los diarios y revistas sub-
e s uso a provocar una con £rontaclOn
vieja guardia sindical. e a vencionadas por el gobierno, sino por principios que consi-
deré fundamentales en toda mi actuación y que fueron com-
.Hasta allí, la popularidad y la probidad con que desempeñaba sus
partidos por los directivos de la CGT de ese momento que,
funclOnes, por un lado y, por otro, la prudencia que puso en sus movi-
en solidaridad con mi renuncia, presentaron la propia; o se
mientos políticos (al acatar la disolución del laborismo, por ejemplo)
mantenía la independencia sindical, sin dejar de apoyar una
h.abí~n prolongado la ~ida política de Gay. En el momento de su enjui~
política determinada, o se convertía la central obrera en un
CIamlento conservaba Intacto su prestigio entre sus compañeros de lucha '1
instrumento político en manos del gobierno. Los que estu-
gre~al, y la mayoría de e~os estuvieron de su parte, dispuestos a testi-
vimos por lo primero debimos irnos. Como en todas las
mamar en su favor, descalificando su presunta complicidad con la m _
grandes trampas, el pretexto para desplazarnos fue la trai-
niobra política atribuida a los miembros de la delegación norteameric:_
ción en favor del extranjero, en este caso los supuestos tratos
na. To~os ellos s~~ían ~ue la visita había sido gestionada por el gobierno,
.políticos con la delegación obrera norteamericana que visitó
con la IntervenClOn prrmero del embajador Ivanissevich y después del
el país en 1947. Previamente a la reunión ampliada había
doctor Valenzuela, un funcionario de la Corte Suprema. También cono-
tenido una entrevista personal con Perón y varios miembros
CÍan que las tratativas para la formación de un organismo sindical intera-
del gabinete. En ella el Presidente me pidió explicaciones
mericano habían comenzado antes de la designación de Gay en la CGT
por la conducta de los visitantes extranjeros y me acusó de
y que en ellas habían participado personajes tan irreprochables en su leal-
pretender entregar la CGT a los norteamericanos. A pesar
tad al nuevo régime.n como Silve:-io Pontieri y Ángel Borlenghi. Sin em-
Ir de mis explicaciones, la discusión fue estéril y ya no tuve
bargo, Gay no les dio la oportumdad de intervenir en su apoyo, y debie-
dudas de que estaba dispuesto a terminar conmigO.27
ra? presenciar confundidos, impotentes, su derrumbe político. Entre los
aSIstentes se encontraba Juan Rodríguez, y su testimonio refleja elocuen- Independientemente de las circunstancias personales que pudieran
temente el embarazo que experimentaron los dirigentes sindicales la no- explicarlo, la actitud de Gay ante la requisitoria de Perón simbolizó paté-
che del 20 de enero de 1947: ticamente la crisis fmal del proyecto político de la vieja guardia sindical.
Las posibilidades de conciliar la independencia sindical con la fisonomía
Éramos unos cincuenta dirigentes. Perón formuló enér-
organizativa y política que iba asumiendo el nuevo régimen eran inexis-
gicamente una serie de cargos contra Gay, algunos injustos.
tentes. N o sólo porque en la' dirección del nuevo régimen prevalecía un
Yo intervine y se los aclaré: ~ estos norteamericanos no los
liderazgo autoritario, guiado por el propósito de sustraer todo poder
trajo Ga~ los invitó Valenzuela. Que los recibió y homenajeó
efectivo a los organismos ya las fuerzas políticas participantes para con-
Gay es cIerto: estaba a cargo de la CGr Pero a la delegación
centrarlo sólidamente enla cúspide de la conducción. También, y parti-
la trajo Valenzuela'. Don Luis, por su parte, no abrió la boca.
cularmente, porque la dinámica del cambio social estaba localizada en la
'¿Tiene algo q~e decir?', le preguntó Perón dos o tres veces.
gestión del gobierno, en su diseño ideológico, en sus iniciativas concretas,
Nada, dijo él. Eramos muchos los que estábamos esperando
lo que llevaba a un estrechamiento del espacio político autónomo dispo-
que hablara para defenderlo. ¿Qué iba a hacer uno en este
nible para la acción de agentes intermedios como la CGT. ¿Cuál debía
caso?, él no dijo una sola palabra y nos hundió a todos.26
ser el lugar de los sindicatos en la experiencia en curso? Gay respondía al
26 Juan Rodríguez, entrevista citada.
27 Gay, "Memorias".
[",
[202]
[203]
La vieja guardia si"dica/ JI Perón Capítulo 7
interrogante afttmando su invariable convicción acerca de la necesidad d nOS a su núcleo dirigente y más a las demandas provenientes del gobier-
la independencia funcional de la acción sindical frente al gobierno. Pero e~ • 1, na. Esta transición no sería fácil, sin embargo, y ello no porque la mayoría
hecho era que el gobierno aparecía y era consensualmente reconocido com de los dirigentes obreros fuera consciente de la trascendencia politica del
el gobierno de la justicia social. Sin revisar esta identidad de lT1Í1'asentre lo~ aSO que estaba por dar; en ese momento sólo Gay y unos pocos allega-
intereses de los trabajadores y los objetivos explicitas de Perón -lo que en ~os estaban dispuestos a hacer de la independencia sindical una cuestión
1
ningún momento hizo la vieja guardia sindical-, el planteo del secretario de principios. Para los demás la gravitación de Perón sobre el movimien-
general de la CGT era' controvertible: ¿por qué y respecto de quién recla- to obrero se había impuesto naturalmente, como una lógica derivación
maba la independencia sindical?, ¿respecto del gobierno que representaba de la representación política que ellos mismos y las masas obreras habían
a los trabajadores? En la medida en que permaneciera dentro de los mar., delegado en él ¿Quién mejor que "El Primer Trabajador" para saber qué
cos de ,la nuev~ ~e~~da~ ~stau:~da el17 de Octubre, la actitud de Gay
no tema una facil JuStlfiCaClon politlca-¿cómo probar que a través de ella 1it'
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convefÚa más a los trabajadores? La medida punitiva sugerida por Perón
no tropezó, pues, con esclúpulos de orden ideológico; lo que trataba el
se podían satisfacer mejor las aspiraciones del trabajo sin cuestionar indi- ir. comité central confederal era el prestigio del dirigente telefónico, la con-
j¡
rectamente la reciprocidad de propósitos entre Perón y las masas obre- fianza en su inocencia y, fmalmente, el temor a que se agrietara más la
ras?- y quedaba reducida a una pura aftrmación doctrinaria. Pero ~nte la ~1; unidad sindical como consecuencia de las encontradas reacciones suscita-
contundencia de las realizaciones del gobierno, ¿cuál podía ser el llamado ~ das por lo que para todos era una maniobra política contra Gay, inspira-
de una ortodoxia principista que, en nombre de la preservación de la 1 da por el círculo de oportunistas que rodeaban a Perón.
autonorIÚa sindical, colocaba a los dirigentes obreros en una ambigua neu- La reunión del día 25 concluyó sin que se resolviera aplicar sanción
tralidad politica, impidiéndoles participar en su 'condición de intermedia- alguna al secretario general; en lugar de ello, se encargó a siete miembros
rios en la comunicación establecida entre sus propias bases y Perón? En f del comité la búsqueda de una fórmula de compromiso que resolviera la
vano podía el viejo dirigente telefónico argumentar que la subordinación al crisis. Una vez que fue evidente la imposibilidad de una reconciliación, los
gobierno habría de conducir a la esclerosis politica de los aparatos sindica- ~~I,
trabajos de la comisión se orientaron a obtener la renuncia del dirigente
les y a su pérdida de representatividad: entonces eran más tangibles e in-
mediatos los beneficios que reportaba la inserción dentro de los planes
Ii cues#onado, para facilitar una solución que evitara el planteo de un in-
controlable "problema de conciencia". La dificultad, en este caso, residía
oficiales. Acaso por ello mismo los camaradas de Gay preftrieron circuns- en el hecho de que la dimisión implicaba de algún modo admitir acusa-
cribir el incidente y evitaron recolocar el enjuiciamiento politico del que ciones. Esta fue la reserva que impuso Gay cuando, después de intensas
habían sido testigos en el verdadero terreno en el que estaba planteado. presiones, redactó su renuncia y la sometió a la consideración del Comité
Tras la tensa sesión del 20 de enero y del discurso de Perón del 25, Central Confederal en la sesión del 29 de enero:
el mismo día se reunió el comité central confederal para discutir la situa-
Elevo mi renuncia indeclinable al cargo de secretario
ción de Luis Gay. El Presidente había dejado entrever inequívocamente
general con que se me honra, dejando expresa constancia
su deseo de que el secretario de la central obrera fuera reemplazado, y
de que no tengo ninguna responsabilidad en lo que ciertos
por primera vez la CGT iba a hacerse eco de una iniciativa politica gene-
diarios me han atribuido injustamente y sin fundamento.
rada fuera de las filas del movimiento obrero. La actitud frente al golpe
Deseo agregar que mi renuncia tiene el significado de una
de junio de 1943, las vacilaciones iniciales, las controversias y las rupturas
modesta contribución a la unidad de la clase trabajadora,
que estallaron al entrar en contacto con los militares del GOU el acerca-
por cuyos ideales y derechos he luchado durante veinte años
miento al coronel Perón y la decisión de postularlo como ca~didato, la
consecutivos.28
creación del Partido Laborista, la renovación de la dirección cegetista en
el pasado mes de noviembre, eran todos los hitos del camino recorrido
28 Texto de un volante facilitado por Gay, con la indicación de que éste y ?~?s
por la vieja guardia sindical; reflejaban sus opciones politicas e ideológi- similares fueron los medios a los que apeló para hacer conocer su poslclOn
cas. A partir de aquí la conducción de la central obrera responderá me- debido a la censura de la prensa, que no publicó la renuncia.
[204] [205]
__J__
La l/icja glfardia silldical y PerÓII Capítulo 7
Si bien, desde el punto de vista institucional, la renuncia despejaba la más habrán de replegarse a sus sindicatos, procurando -y no siempre
crisis, desde el ángulo politico ella seguía vigente, porque aceptar un texto con éxito- sobrevivir tanto a la cooptación como a la represión del régi-
redactado en esos términos in1.plicaba, de hecho, ratificar la inocencia de men, que no tiene un espacio reservado a esas cualidades que habían sido
Gay. Correspondía, pues, imponerle una pena adicional y ejemplarizado_ tan instrumentales para construirlo.
ra, y ésta fue la misión que se encOlnendó al ministro del Interior, Bor-
lenghi, quien invistiendo la representación de los mercantiles concurrió
especialmente a la asamblea general poniendo de manifiesto las escasas
garantías ofrecidas al gobierno por una solución que descansara exclusi-
vamente en manos de los dirigentes obreros. Y no estaba equivocado,
porque en la oportunidad se renovaron las gestiones tendientes a una
1~
j" .r,
.(,
reconsideración favorable al secretario general. Seguramente Aurelio
"
Hernández, dirigente del sindicato de la sanidad, no fue parte de ellas: a la
hora de las decisiones fue él quien, haciéndose eco de las directivas de
Perón, propuso la expulsión de Gay. Borlenghi, a su tui-no, escogiendo
una vía más conciliadora con el clima de la asamblea, sugirió que se apro-
bara primero la renuncia y luego se aplicara una sanción menos violenta,
como era la separación de Gay de los cuerpos de la CGT. La incoheren-
cia de la proposición no podía ser más obvia, pero justamente por ello
evitó que se ahondara el conflicto entre las lealtades divididas de la mayo-
ría de los delegados. Realizada la votación obtuvo 69 votos, contra 11
que recibió la moción de Hernández.29 La central sindical que resolvía la
separación de su secretario general era ya, sin embargo, un organismo sin
personalidad politica propia. E18 de febrero vuelve a reunirse y designa
una nueva dirección, compuesta en su casi totalidad por dirigentes con
una escasa trayectoria sindical, al frente de los cuales está Aurelio Hernán-
dez, que no obstante haber sido derrotado en la asamblea del 29 de
enero ha conquistado, previsiblemente, la confianza política de los círcu-
los oficiales.3o Ante este entierro simbólico de una CGT independiente,
son numerosos los viejos dirigentes que prefieren desertar; de ahora en
[206] [207]
Epílogo
i\,.
~
sindicato radical". Esta peculiar combinación de lealtades obreras puede
ser vista como una expresión de la coexistencia, en la Argentina de enton-
ces, de un sistema político relativamente abierto en el marco del sufragio
universal y de unas relaciones de trabajo débilmente institucionalizadas.
'\ i, En un escenario semejante, los estratos obreros tienen un acceso
l J,
indirecto a los recursos que se distribuyen a través del sistema político,
Desde octubre de 1945 hasta febrero de 1947, en la historia del mo-
vimiento obrero argentino es un proyecto de autonoITÚa el que surge, se
t "
como parte que son de las clientelas plebeyas de los partidos tradiciona-
les. Por otro lado, estos trabajadores están insertos dentro de las relacio-
.r \
organiza, juega sus destinos, para terminar siendo abandonado. Visto re- nes laborales marcadas por la protección precaria de las leyes y el predo-
trospectivamente, en la versión vinculada a figuras como Cipriano Reyes y minio de la fuerza. Esta doble y contrastante pertenencia es la que tiende
Luis Gay, dicho proyecto se había vuelto demasiado grandioso para los a mbvilizar sus lealtades políticas en torno de las luchas de influencia entre
antecedentes de la vieja guardia sindicaL Formada en gran parte en los tiem- los partidos, al tiempo que orienta su adhesión en las empresas hacia los
pos difíciles de la restauración conservadora, esta generación de dirigentes militantes que expresan, aun en la práctica sindical moderada de la época,
obreros se había educado en la búsqueda de avances limitados en los ingre- la resistencia al arbitrio de las clases patronales.
sos y en el acceso a la benevolencia estatal. Luego, la vertiginosa coyuntura Sobre este telón de fondo es preciso colocar el viraje de los alinea-
de 1945 envolvió a muchos de estos hombres y los llevó a revesti1. de ~', mientos políticos y sociales que se produjeron a lo largo de 1945. Con la
finalidades más ambiciosas una tradición en su origen más modesta. ofensiva concertada de los partidos y los intereses económicos contra las
El impacto de la movilización del 17 de Octubre fue, a ese respec- ~olícicas de Perón los matices desaparecen: estalnos frente a un orden
to, decisivo. La moderación y la prudencia del pasado se trocaron allí en político y social que se unifica, compacto, en el rechazo de las reformas
la segura confianza de representar, ya no a un grupo de presión corpora- que apuntan a ampliar la participación de los trabajadores en la comuni-
tivo, sino a un nuevo y pujante movimiento social. Así, durante la campa- dad política nacional. Cuando esto sucede, es toda la trama en la que se
ña electoral de 1946'habrán de lanzarse a hablar en nombre de la movi- definían las orientaciones obreras la que cambia. Lo que emerge, en pri-
lización obrera, rivalizando incluso con Perón en el esfuerzo por ocupar mer lugar, en la movilización de masas del 17 de Octubre, es una suerte
ese lugar simbólico que la huelga general había abierto en la escena polí- de exorcismo colectivo: el acto de liberación por el cual los sectores
tica, el de la voluntad del movimiento popular. Sin embargo, esa preten- obreros rompen los antiguos lazos que caucionaban sus lealtades.1
sión telúa frágiles fundamentos y es precisamente a lo largo de la campa- Esta imagen prunera -la de una clase que parece encontrar al fm su
ña electoral que el laborismo irá cediendo progresivamente terreno entre cohesión interna, la armonía entre sus orientaciones políticas y sus orien-
las masas trabajadoras a la consigna unificadora del peronismo. taciones en el terreno de la lucha social- es la que habría de animar la
Evoquemos el contexto de esta derrota. En el pasado, el lugar políti-
co de las masas trabajadoras estaba en los séquitos populares de los parti- ¡ Esta suerte de exorcismo colectivo está muy bien reconstnúda en el trabajo ya
dos tradicionales: el voto de los trabajadores era un voto radical en las citado de Daniel James (1987), en el que los comportamientos de .las masas en la
zonas urbanas y un voto conservador en la campaña. Los partidos de clase calle durante las jornadas del 17 Y18 de octubre de 1945 son descnptos como una
suce~;ión de actos de violencia ritual, burla y afrenta hacia símbolos de autoridad
(el socialista y, en menor proporción, el comunista) contaban con las le~ta- social -el edificio del Jockey Club, los ,principales, di,arios, las casas de, estudios
des políticas de fracciones más reducidas del mundo del trabajo. Lo con- universitarios- con el propósito implíCIto de supnmlr toda lealtad haCIa ellos.
1"208] [209]
La I/itja gl/ardia silldical JI PerÓIl
Epílogo
acción de los fundadores del laborismo. Pero lo que esta confiada visión
de la mano de Perón, prometían demasiado para arriesgarlas defendien-
de los líderes laboristas no logra capturar en su real significación es la , I
do una independencia que los condenaba al ostracismo político.
consigna que desencadena la movilización de octubre: la libertad de Pe-
Antes de abandonarlos, yendo a perderse en una historia que deja de
rón encarcelado. En verdad, durante la coyuntura de 1945 no tenemos
ser ya la del surgimiento de una nueva fuerz.a social y política par~ co~~n-
una masa obrera directamente enfrentada a una oposición política y so-
dirse con la del régimen en el poder, es preclso subrayar su contnbuclon al
cial unida detrás de la defensa del viejo orden. Si este hubiera sido el caso,
perfil que adoptará el peronismo. Se ha in~c~do justa~ente ~.ue la pe~u-
es probable que los fragmentos disperso,s de las lealtades obreras se hu-
liaridad del peronismo con relación a lTIOVimlentos sOCIopolítlcos de SIg-
bieran soldado espontáneamente en un movimiento político de clase.
o are cid o (en particular, el varguismo en Brasil) fue la gravitación que
¿Acaso no había sido en medio de los enfrentamientos contra un sistema
~e:tro de él tuvo el sindicalismo. Esta referencia es indisociable del papel
político cerrado y un poder patronal hostil a toda forma de militancia
cumplido por la vieja guardia sindical. Dicho papel fue visible ya en el
obrera, que las masas trabajadoras de principios de siglo hallaron su uni- .,0,
origen del peronismo: en rigor, la favor~~l~ respu~sta de las masas obre-
dad bajo las banderas del anarquismo? Sucede que lo que en esa época "
ras a Perón se vio facilitada por la declslOn preVia de colaborar con el
estuvo ausente, para ocupar, en cambio, un lugar preeminente en los
entonces secretario de Trabajo, tomada por un número importante de
conflictos de la Argentina de 1945, es la intervención de una elite estatal,
dirigentes de reconocido prestigio en los medios sindicales. Su interven-
liderada por Perón, que comenzó asignándose el papel de árbitro pero
ción fue, luego, no lTIenOSdecisiva en dos momentos clave del ascenso de
terminó siendo llevada a tomar partido y a hacer un llamado directo a
Perón' al poder -el 17 de Octubre y las elecciones del 24 de febrero-, al
los trabajadores. Este es el elen1ento crucial que reorganiza el campo
proveer los canales organizativos para la movilización ~~l apoy~ o~re~o.
dentro del cual pasan a definirse las orientaciones obreras.
Pero su contribución más duradera estuvo en la expansIon del smdicalis-
Pero lo que más importa destacar es que tanto la crisis de la dOlmna-
mo miS1TIO.Ente 1944 y 1947, las antiguas .organizaciones de los sectores
ción política tradicional sobre los sectores obreros, como la intervención de
del transporte y los servicios comprometiero~ todo~ sus :e~ursos para
Perón dirigida a hacer de ellos miembros plenos de la comunidad política ~,
asistir a la creación de nuevos sindicatos en la mdustna; mas Importante
nacional, son los componentes de un proceso único y simultáneo. No hay,
aún" en el marco del proceso de aculturación que acompañó ~ crecimien-
pues, como pareció creerlo la visión que inspiró al proyecto laborista, pri-
to sindical, los viejos cuadros fueron transmitiendo experiencIas acumula-
mero la ruptura de los trabajadores con los antiguos lazos de partido, luego
das por las luchas obreras a las nuevas generacio~es .que a~uía~ al mundo
la rearticulación de sus lealtades políticas por una elite interna y finalmente el
del trabajo, ayudando a la consolidación del mOV1m1ento smdical.
apoyo a un líder que por su origen es externo a ellos. Si es verdad que en el
Este habrá de ser, sin duda, un movimiento sindical hondamente
17 de Octubre se asiste al surgimiento de una fuerza social políticamente
transformado por la experiencia de su desarrollo como fuerza politica
nueva por sobre las ruinas de la hegemonía de los partidos tradicionales, no
bajo el liderazgo de Perón. Pero ejercerá en el desenvolvimiento ~el.pe-
es menos cierto que esa fuerza nueva da sus primeros pasos para ir al reSCate
ronismo una influencia a la vez determinante y permanente, muy distlnta
de Perón y encontrar, a través de él, su unidad como actor político.
de la que para él previera el hombre fuerte de la Revolución ~e J~o. Por
Alcanzada la victoria electoral, la disolución del Partido Laborista
eso resulta algo arbitrario detener la reflexión sobre esta histo:la .en la
por orden de Perón y, luego, la cooptación de la CGT en medio del
imagen fija del apogeo de la autoridad de Perón sobre el mOV1ffi1ento
silencio de las bases obreras harán caer, y de manera brutal, el velo que
obrero. Avanzando un poco más advertimos cuántas son las consecuen-
sostenía las ilusiones de los hombres de la vieja guardia sindical. En su
cias inesperadas que dicha imagen encierra. , , ..
reinserción posterior en el lugar subordinado que les tiene asignado el
En efecto el triunfo del liderazgo popular de Peron es, paradoJlca-
régimen peronista, el peso de su pasado, compuesto de pequeños avan-
mente, la insta~cia en la que el Estado queda expuesto a la acció? de los
ces en el clima adverso del orden conservador, se impone a las expecta-
trabajadores sindicalizados y se convierte en un instrumento n;as de su
tivas despertadas por 1945. Las posiciones sindicales a las que por tanto
participación social y politica. El conjunto de derechos y ~ar~nt1~s al tra-
tiempo habían aspirado en vano, ya las que ahora súbitamente accedían
bajo, incorporados a las instituciones, la penetración del smdicalismo en
[210]
[211]
La I'ieja gl/(mlia sindical)' Peróll
el aparato estatal, todo ello introduce límites ciertos a las políticas del Bibliografía
régimen, particularmente en el terreno económico. Por otro lado, la pre- . 1,
[212] [213]
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(214]
[215]
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Apéndice 1
Interpretando (una vez más) los orígenes del peronismo*
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Introducción
~!. ..delperonismo centrando la atención en las relaciones entre la vieja guardia sindi-
'cal que dirigía el movimiento obrero y el liderazgo emergente del entonces coro-
,¡~'j nel Perón. Circunscripto al examen de la coyuntura que va desde el golpe de
Estado de junio de 1943 hasta la instalación del nuevo régimen político luego del
triunfo electoral de 1946, dicho trabajo sirvió de base para interpretar, una vez
If más, las condiciones en las que surgió y las modalidades que revistió el movi-
miento peronista. El marco teórico dentro del que funciona esta propuesta de
interpretación esta constituido por las contribuciones de Gino Germani, cuya
obra ha servido de renovado estímulo a quienes hemos procurado comprender
este fenómeno político tan decisivo en la Argentina contemporánea. El otro
aporte presente en mi interpretación es el de Alain Touraine, cuyos estudios
sobre movimientos sociales de América Latina contienen claves teóricas impres-
cindibles, a mi juicio, para abordar los procesos de movilización de las masas
populares en el continente. Finalmente ha sido la segura guía provista por los
í
análisis históricos de Tullo Halperin Donghi los que me han facilitado la recons-
trucción de la situación en la que surgió el peronismo. Estas contribuciones han
sido revisadas e incorporadas en el texto que hoy se publica, que contiene las
conclusiones finales de la investigación presentada como tesis de doctorado en la
Ecole de Hautes Etudes de París. Finalmente, quiero reconocer mi deuda intelec-
tual con Silvia Sigal, con quien a lo largo de los años he mantenido un provecho-
so y exigente diálogo, que mucho ha contribuido a la gestación de las ideas aquí
expuestas. [N. del E.: este Apéndice reproduce sin cambios el trabajo del autor
publicado con el mismo título en Desarrollo Económico, 1989, vol. 28, nO 112, pp.
525-548].
[217]
r,
La IJie/a guardia silldical y PerÓI1 Apéndice 1
bilmente organizada, que mantiene relaciones difusas y directas con un ocuparan esa posición es comprensible: sus organizaciones eran las más
liderazgo de tipo paternalista, y un movimiento popular iguahnente liga- importantes de la época y dichos dirigentes eran los más experimentados
d? a un~ dirección politica externa pero basado en los sindicatos, hay I en la lucha social -a diferencia de los nuevos trabajadores, todavía no
diferencIas, y éstas son las que separan la experiencia inicial de Getulio organizados-o Perón se dirigió, pues, primeramente, a la vieja guardia
Vargas en Brasil y la de Perón en la Argentina. Este distingo nos lleva a sindical para ganar su apoyo y poner los recursos, organizacionales y
ocuparnos, en segundo lugar, de la intervención que le cupo a los Cua- 1 políticos con los que ésta contaba, al servicio de su penetración en el
dros del viejo sindicalismo argentino en la canalización y la organización ! mundo obrero y de la conquista del poder. De esta manera, se cierra una
de las bases populares del peronismo. brecha histórica existente en la interpretación tradicional. En efecto, entre
Por mucho tiempo, la participación de la vieja guardia sindical fue un el llamado a las masas realizado desde el Estado y la formación de un
tema inexistente en la historia del peronismo, debido a que fue suprimida movimiento politico popular fuertemente articulado en los sindicatos
en la versión oficial que dicho movimiento se dio de sus orígenes. Es un hay una experiencia de organización que la referencia a los nuevos traba-
"
hecho frecuente que en la memoria ideológica de los movimientos políti- jadores no logra llenar. Esta experiencia es indisociable de la acción de los
cos el comienzo de la historia sea el lugar de una ruptura, el momento en antiguos militantes: si es verdad que hay un apoyo oficial a la sindicaliza-
que, por sobre los escombros del antiguo orden, surge una voluntad revo- ción, no es menos verdad que el proceso de aculturación de las nuevas
lucionaria sin lazos con el pasado inmediato. A este ejercicio de manipula- generaciones en las prácticas de la lucha social se lleva a cabo a través del
ción del pasado no escapó el peronismo. Según su propia imagen de la saber acumulado en los sindicatos existentes.
sociedad en la que nació, fueron los nuevos trabajadores, recién llegados a Pero el redescubrimiento de la vieja guardia sindical no estuvo dic-
la ciudad y la industria con las migraciones provenientes del interior del tado exclusivamente, en la intención de los autores mencionados, por la
país, los que desempeñaron el papel de esa fuerza regeneradora, corres~ fidelidad a la historia. Intentaban también cuestionar la línea interpretativa
pondiendo a Perón el papel no menos decisivo de ser su intérprete y líder. expuesta por G. Germani que, al poner el acento en los nuevos trabaja-
Tan persuasiva fue esta visión del peronismo que los primeros estu- ~, dore~, acudia tanto a factores psicosociales -el trauma de la repentina
dios realizados en los medios académicos la hicieron suya, concediendo a entrada al medio urbano- como a la persistencia de una cultura tradicio-
los nuevos trabajadores un lugar preponderante en la comprensión del nal, para explicar la identificación de las masas con un liderazgo persona-
movinuento politico que arriba al poder en 1946. Esta coincidencia en el lista externo al mundo del trabajo.2 En el caso de la vieja guardia sindical
sujeto no fue siempre acompañada por un acuerdo en su evaluación. y del sector obrero por ella representado estamos, más bien, frente a un
Mientras que los ideólogos del peronismo vieron en esos trabajadores el sujeto que puede ser defInido con independencia de los cambios econó-
elemento de renovación de un orden de jerarquías y privilegios, muchos micos y sociales que preceden al ascenso de Perón. Es decir, que es un
analistas tendieron a considerarlos como la base social de una experiencia grupo social ya adaptado a la vida urbana y, además, con una larga expe-
de autoritarismo de masas. Así, los nuevos trabajadores, celebrados por riencia en la lucha social. A partir de esta caracterización, la respuesta
su rol en la gestación de una sociedad más igualitaria, o visualizados como positiva de los antiguos militantes a la gestión de Perón es, antes que
la fuerza social in1pulsora de la instauración de un régimen no democrá- tributaria de un fenómeno de anomia colectiva o de un síndrome cliente-
tico, ganaron el centro de la escena en los orígenes del peronismo. lista, el resultado de una deliberación racional, que opone las desventajas
Esta unagen era demasiado superficial para salir airosa de una inves- del orden social y político anterior a las oportunidades nuevas que un
tigación más fiel a los hechos históricos. En un ensayo justamente impor- orden también nuevo ofrece.
tante, M. Murmis y J. C. Portantiero han mostrado que los dirigentes del
movimiento obrero formado durante los quince años previos -integrado
1 Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero, Estudios sobre los origenes del perOJtislllo,
por sindicatos de servicios como los ferroviarios, el comercio, el trans- Buenos Aires, Siglo XXI, 1971.
porte, los teléfonos- participaron de la operación politica que llevó a la 2 Gino Germani, Política y sociedad en una éfloca de t1'amiciól1 Buenos Aires Paidós
1962. r,' ,
consolidación de la nueva elite dirigente surgida del golpe de 1943.1 Que
[218] [219]
1t
La 1Ji~jaguardia sindicaly Peról1 Apéndice 1
JI ." Aquí, el énfasis esta puesto en la racionalidad del comportamiento Es verdad que en la movilización obrera un interés de clase está
obrero. De allí que en el movimiento que aproxima los trabajadores al líder , 1, presente; no lo es menos que ella expresa también una conciencia política
militar se ponga el énfasis en la intervención social del Estado, para ver en heterónoma. La problemática de esta doble realidad de la acción de
ella la satisfacción de reivindicaciones largamente postergadas. La conse- masas será el objeto de estas reflexiones. Pero anticipelTIos ya las líneas
cuencia casi natural de este enfoque, centrado en las vicisitudes de la situa- principales de nuestra argumentación. La primera de ellas concierne a la
ción del trabajo en el marco de la industrialización de los años treinta, es necesidad de ampliar el concepto de racionalidad de la acción de masas.
que desdibuja la distinción entre vieja y nueya clase obrera, dominante en la Visto desde la perspectiva del interés de clase, como lo hacen Murmis y
interpretación tradicional. De hecho, ya la sola mención del apoyo brinda- Portantiero, el criterio de racionalidad está basado en la maximización de
do a Perón por los antiguos militantes, confmados inicialmente en la ver- los beneficios; de alli que la adhesión a Perón pueda ser considerada
sión convencional a un papel opositor, tiene por efecto el debilitamiento verosímilmente como una función de la satisfacción de las reivindicacio-
de los fundamentos históricos de esa distinción. A esto Murmis y Portan- nes del trabajo por parte del Estado. Sabemos, sin embargo, que si es el
'1
tiero agregan que, al margen de las diferencias en cuanto a su experiencia cálculo de utilidades el que preside el acercamiento inicial a Perón, éste se
previa, uno Yotro sector del mundo del trabajo comparten una experien- resuelve, muy pronto, en una identificación política directa. Para com-
cia común en los años treinta: la de la explotación dentro de un proceso de prender este desarrollo no es preciso salir de la idea de racionalidad.4
acumulación capitalista sin distribución de ingresos. Esa experiencia común Sólo que, en este caso, el criterio de racionalidad es otro, el refo1'zamientode
es la que está en la base del interés de clase que los acerca y asocia en la la cohesiónJI la solidaridad de las masas obrcms. Desde este ángulo la acción
lnovilización de apoyo a la intervención social del Estado. política deviene, no un medio para aumentar las ventajas materiales de
No obstante la importancia que reviste la contribución de estos au- acuerdo con los intereses preexistentes, sino un fin en sí mismo, cual es la
tores, en la medida que remtroduce a un actor hasta entonces descuidado consolidación de la identidad política colectiva de los sujetos implicados.
y, por su intermedio, una perspectiva de análisis también ausente, cree- La pregunta que se impone inmediatamente es ésta: ¿cuál es el marco en
mos sin embargo que su enfoque no abarca en toda su complejidad el ~. el q:ue la referencia a Perón actúa como un principio de unificación polí-
proceso en el que las masas obreras se ligan a Perón. A su manera, por tica de los trabajadores? Esto es, ¿cuáles son los mecanismos -distintos
cierto discutible, la interpretación tradicional intenta dar cuenta de otra y de ia lógica propia del interés de clase- a través de los cuales opera esta
también importante dimensión de ese proceso, cual es la constitución de lógica de la representación heterónoma?
nuevas identidades colectivaspopulares. Nada nos obliga a hacer nuestro el en- Se comprende bien que, para responder este interrogante, es preci-
foque a través del cual Germani estudia este fenóm.eno. Pero es preciso so contar con una nueva descripción de la situación; es decir que allí
prestar atención y no eliminar esta otra problemática rechazando los con- donde se habla de reivindicaciones económicas insatisfechas, se debe su-
ceptos y el razonamiento con los que ha sido convencionalmente aborda- brayar también la existencia de la alienación política de las masas en un
da. Este es, precisamente, el riesgo del enfoque de Murmis y Portantiero: orden social excluyente; donde se habla de un intervencionismo social
en su esfuerzo por exorcizar la hipótesis del Ífracionalismo obrero, des- que eleva el nivel de vida y de trabajo, hay que ver también el gesto de
plazan el foco de análisis del campo de la política -donde se plantea la reconocimiento que hace de los trabajadores miembros de pleno dere-
cuestión del tipo de vínculo entre las masas y Perón- y dirigen su mirada cho de la comunidad política nacional. En estos elementos, que son los
hacia el campo de la lucha social, en el que se articula el interés de clase.3 del estado de marginalidad política de los sectores laborales y de la mo-
dalidad de su acceso a la ciudadanía están, entendemos, las claves que
3 En rigor, estos autores hacen referencia a esta problemática, pero lo hacen desde
otro ángulo: así, distinguen entre distintos tipos de participación dentro del permiten cOlnprender la naturaleza de la inserción de los trabajadores en
movimiento de masas y los ligan a las diferencias en cuanto al tipo de experiencia
industrial y sindical previa. Esta distinción, muy útil en la reconstrucción de las
prácticas de las organizaciones obreras en relación con el Estado, no termina, sin 4 Con relación a esta perspectiva sobre el concepto de racionalidad en la acción
embargo, por dar cuenta de la formación de las identidades colectivas políticas de política, véase Alessandro Pizzorno, "Sulla razionalita della sce1ta democratica",
los trabajadores. S tato e Mercato, abril 1983, nO 7.
[220] , [221]
La x'ieja guardia sindical JI PerólI
Apéndice 1
el peronismo. Para ampliar esta nueva descripción, dirijamos ahora la recuerda: la Década Infame. El recurso al fraude electoral, la corrupción,
atención al contexto de la coyuntura de los años 1943-1946. , 1,
he ahí los rasgos a los que ha quedado asociada la restauración conserva-
dora que irrumpe por la fuerza en 1930. A partir de entonces vemos
I. La modernización conservadora como el sistema político cesa de ser ,el vehículo de la presión de los
de los años treinta y la crisis de participación sectores medios y populares y es confinado a un papel crecientemente
marginal, mientras que el Estado deviene el canal directo de las influen-
Si hay una categoría general que pern::lite dar cuenta de esta coyun- cias del bloque económico dominante.
tura, ésta es la de "proceso de cambio político". Sin duda, es todavía una
Transmitidas a menudo en forma independiente, estas dos imáge-
conceptualización muy vaga, pero tiene el mérito de clarificar nuestro
nes, una vez yuxtapuestas, combinan las luces y las sombras de una escena
punto de vista al descartar una visión alternativa: la que nos presenta el .
histórica cuya unidad está dada no por una clase de empresarios moder-
período bajo consideración en términos de la transición hacia una eco-
nos ni por una oligarquía tradicional, sino por ambos tipos sociales jun-
'1
nomía industrial y una sociedad burguesa. No estamos, en verdad, ante
tos, reunidos en un mismo personaje -la gran burguesía agraria capitalis-
un cambio societal. La expansión de la industria se cumple en la década
ta-, en quien se complementan el papel económico dirigente con una
anterior bajo la dirección de la elite conservadora; es una industrialización
gestión encaminada a la reproducción de su control político y sus privile-
caracterizada por la escasa intervención directa del Estado y por la pro-
gios. En esta escena} donde plasticidad y rigideiJ dinamismo y conservadorismo se
gresiva interpenetración de los grupos agroexportadores y los sectores
mezclan solidariamente} se hallan lospuntos débiles de una sociedad que se transft17Jta
industriales elnergentes.
pero lo hace riforzando un orden excl'1}ente. Si éste es un diagnóstico válido, la
Así, estamos lejos de la lucha de fuerzas modernizantes contra una
coyuntura 1943-1946 aparece como el marco de un proceso de cambio
organización productiva arcaica e inmóviL Además, habida cuenta de que político que rompe las fronteras de ese orden excluyente, incorporando
el debate económico ocupa un lugar público secundario entre 1943 y 1946, a las fuerzas populares consolidadas durante el impulso modernizador .
cuando éste se plantea se inscribe dentro de un modelo de desarrollo del .Con los elementos reunidos, es posible sostener que la Argentina de
que la industria e~ ya parte integrante, y que no cuestiona tampoco la subor- los afíos treinta encaja bien en las situaciones analizadas por el esquema de
dinación que ella guarda con respecto a "la rueda maestra de la economía", la modernización. Dicho esquema parte de la identificación de una dis-
que continúa siendo la acumulación agraria. ¿Dónde están, pues, los puntos continuidad en la estructura económico-demográfica, habitualmente de
débiles de esta sociedad que se transforma? A este respecto, es sugestivo origen externo. De allí se sigue la diversificación de las actividades pro-
recordar el contrastante lugar que tiene reservada la etapa precedente Oa ductivas y urbanas y, con ella, el desarrollo de una trama más compleja de
década del treinta) en la historia lntelectual que se escribe en la Argentina. intereses sociales. El esquema se interesa luego por la reacomodación de
En los ensayos econólnicos estos son los años dedicados a hacer el las instituciones a los efectos generados por la modernización de la socie-
inventario de los ajustes e innovaciones a los que apela la elite conservadora dad. El proceso de cambio global se resolvería idealmente por una am-
para hacer frente a la desfavorable situación internacional planteada por la pliación y diferenciación institucional, la cual transformaría los nuevos in-
crisis de 1929, los cuales, no obstante estar presididos por la esperanza de tereses sociales en demandas reconocidas dentro de la comunidad polí-
un rápido retorno al equilibrio previo, van alejando naturalmente al país de tica. Que ésta sea la secuencia ideal no excluye, empero, que se produzcan
ese punto de partida y colocándolo en la senda de la industrialización. desfasajes a lo largo del proceso; precisamente este esquema se propone
Aunque son pocos los que se privan de ironizar retrospectivamente sobre analizar las tensiones derivadas de la interacción entre la magnitud y velo-
las ilusiones fallidas de la elite conservadora, los historiadores de la econo- cidad de la modernización, y la flexibilidad y profundidad con la que se
mía tienden a reconocer, de manera más o menos explícita, la flexibilidad
produce la recomposición institucional. Tal es el objetivo de los estudlos
..l.
que ésta puso de manifiesto en la administración de la emergencia.
de G. Germani, sobre los que habremos de volver ensegut 'da. 5
En los escritos políticos la imagen dominante de los años treinta es
menos celebratoria, como lo refleja bien el nombre bajo el cual se los 5 Gino Germani, Sociología de la llIodemizaciól1, Buenos Aires, Paidós, 1971.
-c\
[222]
.i [223]
J
e
La vieja gllardia sil1dical)' Peról1
Apéndice 1
e
¡ d~ !~s ferroviarios, los empleados de co~ercio, los textiles, pero muy
e
Lo que nos importa retener de esta fórmula descriptiva es la dimen-
• ¡ difIcilmente de una fuerza obrera consolidada en torno de un estatuto
sión moder1tización-pa11icipación como principio de análisis del período baj'o
. compartido de garantías y derechos. La misma dificultad existe con el e
•
estudio. Los indicadores disponibles desde la mitad de la década del
sindicalismo. La penetración de las organizaciones sindicales no sigue ni el
treinta son, en este sentido, elocuentes. De un Jada ellos nos revelan, defi-
ritmo ni la dirección del ingreso de los nuevos reclutas al mercado de
niendo el perfil de una sociedad que cambia, la integración estructural y el
ascenso objetivo del mundo del trabajo. Bajo el estímulo de la sustitución
trabajo. Si bien se observa un incremento del activismo obrero en las e
de importaciones se acortan las distancias entre regiones periféricas y re-
; fabricas, éste se refleja muy parcialmente en logros desde un punto de
vista organizativo. En consecuencia, la influencia sindical queda confinada
e
giones centrales, entre campo y ciudad, por los desplazamientos de po-
a los antiguos sectores de servicios en momentos en que se agranda el
blación que suman nuevos contingentes de mano de obra al núcleo obre-
¡,lugar de la industria en la estiuctura ocupacional. Finalmente, la evolución
ro urbano original, acrecido él mismo por la afluencia de los descendien-
:,de los salarios está lejos de corresponder a la expansión del empleo,
tes de los trabajadores inmigrantes de procedencia europea. La industria-
'1 marginando a los trabajadores de los frutos del crecimiento.
lización acelera la unificación del mercado de trabajo nacional y, a través
Si bien las transfonnaciones estructurales tienden a fortalecer y a
de la creación de empleos para los recién llegados y la apertura de opor-
poner en movimiento al mundo del trabajo, las instituciones de la restau-
tunidades nuevas para los ya establecidos, funde a unos y otros en un solo
movimiento de ascenso colectivo. Sin duda entre las distintas corrientes
que confluyen en el mundo del trabajo existían diferencias, como no po-
ración conservadora permanecen en gran medida sordas a esos cam-
bios: he aguí que se perfJla la escena característica de una cn'sis departicipa-
ción. Pero antes de continuar con su análisis y el de las modalidades de su
•e
dría ser de otro modo cuando los migran te s internos inician su entrada a
un medio urbano-industrial en el que los viejos trabajadores y sus familias
han tenido tiempo de adquirir una experiencia de trabajo y organización.
Pero estas diferencias nos parecen menos cruciales que la común exposi-
resolución, una observación se impone.
[226]
[227]
La IJieja guardia si11dicalJI Peról1 Apéndice 1
,'-, .
base de la crisis de participación. Pero es igualmente manifiesto desde la jerárquicos de la república restrictiva. Los sectores medios se movilizan y,
perspectiva de las relaciones de clase, pues si la industrialización va defi- , 1,
bajo la dirección del Partido Radical, impugnan la legitimidad de las prác-
niendo a los protagonistas del conflicto social, éste no llega a articularse: ticas políticas y demandan la libertad de sufragio. Se trata de una moviliza-
para que el terreno de la producción sea el lugar de un conflicto abierto ción que opone a las resistencias de la elite conservadora el recurso a la
de clases es preciso que se levanten las barreras e interdicciones que re- insurrección y el abstencionismo electoral. Finalmente, ya sabemos que es
producen la autocracia patronal. Lo que nos remite en este caso a la un sector de dicha elite, liderado por R. Sáenz Peña, el que, no ajeno a una
limitada institucionalización de las relaciones del trabajo. Hacia el fm de la tentativa transformista, promulga la reforma electoral de 1912.
década del treinta, una cuestión importante en la agenda de la sociedad En este breve resumen, varios son los elementos que pueden subra-
argentina es la del acceso de los sectores populares y obreros a la ciuda- yarse: a) la posibilidad de la articulación de la protesta por los sectores
danía industrial, como lo fuera a comienzos de siglo el acceso de los excluidos; b) la gestión de una elite interna que orienta la movilización; c)
sectores medios a la ciudadanía política. la reacción favorable a las demandas de participación por parte del blo-
¿Cuáles son los datos de la situación histórica en el momento en que que en el poder; y d) el desenlace, que es el de un proceso de incorpora-
se plantea la recomposición del campo institucional para dar cabida al ción a través de los mecanismos del sistema político. El contraste con el
reconocimiento de las fuerzas del trabajo? La respuesta a esta pregunta caso que estamos analizando no puede ser más evidente. Si hay una simi-
contiene las claves que habrán de explicar tanto la modalidad de la incor- litud, ella termína después de constatar, en una experiencia y en otra, un
poración política de dichas fuerzas, como los atributos del movimiento camoio de sociedad. A partir de allí los senderos se separan. No obstante
en el que habrán de expresarse. La experiencia recién evocada de los que es posible hablar de la constitución de nuevos actores sociales bajo el
sectores medios puede ser útil como marco de referencia. En el origen impacto de la modernización y la industrialización durante los años trein-
de los conflictos políticos de la Argentina moderna estuvo el colapso de ta, estos no encuentran, sino muy parcialmente, el espacio para traducir
la fórmula fundacional ensayada por la elite conservadora a fines del sus orientaciones de acción en un movimiento colectivo.
siglo XIX. Dos eran los elementos que organizaban ese proyecto, según , Retomemos lo dicho. El pasaje de las orientaciones que animan al
las categorías empleadas por sus estudiosos.7Por un lado, la creación de mQvimiento social en formación, integrado por los sectores populares y
una república abierta, basada en las garantías de la libertad civil, reputada ob'reros, a la acción reivindicativa tropieza con numerosos obstáculos.
como el medio apropiado para incorporar valores de innovación, atraer En primer lugar, están los obstáculos puestos por la naturaleza de sus
a la inmigración europea, acelerar la ocupación productiva del territorio, adversarios, unos sectores dominantes mas ávidos de preservar sus pri-
implantar el comercio, extender la educación. Por otro, la consolidación vilegios que de avanzar sus intereses económicos. Así vemos que los
de una república restrictiva, en la que el ejercicio de la libertad política empresarios se resisten a la legislación social y a la negociación salarial en
queda reservado al núcleo dominante tradicional, cuyos miembros se nombre de las exigencias de la acumulación, transformando las empre-
controlan entre sí con exclusión de una mayoría que no está en condicio- sas en bastiones celosamente protegidos de la autoridad de la gerencia.
nes ni de ser electora ni de ser representante. El éxito mismo del esfuerzo En una situación donde las prohibiciones y la represión ocupan el lugar
lTIodernizador condujo bien pronto, sin embargo, al estallido de las ten- natural de los enfrentamientos, se multiplican las dificultades para articu-
siones presentes en ese proyecto. La población extranjera afluyó hacia el lar la protesta. Que existan huelgas intermitentes y puntuales no impide
país, florecieron los oficios, el comercio y la educación, y se desarrolló, que se pueda caracterizar este período (en particular su último tramo)
junto a un proletariado incipiente, una vasta clase media gracias a los por una parálisis de la acción obrera, tanto más significativa cuanto que,
efectos redistributivos de la economía agro exportadora y los canales de contemporáneamente, se expande el mercado de trabajo.
movilidad propios de una sociedad de frontera. Esto hace entrar en En segundo lugar, están los obstáculos puestos por el estado del
conflicto a los valores igualitarios de la república abierta con los valores sistema político. Con la restauración conservadora, las instituciones pasan
a ser apéndices más o menos directos de una dOlninación social hostil a
Natalio Botana, El Buenos Aires, Sudamericana, 1977.
1
7 orden COI1SCliJad01;
toda forma de militancia obrera. Además, la vigencia del fraude quita
[228]
[229]
La vio/a gl/(lrdit, si"dical J' Pcró" Apéndice 1
importancia electoral a la cuestión social. Para las organizaciones obreras, tradicional muy opuestos a los valores de clase de las viejas direcciones
la posibilidad se suplir las debilidades de sus posiciones en el terreno de la , 1 obreras. La suma de la inercia institucional, de un lado, y del choque de
producción recurriendo a la presión sobre el sistema institucional se en- cul~ra~ políticas, de otro, amplió la distancia entre la base y la elite del
cuentra, por todo ello, bloqueada. Aunque desde un punto de vista es- mov~ento laboral, lo que se tradujo en un vacío organizacional o, más
tructuralla sociedad de halla "madura", la pérdida de autonomía de las propia~ente, en la p~es~a en disponibilidad de los nuevos contingentes
instituciones políticas impide la emergencia de movimientos sociales de de trab~Jadores y la perdida de representatividad de los antiguos líderes.
base, puesto que estos no pueden fonnarse y crecer sin la existencia pre- Diversos son los comentarios que nos sugiere esta interpretación.
via de un mínimo de libertades y de garantías. Para comenzar, puede decirse que concebir tan sólo en términos de la
A estos obstáculos externos es preciso agregar los problemas espe- física social la relación existente entre mutaciones sociales y diferenciación
cíficos que dominan el mundo del trabajo en los años treinta: aquí se institucional, es discutible. Veamos, por ejemplo, el argumento de Ger-
plantea la cuestión de la elite interna obrera. La afluencia de nuevos traba- mani según el cual cuanto mayor es el ritmo y la escala de los cambios y
'1
jadores al medio urbano-industrial no puede no afectar el liderazgo de más breve la duración del proceso, tanto menor será la capacidad de los
las viejas direcciones sindicales y políticas, que deben revalidar sus títulos mecanismos institucionales preexistentes para integrar a los sectores mo-
ante una audiencia más amplia y heterogénea. Esta cuestión ha merecido vilizados. Si bien no se debe descartar el impacto específico de variables
un interés privilegiado en los estudios sobre los orígenes del peronismo y como la magnitud y la rapidez de los cambios sociales, a los efectos de
aquí también lo tendrá. analizar su influencia es preciso introducir hipótesis sobre las característi-
cas del bloque en el poder. Es plausible pensar que la flexibilidad o la
rigidez de ~asinstituciones políticas estará igualmente determinada por el
IV. Acerca del debate sobre la vieja y nueva clase obrera
peso relativo que tengan dentro de aquéllos sectores vueltos hacia el
Las dificultades que enfrenta el antiguo liderazgo han sido aborda- pasado, hacia la defensa del orden establecido. Las vicisitudes de la am-
das a menudo con independencia de la consideración de las barreras ~, plia~ión de la democracia tienden a estar asociadas, es innecesario subra-
sociales e institucionales a la acción obrera que acaban de ser evocadas. El yar~?, al predominio que alternativamente tengan, en una coyuntura con-
hecho en torno del cual se discute es el lento incremento de la tasa de cret-a, el componente de innovación o el componente de dominación
sindicalización en momentos en que aumenta rápidamente la fuerza de dentro del bloque en el poder. En este sentido, el caso de la Argentina
trabajo urbana. G. Germani, entre otros, entrevé allí la expresión de dos durante los años treinta está bien ubicado e identificado cuando se habla
fenómenos paralelos.8 El primero es una versión más de la asincronía del de la restauración conservadora. Lo que aparece como inercia instituciona4 es
cambio societal y del cambio institucional que comanda su interpretación también} en rigor, la manifestación del costado dominante} esto es}el aspecto autoritario
de la Argentina en las vísperas de 1943. La velocidad y la amplitud que de la elite que dirige el desarrollo. Dentro de este contexto hay que situar la
revistió el proceso de movilización social provocado por la moderniza- lenta y trabajosa penetración de la institución sindical.9
ción, apunta Germani, impidieron la absorción de las masas movilizadas
por los canales institucionales existentes; esto fue válido tanto para el
9 Antes de ~ontinuar el análisis, vale la pena destacar que, desde un punto de vista
sistema político en general cuanto para las asociaciones del mundo del
c~mparat1vo, el desfasaje entre industrialización y sinclicalización no tiene, en sí
trabajo. Esta discontinuidad demográfica y social, de naturaleza casi física nusm.o, na~~ de sorprendente. Sin necesidad de hacer referencia a los rasgos de
en su definición, actuó junto a la intervención de un segundo fenómeno las elite.s .~r1gentes, es comprensible que los patrones se resistieran a poner en
t:la de JUlCIOsu poder de decisión unilateral en las empresas. La misma resisten-
más cualitativo: las masas movilizadas eran portadoras de valores de tipo CIaencontraron la implantación de la CIO en los Estados Unidos en la década del
treinta y l,asor~anizacion~s obreras en la indUStria francesa antes del Frente Popu-
8 Gino Germani, Autorita¡-jsmo) fascismo e classi sociali, Bologna, II Mulino, 1975, lar, dos sl,tuaclOnes que, Juzgadas en el plano político, no son asÍIl1ilablesa la de
Cap. IV; y "El surgimiento del peronismo: el rol de los obreros y los migran tes la ArgentIna conservadora. Sobre los Estados Unidos, cfr. Irving Bernstein, The
internos", en Manuel Mora y Arauja e Ignacio Llorente (compiladores), El voto leal1years, Bastan, 1972; y Francia, en Michel Collinet, L)esplit du {jllldicalüllle,
peronista, Buenos Aires, Sudamericana, 1980. París, 1956.
[230] [231]
La I}ida gllPrdia sindical y Peról1 Apéndice 1
A pesar de que la influencia sindical no acompaña la evolución de la Cualquiera sea la interpretación que se dé, es preciso admitir que, de
población trabajadora SIDO muy parcialmente, ella es visible, sin embargo, todos modos, permanece inamovible el punto inicial, el del liderazgo de
en las nuevas ramas industriales, como la textil, y en sectores que, cOlno los la vieja guardia sindicaL En ellnarco de la recomposición del mundo del
frigoríficos y la construcción, pueden ser considerados la vía de entrada de trabajo que se opera en los años treinta, la vieja guardia sindical tiene
una mano de obra poco calificada al mercado de trabajo. Esta referencia dificultades para revalidar sus títulos y devenir el agente político capaz de
nos lleva a examinar la otra dimensión que es parte de la interpretación articular y expresar los conflictos y detnandas que animan el crecimiento
tradicional, la del choque de culturas políticas en el seno del mundo del de las capas populares y obreras. Sobre la naturaleza de estas dificultades
trabajo. Este punto ha sido ya debatido por Tulio Halperin Donghi, 10 quien volveremos .más adelante.
ha observado que: a) el núcleo obrero urbano original era menos cosmo- ResUlmendo los datos de la escena histórica tenemos, entonces, un
polita y extranjero de lo que se supone; y b) las regiones de origen de los nuevo movimiento social que no alcanza a constituirse, trabado por las
,j:
trabajadores migrantes mal pueden ser vistas como áreas marcadas por restricciones de una dominación arcaizante y un sistema político cerrado.
'1
una cultura política criolla, a la que el aislamiento geográfico hubiera preser- En una coyuntura en la que el espacio para la intervención de las fuerzas
vado intacta. En ausencia de investigaciones que permitan pasar del nivel de base está casi congelado, el centro de gravedad se desplaza hacia arri-
demográfico-ecológico en el que está localizado el debate entre Germani y ba, hacia las elites dirigentes. Es allí, en el nivel del Estado, que todo se
sus críticos, al conocimiento de las orientaciones culturales de los diversos juega, sea el reforzamiento de un orden excluyente, sea la reversión de las
sectores obreros en ese momento de cambio de la sociedad argentina, es antiguás barreras y la extensión de la participación social y política. Arri-
difícil avanzar más allá de las conjeturas. Lo que nos importa destacar es bamos así a las vísperas del golpe de 1943.
que si ese conflicto de valores políticos existió, debería haber sido posible
reconocerlo por sus presuntos efectos. Pero en ese plano se constata una
V. El fracaso de la tentativa
imagen opuesta a la que se desprende de la interpretación tradicional, pues-
de sustitución política lanzada por Perón
to que quienes están a la cabeza de las primeras luchas de los trabajadores
de la industria en los años treinta no son otros que la expresión por excelencia A los efectos de analizar el proceso de cambio político que sigue a
de lo que dicha interpretación sobreentiende como orientación de clase, la r~volución militar del 4 de junio, nos parece oportuno evocar dos
a saber, los militantes comunistas.tt Aunque precarios, los logros de los tipos de situaciones distinguidas por Alain Touraine.12 La primera de ellas
comunistas entre los trabajadores textiles, de la construcción y los frigo- es propia de una sociedad reformista. Allí la incorporación de fuerzas
ríficos parecen contradecir la idea de la existencia de barreras culturales nuevas se opera a través de las instituciones políticas, que representan el
entre la nueva clase obrera y la antigua dirección sindicaL Más bien, si la lugar de tratamiento de los problemas sociales. En una situación seme-
participación de esta nueva clase obrera en la acción colectiva no fue jante, se forma, por un lado, un movimiento que presiona en favor de la
mayor -según lo indican los índices de huelgas y la tasa de sindicaliza- participación de sectores hasta entonces marginados, mientras por otro
ción-, las razones hay que buscarlas en la coraza autoritaria que rodea al lado hay agentes políticos -típicamente los partidos- que se hacen cargo
desarroUo de signo conservador y no en un rechazo de naturaleza ideo- de esas demandas y procuran su reconocimiento. Si bien el movimiento
lógica al llamado de las organizaciones obreras. popular depende de estos agentes políticos para redefinir su posición
dentro del cuadro institucional, no se somete enteramente a ellos y retiene
una autonomía que le viene de su origen previo, de su arraigo en la socie-
10 Tulio Halperin Donghi, "Algunas observaciones sobre Germani, el
surgimiento
del peronismo y los migrantes internos", en Mora y Araujo y Llorente, op. cit. dad civil. Diferente es la situación en la que la vía de las reformas políticas
11 El papel de los comunistas en el mundo del trabajo y las luchas obreras en la está clausurada y en la que prevalece un aparato de dominación y control
segunda mitad de los años treinta fue primero destacado por Celia Durruty en autoritario. En este caso, el movimiento popular no logra organizarse en
C/ase obrera y peronismo, Córdoba, Pasado y Presente, 1968. Retomado luego por
otros autores es, no obstante, una experiencia insuficientemente reconstruida
todavía. 12 Alain Touraine, La societé invisible, París, Seuil, 1977.
[232] [233]
La tJirja guardia sindical y PerólI Apéndice 1
forma directa, en tanto que el papel de los mediadores pollticos está Para seguir las peripecias del proyecto de cambio polltico desatado
prácticamente ausente. Así las cosas)es la intervención del Estado) orientada por desde
. el aparato del Estado por la elite militar v) del p roposltO
,. que 1o
una elite de nuevo tipo) la que mediante el recurso a una acción de ruptura puede amma,. habremos de, abordar
...' primeramente , la respuesta d 1
e os sectores
debilitar las interdicciones socialesy desbloquear el sistema político para) de un mismo dormnantes. ~espue~, dirIgtrenl0s la atención a las relaciones que se esta-
golpe) abrir laspuertas a laparticipación de los sectorespopulares. Aquí, la constitu- blecen. entre ~cha elite y el movimiento popular dentro del marco de la
modalidad de Incorporación política en acto.
ción del movllniento popular no preexiste sino que es posterior a la inicia-
tiva transformadora del agente estatal; ello habrá de traducirse en la subor- ., A ~odo de introduc~ión dig~mos que en ausenda de una aguda polari-
dinación de ese movimiento, por falta de una expresión polltica propia, zaczon socza~ de un desbordamzento del szstemapolítico) de unji"accionamimto del vifjjo
respecto de las orientaciones de la nueva elite dirigente .en el poder. bloque et2elpoderj las chancespara elfortaledmiento de un actor estatal e¡¡lergmte so
Por cierto que es esta última situación la que se esboza, en la Argen- inciertas. 13 ~ en la Argentina anterior a 1943, no estamos ante unas clase:
'l"
tina de 1944, a medida que pierde terreno entre los militares la tentativa dominantes
. . atemorizadas por una revolución inminente. De hecho 1os
,;
anacrónica y puramente represiva de la facción más integrista, en benefi- pro~Ietanos y los. empresari?~ no se muestran inclinados a pagar altos
cio de la polltica de apertura social del núcleo revolucionario que rodea al preCIOS, a renunCIar a sus pnvilegios, para librarse de una amenaza que
coronel Perón. Más que suscitada por la fuerza de la movilización popu- juzgan, a partir de su visión de la situación, improbable. Ni están dispues-
lar, que sabemos muy limitada en esa época, dicha polltica se inspira en tos tampoco a poner la defensa de sus intereses en manos de la nueva
elite que se autopostu1a para esa misión.
los peligros potenciales de un orden regresivo e ilegítimo para el mante-
nimiento de los pilares del equilibrio social existente. El Estado irrumpe Por lo demás, lejos .~st~ ~e facilitar la entente una polltica social que
en la vida de las empresas, impone la negociación colectiva, repara viejos en nombre de la reconciliacIon de clases alienta la movilización de los
agravios, altera las normas de trabajo, se lanza, en fin, a la modernización trabajadores. Esta P?lítica es, empero, parte inseparable del proyecto en
de las clases patronales por decreto. c~r~o: es la presenCIa de las masas movilizadas la que confiere a la elite
La otra vertiente de esta polltica de apertura es la liberación de las militar ~u papel excepcion~ de ~rbitro. Ciertamente desde la perspectiva
energías del mundo del trabajo. Precedidas por la protección del Estado, de \.eron no se tr~ta .d~ dejar abIerto el campo a la espontaneidad popu-
las asociaciones sindicales salen de su forzado letargo, van al encuentro de lar: ~~ta debe ser. ~scIplinada y canalizada. Pero los reaseguros estatales no
las bases obreras, incursionan en los dominios hasta entonces bien salva- debilitan la hos~dad de los patrones, que no ven diferencia alguna entre
guardados del poder patronal. En este contexto, que es el del debilita- las banderas rOJ,as.del pas.a~o, frágiles como eran, y las banderas azules y
miento de los obstáculos organizacionales e institucionales, crecen los blancas que el regunen militar reparte entre las masas movilizadas.
movimientos reivindicativos, al tiempo que se desarrollan los conflictos Es que los objetivos de la intervención estatal, a pesar de no ser
revolucionarios -su inspirador rechaza en todo momento verse asocia-
propiamente capitalistas.
Pero bien pronto se percibe que esta intervención en el canlpo de do a un prop~sito semejante-, comportan transformaciones muy pro-
las relaciones de clase es sólo un aspecto de la acción de ruptura de la elite fundas del antiguo orden. No solamente en lo que la nueva política social
militar. Lo que comanda los esfuerzos de este actor emergente es Wl tiene de más evidente: la limitación del poder de decisión unilateral de los
proyecto de reorganización institucional que apunta, por una parte) a resol- jefes de em~resa. Por los derechos que reconoce, por la influencia que
verla crisisdeparticipación del antiguo orden a través del reconocimiento de los sectores otorga a qwenes han estado hasta entonces excluidos, el proyecto del
populares y) por otra) a afirmar un princzpio de autoridad estatal por encima de la Estado trasciende el terreno de la producción para acelerar la crisis de la
pluralidad de lasftlerzas sociales. Ampliación de las bases de la comunidad dejerenda que la vieja sociedad jerárquica acostumbraba a esperar de sus
política, consolidación de la autonollÚa del Estado: he ahi los contornos estratos más bajos. De esta manera, la gestión de la elite militar vuelve
del proyecto que se propone levantar un 1JerdaderoEstado nacional en el'
lugar ocupado por el Estado parcialy representativo) de la restauración con- 1 13 SergIO
. Z ermeno,- "E sta d o y SOCIedaden
de Sociología, 1977, vol. 39, nO 1.
. el capitalismo tardío" Revista Mexicana
'
servadora.
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Apéndice 1
La I)iejaguardia silldical y Peról1
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La vieja gllardia ¡indica/JI PcrólI
Apéndice 1
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La I¡ieja g1lardia silldical J' PcróJI Apéndice 1
de la lucha por el poder que tiene lugar entre 1943 y 1946.15 También aquí organizar al conj:unto de las fuerzas de la producción bajo el arbitraje del
el punto de partida es el proceso de cambio politico desatado desde el , 1,
Estado.
Estado y lo que interesa considerar es el lugar que habrán de tener las Se sabe ya que este proyecto cuidadosatnente esbozado a la imagen
masas trabajadoras en el nuevo orden que surge. Los elelnentos a tomar de un bonapartismo está destinado a experimentar un giro rotundo cuando
en cuenta son, a este respecto, la magnitud y la unidad de la reacción de se pone en tnovimiento la ofensiva concertada de los sectores medios y
los sectores dominantes y la cohesión de la elite dirigente estataL las organizaciones empresarias durante 1945. Cerrado el camino de los
Recordemos que el intervencionismo social del poder militar co- partidos, sobre todo después de la negativa a colaborar del líder radical
mienza siendo mucho más modesto de lo que luego será llevado a ser A. Sabattini, confrontado a una oposición social y econótTIÍca que se
por los avatares de las luchas politicas. En primer lugar, está el hecho de moviliza sin fisuras contra sus reformas laborales, el hombre fuerte de la
que dicha intervención forma parte de una modernización de las relacio- Revolución de Junio se vuelve hacia las masas obreras. Este vuelco es así
nes de trabajo que intenta reformar el orden existente sin romper abier- "
contemporáneo a un momento de debilidad. En estas circunstancias, son
tamente con las clases patronales. En segundo lugar, la búsqueda de apo- los decorados de la escena los que cambian.
yos políticos por parte de Perón está orientada en la dirección de los En efecto, hasta aquí y desde 1943 el proceso de cambio politico y
partidos tradicionales, como ciertos sectores del radicalismo y el conser- la coyuntura histórica coinciden en la dirección que a uno y a otro le
vadorismo. Se trata de una intervenci6n cuyas innovaciones son presen- imprime la elite dirigente. Con la movilización del frente adversario y las
tadas como si estuvieran al servicio de la regeneración del antiguo régi- divisiones del ejército~ esa dirección flaquea y disminuye su control sobre
men y no en favor del establecimiento de otro totalmente nuevo: razona- los acontecimientos. Es así que el poder autoritariamente alojado en el
miento que si está dictado por la prudencia política no es, sin embargo, Estado se libera, se dispersa por todos lados, dando lugar a un juego
independiente de que sean las fuerzas armadas el sostén de las reformas político en el que Perón devien'e un actor entre otros. La prioridad de la
y la Iglesia quien les da la bendición. Son las verdaderas fuerzas conserva- iniciativa estatal sobre el comportamiento del movimiento popular tien-
doras del país las que proyectan el futuro y preparan la escena para la de, entonces, a encogerse, lo que habrá de expresarse en la dilatación del
entrada de las masas a la comunidad politica nacionaL margen de maniobra independiente de los dirigentes del antiguo sindica-
La voluntad transformista que alienta al proyecto del jefe de la elite lismo. Tal es la situación que precede a la crisis de octubre de 1945, en la
militar está presente igualmente en el diseño de la apertura social; así, las que Perón, luego de ser destituido y encarcelado por un sector del ejérci-
viejas organizaciones sindicales son convocadas a colaborar con el Esta- to aliado a la oposición, es rescatado de su muerte política gracias a la
do. Conftnados como han estado a una existencia siempre en las fronte- intervención de las masas organizadas por los sindicatos.
ras de la legalidad, los dirigentes obreros de origen socialista y sindicalista El17 de octubre corporiza en el centro de la escena la presencia de
no pueden evitar, a su turno, la tentación de responder al llamado, pero esa nueva fuente de legitimidad conjurada desde las alturas del poder, la
su respuesta está cargada de dudas y recelos sobre las fmalidades de la de la voluntad popular de las masas. ~ explicablemente, esa voluntad
colaboración. Ello conduce a que se establezca ~na alianza de compro- popular que se desprende de la descOlnposición del viejo orden conser-
miso, en la que la vieja guardia sindical procura extraer beneficios preser- vador se convierte en el eje de las luchas políticas. Vémos, (]S~ que entre Perón
vando su independencia, mientras que Perón se sirve de ella para iniciar JI la l.Ji~ja
guardia sindical se entabla una competenciapor ocupar esaposición simbólica,
su penetración entre los trabajadores. En esta etapa dicha operación de por hablar eJZ su nombre] apropiarse de la representatividad que emana de ella. A ese
apertura es todavía solidaria con el carácter limitado que tiene el apoyo ftn, el líder militar radicaliza su discurso, multiplica sus gestos reformistas,
obrero en los cálculos políticos del jefe militar, o sea, con la pretensión de en tanto que los dirigentes sindicales dan forma a un proyecto de auto-
nomía politica obrera creando el Partido Laborista.
Así, paralelamente a la lucha politica y social que polariza la socie-
15 Sobre la coyuntura de 1943-1946, véase Tulio Halperin Donghi, Argentina en el
callejón, Montevideo, Arca, 1964; y Argentiila, la democracia de masas, Buenos dad argentina en dos campos opuestos durante la can1paña electoral con
Aires, Paidós, 1972. vistas a los comicios de febrero de 1946, habrá de desarrollarse otra
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Apéndice 1
La vieja gllardia sindical JI PerólI
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T
verdad que el 17 de octubre se asiste al surgimiento de una fuerza social En efecto, el triunfo del liderazgo popular de Perón es, paradójica-
políticamente nueva, por sobre las ruinas de la hegemonía de los partidos mente, la instancia en la que el Estado queda expuesto a la acción de los
tradicionales, no es menos cierto que esa fuerza nueva da sus primeros trabajadores sindicalizados y se convierte en un instrumento más de su
pasos en defensa de Perón.16 Elperonismo habrá de imponerse) así, al laborismo, participación social y política. El conjunto de derechos y garantías al tra-
lo que reflda elpapel decisivo quejuega el agente de movilización estatal por sobre los bajo incorporados a las instituciones, la penetración del sindicalismo en el
agentes directos de clase en elproceso de ttnificación de las masas obreras como slfjeto aparato estatal, todo ello aleja a Perón de su proyecto original, además de
pon dca . introducir limites ciertos a sus políticas, particularmente en el terreno eco-
La disolución del Partido Laborista por orden de Perón, la coopta- nómico. La tentativa de constitución de un Estado nacional termina dan-
ción de la CGT en medio del silencio de las bases obreras, hacen caer, do lugar a un Estado que es -como lo era el de la restauración conserva-
luego, de manera brutal, el velo de las ilusiones de la vieja guardia sindical. , dora, si bien con un signo diferente- también un Estado representativo. Lo
Protagonista de la coyuntura de los años 1943-1946, el sindicalismo no cual habrá de debilitar su legitimidad política.
llega a ser, empero, un actor independiente. En rigor, él no controla las con- Igualmente, el movimiento de unanimidad nacional, que debía re-
diciones que hacen posible su intervención en la escena política, las que plicar un modelo de partido semejante al PRl mexicano, concluye siendo
dependen, ampliamente, de la apertura estatal. Y es ese mismo Estado el un movimiento fuertemente determinado por la presencia obrera orga-
que, investido ahora de la legitimidad popular, se le impone, subordinán- nizada. Incluso la ideología de paz social y orden bajo cuyos auspicios el
dolo a las necesidades de la gestión del nuevo régimen. país debía marchar hacia la integración de su comunidad política estará
atravesada por los efectos del componente de clase del peronismo. Así,
IX. La marca de los trabajadores en el peronismo el liderazgo popular de Perón le impondrá una renegociación constante
de su hegemonía sobre las masas obreras; y esto lleva al régimen a recrear
Aunque la reconstrucción realizada en nuestra investigación conclu- periódicamente sus condiciones de origen. Entonces la palabra de Perón
ye en el momento del ascenso del peronismo al poder, hay una cierta se des~dobla y por la voz desgarrada de Evita es revivido el clima de 1945
arbitrariedad histórica en detener el análisis en la imagen fija del apogeo y se actualiza en toda su fuerza primigenia la conflictualidad de los anta-
de la autoridad de Perón sobre el movimiento popular. El llamado a las gonismos sociales. Estado, movimimto e ideología estarán marcados, pues, por el
lnasas como recurso para fortalecer la autonomía del Estado con res- sobredimensionamiento del lugarpolítico de los trabqjadores, resultante de lagestación
pecto a los sectores dominantes es una constatación frecuente en los estu- y el desenlace de la cqyuntura en la que elperonis1J1ollega alpoder.
dios sobre las elites nacionalistas en América Latina. En cambio, no es tan
frecuente comprobar que por esa vía estas elites no hacen más que alejar-
se de su objetivo, terminado habitualmente a la cabeza de un movimien-
to que rompe el equilibrio de las fuerzas políticas existentes y activa las
tensiones sociales.17 El resultado no puede ser otro que la pérdida consi-
guiente de la autonomía del Estado y su absorción en el campo de los
conflictos de la sociedad. Estas consecuencias son tanto más profundas
cuanto más se estrecha el margen de sus alianzas y más estructurada es la
consistencia de clase de los sectores populares convocados. Sabemos que
estas condiciones se cumplen en el caso del peronismo.
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Apéndice 11
Apéndice 11
~rimer lugar: ~ ?redominio del fraude electoral. Después de abril de 1931
, \
La crisis argentina de principios de los años cuarenta este se conVlttlo en el recurso político preferido de las fuerzas conserva-
y sus alternativas. El peronismo y los otros. doras para ganar y retener el poder. En esa fecha tuvieron lugar elecCiones
en la provincia de Buenos Aires convocadas por el régimen militar dentro
de un plan político que apuntaba a la normalización institucional. Para su
\ 1 sorpresa, los partidarios del presidente Y rigoyen, derrocado siete meses
antes, se alzaron con la victoria. Esta demostración del vigor electoral del
p.artido depuesto obligó a un cambio de planes. Las elecciones presiden-
CIales de fmes de 1931 se realizaron sin la participación de los radicales
luego de la proscripción ofIcial recaída sobre sus candidatos, y marcaro~
elretorno del fraude en gran escala en la política argentina. En consecuen-
Para comenzar voy a formular dos preguntas que lne van a servir cia, l~s u:~tituciones del sistema político dejaron de ser el vehiculo para la
de guia en esta exposición. La primera pregunta es la siguiente: ¿Qué pro- graVltacIon de los sectores medios y los estratos populares.
blema existía en la Argentina de los años cuarenta para lo cual el peronis- El general Agustín Justo, al frente de una coalición dominada por
mo fue una solución? A su vez, la segunda pregunta es: si el peronismo fue los conservadores pero que recibió también el aporte de fracciones del
una solución, ¿había entonces otras soluciones alternativas al peronismo? radicalismo y el socialismo, accedía a la presidencia en febrero de 1932.
Como puede apreciarse, por el tenor de estas preguntas, la perspectiva A! final de su mandato, Roberto Ortiz, su sucesor, llegó en 1938 al go-
que propongo a los fInes de la reconstlucción histórica tiene un carácter bIerno, de la mano de una versión corregida y aumentada de las técnicas
eminentemente político, esto es, una perspectiva que concibe a la historia . del fraude electoral. Así, cuando se ~bserva los años treinta desde la
como el producto de las apuestas que hacen los actores políticos para visión de la historia política lo que se encuentra es el paisaje de una regre-
responder a los dilemas que confrontan en un momento histórico dado. ~, sión política .
Quizás debiera agregar algo más con relación al punto de vista que quiero ., Al buscar es misma década en las páginas de la historia económica
.defender en esta ocasión pero esto será todo por ahora; confío en que se l~ ,que hallamos es algo bastante diferente. El impacto de la Gran Depre-
vaya aclarando a medida que avanzo en el desarrollo del tema. SIon de 1929 y de la desarticulación del comercio internacional fue un
Reitero, pues, ¿cuál fue el problema que tenía planteado el país y golpe traumático para la economía agroexportadora del país. En esas
para el que el peronismo fue una solución? Además, ¿había acaso otras circunstancias, los nuevos ocupantes del poder se esforzaron primero
soluciones alternativas a las que avanzó el peronismo? A f1n de responder por transferÍ! el peso de la crisis sobre los sectores medios y populares,
estas preguntas elegiré como punto de partida la década del treinta. Al procurando poner a salvo los intereses de los productores rurales. Esa
dirigir la atención a este periodo hay un hecho que salta a la vista, me primera reacción fue pronto seguida por otra. La envergadura de la crisis
refiero las visiones contrastantes que nos ofrecen de esa década la historia impuso a los gobernantes ir más allá del ajuste en la dirección de un
política y la historia económica. esfuerzo adaptativo a una coyuntura crítica que estaba lejos de ser pasaje-
En los estudios de historia política el periodo que abrió el golpe de ra. Ante la emergencia, la administración del presidente Justo recurrió a
estado de septiembre de 1930 ha quedado fIjado por un califIcativo que un vasto arsenal de medidas de regulación estatal y de gasto público y a la
ganó una amplia popularidad, la "Década Infame". La condena moral promoción de la producción local de muchos de los bienes industriales
que esta imagen condensa nos evoca los rasgos característicos de la vida que se importaban. A resultas de ello, el país salió al poco tiempo de la
política durante los años de la restauración conservadora. Aludimos, en recesión y a mediados de la década recuperó su dinamismo económico
pero ahora a partir del estímulo del crecimiento industrial .
. Conferencia pronunciada en la Facultad de Humanidades de la Universidad Na-
cional de Mar del Plata el S de noviembre de 1999.
Las políticas adoptadas por la restauración conservadora ante la
adversa coyuntura externa fueron originalmente concebidas como un
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Apéndice II
La IJiqa guardia sindical JI el Peronislllo
expediente para ganar tiempo, a la espera de un pronto retorno a los cuestiones del trabajo deberían ganar más relevancia en consonancia con
equilibrios previos. Ocurrió, empero, que la menor participación de los un país más expuesto a los efectos sociales de la industrialización.
países agrícolas en el comercio mundial fue una tendencia destinada a ¿Cómo reconocer la presencia de estos desafíos en la Argentina de
permanecer y, en lus hechos, dichas políticas fueron alejando natural- entonces? Lo podemos hacer trayendo al primer plano iniciativas que se
mente a la economía del país de los parámetros dentro de los que fun- esboza1~hacia los últimos años de la década. Por un lado, están aquellas que
cionaba antes de 1930. Y no sólo la economía se transformó: también lo se despliegan en el ámbito de la política. Aquí tenemos dos desarrollos: 1)
hizo el tejido social porque la contracción del agro y el estímulo a la llegado a la presidencia en 1938 por el calnino del fraude, el presidente
industria pusieron en marcha un proceso de cambio demográfico y so- Ortiz una vez en el poder comienza a combatirlo: anula dos elecciones
cial, con el desplazamiento de grandes contingentes de poblaciones rura- fraudulentas e interviene a la provincia de Buenos Aires, que es el feudo
les al cinturón urbano de Buenos Aires para formar un nuevo proletaria- político conservador más importante; 2) la convergencia entre dos im-
do industrial. De allí que cuando los años treinta son vistos desde la portantes líderes políticos, el ex-presidente Justo y el jefe del radicalismo,
historia económica lo que se verifica es un país en plena transformación Marcelo T. de Alvear, los cuales, en sintonía con su defmición en favor de
estructural. la causa de los países aliados en la guerra mundial que acaba de estallar, se
Transmitidas en forma independiente una y otra, estas dos imáge- preparan para impulsar la redemocratización del régimen político.
nes de la década del treinta, la que se desprende de la historia política y la Por otro lado, están las iniciativas que se observan en el ámbito del
que lo hace de la historia económica, nos permiten constatar, una vez trabajo. Aquí también se destacan dos desarrollos: 1) los socialistas y so-
reunidas, un doble movimiento, el de una economía y una sociedad que bre todo los comunistas comienzan a implantarse entre los nuevos obre-
cambian pero que lo hacen al tiempo que se refuerza un orden político ros industriales; 2) tienen lugar las primeras experiencias de negociación
excluyente. He allí, en ese doble movimiento, que poco a poco se va a ir colectiva entre empresarios y trabajadores con el auspicio de los poderes
perfilando la clave del problema que va a ganar relevancia en la agenda públicos, en particular en la provincia de Buenos Aires.
pública del país. ¿En qué consiste ese problema? Consiste en la brecha , Las iniciativas que acabamos de evocar tanto en el plano político
existente entre las instituciones políticas de la restauración conservadora y co,~o en el mundo de trabajo son, es verdad, iniciativas muy embriona-
las l~lUevasrealidades sociopolíticas generadas al compás de las mutacio- ria's. Sin embargo, permiten advertir de todos modos a través de ellas
nes de la economía y la sociedad. que se va delineando una fórmula institucional que busca resolver el di-
En otras palabras, colocados en el puesto de observación definido vorcio existente ent.re las instituciones de la restauración conservadora y
por la Argentina de fmes de la década del treinta, se podría afirmar que la las nuevas realidades sociopolíticas de un país envuelto en una vasta ex-
agenda pública del país estará dominada por una doble exigencia. Por un periencia de cambio. Dicha fórmula institucional es una que supone dos
lado, una mayor representatividad del sistema político, a fin de superar el cosas: a) la vuelta a una democracia de partidos, bajo una conducción
déficit de legitimidad del orden conservador y canalizar el difuso senti- política moderada, como es la que proveen el general Justo y Marcelo T.
miento de exclusión prevaleciente en amplios segmentos de la población. de Alvear; y b) la progresiva regulación de las cuestiones laborales con
Por el otro lado, una mayor institucionalización de las cuestiones del tra- una perceptible influencia de las corrientes obreras de izquierda.
bajo, a fin de dar expresión al crecimiento de los sectores obreros e A principios de 1943 estas propuestas se corporizaron en una alianza
incorporar las demandas propias de una sociedad más industrial. Más de tipo Frente Popular que, bajo la etiqueta de Unión Democrática, reunió
concretamente, trazando hacia adelante las exigencias que los cambios a los partidos Radical, Socialista y Demócrata Progresista, con vistas a las
estructurales y la crisis latente del orden conservador habían colocado es elecciones presidenciales a tener lugar a fines de ese año, disputando con la
posible hipotetizar que hacia fmales de la década de 1930 dos eran los coalición conservadora en el poder a punto de encolumnarse detrás de la
desafíos a los que se confrontaba el país: las fórmulas de gobierno debe- candidatura del senador Robustiano Patrón Costas. Sin embargo, ésta no
rían tener una dosis mayor de transparencia para hacer más gobernable habría de ser la única alternativa que se proponía dar respuesta a las cues-
una sociedad más diferenciada y con mayores expectativas; a su vez, las tiones que estaban en el centro de la agenda pública del país.
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La l'Ír!jaguardia sil/dical y el Perol/istllO
Apéndice II
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La vida gt/ardia sil1dical)' el Perol1isJtJo 1 Apéndice II
11
gentina de entonces faltó la condición que en otros países hizo posible que ~ parece también sellar la suerte de Perón: sus camaradas del ejército ceden ti
el mundo de los negocios secundara una política de reformas en favor de
los trabajadores, aun al precio de sacrificios inmediatos, a saber, la. sensa-
entonces a las presiones de la oposición y el 9 de octubre lo despojan del e
ción de peligro ante la presencia de un nlovinlÍento obrero combattvo. En
poder, para ponerlo en prisión tres días después. Ya conocemos el desen-
lace de este capítulo de la historia. El desplazanliento de Perón tuvo una
e
todo caso, la fuente de las preocupaciones de los empresarios estaba, más corta duración. Una selnana después, en la cual sus adversarios no supieron
bien, en los efectos de la propia gestión de Perón, quien en nombre de la explotar la momentánea victoria alcanzada, recuperó el poder político. En
concordia alentaba la movilización de las masas obreras y exasperaba las la gestación de este desenlace concuni.eron pli.ncipaln'lente tres factores.
tensiones sociales. N o era necesaria demasiada sagacidad para advertir en El prünero de ellos fue el error táctico de la oposición. En lugar de
dicha gestión la tentativa de convertirse en árbitro de la paz, s.ocial y de darse por satisfecha con la salida de Perón de la escena continuó insistien-
forzar al mundo económico a delegar en él todo el poder políttco. ~', do en el retiro de los militares a los cuarteles y en la transferencia del
En segundo lugar, la búsqueda de apoyos entre los partidos tradicio- '\ poder a la Corte Suprema a fin de que fuera ella quien organizara el
nales tampoco encontró en ellos un número apreciable de voluntarios dis- próxilno llalnado a elecciones. Esta demanda comportaba una verdade-
puestos a recoger la herencia del régimen militar y acompañar en su em- ra humillación para los hombres de armas porque era equivalente a dar
presa a quien, a juzgar por la evolución de la situación internacio~al, tenía por concluida la Revolución de Junio. De allí que terminara siendo recha-
los días contados. En esas circunstancias, que son las que a mediados de zada. En su lugar, los responsables políticos del régimen militar se avinie-
1945 de[me la ofensiva de una oposición a la vez política y social, lanzada a ron a la fOl~mación de un nuevo gabinete a scr intcgrado por personali-
imponer la rendición incondicional del régimen y a forzar la delegación del dades civiles aceptables a la oposición. Las demoras y desinteligencias
poder en la Corte Suprema, el fracaso de Perón está ~!a vista d~ todos. El que rodearon a esa solución de compromiso crearon el espacio político
aislamiento político del hombre fuerte de la RevoluclOn de Juma es tanto propicio para la intervención de un segundo factor, el lanzamiento de
más evidente porque los dirigentes del movimiento obrero dan un paso una contraofensiva por parte de las fuerzas adictas a Perón.
atrás y procuran tomar distancia de los dos bandos en pugna para no L-as noticias de su renuncia y de su posterior encarcelamiento hicie-
quedar atrapados por la polarización de la coyuntura po~tica. . . ron cU,?dir inquietud y descontento en las fábricas y los barrios obreros
Es en el marco de este ominoso contexto que Peron realiza un gtro del Gran Buenos Aires. Contra ese telón de fondo, la CGT, superando
estratégico y llama a los trabajadores y a los sindicatos a que ~cu~an. ~n sus vacilaciones recientes, declaró la huelga general y el 17 de octubre
defensa de su gestión. Este llamado va acompañado con una radicalizaClon comenzaron a afluir desde los suburbios hacia la Plaza de Mayo grandes
de su discurso político. Proclama el [m de la dominación burguesa y el colUlnnas de trabajadores con la consigna de la libertad de Perón. Fue
comienzo de la era de las masas y bajo estas consignas denuncia la existen- entonces que un tercer factor intervino para aportar una contribución
cia de un complot reaccionario contra la Revolución de Junio y la política decisiva: la decisión de los jefes militares a cargo del poder de no apelar
de reparación social llevada a cabo desde la Secret~r~a de Trab~j? ~,obra a la represión. Ello permitió que la movilización obrera se convirtiera en
forma, así, un nuevo intento político, en el que la políttca de conciliaclon de una verdadera avalancha y cond~jera, en definitiva, a la liberación de
clases deja paso a un populismo radicalizado. En términos políticos, entre Perón, quien pudo retomar así su carrera hacia la presidencia. Así podría
el proyecto original, esbozado a mediados de 1944 y éste ~ue e~erge ~ decirse que los errores y los aciertos que forjaron el desenlace del 17 de
compás de las vicisitudes de la coyuntura de 1945 hay una diferenCla ca~l- Octubre dividieron en dos la historia del país en el siglo XX.
tal: el sobredimensionamiento del lugar político ocupado por los trabaJa- Continuando con la reconstrucción tenemos pues que, al arribar las
dores organizados. En efecto, estos pasan de ser una pieza im.portante elecciones de febrero de 1946, los argentinos debieron escoger entre dos
pero complementaria dentro de un esquema de o:den y pa~ soclal a con- soluciones a los problemas que dominaban las prioridades políticas de la
vertirse en el soporte principal de la fórmula políttca de Peron. época, esto es, 1) cómo crear un sistema político más representativo y
El llamado a los trabajadores y a los sindicatos cierra el paso a todo transparente para una sociedad más diferenciada y compleja; y 2) cómo
compromiso, agudiza la confrontación política y por un breve tiempo institucionalizar las cuestiones del trabajo para un país más ü1dustrial.
[252]
r253]
Apéndice II
La úeja gllardia silldica/)' el Perollislllo
Una de esas soluciones fue la que propuso la Unión Democrática. ricamente progresivas. Esto es, por medio de una u otra la Argentina
Esta coalición retomó a los protagonistas de la Unión Democrática de podía cerrar la brecha entre las instituciones del antiguo orden y las nuevas
realidades sociopolíticas gestadas durant~ la década de 1930.
1943, los radicales, los socialistas y los demócratas progresistas, y sumó a
ellos a los comunistas. En consonancia con el esp.ú:itu de los frentes anti- Con esta afirmación queremos destacar que la transición desde el
antiguo orden no tenía por delante una avenida de mano única. Es decir,
fascistas en boga al final de la guerra, la solución rep~esent~da por la
Unión Democrática encaminaba el futuro de la Argentlna haCIa una de.- que una combinación determinada de elementos políticos y sociales, en
mocracia de partidos con una dosis de reformismo social y un pl~ralis- otras palabras, la coyuntura argentina tal como podía ser descripta a prin-
mo sindical orientado hacia la izquierda. La segunda de las soluclOnes, cipios de los años cuarenta, admitía más de un desenlace. Con esta clave
interpretativa constatamos que fueron por lo menos dos las rutas alterna-
levantada por Perón, se organizó a partir de una fó~m.ula instituc~onal
tivas ante las que se encontraron los argentinos al momento de definir el
compuesta por un fuerte liderazgo plebiscitario, un lirmtado plur~~smo
futuro del país en la posguerra.
político y un sistema laboral con fuerte control estatal y la supreslOn de
las corrientes obreras de izquierda. Por cierto, al final, fue una la que prevaleció pero su victoria fue el
resultado de la acción de la política y no la obra de un destino inexorable.
Una vez culminado el escrutinio electoral sabemos que la candida-
Este es el punto de vista que he querido subrayar en esta exposición. Al
tura de Perón se impuso por un estrecho margen de votos. Otra vez
escoger esta perspectiva he intentado de algún modo tomar distancia de
aquí, en este desenlace, hay que destacar el peso que tuvieron las decisio-
la manía profesional de muchos de los que hacen Historia, me refiero a
nes políticas. Primero, las de la oposición. Con una segura confianza en
los que suelen reducir el número de posibilidades encerradas virtualmen-
sus ~azones la Unión Democrática acogió en su campaña el respaldo
te en el pasado a sólo una de ellas porque ésta fue la que finalmente se
ostensible del mundo de los negocios y del ex-embajador norteamerica-
realizó. Quienes así argumentan terminan identificándose con los vence-
no Spruille Braden, entregando de este modo a Per.ón cartas política~ que
dores, como ocurre cuando se lee el pasado desde el presente. Frente a
él supo aprovechar para descalificar a sus adv~rsan~s. Luego, ~stuvleron
esta manera de encarar la Historia yo prefiero, con otros, una aproxima-
los recursos políticos movilizados por el proplO Peron. Ademas .de aque-
ción ~ferente, una que considera al presente sólo como uno de los posi-
llos que inadvertidamente la oposición colocó en. sus manos, dichos r~-
bles 'desenlaces de las apuestas que hicieron los actores políticos ante los
cursos se nutrieron de los apoyos del aparato ofiCIal, los cuales le permI-
desafíos del pasado.
tieron extender su mensaje más allá de las áreas urbanas centrales desde
donde había iniciado su empresa política. Nuevamente, la suma de los
errores y los aciertos durante la campaña electoral tuvo. una gravitación
insoslayable a la hora de decidirse la puja entre las soluclOnes en ~ugna.
Comparadas estas dos soluciones, eran ciertamente alternatlvas en-
tre sí. ¿Qué es lo que queremos subrayar con esta afirmación? Queremos
destacar que una y otra eran funcionalmente equivalentes respecto de l~s
problenlas que estaban planteados en la agenda pública del país. Es dec,lr,
una y otra, la propuesta de la Unión Democrática y la .propuesta ¿.e Per~n
comportaban una respuesta a la demanda por ufolsl~ten:a p~lítl~~ mas
representati va y transparente y a la demanda por la mStltuC1~nalizaclOndel
mundo del trabajo. Ciertamente, se trataba de respuestas diferentes, pe:o
su diferencia no radicaba, por ejemplo, en que la levantada por Peron
estaba en sintonía con las cuestiones que estaban en juego mientras que ese
no era el caso con la que aglutinaba a las fuerzas de la Unión Democr~tic~.
De hecho, como hemos intentado destacar, las dos soluciones eran lusto-
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Impreso en: Formato Gráfico S.R.L.
Septiembre 2006